Literatura y Arquitectura. Poesía sobre las paredes de la Alhambra.
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Literatura y Arquitectura. Poesía sobre las paredes de la Alhambra.
ARQUITECTURA Y LITERATURA Poesía sobre las paredes de la Alhambra de Granada (España) IES Turaniana. Roquetas de Mar (Almería) España FOTOGRAFÍA: Manuel Raya Hidalgo LA ALHAMBRA “Jamás vimos alcázar más excelso, de contornos más claros y espaciosos. Jamás vimos jardín más floreciente, de cosecha más dulce y más aroma.” Ibn Zamrak 1. Introducción L a invasión y conquista islámica de los reinos hispánicos a partir del año 711 inicia un periodo de ocupación que duraría ocho siglos, hasta su expulsión por parte de las tropas cristianas en 1492. Al-Andalus, como los árabes llamaron a los territorios conquistados en la Península Ibérica, se convirtió en uno de los focos culturales más importantes de Europa. Los principales centros islámicos en España fueron Córdoba, primero, y el Reino de Granada después. La Alhambra es un fiel exponente del refinamiento de la cultura islámica en España y es el único palacio árabe medieval que se conserva en Occidente. Palaciofortaleza de los soberanos de la dinastía nazarí, que gobernó el Reino de Granada de 1238 a 1492, la Alhambra se encuentra asentada sobre una colina que domina la ciudad de Granada. Es un extenso recinto fortificado protegido por muros y torres. La severidad de sus muros exteriores contrasta con la riqueza decorativa de su interior; es una arquitectura para ser vivida y vista desde el interior. Esta característica islámica difiere del concepto occidental de arquitectura, en el que es fundamental la visión exterior de sus fachadas. Los palacios nazaríes, formados por la yuxtaposición de patios y aposentos, fueron construidos principalmente en el siglo XIV bajos los reinados de Yusuf I y Muhammad V 2. Tipos de inscripciones La sacralización y privilegio estético que se concede a la palabra en el islam alcanza una de sus cimas en la Alhambra. Además del omnipresente lema dinástico nazarí (No hay vencedor sino Dios) -que reproducimos en la foto de la izquierda de los alfices del alicatado de las puertas de la Fachada de Comares-, la Alhambra posee en sus muros, arrocabes y fuentes una treintena de poemas que se han conservado, casi la mitad de los que llegaron a grabarse en sus estancias. 2. Estilos caligráficos. En las inscripciones de la Alhambra encontramos dos tipos de caligrafía: la cúfica y la cursiva. El nombre de cúfica proviene de la ciudad iraquí de Cufa, célebre por su producción de coranes a comienzos del islam. Se distingue por su carácter rectilíneo y anguloso. La caligrafía cursiva engloba numerosas formas. Los estilos cursivos andalusíes y magrebíes se consideran derivados del cúfico. Es en esta caligrafía en la que mayoritariamente se encuentran escritos los poemas de la Alhambra. 3. La poesía de la Alhambra. La Alhambra contiene la mayor colección de poesía mural árabe clásica conocida. Las obras nazaríes se distinguen por convertir la poesía en elemento inseparable de la ideación, construcción y simbolización de los palacios, hasta formar un subgénero de poesía áulica, que puede denominarse “poesía mural”. 4. Los poetas de la Alhambra. Los poemas de la Alhambra fueron escritos por los jefes de la Oficina de Redacción entre cuyas misiones estaba la de componer casidas regias que se recitaban en honor de los monarcas en celebraciones oficiales como la ruptura del ayuno, la fiesta del sacrificio o la Natividad del Profeta, así como en bodas, nacimientos, circuncisiones de emires, campañas militares, ceremonias fúnebres, etc. Otras se preparaban para ser estampadas en los palacios, en objetos suntuosos y en epitafios. Con Ibn al Yyayyab (1274-1349) se inaugura la serie de poetas de la Alhambra, al servir, desde la jefatura de la Oficina de Redacción, a los seis sultanes que van de Muhammad II a Yusuf I, para los que escribió casidas regias durante más de 50 años. Le sucedió en el cargo su discípulo y protegido Ibn al-Jatib(1313-1395). El otro poeta de la Alhambra es Ibn Zamrak (1333-h.1393) que desarrolló un activo trabajo de panegirista de Muhammad V, convirtiéndose así en el mayor poeta de este monumento. PUERTA DEL MEXUAR En el friso de madera (1362) que se encuentra bajo el alero de esta puerta aparece inscrito el siguiente poema de 3 versos de Ibn Zamrak: ¡Oh sublime podio de la realeza que tan maravillosa forma posees! Abierto fuiste a la clara victoria y a la buena obra o acción. Monumento es del imán Muhammad, la sombra de Dios sobre todos cernida. Este poema, al igual que muchos otros de la Alhambra es un fiel reflejo de los ideales áulicos de los monarcas nazaríes: el palacio, maravillosa obra arquitectónica de Muhammad V, representante de Dios en la tierra es sede de la monarquía que abre su puerta como símbolo de victoria. FACHADA DE COMARES Edificada durante el reinado de Muhammad V, esta fachada que da acceso al Patio del los Arrayanes y la Torre de Comares, presenta, al igual que la Puerta del Mexuar, un poema de Ibn Zamrak en el alero de madera que corona la fachada. Cada uno de sus versos aparece inscrito en cuatro cartelas separadas por conchas y dice así: Mi posición es una corona, mi puerta la frente: en mí al Occidente envidia el Oriente. Muhammad V me ha encomendado que con premura abra a la victoria que llama pues aguardando estoy a que él aparezca como el horizonte a la mañana revela. ¡Hizo Dios tan buena su obra como buenos son su carácter y su figura! El poema, personificándolo, hace hablar al alero quien, metafóricamente, se proclama desde su posición sobre la fachada, corona real (símbolo del poder) que preside la entrada. A continuación el verso 1º acude a un tópico literario de la poesía árabe y andalusí: la comparación entre Oriente y Occidente, poniendo de manifiesto la superioridad de este palacio, cuya belleza es envidiada por un Oriente, origen no sólo del Islam, sino también de la luz. En el verso 2º aparece la victoria que, ante esta puerta, le pide al alero-corona real que le abra para darle paso. Esta victoria de la que el poema habla parece ser que es la que, en 1369, Muhammad V obtuvo frente a los cristianos en la batalla de Algeciras, considerada la última gran victoria de los musulmanes en la Península Ibérica. En el tercer verso la puerta, en expresión metafórica, dice estar esperando al que se identifica con la luz del amanecer que acaba con la oscuridad, el soberano. El último verso es una clara alusión a la perfección de la creación divina y establece un paralelismo entre el Profeta y el monarca que habita el palacio. SALÓN DE COMARES (Arquería del PÓRTICO NORTE) En el pórtico norte del salón de Comares de la Alhambra aparece epigrafiado a la altura de la vista, un poema que, distribuido en doce cartelas (seis a cada lado de la puerta y, elevándose sobre cada tres, un caligrama arbóreo y arquitectónico) da entrada a la Sala de la Barca. El poema constituye, nuevamente, un panegírico dedicado a la figura triunfal de Muhammad V escrito por Ibn Zamrak: ¡Bendito sea Aquél que la tutela de Sus siervos te confió, procurando, a través de ti, mercedes y gracias para el Islam! ¡A cuántas ciudades de infieles de mañana llegas y por la tarde eres dueño de sus vidas! Yugo de cautivos les impones y en tus dominios te sirven construyéndote palacios. A sable y por la fuerza Algeciras conquistaste, abriendo así una puerta a la victoria antes cerrada. Antes de ella veinte fortalezas tomaste, y a tu ejército en botín lo que contenía entregaste. Si al Islam a escoger lo que desea se le diera, sólo la vida y salud para ti eligiera. Luces de majestad brillan en tu corte, haciendo a la generosidad resplandecer sonriente y alegre, y sus huellas en toda noble obra más perennes y brillantes son que perlas ensartadas. ¡Oh el excelso, paciente, valeroso y magnánimo de más elevada ascendencia que los astros! En el horizonte del reino cual signo de piedad apareces esclareciendo lo que la injusticia oscureció. Hasta la rama del viento de levante proteges, y hasta a las estrellas a su cénit amedrentas. Si la luz de las estrellas tiembla, es de miedo, si la rama del sauce se inclina, es para dirigirse a ti agradecida. SALA DE LA BARCA (TACA DERECHA DEL ARCO DE ACCESO) El acceso a la Sala de la Barca desde el Patio de Arrayanes se hace por un gran arco de mocárabes bajo el que dos tacas de mármol contienen sendos poemas de Ibn Zamrak que las rodean en tres cartelas. De los dos poemas reproducimos el de la taca derecha: Soy, hermosa y perfecta, la silla en que se muestra la novia. Mira el jarrón y sabrás cuán cierto es lo que afirmo. Luego, fíjate en mi corona y cual media luna la verás. Que Ibn Nasr, luminoso y bello sol del reino, en tan alta posición permanezca a salvo de la hora del ocaso. Los poemas de la Alhambra nos presentan sus espacios arquitectónicos como lugares de suprema armonía y belleza construídos para deleite del soberano. En el poema que hemos reproducido, asimismo, se establece un símil entre el arco de la taca y la corona y la media luna. ARCO DE ENTRADA AL SALÓN DE COMARES (TACAS DE BIENVENIDA AL VISITANTE) En tres franjas de caligrafía cursiva que bordean el exterior de cada una de las tacas figuran dos poemas de Ibn al-Jatib, primer ministro y poeta áulico de Yusuf I entre 1349 y 1354. Estos son los dos únicos poemas de Ibn al-Jatib que con seguridad quedan grabados en la Alhambra, aunque hubo más. TACA DERECHA Con mis alhajas y mi corona a las más bellas aventajo, y hasta mí descienden los astros del zodíaco. El jarrón de agua parece en mí un devoto de pie ante la alquibla del mihrab orando. Mi generosidad en todo momento sacia la sed y atiende al necesitado. Es como si yo siguiera las huellas de la dadivosidad proveniente de la mano de mi señor Yusuf I Luna llena permanezca él brillando en mi cielo, como en las tinieblas resplandece el plenilunio. TACA IZQUIERDA Los dedos de mi artífice mi tejido bordaron después de engarzar las joyas de mi corona. A un trono nupcial me asemejo, incluso lo supero, y a los novios la felicidad aseguro. Quien a mí viene quejándose de sed, mi fuente le da agua dulce, clara y sin mezcla. Soy como cuando aparece el arco iris con el sol de nuestro señor Yusuf I. Que siga siendo lugar de reunión protegido mientras la casa de Dios reúna peregrinos. Los dos poemas hacen hablar a las tacas en 1ª persona del femenino, dirigiéndose al espectador para vanagloriarse de la superioridad estética y del rango del lugar con estas imágenes: la corona, las joyas y la metáfora astral, más el tejido y el sillón nupcial, signos todos de la luminosidad, elevación y dicha; después se alude al agua de las tacas, que las convierte en signo de pureza y dadivosidad; posteriormente se mencionan los atributos de luminosidad (luna llena, sol) del monarca Yusuf I, que triunfa sobre las tinieblas, y se apela a su permanencia. En el poema de la taca derecha se compara también el nicho con el mihrab y el jarrón con el orante que reza en su alquibla. SALÓN DE COMARES (POEMA DE LA ALCOBA CENTRAL) El poema de la alcoba central, cuya autoría, de Ibn al-Yayyab o Ibn al-Jatib, no ha podido aún ser precisada, es el único existente en el interior del Salón y se encuentra grabado en las paredes laterales (tres versos a cada lado) de dicha alcoba a la altura de la vista; su contenido indica la función de la alcoba y de la propia estancia como salón de trono, a la vez que vincula simbólicamente todos los componentes semánticos y arquitectónicos del salón entre sí y con la figura del soberano: Por mí, día y noche, te saludan bocas de deseos, ventura, felicidad y amabilidad. Ella es la Suprema Cúpula y nosotros sus hijas, aunque el favor y la gloria en mi clase me distinguen, al ser, sin duda, el corazón y ellas los miembros, pues en el corazón la potencia del espíritu y del alma reside. Si mis hermanas son constelaciones en el cielo de la Cúpula en mí, y no en ellas, recae el honor de tener el sol. Mi señor Yusuf, por Dios sustentado, me vistió con ropas de dignidad e indudable distinción, convirtiéndome en trono del reino, cuya grandeza sustenta gracias a la Luz, Asiento y Trono. El poema hace hablar a la alcoba del solio en primera persona, la cual, tras expresar buenos augurios al sultán, decribe el salón como un conjunto de constelaciones, las nueve alcobas que la forman, dependientes de la suprema bóveda celeste y representada por la armadura de madera de la cúpula de la sala central, y especifica el valor superior de la alcoba central como lugar del trono en el que resplandece la figura solar del sultán. Finalmente, manifiesta la protección y sustento de la monarquía por medio de la Luz, el Asiento y el Trono divinos, conceptos estos últimos de claras connotaciones coránicas. SALA DE DOS HERMANAS El más extenso de todos los textos poéticos de la Alhambra se encuentra en esta sala inscrito por encima del zócalo. Consta de 24 versos que se van sucediendo a lo largo del muro, empezando por la derecha de la puerta que comunica la estancia con el Patio de los Leones, entrando por éste. La sala, que es cuadrada, tiene cuatro puertas, una en el centro de cada muro. Quedan, para la inscripción, los cuatro ángulos, o sea, ocho trozos de pared perfectamente iguales. Cada trozo de pared alberga tres versos, de los cuales el primero y el tercero van inscritos en un medallón, mientras el del centro lo está en una cartela rectangular. Casi todos los versos del poema pertenecen a la casida de 146 versos de Ibn Zamrak que fue recitada durante la circuncisión del emir Abd Allah, hijo de Muhammad V, de la que se extrajo, además, la mitad del poema de la Fuente de los Leones, con el que comparte metro y rima. Jardín yo soy que la belleza adorna: Sabrás mi ser si mi hermosura miras. Por Muhammad, mi rey, a par me pongo de lo más noble que será o ha sido. Obra sublime, la Fortuna quiere que a todo monumento sobrepase. ¡Cuánto recreo aquí para los ojos! Sus anhelos el noble aquí renueva. Las Pléyades le sirven de amuleto; la brisa le defiende con su magia. Sin par luce una cúpula brillante, de hermosuras patentes y escondidas. Rendido le da Géminis la mano; viene con ella a conversar la luna. Incrustarse los astros allí quieren, sin más girar en la celeste rueda, y en ambos patios aguardar sumisos, y servirle a porfía como esclavas. No es maravilla que los astros yerren y el señalado límite traspasen, para servir a mi señor dispuestos, que quien sirve al glorioso gloria alcanza. El pórtico es tan bello, que el palacio con la celeste bóveda compite. Con tan bello tisú lo aderezaste, que olvido pones del telar del Yemen. ¡Cuántos arcos se elevan en su cima, sobre columnas por la luz ornadas, como esferas celestes que voltean sobre el pilar luciente de la aurora! Las columnas en todo son tan bellas, que en lenguas corredoras anda su fama: lanza el mármol su clara luz, que invade la negra esquina que tiznó la sombra; irisan sus reflejos, y dirías son, a pesar de su tamaño, perlas. Jamás vimos alcázar más excelso, de contornos más claros y espaciosos. Jamás vimos jardín más floreciente, de cosecha más dulce y más aroma. Por permisión del juez de la hermosura paga, doble, el impuesto en dos monedas, pues si, al alba, del céfiro en las manos deja dracmas de luz, que bastarían, tira luego en lo espeso, entre los troncos, doblas de oro de sol, que lo engalanan. MIRADOR DE LINDARAJA Alrededor de las ventanas de este mirador se encuentra epigrafiado el siguiente poema de Ibn Zamrak en el que los versos aparecen en cartelas rectangulares con laterales curvos: Tengo la más alta atalaya, y el más sublime lugar de aparición, y, como en el Libro reza, triunfará quien a lo más alto tienda (Corán 20, 64) Tal límite alcanzo en toda clase de belleza, que de la misma la toman, en su alto cielo, las estrellas. Yo soy en este jardín el ojo fresco, cuya pupila es, justamente, el señor Muhammad, alabado por su valor y generosidad de excelente conducta y suprema celebridad. En el cielo del reino se manifiesta cual luna llena de la religión, sus obras se suceden, sus luces resplandecen. Él no es sino el sol de una mansión, en la que, con él, todo bien le da sombra. Desde mí contempla la capital del reino cada vez que aparece en el trono del califato y se manifiesta. Envía el corcel de su mirada al espacio en que juega el céfiro y regresa complacido por lo visto: mansiones en las que los ojos amenidades encuentran y donde la mirada es cautivada y la razón trabada. La brisa atrae, allí, al frescor del aire, la brisa languidece, el aire sana. El cielo de cristal allí muestra maravillas que en la página de la belleza escritas quedan. Una es allí la luz, muchos los colores: contrarios o equivalentes, como quieras. En el paraíso eterno (de estas mansiones) a nuestro señor se le ha hecho disfrutar en recompensa por el bien que se le confió y supo continuar. BIBLIOGRAFÍA Oleg Grabar, La Alhambra: iconografía, formas y valores, Alianza, Madrid, 1980. José Miguel Puerta Vílchez, Leer la Alhambra. Guía visual del monumento a través de sus inscripciones, Patronato de la Alhambra y Generalife, Granada, 2010. Emilio García Gómez, Ibn Zamrak. El poeta de la Alhambra, Patronato de la Alhambra, Granada, 1975. Mª Jesús Rubiera Mata, Ibn Al-Yayyab, el otro poeta de la Alhambra, Patronato de la Alhambra, Granada, 1982.