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Una casa rural con encanto en el sur A tan sólo 10 km de Tarifa; en el pueblo de Pelayo, se encuentra el cortijo La Hoya, un lugar convertido en punto de referencia del turismo rural en pleno Parque Natural de Los Alcornocales. Su propietaria ha convertido los gallineros originales en dos hermosas casitas: casa Luna y casa Sol. Fabiola Domínguez, gran apasionada del mar y del campo, ha conseguido con una reforma devolver todo su esplendor a este cortijo andaluz, que se encontraba en ruinas hasta hace tan sólo tres años. Un sitio para descansar Los muros blancos del cortijo sirven de apoyo para los bancos de obra, que han sido recubiertos con baldosas de barro. El dibujo del respaldo, recortado sobre la pared encalada, otorga originalidad y vistosidad a esta sencilla solución. Desayuno frente a África En el edificio principal del cortijo vive Fabiola y, en las dos casitas anexas, los visitantes disfrutarán de un delicioso desayuno frente a las costas de África, desde la terraza que preside ambas construcciones. La mesa (18.000 ptas.),fue diseñada por la propietaria y está hecha con azulejos marroquíes. Las sillas, de hierro y mimbre, son de Grupo 13 (8.000 ptas.). En el extremo de la terraza destaca un farol de hierro, de La Meridiana (24.500 ptas.). Un salón presidido por la luz Los ventanales de las paredes del salón de las casitas -ambas tienen la misma distribución interior- aportan gran luminosidad al interior. Además, permiten disfrutar de las fabulosas vistas que las rodean. El sofá ha sido cubierto por una pieza de seda india, de La Meridiana. La mesa, adquirida en la misma tienda, ha sido fabricada en Indonesia con madera de teca. Al fondo,en el rincón de lectura, se colocó una butaca tapizada en algodón de color burdeos (65.000 ptas.), de Becara. Cocina y sala de estar integradas Para que los visitantes puedan elaborar sus propias comidas durante su estancia en el cortijo, se optó por integrar una pequeña cocina en el mismo espacio destinado á la sala de estar. La propietaria decoró toda la habitación con gran sencillez y naturalidad con la ayuda de cortinas y papel pintado procedentes de KA Internacional. La mesa del comedor es una antigua máquina de coser y las sillas se compraron en Hábitat. Tras realizar la reforma, ambas casitas, que en sus orígenes sirvieron como gallinero y que posteriormente se utilizaron como cuadras, tienen la misma distribución. Disponen de un salón cocina, una habitación doble con dos camas, un baño v una terraza exterior. Para recibir a las visitas inespesperadas, se ha colocado en el salón un sofá cama. Además, en la misma parcela de la finca se ha construido recientemente una pequeña piscina. Cortinas como puertas Dormitorio tradicional Aprovechar pequeños espacios La división de los huecos fue una parte importante a resolver. Con el fin de mantener la tónica de sencillez que invade toda la casa, en casos muy concretos, en sustitución de las habituales puertas de madera, se utilizó una simple cortina, que cuelga de una gruesa barra de hierro forjada colocada en el umbral. Un alzapaño de yute permite sujetar la cortina, cuando se quieren unir los espacios separados. Respetando la decoración de los cortijos andaluces, en los dormitorios de Casa Luna y Casa Sol encontramos cabeceros de hierro forjado, de La Meridiana, con cubre camas hechos con telas de Gastón y Daniela. El ambiente rústico se refleja en la original solución que se dio a uno de los armarios, en el que una cortina hace las veces de puerta, mientras que la parte superior se completó con dos grandes piedras. Unos grabados enmarcan los cabeceros de las camas. No se necesita un gran habitáculo para conseguir un buen cuarto de baño. En tan sólo seis metros cuadrados, y recurriendo a pequeños trucos, se logró cubrir todas las necesidades. Como complemento a la encimera de mármol, se colocó una tabla de mimbre con patas de tijera en hierro, que puede colocarse en cualquier lugar, y que sirve tanto de apoyo para la bañera como para el lavabo. Una vez más, se cubrieron las puertas con espejos para conseguir profundidad. Siesta al aire libre Decorar con vegetación Los porches, sujetos por gruesas vigas de madera, están presididos por unos enormes maceteros de barro, de Viveros Sotogarden. Las hamacas, diseñadas por Fabiola, son plegables y fabricadas con estructura de madera y tela de cuadros, adquirida en Becara. La mesa de apoyo es un cesto de mimbre. El afán por conseguir mayores sombras llevó a la propietaria del cortijo a cubrir parte de las estructuras con hiedras y enredaderas mezcladas con parras. De este modo, no sólo alcanzó el objetivo de crear mayor frescor en el entorno, sino que consiguió integrar La Hoya en el paisaje que lo envuelve. PARA ALQUILAR Y DISFRUTAR En este maravilloso cortijo situado sobre el estrecho de Gibraltar. cuya construcción se remonta 120 años atrás, el visitante podrá disfrutar de unas vistas excepcionales, que le llevarán a descubrir la costa africana ubicada frente a este parque de alcornocales. Las casitas se alquilan, cada una de ellas, para dos personas al precio de 12.000 pesetas por día en temporada alta, 8.500 pesetas en temporada media y 7.000 pesetas en temporada baja. Además, posee un sofá cama en el salón, por el que el invitado deberá abonar 2.500 pesetas en temporada alta y 2000 pesetas el resto del año. La finca tiene alrededor un enorme jardín que completa la belleza del lugar. Fabiola agasaja, de modo excepcional, con un desayuno a los visitantes al día siguiente de su llegada. Su excelente trato y amabilidad convierten este paraje en lugar de enorme reclamo. Para más información: 956 23 60 70.