Revista en Línea No. 36 - Academia Nicaragüense de la Lengua

Transcripción

Revista en Línea No. 36 - Academia Nicaragüense de la Lengua
lengua
Revista de la Academia Nicaragüense de la Lengua
2a época, núm. 36
1523
Managua
Febrero, 2012
4
Lengua / Revista de la Academia Nicaragüense de la Lengua
Consejo Editorial:
D. Jorge Eduardo Arellano (coordinador), D. Francisco Arellano
Oviedo, D. Sergio Ramírez Mercado, D.a Rosario Fiallos de Aguilar,
D.a Isolda Rodríguez Rosales.
Diagramación:
Lydia González Martinica. PAVSA.
Cubierta: Armando Morales: autorretrato (1989).
Contracubierta: Armando Morales: cuatro bañistas, cascada (1994).
Managua, febrero, 2012
El contenido de los artículos firmados representa
únicamente el punto de vista del autor.
5
ACADEMIA NICARAGÜENSE DE LA LENGUA
Director
Subdirector
Secretario
Subsecretario
Tesorero
Bibliotecario
Fiscal
:
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:
:
D. Francisco Arellano Oviedo
D. Alejandro Serrano Caldera
D. Pedro Xavier Solís
D. Erick Aguirre Aragón
D.a Gloria Elena Espinoza Padilla
D. Róger Matus Lazo
D.a Ana Ilce Gómez Ortega
Miembros de Número
(Por orden de precedencia)
D. Francisco Arellano Oviedo
D. Felipe Rodríguez Serrano
D. Carlos Tünnermann Bernheim
D. Enrique Peña-Hernández
D. Róger Matus Lazo
D. Edgardo Buitrago Buitrago
D. Carlos Alemán Ocampo
D. Eduardo Zepeda-Henríquez
D. Pedro Xavier Solís
D. Fernando Silva Espinosa
D. Rosario Fiallos Aguilar
D. Guillermo Rothschuh Tablada
D. Julio Valle-Castillo
D. Carlos Mántica Abaunza
D. Alejandro Serrano Caldera
D. Jorge Eduardo Arellano
D. Sergio Ramírez Mercado
D. Emilio Álvarez Montalván
D. Ana Ilce Gómez Ortega
D. Isolda Rodríguez Rosales
D. Gloria Elena Espinoza de Tercero
D. Erick Aguirre Aragón
D. Luis Rocha Urtecho (elegido)
D.a Auxiliadora Rosales Solís (elegida)
Miembros correspondientes
D. Jaime Íncer (Nicaragua)
D. Mario Hernández Sánchez-Barba (España)
D. Noel Rivas Bravo (España)*
D. Ricardo Llopesa (España)*
D. Günther Schmigalle (Alemania)
D. Nicasio Urbina (EE.UU.)*
D. Steven White (EE.UU.)
D.a Nydia Palacios (Nicaragua)
D.a Conny Palacios (EE.UU.)*
D. Armando Íncer (Nicaragua)
D.a Claire Pailler (Francia)
D. Horacio Peña (EE.UU.)*
D.a Gioconda Belli (EE.UU.)*
D. Naohito Watanabe (Japón)
D. Francisco de Asís Fernández (Nicaragua)
D.a Gloria Guardia (Panamá)
D. Guillermo Menocal Gómez (EE.UU.)*
D. Jorge Eduardo Argüello Sansón (EE.UU.)*
D. Julio Ortega (Perú)
D.a Pilar Llull Martinez de Bedoya (España)
D. Jorge Chen Sham (Costa Rica)
D.a Rocío Oviedo Pérez de Tudela (España)
* Nicaragüenses en el extranjero.
6
ACADEMIA NICARAGÜENSE DE LA LENGUA
Miembros honorarios
D. Alejandro Montiel Argüello (Nicaragua)
D. Ernesto Cardenal Martínez (Nicaragua)
D. Óscar Acosta (Honduras)
D. Alberto Cañas (Costa Rica)
D. Ian Gibson (España)
D. Víctor García de la Concha (España)
D. Gregorio Salvador Caja (España)
D. Humberto López Morales (Puerto Rico)
D. Iván Escobar Fornos (Nicaragua)
D. Luis Sáinz de Medrano (España)
D.a Christina María van der Gulden (Holanda)
D. Rodolfo Sandino Argüello (Nicaragua)
D. José Joaquín Quadra Cardenal (Nicaragua)
D. Carlos Mejía Godoy (Nicaragua)
D. Róger Mendieta Alfaro (Nicaragua)
D. José Moreno de Alba (México)
7
SILLAS DE LA ACADEMIA
A: Mons. José Antonio Lezcano y Ortega (1865-1952), fundador; Dr. Julio Ycaza
Tigerino (1919-2001), ingresó el 5 de enero de 1954; Dr. Alejandro Serrano Caldera
(1938), ingresó el 10 de junio de 2002.
B: Dr. Francisco Paniagua Prado (1861-1932), fundador; Dr. Fernando Buitrago Morales
(1894-1979); Lic. Francisco Arellano Oviedo (1941), ingresó el 26 de mayo de 1995.
C: Dr. Manuel Maldonado (1864-1945), fundador; Dr. Andrés Vega Bolaños (18901896), ingresó el 8 de agosto de 1948; Dr. Emilio Álvarez Montalván (1919), ingresó
el 27 de enero de 1995.
Ch: Dr. Diego Manuel Chamorro (1901-1971), ingresó el 19 de agosto de 1948); Don
Carlos Mántica (1935), ingresó el 28 de abril de 1971.
D: Consagrada a la memoria de Rubén Darío. Dr. Alfonso Ayón (1858-1944),
fundador; Dr. Rafael Paniagua Rivas (1916-1994), ingresó el 22 de agosto de 1957.
Lic. Carlos Alemán Ocampo (1941), ingresó el 10 de marzo de 1998.
E: Pedro Joaquín Chamorro Zelaya (1891-1952), fundador; Ernesto Mejía Sánchez
(1923-1985), ingresó el 26 de junio de 1955; Dr. Carlos Tünnermann Bernheim
(1933), ingresó el 30 de agosto de 1995.
F: Carlos Cuadra Pasos (1879-1964), fundador; Dr. Jorge Eduardo Arellano (1946),
ingresó el 8 de septiembre de 1989.
G: Consagrada a la memoria de Don Enrique Guzmán. Dr. Luis H. Debayle (18561938), fundador; D. Pablo Antonio Cuadra (1912-2002), ingresó el 26 de julio de
1945; D. Sergio Ramírez Mercado (1942), ingresó el 15 de mayo de 2003.
H: Ing. José Andrés Urtecho (187?-1938), ingresó el 7 de junio de 1929; Dr. Emilio
Álvarez Lejarza (1884-1969), ingresó el 23 de diciembre de 1941; Dr. Felipe
Rodríguez Serrano (1920), ingresó el 9 de septiembre de 1955.
I: Pbro. Azarías H. Pallais (1884-1954), ingresó el 20 de diciembre de 1929; Dr.
Enrique Peña Hernández (1922), ingresó el 28 de mayo de 1961.
J: Dr. Santiago Argüello (1871-1940), ingresó el 29 de enero de 1931; Dr. José H.
Montalván (1904-1964), ingresó el 20 de octubre de 1948; Dr. Edgardo Buitrago
(1924), ingresó el 23 de septiembre de 1962.
K: Don Pablo Hurtado (1853-1936), ingresó el 19 de julio de 1933; Gral. José María
Moncada (1871-1945), ingresó el 5 de septiembre de 1940; Dr. Ramón Romero
(1880-1964), ingresó el 8 de julio de 1948; Dr. José Sansón Terán, ingresó en 1954;
Don José Jirón Terán (1916), ingresó el 30 de septiembre de 1993; D.a Ana Ilce
Gómez Ortega (1945), ingresó el 12 de julio de 2006.
L: Don Pedro Joaquín Cuadra Chamorro (1887-1956), ingresó el 19 de julio de 1933;
Don Eduardo Zepeda-Henríquez (1930), ingresó el 7 de julio de 1963.
M: Dr. Rodrigo Sánchez, ingresó el 20 de enero de 1942; Dr. Julio Linares (1902-1971),
ingresó en 1962; D.a Rosario Fiallos de Aguilar, (1938), ingresó el 21 de julio de 1999.
N: Dr. Salvador Castrillo Gámez (1873-1950), ingresó el 8 de noviembre de 1942; Don
Adolfo Calero Orozco (1899-1980); Lic. Róger Matus Lazo (1943), ingresó el 26 de
junio de 1996.
Ñ: Prof. Carlos A. Bravo (1885-1975), ingresó el 13 de marzo de 1949; Don Guillermo
Rothschuh Tablada (1926), ingresó el 10 de abril de 1970.
O: Dr. Santos Flores López (1878-195?), ingresó el 14 de octubre de 1942; Ing. Ernesto
Gutiérrez (1929-1988), ingresó el 3 de agosto de 1967. Lic. Pedro Xavier Solís
Cuadra (1963), ingresó el 5 de mayo de 1998.
P: Dr. René Schick Gutiérrez (1909-1966), ingresó el 30 de abril de 1966; Dr. Fernando
Silva (1927), ingresó en 1968.
Q: Consagrada a la memoria de D. Quijote. Lic. Julio Valle-Castillo (1952), ingresó
el 18 de mayo de 2001.
R: D.a Isolda Rodríguez Rosales (1947), ingresó el 10 de julio de 2007.
S: D.a Gloria Elena Espinoza de Tercero (1948), ingresó el 29 de noviembre de 2007.
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Contenido
I.. PLUMA INVITADA........................................................11
Armando Morales a la luz de su luna
/ Gabriel García Márquez.............................................. 13
II.. El pintor Armando Morales
. en sus 85 años............................................................ 19
Armando Morales, el clásico
/ Sergio Ramírez Mercado.............................................. 21
Morales y su plástica: una aproximación
/ Jorge Eduardo Arellano............................................... 25
Armando Morales: un renacentista del trópico
/ Julio Valle-Castillo...................................................... 29
III.. Gramática y sociolingüística..................... 43
La supresión de la tilde diacrítica en los monosílabos
/ Francisco Arellano Oviedo.......................................... 45
El empleo de la w, uve doble, y los préstamos
lingüísticos / Hilda Baltodano Reyes............................. 50
Actitudes lingüística de los hablantes de Managua,
León y Matagalpa / Zobeyda Zamora Úbeda ............... 55
Enhorabuena, los atlas lingüísticos de Nicaragua
/ Francis Mendoza Morán............................................. 63
Viejo, mi querido viejo / Róger Matus Lazo..................... 68
El lenguaje de los ojos / Emilio Álvarez Montalván......... 71
IV.. Creación..................................................................... 75
. Doce poemas / Isolda Rodríguez Rosales......................... 77
V.. Ensayos y artículos............................................ 91
Los retos para una Universidad Católica en la
Nicaragua de hoy / Carlos Tünnermann Bernheim ......... 93
Hernán Robleto y sus aportes a la narrativa
hispanoamericana / Jorge Eduardo Arellano............... 109
10
La poética de Julio Valle-Castillo / Iván Uriarte......... 133
La empatía metafísica en la lírica de Conny Palacios
/ Bruno Rosario Candelier........................................ 151
VI. . Textos rescatados.......................................... 173
Rubén: el keats hispánico / Salomón de la Selva......... 175
VII.. Documenta rubendariana.......................... 179
Gaspar Hauser y Rubén Darío / JEA............................ 181
Darío hace cien años... / Carlos Tünnermann B........... 184
Rubén Darío: un peregrino por los caminos
de don Quijote / Esther Bautista Naranjo................. 192
La imagen (auto)biográfica de Rubén Darío...
/ Ignacio Campos Ruiz.............................................. 206
Presentación de Gris en azul… / Jorge Luis Castillo... 214
VIII.. Bibliografía de la revista
.
Lengua (I)................................................................ 227
La narrativa nicaragüense en la revista Lengua........... 229
IX.. Reseñas y notas.................................................. 235
.
Informe de la Academia Nicaragüense
de la Lengua: 2007-2011......................................... 237
.
Carlos Tünnermann Bernheim: Darío siempre............ 248
.
Ernesto Cardenal: Este mundo y otro y otros ensayos...... 250
.
Isolda Rodríguez Rosales: 50 años en el sistema
educativo (1929-1979).....................................................251
.
Nydia Palacios Vivas: Rubén Darío, melancólico
capitán de la gloria................................................... 256
.
Steven F. White: Arando el aire. La ecología
en la poesía y la música de Nicaragua....................... 260
.
Jorge Eduardo Arellano: La bicentenaria
Universidad de León, Nicaragua............................... 263
.
Nueva Junta Directiva de nuestra Casa........................ 263
.
Reconocimiento a JEA................................................. 264
.
Elección de nuevos académicos de número................. 264
.
Cátedra Latinoamericana “Orlando Fals Borda”.......... 265
I
PLUMA INVITADA
Armando Morales: retrato de Carlos Fuentes
El pintor Armando Morales en sus 85 años
13
Armando Morales a la luz de su luna
Gabriel García Márquez
LA EXTENSA obra pictórica del nicaragüense Armando Morales nos abre la visión de un mundo apacible y alejado, un
tanto, de la realidad que rodea a estas mujeres que se solazan
desnudas en puertos y ciudades creadas a la exacta medida de
la imaginación del artista, quien las tiende sobre la confortable placidez de un sueño. El Latin Art Museum ofrece este
texto de Gabriel García Márquez sobre la vida y la obra de
Armando Morales.
Llegó a las cinco en punto. Eso, entre jóvenes, es una virtud rara. Pero en el curso de nuestras largas conversaciones en
mi casa de México habría de descubrir que Armando Morales
era dueño de otras virtudes sobrenaturales. Llevaba un traje
de lino color de trigo y una corbata alegre, y todo él tenía un
aire de artista despistado que no se conciliaba con su maletín
de agente de comercio. Pocos días antes me había escrito una
carta con una posdatita: “Vivamos mucho, no andemos muriéndonos tanto”.
Tenía deseos de encontrarlo y saber cómo era, desde que
vi por primera vez un cuadro suyo entre los Zurbaranes inciertos y los Andy Warhols de feria de una mansión de millonarios. Era una corrida de toros, cuyos protagonistas no parecían
pintados en el lienzo sino talladas en plomo. Y sin embargo,
el cuadro tenía el dramatismo de esplendor y de muerte de la
fiesta brava.
“Caray”, me dije. “Este hombre no le tiene miedo a nada”.
En los años siguientes tuve ocasiones de sobra para
confirmarlo, pues encontraba cuadros suyos donde menos
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Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
lo pensaba, con esa recurrencia mágica con que uno vuelve
a encontrar varias veces en un mismo día a una antigua novia
que no había visto durante mucho tiempo. Vi mujeres fugitivas
de los evangelios, rocallosas y sin rostros, que se bañaban en
templos inundados, selvas enrarecidas por el olvido, suertes de
tauromaquia petrificadas por el terror.
Vi a la muy antigua y noble ciudad de Granada, la de Nicaragua, repartida a pedazos en cuadros numerosos, en calles sin
rumbo, perros rupestres, un coche de caballos sin control con
el auriga muerto en el pescante, y su lago temperamental con
ínfulas oceánicas, su lago una vez y otra vez, su lago inevitable, como un fantasma agazapado a la vuelta de cada esquina:
su lago siempre.
Pues Armando Morales es capaz de pintar cualquier cosa,
cualquier instante, cualquier sentimiento, sin someterlo a la
servidumbre de ninguna moda. Es realista de una realidad que
solo él conoce, y que lo mismo puede ser del siglo XVI que del
siglo XXI: el tema determina el modo.
Ha viajado por todo el mundo, ha vivido y pintado con su
inventiva sedienta en la manigua de Nueva York, en la metrópoli de la Amazonia, en París con amor, en Londres sin ti, pero
a todo el mundo lo ha visto con sus ojos de granadino impenitente. Tiene un cuadro de san Giorgio Maggiore, en Venecia,
con su campanario y su vaporcito de Vivaldi, pero sus sombras
diagonales y sus aguas encrespadas siguen siendo las mismas.
Así es: sus desafueros creativos; se delatan a sí mismos de inmediato por una misma seña de identidad: el vasto silencio de
sus cuadros, alumbrados aún a pleno día por la luna llena de
Granada.
Solo después de conversar con él durante muchas horas,
en nuestras dilatadas tardes en México, entendí que Armando
Morales no le tuviera miedo a nada. Más aún: me pregunté si
hubiera sido pintor de no haber nacido y crecido en Nicaragua,
y si sus cuadros hubieran sido posibles en una realidad distinta
de la fantasmagórica de su patria de endriagos y guerreros, de
El pintor Armando Morales en sus 85 años
15
aguaceros inmemoriales y despelotes de amor, donde la iguana
y el armadillo son platos nacionales, y donde estuvieron casi al
mismo tiempo un aventurero gringo que se coronó emperador,
y don Rubén Darío, uno de los grandes poetas de este mundo.
Por fortuna nació y creció allí, dentro de sus propios cuadros, bajo el signo ineluctable de Capricornio. Su infancia es
un modelo ejemplar del poder de la vocación, se formó solo, y
lo puede probar ante los tribunales, pues aun conserva en sus
archivos el primer dibujo que hizo a los tres años. Es un barco
pintado con lápices de colores en el dorso de una tarjeta postal
que su padre mandó de Alemania cuando se fue a comprarlo
que solo un nicaragüense de 1920 podía comprar en Alemania:
una fábrica de ladrillos. Pues bien: en ese dibujo prehistórico
se vislumbra ya el resplandor de esa luna errante que ha hecho
de Armando Morales uno de los grandes pintores de este siglo
moribundo.
Su recuerdo más antiguo es el trimotor anfibio que pasaba
rugiendo como un tigre de papel sobre el Gran Lago embravecido, a lo largo de los años en que la Armada de los Estados
Unidos ocupó el país. El cree que de ahí le viene su terror de
volar, que tantos compartimos, y alguna vez trató de conjurarlo
con una cura de burro: volando sobre la Amazonía le pidió al
piloto que le hiciera las indicaciones básicas, y tomó el mando
del avión.
Los gérmenes de su mundo lunar estaban inclusive dentro
de la propia familia, Su abuelo paterno, el doctor José María
Morales, se había hecho médico en Alemania, pero jamás logró
que sus clientes de Granada le pagaran con dinero. Le pagaban
con gallinas, tabacos, cerdos, calabazas, y aún con una vaca
descarriada en el más grave de los casos. Al doctor Morales le
parecía justo.
“No más faltaba, decía, que además de estar enfermos tuvieran que pagar”.
Bautizó a sus cinco hijos con nombres que empezaban con
las cinco vocales en orden: Adán, Evangelina, Ismael, Orlando
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Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
y Ulises. Todos vivieron largos años, y tuvieron la decencia de
morirse como habían nacido: por orden alfabético. El primero,
don Adán Morales, fue el padre del pintor.
Su hermana mayor, Lillian, quien en realidad se llamaba Edna María Victoria, era una dama de las de antes, que se
vestía para las visitas de los domingos con trajes de muselina
y sombrero de organza, y entretenía las horas muertas de las
siestas ajenas pintando flores al óleo en pañuelos para decir
adioses. Años más tarde, Armando Morales encontró su recado
de pintar entre los cachivaches olvidados de un baúl oloroso a
sándalo y naftalina, rescató los tubos de colores y los frascos
de trementina, y con ellos pintó sus primeros cuadros al óleo.
Pintaba todo lo que veía, todo lo que recordaba, todo lo que
quería, pues desde entonces parecía convencido de que todo lo
que sucede en la vida es digno de ser pintado.
Su padre, como todos los padres, quería que heredara el
negocio familiar, que muy al modo de la familia era al mismo
tiempo farmacia y ferretería, y lo estimulaba más hacia las matemáticas y las ciencias que hacia las buenas artes. Armando
Morales no lo contradijo nunca. Siguió dibujando durante las
clases a espaldas de los maestros, y aprobaba los exámenes de
álgebra y de química con las respuestas copiadas de sus vecinos. Lo que no supo hasta muchos años después, fue que su
padre vigilaba con ilusiones inconfesables el encarnizamiento
de su vocación, y sin que él lo supiera coleccionó durante años
sus dibujos de niño, disimulados dentro del libro de contabilidad de la ferrofarmacia.
Fue un triunfo de la tozudez de ambos. Cuando se abrió la
primera escuela de Bellas Artes en Managua, Armando Morales fue el primer alumno. No solo porque se inscribió antes
que nadie y fue el más destacado, sino porque fue el único que
llegó puntual a la primera clase del primer día: a las cuatro en
punto. El maestro era don Augusto Fernández, un refugiado de
la guerra civil española que acabo de vivir hace pocos años en
México y dejó inéditas y sin destino más de doscientas ilustraciones de El Quijote. El sueño de Armando Morales en aquel
El pintor Armando Morales en sus 85 años
17
tiempo era irse para Nueva York a hacer un curso de perspectiva que duraba cinco años.
“El maestro Fernández, dice ahora, muerto de risa me la
enseñó desde el primer día mientras llegaban los otros alumnos
en una hora”. Entonces tenía veinte años y solo le hacían falta
los recursos técnicos, pero ya llevaba dentro para siempre el
plenilunio de Granada. Conocía la pintura de los grandes maestros en reproducciones de libros, pero no había visto ninguno
en carne viva. La primera vez que lo vio fue en una exposición
de pintores latinoamericanos en Managua. Allí se hallaban los
más grandes: Tamayo, Portinari, Roberto Matta y Wilfredo
Lam, y obras de caballete de los muralistas mexicanos que por
aquellos días estremecían al mundo.
La sorpresa de Armando Morales a primera vista fue que
todos eran idénticos a como los había imaginado. Tal como le
había ocurrido con su primer cuadro de toreros, que copió del
respaldo de una baraja española cinco años antes de que viera
en el Perú, por primera vez en su vida, una corrida de toros.
Permaneció muchas horas frente a cada cuadro, durante todo
el tiempo que duró la exposición, escudriñando la malicia de la
textura, desentrañando los secretos de su maestría, el misterio
de su eternidad, y vio que todo era como él creía haberlo
inventado en su soledad de Granada. Solo entonces, sin haber
salido nunca de Nicaragua, se atrevió a mandar un cuadro a
la Segunda Bienal Hispanoamericana de Arte de la Habana,
en 1954, y se ganó su primer premio. En ese cuadro era ya
evidente que aquel joven compatriota de Rubén Darío, con el
mundo iluminado por su luna personal, no le tenía miedo a
nada. Salvo a los aviones, por supuesto.
Cartagena de Indias, agosto, 1992.
Armando Morales, 1960
II
El pintor Armando Morales
en sus 85 años
Armando Morales: hombre y mujer III (1982)
El pintor Armando Morales en sus 85 años
21
Armando Morales, el clásico
Sergio Ramírez
ARMANDO MORALES es el clásico por excelencia entre los
pintores latinoamericanos contemporáneos. Desde su paso de
aprendiz por las aulas provincianas de la Escuela de Bellas Artes de Managua, donde el maestro Rodrigo Peñalba le enseñó
todo lo que podía enseñarle, igual que el maestro Felipe Ibarra
le enseñó a Rubén Darío todo lo que tenía que enseñarle, ha vivido cuarenta años pintando con el empeño y constancia de un
artesano dedicado a la exploración permanente, renovándose a
sí mismo en cada etapa de su obra.
Su mundo siempre ha sido su taller, en Nueva York, en
San José, en París, en Londres, un jergón para dormir entre los
artefactos de su arte, bastidores, tarros, espátulas; una hornilla
para cocinarse sus alimentos en los breves descansos que a pesar suyo se impone: en su taller de París deja crecer en un tiesto
una mata de frijoles, trasplantada desde Nicaragua, porque fríe
los frijoles que le recuerdan Nicaragua en una sartén que recoje
esos reflejos irisados que se descomponen en los metales de
sus cuadros, sartenes, embudos, cacerolas, artefactos también
de su arte.
No otra cosa le ocupa y le preocupa más que pintar, salvo
Nicaragua, adonde quisiera regresar a seguir pintando, en un
taller ya diseñado por su amigo de la infancia el arquitecto
Álvaro Villa, que se alzará alguna vez en Granada, en la ribera del Gran Lago donde sus caballos triscan la hierba, cerca
del muelle, la capitanía del puerto, la estación ferroviaria, el
escenario de sus sueños y nostalgias figurativas de una de sus
mejores épocas pictóricas.
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Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Esos cuadros figurativos del Gran Lago, envueltos en el sueño y en el aura de la infancia, con mujeres desnudas que ocultan
el rostro con el paño mientras se secan el cabello, o conversan
arrimadas a bicicletas de la memoria, o toman un caballo por
la brida, mientras un tren que nunca van a abordar sale de la
estación con el fanal de la locomotora encendido de amarillo, o
las aguarda un coche sin auriga, me han fascinado siempre por
su poder evocativo y por su nostalgia plasmada en las figuras
misteriosas, en el color y en la luz que solo puede provenir de
los cielos nicaragüenses.
Tengo siempre a Armando Morales a la vista, en los cuadros que su amistad de años ha dejado colgados en mi casa en
Managua, regalados a Tulita, empezando por nuestro gran tesoro que es Mujer entrando en el espejo; sus acuarelas de anonas
partidas pintadas en días espléndidos en que ha sido nuestro
huésped; su lapa entre el verdor del chilamate, que Dorel mi
hija se llevó a México y que adorna su pequeño apartamento
de estudiante de la colonia del Valle; sus lápices de Sandino,
sus ilustraciones para la portada de mi novela Castigo divino.
La pared Armando Morales, como la llamamos.
Y me he encontrando dos veces con sus exposiciones, todo
vendido antes de la apertura, en las galerías Claude Bernard en
Nueva York y París, y otra vez con su Mujer entrando en el espejo del Museo de Arte Moderno de Nueva York. En la última
exposición suya que he podido ver en el museo Rufino Tamayo
del Bosque de Chapultepec, hace menos de un año, había una
muestra de todo el Armando Morales de cuarenta años. Desde
sus abstractos primigenios, a sus frutas encendidas, a las mujeres entrando en los espejos, a sus figuraciones del Gran Lago, a
sus selvas amazónicas que pinta oliendo frutas fermentadas en
el encierro de su taller, árboles exuberantes y matapalos descomunales. Y su vuelta a lo clásico, las fiestas de toros y los
descendimientos de la cruz, sus homenajes a Vesalio, homenajes al cuerpo humano, ya la maestría sin mácula, el pintor que,
dueño de todo, al término del aprendizaje perpetuo, vuelve a
los temas de los grandes maestros, imposibles de realizar si no
se trata, a la vez, de otro gran maestro.
El pintor Armando Morales en sus 85 años
23
Solo faltaban allí sus escenas de la insurrección de Monimbó, cuyos bocetos he visto en diapositivas, y que habrán
de coronar otra vertiente distinta de su obra referida a Nicaragua, sus guerrilleros de los años cincuenta, sus figuraciones del
Gran Lago, sus retratos de Sandino rodeado de su estado mayor frente a la pared rosada de la cantina vecina a la Camisería Ideal de Managua, sus prostitutas recogiendo los rifles del
agua en Puerto Cabezas para entregarlos a Sandino, las aguas
nocturnas alumbradas por lámparas y ahora la insurrección de
Monimbó.
Como Rubén Darío, Armando Morales es el clásico por
excelencia. Más que Szyslo, Obregón, Botero, Matta, Tamayo, nuestros grandes clásicos latinoamericanos. Nunca ha insistido, igual que Picasso, en detenerse en un único tema, en
una sola forma de expresión, sino que salta hacia otra nueva,
cuando siente la anterior agotada. De esta sucesión acabada de
etapas, de esta aventura consumada, de este ciclo permanente
de renovación y búsqueda es de donde surge el clásico, capaz
de volver a lo clásico, toros y crucifixiones, descendimientos
de la cruz, y consumarlo también.
Como Rubén Darío, que no hizo escuela con una sola de
sus etapas, sino que su escuela definitiva es la suma de todas
sus etapas. Un pintor ahora maduro y sabio, que no cesa de explorar y acertar. Una obra que ya es clásica y lo será más, porque sigue renovándose y completándose en la medida en que
el artesano que apenas duerme y come, no cesa de trabajar.
Me mandó a pedir en 1988 que escribiera la introducción
del catálogo de su exposición del museo Rufino Tamayo y yo
nunca recibí el aviso. Eran los días de la campaña electoral y
yo estaba casi todo el tiempo fuera de Managua. Me lo reclamó, molesto con razón, al nomás entrar a mi habitación del
hotel Balzac la última vez que nos encontramos en París, en
diciembre del año pasado. Se lo expliqué entonces, y ahora
vuelvo a explicárselo en estas líneas tardías que abren el número de la Revista de Sociología que dirige mi esposa Tulita en la
Universidad Centroamericana de Nicaragua y que piensa dedi-
24
Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
carle, para lo cual todos los cuadros de la pared Armando Morales de mi casa han sido ya fotografiados por Samuel Barreto
Chamorro. Y ahora pienso, y lo digo, que nunca es tarde para
afirmar que Armando Morales es el gran clásico de la pintura
latinoamericana y uno de los grandes clásicos contemporáneos
de la pintura mundial. Nuestro clásico.
Agosto de 1991.
Mauricio Rizo: retrato de Morales
El pintor Armando Morales en sus 85 años
25
Morales y su plástica:
una aproximación
Jorge Eduardo Arellano
AL GRAN artista clásico y moderno que fue y es —y seguirá siendo— Armando Morales se le ha relacionado, no pocas
veces, con Rubén Darío. Por algo constituyen cumbres paradigmáticas y máximas figuras de Nicaragua a nivel transcontinental. Darío en el ámbito de la creación literaria. Morales en
el de la pintura.
Para lograr sus objetivos, ambos se nutrieron de la cultura
occidental asimilando sus modelos más afines. En el caso de
Darío, predominaron los poetas franceses, parnasianos y simbolistas; en el de Morales, pintores europeos, estadounidenses
y latinoamericanos. En efecto: durante la búsqueda permanente de sus inicios, se detectan las improntas del español Antonio
Tapies, del norteamericano Robert Motherwell, del mexicano
Rufino Tamayo y del cubano Wilfredo Lam.
En su madurez, la crítica mexicana de origen judío, Lily
Kassmer —autora de la monografía más completa sobre la
plástica de Morales— identifica tres decisivas fuentes creadoras: el ruso Serge Poliakoff (1906-1969), el norteamericano
Conrad Marca-Relli (1913-2000) y el italiano Basaldaie Afro
(1912-1976). El primero con su ritmo armónico, el segundo
con su simplicidad abstracta y dominio del collage, y el tercero
con su fusión de arte abstracto y figurativo.
Pero la presencia más determinante en Morales es la pintura metafísica italiana. Representada por Giorgio De Chirico,
Filipo de Piscis, Carrá, etc., etc., esta tendencia se desarrolló
entre 1918 y 1921 en Ferrara, Italia, caracterizada por una
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renovación del pasado (principalmente del arte griego y de la
pintura neoclásica italiana), expresada en estatuas, maniquíes
y motivos arquitectónicos (arcos sobre todo), sumergidos en
un ambiente onírico, como los conos de De Chirico, utilizados
por Morales.
Así, tras agotar las posibilidades de la abstracción y convencido de que esta no conducía a ninguna parte —como lo
manifestara en sus dos famosos espejos negros (el de 1964 y el
de 1966)— encontró una salida en el neofigurativismo lírico,
pleno de riqueza cromática. Entonces irrumpe en su pintura
el cuerpo humano, adquiriendo una dimensión trascendente,
al descubrir y retomar el tratado De humani corporis fabrica
del médico y anatomista flamenco del siglo XVI Andreas Vesalius.
Es cuando se concentra en los desnudos femeninos (mejor
dicho, como Darío, en “la carne, carne celeste de la mujer”). Se
trata de conjunciones de la luz y las tinieblas, al mismo tiempo
que recuperación, o mejor reinvención, de la sensualidad, la
calidad táctica, el ambiente de misterio, la atmósfera. Para ello
utiliza una iconografía recurrente: espejos, baños, bañistas,
caballos, maniquíes, perros, ciclistas, paisajes lacustres, lanchas. Todo con el fin de rescatar las raíces de su memoria: ese
“almacén de recuerdos” que significó su Granada natal con su
estación de ferrocarril, su parque central, muelle y lago.
Igualmente, el inventario moralesco comprende renovadores bodegones y extraordinarias selvas americanas, trabajadas
con maestría. Así impactaron en su primera exposición en París, de 1986 —a cuatro años de instalado en esa capital del
arte— con sus dos cuadros de Venecia, dotados de intemporalidad y varias tauromaquias —temática que también renueva
hasta la perfección.
“Aquí veo sus mujeres frutales —escribí en un prosema
que me inspiró el catálogo de esa exposición— y familiares bicicletas, los fecundantes simios perturbadores, calesas y cabellos, piernas musculosas y resplandecientes
El pintor Armando Morales en sus 85 años
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nalgas adorables e intachables mamalias como melones
puntiagudos, espejos y bañeras relucientes, colgantes
jaulas vacías y demás objetos metálicos; los tres reinos
compactados en su mirada de rayos X, resumidos en sus
mágicos óleos. Y añadía:
“Aquí palpo su ‘Adiós a Sandino’: esa aparición de ultratumba que trasciende el afiche; aquí gozo su ‘Damiselas de Puerto Cabezas’: ese homenaje legendario que
destruye la anécdota; aquí me quedo extasiado, trastornado por, ante, tras su ‘Bañistas (mujeres, siempre
mujeres) en el Gran Lago’: esa maravilla crepuscular e
invernal que supera el cromo.
(No olvido ni olvidaré nunca esas lanchas de vela entoldadas, esos botes de remos atados al muelle de madera
color terracota, los rieles plomizos y los aislados tumbos múltiples y simultáneos de efímeras espumas, esa
clareante, verdeante superficie cercana, agitada continuamente y el aguaje lejos, comenzando a desatarse en
el horizonte nuboso y cerrado como cúpula).
Aquí, en esta exposición, Armando Morales culmina
su equilibrio formal, eludiendo las sorpresas del azar,
plasmando su desnuda, sólida pureza; transfigurándose
en uno de los imperecederos pintores de todos los tiempos”.
Es decir, un clásico, capaz de ejecutar —con su impecable factura— dos joyas de pintura religiosa, ambas de 1989:
“Descendimiento de la cruz” —con la turbadora presencia de
la muerte en figura de mujer— y “Puesta en el sepulcro”. Un
creador —es preciso señalarlo— consagrado desde joven a su
vocación y culto, sumamente culto —como lo subraya Damión
Bayón, uno de sus notables críticos (entre los cuales hay que
destacar a Thomas Messer, Dore Asthon, Marta Traba, Iordan
Chimet, Pablo Antonio Cuadra, María Dolores Torres y Julio
Valle Castillo). El mismo Morales enumeró algunas de sus lecturas predilectas: Teodoro Mommsen, James Frazier, Teilhard
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de Chardin, Fernand Braudel, Kalidasa (el poeta hindú), Dostoievsky y Romano Guardini.
He aquí, en fin, un artista formado en Nicaragua que, aprendiendo de los maestros innovadores de su tiempo, se sometió a
la hegemonía estética de Nueva York desde 1960, superándola;
un maestro él mismo que desarrollaría una laboriosa, productiva e intensa carrera, de reconocido éxito apoteósico en la historia de la pintura latinoamericana del siglo XX.
Armando Morales con el pañuelo indígena,
ciñéndole la cabeza
El pintor Armando Morales en sus 85 años
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ARMANDO MORALES:
UN RENACENTISTA DEL TRÓPICO
Julio Valle-Castillo
Hace tiempo ha circulado una o varias fotografías del pintor Armando Morales Sequeira (Granada, Nicaragua, 15 de
enero de 1927-Miami, USA, 16 de noviembre de 2011), pintando en aquel su sombrío taller de Nueva York, y en sus nublados talleres de París o de Londres o de México o de Costa
Rica contemplando con pupila alerta, críticamente sus lienzos,
con un pañuelo ciñéndole la cabeza, según se dice, más bien,
sujetándole las imágenes para que no se le escaparan, o cubriéndole la mollera anudada en la nuca, o a manera de gorra
con conejitos en las cuatro puntas. Carlos Fuentes ha reconocido en esos pañuelos los envoltorios a la manera del siervo
de la patria mexicana, José María Morelos y Pavón. Sin que
me duelan prendas nacionalistas, porque somos mesoamericanos, creo que el pañuelo de Morales procede de los hombrazos
campesinos, indígenas y mestizos con labio inferior borbónico,
nicaragüenses que salen muy al alba a iniciar el jornal, las fajinas con el machete, el arado, el espeque en mano y les sirven
para enjugarse el sudor y librarse de los rigores del sol tropical
que azota duro cuando no cae vertical. Para enfrentar el sol. Al
fin Morelos y Pavón andaba en campañas militares y Morales
después en campaña de disciplinas pictóricas, peleándose 8 o
12 horas de taller, largas sesiones de lucha, de trabajo. Morales
desde joven laboraba de sol a sol con estos pañuelos rojos, azules, amarillos, verdes y blancos estampados con motivos lineales en negro. Curiosamente los pañuelos supuestamente campesinos o de gustos indígenas de Morales eran Made in China,
100% cotton. RN. n.o 1. Y los ofertaban en las tiendas de los
mercados o tiangües aldeanos, puertos de montaña, tiendas de
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ropa de “partida”. En el quinientos italianos y el XVI europeo,
la concepción del arte como arte y trabajo cambiaron, para ser
teoría, investigación, modernización de indumentarias y escenarios e inspiración del mundo grecorromano, transpiración,
técnica, encaramiento del fresco, de la tela extensa y ancha, el
dibujo, el color y el volumen. El Renacimiento.
Me duelen algunos manoseos e irrespetos gremiales, que
resentían y hacían huraño a Morales con algunos coterráneos
confianzudos. Me guardo muchos recuerdos personales halagadores, generosos, hasta gentiles y gratos en compañía de
Morales y de amigos queridos (haber atestiguado su reconsideración de los murales de Diego Rivera en México; haberlo oído
valorar a su maestro Rodrigo Peñalba y a su amigo Fernando
Saravia sin personales reparos en Managua; haberlo visto admirar las cinco terrazas, sus cúpulas y linternillas de la catedral
de León, acaso la primera vez que ascendía a ellas por invitación de la Fundación Ortiz- Gurdián, y haber recorrido en
Londres el Museo Británico, las salas de los mármoles griegos,
y la Tate gallery…).
Muchas cosas podrían decirse de Morales (desdeñoso con
coleccionistas, admiradores y amigos de sus anfitriones; temperamental, arbitrario, descortés adrede, sangrón; su miedo
serval por los aviones de las destartaladas líneas aéreas centroamericanas de hace medio siglo (TACA, sigla de Tome ataúd
con anticipación); rechazaba firmar autógrafos en carteles, catálogos y libros de sus exposiciones, desconfiando que fueran
a hacer negocio; oscilante en materia político ideológica; enamorado como un adolescente; grandulón y feo como el magnífico retrato a tinta que le hizo José Luis Cuevas, etc., pero basta
una por sobre todas.
Una sola.
Fue uno de los grandes, grandísimos pintores de América
latina.
El pintor de Nicaragua, formado en Nicaragua y con una
sensibilidad para su paisaje que lo enlazaban con su poesía.
El pintor Armando Morales en sus 85 años
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Pintaba “metáforas”, solía decir Morales. Pintaba de memoria,
madre de la poesía. Un pintor poeta en una república de poetas: Amó su Granada natal como Enrique Fernández Morales
(1918-1982); vivió extasiado en su muelle de tablones podridos, mal claveteados, horizonte chontaleño y aguas con llenas y oleajes de mar dulce, con lanchas de madera mercantes
como el Pablo Antonio Cuadra (1912-1902) de Cifar; recorrió
el río San Juan hasta el fin, hasta Bartola con el padre Angel
Martínez (1999-1971); se inventó mujeres que no habían existido, nuevos besos, como Joaquín Pasos (1914-1947), grandes
flores oníricas e imaginó circos desmantelados, coches de
caballos, carromatos, animales amaestrados, en la plaza de la
estación del ferrocarril de Granada, junto a mujeres súbitas y
extrañamente desnudas como el equilibrista y clown José Coronel Urtecho (1906-1993) y el levanta pesas Manolo Cuadra
(1907-1957). ¿Algo de los arlequines de Picasso? Quizá.
A principios de la década del cincuenta, el entonces joven
Morales aficionado e irregular asistente de la Escuela Nacional de Bellas Artes de Nicaragua, Managua, que no pasaba los
veinte años, ensayaba acuarelas urbanas y lacustres, copiaba a
Paul Klee (véase su “Casa” con un encanto infantil de 1953 y
la no menos poética y encantadora “Jaula de pájaros”; 1953),
intentaba el abstracto (1953) y esbozaba unos “Zopilotes”
(1952). En una época que podría tenerse como de búsquedas,
aprendizaje y experimentación suyas.
No obstante, a mediados del cincuenta ya había asumido
su vocación con precocidad, seguridad e irrumpió en el panorama de las artes visuales del continente superando las limitaciones formales, imaginativas y conceptuales provincianas,
para alcanzar una inmediata y decisiva presencia entre sus
contemporáneos Manuel Felgueres (1928), Alberto Guironella (1929), Omar Rayo (1928), Julio Leparc (1928), Jacobo Borges (1931), Fernando Botero (1932), Vicente Rojo
(1932), Lilia Carrillo (1930-1974) y José Luis Cuevas (1934).
Con obras semiabstractas que mezclaban el mítico y misterioso
universo visual americano baste pensar en su “Luna mordida
por perros” que es una recreación del los mitos aztecas o ná-
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huatl cósmicos y terrenales o en su magnífico “Árbol-espanto”
(1956, óleo / Tela,1.30 X 57 cm), al que se le ha señalado el
influjo de Wifredo Lam (1902-1982), algo que no termino de
identificar ni de asimilar ni en su universo simbólico afrocaribeño, ni en su paleta ni en su diseño; porque Lam está lleno
de emblemas, lanzas rituales y danzas guerreras, mientras el
árbol de Morales es hijo de las quema agrícolas, del pensamiento mágico o fantasmagoría indígena, y de la gestualidad
sugestiva nocturna. Sin embargo “Guerrillero muerto (1958),
de esa misma época, me evoca la entonces reciente “Elegía
a la República Española” (Óleo tela, 303.4 x 254) de Robert
Motherwell, lo que ya denotaba su encuentro con el expresionismo abstracto o Escuela de Nueva York.
A fines del 50, ya había obtenido premios y reconocimiento internacionales (El Joaquín Díaz de Villar, en 1954; I Bienal
Centroamericana, en 1956 y la II Bienal de La Habana, 1956
y la V Bienal de Sao Paulo, 1959. Años después, 1973 o 1975,
Carlos Mérida, 1891-1984, en edad postrera, nobles crenchas
canas y sordo, evocaba con emoción aquel instante de la revelación de Morales; siempre preguntaba a grandes voces por
“ese gran pintor de ustedes” y comentaba el deslumbre, que le
produjo en aquel septiembre de 1956 Morales en el certamen
donde él había sido jurado. Morales ignoraba la admiración de
Mérida y yo que la escuché tantas veces se la hice saber en la
década de los 80. Algo, creo, que en medio de su parquedad le
agradó).
Algunos críticos, entre ellos el calificado Damián Bayón,
desde las metrópolis, suponía que el “Fenómeno” o “Caso Morales”, que no solo trascendió en América, sino dentro de Nicaragua, constituyendo toda una enseñanza e incitación plástica
y llamando la atención sobre la emergente pintura nacional,
debió de haber tenido escuela. ¿Dónde se había formado Morales? ¿Quién o quiénes habían sido sus maestros?, lo cual remitía de inmediato y con sorpresa ratificando en la sociología
del arte los procesos de desarrollos desiguales en republiquetas
marginales y analfabetas con espléndidas literaturas y manifestaciones artísticas. Nicaragua y su Escuela de Bellas Artes,
El pintor Armando Morales en sus 85 años
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eran un ejemplo, con una figura rectora al frente, el moderno,
cosmopolita y americano Rodrigo Peñalba (1906-1979), recién
venido de una buena temporada formativa y creativa en España,
México, Italia y Nueva York; un grupo de compañeros, donde
estaba el arbóreo y abstracto y escultor Fernando Saravia, el
versátil Omar de León, el dibujante y coleccionista Enrique
Fernández Morales; el matérico Pérez Carrillo; la encantadora
abuela primitivista doña Asilia Guillén; el aprendiz de escultor
Ernesto Cardenal; y otros profesores de perspectiva como el
español Augusto Fernández y el escultor Genaro Amador Lira.
Sin Peñalba no hubiera habido pintura en Nicaragua, ni escuela ni promociones en las siguientes tres décadas (50 al 70),
hasta tuvo la saludable refutación y homenaje generacional de
Praxis, en los 60.
Peñalba fundó la pintura nicaragüense, paleta y temática,
introdujo los ismos y un temprano muralismo, las texturas
táctiles, cierto materismo, se empeñó en una expresión nacional, continental, formó pintores de Guatemala y Costa Rica e
hizo hombres urbanos, cultos, con conciencia y fatalidad de
artistas a sus discípulos. El mismo Peñalba refiriéndose a Morales dirá, no con un tono de orgullo”:
Indiscutiblemente el más grande de nuestros pintores. Reside hoy en los Estados Unidos, donde ha triunfado plenamente, lo mismo que en Sudamérica. Su formación artística inicial
la recibió en Nicaragua, de donde partió ya con un criterio
estético, sólido y profundo, el cual Morales ha desarrollado
a través de los años y de sus viajes respaldado por su gran
talento, tenacidad, sed de cultura, capacidad de organización,
sensibilidad y tantas otras cualidades que este gran artista posee en grado excelso. Morales ha pasado por varios períodos,
desde una semiabstracción de sus éxitos iniciales a la abstracción pura y actualmente a un realismo lírico de maestría y
sobrio pero rico cromatismo.
Armando Morales es un consumado dominador de la técnica y posee además una artesanía artística poco común. Estas
le permiten trabajar su materia pictórica con refinamiento y
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dominio.Sus obras están en muchísimos museos y colecciones
privadas de todo el mundo.
Marta Traba, encarnación del cuestionamiento y la polémica, ha sido capaz de reconocer en su obra Mirar en Nicaragua
(1981-84), que Peñalba “como casi todos los precursores, se
preocupó más por abrir caminos que por darle a su obra una
cierta unidad, tanto técnica como temática. Le tocó iniciar el
muralismo, que solo tomó importancia mucho después (1974)
con la obra de varios autores en el Centro Comercial Nejapa; el
dibujo y el óleo donde aparece varias veces, el empaste grueso
y táctil que sería una de las características de la generación
joven”.
Diga la mezquindad lo que quiera decir.
Al clausurar los 50, Morales ya era dueño de celebridad
y señor de cuatro o cinco motivos, que se reiterarían, yendo y
volviendo, desapareciendo y tornando a aparecer, con distintos
tratamientos y lenguajes a lo largo de su producción y de sus
búsquedas, configurando un código reflejo de su vivencia interior y de la sociedad de Centroamérica violentada por dictadores, revueltas, cárceles, torturas, magnicidios, golpes de estado
y movimientos guerrilleros.
El paisaje tropical mítico y en cierta manera figurativo
(junglas, lunas, árboles fantasmagóricos, de la prehistoria americana, fuentes municipales, presas, lagos inmensos, uno de los
cuales podría ser el de su infancia, el Cocibolca, el Gran Lago
de Nicaragua o lago de Granada y anchos ríos caudalosos). Ya
era un artista plástico, americano, tropical.
Los inquietantes grupos de desnudos femeninos tan reales
como irreales, las mágicas bañistas en la playa. Acaso un temperamento ardiente, carnal, tropical de un joven que divisaba
los frescos y carnales racimos. La sexualidad y la sensualidad.
La vida.
La tauromaquia española que a mi parecer resulta anacrónica, colorinesca y decorativa después de las enérgicas líneas
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de Picasso y máxime antes de las humorísticas y voluminosas
corridas de Botero.
Los personajes o protagonistas de la historia continental
en aquella década (prisioneros políticos electrocutados, primeros guerrilleros muertos, consejos de guerra, la masacre del 4
de abril de 1954, el ajusticiamiento del general Somoza García
en septiembre de 1956 y su secuela de noches de horror, persecuciones, leyes fugas; estado de sitio; desembarco de Olama y
Mollejones en mayo 1959, y asesinato de estudiantes el 23 de
julio de 1959 en Nicaragua)
Consecuentemente, en una atmósfera así, La Muerte, en
mayúscula, era un motivo preponderante, acaso el más trascendente; no era el acabamiento biológico, el cadáver ni el ataúd,
sino el estado natural de zozobra, peligro, inminente fin de la
existencia, el súbito corte de la vida, con las resonancia del
existencialismo.
En este tránsito del 50 al 60, Morales pintó dos óleos dignos de advertirse por lo originales y cambiantes en su producción; “Pajaromaquia, sobre un poema de Góngora” (1958) y la
“Tauromaquia X (1960). La pajaromaquia es un abstracto barroco, donde las figuras y transfiguraciones de los pájaros, sus
alas, vuelos y picos superpuestos, rinden un tributo a la construcción y composición hiperbatónica y contrastante del poeta
culterano. Cuadro singular. La “Tauromaquia X” en cambio
resulta opuesta a todas sus tauromaquias anteriores. Posee una
atmósfera especial, semiabstractas, con unas galerías y arcada
oscura y misteriosa.
De este su primer y vario abstraccionismo, pasó en los 60
a un abstraccionismo sobrio, que ya evidencia su nutritiva
relación con la Escuela de Nueva York y su choque y asimilación con la urbe. Abstraccionismo geométrico, cubos en
rojo, marrón, café, negro, crema; texturales, campos de color,
collage. Ahora no es el poeta en el trópico, sino el pintor entre
la geometría monumental, metálica de Nueva York. La época de
los “Ferry Boat II”, “Ferry Boat III”, azules, rojos y magentas,
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negros y sus semicírculos, ovalados espejos oscuros —acaso
con reminiscencias muy ocultas del espejo oscuro de San Pablo o de las obsidiana de Quetzalcóatl, dos fuentes de sus
culturas—. “Playa negra” (1963). Pienso en aquel Mark Rothko, “Rojo, blanco y marrón” (1957) y hasta en una prefiguración de Rothko en su “Negro sobre gris” (1970). Se
ratifica la presencia de Rothko. Sus triángulos y rectángulos
negros, donde ha desaparecido el hombre y no se reconoce.
Su “Prostituta muerta” (1962), es un motivo patético y de
una figuración desfigurada dramática, un cuerpo —clave en
él— rayado y descuartizado. Sus franjas apuntando al cinetismo y algunos pespuntes. En el “Magazine Dominical” del
periódico El Espectador, de Bogotá, julio de 1966, Colombia, Mario Rivera comentó este período de la obra de Morales, en estos términos: El caso del ferry y de los puentes que
arrancados de lo real viven como pintura una nueva vida.
Su rasgo técnico de más bulto consiste en el procedimiento
de activar una superficie en negro, esmaltarla, bruñirla, induciéndola a retroceder con pedazos de lienzo sobre los que
espesa sus particularísimos blancos marchitos levemente
sulfurosos, al borde del miedo. Dentro de este admirable
manejo de los blancos y en algunos de sus últimos cuadros,
se abre la puerta a la memoria y aparece una imagen con
olor de cosas viva, aunque, entre la congelación y el deshielo, en ese plano en que los elementos plásticos se impregnan
de LO HUMANO en un entrecruzamiento de valores que se
penetran, se funden, y ahonda y vigorizan la imagen, librándola de ser algo puramente decorativo. Esa misma dirección
puede observarse en ‘vaso azul’ y ‘mesa gris’, pertenecientes
también a la última etapa.
En cuanto a la materia, Morales la escarba con precaución y esto es lo que le permite descubrir, inventar, esas texturas casi inocentes, por encima de toda sospecha, sin las
inutilidades ni las pretensiones que detienen la mirada o
la desvían hacia fórmulas exteriores, desprovistas de significados, u operando solamente a través de unos significados
abordados en el sentido más fácil.
El pintor Armando Morales en sus 85 años
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A menudo y no sin alguna razón, se ha reprochado el abstraccionismo PURO, su frialdad y su FORMALISMO, de la
misma manera que al expresionista, su resbalar por la pendiente demasiado inclinada del sentimiento hacia la irracionalidad. Hay la confusa presunción de que el arte está metido en
una encerrona, identificable por un inmenso panorama de inutilidad o de anarquía, donde algunos pocos artistas son como
boyas que señalan un rumbo. Aunque no del todo indiferente al
arte norteamericano, Morales asume un puesto propio, caracterizado por su capacidad de usar de lo geométrico solamente
como medio de controlar, de ordenar, de dar forma eficaz a
su subjetividad, evitando así el riesgo de abrir con demasía
el diapasón del sentimiento, como el de caer en un formalismo vacío. Equilibrio y elevación, gradualmente mayores en un
lenguaje formal que empezó con agonías: de caballos, toros,
guerrilleros y arcos y con colores heráldicos de una sombría
voluptuosidad: reiteraciones de lo Español, emplazadas en ese
punto metafísico que es el eje mismo de sus estructuras, al
problema que las justifica y las mueve.
Ahora sugiere montajes, recias, mamposterías con virtudes
arquitectónicas en las que van entrando circunstancias, necesidades, sorpresas de la forma que cerca al cuadro por todos
lados y que obedeciendo a sus necesidades intrínsecas llena
y crea su propio espacio, entre y sale en un prolongamiento
misteriosos, como orientada hacia su realidad verdadera. Hay
también inevitablemente asociaciones con paisajes, internos,
como ‘brecha’ o naturales, como los rotulados escuetamente
pintura. Pero vistos desde ARRIBA (siempre otra perspectiva:
de alas o de dioses) y hay tal vez también Nicaragua de lagos
y volcanes, asomada en versión severamente plástica al arte
continental.
En esta década del sesenta practicó las técnicas del grabado, el informalismo a tinta, ilustró la edición de la Poesía de
Tomás Merton (México), traducciones de Ernesto Cardenal
y José Coronel Urtecho y diseñó la estampa conmemorativa
de la ordenación como sacerdote de su antiguo compañero
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Cardenal. Pero como pintor de memoria, plasmó desde la perspectiva de la infancia objetos, quizá mágicos o maravillosos,
mesas y consolas decoradas y talladas para ortofónicas o victrolas con sus cajas de discos de piedra, agujas metálicas y
grandes bocinas cuya descomposición de la luz en abanico
dotaban al lienzo de una entonación irreal. Debo señalar que
estas bocinas, y además embudos y cuchillos de mesas, cubos
y cacharros de latón deslumbrantes con reflejos de grises o
plata, bordes rojos, esplendores amarillos, naranjas y delineamientos turquesas siguieron apareciendo en inverosimilitud
o contrastantes conjuntos de muchas de sus piezas. Extrañas
asociaciones.
De este abstraccionismo expresionista saltó a la figuración,
que no había abandonado, si ponemos atención en su ”Figura sentada”, en sus “Dos mujeres” (1962), en sus “Figuras”
(1968), en su “Figura sentada”, o en su “Mujer reclina” De
esta figuración plana, empastada o silueteada, se fugó a otra
versión de la neofiguración, que ya resultó más personal, más
suya. El corazón de la obra de Morales, su constante, su obsesión, que es de franca raíz renacentista, es homocéntrica,
hombres y mujeres, el cuerpo como tema y la pintura como
cuerpo (él mismo decía que rasuraba su pintura), la anatomía
sólida y diseccionada, estudiada tejido por tejido, fibra por fibra, hueso por cartílagos; los bíceps, las pantorrillas, no son
gratuitos sus homenajes a Vesalio, sus estudios de torsos y espaldas masculinos y femeninos siempre en tributo a Vesalio:
los cuellos en movimiento donde se aprecia el esternocleidomastoideo, las masas abdominales, los pectorales y los estudios de muslos femeninos, brazos y antebrazos masculinos,
como en cualquier de los cartones del taller de Leonardo da
Vince, guardando las proporciones. Crítica del cuerpo, con
cierta ironía, humor y desencanto, y celebración, como buen
erotómano, del cuerpo de la mujer las piernas vencedoras y la
gloria de los glúteos. Desnudas hieráticas, estáticas, pasivas
y en movimiento. Estatuas grecorromanas o cabezas clásicas
a la manera de Giorgio de Chirico. O cuerpos esplendorosos.
Esplendor de la desnudez, casi todos los desnudos de Morales
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están o se presentan desnudos, desnudos como los grabados y
óleos de Durero, como las Gracias o “El rapto de las hijas de
Leucipo” de Rubens, con carnaciones sonrosadas y volúmenes
torneados y de Rembrandt con sus luminosidades barrocas. O
las bañistas de Paul Cézanne, que exhiben en caderas y espalas una subyacente paleta de Morales. Apología de mamas y
caderas. Esto lo condujo a establecer las analogías o símiles
o metáforas frutales, peras de regular tamaño que son nalgas,
mamas que son manzanas o naranjas jugosas, glúteos con celulitis y piernas diluidas y sensuales, siempre con ojo y mano
de Rubens, naturalezas vivas. Papayas fulgurantes en cortes
transversales…
El cuerpo de las mujeres en Morales oscila entre el ya
apuntado maniquí surrealista mutilado, o la estatua casi doliente, junto a hombres de negocio y el realismo; oscila entre
el cuerpo acostado y la bestia envuelta en el sueño, la visión
y el subconsciente. Sus rostros o fisonomías, atmósferas enrarecidas o ensombrecidas, rostros circulares como lunas prefabricadas o embudos de latón; habitando o permaneciendo en
las plazas y los interminables pasillos y las arcadas en sombras, los espacios deshabitados, desolados hasta el miedo (a la
manera de Giorgio de Chirico) y, por ende, en el acto mágico
de cruzar los espejos, sueños, edades: recuerdos, evocando, no
copiando la pétrea catedral de León, realidad como sueño. La
pintura de Morales volvía a soñar con los ojos cerrados, en
un acto neorromántico, para crear la poesía; no quería ver los
monstruos que la razón engendra.
En las últimas décadas, el renacentista moderno del trópico
consecuentemente volvió, vía nostalgia acaso, a pintar Las Venecias: “Venecia de noche” (1991), “Palacio Ducal visto desde
San Giorgio, Maggiore” (1987), “Dogana y La Salute vistas
desde el Molo “(1987), y un tópico doble muy renacentista,
la “Puesta en el sepulcro” (1989) y el otro, “EL descendimiento” con más personajes, entre ellos los soldados con los
cráneos mortuorios y calcado en una escultura inconclusa de
Miguel Ángel. Pero de los inmensos palacios renacentistas,
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de la cultura y las columnatas, se refugió en lo no menos inmensos palacios y gigantes árboles verdes, con toda la gama de
verdes, lianas, bejucos, raíces aéreas, su época verde, bóvedas
de luz, domos de la naturaleza, vapor y humedad, la jungla,
la sagrada selva americana, su paisaje tropical mesoamericano: los platanares bajo los torrenciales aguaceros o chagüitales
(que algo o mucho deben al primitivismo nicaragüense, en especial a Marina Ortega) las haciendas cafetaleras y la solemne
Amazonia.
En los 80 incursionó deliberada y coherentemente en el
momento histórico de restauración de Nicaragua, creando o
contribuyendo a crear un nuevo imaginario y una emblemática,
escenas narrativas (ilustró un poemario de Cardenal con transfiguraciones de la dictadura somocista) y retratos, su “Adiós a
Sandino”, “Saga del general Sandino” (1993), dos versiones de
las “Mujeres de Puerto Cabezas”, tanto al óleo y en gran formato como en desigual serie litográficas a color, con un substrato
de la pintura universal (el fusilamiento del héroe remite al fusilamiento de mayo de Francisco de Goya, La última cena con
Sandino, Retrato del General Pedro Altamirano, Prendimiento
de Sandino…), la fotografía, los claros oscuros lunares en la
montaña, no son retratos verosímiles, sino de cuerpo arquetípicos; sombreros, botas altas, pistolas, chaquetas de cueros,
mascadas al cuello, poses….
Cabe advertir, que los autorretratos de Morales, que siempre tuvo por anecdóticos y que no cultivo con su acostumbrada
pasión o garra, de rápida ejecución, son mejores o más logrados, que los retratos formales. Su retrato de Gabriel García
Márquez ambientado en Colombia es demasiado hierático,
casi pétreo; pero el retrato de Carlos Fuentes, al margen de un
brazo no resuelto, tiene toda la expresión y mirada atenta del
inteligente, certera, de este gran escritor mexicano. Un verdadero juicio o elogio sobre Fuentes. También un grafito de la
poeta Daisy Zamora es un primor de soltura y captación de la
modelo. La pluma de Octavio Robleto lo deja fijado en lo que
siempre fue, un niño. Sin embargo, el retrato de Ernesto Cardenal al carboncillo es desafortunado.
El pintor Armando Morales en sus 85 años
41
Pero con estos y aquellos reparos, Morales pasó a la historia como uno de los mayores pintores de Occidente del siglo
XX. Bien podría disputarle a “Morales el divino”, también el
calificativo de divino. Siempre, en todas sus etapas o períodos,
en sus grafitos y carboncillos, en sus grabados, en sus acuarelas preparatorias, en sus esbozos, bocetos, apuntes, en sus
óleos de capas raspadas con cuchillas y bisturíes, para aplicar
veladuras, en sus abstractos matéricos y lineales, semiabstractos, en su neosurrealismo, en sus naturalezas muertas y en su
figuración, demostró algo más, mucho más que dominio, pericia, maestría, perfección en su acabado y factura, para lograr
la creatividad lúdica, el rapto placentero, acaso, equilibrio de
clásico y romántico como el último renacentista del Orbe Novo
y el primer renacentista de Centroamérica, cinco siglos después, en esta otra orilla, ejecutando plásticamente la naturaleza exuberante, lujosa y lujuriosa, el vaho del primer día de la
creación, el hombre de estas latitudes y el realismo mágico o lo
real maravilloso nuestro.
Una expresión pictórica a plenitud americana y universal.
Cincinnati, 17-20 de noviembre 2011.
Armando Morales: desnudo de frente y espaldas (1976)
III
Gramática y sociolingüística
Francisco Arellano Oviedo en el XIV Congreso de la Asociación
de Academias de la Lengua Española en Panamá, 21 al 25 de
noviembre de 2011.
Gramática y sociolingüística
45
La supresión de la tilde
diacrítica en los monosílabos
(Ponencia leída en el XIV Congreso de la Asociación
de Academias de la Lengua Española, realizado
en Panamá, noviembre de 2011)
Francisco Arellano Oviedo
Academia Nicaragüense de la Lengua
SERÍA INNECESARIO hacer una investigación en el campo
de la ortografía para conocer que las normas más violadas de
la lengua escrita son las referidas al acento ortográfico o tilde
y las que corresponden al uso de mayúscula. En el primer caso,
se observa la omisión de la tilde y en el segundo, el abuso del
empleo de las mayúsculas; pero aun cuando este segundo aspecto es de mucho interés, no es parte de esta intervención. En
cuanto al acento ortográfico, ya Juan de Valdés (1737), advierte, en el Diálogo de la lengua, la despreocupación de algunos
autores en el uso de la tilde: “Bien sé que ternán algunos ésta
[tildar las palabras] por demasiada y superflua curiosidad, pero
yo no me curo, porque lo tengo por buena y necesaria”.
En general, la mayoría de los tratadistas anteriores a la
Real Academia Española,1713, como Antonio de Nebrija Gramática de la lengua castellana (1492) y Gonzalo Correa, Ortografía kastellana nueva i perfeta, Salamanca (1630) y Espasa-Calpe (1971), la misma Real Academia Española en el
Discurso proemial (1726) y Juan Pérez Castiel Breve tratado
de ortographia española, Valencia (1727), coinciden en que
los monosílabos no se tildan a no ser por la necesidad de diferenciar en los escritos voces homógrafas, como él, pronombre
frente a el artículo; sé, presente del verbo saber, frente a se
pronombre; dé forma verbal opuesta a de preposición.
46
Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Históricamente, el acento ortográfico, tilde o ápice sobre
una vocal, tiene una función discriminadora o diacrítica que
indica distinción. En sentido amplio, toda tilde es diacrítica
porque distingue las palabras que lo llevan de las que no lo llevan, (que en la lengua española son mayoría); en las palabras
acentuadas ortográficamente, la tilde señala la sílaba que lleva
la mayor intensidad de voz (Real Academia Española, 1880);
igualmente la tilde diferencia palabras homógrafas sean estas
trisílabas, como sábana y sabana, pérdida y perdida; sean bisílabas, cártel y cartel, juntó y junto; sean estas monosílabas, dé,
verbo y de preposición, sé verbo y se pronombre.
Es importante recordar aquí lo que en la actualidad se entiende por tilde diacrítica: La función de la tilde en esos casos,
dice la Ortografía de la lengua española (p. 231), es distinguir
la forma tónica de la átona —normalmente perteneciente cada
una de ellas a categorías gramaticales distintas y por tanto
con distinto valor y significado— en ciertos pares de palabras
monosílabas y algunas polisílabas de uso muy frecuente. En el
texto es claro el criterio gramatical y el criterio fonético para
tildar algunos monosílabos.
Como vemos, existe una larga tradición de no tildar los monosílabos en la lengua española y también es larga la tradición
de tildar excepcionalmente algunos. El criterio de excepcionalidad de tildar los monosílabos, como hemos esbozado rápidamente, ha tenido cierta movilidad: desde un razonamiento de
diferenciación gramatical, que de alguna manera se mantiene,
hasta el énfasis puesto en un criterio fonético o tonalidad de
los monosílabos, a partir de las reformas ortográficas de 1952,
impulsadas por don Julio Casares y continuadas por la Ortografía de la lengua española, 2010.
Los monosílabos que en la actualidad se tildan, bajo un
criterio de excepcionalidad y llamados diacríticos, son únicamente once: tú, él, mí, sí, pronombres personales; té, sustantivo; dé y sé, verbos; más, adverbio; y por otra parte, las formas
interrogativas y exclamativas: qué, cuál, quién... Pero esta lista
no ha sido siempre la misma. Antes, a lo largo de la historia de
Gramática y sociolingüística
47
los diacríticos, Pérez Castiel (1727) incluía la preposición à y
las conjunciones è, ò, ù; asimismo, se incluía el adverbio yà y
la forma verbal fuè todos con el acento grave que se trazaba
sobre la vocal de izquierda a derecha. En el Discurso proemial
de 1726, la Real Academia Española mantiene el uso de este
acento llamado grave en la preposición y conjunciones señaladas.
En 1741 la Real Academia Española en la Ortografía señala que los monosílabos no deben tildarse porque su pronunciación es constante en todos los casos. En 1754 la RAE
vuelve a señalar la no acentuación de los monosílabos y considera que estos tienen su excepción cuando admiten variedad en
la pronunciación y se ejemplifica con las formas dé y sé cuando
son verbos. En 1763 se mantiene la tilde de la preposición á y
las conjunciones é, ó, ú modificando el acento grave en agudo, que es el único aprobado actualmente en nuestra lengua
española y que se traza sobre la vocal de derecha a izquierda;
también se consideró que debían tildarse frió, fié.
En 1830, Vicente Salvá, en Gramática de la lengua castellana según ahora se habla, señaló como monosílabos diacríticos las formas verbales dió y fué. La novena edición de la
gramática de la RAE (1870) considera como diacrítico el lá,
sustantivo, nombre de sexta nota musical para diferenciarlo del
artículo la. Este caso es tan válido como el sustantivo té, los
pronombres tú, él, mí, es decir, es un monosílabo tónico y pertenece a una categoría gramatical diferente de su homógrafo,
y no solo estos casos, se tildaba también el Nós mayestático,
que escrito siempre en mayúscula, ya se diferenciaba del homógrafo correspondiente y se agregaban también los nombres
de otras notas musicales como mí y sí que actualmente ya no
aparecen en la lista de la tilde diacrítica en monosílabos (Ortografía de la lengua española, 2010, p. 243).
En la edición de 1880 se mantienen tildadas las formas
verbales fué, fuí, vió y dió, pero se señala que la preposición á
y las conjunciones é, ó, y ú se acentúan ortográficamente por
costumbre y no por una razón prosódica; en 1911, sin embargo,
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Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
la Academia siguiendo un desarrollo de la lengua escrita a través de los cauces tradicionales, señala que la preposición y las
conjunciones mencionadas no llevan acento prosódico y tampoco deben llevarlo escrito. No obstante, hace una excepción
en el caso de la conjunción disyuntiva o, cuando esta va entre
cifras a fin de que no se confunda con el cero.
Es interesante recordar que ese mismo año, 1911, se aprueba la regla que decía que los tiempos verbales que llevaban
pronombres enclíticos conservaban el acento, tal es el caso de
fuése, déme, séme, dióle, vióle, etc. De estos compuestos, cito
únicamente las formas verbales que llevan como componente
un verbo monosílabo.
En las reformas de 1952 y 1959 pierden la tilde varios monosílabos: fue, fui, dio y vio; se dice también del adverbio solo
y de los demostrativos este, ese y aquel (su femenino, neutros
y plurales) que pueden escribirse sin tilde.
Como esta historia es reciente todos recordamos la Ortografía de 1999 que tuvo un esbozo panhispánico; esta señaló que todos los casos de formas verbales acentuadas con
pronombres enclíticos, tanto las formas verbales y no solo las
monosílabas, como las ejemplificadas, debían resolverse mediante las reglas generales de la acentuación ortográfica. Esta
regla constituyó un verdadero progreso porque se simplificó
el sistema de las reglas de acentuación y por tanto se hizo más
comprensible el sistema de acentuación.
En 2010 se elimina el acento a la conjunción disyuntiva
“o” cuando va entre cifras; se considera como monosílabos sin
tilde Sion, guion, truhan, lie, hui (Ortografía de la lengua española, 2010, p. 235), esta decisión unificó un criterio de pronunciación y de escritura en la lengua y le dio más coherencia
a la norma de no tildar los monosílabos.
Mantener un criterio de excepcionalidad para algunos monosílabos que llevan tilde por considerarse tónicos y por tener
categoría gramatical diferente que sus pares átonos, no deja
Gramática y sociolingüística
49
de volver complejo el sistema de acentuación de los monosílabos; pero decir que unos se tildan por cumplir determinadas
condiciones y que otros con iguales características no se tildan,
como los ya citados sustantivos para nombres de notas musicales: do, mi, la, si, y el Nos mayestático, etc. pone a todos los
monosílabos en una casuística particular.
La solución que se dio en 1952 de no tildar los monosílabos terminados en diptongo como vio, fue, crie y otros, así
como la norma aprobada en 1999 relacionada con las formas
verbales monosilábicas con pronombres enclíticos, que debían
resolverse de acuerdo con las reglas generales de acentuación,
marcaron un progreso y un retorno al comportamiento general
de la mayoría de las palabras que en nuestra lengua no llevan
tilde; la diferenciación de los monosílabos homógrafos debe
resolverse no solo a través del criterio gramatical y fonético
sino también mediante el criterio semántico-contextual o la
nueva ciencia lingüística conocida como la pragmática.
Por tanto, en el contexto de las supresiones de tilde que la
Asociación de Academias ha aprobado en las obras normativas
de la lengua durante los últimos años y considerando que la
existencia de muchas reglas oscurecen, en vez de aclarar, el
sistema de la escritura, presento la propuesta siguiente: suprimir la tilde en todos los monosílabos y diferenciar los pares,
a través del análisis contextual, que usamos en casos similares
a los presentados en el uso de pronombres demostrativo y adverbio solo, y como ocurre con toda palabra polisémica cuyo
significado preciso se realiza en el uso.
50
Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
El empleo de la w, uve doble, y los
préstamos lingüísticos
Hilda Baltodano Reyes
El uso de la w, uve doble (también conocida como doble ve,
doble u, v doble y doble uve), está relacionado directamente
en el español con los préstamos lingüísticos; ya que en su totalidad los vocablos que inician con esta letra y que han sido
recogidos en los registros de habla hispana, como el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), el Diccionario de
americanismos (DA) y el Diccionario del español de Nicaragua (DEN), son términos provenientes de lenguas extranjeras,
especialmente del inglés.
La Ortografía de la lengua española (2010) expone que la
w, uve doble, fue creada en la lengua germánica “por duplicación de la v latina” para representar uno de sus fonemas característicos. Así que, desde sus primeros usos, esta se integró al
español como un préstamo lingüístico para escribir nombres de
procedencia germana como Wifredo y Wamba. Pero, aunque
ya era empleada en la Edad Media, no fue hasta 1969 que se
integró oficialmente al alfabeto español.
Los préstamos de diferentes lenguas extranjeras han sido
necesarios a lo largo de la historia y han enriquecido la lengua
española, pues nombran una realidad para la que no se posee
un término o equivalente. No obstante, se deben considerar los
diferentes mecanismos que existen para integrar estas nuevas
voces, ajustándolas al principio fundamental de adecuación
entre escritura y pronunciación, como son el calco, empleo de
una forma equivalente o traducción en el español de la palabra
extranjera, y la adaptación, es decir que el nuevo vocablo,
como presenta la Ortografía, se ciñe a la “pronunciación y gra-
Gramática y sociolingüística
51
fía acordes con las pautas fonológicas, silábicas, prosódicas y
ortográficas propias del español”.
Esta preocupación por la forma de incluir un préstamo lingüístico al español y adecuarlo a la “tradición” española se ve
reflejada claramente en el uso de la w, uve doble; ya que en el
pasado, por tratarse de una letra extraña, fue remplazada gráficamente por v y b, así encontramos las variantes gráficas Vifredo y Bamba para los nombres mencionados anteriormente,
y sobre todo la alternancia con el dígrafo gu, de esta última variación se plantea el caso de whisky y güisqui a continuación.
Para referirse al “licor alcohólico que se obtiene del grano
de algunas plantas, destilando un compuesto amiláceo en estado de fermentación” se distingue una primera variante gráfica:
güisqui, que adapta la pronunciación inglesa a la grafía hispana, recopilada en el DRAE y con un uso escrito documentado
desde 1941 en el CORDE, Corpus diacrónico del español, no
solo en la península sino también en países americanos. De esa
manera se cumple el objetivo académico de “fijar las voces y
vocablos de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y fineza”.
Sin embargo, en la actualidad, la influencia de los medios
de comunicación y la relación de los hispanohablantes con la
lengua inglesa procedente de los Estados Unidos han propiciado la preferencia a usar el vocablo extranjero en la forma cruda
o no adaptada. Por eso, es más común el registro de expresiones escritas con w, uve doble, especialmente los préstamos
lingüísticos procedentes del inglés. Encontramos, por lo tanto,
además en el DRAE, una segunda forma del lema ejemplificado: whisky, del inglés y este del gaélico beatha, agua de vida,
escrito en cursiva porque registra de manera pura el préstamo.
El vocablo whisky también se evidencia en el CORDE, documentado desde 1881.
No menos interesante es el reconocimiento del derivado
whiskería, que remite a güisquería, establecimiento donde
se sirve güisqui y otras bebidas alcohólicas. Del uso de este
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Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
vocablo se debe recordar que textos normativos como el Diccionario panhispánico de dudas y la Ortografía de la lengua
española recomiendan no emplear un término híbrido, es decir
un vocablo extranjero con sufijos hispanos; sino que cuando
se considere el préstamo lingüístico realmente necesario, porque no existe una voz correspondiente, adaptarlo primero a la
pronunciación y grafía propia de la lengua española y después
aplicar las derivaciones de manera conveniente.
Seguidamente, se presentarán casos del uso de w, uve doble. En esta breve exposición solo se han reunido los términos
que inician con esta grafía por la evidente documentación organizada en prominentes registros lexicográficos como son el
Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), el Diccionario de americanismos (DA) y el Diccionario del español de
Nicaragua (DEN).
El Diccionario de la Real Academia Española incorpora
27 lemas en total en la letra w, uve doble, referida, en general,
a gentilicios, deporte, tecnología y las ciencias. Localizamos
así los gentilicios washingtoniano, natural de Washington;
weimarés, natural de Sajonia-Weimar; westfaliano, natural
de Westfalia; además los deportes: waterpolo (originario de
Inglaterra), juego practicado en una piscina que consiste en introducir el balón con la mano en la portería contraria mientras
se nada; con su derivado waterpolista, persona que practica el
waterpolo, windsurf (de procedencia estadounidense), deporte
que consiste en deslizarse por el agua sobre una tabla especial
provista de una vela; y vocablos de la tecnología como web,
red informática; de física, weber, unidad de flujo de inducción
magnética del Sistema Internacional, equivalente al flujo magnético; y de química, wolframio, elemento químico de número
atómico 74.
Por el contrario, el carácter descriptivo del Diccionario de
americanismos le permite a este ser la obra que más léxico
registra en la letra w, uve doble: 170 vocablos o locuciones de
uso actual y particular en los países de América. Utilizando
también la distinción tipográfica entre la letra cursiva y la re-
Gramática y sociolingüística
53
donda, presenta la diferencia entre los préstamos no adaptados
o crudos y los ya adaptados, como ejemplo de esto ubicamos
waffle, no adaptado, que nos remite a wafle, adaptado, que significa galleta cuadrada de harina, huevo y leche con superficie
en relieve en forma de cuadritos…, se prepara en una waflera;
sin embargo este lema, a su vez, nos remite a la adaptación
guafle. Además se localizan las variantes adaptadas wafflera,
waflera, waflero que designan al utensilio doméstico, eléctrico
o no, en forma de plancha para hacer wafles.
De igual manera se encuentra el interesante saludo a un
amigo: wajaping (del inglés what´s happennig?, ¿qué sucede?)
o las expresiones de sorpresa, asombro o admiración: ¡wepa!
o ¡wao! con sus variaciones ¡wa!, ¡wau!, las tres provenientes
del inglés ¡wow!, igualmente incluido en el DA; además de los
términos webear, que entre los jóvenes es navegar una persona
por Internet sin objetivo fijo; wikén, fin de semana; wikineo,
vacación de fin de semana; wiskero, referido a persona bebedora de whisky y wity, amigo de confianza; no se debe dejar
por fuera la polisémica voz wacho, que nombra el juego de
niños que consiste en clavar en el lodo palillos puntiagudos, el
asunto que no se entiende, un lugar desconocido, el reloj generalmente de pulsera, el corazón y hasta el delicioso plato de
arroz cocido con carne o pollo y algunas verduras.
Pero waffle y ¡wow! no son los únicos términos en cursiva reflejados en este repertorio, otros serían: watch, vigilar;
watermelon, melón de agua o sandía; welcome, bienvenida;
wilson, pelota de beisbol; winner, ganador; wishy-washy,
limpieza superficial y rápida, baño corporal rápido e incluso
argumento débil; workers, instrumento usado por los adictos
para inyectarse droga; y hasta descubrimos las locuciones walk
over, victoria obtenida por alguien porque el adversario no se
presentó a tiempo a la contienda; wash and wear, prenda de
vestir que no necesita plancha; y window shopping, paseo para
mirar vitrinas.
Asimismo del vocabulario nicaragüense, el Diccionario
del español de Nicaragua registra una lista de vocablos que
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Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
inician con w, uve doble, y son provenientes del inglés tales
como: wachar, vigilar y estar informado; wachimán que remite a guachimán, sirviente que realiza diferente funciones;
walkeriano, histórico, seguidor del filibustero William Walker;
watio, unidad de potencia eléctrica; wíncher, operario de una
grúa; otros del chino como wantán, tipo de comida china cantonesa preparada con masa de harina, rellena con carne de res
molida. Cabe destacar la influencia de lenguas indígenas del
Caribe en los términos como walagallo, rito mágico-religioso
de los garífunas de la costa Caribe de Nicaragua para pedir
salud; wabul que remite a guabul, atol preparado con banano
verde cocido, leche de coco y azúcar; y los gentilicios waslaleño, dicho de alguien que es natural de municipio de Waslala,
RAAN; wiwiliseño, dicho de alguien que es natural del municipio de Wiwilí, Nueva Segovia.
Si bien en sus inicios el uso de la w, uve doble, fue parte de
un préstamo lingüístico, ahora esta grafía ya se ha integrado al
alfabeto español. Aun con los procedimientos de adaptación a
las normas, el hispanohablante, particularmente el de América,
ha adoptado con mayor facilidad su empleo. Es innegable la
influencia de otras lenguas, como el inglés, en la aplicación actual de esta letra. Así que ahora, querido lector, después de leer
este artículo siéntase libre de emplear está grafía y de admirarse con las interjecciones ¡wa!, ¡wao!, ¡wau! y la más adaptada
¡guau! e incluso el crudo ¡wow! pero este último empléelo en
cursiva.
Gramática y sociolingüística
55
Actitudes lingüística de los
hablantes de Managua, León
y Matagalpa
Zobeyda Catalina Zamora Úbeda
Introducción
TODA PERSONA asume una actitud lingüística positiva o negativa ante otra que habla diferente, algunas veces esa actitud
se encuentra marcada por factores extralingüísticos ya sean
políticos, sociales, raciales, económicos, etc. Las actitudes
lingüísticas dependen también del conocimiento que se tenga
sobre la cultura, la historia, el prestigio y el estatus hacia una
comunidad de habla de modo que una actitud lingüística se
basa en los gustos y creencias hacia determinada lengua.
Todos los hispanos compartimos algo en común: la lengua
española, por eso es normal que en los países donde se habla
existan algunos rasgos distintivos, así por ejemplo, el español
de Honduras se asemeja en el léxico a la variante lingüística nicaragüense. No obstante, también surgen diferencias; el español de Cuba diverge mucho del argentino en el nivel fonético
y léxico. A esta diferencia y semejanza en los modos de hablar,
se une la discrepancia y similitud de culturas, modos de ver la
vida, la historia de las naciones. A partir de estos contrastes se
asumen actitudes, no solo ante las variantes lingüísticas, sino
también hacia la cultura.
Por ser el lenguaje uno de los elementos más recurridos por los grupos humanos en el momento de identificarse
con algo o alguien, se torna interesante, además de necesario,
conocer cuál es el nivel de vitalidad y el grado de trascenden-
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Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
cia que presenta una lengua o variante de habla, de modo
que sea esta determinante la que puede afectar positiva o
negativamente la identidad cultural de los individuos.
Lo antes mencionado suscita el interés de estudiar cuáles
son las actitudes lingüísticas que presentan los hablantes de
Managua, León y Matagalpa frente a las variantes locales y
las de los demás países de habla hispana. Este análisis es el
primer acercamiento hacia las actitudes lingüísticas en Nicaragua. Así en este estudio se identificarán las actitudes cognitivas
y afectivas que tienen los hablantes de estas ciudades hacia
las variantes lingüísticas del español. Además se establecerán
la percepción cognitivo-lingüística frente el grado de gusto y
preferencia por las variantes lingüísticas de los demás países
de habla hispana.
Análisis comparativo de las actitudes lingüísticas
de los hablantes de León, Matagalpa y Managua
A continuación se presenta el análisis comparativo de las
actitudes lingüísticas de los hablantes de Managua con los de la
cabecera departamental de León1 (zona pacífica) y la cabecera
departamental de Matagalpa2 (zona central). Cabe mencionar
que se tomaron estas dos ciudades para este análisis comparativo debido a que son las únicas que cuentan con un estudio
similar al de Managua. En el estudio de León se realizaron un
total de 300 encuestas. En el estudio de Matagalpa se aplicaron
100 y en Managua, 400.
_________________________
1. Investigación realizada por García Birmania, García Griselda y
Tania Rivas. “Las actitudes lingüísticas de los hablantes de la cabecera departamental de León frente al español de Nicaragua y los
demás países de habla hispana” (febrero, 2011). Monografía para
optar al título de licenciado en Filología y Comunicación. UNANManagua
2. Investigación realizada por Loaisiga Ayeska. “Las actitudes lingüísticas de los hablantes de la cabecera departamental de Matagalpa frente al español de Nicaragua y los demás países de habla
hispana” (diciembre, 2010). Monografía para optar al título de licenciado en Lengua y Literatura. UNAN-Managua
Gramática y sociolingüística
57
Para la comparación de las actitudes lingüísticas en las tres
ciudades se tomó en cuenta aquellas preguntas en las que coincidieron los tres estudios debido a que cada investigación
ajustó el instrumento de acuerdo con sus objetivos. Para el análisis se consideró, básicamente, los primeros lugares de cada
respuesta para demostrar la relación de semejanza y diferencia
de una forma generalizada.
La primera pregunta estuvo relacionada con el nombre
dado a la lengua. Con esta se quería indagar si predominaba la
denominación de español o castellano.
La mayoría de las personas encuestadas en las cabeceras
departamentales coincidieron en llamar español al idioma que
hablan; León con el 82%, Matagalpa con 65% y Managua con
el 90%. Así lo afirmaron: “Denomino español porque así me lo
enseñaron desde pequeño”; “Mis maestros en la escuela siempre me dijeron que yo hablaba español”; “La clase en la escuela
se llama español, así me lo han enseñado en el colegio”; “Es el
término que me enseñaron desde pequeña en mi familia”. Estas
apreciaciones denotan que la enseñanza escolar que se ha manejado en la última década para designar el estudio de la lengua
ha influido para que los informantes prefirieran, en su mayoría,
denominar a la lengua materna, español. En Nicaragua, a través
de las décadas, se ha denominado de diversas maneras la asignatura de la lengua oficial en la enseñanza escolar; español,
castellano, lengua nacional, y lengua y literatura. Por tanto,
se puede afirmar que las políticas lingüísticas establecidas por
los gobiernos de turno en el Ministerio de Educación juegan
un papel relevante, ya que influyen en la manera de cómo los
hablantes denominan su lengua.
En León y Managua los informantes coincidieron en preferir, en segundo lugar, la denominación castellano. Mientras
que en Matagalpa, en esta posición mencionaron otras formas:
español de Nicaragua, español latino y nahua.
La segunda pregunta se relacionó con la percepción cognitiva-lingüística, es decir el conocimiento que tienen los hablantes
58
Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
sobre su variante dialectal. Se les pidió a los hablantes que
mencionaran la zona del país que ellos percibían que hablaba
igual a ellos. Tanto los informantes de León (94%) como los
de Managua (69%) consideran que la zona del Pacífico conformada por Managua, Masaya, Granada, Chinandega y León,
hablan igual a ellos, es decir que estos hablantes se identificaron con las variantes lingüísticas cercanas a sus territorios.
La aceptación, según los informantes, se debe al contacto (comercial, turístico, familiar….). Por su parte, los matagalpinos
afirmaron que la zona Central o Norte (90%) (Jinotega, Boaco,
Estelí…) se asemeja a su habla. De esta forma, al igual que los
leones y los managuas demostraron lealtad lingüística hacia su
zona. Las variantes próximas a otra reciben aceptación de parte
de sus habitantes, a mayor proximidad de una ciudad con otra,
mayor aceptación y mayor actitud positiva ante las variantes
vecinas.
Otra pregunta refirió a la zona del país que los informantes
consideran que hablan diferente a ellos. Tanto los informantes
de León (88%) como los de Managua (50%) consideraron que
las variantes lingüísticas de las ciudades alejadas a ellos, son
diferente. Los capitalinos y leoneses calificaron como distinta las formas de habla de la zona Central o Norte (Jinotega,
Matagalpa, Boaco…). Los hablantes de Matagalpa (80%), por
su parte, manifestaron que la zona del Pacífico (Chinandega,
Managua, Granada, Masaya…) habla diferente. Las distancias
entre una zona y otra impiden que haya comunicación constante y, en consecuencia, se marcan diferencias lingüísticas
entre una región u otra. Las personas, debido a las distancias
geográficas, tienen poca aceptación o marcan diferenciación
lingüística entre un lugar y otro. Lo anterior indica que a mayor
distancia entre las zonas, se presentan mayores diferencias a
nivel de la lengua, por tanto, menos aceptación.
Así como se preguntó sobre las variantes lingüística de Nicaragua, también se conoció sobre la percepción que tenían los
informantes, de las tres ciudades en estudio, sobre las variantes
del español de los otros países de América. Al respecto, en la
Gramática y sociolingüística
59
primera pregunta, se les solicitó a los informantes que dijeran
el país donde se habla más “correcto” el español. Tanto los hablantes de Managua como los de León y Matagalpa coincidieron que España es el país donde se habla “correctamente”. De
esta manera los informantes evaluaron esta variante de manera
positiva, mostrando una idealización del español peninsular
cuya causa radica en que, según ellos, España es el lugar donde nació la lengua hispánica, es decir, destacaron un elemento
histórico y no propiamente lingüístico. En síntesis, en las tres
ciudades se presenta deslealtad lingüística3 hacia la variante
nacional (español de Nicaragua), pues esta es catalogada como
la menos correcta,4 lo cual ilustra con claridad una inseguridad
lingüística. Esto tiene como consecuencia un desacuerdo entre
las formas que el informante considera adecuadas y las que en
efecto utiliza en su habla cotidiana.
Por otro lado, se preguntó cuál era la variante hispana menos “correcta”. Los encuestados de León, Managua y Matagalpa coincidieron en que el país donde se habla incorrectamente
es Costa Rica, este rechazo probablemente esté relacionado
con motivos extralingüísticos: problemas migratorios, limítrofes y políticos. Estos factores conllevan a que los hablantes
manifiesten una actitud negativa hacia la comunidad lingüística vecina. Llama la atención que en las preguntas nacionales
haya aceptación y actitud positiva hacia las variantes vecinas
dentro de la misma nación, pero cuando se trata de las relacionadas entre los países fronterizos se presenta el rechazo.
Después de Costa Rica, los países en los que se considera
que se habla incorrectamente fueron Perú, Honduras y Guatemala. Según los informantes rechazan estas variantes porque
_________________________
3. Según Alba (2003:86) afirma que “la deslealtad lingüística es con-
siderada por los demás como un acto de arrogancia y de traición al
grupo, a la región, al país”.
4. Moreno (2008: 179) considera que “no siempre se mira lo propio
con los mejores ojos porque es posible encontrar, por ejemplo, que
algunos hablantes de variedades minoritarias tienen una actitud negativa hacia su propia lengua”.
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Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
estos países poseen aún rasgos indígenas. Es digno resaltar
que este rechazo evidencia que las variantes de los grupos étnicos originarios de América no son consideradas prestigiosas,
sino todo lo contrario.
Por otro lado, se realizó una pregunta acerca de la unidad lingüística, esta se refirió a si sería bueno que todos habláramos el mismo español. Los hablantes encuestados en las
tres ciudades estuvieron de acuerdo en que sería bueno que
todos habláramos el mismo español, ya que consideraron que
así habría mejor entendimiento y por ende se daría la unidad
lingüística entre los países hispanohablantes. Entre las variantes lingüísticas que prefieren para la unidad mencionaron la
de España, Colombia y Venezuela. Con esto los informantes
manifestaron inseguridad lingüística, ya que no es la variante
que utilizarían en la cotidianidad.
En los tres estudios de actitudes lingüísticas en Nicaragua
se demuestra que muchos de los nicaragüenses manifiestan un
sentimiento de inferioridad lingüística, que los mueve a preferir otras variantes dialectales hispánicas por considerarlas más
distinguidas y prestigiosas que la nacional. Este complejo, manifestado en las actitudes, se nutre en la falsa creencia de que
una variante es superior a otra.
Otra de las preguntas estuvo relacionada con las actitudes
afectivas, se les preguntó a los informantes si les gustaría que
a su hijo o hija le impartiera clases un profesor/a originario/a
de otro país de habla hispana. La mayoría de los hablantes de
León (62%) y Managua (60%) les gustaría que fueran profesores originarios de otros países de habla hispana los que les
impartieran clases a sus hijos. Según ellos, los profesores de
Nicaragua no poseen la preparación suficiente para enseñar,
por tanto mostraron, indirectamente, un fuerte rechazo hacia los
modelos de educación nacional. En cambio, los informantes de
la cabecera departamental de Matagalpa (53%) difieren de los
leoneses y los capitalinos, al decir que no les gustaría, pues
consideran que en Nicaragua existen docentes debidamente
Gramática y sociolingüística
61
preparados para educar a sus hijos. Con esto se demuestra que
los matagalpinos tienen una aceptación hacia el sistema educativo del país.
Conclusiones
A través de esta investigación se pudo medir el gusto y preferencia que tienen los hablantes de Managua, León y Matagalpa sobre el español hablado en Nicaragua y los demás países
de habla hispana, los resultados que más sobresalen se detallan
a continuación:
Las tres ciudades en las que se han realizado estudios sobre
actitudes lingüísticas en Nicaragua, los hablantes coincidieron en denominar español a la lengua que hablan. Del mismo
modo, concordaron al manifestar que las ciudades que les gusta
cómo se habla el español son las cercanas y demostraron percepciones negativas por las ciudades más alejadas de su grupo
lingüístico. A la vez, los tres estudios consideraron que España
es el país donde se habla “correctamente” y Costa Rica donde
se habla “incorrectamente”.
En cuanto a las diferencias, los hablantes de León y Managua tienen un fuerte rechazo hacia los docentes nacionales, en
tanto, los informantes de Matagalpa aceptaron a los educadores nacionales.
En definitiva, estos datos demuestran que los informantes
presentaron un sentimiento de inseguridad lingüística, al preferir la variante española como la “correcta”, sin embargo, no
es la variante que se usaría en la cotidianidad. El citado complejo de inferioridad, que mostraron la mayoría de los informantes, no parece basarse en causas meramente lingüísticas,
sino en creencias motivadas a veces por desconocimientos
lingüísticos y otras veces por realidades extralingüísticas,
como el menor prestigio social, el bajo nivel de educación
o económico que poseen los hablantes nacionales cuando se
comparan con otros.
62
Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Es digno resaltar que los informantes reconocieron las variantes de habla del español, en muchos casos, a través de la
influencia de los medios televisivos. El hecho de conocer o
identificar variantes es fundamental en la evaluación de las actitudes lingüísticas, ya que a partir de la identificación se logra reconocer si las actitudes están dirigidas hacia la variante
de habla en sí, hacia el hablante, o bien, hacia la comunidad a
la que pertenece.
En conclusión, los datos recopilados en esta investigación
son un gran aporte en el ámbito sociolingüístico, específicamente en el de las actitudes lingüísticas ya que este es el primer
acercamiento que se realiza en Nicaragua sobre las actitudes
que manifestaron los hablantes hacia las variantes del español
local y las de los demás países de habla hispana.
Bibliografía
Alba, Orlando (2003) “El español actual”. Revista del español vivo
80/2003. Arco/ Libros, S. L. Madrid.
García B., García G. y Tania R. (2011) “las actitudes lingüísticas de
los hablantes de la cabecera departamental de León frente al
español de Nicaragua y los demás países de habla hispana”
Monografía para optar al título de licenciado en Filología y
Comunicación. UNAN - Managua
Hernández S., Roberto; Fernández Collado, Carlos y Baptista Lucio,
Pilar (1991). “Metodología de la Investigación”. México:
McGraw-Hill.
Loaisiga Ayeska. (2010). “Las actitudes lingüísticas de los hablantes de
la cabecera departamental de Matagalpa frente al español de
Nicaragua y los demás países de habla hispana” Monografía
para optar al título de licenciado en Lengua y Literatura.
UNAN – Managua.
Moreno F. (2008). “Principios de sociolingüística y sociología del
lenguaje”. Madrid: Ariel Lingüística.
Gramática y sociolingüística
63
Enhorabuena, los atlas
lingüísticos de Nicaragua
Francis Mendoza Morán
El avance de los estudios sobre la lingüística ha facilitado
la elaboración de diferentes publicaciones que han merecido
reconocimiento nacional e internacional. Dentro de ellos ubicamos los estudios de las variantes dialectales que son reflejadas a través de mapas, uno de ellos es el Atlas lingüístico de
Nicaragua, nivel fonético (Análisis geolingüístico pluridimensional) de María Auxiliadora Rosales Solís (2008). Es uno de
los primeros que enfoca el estudio de la fonética nicaragüense
desde la perspectiva sociolingüística. En él se exponen los alófonos (variantes fónicas) de los fonemas vocálicos y consonánticos en el uso del español del nicaragüense. La metodología
empleada fue la geografía lingüística, lo que le permitió seleccionar diferentes localidades e informantes. Así aplicó encuestas, transcribió los datos y elaboró los atlas lingüísticos. Los
informantes fueron de quince núcleos departamentales: Chinandega, León, Managua, Masaya, Granada, Carazo, Rivas,
Madriz, Estelí, Jinotega, cuatro de Matagalpa, Boaco, Chontales, Río San Juan, Región Autónoma del Atlántico Norte y
Región Autónoma del Atlántico Sur (cuatro hablantes en cada
uno de ellos). Los datos analizados permiten inferir un análisis
estructural, geolectal, diasexual y diageneracional. Así pues,
en cuanto a las vocales finales /-a/, /-e/ y /-o/, indica que se
pronuncian plenas en la mayor parte del territorio, como también la tendencia a la nasalización vocálica cuando se pierde
la velar /n/ en palabras como [´pãø]. En cuanto a los fenómenos consonánticos explica que los oclusivos sonoros /b, d, g/
conservan este rasgo tras diptongo. La /d/ intervocálica se articula mayoritariamente como aproximante [ ð ]. Este resultado
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Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
es muy relevante, pues rechaza las afirmaciones de Caravedo
(1992), Quesada (1990) y Vaquero (1996) quienes han considerado a nuestro país como zona de elisión de este fonema
en esa posición. Mientras tanto, el comportamiento de /f/ se
realizó generalmente como labiodental fricativo sorda [f]. La
discutida /s/ a nivel hispano en este tratado obtuvo seis realizaciones fonéticas: [s], [Ѳ], [z], [h], [¿], [ø]. La situación de
/x/ presenta variantes como: [x], [h], [x] y [ø], en casi todo el
territorio predomina la realización fricativa laríngea o glotal
sorda [h], muy relajada. La africada palatal sorda /f/ (ch) presentó dos alófonos [ ʧ ] y [∫]. La nasal alveolar sonora /n/, se
realiza como nasal velar [ŋ] en posición final de palabra. La
situación de /r/ múltiple (rr) se conserva plena en la mayoría
de las regiones estudiadas y /ɾ/ (r) vibrante simple alveolar,
ante consonante se mantiene en todas las posiciones.
Esta investigación refiere a la distribución diatópica y los
datos obtenidos facilitan la definición de tres zonas dialectales:
Pacífico, Central y Caribe o Atlántica. En la zona del Pacífico
hay mayor tendencia a la abertura vocálica, alternancia entre
la oclusividad y fricatización, mayor aspiración de /s/, relajamiento de /x/, realización polifónica entre [ ʧ ] y [∫]. En la
zona Central la tendencia es a cerrar /o/ en posición final de
palabra en Estelí, Jinotega y Matagalpa. También se produce
aspiración de /s/ hasta llegar a la pérdida. Y en la zona del
Caribe o Atlántica se registran los mayores niveles de concentración de /s/, rasgos esporádicos de la velar, reforzamiento de
[ɾ] en posición final de sílaba y final de palabra.
Desde el punto de vista generacional, los mayores (de edad)
reflejan una tendencia a la variación vocálica. Diasexualmente,
la variación vocálica está ligada al sexo masculino, asimismo
contribuyen a las realizaciones polifónicas de las vocales. Los
hombres indican un porcentaje de retención de las oclusivas
sonoras, mayor pérdida de /s/ y tendencia a velarizar /n/. Mientras tanto, las mujeres pronuncian plenas las vocales en todos
los contornos.
Gramática y sociolingüística
65
De acuerdo con el punto de vista de Rosales, la ubicación
de Nicaragua dentro de las áreas dialectales de América, la propuesta de Zamora y Guitar (1982) resulta ser una de las más
acertadas, porque ubican a nuestro país como zona de aspiración de /s/ y de glotalización de /x/. Esta tesis manifiesta un estudio que en su amplitud abarca el análisis fonético vinculado a
aspectos diatópico, diasexual y diageneracional. Cabe destacar
que este obtuvo un premio por parte de la Real Academia Española en el año 2010.
El otro gran estudio es Atlas lingüístico etnográfico de Nicaragua, cuyos autores son Carmen Chavarría Úbeda y María
Auxiliadora Rosales. Este se publicó en el 2010 y según Miguel
Ángel Quesada Pacheco,1 es el resultado positivo e importante del programa denominado Variación lingüística de América
Central.2 Esto representa un avance efectivo hacia la profundización de las variantes dialectales de los países centroamericanos. Aclara Quesada que este programa está inmerso en otro
correspondiente de investigación de la Universidad de Bergen,
Noruega llamado Lengua y Cultura Latina (Forskargruppe
Språk og Kultur i Latin-Amerika), que es bastante actual. En el
ALEN (Atlas lingüístico etnográfico de Nicaragua) se representan datos actuales de la variante morfosintáctica del español
vigente de los nicaragüenses. Los autores representan sus indagaciones en mapas que especifican determinadas zonas a nivel
nacional. Realizaron una adaptación del cuestionario de Costa
Rica y los ajustaron a las necesidades del nicaragüense. Dedican atención a fenómenos vinculados a la fonética (vocalismo
y consonantismo), morfosintaxis (morfología nominal, verbal
y fraseología) y léxico (subsecciones: el hombre, el hombre
en su ambiente geográfico y el hombre en su ambiente social)
para un total de 3%, 5.5 % y 91.5% de mapas elaborados respectivamente.
_________________________
1. Es autor de muchas obras lingüísticas de la lengua española y tutor de tesis
de maestría y doctorado en la UNAN-Managua.
2. Miguel Ángel Quezada Pacheco es quien dirige este programa de investigación.
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Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
En el Atlas lingüístico etnográfico de Nicaragua, se seleccionaron 17 puntos que se corresponden con los núcleos departamentales, incluyendo las dos regiones autónomas. Cabe
destacar, que particularmente en la variante lexical se incluyeron otros lugares departamentales por la relación que estos
presentan con relación a la actividad económica. Así fue que
por ejemplo los autores para trabajar lo relacionado al léxico
del mar, seleccionaron la región marítima de Masachapa.
La metodología aplicada para este tratado fue con base a
lo pluridimensional y se consideró los aspectos diageneracional y diasexual. Es así como estas obras dan pie a satisfacciones científicas porque expone una visión clara y coherente
de los principales rasgos fonéticos, morfosintácticos y léxicos
del español en hablantes nicaragüenses. Estas características
lingüísticas se representan en diferentes mapas explicados y
orientados por sus autores. Además, sobre la base de estos resultados se podrá profundizar aún más sobre la caracterización
del español de Nicaragua, como también contribuirá al fortalecimiento de la base teórica y metodológica para seguir desarrollando futuras investigaciones dialectales en los niveles
ya mencionados. Esto facilitará obtener datos sincrónicos de
nuestras variantes dialectales nacionales, centroamericanas y
americanas.
Actualmente en la UNAN-Managua (Facultad de Educación e Idiomas, Departamento de Español, Área Lingüística)
se están retomando estos corpus de los dos Atlas (cedé con los
mapas y grabaciones) para realizar estudios tipos comparativos
y analíticos en investigaciones lingüísticas que permitan examinar el léxico centroamericano y en particular el de Nicaragua. En el año 2011 se estudió el léxico en diferentes trabajos
de Seminario de Graduación por estudiantes de quinto año de
Lengua y Literatura Hispánicas y lo dirigieron las catedráticas
Zobeyda Zamora y M. Auxiliadora Rosales. Los resultados
fueron contundentes. Los datos son interesantes y se conservan
en el centro de Investigaciones Lingüísticas y Literarias. Mientras que la parte fonética inicia en el 2012 con la realización
Gramática y sociolingüística
67
de dos monografías bajo la dirección de la catedrática Francis
Mendoza Morán. Con la elaboración de estas tesis se pretende contribuir a la caracterización del español centroamericano,
es decir hacia a la Variación lingüística de América Central.
¡Bienvenidos sean estos y todos los tratados vinculados a la
profundización de las características dialectales nacionales y
centroamericanas!
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Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Viejo, mi querido viejo
Róger Matus Lazo
HEMOS AFIRMADO que la lengua está en permanente evolución, porque es producto de la cultura. Las palabras cambian y
algunas mueren con las épocas, cuando desaparece la práctica
social a la que hace referencia o deja de usarse el objeto que
nombra. Ya casi nadie se acuerda de la palabra “gachupina”
que Alfonso Valle define en su Diccionario del habla nicaragüense (1ª. ed.,1948) como ‘una de las parcelas en que se divide el cuadro del juego de muchachos llamado de la rayuela’ el
popular juego infantil que dio título a la famosa novela (1963)
del argentino Julio Cortázar (1914-1984), y que se juega en
España y muchos países hispanoamericanos. En verdad, el olvido de muchos juegos ha hecho también olvidar las palabras y
expresiones empleadas para designar juegos hoy casi desaparecidos como “cuartel”, “taba”, “el coco”, “arriba la pelota”.
En mi pueblo (San Pedro de Lóvago), hoy elevado a ciudad, se
decía “Vamos a picar una mancha”, y se reunían dos o más muchachos a bailar sus trompos de guayabo, naranjo o granadillo
(conocido también como ñámbar o ñámbaro), y el que perdía
debía entregar su trompo para que los demás lo golpearan con
el puyón. Este castigo, llamado “seco”, era tal que casi siempre dejaban inutilizado el trompo del perdedor. Había también
en el juego una modalidad denominada “cambiar seco”, que
consistía en intercambiar los trompos para golpearlos con el
puyón. Todo esto ha ido desapareciendo poco a poco, y solo
va quedando una expresión figurada y malsonante (“cambiar
seco”) para referirse al intercambio de sexo entre dos varones.
“Al bote y al miado” es otra modalidad en el juego de trompos: “al bote”, cuando se golpea con el trompo bailando en la
mano otro trompo que está en el suelo; y “al miado”, cuando el
Gramática y sociolingüística
69
golpe se da al lanzar el trompo para bailarlo. Más frecuente es
la expresión figurada “al bote y al miado” para referirse a una
persona que vive con urgencias económicas.
En mi reciente visita a las islas griegas con mi esposa Carmen y mi hijo Luis Alfonso vi en la isla Éfeso en la costa occidental del Asia Menor (actual Turquía) un busto en piedra del
filósofo Heráclito (Heráclito de Éfeso) con una inscripción que
nos tradujo el guía: “Todo fluye... nada permanece”, con lo que
se nos quería transmitir la idea de que el mundo nos ofrece una
realidad sometida al cambio, la teoría heracliana de la universalidad del cambio, opuesta a la de Parménides, el filósofo que
propone la estabilidad e inmutabilidad de lo real. En la lengua,
siguiendo a Heráclito, “todo cambia”, mejor dicho, unas palabras cambian más rápido que otras, y por eso muchas cosas que
antes eran ahora no son y las palabras que las designaban van
igualmente sufriendo las “mudanzas”, como dice Félix Restrepo. Alfonso Valle nos habla de la “chalupa” para designar
un ‘zapatón ordinario’ que ya no existe, pero la palabra se ha
llenado de otros significados que son los que ahora conocemos:
un tipo de lotería y una especie de juego de azar.
En la lengua ocurre un fenómeno denominado “generalización” que tiene lugar cuando un término deja de significar
un objeto o acción determinada y restringida, para aplicarse a
ideas más generales, como el término “macetazo”, que en Nicaragua significó en un tiempo ‘golpe dado con una maceta’.
Nadie toma ya una maceta para golpear a otro (como nadie
toma tampoco una bujía, una chimbomba, una piña, una yuca,
mucho menos un pedazo de riel para dar un “bujillazo”, un
“chimbombazo”, un “piñazo”, un “yucazo” o un “rielazo”),
porque el hablante olvidó el significado recto urgido por la necesidad de expresar una idea que le resultaba más amplia y
de variados matices. Así surgió, por metáfora, el significado
general de ‘golpe’ que alguien podía dar o recibir en la cabeza. Pero “macetazo” no se quedó allí y fue extendiendo su
significado con nuevas acepciones, de manera que el vocablo
adquirió otras acepciones, con lo que “macetazo” puede ser
70
Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
también una ‘caída estrepitosa’ o un ‘golpe accidental’ de cualquier naturaleza. (Nadie tiene que caer de un papayo para darse
un “papayazo”).
Si una palabra aparece con mucha frecuencia junto a otra,
se produce un contacto contextual que funciona como un “contagio” de significado, de tal manera que una de ellas termina
adoptando como propio el significado de la otra. Hace algunos
años, a los teléfonos públicos se les hacía funcionar introduciendo una moneda de un “chelín”. El pueblo decía: “Allí, en
la esquina, hay un teléfono chelinero. Con el tiempo, el término “chelinero” asumió el significado de “teléfono público”. Lo
mismo ocurrió con los billetes devaluados o los de baja denominación que en los años ochenta el pueblo los llamó “billetes
chancheros”, hasta quedar con el uso entre nosotros el término “chanchero”. Esto me recuerda un caso de generalización
histórica que ocurrió con la palabra “faro”. En la isla de Faro
(Pharos), en la bahía de Alejandría (Egipto), el arquitecto Sóstrato de Cnido construyó (siglo III a. C.), por orden de Tolomeo
II, una gigantesca torre de 134 metros de altura sobre la que
se encendía por las noches una hoguera que proyectaba una luz
hasta de 50 metros de distancia para orientar a los navegantes
en su paso por el delta del Nilo. De la isla tomó la torre el nombre de “faro”, y como su fin era instalar en ella luces que iluminaran de noche la bahía, se generalizó este nombre de “faro”
no solo a la torre alta en los puertos y las costas, con luz en su parte
superior, para que durante la noche sirva de señal a los navegantes,
sino a toda luminaria instalada en la costa y al farol que en los
buques proyecta por la noche luces de varios colores.
Con los trenes, el madero atravesado en los rieles (traviesa) recibió el nombre de “durmiente” en México, Guatemala,
Honduras, Costa Rica, Panamá, Colombia, Venezuela, Bolivia,
Chile, Argentina, Uruguay y Perú. En Nicaragua se dice también de la misma manera. Pero, ¿cuánto le queda de vida al uso
de “durmiente” en nuestro país si del tren, como en Auschwitz
II (Birkenau), solo nos quedan restos como piezas de museo?
Gramática y sociolingüística
71
EL LENGUAJE DE LOS OJOS
Emilio Álvarez Montalván
Escuchar al enfermo con interés, respeto y paciencia
es esencial para la buena comunicación entre ambos. Esa
transparencia evita malos entendidos y desconfianza; por su parte
el facultativo de allanarse a las dudas y preocupaciones, pero si
el diagnóstico es grave, mejor informar primero a la familia de
la verdad. Hay algo más, el médico aprende en esas pláticas.
Me refiero a los valores que impregnan a la cultura nacional y
que se desprende de las metáforas, circunloquios, suposiciones y
evasivas que se vale el enfermo para expresarse con naturalidad
frente a los desafíos que todos enfrentamos: salud dolencias,
medicamentos y muerte. No olvidemos que nuestra cultura
contiene mucho de sentido mágico de la vida que aún perdura.
Tratándose de la vista esa apreciación es más evidente, porque
los ojos han sido considerados como espejos del alma, mirada de
superioridad, mirada de odio, mirada de amor, mirada morbosa,
etc. He aquí algunos ejemplos: 1. Doctor, tengo una chibolita en el párpado (un urzuelo
pasmado).
2. Tengo colorado el ojo y me amanece pegado (conjuntivitis
aguda).
3. Tengo una nube en el ojo (opacidad en la córnea).
4. Veo unas moscas volantes cuando muevo el ojo derecho
(opacidades flotantes en el humor vitreo).
5. Es como una cortina que va cayendo en el ojo izquierdo
(probable desprendimiento de retina).
6. De pronto se me puso turbia la vista, soy diabético
(hemorragia en el humor vitreo).
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Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
7. Estoy afligido porque veo doble (parálisis de uno de los
músculos del ojo).
8. Tengo que estirar el brazo para ver las letras (presbicia en
personas mayores de 42 años).
9. No cerrar el ojo (parálisis facial de ese lado).
10.Me lagrimea mucho el ojo (obstrucción de las vías
lagrimales).
11.Siento un ardor permanente en los ojos (sequedad por
falta de lágrimas, propio en personas mayores).
12.Siento un dolor agudo en el ojo desde anoche (probable
aumento de la presión intraocular).
13.Se me ha caído el párpado de arriba (parálisis del elevador
del párpado, urge consultar).
14.Cuando me aprieto la esquina de adentro del ojo (infección
en el saco lagrimal).
15.He observado que el niño no aprende a leer porque
confunde las letras (un defecto congénito corregible,
llamada dislexia).
16.Tengo choyado los párpados (debilidad del músculo que
los cierra).
En cuanto a la descripción que el pueblo hace del aspecto de
los ojos, recogí los siguientes:
1. Ojos almendrados.
2. Ojos achinados.
3. Ojo sarcos.
4. Ojos gatos.
5. Ojos de sapo.
6. Ojos dormidos.
7. Ojos vidriosos.
8. Ojos chiribiscos.
9. Ojos de pescado frito.
10.Ojos inyectados de sangre.
11.Ojos de basilisco.
Gramática y sociolingüística
12.Ojos brotados.
13.Ojos apupujados.
14.Ojos color de gargajo.
15.Ojos pipirisiegos.
16.Ojos abotagados.
17.Ojos cagados.
18.Ojos saltones.
19.Ojos hundidos.
20.Ojos gachos.
21.Ojos de punche.
22.Ojos de lagarto.
23.Ojos de chivo ahorcado.
24.Ojo alegre.
25.Ojos de papel volando.
26.Mirada matadora.
27.Mirada torba.
28.Mirada perpleja.
29.Mirada de mosquita muerta.
30. Mirada inquisidora.
31.Mirada fija.
32.Mirada penetrante.
33.Mirada de loco.
34.Mirada triste.
35.Mirada profunda.
36.Mirada maliciosa.
37.Mirada languida.
38.Mirada de reojo.
Y algunos refranes:
1. Ojos que no ven, corazón que no siente.
2. Mírame a los ojos y verás quien soy.
3. No da la mirada.
4. En un parpadeo me robó.
5. Me cerró los ojos.
73
74
Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
6. Está mirando al icaco.
7. Me clavó los ojos.
8. Cuando me miró volteó los ojos.
Relato lo que me contó una miskita de Bluefields:
Lo vengo a ver, porque mi niña es un solo agüital
que tiene en el ojo. Eso parece un hechizo que le hizo
una vecina celosa. Le puso una sirenita, le digo esto
porque es en la tarde cuando se pone peor porque a
esa hora las sirenas se bañan en el mar y el agua que
salpican le cae al ojo de mi niña.
Termino dando crédito al doctor Fernando Silva, quien es
pionero de la explicaciones de los síntomas que presentan los
niños al consultar al pediatra. Managua, 25 de enero de 2012.
IV
Creación
Isolda Rodríguez Rosales
Creación
77
QUINCE poemas
Isolda Rodríguez Rosales
Mujer
A mi amigo de siempre,
Jorge Eduardo Arellano,
a quien le gustó este poema
Nací mujer, Lilith o Eva, no importa.
He sido bailarina de vientre desnudo,
esclava caminante en arenosos mundos,
venerada diosa en las tierras de Elam,
vestal en antiguos templos romanos,
hechicera y bruja con sortilegios de amor,
santa siguiendo a Teresa por
Castilla La Mancha,
campesina cortando la mies
y haciendo el pan,
gitana trashumante con
alegres vuelos de seda.
(a veces nací hombre, para experimentar)
He sido dama en la corte imperial,
sierva de la gleba, comiendo miseria,
madre de reyes y esclavos,
de soldados y guerreros,
mujer de Atila, calentando el brasero,
monja de clausura orando,
sumida en martirios,
adúltera lapidada en Irán,
vendedora en mercados de frutas y soles,
virgen al sol consagrada en incaicos imperios,
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Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
tejedora de las frías regiones en Flandes,
artista pintando a la Madre María,
escritora y poeta soñando estrellas,
lavandera en ríos, lagos y lagunas,
madre de mil hijos esparcidos por el mundo.
Todo eso y más he vivido.
Hoy, diosa estelar, remontando luceros.
He disfrutado tanto siendo mujer…
Ego sum
A mis hijos:
Paul E. y Leonel Tiffer R.
He navegado mil mares,
cruzado desiertos, galopado en la luna,
he flotado con la espuma marina,
vivido en las profundidades oceánicas.
Saboreé las sales del mundo,
las orquídeas y anémonas.
Me he alimentado de algas submarinas,
de los plancton antiguos,
de las flores ocultas.
Aprendí a llevar el viento de frente,
a desafiar los huracanes con amor,
a girar con las tormentas y tifones,
a ondear en los universos y galaxias.
He sido y seré
mujer que camina, navega, vuela,
surca los caminos del mundo
con la estrella en la frente
y una flor en la mano,
y ofrece amor donde pasa.
Creación
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Una vez fui...
Una vez fui piedra y amé al musgo
que me rodeaba amoroso y suave.
Después crecí en colonias coralinas,
blancas y rojas, duras al tacto, suaves
por dentro. Una concha marina
llorando perlada en el centro.
Delfín afelpado y brillante
con cantos nocturnos al sol
y amé al sol, el mar, las olas.
El ave que cantaba matutina
al prisionero medieval,
por la ballesta atravesado.
Amé la ballesta y al ballestero.
Ratoncita tierna en manos del gato.
Amé al gato y sus felinos juegos.
Fui mariposa, flor, manzano,
y amé al hombre que cortó y mutiló.
Finalmente, fui hada, duende, bruja,
y he amado el fuego de la extinción.
Ahora soy estrella y amo el agujero negro
que amenaza con sorberme, aniquilarme,
para que nacer pueda como galaxia.
Aprendiendo…
A Rosario Aguilar,
por razones que ella comprende
Un día me desperté sola, enorme el lecho…
Un día supe que en mí estaban las respuestas,
plantar los rosales, podar el césped,
cambiar lámparas, el zinc del techo… las ventanas.
Otro día averigüé que las provisiones
se adquirían en los supermercados,
desconocidos mundos, irreales:
80
Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
leche, frutas, vegetales, cereales,
todo ordenado en relucientes carretillas.
Al siguiente descubrí la cocina,
microondas, nevera, licuadora, tostador.
Había que comer, beber, sobrevivir,
seguir en la lucha hasta morir.
Y otro más me senté a escribir,
temiendo que las palabras se me escaparan
por la oquedad que quedó en mi cabeza,
un año más tarde tenía un libro.
Pero la impresora no funcionaba
y los virus acechando en el disco duro,
y las memorias USB
y los discos para la unidad de CD
Descubrí cerca de casa las ferreterías,
centros de computación, donde reparan artefactos
[raros.
Aprendí a negociar los precios con el pintor,
tuve que cambiar el carro y negocié el precio
[del anterior.
He caminado por mundos nuevos.
Soy hombremujer de mi casa,
Sola, con mi gata negra que ronronea
encima del CPU.
Construyo mi vida sola, me veo y no me reconozco.
Ahora sé de tuberías PBC, láminas de fiberglass
y alarmas para carros, vidrios polarizados.
Conduzco sola más de cien kilómetros
y regreso contenta, mientras mis hermanas
horrorizadas claman: buscate un chofer.
Retorno llena de begonias, peonías y rosas,
veraneras de todos los colores, grandes, alegres.
Planto el rosal y sigo escribiendo:
termino el segundo libro de esta etapa.
Subo un avión, me despierto en Madrid o Londres,
Washington o Nueva Orleans.
Viajo con poca ropa, ligera de equipaje,
Creación
pero cargada de libros para compartir.
Y al final del día repaso mi nueva vida.
Ha sido duro el andar,
mis ojos ya no son los mismos.
Despierto y ¡ya no temo a nada!
Pequeño placer
He desarrollado el pequeño placer
de sentir en mi piel el contacto,
el tibio aroma de las sábanas.
Deslizo mi cuerpo, con lentitud
me cubro la cara suavemente,
y me remuevo oliendo el aroma
delicado de la tela sobre la piel desnuda.
Sábanas rojas, moradas, alegres colores,
telas delicadas: sedas, percales...
las lavo con amor, perfumo sus esquinas,
doblo, guardo en cajas especiales,
acunadas con pañitos empapados en jazmín.
No son sábanas de Holanda,
sino, algodón cultivado en estas cálidas tierras.
Me arropo con ellas, perezosa y
su olor me provoca desconocidas sensaciones.
Mi cama huele a mujer limpia,
amorosa, solo a mujer…
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Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Cardenaliana
Cuánto me amaste,
más de lo que yo te amaba,
yo perdí el doble
porque nadie me amará
como vos lo hiciste.
Reviviendo
Para Guillermo Rothschuh Tablada,
quien me abrió las ventanas de la narrativa.
Pasan los días, ya no los cuento.
Lecturas cotidianas me llevan a otros mundos,
la aldea de Chéjov, de Emma Bovary.
Recorro las calles con Ana de Ozores,
Vetusta atrapada en el tiempo.
Vi ascender a Remedios la bella,
he vivido la Revolución Mexicana,
con Carlos Fuentes,
en Los últimos días de Laura Díaz
o las matanzas en Canudos, el mundo
de Ricardito o las conspiraciones contra
el Chivo, contadas por Vargas Llosa.
He remontado los cielos escuchando
El Mesías o los Cantos Gregorianos.
La música, mi otro refugio.
Los lamentos eternos de los gitanos,
o las alegres gaitas de los gallegos.
Todo eso he vuelto a disfrutar,
mientras pasan los días, mientras
escribo mis memorias o nuevos versos.
He soñado despertares luminosos.
Creación
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Oxana
A ella misma
Dónde fuiste, Oxana tus sueños a buscar
si los tenías a tu lado: el samovar
siempre lleno y el pan recién horneado,
pero no fue suficiente para vos.
Y te fuiste por la ruta insegura
y caíste, desde entonces caíste.
La ambición, la crueldad, garras
inhumanas, hicieron presa,
tus veinte años rotos,
hábil lenguaraz, bella muchacha,
fuiste solo una cara linda,
escultura hecha mujer,
en el mercado del sexo,
de la carne, de la inmundicia.
La ventana de un quinto piso
te vio caer, buscando a qué asirte,
pero no, no estaban los ángeles a tu lado,
ese día no estaban a tu lado;
solo el oscuro ángel de la muerte,
el turbulento, el que vive en las tinieblas.
Pero al chocar contra el asfalto,
te convertiste en un ángel hermoso,
y tu voz no se apaga pidiendo justicia,
miles de mujeres gritamos por vos,
lloramos tu muerte, y clamamos
para que tu voz recorra el mundo
y cese la esclavitud
y pare la corrupción
y encierren a los culpables.
Hoy, Oxana, has pasado a la inmortalidad.
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Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Vuelo
He volado desde siempre…
selvas, llanuras, lagos, florestas,
disfrutaba desde lo alto.
Cóndor sagrado en el altiplano
soñando alcanzar el sol,
canario pequeño,
jilguero de las montañas.
Águila posada en nopales,
diciendo: este es el sitio.
Papagayo sonoro, plumas
para el atavío, corona de colores.
Hoy, ave Fénix, de las cenizas
resurgiendo. Levantándome,
caminando, volando victoriosa
sobre el odio, el desamor y el silencio.
Da Sol
En estas calles antiguas
que vieron nacer el jazz
y han presenciado antiguos
ancestrales ritos de vudú,
en estos corredores, con
encajes de hierro en los balcones,
donde quizás se escucharon
antiguas canciones de amor,
un Je t’aime … en ventanas coloniales,
en estas mismas casas,
en estos mismos cafés del French Quarter,
las aguas del Pontchartrain
lavaron la ciudad de todos sus pecados,
antiguos pecados de desamor,
el maltrato a los esclavos, a los africanos,
Creación
85
la explotación y la deshonra.
Katrina entró con furia y desbordó diques.
La ciudad sumergida en el tiempo.
Hoy, el sol en su recorrido más largo
hoy, 21 de junio, solsticio de verano,
los rayos luminosos purifican esas calles,
esa gente, ese lago, el río Misisipi ancho y bello.
Pido al Padre/Madre dé sol a este pueblo,
que sea el renacer de una nueva vida,
más limpia, más serena, más justa.
Y sol da en el solsticio de verano
y la vida se renueva toda!
[21 junio 2010 Nueva Orleans]
Jitanjánfora
Al filológo, académico y amigo
Róger Matus Lazo,
quien gusta jugar con las palabras…
Jugando con jitanjáforas,
anáforas y metáforas,
descubrí que las canéforas
no siempre son púberes,
que las anémonas viven en ámbitos marítimos,
y producen vértigos y éxtasis
que provocan entonar cánticos góticos.
El navegante, con su binóculo
consulta su bitácora
para encontrar las ánades,
en el diámetro geométrico,
antes de llegar al vórtice oceánico.
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Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Mientras el lírico poeta
en su atril de ámbar,
escribe satíricos epígrafes
en versos dípticos
y semánticas geórgicas,
y llena el ánfora de caléndulas
para adorar idólatras figuras faraónicas,
en nichos rómbicos de sándalo,
adornados por oropéndolas, orquídeas
y oropel sacrílego.
Todo eso descubrí con mi monóculo
itálico, mientras repaso y reviso
léxicos híbridos de lenguas
que juegan en la cúspide del cosmos.
Invierno sin vos
Dejé mi casa tibia, lecho, sábanas fragantes...
amigos de hoy y siempre,
te dejé a vos, con tu mirada triste,
limpié mis lágrimas para seguir,
me confundí en aeropuertos fríos e inhumanos.
Llegué con el invierno implacable, desordenado,
Aún hay algún árbol pintado de oro,
las hojas ya caídas arrastradas por el viento,
dicen que hubo más hojas doradas en los olmos viejos.
Desde acá extiendo mis alas, expando mi corazón
para que mi amor te cubra en mi ausencia,
amor infinito desborda la galaxia y vos en ella,
sentí mi corazón latiendo junto a toda humanidad doliente,
elevo mi plegaria, espero el renacer de un nuevo día
donde no haya dolor ni amargura.
Con las hojas, he dejado caer mis capas,
caparazones recubrían el pasado,
Creación
87
he dejado el corazón al aire: ¡sentilo!
Mi piel, dulce y tierna sin pliegues ocultos.
Sepulto el odio, rencor, olvido el desamor.
Como el olmo desnudo, espero el renacer de nuevas hojas
el día luminoso y claro, donde solo vibre el amor
y vos y vos y vos, conmigo!
Música de fondo
Como cedro del Líbano florecerás, te multiplicarás.
Paredes pintadas con ruinas inmemoriales,
Un enorme cedro, al centro.
Con vino libanés el paladeo suave de la mousaka
Humus, pan redondo como tortilla
dátiles, queso de cabra y la música…
Esa suave música árabe me remonta de golpe:
radio El Cairo, música llegando a través de las ondas
[Hertzianas
en el viejo radio RCA Víctor de mi padre,
mientras soñaba con ese fascinante mundo.
En mis ojos de niña desiertos, caravanas de camellos,
doncellas cubiertas de velos sutiles, ocultas tras las rejillas
[de madera.
Es tan agradable el sabor de las hojas de parra,
deshaciéndose en la boca.
Me veo anciana cubierta de velos oscuros
amasando el pan sin levadura, picando berenjenas
salteándolas con ajo y yerbas.
Esa música que me incita a contorsiones insólitas
hace correr la sangre a galope,
estos sabores antiguos y lejanos,
el cedro, palmeras, desierto…
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Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Entonces comprendo mil vidas vividas en otros lares,
recuerdos se agolpan de pronto,
soy antigua y moderna, al decir de Darío.
Fui esa mujer oculta en el shador
o bailarina favorita del sultán?
Solo sé que hoy, en Albasha,
he recorrido con la música
las cortinas de lo nunca más oculto.
Estrellas
Esa luz como mil soles refulgentes
el cálido expandirse del centro en el pecho,
arcoíris recorriendo portales energéticos
luz iluminando células y átomos
es el pedazo de estrella que somos:
moléculas del universos, del gran cosmos.
Parte de esa inmensa nebulosa
llena de gases y partículas incandescentes
que gira y gira en el espacio infinito.
Alfonso quiso pellizcar la piel de la noche
sin saber que era la piel misma.
Todos parte del Todo
solo que aún no despertamos,
recién abrimos los ojos sorprendidos
de encontrar la estrella dorada en el corazón!
[Hammond, 2011]
Creación
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Carámbano que se derrite
Niebla espesa matutina.
A través del cristal veo un carámbano iridiscente
aferrado a la rama desnuda del maple.
Hace un mes aún reluciente de cobre.
Busco tus huellas, algo que me hable de vos,
pero no, nada me dice que estas tierras yermas
sintieran tu presencia, aunque el Misisipi,
sus barcazas de vapor recuerden a Mark Twain,
y en el aeropuerto de New Orleans suena
la eterna trompeta de Armstrong,
en las calles, triste y dulzón, el jazz que tanto amaste,
ni que vayas a Alabama, donde entró Lena,
según cuenta William Faulkner, que conocía Misisipi.
Sé que hay algunas hojas sobre la hierba dejadas por Withman,
otras fueron arrastradas por los vientos.
No escucho los corales de música góspel
ni a Eliot, cuyo nombre eternizaste en tu primogénito.
No hay señas de John Steinbeck, que aún nos recuerda
La ira de las viñas.
Solo los museos guardan las historias de Faulkner y Pound,
los adolescentes no saben quiénes son ni quieren saberlo.
El arte, la literatura, otro mundo,
Nada que ver con el BIG STICK
o la política de la “diplomacia del dólar”.
Ni con Tennessee, donde nació Walker, el nefasto invasor
ni las tropas de marines que dos veces mancillaron nuestro
[suelo.
Aquí no hay huellas del barro con que te forjaste,
ni la sangre derramada por Casimiro, Ricardo o Julián,
el sudor de los campesinos labrando la tierra
que sueñan suya.
90
Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Aquí la tierra, cosecha se levanta por hermanos piel de sol:
mexicanos, guatemaltecos, salvadoreños, nicaragüenses,
[colombianos…
La fresa que disfruta la boca blanca
ha sido regada por sudor latino,
a los que hoy persiguen y humillan.
Nada de eso es tu mundo, amor.
Vos, al lado de los pobres siempre,
condenando la injusticia, el abuso.
Por eso, no están acá tus huellas,
que quedaron marcadas en los senderos de la patria.
Lágrimas lentas gotean del carámbano
que está por deshacerse,
como los sueños, ideales.
Lágrimas en mi corazón cansado del devenir de la historia.
[Hammond, 3 de enero]
V
Ensayos y artículos
Carlos Tünnermann Bernheim
Ensayos y artículos
93
Los retos para una Universidad
Católica en la Nicaragua de hoy
(Lección inaugural en la Universidad Inmaculada
Concepción, de la Arquidiócesis de Managua)
Carlos Tünnermann Bernheim
Ilustrísimo señor arzobispo de Managua,
monseñor Leopoldo José Brenes;
Ilustrísimo señor obispo auxiliar de Managua,
monseñor Silvio José Báez;
Honorables miembros del clero de la Arquidiócesis
de Managua;
Honorables religiosos y religiosas;
Señores invitados especiales;
Señores profesores y estudiantes de la nueva universidad;
Señoras y señores:
Para mí es un alto honor, y a la vez una gran satisfacción personal, participar en este acontecimiento histórico, como lo es la
apertura de la Universidad Católica Inmaculada Concepción de
la Arquidiócesis de Managua.
Agradezco profundamente a monseñor Brenes la distinción que me ha hecho al invitarme, por medio de monseñor
Silvio Báez, para dictar la conferencia magistral inaugural de
esta nueva Universidad, llamada a cumplir una trascendental
tarea en la Nicaragua del presente, al asumir, con profunda fe
su identidad católica y la misión de la Iglesia, para hacer frente
a los retos que plantea nuestra sociedad.
94
Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
I
Madre y maestra, la Iglesia ha estado presente en el mismo
alumbramiento de las primeras universidades que conoció el
mundo. La Universidad, tal como hoy la conocemos, surgió
en la baja Edad Media como resultado del largo proceso de
reorganización social y cultural de la Europa medieval, que
tuvo lugar al concluir el ciclo histórico de las invasiones bárbaras. “Las universidades, como las catedrales y los parlamentos
—dice Charles Homer— son un producto de la Edad Media
europea. Los griegos y los romanos, aunque parezca extraño,
no tuvieron universidades en el sentido en el cual la palabra ha
sido usada en los últimos ocho o nueve siglos. Ellos tuvieron
educación superior, pero los términos no son sinónimos. Mucha de su instrucción en leyes, retórica y filosofía sería difícil
de superar, pero no estuvo organizada en instituciones permanentes de enseñanza”. Lleva así razón el profesor Miguel
Amado cuando sostiene que “Atenas tuvo el ágora, Roma el
foro, Europa la universidad”.
Entre los historiadores hay consenso en sostener la tesis de
que las universidades brotaron de la atmósfera social y cultural de la sociedad europea occidental urbana y corporativa de
los siglos XI y XII, aunque su apogeo se produjo en el siglo
siguiente. Como toda institución social, las universidades no
emergieron exnihilo. Surgieron dentro de un contexto que les
imprimió sus rasgos fundamentales. Las circunstancias sociales prevalecientes en esa época dieron lugar a la creación de las
primeras universidades. ¿Cuáles fueron esas circunstancias tan
determinantes para la creación de esta institución nueva para
el mundo? En primer lugar, el aumento de la población que
desembocó en una creciente urbanización. En segundo lugar,
el corporativismo, que engendró los gremios y las comunas,
concomitante al proceso de urbanización. Y por último, el surgimiento de un extraordinario afán de saber. Tal afán generó
una mayor demanda de educación, dando lugar incluso a las
migraciones estudiantiles, típicas de los primeros tiempos de
la vida universitaria europea, cuando verdaderas multitudes
de jóvenes se trasladaban de una ciudad a otra para escuchar
Ensayos y artículos
95
las lecciones de los maestros más célebres. Apareció así un
nuevo oficio: el oficio de enseñar, nacido al lado de los otros
oficios en el seno de las ciudades. El maestro dedicado al oficio
de enseñar era un artesano más en aquel mundo medieval de
hombres-artesanos y comerciantes.
La gloria de ser la primera universidad que conoció el mundo suele reservarse a la Universidad de Bolonia (Italia), donde
si bien los estudios jurídicos tenían preeminencia, a su lado
también se impartían los de filosofía, teología, matemáticas,
astronomía, medicina y farmacia. La Universidad de Bolonia
surgió del impulso de estudiantes que buscaban profesores, lo
cual explica que en su gobierno y administración influyera notablemente el elemento estudiantil. Los estudiantes acudían
a Bolonia de todas partes de Europa para escuchar las explicaciones de los comentaristas o glosadores del Corpus Juris
romano. Diferente fue el origen de la Universidad de París, la
gran universidad Teológica, casi contemporánea de la Bolonia,
nacida en el seno de las escuelas catedralicias de Notre Dame,
al servicio de las necesidades doctrinales de la Iglesia católica. Su preocupación central fue la teología. No era francesa
ni parisiense sino una institución clave de la Iglesia Católica
universal. En ella predominaron los maestros, el más célebre
de los cuales fue Pedro Abelardo, quien innovó los estudios superiores introduciendo el método de enseñar “doctrinas contrarias”. La fama de Abelardo, que atraía millares de estudiantes
a París, su método de citar y analizar doctrinas y autoridades
contrapuestas, triunfó como el método por excelencia de la enseñanza universitaria por varios siglos. Más tarde, el método
de Abelardo de duda e interrogación influyó en Santo Tomás
de Aquino, aplicando la razón para probar las verdades de la
fe, en su esfuerzo de cristianizar a Aristóteles y propiciar la
armonía entre razón y fe. La Universidad de París recibió una
protección especial de los papas, resueltos a convertirla en “la
fortaleza de la fe y la ortodoxia católicas”.
El modelo de Bolonia fue imitado por la Universidad
de Salamanca y por la mayoría de las universidades de la
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Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Europa meridional; el de París influyó en la estructura de
las de Europa septentrional. Las universidades coloniales
de Hispanoamérica, creadas por la Corona española, se inspiraron en el esquema de Salamanca. En cambio, las fundaciones católicas, tanto de la jerarquía eclesiástica como de
las órdenes misioneras de dominicos, jesuitas, franciscanos
y mercedarios, siguieron el modelo de la Universidad de
París, imitado por la Universidad de Alcalá de Henares, en
España.
A sus graduados las universidades les otorgaban la licentia (facultas legendi o facultas docendi), es decir la licencia
para enseñar, que tenía validez en cualquier parte, siempre y
cuando la universidad tuviese autorización papal o imperial
para concederla. Solo los dos poderes ecuménicos de la época, el papa o el emperador, podían otorgar a las universidades el ius ubique legendi o docendi, que les facultaban para
conceder grados y licencias de validez universal. De ahí la
importancia que tenía para las corporaciones universitarias
el reconocimiento por alguno de estos poderes, o por ambos.
Además, a ellos recurrían en busca de privilegios y de protección frente a los abusos de las autoridades locales.
Los siglos XIII y XIV contemplaron una rápida expansión de las universidades por las principales ciudades de Europa. Sin embargo, Alemania y los Países Bajos no tuvieron
universidades hasta la segunda mitad del siglo XIV. Más tarde, la Reforma protestante también contribuyó a esa expansión al crear universidades que le sirvieran de reducto intelectual. Así la Universidad de Ginebra fue creada por el propio
Calvino (1559). Otras universidades de la Reforma fueron
Marburgo (1527), Königsberg (1524) y Jena (1558). En cambio, la Contrarreforma católica encontró sus hogares en las
antiguas universidades españolas (Salamanca, Valencia, Barcelona) y engendró otras nuevas: Oviedo (1604) y sobre todo
Alcalá de Henares, fundada por el cardenal Cisneros; Dilinga
y Wurzburgo en Baviera; Salzburgo (1582) en Austria y Lovaina en los Países Bajos.
Ensayos y artículos
97
La Universidad medieval si bien fue una institución unitaria, se organizó sobre la base de facultades. En un principio,
aunque no en todas partes, la Universidad contó con cuatro
facultades: Artes Liberales, Medicina, Derecho y Teología. La
facultad de Artes Liberales era realmente una escuela propedéutica o preparatoria y proporcionaba la cultura general indispensable a toda especialización. Su estudio y nivel correspondían a lo que hoy es el bachillerato o enseñanza secundaria. Y
es que entonces los alumnos ingresaban a la Facultad de Artes
después de estudiar en las llamadas “escuelas de gramática”,
equivalentes a la enseñanza primaria. Para ser admitido bastaba con saber leer, escribir y dominar algunos rudimentos del
latín. El ingreso tenía lugar tempranamente, a los 13 o 14 años
de edad. En la Facultad de Artes se impartían el trivium y el
cuadrivium, heredados de los sofistas griegos. La que entonces
gozaba de gran preeminencia era la Facultad de Teología, considerada como la cúspide de los conocimientos de la época.
La creación de los Estados Nacionales rompió la unidad
conceptual de la Universidad medieval. Las universidades se
nacionalizaron y perdieron su antiguo carácter ecuménico,
ligado a la idea de “cristiandad”. Pasaron al servicio de los
nuevos Estados, surgidos de las ruinas del mundo feudal. Sus
estudiantes ya no reflejaban una composición internacional, o
“inter-naciones”, sino que fueron fundamentalmente españoles, franceses, italianos o alemanes, es decir, nacionales del
Estado donde funcionaba la Universidad.
Vamos, ahora, a referirnos muy brevemente, a la Universidad colonial hispanoamericana. La Universidad surgió en tierras americanas tempranamente después del Descubrimiento y
en plena Conquista. “Aún olía a pólvora y todavía se trataba de
limpiar las armas y herrar los caballos”, en frase del cronista
Vázquez, cuando ya los reyes de España y las órdenes católicas misioneras se empeñaron en crear universidades en el
Nuevo Mundo. Las órdenes religiosas, que antes mencioné,
rivalizaron en la creación de colegios y universidades, lo que
contribuyó a su proliferación por todo el continente.
98
Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Salamanca y Alcalá de Henares, las dos universidades
españolas más famosas de la época, fueron los modelos que
inspiraron las fundaciones universitarias en el Nuevo Mundo.
Entre ambas existieron diferencias bastantes significativas, que
se proyectaron en sus filiales del Nuevo Mundo, dando lugar a
dos tipos distintos de esquemas universitarios que prefiguraron,
en cierto modo, la actual división de la educación universitaria
latinoamericana en universidades “estatales” y “privadas”, fundamentalmente católicas.
Salamanca, por ese entonces era la más importante y añeja
universidad peninsular. No es pues extraño que a ella recurrieran los poderes ecuménicos (emperador y papa) para moldear
las nacientes instituciones. Aunque dentro de la línea de Bolonia, Salamanca respondió en sus orígenes a la idea de una Universidad al servicio de un “Estado-Nación”. En el caso de las
colonias españolas, las que siguieron el modelo de Salamanca
estaban al servicio del Virreinato.
El otro modelo lo proporcionó la Universidad de Alcalá de
Henares, creada por el regente cardenal Cisneros sobre el esquema del Colegio-Universidad de Sigüenza, autorizada por bula
pontificia. La preocupación central de esta universidad fue la
Teología, materia que solo en épocas posteriores ocupó un lugar
relevante en los estudios salamantinos. Su organización correspondió más bien a la de un convento-universidad, siendo el prior
del convento a la vez rector del colegio y de la universidad. Esta
circunstancia le daba a la institución una mayor independencia
del poder real y más tarde de los poderes estatales.
La primera universidad erigida en el Nuevo Mundo fue la de
Santo Domingo, en la Isla Española en 1538, según el modelo de
Alcalá de Henares. La última fue la de León de Nicaragua, creada por decreto de las Cortes de Cádiz del 10 de enero de 1812.
Entre ambas fechas sumaron 32 las fundaciones universitarias,
antes de la Independencia.
Hay que tener presente que la mayoría de las universidades coloniales fueron a la vez pontificias y reales. Las creadas
Ensayos y artículos
99
por las órdenes religiosas, autorizadas por el papa para otorgar
grados, gozaron de este carácter en virtud del privilegio general
conferido a la orden por el papado. En muchos casos, la bula
pontificia precedió a la real cédula, especialmente en el caso de
universidades fundadas por iniciativa de las órdenes religiosas.
En otros, la Corona tomó la precedencia, naciendo así las universidades de carácter real, siendo después que adquirieron los
privilegios pontificios. Tal sucedió con las universidades de
San Marcos de Lima y México (1551), San Carlos de Guatemala (1676), San Cristóbal de Huamanga y Caracas.
Pasando a nuestro país, si repasamos la historia de la Educación Superior y de la misma institución universitaria en Nicaragua, constatamos que la Iglesia también estuvo presente,
siempre en su carácter de madre y maestra, cuando recién amanecían para nosotros los estudios superiores.
Después de Guatemala, fue en la provincia de Nicaragua
donde se dieron los más importantes ensayos de Educación Superior durante el período colonial. El 15 de diciembre de 1680
se fundó en la ciudad de León, entonces capital de la Provincia,
el Seminario Conciliar de San Ramón o Colegio Tridentino,
destinado a formar el personal eclesiástico capaz de defender
la ortodoxia católica frente a los avances del protestantismo.
Las directivas del Concilio de Trento guiaron sus primeros
pasos, es decir, nació con un espíritu de contrarreforma. Es
hasta finales del siglo XVIII y comienzos del siguiente, que se
observa en el seminario la otra tendencia, la ilustrada, que fue
esencial para la transformación del seminario.
En el período colonial, sobresalen como forjadores de la
futura Universidad de León de Nicaragua, los dos presbíteros a
cuyas gestiones se debió su fundación: el padre Rafael Agustín Ayesta (1750-1809) y el presbítero y doctor Tomás Ruiz
(1777-¿?).
En el año 1787, el padre Ayesta fue nombrado rector del
Seminario Conciliar de San Ramón, cargo que desempeñó hasta su muerte en 1809. Con él se inicia la época más fecunda
100 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
de esta institución, que bajo su dirección llegó a impartir una
docena de cátedras. Es así que, desde 1799, Ayesta inicia las
gestiones para que se otorgue al Seminario la facultad de conferir los grados menores y mayores.
El 10 de enero de 1812, las Cortes Generales y Extraordinarias reunidas en Cádiz, expidieron el decreto CXVI por el
cual “se concede a la Provincia de Nicaragua que en su capital,
la ciudad de León, el Seminario Conciliar se erigiese en universidad con las mismas facultades que las demás de América”,
quedando así fundada la Universidad de León, una de las más
antiguas de la América hispana y la última creada por España
durante el largo período colonial.
El cofundador de la Universidad de León fue el presbítero
y doctor Tomás Ruiz, nacido en Chinandega, Nicaragua, conocido como “el Padre-Indio”, egresado del Seminario Conciliar
y graduado con honores, en ambos derechos, en la Universidad
de San Carlos de Guatemala, donde fue discípulo de fray Antonio de Liendo y Goicoechea, el gran reformador de los estudios
de la universidad Carolina. El doctor Ruiz fue el primer indígena de raza pura que se graduó en la Universidad de San Carlos,
algo excepcional en aquella época.
También puede considerarse como cofundador de la Universidad de León al obispo fray Nicolás García Jerez (17461825), quien respaldó, en todo momento, las gestiones encaminadas a obtener el decreto de fundación y las posteriores
que condujeron a su instalación definitiva el 24 de agosto de
1816. El obispo García Jerez presidió el acto y firmó el acta
de fundación.
El primer rector de la Universidad de León fue el presbítero Francisco Ayerdi, doctor en Sagrados Cánones, designado el
18 de abril de 1814. El cargo de cancelario, es decir, de quien
confería los grados académicos, lo asumió el obispo Nicolás
García Jerez. Para que la Universidad de León pudiera iniciar
su funcionamiento se requería de ocho doctores en su cuerpo docente, para lo cual se habilitó como doctores a varios graduados
Ensayos y artículos
101
del Seminario San Ramón, que fue así el vientre fecundo de la
Universidad de León. El acto solemne de instalación de la Universidad tuvo lugar en la sala capitular del obispo fray Nicolás García Jerez. Ese mismo año la Universidad de León abrió
sus puertas. El 10 de enero del próximo año 2012, cumplirá
doscientos años de existencia. Pero, en sus orígenes, estuvo
presente la Iglesia, a través de la fecunda y admirable obra de
los presbíteros, Rafael Agustín Ayesta, Tomás Ruiz y el obispo
fray Nicolás García Jerez.
II
Una Universidad Católica debe ser, ante todo, una verdadera universidad. Pero, lo católico no es un mero adjetivo
ni algo yuxtapuesto, sino que es parte substancial de su naturaleza y quehacer, su inspiración y su alma. Como Universidad debe asumir las funciones clásicas de toda universidad, a
saber: enseñar, o sea transmitir el conocimiento; investigar,
es decir contribuir a generar nuevo conocimiento; y difundirlo, lo que implica proyectarlo hacia la sociedad. Debe, pues,
ejercer la docencia, estimular la investigación y promover la
extensión, como un canal de doble vía de comunicación con
su entorno.
Se preguntan los teóricos de la Universidad Católica “¿En
qué consiste lo específico de una Universidad Católica? ¿Es
simplemente una universidad “de católicos” y “para católicos”? ¿Es indispensable una facultad de Teología para que
se pueda hablar de una Universidad Católica? En realidad,
en muchas universidades católicas no existen facultades de
Teología. Sin embargo, esto depende del perfil o de la misión
que cada una de ellas asume. En el caso del cometido de la
Universidad Católica Inmaculada Concepción, considero indispensable la enseñanza de la teología, desde luego que uno
de sus objetivos es elevar el nivel de formación de nuestros
seminaristas, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos comprometidos con la evangelización.
102 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Si la Iglesia tiene en la sociedad una misión iluminadora mediante la propagación del mensaje del evangelio
de nuestro señor Jesucristo, una Universidad católica debe
contribuir a difundir la Palabra, sumándose, desde su naturaleza universitaria, a la obra evangelizadora. Además, debe
asegurar, institucionalmente, un diálogo entre los distintos
saberes, las humanidades, las ciencias, las técnicas y las artes, incluyendo, claro está, la Teología, pero sin pretender
“catolizar” las disciplinas científicas que imparta.
El documento conclusivo de la V Conferencia General
del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (Aparecida,
Brasil, mayo de 2007) nos dice, lúcidamente, en sus numerales 341 y 342 lo siguiente: “Según su propia naturaleza,
la Universidad Católica presta una importante ayuda a la
Iglesia en su misión evangelizadora. Se trata de un vital testimonio de orden institucional de Cristo y su mensaje, tan
necesario e importante para las culturas impregnadas por
el secularismo. Las actividades fundamentales de una universidad católica deberán vincularse y armonizarse con la
misión evangelizadora de la Iglesia... Esto implica una formación profesional que comprenda los valores éticos y la
dimensión de servicio a las personas y a la sociedad; el diálogo con la cultura, que favorezca una mejor comprensión
y transmisión de la fe; la investigación teológica que ayude a la fe a expresarse en lenguaje significativo para estos
tiempos”. Y continúa el documento de Aparecida: “Las universidades católicas, por consiguiente, habrán de desarrollar con fidelidad su especificidad cristiana, ya que poseen
responsabilidades evangélicas que instituciones de otro tipo
no están obligadas a realizar. Entre ellas se encuentra, sobre
todo, el diálogo fe y razón, fe y cultura, y la formación de
profesores, alumnos y personal administrativo a través de la
Doctrina Social y Moral de la Iglesia, para que sean capaces
de compromiso solidario con la dignidad humana y solidario
con la comunidad, y de mostrar proféticamente la novedad
que representa el cristianismo en la vida de las sociedades
latinoamericanas y caribeñas”.
Ensayos y artículos
103
La doctrina clásica sobre el concepto de Universidad Católica nos dice que su especificidad radica en “asegurar institucionalmente un diálogo creador entre las ciencias, la filosofía y la teología, y ser así un centro elaborador de una auténtica cultura católica, que visibilice la presencia de la Iglesia
en la educación superior y en el campo de las ciencias”. A
este respecto, cabe recordar, lo que nos dice el Concilio Vaticano II: “La Iglesia atiende igualmente con sumo cuidado
las escuelas de grado superior, sobre todo las universidades
y facultades. Más aún, en las que dependen de ella, tiende en
forma organizada a que cada disciplina se cultive según sus
propios principios, sus propios métodos y la propia libertad
de investigación científica, de manera que cada día sea más
profunda la comprensión que de ella se alcance ya que, teniendo en cuenta con todo cuidado las investigaciones más
recientes del progreso contemporáneo, se vea con mayor profundidad como la fe y la razón tienden a la misma verdad…”.
Y refiriéndose concretamente a las Facultades de Teología,
el Concilio Vaticano II agrega: “La Iglesia espera mucho del
dinamismo de las facultades de ciencias sagradas. A ellas les
confía el gravísimo deber de formar a sus propios alumnos,
no solo para el ministerio sacerdotal, sino sobre todo para
enseñar en los centros de estudios eclesiásticos superiores,
para hacer avanzar con el trabajo personal las disciplinas o
para tomar sobre sí las más arduas funciones del apostolado
intelectual. A estas facultades pertenece también el investigar
más a fondo los diversos campos de las disciplinas sagradas,
de forma que se logre una inteligencia cada día más profunda
de la sagrada revelación, se abra acceso más amplio al patrimonio de la sabiduría cristiana legado por nuestros mayores,
se promueva el diálogo con los hermanos separados y con los
no cristianos y se responda a los problemas suscitados por el
progreso de las ciencias”.
Una Universidad Católica no puede aislarse de su contexto. No se trata simplemente de relacionarse con la realidad circundante, sino de asumirla, de sentirse inmersa en
ella. Como lo advirtió el padre Hernán Larraín, exrector de
104 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
la Universidad Católica de Valparaíso, Chile, en el Seminario
sobre la misión de la Universidad Católica, celebrado en Buga-Colombia, en 1967 y convocado por el Consejo Episcopal
Latinoamericano, las universidades católicas deben “abrirse al
mundo y transformarse en sensibles antenas capaces de captar
la más leve pulsación de la vida actual. Deben estar en la vanguardia y no en la retaguardia. Deben liberarse de prejuicios
y rutinas… Solo así podrán enfrentarse a la realidad y tener el
valor de seguir los caminos que se insinúan ante toda pupila
sincera y abierta”.
Las universidades católicas, según el informe final del Seminario de Buga, deben sobresalir “no solo por su nivel científico y teológico, sino por su espíritu de diálogo, de libertad,
de respeto a la persona humana, de compromiso valientemente
asumido con la sociedad: en una palabra, por su espíritu auténticamente universitario”.
En consonancia, con lo antes dicho, podemos afirmar que
la Universidad Católica, en la Nicaragua de hoy, debe vincularse y comprometerse con el momento histórico que vive nuestro
país. ¿Qué significado tiene este compromiso? En primer lugar
conocer y asumir la realidad en que vivimos. Esto implica dirigir sus reflexiones al análisis serio del actual contexto social,
económico, cultural y político, para deducir de estas reflexiones el papel que le corresponde a la nueva institución como
universidad y como católica.
Nicaragua, todos lo sabemos, es un país empobrecido. En
nuestra región, la pobreza de nuestro pueblo solo es superada
por la pobreza de Haití. El PIB per cápita es tan solo de 1 082.00
dólares. Entre el año 2010 y el 2011, Nicaragua descendió
14 puestos en el Índice de Desarrollo Humano al pasar de la
posición 115 a la 129 de la lista de 187 países. Dicho índice se
basa en la medición de los registros nacionales de acceso a la
salud, la educación, el ingreso y la calidad de vida, entre otros.
La medición parte de datos oficiales que aporta cada gobierno.
Según el Informe sobre el Desarrollo Humano, elaborado por
las Naciones Unidas, a nivel mundial, la pobreza en vez de
Ensayos y artículos
105
disminuir, se incrementó en un 0.4%, al pasar del 45.8% el año
pasado a 46.2% este año, lo que significa que uno de cada dos
nicaragüenses vive en la pobreza, lo cual revela que los programas sociales de carácter asistencialista no son efectivos para
sacar al pueblo de la pobreza, desde luego que no van dirigidos
a superar la pobreza estructural.
Según el último informe de FUNIDES (tercer trimestre de
2011), el 41,3% de la población vive con menos de dos dólares
diarios y el 15.8% vive en la miseria, con tan solo un dólar por
día.
En los últimos años, la economía del país ha crecido a un
promedio del 3%, cuando en realidad se requeriría que creciera
al menos a un 7 u 8% para combatir a fondo los dos flagelos
sociales más lacerantes: la pobreza y el desempleo. En 2010 la
tasa de subempleo a nivel nacional se elevó a 44.8%.
No voy a atiborrarlos de cifras estadísticas, pero es conveniente tener presente que la escolaridad promedio de nuestra población es apenas de 5.7 años, es decir, ni siquiera la
educación primaria completa. Se estima que para promover un
auténtico desarrollo se requiere una escolaridad promedio de
10 a 11 años. Las tasas de escolaridad por nivel educativo son
bajas: 53.3% en el nivel preescolar; 87.5% en el nivel primario
y 4.5% en la enseñanza secundaria. La inversión educativa no
llega ni al 4% del P.I.B, cuando el compromiso contraído por
Nicaragua en la “Declaración de México” de 1979, era que
para el año 2000 invertiríamos en educación no menos del 7 u
8% del PIB, meta que ya han logrado algunos países de América Latina, entre ellos Honduras y Bolivia. Los analistas de
la educación dudan que Nicaragua logre, en el año 2015, el
segundo objetivo de los Retos del Milenio, aprobados en el
año 2000 en una asamblea general de las Naciones Unidas, que
es alcanzar “la educación primaria universal con calidad”, en
2015.
Un reciente estudio del PNUD encontró un alto porcentaje
de adolescentes y jóvenes que no estudian ni trabajan, por lo
106 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
que son terrenos propicios para las pandillas y las drogas. En
materia de seguridad ciudadana, otro estudio del mismo organismo demostró una peligrosa tendencia al deterioro de la
seguridad ciudadana, al encontrar que hemos pasado de 10 homicidios por cada 10 000 habitantes a 14, aunque aun estamos
por debajo del promedio centroamericano. En salud y vivienda
los datos tampoco son alentadores, pero ya prometí no seguir
angustiándolos con más cifras que revelan los grandes retos
sociales que debemos enfrentar.
Y en lo que respecta al ámbito institucional, la situación es
deplorable: vulneración constante del Estado de Derecho, de la
Constitución Política y las leyes de la República; falta de independencia de los poderes del Estado; extrema partidarización
de los mismos; funcionarios con períodos vencidos integran las
principales instituciones del Estado, y la voluntad popular no
es respetada en los procesos electorales, como lo hemos visto
en 2008 y en las recién pasadas elecciones. Asistimos así a una
situación de ruina ética e institucional del sector público del
país.
Este es, en muy pocas palabras, el contexto en el que le corresponderá desplegar su acción a la universidad que hoy inauguramos. ¿Cómo responder a semejantes y graves desafíos? La
respuesta tiene que ser: como universidad de vocación católica
y de inspiración cristiana. Como universidad, nos parece que
deberá actuar tal como corresponde a una institución de alto
nivel. Por lo tanto, no debe vacilar en ejercer la función crítica
que de ella espera la sociedad. Recordemos que las sociedades miran a las universidades en busca de orientación y guía.
Como sede más alta del saber, ellas deben responder a esas
expectativas de la sociedad, pero lo deben hacer como corresponde a una universidad: con el mayor rigor científico y con
gran honestidad intelectual, porque una universidad no debe
nunca afirmar sino aquello que como academia puede sostener.
La universidad es un espacio privilegiado para el desarrollo
de la reflexión crítica, la formación de ciudadanos y profesionales conscientes de sus responsabilidades cívicas y compro-
Ensayos y artículos
107
metidos con el desarrollo humano y sostenible de su nación.
Para ello, el oficio universitario debe inspirarse en los valores
democráticos, la inclusión, la interculturalidad y el análisis de
la problemática de su contexto para contribuir a la solución de
los grandes problemas nacionales. Las universidades están en
posición privilegiada, como sede de la inteligencia del país,
para contribuir al diseño de un proyecto de Nación. Para ello,
deberían también propiciar los grandes consensos que sirvan
de base a tal proyecto y a las políticas de estado, de largo plazo,
que del mismo se desprendan.
Como católica, la universidad debe privilegiar su compromiso con los más desfavorecidos mediante una radical afirmación de la dignidad humana. La opción preferencial por los
pobres debe ir más allá de la simple retórica y concretarse en
compromisos donde se haga realidad el mensaje del evangelio,
dando prioridad a los pobres, a los marginados, a los oprimidos, para empoderarlos en su propio proceso de liberación de
situaciones que niegan su calidad humana. Dice al respecto el
padre Luis Ugalde, S.J.: “La relación con el pobre específico
nos da la medida de nuestra fe, de nuestro sentido de la vida”…
“Esta debe ser una evidencia que empape toda la formación de
una universidad de inspiración católica o cristiana”.
Posiblemente, la tarea más apremiante que tendrá esta
universidad frente a la problemática nacional es la de ser una
ejemplar escuela de valores. El mayor y más lacerante déficit que tiene nuestra sociedad es un déficit de ética. La Universidad Católica deberá, entonces, esforzarse por impregnar
de ética a esta sociedad que vive una crisis de valores. Una
sólida formación integral, que tenga como columna vertebral
el cultivo de los valores éticos, morales y espirituales, deberá
ser la característica más sobresaliente de la nueva institución.
Las debilidades éticas y valorativas de la cultura circundante
imponen una respuesta explícita en el diseño curricular de las
carreras que aquí se impartan.
El compromiso ético debe manifestarse no solo en la prédica de una nueva manera de hacer política sino también en las
108 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
relaciones laborales y productivas, en la búsqueda de la equidad
social, en la generación de oportunidades y en la promoción de
un desarrollo humano endógeno y sostenible, que preserve la
naturaleza y sus recursos para las futuras generaciones. Como
lo recomienda la UNESCO, “es ahora importante que los Centros de Educación Superior desempeñen un papel aún mayor
en el fomento de los valores éticos y morales en la sociedad y
dediquen especial atención al estímulo, entre los futuros graduados, de un espíritu cívico de participación activa”.
Imaginamos la Universidad Católica como una universidad firmemente enraizada en las verdades del evangelio, pero
abierta al diálogo de los saberes y con todos los sectores sociales; comprometida con la dignidad humana, la ética, la justicia,
la paz y el sentido trascendente de la vida. Para orientar su
misión dispone de un tesoro inigualable: la palabra y el magisterio de la Iglesia.
Para finalizar, quiero traer a la memoria que los estudios
universitarios se iniciaron en Nicaragua bajo la advocación de
la Inmaculada Concepción. Podemos leer en el acta de fundación de la Universidad de León, suscrita el 24 de agosto de
1816, que como patrones de la universidad “se eligieron y juraron, en primer lugar, María santísima madre de Dios y señora nuestra en el misterio de su Concepción Purísima”. Con
profunda fe en este dogma, que es la devoción más arraigada
en el pueblo nicaragüense, se funda hoy esta Universidad Católica. Que la Inmaculada Concepción la guíe, proteja y bendiga
siempre en el cumplimiento de su alta misión.
Muchas gracias.
Managua, 9 de diciembre de 2011.
Universidad Católica Inmaculada Concepción
Arquidiócesis de Managua
Ensayos y artículos
109
Hernán Robleto y sus aportes a la
narrativa hispanoamericana
Jorge Eduardo Arellano
LAS MONOGRAFÍAS sobre la novela en América Latina, entre ellas las del peruano Luis Alberto Sánchez y del venezolano
Arturo Uslar Pietri, otorgan un modesto lugar a Hernán Robleto.1 De hecho, inició su carrera literaria en México con la obra
narrativa Primavera en el hospital (ediciones de La Semana
Ilustrada, 1923), la cual tuvo éxito como novelita semanal en
el ámbito periodístico donde se había establecido su autor desde 1917. A sus 31 años, pues, Robleto elevaba a rango narrativo
su talento reporteril que luego ejercitaría en otra novela corta
—inserta como folletín de El Universal ilustrado: La matlacigua— y en la serie crímenes célebres, crónicas recogidas en
volumen. Pocos años después, Robleto le escribía a Juan Ramón Avilés: “Verás que hago obras mexicanas sin haber nacido
aquí” (La Noticia ilustrada, 7 de octubre, 1928).
Pero conviene destacar que en los años treinta se realizó
como novelista. De ahí que en su Reseña de la Historia Cultural de Nicaragua (1945), Roberto Barrios Boquín lo haya conceptuado “el valor más representativo del género en el país”.
Y especifica el correligionario liberal y compañero de estadía
mexicana de Robleto:
“Este novelista ha construido la mayor parte de sus obras
con la esencia de su propio pueblo, trasladando a las páginas la
vida que ha observado bajo los cielos profundos de Nicaragua,
_________________________
1. Luis Alberto Sánchez: Proceso y contenido de la novela hispanoamericana. Madrid, Gredos, 1953, pp. 533-34 y 591-98; y Arturo Uslar Pietri: Breve historia de la novela hispanoamericana. Caracas, ídem, 1954, p. 138.
110
Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
los hombres y los problemas encuadrados en marcos de selvas y llanuras, o aprisionadas entre los brazos de piedra de sus
ciudades, y puede considerársele, con sobrada justicia, como
uno de los pocos de su país que se preocupan por desarrollar y
enaltecer esa actitud literaria”.2
Y era cierto. Robleto había publicado no solo Sangre en
el trópico (1930) y Los estrangulados (1933), ambas lanzadas por la Editorial Cenit de Madrid, sino también otras dos
novelas: Una mujer en la selva (1936) y Don Otto y la Niña
Margarita (1944), publicadas respectivamente en Santiago de
Chile y Managua. Más aún: de acuerdo con información anexa
en Una mujer en la selva, para 1936 había concluido otras tres
novelas y tenía dos más en preparación.3
Ingreso a la narrativa de la Revolución Mexicana
Antes de reconocer los aportes de los cuatro títulos citados,
debe señalarse que también en la década de los treinta Robleto
llegó a incorporarse a la narrativa de la Revolución mexicana
con dos obras: La mascota de Pancho Villa (1934) y Obregón,
Toral y la Madre Conchita (1935), lanzadas ambas por Ediciones Botas. La primera consistía, como lo indicaba el subtítulo,
en episodios de ese estallido social y político, cuyo costo principal fue la muerte de uno de cada ocho mexicanos.4 Como es
sabido, de 1910 a 1919 la Revolución inspiró a muchos escritores, siendo su primera gran novela Los de abajo (1915), de
Mariano Azuela.
_________________________
2. Roberto Barrios Boquín: Rubén Darío / Su mejor obra / Reseña de la historia cultural de Nicaragua. Buenos Aires, W. M Jackson Inc. 1945, pp.
xxxvi-xxxvii.
3. Las concluidas se titulaban: Terremoto, Hospital, El collar de trece cuentas; las que estaban en preparación: Mocuana y Rosa verde. La misma
fuente informa que Sangre en el trópico se había traducido al inglés, alemán y polaco; y Los estrangulados al alemán.
4. Josefina Zoraida Vásquez: “Antes y después de la Revolución Mexicana”.
Revista Iberoamericana. Pittsburg, vol. LC, núms. 148-149, julio-diciembre, 1989, p. 780.
Ensayos y artículos
111
Pues bien, Robleto fue deslumbrado por dos protagonistas
revolucionarios: Francisco Villa (1878-1923) y Álvaro Obregón (1880-1928), asesinado por el fanático católico José de
León Toral. La biografía novelada fue el instrumento expresivo que acometió para ingresar a esa narrativa en la que ocupa
un sitial, aunque muy lejos de ser significativo, no totalmente
desdeñable.5
En su oportunidad, ambas obras merecieron reseñas en la
revista norteamericana Books Abroad:6 Emil Ludwing, el consagrado biógrafo alemán, enseñó a Robleto a no convertirse en
juez que condena o absuelve. Él buscaba amenidad dentro de
la narrativa y lograr la crónica imparcial. Así presentaban al
periodista nicaragüense los editores en su segunda obra, escrita “sin apasionamiento alguno y con un acopio abundantísimo
de datos”.7 Además, sus descripciones eran cinematográficas,
como las del capítulo “Lo que puede llamarse el espíritu del
brazo” —sobre el atentado fallido contra Obregón en el bosque
de Chapultepec el 18 de noviembre de 1927— y sus retratos.
Por ejemplo, el de Homobomo Márquez, ayudante de Obregón:
un hombre robusto, fuerte, de mirada sana y franca. Parece
uno de esos empresarios de box, efectivamente, entretiene sus
horas muertas en andanzas de atletismo, en arreglar peleas y
contratar novenas de base-ball.8
Sangre en el trópico: triunfante versión liberal
de la Revolución Constitucionalista
Olvidada hasta el año 2000, cuando el colectivo Baile del
Sol de las islas Canarias la reeditó, Sangre en el trópico tuvo
cierta repercusión internacional. Fue comentada en México
_________________________
5. Martín F. Rand: Los novelistas de la Revolución Mexicana. México, 1949,
pp. 231-232.
6. La mascota de Pancho Villa en el núm. 9, de 1935, p. 449; Obregón, Toral
y la Madre Conchita en el núm. 13, 1939, p. 236.
7. Hernán Robleto: Obregón, Toral y la madre Conchita. México, Ediciones
Botas, 1935, p. 5.
8. Ibíd., p. 228. En Nicaragua también fue reseñada esta obra. Véase a Cristiano Paguagua Núñez: “El último libro de Hernán Robleto”. Suplemento.
Revista Ilustrada Centroamericana. Managua, núm. 2, octubre, 1935.
112
Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
por los críticos de El Universal (Carlos González Peña), El
Nacional (Gustavo Ortiz), Revista de Revistas (R. A. Sosa Febreyro) y en España. El guatemalteco José Rodríguez Cerna lo
hizo desde Madrid: “Resiste victoriosamente la comparación
en el paisaje, y aún lo supera, con José Eustasio Rivera, autor
de La Vorágine”.9 La Voz, también de Madrid, le prodigó otro
elogio: “El verbo de Hernán Robleto es más recio que pulido,
cantando la truculenta epopeya de su tierra hacia un objetivo
común: la libertad”. No menos laudatorios fueron las reseñas
de otros dos periódicos madrileños: La Época y El Liberal.
Pero fue Luis Bello en El Sol quien acertó de lleno al afirmar
que Sangre en el trópico era “un libro más lleno de verdad que
de literatura”.10
Su valor testimonial, pues, estaba a la vista y, simultáneamente, su carácter de crónica enérgica e impresionante. Una
crítica contemporánea anota: “Hay páginas completas de grotescos detalles en los que Robleto, a base de oraciones cortas y
con esa fidelidad de la prosa periodística, recoge toda la ferocidad del momento”.11 Y el connotado crítico Enrique Anderson
Imbert advierte que “documenta los sufrimientos de los hombres, la violencia de la lucha y —lo que es más importante—
la acción devastadora de la naturaleza con sus enfermedades
sociales”.12
_________________________
9. En solapa de Obregón, Toral y la Madre Conchita., óp., cit.
10. Luis Bello: Sangre en el trópico. El Gráfico, Managua, año V, núm. 217,
12 de octubre, 1930.
11. Nydia Palacios: Antología de la novela nicaragüense. Managua, Fondo
Editorial, CIRA, 1989, p. 9.
12. Enrique Anderson Imbert: Historia de la literatura hispanoamericana. (4ª
ed.) México, Fondo de Cultura Económica, 1964, p. 88. Otro crítico más
especializado, el chileno Lautaro Yankas, considera definitivo su valor
dentro de la evolución novelística de Hispanoamérica: “En mis estudios
(…) determiné de modo categórico la preeminencia narrativa de Miguel
Ángel Asturias en el área centroamericana, sin que ello signifique desconocer el aporte señero de escritores como Hernán Robleto” (“Miguel
Ángel Asturias y una tetralogía del Caribe”, en Anales de la Literatura
Hispanoamericana, núm. 1, Madrid, Universidad Complutense / Consejo
Superior de Investigaciones Científicas, 1972, p. 223).
Ensayos y artículos
113
Dentro de sus recursos, los cuales dinamizan e intensifican la narración, Robleto crea permanentes expectaciones en
el lector desde el inicio de la novela: la ansiosa espera de 22
jóvenes liberales del barco que los conducirá a la costa atlántica de Nicaragua desde Puerto México. Mientras ponderan
las excelencias de la embarcación, esta resulta ser una simple
gasovela (de motor y vela). Se acentúa la expectación cuando
un viejo marino español, dueño del hotel donde se hospedan,
les previene: No es que les desee mal; pero no llegan. Eso es
una locura. Y luego tan cargada como piensan llevarla…13 La
tensión crece aún más cuando se enteran de que hay un plazo
fijo para que la embarcación arribe a su destino: quince días.
Además, La Carmelita —cargada de contrabando: armas y explosivos— tendrá que desafiar el mar Caribe y sortear un mar
infestado de buques enemigos. “Bastaba un cañonazo porque
con aquella barriga llena de explosivos la punta de un alfiler
era suficiente para hacerla reventar”.14
La repetición de frases es otro recurso interesante. Una
de ellas sirve de leitmotiv en algunos capítulos y secuencias.
Aludo a la que va cobrando, poco a poco, significación: la
imitación onomatopéyica del sonido del pequeño motor de La
Carmelita: “chas chasrrachaschás…”. Un tercer recurso es el
contraste, como el del capítulo octavo al describir Robleto los
sufrimientos y peligros de los trabajadores explotados en las
plantaciones bananeras, concluyendo: “Cada barco llevaba millares y millares de racimos, hasta los puertos de Norteamérica.
En los cabarés de gran lujo, las orquestas, los cantantes, de
smoking, rendían homenaje al banano tropical…”.15
Pero Sangre en el trópico no es propiamente —como lo indica el subtítulo propagandístico de la editorial Cenit—, la novela de la intervención yanqui en Nicaragua, sino la triunfante
_________________________
13. Hernán Robleto: Sangre en el trópico. Novela de la intervención yanqui en
Nicaragua. Madrid, Editorial Cenit, 1930. p. 44.
14. Ibíd., p. 46.
15. Ibíd., p. 86.
114
Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
versión liberal de la llamada Revolución Constitucionalista.
Partidarista, Robleto ataca a los conservadores que, auxiliados
por la intervención norteamericana, luchan por perpetuarse en
el poder: “Los soldados, los diplomáticos yanquis sostienen la
oligarquía conservadora en Nicaragua, Adolfo Díaz, Emiliano
Chamorro, Diego Manuel Chamorro, otra vez Emiliano, otra
vez Adolfo Díaz… eso era insoportable”.16
Tres secuencias se deslindan en esta novela de acento épico. La primera es conformada por la travesía en La Carmelita
del grupo de rebeldes padeciendo lo indecible: el calor, la sed
agobiante, el hacinamiento, la escasez de provisiones, el mareo, el hedor de las gallinas que llevan a bordo para alimentarse. A esto se suma la presencia de un destroyer norteamericano
(U.S.S James K. Paulding), el mal tiempo que culmina con
un huracán, el ataque de una escuadra hondureña en aguas de
Honduras; en fin, quince noches y quince días terribles hasta
alcanzar el puerto de Río Grande, cuartel general de los liberales.
La segunda secuencia, alterna y paralela a la primera, es
protagonizada por un grupo de marines. Comandados por el
sargento Clifford D. Wilson, se dirige desde la base de Guantánamo, en Cuba, hacia Puerto Cabezas, Nicaragua, reducto del
gobierno liberal, con el pretexto de “proteger las vidas y las
propiedades de norteamericanos”. Pero, en realidad, su misión
es colaborar con las fuerzas conservadoras y obstaculizar las
tropas liberales. Van en el citado destroyer que divisa en el Caribe, menospreciándola, a La Carmelita con tres ametralladoras sobre cubierta, guardias en popa y en vela y una enarbolada
bandera de México. “Clifford D. Wilson era fuerte —lo describe Robleto—, quemado por la llama del sol tropical, de ojos
muy azules, rudo, valiente”.17 Había sido siete años capataz de
un ingenio en Cuba, al servicio de una compañía yanqui y despreciaba a los negros y a los greasers: los mestizos mexicanos
_________________________
16. Ibíd., p. 72.
17. Ibíd., p. 73.
Ensayos y artículos
115
y demás hispanoamericanos. Se interna con sus doce hombres
en la selva y es atacado por una columna liberal, perdiendo varios de sus hombres. Los sobrevivientes, perdidos, llegan a una
choza donde encuentran a una mujer tullida y a su hija, cuyo
nombre se revelará hasta el final: María. Clifford arrastra a la
muchacha a la espesura del monte y la viola brutalmente.
La tercera secuencia, continuación de la primera, describe
la encarnizada lucha entre liberales y conservadores, quienes
se habían atrincherado en Laguna de Perlas, al norte de Blueflieds. El ejército liberal, avanzando penosamente, asalta y
conquista la plaza. La Carmelita y sus tripulantes participan en
la acción. Dos de ellos pierden la vida. “¿Prudencia, paz, arreglos políticos, esperanza pacífica? No. Hay que ganar con el
fusil, con el marrazo, con la ametralladora. Hay que derramar
sangre” —había comentado el narrador extradiegético, pues no
aparece en la historia que cuenta.
Robleto se proyecta en el coronel Romero, jefe del contingente de La Carmelita. “Lo conocían de nombre, por sus
campañas de prensa y la participación que había tomado en
todas las revoluciones contra los conservadores de Nicaragua.
Ahora llevaba cerca de diez años expatriado, en México”.18 Lo
mismo que el autor. Héctor se distingue por su buena educación e ideales patrióticos; es héroe humano y, por tanto, falible:
sucumbe a la tentación de la carne. En su fatigante marcha
hacia la capital en el Pacífico, viola a la mujer campesina que
comparte lo poco que tiene para comer. Pero luego se arrepiente. Sin embargo, la mujer no había ofrecido resistencia ni se
incomoda por la acción de Romero. Le parece natural.
Al final de la secuencia, Héctor y Clifford coinciden en el
monte, pero no como enemigos, ya que Estados Unidos permanece oficialmente neutral. Conversan sobre la guerra y el
autor sugiere la posibilidad de una armonización, sobre todo
por las opiniones del soldado Buster Hill, en desacuerdo con la
_________________________
18. Ibíd., p. 32.
116
Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
intervención de su país. El mismo tema se elabora en el capítulo siguiente, el XXV, cuando dialogan un joven liberal herido
y el capitán Pratt, militar bien intencionado del ejército norteamericano. En el XVI se describe el arrollador avance de los
liberales, no sin elogiar a sus jefes: El centro lo cubre Moncada, calculador, exacto, inconmovible. Al sur van los cuerpos
exploradores, las guerrillas fatídicas. Después camina Escamilla con el tren de guerra, almacenes ambulantes que deben
estar con toda oportunidad en los sitios en que la demanda de
provisión se hace necesaria… Moncada, encerrándose con audacia entre los fuegos del enemigo; pero el núcleo sitiado, se
abre como unas tijeras y parte al ejército conservador, que se
ve atacado enseguida por los refuerzos leoneses y segovianos.
Parajón, Castro Wassmer, Sandino, Caldera, acudían tragando leguas. Así queda deshecho todo, hasta el Estado Mayor del
Gobierno de Managua.19
En el mismo capítulo XVI se refiere la intervención diplomática de los Estados Unidos, a través del pacto StimsonMoncada, para concluir la guerra a cambio de que “los Estados
Unidos no intervendrán a favor de nadie en las elecciones que
deben practicarse en Nicaragua, y en las que el pueblo manifestará su deseo irrestricto.”20 En el XVII Héctor, entristecido
por la muerte de casi todos sus compañeros, débil y enfermo,
se recupera en un hospital establecido por los norteamericanos.
Allí lo visita Clifford, quien ha cambiado su percepción de los
nicaragüenses: ahora los respeta y admira. En el XVIII, que es
el último, el mismo Wilson desea reparar el daño causado a la
“india” María, la busca, se entera que tiene un hijo suyo y se
casa con ella.
Con este fin de novela rosa termina Sangre en el trópico, considerada por Nicasio Urbina una novela de aventuras
_________________________
19. Ibíd., pp. 258-259.
20. Ibíd., p. 264.
Ensayos y artículos
117
que mitifica la idea de Nicaragua “tan pequeñita y tan dulce”.21
Pero en ella predomina el partidarismo y la exaltación del
triunfo político-militar de los liberales al someterse a los designios intervencionistas. Por eso su autoepígrafe no pudo ser
más elocuente: “Este no es un libro de odio, a pesar de que hay
muchos motivos para odiar”.22
Escrita durante diecisiete días, entre el 7 y el 24 de octubre
de 1929, cuando ya el partido de Robleto estaba en el poder,
Sangre en el trópico fue una proeza escritural, superior a la
conjunta de Rubén Darío y Eduardo Poirier en Emelina (1887);
un logro que, a pesar de su simplismo épico, significó el primer
esfuerzo de un nicaragüense por captar, al menos en parte, la
compleja realidad del país. Una novela a la altura de su tiempo
y la más valorada, hasta entonces, fuera de las fronteras nacionales.
Los estrangulados: fervor regionalista vs
intervencionismo financiero
Animado por la repercusión de Sangre en el trópico, Hernán Robleto acometió una segunda novela marcada por la turbulencia de los conflictos políticos: Los estrangulados (1933).
Escrita en dos años y difundida también, como se dijo, por la
Editorial Cenit de Madrid, su trasfondo histórico no es tan preciso como el de la novela anterior, pero se ubica cronológicamente dentro del período de la ocupación norteamericana, entre 1912 y 1925. Asimismo, su contenido resulta coherente con
el subtítulo: El imperialismo yanqui en Nicaragua. Aún más:
es otra de las primeras novelas antimperialistas del continente,
precedidas por El problema (1898) —ya citada— y La sombra
de la Casa Blanca (1927), ambas del guatemalteco Máximo
Soto Hall (1871-1944), y en Nicaragua —desde luego—, por la
ya analizada Ramón Díaz (1930) de Jerónimo Aguilar Cortés.
_________________________
21. Nicasio Urbina: “Introducción”, en Hernán Robleto: Sangre en el trópico.
La novela de la intervención yanqui en Nicaragua. Tacoronte, isla de Tenerife, Baile del Sol, 2000, p. 21.
22. Hernán Robleto, Sangre en el trópico, óp., cit., p. 9, sin numeración.
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Otro autoepígrafe, más explícito y elaborado, la precede:
¿Fantasía, divagación apasionada y exagerada? Nada de eso.
Desde los métodos de explotación del capitalismo yanqui en
los pobres países débiles, desde el acecho del tigre y la exaltación del alma criolla hasta la realización de la leyenda, todo
en estas páginas es vivo y actual. / Alguien dirá que ellas son
tendenciosas antes que novelescas. Me gustaría mucho que todos los lectores pensaran lo mismo. Este libro tiene la tendencia hacia la libertad.23
No hay aquí reconciliación posible, sino dramática confrontación y, de acuerdo con Ramón Luis Acevedo, se articula la
violencia política con la recreación fervorosamente regionalista del ámbito campesino de Chontales. “De esta manera, logra
presentar una visión más abarcadora el mundo nicaragüense”.24
Y Acevedo procede a señalar que la lucha nacionalista y la intervención armada quedan en segundo plano, ya que a Robleto
lo que más le interesa es la penetración económica del imperialismo. La intervención política y militar viene acompañada por
la intervención financiera. Se trata de “la nueva norma internacional: la diplomacia del dólar”.25 Afirma el narrador:
Las ofensivas modernas son el negocio. Fenicia resucita,
pero con cobardía. Los nuevos imperios (no bastan el mito de
las elecciones y sustituciones respetuosas de presidentes constitucionales) agotan por la deuda a los pueblos chicos. El nuevo aspecto de la conquista tiene por base el hambre… El dólar
vale más que un cañón.26
Controlado por los norteamericanos, el Banco Nacional de
Nicaragua, Incorporado instaura una moneda —el córdoba, a
la paridad del dólar— y fija su circulación. La compañía Mercantil de Ultramar, compañía norteamericana, tiene el virtual
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23. Hernán Robleto: Los estrangulados: el imperialismo yanqui en Nicaragua. Madrid, Editorial Cenit, 1933, p. 7 sin numeración.
24. Ramón Luis Acevedo: La novela centroamericana, óp., cit., 456.
25. Hernán Robleto: Los estrangulados, óp., cit., p. 78.
26. Ibíd., p. 110.
Ensayos y artículos
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monopolio de las exportaciones. Los Estados Unidos también
controlan el ferrocarril y las aduanas. Esta situación se denuncia en Los estrangulados, cuyo título procede de la siguiente
reflexión de su protagonista, Gabriel Aguilar: “Ya en nuestra
tierra es un crimen tener algo. Todo lo absorben los yanquis.
Nos estrangulan… Ya Nicaragua es un país de estrangulados”.
A los últimos no les queda otra alternativa que la rebelión.
Aguilar (“tiene veinticuatro años y posee una cabal comprensión humana”) es dueño de una hacienda cafetalera, “Las
Lilas”, ubicada en las Sierras de Managua. Huérfano de padre
y madre, vive allí y es muy querido por sus peones. Para levantar la cosecha en diciembre, acude al banco. Obtiene un
préstamo bajo las condiciones impuestas por el gerente, míster
Looder, que “gana un salario mayor que el del presidente de
la república” y venía de intervenir financieramente en Cuba,
Santo Domingo y Filipinas; no bebe agua de Nicaragua, sino
agua mineral envasada en Inglaterra” y fumaba habanos gruesos, cuya ceniza llena “el recipiente de porcelana, muy chusco
y muy yanqui”.27
Al terminar la cosecha, y debido a maniobras de las compañías exportadoras, se da una baja en los precios internacionales,
propagándose en Nicaragua la noticia de que no hay mercado
para el grano. Los cafetaleros se ven obligados a vender, a precios muy bajos, a la Compañía Marítima de Ultramar (“a la que
el pueblo llama de Ultratumba”); Gabriel no puede cancelar su
préstamo y pierde su hacienda, pasando esta a manos norteamericanas. Entonces se marcha a Chontales para adquirir una
hacienda ganadera al final de la frontera agrícola, o sea, al borde la selva. Desde allí opone resistencia al intervencionismo
financiero que ha padecido y al imperialismo en general.
Dentro de esta dialéctica, el autor se inspira en el ejemplo
nacionalista de Augusto C. Sandino —aunque no se refiera a
él— para forjar el desenlace de su novela. Se ha desatado una
_________________________
27. Ibíd., p. 28.
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guerra civil y los conservadores requisan el ganado que Aguilar envía a Managua. En respuesta, decide ayudar a los guerrilleros liberales y los aviadores yanquis bombardean su hacienda. Aguilar opta por unirse a las guerrillas, pero su visión es
amarga y pesimista. “Ellos saben que pelearán sin esperanza,
porque es imposible vencer a los Estados Unidos, pero hay un
destino en los pueblos de sangre cálida, de herencias saguntinas, que los empuja al sacrificio como una ineludible deber”.28
Además de míster Looder, el soldado Peter Robinson encarna a los estranguladores. Tiene varios encuentros violentos
con Gabriel, quien ejecuta a Robinson al final de la novela.
Ronbinson, colgante de un árbol, muere estrangulado.
Como en Ramón Díaz de Aguilar Cortés, al poder extranjero se le enfrenta la región, mejor dicho, el ámbito campesino
de Chontales, entrañable para Robleto desde Sangre en el trópico. De manera que su fervor regionalista lo expande en Los
estrangulados, transformándolo en escenario-personaje y consagrándole más de la mitad de la obra. Los tipos populares, sus
costumbres, sus tareas relacionadas con la actividad agropecuaria, sus leyendas y supersticiones, en fin, la naturaleza sirve
de sostén a su mundo. Acevedo es muy explícito al respecto:
El campo chontaleño se presenta como un medio duro,
misterioso, libre y hermoso. La hacienda “Los Bosques” de
Aguilar colinda con la selva virgen. Es un mundo pródigo que
responde afirmativamente al trabajo del hombre. Robleto describe las duras faenas del campo en la reconstrucción de la
hacienda, sobre todo, la doma de caballos y la persecución del
ganado cimarrón. También describe las fiestas de sabor autóctono, como las que se celebran el día de San Juan y en la hacienda de Juan Lunas. Se recrea con mucho vigor y colorido
una corrida de patos y la competencia del gallo enterrado. En la
primera, los jinetes tratan de arrancarle la cabeza a un pato, cabalgando a toda carrera. En la segunda, con los ojos vendados,
_________________________
28. Ibíd., p. 181.
Ensayos y artículos
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deben cortar la cabeza de un gallo enterrado hasta el pescuezo,
utilizando un machete. Entre los personajes populares que se
destacan en Chontales, llama la atención Sebastián el curandero, un viejo conocedor de todos los secretos de la naturaleza
que se une a los revolucionarios como baqueano, combatiente
y médico.29
Otro personaje popular, más definido y próximo a Gabriel,
es tío Cándido. En él se representa al mundo chontaleño que
añora desde su estadía en “Las Lilas”, pues era nacido y criado
en Chontales. Es maniático, viejo y achacoso, pero cuando regresa con Gabriel a sus llanerías rejuvenece; así, Robleto logra
transformarlo en símbolo de la resistencia nacionalista: participando en acciones guerrilleras, muere en una de ellas.
De ritmo verbal lento, Los estrangulados resulta superior
a Sangre en el trópico como novela: es más elaborada, con
mayores y mejores descripciones, aunque menos intensa que
aquella; sin embargo, posee capítulos memorables. Uno de
ellos es el X, último de la primera parte, antes de que Aguilar
se trasladase a Chontales. Se trata de las únicas páginas ambientadas en Managua, donde es narrado un tumulto popular
antintervencionista. En resumen, con ambas novelas Robleto
“dio un paso firme que llevó a la narrativa nicaragüense de la
nadería a la protesta”, de acuerdo con Lizandro Chávez Alfaro.30 No en vano Los estrangulados fue traducida al alemán
y publicada, dos años después de su edición en español, con
el título de Gabriel Aguilar.31 Un ensayo, “Die Amerianische
Rassenfrage” (“El problema racial en América”) —firmado
_________________________
29. Ramón Luis Acevedo: “Hernán Robleto (1892-1968), novelista”, Boletín
Nicaragüense de Bibliografía y Documentación, núm. 60, febrero-abril,
1989, p. 39
30. Lizandro Chávez Alfaro: “Nación y narrativa nicaragüense”. Casa de las
Américas, año XX, núm. 120, mayo-junio, 1980, pp. 70-71.
31. Hernán Robleto: Gabriel Aguilar. Ein Bauernschicksal aus Nicaragua.
Berechtigte Ubersetzung, Einfukrung und Nachwort von G. H. Nuendorf.
Leipzig, Hans Müller Verlag, 1935.
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por George Hellmuth Neundorf— figura como epílogo.32 Según Acevedo, existe también una traducción holandesa de esta
novela.33
Una mujer en la selva y su tremendismo verosímil
La siguiente novela de Robleto casi pasó inadvertida. Apenas a un año de su publicación en Ediciones Ercilla de Santiago de Chile, 1936, le fue dedicada una reseña en los Estados
Unidos.34 Se trata de Una mujer en la selva, cuyo subtítulo no
podía ser más explícito: novela americana. Y eso fue, realmente, si el adjetivo americano se identifica con una naturaleza
colosal, de un dinamismo y un colorido avasalladores. Por su
temática también resulta americana, ya que narra —recreada
con una admirable prosa barroca— la historia de Emilia Rivera, bisnieta de un pirata inglés y “muchachita nerviosa del
trópico nicaragüense”.
En Una mujer en la selva, Robleto despliega su conocimiento de dicha región y eleva a categoría de ficción novelesca una leyenda de Mesoamérica, literariamente fijada por
vez primera en Rusticatio Mexicana (1781), del poeta jesuita
—oriundo de Guatemala— Rafael Landívar.35 Me refiero a los
monos raptores de mujeres que el mismo Robleto —como lo
informa en su autobiografía, había escuchado en su infancia
en los departamentos de Chontales y Boaco. “En un límite no
muy distante [de Camoapa] empezaba la montaña ruda, llena
de leyenda, de fieras en los lavaderos” y “Boaco es el motivo
de la mayor parte de mi producción literaria, especialmente
en lo regional. Mi novela Una mujer en la selva, nace de una
_________________________
32. Traducido por Eduardo Siero Barahona en Revista Conservadora del Pensamiento Centroamericano, núm. 10, noviembre, 1969, pp. 34-40.
33. A cargo de P. Thirty y editada en Ámsterdam por la Wereldbiblioteck, en
1937; véase a Ramón Luis Acevedo: La novela centroamericana. Óp., cit.,
p. 484.
34. Véase Willis K. Jones en Books Abroad, núm. 11, 1937, p. 235.
35. “Cercopithecos en Ometepe”, Lengua, núm. 35, noviembre, 2010, pp. 17-19.
Ensayos y artículos
123
leyenda con muchos visos de verosimilitud, conocida allá hace
más de medio siglo” —escribía en 1960 Robleto.36
Obviamente, el apellido de la protagonista remite al del
autor de La Vorágine (1924), la novela de la selva por antonomasia, del colombiano José Eustasio Rivera (1888-1928), cuya
estructura Robleto imita. En efecto, ambas obras las enmarcan
prólogos y epílogos de sus autores. En el caso de Rivera, la
presentación de los “manuscritos” de Arturo Cova; en el de
Robleto, la del relato de Emilia, redactado en antiguo y durable papel San Lorenzo, precedido de un año: 1842. Artificio
—vale recordarlo— utilizado por Cervantes en Don Quijote de
la Mancha (1605).
“En estas páginas que resucito para aventarlas a las fauces
de la curiosidad contemporánea —señala Robleto en el “Proemio”— […] me parece que hasta hay indicios de locura. Están
escritas con carbón, sustancia fácil, allí donde el fuego baja
en los dientes del rayo que muerde los árboles”.37 Y es que el
narrador se limita a transcribir el texto de Emilia que, accidentalmente, encontró dentro de una cueva, considerándolo un hecho real. “Y yo voy feliz, porque llevo el tesoro del manuscrito
dentro del pañuelo rojo que, en la noche de la cueva, me sirvió
para ahuyentar a los murciélagos” —concluye.38
Por lo demás, el relato de Emilia es continuo desde el capítulo I hasta al XVIIII que termina con una frase: “Yo tengo que
huir…”.39 A lo largo de esos capítulos refiere su pasado, desde que era una muchacha educada de provincia, con amplias
lecturas, pasando por el rapto del mono y su vida con él en la
selva —que incluía el acoplamiento sexual— hasta su lenta
y definitiva transformación zoológica. O sea, una experiencia
_________________________
36. Hernán Robleto: Nido de Memorias. Poesía y tragedia en el Caribe.
México, Libro Mex Editores, 1960, pp. 25 y 36.
37. Hernán Robleto: Una mujer en la selva. Santiago de Chile, Ediciones Arcilla, 1936, p. 14.
38. Ibíd., p. 15.
39. Ibíd., p. 159.
124 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
originalísima y trágica, pues Emilia —ya fallecido de viejo el
mono, a quien llamaba Jongo— intenta regresar a la civilización; pero advierte que causa pavor a los humanos. Como ella
misma lo confiesa: he perdido la costumbre de hablar y, verdaderamente, debo estar horrorosa con mi mueca y mutismo,
con mi cuerpo apenas disimulado con el escaso taparrabos de
hojas, con mis mechones grises e hirsutos, mi ojos animalizados, mis pechos colgantes, mi piel tostada y cubierta por vello
espeso y rojizo.40
En principio, Una mujer en la selva es una novela tremendista; sin embargo, Robleto, en su ejecución laboriosa, la torna
lo más verosímil posible. En esa línea, todos los capítulos del
diario de Emilia contienen exuberantes descripciones y situaciones angustiosas: Los intestinos gritan sus necesidades de
alimento, en un vacío de varias horas de abandono. El mono
está enfrente, sin desviar su mirada de mi cuerpo. Y a un lado,
en un rincón de mi nido vegetal, están las frutas que él ha
llevado para mi regalo. Frutas desconocidas, de olores penetrantes que me marean: palmito tierno, más sabroso que el espárrago; cocos rotos en las estopas y que se me figuran con su
nuez reluciente la cabecita de un niño; coyoles mucilaginosos;
anonas de miel; caimitos de doble color; tubérculos de ámbar… Pero no pruebo uno solo de esos manjares. Y me hundo
en la aflicción como en un pozo infinito que me va tragando.41
Igualmente, las reflexiones —a veces excesivas— y los
recuerdos entrañables no se hacen esperar. Entre los últimos
figuran los de su pueblo:
¡Aquel es el pueblo! Es el pueblo, porque emergen las dos
torres redondas de la iglesia como índices insustituibles. Aquel
es el pueblo, porque dentro del cuadro del cielo azul se recortan como en relieve oscuro las palmas de los cocoteros sembrados en el atrio. Aquel debe ser el pueblo, ampliado con los
irregulares manchones de las casas enjabegadas, circundando
_________________________
40. Ibíd., p. 147.
41. Ibíd., p. 46.
Ensayos y artículos
125
las colinas con cultivos (…) Cosa rara: hasta ahora me acuerdo de Moncho, el niño de la Sebastiana, que salía de Arcángel
en las procesiones. Moncho debe ser hombre completo, tal vez
un anciano. Cuántos quedan atrás, Dios mío. Ya debe haber
muerto don Juan Ronco y de seguro que no se oye más, en la
casa del Calvario, el tilín-tilín del yunque del herrero, del viejo
Guadalupe Iglesias, que tenía una profunda máxima en sus borracheras: “La Vida es la vida”. ¿Seguirá escribiendo cartas
de amor a las criadas Rodolfo Almanza?42
Don Otto y la Niña Margarita: complejidad
psicológica y denuncia social
Pero la novela más compleja de Robleto es Don Otto y la
Niña Margarita (1944), escrita al inicio de la Segunda Guerra
Mundial: durante los meses de octubre y noviembre de 1940.
De manera que la crítica al nazismo que Robleto formula en
ella no es fortuita. El personaje central, don Otto, es un alemán despótico y racista, admirador del Führer, dueño de una
hacienda de café, en la cual acontece la novela. Su localización
no se especifica, pero se sabe que no está lejos del Pacífico y
que la acción se ubica en Nicaragua.
Don Otto, manteniendo una gran distancia con sus trabajadores —una numerosa población de origen indígena—, reina sobre ellos como todo un señor feudal. Con él vive su hija
Margarita, cuya madre —ya fallecida— era una dama criolla.
El rico hacendado cree en la superioridad de la raza aria; rinde
culto al orden, a la jerarquía, a la máquina, al poder militar; y
trasmite sus valores a Margarita, obligada a vivir recluida en
la casona de la hacienda, sin poder relacionarse con nadie, ni
siquiera con los grupos “distinguidos” porque resultan inferiores. Tampoco puede intimar con su padre y se resigna, de
dieciocho años, a reprimir sus ímpetus naturales de expansión
vital: se siente presa, tiranizada.
_________________________
42. Ibíd., pp. 142-146.
126 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
No obstante, Margarita sucumbe ante la atractiva virilidad de Julián, sirviente indígena de la familia: aprovechando
la ausencia del padre, inventa un paseo al mar ordenando al
sirviente que la acompañe. Allí, apasionadamente, se le entrega. Luego se torna más fría y distante. Julián tiembla ante lo
inverosímil.
La acción se desencadena con la muerte de uno de los peones, Martín, sorprendido robando en el maizal de la hacienda.
“El vicio de robar solo se cura con bala” —comentó don Otto
el hecho. La viuda, Lacha, ha quedado con un niño recién nacido y recibe algunas muestras de compasión y generosidad de
parte de Margarita. En esta actitud se percibe —señala Ramón
Luis Acevedo— “una extraña identificación de la Niña Margarita con esta mujer que, como ella, padece de soledad y, quizás,
también exista una vaga conciencia de que ella y su padre son
indirectamente responsables de sus desgracias”.43
A continuación, la Lacha se venga del cuidador que ha matado a Martín, clavándole un cuchillo y huyendo a la montaña.
Mientras tanto, se produce una revuelta armada, a la que se han
incorporado los peones de don Otto. Los soldados gobiernistas, irrumpiendo en la hacienda, otorgan a Margarita decidir la
suerte de Julián, acusado de aliarse con los revoltosos. Julián le
suplica que lo salve, pero la “Niña” ordena que lo fusilen. Este
es el pasaje final de la novela.
La Niña Margarita está firme sobre sus piernas fuertes,
doradas en una transparencia de contraluz. La nimba con reflejos áureos esa misma reverencia de sol. Va a hablar. Adquieren sus labios una delgadez de filo, empalidecen. Dicen
caramente una palabra: —¡Llévenselo!44
_________________________
43. Ramón Luis Acevedo: “Hernán Robleto novelista”. Boletín Nicaragüense
de Bibliografía y Documentación, núm. 60, febrero-abril, 1989 p. 42.
44. Hernán Robleto: Don Otto y la niña Margarita. Managua, Imprenta Democrática, 1944, p. 187-188.
Ensayos y artículos
127
Otros tres personajes enriquecen la novela. Santos, un colono endeudado con el alemán, es uno de ellos. Septuagenario
y sumiso, se transforma al convertirse en revoltoso, mejor dicho, se va liberando de su condición de inferioridad; pero no
logra vengarse de don Otto, a quien los soldados revoltosos
respetan. Por su parte, Antolín —quien ha defendido a la Lacha de una escolta de soldados que la perseguían, matando a
dos e internándose en la montaña— es un peón que la revuelta
también transforma, en este caso, en “general”. Antolín regresa
a la hacienda y, sorpresivamente, lanza vivas al patrón que lo
halaga y brinda con él por el triunfo de la “causa”.
El tercer personaje interesante es don Lorenzo, un cantinero cuyas opiniones se contraponen a las de don Otto. Don Lorenzo cuestiona la mitología del progreso y la superioridad de
los países desarrollados. Con motivo del tema de la posibilidad
de petróleo en Nicaragua, el siguiente diálogo es un ejemplo de
esa desmitificación. Habla primero don Lorenzo y le contesta
don Otto:
—(…) Usted no sabe que esto del petróleo está en
la ruina de la humanidad. Es como una niña bonita
rodeada de hombres con ganas. Es una desgracia
porque la riqueza del aceite no la logran los pueblos donde se halla, sino las naciones grandes, que
necesitan combustible para sus aviones, sus trenes
y sus barcos.
—Eso es necesario para la guerra.
—Pues por eso. Las naciones civilizadas solo en eso
piensan: en la guerra. Creo que al petróleo ese le
llaman oro líquido.
—Ni más ni menos. Es como oro, es más que oro,
porque se compra con oro. Yo lo prefiero al metal.
—Malditos sean el oro y el oro negro. El que sacan de
las minas de por acá lleva sangre. Las cavernas, los
túneles que se aterran destripando a los trabajadores;
los gases dentro de la tiniebla; la falta de aire…
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—Ustedes, las tierras nuevas, tienen oro en abundancia.
—Herencia nociva.
—Nosotros se lo compramos.
—A un precio barato, para decir después que nos
vienen a civilizar. Y solo nos dejan el cascarón.
—Es la ley del más fuerte.
—Bonita ley. Mejor estamos en la anonimidad.45
Don Lorenzo fallece siendo fiel a sus ideas: de piorrea alveolar, es decir, por no usar cepillo de dientes. Sin embargo, su
muerte aporta una nota de ambigüedad en la novela. El autor
comparte sus opiniones, aunque el personaje tienda a exagerarlas. Con todo, hasta los peones tienen conciencia de que “el
progreso llega en explosiones, con dinamita, con sangre, con
extorsión”.46
Los personajes de Don Otto y la Niña Margarita, relacionados con los de Sangre en el trópico y Los estrangulados,
poseen mayor complejidad psicológica. Asimismo, Robleto no
idealiza la región como en esas dos novelas. Lo más relevante
es la denuncia del sistema. La hacienda de don Otto, además de
cosechar café, abarca la explotación de madera. Otro comentario suyo, en torno al destino que espera a sus peones encargados de cortar árboles madereros, subraya su carácter: “—Este
año… solo murieron veintisiete indios en los bosques. ¡Y se
quejan! Si estos salvajes se quejan por todo”.47
Robleto describe con sórdido realismo la vida infrahumana
de los peones y su explotación en los comisariatos, donde se
ven obligados a dejar su escaso salario y a ser engañados por el
almacenista, hombre de plena confianza del patrón. El caserío
de la peonada, por ejemplo, hedía a sudor casi solidificado,
_________________________
45. Ibíd., pp. 27-28.
46. Ibíd., p. 84.
47. Ibíd., p. 88.
Ensayos y artículos
129
a pies, a rebaño, a pocilga. Allí no había una sola guitarra,
ninguna vela de sebo pegada a los horcones. Desde antes de la
caída de la tarde, todo era sombra, todo era abandono. Sueño. Caían los párpados; los cuerpos se restregaban entre comezones de piojos y de niguas, de garrapatas llevadas desde
el monte, de incomodidades entre apelotamientos. Ronquidos,
suspiros, quejidos. Una manotada en la oscuridad y los gases
ruidosos saturando las barracas. Viejos, hombres fuertes, mujeres, niños de ambos sexos se prensaban bajo la inequívoca
piedad del sueño. Dormir. Echarse a lo largo, roncar en un
concierto disímbolo, de satisfacción y amigdalitis sifilítica…48
La denuncia social, por tanto, sustituía el partidarismo político de Robleto. Pero no fue señalada en su momento. Solo
Ramiro de Córdoba, un escritor guatemalteco, llegó a comentar Don Otto y la Niña Margarita recién aparecida.49 Y María
Teresa Sánchez reprodujo en su revista Nuevos Horizontes uno
de sus capítulos.50 Durante los años ochenta, en sus respectivas
obras, la analizaron Acevedo y Palacios. Y hasta en 2001 Nicasio Urbina le dedicó un artículo donde la revaloraba. He aquí
uno de sus párrafos:
Es importante consignar la reacción de Robleto ante el
social-nacionalismo alemán de la década de los cuarenta. Entender esta posición nos ayuda, a la vez, a entender su antimperialismo. Su crítica de la superioridad racial propuesta por
el nazismo es tajante y lo demuestra claramente en esta novela. Robleto ridiculiza a don Otto sin compasión, y lo presenta como un ser mezquino, con un complejo de superioridad
desmedido. En el capítulo XXX alude a una invasión de espías alemanes, y en el IV don Otto habla del Imperio Mundial
_________________________
48. Ibíd., p. 83
49. Ramiro de Córdoba: “Dos novelas nicaragüenses [Cosmapa de José Román y Don Otto y la Niña Margarita de Hernán Robleto]. Élite, mayo,
1944, pp. 25-26.
50. María Teresa Sánchez: “Un capítulo de la novela de Hernán Robleto Don
Otto y la Niña Margarita”. Nuevos horizontes, núm. 6, octubre, 1944, pp.
68-69.
130 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Alemán, pero también reconoce el espíritu trabajador de los
emigrantes alemanes, y la prosperidad de sus inversiones… El
autor acepta en algunos casos las ventajas del temperamento
alemán, así como acepta la eficiencia norteamericana; no se
amedrenta, sin embargo, ante el poderío de levantar su voz a
favor de los campesinos e indígenas. Tanto el antiimperialismo
de Robleto como su antinazismo nacen de una conciencia nacionalista y justiciera…51
Brújulas fijas: homenaje al emigrante
español en Hispanoamérica
Tanto la penúltima como la última novela de Hernán Robleto fueron galardonadas. Brújulas fijas (1961) obtuvo el Premio Único para novela hispanoamericana del Club de España,
de México; e Y se hizo la luz (1967) el Premio Nacional Rubén
Darío, 1966, rama de narrativa. Pero ambas significaron un retroceso en su novelística, a la que aportan muy poco.
Brújulas fijas constituye un homenaje al emigrante español en América, o más específicamente, en tierras que habían
pertenecido a la patria madre. Bernardo Rodríguez, joven labriego, es el protagonista: procedente de España en el barco
“La Fortuna”, tras una larga y monótona navegación, llega a un
país tropical donde encuentra acogida. Trabaja primero como
hulero en la selva, pero se enferma de malaria; y luego como
bodeguero y contable en la hacienda “San Blas”. Isabel, la hija
del patrón; y él se enamoran. Pero Bernardo, deseando triunfar
por su propio esfuerzo, opta por eludir el matrimonio y fundar
su propia hacienda.
Denuncia al gobierno trescientas manzanas de tierra virgen y, con la ayuda de José Vicente Rocha —indio honrado
y conocedor de las labores del campo— logra su sueño tres
años después. José Vicente vive en una parcela, cedida por
_________________________
51. Nicasio Urbina: “Don Otto y la Niña Margarita de Hernán Robleto: hacia
una novela moderna”. La Prensa Literaria, 28 de julio, 2001.
Ensayos y artículos
131
Bernardo, y tiene una hija, María Mercedes, que labora para
el patrón, volviéndose imprescindible en la casa y acontece lo
inevitable: ambos se aman. Mas Bernardo, dejando encinta a
María Mercedes, decide regresar a España como indiano rico.
Sin embargo, no logra ambientarse y reconoce que sus raíces
se quedaron en América; retorna a su hacienda y se casa con
María Mercedes para establecerse definitivamente en el país.
Su brújula, fija siempre, había señalado que el futuro estaba al
oeste: en Hispanoamérica.
Con prosa esmerada, aunque bastante lenta, su autor reitera la idea del continente americano como tierra de promisión,
capaz de hechizar al emigrante con amplias posibilidades de
movilidad social y la contrapone a otra: a Europa como continente viejo, estático y muy estratificado.
En esa contraposición, pondera la cultura del maíz: No supuso antes Bernardo el destino que en la vida del hombre y de
estas ciudades determinaba el maíz. Más que el trigo, de una
sola dedicación para el pan, el maíz de América eran pan en
las rodajas de la tortilla tradicional, que copia al sol en su
forma y en su rubicundez. El maíz entra en la composición de
veinte manjares, con sal o azúcar, con grasas o sometido a las
cochuras simples, para el alimento licuado al transformarse
en polvo, harina de los granos tostados; para cocido o batido,
frío o caliente, con cacao o con leche, adoptando cien sabores conforme el color de los granos que contienen fósforos y
vitaminas. Y destinado a la expansión del ánimo, va a formar
el elixir de los abuelos indios en la chicha de las orgías báquicas.52
Otro personaje clave de la novela es el señor Sanz, cónsul
de España, calcado en la personalidad de Dionisio Martínez
Sanz (1879-1971), quien había ejercido dicho cargo en Nicaragua de 1924 a 1933. De hecho, Bernardo Rodríguez se inspiró
_________________________
52. Hernán Robleto: Brújulas fijas. Madrid, Cultura Clásica y Moderna, 1961,
p. 76.
132 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
en la persona de Martínez Sanz, como el propio Robleto lo
suscribiera en una dedicatoria autógrafa de Brújulas fijas.53 He
aquí el retrato del señor Sanz:
El funcionario tendría cincuenta años, fuerte, bondadoso, con amplitud de maneras y sentimientos. Había nacido en
España y llegado a América en su juventud. Lo trajo un matrimonio español como empleado de confianza y, cuando la
pareja regresó a su patria, el muchacho optó por quedarse.
Era laborioso, incansable. Poseía iniciativa y no se resignó
a la condición de doméstico. Se instaló solo, progresó, hizo
fortuna; organizó industrias modestas: cordelería, derivados
del maíz y del cacao. Era hombre que se cultivaba, pidiendo
libros al extranjero. Su cultura no era común y se le apreciaba socialmente. Su pasión eran las excursiones a pie, como
buen montañista, y con ellas observaba el curso de los ríos, la
naturaleza de las piedras como base mineral, la altura de los
cerros y los volcanes. De todas estas experiencias daba crónicas a los periódicos y editaba volúmenes. En su estilo literario
se reflejaba lo cordial, y le gustaba espigar en la anécdota y
hasta en lo humorístico.54
[Lección de clausura del VI simposio sobre el habla y la literatura nicaragüenses, organizado en la UNAN-Managua, el 18 y 19 de agosto,
2011, en homenaje a JEA]
_________________________
53. Jorge Eduardo Arellano: “Don Nicho Martínez Sanz: español arraigado en
Nicaragua”. Revista de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua, tomo 69, abril, 2010, p. 101.
54. Hernán Robleto. Brújulas fijas, óp., cit., p. 35.
Ensayos y artículos
133
La poética de Julio Valle-Castillo
Iván Uriarte
I
Si tratamos de ubicar la poesía de Julio Valle-Castillo (Masaya, Nicaragua, l952) en el contexto de la moderna lírica nicaragüense, debemos aproximarla a dos miembros de la llamada Generación del 40: Ernesto Mejía Sánchez (Masaya, l923,
Mérida, Yucatán, l985) y Ernesto Cardenal (Granada l925). El
acercamiento de la poesía de Julio a estos importantes poetas
nuestros es, sin lugar a dudas gratificante para este, no solo por
nexos estéticos de concepción literaria con ellos, sino también,
porque ambos en diversos momentos de su trayectoria literaria
han sido sus más cercanos maestros.
Hay que observar, por un lado, que las poéticas de los dos
maestros de Valle-Castillo, sin ser exactamente opuestas, difieren en su tratamiento con el referente y en sus búsquedas y
exploraciones de lenguaje.
La poesía de Cardenal, que tocó el filón de una tendencia
poética volcada hacia la objetividad de las cosas, incluyendo
la historia misma, cuyo nombre de pila, Exteriorismo, nació,
en los años 60 cuando Cardenal mismo con su primo el poeta
José Coronel Urtecho descubrieron e hicieron suya una línea
de producción de la poesía norteamericana, que desde Walt
Whitman, Robert Frost y Carl Sandburgh, desembocaba como
gigantesco río en la poesía y cantos de Ezra Pound.
Por otro lado, la poesía de Ernesto Mejía Sánchez, dominada por cierto hermetismo más cercano al simbolismo que
a las vanguardias literarias, se refocila en la plenitud íntima
134 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
del lenguaje poético, aún cuando este se inicie en los avatares
y profundidades de la intertextualidad en un estupendo poema
como “La carne contigua”. Se trata de una poesía concebida
a partir de una actitud epigramática y por una ironía que, en
sus mejores momentos, convierte al texto en un fino cuando no
hermético poema a clé.
Si bien la poesía de Julio Valle-Castillo nace y se forma
en las amplitudes de lenguaje que el exteriorismo cardenaleano
inaugura y abre, hay que remarcar que profundiza con humor
y gracejo y actitud lingüística más personal que lo aleja de los
pliegos intertextuales en que se sume frecuentemente la poesía
de Cardenal, y lo acerca, prescindiendo de hermetismo alguno,
a la poética de Mejía Sánchez. Pero hay una circunstancia que
lo acerca todavía más a este: sus orígenes Masaya y su identificación regional (más acentuado en la poesía de Julio) con la
cultura de los pueblos cercanos del altiplano indígena.
II
Sirvan estas líneas introductorias para incursionar en la
poesía de Julio Valle-Castillo, de cuya obra poética me ocuparé en el presente ensayo, exceptuando El lienzo del pajaritero
(Managua, 2003), poemario que ocupa, precisamente, lugar
especial en su obra poética, profundizando mitos, danza y tradiciones de su Masaya ancestral.
La obra poética de Valle-Castillo, de considerables dimensiones, comienza en l977 con Las armas iniciales y recorre
un amplio itinerario que desemboca en su más recientes textos: El lienzo del pajaritero (poemas para la traza de la danza,
1990-2002) y Memento de vivos y difuntos, publicado en el
2008. Preceden y anteceden a estos textos, Formas migratorias (1979), Materia Jubilosa (l986) y Con sus pasos cantados
(1998), amplia compilación que incluye además de sus dos
textos iniciales, los poemarios hasta ese momento inéditos: El
niño amor, contrario de si mismo y El libro de los músicos y
de los otros.
Ensayos y artículos
135
La poesía de Julio Valle-Castillo, desde sus firmes primeros textos, se ha caracterizado por una exploración constante
del habla como sujeto de productividad textual. En cada uno de
sus poemarios Julio abre todos los grifos del lenguaje, vinculando de ese modo el texto poético con los mitos, la antropología, el folclor, la danza, el teatro, costumbres y festividades
religiosas nicaragüenses, idiolectas grupales de su país natal y
México, su segunda patria, y a su vez todo eco que en su paso
de infatigable viajero ha podido captar.
Desde esta perspectiva nos encontramos frente a una poética donde el discurso literario es el principio generativo de una
multiplicidad de voces que modulan constantemente la diversidad significativa del poema. Una examen de la demarche de
la obra nos indicará la dominante o dominantes que marcan y
distinguen sus textos poéticos.
Las armas iniciales, escrito entre 1968 y 1972, título además de quijotesco, señalador del derrotero y rumbo que tomará
su poesía: enraizamiento a la tierra ancestral, Masaya, a su familia, a sus gentes; su fidelidad al terruño, al paisaje y la historia de Nicaragua. Cabe, finalmente, agregar su predilección
por los poetas latinos, y consecuentemente un hondo sentido
epigramático, inmerso desde su inicios en esta poética. En este
sentido, el primer poema de Las armas iniciales, “Esta casa
mía es una casa en pampas”, marca y define una dominante
ancestral que funciona como eje paradigmático alrededor del
cual se organizan los diversos niveles del discurso poético.
Esta casa mía es de una claridad,
de una luz como recién salida del baño:
solo algunos recovecos se escapan, capean
su penumbra con el índice de los labios.
El corredor se echa igual que perro junto al patio,
se estira y despereza manso,
obediente a mis bisabuelos que rigen desde sus retratos.
Y poemas como “Salva por el general Emiliano Chamorro”
y “Poster/Blues” inician la evocación del paisaje y la historia
136 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
patria. En los primeros versos de este último texto, el viajero
que ya se insinúa en Valle, advierte:
La playa del lago Cocibolca de Nicaragua
tiene ese hormigueante puntillismo
visto en las postales de punta del Este, Acapulco
[y Miami.
La última sección de ese texto inicial, “La ponzoña mía”,
es una evocación del mundo epigramático latino, teniendo a
“Catulo amigo mío” como invitado especial:
Catulo amigo mío,
Por fin Cornelio logró sentarse a la mesa.
El hombre es el vivo retrato de las víboras,
Penetra hasta por las rendijas de cualquier recinto.
Su segundo poemario, Formas migratorias (México: Axel
Editora, l979) sugiere y crea el sentido del acto de migrar a la
inversa pues a la vez que constituye el confrontamiento con la
urbe de México que comenzaba su gran expansión urbana, es
también una regresión constante a su Masaya natal, como único
modo de soportar el deambular por “Escaleras /tubos errantes y
galerías”, “donde cada quien va sometido a tensiones altas y altas presiones”, “que electroputan/ que electrochingan”. Y así,
pues, a la vez que es un descubrimiento como lo comprueban
los poemas “Centro nocturno”, “California Dancing Club”,
“Señales de alarma”, deviene y se convierte en “Dolores será
un sábado de enero” donde declara que “El frío llegó a reventarme los labios, / el cielo de México como trapo empapado en
suciedad/ y el smog enturbiaron la ventana”. Pero también hay
sorpresas como cuando camina por la Avenida Insurgentes :
Yo salí a comer o a la farmacia
y en eso que me agarra el otoño
un otoño que no era mi conocido.
Sin embargo las ramas finísimas de los
árboles algo tenían de labios secos
y unas hojas precarias iban
despezuñándose por el pavimento.
Ensayos y artículos
137
Es el poema que da título al poemario el que nos revela
esa regresión constante a la Masaya natal. Pero si bien el tono
es el de un arrebato verbal, Valle nunca cae en el lirismo vacuo o en la nostalgia como mero sentimiento porque el humor,
la salida intempestiva, la invectiva franca, mantienen el poema
y el poemario mismo a un nivel de imágenes insólitas y novedosas:
Yo no sé qué demonios me arrebataron de estas tierras
ni para qué Diablos me largué de aquí
donde hasta la Zafira hace colas y ladra y gime
al reconocer la barba de Julito, la nariz,
las cejas, el pelo, los anteojos de Julio Alejandro
[Lorenzo.
………………………………………..
Amigos míos que esperan y te plantan estoques de
[aguardiente
Y amigos que se pasan de vivos y amigos que estiran
[el fémur…
Esta procedimiento contrapuntístico es utilizado por el
poeta para recorrer la línea genealógica de sus más remotos
ancestros, tal como sucede en “Memorias de un hombre que
no fue mercachifle”. Todo el poema está revestido de una especie de autosorna que cubre y recubre el verdadero sentir del
poeta, para no oscurecerlo con fáciles confesiones. Este poema
funciona, inclusive, como un autorretrato, y también como un
probable daguerrotipo de sus ancestros. Veamos su arranque:
Hubiera sido mejor quedarse en el pueblo haciéndole
los honores a la raza.
La curva Libanesa de mi nariz me nace
en línea recta desde la muerte,
desde que una pistola paisana ledesbandó
recua de mulas y vida a un bisabuelo
cuando comerciaba en los minerales de Santo
[Domingo en
Chontales de Nicaragua.
138 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Y ese autorretrato se completa con lo que hubiera podido
ser el poeta, que finalmente, no le parece mal:
Yo no me habría visto mal detrás del mostrador,
con altos estantes repletos de sedas’
linos de Irlanda’
poplines,
zarazas de percal.
Casimires de Inglaterra,
casimires holandeses,
casimires tropicales,
satines y driles,
lonas y telas de Curacao,
cortando y midiendo,
del esternón a la punta del brazo,
yardas y medias, cuartas y varas de manta.
Pero hay más todavía, casi siente nostalgia y arrepentimiento de no haber sido un próspero tendero masaya, con aires
de sultán en su intimidad, un perfecto moro Valle, casi trasplantado al califato de Granada, habitando una pequeña alahambra, donde el sonar de las castañuelas le anuncie la danza
de los siete velos:
Allá la pasaría sin inquietudes:
Vuelvo a casa y me acuesto en la hamaca
—como una gran alfombra de reposo—
floja la corbata y las ligas de los brazos,
y espero oír que lejos, que bien largo
ella inicie su baile comience a girar sus velos,
a enredarme en la rueca o en el sueño
al inaudible son de sus crótalos.
El niño amor contrario de sí mismo (l977-1979) es un conjunto de poemas amorosos y carnales que se desprenden de
uno de los tercetos del soneto de Francisco de Quevedo, “Definiendo el amor”, que le sirve de epígrafe para enmarcar esos
arrebatos tan epigramáticos como somáticos:
Ensayos y artículos
139
Que el amor es perecedero, quebradizo,
ya me lo habían dicho.
Que todo lo que dicen las mujeres cuando
les damos por delante o por detrás, por la boca o por el oído,
hay que escribirlo sobre las aguas y el aire,
ya lo sabía también.
Todos estos poemas están producidos desde una óptica
muy personal, donde la presencia de versos que resuman el
amargor de un Catulo ( “Si yo probara tu cadáver / estoy seguro
de que resucitarías”) se entreveran alusiones a los boleros danzones de Agustín Lara (“Cuando miro tu retrato”) o pastiches
fuertemente realistas a la dulzona voz de Luis Arcaraz ( “Me
has dejado/ un sabor de puta verde”).
Valle más que sacudir el amor, se sacude sus amores, los
tira a la cama y los rechaza o lo rechazan como en “A pierna
cerrada”; tiene pesadillas de ser disecccionado como un “joven
buey”, o bien los evoca y contempla como fantasmas carnales
que exorciza definitivamente en el poema “Solo con los ojos”:
Ahora vi los tumbos cálidos de aguas
ciegas que son tus pechos sólidos.
Ahora vi tu cuerpo como el difunto
que alejándose vuelve los ojos
para divisarsu cuerpo.
El libro de los músicos y de los otros ( 1984-1998 ), completa la compilación “Con sus pasos cantados”. Es el más
extenso poemario que hasta ahora ha publicado Valle. La cita
de Pessoa, “Desde mi aldea veo cuanto de la tierra se puede
ver en el universo”, nos confirma que el eje paradigmático
alrededor del cual se continuarán organizando los diversos
niveles del discurso poético es la aldea ancestral de Masaya.
A su vez el título mismo del poemario nos renvía a un texto capital del poeta portugués: El libro del desasiego. Los
otros, que no enuncia el título, son los que podrían considerarse personajes típicos de Masaya: los poetas, los locos y los
borrachos, que junto con los músicos completan la especial
140 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
nómina contextual, que Valle abordará poniendo a su vez en
juego sus dotes de narrador.
Es con un lugareño relato, “La opera”, que Valle nos presenta a una familia de músicos, sometida al régimen patriarcal
de Benjamín Romero Raudes, maestro capilla de la iglesia
principal de la ciudad. “Dúo sobre la música o canto responsorial”, siempre en prosa, nos introduce, a través de las preguntas de un nieto al abuelo, al mundo instrumental y repertórico
de esa Masaya de atril, armonio y canto. Con una andanada
musical concluye esta incursión a la armonía de Masaya: “Äria
por un tenor”, “Concierto de Brandenburgo n.o 5”, “Balada de
los músicos”, ”Brevísima biografía del Boom Jazz” y “Gala de
beneficencia”, breve relato.
La sección que podríamos llamar “El libro de los poetas”
es la más extensa e incluye una buena sesentena de poemas,
todos ellos dedicados a la exploración y búsqueda de lo que
la experiencia poética ha sido para Julio, así como también retratos, impresiones personales o de lectura de sus congéneres
en el mundo, sea este el polaco José Ribak, el ruso Mayakoski, nuestro paisano inevitable, Rubén Darío, el cholo Vallejo,
Sor Juana Inés de la Cruz o los norteamericanos Ezra Pound y
T.S. Eliot. No son exactamente textos metaliterarios (aunque
algunos el mismo los define como poemas-ensayos) sino que
también refiere hechos y experiencias que el poeta ha confrontado en su andar por el mundo como “Balada de los hoteles” o
“Balada del incendio del metro de Londres.”
Para patentar ese recorrido por el mundo de los poetas y
lugares Valle echa mano de la modalidad poética “balada”, y
utilizándola de manera caprichosa, le sirve como llave de pase
para abordar también sus más variadas experiencias generales
e íntimas, como “Balada de los borrachos de Masaya”, “Balada
de la sala de espera”, “Balada por la muerte de Firuliche”, “Balada del anillo”, o poemas muy personales como “Necesidad
de la pijama”. Señalemos que Valle tiene tacto, gracia y humor
para tratar hechos trascendentes como el retrato que Vásquez
Díaz le hizo a Darío en Palma de Mallorca, o “Pound en
Ensayos y artículos
141
Nicaragua”. En su poema sobre Darío a punto de posar para
el pintor español, que recuerda los monólogos dramáticos de
Browning, Valle lo cierra dándole un toque intemporal a ese
momento culminante:
Urgida de descanso la cabeza amenazada de calvicie,
cierro la boca y doy el labio inferior al desencanto
para que el pintor me ponga el hábito y la capucha
de los callados hijos de San Bruno.
Pero tirivialidades personales de la vida cotidiana también
las aborda con novedad y gracia, como el poema “Necesidad
de la pijama”, al que le da inclusive un toque erótico:
Yo sé que es mejor acostarse completamente desnudo
por las noches de estas latitudes;
echar los brazos hacia atrás y soltar la pierna
para dormir a pierna suelta
Hasta el fondo. Desnudo para revolcarse con la
prójima cuyo cuerpo resalta en la
oscurana del sueño.
Y respecto a otro momento personal de trascendencia,
como el de su primera comunión, en “Confesion con cargos”,
el humor negro, casi desacralizando ese momento, cierra el
poema:
Lástima, la candela
de mi Primera Comunión no era de dinamita.
Era de cera
virgen y no de dinamita
para hacer volar tanta mierda.
Con la sección, El libro de los locos, concluye no solo el
Libro de los músicos y de los otros, sino también la compilación antológica, de la cual nos hemos venido ocupando, Con
sus pasos cantados. El poema breve en prosa y la prosa poemática, colindando con el relato, ocupan un espacio considerable en la trayectoria poética de Valle-Castillo. En Las armas
iniciales hay seis poemas en prosa, y en Formas migratorias,
142 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
bendecido secularmente con texto introductorio, por el casi inventor del género prosema entre nosotros, Ernesto Mejia Sanchez, hay dos. Y es precisamente, el Libro que comentamos,
“De los músicos y de los otros” donde los niveles prosísticos
logran su culminación, apertural y de cierre, ya que El libro
de los Locos está compuesto por siete textos donde el ojo de
poeta reviste la prosa de efluvios líricos, salpicados de ternura humana y también de risotadas solemnes y dolorosas.
“La barca de los locos”, textos montado inconográficamente
sobre laminiatura del mismo nombre de Jerónimo Bosco, nos
introduce a un conmovedor elogio de la locura Leonesa y
Masaya pasando por Nagarote. Son locos poéticos o más bien
rescatados por la poesía de Julio Valle Castillo; de León: don
Goyo, “que se había vuelto loco de ser tan sabio en matemáticas”, Batallón conchudo, hijo de la vaca pinta, experto en
sanidad”; “la Palaca”, afectada mensualmente por los movimientos de la luna. Y dentro de esa estela loca, Valle evoca al
sublimador de la poesía leonesa: Alfonso Cortés.
Pero son los locos de Masaya los que mejor individualiza
Valle Castillo, sin excluir a Benito, el guitarrista de Nagarote, cuya ceguera se vuelve misterio de ojos sueltos sobre la
fosa mortuoria, y sonido sempiterno las cuerdas de su guitarra. El afecto poético por estos locos nos hace sentir inferiores a los que pretendemos ser cuerdos, porque la evasión
que ejemplifican de la vida cotidiana ordenada que vivimos
sobrepasa la fantasía misma de un mundo mítico, casi olímpico, aunque trágico. Estos locos son verdaderos personajes
de una tragedia edípica o prometeica. Cada línea de estos elogiosos textos pondría en vilo a Erasmo de Roterdam, porque
sin lugar a dudas, la locura salva al hombre auténtico de cualquier esguince cotidiano, porque el loco vive y colinda con
el mundo de lo sublime, donde precisamente la poesía logra
su más grande altura. Me refiero a Tomás Santa Lucía-Cruz
de Palo-Roba Gallina, marido de la Isabel, mejor conocida
como la Chavela; a “Ana, Anita Animita”, “ánima sola en el
Purgatorio”; a “Jaula de Música”; a “Fulgencio Chispa” y a
“Chico, el de la María”.
Ensayos y artículos
143
Citar cualquier línea de estos textos, donde Julio ValleCastillo, con su perfil de libanés completo y confeso está involucrado, es sobrecogedor y contagioso, porque estos locos
lindos, invitan a volverse loco como ellos, sin importar que
pueda cogerse el vuelo de “Chico, el de la María”:
Quién sabe qué viento sopló duro, que racha lo botó
de esos cielos por donde andaba; quién sabe qué
nube no lo aguantó y se desfondó; quién sabe qué
penachos, qué nubarrones gordos se deshicieron en
chaparrón porque una tarde de mayo o junio apareció sobre las aguas de laguna de Apoyo, riéndose
aún con sus mismos dientes pelados.
En Con su pasos cantados, como bien lo ha querido el
poeta, se instituye una primera etapa de su poesía, y quisiera
señalar que sus desplazamientos poéticos, desde sus Armas iniciales, muestran seguridad en el oficio y búsquedas constantes
en la conformación del verso . La poesía de Julio habla y rima a
través de una disposición versal con predominancia fuerte del
yo, con excepcionales concesiones.
Notemos que el título de esta recopilación es una revelación paratextual feliz y cantora que contradice los cliché del
lenguaje cotidiano, donde la expresión “con su pasos contados”
se convierte en ritmo, canto, discurso más musical que verbal.
La poesía de Valle-Castillo, en un sentido que lo aproxima a un
poeta como Apollinaire, me parece contagiada de una celebración constante, donde el humor, la gracia y la inventiva se dan
cita para darle al poema todos sus matices necesarios, se trate
ya de la trágica muerte o suicidio de la poeta Eunice Odio en
el poema “3 tazas de café sin cambiar de medias”:
Madre y Maestra maga: usted no tiene ni mother que
[hacer en esta bronca.
La irritación es con la muerte
déjeme sólo con ella,
mientras acoso a sorbos, lo mismo que a besos, la onda,
[el pescuezo del café…
144 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
……………………………………………………….
Yo entiendo que le jugaron sucio,
no le creyeron el suicidio constante, y la ingresaron,
como me dijo Ernesto Mejía Sánchez por teléfono,
al Valle de los Caídos.
O bien en el súbito despertar brindando con los
[recalcitrantes beodos de Masaya:
Yo les debo un poema
a a los borrachos de Masaya,
algo así como el brindis que la niñez no me permitió
hacer con ellos.
……………………………………
Este trago que levanto no es nuevo,
me lo vengo viviendo hasta el desborde con Uds.
Y por Uds. Que religiosamente empezaban todos los
[mediodías…
III
Materia Jubilosa es el poemario que corresponde al proceso histórico en el que se gesta y produce: últimos años de la
Insurrección e inicios de la Revolución Sandinista. Ubicándolo
tres décadas después, y sopesando los textos escritos y publicados en ese mismo período, que va de los poemas de Ricardo
Morales Avilés a los de Leonel Rugama y Ernesto Cardenal,
Materia Jubilosa se mantiene excepcionalmente como un poemario denso, coherente y consistente con su temática histórico
social abordada. Para decirlo de algún modo, complementa y
rebasa a lo escrito por Cardenal sobre la materia, ya que si
“Hora Cero” aparece como un poema fundador de la gesta sandinista, “Ronda Tribal para el nacimiento de Sandino”, poema
inaugural de este excepcional libro, se apareja con aquel. Y
las demás secciones que componen Materia Jubilosa,” Estado
Mayor o friso de los hombres de Sandino”, “Relación de la lucha y matanza de Monimbo”, “Epitafios” y “Carga cerrada”, la
Ensayos y artículos
145
complementan y rebasan temáticamente. Hay en estos poemas
de Julio un tratamiento más directo de la lucha heroica llevada
a cabo contra la dictadura somocista, que vincula ambos momentos históricos: el de Sandino y su estado mayor eternizado
en el tiempo de la historia, señalados con pronombres determinantes que los ubican en sus puestos de combate, con la “Lucha y matanza de Monimbo”, con los héroes del sandinismo
emergente que al caer van dejando rastros de sangregloriosa
(“Epitafios”) a lo largo del camino. Y esa lucha, expresada a
través de las secciones “Epitafios” y “Carga cerrada” son vivos
testimonios en primera persona, en su mayoría, pero primera
persona en la que se involucra el poeta mismo, al evocar a
algún amigo caído en la lucha, el que por un lapsus cotidiano
ha olvidado, y lo trae a su memoria como si en verdad fuera,
hubiera sido, seguiría siendo su compañero de labores. Desde
su oficina le envía el “Primer memorándum de la mañana”:
A : Armando Talavera
De: Julio Valle-Castillo
Fecha: Marzo o abril de Nicaragua
AÑO DE LA DEFENSA Y LA PRODUCCIÓN
ASUNTO: decirte, hermanó, que ahora que venía
hacia mi trabajo a ocupar mi puesto
y acaso a llenar en algo el tuyo, me acordé de vos con
un gran alegría:
Los tragos, el “Salón Azteca”, los pleitos, los tragos...
No es posible dejar de referirse a un poema como “Ronda
tribal para el nacimiento de Sandino”, poema-teatral, concebido como tragedia griega a escenificarse con todos los ingredientes del mestizaje y secuelas esotérico culturales de nuestros pueblos indígenas del altiplano. El coro (de las madres y
de las mujeres) funciona reforzando la voz secuencial narrativa
que relaciona los hechos relativos al nacimiento del héroe,
incluyendo en el libreto un “dictado” y un “solo” de la comadrona. Tanto la comadrona como las madres son las artífices
que vislumbrando que no se trata de un nacimiento común y
146 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
corriente, ritualizan su venida, preparan a la madre para que
pueda felizmente confrontar el momento, y dar luz, entre sahumerios e invocaciones a los dioses ancestrales, al guerrero
destinado a liberar a su pueblo, y nacido en el lugar predestinado para ello: “Y si se nace en Niquinohomo: Neck, guerrero,
Nahome, valle, Valle de los guerreros”. Si Cardenal en Hora
Cero deconstruye el mito iluminatorio del héroe al ascender
el Cerro del Común, Julio deconstruye igualmente las etapas
míticas de ese nacimiento, que obedece, en su concepción, a
las formas primarias del barro en manos de alfarero:
…corren
Las mujeres de San Juan de los Platos,
de San Juan de Oriente.
Y la rondan, danzan circularmente
y con secretos giran a su criatura,
le dan vueltas, forma, rostro, sexo:
moldean a la criatura desde el vientre,
como los alfareros que todo lo saben
y todo lo pueden con sus hábiles manos;
como los alfareros que a torno o pulso
puro hacen porongas, tinajas, tinajones,
boca, dioses, voces, platos, incensarios
perfectos, porque el Alfarero se esmera en su trabajo.
Se trata de un pueblo donde el protagonismo lo tienen las
mujeres y los hombres quedan relegados a las sombras, hasta
que nace el guerrero, con cuyo monólogo concluye el poema,
para abrirse a la gesta para la que está destinado:
…yo que soy hijo de esta tierra
soy toda esta tierra en pie de guerra;
mi pecho ymi grito de combate
los gritos de los guerreros
y los pechos de los guerreros
son molejón donde se afilan las furias.
Ensayos y artículos
147
IV
Memento de vivos y difuntos es un libro culminatorio que
recolecta poemas no incluidos en los poemarios publicados
hasta ese momento, año 2008, con poemas posteriores a ellos,
revelándonos un amplio itinerario en su ejecución.
Los temas principales del libro son la vejez y la muerte,
pero la vejez y la muerte en Masaya, cuyos acordes sinfónicosmementuales suben y bajan, se entrecruzan a veces silenciosamente hasta formar un crescendo descendente. Pero también
hay un tono personal que matiza la melodía: la infancia, la juventud, los años mozos, las relaciones amorosas del poeta.
Los dos primeros poemas de libro, “Álamo blanco para
San Francisco de Asís” y “Si nos salvara una corbata celeste”
recrean festivamente su estada mexicana como estudiante universitario, productivamente marcados entre l974 y l976, años
en que escribía Formas migratorias. El tono confesional de
este franciscano-anacreóntico primer poema (“Estoy en el D.F.
y desnudo bajo la regadera, / vivo, vital, con ganas de leer,
de beber, de revolcarme con las muchachas”) nos anuncia una
visión cuestionante y cuestionadora del mundo y de las ideas
establecidas que predomina salpicando la red textual constantemente: “…4 de octubre fiesta de San Francisco. / Aunque yo
no creo mucho, / aunque Marx mediante, / aunque Lenin de por
medio, / es la fiesta de San Francisco de Asís”.
“Si nos salvara una corbata celeste” marca, elegíacamente,
su urgente regreso a Nicaragua porque “quiero llegar antes/
que la muerte no me deje besar la frente de mi padre”.
En los restantes 20 poemas, escritos en Nicaragua, hay un
intervalo que va de l979 a 2007. Así, pues, entre “Cédula de
identidad” y “Servicio Social” (textos identitarios donde la humorada carnavalesca predomina) se instaura el tono elegíaco
mayor, mementual por así decirlo. Pero ese ritual cristiano no
tiene la solemnidad consagrada a los difuntos durante la celebración de la misa. Es asumido como constante elegía, coral
e íntima a la vez. Dos son los poemas claves en este sentido:
148 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
“Diurno y nocturno por el abuelo difunto y “Diurno para formar entre los muertos”. En ambos poemas se juntan, la memoria indesterrable del abuelo-padre y la evocación vívida y
dolorosa de sus amigos desparecidos. “Cuando acabó de morir mi abuelo” sentencia el poeta en el primer poema aludido,
“murieron tantas cosas y otros quedamos agonizando”. Y a
medida que el mundo se desfasaba frente a él, la familia sufre
efectos análogos que van desde el desorbitamiento de sus ojos
hasta el último momento: “Cuando ya no hubo pulsación/ se
reventaron las cuerdas del violín del tío Pablo”. Asistimos
subrepticiamente, a ceremonias secretas donde el muerto
amado deviene espiral que envuelve concéntricamente a toda
la familia con su desaparición. Pero el verdadero memento se
produce en la intimidad del poeta, testigo ocular que no cesará de ritualizar poéticamente ese momento-memento:” Cuando dobló la cabeza a la diestra/ no repicaron jamás las campanas fragantes al primer incienso / y mezcladas con armonio
y cántico”. Finalmente la muerte es rechazada y los roles se
invierten: “Juguemos que voy a estar muerto/ me declaro y
abro su hoyo: soy como una tumba ambulante./En mí lo llevo,
en mi lo salvo, abuelo. /Vámonos andando, abuelo”.
“Diurno para formar entre los muertos” se inicia autoritualmente, a modo de misa personal: “Morir antes, primero
que los amigos/ no importa si prematuramente”. Se trata de
un poema á clé, donde el nombre de los difuntos es revelado
a medias, aunque en el contexto de la poesía nicaragüense son
fácilmente detectables. Es un verdadero oficio de difuntos
donde cada uno es evocado conforme la característica que más
impresionó al oficiante. Así, entonces, desfilan: Juan Aburto,
José Mendoza, Francisco Pérez Estrada, Enrique Fernández
Morales, Ernesto Mejía Sánchez, Gustavo Adolfo Páez…
Algunos son evocados como asumiendo después de su
muerte la característica totémica con que ingresaron ya al
nuevo reino: “Pérez Estrada no se convirtió en polvo/ sino que
se hizo piedra:/ un dios de Ometepe y Zapatera/ con un jaguar
o un lagarto encima de su espalda y sobre la testa.”
Ensayos y artículos
149
Señalemos finalmente la ausencia de metáforas tanto en
este poemario como en la mayor parte su poesía. Valle-Castillo
prefiere el lenguaje figurado. De este modo hay versos admirables que funcionan como leitmotiv como síntesis acumulante
de sentido. Así, en “Casa de salud”, otro poema à clé, la expresión sintagmática “máscara de cloroformo” crea un significado múltiple aplicable a la antigua Casa de Salud que ya no es
hospital ni tiene función salutaria alguna, o bien a la paciente
intemporal evocada como bajo una campana de vidrio “esperando la máscara de cloroformo sobre el corazón”. En ambas
expresiones poemáticas “máscara de cloroformo” se desplaza
y crea un nuevo sentido, que va más allá de la metáfora o del
símbolo fácilmente detectable. En el intenso poema, ya citado,
“Diurno y nocturno para el abuelo difunto”, la red dolorosa
de recuerdos, ensoñaciones y evocaciones que se entrecruzan
durante la agonía, muerte y funerales del casi totémico Pancho
Castillo Masis, el verso final da una síntesis del dolor provocado una vez consumados los funerales: “Por eso digo, en mí
lo llevo, en mí lo salvo sintiendo en carne viva/ una fluida corriente de dolor canino”. Dolor caninosintetiza dramáticamente, en aullido final, la pérdida, la indeclinable ausencia del gran
deudo.
Sin lugar a dudas la presencia de la muerte domina en este
poemario a muchos niveles, pero también hay lugar para lo
festivo, la ironía, la sátira, tal como acontece en “Edicto sin
validez legal”. Ese “Edicto” reivindica la poesía y le confiere
un estatus nuevo, un estatus que está por encima de las instituciones, la historia, los dogmas y, sobre todo, por encima de la
fuerza efímera que dan el dinero y el poder:
El Capitalismo se ha quedado solo como un boxeador
[del Bronx,
y los guantes puestos
brincando y haciendo fintas ante sus fantasmas
[contrincante
mientras llega a su fin…
150 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Solo, a ti Poesía, no te pasa nada,
estas intacta, en tu mismo lugar como Troya
eternamente
destruida e inalterable
y en todas partes.
V
Podemos concluir que los temas dominantes de la poética
de Julio Valle-Castillo son la vejez y la muerte, teniendo como
eje paradigmático la ciudad de Masaya. Memento de vivos y difuntos así como El libro de los músicos y de los otros, conforme
la incursión textual que hicimos, nos lo confirma. Valle logra
fusionar, a través de una fabulación verbal, a veces delirante,
los momentos conexos a su infancia y ancestros con su vida
personal y cotidiana, transcurrida en diversos sitios y lugares
del mundo. La gracia y el humor, desplegados constantemente,
logran mantenerse en ágil contrapunto con el tono de íntima
elegía que predomina en muchos de sus poemas.
Desde sus primigenias Las armas iniciales hasta su más
reciente texto, Memento de vivos y difuntos, Julio ha venido
enriqueciendo su lenguaje y recursos poéticos sin muestras de
agotamiento alguno. Los verdaderos poetas renuevan siempre
los viejos temas enraizándolos continuamente en las profundidades vitales del lenguaje.
Ensayos y artículos
151
La empatía metafísica
en la lírica de Conny Palacios
Bruno Rosario Candelier
Academia Dominicana de la Lengua
A Ana Marchena,
Que impacienta la llama sutil de lo viviente.
LA LÍRICA metafísica de Conny Palacios procede de una sensibilidad estética y espiritual estrechamente vinculada con la
energía interior de lo viviente, con la similar disposición y
talante como lo experimentaran Emily Dickinson, Alfonsina
Storni y Gabriela Mistral, poetas que lograron, en virtud de su
profunda conexión con la esencia sutil del universo, una hermosa y honda creación poética.
La sensibilidad metafísica y poética está acordada a la
esencia sutil de lo viviente. A esa fecunda disposición de la
sensibilidad denomino talante empático con la naturaleza, que
distingue a Conny Palacios por su vinculación con la fuerza
espiritual del universo.1
_________________________
1. Conny Palacios nace en Matagalpa, Nicaragua, en 1953. Hizo sus estudios graduados en la Universidad de Miami, Coral Gables, Florida. En
Saint Thomas completó el “Bachelor” y obtuvo el doctorado en Literatura
Hispanoamericana en 1995. Su tesis doctoral versó sobre la lírica de Pablo Antonio Cuadra. En 2001 ingresó en la Academia Nicaragüense de
la Lengua. Incluida en el Diccionario de autores nicaragüenses, ha sido
nominada por el Whitworth College como “Teaching Excellence Award”
(Primavera 2000). Ha participado en congresos literarios en diferentes
países y publicado artículos y poemas en revistas especializadas y antologías. Ha publicado las novelas En carne viva (1994) y Silarsuami (2011);
152 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Los poemas de esta agraciada poeta nicaragüense, radicada
en Estados Unidos de América, tienen el aliento cósmico al
modo de los grandes poetas metafísicos de todas las lenguas y
culturas. Sus textos poéticos reflejan el vínculo cósmico de su
sensibilidad con criaturas y elementos, un grandioso atributo
de los poetas trascendentes, así como de iluminados y de místicos.
La poesía de Conny Palacios revela una singular atmósfera interior, indicativa de la belleza espiritual que la enaltece.
Cuando algo concita una fascinación por su apariencia o una
atracción por su sentido, inspira un sentimiento de identificación y entusiasmo. Esa valoración entraña una consustanciación con la cosa en cuya virtud, tanto el autor como el gozador
de la obra, se sienten parte de la realidad que los apela. Por eso
en “Sé que he sido”, escribió nuestra admirada poeta: “Sé que
he sido árbol/ piedra / pez/ lluvia / pájaro /viento /y creo saber
lo que soy ahora…/Sin embargo /me pregunto, / ¿bajo qué vestidura se saciará/ el desgarramiento de esta sed? (Radiografía
del silencio, p. 57).
Esa particular disposición de la sensibilidad espiritual y
estética de la poeta centroamericana genera un sentimiento de
compenetración sensorial, afectiva, imaginativa y espiritual, lo
que es fruto de una coparticipación cósmica en virtud de su
conexión profunda con la esencia del universo. Crear una poesía con esos atributos entraña una manera de interiorización
metafísica del sujeto contemplativo con la cosa contemplada,
que se realiza en cuatro modos operativos:
Expresar el sentido de lo real tras la instalación en el interior de la cosa para percibir su valor y su esencia. Equivale al
concepto de William Blake de “ver el mundo en un grano de
arena”.
_________________________
el ensayo Pluralidad de máscaras en la lírica de Pablo Antonio Cuadra
(1996) y los poemarios Exorcismo del absurdo (1999), Percepción fractal
(1999) y Radiografía del silencio (2003).
Ensayos y artículos
153
Canalizar el impacto que lo real produce en la sensibilidad
y la conciencia. Equivale a la expresión de la voz interior, que
es la voz de la intuición que da cuenta del rasgo distintivo del
poeta.
Enfocar la conexión de los efluvios naturales y sobrenaturales y el sujeto contemplativo para apreciar la emoción estética de lo viviente que la voz personal expresa con la fruición de
la belleza o la verdad poética.
Revelar las verdades trascendentes provenientes de la sabiduría espiritual de la memoria cósmica. Equivale a la expresión de la voz universal, que los grandes poetas canalizan en
su lírica.
Cuando la energía interior de la conciencia se empata con
la energía interior de la cosa, se enciende la chispa de la creación. Para atizar ese fenómeno creativo hay que haber transitado, con holgura y sosiego, los estadios del silencio, la soledad
y la contemplación. Nuestra poeta ha sabido refugiarse en el
claustro de su intimidad para oír el eco del silencio, sentir la
magia de la soledad y vivir en compañía de las cosas que fraguan el halo sutil de lo sagrado. Averada al camino de la vida,
la poeta intuye que todo le sirve para amasar con sentido metafísico y simbólico la sustancia de la creación:
Desde tiempos antiquísimos
el hombre descansa bajo el cielo,
para volver cada nuevo amanecer,
y así de continuo…a cargar e impulsar
sus pequeñas servidumbres
cada vez más pesadas…
Porque el Hombre para abrazar su soledad,
también recoge cada día los guijarros del camino.
(Radiografía del silencio, p.15)
Esa composición es un testimonio de su sensibilidad estremecida y del fulgor intuitivo de su mente sutil, de las que
154 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
emanan el caudal de impresiones y emociones que matizan la
singular vivencia de su interior profundo. El proceso de empatía de una relación entrañable con la esencia de lo viviente
tiene aliados que ayudan a combatir los efectos aniquiladores
de una experiencia dolorosa, como son la vida interior de la
conciencia y el poder de creatividad. Quien ha sido entrenado
en los fundamentos de la espiritualidad, tiene a su disposición el poder para sublimar lo que ha turbado el curso normal
de sus vivencias. Algunas creadoras, como Emily Dickinson,
Dulce María Loinaz o Sally Rodríguez, han sabido sublimar
la pena y el sufrimiento mediante la creación poética, canalizando en el arte del lenguaje estético el caudal de su experiencia dolorosa y, en vez de malgastar su tiempo rumiando su
desconsuelo, transmutan en elocuentes imágenes y símbolos
comunicativos el contenido de sus vivencias, adobado al sentimiento de lo divino, por lo que supieron potenciar su vida
interior y su creatividad, dándole a su existencia, mediante
la compensación de la vivencia estética, un alto sentido de
coparticipación y trascendencia.
En el caso particular de Conny Palacios, tres dones han
favorecido a esta singular mujer de Nicaragua: el don de la
gracia estética, para vivir en el reino de la fabulación el sentimiento de la ensoñación trascendida; el don de la gracia
poética, para crear una obra ejemplar con el valor artístico
indispensable; y el don de la gracia mística, para hacer de
su vida y su obra, con la base cristiana de su fe, un tributo de
amor divino.
Obras como Radiografía del silencio, Exorcismo del absurdo y Percepción fractal, revelan los singulares atributos
de la sensibilidad poética de la afortunada nicaragüense, que
hace de su talento creativo, mediante el cultivo de la palabra
poética, la obra que transmuta una dolorosa experiencia traumática en fuente de belleza y de verdad mediante el caudal de
sus vivencias entrañables, de manera que su cuota de angustia
ha sido transmutada para el arte en hermosa ofrenda sublimada al Creador.
Ensayos y artículos
155
Además del valor emocional que estos poemas tienen
para su autora, sus composiciones tienen un valor metafísico
por la conexión de su intuición con la energía cósmica de lo
viviente. Recrean sus poemas un eco de las grandes obras metafísicas, como la norteamericana Emily Dickinson, la chilena Gabriela Mistral o la uruguaya Martha Arévalo, entre otras
grandes cultoras de esa dimensión espiritual y estética de la
poesía. Tiene nuestra poeta, el poder para desdoblar su sensibilidad y dejar correr el fluir de la conciencia cuando experimenta la sensación de cosificación con elementos y criaturas de la
naturaleza. Al evocar esas vivencias las convierte en sustancia
para su creación poética.
Nuestra poeta vive intensamente lo que la poeta dominicana Ana Marchena denomina momentos de infinito, cuando se
pone en contacto con los elementos, especialmente con el agua.
La poeta de Nicaragua experimenta esa misma sensación, pero
con el mar. Es una hermosa manera de propiciar la conexión
interior de su profundo con la esencia de lo viviente, que es lo
mismo que decir, con la energía espiritual del universo. Las
imágenes de sus inspiraciones guardan una estrecha relación
con el caudal de sus vivencias entrañables. Reflejan el anhelo
del vivir bajo el amparo de la fuerza espiritual del universo,
para atizar lo que hay en su interior profundo.
La poesía de Conny Palacios revela la peculiaridad de su
talante sensitivo.2 Encantan sus profundas y sugerentes descripciones. Sin duda que la poeta nicaragüense vino al mundo
con la gracia de las elegidas. Los temas y motivos de su lírica
canalizan sus cuitas entrañables. Esa relación poética manifiesta la dimensión amorosa, erótica y espiritual de su sensibilidad
empática y fecunda. Tiene nuestra poeta un talante altamente
intuitivo con una gran capacidad de amor que percibo a través
de sus actitudes y palabras. La poesía de esta creadora radicada
en Norteamérica es la mejor expresión de su alma limpia, dulce
_________________________
2. En Anthony J. Robb, Poética de Conny Palacios, Managua, Nicaragua,
Ediciones PAVSA, 2004, p. 20.
156 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
y generosa. En sus versos se vislumbran el tono nostálgico de
su lírica, la actitud mística de su cosmovisión y el sentimiento
amoroso de su alma iluminada, vertientes claramente perceptibles en su poética. Donde hay amor siempre está presente la
belleza, porque el amor ilumina la percepción de lo viviente en
cuya virtud apreciamos su encanto, su valor y su hermosura.
La naturaleza aparece como el entorno predilecto de su
creación, razón por la cual no es difícil ser una devota de los
elementos, ya que experimenta una cordial compenetración
con criaturas y fenómenos naturales, sentimiento que resuena en los recovecos de su sensibilidad. La tierra, el agua, el
aire y el fuego le han ayudado a mantenerse pura, luminosa y
creativa. Apelada por el alma de lo viviente, la persona lírica
de estos versos entrañables revela la voz que la invita a decir
la verdad que la apela y la belleza que la conmueve desde cada
criatura sensorial o cada efluvio trascendente. Sabe la poeta
mística que si esos sentimientos no los canalizan los sentidos,
se enredan traumando sus entrañas, razón por la cual acude a la
poesía para trasvasarlos con el valor y el sentido de la creación
lírica, estética y simbólica:
Pero sé también
que mi exposición a la intemperie,
y mi andar por caminos de sal y de sueño
hace ya muchos días,
días cuya cuenta se me confunden
en las palmas de las manos,
han hecho que los hongos proliferen en mis alas,
que las telarañas me ensucien los ojos
y los ruidos de las voces ignominiosas
me ensordezcan…
Y estoy ciega y sorda
ante el canto y los signos que de afuera me llaman,
y ya no recuerdo cómo debe ser el vuelo
del augurio dichoso,
si en curva o si en flecha…
Por eso…mientras dilucido
Ensayos y artículos
157
mi antigua sabiduría de ángel,
regalo palabras.
(Radiografía del silencio, p.18)
A nuestra poeta la convidan singulares sentimientos para
vivirlos en la recámara de su privacidad o en la ascesis de purificación: silencio, soledad y contemplación, que la ponen en
contacto con las fuerzas de la naturaleza o en estado ensimismado de oración para entrar en comunión con la esencia espiritual de lo viviente. El silencio no es extraño para ella, aunque
escucha voces de la cantera del infinito. Asume la comprensión
estética de lo viviente y la dimensión mística del mundo, con
la aprehensión noética de lo real y la voz honda del cosmos al
operarse el despliegue de sus sentidos interiores. A veces siente un torrente de voces que se quedan rumiando en su interior
profundo. Para ella el mundo natural es un santuario que le
sirve de mediación para atrapar el caudal de fluidos naturales o
el rumor de efluvios sobrenaturales. Al escuchar la voz de sus reclamos interiores, un extraño
fulgor la concita y estremece. Aunque no ha sido apelada para
vivir como los monjes, ha sabido sentir y asumir la pasta de la
experiencia cotidiana como sustancia para su creación, como
vía de catarsis y, desde luego, como fuente de purificación de
sus sentidos, como lo hace Conny Palacios en su poesía:
No puedo negarlo
porque la luz que me enciende
apacigua la gritería de mis pájaros…
Impulsa además,
barquichuelos en el río de mi sangre,
No tengo rubor en decirlo…
Que Él,
dicen por ahí…sonámbulo,
temblando de calentura
vuelve una y otra vez a treparme,
a empujar carabelas en mi mar.
(Radiografía del silencio, p.19)
158 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
En estas composiciones poéticas hay algo sutil que toca
la sensibilidad, probablemente el tono, talvez la densidad de
sus imágenes o quizás el eco profundo que parece provenir del
fondo de la conciencia o de la fuente de la memoria cósmica
que sugieren contenidos y símbolos que permiten auscultar el
sentido íntimo del alma. Sé que mediante la creación lírica, la
persona se reencuentra consigo misma y eso es importante para
que la energía interior de la conciencia fluya con el caudal de su
brote creativo y el poder liberador de la logoterapia poética.
Varios de sus poemas se pueden apreciar como quien contempla un horizonte estrellado o un manantial de luz. En la intimidad de su contemplación la poeta recrea caudalosas imágenes, con ternura entrañable y hondura cósmica. El rumor de la
noche se escucha en sus versos; el cielo despliega el fulgor de
sus estrellas, que rutilan en sus versos ardientes y, en la magia
de su lírica, fluye el ritmo armonioso de su música interior bajo
el aura intangible del soplo trascendente que la embriaga.
La más honda apelación del alma la experimentan los poetas, los iluminados y los contemplativos cuando entran en sintonía con la energía espiritual de lo viviente, como lo expresa
esta eminente poeta en “Tu llamado”, en el que la voz secreta
del cosmos la reclama a vivir el más hondo de los encuentros
siderales como una llamada de amor entre el alma de la persona lírica y la llama de la lumbre consentida:
Siento tu llamado urgente…
Tu voz casi en susurro
se agiganta
en la noche estelar.
Y es nuestro encuentro
como el de los antiguos amantes.
Tú, reclamando mi desvío.
Yo, embriagada de palabras no dichas.
Ven…
Y mis oídos se afinan,
mis manos se adelgazan,
el corazón enmudece.
Ensayos y artículos
159
Y espero… Sobre mí,
tu sombra proyectándose.
(Exorcismo del absurdo, p. 16)
Fascina esa dulce manera emotiva y sutil de decir las cosas
con la emoción pura e íntima del alma. Al leer los poemas de
la reconocida poeta nicaragüense, el alma experimenta una alta
fruición al disfrutar la emoción estética impregnada del aliento
divino de lo sagrado, presencia vaporosa que alienta la vocación poética de Conny Palacios bajo el crisol de la dolencia
divina. Sus vivencias tienen un arraigo en hondas experiencias
trascendentes y, en su expresión lírica y simbólica, reflejan una
cordial empatía con la fuerza sutil del universo. Sus vivencias
entrañables, caudalosas y fecundas, convocan el cauce de su
sensibilidad empática y, a pesar de la vertiente angustiosa de
algunos de sus versos, escribirlos la entusiasman y la reviven.
Esa singular experiencia de los sentidos provoca en la persona
lírica el anhelo de dejarse poseer por la vida, al tiempo que le
permite sentir la emoción pura en sus diversas formas, colores
y texturas.
La obra poética de Conny Palacios, con raigambre cósmica, dimensión metafísica y connotación mística, es una expresión de su caudalosa sensibilidad espiritual y estética. En sus
composiciones vibra la esencia del universo, la llama primorosa de su espíritu y el aliento numénico de la memoria cósmica.
Ingeniosa y sorprendente es la creatividad estética de Conny
Palacios, ya que asume el costado de sus sentidos y revive sentimientos reprimidos: enciende el encanto de la vida con su
llama luminosa; atiza el sentido de lo trascendente y encauza
una llama de amor y de comprensión infinita.
Para la voz lírica de estos poemas entrañables, la sombra
revela una señal luminosa que atiza su sensibilidad y activa las
neuronas interiores de su lumbre trascendida. Se trata, como
decía el inmenso lírico puertorriqueño Francisco Matos Paoli,
de una luz inmersa en la sombra, que la poeta recrea como
aliento de la llama divina:
160 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Hoy vivo
inclinada sobre las aguas,
aquí desde mi altura de roca fina,
alargando mis manos
constantemente,
para apresar mi sombra,
la de Él,
que siempre
se me quiebra
en la transparencia.
(Radiografía del silencio, p. 22)
La poeta vislumbra en la sombra un aliento soterrado bajo
el fulgor de un gemido consentido. Anhela sentir el aletazo del
murmullo cósmico y percibir lo que horadan sus sentidos interiores:
Recostada sobre el aire…
te conjuro, sombra
para que sea alto y hondo
tu murmullo…
para que sean cristales tintineantes
tus pisadas…
para que sean trazos aluzados
tus límites…
En fin, sombra
yo te exorcizo para poder percibirte,
antes que tu ceniza
se disuelva en la sangre.
(Radiografía del silencio, p. 25)
La voz lírica se siente amanuense de un decir profundo
y de un hondo susurro que se vuelve carga para sus entrañas
y llama para su lirismo, cuyo vértice entrañable la concita y
estremece:
Ay, cómo pesa Todo…
Cómo pesa tu nombre…
Ensayos y artículos
161
marea sucia
que golpea sobre mis espaldas,
asediante certeza que va y viene
y me quiebra con su golpe.
Cómo pesa este tiempo…
silencio madurado a la intemperie
que me cabalga,
fatiga de gestos y voces repetitivas,
sonata de grillos al anochecer.
Cómo pesa esta resaca de sal…
muerte lenta que en oleadas me visita,
disidencia tenaz
que se vierte en llovizna contante sobre el tejado.
Cómo pesa este canto que no florece,
acuciosa tormenta
que no logra subir por la garganta.
Cómo pesa esta arena fina
que se domicilia en mi carne,
río de desgana
que se desborda en los huesos.
Ay, cómo pesa Todo.
(Radiografía del silencio, p. 26)
Nuestra agraciada poeta es sensible a todo lo viviente y
todo le duele, todo lo sufre, todo lo goza en virtud de su sensibilidad empática y del “dolorido sentir” que la atraviesa con
su frágil crispación de los sentidos. Desplaza, hacia el ámbito
sensorial de lo viviente, lo que experimenta su interior mediante esa relación sustantiva entre su ser y el ser del mundo:
Hoy la noche
se baña con sahumerios de pino
e impúdica se tiende sobre su lecho de aire…
quiere soñar con albores de amanecida
para calentar su desolada desnudez
con puentes de humo,
pasarelas olorosas a pan.
162 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Pero, no puede…
un cielo pardo
y un viento de azogue
pían ateridos
entre sus blanquísimos senos.
(Radiografía del silencio, p. 32)
Sabe la emisora de estos versos que para sentir la fruición
interior, la llama que embriaga y el aliento que redime, hay
que transitar por el estadio del silencio y experimentar, desde
la nada misma de la ausencia, la soledad sonora y la contemplación del misterio, onda que redime y soplo que transfigura o
concierto que el silencio concita con su espesor de lumbre:
Sube
por la escala
del silencio
si quieres tocar la transparencia
del cielo.
(Radiografía del silencio, p. 43)
Con la actitud similar a la del monje contemplativo, la persona lírica se sitúa ante la realidad de lo viviente y, ante la
ausencia de datos que aticen su sensibilidad, experimenta la
sensación del vacío, el sentimiento del horror vacui que la obnubila y desconcierta:
Al Ángelus
ya no hay vuelo
de palomas
ni canto sostenido de pájaros
solo la NADA
mordiendo.
(Radiografía del silencio, p. 53)
La voz de estos angustiosos versos responde al “dolorido
sentir”, que Garcilaso atribuía a los poetas, razón por la cual
Ensayos y artículos
163
todo lo sufre con el más genuino roce de los sentidos y la más
ardiente dolencia de lo divino y esa vivencia es tan arraigada y
profunda que se vuelve una cópula entrañable entre el motivo
que la concita y la persona que lo experimenta dando lugar a
una virtual relación erótica y espiritual entre la contempladora
y lo contemplado:
De vez en cuando
la pesadumbre me ataca
desembarca en mis costados
y al no encontrar resistencia
voluptuosamente se tiende
sobre el espejear de mis llanuras.
(Radiografía del silencio, p. 54)
La poeta se estremece al experimentar el impacto de la
energía que la apela a vivir esa relación profunda de su ser
íntimo con la esencia de las cosas para entrar en una cópula
de amor con la otredad de lo viviente. Así lo expresa en “Luna
dura”:
Mientras un viento helado
culebrea sobre la aridez
de mi paisaje lunar,
sobre el altozano
del corazón
aparece
la luna dura,
ojo único
de esta noche
que se aposenta
en mis huesos.
(Percepción fractal, p. 23)
La poeta se sabe parte entrañable del Todo que la apela y
en su relación empática con lo viviente percibe la energía interior de cada criatura o elemento cuando comparte su esencia
o su sustancia:
164 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Porque tu inmensidad
convida mi finitud
desde que fui
arrojada del paraíso,
por eso vengo ante ti
engalanada como una novia,
y con el alma ungida de silencio,
temblando… ante el misterio,
para ser parte de la multiplicidad
de tu esencia.
(Percepción fractal, p. 66)
Esa dolorida sensación atiza su sensibilidad y despliega en
la ilustre poeta nicaragüense la llama que aviva el crisol de la
mujer desde el hondón de su penar cuando su corazón gime
con el gemido cósmico de sus entrañas:
Agonizo…
Porque en algún lugar
de mi sangre hay un hijo que cesa…
Porque en algún lugar
de mis huesos
hay unos ojos
que no me reflejan…
Porque en algún lugar
de mi carne hay unas manos
que no se abren…
Porque en algún lugar
de mis brazos se mece una cuna vacía.
(Percepción fractal, p. 73)
La poeta recrea, a su modo lírico y simbólico, el mito griego con el teje y desteje del telar de su penar como una expresión deíctica y traslaticia del dolor existencial que signa los
días de los hombres en la tierra y que la creadora recompone
para mitigar el duro calvario de su signo irrevocable:
Ensayos y artículos
165
Caronte, amigo.
Estoy cansada…
de tanto sostener la tierra
con la yema de mis dedos,
de tanto urdir historias por las noches
para conmutar la pena,
de tanto tejer y destejer la pureza de mi traje.
Caronte, amigo.
Estoy presta…
Ven con tus remeros…
Quiero cruzar el ancho río…
Pero, mientras vienes…
Me acostaré sobre las aguas oscuras…
Me vestiré de palidez y de sombras…
Peinaré mis cabellos
y me pondré la diadema,
la de las grandes ocasiones,
la de gardenias…
Usaré mi pulsera de corales…
Y sobre la transparencia de mi vientre
dibujaré peces de colores.
Caronte, amigo. No tardes…
(Percepción fractal, p. 80)
Hay una estrecha y virtual conexión cósmica que la poeta
vive a plenitud con el don de creación que la distingue y el lenguaje de la poesía, que la invita a sentir el aliento sagrado de la
creación, expresado en su poema “Hoy he agujereado”:
Debajo del algodón
de mi blusa,
hoy he agujereado mi corazón
de aire.
Y se han abierto las corolas
de mis manos…
Y se han soltado mis pájaros
al viento.
(Exorcismo del absurdo, p. 20)
166 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
El hondo vínculo interior que la poeta experimenta con el
Amado de su alma se hace sustancia de su vivencia estremecida y clamor de su “polvo enamorado”, como decía Quevedo.
“Lirio estrujado”, dice Conny, para sentir y vivir la llama del
amor-ágape bajo la fragua del aliento consentido, que un corazón lleno de amor canaliza en el “¡Ay!” de su entraña redimida:
Tu palabra
eco de un remoto tiempo,
se hizo mía.
Mi razón,
lirio estrujado, se hizo tuya.
Tus pisadas se ajustaron a las mías
y la estatura de tu pecho
cobijó mi vacilante pequeñez.
¡Ay, cómo se me escapa
este Yo que es tu Yo!
¡Ay, cómo me duele
esta sed de Ser y no Ser!
(Exorcismo del absurdo, p. 23)
Una de las facetas más cautivantes de la sensibilidad espiritual y estética es esa relación fecunda y entrañable que la
poeta mantiene, desde sus ínsulas extrañas, con el Amado invisible que su corazón deifica en una comunión de fruición inefable al consentir en su esencia profunda la llama que embriaga
y la pasión que enardece la dolencia divina. Sus palabras son
símbolos del amor ideal y la pasión sagrada:
Por las noches
cuando sueño que soy habitada por ti,
mi alma se anega en tu ritmo,
mis aposentos se abren.
¡Jazmines nocturnos invaden en tropel el aire!
¡Lunas florecen en las ventanas!
(Exorcismo del absurdo, p. 33)
Ensayos y artículos
167
Es cierto que la poesía de Conny Palacios se funda en su
experiencia personal, como dice Anthony J. Robb, pero no es
cierto, como sostiene ese crítico norteamericano, que la obra
de la poeta nicaragüense “nunca trasciende lo personal e íntimo”. Ese modo poético de asumir lo personal como sustancia
de la creación se aprehende como caudal de vivencias representativas de la condición humana, vocación subyacente en la
poeta centroamericana ya que convierte su yo personal en un
yo colectivo, índice y expresión de su condición de mujer, en
primer lugar y, en segundo lugar, de la situación del ser humano en convivencia con las fuerzas preternaturales. Con razón
escribe con hondo aliento dramático:
Confundo las notas
de los pájaros enloquecidos
que fabrican nidos en mis cabellos,
con las de este silencio que grita
en mis oquedades.
(La poética de Conny Palacios, p. 24)
La poeta tiene conciencia del desdoblamiento y la transmutación que se opera en su poética, pues como estudiosa de
las letras, lo había advertido en la poesía de Pablo Antonio
Cuadra, sobre cuya obra escribió su tesis doctoral.3
Hoy la noche
se baña con sahumerios de pino
e impúdica se tiende sobre su lecho de aire…
quiere soñar con albores de amanecida
para calentar su desolada desnudez
con puentes de humo, pasarelas olorosas a pan.
Pero, no puede…
un cielo pardo
_________________________
3. Cfr. Conny Palacios, Pluralidad de máscaras en la lírica de Pablo Antonio
Cuadra, Managua, Academia Nicaragüense de la Lengua, 1996, p. 28.
168 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
y un viento de azogue pían ateridos
entre sus blanquísimos senos.
(La poética de Conny Palacios, p. 142)
La persona lírica de estos versos ve la realidad como un
vacío porque no le llena la dimensión material de lo existente,
sino la vertiente intangible cuya multitud de sentidos laceran
sus entrañas, ya que vive en comunión profunda con la esencia
de lo viviente:
La realidad es un vacío
que me aterra.
Sus ásperas columnas
son sombras movedizas.
La realidad tiene un rostro informe
de multitud y sus clavos
laceran mis entrañas.
(La poética de Conny Palacios, p. 73)
Consustanciada con los elementos, la persona lírica es fuego, tierra, agua, aire que brota de sus entrañas con el fulgor de
lo viviente. La voz lírica asume la palabra primordial a la manera de los antiguos contemplativos, que se sentían, a pesar de
su actitud de kénosis y su autopercepción de simplicidad, parte
de la totalidad del ser, al que se entrega la poeta con devoción
seráfica. En “¡Ay!” exclama esa pulsión de los sentidos:
Tu palabra
eco de un remoto tiempo,
se hizo mía.
Mi razón,
lirio estrujado, se hizo tuya.
Tus pisadas se ajustaron a las mías
y la estatura de tu pecho
cobijó mi vacilante pequeñez.
¡Ay, cómo se me escapa
este Yo que es tu Yo!
Ensayos y artículos
169
¡Ay, cómo me duele
esta sed de Ser y no Ser!
(La poética de Conny Palacios, p. 77)
Mediante el vínculo de amor que la persona lírica experimenta con la persona del Amado, su nada se transforma en la
sustancia del Todo que la redime para vivir en comunión con la
energía espiritual de lo viviente:
Cuando nuestras miradas se funden,
—vértigo dulce—
el ángel tutelar del cosmos
exorciza el abismo,
traspasa el horizonte,
incendia el poniente,
nos hace soñar imposibles,
nos guía por caminos de silencio,
y nos adhiere su luz y trasparencia.
(La poética de Conny Palacios, p. 79)
En todo lo que la poeta escribe se proyecta el nexo entrañable con la realidad cósmica de lo viviente y la forma expresiva
(versos, estilo, figuras) que canaliza de manera deíctica y simbólica para atizar su corazón:
Tu ausencia
es presencia rota,
crepúsculo que se desgaja,
luna que se consolida.
Mis palabras
dispersas por el viento
vuelven a mí
cual palomas desmayadas.
(La poética de Conny Palacios, p. 82)
El sentimiento de coparticipación con criaturas y elementos, que la persona lírica de estos versos comparte en su
170 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
sensibilidad profunda, es una disposición de su cosmovisión y
su poesía, que hace de la palabra un vivo fluir de lo viviente en
sintonía con su alma:
Quiero tenderme en la tierra
vestida de hierba fina,
y ceñida por esencia de jazmines
para dormirme pegadita a ti,
sin sobresaltos.
Pero antes de cerrar los ojos…
He de apretarte junto a mí,
suavecito,
porque ahora eres
luz, aire, barro, flor y estrella.
He de estrujar mi corazón alfarero,
para poder alzar
un postrer vuelo de palomas,
—canciones de cuna al viento—
que he de cantarte muy quedo.
Y por último,
y ya casi por cerrar los ojos…
he de amamantarte
con la leche y la miel
que todavía destilan mis pezones.
(La poética de Conny Palacios, pp. 86-87)
Mediante términos vinculantes con la realidad cósmica
(pájaros, lluvia, piedra, peces, viento, fuego, tierra, árbol…) la
persona lírica da cuenta de su sensibilidad abierta a lo viviente
con la disposición empática de su talante estético:
Infructuosamente…
Hace ya varias lunas
que lanzo la malla
de mis versos al vacío,
y aguardo bajo la sombra
de los árboles de papel,
que piquen los peces
Ensayos y artículos
171
mensajeros de lo oculto.
Isht…Isht…Isht…
Al amanecer,
por las aguas siderales
se insinuará el lomo dorado
de las huidizas respuestas.
Isht… Isht…Isht…
Al amanecer,
por las aguas siderales
se verá el reflejo irisado de los peces
que señalan caminos.
Isht…Isht…Isht…
Mientras espero…
Solo la angustia colma la red.
(La poética de Conny Palacios, p. 100)
El sentimiento de coparticipación con todo lo viviente, que
experimentan los iluminados y los místicos, forma parte de
la cosmovisión espiritual y estética de la grandiosa poeta de
Nicaragua, conforme lo revela en este hermoso poema que la
agraciada autora me hizo el honor de dedicarme:
A Bruno Rosario Candelier
Más allá de las máscaras
que todo lo engullen
está el vértigo del vacío…
Ay, quién pudiera dialogar
con el tiempo de la rosa
con el peso de la piedra
con la lentitud de su energía…
aventurarse por las ramas
y las hojas del árbol
perseguir como diestro cazador
el rastro rojo de su sangre
y descubrir la fuente
de donde mana su estatura.
172 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Ay, quién pudiera tocar
el centro diamantino del vacío
asentar las manos
en la textura primigenia de todo lo creado
Ay, quién pudiera conversar
con la mitad perdida de todas las criaturas
con la inocencia que se esconde en todas las
pupilas
con la muerte que se anida en todos los cuerpos
Ay, quién pudiera conquistar
el engaño de los sentidos
derrotar las máscaras
afianzar la Unidad con el Todo
y ser parte solo
de esa otra substancia
apenas perceptible.
VI
Textos rescatados
Salomón de la Selva
Textos rescatados
175
RUBÉN: EL KEATS HISPÁNICO
Salomón de la Selva
LA OBRA de Rubén Darío tiene una triple significación: estética, histórica y social. Como esteta, en el significado más puro
del término, Rubén Darío es el Keats hispánico: pregonó que
beauty is truth, truth beauty, y esa sinceridad es la virtud superior. Este mensaje lo dirigió a su pueblo, la familia de los países
de habla hispánica, con tal poder que a través de su influencia
y la de los otros poetas y escritores que, con él a la cabeza,
formaron el movimiento revolucionario modernista. La poesía
española durante la generación última fue transformada, de la
cosa convencional y retórica en que había degenerado después
de haber florecido gloriosamente en la época de Góngora, en
un canto vibrante, real y sincero.
Fue un magnífico “horror de la literatura”; recuérdese el
dictum de Verlaine. Le pauvre Lelian fue su maestro; no su
único maestro, es cierto, porque al buscar orientación para su
talento en ese peregrinaje de discriminada asimilación que todos los grandes poetas hacen antes de encontrarse ellos mismos, Darío adoró en muchos altares. Nuestro poeta no perdió
su propia personalidad, más bien la enriqueció, cuando decidió, en una de sus fases primeras, convertirse en simbolista.
La canción que compuso con la flauta del calvo fauno venía de
su propio ser. A los críticos que le hubieran puesto un marbete
diciendo que pertenecía a esta o aquella escuela, él gritaría:
“¡Yo soy yo!”.
Despreciaba el servilismo, y advertía a los que querían
imitarlo que a lo más que podrían llegar a ser era a lacayos
portando el uniforme de su casa. La sinceridad de la expresión, solamente puede engendrar poesía verdadera, y sabía que
176 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
esto no puede lograrse por la mera imitación. Sin embargo, él
estaba ansioso por aprender, y los prerrafaelitas de Inglaterra,
los parnasianos y simbolistas de Francia, Carducci entre los
italianos, Poe y Whitman de los americanos, y también, por
supuesto, los clásicos de todas las lenguas, tenían mucho que
enseñarle. La riqueza del saber que había hecho propia, se reflejó en su obra, y le dio esa majestuosidad cosmopolita que lo
hizo realmente un poeta universal. Su obra, como América —a
menudo lo decía—, es para toda la humanidad.
Con este ideal siempre presente ante él, no es ninguna sorpresa que fuera un acuñador de palabras, y un enemigo de las
rígidas gramáticas. Su obra, siempre impecable y rica en formas, es de importancia suprema en la historia de la literatura
en español no solo por el renacimiento espiritual del cual él fue
la aurora —el despertar de Latinoamérica a la toma de conciencia de la individualidad literaria— sino principalmente por
los cambios que produjo en el lenguaje, dándole un tesoro de
nuevas expresiones, nuevos giros de frase, nuances, tanto en
prosa como en verso.
Para apreciar este logro justamente es necesario recordar
que por siglos la lengua española no había tenido la suficiente libertad para seguir los nuevos senderos de desarrollo que
habían seguido el francés, el inglés y el alemán. Los diques
levantados por las tradiciones lingüísticas de la Real Academia Española, conservadora y tiránica, habían estancado el estilo literario. Hasta la época de Darío la prosodia española era
quizás la más pobre de Europa; es cierto que nuevas métricas
novedosas a la lengua, como el hexámetro greco-latino, el alejandrino francés, y versos con pie de cuatro sílabas habían sido
ensayados de vez en cuando; pero no había habido un poeta de
gran talla para emplearlos como medio para la poesía superior
y otorgarles permanencia.
El verso eneasílabo, por ejemplo, en el cual Rubén Darío
escribió algunos de sus mejores poemas, había sido empleado durante mucho tiempo por los libretistas de operetas en
España; en cambio, los poetas de calidad siempre lo habían
Textos rescatados
177
menospreciado, y nunca se dieron cuenta de sus virtudes musicales y posibilidades. Lo mismo ocurrió con otros metros,
los que Darío inventó o introdujo, les dio vigencia, los dignificó o revivió. Fue un infatigable prosódico; y su poesía a
veces magníficamente sonora, siempre alada, revela tanto al
maestro del oficio como al poeta nato. Su verso posee lo más
mágico de la música pura. Rubén Darío fue un virtuoso de la
palabra, tan magnífico como lo fue Swinburne o D’Annunzio,
y con mayor abundancia de ideas que ambos.
Y desde la publicación de Prosas profanas, su cuarto libro, en 1896, el liderato poético en lengua española sin lugar
a dudas ya no reside en la madre patria sino en las repúblicas
neolatinas de América. La lucha por este liderato hizo a Darío un poder social en todos los países al sur de los Estados
Unidos. Para aquilatar realmente lo que esto significa, es necesario tomar en cuenta la posición del poeta en los países
latinos, y especialmente en los países hispanoamericanos. El
poeta ahí es un profeta, un inspirado, el ungido líder del pueblo. Él es, para nosotros, el tesoro de la esperanza, el maestro
del mañana.
Es cierto que nosotros nunca lo llenamos de bienes terrenales, como a Kipling y Masefield y Walt Mason, de quienes
se dice que han sido enriquecidos; verdad es que las editoriales que imprimieron sus versos a menudo no le pagaron.
Pero, en contraste, creemos en él. Solo nosotros de todos los
pueblos han elegido poetas para ser nuestros presidentes y
líderes políticos basados solo en el hecho de que eran grandes
poetas; y no nos ha ido tan mal como podrían imaginarse los
lectores de la República de Platón.
Por ejemplo José Martí, el libertador de Cuba, fue también uno de sus poetas principales; y eso fue porque era un
poeta que se dio cuenta de la tarea épica de unir a su pueblo
sólidamente y atraer a su lado las simpatías del mundo entero.
Los cañones americanos en la colina de San Juan y en Santiago solo fueron el eco de los cantos del poeta-patriota.
178 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Y Darío, a través de su canto unió a todos los países latinoamericanos, intelectual y moralmente, despertando en ellos
el sentido de su verdadera grandeza. Cuando, en uno de sus
poemas más sinceros, dijo:
Si pequeña es la patria, uno grande la sueña; a cada petit
gays chaud (la amarga frase de Daudet) estremeció ese terrible
sentimiento de pequeñez que tanto le había pesado.
Horrorizado por la guerra abandonó Europa, donde había
vivido algún tiempo como ministro de Nicaragua, su país natal,
en Francia y España, y regresó a América, a fines del 1914,
para predicar la paz y laborar por la Unión Panamericana basada en una comunión de ideales y en un compañerismo intelectual entre las dos Américas. Su último gran poema, aún no
publicado en su totalidad, es una oda magnífica que proclama
esta aspiración. Durante su visita a este país, a principios de
1915, leyó este poema en la Universidad de Columbia. Tenía
planeado hacer una gira continental, iniciándola aquí. Pero
la muerte interrumpió su camino. Se enfermó gravemente en
Nueva York; y en febrero de este año, el cuadragésimo noveno
de su vida, murió en León, Nicaragua.
La solemnidad de la muerte ha servido para subrayar su
mensaje de fraternidad. La América Latina aguarda que los
poetas de este país le hagan eco. Es el momento.
[Poetry: A Magazine of Verse (Harriet Monroe, ed.),
Chicago, abril-septiembre de 1916, vol. VIII, pp. 200-204.
Traducción de Jorge López Páez. Tomado de
Estudios sobre Rubén Darío. Compilación y prólogo
de Ernesto Mejía Sánchez. México, Fondo de Cultura
Económica / Comunidad Latinoamericana de Escritores,
1968, pp. 168-170.]
VII
Documenta rubendariana
Documenta rubendariana
181
Gaspar Hauser y Rubén Darío
Jorge Eduardo Arellano
SIEMPRE ME llamó la atención que Rubén Darío se identificara con un personaje histórico: Gaspar Hauser. Todo un caso
singular que aconteció en Alemania a principios del siglo XIX.
Aunque se desconoce el año exacto de su nacimiento, parece
que hacia 1815 fue raptado e introducido en una pequeña celda oscura, donde permanecería muchos años, hasta que una
“mano invisible” decidió liberarlo. Su insólita aparición en la
plaza de Núremberg el 26 de mayo de 1828 —Lunes de Pentecostés— conmovió a la ciudad.
El enigmático adolescente de unos diecisiete años solo podía pronunciar su nombre y una sola frase. Su ropa, en la que
se advertían restos de seda, indicaba que había sido de calidad.
Sus piernas estaban casi paralizadas por la falta de movimiento.
En su espalda, un papel blanco contenía unas líneas dirigidas
“al señor capitán de caballería del 4.o escuadrón, 6.o regimiento
de caballería ligera”.
Gaspar Hauser se transformó en una atracción pública. Los
médicos que lo examinaron dijeron que no era loco ni imbécil,
pero que la separación a la fuerza del contacto con los seres
humanos —desde su más tierna infancia— había determinado
su desarrollo. Transcurridas seis semanas, Gaspar ya hablaba
con fluidez y podía leer y escribir. Más tarde pudo dar una
completa declaración acerca de su vida.
Se difundió por él mismo que estuvo prisionero en la celda
o calabozo desde los tres años, durmiendo sobre un colchón
de paja, sin escuchar sonido alguno e ingiriendo alimentos que
alguien le llevaba mientras dormía. Poco tiempo antes de ser
182 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
conducido a la plaza de Núremberg, un hombre se introducía
en su celda y le enseñaba a decir su nombre y la frase que debía
pronunciar cuando lo encontraran.
De veintidós años más o menos ya era una persona ilustrada y había vencido casi todas sus fobias y dificultades. Contestaba cualquier pregunta de los profesores de la universidad,
donde había aprendido latín; desarrollaba plenamente el sentido común y desplegaba una memoria fresca y vigorosa. No se
le creía deficiente, ni autista, ni psicótico, sino un inhabitual
que no encajaba en ningún molde humano conocido.
Gaspar fue tema de discusión y debate tanto desde la perspectiva filosófica y psicológica, como política y moral. De manera que su caso fue muy discutido. Su protector y biógrafo, el
jurista Anselm von Feuerbach, fue el primero en relatar todas
sus experiencias con el misterioso “inadaptado” e “hijo adoptivo de Núremberg”.
En su estudio, Feuerbach —siguiendo el código penal bávaro de su época— constató dos delitos en la persona de Gaspar:
el de detención ilegal y el de abandono. Sin embargo, bastó la
presencia de este ser “único en su género” para que destacase
un vacío jurídico inquietante a nuestro relator —ciudadano del
siglo XIX, no hay que olvidarlo—, quien reclamó la necesidad
de legislar sobre un delito contra el alma, el cual “debería incluso tener un peso más importante que cualquier otro crimen”.
Así, escribía: “Separar a un hombre de los otros seres racionales y de la naturaleza, dificultar su acceso a un destino humano,
privarle de alimentos espirituales es el más criminal atentado,
puesto que va dirigido contra el patrimonio más auténtico del
hombre: su libertad y su vocación espiritual”.
Para Paul Verlaine, uno de los grandes poetas franceses
más admirados por Darío, Gaspar Hauser fue uno de sus héroes
preferidos. Lo mismo sería para Rubén, cuyo amigo el francésargentino Paul Groussac fue el primero en señalar la afinidad
de nuestro poeta con Hauser en la reseña que elaboró de Los
Raros (1896) diciendo que el centroamericano había llegado
Documenta rubendariana
183
a Buenos Aires, “como canta el Gaspar Hauser de Verlaine”.
En los años veinte, el chileno Armando Donoso retomaría esta
relación: “Como él lo recordara en más de una oportunidad,
había en su carácter algo de Gaspar Hauser verlainiano: emotiva y tierna ingenuidad hecha de timidez y sufrimiento”. Y
el argentino Enrique Anderson Ímbert atinaba en los sesenta:
“¿Qué miradas arrojó Darío a la bibliografía procedente de los
raros documentos y testimonios publicados desde 1829 por
Anselm von Feuerbach, P. H. Stanhope, Mittelstadt y otros?”
Es difícil responder esa pregunta. Mas dos alusiones de Darío a este Segismundo germánico quedaron, al menos, en dos
piezas confesionales: en la “Epístola a la señora de Leopoldo
Lugones” (1906), donde se autorretrata como “hermano triste
de Gaspar Hauser”; y en su novela autobiográfica El oro de
Mallorca (1913-14), en la cual compara a su álter ego Benjamín Itaspes con el “invariable solitario, eterno huérfano, Gaspar
Hauser”.
184 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
DARÍO HACE CIEN AÑOS…
Carlos Tünnermann Bernheim
EL AÑO 1912 fue para Rubén Darío un año apoteósico, pero
también de un sensible deterioro en su salud, ya resentida por
sus excesos.
La empresa de Mundial y Elegancias
El 20 de marzo de 1911, Darío había firmado en París un
contrato con los jóvenes empresarios uruguayos, Alfredo y Armando Guido para asumir la dirección literaria de dos revistas:
Mundial y Elegancias. La revista Mundial sería una revista de
carácter literario y Elegancias estaría dedicada principalmente a un público femenino. Ambas circularían en España y en
América Latina. Aunque Rubén no deja de tener sus reservas,
pues no se le escapa el carácter mercantil de la empresa, acepta
el encargo tanto para mejorar su siempre escuálida economía
como por la posibilidad de hacer de Mundial un vehículo de
difusión de la nueva estética de la que él era, en ese momento,
su más alto representante. Invitaría a colaborar, como en efecto
lo hizo, a sus amigos escritores, poetas y artistas, cuyas colaboraciones serían pagadas.
Rubén dedicó todas sus energías a preparar los primeros
números de Mundial, que de inmediato tuvieron una gran acogida por la calidad de sus artículos. Baste mencionar que en el
primer número, publicado en mayo de 1911, aparecieron trabajos de Amado Nervo, Enrique Larreta, Leopoldo Lugones,
Rufino Blanco Fombona, A. V. Mandet, Andres Ibels, Franco
H. Rossi, Hugo D. Barbagelata, Alejandro Sux, Marie Bertin y
del propio Darío.
Documenta rubendariana
185
El éxito de ambas revistas produce una gran satisfacción a
su director, pero también no pocos sinsabores por la tacañería
de los hermanos Guido, que no siempre estaban dispuestos a
pagar cumplidamente los honorarios convenidos con los escritores. Varios de ellos se molestaron y algunos incluso la emprendieron contra el pobre Rubén, que hacía todo lo posible
para que se pagara puntualmente lo ofrecido.
Con todo, el prestigio de la revista Mundial se consolidó en poco tiempo. Desde sus columnas Darío dio a conocer
no solo a los ya consagrados sino también a los nuevos valores literarios y artísticos de todas las Españas, incluyendo a
pintores, que más tarde alcanzarían fama internacional y que
embellecían los números de la revista con sus ilustraciones y
reproducciones de sus obras.
Imposible enumerar a todos los colaboradores de los primeros números, pero cabe mencionar entre ellos a Francisco
Villaespesa, Alcides Arguedas, Manuel Ugarte, Andrés González Blanco, el Conde de las Navas, Fabio Fiallo, Manuel Machado, Juan Ramón Jiménez, Ramón del Valle Inclán, Pompeyo Gener, Eduardo Carrasquilla Mallarino, Luis Carlos López
y otros. Lo más sobresaliente de las letras hispanoamericanas
de entonces desfilaron por las páginas de la revista.
Viaje para promocionar las revistas
Ante el éxito de las revistas, en 1912, los hermanos Guido
deciden organizar un viaje por varios países para promocionar
las revistas y conseguir más suscriptores y anuncios. Por supuesto, Rubén sería, por su ya enorme prestigio, la atracción
principal. Darío, dice Edelberto Torres, barrunta que lo llevan
“como cartel de proponga”, pero acepta emprender la gira por
España, Portugal, Brasil, Uruguay, Argentina y Chile, aunque
este último país finalmente fue suprimido por la estropeada salud del poeta.
Los hermanos Guido organizan una cena de despedida en el Café Riche de París, al que asisten los escritores
186 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
hispanoamericanos más destacados residentes en la Ciudad
Luz. Al agradecer el homenaje, Darío expresa brevemente su
intención de hacer de las revistas “un puente de encuentro de
la intelectualidad iberoamericana, con cuya buena voluntad he
de contar en ambos continentes”.
Primera escala: Barcelona
El periplo, cuyo itinerario narraremos siguiendo de cerca
las páginas que al mismo dedica el profesor Edelberto Torres
en su biografía de Rubén Darío, arranca en la estación del tren
de Lyon, en París, con destino a Barcelona, siendo despedidos
por un grupo de jóvenes escritores y pintores, a quienes Rubén
ha dado a conocer en las columnas de la revista Mundial. La
comitiva la integran Darío, Alfredo Guido, el periodista Javier
Bueno y el fotógrafo Boyer.
En la estación de Barcelona un gentío se agolpa para dar la
bienvenida al gran poeta. Han acudido a saludarlo, entre otros,
el expresidente José Santos Zelaya, todos los cónsules de los
países hispanoamericanos, escritores y artistas de los países
hispanoamericanos, entre ellos Vargas Vila y Pompeyo Gener.
El primero en homenajearlo en su lujosa villa es Zelaya. El
Ateneo de Barcelona celebra una velada en su honor, en la que
la condesa de Castellá recita el soneto “Margarita” y el poema
“Blasón”. La Casa de las Américas le ofrece una cena y en su
discurso de ofrecimiento Pompeyo Gener afirma que Darío “es
una gloria de la especie humana” y agrega: “A él le ha reservado la suerte el unificar con sus cantos el alma de los pueblos
hispanos de ambos continentes”. Darío lee su poema “La rosa
niña”, recién publicado en Mundial.
Visita a Madrid
Madrid, la siguiente escala, no se queda atrás en cuanto a
homenajes y reconocimientos al “Padre del Modernismo”. El
espléndido Mariano Miguel de Val, benefactor de Darío, le ofrece una recepción, a la que Rubén no puede asistir por sentirse
Documenta rubendariana
187
indispuesto. Son los primeros síntomas del cansancio que se
le irá acumulando durante los ajetreos de la gira. Recuperado, visita al conde de las Navas, director de Biblioteca Real
y viejo amigo suyo. Recibe en el hotel la visita de Ramón
del Valle-Inclán. El Ateneo de Madrid le ofrece una velada,
donde Jacinto Benavente tiene a su cargo el discurso de ofrecimiento. La concurrencia de escritores, artistas y políticos
es nutrida y ovaciona a Darío cuando aparece en el estrado.
Benavente enaltece los méritos literarios de Rubén y se pregunta: “¿Qué discurso valdrá lo que un solo verso de Rubén
Darío, escrito en noble lengua castellana?”. A su vez, el escritor Joaquín López Barbadillo afirma en su discurso: “He aquí
a uno de los más altos adivinos que han escrito en español
desde que se habla español”… Rubén ha modelado la palabra
rítmica, adaptándola a cada uno de los moldes en que puede vaciarse el alma humana”… “Ved que llega Rubén, y que
pasa magnífico por el campo de la poesía española”. Vienen
luego declamaciones de versos de Darío, a cargo de bellas
actrices. Finaliza la ceremonia con la lectura, por el homenajeado, de un corto poema.
Recepción en Portugal
Lisboa es tan cordial con Darío como Barcelona y Madrid.
Las visitas a su hotel se suceden durante todo el día: escritores,
artistas, los ministros y cónsules hispanoamericanos. El ministro de Nicaragua en Portugal, el venezolano doctor Simón
Planas Suárez, le ofrece una fiesta en la sede de la Legación
de Nicaragua, a la que asiste, en palabras del profesor Torres
“la flor de la aristocracia, de la diplomacia y de la intelectualidad residente en Lisboa”, incluyendo al primer ministro del
Gobierno. Darío le comenta a sus anfitriones que “nunca había
visto congregado en su honor un número tan crecido de gentes
de las altas esferas sociales”. Agotado de tantas celebraciones,
Rubén y su comitiva se embarcan en el vapor Hollanda con
destino al Brasil. El 3 de junio de 1912 el barco entra en la
estupenda bahía de Río de Janeiro.
188 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Espléndido recibimiento en Brasil
Un diplomático del Ministerio de Relaciones Exteriores
sube al vapor Hollanda para dar la bienvenida al poeta en
nombre del ministro de Relaciones Exteriores. Instalado en el
hotel, acuden a saludarlo los representantes diplomáticos iberoamericanos, escritores y periodistas. Al día siguiente visita al
ministro de Relaciones Exteriores y Rubén escribe una crónica
para La Nación de Buenos Aires sobre su conversación con
el canciller brasileño. Luego visita al propio presidente de la
República, mariscal Hermes de Fonseca. En sesión solemne
lo recibe la Academia de Letras brasileña. El escritor José Veríssimo lo saluda reconociéndolo como “uno de los mejores
representantes de espíritu latinoamericano”. Lo agasaja lo más
granado de la intelectualidad brasileña, entre ellos Joao Ribeiro, Souza Bandeira, conde Alfonso Costa, Affranio Peixoto,
Silva Ramos y Augusto da Lima. A una de las múltiples cenas
asiste el escritor francés Paul Adam, uno de los “raros” de Darío, por entonces de visita en Brasil. En la prensa se anuncia
que Darío dictará, en el “Club de los Diarios”, una conferencia
sobre Joaquín Nabuco, notable escritor y estadista brasileño.
Asisten el presidente de la República y varios miembros de su
gabinete. Darío está en su hotel imposibilitado. La conferencia
la lee el periodista Javier Bueno, pero el acto pierde su lucimiento por la ausencia del gran poeta.
Antes de viajar al vecino Uruguay, visitan Sao Paulo, donde los diarios informan ampliamente sobre la visita de Darío
y en el puerto de Santos, tras un almuerzo que les ofrece el
periodista Tito Bazil, embarcan en el Frisia con destino a Montevideo, donde las instituciones culturales ya han organizado
comisiones encargadas de preparar los múltiples homenajes
para el altísimo poeta.
En la patria de Artigas
En la dársena donde atraca el barco, le dan la bienvenida
los representantes de las entidades que se proponen honrarlo,
entre ellos Carlos Vaz Ferreira y su hermana María Eugenia,
Documenta rubendariana
189
Eduardo Rodríguez Larreta, Angel Falco y Luis Alberto Schinca. Esta vez se hacen presentes, para saludar al poeta, delegaciones de profesores y de los sindicatos obreros. Un enjambre
de periodistas y fotógrafos acosan a Darío. El entusiasmo del
gentío es desbordante y sugieren desfilar a pie hasta el Gran
Hotel Latana, pero la fatiga del poeta no lo permite. Como la
visita será de un mes, Darío pide reposar la primera semana
para recuperar sus energías. Durante su descanso, Rubén lee
con admiración poemas de la joven poeta uruguaya Delmira
Agustini. Sus amigos organizan una visita a la casa de la familia de la poeta, cuyo potente estro Rubén capta de inmediato.
Delmira, a su vez, es gran admiradora del poeta nicaragüense, cuyas obras ha leído. Durante la visita Rubén escribe en
el álbum de Delmira: “De todas cuantas mujeres hoy escriben
en verso, ninguna ha impresionado mi ánimo como Delmira
Agustini por su alma sin velos y su corazón en flor… Si esta
niña bella continúa en la lírica revelación de su espíritu, como
hasta ahora, va a asombrar a nuestro mundo de habla española”. “Darío, escribe Edelberto Torres, despierta en Delmira una
psíquica aleación de amor, entusiasmo y admiración”. Ella,
que es pionera en expresar en su poesía un erotismo femenino
franco, se apasiona por Rubén, a quien escribe varias encendidas cartas y, sin refrenar su emoción, le confiesa su inmensa
admiración. Con mucha circunspección, finalmente, Darío le
contesta desde Buenos Aires prometiéndole publicar su poema
en Mundial y asegurándole que goza de “su absoluto afecto
mental” y que “intelectualmente la mira y admira”.
La visita a Uruguay fue muy exitosa. Rubén estuvo a la
altura. Tras saludar al presidente de la República, en el teatro
Solís, ante una gran concurrencia lee, con voz clara y audible,
su conferencia sobre el poeta Julio Herrera y Reissig. Luego,
en el homenaje del Ateneo, lee su soneto “A Montevideo”, que
provoca una ovación del público. El soneto se divulga ampliamente y hasta un compositor le pone música y se convierte en
canción popular. Entre los asistentes destaca el autor de Tabaré, Juan Zorrilla de San Martín. No asiste ni saluda a Darío
durante su estancia en Montevideo José Enrique Rodó, pese
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a que Darío lo menciona siempre en términos elogiosos. En
el teatro Urquiza, días después, Rubén es ovacionado cuando
sale al escenario. Entre los asistentes están muchos estudiantes
universitarios. Se lee una poesía de Delmira Agustini, dedicada
a Darío. Rubén agradece con un breve discurso, que no disminuye el entusiasmo de los asistentes. Siguen las visitas a San
José, Salto y Paysandú, antes de viajar con destino a Buenos
Aires.
Otra vez en la gran cosmópolis
Una abigarrada multitud le da la bienvenida en el puerto
de Buenos Aires. Proliferan los discursos llenos de admiración.
Acude a saludarle una representación de los estudiantes universitarios. Una serie de homenajes han sido preparados por
la intelectualidad argentina. Rubén es bien conocido y apreciado. En Argentina cuenta con muy buenos amigos desde su
anterior visita en 1893, que se prolongó hasta 1898. Todos los
medios escritos, a la cabeza de ellos La Nación, con la que ha
colaborado por muchos años, saludan su presencia en términos
afectuosos. Darío publica un artículo en La Nación con el título
de “El retorno”, donde ratifica su cariño para la que él llama
su segunda patria. En audiencia especial es recibido por el presidente de la República, el doctor Roque Sáenz Peña, amigo
personal de Darío. Se le ofrece un banquete en el hotel España,
que reúne a lo más representativo de la intelectualidad argentina. Viejos y nuevos valores que coinciden en la admiración
por el autor de los “Cantos de Vida y Esperanza”. En el teatro
Odeón, Rubén lee su conferencia “Mitre y las letras”, interrumpida varias veces por el aplauso de los asistentes. “La Nación”,
en su crónica del acto, califica la conferencia de Darío como
“un verdadero acontecimiento literario”. Los organizadores del
Ateneo Hispanoamericano le invitan a la inauguración del mismo, que será una sesión en honor de Rubén. Para corresponder
Darío lee el poema “Español”, escrito especialmente para la
ocasión. La penosa situación de Nicaragua, donde ha estallado
nuevamente la guerra civil conocida como “guerra de Mena”,
mueve a Rubén a publicar en La Nación su artículo intitulado
Documenta rubendariana
191
“El fin de Nicaragua”, crónica de la desgraciada vida política
de su patria.
Durante el último mes de su estadía en Buenos Aires, la
revista Caras y Caretas, lo contrata para que escriba su autobiografía y le facilita los servicios del joven Julio Castellano, a
quien Rubén dicta “La Vida de Rubén Darío escrita por él mismo”. Rubén, con horario de trabajo fijo, cumple su tarea entre
el 11 de septiembre y el 5 de octubre de 1912. Mientras tanto,
en Chile, Luis Orrego Luco y Francisco Contreras preparan la
visita a ese país, cancelada a última hora por el cansancio de
Darío, quien deja a La Nación, para futura publicación, otro
trabajo que ha preparado con los textos de algunas conferencias leídas en Uruguay: Historia de mis libros. En el transatlántico Zelandia la comitiva sale rumbo a París el 5 de octubre de
1912. A su paso por Montevideo, la poetisa Delmira Agustini,
desde una dársena, ve de lejos a su admirado poeta.
El año 1912 concluye para Darío el 20 de diciembre con
el banquete que en París le ofrecen poetas y escritores franceses, generalmente poco inclinados a homenajear a los autores
latinoamericanos. La invitación, que firma el “Príncipe de los
poetas franceses” Paul Fort, dice que es para festejar el regreso
a París del “Príncipe de los poetas de la lengua española”.
192 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Rubén Darío: reflexiones
y quimeras de un peregrino
por los caminos de don Quijote
Esther Bautista Naranjo
Universidad de Castilla-La Mancha
Resumen
EN EL año del tercer centenario de la primera edición del Quijote, 1905, Rubén Darío visitó algunos enclaves cervantinos
en La Mancha y redactó dos crónicas de viaje: “La tierra de
don Quijote” y “La cuna del manco”. Unas semanas más tarde
sería invitado a los actos conmemorativos del centenario en el
Ateneo madrileño, donde también presentó Cantos de vida y
esperanza.
Los relatos de su peregrinaje tras la estela de este personaje
unen una visión realista del entorno con una óptica soñadora
derivada de su lectura mítica de la novela cervantina, pues con
estos viajes Darío persigue la quimera de convertirse en un
nuevo don Quijote. Aunque hasta ahora estas dos crónicas no
han sido relacionadas con su obra poética más española, basándonos en su cercanía temporal con los fastos del centenario,
demostraremos que estos viajes le sirvieron como documentación para su célebre Letanía de nuestro señor don Quijote,
en la que Darío consagró al hidalgo cervantino como un santo
protector de los desvalidos, convirtiéndole en una figura universal de trascendencia permanente.
Palabras clave: Rubén Darío, crónicas de viaje, Don Quijote, idealismo, transcendencia.
Documenta rubendariana
193
Noble peregrino de los peregrinos,
que santificaste todos los caminos
con el paso augusto de tu heroicidad.
Rubén Darío, “Letanía de nuestro
señor don Quijote” (1905)
No ha mucho tiempo que cayeron en mis manos dos crónicas de Rubén Darío redactadas en España, más en concreto,
en La Mancha, región que, desde que Cervantes escribiera su
genial parodia de las caballerías, quedó ligada para siempre al
nombre de don Quijote. Estos relatos, que son el resultado del
viaje que Darío realizó por los caminos del ingenioso hidalgo
en el año del Tercer Centenario, han sido objeto de mi interés en el estudio Don Quijote según Rubén Darío: una visión
transcendental del Fin de Siglo.1 En él se subraya la concepción del personaje cervantino a lo largo de la obra del nicaragüense. Esta peculiar interpretación, ligada inexorablemente a
los acontecimientos históricos del momento, evolucionó, sobre
todo en su poesía, hacia la sacralización universal del Caballero de la Triste Figura.
Aunque en este artículo se incluyen los relatos darianos de viaje por La Mancha, existen algunos aspectos que deben ser analizados en mayor profundidad como ejemplo de la
comunión espiritual de un escritor en plena etapa de madurez
con un personaje inmortal cuyas aventuras sirvieron de inspiración a muchos espíritus intrépidos y soñadores. Esta necesidad se hace tanto más imperiosa al tratarse de dos crónicas
prácticamente desconocidas en España hasta hace unos años,
en que las rescató del olvido el académico nicaragüense, Jorge
Eduardo Arellano, y las compiló junto a otros escritos cervantinos de Rubén Darío en un volumen esencial para los estudiosos
de la producción de ambos escritores.
_________________________
1. En Hans Christian Hagedorn. Don Quijote en los cinco continentes. Acerca de la recepción internacional de la novela cervantina. Cuenca: Universidad de Castilla-La Mancha, en prensa.
194 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Hay que señalar que ambas surgieron como artículos periodísticos que Darío redactó en calidad de corresponsal en
España en el contexto del tercer centenario de la primera
edición del Quijote, que se remonta a 1605. Estas crónicas,
dotadas de títulos muy significativos —“La tierra de don Quijote” y “La cuna del manco”—, vieron la luz en La Nación
de Buenos Aires en 1905, año del Centenario, y quedaron, de
algún modo, eclipsadas por la publicación, unos meses después, de la que sería su obra cumbre poética, Cantos de vida
y esperanza. La datación de estos artículos, febrero y marzo
de 1905 respectivamente, hace intuir que Darío se encontraba
entonces preparando los poemas que componen este poemario
de profundo sabor español, y probablemente le sirviera como
documentación para su célebre “Letanía de nuestro señor don
Quijote”, presentada en el mes de mayo de ese mismo año
en los actos del Ateneo madrileño. Por ello, estos dos breves
relatos de viajes por La Mancha suponen una etapa crucial
en la producción poética de este autor, tan familiarizado con
España, que empatizó con el loco hidalgo manchego cuyo
noble idealismo es burlado por la cruel sociedad en las páginas
de Cervantes.
***
La primera de estas crónicas, “La tierra de don Quijote”,
está redactada durante una estancia en Argamasilla de Alba,
pueblo de la provincia de Ciudad Real de arraigadas tradiciones cervantinas y quijotescas por las que Rubén Darío se
muestra muy interesado. Antes de viajar a Argamasilla realizó una breve parada en Ciudad Real. Él mismo nos indica
al inicio de su relato que con este viaje rinde un particular
homenaje a la inmortal novela cervantina: “Se acercan ya las
fiestas del centenario del libro admirable de España. ¿Qué
mejor que una excursión por las tierras en que se encuentra
aquel lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiso acordarse el gran Manco?” (Darío, “La tierra de don Quijote” 2005:
63). Este tipo de viajes eruditos por los caminos del ingenioso
hidalgo, revitalizado en el contexto del tercer centenario, ad-
Documenta rubendariana
195
quiere las dimensiones de un auténtico peregrinaje literario,
pues los viajeros buscan deliberadamente alejarse de la experiencia de los turistas, aguantar las incomodidades y peligros
con tal de conocer fielmente el estilo de vida de las gentes rurales y aproximarse así a La Mancha más genuina, tal y como
el autor alcalaíno la retrató. Deambulan sin rumbo, aunque con
la historia de don Quijote como guía, y visitan aquellos enclaves en los que, según sus interpretaciones (ya que Cervantes
apenas da descripciones geográficas concretas), el ingenioso
hidalgo vivió sus inolvidables aventuras.
Para su realización —y, según Arellano, hasta para el
nombre de su artículo—, Darío se inspiró en el testimonio de
August F. Jaccaci, editor y periodista neoyorkino que visitó
La Mancha en 1893 buscando la esencia de don Quijote, por
considerar que esta permanecía inalterada desde que Cervantes
la inmortalizó en su obra.2 Darío conoció el relato del viaje de
Jaccaci (publicado en 1897 con el título On the Trail of don
Quixote. Being a Record of Rambles in the Ancient Province of
La Mancha,3 en su traducción francesa de 1901, y pudo despertar en él el deseo de conocer de primera mano las tierras donde
se desarrollan las peripecias del hidalgo visionario.
Al igual que Jaccaci, Darío viaja en tren desde Madrid hasta Ciudad Real. Movido por una total predisposición hacia esta
experiencia espiritual, confiesa que “las reminiscencias cervantinas se impusieron desde el comienzo” (2005: 63) y que
Cervantes conoció gran parte de los pueblos de La Mancha
como recaudador de alcabalas para la Orden de San Juan. A
su paso por la localidad de Esquivias recuerda que allí se casó
_________________________
2. Para una visión pormenorizada de corte comparativo sobre los relatos de
viaje por tierras de don Quijote y sobre este en concreto, remito a mi libro
Un americano en La Mancha tras las huellas de don Quijote. Traducción
y estudio de “On The trail of don Quixote” (1897), de August Jaccaci.
Centro de estudios de Castilla-La Mancha, Universidad de Castilla-La
Mancha, Ciudad Real, 2010.
3. Tras las huellas de don Quijote por el país de La Mancha: cuaderno de un
peregrino, traducción mía. Ver nota anterior.
196 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
“don Miguel”, nombre que menciona con este tono familiar y
entrañable, como quien rememora a un noble y querido antepasado. El hecho de que Cervantes contrajera matrimonio con
una aldeana de Esquivias, Catalina de Palacios, dio lugar a la
hipótesis poco consolidada de que esta localidad pudiera ser
el lugar de nacimiento de tan insigne personaje. Como después demostraría en “La cuna del manco”, Darío conoció esta
y otras tradiciones locales sobre la vida del autor, y a su paso
por Esquivias pensaba en la “agitada vida” del escritor que tanto admira.
Su descripción de Ciudad Real, capital de la provincia,
ofrece la imagen de un cierto progreso respecto a los pueblos, al
resaltar que contaba con “un hotel muy confortable” y con iluminación eléctrica. No obstante, la impresión general que deja
en el visitante es la de una “vetustez venerable”, con “casas a
la antigua, calles mal empedradas y estrechas, restos de muros
y una antiquísima puerta en la cual existe cierta inscripción
indescifrable” (2005: 64). El nicaragüense asocia el ambiente
“de paz antigua” con el de la ciudad de Brujas, recurriendo a la
estética de las “ciudades muertas”. No debemos entender este
motivo finisecular en sentido negativo o peyorativo, pues, tal
y como la presenta Georges Rodenbach,4 la ciudad “muerta”
de Brujas se ha detenido en el pasado y en sus calles reina una
tierna melancolía que sobrecoge el alma del viajero y evoca un
estado de alma que le invita a fundirse con ella, haciendo de
la propia ciudad la verdadera protagonista de la novela. Darío
observa en Ciudad Real el pasado imborrable de los tiempos
pretéritos, asociados en su imaginación al contexto de las andanzas del protagonista cervantino.
Esperando quizás un alto grado de incultura y analfabetismo en la región más deprimida de España, Darío se ve sorprendido al encontrar un “ciudadano intelectual […], ave rara
_________________________
4. Rodenbach, Georges. Bruges-La-Morte. Bruxelles: Labor, 1989. Sobre el
mito de las ciudades muertas ver: Hans Hinterhäuser. Fin de siglo: figuras
y mitos. Madrid: Taurus, 1980.
Documenta rubendariana
197
en estas regiones” (2005: 65). Se trata de don Luis Barreda,
presidente de la Diputación Provincial en aquel momento, además de excelso poeta modernista y erudito cervantino.5 En su
compañía Darío visitó el Palacio de la Diputación, donde indagó sobre el reconocimiento local hacia Cervantes y su famosa
historia, que el conserje reconoce con orgullo haber leído hasta
cinco veces. También contempla algunos cuadros de temática
quijotesca pintados por artistas locales que adornan las diferentes estancias del Palacio. Destacan los de Ángel Andrade
y Carlos Vargas (error fonético para referirse al pintor Carlos
Vázquez).
Aprovecha su estancia para acercarse dando un largo paseo
al pueblo de Alarcos (que transcribe como Marcos),6 donde visita el santuario de la Virgen y observa un pintoresco paisaje,
musicalmente amenizado por los cantos de algunos mozos que
entonaban coplillas de la tierra.
Tras esta breve estancia en Ciudad Real, Darío se traslada a
Argamasilla de Alba, pueblo que aparecía como eje central del
viaje de su predecesor, Jaccaci, por ser considerado “el lugar
de La Mancha” donde nació don Quijote. El viaje se produce
en tren y en compañía de Pedro González Blanco, uno de los
fundadores de la revista Helios,7 divulgadora del modernismo
hispánico.
El trayecto de la estación al pueblo, como era usual en los
relatos de viajeros, resulta molesto e incómodo. Darío tiene
que viajar “entre atados de pellejos y sacos de bacalao” (2005:
_________________________
5. Luis Barreda estaba casado con la hermana del marqués de Casa Treviño
Gotor, María de la Concepción Treviño Aranguren.
6. Por su cercanía a Ciudad Real (ocho kilómetros), Alarcos está actualmente
despoblado. Sin embargo, las ruinas moriscas y de la antigua ciudad medieval de las que habla Darío constituyen hoy en día un importante Parque
Arqueológico y cada domingo de Pentecostés se traslada la imagen de la
Virgen de Santa María de Alarcos a la Ermita del siglo XIII que lleva su
nombre, y allí se celebra su romería.
7. La revista Helios fue fundada en 1903 por Juan Ramón Jiménez, Gregorio
Martínez Sierra, Pedro González Blanco y Ramón Pérez de Ayala.
198 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
67). Al igual que otros viajeros anteriores y, en especial, Jaccaci, el color local, la vida genuina en la naturaleza y las huellas
cervantinas compensan con creces las adversidades de estos
desplazamientos. Por ejemplo, Darío se consuela al ver en el
carretero a un tipo rechoncho, campechano y bonachón, con
una buena barriga que le vale bien el apelativo de “Sancho
Panza”. Este apunte nos ofrece una nueva instancia del valor
mediador de la novela de Cervantes en estos viajes: los individuos más característicos son asociados a los personajes del
libro, pues, para ellos, el universo cervantino ha nacido de la
realidad manchega más imperecedera. Darío, como Jaccaci, se
queja del insoportable calor y la sequedad ambiental, semejante, en su opinión, al desierto africano. No le extraña que este
mismo sol derritiera la sesera de Alonso Quijano el Bueno y le
hiciera perder la razón, pues, como dice Cervantes, “del poco
dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro” (I, i, 298). Evoca
entonces con “melancólica tranquilidad” y nostalgia los verdores refulgurantes de la Argentina.
Una vez llegado al pueblo, busca alojamiento en la casa
de Jantipa, al lado del ayuntamiento, donde un mes más tarde dormiría el alicantino José Martínez Ruiz “Azorín”, en el
desarrollo de su particular “ruta de don Quijote”. Jaccaci, sin
embargo, se había alojado en el Parador del Carmen, con los
arrieros. Al elegir la fonda de Jantipa, posiblemente esperara
Darío un cierto grado de confort que no se vio en absoluto satisfecho. La llegada del extraño supuso una auténtica sorpresa
en esta casa que tampoco había evolucionado desde la época
de Cervantes, y para rememorar a su héroe literario, pide para
comer “una olla de algo más vaca que carnero, salpicón, duelos
y quebrantos, lentejas y algún palomino de añadidura” (2005:
69). No hay que olvidar que el Quijote es su fiel compañero
de viajes, que pasa las noches en vela releyéndolo, como más
_________________________
8. Las citas tomadas del Quijote de Cervantes se refieren a la edición de
Francisco Rico en Punto de Lectura, Madrid. El formato con el que las
consigno corresponde a: Parte, capítulo, página.
Documenta rubendariana
199
adelante indica, y que lo admiraba hasta el punto de interiorizarlo y dejar hablar al libro en su lugar.
Como el resto de viajeros extranjeros, el nicaragüense portaba un pasaporte donde solicitaba acompañamiento y cobijo
en caso de necesidad. Un hidalgo local le guía mostrándole
con agrado el “lugar de La Mancha”. Como si el tiempo no
hubiera pasado, y como si la ficción cervantina hubiese acontecido realmente, dice Darío que conoció al cura (apellidado
Pérez, como el de la novela), al barbero, y la casa del bachiller
Sansón.
En la iglesia de San Juan Bautista contempla el cuadro
exvoto de Rodrigo Pacheco, un hidalgo argamasillero del que
se dice que pudo inspirar a Cervantes su demente personaje.
Según la tradición local, Pacheco mandó encarcelar a Cervantes en la Casa-Cueva de Medrano, por haberle demandado el
escritor cierta cantidad que aquel le debía. Cervantes estaba
además enamorado de su sobrina, Marcela, que pudo inspirarle
la graciosa pastora del libro. Darío escucha con atención estas
leyendas que quedan alojadas en su fantasía para después rebrotar en las líneas de sus versos.
El clímax de su estancia en Argamasilla se produce en la
Casa de Medrano, que toma como la cárcel donde Cervantes
compuso la obra y allí mismo recuerda la descripción de don
Quijote que se nos ofrece al inicio de la novela: un hijo “seco,
avellanado y antojadizo” (I, Prólogo, 7). La visita a la cueva
aúna ensoñación y realismo. La casa estaba en aquel momento
arrendada y se conservaba en muy mal estado, aunque con motivo del centenario pretendían que el gobierno estatal la comprara y la declarara monumento nacional, como sucede con las
casas de los grandes escritores en otros países. A pesar de estas
circunstancias, el descenso es descrito por Darío envuelto en
un halo de misticismo. Es guiado por unas guardadoras, que
posteriormente llama “parcas”, en honor a las tres antiguas deidades que tejían la vida del hombre. Por un lado, la mugre y los
ratones ofrecen un aspecto desolador; por otro lado, el agujero
del cepo al que estuvo atado el autor del Quijote recuerda al
200 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
universo cervantino. El descuidado estado de la cueva se evidencia con el fin que tuvo este cepo de madera, una reliquia de
gran valor para los admiradores del Quijote, que fue quemado
por una moza para la trivial tarea de hacer arrope.
Darío ofrece aquí una brillante metáfora —aunque también podría tomarse como una metonimia— al confundir deliberadamente a Cide Hamete con el propio Cervantes como
autor genuino de la historia de don Quijote, compuesta en una
cárcel. Lo cierto es que Cervantes en el último capítulo de la
Segunda Parte parece querer identificar al cronista Cide Hamete con el verdadero autor de estas aventuras. Quizá Darío
tuviera en mente el pasaje en que Cide Hamete cuelga su pluma al finalizar la novela. Con este juego metaficcional, Darío
se muestra como un lector “colaborador” con la intención del
escritor español, quien presenta las andanzas del hidalgo visionario como hechos reales y documentados en los anales de
La Mancha. Además, nos ofrece múltiples mecanismos para
hacer la narración autónoma e independiente. Entre ellos, los
diversos narradores, el manuscrito encontrado y la autoría
ficcional de Cide Hamete que Darío comparte al asumir que
el moro fue quien estuvo atado a este cepo y no Cervantes.
Con la visita a la casa de Medrano concluye su recorrido
del casco histórico de Argamasilla. Entonces es sobrecogido
por una pintoresca visión: el sublime crepúsculo en el que
cree ver diluirse las siluetas de don Quijote y Sancho. Al
primero se refiere como “príncipe de los soñadores”, anticipo de las advocaciones que posteriormente le dirigiría
en la hermosa “Letanía”. La conmovedora escena suscita
entonces una hiperestesia sensitiva: a la visión espectacular
del paisaje se suma el canto lejano de un labriego. Los fieles
se arrodillan al ver pasar al cura, suenan las campanas de
la Iglesia, y el ambiente alcanza tal sugestividad que Darío
recuerda unos versos de Manuel Machado dedicados a la novela cervantina.
De vuelta en la posada de Jantipa recibe al redactor del
periódico local, que desea dar noticia de su ilustre visita. Con
Documenta rubendariana
201
él tiene ocasión de debatir en torno al controvertido asunto de
la patria de Cervantes. Esta conversación le ofrece un valioso
material para redactar posteriormente un artículo en torno a
esta cuestión, que anticipa para la próxima carta. Sin duda,
este interés surge también por una empatía y entendimiento
con Cervantes y su noble personaje, cuyo lugar de nacimiento
dejó en el aire “por dejar que todas las villas y lugares de la
Mancha contendiesen entre sí por ahijársele y tenérsele por
suyo” (II, lxxiv, 1104). Darío no ofrece aquí la cita textual del
Quijote, sino que la reformula, incluyendo también el célebre
pasaje antes mencionado en que Cide Hamete da por zanjado
el final de la historia, ahuyentando así a posibles plagiadores
o continuadores.
Del mismo modo que Alonso Quijano pasaba las noches
en vela leyendo libros de caballerías, Darío también se deja
llevar por la lectura del Quijote, interrumpida tan solo por el
tañir de las campanas de la iglesia. Como el ingenioso hidalgo al salir de la venta, con el alba se despierta y emprende el
viaje de vuelta.
***
“La cuna del manco” poco o nada tiene que ver con su
viaje estético como peregrino por Argamasilla de Alba. No se
trata aquí de describir una experiencia sensitiva, sino de resucitar un debate antiguo, ya cerrado, sobre el origen de Miguel
de Cervantes. Este es un artículo basado en documentación
y no en impresiones personales, redactado en Madrid, donde posiblemente visitó bibliotecas para conocer las hipótesis
sobre este tema que retoma en el año cervantino de 1905. Es
curioso que Darío le dedique todo un artículo, mientras que
otros viajeros insertan sus opiniones sobre estos temas al hilo
de sus narraciones. Sin embargo, el corresponsal de La Nación pretende ser exhaustivo y ofrecer información rigurosa
para que sus lectores puedan decidir por sí mismos. Se trata,
por tanto, de un artículo meramente divulgativo.
202 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
De las muchas villas que pugnan por el honor de ser cuna
de Cervantes el debate se cerró en torno a dos: Alcázar de San
Juan y Alcalá de Henares, y la tensión, según la describe Darío, había tomado “caracteres de batalla” (Darío, “La cuna del
manco” 2005: 76). El viajero ha visitado ambas ciudades, y
ha conocido las tradiciones locales que vinculan a Cervantes
con cada una de ellas. El principal motivo de disputa gira en
torno a las partidas bautismales que allí se conservan, y que
implican que algunos hitos de la misteriosa vida del escritor
—como luchar en Lepanto o escribir las Novelas Ejemplares— tuvieran lugar a diversas edades, más o menos verosímiles. En Alcázar conoce también la Casa de Cervantes, lo
que sumado al ambiente predominantemente manchego que
impregna la novela constituye una prueba concluyente para
su decisión. En efecto, el nicaragüense no se muestra del todo
imparcial, pues parece abogar por Alcázar en detrimento de
Alcalá, siguiendo la estela de eruditos locales, como Antonio
Castellanos o Álvarez Guerra.
Aunque en apariencia justifique sus argumentos con hechos objetivos, Darío se decanta por Alcázar de San Juan
como un modo de rebelión frente a los “poderosos” alcalaínos, y como ejemplo de su comunión con los desvalidos, los
oprimidos y los miserables que posteriormente presentaría
dirigiendo a don Quijote una desgarradora y profunda “Letanía”.
***
Por la fecha de composición y el interés que Darío nos
muestra como esteta y peregrino en sus crónicas por tierras de
La Mancha, estos viajes sirvieron al autor, con toda probabilidad, para la composición de la “Letanía de nuestro señor don
Quijote”. En ella, los perdidos y los derrotados claman a un
don Quijote sacralizado su protección y amparo, llamándole
“señor de los tristes / que de fuerza alientas y de ensueños
vistes” (Darío 2007: 109). De este modo, el poeta erige a don
Quijote como paladín del idealismo que los poetas toman por
Documenta rubendariana
203
bandera y se ve amenazado por los academicismos modernos.9
La alusión específica a los “que ridiculizan el ser de la Mancha
/ el ser generoso y el ser español!” (2007: 110) puede dirigirse,
a los que se burlan de España tras la derrota en las colonias,
pero también a los que desprecian a los manchegos, y, entre
ellos, al manchego más universal.
Estas líneas “hechas con las cosas de todos los días / y con
otras que en lo misterioso vi” (2007: 110), reúnen de nuevo
realidad e imaginación, volviendo al estado de ensoñación que
ha marcado su estancia en tierras de La Mancha. También se
percibe en los versos de la “Letanía” un mensaje de aliento
para los viajeros, pues denomina a don Quijote “noble peregrino de los peregrinos” (2007: 109). Él mismo ha realizado un
peregrinaje espiritual tras la estela del ingenioso hidalgo por
lugares que en el poema cobran un valor sacro ya que don Quijote santificó “todos los caminos / con el paso augusto de [su]
heroicidad” (2007: 109). A todos los que siguen el ejemplo de
don Quijote transmite resignación ante la adversidad y fuerza
en la derrota.
***
En resumidas cuentas, las crónicas de viaje por La Mancha
del escritor nicaragüense nos muestran a un hombre receptivo
ante el entorno, interesado por la cultura local, y sobre todo,
por observar cuánto queda en estas tierras de la mítica esencia
del universo cervantino. Procura que ningún detalle escape de
su narración, por lo que escribe con absoluta inmediatez, (requisito del periódico al que iban destinadas) lo que se observa
en los múltiples errores de escritura que pueden corresponder
a malentendidos fonéticos tan comunes en este género, donde
los viajeros conocen los topónimos y nombres propios de oídas, pero sin llegar a verlos escritos.
_________________________
9. Puede consultarse mi artículo “Don Quijote según Rubén Darío: una visión transcendental de Fin de Siglo”. Ver nota 1.
204 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
En estos relatos, Darío comulga con el juego ficcional que
Cervantes propone con su genial novela, recitando pasajes del
libro que ofrece como comentario o respuesta a sus interlocutores, tomando las aventuras y personajes que allí se relatan como acontecimientos reales y deseando transponer a su
propia persona las vivencias del protagonista. Para ello, lleva
siempre a mano su ejemplar del Quijote, que lee por las noches, para que incluso en sus sueños le acompañe este infatigable viajero. Si, como dice Sansón Carrasco al hablar sobre
la novela de don Quijote, “los niños la manosean, los mozos la
leen, los hombres la entienden y los viejos la celebran” (II, iii,
572), el Rubén Darío que relata sus vivencias en La Mancha
está en plena madurez compositiva, con una edad similar a la
del personaje principal, y, por tanto, su estancia se produce con
un alto grado de receptividad y capacidad de análisis del entorno, que unido a su profundo conocimiento y admiración por la
epopeya inmortal de La Mancha, le convierte en un “fidelísimo
lector de Cervantes”10 y “el más cervantino y alto cantor del
Quijote” (Echevarría 2005: 120).
Bibliografía
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cervantinas”. En: Rubén Darío. Don Quijote no debe ni
puede morir (Páginas cervantinas) (ed.: Jorge Eduardo
Arellano). Madrid, Frankfurt: Iberoamericana, Vervuert,
2005, pp. 9-18.
BAUTISTA NARANJO, Esther. “Don Quijote según Rubén Darío:
una visión transcendental del Fin de Siglo”. En: Hans
Christian Hagedorn. Don Quijote en los cinco continentes.
Acerca de la recepción internacional de la novela
cervantina. Cuenca: Universidad de Castilla-La Mancha,
en prensa.
_________________________
10. Paráfrasis del título del artículo de Luis Alberto Sánchez. “Rubén, fidelísimo lector de Cervantes”. En: Seminario Archivo Rubén Darío (Madrid)
nº 6 (1962), pp. 31-44.
Documenta rubendariana
205
_____________. Un americano en La Mancha tras las huellas
de don Quijote. Traducción y estudio de “On the Trail
of don Quixote” (1897) de August Jaccaci. Ciudad Real:
Centro de Estudios de Castilla-La Mancha, Universidad de
Castilla-La Mancha, 2010.
CERVANTES, Miguel de. Don Quijote de La Mancha. Ed.
Francisco Rico. Madrid: Punto de Lectura, 2007.
DARÍO, Rubén. Cantos de vida y esperanza, Los cisnes y otros
poemas. Barcelona: Linkgua, 2007.
_____________. “La cuna del manco”. En: Don Quijote no debe
ni puede morir (Páginas cervantinas) (ed.: Jorge Eduardo
Arellano). Madrid, Frankfurt: Iberoamericana, Vervuert,
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_____________. “La tierra de don Quijote”. En: Don Quijote no
debe ni puede morir (Páginas cervantinas) (ed.: Jorge
Eduardo Arellano). Madrid, Frankfurt: Iberoamericana,
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HINTERHÄUSER, Hans. Fin de siglo: figuras y mitos. Madrid:
Taurus, 1980.
RODENBACH, Georges. Bruges-La-Morte. Bruselas: Labor,
1989.
SÁNCHEZ, Luis Alberto. “Rubén, fidelísimo lector de Cervantes”.
En: Seminario Archivo Rubén Darío (Madrid) nº 6 (1962),
pp. 31-44.
URIBE-ECHEVARRÍA, Juan. Cervantes en las letras
hispanoamericanas (antología y crítica). Alicante:
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2005 (Santiago:
Universidad de Chile, 1949) (http://www.cervantesvirtual.
com/servlet/SirveObras/90253953212392718654679/
index.htm ; consulta: 2 de mayo de 2011).
206 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
La imagen (auto)biográfica de Rubén
Darío y la noción de campo literario
en la novela centroamericana
(Ponencia leída en la sede de la
Academia Nicaragüense de la Lengua
el 6 de septiembre de 2011)
Ignacio Campos Ruiz
EL PRESENTE trabajo resume solamente una de las facetas
de la Ficcionalización (auto)biográfica de Rubén Darío en la
novela centroamericana: entre la construcción mítica y su deconstrucción. Esta obra fue requisito de tesis de graduación del
Doctorado Interdisciplinario en Artes y Letras en la Universidad Nacional (UNA), Heredia, Costa Rica. Su publicación reciente fue financiada por la Academia Nicaragüense de la Lengua. En dicha obra abordamos el proceso de ficcionalización
de Rubén Darío, apoyándonos en dos textos autobiográficos,
correspondientes a Autobiografía (1912) y El oro de Mallorca
(1913-1914) y en tres novelas de autores centroamericanos: 20
rábulas en flux y uno más (1946) de Flavio Herrera, Margarita, está linda la mar (1998), de Sergio Ramírez y La puerta de
los mares (2002), de Francisco Mayorga.
Con base en diferentes perspectivas teórico-metodológicas
compatibles, interpretamos los diferentes textos insertos en sus
condiciones de emergencia y de recepción-producción. Este
vínculo de recepción-producción adquiere relevancia, considerando que las relaciones transtextuales contribuyen a dilucidar
cómo la figura de Rubén Darío ha sido y sigue siendo objeto de
apropiación-transformación ficcional acorde con los diferentes
momentos del proceso histórico, cultural y literario de la región centroamericana.
Documenta rubendariana
207
La ficcionalización de Rubén Darío muestra su propio empeño y el de los escritores centroamericanos por articular un
discurso y una imagen de este personaje en correspondencia
con los cambios literarios y de mentalidades de los sectores
vinculados a la dinámica cultural y política. La figura del personaje se inserta en diferentes espacios de la cultura de tal manera que su ficcionalización literaria recorre tres momentos: 1)
durante la vida de Rubén Darío, 2) posterior a las celebraciones darianas del 25 aniversario de su muerte y 3) período de
entrecruce del siglo XX al XXI. En los años más recientes en
Nicaragua y en otros países latinoamericanos han aparecido
nuevas obras que permiten subrayar que Darío sigue siendo
un personaje seductor, generador de ficciones y dispositivo
temático-discursivo para la interpelación de las problemáticas
nacionales y regionales.
La sociología de la literatura más reciente nos dota de herramientas para analizar al personaje como un agente inserto
en su respectivo campo literario. Un campo literario, según
Pierre Bourdieu, se caracteriza por ser una estructura de relaciones concretas, por lograr relaciones objetivas entre posiciones de agentes; así, los agentes e instituciones insertos en dicho
campo, actúan de acuerdo con su capacidad relacional dentro
de un espacio social. En ese espacio se entrecruzan diversos
campos (el político, el económico, el científico, el artístico,
entre otros), aunque en el de poder es donde se intensifica la
lucha. Ahora, en ese campo de lucha encontramos a un Darío
escribiendo sus textos autobiográficos más allá del interés de
sobrevivencia económica, y esta había sido la razón más aceptada por la crítica literaria. Pero esa percepción ha merecido
una indagación de nuestra parte.
Cuando Rubén Darío emprende la escritura de su Autobiografía él ya había consignado su imagen en diferentes obras
y en varios géneros literarios. Él ya poseía conciencia de la
necesidad de este tipo de texto y de su funcionamiento en la
intelectualidad, cuando el subgénero no era muy practicado en
América Latina. Incluso, desde su actitud de biógrafo y autobiógrafo, Darío muestra ese interés por la imagen individual,
208 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
en correspondencia con valoraciones o habitus dentro del campo no necesariamente idéntico al acaecido en Chile o mucho
menos pensar en un campo literario propiamente dicho en Nicaragua, cuando Darío empezaba su tarea renovadora.
En el contexto finisecular del siglo XIX latinoamericano,
la conformación de subcampos artísticos se vio afectada por
los desplazamientos geográficos de los escritores, debido a la
percepción de la cultura de la modernidad; asimismo, la experiencia de viajes habría afectado la manera de reconocerse y de
constituirse dentro del campo literario específico. Por eso, al
aproximarnos al escenario de participación discursiva de Darío, son importantes el medio cultural, las condiciones de su
identidad como agente y el hecho de considerar su vida errante
en busca de metas para luego arribar a una etapa en la cual
pugna por mantener el liderazgo del modernismo literario. De
ahí que la escritura autobiográfica le permite entrar en el balance de la representación simbólica que lo hace reconocerse
decididamente como una figura con biografía. Ahí la Autobiografía funciona como una jugada dentro de la lucha del campo
literario.
En correspondencia con lo antes expresado, las obras autobiográficas darianas tienden a dimensionar su imagen, favorecida por el sistema de signos socialmente culto que le
provee una retórica de mitificación y de consagración. Ahí la
capacidad del habitus, (esto es, principio, criterio, poder de
clasificación, capacidad de nombrar con códigos socialmente
funcionales) articula la transposición de lo extratextual sobre
lo literario, modificando la imagen del personaje, gestado no
solo en los textos autobiográficos de El oro de Mallorca y la
Autobiografía.
Ante la posible pérdida hegemónica que enfrentaba Darío
dentro del subcampo del Modernismo (literatura para artistas
y conocedores del arte), asume que lo estético y lo estructural
literario también está al servicio de la imagen de sí en el momento en que el habitus rector daba indicios de rearticularse.
Este es un aspecto crucial en el marco del surgimiento del texto
Documenta rubendariana
209
autobiográfico dariano, con un sentido que hasta este momento
la crítica literaria al respecto no había sopesado. Es decir, hasta
ahora no se había concebido el sentido ni el funcionamiento de
la Autobiografía y El oro de Mallorca como mecanismos de
participación cultural de Rubén Darío para enfrentar el riesgo
de su descentralización ante la emergencia de nuevos agentes
literarios que pugnaban por su lugar en la producción de discursos, fundamentalmente desde Argentina. Lo autobiográfico
pretende ser salvavidas de Darío para no quedar relegado ante
las nuevas jugadas de los agentes del subcampo. Incluso, uno
de los nexos entre la Autobiografía y El oro de Mallorca está
constituido por la búsqueda de consagración divina y que podemos reconocer como una exclusividad o espíritu de distinción, desde la óptica de Bourdieu.
El personaje-autor-narrador autobiográfico emprende su
reconocimiento desde las laderas del subcampo literario para
pregonar ante sus congéneres hispanoamericanos el arsenal
simbólico que lo respalda; asimismo, para hacer ver quién es
él en ese concierto literario. Difícilmente sería otra la razón de
fondo que impulsa la elaboración de la Autobiografía, teniendo
en cuenta su jerarquía en el campo literario, donde se procuran
lugares y pregonan gustos. Por eso, la Autobiografía pretende
controlar la jerarquía dentro del subcampo de literatura distinguida.
Además, en distintos momentos de la historia interna de la
Autobiografía el narrador induce a expectativas del campo político debido a la capacidad del texto de representar y coincidir
con problemáticas globalizantes. Recuérdese que esos campos
socialmente construidos, solamente gozan de una autonomía
relativa y se ven absorbidos por el económico o político que
son dominantes. Estos usurpan la imagen del intelectual de
acuerdo con sus intereses.
Pero Darío, al trascender el espacio local se ve reasumido
en la literatura de acuerdo con las huellas dejadas en la cultura
de otros países. De este modo, la carencia de un campo literario autónomo en Guatemala es bien cuestionada en la novela
210 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
20 rábulas en flux de Flavio Herrera, publicada en 1946. Por
una parte, la novela del guatemalteco muestra una nostalgia
por contar con un autor o agente que esté a la altura de los poetas de la modernidad y, por otro lado, quienes acusan esa nostalgia, insertos en la bohemia (que es un micromundo), asumen
sus propias vidas como si se tratara de una broma. Si bien es
cierto que se rechazan manifestaciones que desarticulan gustos
y estilos nacionales a favor de lo identitario en Guatemala, no
menos cierto es que los personajes pretendan para su localidad la emergencia de una figura paradigmática como la de un
Rubén Darío. Él es el ejemplo civilizador de aquella Guatemala que fungió como la ciudad letrada centroamericana.
Desde la imitación paródica de la vida intelectual de Guatemala, en la novela de Herrera surgen evocaciones de la bohemia europea con el propósito de adjudicar a Rubén Darío ser
puente cultural. Los rábulas de Herrera, es decir, los charlatanes y abogados indoctos, ven en la imagen del nicaragüense a
un semidiós capaz de asumir el vacío heroico en lo cultural. Es
significativa esta nostalgia de los rábulas si se considera el contenido y las condiciones políticas de aquel entonces, cuando el
régimen de turno en Guatemala prohibió la publicación de la
novela 20 rábulas en flux.
La información acerca de Rubén Darío en este país centroamericano muestra que el tema de la cultura de inicios del siglo
XX mantenía un interdiscurso en torno a la imagen del intelectual. De ahí que la inserción de nuestro personaje en la novela
de Herrera proviene de las prácticas discursivas, literarias y
periodísticas, también patentizadas en homenajes, en alusiones
en su nombre en distintas situaciones de la vida guatemalteca,
hasta grabarse en la memoria colectiva. Esta proyección intertextual e interdiscursiva promovió la ficción sobre Darío en
textos como el de Herrera o en la novela Hondura de Arévalo
Martínez. Ambos textos se apropian del motivo cronotópico de
la llegada del poeta a Guatemala como un evento trascendente
que generó expectativas para la comunidad preocupada por la
carencia de un campo literario beligerante.
Documenta rubendariana
211
La atención depositada sobre Rubén Darío también tiene
que ver con la situación del escritor-cronista que para entonces
era absorbido por las prácticas reproductoras de discursos e
ideologías cuando ya se habían introducido formas de glorificación vinculadas al campo político y ante el cual un sector de
la prensa guatemalteca se mostraba complaciente. Por eso es
que la vida del escritor en América Central acusa condiciones
sociopolíticas y culturales institucionalizadas que al paso de
las primeras décadas de siglo XX también afectaron la formación de un verdadero campo artístico-literario lejos de su autonomía. No es casual, entonces, que la crítica literaria acerca
de Rubén Darío en Guatemala insista en interpretar anécdotas
y pasajes susceptibles de tergiversar la verdad historiográfica
referente a la relación contractual con Estrada Cabrera.
Se puede asegurar, pues, que la relación biografista de Darío en Guatemala dejó espacios sugestivos para la literatura y
estimuló la reescritura productiva y con ella la incorporación
de la imagen que seguramente se había instaurado también en
el imaginario colectivo.
Ahora bien, el nuevo contexto literario y político de la región centroamericana de la década del noventa permite que
Sergio Ramírez aborde decididamente la desmitificación de
Rubén Darío en un sentido lúdico, asociado al problema de
identidades colectivas y el rol crítico que deben desempeñar
los sectores intelectuales ante la falta de nuevos proyectos de
nación. No fue casual que una parte de la novelística de la región enfrentara esas realidades mediante la nueva narrativa
histórica. Para entonces, las novelas empiezan una nueva lectura de esa realidad para develar sus efectos más recientes. Y
cuando la novela desmitifica, tanto a Darío como al dictador
Anastasio Somoza, asume que las informaciones biográficas
e historiográficas oficiales han estado sesgadas por parte del
poder discursivo e institucional y que lo público y lo privado
corresponden a una rigidez artificial como forma no democrática de participación ciudadana, por lo cual es necesario democratizar el derecho de voces y enunciados que habían sido
silenciados.
212 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Con tal razón, la ficción deconstructiva sobre nuestro personaje involucra identidades y voces subalternas, que es por
donde más se integran enunciados a modo de llenado del vacío biográfico e historiográfico como elementos partícipes del
nuevo texto y la recepción productiva. El habitus de la teoría
de Bourdieu ahora se corresponde con la orientación de una
estética a partir de ciertos aportes desde el “boom” literario,
el “postboom” e incluso del Modernismo, pero que avanza haciendo del texto una complacencia lúdica acorde con ciertos
gustos y demandas de lo literario inserto en un campo literario
ahora internacional. Ahí los discursos diversos e imágenes se
van derribando unos a otros en el proceso de lectura.
Con su novela La puerta de los mares (2002), Mayorga
advierte repercusiones de la historia desde la perspectiva de
los intereses y proyectos económicos de Nicaragua. En su propuesta, Mayorga enfrenta la postura estético-ideológica de Sergio Ramírez y opta por presentar a un Darío que en el XIX y
parte del XX encarna los ideales de las élites que vieron coartados sus ideales de grandeza debido a las pugnas de los intereses foráneos y propios en el intento de un Estado-Nación. La
réplica que propone Mayorga ante la novela de Ramírez deja
ver la actitud de aquél frente a la literatura y los problemas representacionales del escritor y la nación atomizada. Respecto
a la capacidad simbólica de los personajes, estos se involucran
en problemáticas de la historia pasada y reciente en los ámbitos
nacionales y regionales codificados, social e ideológicamente,
dentro del juego de relaciones de poder.
La mitificación del personaje Darío en dicha obra surge
ante la necesidad de una figura que represente el patriotismo
y ante ese requerimiento se muda el traje de diplomático que
pugna por la realización del canal interoceánico para salvar
a Nicaragua de su atraso y así evitar la injerencia extranjera.
Esta (re)mitificación también atiende el rasgo del personaje
pacificador, que piensa que para desarrollar el país se necesita crear condiciones armónicas en la región. Esas condiciones
políticas internas y más las globalizantes, según La puerta de
Documenta rubendariana
213
los mares de Mayorga, son las que empujan a Darío a realizar
una prédica por la paz en su paso por Estados Unidos, mientras
le embargaba un sentimiento de desencanto, adjudicado al fracaso de sus gestiones de diplomático y que, en el fondo, según
el texto, se debió al inadecuado manejo de la política y de los
intereses nacionales. El texto también sugiere que los intereses
personales y las actitudes mezquinas de los grupos de poder
imposibilitaron la construcción de una nación sólida. En este
caso, Rubén Darío resulta victimizado entre las relaciones con
el campo político.
A partir de la muerte de Darío, el relato reacentúa lo identitario, asociado a ese campo antes referido. En el contexto de
las exequias del personaje que ha concluido su vida, se activa
el discurso de la memoria histórica al tratar los orígenes y la
identidad. Ahí el interdiscurso ideológico participa de la crítica
a los vicios del poder institucionalizado y a los falsos nacionalismos. Se introducen en ese contexto las figuras de resistencia
(Sandino y Zeledón) a favor de un patriotismo y de abandonar
posiciones acomodaticias. A su vez, el ritualismo religioso provoca evocaciones en torno a personajes de la historia indígena
nacional y del siglo XX, para inducir al lector a ver a un Darío
que inspiró el amor patrio a Sandino. Es la parodia que, sutilmente, en vez de transmitir el numen poético, transmite el
numen político.
Lo hasta aquí indicado nos muestra cómo la autonomía del
campo literario en América Central, sobre todo, se ha visto
afectada por los campos globalizantes y de qué manera el habitus que va produciéndose en el campo literario mantiene una
actitud de rearticular sistemáticamente la imagen rediseñada
de nuestro héroe cultural.
214 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Presentación de Gris en azul…
(Texto leído en la sede de la ANL
el 6 de septiembre de 2011
Jorge Luis Castillo
Don Jorge Eduardo Arellano, director de la Academia Nicaragüense de la Lengua, don Francisco Arellano Oviedo, Secretario; distinguidos académicos; damas y caballeros. Me dirijo
a todos ustedes para ofrecerles mis más sinceras gracias por
hacer acto de presencia esta tarde.
No me mueve a ello el mero acatamiento de las normas que
dicta la retórica en casos semejantes, sino porque así lo siente
a plenitud quien estas palabras pronuncia, aun a sabiendas de
que el honor que representa para mí esta ocasión sobrepasa los
méritos que mi trabajo pudiera albergar.
Quiero agradecerles, de manera particular, a don Jorge
Eduardo Arellano sus cálidas palabras de bienvenida y a don
Francisco Arellano los generosos elogios dispensados en el
“Prólogo” que redactó para mi libro y todo el esmero que puso
en la edición de los borradores; hago extensa mi gratitud a todo
el personal de PAVSA que cuento entre los más pacientes del
globo terráqueo. Al licenciado Pedro Xavier Solís Cuadra me
unen los lazos de una vieja amistad que la distancia no ha logrado desatar; sin la confianza que puso en mí y el apoyo que
ofreció a mis esfuerzos por investigar el contrapunteo entre el
tedio y la creación poética en Rubén Darío y la lírica hispanoamericana posmodernista, la publicación de Gris en azul…
sencillamente no hubiera sido posible. Quisiera mencionar por
último a mi esposa Christine y mi hijo Martín, ausentes; lamentablemente en esta ocasión no pudieron emprender el viaje
Documenta rubendariana
215
conmigo a Nicaragua, pero confío que el futuro les depare la
ventura de conocer esta hospitalaria tierra hacia la cual profeso
admiración y afecto profundo.
Aunque nos reunimos esta tarde para celebrar la publicación de mi libro Gris en azul… con el prestigioso sello de la
Academia Nicaragüense de la Lengua, no quisiera dirigirme a
ustedes para ofrecerles una mera apología de esta obra mía que
hoy sale a la luz. Se dice que los caribeños tenemos un temperamento hiperbólico, y que somos propensos a las exuberancias barrocas y a los excesos melodramáticos; tal vez en mi
novela La estación florida y en mi libro de cuentos La vida vulgar se encuentren ambos ingredientes en abundancia, acaso en
exceso. Sin embargo, los últimos relatos que incluí en ese libro
ya demuestran que, con el paso de los años, mi temperamento
se ha ido inclinando cada vez más hacia la circunspección; no
por coincidencia siento ahora marcada afinidad por la lírica del
posmodernismo hispanoamericano que es el canto de las cosas
simples, la humildosa flor del cardo y el bello tono menor.
En concordancia con lo dicho, mi propósito resultará bastante más modesto. Quisiera explicar el cómo y el porqué este
libro mío llegó a ser lo que es, para luego aquilatar el impacto
que el mismo ha tenido en mi trayectoria profesional y personal. Evidentemente, lejos quedará de mí la pretensión de
adoptar el tono impersonal y el distanciamiento objetivo que
exhiben la mayoría de los ensayos de crítica literaria que he
dado a la prensa en las revistas de la profesión en Europa o en
Norteamérica. Por el contrario, en las palabras que les ofrezco
en esta ocasión me atengo, en buena medida, al tipo de reflexión impresionista que llegaron a sancionar algunos de los
principales proponentes del esteticismo decimonónico. Inspiradas como lo están en los ensayos de Walter Pater y Oscar
Wilde, mis palabras no aludirán solamente a la intrahistoria de
este libro sino también al efecto que su escritura produjo en
quien ahora las pronuncia.
Pese a que constituye una obvia redundancia, comenzaré
diciendo que mi libro Gris en azul… no es sino un ensayo de
216 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
interpretación literaria redactado a la usanza de la academia
norteamericana, de la cual soy en buena medida producto. Difiere, sin embargo, en un aspecto importante, de mi previa incursión en este género que fue el estudio monográfico de la lírica bucólica, erótica y hermética de Julio Herrera y Reissig, con
el cual completé mis estudios doctorales en la Universidad de
Harvard en la ya lejana fecha de 1995. Gris en azul… estudia
las diversas manifestaciones del estroesplenético en la obra, no
de uno, sino de cuatro poetas cardinales y específicamente en
una triada de textos poéticos modelados a partir de la “Sinfonía en gris mayor”; en cada uno de ellos, la ausencia de deseo
se convierte en tema poético, instancia que paradójicamente
transforma la falta de inspiración en motivo de inspiración. El
mentado fenómeno constituye un avatar más de la llamada retórica del tedio moderno (al decir de Elizabeth S. Goodstein)
y a partir de la misma mi libro explora el carácter moderno de
lo que se denomina una “experiencia sin cualidades” o comúnmente aburrimiento, tedio o esplín.
En el contexto de la historia de las ideas, propio de esa
época, el desasosiego que describen el esplín y sus más o menos falsos cognados —el tedio, la acedia, el aburrimiento, el
hastío, la neurastenia— constituye una de las manifestaciones
más señaladas de lo que Federico de Onís llamó un tanto hiperbólicamente “la crisis universal de las letras y del espíritu”.
Desde un punto de vista más afín a las ciencias sociales, el
esplín denomina el malestar subjetivo propio del individuo que
ha perdido la fe en la promesa compensatoria de una vida venidera y para quien el contrapunteo entre el negocio y el ocio que
sostiene el ritmo frenético de las sociedades modernas, secularizadas y materialistas, ya ha dejado de constituir una fuente
de sentido.
El título de mi libro resume precisamente la moderna práctica posmodernista de insertar prosaísmos verbales y vitales (el
gris) en el “verso azul y la canción profana” consagrados por el
gran bardo nicaragüense. Alternando el contexto cultural que
enmarca este malestar en el terreno de la filosofía y la psicopatología con el empleo poético y aun metapoético del mismo
Documenta rubendariana
217
por parte de Darío y sus desafectos epígonos, mi libro enmarca
la retórica del tedio moderno dentro de las estrategias de continuidad y ruptura que unen y a la vez separan el modernismo
esteticista consagrado en Prosas profanas y la divergencia parcial que representan los usos del prosaísmo dentro de la lírica
hispanoamericana posmodernista.
No tardé en comprobar que, al apropiarse líricamente de
esa reflexiva sensación de vacío que el esplín designa, los poetas estudiados terminan problematizando el mismo acto de
poetizar en el mundo moderno. Pude así establecer una cadena genealógica que se origina en el abúlico lobo de mar de
la “Sinfonía en gris mayor” y continúa en los poemas “En la
playa” del colombiano Luis Carlos López, “El solterón” del
argentino Leopoldo Lugones y “El pintor Pereza” del chileno
Carlos Pezoa Véliz. En todos ellos se radicaliza la experiencia
del esplín para marcar una distancia y a la vez establecer una
continuidad, tanto en el plano de la expresión como en el del
contenido, con el poema modélico del nicaragüense.
En un sonetillo muy semejante en factura a la “Tarde del
trópico” que Darío incluye en Cantos de vida y esperanza, Luis
Carlos López consigna a un hablante poético irreverente que
parece empeñado en desoír el relato de viajes por tierras exóticas que un viejo lobo de abolengo claramente dariano le cuenta
junto al mar:
Mientras el lobo succiona
su enorme pipa, cruzar
miro un barco en su lona
triangular.
Ver otro sol, nueva zona,
distinta raza, cambiar
de postura en la poltrona
y emigrar.
Pero estoy en esta playa
viendo la raya, esa raya
del confín.
218 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
junto a este marino cano
que habla, la gorra en la mano,
de Pekín....
Este tipo de desplante que se burla del esteticismo que abona Prosas profanas en el plano del contenido, al tiempo que lo
prolonga rigurosamente en el plano de la expresión, es análogo
a la ruptura parcial que representan los poemas de Lugones y
Pezoa Véliz frente al legado modernista. Sin embargo, a diferencia de López, ni al argentino ni al chileno les incomoda demasiado la nota exótica, contra la cual el colombiano arremete
en su sonetillo; a Lugones y Pezoa Véliz les interesa más bien
utilizar el esplín para problematizar el valor, o mejor dicho, la
falta de valor del arte en el desencantado y secularizado mundo
moderno.
Lugones crea en el personaje homónimo de su poema “El
solterón” una figura contestataria del eurocentrismo dariano.
La cualidad que Darío exalta en las “Palabras liminares” a Prosas profanas, la fecundidad “(Y, la primera Ley, creador: crear.
Bufe el eunuco; cuando una musa te dé un hijo, queden las
otras ocho encinta”), la reemplaza Lugones por su antónimo: la
esterilidad. De acuerdo con el psicoanálisis, los escarceos eróticos que se permite el susodicho personaje son de naturaleza
parafílica: su fin no es la cópula y, por lo tanto, la procreación,
sino el placer. La esterilidad del solterón también se extiende al
terreno de la escritura; toda la anécdota del poema se cifra en
una carta que el anciano planea enviarle a una de sus antiguas
amadas. El poema, sin embargo, concluye sin que pueda tan
siquiera comenzar a redactarla antes de que lo venza un sueño
que decididamente adquiere rasgos mortuorios:
Así está el hombre soñando
en el aposento aquel,
y su sueño es dulce y blando;
mas la noche va llegando
y aún está blanco el papel.
Documenta rubendariana
219
Sobre su visión de aurora,
un tenebroso crespón
los contornos descolora,
pues la noche vencedora
se le ha entrado al corazón.
Y como enturbiada espuma,
una idea triste va
emergiendo de su bruma:
¡qué mohosa está la pluma!
¡La pluma no escribe ya!
El personaje homónimo del poema de Carlos Pezoa Véliz
es tan estéril como el solterón de Lugones, pero, a diferencia
del argentino, Pezoa convierte la esterilidad en un atributo del
artista moderno, incapaz de crear porque el pintor Juan Pereza
no puede desear nada.
Ni piensa, ni pinta, ni el humor ingenia.
¡Qué ha de pintar, si halla todo sin color!
Tiene hipocondría, tiene neurastenia,
y hace un gesto de asco si oye hablar de amor.
...........................
El pintor no lee. La lectura agobia:
Juan Valjean es bruto, necio Tartarín;
Juan odia los libros, ve horrible a su novia
y muere en silencio, de tedio, de esplín.
Juan Pereza, dicho sea no tan de paso, fue uno de los nombres de pluma del propio Pezoa. En su abolengo seguramente
han de figurar no solo los más celebrados antihéroes de la novela finisecular en sus vertientes decadentista y naturalista —el
controvertido duque Jean des Essentes de A rébours— sino
por antonimia el pintor Ricardo, “poeta lírico incorregible”,
de la sección “En Chile” de Azul, cuya propensión a caminar
sin rumbo, a flanear, por las calles y colinas de Valparaíso lo
convierte en la contrapartida de Juan Pereza, quien por nada
del mundo llega a abandonar su lóbrega boharda. “El pintor
220 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Pereza” es un poema de marcado carácter nihilista que redunda en el total sinsentido del arte y de la vida, al tiempo que
paradójicamente Pezoa Véliz convierte esa “suerte de vacío”
esplenético en catapulta para la creación poética:
El pintor no lee. La lectura agobia,
y anteojos de bruma pone en la nariz;
Juan odia los libros, ve horrible a su novia,
y todas las cosas con máscara gris.
Su mal es el mismo de los vagabundos:
fatiga, neurosis, anemia moral,
sensaciones raras, sueños errabundos
que vagan en busca de un vago ideal.
A título personal, la situación que define el modus vivendi
del pintor Pereza no me resultó en ocasiones del todo ajena. Al
experimentar, en el curso de mi investigación, los desalientos y
las inseguridades que, en mi atmósfera vital al menos, acompañan el trabajo de todo escritor, fui yo mismo presa del desasosiego que poetizaron Lugones y con particular elocuencia Carlos
Pezoa Véliz. Admitida mi propensión a estados de ánimo que
podrían tildarse de esplenéticos, albergaba a veces la sospecha,
el temor, de que carecía de la objetividad necesaria para emprender una lectura matizada y cabal de los textos escogidos.
Se trataba, a mi ver, de un escollo considerable; pero pude a la
postre sortearlo adoptando la máscara impersonal y transparente del investigador académico, que ahora he decidido dejar
a un lado para proferir las palabras de gratitud que les ofrezco
en esta señalada ocasión.
Por otro lado, aunque el entusiasmo que me impulsó a emprender este proyecto me acompañó hasta el final, tengo también que confesar que no fue este el único o el más serio contratiempo surgido en mi camino, no ya en el terreno personal
sino en el conceptual.
Un inconveniente mucho más grave fue la necesidad de
reducir la vastedad y diversidad del material disponible a los
Documenta rubendariana
221
límites de un proyecto coherente y manejable. Semejante labor
de criba representó para mí un penoso sacrificio. Mi intención
original era estudiar cuatro motivos o temas cardinales o canónicos dentro de la lírica de Rubén Darío y sus resonancias más
o menos prosaicas en la poesía de los posmodernistas hispanoamericanos; la representación del impulso erótico y el tópico
del regreso a la patria o nostos se contaban entre ellos, y sobre
el segundo de los temas llegué incluso a publicar un ensayo,
seguramente porque la idea del retorno al nativo suelo resultó
placentera a quien ha vivido la mayor parte de sus años lejos
de la tierra de sus padres y también del país que luego lo vio
crecer y formarse. Confieso que me resultó particularmente arduo dejar a un lado el tratamiento del tema erótico en Darío
y sus secuelas porque la chispa inicial de todo este proyecto
se había originado precisamente en las variantes divergentes
y aun contradictorias que la impronta erótica dariana suscitó
entre los posmodernistas hispanoamericanos. Por ejemplo, el
conocidísimo hito posmodernista que establece el mexicano
Enrique González Martínez con su soneto “Tuércele el cuello
al cisne” de Los senderos ocultos (1909) se afirma como tal
refrenando y paliando el dinámico erocentrismo dariano que
encarna el “olímpico cisne de nieve” mediante la reflexividad
del meditabundo y “sapiente búho” que busca desentrañar el
alma de todas las cosas; por otro lado, en Los cálices vacíos
(1913), la uruguaya Delmira Agustini metamorfosea, en máscara de sangrante feminidad, la albura del blasón dariano para
poner de relieve aún más el erocentrismo que constituye el sistema poético que el bardo nicaragüense consagró en sus Prosas
profanas; otro tanto hace el puertorriqueño José Isaac de Diego
Padró, exaltando por encima del idealizado cisne rubeniano la
barbada, grosera y desfachatada estampa del sátiro Pan en su
poemario La última lámpara de los dioses (1921).
A mí mismo me cuesta trabajo explicarme el dramático viraje que sufrió mi proyecto tras más de un lustro de investigaciones y tanteos. El cambio sobrevino a resultas de mi primer
viaje a Nicaragua en enero de 2008, con motivo del VI Simposio Internacional Rubén Darío en León, en el cual leí una
222 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
ponencia en torno al contrapunteo que establecen lo lírico y lo
prosaico en la “Sinfonía en gris mayor” en marcado contraste
con el esteticismo idealizante que predomina en el resto de las
Prosas profanas.
Tras el minucioso estudio de este poema, abandoné poco a
poco la idea de estudiar los avatares del erocentrismo dariano
entre los posmodernistas para investigar, por el contrario, su
antónimo y contrapartida: la ausencia de deseo como material
poético que convierte a la “Sinfonía en gris mayor” en uno
de los poemas cardinales de la impronta dariana y uno de los
más anómalos dentro de la misma. Así comenzó a seducirme
el demonio del esplín, ese malestar o desasosiego de origen
incierto y nombre confuso, si es que acaso llega a nombrársele,
que expresa el “estado de ánimo del que no tiene ilusiones, ni
interés por la vida”, de acuerdo con el Diccionario del uso del
español de María Moliner (Madrid: Gredos, 1984).
Una vez la transmutación poética de la falta de inspiración
en tema de inspiración avivó paradójicamente las llamas de mi
intelecto, el proyecto se echó a rodar de una manera casi inexorable hasta su eventual compleción. Dejé a un lado el estudio
del erotismo y la errancia como acicates poéticos, y redacté un
largo ensayo sobre el tratamiento poético del esplín en Darío
y los posmodernistas, que luego dividí en dos mitades con tres
capítulos cada una. El bardo nicaragüense se llevó, como le
corresponde, la parte del león pero sus más o menos desafectos
epígonos tal vez hayan tenido la última palabra en este cotejo
de las lecturas, y de las deliberadamente malas lecturas, que
pudo suscitar en poetas tan diversos como Leopoldo Lugones,
Luis Carlos López y Carlos Pezoa Véliz el poetizar la desconcertante experiencia de no interesarse por nada que reside, por
así decirlo, en el corazón del esplín.
Antes de adentrarme en el meollo mismo del tema seleccionado, me di cuenta de que había encontrado en el discurso
crítico que se ha venido acumulando en torno al posmodernismo hispanoamericano un punto de apoyo fundamental para
el desarrollo de mis investigaciones. Me tomó por sorpresa
Documenta rubendariana
223
descubrir hasta qué punto la poesía hispanoamericana posmodernista es un campo relativamente poco atendido dentro de la
crítica literaria hispánica.
El impulso inicial de mi trabajo fue en buena medida continuar la rehabilitación del posmodernismo hispanoamericano
que emprendió Hervé Le Corre en su estudio de la Poesía hispanoamericana posmodernista (2001) poniendo de manifiesto el lugar excepcional que ocupa en el desarrollo de nuestra lírica. Matizando y ampliando la conocida descripción del
posmodernismo que ofrece Federico de Onís en su Antología
de la poesía hispanoamericana (1934), pasé a considerar al
posmodernismo como una tendencia o modo de escribir que
no se ajusta a las definiciones excluyentes que suele manejar
la crítica: en mi opinión, el posmodernismo queda colocado
dentro y, a la vez, fuera de la romántica tradición de la ruptura
que define Octavio Paz en su seminal trabajo sobre Los hijos
del limo, toda vez que forma parte del proceso cultural que
lleva de la modernidad a la postmodernidad, la más polémica coyuntura en el terreno de los estudios culturales hoy día.
Si bien el posmodernismo no concretó un programa o sistema
poético coherente en el terreno teórico, pienso que el mismo sí
constituyó una modalidad o práctica escrituraria cuya puesta
en vigor dio lugar, no solo a un cambio de tono o a una mera
reforma dentro del modernismo, sino a una nueva definición de
la poesía que tiene algo de “postmoderna” (en el actual sentido
de la palabra). Es de notar que la misma es, en buena medida,
ajena al prestigiado grand récit que representa en Occidente
el pensamiento platónico, cuyo idealismo ontológico anima la
concepción de lo bello sobre la cual se fundamenta el estetizante universo poético de Darío y la plana mayor de los modernistas hispanoamericanos.
A mi modo de ver, el posmodernismo, al igual que el modernismo, no denota una escuela o movimiento sino (al decir
de Juan Ramón Jiménez) una “actitud” cuyo principio motor es
la crítica y la autocrítica que suscita entre sus poetas el enorme prestigio de la lírica dariana, esa “facticidad” a la que, en
224 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
buena medida, los desafectos epígonos del modernismo deben
enfrentarse, tal como ocurre en el contexto de la poesía romántica anglosajona que explora Harold Bloom en sus conocidos
estudios The Anxiety of Influence y A Map of Misreading. Desde una perspectiva intertextual, el posmodernismo es simplemente una manera crítica de leer y asimilar el legado modernista, partiendo del afán sincrético o enciclopédico que organiza
la poética de Darío, pero apoyándose en el prurito “acrático”
de la misma para darle preferencia a un aspecto que, si bien
está previsto por el sistema poético del nicaragüense, fue pocas
veces utilizado por él. Me refiero al prosaísmo, al humor, a la
ironía y al lenguaje coloquial o conversacional cuya presencia
en el posmodernismo han destacado numerosos críticos: además de Onís y Le Corre, le saqué provecho a la reflexiones de
Octavio Paz, Guillermo Sucre, Nicolás Bratosevich, Allen W.
Phillips y Ángel Rama.
Desde mi punto de vista, la contribución principal del posmodernismo a la historia de la poesía hispanoamericana descansa precisamente en este viraje hacia el ámbito de la inmanencia, hacia lo que Pedro Prado llama en sus versos el “reino
de la tierra”. Al legitimar dentro de su práctica poética la esfera
de lo íntimo y lo inmediato, lo vulgar y lo feo, el posmodernismo incorpora a la lírica moderna hispanoamericana un lenguaje y una visión de mundo desencantados —en el sentido que le
da Max Weber al término— y afines a las doctrinas materialistas y positivistas que el marcado carácter idealizante y la meta
trascendental de la poética modernista habían postergado, sin
haber conseguido, por otro lado, sustraerse completamente a
su influjo.
La poética del posmodernismo, como la del modernismo,
se estudia en mi libro dentro del contexto filosófico que posibilita el alejamiento de la estética romántica de lo sublime y
su gradual y parcial reemplazo por las limitadas intuiciones
epistemológicas de una conciencia poética que mezcla o contrapone lirismos y prosaísmos para descender así a la esfera de
las cosas simples, a la realidad inmediata y cotidiana de la vida
Documenta rubendariana
225
moderna con todos su esplendores y miserias. Dentro de los
usos del prosaísmo poético, el motivo del esplín representa el
agotamiento del idealismo esteticista que anima la poética dariana, a la vez que una ampliación de sus posibilidades expresivas dentro de un proyecto poético donde encuentra acomodo
la visión secularizada, materialista y resignada a la pérdida o la
falta de sentido que caracteriza al mundo moderno.
No quisiera concluir sin antes manifestar la esperanza de
que mi libro les sea de provecho a todos aquellos interesados en
la paradoja implicada en el tratamiento poético de un malestar
cuyos síntomas conducen a la moderna negación del impulso
genésico y en cómo la misma sirve para marcar una matizada
y relativa distancia entre el “padre y maestro mágico” que nos
ha dado esta tierra y sus más o menos desafectos epígonos a
lo largo y más allá del continente americano. Por lo demás, me
daré por satisfecho si quien leyere Gris en azul encuentra en mi
prosa ensayística alguna pizca de sabor y halla cuando menos
una mediana claridad en mis exposiciones y argumentos. Que
así sea. Gracias.
Universidad de Santa Bárbara en California.
VIII
Bibliografía de
la revista Lengua (I)
Bibliografía de la revista Lengua (I)
229
La narrativa nicaragüense
en la revista Lengua
ANL
MÁS DE medio centenar de obras —novelas y libros de cuentos
de autores nicaragüenses— han sido objeto de estudio en nuestra
revista durante su segunda etapa: 1995-2011. A continuación
consignamos dichos trabajos, especificando el número de la
revista donde aparecen, la fecha de la misma y las páginas que
ocupan.
ADAMS, Clementina R.: “Humanismo y metarrealismo en
la obra En carne viva (1994), de Conny Palacios”. 34
(octubre, 2009): 102-113.
ALBUQUERQUE LARA, Amadeo: “Celestina, Lázaro y
Palomino” [sobre Vida y amores de Alonso Palomino de
Carlos Alemán Ocampo]. 35 (noviembre, 2010): 222237.
ALVARADO MURILLO, Manuel Antonio: “Réquiem en
Castilla del Oro: Canto exequial a la sucesión perpetua
del poder”. 22 (mayo-abril, 2000): 47-70.
ÁLVAREZ MONTALVÁN, Emilio: “Gioconda Belli: El país
bajo mi piel. Memorias de amor y guerra (2002)”
[reseña]. 24 [enero, 2002]: 155-156.
ALEMÁN OCAMPO, Carlos: “Rosario Aguilar: la búsqueda
del ser interior”. 20 (septiembre, 1999): 89-97.
AMORETTI HURTADO, María: “La Casa de los Mondragón:
una novelización alternativa del tiempo folclórico en el
costumbrismo contemporáneo”. 22 (mayo-abril, 2000):
71-107.
230 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
ARELLANO, Jorge Eduardo: “7 títulos de escritores
nicaragüenses” [sobre La promesante (2001), novela
de Rosario Aguilar; Una perfecta desconocida (2002),
cuentario de Mercedes Gordillo; El sueño del ángel
(2003) de Gloria Elena Espinoza de Tercero; La piedra
bocona (2004), novela de Martine Dreyfus; y La
herradura de mi suerte (2010) de Ana María Chamorro
de Holmann. 35 (noviembre, 2010): 238-245.
_________________: “Cuatro novelas centroamericanas de
referencia histórica” [Incluye párrafos sobre Réquiem en
Castilla del Oro de JVC]. 34 (octubre, 2009): 97-101.
_________________: “El secreto mejor guardado de la narrativa
latinoamericana” [sobre la narrativa de Rosario Aguilar].
20 (septiembre, 1999): 70-71.
_________________: “Henry A. Petrie: Fritongo Morongo”
[reseña]. 33 (junio, 2008): 297-299.
_________________: “Gilberto Bergman Padilla: La guanislama
y otras vetas (2007)” [reseña]. 32 (mayo, 2007): 210.
_________________: “Mendieta Alfaro: maestro de la sátira”.
35 (noviembre, 2010): 136-139.
_________________: “Persia/El espectacular imperio: novela
histórica de Napoleón Alvarado Narváez” [reseña]. 29
(septiembre, 2004): 253-255.
_________________: “Rafael Vargarruiz: Lobo Jack (1998)”
[reseña]. 21 (diciembre, 1999): 229-231.
_________________: “Róger Mendieta Alfaro: La casa de la
yegua y otros relatos (2001) [reseña]. 24 (enero, 2002):
166-168.
_________________: “Una noche de novela” [sobre la
presentación del libro de Nydia Palacios sobre Rosario
Aguilar]. 24 (enero, 2002): 104-106.
BAQUIANA: “Las Minificciones de Nicaragua. Prólogo,
selección y notas de Jorge Eduardo Arellano” [reseña].
32 (mayo, 2007): 217.
Bibliografía de la revista Lengua (I)
231
BAUTISTA LARA, Francisco J.: “La leyenda de la mariposa”
[novela de Alfredo Valessi]: ficción de nuestro
subconsciente colectivo”. 31 (octubre, 2006): 262-263.
CAMPOS RUIZ, Ignacio: “El cronotopo del camino de la
expiación: entre el miedo, el gozo y la gloria en El oro
de Mallorca”. 28 (febrero, 2004): 118-131.
CHAMORRO CORONEL, Carlos: “Chuno Blandón: La noche
de los anillos (2004)”. 28 (febrero, 2004): 210-212.
GONZÁLEZ MORENO, Moisés: “Gloria Elena de Tercero:
La casa de los Mondragón (1998)” [reseña]. 19 (julio,
1999): 182-183.
ÍNCER, Armando: “Francisco Mayorga: La puerta de los mares
(2002)” [reseña]. 28 (febrero, 2004): 216-218.
MATUS LAZO, Róger: “El habla nicaragüense en Vuelo de
cuervos de Erick Blandón”. 19 (julio, 1990): 122138.
MURILLO, Salvador: “Carlos A. Bravo y su revelación de
Nicaragua” [sobre Nicaragua, teatro de lo grandioso].
20 (septiembre, 1999): 129-132.
PALACIOS, Conny: “Lenguaje y estilo en El libro del buen
amorcito de JEA”. 28 (febrero, 2004): 189-200.
PALACIOS, Nydia: “Alfredo Valessi: La casa blanqueada
(1993)” [reseña]. 19 (julio, 1999): 167-171.
_________________: “Violencia, soledad y angustia en El ojo
del cielo perdido [cuentario] de Nicasio Urbina”. 23
(diciembre: 2000): 121-125.
PALACIOS VIVAS, Nydia: “Locura y exilio en El sueño del
ángel de Gloria Elena Espinoza de Tercero”. 26 (marzo,
2003): 188-198.
QUADRA, José Joaquín: “Clemente Guido: El sueño del tío
Billy” [reseña]. 22 (abril, 2000): 223-225.
RAMOS, Helena: “Rosario Aguilar: La feminidad y sus
circunstancias”. 19 (julio, 1999): 154-163.
232 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
RODRÍGUEZ ROSALES, Isolda: “Concierto polifónico en
Mil y una muertes (novela de Sergio Ramírez)”. 30
(septiembre, 2005): 124-135.
_________________: “El cielo llora por mí [novela de Sergio
Ramírez]: crónica de la ciudad de Managua”. 34
(octubre, 2009): 253-257.
_________________: “Guillermo Cortés Domínguez:
Huérfanas de la guerra (2009)” [reseña]. 34 (octubre,
2009): 257.
_________________: “La oralidad en el discurso narratalógico
en Vida y amores de Alonso Palomino”. 18 (octubre,
1998): 38-47.
_________________: “Lizandro Chávez Alfaro: Columpio al
aire [reseña]. 22 (mayo-abril, 2000): 216-222.
_________________: “Lizandro Chávez Alfaro o la
desacralización histórica en Trágame tierra”. 33 (junio,
2008): 51-67.
RUÍZ-PÉREZ, Ignacio: “Guillermo Menocal: Relacortos
(2002)”. 29 (septiembre, 2004): 242-244.
SANDINO ARGÜELLO, René: “Doña Damiana, novela
histórica de Enrique Alvarado Martínez”. 22 (mayoabril, 2000): 175-182.
SHIMOSE, Pedro: “Casi todo pasó en abril de Martine
Dreyfus” [reseña]. 24 (enero, 2002): 101-103.
SCHMIGALLE, Günther: “Palimpsesto. Un gran libro sobre
la novela nicaragüense contemporánea” [reseña de Die
unbewohnte Utopie (2004) de Wermer Mackenbach].
30 (septiembre, 2005): 114-124.
SOLÍS B., Fernando: “Cosmapa y José Román en la literatura
nicaragüense”. 29 (septiembre, 2004): 195-235.
TÜNNERMAN BERNHEIM, Carlos: “Adiós muchachos de
Sergio Ramírez”. 20 (septiembre, 1999): 143-160.
URRERO PEÑA, Guillermo: “Sergio Ramírez: Cuentos
completos. México, Alfaguara, 1997” [reseña tomada
Bibliografía de la revista Lengua (I)
233
de Cuadernos Hispanoamericanos, núm. 586, abril,
1999, pp. 135-136). 20 (septiembre, 1999): 194-195.
URTECHO, Álvaro: “Carlos A. Bravo: Nicaragua, teatro de lo
grandioso” [reseña]. 15 (junio, 1997): 141-142.
_________________: “Róger Mendieta Alfaro: La zarza y el
gorrión (1999) [reseña]. 22 (mayo-abril, 2000): 229233.
URBINA, Nicasio: “El mito de Sandino en nuestras letras”
[analiza Cuartel general de Chuno Blandón]. 18
(octubre, 1998): 29-37.
VALLE-CASTILLO, Julio: “Las memorias de Ernesto Cardenal:
escritura mística y testimonial”. 33 (junio, 2008): 304310.
IX
Reseñas y notas
falsa portada de La república de Panamá...
Reseñas y notas
237
Informe de la Academia Nicaragüense
de la Lengua: 2007-2011
(Leído en la reunión ordinaria del 4 de noviembre, 2011)
Sede
Desde 1973 nuestra sede ha sido este edificio (Las Colinas,
Avenida del Campo, 42) donde nos reunimos casi mensualmente
y celebramos nuestros actos públicos. Por un tiempo, dispusimos
de una oficina donde llegaban a laborar nuestras becarias;
pero dicha oficina, con la remodelación del edificio en 2010,
desapareció, o mejor: se redujo a un espacio mínimo que aún no
utilizamos, pues lo ocupa temporalmente el Centro Cultural de
España.
Durante el período de la remodelación nos reunimos en
Invercasa. Anteriormente, el 16 de mayo de 2008, en el terreno
que nos donó la Comuna de Managua el 20 de diciembre de
2005, organizamos un acto de reconocimiento a dicha comuna
en la persona del alcalde Dionisio Marenco Gutiérrez y demás
integrantes de su concejo. El terreno mide 2,886 con 141 metros
cuadrados y la Academia paga un vigilante para cuidarlo.
Financiamiento
Un aporte económico, aprobado cada año por la Asamblea
Nacional en el Presupuesto General de la República, financia
nuestras actividades. El correspondiente al año 2010 fue de
un millón cincuenta mil córdobas (22 córdobas por un dólar)
y lo distribuye el Ministerio de Hacienda en cuotas mensuales,
previo informe detallado de gastos, elaborado por nuestro
secretario-tesorero. La auxiliar de la Academia, Lydia González
y la contadora Magdalena Castro colaboran en esas tareas
que incluyen el pago de impuestos a la Dirección General de
Ingresos.
238 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
También recibe la Academia pequeños aportes por los
derechos de autor de las obras en que ha colaborado, editadas
por la Real Academia Española (RAE) y la Asociación de
Academias de la Lengua Española (ASALE).
Participación en magnos proyectos de la RAE y ASALE
Nuestra Academia, a lo largo de estos años, participó en los
magnos proyectos de ambas. Es decir, a la Nueva Gramática de
la Lengua Española, que presentamos en la Embajada de España
el 23 de abril de 2010 con la presencia de su ponente Ignacio
Bosque; al Diccionario de Americanismos (DA), presentada en
Invercasa el 25 de agosto de 2010; y la Ortografía de la Lengua
Española, presentada en nuestra sede el 12 de abril de 2011 con
la presencia de José G. Moreno de Alba, coordinador del área
de México.
Es importante señalar que la coordinación del área de
Centroamérica para la Ortografía le correspondió a Francisco
Arellano Oviedo, igualmente coordinador a nivel nacional del
DA; y que el coordinador, también a nivel nacional, de la Nueva
Gramática fue Róger Matus Lazo, coordinador en Nicaragua
además de la Nueva Gramática básica de la lengua española. Al
mismo tiempo, Matus Lazo colaboró —representando a nuestra
Academia— en la elaboración del Diccionario del estudiante,
otro proyecto de la RAE y la ASALE.
Congresos y reuniones internacionales
Arellano Oviedo, Matus Lazo y quien les habla, repre­
sentamos a la Academia Nicaragüense en el XIII Congreso
de la Asociación, celebrado en Medellín, Colombia, del 21 al
24 de marzo de 2007. Si uno actuó como relator general, los
otros presentamos ponencias: “Clavos lingüísticos” y “El
vocablo filibustero en el DRAE”, por Matus Lazo y Arellano
respectivamente.
A continuación, del 26 al 29 de marzo del mismo año tuvo
lugar en Cartagena de Indias el IV Congreso Internacional de
Reseñas y notas
239
la Lengua Española. En representación de Nicaragua asistieron
Sergio Ramírez, Gioconda Belli y Jorge Eduardo Arellano. Si el
primero intervino en la sesión plenaria “El español, instrumento
de integración iberoamericana”, la segunda participó en una mesa
redonda sobre Gabriel García Márquez, y el tercero presidió el
panel “La canción hispana y la sociedad globalizada”. Por su lado,
Carlos Tünnermann Bernheim —ausente, por fuerza mayor, al
megaevento— envió su ponencia “Ampliación y mejoramiento
del uso del español en los organismos internacionales”.
También Francisco Arellano Oviedo, en su carácter de
coordinador centroamericano de la Ortografía, viajó a Chile para
asistir al V Congreso Internacional de la Lengua Española, el cual
iba a celebrarse en Valparaíso, pero lo impidió el terremoto del 27
de febrero de 2010. Entre otros viajes de Francisco, debe citarse
su estada en Madrid del 8 de abril al 30 de junio de 2007 como
miembro rotativo de la Comisión Permanente y su participación
en la reunión plenaria y presentación oficial de la Ortografía en
Guadalajara (27 de noviembre-2 de diciembre, 2010).
Por mi parte —como director—, viajé a España para
asistir a los siguientes eventos: reunión plenaria de directores
y presidentes y acto de celebración de la Ñ en el ámbito
electrónico (3-7 de diciembre, 2007); reunión de directores y
presidentes y presentación oficial en el salón magno de la RAE
de la Nueva gramática (Madrid, 9-12 de noviembre, 2009);
entrega del Premio Internacional “Don Quijote” a la Asociación
de Academias (Toledo, 26 de octubre, 2010) con la presencia
del rey Juan Carlos y presentación el 27 del Diccionario de
americanismos; jurado para decidir el Premio Cervantes 2010
(Madrid, 21-25 de noviembre, 2010); asistencia a ceremonia
de entrega del mismo premio (Alcalá de Henares, 27 de abril,
2011) y reunión plenaria de directores y presidentes (Madrid y
Burgos, 18-23 de julio, 2011).
Incorporaciones
Durante el quinquenio se realizaron 14 incorporaciones:
6 miembros honorarios (Guardia, Mejía Godoy, Quadra
240 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Cardenal, Sandino Argüello, Mendieta Alfaro y Moreno de
Alba), 5 miembros correspondientes (Menocal, Ortega, Lluy,
Chen Shan y Oviedo) y 3 de número (Rodríguez Rosales,
Espinoza de Tercero y Aguirre).
2007: el 10 de julio se recibió como miembro correspondiente
a la escritora panameña de raíces nicaragüenses Gloria Guardia
de Alfaro. Su discurso, “La mirada de Orfeo en Dante y Darío”,
le contestó Jorge Eduardo Arellano.
El 18 de septiembre del mismo año fue incorporada, en
calidad de miembro de número la crítica, narradora e historiadora
de la educación en Nicaragua, Isolda Rodríguez Rosales, quien
desarrolló el tema “Lizandro Chávez Alfaro o la desacralización
histórica en Trágame tierra”; hizo el respectivo elogio Julio
Valle-Castillo.
Por su parte, la novelista y dramaturga Gloria Elena Espinoza
de Tercero ingresó a la misma categoría el 29 de noviembre de
2007. “Del teatro a la novela por la heteroglosia” fue el título de
su discurso y le contestó Francisco Arellano Oviedo.
2008: el 28 de marzo ingresó como miembro correspondiente
Guillermo Menocal Gómez, poeta y catedrático nicaragüense
residente en Estados Unidos. El acto se realizó en la Casa de
los Leones, Granada. En el mismo sitio, el 5 de septiembre, se
incorporaron como miembros honorarios José Joaquín Cuadra
Cardenal y Rodolfo Sandino Argüello. Reconoció los méritos de
ambos Jorge Eduardo Arellano.
2009: el 19 de enero tuvo lugar una doble incorporación: la
del crítico peruano Julio Ortega como miembro correspondiente y
la del máximo cantautor nacional Carlos Mejía Godoy. El elogio
del primero fue pronunciado por Francisco Arellano Oviedo y
el del segundo por Róger Matus Lazo. También en marzo Pilar
Lluy, jefa de gabinete del director de la REA, ingresó como
miembro correspondiente.
2010: el 28 de abril se dio otra incorporación doble: como
miembro correspondiente al costarricense Jorge Chen Shan y
Reseñas y notas
241
como miembro honorario a Róger Mendieta Alfaro. El primero
leyó un estudio a fondo: “Modalidades del nocturno poético
en la generación de 1940: la noche ensimismada en Martínez
Rivas, Mejía Sánchez y Cardenal”; le contestó, trazando una
semblanza del recipiendario, Gloria Elena Espinoza de Tercero.
El segundo resumió su autobiografía literaria, texto que fue
respondido por Jorge Eduardo Arellano con un breve ensayo:
“Mendieta Alfaro, maestro de la sátira”.
2011: el 12 de abril ingresó como miembro honorario el
académico y lingüista mexicano José G. Moreno de Alba, quien
disertó sobre la ortografía de la lengua española. Elogiaron sus
aportes científicos el director y el secretario de la Academia.
Finalmente, el 30 de junio de este año fue recibida como
miembro correspondiente la catedrática española, especialista
en literatura hispanoamericana y coordinadora del Archivo
Rubén Darío en Madrid, Rocío Oviedo Pérez de Tudela.
Homenajes y otras actividades
Se conmemoraron los 80 años de la Academia en Granada
con la colocación de placas en las casas de los fundadores: Carlos
Cuadra Pasos y José Antonio Lezcano y Ortega (mayo, 2008).
Se asistió a las honras fúnebres del doctor Edgardo Buitrago
en León el 14 de septiembre de 2009. Llevó la palabra oficial
de la Academia, Julio Valle-Castillo.
Se rindió homenaje en nuestra sede a Salomón de la Selva,
con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento. Participaron
Fernando Silva, Jorge Eduardo Arellano y Julio Valle-Castillo
(octubre, 2009).
Se gestionaron cuatro doctorados honoris causa. Dos en
la UNAN-León para el director de la RAE y presidente de la
ASALE, Víctor García de la Concha y para el secretario e la
última, Humberto López Morales. La ceremonia se efectuó el
14 de abril de 2009. Los otros dos doctorados honoris causa
se desarrollaron en la Universidad Americana (UAM): uno
242 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
para Julio Ortega el 20 de enero de 2009 y el otro para Ignacio
Bosque el 23 de abril de 2010.
Se organizaron dos talleres para profesores de secundaria.
Uno en el Ministerio de Educación sobre la Nueva Gramática el
22 de abril de 2010 (nos acompañó Auxiliadora Rosales Solís).
El otro en nuestra sede sobre el Diccionario de americanismos
el 15 de abril de 2011 (nos acompañó Hilda Baltodano). Ambos
fueron patrocinados por la Embajada de España.
Se despidió a los diplomáticos españoles embajador
Antonio Pérez-Hernández, Miguel Herraiz y señora otorgándole
diplomas de reconocimiento a su labor. El acto fue organizado
en nuestra sede el 30 de julio de 2011.
Se presentaron en nuestra sede dos libros sobre Darío:
el de Jorge Luis Castillo y el de Ignacio Campos Ruiz el 6
de septiembre de 2011 (véanse sus títulos en la sección de
Publicaciones).
Publicaciones
De 2007 a 2010 aparecieron cuatro números de la revista
LENGUA: 32, 33, 34 y 35, respectivamente de 222, 310, 271 y
—de nuevo— 271 páginas. Falta el de 2011 que saldría a finales
de año. LENGUA ha mantenido sus secciones: Pluma invitada,
Textos rescatados, Discursos de incorporación, Documenta
rubendariana, Lingüística, Crítica y ensayo, Reseñas y notas.
En cuanto a ediciones de libros, se conservó el ritmo
acostumbrado de 4 o 5 títulos anuales. Así fueron enriquecidas
sus series.
En Lexicografía y Lingüística, vieron la luz las dos primeras
ediciones (marzo y noviembre, 2007) del Diccionario del español
de Nicaragua (DEN), de Francisco Arellano Oviedo y el Atlas
lingüístico de Nicaragua / Nivel fonético (en coedición con la
Universidad de Bergen, Noruega) de Auxiliadora Rosales Solís,
doctora de la Universidad de Heredia, Costa Rica. Esta obra,
subtitulada Análisis geolingüístico pluridimensional, obtuvo
Reseñas y notas
243
el premio de la Real Academia Española 2009, candidatura
propuesta por tres miembros de nuestra Academia.
En Creación, se publicaron seis obras: el poemario de
Álvaro Urtecho Tierra sin nombre; 9 cuentos de Fernando
Silva; los relacortos y prosemas de Guillermo Menocal
Gómez, Recopilación temporal, y otros dos libros del mismo
autor: una Selección poética y el que contiene dos obras en
un mismo volumen: Reencuentros y Sueños y vigilias. Pero el
título más valioso de la serie correspondió a Ciudad tropical
y otros poemas, versión en español de Tropical Town ad other
poems, de Salomón de la Selva. Los nicaragüenses radicados en
México, Moisés Elías Fuentes y Guillermo Fernández Ampié,
emprendieron dicha traducción.
En la serie Raíces, se aportó el volumen de 415 páginas
y bien ilustrado: El beisbol en Nicaragua / Rescate histórico
cultural (1889-1948). O sea los primeros ochenta años de
nuestro deporte rey. Su autor es nuestro director.
En Biografía, se difundieron dos títulos: Pablo Antonio
Cuadra / Itinerario, de Pedro Xavier Solís; y Me queda la
palabra, autobiografía novelada de Isolda Rodríguez Rosales.
En Crítica y Ensayo, alcanzaron a editarse cinco títulos.
El primero: Posmodernismo y pensamiento ágil, de Plutarco
Cortez: una exposición de las ideas básicas del filósofo
estadounidense Richard Rorty (1931-2007). El segundo la
tesis doctoral de Addis Esparta Díaz Cárcamo, egresada de
la Universidad de Berlín: Existencialismo y metafísica en
la poesía de Alfonso Cortés (estudio temático, estructural y
semiótico). El tercero, el volumen de autores varios 50 críticas
y un poema sobre Eduardo Zepeda-Henríquez, con motivo
del 80 aniversario de nuestro colega residente en Madrid. El
cuarto: una coedición con la Universidad Americana del ensayo
de la académica puertorriqueña, Luce López-Baralt: Vida en el
amor / vida perdida en el amor: el cántico místico de Ernesto
Cardenal. El quinto, Los siete bocados capitales, de Fernando
Silva.
244 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Finalmente, en la Serie Rubendariana se incluyeron —hasta
ahora— cuatro obras de las Crónicas desconocidas: 1906-1914,
compiladas por el dariísta alemán y académico correspondiente
Günther Schmigalle, quien las anotó rigurosa y exhaustivamente:
el Repertorio dariano 2010, de autores varios, editada por
nuestro director; la última revaloración colectiva del Padre y
Maestro Mágico; la tesis erudita del académico cubano Jorge
Luis Castillo: Gris en azul / El tedio y la creación poética en
Rubén Darío y la lírica hispanoamericana posmodernista; y la
tesis doctoral del nicaragüense graduado en la Universidad de
Heredia, Costa Rica, Ignacio Campos Ruiz: Ficcionalización
(auto)biográfica de Rubén Darío en la novela centroamericana:
entre la construcción mítica y la deconstrucción.
No está de más indicar que esta tesis analiza, aparte de los
dos textos autobiográficos de Darío, tres novelas de autores
centroamericanos: 20 fábulas en flux (1946) del guatemalteco
Flavio Herrera; Margarita, está linda la mar (1998) de
Sergio Ramírez y La puerta de los mares (2002) de Francisco
Mayorga.
Falta una quinta obra, ya en prensa, que será distribuida a
los colegas en el Décimo Cuarto Congreso de la Asociación en
Panamá: La república de Panamá y otras crónicas desconocidas,
aprobado en la reunión plenaria de directores y presidentes en
Burgos, el 22 de julio de este año.
Jorge Eduardo ARELLANO
XIV Congreso de Academias de la Lengua Española
De acuerdo con los estatutos de la Asociación de Academias
de la Lengua Española (ASALE), el director y el secretario de
cada corporación asisten a sus congresos celebrados cada cuatro
años. Así, en el reciente de Panamá —que tuvo lugar del lunes 21
al viernes 26 de noviembre— participé con Francisco Arellano
Oviedo.
Reseñas y notas
245
El programa resultó amplio e intenso. Inaugurado por la
primera dama de la República, Marta Linares de Martinelli,
comprendió los informes del presidente (José Manuel Blecua),
el tesorero y el secretario de la Asociación (Humberto López
Morales). Este, quien ocupa el cargo desde 1994, fue reelegido
por cuarta vez consecutiva. También se eligieron tres suplentes:
Gonzalo Celorio (México), Alfredo Matus Olivier (Chile) y
Bruno Rosario Candelier (República Dominicana).
Fue presentada, por Salvador Gutiérrez Ordóñez, la Gramática
básica de la lengua española; pero la discusión y aprobación de
la revisión de los estatutos se postergaron, en vista de una falla
de procedimiento. Se retomaron los proyectos panhispánicos, es
decir la continuidad y publicación de la Ortografía básica de la
lengua española, segunda edición revisada del Diccionario de
americanismos, segunda edición del Diccionario panhispánico
de dudas, segunda edición del Diccionario práctico del estudiante
y la tercera edición del Diccionario de la lengua española, en
conmemoración del tercer centenario de la creación de la Real
Academia Española.
Las academias de ASALE se propusieron proyectar
la dimensión literaria de su quehacer. De esta manera se
continuaría con las ediciones conmemorativas, correspondiendo
a 2012 a La ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosas, y a
otros títulos de la biblioteca clásica de la RAE, iniciada en 2011
con la publicación de seis volúmenes. Pero el proyecto de la
biblioteca clásica hispanoamericana, acordada en Burgos (julio,
2011) no pudo concretarse por falta de previsión económica. Lo
mismo aconteció con un ambicioso proyecto de estudio sobre las
relaciones literarias hispánicas a través de la historia, presentado
por el cubano Rogelio Rodríguez Coronel.
Se confirmó la promoción de la Escuela de Lexicografía
en el sentido de incluir en su nueva convocatoria el perfil de
expertos en la gestión de la red y de aplicaciones informáticas
al servicio de los estudios lingüísticos. En esa misma línea, se
consideró fundamental el desarrollo del Corpus del español del
siglo XXI (CORPES), que consiste en la captación de 25 millones
246 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
de formas —escritas u orales— cada año para integrarlas a un
archivo general del español vivo.
El informe económico del tesorero de la ASALE dio lugar a
que las Academias tomasen conciencia de actualizar y regularizar
sus aportaciones económicas anuales a la misma ASALE. La
nicaragüense se comprometió públicamente a concretarla. En
cuanto a las ponencias y comunicaciones, sumaron más de
treinta sobre asuntos literarios, unidad y proyección del español,
fonética y ortografía, gramática y lexicografía. La delegación
nicaragüense expuso dos: “La supresión de la tilde diacrítica en
los monosílabos”, por Francisco Arellano Oviedo y “Laudatio
básica de Ernesto Cardenal”, por Jorge Eduardo Arellano. Ambas
fueron muy comentadas.
Además, nuestra Academia recibió una distinción especial el
jueves 24 a las 7:00 p.m., en la Embajada de España, donde nos
fue entregado el acta y la medalla del premio “Real Academia
Española 2009” obtenido por María Auxiliadora Rosales Solís;
y se presentó el último título de nuestras ediciones: La República
de Panamá y otras crónicas desconocidas. El suscrito tuvo a
su cargo el agradecimiento del premio y dicha presentación,
a la que contestó en frases elogiosas la escritora y académica
panameña-nicaragüense Gloria Guardia de Alfaro.
Mis palabras fueron las siguientes, tras dirigirme al
embajador de España, don Jesús Silva Fernández; a la directora
del Instituto Cervantes, Carmen Caffarel, al director de la RAE
y presidente de ASALE, José Manuel Blecua; y a los secretarios
de la RAE y de nuestra academia:
Para la Academia Nicaragüense de la Lengua constituyó
un honor sin precedente el hecho que uno de los títulos de sus
ediciones haya merecido el Premio “Real Academia Española
2009”. Se trata del Atlas lingüístico de Nicaragua / Nivel fonético,
presentado como tesis doctoral por María Auxiliadora Rosales
Solís en la Universidad Nacional de Heredia, Costa Rica. O,
específicamente, de un análisis geolingüístico pluridimensional
que culmina —con el más estricto rigor científico— una tradición
remontada a mediados del siglo XIX.
Reseñas y notas
247
No cabe referir en esta oportunidad las obras más repre­
sentativas de esa tradición filológica, registradas por Humberto
López Morales en su bibliografía sobre el área centroamericana
difundida en ARCOS LIBROS. Basta expresar que compartimos
con regocijo este prestigioso reconocimiento a la doctora Rosales
Solís, amiga y excompañera de trabajos, cuya tesis fue propuesta
a la RAE por los colegas Sergio Ramírez, Carlos Tünnermann y
Francisco Arellano Oviedo, su inmejorable editor.
Asimismo, con la venia de don José Manuel Blecua, apro­
vecho para informar que Arellano Oviedo ha editado también el
último título de nuestra corporación que en los últimos diez años
ha comprendido unos 80 en 9 series. Dicho título consiste en una
selección de 50 crónicas desconocidas de carácter sociopolítico,
publicadas de 1887 a 1914 y recogidas por connotados inves­
tigadores como el incansable argentino Pedro Luis Barcia y el
hispanista alemán Günther Schmigalle.
Nuestra Academia ha cumplido, pues, con su ofrecimiento,
aprobado en la Reunión de Burgos el 22 de julio, de preparar este
volumen, editarlo y distribuirlo en el Congreso de Panamá. Tres
objetivos nos guiaban: cuestionar una imagen errática de Darío
consolidada por la crítica tradicional (la de esteta apolítico),
rescatar su obra dispersa de periodista vital y vitalicio, y revalorar
a su autor como intérprete progresista de los acontecimientos
políticos y fenómenos sociales más significativos de su tiempo,
tanto en América como en Europa.
Finalmente, debo agradecer a la Agencia Española de
Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), a tra­
vés de la Embajada de España en Nicaragua, por contribuir
eco­nó­micamente a la aparición de esta obra rubendariana, y
reconocer el patrocinio institucional de ASALE. Ambas accio­
nes demuestran la solidaria verdad del verso de Darío que la
Academia Nicaragüense ha adoptado como lema: “En espíritu
unidos, en espíritu y ansias y lengua”.
Jorge Edurado ARELLANO
248 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
Carlos Tünnermann Bernheim: Darío siempre. Managua,
editorial Hispamer, 2010. 147 p.
Una de las grandes dificultades que se manifiestan entre
la vida y obra de Rubén Darío y nuestro pueblo, es la conceptualización misma del poeta. Esta dificultad educativa y cultural, no sólo es producto del simbolismo estético y preciosista
del lenguaje modernista, sino también por encasillar a Rubén
como un poeta escapista de la realidad misma en su entorno
histórico-social. “Rubén Darío fue poeta —aclara don Edgardo
Buitrago— pero no se dedicó a escribir únicamente literatura
—y a escribir tan solo poesía que se distinguiera por sus rasgos
de armonía de color y de hermosura extraordinaria—, sino
también a tratar de descubrir por sobre todo, con su visión supra histórica, las señales que pueden indicar la posibilidad de
algo nuevo”.
Darío siempre es el sexto libro que el doctor Carlos Tünnermann Bernheim publica sobre la vida y obra del poeta universal, y que se enmarca en una nueva conceptualización de
esa “posibilidad de algo nuevo”. Pero, sobre todo, los veinte
ensayos que constituyen este libro están escritos con una prosa
periodística amena, didáctica e ilustrativa, que acerca a Darío con el lector popular, es decir, con nuestro pueblo, que lo
enarbola, junto con Sandino, como los dos polos de nuestra
universalidad.
En su enfoque, Tünnermann nos muestra un Darío preocupado por el futuro de Nicaragua en lo referente a la tierra y
su agricultura, la educación y el desarrollo humano, escrito en
su libro El viaje a Nicaragua e Intermezzo tropical (1909). Al
respecto, el ensayista nos dice: Sabias y sensatas palabras, por
cierto, de un Darío insospechado para muchos de nosotros,
desconocido por las nuevas generaciones; el Darío preocupado por los problemas concretos de la hora: el Darío que es
poeta y político, es artista y estadista, es intelectual, educador
y hombre capaz de comprender y de apreciar la importancia de
la acción y el trabajo.
Reseñas y notas
249
Rubén Darío y la Política es otro de los ensayos que llama
a la reflexión, en un país como el nuestro, donde la política
es la brújula de nuestra marcha social y económica. Un Darío
político, que no niega su yo lírico, pero que además sustenta
de validez histórica a su propia poesía, preocupada por el colonialismo y la negación de toda identidad hispanoamericana.
Anteponiendo al águila del norte el cóndor del sur. Un Darío
comprometido con una ideología diáfana de libertad. Rubén
—afirma Carlos Tünnermann— creció y se formó, ideológicamente, en una atmósfera dominada por el pensamiento liberal
centroamericano finisecular, una de cuya característica era la
vocación unionista, la pasión por construir la patria centroamericana.
Un ensayo clave de este libro es Rubén Darío, símbolo del
mestizaje. María Amoretti define a Darío mestizo en su excelente estudio crítico, Interculturalidad y mestizaje en Rubén
Darío, donde el impulso colonizador no solo es marcado por
el binomio conquistador/conquistado en sus dos variantes, militar y económica, sino también a nivel ideológico, lo que hoy
se conoce como postcolonialismo. Amoretti resume así el mestizaje de Darío: Darío revaloriza así, con orgullo el sentido
constructivo del mestizaje sin obviar su interna complejidad, y
revela que la base bicultural del híbrido le ofrece una disposición especial de apertura hacia los otros, cuya potencialidad
política y humana debía ser aprovechada.
De acuerdo con el pensamiento de Carlos Tünnermann, el
mestizaje es una bandera permanente del humanismo de Darío. Por esa postura del poeta, el español Miguel de Unamuno
se burla de él cuando le dice que debajo de su sombrero se le
veían las plumas de indio. El uruguayo José Enrique Rodó niega su postulado poético y mestizo, cuando declara: “indiscutiblemente no es el poeta de América”. Para Carlos Tünnermann
el mestizaje de Darío, no es un defecto, sino una virtud, una
cualidad de orgullo, de integración humanista y universal de
lo hispanoamericano. El doctor Tünnermann destaca: De esta
suerte, en Darío el mestizaje alcanza su máxima expresión, su
250 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
más alta cima. Siglos después del arribo de Colón a tierras
americanas, el mestizo nicaragüense Rubén Darío conquistó
a España con su poesía deslumbrante…Darío conquistó a España con la fuerza del espíritu. Enseñó a los españoles a cantar
de otra manera.
Finalmente, Darío Siempre de Carlos Tünnermann Bernheim, reúne diferentes, pero vitales aspectos de la vida y obra
del padre del modernismo. Para el ensayista, el poeta nos ha
dejado un legado, el yo lírico de su poesía y su compromiso
de poeta con su tiempo: “Porque con este libro, igual con los
anteriores, pretendo hacer una interpretación contemporánea
de su poesía y de su vida y engrandecer más el acervo crítico
dariano, que nos llena de integridad de pueblo amante de la libertad”. Pero sobre todo de una Nicaragua que tendrá un Darío
siempre.
Isidro Rodríguez Silva
Ernesto Cardenal: Este mundo y otro y otros ensayos.
Managua, Centro Nicaragüense de Escritores,
Managua, 2012. 179 p.
Ernesto Cardenal, 1925, es el poeta vivo de la lengua española más leído, más traducido a otras lenguas modernas,
más editado en diferentes latitudes del planeta, más fecundo
en títulos, más novedoso y creativo, más comprometido con el
género humano y los problemas sociales, más entregado a la
contemplación del universo y evolución de la materia… ¿Pero
es poeta, científico, filósofo, teólogo o místico? —Yo diría que
es como la síntesis de todos. Él realiza esos quehaceres, con el
talento que le ha permitido descollar en todos esos oficios.
Es difícil leer un libro de Ernesto Cardenal y permanecer
igual. Las publicaciones de este paisano de Rubén Darío, necesariamente, llevan al lector a cambios de actitud, a la ineludible
necesidad de asumir un compromiso, a una verdadera metánoia
o cambio de la propia conducta y percepción de la realidad.
Reseñas y notas
251
Este mundo y otro y otros ensayos es la última obra publicada del sin par escritor contemplativo de Nicaragua. Apareció
en Madrid en 2011, impreso bajo el sello editorial de Trotta,
S.A., y casi simultáneamente en Managua, enero de 2012, publicado por el Centro Nicaragüense de Escritores. Esta obra
conjunta seis ensayos en los que el autor aborda magistralmente la evolución de la materia y el amor de todas las criaturas.
Esta temática transporta al escritor a la meditación, contemplación y al objeto del ejercicio místico que en él es un don y no
una capacidad adquirida.
En Este mundo y otro y otros ensayos encontramos novedosas reinterpretaciones de Charles Darwin, Teilhard de Chardin, Albert Einstein, Thomas Merton, Lao Tze, san Pablo…; las
explicaciones y observaciones son del propio Ernesto Cardenal
que nos mantienen como decía el otro poveretto, cura y poeta
nicaragüense, Azarías H. Pallais, con los ojos bien abiertos, a lo
largo de un libro en donde la prosa es como el verso: transida de
poesía mística.
Francisco Arellano Oviedo
Isolda Rodríguez Rosales: 50 años en el sistema educativo
(1929-1979). Managua, Editorial Hispamer, 2007. 276 p.
Al menos desde el final de los años 80 una nueva corriente
de historiadores vino a desplazar los dictados de la vieja escuela
económica en la que muchos de nosotros fuimos formados.
A la clásica historia cuantitativa de las series de precios,
las oscilaciones de la balanza o las crisis de los salarios vino
a suceder un nuevo relato del pasado que ponía el acento en
asuntos culturales, la microhistoria local y el relato. Primero fue
la historiografía francesa, más tarde los ingleses y poco a poco los
estudios latinoamericanos sobre el siglo XIX. Los historiadores
se dieron ahora la mano con sociólogos y antropólogos deseosos
no tanto de conocer qué eventos habían marcado el pasado y
cuándo habían acontecido, sino cómo esos eventos habían sido
vivenciados y trasmitidos por las generaciones que los vivieron.
252 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
El libro que hoy se presenta se inscribe en esta nueva
corriente de la historia que trata de rescatar el significado de la
cultura y en particular el de la educación. Es verdad que forma
parte de toda una tríada dedicada a la historia de la educación en
Nicaragua, pero su novedad reside en que describe el ambiente
cultural en el que fueron educados los nicaragüenses adultos
actuales, la generación artífice del cambio histórico-político de
mayor trascendencia en la Nicaragua independiente. Al tiempo
que es una revisión del pasado, también es una radiografía de los
grandes paradigmas desde los que esta generación protagonista
fue educada. Este tercer escrito de la autora nos permite
obtener una visión de conjunto de los modelos de transmisión
educativa con los que durante casi un siglo fueron formados los
nicaragüenses.
Después de haber escrito sobre los períodos de la Reforma
liberal y de la Restauración conservadora, en el presente volumen
Isolda Rodríguez Rosales se ocupa de una tercera etapa histórica,
que va de 1928 a 1979. Con pormenor de detalles la autora se
detiene en el estudio del ambiente histórico de la época, las
políticas educativas y transformaciones curriculares, los cambios
de la década de 1930, los proyectos de ayuda norteamericana,
la influencia del Mercado Común Centroamericano y las
transformaciones del sistema universitario.
Si bien la mayoría del período historiado resulta política­
mente monocolor —un color ensombrecido desde el pacto del
Espino Negro por el ascenso y consolidación en el poder de
la familia Somoza—, el desarrollo de los sectores educativos
—instituciones de enseñanza, programas curriculares,
lineamientos y modelos docentes— estuvo marcado por una
policroma diversidad de experiencias y proyectos pedagógicos
dignos de una especial atención de parte de su autora que no ha
ahorrado esfuerzos a la hora de consultar fuentes, legislación,
programas de estudio, testimonios y estudios pedagógicos sobre
el tema.
Probablemente lo que más determina toda esta etapa sea
la polícroma variedad de modelos y paradigmas educativos
Reseñas y notas
253
experimentados. Una diversidad pedagógica que heredó el actual
sistema educativo nacional que batalla por integrar los diversos
subsistemas y cuyo origen se remonta al influjo cultural de una
oscilante coyuntura política internacional que tanto habría de
afectar a Nicaragua durante todo el período entre guerras hasta
el triunfo de la Revolución Sandinista. Esa rica diversidad de
experiencias probablemente ayudó a forjar a docentes y discentes
con mayor capacidad crítica ante el contexto socio político en el
que vivían.
Al menos cuatro elementos me parecen haber marcado
decididamente esta pluralidad de experiencias educativas
por las que docentes, alumnos y administraciones educativas
atravesaron.
El primero, sin duda, como un constante trasfondo, fue la
vieja herencia del período liberal cuyos principios marcaron la
educación hasta la década de los 40, en medio de los efectos del
terremoto de 1931 y la guerra del general Sandino en el norte.
Los liberales recogieron la herencia de los zelayistas que desde
la Libérrima de 1893, habían incluido por primera vez en la
agenda nacional el tema de la educación como tarea central del
Estado. Revivieron el interés por la educación, la organización
de escuelas normales, la erradicación del analfabetismo en las
abandonadas zonas rurales, la prioridad de la educación laica
y dirigida por el Estado sobre la privada y la creación en fin a
través de la educación, de conciencia nacional e integración de
las mayorías en los circuitos de producción económica.
Muchos de esos principios, presentes al menos desde el
gobierno de Sacasa, subyacen sin duda a los diversos planes de
construcción de edificios escolares, y alfabetización, así como al
famoso Plan piloto del Río Coco o al de la enseñanza dirigida a
los sectores proletarios urbanos que el mismo Somoza García no
dudó en impulsar con un inconfundible toque populista. Tal vez
aquí la mayor novedad residió en el interés por dotar de una nueva
capacidad pedagógica a los educadores, un interés muy marcado
por el desarrollo de los avances de la pedagogía como ciencia,
de la que fueron signos la reforma del bachillerato en 1937 y
254 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
la Consulta Nacional a los Educadores de 1941. El influjo
liberal, en suma, permitió el protagonismo del Estado en los
asuntos educativos a diferencia de lo que había ocurrido en
la restauración conservadora en la que los sectores religiosos
habían llevado la iniciativa. Por lo mismo, la gran prueba de
fuego para las diversas administraciones fue la necesidad de
integrar al proceso educativo a las zonas campesinas y de la
costa atlántica.
El segundo factor guarda relación con los nuevos mode­
los económicos nacidos de la posguerra. El auge de las expor­
taciones, especialmente con el aumento de las cuotas de carne, la
producción algodonera y la incipiente industrialización del país
plantearon nuevos retos a los procesos educativos. La nueva
economía demandaba ahora una mano de obra más técnica y
especializada, lo que requería diversificar modelos y contenidos
educativos. De ahí el interés por atender la demanda educativa de
los sectores obreros, la formación en áreas agrícolas, sanitarias
y de planificación económica que Somoza García debió atender.
El modelo que se importó fue el de “la educación utilitaria”
de John Dewey que subrayaba el valor de la transformación
tecnológica de la naturaleza, sobre el interés en promover
inquietudes sociales. También, como respuesta a estas demandas,
la educación se diversificó: se hizo más técnica, más cercana a lo
agrario y lo obrero. ¡Hasta la Guardia Nacional tuvo su propio
Plan de estudios desde 1930!
La misma Universidad con su viejo arquetipo decimonónico
resultaba ya obsoleta para formar a los nuevos profesionales
que la Nicaragua de la industrialización requería, y aunque la
dictadura fue renuente a la concesión de la Ley de Autonomía,
las demandas de la modernización terminaron imponiéndose
cuando en 1941 se fundó la Universidad Central, y, sobre todo,
cuando en 1958, durante el gobierno de Luis Somoza, fue
aprobada la Ley de Autonomía Universitaria. Nuevas carreras,
nuevas facultades y nuevos planes de estudio lograron pronto
modernizar la vida académica de la Universidad que deseaba
ponerse a la altura de los tiempos.
Reseñas y notas
255
El tercer reto provino de las nuevas exigencias requeridas
por los grandes principios de la integración centroamericana
en los años 60. Aquí, como en el resto de Centroamérica, la
integración difundió los modelos de educación que la UNESCO
había puesto en boga, muchos basados en los principios de
Piaget, Roselló, Montessori y John Dewey que llegaron a
tener su impacto en los diversos Congresos pedagógicos de
la época. De nuevo salió a flote la necesidad perentoria de
integrar el Caribe nicaragüense a los cambios educativos,
así como la importancia de preparar maestros e instalaciones
ante nuevos retos educativos regionales. La integración puso
sobre el tapete la urgencia de alfabetizar para poder integrar
grandes sectores campesinos al desarrollo nacional.
Como última coordenada de la época, la educación
desarrollista nacida del temor al influjo del triunfo cubano
tuvo buena parte de influjo en el desarrollo de los modelos
educativos desde los años 60, nacidos bajo el espíritu de los
Acuerdos de Punta del Este y la Alianza para el Progreso que
de alguna manera continuaron el trabajo de la SCIEP. Pese a
integrar a Nicaragua en nuevos modelos educativos y extender
la alfabetización hasta las áreas cafetaleras o las comunidades
del Río Coco, los planes desarrollistas fracasaron por su
incapacidad de concebir el proceso educativo dentro del
conjunto general del desarrollo económico. Esto explica la
provisoriedad de proyectos como el de la Educación Rural
Elemental, el Programa de Capacitación para los Maestros o
la Misión Educativa de 1952 en el Norte.
En honor de la verdad, hay que reconocer con la autora
que la educación nicaragüense no nació únicamente del
influjo de modelos externos. También tuvieron su peso un
grupo distinguido de educadores que con tesón e imaginación
creativas fueron capaces de apropiarse y traducir a nuestros
ambiente muchos de los principios educativos de la época.
Es justo, en este sentido, resaltar la personalidad de figuras
como Modesto Armijo, Edelberto Torres, Crisanto Sacasa,
Hildebrando A. Castellón o el Rector Mariano Fiallos Gil.
256 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
En conjunto, Nicaragua llegó a las vísperas de la caída
del somocismo con un aparato educativo no integrado en sus
subsectores, con un sinnúmero de inquietudes sembradas por
los principios de la educación liberadora así como un buen
número de proyectos que nacidos desde el estilo desarrollista
no lograban integrar a las grandes mayorías del país en el
proceso productivo con un bagaje educativo sólido. Una sed de
cambios y transformaciones que auguraban una nueva etapa en
la educación
Toca felicitar muy sinceramente a la autora Isolda Rodríguez
Rosales por este camino que ha recorrido con tanto tesón en
medio de no pocas dificultades, en un tiempo de hondos dolores
por pérdidas familiares y por el firme deseo de encontrar las
fuentes oportunas y necesarias desenterrar el pasado de nuestro
país. Su historia familiar hunde sus raíces entre educadores. Los
educadores del país, su nueva familia a la que ha dedicado
ya tres largos escritos, le agradecen su trabajo y nosotros le
felicitamos por él.
Teresa COBO DEL ARCO
Nydia Palacios Vivas: Rubén Darío, melancólico capitán
de la gloria. Bahía Blanca, Argentina, Editorial de la
Universidad del Sur, 2010. 136 p.
Orientada por un estudio minucioso, Nydia Palacios
Vivas escoge para su texto el enigmático título: Rubén Darío,
melancólico capitán de la gloria, término sugerido de un
comentario de Juan ramón Jiménez, gran admirador del vate
nicaragüense por la intuitividad artística que el poeta español
identificaba con el esteticismo modernista.
Abordar la vigencia de Darío en la poesía de fin del siglo
XIX hasta el presente, requiere una profundidad facultativa
subordinada a una abarcadora actitud analítica. Nydia Palacios,
miembro de Academia Nicaragüense de la Lengua, anticipa
en la introducción de su libro numerosas impresiones críticas
Reseñas y notas
257
inducidas por la originalidad que despierta la galanura rítmica
de Darío y sus cualidades creadoras aptas a calificarlo, según el
catedrático Alberto Acereda, como el “auténtico inaugurador de
la modernidad poética en lengua española” (16).
A partir de esta postura inicial, Palacios concreta un
exhaustivo itinerario crítico que generó la vitalidad lírica
rubendariana, pero sin omitir comentarios negativos de unas
pocas voces que intentaron desmitificar, o bien, no percibieron
el sustantivo impacto de la poética actual y de la generación del
poeta. Palacios introduce un repertorio temático divido en cuatro
secciones. La primera, titulada “Rubén Darío bajo el celeste
imperio de la melancolía: un estado de alma”, dará la pauta más
definitiva para comprender al Darío de espíritu contradictorio.
Por un lado, la realidad exterior de su fuente creadora, expondrá
su perfil hedonista, corroborado por su erotismo licencioso y
pagano; por el otro, la perenne melancolía tan adentrada porque
emana de circunstancias muy penosas de su niñez: el recuerdo del
rechazo maternal, espina punzante y duradera en su sensibilidad
de niño solitario y abandonado y, ya adulto, la premura muerte
de Rafaela, su joven esposa y la de dos de sus hijos, infortunios
tan cruentos que lo mueven, en uno de sus poemas, a pedirle
perdón a su hijo Rubén Darío Sánchez: “Por el fatal don de darte
la vida” (25). De allí, aunque ha comprometido su pulso lírico a
su erotismo vital, reflejos de su melancolía y tristeza, afluyen en
versos tan grávidos de intimidad dolida como estos:
Yo supe de dolor desde mi infancia,
Mi juventud, ¿fue juventud la mía?
Sus rosas aún me dejan su fragancia,
una fragancia de melancolía.
El título de la segunda sección, “Desacralización de Darío
en el discurso paródico carnavalesco de cuatro escritores
hispanoamericanos”, plantea la racionalidad de ciertos autores,
que, aferrados a una onda justipreciada en el tiempo y el afecto
por el cuño familiar, apilan burlas en toda lírica de novedosa
iniciativa, aun cuando esta sea estímulo sensorial y verbalmente
cautivante. Por ejemplo, Rufino Blanco Fombona ilustra su
258 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
desagrado por la modernidad rubendariana en esta estrofa de
perceptible apego a la soltura poética que él desprecia: “El
rubendarismo consiste en la más aquilatada / gracia verbal, en
un burbujeos de espumas líricas, / en un frívolo sonreír de labios
pintados, / en una superficialidad cínica y luminosa / con algo
exótico, preciosista, afectado, insincero” (55).
Lamentablemente esta desacralización poética, al asumir el
carácter carnavalesco signado por Bajtín, suele descontrolarse
tal como ocurre en un recital de “Marcha Triunfal”, moldeado
con palabras soeces en una parodia inscrita por el propio
García Márquez. Aún más mordaz es la insultante charla sobre
la “Marcha Triunfal” que con desenfreno lúdico”(75), como
observa la autora, el escritor nicaragüense Sergio Ramírez,
inserta en un intercambio dialogal entre beodos y rameras en una
cantina de bajo fondo. De esta confusión de voces lo que resulta es
la vulgaridad extrema que, aunque se justifique por el entorno rudo
en que tiene lugar, peca de abuso grosero, cuando se trata de un
texto “texto sagrado” (66) para todo ciudadano nicaragüense.
Como nos advierte el título, “Rubén Darío y Leopoldo
Lugones: consonancias y disonancias”, este ensayo toma en
cuenta la “estrecha amistad” de dos poetas que con mayor
concordancia lírica han dado fe del rango que asumió el verso en
la estética modernista. Prosélito de Darío en sus comienzos, a tal
punto de improvisar préstamos intertextuales, y, según Palacios,
parangonar uno de sus poemas de Crepúsculo del jardín con el
notorio “Era un aire suave”, primer poema de Prosas Profanas,
sin duda una apreciación sutil de de la atracción de Lugones
por la musa dariana, sin embargo pronto surgen desacuerdos
entre los dos poetas, en parte agravados por el temperamento
lugoniano cuyo genio tempestuoso lo insta a modificar sus
teorías estéticas y adoptar técnicas más extremas, aun cuando,
como apunta Palacios, Lugones coincide con Darío en la
pasión por el tema erótico” (91).Si bien en el poeta argentino
el deliquio amoroso en más abiertamente carnal. Y ya sordo
a la inspiración de finura modernista en Lunario Sentimental
el afamado bardo espolea su lírica con epítetos caricaturescos
Reseñas y notas
259
e insólitos, metáforas vulgares y “chocante cacofonía” (103)efectos poéticos cargados de ironía que no solo desvirtúan el
tradicional encanto del estro de los románticos, sino que, en
el viraje hacia una lírica de símbolos antisentimentales, este
Lunario “anuncia el advenimiento del surrealismo”.
La cuarta y última sección es un referente lírico
fundamentado por nuevos valores ideológicos y humanos.
Titulada “Afirmación de la identidad hispanoamericana en
Cantos de vida y esperanza. Los cisnes y otros poemas”, en
ella Darío escudriña y elucida “el entorno político-social”,
se enorgullece “de su origen mestizo” y, en el poema “Al
rey Oscar”, dejará constancia de su admiración por España,
precisamente en momento “en que esta ha sido humillada por
sus pérdidas editoriales en el Nuevo Mundo, ya que como
hispanoamericano y “nieto de España” (110), Darío sostendrá,
como apunta Nydia que: “mientras haya una viva pasión,
un noble empeño, / un buscado imposible, una imposible
hazaña, / una América oculta que hallar, vivirá España”. En
este poema, pues, se colige la voluntad de Darío que, como
portavoz del continente, desea revivir el orgullo por la madre
patria denostada por voces que expresaron su amargura por los
pérdida de los laureles de la otrora España (118).
Si bien contradictorio en la variedad subjetiva de las urgencias
emocionales que permean los versos de este poemario, Cantos
es un libro confesional por las captaciones íntimas que deja
entrever su plural lirismo. Melancólico, profundo, sensiblemente
erótico, este libre albedrío poético que profesó Darío, fosilizó la
poesía anterior para dar espacio a una imaginación preciosista,
que con el tiempo ahondaría en inquietudes existenciales de “fe
y de duda”, pero sin abandonar su audacia metafórica, esa que
Octavio Paz calificó como una “prodigiosas exploración de las
retóricas de nuestra lengua” (Sirena 27).
Declarada “Ciudadana Notable del Siglo” en el 2000, Nydia
Palacios Vivas más que justificar este reconocimiento por su
dedicación en transmitir la trascendencia literaria rubendariana.
Vocación que Nydia Palacios interpreta con sagaz alcance
260 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
analítico y el apoyo de más de sesenta comentarios que, con
profundidad teórica, ubican el nombre de Darío en el panteón de
los grandes innovadores de la poesía en lengua española.
Nélida NORRIS
Steven F. White: Arando el aire. La ecología
en la poesía y la música de Nicaragua.
Managua, 400 Elefantes, 2011. 638 p.
Miembro correspondiente de la Academia Nicaragüense de
la Lengua, el poeta y catedrático estadounidense Steven F. White
(Abington, Pensilvania, 1955) es el estudioso extranjero que más
ha valorado y difundido la poesía nicaragüense contemporánea.
Bastaría citar sus traducciones y ediciones bilingües: Poets of
Nicaragua: 1919-1979 (1982), The Birth of the Sun: Selected
Poems of Pablo Antonio Cuadra (1988) y From Eve´s Rib
(1991) de Gioconda Belli. Pero también su tesis doctoral Modern
Nicaraguan Poetry: Dialogues with France and United States
(1993), vertida por su autor al español y editada un año antes: La
poesía de Nicaragua y sus diálogos con Francia y los Estados
Unidos (1992).
Aunque flexible, la metodología analítica en dicha obra
es rigurosa y abarca la historia, la literatura comparada, las
temáticas semejantes, el entendimiento subterráneo y secreto
conocido como los vasos comunicantes y la intertextualidad,
definida por Gerad Genette como “una relación de copre­
sencia entre dos o más textos”. Luego White adoptó a fondo
otra perspectiva, la ecocrítica, sistematizada por Cherill
Glotfelty en The Ecocriticism Reader: Ladmarks in Literatura
Ecology (1996), que se ha convertido en el mundo académico
universitario de Estados Unidos y Europa en una categoría
de análisis de la creación literaria, sustentado en el entorno
ambiental y la visión de la naturaleza.
Así, en El mundo más que humano en la poesía de Pablo
Antonio Cuadra (2005), aplicó con lucidez plena ese modelo
Reseñas y notas
261
teórico para reemprender una nueva interpretación totalizadora
del poeta nuestro que más ha estudiado. “¿Ha habido un poeta
más consciente en su obra de la biodiversidad y la riqueza
ecológica de un lugar donde le ha tocado vivir que Pablo
Antonio Cuadra?” —se preguntó en la introducción de ese
libro, considerado por el mismo White el primero en lengua
española de ecocrítica.
Ahora aporta el segundo. Continuando la propuesta de
recuperar el respeto por el medio ambiente y restablecer el
vínculo entre el hombre y el planeta, White logra su objetivo
en quince capítulos, suficientemente documentado y en una
prosa expositiva que da gusto leer. El primero, difundido en el
Boletín Nicaragüense de Bibliografía y Documentación (núm.
136, julio-septiembre, 2007), lo consagra a Rubén Darío, a
quien conceptúa como precursor del eco-cosmpolitismo a
través de su poesía panteísta.
A continuación incursiona en la obra franciscana de Azarías
H. Pallais, en la búsqueda de un arte terapéutico en Alfonso
Cortés, en la creación de una conciencia botánica en los dos
primeros poemarios de Salomón de la Selva, en el espíritu
conquistador y pionero de ciertos textos (en verso y prosa) de
José Coronel Urtecho, en el impulso chamánico de la poesía
de Pablo Antonio Cuadra y en la angustia paulina de Joaquín
Pasos.
Luego demuestra que “Ernesto Cardenal intenta rescatar
en su Homenaje a los indios americanos una relación más
igualitaria entre las especies como una solución ecológica
potencial para el mundo actual que proviene de un pasado
indígena”. En cuanto a Carlos Martínez Rivas, señala que
“opera entre dos aguas: la Madre de Maíz de Centroamérica
y el mundo perfectamente plástico y plagado de toxicidad de
los Estados Unidos”. Claribel Alegría Gioconda Belli, Rosario
Murillo y Esthela Calderón también revelan su contenido
ecológico al ser examinados por el certero ojo crítico de White.
De las cuatro, la penúltima ofrece mayores elementos, pues
262 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
“la poesía y los otros escritos de Rosario Murillo tienen un
impulso biocéntrico en que las especies y su interdependencia
se manifiestan con claridad y en que se respeta la biodiversidad
del país que la autora ama con fervor”.
Un capítulo es muy importante: el 14, “Poetas de la Costa
Caribe”, la aproximación más completa que hasta ahora se
ha realizado sobre el tema. Por su lado, el 15 y último, “Los
trovadores de la música popular nicaragüense”, especifica
el medio ambiente físico de Nicaragua como fuente de los
cantautores más destacados, entre otros: Edwin Krügger, Carlos
y Luis Enrique Mejía Godoy, y Salvador Cardenal (1960-2010),
cuyo legado más importante es, para White, “la denuncia
desesperada de todo tipo de especismo destructivo y cruel por
parte de los seres humanos”. Especismo —resume White este
término—, “condensa la idea rectora de la superioridad humana
por encima de los seres vivos y que, por ello mismo, justifica
la explotación de todas las especies según las necesidades del
homo sapiens”. Por eso la línea central de la ecocrítica es esa
misma denuncia del dominio de una sociedad antropocéntrica
en aras de fomentar una relación más estrecha con nuestra
madre Naturaleza.
Esta reseña da una ligera idea de la monumentalidad de
Arando el aire, cuya visión renovadora culmina los anteriores
trabajos del autor, entre ellos Selective Writings (2005) —la
traducción más completa al inglés de la poesía y prosa de
Rubén Darío— y Culture and Costumes of Nicaragua (2008),
en coautoría con Esthela Calderón.
Jorge Eduardo ARELLANO
Reseñas y notas
263
Jorge Eduardo Arellano: La bicentenaria
Universidad de León, Nicaragua. León, Editorial
Universitaria, UNAN-León, 2012, 190 p. il.
Con prólogo del rector Róger Gurdián Vijil, esta obra
constituye un resumen de la precedente del autor en dos tomos,
aparecidos en 1973 y 1974, correspondiendo a cada año la
publicación de los tomos dedicados, respectivamente, a la época
colonial y a la época moderna contemporánea de la Universidad
de León.
Cinco capítulos contiene: “La enseñanza en la provincia
española de Nicaragua”, “El colegio Seminario San Ramón”,
“La Real Universidad de la Inmaculada Concepción de León
de Nicaragua”, “Los próceres costarricenses graduados en las
aulas superiores de León” y “La Universidad de León en los
siglos XIX y XX: recuento panorámico”. Además, incluye cinco
documentos que ilustran las distintas etapas del desenvolvimiento
universitario de la ciudad y el discurso de Mariano Fiallos Gil
en la conmemoración del sesquicentenario del mismo centro de
Estudios Superiores.
Faustino SÁENZ
Nueva Junta Directiva de nuestra Casa
El pasado 14 de diciembre de 2011, en Las Colinas, sede de
la Academia Nicaragüense de la Lengua, durante sesión ordinaria
de esta se realizó la elección de nueva Junta Directiva que estará
vigente para el quinquenio del 14 de diciembre de 2011 al 15 de
diciembre de 2016. La nueva Junta Directiva de nuestra Casa
quedó formada de la manera siguiente: D. Francisco Arellano
Oviedo, director; D. Alejandro Serrano Caldera, subdirector;
D. Pedro Xavier Solís Cuadra, secretario; D. Erick Aguirre
Aragón, vicesecretario; D.a Gloria Elena Espinoza de Tercero,
tesorera; D. Róger Matus Lazo, bibliotecario; y D.a Ana Ilce
Gómez Ortega, fiscal. El nuevo director de nuestra Corporación,
D. Francisco Arellano Oviedo, viene a ser el quinto director
264 Lengua, ranl, 36, febrero, 2012
desde su fundación en 1928. Los directores anteriores fueron:
D. Carlos Cuadra Pasos, Monseñor José Antonio Lezcano y
Ortega, D. Pablo Antonio Cuadra y D. Jorge Eduardo Arellano
Sandino.
Pedro Xavier SOLÍS CUADRA
Reconocimiento a JEA
Se conoció propuesta de D. Sergio Ramírez Mercado, para
reconocer, en ceremonia pública, la excelente labor académica
que durante sus dos períodos (2002-2006 y 2007-2011) había
realizado, el señor exdirector, D. Jorge Eduardo Arellano
Sandino en pro de nuestra Casa y la agenda de la Asociación
de Academias de la Lengua Española. Escuchada la moción y
teniendo en cuenta lo dispuesto en el artículo n.o 10 de nuestros
Estatutos se acordó, por decisión unánime, otorgar Diploma al
Mérito a nuestro Exdirector y entregárselo en la sesión festiva
del día dieciséis de diciembre de dos mil once.
Firmado por el suscrito y el nuevo director, el Diploma al
Mérito fue recibido por Arellano Sandino, a quien la Academia
le patentizó gratitud, a la vez que valoró su trabajo como una
huella imperecedera.
Pedro Xavier SOLÍS CUADRA
Elección de nuevos académicos de número
En sesión ordinaria del 25 de enero de 2012, realizada en
nuestra sede, la Academia Nicaragüense de la Lengua, después
de leer cartas dirigidas a la Secretaría de esta, se procedió a la
votación para académicos de número de D. Luis Rocha Urtecho
y D.a Auxiliadora Rosales Solís. La postulación de D. Luis
Rocha Urtecho fue presentada por D. Carlos Tünnermann
Reseñas y notas
265
Bernheim, D. Sergio Ramírez Mercado y D. Alejandro Serrano
Caldera y la candidatura de D.a Auxiliadora Rosales Solís por
D. Francisco Arellano Oviedo y D.a Gloria Elena Espinoza
Padilla. Resultando, de esta manera, elegidos académicos de
número, por mayoría de votos, ambos proponentes.
Pedro Xavier SOLÍS CUADRA
Cátedra Latinoamericana “Orlando Fals Borda”
publica volumen II de Perspectivas del Pensamiento
Social Latinoamericano
La Cátedra Latinoamericana “Orlando Fals Borda”, que
auspicia la Universidad Nacional Abierta y a Distancia de
Colombia (UNAD), acaba de publicar el volumen II de la serie:
Perspectivas del Pensamiento Social Latinoamericano. En
este segundo volumen trae el artículo crítico: “Los desafíos a
la gobernabilidad democrática en América Latina” escrito por
el doctor Carlos Tünnermann Bernheim, miembro del Comité
Científico de la UNESCO.
Este artículo del doctor Tünnermann contiene una reflexión
sobre gobernabilidad y democracia en América Latina, en
cuanto plantea que: Los gobiernos democráticos no han logrado
ofrecer un nivel de bienestar aceptable a todos los sectores de la
población ni resolver los problemas de desarrollo, lo cual genera
frustración y crisis de credibilidad en el sistema democrático.
El autor acentúa, que la pobreza, produce desigualdad, es por
eso que: América Latina es la región del mundo donde prevalece
la mayor desigualdad social. Pero la pobreza no es solamente
económica, es también: una pobreza de futuro, una pobreza de
expectativas.
Es por eso que el doctor Carlos Tünnermann plantea una
gobernabilidad democrática que permita no solo una esta­
bilidad política, sino también calidad en las prácticas de la
política, que se manifiesta en un buen gobierno, el estado de
derecho, participación y cohesión social. Pero sobre todo: la
gobernabilidad demanda el ejercicio pleno de la democracia,
que se trasmuta en los valores de justicia, libertad, solidaridad
y transparencia.
La cátedra “Orlando Fals Borda” fue creada con el propósito
de estimular los estudios sociales en América Latina en homenaje
al eminente sociólogo colombiano, doctor Orlando Fals Borda,
principal promotor de la concepción de la investigación-acción
en el campo de las ciencias sociales y considerado como el
“Padre de la sociología en Colombia”.
Integran la Cátedra, por invitación de la UNAD, el doctor
Aníbal Quijano, del Perú; Antonio Elizalde Hevia, de Chile;
doctor Carlos Tünnermann Bernheim, de Nicaragua; doctor
Normando José Suárez Fernández, de Colombia; doctor
Alejandro Acosta, de Colombia y doctor Hugo Zemelman, de
Chile.
El volumen II, que fue presentado en solemne acto
celebrado en Bogotá y presidido por el rector de la UNAD,
doctor Jaime Alberto Leal Afanador, contiene valiosos trabajos
que representan una importante contribución a la renovación
y enriquecimiento del pensamiento social latinoamericano.
El rector Jaime Alberto Leal Afanador, valora la publicación,
cuando afirma: Esta es la presentación preliminar del segundo
libro de la Cátedra Latinoamericana “Orlando Fals Borda”,
tarea que hemos asumido convencidos de la pertinencia de la
acción permanente de reflexión y de la contribución académica
de la apuesta de la cátedra latinoamericana en pensarnos de lo
local a lo global.
Perspectivas del Pensamiento Social Latinoamericano,
volumen II, contiene los siguientes trabajos: “América Latina:
Silencios que se oyen. La Necesaria Construcción Utópica para
un Continente en Permanente Marcha”, por Antonio Elizalde
Hevia, (Chile); “Base para una propuesta de ley orgánica de
ordenamiento territorial para la creación de la región, entidades
territoriales indígenas y provincias”, por Normando José Suárez
Reseñas y notas
267
Fernández, (Colombia); “Ordenamiento territorial” por Gregorio
Eljach Pacheco, (Colombia); “Los Desafíos de la Gobernabilidad
Democrática en América Latina”, por doctor Carlos Tünnermann
Bernheim, (Nicaragua); “América Latina, reconfiguración de un
patrón de poder”, por Aníbal Quijano, (Perú) y “Niñez, Género y
Desarrollo”, por Alejandro Acosta Eyerbe, (Colombia).
Isidro RODRÍGUEZ SILVA

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