Fuerzas kurdas arrebatan a DAESH la estratégica ciudad

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Fuerzas kurdas arrebatan a DAESH la estratégica ciudad
Fuerzas kurdas arrebatan a DAESH la estratégica ciudad de Manbij
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Fuerzas kurdas arrebatan a DAESH la estratégica ciudad de Manbij
Enviado por pabloelorduy el Mar, 08/09/2016 - 08:00
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Antetítulo (dentro):
Guerra de Siria
Sección principal:
Global
Cuerpo:
Manbij, ubicada en el norte de Siria a escasos 30 kilómetros de la frontera con Turquía, contaba
antes del inicio de la guerra con aproximadamente 100.000 habitantes. Cuando en 2011 las
protestas contra Assad desembocan en una auténtica guerra civil, Manbij, una ciudad caracterizada
por una gran diversidad étnica, permanecerá en una relativa calma durante los primeros meses de
tensiones.
Acuciado por los disturbios y revueltas que arreciaban en diversos puntos del país, el régimen de
Assad decidió replegar sus efectivos aún leales a las zonas más pobladas y estratégicas, ubicadas
fundamentalmente en el oeste de Siria. Y en los mapas que ya entonces se elaboraban, Manbij
aparecía como zona rebelde, aunque de facto la organización más poderosa eran de lejos las YPGYPJ (Unidades de Protección Popular). Las YPG surgían vinculadas al PYD (Partido de la Unión
Democrática), una organización hermanada con el PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) y
que representaba los intereses de la minoría kurda asentada en la franja norte de Siria. Cuando la
Guerra Siria parecía ser tan solo un conflicto entre régimen y rebeldes, las YPG se ubicaban en una
posición neutral, aspirando tan solo a controlar la situación en las zonas de mayoría kurda.
Conforme los primeros choques armados devinieron en una auténtica guerra de milicias, la frontera
turco-siria adquirió un valor estratégico inusitado, pues se convirtió en la principal vía de entrada
tanto de armamento como de combatientes para el bando rebelde. Los propios servicios secretos
turcos organizaron esta red de suministros que, proporcionados por países como Arabia Saudí,
Qatar, otras monarquías del Golfo Pérsico y los propios Estados Unidos, abastecieron de un material
imprescindible fundamentalmente a grupos islamistas y yihadistas contrarios a Assad.
En ese escenario, las YPG --pobremente armadas-- se repliegan hacia el cantón de Afrín (zona
noroccidental de Siria) y al cantón de Jazira (zona nororiental), dejando una basta extensión de
cientos de kilómetros de frontera controlada por milicias fundamentalistas. Uno de estos grupos
armados era ya DAESH (Estado Islámico de Siria e Irak), que en aquel entonces mantenía una
estrecha alianza con otros grupos opositores.
El inestable equilibrio de fuerzas existente en el bando rebelde salta por los aires a comienzos de
2014. DAESH, que se había nutrido de grandes cantidades de armamento estadounidense
arrebatado a un esperpéntico ejército irakí, iba ganando más y más protagonismo en la contienda
siria, asimilando a otros grupos islamistas y eliminando a todos aquellos (islamistas o laicos) que no
se plegaban a su hegemonía. Tal y como sucede en otras partes de Siria, DAESH se hizo con el
control de Manbij tras algunos enfrentamientos con otras milicias rebeldes. Posteriormente, en junio
de 2014 Abu Bakr Al-Baghdadi se proclamaba en Mosul Califa de un Estado Islámico cuya capital de
facto se ubicaría en Raqqa, ciudad siria situada en la ribera del Eufrates.
En octubre de 2014 comienza la batalla de Kobane, conocida también como el Stalingrado kurdo.
Hasta esa ciudad, con un importante paso fronterizo con Turquía, se habían replegado las unidades
de las YPG kurdas, incapaces de contener a un DAESH que avanzaba exhibiendo un enorme podería
militar, siendo percibido como un ejército prácticamente invencible durante aquellos meses.
Sin embargo, los milicianos y milicianas de las YPG resisten heroicamente en la ciudad, a pesar de
que Erdogan, bloqueando además el paso a la población refugiada que huye de los combates, evita
que a la ciudad situada lleguen por suelo turco suministros y combatientes dispuestos a defender la
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plaza. Es más, en plena frontera se puede ver una confraternización absoluta entre DAESH y el
ejército turco, sustentada en la convicción de Erdogan de que, para los intereses de Turquía, era
preferible que la zona estuviera controlada por DAESH y no por fuerzas kurdas. Sin embargo, tras
tres meses de resistencia, Estados Unidos se convenció de la necesidad de apoyar a las YPG,
iniciando una campaña de bombardeo sobre posiciones de DAESH que permitió tan solo tres
semanas después expulsar al grupo terrorista de la hoy emblemática ciudad. Poco después, gracias
a una campaña relámpago, las YPG liberaban Tell Abyad y conectaban Kobane con los territorios que
los kurdos ya controlaban en la esquina nororiental de Siria.
Desde aquel momento hasta hoy, y apoyadas desde el aire por la fuerza aérea norteamericana, las
fuerzas kurdas no han parado de arrebatar terreno a DAESH. Se trata de una extraña alianza que
une a la superpotencia mundial con un grupo político que hasta 2005 se definió ideológicamente
como marxista-leninista. En este año, sin embargo, vio la luz un texto: Declaración del
Confederalismo Democrático. Escrito por Abdullah Ocallan, histórico líder del PKK preso en Turquía
desde 1999, definía una nueva estrategia para el movimiento kurdo que, inspirada en las ideas del
libertario Murray Bookchin (con quien Ocallan mantuvo correspondencia desde la prisión),
abandonaba la idea de crear un estado-nación kurdo.
Este nuevo planteamiento posibilitó en parte la creación de las SDF (Fuerzas Democráticas Sirias),
una coalición estable que vinculaba a las YPG con algunas de las milicias seculares que, habiéndose
levantado contra Assad en 2011, también eran opuestas a un bando rebelde cuyo giro hacia
posiciones islamistas y yihadistas era más que evidente.
Aún cuando las nuevas SDF eran y son un grupo muy diverso desde un punto de vista étnico y
religioso, es obvio que el peso de las operaciones militares recae sobre las unidades kurdas. Se
calcula que el 85% de sus efectivos son kurdos y kurdas vinculadas a las YPG e YPJ. Durante sus
primeros meses de existencia fueron arrebatando terreno en zonas de mayoría árabe, al tiempo que
anunciaban una campaña para liberar Raqqa. Sin embargo, tal y como casi todos los analistas
preveían, el siguiente objetivo sería la franja de terreno que, al oeste del Eufrates y limítrofe con
Turquía, aún estaba en manos de DAESH.
El pasado 31 de mayo, tras haber capturado varias semanas antes la presa de Tishrim, comenzaba
la 'Operación Manbij'. Gracias al apoyo aéreo norteamericano, las SDF cruzaron el Eufrates en una
operación anfibia que permitió la construcción de un puente provisional por el que cruzaría el grueso
de sus fuerzas. Esta primera fase, a pesar de la oposición de las tropas de DAESH, se culminó con un
rotundo éxito.
La operación estaba comandada por el emblemático Faysal Abu Leyla, combatiente kurdo nacido en
Manbij que en 2011 se había alzado contra Assad para, posteriormente, abandonar el bando rebelde
tras comprobar el auge de los grupos islamistas. DAESH, contrariamente a cómo reaccionó en otros
casos ante el avance de las SDF, decide no retirarse de la ciudad, iniciándose primero un combate
salvaje en las zonas rurales cercanas al núcleo urbano. En una de las primeras escaramuzas morirá
Abu Leyla, víctima de un francotirado, y la operación militar, conocida hasta entonces con un
lacónico 'Operación Manbij', pasará a denominarse 'Operación Comandante y Mártir Abu Leyla'.
La franja norte del autoproclamado Califato del DAESH es una zona de enorme importancia
estratégica para el grupo terrorista, pues aún hoy sigue siendo su ruta de abastecimiento, de armas
y sobre todo de combatientes. Por ello, sus efectivos han hecho gala de un fanatismo salvaje que les
ha llevado a arrojarse contra las líneas kurdas con decenas de VBIED's (ataques suicidas con
vehículos blindados y cargados de explosivos), que han causado así innumerables bajas. Durante la
última semana y medio, fruto del asedio sufrido y de las abundantes bajas, DAESH acabó por
colapsar en Manbij, perdiendo cada día un terreno considerable.
Hoy, casi dos meses y medio después del inicio de la campaña militar, las SDF controlan totalmente
la ciudad, tras una lucha que, barrio por barrio y calle por calle --con el objetivo de minimizar bajas
civiles--, ha dejado atrás a cientos de combatientes kurdos y probablemente varios miles de
efectivos de DAESH muertos en la contienda. Es imposible aún cuantificar el número de víctimas
civiles que han perecido en la batalla.
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Se estima que la ciudad, antes del inicio de esta última campaña militar, había visto reducida su
población hasta la mitad, no contando con más de 50.000 habitantes. Y, aún cuando previamente a
la intensificación de los combates muchas hubieran podido huir, lo cierto es que varias decenas de
miles de personas han sufrido una crudeza inusual incluso para una guerra como la que tiene lugar
en Siria desde hace ya más de cinco años. Mientras DAESH utilizó a población (kurda
fundamentalmente) como escudos humanos e incluso disparó contra quienes pretendían abandonar
la ciudad, también se han constatado bajas civiles como consecuencia de los bombardeos
norteamericanos.
Es ya una máxima que en toda guerra la primera víctima es la verdad. En Siria esta realidad se tornó
aún más macabra desde hace varios años, cuando los periodistas se convirtieron en objeto de
secuestro e incluso fueron asesinados por algunas de las facciones combatientes. En la campaña de
Manbij, además de las agencias de noticias vinculadas a kurdos o al propio DAESH, apenas se tiene
constancia de la presencia de dos periodistas independientes, sin capacidad por otra parte de
acceder a los puntos más calientes de la ciudad. Si a eso unimos que la única fuente tenida por
imparcial, el denominado Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, se ubica en Lóndres, aún
cuando dice contar con fuentes sobre el terreno, la realidad es que todo lo acaecido en Manbij solo
puede ser observado a través de una suerte de bruma.
En las redes sociales, en twitter fundamentalmente, abundan los bots (programas informáticos que
simulan identidades reales) que emiten una información sesgada y siempre favorable a ciertos
intereses. Tiene aquí lugar un nuevo tipo de guerra que, por ejemplo, se puso de manifiesto hace
menos de un mes, cuando arreciaron informaciones que apuntaban a un gran número de bajas
civiles causadas por un errático ataque aéreo estadounidense.
Todos los actores reconocen que ese bombardeo se produjo y que segó la vida de civiles, aunque
hay fuentes que llegan a apuntar que la autoría del mismo no fue obra de Estados Unidos sino de
Francia (cuyos aviones también participan ocasionalmente en las operaciones). Donde nadie se pone
de acuerdo es en lo relativo al número de víctimas: unos apuntan a una cifra en torno a la veintena,
mientras que fuentes cercanas a DAESH elevan el número hasta los doscientos. En esta guerra
informativa DAESH llegó a utilizar macabras imágenes de cuerpos desmembrados que, sin embargo,
habían sido documentadas un año antes en Yemen como consecuencia de un bombardeo saudí.
Una vez controlada Manbij, las fuerzas kurdas tienen ante sí una oportunidad única: unificar los
cantones en los que han dividido Rojava, que es como denominan a la franja norte de Siria que tiene
una población kurda mayoritaria y, de paso, cerrar ya totalmente la ruta de suministros de DAESH.
Sin embargo, todo parece indicar que el inicio de cualquier nueva operación militar llevará como
mínimo varios meses. Los objetivos futuros bien podrían ser Jarabulus, el único paso fronterizo
importante aún en manos de DAESH y ubicado al norte de Manbij, o bien Al-Bab, ubicado al oeste y
que constituiría el paso previo a unificar el territorio oriental kurdo con el cantón de Afrín, que hasta
hace bien poco ha permanecido en una relativa calma.
Parece, no obstante, mucho menos viable la campaña de liberación de Raqqa que se anuncia desde
el Departamento de Estado norteamericano, fundamentalmente porque ningún analista considera
positivo que fuerzas mayoritariamente kurdas se adentren en una zona claramente árabe, pero
también por lo virulento de una batalla urbana cuyo objetivo fuera arrebatar a DAESH su capital. En
Manbij ha quedado claro que el grupo yihadista está dispuesto a sacrificar a miles de combatientes
para defender sus posiciones más estratégicas y que, por tanto, cualquier nueva acción tendrá como
coste numerosas bajas para las SDF.
Lo que, sin embargo, no está nada claro es el papel que Turquía puede aún jugar en esta importante
zona. El inicio de la campaña de Manbij se retrasó considerablemente por las presiones de una
Turquía desde cuyo territorio despegan habitualmente los aviones norteamericanos que apoyan a
las fuerzas kurdas. El frustrado intento de golpe de Estado en Turquía y las veladas acusaciones de
Erdogan a una posible implicación norteamericana hacen más complicado prever qué ocurrirá
durante los próximos meses. Lo único seguro es que la guerra continuará.
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Autoría:
Aitor M. Carmelo
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