el fuego - Editorial Cientifica - Universidad Nacional de Catamarca

Transcripción

el fuego - Editorial Cientifica - Universidad Nacional de Catamarca
ÁREA ECOLOGÍA
EL FUEGO
Eduardo Atilio de la Orden
Maria Cristina Morlans
EL FUEGO
AUTORES
Ing. Agr. Lic.rer.reg. Ms.Sc. Eduardo Atilio de la Orden
Biol. Ms.Sc. María Cristina Morláns
Serie Didáctica para alumnos de las carreras de Ingeniería Agronómica e
Ingeniería de Paisaje
Facultad de Ciencias Agrarias – UNCa.
CONTENIDO
Introducción
Factores que Influyen en el Comportamiento del Fuego
Tipos de Incendios
Fuego Accidental y Fuego Prescripto
Objetivos de la Quema
Efectos del Fuego Sobre los Distintos Elementos del Ecosistema
Conclusión
Bibliografía
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ISSN: 1852-3013
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INTRODUCCIÓN
El fuego desde su descubrimiento es usado por el hombre con muy
diversos fines. Puede ser considerado como un gran aliado, pero también
puede convertirse en una herramienta peligrosa si no se toman las
precauciones necesarias para evitar perjuicios innecesarios, y muchas veces
irreversibles.
El fuego es un factor importante que ha afectado la extensión,
composición y el carácter de la biocenosis en la mayoría de los ambientes
terrestres del mundo.
En Argentina, y en nuestra provincia en particular, sólo en los últimos
años se ha tomado conciencia, por parte de los organismos y personas, para
afrontar el problema de la destrucción de los recursos naturales renovables,
ocasionado por el fuego. A pesar de ello aún son frecuentes los reiterados
incendios forestales y de pastizales, que se suceden año tras año en los
bosques del sur y en los pastizales del norte y centro del país.
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En general, los tomadores de decisión y los productores ganaderos no
tienen en cuenta, ni los efectos perjudiciales ni los benéficos, que este
elemento puede tener en las condiciones locales de los ecosistemas afectados.
En algunos casos puede cobrar gran importancia como un factor regulador,
mejorador o limitante del complejo ambiental.
Hasta la fecha, la adaptación de algunos ecosistemas a la acción del
fuego e incluso el beneficio que éste puede aportarles no ha sido considerada
para la aplicación de medidas de prevención y/o control. La falta de información
y el desconocimiento del funcionamiento de los ecosistemas pirógenos se
traducen en la aplicación de políticas erradas en la administración de los
recursos naturales.
Existe una gran diversidad de comunidades vegetales que se han
desarrollado y evolucionado como respuesta al fuego producido por descargas
eléctricas o por algún otro fenómeno físico natural. Estos ecosistemas pueden
ser mantenidos con el uso dirigido del fuego, estando esta práctica de reciclaje
en perfecto equilibrio y armonía con los demás elementos del ambiente.
En la naturaleza, el fuego es una fuerza regenerativa y
rejuvenecedora sin cuya presencia las sucesiones vegetales y animales
se retardarían, cubriéndose parte de la tierra con comunidades
decadentes, senescentes y más vulnerables.
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Por selección natural, a través del tiempo, las plantas y los animales han
desarrollado adaptaciones que les permiten vivir en lugares donde el fuego es
un factor más del medio, que modifica los ciclos energéticos y las relaciones
ecológicas.
Si el hombre interviene en los ambientes píricos, a través de la exclusión
del fuego produce la eliminación sucesional de muchas especies valiosas. No
existe un sustituto para el fuego en los ambientes que se han desarrollado
ecológicamente a partir de este factor.
El fuego debe considerarse como un factor ecológico, juntamente
con otros factores tales como, la temperatura, la precipitación y el suelo; y en
consecuencia su estudio debe afrontarse con una mente libre de prejuicios.
Que el fuego sea un amigo o un enemigo de las actividades productivas
dependerá de un adecuado conocimiento, manejo y control inteligente.
La ecología del fuego puede definirse como el estudio del fuego y
sus efectos en el ambiente físico y las interrelaciones bióticas allí
existentes.
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FACTORES QUE INFLUYEN EN EL COMPORTAMIENTO DEL FUEGO
El fuego es el resultado de la unión rápida del oxígeno del aire y del
carbono contenido en los materiales. Los tres elementos esenciales para la
combustión son el material combustible, el oxígeno del aire y la temperatura
(Graf. Nº 1). Éstos se conocen con el nombre de "triángulo del fuego" (Vidal y
Costantino, 1959). La ausencia de cualquiera de ellos hace imposible la
ignición; por el contrario cuando los tres elementos se encuentran en su estado
óptimo la generación y propagación ocurre rápidamente.
OXIGENO
CALOR
FUEGO
Tomado de Vidal (1959)
Pág. 476
COMBUSTIBLE
Gráfico Nº 1: Triángulo del fuego
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La variación en el balance de estos tres elementos determina el grado
de ocurrencia del fuego; por consiguiente, es indispensable el conocimiento de
tales componentes para la prevención, el manejo y la lucha del mismo.
La eliminación de cualquiera de los factores antes mencionados quiebra
o modifica sustancialmente la facultad de ignición o de propagación del fuego.
Para demostrar la importancia que tiene el conocimiento del oxígeno del aire,
de la temperatura y del combustible, se puede realizar la simple práctica de
acercar un fósforo a una hoja de papel de diario. Ésta se quema rápidamente,
facilitada por la presencia de oxígeno en el aire; si inmediatamente se tapa la
hoja con una campana de vidrio, las llamas se apagan gradualmente hasta que
se extinguen. El triángulo del fuego se ha quebrado al eliminarse el oxígeno.
Otro ejemplo que demuestra cómo se rompe o quiebra el triángulo del
fuego es el siguiente: con un fósforo encendido se intenta quemar una hoja de
diario mojada, se verá que ello no resulta posible, pues la temperatura que
ofrece el fósforo no es suficiente para alcanzar el punto de ignición; si en lugar
de un fósforo se acerca una antorcha, el calor que ésta desprende seca
rápidamente la hoja y provoca su combustión.
Significa, por lo tanto, que la facilidad de ignición y propagación del
fuego está determinada por el grado de temperatura, la presencia de oxígeno y
el tipo de combustible.
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El material combustible
En la generación y propagación del fuego, en los ambientes
naturalmente pirógenos o en los de fuego ocasionales o intencionales,
interviene el complejo variado de factores del fuego, los cuales se
retroalimentan.
Las características físicas del combustible son de gran importancia en el
inicio, expansión y comportamiento del fuego. La cantidad y tipo de materia
seca acumulada y su contenido de humedad se cuentan entre los factores
desencadenantes más importantes a tener en cuenta.
Si se tiene en cuenta la calidad del material estos se agrupan en:
1. Combustibles muertos: Son aquellos que alcanzan rápidamente los
200º C.
2. Combustibles vivos: son de de menor inflamabilidad. Estos a su vez se
clasifican en:
•
Finos: hojas, pasto, mantillo o hojarasca. Son los más peligrosos
ya que facilitan el comienzo del incendio.
•
Regulares: ramas finas de arbustos, tallos, etc.
•
Medianos: ramas de mayor tamaño.
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•
Gruesos o pesados: troncos, ramas gruesas. Son los más lentos
en arder.
Por otro lado es necesario conocer como se disponen estos materiales en el
terreno en el sentido horizontal y en el vertical.
La fisonomía de la vegetación y la constitución físico químico de los
elementos vegetales que la componen determinan el riesgo de combustibilidad
del sistema.
En un bosque se puede distinguir la presencia de distintos materiales
combustibles. Los peligrosos son aquellos que bajo condiciones naturales son
de rápida combustión. En esta categoría se pueden incluir a la corteza de los
árboles muertos, las ramas, los pastos, los musgos y los líquenes al estado
seco.
Los bosques de pinos y abetos que contienen material resinoso
inflamable, los pastizales constituidos por una gran masa de gramíneas y
arbustos presentan un alto riesgo de combustibilidad. Un claro ejemplo lo
constituyen los pastizales Altoserranos de la provincia de Catamarca,
constituidos por especies de gramíneas que forman matas duras y altas y al no
ser consumida por el ganado se acumulan hasta establecer una gran cantidad
de material combustible.
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El estado fenológico en el que se encuentra la comunidad vegetal y la
época del año determinan el grado de riesgo para la producción de un foco de
incendio. En una gran parte de territorio de la República Argentina, a fines de
invierno y al principio de primavera, cuando la vegetación y el ambiente
presentan bajos tenores de humedad, son momentos propicios para la
generación de incendios espontáneos, accidentales o intencionales.
En síntesis se puede decir que los combustibles presentes en los
ecosistemas se pueden clasificar, en general, en:
•
finos, con un diámetro inferior a 0,5 cm (pastizales, hojarascas que
cubren el suelo) y
•
gruesos, con un diámetro superior a 0,5 cm (ramas de árboles y
arbustos).
Tanto el combustible grueso como el fino pueden encontrarse en pie o
en forma de mantillo o broza. En general el fuego puede iniciarse sobre el
material fino y desde allí se propaga a los otros elementos del ecosistema. En
este tipo de material el fuego se inicia rápidamente y en forma violenta, se
enciende y se extingue rápidamente. El material grueso arde más tiempo, de
manera más lenta que el anterior, formando brasas y son muchas veces
causantes de escapes indeseados en las quemas prescriptas (kunst 1996).
La Temperatura
La temperatura a la cual se inicia la combustión, se denomina "punto de
ignición" o "punto de inflamabilidad"; oscila entre los 260ºC y 398ºC. Esta
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temperatura puede variar de acuerdo con las características de los distintos
combustibles y con la época del año.
La posibilidad de ignición depende del tiempo que el material
combustible está expuesto a la temperatura. Las hojas secas de pino, por
ejemplo, arden en pocos segundos a la temperatura de la llama de un fósforo;
en cambio, estas mismas hojas cuando están húmedas necesitan estar
expuestas al fuego algunos minutos antes de entrar en combustión.
El fuego aplicado a un trozo de leña corre a lo largo de él debido a que la
parte inmediata a la llama llega al punto de inflamabilidad y luego el fuego
avanza paulatinamente, según sea el grado de humedad de la madera, hasta
transformar la leña en una brasa.
Se tiene así que la velocidad de avance del fuego en un trozo de
madera, o sobre cualquier otro elemento, depende del contenido de humedad
que se tenga en el momento de entrar en combustión.
Los materiales húmedos gastan una gran parte del calor que reciben en
secarse y entran en ignición tan pronto como el grado de humedad que resta
permite la combustión. De esta forma se puede decir, que un material verde
arde con dificultad, se quema lentamente e irradia poco calor; en
contraposición con lo que ocurre con un material seco.
El Oxígeno
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La proporción del oxígeno en la atmósfera entra en una proporción de
aproximadamente 21%, con relación al volumen total de gases que la
constituyen. Cuando el contenido de oxígeno se reduce por debajo del 15%
muchos materiales no entran en combustión. Si se tiene en cuenta esta
circunstancia, se deduce la importancia que tiene la influencia de la frecuencia
y la velocidad del viento en la propagación del fuego.
Los Factores Climáticos
Se mencionó anteriormente que la mayor o menor inflamabilidad de la
materia seca vegetal depende de su contenido de humedad; ésta no entrará en
combustión hasta alcanzar el contenido de humedad (grado de sequedad)
apropiado. En consecuencia el material húmedo o en estado verde se quema
con dificultad, lentamente y produce poco calor.
Lo expuesto explica la importancia que tienen los factores climáticos en
la posibilidad de originar incendios. Entre éstos se deben citar a: las
precipitaciones; la humedad relativa ambiente; la temperatura y el viento.
Las precipitaciones desempeñan un papel importante, ya que al
mantener el material vegetal al estado húmedo hacen imposible la iniciación y
propagación de un fuego.
La acción de las lluvias está supeditada a:
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1. Cantidad y duración.
2. El porcentaje de evaporación y grado de humedad del material antes de
la precipitación.
3. El tipo de formación vegetal.
4. La topografía y el suelo.
5. La estación del año.
La humedad relativa de la atmósfera tiene fundamental importancia en el
análisis de los factores que gobiernan la iniciación y propagación del fuego. El
material vegetal muerto no se seca por completo; la humedad se va eliminando
paulatinamente hasta alcanzar un
punto en que el contenido de humedad del mismo es equivalente a la cantidad
de humedad que es capaz de absorber del aire saturado. A este grado se llama
"punto de saturación fibrosa". El contenido de humedad del material vegetal
varía en este punto, según sea material leñoso o material herbáceo. Para el
material leñoso se encuentra entre un 25% y un 40% de su peso seco. Muy por
encima del punto de inflamabilidad.
Una vez alcanzado este punto de contenido de humedad el secado no se
efectúa en forma uniforme y continua; el contenido de humedad aumenta o
baja de acuerdo con la humedad relativa del aire. Cuando la humedad relativa
del aire es baja y el material vegetal está húmedo, parte del contenido de agua
se evapora rápidamente, absorbido por la atmósfera; por el contrario, cuando la
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humedad relativa es elevada y el material está seco, éste absorbe el vapor de
agua de la atmósfera, con relación a la temperatura ambiente; en general la
humedad relativa es más baja cuando hace calor y más elevada con
temperaturas bajas.
El contenido de humedad del material vegetal cambia constantemente,
estando en relación directa con las fluctuaciones de la humedad relativa de la
atmósfera que lo rodea. El aire absorbe la humedad del material leñoso y éste
a su vez absorbe la humedad de aquel. Los cambios de humedad se operan
rápidamente, pasando en poco tiempo (3 a 4 horas) de un grado de
inflamabilidad bajo a uno alto, y viceversa.
Los días considerados de mucho peligro se caracterizan por una humedad
relativa extremadamente baja. Por lo tanto es indispensable conocer las
fluctuaciones diarias, y dentro del día a diferentes horas, de la humedad
relativa para usarla como indicador del grado de inflamabilidad (tanto para
prevenir como para provocar incendios).
La temperatura ambiente ejerce influencia sobre la combustibilidad de los
ecosistemas al facilitar la evaporación y por lo tanto el contenido de humedad
del material vegetal.
Cuando las temperaturas son elevadas se pueden dar las condiciones
propicias para los incendios. El aire caliente absorbe mayor cantidad de
humedad que el aire frío.
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El calor producido por los materiales en combustión es también un factor
importante en el inicio y la propagación de los incendios. El fuego al pasar por
sobre los materiales los seca y eleva su temperatura al punto de ignición. Éstos
arden y propagan el fuego a sus vecinos, de esta manera se puede generalizar
el fuego en toda el área.
De las condiciones meteorológicas las más importantes a considerar
son la temperatura y la humedad relativa del aire (índice de ignición) y la
velocidad del viento (índice de propagación).
Las relaciones históricas entre incendios y valores meteorológicos diarios de
un área definida, muestran que las curvas de relaciones se convierten en
herramientas de predicción de umbrales de riesgo de incendios.
A partir de cierto valor de umbral de humedad relativa y velocidad del viento
mensual, la extensión afectada aumenta rápidamente.
Si bien con una red de estaciones meteorológicas apropiadas y con el apoyo
de imágenes satelitales es posible conocer estos umbrales diarios para las
distintas zonas monitoreadas, una vez iniciados los focos ígneos, es necesario
disponer de los medios humanos y materiales necesarios para combatirlos en
forma adecuada. En el caso de la provincia de Catamarca, con una geografía
montañosa muy accidentada se requiere de equipos especiales, terrestres y
aéreos, para poder acceder a zonas inaccesibles, equipos de brigadistas
entrenados específicamente para combatir incendios de campos, y contar con
telefonía satelital, entre otros aspectos.
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¿Cómo se transmite el calor? Se sabe que el calor se propaga por:
1. Convección (columna de aire caliente que se eleva).
2. Radiación: (pasa a través de las partículas de aire sin que este se
desplace y disminuye en forma inversamente proporcional al cuadrado
de distancia).
3. Conducción (pasa a través de las moléculas de un cuerpo sólido sin que
este se desplace)
En la siguiente figura se esquematiza la forma de transmisión del calor en un
campo natural.
Figura Nº 1: Formas de Propagación del Calor en el Bosque
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Cualquiera de estas tres formas de conducción del calor son las que se
manifiestan durante un incendio forestal o de pastizales naturales. La forma
convectiva se manifiesta como columnas de aire caliente o columnas de huma
que tienden a elevarse verticalmente. El calor radial se manifiesta en todas las
direcciones y va decreciendo en forma inversa con el cuadrado de la distancia
y el conductivo se da cuando los materiales se ponen en contacto directo.
Desde la generación del fuego y durante todo el proceso de propagación
y ocurrencia de un incendio, se van desarrollando temperaturas cada vez
mayores y se pueden reconocer las siguientes fases:
1. Fase de precalentamiento: en esta fase las temperaturas van producen
distintos efectos sobre los seres vivos.
•
50° C.: Si permanece en contacto durante una hora con las
células vivas, éstas mueren.
•
55° C.: Con diez minutos que las células vivas estén en contacto
mueren.
•
60° C.: Con solo medio minuto mueren las células.
•
100° C.: Comienza la desecación de los tejidos por evaporación
del agua que contienen.
•
200° C.: Comienza la destilación de las resinas y se desprenden
gases.
A mayores temperaturas tiene lugar la fase siguiente.
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2. Fase de combustión de gases. En esta fase pueden distinguirse los
siguientes fenómenos:
•
300° C.: Inflamación de gases.
•
400° C.: comienza a verse llamas azules y hay presencia de humo.
•
600° C.: la combustión se mantiene por sí sola.
El viento actúa en los incendios:
1. Sobre la velocidad de avance del fuego y su dirección (propagación).
2. Aumentando o disminuyendo el grado de humedad del área, según se
trate de un viento caliente o frío.
3. Activando la combustión con el aporte de oxígeno.
4. Aumentando la evaporación y por consiguiente secando el material
combustible.
5. Dando lugar a la dispersión del incendio al transportar a grandes
distancias partes de los vegetales encendidos.
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Figura Nº 2: Acción del viento sobre el fuego
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La topografía
La topografía desempeña un rol importante en la propagación del
incendio. A diferencia de los agentes atmosféricos constituye un factor
constante que no se modifica por simples cambios. En la siguiente figura se
observa cómo la topografía puede actuar sobre el comportamiento del fuego.
Figura Nº 3: Efectos de la topografía sobre el fuego
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La topografía tiene un efecto directo e indirecto en el comportamiento del
fuego. Este se expande más rápidamente pendiente arriba, debido a que los
combustibles están expuestos a un mayor calentamiento por radiación y
convección y debido a que se generan vientos ascendentes por el calor
producido por el fuego.
La pendiente facilita la propagación del fuego de acuerdo con el grado
de declive de la misma. Cuanto más acentuada es la pendiente más rápido
será el avance del fenómeno. El fuego tiende a extenderse hacia arriba; se
puede indicar que la velocidad de propagación del fuego en un terreno con una
pendiente muy inclinada es igual a la de otro incendio producido en un terreno
plano con la influencia de un fuerte viento.
Esto se debe a que la corriente de aire caliente originada va hacia la
parte superior de la pendiente debido al acceso de una corriente de aire más
frío que se inyecta desde la parte inferior de la pendiente.
El fuego seca y recalienta más los materiales que están sobre él, que los
que se encuentran por debajo; las llamas entran en contacto más rápidamente
con el follaje de las partes más altas de los árboles y arbustos.
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TIPOS DE INCENDIOS
Básicamente tenemos tres tipos de incendio forestales:
Superficiales o de Suelos.
Son los más comunes y es por donde normalmente se inician los fuegos.
Permanecen al ras del suelo, quemando los combustibles ligeros. Afectan
normalmente a las herbáceas y leñosas de poco porte, además producen
heridas en la base de los troncos y en las raíces de las especies de mayor
porte. Dependiendo de la cantidad y calidad del material existente en el área,
de la topografía y de las condiciones atmosféricas imperantes, estos fuegos se
pueden transformar en incendios de copas o incendios subterráneos.
De Copas.
Son aquellos que alcanzan las copas de los árboles hiriendo sus ramas
y llegando incluso a matarlos. Su origen puede ser un fuego superficial,
excepcionalmente un rayo sobre un árbol dominante puede ser factor
desencadenante de un fuego de copa.
Subterráneo o de Subsuelo
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Es el que se propaga bajo la superficie. Generalmente se da en lugares
de mucha acumulación de materia orgánica, combinado generalmente con el
superficial.
FUEGO ACCIDENTAL Y FUEGO PRESCRIPTO
Se debe diferenciar entre fuegos accidentales y fuegos prescriptos.
Fuegos accidentales son aquellos causados por factores humanos y/o
naturales que no poseen supervisión ni planificación, y el hombre no tiene
control sobre sus posibles efectos y/o consecuencias en el ecosistema y la
comunidad en general.
El fuego prescripto se distingue del anterior por tener objetivos claros y
requerir condiciones ambientales apropiadas para su implementación
(humedad relativa, velocidad del viento, temperatura del aire, etc). Se define al
fuego prescripto como:
"el uso científico del fuego bajo condiciones definidas y
controladas con el fin de cumplir con objetivos de manejo específicos"
(Reeves, 1977, citado por Cipowicz, 1994, pag. 5).
Es importante destacar dos aspectos importantes de esta definición:
"bajo condiciones definidas y controladas". Al realizarse un fuego prescripto
es condición indispensable realizar una planificación y preparación previa del
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predio a quemar. Para esto es necesario tener en cuenta todos los factores,
antes mencionados, que influyen sobre el fuego.
Los factores climáticos más importantes relacionados con el
comportamiento del fuego son en consecuencia: el viento, humedad relativa
ambiente, precipitación, temperatura, estabilidad atmosférica, radiación solar,
nubosidad y tipo de relieve.
Martínez Carretero (1989) señala que en el sector de la precordillera
mendocina confluyen varios factores que tornan crítica el área haciéndola muy
susceptible a incendios accidentales. Estos factores son: la presencia de
matorrales de Larrea divaricata y Colliguaja integerrima, etc. que ofrecen al
fuego suficiente material leñoso con buenos tenores de aceites esenciales y
resinas; el abundante mantillo vegetal descompuesto que se acumula en el
suelo en cada período vegetativo, las fuertes pendientes y la presencia de
vientos secos y cálidos, zonda (tipo foehn), etc.
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OBJETIVOS DE LA QUEMA
Los objetivos de una quema pueden ser muy variados. El fuego fue
usado desde que el hombre comienza a realizar manejo del ganado con el fin
de mantener productivas las praderas herbáceas y para la eliminación de áreas
con vegetación natural que se habilitaban al cultivo de especies vegetales
domésticas; en ambos casos no se realizaba un control de las áreas
quemadas. Aún en la actualidad es una práctica corriente en varias partes del
mundo y en muchas regiones de nuestro país, siendo llevada a cabo, la
mayoría de las veces, sin realizar un control adecuado.
En la provincia de Misiones, una vez extraídos los árboles de madera de
mayor valor, se quema el remanente para "limpiar" la selva y ganar más
superficie para el cultivo. A esta operación se la llama “rozado”. Con este
método se busca preparar una cama de siembra para semillas de pasturas
naturales o artificiales ya que los residuos de la quema aumentan la fertilidad
actual del suelo.
En la región cerealera era muy común realizar la quemazón de los
rastrojos de las cosechas de invierno para limpiar los campos y sembrar
inmediatamente algún cereal de verano. La proliferación de plagas y
enfermedades es favorecida cuando permanecen en el campo las partes
infectadas de las plantas capaces de liberar esporas y proteger huevos
después de cada lluvia.
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El fuego es utilizado, por lo tanto, para destruir el rastrojo remanente y
las hojas viejas y secas, y con ellas los diferentes cuerpos frutales y huevos
capaces de diseminarse y reinfectar la futura plantación. Esta costumbre va
entrando en desuso debido a que son más los perjuicios que los beneficios que
origina.
En la provincia de Tucumán se realiza la quema de las plantaciones de
caña de azúcar para disminuir la cantidad de hojas y tener así una plantación
más "limpia" de hojas que facilita la cosecha de la caña.
El uso más generalizado del fuego se lleva a cabo en los pastizales
naturales. Con esta práctica se pueden obtener una serie de ventajas al
estimular la brotación temprana de los vegetales por efecto del calor. El
estímulo de la brotación produce una mayor cantidad de forraje, en una época
donde la oferta de alimento para el ganado es baja. Se incrementa la
disponibilidad de forraje de mejor calidad al destruirse la materia seca no
utilizable y otros materiales indeseables, quedando a disposición del ganado
los brotes tiernos más ricos en proteínas y otros nutrientes, que el follaje viejo
posee en menor cantidad o está ausente.
Otros objetivos deseados con la quema de pastizales son:
•
estimular la producción de semillas de algunos pastos o de otras
especies deseables;
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•
controlar algunas plagas y enfermedades del ganado, como puede ser
la garrapata y
•
controlar especies vegetales invasoras de las praderas, especialmente
árboles y arbustos.
En el caso de incendios desencadenados por causas naturales,
accidentales o intencionales se puede realizar un contrafuego como un sistema
de protección, de esta manera se puede controlar la propagación del
fenómeno. En consecuencia el uso del contrafuego se considera como un
objetivo en la aplicación del fuego.
Todos los objetivos planteados anteriormente se logran necesariamente con
un fuego controlado, fácil de manejar para evitar que se propague
innecesariamente y teniendo
un conocimiento científico de las características físicas y biológicas de la región
y de los efectos posteriores a los que puede inducir la quemazón.
El empleo del fuego como una herramienta de manejo depende de las
características propias de cada región; por lo tanto la prescripción de un
incendio se debe hacer sólo cuando se conocen las consecuencias, o por lo
menos cuando se pueden pronosticar las mismas.
Si se considera al fuego como una herramienta técnica de manejo de
pastizales naturales, se puede decir de ésta que es barata, fácil de llevar a la
práctica y que puede redundar en un mayor y mejor uso de los recursos
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forrajeros. Sólo se debe tener en cuenta que su utilización se debe implementar
con criterio científico, en el momento adecuado, cuando las condiciones del
clima, la vegetación y del suelo lo permitan.
El fuego por sí solo, en la mayoría de los casos, no logra los objetivos
propuestos y es necesario que su uso sea complementado con otras prácticas,
tales como pulverizaciones de herbicidas, desmonte mecánico, un
apotreramiento adecuado y esencialmente, con un manejo adecuado del
ganado.
En algunos países, como en los Estados Unidos de Norteamérica se
someten millones de hectáreas de bosques a quemas dirigidas, que consisten
en una aplicación intencional y científica del fuego bajo condiciones
específicas, produciendo la intensidad de calor requerida y el comportamiento
estimado para lograr varios objetivos de manejo a la vez.
Los principales objetivos de estas quemas controladas son:
•
Reducir la acumulación de combustibles orgánicos (acumulación de
materia seca) a un nivel tolerable que imposibilite el desarrollo de
incendios naturales de alta intensidad.
•
Estimular el desarrollo de la vida silvestre al mejorar su hábitat natural;
•
Eliminar ciertas plagas y enfermedades;
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•
Disminuir la competencia indeseable de ciertas plantas que tienden a
invadir el sector (generalmente árboles y arbustos);
•
Favorecer la generación natural y artificial de plantas más nutritivas y
•
estimular la germinación, mejorando la cama de semillas y reducir o
eliminar cualquier condición que inhiba la germinación de éstas.
Una característica de la ganadería extensiva, en las zonas áridas y
semiáridas de la República Argentina, es la de mantener una alta carga de
ganado por unidad de superficie a lo largo de prácticamente todo el año en los
campos de pastoreo. Como consecuencia de esto se utiliza al fuego como una
herramienta para promover el crecimiento nuevo y vigoroso de los pastizales.
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EFECTOS DEL FUEGO SOBRE LOS DISTINTOS ELEMENTOS DEL
ECOSISTEMA
El fuego como componente natural o inducido en un ecosistema puede
tener efectos positivos y negativos de acuerdo al manejo que se haga del
mismo. Puede ser una herramienta eficaz en el manejo de ecosistemas o
puede convertirse en un factor de alta peligrosidad. En consecuencia, de
acuerdo a como se lo use puede tener efectos negativos o positivos sobre los
distintos componentes del ecosistema.
EFECTOS NEGATIVOS
A pesar de los numerosos estudios sobre los efectos del fuego en la
sucesión vegetal, la productividad primaria, los cambios en el hábitat que
afectan a la fauna autóctona, la dinámica de los nutrientes en el suelo, la
erosión, etc. son aún, en la mayoría de los casos, poco conocidas las
consecuencias globales de su incidencia.
Efecto del fuego sobre la fauna
Los efectos inmediatos del fuego son dramáticos principalmente para los
animales que forman parte del ecosistema quemado. Las aves, que requieren
de árboles, arbustos y matas de gramíneas para la nidificación, por lo general
pueden huir y salvarse, pero significa la destrucción de sus nidos y pichones y
en muchos casos quedan ellas mismas atrapadas en las llamas, como por
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ejemplo las perdices, copetonas, martinetas, chingolos, ñandúes, etc. Además
el fuego arrasa con el alimento (semillas, frutos, insectos, etc.) que sustenta a
las comunidades de aves de la zona.
Los pequeños mamíferos (liebres, zorros, vizcachas) en general son
perjudicados pues no alcanzan a huir, cuando no llegan a refugiarse en sus
madrigueras subterráneas, que
en general se encuentran por debajo de los diez centímetros de profundidad y
donde la acción del fuego se ve disminuida.
La remoción de la cubierta vegetal por parte del fuego disminuye
inicialmente la población de roedores; pero estos recolonizan rápidamente el
sector quemado atraídos por los rebrotes de primavera y la gran producción de
semillas por parte de las terófitas.
Los grandes mamíferos generalmente pueden huir o refugiarse en ríos o
lagunas; suelen producir grandes estampidas. El ganado vacuno presiona
sobre los alambrados y los rompe. En cambio los equinos, ante las llamas, se
quedan quietos y son alcanzados por las mismas.
Los invertebrados que viven sobre la superficie son muy afectados por
los incendios. Los insectos, los moluscos, etc. perecen bajo las llamas, salvo
que se encuentren protegidos en alguna estructura vegetal que los aíslen del
calor.
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La micro y macrofauna que vive por debajo de los 7,5 cm de profundidad
(numerosos protozoarios, lombrices de tierra, nemátodos, larvas, arácnidos,
reptiles y mamíferos, entre éstos quirquinchos, vizcachas, etc.) se ven poco
afectados por la acción del fuego ya que viven en cuevas más o menos
profundas o a suficiente profundidad como para que el fuego no los perjudique.
Los más afectados son los que viven entre los 7,5 cm y la superficie del
suelo. Hasta esa profundidad se alcanzan temperaturas suficientemente altas
como para matar a todos los animales (macro y micro-fauna), inclusive la
microflora.
El fuego tiene una consecuencia directa sobre la fauna causando su
muerte, y un efecto indirecto al remover la cubierta vegetal que constituye el
alimento y el abrigo. En los insectos puede haber una reducción inicial en un
90% en su densidad poblacional
(Altieri Soto. 1977). La recuperación de la densidad inicial puede ser rápida
cuando se dan las condiciones para el rebrote. Se estimula la ovoposición,
aumentando la población total de insectos. Este incremento se puede deber a
la recolonización por parte de los adultos desde áreas no quemadas. Éstos
encuentran el suelo desnudo en condiciones óptimas para su ovoposición y las
ninfas una fuente rica de alimento, compuesta por los brotes tiernos y nutritivos.
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Efecto del fuego sobre la vegetación
Los efectos del fuego sobre la vegetación pueden ser muy variados y
considerarse desde distintos puntos de vista. Ésta aporta el combustible
necesario para que el fenómeno tenga lugar.
En el piedemonte de las Sierras de Uspallata (Mendoza) cuando el fuego
es ocasional, al cabo de un período vegetativo y con las lluvias normales, la
cobertura vegetal se recupera en buena medida, aunque no la estructura inicial
que requiere más tiempo. En cambio si se producen periódicamente llevan a la
sucesiva pérdida de biomasa. La reducción de los estratos de vegetación
puede, en casos extremos, llegar a la situación de suelo desnudo o sólo
ocupado por terófitas de invierno o verano. Este cambio en la estructura
conlleva un cambio en la fisonomía, así en la cordillera se encuentran
pastizales disclimáxicos en lugares antes ocupados por matorrales (Martinez
Carretero. 1989).
Para ese ecosistema el autor señala los siguientes efectos perjudiciales
en la vegetación, debido directa o indirectamente a la acción del fuego:
a) Pérdida de biomasa. Los fuegos periódicos en una misma área
determinan una paulatina pérdida de estratos, y por ende de biomasa
permaneciendo sólo aquellas especies capaces de rebrotar del cuello o
de sus órganos subterráneos,
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acompañadas por terófitas estivales o invernales. En casos de quemas
muy frecuentes se puede llegar incluso al suelo desnudo.
b) Dinamismo de la vegetación. En la precordillera a causa de los
incendios de los matorrales se llega a pastizales secundarios, con
evidente reducción de estratos y de la diversidad específica. Se ha
determinado dos tipos de pastizales correspondientes a dos pisos de
vegetación. El primero entre 1.300 - 1.800 msm por quema del matorral
de Larrea divaricata que da origen al pastizal de Stipa eriostachya y el
segundo entre 1.800 - 2.400 msm, por quema del matorral de Colliguaja
integerrima a pastizal de Stipa tenuissima.
c) Pérdida de la calidad de las comunidades. Las sucesivas pérdidas
de estratos por los fuegos no sólo afectan a la disminución de la cobertura
vegetal sino también al desmejoramiento paulatino de las comunidades
vegetales. Para el primer piso de vegetación de Larrea divaricata con la
eliminación de los arbustos de buenos contenidos proteicos, se logran
pastizales de pocas especies, con bajos contenidos en proteínas,
relaciones nutritivas amplias, de hojas duras y poco palatables,
normalmente con más hidratos de carbono que reducen notoriamente su
digestibilidad.
Según los estudios de Morello (1970) (en Odum pág. 233. 1978) acerca de
la interacción del fuego y el pastoreo del ganado vacuno en el Chaco argentino,
en los extensos pastizales del Chaco Oriental, el pastoreo intensivo del ganado
reduce la materia combustible de modo que los incendios naturales necesarios
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para mantener la fisonomía de pastizal ya no se producen; dando por resultado
que los arbustos espinosos, que antes estaban controlados por los incendios,
invadan grandes áreas eliminando la fisonomía original de pastizal de origen
pirógeno. La única manera de restaurar la productividad inicial de pastoreo es
gastar energía de combustibles mediante
el desmonte mecánico y la quema de la vegetación leñosa. Este es un ejemplo
de un cambio de la vegetación hecha por el hombre, reversible solamente con
un gran costo.
El daño que puede ocasionar el fuego a los distintos vegetales sometidos a
la acción del mismo depende de varios factores concurrentes. Entre éstos se
pueden mencionar, la intensidad de la quema, tiempo de duración o
permanencia del fenómeno, estado fenológico, tipo de vegetación, etc.
La fisiología del vegetal determina una mayor o menor tolerancia a las altas
temperaturas, que a su vez está correlacionado con los daños por irradiación y
dependen de la temperatura inicial del tejido, de sus cualidades de
“aislamiento”, del tiempo de exposición y de las condiciones fisiológicas del
protoplasma.
Con relación al estado fenológico en la que se encuentran los vegetales, se
puede decir que, en general, las plántulas, las yemas foliares y florales, las
flores y las hojas jóvenes son más susceptibles al fuego mientras que los tallos
leñosos son más tolerantes. Éstos están protegidos por la corteza. La forma de
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crecimiento es otro carácter diferencial; así las especies rizomatosas, las
caméfitas, que tienen protegidas sus yemas, y las anuales (en su estado de
semillas), resisten más y a veces el fuego promueve su germinación.
En un estudio realizado sobre el efecto del fuego en la vegetación (Altieri
Soto. 1987) se observó, que los árboles jóvenes presentes en la comunidad
vegetal iniciaron un rebrote a partir de las yemas de la base de los troncos,
mientras que los más viejos rebrotaron a partir de las yemas epicórnicas
latentes a lo largo del tronco y de las ramas.
Los arbustos más resistentes al fuego resultaron ser aquellos mayores de 2
años que poseen sus rizomas y raíces fibrosas entre 5 y 13 cm de profundidad,
un follaje con bajo contenido en aceites y resinas, una corteza gruesa y un tallo
de diámetro mayor a 15 cm.
Se consideraron además como resistentes al fuego, aquellos arbustos que
habiendo sufrido grandes daños, por efectos del fuego, en verano, se repararon
rápidamente en primavera. Esto se tradujo en una intensa emisión de brotes a
partir de yemas latentes ubicadas en las ramas y también en la base del tronco
inmediatamente bajo la superficie del suelo.
Después de producido un incendio los vegetales deben sobrevivir el período
no fotosintético, con ausencia de órganos fotosintetizadores. Para producir un
nuevo crecimiento utilizan sus reservas de carbohidratos disminuyendo sus
niveles normales y variando su período de utilización. Esto se traduce en una
disminución en la densidad de las poblaciones de los arbustos y gramíneas
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perennes y plurianuales y favorece el crecimiento de las terófitas que se
desarrollaron bajo condiciones de competencia mínima alcanzando en poco
tiempo una densidad alta. En el siguiente gráfico se muestra la relación que
existe entre el tamaño de la planta con su reserva de carbohidratos.
1
2
3
4
5
Reserva de carbohidratos
Figura Nº 4: Relación del tamaño de la planta con la reserva de
carbohidratos
El esquema muestra la reserva de una planta antes (1) y después (2) de ser
quemada. A medida que la planta rebrota y crece la reserva de carbohidratos
disminuye (2,3) hasta que los nuevos brotes compensan por fotosíntesis los
gastos de crecimiento y mantenimiento (4,5). Si en este momento los pastos no
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son disturbados, se produce un excedente de fotosíntesis que permite
recuperar las reservas.
En un sector quemado se puede observar, en general, una mayor densidad
de especies anuales durante la primavera posterior al fuego. Esto indicaría que
se favorecieron las condiciones de germinación para las semillas al crear una
cama apropiada de suelo mineral con alta exposición solar y con condiciones
más favorables del ambiente, tanto biótico como abiótico externo de las
semillas.
El daño físico que produce el fuego al vegetal puede ser muy variado,
depende de la intensidad del mismo y del tipo de bioforma. Puede ocurrir
quemazón y muerte de la corteza; desaparición total o parcial de ramas, hojas
y yemas, y en casos extremos muerte de la raíz. Todo esto se traduce en una
disminución del crecimiento, y si el daño es significativo la planta puede morir.
En todos los casos las heridas producidas por la acción del fuego en los
distintos órganos de una planta sirven de puerta de entrada a insectos y
enfermedades. Según Altieri Soto (1987), se observó que después de una
quema se indujo a una mayor susceptibilidad por parte de algunos árboles a
enfermedades fungosas radiculares y se estimuló el parasitismo de algunos
homópteros principalmente en las ramas de Acacia caven.
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Efecto del fuego sobre el suelo
La eliminación parcial o total de la vegetación, según sea la intensidad y
la recurrencia del fuego en el ecosistema, conlleva a un efecto directo sobre el
suelo. La destrucción de la cubierta vegetal deja al suelo temporalmente
desprotegido ante las lluvias torrenciales, los vientos persistentes, etc.
acelerando la erosión hídrica y / o eólica. Esta disminución de la cobertura
vegetal cobra mayor relevancia en los ambientes montañosos.
El contenido de agua en el suelo disminuye después de los incendios
debido a la evaporación causada por las altas temperaturas. Al desaparecer la
cubierta vegetal aumenta el escurrimiento del agua cuando ocurren las
primeras lluvias, más aún si se tiene en cuenta las características torrenciales
de las precipitaciones en las zonas áridas y semiáridas. El aumento de la
velocidad de escurrimiento produce una disminución en la infiltración del agua
en el suelo. La magnitud de la erosión depende de numerosos factores entre
los que se destacan: época en que se produce la quemazón, temperaturas
alcanzadas durante la ocurrencia del fenómeno, frecuencia entre incendios,
tipo e intensidad de las precipitaciones, topografía del terreno, clima, etc. Por
estas razones hay que tener sumo cuidado con los incendios en zonas
montañosas y en regiones áridas.
Después de la quema la recuperación del agua edáfica hasta un
contenido normal es lenta. Quizás no es tan importante en zonas lluviosas y
húmedas, pero sí en los ecosistemas de zonas áridas y semiáridas.
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En cuanto a los nutrientes del suelo se puede decir que el impacto
negativo que produce depende de la temperatura alcanzada.
En función de la sensibilidad al calor, los nutrientes pueden clasificarse
en:
•
sensibles: Nitrógeno (N) y Azufre (S), temperaturas de
volatilización entre 200 y 375 º C.
•
moderadamente sensibles: Potasio (K) y Fósforo (P),
temperaturas de volatilización entre 700 y 800 º C.
•
relativamente insensibles: Magnesio (Mg), Calcio (Ca) y
Manganeso (Mn), temperaturas de volatilización de 1107 º C,
1484 º C y 1962 º C, respectivamente (De Bano, 1991 en Kunst,
1996).
La estructura del suelo se puede afectar por la dispersión de los
agregados cementados con la materia orgánica en estado coloidal. Según
González C. (1999), quienes midieron el efecto del suelo sobre las condiciones
edáficas en un ecosistema del Chaco Occidental en la provincia de Córdoba, el
contenido de materia orgánica fue significativamente menor en los suelos
quemados durante los primeros 180 días a partir
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del incendio. Posteriormente ésta aumentó en los sectores quemados y no se
diferenció de los sectores no quemados.
En general no se afectan mayormente el pH del suelo ni la cantidad de
sales solubles. Se pueden registrar pequeñas pérdidas de N y S por
volatilización y un pequeño aumento del P disponible. Los minerales
monovalentes (K y Na) se mantienen constantes y aumenta el Mg
reemplazando al Ca.
Sin embargo, Altieri Soto y Rodriguez Muñoz (1977) corroboraron que
debido a la acumulación de cenizas ricas en elementos básicos, el pH del suelo
aumentó, incrementándose la disponibilidad y aprovechabilidad del potasio,
fósforo, calcio y magnesio. Con posterioridad se favoreció la actividad de las
bacterias nitrificantes que se recuperaron rápidamente.
Altieri Soto y Rodriguez Muñoz (1977) determinaron los efectos del
fuego sobre el suelo en un ensayo llevado a cabo en Chile. El fuego consumió
el mantillo superficial calentando el suelo y provocando algunas alteraciones en
los horizontes superficiales al producir la destilación destructiva de los
compuestos orgánicos volátiles y la desecación del agua de constitución de las
arcillas. Como consecuencia de esto, se originó una disminución de la
velocidad de infiltración del agua en el suelo, una disminución del contenido de
materia orgánica y del nitrógeno soluble. A raíz de este efecto se registró una
disminución general, de la capacidad de intercambio catiónico y de la actividad
microbiana del suelo. Las condiciones semidespejadas presentes en el bosque
después del fuego, provocaron que la temperatura del suelo aumentara en 8ºC
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en relación con el bosque no quemado y que la humedad disminuyera de 8,7 %
a 3,6 %.
En general se pueden mencionar las siguientes pérdidas o efectos
perjudiciales del fuego sobre los distintos componentes de un sistema:
Pérdida de vidas humanas: es la más lamentable de las consecuencias,
habiendo ocurrido en numerosas ocasiones.
Pérdidas de pastoreo: es una de las principales pérdidas económicas que
ocasionan los incendios en nuestra provincia, teniendo en cuenta el tiempo
estimado para la recuperación y reinicio del aprovechamiento del pastizal.
Pérdidas forestales: pueden indicarse como muy graves cuando los incendios
abarcan áreas ocupadas por los bosques de la provincia fitogeográfica
Chaqueña en el que no solo ocasiona pérdidas de maderas, sino que también
comprometen su regeneración , estado sanitario etc.
Pérdidas de infraestructura: puede ser significativas las pérdidas de
alambrados, aguadas y otras instalaciones de las empresas agropecuarias.
Pérdidas en la fauna silvestre: se producen disturbios en el ambiente al
desaparecer gran número de ejemplares de distintas especies sean éstas
benéficas de uso directo o que están actuando como predadores de otras que
pueden llegar a convertirse en plagas.
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Pérdidas por la erosión: el fuego al actuar como un gran consumidor de las
masas
vegetales, priva al suelo de la protección natural ocasionando
pérdidas de origen erosivo, tanta hídrico como eólico; que no se pueden valuar
en términos monetarios, pero de gran incidencia en la productividad y
conservando los suelos.
Pérdidas ecológico-sociales: la pérdida de vegetación repercute sobre el
sistema social de la región al provocar migraciones. También se altera el valor
paisajista, se produce un aumento de la evaporación, afectan las cuencas
hidrográficas, etc.
Para el servicio forestal de los Estados Unidos los incendios forestales
provocan pérdidas en:
1. Valor de la madera: tanta en el turno como el crecimiento, en la
composición del rodal y en la alteración sanitaria de la madera por
crearse una puerta de entrada de los agentes patógenos.
2. Valor de las cuencas hidrográficas: al eliminarse la cobertura vegetal se
incrementa la velocidad de escurrimiento de las aguas, en consecuencia
hay más ocurrencia de inundaciones, más erosión, mayor aporte de los
sedimentos, disminución de las reservas.
3. Valor de los animales: se pierden nidos, crías y animales.
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4. Valor recreativo del bosque: se destruye tanto las instalaciones como la
escenografía.
5. Valor como zona de pastoreo: existe pérdida de forraje.
6. Otros valores de la propiedad: pérdidas de la producción agrícola, de
edificios, alambrados y otras mejoras.
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EFECTOS POSITIVOS
El uso más generalizado del fuego como herramienta de manejo en la
actividad agropecuaria se efectúa en los pastizales naturales. Por lo tanto en
esta sección sólo se pondrá énfasis en los efectos positivos de la quema sobre
la vegetación, los cuales son el motivo principal de inducir un incendio en los
pastizales.
Efectos sobre la producción de forraje
En general, se puede decir que los productores ganaderos de la
provincia de Catamarca producen fuegos intencionales en los campos de
pastoreo para incentivar el rebrote de las gramíneas cuando éstas aún no han
salido del reposo invernal (julio - agosto - setiembre).
Sin lugar a dudas, se produce el rebrote anticipado; la composición
química de los rebrotes frescos es más rica en proteínas y por lo tanto, son
más apetecidos por el ganado. Las hojas secas y duras fueron arrasadas por el
fuego y en consecuencia los animales tienen mayor acceso a los brotes de la
base.
En cuanto a la producción de materia seca total producida y a los valores
de la productividad en un campo quemado los datos son disímiles. Al
comienzo, después de una quema, hay una rápida producción de materia seca
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que luego va disminuyendo y en los no quemados hay un lento rebrote inicial
pero al término del ciclo aumenta la producción, no habiendo finalmente
diferencias significativas entre ambos. Para algunos autores los pastos
quemados producen menor cantidad pero mayor calidad de forraje.
En una experiencia realizada en un monte natural en la región
pampeana, Lutz y Graff, encontraron que en potreros con quema controlada a
favor del viento, que hubo
menor producción de forraje diferido (1.500 kg/ha.) pero una mayor
disponibilidad y accesibilidad de alimentos de alta digestibilidad (hasta 20
unidades mayor) en época crítica, debido a los rebrotes en otoño e invierno y
picos de producción en octubre y diciembre.
La quema durante la estación seca y de reposo, poco antes de
producidas las primeras lluvias, estimula el rebrote y en consecuencia se
adelanta la floración de algunas especies; mientras que los incendios
posteriores las disminuyen o anulan.
Efectos sobre la composición florística
En cuanto a la composición florística, el fuego puede enriquecer la flora
de un lugar permitiendo la radicación de nuevas especies, pero también puede
simplificarla. Las especies que crecen juntas responden de muy diferentes
maneras al mismo fuego. Algunas pueden estar en activo crecimiento y así ser
más susceptibles; los árboles que no son capaces de emitir brotes desde la
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corona, en general, son eliminados por fuegos repetidos; las gramíneas
perennes y anuales suelen ser favorecidas, mientras que los arbustos se
perjudican.
Los incendios recurrentes hacen que desaparezcan las especies
perennes y útiles y éstas son reemplazadas por especies indeseables,
generalmente anuales o bianuales, y en consecuencia aumenta la proporción
de suelo desnudo o descubierto.
El fuego bien utilizado, puede aumentar la producción de semillas
de algunas plantas en un 300 % y mejorar el porcentaje de germinación de las
semillas hasta un 20 %. Cabe, destacar el efecto benéfico de este hecho para
el hábitat natural y la vida de los animales silvestres (Komarek, citado por Altieri
Soto y Rodríguez Muñoz, Pág.216; 1977).
Cushwa, Martin y Miller (citados por Altieri Soto y Rodríguez Muñoz,
Pág.216; 1977) consideran que el fuego favorece la germinación debido a que
modifica las condiciones de crecimiento de las semillas, al crear una cama
compuesta de un suelo mineral rico en elementos nutritivos y de una alta
exposición solar. Modifica el medio biótico circundante al eliminar plantas o
semillas indeseables que compiten por luz, elementos nutritivos y agua.
Además reduce la presencia de inhibidores de la germinación presentes en el
suelo que son de naturaleza hidrosoluble producidos por ciertas plantas con el
objeto de impedir el desarrollo de otras especies, para así dominar el área.
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CONCLUSIÓN
La lucha contra los incendios de pastizales naturales y sus
consecuencias sobre el hábitat natural resultan fundamentales para proteger la
función básica que éstos desempeñan en la provincia de Catamarca en la
compleja dinámica de los ecosistemas áridos.
La efectiva reducción y control de los incendios permitiría que los pastizales
y los bosques continuaran e incrementaran los aportes fundamentales que
realizan para la economía provincial.
Los pastizales altoserranos y los bosques chaqueños tienen funciones
estratégicas, moderan no sólo las adversidades climáticas, vientos,
escurrimientos y erosión, sino que también neutralizan la contaminación, con
los consiguientes beneficios ambientales y, en última instancia, económicos.
Su destrucción, en cambio, afecta al ecosistema y, por ende, a la
población, a los productores, y a la economía rural, con consecuencias futuras
devastadoras.
Cabe que la mayoría de los incendios de campos son provocados por la
acción inescrupulosa e irresponsable del hombre. La actividad forestal
propiamente dicha no produce incendios en nuestra provincia, mientras que la
actividad ganadera provoca periódicamente incendio de pastizales con el
propósito de incentivar el rebrote a la salida del invierno.
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No se han estimado la cuantía de las pérdidas que los incendios
provocan en el valor económico de los campos de pastoreo destruidos (daños y
pérdidas en el ganado), en los valores recreativos de los bosques y pastizales
(valor escénico), en el valor de la
zona de pastoreo (vegetación leñosa, pasto y forraje, suelo, regeneración
vegetal, etc.) y en los valores económicos y sociales (afectación sobre el valor
productivo, fauna silvestre, pérdidas de vidas humanas y los daños materiales
en las viviendas, alambradas e instalaciones rurales). Pero básicamente el
mayor costo que generan los incendios son las pérdidas ambientales y
paisajísticas. Los pastizales naturales y el bosque nativo ejercen una fuerte
regulación sobre el ambiente que incluye servicios tales como la protección de
suelos, purificación del aire, fijación del carbono y refugio de la fauna.
Como expresa Primavesi (1984) el uso del fuego para provocar el
“rejuvenecimiento” de pastizales es un método barato a corto plazo pero muy
caro a largo plazo. Esto significa que el fuego no es, en sí mismo, ni bueno ni
malo. Todo depende de cómo y cuando se lo aplique.
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Editorial Salvat.
ÁREA ECOLOGÍA Editorial Científica Universitaria - Universidad Nacional de Catamarca
ISSN: 1852-3013

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