Equilibro entre deberes, derechos y poder

Transcripción

Equilibro entre deberes, derechos y poder
“Equilibro entre deberes, derechos y poder”
Comunicación para las IIIas Jornadas de Ética de la DGI
14 y 15 de noviembre de 2013, Montevideo
Acerca del título
La frase que sirve de título a esta comunicación es del De re publica
ciceroniano, traducción de Álvaro D’Ors. Hablando de los aciertos y de los
peligros de cada una de las tres formas de gobierno de una ‘re publica’, Scipión
señala su preferencia por una cuarta, mixta, en la que puede darse el equilibrio
entre deberes, derechos y poder de todos los ciudadanos.
La expresión me pareció muy apropiada porque nos habla de lo que
podríamos definir como un objetivo de estas Jornadas. En última instancia, lo
que nos interesa es salvar la república, la cosa pública, que no se identifica con
el interés del Estado –mucho menos, con el de los gobernantes de turno- sino
con aquel conjunto de bienes propios que a todos nos preocupan y que sólo
podemos alcanzar con el concurso de todos. Justamente por eso se denominan
“bienes comunes”, porque sin dejar de ser personales, solo son accesibles en y
por la vida en comunidad.
Acerca de la comunicación
Epicuro decía que “Resulta vano el discurso de aquel filósofo que no cure
algún mal del ánimo humano.” Permítanme recordar que, para la escuela del
Jardín, la filosofía era primera y principalmente Ética. Por lo tanto, la frase debe
entenderse en el sentido de la inutilidad de un discurso ético que no cure algún
mal del hombre.
La admonición del griego pesa sobre quienes en estos días nos dirigimos
a ustedes en el marco de las IIIas Jornadas de Ética. Nuestras conferencias serán
vanas, completamente inútiles, si no sirven para remediar alguno de los males
que nos afectan a todos como sociedad y a cada uno como personas. Pero,
también pesa sobre ustedes –los que vinieron y los que nos ven por
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videoconferencia-, pues habrán perdido su tiempo si solo están acá porque no
les queda otra, porque había que estar, porque todos venían…
De modo que, en esta breve comunicación los invitaré a reflexionara,
cada uno sobre sí mismo, y plantearse algunas preguntas.
Fin, bien y libertad
Cuando hablamos de Ética aludimos a la parte de la filosofía que
considera los actos humanos -aquellos que realizamos consciente y
voluntariamente- en cuanto son o no conformes con el fin último del hombre.
Ninguna reflexión ética tiene sentido si no considera dicho fin último. Esta es la
clave de bóveda. Surge así una primera pregunta: ¿hemos considerado siquiera
esto del “fin último del hombre”?
Los antiguos decían que todo agente obra por un fin; esto es, todo
movimiento adquiere sentido por la meta que persigue. Y tanto la vida como el
pensamiento, el trabajo o la profesión, son movimientos. Lo que les da sentido
es el fin último –no los intermedios, que son precisamente medios para-. Por lo
tanto, la primera pregunta planteada puede expresarse también diciendo: ¿qué
es lo que le da sentido a mi vida, a mi trabajo, a mis ocupaciones?
Parafraseando un refrán popular, el que no sabe a dónde va, no podrá elegir el
camino adecuado.
Tratándose del agente inteligente (se supone que nosotros lo somos), el
fin es conocido y querido (o al menos, puede ser conocido y querido), condición
ésta de una auténtica elección libre. Si todo lo hacemos en vistas a una meta, a
una finalidad, surge una segunda pregunta ética: ¿qué es lo que deseamos en
definitiva, detrás de todas las cosas que constantemente buscamos?
Aristóteles escribió en su Metafísica que “el bien es lo que todas las cosas
apetecen” y, cuando dice bien, no se refiere solo ni exclusivamente a lo
moralmente bueno, sino al ser, a lo que es, pues la razón primera de la bondad
es la existencia. El objeto del deseo es algo, algo que existe o que puede existir,
algo que no tenemos o que no tenemos suficientemente, algo cuya posesión nos
pondrá contentos, más aún, nos hará felices… Es interesante descubrir
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conscientemente los objetos de nuestros deseos y aversiones. Y hacernos una
tercera pregunta: ¿por qué deseamos lo que deseamos o detestamos lo que
detestamos?
¿En qué consiste eso que la Filosofía clásica, durante siglos, ha llamado el
“fin último del hombre”? De lo dicho anteriormente, podemos inferir que el fin
es bien y el bien es ser, acto, perfección. De modo que “fin último” no es sino
plenitud de ser, perfección de potencias, aptitudes, capacidades, fortalecimiento
de debilidades, dominio de los apetitos, erradicación de vicios. Fin último es, en
expresión del jurista brasileño Ricardo Marques Dip, “la mejor expresión de sí
mismo” que cada uno de nosotros puede lograr.
Cuando, como en estos tiempos, se niega que el hombre en cuanto tal
tenga un fin último, desaparece la Ética. En el mejor de los casos, quedan
normas huecas que difícilmente se cumplan a gusto. De modo que, o estamos
de acuerdo en que hay algo todos buscamos y que tiene relación con alcanzar la
mejor expresión de nosotros mismos, o no tiene sentido que estemos acá.
Ética y sociedad
Esta Jornadas nos llevan a reflexionar sobre la Ética social, que considera
los actos humanos que dicen alteridad, exterioridad y objetividad. Alteridad:
actos que nos relacionan con otros, en cuanto miembros todos de una misma
sociedad, de un grupo, de una comunidad. Exterioridad: actos que terminan
fuera de nosotros, que salen del fuero de la conciencia, de la intención.
Objetividad: actos que producen un efecto, que tienen un objeto o fin propio,
más allá de nuestra intención al hacerlo u omitir.
Se nos impone el hecho de la coexistencia del hombre en sociedad. No
tenemos noticias históricas de hombres aislados. No solo necesitamos de
nuestros padres (y ya estamos hablando de dos) para venir a la vida y
sobrevivir los primeros años, sino que necesitamos de otros hombres para vivir
una vida suficientemente humana. Cuando Aristóteles dice del hombre que es
un “animal político” está afirmando que la politicidad nos define, es parte de
nuestro
ser.
Nuestra
naturaleza
nos
inclina
a
establecer
relaciones
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interpersonales, pero no solo a establecerlas (lo cual supone ya el poder actual
de obrar por nosotros mismos), sino a vivir por ellas y gracias a ellas. 1
Por ello, hay también una Ética social que regula nuestra vida cotidiana,
habitual, de interacción –queriéndolo o no- con nuestros semejantes y que
comprende además a la política y al derecho. En todos estos ámbitos, la
consideración de la conducta humana es a la luz del fin último y en cuanto
nuestros actos pueden ser ordenados, dirigidos, hacia dicho fin, porque ellos
son los medios que tenemos para alcanzarlo
De la mano de Cicerón podemos plantear una cuarta pregunta: ¿Qué
puede ser más importante que el estudio y consideración de aquellas cosas
que hacen al “saber constituir una república que pueda durar”? (III, 4, 7). Lo
cual nos conduce a los temas y problemas éticos.
Ética y profesión
Por razones de tiempo, es preciso avanzar a pasos agigantados, como si
calzáramos las botas de siete leguas. Y ya estamos en la consideración de
nuestra profesión u ocupación habitual.
Cicerón decía que se trata de saber qué cosas son útiles o necesarias para
constituir una república que pueda durar. Si bien todos podemos pensar en
asuntos generales, lo más eficaz en hacerlo sobre aquellos que nos competen. Y
puesto que estamos acá en nuestra condición de profesionales y de trabajadores
públicos, comenzaremos por esto.
La vida profesional puede y debe ser incluida en la vida toda de la
persona, ya que uno y el mismo es el agente, que se perfecciona o se pervierte
según sus elecciones, cualquiera sea la esfera en que se mueva. De modo que la
actividad profesional, laboral, ocupacional -incluso si plantean problemas
propios y distintos de aquellos de la vida familiar, de amistad, de vecindad- no
1
Política, I, 1: Toda polis es, evidentemente, una asociación, y toda asociación no se forma sino
en vista de algún bien, puesto que los hombres, cualesquiera que ellos sean, nunca hacen nada sino en
vista de lo que les parece bueno. Es claro, por tanto, que todas las asociaciones tienden a un bien de
cierta especie, y que el más importante de todos los bienes debe ser el objeto de la más importante de las
asociaciones, de aquella que encierra todas las demás, y a la cual se llama precisamente polis y
asociación política.
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se puede medir con parámetros completamente diferentes a estas. Los
parámetros básicos son los mismos para todos los ámbitos en que vive y se
desarrolla la persona.
Ninguna profesión puede regularse éticamente con independencia de un
orden moral que comprenda al hombre como un todo, pues todo su obrar es
conducente o no al fin perfectivo.
Hemos dicho que algunos fines propios solo pueden alcanzarse mediante
el trabajo, la cooperación y el esfuerzo simultáneo o sucesivo de varias
personas, incluso, de la mayoría de los miembros de una comunidad. Son los
fines/bienes comunes. Nos interesan a todos; los logramos entre todos;
benefician a todos, de ahora y futuros.
La profesión es justamente y ante todo –al decir de González Anleo: “un
servicio a la sociedad único, definitivo y esencial”2 Único: porque reclaman
derecho exclusivo de realizar tareas propias de la profesión. Definitivo o
definido: porque la sociedad debe saber qué es la tarea propia de cada
profesión. Esencial: porque es un servicio que no puede perderse ni
desatenderse ni realizarse mal.
Desde Max Weber “a la profesión se la considera vocación… porque se
piensa y espera que el profesional se dedique a su profesión de por vida; se
identifique con las pautas ideales de su profesión; se sienta en profunda
hermandad con los demás profesionales de su rama….”3
La idea de vocación es particularmente útil para comprender que en la
profesión el énfasis está puesto en el servicio –que es el fin objetivo, el objeto de
este conjunto de acciones- y no en las ganancias ni en ningún otro fin subjetivo
del profesional.
2
Juan González Anleo: “Las profesiones en la sociedad corporativa”, p. 26; en Fernández
Fernández-Hortal Alonso (Comp.) Ética de las profesiones. UPCO, Madrid, 1994; pp. 21-34.
3
Juan González Anleo: “Las profesiones…, p. 27. Julio De Zan, La ética, los derechos y la
justicia, KAS, Montevideo, 2004. Profesión “proviene de professio (del verbo profiteor) que significa
originariamente: ‘declaración’, o ‘manifestación pública’, y se empleó luego con referencia al arte del
buen decir o la elocuencia (professio bene dicendi). … En alemán ‘profesión0 se dice Beruf (de berufen,
originariamente ‘llamar, convocar’) y debería traducirse en castellano literalmente por ‘vocación’ (de
vocare, que es llamar)”, p. 189.
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Resulta vital reflexionar sobre esta cuestión y preguntarnos: ¿qué
priorizamos en nuestro ejercicio profesional?; sobre todo en tiempos como los
que corren, en los que el único sentido de un trabajo o de una ocupación parece
ser la cantidad de dinero que se pueda conseguir con él.4
Deberes humanos, éticos del profesional5
Hablar de deberes humanos puede resultar chocante, tan habituados
como estamos a la hegemonía de los “derechos humanos”. Sin embargo, como
destaca Gelsi Bidart, derechos y deberes tienen “la misma fuente y punto de
partida y ambos, entre sí, mutuamente se relacionan y se asisten para lograr su
efectiva realización”.6
Ambos tienen un mismo fundamento: la libertad-racionalidad- del
hombre, en virtud de la cual puede responder de sus actos ante sí mismo y ante
los demás.7 Y también el hecho de existir en y por la vida social.
Usualmente vinculamos la idea de derechos a la de garantía, pero, como
señala Gelsi, “la garantía (lo es) de la efectividad de los derechos y de los
deberes humanos aparece como un exigencia social, de la existencia de aquellos.
Se les reconoce como indispensables para que la vida en sociedad sea realmente
humana, la sociedad en su conjunto, a través de los órganos que
corresponda…”8
4
Cf. Antonio Marzal Fuentes, “El ethos del trabajo en la sociedad actual”, p. 35, en Fernández
Fernández-Hortal Alonso (Comp.) Ética de las profesiones. UPCO, Madrid, 1994. Actualmente el trabajo
parece no tener valor en sí; es el salario, los honorarios, el sueldo, la ganancia, lo más importante.
5
La noción de ‘deber’, fundamental en la Ética y el Derecho, tiene su origen en las escuelas
éticas postaristotélicas, concretamente en el Estoicismo. Reale-Antiseri –citando a Max Pohlenz- sostiene
que fue introducida por Zenón, uniendo a la noción griega de phuysis la judaica de mandamiento, dando
origen a un nuevo concepto: kathekon. “…al elaborar el concepto de kathekon, otorgaron a la historia
espiritual de Occidente una aportación de primera magnitud: … una auténtica categoría del pensamiento
moral occidental.” REALE, Giovanni-ANTISERI, Darío: Historia del pensamiento filosófico-científico. T.
1°: Antigüedad y Edad Media. Barcelona, Herder, 1988, p. 235.
6
Adolfo Gelsi Bidart, De derechos, Deberes y Garantías del Hombre común, FCU, Montevideo,
1987, p. 119.
7
Adolfo Gelsi Bidart, De derechos… “La concepción que se tenga acerca del ser humano hará
calar más o menos hondo en su raíz y, por ende, en su exigencia en el reconocimiento de derechos y
deberes humanos”, p. 120.
8
Ibidem, p. 120.
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Pasando a los deberes, Ricardo Marques Dip señala cuatro deberes éticos
comunes a toda profesión:9
1- Deber de observancia de la vocación. Se llama vocación a una
inclinación preponderante en relación con un modo de vida, de subsistencia, de
servicio. Descubrir la propia vocación es un tema vital, de gran incidencia en el
éxito o fracaso de una persona, pues el primero es imposible sin dedicación,
pasión, constancia, gozo. Y nada de esto se da cuando no hacemos lo que nos
gusta… La vocación se manifiesta no solo en la elección de la profesión sino
también y mucho más claramente, en el modo en que la ejercemos, en cada acto
concreto que realizamos. Por ello, la profesión misma puede ser llamada
‘vocación’, según hemos visto.
2- Deber de observar y mejorar la idoneidad. La idoneidad profesional
exige estudio, capacitación, ejercicio inteligente y constante de aquellas
condiciones personales por las cuales descubrimos nuestra vocación. Esto es
indispensable para poder ingresar en la profesión elegida; pero, también, es un
deber permanente, cuyo objeto es lograr la excelencia. “Toda práctica conlleva
también modelos de excelencia y obediencia a reglas.” que se aceptan al ingresar
en ella.”10 “La burocratización… (que afecta especialmente a las profesiones y
trabajos que cuentan con una remuneración fija y segura) ha destruido en cierta
medida la aspiración a la excelencia porque, desde una perspectiva burocrática,
el buen profesional es simplemente el que cumple las normas legales vigentes, de
forma que no se le puede acusar de conductas negligentes.”11.
3- Deber de integridad. La integridad o probidad en el ejercicio de una
profesión es tan importante como el dominio de los conocimientos que dicha
profesión implica. Supone el reconocimiento de los deberes y derechos que la
profesión impone, la adecuación de las actuaciones a dichos deberes y derechos;
9
Ricardo Henry MARQUES DIP, Da ética geral à ética profissional dos registradores. 2ª Ediçao
Atualizada. Instituto do Registro Imobiliário do Brasil. Porto Alegre. 1998.
10
A. MacIntyre, After Virtue, NY, 1984; Tras la virtud, Crítica, Barcelona 1987, p. 236.
11
Adela Cortina: “Universalizar la aristocracia. Por una ética de las profesiones” en Actas del 2°
Congreso nacional de Bioética Fundamental y Clínica, Madrid, 1999; citada por Julio De Zan, La ética,
los derechos y la justicia, KAS, Montevideo, 2004, p.50.
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el reconocimiento de los deberes y derechos del otro, del cliente y, en última
instancia, de la sociedad.
Pero, sobre todo, exige tener presente que lo esencial de la profesión, a lo
que se ordena con independencia de gustos, inclinaciones y objetivos del
profesional, es un conjunto de bienes propios.
MacIntyre distingue bienes internos a una práctica, que son el objeto de
ella y el fundamento racional de sus reglas, y bienes externos, que son los fines
del que realiza la práctica. Los primeros dan razón de ser y legitiman el sentido
social de la práctica; son objetivos y necesarios y la auténtica profesionalidad
consiste en asumirlos y realizarlos del modo más excelente posible a cada uno.
Los segundos, en la medida en que sean lícitos y se sigan de la consecución de
los bienes internos, son perfectamente legítimos. 12
La corrupción de una profesión o de una actividad profesional comienza
cuando quienes la asumen no valoran los bienes internos que ella persigue y la
manipula solo en vista a sus bienes personales. Como dice Cortina “la razón
última de la corrupción reside en la pérdida de la vocación y en la renuncia a la
excelencia”.13
4- Deber de espíritu de servicio. El ejercicio de una profesión no es –no
puede ser-simplemente un medio para ganar dinero. Es, primera y
principalmente, un medio para comunicar un bien con los demás miembros de
la sociedad. Si se mira esto desde nosotros como servidores del bien común,
puede parecer demasiada exigencia. Pero, si lo miramos desde nosotros como
receptores de los servicios que otros prestan mediante sus profesiones, la
apreciación cambia.
Conclusión
El término “equilibrio”, según el DRAE, hace referencia, en primer lugar
al estado de un cuerpo cuando fuerzas encontradas que obran en él se compensan
destruyéndose mutuamente. También designa la situación de un cuerpo que, a pesar
12
13
After Virtue, NY, 1984; Tras la virtud, Crítica, Barcelona 1987.
Adela Cortina: “Universalizar la aristocracia…, op. cit. P. 50, citado en p. 195.
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de tener poca base de sustentación, se mantiene sin caerse. De allí, que por extensión
signifique lo que siendo igual a otro, lo contrarresta; contrapeso que armoniza cosas
diversas. En todo caso, se trata de contrarios o de distintos que se neutralizan
mutuamente.
Así entendido, lograr un equilibrio entre deberes, derecho y poder es
solamente una condición mínima para la subsistencia de la república; un modo
elemental de poner algún orden entre las distintas fuerzas en puja.
Pero, esto apenas alcanza para subsistir. Y en verdad, ese fin comúnpropio que explica el origen de la comunidad política no es la mera
subsistencia, sino la pacífica convivencia que facilite una vida plena a todos. No
es la idea de “equilibrio” sino la de “armonía” la que mejor representa lo que
sería una comunidad política humana adecuada.
En efecto, el DRAE nos dice que “armonía” significa la unión y
combinación de sonidos simultáneos y diferentes, pero acordes. Es un vocablo musical
y hace referencia a la bien concertada y grata variedad de sonidos, medidas y pausas
que resulta en la prosa o en el verso por la feliz combinación de las sílabas, voces y
cláusulas empleadas en él. De allí que, por extensión se refiera a la conveniente
proporción y correspondencia de unas cosas con otras y a la amistad y buena
correspondencia.
A diferencia de lo que ocurre con el equilibrio –lo diverso y opuesto se
contrapone, neutralizándose o destruyéndose-, la armonía supone la
conservación de la diferencia en el ser y en moverse, pero de tal modo que la
diversidad deviene unidad por el orden a un fin, que es el bien de cada parte y
también del todo y que resulta en una obra bella.14
Aristóteles llamó “concordia” a la forma primaria de amistad que deben
cultivar los conciudadanos para hacer de la ciudad un hábitat humano. Su
maestro había dicho que tal cosa es fruto de la justicia y la justicia misma, como
armonía del hombre y de la polis:
14
Recordé la idea de la superioridad de la armonía sobre el equilibrio, leída hace muchos años en
el libro de Gustave Thibon: El equilibrio y la armonía, que no tengo ya y no puedo citar.
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“como los tres tonos de la escala musical, la octava, el bajo y la quinta, y
todos los tonos intermedios que puedan existir; que coordine todos esos
elementos y llegue a ser uno de múltiple que era… y lleno de armonía, … en
todo lo que emprenda, ya se proponga reunir riquezas, ya cuide de su cuerpo,
ya se ocupe de política, ya en sus relaciones privadas, juzgue siempre y llame
bella a toda acción que mantenga y contribuya a realizar ese estado del alma y
que tenga por sabiduría la ciencia que inspira esa acción.”15
Armonía de deberes, derecho y poder.
(Al finalizar y para ilustrar la imagen de Platón, se proyectó la partitura
del Motete “Sicut cervus”, de Giovanni Pierluigi Da Palestrina, en voces de The
Cambridge Singers. Se encuentra en Youtube: Palestrina - Sicut cervus - The
Cambridge Singers)
15
Platón, La república o de lo justo, L IV al final. Hay muchas traducciones.
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