DISTRIBUCION DE x - Laboratorio de Estudios Fónicos

Transcripción

DISTRIBUCION DE x - Laboratorio de Estudios Fónicos
DISTRIBUCIÓN DIALECTAL Y SOCIOLINGÜÍSTICA DE /x/
EN DATOS DEL ATLAS LINGÜÍSTICO DE MÉXICO
Pedro Martín Butragueño
EL COLEGIO DE MÉXICO
La posibilidad de llevar a cabo una fonología variable del español de México descansa
por lo menos en tres supuestos básicos. Por un lado, tal tipo de fonología toma como
unidad de trabajo a la comunidad de habla —no al individuo— y articula relaciones
relativamente abstractas entre restricciones fónicas y condiciones sociales, de modo tal
que en su versión más abstracta expone (esboza, al día de hoy) los principios básicos de
una teoría de la variación y el cambio fónico. En el terreno puramente fonológico parte de
la generalización estocástica (Guy 2007, p. 7), la cual establece que los principios
válidos en fonología categórica tienen que ser también válidos en el terreno variable, de
forma que no hay una línea divisoria entre la fonología categórica y la fonología
probabilística. En la dimensión sociolingüística, acepta la idea de que la variación
lingüística indiza significados sociales de diferente rango (Eckert 2008).
INTERÉS DE LA VARIABLE: EL PROBLEMA DIALECTOMÉTRICO
La variación de /x/ es, precisamente, una pieza de gran interés a la hora de intentar
construir una fonología variable fundamentada específicamente en los datos del español
hablado en México. En ese sentido, se presentan al análisis dos problemas no fáciles de
resolver en primera instancia. En primer término, cómo cuantificar datos en principio
cualitativos tan variados y detallados, tanto en su dimensión fónica, como en sus
dimensiones espacial y sociolingüística, como los que aparecen en el Atlas Lingüístico de
México (Lope Blanch 1990-2000). Y, en segundo término, cómo construir enunciados
cualitativos explícitos y relativamente simples, después de llevar a cabo una
cuantificación exhaustiva de los materiales considerados. La manipulación de los datos
2
múltiples expuestos en las cartas del Atlas ha sido, de hecho, una tarea de gran
dificultad1.
El propósito de esta colaboración es analizar los datos presentes acerca de la
consonante dorsal fricativa sorda, entendida como variable, /x/, en varios mapas del Atlas
Lingüístico de México, de modo que se discute no sólo la distribución geolectal de las
variantes, sino también su proyección social, en especial allí donde se documentan
soluciones diferentes según los informantes considerados. Aunque la dimensión
sociolingüística del Atlas fue considerada en su momento una de las principales
novedades de su concepción, al incluir en cada punto explorado varios informantes,
dotados de diferentes características sociales, esta dimensión hasta ahora prácticamente
no ha sido explorada. Dado que no todas las características relevantes de cada individuo
aparecen en los mapas publicados, ha sido necesario acudir a los cuestionarios (así como
a las grabaciones) para formar una base de datos más completa de la cual es posible ahora
extraer la información necesaria (Gil 2010).
La consideración de datos geolingüísticos y sociolingüísticos no sólo enriquece
las descripciones lingüísticas al proporcionar un mayor detalle en la distribución de las
variantes. La posibilidad crucial de considerar los procesos de transmisión y de difusión
lingüística en territorios extensos (Labov 2007), y en consecuencia de entender algunos
de los aspectos más interesantes relativos a los procesos de cambio lingüístico, pasa por
establecer relaciones entre los datos geo- y sociolingüísticos, que permitan entender la
expansión de fenómenos en los puntos poblacionales específicos, al tiempo que su
difusión a través de la red de puntos. Los datos del Atlas Lingüístico de México se prestan
en parte a ese propósito, pero para llevarlo a cabo es necesario diseñar determinadas
estrategias dialectométricas que arrojen cierta luz sobre muchas distribuciones no
evidentes a primera vista, al hilo de la problemática presente en la que se podría llamar
dialectología de nuevos mundos2.
1
Recuérdense, en ese sentido, los comentarios de Alvar (1991) acerca de la copiosa información contenida
en los mapas del Atlas mexicano.
2
Puede verse una discusión más amplia de este problema en Martín Butragueño (en prensa), a propósito de
tres variables fónicas examinadas en datos del Atlas.
3
En este trabajo se analiza la información presente en 10 mapas del Atlas,
procedentes de los datos obtenidos al aplicar el Cuestionario (Lope Blanch 1970); cada
mapa contiene materiales obtenidos en 193 puntos de encuesta, en los que quedan
registrados 599 informantes —descontando las respuestas faltantes en algunos casos, se
dispone de un total de 5929 datos. Se repasan los antecedentes acerca del estudio de /x/
en datos mexicanos, la metodología empleada ahora, los resultados generales, los datos
geolingüísticos generales en un modelo de diez rangos, el modelo sociolingüístico de esos
mismos datos, un modelo geolingüístico de tres zonas y el modelo sociolingüístico de la
llamada zona fronteriza.
ANTECEDENTES
Se han formulado diferentes observaciones que señalan el carácter fónico y la
distribución general de la /x/ mexicana. Lope Blanch, por ejemplo, señala que
si bien la velar fricativa sorda /x/ mexicana es menos tensa que la española, no por
ello deja de ser verdaderamente fricativa, y sólo en las tierras bajas de Yucatán a
Veracruz y de Chiapas a Guerrero llega a convertirse en una aspirada muy abierta
[h] como realización normal, cosa que también sucede, aunque en menor medida,
en todas las costas del noroeste mexicano y de la Baja California, en casos como
/léhos/, /méhiko/, /lihéro/ (1996, p. 87).
En algunos trabajos anteriores, Lope Blanch había caracterizado con más
precisión tanto el tipo de alofonía que se presenta como la distribución geográfica
predominante de las principales variantes. Así, en un trabajo publicado en 1989, presenta
el mapa que aparece en la figura 1.
4
Figura 1. Mapa de distribución de las variantes de /x/ según Lope Blanch (1989, mapa 4,
p. 157)
Lope reduce la variación presente en los datos de /x/ a tres variantes —en
solución coincidente, por cierto, con la propuesta de este trabajo, como se verá infra—:
una fricativa velar (insistiendo siempre en la menor tensión respecto a la equivalente
castellana), una semiaspirada y una plenamente aspirada3. La aspiración es claramente
predominante en dos zonas: la península de Yucatán y el estado de Tabasco (zona 1 del
mapa) y la costa de Chiapas (zona 4). Más hacia el norte por la costa del Golfo, la
apertura extrema que caracterizaría la aspiración se va constriñendo, y el sureste de
Veracruz mostraría cierto equilibrio entre las soluciones aspiradas y semiaspiradas, lo que
da pie al trazado de una llamada zona 2. El centro y norte de esa misma región muestra la
3
Lope Blanch caracteriza en este trabajo esta aspiración como laríngea (1989, p. 148); las transcripciones
del Atlas, publicado posteriormente, transcriben las variantes como faríngeas. En este trabajo, aunque se
han respetado las transcripciones de la carta geográfica a la hora de generar las bases de datos, se opta por
suponer que este tipo de variantes son, de hecho, laríngeas, mientras que se anotan las semiaspiradas de
Lope como faríngeas (véase infra). En realidad, el asunto amerita un estudio detenido que no puede llevarse
a cabo en este momento. Lo crucial, en todo caso, es que se trata de variantes claramente posteriorizadas.
5
desaparición de las formas más abiertas y su lugar es ocupado por velares ligeramente
abiertas y por semiaspiradas; distribución semejante aparece en el área de Michoacán
(ambas regiones constituirían la zona 3). La situación del sureste veracruzano sería muy
semejante a la de la costa guerrerense, con articulaciones que mayormente son aspiradas
o semiaspiradas; esta sección, sin embargo, se anota como una zona específica (zona 6).
La mayor diversidad se presentaría en la costa de Oaxaca, de modo que “la libre
concurrencia de todas las articulaciones registradas en México” (p. 148) parecería
caracterizar la costa oaxaqueña y el interior de Chiapas (zona 5); otro tanto podría decirse
de la costa del Pacífico, desde Colima a la frontera con Estados Unidos, incluida toda la
península bajacaliforniana (zona 7). En el resto del país predominaría la fricativa velar
normal, de tensión media (zona 8)4.
Aunque a grandes rasgos esta distribución coincide con lo encontrado en este
trabajo5, me parece que es posible hacer cierto número de precisiones y, en especial,
enfocar el problema con una metodología geolingüística dotada de un poco más de
precisión, de una manera un poco diferente, como se defenderá en las páginas siguientes.
López Chávez (1986), por su parte, agrupa, a partir del análisis de más de 700
cintas grabadas en los 193 puntos del Atlas Lingüístico de México, las variantes de /x/
intervocálica en [x], velar fricativa sorda, y [h], variante aspirada. Estas últimas variantes
aparecen en sus datos en un 29.60% de veces (p. 328)6. Además, existiría un reparto con
4
En otro trabajo publicado en 1993, aunque al parecer redactado en la misma época, Lope Blanch incluye
un mapa (p. 136) sobre la distribución de /x/ muy semejante al reproducido en el cuerpo del texto de este
capítulo. La única pequeña diferencia, a juzgar por los comentarios de las pp. 132-133, es que Coahuila y
Michoacán, con proporciones significativas de soluciones semiabiertas, quedan al parecer más como una
subzona de la región 8, el interior del país, que como áreas asociadas a la zona 3. Otro aspecto interesante
de este trabajo de 1993 es que queda muy claro que el eje que se está considerando para ordenar los
alófonos queda constituido alrededor de la idea de abertura, de modo que se habla de un sonido velar
fricativo menos tenso que el castellano, un segundo alófono ligeramente abierto, un tercero ya caracterizado
simplemente como abierto, un cuarto de carácter sumamente abierto, semiaspirado y un quinto ya
simplemente aspirado, además de algunas realizaciones esporádicas, velares o semiabiertas, de carácter
adelantado o palatalizado (p. 132).
5
No podía ser de otra manera, pues Lope Blanch está usando también datos del Atlas Lingüístico de
México, aunque en el momento de su cartografiado y preparación para la publicación (1989, p. 143).
6
Esta cifra es algo inferior a la que surge en los datos documentados en este trabajo, pues el total de
aspiraciones es de 35.7%, fruto de sumar los datos de faríngeas y laríngeas (véase la tabla 5, infra).
Dejando aparte que el origen de los datos es diferente (grabaciones frente a análisis de mapas procedentes
de la aplicación del cuestionario, puede que el recuento no se haya hecho de la misma manera. En los datos
de ahora, hay 12.7% de aspiraciones laríngeas, pero en el 23% de faríngeas se han sumado las variantes
velo-faríngeas y las faríngeo-velares del Atlas, quizá desagregadas en el trabajo de López Chávez; es decir,
6
respecto a las aspiraciones procedentes de /s/, que se darían en el noroeste de México,
frente a la aspiración de /x/, abundante en las costas meridionales7.
El libro de Moreno de Alba de 1994, por su parte, presenta los dos mapas que se
reproducen aquí como figuras 2 y 3, además de una serie de comentarios sobre la
distribución de /x/ (pp. 105-111). Moreno de Alba está de acuerdo con Canfield (1962) en
que desde el s.
XVI,
el fonema /x/ comenzó a realizarse bien como velar fricativo sordo,
bien como aspirado o semiaspirado. Pero, a diferencia de Canfield, subraya el hecho de
que no todo México es velarizador; además la variante velar mexicana es “menos tensa y
menos velar que la madrileña” (p. 105)8, lo que le otorgaría un carácter pospalatal
fricativo poco tenso9. El otro alófono, por su parte, se caracteriza por ser una aspiración o
semiaspiración laríngea10, variantes anotadas, respectivamente, como [h] y [xh]11.
La figura 2, que reproduce el mapa 32 del libro de Moreno de Alba (p. 106), que a
su vez se apoya en el mapa 47 del vol. I del Atlas, permite apreciar las localidades en que
se produce debilitamiento de /x/, sea en forma de aspiración o de semiaspiración. Se
si se suman las velo-faríngeas con las velares y las faríngeo-velares con las aspiraciones en general, puede
que las cifras de “aspiración” global no fueran demasiado distantes o al menos variaran un poco. Por
ejemplo, en el mapa de jirafa (369), de los 588 casos hubo 60 aspiraciones (10.20%), 17 de faríngeovelares (2.89%) y 101 de velo-faríngeas (17.18%). Si se cuentan juntas como “aspiraciones” o material más
“abierto” o “relajado”, suman 30.27%, pero si sólo se suman las dos variantes más posteriores apenas
llegan al 13.10%. Lo importante, en cualquier caso, es aclarar qué variantes se consideran y cómo se están
teniendo en cuenta.
7
En apariencia, en los puntos donde /s/ se aspira más de un 7.50%, la aspiración promedio de la /s/ sería de
15.22%, y la de /x/, 25.68%; en contraste, allí donde la aspiración de /x/ supera el 45.00%, la de /s/ alcanza
sólo un 7.91%, por un 59.16% de aspiraciones de /x/. Estos hechos parecen interpretarse, entonces, en
términos de un cierto reparto funcional: habría 39 localidades con aspiración máxima de /x/, 11 puntos con
aspiración máxima de /s/, y solamente cuatro puntos mixtos, lo que se interpreta como una clara
regionalización de los fenómenos.
8
Observación en la que coincide con Lope Blanch.
9
Las transcripciones del Atlas, por otra parte, marcan por lo regular alófonos velares, y sólo
ocasionalmente emplean signos que indiquen el adelantamiento de la articulación. Esto podría llevar a
cuestionar un atributo generalizado referido al carácter pospalatal común de la articulación. Moreno de
Alba, en todo caso señala “que viene a ser una consonante no propiamente velar sino palatal” (p.109), de
articulación pospalatal, coincidiendo con Canfield (1962, p. 72), aunque no (habitualmente) prepalatal,
como sugería también el propio Canfield (1988, p. 78). El propio Moreno menciona otros autores que en
monografías dialectales se han referido al carácter laxo y adelantado de la /x/ mexicana.
10
Conviene subrayar el carácter laríngeo asignado a las aspiraciones; los signos fonéticos expuestos en el
Atlas, por lo menos en los mapas examinados en este trabajo, son los propios para articulaciones faríngeas.
Es probable que en este caso haya habido una cierta simplificación en la marcación de las cartas del Atlas
Lingüístico, y que quepa plantearse el carácter laríngeo de buena parte de las soluciones aspiradas. Más
abajo se propone una solución provisional para este problema.
11
De esta manera, Moreno de Alba opta por un modelo con sólo dos variantes para /x/, a diferencia de
Lope Blanch y de este trabajo, que emplean tres variantes de la variable dependiente como punto de partida
para la proyección geográfica.
7
distinguen aquí dos grados de frecuencia, al marcar con cuadros los puntos con
frecuencia de relajamiento o aspiración superiores al 50%, y con triángulos los
debilitamientos documentados entre el 40 y el 50% de las ocasiones. Los puntos con
frecuencias superiores a 50%, pertenecen a los estados de Quintana Roo
(Chetumal y Felipe Carrillo Puerto), Yucatán (Valladolid, Tizimín, Mérida y
Ticul), Campeche (Campeche, Champotón, Mamantel y Ciudad del Carmen),
Tabasco (Emiliano Zapata, Frontera, Villahermosa y Huimanguillo), Chiapas
(Tapachula, Escuintla, Pijijiapan y Tonalá), Veracruz (Minatitlán, San Juan
Evangelista, San Andrés Tuxtla, Otatitlán, Veracruz, Papantla y Tuxpan), Oaxaca
(Tapanatepec, Zanatepec, Pochutla, Pinotepa Nacional y Tuxtepec), Guerrero
(Ometepec, Cruz Grande, Tres Palos, Tecpan, La Unión y Ciudad Altamirano),
Nayarit (Tuxpan y Acaponeta). Debe destacarse que en los estados de Quintana
Roo, Yucatán, Campeche y Tabasco, todos los puntos de encuesta tuvieron
relajaciones […] superiores a 50%. En los demás estados (Veracruz, Chiapas,
Oaxaca, Guerrero y Nayarit), los puntos relajadores son, generalmente, lugares
cercanos a las costas (1994, p. 107).
8
Figura 2. Relajamiento de /x/ en puntos específicos (Moreno de Alba 1994, p. 106)
Por su parte, la figura 3 sombrea las áreas en las que la relajación es más
importante. Moreno de Alba observa que el debilitamiento de /x/ es más frecuente en el
sur, en especial en el sureste, que en el norte. Toda la península de Yucatán y Tabasco
son relajadores, y amplias zonas de Veracruz, tanto al sur como al norte, tienen esta
misma característica; el debilitamiento también es común en las costas chiapaneca,
oaxaqueña y guerrerense, así como en el noroeste de Nayarit. Con respecto a la posible
confluencia o coincidencia con las aspiraciones procedentes de /s/ (aspecto ya tocado en
el trabajo de López Chávez 1986), las zonas debilitadoras de la sibilante suelen aspirar la
/x/, mientras que lo contrario no sería cierto. La aspiración de la velar tendría mayor
extensión incluso que la aspiración de /s/ implosiva; el hecho sería particularmente
palpable en la península yucateca, donde el alófono más frecuente de /x/ es la aspirada
[h], mientras que el debilitamiento de la sibilante es sólo esporádico.
9
Figura 3. Zonas de relajamiento frecuente de /x/ (Moreno de Alba 1994, p. 108)
VARIANTES PRESENTES EN LOS DATOS. EL PROBLEMA DE LAS TRANSCRIPCIONES DEL ATLAS
El nivel de detalle fonético presente en el Atlas es muy elevado, de modo que si se quiere
discutir el orden subyacente a los datos es necesario reducir un tanto la alofonía del
material. Por otra parte, existen ciertos problemas a la hora de interpretar las
transcripciones del Atlas, establecidas por medio de un alfabeto fónico de corte
tradicional derivado del propuesto originalmente en la Revista de Filología Española.
Los signos del Atlas pertinentes para la discusión actual sobre variación de /x/ son los
siguientes (aunque desde luego no todos aparecen documentados en los diez mapas
considerados ahora); se presentan junto con una propuesta de adaptación al Alfabeto
Fonético Internacional, que se muestra del lado derecho12:
12
Lo que supone reinterpretar algunos aspectos del material. Por ejemplo, la velar ligeramente abierta del
Atlas, [x˔], se muestra aquí como [x̞], velar aproximante sorda, por considerar que una fricativa abierta es
básicamente una aproximante. Otro tanto ocurre con las llamadas dorsopostalveolares fricativas sorda y
sonora, representadas como [h̦] y [ɦ̦] y entendidas aquí como postalveolares aproximantes sorda y sonora y
representadas en consecuencia como [ʃ]̞ y [ʒ̞].
10
Tabla 1. Signos relacionados con la variación de /x/ en el Atlas Lingüístico de México
(izquierda) y su posible adaptación al AFI (derecha)
[h]
faríngea fricativa sorda
[ħ]
faríngea fricativa sorda
[ɦ]
faríngea fricativa sonora
[ʕ]
faríngea fricativa sonora
[h˫]
laríngea fricativa sorda
[h]
glotal fricativa sorda
[ɦ˫]
laríngea fricativa sonora
[ɦ]
glotal fricativa sonora
[h̦]
dorsopostalveolar fricativa sorda
postalveolar aproximante sorda
[ɦ̦]
[ʃ]̞
dorsopostalveolar fricativa sonora
[h̃]
nasalizada sorda
[ʒ]̞
[ħ̃]
postalveolar aproximante sonora
faríngea fricativa sorda nasalizada
[ɦ̃]
nasalizada sonora
[ʕ]̃
faríngea fricativa sonora nasalizada
[ɸh]
labiofaríngea
[ɸħ]
bilabio-faríngea fricativa sorda
[h̬]
parcialmente sonorizada
[ħ̬]
faríngea fricativa sonorizada
[x]
velar fricativa sorda (de escasa
[x]
velar fricativa sorda
tensión)
[x̂]
africada
[k͡x]
velar africada sorda
[x⊣]
adelantada, pospalatal
[x̟]
velar adelantada fricativa sorda
[x’]
palatalizada (más adelantada que [x⊣])
[ç]
palatal fricativa sorda
[ẋ]
uvular sorda
[χ]
uvular fricativa sorda
[ ]
uvular sonora
[ʁ]
uvular fricativa sonora
[x˔]
velar ligeramente abierta
[x̞]
velar aproximante sorda
[xh]
velofaríngea abierta
[xħ]
velo-faríngea fricativa sorda
[hx]
velofaríngea muy abierta
[ħx]
faríngeo-velar fricativa sorda
[x̃]
nasalizada
[x̃]
velar fricativa sorda nasalizada
[x̬]
sonorizada
[x̬]
velar fricativa sonorizada
La tabla 2 muestra el conjunto de variantes en
articulatorio.
AFI
ordenadas por
MODO
y
LUGAR
11
Tabla 2. Repertorio de signos mencionados en el Atlas a propósito de /x/, reinterpretados
en AFI, por MODO y LUGAR
labial
LUGAR
postalveolar
palatal
velar
velar
uvular
adelantado
MODO
velo-
faríngeo-
faríngeo
velar
faríngeo
glotal
[k͡x]
africado
[ɸħ]
fricativo
[ʃ]̞
[ç]
[x̟]
[ʒ]̞
[x][x̃]
[χ]
[x̬]
[ʁ]
[xħ]
[ħx]
[ħ] [ħ] [ħ̃]
[h]
[ħ̬][ʕ][ʕ]̃
[ɦ]
[x̞]
aproximante
Desde luego, no todos los mapas y en realidad ni siquiera el conjunto de los diez
mapas examinados han presentado todas estas variantes, y algunas de ellas han aparecido
muy escasamente. Así, no se han documentado formas postalveolares o glotales, ni
tampoco han aparecido alófonos nasalizados. Algunos han aparecido muy escasamente,
como ocurre con la variante uvular sorda [χ] —la sonora [ʁ] no se ha registrado. En
algunos casos existía la expectativa de que iba a aparecer un número mayor de ejemplos,
como con la velar adelantada [x̟]; por ejemplo, en el mapa de jirafa (369), que ofrece un
contexto fónico que propiciaría la anteriorización de la velar, sólo se encontraron 10
registros entre 588 datos. De hecho, la consideración aislada de los mapas ofrece visiones
más acotadas de la alofonía, como se muestra para ese mismo mapa de jirafa en la tabla
3.
Tabla 3. Repertorio de signos mencionados en el mapa 369 (jirafa) del Atlas,
reinterpretados en el Alfabeto Fonético Internacional
LUGAR
labial
postalveolar
palatal
velar
velar
adelantado
MODO
aproximante
velo-
faríngeo-
faríngeo
velar
faríngeo
[k͡x]
africado
fricativo
uvular
[ç]
[x̟]
[x]
[xħ]
[x̬]
[x̬ħ]
[x̞]
[ħx]
[ħ] [ħ]
[ʕ]
glotal
12
Como puede apreciarse, el número de variantes anotado es mucho menor con
respecto a las posibilidades brindadas por la tabla anterior: sólo once variantes —sin
contar algunos casos especiales, de elisión, [Ø], así como de [f], [g] y [k]. Sí se
documenta algún ejemplo llamativo desde el punto de vista cualitativo, pues hay un
ejemplo de palatal fricativa sorda [ç] y otro que ofrece una solución africada [k͡x], caso
este último, por cierto, que aparece de cuando en cuando en los mapas examinados. El
repertorio de alófonos presente en algunos otros mapas es más reducido, tal como ocurre
con lejos (mapa 370).
Tabla 4. Repertorio de signos mencionados en el mapa 370 (lejos) del Atlas,
reinterpretados en el Alfabeto Fonético Internacional
labial
LUGAR
postalveolar
palatal
velar
velar
adelantado
MODO
uvular
velo-
faríngeo-
faríngeo
velar
faríngeo
africado
fricativo
[x]
aproximante
[x̞]
[xħ]
[ħx]
[ħ] [ħ]
[ħ̞]
Se documentan en este mapa sólo siete variantes, aunque llama la atención la
presencia de dos alófonos interpretados como aproximantes, uno velar, [x̞], y el otro
faríngeo, [ħ̞].
Una cuestión interesante es establecer el punto articulatorio preciso de cada
alófono, según una escala de
LUGAR
convencional, cercana al tipo de exposiciones
presentes en el Alfabeto Fonético Internacional, en vez de las propias de un sistema más
tradicional de transcripción y sobre todo de descripción que tiende a presentar los
alófonos de /x/ sobre un eje de apertura. Parece existir una relativa contradicción o
cuando menos inexactitud notacional en cuanto a la asignación del LUGAR, por otra parte,
pues mientras los diferentes analistas (entre ellos Lope Blanch, Moreno de Alba y García
glotal
13
Fajardo13) hablan de aspiraciones laríngeas al referirse a unos de los alófonos más
recurrentes de /x/, las trancripciones del Atlas emplean el signo esperado para los
alófonos faríngeos. He escuchado directamente, por otra parte, algunas de las grabaciones
efectuadas en localidades en las que se documenta la variante en cuestión y mi impresión
preliminar es que, en efecto, se trata de aspiraciones laríngeas, más que de aspiraciones
faríngeas.
Así las cosas, es probable que haya que reordenar los tablas de arriba entendiendo
que los alófonos transcritos como faríngeos son en realidad laríngeos o glotales; es más,
es posible que las formas intermedias, inicialmente consideradas aquí como velofaríngeas o faríngeo-velares, puedan simplemente recibir la etiqueta de faríngeas.
Ciertamente, lo importante es señalar la existencia de al menos tres grandes sectores con
respecto a un eje de
LUGAR
establecido a lo largo de una línea antero-posterior, situando
en un extremo un punto en torno a las soluciones velares y en el otro los alófonos de corte
probablemente laríngeo, y entre medias las soluciones denominadas tradicionalmente
semiaspiradas y que aquí podrían describirse grosso modo como faríngeas.
A la vista entonces de estas consideraciones y de la forma en que se manifiesta la
variación, se decidió reagrupar los datos en tres grandes variantes: a) las formas VELARES,
que incluyen los casos de velares propiamente dichas más los casos de material
adelantado y los ejemplos muy esporádicos de soluciones palatales y uvulares; b) las
formas intermedias en cuanto a su
LUGAR
de articulación, a las que provisionalmente y a
los efectos de este trabajo se va a llamar FARÍNGEAS; c) por fin, los alófonos de corte más
posterior en cuanto a su
LUGAR
articulatorio, las variantes
LARÍNGEAS.
Quedan fuera de
esta clasificación algunos otros (pocos) casos especiales, explicables a veces por motivos
fónicos —debilitamiento extremo— o fonoléxicos. La dimensión para estimar la
13
A propósito del habla de Valladolid, García Fajardo menciona diferentes realizaciones: “velar fricativa
sorda” y “aspiración laríngea” (1984, p. 65); esta aspiración laríngea, sorda, aparecía “en el 81% de los
informantes de nivel bajo, en el 50% de nivel medio y en el 67% de nivel alto” (p. 110). Williamson, a
propósito del habla tabasqueña, señala que la variante más frecuente es “aspiración laríngea sonora”,
seguida por la “fricativa velar relajada” (1986, p. 101). Resulta interesante que Henríquez Ureña se refiera
a la /x/ tabasqueña como “aspiración laríngea” (1938, p. 354), mientras que al caracterizar las costas
meridionales señale la reducción a “aspiración faríngea” (p. 339); cf. Moreno de Alba (1994). Como se
comenta infra, el problema del estalecimiento del LUGAR exacto de una variante se beneficiaría del empleo
de instrumentos, sean electropalatográficos o acústicos.
14
variación presente en los datos es, en definitiva, la ubicación más anterior o más posterior
con respecto al lugar articulatorio. Frente a otras posibles aproximaciones, en que el
material se apreciara sólo con respecto a dos polos, por ejemplo, material laríngeo frente
a material no laríngeo, la expectativa era que trabajar con tres variantes permitiera
establecer una serie más matizada de observaciones geolectales y sociolingüísticas. A
posteriori, después de obtener los resultados que se presentan infra, parece poder decirse
que la decisión fue conveniente.
Queda en todo caso pendiente una discusión fonética, articulatoria y acústica, de
las variantes de /x/. No es seguro que las grabaciones presentes en el Atlas permitan
llevar a cabo un análisis exhaustivo de los materiales, dada la presencia relativamente
frecuente de diferentes distorsiones y ruidos ambientales en la fuente misma, aunque
desde luego merecerá la pena realizar el esfuerzo y ver hasta dónde es posible llegar. Las
figuras 4 y 5 son precisamente dos ejemplos de realizaciones percibidas como de
aspiración laríngea.
Frequency (Hz)
5000
500
1.534
0
Time (s)
y ya
comienza a
venir
gente
Figura 4. Ejemplo de realización aspirada; espectrograma y curva de intensidad de Y ya
comienza a venir gente (Álvaro R., Valladolid, 50 años en 1967)
15
Frequency (Hz)
5000
500
0
0.8785
Time (s)
la
gen
te
de...
Figura 5. Ejemplo de realización aspirada; espectrograma y curva de intensidad de La
gente de... (Álvaro R., Valladolid, 50 años en 1967)
El análisis acústico del problema, sea a través de los materiales grabados en el
contexto del Atlas o de otros materiales que pudieran recogerse14, pasa por la
consideración de ciertos parámetros. Marrero (1990) define la aspiración como “una
fricación articulable en la laringe, en la faringe o en el velo del paladar, y cuyos índices
acústicos van, desde una estructura pseudoformántica bastante estable, hasta unas simples
turbulencias en la zona central del espectrograma” (p. 391)15, y define tres tipos de
aspiradas (pp. 391-394):
14
Estoy pensando aquí en los objetivos propuestos como parte del proyecto de levantamiento de un Corpus
oral del español de México.
15
El trabajo de Marrero analiza datos procedentes del habla canaria, en concreto 626 espectrogramas
tomados de grabaciones con cuatro tinerfeños de entre 20 y 30 años, dos hombres y dos mujeres, de un
nivelsociocultural caracterizado como medio-alto. Analiza, de hecho, tanto la aspiración procedente de /s/
implosiva (en final absoluto, final de palabra ante vocal e interior ante consonante) como la correspondiente
a la /x/ castellana (intervocálica y precedida de consonante implosiva), en tres estilos diferentes: lectura de
16
a) Aspiración laríngea. Desde el punto de vista articulatorio, su
LUGAR
es la
glotis intercartilaginosa; en cuanto a su configuración acústica presenta
estructura armónica, con pseudoformantes distribuidos a frecuencias
semejantes a las de la vocal silábica. Este tipo de aspiración presenta
tendencia a la sonorización, pues “resulta muy fácil que a las vibraciones
glotales intercartilaginosas se unan vibraciones en la parte interligamentosa”
(p. 391)16. Es la solución más intensa, dado que su estructura acústica, “con
concentraciones de energía armónicas eleva la envolvente de intensidad” (id.)
y, en consecuencia, es la más breve. Es el alófono mayoritario, en sus datos,
para la aspiración de /s/ implosiva, especialmente si es final; cuando se trata
de las soluciones correspondientes a /x/, sin embargo, las soluciones faríngeas
son las más frecuentes. La laríngea procedente de /s/ es favorecida por las
dentales y labiales siguientes; la derivada de /x/, a su vez, aparece
especialmente en conversación libre y en interior de grupo fónico.
b) Aspiración faríngea. En cuanto al MODO y al LUGAR, la articulación se produce
al ejercer una constricción que resulta del acercamiento del postdorso de la
lengua a la pared de la faringe. Desde el punto de vista acústico, el sonido es
menos armónico, casi turbulento, aunque el inicio de la fricación se empareja
con el F2 de la vocal silábica. Aunque los alófonos faríngeos de /s/ tienden a
ser sonoros, los asociados a /x/ son sordos en más del 60% de los casos. La
duración de la faríngea suele ser mayor que la de la laríngea, pero inferior a la
de la velar; también es forma intermedia respecto a la intensidad, pues la
laríngea es la más intensa de las tres y la velar la menos intensa. Su presencia
es minoritaria en los datos canarios de Marrero para /s/ implosiva, pero es la
realización predominante para /x/, en especial en inicio de grupo fónico y en
la lectura de palabras (el estilo más formal de los empleados).
palabras, lectura de texto y conversación libre. Se concede valor fonético a la aspiración asociada a /s/ y
valor fonológico a la correspondiente a /x/ (pp. 345-346).
16
Martínez Celdrán y Fernández Planas (2007) señalan, a propósito de la descripción de Marrero, que el
hecho de que los cartílagos aritenoides estén abiertos, y que la zona anterior de la glotis esté vibrando
recuerda o coincide con la descripción de los sonidos murmurados (p. 116).
17
c) Aspiración velar. En cuanto al
LUGAR,
esta aspiración coincide con el de [x],
articulándose “con la parte posterior de la lengua contra el paladar blando” (p.
393), con la diferencia de que el grado de constricción es mucho menor en la
solución aspirada. Desde el punto de vista acústico, muestra “unas
concentraciones inarmónicas de energía de frecuencia variable” (id.). Es la
variante que tiende más a ser sorda; de hecho, como resolución de /x/ siempre
es sorda. Muestra la menor intensidad de las tres, pero la mayor duración. En
los datos manejados por Marrero es siempre minoritaria y suele estar
condicionada contextualmente. Asociada a /s/ implosiva sólo se documenta
ante [k, g, h] y más raramente en final absoluto tras vocal velar átona. Cuando
corresponde a /x/, aparece especialmente en lectura de palabras, favorecida
por la lentitud del tempo y el estilo cuidado, especialmente en final de grupo
fónico.
A la luz de estas observaciones, las pistas acústicas para delimitar el
LUGAR
articulatorio serían, la intensidad, la duración, el carácter fricativo o aproximante y, ya de
manera más secundaria, la sonoridad o sordez de la solución. A propósito de la
intensidad, por otra parte, Martínez Celdrán y Fernández Planas (2007) apuntan que “la
laríngea que describe Marrero es más intensa sólo por el hecho de ser sonora, porque de
ser sorda entonces la intensidad sería menor” (p. 117). Incluyen a este propósito una serie
de tres espectrogramas de tres sonidos fricativos posteriores, velar, faríngeo y laríngeo
(figura 2.78, p. 117 de su estudio), así como los espectros y la intensidad global de estas
tres fricativas posteriores (figura 2.79, 117). Así, la fricativa [x] y la aspirada faríngea
serían mucho más intensas que la aspirada laríngea sorda, muestra de lo cual sería el
negror acumulado en los espectrogramas que presentan; en cuanto a las bandas
horizontales también presentes en todas las variantes, no podrían compararse con los
formantes de los sonidos armónicos. Asimismo,
se comprueba la baja intensidad de la fricativa laríngea respecto de las otras dos;
además, se diferencian también por la frecuencia en que aparece el primer pico
18
más prominente: a 1500 Hz el pico de [x]; a 2559 el pico de [ħ]; y a 3445 el de
[h]. Las curvas de la intensidad global reflejan con sus altibajos la presencia de
esas franjas horizontales que en [h] están más pronunciadas que en las demás (p.
118).
Cabe anotar que la inmensa mayoría de los casos transcritos en el Atlas muestran
alófonos sordos. Por ejemplo, entre las soluciones interpretadas en este trabajo como
aspiradas laríngeas, en el mapa de jirafa sólo aparecen un par de casos de variantes
sonoras, frente a 57 ejemplos de sonoras. Habría que esperar entonces, siguiendo los
comentarios de Martínez Celdrán y Fernández Planas, una baja de la intensidad promedio
adscrita a este tipo de materiales. Con todo, queda pendiente el estudio acústico de los
materiales mexicanos.
RESULTADOS GENERALES
El resumen de los datos encontrados en diez mapas del Atlas se presenta en la tabla 5:
Tabla 5. Distribución general de las variantes. N= 5929
variante
velares
F
f
3774 0.637
faríngeas 1363 0.230
laríngeas
753 0.127
otras
39 0.007
totales
5929 1.000
Como puede apreciarse, casi dos de cada tres casos de /x/ seleccionan el
LUGAR
velar. El tercio restante, por otra parte, ofrece cantidades nada despreciables de
soluciones faríngeas (alrededor de uno de cada cuatro casos) y laríngeas (más o menos
uno de cada ocho ejemplos).
19
Es necesario reseñar también 39 documentaciones heterogéneas, entre las que se
cuentan 17 casos de [f] —concentrados 16 de ellos en el mapa de juego y uno sólo en el
de jirafa—, 11 de [g] en el mapa de jirafa, 1 de [k] (también en la carta de jirafa), 3 casos
de elisión y 7 más de soluciones léxicas alejadas del contexto fónico buscado en el mapa
correspondiente. Se trata, en definitiva, de variantes en parte enraizadas en la dimensión
léxica o fonoléxica, en la mayor parte de los casos, y de algunos ejemplos más de
naturaleza más fónica —por ejemplo, el debilitamiento asociado a las elisiones— pero
que, en definitiva, tienen un papel marginal para la discusión actual.
La dispersión de variantes por mapas queda anotada en la tabla 6.
Tabla 6. Dispersión de variantes según mapas del Atlas. N= 5929
mapa
palabra
velares
faríngeas
laríngeas
otras
totales
F
f
F
f
F
f
F
f
F
f
363
jabón
413
0.692
120
0.201
64
0.107
0
0.000
597
0.101
364
joroba
400
0.681
124
0.211
63
0.107
0
0.000
587
0.099
367
juego
377
0.633
155
0.260
48
0.081
16
0.027
596
0.101
368
gente
383
0.642
139
0.233
75
0.126
0
0.000
597
0.101
369
jirafa
395
0.672
118
0.201
60
0.102
15
0.026
588
0.099
370
lejos
354
0.593
150
0.251
93
0.156
0
0.000
597
0.101
371
una hoja
336
0.564
168
0.282
92
0.154
0
0.000
596
0.101
372
tejer
354
0.592
144
0.241
100
0.167
0
0.000
598
0.101
373
México
300
0.502
170
0.284
128
0.214
0
0.000
598
0.101
374
San Juan
462
0.803
75
0.130
30
0.052
8
0.014
575
0.097
Con algunas excepciones, las diferencias no son muy marcadas entre los mapas, a
la hora de considerar las diferentes familias de variantes. La correlación (r de Pearson) es
alta y negativa entre las soluciones velares y las demás, tanto al comparar las velares con
las faríngeas (-0.941) como al comparar las velares con las laríngeas (-0.918). Es decir,
20
donde más abundan las velares, menos abundan tanto las faríngeas como las laríngeas, y
viceversa. Por otro lado, la correlación entre faríngeas y laríngeas es positiva y
relativamente elevada (0.773), lo que puede interpretarse como que en los mapas donde
tienden a aparecer faríngeas también tienden a aparecer formas laríngeas17.
Las cantidades relativas revelan también algunos hechos interesantes. De hecho,
siempre que /x/ se encuentra en posición inicial absoluta en la palabra que corresponde al
mapa (jabón, joroba, juego, gente, jirafa) las proporciones de velar superan la frecuencia
relativa de 0.600 y, en correspondencia, los mapas que documentan el sonido en posición
intervocálica (lejos, una hoja, tejer, México) exhiben las proporciones más bajas de
soluciones velares. Estos mismos mapas, por supuesto, muestran la mayor proporción en
cuanto a la suma total de faríngeas y laríngeas, pero la distribución de estas últimas es
desigual según los casos, pues no sólo los ejemplos intervocálicos muestran abundancia
de faríngeas, sino también algunos con el segmento en posición inicial, como es el caso
de juego (mapa 367). El mapa de México (373) es el que presenta la cota mayor tanto de
variantes faríngeas (0.284) como de laríngeas (0.214). En contraste, el único mapa de los
considerados que ofrece, en principio18, un contexto preconsonántico, el de San Juan
(mapa 374), es, con mucho, el que ofrece una mayor proporción de soluciones velares y
las cotas más bajas tanto de faríngeas como de laríngeas. Estas tendencias presentes en
las frecuencias se confirman infra en el momento de analizar las probabilidades propias
del modelo estadístico (cf. las tablas 8, 9 y 10).
CORRELACIÓN GEOGRÁFICA
En primer término, se trata de ofrecer una perspectiva geográfica y dialectométrica
detallada que permita establecer una imagen precisa de la distribución de las tres
variantes distinguidas en todos y cada uno de los 193 puntos encuestados en el Atlas
17
Este hecho, por cierto, abriría la posibilidad de considerar sólo dos variantes (velar frente a no velar); con
todo, sigue pareciendo más preciso trabajar con tres variantes.
18
Se dice en principio porque en algunos casos aparecen soluciones esporádicas en otros mapas en que las
respuestas incluyen material preconsonántico (tipo un juego o las gentes), de la misma manera que a veces
aparecen soluciones intervocálicas inesperadas (la jirafa). Desde luego, en la base de datos estos casos se
han marcado con los contextos reales propios de la respuesta específica, no con los que teóricamente debían
haber recibido según el propósito del mapa.
21
Lingüístico de México. Para ello, a) se propone un índice de
LUGAR
que funciona como
medida de resumen en cada punto, de modo que se pueda unificar en un único coeficiente
los resultados obtenidos del examen de los diez mapas considerados, en los que además,
como es bien sabido, se dispone de varias respuestas en cada punto, procedentes de
diferentes informantes; b) se obtienen los resultados del índice de
LUGAR
punto por
punto, y sobre la escala obtenida se llevan a cabo diez subdivisiones o rangos, que
permite estratificar en diez cortes la información con respecto al resumen de la tendencia
de lugar en cada punto; y c) se trazan los diez mapas correspondientes a cada uno de esos
cortes según el resumen de
LUGAR,
lo cual permite observar con bastante detalle —me
parece— la manera en que se distribuyen las soluciones expuestas para las variantes de
/x/ a lo largo de la geografía mexicana. Estas proyecciones serán, a su vez, punto de
partida para nuevas reflexiones que se irán presentando en apartados posteriores.
Índice de LUGAR
La pretensión al trazar el índice de
LUGAR
es proporcionar una medida de resumen
unificada que permita, en primera instancia, ponderar el papel de cada punto encuestado
en el conjunto geolingüístico del país, con independencia de que más adelante, en este
mismo trabajo, se desglosen en modelos probabilísticos multivariables los factores
lingüísticos y sociolingüísticos que ordenan la compleja distribución de los datos. El
índice, entonces, pretende ofrecer una primera respuesta al problema de cómo proyectar
la gran abundancia de datos presentes en cada mapa de la carta mexicana, dada la
presencia de varios informantes por localidad, problema multiplicado al querer considerar
simultáneamente no uno, sino diez mapas. Se busca, al tiempo, servirse de una medida de
resumen poco abstracta, que refleje la interacción entre los datos, que son a)
complementarios, en la medida en que en cada punto la mayor proporción de una variante
implica la presencia de totales absolutos menores de las otras variantes; y b) que están
ordenados sobre una escala lineal, trazada según un eje articulatorio antero-posterior, tal
que las variantes velares se encuentran en la posición relativa más anterior, las variantes
laríngeas en la más posterior, con las faríngeas ubicadas en la región intermedia.
22
En ese sentido, se propone el siguiente índice, que es en realidad una medición
apoyada en la idea de frecuencias relativas ponderadas:
Índice de LUGAR= (F velar × 1)−(F faríngeo × 0.5) −(F laríngeo × 1) / (N − F de otros casos)
Es decir, la propuesta consiste en otorgar un valor de un punto a cada respuesta
asignable a la variante velar, que se toma como medida de referencia en cuanto variante
más abundante y más prestigiosa, y sobre ese valor descontar medio punto por cada
respuesta faríngea y un punto por cada respuesta laríngea. Luego, para obtener la
medición relativa, se divide el total obtenido por el total de respuestas en cada localidad,
al que se resta, cuando las hay, otras respuestas que se apartan de la clasificación
establecida por medio de tres variantes. De esta manera, las puntuaciones del índice de
LUGAR
se obtienen entre los extremos de dispersión de -1 y 1, de modo que cuanto más
baja es la puntuación en la medida de resumen, más posteriorizador es en general ese
punto, y cuanto más elevado es el coeficiente más velarizador en general se comporta la
localidad en cuestión.
A continuación se muestran los resultados de la aplicación del índice, al tiempo
que se propone, adicionalmente, una escala de rangos que subdivide las cifras en diez
estratos, de modo que la información se simplifique y los coeficientes cuantitativos sean
proyectables sobre mapas cualitativos.
Resultados por puntos
La tabla 7 ofrece la aplicación del índice de
LUGAR
al total de la muestra. Las columnas
presentan la siguiente información: a) número del punto tal como figura en el Atlas; b)
nombre de la localidad; c) totales absolutos de soluciones velares, faríngeas, laríngeas y
de otras formas; d) coeficiente propio del índice de LUGAR; e) rango en que queda situado
el punto de encuesta según una escala de 1 a 10 a la vista del índice de LUGAR, de modo
que se anota “1” para las puntuaciones que quedan entre -1 y -0.801; “2” para las
puntuaciones entre -0.800 y -0.601 y así sucesivamente hasta llegar a “10”. De esta
23
manera, las poblaciones con cifras más bajas en la escala de rangos son las más que
muestran más tendencia a la posteriorización en las soluciones, mientras que las que
presentan rangos cercanos a “10” son las más velarizadoras.
Tabla 7. Relación de variantes por puntos de encuesta en diez mapas del Atlas
punto
localidad
velares
faríngeas
laríngeas
otras
totales
índice
rango
1
Chetumal
2
5
22
1
30
-0.776
2
2
Felipe Carrillo Puerto
10
3
16
1
30
-0.259
4
3
Valladolid
4
9
24
0
37
-0.662
2
4
Tizimín
4
4
21
1
30
-0.655
2
5
Mérida
2
7
27
0
36
-0.792
2
6
Ticul
2
3
25
0
30
-0.817
1
7
Campeche
1
9
28
0
38
-0.829
1
8
Champotón
6
6
18
0
30
-0.500
3
9
Mamantel
5
13
11
0
29
-0.431
3
10
Ciudad del Carmen
0
12
18
0
30
-0.800
2
11
Emiliano Zapata
3
10
17
0
30
-0.633
2
12
Frontera
2
21
7
0
30
-0.517
3
13
Villahermosa
11
17
12
0
40
-0.238
4
14
Huimanguillo
4
10
14
2
30
-0.536
3
15
Cintalapa
8
5
17
0
30
-0.383
4
16
Tuxtla Gutiérrez
11
19
10
0
40
-0.213
4
17
Chiapa de Corzo
9
10
10
1
30
-0.207
4
18
San Cristóbal de Las Casas
21
6
3
0
30
0.500
8
19
Comitán
26
1
2
1
30
0.810
10
20
Tapachula
1
4
25
0
30
-0.867
1
21
Escuintla
11
10
6
0
27
0.000
6
22
Pijijiapan
2
2
23
0
27
-0.815
1
24
23
Tonalá
4
5
18
0
27
-0.611
2
24
Tapanatepec
4
6
18
0
28
-0.607
2
25
Zanatepec
1
6
23
0
30
-0.833
1
26
Juchitán
3
13
12
0
28
-0.554
3
27
Tehuantepec
16
13
1
0
30
0.283
7
28
Totolapan
25
3
2
0
30
0.717
9
29
Oaxaca
28
11
0
1
40
0.577
8
30
Sola de Vega
24
5
1
0
30
0.683
9
31
Miahuatlán
23
6
1
0
30
0.633
9
32
Pochutla
15
8
7
0
30
0.133
6
33
San Pedro Mixtepec
17
11
2
0
30
0.317
7
34
Pinotepa Nacional
15
10
5
0
30
0.167
6
35
Tlaxiaco
30
0
0
0
30
1.000
10
36
Tuxtepec
12
14
4
0
30
0.033
6
37
Matías Romero
6
8
16
0
30
-0.467
3
38
Minatitlán
3
19
8
0
30
-0.483
3
39
San Juan Evangelista
3
12
14
0
29
-0.586
3
40
San Andrés Tuxtla
4
10
16
0
30
-0.567
3
41
Tlacotalpan
5
22
3
0
30
-0.300
4
42
Otatitlán
11
13
5
0
29
-0.017
5
43
Veracruz
11
6
13
0
30
-0.167
5
44
Córdoba
22
8
0
0
30
0.600
9
45
Orizaba
26
1
0
3
30
0.944
10
46
Huatusco
30
0
0
0
30
1.000
10
47
Jalapa
36
4
0
0
40
0.850
10
48
Perote
30
0
0
0
30
1.000
10
49
Misantla
18
12
0
0
30
0.400
8
50
Papantla
12
9
9
0
30
-0.050
5
25
51
Tuxpan (Ver.)
26
4
0
0
30
0.800
10
52
Amatlán
23
6
1
0
30
0.633
9
53
Tempoal
16
10
3
1
30
0.276
7
54
Metlaltoyuca
27
3
0
0
30
0.850
10
55
Huauchinango
28
2
0
0
30
0.900
10
56
Tetela
30
0
0
0
30
1.000
10
57
Teziutlán
30
0
0
0
30
1.000
10
58
Ciudad Serdán
28
1
0
1
30
0.948
10
59
Tehuacán
28
1
0
0
29
0.948
10
60
Acatlán
13
16
1
0
30
0.133
6
61
Tepeaca
29
0
0
1
30
1.000
10
62
Puebla
40
0
0
0
40
1.000
10
63
San Martín Texmelucan
30
0
0
0
30
1.000
10
64
Tlaxcala
30
0
0
0
30
1.000
10
65
México
40
0
0
0
40
1.000
10
66
Amecameca
22
7
0
1
30
0.638
9
67
Tlazala
30
0
0
0
30
1.000
10
68
Ixtlahuaca
39
0
0
0
39
1.000
10
69
Toluca
15
18
3
4
40
0.083
6
70
Tenancingo
23
7
0
0
30
0.650
9
71
Temascaltepec
28
2
0
0
30
0.900
10
72
Cuernavaca
21
8
1
0
30
0.533
8
73
Jojutla
22
7
1
0
30
0.583
8
74
Iguala
13
13
4
0
30
0.083
6
75
Chilpancingo
19
11
0
0
30
0.450
8
76
Tixtla
11
9
10
0
30
-0.117
5
77
Ometepec
7
16
5
2
30
-0.214
4
78
Cruz Grande
11
13
6
0
30
-0.050
5
26
79
Tres Palos
0
10
20
0
30
-0.833
1
80
Tecpan de Galeana
0
15
15
0
30
-0.750
2
81
Petatlán
0
9
21
0
30
-0.850
1
82
La Unión
1
11
17
1
30
-0.741
2
83
Ciudad Altamirano
21
9
0
0
30
0.550
8
84
Tiquicheo
30
0
0
0
30
1.000
10
85
Zitácuaro
30
0
0
0
30
1.000
10
86
Zinapécuaro
30
0
0
0
30
1.000
10
87
Morelia
30
0
0
0
30
1.000
10
88
Zacapu
30
0
0
0
30
1.000
10
89
Zamora
23
7
0
0
30
0.650
9
90
Huarachita
28
1
0
1
30
0.948
10
91
Uruapan
22
8
0
0
30
0.600
9
92
Tacámbaro
15
13
2
0
30
0.217
7
93
La Huacana
20
8
2
0
30
0.467
8
94
Apatzingán
19
10
1
0
30
0.433
8
95
Cerro de Ortega
22
8
0
0
30
0.600
9
96
Colima
21
5
4
0
30
0.483
8
97
Cihuatlán
20
7
3
0
30
0.450
8
98
Villa Purificación
29
1
0
0
30
0.950
10
99
Tecalitlán
30
0
0
0
30
1.000
10
100
Sayula
30
0
0
0
30
1.000
10
101
Tecolotlán
23
7
0
0
30
0.650
9
102
Ocotlán
16
14
0
0
30
0.300
7
103
San Pedro Tlaquepaque
20
10
0
0
30
0.500
8
104
Guadalajara
29
1
0
0
30
0.950
10
105
Tequila
29
1
0
0
30
0.950
10
106
Tepatitlán
30
0
0
0
30
1.000
10
27
107
Jalostotitlán
21
9
0
0
30
0.550
8
108
Lagos de Moreno
20
10
0
0
30
0.500
8
109
Ojuelos
17
13
0
0
30
0.350
7
110
Aguascalientes
23
17
0
0
40
0.363
7
111
Calvillo
30
0
0
0
30
1.000
10
112
San Felipe (Guanajuato)
30
0
0
0
30
1.000
10
113
San Luis de la Paz
27
0
0
2
29
1.000
10
114
Guanajuato
40
0
0
0
40
1.000
10
115
León
30
0
0
0
30
1.000
10
116
Pénjamo
28
2
0
0
30
0.900
10
117
Irapuato
30
0
0
0
30
1.000
10
118
Yuriria
29
1
0
0
30
0.950
10
119
Jerécuaro
30
0
0
0
30
1.000
10
120
Querétaro
40
0
0
0
40
1.000
10
121
San Juan del Río (Querét.)
27
0
0
2
29
1.000
10
122
Jalpan
9
19
0
0
28
-0.018
5
123
Tepeji del Río
29
0
0
0
29
1.000
10
124
Apan
29
0
0
1
30
1.000
10
125
Pachuca
38
1
1
0
40
0.913
10
126
Huasca
30
0
0
0
30
1.000
10
127
Molango
30
0
0
0
30
1.000
10
128
Tamazunchale
18
2
0
0
20
0.850
10
129
Río Verde
8
21
0
0
29
-0.086
5
130
San Luis Potosí
29
1
0
0
30
0.950
10
131
Salinas
26
4
0
0
30
0.800
10
132
Charcas
28
2
0
0
30
0.900
10
133
Matehuala
29
0
0
1
30
1.000
10
134
Cerritos
29
1
0
0
30
0.950
10
28
135
Ciudad Valles
8
14
6
1
29
-0.179
5
136
Tampico
18
11
0
0
29
0.431
8
137
Ciudad Mante
7
15
6
1
29
-0.232
4
138
Tula
22
7
0
1
30
0.638
9
139
Ciudad Victoria
12
14
2
0
28
0.107
6
140
Soto la Marina
16
13
1
0
30
0.283
7
141
Santa Teresa
4
21
5
0
30
-0.383
4
142
Nuevo Laredo
23
6
0
1
30
0.690
9
143
Sabinas Hidalgo
22
7
0
1
30
0.638
9
144
Monterrey
33
7
0
0
40
0.738
9
145
Linares
16
13
1
0
30
0.283
7
146
Aramberri
26
4
0
0
30
0.800
10
147
Doctor Arroyo
29
1
0
0
30
0.950
10
148
Río Grande
29
1
0
0
30
0.950
10
149
Fresnillo
21
9
0
0
30
0.550
8
150
Zacatecas
39
1
0
0
40
0.963
10
151
Valparaíso
23
7
0
0
30
0.650
9
152
Jalpa
20
10
0
0
30
0.500
8
153
Jala
25
3
0
1
29
0.839
10
154
Valle de Banderas
23
4
3
0
30
0.600
9
155
Tepic
34
5
0
1
40
0.808
10
156
Tuxpan (Nay.)
24
5
0
0
29
0.741
9
157
Acaponeta
24
6
0
0
30
0.700
9
158
El Salto
29
1
0
0
30
0.950
10
159
Durango
39
1
0
0
40
0.963
10
160
San Juan del Río (Dur.)
30
0
0
0
30
1.000
10
161
El Palmito
29
0
1
0
30
0.933
10
162
Mapimí
24
6
0
0
30
0.700
9
29
163
Torreón
16
11
1
0
28
0.339
7
164
Parras
25
4
0
0
29
0.793
9
165
Saltillo
14
11
3
0
28
0.196
6
166
Monclova
12
14
0
1
27
0.192
6
167
Sabinas
20
8
1
0
29
0.517
8
168
Múzquiz
19
9
0
1
29
0.518
8
169
Valle de Allende
30
0
0
0
30
1.000
10
170
Delicias
21
9
0
0
30
0.550
8
171
Chihuahua
37
3
0
0
40
0.888
10
172
Ciudad Juárez
23
7
0
0
30
0.650
9
173
Flores Magón
24
6
0
0
30
0.700
9
174
Ciudad Guerrero
28
1
0
0
29
0.948
10
175
Mazatlán
17
2
0
1
20
0.842
10
176
La Cruz
28
2
0
0
30
0.900
10
177
Culiacán
27
3
0
0
30
0.850
10
178
Guamúchil
29
1
0
0
30
0.950
10
179
Los Mochis
24
6
0
0
30
0.700
9
180
Álamos
20
0
0
0
20
1.000
10
181
Navojoa
23
7
0
0
30
0.650
9
182
Ciudad Obregón
22
8
0
0
30
0.600
9
183
Guaymas
6
20
4
0
30
-0.267
4
184
Bahía Kino
7
23
0
0
30
-0.150
5
185
Hermosillo
10
29
1
0
40
-0.138
5
186
Baviácora
7
23
0
0
30
-0.150
5
187
Magdalena de Kino
8
22
0
0
30
-0.100
5
188
San José del Cabo
3
19
8
0
30
-0.483
3
189
La Paz
6
23
11
0
40
-0.413
3
190
Mulegé
1
10
19
0
30
-0.767
2
30
191
San Felipe (B. C.)
0
22
8
0
30
-0.633
2
192
Guadalupe Victoria
1
21
8
0
30
-0.583
3
193
Tijuana
7
14
9
0
30
-0.300
4
3774
1363
753
39
5929
totales
Proyección en mapas
Los diferentes índices de LUGAR, asignados como medidas de resumen de la variación de
/x/ a cada uno de los puntos, ordenados después en diez cortes correspondientes a cada
uno de los rangos, tal como se ha mencionado, sirven para llevar a cabo otras tantas
proyecciones geográficas. La idea general es que no basta con una carta simple para
hacerse una idea completa de la complejidad de los datos, y que la exposición de diez
cortes sincrónicos ayudará a entender en mucho mayor detalle la agrupación espacial de
los datos de variación fónica. Se ofrece entonces a continuación una serie de diez mapas,
cada uno dedicado a uno de los rangos, pero expuestos de manera acumulativa, de forma
que cada carta sucesiva incluya los datos propios de los rangos anteriores.
31
Figura 6. Rango 1 de LUGAR
En el rango número 1 quedan encuadrados entonces 7 puntos del Atlas; se trata de
Ticul (Yucatán), Campeche (Campeche), Tapachula y Pijijiapan (Chiapas), Zanatepec
(Oaxaca) y Tres Palos y Petatlán (Guerrero). Las poblaciones más propensas a las
soluciones de naturaleza laríngea presentan, por tanto, una geografía fácil de acotar.
Todos los puntos se encuentran en la mitad sur del país y la mayoría de ellos dan carácter
a la costa del Pacífico, precisamente en los estados de Guerrero, Oaxaca y Chiapas; otras
dos localidades aparecen en la península yucateca.
Si el rango 1 expone las áreas más posteriorizadoras, el rango siguiente contribuye
a acentuar los rasgos esbozados en esta primera visión geográfica.
32
Figura 7. Rangos 1 a 2 de LUGAR
El mapa de la figura 7 refuerza, en efecto, la perspectiva esbozada en el mapa
anterior, aunque desde luego añade algunos detalles. Se suman en el los 12 puntos del
rango 2. Se trata de Chetumal (Quintana Roo), Valladolid, Tizimín y Mérida (Yucatán),
Ciudad del Carmen (Campeche), Emiliano Zapata (Tabasco), Tonalá (Chiapas),
Tapanatepec (Oaxaca), Tecpan de Galena y La Unión (Guerrero), Mulegé (Baja
California Sur) y San Felipe (Baja California). Se refuerza, por tanto, la sección costera
pacífica, aunque pueden delinearse dos subzonas, una al norte de Guerrero y otra en
Chiapas y el sur de Oaxaca. Toma también mayor densidad la península de Yucatán,
perfilada ya a través de siete puntos (y especialmente en el estado de Yucatán), y se
asocia a ella un punto en el estado de Tabasco. Además, se suman ya a este panorama dos
33
puntos más, también en el área del Pacífico, pero distantes de los anteriores, en la
península de Baja California.
El tercero de los mapas obtenidos por el procedimiento de rangos redunda,
precisamente, en las líneas maestras de este perfil emergente.
Figura 8. Rangos 1 a 3 de LUGAR
El mapa que suma los tres primeros rangos es clara prolongación de los patrones
prefigurados en el mapa anterior; ciertamente, se trata ahora de localidades en que la
posteriorización del lugar de articulación de /x/ se ha mitigado un tanto (se está hablando
ya del tercer rango), y sin embargo ésta sigue siendo muy clara todavía en contraste con
los rangos superiores. Se añaden ahora 12 nuevos registros. Son los siguientes:
34
Champotón y Mamantel (Campeche), Frontera y Huimanguillo (Tabasco), Juchitán y
Matías Romero (Tabasco), Minatitlán, San Juan Evangelista y San Andrés Tuxtla
(Veracruz), San José del Cabo y La Paz (Baja California Sur) y Guadalupe Victoria (Baja
California).
Podría decirse que este tercer mapa supone prácticamente la ampliación natural
del mapa anterior. Se confirma aquí el carácter posteriorizador de las Bajas Californias,
del sureste de Oaxaca y, en especial, llama la atención la extensión del área marcada por
la costa sur del Golfo de México, no sólo con la activación de más puntos en Campeche y
Tabasco, sino también en el sur del estado de Veracruz.
Figura 9. Rangos 1 a 4 de LUGAR
35
El siguiente rango de posteriorización global arroja algunas novedades; se trata
del más posterior o bajo de una serie de rangos intermedios que, como se explicará más
adelante, se van a interpretar como una zona fronteriza, en sentido variable, entre las
áreas con predominio de datos más posteriores y las áreas con más presencia de ejemplos
anteriores19. El modelo geolingüístico se ha enriquecido ahora con 11 nuevos puntos de
encuesta: Felipe Carrillo Puerto (Quintana Roo), Villahermosa (Tabasco), Cintalapa,
Tuxtla Gutiérrez y Chiapa de Corzo (Chiapas), Tlacotalpan (Veracruz), Ometepec
(Guerrero), Ciudad Mante y Santa Teresa (Tamaulipas), Guaymas (Sonora) y Tijuana
(Baja California).
Como puede apreciarse en la figura, por una parte asistimos nuevamente a la
consolidación de zonas ya activadas en mapas previos: la península de Baja California y,
sobre todo, el sur y sureste del país. Hay varios matices que pueden aportarse, por otra
parte. Llama la atención la aparición de un punto en el sur de Guerrero, y no sólo en el
norte del estado, así como la marcación de varias localidades en el interior de Chiapas;
además, la mancha geolectal continúa creciendo de sur a norte por el estado de Veracruz,
completando el aspecto de la costa del Golfo. Se suman a este panorama, asimismo, dos
puntos de Tamaulipas y otro más de Sonora. No parece excesivo decir que la impresión
inicial de desorden que producen los datos se va modificando paulatinamente a los ojos
del analista, reemplazada por una sensación de una profunda coherencia y de lógica
interna en la organización de los hechos dialectal emergidos en las cartas del Atlas.
19
Entiéndade, claro está, anterior y posterior sólo en el sentido de la escala de rangos ahora trazada, pues
los datos más anteriores implican un predominio más o menos marcado de las variantes velares, y las
soluciones llamadas posteriores se refieren a los ejemplos donde el perfil es subrayado por los casos
faríngeos.
36
Figura 10. Rangos 1 a 5 de LUGAR
El quinto mapa nos pone a la vista la segunda configuración fronteriza (infra) de
los datos geolectales. Se añaden ahora 12 puntos más a la suma geográfica aquí
presentada: Otatitlán, Veracruz y Papantla (Veracruz), Tixtla y Cruz Grande (Guerrero),
Jalpan (Querétaro), Río Verde y Ciudad Valles (San Luis Potosí) y Bahía Kino,
Hermosillo, Baviácora y Magdalena de Kino (Sonora). Es decir, lo que vemos ahora es la
expansión de las marcas por el centro de Guerrero, por el centro y norte del estado de
Veracruz, en una mancha que parece prolongarse a través de puntos de Querétaro y San
Luis Potosí, que asu vez tienden un puente con puntos ya activados en rangos anteriores
en el estado de Tamaulipas y, sobre todo, puede observarse la adición de una extensa área
en el noroeste del estado de Sonora a la estructura de rangos que se va proponiendo
paulatinamente.
37
Es interesante observar, por otra parte, que aunque los métodos de cartografiado
han sido distintos, este mapa y el anterior serían los más directamente comparables con
los mapas presentados en Moreno de Alba (1994). Recuérdese que en aquel trabajo los
datos están tomados del material cartográfico sintético, procedente a su vez de la
consideración de las grabaciones levantadas durante la confección del Atlas, mientras que
los mapas expuestos ahora proceden de la lectura de diez mapas analíticos. Además, el
procedimiento cuantitativo del trabajo anterior deriva de la estimación porcentual de las
grabaciones, mientras que ahora se ha trazado un índice de
LUGAR
articulatorio que por
una parte considera todas las variantes en cada punto simultáneamente y que por otra
luego se subdivide en diez rangos. Con todo, los mapas dibujados por Moreno de Alba se
refieren a porcentajes de frecuencia de relajamiento o aspiración superiores al 50%, así
como, en segundo término, a puntos que alcanzan entre el 40 y el 50% de debilitamiento,
lo que, ciertamente grosso modo, podría permitir la comparación con los mapas de las
figuras 9 y 10. Centrándonos en el aspecto global de los mapas del libro de 1994, ya
copiados supra como figuras 2 y 3, y en la proyección del quinto rango ahora presentada
pueden mencionarse numerosas coincidencias y algunas diferencias. A semejanza de las
cartas de Moreno de Alba, las zonas posteriorizadoras se distribuyen en los cortes del
rango 5, y en buena medida en los del rango 4, por las costas de Guerrero y Chiapas, y
parcialmente por la de Oaxaca, en la península yucateca, en Tabasco y en puntos del sur
de Veracruz, además de algún otro en el norte del estado. Sin embargo, existen algunas
diferencias. El mapa de Moreno de Alba expuesto en la figura 3 sombrea la costa de
Nayarit y el límite sur de la de Sinaloa, y estas áreas no aparecen seleccionadas ni en el
mapa de los rangos 1 a 4 (figura 9) ni en el de los rangos 1 a 5 (figura 10). Lo mismo
ocurre con buena parte de la costa oaxaqueña, marcada de forma continua en el mismo
mapa de Moreno de Alba, pero sólo seleccionada en las figuras 9 y 10 en la parte
contigua a Chiapas, pero no en el resto. Con respecto al mapa de Moreno de Alba de la
figura 2 hay igualmente algunos puntos de “frecuencia media” en la costa de Sinaloa, en
el límite entre San Luis Potosí y Nuevo León, en los límites de Colima con Jalisco y
Michoacán y en el interior de Michoacán, que tampoco aparecen en los mapas por rangos
38
ahora considerados. A la inversa, hay algunas localidades que sí aparecen en el mapa de
los rangos 1 a 5 (algunas ya incluso desde el mapa anterior de rangos 1 a 4) que no
aparecen en los mapas de Moreno de Alba: tres puntos en Baja California y otros tres en
Baja California Sur, puntos en el interior de Sonora, y algunos puntos más en San Luis
Potosí y en Querétaro.
Figura 11. Rangos 1 a 6 de LUGAR
El sexto rango, progresivamente dirigido en la dirección anterior respecto al
LUGAR
de articulación predominante, añade diez puntos más al nuevo mapa. Se trata de
Escuintla (Chiapas), Pochutla, Pinotepa Nacional y Tuxtepec (Oaxaca), Acatlán (Puebla),
Toluca (México), Iguala (Guerrero), Ciudad Victoria (Tamaulipas) y Saltillo y Monclova
39
(Coahuila). Es decir, los puntos del sexto rango se distribuyen en dos sectores principales,
además de en una localidad de Chiapas. Por una parte, en un área situada en el centro-sur
del país, en partes de Oaxaca, Puebla, Guerrero y el estado de México. Por otra, en ciertos
sectores del noreste, en Tamaulipas y Coahuila. Cabe pensar en que las áreas ahora
marcadas se presentan hasta cierto punto como ampliaciones geográficas naturales de las
representadas en los mapas anteriores. Sin embargo, también es cierto que, a diferencia
de lo visto en las primeras cartas, no muestran una distribución geográfica tan clara.
Ambos aspectos sugieren considerar este rasgo como parte de un área fronteriza variable,
tal como se viene esbozando también para los rasgos cuatro y cinco.
Figura 12. Rangos 1 a 7 de LUGAR
40
Es posible que sea también conveniente incluir el rango 7 como último
componente de esa zona intermedia o fronteriza de que se viene hablando. Añade este
mapa diez nuevos lugares a la proyección progresiva de la variación de /x/: Tehuantepec
y San Pedro Mixtepec (Oaxaca), Tempoal (Veracruz), Tacámbaro (Michoacán), Ocotlán
y Ojuelos (Jalisco), Aguascalientes (Aguascalientes), Soto la Marina (Tamaulipas),
Linares (Nuevo León) y Torreón (Coahuila).
Además de la relativa simetría en cuanto a la distribución de rangos y grandes
zonas variables (posteriorizadora, rangos 1 a 3; fronteriza, 4 a 7; velarizadora, 8 a 10), tal
como se va perfilando conforme avanza el examen de los mapas fruto de la proyección
del índice de LUGAR, podría decirse que una buena parte (pero no todos) de los puntos de
los rangos intermedios se sitúan en un eje norte-sur o, por decir con más claridad, desde
el noreste al centro-sur del país; con todo, la distribución de los puntos asociados a rangos
intermedios es mucho más difusa que la de los rangos extremos. Parte de los hechos se
mostraron antes al exponer los hechos propios de los rangos más bajos, localizables en
áreas determinables más o menos fácilmente, y otra parte se va a mostrar al examinar los
tres últimos mapas de la serie, que irán enfocando los puntos más velarizadores en un
área en realidad bastante definida, como se demostrará en especial en las figuras propias
de los mapas de cada una de las tres áreas sugeridas (infra, figuras 13, 14 y 15).
41
Figura 13. Rangos 1 a 8 de LUGAR
Por lo pronto, el mapa que proyecta la suma de los rangos 1 a 8 añade nuevos
elementos a la discusión. El rango 8 está formado por 20 puntos: San Cristóbal de las
Casas (Chiapas), Oaxaca (Oaxaca), Misantla (Veracruz), Cuernavaca y Jojutla (Morelos),
Chilpancingo y Ciudad Altamirano (Guerrero), La Huacana y Apatzingán (Michoacán),
Colima (Colima), Cihuatlán, San Pedro Tlaquepaque, Jalostotitlán y Lagos de Moreno
(Jalisco), Tampico (Tamaulipas), Fresnillo y Jalpa (Zacatecas), Sabinas y Múzquiz
(Coahuila) y Delicias (Chihuahua).
El carácter ya fuertemente velarizador de los puntos asociados al rango 8 tiene
como correlato una distribución geográfica relativamente definida, en buena medida
voclada hacia el centro-oeste del país, además de algunos puntos más aislados en el norte
42
y en el sur del país. Con todo, la concentración y definición del área velarizadora será
más evidente al añadir a las zonas examinadas la suma de los puntos asociados a los
rangos noveno y décimo.
Figura 14. Rangos 1 a 9 de LUGAR
El rango 9 aumenta la impresión de la distribución de la velarización
especialmente a lo largo de una gran mancha que abarca el centro-norte y el noroeste del
país (aunque no la península de Baja California y el noroeste de Sonora), además de el
centro-oeste (y algunos otros puntos salpicados en el Golfo y en el sur). Se añaden de
hecho 26 puntos: Totolapan, Sola de Vega y Miahuatlán (Oaxaca), Córdoba y Amatlán
(Veracruz), Amecameca y Tenancingo (México), Zamora y Uruapan (Michoacán), Cerro
43
de Ortega (Colima), Tecolotlán (Jalisco), Tula y Nuevo Laredo (Tamaulipas), Sabinas
Hidalgo y Monterrey (Nuevo León), Valparaíso (Zacatecas), Valle de Banderas, Tuxpan
y Acaponeta (Nayarit), Mapimí (Durango), Parras (Coahuila), Ciudad Juárez y Flores
Magón (Chihuahua), Los Mochis (Sinaloa), y Navojoa y Ciudad Obregón (Sonora).
También es significativo en sí mismo el aumento progresivo en el número de
puntos que se van instalando en estos últimos rangos, señal de la tendencia general del
país en la dirección velarizadora; un poco más adelante este hecho se aprovechará para
proponer una hipótesis geográfica como proyección aparente de un proceso de variación
y cambio.
Figura 15. Rangos 1 a 10 de LUGAR
44
El último de los mapas añade los puntos restantes, que son los correspondientes al
rango 10 dentro de la escala correspondiente al índice de
LUGAR.
Me parece que esta
proyección no arroja demasiadas dudas acerca de cómo se agrupan los puntos
velarizadores en general y los más velarizadores en especial. Es decir, el área más
velarizadora se extiende básicamente a través de una especie de rombo que agrupa el
centro del norte del país, el centro-oeste y, en especial, el centro o, por mayor exactitud,
el área comprendida entre el centro y el centro-norte intermedio con respecto a las áreas
más septentrionales. Es precisamente en esta región donde se concentra la mayor
densidad de puntos de encuesta que alcanzan el rango 10 dentro del índice trazado, que
corresponde a la velarización plena o casi plena de las soluciones documentadas. Por
supuesto que el modelo puede precisarse más en diferentes detalles. Por ejemplo, llama la
atención la presencia de un punto de rango 10 incluso en Chiapas, o la tradicional
agrupación de parte de las hablas veracruzanas, especialmente las del interior, con las
hablas del centro del país.
Se han añadido en definitiva 73 puntos, una proporción muy importante, como
puede verse, y que confirma el sesgo velarizador en cuanto a la concentración de los
datos, tal como se comentaba supra. La lista de los lugares es la siguiente: Comitán
(Chiapas), Tlaxiaco (Oaxaca), Orizaba, Huatusco, Jalapa, Perote y Tuxpan (Veracruz),
Metlaltoyuca, Huauchinango, Tetela, Teziutlán, Ciudad Serdán, Tehuacán, Tepeaca,
Puebla y San Martín Texmelucan (Puebla), Tlaxcala (Tlaxcala), México (Distrito
Federal), Tlazala, Ixtlahuaca y Temascaltepec (México), Tiquicheo, Zitácuaro,
Zinapécuaro, Morelia, Zacapu y Huarachita (Michoacán), Villa Purificación, Tecalitlán,
Sayula, Guadalajara, Tequila y Tepatitlán (Jalisco), Calvillo (Aguascalientes), San Felipe,
San Luis de la Paz, Guanajuato, León, Pénjamo, Irapuato, Yuriria y Jerécuaro
(Guanajuato), Querétaro y San Juan del Río (Querétaro), Tepeji del Río, Apan, Pachuca,
Huasca y Molango (Hidalgo), Tamazunchale, San Luis Potosí, Salinas, Charcas,
Matehuala y Cerritos (San Luis Potosí), Aramberri y Doctor Arroyo (Nuevo León), Río
Grande y Zacatecas (Zacatecas), Jala y Tepic (Nayarit), El Salto, Durango, San Juan del
45
Río y El Palmito (Durango), Valle de Allende, Chihuahua y Ciudad Guerrero
(Chihuahua), Mazatlán, La Cruz, Culiacán y Guamúchil (Sinaloa) y Álamos (Sonora).
Hemos visto en estos diez cortes un ejemplo de cómo abordar la variación
múltiple expresada en los mapas del Atlas Lingüístico de México. Me parece que el
procedimiento puede arrojar algunas luces sobre el problema clásico de las zonas
dialectales del país y, en especial, sobre las llamadas zonas de transición, al disponer de
una serie más amplia de perspectivas trazadas desde diferentes ángulos de observación.
Tal postura es especialmente importante si se considera la ausencia, en la mayor parte de
los casos, de fronteras nítidas —es decir, de isoglosas, en el sentido tradicional— en la
geografía fónica de México. Me parece también que puede tratarse del primer paso para
entender mejor los procesos de difusión de fenómenos en áreas determinadas, aunque
para ello será necesario explorar, por una parte, los rasgos sociolingüísticos de ciertos
núcleos (objetivo para el cual es casi seguro que los datos de la carta lingüística no son
suficientes20), por lo menos de los más importantes, así como, por otra parte, del
panorama sociolingüístico que se desprende del propio Atlas; esta segunda tarea se
esboza en el apartado siguiente.
PRIMER MODELO SOCIOLINGÜÍSTICO (GENERAL)
La descripción geográfica rango por rango expuesta en el apartado anterior debe
completarse con una caracterización de los principales hechos sociolingüísticos presentes
en los datos. Para ello, se repasa en primer término el tipo de factores que se puede
considerar a los efectos de tal modelo, a la vista de los datos anotados en los materiales
originales del Atlas y luego se genera un modelo multivariable de regresión para
desbrozar el papel y la jerarquía de cada uno de estos factores.
Factores considerados
20
En ese sentido, dentro de las actividades del Laboratorio de Estudios Fónicos de El Colegio de México,
se está planeando el levantamiento de un Corpus oral del español de México, que tendría una dimensión
sociolingüística y dialectológica.
46
Son doce los factores considerados para el modelo cuantitativo trazado sobre el conjunto
de los datos.
(i) Zona dialectal preestratificatoria. Se han distinguido las siguientes zonas:
sureste (Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco, Yucatán); centro-este
(Distrito
Federal,
Oaxaca,
Puebla,
Tlaxcala,
Veracruz);
centro-oeste
(Aguascalientes, Colima, Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, México,
Michoacán, Morelos, Querétaro); noreste (Coahuila, Nuevo León, San Luis
Potosí, Tamaulipas); noroeste (Baja California, Baja California Sur, Chihuahua,
Durango, Nayarit, Sinaloa, Sonora, Zacatecas). Se trata de una clasificación muy
simplificada de las zonas dialectales de México, ya puesta a prueba en otros
trabajos, la cual se plantea a priori sobre el modelo de los datos. A pesar del
reduccionismo que encierra, resulta ser enormemente significativa, como se verá
infra.
(ii) Posición dentro de la palabra, que puede ser inicial o medial.
(iii) Tonicidad de la sílaba en que se encuentra /x/, de modo que la sílaba es
tónica o átona.
(iv) Contexto previo. El contexto previo puede ser una pausa, en posición de
inicio absoluto, una consonante (en los datos manejados, sólo /n/ y
excepcionalmente /s/) o una vocal, que puede ser una /a/, una /e/ o una /o/.
(v) Vocal siguiente. Puede ser una de entre las cinco vocales del español; en el
modelo para la zona fronteriza (infra), las vocales se reagrupan en anteriores y
posteriores.
(vi) Estudios. La gran variedad de etiquetas presente en los cuestionarios del Atlas
se reduce aquí a cuatro categorías: ningún estudio; estudios primarios, es decir,
como máximo de primaria; secundarios, correspondiente a enseñanza media, sea
esta secundaria, bachillerato o estudios equiparables; superiores, para las personas
con estudios universitarios o equivalentes.
(vii) Edad. Los cuestionarios anotan la edad precisa del informante en el momento
de llevar a cabo la encuesta; aquí los datos se han reagrupado aproximadamente
por décadas de la siguiente manera: hasta 19 años, de 20 a 29, de 30 a 39, de 40 a
47
49, de 50 a 59, de 60 a 69 y de 70 en adelante. En el segundo modelo
sociolingüístico, llevado a cabo sobre la llamada zona fronteriza, estos datos se
han reagrupado en tres segmentos, de forma que se distingue entre jóvenes (hasta
29 años), adultos (de 30 a 49) y mayores (de 50 años en adelante).
(viii) Sexo. Se ha distinguido entre hombres y mujeres.
(ix) Ocupación. Las distintas ocupaciones mencionadas en los cuestionarios del
Atlas como propias de los informantes se han reagrupado siguiendo lo más cerca
posible los lineamientos señalados en el proyecto
PRESEEA.
De esta forma, las
distinciones han quedado de la siguiente forma: tipo 0 (dedicación al hogar); tipo
1 (albañiles, campesinos, afanadores, vendedores ambulantes, pescadores,
cargadores, cuidadores de coches, jardineros, voceadores, jornaleros, lavanderas,
servicio doméstico, pintores); tipo 2 (técnicos y obreros especializados, guardias y
policías, fontaneros, empleados, artesanos, vendedores y dependientes, meseros,
choferes y taxistas, cocineros, comerciantes, conserjes, costureras, empleados
federales y municipales, ferrocarrileros, fotógrafos, mecánicos, mineros,
oficinistas, peluqueros, secretarias); tipo 3 (bibliotecarios, educadoras, maestros,
administradores, agrónomos, contadores, delegados, enfermeros, estudiantes,
farmacéuticos, ganaderos, impresores, ingenieros); tipo 4 (abogados, catedráticos,
médicos, alcaldes); no se presentaron casos de un posible tipo 5.
(x) Nivel sociocultural según la estimación del Atlas. En los cuestionarios aparece
anotada el nivel sociocultural global de cada informante. Se presentan aquí en
forma de ocho categorías diferentes, que de menor a mayor nivel sociocultural son
las siguientes: analfabeta, semianalfabeta, bajo, medio-bajo, medio, medio-alto,
semiculto, culto.
(xi) Hablante o no de una lengua indígena. Aunque en los datos del Atlas se
menciona la lengua específica, aquí la variable se ha considerado sólo en términos
muy generales, de sí o no; 450 de los 5929 datos corresponde a hablantes de
alguna lengua indígena, es decir, cerca del 10% de los datos. Las lenguas y el
número de datos asociados sus hablantes son los que se anotan a continuación:
48
huasteco (10 datos), huichol (10), maya (162), mayo (10), mazahua (20), mixteco
(20), náhuatl (120), purépecha (10), seri (10), totonaco (30), tzotzil (10), yaqui
(10), zapoteco (28). Es decir, con dos excepciones, referidas al maya y al náhuatl,
los datos están bastante dispersos. Los hablantes de maya documentados ahora
están concentrados en cuatro estados: Campeche, Quintana Roo, Tabasco y
Yucatán; es decir, todos se encuentran en la zona preestartificatoria llamada
sureste. Dado que esta zona está representada por 721 datos, el porcentaje de los
procedentes de los hablantes de maya (162) no es nada despreciable (22.5%) —el
total de datos de bilingües en la zona es 172, una vez añadidos los representantes
de otras lenguas (el 23.9%, esto es, casi uno de cada cuatro). Los hablantes de
náhuatl documentados en los datos se encuentran repartidos en cinco estados:
Guerrero, Hidalgo, Puebla, San Luis Potosí y Veracruz, es decir, en las zonas
preestratificatorias correspondientes al centro-oeste, centro-este y noreste, por lo
que muestran una distribución más difusa en los datos.
(xii) Grado de conocimiento de la lengua indígena. Las apreciaciones incluidas en
los cuestionarios del Atlas se han reducido aquí a tres niveles: bueno, mediano y
poco.
Resultados
Los resultados se presentan a través de tres tablas, referidos a las variantes velares,
faríngeas y laríngeas. En la primera columna se anota la jerarquía de la variable o grupo
de factores en cuestión, ordenada según la razón de verosimilitud alcanzada por el
modelo de regresión logística escalonada al incorporarse la variable al modelo
estadístico; se anota también la significación correspondiente. Las últimas filas están
ocupadas por las variables que no resultaron significativas, colocando en primer término
las que fueron eliminadas hasta el final de la secuencia de combinaciones de variables, y
dejando al final las que se fueron eliminando más prontamente, de modo que se
represente su grado relativo de importancia, aun no siendo significativas. En la segunda
columna se mencionan las variables independientes significativas y no significativas, y
49
dentro de ellas cada uno de los factores o variantes pertinentes, según la jerarquía de la
probabilidad escalonada alcanzada por cada uno de ellos en las variables significativas, y
según la probabilidad de un nivel cuando la variable no fue significativa en el modelo
escalonado. En las siguientes columnas se anota la frecuencia absoluta, la frecuencia
relativa, la probabilidad de un nivel y la probabilidad escalonada (si procede) de cada una
de las variantes21.
Tabla 8. Distribución sociolingüística de las variantes velares en el total de los datos. N=
jerarquía
1
raz. ver.= -3540.074
sign.= 0.000
2
raz. ver.= -3461.281
sign.= 0.000
3
raz. ver.= -3429.569
sign.= 0.000
4
raz. ver.= -3418.330
sign.= 0.000
21
5929
variable
zona preestratificatoria
centro-oeste
noroeste
noreste
centro-este
sureste
rango= 0.521
contexto previo
consonante
pausa
vocal a
vocal e
vocal o
rango= 0.380
nivel sociocultural
medio-alto
culto
medio
semianalfabeta
semiculto
medio-bajo
analfabeta
bajo
rango= 0.319
estudios
superiores
ninguno
primarios
medios
F
f
P1 nivel P escal.
1446
822
509
848
149
0.755
0.665
0.666
0.656
0.207
0.642
0.528
0.527
0.519
0.119
0.642
0.530
0.524
0.518
0.121
464
1965
1
1008
336
0.804
0.664
0.333
0.562
0.564
0.710
0.470
0.454
0.492
0.457
0.754
0.528
0.511
0.406
0.374
197
184
632
807
37
757
1052
66
0.831
0.687
0.629
0.672
0.740
0.624
0.591
0.600
0.734
0.632
0.547
0.524
0.510
0.474
0.435
0.391
0.721
0.622
0.542
0.531
0.500
0.477
0.433
0.402
164
434
2023
1077
0.719
0.578
0.649
0.621
0.555
0.529
0.521
0.439
0.544
0.532
0.524
0.432
Las tablas del modelo fronterizo expuesto infra están organizadas de la misma manera.
50
rango= 0.112
5
edad
raz. ver.= -3408.874
hasta 19 años
sign.= 0.009
30-39
50-59
20-29
40-49
60-69
70 en adelante
rango= 0.119
6
grado de conocimiento
raz. ver.= -3403.188
poco
sign.= 0.010
mediano
bueno
rango= 0.239
7
vocal siguiente
raz. ver.= -3396.687
vocal a
sign.= 0.011
vocal o
vocal e
vocal i
vocal u
rango= 0.075
*
ocupación
tipo 4
tipo 2
tipo 1
tipo 0
tipo 3
*
sexo
mujeres
hombres
*
hablante de lengua indígena
no
sí
*
tonicidad
tónica
átona
*
posición
inicial
medial
489
748
466
1054
650
260
99
0.682
0.666
0.641
0.614
0.625
0.609
0.582
0.574
0.523
0.493
0.479
0.485
0.461
0.453
0.569
0.523
0.492
0.483
0.481
0.461
0.450
127 0.585
68 0.576
21 0.221
0.698
0.535
0.470
0.603
0.460
0.364
749
757
714
715
839
0.627
0.637
0.620
0.585
0.716
0.544
0.537
0.495
0.475
0.449
0.536
0.530
0.506
0.468
0.461
51
1313
1283
335
684
0.646
0.651
0.619
0.637
0.630
0.536
0.512
0.506
0.486
0.454
-----------
1218 0.650
2548 0.630
0.528
0.487
-----
2847 0.701
219 0.487
0.507
0.404
-----
1540 0.667
2234 0.617
0.512
0.492
-----
2430 0.686
1344 0.563
0.558
0.414
-----
Input= 0.648; razón de verosimilitud= -3396.687; significación= 0.011
Como puede apreciarse, el modelo de variación expuesto por las soluciones
velares selecciona siete variables, en este orden de importancia: la zona dialectal
51
preestratificatoria; el contexto previo a la /x/; el nivel sociocultural etiquetado en los
cuestionarios del Atlas; el nivel de estudios; la edad; el grado de conocimiento de una
lengua indígena; y la vocal siguiente. Es decir, dos efectos lingüísticos, ambos apoyados
en el contexto; un efecto geolingüístico —que relaciona este trabajo con otros efectuados
sobre otras variables fónicas analizadas a partir de los datos del Atlas; y, en especial,
cuatro efectos de naturaleza social.
Tabla 9. Distribución sociolingüística de las variantes faríngeas en el total de los datos.
jerarquía
1
raz. ver.= -3162.543
sign.= 0.000
2
raz. ver.= -3135.593
sign.= 0.000
3
raz. ver.= -3117.134
sign.= 0.000
4
raz. ver.= -3103.835
sign.= 0.000
5
N= 5929
variable
zona preestratificatoria
sureste
noreste
noroeste
centro-este
centro-oeste
rango= 0.174
contexto previo
vocales o, a
vocal e
pausa
consonante
rango= 0.237
nivel sociocultural
bajo
analfabeta
medio-bajo
medio
semianalfabeta
culto
medio-alto
semiculto
rango= 0.383
ocupación
tipo 3
tipo 0
tipo 1
tipo 2
tipo 4
rango= 0.229
edad
P1 nivel P escal.
F
f
191
221
340
273
338
0.265
0.289
0.275
0.211
0.177
0.592
0.579
0.560
0.477
0.411
0.586
0.577
0.560
0.480
0.412
168
464
656
75
0.280
0.259
0.222
0.130
0.550
0.499
0.528
0.317
0.572
0.544
0.492
0.335
38
440
287
243
233
57
39
5
0.345
0.247
0.237
0.242
0.194
0.213
0.165
0.100
0.714
0.544
0.508
0.464
0.484
0.434
0.318
0.295
0.700
0.541
0.512
0.477
0.474
0.427
0.322
0.317
284
124
484
438
12
0.262
0.236
0.233
0.217
0.152
0.597
0.534
0.481
0.474
0.392
0.601
0.504
0.484
0.476
0.372
52
raz. ver.= -3092.764
sign.= 0.004
60-69 114 0.267
41 0.241
70 en adelante
20-29 419 0.244
30-39 259 0.231
40-49 245 0.236
50-59 147 0.202
hasta 19 años 137 0.191
rango= 0.154
6
hablante de lengua indígena
raz. ver.= -3087.333
no 938 0.231
sign.= 0.007
91 0.202
sí
rango= 0.105
*
vocal siguiente
vocal u 230 0.196
vocal i 300 0.245
vocal o 274 0.231
vocal e 271 0.235
vocal a 288 0.241
*
estudios
medios 430 0.248
ninguno 184 0.245
primarios 682 0.219
45 0.197
superiores
*
sexo
hombres 944 0.233
mujeres 418 0.223
*
posición
medial 632 0.265
inicial 731 0.206
*
tonicidad
tónica 500 0.217
átona 863 0.238
*
grado de conocimiento
mediano 1363 0.230
46 0.212
poco
20 0.211
bueno
0.566
0.522
0.516
0.519
0.506
0.471
0.412
0.569
0.520
0.516
0.515
0.508
0.470
0.415
0.522
0.396
0.519
0.414
0.546
0.509
0.489
0.479
0.477
-----------
0.531
0.503
0.482
0.459
---------
0.511
0.477
-----
0.555
0.463
-----
0.512
0.493
-----
0.574
0.506
0.490
-------
Input= 0.219; razón de verosimilitud= -3087.333; significación= 0.007
El modelo propio de los alófonos faríngeos incluye ahora seis variables
significativas: la zona dialectal preestratificatoria; el contexto previo; el nivel
sociocultural; la ocupación; la edad; y el ser hablante de una lengua indígena. Como
53
puede apreciarse, existen muchas coincidencias en cuanto a la lista de variables con
relación a la lista anterior presentada a propósito de las formas velares.
Tabla 10. Distribución sociolingüística de las variantes laríngeas en el total de los datos.
N= 5929
jerarquía
variable
1
zona preestratificatoria
raz. ver.= -1810.923
sureste
sign.= 0.000
centro-este
centro-oeste
noroeste
noreste
rango= 0.630
2
contexto previo
raz. ver.= -1752.775
vocal a
sign.= 0.000
vocal e
vocal o
pausa
consonante
rango= 0.552
3
nivel sociocultural
raz. ver.= -1722.694
semiculto
sign.= 0.000
analfabeta
medio-bajo
semianalfabeta
medio
bajo
culto
medio-alto
rango= 0.778
4
grado de conocimiento
raz. ver.= -1713.424
bueno
sign.= 0.000
mediano
poco
rango= 0.252
5
hablante de lengua indígena
raz. ver.= -1706.110
sí
sign.= 0.001
no
rango= 0.266
6
edad
raz. ver.= -1695.246
50-59
sign.= 0.002
70 en adelante
40-49
F
f
P1 nivel P escal.
374
165
116
72
26
0.519
0.130
0.062
0.060
0.034
0.900
0.592
0.406
0.384
0.266
0.899
0.592
0.406
0.383
0.269
2
321
92
308
30
0.667
0.182
0.157
0.106
0.053
0.894
0.520
0.482
0.515
0.380
0.865
0.620
0.586
0.446
0.313
8
266
164
154
126
6
25
1
0.200
0.154
0.135
0.130
0.127
0.055
0.093
0.004
0.841
0.590
0.575
0.502
0.479
0.295
0.280
0.069
0.846
0.591
0.576
0.503
0.478
0.286
0.275
0.068
52 0.547
29 0.246
43 0.208
0.530
0.397
0.283
0.532
0.393
0.280
137 0.311
255 0.064
0.721
0.454
0.720
0.454
111 0.162
29 0.181
137 0.133
0.600
0.545
0.542
0.600
0.548
0.543
54
7
raz. ver.= -1686.019
sign.= 0.004
hasta 19 años 88 0.123
20-29 234 0.137
60-69 48 0.118
30-39 106 0.094
0.517
0.516
0.408
0.393
0.516
0.513
0.412
0.395
tipo 4 16 0.203
tipo 1 287 0.140
tipo 2 255 0.129
tipo 0 62 0.118
tipo 3 114 0.105
0.763
0.520
0.523
0.458
0.407
0.767
0.524
0.524
0.436
0.409
medios 224 0.129
primarios 387 0.124
superiores 19 0.083
ninguno 123 0.164
0.588
0.478
0.430
0.410
0.584
0.480
0.429
0.412
0.162
0.147
0.133
0.135
0.068
0.519
0.594
0.464
0.448
0.476
0.559
0.530
0.506
0.492
0.412
átona 508 0.143
tónica 245 0.108
0.544
0.431
-----
hombres 526 0.132
mujeres 227 0.123
0.511
0.477
-----
medial 413 0.176
inicial 340 0.098
0.601
0.431
-----
rango= 0.205
ocupación
rango= 0.358
8
estudios
raz. ver.= -1679.454
sign.= 0.007
rango= 0.172
9
vocal siguiente
raz. ver.= -1674.169
sign.= 0.035
*
*
*
vocal i
vocal e
vocal a
vocal o
vocal u
195
167
156
157
78
rango= 0.147
tonicidad
sexo
posición
Input= 0.073; razón de verosimilitud= -1674.169; significación= 0.035
Por fin, el modelo propio de las soluciones laríngeas presenta numerosas
connivencias con los anteriores en lo que toca a la lista de variables pertinentes. Es, sin
embargo, un modelo más rico o complejo, pues da por buenos nueve grupos de factores,
en el siguiente orden de importancia: la zona dialectal preestratificatoria; el contexto
previo; el nivel sociocultural de los informantes; el grado de conocimiento de una lengua
55
indígena; el ser hablante de una lengua indígena; la edad; la ocupación; el grado de
estudios alcanzados; y la vocal posterior. Como se ve, se trata una vez más de un modelo
en el que predominan los aspectos de naturaleza social.
Conviene ahora referirse al papel de las variables en la distribución de /x/ de
manera transversal, pues existen comportamientos complementarios y patrones
recurrentes en cuanto al poder explicativo o no de algunos de los grupos de factores, al
tiempo que hay también diferentes hechos no fáciles de explicar y que hubieran sugerido
una reestructuración de algunas variables, tarea que excede los límites y posibilidades de
este trabajo, que sólo pretende ser un primer acercamiento al problema.
(i) La variable independiente más importante en el conjunto de la variación de /x/
es, sin duda, la zona dialectal preestratificatoria. No sólo aparece en los tres
modelos respectivos para velares, faríngeas y laríngeas, sino que siempre ocupa el
primer lugar en la jerarquía de factores seleccionados. Una de las motivaciones
fundamentales, como se comentaba supra, era averiguar la funcionalidad del
modelo geográfico postestratificatorio, ya puesto a prueba con datos relativos a
/ʝ/, /t͡ʃ/ y /s/, para los que también resultó altamente significativa. Debe observarse
que el estatus analítico es muy diferente al de tres zonas dialectales que se
propone
más
abajo
dentro
de
este
mismo
trabajo.
La
zonificación
preestratificatoria es una mixtura entre sectores geográficos y un conocimiento
general de la forma en que se distribuye la diversidad dialectal del español de
México, de manera que, una vez constituida en variable, se pone a prueba como
parte de un modelo estadístico general. La zonificación entres zonas (infra) se
propone específicamente para /x/ y es inductiva, de modo que ordena los datos
considerados a partir de cinco argumentos que se expondrán más adelante.
Volviendo ahora a las zonas preestratificatorias, las variantes velares son
favorecidas por el centro-oeste, el noroeste, el noreste y el centro-este, y no son
favorecidas por el sureste. Las formas faríngeas, por su parte, son seleccionadas
en especial por el sureste, el noreste y el noroeste (es decir, por la periferia), pero
obtienen probabilidades inferiores a 0.500 en las áreas centrales, sea la oriental o
56
la occidental. Los alófonos laríngeos, por fin, son muy favorecidos por el sureste
del país (0.899) y ligeramente por el centro-este, pero no por el centro-oeste, el
noroeste y el noreste. Parece bastante claro que el sureste del país es la región más
diferenciada con respecto a la variación de /x/ —realidad recurrente ya verificada
con respecto a otras variables lingüísticas, sugiriendo una separación dialectal de
orden mayor a la que existe entre otras regiones del país.
(ii) El segundo factor de mayor importancia global es el contexto previo a la
presencia de /x/; el grupo de factores aparece en los respectivos modelos de cada
una de las tres variantes, siempre en la segunda posición jerárquica. La presencia
de una consonante previa, como en San Juan (mapa 374) favorece fuertemente la
aparición de formas velares (0.754); de hecho, es también el factor que menos
propicia las soluciones faríngeas y laríngeas. Como ya se había mostrado supra,
en la tabla 6, el mapa de San Juan muestra las frecuencias relativas más altas de
velares (0.803, seguido a distancia por jabón, mapa 363, 0.692). Por otra parte, la
pausa previa, presente en varios de los mapas, parece tener un efecto parecido,
aunque más mitigado, pues favorece la variante velar y desfavorece las formas
más posteriores faríngeas o laríngeas, aunque con probabilidades más cercanas a
0.500 que la presencia de consonante. Son las vocales, en conjunto, las que más
promueven la presencia de formas posteriores. Para las velares, sólo la [a__]
otorga una contribución modesta22, mientras que [e__] y [o__] se muestran
desfavorecedoras. Prácticamente lo contrario ocurre con las variantes posteriores,
faríngeas o laríngeas, pues las vocales siempre muestran probabilidades que
sufragan su presencia.
(iii) El nivel sociocultural es el tercer elemento de importancia para caracterizar la
distribución global de /x/, pues aparece en los tres recuentos, siempre en la tercera
posición jerárquica. La cantidad de distinciones o factores, por otra parte, es
elevada, pues se distinguen ocho niveles diferentes; este hecho, asociado a la
aparición de órdenes no completamente regulares, o inesperados, en el
22
Cuestionable, en realidad, pues se trata de un solo caso.
57
comportamiento de la variable, y al desequilibrio en el tamaño de los datos (por
ejemplo, las personas “cultas” suman 266 datos entre las tres tablas, mientras que
las “analfabetas” aportan 1758 ejemplos), sugieren la conveniencia de reagrupar
la variable, de modo que se distingan menos niveles socioculturales. Dejando de
lado ahora esa posibilidad, y examinado simplemente las tendencias principales,
parece bastante claro que las primeras posiciones aparecen ocupadas por personas
evaluadas como de cierto nivel cultural en el caso de las variantes velares: los
rangos más altos están ocupados por “medio-alto”, “culto” y “medio”, mientras
que en los inferiores aparecen “medio-bajo”, “analfabeta” y “bajo”. La tendencia
parece básicamente la contraria en el caso de los alófonos faríngeos, pues son
promovidos en especial por las personas de nivel “bajo”, “analfabeta” y “mediobajo”, y desfavorecidas por las de grado “culto”, “medio-alto” y “semiculto”. Una
tendencia parecida, aunque quizá un poco menos clara, parece apuntarse en el
caso de las soluciones laríngeas, pues aunque tres de los cuatro grupos
favorecedores son de nivel “analfabeta”, “medio-bajo” y “semianalfabeta”, el
cuarto factor, y en realidad el primero de la lista es “semiculto”, aunque hay que
precisar que en este grupo sólo se documentaron 8 casos de variantes laríngeas (de
entre un total entre las tres tablas de sólo 50 casos). El patrón tampoco es
completamente claro en los cuatro factores que quedan por debajo de 0.500, pues
aparecen en ese rango “medio”, “bajo”, “culto” y “medio-alto”, si bien varios de
ellos con muy pocos casos. Esperando no caer en cierto reduccionismo analítico,
parece que puede decirse, en general y normalmente, que cuanto más elevada es la
atribución de nivel sociocultural en los informantes del Atlas, mayor es la
expectativa de documentar formas velares, mientras que cuanto más bajo es el
nivel, cabe mayor posibilidad de encontrar soluciones posteriores, sean faríngeas
o laríngeas.
(iv) Voy a situar como cuarto factor determinante en la distribución del conjunto
de los datos la edad, pues aunque ocupa el quinto lugar en la jerarquía de las
velares y en la de las faríngeas, y el sexto en la de las laríngeas, es el último grupo
58
de factores que tiene la particularidad de aparecer como significativo en los tres
modelos de regresión escalonada generados para cada una de las variantes
fónicas. Es interesante, desde luego, que sea la edad uno de los grupos de factores
de mayor importancia, dado lo que ello puede acarrear con respecto a los patrones
de vaiación y cambio aparente. Como en el caso del nivel sociocultural, el hecho
de que se hayan distinguido un número relativamente grande de variantes —siete
en el caso actual— diluye un poco el dibujo de los datos, sugiriendo la utilidad de
reagrupar y condensar los materiales. No obstante, es posible de nuevo esbozar las
principales tendencias apuntadas en el modelo variable. En líneas generales, los
grupos de edad más joven favorecen un poco más la aparición de variantes
velares. De hecho, los dos únicos factores que favorecen abiertamente su
aparición son el grupo de “hasta 19 años” (0.569) y el de “30-39” (0.523); y los
dos que menos favorecen el surgimiento de las formas más anteriores son los
factores “60-69” (0.461) y “70 en adelante” (0.450). El patrón es menos nítido en
lo que toca a las soluciones faríngeas, aunque puestos a decidir parecería tener
bastante sustento la conformación inversa: a la cabeza del favorecimiento se
encuentran los grupos de más edad, “60-69” y “70 en adelante”, y el grupo menos
favorecedor es “hasta 19 años”; varios de los grupos intermedios, sin embargo, no
se presentan en el orden que cabría esperar si los datos de variación por edad
estuvieran ordenados linealmente de modo pleno. Más confuso todavía es el
patrón propio de los alófonos laríngeos, aun cuando parece tender a mostrar, al
igual que las variantes faríngeas, favorecimiento por parte de las personas de más
edad y desfavorecimiento de los más jóvenes. En ese sentido, los tramos más
propiciadores de velares son “50-59”, “70 en adelante” y “40-49”, y el grupo
menos favorecedor “30-39”. De todas maneras, subsisten varias dudas, pues “6069” es el menos favorecedor y el grupo más joven, de “hasta 19 años” queda en el
centro, favoreciendo incluso de modo ligero la aparición de variantes laríngeas.
En el segundo modelo sociolingüístico, que se presenta infra, referido a la zona
fronteriza, la variable de edad se reestructuró en tres grupos.
59
Habría que considerar ahora un segundo grupo de variables que resultaron
significativas sólo en alguno de los tres modelos estadísticos.
(v) El grado de conocimiento de una lengua indígena se instala en el sexto lugar
significativo para las velares, no es significativo para las faríngeas y es el cuarto
significativo para las laríngeas. En lo referente a las variantes velares, éstas se ven
tanto más favorecidas cuanto menor es el conocimiento, pues “poco”, que es el
único factor que promueve comparativamente las soluciones velares, recibe un
0.603 de probabilidad, “mediano” un 0.463, y “bueno” un 0.364. En las
soluciones llamadas faríngeas, el grado de conocimiento es, de hecho, la menos
significativa de todas la variables; incluso las diferencias en la probabilidad de un
nivel son relativamente pequeñas, y aún menores son las discrepancias en cuanto
a las frecuencia relativas. El grupo de factores, sin embargo, vuelve a ser
significativo cuando se trata de las variantes laríngeas, ofreciendo una especie de
imagen en espejo respecto de aquéllas, pues las soluciones más posteriores son
favorecidas cuando el conocimiento es “bueno” (0.532) y no cuando es
“mediano” (0.392) o “poco” (0.280). Ciertamente, habría que explorar mucho más
despacio qué es lo que significan en realidad estos datos, al igual que los
referentes a la siguiente variable que se va a comentar, el hecho de ser hablante
de una lengua indígena, variable obviamente relacionada con ésta. Dado que,
como se comentó supra, los bilingües incluidos en la muestra lo son de al menos
trece lenguas diferentes, sería delicado atribuir a la idea general de contacto la
predisposición a las soluciones laríngeas. Una posibilidad específica que me
parece que habría que explorar en más detalle es la que afecta a los hablantes de
maya yucateco y a la presencia de correlaciones significativas de laríngeas en el
sureste del país. Como se expondía más arriba, 162 de los 450 datos procedentes
de bilingües proceden de hablantes de maya, que además son los que muestran
una mayor concentración geográfica; es decir, más de un tercio de los datos. Dada
la pertinencia en el español del área de las soluciones laríngeas en la misma zona
de presencia de estos hablantes, podría existir cierto correlato entre esta variable
60
del grado de conocimiento y el hecho de ser hablante de una lengua indígena con
la selección de las formas laríngeas como hecho subsidiario a la significatividad
geolingüística de la zona dialectal23. El grado de conocimiento de la lengua, de
hecho, parece ser elevado entre los hablantes bilingües de maya incluidos en la
muestra: aproximadamente el 53% de ellos presentan un conocimiento “bueno”.
Por otra parte, los datos de conocimiento anotado como “bueno” en los
cuestionarios se reparten, aproximadamente, entre hablantes de maya (52%),
náhuatl (28%) y zapoteco (20%). Es decir, no sólo hay en especial bilingües de
maya en la muestra, en comparación con otras lenguas, sino que éstos se
encuentran localizados en una zona bastante determinada y además, debido a que
su conocimiento del maya es en muchos casos “bueno” aportan la mayor
proporción (de hecho más de la mitad de los casos) a esta categoría.
(vi) El hecho de ser hablante de una lengua indígena no es significativo para las
velares, pero representa el sexto lugar significativo en el caso de las variantes
faríngeas y el quinto en el modelo referente a los ejemplos laríngeos. De las doce
variables consideradas, el hecho de ser bilingüe queda en el décimo lugar en el
modelo de las variantes velares, por debajo del umbral establecido a partir de la
significatividad del cálculo logístico escalonado; en la probabilidad de un nivel,
de todos modos, “no” ser hablante de una lengua indígena favorecía ligeramente
las formas velares (0.507, frente a 0.404), aunque hay que decir que las
diferencias eran más abultadas en términos de frecuencia relativa (los “no”
bilingües alcanzan un 0.701 de f, por sólo un 0.487 de los “sí” bilingües). El grupo
de factores sí emergió como significativo para los ejemplos faríngeos, de modo
que los “no” bilingües favorecen ligeramente estas formas (0.519, frente a 0.414).
Por fin, los “sí” bilingües favorecen con claridad las variantes más posteriores, las
etiquetadas como laríngeas, que llegan a una probabilidad de 0.720, frente al
0.454 de los “no” bilingües. Mi interpretación, como queda expresado a propósito
23
Es decir, no se propone, un principio, o no necesariamente, una relación genética entre los dos hechos,
sino que simplemente se trataría de la coincidencia de las dos dimensiones, la geolingüística y el
bilingüismo, en una misma región y en unos mismos datos.
61
de la variable anterior, es que probablemente el hecho es en realidad subisidiario
de la elevada presencia de bilingües de maya en la muestra, y en el peso que
conceden los hablantes del sureste del país a las soluciones laríngeas.
Ciertamente, el problema amerita más investigación de la que puede llevarse
ahora a cabo.
(vi) El nivel de estudios ocupa el cuarto lugar significativo en el modelo de las
variantes velares, no es significativo para las faríngeas, y resulta en el octavo
lugar, pero todavía significativo, para las laríngeas. Aun aceptando esta
significatividad, el patrón emergente no es fácil de interpretar. Si nos fijamos en
las variantes velares, resulta que quienes más las favorecen son las personas con
estudios “superiores”, pero resulta que van seguidos por las personas con
“ningún” estudio y por las de estudios “primarios”, y sólo no favorecen las de
estudios “medios”. En cuanto a las formas faríngeas, para las que el factor no fue
significativo, muestran a la cabeza a los de estudios “medios” en la probabilidad
de un nivel y hasta el final a los de estudios superiores. Por fin, las laríngeas sólo
son favorecidas por las personas de estudios “medios” y no favorecidas por las de
los demás grupos de estudios. En mi opinión, pueden estar ocurriendo dos cosas:
por un lado, que el grupo de factores se traslapa en parte con el de nivel
sociocultural, al que seguramente cabe conceder un mayor valor dado que
procede de una evaluación global por parte de los encuestadores. Por otro lado, y
puede ser más importante, es posible que el grado de estudios deba verse a la luz o
dentro de cada una de las zonas dialectales propuestas, más que a nivel general, si
consideramos el bajo papel que desempeña en cuanto a significatividad, y que de
alguna manera los datos de una zona estén neutralizando los de otra, al ver todos
los hechos juntos. Por fin, un comentario adicional tiene que ver con que los datos
de frecuencia relativa sugieren que quizá habría que reestructurar la variable de
algún modo que captara mejor los hechos. Si nos fijamos nada más en las
frecuencias, pensando nada más en la descripción de los datos producidos y no en
el aspecto de un modelo inferencial, resulta que las personas con estudios
62
superiores realizaron un porcentaje importante de velares (0.719, es decir, 71.9%),
las de estudios medios y primarios quedan en un escalón intermedio (0.621 y
0.649) y las personas sin estudio al final (0.578); las variantes faríngeas muestran
porcentajes ligeramente superiores al 20% en todos los grupos, menos en el de
estudios “superiores”, que no alcanza, aunque por poco, esta cota; y las variantes
laríngeas fueron ejecutadas sobre todo por personas con “ningún” estudio (0.164),
medianamente por los grupos de instrucción intermedios (0.124 los de estudios
“primarios” y 0.129 los de estudios “medios”) y muy poco por las personas con
estudios “superiores” (0.083). Es decir, la perspectiva podría reducirse a estas
afirmaciones: las diferencias entre grupos de estudios, vistas al menos a nivel
global, no son muy grandes, y en consecuencia pasan a duras penas el umbral del
modelo inferencial, y a veces ni siquiera lo pasan, ofreciendo además una imagen
confusa. Si nos fijamos exclusivamente en la descripción de los datos, y
aceptando su dudosa significatividad, puede decirse, en líneas muy generales, que
cuantos más estudios se tienen más velares se producen, y cuantos menos
estudios, más se realizan soluciones posteriores.
(viii) Aunque la ocupación del informante no es significativa para las variantes
velares, queda en el cuarto lugar significativo para las faríngeas y en el séptimo
para las laríngeas. No es extraño, por otra parte, que las variables referidas a la
ocupación susciten algunas dudas, empezando por la forma en que lleva a cabo la
distribución de las variantes o factores. No extraña que el factor no haya sido
significativo para las velares, pues las diferencias tanto en frecuencias como en
probabilidades de un nivel son realmente pequeñas; llama la atención, con todo,
que el “tipo 4” alcance la mayor probabilidad y la segunda mayor frecuencia. Los
datos distan de ser obvios, de todas formas, en lo que se refiere a las faríngeas,
pues se constata en “tipo 3” como el más favorecedor y el “tipo 4” como el que
menos; en términos de frecuencia, por otra parte, las ocupaciones de los tipos 0 a
3 muestran diferencias muy pequeñas, y sólo queda ostensiblemente alejado de
ellas el “tipo 4”. Por fin, las laríngeas son especialmente favorecidas precisamente
63
por el “tipo 4”, y también son favorecedores, aunque en un menor nivel, por los
tipos 1 y 2. En conjunto, los datos no muestran ningún patrón muy evidente, y
parece necesario reconsiderar el papel del grupo de factores e incluso cuestionar
la utilidad de incluirlo en un posible modelo de los datos de /x/, cuando menos en
su conformación actual.
(ix) El papel de la vocal siguiente tiene un papel modesto, pero todavía
significativo en el modelo de las velares, ocupando el séptimo lugar en la
jerarquía; no resulta significativo para las formas faríngeas y queda en el último
lugar significativo para las soluciones laríngeas. Puede decirse, en principio, que
las vocales no altas, es decir, [__a], [__e] y [__o] favorecen la aparición de
formas velares. El patrón para las variantes faríngeas es exactamente el contrario,
pero ya se ha dicho que no supera el umbral de significatividad. Por fin, [__i],
[__e] y [__a] favorecen ligeramente el surgimiento de variantes laríngeas,
mientras que [__o] y [__u] no. El patrón emergente, en cualquier caso, sorprende
un poco, pues la expectativa era, en cualquier caso, que el
LUGAR
de la vocal
estuviera asociado de alguna manera al de la consonante. En ese sentido, llama la
atención que para las velares el eje pertinente no es el antero-posterior, sino el de
altura (por cierto, que incluso en términos de apertura sucede lo contrario a lo
esperable), con las faríngeas el grupos de factores no es muy significativo, y con
las laríngeas sí termina siendo significativo el eje antero-posterior, sólo que al
contrario de lo esperado, pues son favorecidas por las vocales más anteriores.
Por fin, hay tres variables que no resultaron nunca significativas para ninguno de
los tres modelos estadísticos.
(x) El sexo es la única variable social que no resultó significativa para ninguna de
las variantes fónicas en el modelo sociolingüístico de los datos globales. Ocupa un
noveno lugar con las formas velares y con las formas faríngeas, y el onceno en el
modelo de los casos laríngeos. El hecho en sí llama la atención, desde luego. En
términos de probabilidades de un nivel y de frecuencias, con todo, las mujeres
favorecen las soluciones velares ligeramente más que los hombres, quienes por su
64
parte producen unos pocos casos más de faríngeas y de laríngeas. El hecho en sí
se muestra conforme a lo esperado (que las mujeres produzcan se encuentren más
cerca del estándar), pero las diferencias son realmente pequeñas.
(xi) La tonicidad de la sílaba, por su parte, queda en el lugar onceno con las
velares y con las faríngeas y en el décimo con las laríngeas. Las sílabas tónicas se
mostraron ligeramente más asociadas a las variantes velares y a las faríngeas,
mientras que las átonas son un poco más frecuentes cuando aparecen soluciones
laríngeas. El hecho es también coherente con lo esperado (que las sílabas tónicas
estén más asociadas a las variantes más intensas), pero de nuevo hay que insistir
en su carácter no significativo, en términos estadísticos.
(xii) No sólo nunca fue significativa la posición como variable explicativa, sino
que incluso ocupa el último lugar en el caso de las variantes velares, el décimo
con las faríngeas y de nuevo el último con las laríngeas. La posición inicial
favoreció levemente la aparición de alófonos velares, y la medial la de alófonos
faríngeos y laríngeos. El dato corresponde de nuevo a lo esperado, en la medida
en que cabe pensar en una mayor concentración de energía en inicio que en
posición intermedia, pero una vez más el hecho no es significativo.
La disposición general del modelo queda, por tanto, con cuatro variables muy
importantes (zona preestratificatoria, contexto previo, nivel sociocultural y edad), cinco
variables de importancia media (grado de conocimiento de una lengua indígena, ser
hablante de una lengua indígena, estudios, ocupación y vocal siguiente) y tres variables
desalojadas de toda importancia (sexo, tonicidad de la sílaba y posición en la palabra).
HACIA UN MODELO GEOLECTAL DE TRES ZONAS
En este apartado se explora en más detalle la propuesta, sugerida antes durante el examen
de los diez cortes en los mapas que proyectan la variación de /x/, de establecer tres
grandes zonas desde los puntos de vista geográfico y variable. Estas tres grandes zonas
serían: a) la sección posteriorizadora, asociada a los rangos bajos en la escala derivada
del índice de
LUGAR
articulatorio; b) la sección intermedia o fronteriza, propia de los
65
rangos intermedios; c) el área velarizadora, que es la más conservadora y apegada al
estándar nacional y la que presenta cotas más elevadas en la escala de rangos.
Ya se ha comentado, por una parte, la tendencia a que los últimos rangos
acumulen progresivamente una gran cantidad de puntos de encuesta. La tabla 11 permite
considerar este aspecto en mayor detalle.
Tabla 11. Frecuencia absoluta y frecuencia absoluta acumulativa de puntos de encuesta
por rangos en el índice de LUGAR. N= 193
rango
F
F acumulativa
1
7
7
2
12
19
3
12
31
4
11
42
5
12
54
6
10
64
7
10
74
8
20
94
9
26
120
10
73
193
Es decir, mientras el primer rango apenas suma siete lugares, y los rangos 2 a 7
oscilan entre 10 y 12 puntos en cada corte, de modo que para el rango séptimo apenas se
han acumulado 74 localidades, los últimos tres rangos, de carácter mucho más
velarizador, pasan a referirse a 20, 26 y 73 puntos de encuesta. Esta asimetría en la
concentración de puntos según rangos queda claramente establecida en la figura 16, que
proyecta la frecuencia acumulativa.
66
250
200
150
100
50
0
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
Figura 16. Frecuencia absoluta acumulativa de puntos por rangos
Mientras que la línea progresa con una pendiente prácticamente uniforme entre
los rangos 1 a 7, los tres últimos rangos, y especialmente el último de todos, muestran una
pendiente mucho más inclinada. Este hecho sugiere que no nos encontramos ante una
distribución más o menos equilibrada, sino que hay una tendencia notoria en el país hacia
el predominio de las soluciones velarizadoras. Antes de observar la consecuencia de este
hecho sobre la proyección de los datos en lo que podría llamarse la geografía aparente del
proceso de cambio y variación, conviene establecer plenamente la hipótesis de tres zonas.
Los argumentos principales son cinco (ya se ha hecho referencia a los tres
primeros): a) la posibilidad de establecer una distribución más o menos equitativa
equitativa de los rangos de
LUGAR
(1 a 3; 4 a 7; 8 a 10); b) los patrones concentrado o
difuso de cada uno de esos tres grupos de rangos; c) la distribución de las tres variantes
consideradas en cada una de las tres áreas; d) el comportamiento de los llamados
hablantes
NORMS;
e) la distribución sociolingüística de las variantes en cada una de las
áreas.
El argumento a) es de carácter puramente cuantitativo, en la medida en que
sugiere una distribución equilibrada de los rangos. El argumento b), cualitativo y
geográfico, se desarrolla de inmediato, y a continuación los aspectos c) y d). Por fin, el
último argumento, e), se desarrolla parcialmente en el apartado siguiente, al establecer el
67
modelo multivariable de la variación sociolingüística en la zona fronteriza (que es en la
que se espera más variación por su carácter más difuso.
En cuanto a b), entonces, conviene parece conveniente dibujar los mapas que
concentran cada uno de los tres tramos que se están proponiendo, empezando por las
áreas de carácter más posteriorizador.
Figura 17. Zona posteriorizadora (rangos 1 a 3)
Este mapa, que coincide con el presentado en la figura 8, incluye todos los puntos
que obtienen puntuaciones de lugar que quedan entre los rangos 1 a 3. No parece
excesivo decir que se trata de áreas bastante concentradas, enumerables con relativa
facilidad. Tenemos dos subáreas principales, la costa del Golfo y la costa del Pacífico. La
primera se extiende desde la parte norte de la Península de Yucatán, deslizándose desde
68
el estado de Yucatán y extendiéndose progresivamente por Campeche, Tabasco y el sur
del estado de Veracruz; sólo un punto de Quintana Roo queda relativamente alejado del
área de concentración de esta subzona. En cuanto a la segunda subzona, queda conectada
con esta primera a través del istmo de Tehuantepec, y se subdivide luego en tres áreas
discontinuas: la más meridional, que vincula la costa de Chiapas con el sureste del estado
de Oaxaca; la costa norte, o noroeste, del estado de Guerrero; y la península de Baja
California, donde la densidad de los puntos de encuesta es menor.
Si la distribución de los rangos bajos o posteriorizadores es relativamente
concentrada, la plasmación geográfica de los rangos intermedios 4 a 7 es, a mi juicio,
mucho más difusa, tal como se plasma en el mapa siguiente.
Figura 18. Zona fronteriza (rangos 4 a 7)
69
Los rangos intermedios, en contraste con los más bajos (y también en contraste
con los más altos, como se verá en seguida), muestran una distribución geográfica mucho
más difusa; esto, ciertamente, es una cuestión de grado. Es verdad que la mayoría de los
puntos quedan distribuidos dentro de dos subzonas: una principal, que ocupa una franja
distribuida en la dirección norte-sur, en el centro del país (con un punto aislado en
Quintana Roo), y una secundaria, en el noroeste extremo, establecida a través de la
presencia de varios puntos en el noroeste de Sonora y de uno más en Baja California.
Pero también es verdad que en realidad se muestran numerosas discontinuidades, en
especial dentro del área principal. Habría que hablar, de hecho, de comarcas fronterizas,
más que de grandes regiones: el interior de Chiapas, el oeste de la costa oaxaqueña y el
sureste de la de Guerrero, parte de la costa central y norte de Veracruz, etc. En general,
podría hablarse para esta colección de puntos de una zona de transición, en el sentido
tradicional, entre las áreas posteriorizadoras y las áreas velarizadoras. Sin embargo, el
carácter relativamente difuso de la distribución de estos puntos, y el relativo traslape con
puntos de las áreas más concentradas en algunas de las comarcas, sugiere que el término
de zona difusa es más apropiado para referirse a los rangos intermedios, por lo menos
mientras se dispone de mayor información sobre el modelo variable (por ejemplo, el
papel del tamaño e importancia de los núcleos poblaciones y las redes comerciales y de
comunicación en que se agrupan, tanto en la época de recolección de los datos del Atlas
como ahora). Esta zona intermedia es fronteriza en el sentido estrictamente geográfico
sólo en parte, debido al grado relativo de traslape de que se ha hablado. Es fronteriza, en
cambio, desde el punto de vista variable, pues si las zonas de rangos bajos y altos
muestran datos más concentrados, no presentarán datos tan variables en cuanto a la
distirbución interna en cada una de las localidades, sino datos mucho más estables. Es
decir, la hipótesis es que el patrón sociolingüístico será mucho más rico en esta zona
intermedia, correspondiendo a algo parecido a un cambio en curso, aunque proyectado
ahora en en términos estrictos de tiempo aparente, sino de geografía aparente.
Veamos ahora la distribución de los rangos más elevados o velarizadores.
70
Figura 19. Zona velarizadora (rangos 8 a 10)
Me parece que es bastante claro que los rangos altos o velarizadores generan un
patrón concentrado, no difuso, fácilmente acotable y describible incluso por medio de
isoglosas, por lo menos en sus partes más nucleares. La concentración velarizadora es
extraordinariamente densa en el centro del país, tanto en el centro-este como en el centrooeste, y se extiende luego a través de diferentes corredores por los diferentes estados
meridionales, tanto los intermedios como los extremos, alcanzando el sur de Tamaulipas,
franjas en Nuevo León, Coahuila y Chihuahua, así como extendiéndose a lo largo de la
costa de Sinaloa y del sur del estado de Sonora. Existen también otras ramificaciones en
algunos estados del sur, apareciendo la velarización clara en puntos del interior de
Chiapas, Oaxaca y Guerrero. Obsérvese también que aunque se dan numerosos traslapes
con los puntos asignados a la llamada zona intermedia o fronteriza, de modo que puede
71
haber oscilaciones entre puntos relativamente cercanos, en especial en las áreas
periféricas con respecto al centro del área velarizadora, no existen traslapes con las áreas
posteriorizadoras, que como distribución también concentrada, se muestran claramente
acotadas.
Parece bastante claro, entonces, que la existencia de dos regiones extremas
concentradas y de una intermedia difusa (tanto en el sentido geográfico como en el
sociolingüístico) resulta ser un argumento de peso de cara a la partición propuesta en tres
grupos de rangos. El argumento c) tiene que ver con la forma en que se distribuyen las
diferentes variantes en cada una de estas tres zonas geográfico-variables. En la tabla 12 se
muestran las frecuencias absolutas y relativas de variantes, y en la figura 20 se proyectan
estos mismos datos.
Tabla 12. Totales de variantes según zonas. N= 5929
zonas
variantes
posteriorizadora (949 datos)
velares
78 0.082
faríngeas
334 0.352
laríngeas
532 0.561
otras
fronteriza (1322 datos)
velarizadora (3658 datos)
F
f
5 0.005
velares
498 0.377
faríngeas
619 0.468
laríngeas
193 0.146
otras
12 0.009
velares
3198 0.874
faríngeas
410 0.112
laríngeas
28 0.008
otras
22 0.006
En la zona posteriorizadora, la variante más común, que aparece en más de la
mitad de los casos (0.561), es la posterior; algo más de uno de cada tres son de soluciones
72
faríngeas (0.352), y por fin las variantes velares surgen menos de una de cada diez veces
(0.082). La variante predominante en la zona fronteriza es precisamente la intermedia con
respecto al
LUGAR,
la faríngea (0.468), seguida por la velar (0.377) y en último término
por la laríngea (0.146); en todo caso, es la región en que, comparativamente, las variantes
se muestran más equitativamente. Por fin en el área velarizadora, casi nueve de cada diez
casos (0.874) son ejemplos velares, poco más de uno de cada diez resultan ser faríngeas
(0.112), y los datos laríngeos son simplemente residuales (0.008). Igual valor residual y
no caracterizador tienen los ejemplos que quedan fuera de estas tres categorías
principales en las tres zonas dialectales.
1.000
0.900
0.800
0.700
0.600
0.500
0.400
0.300
0.200
0.100
0.000
posteriorización
velares
frontera
faríngeas
velarización
laríngeas
otras
Figura 20. Distribución de variantes según zonas dialectales por frecuencias relativas
La figura 20 confirma gráficamente lo que se acaba de comentar. El hecho más
notable es la línea ascendente que constituyen las soluciones velares cuando se lee la
gráfica de izquierda a derecha, en contraste con las variantes laríngeas, que precisamente
adoptan un camino claramente descendente a través de las sucesivas zonas
posteriorizadora, fronteriza y velarizadora. En cuanto a las formas faríngeas, ascienden
ligeramente en el tránsito de la zona posteriorizante a la fronteriza, y luego descienden
claramente al llegar a la conentración velarizadora.
73
La figura siguiente es un intento por plasmar en una sola gráfica mucho de lo
dicho hasta ahora.
y = 0.0102x - 0.598
1.500
2
R = 0.9109
1.000
Zona fronteriza
0.500
Zona velarizadora
-0.500
Zona posteriorizadora
-1.000
Figura 21. Distribución de puntos según índice de LUGAR, distinción de zonas según
rangos y línea de tendencia lineal (variación fónica en geografía aparente)
El trazo de la figura 21 proyecta la puntuación alcanzada en el índice de
LUGAR
para cada uno de los 193 puntos del Atlas, una vez que se han ordenado en una lista
jerárquica que va de menos a más; como se recordará, los valores extremos que puede
alcanzar el índice son -1 (que nunca se alcanza) y 1. Como puede observarse, leída de
izquierda a derecha, la proyección adopta una forma semejante a la de una curva en “S”.
Las flechas, por su parte, señalan los puntos, o tramos de la curva, que quedan dentro de
cada una de las tres zonas postuladas a través de los argumentos que se vienen
desarrollando, de manera que la zona posteriorizadora ocupa la parte baja o arranque de
la curva en “S”, la fronteriza el tramo medio, o de ascenso rápido, y la velarizadora toda
la parte superior, que afecta al mayor número de puntos, incluida la cornisa final de la
“S”, que alcanza el valor de 1, es decir, plenamente velarizadora (quizá podría haberse
180
127
121
115
88
111
84
64
35
57
158
98
130
55
176
58
54
19
51
28
157
70
172
52
95
29
96
152
83
94
92
145
109
60
69
187
122
184
2
16
37
141
12
191
192
5
82
7
20
0.000
74
discutido la posibilidad de una cuarta zona, una que no presentara ningún grado de
variación). De hacerle caso a la ecuación de tendencia lineal, la R2 presenta un valor muy
alto, de 0.9109, lo que vendría a significar que un 91% de la variación queda descrita a
través de la curva del índice de LUGAR.
Quizá el principal atractivo de la proyección sea precisamente el mostrar una
curva en forma de “S” como resultado de resumen o síntesis del comportamiento de todos
los datos. Si se tratara de una proyección del tiempo aparente, situando a las personas de
más edad a la zquierda, y a los más jóvenes a la derecha, podríamos decir que estamos
viendo un proceso de cambio lingüístico en curso. Lo que tenemos aquí, sin embargo, es
una proyección de geografía aparente, donde los diferentes puntos han sido reorganizados
no según el lugar que ocupan en la geografía mexicana, sino con respecto a su posición
jerárquica en el índice de
LUGAR.
Ya hemos visto antes, a través de los mapas, cómo de
todas formas pueden decirse en realidad bastantes cosas acerca de la ubicación geográfica
de los puntos, una vez que se han ido considerando por los tramos en que la escala de
rangos segmenta el índice de
LUGAR.
Lo importante ahora es que, aunque no puede
establecerse que estemos viendo estrictamente la forma adoptada por un cambio en curso,
sí vemos el trayecto geográfico de difusión que podría seguir la distribución de las
variantes de /x/ en el caso de estar involucrada en un proceso de expansión (caso en el
que nos moveríamos de derecha a izquierda) o de estandarización (situación en la que el
traslado sería de izquierda a derecha), como no sería extraño documentar, tal como parece
ocurrir a propósito de otras variables de carácter sociolingüístico. Faltarían datos para
poder cerrar el razonamiento (por ejemplo, datos actuales que permitieran establecer otro
corte sincrónico), pero la consideración de los datos sociolingüísticos puede arrojar
algunas luces adicionales al problema (infra, en relación precisamente al argumento e)
para las zonas dialectales ahora defendidas).
Norms
Conviene ahora referirse al argumento d), que tiene que ver con la distribución de los
llamados hablantes
NORMS
tanto en el conjunto de los datos como sólo en la zona
75
fronteriza. Los hablantes NORM24 constituyen el prototipo de informante empleado por la
dialectología tradicional: hombres de edad avanzada con pocos estudios y poca movilidad
geográfica y social, de los que se espera que nos representen las soluciones más antiguas
y tradicionales de un dialecto. Tal estrategia ha sido criticada en repetidas ocasiones, en
la medida en que nos ofrece una imagen distorsionada de las hablas de un lugar y en que
corta las alas de la variación presente a través de diferentes dimensiones sociales en un
lugar dado. De hecho, una de las principales novedades del Atlas Lingüístico de México
fue el empleo de una gran variedad social en cuanto a sus informantes. Podría en ese
sentido parecer contradictorio acotar en este apartado tal riqueza, pero el propósito es, por
un lado, tener precisamente el registro típico de la tradición dialectológica y, por otro,
disponer de una unidad de comparación más controlada para intentar ver si existen
diferencias marcadas entre la llamada zona fronteriza (en la que se está esperando mayor
variación) y el conjunto de los datos.
En ese sentido, la base de datos ahora trazada por medio de la consideración de
diez mapas incluye 5929 datos, de los cuales 4045 son de hombres. Tomando ahora sólo
en cuenta los ejemplos procedentes de hombres de 60 o más años y de nivel sociocultural
caracterizado como analfabeta o semianalfabeta, se suman 335 ejemplos en la base de
datos manejada ahora25. En cuanto a la llamada zona fronteriza, incluye un total de 1322
datos, de los cuales 898 son de hombres. Una vez efectuada la misma acotación en
referencia a la edad y el nivel sociocultural26, los datos pertinentes para esta comparación
son sólo 77. Se ha supuesto poca movilidad para todos los informantes que forman parte
de esta acotación. El resumen de resultados puede verse en la tabla 13 y en la figura 22.
24
“Quizá el rasgo más característico compartido por todos los grandes proyectos de geografía lingüística
sea el tipo de informante seleccionado. Independientemente de la diversidad de culturas, de las disrepancias
socioeconómicas y de la variedad topográfica, la mayoría de los informantes ha sido en todos los casos
constituida por varones rurales, mayores y sedentarios. A falta de un término establecido para caracterizar
a esta población, nos referiremos a ellos [...] como NORMs (nonmobile, older, rural males), acrónimo basado
en la descripción dada” (Chambers y Trudgill 1994, pp. 56-57). Aquí, de todas maneras, se ha variado
parcialmente esta definición, en la medida en que es posible acceder a la base de datos del Atlas Lingüístico
de México, teniendo en cuenta a hombres mayores sin estudios.
25
Quedan fuera un par de casos adscritos a las “otras” soluciones, distintas a las formas velares, velofaríngeas o faríngeas.
26
Y dejando igualmente fuera un ejemplo de “otra” solución.
76
Tabla 13. Distribución de las variantes de /x/ entre los hablantes NORM totales y los de la
zona fronteriza
velares
F
NORMS
NORMS
total (335 casos)
frontera (77 casos)
f
faríngeas
laríngeas
F
F
f
f
171 0.510 107 0.319 57 0.170
20
0.260
42
0.545 15 0.195
Salta a la vista que la principal diferencia entre uno y otro subgrupo radica en la
distribución de variantes velares y variantes faríngeas, pues los
NORMS
de todo el país
producen en frecuencia relativa el doble de casos que los NORMS fronterizos, mientras que
resultan tener un conjunto bastante menor de soluciones faríngeas. Las distancias en
cuanto a formas laríngeas son pequeñas, aunque hay proporcionalmente más casos entre
los miembros de la frontera variable.
0.700
0.600
0.500
0.400
0.300
0.200
0.100
0.000
velares
Norms total
faríngeas
Norms frontera
laríngeas
Total de datos
Figura 22. Distribución de hablantes NORMS en el total de los datos y en la frontera, en
comparación con la distribución del total de los datos
77
La figura muestra una diferencia evidente entre ambos grupos. Mientras que en el
total de los datos se advierte una disminución de materiales cuanto más posterior es la
solución, en la frontera los NORMS muestran un pico en las soluciones faríngeas; además,
la distancia entre la frecuencia relativa de formas velares y de formas laríngeas es
pequeña en el subgrupo intermedio.
Parece entonces que puede decirse que los datos procedentes de los
NORMS
sustentan el argumento d) relativo a las motivaciones para distinguir tres zonas dialectales
en la variación de /x/, y en especial la posibilidad de distinguir una zona intermedia. Una
segunda reflexión tiene que ver con el hecho mismo de considerar los materiales
procedentes de NORMS, pues la imagen que tienden a ofrecer es mucho más conservadora
o tradicional con respecto al conjunto de la población. De hecho, si se comparan los datos
con la línea que ofrece el resumen general de todos los casos27, puede observarse cómo la
concentración de datos velares es sensiblemente mayor, mientras que los materiales
faríngeos y laríngeos son ostensiblemente menores; es decir, el conjunto de los datos
ofrece una perspectiva mucho más cercano a lo que parece ser la norma o estándar del
español de México.
SEGUNDO MODELO SOCIOLINGÜÍSTICO: LA ZONA VARIABLE FRONTERIZA
Se desarrollan en este apartado varios aspectos pertinentes para la discusión del
argumento e) relativo al trazado de varias zonas dialectales para /x/. La zona fronteriza se
caracteriza por exponer, presumiblemente, las mayores tasas de variación interna en cada
uno de sus puntos. Si las áreas de velarización y de posteriorización pueden caracterizarse
como focalizadas, tanto en términos fónicos como geográficos, los puntos fronterizos
corresponden a una dimensión difusa en el espacio físico y sonoro, por usar los términos
clásicos de Le Page (1978), sin que pueda establecerse con facilidad el área geográfica
determinada que corresponde a esta frontera variable. Es decir, si parece sencillo trazar
27
Tal como aparecían en la tabla 5, con la pequeña corrección ahora, al calcular las frecuencias relativas, de
haber retirado los 39 ejemplos de “otros” casos, lo cual otorga un total de 5890 ejemplos, y unas f de 0.641,
0.231 y y 0.128, respectivamente, para las variantes velares, faríngeas y laríngeas.
78
sendas isoglosas que engloben las áreas focalizadas, resultaría forzado, en mi opinión,
tratar de caracterizar una región espacial determinada como área fronteriza. Se trata de
una frontera en el sentido variabilista, no en el sentido dialectológico tradicional. La
realidad inestable propia de las secciones difusas, asociada a los momentos expansivos de
un cambio lingüístico queda proyectada, como se ha visto, en la parte más inclinada de la
curva en forma de “S” perfilada en la figura 21. Todos estos hechos sugieren la
conveniencia de elaborar un modelo sociolingüístico multivariable detallado que se
refiera exclusivamente a las características de esta región variable intermedia. Se ha
empleado, de todos modos, un conjunto de variables independientes un poco más
restringido que en el modelo general expuesto supra, tanto en el número total de variables
como en la organización interna de ellas, pues se han reagrupado algunos de los factores.
De hecho, las dos que quedan de entrada fuera son el hecho de ser hablante de una
lengua indígena y el grado de conocimiento de la lengua indígena, en la medida en que
parecen asociadas o derivadas de un hecho geográfico principal. También se ha
reestructurado la variable edad, reducida ahora sólo tres grupos. La tabla 14 recuerda los
totales por variante en la zona fronteriza, y las tablas 15, 16 y 17 los datos de los modelos
estadísticos para cada una de las variantes, siguiendo el mismo tipo de presentación
empleado supra en el modelo global de datos.
Tabla 14. Totales en la zona fronteriza (sólo las variantes principales). N= 1211
variantes
F
f
velares
444
0.367
faríngeas
584
0.482
laríngeas
183
0.151
Aunque las variantes intermedias, etiquetadas aquí como faríngeas, son las que
claramente predominan en la llamada zona fronteriza (f= 0.482), no llegan a ser tan
predominantes como lo son las faríngeas en la zona posteriorizadora (que llegan a una f
de 0.561) y especialmente las velares en la región velarizadora (0.874).
79
Tabla 15. Distribución sociolingüística de las variantes velares en la zona fronteriza
jerarquía
variable
F
f
P1 nivel P escal.
1
contexto previo
raz. ver.= -748.685
consonante 76 0.691 0.776 0.823
sign.= 0.000
pausa 252 0.417 0.459 0.565
vocal 116 0.234 0.481 0.340
rango= 0.483
2
zona preestratificatoria
raz. ver.= -734.329
centro-oeste 120 0.426 0.601 0.600
sign.= 0.000
centro-este 115 0.399 0.545 0.550
noreste 110 0.399 0.533 0.531
sureste 60 0.308 0.424 0.422
noroeste 39 0.229 0.300 0.300
rango= 0.300
3
edad
raz. ver.= -724.392
hasta 29 años 155 0.360 0.556 0.558
sign.= 0.000
de 30 a 49 años 216 0.419 0.538 0.537
de 50 años en adelante 73 0.275 0.342 0.340
rango= 0.218
4
nivel sociocultural
raz. ver.= -711.407
medio alto 34 0.507 0.760 0.775
sign.= 0.001
medio 97 0.393 0.629 0.634
culto 27 0.458 0.614 0.594
medio bajo 100 0.373 0.492 0.495
2 0.200 0.491 0.486
semiculto
bajo 13 0.325 0.482 0.477
analfabeta 125 0.344 0.404 0.401
semianalfabeta 46 0.293 0.374 0.366
rango= 0.409
5
estudios
raz. ver.= -700.824
ninguno 57 0.375 0.641 0.640
sign.= 0.000
superiores 43 0.623 0.600 0.592
primarios 218 0.366 0.554 0.549
medios 126 0.320 0.349 0.358
rango= 0.282
*
tonicidad
--átona 257 0.340 0.522
--tónica 187 0.411 0.464
*
posición
--inicial 329 0.459 0.606
--medial 115 0.232 0.349
*
sexo
--mujeres 148 0.378 0.524
--hombres 296 0.361 0.489
80
*
*
vocal siguiente
posterior
anterior
ocupación
tipo 2
tipo 3
tipo 1
tipo 0
tipo 4
292 0.403
152 0.313
0.503
0.495
-----
163
116
121
34
10
0.513
0.511
0.499
0.436
0.415
-----------
0.378
0.406
0.330
0.318
0.500
Input= 0.347; razón de verosimilitud= -700.824; significación= 0.000
El modelo propio de los alófonos velares es un poco más restringido que el
presentado antes para el conjunto de los datos, pues incluye sólo cinco grupos de factores
(por siete en el modelo global): se trata, en orden jerárquico, del contexto previo, la zona
dialectal preestratificatoria, la edad, el nivel sociocultural y los estudios alanzados. Eran
precisamente éstos los que aparecían entre los cinco primeros en el modelo global,
aunque no exactamente en el mismo orden. Las dos variables independientes que quedan
ahora fuera son el grado de conocimiento de una lengua indígena (no considerado) y la
vocal siguiente.
Tabla 16. Distribución sociolingüística de las variantes faríngeas en la zona fronteriza
jerarquía
variable
F
f
P1 nivel P escal.
1
zona preestratificatoria
raz. ver.= -804.050
noroeste 125 0.735 0.766 0.779
sign.= 0.000
noreste 141 0.511 0.557 0.548
centro-oeste 132 0.468 0.475 0.476
centro-este 122 0.424 0.426 0.412
sureste 64 0.328 0.316 0.328
rango= 0.451
2
contexto previo
raz. ver.= -789.362
vocal 261 0.526 0.514 0.549
sign.= 0.000
pausa 295 0.488 0.545 0.508
consonante 28 0.255 0.223 0.256
rango= 0.293
3
nivel sociocultural
raz. ver.= -781.255
bajo 24 0.600 0.595 0.609
sign.= 0.013
semianalfabeta 78 0.497 0.586 0.587
culto 32 0.542 0.518 0.582
analfabeta 176 0.485 0.539 0.519
81
*
*
*
*
*
*
*
medio bajo
medio
medio alto y semiculto
rango= 0.256
tonicidad
tónica
átona
vocal siguiente
posterior
anterior
ocupación
tipo 4
tipo 3
tipo 0
tipo 1
tipo 2
estudios
medios
ninguno
primarios
superiores
edad
de 50 años en adelante
de 30 a 49 años
hasta 29 años
sexo
mujeres
hombres
posición
medial
inicial
120 0.448
122 0.494
32 0.416
0.504
0.432
0.296
0.491
0.436
0.353
215 0.473
369 0.488
0.557
0.466
-----
345 0.476
239 0.492
0.524
0.464
-----
10
145
59
184
186
0.500
0.507
0.551
0.501
0.432
0.754
0.551
0.521
0.490
0.456
-----------
208
71
281
24
0.528
0.467
0.471
0.348
0.531
0.505
0.495
0.363
---------
131 0.494
233 0.452
220 0.510
0.547
0.488
0.486
-------
203 0.518
381 0.465
0.524
0.488
-----
261 0.527
323 0.451
0.556
0.461
-----
Input= 0.482; razón de verosimilitud= -781.255; significación= 0.013
El modelo de regresión lineal surgido para las variantes faríngeas en la zona
fornteriza es mucho más restringido que en el total de los datos. Mientras que la imagen
global sugería tener en cuenta la zona dialectal preestratificatoria, el contexto previo, el
nivel sociocultural, la ocupación, la edad y el ser hablante de una lengua indígena, ahora
se dispone de un modelo que sólo tiene en cuenta los tres primeros elementos de la lista
anterior: la zona dialectal preestratificatoria, el contexto previo y el nivel sociocultural.
82
Tabla 17. Distribución sociolingüística de las variantes laríngeas en la zona fronteriza
jerarquía
variable
F
f
P1 nivel P escal.
1
zona preestratificatoria
raz. ver.= -467.742
sureste 71 0.364 0.851 0.850
sign.= 0.000
centro-este 51 0.177 0.617 0.616
centro-oeste 30 0.106 0.389 0.390
noreste 25 0.091 0.378 0.379
6 0.035 0.223 0.223
noroeste
rango= 0.627
2
contexto previo
raz. ver.= -437.930
vocal 119 0.240 0.519 0.692
sign.= 0.000
pausa 58 0.096 0.497 0.384
6 0.055 0.432 0.260
consonante
rango= 0.432
3
estudios
raz. ver.= -424.254
medios 60 0.152 0.746 0.746
sign.= 0.000
primarios 97 0.163 0.417 0.418
ninguno 24 0.158 0.266 0.266
2 0.029 0.260 0.260
superiores
rango= 0.486
4
edad
raz. ver.= -416.327 de 50 años en adelante 61 0.230 0.689 0.688
sign.= 0.000
de 30 a 49 años 66 0.128 0.474 0.474
hasta 29 años 56 0.130 0.410 0.411
rango= 0.277
nivel sociocultural
5
raz. ver.= -405.719
analfabeta 62 0.171 0.637 0.635
sign.= 0.003
semianalfabeta 33 0.210 0.564 0.563
medio bajo 48 0.179 0.512 0.513
8 0.116 0.476 0.474
semiculto y culto
medio 28 0.113 0.405 0.406
3 0.075 0.375 0.375
bajo
1 0.015 0.119 0.120
medio alto
rango= 0.515
6
vocal siguiente
raz. ver.= -402.847
anterior 95 0.195 0.587 0.567
sign.= 0.017
posterior 88 0.121 0.441 0.455
rango= 0.112
7
sexo
raz. ver.= -400.703
hombres 142 0.173 0.549 0.549
sign.= 0.041
mujeres 41 0.105 0.398 0.398
rango= 0.151
8
ocupación
raz. ver.= -396.308
tipo 0 14 0.131 0.599 0.599
83
sign.= 0.036
*
*
tipo 2 82 0.190
tipo 1 62 0.169
tipos 3 y 4 25 0.082
rango= 0.242
posición
medial 119 0.240
inicial 64 0.089
tonicidad
átona 130 0.172
tónica 53 0.116
0.578
0.502
0.357
0.577
0.501
0.357
0.661
0.386
-----
0.537
0.439
-----
Input= 0.085; razón de verosimilitud= -396.308; significación= 0.036
En contraste con los modelos de velares y faríngeas, el modelo fronterizo para
laríngeas es casi tan rico como el modelo global. Quedan seleccionadas ocho variables,
en el siguiente orden: zona dalectal preestratificatoria, contexto previo, estudios, edad,
nivel sociocultural, vocal siguiente, sexo y ocupación. El modelo general se diferencia
por incluir las dos variables que ahora no se han considerado en el análisis (hablar una
lengua indígena o no, y el grado de conocimiento de esa lengua) y por dejar fuera el sexo,
que ahora, en la frontera, sí queda dentro de la representación logística. En cuanto al
orden jerárquico existen, de todos modos, numerosas semejanzas, en especial en los
rasgos altos.
Es decir, puede decirse en líneas generales que el modelo estadístico de la frontera
es un subconjunto del modelo expresado para los datos generales, por lo menos en lo
realtivo a los grupos de factores significativos. Si se piensa bien, esto tiene bastante
sentido, pues, por una parte, la frontera variable carece de la mayor homogeneidad
presente en los extremos posteriorizador y velarizador, así que es lógico que sea, hasta
cierto punto, una especie de modelo a escala de la variación mayor, en la medida en que
representa la parte media del proceso variable. De esa forma, tenemos una diversificación
geolingüística por zonas, tal como se ha venido defendiendo, al tiempo que un modelo
sociolingüístico que guarda, dentro de la presencia de cierto número de diferencias no
despreciable, una coherencia global general.
Debe considerarse ahora el papel específico de las variables independientes en el
modelo fronterizo. Como en el caso general, se reparten en tres grandes grupos: las
84
variables más importantes, que son significativas en todos los casos, las variables de peso
intermedio, significativas sólo para algunas de las variantes fónicas, y las variables que
nunca fueron significativas.
Entre las variables más importantes se cuentan las tres siguientes, que también
estuvieron entre las más importantes en el modelo global:
(i) La zona variable preestratificatoria. La zona geolectal peestablecida puede
considerarse de nuevo el grupo de factores más importante, al igual que había
ocurrido en el modelo global. No sólo aparece com significativa en el cálculo
escalonado de las tres variantes fónicas, sino que es la segunda en importancia
con las velares y la primera con las faríngeas y las laríngeas. Hay bastantes
semejanzas pero también algunas diferencias entre el modelo que emerge para la
zona fronteriza y el que había surgido para el total de los datos. Si en la suma de
los datos las variantes velares eran favorecidas por todas las subzonas, menos por
el sureste del país, ahora, en el modelo de la región intermedia, son favorecidas
sólo por el centro del país, tanto al oeste como al este, y por el noreste, y no son
favorecidas por el sureste y por el noroeste. Hay que tener en cuenta,
naturalmente, que se está considerando ahora sólo el subconjunto de localidades
que aparece en el mapa inscrito en la figura 18. Más grandes todavía son las
diferencias con respecto a las formas faríngeas. En el modelo global, las variantes
fónicas intermedias estaban especialmente asociadas al sureste y a las dos áreas
septentrionales. Ahora, aunque todos los puntos ubicados al norte siguen
favoreciendo su aparición, los que quedan enclavados en la zona sureste no sólo
dejan de figurar en el primer lugar de favorecimieto en cuanto a la aparición de
faríngeas, sino que incluso son los que menos favorecen. Es decir, aunque el
grupo de factores es igualmente importante como tal en los modelos global y
fronterizo, en este segundo modelo hay una redistribución o alteración bastante
llamativa de las variantes. Por fin, el modelo propio de las laríngeas, sin duda la
variante más marcada es, ahora sí, prácticamente idéntico. El sureste y el centroeste siguen siendo las regiones favorecedoras, en ese orden y con puntuaciones
85
muy semejantes a las del modelo global (con el sureste alcanzando ahora una
probabilidad de 0.850) y con el centro-oeste y las regiones norteñas no
favoreciendo la aparición de las variantes fónicas más atrasadas con respecto al
LUGAR
articulatorio.
(ii) El contexto previo constituye la segunda variable de importancia en el modelo
fronterizo, con lo que se produce una nueva coincidencia con respecto al modelo
general, en el que este grupo de factores puede también considerarse como el
segundo hecho más importante. En el modelo fronterizo ocupa el primer lugar
jerárquico para las velares y el segundo para las faríngeas y las laríngeas (se
recordará que en el modelo globla ocupaba siempre el segundo lugar de
importancia). El grupo de factores, además, se ha simplificado al considerar sólo a
la región fronteriza variables, pues sólo se distinguen los contextos
“preconsonántico”, “prevocálico” y “prepausal”. Así, las variantes velares son
claramente favorecidas por [C__], algo favorecidas por la pausa previa y desde
luego no favorecidas por [V__]; es básicamente lo mismo que ocurría en el
modelo global, aunque allí, al haber desglosado el material en tres vocales,
resultaba que [a__] estaba ligeramente a las soluciones velares de /x/. El paralelo
continúa en el caso de las soluciones faríngeas. En la frontera, las vocales
favorecen las formas intermedias, las pausas lo hacen ligeramente —aunque tan
levemente que más bien cabría decir que se comportan de modo neutral— y las
consonantes, en definitiva, no están asociadas a los alófono faríngeos. Es casi lo
mismo que ocurría en el modelo global28. El papel del contexto previo con
respecto a las formas laríngeas no es muy diferente al expuesto para las faríngeas.
Las vocales favorecen su aparición con claridad, mientras que las pausas y las
consonantes no la favorecen29. Además, era lo mismo que ocurría en el modelo
28
Con sólo la ligera diferencia de que en el modelo global las pausas desfavorecían ligeramente la
aparición de faríngeas (0.492) y ahora, en la frontera variable, contribuyen escasamente a su presencia
(0.508). Con todo, parece poder decirse que su papel es en lo básico neutro o nada significativo en ninguno
de los dos casos.
29
De hecho, la principal diferencia con las faríngeas estriba en las pausas, que si con aquéllas mostraban un
papel bastante tibio, ahora con las formas laríngeas son claramente no favorecedoras.
86
global. Puede decirse, en suma, que el papel de este condicionamiento lingüístico
es muy semejante entre los modelos general y fronterizo, lo cual no es muy
sorprendente, pues no habría que esperar un cambio radical en cuanto a la acción
de los hechos lingüísticos, y en cambio pueden esperarse ciertos matices en
referencia a la ación de los hechos sociales. Por otra parte, parece también
bastante razonable que las vocales, que al presentarse previamente completan el
contexto intervocálico, favorezcan la aparición de formas más retrasadas —más
“abiertas” o “relajadas” en la perspectiva tradicional—, mientras que las
consonantes tiendan a pedir formas más anteriores, en especial considerando que
en el corpus manejado ahora el contexto preconsonántico equivale casi
enteramente a [n__].
(iii) El nivel sociocultural es la tercera y última variable que aparece como
significativa en los modelos de las tres variantes fónica; es el cuarto factor de peso
para las formas velares, el tercero para las faríngeas (que con el nivel cierran la
exigua lista de factores significativos) y el quinto para las laríngeas. Las variantes
velares muestran una distribución bastante clara, pues es evidente la tendencia a
que las personas de mayor nivel sociocultural propicien la solución más
adelantada —los tres factores que favorecen la variante, por encima de 0.500, son
“medio-alto”, “medio” y “culto”—, mientras que los informantes de niveles más
bajos son los que menos favorecen el alófono velar (“bajo”, “analfabeta”,
“semianalfabeta”). Algo parecido sucedía en el modelo global, pero en el modelo
fronterizo la distinción es todavía más nítida. Aunque no tan claros, los patrones
para las formas faríngeas y laríngeas muestran básicamente la distribución
contraria (de nuevo, al igual que el modelo global). Así, entre los favorecedores
de
variantes
faríngeas
se
encuentran
las
personas
de
nivel
“bajo”,
“semianalfabeta” y “analfabeta”, aunque el patrón experimenta cierta discordancia
por la aparición del rubro de “culto” en la tercera posición jerárquica; entre los no
favorecedores, por otra parte, se cuentan los niveles “medio-bajo”, “medio” y
“medio-alto y semiculto” (estos dos últimos reagrupados en uno solo). Las
87
soluciones laríngeas, a su vez, son también apoyadas por los niveles
socioculturales bajos, en líneas generales, pues sólo los “analfabetas”,
“semianalfabetas” y “medios-bajos” superan el 0.500; no falta, sin embargo, una
discordancia entre los simplemente “bajos”, que aparecen entre los grupos no
favorecedores. Con todo, parece poder decirse sin demasiados problemas que en
la frontera geográfica las personas de mayor nivel sociocultural tienden a preferir
las soluciones velares —las más normativas, a fin de cuentas—, mientras que son
los informantes de niveles inferiores quienes tienden a apoyar los alófonos más o
menos posteriores.
Los grupos de factores de nivel intermedio son los que se anotan a continuación:
(iv) La edad. Es el tercer grupo de factores para velares, no es significativa para
las faríngeas (y queda además en octavo lugar) y es el cuarto factor significativo
para las laríngeas. En el modelo global, el grupo de factores referido a la edad
gozaba de todavía más importancia, al haber sido significativo para todas las
variantes fónicas. En los datos fronterizos, la variable ha quedado reagrupada en
sólo tres generaciones. El patrón es muy claro para las formas velares: cuanto más
joven se es, más se propician las soluciones velares; sólo las personas de más de
50 años no sufragan los alófonos más adelantados o más normativos. Aunque no
emergió como grupo de factores significativo para las faríngeas, tanto la
frecuencia como, y sobre todo, la probabilidad binomial de un nivel apuntaban,
como era de esperarse, en la dirección contraria: las soluciones faríngeas tienden a
ser preferidas por las personas de mayor edad. Por fin, el patrón es completamente
nítido y significativo para las variantes laríngeas. Sólo los mayores de 50 años
apoyan las soluciones más atrasadas, mientras que el grupo intermedio y sobre
todo los más jóvenes no avalan la articulación posterior. Hay en todo ello una
semejanza general con el modelo general, al tiempo que una diferencia específica,
pues mientras para todos los datos la edad muestra un comportamiento algo
difuso, ahora el patrón es, me parece, enormemente claro, y unido al factor de
88
nivel sociocultural, podría sugerir la presencia de un patrón de un cambio en
curso30.
(v) El nivel de estudios resultó ser el quinto y último factor en orden de
significatividad para las variantes velares, quedó en un noveno lugar, no
significativo, para las faríngeas, y en un llamativo tercer lugar, significativo, con
las laríngeas. Al igual que ocurría en el modelo global la interpretación del grupo
de factores no es muy clara. De hecho, para los alófonos velares todos los grupos
según estudios son favorecedores, con excepción del grupo de estudios “medios”;
llama la atención, sin embargo, que en términos de frecuencia relativa las
personas con estudios “superiores” presentan un porcentaje de 62.3% de casos,
que es más o menos el doble del que presentan los otros subgrupos (ya en el
modelo global se había hecho referencia a la necesidad de reconsiderar esta
variable). Aunque el grupo, como se ha dicho, no fue significativo para las
soluciones faríngeas, la probabilidad de un nivel y las frecuencias relativas
apuntan a que es, precisamente, el nivel de estudios “superiores” el que tiende a
favorecerlas menos. Por fin, las formas más atrasadas, las laríngeas, son
claramente apoyadas por las personas de estudios “medios” (0.746), y casi no se
encuentran datos, en contraste, de laríngeas entre personas con estudios
“superiores”. En suma, en los materiales fronterizos, y a reserva de una posible
reestructuración de la variable, el hecho más llamativo parece ser que los
informantes con estudios altos prefieren más las variantes velares que las otras
soluciones más atrasadas, hecho que sería consistente en lo básico con lo
encontrado hasta ahora al revisar otras variables sociales.
(vi) La variable vocal siguiente fue reestructurada respecto al modelo global, y
queda ahora reducida a sólo dos posibilidades, “vocal posterior” frente a “vocal
anterior”. Aun así, tiene un papel bastante modesto. No es variable significativa, y
queda además en penúltimo lugar, para las velares velares; tampoco es
30
Hay que apuntar, por otra parte, que a la nitidez del modelo fronterizo contribuye muy probablemente el
hecho de haber simplificado la constitución de la variable de edad.
89
significativa, y queda séptima, para las faríngeas; por fin, sólo es significativa,
pero en el sexto lugar jerárquico, para las laríngeas. Así las cosas, puede
observarse una leve asociación de las formas velares y faríngeas con las vocales
posteriores, y una relación un poco más sólida de las laríngeas con las vocales
anteriores. Como puede observarse, el escepticismo hacia la variable aumenta más
todavía si se considera que los resultados son contrarios a una posible hipótesis
que esperara encontrar cierta correlación entre el
LUGAR
LUGAR
de la consonante y el
de la vocal.
(vii) También el sexo tiene un papel poco importante en el modelo fronterizo. No
resulta significativo ni para las velares (octavo lugar), ni para las faríngeas
(noveno lugar). Sólo tiene cierta importancia para las soluciones laríngeas, auqnue
incluso para éstas queda en séptima posición. El grupo de factores ocupa también
una posición bastante marginal en el modelo global, en el que de todos modos las
tendencias de los factores no son demasiado disímiles, con la excepción de las
formas faríngeas31. En el modelo fronterizo, en cualquier caso, hay tendencia no
significativa a que las mujeres selecciones formas velares y faríngeas, y tendencia
significativa a que los hombres tengan predilección por las soluciones laríngeas.
El patrón, en cualquier caso, es consistente con el hecho bastante común de que
las mujeres prefieran las variantes más normativas.
(viii) La ocupación es también escasamente significativa para el modelo
fronterizo. No es significativa para las velares; queda, de hecho, en el último lugar
de la escala. Tampoco es significativa (séptimo lugar) para las faríngeas. Y
aunque es significativa en el modelo de las variantes laríngeas, ocupa el octavo
lugar, es decir, entre los grupos de factores incorporados al modelo escalonado, es
el último en la jerarquía. De todos modos, a la vista de las frecuencias relativas,
puede apuntarse una leve tendencia a que las ocupaciones de “tipo 3” y de “tipo
31
La diferencia consiste en que en el modelo global los hombres producen algunos casos más de faríngeas,
mientras que en el modeo fronterizo son las mujeres quienes optan más veces por las variantes intermedias.
Con todo, los hechos extremos son los mismos: más velares con las mujeres y más laríngeas con los
hombres.
90
4”, es decir, las superiores en la escala, estén asociadas con las soluciones velares,
mientras que es el “tipo 0” el que muestra una frecuencia relativa mayor en el
caso de las soluciones faríngeas. Por fin, con los alófonos laríngeos, único caso en
que la variable de ocupación es realmente significativa, son los tipos más bajos, 0,
2 y 1, los favorecedores, mientras que los altos, 3 y 4, reagrupados juntos, no
favorecen la aparición de laríngeas. En otras palabras, existe una ligera tendencia
a que las personas con ocupaciones más altas en la escala se asocien con las
variantes más normativas, las velares, y a que las personas con ocupaciones
menos valoradas se asocien con realizaciones posteriores. Dentro de su muy
modesta significación, en todo caso, la variable de ocupación permite otorgar una
explicación un poco más coherente que en el modelo global, en el que la
distribución de los datos resulta más ambigua.
Sólo dos variables demostraron no tener ningún papel en el modelo de la zona
variable, la tonicidad de la sílaba y la posición, que son a su vez subconjunto de las
variables sin ninguna significación en el modelo global (allí se incorporaba a esta lista
también el sexo):
(ix) La tonicidad. Nunca significativa, ocupa la sexta posición jerárquica para las
velares, la cuarta para las faríngeas y la décima y última para las laríngeas. En
términos de frecuencia relativa, aparecen más casos de velares en sílabas tónicas y
más de faríngeas y laríngeas en sílabas átonas. Aunque se trata de un hecho
marginal, es consistente con lo esperable, es decir, que las soluciones posteriores,
en principio más relajadas, aparezcan más en sílabas menos prominentes.
(x) La posición en la palabra es el grupo de factores menos importante de todos,
pues es el séptimo factor para las velares, el décimo para las faríngeas y el noveno
para las laríngeas, nunca significativo. En términos de frecuencia relativa, sin
embargo, la posición inicial muestra el doble de casos de alófonos velares que la
posición medial; en contraste, es la posición medial la más asociada a las formas
posteriores, sean faríngeas o laríngeas. De nuevo, la tendencia es consistente con
lo esperado, pues el inicio, que en los datos estudiados corresponde en buena
91
proporción a inicio absoluto, es en principio más prominente que la posición
intermedia, mayormente intervocálica.
CONCLUSIONES
Las principales conclusiones que se pueden extraer de este estudio son las siguientes:
a) Desde el punto de vista metodológico, es posible trabajar hacia aproximaciones
dialectométricas más precisas que permitan obtener una visión más detallada de la
variación, el cambio y la zonificación dialectal.
b) Es necesario trabajar simultáneamente con datos geolectales y sociolingüísticos si
se pretende afrontar el problema de la transmisión lingüística intracomunitaria y
de la difusión lingüística entre comunidades de habla; los materiales del Atlas
Lingüístico de México permiten afrontar hasta cierto punto tal tarea, pero serán
necesarios nuevos datos y nuevos modelos de trabajo.
c) Aun considerando la múltiple variedad fonética articulatoria y perceptual, y a la
espera de un estudio acústico detallado de las variantes, parece conveniente por el
momento, y en la medida en que el material se reduce a alófonos constituidos de
forma discreta, plantear el estudio de la variación de /x/ a través de tres variantes:
velares, faríngeas y laríngeas.
d) Es posible elaborar un índice simple que aprecie la variación de /x/ en cada punto
de encuesta.
e) Se ha defendido la existencia de tres zonas dialectales con respecto a /x/ por
medio de varios argumentos: distribución equitativa de rangos; patrones
concentrado o difuso de las zonas; distribución interna de las variantes en las
zonas; comportamiento de los
NORMS;
distribución sociolingüística de las
variantes y volumen de variación en cada zona.
f) Es posible reducir todo el modelo geolingüístico a una sola representación,
altamente significativa, con aspecto de curva en forma de “S”, que proyecta en
geografía aparente el proceso de variación y cambio de /x/.
92
g) Se ha elaborado un modelo sociolingüístico general, para todo el país, en el que
resultan significativos una serie de factores, entre los que destacan la zona
dialectal preestratificatoria, el contexto previo, el nivel sociocultural y la edad,
presente en los modelos de las tres variantes distinguidas (velares, faríngeas y
laríngeas).
h) Se ha elaborado un modelo sociolingüístico de la zona variable fronteriza, en el
que los principales factores significativos son la zona dialectal preestratificatoria,
el contexto previo y el nivel sociocultural. La variante velar tiende a asociarse, en
términos lingüísticos, al contexto previo no vocálico, y menos claramente, a las
sílabas tónicas, la posición inicial y a las vocales siguientes de carácter posterior.
En términos sociales, las velares están especialmente asociadas con el centro del
país, con los jóvenes y con los niveles socioculturales altos, así como, más
levemente, con los estudios y la ocupación elevados y con el sexo femenino. Las
variantes posteriores son sufragadas, en líneas generales, por los factores
complementarios en cada grupo.
i) A la vista de la distribución sociolingüística de los datos en la zona fronteriza,
aunada al hecho de que esta zona se encuentra en la parte más inclinada, y por
tanto de ascenso más rápido, en el modelo de geografía aparente presentado
supra, parece haber indicios en los materiales del Atlas de la presencia de un
cambio lingüístico en curso, en forma de retracción de las variantes posteriores en
la dirección de la variante más normativa, la velar.
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