Dinópolis, un `Jurassic Park` en las tierras de Teruel

Transcripción

Dinópolis, un `Jurassic Park` en las tierras de Teruel
34 ESCUELA Núm. 3.978 (562)
4 de abril de 2013
Reportaje
Dinópolis, un ‘Jurassic Park’
en las tierras de Teruel
• El mayor parque temático de dinosaurios de Europa inicia
su nueva temporada con la exposición de nuevos fósiles y un
premio especial para su visitante 2.000.000
ron con una capa llena de fósiles, que
resultaron ser de hace entre 110 y 113
millones de años. Enseguida entendieron que tenían que llamar a los
expertos de Dinópolis.
En el tiempo transcurrido desde entonces, los paleontólogos han
pasado muchas horas en el laboratorio recuperando el material de Ariño, restaurándolo, estudiando sus
fragmentos para darles forma.
Finalmente, en noviembre del
pasado año presentaron a los medios
de comunicación y las autoridades
aragonesas la espectacular cabeza
de una nueva especie de dinosaurio,
bautizado como Proa valdearinnoensis por la forma de proa de barco que
presentaba en su pico. Un reptil del
que han podido reconstruir hasta el
70% del cuerpo y que, aseguran, llegó
a medir ocho metros largo. Ese trabajo meticuloso y metódico, duro pero
gratificante a la vez, es el que tratan
de trasladar a los más jóvenes para
despertar su curiosidad científica.
ROSA M. TRISTÁN
El día que el catedrático Juan Vilanova se tropezó con el hueso de un
dinosaurio iguanodón en el municipio turolense de Utrillas, allá por
1880, no podía imaginar que estaba poniendo la primera piedra de
un parque temático y un proyecto científico que está a punto de
recibir a su visitante dos millones
y que ha revelado, para la ciencia
mundial, varias nuevas especies
que habitaron durante el Cretáceo
en este planeta. Se trata del Territorio Dinópolis, un espacio que,
desde 2001, se ha ido extendiendo
por la provincia aragonesa y que
se ha convertido en un atractivo
imán para divertirse aprendiendo
ciencia.
Como cada año, con la llegada de
la primavera, Dinópolis ha vuelto a
abrir sus puertas a escolares, docentes y familias, con propuestas que
han sido diseñadas conjuntamente
por los gestores y por el equipo cien-
tífico, dirigido por el paleontólogo
Luis Alcalá, uno de los investigadores con más prestigio del país en su
campo. Como cada temporada, más
de 10.000 escolares pasarán por este
mundo prehistórico, especialmente
pensado para ellos, pero igualmente atractivo para sus acompañantes
adultos.
Desde el principio, Luis Alcalá tuvo clara la vocación educativa
y divulgadora que debía tener el
proyecto. Quizá por ello, no duda
en ejercer de guía de los chavales
cuando la situación lo requiere y
sus obligaciones científicas no le
tienen ocupado. “Es un público al
que tenemos ganado de antemano,
porque los dinosaurios siempre son
atractivos para los niños; pero, lo
más importante, es saber utilizarlos
como un recurso para introducirles
el interés por la ciencia, para explicarles cómo es el método científico,
cómo realizamos la interpretación
de los datos y cómo diseñamos los
experimentos”, explica Alcalá.
UNA MINA DE DINOSAURIOS
Como él, todo su equipo, compuesto
por una decena de investigadores, está
entregado a la causa. Nieve, llueva o
luzca un sol abrasador, los paleontólogos de Dinópolis no dejan de buscar y rescatar del pasado los vestigios
de unos seres que desaparecieron
hace 65 millones de años, y que no
dejan de despertar pasiones.
A veces, realizan sondeos en zonas
cercanas a yacimientos ya conocidos
en busca de nuevas localizaciones;
pero, en muchas otras ocasiones, son
circunstancias ajenas y un punto azarosas (una obra pública, un arado en
una tierra, un derrumbe por las lluvias…) las que dan pie a la apertura
de un nuevo foco de excavación, que
en esta tierra aragonesa casi siempre
suele ser fructífero.
El último yacimiento importante
ha sido encontrado en una gran mina
de carbón, en el municipio de Santa María de Ariño. Fue hace ya más
de dos años cuando los mineros que
sacaban mineral de la tierra se topa-
EL LABORATORIO
EN EL ESCAPARATE
Y es la razón fundamental por la
que en la sede central de Dinópolis,
en Teruel, los investigadores no se
esconden, sino que trabajan de cara
al público. De hecho, son lo primero
con lo que se topan los visitantes que
acceden al Museo Paleontológico de
Teruel: a través de una gran vidriera, los visitantes pueden observar a
investigadores que han publicado en
las mejores revistas internacionales
de ciencia, como Rafael Royo, Eduardo Espilez o Alberto Cobos.
Quizás en ese momento, tengan
entre manos la consolidación del
fémur de un Turiasaurio riodevensis
(el dinosaurio más grande de Europa
con 38 metros de largo), que fue hallado en el cercano municipio de Riodeva y es uno de los tesoros paleontológicos de España; o una pequeña
rana de la localidad de Libros, que
además del hueso conserva la médula ósea después de 10 millones de
años de fosilización; o la recreación
de una huella fósil (icnita) que les está
ayudando a conocer cómo se movían
aquellos grandes saurios cuando se
paseaban por la provincia.
“Cada detalle nos da pie para
explicar a los visitantes un aspecto del
hallazgo y su importancia. Y es una
interacción fascinante, tanto para los
escolares como para los adultos que
les acompañan, aunque a estos les
cuesta más reconocerlo. En el fondo,
no solo se trata de ver dinosaurios,
sino de que conozcan el contexto
global, el origen de todos los seres
vivos, incluidos nosotros, los humanos”, afirma Alcalá, que ejerce como
director científico de la Fundación
Dinópolis.
Esta fundación, creada en 1998,
fue la primigenia semilla del proyecto,
una vez que el Gobierno de Aragón
decidió apostar por la creación de
una instalación en la que se expusiera la riqueza paleontológica de Teruel,
se investigara y, a la vez, se potenciara
el turismo en una ciudad que se consideraba olvidada. En cierto modo, la
respuesta a aquella campaña nacional
que quiso recordar a las administraciones que “Teruel también existe”.
Solo tres años después de constituirse la Fundación, en 2001, abría sus
puertas un parque temático dedicado a los dinosaurios que es ya el más
grande de toda Europa. Y desde esa
fecha, Dinópolis ha ido ampliando
año tras año sus instalaciones en la
capital de la provincia, incorporando
novedades, y a la vez ha ido extendiendo sus tentáculos a otros municipios, hasta contar hoy con seis
subsedes que son también focos de
atracción turística.
CIENCIA COMO MOTOR
ECONÓMICO
Un estudio realizado con motivo del
décimo aniversario de su apertura cifraba en más de 1.500 millones
de euros el impacto económico que
ya había tenido el parque en Teruel,
más que la Exposición Universal de
Zaragoza. Cada euro invertido por
las instituciones en el complejo se
había multiplicado por cuatro en
solo una década, según aseguraba la
Fundación de Economía Aragonesa.
Ahora, la crisis ha parado la conquista de nuevos territorios, pero no ha
afectado a lo que se había conseguido: “Estos últimos años, a pesar de la
situación económica general, hemos
seguido manteniendo el número de
visitantes e incluso hemos crecido”,
asegura la gerente, Higinia Navarro.
Pero sigamos con la visita. Después de observar cómo trabajan los
paleontólogos, un largo pasillo nos
lleva sin paradas desde el Big Bang
(la gran explosión que dio origen al
Universo) hasta el comienzo de la
vida en la Tierra. Al final, y ya con las
primeras nociones en la cabeza sobre
el origen de las estrellas, la formación
de los planetas del Sistema Solar y
el enfriamiento de nuestra pequeña
canica azul, se desemboca en el Museo
propiamente dicho.
Más de 500 piezas, muchas de
ellas originales, inician a los visitantes en la segunda etapa de este viaje,
la que nos traslada desde los inicios de
la vida terrestre en el agua en la Sala
del Mundo Acuático (donde pueden
verse espectaculares estromatolitos,
trilobites, amonites y otros seres con
más de 500 millones de años), a la era
los dinosaurios (con impresionantes
esqueletos a tamaño natural de diversas especies de reptiles) para terminar
en la Sala de los Mamíferos, donde
con fósiles auténticos de mamuts y
del oso de las cavernas se acaba por
aterrizar en el Holoceno. Es aquí donde se termina la parte más sesuda del
recorrido.
En total, 3.000 metros cuadrados de exposición sobre seres extintos hace decenas de millones de años
que, sin embargo, se han configurado como un espacio vivo, en continuo
crecimiento. La provincia de Teruel,
durante el Cretácico inferior, era un
delta mucho más extenso que el del
Ebro en la actualidad. En aquel ecosistema se movieron los gigantescos
saurópodos y otros animales cuyos
restos quedaron atrapados en unos
sedimentos que eran muy propicios
para su conservación, y que ahora rescatan los investigadores de la Fundación. Cada año, van a parar a las vitrinas los nuevos hallazgos, haciendo de
la colección un fondo interminable.
LAS NOVEVADES DE LA
TEMPORADA
En la nueva temporada, como gran
novedad, ya han colocado los restos
de un estegosaurio (un dinosaurio
con placas de defensa en el lomo)
bautizado como Dacentrurus armatus, el único de su grupo en España,
que fue encontrado en el municipio
de Riodeva en 2010.
También expondrán las réplicas de unas huellas que dejaron sus
congéneres en el yacimiento El Castellar. Y, cómo no, el cráneo original
de su última joya, el ornitópodo Proa
valdearinnoensis. “Encontrar un cráneo como este, con lo pequeños que
son esos huesos, es todo un hito y
ha generado una gran expectación,
así que será una de las estrellas de la
temporada”, afirmaba Alcalá durante la presentación. El año anterior ya
habían recuperado otra cabeza, la del
Turiasaurios riodevensis, que se presentó hace un año y que ya luce en la
exposición.
Pero Dinópolis quiere atraer a los
escolares con la diversión y la aventura. Por ello, es mucho más que un
museo. En sus más de 12.000 metros
cuadrados hay espacio para realizar
un apasionante Viaje en el Tiempo
por un túnel al que solo se accede en
vehículos especiales. Una vez a bordo,
niños y adultos se sumergen de lleno
en la historia del planeta Tierra, gracias a animaciones robóticas. Imprescindible es también hacer una visita a
la recreación de un gigantesco Tiranosaurio rex, capaz de moverse imitando con precisión a aquellos temibles cazadores (y carroñeros, según
los más recientes estudios). Se ofrece,
además, la posibilidad de navegar por
un canal en El Último Minuto, que es
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4 de abril de 2013
“Dinópolis se ha convertido en el motor de desarrollo de la provincia basándose en la ciencia,
en la investigación y en el desarrollo y eso es algo muy innovador y que da resultado”
el corto espacio de tiempo en el que
se resume la existencia de los humanos. Y, de postre, pocos visitantes son
ajenos a la impresión que deja en las
retinas, y todo el cuerpo, el simulador 4D Terra Colossus, la última gran
atracción del parque.
“Siempre hemos querido atraer a
un público familiar y lo hemos conseguido. Al final, Dinópolis se ha convertido en un motor de desarrollo de
la provincia basándose en la ciencia,
en la investigación y el desarrollo, y
eso es algo que es muy innovador y
que da resultado”, aseguraba la gerente del parque en la presentación de la
nueva temporada. Navarro decía que
se ha marcado el reto de aumentar un
7% el número de visitantes, y les ha
puesto un aliciente económico para
alcanzar esa cifra: el que se convierta
en el número dos millones (alguien
que comprará la entrada en no mucho
tiempo) recibirá un premio de 12.000
euros.“Estamos cerca de esa cifra, pero
no vamos a decir cuánto para generar
expectación”, asegura la gerente.
LA OFERTA DE TALLERES
ESCOLARES
La oferta se completa con talleres
educativos impartidos por paleontólogos reales y especialmente preparados para visitas escolares. Según sus
datos, además de los colegios e institutos turolenses, reciben muchas visitas de Zaragoza, Castellón, Valencia y
Cataluña, incluso hay visitas organizadas desde Madrid, un público al que
miman especialmente.
El taller destinado a los más pequeños (de 4 a 11 años) es Excavando fósiles. Durante la actividad, los niños se
convierten en paleontólogos que buscan huesos de dinosaurios entre la arena, hasta reconstruir un puzle con las
piezas, tal como hacen los auténticos
profesionales. Quién soy yo es el título
del taller (de 11 a 17 años) en el que
aprenden a diferenciar los fósiles de los
dinosaurios y entender su biología. Y
el tercero se titula Quiero investigar
dinosaurios (de 9 a 16 años) y, como
en los anteriores, un paleontólogo les
enseña a distinguir entre los diferentes
tipos de fósiles de dinosaurios que se
encuentran (huesos, dientes, huellas,
coprolitos, huevos y gastrolitos).
“Las preguntas que suscita este
mundo son infinitas, pero la que más
nos repiten, sobre todo cuando conocen cómo ha funcionado la evolución
de la vida, es si los humanos daremos
lugar a una especie nueva en el futuro.
Al final, intentamos que los escolares
se vayan con el mensaje de que los
dinosaurios son atractivos, pero que
tan importantes como ellos es algo
tan pequeño como el plancton marino, aunque no es tan espectacular ni
temible”, reconoce Luis Alcalá.
JUEGOS CON CIENCIA
Para cuando la inagotable energía
infantil necesita movimiento, Dinópolis también tiene posibilidades. En
el exterior del recinto se puede recurrir
a la Paleosenda, una instalación con
un buen número de juegos y circuitos
de habilidad que recuerdan a lo que
es un campamento como los que se
organizan en los yacimientos. Es aquí
donde se encuentra el Gran Esqueleto
que los más pequeños deben buscar
para reconstruir un dinosaurio y también la Sima Misteriosa.
Carlos Hernández, director del
Departamento Comercial, recuerda
que en los primeros tiempos de Dinópolis solo contactaban con docentes,
aunque en los últimos años han comprobado que muchas visitas escolares se gestionan desde las Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos
(AMPA).“Al principio hacíamos ofertas especiales para grupos que vienen
con docentes, pero ahora también
las tenemos para los que vienen con
padres y madres, siempre que se organicen desde el AMPA de un centro de
enseñanza”, explica Hernández. Desde su departamento se lanza cada año
un mailing a más de 7.000 colegios de
toda España. “Muchos vienen desde
la Comunidad Valenciana, Aragón,
Cataluña, porque cercanía geográfica,
pero también nos visitan desde algunas comunidades tan lejanas como
Andalucía o Cantabria. En esos casos
tenemos acuerdos con algunos hospedajes y albergues para que el precio no
les salga caro”, apunta.
Los profesores que quieren conocer Dinópolis antes de embarcar en la
aventura a sus alumnos pueden enviar
una solicitud y visitar gratuitamente
las instalaciones. Tan solo tienen que
enviar una carta o un correo electrónico desde el colegio, firmados por el
director con los datos del docente.
Los municipios que escondían los
dinosaurios forman parte también de
la oferta de Territorio Dinópolis, porque en cada uno de ellos se ha abierto
un pequeño museo especializado en
un área concreta de la Paleontología:
» INHÓSPITAK: Hay que recorrer
casi 200 kilómetros desde Teruel para
llegar hasta Peñarroya de Tastavins,
sede del Inhóspitake. Fue allí donde
se encontraron, en 1997, los restos de
un Tastavinsauru sanzi, el saurópodo
más completo que se ha hallado en
España, cuyo original se expone en
esta sede.
» LEGENDARK: A solo 60 kilómetros está Galvez, un centro cuyo
protagonista es el Aragosaurus, el primer dinosaurio (es un saurópodo)
definido en España. Pero además de
sus fósiles, están los de otro muchos
animales contemporáneos y también
un laboratorio de restauración.
» BOSQUE PÉTREO: Como no
todos son huesos, en el municipio de
Castellote, a 123 kilómetros, se visita
un pequeño museo de Paleobotánica
para conocer los cambios en la vegetación durante cientos de millones de
años.
» MAR NUMMUS, EN ALBARRACÍN: Albarracín, a 40 kilómetros
de Teruel, ha sumado a sus muchos
atractivos un centro con una gran
cantidad de fósiles de seres vivos que
habitaron el mar hace más de 150
millones de años, en los tiempo del
Mar de Tethys, cuando este municipio aragonés estaba bajo las aguas de
lo que después fue el Mediterráneo.
Allí se pueden ver restos fósiles de
cocodrilos, esponjas, braquiópodos,
bivalvos, gasterópodos y equinodermos, e incluso de una amonites única
en el mundo que fue encontrada allí,
la Abaracinites albarracinensis.
» TITANIA: Casi a la misma distancia de Teruel está Riodeva, en cuyas
cercanías se encontró el gigante Turiasaurus riodevensis, el dinosaurio más
grande de Europa, que es una de las
estrellas de todo el Territorio Dinópolis. En este caso, los fósiles originales están en el Museo Paleontológico
de Teruel, pero hay reproducciones a
tamaño natural.
» REGIÓN AMBARINA: Rubielos
de Mora, a 60 kilómetros de Teruel, es
una ciudad medieval que se ha convertido en la sede de la Región Ambarina, un museo ideado sobre los restos
de un lago fosilizado de conservación
excepcional de los pocos que existen
en el mundo. Allí se exponen los animales que quedaron atrapados en el
fondo del lago y se fosilizaron, y los
que fueron cubiertos por la resina de
los grandes árboles y hoy siguen dentro
del preciado ámbar rojo. En la Región
Ambarina pueden descubrir cómo los
científicos analizan los restos, extraen
sus conclusiones y elaboran sus teorías
a partir de toda la información que les
proporcionan los fósiles.
Pero no son estos los únicos lugares donde se han localizado fósiles.
Los investigadores ya han identificado
casi un centenar de puntos interesantes para la Paleontología, lugares que
esconden nuevos tesoros en piedra,
pero habrá que esperar a que Alcalá
y su equipo los rescaten.
Siempre habrá una nueva y petrificada razón para volver a Dinópolis.

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