CASO CLINICO NEFROLOGÍA
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CASO CLINICO NEFROLOGÍA
PACIENTE CON ENFERMEDAD ATEROEMBÓLICA SECUNDARIA A ANTICOAGULACIÓN CON ACENOCUMAROL TRAS UN TROMBOEMBOLISMO PUMONAR. Inés Perezpayá Alonso Ricardo Mesanza Forés Universidad Europea de Madrid Introducción La enfermedad ateroembólica es una entidad clínica causada por la rotura de una placa de ateroma con la consecuente producción de émbolos de colesterol, principalmente a consecuencia de la manipulación angioinvasiva, anticoagulantes o fibrinolíticos, que producen la oclusión a nivel sistémico de arterias de pequeño calibre, predominando la afectación cutánea (lesiones cutáneas violáceas o livedo reticularis) y el fallo renal (más frecuente la afectación subaguda progresiva). La sospecha diagnóstica se debe realizar en pacientes de más de 60 años, varones, con factores de riesgo cardivasculares tales como hipertensión, diabetes o presencia de hábito tabáquico, a los que se ha realizado alguna de las maniobras desencadenantes anteriromente comentadas. La confirmación diagnóstica se realiza a partir de la biopsia del órgano diana o bien, como en el caso de nuestro paciente, por la presenecia de cristales de colesterol en el fondo de ojo, característica patognomónica de la enfermedad. El tratamiento se basa en el control de los factores de riesgo cardiovasculares, retirar anticoagulación de ser posible, antiagregación y estatinas. A continuación, presentamos un caso de enfermedad ateroembólica secundaria a anticoagulación con acenocumarol tras un tromboembolismo pulmonar. Exposición del caso Paciente varón de 71 años que ingresa el 31/12/14 con probable tromboembolismo pulmonar (TEP) en el Hospital Severo Ochoa, diagnosticado mediante Angio-CT con contraste yodado en el que también se objetivan infartos hepáticos y esplénicos. Presenta además insuficiencia renal aguda (IRA) con una creatinina al ingreso de 1,47 mg/dL. Los estudios de hipocomplementemia y ANA resultaron negativos. Se inició tratamiento con Sintrom, siendo dado de alta el día 23/1/15. Reingresa el 29/1/15 por disnea siendo diagnosticado de insuficiencia cardiaca congestiva (ICC) en el contexto de posible infección respiratoria y deterioro de la función renal, con unas cifras de creatinina de 3,12 mg/dL al alta. Se repite Angio-CT para descartar recidiva de TEP. La exploración clínica en ambos ingresos se orientó a una insuficiencia respiratoria sin presentar estigmas de enfermedad sistémica. Ingresa en Medicina Interna del Hospital de Getafe derivado del Hospital Severo Ochoa el 11/2/15 por clínica compatible con ICC. Entre sus antecedentes personales destaca: hipertensión arterial (HTA), dislipemia (DL), no diabetes mellitus (DM), aneurisma de aorta abdominal infrarrenal con bypass aorto-bifemoral en Marzo de 2007, con recambio de rama izquierda de bypass aorto-bifemoral. Estudiado en Medicina Digestiva en Junio de 2014 por diarrea de 6 meses de evolución, diagnosticado de Anisakiasis. En tratamiento con Adiro 100 mg, Sintrom 4 mg según pauta (1 mg y 2 mg días alternos, control INR 2,92 el 10/2/15), Amlodipino 5 mg, Carduran neo 4 mg, Atorvastatina 40 mg, Lopresor 100 mg, Furosemida 40 mg. Derivado al servicio de Nefrología por IRA con creatinina sérica de 3,52 mg/dL, desarrollando fracaso renal agudo (FRA) no oligoanúrico. El paciente refiere disnea y ortopnea con aumento de edemas y oliguria. En la exploración física se objetiva: TA (tensión arterial): 135/65 mmHg; Sat.O2: 92% (VM: 0,28); afebril; diuresis: 2100/24h. Bien perfundido e hidratado. Eupneico a 30º. Auscultación cardiaca: rítmico a 90 lpm. Auscultación pulmonar: crepitantes en 2/3 inferiores de ambos hemitórax. Abdomen: sin hallazgos. Miembros inferiores: edemas con fóveas bilaterales y dudosos infartos distales en pulpejos de los dedos. Exploración neurológica normal. Se le realiza una analítica en la que destaca presencia de eosinofilia (1010/µL), hemoglobina de 10,8 mg/dL, hematocrito de 34,6% en el hemograma; cretinina de 3,52, MDRD de 17,29 mL/min, PCR de 25 en la bioquímica; e INR de 3,79 en la coagulación. Se incluyó el estudio inmunológico que puso de manifiesto la presencia de complemento normal y ausencia de anticuerpos ANA, ANCA y anti MBG. Pruebas complementarias: placa de tórax con signos de ICC, ecocardiograma con disfunción diastólica grado II, ecografía abdominal sin alteraciones. Sistemático de orina: pH 5, Densidad 1011, Leucocitos negativos, Nitritos +3.Sedimento de orina: 20.50 eritrocitos por campo y abundantes cristales de ácido úrico El tratamiento anticoagulante se cambió de acenocumarol a heparina de bajo peso molecular (HBPM). Discusión El primer juicio clínico que se plantea es una IRC probablemente secundaria a nefroangioesclerosis reagudizada por contraste yodado. La nefropatía por contraste yodado es generalmente una forma de IRA reversible que se produce a las 24-48 horas de la administración del contraste. La patogenia de la nefropatía por contraste se basa en la producción de una necrosis tubular aguda bien por vasoconstricción renal a consecuencia de la hipoxia medular, posiblemente mediada por alteraciones en las concentraciones de oxido nítrico, endotelina y/o adenosina o bien por el efecto citolítico tubular directo de los contrastes1. Independientemente del mecanismo fisiopatológico, la nefropatía por contraste se caracteriza por una recuperación relativamente rápida ( en pocos días en comparación con otras causas de necrosis tubular aguda, que pueden ser de semanas). La ICC es un factor de riesgo para el desarrollo de esta patología presente en el paciente ya que, como se explica más adelante, genera un estado de hipoperfusión renal que incrementa la gravedad de la toxicidad por contraste. El inicio del daño renal se produce probablemente tras varios minutos de la exposición al contraste. Las manifestaciones clínicas, tales como oliguria o aumento de la creatinina sérica, no se suelen observar hasta pasadas las 2448 horas de la administración del contraste. Además, los niveles de creatinina sérica comienzan a descender durante los 3 a 7 primeros días tras la administración del contraste. Este criterio cronológico es fundamental para poder confirmar el diagnóstico de IRA a causa del contraste yodado, que en el caso de nuestro paciente no se cumple. Aunque, cronológicamente, el primer aumento de creatinina sérica y su posterior descenso leve sí que podría hacernos pensar en una nefropatía por contraste como causa, la elevación posterior de la creatinina de manera progresiva sin relación alguna con la administración de contraste nos hace dudar de esta etiología. Otra aproximación diagnóstica es una IRA prerrenal a consecuencia de la ICC, descompensada por la infección respiratoria y/o TEP previos al ingreso. Diagnóstico diferencial de peso dada la coincidencia cronológica de los episodios de descompensación con los aumentos de la creatinina plasmática. En los casos de ICC se produce una redistribución del volumen intravascular. Debido a la incapacidad del corazón para manejar el volumen sanguíneo, la sangre se acumula progresivamente en el territorio venoso. De esta forma se produce una disminución del volumen circulante efectivo, disminuyendo a su vez el flujo de perfusión renal. A consecuencia de esta disminución se produce una bajada del filtrado glomerular, introduciendo al paciente en un estado de IRA. En este caso, dada la persistencia de cifras elevadas de creatinina tras resolución de la descompensación y buena respuesta al tratamiento es necesario plantear otra etiología, ya que las causas prerrenales han sido resueltas. Una nefritis intersticial aguda podría explicar el cuadro de IRA acompañada de eosinofilia. La nefritis intersticial aguda (NIA) es una lesión renal que produce una alteración en el aclaramiento de creatinina caracterizado por la presencia de un infiltrado inflamatorio en el intersticio renal. La causa más frecuente es la producida por fármacos, pero también puede ser producida por enfermedades autoinmunes como lupus eritematoso sistémico o sarcoidosis2. Pese a que nuestro paciente no ha referido cambios en su tratamiento de base y la negativa del paciente respecto a la ingesta de algún medicamento, es un diagnóstico diferencial a tener en cuenta. La posible causa de nefritis intersticial aguda por enfermedades autoinmunes se descarta en nuestro paciente ante la negatividad de todos los parámetros realizados en el estudio de autoinmunidad. La forma de presentación clínica de estos pacientes se caracteriza por una IRA con signos y síntomas inespecíficos. Pueden ir acompañadas de otras manifestaciones tales como rash, fiebre o eosinofilia, como en el caso de nuestro paciente. La presencia de leucocituria, cilindros leucocitarios y eosinofiluria en el análisis de orina, también nos tendrían que hacer sospechar la NIA como posible causa. En nuestro paciente, no se objetiva ninguna de estas alteraciones pese a que la normalidad del análisis de orina no debería ser argumento suficiente para descartar este probable diagnóstico. El diagnóstico definitivo de la NIA se realizaría mediante la biopsia renal, que no se llevó a cabo en nuestro paciente debido a la baja sospecha de que la causa de la IRA fuera la NIA, la pluripatología del paciente y el tratamiento anticoagulante. Otra etiología a tener en cuenta serían las vasculitis de pequeño vaso con afectación renal. La granulomatosis de Wegener se presenta como una glomérulonefritis (GMN) focal y segmentaria, pudiendo evolucionar a una forma rápidamente progresiva con semilunas. La ausencia de afectación de vías respiratorias altas, presente en el 95% de los pacientes, y la falta de alteraciones urinarias que indiquen GMN van en contra de este diagnóstico. La poliangeítis microscópica tiene una clínica y una lesión renal similar a la granulomatosis de Wegener. Por otro lado, el Síndrome de Churg-Strauss podría explicar la eosinofilia, pero el paciente no presenta el asma característicamente asociada a esta vasculitis. La panarteritis nodosa, una vasculitis necrotizante con afectación renal en el 60% de los casos, tiene una clínica inespecífica de astenia, fiebre y malestar general. La lesión renal es similar a la presente en los pacientes hipertensos de larga evolución. Generalmente no presenta autoanticuerpos ni eosinofilia, y cuando está presente se debe orientar más el diagnóstico hacia un Síndrome de ChurgStrauss. En la púrpura de Schönlein-Henoch se produce un depósito de inmunocomplejos, generalmente IgA, en los vasos de pequeño calibre. Suele afectar a niños de entre 4 y 7 años y la afectación renal está presente en un 1050% de los casos. Se acompaña en la mayoría de los pacientes de púrpura palpable. Finalmente, en el Síndrome de Goodpasture encontramos autoanticuerpos contra la membrana basal glomerular, produciéndose una GMN rápidamente progresiva y afectación pulmonar en forma de disnea, tos, hemorragia alveolar y hemoptisis en un 40-60% de los pacientes. En algunas ocasiones, la clínica pulmonar predomina sobre la renal3. Tras una ampliación de la analítica del paciente se descartan definitivamente estas causas con la negatividad del estudio autoinmunitario y del complemento. La panarteritis nodosa, a pesar de no descartarse por el estudio de autoanticuerpos, no parece probable por el cuadro clínico y la presencia de eosinofilia. El estudio de orina no reveló alteraciones compatibles con GMN. Dada la eosinofia del paciente, el carácter subagudo de la presentación, la exploración física y los antecedentes, el diagnóstico de ateroembolismo es, a pesar de ser poco frecuente, una posibilidad. A favor de este diagnóstico tenemos una exploración física compatible, con posibles infartos distales en pulpejos de los dedos, imágenes de infartos esplénicos y hepáticos, antecedente de DL, HTA y patología vascular a nivel de aorta abdominal y tratamiento con acenocumarol. El uso de anticoagulantes se considera uno de los posibles desencadenantes de las “sueltas de globos” de las placas de ateroma. A pesar de que el antecedente de Anisakis podría explicar la eosinofilia y de la ausencia de un cuadro completo con livedo reticularis, focalidad neurológica, dolor a la palpación en zonas de posible embolia e isquemia clara en extremidades se decidió realizar un fondo de ojo al paciente, observándose una imagen fundoscópica compatible con émbolos de colesterol en ojo derecho que resultan patognomónicos. La presentación del cuadro de forma incompleta y enmascarada por patologías diversas y descompensaciones hacen que el diagnóstico sea más complejo. El ateroembolismo es una patología que se engloba dentro de las oclusiones arteriales agudas y comparte el mecanismo patogénico y los factores de riesgo con la ateroesclerosis: edad avanzada, sexo masculino, diabetes, hipertensión arterial, hipercolesterolemia y tabaquismo. Sin embargo, mientras que los tromboembolismos suelen producirse a partir de roturas de placas inestables en aorta torácica y tienen un mayor tamaño, ocluyendo arterias de mediano o gran calibre, los ateroembolismos tienen su origen más comúnmente en aorta abdominal y tienen un tamaño menor de 200 µm. Estos microémbolos están formados por cristales de colesterol y pequeños acúmulos de fibrina y plaquetas que típicamente producen oclusiones en varios órganos y sistemas4. Son dos las causas que pueden producir la rotura de una placa de ateroma y dar lugar a la producción de émbolos de cristales de colesterol. La iatrogenia es la causa más frecuente y está presente en un 70% de los casos. Entre los procedimientos se encuentran la realización de angiografía, cirugía cardiovascular o la anticoagulación. Al estar inhibida la cascada de la coagulación la rotura de la placa no genera un trombo de gran tamaño, interfiriendo con la curación y cierre de la placa rota, y el contenido de esta sale al torrente circulatorio y ocluye los vasos de pequeño calibre. La otra causa puede ser la suelta de émbolo inducida por estrés hemodinámico El daño renal no suele ser la primera presentación en estos pacientes. Cuando se produce no es un cuadro de infarto renal similar al producido en el tromboembolismo, sino que tiene un inicio subagudo debido, probablemente, a microinfartos de repetición y a reacción de cuerpo extraño por parte del riñón que estimula la proliferación intimal y la disminución de la luz vascular en las arteriolas renales. Por ello, la progresión de la disfunción renal se produce de manera escalonada, con periodos de función renal conservada5. Aunque no es tan común, el fracaso renal de inicio agudo también se puede producirse, principalmente en los casos en los que hay una embolización masiva. La presentación menos frecuente es la de insuficiencia renal crónica similar a la que observamos en la nefropatía isquémica y la nefroesclerosis. Debido a la coexistencia de estas patologías con la agteroembolia, es posible infradiagnosticar la última a estos pacientes. En los diferentes estudios de laboratorio, la presencia de eosinofiluria así como de eosinofilia (> 500 cel/µL) e hipocomplementemia y aumento de LDH son características del ateroembolismo. La presencia de cristales de colesterol en la retina visualizados mediante la realización de un fondo de ojo, es característica patognomónica de esta patología. La biopsia renal o tisular ayudaría a confirmar el diagnóstico en el caso de continuar con dudas. La presencia de émbolos de colesterol en los vasos renales (cristales birrefringentes), isquemia glomerular parcheada y la disolución de los émbolos de colesterol al fijar la muestra (imágenes fantasma) son muy características. Por lo tanto, la conclusión diagnóstica definitiva es que el paciente presenta una enfermedad ateroembólica secundaria a tratamiento anticoagulante oral con acenocumarol. Durante el ingreso, se mantuvo al paciente con furosemida 120mg/ día mientras se realizaban las diferentes pruebas diagnósticas que terminarían por confirmar el diagnóstico de ateroembolismo renal, con buena respuesta al mismo y produciendo una leve mejoría de la función renal. Una vez establecido el diagnóstico, se decide mantener anticoagulacion con Clexane 60 mg/día y asociar estatinas y anteagregación junto el resto de fármacos habituales. El tratamiento anticoagulante en este paciente es un ejemplo de balance riesgo-beneficio. Ante un diagnóstico de TEP es necesario iniciar terapia anticoagulante. Sin embargo, el ateroembolismo puede agravarse e incluso generar nuevos episodios de embolia que sigan deteriorando al paciente si se continúa con el tratamiento. Dada la gravedad del cuadro de TEP se decide continuar con HBPM. Bibliografía 1. Uptodate. Michael R Rudnick, MD. Pathogenesis, clinical features, and diagnosis of contrast-induced nephropathy. Dec 10 2014, Fed 2015. Uptodate Waltham, Massachusetts. http;//www.uptodate.com/ 2. Uptodate. Maunel Praga, MD, PhD. Gerald B Appel, MD. Clinical manifestations and diagnosis of acute interstitial nephritis. Dec 01 2014, Fed 2015. Uptodate Waltham, Massachusetts. http;//www.uptodate.com/ 3. Uptodate. Charles D Pusey, MD, Raghu Kalluri, MD, PhD. Pathogenesis and diagnosis of anti-GBM antibody (Goodpasture's) disease. Nov 25, 2013. Uptodate Waltham, Massachusetts. http;//www.uptodate.com/ 4. Uptodate. Francesco Scolari, MD. 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