71 Foto 36. Miriam cocina en un fogón de leña. Foto 37. En primer

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71 Foto 36. Miriam cocina en un fogón de leña. Foto 37. En primer
Foto 36. Miriam cocina en un fogón de leña.
Foto 37. En primer término, la vitrina de Miriam.
71 Foto 38. Adela igualmente trabaja en la venta de dulces y cigarrillos durante las noches
de riñas.
10.5 “El que visita tiene derecho a que lo visiten”: Movilidad social
alrededor de las riñas de gallos.
La gallera es reconocida entre los habitantes de la vereda, así como por personas de otros
barrios como Los Chorros, Terrón Colorado, y Alto Nápoles. También goza de reputación en
corregimientos aledaños como Montebello, El Saladito, Dapa (Yumbo) y algunos del municipio
de Dagua; entre otras cosas, gracias a la movilidad de las “cuerdas” entre una gallera y otra. Es
ley y hace parte de la comunión entre los aficionados “visitar” los distintos escenarios de
combate. Esta es, a su vez, una de las razones por las que el bailadero de “La Cosmopolita” se ha
popularizado entre las demás y no solo entre los galleros o aficionados, sino entre los habitantes
de dichos sectores. Las cuerdas que suelen visitarse alternadamente son las siguientes: Pichindé,
72 Meléndez, Menga, Saladito, Dapa, La 70, Juanchito y La favorita.
Lo primero que hacen los galleros cuando entran a “La Cosmopolita” es encontrarse con
sus pares para saludarse y enseñar las especies que pondrán al ruedo. Comen y beben mientras
transan “la primera juega” del día. La manera en la que se relacionan con el espacio es como si
estuvieran en “casa”. Hacen uso de las cajoneras a disponibilidad, guardan los animales que van
a jugar durante la noche, desfilan con el animal que disputarán de entrada, acarician su plumaje y
lo llevan en el brazo agarrándolo entre los muslos. “Un gallo fino es un gallo noble, vos lo cogés
y él es muy manso en las manos. Y el gallo fino se caracteriza por eso. Inicialmente cuando son
pollos de seis meses ellos son ariscos, pero una vez los cogés, ya cuando se abren a pelear,
rápidamente demuestran una nobleza única y ya no son ariscos, son muy mansos, pero sí son
bastante ofensivos cuando se relacionan en el combate” afirma Edgar, gallero de Vista
Hermosa-.
“A mí me da tristeza cuando me matan los míos… antes les ponía nombre, ahora como
me los matan pues uno genérico, pinto, colorado” –comenta “Roci” -. A los gallos se los
denomina genéricamente, se les suelen poner unas placas identificatorias con un número y en las
peleas se los identifica por el color del plumaje. “Los gallos particularmente, se emplacan, ellos
se distinguen… si uno quiere clasificarlos, uno los clasifica colocándoles una placa... No se les
pone nombre, porque, por ejemplo en un criadero grande, pueden haber de 300 a 400 gallos.
Además no tienen una vida infinita, un gallo puede durar de 5 a 10 peleas, pero también puede
morir en la primera o en la segunda. En éstas circunstancias se connota otra relación con el
animal, es objeto-uso para un fin. La gratificación del gallero por el rendimiento de un gallo fino
73 se ve representada en el hecho de nombrar al ejemplar, darle entre la manada una identidad
distinta y reservarlo para el “enrace”. “Yo solo le puse nombre a este, porque lo clasifiqué para
enrazar, le puse ‘el Gallo Crestón’, porque es un gallo que lo seleccioné, porque viene de una
línea bastante clasificada, una línea de la costa, con una gallina puertorriqueña” –refiere
Edgar.
Las características de un gallo fino pueden variar de acuerdo con su raza y procedencia.
Esto se distingue en el porte, plumaje y configuración anatómica del animal: “El temperamento
tiene que ver más con la genética y la actitud que se le va observando desde sus inicios en el
entrenamiento; por eso no todos los gallos que se dicen finos van a terminar combatiendo en
una gallera” – comenta Arana, un médico afín a las peleas de gallos.
Foto 39. Retrato de Don Ambrosio, uno de los galleros de mayor trayectoria.
74 Sin embargo, la relación del gallero con su gallo es casi paternalista: lo acaricia, lo
besa y lo observa. Tal como un entrenador, es como el hijo deportista que va a poner a
prueba; motivo de orgullo y expectativa ante la demostración de su destreza en público.
“Cuando se cruza una raza con otra es como el matrimonio, y el gallo resultante es como
el hijo, puede funcionar y la relación con ese pollo es igual, se lo cría y se espera que dé
lo mejor de sí” – dice Fernando, gallero de la cuerda de Dapa.
Foto 40. 1 Nieto de un gallero y un gallo de pelea en el redondel. Nótese la ausencia de plumas en sus muslos, las espuelas, la firmeza de sus músculos y la postura. La mayoría de los galleros se inician en la afición desde muy chicos, generalmente
porque han tenido contacto directo en su contexto social o familiar a temprana edad. “Cuando mi
infancia yo vivía en una vereda del municipio de Andalucía y el primer contacto que tuve fue con
un vecino… yo tenía 13 años. Yo iba a verlo entrenar a los gallos de pelea… Ese fue el primer
contacto que hice y ahí me fueron gustando los animales y fui comenzando a levantar pollos
75 finos” – afirma Edgar, gallero de Vista Hermosa. Al indagar sobre las razones de su afición
todos suelen decir “porque esto se lleva en la sangre”.
“Yo juego gallos desde la edad de 10 años, hasta la fecha…a mi primer gallo le pusimos
el chivo y ese gallo hizo como treinta y cinco peleas, pata a pata, que era que se jugaba. Y de ahí
pues empezamos, salimos al Retiro, al Treinta, al Carmen, San Bernardo, Dagua, aquí a
Cali…Yo lo primero que aprendí fue a empiojar. Me gusta mucho largar los gallos al “circo” –
refieren Don Ambrosio. Él es uno de los galleros más viejos y de tradición en el Barrio Vista
Hermosa, y todos en la gallera lo reconocen como tal. Hoy tiene casi 80 años: “A mí en ninguna
gallera me cobran porque nosotros ya estamos pensionados en esto (Risas). Momentos sabrosos,
divertidos, uno conoce gente, lo conocen a uno y uno anda. He andado en más de cincuenta
galleras por todo el país. En el Huila, jugué gallos en Caquetá, jugué gallos en Bucaramanga,
hasta en San Vicente del Caguán. Y se conoce ¿no?”.
Foto 41. Don Ambrosio ofrece su gallo y el otro gallero lo mira con ternura. Retrato de
un gallero con su gallo.
76 Don Ambrosio es oriundo de Socorro, Santander, llegó al Valle al municipio de Dagua
con sus padres a la edad de 3 años: “a mi apá le gustó por acá y compró una finca por ahí se
quedó y ya nos quedamos acá… Consiguió terrenos baratos, en esa época era baratísimo.
Entonces el compró varias, como tres fincas y de ahí nos pusimos a trabajar y yo a los doce años
ya me abrí de la casa. Salí de la casa, me fui y me puse a trabajar de la cuenta mía… Yo
trabajaba aquí en Cali con la doctora Laura, una doctora que era compañera de don Carlos en
la [Gallera] Pico de Oro… Yo le empiojaba, le arreglaba y le pujaba los gallos. Ella me daba la
comida y la dormida. Un día me perdió un gallo y me dijo llevátelo pa´ que te lo comás. Y yo lo
vi, lo llevé y el gallo se paraba y todo. Entonces lo alenté y a los dos meses, lo saqué y lo llevé a
la Pico de Oro y allí jugué el gallo que ella me regaló, pero ella no lo reconoció. En ese tiempo
[alrededor de los años 60´s] se jugaba con plata pues, dos, tres millones de pesos. Pero ahora
no, lo más caro son trescientos, quinientos mil” – recuerda Don Ambrosio.
“Venir aquí significa La distracción, distraerme. Póngale cuidado, uno trabaja toda la
semana y hasta llega días que uno no descansa. Es otro día de ocio y toda la vida he sido yo así.
Yo llega el día sábado y me voy lejos”- dice Don Ambrosio. En efecto el personaje se siente en
casa y actúa bajo unos códigos que son comunes, inteligibles entre si y sobre todo afines. Se
siente a gusto porque dialoga con su colectividad, se desenvuelve libremente sin juzgamientos ni
prohibiciones. Augé (1992) rescata de la perspectiva etnológica la siguiente afirmación respecto
al carácter del lugar antropológico: “la organización del espacio y la constitución de lugares son,
en el interior de un mismo grupo social, una de las apuestas y una de las modalidades de las
prácticas colectivas e individuales” (p. 57). “El gallo que me regalaron era un elemento más de
integración con el pueblo y la sociedad que me acogía, porque ese era uno de sus muchos
77 medios de distracción” – Comenta Arana, quien en su periodo como médico rural tuvo contacto
con las peleas de gallos en Caicedonia, Valle.
El lugar de identidad y lo que denomina Goffman (2009) como fachada personal es
constituido fundamentalmente por el lugar de origen -ser paisano o vecino-, por la manera de
vestir, la forma de hablar y de expresarse. Algunos usan ponchos terciados al hombro, carrieles,
gorras, gafas, camisas manga corta que llevan abierta en el pecho y por fuera del pantalón o jean,
algunos usan tenis o zapatos de cuero. Los más adultos usan pantalón y camisa pero es común
verlos también portando gorra. Así mismo toda la jerga y la terminología de las riñas de gallos
denotan el universo social y cultural de los actores. La vida del campo como un tema en común,
los modos de moverse en el territorio, las labores y los consumos culturales –cierto gusto
musical o fuentes de información- son también aspectos que identifican su cotidianidad.
Alrededor de la balanza ocurre el tras-escena de las peleas de gallos. Allí los actores
realizan sus acuerdos de aparición en el escenario y se preparan para la riña. Una vez que han
elegido qué gallo “echarán al ruedo” para probar suerte, deben buscar a un buen contendor.
Algunos han acordado desafíos o enfrentamientos en otras galleras o durante otras riñas, cuando
esto ha sucedido se buscan inmediatamente para mirar sus ejemplares. El criterio de elección
pasa por reconocer al otro como un buen tenedor o criador de gallos finos, es decir con una
“buena línea”, o en reconocer al animal por sus características físicas.
Se buscan y se miran comparando sus ejemplares, observan su plumaje, lo tocan, se fijan
en la firmeza de las patas y se los muestran entre sí enseñando las bondades de sus animales. Si
78 les gusta el prospecto proceden a “pararlos”: los ponen en el suelo para comparar la altura y la
fortaleza de las patas, luego extienden sus alas para comparar la clase y el plumaje. Luego los
“topan” para comprobar el “pique” y la actitud en combate. Mientras tanto la audiencia, los de
las apuestas menores14 esperan que se cierre la primera pelea.
Si las intenciones continúan en pie, proceden a pesarlos para confirmar que tienen
condiciones similares. En medio de todo esto se va negociando la cuantía de la apuesta central
“a cuánto vamos”, “echémoslo a tanto”. Uno de los galleros comenta jocosamente: “aquí se
juega de 250 mil pesos a 500 mil pesos…en los estratos 4 en adelante las apuestas van de
1´000.000 en adelante y a veces pierden los de estrato 4 con nuestros pollitos”. En ocasiones se
dan alianzas para jugar un gallo, el objetivo es reunir una mejor cantidad de dinero para la
apuesta y al final si el gallo resulta ganador se la reparten entre todos “Y si el pollo gana viene
celebración y se hace la ronda entre los amigos que ayudaron a echar la pelea” – refiere José,
gallero de Dagua.
14 Las
que se efectúan entre los observadores y los coparticipantes.
79 Foto 42. [Secuencia] A izquierda, Tres hombres ven desde la tribuna el movimiento de
los acuerdos. En el medio, Un gallero muestra su gallo a otro y éste lo ve incrédulo, a derecha, el
hombre de negro insiste “este gallo es bueno” y el otro se niega a comparar, finalmente el
primero se va enojado. En la parte Izquierda inferior, un gallero observa a los otros transar y
espera encontrar un contendor. A la Derecha inferior, los hombres muestran sus ejemplares; se
aprecia todo el movimiento detrás uno de los galleros le enseña las patas de su gallo a otro.
80 Foto 43. Se paran los gallos en el piso para comparar su altura y aleteo, si se consigue un
contendor, cada uno pesa a su ejemplar para verificar igualdad de condiciones (peso y altura
similares)
La diferencia entre una gallera chica y el gran Coliseo Deportivo, radica
fundamentalmente en la cuantía de las apuestas centrales y el poder adquisitivo de los galleros y
criadores que asisten. En una gallera grande el encuentro entre “cuerdas” o galleros se llama
“campeonato” mientras que en una chica se denomina “desafío”. “El viejo que me regaló el
81 gallo me dijo ‘va a haber un desafío, entonces nos metemos dentro de la cuerda15 de un fulano y
decimos que es el gallo del Doctor. Echémoslo y que todo el mundo colabore’. Entonces la gente
se emociona, bueno, eso es un show” –Recuerda el doctor Arana-.
Foto 44. Izquierda, Fernando le pone las espuelas al gallo que va a jugar. El hombre que
sostiene el gallo es su aliado. Derecha, cuenta el dinero que acaban de reunir y el gallo está listo
para salir al ruedo.
Los enfrentamientos deben darse en igualdad de condiciones, igualdad de altura, peso y
masa corporal. Por ejemplo si un gallo tiene alguna herida o es ciego, deberá enfrentarse con otro
que cumpla las mismas características o que tenga igualmente alguna en desventaja (un gallo
ciego de mayor peso contra otro de menor peso) “una verdadera pelea es cuando un gallo no
tiene ventaja sobre el otro, porque el gallero tiene la posibilidad de probar si su animal rinde
como debería rendir y si tiene la destreza para el combate”… En una pelea aventajada se puede
sacar dinero pero no tiene gracia, porque lo que está en juego es la calidad del animal que uno
15 Denominación de los criaderos. 82 ha criado y que está poniendo al ruedo” – afirma Fernando, de la cuerda de Dapa.
En las galleras chicas se suelen intercambiar y vender ejemplares, también son el
escenario para probar el desempeño de los gallos recién “alistados para el combate”. Existe todo
un negocio alrededor de la crianza de los gallos de pelea, no solo porque representan dinero a
partir de las apuestas, sino porque en el ámbito de los torneos internacionales y en el escenario de
los coliseos gallísticos, los gallos finos de buena raza y procedencia suelen tazarse muy alto. De
ahí que existan personas dedicadas exclusivamente a la manutención de los criaderos: “Uno
requiere del conocimiento y la experiencia en esos animales. Uno va conociendo personas que
son muy cuidadosas en la clasificación de las diferentes líneas de gallos. Y en las galleras se dan
esos intercambios, porque entre los conocidos le comentan a uno ‘ve, voy a echar un gallo, un
pollo de una línea tal, caminá pa’ que lo veás pelear’. Uno ahí lo ve pelear y realmente en la
pelea, uno mira si el animal exactamente tiene una buena clasificación, si tiene un excelente tren
de pelea. Esto es la virtud que tiene el gallo para pelear, que es un gallo rápido, que tira las
patas y pica rápidamente, que tiene buena contextura física. Ésas son las características de los
gallos y de las líneas buenas. Son gallos muy pegadores, son gallos “tinosos”, que le llama uno,
que pegan en las partes nobles del contrincante rápidamente. Y son gallos apetecidos porque
son gallos que van acabar rápidamente con el contendor” – afirma Edgar, de Vista Hermosa.
Después de pesar a los animales y cerrar la primera apuesta, los galleros pasan a “empiojar” al
gallo: “El tamaño de las espuelas las elige el gallero de acuerdo a como quiera jugar su gallo”
– explica el juez.
83 Foto 45. [Secuencia del proceso] En la primera y segunda, se estira la pata del animal
para cortar o limar la espuela natural. En la tercera, cuarta y quinta, se cubre con cinta, se calza y
se fija con cera la espuela.
Los actores que intervienen son el cuidador, el gallero y en ocasiones puede haber otro
ayudante amigo con el que hayan acordado parte en la apuesta. El proceso lo hacen entre varios
porque se deben manipular distintos instrumentos e incluye varios subprocesos. Lo primero es
limar o perfilar las espuelas naturales para poder “calzar” las artificiales, esto se hace con una
especie de bisturí o navaja, luego se envuelve la pata del gallo con la cinta, se derrite la cera para
fijar la “calza” y finalmente la espuela. Geertz (2001) describe una situación idéntica en Bali,
esto indica que la práctica tiene un carácter ritual universal.
84 Entonces se colocan a los gallos elegidos los espolones (tadji), unas pequeñas espadas de acero
puntiagüdas16 y con el filo de una navaja que solo mide diez centímetros. Esta es una tarea
delicada que solo una pequeña proporción de hombres (alrededor de media docena en la mayor
parte de las aldeas) sabe realizar apropiadamente. (p. 346)
Termina el proceso, los galleros con su ejemplar en brazos entran al “circo” y la
audiencia se congrega rápidamente en el escenario.
10.6 “Hay pelea señores”: En escena la confrontación y el honor, el
enfrentamiento a muerte.
El juez y el auxiliar están en el redondel, los galleros entran y enseguida se anota en el
tablero el nombre de la cuerda, el color del gallo y la cantidad de la apuesta. Debajo en una hoja
que está pegada en las paredes del ruedo, se lleva registro de todos los enfrentamientos de la
noche. Seguidamente los galleros entregan el dinero que van a jugar. El auxiliar o el juez cuentan
el dinero de las apuestas centrales delante de la luz, frente a todos y se pone el efectivo en el
canasto abierto. Hay un compromiso tácito comunitario de honestidad, es como una audiencia
pública.
Se puede afirmar que el combate de gallos de pelea tiene una forma de proceder universal
en términos generales. En la descripción profunda de las riñas de gallos en Bali, se encuentran
correspondencias idénticas respecto a la manera en la que se desarrolla la confrontación. En ese
sentido, (Geertz, 2001) describe:
16 La
única diferencia es que las espuelas usadas aquí, son de Carey o de plástico y no de acero
85 Hay una apuesta central entre las personas principales (toh ketengah) y una multitud de apuestas
periféricas que se hacen alrededor del reñidero entre los miembros del público (toh kesasi). La
parada de la primera es típicamente elevada; la del segundo tipo son bajas. La primera es
colectiva y comprende coaliciones de apostadores reunidos alrededor del dueño del gallo; la
segunda forma es individual, de hombre a hombre. La primera supone un arreglo deliberado,
hecho silenciosa, casi furtivamente por los miembros de la coalición y el árbitro reunidos en el
centro del reñidero como conspiradores; la segunda forma se desarrolla a gritos, con ofertas
públicas y aceptaciones públicas lanzadas por excitadas gargantas. (p. 349)
Luego, los galleros topan a sus gallos. El juez hace una cuenta progresiva “2, 3, 4, 5” y en
el momento en que se pican entre sí dice “Hay pelea señores”. Se aparta, pone el temporizador,
el auxiliar fiscaliza la pelea y los galleros empiezan a animar cada uno a su ejemplar. Si el ataque
de los gallos es bueno, el público se anima y empiezan las apuestas periféricas.
Los gallos se lanzan inmediatamente uno contra otro batiendo las alas, con la cabeza enhiesta,
atacando con las patas en medio de una furia animal, tan pura, tan absoluta y a su manera tan
hermosa que llega a ser casi un concepto de odio platónico abstracto. (Geertz, 2001, p. 347)
“Tire gallino, tire gallinito” – Carmenza con voz aguda y enérgica anima la pelea,
y los observadores empiezan a ir cada uno por su gallo, se miran entre sí y se dicen “voy 50100”, “mío colorado, pago mío gallino”-. Cada uno pujando por ese destino y con la mirada fija
en cada picotazo. (Geertz, 2001) explica:
El hombre que desea jugar al gallo más débil […] grita un número al lado de las menores
desigualdades que indica las condiciones en las que está dispuesto a jugar, si grita cinco desea
86 jugar al gallo débil en la proporción de cinco a cuatro (osea gana cinco y pierde cuatro) […]un
hombre que juega al favorito y que considera la posibilidad de aceptar apuestas desiguales en
condiciones que estima aceptables, lo indica gritando el color del gallo.17 (p.350)
Foto 46 [Secuencia de inicio de una riña] El juez programa el temporizador.
17 La variabilidad de las apuestas es idéntica en “La Cosmopolita”. 87 Foto 47. Los galleros “encaran” a sus ejemplares para provocar el “pique”.
La palabra es norma, se dice, se apuesta y se paga; hay un sentido de justicia colectivo.
“El gallero tiene palabra, por eso se dice palabra de gallero”- comenta “Roci”. Al respecto,
don Ambrosio comenta “No he tenido problema, a mí me han pagado y yo también pago. Si yo
no tengo un peso no lo apuesto… A mi respeta la gente mucho”.
88 Una vez apostado el dinero al haber decidido por un gallo, se siente el vértigo del azar, de
aquello que no depende de sí pero que se debe animar para suceda. “Tire gallino, hombre, no lo
deje descansar” – grita Carmenza - “Hágale mijito” “En la cabecita” –dice Fernando-. “pique
duro, mano” “Tire, tire, ¡écheselo!”
Foto 48. Unos hombres observan con expectativa el batir de alas de los ejemplares en el
combate.
89 Foto 49 [Secuencia expresiones]. Nótese las expresiones en la tribuna y el movimiento de las
apuestas periféricas.
90 “¡Eso, hágale pollito! -grita una mujer desde las entrañas para animar al gallo de su
marido. “Aquí se sufre y también se llora” –comenta José, gallero de Dagua- “¡Eso!, ese es mi
gallito! Y aplaude. “Lo que genera las tensiones entre los asistentes es como va cambiando la
pelea. Todo el mundo va apostando a favor del gallo que va ganando. Cuando de pronto el que
parece vencido le pega un espolazo al otro, entonces la gente va cambiando. Sí, tu vas
cambiando de acuerdo a lo que te va pasando, cuando se te va dando algo bueno, le apuestas a
lo bueno, pero si se te cambia, entonces le apuestas a lo otro y en la gallera es lo mismo” – dice
el médico Arana-. El público se proyecta en el ruedo, si el gallo resiste es como si ellos
resistieran; si se levanta, hay celebración, si parece vencer hay júbilo.
Es decir, los hombres no pelean, no “ponen el pellejo” pero la emoción es tal que lo
experimentan como una realidad. Cuando las riñas no son buenas, el ánimo colectivo es insípido,
la gente no se emociona y no se identifica con la pelea. En ese sentido vale la pena citar
nuevamente las observaciones de (Geertz, 2001):
Alrededor de todo este melodrama –que la muchedumbre apiñada- alrededor sigue en silencio,
moviendo sus cuerpos en cinestésica simpatía con el movimiento de los animales, animando a sus
campeones con mudos movimientos de la mano, encogiendo los hombros, volviendo la cabeza,
retrocediendo en masa cuando el gallo armado con sus peligrosos espolones va a parar
tambaleando a un costado del reñidero (se dice que a veces los espectadores pierden un ojo o un
dedo por seguir con tanta atención la riña), volviendo a adelantarse cuando el animal se dirige al
otro costado- hay un vasto cuerpo de reglas extraordinariamente elaboradas y precisamente
detalladas. (p. 348)
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