Vivenciar la música a través del cuerpo

Transcripción

Vivenciar la música a través del cuerpo
tema del mes
Vivenciar la música a través del cuerpo
La construcción de los
conocimientos musicales se
fundamenta en el cuerpo, una
herramienta básica para
descubrir y desarrollar cualquier
tipo de aprendizaje. La autora
propone un recorrido de
NÚRIA GIRALT
actividades llevadas a cabo con
niños y niñas de Infantil con el
objetivo de explorar espacios y
también emociones.
Educación musical
GABRIELA BERDES
Maestra de Educación Musical en la Cooperativa de Maestros Escuela 2,
de Godella.
Correo-e: [email protected]
Esta experiencia ha podido llevarse a cabo gracias a información
proporcionada por Judith Akoschky (el mundo del sonido, los cotidiáfonos
y la magia que con ellos se produce), Silvia Altman (juegos, canciones,
audiciones, formas de hacer e interactuar con los niños), Batia Strauss
y Noa Blas (audiciones activas), y Sefa Rueger (danzas del mundo para
los más pequeños). Y también gracias a unos grandes maestros:
los alumnos de Escuela 2, todos los que han pasado por las clases
de Infantil durante estos últimos quince años.
Aprendemos haciendo, experimentando, transformándonos
en todo aquello que queremos conocer. Nos mimetizamos
con los sonidos, con los instrumentos, con los ritmos, con los
objetos, con los personajes de los cuentos y de las canciones;
en resumidas cuentas, con el mundo que nos rodea.
Como profesora de Música en Escuela 2 –una cooperativa
de enseñanza–, desempeño mi trabajo en estrecha coordinación con el equipo docente de la etapa. Abordo los contenidos de Música a partir de los proyectos que se trabajan cada
año; esto quiere decir que mi mente se abre cada curso a
nuevos recorridos que me permiten alcanzar un mismo objetivo: el amor y el interés por la música y el sonido, la confianza en la capacidad de expresarse a través del movimienNº IDENTIFICADOR: 365.014 { Nº 365 FEBRERO 2007 CUADERNOS DE PEDAGOGÍA. 59
to, la voz y los instrumentos; la alegría compartida con el
grupo a partir de los múltiples descubrimientos que se dan
en cada clase; el disfrute que se produce por la seguridad
que nos da aquello que conocemos y somos capaces de reconocer, con lo que podemos jugar y recrearnos.
Exploramos el espacio
Con la clase de 3 años
Organizamos diferentes actividades que ayudan a ubicarse en
el espacio y con los demás: rutinas para entrar y salir de clase (la
serpiente, el tren, los caballitos, el cochero, etc.) dibujando formas en el espacio con los desplazamientos (espirales, laberintos,
círculos). También nos movemos “como un o una…”, siguiendo
al primero de la fila, haciendo un recorrido, pasando por debajo
de un túnel, caminando uno detrás del otro, cogidos de la
mano, cogidos de la cintura, sueltos, etc.
El alumnado de este grupo suele venir a la clase de Música
formando entre todos una serpiente. La música suena y ellos
me esperan en su clase, expectantes. Me transformo en la
cabeza de la serpiente y al ritmo de la música comenzamos a
caminar. Es muy importante ir detrás del que tenemos delante, siguiendo el mismo recorrido y sin adelantarlo, además de
no soltarnos de las manos.
La serpiente avanza, gira en una dirección hasta llegar a la
cola, se gira en sentido contrario y continúa avanzando en
zigzag, sortea obstáculos, se enrosca, se desenrosca y, cuando nos queremos dar cuenta, ya estamos en la clase listos
para comenzar.
Podemos usar cualquier música alegre con la que podamos
caminar tranquilos. Yo suelo utilizar para esta actividad “La
farandola dels Martís”, del grupo La Talvera, incluida en su cd
Dançadas.
Con la clase de 4 años
Jugamos con diferentes formas de desplazamiento: de pie
y a cuatro patas. Caminando, corriendo, dando saltos: sobre
los dos pies, galopando, saltando por encima de algo. Ocupando todo el espacio, ocupando un lugar muy pequeñito,
expandiendo la energía, contrayéndola. Moviéndonos tal y
como cada uno siente la música, sin más sugerencia que una
palabra, creando el propio movimiento, todos juntos, de uno
en uno, jugando con los contrastes: rápido-lento, grandepequeño.
Primero hablamos, comentamos y mostramos como se mueven las tortugas, como se meten dentro de su caparazón, como
se duermen, como comen, como caminan, etc. Lo podemos
probar todos juntos, o los más atrevidos nos enseñan sus
ideas de cómo hacerlo. Lo mismo con los caballos: caminar,
correr, galopar, saltar a cuatro patas, a dos patas, etc. Una vez
vistas y experimentadas las diferentes posibilidades, nos dividimos en dos grupos, que luego intercambiarán sus papeles:
caballos y tortugas, cada grupo se ubica en un espacio asignado en la clase.
Cuando comienza a sonar la música se mueve sólo el grupo
que reconoce su música: empiezan las tortugas caminando
despacio y llegando hasta donde lleguen con la música.
Cuando cambia la música han de quedarse quietas en el sitio
y escondidas en su caparazón, porque ¡vienen los caballos
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galopando sin parar! Los caballos han de moverse por el espacio sorteando a las tortugas, ya sea rodeándolas, esquivándolas o saltando por encima de ellas, hasta el momento en que
vuelve a sonar la música de las tortugas. Y así hasta el final.
Podemos utilizar una música que tenga dos partes bien
contrastadas: A y B, que permitan un movimiento lento para
la parte A y un movimiento rápido para la parte B; una energía contenida y tranquila en la parte A, y una explosión de
movimiento y alegría para la parte B. Para esta actividad
suelo utilizar una música de Bartók: “Aus Hungarn”.
Con la clase de 5 años
Exploramos a través del movimiento y la música diferentes
formas de organización en el espacio: una establecida, a la que
todo el grupo ha de ajustarse, y otra libre, de una forma individual o en pequeños grupos. Reconocemos diferentes tempos y
caracteres en la música y los manifestamos en el movimiento.
Nos aceleramos poco a poco, nos detenemos poco a poco.
Aprendemos a rotar en el puesto del maquinista respetando un
orden en la fila y cambiando de posición (del primero al quinto,
una vez seré el primero, la siguiente seré el quinto, la próxima
el cuarto, y así hasta llegar nuevamente a mi posición inicial).
Imaginamos un viaje en un tren que va pasando por diferentes estaciones. Tenemos una música que nos indica que el tren
sale de la estación y poco a poco comienza a acelerar y a correr
hasta la próxima estación. Cuando está llegando, aminora la
velocidad hasta detenerse. Los pasajeros (vagones) bajan del
tren, y según sea la música que escuchan en cada estación bailan de diferentes formas, a veces sugeridas por mí y otras propuestas por ellos mismos. Cuando en la música se escucha la
señal del tren a punto de salir de la estación, regresa cada niño
a su tren de partida (en cada tren hay cinco niños, porque en
la música hay cinco estaciones; también puede hacerse en un
solo tren largo, pero en ese caso ya no importa dónde se ubica
cada niño) pero ocupando el siguiente lugar en el grupo: si era
el primero pasa a ser el quinto, si era el segundo pasa a ser el
primero, y así hasta hacer todos el rol de maquinista.
Podemos utilizar para esta actividad una canción de un tren
conocida por todos, que va poco a poco, acelerándose y
luego, al llegar a la estación, ralentizándose. Y podemos utilizar una selección de músicas de diferente carácter para cada
estación: un vals, una polca, una música misteriosa, otra lenta
o saltarina, etc.
Yo suelo emplear la música de una danza holandesa que se
llama “Le petit train”, del cd La dansa, de Carme Pérez Planet
(Viena Edicions).
Exploramos las emociones
Considero que dentro del desarrollo integral del niño el
aprendizaje de las emociones ejerce un papel muy importante. Poder darnos cuenta de cómo nos sentimos y expresarlo
es fundamental para entendernos y entender a los demás.
¿Cómo lo trabajamos en la clase de Música? Metiéndonos
dentro de cuentos y de historias; vivenciando diferentes personajes a través de la música y del movimiento; venciendo
miedos, expresando temores, explorando los límites, intercambiando roles: soy el fuerte, soy el débil, soy una bruja, soy
un pajarito o soy el ciervo mago. Permitirnos sentir, dentro de
tema del mes
NÚRIA GIRALT
un marco de seguridad, el ser valientes, el sentir miedo. Darnos cuenta del atrevimiento necesario para desafiar los peligros y explorar nuevos mundos, para llegar, finalmente, al
sentimiento de poder y autoafirmación.
Esta audición es una de las preferidas en Infantil. Me piden
una y otra vez que la hagamos, no se cansan. Y conforme la
vamos repitiendo a lo largo del tiempo, los niños y niñas se
van sintiendo más seguros y fuertes, tanto para ser animalitos
como para encarnar a la bruja.
A la hora de llevar a cabo esta actividad, las diferencias entre
los 3, 4 y 5 años se manifiestan en la percepción, cada vez más
nítida, de qué es real y qué es imaginario. A los 3 años, esta
frontera es menos clara: aquello que se nombra es tan real
como lo que está ahí de verdad. La sensación de miedo que
tienen algunos magos de 3 años les impulsa a querer ser sólo
la bruja, o a querer ser leones que se comen a la bruja o, mejor
aún, el ciervo blanco que está escondido en el bosque y al que
la bruja no puede llegar a encontrar nunca jamás. A los 4 años
les empieza a gustar más ser brujas y brujos porque sienten
que es divertido ser malo y poderoso, y muchas veces cuesta
conseguir que alternen los roles. Muchos manifiestan con firmeza: “¿A que la bruja no es verdad?”, “¿A que es un cuento
y es sólo una historia?”. En elefantes, con 5 años, ya se sienten
dueños de la situación: les gusta montar el escenario, delimitar
los espacios y jugar a sus anchas con los papeles de animales,
imitando sus formas de moverse, y también consiguen meterse
más en el papel de la bruja, aunando sus movimientos con la
música, previendo la tensión y los silencios, anticipando las
señales, etc. De esta forma vemos cómo una misma actividad
tiene resonancias diferentes según el momento evolutivo, y
cómo la repetición, a lo largo del tiempo, les permite afianzarse y explorar con mayor libertad.
La bruja Baba Yaga
A partir de Cuadros de una exposición –de Mussorgski–, trabajamos los tres grupos juntos: magos, cocodrilos y elefantes.
Es la historia de una bruja muy, muy, pero que muy mala. Llega
a un bosque, monta su cabaña, pone el caldero en el fuego y
no hace más que coger plumas y picos de pajaritos, orejas de
conejitos, patas de rana, alas de libélula, ojos de culebra y cualquier cosa que crea que le pueda ser útil para preparar su brebaje. Los animalitos del bosque están cansados de andar tuertos, cojos o sin pico, así que deciden acercarse a buscar en lo
más profundo del bosque a un ciervo blanco que es muy sabio
y les puede aconsejar. Después de hablar con él, deciden que
la bruja no puede continuar viviendo en el bosque porque es un
peligro para ellos. Siguiendo su consejo, se reúnen todos alrededor de la cabaña de la bruja y esperan a que se duerma.
Cuando esto sucede, entran todos sigilosamente y repiten,
junto al caldero, unas palabras mágicas durante todo el tiempo
que lo indica la música. Cuando llega el momento han de salir
sin hacer ruido para no despertar a la bruja y esperar escondidos
a ver qué sucede. La bruja, al despertar, continúa echando polvos mágicos a su sopa y removiéndola con vigor… hasta que
prueba una cucharada. Entonces va en busca de su escoba, se monta en ella y, debido al encantamiento
realizado por los animalitos del bosque, comienza a subir, subir y subir, volando en su escoba
hasta llegar a la luna. Una vez allí ya no puede
bajar: la escoba sólo sabe subir.
Después de escuchar la historia nos dividimos
en dos grupos: los animalitos, que se esconden en el
bosque, y las brujas, que lo hacen en su cabaña con el
caldero. No vale hacer ruidos; todos los sonidos están en
la música. En la parte A de la música, las brujas comienzan
a representar su papel, yendo de un lado al otro, con mucha
energía y con aspecto de malvadas, haciendo como si arrancaran alas y picos a los pájaros, patas a las ranas, etc. hasta
que la música indica que han de tumbarse a dormir. En la
parte B, todos los animalitos entran en la cabaña de la bruja
y, rodeando el caldero, pronuncian una y otra vez las palabras
mágicas que el grupo haya decidido (normalmente empieza
por “abracadabra”). Cuando escuchan la señal en la música,
se retiran en silencio y sin correr a su escondite. Las brujas se
despiertan, abriendo primero un ojo (sonido indicado en la
música), luego el otro (otro sonido) y finalmente bostezan desperezándose. Y en la
repetición de la parte A vuelven a su actividad, ahora centrada dentro de la cabaña, removiendo y echando polvos en el
caldero. Hacia el final de esta parte suben
a sus escobas (palos de psicomotricidad) y
comienzan a volar y a volar en giros ascendentes, hasta que bruscamente cesa la música y se quedan paradas en la luna.
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