Este año: La ilustración Ocho mujeres de la Biblia, fuertes y fieles El
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Este año: La ilustración Ocho mujeres de la Biblia, fuertes y fieles El
Este año: La ilustración Ocho mujeres de la Biblia, fuertes y fieles Conforme vayan pasando los días de este año litúrgico, ocho mujeres de la Biblia, fuertes y fieles, nos recordarán sus historias y cómo las Escrituras son el fundamento de la liturgia. Por supuesto que hablo de María, la Santa madre de Jesús, que no necesita presentación, y de Isabel, su pariente de edad avanzada y a quien seguramente usted conoce. Hablo también de dos hermanas amigas de Jesús, María y Marta, también en la pintura, y de María Magdalena. Pero quizá usted no esté tan familiarizado con las mujeres del Antiguo Testamento. ¿Sabe algo de Miriam, la hermana de Moisés y de Aarón? ¿Y de Rut y Noemí? Este año, Laura James nos ha pintado a las mujeres con un estilo vibrante, inspirado en el antiguo arte etíope, del África Oriental, a donde el Cristianismo llegó desde el siglo cuarto. El Leccionario y la Biblia, ¡ambos son necesarios! Cada domingo durante la misa escuchamos lecturas de la Sagrada Escritura proclamadas desde el Leccionario. ¿El Leccionario? ¿No la Biblia? ¿Cuál es la diferencia entre el Leccionario y la Biblia? El Leccionario contiene selecciones breves de la Biblia en el orden en el que serán leídas a lo largo del año litúrgico. Después del Concilio Vaticano II (1962 –1965), siguiendo las orientaciones de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia (el primer documento del Concilio), la Iglesia le pidió a los expertos en las Sagradas Escrituras que pusieran en marcha un plan de tres años que cada domingo del año permitiera a los creyentes escuchar cuatro lecturas bíblicas, incluido el Salmo. Aunque algunas de las lecturas se repiten, especialmente en los días más solemnes, la mayoría de ellas son diferentes cada día de los tres ciclos, llamados A, B y C. Durante el Ciclo A, la lectura del evangelio viene centrada en el Evangelio según Mateo; el Ciclo B se centra en el de san Marcos, pero incluye algunas lecturas del de san Juan porque el de san Marcos es muy breve y no llena el año entero litúrgico; las lecturas del evangelio del Ciclo C se toman de san Lucas. Los tiempos litúrgicos llamados “fuertes” están acompañados por el Evangelio según san Juan; hablamos del Adviento, Navidad, Cuaresma, y Pascua. De modo que sólo los domingos, y a lo largo de los tres ciclos (A, B y C), la asamblea termina por escuchar una gran variedad de lecturas sagradas. Para la semana, en cambio, son tres las lecturas asignadas (incluyendo el Salmo) a cada celebración, organizadas en un plan de dos ciclos, llamados I y II. Cualquier persona que ponga atención en misa (dominical o semanal) se va nutriendo de una buena variedad de lecturas bíblicas, ciclo tras ciclo, familiarizándose y beneficiándose de su repetición. El Leccionario, por supuesto, no contiene todas las historias bíblicas, y en muchos casos, las lecturas que escuchamos en misa se van volviendo más comprensibles cuando logramos relacionarlas una con otras. Leer regularmente la Biblia (no solamente las lecturas recogidas en el Leccionario), es una costumbre católica fundamental; lo hagamos por cuenta propia o en un grupo, leer las Escrituras es la base que necesitamos para entender la liturgia y para vivir como discípulos de Cristo en el mundo. En las misas dominicales no se cuenta la historia completa de las mujeres pintadas en este calendario, y algunos episodios nunca se leen en misa. Sin embargo, todas esas mujeres son importantes para nuestra vida de fe. De hecho, hay muchas historias fascinantes de mujeres bíblicas que no aparecen en el Leccionario. Por lo mismo, necesitamos explorar un poco para conocerlas. El calendario de este año nos abre la puerta para ir conociendo a algunas mujeres relevantes en la Biblia. 1 Las mujeres y sus historias María visita a Isabel En el centro, María, la joven embarazada, entra a la casa de Isabel su pariente avanzada en edad. Esta escena tiene lugar poco después de que el ángel Gabriel le anunciara a María que llevaría en su seno al Hijo del Altísimo. Como el ángel Gabriel le había anunciado, encuentra a Isabel embarazada, a pesar de su avanzada edad. En esta historia de alegría, La Visitación (Lucas 1:39 – 45), dos mujeres fieles ponderan el misterio del Hijo de Dios que viene al mundo a través de una jovencita. El niño de Isabel saltó de gozo en su seno al sentir la presencia sagrada. ¿Cuántas mujeres se han reunido en las cocinas a compartir sus experiencias de la presencia de Dios en su vida? Entonces María se levantó y se dirigió apresuradamente a la serranía, a un pueblo de Judea. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura dio un salto en su vientre; Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó con voz fuerte: — Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Mira, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura dio un salto de gozo en mi vientre. ¡Dichosa tú que creíste! Porque se cumplirá lo que el Señor te anunció. La lectura del evangelio que escucharemos en el Cuarto Domingo de Adviento de este año, ciclo B, es el relato de lLa Anunciación, pero después de misa podríamos también leer la historia de lLa Visitación, que es la lectura del evangelio del Cuarto Domingo de Adviento del ciclo C. Miriam danza A la izquierda, en la parte baja del borde externo del círculo, se observa a Miriam, la hermana de Moisés y de Aarón, con otras mujeres israelitas bailando, alabando a Dios después de cruzar el Mar Rojo (Éxodo 15:19 – 20). Los restos del ejército del faraón se ven en el agua, detrás de las mujeres bailando. Este momento de la grandiosa acción de gracias a Dios por el rescate de la esclavitud es uno de los eventos claves en la historia del pueblo de Israel. Los judíos de hoy lo recuerdan y lo celebran regularmente, y también nosotros lo recordamos como un momento significativo en la historia de la salvación de la humanidad. Cuando el caballo del faraón y su carro y sus jinetes entraron por el mar, el Señor volcó sobre ellos las aguas del mar; en cambio, los israelitas atravesaron el mar a pie, sin mojarse. María, la profetisa, hermana de Aarón, tomó su pandereta en la mano, y todas las mujeres salieron con panderetas a danzar detrás de ella. María entonaba: Canten al Señor, que se ha cubierto de gloria; caballos y carros ha arrojado en el mar. Aunque esta escena de las mujeres bailando no la escuchemos en otras lecturas, al final de la tercera lectura de la Vigilia Pascual, volveremos a oír sobre la destrucción de las fuerzas del faraón, y que Moisés y los israelitas cantaban la misma canción entonada por las mujeres. Rut sigue a Noemí En la esquina superior izquierda, encontramos la hermosa historia del libro de Rut. Durante el tiempo de hambre en Palestina, Noemí y su familia se habían tenido que ir a los campos de Moab. Su esposo falleció, y sus dos hijos se casaron con mujeres moabitas. Los dos hijos también mueren allá y las tres mujeres quedan viudas. Pueden verse las tumbas de los esposos en la parte superior a la izquierda, junto a la escena del Mar Rojo. Noemí decide regresar a Belén pero quiere que sus nueras vuelvan a sus respectivas familias. Una de ellas, Orfá, regresa, y la podemos ver, caminando con un bastón en la mano, saliendo a la izquierda. Sin embargo, Rut permanece junto a Noemí, dejando atrás su tierra, familia y religión por seguir a su suegra. Aquí están, en la pintura. Noemí está sentada y anima a Rut a recoger espigas en el campo detrás de los segadores. A la derecha, vemos a Booz, pariente de Noemí y dueño de la parcela, junto con sus trabajadores. Impresionado por la lealtad a su suegra, él tomará a Rut como su esposa y nacerá un bebé. La sobrevivencia de las mujeres se segura y luego sabremos que el niño será el abuelo de David, de la misma línea familiar de la que nacerá Jesucristo, el futuro Salvador. Escucharemos trozos de esta historia al final de la vigésima semana del Tiempo Ordinario, el viernes 21 y el sábado 22 de agosto (Rut 1:1, 3 – 6, 14b –16, 22; 2:1– 3, 8– 11; 4:13 –17). En tiempo de los Jueces hubo hambre en el país, y un hombre emigró, con su mujer y sus dos hijos, desde Belén de Judá a los campos de Moab. Elimélec, el marido de Noemí murió, y quedaron con ella sus dos hijos, que se casaron con dos mujeres moabitas; una se llamaba Orfá y la otra Rut. Pero al cabo de diez años de residir allí murieron también los dos hijos, Majlón y Kilión, y la mujer se quedó sin marido y sin hijos. Al enterarse de que el Señor había atendido a su pueblo dándole pan, Noemí con sus dos nueras emprendió el camino de vuelta desde la campiña de Moab. Orfá se despidió de su suegra y volvió a su pueblo, mientras que Rut se quedó con Noemí. Noemí le dijo: — Mira, tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y su dios. Vuélvete tú con ella. Pero Rut contestó: — No insistas en que te deje y me vuelva. Adonde tú vayas, yo iré, donde tú vivas, yo viviré; tu pueblo será el mío, tu Dios será mi Dios. Así fue como Noemí, con su nuera Rut, la moabita, volvió de la campiña de Moab. Empezaba la cosecha de la cebada cuando llegaron a Belén. Noemí tenía, por parte de su marido, un pariente de muy buena posición llamado Booz, de la familia de Elimélec. 2 Rut, la moabita dijo a Noemí: — Déjame ir a recoger espigas al campo, donde un segador me permita ir detrás de él. Noemí le respondió: — Ve, hija. Se marchó y fue a recoger espigas en el campo, siguiendo a los segadores. Fue a parar a una de las tierras de Booz, de la familia de Elimélec. Booz dijo a Rut: — Escucha, hija. No vayas a recoger espigas a otra parte, no te vayas de aquí, ni te alejes de mis servidoras. Fíjate en qué terreno cosechan los hombres y sigue a las espigadoras. Ya he dado órdenes a mis criados para que no te molesten. Cuando tengas sed, vete a donde están los cántaros de agua y bebe de lo que saquen los criados. Rut se echó, se postró ante él por tierra y le dijo: — Yo soy una forastera, ¿por qué te he caído en gracia y te has interesado en mí? Booz respondió: — Me han contado todo lo que hiciste por tu suegra después que murió tu marido: que dejaste a tus padres y tu pueblo natal y has venido a vivir con gente desconocida. Así fue como Booz se casó con Rut. Se unió a ella. El Señor hizo que Rut concibiera y diese a luz a un hijo. Las mujeres dijeron a Noemí: — Bendito sea Dios, que te ha dado hoy quien responda por ti. El nombre del difunto se pronunciará en Israel. Y el niño te será un descanso y una ayuda en tu vejez; porque te lo ha dado a luz tu nuera, la que tanto te quiere, que te vale más que siete hijos. Noemí tomó al niño, lo puso en su regazo y se encargó de criarlo. Las vecinas le buscaban un nombre, diciendo: — ¡Noemí ha tenido un niño! Y le pusieron por nombre Obed. Fue el padre de Jesé, padre de David. María unge y Marta sirve María Magdalena proclama En la esquina superior derecha del calendario, tenemos un banquete en todo su esplendor. Es la casa de María, Marta y Lázaro, los amigos de Jesús. María está de rodillas ante Jesús, ungiéndole los pies con un carísimo perfume de nardo puro, y secándoselos con los cabellos, mientras Marta sirve (Juan 12:1– 8). María parece que supiera que su Señor y amigo está por realizar un sacrificio trascendente. Con su generoso acto, ella reconoce el amor extraordinario que él está a punto de manifestar en ese sacrificio. Marta parece saber que los discípulos son servidores y que deben dar de comer a la gente. Ambas mujeres son ejemplo de dos expresiones esenciales del discipulado. Por último, María Magdalena se encuentra con Cristo resucitado ante el sepulcro vacío. La vemos en un díptico. En el primer cuadro, la vemos después de la tristeza por haber encontrado el sepulcro vacío, los lienzos misteriosamente abandonados, y su búsqueda inútil del cuerpo de Jesús, confundido con el “jardinero”. La vemos sorprendida y alegre al encontrarse con Cristo resucitado. En el segundo cuadro, podemos sentir su urgencia por anunciar a los discípulos que “ha visto al Señor” (Juan 20:11–18). Por esta historia, a María Magdalena se le conoce como “Apóstol de los apóstoles”. Seis días antes de la Pascua Jesús fue a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos. Le ofrecieron un banquete. Marta servía y Lázaro era uno de los comensales. María tomó una libra de perfume de nardo puro, muy costoso, ungió con él los pies a Jesús y se los enjugó con los cabellos. La casa se llenó del olor del perfume. Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo iba a entregar dijo: —¿Por qué no han vendido ese perfume en trescientas monedas para repartirlas a los pobres? —lo decía no porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón; y, como llevaba la bolsa, robaba de lo que ponían en ella—. Jesús contestó: —Déjala que lo guarde para el día de mi sepultura. A los pobres los tendrán siempre entre ustedes, pero a mí no siempre me tendrán. Escucharemos esta historia del evangelio en la misa del lunes de la Semana Santa. María estaba afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro y ve dos ángeles vestidos de blanco, sentados: uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había estado el cadáver de Jesús. Le dicen: — Mujer, ¿Por qué lloras? María responde: — Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto. Al decir esto, se dio media vuelta y ve a Jesús de pie; pero no lo reconoció. Jesús le dice — Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, creyendo que era el jardinero le dice: — Señor, si tú te lo ha llevado, dime donde lo has puesto y yo iré a buscarlo. Jesús le dice: — ¡María! Ella se vuelve y le dice en hebreo: — Rabbuni — que significa maestro—. Le dice Jesús: — Déjame, que todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: Subo a mi Padre, el Padre de ustedes, a mi Dios, el Dios de ustedes. María Magdalena fue a anunciar a los discípulos: — He visto al Señor y me ha dicho esto. 3 El martes siguiente a la Pascua, en la octava, escucharemos esta hermosa historia. Cada uno de los ocho días de la primera semana de Pascua es una solemnidad, porque la resurrección es una alegría inmensa y un misterio tan profundo que no alcanzamos a experimentarlos en un día. Cada una de estas mujeres con sus historias, nos conducen hasta la Buena Nueva de nuestra salvación, la resurrección. Cada una ha cumplido su función. — Lorie Simmons Lorie Simmons ha sido editora en Liturgy Training Publications por más de catorce años. Sus estudios y docencia de Historia del arte en la Universidad de Chicago y en el Instituto de Arte de Chicago, así como su oficio de bibliotecaria han venido a conjugarse en su primer amor: la pastoral litúrgica. Al dirigir talleres litúrgicos y coordinar ministerios litúrgicos alimenta su trabajo de proveer recursos parroquiales desde LTP. Tiempo de Navidad COMIENZA CON LAS VÍSPERAS DE LA VIGILIA DE NAVIDAD TERMINA CON LAS VÍSPERAS DEL BAUTISMO DEL SEÑOR El 25 de diciembre proclamamos: “Hoy ha nacido nuestro Salvador, Cristo el Señor”. Comenzamos así la celebración del nacimiento del Señor, TIE NA MP VI O DA D TR IDU O PA SC INVI E AL ÑO O ASC U OP ADVIE NTO MP TIE PR IM OT RIO O O RI NA DI TIE M PO 4 O R R NA DI T I E MP O TERMINA CON LAS VÍSPERAS DEL 24 DE DICIEMBRE CUARES MA L INICIA CUATRO DOMINGOS ANTES DE NAVIDAD IO O RN Los tiempos litúrgicos Adviento INAR UA E T D O MP IE D OR de Dios hecho hombre. Tanto nos ha amado Dios que nos da a su único Hijo para que sea uno de nosotros, para que habite en medio de nosotros y para mostrarnos cómo vivir ese amor. Vino a traernos paz, a sanar las rencillas, a terminar con el dolor y a llevarnos a su luz eterna. Por eso, celebramos el regalo de su amor. Iluminamos la oscuridad con luces hermosas. Cantamos villancicos y degustamos comidas deliciosas. Compartimos regalos unos con otros en torno a un árbol ¡Sí, un árbol dentro de nuestra casa! Compartimos porque Dios nos regala lo Incomprable, y por ello abrimos nuestro hogar a los visitantes, porque Dios ha abierto el cielo para nosotros. Durante estos días recontamos la historia de Navidad, celebramos a los primeros mártires y a la Sagrada Familia, Jesús, María y José. En Año Nuevo celebramos a María, Madre de Dios. Días después, en Epifanía, recordamos a los Magos que buscaron al “prometido por los profetas”, tal y como lo hacemos ahora. Concluimos la temporada navideña con la historia del bautismo de Jesús en el Jordán. Ya terminada la Navidad, 40 días después, celebramos todavía la infancia de Jesús el 2 de febrero, ERA VE AV Por siglos, judíos, cristianos y musulmanes han contado los días en grupos de siete. A esa medición del tiempo le llamamos “semana”. En los Hechos de los Apóstoles, los seguidores de Jesús solían reunirse el primer día de la semana, conocido por los romanos como “Día del sol”. Para los cristianos, ese día Dios comenzó su creación, pero, ante todo, en ese día nuestro Señor Jesucristo resucitó de entre los muertos: ¡la nueva creación! Un día así, el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos Jesús reunidos en oración. Los cristianos comenzaron a referirse al Día del sol como “Día del Señor”, o en latín “Dies Dominicus”, de donde viene la palabra domingo. Ese día se congregaban a leer en voz alta los libros de la Escritura y a presentarle a Dios todas sus necesidades. Daban dinero y comida a los pobres, depositaban pan y vino en una mesa y se reunían en torno a ella. Uno de ellos, el obispo o alguien comisionado por él, dirigía a toda la asamblea en una oración de alabanza y acción de gracias a Dios. Todos elevaban su corazón a Dios en sus cantos y recordaban las maneras mediante las cuales Dios había manifestado su amor al mundo, especialmente en la muerte y resurrección de Jesús. Después comían el pan eucarístico y bebían del vino consagrado contenido en la copa; el pan y el vino se habían convertido en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Para los cristianos primeros, esto hizo del domingo el primer día de la semana, día de Eucaristía, el día del Señor. Igual para nosotros. Durante los días de la semana, oramos por la mañana, la tarde y la noche, y participamos en la comunión diaria. En casa nos reunimos para compartir los alimentos, le damos gracias a Dios por ellos y por todas sus bendiciones. A las cuatro semanas previas a la Navidad le llamamos Adviento. Adviento significa “llegada” o “venida”. La Iglesia canta y proclama las grandes promesas divinas. Contamos la historia de mucha gente santa: María y Juan Bautista, Nicolás y Lucía. Esperamos el día en que el amor de Dios llegue a todos nosotros; cuando la paz sea fruto del amor y la justicia. Por encima de todo, seguimos esperando. Esperamos gozosos la venida de nuestro Salvador, el día en que todos seremos uno y que el Reino de Dios florezca plenamente entre nosotros. El Hijo de Dios ya ha venido a nosotros, nació en la ciudad de David. Pero también esperamos que venga de nuevo. Lo afirmamos cada domingo en el Credo: “Y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos”. Es la Luz que acabará con toda la oscuridad. NO RA El domingo y la semana la Presentación del Señor, día en que recordamos cómo María y José llevaron a Jesús al templo de Jerusalén, donde Ana y Simeón se regocijaron con su llegada. Cuaresma COMIENZA EL MIÉRCOLES DE CENIZA TERMINA EL JUEVES SANTO, ANTES DE LA CENA DEL SEÑOR Los 40 días de Cuaresma nos recuerdan primero, los 40 días que Jesús ayunó y se preparó a proclamar la Buena Nueva. Antes que Jesús, por 40 dias ayunaron Moisés y Elías; cuando la lluvia inundó la tierra por 40 días, Noé y los suyos se salvaron para un nuevo comienzo. El pueblo de Israel vagó 40 años por el desierto para entrar en la tierra prometida. Estos 40 días indican que está preparándose algo muy importante. Entre nosotros, la Cuaresma comienza en invierno. No obstante, con el pasar de los días, el calor y la nueva vida anuncian ya la primavera. Iniciamos la Cuaresma con ceniza en la frente y ayunamos, quizá consumimos menos alimentos o nos privamos de ciertos postres; también practicamos la limosna, es decir, buscamos maneras de compartir lo que tenemos, nuestro tiempo, nuestros bienes. Estos días tienen su propio sabor que impregna nuestra oración y nuestro canto interior (sin llegar a cantar o a decir: “aleluya”, aclamación propia de la Pascua). Estos días meditamos sobre nuestro Bautismo y procuramos crecer en la vida cristiana. Cada domingo de Cuaresma escuchamos algunas de las narraciones más importantes del Evangelio y le pedimos a Dios por la gente que será bautizada en la noche más grande y gloriosa del año, la noche de la Vigilia Pascual. Triduo Pascual COMIENZA EL JUEVES SANTO CON LA MISA DE LA CENA DEL SEÑOR TERMINA CON LAS VÍSPERAS DEL DOMINGO DE PASCUA Triduo significa “tres días”. Para el pueblo judío, la Pascua es el gran evento con el que Dios liberó a Israel de la esclavitud de Egipto. Los seguidores de Jesús proclamamos eso en su vida, pasión, muerte y resurrección, pues Dios nos ha salvado y liberado en Cristo. La noche de Pascua encendemos el fuego santo y el cirio pascual que se yergue en medio de la oscuridad; escuchamos las lecturas más hermosas y cantamos salmos y alabanzas. Luego nos congregamos en torno a las aguas de la fuente bautismal al tiempo que reciben los Sacramentos de Iniciación las personas que se han preparado para una nueva vida en Cristo. Los recién bautizados son ungidos con un óleo llamado crisma; al final, con los recién bautizados, llamados neófitos, celebramos la Eucaristía. Nos preparamos para esta vigilia celebrando el Jueves Santo la institución de la Eucaristía; mientras que el Viernes Santo conmemoramos la Pasión del Señor y veneramos su cruz. También ayunamos – de alimentos, entretenimiento, conversación y trabajo – a fin de meditar más profundamente aún en la pasión, muerte y resurrección del Señor, que es precisamente el misterio que nos hace ser Iglesia. Tiempo Pascual COMIENZA EL DOMINGO DE PASCUA TERMINA CON LAS VÍSPERAS DE PENTECOSTÉS La Pascua dura 50 días. El Domingo de Pascua es para el año lo que el domingo para la semana. Vivimos como si el reino de Dios ya hubiera venido, porque ya ha venido y es una realidad. Suspendemos el ayuno para darnos a la celebración. Nos ben decimos a nosotros mismos con el agua bautismal para recordar nuestra participación en la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Cantamos “Aleluya” porque nos deleitamos alabando al Señor. Los relatos que se proclaman de la Sagrada Escritura nos llevan al encuentro de María Magdalena y Tomás con el Señor resucitado, a comer con Jesús, a seguir al Buen Pastor, y a recibir al Espíritu Santo. Así como la Iglesia se recrea con los nuevos cristianos durante la Vigilia Pascual, en el tiempo pascual es común que celebre los sacramentos 5 de la Confirmación y la Primera Eucaristía, así como del Matrimonio y las Órdenes Sagradas. Tiempo Ordinario DESDE LAS VÍSPERAS DEL BAUTISMO DEL SEÑOR HASTA EL MIÉRCOLES DE CENIZA, Y DESDE LAS VÍSPERAS DE PENTECOSTÉS HASTA LAS PRIMERAS VÍSPERAS DEL PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO Durante algunas semanas en enero y febrero, y luego durante todo el verano y el otoño, la Iglesia está en el Tiempo Ordinario que marca las semanas que no caen en los tiempos especiales de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua. La palabra “ordinario” viene del latín ordinal y significa “contable”, es decir, que se puede contar. En otras palabras, cada una de las semanas tiene un número. Durante el Tiempo Ordinario, el evangelio dominical presenta el ministerio de Jesús, de relato en relato, y siguiendo el orden establecido en el ciclo dominical. En el Ciclo A escuchamos relatos del Evangelio según san Mateo; en el Ciclo B de san Marcos y durante el Ciclo C de san Lucas. Durante el año 2015 se irá proclamando el Evangelio según san Marcos. Domingo a domingo también se proclaman las cartas de Pablo y otros escritos del Nuevo Testamento. Este Tiempo está lleno de solemnidades, fiestas y memorias del Señor y de los santos. En sus últimas semanas celebramos Todos los Santos y Todos los Fieles Difuntos. Todo el mes de noviembre se convierte en un mes para regocijarnos en la Comunión de los Santos y para recordar que nuestro verdadero hogar está en la Jerusalén celestial. Siguiendo el calendario Este calendario contiene las celebraciones litúrgicas para las Diócesis de los Estados Unidos de Norteamérica y de Canadá. Cada rayo de la rueda representa una semana. Las semanas comienzan con el domingo (parte externa) y concluyen en sábado (parte interna). Cada tiempo litúrgico tiene un color diferente. Nótalo en la gráfica: Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua. Entre Cuaresma y Pascua encontrarás el Triduo Pascual, opcionales – de santos y beatos que se celebran en el calendario de las diócesis de los Estados Unidos y Canadá. La tipografía más pequeña se emplea para las fiestas civiles o seculares [Año Nuevo] para Australia, Canadá, México y Estados Unidos; en este caso aparecen seguidas de una inicial entre paréntesis: (A) para Australia; (C) para Canadá; (M) para México y (U) para los Estados Unidos. Un pez identifica los días de ayuno: cuaresmal, pascual y los viernes que caen fuera de las temporadas festivas. Tales días, la tradición invita a consumir menos alimentos y a realizar obras de misericordia. Una lámpara de aceite indica la vigilia de las solemnidades del Señor que, por costumbre, comienzan con la víspera, incluido el domingo, día del Señor. Con velas señalamos las solemnidades y fiestas del Señor que no tienen carácter obligatorio. El pan y la copa indican los domingos y otros días de importancia, días festivos de carácter obligatorio. La artista Laura James tiene sus raíces en Antigua. De niña, se sentía desilusionada porque, aunque todas las personas que acudían a su iglesia eran de raza negra, no había un buen lugar para ellas en los dibujos o historias ilustradas de la Biblia que tanto quería. Ya adulta, viviendo en Brooklyn, vio por la ventana de una librería la ilustración de Jacques Mercier para la portada de Ethiopian Magic Scrolls. “La ilustración era muy detallada pero simple; era 6 hermosa y realmente llamaba la atención en aquella calle llena de gentes. Me propuse aprender a pintar esas imágenes. Fui en busca de más arte etíope, y después comencé a pintar historias de la Biblia que nunca había visto así”. Artista autodidacta, Laura usa acrílicos sobre tela y ha pintado muchos pasajes memorables de las Escrituras, uno de los cuales ha sido puesto en el Evangeliario de LTP. Usted puede encontrar el conjunto de sus obras en su página de internet, http://laurajamestar.com/. Nihil obstat 9 de mayo, 2014, por el Reverendo Monseñor Francis J. Kane, dd, Vicario General de la Arquidiócesis de Chicago. Este permiso es una declaración oficial de la autoridad eclesiástica, certificando que el material está libre de error doctrinal y moral, pero no asume ninguna responsabilidad legal con la publicación. Para los EUA, las fechas litúrgicas fueron tomadas del Calendario Litúrgico para los Estados Unidos de América, publicado por la Secretaría para el Culto Divino de la USCCB. Las fechas canadienses fueron recopiladas por LTP, a partir de la tercera edición del Misal Romano. Textos bíblicos conforme a La Biblia de nuestro pueblo. Biblia del peregrino, PBF y Ed. Mensajero 2011. Todos los derechos reservados. © 2014 Melissa Bunni Elian corazón del año litúrgico. Nota también los dos bloques del Tiempo Ordinario. Uno de ellos durante el invierno, es muy pequeño; el otro viene después de Pentecostés y permanece durante el verano y el otoño. Después del último domingo del Tiempo Ordinario, llegará el Adviento con un nuevo ciclo. Los colores de la rueda ilustran los diversos tiempos litúrgicos. Estos colores no se usan para distinguir días en particular. Se han escogido tonos que reflejen el color del tiempo litúrgico y que armonicen con los empleados en la ilustracion del calendario. Gracias a esto, los tonos varían año tras año. Los tonos violeta van con el Adviento (tono más azul) y con la Cuaresma (tono más rojizo). Se usan diferentes tonos de dorado para marcar la diferencia entre el Tiempo de Navidad y el de Pascua (El color “oficial” de los Tiempos de Navidad y Pascua es el blanco, sin embargo, el dorado y el plateado también pueden usarse). El verde se utiliza para las diferentes etapas del Tiempo Ordinario. No existe un color litúrgico para el Triduo Pascual, cada día tiene el suyo. Para diferenciar el Triduo Pascual del Tiempo de Pascua, se escogió el rojo, usado para el Viernes Santo. Excepto durante Navidad y Pentecostés, cada domingo tiene un número unido. Usualmente el nombre del domingo combina su número con la estación o temporada litúrgica (por ejemplo, el Cuarto Domingo de Cuaresma o el Vigesimonoveno del Tiempo Ordinario). Pega estrellas en aquellos días que sean cumpleaños, el día de tu santo o alguna fecha especial para tu familia, así como en aniversarios que quisieras recordar. Los días del año se han clasificado de acuerdo a su importancia litúrgica en la Iglesia; la tipografía indica su rango. Las solemnidades del año litúrgico aparecen en letras de mayor tamaño [DOMINGO DE PASCUA], como domingos, solemnidades del Señor y de los santos, así como fiestas del Señor. El siguiente tamaño de letra [San Andrés] se usa para fiestas de los santos. Un tipo más pequeño [Sta. Isabel de Hungría] se emplea para las memorias – obligatorias u Los calendarios vienen en dos tamaños: cuaderno (11” X 17”) y póster (26” cuadradas), en superficie de papel o laminados. En inglés, están disponibles dos libros: Companion to the Calendar, de Mary Ellen Hynes, con información sobre la mayoría de los días y tiempos mencionados, y Sourcebook for Sundays and Seasons: A Parish Almanac. Pide estos libros o calendarios adicionales a Liturgy Training Publications, 3949 South Racine Avenue, Chicago, IL 60609; 1-800-933-1800, fax 1-800-933-7094, e-mail [email protected]. Visítanos en internet: www.LTP.org y www.YearofGrace.com. El año de gracia 2015 © 2014 Arquidiócesis de Chicago Liturgy Training Publications