ruta ignaciana

Transcripción

ruta ignaciana
Descubre la MANRESA IGNACIANA
del siglo XXI
Itinerario a través de
lugares llenos de
simbolismo y
espiritualidad.
Un paseo por los
lugares ignacianos.
Oficina de Turismo de Manresa
Via San Ignacio 40, bajos
93 878 40 90
www.manresaturisme.cat
Manresa: algo más que una parada en el camino
El 25 de marzo de 1522, Ignacio de
Loyola llega a Manresa desde
Montserrat, después de iniciar su
peregrinaje desde Azpeitia hacia
Tierra Santa. En el santuario de
Montserrat, había intercambiado su
vestimenta de noble con la ropa de
un mendigo, y dejó su espada como
símbolo de abandono de su pasado militar. En su llegada a Manresa, Ignacio descubrió lugares
cargados de simbolismo y conoció la bondad de sus habitantes, que lo acogieron con gran
calidez. Por este motivo, se quedó en la ciudad durante 11 meses, hasta febrero de 1523, en los
qué vivió momentos de vital importancia no sólo para su desarrollo personal, sino para la
fundación de la futura Compañía de Jesús. Tal cómo él mismo relata en su autobiografía, fue en
Manresa, mirando el Cardener, cuándo recibió la inspiración y fuerza necesarias para iniciar su
camino de espiritualidad y dedicación al prójimo (lo que se conoce como Exímia Ilustración del
Cardener). A su vez, en la Cueva en la qué se resguardaba, empezó a redactar su obra más
importante: los Ejercicios Espirituales, obra fundamental de la orden jesuita.
Por todo esto, Manresa conserva una profunda huella de San Ignacio, mezclando monumentos y
espacios que visitó durante su estancia, como el antiguo Hospital de Santa Lucía, la Torre de
Sobrerroca o la Basílica de Santa María de la Seu, con monumentos creados con el paso del
tiempo en su recuerdo, como el Monumental Santuario de la Cueva de San Ignacio, u otros
espacios ligados a la tradición popular como el Pozo de la Gallina. Tan fuerte es su legado en la
ciudad, que en el siglo XXI continúan creándose obras inspiradas en su figura, como el Pozo de
Luz del artista chileno Fernando Prats.
El mapa muestra el recorrido
de la ruta ignaciana en
Manresa. A continuación, se
describen cada uno de los
puntos que conforman el
itinerario.
1. EDIFICIO DEL ANTIGUO COLEGIO DE SAN IGNACIO
El colegio de San Ignacio se fundó el año 1625
gracias a donaciones de particulares y al Consejo
de la Ciudad, que cedió el antiguo hospital de
Santa Lucía para que los jesuitas lo habilitaran
como colegio, pasando a ser el segundo de la
Compañía de Jesús en Cataluña, después del de
Belén, en Barcelona. El 1750 se amplió con el
edificio actual y se renovó durante el siglo XIX. Un
patio central articula las diversas alas, y tiene una
planta cuadrada con un claustro porticado en el
centro. La Compañía de Jesús dirigió el colegio hasta el 1892. A partir de entonces, el
Ayuntamiento de Manresa se ocupó de mantener el centro de enseñanza. En el año 1901 se
inauguró la Escuela de Artes y Oficios. A lo largo del siglo XIX, el edificio tuvo otras funciones
como las de caserna militar, laboratorio y biblioteca. Finalmente, el 1941 se instalaron el Archivo
Histórico y el Museo de Manresa, en la primera y segunda planta. El 2002, se habilitan los bajos
para acoger la actual Oficina de Turismo de Manresa.
2. CAPILLA DEL RAPTO
El Hospital de Santa Lucía fue el primer lugar en el que se
hospedó San Ignacio durante su estancia en Manresa.
Según cuentan las tradiciones manresanas, una tarde, en la
capilla del hospital, el peregrino sufrió un rapto espiritual,
y estuvo inmóvil durante ocho días y ocho noches en el
suelo. Fue durante esta experiencia que Dios le transmitió
las ideas sobre cómo tenía que ser la Compañía de Jesús.
3. CALLE I TORRE DE SOBRERROCA
Esta calle de la ciudad medieval era el lugar de residencia de
numerosas familias nobles de la época. En el número 25 de la
calle, se encuentran los bajos que Miquel Canyelles, ciudadano
de Manresa, cedió a San Ignacio para que se hospedara durante
el abril de 1522. En una de las entradas de la calle encontramos
una de las dos torres que flanqueaban el portal de acceso a la
ciudad medieval. Este portal era uno de los ocho que fracturaban
la muralla y tenía una doble función: permitir la entrada y salida a
la ciudad y ejercer de punto de control.
4. POZO DE LA GALLINA
En la calle Sobrerroca se encuentra un pozo que recuerda la tradición
de una historia milagrosa que tuvo lugar el 1602: una niña de 14 años
guardaba una gallina de su madrastra, se le escapó y se le cayó al pozo
de agua que había en esta calle. El animal murió, y ella, asustada por la
reacción que podría tener su madrastra, suplicó a San Ignacio que le
devolviera la vida. Y según la tradición, así sucedió. En el siglo XVIII, se
construyó una pequeña capilla adyacente. Además, la ciudad continuó
recordando durante muchos años este hecho milagroso bebiendo el
agua del pozo.
5. CAPILLA DE SAN IGNACIO ENFERMO
Los Amigant fueron una de las familias más ricas de la
ciudad, documentada desde el siglo XV. Tenía la
costumbre de acoger enfermos y cuidarlos en otra casa,
que llamaban hospitalet. San Ignacio fue acogido por los
Amigant en dos ocasiones, ya que Ángela Seguí, matriarca
de la familia, asistía a los ejercicios espirituales que
impartía San Ignacio. El 1703, el hospitalet se convirtió en
una pequeña capilla, que fue llamada Capilla de San
Ignacio Enfermo. En su interior, se conserva una pintura al óleo con la imagen de la familia
Amigant cuidando del peregrino.
6. BASÍLICA DE LA SEU
La basílica gótica de Santa Maria de La Seu,
construida sobre el Puigcardener, es la más
importante de la ciudad. Conserva algunas
partes románicas de la antigua iglesia
sobre la que fue edificada, como el claustro
y fragmentos de su portal. La imponente
construcción se empezó el 1328, dirigida
por el maestro de obras Berenguer de
Montagut, el mismo que trabajaba en
Santa María del Mar en Barcelona, y fue
acabada el 1488, tan solo treinta y cuatro
años antes de la llegada de San Ignacio.
Posteriormente, se construyeron la fachada de poniente y el campanario. De planta única y 30
metros de anchura, es la segunda catedral gótica más ancha de Europa, después de la catedral
de Girona, y forma uno de los mejores ejemplos de este período artístico. Construida gracias a
las aportaciones de gremios, fieles, y del Consejo de la Ciudad, y con el esfuerzo de sus
habitantes, la Seu se convirtió en el reflejo de la época dorada que vivía la ciudad: una época de
prosperidad económica que la posicionó como una de las ciudades más importantes de
Cataluña.
7. CUEVA DE SAN IGNACIO
El conjunto arquitectónico de la Cueva es un buen ejemplo de la arquitectura jesuita y,
especialmente, del barroco catalán. Como complemento de este elevado interés artístico,
El conjunto tiene una gran carga simbólica para la Compañía de Jesús, ya que es el lugar de
germinación de las ideas de su fundador. Desde el siglo XVI, este espacio fue venerado y
considerado como espacio sagrado de devoción ignaciana. En un primer momento, se colocó
una cruz sobre la cueva y se cerró con una puerta; posteriormente, en el 1603, se construyó una
pequeña capilla. Poco a poco, los visitantes fueron aumentando y durante más de cuatro siglos
se dignificó el espacio, construyendo edificios nuevos.
La Casa de Ejercicios es el lugar donde se acoge a los peregrinos que vienen a meditar y a
practicar los Ejercicios Espirituales. La construcción es de 1894 y es obra de Joan Martorell.
Además, acoge permanentemente a la comunidad jesuita.
Fachada Barroca. Muestra de la teatralidad del barroco, la fachada esta concebida como cierre
de un espacio vacío, ya que la iglesia y la avantcova se construyeron posteriormente. Se
estructura en tres niveles: un basamento sencillo, un cuerpo central articulado con pilares
jónicos y ventanas doveladas, y un cuerpo superior con ángeles músicos. Es obra de los
escultores Joan Grau y Francesc Grau o Josep Sunyer.
La Coveta es el espacio ignaciano por excelencia.
Esta ornamentada con obras del siglo XVIII e inicios
del XIX, de las que destaca un retablo de alabastro
de Joan Grau que muestra una representación del
santo escribiendo los Ejercicios Espirituales en
Manresa. Completa la rica decoración una serie de
ocho medallones con relieve de alabastro de Josep
Sunyer (1720) que muestran episodios de la vida
de San Ignacio.
La Avantcova. Hasta el siglo XVIII era el espacio dedicado al culto, pero con la edificación de la
iglesia pasó a ser el vestíbulo de acceso a la Cueva. Fue ornamentada entre el 1915 y el 1922, por
el pintor Martí Corona, que dirigió las obras de
estilo modernista. Esta ornamentación
responde a una función comunicativa: es el
espacio que nos prepara para entrar al lugar
más espiritual del conjunto. Esta idea se
transmite gracias a la iconografía de las
paredes, los ventanales y los mosaicos de las
pseudoventanales y los seis medallones que
explican episodios de la vida del santo. El suelo
dibuja el escudo de la familia de Ignacio y las
armas de su antigua profesión.
Iglesia
Interior. Construida entre 1750 y 1763, la iglesia es el elemento definitivo del santuario y
culmina la aspiración que se pretendía con la Cueva: crear un santuario de proyección
internacional. Formada por una planta de nave única con capillas
laterales comunicadas entre sí y una tribuna. No se ornamentó hasta
mediados del siglo XIX, por las expulsiones de la ciudad que sufrió la
comunidad jesuita. En los laterales, se encuentran tallas escultóricas
de santos de la Compañía de Jesús. El altar mayor es presidido por la
figura
de la Purísima Concepción, sobre ella la Santísima Trinidad y a los
lados, las imágenes de san Ignacio y san Francisco Javier.
Fachada. Es una muestra excepcional de la arquitectura jesuita y del
barroco catalán gracias al movimiento de los elementos y a la
decoración en forma de retablo barroco. En el centro, una hornacina
con la escultura del santo con una pluma y el libro de los Ejercicios
Espirituales, enmarcado por columnas corintias. Encima, un rosetón
oval que simboliza la iluminación divina.
Más información en:
Oficina de Turismo de Manresa
Via de San Ignacio 40, bajos
08241 Manresa
Tel. 93 878 40 90
[email protected]
www.manresaturisme.cat

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