Internet - Biblioteca Virtual en Salud Género y Salud

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UNIVERSIDAD DE COSTA RICA
SISTEMA DE ESTUDIOS DE POSGRADO
ESPACIOS DE MARGINALIDAD Y NUEVAS PROPUESTAS DE
GÉNERO: LA CONSTRUCCIÓN DEL DISCURSO HOMOERÓTICO EN
LA NOVELA PAISAJE CON TUMBAS PINTADAS EN ROSA
DE JOSÉ RICARDO CHAVES
Tesis sometida a consideración de la Comisión del Programa de Estudios de
Posgrado en Literatura para optar por el grado de Magister Literarum en
Literatura Latinoamericana
SERGIO ANDRÉS COTO RIVEL
Ciudad Universitaria Rodrigo Facio, Costa Rica
2007
Dedicatoria
a todos aquellos que viven fuera de la ley,
a quienes deben reinventarse y desdecirse,
a quienes luchan por ser reconocidos más
allá de la ignorancia de muchos y la
intolerancia de otros…
ii
Agradecimientos
La presente investigación no hubiera sido posible sin la ayuda de muchas personas que
han aportado trabajo, apoyo, consejos, recomendaciones o compañía, de esta forma
deseo agradecerles. En primer lugar a mi mamá y a mi hermana quienes han confiado en
mis proyectos tanto académicos como personales. A Carla Rodríguez por haber
participado tan de cerca en el desarrollo de este proyecto con un apoyo de amistad
incondicional y de consejos críticos y certeros. Por otro lado a mi directora de tesis, Dra.
Ruth Cubillo, quien creyó en que era necesario desarrollar este tipo de proyectos en el
ámbito académico de la Universidad de Costa Rica y lo facilitó grandemente con su guía
constante y recomendaciones, las cuales fueron orientando de una mejor forma mi
trabajo. A mis asesores Marisol Gutiérrez y Alexander Sánchez quienes aportaron una
perspectiva distinta al poner en relación los discursos literarios e históricos, así como los
suyos propios. Finalmente a mis amigos por apoyarme de distintas maneras a alcanzar
mis objetivos y convertirlos en éxitos.
iii
Esta tesis fue aceptada por la Comisión del Programa de Estudios de Posgrado en
Literatura de la Universidad de Costa Rica, como requisito parcial para optar por el
grado de Magister Literarum en Literatura Latinoamericana.
__________________________
Dra. Teresita Ramellini Centella
Representante del Decano
Sistema de Estudios de Posgrado
__________________________
Dra. Ruth Cubillo Paniagua
Directora de tesis
__________________________
M.L. Marisol Gutiérrez Rojas
Asesora
__________________________
M.L. Alexánder Sánchez Mora
Asesor
__________________________
Dr. José Ángel Vargas
Representante de la Directora
Programa de Posgrado en Literatura
__________________________
Sergio Coto Rivel
Candidato
iv
Índice
Agradecimientos
iii
Hoja de aprobación
iv
CAPÍTULO I
1
Introducción
1
2
Delimitación temática
3
3
Objetivos
3.1
Generales
4
3.2
Específicos
4
4
Plan de capítulos
6
5
Planteamiento del problema
8
5.1
Hacia la visibilización
8
5.2
Una perspectiva “otra”
12
6
Breve biobibliografía del autor
15
7
Organización secuencial de la novela
16
8
Estado de la cuestión
24
v
9
8.1
El caso de la literatura costarricense
24
8.2
El personaje gay en la literatura costarricense
26
Perspectiva teórico-metodológica
42
9.1
43
Feminismos, un punto de partida
9.1.1
Fundamentos teóricos y contexto histórico de las
teorías queer
44
9.2
La voluntad de saber y el cambio de paradigma sexual
49
9.3
El género en lo post
54
9.3.1 El género como performatividad
56
9.3.2
60
Máscaras. Descentramiento de los roles de género
9.3.3 Lo queer como planteamiento político
61
9.3.4
66
Hacia una definición del término queer
CAPÍTULO II
Identidades cuestionadas
68
1.
Identidad performativa
69
1.1
Óscar: de la organización textual
72
1.2
Miguel y la protección
78
1.3
Óscar y Mario: el juego de la experiencia
81
1.4
David, el mal tercio
88
1.5
Martín, Teresa…y Javier variaciones sobre un tema del armario
93
vi
1.6
Cavafis: la subversión queer o “más sabe el diablo por
playo que por diablo”
103
2
Planteamientos políticos e identidad
113
3
Las implicaciónes queer del discurso
118
CAPÍTULO III
Estrategias literarias de realidad y testimonio
125
1.
Los inicios de la crisis
126
1.1
La intervención estadounidense en la política centroamericana
131
1.2
El papel de la Iglesia Católica
136
2
Una “década perdida”, noticias del miedo
141
2.1
Subir a la montaña
141
2.2
“Monumento a la bestialidad”, la llegada del sida
146
2.2.1 El discurso periodístico
149
2.2.2
Mario y la degradación
155
2.2.3
Javier, el otro lado de la historia
159
2.2.4
Aires de reivindicación
163
2.3
3
Cartas personales, informes desde adentro
Del sida, su imaginario y sus metáforas
169
175
vii
3.1
Las metáforas de muerte y el castigo
177
3.2
Las metáforas de la peste
178
3.3
Las metáforas bélicas
179
4
La ciudad y su espacio, recorridos y sombras
182
5
Historia, literatura y testimonio
185
CAPÍTULO IV
Conclusiones
191
1.
El paisaje final…
191
2
Hacia nuevos discursos
194
3
Una época conflictiva
197
4
Consideraciones finales
200
CAPÍTULO V
Referencias bibliográficas
202
1
Bibliografía citada
202
2
Bibliografía consultada
208
3
Anexo: Referencias sobre el sida en periódicos nacionales
214
viii
Resumen
En la presente investigación se realiza un análisis de los espacios de marginalidad y las
nuevas propuestas de género, por medio de la construcción del discurso homoerótico en
la novela Paisaje con tumbas pintadas en rosa de José Ricardo Chaves. El estudio se
articula desde las propuestas contemporáneas de los estudios de género como la teoría
queer y los estudios gay-lésbicos en relación con el análisis de los personajes literarios.
Además se estudian las posibilidades que presenta la novela a manera de discurso
testimonial de una época en crisis, los años ochenta en Costa Rica, por medio de sus
estrategias de verosimilitud alrededor de la crisis del sida y sus metáforas.
ix
Lista de cuadros
Página
Cuadro 1. Artículos periodísticos
153
Cuadro 2. Cartas personales
171
Cuadro 3. Otras cartas
172
Lista de figuras
Figura 1. Niveles de transgresión textual
76
Figura 2. Estructura de la narración
118
Figura 3. Construcción metafórica básica en la novela
181
x
1
Introducción
La segunda mitad del siglo XX en América Latina produjo una serie de textos a partir de
los cuales se puede ver un proceso de diferenciación con respecto a lo que se dice de las
sexualidades, más allá de su adscripción tradicional al patriarcado. Por supuesto forma
parte de un movimiento aún mayor, el cual ha respondido a las acciones políticas de
distintos grupos de reivindicación del género en donde se ha pretendido desestabilizar la
estructura prototípica anclada en valores y normas religiosas y morales. El caso
específico de la presente investigación se centrará en las corrientes teóricas avocadas al
análisis de lo que se ha llamado literatura gay u homoerótica, en la medida en la que ésta
responde a un cambio dentro del uso del lenguaje con el que la marginalidad se
interpreta y representa a sí misma.
Al hablar de teorías del género, repercusión y cambio social es inevitable la referencia
inmediata a los alcances y trayectoria de los feminismos, ya que estos han sentado las
bases del estudio del género como una construcción del lenguaje, como una herencia
cultural. Esta concepción básica dio pie, a grandes rasgos, a posibilidades múltiples de
interpretación de las formas en que los seres humanos se vinculan, y evidenció de qué
manera el sistema patriarcal de occidente determina los rasgos “propios” y “naturales”
de cada individuo, en directa correspondencia con su sexo biológico. La teoría literaria,
por su parte, retoma estas propuestas en sus vertientes feministas para evidenciar estos
procesos de subordinación histórica por medio de la literatura e, incluso, el
redireccionamiento que en otros textos se ha dado de estas posiciones desventajosas.
Para el caso de Costa Rica los estudios críticos en el área de la literatura han acogido
producciones teóricas estructuralistas y postestructuralistas (principalmente) del
feminismo, para estudiar diversos textos costarricenses y la influencia que estas nuevas
propuestas pueden ejercer en las escritoras, los personajes femeninos y masculinos, sus
vínculos y consecuencias sociales. A pesar de que durante las últimas dos décadas del
siglo XX se han desarrollado internacionalmente gran cantidad de estudios teóricos del
1
género en áreas como antropología, sociología, filosofía y psicología, entre otras, en los
cuales la influencia posmoderna es evidente y las posibilidades de análisis se han hecho
sumamente plurales, la crítica literaria costarricense se ha quedado rezagada y
prácticamente instalada en las corrientes de pensamiento y análisis que fueron una
novedad durante los años sesenta y setenta en Europa.
Ante este panorama se hace necesario retomar estudios de género aún más inclusivos,
que engloben más posibilidades de marginación social en nuestro continente. La
literatura de la región centroamericana ha mostrado sus tendencias de presentar al otro
desde su discurso, desde su marginalidad en donde pueda dar representaciones de sí
mismo con la crudeza de su entorno, llámese éste, mujer, homosexual, travesti etc. Los
análisis críticos, así como los recuentos historiográficos en este país no han dado
importancia al estudio de la literatura gay o de la teoría queer como método de análisis.
Las temáticas gay aparecieron en distintos momentos en nuestra región centroamericana
y con perspectivas muy diferentes. Para Costa Rica el proceso ha sido más lento, pero se
pueden al menos identificar algunas líneas importantes para comprender la temática en el
país. Por esta razón se hará un análisis de la novela Paisaje con tumbas pintadas en rosa
de José Ricardo Chaves a través de diferentes ejes como lo son la identidad en el
contexto posmoderno, el sida como metáfora de una sociedad en crisis y los elementos
intertextuales y extratextuales que conforman la novela en sus estrategias de
verosimilitud y testimonio. De esta forma se puede abrir un espacio más amplio de
investigación que ya se ha hecho necesario, en primer lugar al sintetizar y estudiar
distintas corrientes teóricas poco tomadas en cuenta en el país, así como la vuelta sobre
acontecimientos históricos de nuestro pasado reciente en donde la crisis económica y la
pandemia del sida produjeron consecuencias que se pueden identificar actualmente, todo
esto a través del reinterpretación planteado por la narración del texto literario.
2
2
Delimitación temática
Tema:
Se analizarán los espacios de marginalidad y las nuevas propuestas de género, por medio
de la construcción del discurso homoerótico en la novela Paisaje con tumbas pintadas en
rosa de José Ricardo Chaves. El estudio se articula desde las propuestas contemporáneas
de los estudios de género como la teoría queer y los estudios gay-lésbicos.
3
3
Objetivos
3.1
Generales:
1. Analizar las características que constituyen el discurso del género en la
novela Paisaje con tumbas pintadas en rosa como el planteamiento de
nuevas posibilidades de representación de lo tradicionalmente marginal
(específicamente gay), y su toma de la palabra dentro de una propuesta
identitaria (queer).
2. Examinar de qué manera se van construyendo imaginarios y metáforas
acerca del sida en la novela de Chaves desde los niveles literario y
extraliterario como conformación del discurso central del texto.
3.2
Específicos:
Identidades cuestionadas:
1. Determinar de qué forma los planteamientos de género presentes en la
novela se adscriben o se separan de un esquema falogocéntrico de las
masculinidades y a su vez construyen una propuesta queer más allá de las
“sexualidades periféricas”.
2. Caracterizar a los diferentes personajes de la novela en relación con sus
posiciones de género como discurso subversivo (concepciones y
variabilidad de género).
4
Estrategias literarias de realidad
1. Analizar las estrategias de verosimilitud, a manera de testimonio de una
época en crisis, por medio de las cuales la novela construye su discurso
queer.
2. Caracterizar la época comprendida en la novela (1982-1987) como un
marco referencial en el que se funda la ficción literaria y las propuestas de
género en un contexto político, social y espacial (la ciudad de San José).
3. Estudiar la construcción discursiva del sida y su imaginario por medio de
la interrelación de los textos periodísticos con el texto literario.
5
4
Plan de capítulos
Capítulo I
Planteamiento
Se desarrolla de forma explícita, en primer lugar, el estado de la cuestión, para comparar
de qué forma se ha visto el personaje gay en la literatura costarricense. En segundo lugar
se hace una síntesis de las diferentes referencias teóricas que se utilizan para realizar el
análisis literario de la novela de Chaves, desde las teorías feministas tradicionales hasta
los estudios posmodernos de género.
Capítulo II
Identidades cuestionadas:
Se realiza una caracterización de los diferentes personajes de la novela, en relación con
sus posiciones de género como discurso subversivo (concepciones y variabilidad de
género), para así determinar en qué medida se da una separación del discurso tradicional
del patriarcado (esquema falogocéntrico de las masculinidades). Además se analiza
cómo construyen estos personajes una propuesta queer más allá de las “sexualidades
periféricas”
Capítulo III
Estrategias literarias de realidad
Se realiza una caracterización de la época comprendida en la novela (1982-1987) como
un marco referencial en el que se funda la ficción literaria y las propuestas de género en
un contexto político, social y espacial. A partir de esto se estudian las estrategias de
6
verosimilitud construidas a través de la novela para configurar el texto literario.
Finalmente se analizan los discursos en relación con la crisis del sida y las metáforas de
éste encontradas en la novela por medio del discurso de testimonio que evidencia. Lo
anterior se ve en los casos de los artículos periodísticos y las cartas públicas y privadas
introducidas en la narración.
Capítulo IV
Conclusiones
Se recogen las conclusiones desarrolladas a través de los primeros capítulos de análisis
(II y III), con base en los objetivos específicos planteados para cada uno de ellos.
Capítulo V
Referencias bibliográficas
Se presenta la bibliografía citada y consultada. Además se encuentra un anexo con las
referencias de los artículos periodísticos relevantes en relación con el sida, aparecidos en
periódicos nacionales, entre los años 1983 y 1987.
7
5
Planteamiento del problema
5.1
Hacia la visibilización
…como dice Whitman, «la literatura –una literatura
nueva, espléndida, democrática- debe ser la
medicina y la palanca y (junto con el arte) la
influencia principal de la civilización moderna»
Symonds y Wilde, pero también Gide, han
aprendido la lección y el poeta norteamericano les
servirá de palanca, de punto de referencia en sus
tentativas de reformar la sociedad, de educarla, de
curarla de sus prejuicios (Eribón, 2001: 233).
Basta tan solo hacer una breve revisión acerca de los programas de estudio
pertenecientes a las carreras de humanidades en las principales universidades
norteamericanas y europeas para comprobar que los estudios acerca del género
(masculinidades, feminidades y afines) han adquirido un lugar importante, con la
creación de centros de investigación y posgrados especializados en el tema. Pues bien,
mucho ha ocurrido desde que Simone de Beauvoir aseguró que: “No se nace mujer:
llega una a serlo”, con lo que se empezó a cuestionar la base epistemológica de las
relaciones de género y su constitución cultural dentro del patriarcado. Actualmente no
solo las luchas de las mujeres por sus derechos tienen resonancia política, sino que
también se ha logrado mucho en el reconocimiento de las minorías sexuales y la
legitimación de sus prácticas, poniendo sobre la mesa de discusión una serie importante
de temáticas controversiales, las cuales han sido objeto de estudio para los académicos,
no solo de las ciencias sociales, sino también en los ámbitos del arte.
Una importante, pero a veces no muy productiva discusión, dentro del ámbito de la
literatura relacionada con las cuestiones de género tiene que ver con la especificación
literaria hacia un sector, en principio marginal, a partir de su producción escrita. El
ejemplo más común es el que ha protagonizado desde hace unos 35 años la teoría
feminista, la cual desde algunos sectores declara la necesidad de la determinación y
8
producción de literatura femenina, en donde se puedan ver claramente los ideales del
feminismo, la eliminación de la subordinación que implica el patriarcado y, en especial,
la incursión en ámbitos que le fueron negados históricamente; el solo hecho de la
escritura es ya una subversión. En este punto es donde surge la discusión: ¿a qué le
podemos llamar literatura femenina?, ¿quiénes la escriben? Por otro lado, muchas
escritoras se han negado a promulgar su literatura como femenina, sino simplemente
literatura. Carolina Alzate menciona una entrevista a Rosa Montero en la que responde a
esta pregunta:
A Rosa Montero, novelista española, le preguntaron en la Feria del Libro
si lo de ella era literatura femenina. Ella con razón en parte decía que le
molestaba la pregunta: se asume que cuando un escritor escribe, por la
voz de su personaje habla el género humano, mientras si quien escribe es
una mujer hablan las mujeres (Alzate, 2001: 2).
Por otro lado y extendiendo la pregunta a otros ámbitos del mismo tema, con la
producción más reciente de una literatura que se encarga de descentrar las estructuras de
pensamiento, también patriarcales, que sustentan la homofobia y por ende promueven un
heterosexismo, vemos que ocurre el mismo proceso de ocultamiento o visibilización.
¿Cómo llamar a esa literatura?, ¿literatura gay?, ¿o un eufemismo como literatura
homoerótica? Más lejos aún nos lleva la discusión al incluirla dentro de otros géneros
literarios además del narrativo, como es el caso de la lírica, en donde la complejidad
metafórica oculta puede encubrir más al yo lírico respecto de sus preferencias o
planteamientos del deseo, lo cual no provoca necesariamente la supresión de éste.
Esta cuestión de la inclusión del adjetivo al término literatura tiene que ver con una
contradicción encontrada en sus propuestas. En primer lugar, la especificación del
término literatura hacia una cuestión temática no surge con los estudios de género, sino
que debido a otras necesidades de especificación temática se utiliza el adjetivo, por
ejemplo con la literatura policial, entre muchos otros casos. La cuestión con el género
incluye una problemática distinta, ya que no se trata simplemente de una delimitación
temática tratada dentro del texto, sino que va más allá al programar la recepción de la
9
obra ubicándola dentro de las preferencias de un grupo humano determinado, y más aún,
un grupo claramente discriminado. Ahora bien, los efectos que esta delimitación puede
provocar son señalados por al menos dos grupos bien definidos: por un lado los que
defienden la idea de que es necesario hablar de una literatura gay –para este caso- ya que
la visiblización se da en la palabra y en su puesta en juego, de esta forma se podría hacer
más cercana una naturalización del discurso gay dentro de la sociedad. Por otro lado, hay
quienes se oponen rotundamente a nombrar los textos como literatura gay, esto por dos
motivos, uno literario y otro social: la literatura no es más que eso, literatura, y no
necesita ser señalada de acuerdo con la preferencia sexual de sus personajes y mucho
menos escritores; la otra razón considera que al dividir la literatura a partir de categorías
de género se acentúa aún más la discriminación ya que se sectoriza desde la misma
literatura.
Esta división se hace, por supuesto, más evidente al ser el género masculino y
heterosexual el no marcado dentro del ámbito literario, ya que “concuerda” con lo
universal, con la Literatura, en mayúscula, para lo cual el adjetivo que especifica la
producción literaria evidencia una subordinación, es decir, introduce las literaturas
menores (femenina o gay, por ejemplo).
Una muestra de esta discusión la podemos ver en un artículo del escritor español Luis
Antonio de Villena, quien considera irrelevante saber si existe o no una literatura gay o
lésbica, sino que lo importante de la literatura es la calidad (mismo argumento de Óscar
Wilde al presentar su novela El retrato de Doriam Gray1). Para Villena no habría una
literatura gay, y lo defiende de la siguiente manera:
¿No puede un homosexual leer los poemas de amor de Pablo Neruda,
porque el objeto de ese amor sea siempre la exuberancia y calidez
femeninas? Sería disparate. Igual que si una heterosexual no lee –por
ejemplo- los atinados poemas de Cristina Peri Rossi porque, a menudo,
desde lo femenino, asedian y requiebran a otra mujer. O no leer a Cavafis
1
Ver Prefacio de Wilde Óscar (1999). El retrato de Doriam Gray. México: Ediciones EDAF.
10
-un hetero, ahora- porque canta su deseo por los muchachos venales... La
onda expansiva de la calidad literaria -de lo que se llama literaturidadhace que todos (existiendo esa calidad) puedan y deban ser leídos por
todos. El tema, siendo importantísimo, resulta a la par, intrascendente
(Villena, 2002).
El objetivo de la presente investigación no se centra en responder a las preguntas
anteriores acerca de la literatura y sus denominaciones a partir del género, sino que tiene
que ver con la reproducción o subversión de discursos de género dentro del texto, sus
propuestas e innovaciones, si las hay. De esta forma, el nivel de análisis se dirige hacia la
evidenciación a partir del texto, no las problemáticas de su nomenclatura. Por otra parte,
es necesario introducir esta pregunta que implica el nombre, por ser una discusión a
partir de la cual han girado algunos estudios del género y la literatura, aunque su
respuesta no haya sido del todo satisfactoria.
Como importante premisa dentro de la presente investigación, y a manera de aclaración
metodológica, se considerará que la literatura gay es precisamente la que inscribe una
subversión al heterosexismo del patriarcado por medio del planteamiento del deseo
homoerótico (o lésbico), sea este como medio de realizar o no una propuesta identitaria,
política o visibilizadora. Didier Eribón plantea esta diferencia como una necesidad de
decirse:
Para los gays y las lesbianas es absolutamente necesario, vital, poder dar
de sí mismos sus propias imágenes, a fin de escapar de las que durante
tanto tiempo se han creado sobre ellos, y ofrecer de esta forma modelos
positivos (o neutros, o en todo caso más conformes con la realidad) a los
que y a las que sólo tienen delante imágenes tan claramente negativas.
“Se trata de producir uno mismo sus propias representaciones y, mediante
ese gesto, producirse como sujeto del discurso, rechazando ser
únicamente el objeto del discurso del Otro (Eribón, 2001: 110).
11
5.2
Una perspectiva “otra”
Propiamente dentro de los estudios gay-lésbicos surge una corriente teórica y política
que pretende ir más allá en relación con el proyecto antihomofóbico de las comunidades
y grupos gays a partir de los setenta, la llamada teoría queer, pero ¿por qué queer? Esta
pregunta sale al paso constantemente cuando se empieza a tomar en cuenta como una
manera diferente de ver las relaciones sociales actualmente. ¿Qué es lo queer?, ¿a qué
nos remite? En primer lugar, es indispensable tomar en cuenta la ubicación ideológica y
contextual del término para así ver en qué medida la apropiación se da de una cultura a
otra. ¿Qué representa lo queer para América Latina?, por ejemplo.
El estudio de textos con temática gay es presentado desde hace mucho tiempo como un
espacio marginal, como una discusión que no viene al caso por la gran carga tabú que
implica, especialmente en América Latina. Importantes estudios de las ciencias sociales
y la filosofía han puesto su mirada en este espacio y se ha planteado desde su óptica una
teorización a partir de la preferencia homosexual en relación con una visión de mundo y
conducta determinada, la cual ha resultado ser más plural de lo que se creía. Este tipo de
cuestionamientos y la importancia que toman las tendencias posmodernas a partir de la
década de los setenta, han abierto espacios alternativos de crítica e incluso de creación
estética, los cuales a pesar de haber existido desde siempre, se han retomado para
comprender de una mejor manera la importancia que hay dentro de la diferencia.
La crítica literaria feminista ha propiciado nuevos espacios de discusión en los que la
temática de género se cuestiona desde diversas categorías, y se ha visto la necesidad de
replantear al género no sólo desde un reposicionamiento de la mujer, sino de todo lo que
entendíamos tradicionalmente como lo masculino en oposición a lo femenino. De esta
forma se pasó de un sistema binario de análisis en el que se identificaba a la mujer
reprimida y al patriarcado, a un sistema plural, en donde las posibilidades se multiplican
y la diferencia se convierte en una posición política. Es precisamente aquí en donde lo
queer toma ventaja y se presenta como una nueva categoría de análisis en la que se
12
incluye a la sexualidad, y lo hace desde la subversión del mismo discurso dominante.
Toma una palabra que se utiliza para designar al gay de forma peyorativa (queer= raro,
desviado, maricón) y lo resignifica como una reelaboración del mismo discurso
dominante para subvertirlo; de esta manera, pasa a conformar una nueva representación
que se opone al heterosexismo compulsivo, y enarbola la bandera de la diferencia,
diferencia que se expresa no sólo desde la sexualidad, sino que pretende incluir lo que la
oficialidad margine.
De este modo, se presenta la necesidad de dar nuevas representaciones de sí mismos, que
subviertan el discurso tradicional y peyorativo, pero ¿cuáles son las nuevas imágenes que
se deben dar? o ¿cuál es la identidad queer? Es aquí donde se hace indispensable una
mayor contextualización regional del término, ya que esa diferencia que se subraya no
puede ser generalizada para todos, porque entraría en la contradicción. De esta manera
no estamos ante un proyecto identitario cerrado, sino ante una categoría de análisis de las
identidades. El espacio de la posmodernidad privilegia la voz de los otros como nuevas
categorías que se incluyen en los discursos, la evidenciación de lo que antes era marginal
(como proyecto casi utópico), es en este ámbito posmoderno en el que se revisitan las
sexualidades y se abren los espacios de discusión, los cuales deben ser tomados en
cuenta para las sociedades latinoamericanas, sin olvidar que en América Latina se han
tenido procesos históricos diferentes, así como distintas formas de apropiación de las
corrientes de pensamiento de los centros del mundo.
Para ver estas diferencias en nuestra propia región, la literatura constituye un rico
espacio de análisis en el que se identifiquen las representaciones tradicionalmente dadas
de los discursos de género y en qué medida se puede encontrar una ruptura o un cambio
en el sistema patriarcal tradicional, que se pueda ubicar como lo queer, que pueda dar
una posición en cierto modo política e ideológica, y no responda a viejos esquemas de
pensamiento binario masculino/femenino del proyecto de la modernidad.
13
Por todo esto se estudiará la novela Paisaje con tumbas pintadas en rosa, de José
Ricardo Chaves, ya que da cuenta de una época reciente de nuestra historia, la cual ha
sido muy poco estudiada, los años ochenta. En esta década se marca una serie de
acontecimientos determinantes en nuestro país así como en el mundo, en especial la
aparición de una terrible epidemia: el sida. La novela se orienta a partir de una constante
referencialidad en su contexto histórico, da muestras, testimonios de un momento, una
perspectiva desde adentro en la que la voz de los personajes forma parte de un grupo sin
voz. Después del sida nada sería lo mismo (con respecto al género), en especial las
identidades gay lésbicas; encontramos nuevas representaciones, nuevas marginaciones,
así como nuevas resistencias y respuestas. ¿De qué forma o en qué medida el sida le da
un contorno a la percepción de la comunidad gay de Costa Rica hacia una evidenciación
y una persecución?, ¿qué discursos se generaron en nuestro país a partir de esta peste y
su vinculación con otros acontecimientos políticos? La novela de Chaves nos da su
perspectiva.
Por lo tanto, tomando en cuenta estas premisas, la presente investigación se orientará a
partir de la siguiente pregunta: ¿de qué manera se construyen el discurso homoerótico y
los imaginarios sobre el sida como una reivindicación de las representaciones de la
comunidad gay en Costa Rica (1982-1987) desde la novela de Chaves?
14
6
Breve biobibliografía del autor
José Ricardo Chaves Pacheco nació en Costa Rica en 1958, estudió Economía Política
en la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA) y Letras Francesas en la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM), donde también realizó una maestría en
Literatura Comparada. En la actualidad se desempeña como investigador del Instituto de
Investigaciones Filológicas de la UNAM, e imparte cursos de teoría e historia literarias
en dicha universidad.
Su novela Los susurros de Perseo (México, 1994) quedó entre las seis finalistas en el
concurso “Herralde de Novela”, convocado anualmente por la Editorial Anagrama de
Barcelona. Ganó, además, el concurso “Joven creación” de la Editorial Costa Rica en
1983 por el cuentario La mujer oculta, y el Premio Nacional de Cuento Aquileo J.
Echeverría por Cuentos tropigóticos en 1997. Algunos de sus cuentos han sido
seleccionados en diversas antologías, tanto nacionales como internacionales. Chaves ha
colaborado en múltiples publicaciones, como la Revista de la Universidad de México, la
Gaceta del Fondo de Cultura y las revistas Japónica y Vuelta, entre otras. En Costa Rica
ha sido un colaborador habitual de la “Página 15”, del periódico La Nación.
Publicaciones:
•
La mujer oculta (cuentos, 1984)
•
Los susurros de Perseo (novela, 1994)
•
Cuentos tropigóticos (cuentos, 1997)
•
Los hijos de Cibeles. Cultura y sexualidad en la literatura de fin de siglo XIX
(ensayo, 1997)
•
Paisaje con tumbas pintadas en rosa (novela, 1998)
•
Casa en el árbol (cuentos, 2000)
•
El castillo de lo inconsciente. Antología de literatura fantástica de Amado Nervo
(2000)
•
Jaguares góticos (cuentos, 2003)
15
7
Organización secuencial de la novela
La novela de Chaves presenta una narración en gran parte lineal y cronológica que inicia
en 1982 y concluye en 1987, dentro de esta narración se van incluyendo textos no
literarios como cartas personales, artículos de periódico, el diario de Óscar, etc. Por este
motivo se presenta a continuación una organización secuencial del texto para facilitar la
ubicación de datos históricos, situaciones de la narración o textos extraliterarios. En
cursiva se señalan los textos extraliterarios y se subraya el tiempo transcurrido entre las
acciones cuando este es relativamente extenso y se explicita en la narración.
Paisaje con tumbas pintadas en rosa
I semestre 1982
Óscar se encuentra estudiando para el examen de estadística, pero no puede
concentrarse. Vive en Barrio Amón cerca del zoológico Simón Bolívar. Alquila una casa
con su primo Miguel, quien está de paseo en México
Óscar decide salir a dar un paseo por Amón. Entra al zoológico (monólogo con el león),
sube y llega hasta el Templo de la Música, desde ahí mira el Parque Japonés, la Avenida
de las Damas, la estatua de Simón Bolívar, la de Julio Acosta. Cruza hasta el Parque
Japonés y mira el Edificio Metálico. Trata de entrar pero está cerrado, cruza hasta el
parque España y se sienta en un poyo cerca de la estatua de Vásquez de Coronado.
Aparece Ernesto, amigo de Miguel y lo invita a una fiesta en Sabanilla, luego se va.
Se introduce el primer texto epistolar (6 de julio de 1982) Un amigo le escribe a otro
acerca de su nueva relación con un ingeniero en EE.UU., quién visitará el país pronto.
16
Óscar continúa estudiando. Mario Rosales llama por teléfono. Se conocieron en 1981 en
Managua durante los festejos del aniversario de la revolución sandinista.
Mario invita a Óscar a que llegue a La Copucha, bar bohemio donde él se encuentra.
Luego se dirigen a otro bar en Amón.
Llegan a la casa de Óscar, toman, escuchan música, se besan, Mario se va. Óscar se
emociona por el encuentro.
Mario llega a su apartamento en Curridabat, donde está David, su “pareja” (tienen casi
seis años juntos).
Óscar se levanta temprano, estudia, se va a la Universidad de Costa Rica y hace el
examen, solamente piensa en Mario. Al terminar sale a llamarlo desde un teléfono
público del parque de San Pedro. Habla con Mario brevemente.
Decide caminar hasta Barrio Amón, atraviesa Los Yoses, el Centro Cultural
Costarricense Norteamericano, Barrio Escalante, la Iglesia de Santa Teresita, La
Estación del Ferrocarril, Barrio Otoya, y finalmente Barrio Amón.
Al día siguiente David y Mario hablan acerca de Óscar.
Óscar visita la floristería de Miguel en la mañana. Mario llega a la casa de Óscar, toman
vino y tienen sexo.
Segundo texto epistolar (Un octubre en San José en la Soda Guevara). Carta en la que
se sobreentiende a Mario como su autor, habla acerca de Curridabat y David.
Transcurren varios meses
17
Óscar habla con Miguel acerca de la fiesta donde Cavafis y el encuentro casual con
Mario.
Óscar y Mario se encuentran para hablar acerca de su relación, van a La Sabana.
Carta al Presidente Reagan durante su vivita al país.
Encuentro de Óscar, Mario y David.
Carta de un gay a su amigo en el extranjero. Habla de la situación de la vida gay en San
José, enviada por A para B.
Fiesta de Navidad en la casa de Jenaro Víquez en Cartago.
Dos meses
Óscar sale con David y hablan acerca de Mario.
Un mes
Llega el Papa a Costa Rica, Óscar y Miguel salen a ver el espectáculo.
Óscar recibe una carta de Xavier.
Óscar toma café en Chelles con su amigo Gabriel.
Historia de Xavier y Óscar, se conocieron en la Alianza Francesa, Xavier es Francés.
Carta para Mario, de Adi, desde Chicago. Se menciona por primera vez el sida, como
algo nuevo de lo que se está investigando.
18
Óscar y Mario se encuentran de casualidad en la Universidad y Óscar le cuenta acerca de
su salida con David.
Carta de C para A, acerca de un nuevo bar gay que abrió un amigo de C.
Óscar va a una fiesta en la finca de Debayle. Allí conoce a Javier. Javier es pareja de
Martín y viven en un apartamento en Rohrmoser.
Óscar visita a Javier (historia de Javier, Martín y Teresa).
Carta de Ch para A, de Guanacaste a Los Ángeles. Ambos gays recordando momentos
en LA.
Óscar y Javier se hacen más amigos, van a un concierto de cámara en el Museo Nacional
y se encuentran con Martín y su esposa Teresa.
Óscar y Javier viajan a la montaña y comen hongos alucinógenos. Óscar tiene una
experiencia de visión terrible en la que muchas personas eran consumidas.
(Segunda parte de la novela propuesta dentro del análisis)
Carta de junio de 1984, de A para D. En ella le habla del sida y lo terrible que es
sumado a las cuestiones políticas y sociales, en especial Reagan y el Papa. Además
menciona que está coleccionando artículos del periódico que se refieran al sida y le
envía algunos.
19
Primer artículo periodístico. 22 de junio La Prensa Libre. Habla sobre el supuesto
cáncer Gay, virus que ataca a homosexuales, posteriormente se da una explicación
místico esotérica cristiana acerca del nacimiento de los homosexuales.
Óscar sale a caminar por San José, entra en un monólogo extenso y fragmentado en el
que narra su recorrido y sus sensaciones.
Se incluye un fragmento de un sermón católico en el que se condenan el vicio y el
pecado así como los actos homosexuales.
Óscar sueña con Mario: están en Nicaragua y viajan en un convoy hacia Managua, Mario
le dice que se está muriendo.
Óscar va a la Sala Garbo, allí se encuentra con Mario en la fila y deciden caminar, Mario
le cuenta que se iría seis meses a un curso en San Francisco.
Mario se va a EE.UU. Óscar hace tesis con un amigo llamado Pablo.
Meses
Se da luego una especie de recorrido lírico por las calles de San José, en el que Óscar
camina o corre.
Óscar entra a un bar gay llamado El carro rojo, donde hay muchos travestis, se
encuentra con Cavafis y acuerdan almorzar el siguiente domingo.
Óscar visita a Cavafis en su casa y tienen una larga conversación sobre la identidad.
Noticia desde México: piden aislar a los homosexuales por temor al cáncer lila. 1985
20
Nota del Diario de Óscar, regreso de Mario
Noticia de Alemania: Reclusión en celdas de pacientes con sida.
Noticia de Ecuador: cacería de homosexuales.
Noticia de Colombia: cruzada para eliminar homosexuales.
Mario y David se separan, Mario sale a un bar en San José.
Noticia de Brasil: queman todas las pertenencias de un peluquero por miedo al sida.
Javier recoge los resultados de sus exámenes en la Torre Médica, casi no puede caminar
por San José, llega a su apartamento y llora.
Carta para A de E, marzo de 1986: sobre el contexto costarricense, Óscar Arias, el
fútbol, la idiosincrasia y el sida.
Noticia de Yucatán: cacería de homosexuales, carteles que fomentan la denuncia de
homosexuales y lesbianas.
Noticia de Veracruz: expulsión de homosexuales y travestis por parte de las
municipalidades.
Nota del diario de Óscar: Reflexión acerca de Sodoma y Gomorra.
Óscar habla con Javier, quien se encuentra destrozado por saberse enfermo.
21
Relato acerca de un enfermo extraño, quien tenía sida y quería quedarse en su pueblo,
mientras la policía quería sacarlo. Todos en el pueblo tenían pánico. 1987
Carta, marzo de 1987. de F para A: Relata las discriminaciones que se dan contra
pacientes de sida y contra homosexuales en general, y la caza de brujas por parte del
Viceministro de Gobernación.
Óscar llega a su casa y se masturba en la cama en un acto de autoerotismo.
Martín le pide el divorcio a Teresa.
Carta abierta a los señores ministros de salud, de gobernación, etc. Pronunciamiento en
contra de las redadas nocturnas como manera preventiva que lleva a la discriminación.
Carta de Teresa a Martín como respuesta a sus argumentos del divorcio.
Artículo llamado El río tiene sida, sobre un enfermo de sida que frecuentaba el río en
Acapulco 1987.
Cavafis le cuenta a Óscar que Mario tiene sida.
Diario de Óscar: habla de que quiere ver a Mario.
Mario va a visitar a Óscar a su casa y se queda ahí hasta que se siente mejor, ya que la
enfermedad lo ha puesto muy mal.
Se dan textos de noticias, de Baviera, Moscú, La Habana, 1987.
Mario muere, lo entierran en el Cementerio General.
22
Carta para A de H,. en ella le cuenta que está muriendo de sida, que está siendo tratado
con AZT. Además menciona el contexto político de Costa Rica, la homofobia, el
gobierno, etc. Menciona el asesinato de la Cavafis.
Óscar decide que debe salir de Costa Rica, vende todas sus cosas y el carro que le había
regalado Cavafis y se quiere ir a Italia.
Óscar escribe en su diario desde Nueva York sobre las identidades.
Óscar llega a Roma, da paseos durante varios días. Allí conoce a Eloy, un mexicano, se
hace amigo de él, luego se van a vivir juntos.
23
8
Estado de la cuestión
8.1
El caso de la literatura costarricense
Una revisión bibliográfica en la que se ubique solamente la crítica literaria acerca de la
novela de José Ricardo Chaves sería sumamente escasa, ya que los estudios críticos de
nuestro país se han dedicado a otros ámbitos dentro de la narrativa, en los que se
privilegian espacios mayormente conocidos o estudiados, ya sean la novela histórica, las
imágenes de la mujer o las contextualizaciones historiográficas, por solo mencionar unos
cuantos. En la última década se ha puesto mayor atención a la temática de las
marginalidades, y al tema de la inclusión y exclusión social como parte de un proceso
indiscriminado. De esta forma las perspectivas teóricas se vuelven más hacia una
corriente social, dejando así las discusiones abstractas acerca del lenguaje en sí mismo,
las marcas de la literatura o su determinación como campo de estudio. Este proceso
corresponde con las tendencias académicas de carácter más amplio, así como con los
acontecimientos políticos y sociales de la región y de regiones de influencia. Las
propuestas postmodernas dentro de la crítica, así como los estudios culturales como
disciplina, conforman por una parte las principales tendencias académicas, las protestas a
favor de los reconocimientos de las minorías sexuales, el derecho al aborto, los
matrimonios entre personas del mismo sexo, la denuncia de crímenes de odio, etc,
caracterizan el panorama social de Occidente en los últimos años, el cual incide en las
líneas de trabajo crítico, así como de producción literaria. Se abren nuevos espacios, pero
también se resignifican otros, los satanizados.
De esta forma, se realizará un breve recorrido por la producción literaria costarricense y
su crítica, en la que se ubican estos espacios de marginalidad hasta llegar a la novela
Paisaje con tumbas pintadas en rosa. Es necesario subrayar que los textos mencionados,
en su mayoría, forman parte de la historiografía literaria costarricense más conocida, por
lo cual no se pretende ser exhaustivo.
24
En primer lugar, es indispensable aclarar la diferencia que puede encontrarse en los
textos sugeridos como parte de la literatura gay, ya que pueden participar de ella en
mayor o menor medida, de acuerdo con la posición que se plantea y el discurso que
adopte con respecto al tema. Existen textos en los que se pueden ubicar esbozos de una
posición marginal con respecto a la diferencia sexual, descripción de personajes
secundarios y poco desarrollados, en los que el tema se limita a una leve presencia y
muchas veces juzgada. Por otro lado, podemos encontrar textos que participan de una
estrategia de encubrimiento por medio del discurso, en donde el deseo se enmascara y se
diluye con la ambigüedad de las propuestas, lo que algunos críticos denominan literatura
del clóset (como es el caso del famoso estudio realizado por Eve Kosofsky Sedwig
llamado Epistemology of the closet). Este se constituye como un espacio en el que se
permite una expresión velada, donde la propuesta de género está sujeta a la
interpretación del lector, quien decide si el texto presenta o no una subversión (por
supuesto que con plantear la posibilidad ya hay una estrategia subversiva en sí misma).
Esta estrategia se realiza por medio de diversos elementos en las descripciones o en el
uso de la metáfora, así como las confusiones entre el ser y el parecer o la androginia.
En el otro extremo encontramos los textos que presentan un planteamiento claro con
respecto a la temática gay, no hay posibilidad de duda con respecto a si los personajes en
los que se presenta el deseo son dos hombres o un hombre y una mujer por ejemplo, ya
que se inscribe dentro de un espacio en el que el hecho de decir la diferencia es
fundamental. Este tipo de literatura normalmente presenta una propuesta política con
respecto a las sexualidades, no coloca velos, sino que descubre una realidad desde sí
misma. No participa de narradores testigos u omniscientes que describen una situación
que les es ajena y moralmente censurable, se encarga de dar voz a la diferencia y de
subvertir los patrones culturales, sexuales, religiosos y epistemológicos del patriarcado.
Esta breve descripción de las estrategias discursivas utilizadas desde el texto literario es
tan solo la representación en el texto estético de un proceso social de reconocimiento de
la diversidad sexual. Podemos ver, por ejemplo, en la primera característica descrita
anteriormente con respecto a los textos literarios, en los que tienen una descripción
25
superficial y sin compromiso del “raro”, que hay todavía una fuerte adscripción al
patriarcado, no se encuentra un vuelco del discurso y mucho menos una posición política
del sexo. Además, se halla dentro de una larga tradición literaria de personajes “tipo” en
los que el “raro” (ya sea la “loca”, el afeminado o todas sus variantes) ha tenido una
constante aparición como forma paródica.
La diferencia fundamental se encuentra en el texto cuando este da un giro con respecto a
la normativa del patriarcado, la cual es por sí misma heterosexual. Este giro puede ser
sumamente variado en la medida en que se permita enunciar la diferencia, plantearla y
poner en crisis la norma, más allá de eso puede también conformar un planteamiento
político como manera de evidenciar la resistencia.
Estas imágenes producidas dentro del discurso literario es lo que consideramos como
literatura gay, premisa a partir de la cual se hará una separación entre los textos
considerados dentro del estado de la cuestión, y que conforman una parte importante
para la historia de la literatura costarricense.
8.2
El personaje gay en la literatura costarricense
La literatura costarricense tiene una historia y una producción muy cortas en
comparación con las de otras naciones latinoamericanas, y sus inicios tienen que ver con
proyectos nacionalistas que se ocuparon de fortalecer las ideas de lo nacional y sus
alcances, es decir, constituye un espacio estético en el cual se inscribe la identidad, ya
que la literatura “costarricense” correspondería directamente a lo que la identidad del
costarricense debe reflejar. Estos proyectos nacionalistas se valieron del costumbrismo
para decir lo nacional; por supuesto que la crítica se ocupó también de otorgar el valor
respectivo a cada una de las producciones literarias de acuerdo con su respuesta a las
necesidades de la nación, así como serían las necesidades de la literatura.
26
Esta diferenciación se hace aún más evidente con respecto a las extensas discusiones de
Carlos Gagini y Ricardo Fernández Guardia al tratar de discernir qué es literatura
costarricense y qué textos la podrían conformar limitando así los espacios críticos o de
cuestionamiento del mismo proyecto y más aún los que no tiene que ver con él. Es
evidente que en un contexto que responde directamente a proyectos nacionales de
construcción ideológica no hay espacio para subversiones, no porque no existan, sino
porque sus intenciones son claramente de reafirmación de una identidad determinada.
Por supuesto este fenómeno decimonónico no se presenta en la literatura costarricense de
manera aislada, sino que forma parte de una tendencia generalizada en el resto de
América Latina, por la aún presente vigencia de las ideas integradoras de las luchas
independentistas.
En 1914 Jenaro Cardona publica su novela La esfinge del sendero, la cual difiere en
cierta medida de las temáticas tratadas en los textos de sus contemporáneos, ya que se
encarga de describir los vicios de algunos sacerdotes de la iglesia católica y su
imposibilidad de mantener el celibato. Esta novela no ha gozado de gran prestigio dentro
de la crítica literaria costarricense al no inscribirse en una corriente costumbrista en la
que se celebran las desventuras del concho. Acerca de esta novela dice José Ricardo
Chaves en un artículo publicado en el periódico La Nación:
Alrededor de Rafael María, el joven sacerdote desgarrado entre su
aspiración religiosa y su sexualidad quemante, figuran otros religiosos: el
padre Félix, sátiro y borracho, incluso incestuoso, que terminará sus días
loco en el Chapuí; el padre Juan, emblema de santidad y cumplidor de sus
votos) que balancea tanto descarrío sacerdotal); el padre Hans, extranjero
y hasta donde sé, el primer personaje homosexual de la literatura
costarricense. En este sentido llama la atención cómo lo que hoy
denominamos homosexualidad fue percibido como algo ajeno a lo
nacional, pues lo autóctono coincide con lo “natural” y se levanta sobre
una base heterosexual, la familia patriarcal (La Nación, domingo 25 de
marzo del 2001).
27
La novela de Cardona no trasciende dentro de las letras nacionales a pesar de haber
ganado el segundo lugar de un concurso literario organizado por el Ateneo de Buenos
Aires.
Más prestigio tomó su otra novela, llamada El primo, en la que también rompe con el
costumbrismo y se ubica dentro de un espacio de ciudad en el que, según Abelardo
Bonilla, “va dejando atrás el patriarcalismo y se inicia en una nueva era burguesa”
(Bonilla, 1957: 164). Con respecto a Jenaro Cardona y su producción, Abelardo Bonilla
se expresa de la siguiente manera en Historia de la literatura costarricense:
Jenaro Cardona cierra el ciclo del primer realismo costarricense y es el
novelista de mayores capacidades en el género, aunque no representa lo
nacional con el sabor y la profundidad con que lo hacen García Monge y
Magón. (…) Cardona creó con su primera obra, tomando en cuenta las
posibilidades del medio, la novela de sociedad, e intentó con La esfinge
del sendero darle una nueva dimensión a la novela, pero no lo consiguió
(Bonilla, 1957: 163-165).
De esta forma se inician en la literatura costarricense las representaciones del
homosexual, por supuesto de acuerdo con la moral de la época, ya que el texto no se
encarga de profundizar en el tema ni mucho menos dar un valor distinto a lo
tradicionalmente estigmatizado. Podemos encontrar posteriormente textos en los que se
pueda cuestionar la masculinidad tradicional de los personajes hacia una feminización,
por ejemplo, pero no tiene que ver necesariamente con la literatura gay propiamente
dicha, sino con las representaciones de la masculinidad y las implicaciones de su
pérdida.
Otra estrategia tiene que ver con las características de género ambiguas, en las que se
encubren en cierta medida los deseos de los personajes. Acerca de esto encontramos un
artículo de Candid Carrasco (2003), en el que se recogen ejemplos literarios donde se
evidencia una diferencia con respecto al género, en algunos apenas esbozada y en otros
de forma más evidente. En primer lugar hace referencia a lo que considera literatura gay,
28
para lo cual cita las palabras del escritor costarricense Uriel Quesada, quien se refiere al
tema de la siguiente manera:
Quesada define también buena literatura gay como «una literatura de
resistencia, que representa a un grupo marginado socialmente y
políticamente», a diferencia de otros grupos que han sido marginados,
sobre todo en el plano económico. De seguido explica que: «Esa
resistencia se manifiesta con mecanismos muy particulares: el
rompimiento de la doble vida (o las consecuencias de tratar de vivir una
doble vida), el sexo, a veces los ritos y la extravagancia. Me parece que
una buena literatura gay se apropia del lenguaje que nos arremete, de los
estereotipos, y los invierte como una manera de reivindicarnos social y
políticamente» (Carrasco, 2003: 85).
Por otro lado menciona Carrasco, también citando a Quesada, que la categorización en
estos casos funciona como un instrumento crítico, más que creativo, ya que la
designación de una literatura gay, o femenina, por ejemplo, no tiene necesariamente que
ver con las necesidades del escritor, quien se interesa por variar dentro de su obra: “creo
que el escritor contemporáneo gusta de saltar de una categoría a otra, mezclarlas y crear
algo nuevo” (Carrasco, 2003: 86).
En relación con los textos literarios, el artículo de Carrasco, toma en cuenta a los
siguientes autores: Carmen Naranjo, Alfonso Chase, Uriel Quesada y José Ricardo
Chaves. Los tres primeros con cuentos y el último con la novela Paisaje con tumbas
pintadas en rosa. En el caso de Chase hace mención del cuento “Mirar con inocencia”
(1993) en donde se encuentra “abundancia de hermosos jóvenes con tendencias
narcicistas”, como es el caso del personaje del cuento. Otro cuento del mismo autor es
“El hilo del viento” -presente en el mismo cuentario-, en el que de acuerdo con Carrasco
se hace patente el horror de la intolerancia.
Es interesante, como se señala más adelante, un cambio importante con respecto a otro
cuentario de Chase en el que la homosexualidad no aparece ya como algo apenas
sugerido sino que se hace mucho más evidente en la temática. Este cuentario es Cara de
29
santo, uñas de gato, en él aparece un cuento titulado Carpe Diem en el cual se retratan
los sufrimientos de un muchacho víctima del sida, su soledad y sus costumbres, y cita el
texto:
Nunca se hizo mucho pensamiento sobre su estilo de vida. Era sólo un
impulso físico, estimulado por los escarceos con sus primos, que se
hicieron costumbre y marcaron su vida desde los diez años. Nada de
sueños de un amor especial. Nada de una vida en pareja. Cuando eso se
veía venir, se escabullía (Chase, 2005: 48).
“Antes y ahora” es otro cuento de la misma colección, en él se hace referencia directa al
sexo, el amor, los gays y el sida, todo esto desde la voz de su personaje principal Tino
Ureña, inmigrante costarricense en Nueva York, quien habla de lo que constituye su
identidad como homosexual: “…yo nunca he sido uno de esos gai. A mí me gustan los
hombres bien machos y no las loquillas jugando a tener implante vaginal. No me gusta
hacer de mujer en la cama ni en la casa.” (Chase, 2005: 105). Es ahora más clara la
diferencia con respecto a los dos cuentarios de Chase, ya que en este último encontramos
representaciones evidentes desde la voz del marginado, su palabra, sea para adscribirse a
las nuevas tendencias o para rechazarlas, eso no tiene importancia, sino que puede
hablar.
Otro cuento de Chase perteneciente al cuentario Cara de santo, uñas de gato y que no es
mencionado por Carrasco, es el titulado “De un anuncio Calvin Klein”. En él se cuenta la
alejada vida de un muchacho, quien “Quisiera amar pero no sabe cómo hacerlo porque al
primer intento se retrae” (Chase, 2005: 57); de esta forma permanece sumido en su
narcisismo, adorando su hermoso cuerpo ante los espejos y rechazando de forma
enigmática las propuestas que se le presenten, entre ellas se mencionan dos mujeres y un
hombre, y además se recalca su condición de belleza andrógina.
Para concluir con este autor, se hace también un breve análisis de uno de sus poemarios
titulado Los pies sobre la tierra, en el cual se hace referencia a los ángeles y al amor que
30
va más allá de las limitaciones del género tradicional, en él se hace una oda al poeta Walt
Whitman y de nuevo se habla de las desgracias de la peste del sida.
En el caso de Carmen Naranjo se menciona uno de sus cuentos titulado “Simbiosis del
encuentro” publicado en la colección Ondina (1988). Este cuento participa de las mismas
características que se mencionaron para los primeros cuentos de Chase citados
anteriormente, porque presentan la ambigüedad con respecto al género. En él hay una
especie de intercambio de roles en una pareja, ya que el hombre se embaraza mientras su
mujer se está haciendo macho.
Respecto del escritor Uriel Quesada se toma en cuenta primero la novela “Si trina la
canaria” (1999), en la que a pesar de no haber una temática gay se trata el tema de la
discriminación. El cuento que sí analiza un poco más se titula “Bienvenido a tu nueva
vida”, este es el segundo cuento de la colección llamada Lejos, tan lejos publicada en el
2004, aunque el cuento había aparecido antes en el extranjero2 y en el suplemento
cultural Áncora de La Nación, en 19993.
El cuento plantea la historia de un encuentro casual, el narrador, joven costarricense de
veinticuatro años, se encuentra en el tren que va de Londres hacia París; está en Europa
como turista, conociendo varios países. En la estación del tren, un grupo de personas
están despidiendo a una pareja de recién casados, a la cual, casualmente, le corresponden
los asientos en el mismo cubículo del narrador. Una vez que ha iniciado el viaje los
recién casados empiezan a besarse y hacerse caricias, luego el novio roza con su pie el
pie del narrador, como incitándolo. Más tarde el narrador se levanta y sale, y tras él, sale
también el novio, se van al baño y tienen un rápido encuentro sexual; posteriormente
2
Volumen Líneas Aéreas de la Editorial Lengua de trapo, España.
Con respecto a la publicación de este cuento en el suplemento cultural Áncora es necesario resaltar la
polémica desatada en este medio de comunicación a través de la cual se puso en evidencia el rechazo de
una parte de la población a que la visibilización y naturalización del discurso gay se haga presente en el
país. Por esto el departamento de Control y Calificación de Espectáculos Públicos envió una carta a La
Nación en la que se solicita la valoración de este tipo de material antes de ser publicado, ante esto el
director del periódico y la directora del Suplemento responden de la misma forma y defienden la libertad
de expresión que poseen.
3
31
regresan al cubículo del tren y continúan el viaje. En la siguiente parada los recién
casados se bajan mientras un grupo parecido al que los despidió los está esperando.
Carrasco señala que en este cuento se presenta la experiencia sexual como parte de lo
cotidiano por el hecho de que “nada en el relato parece extraño y fantástico” (Carrasco:
93), de esta forma podemos encontrar una naturalización del discurso homoerótico desde
el acto mismo, ya que no pretende entrar en discusiones éticas o morales que cuestionen
las acciones de los personajes. El cambio discursivo es evidente, no hay un escondite o
una tendencia a atenuar lo que tradicionalmente se considera prohibido. Para el momento
de la publicación del artículo de Carrasco, el presente cuento no había sido publicado en
una compilación del mismo autor, la cual se presentó durante el año 2004 bajo el título
Lejos, tan lejos. En este cuentario también podemos encontrar otros textos en los que se
explora la misma temática, pero desde diferentes aristas y con quizá menos profundidad
que “Bienvenido a tu nueva vida”. Ejemplos de esto son “Salgo mañana, llego ayer” y
“Cementerio de carritos”, en los que a pesar de no ser el homoerotismo el tema central
del relato, constituye una línea indispensable para su desarrollo.
Más adelante, en el 2005, Uriel Quesada publica la novela El gato de sí mismo (Premio
Nacional de Novela 2005), la cual aborda de nuevo la temática del gay en su personaje
central, pero esta vez de una forma mucho más diferente de las que se han podido
encontrar anteriormente dentro de la literatura de nuestro país, ya que desarrolla a un
personaje sumamente conflictuado con su realidad, con su entorno, el cual posee un
discurso prácticamente esquizoide al incluir sus fantasías evasivas al momento en el que
vive. El personaje de Germán, protagonista de la acción, sufre discriminación en su
familia al revelarse su condición gay, por lo que tiene que salir de la casa, todo esto se
desarrolla junto con las ideas de opulencia palaciega y sangre real que Germán
(apellidado por él mismo; Germanóvich) tiene en su propio mundo. En esta novela no se
tiene al sexo como centro, sino que se extiende en un espacio de represión del personaje
creando un universo psicológico muy complejo de este.
32
Otro texto importante dentro de este panorama literario homoerótico es la novela del
escritor costarricense Virgilio Mora, llamada La Loca Prado. Este texto se publicó en
1993 y la ubicación temporal de la narración corresponde a un pueblo de Costa Rica
aproximadamente en los años cincuenta. La historia abarca alrededor de tres
generaciones de una conflictiva familia, en la cual se dan continuamente situaciones de
abuso sexual y violencia física. Carmelo, el esposo de María, fue abusado sexualmente
por su madre, su padre y el amante de este último. El padre de Carmelo mantuvo por
mucho tiempo una relación homosexual con el hijo de su sirvienta, el cual a su vez se
encarga de hacer lo mismo con Carmelo. Todo esto se da dentro de un contexto
estrictamente machista y patriarcal como base fundamental, lo cual constituye la máscara
tras la cual se transgrede el orden social. Esta transgresión no demarca la voz del otro
ante el dominante por el hecho de mantenerse siempre bajo las normas heterosexistas.
De esta forma la diferencia la presenta el texto mismo al introducir este tipo de realidad
social que ha operado de forma velada (así como se podría ver cualquier tipo de abuso o
violencia) dentro de las producciones discursivas del género y la literatura en Costa Rica.
Por esto no hay una propuesta con respecto a las masculinidades, sino una importante
evidenciación del tabú. La problemática es presentada de forma a veces desgarradora y
tiene que ver necesariamente con un espacio en el que se deja el silencio, como parte de
una época en la que las nuevas posibilidades ante el tabú aún no se presentaban.
Un caso interesante se presenta en la novela del conocido dramaturgo costarricense
Daniel Gallegos titulada Punto de referencia. Este texto surge a partir de la
reelaboración realizada por el autor de una de sus piezas teatrales del mismo nombre.
Esta obra fue montada por primera vez en 1983 y la novela se publicó en el año 2000. El
texto narrativo retoma los personajes del drama y su conflicto central: el haber
participado de un trío amoroso (dos hombres y una mujer) durante su juventud. De esta
forma se desarrolla la historia de forma más profunda y a partir de la visión de cada
personaje. El elemento homoerótico se hace evidente en la relación entre Juan y Franco
ya que sienten una gran atracción mutua, la cual es irrealizable si no se encuentra Ana de
por medio como elemento aglutinador y a la vez desinhibidor de las presiones sociales.
33
Dentro del texto no se encuentra una posición política con respecto al género, pero da
una visión más allá del erotismo tradicional por medio de la relación de los personajes y
sus interacciones.
En el 2001 la Editorial Perro Azul publica la novela El más violento paraíso del escritor
costarricense Alexander Obando; esta novela, difícil de sintetizar, se desarrolla a través
de muy disímiles situaciones, en apariencia inconexas, a través de las cuales se mezcla el
espacio y el tiempo ya que no presenta una línea clara de acción en un solo plano. La
narración es desordenada, a manera de zapping televisivo, y en algunas de las diferentes
secciones hay encuentros homoeróticos muy intensos, narrados de forma explícita.
Ejemplos claros se dan en los capítulos Mar de las lluvias o Constantinopla, entre
otros4.
Otros textos, quizá menos significativos para la crítica literaria costarricense, por razones
que pueden deberse a su escasa difusión o tal vez considerados de menor calidad
literaria, son los del escritor Eduardo Saxe Fernández. De él rescatamos un cuento
publicado en 1994 a manera de un pequeño folleto, por la editorial Impresiones
Alejandrinas titulado “Hombres como dioses”. Es interesante señalar que dentro de los
descriptores utilizados para la catalogación del libro se encuentra “Literatura andrófila”,
lo que hace de hecho una categoría diferenciadora para el texto, dentro de lo que
llamaríamos literatura gay. Ya desde este momento podemos considerar que se gesta un
espacio nombrado en la diferencia desde un punto de vista paratextual, es decir no sólo
se vale de las evidenciaciones dentro de la historia contada, sino que se autoclasifica
desde un espacio exterior al cuento. El texto se plantea a manera de relato futurista, ya
que describe una época posterior al segundo milenio cristiano, en la cual surge un grupo
llamado “Amando”, el cual se encarga de eliminar el patriarcado heterosexista y hacer
4
Para crítica acerca de El más violento paraíso ver: Chacón, Albino (2003). "Más violento paraíso" En
Memoria Electrónica del XI Congreso Internacional de Literatura Centroamericana. San José, Costa
Rica.
34
una reivindicación de las relaciones humanas desde una sexualidad múltiple,
especialmente homosexual:
Ya desde el inicio de su predominio, los ángeles Amando libraron al
varón de los tapujos que se había autoimpuesto. Reapareció en su gloria el
desnudo masculino, porque desapareció el temor de que al ver las nalgas
y penes y testículos y muslos se propiciase la androfilía. Por otra parte al
eliminarse también la dominación machista y comercial, el desnudo
femenino volvió a encontrar sentido (Saxe, 1994: 15).
El cuento retoma una larga tradición helenista en la que se rescatan los valores de la
cultura griega como una forma de ver el mundo actual, en especial las relaciones de
pederastía, entendida esta en su sentido tradicional de enseñanza y amor entre el eraste y
el eromene, por medio de la admiración de la belleza del cuerpo. Esta tendencia la
podemos encontrar en importantes helenistas de finales del siglo XIX en Inglaterra, de
los que tomaron una importante influencia Óscar Wilde5y André Gide, entre otros.
Dentro de la literatura costarricense no se encuentra otro texto que retome estas
tendencias a la manera griega y resignificadas para la época actual, a partir de las que se
funda una utopía, un mundo más allá del heterosexismo. En la siguiente cita se muestra
ese culto del cuerpo masculino, en este caso como rito fundacional de una nueva era:
Pronto te encontraste perseguido, e ibas corriendo por la arena. Un
muchacho semidesnudo, perfecto y sonriente trataba de agarrarte para
amarte, y quería seducirte llamándose a sí mismo Alcibíades –jugando
con la blanca sábana que hacía de toga, en la que entreveías un jugoso
falo cada vez que el viento y el mar sacudían sus pliegues (Saxe, 1994: 8).
Con otra perspectiva se presenta una novela del mismo autor, publicada en el 2001 por la
editorial ILPES, titulada Amor en la selva. Este texto tiene un carácter histórico al ubicar
la narración en el Cartago de inicios del siglo XX. Además se hace constante referencia a
5
A propósito de este tema véase: Eribon, Didier. Reflexiones sobre la cuestión gay; en especial la segunda
parte titulada: Espectros de Wilde, en ella se hace un análisis del contexto victoriano de Inglaterra con
respecto a su moralidad sexual y las propuestas y estudios de los helenistas de Oxford.
35
hechos concretos como los son el terremoto de 1910, bailes en el Teatro Nacional, la
presidencia de Ricardo Jiménez, entre otros. En este contexto se desarrolla el relato
acerca de dos jóvenes cartagineses quienes protagonizan una historia de amor a
escondidas de todos. Estos jóvenes posteriormente se casan con sus respectivas novias,
pero continúan con sus encuentros. Otro dato interesante es que el autor interrelaciona la
historia que se cuenta con el mundo ficcional de otro texto literario, Maurice de E. M.
Foster, ya que uno de los personajes viaja a realizar estudios en Inglaterra, donde conoce
a Maurice. Este texto se ha visto como uno de los más importantes de la literatura gay
inglesa y fue publicado luego de la muerte de su autor.
A propósito de las publicaciones del ILPES, es necesario mencionar los textos de Jacobo
Schifter (publicados por este sello), quien no sólo se ha dedicado a la investigación
teórica de las sexualidades y su aplicación, sino que también incursionó en el ámbito
literario. A este respecto se destaca la novela titulada Quince minutos de fama, la cual se
presenta como novela histórica (a pesar de tener más características de la novela
testimonial), en la cual se hace un recorrido por San José a partir de los años cincuenta
en donde vive el personaje principal y narrador de la novela. De esta manera el texto
transcurre entre diversas formas de exclusión de la marginalidad, incluso desde sus
mismos centros. Por otro lado, el texto presenta un discurso sumamente académico al
hacer recuentos de teorías y pensadores con respecto a los temas tratados a través de la
narración, como lo son la homofobia y el antisemitismo:
Papá Freud revolucionó la psicología al decirnos que la atracción sexual
no era biológica: no son los órganos genitales los que nos atrae del otro.
Para que los seres humanos lleguemos al coito, que según Master y
Jonson no es la experiencia sexual más intensa y más bien ocupa un
pálido segundo lugar frente a la masturbación, teníamos que agregar algo,
o sea un poco de teatro (Schifter, 2004: 159).
Resulta muy complejo realizar un recuento exhaustivo de los textos literarios
costarricenses en los que se dé una posición subversiva con respecto al género, ya que
habría que considerar muy diversos aspectos de contenido e intensidad. Por esto los
36
textos seleccionados se han considerado por responder en cierta medida a una diferencia
con respecto a los patrones de masculinidad, y en especial por mostrar un contexto o un
discurso en el que surgen nuevas posibilidades de enunciación de las sexualidades. Por
esto se presentan desde las insinuaciones hasta las propuestas políticas o la estética
erótica. Resulta evidente cómo se ha ido produciendo un cambio discursivo conforme
avanzaron las últimas tres décadas del siglo XX, en las que las tendencias políticas,
sociales y económicas han abierto espacio para producir textos en los cuales el personaje
gay sale de su ocultamiento y habla.
En el ámbito de la lírica la producción literaria homoerótica es aún más escasa, y los
textos que se encuentran poseen muchas veces una alta ambigüedad, precisamente por la
capacidad metafórica que implica en sí misma la lírica, en donde es quizá más fácil
evitar las marcas de género y las representaciones realistas (obviamente esto se refiere a
ciertas tendencias dentro de este género, ya que estas consideraciones no pretenden decir
que no exista poesía gay claramente identificable). Carrasco menciona dentro de este
género a la poesía de Alfonso Chase, en primer lugar con el poemario Los pies sobre la
tierra (1978), en el que señala la evidencia de un amor más allá de las fronteras del
género; en este caso se presentan las múltiples posibilidades del amor, sin tener que
subrayar uno en especial o presentarse subversivo. La diferencia se marca más en el otro
poemario titulado Jardines de asfalto, en el cual hay un mayor compromiso político al
presentar el desencanto citadino y la peste del sida:
No has muerto muchacho
Nadie puede morir
Cuando en tu caso, por el amor de los otros,
Emerges de la memoria de todos. Esto no es una elegía,
Ni un canto, sino una pequeña semilla sembrada
A tu recuerdo y que seguro habrá de convertirse en árbol.
No has muerto muchacho. Tus ojos son los ojos de todos (Chase, 1995:
78).
Un poemario de gran importancia, que se ubica dentro de la línea de la evidenciación y
no del ocultamiento en el discurso, es el de Nidia Barboza, publicado en 1987 y titulado
37
Hasta me da miedo decirlo. Este texto no se encuentra dentro de los comentarios críticos
que han sido atribuidos a los textos de la época, en especial dentro de la lírica erótica a
partir de la publicación de La estación de fiebre de Ana Istarú. De esta forma el
poemario goza de gran anonimato, en especial dada su condición subversiva en la que se
plantea el erotismo, el deseo sexual en la mujer, pero orientado hacia otra mujer
claramente marcada, así la poesía lésbica encuentra uno de sus más importantes textos en
el poemario de Barboza. Las diferentes partes del poemario llevan los lexemas de la
culpa, la prohibición, la imposibilidad, pero el texto no se queda ahí, sino que manifiesta
su deseo y su lucha a través del placer (se divide en cuatro partes: Hasta me da miedo
decirlo, Estamos en una cama prohibida, cómo no morir y soledades compartidas). Se
puede observar un ejemplo de esta imposibilidad del planteamiento del deseo en el
último poema titulado: El premiso:
Yo no renunciaría a mirarla
Sólo para que él la mirara.
Él tampoco.
Ni ella.
Pero ella y yo
Sólo podemos mirarnos
Cuando él no nos mira
Y él y ella se miran
Todo el tiempo.
Por eso yo los miro
de lejos
cada vez que me acerco
y es sólo
cuando ella me mira
que mi alma despierta (Barboza, 1987: 90).
En muchos otros textos las referencias homoeróticas se pueden ubicar, pero a través de
un proceso más minucioso ya que aún forman parte de la literatura del clóset al no
plantear el deseo de forma explícita, sino disfrazado en metáforas, por lo tanto, no se
considera necesario hacer un recuento de todos estos poemarios con sus ejemplos.
38
Ahora bien, el caso de Paisaje con tumbas pintadas en rosa presenta muy diversos
elementos de los citados anteriormente para caracterizar los textos literarios
homoeróticos, todo esto junto con un contexto histórico de Costa Rica durante los años
ochenta. Debido quizás a que la publicación del texto es reciente (1998) no existe
suficiente crítica o al menos comentarios del texto que permitan establecer un importante
estado de la cuestión. Precisamente por este motivo se realizó el recuento anterior de
textos, ya que la producción crítica es escasa.
El único estudio recuperado acerca del texto de Chaves se encuentra en una tesis de
Maestría Profesional en Literatura de la Universidad de Costa Rica, presentada por el
estudiante Lawrence Vega, titulada “Antología sobre textos literarios homoeróticos”, así
como una ponencia, extraída de la misma tesis, presentada en el VIII Congreso de
Filología, Lingüística y Literatura. Dicho trabajo constituye una revisión muy superficial
de los textos homoeróticos y su producción crítica, hasta llegar al caso costarricense para
analizarlo con dos textos: La loca Prado y Paisaje con tumbas pintadas en rosa. El
estudio de diversos textos latinoamericanos es realizado de forma especialmente
descriptiva y escasa crítica.
La sección dedicada a la novela de Chaves resume su argumento para luego hacer
mención a las características semánticas del título, así como el sentido que puede darse al
íncipit de la novela en relación con el encierro en el clóset. De esta forma reconoce cómo
la novela es un aporte en la medida en que rebate una serie de estereotipos que se han
formulado en contra de los homosexuales, así como presenta otras visiones nuevas, antes
no plasmadas en la literatura costarricense. El principal problema de esta investigación
es su mal manejo de la perspectiva teórica, al pretender un análisis deconstructivo,
totalmente innecesario para el texto en cuestión.
Evidentemente el análisis es muy poco y no se adentra en las diferentes posibilidades
que la novela proporciona por medio de las diversas situaciones y personajes
39
presentados. Por supuesto, no es ese el sentido del trabajo de Vega, ya que realiza el
mismo tipo de análisis para los demás textos, a manera de una visión muy panorámica.
En este punto vemos cómo se hace necesario un recuento no sólo histórico, sino también
literario de las producciones de estos últimos años, en donde la visión del género ha
tomado giros muy diversos y se ha manifestado en la literatura costarricense.
Finalmente y a partir de la anterior contextualización historiográfica de la temática surge
la pregunta: ¿por qué no se da una mayor producción crítica acerca de este tópico tan
discutido internacionalmente en los últimos quince años?, sin mencionar la inclusión
frecuente de sus alcances en otras disciplinas artísticas o sus inserciones en estudios
culturales y sociales. O de forma más específica: ¿por qué el texto de Chaves no generó
mayor reacción entre críticos literarios e historiadores costarricenses, la cual los lleve a
nuevas discusiones sobre el género, la discriminación social y las identidades sexuales?
Resulta obvio cuáles son los intereses centrales de estos sectores académicos, en donde
en muchos casos, se pretenden perpetuar visiones teóricas (¿morales?) que, o bien
evaden las anteriores preguntas o las niegan en sus posibilidades epistemológicas de
respuesta a la realidad social. Además existe un alto grado de desconocimiento de textos,
los cuales no han sido adoptados por el canon literario al no pertenecer a un grupo
determinado o a una problemática en boga, como lo han sido la ecología o la historia.
De forma más concreta, en el caso de la literatura es innegable la producción textual
relacionada con la diversidad sexual, desde muy variadas perspectivas, de subversión,
crítica, descentramiento de roles genéricos, sátira, etc. en Costa Rica. Por esto es
indispensable revisitar la historiografía canónica del país, en sus planteamientos eróticos,
sus perspectivas genéricas múltiples y sus propuestas de identidades, para así enriquecer
las posibilidades que los mismos textos literarios están planteando actualmente.
40
La lectura de textos literarios desde perspectivas más abiertas que incluyan textos antes
invisibilizados por diversas razones se hace entonces necesaria, por este motivo la
presente investigación se adentrará en la conformación de estos discursos a través de una
novela que pone sobre el tapete la historia costarricense reciente con una problemática
compleja, como lo es el sida y los imaginarios que produce, las identidades gay-lésbicas
y la marginación. Así entonces, se propone contribuir con la historiografía nacional en
los ámbitos más olvidados.
41
9
Perspectiva teórico-metodológica
…el género se construye culturalmente, por lo
tanto, el género no es el resultado causal del sexo ni
tampoco es tan aparentemente fijo como el sexo.
Así, la unidad del sujeto ya está potencialmente
impuganada por la distinción que permite que el
género sea una interpretación múltiple del sexo
(Butler, 2001: 38-39).
Porque el inconsciente homosexual está
estructurado según las reglas del lenguaje
heterosexual. Y sólo una labor política y cultural de
la reinvención colectiva por parte de los
homosexuales puede llegar a perturbar el ciclo
inmemorial de reproducción de este impensado
social heteronormativo (Eribon, 2001: 125).
Es indiscutible que los movimientos gay-lésbicos han cambiado el panorama académico
de las últimas dos décadas al incluir cuestionamientos y producción de saber. A
continuación se presentarán argumentos en los cuales se evidencia este cambio en la
visión de mundo, desde un punto de vista teórico, a partir del cual las llamadas por
Foucault “sexualidades periféricas” se constituyen como sujetos que tienen voz y hablan
acerca de sí mismos, así como estos estudios han pasado al área de la literatura en donde
se ha organizado un espacio importante de visibilización, un foro abierto desde la
marginalidad.
Para realizar esta revisión del pensamiento, en especial a partir de la segunda mitad del
siglo XX, se ha recurrido a una selección de textos representativos del proceso mediante
el cual se tratan las cuestiones de género desde la teoría, de su constitución básica y sus
representaciones, así como la inclusión gradual, de acuerdo con la época, de las minorías
sexuales y los aportes que estas han dado a la gama de estudios de género. De esta forma
se pondrán en relación pensadores como Simone de Beauvoir, Monique Wittig, Michel
Foucault, Judith Butler y Eve Kosofsky, entre otros, quienes en distinta medida se han
42
encargado de dilucidar posibilidades dentro de las teorías de género y sus ámbitos de
acción.
9.1
Feminismos, un punto de partida
Los estudios de género iniciaron su desarrollo a partir de cuestionamientos sociales
acerca de la asignación de roles dentro de la sociedad, en los que se podía ubicar una
evidente desigualdad en la condición de la mujer con respecto al hombre. Este tipo de
movimientos, a los cuales no se hará gran referencia en la presente investigación,
conformaron una serie de discursos como parte de un proceso de reconocimiento de la
marginalidad, o al menos de producción de saber sobre ese otro marginal, que permitió
en cierta medida la toma de la palabra, así como el reconocimiento de una serie de
condiciones que históricamente le han sido negadas a las mujeres. Esta lucha, desde una
perspectiva en la que se hace eco su condición de subordinación, se compara
directamente con las revoluciones económicas, sociales y étnicas, ya que conforman
categorías de pensamiento y comparten una resonancia política determinante6.
Nos ocuparemos solamente de la dimensión epistemológica que fundamenta las luchas
de género, en principio feministas7, como parte de un proceso histórico y filosófico que
nos lleva a la reconsideración de nuevas categorías dentro del género, en las cuales las
posibilidades de asignación de género a un sexo dado van más allá de una dicotomía
fundacional.
6
La historia de los reconocimientos sociales alcanzados por los grupos feministas desde el siglo XIX, así
como su proceso metodológico en los diferentes contextos culturales, es muy valiosa, pero no constituye el
punto principal de esta investigación, ya que se centra más bien en el trasfondo filosófico y su
reconocimiento dentro de un texto literario determinado.
7
En realidad tan solo algunas corrientes determinantes, o las que más han influido en la conformación de
los estudios gay-lésbicos.
43
9.1.1
Fundamentos teóricos y contexto histórico de las teorías queer
Una de las teóricas más importantes del siglo XX en lo que respecta a las luchas del
feminismo fue la francesa Simone de Beauvoir. Su crítica continúa influenciando el
pensamiento de Occidente desde los cuestionamientos del género y su característica
cultural como un proceso constructivo y no una naturalidad incuestionable. Dentro de
estos parámetros Beauvoir propone un análisis en donde lo femenino aparece construido
dentro de un universo de lo masculino, en donde sus significados son asignados por el
patriarcado. De esta forma se crea un imperativo cultural por medio del cual el cuerpo
llega a adquirir las características de la mujer, obviamente, un cuerpo biológicamente de
hembra. Ahora bien, el pensamiento de Beauvoir ha sido constantemente revisitado por
otras teóricas, como una parada obligatoria, aunque no como una verdad necesariamente,
por lo cual han surgido una gran cantidad de críticas a sus axiomas. La filósofa Judith
Butler, de quien se hablará ampliamente más adelante, señala las diferencias entre
Beauvoir y sus compatriotas Luce Irigaray y Hélène Cixous, en lo que respecta a una
concepción de lo femenino dentro del lenguaje y su demarcación o no:
Luce Irigaray alega que las mujeres constituyen una paradoja, si no una
contradicción dentro del discurso mismo de la identidad. Las mujeres son
el “sexo” que no es “uno”. Dentro de un lenguaje totalmente masculinista,
falogocéntrico, las mujeres constituyen lo no representable. En otras
palabras las mujeres representan el sexo que no puede pensarse, una
ausencia y una opacidad lingüísticas. Dentro de un lenguaje que se apoya
en la significación unívoca, el sexo femenino constituye lo no restringible
y lo no designable (Butler, 2001: 42).
Irigaray se opone a Beauvoir en la medida en que considera esa indiferenciación
femenina, la que Beauvoir llamó el otro del hombre o su negativo, por lo tanto sí implica
una demarcación dentro del lenguaje de lo que se considere femenino. A partir de esto
Beauvoir defiende la idea de la desigualdad de género, ya que ese otro marginal se
encuentra en una relación opuesta, negativa y por lo tanto subordinada del primero, el
44
cual no se encuentra marcado, ya que pertenece a lo universal8. Tan solo los anteriores
puntos de vista que se encuentran en oposición han producido una gran cantidad de
debates, los cuales, en su mayoría ubicados dentro de la crítica posestructuralista, se
ocuparon de dilucidar en qué medida el cuerpo femenino, lo otro, lo marginal, se ha
construido dentro de un discurso que no le pertenece, asignándole así categorías
totalmente ajenas. Otra de las preocupaciones de estas teóricas tenía que ver con el
lenguaje en sí, con las posibilidades que se le presentan a la mujer de participar de él, si
es desde su constitución falogocéntrico, por lo tanto excluyente. De esta forma se discute
el tema de la literatura y las representaciones que en ella se pueden dar de lo femenino,
desde su lenguaje, si es que esto es posible. Así entonces se propusieron varias
respuestas.
Judith Butler señala al inicio de El género en disputa que uno de los principales
cuestionamientos de esta crítica feminista es el del sujeto, de su delimitación, y los
problemas que esto implica, haciendo que: “Para la teoría feminista, el desarrollo de un
lenguaje que represente completa o adecuadamente a las mujeres ha parecido necesario
para fomentar su visibilidad política” (Butler, 2001: 33). Así entonces se observan las
propuestas de Irigaray, por ejemplo, en relación con la escritura femenina y su
importancia, o la configuración de un lenguaje de lo semiótico-materno como lo plantea
Julia Kristeva. Es evidente como en Kristeva e Irigaray tiene un gran peso la teoría
psicoanalítica desde su corriente lacaniana a la hora de presentar sus propuestas.
Kristeva parte, por supuesto, de la premisa lacaniana de que la ley paterna, “lo
Simbólico”, es un principio organizador universal de la cultura y en ella se estructura
toda significación lingüística. A esto propone el concepto de lo semiótico, como una
subversión, que se genera a partir del cuerpo materno primario (Butler, 2001: 113).
Butler por su parte, critica los planteamientos de Kristeva al señalar inconsistencias
importantes dentro de esa supuesta subversión implícita en lo semiótico: “Al final parece
8
Butler defiende este argumento y lo contrasta con la idea de Irigaray de que lo masculino también se
encuentra demarcado dentro del modo masculinista, así tanto marca como marcado participan del mismo
discurso.
45
que Kristeva nos ofrece una estrategia de subversión que nunca podrá ser una práctica
política sostenida”, esto entre otras cosas por la concepción de lo prediscursivo en el
cuerpo y la construcción del género9. Por otro lado Kristeva plantea que la
homosexualidad es una posibilidad que se estructura fuera de lo Simbólico, como un
desplazamiento de este, así como otros actos femeninos subversivos: la poesía y el acto
de parir. Una de las principales críticas de Butler a Kristeva se basa en que la subversión
que se plantea no es un elemento central dentro de su propuesta:
Kristeva describe tanto el cuerpo materno como la experiencia lesbiana
desde una posición de heterosexualidad sancionada que no reconoce su
propio temor de perder esa sanción. Su reificación de la ley paterna no
solo repudia la homosexualidad femenina, sino que también niega los
diversos significados y posibilidades de la maternidad como práctica
cultural. Pero la subversión cultural no es en realidad el interés de
Kristeva, pues, cuando aparece, la subversión lo hace desde debajo de la
superficie de la cultura, solo para volver allí inevitablemente (Butler,
2001: 121).
Kristeva, así como Irigaray, se ocupan en sus planteamientos especialmente de
determinar en qué medida hay un lenguaje femenino y cómo este se articula más allá del
patriarcado o al menos qué posibilidades hay de conformar esta diferencia desde el
lenguaje. Desde este punto de vista se encuentran mucho más alejadas de lo que sería
una acción política dentro del género o una visibilización de esta diferencia teórica en la
práctica social, a diferencia de los movimientos que iniciaron estas discusiones acerca de
la mujer y el patriarcado. Estos avances teóricos son igualmente necesarios para la
producción de pensamiento con respecto a los feminismos, pero se han quedado en
discusiones epistemológicas que muchas veces no tienen la mayor relevancia. Los
feminismos se presentan de manera sumamente plural, por lo que es imposible hablar de
un movimiento consolidado u homogéneo, de esta forma se ha ido desarrollando desde
sus inicios por muy diversas vías, algunas de ellas mucho más radicales.
9
La cuestión de lo prediscursivo al género será retomado más adelante dentro de la teoría de la
performatividad, en la cual se fundamenta este estudio como base de las políticas queer.
46
Este es el caso de la teoría lesbiana, como parte de los feminismos, la cual se encarga de
reivindicar, de manera más visible, la posición de la lesbiana, quien se encuentra en una
situación discriminativa mayor. Esto se da debido a que las corrientes feministas más
tradicionales (para este momento serían las estructuralistas francesas) no se ocupan de
esta minoría, ya que no constituye una preocupación básica. Además es necesario
considerar que el contexto revolucionario de las luchas feministas (aunque incluyera
lesbianas entre sus impulsoras) no se encontraba en un momento histórico en el cual la
homosexualidad constituyera un espacio sobre el cual se produjera pensamiento más allá
de una simple sintomatología. Más adelante, especialmente a partir de los años setenta,
se abre un espacio de discusión acerca de la homosexualidad (masculina y femenina)
como respuesta a hechos sociales en los que se denuncia la discriminación por parte de
un grupo mucho más consolidado de gays y lesbianas.
Ahora bien, ¿de qué forma se empiezan a incluir los estudios gay-lésbicos dentro de las
teorías de género? Esto no se da por supuesto en los planteamientos queer, ya que estos
responden a una coyuntura finisecular en la que los intereses van más allá de la
delimitación de identidades. Otra teórica francesa hace grandes aportes a los estudios
gay-lésbicos apoyándose en el feminismo de Beauvoir entre otros, se trata de Monique
Wittig.
Wittig realiza una afirmación que provocó desde diversos niveles a las teóricas
feministas y afines, al decir que “la lesbiana no es mujer”. De esta forma expresa uno de
los resultados de su forma de ver el género en relación con el sexo, y la ilusión
discursiva creada por el heterosexismo que señala a este último como un elemento
diferenciador básico, por lo cual debe ser eliminado, ya que se instaura como un
constructo al igual que la clase. Wittig señala que:
Más allá de las categorías de sexo (hombre y mujer) se puede encontrar
una nueva definición personal y subjetiva para toda la humanidad y que el
advenimiento de los sujetos individuales exige destruir primero la
categoría de sexo, acabar con el uso de esta, y rechazar todas las ciencias
47
que usen esas categorías como fundamentos (prácticamente todas las
ciencias sociales) (citada por Butler en Variaciones sobre sexo y género:
204).
La categoría de sexo es vista a partir de su construcción binaria básica, en una relación
de oposiciones entre el hombre y la mujer, oposición que en sí misma generaría las
diferencias y los roles “naturales”. Si se desestructura una lógica binaria que crea el
discurso anatómico, entonces una posibilidad más allá de la estructura básica sería
imposible; por lo tanto, la lesbiana, quien se crea fuera de la lógica heterosexista, no
respondería a los patrones de mujer. Por otro lado, Wittig no afirma que la mujer
responda a otro sexo o género, pero la relaciona con dicha oposición binaria, más allá de
ésta.
Es importante rescatar ciertas premisas impulsadas por Wittig dentro del contexto de las
teorías del género, ya que se volverá sobre ella, en especial desde propuestas de los
estudios gay-lésbicos para poner sobre el tapete la construcción heterosexista del
discurso y su naturalización. Evidentemente estas discusiones suelen ser vistas desde las
propuestas del filósofo Michel Foucault, quien en sus planteamientos acerca del poder se
aproximó a la sexualidad y su conformación desde este mismo discurso represivo.
Al acercarse a las propuestas de género planteadas a partir de los años ochenta,
especialmente, es indispensable tener nociones básicas de los movimientos teóricos
surgidos con el estructuralismo, por lo tanto se consideran como base histórica de la
teoría queer, ya que es necesario tener un marco de referencia en donde se pueda
identificar la diferencia introducida tiempo después, es decir, en dónde específicamente
radica el cambio con la teoría queer y el feminismo posmoderno.
48
9.2
La voluntad de saber y el cambio de paradigma sexual
A los discursos sobre el sexo no hay que
preguntarles ante todo de cuál teoría implícita
derivan o qué divisiones morales acompañan o qué
ideología –dominante o dominada- representan,
sino que hay que interrogarlos en dos niveles: su
productividad táctica (qué efectos recíprocos de
poder y saber aseguran) y su interacción estratégica
(cuál coyuntura y cuál relación de fuerzas vuelve
necesaria su utilización en tal o cual episodio de los
diversos enfrentamientos que se producen)
(Foucault, 2002: 124).
Muchas teóricas feministas han reconocido, a pesar de no ser completamente partidarias
de él, la influencia de Foucault en los estudios de género, en especial la historización y
crítica realizadas en La voluntad de saber (2002). Judith Butler señala que las teorías de
Foucault tienen consecuencias improbables aunque significativas para la teoría
feminista. Para el caso de los estudios gay-lésbicos y la teoría queer la relación con el
texto de Foucault es indispensable, inclusive se identifica como en cierta forma
fundacional.
David Halperin señala, en su libro San Foucault, que hacia finales de los años ochenta y
a partir de preguntas realizadas por él mismo, para los defensores de los derechos de los
homosexuales y militantes de la lucha contra el sida, La voluntad de saber de Foucault
fue el equivalente de Herbert Marcuse para los estudiantes de la nueva izquierda. ¿Qué
respuestas o asideros políticos brindó Foucault para esa naciente oposición a los roles
tradicionales de sexualidad y de género? Pues bien, su principal aporte radica en el
estudio de la sexualidad de manera histórica, desentrañando las condiciones sociales que
llevaron a las diferentes épocas a crear un discurso acerca de la sexualidad.
El texto parte de la hipótesis represiva, y de cómo a partir del siglo XVIII la supuesta
represión produjo los discursos acerca del sexo que le eran necesarios. De esta forma el
49
discurso mismo acerca de la represión del sexo es para Foucault una forma de
subversión, así es desde la palabra donde se empieza a gestar la reivindicación:
Si el sexo está reprimido, es decir, destinado a la prohibición, a la
inexistencia y al mutismo, el solo hecho de hablar de él, y de hablar de su
represión, posee como un aire de transgresión deliberada. Quien usa ese
lenguaje hasta cierto punto se coloca fuera del poder; hace tambalearse la
ley; anticipa aunque sea poco, la libertad futura (Foucault, 2002: 13).
Foucault considera en su estudio acerca de la historia de la sexualidad en Occidente que
el discurso del sexo no sufrió de una represión o un silencio a partir del siglo XVIII, sino
que diversificó sus representaciones, sus formas discursivas, y sus artífices. Es decir el
cambio que se operó tiene que ver más bien con la forma y la importancia que los
discursos del sexo adquieren dentro del funcionamiento de la sociedad burguesa, estos,
dentro de lo que llama una economía sexual. Uno de los factores que hace posible este
vuelco de la relativa libertad de la época anterior, en la que la sexualidad participaba de
un funcionamiento menos visto como tabú, o menos importante, tiene que ver con la
influencia de la pastoral cristiana, el derecho canónico y la ley civil.
No cabe hacer una división binaria entre lo que se dice y lo que se calla;
habría que intentar determinar las diferentes maneras de callar, cómo se
distribuyen los que pueden y los que no pueden hablar, qué tipo de
discurso está autorizado y cuál forma de discreción es requerida para los
unos y los otros. No hay un silencio sino silencios varios y son parte
integrante de estrategias que subtienden y atraviesan los discursos
(Foucault, 2002: 37).
¿Quiénes pueden hablar del sexo? Evidentemente esta pregunta se hace patente de forma
diacrónica al cambiar los objetivos políticos de la distribución de los silencios. De esta
forma los autorizados legitiman estrategias de poder en la palabra hasta que haya un
quiebre, una necesidad distinta.
Los nacientes discursos acerca de la sexualidad fundan las sexualidades periféricas, ya
que se cuestiona la sexualidad de los niños, los locos, los criminales, para así tener de
50
forma más clara cuáles son los otros, los que se deben excluir; por lo tanto la sexualidad
se especifica. Este es uno de los puntos más importantes para la futura teoría queer, ya
que Foucault da un momento en el que el homosexual se origina discursivamente dentro
del aparato represivo, donde aparece por primera vez como parte de esta periferia, fuera
ya de la normalización estrictamente del pecado. A partir de acá la historia de la
homosexualidad da un giro, ya que se observa desde otra perspectiva, siempre con afán
normalizador, pero ahora pasa a ser un sujeto en sí mismo, ya que le otorga una realidad
analítica al ser parte de una clasificación de las sexualidades aberrantes, lo que lleva a
una inteligibilidad.
Esta nueva caza de sexualidades periféricas produce una incorporación de
las perversiones y una nueva especificación de los individuos. La
sodomía –la de los antiguos derechos civil y canónico- era un tipo de
actos prohibidos; el autor no era más que un sujeto jurídico. El
homosexual del siglo XIX ha llegado a ser un personaje: un pasado, una
historia y una infancia, un carácter, una forma de vida; así mismo una
morfología con una anatomía indiscreta y quizás misteriosa fisiología.
Nada de lo que él es in toto escapa a su sexualidad. Está presente en todo
su ser: subyacente en todas sus conductas puesto que constituye su
principio insidioso e indefinidamente activo; inscrita sin pudor sobre su
rostro y su cuerpo porque consiste en un secreto que siempre se traiciona.
Le es consustancial, menos como un pecado en materia de costumbres
que como una naturaleza singular. No hay que olvidar que la categoría
psicológica, psiquiátrica, médica, de la homosexualidad se constituyó el
día en que se la caracterizó –el famoso artículo de Westphal sobre las
“sensaciones sexuales contrarias” (1870) puede valer como fecha de
nacimiento- no tanto por un tipo de relaciones sexuales como por cierta
cualidad de la sensibilidad sexual, determinada manera de invertir en sí
mismo lo masculino y lo femenino. La homosexualidad apareció como
una de las figuras de la sexualidad cuando fue rebajada de la práctica de
la sodomía a una suerte de androginia interior, de hermafroditismo del
alma. El sodomita era un relapso, el homosexual es ahora una especie
(Foucault, 2002: 56-57).
La cita anterior, una de las más célebres de Historia de la sexualidad, demarca un
cambio en el discurso, nace el homosexual; pero este nacimiento se ubica dentro de un
campo específico, el saber médico, y más exactamente psiquiátrico. El solo hecho de la
enunciación ya implica un reconocimiento, una salida del mutismo, pero aún no se posee
51
la capacidad de dar esa palabra desde sus propias representaciones, sin estar a
disposición de las estrategias legitimadoras del poder que se centran en la reproducción
de la fuerza de trabajo por medio de la legitimación de la heterosexualidad. La historia y
conformación de estos discursos sobre el sexo y sobre lo que sería una verdad del sexo,
es lo que Foucault llama una scientia sexualis a manera de una acumulación de saber,
esto en oposición a una inexistente ars erotica.
Para estudiar las relaciones de poder y su interacción dentro de los discursos del sexo,
Foucault plantea cuatro reglas, no necesariamente como imperativos metodológicos, sino
como “prescripciones”. En la regla de la polivalencia táctica de los discursos, aclara que
no se deben pensar a partir de simples oposiciones binarias: un discurso aceptado y un
discurso rechazado, sino a partir de una multiplicidad de elementos. De esta manera un
discurso puede estar al mismo tiempo funcionando a favor del poder o como un
obstáculo de éste. De la misma forma pueden actuar los silencios dentro de estas
estrategias. Lo importante acá es cómo ejemplifica esta dinámica con el poder por medio
de lo que anteriormente se señaló como nacimiento del homosexual. Al respecto dice:
Piénsese en la historia de lo que fue, por excelencia, “el” gran pecado
contra natura. La extrema discreción de los textos contra la sodomía –esa
categoría tan confusa-, la reticencia casi general al hablar de ella permitió
durante mucho tiempo un doble funcionamiento: por una parte una
extrema severidad (…), y, por otra, una tolerancia seguramente muy
amplia (…). Ahora bien, en el siglo XIX, la aparición de la psiquiatría, la
jurisprudencia y también la literatura de toda una serie de discursos sobre
las especies y subespecies de homosexualidad, inversión, pedrastía y
“hermafroditismo psíquico”, con seguridad permitió un empuje muy
pronunciado de los controles sociales en esta región de la “perversidad”,
pero permitió también un discurso de rechazo: la homosexualidad se puso
a hablar de sí misma, a reivindicar su legitimidad o su “naturalidad”
incorporando frecuentemente al vocabulario las categorías con que era
médicamente descalificada (Foucault, 2002: 124).
Es en este punto en donde se hace más clara la afirmación de Foucault acerca de las
preguntas que se le deben hacer a los discursos de la sexualidad, no orientadas a
dilucidar una estrategia dicotómica entre dominante y dominado, sino acerca de su
52
productividad en relación con efectos de poder y saber, y la coyuntura en la que se hacen
necesarios. Como veremos más adelante, los discursos acerca de la homosexualidad, a
partir de acá, irán cambiando en relación con una serie compleja de elementos, así como
las concepciones del género como tal. El juego entre estos discursos, su coyuntura, los
silencios, es lo que se necesita recalcar al ponerlos en contraste con una época específica.
A través del estudio realizado por Foucault sobre la sexualidad se hace constante
referencia a las estrategias de poder, y la forma en que éste actúa en la constitución y
desarrollo de los discursos del sexo. Por tanto es indispensable hacer énfasis en las
afirmaciones que se dan en la voluntad de saber acerca del poder, ya que se necesita
trabajar con los mismos términos, entendidos bajo este contexto. A continuación se
presentan algunas afirmaciones de Foucault:
Me parece que por poder hay que comprender, primero, la multiplicidad
de las relaciones de fuerza inmanentes y propias del dominio en que se
ejercen, y que son constitutivas de su organización; el juego que por
medio de luchas y enfrentamientos incesantes las transforma, las fuerza,
las invierte; los apoyos que dichas relaciones de fuerza encuentran las
unas en las otras, de modo que formen cadena o sistema, o, al contrario,
los corrimientos, las contradicciones que aíslan a unas de otras; las
estrategias, por último, que las tornan efectivas, y cuyo dibujo general y
cristalización institucional toma forma en los aparatos estatales, en la
formulación de la ley, en las hegemonías sociales (Foucault, 2002: 113).
A partir de esto el autor pretende crear la idea de que el poder se ejerce en toda relación
de un punto con otro, lo cual lo lleva a considerar que “el poder está en todas partes”,
produciéndose constantemente. Así como se señaló anteriormente la inexistencia de
relaciones binarias sobre los discursos y su puesta en práctica, se aplica a partir,
precisamente, de la misma concepción en relación con el poder, donde no hay un
supuesto binarismo.
53
9.3
El género en lo post
El concepto de "posmodernidad" surgió, a grandes rasgos, precisamente como respuesta
a diversas contradicciones de la segunda mitad del siglo XX, por lo que se trata de un
intento de renuncia al proyecto iluminista de la modernidad. Esta crítica fue llevada
adelante por nuevos movimientos y manifestaciones sociales, tales como el movimiento
ecológico, las propuestas de comunicación alternativa, las luchas por los derechos de las
minorías, el movimiento feminista, los movimientos gays, el movimiento estudiantil (que
señaló la crisis epistemológica del saber científico) y varios otros hechos. Tales
movimientos refuerzan el carácter de lo que se llamó "contracultura" y cuestionaron la
pretendida estabilidad de lo que se suponía ser la "modernidad". De esta forma vemos
cómo en sus orígenes teóricos hay una necesidad de reivindicar lo que es el concepto de
centro que ha organizado a las sociedades modernas, para proponer una cierta
indiferenciación de ese centro en lo que respecta al surgimiento de nuevas voces.
Es, precisamente este reclamo de la otredad por una voz, el que funda en cierta medida, y
dentro de una serie de características económicas y sociales, una posición alternativa
desde dónde hablar, y que se consideró una etapa posterior a los proyectos
generalizadores y totalizantes de la modernidad. De esta forma, la caracterización de un
espacio y una estética posmodernas incluye una pluralidad indispensable, en la que no se
puede definir con claridad un centro hegemónico, sino que la diversidad plantea otros
cuestionamientos para el funcionamiento de las instituciones que caracterizan a la
modernidad. Es en este sentido en el que se tiene una íntima relación con las propuestas
queer, en las que se ve el género (entre otras categorías), desde la posmodernidad.
En este contexto es donde tendrá auge el término queer en la medida en que este
responde como un planteamiento inclusivo en el que es posible identificar una extensa
pluralidad respecto de los elementos que pretende englobar. De esta forma el discurso de
la fragmentación y la imposibilidad identitaria promulgados por las teorías posmodernas
54
hace eco fuertemente en los planteamientos queer y algunos de sus postulados, como se
verá más adelante.
Dentro de las teorías posmodernas y sus discusiones y argumentos encontrados se ha
desarrollado una amplia producción en torno al estudio del género, más allá de la
reivindicación social de la mujer, sino que se han dedicado a incluir muchas otras
posibilidades también invisibilizadas dentro del género. Esta sección es la que más nos
interesa dentro del análisis posterior de la novela, ya que es acá en donde se ubica
específicamente el fundamento teórico de la investigación. Se considera innecesario
hacer un repaso por la fundamentación epistemológica de la posmodernidad con sus
diferentes avatares, por lo que el recuento se realizará dentro de la línea de los estudios
gay-lésbicos surgidos en este contexto.
La publicación del estudio de Judith Butler El género en disputa. El femisnismo y la
subversión de la identidad, a inicios de los años noventa, marca para algunos el
nacimiento de la teoría queer dentro del ámbito académico, aunque se atribuye la
utilización del término en este contexto a Teresa de Laurentis (Summer, 1991), de esta
forma muchos otros teóricos continuaron sus investigaciones a partir de las propuestas
de Butler y Laurentis, como por ejemplo Eve Kosofsky Sedwig, David Halperin, Leo
Bersani, David William Foster, entre los principales.
A continuación se presentarán distintas propuestas que articulan los estudios queer, su
fundamentación en las teorías del género y su construcción, evidentemente no constituye
un recuento exhaustivo del tema ya que en sí mismo se escapa a clasificaciones
totalizantes y, además, abarca muchas posibilidades que no forman parte de los objetivos
de la investigación.
55
9.3.1
El género como performatividad
¿En qué medida la identidad de género, entendida
como una relación entre sexo, género, práctica
sexual y deseo, es el efecto de un práctica
reguladora que puede identificarse como
heterosexualidad obligatoria? (Butler, 2001: 51).
Dentro de estos discursos de la posmodernidad, tan criticados y a la vez contradictorios,
desde ciertos puntos de vista, se recrea una serie de posibilidades teóricas y prácticas en
relación con la puesta en práctica del género y las variedades que éste puede presentar.
Es necesario conocer el contexto teórico de análisis que proponen los estudios
posmodernos para hacer una acercamiento más comprensivo de lo que la teoría queer
plantea, ya que surge dentro de un contexto histórico determinante en relación con la
ubicación de los estudios de las identidades, en especial de género, y el reconocimiento
de la multiplicidad de discursos que conforman una noción de sujeto en proceso
(imposible).
A principios de los años noventa se empezaron a ver los estudios de género desde otras
perspectivas mucho más cuestionadoras del carácter conformador de las mismas
categorías grandemente aceptadas por otros teóricos, como lo es el caso de la división y
estabilidad de las nociones de género y sexo. Desde esta nueva perspectiva se rechazan
desde un inicio las visiones meramente dicotómicas en los análisis de cualquier tipo.
Esta noción se sustenta en considerar este pensamiento como parte del proyecto de la
modernidad, dentro del cual el carácter totalizador es indispensable para la fundación de
utopías. De esta manera se va a un nivel más básico en relación con la conformación de
las identidades, y dentro de estas las identidades de género.
56
La perspectiva que introduce una importante visión en las caracterizaciones de género se
identificó dentro del término queer, el cual analizaremos de forma amplia más adelante.
Una de las principales teóricas del movimiento queer, aunque ella no lo reconociera así
desde un inicio, es la filósofa estadounidense Judith Butler, quien abrió un importante
camino en relación con los estudios de género al publicar en 1990 El género en disputa,
en donde hace una fuerte crítica a las teorías feministas, en especial a la base francesa,
como por ejemplo Julia Kristeva y Luce Irigaray. Dentro de este estudio introduce
nociones y retoma otras de teóricas como Monique Wittig y Adrienne Rich en relación
con la forma en que el patriarcado estructura sus normas respondiendo a un orden
heterosexual.
Para comprender el giro performativo que se dio a los estudios de género es necesario
conocer de qué forma se comprendían sexo y género dentro del feminismo clásico,
dentro del cual había una predisposición clara y biológica de lo que era el sexo, al que
correspondían nociones de género y preferencia sexual. Desde esta perspectiva teórica, el
sexo sería algo natural, un imperativo biológico que se identifica con los genitales,
mientras la diferencia de género derivaría de una construcción social y simbólica
vinculada a un proceso dialéctico de dominación y opresión, según como señala Beatriz
Preciado.10 En principio la noción de género como tal se introdujo dentro del campo de
la medicina por el Dr. John Money, un pediatra norteamericano especializado en el
tratamiento de niños con problemas de indeterminación de la morfología sexual, quien
utilizó por primera vez la noción de género. En este sentido la noción de género se
propone desde la ciencia, sin un asidero dentro de lo social; perspectiva que
posteriormente se le da, pero sin cuestionar lo suficiente su supuesto carácter
correspondiente con la categoría de sexo.
Si se impugna el carácter inmutable del sexo, quizás esta construcción
llamada “sexo”, esté tan culturalmente construida como el género; de
10
Tomado de los resúmenes del seminario Retóricas del género / Políticas de identidad (2002) Universidad
Internacional de Andalucía (UNIA).
57
hecho, tal vez siempre fue género, con la consecuencia de que la
distinción entre sexo y género no existe como tal (...) Como resultado el
género no es a la cultura lo que el sexo es a la naturaleza; el género
también es el medio discursivo/natural mediante el cual la “naturaleza
sexuada” o “un sexo natural” se produce y establece como prediscursivo,
previo a la cultura, una superficie políticamente neutral sobre la cual
actúa la cultura (Butler, 2002: 40).
A partir de los cuestionamientos que este tipo de afirmaciones producen, se plantea la
teoría del género como un acto performativo, en la cual, y basado en la teoría de “Actos
de habla” de Austin, existen enunciados que al emitirse realizan, al mismo tiempo
acciones, o "cosas" por medio de las palabras utilizadas. A partir de este término Butler
considera que la performatividad “no es un acto único, sino una repetición y un ritual
que logra su efecto mediante su naturalización en el contexto del cuerpo.” (Butler, 2002:
15). De esta manera, para que un acto sea performativo es necesario que se repita
constantemente y se reproduzca, para así mantener su estatus de ley.
Así dentro del discurso heredado de la metafísica de la sustancia, el
género resulta ser performativo, es decir, que constituye la identidad que
se supone que es. En este sentido, el género siempre es un hacer, aunque
no un hacer por parte de un sujeto que se pueda considerar preexistente a
la acción (Butler, 2002: 15).
De esta forma Butler asegura que no hay “una identidad de género detrás de las
identidades de género” ya que esa identidad se da, debido a un proceso de construcción
que es performativo. Por lo tanto hay una constante repetición de enunciados que van
determinando las características del género, las cuales “deben” corresponder a un sexo
dado, que a su vez se da naturalmente. De esta forma, al comprender la caracterización
de los roles de género e incluso de sexo, desde la performatividad, entonces puede
abrirse un espacio de subversión, que vaya más allá y que emita otro tipo de enunciados
performativos que evidencien otra posibilidad en relación con el género. Esta posibilidad
se plantea más allá del espacio heteronormativo. Butler considera que los roles
tradicionales de género así como los conceptos más fundamentales de hombre y mujer
58
tienen sentido sólo dentro del discurso que crea la matriz heterosexual, este término lo
toma de los aportes teóricos de Wittig, quien lo denomina como la “rejilla de
inteligibilidad cultural a través de la cual se naturalizan los cuerpos, géneros y deseos”
(Butler, 2002: 38). Es en este contexto en el que los actos performativos que crean el
género tienen fuerza, es decir, el patriarcado es esa voz que da validez a los enunciados
que fundan el género.
La subversión en relación con la conformación del género tiene lugar desde el discurso
primeramente, ya que es desde ahí que se pueden crear nuevas posibilidades. Por esto se
tomará en cuenta dentro del concepto de género y su constitución las observaciones
realizadas por Butler, ya que a partir de las posibilidades implicadas en la
performatividad es posible entender los procesos constitutivos del género desde puntos
de vista que incluyen esas sexualidades periféricas caracterizadas por Foucault. De esta
manera hay un cambio radical con el feminismo tradicional en donde se identifica el
factor cultural como agente activo en la estructuración de roles y características, pero no
se preocupa por explicar por qué no necesariamente el género se corresponde
directamente con un cuerpo sexuado específico. Evidentemente dentro de las teorías
queer esta apertura a explicar al transgénero o reivindicar la práctica del travesti o la drag
queen, va a tener una importante repercusión. La performatividad abre un espacio y ese
espacio en la estructuración de las identidades es el que se aprovechará en la presente
investigación para el análisis de los personajes a partir de sus representaciones de la
identidad.
59
9.3.2
Máscaras. Descentramiento de los roles de género
Si la verdad interna del género es un invento, y si
un género verdadero es una fantasía instituida e
inscrita en la superficie de los cuerpos, entonces
parece que los géneros no pueden ser ni verdaderos
ni falsos, sino que sólo se producen como los
efectos de verdad de un discurso de identidad
primaria y estable (Butler, 2001: 57).
Es evidente que desde esta perspectiva teórica partimos de un principio básico: el género
no es natural, sino que se construye, al igual que la noción de sexo no ha sido la misma
siempre, por lo tanto participa de la misma construcción social. De esta forma las
nociones “claras” de sexo femenino o masculino se encuentran dentro de la “fantasía
instituida”, como lo llama Butler, presentada desde la heterosexualidad normativa. Por
esto hay también una actuación de género en la heterosexualidad como en cualquier otra
forma que intente subvertir este esquema.
El género como producto de la performatividad supone una puesta en práctica (escena)
de esas representaciones que se naturalizan en el discurso (como es el caso de la
heterosexualidad). Lo interesante es ver de qué forma también se dan representaciones
que parecerían ser un error dentro de esa constante repetición discursiva de enunciados
“fundadores” de género.
El uso de la máscara a propósito de los roles de género, se puede tomar como metáfora
no sólo de una actuación a la hora de fingir ser heterosexual, cuando en lo oculto se es lo
contrario, sino que la podemos tomar también como representación del género en sí, sin
pensar que se está ocultando algo detrás de ella, ya que como se señaló antes no se
podría pensar en un sujeto antes del género. En este sentido todos nos ponemos la
máscara, independientemente de que esta concuerde con la ilusión de normalidad del
patriarcado o no. La naturalización de los cuerpos por medio de un sexo al que
corresponde un género específico hace pensar, o más bien crea un discurso dentro del
60
cual lo masculino y lo femenino forman parte de una caracterización invariable de la
naturaleza, lo cual hace patente la exclusión de lo que aleje de esta norma. Dentro de esta
lógica binaria el homosexual corresponde al error o desviación de esta sentada
naturalidad.
¿De qué manera se pueden dar representaciones que subviertan esta categoría cerrada de
análisis social? Pues una vía que ha demostrado planteamientos de resistencia se da
desde la mostración pública de la homosexualidad, a manera de modo de vida, de forma
de ver el mundo. En la medida en que se presenta como alternativa hay un
posicionamiento político. Por otro lado, Butler estudia prácticas que tienen una
importante carga subversiva desde la parodización del género como algo estable:
La idea de una identidad de género original o primaria suele parodiarse
dentro de las prácticas culturales de las vestidas, el travestismo y la
estilización sexual de las identidades machina/fem. En la teoría feminista,
tales identidades paródicas se han considerado o bien degradantes para las
mujeres, en el caso de las vestidas y el travestismo, o bien una
apropiación poco crítica de los estereotipos de papeles sexuales del
interior de la práctica de la heterosexualidad (Butler, 2002: 168).
9.3.3
Lo queer como planteamiento político
El movimiento queer surge a principios de los noventa para designar una forma diferente
de ver el mundo a partir de la desestructuración y evidenciación de la forma patriarcal de
construir los géneros y a su vez de establecer dominación. Muchos teóricos se han
dedicado a analizar desde dónde y desde qué mecanismos se crea un discurso de la
sexualidad, por medio del cual se naturaliza lo masculino y lo femenino.
Foucault ubica el nacimiento del homosexual como sujeto en el siglo XIX, y partir de
este momento se han ido dando nuevas y diferentes representaciones de lo que es, o
debería ser este sujeto. El paso de considerar la sodomía como una práctica sexual
61
marcada por el pecado a reconocer un sujeto marcado por la enfermedad implica una
diferenciación de peso. Este proceso de atribución de una identidad continuó hacia el
siglo XX, y se alimentó especialmente del desarrollo del psicoanálisis, al dar un giro
acerca de las representaciones que se tenían de la sexualidad en Occidente. Es a partir de
aquí en donde se da otro cambio de gran importancia en la historia de las sexualidades,
precisamente marcado por la generación de nuevos discursos desde el feminismo, en
donde la mujer lucha por dar nuevas representaciones de sí misma dentro del marco del
patriarcado heterosexista.
Este mismo proceso es el que han iniciado grupos de gays y lesbianas alrededor del
mundo, aproximadamente a partir de los años sesenta, y que en los noventa ha tenido un
fuerte impulso desde el ámbito académico. En este sentido se ha intentado aportar una
nueva voz, que salga de la marginalidad para dar las imágenes de su propio discurso. La
construcción de los estereotipos y la base de la dominación se encuentra en el lenguaje,
es decir, a partir de éste se puede crear una identidad de algo que realmente no se
conoce, pensemos en el hecho de hablar acerca de lo homosexual desde el prejuicio, sin
tener contacto con él. Acerca de esto, el filósofo francés, especialista en el pensamiento
de Foucault, Didier Eribon, señala:
El lenguaje cotidiano (al igual que el lenguaje de las imágenes) está
atravesado por relaciones de fuerza, por relaciones sociales (de clase,
sexo, edad, raza, etc.), y es en y por el lenguaje (y la imagen) como se
ejerce la dominación simbólica es decir la definición –y la imposición- de
las percepciones del mundo y de las representaciones sociales legítimas
(Eribón, 2001: 108).
La construcción social de los discursos es un proceso muy complejo que implica una
serie de elementos interrelacionados, en este caso la estructuración de un discurso
homófobo se ha llevado a cabo a lo largo de varios siglos. Esta construcción discursiva
es inevitablemente una legitimación o conservación del poder patriarcal, el cual se
perpetúa por medio de la subordinación de quienes considera inferior, esto se hace,
62
según Eribon desde la injuria. “El dominante, como dice Pierre Bourdieu, es el que
consigue imponer la forma en que quiere ser percibido, y el dominado es definido,
pensado y hablado por el lenguaje del otro, o el que no logra imponer la percepción que
tiene de sí mismo, o ambas cosas” (Eribón, 2001: 108).
De esta forma vemos cómo se construye este discurso de lo homosexual desde una
visión heterocentrista dominante, la cual refleja lo que quiere que se encuentre en
determinado grupo, que al mismo tiempo invisiviliza. Así, el discurso se va perpetuando
no sólo desde el dominante sino que también desde el dominado, que sigue las
convenciones sociales de la oficialidad. Pierre Bourdieu lo señala en su libro La
Dominacion masculina: “Los dominados aplican categorías construidas desde el punto
de vista de los dominantes a las relaciones de dominación, y así las hacen parecer
naturales” (Bourdieu, 1997: 52).
Ahora bien, en relación con las identidades los movimientos queers se han afianzado en
presupuestos que se habían manejado desde las perspectivas de los estudios
posmodernos, en donde se privilegia la fragmentación del discurso del sujeto, el cual se
encuentra en constante cambio. De esta manera niega todo sentido de univocidad para
celebrar lo plural. Pero no basta con reconocer la diferencia y aceptarla, sino que
también es necesario conocerla, ya que los procesos por los que debe pasar un gay para
dar sus propias representaciones de su identidad son diferentes a los que pasa un
heterosexual, o bisexual, etc., porque tampoco es cuestión de reduccionismos. La
diferencia en la socialización de acuerdo con el género es evidente, y más aún cuando se
trata de preferencia sexual, siempre existe la inminencia de la injuria. Dentro de los
grupos de gays y lesbianas se habla del término del armario (clóset, en inglés) para hacer
referencia al momento de reclusión de sus discursos identitarios, sus propias
representaciones, que no podían ser expresadas con claridad. Este espacio del encierro
también permitía y permite a muchos actuar en la clandestinidad, teniendo que asumir
dos vidas, llevando la máscara. Para poder ser sujeto de su propio discurso, como lo
63
señala Eribón, es indispensable salir del clóset, decirse a sí mismo más allá de las
implicaciones injuriosas y las imágenes peyorativas que el patriarcado ejerce sobre el
gay y la lesbiana, y de esta forma asumirse en la diferencia, y no pretendiendo dar un
nuevo sistema unívoca e igualmente excluyente.
La identidad homosexual es una construcción histórica, un producto de la
historia. Y, por consiguiente, pueden modificarla, la acción histórica, la
labor de reinvención individual y colectiva. Pero esto significa también
que, en la medida en que esta identidad no viene dada, sino que es creada,
y siempre está por recrear, hay que desprenderse de la ilusión de que se
podrá realizar algún día esa identidad estable y definitiva que algunos
creerían al alcance de la mano gracias a las conquistas del movimiento
gay y lesbiano, y de que bastaría con querer ser gay para encontrar una
especie de reposo existencial (…) La identidad está por crear (Eribón,
2001: 165).
Ahora bien, llegamos a un punto sumamente importante dentro del análisis que se llevará
a cabo. Como hemos visto se presenta la necesidad de un cambio ante la estructura
dominante, un cambio que se realiza, en primer lugar, desde el lenguaje, al ser este el
instrumento de la dominación, por tanto es necesario construir discursivamente
(recordemos la inevitable pluralidad discursiva) lo que es ser gay:
Para los gays y las lesbianas es absolutamente necesario, vital, poder dar
de sí mismos sus propias imágenes, a fin de escapar de las que durante
tanto tiempo se han creado sobre ellos, y ofrecer de esta forma modelos
positivos (o neutros, o en todo caso más conformes con la realidad) a los
que y a las que sólo tienen delante imágenes tan claramente negativas
(Eribón. 2001: 149).
Aquí la literatura, la danza y el teatro, entre otros, se plantean como un espacio muy
importante para proponer esas imágenes reivindicadoras de la posición y podemos
encontrar en esta producción una marca de cambio, de decirse como sujeto en relación
con la posición homosexual: “Se trata de producir uno mismo sus propias
representaciones y, mediante ese gesto, producirse como sujeto del discurso, rechazando
ser únicamente el objeto del discurso del Otro” (Eribón, 2001: 140).
64
En el marco del análisis de la literatura homoerótica dentro de la cultura
hispanoamericana, el profesor David William Foster, especialista en construcción de
género e identidad sexual, señala un conjunto de características que pueden ubicarse
dentro de estas producciones. Su libro Producción cultural e identidades homoeróticas
(2000) plantea una serie de consideraciones teóricas para abordar la literatura de esta
índole. En primer lugar se propone el término queer como marca ubicable en los textos
característicos de temática homoerótica.
La teoría queer afirma que la homosexualidad es una identidad sexual legítima, la cual
cubre ambas sensibilidades, la gay y la lesbiana, en sus aspectos comunes y en sus
diferencias. El discurso homoerótico al combatir la primacía obsesiva de la
heterosexualidad, plantea el erotismo mediante nuevas formas, muy especialmente al no
considerar lo genital como única sede del placer legítimo. “Al repudiar la primacía de lo
genital se rechaza el coito convencional definido como limitación de la sexualidad y se
abre la posibilidad de una genitalidad compartida, que no puede entenderse como
'masturbatoria' en la medida en que asume conscientemente al Otro, al Otro como otro
radical o como Otro especular” (Foster, 2000: 19).
Según Foster hay dos características descollantes de lo queer:
I)
Fijar la lengua, y de ahí fijar el mundo, siempre ha sido el sueño rector del
patriarcado, y uno de los impulsos cruciales de lo queer es la subversión de
este proyecto en aras de otras maneras de construir una epistemología de la
experiencia y la subcategoría que de ella constituye la sexualidad.
II)
El patriarcado propone un sistema cerrado de análisis social e histórico, lo
queer se sustrae de la urgencia de formular un contramodelo igualmente
excluyente y englobante. Lo queer no constituye una narrativa maestra, ni se
propone elaborar tal cosa, en aras de dejar abierto y en suspenso
consideraciones sobre identidades fijas, motivaciones enteramente
consecuentes, antecedentes y procedentes estrictamente unidireccionales y
transitivos y formulaciones exclusivamente entrelazadas” (Foster, 2000: 1920)
65
9.3.4
Hacia una definición del término queer
Es innegable que queer, en sí mismo, se resiste a las definiciones y ubicaciones fijas de
su acción, pero tiende a ser caracterizado a partir de muchos elementos que le dan forma,
pero entendiendo esta como parte de un proceso constante de resignificación (así como
Butler plantea la resignificación a partir de las necesidades contextuales del término). De
esta forma podemos decir que queer es todo lo que está en desacuerdo con la norma, lo
legítimo, lo dominante, en este sentido no podemos identificarlo como un decir de sí
mismo, sino como una posición subversiva, opuesta, en donde se hacen patentes
conductas sexuales y eróticas, diferencias étnicas relaciones de poder, etc. simplemente
se es queer, no forma parte de un proceso de conversión.
De esta forma si planteamos la idea de identidad para contrastar identidad gay con
identidad queer, vemos que la identidad gay demuestra una positividad al diferenciar
claramente un objeto que define y un sujeto específico que crea, pero dentro del término
queer hay una identidad sin esencia, ya que está disponible a cualquiera que se sienta
marginado, no hace restricciones. Además es necesario entenderlo en su nacimiento
como parte de las luchas de resistencia en contra del sida y las implicaciones
homofóbicas que la enfermedad causó. Por tanto se reconoce el carácter gay-lesbico del
término en sus inicios, pero que va diluyéndose poco a poco.
David Halperin identifica tres inconvenientes básicos del término queer en una forma
técnica de analizarlo, además de la diferencia generacional que implica a quienes usan el
térmiono en su identificación para fines políticos:
a) “Su falta de especificidad se ha vuelto su desventaja más seria”
(Halperin, 2000: 87) ya que el afán inclusivo hace que dé una idea
errónea de esa misma inclusión, la que no lo logra, ya que
desaparece las diferencias entre variados grupos de raza, género,
66
etc., más allá de la urgencia que éstas puedan significar. De esta
forma niega las desigualdades.
b) “La
falta
de
un
contenido
específicamente
homosexual
incorporado en el significado” (Halperin, 2000: 88}, lo cual hace
que el término no sea demasiado práctico en la medida en que
pierde todo tipo de identidad, al negarla. En especial cuando
mucho la utilizan como etiqueta de moda sin ninguna noción de
sus implicaciones.
c) “Queer puede incluso alentar una nueva estigmatización de las
lesbianas y los gays como personas tristes” (Halperin, 2000: 88),
ya que quienes se oponen a la utilización del término no forman
parte de una tendencia mayor y renovada en la posmodernidad sin
etiquetas sexuales.
Es evidente que el movimiento queer presenta una gran serie de características que hace
difícil su definición pero se centra en la oposición a la norma, la visibilización y la
desestructuración de todo discurso que tenga intensiones de crear reglas naturales en la
distribución de los roles de género o su reglamentación. Por lo tanto es necesario
comprenderlo dentro de un proceso de fragmentación de las identidades, en donde la
falta de especificidad es la que prima. Para el caso de los movimientos gay-lésbicos se
utiliza como una forma de defensa ante la injuria y la homofobia social. De esta manera
para el caso del análisis literario se ubica en el texto un afán de desenmascaramiento,
evidenciación y falta de definición de lo que se es más allá de la defensa de sus intereses
como individuo. Esa puesta en práctica del discurso subversivo y de oposición fuerte
dentro de las caracterizaciones de los personajes puede identificarse como una tendencia
más queer, ya que se relaciona con sus objetivos, a diferencia de la evidenciación por
medio de la manifestación de nuevas identidades (mayor positivismo) dentro del
discurso.
67
CAPÍTULO II
Identidades cuestionadas
Se sentía eufórico, eléctrico, perdidamente
enamorado. Tomó un trago más para calmarse. La
música de Vivaldi había acabado y él aún seguía
excitado, sonriente al recordar a Mario (Chaves,
2000: 22).
La autodefinición colectiva es lo que se dirime en
las luchas entre los homosexuales mismos, y así la
identidad no es una realidad ni un programa, ni un
pasado ni un futuro ni un presente, sino un espacio
de impugnaciones y de conflictos políticos y
culturales. Lo que implica que no puede ser nunca
totalmente establizada en un discurso único o
unitario que pudiese aspirar a encerrarlo en una
comprensión fija (Eribón, 2001: 110).
Al hablar acerca de la identidad a partir de la novela de Chaves resulta indispensable
aclarar en qué términos y desde cuáles perspectivas será considerada. En primer lugar es
necesario recordar la diferencia temporal con respecto a las lecturas que pueden
realizarse de la novela; el texto tiene una clara ubicación temporal: inicios del primer
semestre de 1982, y el contexto espacial es básicamente la ciudad de San José. Por otro
lado, la producción real de la novela se da a finales de los noventa, dentro de un espacio
en el que la visión de las identidades y en especial de las identidades sexuales, implica
importantes diferencias. De esta forma el texto parte de un momento clave con respecto a
los primeros trazos de lo que serían las identidades gay-lésbicas (no homosexuales)11
para Costa Rica, ya que es cuando empiezan a darse las primeras imágenes más allá de
una típica injuria heterosexista.
11
En este sentido se hace una diferencia respecto del significado etiológico que implica la palabra
“homosexual”, creada a partir de la psiquiatría para designar una enfermedad; de la misma forma se opone
al concepto de “gay” propuesto para enunciar una diferencia, una forma de vida y visión de mundo desde
la misma comunidad.
68
Al inicio de los ochenta la vida gay en San José se encontraba en un importante
momento de cambio; de acuerdo con Schifter (1989), las reuniones que en principio eran
exclusivas de los sectores más adinerados durante los sesentas y setentas, pasan a ser de
carácter más público e inclusivo, por medio de ciertos lugares de reunión como bares.
Este hecho da lugar a nuevos espacios de expresión que crean identificaciones y dan
posibilidades de empezar a conformar identidades colectivas.
La cuestión histórica o testimonial de la novela será desarrollada con amplitud en el
segundo capítulo, por lo que no se detallará más acerca del contexto a partir de otras
investigaciones. Por lo tanto, es necesario realizar un análisis detallado de los personajes
y su posición subversiva o no con respecto al género.
1.
Identidad performativa
“En el principio hay la injuria”, de esta manera inicia Eribón (2001) su estudio acerca de
la identidad gay desde diversos niveles, en especial su representación en el discurso
literario. A partir de la injuria se ha empezado a crear un imaginario, no sólo social en
general sino individual, de parte del gay, quien encuentra fuera de sí mismo
representaciones injuriosas acerca de su condición, ya de por sí proscrita.
Estas manifestaciones de la palabra se pueden encontrar en abundancia en textos
literarios donde aparecen personajes homosexuales caricaturizados, como burlas. Pero
también se pueden identificar referencias dentro de textos en los que su objetivo no es la
ridiculización, sino un reposicionamiento. A partir de esto se realizará la primera lectura
de la novela para determinar de qué forma se construyen las diferentes identidades en los
personajes, y si se encuentran enunciados performativos que las refuercen e incluso
rechacen.
69
Al acercarse a una caracterización de los personajes es necesario detenerse a analizar las
relaciones de éstos con la muerte, y su posición dentro del paisaje enunciado. La
presencia de la muerte se da desde el título de la novela, por lo tanto es en principio un
hilo conductor inevitable, a pesar de hacerse patente a partir de la segunda parte del
texto12. A lo largo de la novela hay una constante referencialidad con respecto al
entorno, las descripciones ubican al lector dentro del San José de los ochenta, se
mencionan hechos capitales acerca de la historia del país, por lo tanto el paisaje es un
elemento que cobra gran importancia ya desde las primeras líneas de la novela. Ahora
bien, el título enuncia ese paisaje, pero como se mencionó anteriormente, posee una
característica trágica: la muerte.
Con respecto a la imagen aparecida en la portada de ambas ediciones de la novela, se
hace una afirmación visual del título en la que se incluyen nuevos elementos. En primer
lugar se encuentra un paisaje, al fondo, a manera de ocaso, el cual corresponde
directamente con la muerte como motivo primero, al mismo tiempo de gran belleza en
los celajes, en donde aún no se ha acabado la luz. En un primer plano aparece una lápida,
ésta posee un bajo relieve con la figura de un hombre de formas claramente definidas,
quien se muestra realizando el inicio de un arco con su espalda. Es evidente la alusión a
lo que se ha considerado como una estética gay o queer, en la cual se exalta la belleza del
cuerpo masculino en la evidenciación del erotismo que posee. Estas percepciones
fácilmente pueden coincidir con diversos momentos de la historia del arte y sus
producciones más significativas (discusión que no se tratará en esta investigación), tan
solo que en el caso de la estética queer del siglo XX, encontramos distintas posiciones
con respecto a la demostración del deseo homoerótico.
Al profundizar en los elementos conformadores de la identidad como proceso en los
personajes será indispensable ir entrelazando las anteriores consideraciones, como son el
entorno y la muerte, aunadas a una sensación constante de encierro.
12
Esta división es meramente formal para el análisis, en ella se profundizará más adelante.
70
El párrafo inicial de la novela se presenta como una metáfora de la identidad que se
trabajará a lo largo del texto; a partir de la primera imagen se van desarrollando los
conflictos internos y las relaciones entre los personajes:
Óscar miraba la lluvia desde la ventana de su habitación. En el país de la
eterna lluvia, el diluvio de nueve meses, sentado frente al escritorio, junto
a la ventana, él observaba cómo, más allá, tras los cristales, el agua caía y
se deslizaba suavemente sobre techos y asfalto, sobre los árboles del
parque zoológico tan venido a menos y con el que casi colindaba. Los
rugidos de los leones copulando habían sido la gota que derramó el vaso.
No estaba muy concentrado en lo que hacía –estudiar- y menos ahora con
sus gatunos vecinos en celo (Chaves, 2000: 9).
La sensación que desde el inicio se expresa es la del encierro, por un lado las
características climáticas típicas de Costa Rica como país tropical, la lluvia que no cesa,
y causa de cierta forma aislamiento. Por otro lado, aparece el león del zoológico,
rugiendo, demostrando su copulación con la leona, pero también desde el encierro, ya
que se encuentra inevitablemente enjaulado en el Parque. Esta asimilación del personaje
principal con el león del zoológico es significativa, y se da desde varios niveles: la
reclusión y el erotismo. En esta sección se tomará en cuenta solamente el primer nivel,
como organizador de la secuencia textual.
El análisis de la construcción o al menos esbozo de las identidades personales o grupales
dentro del texto literario puede valerse de una serie de elementos distintos de lo que
típicamente sería este proceso dentro de las ciencias sociales, ya que trabaja con la
información del texto mediada por el discurso estético e interpretativo, no con sujetos
identificables en entrevistas; de esta forma se toman instrumentos teóricos necesarios
que guían la interpretación literaria, por medio de las estrategias discursivas que en el
texto se evidencian. El caso de Paisaje con tumbas pintadas en rosa brinda una serie de
nociones que dan cuenta de una época, a manera de testimonio, sin valerse de
movimientos literarios difusos, es decir, se inscribe dentro de una corriente realista
urbana, en donde la historia se desarrolla de forma cronológica y con la intervención de
71
elementos extraliterarios que dan un panorama más amplio del entorno social, es decir
con más verosimilitud.
1.1
Óscar: de la organización textual
Desde que supe que Mario está enfermo, he estado
al borde de llamarlo una, mil veces, de buscarlo, de
ir a su casa. Pero no. En el último minuto me
detengo. No obstante no cesan estas ganas de verlo.
Ver a Mario, hablarle a Mario, a Mario, amario,
amar en el armario, amar-io, ¿amar yo?, yo amar a
Mario, ama-rio, ama-río, ama-río, río que ama, río,
río, ¡carcajada!, amorío, amor mío… (Chaves,
2000: 161).
La problemática desarrollada en la novela con respecto a su protagonista carece de una
motivación en la identidad sexual. Este hecho marca una importante diferencia con
respecto a los textos que históricamente se han ubicado como producciones
homoeróticas, en las cuales se da amplio desarrollo al tema de la aceptación o incluso la
doble vida. En síntesis, no responde a un proceso de autodefinición en la sexualidad, en
donde la moral y la sociedad crean una barrera que no se puede traspasar. Más adelante
se profundizará en los variados conflictos que se ubican en el texto, en donde se podrían
encontrar más similitudes con el patrón anteriormente descrito; pero es de vital
importancia delimitar las posibilidades múltiples de identidad, en principio, desde el
personaje que se presenta como eje central de la historia
El personaje principal se presenta desde un inicio a manera de observador, el que sale al
mundo en búsqueda. La inquietud de Óscar no responde a un conflicto existencial, y
mucho menos sexual, sino a una formación y determinación en sí mismo. Este tópico
tiene una extensa tradición literaria en Occidente y se ha desarrollado de muy diversas
maneras; el eje central tiene que ver con el resultado que se verá en el personaje
aprendiz. La novela de formación del personaje (bildungsroman) propone una salida a lo
72
desconocido, en donde, por medio del ensayo y el error, se logrará adquirir un
conocimiento indispensable para la vida, dentro de la vida misma, esta temática se
desarrollará con mayor amplitud en el tercer capítulo.
Es necesario señalar importantes y evidentes diferencias con respecto a la caracterización
de la bildungsroman; primeramente la diégesis de la historia se desarrolla no sólo en
torno al personaje central y sus procesos, sino que intervienen experiencias externas,
relatos que completan el esquema. Por otro lado, el texto no desarrolla ampliamente las
vivencias de Óscar hacia una maduración, no da un resultado, sino que lo presenta
necesariamente como parte de ese proceso de aprendizaje, y como testigo de una época
marcada por la muerte, o más bien, el inicio de ésta.
No se encuentran dentro de la novela suficientes elementos como para hacer una
caracterización amplia del personaje de Óscar, ya que se prescinde de datos biográficos o
analepsis que puedan completar el panorama.
Es evidente que hay un corte importante con respecto al pasado del personaje dentro de
la diégesis textual, su inicio tiene que ver con una nueva etapa, un nuevo paisaje para
Óscar. De esta forma, no se preocupa por desarrollar conflictos familiares, choques entre
sus visiones de mundo o marginaciones tan ampliamente desarrolladas en estos textos.
Los datos básicos que se conocen con respecto a Óscar tienen que ver con su estudio y el
lugar donde vive, precisamente en el centro de San José, ciudad capital.
Dice Eribón con respecto a la ciudad y la vida de los gays en ella: “Pero la ciudad es
asimismo un mundo social, un mundo de socialización posible, y permite vencer la
sociedad al mismo tiempo que protege del anonimato.” (Eribón, 2001: 37). Este tópico
posee gran cantidad de referencias dentro de la historia, especialmente del siglo XX, en
la que la ciudad se presenta como un espacio adecuado o ideal para resignificar aspectos
escondidos de la vida. En el caso de este personaje se señala que siempre ha vivido en
San José, posiblemente desde niño, quizá desde el inicio de sus estudios universitarios
73
vive solo, estos datos no son suficientemente claros dentro del texto. Al inicio de la
novela Óscar vive en la casa de su primo Miguel.
De niño había estudiado muy cerca de ahí, en la Escuela Buenaventura
Corrales, y, ahora, al ver ese edificio metálico y verde –arquitectura belga
ensamblada en el trópico-, recordó cuánto le gustaba, durante el recreo
grande, recorrer ese parque de tosca japonería, con agua, patos y árboles,
no al otro al arenoso, aunque tuviera hamacas, columpios, barras, tobogán
y otros juegos infantiles (Chaves, 2000: 12).
La anterior es una de las pocas referencias que se hace a la infancia del personaje, en ella
hay un claro desligue del entorno familiar y sus características como elementos
conformadores. Evidentemente se centra en los recuerdos concernientes al entorno
citadino, su apego a un espacio en el que se desarrollará durante toda su vida y donde, a
la vez, se constituye una carga amplia de significaciones a través del amplio espacio en
donde se producen la pérdida y la soledad del sujeto.
Desde el inicio de la novela podemos encontrar un carácter inaugural, esto desde varios
sentidos, en primer lugar con respecto al personaje central. El estilo narrativo y la
organización secuencial de los acontecimientos se dan de forma relativamente sencilla,
no hay un conflicto previo que se necesite desentrañar o una organización compleja de la
narración (más exactamente desorganización) que haga patente mayor densidad dentro
de la historia. Por esto Óscar inicia una nueva etapa de aprendizaje, se abren nuevas
perspectivas y posibilidades dentro de una organización lineal, histórica y sencilla del
relato. En un sentido más amplio implica un carácter inaugural con respecto a una época
en crisis, están iniciando los años ochenta, y con ellos una pandemia que cambiará en
gran manera muchas visiones de mundo, expectativas e incluso teorías. Para Costa Rica
en particular será dificultoso desde diversos puntos de vista como el económico y
político, lo cual inevitablemente tendrá que ver con cuestiones sociales.
Así como hace con el personaje principal, el texto no se dedica a desentrañar el pasado
de una época conflictiva, sino que la abre y la retrata sin tomar suficientemente partido,
74
tan sólo incluye voces. Óscar es un ejemplo de esto constantemente. Sabemos de él que
es estudiante en la Universidad de Costa Rica: “A Óscar le gustaba la historia, aunque
como carrera había preferido la sociología. Le faltaban dos años para acabar la
licenciatura” (Chaves. 2000: 15), y que vive cerca del Parque Simón Bolívar.
La caracterización de Óscar en relación con su forma de representarse a sí mismo se da
especialmente desde sus relaciones y encuentros amorosos (sexuales). En él se evidencia
un perfil bajo con respecto a una posición visible o reivindicadora, no es objeto de
grandes mostraciones o activismos políticos que lo ubiquen como un referente de
reposicionamiento en las causas gay, y de nuevo desde la caracterización del personaje
central se demarcan las líneas básicas de la novela en general, ya que en las interacciones
de los personajes se ubica constantemente la cotidianeidad. Precisamente por esta misma
razón el espacio reivindicador y claramente más político en la novela se da desde los
elementos extratextuales, donde se completa el panorama y el contexto histórico.
Es necesario entonces preguntarse de qué forma desde una caracterización básica del
personaje central, en su posición identitaria, se conforma el texto como tal y se organiza
el mundo narrado.
75
Figura 1. Niveles de transgresión textual
Transgresión extratextual
Interacción discursiva
Transgresión intratextual (espacio cotidiano)
Como se observa en el esquema anterior, se pueden encontrar dos líneas básicas dentro
de la novela, las cuales se mantienen a través de todo el texto; la propuesta de análisis en
este sentido plantea que la interacción discursiva entre estas dos líneas conforma el tejido
de la novela. Ahora bien, ambas líneas presentan una dirección particular en relación con
la transgresión.
En primer lugar, encontramos la diégesis textual, la cual guía la lectura por medio de la
historia protagonizada por Óscar, en este nivel es donde se hace patente el espacio de lo
cotidiano, es decir, no conflictúa a los personajes para colocarlos dentro de una
representación dramática o de exposición con respecto a la sociedad, se utiliza por tanto
para describir un espacio privado de las relaciones gay a inicios de los años ochenta, sin
76
profundizar en una problemática social o sensacionalista. En segundo lugar nos
encontramos con un nivel externo al tejido de la novela, al que se ha llamado
extraliterario, y está conformado por textos periodísticos y cartas personales y públicas
básicamente. En este nivel el protagonista es el sida, sus inicios, su difusión, y en
especial el caos generado a partir del miedo que provoca. Es evidente que estos dos
niveles también presentan muchos puntos de cruce a través del texto, ya que la historia
de Óscar tendrá mucho que ver con la inminencia de la enfermedad.
Resulta importante también preguntarse qué tiene que ver la transgresión con estos dos
niveles o con la novela en general, ya que anteriormente se planteó que el Paisaje con
tumbas pintadas en rosa se puede diferenciar de otros textos de temática gay de los
últimos años, precisamente, por su tratamiento de la temática desde lo cotidiano en su
perspectiva histórica, sin profundizar dentro de los personajes y su identidad personal.
Para responder esto es necesario observar la relación existente entre los dos niveles
señalados, ya que hay una diferencia importante con respecto a la posición desde donde
se habla. En los textos periodísticos se manifiesta la “realidad” que se empieza a difundir
con respecto al sida y sus consecuencias, en esta la comunidad gay es sumamente
atacada y sufre incluso de persecución. Por otro lado, la historia contada muestra un
contradiscurso a la retórica del miedo, al dar representaciones distintas de las que
podrían formar parte del estereotipo social. Esta característica es precisamente la que
marca la diferencia en el texto, da representaciones desde adentro, desde la
“marginalidad” desde su propia voz. Al mismo tiempo las contrasta con la intransigencia
e intolerancia de la época.
77
1.2
Miguel y la protección
Para continuar dentro del nivel de los acontecimientos y en la descripción de los
personajes en relación con un posicionamiento, es necesario desarrollar más las claves
que el texto da de forma un poco más introspectiva. El personaje de Óscar evidencia en
sí mismo el devenir de la novela en general, ya que ésta se va desarrollando de forma
cronológica a partir de su experiencia, de esta manera sus relaciones con otros personajes
demarcan nuevas posibilidades con respecto a la identidad gay, así como distintos
conflictos.
Si se propone a la novela Paisaje con tumbas pintadas en rosa como parte de una serie
de textos que dan nuevas representaciones de la marginalidad, en donde la voz
emergente deja de estar estrictamente subordinada a los patrones heterosexistas del
patriarcado, entonces se hace imprescindible determinar desde dónde se dice a sí misma,
y desde dónde plantea sus posiciones. A este respecto Eribón señala las posibilidades de
la injuria, como se indicó al inicio del presente capítulo, ya que el hecho de decir implica
una exposición y una valoración de sus consecuencias.
Es una paradoja insuperable: el gay que decide decirse se expone al
comentario irónico o condescendiente y a veces al desaire, y el que decide
callarse se coloca en una situación falsa y en todo caso dependiente (…)
Está en una situación de dominación «epistemológica», porque tiene entre
las manos las condiciones de producción, de circulación y de
interpretación de lo que puede decirse de este gay en particular… (Eribón,
2001: 84).
Esta “dominación epistemológica” varía de acuerdo con la posición del sujeto, con su
forma de asumir el “conflicto”. Alrededor del personaje de Óscar se van incluyendo
nuevas perspectivas, su primo Miguel, quien lo acoge en su casa, es gay, al igual que
Óscar, y esta es una de las razones por las que viven juntos. Miguel es independiente,
posee una floristería cerca del edificio de LACSA y casa propia en Barrio Amón. Vive
una vida muy similar al resto de los personajes, en el sentido de que forman parte de un
78
grupo gay capitalino, relativamente pequeño, de clase media, que se reúne en bares o
fiestas privadas. Manifiestan sus preferencias sexuales exclusivamente en estos lugares y
no participan de un activismo político dentro de la causa. Por lo tanto la situación de
“dominación epistemológica” es aún de gran peso en el ámbito público.
La floristería era un negocio próspero en el que Miguel lleva más de doce
años. Le permitía vivir, si no lujosamente, sí con un buen ingreso. Podía
pagar sin apuros los gastos del apartamento, de ropa, de comida, de
diversiones y, con un poco de ahorro, hasta para viajes a México, a los
Ángeles o la isla de San Andrés. Podía incluso darse el lujo de proteger a
Óscar, darle casa, educación, en fin, ayudar a ese primo menor que, como
él, también sentía gusto por los hombres. Esta consideración, más que
cualquier otra, despertaba en Miguel una cierta solidaridad, ganas de
ayudarlo, de que su primo no la pasara tan negras como él tuvo que
pasarlas, cuando, muchos años atrás, se fuera de su casa o, más bien, de la
casa de sus padres. Además debía reconocerlo, Óscar le gustaba (Chaves,
2000: 30).
La cita anterior es muy reveladora y a la vez escasa con respecto a la vida de Miguel, al
no profundizar en el pasado. Sí deja muy claro que tuvo que atravesar un fuerte conflicto
familiar relacionado con su identidad sexual, por el cual dejó su casa paterna. Su
desarraigo y posiblemente dolor de haber atravesado esta situación lo llevan a ayudar a
su primo, para que viva una experiencia menos dramática al independizarse. Por otro
lado, no se haya indecisión o algún conflicto que tenga que ver con su aceptación sexual,
estos niveles se encuentran superados en ambos personajes, tienen muy clara su
orientación, a pesar de no vivirla con más naturalidad. Por supuesto que la permanencia
dentro del “clóset” se justifica muy bien por múltiples razones históricas, contextuales y
personales; además, teóricamente hay cuestionamientos sobre la posibilidad o más bien
imposibilidad de salir completamente del “clóset”, al existir siempre en alguna medida la
“dominación epistemológica” o la injuria.
La relación entre ambos primos se centra básicamente en esta protección que ofrece
Miguel, a manera de reconstrucción del núcleo familiar, reelaboración a partir de nuevos
79
parámetros y posibilidades de la protección y seguridad que se puede hallar en otra
persona, más allá de su pareja. Esta característica es analizada por Eribón, menciona que:
Por eso la sociabilidad gay –o lesbiana- se basa en principio y ante todo
en una práctica y una «política» de la amistad: hay que tratar de establecer
contactos, conocer a gente que va a convertirse en amiga y formar, poco a
poco un círculo de relaciones elegidas (..) Porque hoy como ayer, el
círculo de amigos ocupa el centro de la vida gay, y el recorrido
psicológico (y a menudo geográfico) del homosexual representa la
evolución de la soledad hacia la sociabilidad en y mediante los lugares de
encuentro (Eribón, 2001: 42-43).
En el texto se utiliza este tipo de entorno para ubicar la historia, se puede encontrar una
especie de grupo, de camaradería, dentro del cual se da la socialización más importante.
Con respecto al personaje principal, el entorno central o básico es el que configura con
su primo mayor, en donde la familiaridad es clara en el sentido de la protección. El
narrador indica también cierto gusto de Miguel por su primo, pero él primero prefiere
dejarlo de lado:
Todavía a veces Miguel recuerda aquella noche en que, después de ver
desnudo a su primo, por accidente, a la hora de dormir, se le despertaron
unas ganas enormes de hacer el amor con él. La cosa no pasó más allá de
una solitaria masturbación en su recámara. Después de esa noche Miguel
decidió apartar a su primo de sus fantasías sexuales y dejarlo sólo como
objeto de cierto sentimiento paternal que quería cultivar (Chaves, 2000:
31).
En el texto no se hacen más referencias explícitas acerca de la relación entre Óscar y
Miguel, o con respecto a la historia personal de cada uno. Miguel se mantiene
generalmente al margen en la vida de Óscar, está ahí como su confidente, el que lo cuida
sin imponerle restricciones, lo escucha y lo aconseja en sus dudas existenciales.
1.3
Óscar y Mario: el juego de la experiencia
80
A duras penas Óscar se separó de ese cuerpo con el
que quería confundirse. Él también tomó un trago
de vino. Tras la pausa siguió una nueva ronda de
caricias y besos, de frotamientos, de rozamientos,
de penetraciones y succiones, un estremecimiento
delicioso de todos los elementos del cuerpo, un
hormigueo encantador en toda la piel, de pies a
cabeza, una agitación hasta la médula de los
huesos, un estallido mutuo de placer y
desvanecimiento (Chaves, 2000: 33).
La otra apertura que presenta la novela en su inicio, y que precisamente se estructura
como la principal línea narrativa del texto tiene que ver con el personaje de Mario
Rosales. Mario aparece en esta nueva etapa de Óscar y su proceso de aprendizaje. Es
precisamente él quien lo lleva al extremo, a la crisis interior, donde decide salir del país
y buscar nuevos horizontes. Además es por medio de Mario que Óscar tiene contacto
directo con la muerte, y así también con su propia realidad, a manera de maduración.
Mario Rosales reaparece en la vida de Óscar, ya que se habían conocido un año atrás. Su
encuentro fue efímero:
Óscar no lo podía creer. ¡Mario llamándolo después de que se había
escabullido por tanto tiempo! Se conocieron en julio de 1981, durante los
festejos del aniversario de la revolución sandinista: Managua hirviendo de
banderas, vítores y gente. Los hasta entonces desconocidos coincidieron
en un viejo galerón que les sirvió del albergue, junto con una docena más
de visitantes. Todos los hoteles estaban llenos, hasta el tope. Sin
comodidades tendrían que dormir en el suelo, sobre colchones viejos y
manchados, pero nada de esto importaba, lo valioso era estar ahí,
apoyando a la revolución en carne y hueso. Mario se había acercado a
Óscar, se presentó y conversaron (Chaves. 2000: 15).
Mario es mayor que Óscar y trabaja como profesor de Historia en la Universidad de
Costa Rica. En la narración es evidente que ambos participan de una estructura muy
similar en relación con la forma en que desarrollan su vida e identidad sexual, es decir,
ambos aceptan su condición sexual y no expresan incomodidad con ella. Desde Mario,
81
por ejemplo, se puede ubicar coherencia y claridad con respecto a su condición, en el
mismo hecho de no cuestionarse sus acciones desde ninguna perspectiva moral. Por otro
lado, vive en una relación de pareja abierta con David, en la que ambos poseen la
libertad de incluir sexualmente a otras personas en sus vidas.
En el personaje de Mario se puede encontrar una línea muy clara a través de la novela, la
cual concuerda con los objetivos propuestos en la presente investigación al formar parte
de un proceso de búsqueda de sí mismo, en el que sufre su propia degradación. Ésta se
da por medio de la realización física del miedo, la enfermedad que empieza a conocerse,
el sida.
El primer encuentro de Mario y Óscar fue pasajero: “Durante las dos semanas que
pasaron en Nicaragua casi no se separaron. Recorrieron las calles del aguerrido
Manimbó, conocieron el escenario de la batalla de Rivas” (Chaves. 2001: 15). Después
de estos recorridos y prometerse un próximo encuentro, ambos se separaron, Óscar trató
de contactarlo, pero fue imposible. El narrador realiza una corta analepsis para ubicar
temporalmente este primer encuentro, para de nuevo volver al punto de inicio del texto,
primer semestre de 1982, cuando se vuelve a establecer contacto entre estos personajes
hacia una posible relación de pareja.
Los encuentros consiguientes de Óscar y Mario se desarrollan en el entorno de lo
cotidiano, salen a tomar, se encuentran en la casa de Óscar, se ven en las clases de la
Universidad; no se desarrolla un conflicto externo respecto de su situación. Al examinar
el texto a la luz de las posibilidades identitarias en relación con la injuria o lo
“injuriable”, como lo menciona Eribon, no se podría determinar aún el peso de una
marca social, de esta forma se presenta un clima de tranquilidad, el cual da claras
representaciones positivas como lo son las posibilidades de encuentro, la conformación
de un espacio (privado) en el que se da un intercambio abierto. La injuria en este sentido
vendría a tomar un papel preponderante a partir de la segunda parte del texto, en donde
el clima cambia y se degrada.
82
Al hablar en términos de identidad, en el presente capítulo, hay una constante referencia
a los esquemas de las masculinidades, su afirmación o su negación, según sea el caso, y
al mismo tiempo las propuestas planteadas. Los personajes centrales poseen
características muy similares a este respecto, pero es necesario hacer una importante
aclaración con la posición o perspectiva textual que se da, desde dónde se cuenta y hacia
dónde se dirige. El plano de los acontecimientos narrativos, claramente diferenciado en
la novela, se ubica en un espacio básicamente privado, en donde se exploran las
subjetividades de los personajes y sus relaciones en niveles muy básicos e íntimos, es
decir no se dirige hacia la demostración pública, hacia una lucha con el entorno, hacia un
activismo político, en el más extremo de los casos. De esta forma las posibilidades
planteadas en relación con las masculinidades se dan en un entorno mucho más
permisivo, no desarrolla el conflicto exterior del ocultamiento de forma amplia, sino,
más bien, este se infiere. El espacio desde donde se cuenta es más bien cotidiano e
íntimo; evidentemente en esta área lo que públicamente es transgresor se hace natural, no
se cuestiona.
La relación entre Mario y Óscar responde claramente a esta estructura al no tener que
definirse en términos de los otros, o dar representaciones falsas de sí misma. Los
sentimientos no se cuestionan, no se reprimen, sino que el texto simplemente los
presenta:
Óscar ya casi no podía hablar. Se sentía tan feliz, tan contento. Ya nada
importaba: ni el examen que tenía que presentar en unas horas más, ni
todo lo que había tenido que esperar para poder por fin abrazar a Mario.
Nada. Nada. Sólo ese estar juntos, así, para siempre, ¿siempre? No pudo
evitar decirle a Mario:
-Te quiero.
- ¿No te parece que es un poco rápido para eso? ¿Cómo es eso de querer a
la primera cita?
- Tal vez vaya muy rápido, pero es lo que siento en estos momentos. No
puedo ni quiero evitarlo (Chaves, 2000: 20).
83
Cabe preguntarse de qué forma hay una diferencia con el esquema falogocéntrico de las
masculinidades y cómo éste se ve representado dentro de la novela. Puede en principio
parecer una pregunta ilusa, al ser la diferencia obvia en relación con el objeto del deseo:
la masculinidad tradicional no contempla la homosexualidad, es más, se funda a partir de
la prohibición básica de ésta, por supuesto esa es la diferencia primordial, y a partir de
ella hay ya una transgresión. La pregunta se dirige, más bien, en el sentido de las
representaciones textuales de la masculinidad que esa diferencia básica arroja. Judith
Butler, en El género en disputa, a partir de sus consideraciones acerca de cómo se
estructuran el sexo y el género13 considera lo performativo como un procedimiento
básico al crear el género. De esta forma se va construyendo a partir de múltiples factores
discursivos, estas diferencias con respecto a la masculinidad tradicional se pueden
analizar desde lo performativo, en sus enunciados principales. La “actuación” del
género, entendida no como una máscara carnavalesca, sino como un proceso, se
desarrolla de formas muy variadas. Para el caso que se está tomando en cuenta posee
características interesantes, ya que la enunciación de sí mismos se hace patente en sus
acciones, en su deseo de conformar una estructura de relación o vinculación más allá de
las normas tradicionales, sin entrar en conflicto directo con éstas.
Mario Rosales, por ejemplo, tiene una relación de seis años con David, en ella se
identifican conflictos típicos de pareja, no caen en roles presupuestos en el patriarcado a
partir de dicotomías, en donde debe haber una feminización de alguna de las partes. Más
allá de esto, su relación se basa en la necesidad de compañía y en la costumbre, de una u
otra manera siempre vuelven a estar juntos, a manera de círculo. Mario se lo cuenta a
Óscar de la siguiente forma:
13
“El género no siempre se establece de manera coherente o consistente en contextos históricos
distintos, y porque se interseca con modalidades raciales, de clase, étnicas, sexuales y regionales
de identidades discursivamente constituidas. Así resulta imposible desligar el género de las
intersecciones políticas y culturales en que invariablemente se produce y se mantiene” (Butler,
2001: 35).
84
-Allá nos conocimos, en casa de un amigo común, un tico que desde hace
más de veinte años vive en París (…)
-¿Y qué pasó?
-Que regresamos y todo cambió. Se entibió la pasión, la influencia de
David, no sé bien, el caso es que las cosas ya no son como antes.
Digamos que vivimos en una crisis perpetua.
-¿No has pensado en separarte de David?
-Sí, lo he intentado, pero al final, de nuevo, termino llamándolo. A pesar
de todo, lo quiero, lo necesito (Chaves. 2000: 40).
La relación de Mario y David no deja ver mayor profundidad en sus conflictos, de la
misma forma que la construcción de los personajes permanece en un nivel de las
acciones, sin mayores conceptualizaciones de su condición personal de forma
introspectiva. Este hecho hace que los planteamientos en relación con la identidad
individual no sean muy ricos respecto de estos personajes. Es evidente una clara
tendencia a la caracterización desde la novela a manera de grupo, las acciones que se
entrecruzan para presentar un tejido textual de testimonio.
Las relaciones entre Mario y Óscar se construyen a partir del vínculo amoroso, en este
sentido se hace un retrato un tanto inmaduro respecto del personaje de Óscar, estas
características corresponden necesariamente con este estadio de su formación en el cual
empieza a relacionarse con un nuevo entorno, nuevas formas de vinculación. Por esto el
enamoramiento en él y la relativa indiferencia de Mario se desarrollan como tópico
central del inicio del texto, como la partida de este proceso de formación y a la vez
preludio de la catástrofe.
Pasada una hora Óscar entregó el examen: incompleto, malechón… no
importaba, ¡al teléfono! Salió rápido del salón y ¡mierda!, sigue lloviendo.
Tan bonita que estaba la tarde… Ya había pasado lo más fuerte del
aguacero, lo de ahora era una lluvia más leve, en quince minutos más
escamparía del todo. Pero no, quince minutos era demasiado esperar.
Óscar se lanzó al espacio abierto, a la tarde lluviosa. Agua reanimante
sobre el rostro, agua en el cuerpo que lo ensopaba progresivamente. Sopa
de lluvia y deseo, caldo de amor (Chaves, 2000: 25).
85
La cita anterior refuerza la idea de las ilusiones amorosas que Óscar empieza a construir
a partir de la figura de Mario, hombre mayor, profesional, el cual representa en gran
medida, los mismos anhelos que Óscar tiene como parte de su realización personal,
además de una estabilidad emocional y profesional. A partir de ese reencuentro Óscar
participa de una ilusión pasajera, ante la inminente evasión de Mario, quien rehúye a los
compromisos y mucho más a los sentimentalismos. La imagen de la lluvia en la que el
personaje principal decide adentrarse, formar parte en una relación casi simbiótica,
recrea una metáfora misma del deseo, de la ilusión amorosa en la que se encuentra. Así
como la lluvia tropical intermitente, Óscar se enfrenta a decepciones amorosas en ese
“caldo de amor”. En este punto es necesario recordar que la imagen del Otro tiene una
importancia capital dentro de la construcción de la identidad de sí mismo, ya que crea la
idea del espejo en el que se ve reflejado, en donde se depositan las esperanzas futuras, a
manera de idealización. Para el caso de Óscar, Mario coincide con ese Otro que lo
estructura, obviamente dentro de la importancia de una de sus primeras relaciones de la
juventud en la que se pierde dentro del abismo del enamoramiento.
Conforme avanza la diégesis textual, el personaje de Mario se aleja un poco de los
conflictos centrales en relación con Óscar. Desde un inicio su vínculo fue efímero y no
pasó de ser parte de una ilusión, más adelante aparece cargado de una serie de
significantes nuevos a través de los cuales se hace patente la problemática del sida.
Este alejamiento se da por diversas razones, en primer lugar Óscar lucha por sacar a
Mario de sus pensamientos, por superar esa etapa vivida y que le causa dolor, además
Mario realiza un viaje a los Estados Unidos con motivos académicos. Es a partir de este
viaje cuando cambia la vida de Mario. Se pueden ver dentro del texto referencias
constantes a Mario y su promiscuidad, precisamente en un contexto en dónde el sida está
avanzando en gran cantidad y con poca información acerca de su prevención.
…que si algo sobra es gente para el sexo, yo no me reprimo, que se jodan
los otros, yo sigo en lo que me gusta, en lo que más me gusta, coger,
coger, coger, uno, otro, aquel, coger mientras se pueda, coger es vivir,
sólo los muertos no cogen, por eso David está muerto, aunque yo lo
86
necesite a ratos, muerto, yo no, yo vivo, yo cojo, nada de hacer el amor,
hacer sexo, hacerse sexo, y esto es más importante que David, más
importante que Óscar, más importante que todo, por eso tengo tan buenos
recuerdo de San Francisco, sí, sexo, sexo en las calles, en los parques, en
los bares, aquí, allí, así, asá (Chaves, 2000: 153).
Evidentemente se infiere que de esta forma Mario adquiere el virus. Posteriormente, a su
regreso a Costa Rica, vive un proceso muy duro, en donde rehace su vida más allá del
pasado, y después la inminencia de la muerte. De esta forma se va degradando poco a
poco y esta experiencia es vivida en parte por Óscar, quien ve los estragos causados en
sus amigos y antiguos amores.
Óscar, por su parte, decide continuar con su proceso, su viaje por ese paisaje que ahora
debe ampliar, más allá de las tumbas que se están acumulando, más allá del entorno
cerrado costarricense, por esto viaja a Roma en donde deja abiertas nuevas posibilidades,
una esperanza, después de las dificultades de su experiencia.
87
1.4
David, el mal tercio
Pero no, Mario y David no actuaban como Batman
y Robin, quienes siempre están juntos, ya sea
luchando contra el mal, ya sea tomando el té como
Bruno Díaz y Ricardo Tapia bajo la tutela del
celestino Alfred. Batman y Robin se cuidan
mutuamente y cuidan la ciudad. Son una pareja
difícil de igualar.
Mario y David están más cerca de Laurel y Hardy
que de Batman y Robin. Sin duda Mario sería el
flaco melancólico mientras que David el gordo
sanguíneo (Chaves, 2000: 47).
El personaje de David, así como se ha empezado a esbozar anteriormente, tiene un estilo
de vida y una visión de mundo muy similares a los de Mario. Su relación se sostiene a
partir de lazos de costumbre y comodidad. David se describe como una persona
despreocupada y tranquila, vive su sexualidad de forma privada como parte de un
pequeño grupo de conocidos y amigos que comparten los mismos intereses; también se
caracteriza como una persona inteligente con la que se puede hablar acerca de temas de
actualidad nacional e internacional.
En el epígrafe anterior encontramos un comentario hecho por el narrador en el cual se
describe la relación de pareja que mantienen Mario y David a manera de compañerismo
satirizado y poco serio, no se desprende de ellos una imagen comprometida, con luchas
comunes y objetivos claros por seguir. La imagen de Laurel y Hardy como pareja cómica
más famosa del cine de la primera mitad del siglo XX se opone evidentemente a la
acción de conjunto, como compañeros, ya que ambos destrozan diversas situaciones
creando resultados risibles. David es economista y constantemente se encuentra
viajando, lo cual posibilita aún más el espacio abierto dentro de la relación. Precisamente
es en uno de estos momentos en el que Óscar entra de nuevo en la vida de Mario, al
regreso de David empieza a conocer la situación y a interesarse más por este nuevo
amigo de Mario, su “pareja”.
88
El personaje de David no tiene mucha continuidad dentro del texto, lo que se conoce de
él se desarrolla especialmente en la primera parte de la novela y se relaciona
especialmente con la situación entre Óscar y Mario. Dentro de este triángulo que
empieza a conformarse, David deja muy clara su posición al acercarse a Óscar y hablarle
de su forma de ver las relaciones y cómo se vincula con Mario desde hace tiempo.
A pesar de los viajes de David y la cierta distancia que existe con Mario a manera de
desahogo, ambos construyen un mundo aparte evidentemente transgresor. A partir de
este punto de vista toman una posición desde la injuria de su condición sexual y visión
de mundo, pero a la vez se liberan del peso de la “identidad”, el cual recae cuando esta
se decide ocultar. En otras palabras y tomando en consideración lo desarrollado por
Eribon acerca del ocultamiento y la toma de la palabra, la reivindicación implica una
liberación en el discurso de la carga del ocultamiento. Acerca de esta subjetividad dice:
El gay que se reivindica como tal es más libre, menos prisionero de la
identidad homosexual que el que debe pensar en ella a cada instante, en
todas las situaciones de la existencia, para no «traicionar» lo que es la
vista de los demás declararse gay es liberarse del peso de la «identidad»
que cargan quienes se esfuerzan por disimular su homosexualidad
(Eribón, 2001: 140).
David no se preocupa por ponerse en evidencia en relación con su condición sexual,
convive con Mario desde un tiempo atrás y dentro del texto no encontramos ningún tipo
de ocultamiento o conflicto que lo lleve a ser injuriado por su sexualidad. De la misma
forma establecen una diferencia dentro de su forma de convivencia al dejar clara la
posibilidad de relacionarse sexualmente con otras personas sin, en apariencia, afectar el
lazo principal.
En este sentido es evidente que ambos personajes han tenido que reinventar sus formas
de vinculación, ya que una vez dejada atrás la estructura tradicional y patriarcal al
decirse a sí mismos dentro de una identidad gay, utilizan un lenguaje distinto, nuevas
89
representaciones de sí mismos, independientemente de su funcionamiento dentro de la
práctica de las relaciones. Respecto de esto Eribon menciona:
Sacudirse del yugo de la dominación interiorizada entraña, por tanto,
además de la decisión de no someterse más, un auténtico esfuerzo por
deshacerse de los antiguos hábitos mentales y gestuales: declararse gay
implica necesariamente un «desaprendizaje» de todas las «apariencias»
que ha habido que aprender con tanta asiduidad y practicar durante tanto
tiempo y con tanta cautela. Todos los gays han aprendido a mentir. Y en
consecuencia tienen que aprender un nuevo lenguaje, una nueva manera
de hablar y nuevos modos de «presentación de sí mismos» (Eribón, 2001:
141).
En la cita anterior se plantea un punto sumamente importante, el cual se podrá en
relación con la mayoría de los personajes dentro de la novela, ya que este
“desaprendizaje” y posterior proceso de dar representaciones de sí mismo es la línea
central a partir de la cual se analizan las identidades dentro del texto, es decir, desde
dónde se habla y en qué medida hay un planteamiento político en la convivencia, en las
maneras de vincularse. Dentro de esta misma perspectiva la primera pareja que se
analiza, la cual es precisamente la primera relación gay de pareja que encontramos en el
texto, implica en sí misma, en su constitución una representación de sí mismos como
individuos.
En primer lugar se deja clara la posibilidad de relacionarse y construir un mundo aparte,
más allá de la injuria, o luchando contra ésta, como principio modelador; el resultado
posterior tiene que ver con una degradación del lazo central, el que deriva en la
costumbre y la relación abierta. Esto nos lleva al segundo punto, hay una manera
diferente de ver la sexualidad de pareja, es decir, no participa de los valores básicos de
fidelidad y compromiso, en relaciones opuestas o bipolares de pasivo/activo,
masculino/femenino. Es necesario además reconocer que no es nuevo tampoco para las
relaciones heterosexuales el planteamiento de nuevas posibilidades de vinculación como
lo son las parejas abiertas, es decir, no se está inventando nada nuevo, el caso es que
incluso dentro de las relaciones heterosexuales estas prácticas no participan de la
90
oficialidad ni mucho menos de la tradición, así que son fuertemente sojuzgadas. Lo
importante en este caso es determinar cuáles son los caminos que se empiezan a forjar en
relación con las identidades gays tanto individuales como grupales.
Se puede observar, por ejemplo, la actitud de David al visitar a Óscar en su casa, el
mismo David se encargó de concertar la cita. En esa ocasión conversaron acerca de la
relación de ambos con Mario, y cómo pensaban proceder cada uno a ese respecto. Como
se señaló anteriormente, se refuerza la idea de los terceros: dice David: “La relación que
Mario y yo tenemos no se va a acabar porque vos entrés en escena. Como mucho la
enriquecerías” (Chaves, 2000: 59). De esta forma vemos cómo se mantiene la idea de
que el vínculo entre ambos es fuerte y no se deshace fácilmente con la entrada de un
amante, simplemente se renueva. Más adelante continúa:
-Yo seguiré queriendo a Mario, a mi manera, ayudándolo en todo lo que
pueda, pero podré también estar un poco más lejos. Hasta ahora no he
podido decirle que me gustaría separarme un tiempo, hacer otras cosas,
pues me da temor que no entienda y caiga en sus depresiones terribles.
Pero si él por su parte se interesara en otra persona, alguien como vos,
entonces yo podría alejarme, sin culpa, sin esa angustia de que tu partida
hace mierda a alguien, a alguien a quien, a pesar de todo, todavía quiero
(Chaves, 2000: 60).
Es evidente que David necesita alejarse de Mario por un tiempo, pero no puede hacerlo
de un momento a otro, o dejándolo solo, ya que considera que su compañero es
sumamente débil para soportarlo. Por ese motivo le cuenta a Óscar el momento en el que
Mario estuvo a punto de suicidarse por motivo de una de sus separaciones. De esta forma
le hace saber a Óscar que él es importante en la vida de Mario, ya que se ha interesado
en verlo más seguido, cosa que no ha ocurrido con ningún otro de sus amantes
anteriormente. Por otro lado, discuten acerca del concepto de fidelidad que manejan, o
más bien la inexistencia de éste; para David eso no es importante y él mismo no es infiel
simplemente porque no le interesa, de esta manera responde a la pregunta de Óscar
acerca de si es infiel: “-Podría, pero no me nace. Cuando quiero hacer el amor, lo hago
91
con Mario y ya. Todavía disfrutamos montones. Ya no es como al principio, pero…” a lo
que Óscar responde: “-Tu fidelidad no es virtud, es inercia” (Chaves, 2000: 61-62).
A partir de este momento la relación entre Mario y David va en degradación, se
mantienen solamente a partir de lazos pasados, el recuerdo de lo que fue. La
caracterización de la pareja a manera de pareja cómica, en la que se ven claramente dos
polos, se intensifica por el hecho de que sus intereses se hacen cada vez más extremos.
Mario trata de llenar su soledad y depresiones por medio del sexo desenfrenado, a través
de una gran cantidad de encuentros rápidos. Por su parte David resulta más mesurado y
tranquilo, su personalidad no lo lleva hacia el desenfreno sexual.
En esta situación encontramos rasgos interesantes con los cuales se pueden empezar a
establecer líneas básicas de las identidades gays presentes en la novela. La situación
anteriormente descrita es quizá la primera relación de pareja gay que se desarrolla dentro
de la literatura costarricense, en donde el conflicto de los personajes no tiene que ver con
su orientación, sino con sus frustraciones como seres humanos, sus tipos de vinculación,
el amor propio y el amor por los demás, es decir, conflictos que tienen que ver con el
género humano en la interacción social, y no con un grupo determinado que sufre
discriminación y es señalado a partir de la injuria del discurso. Las relaciones
triangulares tienen un extensísima tradición en la literatura de occidente, no presentan
ninguna novedad, más allá de esto el texto empieza a desarrollar este triángulo que se
desarma de a poco dentro de un nuevo marco, una nueva perspectiva, en este caso
relaciones entre personas del mismo sexo. No hay un espacio dado a la valoración de los
hechos como parte de una moralidad transgredida, ni desde el espacio del narrador, ni
desde la voz de la masa, ya que no tiene cabida dentro del texto.
David, poco a poco, empieza a separarse de Mario, decide que desea estar solo, tener una
vida distinta en la que no tenga que depender tanto de una persona. Esto se da
especialmente después del viaje de Mario a San Francisco. El personaje de David se va
92
desdibujando dentro del texto, ya que su posición con respecto a Mario se elimina, y de
esta forma desaparece por fin el triángulo.
1.5
Martín, Teresa…y Javier variaciones sobre un tema del armario
Pero llegará el momento en que no te querré del
todo. Hasta entonces volveremos a hablar cara a
cara, veré tu rostro de nuevo y ya no me veré
reflejada, pues cuando ya no hay amor se diluye
nuestra imagen en los ojos del amado. Porque en
esto de ver y amar, mi querido Narciso, no importa
si se trata de mujeres o de hombres: finalmente,
todos nos ahogamos en las aguas del otro.
Sinceramente espero que este momento de
repliegue del sentimiento llegue pronto.
Hasta entonces,
Teresa
P.D.: les deseo lo mejor tanto a vos como a tu
amigo, de veras (Chaves, 2000: 155).
El personaje de Javier es de gran importancia dentro del texto desde varias perspectivas,
ya que reúne en él características necesarias que completan el panorama que se presenta
de la diversidad sexual y del sida en Costa Rica. El primero porque es el amigo de Óscar
que mantiene una relación con un hombre casado y el segundo porque contrae VIH por
medio de una transfusión de sangre y no por relaciones sexuales. De esta forma se
exploran diversas posibilidades en relación con las identidades y con la epidemia.
La primera referencia que encontramos en el texto sobre Javier es la de ser vecino de
Óscar en Barrio Amón y que vive en un apartamento que le paga su padre. Este
encuentro se da por primera vez en una fiesta a la que Óscar asiste en la finca de
Debayle:
En la fiesta Óscar vio a un antiguo vecino suyo de Amón, uno al que
nunca se había atrevido a hablarle. Tenía un cuerpo fornido pero sin
93
músculos excedidos, el pelo corto y tan negro como sus ojos. Óscar se
acercó y se puso a conversar. Pues bien, el exvecino se llamaba Javier y
resultó ser más locuaz y simpático de lo que hubiera podido pensarse a
primera vista (Chaves, 2000: 79).
Javier ya no vivía en Amón porque ahora compartía un apartamento en Rohrmoser con
su pareja Martín. Es precisamente el personaje de Martín en quien se puede identificar
una característica muy común dentro de la tradición de imágenes de personajes gay,
como lo es la doble vida, el no poder asumir completamente el rol descalificado
socialmente, pero que tampoco se puede dejar de vivir debido a su insistencia. Para este
tópico la novela va más allá y muestra de forma somera un avance o desarrollo de este
personaje respecto de su situación, en el que se presenta una resolución de cierta forma
positiva para este hecho; esto se da debido a que Martín logra plantear su posición, en
primer lugar frente a sí mismo (asumir sus decisiones y comportamientos), luego ante su
esposa.
Esta historia se va desarrollando dentro de la novela en un nivel secundario de las
acciones, y aumentando en la medida en que Javier se hace cada vez más cercano a
Óscar. La amistad de ambos crece poco a poco a partir de ciertos hechos que los hacen
tener una visión compartida del mundo, además de sus afinidades. Óscar empezó a
visitar el apartamento de Javier y a compartir más de sus vidas; el hecho que los unió de
una forma extraña fue el viaje que hicieron a San José de la Montaña. En principio se
presentaba como algo cotidiano, un paseo más, pero poco después surgió la idea de los
hongos alucinógenos, a partir de una pregunta hecha por Óscar. Al llegar a su destino se
dispusieron a buscar los ansiados hongos entre los potreros, tratando de diferenciarlos de
los que podrían ser venenosos. Esta ingesta “mística”, la cual será analizada a fondo más
adelante, divide el texto en dos, como un parteaguas muy claro en el que se anuncia la
venida de la desgracia. Todo esto debido a que su experiencia hace que Óscar tenga
visiones horribles de muerte y destrucción, como un anuncio inevitable de algo que se
avecina en el que “…Óscar reconoció una parte de su propio rostro” (Chaves, 2000: 97).
94
Más adelante se comprenderá que este presagio oscuro también será parte de Javier, así
como de Mario, materializado en la inminencia del sida.
Dentro de este panorama Javier representa a un joven lleno de vida, como lo describe
Óscar al conocerlo: “Observaba sus dientes fuerte y brillantes, sus labios delgados, una
mirada llena de ganas de vivir. Estar junto a Javier significaba cargarse de vitalidad”
(Chaves, 2000: 79). Todas estas ganas de vivir se contrastan con el dolor de la
enfermedad, la cual llega a su organismo no por su condición de homosexual, sino por su
hemofilia. Durante los primeros años en los que se dio a conocer la epidemia del sida
muchos hemofílicos resultaron infectados debido a las transfusiones con sangre
contaminada, al no tener suficientes mecanismos de control en el análisis de la sangre
donada en los bancos.
Con respecto a los otros puntos que se pueden rescatar en relación con las identidades,
Javier goza de una independencia muy particular, al ser su padre quien lo impulsa a
tomar su propio apartamento para que adquiera nuevas responsabilidades, no
encontramos un corte drástico con la familia por su condición sexual, ni siquiera si el
tema sea un punto de discusión entre ellos. Además Javier vive su sexualidad sin
ninguna reserva ni problema de discriminación alguno:
Javier tenía muchos amigos gay pero no era afecto a bares y lugares de
baile. Ir a un lugar en donde para acostarse con otro sólo había que hacer
un trámite verbal rápido no tenía chiste. Asediar a alguien que casi con
certeza va a contestar que sí no es verdadera cacería. La gracia está en el
peligro, en la incertidumbre de saber si el otro es o no es, si quiere o no
quiere (Chaves, 2000: 84).
Así como se han caracterizado anteriormente las distintas posibilidades que se
encuentran en la novela respecto de las identidades, se puede también subrayar en el
personaje de Javier, dentro de su libertad, ganas de vivir, apego a su condición (gay)
desde un punto de vista positivo, y posteriormente ante la enfermedad, una actitud nueva
a partir de su positivismo, ya que no había muchas representaciones del sida dentro del
95
imaginario colectivo aún, y lo único que abunda es la incertidumbre, el dolor, la amenaza
de la ignorancia y la muerte. Por esta razón la novela empieza a presentar en la literatura
costarricense el sida y sus primeras metáforas de discriminación y dolor, así como de
lucha y perseverancia. Evidentemente los hemofílicos fueron de los primeros afectados,
antes de desarrollar exámenes certeros en la detección del virus en la sangre.
A partir de este punto de la novela, por la relación entre Javier y Óscar, se empieza a
cumplir el presagio, el paisaje se torna de muerte, de tumbas. Óscar se ve rodeado de
toda esta nueva información, constantemente surgen discursos de odio, de prevención, de
alerta. Desde este punto de vista los personajes de Javier y Martín son sumamente
importantes, ya que se identifican como parte de un proceso capital en los movimientos
identitarios de la comunidad gay lésbica durante los últimos treinta o cuarenta años del
siglo XX. En ellos se observa el paso de un ocultamiento (sojuzgamiento en términos de
Eribon), hacia una libertad relativa, en donde el planteamiento de la sexualidad no se
cuestiona desde las imposibilidades de la heterosexualidad normativa, sino que se dan
discursos nuevos, posibilidades. Este aspecto es determinante dentro de la novela, ya que
es precisamente dentro de estas caracterizaciones de la identidad en donde se puede
mencionar un cambio respecto de la historiografía literaria costarricense al limitar los
prejuicios y subrayar la disolución de un esquema patriarcal y bipolar, por ende
discriminatorio.
Kosofsky Sedgwick analiza la cuestión del armario a partir de las representaciones que
de él se dan en la literatura como un mecanismo de silenciación, o en su contrario, como
una salida. A este respecto David Córdoba (2005) menciona:
Sedgwick ha denominado “epistemología del armario” al tipo de juego de
poder que se ha estructurado alrededor de las cuestiones de la visibilidad
y la invisibilidad, del silencio y la toma de la palabra, del secreto y el
outing (o salida del armario), de la lucha en definitiva por la legitimidad
de la instancia que designa y muestra la diferencia. (…) Pero este
mecanismo de ocultación y silenciamiento es mucho más complejo de lo
que pueda parecer a simple vista. Por dos motivos: en primer lugar porque
96
la estrategia de silenciar estas realidades ha consistido, como ya he
apuntado, en la producción de la figura estigmatizada del / la
«homosexual», dándole por ello un tipo de visibilidad que, aunque
impuesta y gestionada por las instancias normativas (lo cual implica su
construcción en términos negativos), ha supuesto la posibilidad de
reapropiación y rearticulación de sus significados por parte de los sujetos
marcados por esas imágenes. En segundo lugar, porque el silencio
impuesto se convierte en imperativo de confesión en múltiples ocasiones,
en las cuales o bien la homosexualidad es hecha pública desde el poder
enmarcada en un contexto de escándalo, o bien se culpabiliza al sujeto
que ha mantenido el secreto frente a las instancias normativas (Córdoba,
2005: 51).
Evidentemente Javier toma una posición fuera del armario y estructura sus relaciones y
modo de vida de forma coherente con su sexualidad, por otro lado sus amplias
posibilidades económicas, gracias a su padre, hacen que pueda vivir de forma
independiente sin propiciar un conflicto. Además logra mantener una relación de pareja
“estable” dentro de una convivencia alternativa, al irse a vivir al nuevo apartamento de
Rohrmoser. Por esto forma parte de la toma de la palabra, de la visibilidad que se opta
dentro del “coming out” que menciona Sedgwick, así como otros personajes de la novela
en los cuales no encontramos todo un proceso de aceptación, doble vida, o afirmación de
las estructuras del patriarcado (Óscar y Miguel por ejemplo).
El caso de Martín participa en principio del otro extremo, para él es necesario e
indispensable mantener las apariencias por motivo de su tardía aceptación como gay. El
narrador hace referencia a la vida de Martín antes de conocer a Javier y su relación con
Teresa, la esposa. En de este contexto se puede suponer que Martín permanece por
completo dentro del armario y decide construir una vida “normal” dentro de las
características tradicionales de familia en donde los roles de género están muy
claramente diferenciados. La caracterización de Teresa responde a la mujer como ángel
de su hogar y al hombre que es proveedor y preñador, ya que también han cumplido con
el imperativo de la reproducción.
97
El narrador menciona lo siguiente a propósito de Teresa:
Ella se encargaba de que todo estuviera siempre bien dispuesto en la casa,
las cosas en su justo lugar, el aseo impecable, la contratación del servicio
doméstico, en fin, los normales ajetreos de un hogar burgués. (…)
Teresa casi siempre estaba de buen humor. Algunas noches, cuando
Martín llegaba cansado del trabajo en el bufete, entonces ella se
encargaba de que nada ni nadie lo molestaran, entablaba conversaciones
de temas ligeros, que no lo abrumaran, contaba chistes y eventos de la
vida cotidiana que alejaban a Martín de los asuntos del trabajo. A veces le
daba masajes en la espalda que relajaban a Martín, que lo dejaban a
Merced de una geisha nevada (…)
Sí, Teresa tiene un prestigio bien ganado en las artes culinarias. Incluso
en varias ocasiones la han invitado a programas para mujeres en la
televisión, de esos en los que se transmiten clases de costura, cocina,
escultura de verduras para decoración de ensaladas, tejido, yoga, gimnasia
así como el sublime y torturado arte del bonsái (Chaves, 2000: 85-86).
Estas características reflejan un típico personaje femenino construido con base en la
feminidad tradicional. Esta familia es la única que se presenta en la novela en la cual se
refleja la estructura promulgada en el país dentro de la estructura eclesiástica católica y
avalada al cien por ciento por el Estado. La forma en que el narrador habla acerca de
Teresa y su familia da una impresión satírica, hasta de ridículo de esa condición
femenina que se ve dignificada en las labores de madre abnegada y esposa ejemplar.
Teresa se desvive por su marido, hace que cuando él esté en la casa se hable solamente
de cosas que le den paz y tranquilidad. Sus habilidades culinarias se resaltan de una
manera muy elevada, al punto de participar en programas de cocina en la televisión, en
los que su programación está saturada de clichés femeninos decimonónicos y
obviamente burgueses. Es innegable que esta imagen de esposa así como de familia
constituida por estos personajes se ha conformado como un ejemplo dentro de las
sociedades latinoamericanas, un ideal al que se aspira a llegar, en especial dentro de las
clases medias, las cuales tienen graves problemas a partir de los años ochenta en Costa
Rica.
98
Es muy significativo que esta familia modelo sea la que se destruya a causa de la
aceptación de Martín de su condición sexual. Es Javier el punto de ruptura de esta
relación, en la que se puede fácilmente encontrar la metáfora de la sociedad
costarricense, idealizada, estereotipada, más allá de los antiguos ideales campesinos,
transportados ahora dentro de la vida urbana de clase media, el poder adquisitivo de un
grupo y los valores propios de su entorno. Si se analiza desde un punto de vista
conservador, se producen discursos muy comunes y repetidos constantemente en
espacios moralizantes y religiosos, como por ejemplo una muestra clara de la pérdida de
los valores, de la destrucción de la familia como base indispensable de la sociedad, y por
ende una evidenciación de la maldad y el decaimiento moral que sufre la sociedad desde
esta perspectiva. Desde la perspectiva de las identidades queer en la teoría
contemporánea, esta imagen de familia que se fragmenta y da paso a una nueva manera
de convivencia y de relacionarse representa un cambio social indispensable. Es muy
significativo para estos efectos que la novela construya un espacio realista amparado a
partir de hechos históricos y textos periodísticos íntegros, ya que se da una perspectiva
que intenta acercarse a una realidad de Costa Rica en determinado momento; de esta
manera las lecturas del texto se orientan a manera de testimonio, en el cual se da fe de
ciertos acontecimientos que marcaron la historia del país, por lo tanto el efecto logrado
con estas estrategias hacen verosímil la emergencia de las nuevas identidades, de las
nuevas posibilidades y de la reivindicación del espacio marginal, todo esto sin encontrar
un discurso deslegitimador de estas posibilidades, es decir, no se ocupa de sojuzgar al
personaje desde ninguna perspectiva, la marginalidad toma la palabra y se dice dentro de
un espacio renovado y sumamente desconocido para el común de las personas, en
especial dentro de los cánones literarios.
Esta salida del armario como metáfora de la sociedad costarricense se da poco a poco en
el personaje de Martín. El narrador señala que este cambio de orientación no se da como
generación espontánea, de repente y sin antecedentes, sino que forma parte de todo un
proceso en el que el personaje negaba que estas características fueran reales:
99
Desde muchos años antes Martín había sentido brotes de atracción por los
hombres, y al principio le preocuparon, pero después ya no, y los tomó
como manifestaciones esporádicas y quizá perversas que valía más
esconder y esperar que por falta de uso se secaran. Además, hacía muy
bien el amor con las mujeres. Casi todas se mostraban satisfechas en el
lecho y, sobre todo, Teresa, su mujer. Cuando se casaron él la amaba más
que a nadie, por ella hubiera dado su vida toda, gota a gota. Sin embargo,
ahora, si en este preciso instante Martín tuviera que optar, dada una equis
situación límite, entre la vida de Teresa o la vida de Javier, estaba seguro
que lo salvaría a él (Chaves, 2000: 84).
Martín y Javier se conocieron en la piscina del club, en ese lugar se encuentran en el
baño sauna en donde Martín sucumbe ante el erotismo evidente del joven. Estos
acontecimientos son narrados de una forma muy intensa para escenificar la pasión
desbordada de ambos, en especial el gusto por lo nuevo y prohibido que experimentaba
Martín: “Los orgasmos acaecían como las lluvias de la tarde. No constituían actos
definitorios ni definitivos. Para Javier eran tan naturales como comer o dormir” (Chaves,
2000: 81). A partir de este momento comienzan a surgir más dudas en Martín acerca de
su sexualidad y de su vida en general, luego de algunas más negaciones no puede
resistirse a seguir viendo a Javier: “¿Por qué dejarse engatuzar por un chavalo…
maricón? ¿Qué te pasa, Martín? ¿Qué se mueve dentro de vos?” (Chaves, 2000: 81).
Ante todo esto Martín debía elegir continuar con su vida “normal” o aventurarse a lo
nuevo, pero prohibido y sancionado socialmente. Al final decide continuar con Javier,
pero de una manera en la que se puedan mantener ambos mundos, por lo que adquieren
juntos el apartamento en Rohrmoser para hacerlo su espacio. Esta decisión es igualmente
conflictiva ya que el juego de poder que se gestiona entre visibilidad e invisibilidad se
convierte en una lucha.
Esta condición a medias, ambigua, no tiene un gran aporte dentro de las nuevas
posibilidades identitarias que se estudian acá, ya que permanece dentro del ocultamiento,
mantiene un estatus regulado por las normas sociales tradicionales de la
heterosexualidad, no da la cara ni expone su palabra como subversión del discurso, más
bien pertenece también a una larga tradición de ocultamiento y doble moral. La situación
100
logra mantenerse por un tiempo hasta que ocurre un acontecimiento que le da un giro
completo, Javier, debido a sus transfusiones se contagia con el VIH. Esto se da mientras
Martín estaba fuera del país, así que a su regreso se encuentra con el nuevo panorama.
Antes pensó que ella nunca lo comprendería, ahora tenía la esperanza de
que sí, de que ella entendería la situación, de que a pesar de todo, ella le
permitiría seguir viendo a los niños. Después de todo él era el padre. ¿Y
el escándalo social? ¿Por qué te divorciás? – preguntarían sus amigos, sus
familiares-, ¿dónde vas a vivir, ¿qué pasó, colega? ¿Qué decir? Poco, muy
poco, lo necesario para plantear que es un asunto estrictamente personal
del que no quiero hablar, discreción máxima, aunque claro, los chismes y
murmullos se soltarán, ¿seré lo suficientemente fuerte para resistir? Sí, lo
seré, lo haré, resistiré, tengo que, no hay de otra, hay temor pero también
un cierto orgullo por decidir mi camino, qué camino, este con Javier que
lleva a ¿adónde?, ¿a la muerte?, tal vez, no, no sé, no decido el camino,
sólo me salgo de él, un camino sin Teresa, un camino con Javier (Chaves,
2000: 149).
El principio está colmado de dudas y debe tomar una decisión a partir de la cual se puede
encontrar otro de los aportes indiscutibles de la novela en relación con las identidades
gay lésbicas en la literatura costarricense, ya que opta por mantener su relación con
Javier y enfrentar una serie de obstáculos sumamente complicados. Como se puede ver
en la cita anterior, en lo primero que Martín piensa es el desprestigio social, qué pasará
cuando le pregunten por qué se divorcia, por qué quiere dejar esa vida tan perfecta que
lleva junto con Teresa. La respuesta a esa pregunta lo atormenta de cierta manera al ser
su realidad una exposición ante la injuria, ante el rechazo de sus amigos, conocidos y
colegas. Por lo tanto se opta por el silencio, pero este no impide la ruptura, de esta forma
la visibilización no es total, sino parte de un proceso. Por otro lado piensa en Teresa, en
su reacción, en cómo lo va a calificar y si lo va a entender. Y finalmente en su futuro con
Javier, quizá la decisión más difícil de todas, ya que no sabe si lo dirige hacia la muerte.
De cualquier forma toma su determinación y se queda con Javier, en este punto el sida es
el que da nuevas representaciones, cambia por completo la problemática de la identidad
sexual y le incluye un matiz más, ya que para los inicios de los ochenta el hecho de ser
101
gay estaba íntimamente relacionado con la condición de enfermo terminal, de peste
social.
Las consecuencias sociales de este tipo de decisiones se hacen presentes en la injuria, ya
que el salir del armario (en cualquier nivel) implica una pérdida, e incluso no otorga una
completa libertad, ya que esta no es posible. David Halperin (2000) lo explica de la
siguiente manera:
El clóset no es más que el producto de complejas relaciones de poder. La
única razón para estar en el clóset es protegerse de las formas diversas y
virulentas de descalificación que uno sufriría si se conociera públicamente
su condición sexual. Quedarse en el clóset, ocultar la homosexualidad,
implica también someterse al imperativos social impuesto a los gays por
los que no se identifican como gays, que protege a estos no del
conocimiento de la homosexualidad de alguien, sino de la necesidad de
reconocer la homosexualidad de alguien. Aunque brinde a sus ocupantes
una serie de posibilidades, inaccesibles de otra forma, y les dé algunos de
los privilegios reservados a los heterosexuales, no es posible pensar al
clóset como una experiencia de la libertad. (…) Por el contrario, salir del
clóset es exponerse a un conjunto diferente de peligros y
constreñimientos, convertirse en una pantalla en la que los strights pueden
proyectar todas las fantasías que tienen sobre los gays y padecer por el
hecho de que cada gesto, frase, expresión, opinión sean marcados de un
modo irrevocable por la abrumadora significación social de una identidad
homosexual reconocida públicamente. Si al salir del clóset uno se libera
de un estado de opresión, no es porque este acto nos haga escapar de las
redes del poder a un lugar fuera del poder: pone en juego, más bien, un
conjunto distinto de relaciones de poder y altera la dinámica de las luchas
personales y políticas (Halperin, 2000: 51-52).
De esta forma los distintos niveles en que los personajes se exponen ante la verdad de su
sexualidad los exponen a otras situaciones, en las que no se puede decir que haya
completa libertad, sino nuevos enfrentamientos. Son estas las dudas que enfrenta Martín
al dejar su vida estable y socialmente aceptada. Es este el inicio de su camino a una
identidad gay socialmente reconocida, aunque en el principio no hable de eso a nadie
más que su esposa, quien conoce las verdaderas razones, es evidente que poco a poco se
expondrá a la vista pública, a la injuria, a los discursos homófonos y discriminatorios,
102
junto con la carga de tener una pareja que sufre de una enfermedad que para ese
momento es llamada el “cáncer gay”, por lo tanto la injuria se duplica. Hay entonces en
esta posición un verdadero cambio discursivo, una diferencia respecto de las otras
imágenes, en las que se da no solo una aceptación de sus propios gustos sexuales como
salidos de la norma, sino otra visión de mundo, una alternativa.
1.6
Cavafis: la subversión queer o “más sabe el diablo por playo que por
diablo”
Bueno, es que, sabés, a mí no me gustan los
hombres suaves, como los que están afuera, en la
fiesta, finos, guapos, educados, ¡unas verdaderas
monadas!, como para regalarlos en navidad
envueltos en papeles de colores. Yo busco en otra
parte, más abajo, hombres… ¿cómo te diré?...
hombres más hombres, hombres más rudos,
albañiles, chulos, maleantotes… Vos sabés si te
arriesgás…(Chaves, 2000: 53).
Cavafis es uno de los personajes más interesantes de la novela pues concentra en él una
serie de características y comentarios que dan una perspectiva mucho más amplia del
panorama de las identidades. En primer lugar se identifica directamente con el poeta
griego contemporáneo Constantin Kavafis, quien es famoso por su poesía homoerótica.
En la novela no se deja claro si es en realidad el nombre o un apodo del personaje, quien
nació en Marsella, de padre griego y madre española. Tiempo después llegó a Panamá
por negocios, de donde posteriormente pasó a Costa Rica
y fijó su residencia
permanente. Tiene su casa en Ciudad Cariari y se menciona que tiene dinero, ya que
hace grandes fiestas en su casa. Posee colecciones de arte costarricense y orquídeas,
además de una gran biblioteca. La primera vez que se menciona este personaje dentro del
texto tiene que ver con una de las fiestas que dio en su casa, a la que Óscar asistió:
103
-Buenérrimo. Vos sabés qué espléndida es la Cava como anfitrión.
Andaba muy contento pues estrenaba un peluquín plateado que ni para
qué te cuento.
-Ya me la imagino. Antes, en sus buenos tiempos, no era un peluquín sino
peluca lo que se ponía.
-¿De verdad?
-Por supuesto. Yo iba a sus fiestas. Me acuerdo de una en que salió
vestida de Sarita Montiel Cava la violetera. Fue en su finca de Cartago.
Todo un show travesti, con música y coreografía. Una fiesta réééégggia,
como dirían los nicas (Chaves, 2000: 36).
La anterior es una conversación entre Óscar y su primo Miguel. La fiesta a la que Óscar
asistió es donde se ve más típicamente dentro de la novela el consumo de drogas como
cocaína, popers y marihuana, entre otras. Esta situación se repite constantemente dentro
de la novela, en especial durante las fiestas privadas; Cavafis, por su parte, siempre
utiliza la cocaína.
Cavafis se puede identificar en cierta medida con un personaje mucho más tradicional
dentro de la literatura al hacer referencia al homosexual, como un hombre feminizado,
que en ocasiones se viste de mujer, habla en femenino, tiene poses de diva trágica y se
ocupa en gran medida de las cuestiones de la moda y el arte. Este personaje de la
“loca”14 posee una larga tradición en la que muchas veces toma un rol cómico dentro del
texto, o por otro lado, de inadaptación. La novela, en este caso, a pesar de poder caer en
tipificaciones comunes, construye este personaje de forma más profunda, ya que además
de sus comentarios satíricos y banales, hace referencia a una parte muy importante
dentro de la construcción de las identidades gay-lésbicas, como son las caracterizaciones
feminizadas para los hombres y el travestismo como forma de desestabilizar el “orden”
del género.
Este tema ha sido de gran importancia dentro de las discusiones de las identidades y su
planteamiento político, ya que las posiciones obviamente son muy difíciles de conciliar,
entre quienes optan por una diferencia marcada de género, en la que la desestructuración
14
“Loca” es el adjetivo utilizado en muchos países latinoamericanos para caracterizar al gay afeminado.
En principio tiene un carácter peyorativo, pero es mucho más utilizado dentro de la misma comunidad gay.
104
de los géneros y sus roles sea evidente, así como su desnaturalización, esto por medio de
el travestismo, la drag queen, etc. Por otro lado están quienes consideran la asimilación
de los roles más tradicionales de sexo y género pero en una forma de vida gay. Como se
planteó en el marco teórico, el desarrollo de la teoría queer se ha sustentado en gran
medida en las consideraciones acerca del género hechas por Judith Butler a inicios de los
años noventa, pues sus ideas sobre la performatividad del género abrían las posibilidades
a sus distintas manifestaciones.
El género es la estilización repetida del cuerpo, una serie de actos
repetidos–dentro de un marco muy regulador y rígido- que se congela con
el tiempo para producir la apariencia de sustancia, de una especie natural
de ser. Una genealogía política de ontologías de género, si se logra hacer,
deconstruirá la apariencia sustantiva del género en sus actos constitutivos
y ubicará y dará cuenta de esos actos dentro de los marcos obligatorios
fijados por las diversas fuerzas que vigilan la apariencia social del género
(Butler, 2001: 67).
Esta repetición a la que hace referencia la autora tiene que ver con la fuerza
performativa, esos enunciados repetidos que constituyen el género; ahora bien, esta
constitución no es natural, sino producto de la performatividad discursiva, en este caso se
intenta desestructurar la idea de género prediscursivo y que es dado y correspondiente a
un sexo en específico. Desde este punto de vista las actuaciones de género no se ubican
necesariamente como una forma simple de vestirse otro género, y ya por usar ropa
femenina se es mujer, sino que a partir de ellas demuestra la inestabilidad de estas
características consideradas femeninas o masculinas en subversiones performativas. Es
decir, el travesti demuestra lo artificial del género.
La actuación de la vestida afecta la distinción entre la anatomía del actor
y el género que se actúa. Pero, en realidad, estamos ante la presencia de
tres dimensiones contingentes de corporalidad significativa: el sexo
anatómico, la identidad de género y la actuación de género. Si la anatomía
del actor es para empezar distinta del género, y estos dos son distintos de
la actuación de género, entonces esta indica una disonancia no sólo entre
sexo y actuación, sino entre sexo y género, y entre género y actuación.
Así como la vestida crea una imagen unificada de la “mujer” (a la que
105
suele oponer la crítica), también revela el carácter distinto de los aspectos
de la experiencia de género que falsamente se han naturalizado como una
unidad mediante la ficción reglamentadora de la coherencia heterosexual.
Al imitar el género la vestida implícitamente revela la estructura
imitativa del género en sí, así como su contingencia (Butler, 2001: 169).
A partir de esto se identifica la parodia del género como la forma de revelar el carácter
artificial del género en sí. Cavafis utiliza este tipo de parodias dentro de sus fiestas, en
las que él mismo solía representar el show de la noche. Durante una de las fiestas en la
casa de Cavafis se da un diálogo muy interesante respecto de estas situaciones de género
y los cambios que se van dando de acuerdo con las épocas.
Hace quince años, en vez de este bailoteo rockero y este desmadre (hay
gente cogiendo en el sauna, Jenaro, por si no te has dado cuenta),
estaríamos viviendo un show travesti, con mucho maquillaje y lentejuelas.
-¡Y vos en el escenario! –exclamó Víquez, mientras acariciaba en la
mejilla a la felina, quien sonriente se limitaba a seguir la conversación de
los hombres.
-Of course, darling, of course. ¡En primera fila! Los muchachos de hoy
han cambiado las plumas y el maquillaje por las pesas, los blue jeans y los
zapatos tenis (Chaves, 2000: 56).
Por el contrario, Óscar tiene una forma de pensar muy diferente, ya que no acepta esas
formas de tratamiento en femenino o el hecho de vestirse de mujer como parte de los
shows de las fiestas, y lo plantea como otra forma de poner en juego la normalidad: “Pues yo ni plumas ni cadenas –intervino Óscar-. No creo que ser gay signifique una
licencia para disfrazarse. Todo lo contrario. Se trata de quemar las máscaras y los
antifaces y de poner en duda una supuesta normalidad” (Chaves, 2000: 57). Las dos
posiciones tienen el objetivo de plantear una posibilidad dentro de las identidades gays
con la cual se subvierta la estructura tradicional, se dé la cara y se enfrenten las fobias y
discriminaciones. Es evidente dentro del texto que hay una preocupación constante por
acercarse a estas identidades, a estas distintas formas de pensar. Pero lo más importante
es que reconoce un planteamiento político en la identidad y una preocupación por este,
es decir no se da simplemente el deseo escondido, la prohibición, etc., sino un sentido de
106
comunidad, de lucha y de necesidad de expresión más allá de los estereotipos. Ante este
comentario de Óscar, Cavafis manifiesta su posición con respecto a la palabra gay:
-Se nota que estás tiernito, querido. Esa misma palabra que usás, gay, ¡eso
es nuevo!, es de ahora, una gringada más que recorre el mundo. ¿Quién
era «gay » hace veinte, veinticinco años? ¡Ni Pablo VI con sus
monaguillos cuando era arzobispo de Milán! Se era maricón, para el que
le gustaban los términos descarnados, o «de ambiente», para el que
prefería los eufemismos. Ahora todos usamos gay para arriba y gay para
abajo, y nos gusta el término porque nos da un aire de cierta sofisticación,
gay, are you gay?, porque suena mucho mejor que playo, maricón, culiolo
o el más viejo de pájaro, que duelen, que aún ofenden a muchos. Gay no,
porque es un término que hemos elegido nosotros y no los bugas –los
heterosexuales, como dicen las científicas de hoy-. Pero, como todo, el
término tiene su historia, nació un día y morirá otro (Chaves, 2000: 57).
La cita anterior se enmarca dentro de una amplia discusión acerca de los términos, dentro
de lo que han sido los diversos movimientos de liberación sexual desde los años setenta,
en los que se han emprendido acciones políticas de rechazo al patriarcado y de
autodenominación. Las vertientes en este caso son muy claras en sus puntos comunes,
ambas pretenden una visibilización en primer término para lograr así la desestabilización
del discurso tradicional, la diferencia principal se haya en la metodología emprendida
para demostrar que lo “normal”, lo “natural” son parte de un mismo discurso artificial,
que se construye, y a partir del poder institucional logra instaurarse en el sentido común
a manera de algo dado y preexistente. Desde las perspectivas que brinda el texto, la
generación de Óscar, o al menos lo que ellos mismos observan, decide formas distintas
de apropiación de la palabra, quizá en una masculinización marcada de los cuerpos gays,
como lo hacen el gimnasio y los pantalones vaqueros, en donde la subversión se haya en
el erotismo evidenciado en dos hombres, sumamente masculinos, formando parte de una
relación amorosa, o sexual al fin. Por el otro lado, Cavafis expone un poco más lo que
Butler analiza en El género en disputa en relación con la escenificación y parodización
del género, y se plantea muy bien al hacer mención de la máscara, como lo dice Óscar,
ya que para Cavafis el género sí resulta ser una máscara, un artificio, opuesto
107
completamente a la naturaleza. Óscar ve en esa máscara la falsedad, prefiere seguir
cánones más estrictos de lo masculino para llegar al mismo punto de ambos.
Otro aspecto que es necesario resaltar lo conforman las problemáticas del nombre.
Cavafis se refiere a la novedad del término “gay” y a su influencia gringa, pero también
subraya la ausencia de injuria que en él se haya, por motivo de nacer dentro de la
comunidad gay, la cual se denomina a sí misma. A diferencia de esto prefiere los
términos más descarnados, es decir, prefiere realizar un proceso de apropiación de la
palabra ofensiva del otro heterosexual para asignársela y de esa forma cambiar su
significado en un contexto de orgullo, es lo que hace con “maricón”, “culiolo” o
“pájaro”, en los que hay una gran injuria al pronunciarlos, pero propone una apropiación
del término y así desarmar al oponente. Este proceso es el mismo que se propone años
más tarde en lengua inglesa en relación con el término queer, el cual pasó de ser
despectivo a designar la diferencia, obviamente este término no posee su peso para la
lengua española, por lo tanto pierde en cierta medida su historia de reivindicación. Más
adelante Cavafis cita a García Lorca en su Oda a Walt Whitman, en la que el poeta hace
referencia a esas caracterizaciones peyorativas de distintas regiones en contra del
homosexual:
-Esto me recuerda aquella parte de la oda a Whitman que escribió García
Loca, perdón García Lorca:
Contra vosotros siempre
Faeries de Norteamérica,
Pájaros de la Habana,
Jotos de México,
Sarasas de Cádiz,
Apios de Sevilla,
Cancos de Madrid,
Floras de Alicante,
Adelaidas de Portugal.
-Playos de Costa Rica, le faltó agregar –dijo Víquez (Chaves, 2000: 57).
Cavafis hace una importante referencia, en la cual se recuerdan dos grandes autores
identificados como homosexuales, García Lorca y Walt Whitman, este hecho conecta el
108
texto con la tradición literaria de occidente en donde se ha visto representado el deseo
homoerótico, y en el caso específico del poema, en donde se ha puesto de manifiesto la
intolerancia por medio de las injurias. Este proceso que se pone en práctica a la hora de
apropiarse de la injuria no es para nada simple, invertir los discursos de la homofobia
requiere más que una reedición semántica de un término, o como dice David Halperin
(2000) es necesario asumir y dar poder a una posición marginal, la forma en que esto se
realice o se proponga es lo que hace la distinción a la hora de determinar de qué manera
la novela propone un nuevo discurso, o nuevos discursos de las identidades de género al
hacer una relectura de la historia reciente del país, de esta forma en el personaje de
Cavafis hay posicionamientos muy importantes en lo que se ponen en juego nuevas
aproximaciones al tema.
Más adelante en la novela Óscar se encuentra a Cavafis en un bar, esa misma noche se
ponen de acuerdo para que Óscar vaya a Ciudad Cariari a almorzar el siguiente domingo.
Esta visita tendrá mucha importancia para Óscar para hacer un acercamiento distinto,
más personal de ese amigo ocasional, quien puede dar más de una fachada liviana o
enmascarada.
Durante esta visita vuelven a conversar sobre hablar en femenino y el deseo planteado
desde diversas perspectivas, así como las implicaciones que para Cavafis tiene el vestirse
de mujer. Óscar le pide a Cavafis que por favor, cuando se dirija a él, no lo trate con
adjetivos femeninos, ya que se siente bien como hombre, ante lo que Cavafis empieza a
exagerar el lenguaje masculino para mostrar una verdadera diferencia: “Así lo haré
güevón, y hablaremos entonces de chavalas, que no lo vas a creer pero yo tuve las mías
en mi juventud, lesbiana que es una de pronto, y que buenas tetas, y que buen trasero y…
¿no?” (Chaves, 2000: 122). Este tipo de comentario ponen en evidencia constantemente
lo que se plantea dentro de la performatividad como la artificialidad del género, ya que
se demuestra cómo se pasa de un lado a otro tan solo a partir del discurso, dentro de la
parodia.
109
Más adelante se da un pequeño diálogo entre ellos en el que se resume lo planteado
anteriormente de las dos visiones que se manejan en relación con las identidades gays, la
de Óscar y la de Cavafis, ya que tocan el punto específico de la artificialidad y la
máscara y la interpretación que ambos le dan a esa situación:
(Óscar) Volviendo al punto, el asunto no está en el deseo homosexual,
que lo asumo sin problemas y con gusto, sino en esa imitación
caricaturesca que la loca hace de las mujeres, y ni siquiera de todas, sino
sólo de las divas, prostitutas o señoras cursis. Eso no me gusta. Como
broma o chiste ocasional pasa, pero no para hacer de ello una vida por
imitar.
(Cavafis) “-No es su vida la que imitamos sino tan solo sus gestos. Para
mí no es ningún problema referirme a mí mismo como hombre o como
mujer, el género es variable, sólo es cosa de cambiar de casete, pero por
hábito hablo en femenino, «en a», como se dice. ¡Tengo a tantas locas
como amigas que podríamos hacer una comparsa para el carnaval de
Limón! Una vez lo estuvimos hablando en serio, la Víquez, la Casasola,
la Thais, un grupo como de veinte, pero al final decidimos que no, te
imaginás el escándalo que armaríamos, querido?... ¿Viste?, ya te trato
como hombre… (Chaves, 2000: 57).
Estas dos visiones presentadas en el texto literario son tan solo una parte de las
posibilidades que se esbozan o desarrollan dentro de los estudios gay-lésbicos en las
últimas décadas, en donde el planteamiento de la identidad es dejado para el ámbito
privado o puesto en escena como parte de una estrategia política de visibilización y de
revaloración de lo marginal. Para el Paisaje con tumbas pintadas en rosa, el personaje
de Cavafis demuestra parte de lo que se ha planteado dentro de una política de los sexos,
es decir, no basta con la aceptación personal de la vivencia de la sexualidad fuera de la
“ley”, sino que es necesario formar parte de un cambio en el cual se identifiquen los
discursos que construyen la discriminación, los roles tradicionales, la subordinación, etc.
para demostrar que no son parte de una “verdad” del sentido común. En este sentido el
término queer adquiere un significado dentro del texto, incluso se hace una reunión de
gays que se preocupan por la erupción de la discriminación y el odio a causa del sida en
el país.
110
Ahora bien, Cavafis muere como víctima de estas ideas, de este estilo de vida alterno.
No es necesario que no se hagan grandes manifestaciones de oposición a la
discriminación, tan solo con el hecho de interiorizar esa diferencia sexual y vivirla sin
reserva pasa a formar parte de lo que se quiere esconder, de esta forma, en una carta
fechada en “San José, noviembre ? de 1988” (Chaves, 2000: 167), H. le escribe a A. y le
cuenta acerca de su difícil vida como portador del VIH, así como los arranques de
homofobia en el país impulsados por el gobierno de Óscar Arias, los cuales se vieron en
cierta medida reducidos a partir del anuncio de la entrega del Premio Nobel de la Paz y
el cambio del ministro “cazalocas”. En esta misma carta le informa acerca de muertes
que pasaron desapercibidas en las que se evidencia la persecución:
Dentro de la paranoia que se dio y que poco a poco decrece, hubo una
serie de anomalías que aún están por aclararse, hubo violencia física
contra gente sólo porque eran «demasiado obvios», algún agresor
fanático, quién sabe, ha habido muertes sobre las que se ha querido correr
un velo de indiscreción, que lo encontraron muerto en su casa, que
introducía desconocidos en ella por las noches, que parecía que usaba
drogas, cosas así. El último de estos casos fue el de –vos tal vez te acordés
de él- el de Cavafis, que apareció estrangulado en su casa de Ciudad
Cariari; de nuevo: que tal vez alguno de los extraños que solía meter en
su casa fue el asesino, rumores, nada seguro… ves como este tipo de
crímenes. El hecho es que sigue sin ser aclarado. Tal vez mala suerte, tal
vez homofobia, tal vez… (Chaves, 2000: 169) (La cursiva es mía).
Los comentarios que los personajes de la carta critican en relación con las muertes tienen
que ver con la idea de que hay una razón justificada para ese tiempo de crímenes, en
otras palabras, si un homosexual muere de esa forma se lo merecía ya que sus
costumbres liberales lo han provocado. Este es precisamente el mismo discurso que
surgió con el aumento de casos de sida, en donde, al ser una enfermedad mayormente de
transmisión sexual, se advierte una culpa para el infectado, ya que es producto directo de
sus acciones, y además acciones prohibidas.
A partir de los personajes que se han tomado en cuenta hasta este punto para iniciar el
análisis textual se pueden encontrar importantes relaciones que tienen que ver con una
111
forma un tanto “liberada” de vivir la sexualidad en un entorno relativamente permisivo.
Hay también una clara diferencia entre lo público y lo privado como entorno central de
la acción, los espacios abiertos a pesar de ser constantes, en especial la ciudad de San
José, tienen un carácter diferenciado en relación con esa “libertad” relativa. Óscar realiza
recorridos y mezcla sus pensamientos con el paisaje, pero su vida no se muestra de
forma abierta, son siempre salidas detrás de un velo, el cual es precisamente protector de
la injuria. De esta forma se muestran como observadores, desde sus posiciones de la
realidad nacional, critican, forman parte de ella y se valen de ciertos espacios para
expresarse sin causar molestias a los que viven “afuera”. Por otro lado, el trío de Javier,
Martín y Teresa llevan esta diferencia a un ambiente distinto, la problemática de la
familia tradicional al mantener las apariencias, los esquemas impuestos que se pretenden
mantener como roles de género en donde la subordinación es evidente. Este esquema es
posteriormente roto con la introducción del otro, amante de Martín, quien pasa a tomar el
primer lugar en su vida y lleva la situación al extremo, en donde se da un proceso de
aceptación, salida del clóset de Martín.
Cavafis es quien demuestra cómo esa relativa permisividad del inicio se va opacando
poco a poco hasta entrar en una época de persecución y odios a partir del miedo. Además
se discute en gran medida la constitución de las identidades gay-lésbicas a partir de las
distintas maneras de plantearse la opción sexual, si a partir de un nivel personal o como
una crítica al sistema del patriarcado, como un planteamiento político que puede generar
cambio social.
Por otro lado, la crisis del sida entra como un personaje más a través de la vida de todos
los personajes, se desarrolla dentro de un contexto en donde se están cuestionando
grandemente los estereotipos nacionales más tradicionales no solo en cuanto a la
sexualidad, sino en relación con la nación y sus ideas fundacionales, en donde la crisis
económica deteriora las esperanzas del pueblo, es donde la llegada de una enfermedad
misteriosa y extraña exalta los ánimos de las personas con graves consecuencias. La idea
de la nación costarricense se desgasta, aunque trate de afirmarse a partir de
112
reconocimientos internacionales como el premio Nóbel de Óscar Arias, la novela
evidencia en su discurso las deficiencias por debajo de “la paz”.
2.
Planteamientos políticos e identidad
Una mañana fría en Nueva York, en su cuarto de
hotel, Óscar escribió en su diario sin fechas:
«De las identidades:
Comenzás a escarbar en ese núcleo supuestamente
compacto de la personalidad, de la nacionalidad –
de las identidades, pues-, y ¿qué encontrás?, pura
ideología, blablablá, blablablá, sólo capas de una
cebolla en la que no hay corazón. Capas de
palabras que se superponen unas a otras, sin nadie
adentro. ¿Será entonces la palabra nuestro hilo
conductor? Conductor no, porque no lleva a
ninguna parte: las palabras solo llevan a más
palabras. A falta de utopías, atopías. En vez de
identidad, crítica del yo: prosa mística. Si el hilo de
Ariadna guiaba al héroe en el laberinto, el hilo de
las palabras es el laberinto mismo. No estamos en
él, somos el laberinto. Estos tiempos me han
enseñado que vivimos no sólo crucifixiones, sino
también cruci-ficciones, ficciones cruzadas, en
cruz, de manera tal que hoy la cruz no sólo es signo
de dolor o de fe sino también de perplejidad.
¿Dónde hay un Maimónides que guíe a los
descarriados? Es como deambular por caminos
desconocidos y, de repente, llegamos a un cruce,
recrudece la incertidumbre, el vendaval derribó
todas las señales, sólo queda esta vaga inquietud
frente a bifurcaciones y espejos. Jardín de cruces
que se bifurcan: cementerio… sementerio…»
(Chaves, 2000: 172).
113
Hacia el final de la novela, Óscar decide salir del país para poder tener nuevas
experiencias más allá del cerrado entorno de la sociedad costarricense, esto la hace
también a partir del consejo dado por Cavafis en el último encuentro que ambos tuvieron
en la casa de Ciudad Cariari. En este punto, Óscar reflexiona desde otra perspectiva en
su diario, precisamente sobre el asunto de las identidades, en sus pensamientos se puede
encontrar un proceso que se ha venido dando en relación con la forma de comprender la
identidad. En primer lugar Óscar se refiere a “escarbar en ese núcleo”, es decir, ir más
allá de la concepción tradicional de que la identidad se puede reconocer como algo
estable, fácil de identificar y unívoca. Al llegar a ese discurso ilusorio y tranquilizador lo
único que se encuentra es “blablablá”, una construcción conveniente para conformar una
nación y las personas que la integrarán. Evidentemente este tipo de pensamiento se
identifica en el momento histórico de los ochenta, en donde empieza a tomar aún más
fuerza esta desmitificación teórica de los discursos nacionales y con ellos de las
identidades personales, de esta forma el concepto de identidad se hace múltiple, y
muchas veces imposible. El contexto de la posmodernidad, al menos desde un punto de
vista estrictamente teórico, señala esta fragmentación como un punto indispensable de
las sociedades de la época y se refleja de forma inevitable en el análisis sustancial de las
identidades sexuales, no por casualidad, sino, como se ha visto en la fundamentación
teórica, a partir de acontecimientos sociales que han llevado al replanteamiento de las
formas de vinculación entre las personas, no como una novedad, sino como un
reconocimiento y una reivindicación. El sida hizo que las identidades gay-lésbicas se
pusieran de moda y no de la forma más positiva, sino a partir del miedo. Esta emergencia
de discursos alarmantes ha llevado a la reflexión y a la visivilización.
La novela presenta a su personaje principal en una crisis producto de un entorno de
confusión, a partir de la muerte como elemento constante en el que se refleja la
intolerancia de la época. Ya desde el título se hace una fuerte relación con el paisaje que
poco a poco se va llenando de tumbas y carcome la esperanza. Óscar lo resalta al
mencionar cómo en esa época se vive de crucifixiones, se cobran víctimas no sólo por la
enfermedad sino víctimas de desconocimiento en el anonimato que da la vergüenza.
114
Además, lleva la expresión a otro sentido diferente, en las “cruci-ficciones”, donde se
debe vivir a partir de las ficciones que se cruzan, en este momento hace referencia a
Borges en su cuento titulado Jardín de senderos que se bifurcan al proponer todas esas
ficciones (las cuales pueden ser parte de las ideas constituyentes de nuevas identidades)
en caminos que se intersecan. Estos caminos son de incertidumbre, perdidos ante la duda
de un futuro que no promete mucho para un grupo que lleva la marca de la muerte.
Menciona que es un camino sin señales, hay pérdida, no se sabe hacia dónde ir al llegar a
la bifurcación, por esto recalca: “Jardín de cruces que se bifurcan”.
Esta reflexión la finaliza con un juego de palabras muy apropiado para el conflicto
“cementerio… sementerio”, este par, fonéticamente idéntico, pero semánticamente muy
distinto hace referencia directa a la muerte por el sexo, a cómo ese fluido corporal que es
el semen se manifiesta como un arma letal, un vehículo de la infección que lleva al
cementerio. De esta forma el sexo, en este contexto evidentemente gay, está
directamente marcado con el castigo. Es en este punto donde la reflexión de las
identidades se hace más fuerte, ya que no bastaba con las justificaciones tradicionales del
patriarcado para condenar la homosexualidad, sino que en los primeros años del sida, se
convirtió este en la justificación más evidente de que la homosexualidad es un mal social
que es necesario curar15, ya que su “propagación” (no la del sida, sino la de la
homosexualidad) es un peligro público que todos temen. Ahora bien, de qué forma la
enfermedad y la muerte incentivan la discusión y reivindicación de las identidades gay
lésbicas, pues se hace indispensable interponer argumentos en contra de la creciente y
alarmante discriminación; esta acción se refleja en la novela de forma muy clara, al
mostrar la preocupación de un grupo de personas ante las persecuciones que el Gobierno
15
Ejemplos claros de este discurso homófobo se pueden encontrar en gran cantidad en la prensa nacional
de la época. Se pueden citar dos ejemplos de manera ilustrativa, el primero es del periódico La Extra con
fecha del martes 8 de octubre de 1985 titulado “Dos homosexuales vinieron con Sida a Costa Rica”, en él
se hace énfasis en que la mejor es evitar las relaciones sexuales con homosexuales, y dice uno de los pies
de foto: “Ni con homosexuales, ni con prostitutas ni con drogadictos: todos a hacerle el amor a la esposa”
(en la fotografía se reconocen dos travestis). El otro artículo apareció en el periódico La Prensa Libre del 7
de enero de 1987 titulado “El Sida obliga a curar la homosexualidad”, en este se identifica a la
homosexualidad como un grave problema público que se pude tratar, y que en muchos casos de
tratamiento los pacientes recuperan su “hombría”, esto lo identifican como una de las formas de atacar la
“principal fuente primaria y natural del Sida”.
115
de Óscar Arias efectúa en los lugares reconocidos como gays. Susan Sontag, en su
ensayo El sida y sus metáforas, se refiere al tema de la siguiente forma:
No se trata de un mal que ataca al azar. No, en la mayor parte de los casos
hasta la fecha, tener sida es precisamente ponerse en evidencia como
miembro de algún «grupo de riesgo», de una comunidad de parias. La
enfermedad hace brotar una identidad que podría haber permanecido
oculta para los vecinos, los compañeros de trabajo, la familia, los amigos.
También confirma una identidad determinada y, dentro del grupo de
riesgo norteamericano más seriamente tocado al principio, el de los
varones homosexuales, ha servido para crear un espíritu comunitario y ha
sido una vivencia que asiló a los enfermos y los expuso al vejamen y la
persecución (Sontag, 2003: 152-153).
En este sentido la visivilización resulta inevitable, pero produce consecuencias
negativas, no la visivilización que proponen los grupos que luchan por los derechos de
los gays y las lesbianas en la que el objetivo es desmitificar los conceptos tradicionales y
a la vez los que están surgiendo a partir de la pandemia del sida. Hay una explosión de
identidades como arma política de resistencia en donde los movimientos activistas se
valen de las reflexiones teóricas de los filósofos posmodernos para criticar el feminismo
tradicional, los primeros movimientos gay-lésbicos, así como la intolerancia y el
irrespeto.
En este contexto se ubican los personajes de la novela, los cuales, como se ha visto,
toman distintas posiciones respecto de su identidad sexual y el planteamiento que esta
pueda representar dentro de la sociedad costarricense. Estas posiciones se pueden
analizar a partir de un momento específico que permite dividir la novela en dos partes:
a)
En primera instancia se desarrolla la historia de Óscar, su vida personal, amigos,
familia, amantes etc. En esta parte se pueden encontrar representaciones cotidianas de lo
que han sido los grupos gays de San José a inicios de los ochenta; van a fiestas privadas,
frecuentan bares, se observa parte de la cotidianidad en el espacio público, universidad,
trabajo, etc.
116
En esta sección no hay un planteamiento político como tal, ya que el desarrollo de las
acciones es en un entorno privado, además los temas y acciones principales no se ocupan
de las problemáticas sociales de discriminación. Además no se desarrollan conflictos de
identidad individual en los que el personaje sufra un conflicto de aceptación en el que su
condición gay sea parte de una lucha constante o actividad hipócrita. El inicio muestra
una relativa tranquilidad en el paisaje.
Poco a poco se empieza a introducir la expectativa ante una enfermedad que está
afectando en su mayoría a la comunidad gay, hay duda y especulación. Esto se encuentra
en su mayoría dentro de las cartas personales en la novela.
b)
Más adelante ocurre un acontecimiento que marca este diferencia claramente,
Óscar y Javier viajan a la montaña y comen hongos alucinógenos, en esta experiencia
Óscar tiene una visión que anticipa la catástrofe, se llena de terror, ve muerte, una
columna de humo que consume todo y que se lleva a Javier. Evidentemente es el sida
que se avecina, y posteriormente infectará a Javier por una transfusión sanguínea. Este
presagio parte la novela en dos, así como la historia de las sexualidades también tiene un
antes y un después a partir del sida, en especial dentro de la comunidad gay lésbica. Es
en este punto donde los planteamientos políticos se hacen presentes, todo esto a partir de
la amenaza y la incertidumbre ante la muerte y el rechazo. Se ve ahora sí una mayor
necesidad de unión en un objetivo común, la resistencia ante las acciones
gubernamentales. De todas formas este hecho no se utiliza dentro de la novela como un
hilo conductor central, ya que más bien se encarga de dar distintas posiciones, diversas
historias, aunado todo esto a los artículos periodísticos y cartas personales que brindan
un panorama más amplio, el cual no es atravesado por la ficción literaria, aunque pase a
formar parte de ésta.
117
Primera parte
de la novela
“Un paisaje
tranquilo”
Punto de
ruptura.
Visión
profética de
Óscar
Segunda parte
de la novela
“Paisaje con
tumbas”
Figura 2. Estructura de la narración.
3.
Las implicaciónes queer del discurso
Anteriormente, en el apartado que se ocupa del personaje de Cavafis se hizo referencia a
la oposición de visiones de la identidad entre él y Óscar, en ambos hay un intento de
definirse, de tomar la palabra para decir lo que son y hacia dónde van, para incluir dentro
de esto la justificación de sus acciones y una coherencia consigo mismos (esto como
proceso típico de creación de una identidad necesaria, de una coherencia del cuerpo el
deseo y la sociedad). Estos esfuerzos de definición se analizan desde la imposibilidad de
118
la definición, y especialmente dentro de la variedad de planteamientos para distintos
momentos históricos. Respecto de esto dice Didier Eribon:
Y la dificultad de la «autenticidad» para un gay consiste en que es muy
difícil saber cómo identificarse con una «identidad» que es
necesariamente plural, múltiple: es una identidad sin identidad o, más
exactamente, una identidad sin esencia. Una identidad por crear. En
efecto no existe un «yo» en «ser», que preexistiría a lo que se ha hecho
llegar a la existencia, desde el momento en el que se quiere arrancar a los
contenidos psicológicos impuestos por el discurso social y cultural
(médico, psicoanalítico, jurídico…) sobre la homosexualidad (Eribón,
2001: 158).
Como lo indica Eribon, se manifiesta como una constante la creación de una identidad,
algo con lo que se pueda encontrar, un punto de referencia. Muchos intentos políticos de
este programa no pueden ser abarcadores, ya que un proyecto identitario deja por fuera
muchísimos elementos que formarían parte del grupo, aunque al juntarlos presentan
contradicciones importantes. La creación del personaje homosexual a finales del siglo
XIX, como lo indica Michel Foucault, se realiza con objetivos claros de identificación y
estudio, a partir de términos médicos. En este caso la univocidad del término funciona a
la perfección en la medida en que designa una perversión como consustancial a un
sujeto, no solamente una práctica desviada. Evidentemente este resultado se ve
constantemente cuestionado durante el siglo XX, junto con la reivindicación identitaria
en cualquier sentido, no sólo de la marginalidad.
Es importante señalar que no hay un intento definido de dar una identidad dentro de la
novela, no se avoca a la política de las identidades como centro textual, no hace un
programa en el que se intente decir lo que se es de forma definitiva. Más bien hay una
multiplicidad de discursos a partir de los cuales se da testimonio de una época crítica, se
ponen en juego la diversidad de los actores sociales de la comunidad gay costarricense
de los ochenta, sin centrarse demasiado en ninguna ideología que lidere o intente por sí
misma hacer una reivindicación. En este sentido el texto no da respuestas claras, en
especial por el trato dado a los intertextos no literarios, los cuales se insertan en la novela
119
y no tienen participación directa dentro de la historia, ya que estos no son retomados por
el narrador ni por los personajes. Así entonces la plurisignificación textual coincide con
la variedad y fragmentación del discurso de las identidades. En este caso específico los
resultados que muestra respecto de las identidades coinciden con un momento histórico y
con un grupo en especial.
Foucault quiere decir, obviamente, que no hay una verdad natural y
transhistórica de la homosexualidad que habría que recuperar bajo las
prohibiciones que la reprimen. La «identidad homosexual» es una
construcción histórica, un producto de la historia. Y, por consiguiente,
pueden modificarla la acción histórica, la labor de reinvención individual
y colectiva (Eribón, 2001: 165).
En la cita anterior se rescatan las aseveraciones de Foucault comentadas por Eribon
acerca de esta construcción histórica de la homosexualidad, a partir de la cual se abre el
espacio para el cambio social, ya que con esa afirmación se da la posibilidad de
reelaborar esas identidades, de lo contrario no habría espacio para movimientos
activistas por la lucha de los derechos dentro de la teoría del poder de Foucault. Ahora
bien, como se señaló en la perspectiva teórica acerca de la historia de los movimientos
de género que han dado origen al activismo gay-lésbico, los primeros movimientos de
reivindicación de homosexuales se crearon con objetivos identificadores de nuevos
discursos, es decir, había una urgente necesidad de expresar la diferencia (de la misma
forma en que empiezan los movimientos feministas tiempo atrás) con la urgencia de
tomar la palabra negada en la subordinación. De esta forma el tema de la identidad no se
cuestiona como fragmentación o imposibilidad, sino con descripciones y definiciones
quizá más tranquilizantes y estables. En este sentido se pretende identificar por ejemplo
el estatus de la pareja heterosexual con el de una pareja formada por personas del mismo
sexo, alcanzar derechos que históricamente han sido negados al estar la ley, por
supuesto, fundada en valores heterosexistas como lo es el matrimonio y por ende el
reconocimiento social. Así no hay una completa negación del sistema patriarcal, sino una
reestructuración en donde muchos de sus postulados básicos, como el concepto de
120
familia, continúan en sus estructuras primarias, pero adaptando la posibilidad de las
parejas gays.
Los movimientos de reivindicación gay-lésbicos aún mantienen muchas de sus premisas
en esta misma vía, pero se muestran tan solo como una tendencia más dentro de la
emergencia de identidades surgida después de los años ochenta, como se planteó
anteriormente. Es ahí precisamente donde se empieza a utilizar el termino queer en
relación con las identidades sexuales, en primera instancia, y luego marginales en
general.
El tema queer es sumamente complejo y problemático en especial al plantear la
identidad, ya que se abstiene de estos proyectos de reivinidaciones e instaura la
diferencia desde otras perspectivas. David Halperin lo expresa de la siguiente manera:
A diferencia de la identidad gay, que está anclada en el hecho positivo de
una elección de objeto homosexual, aunque se la proclame
deliberadamente en un acto de afirmación, la identidad queer no necesita
estar fundada en una verdad positiva o en una realidad estable (…) Queer
designa todo lo que está en desacuerdo con lo normal, lo legítimo, lo
dominante. No hay nada en particular a lo que realmente se refiera. Es
una identidad sin esencia. «Queer», entonces no demarca una positividad
sino una posición enfrentada a lo normativo, la cual no está restringida a
lesbianas y gays, sino que está disponible para cualquiera que esté o se
sienta marginado a causa de sus prácticas sexuales (Halperin, 2000: 87).
De esta forma, lo queer implica la oposición, la subversión, la expresión de la diferencia
al demostrar las estructuras falsas del sistema patriarcal, todo lo que se ha salido de la
norma y ahora pretende tener un lugar y una representación. Este reconocimiento no
implica homologar las estructuras, adecuarse al sistema de vida del patriarcado y
alcanzar sus “valores”. No se necesita entonces hacer una lista de elementos para
identificar si una novela es o no queer (más complicado aún que las caracterizaciones
textuales de literatura gay o literatura femenina, con todo lo que esto implica), ya que no
121
pueden ser una lista de elementos o marcas dentro del texto que se puedan subrayar e
identificar, sino que se supone una subversión del discurso patriarcal y heteronormativo.
Precisamente en este sentido la novela Paisaje con tumbas pintadas en rosa no es
eminentemente queer como una manera de subversión del lenguaje, más bien presenta
una serie de características en donde se pueden seguir líneas que evidencian corrientes de
construcción de identidades con políticas queer; así como por otra parte se encuentran
tendencias mucho más conservadoras (si cabe el término para este caso) en donde los
programas de reinvención de la identidad gay tienen fuerza performativa, pretenden un
cambio social y tratan de estabilizarse dentro de los sistemas patriarcales.
La historia del gay está demasiado atada a los esfuerzos por definir una
identidad homosexual. Pero queer tiene una doble ventaja: repite, con
orgullo, una palabra «recta» usada peyorativamente para designar al
homosexual al mismo tiempo que aligera el referente homosexual del
término. Para los grupos oprimidos, aceptar la etiqueta queer significa
identificarse como activamente reñidos con una cultura de dominación
masculina, blanca, capitalista y heterosexista (Bersani, 1998: 84).
Se muestran por lo tanto distintas ramas de un mismo árbol, las cuales normalmente
entran en contradicción. Otra de las razones por las cuales el discurso queer, en este caso
de la novela, aparece aún más disminuido que las estrategias de las identidades gaylésbicas, responde a la ubicación de los actores sociales dentro del texto, elemento que se
ha visto en detalle durante la presentación de los personajes más significativos. No se
encuentra en la novela la vivencia de los estratos económicamente más pobres del país,
tampoco las actividades que se consideran más perversas dentro de las prácticas sexuales
o las acciones que han sido bandera queer como la prostitución, el travestismo, la
drogadicción y la intersexualidad, dentro de un espacio a veces denominado “los bajos
fondos” sociales.
La novela, en oposición, se ocupa de un sector de clase media, una burguesía
costarricense venida a menos, un equivalente criollo (como la economía lo ha permitido)
122
del término. Por supuesto estos sectores no se identifican con los postulados desde donde
surge lo queer como posición16. Por esto las acciones del grupo como parte de un
movimiento reivindicativo son en realidad dispersas, se manifiestan en su manera de
actuar de forma individual, y posteriormente como una preocupación un poco más global
en relación con las problemáticas del sida, pero su planteamiento político no tiene gran
trascendencia dentro del texto.
En relación con esto se rescata una de las cartas que aparece en la novela y que se
identifica como una posición importante, una propuesta que se evidencia en la voz de
cientos de personas que la firman; en la novela la se encuentra en las páginas 149-151, y
apareció en el periódico La Nación el día domingo 5 de abril de 1987, con el título
“Carta abierta a los señores Ministros de Salud, de Seguridad y de Gobernación Sr.
Edgar Mohs, Sr. Hernán Garrón y Lic. Rolando Ramírez”. La transcripción de esta carta
es muestra de que había una verdadera preocupación de un grupo importante de personas
en contra de las redadas nocturnas que se realizaban en San José: “Las redadas
nocturnas, indiscriminadas, vejatorias e infamantes, no constituyen ninguna medida
preventiva del SIDA y sí lesionan garantías constitucionales básicas de los
costarricenses”. La carta aparece con firma responsable de Jacobo Schifter Sikora.
De esta forma se puede ver que la novela presenta múltiples formas de expresar las
identidades gays, desde el proceso de aceptación o la vivencia tranquila y nada belicosa
hasta el transformismo y las políticas queer. Este hecho constituye una muestra muy
representativa en el texto literario de las problemáticas de una identidad imposible, ya
que hace un recorrido por acontecimientos históricos, políticos y económicos que afectan
16
Esto de lo queer como posición se enuncia en oposición a lo queer como teoría, ya que el segundo serían
en gran medida una contradicción de sus mismos postulados, porque la teoría queer ha sido impulsada en
las academias por estudiosos que normalmente no tienen nada que ver con estas características marginales,
en donde la concepción de su identidad personal no coincide con sus propuestas de clase o investigación.
Este mismo efecto es el que fue criticado por las feministas negras lesbianas de los años setenta y ochenta
identificado dentro de la teoría feminista, ya que muchas de sus abanderadas eran mujeres blancas de clase
media, sin ninguna conciencia de lo que ocurría con otros niveles de marginalidad femenina. Para ampliar
el tema véase: Sáenz, Javier. (2005) “El banquete uniqueersitario: discusiones sobre el s(ab)er queer” en
Córdoba, David et alii (2005). Teoría queer. Políticas bolleras, maricas, trans, mestizas.
123
a un grupo determinado, todo esto aunado al terror producido por el sida, así como las
respuestas discriminatorias del gobierno y de la prensa nacional e internacional.
En el fondo se podría decir, recurriendo de nuevo a un concepto sartriano,
que la identidad homosexual es un «irrealizable». El concepto de
«irrealizable» indica que no se puede coincidir nunca con uno mismo y
que es inevitable coincidir con ese objetivo (Eribón, 2001:163)
124
CAPÍTULO III
Estrategias literarias de realidad y testimonio
Existen muy buenas razones por las que la historia nunca
ha sido convertida en una ciencia –sin perder su identidad
como historia-. Esto se debe a que las figuras y los giros
discursivos (tropos), más imaginarios que conceptuales,
son necesarios para la constitución de los objetos de interés
de la historia como posibles temas de una representación
específicamente historiológica. Este elemento imaginativo
no puede ser cercenado del escrito histórico sin privar al
pasado de su encanto y pathos, es decir, su «paseidad».
White, Hayden. El texto histórico como artefacto
literario: 44-45
…y vino desde el otro lado del desierto un torbellino y
conmovió las cuatro esquinas de la casa, que cayó sobre
los jóvenes, y han muerto. Yo solo he escapado para darte
la noticia.
Job I. 19
Y entonces el coloso tuvo hambre y, goyesco, se inclinó y
hundió sus manos en las aguas de bruma y, al azar,
comenzó a sacar hombres de lo hondo del valle. Algunos
gritaban mientras se perdían en sus fauces de humo. Y en
cada uno de los que morían Óscar reconoció una parte de
su propio rostro.
Chaves. Paisaje con tumbas pintadas en rosa: 22
125
1.
Los inicios de la crisis
En América Latina, la década de los ochenta ha sido
denominada por los científicos sociales y por los analistas
políticos como la ‘década perdida’, debido al
estancamiento en las economías, el retroceso social y el
incremento de la pobreza (Altmann, 1997: 1).
Para el análisis de Paisaje con tumbas pintadas en rosa, como se ha justificado en el
planteamiento del proyecto, es necesario reconstruir brevemente el contexto político y
económico que estaba viviendo Costa Rica durante los años ochenta, ya que este
constituye el telón de fondo de las acciones que se narran en la novela de Chaves, al
relacionarse los personajes con su entorno y estar sumamente vinculados con muchos de
los hechos que ocurren en ese momento histórico. El carácter realista de la novela hace
indispensable desarrollar, desde su discurso, un acercamiento a hechos que
caracterizaron la época en que se ubica; de esta manera, en Paisaje con tumbas pintadas
en rosa hay distintas maneras de representar el entorno histórico, afecte éste o no a los
personajes principales.
Los análisis sociológicos de la década de los ochenta en Costa Rica no han sido hasta el
momento para nada exhaustivos, ya que se considera una etapa aún muy reciente dentro
de nuestra historia, por esta razón no se encuentran estudios suficientemente específicos
sobre aspectos sociales por ejemplo. Se citarán a continuación algunos datos que ayuden
a reconstruir con mayor claridad la sociedad que desarrolla el texto, pues la aparición del
sida –eje de la novela en cuestión- se va desarrollando a partir de elementos sumamente
vinculados con la política del país, así como la visión de mundo respecto de las minorías
sexuales.
126
La diégesis de la novela inicia en 1982, momento muy particular para la historia del país
que representa un punto máximo de crisis en diferentes sectores17, en especial desde el
punto de vista económico. Este es precisamente el año en el que el nuevo presidente:
Luis Alberto Monge, toma las riendas del gobierno, el cual se encontraba en una
profunda depresión económica. Era evidente que la desesperación ante las promesas de
cambio y resurgimiento (en especial a partir de la ayuda del gobierno de los Estados
Unidos) se hacían patentes en este momento coyuntural en el que se necesitaban
soluciones urgentes, medidas que demostraran a la población que el país podía superar el
estancamiento. Para esto el Presidente, desde su llegada al poder presenta el nuevo plan
de emergencia.
Posterior a la guerra civil de 1948 el país empezó a experimentar un auge económico
importante debido a la constitución de un mercado regional y las políticas de fomento
industrial, esto hizo que el sector industrial participara grandemente en la economía de
los años sesenta y setenta. El 8 de mayo de 1978 llegó al poder el Lic. Rodrigo Carazo
con un gobierno que manifestaba una unión heterogénea de fuerzas. Esto implicó una
mayor dependencia del mercado internacional a partir de la producción agropecuaria del
país. Desde el inicio de la década de los setenta se pueden ubicar características que
contribuyeron con el debilitamiento de la economía del país, en especial en relación con
el comercio internacional. Por ejemplo la inflación internacional, la crisis de los
energéticos, el descenso de los precios de los productos de exportación, crisis política de
otros países centroamericanos, entre otros (Rojas, 1997: 7).
Ante este panorama la administración Carazo empezó a introducir cambios en la
orientación de las políticas económicas del país para cuando la crisis internacional se
17
“La inflación creció hasta alcanzar en 1982 su punto más elevado en los años ochenta (81,7%); los
salarios reales comenzaron a descender desde mediados de 1979, alcanzando una desvalorización del 42%
en el año de 1982; el desempleo también llegó a un punto elevado en ese año, registrándose en julio una
tasa de desempleo abierto de 9,4% y 23,8% para la tasa de desocupación total de la fuerza de trabajo. la
tasa de crecimiento del PIB fue negativa en 1981 y 1982 (-2,3% y -7,3%, respectivamente); cayó la
producción agrícola y la industrial, descendieron las exportaciones, y el colón, la moneda nacional, se
desvalorizó cerca del 600%”. (Rojas, 1997: 8).
127
hacía más evidente. Desde 1979 la inflación golpeaba gravemente al país, por lo que ya
en 1981 era prácticamente insostenible. Uno de los acontecimientos más graves que para
este momento señala Rojas tiene que ver con el incumplimiento de los acuerdos con el
Fondo Monetario Internacional “uno en marzo de 1980, que fue suspendido en mayo de
ese año, y otro en 1981, que también fue suspendido en diciembre de ese año” (Rojas,
1997: 8). Inclusive la AID retiró su ayuda económica al país por causa de las irregulares
relaciones con el FMI y como una sanción al gobierno por su simpatía con el Régimen
Sandinista, recientemente iniciado en el país vecino. Por otro lado, el crédito externo era
sumamente alto, debido a las obligaciones contraídas con gran cantidad de bancos
privados.
Aunados a estos conflictos económicos es necesario mencionar las problemáticas
causadas por los enfrentamientos del gobierno con los movimientos populares como
sindicatos y movimientos reivindicativos que llevaron a la paralización de puertos y la
posterior renuncia de la Ministra de Trabajo. De esta forma vemos que el panorama
previo al gobierno de Monge, estaba ya sumamente conflictivo, es este contexto el que
se puede encontrar ampliamente en la novela por medio de los comentarios de los
personajes o las cartas personales.
El gobierno de Monge se dedicó principalmente a un plan de emergencia nacional, a
partir del cual se pensaba estabilizar la moneda y el elevado déficit fiscal. Evidentemente
una necesidad primaria para ese momento era reanudar las relaciones con los organismos
financieros multinacionales. Además se buscaron acuerdos entre las diversas fuerzas
políticas del país, lo cual condujo a la fusión de cuatro partidos en uno solo: la Unidad
Social Cristiana.
Durante la administración Monge se inicia, en forma sistemática y
articulada, el proceso de reorganización de la sociedad costarricense. Por
medio de este proceso se pretendía superar las consecuencias negativas
que generaba la crisis económica en dos sentidos: los riesgos
sociopolíticos de inestabilidad social generados por el deterioro en las
condiciones de vida de amplios sectores de la población –en un contexto
128
regional de ascenso de los movimientos revolucionarios– y las urgencias
de los empresarios capitalistas –nacionales y extranjeros– por conformar
un nuevo marco socio-productivo que les garantizara un contexto
económico favorable, para invertir con el menor riesgo posible y obtener
las mayores tasas de ganancia posible (Mora y Solano, 1992: 34-35).
Es necesario analizar la problemática socioeconómica de estos años en relación con las
implicaciones sufridas por la clase media costarricense, ya que los protagonistas de la
novela pertenecen a dicho grupo; prácticamente todas las referencias sociales de ésta
tienen que ver con la clase media, en términos comparativos, es decir, lo que para el país
había constituido la clase ascendente durante los últimos treinta o cuarenta años, y que
para este momento empieza a decrecer drásticamente. Esto evidencia las diferencias
entre quienes, a partir de ese punto tenían la capacidad de acumular bienes y quienes
debían dedicarse a la remuneración –si se tiene trabajo- para la sobrevivencia. A este
respecto mencionan Mora y Solano:
…si bien la precariedad laboral18 se expresa con mayor fuerza en el sector
informal, no afecta por igual a todas aquellas personas (trabajadores) que
están inmersos en esta lógica de subsistencia (para la mayoría) y
acumulación (para la minoría) […] el grupo de empleadores informales
(microempresarios) con mejores condiciones remunerativas, al interior
del sector no llega a representar ni a un 25% del total de trabajadores del
sector; lo cual evidencia que la gran mayoría de población que se dedica
a estas actividades, lo hace con fines de sobrevivencia (Mora y Solano,
1992: 49; el énfasis es nuestro).
Las políticas del gobierno de Monge se orientaron inmediatamente hacia una
estabilización económica, hecho que hizo surgir la necesidad de estrechar los vínculos
con el gobierno de los Estados Unidos, el cual le podía ofrecer las ayudas económicas
urgentes para sanear, en cierta medida, las deficiencias que se venían arrastrando desde
la administración Carazo. Este acercamiento trajo consigo implicaciones muy
18
Mora y Solano se refieren a ‘precariedad laboral’ como una “situación en la que no se logra garantizar
la estabilidad del empleo ni de los ingresos, y las posibilidades de organización y protesta se ven
disminuidas, y en el caso de que se produzcan son efímeras, no existen garantías sociolaborales […] se
alude, por lo tanto, a un fenómeno estructural, originado por la misma forma de organización y
estructuración de la producción y las relaciones sociales bajo el capitalismo industrial…” (1992: 49).
129
importantes con respecto a la necesidad de acoger las políticas del presidente Reagan. El
llamado reaganismo influyó fuertemente durante la época, no sólo en el ámbito político,
sino también en la caracterización de valores sociales, tema que se tratará con mayor
desarrollo en el apartado sobre el sida.
Otro de los factores importantes por considerar es la relación de Costa Rica con el resto
de América Central durante la época. En la administración de Monge, las relaciones con
la región estuvieron sumamente marcadas por la agudización de las tensiones con
Nicaragua. Desde el inicio del mandato se dieron choques debido a la polémica por la
utilización del río San Juan y las supuestas incursiones de patrullas sandinistas en el
territorio nacional. Evidentemente el apoyo a las políticas norteamericanas hizo que el
presidente Monge, a pesar de una cierta neutralidad, no estrechara sus vínculos o la
cordialidad con el gobierno de Nicaragua. A diferencia del gobierno anterior (Carazo
Odio), en el que la denuncia de que la fijación de precios a las materias primas era la
causa esencial del endeudamiento de los países del Tercer Mundo, esto causó roces
graves con el FMI.
Cuando Monge asumió el poder en 1982, estuvo de acuerdo en solicitar
ayuda a Estados Unidos para la formación de ‘grupos antiterroristas’ en el
país. Esta solicitud es expuesta como condición necesaria en el conflicto
ideológico con Nicaragua […] Sin embargo, para nosotros es claro que la
grave crisis económica que encontró la nueva administración le hizo
temer al presidente el surgimiento de fuertes manifestaciones de protesta
popular, al igual como se presentaron durante la administración anterior
[…] Por lo tanto, para mantener las orientaciones de la Banca y del FMI,
diversos grupos que pertenecen al sector agroexportador, comercial y
financiero, que se benefician con esta política, pidieron una
modernización de la policía, cuya función principal sería la de impedir un
posible levantamiento popular, con motivo de las medidas impopulares
que estaba sugiriendo el Fondo Monetario (Marín, 1989: 80-81)19
19
Véase también CEPAS. Costa Rica: balance de la situación; (dic. 82-ene 83): 13-16; (feb-abr. 83): 5-7;
n° 6 y 7 (1984): 10-24; n° 9 (jul-set. 84): 10-14; n° 10 (oct. 84-may. 85): 7-11; n° 11 (jun-ago. 85): 20-27;
n° 16 (jun-jul. 86): 15-21.
130
El acercamiento a las políticas estadounidenses condujo al país a una aceptación de las
condiciones que esta nación le requería. La contextualización de la crisis económica de
los años ochenta es indispensable para estudiar la novela de Chaves, en especial en
relación con la moral del reaganismo, ya que la influencia de los Estados Unidos en la
época demarca grandemente la ideología de regreso a los valores tradicionales previos a
las liberaciones de los años sesenta.
1.1
La intervención estadounidense en la política centroamericana
Ya durante el segundo semestre de 1982, el país empezó a recibir la ayuda tan urgente de
Estados Unidos, la cual alcanzó un total de $682.5 millones entre ese año y 1985 (Rojas,
1997: 15). El año concluyó con la visita del presidente Ronald Reagan a suelo
costarricense los días 3 y 4 de diciembre. La prensa nacional siguió muy de cerca todos
los acontecimientos relativos a la visita y anunciaba las ayudas que el país recibiría en
los próximos meses20. Obviamente también hubo manifestaciones de oposición, aunque
no tuvieron mucha relevancia dentro de los medios, por ejemplo una protesta cerca del
Edificio de Correos en la que el periódico La Nación argumenta la dificultad para
obtener información acerca del hecho21.
El tema de las relaciones estratégicas entre Estados Unidos y Costa Rica es básico para
comprender el contexto del gobierno de Luis Alberto Monge. Desde la diégesis de la
novela, la influencia del reaganismo es básica, primeramente respecto de la
subordinación a las estrategias de Estados Unidos en la región centroamericana y en
segundo lugar, como planteamiento moral ante una crisis relacionada con el
comportamiento sexual de los habitantes.
20
Ejemplos de esto se encuentran en La Nación 4 de diciembre de1982 p. 10A “Ayuda esperada de
EE.UU. en 1983 suma $165 millones”, La Nación 5 de diciembre de 1982 p. 2A “Reagan ofrece
colaboración para negociar deuda externa”.
21
La Nación sábado 4 de diciembre de 1982 p. 10A “Detenciones anoche por incidentes en San José”.
131
Las relaciones entre Costa Rica y los Estados Unidos, durante los años
80, han estado señaladas por una condición de alianza estratégica. Esta
alianza ha estado afincada en una profunda y pertinaz dependencia
económica de Costa Rica, en una sólida identidad ideológica y en una
creciente admiración sociocultural. La identidad ideológica y la
dependencia económica conforman el eje directriz de la evolución de las
relaciones entre ambos países, especialmente después del cambio de la
correlación de fuerzas gubernamentales en Centroamérica a partir de
1979. El resultado de la interacción positiva de estos dos elementos es lo
que podríamos denominar una política exterior de condicionamiento
mutuo (Sojo, en Aguilera et al., 1991: 186-187).
Dentro de la novela se pueden encontrar referencias respecto de esta visita. En la primera
parte del texto hay una cierta contextualización de la época antes de que se empiece a
hablar acerca del sida. El discurso de la novela tiene que ver con una visión más crítica
de la realidad del país, esto en oposición al discurso de la prensa –igual que el discurso
oficial del gobierno- en donde se presentan las soluciones de Estados Unidos como el
único y mejor camino al surgimiento económico, sin valorar realmente las implicaciones
y las vinculaciones con la política internacional. Ante esto se encuentran los breves
comentarios hechos por Óscar con gran ironía al acercarse las celebraciones por la
venida del mandatario:
Óscar leía en el periódico las noticias sobre el presidente Reagan en el
próximo diciembre. Aún faltaban varios meses y ya se había formado un
gran alboroto al respecto: ¡al fin se fijaron en nosotros!, Costa Rica:
potencia moral de Centroamérica, Reagan nos visita, nos defiende de
Nicaragua sandinocomunista, decían los editoriales, las columnas
periodísticas, los comentarios, la televisión, la radio, las cámaras
patronales, el movimiento Costa Rica Libre. ¡Para algo tendría que servir
esta democracia! ¡Préstamos para esta crisis más prestigiosa que el más
voraz comunismo! (Chaves, 2000: 36).
Es evidente que Óscar pertenece a un entorno en el que no se pasan por alto las
consecuencias que pueden tener estas acciones políticas; su condición de estudiante
universitario, del área de las ciencias sociales, hace que posea una visión crítica más
aguda y sensible ante estas situaciones. Por otro lado, en el texto se puede encontrar una
posición crítica, pero sin ser ésta una denuncia de la pobreza y el desempleo que se
132
viven, ya que el grupo social que predomina en la novela pertenece a la clase media,
donde las repercusiones de la crisis económica no fueron tan graves como en otros
sectores.
En este punto se empiezan a identificar los diferentes tipos de subversión planteados en
el texto desde los dos niveles textuales, es decir, el de los acontecimientos en donde se
da la historia narrada, y el de los elementos extratextuales, en donde se introduce
información de cartas o artículos periodísticos, como los citados anteriormente, que
poseen una gran valoración de la acción estadounidense dentro de la economía nacional.
En la novela se señala un acontecimiento muy importante entre los actos oficiales
realizados para el presidente Reagan en Costa Rica: la carta leída por un diputado
durante el recibimiento en el Teatro Nacional. Se transcribe la carta leída por el diputado
Sergio Erick Ardón el sábado 4 de diciembre de 1982 en el Teatro Nacional (Ardón
pertenecía al partido Movimiento Revolucionario del Pueblo de San José). La intención
del diputado era dar voz a un grupo que había sido evidentemente silenciado durante los
eventos de la visita del mandatario, el que consideraba peligrosa esta relación entre las
dos naciones debido a la necesidad de adoptar posiciones subordinadas al imperio
americano por causa de la deuda con ellos. La carta menciona:
Para salir de la profunda crisis económica que nos agobia hace falta
corregir en lo interno muchas cosas, hay que sentar sobre nuevas bases
nuestra República, de manera que superemos las limitaciones actuales y
alcancemos un orden social más justo y una democracia más plena.
También necesitamos créditos internacionales sin condicionamientos
políticos, pero más que eso, necesitamos precios justos para nuestros
productos y respeto al derecho inalienable de explotar en beneficio del
pueblo las riquezas naturales que poseen nuestras tierras y mares.
Señor Presidente Reagan, en Centroamérica la disyuntiva no está entre el
totalitarismo y la democracia. No, aquí las disyuntiva está más bien entre
la opresión y la sumisión por un lado, y la justicia social y el derecho a la
autodeterminación de los pueblos por otro (Chaves, 2000: 43).
133
La carta de Ardón planteaba puntos de vista que no eran considerados por el gobierno, ni
siquiera dentro de los artículos publicados en los periódicos. De esta forma se pone en
entredicho la urgencia de la ayuda extranjera, ya que ésta implicaba la total
subordinación a las políticas que el gobierno de los Estado Unidos tenía para
Centroamérica, especialmente en lo relativo al sandinismo.
En el periódico La Nación del domingo 5 de diciembre de 1982 se publica un breve
artículo relacionado con la carta de Ardón titulado “Un diputado enturbió acto solemne
en Teatro Nacional”. La posición del artículo es que dicho acontecimiento empañó el
“más solemne de cuantos actos se programaron”; luego menciona que antes de que se
diera el discurso del Presidente de Estados Unidos, el diputado se puso de pie para tomar
la palabra de improviso, seguidamente se produjo “una sinfonía de silbidos, insultos,
accionar de palmas para acallar la voz del diputado”. El bullicio, según el periódico,
provino de la luneta y luego se extendió a los palcos, donde se encontraban expresidentes
de la República, magistrados, miembros del Cuerpo Diplomático, etc. Luego de la
intervención, Reagan respondió que este hecho no hubiera podido ocurrir en la URSS,
recalcando así el beneficio de las democracias, elemento clave en su posterior discurso,
con respecto a la intervención de Estados Unidos en Centroamérica. En un apartado del
artículo llamado “Lo que dijo”, en donde se suponía que el periódico reproduciría de
alguna manera los puntos de vista de Ardón, se puede leer:
Ardón dio declaraciones a la prensa, cuyos representantes, luego de
concluidos los actos oficiales en el Teatro Nacional, lo rodearon para
entrevistarlo. A los 15 minutos, el mundo se enteró de lo sucedido. Ardón
explicó que recurrió a lo que hizo pues era el único camino para que se
escuchara la posición de su movimiento respecto a la posición política
exterior norteamericana.
(…)
Los actos de ayer en el Teatro Nacional se transmitieron por televisión. El
ciudadano Manuel Solano Avendaño, quien se enteró por ese medio de lo
acontecido, envió un telegrama al presidente Monge en el cual le
expresaba que «si esta democracia no le gusta a Ardón, que se vaya a
Rusia o a Cuba, o si quiere hacerle un favor al pueblo costarricense que se
134
amarre una piedra al cuello y se tire a lo más profundo del averno» (La
Nación 5 de diciembre de 1982, p. 12A).
Evidentemente en ninguna parte del artículo de La Nación se da un espacio a las críticas
emitidas por ciertos sectores respecto de las decisiones del gobierno de la República. El
pueblo no conocía los argumentos de la oposición, sino que debe quedarse con la
oficialidad manifiesta en la publicidad de las últimas semanas. Por otro lado, se abre el
espacio amarillista a un comentario hecho por un ciudadano enojado en el que se
incluyen improperios innecesarios.
En novela se encuentra un comentario hecho por el narrador, aunque atribuido a la
conversación entre Óscar, Mario y David, cuando salieron de paseo hacia Escazú, en el
que hacen referencia a la visita del Presidente. En especial se menciona la visión
presentada por los medios de comunicación, en la que se calificaba de descortés la
intervención, porque “¡Qué iba a pensar el star-waresco presidente con respecto a la
Suiza de América!, país sin ejército, este régimen democráticotropical con más maestros
que soldados…” (Chaves, 2000: 44). Estos personajes son conscientes de la realidad que
se empieza a vivir en el país con la crisis económica y las ayudas internacionales. Por
otro lado, es necesario recordar la militancia política de Óscar y Mario, ya que ellos,
precisamente, se conocieron en Nicaragua durante los festejos del aniversario de la
revolución sandinista, en julio de 1981.
Óscar, personaje central de la acción, pertenece claramente a la clase media del país, lo
cual le permite tener un estilo de vida bueno y que no se ve afectado por las
problemáticas de la crisis económica, pero al mismo tiempo tiene ideas de izquierda,
evidenciadas en su apoyo a las causas sandinistas. Además, Óscar y Mario son
profesionales de las ciencias sociales de la Universidad, en donde típicamente se ha
desarrollado un fuerte apoyo a las ideas revolucionarias en el país.
El discurso del diputado Ardón es el primer texto extraliterario que se incluye en la
novela y que describe la realidad social de Costa Rica en la época, ya que antes de este
135
punto se introducen cartas privadas, las cuales, a pesar de romper con el carácter
narrativo de la novela, pueden considerarse como parte de ésta, porque no incluyen
discursos exteriores a la cotidianidad narrada, sino que forman parte de las relaciones
entre personas del mismo grupo al que pertenecen los personajes principales.
1.2
El papel de la Iglesia Católica
Otro hecho histórico que caracterizó la década en cuestión fue la visita del Papa Juan
Pablo II a Costa Rica durante la primera parte del año 1983. El tema de la religiosidad no
es muy tratado dentro de la novela, por lo cual la visita del Papa es el único lugar en
donde se evidencia, en parte, el fervor religioso del pueblo costarricense. Por otro lado,
la Iglesia Católica debía tomar partido respecto de los acontecimientos que se vivían en
el país, por lo cual sus acciones eran indispensables para un pueblo que aún se mostraba
sumamente influenciado por los dictámenes de esta institución22.
Las dos visitas de figuras primordiales en la política y la religión a nivel internacional
son determinantes dentro de las críticas planteadas en el texto literario, ya que en ellas se
puede encontrar una importante definición del funcionamiento que tiene Costa Rica en
relación con sus decisiones de estado a partir de la unión con la iglesia Católica. Este
vínculo es criticado ya que es el que produce el discurso que determina la moralidad
oficial y por ende sus periferias. Juan Pablo II representa la rigidez de la Iglesia ante el
cambio social que se produce durante este período, ya que lleva dentro de su discurso la
necesidad de mantener las ideas de familia tradicional y en ellas la de heterosexualidad.
22
Acerca de esto dice Rovira: “Una férrea, locuaz y desmesurada identificación con el ordenamiento
político vigente, el cual es visualizado como una democracia cuasiperfecta y sin mácula, ahora en riesgo
de ser puesta en entredicho por las consecuencias sociales de la crisis del período 1980-1982 y por la
amenaza que entraña para Costa Rica el Sandinismo en la Nicaragua de hoy […] se observa un creciente,
decidido y abierto compromiso con la prevaleciente estructura política, la cual no se ve cuestionada en
modo alguno. Más aún […] la Iglesia Católica jugó un papel descollante, como institución mediadora, en
la materialización del programa de distribución de alimentos que se puso en ejecución al inicio de la
Administración Monge para paliar los efectos, en varias decenas de miles de familias, de la crisis y de las
medidas adoptadas para encararla” (Rovira, 1987: 139-140).
136
Por otro lado, la figura de Reagan concuerda con estas pretensiones, en su discurso de la
política internacional, del apoyo a las democracias y del “rescate de valores”. Ante este
panorama el presidente Monge impulsa a su vez una política del “regreso a la tierra”, por
tanto, regreso a la idealización del campo, no solo en la producción, sino también en sus
visiones de mundo. Este entorno retrógrado solamente desfavorecerá la siguiente crisis
por venir: el sida.
La visita del Papa se narra de forma diferente que la visita del presidente Reagan, ya que
Óscar y Miguel asisten al encuentro, e incluso observan su paso por la Avenida Segunda,
desde el Teatro Nacional. También se diferencia porque en la novela no se le da un
seguimiento por parte de los medios de comunicación, es decir, no se introducen
elementos extraliterarios, sino que, más bien, se da una narración carnavalesca del
acontecimiento, desde donde se presenta la visión irónica que tienen los personajes en
relación con las disposiciones y ritos de la Iglesia.
Óscar reconoce que la visita del máximo jerarca de la Iglesia es un acontecimiento
“digno de estudio” para el país, ya que tiene gran trascendencia para los católicos. Desde
su perspectiva resulta interesante ver cómo el pueblo se hace de repente más religioso, y
se “despierta una piedad que raya en lo cursi” (Chaves, 2000: 64). Caminan desde Barrio
Amón hacia Avenida Segunda y se van encontrando a los fieles congregados en las
calles. Este acontecimiento representaba para ambos primos la observación del enemigo
acérrimo, ya que hay un gran sentimiento de rencor contra la iglesia, la cual se muestra
homofóbica y generadora de culpa y señalamiento:
-¡Qué viva Wojtila! –gritó a lo lejos un devoto.
-Sí, que viva Godzilla, el monstruo japonés de la televisión, Sí, qué viva
Godzilla!
-Callate, porque si te oyen, yo mejor ni quiero estar…
-Cobarde.
-Precavido. Pero no te preocupés, no te abandonaría cuando te lapidaran
como una adúltera (Chaves, 2000: 65).
137
En la cita anterior se evidencian la burla y el rebajamiento de la figura papal comparada
como un monstruo de la televisión; así se desmitifica al digno visitante, ya que
anteriormente mencionó Óscar que “…es Dios quien bajó del avión y besó nuestro
suelo” (Chaves, 2000: 64), haciendo referencia al exceso de importancia que se le ha
dado a la visita. Mediante la burla se trata de reducir, no sólo su figura, sino todos los
elementos simbólicos que esta trae consigo, como lo es su mensaje y en especial su
doctrina de culpa, la cual recae directamente sobre las minorías sexuales. Es por esta
razón que hacen el comentario de la lapidación como forma de castigo de la adúltera y
para este caso se compara directamente con el irrespeto al Papa –en especial viniendo de
un “pecador evidente”-. Además, las piedras como metáfora tradicional de los ataques de
los otros se vinculan con la injuria y su capacidad mordaz dentro de las identidades gaylésbicas.
Más adelante Óscar y Miguel encuentran a un amigo del último que trabaja como
restaurador en el Teatro Nacional, quien los invita a mirar el espectáculo desde una de
las ventanas que dan hacia la Avenida Segunda. El hecho de entrar al Teatro en ese
momento, sin que sea para asistir a una obra, genera en Óscar una serie de reflexiones
respecto del espectáculo que en ese momento ocurre afuera:
… se dijo «qué elaborada es la estrategia del disfraz». Y Óscar pensó que,
en el fondo, esas túnicas diz que egipcias y romanas en poco diferían de
los atuendos blancos y dorados del divino visitante. A la larga, tanto trapo
sólo servía para impactar, para dominar al otro por medio de la imagen.
Como estrella de primera magnitud en este Gran Teatro del Mundo, el
Papa necesita de la pompa y la ceremonia, de la vestimenta y el
espectáculo. El bullicio exterior confirmaba su éxito de público (Chaves,
2000: 66).
La impresión de poder contemplar el Teatro con el detenimiento que le puede dar el
aislamiento, la ausencia, hace que Óscar realice un recorrido distinto al que había hecho
las otras tantas veces que había entrado en el lugar. Ahora comparaba todos los
elementos utilizados en el teatro para causar una impresión en el espectador, los cuales
138
se relacionan con la parafernalia utilizada por la Iglesia para la influencia de su discurso:
el “dominio del otro por medio de la imagen”.
Por otro lado, se señala, como parte de ese rebajamiento de la dignidad papal y del
momento vivido, la oportunidad de encontrar un ligue entre la multitud presente: “-Ve
qué papasazo viene allá –dijo Miguel-, ese papacito no necesita de ningún papamóvil
para arrollar multitudes” (Chaves, 2000: 68).
La última imagen presente en el texto relacionada con la visita de Juan Pablo II es muy
significativa, ya que implica el sentimiento con respecto a la Iglesia, lo cual para el caso
de Costa Rica tiene gran relevancia, al ser el pueblo en general muy avocado a la religión
y sus disposiciones morales. Óscar y Miguel forman parte, evidentemente, de una
minoría social que se ve claramente atacada por la Iglesia. Al acercarse una niña a
venderles broches con la imagen del Papa ellos aceptan conmovidos por ella:
Cuando se irguieron ya tenían el rostro de Wojtila sobre el corazón, como
una sanguijuela de hojalata.
-Me siento como un prisionero en un campo de concentración al que le
hubieran puesto su triángulo rosado –dijo Óscar sonriente.
-No es para tanto. Es sólo un rato, para complacer a la nena. Será nuestra
buena acción del día.
-¡Viva el Papa! –gritó la niña, con su puño escuálido en alto.
Óscar y Miguel se quedaron callados (Chaves, 2000: 69).
En la cita anterior se aprecia la idea que tienen los personajes sobre la Iglesia y sus
fieles, en especial al comparar a su dirigente con una sanguijuela, y a la Iglesia con una
institución represora que marca a quienes se salen de su rebaño- al asimilarlo a un campo
de concentración nazi-. Ante el grito de alegría que da la niña, ambos se quedan callados.
Desde el inicio de la novela se pueden encontrar referencias claras al momento histórico
que se está viviendo en el país y en la región en ese momento, por ejemplo la revolución
sandinista, la crisis económica, el gobierno de Luis Alberto Monge, la visita del Papa
Juan Pablo II y otros. Estas referencias forman parte de los acontecimientos de la novela
139
o de las consideraciones del narrador, pero en algunos casos pasan a otro nivel de
verosimilitud textual, pues se incluye un texto ajeno a la narración, el cual brinda la
posibilidad de aprehender esta realidad desde otra perspectiva, como es el caso de la
carta de Ardón. Por esto se puede caracterizar la primera parte como una
contextualización socio-política indispensable de los hechos ocurridos durante la primera
mitad de la década de los ochenta, los que dan el telón de fondo frente al cual se
desarrollará otra crisis menos tratada por científicos sociales: la epidemia del sida. La
posición política de los personajes principales, en especial de Óscar, con respecto a la
realidad nacional muestra interesantes relaciones con su discurso de género, el cual se
analizará más adelante.
El espacio donde se desarrolla la narración, la ciudad de San José, es caracterizada no
sólo por medio de la descripción de los lugares por donde transcurren los personajes,
como Barrio Amón, la Avenida Segunda, La Sabana, Escazú, etc., sino que se encuentra
una amplia descripción de hechos históricos que ponen en situación a los personajes
frente a una época conflictiva; no se abstrae de estas circunstancias. En algunos casos las
caracterizaciones de la época no necesariamente tienen directa repercusión sobre la
historia narrada, ya que no son retomados los hechos por los personajes. Así pues la
novela se estructura con una doble intención narrativa: la de contar la historia de Óscar y
su cotidianidad, de forma paralela a la historia de Costa Rica en los años ochenta, esto
dirigido a dar un testimonio respecto del sida y sus primeras apariciones en el país. Esta
estructura recrea un momento por medio de la ficción literaria, de manera que los hechos
históricos, mediante los elementos extratextuales, crean la ilusión de realidad dentro del
texto ficcional, provocando así un efecto en el lector, un choque con su pasado.
140
2
Una “década perdida” noticias del miedo
Chicago, 8 de junio de 1983
Querido Mario:
Otro mes de compras y loqueras, de fiestas, exposiciones y
reuniones familiares. La vida urbana en plena fuerza.
Tommy tiene la nueva enfermedad AIDS que empezó en la
comunidad gay; él se siente muy bien ahora y está
haciendo mucha propaganda en Newsweek, TV y
periódicos para conseguir fondos para investigación
médica (…) (Chaves, 2000: 75).
En el epígrafe anterior se encuentra la primera referencia al sida hecha en la novela; es la
primera vez que se lo nombra, AIDS, de acuerdo con sus siglas en inglés. Aparece en
una carta dirigida a Mario, el remitente es Adi (no se tiene más noticia de él en la novela)
y se escribe desde Estados Unidos en 1983. Por otros datos incluidos en la misma carta
se sabe que Adi es un costarricense que se encuentra estudiando en ese país. La siguiente
referencia que se halla en el texto será posterior al momento en el que Óscar y Javier van
a Barva a comer hongos alucinógenos, a inicios de 1984; se da a partir de una carta
personal primero y luego de un artículo de periódico.
La metáfora de la década perdida fue desarrollada por los científicos sociales al estudiar
los acontecimientos e implicaciones de los años ochenta desde las perspectivas políticas
y económicas, pero para el caso de la novela de Chaves se analizarán principalmente las
implicaciones sociales del dolor, el miedo y la muerte durante estos años, en donde la
pérdida se presenta como un elemento constante dentro de sus identidades.
2.1
Subir a la montaña
Dentro del análisis del capítulo anterior, se había hecho referencia a una división
funcional de la novela para el análisis textual, en la que se toma como punto central el
momento en el que Óscar y Javier tienen una experiencia casi profética en las montañas
de Barva de Heredia. En este punto del estudio resulta de gran trascendencia, porque
141
representa el hecho que separa las dos vertientes más importantes de la novela e
introduce una segunda parte en la que se da a conocer el tema del sida y se empieza a
constituir dentro del discurso oficial, desde diferentes perspectivas. En esta segunda
parte se puede ver que aparecen constantemente artículos periodísticos, los cuales van
desarrollando el tema desde otra perspectiva, de esta manera los elementos extraliterarios
y la narración se encargan de ir pintando un paisaje desde visiones diferentes. Las notas
periodísticas están cargadas de miedo y creciente discriminación, mientras que la
narración del texto presenta una parte mucho más humanizada al retratar de forma
cercana las implicaciones directas de la enfermedad en dos personajes.
La tarde en que subieron a la montaña se dio ya que Martín tenía un compromiso
familiar y además la relación entre Javier y Óscar era cada vez de más confianza. Al
llegar al potrero inician la búsqueda de los hongos correctos. Esta búsqueda es muy
significativa por el hecho de presentarse como metáfora de los acontecimientos por
venir. En primer lugar, es necesario retomar las caracterizaciones iniciales del personaje
de Óscar y su identidad, pues la novela lo presenta como un sujeto en formación, en
búsqueda. El camino por el potrero junto con su amigo se ubica dentro de esta
consideración. Más adelante, luego de haber encontrado los primeros hongos, se
sorprenden porque “Era como si de pronto la luz hubiese variado de manera tal que los
objetos que antes no se veían, ahora se tornaban visibles. Nuevas y antiguas
iluminaciones…” (Chaves, 2000: 95). Lo que antes estaba oculto salía a la luz. Sin duda
el tema de la evidenciación se convierte acá en una metáfora determinante: aparece un
nuevo mundo, otra realidad posible, alterna. Este campo semántico ha sido una constante
al analizar las caracterizaciones identitarias de los personajes de la novela, en donde uno
de los puntos centrales es el descubrimiento de una realidad más allá de la normativa
estructurada en el patriarcado, o al menos la ruptura con algunas de sus principales
normas.
En las páginas siguientes se completa aún más este nivel del sentido de los hongos para
estos dos personajes en el contexto de la búsqueda, ya que las atribuciones dadas a éstos
142
tienen características totalmente fálicas, realizando así una directa vinculación entre los
dos elementos: hongo/hombre: “En ese momento, Javier miró hacia lo alto de una colina,
en la que descubrió, enhiesto, un hermoso hongo dorado” (Chaves, 2000: 95).
Posteriormente, se introduce en este acontecimiento una significación religiosa, a partir
de la que, más adelante, se encontrarán las características de la visión profética dada a
los iluminados.
Óscar y Javier observaron por un rato, casi con devoción, ese falo
terrenal, intacto, macizo, que ofrecía su carne a esos dos jóvenes
maravillados por el esplendor de la naturaleza, un brillo pánico que
comenzaba a dorar árboles, piedras y animales, guayabos rocas y pájaros.
Como un Moisés doble ante la Zarza, Óscar y Javier se inclinaron ante el
hongo ardiente (Chaves, 2000: 95).
Evidentemente, y por los hongos que anteriormente habían ingerido, ya se empezaban a
encontrar bajo sus efectos. De esta forma entran en un espacio más allá de los sentidos y
las sensaciones, en una experiencia de éxtasis, la cual está íntimamente relacionada con
el placer sexual y con una actividad orgásmica a partir de la que se da una revelación:
Óscar sintió el impulso de extender su mano y arrancar el falo dorado. Así
lo hizo. Su mano tembló ante el contacto de la textura vegetal. Al verlo
sobre el fondo blanco de su palma, Óscar pensó en un pene desprendido
de su base, en un falo erecto pese a estar separado del cuerpo. Comer
hongos era como castrar la tierra.
Javier no escapaba a los embrujos del hongo de oro. También quiso
tenerlo entre sus manos. Lo tocó, lo pasó por su cara, por su boca.
Entonces dio el primer mordisco. Lo saboreó lentamente mientras
extendía el hongo mordido hasta la boca de Óscar, quien también lo
mordió, y así continuaron hasta acabarlo. El hongo dorado se perdió entre
sus vísceras. ¿Se iluminaría así la oscuridad de sus entrañas? (Chaves,
2000: 96).
El erotismo del pasaje es muy claro: ambos personajes se ven envueltos por la
fascinación ante el hongo/falo, ante el hongo ardiente que les dará la revelación. Dentro
de su visión contemplan la perspectiva de la ciudad desde lo alto de la montaña y la
143
comparan con un espacio que carcome, un hades en el valle, “ciud/hades”. Es entonces
cuando Óscar empieza a ver el anuncio de la catástrofe:
Óscar dejó de mirar los arbustos y las piedras y los zacatales. Se desplazó
hacia la lejanía, hacia ese valle que, según percibía en esos momentos,
comenzaba gradualmente a enturbiarse, como se entenebrece un lago
cristalino al que de repente le llega una corriente sucia. Una niebla de
color indefinido había cubierto el horizonte. La penumbra se apoderaba
del paisaje lejano. Poco a poco los vapores comenzaron a ponerse en
círculo, en elipses, arremolinadamente. Se formó una tromba, un
torbellino invertido que crecía hacia lo alto, como una columna de humo.
Paulatinamente este pilar vaporoso fue adquiriendo figura humana, la de
un gigantesco hombre de humo hundido hasta las rodillas en ese valle
inundado de niebla. Coloso y bruma eran una misma cosa. Ambos no eran
sino emanaciones nauseabundas de los habitantes del valle.
Óscar, asustado, quiso gritar y llamar a Javier, mas no podía mover un
solo músculo, su mirada estaba clavada en el gigante brumoso. Y
entonces el coloso tuvo hambre y, goyesco, se inclinó y hundió sus
manos en las aguas de bruma y, al azar, comenzó a sacar hombres de
lo hondo del valle. Algunos gritaban mientras se perdían en sus fauces de
humo. Y en cada uno de los que morían Óscar reconoció una parte de su
propio rostro (Chaves, 2000: 97) (La negrita es nuestra).
La cita anterior presenta el momento exacto en el que Óscar observa la presencia de la
muerte sobre la ciudad y siente miedo, especialmente por Javier, ya que se encontraba
lejos en ese momento y no quería que fuera devorado por el gigante. Más adelante Óscar
no quiso mencionar nada acerca del incidente, que fue tomado simplemente como
consecuencia sin sentido de la ingesta de hongos, nada más. Es muy claro que en la
visión del gigante se encuentran elementos determinantes que tienen directa relación con
los años que vendrían. En primer lugar, tenemos la imagen de un lago cristalino, el cual
comienza a enturbiarse, a ser contaminado; por supuesto que se trata de la imagen típica
de la plaga, la muerte. Al encontrar el hongo se hace referencia a la zarza ardiente en la
cual Dios se manifiesta a Moisés, se revela y le da su mensaje; posteriormente, y por el
incumplimiento de sus mandatos, viene el castigo sobre el pueblo de Israel en el exilio.
La misma estructura que tipifica la revelación se encuentra dentro de la novela, en donde
el hongo permite el anuncio, el cual tiene que ver con el castigo.
144
La formación del coloso de bruma hace referencia al sentimiento de impotencia que se
genera ante la plaga del sida, como un gigante que devora casi de forma inevitable. Es
muy importante señalar la acción que se le atribuye a este gigante, en la que se inclina y
toma al azar hombres para comérselos en un entorno de terror. En la visión de Óscar no
hay una predeterminación ante la cual actúe el gigante, es decir, no constituye una forma
específica de seleccionar sus víctimas a partir de ninguna categoría social, género, etnia,
etc., sino que mata a cualquiera. Finalmente, lo que más asustó a Óscar fue que él mismo
se vio reconocido en la cara de los que morían, lo cual representa esa condición
compartida en las primeras víctimas de la enfermedad, donde el discurso que primaba
tenía que ver con la exclusividad de la plaga en la comunidad gay.
Los elementos de la mística profética de la tradición judeocristiana son evidentes en el
pasaje de los hongos; en primer lugar, estos jóvenes suben la montaña, espacio
sacralizado por la divinidad, en donde hay una comunicación con ésta, participan de un
ritual místico que los lleva al éxtasis, en el que, a uno de ellos se le presenta la visión
profética de destrucción. Ahora bien, es importante también señalar una diferencia
importante, y es que en pasajes de este tipo, en los que se representa la destrucción,
prevalece siempre la imagen de la divinidad y sus mandatos. En la visión de Óscar no
hay un designio divino ni un castigo debido a la corrupción, como lo podemos ver en la
destrucción de Sodoma y Gomorra (Génesis, cap. 19), las profecías de la destrucción de
Babilonia (Isaías, cap. 13), las desgracias contra Amón, Moab o los filisteos (Ezequiel,
cap. 25), o las mismas del Apocalipsis. Es evidente que sí presenta los elementos típicos
de la visión profética, pero no hay un castigo a la maldad, no se presenta como
advertencia ante la degeneración, sino que lo inevitable se acerca, sin una carga del
discurso maniqueísta. Desde el punto de vista de este análisis sería un grave error leer la
visión de Óscar como la manifestación de la culpa, el castigo divino por participar de
una condición sexual marginal.
145
2.2
“Monumento a la bestialidad”, la llegada del sida
Después de que Óscar y Javier bajaron de la montaña no comentaron más acerca de la
experiencia extraña que tuvo Óscar. A partir de este momento se incluyen ya una serie
de términos completamente nuevos para la población, los cuales describen una nueva
peste que ataca de forma indiscriminada. Es en esta parte en donde se empiezan a
encontrar artículos periodísticos con noticias de odio y discriminación contra los nuevos
enfermos.
Con fecha de junio de 1984 se encuentra una carta personal, dirigida a A. de parte de D.,
en la que se da una especie de informe acerca de la situación de Costa Rica y la nueva
enfermedad.
Desde hace unos meses me he dedicado a recortar artículos, reportajes,
ensayos periodísticos, que abordan el tema del sida y por ende, según la
mecánica manera de pensar de la mayoría de los autores, de la
homosexualidad. Con este material que estoy juntando, proyecto hacer un
bestiario del sentimiento humano, en donde, -lamentablemente- lo que
predomina es el odio, el prejuicio, la saña y, como si esto no bastara, todo
ello coronado por la muerte (Chaves, 2000: 99).
El texto anterior marca el inicio de los artículos periodísticos que se encuentran en la
novela; a partir de esta carta se empiezan a encontrar referencias de distintos países en
las que se evidencia la intolerancia, a manera de una dura historia del inicio del sida. De
esta forma se podría entender que el resto de los artículos de periódico son parte de la
colección mencionada anteriormente en la carta.
Es muy significativo el nombre que el mismo D. le da a sus datos: “monumento a la
bestialidad”, ya que es en donde, al igual que en la amplia tradición existente de
bestiarios, se recogen diversos tipos de animales y se hacen comparaciones con una
146
función didáctica23. En este caso el bestiario refiere a la acepción negativa de bestia o
animal, al recoger hechos que retratan un comportamiento poco humano y sus
consecuencias. D. menciona la razón de esa bestialidad o la manera de entenderla: “…y
en un doble sentido: por lo bestia de lo que está ahí escrito y por lo bestial de sus
consecuencias si la gente hiciera caso a esas bobadas” (Chaves, 2000: 100).
Posteriormente, D. se pregunta qué utilidad pueden tener sus denuncias a través del
bestiario, ya que nadie le haría caso y de la misma forma la historia se repetiría con
nuevos sacrificados. Es en este punto en donde parafrasea a Borges en su texto El idioma
analítico de John Wilkins, al tratar de adivinar quién será el próximo chivo expiatorio:
¿Quiénes serán?, me pregunto: ¿los tatuados?, ¿los vegetarianos?, ¿los
que se visten como Michael Jackson?, o, citando al incitable Cegatón de
Ginebra, ¿los embalsamados?, ¿los amaestrados?, ¿los lechones?, ¿las
sirenas?, ¿los fabulosos?, ¿los leones sueltos?, ¿los marranos amarrados?,
¿los incluidos en esta clasificación?, ¿los excluidos de esta categoría?,
¿los que se agitan como locos?, ¿los innumerables?, ¿los que callan como
Wittgenstein? (…) (Chaves, 2000: 100).
La referencia directa a Borges resulta muy significativa, ya que en El idioma analítico de
John Wilkins, el autor hace referencia a “cierta enciclopedia china que se titula Emporio
celestial de conocimientos benévolos” (Borges, 1999: 156), en donde se hace una
clasificación de los animales a partir de categorías totalmente arbitrarias. El texto, acerca
de los intentos de un lenguaje universal, muestra la imposibilidad de acercarse al
23
“En Occidente el simbolismo animalístico arranca de Aristóteles (Historia de los animales) y de Plinio
(Historia natural), pero más concretamente del Fisiólogo, compuesto en el siglo II d.C., bestiario por
excelencia, la mejor de las compilaciones de interpretaciones alegóricas de naturaleza animal y vegetal, y
base de lo que serían después los bestiarios medievales. El bestiario, como es sabido, trata de animales
reales o imaginarios, que de un modo figurativo representan los rasgos más salientes de Cristo, del diablo,
del bien, del mal, y de ciertas virtudes o vicios; de lo que se desprende que su función principal es
didáctica (…) En lo que respecta a Hispanoamérica, los conquistadores españoles desde el propio Colón
recogieron en cartas al rey, diarios de viaje, historias y crónicas sus impresiones de la fauna hallada. Y si
bien no se pueden colocar estas obras al mismo nivel que los bestiarios del siglo XII en cuanto a intención
didáctica cristiana se refiere, hay algunas instancias en que los cronistas se sitúan en un plano muy similar
al de los autores de esos textos”. Schulz-Cruz, Bernard (1992). “Cuatro bestiarios, cuatro visiones: Borges,
Arreola, Neruda y Guillén”. En: Anales de literatura hispanoamericana, Núm. 21. Editorial Complutense,
Madrid.
147
significado exacto por medio de la clasificación de todos los elementos del universo. El
lenguaje, entonces, rehúye a este propósito. Por tanto, dentro de toda esta amplia red de
posibilidades significantes, sin conexión aparente, cualquier opción es válida, el chivo
expiatorio dentro de la moralidad social puede llegar a extremos en donde la justificación
no importa.
Otra de las referencias importantes se relaciona con las políticas conservadoras que
predominan en la época, en especial referidas a las figuras de Juan Pablo II y el
presidente Reagan. En la carta se menciona “…la intolerancia fortalecida por figuras
retardatarias como Reagan y el Papa – en tanto entienden la moral como el acatar de un
canon único de comportamiento (…)” (Chaves, 2000: 99). Como se mencionó al inicio
de este capítulo, las políticas del gobierno de Reagan tuvieron una importante influencia
sobre Costa Rica durante la primera mitad de la década de los ochenta; estas políticas
estaban cargadas, además, de un fuerte conservadurismo con respecto a las concepciones
éticas y morales. Evidentemente estos factores tienen mucho peso en un momento tan
determinante como lo es la aparición del sida al inicio de la década. Con respecto a las
políticas morales dentro del reaganismo, Schifter menciona que:
El presidente [Reagan] defendía la familia y la religión como baluartes de
la nación. En razón de ello se tachó como perjudiciales todos los logros
alcanzados en el campo de la mujer –como el aborto, la igualdad de
oportunidades en el trabajo, las leyes contra el abuso sexual, y las cuotas
de representación-; los avances en las leyes de discriminación racial, como la obligatoriedad de integrar racialmente las escuelas, la de
establecer cuotas de trabajo para las minorías y otros programas de becas
y ayudas para los negros-; y los logros en el dominio de los derechos
civiles, como lo hacía el movimiento gay estadounidense con su lucha por
obtener una protección del Estado en contra de la discriminación legal,
social y religiosa (Schifter, 1989: 99).
Más adelante Schifter asegura que estas tendencias tuvieron una importante influencia en
Costa Rica, por razones planteadas a partir de la crisis económica. Es precisamente a este
discurso al que se refiere la carta de D. con lo de “figuras retardatarias”, junto con la
Iglesia Católica, la cual, hasta el momento, no ha aceptado el uso del condón para
148
prevenir las enfermedades de transmisión sexual. En este contexto de vuelta a “valores
tradicionales” empieza a difundirse la enfermedad, y en la novela se puede apreciar
desde los dos niveles que se han venido analizando: el de los acontecimientos narrados y
el de los textos extraliterarios. Por esto se analizarán diferentes representaciones desde
los dos niveles, puestas en diálogo con información aparecida en la prensa nacional
acerca del tema, de la misma forma en que la novela va construyendo su visión del sida.
1.6.1
El discurso periodístico
A los homosexuales hay que comprenderlos como lo que
son, enfermos, como a los drogadictos, como a los
alcohólicos. No sólo enfermos morales sino también
físicos. ¡Pobres hermanos caídos en el fango del pecado…
La propia naturaleza, siguiendo los designios de Dios, los
rechaza… El SIDA es el látigo invisible de Dios…
(Fragmento de un sermón católico) (Chaves, 2000: 107).
Después de la carta de junio de 1984 se encuentra un artículo aparecido en La Prensa
Libre, precisamente al que se hace referencia en la carta, ya que D. menciona que lo
enviará de forma adjunta. Este artículo retrata claramente el bestiario que se mencionó,
ya que da explicaciones esotéricas o místico-científicas, acerca de por qué los
homosexuales padecen del llamado “cáncer gay”: “Mas quien malgaste sus «aguas de
vida» en fornicaciones u otros abusos sexuales, estará expuesto a las enfermedades más
terribles que atacan hoy en día al género humano” (Chaves, 2000: 103). Al final alude a
cómo la decadencia de los pueblos es determinada por la degeneración sexual, por lo
cual la tierra “debe ser limpiada”; de esta forma se hace referencia al carácter purificador
del sida, el cual llega como un castigo divino24, uno de los discursos que más se ha
desarrollado durante esta época.
24
En este caso sí se hace una comparación directa con el discurso profético del Antiguo Testamento, ya
que posee el carácter escatológico en el cual se señala la degeneración a partir de la que llegará el castigo
merecido. A diferencia del pasaje de los hongos, en donde se utilizan los elementos típicos de una profecía
sin utilizar el discurso religioso del castigo y la culpa. Evidentemente las metáforas y alusiones al discurso
149
Uno de los primeros artículos periodísticos que apareció en la prensa nacional acerca del
sida se titula: “Costa Rica libre de casos del fatal síndrome del homosexualismo”, La
República, 11 de julio de 1983, página 3. En la nota se señala que quienes padecen la
enfermedad son homosexuales, bisexuales y toxicómanos, así como algunas personas
que han recibido transfusiones de sangre. Más adelante dice que: “Lo preocupante de la
situación es que se están notificando casos de SIDA en algunos heterosexuales, mujeres
y niños también”, es decir, que la enfermedad no es grave hasta que no afecte a un sector
de la población que sea considerado realmente importante, porque de lo contrario se trata
de una “limpieza” social que se puede observar desde afuera. Más adelante se publica un
artículo en La Prensa Libre en donde se plantea la posibilidad de que llegue el virus al
país, esto a partir de lo dicho previamente por el Dr. Abel Pacheco. El artículo se titula
“Síndrome AIDS podría llegar a Costa Rica”25.
El 3 de febrero de 1984 se publica en La Nación un artículo en donde se afirma que tres
costarricenses están infectados de sida (todos hemofílicos), uno de los cuales ya había
muerto. Un año después se identifican diez casos, siete de los cuales son hemofílicos26.
Evidentemente hay una importante tendencia a minimizar las posibilidades para no
causar pánico dentro de la población, además de mencionar en especial los casos que no
tienen que ver con el contacto sexual entre personas del mismo sexo, ya que se da mayor
trascendencia a los casos de hemofílicos o vinculados con estos, lo cual se hace patente
al ver que las charlas de prevención se daban solamente a este tipo de población27. Por
otro lado, un artículo de 1985 afirmaba que se creía imposible una epidemia de la
enfermedad en este país, ya que no se podían comparar los índices de promiscuidad de
homosexuales y de drogadicción con los de otros países28.
religioso dependen de la perspectiva que las utilice, por lo tanto, el caso de la novela, en el nivel de los
acontecimientos, correspondo con un rechazo claro de la visión de enfermedad asimilada con el castigo.
25
La Prensa Libre, 24-08-83, p. 6.
26
“Diez casos de SIDA se han diagnosticado en el país”. LN, 19-09-85, p. 11A.
27
“Ofrecieron charla sobre el SIDA a hemofílicos”. LN, 13-02-84, p. 2A.
28
“Creen improbable epidemia de SIDA”. LN, 31-05-85, p. 4A.
150
Es evidente que se empezó a dar información sumamente confusa acerca de la
enfermedad, a pesar de contar ya, desde 1983, con investigaciones serias al respecto. De
esta forma el contexto que presenta la novela se basaba en el incremento de discursos
contradictorios acerca del sida, los cuales, poco a poco, empiezan a desembocar en el
miedo y, por supuesto, la discriminación. Esto se puede observar en las declaraciones
dadas por el Ministro de Salud durante el gobierno de Óscar Arias Sánchez, Edgar Mohs,
quien, de acuerdo con el periódico La Nación, aseguró que en los últimos meses había
habido un aumento del homosexualismo en el país: aunque “no hay estudios que
permitan demostrar esa afirmación ni datos de años anteriores para demostrar
comparaciones, se ha notado un aumento y un cambio en el comportamiento sexual de
los costarricenses” (La Nación, 2 de agosto de 1986, página 13A). A pesar de la falta
evidente de información y de estudios al respecto, el señor Ministro aseguraba que sí
había un incremento, esto a partir de su propio juicio, lo que condujo un año después al
cierre de establecimientos gays por medio de redadas policiales.
Estos nuevos discursos y significados asociados a la idea del homosexual son
determinantes para el análisis de sus identidades personales y grupales dentro de la
novela, así como para estudiar el contexto histórico del cual da testimonio el texto
literario, a manera de una realidad cercana. Esta característica del texto narrativo que se
acerca a la realidad se determina a manera de pacto con el lector, por medio del cual hay
elementos en el texto que funcionan dentro de ese juego ilusorio de la realidad en su
discurso.
Las manifestaciones del discurso periodístico en relación con la idea de homosexual
asociada a “enfermo” o “vehículo de enfermedad” no son exclusivas de los periódicos de
la época, ya que, de acuerdo con el estudio realizado por Isabel Gamboa a partir de los
expedientes médicos de pacientes del Hospital Nacional Psiquiátrico, durante el período
1978-2004, en los años ochenta se diagnosticaron 106 casos de homosexualismo como
151
trastorno sexual29. Esto evidencia la marcada tendencia represora de la época, en especial
por causa del miedo al sida, a pesar de que la homosexualidad había sido eliminada
como trastorno sexual desde 1974.
Para abordar los acontecimientos relativos al sida se encuentra como elemento
imprescindible dentro de la novela de Chaves la intertextualidad exoliteraria30. José
Enrique Martínez (2001) considera como parte de esta intertextualidad a aquellos textos
que pertenecen a una discursividad distinta a la del texto literario como tal, que
constituye una voz diferente, algunas veces anónima, que contrasta con el lenguaje y el
estilo utilizado dentro de la narración; para el caso, pueden aparecer textos periodísticos,
científicos y otros.
En la segunda parte de la novela se presentan una serie de artículos periodísticos que
cumplen con esa función referencial hacia afuera del texto, por medio de discursos no
literarios y por lo tanto contrastantes, los cuales muestran la dureza de la confusión
vivida durante los años ochenta en relación con el sida.
A continuación se presenta una lista de estos artículos que funcionan como intertextos
exoliterarios de la novela de Chaves:
29
Esta investigación fue presentada en la Maestría en Historia de la Universidad de Costa Rica y
constituye un estudio muy valioso para el análisis de las identidades sexuales, en especial de esas que han
sido relegadas a la periferia social. Además se basa en expedientes médicos a través de 26 años, lo cual
permite ver los cambios de perspectiva y los momentos en que estos se introducen. A propósito de los
casos de los años ochenta Gamboa menciona que: “…podría[n] ser resultado de la influencia cultural
conservadora de la “mayoría moral” alentada por la administración Reagan y por la represión ejercida por
el gobierno de Óscar Arias, sobre todo durante sus dos primeros años de mandato -1986 y 1987- hacia los
homosexuales” (Gamboa, 2006: 292).
30
También llamada extratextual.
152
Cuadro 1. Artículos periodísticos.
Artículo
Fecha
Página
22/6/1984
101-103
1
Artículo acerca del sida y la homosexualidad.
2
Sermón católico
9/1984
106-107
3
Temor al cáncer lila (México)
8/1985
124
4
Encarcelamiento de pacientes (Alemania
8/1985
125
Federal)
5
Cacería de homosexuales (Ecuador)
8/1985
126
6
Cruzada
homosexuales
9/1985
126
Bisexual de 35 años debió escapar de su
9/1985
130
4/5/1987
136-137
6/5/1987
137-138
para
eliminar
(Colombia)
7
pueblo (AFP) (Brasil)
8
Cacería de brujas en contra de homosexuales,
lesbianas y travestis (Yucatán)
9
Grupos de homosexuales son expulsados de
las ciudades (Veracruz, México)
10
Un enfermo extraño (Proceso)
6/1987
143
11
¡El río tiene sida! (Proceso)
6/1987
156
12
Exámenes obligatorios de sida (Washington,
6/1987
160-161
4/1987
163-164
6/1987
164
10/1987
164-165
EE.UU) (La Jornada)
13 Exámenes obligatorios de sida (Baviera,
Alemania Federal) (Newsweek)
14
Deportación de 36 extranjeros enfermos de
sida (Moscú, U.R.S.S) (Excelsior)
15
Cuarentena para enfermos de sida (La
Habana, Cuba) (The Guardian)
153
Las temáticas de los artículos evidencian que constituyen una referencia clara al miedo
de la población ante la confusión de los datos sobre la enfermedad; en ellos se retratan
variados tipos de crueldad con la que se trató a los enfermos de sida, todos con la
característica de formar parte de grupos marginales, en especial travestis. Esta serie de
16 artículos completa lo que el remitente de la carta de junio de 1984 da en llamar
“monumento a la bestialidad”, al constituir una muestra de la estupidez humana ante lo
desconocido, a manera de bestiario medieval.
Son determinantes textos como el sermón católico (Chaves, 2000: 106), en donde se
identifica a la enfermedad como parte de una venganza de la naturaleza, ante la cual no
se puede ni debe hacer nada, ya que es “comprensible” que Dios esté enfurecido con ese
tipo de comportamientos sexuales. Otro artículo, titulado “Un enfermo extraño” (Chaves,
2000: 143), relata las dificultades vividas por una familia en la que su hijo fue
diagnosticado con el virus, por lo cual, y ante la duda de un enfermo extraño en el
pueblo, todos empezaron a darles la espalda, incluso a no querer recibir ni siquiera su
dinero en las compras. En Mérida, a manera de cruzada medieval, los pobladores
católicos iniciaron una cruzada en la que se pedía denunciar a los homosexuales, para así
“erradicar las prácticas amorosas ajenas a la moral” (Chaves, 2000: 136). Otro de los
casos extremos es el artículo titulado “¡El río tiene sida!” (Chaves, 2000: 156), en donde
se presenta la historia de Carlos Caballero, quien debido a intensos calores se bañaba
constantemente en el río de su comunidad, luego de ser diagnosticado con el virus el
pueblo tenía miedo del río y de la familia de Caballero, tanto que hubo riesgo de que les
quemaran la casa.
Evidentemente dentro del ritmo de la narración en la novela, la inclusión de estos textos
(ajenos en su mayoría al territorio nacional), participan de una tendencia más
generalizada como lo es el miedo. Por otro lado, van intensificando cada vez más la
tensión con respecto al incremento de casos y al riesgo de ser el siguiente, por lo tanto,
dentro de la estructuración de la novela hay también una función primordial al completar
el panorama de gravedad en torno a la situación descrita.
154
2.2.2 Mario y la degradación
La última vez que lo vi, hace como semana y media en el
Teatro del Ángel, él iba acompañado de un argentino muy
guapo. ¡Qué bueno! Por cierto, ¡cómo está adelgazando
Mario! (Chaves, 2000: 138).
Todo lo relacionado con la nueva enfermedad constituye un discurso emergente dentro
de la realidad del texto, ya que se van introduciendo nuevos términos, así como nuevas
ideas asociadas a estos, entre ellas el miedo y la discriminación. Después del pasaje de la
montaña, Óscar vive otro acontecimiento que lo coloca dentro de una posición quizá
privilegiada en relación con la llegada de nuevos hechos o problemáticas, ya que se
presenta a manera de “casi profeta”, alguien que tiene la capacidad de anticiparse a los
hechos que ocurrirán. El problema que posee es la interpretación de estas señales, ya que
no tiene la capacidad suficiente para poder discernir el significado de sus revelaciones.
La segunda de estas revelaciones se da dentro de un sueño en el que Óscar y Mario se
encuentra de nuevo en Nicaragua, durante la celebración sandinista, al igual que el día en
que se conocieron. Esta vez viaja hacia Managua en un convoy militar en medio de los
festejos. De repente Mario empieza a sentirse mal, mientras en la radio mencionaban que
alrededor de la carretera todo está minado:
Me muero, Óscar, me muero, decía débilmente, entre sollozos, el ahora
enflaquecido Mario. Desesperado ante los lamentos, dispuesto a que todo
estallara de una vez, Óscar giró el volante para salirse del camino y,
contra lo esperado, nada explotó. El carro había caído en una zanja, como
pudo Óscar sacó a Mario y lo acostó en el suelo. Estaba cada vez más
demacrado, quiso pedir auxilio pero ya el convoy se perdía a lo lejos,
iluminado por la luna de hambre. Óscar y el moribundo quedaron en ese
paraje desolado. (Chaves, 2000: 108).
Ante este sueño Óscar quedó muy desconcertado por pensar si Mario estaba enfermo o le
pasaba algo, pero trató de alejar esos pensamientos para no creer que lo que hacía era
inventar una excusa para acercarse de nuevo a Mario. Más tarde se encontró con Mario
155
de casualidad en la entrada de la Sala Garbo, en San José, y empezaron a hablar. Mario
mencionó que se iría a San Francisco a un curso de seis meses. Ante el comentario de
Óscar sobre el sueño, Mario no se inmuta, simplemente hace referencia a que ahora sólo
quiere vivir y que la muerte no es algo que le preocupe.
Cuando vuelve Mario al país, empiezan a aparecer en la novela los artículos
periodísticos. El regreso se menciona en el diario de Óscar, el cual fue un regalo de
Mario. El tiempo en San Francisco fue para Mario un espacio de relajación y diversión,
donde hubo gran cantidad de encuentros sexuales, lo cual se deja muy claro en la novela:
San Francisco quedó atrás. Igual que su curso de seis meses, sus
amistades gringas más recientes, los paisajes vistos, los hombres
seducidos y seductores, los parques, los bares, las fiestas interminables,
los libros igualmente interminables, la historia, la utopía. Sólo ese fluir
entre los cuerpos y hacia ellos; aferrado a la carne de los otros, a la propia
también, siendo la araña y también la mosca (Chaves, 2000: 126).
Después del viaje, Mario se entrega aún más al sexo ocasional. Vive una promiscuidad
muy grande en la que se refugia, de alguna manera, para ocultarse de sus pérdidas en
otros ámbitos; ya no tiene a David y la relación con Óscar no es la misma, han pasado a
otras esferas, en donde la vinculación se da desde la amistad. Mario se preocupa muy
poco por su vida, sólo piensa en el placer y la diversión; además, se siente incapaz de
mantener una pareja estable, la cual pueda demandarle afecto, comportamiento descrito
por el narrador de la siguiente forma:
Que otros escriban en el papel, como Óscar, para eso le regaló el diario;
pero él, Mario, él sólo escribe sobre la piel, la suya y la de otros, escribe
signos de semen que se borran cada día con agua y jabón, signos
diseminados, inseminados. Y entonces estará otra vez en la sala de su
apartamento, viendo las plantas, leyendo, sintiendo cómo se va el tiempo,
sí, incesante, (…) De ahora en adelante a vivir el día, el momento, ya se
acabó esto de estar esperando, esperando qué, ¡nada!, a la mierda David, a
la mierda Óscar, todo lo que signifique una presión (Chaves, 2000: 129).
156
Durante una conversación con Óscar, Cavafis mencionó de repente que Mario tenía sida
y el comentario dejó perplejo a Óscar. El hecho de la enfermedad confirma, en este
punto, los acontecimientos anteriores, como lo es en primer lugar una de las razones por
las que Óscar se veía identificado con las víctimas del gran gigante de humo, ya que una
de las personas más cercanas a él –su único amor hasta el momento- se ha visto
infectado; además, es claro que el sueño de Óscar se refería a la enfermedad y muerte de
Mario, representada por un desangramiento en el lugar en que se conocieron, Nicaragua,
su punto de partida, su referencia primera del vínculo en donde se retratan al mismo
tiempo el inicio y el fin.
Por otro lado, antes de conocerse la noticia exacta de la enfermedad en este personaje, el
texto empieza a sugerir que será el próximo en infectarse. Primeramente viaja a San
Francisco, una de las ciudades conocidas en ese momento por el alto índice de la
epidemia, así como una de las de mayor actividad gay en el país. En segundo lugar, se
hace constante referencia a la actitud asumida por Mario en ese punto, pues no está
interesado en establecer vínculos amorosos, sino sexuales, de trámite rápido. Es evidente
que la mezcla de estas actitudes con una ciudad altamente permisiva y con un gran índice
de infección va a producir ese resultado. El mismo Mario lo expresa de la siguiente
forma:
(…) por eso tengo buenos recuerdos de San Francisco, sí, sexo, sexo, en
las calles, en los parques, en los bares, aquí, allí, así, asá. Qué importa que
después de tanto coger me sienta más solo, de todas formas, solo siempre
estoy, cogiendo o no cogiendo, por esto mejor solo y cogiendo; cuando ya
nada queda, queda el sexo; cuando París, Managua o San Francisco ya no
existan, está el sexo, mi sexo; cuando David y Óscar ya no están, yo sí
estoy, yo sí: cojo luego existo (Chaves, 2000: 154).
Los últimos meses de vida de Mario no se ven retratados en la novela desde la
perspectiva de él mismo, es decir, no se conocen sus opiniones con respecto al hecho de
tener la enfermedad. El único momento en el que se ve su estado es cuando, de sorpresa,
llega a visitar a Óscar. En esa visita, Mario solamente habla de su recorrido en el carro
157
alrededor de la ciudad de San José, sin un rumbo fijo, hasta llegar al apartamento de su
amigo. Para Óscar es evidente el estado de degradación en el que se halla Mario. El
encuentro se narra de forma cruda con respecto a esa condición de delgadez, en la que su
rostro se ha transformado y su cuerpo parece quebradizo y frágil.
(…) esta diarrea me exprime, esta diarrea de nada, de aguas sucias, de
aguas muertas. Lo siento, Óscar, tengo que usar tu baño, tengo que cagar,
retorcerme sentado en el excusado, sentir cómo tirita mi cuerpo, cómo se
contrae, cómo se deshace en babas. Mario estuvo en el baño casi una
hora, y cuando salió se fue directamente a la cama, donde se volvió a
dormir (Chaves, 2000: 103).
Es esta la última vez que ambos personajes se ven. Desde tiempo atrás –desde la ida de
Mario a San Francisco- no habían vuelto a tener ningún tipo de encuentro sexual, la
relación había cambiado completamente, aunque continuaban siendo para ambos una
referencia constante, quizás más para Óscar. Al irse Mario ese domingo, Óscar recordó
el episodio de los hongos, confirmando, una vez más, el cumplimiento de su visión:
“Mario se alejó llevado por la mano brumosa del gigante” (Chaves, 2000: 163).
La muerte de Mario es narrada también de forma breve y se continúan resaltando sus
características físicas como parte de un proceso en el que la muerte se acerca poco a
poco. Además se hace referencia a la discriminación que sufrían los enfermos con el
virus en los hospitales del país, ya que Mario prefirió ir a morir a su casa y “no ahí donde
todos lo miraban con miedo, con desprecio, mejor morir solo” (Chaves, 2000: 165).
Estuvieron junto a él en los últimos momentos su mamá y dos hermanas, además de
David. Óscar asiste al funeral y es en este espacio en donde reflexiona acerca de la
diferencia que hay en este tipo de muerte, en donde se hace patente una identidad
marcada:
Óscar permanece junto a la tumba de Mario. No sabe por qué pero
quisiera pintarla de rosado, hacerla única, distinta, aún en su muerte. Te
celebro, Mario, bailo tu muerte, bailo mi vida. Pintaré tu tumba de rosado,
sí, mucho rosa, violeta, escarlata, en el cementerio, en tu tumba, en la de
158
Pedro y la de Juan y la de Vicente y la de Jacinto y la de Manrique y la
de Federico y la de Frank y la de Carlos y la de… (Chaves, 2000: 167).
La muerte de Mario, dentro de este paisaje del cementerio, es la que da el título a la
novela, en la que un paisaje tranquilo se va llenando, de forma apresurada, de tumbas.
Estas tumbas no pertenecen a un paisaje típico de cementerio, hay una importante
diferencia, y es precisamente la que el personaje central quiere demostrar: todas estas
muertes no forman parte de una epidemia como otras en la historia, pues esta tiene que
ver con las ideas y los conceptos sociales acerca de la moralidad. En esta denuncia
explícita en la tumba diferenciada se hace patente lo que hubiera podido ser evitado si el
contexto cultural no hubiera dado cabida constante a la intolerancia a lo diferente;
además, en ella se sacan a la luz los errores constantes con respecto a la lucha contra una
enfermedad que trae consigo la evidenciación de los prejuicios morales de la población.
2.2.3
Javier, el otro lado de la historia
No, no. No era el mundo el que se desvanecía, era él,
Javier, él quien sentía que se esfumaba, llevado por ese
viento que arrastraba papeles, hojas secas, polvo, smog, y a
él, sí, a él… el que seguía caminando, que miraba con
ansiedad los rostros huidizos de los transeúntes (…)
(Chaves, 2000: 131).
El otro personaje que se ve directamente afectado por el sida es Javier, pero en su
situación se pueden encontrar condiciones muy diferentes de las representadas en el
personaje de Mario. Incluso dentro del análisis de los artículos periodísticos se
encuentran distinciones discursivas significativas en cuanto a la situación de los
hemofílicos. El caso de Javier tiene una doble condición en cuanto a su grupo de riesgo,
por el hecho de ser gay y hemofílico. Pero lo más importante que determina la diferencia
con respecto al otro caso dentro de la novela es la cuestión de actitud y visión que se da
de la enfermedad.
159
Javier se encontraba constantemente en exámenes médicos debido a su condición de
hemofílico, por lo cual no resultaba extraño este procedimiento. Cuando es
diagnosticado con el virus camina por San José como si estuviera mareado, divagando,
hasta llegar a su apartamento. En la narración de este hecho se puede encontrar una
introspección del personaje en relación con los conflictos que se le empiezan a generar;
por medio de un estilo confuso se acentúa la sensación de estar perdido, como si diera
vueltas a su alrededor y cayera mareado: “sólo en calma, la calma de después y de antes
de la tormenta, la calma vacía, la cabeza sin nada, la habitación sola, sin pensar, sin
sentir, anonadado, nadando en nada, viendo el techo, techo, echo, eco, e…” (Chaves,
2000: 132). Después aparece una conversación con su doctor, en la que Javier no puede
creer que esté atravesando esta situación. Además, le dice al médico que la causa debe
ser una transfusión con sangre contaminada, ante lo cual el médico duda, debido a su
condición sexual:
-Pero cómo es posible, doctor. Tuvieron que ser las transfusiones, mala
sangre, doctor, sangre contaminada, ¿cómo es posible?
.Cabe esa posibilidad. Ya estamos tomando las medidas del caso, pero…
¿no habrá sido por contacto sexual?... Bueno… usted sabe…
-Saber qué cosa, doctor, que soy homosexual, sí, lo sé, yo mismo se lo
dije, pero no es por maricón por lo que estoy enfermo de sida sino por
hemofílico, ¿se da cuenta, doctor?, por hemofílico, por la sangre sucia de
la transfusión (Chaves, 2000: 133).
El texto evidencia que el contagio de Javier sí es por medio de una transfusión,
prácticamente sin posibilidad de equivocación, ya que la última vez que recibió sangre
había sido dos meses atrás, y Martín, su pareja, tenía cuatro meses de no estar en el país.
Este, por supuesto, no estaba infectado.
Es necesario subrayar que, como se mencionó anteriormente, hubo un mayor
seguimiento por parte de los medios de comunicación de los casos de contagio en
hemofílicos, en los que no existía la marca de la culpa. En la novela se toma en cuenta
este grupo de riesgo de la época, por medio de este personaje, pero con la diferencia de
160
que también puede ser injuriable en su condición sexual. De esta forma es determinante
el caso de Javier, a manera de testimonio de una época, para acercarse a estos hechos31.
Cuando Javier logra hablar con Óscar acerca de su situación se puede ver ya el inicio de
una nueva actitud con respecto a la enfermedad, es la presentación de una vida más allá
del designio de muerte, el cual había venido siendo presentado constantemente en la
novela con los textos periodísticos y con el caso de Mario, quien sucumbe
completamente ante la demarcación médica de su destino. Siempre el tema de la muerte
ha venido estableciendo el rito del texto: en la primera parte como lo que está por venir,
la calma antes de la tormenta, y en la segunda parte, la realización material de ese
gigante de humo que ve Óscar. Pero es necesario también analizar de qué forma hay un
importante trasfondo que subvierte ese patrón de desolación y tragedia, en el que la lucha
puede tener importantes resultados (tal es el caso de Óscar al querer diferenciar la tumba
de Mario para que ésta se manifieste como un testimonio que genere una diferencia). En
este punto la situación de Javier es de gran importancia, ya que hay un planteamiento de
lucha, un enfrentamiento.
Había que disolver la pistola a fuerza de optimismo, ya lo dijo el doctor
Quesada, hay que ser positivo, tener esperanza, sí, cuidar la dieta, nada de
excesos, ni alcohol, ni cigarrillos, ni irritantes ni picantes, ni café, ni té
ni… ni… ¡ni mierda!, nada. Tengo que vivir, Óscar, quiero vivir. Por mí,
por Martín, por vos, por tantas cosas. No me resigno, vas a ver como todo
va a salir bien. ¿Verdad que sí, Óscar? (Chaves, 2000: 139).
A pesar de no haber muchas menciones del personaje de Javier a partir de este punto, la
narración deja clara la idea de que, de una u otra manera, asume su situación y continúa
viviendo, no se deja llevar por el pesimismo hacia un estado de depresión que empeora
sus posibilidades físicas, como es quizá el caso de Mario. Tampoco se encuentra el
momento en el que le da la noticia a Martín, pero se conoce el resultado que generó:
31
Schifter menciona que: “En Costa Rica, la comunidad homosexual no mostraba, en 1985, aún víctimas
del sida. Solo se conocía un gay costarricense que había muerto en el extranjero. Para esa fecha, el virus
había sido ya identificado, como también sus formas de transmisión. En setiembre de ese año, algunos
gays llamaron la atención al Gobierno de que no se estaba haciendo nada para prevenir a la población”
(Schifter, 1989: 105).
161
Martín le pide el divorcio a Teresa. La situación límite en la que se ve Martín lo lleva a
tomar una decisión drástica, tiene que escoger entre sus dos vidas, la de casado, que
corresponde con la norma social, esperada por todos, en especial para un hombre de sus
características económicas y sociales, y la de la convivencia con su pareja gay, en donde
se ubica la marca de la injuria, la vida fuera de la ley tradicional, en donde se
fundamenta una alternativa en la forma de la vinculación. A estas características, que son
ya suficientemente angustiantes, se le suma el hecho de ser expuesto en su identidad al
estar su pareja infectada de la enfermedad, esta característica se suma dentro de las
posibilidades de discriminación, de injuria.
Martín elige la segunda opción pues la posibilidad de que Javier muera lo coloca entre la
espada y la pared y lo empuja a asumir su condición gay, a enfrentarse socialmente y
salir del clóset; es decir, tomar al fin la decisión que durante toda su vida había tenido
miedo de tomar y que lo llevó a establecerse dentro de un modo de vida heterosexual
contrario a sí mismo.
Esta ruptura entre Martín y Teresa trae consigo consecuencias determinantes para ambos
personajes en relación con su actitud ante la crisis y sus identidades. Javier y Martín
enfrentan juntos las implicaciones físicas y sociales de la enfermedad, o más bien de la
posibilidad de la enfermedad, ya que no presenta síntomas. Teresa, por su parte, toma
conciencia de sus posibilidades ante la vida y muy especialmente le hace ver a Martín
que su liberalidad no es tan amplia como él mismo cree, ya que recae aún en
concepciones típicas con respecto a la mujer. Dice Teresa en su carta (único testimonio
dentro de la novela del parecer de Teresa):
Ahora, a la distancia, a partir de lo que me dijiste, pienso que tus ideas
sobre la mujer, y sobre mí en especial, son de lo más ingenuas. Te jactás
de ser moderno y liberal, y sí, me doy cuenta de que en algunas cosas sí lo
sos, pero en este otro aspecto sos bastante cavernario, quizás a tu pesar.
No, no entendés a las mujeres, no me entendés… En eso no te distinguís
de la mayoría de los hombres (Chaves, 2000: 154).
162
En la cita anterior Teresa señala que el hecho de que Martín haya tomado esa decisión
en su vida y asuma una posición subversiva, no lo hace completamente liberal, ya que
continúa con conceptos machistas típicos. A partir de este punto no se encuentran, en la
novela más referencias acerca de estos personajes; la carta de Teresa pone fin en el texto
literario a las caracterizaciones de este triángulo, ahora disuelto.
2.2.4
Aires de reivindicación
El Gobierno, lejos de involucrar a la gente gay en la
campaña de prevención, la discrimina y la persigue. Y esto
no es cuento. Se hacen intentos para hacer obligatorio el
examen de sida a todos lo empleados públicos, se elaboran
listas de homosexuales. En los hospitales hay
discriminación y malos tratos a los enfermos de sida (Carta
para A. de F.) (Chaves, 2000: 145).
El año 1986 marca un nuevo momento para la historia del país y también con respecto al
desarrollo del sida como amenaza social. Esta diferencia se hace explícita dentro de la
novela por medio de diferentes elementos; la mayoría de ellos se encuentran en las cartas
personales, en donde se da un panorama más amplio de lo que sucede en Costa Rica en
ese momento. En ese año inicia el gobierno de Óscar Arias Sánchez, el cual trae una
serie de cambios con respecto a las acciones que se toman sobre el tema del sida. Como
se mencionó anteriormente, el Ministro de Salud anunció sus intenciones de cerrar
locales que se dirigen al público gay, para así tratar de eliminar el problema del sida (La
Nación, 2 de agosto de 1986, página 13A).
El año siguiente se empezó a hacer realidad esta advertencia al iniciar las redadas en los
bares de gays y lesbianas, a pesar de que, como dice Schifter “el cierre de los
establecimientos no estaba en las posibilidades de este Ministerio, de otros de sus
colegas, o del Presidente de la República” (Schifter, 1989: 109), ya que la
homosexualidad no constituye un delito dentro del Código Penal. En 1987 se hizo
163
evidente que empezaba a haber más víctimas de sida dentro de la comunidad gay
costarricense32, lo cual produjo represión, en lugar de iniciar una campaña informativa
dirigida al grupo afectado.
Durante los primeros meses de 1987, el gobierno inició una serie de
redadas contra estos establecimientos. Los primeros bares en sufrir el
acecho fueron Julian's y La Avispa. El hecho de que este último fuera
redado probaba la intención política represora del gobierno. La Avispa es
un bar de mujeres y las lesbianas constituyen el sector menos expuesto al
contagio del sida. Sin embargo, varias mujeres fueron encarceladas esa
noche (Schifter, 1989: 110).
Durante estos meses estaba el tema constantemente en la prensa nacional, debido
también a las disposiciones del Ministro de Salud, el cual pretendía establecer exámenes
de sida obligatorios para todos los funcionarios públicos del país. De esta forma, y para
demostrar claramente sus intenciones, el Dr. Mohs, el 26 de marzo de 1987, se hizo la
prueba correspondiente33, con la posterior información –negativa- del resultado, lo cual,
evidentemente, ocasionó que los demás funcionarios públicos se vieran obligados no
solo a realizarse el examen, sino a comunicar el resultado34.
En la carta aparecida en la novela con fecha de 27 de marzo de 1987 se hace referencia
directa a estos acontecimientos, ya que constituyeron un punto clave para la conciencia
de muchos gays y lesbianas, quienes vieron la necesidad de tomar parte dentro de los
acontecimientos del país y no permitir ese tipo de abusos. La crisis del sida hizo emerger
las identidades, ya que fue el motor impulsor de una evidenciación de la comunidad gay
costarricense. Por esta razón, Schifter menciona que “No existía una comunidad gay en
32
Véase: “Tres casos más de SIDA”, La Nación, martes 17 de marzo de 1987, página 8A, en donde se
reporta que los tres casos corresponden con homosexuales, además se mencionan las “importantes” labores
del gobierno, como las redadas: “También se coordina con autoridades policiales con el objetivo de llevar
a cabo detenciones de personas promiscuas, como las efectuadas el fin de semana último. Son muchas las
denuncias que llegan al despacho de Salud sobre la existencia de centros de homosexuales, y en todas ellas
se actúa, según el doctor Mohs”, evidentemente esta actuación nunca fue por medio de la labor de
información, sino de represión policial.
33
Junto con el Ministro de Transportes, Guillermo Constenla; el de Economía y Comercio, Luis Diego
Escalante; y el Ministro asesor Danilo Jiménez.
34
Véase: “Prueba de SIDA provoca polémica”, La Nación, viernes 27 de marzo de 1987, página 4A.
164
Costa Rica antes de 1980” (Schifter, 1989: 106), comunidad en ese sentido estricto de
conciencia social de grupo, con una acción política evidente.
… a veces coincidimos en alguna inauguración, coctel o bar, aunque a
decir verdad, en los bares ya casi no, pues nuestro Viceministro de
Gobernación35 se ha dedicado a cazar brujas, perdón, locas (bueno,
algunas son ambas cosas). Con decirte que uno de estos fines de semana
detuvieron por varias horas a «250 jóvenes de alta sociedad» -como dijo
Radio Reloj- en el bar La Torre.
Las declaraciones homofóbicas de funcionarios como el Ministro de
Salud, el Viceministro de Gobernación, ¡el presidente de la comisión del
SIDA!36 Hacen que a veces me sienta como un judío en la Alemania nazi
(Carta, 27 de marzo de 1987) (Chaves, 2000: 145).
El hecho mencionado en la carta ocurrió el día sábado 14 de marzo de 1987 en el bar La
Torre, el cual, de acuerdo con Schifter, se dirigía a una clientela de clase media y
profesional, es decir, el centro más importante de la comunidad gay del país. En esta
redada se arrestaron 253 personas ante la presencia de cámaras de televisión y del
Viceministro Ramos. Este hecho, por supuesto, generó terror dentro de la comunidad
gay, de modo que quienes quisieran hacerse el examen de manera voluntaria, temían por
su trabajo e incluso por su integridad como personas.
Este momento de represión constante y bombardeo ideológico a través de los medios de
comunicación es representado en la novela desde las cartas personales, las cuales
describen la situación crítica del país y por medio de los artículos periodísticos que
recrean ese ambiente de terror. Es claro que también afecta a los personajes, en los casos
analizados de Javier y Mario, y se evidencia en intenciones que se ven reflejadas en las
reuniones de concienciación de otros miembros de la comunidad. En una conversación
telefónica con Cavafis se da información acerca de una reunión que se hará en la casa de
Jenaro Víquez, con el objetivo de informarse acerca de lo que ocurre en el país:
35
36
Hace referencia al Lic. Álvaro Ramos.
Hace referencia al Dr. Leonardo Mata, presidente de la comisión en ese momento.
165
…la gente quiere saber a qué atenerse… claro… sí, el asunto está bien
difícil, con esto del sida más de una fiera está sacando las garras… claro
que es terrible esta desinformación masiva, muchos están como locos…
algunos salen con que hasta los zancudos pasan el sida (…) El gran
problema es más bien con los que no son gay y se imaginan lo peor, (…)
me enteré de la redada en ese bar, claro, horrible, pero yo creo
desgraciadamente que esto es apenas el comienzo… sí, claro homofóbico,
de hecho la mayoría (Chaves, 2000: 145).
Las referencias que se hacen en la cita anterior sobre la desinformación y la creación de
graves estereotipos basados en la mentira y el miedo, se pueden ver claramente en la
prensa nacional; por ejemplo, el día lunes 18 de mayo de 1987 se publicó en La Nación,
página 5A, un artículo titulado “SIDA revela actividad de homosexuales”, en el que se
hace una descripción de una “comunidad homosexual inesperadamente activa y
organizada”. Se hace un recuento además de cuáles son los lugares que, dentro de la
ciudad capital, han sido “tomados” por los homosexuales, como son los situados entre el
cine Líbano y la Terminal de la Coca Cola (direcciones de la época), donde se cuentan
discotecas, saunas y salas de masaje. Además, se mencionan los hechos ocurridos en las
redadas del fin de semana anterior a la publicación del artículo, en el cual el
Viceministro Ramos menciona que: “Al incursionar en ellos, me encontré un ambiente
de superstición, una mezcla de religión con sexo, practicada por gente de condición baja,
en algunos casos con la presencia de menores, todos inmersos en ese ambiente
promiscuo” (LN, 18 de mayo de 1987).
Está por demás decir que los hechos reportados en la prensa hacen referencia a bares de
los sectores capitalinos donde se han concentrado las esferas económicamente más
necesitadas; además, las fotografías ilustrativas del artículo presentan travestis
pertenecientes a esa población. Es de esperar que este tipo de información solamente
provoque una gran homofobia, ante lo cual la población tienda a incrementar sus
rechazos por lo diferente, lo que ahora se muestra como una bizarra amenaza. La novela
muestra una realidad muy diferente de lo que se manejaba como conocimiento popular
hacia el final de los años ochenta, pues en ella se revelan posibilidades identitarias muy
diferentes de las divulgadas por La Nación, La Prensa Libre y en especial La Extra (por
166
mencionar algunos), ya que no se tenía idea de que la comunidad gay costarricense
incluyera a personas de cualquier clase social o entorno cultural. Por esto, la voz que
implica un texto literario en la mostración de identidades más allá del estereotipo
tradicional (tema analizado en el segundo capítulo), es de gran trascendencia en relación
con la crisis del sida, ya que provoca una visión de mundo más allá del miedo.
Producto de esa desinformación y de los intentos de establecer canales de comunicación
con el gobierno y detener la discriminación, es que se publica en el periódico La Nación,
como iniciativa de un importante grupo académico, una carta abierta dirigida a los
Ministros de Salud y de Seguridad y Gobernación, el domingo 5 de abril de 1987. Esta
carta aparece transcrita en la novela, con lo cual forma parte de los artículos
extraliterarios que poseen una función de verosimilitud y
contextualización de la
realidad nacional en el texto ficcional. Esta carta cumple esa función de choque, en la
que los lectores son enfrentados a otra realidad, la de que la comunidad gay puede incluir
a ciudadanos más allá de las franjas sociales de la delincuencia y la drogadicción,
realidad comprendida por intelectuales que apoyaron este reclamo planteado al gobierno
y que, independientemente de su opción sexual, se sentían responsables de denunciar
injusticias y violaciones de los derechos humanos ocurridas en un país cuyo Presidente
estaba a punto de ser premiado con el Premio Nobel de la Paz.
La carta se centra en aclarar que las redadas, los exámenes obligatorios, así como otras
medidas de represión y discriminación, no pueden constituir elementos de prevención
del sida; además, considera que el ámbito de la vida privada de los ciudadanos no debe
ser un espacio de legislación del gobierno. “Empezar a distinguir a los costarricenses con
etiquetas infamantes atenta contra nuestras tradiciones de civismo y democracia y es una
peligrosa puerta abierta a la arbitrariedad y al terrorismo de estado” (LN, 5 de abril de
1987). Así concluye la carta y presenta, por primera vez, una voz desde adentro, fuera de
las políticas discriminatorias y los estereotipos, una defensa de los derechos.
167
El texto transcrito en la novela de Chaves presenta una interesante variación, ya que no
aparece ninguno de los nombres de la carta, ni los de los ministros, ni los de los
firmantes, solamente sus iniciales. Además, dentro de las iniciales de los firmantes se
intercalan otras iniciales, que son las que precisamente han venido a ser parte del
discurso del miedo, al hacer referencia a la enfermedad y conformar términos nuevos
dentro del lenguaje cotidiano, estos son A.Z.T, droga utilizada en el tratamiento de los
pacientes infectados con el virus que ya presentan síntomas; S.I.D.A, iniciales de la
enfermedad; V.I.H, iniciales del virus de inmunodeficiencia humana. Esta diferencia
hace que en el texto literario haya una mediación ante la noticia, es decir, hay un cambio
que aporta el otro discurso, los elementos que hacen referencia a la enfermedad se
encuentran presentes, son tangibles, expresan su voz.
Con respecto a la carta del 5 de abril, Jacobo Schifter (1989), quien firma como
responsable de ésta, menciona que:
[La carta del 5 de abril]… constituye un punto álgido en el desarrollo
histórico gay en Costa Rica, la carta no menciona siquiera que se
protestaba en contra de las redadas de los gays, ni que quienes las
firmaban apoyaban los derechos de éstos. Sin embargo su mensaje era
contundente: el gobierno, con la excusa de luchar contra el Sida, podía
caer en “fanatismo” y amenazaba la libertad de “pensar distinto” en
nombre “de la moral, de la salud o del derecho” (Schifter, 1989: 271).
La respuesta gubernamental a la carta fue sumamente rápida, ya que días después se
anunció que no se realizarían pruebas obligatorias de sida a los empleados públicos37;
además, el tema ya se hacía suficientemente escandaloso como para continuar creando
polémica.38
37
“Limitarán prueba de SIDA”, La Nación, martes 7 de abril de 1987, página 8A.
El periódico La Nación dedicó su editorial del día martes 7 de abril, página 14A, a la problemática de la
extensión de la enfermedad, además resalta el beneficio de realizar campañas de prevención en lugar de
“redadas indiscriminadas”, finalmente confía en el gobierno y las autoridades religiosas para tratar el tema
de la mejor manera.
38
168
La aparición de la carta dentro de la novela, la referencia a la unión de los miembros de
la comunidad gay, así como los planteamientos en algunas de las cartas personales hacen
que, en esta segunda parte, se evidencie un compromiso político sumamente marcado. Si
entre los análisis de las identidades y sus planteamientos en los personajes de la novela
no se puede encontrar una manifestación queer como tal, sino algunas características de
ella, dentro del planteamiento de la segunda parte ocurre lo mismo en la medida en que
se manifiesta la necesidad de manifestar la identidad como manera de oponerse a los
discursos homofóbicos discriminadores de distintos sectores de la población. Es claro
que dentro de una reacción de sobrevivencia y de visibilización es necesario primero dar
nuevas representaciones, las cuales, por tanto, serán estables en alguna forma (aunque se
basen en la pluralidad evidente), no aún como parte de una identidad sin esencia, como
se plantea en términos queer.
2.3
Cartas personales, informes desde adentro
Ay, chiquillo, ¿cómo van las cosas? (tono lánguido, por
favor) Espero que para vos vayan superpurabuenavida. Yo,
aquí, en este país alborotado, con minidevaluaciones a
cada rato, con reclamos de estudiantes en las barras de la
Asamblea Legislativa (…) mientras que la Maripepa (…)
es recibida por el presidente, luego de ser escoltada por
radiopatrullas, con sirenas aullantes y tráfico interrumpido.
¿Tragicómico, no? (Carta para A. de F., 27 de marzo de
1987) (Chaves, 2000: 144).
A través de todo el texto literario se encuentra una serie de cartas personales en las
cuales se cuentan hechos cotidianos como parte de la vida de sus remitentes, así como
acontecimientos de interés nacional, en los que se hace un retrato muy interesante de
Costa Rica durante los años ochenta. La razón por la cual se realiza este tipo de recuento
de lo nacional, más allá de temas de interés personal, es que el destinatario de estas
cartas se encuentra en el extranjero.
169
El recuento de todas las cartas de la novela da un total de catorce, de las cuales tres
tienen claro el remitente y el destinatario y forman parte activa de la ficción literaria
(personajes como Mario, Óscar, Teresa, Xavier y Martín); dos poseen el carácter de carta
pública y forman parte de la realidad histórica del país, que son: la carta del diputado
Ardón al presidente Reagan y la carta abierta a los Ministros de Salud, Seguridad y
Gobernación; por último, las restantes nueve cartas tienen en común el hecho de ir
dirigidas a un mismo destinatario: A., el cual es casi completamente desconocido como
parte de la narración, pero es evidente que por la trascendencia de la comunicación que
con él se establece pasa a formar parte de los personajes de la novela.
Todos los remitentes que se encuentran en las cartas para A. también son desconocidos,
excepto en un caso, pues Mario le envía una carta en octubre de 1982. A partir de la
información contenida en estos textos epistolares se pueden conocer algunos datos
acerca de este personaje referencial. A continuación se presenta una lista de las cartas:
170
Cartas para A.
Tema
Fecha
Remitente
Página
el
6 de julio 1982
Z.
13
2. Mario habla acerca de su vida con
Octubre 1982
Mario
34
17 diciembre
B.
49
19 julio 1983
C.
78
4 octubre 1983
Ch.
86
Junio 1984
D.
99
16 marzo 1986
E.
134
27 marzo 1987
F.
144
Noviembre
H.
169
1. A.
acaba
de
establecerse
en
extranjero.
David.
3. Chico y José Luis van de visita,
comentarios acerca de las fiestas de fin
1982
de año.
4. Cuenta
acerca
de
una
nueva
discoteque.
5. De la vida cotidiana en Guanacaste y
su nuevo amante.
-Segunda parte del texto6. Recolección de artículos acerca de la
nueva enfermedad, “monumento a la
bestialidad”
7. Reciente triunfo de Óscar Arias y el
aumento de la homofobia.
8. Críticas al gobierno y sus políticas
represoras contra la comunidad gay.
9. Consideraciones acerca de su propia
muerte debido al avance del VIH en su
1988
cuerpo.
Cuadro 2. Cartas persoanles.
171
Otras cartas
Tema
10. Carta al presidente Reagan
Fecha
Remitente
Página
4 diciembre 1982
Sergio Erick
42
Ardón
11. Carta abierta a los Ministros de
Marzo 1987
Salud, Seguridad y Gobernación
Jacobo
149
Schifter y
otros
12. Carta breve para Óscar
2 abril 1983
Xavier
69
13. Carta para Mario en la que se
8 junio 1983
Adi
75
1987
Teresa
154
menciona por primera vez el VIH.
14. Carta para Martín después de la
separación
Cuadro 3. Otras cartas.
Es importante referirse al destinatario de las cartas personales por el hecho de que
constantemente le están informando acerca de la situación del país. En el primer cuadro
se puede observar una división entre las nueve cartas, que corresponde con la división
propuesta en el análisis de la novela. Es evidente que en relación con las cartas también
se encuentran exactamente las mismas diferencias del discurso. En la primera parte las
cartas hablan acerca de situaciones cotidianas, sin mayor trascendencia, como por
ejemplo el trabajo, los amores pasajeros, los viajes etc., a partir de la carta de junio de
1984 el tema central pasa a ser el incremento de la intolerancia contra la comunidad gay,
así como la situación social y política del país en general. De esta forma se puede decir
que el discurso epistolar corresponde directamente con el discurso narrado y además
participa de la intensificación del ritmo que dan los artículos periodísticos.
En la primera carta dirigida a A. se menciona que acaba de salir del país: “…cuando
regresé ya vos te habías ido. Hiciste bien. ¡El mundo es ancho y nuestro!” (Chaves,
2000: 13). A partir de otros datos se sabe que vive en Los Ángeles y sus remitentes
172
forman parte de un grupo de amigos, posiblemente el mismo que frecuenta Óscar y por
supuesto Mario, ya que es uno de los que escribe: “…no faltarán las grandes fiestas
propias de la temporada, la de las «instituciones», como la Cavafis, la Montegay, la
Lozano, la Víquez y otras. (Chaves, 2000: 49). De esta forma cada una de las cartas se
presenta como un reporte, una manera de llevar el pulso al país por medio de sus
acontecimientos más destacados. Si las cartas estuvieran dirigidas a un personaje que
participara de esta situación social habría una gran cantidad de hechos que serían
obviados, pero en este caso no se pueden hacer tantas implicaturas, A. se informa de lo
que pasa en Costa Rica por medio de sus amigos, además no conocemos ninguna de sus
respuestas.
Así se aprecia la neoindiosincrácia del costarricense, su carnavalización,
la antillinización del otrora criptojudeoespañoportugoso, criollo,
pobretón, franciscano, de pequeña propiedad. Entre carretas con bueyes,
milpas y cafetales, patriarcal en su miseria, garciamongesco. El caribe se
tragó a nuestro valle antes aislado. Y por si no bastara, tenemos ahora este
agringamiento de pacotilla (Chaves, 2000: 135).
En la cita anterior se puede ver parte de los comentarios hechos por E. en su carta, a
propósito del triunfo de Óscar Arias en las elecciones presidenciales, en donde se critica
la constante fiesta de la población debido al fútbol y se evaden las cuestiones
preocupantes acerca de las problemáticas del país. Considera la forma en que han
cambiado la visión de mundo y la forma de vivir del valle central, de manera que
cuestiona las ideas de identidad nacional basadas en el tradicionalismo de inicios del
siglo XX. Más adelante continúa con sus reflexiones, pero ahora llevadas al tema de la
discriminación, en donde argumenta que la razón de los hombres heterosexuales de
descargarse en la intolerancia está vinculada con su forma de vivir en donde la única
distracción de su vida es gritar en el estadio; de esta forma ante una alternativa de vida –
diferente- se presenta la represión: “El odio y la envidia, el asco y la atracción, salen a
flote (…) Entonces ellos sacan las garras, como el león, mi querido amigo, el león
humano” (Chaves, 2000: 136).
173
La última de las cartas personales es sumamente significativa, porque retrata la situación
del sida desde su propia mirada, desde la mirada del enfermo que reflexiona acerca del
dolor y de la muerte. En este caso H. menciona que ya está empezando a ser tratado con
la droga AZT debido al avance de la enfermedad en su organismo y ahora debe esperar a
ver cuál será el resultado que le dará. En principio su actitud es positiva, pero en muchas
ocasiones se desarma:
A veces pierdo las fuerzas, pero lucho, aunque, sinceramente, siento que
no pasaré del otro año. No hay drama en esto. Ya sabés, soy lógico,
racional, objetivo. Quiero serlo. Quiero vivir. Esto no se discute. Pero
para mí también es fundamental la calidad de vida. Cumplimos un ciclo,
¿no?, ¿cómo negarme a cerrarlo? Todos parecen trastornarse demasiado
con la idea de mi muerte. Yo parezco ser el más ecuánime y tranquilo
(…) Hay momentos en que mi propia mente es incapaz de entender lo que
me sucede, esto tan simple que me pasa: me estoy muriendo. Estar
muriendo es algo que sobrepasa al entendimiento (Chaves, 2000: 168).
Para este punto la enfermedad es considerada por H. como el sinónimo de la muerte,
como la parte final en donde ésta deja de ser un concepto teórico y se materializa en su
propia naturaleza. Estas reflexiones resultan de gran importancia, ya que evidencian el
ritmo en el que la enfermedad se va propagando, es decir, la novela reproduce ese mismo
ritmo dentro de la narración, y en ésta hay un crescendo, un matiz constante de
intensificación en el que se ve un inicio vislumbrado a lo lejos, la llegada del dolor y la
peste social –reacciones de discriminación-, la infección a la puerta, y por último la
muerte. Esta muerte se manifiesta en muchos anónimos, así como uno de los personajes
principales, la misma que es reflexionada por el remitente de la última carta, pero, esta
vez, con una actitud hacia la vida. El paisaje se llena de tumbas.
La carta finaliza con algunos recuentos acerca de otros dolores, generalizados o más
personales, la muerte de Cavafis, la cual se presenta como evidencia de un crimen de
odio. Además señala la inconformidad con el gobierno de Arias: “te informo que muchos
ticos están cansados del bendito cuento de la paloma de la paz, mientras el país se
174
resquebraja por las evidencias de la corrupción dentro del gobierno, asunto de lavado de
dólares, el narcotráfico, el alto costo de la vida” (Chaves, 2000: 169).
Las cartas personales constituyen un espacio discursivo en el que a través de la
estructura epistolar se da una especie de informe desde los actores que protagonizan los
hechos que están ocurriendo en el país, tales como la discriminación y la expansión del
sida; se estructuran a manera de un testimonio paralelo al de la novela como un todo, en
el que la denuncia de las acciones gubernamentales resulta un eje determinante dentro de
sus temáticas, además funcionan, como se planteó para los textos periodísticos, a manera
de estrategia de verosimilitud textual, la cual da autoridad al texto literario de crear su
espacio de realismo.
3
Del sida, su imaginario y sus metáforas
Desde hace unos meses me he dedicado a recortar
artículos, reportajes, ensayos periodísticos, que abordan el
tema del sida y por ende, según la mecánica manera de
pensar de la mayoría de los autores, de la homosexualidad
(Chaves, 2000: 99).
El sida, como el cáncer, no deja lugar a romantización ni
sentimentalización algunas, quizás porque está demasiado
fuertemente asociado con la muerte (…) Ahora, la
refutación genérica de la vida y de la esperanza es el sida
(Sontag, 2003: 150-151).
El sida es una de las enfermedades que más metáforas ha generado en los últimos años.
Su expansión, unida a sus condiciones de contagio y grupos que ha afectado, la han
puesto en un lugar determinante dentro del discurso cotidiano, lo cual, por supuesto,
produce muchas formas discursivas, por medio de las cuales se la puede comprender,
como una forma de apropiación de su realidad ajena.
175
En este sentido se comprende la metáfora a partir de su capacidad de construir todo tipo
de discurso o de ayudar a comprenderlo. Susan Sontag considera la metáfora, dentro de
su análisis del sida, como se presenta en la Poética de Aristóteles: “La metáfora consiste
en dar a una cosa el nombre de otra” (Sontag, 2003: 127); por su parte, Coseriu la define
de la siguiente manera: “…expresión unitaria, espontánea e inmediata de una visión, de
una intuición poética, que puede implicar una identificación momentánea de objetos
distintos o una hiperbolización de un aspecto en particular y hasta una identificación
entre contrarios” (Coseriu, 1977: 81).
Además, señala el carácter cognoscitivo que tiene la metáfora dentro de la construcción
del lenguaje, de manera que la utilización de la metáfora es un elemento constante dentro
del lenguaje en sus diferentes discursos. Evidentemente no solo la metáfora es utilizada
en este tipo de creación lingüística, también se pueden identificar otros tropos que
funcionan de esta manera, como lo es la sinécdoque o la hipérbole. Lakoff y Jonson
analizan en el texto Metáforas de la vida cotidiana, entre otras, las metáforas bélicas y su
influencia en la estructuración de los discursos, así como el carácter cognitivo que
implican.
En la novela se pueden identificar diferentes manifestaciones metafóricas que fueron
construyendo el discurso del sida durante los años ochenta, difundidas, en especial,
mediante la prensa escrita. De esta forma se empieza a conformar un imaginario en torno
al tema, el cual puede ser orientado según las necesidades de los discursos oficiales
imperantes. Estas manifestaciones se pueden ver en los análisis de los diferentes niveles
textuales que conforman el tejido de la novela, como son el espacio narrado, los artículos
periodísticos o las cartas públicas y personales, claro está, a partir de la segunda parte del
texto, en donde la presencia de la enfermedad provocó una serie de reacciones por las
que fue necesario empezar a utilizar un lenguaje nuevo en el que se diferenciaran tanto
culpables, estrategias de defensa como información a la población.
176
3.1
Las metáforas de la muerte y el castigo
Una de las principales metáforas utilizadas a propósito del sida es la de la muerte. A
partir de esta relación se toma la realidad de la enfermedad como vehículo inevitable de
la muerte para quien la padece; este hecho es de gran trascendencia porque el carácter
mortal de la enfermedad es lo que conduce a una alta metaforización social, por el hecho
de ser inexorable. Se ve, por ejemplo, en la reacción de Javier ante el resultado del
examen: “-Una equivocación, sí, eso es, una equivocación. Podría ser, ¿no? Es otro el
que está enfermo, sí, otro el que se va a morir” (Chaves, 2000: 133). O también en el
pensamiento de Óscar al conocer esta noticia que afecta a su amigo: “…a penas es el
comienzo de un dolor largo y lento, no el de la propia muerte, sino el de testigo de la
muerte, la húmeda melancolía del sobreviviente” (Chaves, 2000: 141). Esta
identificación básica con lo inevitable es causa de la emergencia de los discursos de
discriminación.
Otra de las metáforas analizadas anteriormente es la del castigo divino, a partir de la cual
se ubican quienes padecen la enfermedad como parte de un grupo que merecía ese
flagelo debido a sus comportamientos. Esa comparación es realizada en uno de los
artículos, el cual menciona que “Actualmente la Madre Naturaleza está «limpiando» al
planeta Tierra de esos seres mandándolos de una vez a la involución” (Chaves, 2000:
103). O también el fragmento del sermón católico: “Sí hijos míos, el SIDA: ¡venganza
de la naturaleza! Cuando los pecadores creen violar impunemente las leyes morales, la
naturaleza dice ¡no! Y cobra venganza” (Chaves, 2000: 106). Esta metáfora provoca
dentro de la población la duda ante los cuidados que deben ser dados a los pacientes, es
decir si un castigo es infligido a alguien no hay por qué reducirlo, menos si es de parte de
Dios; de esta forma se continúa con los efectos del rechazo. Sontag lo expresa de la
siguiente manera: “El considerar una enfermedad como un castigo es la más vieja idea
que se tiene de la causa de una enfermedad, y es una idea que se opone a todo el cuidado
que merece un enfermo, ese cuidado digno del noble nombre de medicina” (Sontag,
2003: 179).
177
Evidentemente la metáfora de la muerte es esencial dentro del análisis de las identidades
de los personajes, así como en el estudio de los discursos periodísticos y epistolares, ya
que es un elemento que atraviesa el texto de principio a fin. Desde el título de la novela
se puede encontrar esa presencia constante que se mantiene a manera de acecho o de
sombra, hasta que se hace patente en sus diversas formas.
3.2
Las metáforas de la peste
Otra metáfora que se presenta constantemente es la de la peste, la cual está muy
vinculada con enfermedades que en otros momentos históricos provocaron grandes
cantidades de muertes, así como discursos de exclusión, discriminación y pánico; de esta
forma se puede decir que el sida hereda estos discursos que en un momento portaron la
lepra, la peste negra o la sífilis, con la que comparte el medio de transmisión y por ende
la marca social en la promiscuidad y la culpa. En la novela, Javier piensa de sí mismo lo
siguiente: “Enfermo todavía no, sólo portador, sólo depositario de muerte. Cofre de
plaga, caja de Pandora, estuche de monerías” (Chaves, 2000: 106).
Con respecto a la metáfora de la peste, Sontag señala que trae consigo la idea de la culpa
en los otros, es decir, el mal viene siempre del extranjero39. Esta característica en la que
se ubica la peste en los otros aparece constantemente dentro de la novela, en especial
desde los artículos periodísticos, es más, esta característica es la que guía la discusión en
torno al sida durante la época de los ochenta. En primer lugar, la plaga fue ubicada
frecuentemente como una enfermedad tropical, venida de África, hacia Haití y luego
hasta los Estados Unidos; ahora bien, ya dentro de cada uno de los países, las políticas de
los gobiernos, así como en otros grupos, fue la de considerar a los homosexuales como
39
“Un rasgo de la versión habitual sobre la peste: la enfermedad siempre viene de otra parte. Los nombres
de la sífilis, cuando la epidemia comenzó a barrer Europa en la última década del siglo XV, son una
ilustración ejemplar de la necesidad de que una enfermedad sea extranjera. Para los ingleses era el «morbo
gálico», para los parisienses el morbus germanicos, la enfermedad napolitana para los florentinos y el mal
chino para los japoneses (…) existe un vínculo entre la manera de imaginar una enfermedad y la de
imaginar lo extranjero” (Sontag, 2003: 182).
178
los culpables de la expansión de la enfermedad. Por supuesto la ubicación de la
comunidad gay como parte de lo otro, lo desconocido, fue lo que en un punto empezó a
hacer emerger su identidad por causa de la muerte y la discriminación.
La peste es, por antonomasia, algo que viene de afuera, por lo tanto estará
constantemente ubicada en el espacio del “otro”. De esta forma este nivel metafórico
introduce la diferenciación que ha aparecido constantemente en los discursos
periodísticos de la novela: “lo nuestro” y “lo ajeno”, la pérdida de valores a partir de las
influencias dañinas externas, ya que la peste se define en su capacidad de esparcirse y
degenerar.
3.3
Las metáforas bélicas
Esta metáfora de la peste es la que conduce también a otra categoría metafórica muy
importante, analizada en especial por Lakoff y Jonson: la metáfora bélica40. A través de
la novela se pueden encontrar una serie de representaciones de la enfermedad que es
contrarrestada por medio de ideas venidas de la guerra, en las que la lucha, sin pensar en
las consecuencias, es lo que prima. Por su parte, Sontag menciona, a propósito de las
metáforas bélicas del sida:
La metáfora militar sirve para describir una enfermedad particularmente
temida como se teme al extranjero, al «otro», al igual que el enemigo en
la guerra moderna; y el salto que media entre demonizar la enfermedad y
achacar algo al paciente es inevitable, por mucho que se considere a éste
como víctima. Las víctimas sugieren inocencia. Y la inocencia, por la
inexorable lógica subyacente a todo término que expresa una relación,
sugiere culpa (Sontag, 2003: 134-135).
40
“El sistema conceptual metafórico más empleado en las interacciones humanas es la discusión es como
la guerra. Lakoff y Jonson, al analizar la metáfora conceptual de la discusión como guerra, destacan su
amplio uso en la comunicación humana; afirman que interpretamos, pensamos y actuamos en las
discusiones en términos bélicos” (Cuvardic, Dorde, 2004: 66).
179
Dentro del campo semántico de la guerra hay una gran cantidad de términos que son
aplicados a las enfermedades; en el caso de la novela se encuentran comparaciones como
la de la cacería: “…la policía emprendió una cacería de homosexuales” (Chaves, 2000:
126), o “…se inició una «cacería de brujas»” (Chaves, 2000: 136). También se utiliza el
término “cruzada”: “En una acción que recuerda las cruzadas medievales” (Chaves,
2000: 136), “…una extraña cruzada para eliminar a los homosexuales” (Chaves, 2000:
126). En otro de los artículos periodísticos se menciona: “…estará expuesto a las
enfermedades más terribles que atacan hoy en día al género humano” (Chaves, 2000:
103). En este se ve claramente cómo la enfermedad llega como el enemigo, está al
acecho y ataca. La problemática que esto implica tiene que ver con ese enemigo, que es
la enfermedad, es inmediatamente asimilado al paciente, el culpable. La respuesta a este
ataque se plantea como: “un problema delicado que debe ser atacado frontalmente”.
Incluso, en la carta del 5 de abril se menciona esta misma comparación: “Los grupos
científicos y los gobiernos han iniciado ya la que pareciera ser una larga batalla contra el
espectro de una nueva peste mundial” (Chaves, 2000: 150), en esta cita se utilizan las
metáforas bélicas y de la peste, en su forma específica de la batalla librada contra la
enfermedad. Finalmente Cavafis lo menciona claramente al hablar con Óscar acerca del
miedo que impera, por causa del avance de la enfermedad y las medidas represoras: “Enfermo... sí… o muerto. Esto es como una guerra. No me alcanzarían todos los dedos
de mi cuerpo para completar el número de conocidos o amigos que han resultado
contagiados” (Chaves, 2000: 157).
Es necesario resaltar que la construcción metafórica que se ha analizado es construida
desde la novela en sus discursos periodísticos a partir de otro tropo que resultó básico, la
sinécdoque: el sida es pensado y vinculado directamente con la comunidad gay, es decir,
al enunciar la homosexualidad se enuncia al sida de la misma forma. A pesar de ser uno
de los grupos de riesgo, es tomado como una relación de igualdad; la comunidad gay
constituye tan solo una posibilidad de riesgo, pero representa en sí misma a la totalidad
de la enfermedad. A partir de este hecho se construyen las demás metáforas: de peste,
guerra y castigo. Sontag finaliza de la siguiente manera su estudio acerca del sida:
180
Pero el efecto de la imaginería militar en la manera de repensar las
enfermedades y la salud lejos está de ser inocuo. Moviliza y describe
mucho más de la cuenta, y contribuye activamente a excomulgar y
estigmatizar a los enfermos (…) El cuerpo no es un campo de batalla. Los
enfermos no son inevitables bajas ni el enemigo (Sontag, 2003: 241).
Figura 3. Construcción metafórica básica en la novela.
Construcción
metafórica básica
en la novela
Las metáforas de
la muerte y el
castigo
Las metáforas
bélicas
Las metáforas de
la peste
181
4
La ciudad y su espacio, recorridos y sombras
Óscar siguió con su paseo, salió del zoológico, subió la
cuesta de Amón y llegó al Templo de la Música. Para
entonces ya la gente salía de sus trabajos y Óscar, en el
centro de ese pabellón abierto, entre parques y calles
arboladas, miraba a la multitud corre, abordar autobuses,
usar teléfonos públicos, discutir sobre las dos pasiones del
país (fútbol y política), insultar, meterse a los bares
(Chaves, 2000: 11-12).
La última de las estrategias de verosimilitud que se analizará en este capítulo es
precisamente la alta referencialidad espacial que se encuentra en la novela. El epígrafe
anterior corresponde con el inicio de la primera parte en la que el personaje principal
realiza su primera salida. Este íncipit abre el texto, a manera de novela de formación
(como se analizó en el capítulo II), en la que hay un descubrimiento, una exploración del
espacio urbano que concuerda con el contexto que predomina en todo el texto literario.
De esta forma la ciudad de San José presenta la relevancia de un personaje más como
parte de la ficción, el cual es descrito desde adentro, con atención sobre esquinas o
rincones que usualmente son pasados por alto por la población que los transita a diario.
El hecho de que la novela se ubique dentro de este contexto, nombrando diferentes
establecimientos comerciales, parques, edificios y otras, hace que el lector coloque la
historia dentro de un espacio real, verosímil, que coincide con los acontecimientos
históricos vividos en la época. Esta ubicación urbana no es gratuita y posee una amplia
tradición dentro de la literatura de Occidente, en la que típicamente se encuentran
caracterizaciones de los personajes que constituyen, no solamente los bajos fondos
urbanos, sino también el espacio del consumismo, la burguesía (venida a menos para el
caso de la novela), y por supuesto, la vida gay. Para este último caso la cuidad se ha
presentado como el espacio en el que se ha podido desarrollar una mayor apertura en
relación con las visiones de mundo y la pluralidad; por tanto, admite muchas más
posibilidades de anonimato y, por ende, de vivir más allá de la ley patriarcal.
182
Es evidente que para Óscar, la ciudad de San José representa un lugar en el que siente su
hogar, su refugio, más allá de las críticas que se le puedan hacer a la estructuración,
contaminación o arquitectura de San José. La novela presenta una cara en la que se
centra la vida de una serie de personajes, quienes hacen de su entorno su punto de acción
y vida más importante. Entre los lugares mencionados que más se destacan están: Barrio
Amón, donde se encuentra el apartamento de Óscar, la Avenida Central, San Pedro, La
Sabana, Aranjuez, Los Yoses y Barrio Escalante. Para completar este panorama hay una
gran referencia a lugares de reunión que eran visitados por los personajes, tales como
Chelles, Hotel Costa Rica, Key Largo, La Copucha, Akelarre, o también lugares de la
comunidad gay como: Antinoo, Escrúpulos, Julien's, Thimarkos, La vie parisiense, El
Coche Rojo y La Torre.
El personaje de Óscar tiene una estrecha relación con la ciudad y sus momentos de
introspección se llevan a cabo precisamente en este espacio, por lo cual hace una serie de
recorridos, que en muchos casos están impregnados de un discurso lírico e íntimo, el
cual le va dando forma a sus sensaciones y pensamientos.
Cruzá la calle, Óscar, seguí por la acera y doblá a la derecha, sí por la
calle de la Casa de los Quijotes. Observá en esos azulejos, decorados con
las imágenes de Doré la cara llorosa de Sancho, que no te entristezca ese
gordo llorón ni ese flaco tumbado que parece soñar con la muerte. Seguí,
seguí hacia la esquina, a media cuesta de Amón, y con tu patineta resbalá
por esa acera inclinada (…) ¿Llegaste? Ahora, devolvete y subí más alto
de donde te dejaste ir, hasta la esquina de la fantasmal Casa Rosada y
doblá a la izquierda, sí, acercate más, vas hacia la antigua entrada del
parque Bolívar que ahora está abierta para vos (Chaves, 2000: 114).
En la cita anterior se puede ver un ejemplo de cómo se hace una retrospectiva de la vida
de Óscar por medio de un recorrido por la ciudad; en ella se remite a la infancia del
personaje en la que San José era también un punto de referencia básico. De la misma
forma se hacen largas descripciones de los recorridos desde la Universidad de Costa
Rica, pasando por el Centro Cultural Costarricense Norteamericano, hasta llegar de
nuevo a Barrio Amón. También hay descripciones en las que el personaje necesita salir
183
de una especie de claustrofobia o encierro, deja sus cosas y sale a la ciudad; en esto se
repite la estructura demarcada al inicio: la presión de los exámenes, la excitación
producida por los rugidos del león y entonces Óscar camina por los parques y las aceras
para conectarse con ese sentimiento que lo conduce a su interior
Con respecto al ambiente nocturno de San José, Óscar no es muy asiduo a su ritmo (al
igual que Javier), pues no encuentra una gran compenetración con esa vida oscura de
fiesta, con lo desconocido, lo que precisamente la novela reivindica desde sus discursos
de subversión al mostrar las otras caras, las otras posibilidades. Este espacio lúdico de
San José se encuentra más en otras referencias epistolares o en breves salidas de Óscar
con Mario; además, el nivel de los personajes que la novela presenta no se ubica en gran
cantidad como parte de un submundo urbano. San José es más que todo un espacio de
vida, un paisaje en el que se señala la diferencia y en donde posteriormente llega la
muerte.
Javier tenía muchos amigos gay pero no era afecto a bares y lugares de
baile. Ir a un lugar en donde para acostarse con otro sólo había que hacer
un trámite verbal rápido no tenía chiste. Asediar a alguien que casi con
certeza va a contestar sí no es verdadera cacería. (…) Por eso eran mejor
las inciertas calles josefinas, los parques penumbrosos, los lugares
mezclados donde era posible un sí entusiasta o un «¡playo!, ¡hijueputa!»
(Chaves, 2000: 84).
Por último, la vida gay se compara con otras ciudades del mundo y, de acuerdo con
Mario, no hay diferencia en ellas. Este espacio citadino abre las puertas a la pluralidad y
se presenta como permisivo; en ella se halla la misma superficialidad, el mismo
desencanto y el mismo tono triste de la batalla que se libra en contra de la muerte
(evidentemente, para las metáforas de la enfermedad, la ciudad es un espacio infecto).
Dice Mario: “Lo mismo en San José que en San Francisco, lo mismo en París que en
México: un bar gay es lo mismo en todos lados. (…) No cosmopolitismo, sino
supranacionalidad” (Chaves, 2000: 128). En esta afirmación hay una asimilación de las
implicaciones de este espacio, el cual trasciende las fronteras y está lleno de significados
184
múltiples y contradictorios: el paisaje de asfalto tiene un carácter ambivalente, es el
vientre y es también la propia muerte.
5
Historia, literatura y testimonio
…y vino desde el otro lado del desierto un torbellino y
conmovió las cuatro esquinas de la casa, que cayó sobre
los jóvenes, y han muerto. Yo solo he escapado para darte
la noticia (Job I. 19).
El epígrafe anterior es también con el que inicia la novela Paisaje con tumbas pintadas
en rosa, a partir de él arranca la novela y se estructura a manera de una narración que va
a dar la noticia de la catástrofe. En el libro de Job, del Antiguo Testamento, se empieza
con la prueba que Dios le hizo a su siervo: enfrentar una terrible calamidad para
comprobar su fidelidad. Varios mensajeros vinieron a darle las noticias de sus
desgracias, entre ellas la muerte de sus hijos. El mensajero final se presenta como un
sobreviviente al acontecimiento, como el que puede dar fe de lo ocurrido, dar testimonio.
Si se considera este epígrafe como un programador fundamental de la lectura de la
novela, es necesario, por tanto, leerla como un texto en el que actúa un sujeto
testimoniante41, el cual tiene voz por quienes no pudieron tenerla, por los que perecieron.
Durante los últimos treinta años han surgido una gran cantidad de estudios
historiográficos y de crítica literaria en general, en relación con las tendencias de las
novelas históricas en América Latina, o lo que el crítico Seymour Menton llamó la
Nueva Novela Histórica42, a partir de un estudio en el que caracteriza las novelas
históricas posteriores a El reino de este mundo de Alejo Carpentier. Menton señala,
41
Para ahondar en este término como característica de la novela testimonio, en especial para el caso de
Centroamérica, véase: Makenbach, Werner, “Realidad y ficción en el testimonio centroamericano”, en
Istmo edición 2, Revista virtual de estudios literarios y culturales centroamericanos Julio-diciembre 2001.
42
Menton clasifica estas novelas a partir de una serie de diferencias con la novela histórica tradicional, las
cuales se pueden ubicar en una larga lista de novelas en toda América Latina. Menton, Seymour (1993) La
nueva novela histórica de la América Latina, 1979-1992, México, D.F.: Fondo de Cultura Económica.
185
como una importante tendencia que compite con la NNH, el caso del testimonio,
subgénero desarrollado en especial en Centroamérica a partir de los conflictos
revolucionarios. Por supuesto no se profundizará en el estudio acerca de las variantes del
testimonio en la literatura centroamericana, pero es necesario hacer una breve
contextualización de las propuestas hechas, que concuerdan con lo analizado en la
novela de Chaves, la cual no se ha estudiado a la luz de las consideraciones de la novelatestimonio dentro de la crítica literaria centroamericana.
Estas tendencias históricas dentro la literatura tienen que ver también con los conceptos
manejados en relación con la historia como disciplina. Las propuestas de historiadores
como Hayden White o Jaques Le Goff son importantes en este sentido, ya que por
ejemplo White señala el hecho de que la historia se construye a partir de la utilización
constante de figuras retóricas o tropos, como metáfora, metonimia, sinécdoque e ironía,
de esta forma, el texto histórico y el literario se acercan aún más, si se renuncia a esa
concepción positivista de la historia. Para White estos topos son fundamentales para
comprender “las operaciones por las cuales los contenidos de la experiencia pueden ser
aprehendidos conscientemente” (White, 2003: 13). A partir de esto se concibe a la
historia como un lugar dentro del discurso, no como un suceder, de esta forma su
producción estaría íntimamente ligada con las posibilidades discursivas. Un ejemplo
claro se ha dado anteriormente al analizar la metáfora como parte constitutiva de la
construcción histórica del sida en los años ochenta. De la misma forma, la novela en
general brinda una perspectiva histórica de la época en cuestión, al dar su versión con
base en una serie de elementos discursivos literarios y extraliterarios.
En este sentido, el discurso histórico se construye no como una decisión entre lo objetivo
y lo subjetivo o una realidad distorsionada en mayor o menor medida, sino a partir del
análisis del contenido metafórico del discurso histórico. Este redireccionamiento en el
concepto de historia es el que ha dado mayor trascendencia a los textos literarios
históricos, ya que se cuestiona la Historia como la que solamente se produce desde un
lugar hegemónico de los discursos políticos, por tanto se da un nuevo enfoque en el cual
186
las historias cotidianas, personales, culturales o marginales, tienen un lugar de mayor
importancia43. Evidentemente la literatura histórica proporciona gran información en
estos ámbitos (aunque no en todos los casos). Ahora bien, a partir de los estudios críticos
de la novela histórica, como el de Menton, no se considera histórico un texto literario
que corresponda con la vida del autor, pues en ese caso pasa a formar parte de lo llamado
“testimonial”, junto con otra serie de características. En relación con la diferencia entre
testimonio y novela-testimonio, Werner Mackenbach cita a Magda Zavala en la siguiente
definición:
Zavala propuso diferenciar entre los "testimonios" como "relatos
documentales sobre grupos de personas que no tienen posibilidad de
expresión escrita ni reconocimiento en cuanto a voz válida que interpreta
su realidad" y la "literatura testimonial" como "la recreación de los
testimonios a partir de convenciones literarias explícitas o implícitas, sean
conscientes o no para el autor" (Zavala, 1990: 380, véase 295). Más
recientemente Morales ha retomado esta propuesta diferenciando entre el
testimonio "como documento" y la novela testimonio o la "testinovela",
un neologismo inventado por él (Morales, 2000: 26) (Mackenbach, 2001:
snp).
Críticos como Menton, Mackenbach o Grinberg coinciden en señalar el auge de los
testimonios en la literatura centroamericana en los conflictos bélicos de la región y una
disminución de estos textos durante la década de los noventa. Además, se ven en la
necesidad de diferenciar a los que participan en mayor medida de un discurso literario
con las convenciones típicas de éste, pero sin perder el carácter de denuncia. En este
sentido, Mackenbach menciona que hay una constante referencia a la realidad
extraliteraria dentro del texto, lo cual afirma la ilusión de verosimilitud que se presenta.
A lo largo del presente capítulo se han analizado diferentes estrategias de la novela de
Chaves en las que hay una tendencia fuerte hacia la presentación de la realidad
extralitetraria por medio de, por ejemplo, personajes históricos (aunque sin participación
real dentro de la narración), referencialidad espacial constante, señalamiento de fechas
43
Para ampliar las referencias bibliográficas teóricas a este respecto véase: Grinberg Pla, Valeria. “La
novela histórica de finales del siglo XX y nuevas corrientes historiográficas”. En: Istmo edición 2, Revista
virtual de estudios literarios y culturales centroamericanos Julio-diciembre 2001
187
claves dentro de la historia del país, y, por supuesto, la inclusión de textos epistolares y
periodísticos. Por tanto, es indudable la función referencial con la realidad extraliteraria,
en la cual hay un compromiso con la historia (es decir, su versión desde adentro, en
oposición al discurso histórico tradicional hegemónico y político), la cual es presentada
desde perspectivas distintas.
Mackenbach analiza en su artículo “Realidad y ficción en el testimonio
centroamericano” cuáles son los cambios que se pueden ubicar dentro de las novelas
testimoniales en los años noventa. En este análisis menciona los redireccionamientos en
cuanto a la manifestación de la representatividad, autenticidad, subalternidad y alteridad,
dentro de los textos, en estos señala un hecho muy importante que se puede apreciar en
la novela de Chaves y es que el sujeto testimoniante no pretende ser una sinécdoque
dentro del discurso reivindicador, es decir no se presenta a sí mismo como el que posee
la verdad de la situación histórica y a la vez la voz misma de los marginados. Por el
contrario, muestra una posibilidad o una versión, siempre dentro de la denuncia y la
subversión de lo hegemónico.
Por otro lado el testimonio se ha analizado a partir de su estrecha relación con la
historiografía, no con la literatura. Por su parte, la novela testimonial crea su contrato de
veridición a partir de otras estrategias discursivas, en donde pasa a ser menos importante
la ilusión de realidad que da fe de un hecho, ya que no tiene la necesidad de escribir la
historia como “realmente ha sido”, no es positivista. En este caso hay más elementos del
discurso literario y sus estrategias de verosimilitud funcionan dentro de este nivel y a
partir de la utilización de un lenguaje más tipificado dentro de la literatura. Para el caso
de la novela de Chaves esto se ve en una marcada caracterización del discurso literario
desde su expresión más clásica: el narrador omnisciente. Este hecho es el que hace que la
novela se aleje más de las características del testimonio como tal, pero es innegable que
dentro de su discurso da una ilusión de testimonio, mediante el cual se va a presentar la
otra cara de la moneda en una historia muy desconocida: los años ochenta en Costa Rica,
y más aún, con una temática o un eje que es tradicionalmente marginal y silenciado.
188
Mackenbach también señala la necesidad de analizar las novelas testimoniales (o los
testimonios como tales) a partir de las herramientas encontradas en la crítica literaria,
más allá de las intenciones de hacer corresponder directamente la realidad con las
afirmaciones hechas en estos textos, en donde la urgencia de encontrar la verdad en ellos
se hace primordial. En esta propuesta también se hace un importante señalamiento en
cuanto a las identidades y su construcción en los textos, ya que las novelas testimonio de
los últimos años presentan más bien una tendencia a disolver y cuestionar estas
intenciones que fijan el discurso identitario dentro de categorías estables. Esto ha sido
evidente con respecto a la novela de Chaves, en donde la multiplicidad de las
posibilidades en relación con las identidades sexuales de los personajes hace que se borre
esa determinación positivista y presenta la pluralidad.
Es posible que estas observaciones parezcan limitarse a un campo
estrictamente literario. Sin embargo, tienen otra dimensión: Al igual que
en la literatura latino y centroamericana, en general, en mis observaciones
acerca del testimonio se ha revelado el fin de las grandes metanarraciones
constitutivas de la identidad nacional. En este sentido, se reconfirma el
juicio de Jeffrey Browitt sobre el ocaso del discurso de la nación-estado
en las literaturas nacionales de postguerra en Centroamérica. (Véase
Browitt, 2001: s.n.) El testimonio ha perdido su papel central e
indiscutido en la construcción de identidades colectivas e individuales.
Las construcciones de identidades en los textos literarios, y también en el
testimonio, se están disolviendo, se presentan fragmentadas, llenas de
ambigüedades e inseguridades (Mackenbach, 2001: snp).
A partir de esto se puede considerar que la novela de Chaves construye su discurso
narrativo a manera de testimonio, evidentemente dentro de las características o
tendencias testimoniales en la literatura y no como un testimonio con ansias de verdad.
El análisis de las diversas estrategias de verosimilitud que aparecen en la novela
confirman esa necesidad de acercarse a la realidad, de presentar los discursos
hegemónicos de la época y al mismo tiempo dar su propia versión por medio de la
diégesis de la narración. Es posible plantear la construcción de la novela a partir de un
proceso muy interesante: el de ir entretejiendo discursos opuestos desde diversos niveles,
en su visión de mundo, en sus formas de producción y en sus planteamientos centrales.
189
En primer lugar, se tiene el nivel de los acontecimientos en donde transcurre la historia
de Óscar y su realidad inmediata, en esta línea es donde el discurso literario es
incuestionable y caracteriza una visión alternativa y cuestionadota de la realidad social
de Costa Rica con respecto a las identidades sexuales y las formas de convivencia. En
segundo lugar, se encuentra el nivel extratextual representado por distintos tipos de
texto: cartas personales, cartas públicas y artículos periodísticos; las primeras participan
de una mayor relación con el nivel de los acontecimientos, porque no representan textos
de carácter público; los últimos dos caracterizan la visión más generalizada con respecto
a los temas de la discriminación y el sida, ya que se constituyen a manera de discurso
hegemónico, precisamente el que se quiere desvirtuar desde el primer nivel. La
interacción de estos dos niveles es la que conforma la novela y por medio del
intercambio de ambos se crea no solo la ilusión de realidad o veridición sino también la
subversión de la historia hegemónica. Se da por tanto una versión, una posibilidad
alterna a lo tradicional y no cuestionado.
Por lo tanto, la novela Paisaje con tumbas pintadas en rosa se presenta a manera de
testimonio por medio del cual hay una subversión del discurso, no solo de las
identidades, sino también de la historia como tal, en la que, desde su concepción
tradicional, se presentan alternativas a un pensamiento enclaustrado en los valores de
fervor por lo nacional, el patriarcado y el heterosexismo compulsivo. El carácter
ficcional nunca desaparece, sino que se refuerza en la presencia del narrador
omnisciente, por lo cual no hay una urgencia de acercarse a la realidad como una idea
estable ni a la verdad como una posibilidad.
190
CAPÍTULO IV
Conclusiones
Es como deambular por caminos desconocidos y,
de repente, llegamos a un cruce, recrudece la
incertidumbre, el vendaval derribó todas las
señales, sólo queda esta vaga inquietud frente a
bifurcaciones y espejos. Jardín de cruces que se
bifurcan: cementerio… sementerio…»
(Chaves, 2000: 172)
1.
El paisaje final…
Hacia el final de la novela de Chaves, después de los momentos dramáticos que causan
el acecho de la muerte y las persecuciones por ideologías estrechas, se encuentran
reflexiones que vuelven sobre las identidades, el planteamiento de un norte o la
necesidad de decir para dar voz a lo tradicionalmente silenciado. El personaje de Óscar
toma decisiones importantes, como lo son salir del país y ver el mundo desde
perspectivas más amplias, más allá de las concepciones poco progresistas y
encajonadoras de Costa Rica. De este modo vende sus pertenencias y viaja a Nueva York
y luego a Europa, de acuerdo con el consejo que una vez le dio Cavafis en su casa de
Ciudad Cariari. Esta salida tiene un carácter muy importante en relación con la
interpretación que se ha hecho a lo largo de la presente investigación, ya que al estar
planteada desde las posibilidades del testimonio que da cuenta de una época convulsa, el
yo que protagoniza la historia se ve en la necesidad de dejar atrás ese entorno.
A lo largo de los años abarcados en la diégesis de la historia se puede observar cómo los
acontecimientos políticos y la crisis del sida acentuaron el ambiente de moralidad
exacerbada que se vivía, por este motivo la hostilidad fue creciendo conforme avanzaba
la década. Esto se ve de forma clara dentro de la novela al aumentar la frecuencia de
191
publicaión de los artículos periodísticos que daban testimonio del miedo y las injusticias
producidas por la discriminación sexual. Ante esto, Óscar decide alejarse, ya que teme
ser alcanzado por los brazos de este monstruo que él mismo había observado con los
hongos alucinógenos. Evidentemente este monstruo no es exclusivamente el virus del
VIH como portador de tragedia y muerte, sino también las reacciones de la población,
quien con miedo e ignorancia hacían que las consecuencias de la enfermedad fueran aún
mayores. De la misma forma el monstruo es creado desde las acciones del Gobierno de
Óscar Arias, que aumentaron las tensiones discriminatorias en un país que se estaba
levantando a nivel internacional con el estandarte de la paz, a pesar de violar de forma
indiscriminada los derechos de muchos de sus ciudadanos.
No es en vano la referencia que Eloy, el mexicano que Óscar conoce en Roma, hace al
contarle a éste la historia de Laocoonte, el sacerdote troyano que intentó advertir a los
ciudadanos los peligros que traía consigo la aceptación del famoso caballo de Troya, por
lo que una serpiente enviada por el dios Apolo lo devoró. La novela presenta ante este
hecho dos perspectivas muy claras para guiar la interpretación. En primer lugar el
caballo de Troya se identifica con la peste del sida que se acerca, con el dolor y la muerte
que causa. Ante este hecho la narración de la novela presenta una posición clara en sus
personajes, desde la cual se da voz a los marginados, para que produzcan sus propias
representaciones, sus propias identidades más allá de la injuria o la marca. En segundo
lugar el caballo de Troya representa la homosexualidad, vista como la degeneración que
trae consigo el dolor y la muerte, es decir, un discurso de castigo divino fuertemente
arraigado en el cristianismo tradicional. En este nivel se encuentran los hechos descritos
en los artículos periodísticos y en algunas cartas personales, las cuales dan una
perspectiva desde afuera de la diégesis textual. Es aquí donde toma sentido el discurso
religioso del castigo por causa del pecado, el cual no es respaldado desde la perspectiva
de la ficción como tal dentro del texto. Por otro lado, la clara comparación de Óscar con
el personaje del relato mítico tiene un carácter importante, ya que, a diferencia de
Laocoonte, Óscar logra escapar; muchos sufren de las tragedias que llegan, pero otros
pueden también tomar conciencia de sí mismos y de sus riesgos.
192
Ante este panorama Óscar sale del país y reflexiona acerca de él como persona, su
identidad y su rumbo, el cual presenta una gran cantidad de posibilidades, de
bifurcaciones, hasta verse a veces como un laberinto: “Estos tiempos me han enseñado
que vivimos no sólo crucifixiones, sino también cruci-ficciones, ficciones cruzadas, en
cruz, de manera tal que hoy la cruz no sólo es signo de dolor o de fe sino también de
perplejidad” (Chaves, 2000: 172), el anterior juego de palabras resulta muy significativo
en este punto, porque sintetiza de forma clara el proceso de construcción literaria
estructurado en la novela. La crucifixión ha sido el símbolo por excelencia del amor de
Dios en el cristianismo, el cual lleva consigo también la marca del dolor, la muerte y el
castigo, esto lo hace ambivalente y por lo tanto posible desde ambas perspectivas, de la
misma forma en que se compara el caballo de Troya, la crucifixión responde al dolor
causado por la enfermedad y al peso moral que trae consigo. Más allá de esto, Óscar lo
modifica una vez más al hacer un pequeño cambio ortográfico, en el que la ficción no se
construye de forma lineal, sino a partir del entrecruzamiento de muchas líneas y de
muchas posibilidades.
Las ficciones cruzadas se vinculan con las múltiples posibilidades dentro del texto
literario, los posibles caminos, soluciones e interpretaciones. De esta forma se establece
una directa relación intertextual con el cuento de Borges titulado Jardín de senderos que
se bifurcan, en el cual se plantea un texto en el cual existen todas las posibilidades
haciéndose infinitas. Cada sendero se bifurca en más senderos, por lo cual no habría un
solo camino. Este vínculo entre la ficción literaria y los senderos tiene estrecha relación
también con la idea de identidad, en donde al trazar una línea se plantean al mismo
tiempo más posibilidades sucesivamente.
El viaje de Óscar se continúa en el extranjero, lo cual le proporciona una perspectiva
distinta de analizar los hechos que ha vivido, además de un espacio diferente en el cual
relacionarse y pensarse a sí mismo. La formación del personaje principal o su proceso no
se ve concluido, sino que pasa a una etapa diferente. En esta nueva etapa se encuentra
193
también la esperanza al incluir al personaje de Eloy, pues en él se deposita de cierta
forma la idea de que hay posibilidades de establecerse, de formar una vida más allá de la
marginalidad y los prejuicios costarricenses, más allá de sus experiencias dolorosas o
fallidas. La angustia producida durante la segunda parte de la novela debido al paisaje de
muerte que se estaba produciendo es reducida un poco por medio de una nueva vida para
el personaje central. De este modo la marca de la muerte asimilada en el mismo semen,
como vehículo de desgracia y dolor, deja de parecer el único destino, a pesar de que esta
asimilación fue para muchos de los personajes una condición inherente a su identidad
individual, la cruz de la muerte como un sendero más, pero no el único.
En el último diálogo de la novela Eloy le pregunta a Óscar si ha perdido acaso su
brújula, y él responde: “-No, Eloy, la arrojé a las aguas del Tíber” (Chaves, 2000: 172).
Es claro que Óscar ha decidido dejar de lado las estructuras que antes habían construido
sus ideales de vida, en este momento hace un cambio drástico, no pierde su norte, más
bien lo reconfigura. Acepta entonces quedarse en el apartamento de su nuevo amigo y se
entrega de nuevo a la vida.
2
Hacia nuevos discursos
En el análisis de la novela se han podido identificar diversos discursos en relación con
las ideas de género que en ella prevalecen, las cuales construyen un espacio particular
dentro de la narrativa costarricense, en el cual se da la posibilidad de hablar desde lo
típicamente silenciado para tener una voz no distorsionada. Por lo tanto, se encuentran
oposiciones importantes en relación con los discursos oficiales de identidad. La
contextualización histórica de la época en cuestión permitió brindar un panorama de la
necesidad de volver a los valores tradicionales “campesinos” y religiosos, en este nivel
hay una necesidad de construir al sujeto a partir de ideas claras de identidad, las cuales le
permitan no cuestionar las bases sociales del país. En este entorno la novela propone una
serie de voces que se oponen a este proyecto generalizador y unívoco, ya que plantea la
194
multiplicidad, toma el tabú de la homosexualidad y lo carga de significados muy
variados, muchos de los cuales eran completamente desconocidos para el grueso de la
población. Así como el sida hizo patente que la homosexualidad era plural, la novela
deja ver algunas de las posibilidades que puede tener dentro de su multiplicidad.
De esta forma, los planteamientos de género dentro de la novela pueden, por un lado,
adscribirse, y por otro, separarse (en distintas medidas) del esquema falogocéntrico de
las masculinidades, ya que no hay un corte tajante en relación con el patriarcado. Esto se
ve claramente al analizar las diferentes posibilidades identitarias de los personajes de la
novela, los cuales han superado los cuestionamientos morales que implica la aceptación
de su vida fuera de la ley del patriarcado, pero que lo asumen desde diferentes
posiciones, unos con ideas más políticas que otros. Por consiguiente no hay una
manifestación de la culpa al identificarse como gay o un conflicto existencial al realizar
ese cambio de perspectiva. Más allá de esto, se plantean posibilidades en las que los
personajes asumen su identidad sexual, sin poderse hablar de una propuesta clara, sino
más bien de la voz plural de la marginalidad.
Lo anterior se analizó por medio de los personajes de Óscar, Miguel, Javier y Martín, en
quienes no hay una negación total del sistema patriarcal y sus caracterizaciones de los
roles de género, ya que, apartir de las estructuras tradicionales se introducen variaciones
importantes para continuar funcionando, o al menos es ese su objetivo. Esto se da por
ejemplo en la construcción amorosa de las parejas y en los intentos de tener una
estabilidad social o un funcionamiento más prototípico. Igualmente, muchos de sus
comportamientos responden al machismo típico latinoamericano, como en el caso de
Martín y Javier, quienes construyen su relación a partir de la infidelidad de uno de los
dos. De igual forma, a partir del personaje de Mario se desarrolla otra de las
posibilidades, pues él vive su sexualidad de manera excesiva y sin compromisos, sin
intenciones de establecerse con una relación prototípica, sino en función de sus
necesidades contextuales. Es precisamente en este personaje en donde se encuentran
luego la muerte y la degradación al ser contagiado del VIH. No hay por lo tanto una
195
única vía para la construcción de la identidad gay en la novela, pero sí comparten todas
su carácter subversivo, que ubica al sujeto del placer en su mismo género y desestabiliza
el concepto de familia en su base más elemental, para demostrar lo extenso que puede
ser el término y sus variantes.
Por otro lado estas posibilidades identitarias corresponden a un sector específico de la
sociedad costarricense, ya que los personajes centrales y su contexto se identifican con la
clase media de la época, que tienen una forma de vida y un nivel educativo y económico
relativamente estable. En este sentido la novela no pretende abarcar todos los niveles
sociales con sus posibilidades, sino que se centra en un determinado grupo.
En La voluntad de saber Foucault coloca “las sexualidades periféricas” como esos
sujetos creados en el siglo XIX para diferenciar jurídicamente a quienes se salían de la
idea de género manejada; más allá de esta clasificación, en principio médica,
posteriormente ese sujeto tomó la palabra para caracterizarse. Este hecho es evidente
dentro de la novela, ya que en ningún momento se adscribe a las identificaciones
etiológicas de la homosexualidad, sino que carga a los sujetos de significaciones
subversivas dentro de la sociedad en donde se desarrollan, les da voz, relata sus historias
y al mismo tiempo crea una historiografía del grupo específico, a partir de su conciencia
de oposición a las políticas opresoras. En este nivel es en donde el concepto de queer se
puede utilizar como categoría de análisis dentro del texto, ya que existe también la
necesidad de plantear el género de forma política, como una oposición en la que las
nuevas características, o algunas de ellas se ven reivindicadas, no solo en la unión contra
la discriminación, sino también en la evidenciación de nuevas formas de relacionarse, de
nuevas formas de estar juntos y configurar el concepto tan cargado de familia. Además
se ve también en los personajes como Cavafis, en quien el género es cuestionado desde
todo punto de vista y pone en tela de juicio su veracidad dentro del lenguaje al demostrar
su artificialidad por medio del travestismo por ejemplo.
196
Por lo tanto, la trasgresión dentro de la novela Paisaje con tumbas pintadas en rosa es
clara desde los niveles de las identidades, porque da paso a las características de sujetos
distintos, quienes desde su palabra reconfiguran la realidad que viven, la cuestionan, no
solo por el género, sino también desde las políticas del gobierno, las intervenciones
estadounidenses y las represiones de la Iglesia Católica. Todo esto se configura
básicamente desde dos niveles: el de los acontecimientos, en el que se desarrolla la
historia de Óscar; y el del nivel extratextual, en el cual se complementa el espacio
sociohistórico por medio de cartas privadas o públicas y artículos periodísticos. Se
retoman, por lo tanto, hechos históricos de los años ochenta para dar una lectura nueva, a
partir de las consecuencias sufridas por la crisis del sida, la crisis económica y la
moralidad excesiva de los discursos gubernamentales; esta nueva lectura resulta
subversiva al plantear todos los hechos anteriores a través de la mirada de un grupo de
personajes marginales, quienes reivindican su posición.
3
Una época conflictiva
El análisis aquí propuesto plantea la división de la novela en dos partes principales, las
cuales separan los acontecimientos a partir de características que tenían en común. Esta
división se establece a partir del momento en el que Óscar y Javier comen hongos
alucinógenos en las montañas de Barva. La primera parte caracteriza una época
relativamente tranquila en la que los nudos centrales del relato se desarrollan a partir de
los conflictos personales de los personajes o hechos históricos como las visitas del
expresidente Reagan y el Papa Juan Pablo II a Costa Rica. La segunda parte se centra en
la llegada del sida al país y se ve relatado desde los acontecimientos ficcionales de la
novela y los artículos periodísticos que aparecen de forma textual.
La llegada del sida marca un antes y un después en la forma de pensar el género y las
sexualidades, ya que puso en evidencia las identidades de muchos sujetos que se salían
de las estructuras típicas. Este contexto tiene una gran cantidad de referencias en la
197
novela de Chaves, por lo cual el presente análisis desarrolló brevemente las
implicaciones sociohistóricas que se evidencian en el texto literario, por medio de
fuentes como periódicos de la época y estudios historiográficos, económicos y sociales.
La época comprendida entre 1982 y 1987 es un marco referencial a partir del cual se
funda la ficción literaria, por el hecho de tomar de él constantes referencias que se
pueden ubicar fácilmente dentro de la historia reciente del país.
De esta forma se pueden ver acontecimientos como la crisis económica de los inicios de
los años ochenta y la necesidad de Costa Rica de obtener ayuda económica del gobierno
de Estados Unidos, lo cual provocó una implícita adhesión a las políticas “morales” del
reaganismo, en el que los conceptos de familia y de individuo no son cuestionados para
plantear su carácter plural. Al mismo tiempo, la llegada del sida en un conservadurismo
revitalizado provoca graves consecuencias para la población, la cual posee muy poca
información sobre educación sexual. Este ambiente retrógrado se ve constantemente
señalado en la novela, ya que los personajes sufren sus implicaciones; por otro lado los
artículos periodísticos demuestran con datos claros los el miedo y la desinformación.
Más adelante en el tiempo del relato se hace hincapié en los dobles discursos hipócritas
del gobierno de Óscar Arias en relación con la persecución de homosexuales llevada a
cabo en 1987; así como las constantes declaraciones homofóbicas del entonces Ministro
de Salud Edgar Mohs respecto de las pruebas de sida para los funcionarios públicos.
La profundización en los hechos de estos años fue necesaria para poner en contexto los
hechos relatados en la novela y estudiar su carácter testimonial y transgresor. En este
sentido, se propone que la novela participa de las características de la novela testimonio,
al presentar a un personaje central que vive acontecimientos históricos y presenta los
discursos hegemónicos con la intención de subvertirlos o cuestionarlos. El acercamiento
a la realidad se da desde una posición cuestionadora, no hay necesidades de exactitud en
todos los hechos (introduce lo ficcional). Este carácter de testimonio se estructura en la
novela desde su epígrafe, en el cual se hace referencia, en el libro de Job, al mensajero
que escapa y trae las noticias de la catástrofe.
198
Los hechos históricos se ven reforzados en el texto por medio de la utilización de
diversas estrategias de verosimilitud discursiva, la cual crea el efecto de realidad de los
hechos contados. Así, se estudiaron como estrategias de verosimilitud, primero, la
constante referencia a hechos históricos, segundo la ubicación en un espacio claramente
definido: la ciudad de San José, y en ella una gran cantidad de bares, restaurantes, calles,
parques y edificios. Y en tercer lugar, los elementos intertextuales que provienen de
fuentes primarias como cartas personales y artículos periodísticos, los cuales completan
el panorama narrado con perspectivas desde afuera de la narración, hecho que permite
una más amplia visión de los años que se pretenden abarcar. Por este motivo no se
encuentra una intención unívoca en la interpretación del pasado, sino que se dan al lector
varias versiones de los acontecimientos más generales como el sida y sus consecuencias.
A partir de lo anterior se analizaron las diversas propuestas discursivas, en relación con
el sida, que se plantean en la novela, de manera que se pudiera caracterizar desde el texto
literario sus formas de subversión, es decir, las nuevas imágenes que da. De esta forma
se analizaron las cartas personales y los artículos de periódicos para ubicar
acontecimientos históricos, formas de discriminación y metáforas del sida. A partir de
esto se clasificaron las metáforas del sida como una forma en que la enfermedad se crea
en el imaginario popular.
Los dos niveles textuales de la novela (el de los acontecimientos y el de los intertextos)
construyen sus metáforas de formas diferentes, ya que responden a estrategias
ideológicas completamente opuestas. La diégesis del texto presenta las ideas de las que
participan los personajes de la narración, por este motivo no se encuentran metáforas de
castigo que representen la culpa a partir del pecado, de lo contrario se refuerza más la
metáfora de la muerte como elemento constitutivo de la identidad gay, la cual se ve
acechada por la enfermedad (obviamente como parte de una idea generalizada durante la
época). La mayoría de las construcciones metafóricas del sida se encuentran en los textos
no literarios, ya que es ahí en donde se producen una gran cantidad de discursos de
199
miedo y alerta a la población, estos generalmente se construyen con base en ideas
previas en las que el castigo prima como el centro de las razones.
Las construcciones metafóricas, por lo tanto, se oponen a partir de los dos niveles
básicos de la novela: uno responde a la moral exacerbada del “reaganismo” y el otro se
caracteriza por las nuevas identidades, la subversión del género y la transgresión. La
característica central que ambas comparten es la expectativa ante el futuro y el miedo
que provoca una enfermedad que se extiende y consume a los individuos.
4
Consideraciones finales
La novela Paisaje con tumbas pintadas en rosa de José Ricardo Chaves es relevante
dentro del corpus de la literatura costarricense por varias razones. En primer lugar, hace
una revaloración de la época comprendida entre 1982 y 1987 en Costa Rica a partir de
hechos históricos, políticos y sociales que dan una perspectiva nueva de la historia
reciente del país, la cual ha sido, hasta el momento, poco estudiada. Esta relectura se
acerca a los acontecimientos de los últimos veinticinco años por medio del discurso
literario contrastado con discursos periodísticos, lo cual configura una interacción entre
los dos niveles que da una perspectiva más amplia de su contexto sociohistórico.
En segundo lugar, toma como telón de fondo una crisis de salud que sigue afectando con
mayor intensidad al mundo entero, en especial a los países en vías de desarrollo: el sida.
Desde el texto literario se hace un recordatorio de los años en los que surgió el virus de
forma epidémica y de los discursos de odio y discriminación que generaron en todos los
continentes, a partir de lo cual se demuestra lo relativo de las posiciones de intolerancia
con respecto al género y a lo diferente de la oficialidad.
En tercer lugar, y principal motivo por el que se seleccionó la novela para la presente
investigación, retoma la voz de un grupo tradicionalmente marginado, la comunidad gay,
200
para reivindicar su posición dentro de la sociedad costarricense utilizando sus propias
voces y sus propias representaciones. De esta manera se transgreden no sólo el discurso
patriarcal como un todo, sino también las posiciones homofóbicas de críticos sociales y
literarios, políticos y quienes disminuyen los alcances de las voces marginales, en
especial en relación con las sexualidades. Por medio de este espacio de representación se
ponen de manifiesto nuevas posibilidades de las identidades de género, más allá de una
visión dicotómica de la sexualidad que tanto ha provocado discriminación y agresiones
injustificadas. Por medio de la novela de Chaves la literatura costarricense sale del clóset
y se atreve a expresar la pluralidad social.
201
CAPÍTULO IV
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213
Anexo I
Referencias sobre el sida en periódicos nacionales
A continuación se reúne una recopilación de referencias sobre el sida aparecidas en
periódicos nacionales entre 1983 y 1987. La presente lista no es exhaustiva, ya que
presenta artículos seleccionados por la relevancia del tema dentro de la investigación y
especialmente en el periódico La Nación.
Aún así da una perspectiva global interesante para los investigadores sociales interesados
en el tema del sida en Costa Rica a partir de las visiones presentadas en los distintos
textos periodísticos del país.
Lista de abreviaturas
LN
La Nación
UN/U
Semanario Universidad
LPL
La Prensa Libre
LR
La República
E
La Extra
214
1983 (junio-diciembre)
1. Extraña enfermedad aterroriza a EEUU. LN, 16-06-83, p. 32A.
2. Síndrome inmunológico se extiende en EEUU. LN, 19-06-83, p. 20A.
3. Epidemia entre homosexuales. UN, 21-06-83, p. 9.
4. Leprosos del siglo XX. LN, 22-06-83, p. 12B.
5. Preocupa expansión del “Cáncer Gay”. LN, 25-06-83, p. 10B.
6. Síndrome AIDS podría llegar a Costa Rica. LPL, 24-08-83, p. 6.
7. Costa Rica libre de casos del fatal síndrome del homosexualismo. LR, 11-07-83,
p. 3.
8. Mal inmunológico podría provenir de África Central. LN, 28-11-83, p. 40A.
1984
1. Tres costarricenses han sufrido el SIDA. LN, 03-02-84, p. 2A.
2. Ofrecieron charla sobre el SIDA a hemofílicos. LN, 13-02-84, p. 2A.
3. Descubren y aíslan virus del SIDA. LPL, 24-04-84, p. 10.
4. Descubren en EU el virus que produce síndrome SIDA. ED, 24-04-84, p. 12.
5. Identificado el virus causante del SIDA. ED, 24-04-84, p. 12.
6. Esperan diagnosticar el SIDA en los próximos meses. LN, 09-07-84, p. 3A.
7. Sao Paulo, capital del “Cáncer Gay”. LN, 30-07-84, p. 40A.
8. Personas sanas podrían ser portadoras del SIDA. LN, 24-10-84, p. 4B.
9. Homosexualismo. C, 16-11-84, p. 22-23.
215
1985
1. ¿Es un homicidio transmitir el SIDA? E, 16-10-85, p. 2.
2. “A veces cuando nos ven nos gritan SIDA”. LN, 02-09-85, p. 12A.
3. ¢710 mil mensuales para el control del SIDA. LN, 23-11-85, p. 12A.
4. 50 mil franceses en contacto con SIDA. LN, 09-09-85, p. 14B.
5. Aclaran que riesgo de contraer SIDA es alto en ciertos grupos. LN, 29-08-85, p.
2A.
6. Acusan a la CIA de crear el SIDA. LPL, 31-10-85, p. 13.
7. Alarmistas publicaciones sobre SIDA. U, 02-08-85, p. 14.
8. Angulo, Marcela. El SIDA. LN, 17-08-85, p. 14A.
9. Boza, Ricardo. Sin pánico ante el SIDA. LN, 30-08-85, p. 16A.
10. Buscan SIDA en la población de riesgo. LPL, ed. tarde, 23-08-85, p. 2.
11. China teme al SIDA; prohíbe la importación del plasma. LPL, 04-09-85, p. 17.
12. Científicos creen que virus del SIDA se aloja en cerebro. LN, 12-12-85, p. 24A.
13. Conceptos errados se escriben sobre SIDA. LPL, ed. tarde, 28-06-85, p. 7.
14. Crece miedo a donación de sangre por el SIDA. LR, 27-08-85, p. 4.
15. Creen improbable epidemia de SIDA. LN, 31-05-85, p. 4A.
16. Cuatro casos mortales de SIDA en Uruguay. LN, 14-08-85, p. 10B.
17. Cubanos de África traen SIDA a América. LPL, ed. tarde, 26-08-85, p. 7.
18. Descubren multiplicador genético del SIDA. LPL, ed. tarde, 30-07-85, p. 29.
19. Diez casos de SIDA se han diagnosticado en el país. LN, 19-09-85, p. 11A.
20. Dos homosexuales vinieron con SIDA a Costa Rica. E, 08-10-85, p. 7.
21. Echeverría Peters, Gabriela. Un reto para la medicina moderna. LN, S.E., 2104-85, p. 1C y 4C.
22. El INISA realiza estudios sobre anticuerpos de SIDA. LN, 04-09-85, p. 2A.
216
23. El SIDA (información y consejo). LR, 08-11-85, p. 47A.
24. El SIDA en África sí es una epidemia. LN, 25-11-85, p. 49A.
25. El SIDA en América Latina. LN, S.E., 24-11-85, p. 2C.
26. El SIDA es centro de polémica en África. LN, 03-12-85, p. 12B.
27. El SIDA fue creado en un laboratorio. LPL, ed. tarde, 24-08-85, p. 17.
28. El SIDA llega a África Central. LPL, 16-09-85, p. 17.
29. El SIDA no es todavía peligroso. U, 02-08-85, p. 14.
30. El SIDA para la opinión pública del Ministerio de Salud. LN, 12-08-85, p. 47A.
31. El SIDA también afecta a la mujer. LN, 12-08-85, p. 7B.
32. El SIDA un problema de magnitud mundial. LR, 09-04-85, p. 9.
33. El SIDA y el comportamiento sexual de los brasileños. LN, 22-10-85, p. 13B.
34. El SIDA, cuatro años después. LPL, 06-09-85, p. 25.
35. El Síndrome del Rey Sol. LPL, ed. tarde, 2ª sec.; 12-08-85, p. 9.
36. El virus responsable de la ‘plaga del siglo XX’ provoca daños también en el
cerebro y en la médula espinal. LPL, 02-11-85, p. 13.
37. Enfoque global sobre el SIDA. LPL, 19-09-85, p. 7.
38. Esceptismo por anuncio francés sobre SIDA. LN, 31-10-85, p. 22A.
39. Estados Unidos autoriza probar drogas contra SIDA en seres humanos. LN, 1909-85, p. 24A.
40. Fernández Cordero, Juan. SIDA la cara oculta. LN, S.E., 25-08-85, p. 1C y 3C.
41. Fidelidad remedio para SIDA. LPL, ed. tarde, 31-07-85, p. 8.
42. Francfort y Berlín a la cabeza del SIDA en Alemania. LPL, 07-10-85, p. 17.
43. Francia y EEUU en “guerra” comercial por SIDA. LN, 14-12-85, p. 24A.
44. Garrido Llovera, Drusso. Ni vino, ni amor, ni música: SIDA. LPL, 31-10-85, p.
11.
45. Gobierno francés prepara ofensiva contra el SIDA. LN, 30-08-85, p. 27B.
46. Hallan anticuerpos del SIDA en Amazonas. LN, 07-12-85, p. 14B.
217
47. Hay poco riesgo de contraer el SIDA. LR, 29-08-85, p. 6.
48. Hay que aprender a convivir con SIDA. LPL, 30-09-85, p. 15.
49. Iacono, Daniela. Norteamericanos deben buscar tratamiento del SIDA en el
extranjero. LN, 29-07-85, p. 40A.
50. Identifican síntoma inicial del SIDA. LN, 14-09-85, p. 26A.
51. Implantan a joven corazón de hombre que padecía SIDA. LN, 13-09-85, p. 31A.
52. Instituto brasileño dice que descubrió anticuerpos de SIDA. LN, 31-08-85, p.
28A.
53. Israelí espera curar el SIDA pronto. LPL, 24-10-85, p. 12.
54. Jaramillo Antillón, Juan. El aparente error, que no lo es, sobre el SIDA. LPL,
25-11-85, p. 16.
55. Jaramillo Antillón, Juan. El SIDA: especulaciones y realidades. U, 09-08-85, p.
12.
56. Jiménez Monge, Rodrigo. El SIDA es evitable. LN, 22-09-85, p. 16A.
57. Laboratorio de UCR investiga SIDA. LPL, ed. tarde, 22-08-85, p. 2.
58. Lágrimas contagian el temible SIDA. LPL, ed. tarde, 16-08-85, p. 25.
59. Los niños del SIDA: abandonados. LPL, 20-09-85, p. 13.
60. Macaya, Gabriel. SIDA, investigación e información. LN, 06-10-85, p. 15A.
61. Malestar en la lengua es síntoma del SIDA. LPL, 16-09-85, p. 17.
62. Marineros llevan el SIDA a Brasil. LPL, 07-09-85, p. 21.
63. Martín, Herve. Éxito médico en lucha contra SIDA. LN, 30-10-85, p. 24A.
64. Más de un millón son portadores del SIDA. LPL, 30-10-85, p. 13.
65. Mata Jiménez, Leonardo. ¿Cómo se contagia el SIDA? LN, 14-09-85, p. 15A.
66. Mata Jiménez, Leonardo. SIDA: enfermedad infecciosa. LN, 11-09-85, p. 15A.
67. Médicos franceses descubren un tratamiento anti-SIDA. LPL, 04-11-85, p. 16.
68. Médicos no creen que los mosquitos trasmitan el SIDA. LN, 25-08-85, p. 34A.
69. Médicos optimistas sobre posible curación del SIDA. LN, 17-11-85, p. 21B.
218
70. Miembro de la realeza [británica] muere por el SIDA. LN, 26-08-85, p. 40A.
71. Ministro considera que se crea alarma. LPL, ed. tarde, 15-07-85, p. 34.
72. Miranda Arellano, Gladis. En la química de beso está el SIDA. LPL, 12-12-85, p.
19.
73. Mohs Villalta, Edgar. El SIDA en los niños. LN, 03-09-85, p. 15A.
74. Monge Mayorca, Arístides. SIDA y transfuciones [sic]. LN, 04-11-85, p. 16A.
75. Monge Zeledón, Rose Mary. Dudas y mitos que deben desecharse. LN, 02-09-85,
p. 12A.
76. Moscú reconoce que hay SIDA en la URSS. LN, 08-12-85, p. 30A.
77. Mujeres: víctimas olvidadas del SIDA. LPL, 18-09-85, p. 3.
78. Ningún sospechoso tiene SIDA en Costa Rica. LPL, ed. tarde, 28-08-85, p. 4.
79. Niños con SIDA pueden ir a la escuela. LPL, ed. tarde, 2ª sec.; 20-08-85, p. 15.
80. No hay SIDA en el corazón. LPL, 12-09-85, p. 6.
81. Notarios afirman que SIDA en Costa Rica no es un invento. LR, 15-07-85, p. 4.
82. Ocho funcionarios de la ONU aparecen con SIDA. LPL, 19-09-85, p. 17.
83. Optimismo por nueva droga contra SIDA. LN, 15-11-85, p. 32A.
84. Pacientes del SIDA se matan [Noruega]. LPL, 05-09-85, p. 25.
85. Penabad L., José María. Un beso de amor... LPL, 05-12-85, p. 10.
86. Piden a homosexuales no donar ni vender sangre. LN, 07-09-85, p. 34A.
87. Por el SIDA, hospitales de Río no reciben donantes de sangre. LPL, 04-09-85, p.
17.
88. Posible vacuna contra SIDA. LN, 29-11-85, p. 28B.
89. Posibles contagios de SIDA en el país. U, 26-07-85, p. 0A.
90. Preocupa falta de reactivos para detectar el SIDA. LN, 10-09-85, p. 3A.
91. Primer caso de recuperación de SIDA. LN, 19-10-85, p. 6B.
92. Prueba para detectar el SIDA en sangre. LPL, ed. tarde, 2ª sec.; 14-08-85, p. 18.
93. Psicosis del SIDA afecta a italianos. LN, 30-08-85, p. 8B.
219
94. Quesada López-Calleja, Ricardo. El SIDA en Costa Rica y el mundo. LPL, ed.
tarde, 2ª sec.; 31-05-85, p. 11.
95. Quesada López-Calleja, Ricardo. El SIDA en el tercer mundo. U, 18-10-85, p.
18-19.
96. Quesada López-Calleja, Ricardo. El SIDA en el tercer mundo: el caso de Costa
Rica. U, 25-10-85, p. 17.
97. Quesada López-Calleja, Ricardo. El SIDA su contaminación a través de la
saliva, la sangre y el semen. A, nov-dic 85, p. 26.
98. Quesada López-Calleja, Ricardo. El SIDA viste uniforme militar. U, 19-07-85, p.
12-13.
99. Quesada López-Calleja, Ricardo. El SIDA, ¿un tema prohibido? LPL, ed. tarde,
16-08-85, p. 17; U, 16-08-85, p. 21.
100.
Quesada López-Calleja, Ricardo. El SIDA: una epidemia mortal. LPL,
ed. tarde, 2ª sec.; 13-05-85, p. 9 y 29.
101.
Raeburn, Paul. El SIDA se expande como la poliomielitis en el pasado.
LN, 23-12-85, p. 26A.
102.
Resaltan dificultades para castigar contagio de SIDA. LN, 04-10-85, p.
2A.
103.
Revista rusa dice que CIA desarrolló el SIDA. LN, 01-11-85, p. 31A.
104.
Rosabal Cordero, Fabio. Los culpables del SIDA. LN, 09-12-85, p. 18A.
105.
Se intensifica lucha contra SIDA en el país. LN, 05-11-85, p. 6A.
106.
SIDA afecta a decenas de escolares franceses. LN, 12-09-85, p. 27A.
107.
SIDA ataca al cerebro. LN, 16-10-85, p. 33A.
108.
SIDA avanza en forma alarmante por el mundo. LN, 22-04-85, p. 52A.
109.
SIDA causa ausentismo escolar en Nueva York. LN, 10-09-85, p. 24A.
110.
SIDA causa quinta muerte en Costa Rica. LN, 21-08-85, p. 10A.
111.
SIDA es ira de Dios. LPL, 07-09-85, p. 21.
220
112.
SIDA genera cambios en conducta sexual. LN, 11-08-85, p. 62A.
113.
SIDA golpea duro en el mundo de “ellas”. LR, 26-08-85, p. 37.
114.
SIDA puede transmitirse también por las lágrimas. LN, 17-08-85, p. 20A.
115.
SIDA se expande entre franceses. LN, 26-08-85, p. 44A.
116.
SIDA se transmite por heridas. LPL, 16-09-85, p. 19.
117.
SIDA, el dentista primero en descubrirlo. LR, 10-09-85, p. 18.
118.
SIDA, peor problema de salud en Estados Unidos. LN, 10-08-85, p. 4B.
119.
Síndrome y realidad. LPL, ed. tarde, 2ª sec.; 30-08-85, p. 14.
120.
Smirnow, Gabriel. Científicos identifican virus que causa el SIDA. LN,
27-01-85, p. 20A.
121.
Solano Cerdas, Claudio (presbo.). SIDA y moral. LN, 02-09-85, p. 18A.
122.
Solís R., María Isabel. Enseñanza del SIDA. LN, 04-10-85, p. 14A.
123.
Solís R., María Isabel. Establecen medidas para evitar SIDA en Costa
Rica. LN, 12-08-85, p. 8A.
124.
Sosto Peralta, Federico. Ética, encubrimiento y SIDA. LPL, 02-09-85, p.
11.
125.
Tabúes perjudican estudios sobre el SIDA en haitianos. LN, 21-03-85, p.
16B.
126.
Técnica en la UCR para detectar SIDA. LR, 22-09-85, p. 2.
127.
Temor por SIDA reduce donaciones de sangre. LN, 27-08-85, p. 12A.
128.
Un nuevo caso de SIDA en el país. LN, 31-10-85, p. 12A.
129.
Urge encontrar vacuna y cura contra el SIDA. LPL, 17-09-85, p. 7.
130.
Valverde, José Eliseo. Síndrome inmuno deficiencia adquirida (SIDA).
LPL, ed. tarde, 2ª sec.; 04-06-85, p. 14.
131.
Vargas, William; Ramírez, Eduardo; Formoso, Andrés. El homosexual
también es un ser humano. U, 06-09-85, p. 14-15.
221
132.
Vargas, William; Ramírez, Eduardo; Formoso, Andrés. La sociedad
convive con ellos, pero no los acepta. U, 30-08-85, p. 16-17.
1986
1. Advierten que SIDA incrementará muertes. LN, 21-11-86, p. 33A.
2. Amenazas se ciernen sobre la salud nacional. LN, S.E., 28-12-86, p. 22C.
3. Analizan relación entre la hepatitis viral y el SIDA. LPL, 03-12-86, p. 4.
4. Aumentan a 13 casos de SIDA en el país. LN, 18-07-86, p. 6A.
5. Benozzo, Ricardo. SIDA en África: perspectivas catastróficas. LR, 13-10-86, p.
12.
6. Casi 8 millones de africanos y norteamericanos tienen SIDA. LN, 05-11-86, p.
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7. Cejudo Velázquez, Pablo. El SIDA y natura. LN, 29-05-86, p. 14A.
8. Chaves, José Ricardo. Juegos peligrosos. LN, 06-01-86, p. 15A.
9. Científico descubre nuevo virus en SIDA. LN, 04-08-86, p. 32A.
10. Científicos crearon SIDA. LN, 27-10-86, p. 29A.
11. Científicos tras enigma del SIDA. LN, 24-06-86, p. 21A.
12. Cinco a diez millones con el SIDA. LPL, 23-06-86, p. 17.
13. Cultivan virus del SIDA en células animales. LN, 16-05-86, p. 29A.
14. Demorará cinco años elaborar vacuna anti-SIDA. LN, 12-04-86, p. 26A.
15. Descubierta posible defensa contra SIDA. LN, 12-12-86, p. 24A.
16. Descubren anticuerpos de SIDA en la saliva. LN, 13-02-86, p. 8B.
17. Descubren contagio de SIDA entre niños. LN, 20-09-86, p. 25A.
18. Desde setiembre no hay casos de SIDA en el país. LN, 29-01-86, p. 8A.
19. Discrepan sobre si el SIDA puede transmitirse por saliva. LN, 14-12-86, p. 38A.
20. Efectuaron pruebas para anticuerpos contra SIDA. LN, 01-02-86, p. 20A.
222
21. El SIDA afecta a cinco continentes. LN, 04-10-86, p. 32A.
22. El SIDA puede tornarse epidémico en África. LN, 13-07-86, p. 25A.
23. El SIDA también ataca a las mujeres. LR, 23-12-86, p. 25.
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39. Piden medidas de seguridad para laboratorio de SIDA. LN, 26-10-86, p. 2A.
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41. Prevén mayor discriminación por el SIDA. LN, 27-06-86, p. 24A.
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