Arlequín 7 - SAGAI - Sociedad Argentina de Gestión de Actores
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Arlequín 7 - SAGAI - Sociedad Argentina de Gestión de Actores
Arlequín >> 1 Índice Nuevas tecnologías 7 18 Melania Lenoir Todo sobre ruedas 2 << Arlequín 38 Diego Peretti Terapia para actores 52 Luciano Cáceres Graduado 72 Mercedes Morán Vendedora de fantasías 07 Ahora que me sabía las respuestas 76 Diego Capusotto ¿Por qué no se lo pregunta a Nietzsche? 62 A unas pocas teclas de descubrir 08 Editorial: La fiesta inolvidable el universo 10 Internet, el cerebro y la identidad 64Microchips 14 Una galaxia de un centímetro de 68Del mouse y el teclado a los gestos profundidad 22 La realidad de lo virtual y el cuerpo 79 Fundación SAGAI. Noticias y actividad de 26 2012: un año lleno de logros en la liquidación de derechos los últimos meses 88 Temas candentes (parte II) 28 Sagai certificó en ISO 9001:2008 30 Jóvenes, música, nuevas tecnologías 91 Entre el animal y la técnica 34 Cuando chilla la osamenta 94 Dream team. Premios Emmy a Grandinetti 44 Televisión, identificación y neurociencias Relaciones bilaterales: Colombia y México y Banegas 48 Arte en tiempos de Internet 96 … Y la luz se hizo 58 Siempre será televisión 99 Amelia Bence. Retratos de Buenos Aires Arlequín >> 3 Revista institucional de SAGAI. Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes. N.° 7, ABRIL, 2013 Director responsable: Jorge Eduardo D’Elía. ESCRIBEN en este número: Pepe Soriano, Sebastián Bloj, Jorge Marrale, Jorge Eduardo D’Elía, Diego Salamone. PERIODISTAS: Alberto Catena, Gisela Busaniche, Cristina Zuker. Diseño Original y diAGRAMACIóN: Rodríguez Daniel, Diseño + Comunicación Visual [email protected] FOTOGRAFÍAS: Sebastián Miquel (Arlequín). ILUSTRACIONES: Alfredo Sábat (Pepe Soriano), Pablo Bernasconi (Tapa). Agradecemos especialmente a las siguientes galerías por facilitarnos las obras de arte que ilustran este número: Galería del Infinito Av. Alvear 1777 [email protected] 4816-1474 Fundación Pan Klub Laprida 1212 [email protected] 4826-5567 Museo Xul Solar Laprida 1214 [email protected] 4821-5378 Galería Rubbers Av. Alvear 1595 [email protected] 4816-1864 Galería Pabellón 4 Uriarte 1332 galerí[email protected] 4772-8745 Ro Galería de Arte Paraná 1158 [email protected] 4815-6467 Galería Ruth Benzacar Florida 1000 [email protected] 4313-8480 CORRECCIÓN: Mónica Márquez [email protected] IMPRESIÓN: Galt S. A. Ayolas 494, Buenos Aires 54 (11) 4303-3723, www.galtprinting.com Propietario: Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes, asociación civil (SAGAI). Marcelo T. de Alvear 1490, C1060AAB, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Teléfono: (011) 5219-0632. E-mail: [email protected] Web: www.sagai.org Prohibida su reproducción total o parcial. © SAGAI (Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes, asociación civil), 2011. Registro de propiedad intelectual N.º 5016803 4 << Arlequín TAPA Pablo Bernasconi Diseñador gráfico, ilustrador 07 Alfredo Sábat Artista gráfico Colaboran en este número 10 y 44 Belén Igarzábal Licenciada en Psicología y magíster en Periodismo, investigadora (FLACSO, Argentina) 14 Alberto Rojo Músico, escritor, Lic. y Dr. en Física, Prof. de la Universidad de Oakland (EE. UU.) 22 Carlos Morán Autor, doc. univ. especializado en invest. interdisciplinaria de Música y Artes Visuales 48 Iván Moisseff Escritor, director de la editorial Clase Turista 52 Agustina Salvador Periodista 66 Hugo Paredero 68 Alejandro Piscitelli Periodista, escritor, dramaturgo, guioLicenciado en Filosofía y másnista de TV, editor cultural y crítico ter en Ciencias de cine y humor Sistémicas 22 Sergio Prudencstein Autor, historiador y músico 30 Pablo Semán Licenciado en Letras, antropólogo y sociólogo 34 Juan Carlos Mesa Humorista, actor, guionista, director de cine y de TV 58 Adriana Amado 62 Marcelo A. Moreno Doctora en Ciencias Sociales, Periodista analista de medios 65 Gastón Portal Productor de medios 66 Ricardo Ajler Pintor, artista plástico, profesor 76 Gladys Pilla Periodista 94 Leonardo Coire Periodista. Secretario de Prensa de Argentores 96 Marcelo Cuervo Diseñador de iluminación, director y productor técnico 91 Darío Sztajnszrajber Filósofo. Conductor y guionista del ciclo Mentira la verdad, que emite Canal Encuentro Arlequín >> 5 Autoridades Comisión directiva Presidente: Pepe Soriano Secretario: Jorge Marrale ProSecretario: Osvaldo Santoro Tesorero: Martín Seefeld Protesorero: Pablo Echarri Vocales Titulares: Julieta Díaz, Daniel Valenzuela, Juan Gil Navarro, María Fiorentino, Roly Serrano y Joaquín Furriel Vocales Suplentes: Antonio Grimau, Coco Sily, Arturo Bonín Órgano fiscalizador Titulares: Jorge D’Elía, Silvia Kutika, Juan C. Ricci Suplentes: Ana Doval y Edgardo Moreira Director General: Sebastián Bloj 6 << Arlequín Esta es TU revista Nos interesan tus opiniones, comentarios, críticas o sugerencias. Podés escribirnos a SAGAI-ARLEQUÍN, Marcelo T. de Alvear 1490 (C1060AAB) o bien a nuestro correo electrónico [email protected] o visitarnos personalmente de lunes a viernes de 10:00 a 12:30 y de 14:30 a 17:00. Esta revista también puede leerse en www.sagai.org jorge D’ELÍA director responsAble de arlequín AGRADECIMIentos: Belén Igarzábal (asesoría integral), Alejandro Piscitelli, Cecilia Gola, Cira Caggiano (UB), Chechu Moziman, Cotelito, Daniela de la Rez, Esteban Rivero ([email protected]), Estudio Sisso y Chouela, Fundación Pan Klub - Museo Xul Solar, Guillermo Roux, Juan Pablo Caro, Julián Mizrahi, Lorena Alfonso, Lupe Marín, Marcos López, Nancy Schoröter, Mariana Povarché, Néstor Zonana, Ricardo Ajler, Roxana Olivieri, Pablo Scavino. Ahora que me sabía las respuestas... Queridos socios, queridos pares, queridos amigos: Como de costumbre, en el momento de tener que escribir esta suerte de preámbulo, reviso la totalidad de los contenidos para saber a qué atenerme. En este particular caso, debo confesar que me siento sobrepasado y calculo que a muchos de ustedes les pasará otro tanto cuando se dispongan a leer Arlequín 7. ¡Menudo tema el de este número!: Incidencia de las nuevas tecnologías en la profesión del actor. El repaso de algunos de los títulos les dará una dimensión de lo dicho: “Una galaxia de un centímetro de profundidad”, “Del mouse y el teclado a los gestos y el cuerpo”, “Internet, el cerebro y la identidad”, “La realidad de lo virtual”, “Entre el animal y la técnica”, “Televisión, identificación y neurociencias”, “A unas pocas teclas de descubrir el universo”, “Arte en tiempos de Internet”, etcétera. Muy apropiadamente, entonces, vienen a mi memoria las palabras de Pablo Neruda: Confieso que he vivido. Y también, muy apropiadamente, se me representa aquel póster del mono incrédulo diciendo: “Ahora que me sabía las respuestas, me cambiaron todas las preguntas”. Por eso, esta vez utilizaré palabras que no son mías, pero que mucho tienen que ver con el propósito de esta edición. Y si fueron elegidas por su sencillez, también lo han sido porque evidencian una suerte de preocupación puntual que todos los actores deberíamos empezar a tener en cuenta a fin de darle respuestas. Pero antes de transcribirlas, quiero decirles que en el Festival de Taormina del año 1990, el genial director Gillo Pontecorvo (La battaglia di Algeri), me lo había preanunciado: “Pepe, el avance de la tecnología solo les dejará a ustedes, los actores, una única posibilidad: el teatro”. «No sabemos si la llegada de Avatar (James Cameron, 2009) va a suponer el final de los actores, o no. Lo que sí sabemos es que la tecnología ayudará a muchos actores a ahorrarse horas de trabajo perfeccionando la interpretación de sus personajes. El sistema utilizado en Avatar para dirigir a sus actores permite cambiar por computadora una mirada, un gesto y/o una lágrima. Con este avance, probablemente desaparezca el famoso método de Konstantín Stanislavski empleado por muchos actores. Hace años, algunos expertos ya comentaron el tema de que el futuro de los actores estaba cada vez más cuestionado, y no estaban muy equivocados. Cameron ha demostrado que no necesita dirigir actores, sino diseñadores informáticos. Dentro de poco, las escuelas de interpretación tendrán que añadir una asignatura donde el actor o la actriz aprenda a moverse en medio de un croma cargado de cables y sensores. O, quizá, estas escuelas tengan que enseñar a interpretar a los diseñadores informáticos para que sepan dotar de sentimientos a sus bichos “digitales”. En fin, los actores y las actrices no desaparecerán mientras permanezca la esencia del teatro, aunque, en algunas obras, la tecnología se lleve parte del protagonismo». (*) Hasta el próximo Arlequín. A PEPE SORIANO (*) Lavado, Antonio, “Los actores y las nuevas tecnologías”, en: http://antoniolavado.wordpress.com/page/6/ Arlequín >> 7 e d i to r i a l La fiesta inolvidable SAGAI está por cumplir siete años de vida y el 11 de diciembre de 2012 se adelantó el festejo Lo más cercano a mi memoria son algunas gloriosas choriceadas que de vez en cuando se hacían en la casona que la Asociación Argentina de Actores tenía en la calle Viamonte, donde muchos de nosotros pasamos momentos verdaderamente inolvidables, pero ¿cuánto tiempo pasó desde aquel entonces? ¿Cuánto hacía que tantos actores y actrices no nos reuníamos con esa fuerza, con esas ganas, con esa felicidad? Parecería que nos hubiéramos puesto de acuerdo para hacer realidad ese instante al que, sin duda alguna, se le sumaban recuerdos de otros instantes felices, potenciando el montaje de una cadena que se extendió para que, mágicamente, pudiéramos encontrarnos todos con todos, transformando en único aquel acontecimiento que, definitivamente, nos atravesó. 8 << Arlequín Ahora, pasados ya un par de meses, mirando fotos y videos de ese día maravilloso, repaso rostros y abrazos, y no puedo más que rescatar la sorpresa del reencuentro. Veo a jóvenes actrices y actores integrados al conjunto, riendo, festejando, sumando todas sus energías y empezando a conocer un poco más en detalle los pormenores del derecho. Y a los más experimentados los encuentro felices de volver a verse e intercambiando experiencias, recuerdos y anécdotas, en algunos casos después de… veinte años. Históricamente, nuestros encuentros masivos de actores se dieron en el marco de las asambleas. No imaginábamos, por lo tanto, qué podría ocurrir con nuestra convocatoria, cuyo fin esencial era el encuentro y el festejo. Y se dio. La fiesta inolvidable superó nuestras expectativas. La respuesta del 11 de diciembre fue para todos los compañeros del órgano político, los empleados y colaboradores de SAGAI, un punto de inflexión. A partir de ahora, podemos inequívocamente fantasear nuestros futuros festejos, y eso nos fortalece, nos alienta a seguir en el camino que venimos transitando, escuchando a todos para superarnos y comunicando nuestros logros y escollos. Insisto en el concepto de conocer lo que nos ampara para defenderlo cuando se lo ataca. Y lo que nos ampara (el derecho) no solo es letra, es acción permanente en pos del bien común. La fiesta inolvidable confirmó nuestro mundo propio, intransferible como nuestra historia. Y a esos brazos en alto que, con orgullo, podemos ver en el póster que acompaña a esta revista, sumamos los brazos en alto de generaciones de compañeras y compañeros que nos precedieron y que lucharon como pudieron por conseguir los frutos que hoy nosotros estamos recogiendo. Brindo, entonces, por ellos, por nosotros y por nuestro presente. Hasta el próximo Arlequín. A jorge marrale Arlequín >> 9 10 << Arlequín M A R I A N O S I G M A N (*) Internet, el cerebro y la identidad El mundo de hoy está poblado de tecnologías. Gracias a Internet, podemos conectarnos con cualquier parte del mundo en segundos y tenemos toda la información y todos nuestros contactos disponibles al instante. En este contexto, ¿cambia el modo en que procesamos información y en que usamos el cerebro? Sí, cambia. El cerebro es muy maleable, muy plástico. Esta capacidad nos ha dado en la historia de la especie y en la historia de nuestras vidas mucha versatilidad. Por ejemplo, la capacidad de llegar a un lugar donde el idioma es distinto y cambiar instantáneamente el idioma con el que hablamos. Las nuevas tecnologías, indefectiblemente, cambian el cerebro. Y es probable que lo cambien mucho. El pensamiento humano tiene la capacidad de generar cosas que le sirvan de soporte. Ese soporte cambia también la misma forma de expresarse. Por ejemplo, la escritura. La escritura gráfica es quizá un cambio tecnológico mucho más grande que Internet. Existe desde hace pocos miles de años e hizo que el pensamiento humano cambiara radicalmente. Antes de que existiera la escritura, el pensamiento humano era muy lábil. Se parecía más al pensamiento del sueño. Era un pensamiento que se deshacía muy rápido porque no había dónde estabilizarlo. Antes de la escritura, la conciencia humana se parecía a lo que hoy reconocemos como esquizofrenia. Una mente mucho más desagregada, una realidad menos lineal. La escritura le dio solidez, un sustrato sólido, al pensamiento humano. La memoria humana es bastante limitada, entonces, nosotros, como sociedad, como cultura, hemos incorporado una especie de periférico a nuestro propio cerebro, que le dio firmeza y estabilidad, y esa estabilidad cambió, de hecho, su propio funcionamiento. De la misma manera que la escritura, las tecnologías nuevas, así como las máquinas de calcular, las monedas o los palitos del truco, o las computadoras de hoy, ayudaron al cerebro humano a realizar distintas actividades, como, por ejemplo, a hacer cuentas. Entonces, encontramos una especie de resonancia entre nuestra manera de pensar y cierto medio, en este caso Internet, que nos da una memoria inmensa y que permite una explosión dentro de la cultura y un cambio, in- cluso, en nuestra manera de ser. Sin duda, el ser humano se volvió mucho más calculador y racional una vez que existieron las máquinas de calcular, porque se potenció esa virtud que tenía. Así como se volvió más explorador y descubridor cuando tuvo barcos y pudo ir de un lado al otro. Las tecnologías cambian nuestra movilidad corporal y también nuestra movilidad mental. Y estos cambios, ¿hacia dónde nos llevan? Internet, sin duda, va a cambiar la forma no solo del pensamiento individual, sino también del pensamiento colectivo. Hoy estamos demasiado en el presente de este cambio como para entender hacia dónde está yendo. Para eso hay que reconocer cuáles son las cosas que potencia Internet, cuáles son las cosas que potencia todo el tráfico de información en la era digital. Y creo que una cosa que todo el mundo reconoce inmediatamente es la velocidad y lo efímero de eso. Y algo muy significativo es que estas características son prácticamente contrarias a lo que dieron la escritura y el papel. El papel tiene esa cosa de escritura lenta y escritura que perdura. Cuando alguien escribe un libro, está ahí, llevó mucho tiempo y mucho esfuerzo. Más todavía si se escribe en piedra. En Internet las cosas también están, pero en un espacio tan grande que se pierden en un mar de la nada, muy rápido. Algunas cosas son mucho más claras si uno las piensa corporalmente más que mentalmente. Por ejemplo, los medios de transporte cambiaron la sociedad humana. De hecho, la posibilidad de estar acá con 40 grados y despertarse 14 horas después con 25 grados bajo cero en Siberia, en otra cultura, en otro lugar, cambió a la humanidad. Y nosotros, como humanos, no terciarizamos completamente esto: es decir, todavía caminamos, todavía corremos. Existe una perspectiva futurista donde uno terciariza la movilidad humana, pero todavía no ocurre. Y lo que uno ve en la historia de la civilización humana es que lo que no se utiliza se atrofia. Si no se utiliza un músculo, el músculo se atrofia. Si no se utilizan los sentidos, los sentidos se atrofian. Hasta se puede atrofiar el lenguaje. Y esto que parece una idea a largo plazo ya está pasando con Arlequín >> 11 algunas cosas, por ejemplo, con el cálculo. Hoy casi todo el mundo terciariza el cálculo. No solo ya no se hace una cuenta, como 8 x 4, sino que ya ni siquiera se memorizan 6 números. Antes, todos nos acordábamos de un montón de números de teléfono y, ahora, están todos en el celular; ¿para qué recordarlos? Hay un montón de actividades del pensamiento humano que hoy estamos abandonando; y, a mi entender, eso va a ser una especie de experiencia colectiva. Y hay un riesgo muy grande de atrofia. Después uno puede preguntarse si eso es grave o no, es decir, si yo no puedo mover mis piernas, pero tengo vehículos electrónicos que me transportan a cualquier lado, a mi no me gusta, pero no quiere decir que eso sea malo. Y eso me parece bastante pertinente cuando uno piensa problemas concretos, como, por ejemplo, la inserción de la informática en la educación: ¿cuál es el límite en el cual se puede dejar a un chico utilizar una calculadora en clase de matemática? Esa es una decisión pedagógica que tiene que ver con un momento en la vida del chico en el que tiene que hacer ese ejercicio y no terciarizarlo. Y así como tampoco un chico puede moverse en una silla eléctrica o carrito de golf por la escuela porque tiene que trabajar las piernas. ¿Cómo cambia la educación a partir de Internet y las tecnologías de la información y la comunicación? Las tecnologías digitales cambian la educación de varias maneras. En Latinoamérica hay un fenómeno particular, bastante llamativo, que es la inserción de computadoras en el aula. Hoy la computadora es un lugar de poder. Darles computadoras es darles poder, es como darles un caballo en otra época. El que tenía caballo era el que tenía derecho a moverse. Darle una computadora a alguien es darle poder y, por eso, me parece una democratización muy grande. Además, es una tecnología del momento y, por eso, genera una discontinuidad generacional. Se da el fenómeno de que los chicos manejan mejor las computadoras que los grandes. Y eso está bien y es una suerte que así sea porque es el progreso. Por un lado, yo trabajo bastante en cambiar la educación y creo que hay que cambiarla. Pero, dicho esto, te digo que para mí es necesario cierto tipo de restricción con relación a la conectividad en el aula. Hay una especie de progresismo pedagógico infundado que parece ser lindo, pero la evidencia muestra que no lo es. Un ejemplo es la idea de “educate libre, vas a encontrar tu camino, andá a una escuela donde cada uno hace lo que quiere para ser lo que quiera ser, bailar, por ejemplo”; entonces, ¿para qué me hacen estudiar geografía? Para mí esa idea es falsa. No tiene que ser la educación del siglo xviii, pero obviar que la educación requiere cierto esfuerzo es un error muy grave en la pedagogía. Es como con 12 << Arlequín el arte: para ser un buen artista, tenés que trabajar la técnica y que eso te dé recursos para hacer lo que quieras. Para poder romper, hay que tener un bagaje. Sin algo que sea normativo, la educación en su totalidad es poco exitosa. Para ser libre, hay que tener recursos; para ser libre, tengo que saber leer. Y hay un momento de la vida en el que nos tenemos que sentar para poder aprender a leer. Eso tiene que dar la escuela: una especie de ladrillos necesarios que te dan libertad; y eso funciona con formas más normativas. Sin pegar, ni pegar moralmente, ni tratar mal a los chicos. Hay que revisar la gestión de emociones en el aula, hay que cambiar contenidos, hay que revisarla. Veo como muy difícil educar a chicos adolescentes que están con Twitter o con Internet en el aula. Puede ser que un segmento de la educación funcione bien así, donde todos se conectan, hacen, vuelan, pero me parece que no permitiría que en todo el tiempo escolar los chicos estén constantemente conectados con algo que es altamente distractivo. En relación con estos cambios que vos planteás, la gran revolución, ¿se da a partir de Internet o de otras tecnologías digitales? Internet es una revolución. Es una revolución de la conectividad humana. Los teléfonos, la computadora, es decir, la arquitectura en la cual está instalado ese cambio, es casi secundaria al cambio fundamental, que es que todos estemos conectados con todo. La mente humana funciona de una manera bastante limitada. Uno puede procesar pocas cosas de las que están sucediendo. Por eso, un lugar muy importante es el de los editores de revista, el de los editores de televisión, el de los directores de escuela, el de los médicos, el de los arquitectos. Se puede pensar a cada profesional como alguien que sabe mucho de un tema y te restringe el espacio de posibilidades. Un arquitecto es alguien que te dice: “No pongas estas cosas porque la casa se te va a caer, yo ya conozco esto”. La conectividad total es casi lo contrario de todo eso. Y, de hecho, un ejemplo clásico es el de la medicina. Internet para la medicina es un problema, porque vos tenés un dolor de espalda y ¿qué haces?, vas a Internet y te fijás. Y ya no tenés al médico que te filtra todo, sino que tenés toda la información. Igual, Internet también tiene alguna solución a eso, porque hay sitios que tienen cierto reconocimiento y filtran un poco de información, y esos sitios actúan como editores. El problema es que el cerebro humano puede ver pocas cosas al mismo tiempo. La conciencia es finita, es chiquita, tiene poco lugar; de hecho, tiene poco lugar físico. Entonces, cuando tenés muchas cosas al mismo tiempo y no podés ver todas, tenés que elegir algunas. Demasiadas opciones pueden hacer que te pierdas en esa selva tan vasta del paisaje informativo. La poca capacidad de digerir información y la infinitud de la información al mismo tiempo, juntas, suponen un problema que, en la historia de la humanidad, se resolvió con cosas que se parecen a las profesiones. Esas profesiones todavía no están instaladas de manera correcta en el espacio digital. Otra cuestión importante tiene que ver con un aspecto más social: la pérdida de la corporalidad. En la vida cotidiana, el cuerpo piensa, el cuerpo habla, habla cuando me muevo... El cuerpo no es pasivo, el cuerpo conforma el pensamiento. Eso se ve también en las relaciones sociales. Frente al espejo, puedo dar un discurso perfecto y, después, lo doy frente a alguien y resulta pésimo. Y lo que pasó es que la exposición de mi cuerpo frente a todos, con la vergüenza, el amor, el deseo, las ganas, etc., que el cuerpo produce, está en ese momento causando efectos en mí. Internet está fuertemente desprovisto de eso. Si bien uno puede filmarse en Internet, un espacio muy grande de Internet es la palabra desligada del cuerpo. Y eso puede generar un montón de cosas, por ejemplo, pérdida de inhibición. Uno en el chat dice cosas que no diría en otros contextos. También produce multiplicidad de información. En un ámbito social, uno tiende a generar conversaciones que no provoquen demasiada tensión, y eso hace que cuando vayas a una fiesta e interactúes con alguien, a los 5 minutos estés hablando de cualquier cosa, del tiempo, del clima, por ejemplo. Preguntar “¿qué pensás de Dios?” generaría mucha tensión. En realidad, lo que deseás preguntarle es qué piensa de vos: ¿te gusto o no te gusto?, ¿qué cosas harías en situaciones exóticas?, ¿cuáles son tus sueños más extravagantes? Sin embargo, es lo último que le preguntarías. Pero existe un lugar donde la gente se abre, y es la radio, donde uno llama y se abre frente a miles de personas y cuenta cosas que no le confesaría a nadie. Porque no pensás que están tus amigos escuchándolo, que está tu tía escuchándolo. En Internet pasa algo muy parecido. La gente se abre de una forma en la que no lo haría en otros contextos. Esto genera una tensión social para la que no estamos preparados biológicamente; no estamos realmente preparados para esa disonancia tan grande entre la palabra que producimos y la repercusión que tiene esa palabra en una situación muy lejana. El cerebro humano no evolucionó para eso. Eso no quiere decir que no nos adaptemos a ello o que no lo podamos hacer. Seguramente, vendrá una nueva generación de relaciones humanas con esas nuevas características: la descorporización de la comunicación y la promiscuidad, la intensidad de que todos estén conectados con todos. Y entiendo que eso genera una cantidad de situaciones nuevas que para mí son un signo de pregunta. ¿Cómo cambia nuestra identidad a partir de las nuevas tecnologías? La identidad cambia de muchas maneras, que son paradójicas. Algo nuevo que existe en Internet son los álter ego. En Internet puedo chatear como si fuera una señora de 60 años. Podés tener infinitas identidades. En Internet vos podés cortar, parar y empezar de nuevo. Y en eso se parece mucho al sueño y al juego. Es algo muy propio de la humanidad y, por eso, Internet toca cosas que son muy profundas y muy queridas, que tienen que ver con el juego y con el sueño. Es una especie de vida mucho más onírica. Una vida en la cual la identidad tiene menos grado de compromiso, está menos escarbada, es más etérea, como es etérea en un sueño. Eso en la vida real es muy difícil de hacer, y en un juego se hace, y en Internet también. A (*) Director del grupo de investigación en Neurociencia Integrativa de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Laboratorio que estudia cómo funciona el pensamiento. Arlequín >> 13 Desayuno Lambda print Manuel Archain 14 << Arlequín La tecnología en el camino educativo Una galaxia de un centímetro de profundidad Como profesor, uno está expuesto a recibir de sus alumnos tres tipos de preguntas: las que sabe y responde de inmediato; las que uno desconoce, pero es capaz de deducir por propia preparación y experiencia; y las que se ignoran de plano. Hace poco, en una clase de Física, hablaba sobre la electricidad en la atmósfera cuando uno de los estudiantes levantó la mano y me preguntó por qué hay más tormentas eléctricas en verano (una pregunta del segundo tipo). Comencé a balbucear algo vinculado a las corrientes convectivas en el ecuador, a la humedad ambiente y no sé qué otra cosa más hasta que, cuando iba a darme por vencido y proponer resolver el tema en la próxima clase, otro estudiante, levantando su iPhone, dijo: “Aquí tengo la respuesta”. La anécdota grafica una de las virtudes centrales de la tecnología: la de extender nuestro alcance intelectual, ampliar el horizonte y –en este caso– acortar los tiempos de acceso a la información. Se dice que, en el siglo xviii, el doctor Johnson dijo que la información es de dos tipos: “Sabemos de un tema o sabemos dónde encontrar información sobre él”. Si la cultura es información, el aforismo de Johnson implica que Internet, de un plumazo, nos hizo a todos doblemente cultos. El ciudadano promedio tiene hoy (para mal o para bien) muchísima más información de la que tenía hace quince años. La mayor parte no la tiene en el cerebro, sino en su iPhone, en su tablet o en su computadora. Es que en la era de Internet y de los apps, una persona ya no es más una persona, sino que es una persona más un Ipod, o un Droid, o un celular con acceso a la Web. Qué hacemos con esa información, cómo la integramos a nuestra existencia y a ese propósito final de la comunicación que es un encuentro entre almas, es otro tema. Arlequín >> 15 Hay un párrafo en Ser escritor, de Abelardo Castillo, que viene a cuento. Lo subrayé en el libro y no puedo encontrarlo, pero recordaba el concepto y lo busqué en Google. Ahora sí lo tengo subrayado en mi ejemplar de hojas amarillentas: “Lo mejor que se ha escrito sobre el cuento es lo que Edgar Poe escribió sobre Nathaniel Hawthorne. No pienso facilitarte las cosas reproduciéndolo. Tendrás que encontrarlo solo. Un escritor es un buscador de tesoros. Los descubre o no. Esa es la única diferencia entre la biblioteca de un escritor y el mueble del mismo nombre de las personas llamadas cultas”. En la contratapa de ese vértigo instantáneo de búsquedas en Google, está el adagio de la asimilación cerebral, un proceso de fermentación inútil de acelerar, que necesita tiempo de vigilia y de sueño para decantar lo aprendido. En épocas de estudiante, ayudado por la traducción al castellano en la contratapa del vinilo, logré descifrar el texto de la grabación en vivo de Viaje al centro de la tierra, de Rick Wakeman. Me llevó varios días. Recuerdo la espesa masa sonora del rock sinfónico; los sintetizadores; el coro fantasmal; la orquesta de Londres; la voz grave y británica de David Hemmings (“Have made a raft, with wood taken from the giant mushroom forest”), que se me grabó en la memoria de tanto escucharla mientras anotaba a mano las palabras que iba entendiendo. Ese esfuerzo me dejó, además de la copia mecanografiada que luego fotocopié para algunos compañeros, una vivencia y un aprendizaje preciosos. Entre tanto, después de tantas mudanzas, perdí el texto. Hoy lo busqué y (obvio) no terminé de escribir el título cuando Google ya me lo ponía completo. Y mientras escribo, escucho (gratis, además) la obra completa en Grooveshark. ¿Mejora o deterioro? Mejora. En este caso, como en tantos otros, Internet nos da una nueva opción, y una nueva opción es un nuevo camino hacia la libertad. Cuando escribí mi tesis doctoral, a fines de los ochenta, recién se estaban imponiendo los procesadores de texto. Usé el programa WordPerfect, que estaba instalado en una mini-VAX (una computadora que usábamos para programar en Fortran) y que yo iba aprendiendo a manejar mientras escribía y descubría las mágicas virtudes de cortar y pegar. En un momento, por error, apreté una tecla (acaso fueron dos) y desaparecieron todos los espacios del texto. Un segundo, nada más, y días de trabajo perdidos en una anulación irreversible de información. Se abría la nueva era de la producción literaria computarizada, y yo había retrocedido siglos, a los tiempos de la scriptura continua, antes de la invención del libro, cuando los textos carecían de espacios, ysesuponíaquedeesaformaeranmásfácilesdeleerenvozalta. Para los monjes de los primeros siglos del cristianismo, la ardua lectura de un texto sin espacios era un estímulo para la meditación y la memorización. Pero no era algo que pudiera pedirles a los físicos de mi comité de tesis, y tuve que escribir todo de nuevo. Fue mi momento de repudio a una tecnología que más tarde habría de adoptar con sometimiento y adicción. El impacto de las computadoras y de Internet en la medicina, en el mundo de las leyes y de los negocios es incuestionable. Pero, en la educación, la cosa es distinta. Las implementaciones educativas de las nuevas tecnologías tienen resultados mix- 16 << Arlequín tos, sobre todo, porque el motor de los desarrollos tecnológicos es la expansión de mercados, el escaleo, la viralización, y no el enriquecimiento intelectual masivo. Las aplicaciones educativas de los desarrollos tecnológicos son intereses posteriores, efectos colaterales en un mercado generado con otros propósitos. A fines de 1950 y en la década de 1960, hubo un impulso en EE. UU. a la televisión educativa, con grandes apuestas de masividad cultural; en una sola noche, más gente vería Hamlet que toda la que la había visto durante los 360 años que habían pasado desde su creación (N. de la R.: Se calcula que William Shakespeare escribió la tragedia entre los años 1599 y 1600). Hoy la televisión es fuente de entretenimiento, mayormente frívolo y con escaso contenido cultural y educativo. Según mi experiencia, algo análogo ocurre con algunas aplicaciones tecnológicas. Las diapositivas de PowerPoint (versión actual de los retroproyectores que fueron diseñados para instrucción militar en la Segunda Guerra Mundial) son ideales para presentaciones de negocios, pero tienen efectividad parcial en el aula. Si bien poseen la virtud de mostrar imágenes y videos, el material se cubre demasiado rápido, el aula está a oscuras, el profesor no se mueve, tiene poco contacto visual con el alumno e, incluso, no necesita estar tan compenetrado de antemano con el contenido. En un escalón mayor de sofisticación están los software educativos, herramientas interesantes para facilitar la instrucción (sobre todo, en las Matemáticas). Uno de los más conocidos en EE. UU. es el Cognitive Tutor, diseñado por científicos de la Universidad de Carnegie Mellon, que promete resultados revolucionarios, aunque, según estudios del Departamento de Educación de los años 2009 y 2010, realizados sobre estudiantes de primaria y secundaria, Cognitive Tutor y otros diez programas instructivos de Matemáticas no tuvieron efectos estadísticamente discernibles en los resultados de los exámenes. El mismo Steve Jobs, que impulsó vivamente la distribución de computadoras en las escuelas, aceptó, en una entrevista que le hizo Wired (1) en 1961, que “el problema de la educación no se resuelve con tecnología”. Para más datos, EE. UU. es el país con más computadoras por alumno en las escuelas públicas (una por cada tres alumnos en 2003), sin embargo, en los exámenes “PISA” (2) no consigue subir del puesto 24 en el ranking, debajo de, por ejemplo, Polonia, con cinco veces menos computadoras por alumno (Finlandia, que ocupa el primer puesto, tiene la mitad). Las nuevas tecnologías pavimentan los caminos de la educación. No nos garantizan la llegada, pero nos ofrecen opciones más rápidas. Gracias al iPhone de aquel estudiante, supe que las tormentas eléctricas son más frecuentes en verano porque las corrientes ascendentes son más intensas y las nubes se cargan más. Pero ese camino educativo necesita nuevos mapas y buenas señalizaciones en las rutas. De otra forma, estamos a la deriva, deambulando de hipervínculo en hipervínculo, desconcentrados. Somos sonámbulos caminando sobre una superficie de información del ancho de una galaxia, pero de un centímetro de profundidad. A (1) Wired es una revista mensual americana que existe desde 1993 y, a la vez, un sitio web de noticias (wired.com) que trata de reflejar la manera en que la tecnología afecta a la cultura, a la educación, a la economía y a la política. La revista es propiedad de la editorial Condé Nast Publications y se publica en San Francisco, California. (2) Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes o Informe “PISA” (por sus siglas en inglés, Program for International Student Assessment, o en francés, Programme International pour le suivi des acquis des élèves). Arlequín >> 17 Gisela Busaniche María Méndez Fotos Sebastián Miquel Escribe Producción 18 << Arlequín MELANIA LENOIR ACTRIZ Todo sobre ruedas El baile, el canto, la actuación y la pintura son sus dotes artísticas; el budismo, su filosofía de vida. Melania Lenoir, de 30 años, criada en Martínez, une todos estos mundos y logra destacarse en el teatro, en la comedia musical y en la televisión. Una mujer que con una gran base de trabajo y un original sentido de la vida llega con su bicicleta al set para concretar sus sueños. Arlequín >> 19 “Acá está mi gente, los que son como yo” –pensó aliviada cuando, entre estudiar Ciencias Económicas o la licenciatura en Actuación, eligió la segunda y fue a anotarse al IUNA–. “En mi casa siempre existió espacio para el arte, de chica era autodidacta. Dibujaba, pintaba y bailaba. Bailé danzas escocesas. Hasta me fui a Escocia a rendir un examen” –cuenta sonriendo y recordando ese traje, los saltos y la gaita–. “Yo escucho una gaita y me largo a llorar, hay algo muy escocés en mí, es como mi nacionalidad agregada”. Esta rubia, nacida el 15 de octubre de 1982, de metro setenta, contextura delgada y ojos azulados, no puede esconder sus orígenes nórdicos. Ha estado involucrada en más de 40 producciones de teatro off como actriz, bailarina y hasta como vestuarista. Sí, sí, también hice vestuario. Con una amiga armamos una productora que se llama Alfiler de gancho, todavía sigue en 20 << Arlequín pie. Quería estar relacionada con el mundo del teatro, y esa era una manera. Además, me encanta la confección, todo lo que sé lo aprendí de mi vieja. En paralelo al estudio de actuación, Melania comenzó la carrera de Composición Coreográfica con mención en Comedia Musical. Unió los dos mundos y, hace seis años, le llegó su oportunidad en el teatro comercial. En el 2007 participó en Rent y después le llegó la gran oportunidad de ser Velma Kelly en Chicago. Siempre me presenté en las audiciones pensando en ser ensamble, nunca protagonista. Hay que ser muy buen bailarín para hacer Chicago. Y fui pasando una prueba de 200 chicas, quedamos 20, luego cinco y al final me llamaron. Yo estaba en el tren y me avisaron que en una hora tenía que estar audicionando con un monólogo del personaje de Velma (los personajes principales son los de Velma Kelly y Roxie Hart). Llegué, lo leí y lo hice. Si bien me probaban en el papel de Velma, nunca imaginé que me lo iban a ofrecer a mí. ¡Y me lo ofrecieron! No lo podía creer. Pero después se canceló el musical y recuerdo que mi marido me dijo: “No te preocupes, esto también va a pasar”. Y al final pasó. está muy presionado, muy agarrado, pensando todo el tiempo en que ese minuto puede ser la oportunidad para que te vuelvan a llamar. Entonces, terminás tan agarrado que no te relajás nunca. Y ese estado es perjudicial para la actuación y determinante para que nada fluya. A Chicago le siguió Hedwing and the angry inch, y, después, junto a Germán Tripel, con quien ya había trabajado, protagonizó el musical Los últimos cinco años. Ahora sube al escenario con la que reconoce su obra favorita, For ever young. Es como una nueva generación de musicales, ya en Broadway dejó de existir el musical enorme, con mucha producción, porque es muy costoso. Ahora, entonces, se hacen musicales más chicos y las historias tienen más contenido. Es, más bien, teatro musical, y a la gente le encanta. Desde que comenzó mi carrera a nivel comercial hice musicales. Logré superar una vieja visión que tenía, inculcada por un profesor de literatura que tuve en quinto año, y me di cuenta de que el musical no es un arte menor, solo que tiene mala prensa. Tener el cuerpo disponible para cantar y bailar requiere mucha disciplina y salud. Así, esta actriz que moriría por interpretar a Marilyn Monroe o a Ricardo III (aunque sea hombre), pasa de un mundo a otro en un viaje en bicicleta: del teatro, a su casa con huerta; de su casa, al set de televisión. Aunque no planifica mucho, siempre intenta vivir el presente, sabe que, en esta profesión, sostenerse es lo más difícil. Por eso resalta la decisión de la Fundación SAGAI de subsidiar el parto. Hijos todavía no, pero el deseo está. Y cuando me enteré de que subsidiaban el parto me puse muy contenta. Es una muy buena noticia, porque, aunque no esté repitiéndoselo todos los días, en una actriz subyace esa especie de espada de Damocles respecto de qué hacer cuando te llaman a trabajar si estás embarazada, al hombre eso no le pasa. Más cuando una no puede planificar mucho, hay momentos en que estás con un montón de laburo y después pasa ¡y otra vez el parate!, y otra vez, todo vuelve a empezar. Ojalá que, también, en un futuro no muy lejano, podamos tener una jubilación digna para que cuando el cuerpo (nuestra principal arma de trabajo) esté achacado, tengamos algo que nos respalde. ¿Y en qué te ayudan los recursos tecnológicos? En todo. Sin la tecnología sería casi imposible. Imaginate cantar en un teatro para 500 personas y no tener un micrófono, lo único que te quedaría sería gritar. Cuando uno sabe que está amplificado, puede jugar con la voz y, a la vez, cuidarla. Por suerte, la tecnología hace más fácil nuestro trabajo: los corbateros debajo de la peluca, los packs para lograr mejor sonido, la tendencia de armar una ingeniería de sonido más acústica. Esos son los nuevos desafíos para los musicales; y, en ese sentido, el uso de la tecnología es fundamental. Cuando Melania Lenoir sale a escena, impacta, y eso fue lo que le ocurrió al actor y productor Martín Seefeld, que, de inmediato, la convocó para participar de la tira Mi amor, mi amor, por Telefe. Cuando vino a ver For ever young, mi trabajo le había gustado, pero necesitaba verme sin la caracterización del personaje, ya que allí interpreto a una anciana (la obra se desarrolla en un geriátrico del año 2050) y no tenía idea de cómo era yo realmente. Después de verme, sí, me ofreció un personaje hermoso en esa tira, donde disfruto mucho ese papel. En televisión, hasta ahora, había hecho solamente bolos. Hay una gran diferencia entre hacer bolos y tener un papel. No solo conocés toda la historia y hay otro tiempo, más relajado, más involucrado, sino que también, cuando uno hace bolos, Sostiene Melania que, por suerte, estudió canto, baile y actuación, porque, si se queda sin trabajo, con alguno de los tres va a poder vivir. Ella es sencilla, humilde y práctica. Termina su té, finaliza la entrevista, se saca algunas fotos y se predispone a disfrutar su tarde libre. Practicará yoga –es profesora–, no comerá nada que provenga de animales –rutina de todos los días– y sostendrá una vida ética. Pero ella lo explica mejor. Mi filosofía de vida es el budismo tibetano, pero todavía nunca viajé al Tíbet. Me gusta esencialmente lo natural y trato de sostener una vida ética. En la práctica, significa tratar de no lastimar a nadie y a nada. Ni con la palabra, ni con la mente. Es una disciplina. Eso no quiere decir que no me equivoque, me equivoco todo el tiempo, pero el desafío, creo yo, es encontrar cómo esos dos mundos, el de mi interior y el de mi trabajo, se pueden congeniar. Son mundos muy distintos, pero estoy haciendo lo que soñé. A Arlequín >> 21 La cortina Carbonilla sobre papel Carlos Alonso 22 << Arlequín El escenario teatral como espacio infinito La realidad de lo virtual La escenografía virtual últimamente goza de diversos apodos de incómoda versatilidad lingüística. VDG (Virtual Digital Graphisme), mapping (especial para grandes espectáculos al aire libre), 3DG (grafismo en 3D) y podríamos seguir enumerando acrósticos, acrónimos y siglas varias aludiendo a estos integrantes de la escena que, a simple vista, nos parecen salidos de un cuento de Ray Bradbury. En definitiva, todos los sistemas virtuales lumínicos provienen de dos fuentes que ya en épocas de Bertolt Brecht se conocían perfectamente: la puesta de luces y la proyección animada. Sea con una luz de ensayo o con una lámpara de 1000 ansilúmenes, forma en la que hoy se define la potencia de un cañón o proyector, todo se reduce al lugar que ocupa el actor respecto a la fuente de luz. Por supuesto que el agregado de la virtualidad nos obliga a entender, tanto a espectadores como a realizadores, el mundo del teatro con la mente abierta a un nuevo universo multimediático que, desde hace tiempo, intenta ubicarse seriamente entre los recursos escénicos aceptables. Haciendo historia Ya los griegos intentaban imitar la realidad con efectos especiales que, en definitiva, resultaban convenciones aceptadas por el espectador. Un artilugio llamado mechane servía para hacer descender a los dioses del Olimpo con un sistema de poleas visible a los ojos de las tribunas. Desde el theologeion se escuchaban las voces de los celícolas (una suerte de palco aéreo donde los actores hablaban). El bronteion imitó durante toda la Antigüedad clásica, con probada eficacia, los estruendosos sonidos de la naturaleza. Pero pasó mucho tiempo para que la complicidad entre los realizadores y el espectador se retomara. La necesidad de crear un ambiente cada vez más asimilado a la realidad llevó, a través de los siglos, a que el teatro se enquistara en sistemas naturalistas que también eran convenciones. Telones pintados, templos helénicos con columnas de cartón, falsas perspectivas, utilería de toda índole y, finalmente, muebles prestados por un comercio de la zona, cuyo gerente quería ver impreso el nombre de su mueblería en el programa de mano la noche del estreno. A pesar de lo lejano que esto nos parezca, todavía sucede. El canje es moneda corriente entre las producciones de bajo presupuesto. Sin embargo, otras formas de afrontar el problema de la escenografía, sin recurrir a la tan generosa cámara negra o al infinitamente económico minimalismo, han aparecido gracias a la inventiva y al desarrollo de profesionales multidisciplinarios. La escenografía intangible ha sido un sueño acariciado por mucho tiempo, desde que las sombras chinescas se largaron a representar batallas míticas entre príncipes y dragones. La verdad es que, llámese como sea, la virtualidad en el espacio escénico provoca emociones que reestructuran la posición del espec- Arlequín >> 23 tador inmerso en un ámbito donde debe aceptar los contenidos resultantes del balance sincrético entre diversas coordenadas que siempre fueron imprescindibles en el teatro. Un clima ámbar, un cenital blanco o un contraluz rojo no son más que un mapa donde la emocionalidad teatral debe fluir. Son los ámbitos correspondientes a la realidad tangible de la escena y la luz proyectada, que, en el caso de la escenografía virtual, está generada o cargada en la memoria de un ordenador. El set virtual, como en televisión, trabaja con la ausencia de especificidad, más que con su presencia, porque la luz no es corpórea. Su contenido, por consiguiente, solamente cobra sentido si existe una combinación verosímil de ciertos ejes básicos que le dan coherencia al evento. Desde hace décadas la proyección o la retroproyección forman parte del mundo del juego escénico. No es una novedad encontrarse con una imagen embocada en un telón traslúcido ubicado en el proscenio, a fin de combinar las acciones pregrabadas con las que se viven en el plano real y simultáneo. Un domingo en el parque con George, de Stephen Sondheim (Premio Pulitzer para Teatro en 1985) convirtió a actores de carne y hueso en los personajes de las obras puntillistas manchadas al óleo por el célebre artista francés George Seurat, protagonista de la trama. Desde este punto de vista, hace mucho tiempo se mezclan en mayor o menor grado las acciones con el entorno virtual sin necesidad de mediar la computadora. Hasta el vetusto proyector de diapositivas fijas tuvo su ingenuo momento de gloria en algún tiempo no muy remoto. La aparición del video y de ciertas evoluciones marcadas por los avances tecnológicos (la digitalización, por ejemplo) nos llevó hasta el complejísimo croma-key, donde el marco virtual se actualiza a cada instante para que la acción y la señal lleven perfecta sincronización. La ingeniería multimedia se amplía, entonces, y hace cada vez más creíble el mundo virtual, frente a la consabida imaginería arraigada en el teatro como fórmula subjetiva, desde que sus bases visuales se transformaron en convenciones aceptadas. 24 << Arlequín El texto teatral frente a la imagen virtual De todas maneras, la universalidad del texto teatral de cualquier época tiene la capacidad de mutar sin que la contemporaneidad le quite su trascendencia. Resulta hábil a fin de divergirse en lecturas insospechadas desde lo substancial hasta lo formal. En cambio, cuando la imagen descripta por el dramaturgo es explícita y el puestista se empeña en reproducirla de manera casi arqueológica, puede variar de lo sensorial a lo pornográfico, de lo ideológico a lo panfletario, con solo un detalle. La imagen explícita más que la simbólica resulta sólida y unívoca, pasible de convertirse en extemporánea solo con el paso de unas pocas décadas. Singularmente, la imagen como símbolo puede perturbarse, corregirse, estabilizarse o vibrar solo gracias a un cambio de iluminación. El evento teatral es verdaderamente ancestral, sensorial, controversial, estimulante, embriagador, indiscutiblemente dionisíaco, pero dionisíaco con todo lo que propone el poder del antiguo misterio del ritual hecho teatro, desde sus inicios históricos hasta nuestros días. Entonces, ¿será cierto que los dramaturgos se revuelven en sus tumbas cuando los avances técnicos se ponen en marcha para retroalimentar la maquinaria dramática de tiempos pasados? Es poco probable que los muertos se revuelvan en sus eternos lechos por ser nombrados, recreados y hasta honrados en convites que solo sirven para demostrar su vigencia. De todas maneras, una obra intervenida virtualmente no es un pasaje al paraíso, aunque quizá pueda llevarnos al infierno cuando la computadora decide tildarse sin razón aparente. La representación en vivo tiene sus riesgos, como viene sucediendo desde que el teatro existe, pero si a esto le agregamos la saturación visual del espectador por exceso de estímulos, nos encontraremos en un punto muerto que solo será superado por el criterio del director. Todo talento escénico contemporáneo debe saber que detrás de una gran puesta en escena hay siempre un gran equipo de técnicos. Igualmente, debemos reconocer que una obra virtualizada no es más que una nueva forma de arte, recapturada gracias a una intervención visual. Depende casi de manera adictiva de las especializaciones y avances obtenidos en el área, aunque su adaptabilidad progresa a pasos agigantados. Por alguna razón poco indeliberada, estos nuevos lenguajes siempre buscan extractar elementos de la obra original para resignificarlos en el espacio y tiempo donde se los representará. Enfrentan pretéritas odiseas con mecanismos cercanos a nuestra abstracción presente, debido a que los propios espectadores del siglo xxi, fueron elaborando duelos sucesivos por etapas quemadas vertiginosamente con los estímulos ampulosos del ya franqueado siglo pasado. Un espectador promedio hoy sabe perfectamente que no todo es nominal en el teatro. Existen infinitos matices en un icono y, para esto, la virtualidad se presenta con obstinada eficacia. Del testeo a la reducción de costos El teatro musical, el teatro infantil y la ópera parecieron, durante muchos años, el lugar indicado a fin de llevar a cabo el proceso de prueba y error que estos sistemas necesitaron para ponerse a punto. Incluso la televisión colaboraría para este encuentro de lenguajes. ¿Quién no pagaría para ver en una pantalla gigante lágrimas en tiempo real cayendo de los ojos húmedos de una Julieta angustiada? ¡Ni desde las primeras butacas uno tendría semejante privilegio! ¿Quién se mantendría indemne frente a las manos de Otelo, que en primer plano estrangulan a la desdichada Desdémona? El teatro parecido al cine podía ser un sueño. Cierto crítico observó alguna vez que una pantalla de coordenadas exageradas podía ser el fin de la experiencia teatral. La proyección simultánea, el mix-media, se convirtió en un evento llamativo, pero no encontró vías para desarrollarse con criterio. El show corría el riesgo de engullir al teatro; y, por entonces, causaba pavor el peligro de convertir a la escenografía virtual en poco más que un divertimento al estilo Las Vegas. La caminata sobre esa tramposa cornisa hacía temblar a los amantes de la querida, útil y eternamente necesaria luz de ensayo. Sin embargo, el proceso fue menos degenerativo de lo que se podía esperar. Los grupos extremos simultánea- mente comprendieron que la virtualidad, más que una enemiga, podía ser una aliada. Grupos experimentales desde 1979, como La Fura dels Baus, Royal de Luxe o IOU, abrieron los años ochenta con ensayos donde se mezclaban lo urbano, lo rural, el teatro físico (muy comprometido desde lo corporal) y la tecnología vanguardista de carácter escatológico. La grabación de planos cortos o largos, su proyección simultánea con la acción teatral y la posibilidad de ofrecerle al espectador puntos de vista imposibles de obtener desde una butaca hicieron que la tecnología se ganara un espacio propio en el teatro serio sin imitar a la TV. Como sucede con todo, la práctica y el buen desarrollo de los especialistas llevarían al sueño de cualquier productor: la siempre bienvenida reducción de costos. A la sazón, las desproporciones típicas de los primeros intentos, pronto encontraron dónde, cómo y cuándo encauzarse. El universo en una mano En nuestro tiempo, personajes como Peter Simonsen ya han pensado incluso en la posibilidad de crear un teatro holográfico absoluto gracias al sofisticado conector Cheoptics 360, que permite sorprender al espectador con la interacción de videos holográficos en grandes espacios. El último jinete, de Ray Loriga, ya tiene su lugar preferencial en el West End londinense y se presentará en Madrid por cinco semanas a fin de mostrar los resultados del holograma 3D, redefinido técnicamente como una proyección capaz de abrirse a un vértice de 360º. El rápido montaje y desmontaje de estos nuevos portentos de la ingeniería teatral, el almacenamiento de decorados monumentales en solo un pen drive, forzó a muchos escépticos a ver la conveniencia de una puesta de luces premonitoreada y una ambientación, escenográfica en el más amplio sentido del término, reducidas a un mismo equipo de trabajo. Hoy, el circo romano, con gladiadores, leones, amazonas, emperadores y público incluidos, ocupa un intangible gigabyte. A Arlequín >> 25 26 << Arlequín 2012: un año lleno de logros en la liquidación de derechos Un motivo que nos llena de orgullo es haber realizado durante 2012 importantes avances en la liquidación de derechos. Los más relevantes son los que aquí compartimos: Se liquidaron 3824 obras Que cuentan con 145.683 interpretaciones En las que participaron 13.676 intérpretes con derechos liquidados Otro logro sin precedentes es haber certificado la calidad de nuestro sistema de gestión y liquidación de derechos sobre la base del estándar ISO 9001:2008. De esta manera, SAGAI se constituye en la primera entidad de gestión colectiva que realiza una certificación de este tipo (véase página sobre ISO). Estos logros son el fruto del trabajo y el compromiso de todos los que formamos parte de SAGAI, los socios que colaboraron acercando material de soporte, los equipos que visualizan las obras, quienes recaudan los derechos en más de 600 entidades y el equipo que trabaja día a día por una administración eficiente de los derechos. A Ante cualquier consulta, puede comunicarse con SAGAI llamando al (011) 5219-0632, de lunes a viernes, de 9:30 a 13:00 y de 14:00 a 17:30 Arlequín >> 27 SAGAI certificó en ISO 9001:2008 A pesar de no haber antecedentes entre entidades de gestión colectiva, asumimos el desafío de certificar la calidad de nuestra gestión en normas ISO 9001:2008 Desde el principio, la calidad es parte de la visión estratégica de SAGAI, una entidad que se esfuerza permanentemente por una adecuada, prolija, transparente y confiable administración de los fondos que son de todos los socios. Por eso, a pesar de no haber antecedentes entre entidades de gestión colectiva, asumimos el desafío de certificar la calidad de nuestra gestión en normas ISO 9001:2008. Luego de más de un año de trabajo, Bureau Veritas realizó la auditoría en SAGAI y le otorgó la certificación correspondiente. ¿Qué es ISO? Es un estándar internacional que permite certificar la capacidad de la organización para proporcionar sus servicios de manera que satisfagan los requisitos de los socios dentro de las normas legales y reglamentarias aplicables. ¿Qué certificó SAGAI? SAGAI certificó su sistema de gestión y liquidación de derechos, es decir, todo el proceso mediante el cual se distribuyen los derechos administrados entre las obras que fueron emitidas y los actores que participaron en ellas. ¿Para qué sirve ISO 9001? >> EFICACIA: Asegura que se cumplan las metas y los objetivos >> EFICIENCIA: Mejora la administración de los recursos >> TRANSPARENCIA: Garantiza el control continuo de los resultados de los repartos >> CONFIANZA: Genera respaldo de la gestión dentro y fuera de la entidad >> MEJORA CONTINUA: El proceso de planificación estratégica asegura que día a día se produzcan mejoras en los servicios brindados al socio >> SATISFACCIÓN: Busca mejorar la satisfacción de los socios tomando en cuenta su opinión ¿Y cómo sigue? Nuestro sistema de gestión y liquidación de derechos ya está certificado, pero eso nos genera cada vez mayores desafíos, ya que la certificación es anual y año tras año debemos demostrar no solo que seguimos cumpliendo con los estándares de calidad, sino también que alcanzamos nuestros objetivos mejorando nuestra gestión. A 28 << Arlequín Durante el mes de enero, la Fundación SAGAI y la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires lanzaron una campaña de seguridad vial que se difundirá en distintos centros turísticos y rutas del país. La iniciativa contó con la participación desinteresada de Julieta Díaz y busca promover el uso del cinturón de seguridad, la herramienta más eficaz en la prevención de las consecuencias de accidentes de tránsito. Arlequín >> 29 Sin título Óleo sobre tela Lupe Marín Madrid 30 << Arlequín Jóvenes, música, nuevas tecnologías ¿Ya no se escuchan discos enteros de un autor, obras conceptuales? ¿Ya no hay fanáticos de un género en especial? Claro que quedan, y muchos, de esos oyentes. Pero también aparecen, por todos lados, los omnívoros, los que aceptan cualquier menú musical. En algún sentido, ellos son hijos de las nuevas tecnologías. Arlequín >> 31 32 << Arlequín Cada vez que oigo o leo una expresión que combina jóvenes y nuevas tecnologías, pienso, por ejemplo, en el caso de Denise Murz (http://www. pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/137448-2012-08-17.html ). Una joven que graba, circula mundialmente y ha montado un pequeño emprendimiento alrededor de su música, a partir del uso de las nuevas tecnologías. Su música es ecléctica, pero la electrónica y el pop son ingredientes centrales de su ensalada, en una versión que les da a esos géneros un dialecto con tonos locales. Un caso como el de esta joven condensa algunas de las propiedades más importantes de ese encuentro: el cambio del menú musical, el cambio en las formas de producir música y apropiarse de ella, el cambio en las formas de gestionar la actividad musical. Veamos brevemente en qué consisten esos cambios. sus consecuencias son radicales: a través de Internet, de los mp3, de los teléfonos inteligentes (e incluso antes, con la posibilidad de copiar CD), los jóvenes pueden acceder a más música en cantidad y variedad, pueden grabar y manipular esa música de formas mucho más económicas y sencillas que otrora. Expuestos a más variedad, conocen más, mezclan y relativizan el valor absoluto de una música u otra. Es más, comienzan a rechazar censuras: aquellas del tipo si te gusta el rock, no te puede gustar la cumbia; si te gusta el indie, no podés escuchar melódico. Los gustos que da vergüenza confesar se incorporan en ese menú porque la formación del gusto se acompaña cada vez más de una ideología que, comparada con la del pasado, es pluralista y tolerante. Ya no ocurre tan frecuentemente que la cumbia sea el prototipo del horror musical. El gusto plural En los trenes que llevan al conurbano bonaerense, puede observarse una escena: la venta de grabaciones que en un solo CD compilan música que va de Luis Miguel a la electrónica, pasando por la cumbia y el rock nacional. ¿Qué pasa? ¿Ya no se escuchan discos enteros de un autor, obras conceptuales? ¿Ya no hay fanáticos de un género en especial? Claro que quedan, y muchos, de esos oyentes. Pero también aparecen, por todos lados, los omnívoros, los que aceptan cualquier menú musical. En algún sentido, ellos son hijos de las nuevas tecnologías. La situación es sencilla, pero Mezclar música Las nuevas tecnologías permiten hacer música de otra forma y, como están cada vez más disponibles, esas nuevas formas se expanden. Hacer música con nuevas tecnologías es, sobre todo, mezclar, ensamblar material sonoro preexistente en productos digitales, lo que da por resultado una combinación sonora que no se parece a sus antecedentes. Bandas musicales de otros grupos, sonidos ambientales, sonidos producidos por las propias computadoras se mezclan en nuevas piezas. Muchos podrán discutir su estética y su originalidad. Pero la verdad es que, nos gusten o no (y a mí me gustan), son parte del material sonoro que organiza la vida musical y bailable de centenares de miles de jóvenes (y no tan jóvenes) en nuestro país. Las nuevas tecnologías son claves, entonces, en un fenómeno significativo de la cultura contemporánea: ellas han sido facilitadoras en la tarea de transformar la sensibilidad acerca de qué cosa es ruido y qué cosa es música. Gestionar música Pero las computadoras no solo permiten hacer música o seleccionarla. Habilitan a mucho más: a lograr que esa música sea conocida y buscada por otros. Así, intervienen en los procesos en que se forman las bandas y en el de desarrollo de los shows que los artistas necesitan para tocar en público, hacerse conocer y tal vez vender sus CD o artículos de su producción artística. En primer lugar, es cada vez más fácil y más barato editar música. La misma computadora que hace la música la graba y la pone en circulación en las redes sociales a través de Internet. En segundo lugar, la combinación entre máquinas e Internet les permite a los músicos organizar redes de interacción, conocerse, agruparse por gustos y proyectos. No hay distancias que interfieran entre músicos que quieren conocerse y juntarse: pueden escucharse y combinar ensayos a través de skype hasta dar el paso definitivo de juntarse físicamente y tocar. En tercer lugar, la interacción virtual permite que los músicos anuncien sus presentaciones con una economía de esfuerzos impensada en la época en que había que pegar carteles, poner avisos, anunciarse en la radio. Algunos pensarán que no ocurre con todos los músicos, y es cierto. Pero también es cierto que son cada vez más los músicos que logran niveles de difusión y reconocimiento impensables a través del exclusivo boca a boca virtual. Alguien podrá decir que no convocan multitudes, salvo excepciones. Y es cierto. Pero también es cierto que muchos de estos músicos trabajan con escalas de público sensiblemente menores. Sucede que los modelos de consagración se han pluralizado: no solo se es músico si se llena un estadio. Llenar cada tanto un teatro pequeño, tocar cada tanto y con éxito de público en un bar, combinar esa actividad con otras (como las clases de música, la participación en producciones de otros músicos) se van convirtiendo en modelos de profesionalización que otrora eran imposibles. En el extremo, nos encontramos con un fenómeno reciente que ilustra hasta dónde puede llegar esta tendencia: el bedroom pop. Son músicos que no solo componen, graban, editan, publican y difunden a través de herramientas digitales, acudiendo a estos mismos medios, con twitcams o streamings de audio, sino que también logran actuar desde su dormitorio. Las nuevas tecnologías, en ese sentido, desintermedian el proceso de producción musical permitiendo el contacto casi directo entre músicos y públicos. A Arlequín >> 33 Cuando chilla la osamenta 34 << Arlequín Derechos reservados, Fundación Pan Klub-Museo Xul Solar Vuel Villa Acuarela Xul Solar Arlequín >> 35 No hay avance sin retroceso. Jamás pude sacar mi coche de la fila sin poner antes la reversa, a riesgo de arrancarle una uña del paragolpes al pobre tipo que estacionó atrás. Eso para salir. Para entrar hay que controlar la ansiedad que produce el ignorar qué le irá a tocar en suerte a uno con esa maniobra. Hasta que la tecnología inventó los sensores, las balizas de posición y el GPS para saber dónde uno está parado, siempre salir o entrar sin el temor de no acertar ha sido todo un tema. Con el espacio escénico y el actor, pasa lo mismo. Esperar entre cajas para salir a escena decorosamente, o hacer un mutis para irse de una manera acorde con el tono de la obra, es un trabajo tan posicional como el de conducirnos en el espacio urbano. Usemos entonces el retrovisor para ver lo que dejó atrás el actor y lo que tiene por delante. Atrás quedaron aquellos años (yo aún usaba pantalones cortos), y una temprana vocación por el trabajo de los precursores me llevaba a escudriñar en mi emisora provinciana las muestras de un género fundacional: el radioteatro. El león de Francia, las novelas de Roberto Valenti, Arsenio Mármol, Celia Alcántara. Fragmento de la obra Vuel Villa, de Xul Solar 36 << Arlequín En un pequeño estudio con ventanal de doble vidrio, el operador bajaba o levantaba la mano para acompañar la acción con un golpe musical wagneriano, y un fragmento de Parsifal le ponía su toque de dramatismo al encuentro del traidor con el galancete. Más tarde una barcarola (N. de la R.: tonada, canción) para el momento romántico de la damita joven y su enamorado. Y de pronto, con el monocorde pasaje de los grillos, la noche. Dos mitades de coco sobre una caja con granza frente al micrófono de los efectos especiales de piso para anunciar la llegada de un carruaje... Y con una fragua a manija, los sonidos del viento; y los pasos que iban y venían realizados por el mismo sonidista caminando sobre un tablón de lapacho. Todo aquello era lo elemental en esa fábrica de ilusiones: la radio. Los sábados, la fiesta era otra. Se daba en el circo que había desembarcado en uno de nuestros baldíos y que prometía (megáfono mediante) desde un coche de plaza: “Hoooooooy, 22 horaaaaasss, Flooooor de duraaaaaazzzznnooo (o el Rosal de las ruinas o El beso mortal) y los domingoooos matinéééééééé y noooooo- cheeeee, un clááááásicooooooooo: ¡Juaaaaaaaaaaaan Moreiraaaaaa!” Yo elegía el Moreira porque tenía fin de fiesta con toda la compañía bailando el pericón. Era el teatro. El teatro barrial bajo la carpa del circo. Los que se sentaban adelante disfrutaban dos veces el texto: cuando lo declamaban los actores y cuando lo anticipaba el apuntador. Todo –el amor, el despecho, la vida, la muerte– debía resolverse en un acto y seis cuadros. Y, entonces, a veces pasaba que el sargento Chirino demoraba la matanza de Moreira porque este, esperando que le pusieran el banquito desde el otro lado, tardaba en saltar el forillo que simulaba la pared hasta que, no teniendo más alternativas, la doblaba..., ¡doblaba la pared! En este punto, y como dicen los chicos, bajemos un cambio. Quitemos la marcha atrás y avancemos con la tecnología que nos puso en cajas el entretenimiento para que el actor llevara su trabajo puerta a puerta en una suerte de delivery territorial: la televisión. Los teleteatros. Las sitcoms. Los shows business. Primero en blanco y negro, después en colores. Y aquí la emoción se midió por planos, en vivo y en directo, con fondos de chroma que sustituían decorados y “forillotecas”, con apuntadores electrónicos que te metían la letra por una oreja y estimulaban las detenciones de los parlamentos, aquellas que el método Stanislavski denominó conversaciones con el silencio. Y uno no puede más que preguntar: esto, ¿cómo seguirá?, ¿qué será lo que venga más adelante?, ¿de qué manera el actor y su público se robotizarán pasado mañana? Porque el respetable público, señoras y señores, marcha a la par del actor y de la tecnología. Y permite que desde la platea un ringtone se suba al escenario a compartir escena con Hamlet y que, cuando Hedda Gabler decide suicidarse porque comprende que está en las garras del juez Brack, desde la quinta fila una señora le diga por el iPhone a su empleada que vaya cerrando las ventanas de la casa porque se levantó un poquitito de frío y la obra ya está por terminar. Y en el pasado, y en el presente, tecnologías y actores aparte, cuando chilla la osamenta, señal que viene tormenta. A Arlequín >> 37 DIEGO PERETTI act o r Terapia para actores escribe Alberto Catena 38 << Arlequín fotos Sebastián Miquel Arlequín >> 39 40 << Arlequín La locura tiene poco que ver con el arte y, si bien en ciertos casos se la ha ligado a la creación y algunos artistas perdieron en su vida la cordura, esto no significa que para ser un genio haya que estar loco o que la locura viene de la genialidad. Nada de eso. Lo que sí hay son grandes mentes llenas de imaginación, transgresoras y que, en el interior de su conciencia e inconsciencia, y contando con un aparato psíquico superdotado y una enorme habilidad, logran hechos artísticos maravillosos. Élisabeth Roudinesco, notable intelectual contemporánea y biógrafa de Lacan, dice que el famoso psicoanalista francés era “un excepcional comediante, un prodigioso actor”. Y que sus conocidos seminarios eran teatro puro, en el sentido de que provocaban una profunda seducción entre el público que asistía a ellos. Lo sostiene en un diálogo que mantiene con otro ilustre pensador de estos días, Alain Badiou, publicado en un libro que se titula Jacques Lacan. Pasado-Presente. Un ejemplar de ese texto está ahí, sobre la mesa del caféheladería donde espero a Diego Peretti para conversar con él. No es un detalle inocente, sino preparado. El protagonista de En terapia encarna los dos roles aludidos en la vida real: es actor y psiquiatra, aunque no ejerza ya esta última profesión desde hace algunos años. Al llegar, advierto que descubre el libro y se ríe. La estrategia ha dado resultado. Obviamente, conoce a Lacan, a quien ha leído, pero menos que a Freud, sobre quien dice tener un respeto absoluto. Anoticiado de lo que afirma Roudinesco, reflexiona: Es verdad, los grandes docentes tienen en general ese poder de hechizar. Me acuerdo de casos así entre algunos de mis profesores, tanto en la secundaria como a nivel terciario. Salían a hablar, incluso en anfiteatros con un gran número de alumnos, y durante una clase de una hora y media, sin diapositivas ni nada, solo con los recursos del puro discurso, atrapaban el interés de los asistentes. Siempre me sorpren- dió esa cualidad, tal vez en parte porque mi papá era docente en la secundaria. También, quizá, porque ya me preguntase, como futuro o potencial actor, por ese misterioso fenómeno que determina que alguien, desde un lugar, pueda hablarles a otras personas y mantenerlas atornilladas a su asiento, en silencio y totalmente entregadas al encanto de sus palabras o a la acción con que las acompaña. Siempre seguí con mucha atención esa carnadura casi teatral que puede tener una clase docente, incluso abstrayéndome de la necesidad que tenía de tomar apuntes de lo que el profesor decía. En Freud, esa capacidad de seducción, que debe de haber desarrollado, sin duda, en sus conferencias, se proyecta también en la escritura. La de Lacan, en cambio, es más enigmática. De Freud y Lacan a Arlequín, la revista de SAGAI, pasamos por asociación libre al tema de esta nueva institución (la Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes) y le preguntamos cuál es su relación con ella. Es de mucho respeto, porque creo que abrió una nueva puerta para los intérpretes, le dio cauce a una gran cantidad de actores que no se sentían representados por el gremio. Digo esto sin ninguna intención de crear competencias ni de faltar el respeto a los dirigentes de la AAA, porque siempre he reconocido la importancia de la actividad gremial, pero no oculto que tengo, con esos dirigentes, diferencias que no voy a desarrollar aquí, ya que no es el caso. Con SAGAI me sentí Arlequín >> 41 desde el comienzo identificado. Sobre todo, con su pelea por instalar la ley del intérprete, que fue su punta de lanza. Al frente de esa entidad hay, por otra parte, varios colegas a los que conozco bien y con cuyas voces e ideas me identifico. Diego Peretti es enemigo de los clichés o los lugares comunes. Y no tiene empacho ni duda en rebatir un concepto cuando está en desacuerdo con él. Por eso, cuando le planteamos si la locura tiene algún lugar en la creatividad del actor, afirma: No lo creo. Cuando me refiero a la locura, lo que acude a mí es el pensamiento científico, no una opinión oída en un café. La locura es un estado de completa inhabilitación, no tiene ningún halo romántico. No es tampoco dinámica, sino estática, y genera un grado tal de angustia que paraliza. Es como estar dentro de un cuerpo y no saber quién se es, produce un dolor difícil de concebir. La locura tiene poco que ver con el arte y, si bien en ciertos casos se la ha ligado a la creación y algunos artistas perdieron en su vida la cordura, esto no significa que para ser un genio haya que estar loco o que la locura viene de la genialidad. Nada de eso. Lo que sí hay son grandes mentes llenas de imaginación, transgresoras y que, en el interior de su conciencia e inconsciencia, y contando con un aparato psíquico superdotado y una enorme habilidad, logran hechos artísticos maravillosos. El actor, por su parte, es el exponente de una tribu que lo selecciona por su habilidad para subirse a un escenario y mostrar los padeceres del grupo al que pertenece. Todo en una ceremonia que es como un espejo, donde el espectador puede reconocer sus problemas y pensarlos, brindándose la oportunidad de elegir si decide resolverlos o convivir con ellos sin tanta angustia. Otro tanto piensa Diego Peretti del concepto de intuición y razona: Es verdad que no se puede negar totalmente la intuición, pero en la mayor parte de los casos la experiencia del actor pasa por un hecho racional, pensado, basado en la experiencia y el trabajo. Subirse a un escenario acaso no sea muy difícil. En cambio, sí lo es parecer una persona frente a la cámara, opinar mientras estás actuando. Para eso hay que apelar a la racionalidad. Es posible que el actor deje librada a la intuición su labor cuando le dicen: “acción” y “al corte”, pero antes ya opinó sobre el personaje, lo trabajó y lo elaboró en su cabeza. En esta preparación está el secreto de lo que después logra. Hablar de 42 << Arlequín pura intuición es desjerarquizar, en alguna medida, el trabajo del artista. El noventa por ciento o más de los grandes actores que conozco logran su excelencia sobre una base de trabajo y creación. Trabajé en Muerte de un viajante con Alfredo Alcón y estaba 45 minutos antes de entrar al escenario haciendo un trabajo, vaya a saber cuál, como fórmula para entrar en clima. Cada actor tiene su ritual, algunos prefieren el ruido antes de salir a escena, pero se trata siempre de decisiones conscientes previas al acto de gran exposición que significa actuar. El año 2012 fue un período de trabajo intenso para Peretti. Además de su labor como el psicoanalista Guillermo Montes en la serie En terapia (que tendrá en 2013 un segundo ciclo) filmó una película con Lucía Puenzo, basada en una novela de ella que se llama Wacolda. La obra describe el encuentro de una familia con el jerarca nazi Josef Mengele, quien estuvo radicado en Bariloche en la década del sesenta, y muestra cómo ese contacto produce un efecto demoledor entre sus miembros. También actuó en La reconstrucción, una película de Juan Taratuto, con quien ya filmó No sos vos, soy yo y ¿Quién dice que es fácil? Es un drama donde interpreta a un trabajador de los yacimientos petrolíferos de esa zona que es un gran solitario y al que las circunstancias lo llevan a ser el eje de una familia devastada. En el año que pasó, estrenó asimismo Cambio de planes, filmada en 2011 en España. A eso hay que agregar que está terminando un guion para cine o televisión basado en un libro de Marcelo Larraqui, Fuimos soldados, que trata, en un tono entre policial y político, la historia de un excombatiente montonero que decide ajusticiar a uno de sus jefes cuando este huye del país y deja desamparados a los militantes de su movimiento. Mientras habla de la posibilidad de participar en 2013 de una versión en Buenos Aires de la comedia francesa El placard, que se vio en cine, suena su teléfono celular y lo apaga. El modelo de su teléfono parece tener varios años de vida, de un colorado algo desvaído, y esto nos lleva a preguntarle: ¿Cómo se lleva con la tecnología? Bueno, no hay más que observar este aparato, que tiene ocho años, para ver cuál es mi relación. Utilizo la computadora para mails y para escribir, pero para nada más. En todo lo que la tecnología me ofrezca una comodidad, un progreso en la calidad de vida, la acepto. Esa es la actitud que tiene la gente en general. Si le decís a un actor que tomándose una pastilla se ahorra el trabajo de memorizar un texto durante 20 horas, la toma. Igual haría un jugador de fútbol si una píldora le evita el entrenamiento constante. No soy de los que razonan que el pasado siempre fue mejor y que el avance técnico arruina todo. El problema grave con la tecnología no es usarla para lo que sirve, que en ese caso es bienvenida, sino dejarse usar por la moda constante que impone el mercado de estar todo el tiempo aggiornado con lo último que salió. Eso es un mecanismo mercantilista que utilizan las empresas para que la gente consuma sin parar, pero que uno puede evitar. En mi caso, mientras este celular me sirva y pueda seguir usándolo, no lo pienso cambiar. Y en el plano de la cultura, ¿cómo podría influenciar el avance tecnológico? Para promover la cultura entre los hombres hay que estar movido por la pasión. Si hay alguien que está todo el tiempo pendiente de la computadora, canjeando con esa distracción la búsqueda o el desarrollo de una pasión en el ámbito donde ella se debería volcar, eso es malo. Pero eso no lo impone la computadora. También con ella un escritor puede desarrollar su pasión escribiendo historias magníficas, recreando mitos extraordinarios. No es la computadora lo que mata la pasión o la creatividad. Desidia mental, pasatismo, haraganerías, entretenimientos vacíos hubo siempre; que ahora se use la computadora y otros dispositivos para esas evasiones significa simplemente que se cambiaron los instrumentos para practicarlas. Si la pasión de las personas por expresarse sigue encendida, el arte continuará y logrará su espacio en medio de tanto cambio de hábitos e irrupción de objetos tecnológicos. No creo que eso pueda desaparecer. En cuanto al trabajo específico del actor, las enseñanzas de Ure, como las de Serrano, que fueron mis dos principales maestros, me ayudaron mucho, sobre todo, cuando me pierdo en la idiotez que provoca lo que se produce alrededor de esta actividad. A un actor, por ejemplo, le puede ocurrir que esté caminando por un hermoso paisaje y de repente ingrese a una zona de niebla donde hay voces que le hablan y lo apartan de lo principal, transformándolo en un ignorante que, al despejarse la niebla, ya no será capaz de reconocer aquel hermoso paisaje que estaba transitando. Y eso es una pérdida para lamentar. A Arlequín >> 43 S/T (Oval) Fósforos pegados sobre madera pintada Camilo Guinot 44 << Arlequín Televisión, identificación y neurociencias ¿POR QUÉ ¿Por qué LLORAMOS? ¿Por qué lloramos con una película? ¿POR QUÉ... ¿Por qué... D I S F RU TA M O S de un G O L E N T V? ¿Por qué... sufrimos? ¿Por qué sufrimos con la mamá de Bambi? ¿Cómo es que lloramos con una película cuando somos conscientes de que es una ficción, cuando sabemos conscientemente que por un rato firmamos un contrato imaginario de que eso que vemos es una mentira? Ali MacGraw no se muere realmente en Love Story; pero, de todas maneras, nos compenetramos con la historia, con la tristeza que en realidad no está sintiendo Ryan O’Neal, sino su personaje. Arlequín >> 45 ¿POR QUÉ ¿Por qué LLORAMOS? El estudio de estos procesos es relativamente nuevo con relación al análisis de otros factores de la comunicación. Durante décadas, las teorías de la comunicación buscaron analizar diferentes aspectos del complejo mapa comunicacional que se consolidó a partir del surgimiento de los medios masivos. Se investigó sobre la propaganda, sobre la supuesta influencia directa que algunos mensajes tenían sobre las audiencias, sobre los usos que los públicos hacían de esos contenidos o medios que consumían, etc. Y el vínculo entre las audiencias y la televisión, que comprende la empatía y la identificación, se estudió desde la psicología de medios y, también, a partir del avance de las tecnologías y las posibilidades de estudio de ¿Por qué reímos con personajes de ficción? los procesos de pensamiento, desde la neurociencia. Tal vez no se consolidó una corriente teórica dentro de esta disciplina, pero sí se tomaron conceptos de algunas investigaciones para el estudio de la televisión, más específicamente, para el estudio de la identificación de la audiencia con los contenidos televisivos. ¿Y cuando vemos que las estrellas de la película se besan? ¿POR QUÉ... ¿ P o r q u é ... nos identificamos c o n e l s u f r i m i e n to? REÍMOS Las neuronas espejo A partir de estudios con monos, un grupo de investigadores en Parma encontró un complejo de neuronas que se activan a partir de la observación del otro y que, según sus hipótesis, generan sentimientos y sensaciones internas parecidas a lo que podríamos conocer como empatía o identificación. Esas respuestas valen tanto para un mono que mira a otro comer un maní como para una persona que está mirando un partido de tenis o la novela de las 5 de la tarde. De acuerdo con estos investigadores, existen complejos sistemas internos que hacen que sintamos lo que siente el otro y que, de cierta forma, imitemos internamente lo que hace el otro. Este complejo neuronal, como muchos de los hallazgos científicos, se descubrió por casualidad mientras se estudiaban otros procesos. Los investigadores de Parma estudiaban un área motriz del cerebro, una parte que planifica, selecciona y ejecuta movimientos. Hasta ese momento se consideraba que existían tres tipos de neuronas: las de movimiento, las de percepción y las correspondientes a los procesos de pensamiento. Entonces, poniendo electrodos en el cerebro de los monos, observaban, por medio de ejercicios, cómo se activaban los distintos complejos neuronales, tanto motores como perceptivos o cognitivos, de acuerdo con la actividad correspondiente a cada una de estas funciones. Pero una de las primeras experiencias que interrumpió este esquema lineal fue cuando uno de los investigadores, Vittorio Gallese, tomó una gaseosa de la máquina del laboratorio mientras un mono estaba sentado esperando que se le asignara la próxima tarea. El investigador escuchó el sonido de una descarga de actividad en la computadora que estaba conectada a los electrodos implantados quirúrgicamente en el cerebro del mono. Era la activación de las neuronas motoras vinculadas al acto prensil…, pero el mono estaba inmóvil. A partir de esta experiencia y otras similares, comenzaron a investigar en profundidad y descubrieron este complejo neuronal donde conviven esos procesos motores, perceptivos y cognitivos. También se investigó con personas, pero ya no con electrodos, sino con tecnología no invasiva de captura de imágenes cerebrales. A partir de estos estudios, se estableció la hipótesis de que existen procesos neuronales que se activan a través de la observación visual y que producen aprendizaje. Así, según Iacovoni, autor del libro Las neuronas espejo, estas neuronas permiten explicar formas complejas de cognición e interacción social y brindan herramientas para saber cómo entendemos a otros, cómo podemos generar empatía y cómo hacemos para ponernos en el lugar del otro. Si vinculamos estos postulados con la televisión o el cine, las neuronas espejo actuarían 46 << Arlequín como reflejo de lo que se ve en la pantalla. Según estos investigadores, las neuronas espejo del cerebro re-crean para nosotros el dolor que vemos en pantalla. Tenemos empatía con los personajes de ficción porque, literalmente, experimentamos los mismos sentimientos que ellos. Iacovoni explica: ¿Y cuando vemos que las estrellas de la película se besan? Algunas de las células que se activan en nuestro cerebro son las mismas que se activan cuando besamos a nuestros amantes. Cuando vemos que alguien sufre o siente dolor, las neuronas espejo nos ayudan a leer la expresión facial de esta persona y, en concreto, nos hacen sentir ese sufrimiento o ese dolor. Y en relación con los deportes que se miran por televisión, algunas de las mismas neuronas que se activan cuando se observa que un jugador patea una pelota también se activan cuando los televidentes patean una pelota. Es como si al observar el partido se lo estuviera jugando. Para Iacovoni, así como para Freud, los procesos previos a la adquisición de la palabra, es decir, lo visual, vuelven a ser predominantes. Cabe destacar que algunos sectores dentro del campo de la neurociencia consideran que todavía falta evidencia empírica que sustente la teoría sobre las neuronas espejo y experimentos que expliquen las relaciones entre determinados procesos psicosociales y los complejos neuronales. De todas formas, el postulado sobre las neuronas espejo colabora con el debate y el estudio del vínculo de las audiencias con la televisión, porque nos ayuda a pensar un poco más por qué ciertos programas tienen éxito, por qué sentimos placer (o displacer, algo que estudió la psicología de medios) con un programa televisivo aunque racionalmente nos parezca una porquería. Psicología de medios Por otro lado, la psicología de medios, que toma algunos postulados de la psicología cognitiva, manifiesta que la identificación con personajes de ficción es placentera, ya se trate de algo que nos provoca risa, o llanto y tristeza. Lo importante es el vínculo que se establece con ese contenido audiovisual y cómo los estímulos que miramos generan respuestas internas que nos provocan placer más allá de lo que podamos racionalizar sobre el contenido. Una investigación que hicieron Igartúa y Muñiz sobre el consumo de tres películas, El lobo, Bridget Jones y Mar adentro, plantea que una de las explicaciones sobre el placer en el consumo de formatos narrativos es la identificación con los personajes. Los resultados de ese estudio mostraban que el máximo disfrute se daba con el drama Mar adentro. Y llegaron a la conclusión de que el entretenimiento mediático se produce también ante contenidos diseñados para estimular estados emocionales negativos. Aparentemente, los espectadores también encuentran gratificante la identificación con el sufrimiento y el placer de sufrir; y este fenómeno se denomina paradoja del drama o de la tragedia. Sucede lo mismo con películas de misterio. Cuanto más malestar y vivencia de emociones negativas, mayor es la evaluación del disfrute por parte de las audiencias. Tanto la psicología de medios como la neurociencia ayudan a entender estas cuestiones y colaboran en un campo que muchos años estuvo dominado por la racionalización de los procesos de emisión sin fijarse qué le pasa a la gente con lo que ve, más allá de la opinión masiva o crítica de que ciertos contenidos son basura o directamente son malos. Hay que detenerse en la persona, en el individuo que está frente a un contenido audiovisual, y comprenderlo con toda su complejidad. No solamente desde una teoría sobre los efectos negativos que tienen las industrias culturales. Esto colabora también, una vez más, a defender los gustos populares. Y volver a tratar de ablandar ese corte tan tajante que existe entre la alta cultura y la cultura popular. O lo que deberíamos mirar todos y lo que realmente queremos mirar, contándoselo o no a nuestro vecino. A N. de la R.: Algunos fragmentos de este artículo forman parte de la tesis doctoral que Belén Igarzábal está elaborando para la FLACSO-Argentina. Arlequín >> 47 Superhéroes? Modelo 2011 Serigrafía y acrílico s/tela Esteban Rivero 48 << Arlequín Arte en tiempos de Internet La gente al poder Novelas que mezclan a Obama con Alicia en el País de las Maravillas y hasta Darth Vader, coreografías que se coordinan por Internet y transforman la calle en un escenario, películas donde el espectador cambia la trama a medida que avanza, y la lista sigue... ¡Bienvenidos a la era digital!, donde los espectadores transforman los contenidos culturales. Un viaje por algunos de los fenómenos que marcarán el futuro. Arlequín >> 49 ¿Qué hubiese pasado si Alicia, en vez de llegar al País de las Maravillas, hubiese viajado a Mordor, la Literatura fanfic (ficción de fans). Escritos tierra de El señor de los anillos, y se hubiese convertido en una máquina de matar? ¿O si Darth Vader le hubiera declarado de fans de una película, novela, la guerra al presidente Obama? ¿O si la protagonista de Crepúsculo, la programa de televisión, videojuego, frágil Isabella, se hubiese interesado en el sadomasoquismo? Las respuesanime o cualquier obra dramática tas a todas esas preguntas, y muchas otras, son la trama de miles de novelas en o literaria. Internet de la mano de la fanfic, el género literario nacido en la era digital, donde los lectores se calzan el traje de escritor y continúan las vidas de sus personajes favoritos. Se trata de escritores amateurs que muchas veces trabajan en colaboración, incluso, desde distintas partes del mundo. Las historias, además de inspirarse en los libros, se inspiran en películas, series televisivas, dibujos animados, cómics y celebridades, que van desde Glee y Star Wars (La guerra de las galaxias) a Transformers y los Jonas Brothers (boy band estadounidense de pop compuesta por tres hermanos), todos puestos a cruzarse en tramas bizarras y empapadas de sexo. El fenómeno empezó con los fanáticos de la ciencia ficción, en los años 60, que publicaban en fanzines (abreviatura en inglés de fan’s magazine, revista para fanáticos) cuentos sobre los protagonistas de películas como Star Trek. A mediados de la primera década de este siglo, el género estalló en Internet. Si bien es un fenómeno aún no identificado por los grandes medios, empezará, en breve, a ser más conocido. De hecho, el best seller erótico Cincuenta sombras de Grey surgió de una fanfic escrita entre 2009 y 2011 por varios autores que se podía leer gratuitamente en Internet. El argumento original estaba basado en la saga-sensación para adolescentes Crepúsculo, solo que con los protagonistas internándose en el submundo del sadomasoquismo. El fenómeno muestra uno de los procedimientos artísticos más utilizados en la era de Internet: el pastiche, la vocación de cruzar géneros e historias disímiles, como cowboys y extraterrestres, próceres y vampiros, y otras intersecciones que ya son utilizadas por los tanques de Hollywood y la literatura popular. Si el lector de Arlequín lo desea, puede leer fanfictions (antes de que sean famosas) en dos sitios de referencia: www.fanfic.es, para los hispanohablantes, y www.fanfiction. net, para quienes hablan en inglés. FANFIC INTERACTIVE MOVIES Videojuegos. Jugadores que alteran las nuevas películas. 50 << Arlequín Lejos del prejuicio que percibe a los videojuegos como el reino del “descerebre” juvenil, las consolas tuvieron una fuerte relación con la cultura desde sus comienzos. Las primeras aventuras conversacionales integraban lectura y animación ya en los años 70, donde el jugador avanzaba leyendo una historia graficada y seleccionando disyuntivas del estilo de “¿Deseas entrar al castillo o ir a la isla?”. Este mismo género, girado al erotismo y la metafísica, es hoy un boom en Japón con las novelas visuales o interactivas. Su evolución tuvo su último capítulo en 2010, con el juego Heavy Rain, que inauguró un nuevo género de entretenimiento: las películas interactivas, cruza de videojuego, película y libro. El jugador altera la trama con sus decisiones, modifica los pensamientos de los personajes y hasta sus estados de ánimo (y, como en muchos video games, también dispara tiros a lo loco). Para muchos es el paso que le seguirá al cine, cuando podamos conducir a los protagonistas. Lo cierto es que es uno de los formatos que marcan por dónde pasará el entretenimiento en el futuro. Puede ser en una estación de tren o en una calle peatonal, en una fábrica o en la plaza de la esquina. De pronto, como respondiendo a una orden invisible, un centenar de transeúntes empiezan a bailar siguiendo una estricta coreografía, o se golpean con almohadones, o simplemente se quedan inmóviles ante la mirada incrédula y asombrada de la gente. Dura unos pocos minutos y luego los protagonistas continúan como si nada. Se llaman flashmobs y son intervenciones urbanas sorpresivas, coordinadas a través de las redes sociales y mensajes de teléfonos móviles. Si bien es un fenómeno que arrancó en el siglo xxi, sus orígenes pueden rastrearse hasta los años 50 con los situacionistas. La idea es generar intervenciones artísticas en la vida cotidiana, como una forma de desprogramar y desalienar a los transeúntes. Entre los flashmobs más famosos, está el de la Estación Central de Amberes, donde unas cincuenta personas comenzaron a hacer una coreografía (http://goo.gl/GQlLi); el congelamiento de transeúntes en Trafalgar Square (http://goo.gl/3On2j); o la guerra de almohadas en Buenos Aires (http://goo.gl/WEVMB). Estas acciones exponen dos mecánicas creativas que estimuló la era digital: la coordinación de grandes grupos de personas por fuera de los medios tradicionales y una modernización del espíritu crítico del carnaval salpicado de absurdo. Se trata de movidas que satirizan el comportamiento de los medios de comunicación, el consumismo y las mentalidades de rebaño. Las marchas del orgullo zombi o zombie walks (donde miles de personas se movilizan caracterizados como muertos vivientes), el cosplay (adolescentes se disfrazan como sus personajes favoritos del anime) o los abrazos gratuitos (gente con carteles de “Abrazo gratis” que rodean con sus brazos a los transeúntes en peatonales) están en la misma línea. Si bien surgieron con motivaciones artísticas y políticas, últimamente los flashmobs fueron explotados por grandes marcas con fines publicitarios. Ver a Jack Nicholson precalentando antes de destrozar una puerta con un hacha en la célebre escena de la película El resplandor, leer los consejos de Konstantín Stanislavski o Eugenio Barba sobre cómo componer un personaje, conocer nuevos ilustradores, descubrir las últimas instalaciones artísticas o perderse en el mar de fotos privadas y reflexiones de la gente común sobre la existencia o la cultura. Eso y un centenar de cosas más se pueden obtener en tan solo una hora de navegación en Tumblr, la red social más artística del momento. A diferencia de Facebook y Twitter, donde prima la autopromoción y la reflexión ingeniosa, Tumblr quiere ser la casa virtual de la sensibilidad artística. Es lo más parecido a hacer zapping por la cultura contemporánea. En su muro se suceden desde fragmentos de películas en loop hasta fotos intervenidas; pinturas clásicas; nuevos ilustradores; y meditaciones (a veces depresivas, a veces optimistas) de adolescentes de Minnesota, el Congo o Temperley. Para muchos de ellos, pasar dos o tres horas de su día en Tumblr se volvió una rutina. Tumblr expresa, en el campo del arte, uno de los mecanismos de difusión en Internet más potentes: la recomendación boca en boca a través de likes y shares. Quienes quieran probar la experiencia, pueden sacarse un perfil en www.tumblr.com. A FLASHMOBS Teatro. Multitud instantánea. Espectadores que convierten la calle –y la vida– en un escenario. TUMBLR Consumos culturales. Gente que crea un mundo paralelo de microexperiencias artísticas. Arlequín >> 51 52 << Arlequín Graduado LUCIANO CÁCERES AC TO R Y D I R E C TO R fotos sebastián miquel Multifacético, inquieto, buscador empedernido. Luciano Cáceres es uno de esos artistas que no espera el llamado telefónico. Él arremete contra el futuro con la fuerza y la pasión por crear historias, contarlas, actuarlas. El elegido y Graduados le obsequiaron la masividad. Pero, detrás de esos dos malos adorables, se esconden años de trabajo y un público que lo viene acompañando desde hace tiempo. Como él mismo dice, fue literalmente concebido en un escenario. Y su vida se convirtió, de ahí en más, en miles de personajes. En el escenario, como actor, o detrás, como director y adaptador de las propias obras que dirige, Luciano Cáceres apuesta a la actuación como forma de comunicar, de entretener y también de educar. El foco está puesto en este actor cuya trayectoria no condice con su edad, un joven con muchos años sobre las tablas, los sets de televisión y las eternas jornadas de filmación cinematográficas. Un actor de pura cepa. El 2012 fue un año clave en su carrera. Él se lo toma con calma para pensar tranquilamente sus próximos pasos. Mientras tanto, en un bar de Palermo, repasa en voz alta el camino recorrido, sus logros, sus pasiones y, por qué no, sus sueños. Encender la TV Con El elegido y Graduados fue un destape muy fuerte y lo bueno es que me lo estoy tomando con calma. Tengo ganas de pensar bien las cosas. Todo lo que sucedió a fin de año generó muchas propuestas y también mucho vértigo. Por eso decidí seguir con Macbeth (N. de la R.: Teatro San Martín, con dirección de Javier Daulte), hay proyectos en cine y una miniserie para la TV. Pero sin tanta presión. Fueron dos años de mucha exigencia y de estar muy visible. Es bueno guardarse un poco, estar con la familia y pensar cómo va a ser el siguiente paso. El elegido me abrió una puerta enorme. Luego, las propuestas tenían que ver con seguir en el mismo personaje oscuro; y, cuando apareció la comedia Graduados, tuve la oportunidad de poder mostrar otra faceta, hacerme cargo de una energía absolutamente diferente. Ahora estoy en la búsqueda de ese otro material que me Arlequín >> 53 «... trabajo de la misma forma para una sala de diez que para una sala de mil cien; el compromiso y el tiempo que le dedico, para mí, es igual. Pero estar haciendo Macbeth en el teatro San Martín y que a la salida venga un grupo de personas y me digan que es la primera vez que van al teatro y que vean Macbeth por mí, que conozcan un clásico y que les guste... es impagable». 54 << Arlequín posibilite mostrar un nuevo color, un color diferente. Lo que no puedo es quedarme quieto. Hubo años en que dirigí hasta cinco obras, porque siento que, teniendo diferentes proyectos, cada uno de ellos potencia al otro. Ir de Macbeth a Graduados es como que te limpia la cabeza y te amplía la imaginación. Estoy armando un nuevo año para sacarle provecho al tiempo y, obviamente, para buscar el proyecto central que es el que te organiza los horarios de los otros. Más de 30 puntos de rating Uno de los fuertes de Graduados fue el elenco, los actores, todos grandes artistas. Personalmente, mi papel, Pablo, tenía que ver con el vínculo. Yo me iba a relacionar con muchos de una manera muy particular, y eso me generó un abanico de colores. Además, me tocó un rol que no iba a ser tan cómico, iba a ser como el galán, el lindo. En los primeros libros, se insinuaba que se trataba de un metrosexual, y particularicé ese detalle tomándolo como motor fundamental. Quería que se viera toda la cocina de un metrosexual y que fuera parte del juego. Y eso, de entrada, generó algo interesante para la composición de Pablo, que, en definitiva, terminó siendo “un aparato”. La adorable maldad Hice dos malos inefables, David Nevares Sosa en El elegido y Pablo Catáneo en Graduados. Me tocaba ser el antagónico, el que no se va a quedar con la heroína; sin embargo, logré, en ambos casos, que los televidentes odiaran al personaje, pero sin dejar de comprenderlo y, de alguna forma, quererlo. Manejando las emociones con verdad se logran resultados impresionantes. Antes de la masividad Hubo etapas de trabajo no pago, pero siempre estuve en acción. Tengo mucha capacidad para la autogestión y tengo amigos que la vienen peleando desde siempre y son mis compañeros en los proyectos independientes. Nunca me quedé con ganas de hacer nada. Siempre las cosas que se me ocurrieron las hice, las dirigí o intenté que se hicieran para poder actuarlas. No estoy a la espera del llamado. El verdadero valor de la masividad Lo bueno de la masividad que he logrado es que tiene que ver directamente con el trabajo, con los personajes que hago. La gente es muy cariñosa, sobre todo el último año, con Graduados, porque llegué a un público de todas las edades. Era un programa que veía toda la familia, digamos que todas las noches “nos sentábamos a su mesa” y eso es muy fuerte. Y con los años de dirección y de actuación hay un público que me acompaña, que sigue lo nuevo que hago. De todas maneras, yo trabajo de la misma forma para una sala de diez que para una sala de mil cien; el compromiso y el tiempo que le dedico, para mí, es igual. Pero estar haciendo Macbeth en el teatro San Martín y que a la salida venga un grupo de personas y me digan que es la primera vez que van al teatro y que vean Macbeth por mí, que conozcan un clásico y que les guste... es impagable. Primeros pasos en pantalla Mi primer trabajo en televisión fue a los 21 años en Por el nombre de Dios. Y me tocó actuar con Alfredo Alcón. Cuando llegué a la grabación, fue increíble, porque tenía tres escenas buenísimas con él; y fue hermoso que él venga a decirme: “¿Querés que pasemos letra?”. ¡Alfredo Alcón! Aun así, mis nervios en televisión duraron mucho tiempo. Me costó adaptarme, porque mi formación era teatral, pero, bueno, el tránsito te va dando experiencia. Si uno percibe que tiene capacidad para algo, para el oficio del actor, por ejemplo, nunca debería bajar los brazos en cuanto a su formación, a su perfeccionamiento, a la investigación. Crecer, siempre crecer. La formación Desde que tengo uso de razón soy actor. Empecé a los 11 años a trabajar en teatro independiente. Fui literalmente concebido en un escenario. Mi viejo tenía un teatro en la calle Rincón. Más tarde luché mucho para que me llevaran a estudiar. Mi papá lo retrasó bastante, pero finalmente me llevó al estudio de Alejandra Boero. Tuve una entrevista con ella y me becó. Ahí fueron diez años de formación, que para mí fueron claves, porque había rigor en la enseñanza. Arlequín >> 55 No solo te formaban como actor, sino como hombre de teatro. Tenías que saber sobre todas las cosas. Fui boletero, acomodador, limpiaba el teatro, estaba en la puesta de luces. Luego, empecé a trabajar en el Centro Cultural Rojas, en La zarza ardiendo, que dirigía Raúl Brambilla, y, al mismo tiempo, decidí independizarme, irme a vivir solo y abrir mi propia sala (tenía 19 años), que fue Quintino Espacio Cultural, para poder dirigir y actuar. Dirigía a Sergio Surraco, un amigo actor, en una obra que armamos con el Oso y Pedido de mano y a la que titulamos El doblete de Chéjov. Y funcionó muy bien. Los críticos (hoy críticos importantes) la comparaban con puestas grandes. La esencia de Chéjov la habíamos encontrado ahí, en una salita independiente. Seguí haciendo mis cosas, pero hambre total. Y luego vino Rompiendo códigos, con Arturo Puig. En esa época, me empezaron a salir las primeras cosas en televisión, y me llamó Javier Daulte. A partir de ahí trabajé mucho con él. 24 cuadros por segundo El cine se convierte en un rompecabezas mucho más complejo, más artesanal a la hora de contar. Tuve la suerte de protagonizar varias películas, entre ellas, Uno, de Dieguillo Fernández, que se filmó hace cuatro años y se estrenó en 2012. Lo que me pasó a mí en el rodaje es lo que sucede. Me parecía interesante la forma de contar una historia no lógica, y lo que transitaba mi personaje me gustaba. Me quedaron muchas cosas lindas de esa película: haber conocido a Dieguillo, a Carlos Belloso, enterarme durante el rodaje de que iba a ser papá... Cosas muy piolas que suceden durante un rodaje, es un ratito en donde tenés una vida paralela que, por ahí, se convierte en inolvidable. Luego, filmé Carne de neón, de Paco Cabezas, película que se estrenó el 21 de febrero. Lo que me falta es dirigir en cine, me gustaría mucho y hay un proyecto en danza. SAGAI y los derechos de los artistas Más allá de la alegría de empezar a cobrar la retribución económica, SAGAI significa legitimar un derecho de nuestra interpretación y nuestra imagen. Creo que 56 << Arlequín es una etapa importante en la historia política y no por nada se da en un momento histórico como el que estamos viviendo. Y quiero que vaya por más. Me parece que es fundamental, y ojalá se puedan cerrar los acuerdos en todos los países adonde llegan nuestra televisión y nuestro cine. En nuestro país, hubo mucho vaciamiento cultural. Me parece que, en el teatro, el actor, los autores y los directores están directamente abocados al pensamiento, a transmitir ideas. Hubo mucho silenciamiento con la dictadura, y gente a la que no le convenía que otra gente piense. Creo que es un derecho legítimo el que se logró luego de 73 años de lucha. Tener una sede social propia, lograda en menos de 4 años de vida; una revista (Arlequín), que mantiene informados a todos sus asociados de la gestión; y una web superactualizada demuestra que hay gente trabajando, defendiendo lo tuyo y pensando en tu futuro. ¿Qué incidencia tiene la nueva tecnología en tu tarea profesional? Me relaciono con la tecnología a nivel operativo, pero me cuesta. Conozco y sé, pero, a la hora de dirigir, armo equipo con gente que la sepa utilizar bien. Hice muchos espectáculos multimedia, con grabaciones. Conozco mucho de eso, pero lo incorporo si el material lo requiere y no caprichosamente. Aprendo de la gente que sabe. En mi vida cotidiana, me cuesta mucho, pero es parte de lo que sucede y hay que estar atento. Es evidente que nuestra manera de pensar, de interpretar las cosas, ha cambiado. Antes se iba a aprender dactilografía, por ejemplo, hoy sentás a un chico a la computadora y escribe naturalmente; vienen con el chip incorporado de fábrica. También me gusta la nada misma, despojada de toda tecnología. Pero va más allá. Me gustaría que la tecnología avance para bien y no por el solo hecho de la modernidad, que sirva para cuestiones de salud, de alimentación, que pueda ser más favorable para vivir con ciencia y no para aislarse. De críticas y otras yerbas Por un lado, me gusta la crítica, me interesa, sobre todo cuando está separada del gusto personal. Me gustan los críticos que pueden entender el proyecto, para bien o para mal, cuando pueden visualizar cuál es la propuesta. Muchas veces me dijeron: “Está mal esto, esto y esto”, y esas eran las cosas que, justamente, había querido hacer. Y, por otro lado, siento que antes era más interesante la crítica, porque quedaba como un antecedente histórico de ese estreno, de esa representación, de ese film. Había más espacio en los diarios, ahora hay muy poco. Y aun los mismos periodistas están peleando por ese espacio cotidianamente. A las críticas meramente destructivas, las odio. Digo ¿para qué? De todos modos, yo trabajo para mí también, y para mi equipo. Y llegamos todos conformes. A la hora de dirigir, creo que ahí está la falencia que aparece en muchos ámbitos, tiene que ver con esta falta de dirigencia que hay, de directores que armen un camino común para que todos lo transiten. En una obra, yo voy sumando equipo, y todos vamos para el mismo lado. Y si hay propuestas de doblar, doblamos juntos, que no quede ni uno colgado. Le guste o no a la crítica. El actor que deseo ser Si tuviese que elegir mi interpretación favorita en televisión, escogería, principalmente, al David Álvarez Sosa de El elegido. Me sentí muy cómodo, hubo algo que se empezó a abrir, y pude transmitir todo lo que tenía guardado. Fui muy libre y pude mostrar a “mi actor” (al actor que deseo ser). En cine, por la directora y porque fue la primera vez que gané un premio por una película, destaco mi rol en La mosca en la ceniza, de Gabriela David, a quien extraño mucho. Y en teatro, Nunca estuviste tan adorable, donde interpreté al papá de Javier Daulte (fallecido menos de un año antes del estreno). La devolución más extraordinaria que tuve por interpretar ese rol provino de la mamá de Javier: “Hacés muy bien de mi marido” (lo decía quien había vivido 40 años a su lado). También rescato el amor de Javier al elegirme como su papá. A Arlequín >> 57 58 << Arlequín Sirena en la terraza Copia color inkjet print Marcos López Arlequín >> 59 La TV en los nuevos canales tecnológicos Siempre será televisión La televisión es el espacio de entretenimiento preferido por la mayoría de los ciudadanos de todas las clases sociales. A veces, cierta crítica biempensante gusta de ubicarla por debajo de otros excelsos pasatiempos del espíritu y, así, se pierde los muchos y buenos contenidos televisivos que nos invitan a renovar cada día la visita a la pantalla sin importar a veces que hayan pasado años desde su estreno. Suele ser la misma mirada que, con entusiasmo tecnofílico, aplaude la multiplicación de la oferta que brindan los nuevos canales tecnológicos. Para los de mayores recursos, se abren las múltiples opciones de los sistemas por demanda que permite la banda ancha. Para todos, la posibilidad de recepción gratuita que permite la TV digital. Pero ahí sigue la TV siempre. La multiplicación de la oferta de contenidos está cambiando levemente los hábitos, pero el televisor sigue siendo la tecnología de comunicación más presente en los hogares, solo superada en los últimos años por el celular (pero ya sabemos que el celular pronto permitirá seguir el programa o el partido televisado). La televisión construyó con sus públicos un vínculo tal que, cuando razones estructurales impidieron la recepción por aire, la mayoría optó por la TV de pago, a tal punto que Argentina está entre los países con más abonados a sistemas de suscripción. Son datos duros que el usuario de nuestro país sigue dispuesto a pagar por televisión más de lo que gasta en otros medios, como cine, diarios o Internet, y que, a tres años de su inicio, la recepción gratuita de la TV digital es aún minoritaria. Este panorama invita a preguntarse dónde se acomodan las nuevas propuestas que brindan las tecnolo- 60 << Arlequín gías en ese hábito tan emocionalmente instalado en la vida cotidiana. Sobre todo, porque gratuidad, calidad de imagen y diversidad de canales (todo eso) todavía no alcanzan para mover la demanda de los contenidos de siempre, que siguen viéndose masivamente en lo que antes era una caja (boba, decían algunos) y ahora es una pantalla más de las tantas que vemos por día. A los televidentes de siempre nos encantaría ampliar nuestras elecciones sin tener que prescindir de nuestras preferencias. Nos gustaría que la televisión digital ensanchara la competencia con alternativas ahí donde la grilla comercial no se anima. Pero sin dejar de ser televisión. Porque creatividad no es llevar a la televisión la narrativa de la radio y hacer tertulias en dos planos o suponer que se hace televisión educativa al ofrecer una aburrida sucesión de diapositivas de dudoso didactismo. Menos, entorpecer la narrativa televisiva con los claroscuros cinematográficos. Los televidentes somos especialistas en televisión y nos alcanza una ráfaga del control remoto para distinguir qué es televisivo y qué no. Como señala Omar Rincón(*): “Una de las funciones de la televisión es hacer industria y está muy bien que se priorice a los productores en las políticas públicas, pero esa función es tan importante como entretener y contar historias”. De lo primero (hacer industria), se ocupan intensamente planificadores y académicos; pero quienes mejor entienden lo segundo (contar historias) son aquellos que lo vienen haciendo desde siempre, los técnicos, los artistas y los televidentes. Puede haber televisión sin los técnicos, pero difícilmente la haya sin los artistas. Charlemos de la televisión En los últimos años se nos ha ampliado el menú de opciones, pero seguimos prefiriendo esas propuestas que no disimulan en nada su esencia televisiva. Son esos programas que nos permiten conversar de lo que vimos el día anterior o compartir nuestro minuto a minuto por las redes. Porque, por más digital que se vuelva el asunto, la televisión sigue siendo comunidad y conversación. Mucho más ahora que alcanza el móvil para participar del intercambio del momento. Justamente, es lo digital lo que potencia la conversación alrededor de la televisión y lo que muestra, de manera implacable, qué programas se ven una y otra vez en YouTube y cuáles quedan olvidados en un reservorio que nadie visita. La televisión digital argentina se plantea como alternativa al modelo dominante, pero no de manera complementaria, sino con una oferta demasiado diferente en temáticas y estéticas. En su afán de marcar distancias de lo comercial, a veces, se eligen narrativas extrañas al gusto y uso televisivo. Por ahí es hora de romper esas falsas dicotomías que asocian lo popular a la mala calidad o suponen que lo complejo es bueno de por sí. Va a ser difícil entusiasmar a las audiencias con propuestas que desconocen por completo su gusto televisivo habitual. Como marca el espíritu de la Ley 26522, la diversidad y la pluralidad que impone el artículo 121 para los medios públicos consisten en “respetar y promover el pluralismo político, religioso, social, cultural, lingüístico y étnico”. Esto significa que la televisión debe considerar a las minorías, pero también a las mayorías y sus gustos colorinches, su música, sus costumbres, sus intereses. Por eso son elegidas masi- vamente las ficciones que muestran la riqueza de grupos sociales y los ponen a conversar con sencillez (el lenguaje que hablamos todos) en una misma historia. Son estas mayorías populares las que, por gusto, por competencias, por recursos, no suelen ser convocadas por las nuevas tecnologías y siguen viendo la televisión en su soporte original. La TV, más que de transmisión, es una cuestión de vinculación. Lo digital, que se define por su simetría y su descentralización, nada tiene que ver con la desigualdad implícita en todo discurso iluminista. Menos en televisión donde disfrutamos esa sensación, real o simulada, de trato igualitario y seductor. La televisión digital podría tomar la experiencia de la televisión de siempre para ir más allá, pero también más acá, donde estamos los televidentes. La nueva TV podría explorar nuevas temáticas, incorporar recursos para contar y canales para ser vista, pero sin dejar de ser la televisión que queremos tanto. Más ahora que tiene la posibilidad de escuchar nuestra opinión en directo, de ver lo que nos gusta y compartimos en las redes, de dialogar con los que somos partícipes necesarios del hecho televisivo. Quizá la mayor paradoja en la discusión de los medios es que, mientras se exalta la soberanía del voto popular, se suelen mirar con desdén los gustos mayoritarios en televisión. Como si los ciudadanos no fueran las mismas personas que los televidentes. A (*) Maripí, Colombia, 1961. Ensayista, periodista, profesor universitario, crítico de televisión y autor audiovisual. Fragmento de la obra Sirena en la terraza Arlequín >> 61 Geek. 2011 Lambda print Manuel Archain 62 << Arlequín A unas pocas teclas de descubrir el universo Resulta desconcertadamente seguro: Milo (nieto de mi amigo Daniel), de casi dos años; Rocco (hijo de otro amigo, Rolando), de seis meses; y Catalina (nieta de mi amigo el Húngaro), de dos meses y pico, aprenderán a escribir en una pantalla digital que podrá ser la del teléfono o la del iPad o la del nuevo cacharro electrónico que se vaya a inventar. La lectura seguirá un curso parecido. Pero eso de que el arte de escribir se aprenda tecleando y mirando el resultado en una pantallita, en vez de tomar el lápiz (o el pincel en otras culturas) y dibujar letras, significa, sin más vueltas, una manera flamante y acaso formidable de abordar el universo. Hace poco, Bild, el diario más leído de Alemania, sacó una edición con toda la tapa escrita en letra cursiva. El título principal afirmaba: ¡Alarma! ¡La escritura a mano se extingue! Y publicaba una encuesta que consignaba que, en los últimos seis meses, uno de cada tres adultos no había escrito nada a mano. En la cobertura, el director de la clínica psiquiátrica de la Universidad de Ulm, Manfred Spitzer, se alarmaba más aún sosteniendo que la escritura a mano resulta esencial para fomentar la coordinación y las habilidades manuales y que su ejercicio periódico es básico para la actividad cerebral. Las alarmas del doctor Spitzer quizás puedan resultar alarmistas. En uno de los muchos pasajes casi antropológicos de Comentarios de la guerra de las Galias, Cayo Julio César consigna que los druidas “no tienen por lícito escribir lo que aprenden, no obstante que en casi todos los demás negocios públicos y particulares se sirven de caracteres griegos. Por dos causas, según pienso, han esta- blecido esta norma: porque no quieren divulgar su doctrina ni tampoco que los estudiantes, fiados de sus escritos, descuiden el ejercicio de la memoria”. Si los druidas veían un doble peligro en la escritura de su doctrina, César escribía en rollos de pergamino: para el formato libro faltaban algunos siglos. Sin embargo, casi podemos escuchar sus claras palabras a través de dos milenios, a pesar de que la configuración del objeto donde volcaba sus inquietudes fuera muy distinta. A los adultos se nos antoja extraño un mundo sin las letras redondas de las maestras y donde la caligrafía sea una enmohecida letra muerta. Lo que nos produce extrañeza, y no pocas prevenciones, es la potencia arrasadora de la revolución tecnológica que, de la mano de Internet, nos ha dado vuelta el mundo y, encima, con anestesia. Porque es tal la velocidad del cambio que ni nos permite ser conscientes de él. Y de la misma manera que leyéndolos nos podemos sentir muy cerca de César o de Catulo o de Virgilio, casi sin que percibamos sus condiciones de vida completamente distintas a las nuestras, también podemos esperanzarnos en que estos chicos que se asoman a la vida con un chip incrustado en el ADN (quizá, con la ayuda de lo que ya es inteligencia artificial), en vez de ser menos despiertos, sean mucho más inteligentes que nosotros, a pesar de escribir a mano mi mamá me ama con una letra que hubiera espantado a nuestras abuelas. Y tampoco mitologicemos: pocos personajes dará la literatura que tengan la rapidez mental del astuto Ulises. Dejémonos de embromar: si Steve Jobs tenía carné de genio (como se lo suele comparar), Leonardo Da Vinci, ¿viene a ser Dios Padre? A Arlequín >> 63 Microchips Fundación sagai Teatro Picadero Restaurante La Fundación SAGAI ha llegado a un acuerdo con el TEATRO PICADERO RESTAURANTE consistente en un descuento del 20 % para nuestros asociados (con la sola presentación de su carné). Ubicado en el pasaje Santos Discépolo, una callecita que une la avenida Corrientes con la intersección entre Lavalle y Callao, se encuentra el Teatro Picadero. Este espacio que fue reinaugurado después de más de veinte años, además de haber albergado a Teatro Abierto (la primera expresión de resistencia cultural), es hoy 64 << Arlequín en día un teatro completamente renovado, con excelente programación y un hermoso restaurante, cuya propuesta gastronómica es diferente a todo lo que se ofrece en la zona. Tapas, sándwiches, platos elaborados y una carta de vinos excepcionales, en un ambiente cálido y agradable. “ La TV tradicional murió: empezar a oler el cadáver es solo cuestión de tiempo” dispara Gastón Portal, guionista, director y productor. “Cambió el consumo televisivo, pero se siguen evaluando los contenidos con un sistema antiguo que desconoce la manera en que hoy se ve TV. Hay toda una nueva generación, sub-25, que ve más contenidos por Internet que por la pantalla chica. No solo porque son hijos de la red, sino también porque necesitan ver tele a la vez que están conectados a las redes sociales, en donde comentan lo que ven. La TV abierta no satisface sus costumbres. Los programas de más de una hora de duración son inconcebibles para una generación acostumbrada a la Web y al on demand. En este contexto, el rating que mide 800 hogares a través del aparato de televisión forma parte del pasado. El problema es que muchos lo siguen tomando como una cifra sagrada”, reflexiona el dueño de GP Media. Libros gratuitos para nuestros asociados (Roberto Vega y Octavio Getino) De acuerdo con el convenio existente entre nuestra fundación y la editorial CICCUS, tenemos a disposición de nuestros asociados algunos títulos relacionados con nuestra profesión, que cederemos gratuitamente, previo llamado telefónico a la directora de Fundación SAGAI, Sra. Gabriela Fernández, al 5219-0632, a los primeros asociados que los reserven. Los títulos son los que en nuestro número anterior difundimos y están relacionados con el autor Roberto Vega: Relatos casi disparatados, Dibujá tu sombra, y El viento soplador famoso; y ahora agregamos el volumen de Octavio Getino, de reciente aparición, titulado Cine latinoamericano. Producción y Mercados en la primera década del siglo XXI, del cual mostramos la portada. Editorial CICCUS y Fundación SAGAI Arlequín >> 65 Microchips Arlequín Arlequines Óleo Ricardo Ajler 66 << Arlequín Era un personaje indispensable de la fundacional Commedia dell’Arte. Quien dice servidor de dos patrones dice servidor de los que hagan falta. Su astuta usina funcionaba todo el tiempo en direcciones varias, por él la trama se lubricaba y la comedia quedaba servida para actores y espectadores. Arlequín no imaginó que su nombre serviría, unos quinientos años después, como título de la revista de SAGAI (una sociedad de actores argentinos). Pero seguramente muchos actores podrían imaginar hoy cuántas situaciones viviría aquel Arlequín enredado en estas tecnologías, digitalizado infinidad de veces. Porque nada sirve tanto como la imaginación, encima y debajo del escenario, así pasen los milenios. Que los actores teman por el menoscabo de su profesión frente al imparable avance de lo digital es tan atendible como que unos días antes de cada estreno sueñen que se quedan sin letra. Después se despiertan y la saben. Como sabrán poner la realidad digital al servicio de la verdad de sus ficciones, si no se duermen. Señor/a asociado/a: Para recibir semestralmente la revista ARLEQUÍN recuerde que deberá tener actualizado el domicilio con su correspondiente código postal. Esta información es válida, también, para cualquier otro trámite, avisos de cobros, depósitos en su cuenta personal, propuestas, reclamaciones, etc. Solamente debe llamarnos o enviarnos un e-mail para que nuestra comunicación sea fluida y eficiente. (011) 5219-0632 [email protected] Mi mamá me ama (Lunfardo poem) El bacán sesentón piantó pa’l “shopping” y compró pa’ su vieja un buen regalo. Lo garpó muy campante porque al toque, firmó con su “Mont Blanc” un checonato. Pensó un saludo pa’ fletar de raje directo al corazón, el de su madre, minga de “fax”, “e-mail” o de “internet” sino por mano propia, vía sangre. Esperaba el chamuyo de su cuore pa’ su tarjeta personal, bacana. El Rolex de oro le morfó las horas, y el mensaje filial se le negaba. Rechiflado por la espera dijo “planto”, y compró: sacapuntas, blando lápiz, y un cuadernito de colgar palotes, cuadriculao, como en el tiempo de antes. Con escritura ingenua, la de antaño, dio testimonio de su amor primero, orando la plegaria candorosa que encendía las hojas del cuaderno, mi mamá me ama mi mamá me ama mi mamá me ama. Amuró el Faber, encendió un cigarro. Peló su lapicera y satisfecho, escribió con su letra ejecutiva: Vieja, todo está igual, no cambió nada: Yo amo a mi mamá y mi mamá me ama. Lyric: Roberto Peregrino Salcedo Con bastones ensayó la “m”, redondeles y ganchos pa’ la “a” y así temblando iluminó llorando, la frase más papusa: “mi mamá”. Arlequín >> 67 Brenda Laurel 1a Edición del libro (1991) de Brenda Laurel 68 << Arlequín Del mouse y el teclado a los gestos y el cuerpo Conversaciones entre máquinas y humanos En los años 90, dos tecnodivas publicaron sendos libros que cambiarían nuestra visión acerca del futuro de la apropiación (posible) de la computadora, dada su capacidad (potencial) de contar historias. Primero fue Brenda Laurel con Computers as Theatres (1991), y, un poco más tarde, Janet Murray con Hamlet en la holocubierta (1999). Ambas fueron pioneras al teorizar un futuro de la cultura digital diametralmente opuesta a la comercial y consumista que imperaba en ese momento y, hasta cierto punto, también ahora. Al igual que otros profetas de la computación como entorno y lenguaje, Laurel siempre abogó por la ubicuidad de la tecnología buscando alcanzar una inesperada unidad entre teatro y audiencia, donde los miembros de la audiencia tomaran parte en la acción, aparte de masificar el uso de las máquinas para la autoexpresión (narrativa). En esa obra seminal, Laurel sostiene que los principios del diseño de las interfaces y del software deben inspirarse en las convenciones teatrales fundadas en la Poética, de Aristóteles. De lo que se trata no es de personificar a la computadora, sino, por el contrario, de invisibilizarla. En vez de estar sometidos al imperialismo del desktop (carpetas, íconos, mouse, teclado), deberíamos diseñar mundos de representación en donde la interfaz, en vez de orientar la acción, debería quedar entre bambalinas. Para que el agente (los individuos que las usamos) finalmente entre en acción, lo que debe desaparecer es la computadora. Otro tanto sugiere Donald Norman (1999). En vez de mejorar la interfaz, debemos abolirla, debemos poner toda nuestra energía en hacer mejor lo que queremos hacer y no en lidiar con las interfaces. Del teatro a la computadora como arte Son dos los motivos que llevaron a Brenda Laurel a establecer estas fructíferas conexiones entre el teatro y el uso de las computadoras. Por un lado, hay una superposición llamativa entre ambos dominios, a saber, ambos representan acciones en las cuales intervienen distintos agentes. Por otro lado, el teatro sugiere un modelo de la actividad hombre-computadora que es familiar, comprensible y evocativo. Originalmente el teatro sirvió como un ritual para que los hombres nos comunicáramos Arlequín >> 69 con los dioses. Y como McLuhan lo entrevió hace ya medio siglo (Coupland, 2010), muchas innovaciones que en un principio pretendieron tan solo maximizar la comunicación devinieron formas artísticas. Que la computadora devenga una máquina estética es algo inconcebible para la mayoría de sus usuarios (convencionales). Pero los últimos experimentos de Laurel (como los de Engelbart en los años 60 o los de Carpenter en los años 90) muestran que falta muy poco para que la computadora se convierta en un equivalente del siglo xxi del teatro. Mientras, Laurel vuelve a la carga con la realidad virtual, porque se trata de un espacio en el cual no hay una interfaz que ponga distancia entre nosotros y lo que queremos hacer. Nuestros cuerpos son la interfaz, y todo lo que hacemos con él nos devuelve una experiencia inexistente en el mundo real y nos permite imaginar una potenciación de la imaginación que previamente se debatió con infinitas limitaciones debido, precisamente, a las interfaces preexistentes. Desde los gestos en las cuevas, pasando por la danza y el teatro, la voracidad humana por aventurarse en nuevos mundos no ha cesado (Gubern, 1996). Ahora es el momento de poner la computadora al servicio de esa amplificación de nuestra experiencia. A la objeción de que el teatro necesita un público para cerrar el circuito, Laurel contrapone nuevas visiones de público no presenciales. Si el teatro comunica emociones y experiencias humanas, ¿quién dice que las computadoras no pueden hacer otro tanto? Los aprendices de hechiceros, desde el periaktoi hasta el deus ex machina La fractura entre tecnología y arte contradice momentos anteriores del desarrollo estético en donde la colaboración entre ambos fue mucho más estrecha y fructífera que en la actualidad. Laurel remite al ejemplo del periaktoi, o máscaras megáfonos usadas en la Grecia clásica, que amplificaban la voz, y a la problemática asociada con el deus ex machina. Esta alianza se ha roto (en gran medida dado el analfabetismo computacional no solo de los artistas, sino de la población rasa, en general, y, por ello, la necesidad de implementar programas masivos, como programar para todos, se vuelve una imperiosa necesidad política). Ya desde principios del siglo xx, los únicos artistas que supieron estar a la altura y la velocidad de los desarrollos científicos fueron los performers. La próxima etapa en el engarce entre arte y tecnología no pasa por la estimulación monocorde de los sentidos, sino por la creación elegante de espacios de formas y tamaños adecuados, que inviten a la imaginación a abrazar disrupciones que suenen y sean buenas. El gran hiato no está dado solamente por las bajas afinidades electivas entre artistas y científicos, sino por la asimilación de una mentalidad de consumo en todos los estamentos de la sociedad, que convierte a cualquier proceso comunicacional en una manera mezquina y monopólica de interpretar las reglas impuestas por los programadores y los ingenieros (emuladores modernos de los autores y los editores). 70 << Arlequín Lo que Laurel imaginaba en los años 90 era irrealizable, porque no teníamos una infraestructura tecnológica –pero tampoco una tolerancia epistemológica– para llevarla a cabo. Esta novedad no es nada más ni nada menos que el paradigma del crowdsourcing o creatividad colaborativa –apoyado en una conectividad masiva y ubicua– que por fin ahora permite bajar a tierra las especulaciones febriles e inquietantes de Laurel, convirtiéndolas en exoesqueletos cognitivos participativos. Nada casualmente, Laurel fue una de las primeras en sacarle el jugo a Cinematrix, el célebre experimento de Loren Carpenter, revelado en SIGGRAPH 1993, cuando 5000 personas, con una paleta de colores, descubrieron intuitivamente que formaban parte de una multitud inteligente. Y sin que nadie les enseñara las reglas y sin que se les diera instrucción alguna, comenzaron a jugar un Pong multitudinario; y, con un poco de práctica, después de media hora, pudieron hacer aterrizar un avión jugando al Flight Simulator. Algo que es sumamente difícil de hacer cuando juegan uno o dos, pero que pudo ser logrado por esos miles de participantes simultáneamente. Necesitamos de tecnodivas como Laurel o Janet Murray para darnos cuenta de que el software está hoy en el mismo nivel de desarrollo que el teatro en sus inicios (o que la televisión o el cine a mediados y principios del siglo pasado). Para Laurel, para Murray, para nosotros, los humanos desplegamos la tecnología como una forma expresiva en permanente evolución. No hay ninguna diferencia entre el arte y la tecnología. Cuando finalmente interactuemos con las máquinas como los actores lo hacen con el público, otro será el cantar, otro será el contar, otro será el decir, otro será el hacer. El teatro y la computación unidos jamás serán vencidos. A Referencias: • Coupland, Douglas, Marshall McLuhan: You Know Nothing of My Work!, Atlas, 2010. • Gubern, Román, Del bisonte a la realidad virtual, Barcelona, Anagrama, 1996. • Howe, Jeff, Crowdsourcing Why the Power of the Crowd Is Driving the Future of Business, Crown Business, 2009. • Laurel, Brenda, Computers as Theatres, New York, Addison-Wesley, 1993. • Laurel (ed.), The Art of Human-Computer Interface Design, New York Addison-Wesley, 1991. • Murray, Janet, Hamlet en la Holocubierta, Barcelona, Paidós, 1999. • Norman, Donald, The Invisible computer. Why Good Products Can Fail, the Personal Computer Is So Complex, and Information Appliances Are the Solution, The MIT Press, 1999. • Tuomi, Ilkka, Networks of Innovation, Oxford University Press, 2002. Arlequín >> 71 Vendedora de fantasías Nació en un hospital de Córdoba. Se crió en el Concarán, San Luis, hasta que a los seis años su familia decidió mudarse a Buenos Aires. Mercedes, la menor de tres hermanos, empezó con el teatro más por curiosidad que por vocación. Su primer maestro fue Lito Cruz, al que siguieron Carlos Gandolfo, Augusto Fernandes, Carlos Rivas y Dominique de Fazio. Su debut teatral fue con El efecto de los rayos gamma en las caléndulas, en el Payró, y, aunque no salió ni en la cartelera de los diarios, fue un éxito enorme del off. Pasaron más de quince años de trabajo teatral hasta que la convocó Adrián Suar para Gasoleros, la tira en la que la siguieron dos millones de espectadores por noche. Sin embargo, no dudó en abandonar el podio para irse a filmar a Salta La ciénaga bajo las órdenes de Lucrecia Martel, a la que siguió La niña santa. Le tocó pisar la alfombra roja de los festivales de Cannes y Berlín, donde tanto las películas como la directora estuvieron nominadas. Sin duda, no se equivocó en ninguno de los saltos acrobáticos que le marcaron la vida: en las dos últimas décadas, fue distinguida con el Premio Konex como una de las cinco mejores actrices, una gratificación para quien viene componiendo inolvidables personajes femeninos del teatro, el cine y la TV argentina. Entre ellos, claro, la inefable Gloria que interpretó en El hombre de tu vida a lo largo de dos temporadas. Con esa naturalidad a toda prueba que la caracteriza, nos recibió en el Teatro Liceo, donde noche a noche vuelve a seducir al público con Buena gente, una pieza de David Lindsay-Abaire, junto a Gustavo Garzón, Verónica Llinás y un elenco sin fisuras, con dirección de Claudio Tolcachir. Feliz y relajada, dio pistas valiosas sobre su método de trabajo y otras peripecias de su carrera. 72 << Arlequín MERCEDES MORÁN A ctriz Elegiste esta profesión sin demasiada decisión… No fue una vocación temprana. Estaba embarazada de mi primera hija y me metí en un curso de actuación por curiosidad, sin ninguna expectativa más que ocupar esa parte del año en algo creativo. Pero estudiando descubrí que era excitante que un montón de manías que tenía en cuanto a la observación de los comportamientos de los otros fueran parte de la naturaleza de un actor. Así que mi primer maestro, Lito Cruz, me hizo creer que tenía aptitudes para la actuación, y me fui apasionando. Además, te importa hacer personajes diferentes. Lo hago, primero, porque me divierte y, segundo, porque no me interesan mucho los actores o las actrices que hacen de sí mismos. Me gusta más imaginarme como un vehículo para encarnar diferentes comportamientos. Estar en el cuerpo de otra persona o prestar el cuerpo para un personaje que piensa diferente a mí, que tiene distintas circunstancias, siempre te hace derribar prejuicios, comprender más y apiadarte de ciertas cosas, y así tener la oportunidad de ser un poco mejor como persona. Eras una de las alumnas dilectas de Carlos Gandolfo... hasta que te dijo que te dedicaras a otra cosa. ¿Cómo lo superaste? Casi todas las actrices tienen que superar alguna prueba de ese tipo. Pero la verdad es que, si bien fue un golpe duro, sobreviví y pude poner en práctica todas sus enseñanzas, que me han ayudado a ser la actriz que soy. Así que no hay rencor; simplemente, soy más cautelosa cuando me toca enfrentarme con un maestro. Yo recomiendo fervorosamente que se estudie la actuación, que no es algo puramente intuitivo, sino que me parece interesante que se adquiera una técnica, que se reflexione sobre el trabajo de actor. A esta experiencia le he sumado estos consejos que a veces me piden: que estén muy atentos, porque, si bien un buen maestro es lo mejor que puede pasar en la vida, también se le otorga un poder enorme, y, a veces, puede lastimar. Sin duda, la naturalidad es una de tus virtudes más preciadas. Más que la naturalidad, yo diría “la verdad”. La naturalidad todavía me suena a un “como si”, y a mí me gusta jugarme a que todo está sucediendo de verdad. Lo que más me entusiasmó cuando empecé a estudiar fueron esos ejercicios de momentos privados, en los que la cuestión era olvidarte de que estabas siendo mirada y generar, así, esa intimidad con la platea, que es bastante difícil de lograr. Sin embargo, no existe ninguna estrategia para lograr una empatía con el público, es algo que sucede o no sucede; y, en mi caso personal, es una obsesión. ¿Cómo describirías el proceso creativo que utilizás en la construcción de tus personajes? Con el correr del tiempo le he dado muchísima importancia a la intuición porque los de mi generación, desde muy jóvenes, vivimos todo de una manera muy racional. Hoy, para todo lo que no es la cabeza propiamente dicha, a la hora de encarar un personaje, hago una síntesis de todas esas cosas. Si acepto un papel es porque al leerlo, de alguna manera, me despierta la imaginación o me dispara algún recuerdo movilizador. ¿Sos obsesiva? Es raro, soy obsesiva con algunas cosas y con otras soy muy despreocupada... Me funciona de una manera aleatoria y cambiante, porque no tengo ningún rito en particular antes de salir al escenario, pero invento uno cada vez y con ese sí soy obsesiva. Entonces, es un tipo de obsesión más loca todavía. Hiciste mención de la influencia de los maestros. De los directores, ¿qué dirías? Que tienen una función superlativa. Me encanta el vínculo que establezco con un director, deseo provocar un encuentro de comunión, de criterio, ya que no podría trabajar con alguien en quien no confiara. Me gusta inaugurar con ellos un vínculo de mucha Arlequín >> 73 confianza, de total entrega y de obediencia. Aporto ideas, soy muy participativa en el trabajo y disfruto mucho esa relación. El teatro, que de alguna manera es tu pasión, el cine y la TV te han dado enormes gratificaciones. Mi gran pasión es actuar y disfruto de cada uno de los tres medios por igual, aunque sean completamente diferentes y propongan otras cosas. Me gusta mucho eso de ejercitar y, en la medida de lo posible, trato de hacer una cosa por vez porque es una ceremonia que requiere una disponibilidad diferente. Es una limitación personal: no puedo concentrarme en dos cosas al mismo tiempo. ¿Qué es un artista? Alguien que no se propone serlo. Lo es a pesar suyo. Es aquel que puede sublimar un enorme sufrimiento. Creo que nadie elegiría un lugar de sufrimiento, pero el artista ha hecho algo con ese padecimiento que ha resultado maravilloso para él y, fundamentalmente, para los otros, pero no creo que sea una elección. Socialmente, los artistas son los que nos hacen encontrar el sentido a la vida cada vez que lo perdemos. Yo no me considero una artista, sino una actriz, y tengo un buen concepto de mí como tal, pero un artista es otra cosa. Es alguien que está atrapado en una situación de sufrimiento y hace con eso algo maravilloso y revelador. Alfredo Alcón es un artista: hay un grado de sensibilidad, un modo de vida, que también remite a eso. Después hay actores y actrices maravillosos, pero con el tema de sentirse o llamarse artista, tengo un poco más de cuidado. ¿Te parece importante la función que cumple SAGAI? Me parece fundamental. Nos ha dado mucha felicidad a todos los actores la tarea desarrollada por los directivos de SAGAI. Participé de cerca cuando se formó, y hemos celebrado públicamente lo que significó que se aprobara el decreto que legalizó su constitución. Fueron 73 años de lucha ininterrumpida, y, por eso, estaremos eternamente agradecidos a Néstor Kirchner, que fue quien posibilitó su concreción. Se 74 << Arlequín trata, ni más ni menos, de un beneficio legítimo y un reconocimiento al trabajo del actor, y de proteger sus derechos. Hay que saber que los actores no tenemos relación de dependencia, por lo tanto, me parece importante resaltar la desinteresada labor llevada a cabo por gente idónea, seria y apasionada. Hacer publicidad, ¿ayuda a paliar el miedo al futuro? Es una posibilidad de trabajo muy interesante que me permite administrar mi vida y seguir eligiendo mis trabajos como actriz. Soy muy rigurosa y tengo un gran enamoramiento de mi profesión: no podría hacer algo que no me gustara solo por necesidad económica. Sería como continuar una convivencia cuando se acabó el amor. Hago publicidad de manera muy responsable (sabiendo con absoluta seguridad que hay cosas que no voy a publicitar). Siempre se verifica a través de encuestas qué personas resultan más confiables para anunciar tal o cual producto, y yo aparezco en buen lugar. Me gusta resultar creíble, por aquello que hablábamos antes respecto de mi obsesión con la verdad en el escenario. La tecnología avanza a pasos agigantados, también, en el campo artístico. ¿Modifica ese despliegue tu accionar sobre el escenario? No tuve oportunidad de sentirme perturbada por lo tecnológico, pero sí creo que son cosas a las que hay que adaptarse. Sigo pensando la actuación como la posibilidad de crear una realidad imaginaria, de la manera más básica y elemental, emparentándola con el juego infantil. Cuando dos niños juegan a que uno es un indio y el otro es un cowboy, no necesitan ni revólver ni pluma. Yo celebro ese tipo de imaginación y creo que eso es eterno. Entiendo que hay otras maneras de contar historias que exigen utilizar otros recursos (en el cine, la tele o, incluso, en algún espectáculo teatral), pero no hice trabajos que requirieran un equipo tecnológico tan grande que haya modificado mi forma de trabajo y menos que me haya perjudicado. En realidad, es más difícil abstraerte de que hay 400 personas mirándote que de la incorporación tecnológica. «Sigo pensando la actuación como la posibilidad de crear una realidad imaginaria, de la manera más básica y elemental, emparentándola con el juego infantil. Cuando dos niños juegan a que uno es un indio y el otro es un cowboy, no necesitan ni revólver ni pluma. Yo celebro ese tipo de imaginación y creo que eso es eterno». fotos : Estudio Sisso y Chouela ¿Cuáles fueron los momentos más celebratorios de tu carrera? Cada vez que hago una función, lo celebro y lo agradezco; es un privilegio poder vivir de lo que me gusta y ser reconocida por eso. Cada vez que actúo es un acontecimiento, un milagro... Pero después hay hitos que permanecen, como el debut teatral o como la primera vez que hice una comedia: El último de los amantes ardientes. Me sacudió la risa de la gente, me descubrí haciendo humor y fue una revelación. También cuando viajé con películas a algún festival de esos que están en la fantasía de todas las actrices, como Cannes o Berlín. Y un montón de hechos significativos, maestros inolvidables que me guían, momentos de revelación que he tenido durante el aprendizaje o cuando me he encontrado trabajando con quienes admiraba, como Norma Aleandro, o con figuras que, cuando era chica, parecían inalcanzables. Conocer gente que no tiene que ver con la profesión y que, de no ser actriz, jamás hubiese conocido. Este trabajo me ha hecho tratar con presidentes, con figuras ilustres, y esas son cosas que recuerdo y honro. A Arlequín >> 75 76 << Arlequín Chori. Acuarela sobre papel. Cotelito D iego C apusotto ¿Por qué no se lo pregunta a Nietzsche? En tanto pensadores, biólogos y científicos intentan explicar los efectos de las nuevas tecnologías, Diego Capusotto diserta, analiza y esclarece las implicancias de estas tendencias en la vida cotidiana y en la tecnología moderna, como así también en las comunicaciones, en un entorno donde la elección de la información forma parte del aprendizaje. El tema dominante es la incidencia de la nueva tecnología en la profesión del actor. ¿Cuál es su opinión al respecto? Diego Capusotto: La ventaja que les veo a las nuevas tendencias comunicacionales y a estas cosas que tienen que ver con las computadoras es que, en algún punto, alguien puede estar manifestando su frustración creyendo que está teniendo una especie de contundencia idealista que no tiene, y creer así que es importante que su pensamiento circule y que, a su vez, ese pensamiento sea tenido en cuenta por muchos otros. Mientras él cree que está siendo una especie de presidenciable, en realidad, se trata nada más que de un pelotudo que tiene un desparrame interesante. Puede haber un grupo de pelotudos, y también debe de haber gente que haga circular cierta idea transformadora sobre asuntos que verdaderamente lo merezcan. En este sentido, cuando diez voluntades se juntan, pueden ser un desastre o pueden ser iluminadas, independientemente del medio por el cual se unan. Algunos hackers me parecen espectaculares en función de revertir lo que se está contando como lugar de estafa; y, a partir de eso, me parece muy interesante el tsunami de información que se genera. Alguna gente ha encontrado en Internet un lugar expresivo de cierta tristeza, como esos tipos que están dictando o categorizando a partir de una idea. Es como la impunidad de creer que estás perteneciendo a una idea cuando no estás perteneciendo a ninguna, y solo están mostrando su propia miseria. A mí me está preocupando más la lluvia que Internet, te soy sincero. No quiero ser lapidario, porque a lo mejor hay un montón de cosas interesantes y yo no estoy enterado. Nosotros no dependemos de la tecnología: Peter Capusotto y sus videos tiene la típica estructura de un programa de televisión donde cualquier efecto Arlequín >> 77 que pueda haber desde lo tecnológico es en función de una idea de dos voluntades que se juntan: Pedro Saborido y Diego Capusotto. Hay una realidad y, para que uno la transforme, necesita de la imaginación, la sensibilidad o la inquietud, antes que de la tecnología. El tema de la fragmentación en el relato, nosotros ya lo hacíamos en Cha cha cha con el famoso zapping, que de alguna manera rompía con lo que se estaba contando y daba una sensación de vértigo. La edición corresponde a la idea original y, a veces, es un lenguaje en sí misma. A mí no me gusta ir a la edición, salvo cuando tengo que ir obligatoriamente. Prefiero tener una mirada más virginal y depositar una confianza en los que también forman parte del armado del programa. En cine, con Peter Capusotto y sus 3 dimensiones, nosotros no nos planteamos el asunto desde el punto de vista tecnológico, sino que la idea surgió del concepto de entretener. El humorista tiene la manera de desmitificar una idea que está puesta como una certeza, y lo que hace es decir “No, no sé si está bueno” y puede convertir eso en otra cosa. Entretenerse puede ser también morirse un poco. Con el humor uno está derrumbando esos posibles relatos, esas posibles certezas. Pensamos, entonces, que estar sentado comiendo pochoclo y mirando 3D no era entretenido, sino todo lo contrario. ¿Conectivismo? Podría ser, aunque yo me conecto poco. Con algunos me conecto y con otros no tengo ningún interés. En este caso, soy separacionista más que conectivista; y no es discriminación: separo lo que me gusta de lo que no me gusta. Conozco el colectivismo y a los colectiveros, que no hacen otra cosa que hacer valer el tamaño de sus unidades en detrimento del resto (y respecto a este mismo tema, no tengo claro lo que ocurrirá con las bicisendas). Y, en cuanto al conductismo, no podría agregar nada profundo. Todo lo que podría aportar es que en Barracas hay una escuela en donde se enseña a conducir que es muy buena. Todo conocimiento es un incierto, y todo tiene infinitas posibilidades de lectura. Algunas cosas son contundentes, pero eso tiene más que ver con dónde uno siente que tiene que conectarse y dónde uno sien- 78 << Arlequín te que no. Incluso, diría que una forma de vivir mejor es la de no conectarse. Porque a través de Internet cualquiera puede llegar a convertirse en alguien importante. Tomemos como caso al propio Nietzsche, te mandás una frase que sacaste de un libro suyo y quedás como que sos un genio (salvo que un ortiva pegue el grito: “¡Eso es de Nietzsche!”, que es muy raro que suceda), entonces, eso puede ser el punto de partida de pasar a ser lo que no sos o de ser más interesante de lo que verdaderamente sos. Ahora, tampoco soy de entrar en el lugar común de que es mejor estar frente a frente con la persona y mirarse a los ojos, porque reconozco que el conectarse a través de un aparato siempre te da la opción de evitar a algún boludo con tan solo hacer un clic, y pasar, sin más ni más, a tomarte un Cinzano, en lugar de permitir que alguien te cague el día. Tocarse, mimarse es altamente superador, pero igual todo puede terminar mal, porque también existe la posibilidad de que sea un artificio; ahora, tampoco vamos a comparar garchar con preocuparse por la tecnología: hay una cosa que hay que descartar y eso es la tecnología (a no ser que estés garchando con una computadora, que no es mi caso). Yo no tengo ningún interés –ni por Facebook ni por Twitter– en decirle a alguien “Hola, estoy comiendo un pancho” o “¡Sí, chicos, esperen que ya viene el nuevo programa!”. Además, no tengo rapidez para escribir, con lo cual, si tuviera que contestar una frase larga como para lograr una especie de devolución personal y transformadora para el otro, tardaría mucho. Prefiero, aprovechando que no soy tartamudo, decirlo con la palabra. Lo que quiero decir es que ya estoy grande, no estoy para ponerme una camiseta que diga “Marihuana libre” (salvo que Marihuana esté preso). Es una pena que me esté haciendo esta nota justo ahora, en verano, porque me considero más lúcido en invierno, donde la parca está más presente. A mí, qué quiere que le diga, ahora mismo me tira estar en la pileta sin hacer nada. Nada de nada... Bueno, eso. Y digo “bueno, eso” para no decir “Shell”. Y usted me viene a hablar de la relación de la nueva tecnología con el trabajo del actor... ¿Por qué no va y se lo pregunta a Nietzsche? A Noticias y actividad de los últimos meses Arlequín >> 79 Se otorgaron cuatro becas para la presentación de proyectos audiovisuales El lunes 29 de octubre, se realizó en Velma Café el acto de cierre de los talleres “Nuevas escrituras para nuevos contenidos audiovisuales” y se otorgaron cuatro becas para la presentación de proyectos a fondos y concursos. En el transcurso de los talleres, se desarrollaron proyectos audiovisuales que tomaron cuerpo a raíz de un trabajo grupal muy fructífero. En el acto, dieciséis participantes expusieron sus propuestas, y un grupo de especialistas seleccionó cuatro trabajos que recibieron una beca y acompañamiento para la presentación final del proyecto ante distintas fuentes de financiación. Los cuatro proyectos seleccionados fueron: Vanesa Weinberg Bienvenida al paraíso Fernando Madanes El origen de las cosas Vanina Aybar Recuperación: historias con final feliz Jorge Alberto Ondarza Carmelo • Bienvenida al paraíso (Vanesa Weinberg) • El origen de las cosas (Fernando Madanes) • Recuperación: historias con final feliz (Vanina Aybar) • Carmelo (Jorge Alberto Ondarza) A 80 << Arlequín F u n dac i ó n s ag a i Firma de convenio con la Fundación UOCRA La Fundación SAGAI firmó un convenio de cooperación con la Fundación UOCRA a fin de enriquecer, difundir y preservar nuestro patrimonio cultural. El principal objetivo del convenio es la articulación de acciones entre ambas organizaciones. Como primera actividad, se acordó comenzar con la realización de dos funciones de la obra Tres personajes a la pesca de un autor, organizadas por la Fundación SAGAI y para las que la Fundación UOCRA puso a disposición su salón de espectáculos y realizó la difusión y la convocatoria. A Plan Ortomolecular para asociados de SAGAI Nuestra Fundación suscribió un convenio con HF Center para ofrecer gratuitamente a los asociados de SAGAI la consulta inicial y el diagnóstico en su clínica. Consiste en consulta médica, evaluación de estrés oxidativo y determinación de tratamiento. Para obtener más información, invitamos a visitar la página www.hfcenter.com.ar. Los socios interesados deberán comunicarse con la Fundación SAGAI llamando al (11) 5219-0632; allí se los orientará sobre la forma de obtener el turno correspondiente. A Arlequín >> 81 Entrega de premios del concurso Aplausos para la Inclusión Diez escritores de obras teatrales fueron distinguidos en el marco de este concurso nacional, que buscó promover temáticas como la familia, el trabajo y la organización social. Algunas de las obras premiadas (las obras ganadoras) en Aplausos para la Inclusión serán representadas en distintos barrios de todo el territorio nacional. Participaron del concurso 109 guiones de todo el país que abarcaban los ejes temáticos de la propuesta. Se seleccionaron tres obras que serán representadas durante 2013, Los pasantes, de Andrés Binetti y Mariano Saba; Yo no sé, de Andrea Soldini; y Es más fácil matarte, de Julián Mola. Otras cinco obras fueron distinguidas por el jurado: Boca de lobo, de Sonia Daniel; Prueba proyecto piloto, de Diego Biancotto; Damiana, una niña aché, de Patricia Suárez y Roxana Aramburú; El familiar, de Oscar Vázquez; y Los otros somos nosotros, de Carlos Franchimont. El jurado estuvo compuesto por Fernando Collado, del Ministerio 82 << Arlequín de Desarrollo Social; Juan Carlos Ricci, de la Fundación SAGAI; Lucía Laragione y Roberto Perinelli, de ARGENTORES; y Constanza Maral, de la Asociación Argentina de Actores. La ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, sostuvo: “El teatro es un arte que nos lleva a abrir grandes avenidas para la inclusión social; permite reflexionar sobre lo que pasa en la realidad de cada lugar de la patria, sobre lo que se está haciendo bien y sobre lo que hay que mejorar; es un espejo en el que podemos analizar lo que nos pasa”. El secretario de nuestra Fundación, Jorge Marrale, expresó: “Sabemos que ahora tenemos la responsabilidad de ejecutar las obras y esperamos poder hacerlas como lo soñamos. Tenemos que fantasear, pensar cómo vamos a continuar. Esto es algo inédito y tenemos que tratar de descubrir qué es lo que pasa cuando se aúna lo artístico con lo social”. A F u n dac i ó n s ag a i SAGAI estuvo presente en el 27.° Festival de Cine de Mar del Plata Entre el 17 y el 25 de noviembre, se desarrolló el 27.° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y, por vez primera, SAGAI estuvo presente organizando actividades formativas y espacios de reflexión, y entregando el Premio Patacón de Cine (réplica de la antigua moneda nacional) al mejor actor y a la mejor actriz participantes de películas argentinas exhibidas en dicho certamen, quienes fueron previamente seleccionados por el jurado representativo de nuestra institución, conformado por Duilio Marzio, Laura Cymer y Héctor Giovine. Los ganadores fueron Francisco Cataldi, como mejor actor por su labor en Pies en la tierra, y Ximena Banus como mejor actriz por su trabajo en Nositaliaj. La belleza. El viernes 23 de noviembre, SAGAI realizó una exposición relacionada con las tendencias actuales sobre la propiedad intelectual, donde se desarrollaron diversos temas, por ejemplo: derechos de propiedad intelectual de los actores, pautas para su protección, derechos patrimoniales y morales, y gestión colectiva de derechos. También se realizaron mesas de reflexión que trataron específicamente sobre el rol social del actor y que fueron coordinadas por representantes de la Fundación SAGAI. A Arlequín >> 83 La Fundación SAGAI organizó el tercer viaje para sus socios Con el objetivo de proponer un espacio de encuentro y recreación, nuestra Fundación continúa con la organización de viajes para socios mayores de 70 años. Esta vez el destino fue San Carlos de Bariloche, donde estuvieron entre el 27 de noviembre y el 3 de diciembre. Los dieciséis actores invitados fueron Arturo Noal, Lelio Lesser,Atilio Pozzobón, Isaac Havillio, Aldo Kaiser, Fabio Zerpa, Nilda Raggi, Eduardo Wigutow, Betty Dimov, Francisco Cocuzza, Omar Pini, José Alegre, Patricia Shaw, Miguel Jordán, Roberto Mosca y Amelia Teruel. Gracias al acuerdo firmado este año con Aerolíneas Argentinas, nuestros socios invitados se trasladaron en avión hasta la ciudad de San Carlos de Bariloche, donde los esperaban distintas actividades. Realizaron las tradicionales excursiones a “Circuito Chico y Cerro Campanario” e “Isla Victoria y Bosque de Arrayanes”. También desplegaron actividades recreativas, como clases de danza armonizadora, ritmos y energía, y realizaron encuentros con actores locales y con el Grupo de Narradores de Bariloche, en la Biblioteca del Centro Cívico. A 84 << Arlequín F u n dac i ó n s ag a i Donación al Hospital de Niños de San Justo El jueves 3 de enero, con la participación de sus socios, la Fundación SAGAI realizó una donación al Hospital Municipal de Niños de San Justo. En la actividad, se entregaron juguetes y ropa para los niños y niñas que se atienden en esa institución. Los socios de SAGAI que participaron fueron Juan Carlos Ricci, Arturo Bonín, Mariano Bertolini, Sol Pavés, Susana Machini y Leo Vilches. Durante el recorrido por las salas del hospital, el equipo fue acompañado por el grupo de voluntarias hospitalarias. Como cierre de un año de mucho trabajo destinado a los actores, nuestra Fundación decidió realizar una actividad de acercamiento a la sociedad, enfocada en los sectores que se encuentran en situación de vulnerabilidad social. A Acuerdo con el Ente de Turismo Patagonia En el marco de su Programa de Recreación y Turismo, la Fundación SAGAI firmó un acuerdo de cooperación con el Ente de Turismo Patagonia Argentina. El 18 de diciembre, Pepe Soriano, presidente de la Fundación SAGAI, y el Dr. Marcelo Echazú, presidente del Ente Oficial de Turismo Patagonia Argentina, suscribieron un acuerdo de cooperación. El objetivo del convenio es trabajar en conjunto por la promoción cultural y turística en la región, y generar beneficios para los socios de SAGAI en las actividades de nuestro programa de Recreación y Turismo. Según el convenio firmado, la Fundación se compromete a colaborar con el ente en el diseño y la ejecución del Plan de Promoción Turística de la Patagonia. En tanto, el ente se compromete a estudiar y considerar propuestas, proyectos o iniciativas presentados por la Fundación SAGAI, y a brindarle asesoramiento y cooperación. A Arlequín >> 85 Encuentro de actores para despedir el año Los actores que participaron de las actividades que realizó la Fundación SAGAI durante 2012 se encontraron para despedir el año junto a sus compañeros. En el encuentro se efectuó un balance de las actividades realizadas en el año y se recibieron propuestas para implementar durante 2013. Además del equipo de colaboradores permanentes de la Fundación, participaron del encuentro los actores que viajaron a Villa Giardino y a Bariloche, los actores que forman parte del equipo de inspección audiovisual de SAGAI, los integrantes de los elencos del ciclo Palabras mayores 2012, los jurados del Premio Patacón y del concurso Aplausos para la Inclusión, entre otros. A 86 << Arlequín F u n dac i ó n s ag a i Nuevo ciclo de entrevistas Durante 2010 y 2011, se llevó adelante el ciclo Conversaciones notables, en el cual se entrevistó a grandes actores de nuestro país. Durante 2012, siguiendo con el mismo objetivo de conformar la Videoteca de la Memoria con entrevistas a compañeros que fueron y son referentes de nuestra profesión, la Fundación SAGAI inició un nuevo ciclo de entrevistas, conducido por Julieta Díaz. Estos son los nombres de las figuras entrevistadas hasta ahora: 2010/2011: Cipe Lincovsky, Hilda Bernard, Max Berliner, Perla Santalla, Sergio Renán, Diana Ingro, Elena Lucena, Julia Sandoval, María Concepción César, Juan Manuel Tenuta, Guido Gorgatti, Onofre Lovero, Lydia Lamaison, Jorge Luz, Osvaldo Miranda, Olga Zubarry y Duilio Marzio. 2012: Pepe Soriano, Cristina Banegas, Eugenia Guerty, Hugo Arana, Darío Grandinetti, Patricio Contreras y Eduardo Blanco. A Arlequín >> 87 Relaciones internacionales Temas candentes (parte II) Los artistas extranjeros generan derechos en nuestro país siempre y cuando en sus países los actores argentinos también generen derechos. Eso es reciprocidad. En 3 años AISGE liquidó por nuestras obras €184.615 y, en el mismo período, SAGAI liquidó por obras españolas USD 250.000. 88 << Arlequín La primera nota de nuestros “Apuntes institucionales” del número pasado relataba con tristeza el enfrentamiento político que mantiene AISGE con SAGAI sin razones que convaliden dicha actitud. En el medio de este barullo, están los actores; y, lamentablemente, el panorama no mejora. Para refrescar titulares, recordemos que los directivos de la asociación ibérica nunca pudieron aceptar la independencia que, desde sus inicios, mostró SAGAI. No tienen empacho en adjudicarse la paternidad de nuestra entidad y olvidan que, cuando en España nuestros colegas no podían acceder a los derechos intelectuales, en Argentina, los actores –por el impulso de la AAA y de AADI– ganaron diversos juicios contra canales de TV y salas de cine, que cobraron en concepto de derechos por la comunicación pública de sus interpretaciones. las máximas autoridades de AISGE, hacia las embrionarias sociedades latinoamericanas agrupadas en Latin Artis. Como es del conocimiento de todos, desmentimos aquella equivocación y respondimos que los artistas extranjeros generan derechos en nuestro país siempre y cuando, en sus países, los actores argentinos también generen derechos. Eso es reciprocidad. Eso es un sentimiento de justicia innato, de sentido común y de irrestricta defensa del patrimonio. Pero, más allá de los sentidos y sentimientos, es lo que dice la ley argentina. De lo dicho, se desprende que de manera inclaudicable, SAGAI se negó a interpretar la ley argentina en forma absurda y contraria a los intereses que le dieron origen, dado que hacerlo sería transformar a una sociedad defensora de derechos intelectuales en una simple caja recaudadora de obra extranjera. Volvamos un poco atrás El título del conflicto generado por la sociedad española fue “SAGAI discrimina a los actores extranjeros, manipula el reparto y solo beneficia a los actores argentinos”. Este “error de interpretación” rápidamente comenzó a propalarse, por acción directa de El siguiente paso fue tan lamentable como los anteriores. En septiembre de 2012 enviaron una carta de rescisión unilateral del convenio de reciprocidad alegando falsos incumplimientos por parte de SAGAI. Uno de los argumentos de la rescisión fue que SAGAI había inducido a AISGE a suscribir ac e r c a d e s ag a i el acuerdo con dolo, como si la entidad argentina hubiera ocultado, de manera malintencionada, detalles relacionados con el alcance de dicho acuerdo. Aquí conviene detenerse un instante, porque el yerro es tan exorbitante que cuesta comprender el accionar Quienes conocen nuestros inicios saben que AISGE realizó la supervisión de todos los detalles relativos al contrato y, a su vez, sus representantes tenían perfecto conocimiento de la legislación argentina. Para ser más precisos, fue AISGE quien redactó el contrato y se interesó en suscribirlo rápidamente. Con lo que queda claro que la acusación de dolo es totalmente desacertada. El otro argumento (que más que un argumento cierto es una queja) fue que en el primer reparto solo se les liquidó la suma de $53.155. La respuesta es simple: primero, debemos recordar que fue AISGE quien realizó ese reparto de SAGAI con sus propios técnicos y software; segundo, poco o mucho, ese es el valor que se corresponde con la emisión de obras españolas en TV, las cuales fueron emitidas mayoritariamente por Canal 7, el canal que menos abona derechos. Pero en todo caso, en total y en la breve historia de SAGAI, la suma liquidada a obras españolas es de $1.263.987, es decir, unos USD 250.000 en tres años. Más allá de que la liquidación de derechos se calcula sobre la base de los reglamentos internos, al solo efecto de encontrar un parámetro comparativo, no hay que olvidarse de que los directivos de AISGE se ocupan permanentemente de destacar que le han cedido a SAGAI €800.000 por 13 años de emisión de obras argentinas resguardadas en España. O sea que durante el período 1993-2006 abonaron un promedio de €61.538 por año, es decir que en tres años AISGE liquidó por nuestras obras €184.615, mientras que en el mismo período SAGAI liquidó por obras españolas USD 250.000. Ante la falta de validez de las causas esgrimidas por AISGE, SAGAI respondió que no corresponde proceder a una rescisión unilateral del contrato por parte de AISGE, sino que se deben agotar los plazos y los mecanismos contractuales fijados para la solución de conflictos o litigios. De esta forma, SAGAI entiende que el contrato sigue vigente. AISGE mantuvo silencio y no respondió oficialmente al requerimiento de SAGAI respecto a la vigencia del convenio bilateral. Fue un silencio, pero solo desde lo epistolar, porque algunos miembros de AISGE profirieron diferentes frases deshonrosas para con algunos de los dirigentes más representativos de nuestra sociedad, con el único propósito de desprestigiar la gestión y la imagen de nuestra institución. Y finalmente Hace pocos días y ante una falta evidente de argumentos legales, esa sociedad envió una última comunicación dirigida a nuestro director general, en la cual incluyeron, en reiteradas ocasiones, ataques contra el honor, el prestigio y la trayectoria de los integrantes de nuestro órgano directivo, todo lo cual no se compadece con el argumento propio de una sociedad que se supone debe velar por la concordia entre los pares. Esta es la muestra de un punto de vista, de un modo de pensar y de ver el mundo que se contradice con las elementales ansias de convivencia libre e independiente. ¿Qué duda puede caber respecto a lo arbitrario de su accionar, a su improcedencia? Nos remite a las peores épocas que, tanto españoles como argentinos, tuvimos que padecer. La triste consecuencia de esta situación es que los actores argentinos siguen sin poder cobrar en España y que los actores españoles, por designio exclusivo de los directores de su sociedad de gestión, se ven impedidos de cobrar lo que les corresponde por la comunicación pública de sus obras en la Argentina. A Sobre nuestro sistema de liquidación 1. El sistema de liquidación de derechos implementado por la institución responde a lo resuelto por un reglamento de liquidación de derechos aprobado por la Asamblea de socios y por la Inspección General de Justicia; 2. Este sistema ha sido certificado con el estándar internacional de la Norma ISO 9001:2008 sobre gestión y calidad, auditado en todos sus procesos internos por la reconocida firma Bureau Veritas. 3. Los criterios de recaudación y liquidación de derechos son públicos y transparentes. En nuestra página web se encuentran diversos videos explicativos así como las memorias y balances desde el inicio de la gestión. 4. La institución cuenta con una doble auditoría contable que realizan el estudio Nowogrodzki y la prestigiosa firma internacional BDO International Limited. Por último, recordamos que las puertas de nuestra casa se encuentran siempre abiertas para brindarle al socio toda la información que crea necesaria. Arlequín >> 89 Relaciones bilaterales Colombia y México Colombia: primeros pasos SAGAI inició las primeras gestiones con su par colombiana, Actores, a fin de celebrar un acuerdo de reciprocidad que permita a los actores argentinos cobrar sus derechos por la comunicación pública de sus interpretaciones en Colombia y a los actores colombianos hacerlo en Argentina. En Colombia fue promulgada, en el año 2010, la ley conocida como Fanny Mickey, que reconoce el derecho de remuneración por la comunicación pública de las interpretaciones de los actores tal como existe en Argentina desde 1933. Fanny Mickey fue una actriz nacida en nuestro país, que inició su carrera en el teatro independiente de Buenos Aires y a los veintiocho años partió hacia Colombia, donde desarrolló una importante carrera artística y se convirtió en referente para muchos actores y actrices. En el mes de febrero, se iniciaron los primeros acercamientos entre ambas entidades con la finalidad de lograr una efectiva protección del derecho de propiedad intelectual en ambos territorios. Relaciones bilaterales con México II Como les contábamos en la última Arlequín, existe un convenio de reciprocidad firmado en 2008 entre SAGAI y su par mexicana, ANDI. Sin embargo, a pesar de los reclamos de SAGAI, ANDI nunca puso a disposición pago alguno para los actores argentinos. Luego de idas, venidas y hasta una reunión en Buenos Aires, Mario Casillas –el presidente de ANDI– reconoció que, a pesar de gestionar derechos desde la década del 70, no recaudan ni recaudaron nunca derechos para obras argentinas y que solo lo hacen para los artistas mexicanos por repeticiones, tal como lo hace en nuestro país la Asociación Argentina de Actores desde la misma época. En los últimos meses, Casillas fue nombrado presidente de Latin Artis, la entidad que, por iniciativa de AISGE, pretendió expulsar a SAGAI con el argumento de que, supuestamente, favorecía a los intérpretes argentinos en detrimento de los extranjeros. En el reino del revés, cualquier cosa es posible, y hoy Latin Artis es presidida por el representante de una entidad que no recauda derechos para el repertorio argentino y que, a pesar de ello, firmó un convenio de reciprocidad que nunca podría cumplir. Por otra parte, y cumpliendo con las disposiciones del contrato todavía vigente, SAGAI informó recurrentemente a ANDI que dispone de fondos para actores mexicanos. A pesar de esto, ANDI no envía la información necesaria para hacer efectivo el pago, con lo cual imposibilita a los artistas mexicanos el cobro de sus derechos. Según informaron actores mexicanos a SAGAI, Casillas se justifica diciendo que no envía la información porque el dinero que SAGAI intenta enviar es insuficiente y no supera los USD 80.000. Sin embargo, tal como informó en varias oportunidades a ANDI, SAGAI tiene liquidados por obras mexicanas emitidas en nuestro país alrededor de USD 1.100.000, cuyo pago no puede hacer efectivo por la falta de gestión de ANDI en el envío de la información correspondiente. Precisamente, en pocos años y a pesar del tipo de cambio, SAGAI reservó para obras mexicanas el equivalente a lo que AISGE le abonara por la explotación de obras argentinas en España durante 13 años. Este es un dato curioso si se tiene en cuenta que la entidad española también cuestionó el volumen de la recaudación argentina por insuficiente. Los argumentos vertidos por estas entidades en contra de SAGAI caen por la fuerza de los hechos. Mientras tanto, SAGAI sigue invitando a todas las sociedades extranjeras a suscribir un acuerdo de representación, siempre y cuando se respete lo que dispone la legislación argentina en la materia. 90 << Arlequín Entre el animal y la técnica ¿Cuál es el lugar del actor en este esquema? Aunque siempre la condición humana se haya ido constituyendo a sí misma en conexión esencial con la técnica, en nuestra cultura se fue generando una separación radical entre ambas dimensiones. Por eso, cuando pensamos la tecnología, solemos hacerlo como si fuera una instancia exterior al ser humano, con quien se puede relacionar tanto de manera positiva como negativa. De hecho, según resume Mercedes Bunz en La utopía de la copia, suele haber dos formas canónicas de explicar la relación entre el hombre y la técnica: una optimista y otra pesimista. Optimista La perspectiva optimista entiende que la tecnología es una proyección de la naturaleza humana que logra por medios artificiales expandir las funciones propias del ser humano. Así, un mar- Tomorrow Man Papel maché, alambre, hule y espejo Juan Stoppani Arlequín >> 91 tillo se vuelve un puño más fuerte, un automóvil es visto como una extensión veloz de nuestras piernas, o una computadora no es más que un cerebro con mayor potencialidad y liberado de las limitaciones propias del cuerpo humano. La clave de esta versión optimista se encuentra en cuestionar la degradación a la que conduce la finitud de nuestro aspecto material, para colocar en la tecnología la utopía de una naturaleza humana sin su encorsetamiento corpóreo. La tecnología, de este modo, mejora y realiza lo que por esencia somos. Pesimista La versión pesimista, al contrario, entiende que, en algún momento del desarrollo de la técnica, el ser humano fue perdiendo el propósito. La tecnología se emancipó de su motivación original y terminó creando un nuevo mundo artificial que reemplazó uno a uno los rasgos propios de lo humano hasta destruir su naturaleza. Así, nuestras vocaciones, nuestras necesidades, pero también nuestros vínculos, tomaron nuevas formas, más superficiales y más al servicio de las sociedades del hiperconsumo. Ya no bebemos, sino que compramos marcas de gaseosas; ya no caminamos, sino que los medios de transporte nos trasladan en función de sus intereses; ya no nos conectamos con la naturaleza, sino con una red virtual de la cual no nos podemos desconectar. Hay una naturaleza humana que se ha perdido, absolutamente enajenada por una sociedad posindustrial que nos convierte en usuarios. Para esta versión pesimista, la tecnología es la gran responsable de la actual crisis del humanismo. Resulta interesante poder hacer un ejercicio de rompimiento de este pensamiento lineal, repensando la relación entre el ser humano y la tecnología desde otro lugar. ¿Y si no se trata de dos instancias separadas de modo excluyente, sino que ambas se condicionan de manera esencial? ¿Qué significaría esto? Tal vez, la propia idea de una naturaleza humana se encuentra inextricablemente ligada con las transformaciones de la técnica. 92 << Arlequín O, como sostiene Roberto Esposito recuperando el pensamiento de Pico della Mirandola: “Tal vez la naturaleza del hombre no sea más que estar todo el tiempo reinventando su propia naturaleza”. Es que el problema, tanto de la posición optimista como de la pesimista, es ponerse de acuerdo en la existencia de una esencia de lo humano en sí misma, inmutable, inmodificable, como una especie de núcleo duro que define lo que somos y que se mantiene incólume a lo largo de la historia. Pero, si así fuera, ¿cuál sería esa definición? ¿Por qué valdría la actual, por ejemplo? ¿Valdría más por ser la más reciente? La historia de la cultura fue mostrando transformaciones permanentes en lo que entendemos como ser humano; ¿por qué se detendría justo ahora?, ¿no es evidente que dentro de algunos años una vez más todo este dispositivo de saber va a cambiar? Y, así como se pone de manifiesto la diversidad de concepciones que han regido a lo largo de los años, se puede también vislumbrar que no hay definiciones de lo humano en las que concuerden todos los humanos. Hay un discurso científico actualmente vigente que intenta definir al ser humano y que puede instalar esta definición en virtud del lugar hegemónico que ocupa hoy la ciencia en Occidente. Pero ha sido sobre todo el darwinismo la teoría que más ha cultivado la idea de que todo es contingente cuando se trata de la vida. Un darwinismo al que se lo suele leer exactamente en sentido inverso. ¿Qué es la contingencia de la vida? Es entender que la evolución de las especies no sigue una línea meritocrática. No sobreviven los que mejor se adaptan a las circunstancias, sino que las mutaciones siempre son azarosas, y por ello sobreviven los que, ante las nuevas circunstancias (climáticas, por ejemplo), han mutado previamente por azar y así coinciden con el nuevo escenario. Ni el hombre es la mejor especie del universo, ni este ser humano es la última etapa de ningún proceso evolutivo. Somos contingentes, somos por azar, somos tránsito y no hay una meta prefijada. La tecnología, en este sentido, se vuelve indisolublemente nodular en las transformaciones de lo humano. No es un elemento externo, sino parte misma de lo humano. Y, así como fuimos amebas o simios, también somos cíborgs, esa figura que nos muestra como una mixtura entre lo natural y lo artificial. Hay un interesante relato que coloca al ser humano entre lo animal y lo técnico, pero, sobre todo, resulta interesante porque nos coloca en un entre, es decir, en algo no cerrado ni definitivo, sino en permanente estado de reinvención. Por ejemplo, el lenguaje es una técnica que nos constituye, y ya no somos por fuera de la lengua. De esta manera, la mayoría de las creaciones tecnológicas nos muestran un escenario diferente que puede pensarse por fuera de la dicotomía entre la versión optimista y la pesimista. En ese sentido y según otro ejemplo, la postura optimista valorará la irrupción en nuestra cotidianeidad del celular como una técnica que mejora y potencia notablemente nuestras posibilidades comunicacionales. La posición pesimista, por el contrario, nos predicará que el celular decide por nosotros cuándo comunicarnos y cuándo no. Pero lo que es claro es que, desde el apogeo de los celulares, se ha producido una transformación profunda en muchos aspectos de nuestra vincularidad con los otros. Desde la conciencia de estar siempre on-line hasta la irrupción de nuevos lenguajes, como el mensaje de texto o las mismas redes sociales que modifican no solo formas de expresión, sino la naturaleza misma de nuestra identidad. De hecho, la idea misma de red nos exige cambiar nuestra concepción del lugar del individuo, acostumbrado tradicionalmente a colocarse como centro y ombligo de todos sus contactos, por una idea más cercana al nudo como encuentro casual o entrecruzamiento contingente, rizomas que van creando sujetos aleatorios. Hablar de identidad con las nuevas tecnologías –al igual que hablar de lo real, por ejemplo–supone una vez más desmarcarse del pensamiento dicotómico, deconstruirlo. Ni las redes sociales de la virtualidad informática, como Facebook o Twitter, ayudan a que cada persona se expanda mejor a sí misma, ni tampoco todo lo contrario y las redes sociales han aniquilado completamente al yo. Las nuevas tecnologías de la informática transforman la idea misma de identidad, evidenciando que las personas –como bien se visualiza en el origen del término que asocia persona con máscara– somos muchas en una; o que, para no caer en una militancia esquizofrénica, todos somos otros; o, como decía Nietzsche, “El yo es un campo de batalla”. Y así esta contingencia del yo se plasma en todas sus expresiones, en cada perfil con el que nos narramos a nosotros mismos, todo el tiempo de modo diferente. La tecnología, por último, también afecta al arte, pero no se trata de un condicionamiento externo, sino esencial. Ya Benjamin, leyendo a Baudelaire, analizó cuidadosamente desde el impacto de la fotografía en la nueva pintura abstracta hasta las potencialidades de la nueva obra de arte reproducida. No se puede simplemente leer la tecnología en la música como la capacidad desarrollada para producir copias de modo masivo. Una grabación ya hace rato que no se entiende solo como una copia de un original, sino que hay un original que surge de la misma tecnología en su conexión esencial con la música. El cine es tal vez la mejor expresión de un arte surgido desde la tecnología que fue dejando –y muy rápido– su identidad como mera puesta en la pantalla de una obra de teatro, creando un género propio que debe todo al uso creativo y subversivo de la tecnología de la imagen. ¿Cómo serán los próximos recorridos? ¿Cuál es el lugar del actor en estos esquemas? Tal vez lo interesante sea poder salirnos del esquema binario que, o bien celebraría las nuevas tecnologías como accesorios que eficientizan el trabajo actoral, o bien insistiría desde una versión pesimista y tradicional en declarar la muerte del actor. Nuevas transformaciones, nuevos desafíos. A Arlequín >> 93 Dream team CRISTINA BANEGAS Premio Emmy a la mejor actriz en drama televisivo Tras 45 años de profesión, habituada a los personajes fuertes, a mujeres solas frente a todo, Cristina Banegas dio vida a Paula, una madre que debe enfrentarse a la obra social que ha dejado fuera del plan de cobertura familiar a su joven hija con síndrome de Down Su trabajo, emitido en 2011 por Canal 9, en el marco del unitario Televisión por la inclusión, en el capítulo “Sin cobertura”, obtuvo a fines de 2012 la mayor distinción de los jurados del Premio Emmy a la mejor actriz en drama televisivo. El galardón –y aquí está su fortaleza– distingue a las más destacadas producciones y profesionales del medio televisivo de todo el mundo. “El ciclo aborda a lo largo de trece capítulos la problemática de la exclusión social y habla de la discriminación, de lo que nos pasa y no nos debería pasar, de lo que debe ser reivindicado para hacer de este mundo un lugar un poco mejor. Todo el proceso del programa fue heroico, y más si lo comparamos con las condiciones en que trabajaron los candidatos de los otros países. Yo siento que es un premio no a mí, sino a los actores argentinos, que son muy valiosos y casi siempre trabajan en condiciones precarias. Me sentí muy honrada, sentí que representaba a todos mis compañeros. Nos decía Sidse Babett Knudsen, una excelente actriz danesa, que cada capítulo de su serie se grabó a lo largo de ¡tres semanas!, cuando nosotros por cuestiones económicas lo hacíamos en casi cinco días. Hay algo admirable en cómo se trabaja en la TV argentina, a pesar de las dificultades. Casi siempre ética y televisión no van juntas, aunque esta vez sí. Tal vez haya sido percibida por el jurado como una representante de una manera de actuar muy argentina, 94 << Arlequín donde lo verosímil, lo intenso, se cuela en cada escena. Los jurados son serios y evaluaron con precisión este dato técnico, no menor, que encierra atrás una escuela, una manera de actuar, de vivir”. El programa fue dirigido por Alejandro Maci, producido por Claudio Villarruel y Bernarda Llorente, y contó con la participación de actores como Daniel Hendler, Selva Alemán, Eleonora Wexler y Rafael Spreguelburd, y con libros de Silvina Olschansky y Gabriel Cela. “Ahora repaso todo el proceso y me vuelvo a conmover. Me acuerdo de Maci señalando la precariedad de los decorados de Argenlife (la obra social que enfrentaba a mi personaje); de la fuerza de Gloria Carrá, que hacía mi contrafigura; o de mi trabajo para poder relacionarme con el personaje de mi hija con síndrome de Down... Pasé por todos los procesos: felicidad en el rodaje, luego me aterré con la competencia, felicidad después. En fin, espero que se siga en este camino artístico que apuesta a que sigamos mejorando todos como sociedad”. DA R Í O G R A N D I N E T T I Premio Emmy al mejor actor en drama televisivo Mario, un taxista porteño xenófobo, cuya irritación ante la proximidad de una familia peruana lo llevará a traspasar cualquier barrera, fue personificado con grado infrecuente por Darío Grandinetti en el capítulo “Suelo argentino” (en el mismo ciclo que Banegas), y su labor fue igualmente merecedora de un Emmy. “Cuando agradecí el premio, dije sin vueltas que en la Argentina los derechos humanos son política de Estado. Y es así. Televisión por la inclusión se hizo para reivindicar todo lo que hace mejor la vida. Y todo lo que apunta a que cada uno desde su lugar exponga la brutalidad de la discriminación de cualquier tipo. Eso, hoy, es altísimamente valorable”. Surgido del primer concurso Series de Ficción de Alta Calidad para el Prime Time de Televisoras Privadas, organizado por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y el Ministerio de Planificación, junto al Consejo Asesor del SATVDT, Televisión por la inclusión, según el intérprete: “Tiene, justamente, esa virtud central, única: nació como ciclo hecho a través de un concurso del Estado. Como actor, me gusta llevar adelante personajes muy lejanos, diferentes a mí. Creo, además, que la gente del Emmy vio en mi trabajo un poco lo múltiples que somos nosotros. En la Argentina un actor puede, por ejemplo, hacer teatro inglés, en poco tiempo y bien. Ahora, un inglés haciendo un grotesco criollo... no lo veo. Por eso no desentonamos, nos eligen y les generamos una sensación medio extraña, de estar siempre ante artistas muy intensos. Somos completos. Tocamos varias cuerdas al mismo tiempo. Los actores argentinos siempre estuvieron bien considerados y premiados en distintos lugares. Tal vez una de las incógnitas que nos planteábamos los días previos a la premiación era si los jurados irían a entender cabalmente los alcances de lo que contábamos, la realidad que cada uno de los capítulos denunciaba. Pero, como se comprobó más tarde, nadie puede dejar de conmoverse con las historias que mostrábamos. Al mismo tiempo, en la rueda de prensa posterior, me preguntaron si efectivamente nuestra sociedad era tan discriminadora; y dije que no, que no todos somos “Mario”. Somos un país hecho en la inmigración, y eso no hay que olvidarlo nunca. De todo corazón, deseo que este premio pueda ayudar a consolidar la tendencia y a que el Estado siga apostando a producir proyectos como Televisión por la inclusión, ya que casi nunca el mundo de la TV comercial transita por este camino. A veces pesan más el prejuicio y el miedo de que el público vaya a decir que no. Y, atención, lo dije mil veces en todas las notas que he venido dando desde que gané el premio: entretener es una muy buena manera de construir cultura y hacer política de derechos humanos. Es rara esta profesión... Desde que gané el Premio Emmy como mejor actor en el rubro dramático no tuve ni una oferta para estar en la tele. Bueno, habrá que seguir trabajando”. A Arlequín >> 95 La ronda Témpera sobre madera entelada Guillermo Roux Lobby del Palacio Duhau del Park Hyatt Hotel de Buenos Aires 96 << Arlequín ... Y la luz se hizo La iluminación teatral La iluminación, al igual que las demás disciplinas que convergen en un suceso espectacular como es el teatro, alcanza su nivel recién en el siglo xx, cuando la tecnología adquiere el vuelo necesario para permitirle acompañar con solvencia y creatividad tanto los textos dramáticos como a los directores, vestuaristas y escenógrafos. Sucintamente describiré aquí los pequeños grandes cambios tecnológicos cronológicamente acaecidos desde tiempo inmemorial hasta nuestros días. En Grecia, los encargados de proyectar y construir los anfiteatros enclavados en las colinas estudiaban la trayectoria del sol; y, una vez finalizada su obra, cada representación que allí se desarrollaba se ubicaba a la hora determinada para que la luz le diera el carácter que se necesitaba. En Roma, a diferencia de los griegos, los romanos incorporan el edificio teatral a la ciudad. Mediante su novedoso arco (el gran invento romano), la tribuna de mampostería se alzó para producir edificios espectaculares con gran capacidad para albergar espectadores. Allí, los entretenimientos también se desarrollaban a la luz del sol, pero esta era ingeniosamente manipulada por especialistas en maniobras con cuerdas y aparejos (marineros, generalmente), quienes, ubicados en la parte superior de esos coliseos, manejaban cientos de velas blancas que generaban sombra protectora a los espectadores y también luces y sombras necesarias en las zonas de la actuación propiamente dicha. Tal vez haya sido este el primer vestigio del oficio del tramoyista (maquinista). El medioevo es el período en el cual el teatro pierde su contención edilicia y encuentra cobijo en las calles, hasta que, finalmente, incorpora el atrio de la iglesia como lugar de representación. Y mediante Misterios, obra de carácter fuerte- Arlequín >> 97 mente religioso, logra entrar a las iglesias, donde encuentra la luz coloreada a través del tamiz que proporcionan los vitraux de las majestuosas catedrales góticas, lo cual genera en el espectador un impacto psicológico. Y a mediados del siglo xvi, Sebastiano Serlio publica su tratado de arquitectura, en el cual toma al ingeniero romano Vitruvio, que nos muestra la Antigüedad clásica extinguida y sienta las bases para una explosión arquitectónica en Europa. Para entonces, el teatro comienza a representarse puertas adentro y se hace necesaria la iluminación artificial por medio de lámparas de aceite. En ese momento, aparece la tecnología de la iluminación para amplios espacios y nacen los grandes recursos de la época: el hacha, la hacheta y el hachón (velas, generalmente en forma de prisma cuadrangular, con una, dos o cuatro mechas de alquitrán y esparto, que permitían que el dispositivo no se apagase con el viento). Tenían, entonces, una larga duración y emitían luz con una potencia muy grande para aquella época, equivalente a seis u ocho velas. Tengamos en cuenta que la iluminación (si es que podemos llamarla así) abarcaba todo el recinto, a lo sumo se izaban mediante poleas las arañas de la sala para dejar en cierta penumbra el recinto dedicado al público, lo cual generaba no pocas quejas de los espectadores, ya que su ropa terminaba manchada (a propósito de este mecanismo que perduró en el tiempo, existe una copla rescatada de un espectador damnificado del Teatro La Ranchería, que reclamaba por el sebo que caía directamente de la candela sobre su humanidad). En esta época, aparece la más incipiente luminaria teatral que podemos rastrear. Se trataba de un dispositivo que contaba con una fuente de luz y una padella (sartén, en italiano) de cobre a modo de espejo, que se colocaba detrás de las candilejas y servía para reflectar la luz sin que los espectadores se encandilaran. Todavía no se podía iluminar desde arriba. Esto sucederá recién a finales del Barroco; allí aparecerá la noción de parrilla (o peine), tal como se conoce en la actualidad. En 1780 el suizo Argand inventa la lámpara que se popularizó con el nombre del francés Quinquet (quien le robó el invento). Consistía en una mecha tubular con una chimenea de vidrio, que fue una revolución en la iluminación porque proporcionaba una luz extraordinaria para ese entonces. Esta lámpara era fácil de transportar y confortable; además, el residuo de su combustión era inodoro y no tenía peligro alguno, ya que por el centro de la lámpara fluía el aire que estabilizaba la combustión. Por todo eso, esta tecnología reinó hasta mediados del siglo xix, cuando fue sustituida por las lámparas de querosén por ser este más barato que el aceite de ballena. La luz de gas fue introducida en el teatro recién a mediados 98 << Arlequín del siglo xix y representó un cambio sustantivo en la iluminación por la potencia con que iluminaba las distintas escenas. La gente estaba maravillada, y los teatros optaron rápidamente por este nuevo método para no quedar fuera del mercado. Y, por si todo esto fuera poco, podía controlarse remotamente mediante una consola (conocida como gas plate) que permitía sectorizar y atenuar la iluminación del escenario. Así nació una manera de pensar la luz. El cambio fue notable, pero tuvo su contrapartida: innumerables incendios de edificios teatrales que se sucedieron hasta los albores de la aparición del bulbo eléctrico, inventado por Joseph Swan, que, mejorado y popularizado luego por Edison, es lo que hoy conocemos como corriente eléctrica. Deviene entonces un nuevo concepto de luminarias que, de alguna forma, se basa en instrumentos que se usaron durante siglos, como las herces, las candilejas y las padellas; y, en el siglo xx, Joseph Levi y Edward Kook crean un artefacto extraordinario al que llaman Leko, capaz de enfocar su haz luminoso y también proyectar una imagen. Definitivamente, el Leko revolucionó la manera de iluminar el escenario. Algo parecido sucedió con los dimmers de agua, que posibilitaban la atenuación de la luz, a los que se fueron agregando a través del tiempo los sistemas electromecánicos, como los ingleses Variak o los alemanes Bordoni, que posibilitaron el control de grandes cantidades de canales desde un solo pupitre. Sin embargo, los dimmers de agua y sal, por ser de manufactura artesanal, se difundieron a lo largo y a lo ancho del mundo. Fueron años vertiginosos durante los cuales se asentaron las bases de la iluminación teatral que conocemos hoy en día. Kiegel Bros, partiendo del conocido lente Fresnel, desarrolló un artefacto que rápidamente se convirtió en un clásico, trascendió el teatro y se constituyó en imprescindible, tanto para el cine como para la televisión. También aparece en ese tiempo el proyector plano convexo (prism convex), que dura hasta nuestros días, con el advenimiento del led (esta tecnología, aún en desarrollo, es una bisagra que cambiará los modos de emitir luz en los escenarios). Por último, aunque no tenga que ver con la tecnología propiamente dicha, no podría cerrar este escrito sin mencionar A method of lighting the stage (Stanley Mc Candless, 1932), por ser el primer documento escrito sobre un método lógico para iluminar escenarios. Tampoco puedo dejar de mencionar a Abe Feder, quien, a principios de la década de 1950, acuñó el nombre de nuestro oficio al poner Ligthing designer en un programa de mano. En Argentina, más precisamente en Buenos Aires, Ernesto Diz fue quien, por primera vez, llevó el crédito de diseñador de iluminación. A RETRATOS D e b u e n o s a i r e s Amelia Bence actriz MARÍA AMELIA BATVINIK, nacida el 13 de noviembre de 1919 en la ciudad de Buenos Aires. “Soy de una generación de actrices y actores que se hicieron a sí mismos, en la aventura de un cine y un teatro que soñaron y crearon poetas, locos y bohemios”. Amelia Bence. Pastel al óleo. Ricardo Ajler Arlequín >> 99 100 << Arlequín