Los espacios rurales en el cambio de siglo: incertidumbres
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Los espacios rurales en el cambio de siglo: incertidumbres
L o s e s p a c i o s ru ra l e s e n e l c a m b i o d e s i g l o : i n c e rt i d um b re s a n t e l o s p ro c e s o s d e g l o b a l i z a c i ó n y d e s a r ro l l o A C T A S D E L X C OL O Q UI O D E GE OGR A F Í A R UR A L D E E S P A ÑA X Coloquio de Geografía Rural de España, Departamento de Geografía y Sociologia, Universitat de Lleida, Plaça Victor siurana 1, 25003 Lleida (españa) García, F.; Larrull, A.; Majoral, R. –coordinadoresDepósito Legal L - 862 – 2000 Télefonos de información: Francisco García / Antoni Larrull: (34-973-702000 ext.3178) Secretaría del Departamento de Geografia i Sociología: (34-973-702098 –mismo número para el fax-) e-mail: [email protected] e-mail: [email protected] Página web: www.udl.es/dept/geosoc ISBN 84 – 600 – 9599 - 1 TRANSFORMACIONES RECIENTES Y PERSPECTIVAS DE FUTURO EN LOS MUNICIPIOS DE LA SIERRA PIRENAICA DE LES SALINES(ALT EMPORDÀ, GIRONA) David Pavón Gamero Anna Ribas Palom Universitat de Girona Introducción En los últimos años, los espacios rurales del mundo mediterráneo están asistiendo a un proceso de profunda diferenciación territorial. Por un lado encontramos aquellos con una agricultura cada vez más modernizada y profesionalizada integrada dentro de los flujos económicos y que es competitiva desde la perspectiva del mercado productivista capitalista. A veces, por su situación privilegiada en terrenos llanos, bien comunicados y con presencia de agua, suelen entrar en conflicto con otros usos como los industriales, los turísticos o los residenciales. Son zonas en las que cada vez es más difícil aplicar el calificativo de “rural”, al menos en su concepción más clásica. En los casos extremos, más que de espacios rurales podemos estar hablando de espacios agroindustriales. Por otro lado, encontramos otras zonas rurales que, por factores de tipología diversa (orografía, escasez de recursos como el agua, etc.), no reúnen los requisitos adecuados para competir con otros espacios “rurales”, como mínimo, desde el punto de vista de la producción. Allí donde no han habido otras perspectivas de futuro viables, toda una batería de efectos negativos se ha abatido sobre ellos (abandono de actividades agropecuarias, despoblamiento, envejecimiento de los habitantes, desequilibrios socioambientales,...). A menudo y a veces muy a la ligera se ha tildado a estos espacios como marginales o desfavorecidos sin preguntarse demasiado respecto a qué y respecto a quién. Se ha llegado a pensar que sobre muchos de estos espacios se podía dictar su acta de defunción por falta de alternativas. Sin embargo, es precisamente la imposibilidad de competir desde un punto de vista productivista lo que ha permitido colocar en una posición ventajosa a estos espacios desde otros puntos de vista como son el medioambiental, el cultural, el del ecoturismo, o el de las producciones autóctonas de calidad, entre otros (O’Rourke, E., 1999). Partiendo de esta óptica, se han implementado varios planes e iniciativas con diferente grado de éxito. En esta comunicación se describe la polarización de espacios rurales, ya apuntada, originada en la comarca catalana del Alt Empordà (Girona). Se prestará un especial interés a la desarticulación que se ha dado en una zona rural de la montaña media y baja mediterránea. Se enumerarán sus causas y sus consecuencias y se citarán algunas de las iniciativas puestas en marcha para intentar mantener un contingente mínimo de población que pueda vivir en y de este espacio. El Alt Empordà, comarca de espacios rurales diversos La comarca del Alt Empordà, situada en el extremo nororiental de Catalunya, en la provincia de Girona, es un territorio que ofrece una gran cantidad de contrastes y de paisajes. Esta riqueza se explica por razones de diversa índole. En primer lugar, la zona se encuentra en el vértice que forman los Pirineos y el mar Mediterráneo. Tal convergencia ha contribuido a dotar a la comarca de una orografía complicada que permite pasar, en pocos kilómetros, desde una costa baja y arenosa (sector del Golf de Roses) hasta cumbres que superan los 1.000 metros de altura (en las sierras pirenaicas de les Alberes y de les Salines). Entre medio, una extensa llanura regada por los ríos Muga y Fluvià. 1 En segundo lugar, sobre este entramado físico, las sociedades humanas han creado un paisaje todavía más complejo modelado por actividades que han estado condicionadas por las vicisitudes de cada momento histórico. Esta transformación tuvo, además, una traducción específica para cada uno de los ambientes mencionados. La configuración física de la comarca ha favorecido, en las últimas décadas, un proceso de polarización socioeconómica y espacial crecientes entre el litoral y el llano, por un lado, y el interior más montañoso, por otro. En el litoral, desde los años 60, se han desarrollado numerosas infraestructuras y equipamientos destinados a acoger a un turismo de masas en aumento. Localidades como Roses, l’Escala o Castelló d’Empúries han sido las principales receptoras del desarrollo turístico. Paralelamente, estos municipios han incrementado notablemente su población, atraída, en buena parte, por las oportunidades laborales que se ofrecían. En el llano, se impone un espacio agrario bastante integrado, desde un punto de vista económico. La presencia del regadío, la escasez de elevaciones, las buenas comunicaciones y un suelo que es el resultado de los aluviones aportados por los ríos Muga y Fluvià son las claves principales para explicar este predominio. Cultivos como el maíz, la alfalfa, la cebada, la avena o el raigrás son los más llamativos de este dominio. Complementariamente, en el llano se ubica Figueres, principal localidad de toda la zona que ejerce como auténtica capital comarcal. Su influencia se extiende incluso más allá del Alt Empordà y es la primera ciudad en habitantes de toda la provincia, si exceptuamos la propia ciudad de Girona. El papel que tiene Figueres se comprende, entre otras cosas, por ser la primera ciudad que se encuentra una vez superada la frontera con Francia y por ser lugar de paso de importantes vías de comunicación internacionales como la autopista A-7, la carretera nacional II o el ferrocarril. El interior, montañoso y menos conocido, ha seguido una dinámica diametralmente distinta a la de estas dos primeras subáreas. En efecto, el Alt Empordà más interior y más próximo a la frontera con Francia esconde una faceta que poco tiene que ver con la del litoral o el llano más estrictos. Para empezar, en estos sectores, el llano deja paso, gradualmente, a relieves cada vez más pronunciados y fracturados que indican nuestra proximidad al macizo pirenaico. Las máximas alturas suelen coincidir, salvo en algunas excepciones, con la línea de demarcación fronteriza con Francia, de manera que todo un anfiteatro de montañas, con sus respectivas vertientes, separa a la comarca del país vecino. En este sector, la economía tradicional ha estado vinculada a las actividades propias del bosque combinadas con pequeñas explotaciones agrícolas y ganaderas. En la franja de transición entre la montaña y el llano los cultivos predominantes son el viñedo y el olivar. Factores de cambio en el piedemonte de Les Salines Los municipios que participan de las características del interior son numerosos y suelen ser de superficie bastante mayor que los del llano y el litoral. De los más de 1.300 kms 2 que tiene la comarca, un mínimo de 600 (el 45% de la superficie total) pueden incluirse dentro de este sector. Algunos de ellos comprenden parte de las características del llano. Debido a la considerable extensión de este subsector dentro del conjunto comarcal se han escogido 4 municipios representativos que responden a la dinámica social, económica y ambiental seguida por estos espacios rurales de la montaña media y baja en las últimas décadas. Concretamente nos referimos a Agullana, Darnius, Maçanet de Cabrenys y la Vajol. 2 Mapa núm. 1 Situación del área de estudio FRANCIA La Vajol Maçanet deAgullana CabrenysDarnius ALT EMPORDÀ • Figueres GARROTXA Mar Mediterráneo (Golf de Roses) 3,5 kms N En total, 134,3 km2 con una población, en 1998, de 1.843 habitantes. Estas cuatro poblaciones tienen como elemento en común el hecho de localizarse a los pies de la sierra pirenaica de les Salines y de cubrir, con su término, toda su vertiente meridional desde los puntos culminantes fronterizos (por encima de los 1.400 metros de altura) al fondo de pequeños valles como los del río Arnera (200 metros de altura). Por tanto, el desnivel es más que evidente y el relieve tan marcado ha contribuido a explicar la evolución seguida en este territorio rural. Como otras poblaciones de los alrededores, estos cuatro municipios han experimentado la evolución propia de muchas de las zonas de montaña mediterráneas: abandono de actividades tradicionales vinculadas al entramado agro-silvo-pastoral, éxodo rural, despoblamiento, envejecimiento de la población, etc. A este respecto, algunos datos son reveladores. Entre 1910, momento de máxima expansión demográfica local, y 1998 el conjunto de estos cuatro municipios han perdido el 62,42% de sus efectivos demográficos. Así, se ha pasado de 4.904 habitantes a 1.843. Es decir, de una densidad de 36,52 hab/km2 , se ha pasado a otra de 13,72 hab/km2 . Contrariamente, para el mismo período, el conjunto de la comarca ha incrementado sus efectivos en un 37%, pasando de 70.003 habitantes a 95.871. Mientras que en 1910 la población de los cuatro municipios en cuestión suponían más del 7% en el conjunto comarcal, en 1998 no llegaba al 2%. Por el contrario, la población de los municipios litorales, durante el periodo 1900-1998, pasó de representar el 23,66% del total comarcal al 33,44%. Por su parte, el llano también ha ganado cierto peso, básicamente por el crecimiento de Figueres. Esta ciudad pasó de los 10.714 habitantes de 1900, a los 33.600 de 1998. Tabla 1: Evolución demográfica de los municipios de estudio (1910-1998) Población /año Agullana Darnius Maçanet de Cabrenys La Vajol Total TOTAL COMARCAL 1910 1950 1970 1981 1.778 1.154 1.647 236 4.904 70.003 897 787 1.070 147 2.901 63.645 837 521 883 83 2.324 72.249 693 470 802 70 2.035 80.800 Fuente: Instituto Nacional de Estadística (INE) 3 1998 622 525 628 68 1.843 95.921 Evolución 1910-98 -65,02% -54,51% -61,87% -71,19% -62,42% +36,95% Por lo que respecta al grado de envejecimiento de la población de estos cuatro municipios, en 1996 el 29,39% de los habitantes tenía 65 años o más, cuando en 1981 el porcentaje era del 22,19%. Para el mismo periodo, la población de 14 años o menos había pasado de suponer el 16,27% del total al 10,18%. Como dato complementario diremos que para el conjunto de la comarca del Alt Empordà, en 1996 el porcentaje de mayores de 65 años era del 17,59% y para los municipios litorales del 15,83%, casi la mitad que el de estos cuatro. Como principal factor para explicar esta regresión demográfica se encuentra el fenómeno del éxodo rural dirigido hacia los municipios más próximos al litoral, hacia localidades importantes como Figueres, Girona o, incluso, Barcelona. Las oportunidades y facilidades que ofrece el llano y el litoral en comparación con el interior se han traducido en la marcha de parte de los habitantes hacia estos ámbitos. La agricultura nunca había tenido un papel hegemónico por las dificultades del relieve aunque sí que había ocupado espacios significativos en el fondo de los valles, donde los cursos fluviales formaban pequeñas vegas muy apreciadas por los terrenos de labor (casos del río Arnera o el Ricardell). También en sectores relativamente llanos como l’Estrada (Agullana), el pla de la Granja (Darnius), el pla del Vinyer (Maçanet de Cabrenys); en la periferia de los principales núcleos de población o en reducidos replanos entre las vertientes de las montañas se había desarrollado una agricultura y ganadería de subsistencia. Según los datos del último censo agrario del que se dispone de información (año 1989), tan solo el 3,37% de la superficie de estos 4 municipios (452 hectáreas) estaba ocupada por cultivos. En cambio, la superficie ocupada por bosques era del 64,56%. En comparación con los datos que nos aportan los amillaramientos efectuados entre 1953 y 1957 en estos municipios, se extrae la conclusión que en 1989 tan solo se cultivaba alrededor del 30% de las tierras de mediados de los años 50. En las últimas décadas el cese de actividades agrícolas ha propiciado el incremento de la superficie forestal y la reducción del efecto mosaico que se mantenía entre áreas agrícolas y áreas forestales. El bosque vuelve a recuperar parte del espacio que históricamente le había pertenecido y los antiguos campos de labor, algunos de ellos dispuestos en bancales, son ocupados por matorrales. El bosque no solo ha ganado en superficie sino que también lo ha hecho en densidad. La pérdida de prácticas como el pastoreo, el carboneo o la extracción de leña son las causas explicativas del proceso. La consecución de ciertos proyectos a finales de los años 60 contribuyen a acentuar el proceso de abandono de la práctica agrícola. Concretamente, nos referimos a la construcción del embalse de Boadella realizado, en el río Muga, con las finalidades de garantizar el riego de la agricultura del llano y el abastecimiento de núcleos urbanos como Figueres. A ellas, posteriormente se añadió el suministro a los nuevos asentamientos turísticos. La carga del embalse, a finales de 1968, se traduce en la inmersión bajo las aguas de uno de los espacios agrícolas más apreciados de este sector: el valle del río Arnera (Darnius). Más de 100 hectáreas dedicadas a cultivos, un mínimo de 7 casas de campo (masies) y una central hidroeléctrica quedaron afectadas. En cierta manera, el espacio rural del interior, más marginal y menos productivo, se convierte en subsidiario del espacio rural del llano. Gracias al espacio que es ocupado por las aguas del embalse y a la red de canalizaciones se aumenta el regadío del llano, se promueve su modernización y el desarrollo turístico del litoral. Paralelamente, otras de las actividades que antiguamente ocupaban a parte de la población activa han desaparecido o han quedado reducidas a la mínima expresión. Algunos ejemplos son la minería o la industria corcho-taponera. Respecto a la primera, el rico subsuelo de la sierra de les Salines favoreció su explotación a través de minas y pedreras ya en el siglo XVIII. Se obtenía hierro, talco, mármol e incluso algo de plata. Las últimas explotaciones mineras permanecieron abiertas hasta finales de los años 80. Históricamente, la extracción de hierro y la existencia de torrentes de agua posibilitaron la instalación de fraguas de las cuales 4 ahora solo quedan sus paredes. Respecto a la segunda, la presencia de extensos alcornocales que cubren las laderas meridionales de la sierra de les Salines propició, también en el siglo XVIII, el nacimiento de una floreciente industria dedicada a la transformación del corcho en tapones. En Agullana, en 1913, llega a haber 40 fábricas dedicadas a este objetivo que daban trabajo a 600 obreros (Tubert, E., 1988). Actualmente, pese a la vigencia de la extracción de corcho, las pequeñas industrias transformadoras locales han cerrado en su totalidad. Más recientemente tuvo una marcada repercusión la aplicación del Acta Única europea. La liberalización de las fronteras internas de la Unión europea y la entrada en vigor del mercado único, a partir del 1 de enero de 1993, comporta la desarticulación de los trabajadores de agencias de aduanas y tránsitos. Esto suponía la pérdida de centenares de puestos de trabajo para poblaciones fronterizas como la Jonquera y otras próximas como las comprendidas en nuestro estudio (preferentemente Agullana). Potencialidades naturales y culturales de la zona La escasa implantación humana e industrial, la relativa lejanía a las grandes vías de comunicación, el carácter montañoso del lugar y unas precipitaciones generosas (800-1000 l/m2 anuales) han favorecido el mantenimiento de la riqueza natural y paisajística de la zona. De entre los valores más sobresalientes citaremos el extenso manto vegetal forestal que cubre el accidentado relieve. El macizo granítico de les Salines, por su fuerte desnivel altitudinal (desde los 200 m. de su base a los más de 1.400 m. de sus puntos culminantes) y por las variaciones climáticas asociadas, provoca una clara zonación de la vegetación con numerosas comunidades: encinares y alcornocales (del llano a los 500-600 m.), encinar de montaña (hasta los 800-1000 m.), los robledales acidófilos (hasta los 1.000-1.100 m.), el hayedo (hasta los 1.400 m.) y en los niveles culminantes landas con prados acidófilos. El buen estado de conservación de los ecosistemas forestales posibilita la pervivencia de una fauna variada y en transición entre los elementos mediterráneos y los pirenaicos. Por estas y otras razones, el macizo de les Salines fue incluido, en 1992, como uno de los 144 espacios de interés natural de Catalunya que componen el Pla d’Espais d’Interès Natural (PEIN), plan que le otorga una cierta protección. El 97,86% de la superficie de este espacio protegido (4.199,5 ha.) se la reparten los cuatro municipios de referencia. Dicho de otra manera, el 30,60% de la superficie de estos cuatro municipios se ubica en el interior de los límites de este espacio. Afortunadamente, fenómenos negativos como los incendios forestales solo han afectado periféricamente a la zona (año 1986). Se ha de añadir que parte de otro espacio catalogado del PEIN, la Alta Garrotxa, se engloba dentro del área de análisis (460 ha. del municipio de Maçanet de Cabrenys). Otro de ellos es limítrofe (Penya-segats de la Muga). También otros lugares complementarios no siempre incorporados en catálogos de protección disfrutan de elementos de interés natural y paisajístico, como los numerosos cursos fluviales, los árboles monumentales y las fuentes. Al patrimonio natural se deben sumar los elementos propios del patrimonio histórico y arquitectónico (restos megalíticos, iglesias románicas, ermitas, ruinas de castillos, masías, antiguas minas, edificios modernistas, restos de arqueología industrial, etc.) y las abundantes manifestaciones culturales (fiestas, tradiciones, etc.) que proliferan en estos municipios. No es raro que por todos estos motivos y por su clima saludable estas poblaciones tengan una cierta tradición turística que se remonta a finales del siglo XIX. En Maçanet, a partir del auge de los años 60, se construyen pequeñas urbanizaciones algunas de ellas, por cierto, con no demasiado gusto. Tampoco faltan hostales y restaurantes familiares, buenos indicadores de este arraigo turístico. 5 La Iniciativa Leader II en la Sierra de Les SalinES Ante el problema de despoblamiento y gradual abandono en que se encontraban las poblaciones del piedemonte de les Salines se genera, a escala local, una inquietud por tirar adelante actuaciones que permitan frenar esta tendencia. Se tiene consciencia que la comarca vive dos realidades muy contrapuestas entre la costa y el interior y que el interior no puede desaparecer absorbido por otras zonas como las del litoral. Como los municipios de este sector de montaña son pequeños desde un punto de vista demográfico, se piensa que lo primero que hay que hacer es sumar esfuerzos para conseguir objetivos que los favorezcan en su conjunto. Así, en el año 1993, se crea la figura jurídica de una asociación de municipios que llevará el nombre de “Salines-Bassegoda”, en referencia a dos de los accidentes geográficos pirenaicos más singulares de la zona: la sierra de les Salines y el pico de Bassegoda. Esta asociación aglutinaba a seis municipios del interior de la comarca, entre ellos, los cuatro incluidos en nuestro análisis. En total, una superficie de 259,7 km2 y una población de 2.101 habitantes, en 1998 (8,09 hab./km2 ). Una vez constituida la asociación se comienza a trabajar los temas vinculados al desarrollo rural. Tras una primera experiencia con el programa comunitario INTERREG, dirigido a zonas fronterizas, el esfuerzo se centra en ser incluidos dentro de la iniciativa comunitaria LEADER II. Esta iniciativa resultaba atractiva ya que promocionaba el desarrollo rural desde una óptica novedosa: la existencia de unos recursos locales que pueden ser revalorizados y transformados; la complementariedad de actividades de carácter económico con otras de tipo cultural y social; la consideración de las iniciativas de las colectividades de la zona y el trabajo conjunto entre colectividades e instituciones. En 1994 se inician los primeros trabajos para ser incluidos dentro de la iniciativa comunitaria. Así, se elabora un programa de desarrollo rural a partir de unas estrategias adaptadas a las características y necesidades del territorio y se busca el financiamiento conjunto de los proyectos entre la iniciativa privada y las diferentes administraciones (comunitaria, estatal, autonómica y local). Se plantean toda una serie de medidas de acción para el período 1996-1999 que se pueden encuadrar dentro de seis ámbitos: 1.- Soporte técnico al desarrollo rural. Conjunto de medidas para el funcionamiento óptimo del programa y que pasan por la planificación, por la coordinación o por la información, entre otras. 2.- Formación profesional y ayudas a la contratación. Se considera imprescindible para abordar con perspectivas de éxito todo el proceso innovador. 3.- Turismo rural. Se quiere promover una oferta turística variada y suficiente para dar una proyección exterior a la zona. 4.- Apoyo a pequeñas empresas, artesanía y servicios. Se encamina a fortalecer el tejido productivo de la zona. 5.- Valoración, promoción y comercialización de productos agrarios. Se refiere a la transformación de los procesos agrarios para la obtención de productos agroalimentarios de calidad. 6.- Recuperación, conservación y mejora del entorno tanto medioambiental como cultural. Se confiere a la consideración del entorno un papel clave en las acciones que se promuevan. Los proyectos presentados que se ajusten a estas medidas y que, además, reúnan ciertos requisitos serán susceptibles de recibir una ayuda para su financiación. El 14 de noviembre de 1996 se obtiene la aprobación definitiva del proyecto, con la firma del convenio para la ejecución del programa presentado entre las diversas administraciones que colaboran, a nivel europeo, en el proyecto LEADER y el Grupo de Acción 6 LEADER Salines- Bassegoda, S.L. Respecto a esta última entidad se constituye al efecto, en marzo de 1996, para desarrollar y gestionar el programa en cuestión. Así ésta es una de las 10 áreas que en Catalunya se han beneficiado de la iniciativa comunitaria LEADER II durante el cuatrienio 1996-1999. La inversión inicial prevista para el conjunto de estos seis ámbitos era de 832,62 millones de pesetas que se distribuía y financiaba tal y como muestran los gráficos 2 y 3. No obstante, en julio de 1999, ya se habían superado los 1.000 millones de inversión (El Punt, 1999). Según uno de los miembros del equipo técnico, para junio de 1999, se habían generado unos 140 puestos de trabajo sobre un volumen de una población activa de 700 trabajadores en los 6 municipios implicados. Además, se habían analizado casi 180 proyectos y se estaba trabajando con unos 50 de ellos (Alemany, J., 1999). La tipología de proyectos presentados pasaba desde la ayuda a pequeñas empresas, al turismo rural y la restauración, a programas para la mejora cinegética y la gestión forestal, entre otros. También se ha elaborado un mapa de recursos de la zona y se quieren rehabilitar diversas instalaciones existentes para determinados usos sociales (casa de colonias, asilo para personas mayores, etc.). Gráfico núm. 1 Gráfico núm. 2 Distribución inicial de las inversiones del programa de innovación rural (LEADER II) Conservación y mejora del medio ambiente y del entorno Valoración y 5,6% comercialización de la producción agraria 17,7% Pequeñas empresas, artesanía y servicios 29,2% Soporte técnico al desarrollo rural 7,1% Distribución inicial de la financiación del programa de innovación rural (LEADER II) Administración local 5,3% Formación profesional y ayudas a la contratación 1,9% 2 MAPA 1,9% 1 DARP 9,8% Fondos privados 56,0% Turismo rural 38,5% Unión Europea 27,1% 1Departament d’Agricultura, Ramaderia i Pesca (Generalitat de Catalunya) 2 Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación Fuente: Departament d’Agricultura, Ramaderia i Pesca de la Generalitat de Catalunya, 1998. Consideraciones finales Iniciativas como LEADER II constituyen una oportunidad excelente para estimular la “otra competitividad” de las áreas catalogadas, por la nomenclatura oficial, como marginales o desfavorecidas. Gracias a ella se pueden revalorizar las potencialidades internas con las que cuenta cada una de las comarcas afectadas y dotar de mayores dosis de autoconfianza a sus habitantes. Ahora bien, conviene no perder de vista la filosofía global de la iniciativa ni sobrevalorar sus posibilidades. Hay aspectos que no se deben olvidar: la dimensión de los proyectos, que se han de adecuar a cada territorio; la especificidad de cada espacio sin caer en planes “clónicos” universalmente válidos; pensar en cuales son las necesidades de los residentes, no tanto en las del propio planificador o en la de oportunistas llegados del exterior; considerar el entorno natural y cultural en el momento de tirar adelante cualquier proyecto; no 7 perder de vista aspectos como la participación y el consenso; percibir al espacio como sistema en el que todos sus componentes interactuan entre sí, etc. Además, sería deseable que las otras políticas que se apliquen sobre el territorio caminen a la par con los criterios promovidos por la iniciativa LEADER. Quizás esto es lo más complejo. No puede ser que actuaciones ejecutadas desde otros ámbitos y administraciones entren en contradicción con aquello que se propugna desde LEADER ya que pueden llegar a anular sus objetivos iniciales. Así, por ejemplo, para nuestra área de estudio, es contradictorio que un año antes de iniciarse el programa LEADER (1995) se acabe inaugurando una carretera internacional con Francia que discurre por las laderas de la sierra de les Salines, de más de 9 metros de ancho, desproporcionada para el volumen de tránsito existente entre pequeños municipios de montaña y con un gran impacto medioambiental y visual por los taludes que se tuvieron que crear en un sector con fuertes pendientes. En definitiva, si estos y otros aspectos son tomados en consideración será más fácil que la iniciativa LEADER cumpla con su misión y tenga las repercusiones deseadas tanto para los habitantes de la zona, en particular, como para el territorio en su conjunto. De otra manera, se cae en el riesgo que la iniciativa se acabe convirtiendo en un programa que simplemente promueve inversiones aisladas, sectoriales y sin ofrecer una idea general de hacia donde se quiere ir. 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