La fría precisión de los francotiradores apura la rendición
Transcripción
La fría precisión de los francotiradores apura la rendición
Easy PDF Copyright © 1998,2003 Visage Software This document was created with FREE version of Easy PDF.Please visit http://www.visagesoft.com for more details Archivo Tea y DeporTEA Material seleccionado para uso interno Diario Clarín, viernes 8 de diciembre de 2000 Ubicación: BD00179.pdf CARAPINTADAS, ULTIMA PARTE: CAE EL EDIFICIO LIBERTADOR Y TERMINA LA REBELION La fría precisión de los francotiradores apura la rendición Sin apoyo, a oscuras y sin agua, los carapintadas que habían tomado el edificio Libertador decidieron rendirse al caer la noche. Fue allí cuando uno de ellos cayó bajo las balas de un francotirador leal. Pasadas las 17 de ese lunes 3 de diciembre de 1990, dos bombarderos Canberra sobrevuelan al edificio Libertador, en una actitud amenazante. Francotiradores leales y rebeldes intercambian disparos a discreción. Por el microcentro ululan sirenas de ambulancias que llevan heridos en los combates de Palermo y del edificio Guardacostas, tomado por los Albatros. Apenas sofocado el foco carapintada en el Regimiento de Patricios, el subjefe del Ejército, general Martín Balza, que sigue con su fusil FAL en la mano, se dirige en un jeep Volkswagen al edificio Libertador, sede de su fuerza, que ya estaba cercado por dos anillos de fuerzas leales. La toma del Libertador fue uno de los principales símbolos de la rebelión: por primera vez en la historia, una facción militar había logrado tomar por asalto el edificio donde está el despacho del jefe del Ejército, el principal centro de comunicaciones y operaciones y la jefatura de Inteligencia. En el camino, Balza recibe una llamada de un alto funcionario del gobierno que intenta indicarle cómo recuperar el Libertador. "Lo que vamos a hacer lo vamos a decidir nosotros. Y si sale mal, correrá nuestra cabeza", responde Balza mientras llegaba a la plaza Colón, ubicada delante de la Casa Rosa da, donde le dicen que no siga porque estaban tirando "con una ametralladora 12,7 desde el Libertador", según consta en el fallo de la Cámara Federal consultado por este Equipo de Investigación. Balza da un rodeo y entra por la avenida Belgrano. Mientras corre hacia un árbol en la plaza que se encuentra frente al edificio de la Aduana, le gritan: "Tiran mi general". Balza ve como pican las balas a su costado, se parapeta tras el árbol, carga su fusil y hace 6 ó 7 disparos contra los rebeldes del Libertador, según su propio relato, diez años después. En el interior del Libertador la situación es cada minuto peor. Desde la mañana no hay agua ni luz: Balza había ordenado cortar el suministro eléctrico horas antes. El capitán Gustavo Breide Obeid y unos 100 suboficiales rebeldes habían tomado el edificio a las 2 de la madrugada a la espera de que el teniente coronel Julio Carreto (quien terminaría sien do diputado bonaerense del MODIN de Aldo Rico) se pusiera al frente. Pero Carreto nunca llegó, el regimiento Patricios en Palermo había sido recuperado por los leales, se había frustrado la fuga de Seineldín y por radio habían escuchado la noticia del suicidio del coronel Jorge Romero Mundani. Ante este cuadro de situación, siendo poco más de las 19, Breide Obeid decide rendirse. Pero aún intenta un gesto de fuerza. Hace llevar a su puesto de mando al detenido teniente coronel Jorge Tereso, jefe del Centro de Operaciones que es el punto neurálgico del Libertador, y le comunica su intención de rendirse ante el coronel Aníbal Laíño y no frente a Balza. "Ordené a mis hombres replegarse a un patio interno, dejé al sargento Daniel Ver des y otros suboficiales detrás de las puertas de vidrio de la puerta principal del edificio Libertador y sacamos una bandera blanca para que saliera Tereso", relató Breide Obeid a este diario. El sargento Verdes era el emblema mediático de los rebeldes. Desde la madrugada se había exhibido en la puerta del Libertador con la cara Easy PDF Copyright © 1998,2003 Visage Software This document was created with FREE version of Easy PDF.Please visit http://www.visagesoft.com for more details pintada, una escopeta recortada en la mano y hasta había tratado con rudeza a Alberto Kohan, que llegó a parlamentar. Breide Obeid estaba en un patio interior del edificio cuando llega gritando un suboficial: "Lo hirieron a Verdes". Sale corriendo hacia la puerta principal. Y cuenta hoy: "Traté de acercarme a Verdes, que estaba tirado en el piso con un disparo en la cabeza, pero también me disparaban a mí. Me arrastré cuerpo a tierra y lo empujé hasta detrás de una columna". Quienes dispararon con una precisión fría e implacable fueron los francotiradores que la cúpula del Ejército había ordenado poner en las terrazas del Ministerio de Defensa y de Aerolíneas Argentinas, edificios ubicados sobre la avenida Paseo Colón al 200, frente al edificio Libertador. Breide Obeid pide una ambulancia a los leales. Un grupo de suboficiales quiere de volver los disparos. Breide los contiene a gritos. Llega una ambulancia del CIPEC hasta las escaleras del Libertador, pero los francotiradores también les disparan a los paramédicos y uno queda herido. La ambulancia se retira a toda velocidad. Todos creen que Verdes ya está muerto. Lo rodean. Rezan un Padrenuestro. Mientras tanto el teniente coronel Tereso, que portaba la bandera blanca, llega hasta la recova del Ministerio de Economía donde está el coronel Laíño, en ese entonces director de la Escuela Superior de Guerra, más tarde subjefe del Ejército y el hombre que Seineldín quería que pasara a conducir la fuerza como garante de un eventual nuevo acuerdo. Cae el sol. Laíño deja su armamento y se dirige hacia la puerta principal del Libertador, donde dos suboficiales rebeldes se le tiran encima. Al principio, se asusta pero pronto entiende que lo habían sacado de la línea de fuego de un francotirador. "Mi coronel, depongo mi actitud" le di ce Breide Obeid a Laíño delante de unos 50 suboficiales y del cuerpo de Verdes que está en un charco de sangre. Laíño hace ingresar una segunda ambulancia que carga a Verdes. El sargento muere camino hacia el hospital por el impacto de una bala de fusil FAL en la cabeza. El tiro había atravesado los vidrios de la puerta de entrada del edificio Libertador y habría sido disparado por un francotirador leal desde el Ministerio de Defensa. Ya entrada la noche, Laíño se encuentra con Balza y ambos dan la vuelta al Libertador por la avenida Madero donde se estaban agrupado los rebeldes rendidos. Ordena que se saquen los borceguíes y permite a los fotógrafos que retraten la rendición, mientras civiles enojados tiran piedras contra todos, confundiendo leales con rebeldes. Después llega Breide Obeid, y Balza le ordena poner en marcha los vehículos militares ubicados en la playa de estaciona miento porque temía que les hubieran colocado bombas. También por precaución, le ordena "ir delante mío" por los 13 pisos del Libertador, que seguía a oscuras. Se decía que habían colocado cazabobos en las escaleras, pero no fue así. A medianoche Balza llama al jefe del Ejército, teniente general Bonnet, y le comunica: "El Libertador está recuperado". De inmediato le da la misma noticia al ministro de Defensa, Humberto Romero, y le comunica que ya no queda ningún foco rebelde. Recién entonces se dirige a su despacho en el quinto piso, se da una ducha, se pone su uniforme y se encamina hacia el velatorio de Pita y Pedernera. En las primeras horas del martes 4, el presidente Carlos Menem cerró el día del último acto carapintada con una cena en la residencia de Olivos. Estuvieron varios ministros y secretarios y la infaltable María Julia Alsogaray. El entonces vocero presidencial, Humberto Toledo, recuerda que fue "una cena multitudinaria y de distensión". Pero juró no recordar si aquella noche, en Olivos, estuvo también Graciela Borges, la estrella del cine argentino. EXPLICACION: LA ESTRATEGIA REPRESIVA Los tiradores especiales Easy PDF Copyright © 1998,2003 Visage Software This document was created with FREE version of Easy PDF.Please visit http://www.visagesoft.com for more details Actuaron en el Libertador, Palermo y Boulogne. Balza admite que los puso a disposición. Y una versión involucra a Galimberti y la Side. Al sargento Daniel Verdes lo mataron con un disparo hecho desde unos 150 metros, con un fusil FAL, presunta mente desde la terraza del Ministerio de Defensa. Le dieron en la cabeza y aún algunos oficiales leales consulta dos para esta investigación consideran que fue "una muerte innecesaria". El general Balza admitió a este diario que "el Ejército puso a disposición tira dores especiales en ciertos lugares para cerrar el cerco y recomponer esa situación a cualquier precio antes de que se haga de noche; pero no eran franco tiradores, que son tiradores arteros". La decisión sobre su ubicación exacta, según Balza, fue decisión de "otro organismo", en alusión al Estado Mayor Conjunto que conducía el almirante Emilio Ossés, quien no quiso hablar sobre el tema. Acerca de sí participaron los campeones de tiro del Ejército, como el coronel Chazarreta, Balza respondió que "todas las unidades tienen tiradores especiales. Puede ser que haya estado Chazarreta, como usted indica. Era del equipo de tiro, pero estaba destinado, creo, en el Estado Mayor Conjunto". Una versión sin confirmación, surgida de fuentes carapintadas, sostiene que ese día el ex montonero y actual empresario Rodolfo Galimberti se ofreció al Gobierno para formar parte de un grupo de francotiradores junto a agentes especiales de la SIDE. TESTIMONIO "Pensé que yo era el próximo muerto" Por JORGE GRECCO. Periodista. Fernando Carnotta está muerto y ahora me toca a mí. La mancha de sangre empapa mi brazo izquierdo, donde se apoya la cabeza de Fernando. La segunda tanda de balazos me empuja contra la puerta del Renault 12, la puerta se abre y caigo sobre el asfalto. No alcanzo a descubrir dónde me dieron. Sólo sé que mi brazo izquierdo ya no es mi brazo, que tiene vida propia, que otras dos manos me sacan del auto y me llevan a mí y a mi brazo hacia la combi de Radio Continental. A Fernando lo vuelvo a ver en una sala de urgencias del Hospital Argerich. No está muerto, basta escucharlo gritar. Tiene la cabeza venda da y, como yo, está semidesnudo. A Fernando Carnotta, periodista de Radio Mitre, lo conocí ese mismo día, 3 de diciembre del 90, a la madrugada. El, como yo (por entonces en la revista Somos), daba vueltas con su auto alrededor del Edificio Libertador. Ambos, también lo sabría después, teníamos noticias de que ese día un grupo de militares tomaría la sede del Ejército. El Renault 12 era de todo menos discreto: el nombre de la radio estaba pintado en el techo. Yo me movía en un remís. La guardia periodística comenzó a la medianoche pero recién a las 3 de la madrugada empezó el copamiento. Carnotta transmitió la primicia desde su auto y los fotógrafos se acercaron para retratar el asalto. A media mañana, cuando todo el país sabía lo que estaba pasando, Carnotta y yo ya estábamos con otros colegas. Los primeros disparos se escucharon, justamente, cerca del Puerto. Carnotta me invitó a subir a su auto e ir juntos hacia el edificio Guardacostas, objetivo aparente de los Albatros, el grupo rebelde de la Prefectura. Llegamos en pocos minutos y estacionamos a unos cien metros del edificio. El Renault 12, rojo y blanco, resultó un blanco demasiado atractivo para los prefectos que estaban allí, todos ellos del sector leal. Y comenzaron a disparar. El Renault 12 quedó como un colador. A Carnotta lo hirieron en la base del cráneo y a mí en el brazo izquierdo: ambos sobrevivimos. Pero por un instante pensé que él había muerto y que yo era el próximo. Easy PDF Copyright © 1998,2003 Visage Software This document was created with FREE version of Easy PDF.Please visit http://www.visagesoft.com for more details Se lo recuerdo cada vez que nos vemos, mientras charlamos de cómo crecen nuestros hijos, para tratar de alejar los últimos fantasmas, esos que cada tanto se empeñan en recordarme que esa mañana hubo un milagro. CUESTIONES QUE TODAVIA ESTAN PENDIENTES DIEZ AÑOS DESPUES Las condenas judiciales y el indulto que no fue En 1991 la Cámara Federal condenó a Seineldín. Menem quiso indultarlo antes de dejar el poder, pero De la Rúa no lo acompañó en esa decisión. DANIEL SANTORO El trágico 3 de diciembre de 1990 fue una bisagra en la historia de la conflictiva relación entre militares y gobiernos civiles de la Argentina, en especial del capítulo escrito tras la recuperación democrática de 1983. Pero diez años después de aquel último acto de los cara pintadas, hay cuestiones políticas y judiciales que siguen abiertas. Los carapintadas habían sido condenados el 2 de diciembre de 1991 por la Cámara Federal porteña –integrada entonces por Horacio Cattani, Mario Costa y Juan Carlos Rodríguez Basavilbaso– que fijó, entre otras, las siguientes penas por motín agravado con derramamiento de sangre: · Coronel Mohamed Seineldín: cadena perpetua. · Coronel Luis Baraldini: 20 años. · Coronel Oscar Vega: 20 años. · Teniente coronel Osvaldo Tévere: 18 años. · Mayor Pedro Mercado: 20 años. · Mayor Hugo Abete: 20 años. La condena fue cumplida primero en la prisión militar de Magdalena y luego en la de Campo de Mayo, donde se encuentran actualmente. Pocos días antes de entregar el poder el 10 de diciembre del año pasado, el entonces presidente Carlos Menem tenía listo para firmar el decreto para indultar a Seineldín y los otros cabecillas de la última rebelión carapintada. Ese decreto, que nunca llegó a firmarse, incluía además a los terroristas del Movimiento Todos por La Patria que coparon el regimiento de La Tablada en enero de 1989, con excepción de Enrique Gorriarán Merlo, cabecilla de aquel ataque y del MTP. El indulto de Seineldín había sido solicitado a Menem por Zulema Yoma, por el ex obispo de Mercedes, monseñor Emilio Ogñenovich y por el ya fallecido presidente Arturo Frondizi, entre otros. Poco antes de dejar el poder, Menem envió a un miembro del Estado Mayor del Ejército a la cárcel militar de Campo de Mayo a comunicarle su decisión a Seineldín y los otros cabecillas carapintadas que aún siguen presos. El mismo Balza, comandante de la represión del alzamiento del 3 de diciembre, conocía esa decisión de Menem. "Creí que ese indulto salía. Estaba convencido que salía a fines de 1999. Me sorprendió cuan do no salió", explicó a este Equipo de Investigación. Y le restó trascendencia institucional: "El futuro del Ejército no va a estar condicionado por un indulto ni por ninguna figura. Ni por Seineldín, ni por Balza", aseguró el hombre que comandó el Ejército durante ocho de los diez años de mandato de Menem. La noticia de que Menem iba a firmar el indulto en ese momento también le fue trasmitida a Seineldín por varios obispos. Convencido de que era algo irreversible, el coronel preso empezó a mudar sus cosas personales a su departamento de Belgrano para pasar la Navidad con su familia. Pero todo se frustró cuando Menem llamó al presidente electo Fernando De la Rúa para consultarlo sobre el indulto y pedirle apoyo a esa decisión. "No Easy PDF Copyright © 1998,2003 Visage Software This document was created with FREE version of Easy PDF.Please visit http://www.visagesoft.com for more details lo firme, que son problemas que vamos a resolver nosotros", contestó De la Rúa según afirmó el propio Menem en la entrevista con el Equipo de Investigación, al explicar por qué no estampó su firma en el decreto de indulto. "Ahora sería injusto si De la Rúa posibilita algún tipo de indulto para los de La Tablada y no para los otros", se cuidó en destacar Menem en alusión a Seineldín. Salvo indulto presidencial, Seineldín recién podrá salir de la cárcel dentro de tres años, cuando cumpla 70 y pueda gozar del beneficio del arresto domiciliario. CUATRO PROFUGOS De rebelde a general croata Cinco carapintadas, que se sepa, lograron fugar luego del 3 de diciembre y eludir la acción de la Justicia. Sólo uno de ellos fue capturado casi nueve años después, y por casualidad. Se trata de un suboficial que el año pasado manejaba un camión de reparto de soda en el Gran Buenos Aires. La policía lo detuvo por una nimiedad: en el parabrisas del camión no se veía la oblea que, por entonces, implicaba que el portador había pagado el famoso y resistido impuesto docente. Los otros prófugos son cuatro oficiales: el ex teniente coronel Jorge Di Pascuale, el ex mayor médico Pablo Santiago Llanos (se sublevó en Entre Ríos, donde un soldado fue asesinado de un balazo en la cabeza por los rebeldes), el ex mayor Pablo Coni y el ex teniente primero Rodolfo Barrio. La de Barrio es la más singular de todas las historias. Tras el motín viajó a Croacia y se alistó en el ejército de esa región de la todavía existente Yugoslavia. Entrenó a la infantería croata y sus servicios fueron re conocidos nada menos que con el grado de general. Barrio aún revista allí, con Croacia convertida en una nueva república. El ex teniente primero se topó varias veces con sus ex camaradas de armas que prestaron servicios en los batallones "Ejército Argentino", integrantes de los Cascos Azules, el cuerpo de paz de las Naciones Unidas, que sirvieron en Croacia desde 1992.Voceros militares recordaron a Clarín que varios oficiales argentinos quisieron detener a Barrio por su actuación como carapintada. No pudieron. Lo impidió el hecho que el ahora general croata se hallara en otro país. Pero sobre todo, que cada vez que Barrio se movía por las zonas donde podía toparse con sus compatriotas, iba custodiado por un pequeño ejército privado que desaconsejaba cualquier acción violenta.