Perífrasis modales - tras
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Perífrasis modales - tras
Unidad 3 de 2º de Bachillerato Lengua Castellana y Literatura Contenidos -Las perífrasis verbales. -Las proposiciones coordinadas. -Características de los géneros literarios. LAS PERÍFRASIS VERBALES Las perífrasis son formas verbales compuestas por dos verbos: un verbo auxiliar, que tiene un valor modal (el modo expresa la actitud del hablante ante la acción del verbo) o aspectual (el aspecto informa sobre el momento en que se encuentra la acción); un verbo en forma no personal, que aporta el significado de la acción. Perífrasis modales: De obligación: De posibilidad, aproximación: duda o 1. Posibilidad: deber + infinitivo: debes llegar Puede que + subjuntivo: puede tener que + infinitivo: tienes que Poder + infinitivo: Ella puede antes. llegar antes haber que + infinitivo: hay que llegar antes (aquí, haber es impersonal) haber de + infinitivo: has de llegar antes que llegue pronto llegar pronto 2. Duda o probabilidad: deber de + infinitivo: deben de venir a + infinitivo: esto viene a ser las diez costar unas cien mil pesetas 1 Perífrasis aspectuales Aspecto imperfectivo: 1. Durativo: Aspecto perfectivo: 1. Ingresivo (acción a punto de empezar, pero que aún no ha comenzado): estar + gerundio: estábamos Estar a punto de + infinitivo: la leyendo el periódico película está a punto de empezar andar + gerundio: anda ir a + infinitivo: va a caer una diciendo que le has pegado buena tormenta seguir / continuar + gerundio: y estar para + infinitivo: está para ella sigue leyendo el periódico llover llevar + gerundio: llevo leyendo el periódico dos horas 2. Incoativo (acción en el momento ir + gerundio: vamos ganando de empezar): dos a cero echarse a + infinitivo: se echó a llorar romper a + infinitivo: rompió a llorar ponerse a + infinitivo: se puso a llorar empezar / comenzar a + infinitivo: empezó a llorar 3. Resultativo (acción acabada): estar + participio: está hecho desde ayer llevar + participio: lleva hecho desde ayer 4. Reiterativo: tener + participio: te tengo dicho que lo dejes aquí volver a + participio: te vuelvo a decir que lo dejes aquí dejar + participio: he dejado dicho que te lo envíen 5. Terminativo: dejar de + infinitivo: dejé de fumar hace dos meses acabar de + infinitivo: acabo de entregárselo a Juan Los alumnos clasificarán las perífrasis que encuentren en los textos propuestos al final de las dos unidades anteriores. 2 LAS PROPOSICIONES COORDINADAS Hasta ahora hemos estudiado oraciones que tienen un solo predicado, es decir, oraciones simples. Cuando en una oración hay dos predicados o más, ésta es una oración compuesta, como en este ejemplo: Si alzabas la vista, podías contemplar en el cielo de la tarde estival unas pocas nubes. N N _____________ ____________________________________________________ Predicado V. Predicado V. Cada predicado, junto con su sujeto si lo tiene, constituye una proposición, cuya estructura es la misma que la de una oración (tiene un predicado con un núcleo verbal). Pero una proposición no es una oración porque su sentido se completa con las otras proposiciones con las que forma la oración compuesta. Así, en el ejemplo anterior hay dos proposiciones: Si alzabas la vista, podías contemplar en el cielo de la tarde estival unas pocas nubes. N N _____________ ____________________________________________________ Predicado V. Predicado V. _____________ _____________________________________________________ Proposición Proposición Oración compuesta Las proposiciones de una oración compuesta se relacionan de distintas maneras: las proposiciones pueden ser coordinadas entre sí o unas pueden ser subordinadas de otras. Las subordinadas son proposiciones que desempeñan una función (sujeto, CD, CI, adyacente, CCT, etc.) dentro de otra proposición, por lo que no tienen sentido si la separamos de esa proposición. Las coordinadas, por el contrario, son proposiciones que no desempeñan ninguna función la una dentro de la otra, sino que están en un mismo plano de igualdad, de modo que cada una podría tener sentido por sí sola: Llegaron tarde, pero nadie notó su retraso es una oración que podemos separar en dos oraciones simples con sentido: Llegaron tarde. Nadie notó su retraso. Las proposiciones coordinadas se unen mediante una conjunción coordinante que funciona como nexo. Sus clases y nexos son: Copulativas Definición: cada proposición añade una información a las otras. Nexos: y, e, ni. Disyuntivas Definición: cada proposición presenta una opción que es incompatible con las otras proposiciones. Nexos: o, u, o bien. Distributivas Definición: cada proposición es una alternativa a las otras proposiciones, pero no las excluye, sino que pueden darse todas de manera simultánea o sucesiva. Nexos: bien…bien…; ya…ya…;ora…ora…;tan primero…segundo…;éste….ése….aquél…; etc. pronto…como; 3 Adversativas Definición: el sentido de una proposición se opone parcialmente al sentido de la otra, pero no lo invalida. Nexos: pero, mas, aunque, sin embargo, no obstante, antes, antes bien, por lo demás, sino, sino que , con todo, más bien, fuera de, excepto, salvo, menos, que no, etc. Explicativas Definición: una proposición repite de modo distinto la información de la otra para aclarar su sentido. Nexos: esto es, es decir, o sea. Pero también podemos encontrar en una oración proposiciones que se unen sin ningún tipo de nexo. Se trata de proposiciones yuxtapuestas, que pueden ser coordinadas o subordinadas. Éstos son varios ejemplos de coordinadas yuxtapuestas: -Las olas corren sobre su lomo, van, vienen, hierven, se deshacen en nítidos espumarajos (coordinadas yuxtapuestas copulativas). -¿Duermes, piensas? ¿Qué estás haciendo? (coordinadas yuxtapuestas disyuntivas). -No es caro: es carísimo (coordinadas yuxtapuestas adversativas). -Elena se alegraba, se entristecía, se consolaba, se desesperaba (coordinadas distributivas). -Está escribiendo, se siente inspirado (coordinadas explicativas). Analiza las siguientes oraciones compuestas por proposiciones coordinadas: -Parece tonto, sin embargo no lo es. -Éste es músico, aquél es matemático. -Escríbele o telegrafíale cuanto antes. -Ya piensas así, o sea que has rectificado. -Aquí se presentan con toda inocencia y en su tierra son lobos. -Unas veces charlamos, otras veces cantamos, otras nos callamos. -Cerca, te olvidas de mí; lejos, me recuerdas. -Se iba a lanzar a la piscina, aunque resbaló sobre el trampolín. -Ni ocurrió así ni de ninguna otra manera. -No descansa, sino que trabaja mucho. Nota: para los nexos, los ejemplos de las yuxtapuestas y las oraciones del ejercicio se han utilizado el manual Lengua española de COU, de Fernando Lázaro y Vicente Tusón, y Análisis sintáctico, de Jesús Carmena y Pilar Navarro (esta obra, sólo para el ejercicio). 4 CARACTERÍSTICAS DE LOS GÉNEROS LITERARIOS. I. LA POESÍA LÍRICA. 1. Características generales de la poesía lírica. La poesía es el género que afirma con mayor claridad el carácter específico de la literatura, su distancia respecto del lenguaje cotidiano. Es una creación que no pretende describir la realidad o parecerse a ella, sino constituirse en una propuesta aparte, un mundo con sus propias normas. La narrativa y el teatro son géneros dinámicos; cuentan con un argumento en el que predominan la acción y la peripecia y el fluir del tiempo es parte esencial de lo que leemos o vemos. En comparación, la lírica refleja una experiencia más estática de la realidad, una experiencia en la que el tiempo está detenido o no existe. Los poemas no suelen “contar” nada, no presentan un verdadero desarrollo argumental. Al no haber acciones, el tiempo importa muy poco: es raro que en un poema el tiempo transcurra verdaderamente. Su tema son las emociones: el poema pretende, ante todo, transmitir un determinado estado de ánimo. 2. Punto de vista. La lírica suele expresarse mediante una voz que habla como si no hubiera testigos, como si se encontrara a solas consigo misma. En otras palabras, la lírica convierte la experiencia privada en experiencia pública. Se crea la ilusión de que el lector escucha a alguien que habla de sus inquietudes más íntimas. El poeta crea una voz que hable en el poema: como un actor, esa voz dice un monólogo, encarna unas vivencias y finge hallarse en completa soledad. La poesía lírica lleva a cabo la dramatización de un “yo”. En cada poema, el poeta construye una voz que habla por él, pero que no necesariamente expresa lo que el autor siente en ese momento. El poema es un artificio verbal; como un cuento, una novela o una tragedia, es una obra ficticia, imaginada por el poeta, sólo que su objetivo es transmitir y provocar sentimientos. Por esa razón, los mejores poemas pueden hacer creer que los sentimientos que comunican pertenecen realmente al poeta. 3. Lengua literaria. 3.1. El verso. La lengua cotidiana y la prosa se organizan en series de sonidos delimitadas por pausas que realizamos en la conversación: constituyen grupos fónicos. El poema, por el contrario, dispone las palabras de un modo específico, con unas pausas muy especiales. Cada grupo de palabras tiene una extensión determinada, impuesta por la estrofa. La pausa de final de verso concede especial relieve a una serie de palabras, caracterizadas además por la rima. Al distribuir las palabras en versos, el poeta altera los grupos fónicos de la prosa y de la lengua cotidiana. 5 3.2. Rima y ritmo. La rima se basa en la repetición de una serie de sonidos a final de verso. Con ella no sólo se ayuda a grabar el poema en la memoria del lector, sino que se señalan vínculos entre palabras, pues prestamos mayor atención a los términos que riman. Otro importante artificio basado en la repetición de un determinado esquema es el ritmo, consistente en una distribución regular de las sílabas tónicas y átonas a lo largo del verso. No toda la poesía presta la misma atención al ritmo, pero muchos poetas se han esforzado en repartir armónicamente los acentos de cada verso. 3.3. Las imágenes: metáfora y símbolo. Si pasamos de lo fónico a lo semántico, la figura retórica más característica de la poesía es la metáfora. Consiste en establecer una correspondencia entre dos entidades, una real y otra imaginaria, que tienen algún tipo de semejanza. Se utiliza una, la imaginaria, para designar a la otra, la real, y así resaltar una cualidad de esta última (“el agua es cristal”: se destaca la transparencia del agua al atribuirle la transparencia del cristal). Con la metáfora, se da una visión distinta del elemento sustituido, pues sus rasgos se completan con los del elemento metafórico o imaginario que lo suplanta. Hay metáforas que se repiten constantemente, a lo largo incluso de los siglos, con el mismo significado, de tal modo que nunca varía la relación entre el término metafórico y el término real. Entonces, ya no hablamos de metáfora, sino de símbolo, como el río que representa el transcurso del tiempo de la vida o la rosa que sugiere la belleza efímera de la juventud. El símbolo alude, con mayor frecuencia que la metáfora, a verdades universales de la vida, de ahí que los mismos símbolos reaparezcan en la poesía de épocas distintas y de países y lenguas diferentes. 4. Subgéneros líricos. -Canción: poesía de tono apasionado en la que el poeta expresa sus sentimientos en relación con temas diversos (amor, religión, melancolía...). -Égloga: composición protagonizada por unos pastores, en la que, de manera idealizada, dialogan sobre sus amores y la vida del campo. -Elegía: poesía en la que el autor lamenta la muerte de una persona o el desarrollo de un triste acontecimiento. Generalmente, se compone en tercetos o versos libres. -Epístola: composición en la que el autor lamenta la muerte de una persona real o imaginaria, en forma de carta poética, con la finalidad de satirizar, instruir o moralizar. Se suele utilizar el verso libre o los tercetos. -Epitalamio: composición en la que se conmemora la celebración de una boda. -Himno: poesía en que se alaba, elogia u honra a algo o a alguien. -Oda: composición de tono solemne y elevado al igual que el himno, que trata temas que despiertan la reflexión del poeta. -Sátira: composición en la que se ridiculizan o censuran diversas cuestiones (personas, hechos, vicios, defectos...). 6 I. LA NOVELA. La novela es, básicamente, un texto narrativo de cierta extensión. Según esta definición, su intención, como la de cualquier otro texto narrativo, sería contar un hecho. Los medios para contar una historia son diversos, sólo se necesita: Un narrador que cuente los hechos. Un emisor al que se dirige. Una historia que contar, es decir, un argumento. Unos personajes. Una estructura. 1. Lengua literaria. Los rasgos morfosintácticos generales que comparten la novela o el relato de cualquier época son: La narración aparece íntimamente unida a la descripción y al diálogo. El diálogo permite mayor apariencia de objetividad porque el lector tiene la sensación de conocer a los personajes por lo que dicen. Así como en la descripción se prefiere el estilo nominal (prevalecen los nombres sobre los verbos) y los verbos copulativos, en la narración el autor, a no ser que quiera detener la acción, utiliza mayor cantidad de verbos, acompañados de sus complementos. Los tiempos verbales permiten al autor jugar con el tiempo narrativo. Además del presente o del futuro de indicativo, que se refieren a acciones o situaciones actuales o venideras, el narrador usa con frecuencia el pasado. Así, puede utilizar el pretérito imperfecto para las descripciones, las acciones que se repiten con frecuencia o una acción del pasado que todavía no ha terminado. Con el pretérito indefinido indicaría que una acción ya está terminada, mientras que con el pretérito perfecto compuesto señalaría que, aunque la acción está acabada, aún permanece sin acabar para el narrador. 2. Punto de vista. El narrador puede emplear distintas técnicas para construir su relato: Narrador omnisciente: el narrador lo sabe todo sobre los personajes, sobre su pasado y su futuro. Por ello puede intervenir cuando le parezca, emplear juicios de valor no justificados por lo que se ha dicho hasta entonces, dar sus opiniones interrumpiendo el discurso narrativo, saltar adelante o atrás en el relato de los hechos.. Sabe cosas que el lector no puede conocer por lo que se ha contado hasta ese momento o llega a dialogar con el mismo lector como si éste fuera parte del mundo de la novela. Narrador ausente: el narrador pretende que el lector vaya conociendo a los personajes sólo a partir de lo que se cuenta, a partir de lo que éstos hacen o dicen. En este caso, la historia suele estar presentada o desde el punto de vista de un solo personaje (punto de vista único) o desde el punto de vista de varios personajes (punto de vista múltiple), cuya visión de los hechos se va alternando. Relacionada con el narrador ausente estaría la técnica del monólogo interior, que 7 consiste en mostrar, en primera persona, los pensamientos de un personaje; una variante del monólogo interior es la técnica llamada "corriente (o fluir) de la conciencia", que presenta los pensamientos tal y como se producirían en realidad en nuestra mente, mezclando impresiones, recuerdos, emociones y reflexiones de una manera caótica, desordenada, dejando que se perciba la influencia que lo subconsciente e irracional tiene en el ser humano. Técnica mixta: aun cuando el novelista se mantiene al margen de los hechos narrados y del comportamiento de los personajes, como si no pudiera contar en principio más que lo que hacen o dicen, a veces interviene para dar opiniones, sea poniéndolas en boca de alguno de los personajes o con acotaciones y explicaciones sobre su forma de hablar o actuar. Narratario: el destinatario de la obra no siempre coincide con el lector. A veces aparece un intermediario entre el narrador y el lector. Es decir, la novela no está “dirigida” a cualquier lector, sino sólo a uno, al que se hace referencia más o menos explícita en el relato. Nos encontramos así con el narratario, persona a la que aparentemente va dirigido el mensaje, como en el “Lazarillo de Tormes”, que es una carta a un “Vuestra Merced”, un personaje que nunca interviene en la acción. 3. Estructura. El narrador elige también cómo organizar su relato, es decir, cuál es la forma que considera más acertada para interesar al lector. Puede optar por las siguientes estructuras: Lineal: nos cuenta los acontecimientos tal y como van sucediendo, ordenados de principio a fin. In medias res: se comienza el relato de los hechos por la mitad o en un momento clave de la acción, para retroceder posteriormente en el tiempo y, luego, volver a avanzar desde donde se había comenzado. Circular: el relato termina como empezó, a veces retomando las mismas, o casi las mismas, palabras del inicio, o incluso haciendo volver al personaje al lugar donde comenzaron sus peripecias. Caleidoscópica: se trata de una estructura compleja, donde la trama no tiene un protagonista único o un grupo reducido de protagonistas, con una intriga principal y una o unas pocas secundarias. El relato es el conjunto de las diversas historias de un gran número de personajes y, conforme va progresando, establece una serie de relaciones cada vez más estrechas entre estos personajes y sus historias. III. EL TEATRO. El texto teatral comparte algunos caracteres con la narrativa, como la estructura interna, la ambientación o los personajes. Otros, en cambio, son propios de este género literario, porque el teatro es un espectáculo de actuación y, como tal, se produce en el presente, en presencia del espectador y con su participación en la creación misma . El género teatral o dramático se basa en la representación, ante un público, de un hecho real o ficticio por medio de las acciones y los diálogos de los personajes que lo protagonizan. En consecuencia, difiere de los otros géneros en que los personajes 8 muestran, con lo que hacen y dicen sobre el escenario, la historia ideada por el autor. Podemos decir que "viven" la historia ante la mirada del espectador. El teatro, por tanto, cuenta con una materia viva: el actor con su cuerpo, su movimiento, sus gestos, su voz, etc. Palabra, gesto y movimiento constituyen la esencia del teatro junto con todos los demás elementos que integran la representación (decorados, vestuario, escenografía). Puede decirse que el director de una obra y los actores son unos lectores intermedios de la obra de teatro, que interpretan la obra para hacerla llegar al público. 1. Lengua literaria. La disposición para ser representada, es decir, el ser escrita para ser representada, es el rasgo diferencial más destacado en la obra dramática. Este propósito se manifiesta en: -un discurso principal dialogado de carácter literario, que es el que está destinado al público; -un discurso secundario, las acotaciones, de carácter personal, que aportan la información que el autor considera necesaria para la representación y que están destinadas al director teatral. El diálogo dramático se diferencia del diálogo cotidiano y del diálogo narrativo por las siguientes peculiaridades: -se expresa siempre en presente; -hay una profusión de la deixis personal y espacial; - la historia vivida por los personajes se desarrolla a través de sus intervenciones dialogadas; -no existe ningún tipo de narrador. El lenguaje de los diálogos es un lenguaje directo y con referencias continuas a la situación inmediata (contexto escénico): -los índices de persona (yo, tú), que figuran siempre en el diálogo directo, no son referencias que los personajes hacen a sí mismos o a los demás, sino que también indican el lugar en que cada uno debe encontrarse en el escenario, es decir, crean las distancias entre los actores y marcan las posiciones relativas en el espacio y en el tiempo; -en torno al yo y al tú, se divide el escenario mediante los demostrativos y los adverbios este, ese, aquí, ahora, luego, después, etc. -el tiempo verbal de los diálogos suele estar en presente. Las acotaciones aclaran y determinan la puesta en escena de una obra de teatro. Son palabras del autor, no de los personajes, por lo que se refiere al montaje de la obra: el movimiento de los personajes y su descripción y actitud, el decorado, la iluminación, la música, los ruidos, etc. 2. Estructura externa. La trama argumental se reparte en actos y escenas. Los actos son cada uno de los episodios que ocurren en un mismo lugar y tiempo. 9 La incorporación o la desaparición de un personaje o más, en un momento dado de la trama, origina el desarrollo de una escena nueva. 3. Estructura interna. Una diferencia fundamental entre el drama y la narración estriba en el tratamiento dado al tiempo. Frente a las posibilidades casi infinitas de manejar el tiempo en una trama narrativa, el tiempo teatral es siempre un tiempo concentrado, limitado por el tiempo real que va a durar la representación de la obra ante los espectadores. Este contraste entre el tiempo de la historia representada y el tiempo de la representación es el que a duras penas permite crear la ilusión del paso del tiempo. La misma distribución de la obra teatral en actos (o también jornadas en el Siglo de Oro), es una forma de ordenar y facilitar la impresión del paso del tiempo, de que el tiempo que transcurre en el escenario fluye de modo diferente al de los espectadores, normalmente mucho más rápido. Entre el final de un acto y el inicio del siguiente suele transcurrir un lapso temporal, lapso que no es representado y que descubriremos en las palabras de los personajes o el cambio de escenario. Ese tiempo que se pierde entre un acto y otro, resulta imprescindible para el avance de la acción, sobre todo si ésta cubre un período cronológico amplio. El número de actos de las obras teatrales ha variado a lo largo de la historia. El teatro español del Siglo de Oro tendió a usar los tres actos, que repartían la acción de una forma precisa: la primera se dedicaba al planteamiento de los hechos; la segunda, al nudo o conflicto central; la tercera, al desenlace del asunto planteado. 4. El espacio dramático. El escenario es un espacio vacío que se convierte en espacio dramático en el momento de la representación, porque en él escenifican los actores la obra frente al público. Recoge todos los elementos exigidos por el montaje del texto, es decir, por la transformación del texto en una historia protagonizada por seres de carne y hueso. Por este motivo, debe tener las dimensiones requeridas para que el espectador pueda captar auditiva y visiblemente cuanto ocurre sobre la escena. 5. Géneros dramáticos. Existe una amplia variedad de subgéneros dramáticos, pero hay tres géneros principales: Comedia: es una obra dramática escrita para provocar la risa. Sus personajes pueden ser de baja extracción social, el desenlace es feliz y el espectador nunca se angustia, sino que disfruta con lo que ve. Contempla las aventuras de los personajes en su ambiente, a veces no muy diferente del mundo del espectador, a veces una deformación exagerada de la realidad, los juzga y se divierte. Los personajes suelen ser personas comunes cuyos actos están guiados por móviles no menos comunes, como el amor, la codicia, el orgullo, la búsqueda de la felicidad… Pero también son, muchas veces, originales o ridículos, encarnaciones de un defecto o de un vicio o personificaciones de una visión diferente del mundo. 10 Tragedia: es una obra dramática en la que los personajes son víctimas de terribles pasiones que no pueden controlar, por lo que se enfrentan a desenlace funesto, capaz de infundir lástima y terror en los espectadores. Se vale de un estilo y tonos elevados, la mayoría de las veces sublime, y sus protagonistas suelen pertenecer a una clase social alta, como la realeza o la aristocracia. Drama: es un género dramático que resulta de la síntesis entre la comedia y la tragedia. Su creación se debe a la tendencia humanística del Renacimiento de realizar obras mixtas, eliminando las diferencias entre la forma elevada de la tragedia y la baja de la comedia. Por un lado, se admiten distintos niveles de lenguaje, el vulgar de la comedia entre los personajes más humildes y el sublime de la tragedia entre los personajes de clase alta. Por otro lado, se introducen conflictos y personajes cotidianos en los ambientes donde tienen lugar los asuntos de los personajes de la tragedia y viceversa. Así, en el drama, criados y señores, pobres y ricos, viven y actúan en un mundo común. A continuación, se han seleccionado unos pocos textos en los que se pueden apreciar las características de los distintos géneros literarios. TEXTOS -Cobarde caballero, ¿de quién habedes miedo? ¿De quién habedes miedo durmiendo conmigo? -De vos, mi señora, que tenéis otro amigo. -¿Y de eso habedes miedo, cobarde caballero, ¿de quién habedes miedo? Villancico tradicional Que por mayor era por mayo, cuando hace el calor, cuando los trigos encañan y están los campos en flor, cuando canta la calandria y responde el ruiseñor, cuando los enamorados van a servir al amor; sino yo, triste, cuitado que vivo en esta prisión; que ni sé cuándo es de día ni cuándo las noches son, sino por un avecilla que me cantaba al albor. Matómela un ballestero; déle Dios mal galardón. Romance medieval En los tres textos siguientes, extraídos de Ejercicios de estilo de Raymond Queneau (traducción de Antonio Fernández Ferrer), se muestran maneras de narrar una misma historia. Relato Una mañana a mediodía, junto al parque Monceau, en la plataforma trasera de un autobús casi completo de la línea S (en la actualidad el 84), observé a un personaje con el cuello bastante largo que llevaba un sombrero de fieltro rodeado de un cordón trenzado en lugar de cinta. Este individuo interpeló, de golpe y porrazo, a su vecino, pretendiendo que le pisoteaba adrede cada vez que subían o bajaban viajeros. Pero abandonó rápidamente la discusión para lanzarse sobre un sitio que había quedado libre. Dos horas más tarde, volví a verlo delante de la estación de Saint-Lazare, conversando con un amigo que le aconsejaba disminuir el escote del abrigo haciéndose subir el botón superior por algún sastre competente. 11 Otro punto de vista subjetivo Había hoy en el autobús, a mi lado, en la plataforma, uno de esos mocosos de los que no abundan afortunadamente porque si no, acabaría por matar a uno. Aquél, un muchacho de unos veintiséis o treinta años, me irritaba especialmente, no tanto a causa de su largo cuello de pavo desplumado como por la clase de cinta de su sombrero, cinta reducida a una especie de cordón de color morado. ¡Jo!, ¡el cabrón! ¡Cómo me cargaba! Como a esa hora había mucha gente en nuestro la autobús, aprovechaba los empujones de costumbre a las subidas o bajadas para hincarle el codo en las costillas. Acabó por largarse cobardemente antes de que o me decidiera a pisotearle un poco los pinreles para jorobarlo. También le hubiera dicho, para fastidiarlo, que a su abrigo demasiado escotado le faltaba un botón. Imperfecto Era a mediodía. Los viajeros subían en el autobús. Había apreturas. Un señor joven llevaba en la cabeza un sombrero que estaba rodeado por un cordón y no por una cinta. Tenía un largo cuello. Se quejaba a su vecino por los empujones que éste último le infligía. En cuanto veía un sitio libre, se precipitaba sobre él y se sentaba. Lo veía más tarde, delante de la estación de Saint-Lazare. Se ponía un abrigo y un compañero que s encontraba allí le hacía esta observación: hacía falta poner un botón más. ADELA. ¿Por qué me buscas? MARTIRIO. ¡Deja a ese hombre! ADELA. ¿Quién eres tú para decírmelo? MARTIRIO. No es ése el sitio de una mujer honrada. ADELA. ¡Con qué ganas te has quedado de ocuparlo! MARTIRIO. (En voz más alta.) Ha llegado el momento de que yo hable. Esto no puede seguir. ADELA. Esto no es más que el comienzo. He tenido fuerza para adelantarme. El brío y el mérito que tú no tienes. He visto la muerte debajo de estos techos y he salido a buscar lo que era mío, lo que me pertenecía. MARTIRIO. Ese hombre sin alma vino por otra. Tú te has atravesado. ADELA. Vino por el dinero, pero sus ojos los puso siempre en mí. MARTIRIO. Yo no permitiré que lo arrebates. Él se casará con Angustias. ADELA. Sabes mejor que yo que no la quiere. MARTIRIO. Lo sé. ADELA. Sabes, porque lo has visto, que me quiere a mí. MARTIRIO. (Desesperada.) Sí. ADELA. (Acercándose.) Me quiere a mí, me quiere a mí. MARTIRIO. Clávame un cuchillo si es tu gusto, pero no me lo digas más. ADELA. Por eso procuras que no vaya con él. No te importa que abrace a la que no quiere; a mí, tampoco. Ya puede estar cien años con Angustias, pero que me abrace a mí se te hace terrible, porque tú lo quieres también; ¡lo quieres! MARTIRIO. (Dramática.) ¡Sí! Déjame decirlo con la cabeza fuera de los embozos. ¡Sí! Déjame que el pecho se me rompa como una granada de amargura. ¡Lo quiero! ADELA. (En un arranque y abrazándola.) Martirio, Martirio, yo no tengo la culpa. MARTIRIO. ¡No me abraces! no quieras ablandar mis ojos. Mi sangre ya no es la tuya, y aunque quisiera verte como hermana, no te miro ya más que como mujer. (La rechaza.) ADELA. Aquí no hay ningún remedio. La que tenga que ahogarse que se ahogue. Pepe el Romano es mío. Él me lleva a los juncos de la orilla. MARTIRIO. ¡No será! ADELA. Ya no aguanto el horror de estos techos después de haber probado el sabor de su boca. Seré lo que él quiera que sea. Todo el pueblo contra mí, quemándome con sus dedos de lumbre, perseguida por las que dicen que son decentes, y me pondré delante de todos la corona de espinas que tienen las que son queridas de algún hombre casado. MARTIRIO. ¡Calla! La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca 12