dos cartas fundamentales - Buscaminos Animación Vocacional

Transcripción

dos cartas fundamentales - Buscaminos Animación Vocacional
DOS CARTAS FUNDAMENTALES:
LOS CASTIGOS (1883) Y EL ESPÍRITU DE
FAMILIA (1884)
OBSERVACIONES PREVIAS
La carta sobre los castigos y la escrita desde
Roma sobre el espíritu de familia, tienen el mismo
contexto histórico y cultural. Los problemas que
forman la preocupación dominante de Don Bosco
son originados por el factor de la “colegialización”
de sus instituciones educativas.
Por “colegialización” se entiende la
preponderancia que toma la estructura colegial,
sobre todo en sus aspectos de escolarización de la
enseñanza y de organización disciplinar, en la acción educativa.1
El número creciente de alumnos trae consigo mayores exigencias
disciplinares. La presión de los programas oficiales restringen los espacios
para la libre iniciativa pastoral que habían sido típica expresión del
primitivo espíritu oratoriano de la pedagogía de Don Bosco.2
CAUSA: la necesidad de optar por el colegio como una estructura
de educación privada, reconocida por el gobierno liberal, instaurado en
1848; estructura educativa que permitía dar, dentro del establecimiento,
1
PERAZA, F., Curso de “Iniciación al estudio de Don Bosco”, CSR, Quito, 1995, p. 131; 137-138.
PERAZA, F., “El Sistema Preventivo de Don Bosco. Pedagogía nacida de la vida para la vida”, CSR,
Quito, 2010, 127-129.
2
Escuela de Salesianidad II Etapa
1
una educación religiosa y moral de tipo cristiano, mientras en los institutos
del Estado, se prescindía por completo de ella y se propugnaba una
educación exclusivamente laica, esto es, sin ninguna explícita orientación
religiosa.
CONSECUENCIAS:
Los inconvenientes de asimilar los colegios de la Iglesia y de las
entidades particulares a los colegios estatales en el cumplimiento de las
exigencias estructurales y de contenido que, desde la reforma orgánica del
ministro Gabrio Casatti, efectuada en 1859, siguieron imponiendo las
legislaciones y reglamentos subsiguientes del gobierno.3
I.
LA CARTA – CIRCULAR SOBRE LOS CASTIGOS.
Data del año 1883 y tiene por objeto frenar el mal uso de los
castigos y rectificar la mentalidad y la conducta de los salesianos al
respecto, tratando de restaurar la vigencia de su Sistema Preventivo. De lo
contrario, el poder, la amenaza y el miedo, podían seguir desplazando
fatalmente el afecto y la confianza, la tolerancia y la paciencia; la ley, a la
misericordia y el perdón del Evangelio.4 Sería la ruina completa del
pensamiento educativo de Don Bosco y de sus instituciones.
LOS CASTIGOS
Los castigos, parece que se introducen como a la fuerza en el
cuadro “teórico” de la pedagogía de la razón, religión y el amor. En las
páginas del sistema preventivo Don Bosco dedica la parte final a una
palabra sobre los castigos. El sistema preventivo, “excluye todo castigo
violento y procura alejar aun los suaves; el alumno preventivamente
avisado”, “no se enfada por la corrección que le hacen ni por los castigos
con que le amenazan”; e, incluso, por haber razonado y por haberle
conquistado el corazón, “comprende la necesidad del castigo y casi lo
desea”; por el contrario, el sistema represivo evoca amargos recuerdos por
3
La ley lleva la fecha del 13 de noviembre de 1859. Se puede ver el cuadro referente a la educación en
el Piamonte e Italia del siglo XIX en: PERAZA, F., “Iniciación al estudio…”, p. 123-124; 127-128.
4
PERAZA F., “El Sistema Preventivo…”, p. 146, 147, 151.
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2
“los castigos que se les han dado” incluso “justamente”, pero odiosos en
las maneras5.
De todos modos, Don Bosco, cuando escribe para el público, es
mucho más sobrio que cuando educa prácticamente, en particular en el
Oratorio de Valdocco. Por eso no debe sorprendernos la tesis tan tajante:
“A ser posible, no se castigue nunca”6.
En unas Buenas Noches del verano de 1864, según el texto
fragmentario de una crónica, pedía mucha confianza en vez de temor,
añadiendo: “Aborrezco los castigos... como un padre de familia..., a pesar
de todo....”7.
Castigar no entraba en su sistema, es decir, en sus maneras, en sus
costumbres8. Y cuando no hubiese más remedio, el castigo no se aplicará
“sino después de haber agotado todos los otros medios”9 y si hay
esperanza de alguna mejora en el interesado. Se repite también,
insistentemente, la norma de no dar castigos violentos y físicos: “El pegar,
de cualquier modo que sea, poner de rodillas en posición dolorosa, tirar de
las orejas y otros castigos semejantes se deben absolutamente evitar,
porque están prohibidos por las leyes civiles, irritan mucho a los alumnos y
rebajan al educador”10: ni palo, ni bofetadas ni otros castigos violentos, ni
los perjudiciales para la salud, ni, por lo general, copias, ni el cuarto de
reflexión, aunque alguna vez, se haya tomado seriamente en cuenta11.
Don Bosco se inclina preferentemente por los castigos naturales y
psicológicos, inspirados en el razonamiento y la bondad: “El no darles una
muestra de benevolencia es castigo que emula, anima y jamás deprime”.
5
Il Sistema preventivo (1877), p. 46 y 48, OE XXVIII, p. 424-426 (cfr. CANALS J., Don Bosco. Obras
fundamentales, p. 56.
6
Il Sistema preventivo (1877), p. 62, OE XXVIII, p. 44 (J. CANALS, Don Bosco. Obras fundamentales, p.
566.
7
D. RUFFINO, Libro di esperienzia 1864, p. 67. Don Lemoyne nos transmite un texto muy extenso, que
dice haberlo sacado de una crónica de Don Bonetti (MB VII, p. 430).
8
En cuanto al término “sistema”, cfr. S. BATAGLIA, Grande dizzionario della lingua italiana, vol. XIX,
Torino, UTET, 1998, en la voz “sistema”, p. 99: “10. Uso, modo habitual, manera”.
9
J.M. PRELLEZO, Dei castighi da infliggersi…, p. 290-294.
10
El artículo se añadió al texto del sistema preventivo publicado en el opúsculo del Reglamento para
las casas, p. 12, OE XXIX, p. 108.
11
De este asunto trata, con alguna predisposición para ello, la carta Dei castighi da infliggersi nelle case
salesiane: J.M. PRELLEZO, Dei castighi da infliggersi…, p. 304-306.
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“Para los niños es castigo lo que se hace pasar por tal. Se ha observado
que una mirada no cariñosa en algunos produce
mayor efecto que un bofetón. La alabanza, cuando
se obra bien, y la reprensión, en los descuidos,
constituyen, ya de por sí, un gran premio o
castigo”12.
Para Don Bosco: “Trata de hacerte amar
más bien que hacerte temer”, en esencia significa
hacerse amar y hacerse temer, prevaleciendo, en
todo caso, el amor. Por lo demás, quien quiere el
temor es el amor, hasta el punto que el temor aumenta, cuando aumenta
el amor. La certeza teológica se convierte en principio pedagógico.
Dios gobierna el mundo y la aventura humana con el incentivo de
premios inimaginables y la saludable amenaza de futuros castigos
temporales y eternos. Esta persuasión la expresa en la misma “Storia d'
Italia”, con cuyo pretexto, se explícita en Don Bosco la idea y la fórmula
del plus amari quam timeri (“hazte amar antes que temer”), tomada de la
historia greco-romana.
En el alumno es temor filial, que se concreta en deferencia,
sumisión, honor, obediencia, respeto de toda superioridad auténtica. Y
puede ir unido, en casos de infracciones culpables, a turbación,
retraimiento, vergüenza, rubor, bochorno, sentido de indignidad,
sentimiento de pérdida de estima, confianza y ayuda de quien le ayuda y
ama: estar alejado de quien nos ama, núcleo esencial del auténtico temor.
No se excluye que, en ciertos casos, la presentación de las
obligaciones, con las relativas sanciones a quienes falten, pueda producir
un temor servil, no, ciertamente, inútil para quien ha de ser todavía
sometido al dictamen de la razón. Partiendo de esto, puede ponerse en
movimiento el proceso de educación propiamente dicho, que puede
presuponer una cierta intimidación, miedo a los castigos y a quien los
imparte, pero que no consiste en esto. Así debe entenderse las
recomendaciones hechas por Don Bosco en varias ocasiones, comenzando
por los “Recuerdos confidenciales”:
12
Il sistema preventivo (1877), Una parola sui castighi, art. 1 y 2, p. 64, OE. XXVIII, p. 442.
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4
“La caridad y la paciencia te acompañen constantemente cuando mandes y
cuando corrijas, y obra de tal suerte que todos saquen, por tus hechos y
palabras, que lo que buscas es el bien de las almas. (…) Si faltara a la
moralidad, avísesele cuando más una vez y, si recae, sea inmediatamente
enviado a su casa. Cuando llegues a descubrir alguna falla grave, llama a tu
despacho al culpable o sospechoso, y de la forma más caritativa procura
hacerle reconocer su error por haberla cometido; corrígele después e
invítale a ajustar las cuentas de su conciencia. Al mandar úsense siempre
modos y palabras de caridad y mansedumbre. Las amenazas, los enfados,
más aún, las violencias han de estar siempre lejos de tus expresiones y
acciones”13.
Don Bosco expresa con claridad su pensamiento a los jóvenes en
unas Buenas Noches del 26 de octubre de 1875:
“Por tanto, ahora que estamos a tiempo, conviene que les avise algunas
cosas. Tengan en cuenta (…) durante todo el año, las calificaciones sobre el
comportamiento en el estudio, en la clase, en el dormitorio, en el comedor,
etc. El que no se porte bien recibirá una calificación deficiente y será
nombrado en público, delante de todos, para gran vergüenza suya; si uno no
se siente nombrado, es señal de que sus cosas marchan bien. Los que
reciban calificaciones deficientes han de saber que se les tolerará por algún
tiempo: pero después, no. Me sabe mal, pero es necesario que todos los
años se haga eso con alguno y que nos veamos obligados a echarle a la
calle, y decirle: Mira, tú no sirves para estar en el Oratorio”. A otros se les
aguanta un poco más para ver si reaccionan: pues ya saben lo que dice el
refrán: Tanto va el cántaro a la fuente que, al fin, se rompe: es decir, que
una cosa pequeña unida a otra se convierte en una cosa grande, (…) y si
ahora ven que faltan algunos es precisamente por esto. Se les avisa, pues,
a tiempo y espero que a ninguno de ustedes le suceda lo mismo”.14
13
F. MOTTO, “Ricordi confidenziali ai direttori…”, p. 151, 154, 155, 156-157, 159 (cfr. J.
CANALS, Don Bosco. Obras fundamentales, Recuerdos a los directores, p. 551-556.
14
MB XI, p. 389-390.
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SUPERIORIDAD, ENCARNACIÓN DE LOS DEBERES, INICIACIÓN A LA
RESPONSABILIDAD
La razón es algo fundamental. El
sistema preventivo supone un educador
protector y presidencialista. Aunque la
disciplina y la praxis de la corrección y del
castigo se diferencien según los contextos
educativos, es claro que Don Bosco es un
educador
de
disciplina,
que
desea
comunidades ordenadas y que funcionen. La
severidad se acentúa en el Oratorio de
Valdocco,
un
hospicio
superpoblado,
considerado como casa madre, ejemplo para
todas las demás. Por esta razón, ya desde el
principio, trabaja incansablemente en la
elaboración de reglamentos de diversa amplitud para las distintas
instituciones educativas, las agrupaciones asociativas y sus
correspondientes actividades. Incluso para la institución educativa más
abierta comienza pronto a escribir, para educadores y jóvenes, un
Reglamento, editado sólo en 1877, al mismo tiempo que el Reglamento
para las casas, colegios y hospicios15.
Pero Don Bosco tiene una actitud severamente inflexible cuando
se haya que castigar un desorden público y la falta de respeto a los
asistentes. Sin embargo, para que se garantice la racionalidad y la
moderación les prohíbe a ellos castigar, “así nadie tendrá que
lamentarse”16. El responsable principal de los castigos es el director,
aunque la ejecución se confía a su vicario, el prefecto, porque la razón no
debe matar la paternidad y la posición especial del director como
“confesor ordinario”17. Por ello, Don Bosco exige:
15
Cfr. Regolamento dell’Oratorio…per gli esterni, 63, p. OE XXIX, p. 31-92; Regolamento per le case…,
100 p., OE XXIX, p. 97-196.
16
G.B. LEMOYNE, Cronaca 1864 ss., Buenas Noches del 21 de marzo de 1865.
17
Véanse en MB X, p. 1005-1006, normas dadas por Don Bosco sobre este asunto y recogidas por G.B.
Lemoyne; otras normas surgieron de las “conferencias” de los prefectos: MB X, p. 1028; cfr. También
J.M. PRELLEZO, Dei castighi da infliggersi…, p. 308.
Escuela de Salesianidad II Etapa
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“Quiero que los estudiantes se porten
bien. En caso contrario o se vayan a casa o se
pasen a la sección de artesanos. Y eso que a los
estudiantes, en el caso de que se vayan a casa, no
se les deja en la calle. La mayor parte tienen
familia y tienen padres, que se preocuparán de
ellos”18.
Algo parecido dice en las Buenas Noches
del 9 de julio de 1875 sobre el silencio en las filas,
pero acababa apelando a la finura de conciencia
de los jóvenes, para los que la observancia de ciertas normas podía servir
como medio para el perfeccionamiento espiritual, crecimiento en la virtud
y amor a la Virgen Madre y a su divino Hijo19.
LA CORRECCIÓN
Además de la pedagogía del estímulo20 y del acompañamiento,
esencia de la asistencia, el sistema preventivo se convierte
frecuentemente en pedagogía de la corrección. Y es algo natural si se
considera que tiene que tratar con muchachos en crecimiento con todas
sus características de movilidad, irreflexión, despreocupación,
sometimiento a los influjos negativos de las ideas y conductas, que Don
Bosco les atribuye.
La corrección se expresa en una amplia gama de intervenciones de
gravedad ascendente: consejos, avisos, llamadas de atención,
amonestaciones, advertencias, reproches, amenazas. No son acciones
punitivas, sino intervenciones tendentes a evitar ligerezas y desviaciones
precursoras de desórdenes irreversibles, y acostumbrar a la propiedad y
corrección en el pensar, hablar y actuar.
Es el normal comportamiento de cualquier digno padre y madre de
familia que ama y es consciente de su propia responsabilidad. Don Bosco
18
G.B. LEMOYNE, Cronaca 1864 ss., “Buenas Noches” del 21 de marzo de 1865, p. 121-122.
G. BARBERIS, Cronichetta, cuad. 2, p. 45-46.
20
Cfr. H. FRANTA-A. R. COLASANTI, L’Arte dell’incoraggiamento, Roma, la Nuova Italia Scientifica, 1991,
p. 25-29.
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ignoraba el permisivismo. Los términos correctivos, están ampliamente
señalados en las páginas del sistema preventivo. Se piensa en educadores
que den consejos, y corrijan con amabilidad. Se habla de correcciones
hechas y de castigo anunciado; de aviso amistoso; de bienhechor que
avisa; de Buenas Noches en las que se da “algún aviso o consejo sobre lo
que ha de hacerse o evitarse”21.
La corrección en su forma más
general y común pertenece a la esencia del
sistema preventivo, ya que si los
muchachos no se equivocasen dejarían de
ser muchachos y no tendrían necesidad de
educación. Por ello “en la asistencia (…)
dése a los alumnos facilidad para expresar
libremente sus pensamientos; pero estése
atento para rectificar y también corregir
las expresiones, las palabras, las acciones
no conformes con la educación cristiana”22. Por tanto, la corrección está
presente necesariamente en todos los momentos de la acción educativa:
palabrita al oído, avisos en privado y en público, Buenas Noches, billetitos,
llamadas de atención en el estudio y en clase, en los recreos, en los
paseos, en la iglesia, en el dormitorio, en todas partes. Las modalidades
reciben el nombre de amabilidad, razón, y prudencia: paciencia, caridad y
gracia23; como norma, no corregir o castigar en público, sino en privado,
haciendo comprender la falta al alumno “valiéndose de la razón y de la
religión”24; no corregir dejándose llevar por el primer impulso, sino
sosegadamente, esperando, si es el caso, que se serene el ánimo y, sobre
todo, procurando que el alumno se aleje de nosotros contento y como
amigo25.
21
El sistema preventivo (1877), p. 46, 48, 50, 56 y 58, OE. XXVIII, p. 424, 426, 428, 434 y 436 (J.
CANALS, Don Bosco. Obras fundamentales, p. 561-566.
22
Regolamento per le case…, Articoli generali, art. 3, p. 15, OE XXIX, p. 111 (J. CANALS, Don Bosco.
Obras fundamentales, p. 566).
23
Regolamento dell’Oratorio…per gli esterni, parte 1, cap. X, Dei pacificatori, art. 2 y 5, p. 20 y 21, OE
XXIX, p. 50 y 51.
24
Il sistema preventivo (1877), Una parola sui castighi, art. 2, p. 64, OE. XXVIII, p. 442 ( J. CANALS, Don
Bosco. Obras fundamentales, p. 566.)
25
Carta a un joven maestro, 28 de mayo de 1975, E. II, p. 448.
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8
Aunque no haya sido redactada por Don Bosco, sino por un
salesiano, discípulo suyo y ayudante de la primera hora en Valdocco, y por
lo tanto inspirándose en el pensamiento de Don Bosco, la circular “Dei
castighi da infliggersi nelle case salesiane”, sobre la corrección, desarrolla
estos dos puntos: “Escoger, para corregir, el momento oportuno y evitar
todo asomo de pasión”26.
Los directores de las casas conocían normas que poco a poco se
habían ido definiendo en las “conferencias” periódicas: “respetar el buen
nombre de los alumnos”, “no reprenderles si no se estaba seguros de la
falta”, “no actuar por pasión, sino juzgar serenamente las cosas”; “es
necesario que ellos mismos nos reconozcan como superiores. Si los
humillamos con palabras porque somos Superiores, nos pondríamos en
ridículo”27.
DESPIDOS Y EXPULSIONES
La frecuente expulsión de los alumnos hay que situarla en la
mentalidad de Don Bosco y de su tiempo. Aún no estaban difundidas las
ideas de la igualdad de oportunidades y del derecho a estudiar. Podía
aspirar a elevar su propio status social y cultural sólo quien tenía
posibilidades económicas. Conseguir un título de estudio o aprender un
oficio en un instituto bien organizado era un privilegio. Se entendía como
la cosa más natural que quien no lo sabía apreciar, debía volver a su país
natal. No volvía a un lugar maldito. No hacía otra cosa más que tornar a su
familia y volver a asumir el peso del día y del calor, del que había huido y
que le habría reeducado, en contacto con la dura realidad, después de su
fracasada experiencia colegial.
Algunos pensaban que con esta manera de actuar, se corría el
riesgo de que hubiera vocaciones obligadas. Don Bosco respondía: “la
elección de estado en esta casa es totalmente libre y sin todos los
requisitos necesarios ninguno es admitido a la toma de hábito; el estar en
posesión de todos ellos es un signo de verdadera vocación. Por el
26
J.M. PRELLEZO, Dei castighi da infliggersi…, p. 294-300 (J. CANALS, Don Bosco. Obras fundamentales,
Carta circular sobre los castigos, p. 601-604).
27
Normas dadas por Don Bosco antes del 1870, en apéndice a las MB XIV, p. 723-725.
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9
contrario, quien no es llamado a este estado en los difíciles tiempos en los
que vivimos, pienso que es mucho mejor que trabaje en el campo”.
Entraba en esta categoría su sobrino Luis, por otra parte, indeciso en su
elección. Lo mismo piensa de otro, cuyos padres eran campesinos. “Hay
que tener esto presente, decía, porque si fuese un joven de extracción
urbana, no sería conveniente que se pusiese a trabajar en el campo; pero
uno que, ha sido sacado de ese oficio y mandado a estudiar para ver si el
Señor lo llamaba al estado Eclesiástico, supuesto que no sea llamado, no
se le hace ningún perjuicio y es mucho mejor para él, mandarlo de nuevo a
trabajar en el campo”28.
Frecuentemente, pues, el despido o la expulsión aparecían no solo
como razonable, sino inevitable, sobre todo en Valdocco para la sección de
estudiantes, formada en su mayor parte por jóvenes aspirantes a la vida
eclesiástica. Quien no demostraba poseer esos signos, o iba a otros
colegios normales o volvía a su casa. Y, además, tanto estudiantes como
artesanos, debían tener presente que la casa que les educaba, más que
por las pensiones, se mantenía por la generosidad de los bienhechores.
Además de por la falta de motivos vocacionales, la expulsión se
hacía obligatoria cuando resultaban agotados todos los recursos del
“sistema”, por lo demás, nunca considerado como absolutamente infalible.
Eran afectados, y más en caso de recaída, quienes reincidían en algunos de
los tres males que deben evitarse con todo empeño, contemplados en la
conclusión del Reglamento para las casas:
“1° La blasfemia y el nombrar el Santo Nombre de Dios en vano”.
“2° La impureza”, en forma de escándalos relacionados con el sexto
mandamiento.
“3° El robo”29. Se añadía la desobediencia formal y sistemática y la
rebelión.
En las Buenas Noches del 13 de febrero de 1865, después de
denunciar robos, indisciplina, inmoralidad, Don Bosco comunicaba
abiertamente las decisiones a las que había llegado: “Por tanto he tomado
una decisión y es la de despachar a los autores de estos escándalos. Don
28
RUFFINO, Cronaca 1861-1862, p. 93-95.
29
Reglamento per le case…, parte II, cap. XVI, p. 89, OE XXIX, p. 185.
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10
Bosco es el hombre más bueno que exista sobre la tierra: destrocen,
rompan, hagan chiquilladas y les compadeceré; pero no se dediquen a
arruinar las almas, porque entonces es inexorable”30.
A este ambiente se refería en una crónica Julio Barberis, buen
observador de la realidad de Valdocco: “Hay una norma en la casa de no
tolerar por ningún motivo entre nosotros a los jóvenes díscolos o que de
cualquier modo puedan escandalizar a los compañeros. Una sola mala
conversación, el mínimo acto de inmoralidad es suficiente para mandar al
culpable fuera de la casa. Por otra parte, tampoco se puede mandar a
nadie fuera sin hablarlo antes con Don Bosco”31.
Cierto que la intransigencia del cronista se refería a los estudiantes
para el estado eclesiástico y para los novicios. Con todo, para la
generalidad de los jóvenes, la contradecía claramente el Don Bosco de los
“Recuerdos confidenciales”, texto de un gran valor normativo para los
directores. “Cuando llegues a descubrir alguna falta grave, llama a tu
despacho al culpable o sospechoso, y de la forma más caritativa procura
hacerle reconocer su error por haberla cometido; corrígele después e
invítale a ajustar las cuentas de su conciencia. Con este medio, y
acompañando al alumno con una benévola asistencia, se consiguieron
maravillosos efectos y enmiendas, a primera vista imposibles”32.
Las normas reglamentarias son parecidas para el Oratorio festivo,
que es, sin embargo, una estructura más flexible33. “También los díscolos,
pueden ser admitidos, con tal que no escandalicen y manifiesten empeño
por mejorar de conducta. Sin embargo, en la abundante documentación
sobre la vida de Don Bosco, son innumerables las noticias sobre casos de
perdón concedido a individuos indisciplinados o escandalosos, dispuestos
a cambiar sinceramente de conducta”34.
30
G. B. LEMOYNE, Cronaca 1864 ss., p. 93-94. Y se seguía después haciendo una invitación a sus
jóvenes oyentes: “denuncien a los cabecillas de estos desórdenes y de estos pecados” (Ibid., 96-97).
31
G. BARBERIS, Cronichetta, cuad. 3, p. 19.
32
F. MOTTO, I “Ricordi confidenziali ai direttori”…, p. 156-157 (J. CANALS. Don Bosco. Obras
fundamentales, Recuerdos confidenciales, p. 554).
33
Regolamento dell’Oratorio…per gli esterni, parte II, cap. II art. 6, p. 30, OE XXIX, p. 60.
34
Regolamento dell’Oratorio…per gli esterni, parte II, cap. II art. 7, p. 30, OE XXIX, p. 60
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11
LOS PREMIOS
En la doctrina y praxis de Don Bosco, también está presente la
pedagogía tradicional del premio, de lo más sencillo y familiar, con “la
fiesta de la distribución de premios”. Crecido en la escuela de inspiración
jesuítica, Don Bosco no podía dejar de apoyar su educación también en el
factor psicológico y moral de la emulación. El premio más ambicionado por
los jóvenes debía ser el relacionado con el deber cumplido y la íntima
satisfacción que ello producía, reforzado por la cordial y afectuosa
complacencia del educador. Durante muchos años, había instituido un
premio de buena conducta anual, que se daba a los mejores, elegidos por
libres y democráticas designaciones, que, normalmente, tenían lugar antes
de la fiesta de San Francisco de Sales, el 29 de enero. Él mismo daba la
explicación a los muchachos, en las Buenas Noches del 19 de enero de
1865:
“Hay una costumbre en la casa que voy a decir
para los que son nuevos. El día de san
Francisco se conceden los premios y son los
mismos alumnos quienes los otorgan a sus
mejores compañeros. Los estudiantes a los
estudiantes y los aprendices a los aprendices.
Se procede de la siguiente manera: cada
alumno escribe una lista con diez nombres de
los compañeros que juzga son más inteligentes, más aplicados,
más piadosos entre los que él conoce, de cualquier dormitorio o
clase que sean, y la firma. Después entrega dicha lista a su
profesor, éste me la entrega a mí y yo hago el escrutinio de dichas
listas. Al que obtiene mayor número de votos se le entrega el
premio en la fiesta de san Francisco de Sales. Los clérigos podrán
presentar también una lista con diez jóvenes. Todos los superiores
sacerdotes podrán hacer lo mismo. También yo haré la mía, pero
la mía valdrá solamente para uno”35.
35
G.B. LEMOYNE, Cronaca 1864 ss., p. 78-79.
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12
La solemne distribución de premios escolares y provecho en el
estudio se hacía al final del año escolar, a mediados de agosto o a primeros
de septiembre. Se la rodeaba de una solemnidad particular con cantos,
declamaciones, ejecución de escogidas piezas musicales, discursos de
ocasión, en presencia de personas cualificadas. Para los artesanos del
Oratorio de Turín-Valdocco se registra esta clase de fiestas el 30 de mayo
de 1872, el 2 de julio de 1876, el 15 de agosto de 1878.
También se daban premios especiales, más sencillos, semanal o
mensualmente. Se tenía en mucho aprecio el privilegio de sentarse a la
mesa, el domingo, con Don Bosco y con los superiores, premio reservado a
aquellos que en cada una de las clases se habían distinguido por su buena
conducta36.
Una constante preocupación de Don Bosco era que el premio y la
alabanza no se dieran exclusivamente por las dotes naturales de los
alumnos, prescindiendo de la buena voluntad y de la diligencia. En el
Reglamento para las casas, dice a los estudiantes que “un estudiante
soberbio es un estúpido ignorante”37, y recomienda a los educadores que
no subordinen sus valoraciones a complacencias por dotes puramente
innatas o a simpatías: “No alabar a ningún alumno de una manera especial;
las alabanzas destruyen las mejores dotes naturales. Uno que canta bien,
otro que declama con desenvoltura, enseguida es alabado, cortejado,
apreciado. Evitar alabarles por sus dotes corporales. Los mejores de una
clase se ensoberbecen si son alabados, y algunos pequeños talentos se
desaniman, y al no poder alcanzar a los primeros, odian al maestro
diciendo que no se preocupa de ellos. A éstos, un poco de aliento
moderado”38.
36
37
38
Cfr. MB. III, p. 343-344; VI, p. 333; XI, p. 102;
Regolamento per le case…, parte II, cap. VI, art. 22, p. 73, OE XXIX, p. 169.
MB XIV, p. 723-724.
Escuela de Salesianidad II Etapa
13
II.
LA CARTA DE ROMA SOBRE EL “ESPÍRITU DE FAMILIA”
ANTECEDENTES
La carta del 10 de mayo de 1884
es un clásico ejemplo de cómo Don
Bosco salvó el peligro de dejarse
anquilosar y dejar anquilosar su
experiencia
oratoriana
por
las
estructuras que por fuerza se fueron
superponiendo
en
el
Oratorio.
Estructuras como las escolares que
tendían a absolutizarse; o las de la
disciplina institucional de los colegios
impuesta por las legislaciones y
ordenamientos estatales. Pudo hacerlo porque siempre él estaba en
relación con los jóvenes, Siempre vivió atento a sus situaciones y a sus
cambios. Siempre caminó con una época que se movían de transformación
en transformación en el campo político - territorial y cultural y en el
mundo de las ideas.
Cuando sus discípulos fueron víctimas del fenómeno de la
colegialización, a raíz de la Reforma Orgánica de la Escuela impulsada por
el ministerio de Gabrio Casati en 1859, y expusieron el Sistema Preventivo
a graves riesgos dejándose absorber por los aspectos disciplinares del
sistema escolar, él reaccionó con claridad, con vehemencia y en forma
convincente en documentos como el dedicado en 1883 al problema de los
castigos y en 1884 al espíritu de familia, y también ordenando la revisión
de su Oratorio para que volviera a revivir en él el espíritu original en el que
él y sus primeros oratorianos lo habían engendrado:
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“¿Saben qué es lo que desea de
ustedes este pobre anciano que ha
consumido toda la vida por el bien de
los
jóvenes?
Solamente
que
observadas las debidas proporciones,
vuelvan a florecer los días felices del
antiguo Oratorio; las jornadas del
afecto y de la confianza entre
alumnos y superiores; los días de condescendencia y de
mutua tolerancia por amor a Jesucristo; de los corazones
abiertos con sencillez y espontaneidad; de la caridad y de la
verdadera alegría entre todos.... Pongámonos, pues, de
acuerdo: la caridad de los que ejercen la autoridad y la
caridad de los que obedecen, haga reinar entre lacios el
espíritu de San Francisco de Sales”.
DON BOSCO
En la primavera de 1884, - del 14 de abril al 14 de mayo - Don
Bosco está en Roma, acosado por problemas financieros relacionados con
la compleja construcción de la iglesia del S. Corazón, y comprometido en
obtener para su sociedad religiosa un estado jurídico tranquilizador.
De hecho, después de su viaje triunfal a Francia desde febrero a mayo de
1883, los achaques de su salud se acrecientan, por momentos
particularmente críticos antes y después del trabajoso mes de su estancia
en Roma. El Boletín Salesiano de abril de 1884, por boca del director de
Alassio, Don Francisco Cerruti, afirma que Don Bosco no había tomado la
palabra en la reunión del 02 de marzo con ocasión de la reunión de los
Cooperadores y colaboradores. Don Bosco en su correspondencia dice de
manera discreta: “mi salud no es mala, pero no es muy buena”.
Junto con el gran tema de la salvación se insiste en la llamada al
método, al estilo, al sistema preventivo: “pongamos en práctica el amor, la
confianza, la familiaridad, la amistad; sucede a menudo que los jóvenes
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son menos culpables de lo que se cree, como lo demuestra la experiencia”,
advertía don Bosco, en la ultima reunión del III Capítulo General, el 7 de
septiembre de 1883. Y el 25 de abril 1884 apareció en el Diario de Roma, la
respuesta de Don Bosco a un periodista que le preguntó acerca de su
sistema educativo: “es muy sencillo, se trata del arte de descubrir en los
niños los gérmenes de su buena disposición y desarrollar las habilidades
propias, no solamente con actividad sino con amor”.
Estas preocupaciones son parte de la situación mencionada en el
sueño, y que darán origen a la carta.
¿DOS CARTAS DE ROMA DEL 10 MAYO DE 1884?
INTRODUCCION
De una consideración global de los hechos que sucedieron en
Valdocco en las semanas inmediatamente sucesivas se desprende que de
las dos cartas con fecha 10 de mayo 1884, fue enviada a Turín la que
contiene la redacción breve, como parece entenderse de dos cartas de
Don Lemoyne a Don Rúa, una enviada desde Roma el 12 de mayo, antes
que partieran de Roma Don Bosco y su secretario; y la otra carta que fue
enviada de Florencia el día 15.
En la primera carta enviada desde Roma, Don Lemoyne escribe:
“Te mando una carta que Don Bosco manda a todos sus hijos del Oratorio.
Tú mismo tendrás el gusto de leerla en la noche después de las oraciones y
si tú no pudieses encárgala a Don Lazzero. Así lo desea Don Bosco y que tú
antes de leerla a los jóvenes, procures darle una leída y que modifiques
aquello que creas a bien hacerlo, y atenúes aquellas frases que consideres
muy fuertes. Si encuentras algún despropósito perdóname y corrígela
porque he empleado toda una noche entera para redactarla”.39
En la segunda carta enviada de Florencia el día 15 escribe a Don
Rúa: “Hoy hemos llegado a Florencia (…) Con esta concluyo mi
correspondencia con ustedes, si no sucede nada nuevo. Espero que a esta
39
Lettera a don Rua del 12 maggio 1884, ibid. Cfr. P. BRAIDO E R. ARENAL LLATA, Don Giovanni Battista
Lemoyne attraverso 20 lettere a don Michele Rua, in: “Ricerche Storiche Salesiane” 7(1988), p. 151.
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hora habrás recibido y leído a los jóvenes la carta que Don Bosco les
dirigió”.40
En la forma breve de la carta parecen referirse preocupaciones e
intereses particularmente acentuados en Valdocco en las semanas y meses
sucesivos al retorno de Don Bosco de Roma.41 Aparece de modo insistente
el problema del “orden del Oratorio” y, sobre todo de la “reforma”
disciplinar, moral y religiosa de la comunidad juvenil, con especial atención
a los estudiantes, que alimentaban esperanza de nuevas “vocaciones”,
eclesiásticas y salesianas.42
El 6 de abril de 1920, el Rector Mayor de la Sociedad Salesiana,
don Pablo Albera, se refería explícitamente en una circular escrita comentando la invitación a la inauguración del Monumento a Don Bosco
en la Plaza María Auxiliadora de los cristianos- que no se pudo inaugurar el
año 1915. Por la inauguración del Monumento, don Albera desarrolla
reflexiones que concluyen con una invitación a los salesianos para erigir
otro monumento, un monumento imperecedero, aere perennius (más
duradero que el bronce): “hacer revivir sus virtudes, su sistema educativo,
todo su espíritu”. En relación a aquella pedagogía celestial que es el
sistema educativo de Don Bosco, cuyas normas él recomienda de releer en
su pequeño tratado sobre sistema preventivo, él entiende evocar un punto
esencial particularmente iluminado en la carta de Roma: “hay que saber
amar a los jóvenes”.
En la primera edición de las Actas del Capítulo Superior Salesiano
de la Sociedad el 24 de junio de ese año, el consejero general, Don
Bartolomé Fascie, informa: En la última circular del 6 de abril, Don Albera,
después de haber anunciado que habría salido impreso, para que pudieran
más fácilmente estar en manos de todos, el tratado de don Bosco sobre el
sistema preventivo, recomendaba al mismo tiempo la imitación de aquel
amor para los jóvenes, que fue el secreto de su maravilloso ascendiente
sobre ellos. En el fascículo sucesivo de los hechos del capitulo superior,
40
Lettera a don Rua del 15 maggio 1884, ibid. Cfr. P. BRAIDO e R. ARENAL LLATA, art. cit., p. 157.
A . LENTI, Don Bosco: Historia y carisma. Apogeo: de Turín a la gloria de Bernini (1876-1934), Tomo
III, p. 502-506.
42
BRAIDO, P., Don Bosco Educator. Scriti e testimonianze, Las, Roma, 1992, Ed.3, p. 359.
41
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aparecía el texto de la carta con una breve presentación del mismo
consejero escolar.
“La carta de 1884 -refiere de nuevo don Albera meses antes de su
muerte (29 de octubre de 1921)- pretende reavivar el espíritu de familia
como el terreno más fértil para las vocaciones, llama a dejarse inspirar por
el mensaje de 1884: hagamos revivir en torno a nosotros aquella
familiaridad que nuestro buen padre nos da tan calurosa y eficazmente en
su memorable carta de Roma del 10 de mayo del 84... que es el
comentario más auténtico de su Sistema Preventivo”.
Después de varios años, salía la publicación de la carta en la
redacción más extensa, en dos obras de modo oficial: en las Memorias
Biográficas de San Juan Bosco y el Epistolario de San Juan Bosco, ambos
editados por Eugenio Ceria. La redacción breve, seguramente la única
original de Don Bosco, había caído en el olvido total. Hasta los tiempos
recientes se habla de la Carta de Roma refiriéndose exclusivamente a la
redacción larga.
Pietro Stella, en su obra “Don Bosco nella storia della religiositá
cattolica, vol. II. Mentalitá religiosa e spiritualitá, Roma, LAS, 1981 (ed.2
1969), p. 467-469) concluye con un breve análisis con algunas preguntas
relevantes y una evaluación concisa: ¿Qué cosa ha dicho realmente Don
Bosco? ¿Es carta o es un tratado?, ¿una serie de recuerdos?
De esta carta no se conoce texto autógrafo de Don Bosco, sino solo
el original (dos redacciones) escrita por Don Lemoyne y firmado por Don
Bosco. Sin embargo, debido a su contenido es considerado como uno de
los documentos educativos más eficaces y más ricos de Don Bosco. Esta
carta de Don Bosco, se ha encontrado en el apéndice del texto de las
Constituciones y Reglamentos de las dos congregaciones fundadas por Don
Bosco, la Sociedad de San Francisco de Sales y el Instituto de las Hijas de
María Auxiliadora.
EL REDACTOR Y EL INSPIRADOR
En diversos documentos y manuscritos, el texto de la carta en la
redacción más amplia está precedido de una nota-crónica de un
protagonista y único testigo directo, G.B. Lemoyne. Don Bosco en aquellas
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noches en las que se encontraba mal, había tenido algunos de sus
acostumbrados sueños, que marcaron época, y en diversas ocasiones se lo
contó a Lemoyne, que puso por escrito a pedido de Don Bosco y que
después él mismo corregiría. Luego se tuvo que rehacer y recopilar. Ya que
se refería a los miembros de la Congregación Salesiana, fue necesario un
nuevo trabajo para que pudiera ser leído en público con la presencia de
todos los jóvenes del oratorio. Conservada luego toda la segunda parte se
tuvo que dejar de lado lo que se decía de la primera, representando solo la
escena de los dos recreos. Esta carta fue enviada el 10 de mayo.
Leída en público por don Rúa tuvo un gran efecto; ya que en esa
época los jóvenes no estaban acostumbrados a escuchar cartas dirigida a
ellos por Don Bosco. El primer efecto de este sueño era que Don Bosco,
conocía la situación de muchas conciencias, por lo que algunos fueron
alejados de la casa.
G.B. Lemoyne (1839-1916), sacerdote de Génova, se inserta en el
corazón de la incipiente sociedad religiosa de Don Bosco en 1864. Director
del Colegio de Lanzo Torinese 1865 a 1877. A partir de 1883 se convirtió en
secretario adjunto y colaborador fraterno de Don Bosco, y secretario del
Consejo superior de la Sociedad Salesiana. Hombre rico de inteligencia y
de imaginación (...), interpreta con extraordinaria delicadeza la tarea que
se le había asignado.
Refiriéndose, a 1884, el biógrafo informa: “El santo en el mes de
julio tuvo un sueño (…). En los días siguientes le expuso brevemente - a
Don Lemoyne- lo que había visto, pero refiriéndose solo a un sentido muy
genérico de lo que había oído (…); y luego dio algunos trazos generales
para un desarrollo libre del sueño. El secretario siguió sus órdenes pero le
faltó siempre la posibilidad de leerle la composición más larga”43. En este
esbozo, por supuesto, aunque se mesclan los estilos, se conservan las
características individuales, pues no parece difícil rastrear en la carta del
1884, motivos y tonalidades presentes en cartas anteriores-de don
Lemoyne:
“La primera debería haber sido escrita alrededor de 1868: “Mis
queridos hijos, el Divino Salvador dice que donde esté tu tesoro allí está tu
43
MB XVII, p. 172.
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corazón. Ustedes, mis queridos son mi tesoro, un tesoro precioso que el
Señor me dio, un tesoro que es la sangre de Jesucristo, el tesoro que un
día voy a tener que hacer proyecto, aunque lejano mi corazón está
siempre entre ustedes, en la santa misa, en mis oraciones, en mis
ocupaciones, los tengo presentes a todos ustedes y anhelo el momento en
el cual podré ver sus rostros...”44.
PARA
REFLEXIONAR
1. ¿Qué peligros trajo la “colegialización”
a la pastoral oratoriana de Don Bosco?
2. ¿Colegios vs. Oratorio?
3. ¿Qué opciones hemos tomado en
nuestra pastoral para privilegiar la
identidad salesiana?
4. ¿Las normas y/o reglamentos son un
medio o un fin para la misión? ¿Por
qué?
 BRAIDO, P., Don Bosco Educatore.
Scritti e testimonianze, Las, Roma,
1992, Ed.3, p. 344-352.
 Braido, Pietro, Prevenir no reprimir. El
sistema educativo de Don Bosco,
Editorial Salesiana, Lima, 2003, p. 371386
 PERAZA, F., “Seis escritos de San Juan
Bosco”, CSRFP, Quito, 1999, p. 37-61.
44
PARA
PROFUNDIZAR EL
TEMA
MB XVII, p. p. 175. Es la Circular sobre las lecturas en las casas, firmada por Don Bosco y fechada en
Turín el 1° de noviembre de 1884.
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