REPÚBLICA DE COLOMBIA MINISTERIO DE RELACIONES

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REPÚBLICA DE COLOMBIA MINISTERIO DE RELACIONES
REPÚBLICA DE COLOMBIA
MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES
DISCURSO DE POSESIÓN DEL EMBAJADOR DE LA REPÚBLICA DE
COLOMBIA ANTE LA REPÚBLICA ÁRABE DE EGIPTO
Bogotá D.C., 17 de junio de 2014
Señora Canciller Holguín,
Señoras Viceministras,
Señora Secretaria General,
Señores Embajadores,
Ilustres y estimados invitados,
Aun cuando reviste siempre honor singular representar a Colombia,
comporta especial significado si esta distinción se confiere como
corolario de una carrera ejercida con profundo sentido patrio y con el
horizonte supremo del servicio incondicional al interés nacional.
No es, ni debe ser, la inercia de los lustros transcurridos en una
institución, ni el devenir que por fuerza del cumplimiento de unos
requisitos de base, forjen al diplomático de carrera. Es la experiencia
probada en los dominios, en ocasiones auspiciosos, por momentos
adversos, y en todo caso siempre exigentes, de las relaciones
internacionales, sumada a la perenne formación intelectual y al
incesante y agudo escrutinio de los acontecimientos, lo que coadyuva a
decantar la estirpe del diplomático.
En este estadio de globalización, en el que para algunos la diplomacia
podría parecer anacrónica o secundaria, es preciso reiterar que, el
quehacer diplomático siempre será relevante si, con justicia, se
reconoce que la diplomacia ha evitado guerras, ha contribuido a
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concluir las que no ha podido impedir, ha incidido en la reconstrucción
de naciones, ha fundado la institucionalidad internacional y no ceja en
su empeño de aproximar a la humanidad y blindarla ante el peligro de
su autodestrucción. Como lo recordó Bernard du Rosier el gran
propósito de la diplomacia es la paz.
Ese grande honor de representar a Colombia es, a su vez, muy
significativo si se trata de llevar en alto el nombre de una nación que,
como la nuestra ha trasegado momentos difíciles sin nunca rendirse.
Enaltecedor, por supuesto, cuando esa representación se ejerce ante
una nación, cuna de civilizaciones, dotada de un legado histórico tan
ilustre y fecundo como el de Egipto, el gran don del Nilo, como lo
llamará Heródoto y con una pródiga historia moderna que la ha
situado, en sucesivos momentos de la última centuria, como epicentro
de la diplomacia regional.
Señora Canciller Holguín,
Le renuevo a Usted mis agradecimientos por el voto de confianza
depositado y su permanente apoyo durante estos años de desempeño,
que han constituido una nueva oportunidad con la que me ha honrado
al permitirme contribuir a la histórica labor que ha emprendido y
consolidado de erigir una Cancillería moderna, eficiente y dedicada al
servicio de los más altos intereses de la Nación, con el permanente
auspicio del señor Presidente Juan Manuel Santos.
En la Embajada de Colombia ante la República Árabe de Egipto el
patriótico y denodado empeño en procura del fortalecimiento de la
relación bilateral y la promoción del interés nacional serán, con
sujeción a sus instrucciones y las del señor Presidente de la República,
el norte de la misión a acometer.
A mi esposa Ángela, leal y noble compañera en esta senda de la vida, a
mis queridos hijos Andrés y Natalia, les rindo un homenaje de
gratitud.
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Especial agradecimiento a todos mis colegas y amigos de la Dirección
de Asuntos Jurídicos Internacionales con quienes, construimos, gracias
al auspicio de la señora Canciller Holguín, no solo un espacio armónico
de labores, sino un hontanar de iniciativas que plasmamos en el texto
que, bajo el titulo Derecho Internacional Público, Aspectos de la praxis,
constituye un legado que esperamos sea de interés y de especial
utilidad.
Gracias,
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