Editorial La Sociedad secreta del Sueño ] Juan Jacinto Muñoz

Transcripción

Editorial La Sociedad secreta del Sueño ] Juan Jacinto Muñoz
Redacción
PRESENTACIÓN
NARRATIVA
5
Editorial
6
La Sociedad secreta del Sueño ] Juan Jacinto Muñoz Rengel
Despedida en Madrid ] Norma Elia Cantú
Los culpables ] Juan Villoro
Other Guys ] Daniel Chacón
Neptuno ] Ivonne Lamazares
Es el agua ] Rolando Hinojosa
12
15
18
21
28
DOSSIER
31
40
45
52
60
63
65
POESÍA
66
70
72
73
74
76
78
ENTREVISTA
80
82
CRÍTICA
] SUMARIO
84
85
86
Panorama de la literatura hispana en EEUU ] Nicolás Kanellos
Sobre la obra de Rolando Hinojosa ] Klaus Zilles
Sobre la novela de Denise Chávez ] María Herrera Sobek
La novelística de Alisa Valdés Rodríguez ] Juan Bruce Novoa
Antología de cuentos hispanos ] Antonio Torres Torres
Ilán Stavans ] Entrevistado por César Alegre
Pater Noster y Ave María ] Ilan Stavans
Ana Castillo
Tino Villanueva
Gustavo Pérez Firmat
Lemis
Raquel Delgado
Eduardo Moga
Carlos Vitale
Enrique Vila-Matas ] por Fernando Clemot
Fernando Arrabal ] por Iván Humanes Bespin
Gestual de Mireia Vidal-Conte ] reseña de Julieta Yelin
La hora azul de Alonso Cueto ] reseña de Alejandro Tellerina
Retorno 201 de Guillermo Arriaga ] reseña de A. Cartula Viladot
Redacción
] EDITORIAL
Paralelo Sur son
Edición
Fernando Clemot y Jordi Gol
[email protected]
[email protected]
www.paralelosur.com
Publicación
Paralelo Sur Ediciones SCP
(Plaza Trilla, n6, 2º 1ª, 08012,
BCN) CIF: G-64102940
Dirección
F. Javier Cubero
Diseño de portada y maquetación
Diego Petrilli
Ilustración de contraportada
Fernando Arrabal
LITERATURA CHICANA,
SPANGLISH…
LAS LITERATURAS HISPANAS EN ESTADOS UNIDOS EN EL PUNTO DE MIRA
Fotos interior
Jordi Tarrés
Corrección
F. Javier Cubero, Eulàlia Padró,
Bernat Padró, Fernando Clemot.
Consejo de redacción
Bernat Padró, Luis Miguel
Hermoza, Diego Petrilli, José
Luis Quintero, Raquel Delgado,
Jordi Tarrés, Óscar Checa.
Colaboradores
Juan Jacinto Muñoz Rengel,
Norma Elia Cantu, Juan Villoro,
Daniel
Chacón,
Ivonne
Lamazares, Rolando Hinojosa,
Nicolás Kanellos, Klaus Zilles,
María Herrera-Sobek, Juan
Bruce-Novoa, Antonio Torres
Torres, Ilán Stavans, César Alegre,
Ana Castillo, Tino Villanueva,
Gustavo Pérez Firmat, Lemis,
Raquel Delgado, Eduardo Moga,
Carlos Vitale, Enrique Vila-Matas,
Fernando Arrabal, Iván Humanes
Bespín, Julieta Yelin, Alejandro
Tellería, Alberto Caturla Viladot,
Itmar Conesa, Ester.
Agradecimientos
A Lara Hospital y a Silvia López por
su inestimable colaboración; a
Sergio Fidalgo, por darnos su
apoyo incondicional; a Celia y a
Mercedes, de La Gabia de Paper; a
La Central; a Nacho; a Acolite; a
Gudelna; y a todos aquellos que
nos han permitido continuar con
este proyecto.
Imprime Huella Digital SL,
c/Barcelona 60-65, 50017,
Zaragoza
Estados Unidos y la cultura hispana.
El gigante del Norte se ha convertido en las últimas décadas en uno de los campos de mestizaje y enriquecimiento
más importantes para todas las literaturas latinas. La pujanza de la cultura hispana ha alcanzado todos los ámbitos sociales; las editoriales, la televisión, la universidad y los aspectos más diversos de la cultura norteamericana.
Una realidad emergente y cambiante que nos llena de fascinación. Una temática ambiciosa que requería un
esfuerzo máximo para condensarla.
Desde la páginas del dossier de este número 3 hemos tratado de dar una visión eficaz de un movimiento poderosísimo y con incontables matices; la literatura chicana y la del exilio cubano, los nuyorricans, el spanglish… Un
trabajo de envergadura para el que la revista Paralelo Sur ha tenido la fortuna de contar con la colaboración de
las más importantes figuras hispanas tanto del ámbito literario como del docente. Sería muy difícil entender una
realidad tan poliédrica como la señalada sin nombres como los de Rolando Hinojosa, Gustavo Pérez Firmat, Juan
Bruce Novoa, Ilán Stavans, Tino Villanueva, Norma Elia Cantú, Daniel Chacón, Ivonne Lamazares, Ana Castillo,
María Herrera Sobek, Nicolás Kanellos o Klaus Zilles. Una nómina inmejorable que en gran parte debemos al
trabajo del profesor Antonio Torres de la UB, a José Luis Quintero, Raquel Delgado, Esther Rodríguez y al colectivo universitario GUDELNA, amigos y colaboradores de esta publicación.
Pero este número 3 no se limita únicamente a este estupendo dossier. En el apartado de narrativa hemos contado con colaboraciones como las de Juan Villoro y Juan Jacinto Muñoz Rengel. También en poesía destacamos a
Carlos Vitale y Eduardo Moga y, como cierre, dos entrevistas de prestigio y plena actualidad: Enrique Vila–Matas
y Fernando Arrabal.
Como editores de Paralelo Sur nos sentimos orgullosos de dar luz a este nuevo número que amplia nuestros horizontes como publicación. Agradecemos su dedicación a nuestro director, Francisco Javier Cubero, y a todos los
miembros del consejo y colaboradores. Sin la suma de sus esfuerzos no hubiéramos podido concretar este hermoso mosaico con el que –desde la modestia de nuestra publicación– creemos haber trazado uno de los mejores
retratos de las literaturas hispanas en Estados Unidos realizados desde este lado del Atlántico.
Jordi Gol y Fernando Clemot
Editores de Paralelo Sur
Depósito legal
03121564024564
5 paralelosur
NARRATIVA [
Juan Jacinto Muñoz Rengel
Juan Jacinto Muñoz Rengel
] NARRATIVA
La Sociedad secreta
del Sueño
Juan Jacinto Muñoz Rengel
Poco a poco tomas conciencia de que hay algo más, de
que eso que te está ocurriendo no es todo lo que hay o te
puede ocurrir. Adviertes que las personas no pueden cambiar de rostro así como así, o que algo en las esquinas de
ese círculo cuadrado no es del todo sensato, y ésas u otras
pistas, como el hecho de que no puedes estar en dos sitios
a la vez, te llevan a pensar que estás soñando, y que eso
tan fantástico que te ocurre no es lo real, sino más bien eso
otro, cuya resonancia ya percibes ahí fuera, eso otro
mucho más cabal, más estático, más aburrido.
Acabas por salir del sueño y te despiertas. Piensas que
es tarde ya, porque oyes un blando murmullo de carros y
gentío en la calle. Aún así te quedas tumbado en la cama,
mirando las humedades del techo y a esa araña que ha
pasado la noche contigo; sin prisas, porque empiezas a
recordar que anoche le pediste al ama de llaves que te despertaran a las ocho de la mañana. No sabes si pasan cinco
o treinta minutos cuando llaman a la puerta y escuchas:
–¡Ocho en punto, señor! En el comedor hay breakfast
tea y huevos revueltos.
Te incorporas, viertes media jarra de agua en el pequeño lavabo y te lavas la cara, frotándola con fuerza. Luego
te miras en el espejo, tu cara adopta los signos de la concentración, pero te das cuenta de que ya no tienes suficiente perspectiva ni como para distinguir que el reflejado
eres realmente tú, y no un objeto más de todos los que
rodean tu vida y ves cada día. Agarras tu nariz, y la sometes a tu antojo, pellizcas un carrillo, enseñas los dientes,
pero abandonas el espejo con el convencimiento de que
esos apéndices de carne no son más tú que cualquier longaniza expuesta en el mercado, y que es pura casualidad
que se encuentren adornando la parte superior de tu
esqueleto, y no una inferior u oculta, y que mañana tu
nariz no será la misma nariz, sino que tendrá ya un poco
de la gallina que puso los huevos con los que se ha hecho
el revuelto que te vas a desayunar en unos minutos.
Recoges tu traje del perchero y te vistes. Ajustas las polainas sobre tus zapatos, porque en abril aún persiste intenso
el frío en Londres. En los bolsillos del abrigo acomodas tu
reloj, tu bolsa de tabaco, tu dublinesa pipa Peterson, tu
monedero, los guantes de piel, y bajas al comedor.
paralelosur 6
Pliegas el periódico con una destreza adquirida con los
años, mientras sostienes con seguridad la pipa entre los
dientes. El sol había salido durante unos minutos, pero la
niebla lo ha vuelto a borrar del cielo y comienza a hacer
frío otra vez. Estás en una terraza en Belgrave Square, son
casi las once de la mañana, e intuyes que en unos veinte
minutos empezará a llover. Sin embargo, el día no se presenta mal del todo. Lees una noticia más, apurando los
últimos minutos en el exterior, una crónica de sucesos.
Una chica asesinada en Southwark. Te lamentas de los
tiempos que te ha tocado vivir, del desvanecimiento de las
costumbres, de la depravación que impera en nombre de
la pura y sola modernidad, en estos años de fin de siglo.
Unas gotas heladas se posan en tu mejilla y te obligan
a levantarte. No sabes dónde entrar, y te hastía hasta lo
indecible la monótona repetición de los días. Vagas por las
calles de Westminster, llueve, hasta que irritado llamas a
un coche de caballos.
Ahora estás en Marylebone. Miras unas postales en un
escaparate, ves que dentro de la tienda hay libros, calefacción, y el suelo está cubierto por una alfombra roja; el
vaho de tu aliento te impide la visión, y decides entrar.
Para tu desconcierto, ves como un hombre intenta cerrar
la puerta por dentro para que no entres, pero tú tienes ya
la mano en el picaporte, empujas y ya estás dentro. El
hombre te saluda con recelo, a la vez que disimula su previo e inexplicable intento. Te has quedado turbado, pero
recuperas tu anterior propósito y te diriges a las estanterías de libros. Escoges una obra de William Blake, Songs of
Innocence and Experience, y te sientas en un sillón. Por el
rabillo del ojo puedes ver que el hombre de la puerta conversa con otro señor, y ambos giran una y otra vez la cabeza para mirarte. En el rato que estás sentado compruebas
que hay numerosos caballeros en el recinto, que aparecen
y desaparecen entre los distintos compartimentos, pero en
momento alguno entra nadie más por la puerta principal,
a la que ahora sospechas cerrada.
Te levantas y te paseas por los salones. Ves a no pocos
hombres, y percibes que te miran cuando has pasado de
largo y ya no puedes verlos. Intentas entablar conversación en un par de ocasiones, pero notas cómo deliberada-
mente te evitan. Descubres que varios caballeros desaparecen por una misma puerta. Cuando intentas atravesarla
los dos hombres que viste cuchichear en la entrada aparecen a tu izquierda y a tu derecha:
–Señor, lo lamento, estamos cerrados.
–¿Cómo, a estas horas?
–Sí, sólo abrimos por la mañana, señor.
–Qué extraño. Pero yo he visto a gente entrar aquí
–dices, tocando la puerta con la mano.
–Eso es imposible señor. Usted es el último cliente, aquí
no hay nadie más.
–Los vi –te reafirmas. Los hombres se miran entre ellos
y luego, a un tiempo, se vuelven hacia ti y te sonríen con
condescendencia.
–No señor, sería una doncella, o una sombra, aquí no
hay nadie.
–¿Quieren ustedes hacerme dudar de mis sentidos?
–Nunca osaríamos señor… –te dicen, graves, y clavan
unos ojos virulentos en tus ojos. Sus caras parecen transformarse, por un instante no son humanas, se agrandan y
deforman, una cabra, un cristal rojo, un rayo, la voz desgarrada de tu madre, aquel lugar donde te quedaste atrapado de pequeño, te empequeñeces, dudas de todo, crees
desvanecer, y no insistes más en tu afirmación.
Después de la cena, en el salón de fumar de
Knightsbridge House, ya no recuerdas por qué te fuiste de
aquel lugar. En la mano izquierda balanceas un vaso
ancho de whisky, haciendo girar lentamente los trozos de
hielo en torno a sus paredes; en la palma de la mano derecha aprietas la ardiente cazoleta de la pipa, y te la llevas a
la boca de forma mecánica. Luego sueltas los dos gustosos
objetos en una mesilla, para una vez libres frotar tus
manos la una contra la otra y compensar sus temperaturas
opuestas. Sólo recuerdas que en la librería te ocultaron
algo, y que quieres volver allí. También tienes el estómago lleno de ambiguas sensaciones que hacía tiempo olvidaste y no sabes quién ha puesto ahí.
Cuando subes a tu dormitorio, desde uno de los recodos de la escalera, ves una puerta entreabierta que arroja
un tenue triángulo de luz al pasillo, te paras en seco y
observas; transcurren dos o tres minutos, tú no te mueves,
7 paralelosur
NARRATIVA [
Juan Jacinto Muñoz Rengel
y permaneces alerta por si alguien más subiera por la escalera seguir tu marcha con la normalidad del que nunca ha
estado allí parado, observando. Una joven se deja ver por
el hueco de la puerta, fugaz, mientras se mueve por la habitación. No sabes qué lleva puesto, pero asocias el blanco de
la prenda con el de las enaguas. Tú no crees en Dios, porque los años de fin de siglo que vives no son como para que
ningún librepensador culto crea en Dios, pero rezas interiormente porque la joven se pare en el ángulo en el que la
puedes ver, y que, por Dios, se quite algo de las ropas que
aún la visten. La mujer vuelve a pasar, se mueve ahora
hacia el fondo de la pieza, hasta el tocador; puedes ver que
ya tan sólo lleva un corsé y un sostén, que le cubren el
torso, y de cintura para abajo se muestra por completo desnuda. La joven no sabe que la puerta está entreabierta, no
puede saberlo porque ninguna damisela virtuosa se exhibiría así ni siquiera delante de su propio padre. No lo sabe, y
en su inocencia se demora en algo, alguna pequeña imperfección, que ha descubierto en la cara interior de su muslo,
algo que no le gusta y que quiere erradicar de ahí con el
esfuerzo de sus uñas. Tú podrías haber permanecido observando durante largos y placenteros minutos sin obstáculo
alguno, pero no te contentas con eso, no te contentas con
ser mero componente pasivo de ese trance sensual que está
aconteciendo sin que ella lo sepa; algo te impulsa, sin que
entiendas muy bien el qué, a moverte, y a hacer que las
tablas de suelo crujan bajo tus pies, para que ella mire y
sepa. La joven te mira entonces asustada, como lo haría un
gato sorprendido en la oscuridad por un repentino candil,
se cubre, desaparece tras las paredes y a los segundos la
puerta se cierra de un golpe.
De alguna manera, que ella sepa que la has visto te
causa un mayor gozo. Ahora eres un componente activo
de la relación que se ha gestado entre ambos. Sin embargo, dudas si habrá llegado a ver tu cara. Entras en tu habitación, te tumbas en la cama y miras el techo en el vacío
de la negrura. Te preguntas si podrás dormir sabiendo que
esa mujer y su sexo duermen en la misma casa que tú,
separándote de ella apenas una débil tarima de listones de
madera. Inspiras con fuerza en un intento de cazar algunos olores íntimos que se eleven y se filtren por los resquicios de las tablas. Te irrita la posibilidad de que ella sí
paralelosur 8
Juan Jacinto Muñoz Rengel
pueda dormir. Sopesas la idea de bajar y llamar a su puerta; comprendes que es precipitado, que hace unos minutos ni siquiera sabías de su existencia, que habrá más días
y ocasiones; pero también piensas que quizá no haya más
días ni ocasiones, que el único día seguro es el hoy, y que
lo que no hagas hoy ya nunca lo harás, porque si lo haces
mañana ya no será el mismo acto, sino otro, en otras circunstancias y con otras posibilidades, o dicho de otra
manera, que el coito de hoy ya no lo consumarás mañana.
Hay un momento en el que consigues por fin atrapar los
efluvios de la mujer que se liberan en el suelo de tu alcoba,
explotando como pompas de jabón; eso te enerva, y te
sientas en la cama. Eres consciente ya de que no podrás
resistir esa excitación, que va más allá de tu miembro, y
que se ha apoderado de tus manos, de tus pulmones, de tu
vientre y de cada hueco de tu alma. Hay un momento en
el que sientes un poder animal dentro de todas las cavidades de tus huesos, ves un cristal rojo, crees desvanecer.
La puerta de la joven está abierta, sólo puedes pensar
que la ha dejado así para ti, una balsa de nubes lila te conducen hasta la cama, notas un movimiento ahogado bajo las
sábanas templadas, y un susurro que a la vez es un gemido.
Ya no hay marcha atrás, buscas su contacto en el vacío de
la negrura, topas con su piel palpitante, te arden las yemas
de los dedos y el extremo de tu miembro. Ya no hay marcha atrás, recorres sus sinuosidades demandando la parte
más interna y vibrante de su cuerpo, y liberas el animal.
Por la mañana te despierta el ama de llaves. No ha llamado a tu puerta ni te ha dicho «son las ocho de la mañana, señor». La has escuchado gritar hasta el límite de sus
fuerzas en la planta de abajo. Te apresuras a vestirte y sales
de tu habitación. Al mismo tiempo que tú alcanzas las escaleras, medio Scotland Yard hace irrupción en el edificio. Te
abres paso a través del corro de inquilinos y sirvientes que
se arremolina alrededor de la habitación de la joven de
flancos fogosos que viste anoche desnudarse a la luz de una
vela, intentado permanecer en un segundo plano; y comprendes que la joven yace cadáver sobre la cama.
Bajas al recibidor, disfrazando tu terror, aunque el bombeo de la sangre te provoca picores en la cara y crees que en
ese momento no existe otra cosa en el mundo que tu pánico. Te dejas caer en un sillón de cuero, buscas tu pipa en los
] NARRATIVA
bolsillos, y fumas con angustia hasta marearte. Más relajado,
te quedas allí hundido hasta que consigues escuchar lo que
necesitabas escuchar: la joven fue violada y asesinada.
Recorres Londres sin rumbo. Mientras más tiempo pasa
más seguro estás de que anoche ni siquiera bajaste a esa
habitación. Te tumbaste en tu cama, te dormiste y soñaste
con la mujer cuyo vientre desnudo te soliviantó el espíritu,
soñaste que le hacías una y otra vez el amor a su piel ingenua y láctea, que penetrabas una y otra vez aquel pubis de
desconocida del que te habías enamorado a primera vista.
En tanto que te vas convenciendo de que tú eres culpable
sólo de un sueño impúdico, y no del terrible crimen descubierto aquella mañana en Knightsbridge House, te van
asaltando pavorosas imágenes, de la joven agitando sus
brazos en la negrura del catre para defenderse, de la joven
mordiendo la mano que la embozaba para poder hacer oír
sus alaridos de dolor más allá de la puerta cerrada, del olor
a semen y a sangre, de la consistencia de un fino cuello al
romperse, el silencio ulterior, imágenes que están en tu
cerebro y no sabes quién ha puesto ahí.
Tienes la seguridad de que tú no has sido, te dices, pero
lo recuerdas. Es un dilema incomprensible, y que no alcanzan a justificar las escasas gotas de alcohol que ingeriste
antes de subir al dormitorio.
En tu confusión, lo único que consigues resolver es tu
cambio de residencia a una pequeña fonda en el norte, en
las afueras, en las colinas de Highgate, en la que pernoctarás
varias noches, lo cual, te dices sin que eso afecte a tu decisión, no hará sino mostrarte como más culpable ante los
demás huéspedes y ante los agentes que investiguen el caso.
Durante los días vagas por Londres, durante las noches
sueñas que eres otro, que vives otras vidas, que estás en
otros lugares.
Sigues sin saber dónde ir, hasta que, por una suerte de
impulso y no debido a ninguna razón fundada, una mañana decides volver a la librería que descubriste en
Marylebone, eso sí, con la sensación de que aquello era lo
que tenías que haber hecho desde el principio. El cochero
te dice que no conoce ninguna librería en Montagu Street,
pero tú insistes en que te lleve a la calle en cuestión de
todas formas. Allí compruebas que, en efecto, la tienda
que visitaste no dispone de ningún rótulo comercial, que
9 paralelosur
NARRATIVA [
Juan Jacinto Muñoz Rengel
han corrido una cortina en el escaparate y que la cancela
está atrancada. Sin embargo, para tu desconcierto, ves que
el señor que te intentó cerrar la puerta aquella mañana se
apresura a salir a abrirte y te da la bienvenida.
–Le habíamos estado esperando, señor –te dicen los
dos caballeros de la entrada. Tú no pronuncias palabra
porque simplemente no sabes qué decir.
–Acompáñenos –te dice uno de ellos, y te guían hasta la
puerta por la cual habían desaparecido todos los concurrentes aquel día. Tú los sigues, pero en realidad conoces
aquellas estancias como si hubieras estado allí decenas de
veces, incluso cuando uno de ellos extrae la llave de detrás
de un tomo de Moll Flanders de Defoe, tú te habías adelantado en el pensamiento adivinando que la llave estaba allí.
En la sala te esperaban unos veinte hombres, todos te
saludan cordialmente según las más exquisitas normas de
cortesía. Todos te felicitan por estar entre ellos. Un caballero de mediana edad, orondo y bigotudo, el único que
no se te ha presentado, toma la palabra.
–Querido señor Soames –te dice–, el nuestro es un club
muy selecto. Es para mí un placer acogerle entre nosotros.
Sabes de repente que el hombre se llamaba Isaac
Frobisher, aunque nadie te lo ha dicho. También conoces
muchas otras particularidades de su personalidad, propensiones íntimas incluidas, no todas probas, sino que más
bien adoptan la forma de los vicios del terrible extremo
contrario. En medio de una confusa sensación de asco creciente, reconoces también sus manos.
–Me alegro de poder decirle –continúa Frobisher– que
ha superado la prueba de acceso con éxito. Ahora, si usted
lo quiere, puede pasar a formar parte de nuestra secreta
Sociedad del Sueño, como uno más de nosotros.
Todos los rostros se vuelven hacia ti, a la espera de que
digas algo. Por fin, tras largos segundos no mensurables, la
circunstancia te obliga a pronunciarte:
–Caballeros –te aclaras la voz–, más o menos, a partir
de continuas intuiciones que abordan mi mente, evocaciones y percepciones borrosas que estoy seguro todos
ustedes conocerán bien, me estoy haciendo una idea de
qué es lo que ocurre aquí… No obstante, aunque casi lo
adivino sin saber ni cómo, ¿les importaría aclararme con
palabras en qué consiste la Sociedad del Sueño? ¿Cuál es
la principal actividad de esta sociedad?
paralelosur 10
Juan Jacinto Muñoz Rengel
–Señor Soames, los hombres aquí reunidos, este ramillete de caballeros distinguidos entre la más selecta alcurnia londinense, se dedican, nos dedicamos, a llevar a cabo
la empresa que todo hombre alguna vez ha soñado.
Hemos consumado las ambiciones de todo mortal, de
todo ser humano destinado a vivir una sola vida. Nosotros,
cada uno de nosotros, vivimos decenas de vidas.
–Sigo sin entender…
–Seré más claro. Cada uno de los hombres que ve aquí
no sólo es él mismo, sino también todos los demás. Cada
uno de ellos vive su vida por él mismo y por todos los otros.
Cada día salimos a la calle, ocupamos nuestros puestos en la
ciudad, atendemos a nuestras familias y a nuestros trabajos,
por la noche tenemos nuestros deslices… En cualquier caso
todo eso lo compartimos. Mediante el Sueño. Cada uno de
nosotros sueña ser los otros, por lo que de alguna manera
cada uno de nosotros es los otros. Hemos pactado un lazo
onírico, que nos conecta como al enjambre de una colmena.
–Y todo eso, ¿cómo es posible…? Aunque, no me conteste. Ya lo intuyo. Usted tiene un poder mental especial que
lo hace posible… Y creo que lo sé porque usted ya ha estado dentro de mí.
–Tengo un don, sí, pero esto es posible gracias a cada
uno de nosotros.
–¿Pero a qué precio? –le increpas.
–A cualquier precio. ¿Quién no ha estado alguna vez
en el eje de Oxford Circus, con los cuatro focos de gentío
formados por el cruce de Oxford Street con Regent dirigidos hacia él, rodeado de personas de todas las clases y
orígenes, de todas las edades, y no ha deseado ser todos
ellos? ¿Quién no ha deseado vivir en todas las partes del
mundo, poseer a todas las mujeres, tener todas las cosas?
Frobisher lanza estas últimas palabras al aire con delectación, y sus acólitos rompen en aplausos. Tú contienes tu
sentimiento de repugnancia, te llevas la mano a la boca,
por un mínimo instante reparas en ella, y comprendes. Tu
mano no tiene marcas. Buscas las manos de Frobisher
entre las espaldas que se interponen entre ambos, te es
difícil distinguirlo, porque él se ha sumado a los aplausos
a sí mismo, pero cuando desciende el ritmo de las palmadas y las manos dilatan su ciclo, compruebas que en efecto el torso de su mano derecha muestra un círculo de incisiones moradas grabado en la piel.
] NARRATIVA
No fuiste tú quien estuvo en la habitación de la muchacha aquella noche. Fue Isaac Frobisher, y tú soñaste ser él.
–Amigo Soames, en los últimos días usted ya ha soñado
ser alguno de nosotros en múltiples ocasiones, ¿quiere ser
usted todos nosotros esta noche? ¿Quiere compartir su vida
por una noche y que todos nosotros soñemos ser usted?
–Sí, lo haré –respondes.
A las nueve de la noche llegas a Knightsbrige House. El
conserje se extraña de verte allí, pero sabes que no dirá
nada, porque es un anciano discreto y te tiene aprecio. Te
dice que tu habitación ya está ocupada, y le contestas que
no importa, que te lleve una botella de whisky al salón de
fumar. Allí, sentado en tu sillón delante de la chimenea,
sorbes con placer el licor escarchado, ahogando el ardiente picazón del tabaco en tu lengua. Abres luego una ventana que da a Hyde Park, respiras el aire frío de la noche, y
miras las estrellas. Cuando niño otorgabas poderes fabulosos a las estrellas, y pensabas que te tenían un lugar especial reservado entre ellas. Hace años que olvidaste mirar
las estrellas. Ya no eres un niño, y en absoluto albergas ya
inocencia desde el momento en que las imágenes y recuerdos del asesino te fueron traspasados. Desde el momento
en el que tú de alguna manera fuiste él, creíste ser él y
pudiste haber sido él. Son las dos de la madrugada, has
esperado lo suficiente, sientes otras presencias dentro de tu
cabeza, te subes al marco de la ventana y te lanzas al vacío.
A la mañana siguiente la policía encontrará un culpable
para su crimen sin resolver, estrellado contra el pavimento de la calle trasera de Knightsbrige House, de treinta
pies menos de altura que la calle principal, casi debajo de
la ventana de la que fuera su supuesta víctima.
Más dificultades encontrará la policía en dar explicación
a la más de una veintena de suicidios puntualmente simultáneos, todos ellos entre sujetos varones y pertenecientes a
la alta sociedad londinense, con los que se rociará la ciudad
por la mañana, y eso a pesar de estar este tipo de hábito
impío muy en boga en estos años de fin de siglo.
Juan Jacinto Muñoz Rengel (Málaga, 1974) Fundador en 1998 de la revista de filosofía
y teoría de la literatura Estigma. Columnista y colaborador de Anthropos, Clarín, Barcarola y
Clío. Su trayectoria como autor de relatos cortos ha sido avalada por más de una veintena de
premios nacionales e internacionales, entre ellos el Fernando Quiñones, el Julio Cortázar de
Cuba, el Miguel de Unamuno, Hucha de Oro, o La Felguera, el certamen más antiguo de
España en su modalidad.
11 paralelosur
NARRATIVA [
Norma Elia Cantú
Norma Elia Cantú
] NARRATIVA
Despedida en Madrid
Norma Elia Cantú
University of Texas
Traducido por Esther Rodríguez
La imagen regresa. Es el aeropuerto de Barajas y ella está diciendo
adiós. La palabra “Despedida” permanece en su mente mientras la palabra “Adiós” empuja con más fuerza,
como si pudiese nombrarse a sí
misma y herirla. Aquella historia de
amor había sido difícil, pero fácil
también, muy fácil, sabiendo, como
sabía, que habría un final y que se
produciría esta escena en el aeropuerto. El pequeño Seat color manzana de él, ahora vacío, esperaba
aparcado en la acera como una tranquila y dócil mascota. El diminuto
auto estaba completamente desbordado de cajas y maletas, aún así, ella
había logrado meterse en el asiento
delantero. María José, su amiga, a
quien había conocido en la tertulia
nocturna de la casa de Luis Cano y
que enseñaba portugués en Berlitz,
había ido en taxi con las otras cajas y
ahora estaba dentro del aeropuerto,
esperando, para que ellos tuvieran un
poco de intimidad.
Se quedaron un rato mirándose a
los ojos. Ella llevaba una mochila colgada al hombro y su bolsa de mano al
lado. Él sostenía el filodendro que ella
le había regalado. Se veía raro con la
planta en sus manos. Ella llevaba un
ramo de claveles color rojo sangre.
paralelosur 12
No hubo lágrimas. Se abrazaron, se
besaron, le vio subirse al coche y marcharse. Habían acordado que sería
mejor así, que después de comprobar
que su equipaje, sus cajas de libros y
sus pocos tesoros hubieran sido facturados y puestos a salvo, él se iría.
Volvería al piso donde estaba trabajando en un proyecto y ya iba con
retraso. Era un trabajo para una revista. Además de ser diseñador gráfico
también trabajaba en otras cosas y se
jactaba de cómo le querían en todas
partes. Era muy bueno en lo suyo.
Ella había permanecido escéptica
hasta que un día, en la ópera, durante
el entreacto, un distinguido señor, ya
mayor, se acercó y le propuso trabajar para una revista que iban a lanzar.
Ella quedó impresionada.
Ya habían derramado las lágrimas,
ya habían dicho las ásperas y coléricas palabras que harían la partida
más fácil, ya se habían herido donde
debían, en el dulce galanteo final,
ensombreciendo así su inminente
partida. Hacía sólo unos días que él
había cogido un resfriado de verano,
era su manera de afrontar aquella
despedida. Ella le había cuidado a
ratos mientras empacaba todas las
cosas del piso que había compartido
con sus compañeras durante el año;
era la última en irse y le había tocado
devolver las llaves y mirar si la señora de la limpieza lo dejaba todo en
orden. Se habían organizado algunas
despedidas en Madrid las últimas
semanas, ya que todos y cada uno de
sus colegas habían vuelto a los
Estados Unidos. Todos los estudiantes, investigadores, artistas y profesores se habían ido. El grupo se reunía
en sus restaurantes y bares favoritos,
y ella había asistido a todas las despedidas, y no había soltado ni una lágrima en ninguna de ellas. “Estoy siendo muy fuerte” se decía a sí misma,
no como en la escuela cuando se
pasaba los días llorando al final de
cada curso, después de haberse despedido de sus amigos y profesores.
La despedida más dura es, sin
duda, ésta, pensaba mientras se dirigía a la puerta de seguridad de la
TWA en el aeropuerto. Ni siquiera
ayudó que, cuando el avión rodaba
por la pista de aterrizaje para despegar, hubiera un retraso y tuvieran que
desembarcar. Mientras todo el
mundo estaba nervioso y asustado,
ella, que ya estaba verbalizando sus
recuerdos, había encontrado una
cabina telefónica y le había llamado
para dejarle un mensaje en el contestador, queriendo que su voz y su
recuerdo estuviesen ahí, esperándole,
cuando volviese a casa, a pesar de
que para él su historia ya perteneciera al pasado.
A la espera de que acabara el mensaje de él para poder dejar el suyo,
tomó los pendientes que María José le
había regalado, una pareja de rosas
delicadas y pequeñitas hechas con
miga de pan. De repente, María José
se las había quitado un día, mientras
charlaban y se prometían no perder el
contacto, y se las regaló. De regreso a
la puerta de salida del avión, tiró los
claveles a la basura, y lloró.
Ahora estaba bajo el sol de
California resolviendo un crucigrama, y seguía llorando. Recordaba sus
queridos pendientes y cómo lloró
cuando perdió uno de ellos. Aún conservaba el otro en un viejo joyero,
con otros pendientes sin pareja. A
veces los mezclaba y emparejaba a su
antojo, o se los ponía solos para divertirse y ver cómo reaccionaba la gente.
Suspiró al momento que su hijo
entró en el salón y se sirvió una taza de
café descafeinado. Él le preguntó “¿Qué
quieres para desayunar? ¿Mariachis de
papa con huevo o pancakes?”
“Lo que sea, no tengo mucha hambre”. En la televisión, Katie Curic entrevistaba a alguien sobre los escándalos del presidente.
“Texas City, seis letras, la tercera
letra es la “r””, dijo ella.
“Laredo” dijo él sin inmutarse,
sabiendo qué feliz le hacía a su madre
que su ciudad natal saliese destacada
en cualquier lugar.
Y continuaron con el ritual matinal que habían comenzado este último verano, antes de que él se fuera a
la universidad, mientras se preparaban para empezar un nuevo día. Ella
estaba complacida de que a él también le gustaran los crucigramas, y
que fuese lo suficientemente grande
como para saber palabras como
“carácter” y completar los cuadros
que ella dejaba en blanco. Él sabía el
nombre del perro del programa de
TV, Frasier, mientras que ella sabía el
nombre del perro de la película The
Thin Man. Él sabía un sinnúmero de
trivialidades sobre deportes y cantantes de rock; ella, todo sobre cuestiones literarias. A menudo, él la sorprendía con sus conocimientos sobre
ciencia. Muy pronto se medirían de
igual a igual, y él sería capaz de resolver el crucigrama del New York Times,
siempre un gran reto en sí mismo.
Quien se levantaba antes tenía que
meter el periódico y empezar el crucigrama, el otro preparaba el desayuno.
Ese era el trato. La mayoría de veces
ella acababa cocinando, prefería pasar
el máximo tiempo posible en la cama;
y él, un madrugador nato, tenía la
oportunidad de resolver el crucigrama
antes de que ella se levantara.
Esa tranquila mañana de septiembre ella se había despertado pensando en un sueño que no podía recordar del todo. “Y esta mañana”, pensó
para sí misma, “cuando el pasado ha
irrumpido en mi ritual matutino, me
preparo para una despedida más”. Y
al pensar eso, sintió un vacío en el
corazón, como si le hubiesen exprimido la sangre, lo mismo que a veces
conseguía sentir haciendo una postura de yoga, la asana, cuando el interior se siente tan inmenso como el
universo mismo. Todo el verano
había sentido en su corazón un agujero pequeñito que día con día crecía
más y más. Sabía que ya estaba cerca
el momento en el que él se iría, el
momento de decir adiós. El agujero
era ya tan grande como su corazón.
Habían tenido grandes discusiones, a menudo él se comportaba de
manera hostil y era tan impasible
como una roca. Y había habido riñas
menores, como cuando ella se dejó
las llaves puestas con el coche en marcha y se fue a comprar algo, o cuando
él se olvidó de cerrar la manguera
una noche, y a la mañana siguiente
encontraron el patio inundado. O
cuando ella, según él, había sido antipática con uno de sus amigos. Alguna
vez a él se le metió en la cabeza estudiar arte, o no estudiar nada en absoluto y dedicarse a pintar por su cuenta sin ir a ninguna escuela. Después se
le antojó ir a la escuela de San Diego
en vez de solicitar plaza en otro sitio
más cerca de casa, en Los Ángeles o
Santa Bárbara. Esto se prolongó
durante meses, toda la primavera,
hasta que declararon una tregua
13 paralelosur
NARRATIVA [
Norma Elia Cantú
Juan Villoro
] NARRATIVA
Los culpables
Juan Villoro
El último par de meses habían
decidido no pelearse y tomar en
cuenta sus sentimientos, y hablar
sobre ellos. Así, cierta vez él preguntó: “Mami, ¿qué te pasa? Estás extraña esta mañana y parece que has
estado llorando, ¿estás bien?”
“Sí, supongo que ya te estoy
echando de menos, te estoy diciendo
adiós, diciendo adiós en Los Ángeles.” Y cantó un par de versos de la
canción de despedida de Sound of
Music (Sonrisas y lágrimas) como lo
hacía cuando él era un niño, y las
lágrimas volvieron.
Él sonrió. No estaba muy convencido, pero no sabía por qué. A sus
dieciocho había aprendido a comprender los estados de ánimo de su
madre, y sabía que solamente se dirigiría a él cuando estuviese preparada,
así que siguió cortando el cilantro y
los tomates, y rebanando las patatas
para las papas con huevo. Sacó el
paquete de tortillas congeladas y se
disponía a meterlas en el microondas, cuando ella le dijo:
“Deja que te haga unas de verdad,
no de plástico. ¿Recuerdas cuando le
dijiste a la abuela que sólo te daba de
comer tortillas de plástico y no tortillas de verdad como las suyas?” y
compartieron sonrisas recordando la
vieja anécdota familiar.
paralelosur 14
“Eso llevará mucho tiempo,
mama, y tengo prisa”
“N’ombre, me llevará 15 o 20
minutos máximo. Ya verás, para cuando estén listas las papas con huevo ya
estarán las tortillas”. Se puso de pie de
un salto y empezó a preparar la masa.
Trabajaron tranquilamente durante unos minutos mientras en el programa matutino de la televisión
nacional les estaban deseando feliz
cumpleaños a las personas que cumplían 100 años o más. Finalmente,
ella extendía las tortillas y él las cocía
sobre el comal. Las lágrimas brotaron una vez más.
“¿Qué pasa, mama?”
“Nada, no pasa nada, de verdad”.
“¿He hecho algo?”
“No, m’ijo, nada, soy yo y mis
recuerdos. Estoy empezando a hablar
como tu abuela, ¿no?
“Oh, mama, no eres tan vieja”.
Ella se dio cuenta de que él estaba
incómodo y nervioso. “No, no pasa
nada, ¿ves? Estoy bien. Hacer tortillas siempre ha sido terapéutico para
mí”. Él dirigió su mirada al cielo,
señal de que no quería escuchar la
historia que se acercaba, y que sabía
muy bien, sobre cómo el hacer tortillas le había salvado la vida a su
madre y, literalmente, le había ayudado a mantener la salud mental
cuando estaba estudiando la licenciatura en Ann Arbor, cuando él era un
bebé, y eran pobres, y el invierno era
largo y frío. O como en Europa,
cuando estudiaba con una beca de
investigación, solía hacer tortillas
siempre que se sentía nostálgica.
“Oh, mama”, dijo él, y ella sonrió.
Entonces ella hizo un gesto con la
cabeza señalando en dirección a la
mesa, el periódico con el crucigrama
que todavía estaba incompleto,
“Ándale, o no lo acabaremos”.
Él cogió un bolígrafo y dijo en voz
alta: “Palabra de cinco letras para
‘cólera’”, y dio la respuesta ‘rabia’.
“O ‘enojo’”.
“Acaba en ‘a’”.
“Okay, pero dame toda la información”.
“Palabra de cinco letras para ‘progenitor’, acaba en ‘e’”.
“Padre”, dijo ella.
“Sí, queda bien”, contestó él.
Norma Elia Cantú (Laredo, 1947) Profesora universitaria y escritora chicana. Actualmente se desempeña como
profesora en la Universidad de Texas en San Antonio. De
entre sus obras destaca Canicula: Snapshots of a Girlhood,
En La Frontera, con la que ganó el premio Aztlán. Es editora del libro Rio Grande/Rio Bravo: Borderlands Culture and
Tradition. Su más reciente trabajo es un estudio sociocultural de la danza religiosa de “Los matachines”, en Laredo.
Las tijeras estaban sobre la mesa. Tenían un tamaño desmedido. Mi padre las había usado para rebanar pollos. Desde
que él murió, Jorge las lleva a todas partes. Tal vez sea normal que un psicópata duerma con su pistola bajo la almohada. Mi hermano no es un psicópata. Tampoco es normal.
Lo encontré en la habitación, encorvado, luchando
para sacarse la camiseta. Estábamos a 42 grados. Jorge llevaba una camiseta de tejido burdo, ideal para adherirse
como una segunda piel.
—¡Ábrela! –-gritó con la cabeza envuelta por la tela. Su
mano señaló un punto inexacto que no me costó trabajo
adivinar.
Fui por las tijeras y corté la camiseta. Vi el tatuaje en su
espalda. Me molestó que las tijeras sirvieran de algo; Jorge
volvía útiles las cosas sin sentido; para él, eso significaba
tener talento.
Me abrazó como si untarme su sudor fuera un bautizo.
Luego me vio con sus ojos hundidos por la droga, el sufrimiento, demasiados vídeos. Le sobraba energía, algo
inconveniente para una tarde de verano en las afueras de
Sacramento. En su visita anterior, Jorge pateó el ventilador
y le rompió un aspa; ahora, el aparato apenas arrojaba aire
y hacía un ruido de sonaja. Ninguno de los seis hermanos
pensó en cambiarlo. La granja estaba en venta. Aún olía a
aves; las alambradas conservaban plumas blancas.
Yo había propuesto otro lugar para reunirnos pero él
necesitaba algo que llamó “correspondencias”. Ahí vivimos apiñados, leímos la Biblia a la hora de comer, subimos al techo a ver lluvias de estrellas, fuimos azotados con
el rastrillo que servía para barrer el excremento de los
pollos, soñamos en huir y regresar para incendiar la casa.
–Acompáñame –-Jorge salió al porche. Había llegado
en una camioneta Windstar, muy lujosa para él.
Sacó dos maletines de la camioneta. Estaba tan flaco
que parecía sostener tanques de buceo en la absurda
inmensidad del desierto. Eran máquinas de escribir.
Las colocó en las cabeceras del comedor y me asignó la
que se atascaba en la eñe. Durante semanas íbamos a estar
frente a frente. Jorge se creía guionista. Tenía un contacto en
Tucson, que no es precisamente la meca del cine, interesado en una “historia en bruto” que en apariencia nosotros
podíamos contar. La prueba de su interés eran la camioneta Windstar y dos mil dólares de anticipo. Confiaba en el
cine mexicano como en un intangible guacamole; había
demasiado odio y demasiada pasión en la región para no
aprovecharlos en la pantalla. En Arizona, los granjeros disparaban a los migrantes extraviados en sus territorios (“un
safari caliente”, había dicho el hombre al que Jorge citaba
como a un evangelista); luego, el improbable productor
había preparado un coctel margarita color rojo. Lo “mexicano” se imponía entre un reguero de cadáveres.
La mayor extravagancia de aquel gringo era confiar en
mi hermano. Jorge se preparó como cineasta paseando
drogadictos norteamericanos por las costas de Oaxaca.
Ellos le hablaron de películas que nunca vimos en
Sacramento. Cuando se mudó a Torreón, visitó a diario un
negocio de vídeos donde había aire acondicionado. Lo
contrataron para normalizar su presencia y porque podía
recomendar películas que no conocía.
Regresaba a Sacramento con ojos raros. Seguramente,
esto tenía que ver con Lucía. Ella se aburría tanto en este
terregal que le dio una oportunidad a Jorge. Aun entonces,
cuando conservaba un peso aceptable e intacta su dentadura, mi hermano parecía un chiflado cósmico, como esos
tipos que han entrado en contacto con un ovni. Tal vez
tenía el pedigrí de haberse ido, el caso es que ella lo dejó
entrar a la casa que habitaba atrás de la gasolinera. Costaba
trabajo creer que alguien con el cuerpo y los ojos de obsidiana de Lucía no encontrara un candidato mejor entre los
traileros que se detenían a cargar diesel. Jorge se dio el lujo
de abandonarla. No podía atarse a Sacramento. Se había
tatuado en la espalda una lluvia de estrellas, las “lágrimas
de San Fortino” que caen el 12 de agosto. Fue el gran
espectáculo que vimos en la infancia. Además, su segundo
nombre es Fortino. No podía anclar su estrella fugaz.
Mi hermano estaba hecho para irse pero también para
volver. Preparó su regreso por teléfono: nuestras vidas rotas
15 paralelosur
NARRATIVA [
Juan Villoro
se parecían a las de otros cineastas, los artistas latinos la
estaban haciendo en grande, el hombre de Tucson confiaba
en el talento fresco. Curiosamente, la “historia en bruto” era
mía. Por eso tenía frente a mí una máquina de escribir.
También yo salí de Sacramento. Durante años conduje
tráilers a ambos lados de la frontera. En los cambiantes paisajes de esa época mi única constancia fue la cerveza Tecate.
Ingresé en Alcóholicos Anónimos después de volcarme en
Los Vidrios con un cargamento de fertilizantes. Estuve
inconsciente en la carretera durante horas, respirando polvo
químico para mejorar tomates. Quizá esto explica que después aceptara un trabajo donde el sufrimiento me pareció
agradable. Durante cuatro años repartí bolsas con suero para
los indocumentados que se extravían en el desierto. Recorrí
las rutas de Agua Prieta a Douglas, de Sonoyta a Lukeville,
de Nogales a Nogales (rentaba un cuarto en cada uno de los
Nogales, como si viviera en una ciudad y en su reflejo).
Conocí polleros, agentes de la Migra, miembros del programa Paisano. Nunca vi a la gente que recogía las bolsas con
suero. Los únicos indocumentados que encontré estaban
detenidos. Temblaban bajo una frazada. Parecían marcianos.
Tal vez sólo los coyotes bebían el suero. A la suma de cadáveres hallados en el desierto le dicen The Body Count. Fue
el título que Jorge escogió para la película.
La soledad te vuelve charlatán. Después de manejar
diez horas escupes palabras. “Ser ex alcóholico es tirar
rollos”, eso me dijo alguien en AA. Una noche, a la hora
de las tarifas de descuento, llamé a mi hermano. Le conté
algo que no sabía cómo acomodar. Iba por una carretera
de terracería cuando los faros alumbraron dos siluetas
amarillentas. Migrantes. Éstos no parecían marcianos;
parecían zombies. Frené y alzaron los brazos, como si
fuera a detenerlos. Cuando vieron que iba desarmado, gritaron que los salvara por la Virgen y el amor de Dios.
“Están locos”, pensé. Echaban espuma por la boca, se aferraban a mi camisa, olían a cartón podrido. “Ya están
muertos”. Esta idea me pareció lógica. Uno de ellos imploró que lo llevara “donde juese”. El otro pidió agua. Yo no
llevaba cantimplora. Me dio miedo o asco o quién sabe
qué viajar con los migrantes deshidratados y locos. Pero
no podía dejarlos ahí. Les dije que los llevaría atrás. Ellos
entendieron que en el asiento trasero. Tuve que usar
muchas palabras para explicarles que me refería a la cajuela, el maletero, su lugar de viaje.
Tenía que llegar a Phoenix al amanecer. Cuando las
plantas espinosas rasguñaron el cielo amarillo, me detuve
a orinar. No oí ruidos en la parte trasera. Pensé que los
otros se habían asfixiado o muerto de sed o hambre, pero
no hice nada. Volví al coche.
Llegamos a las afueras de Phoenix. Detuve el coche y me
persigné. Cuando abrí la puerta de atrás, lo primero que vi
fueron ropas teñidas de rojo. Luego oí una carcajada. Sólo
al ver las camisas salpicadas de semillas recordé que llevaba tres sandías. Los migrantes las habían devorado en
forma inaudita, con todo y cáscara. Se despidieron con una
felicidad alucinada que me produjo el mismo malestar que
la posibilidad de matarlos mientras trataba de salvarlos.
paralelosur 16
Juan Villoro
Fue esto lo que le conté a Jorge. A los dos días llamó para
decirme que teníamos una “historia en bruto”. No servía
para una película, pero sí para ilusionar a un productor.
Mi hermano confiaba en mi conocimiento de los cruces
ilegales y en los cursos de redacción por correspondencia
que tomé antes de irme de trailero, cuando soñaba en ser
corresponsal de guerra sólo porque eso garantizaba ir lejos.
Durante seis semanas sudamos uno frente al otro.
Desde su cabecera, Jorge gritaba: “¡los productores son
pendejos, los directores son pendejos, los actores son pendejos”! Escribíamos para un comando de pendejos. Era
nuestra ventaja: sin que se dieran cuenta, los obligaríamos
a transmitir una verdad incómoda. A esto Jorge le decía
“el silbato de Chaplin”. En una película, Chaplin se traga
un silbato que sigue sonando en su estómago. Así sería
nuestro guión, el silbato que tragarían los pendejos: sonaría dentro de ellos sin que pudieran evitarlo.
Pero yo no podía armar la historia, como si todas las palabras llevaran la eñe que se atascaba en mi teclado. Entonces
Jorge habló como nuestro padre lo había hecho en esa mesa:
nos faltaba sentirnos culpables. Éramos demasiado indiferentes. Teníamos que jodernos para merecer la historia.
Fuimos a unas peleas de perros y apostamos los dos mil
dólares del anticipo. Escogimos un perro con una cicatriz en
equis en el lomo. Parecía tuerto. Luego supimos que la furia
le hacía guiñar un ojo. Ganamos seis mil dólares. La suerte
nos consentía, pésima noticia para un guionista, según Jorge.
No sé si él tomó alguna droga o una pastilla, lo cierto es
que no dormía. Se quedaba en una mecedora en el porche,
viendo los huizaches del desierto y los gallineros abandonados, con las tijeras abiertas sobre el pecho. Al día siguiente, cuando yo revolvía el nescafé, me gritaba con ojos
insomnes: “¡sin culpa no hay historia!” El problema, mi
problema, es que yo ya era culpable. Jorge nunca me preguntó qué hacía en la carretera de terracería a bordo de un
Spirit que no era mío y yo no deseaba mencionarlo.
Cuando mi hermano abandonó a Lucía, ella se fue con
el primer cliente que llegó a la gasolinera. Pasó de un sitio
a otro de la frontera, de un Jeff a un Bill y a un Kevin, hasta
que hubo alguien llamado Gamaliel que pareció suficientemente estable (casado con otra, pero dispuesto a mantenerla). No era un migrante sino un “gringo nuevo”, hijo de hip-
pies que buscaban nombres en las Biblias de los migrantes.
La propia Lucía me puso al tanto. Hablaba de cuando en
cuando y se aseguraba de tener mis datos, como si yo fuera
algo que ojalá no tuviera que usar. Un seguro en la nada.
Una tarde llamó para pedir “un favorsote”. Necesitaba
enviar un paquete y yo conocía bien las carreteras.
Curiosamente, me mandó a un lugar al que nunca había
ido, cerca de Various Ranches. A partir de entonces me
usó para despachar paquetes pequeños. Me dijo que contenían medicinas que aquí podían comprarse sin receta y
valían mucho al otro lado, pero sonrió de modo extraño
al decirlo, como si “medicinas” fuera un código para
droga o dinero. Nunca abrí un sobre. Fue mi lealtad hacia
Lucía. Mi lealtad hacia Jorge fue no pensar demasiado en
los pechos bajo la blusa, las manos delgadas, sin anillos,
los ojos que aguardaban un remedio.
Cuando decidimos vender la granja, los seis hermanos
nos reunimos por primera vez en mucho tiempo.
Discutimos de precios y tonterías prácticas. Fue entonces
cuando Jorge pateó el ventilador. Nos maldijo entre frases
sacadas de la Biblia, habló de lobos y corderos, la mesa
donde se ponía un lugar al enemigo. Luego encendió el ventilador y oyó el ruido de sonaja. Sonrió, como si eso fuera
divertido. El hermano que me ayudaba a bajarme los pantalones después de los azotes para sentir la fría delicia del río
se creía ahora un cineasta con méritos suficientes para patear ventiladores. Lo detesté, como nunca lo había hecho.
La siguiente vez que Lucía me llamó para recoger un
envío no salí de su casa hasta el día siguiente. Le dije que
mi coche estaba fallando. Me prestó el Spirit que le había
regalado Gamaliel. Yo quería seguir tocando algo de
Lucía, aunque el coche viniera de otro hombre. Pensé en
esto en la carretera y quise aportarle un toque personal al
Spirit. Me detuve a comprar sandías.
No volví a ver a Lucía. Regresé el coche cuando ella no
estaba en casa y arrojé las llaves al buzón. Sentí un sabor
acre en la boca, ganas de romper algo. En la noche llamé
a Jorge. Le conté de los zombies y las sandías.
Al cabo de seis semanas, marcas azules circundaban los
ojos de mi hermano. Cortó en cuadritos los dólares que
ganamos en las peleas de perros pero tampoco así nos llegó
la culpa creativa. No sé si sacó esa idea de los castigos en la
granja, a manos de un padre de fanática religiosidad, o si las
drogas en la costa de Oaxaca le expandieron la mente de ese
modo, un campo donde se cosecha con remordimientos.
–Asalta un banco –le dije.
–El crimen no cuenta. Necesitamos una culpa superable.
Estuve a punto de decir que me había acostado con
Lucía, pero las tijeras para pollos estaban demasiado cerca.
Horas más tarde, Jorge fumaba un cigarro torcido. Olía
a mariguana, pero no lo suficiente para mitigar la peste de
las aves de corral. Vio la mancha de salitre donde había
estado la imagen de la Virgen. Luego me contó que seguía
en contacto con Lucía. Ella tenía un negocio modesto.
Medicinas de contrabando. Era ilícito pero nadie se condena por repartir medicinas. Me preguntó si yo tenía algo que
decirle. Por primera vez pensé que el guión era un montaje
] NARRATIVA
para obligarme a confesar. Salí al porche, sin decir palabra,
y vi la Windstar. ¿Era posible que el “productor” fuese
Gamaliel y los dólares y la camioneta vinieran de él? ¿Jorge
era su mensajero? ¿Traía a la casa los celos de otra persona?
¿Podía haberse degradado con tanto cálculo?
Regresé a mi silla y escribí sin parar, la noche entera.
Exageré mis encuentros eróticos con Lucía. En esa confesión indirecta, el descaro podía encubrirme. Mi personaje
asumió los defectos de un perfecto hijo de puta. A Jorge le
hubiera irritado que actuara como el hombre débil que era,
pero no podía atribuirme esa magnífica vileza. Al día
siguiente, The Body Count estaba listo. Sin eñes, pero listo.
–Siempre puedes confiar en un ex alcóholico para satisfacer un vicio –me dijo. No supe si se refería a su vicio de
convertir la culpa en cine o de saciar celos ajenos.
Jorge le hizo cortes al guión con las tijeras para pollos.
El más significativo fue mi nombre. Él ganó bastante
conThe Body Count, pero fue un éxito insulso. Nadie oyó
el silbato de Chaplin.
En lo que a mí toca, algo me retuvo ante la máquina de
escribir, tal vez una frase de mi hermano en su última
noche en la granja:
–La cicatriz está en el otro tobillo.
Me había acostado con Lucía pero no recordaba el sitio
de su cicatriz. Mi refugio era imaginar las cosas. ¿Era ése
el vicio al que se refería Jorge? Seguiría escribiendo. Esa
noche me limité a decir:
–Perdón, perdóname.
No sé si lloré. Mi cara estaba mojada por el sudor o por
lágrimas que no sentí. Me dolían los ojos. La noche se
abría ante nosotros, como cuando éramos niños y subíamos al techo a pedir deseos. Una luz rayó el cielo.
–12 de agosto –-dijo Jorge.
Pasamos el resto de la noche viendo estrellas fugaces,
como cuerpos perdidos en el desierto.
Juan Villoro (México DF, 1956) Fue director del suplemento La Jornada Semanal de 1995
a 1998. Colaborador de las revistas Nexos, Vuelta, Letras Libres, Siempre!, Proceso y Pauta,
de la cual fue jefe de redacción, así como en los periódicos y suplementos La Jornada, Uno
más uno, Diorama de la Cultura, El Gallo Ilustrado, Sábado, entre otros. Obtuvo el premio
Cuauhtémoc de traducción en 1988, el Premio Xavier Villaurrutia en 1999 y recientemente fue
galardonado con el premio Herralde por su novela El testigo, Anagrama, 2004. Entre sus obras
más representativas encontramos La noche navegable, Joaquín Mortiz, 1980; La casa pierde,
Alfaguara, 1999; Los once de la tribu, Aguilar, 1995; Efectos personales, Era, 2000; El disparo de argón, Madrid, Alfaguara, 1991; Materia dispuesta, Alfaguara, 1997.
17 paralelosur
Daniel Chacón
Other guys
Daniel Chacón
João Gilberto y Tom Jobim en la playa
NARRATIVA [
(Otros tíos)
Daniel Chacón
Traducido por Itmar Conesa
Peacock estaba hablando con aquel otro tío. Iba
moviendo las manos a modo de golpes de kárate, y aunque el otro tío aparentaba estar poniendo atención a lo
que Peacock decía, en realidad observaba como sus
manos cortaban el aire. El tío temía que le acabara cruzando la cara, y no le culpo. Conocía a Peacock. Todos
conocíamos a Peacock. Sabíamos que esas manazas eran
capaces de estrujar a un luchador de sumo hasta matarlo.
Yo estaba sentado en la barra con Paperboy. Él iba
dando sorbos a su whisky con hielo como un pajarillo, los
hombros encorvados, levantando la vista de vez en cuando para verse en el espejo del bar, entre dos botellas; las
mejillas hundidas, los ojos abiertos de par en par. Llevaba
un peinado de chiquillo, cortado a ras de oreja, con la raya
al lado, y no dejaba de lamerse los labios.
-¿Crees que Peacock le acabará atizando?- le pregunté.
Unos veintisiete segundos más tarde –como si ese fuera
el tiempo que mi voz tardaba en llegar a Paperboy– se volvió hacia mi, y luego miró hacia el lugar del bar en donde
estaban Peacock y el otro tío, junto a la mesa de billar.
–Tal vez– dijo.
-¿Crees que deberíamos separarles? –dije– esta noche
no me apetece tener que estar yendo de aquí para allá.
Al otro lado del bar se abrió la puerta del lavabo, y un
rectángulo de luz se extendió por el suelo. Del lavabo salió
un hombre calvo, de hombros anchos. Su sombra recorrió
el suelo hasta su cuerpo y el hombre desapareció entre la
gente difuminada.
Había una vaquera bajo un anuncio luminoso de cerveza. Tenía una mata de pelo rubio embutida bajo un
gorro blanco de cowboy. Asentía con la cabeza, sujetando
su botella de cerveza, mientras escuchaba lo que le decía
su amiga de pelo negro. La chica del pelo negro era Carla,
la muchacha de la reserva.
–Yo no voy a ir a ningún otro sitio –dijo Paperboy,
mirando de nuevo a las botellas en el espejo, a su cara
entre dos de ellas. Se le veía tan chupado y viejo, como si
estuviera muriéndose de cáncer, pero tenía sólo 24 años.
paralelosur 18
–Sabes lo que ocurrirá si Peacock se mete en una pelea
–dije.
–Si –dijo– todo el mundo lo sabe.
Se abrió la puerta del lavabo de mujeres y un rectángulo de luz abofeteó el suelo. Una chica corpulenta salió
del lavabo, y menos de un instante después, se abrió la
puerta del de hombres y salió de él un tipo negro. Un
vaquero enjuto y manco al que todos llamaban Mike.
Mike se unió a Carla “la muchacha de la reserva” y a la
rubia con todo ese pelo bajo el sombrero. Empezaron a
charlar y a mirar hacia donde Peacock estaba hablando
con aquel otro tío. El tipo, con los ojos levantados hacia
Peacock, sujetaba tímidamente un taco de billar. Daba la
impresión de que estaba algo asustado cuando asentía con
la cabeza ante las explicaciones de Peacock, observando
sus manazas dar golpes de kárate –tan rápidas que parecían un borrón.
–Va a pegar a ese tío –le dije a Paperboy.
–Quizás deberías tratar de pararle, Freddy –dijo, con
ese acento apache de la reserva. Él era de Arizona.- Esta
noche no quiero ir a ningún otro sitio, –añadió– Puede
que aparezca por aquí. Tengo un presentimiento.
-¿Por qué no dejas ya esa mierda, Paperboy? Lo digo en
serio. Esa chorrada ya es agua pasada. No va a volver. Está
muerta.
–Si, bueno, nunca se sabe– dijo, tomando un sorbo de
pajarillo de su whisky con hielo. Se limpió la boca.- Mi abuelo murió hace tiempo y nunca se fué. Todavía me sigue por
la casa gritándome que me arregle y consiga un trabajo.
–No va a volver, –dije– Y menos a ti.
Se abrió la puerta del lavabo y el rectángulo de luz proyectado en el suelo se llenó con una sombra de mujer.
–Bueno, de todos modos no quiero ir a otro sitio, –dijo
Paperboy– así que mejor que lo pares.
El otro tío, como si supiera que iban a atizarle, empezó
a retroceder. Trató de decir adiós, como si todo hubiera
terminado, decía adiós con la mano como si fuera a salir
por la puerta y a adentrarse en la noche sin más.
] NARRATIVA
Perdón si cuando quiero
contar mi vida
es tierra lo que cuento.
Neruda
Ella podría estar en cualquier parte, dijo Paperboy, podría
estar en una de esas botellas, dijo mirando a una botella con
un líquido verde que centelleaba con la luz, como un cuerpo
de agua en una esfera de cristal, como un océano verde en la
noche, podría estar en cualquier sombra, en cualquier lugar.
La gente no se muere y punto, sabes. Se mueren, pero no
estan muertos muertos. Nunca lo hemos creído.
Una sombra se derramó lentamente sobre la luz que
nos iluminaba en la barra. Me dí la vuelta.
–Hombre, Freddy y Paperboy.
Era Carla “la chica de la reserva”, allí de pie, con las
manos en las caderas y una botella de cerveza colgando
entre los dedos. Detrás estaban la rubia de la mata de pelo
y Mike el vaquero negro, enjuto como un títere. Crucé los
brazos sobre el pecho y Carla me miró los bíceps. Tenía
un rostro joven y claro, con unos ojos grandes y negros, y
unos labios preciosos; pero tenía la nariz aguileña, como
una bruja, lo cual le daba un aire feo, pero feo y bonito a
la vez, como si una parte fea resaltara aún más la belleza
del resto. Yo la llamaba “la chica de la reserva” aunque
por aquí nadie llamaba “reservas” a las reservas indias, las
llamaban rancheritos, pero era lo mismo. Ella vivía en uno
de los mayores del condado.
-¿Qué haceis, chicos? –preguntó.
–Cruzar los dedos para que Peacock no se cargue a ese
tío –contesté.
–Si, nosotros también le estábamos dando vueltas al
asunto –dijo ella.
Mike levantó su Coors Light con su único brazo y dijo:
-¿Qué tal, Freddy?
–Hey, Mike –dije.
-¿En serio Peacock se cargó a un tío? –preguntó la rubia
de la mata de pelo.
-¿Te acuerdas de mi amiga Rita? –me preguntó Carla.
Carla tenía muy buen aspecto. Llevaba una camisa azul
abotonada hasta el cuello. Se colocó con los dedos un
mechón de pelo detrás de la oreja, y me miró a los ojos.
-¿Cuanto hace que estuviste por el rancherito, Freddy?
–preguntó.
–Mucho –dije.
–Pues creo que ya toca –dijo ella.
–Estoy de acuerdo –dije yo.
–Rita no se traga que Peacock haya matado a un tío
–dijo Mike.
-¿A un tío? –dijo Paperboy, sin siquiera apartar la vista
del espejo. ¿A que te refieres con “un tío”? Dirás “unos
cuantos” tíos. Muchos tíos.
–Eso le he dicho –dijo Carla, que seguía mirándome con
esos ojos suyos. Abrió ligeramente la boca, y le vi la lengua.
Dió un trago a su cerveza. La luz iluminó un instante sus
mejillas en abrirse la puerta. Me di la vuelta. Era la puerta
del parking. Se enmarcaba en ella la ciudad, brillando amarillenta en el horizonte como la radiación tras la bomba. El
bar estaba en las afueras de la ciudad, entre los viñedos,
frente al cementerio y la iglesia del otro lado de la carretera. Una sirena gemía en la distancia. Se cerró la puerta.
–Pero si todo el mundo sabe que ha matado a varios
tíos, ¿cómo es que no le han arrestado? –preguntó la rubia
–es lo único que quiero saber.
–Así son las cosas –dije.
¡Que te jodan!
Estaba a punto de ocurrir.
Todo el mundo se volvió hacia Peacock, que estaba gritándole al otro tío, sujetándole por el cuello de la camisa. Por encima de la música rock a todo volumen oímos palabras como
“joder” y “lo siento” y “nacido”. El tío estaba a punto de llorar.
19 paralelosur
NARRATIVA [
Ivonne Lamazares
Daniel Chacón
] NARRATIVA
Neptuno,
dios del mar
Ivonne Lamazares
Traducido por Jesús Vega
Era consciente de que sólo le quedaba un minuto de vida.
–Haz algo, Freddy –dijo Paperboy –se lo va a cargar.
–Sí, quizás deberías hacer algo, Freddy –dijo Carla
–está pasando aquí, esta noche –se encogió de hombros y
le dió un trago a la cerveza. Pero me miraba a mi.
-¿No te parece que está pasando aquí esta noche? –preguntó.
–Sí, de hecho sí. –dije– Toma, sujétame la cerveza –añadí.
La cogí de la barra y se la di a Carla. Sonrió y la cogió, como
si tuviera algún significado especial, como si el cristal fuera
algún tipo de símbolo para nosotros. Y era un símbolo para
nosotros. Esa noche, ella me pertenecía. Podía sentirlo. Ya lo
habíamos hecho algunas veces, y yo amaba su cuerpo, su
sexo, la calidez de aquel punto entre la parte inferior de su
espalda y la curva de su culo. Nunca me cansaba de su delgada silueta en la oscuridad. Desnuda estaba preciosa. Ella
decía que también le gustaba verme a mi desnudo. Le gustaba verme salir de la cama e ir a buscar agua o cerveza a la
nevera, y le gustaba verme volver al vestíbulo, a la única luz,
que derramaba por la ventana una farola callejera. Nos gustaba tanto vernos desnudos que a veces andábamos por el
centro de su salón desnudos, en direcciones opuestas, en círculos, a oscuras, dando vueltas y más vueltas, lentamente,
como un ritual ancestral de apareamiento, por la sala, con
las cortinas abiertas, las luces de la calle brillando suavemente sobre las rectas y las curvas de nuestros cuerpos.
En aquel momento, en el bar, alargó la mano y me tocó
el pelo. Lo tenía tan largo que me llegaba hasta el culo. Y
paralelosur 20
me cogió de la cintura, y me estrujó. “A por ellos, búfalo”
–dijo. Toqué su mano y apreté.
Si, yo era suyo esa noche. Y ella era mía.
Así que anduve hacia donde Peacock estaba hablando con
aquel tipo. Todos los del bar tenían sus ojos puestos en mí,
como si supieran que en cuanto llegara al otro lado de la mesa
de billar terminaría toda la movida, o que todo lo que habían
estado imaginando sobre Peacock terminaría. ¿Mataría
Peacock a ese tío antes de que yo pudiera separarles (y yo era
el único que podía separarles)? ¿Esperaría a que yo llegara?
¿me escucharía? ¿vendría a la barra a emborracharse conmigo y con Paperboy, con Carla, Rita y Mike, todos juntos?
En el preciso instante en que llegué a la mesa de billar,
la puerta del lavabo se abrió con un golpe seco.
Me enmarcó el rectángulo de luz. Ahí estaba yo, de pie,
perfectamente iluminado. Estaba al otro lado de la mesa
de billar, y Peacock se volvió hacia mi, tenía las mejillas
gorditas, y unos ojos grandes, que se difuminaban, como
en un cuadro. Era casi hermoso, completamente quieto,
silencioso, con el rostro teñido de luces y sombras.
Y entonces ocurrió. Fue entonces cuando lo sentí.
Todos lo sintieron.
Al día siguiente sabríamos que había causado daños en
algunos edificios antiguos de la ciudad, pero en aquél
momento creí (y lo creímos todos) que sólo nos ocurría a
nosotros en el bar. La tierra se movía para nosotros.
Palpitaba felizmente bajo nuestros pies, se balanceaban las
lámparas, las botellas vibraban y repicaban tras la barra, y
en su interior se agitaban minúsculos océanos como en
una tormenta. Todos empezamos a gritar como si la felicidad nos embargara, levantamos las botellas, dimos largos
tragos de alcohol. Y cuando terminó, cuando acabó la
sacudida y todo lo que notábamos era la reverberación de
la tierra en los huesos, Peacock dejó marchar al otro tío.
Daniel Chacón (Fresno, 1962) Joven escritor chicano criado en la California norteña y
que actualmente reside en Los Ángeles. Es profesor de Artes Creativas en la Universidad
de San José. En 1999 publicó su primer volumen de cuentos Chicana Chicanery. Su más
reciente libro es la novela And the shadows took him, publicada en 2004.
Abuela Primera solía decirme que seríamos libres el
día en que nos reuniéramos con ”El Señor que está en el
Cielo”.
Pero Abuela Segunda le ripostaba diciendo: ”Mentira”,
con un rictus de disgusto en la boca, mirándome a los ojos,
mientras pedaleaba en la vieja máquina Singer bajo la luz
mortecina del quinqué, rellenando nuestras chaquetas y
abrigos con retazos de tela que guardaba celosamente en
sus gavetas desde antes de la Revolución. ”Seremos
libres”-decía-”el día en que El Señor que vive en el Palacio
de la Revolución nos dé la salida, y podamos huir de esta
miseria de país”.
Por supuesto, ella no sabía que era mi Abuela Segunda.
Nunca me preguntó (Abuela Primera sí) que a cuál de las
dos quería más. Abuela Primera era la madre de mi madre
muerta, y Abuela Segunda la madre de mi padre que vivía
en el extranjero, mi abuela de los fines de semana. Ambas
sabían de sobra cuál sería mi respuesta, razón por la cual
sólo Abuela Primera se atrevió a preguntármelo.
Ocho años duró nuestra espera por el permiso de salida para poder reunirnos con mi padre en la República
Dominicana. Aunque estábamos a sólo cientos de millas
de distancia, los vuelos desde Cuba llevaban a los inútiles
gusanos* como nosotros, a ”terceros países” como Jamaica,
México o España, desde los que había que emprender el
recorrido a la inversa para llegar a nuestro destino final.
Corría el año setenta y cinco, el permiso brillaba por su
ausencia, y, como no pensaba que llegaría jamás, en vez
de empacar para el viaje sin regreso, preparaba la clásica
maleta de madera que usaban los estudiantes para ir a trabajar durante cuarenta y cinco días en campamentos de
labores agrícolas ”voluntarias”, bajo los auspicios de un
controversial programa conocido como ”la escuela al
campo”, donde las alumnas de décimo grado, con sus
pañoletas rojas al cuello, cosecharían tomates verdes en
interminables surcos, mientras que los muchachos, en una
finca cercana, cortarían caña con sus machetes, ”bien arriba y bien abajo, ni caña en el cogollo, ni cogollo en la
caña”, como indicaban los jubilosos e insistentes anuncios
21 paralelosur
NARRATIVA [
Ivonne Lamazares
políticos en la televisión. Por las noches, habría fiesta,
baile y búsquedas a tientas por los matorrales plagados de
mosquitos; y, de sol a sol, nuevas canciones patrióticas que
aprender mientras trabajábamos en el surco.
Pero antes de que llegara la hora de montar el autobús
que me llevaría a los campos lejanos, llegó el día. No aquél
en el cual ”El Señor que está en el Cielo” nos llamaría a su
reino, sino el más temido, el día en que ”El Señor que está
en el Palacio de la Revolución” firmó nuestros permisos
de salida para emprender el viaje sin retorno.
Abuela Segunda, con sus rizos blancos alisados y
domesticados por un peine de conchas, redobló sus esfuerzos ante la Singer para reforzar nuestros abrigos con hombreras y amplias solapas cosidas a lo largo de los cuellos,
para protegernos las narices de los vientos norteños, con
su pequeño apéndice nasal a escasa distancia del tableteo
incesante de la aguja.
”Los vientos vendrán del Sur. El permiso de salida es
para Jamaica”, le dije.
Sin prestar la más mínima atención, Abuela Segunda
me hizo una demostración del uso de la solapa del abrigo,
subiéndola de manera que quedase alrededor del cuello.
”Niña, es mejor prepararse para cualquier eventualidad”,
dijo, utilizando una de tantas frases provenientes de las
Selecciones del Reader’s Digest. A pesar del embargo
impuesto por los Estados Unidos, cada mes nos llegaba
aquella revistita yanqui desde Chappaqua, Nueva York,
cuyas historias de valentía animal o humana provocaban
la risa o el llanto de Abuela Segunda.
Antes de que terminara aquel mismo mes, estábamos
en fila, como detenidos a las puertas del ca-labozo, dentro
de la encristalada sala de espera conocida como ”la
pecera” del Aeropuerto José Martí, en La Habana. Abuela
Segunda se encorvó para decirme, en tono confidencial,
señalando con temor hacia el otro lado de aquel salón
lleno de gente, donde una mujer delgada, vestida de miliciana, montaba guardia con un rifle ante la puerta que
daba acceso a la pista: ”¿La ves? Esa te va a sacar del
avión en cuanto te vea una sola lágrima. Es capaz de
volvernos a meter en este estercolero de país, y nunca más
nos dejarán salir. ¿Comprendes?”.
Enseguida caí en cuenta que el truco surtiría efecto,
pues sólo bastaría un acceso de llanto para detener el destino, mi destino, obligando a que la aguja de su reloj
volviese al punto cero. Si lloraba, me quedaba.
Abuela Primera, que nos había llevado al aeropuerto
en el Ford del 57 que le prestara un vecino, estaba pegada
al otro lado del cristal como sapo al ventanal, con el rosparalelosur 22
Ivonne Lamazares
] NARRATIVA
tro transformado en una mueca, y la boca abierta, conteniendo las lágrimas.
Yo me tragué las mías, y le dije adiós. Enseguida la fila
comenzó a moverse.
Abuela Segunda estaba en lo cierto. El ”pájaro de la libertad” no volaba hacia el sur, sino al nordeste, a Madrid.
”Tu padre nos recibirá en la Madre Patria. Niña, es una
gran aventura”, me dijo en cuanto el avión despegó. Allá
abajo, la isla se fue transformando en una mancha verde
que se disolvió finalmente en el intenso azul.
En el aeropuerto tomamos un taxi que nos llevó por las
calles de Madrid, hasta detenerse frente a una fuente llena
de luces. Al otro lado de la calle estaba el hotel donde mi
padre indicó que nos alojáramos, el Hostal Jamil. En veinticuatro horas estaría con nosotros. Salimos del carro, en
medio de una llovizna gris y glacial. Por la intersección iluminada se abrían paso hombres y mujeres protegidos por
sombrillas, con prisa evidente, aunque eran más de las
doce de la noche. Abuela Segunda señaló hacia la fuente,
donde un viejo rey, tridente en mano y rodeado de sirenas
semidesnudas, cabalgaba sobre un delfín. ”Es Neptuno, el
dios del mar, niña. Buen presagio”, dijo, sonriendo como
quien reconoce a un antiguo amigo. Luego, alzó la solapa
de su abrigo endeble. ”Cúbrete la nariz”, añadió, con
ademán triunfante.
A la mañana siguiente, Abuela le hizo el mismo gesto triunfal al botones del Hostal Jamil. Vicente, que así se llamaba el hombre, había subido las escaleras para llevarnos en
bandeja de porcelana un cablegrama enviado por mi padre.
Abuela lo leyó en voz alta: llegaría a Barajas a las 9:15.
Vicente se quedó impávido ante nosotros, como un guardia
de palacio. Cuando Abuela advirtió que no se iba, abrió la
gaveta de la mesa de noche, y sacó cinco pesetas de su monedero. Vicente no dijo ni una palabra, cerró la mano en la
que tenía las monedas, e hizo mutis.
Decidimos ir a la sala de televisión. La gente que
aparecía en la pantalla del aparato era demasiado rosada, y
sus dientes de una blancura excesiva. Tres huéspedes–dos
hombres y una mujer–estaban sentados en sendas sillas afelpadas color magenta, cercanas al receptor. Abuela y yo nos
dejamos caer en el sofá de piel, una fila detrás de ellos.
Nadie se volvió. La mujer, a quien uno de los huéspedes
llamaba ”Señorita Avilerca”, daba cuenta de un desayuno
tardío, untando mermelada amarilla en una rebanada del
pastel que anunciaba el menú de la habitación como
”madalena”. Me quedé mirando fijamente a la mujer, para
la cual el acto de comer no estaba revestido de demasiado
interés, en lo que a apetito respecta. En ese momento quise
ser como ella, pero supe inmediatamente que jamás lo
lograría. Durante años, Abuela Primera trató de obligarme
a meter los codos hacia dentro, sosteniendo un libro bajo
cada axila mientras comía. Ahora ya era demasiado tarde,
y aquel pensamiento me entristeció.
Un hombre de uniforme blanco se llevó la bandeja de
la ”Señorita”. Abuela Segunda le pidió si podía traernos el
desayuno a la sala de televisión. El hombre la miró ofen-
dido. ”No soy camarero”, le dijo, pero salió con la bandeja y los platos sucios de la mesita vecina.
Nos quedamos sentadas, con los ojos pegados a la pantalla. Después de un minuto que me pareció eterno,
Abuela Segunda se levantó, tiesa e imperial. Yo la imité, y
salimos de aquel salón para siempre, como Adán y Eva,
desnudas y expulsadas del Paraíso.
Mientras subíamos las escaleras, Abuela Segunda dijo
con voz temblorosa: ”Deja que llegue tu padre”.
En el rellano del tercer piso recuperó el aliento y
pro–siguió su monserga. ”Tu padre es un hombre de éxito.
Un hombre importante, mi cocholeta”, me aseguró.
Yo tenía una sola fotografía de mi padre, dentro de un
escapulario que guardaba desde que él se fue de Cuba,
cuando yo tenía seis años. Siempre lo llevaba conmigo,
sujeto con alfileres a los bajos de mis faldas. Por un lado del
escapulario plastificado estaba el Sagrado Corazón de Jesús,
rodeado por un collar de santería para conjurar el mal de
ojo. Al reverso, estaba la fotografía en blanco y negro de un
joven con calvicie incipiente, de pie junto a mi hermosa
madre en la brillante y blanquecina playa de Varadero,
aunque en la foto la arena supuestamente blanca ardía en
tonos de gris. Los dos con los ojos entornados para protegerse del viento y el resplandor. Las manos de mi padre,
que sostenían un sombrero de pajilla, parecían pálidas y
pequeñas, con dedos regordetes. Antes de salir de La
Habana, Abuela Primera se las había ingeniado para ocultar el escapulario en la parte interior de mi abrigo.
Abuela Segunda pidió el desayuno por teléfono.
Cuando llegó, nos sentamos en nuestra pulcra habitación y
comimos en silencio, ataviadas con nuestras mejores ropas,
y los cabellos alisados con un poco de pomada que Abuela
pudo sacar de Cuba en una latica redonda, ilustrada con el
grabado de un hombre delgado y barbudo. A media tarde,
estaba hambrienta y cansada de esperar. Abuela Segunda
caminó hacia la ventana, como para consultar con el dios
marino de la fuente, el cual, tal vez por viejo, podría darle
alguna pista y ponerse de su parte. ”Es posible que el vuelo
se haya retrasado. Vamos a llamar a la aerolínea. O mejor,
a Santo Domingo”, dijo, infundiéndose a sí misma el valor
necesario para bajar al vestíbulo y preguntarle al carpetero
cómo podía hacer una llamada de larga distancia.
Cuando me pidió que la acompañara le dije, bajo las
sábanas, que no podía, porque tenía la menstruación y no
me sentía bien. Pero estaba mintiendo. Por mala. Allí me
quedé, bajo la cálida penumbra de los cobertores, hasta
que se cerró la puerta. Cuando saqué la cabeza para mirar,
Abuela Segunda y su endeble abrigo habían desaparecido.
Me puse a pensar en en nuestro caso: mientras más
uno tenía, como en el caso de la ”Señorita Avilerca”, más
se podía recibir. Y mientras menos se tenía, menos se
recibía. Abuela Primera tenía otros nietos en Miami, hijos
de la hermana de mi madre. Pero Abuela Segunda sólo
me tenía a mí. Sin embargo, yo la había postergado como
”segunda” en mis afectos, y dejé que bajara sola al vestíbulo del hostal, a arreglárselas por su cuenta y riesgo.
Además, mi padre, su único hijo, no parecía tener demasiada prisa en venir a buscarnos, después que cruzamos el
océano para estar con él.
Permanecí bajo las sábanas, y me imaginé mi vieja
cama, lejos, en casa. Allá habría oscurecido ya, y los ruidos de mi calle –gritos de niños y vecinos, retumbar de
trenes saliendo y entrando a la cercana terminal de la calle
Corrales– estarían comenzando a penetrar por el balcón
abierto. Y hasta me pareció escuchar el tronar del
”Cañonazo” estremeciendo las paredes de la Habana
Vieja, como cada noche a las nueve, avisándonos para que
pusiéramos en hora los relojes.
Cuando desperté, todo estaba oscuro. Las sábanas
habían caído al suelo. Al otro lado de la ventana, el rostro
del viejo rey marino, iluminado desde abajo, se había tornado fantasmagórico. El reloj de la mesa de noche indicaba que eran más de las siete y media. Y Abuela Segunda
no aparecía. Me eché agua en la cara, y salí al elegante
vestíbulo, ataviada con mis mejores y arrugadas ropas.
23 paralelosur
NARRATIVA [
Ivonne Lamazares
El sitio bullía con el ir y venir de viajeros con valijas etiquetadas, hombres de saco y corbata, mujeres con
suéteres de cuello de tortuga, faldas de telas a cuadros y
botas de tacón alto que brillaban bajo el círculo de luz de
la enorme lámpara del salón. En el bar, al otro lado del
vestíbulo, dos hombres bebían sus tragos respectivos, sentados bajo la monótona iluminación de un anuncio de
neón de Cerveza San Miguel, colocado detrás del cantinero. En la sala contigua, el televisor estaba apagado. Y ni
rastro de Abuela Segunda. Mi corazón se estremecía de
temor cada vez que se abría la puerta principal, los huéspedes salían hacia la ciudad iluminada, y el olor del viento nocturno inundaba el vestíbulo. Me imaginé sus pasos
sosegados y seguros recorriendo las avenidas. Vicente, el
botones, se me quedó mirando. Pero le pasé por el lado,
con la mirada fija en el exterior, como si, más allá del tráfico bullicioso, tuviese un lugar adonde ir.
El estanquillo de la esquina estaba plagado de revistas
indecentes y vidrieras con caramelos y botellas de Fanta,
húmedas y frías. Me apeteció de repente un Fanta. Abuela
me había dejado unas cuantas monedas, pero no me atreví
a contarlas en plena calle, pues ya me había advertido de
la amenazadora presencia de los delincuentes en los países
”libres”. ”Como son libres, ¿ves?, también tienen libertad
para robar –me explicaba– hasta que la ley los agarre. Y en
la Madre Patria, niña, Don Francisco Franco es la ley”.
Pero ya Franco había dejado de ser ”la ley”. La noche
en que llegamos, estaban diciendo en la televisión que ”el
Generalísimo Franco” estaba ”en capilla ardiente”. Al oír
aquello, Abuela se persignó. Un periodista dijo que ya se
respiraban aires de libertad, mientras que otro habló del
advenimiento de ”la delincuencia y el desorden”. Una
multitud cruzaba la intersección dirigiéndose hacia donde
yo estaba, como si viajara a bordo de una embarcación
con la proa hacia la otra orilla, desde la cual, otro barco
zarpaba también, bajo la súbita luz verde. Los hombres y
mujeres que pasaban a mi lado tenían un aire sombrío, y
me pareció como si estuvieran listos a saltar sobre
cualquier cosa que se les pusiera por delante. Un hombre
se detuvo, me miró, y siguió su camino. Luego, tres chicos
de mi edad se acercaron al estanquillo, y uno de ellos dijo:
”Mirad, ¡qué chica!”. Los otros dos me miraron. Me volví
y regresé al Hostal sin el codiciado Fanta.
Detrás del mostrador de mármol, el carpetero hablaba
con un huésped. Me encaminé en su dirección, decidida a
preguntarle por Abuela Segunda.
Entonces fue que vi al hombre de manos pálidas de la
foto, pero que ahora era totalmente calvo. El hombre a
quien amé durante tantos años sin apenas darme cuenta.
paralelosur 24
Ivonne Lamazares
Hablaba con el carpetero, quien le sonreía, complacido.
Sin dudas, se trataba de un hombre importante.
A su lado, una rubia se apoyaba sobre el mostrador, de
manera que los codos de ambos se tocaban. La mujer llevaba una gruesa cadena de oro que le llegaba al centro de
sus senos abundantes. Ella y el hombre eran bastante altos
y entrados en carnes. Lo miré insistentemente. Al verme,
el carpetero me preguntó: ”¿Se te ofrece algo?”.
Sentí los latidos de mi corazón dentro de mis oídos, con
tal intensidad, que pensé que el carpetero llegaría a
escucharlos.
”Soy yo”, dije.
El hombre se volvió hacia mí. Sus ojos eran pequeños y
oscuros, sin lentes, pero aquella cara me resultaba conocida.
La rubia comenzó a mirarme con atención. Sus ojos pálidos
estaban delineados por algo que me pareció tinta negra, con
trazos dibujados por manos expertas, lo cual hacía que su rostro fuese llamativo, pero también efímero, como si se pudiera
borrar tan fácilmente como las líneas que lo resaltaban.
El hombre puso su estilográfica sobre el mostrador.
Esperaba el momento de abrazarlo. El hombre le dijo algo
a la rubia, y los tres nos dirigimos a un pequeño sofá, colocado bajo el cuadro de un toro con una luna roja. ”¿Viste
a Abuela? ¿Está contigo? Salió a buscarte”, le dije.
La mirada del hombre recorrió el concurrido vestíbulo.
La mujer volvió a mirarme con curiosidad. Súbitamente, se
me ocurrió que el hombre bien podía haberme abrazado.
No parecía cubano al hablar, aparentemente a causa de
tantos viviendo en el extranjero. El hombre le hablaba de
un automóvil a la mujer, pero decía ”coche”, no ”carro”**.
Extendió su mano y tocó la mía. Sus dedos eran largos y
escurridizos. Mis dedos se entumecieron con el contacto,
y aquella frialdad se extendió por mi columna vertebral y
la parte posterior de mi cuello. Entonces me di cuenta de
que jamás lo había visto.
”Señorita”, me dijo en un español ceceante.
Me solté de un tirón. Cuando salí por la puerta, el frío
metálico me golpeó el rostro, los ojos y las fosas nasales.
Me volví a mirar al desconocido a través de los enormes
ventanales, y vi cómo el botones se precipitaba hacia la
puerta que se cerraba.
Ya en la calle, me subí la solapa del abrigo como Abuela
me había enseñado, y caminé con la cabeza gacha por unas
cuadras, hasta que la llovizna se hizo menos intensa, y pude
levantar la vista hacia aquellos edificios plenos de una historia que no conocía, y los ásperos nombres de calles y plazas,
a fin de memorizarlos y saber por dónde debía regresar. El
aliento se me congelaba en nubecillas a causa del frío. Al
final de la calle, un hombre abrazaba a una mujer en plena
acera, bajo un toldo chorreante, deslizando sus manos en los
bolsillos traseros de ella, que miraba hacia arriba con un
ligero alargamiento de su cuello, similar al de una tortuga;
perpleja, absorta, con el rostro muy cercano al del que así la
cortejaba. Un motociclista con capa amarilla les pasó por el
lado a toda velocidad, empapándoles las piernas. La pareja
miró hacia abajo, sorprendida. Lo que estaba ocurriendo
entre ambos se interrumpió abruptamente, y se encaminaron hacia un café iluminado a su espalda, donde un grupo
de jóvenes fumaba, y una música incesante emergía y desaparecía con cada apertura y cierre de la puerta.
Cerré los ojos para no ver el viento, la lluvia y las luces cambiantes de aquella ciudad que no era la mía. Conté uno, dos,
tres, y seguí caminando y contando a ciegas por la acera. Abrí
los ojos cuando llegué a ocho, por el grito de una persona. Un
hombre con un delantal y las manos extendidas hacia delante,
regañaba a un chico que llevaba a un perro atado a un arreo.
Ambos estaban ante una pirámide de manzanas. Y fue
entonces que lo ví plenamente: el mundo en el que viviría, en
esta u otra ciudad, con o sin Abuela, con o sin mi padre.
En el camino de regreso al Hostal Jamil, entré a un
pequeño café para mitigar un poco el frío. Allí, varios
jóvenes con chaquetas negras y pantalones vaqueros
hablaban y bebían, mientras los iluminados extremos de
sus cigarrillos se movían inquietos bajo la sosegada luz de
la Atlántida. Saqué las pesetas del bolsillo del abrigo, y
compré un Fanta.
La pareja vecina encendió sus respectivos cigarrillos, y
pidió vino. La chica tenía un cerquillo negro, y parecía
mayor que el chico, quien llevaba una gorra sobre el
cabello enmarañado. Bebí el Fanta y me quedé mirando a
la muchacha, quien levantaba la cabeza para soltar el
humo. Volví rápidamente la cabeza, pero la chica, que ya
me había visto, luego de un momento de vaci-lación, me
ofreció un cigarrillo. Pensé que, con quince años, ya era lo
suficientemente mayor para poder fumar. El chico trató de
encendérmelo, pero, como yo no sabía qué hacer, fue
inútil. La muchacha sonrió, y me dijo que aspirara. Luego,
me preguntó de dónde era.
Al oír mi respuesta, el chico no ocultó su entusiasmo.
”Nos encantaría visitar tu hermoso país. Un lugar de libertad. No como esta pocilga”, dijo.
Ambos olían al vino que estaban bebiendo.
”Las cosas marcharán mejor ahora que el viejo asesino
pedorro se ha muerto”, dijo el muchacho, hundiendo la
] NARRATIVA
colilla en el cenicero. ”El asesino hijo deputa estiró la pata
la semana pasada. Desde entonces estamos celebrándolo”,
explicó, levantando su copa hacia mí.
Terminé el Fanta y traté de aspirar el humo. Luego bebí
el vino que me ofrecieron, tres copas mezcladas con agua
gaseosa que me hicieron entrar en calor. Me cayó bien la
chica. Su cerquillo brillaba, y sus largas y negras pestañas
se encrespaban en la misma dirección por la que se escapaba el humo encima de su cabeza. Y después de las tres
copas de vino, también me comenzó a agradar el chico,
algo que a la muchacha no pareció importarle mucho.
Cuando cesó la lluvia salimos del café, y recorrimos las
transitadas avenidas hacia el Hostal Jamil. Ante nosotros
se erguían amenazadores los edificios residenciales y de
oficinas, algunos de los cuales estaban iluminados aún,
brillantes como tartas de cumpleaños. El cielo se llenó de
nubes bajas y pesadas. Al ver el viejo rey de la fuente con
su tridente, y la marmórea opulencia del vestíbulo del
hostal, el muchacho frunció el ceño. ”¿Qué clase de lugar
es éste?”, preguntó. A su espalda, un chorro de agua se
elevó por encima de la cabeza del monarca marino, para
caer posteriormente, a través de una malla de luz, en el
estanque que brillaba bajo sus pies pétreos.
”Aquí debíamos encontrarnos con mi padre. Pero se nos
acabó el dinero. Tenemos que mudarnos a otra parte”, le dije.
Vicente, el botones, montaba guardia erguido, tieso
como una vela en el vestíbulo desierto, mirando por las
ventanas húmedas de lluvia. Al otro lado, la modesta luz
encima de la puerta del ascensor brillaba tenuemente,
como una estrella lejana.
”Conozco una pension barata donde podeis quedarse”,
dijo la chica, y mencionó el nombre de una calle, algo
como ”Minestra” o ”Maestra”.
Me volví hacia ella. ”Mi abuela salió por la tarde a buscar a mi padre, que venía de la República Dominicana en
algún vuelo, para encontrarse con nosotros acá. No sé
adónde fue. No he podido hallar a ninguno”, les expliqué.
El muchacho desvió la mirada, y lanzó la cerilla
25 paralelosur
NARRATIVA [
Ivonne Lamazares
chamuscada a la acera húmeda. La chica se volvió hacia él,
severa, y ladeó la cabeza con impaciencia.
”Bueno. Veamos qué ha pasado”, dijo el chico, entrecerrando los ojos detrás del humo de su cigarrillo.
Entré con él al vestíbulo vacío. A medio camino hacia
el ascensor el carpetero nos detuvo. Su cabello negro estaba dividido en dos mitades brillantes y exactas, como
trazadas con tiza. ”¿Adónde váis?”, preguntó.
El chico siguió su camino, ignorándolo. Y yo detrás de él.
”La habitación que ocupábais está vacante”, dijo el
empleado.
Paré en seco. ”¿Dónde está mi abuela? ¿Dónde están
nuestras cosas?”.
”Esta no es una casa de beneficencia. Habéis pagado
dos noches, y no habéis renovado el plazo de estancia”.
El muchacho caminó hacia nosotros. ”Será mejor que le
diga dónde están sus cosas, señor, o le llamo a la guardia civil”.
”¡No me diga!”, dijo el carpetero, sonriendo. Caminó en
dirección a la carpeta y agarró el teléfono. ”Soy yo quien
los ha de reportar a la guardia civil, señor hippie borrachín, por entrar acá sin autorización, y todos pasarán la
noche en la cárcel. Mirad qué bien les va a sentar”, dijo,
mirándonos alternativamente a mí, al chico y a la chica,
que se abrazaba a sí misma al otro lado de la puerta.
Luego, le hizo una señal al botones.
Vicente nos escoltó fuera del hostal. ”Traté de decírselo,
pero usted ha salido a la calle con la nariz en el aire y sin
mirar a nadie. Vino gente de la Cruz Roja. Vaya mañana
al edificio de la calle Sol”, explicó en tono de reproche.
”Pero ¿dónde está mi abuela? ¿Qué le ha pasado?”, le
pregunté.
”En la Cruz Roja saben donde está”, respondió Vicente.
”Vámonos allá ahora mismo”, le dije al chico.
”Es muy tarde. No les abrirán la puerta”, aseguró
Vicente, en tono más sosegado. ”Los va a agarrar la guardia.
Su abuela está bien. La Cruz Roja la llevó a un sitio donde
pasar la noche”, insistió.
”Mi abuela no me hubiese abandonado”, respondí.
”Está con la Cruz Roja. Vayanse allí en la mañana”,
aconsejó Vicente.
”Gracias hombre”, le dijo el chico a Vicente, a manera
de agradecimiento, para abrir luego la puerta del hostal y
gritarle al carpetero: ”¡Oye, tú, mal nacido, léete los diarios!
¡Hace mucho que pasó el treinta y seis, saco de mierda!”.
Al oírlo, me invadió una intensa sensación de amor
hacia el chico, a pesar de que estaba borracho. El carpetero ni se dio por enterado.
Luego Abuela Segunda me contó lo ocurrido aquella
paralelosur 26
Ivonne Lamazares
tarde. Después de llamar por teléfono a mi padre y a la
aerolínea, con el cuello bien abrigado por la solapa protectora, salió al estanquillo de la esquina, donde, a cambio
de un puñado de pesetas, el empleado le dio algunas monedas y una botella de agua efervescente, cuyo contenido la
hizo sentir como si estuviera tragando vidrios rotos.
Comenzó a sudar copiosamente, a pesar del viento frío.
Junto al estanquillo, una mendiga pedía limosna, con la
mano extendida. Abuela le dio una de las monedas, pensando que en breve podría estar haciendo lo mismo,
mendigando su sustento en alguna calle del mundo, por lo
que el gesto le pareció una buena manera de iniciar el ciclo
a su favor.
”Y cuando una piensa que todo está perdido, se
aparece tu Ángel de la Guardia”, me dijo cuando la encontré finalmente, recluida en el Hospital del Niño Jesús,
administrado por los monjes capuchinos, cercano al edificio de la Cruz Roja. Yacía sobre la cama, con una delgada
sábana doblada en dos sobre las piernas. Su piel había perdido el brillo, y la nariz puntiaguda parecía desplomarse
sobre el rostro cansado. Llevaba la blanca cabellera recogida en un impecable moño sobre la cabeza.
Mientras emprendía el camino de vuelta, escuchó cómo
Vicente, ante la puerta principal del hostal, le daba orientaciones a una pareja de turistas para que pudieran llegar a su destino. ”Sigan hasta que pasen frente al edificio
de la Cruz Roja”, decía el botones.
Vicente había señalado hacia donde se ponía el sol, tras
la silueta de los altos edificios de oficinas. Abuela le dejó
un mensaje para mí, y luego siguió su camino, para ver lo
que la Cruz Roja podía hacer por nosotros antes de arrastrarse conmigo y nuestro equipaje por las húmedas calles,
en pos del cielo naranja del crepúsculo.
Pero a medio camino volvió a sentir cómo se le cerraba
la garganta, y se detuvo, apoyándose contra las columnas
de un portal. ”¿Se siente bien?”, le preguntó alguien.
Abuela hizo un gesto afirmativo, y siguió trastabillando
unas cuadras más hasta llegar a la Cruz Roja.
A la entrada del edificio había una persona sentada ante
un escritorio, leyendo el periódico. Esa fue la última imagen que Abuela vio antes de perder el conocimiento.
Cuando finalmente la encontré, estaba ingresada en el
hospital, en una cama junto a una ventana flanqueada por
cortinas verdes. Su brazo derecho colgaba de un cabestrillo azul sobre el pecho y el vientre.
”Tu padre no pudo venir”, me dijo, con voz enronquecida y diferente. Más allá de la ventana, junto a una terraza
con algunos bancos, un sol gris reflejaba en el suelo las
sombras de las hojas y las ramas de los árboles vecinos.
Había pacientes en sillas de ruedas. Algunos de ellos
tenían visitantes, sentados frente a ellos en los bancos.
También algunas monjas con guardapolvos, paradas detrás
de los pacientes, bajo la luz tamizada por la hojarasca.
”No pudo o no quiso”.
”¿Es igual, no?”.
”Eso fue lo que te dijo por teléfono. Que no viene a buscarnos”.
Abuela se encogió de hombros y dijo: ”Olvídate de él”.
Me senté en la silla metálica que había al lado de la
cama, incapaz de contener el llanto. ”Esto un gran error.
Tenemos que regresar. En Cuba les explicaremos.
Cometimos un gran error, eso es todo”, dije entre sollozos.
Abuela levantó una mano, y luego se sentó en la cama.
”Las cosas cambian, cocholeta. Y luego vuelven a cambiar”, respondió.
”¿Te vas a morir?”.
”Pregúntale a las monjas. Di un tropezón, pero estoy
bien”.
Sin embargo, la historia que me contaban las monjas
cambió durante las dos semanas que siguieron. Primero,
Abuela tenía una fractura menor en el hueso que le llaman
radio, y un virus en la garganta. Después, le apareció una
mancha en el esófago, un punto blanco como una mariposa diminuta en la radiografía. Y a la semana siguiente
hubo que operarla, pero el cirujano se limitó a abrir y cerrar. Nada que hacer, aparte de darle caldo de pollo con
una cucharilla.
Yo comía en la cocina de la Cruz Roja, y lavaba platos
y organizaba abrigos, guantes y botas de invierno que la
gente donaba. Abuela Primera llamó desde La Habana a
mi tía de Miami, la hermana de mi madre, quien, a los
pocos días, vino y nos alquiló un apartamento. Todos los
días visitábamos a Abuela Segunda. Hasta el final.
Pero la noche que me perdí en Madrid, sin noticias de
Abuela, me quedé con Maricarmen, la chica del bar, y con
el muchacho, en el oscuro piso donde vivían. Como no
tenían cama, Maricarmen y yo dormimos en el suelo,
sobre un colchón manchado que ella cubría con una
sábana floreada. El chico se acostó en el sofá de la pequeña
sala de estar. Cuando arreció el frío, se acostó con nosotras, deslizándose entre las dos. Yo me quedé escuchando,
con los ojos cerrados. El chico besó a Maricarmen, y todo
quedó en calma. Volvió a besarla, pero Maricarmen le
susurró: ”¿Estás loco, tú, bestia?”. El chico gruñó una síla-
] NARRATIVA
ba de resignación, y volvió el silencio. Al cabo de un rato,
se volvió hacia mí, hundiendo su rostro en mi cuello y
tocándome, hablando en sueños. Cuando me tocó los
senos, me sentí sucia y sola, pero también presa de un
amor repentino y un deseo de hacer algo por él. Cuando
trató de besarme, su boca húmeda sabía a vinagre.
Maricarmen lo empujó, y le pidió que me dejara tranquila
y volviera al sofá. El chico se levantó, murmurando algo
incomprensible, y a poco le escuchamos roncar. ”Perdona.
Está borracho. En la mañana estará mejor”, lo justificó
Maricarmen.
Seguí esperando en la oscuridad, sintiendo el aire que
pasaba por mi garganta tan gélido y claro como el de la
montaña. Empecé a temblar. De frío. De un terror nuevo.
De ansiedad. Mis glóbulos rojos también comenzaron a
estremecerse en sus tuétanos cual luciérnagas atrapadas
dentro de un frasco, como la última noche en La Habana,
en casa de Abuela Primera, cuando Abuela Segunda y yo
nos acostamos en mi cama de la niñez, con los cuerpos tan
unidos que ambas respirábamos el mismo aire, la víspera
de nuestra salida. Finalmente nos quedamos dormidas,
como logré hacerlo finalmente en el colchón de
Maricarmen, con la promesa de Abuela Segunda resonando aún en mis oídos: ”Mañana, mi cocholeta. Mañana,
cuando nos levantemos, seremos libres”.
NOTAS
* Gusanos: término peyorativo con que los comunistas cubanos definen a los desafectos al
régimen. N. del T.
** Los cubanos prefieren la palabra carro a coche o automóvil. N. del T
Ivonne Lamazares (La Habana, 1962) Emigró a Florida, Estados Unidos, a los catorce
años de edad y actualmente vive en South Miami con su marido, el poeta Steve Kronen y su
hija. Lamazares es profesora en el Miami-Dade Community College. Sus cuentos han aparecido en Blue Mesa Review y en Michigan Quarterly Review. Es autora de la novela La isla de
azúcar, Alianza, 2001.
27 paralelosur
NARRATIVA [
Rolando Hinojosa
Rolando Hinojosa
] NARRATIVA
Es el agua
Rolando Hinojosa
University of Texas
Me llamo Fructuoso Alaniz García y así me bautizaron en las tierras de los Buenrostro por ser el día de mi santo, el
día 21 de enero. En inglés, según mi nieta Lucía, mi nombre significa bountiful, es decir, productivo. Bien puede ser. De
mi parte, me parece que eso encaja bien a bien ya que aquel que así se llame se le haya destinado a trabajar la tierra, y no
sólo eso, no, sino también que el que la labra le da vida a la tierra para que ella, la tierra, devuelva parte de la vida en
cereales y en todo tipo de grano, en verduras, sí, y en fruta como recompensa para aquel que preparó la tierra y presenció la siembra brotar casi de la nada sino con la esperanza y con un manojo de semilla. Eso sí es que ser productivo.
Cuando trabajo en tierra ajena, ésa la labro igual como si fuera mi propia parcela. No hay, ni veo diferencia alguna,
no. La tierra es la tierra y al fin y al cabo –o cuando se nos acabe la música, como decimos por acá– uno deja el terreno
para la siguiente persona. Pero hay que dejarla limpia, podada, y lista para aquel que también viene como uno, lleno de
esperanza y con ese manojo de semilla que dije.
Yo soy de aquí, del Valle del Río Grande, fronterizo norteño igual que mi padre, igual que el abuelo, el bisabuelo, y el
tatarabuelo. Mexicano, sí, pero estadounidense de nacimiento, igual que ellos. Hace muchos años, allá cuando andaba en
los diecinueve años de edad, en el año l9l8, me mandaron a Francia; pero aquí me tiene usted. Volver a trabajar se ha dicho.
Dos de mis primos, José Antonio y Francisco García no volvieron. Mi nieta Luciá–ah, y ella también trabajó la tierra hasta
la edad de 17 –ella dice que a los primos se les recuerda— ¿será esa la palabra? ¿Se les recuerda? Bueno, Lucía dice que se
les recuerda en Austin, la capital del estado. Sí, fíjese, en un estadio en la universidad donde los jóvenes juegan fútbol. Ella
notó unas placas de metal en ese estadio, luego anotó los nombres el dónde, y cuándo murieron, y sí, son los mismos José
Antonio y Francisco García –de eso no hay duda. Qué cosas, ¿verdad, usted? Yo no tenía idea que allás se les honrara. Pues,
sí, yo también estuve en Francia– y esa tierra estaba cansada, me acuerdo bien –pero se repuso con el tiempo para proveer a la gente. ¡Je! Le diré algo que es muy de la tierra, profesor. Dios santísimo ya no está haciendo más tierra. Es más, la
tierra no se mueve ni se va. Allí está, lista para que la trabajen– y hay que trabajarla, ni para qué andarse con rodeos.
Yo he trabajado la tierra en los estados de Minesota, Michigan, Ojayo, lugares lejos del Valle. En mis días atravesábamos el estado de Texas cruzando por el pueblo de Texarkana, de ahí cruzábamos la línea divisoria para llegar al estado de Arkansó; lugar de malas carreteras en esos días. De ahí enrábamos a Poplar Bof, en el estado de Misuri. Nos íbamos rumbo al sol sale, hasta cruzar el río Misisipí, para llegar a Cairo, en Ilinois. Después le picábamos pa’l norte hasta
llegar a un pueblucho que esa gente llama Kankankí. Cierro los ojos y lo veo. De ahí le colábamos al norte, rumbo a
Reynols, Indiana –eso queda en la ruta 420– y para acabar, subiámos al noreste a Niu Búfalo, en Michigan. Viaje de
tres/cuatro días con sus noches.
Bueno, una vez en Michigan, a cosechar la ciruela, la cereza, la uva; fruta suave y blanda. Pero, si le seguíamos al este
de Michigan, recogíamos pepinos en Pinconing o el betabel o la remolacha, y si nos íbamos al sur, caíamos en Ojayo
donde se da mucho el tomate.
Bueno, esto ocurría si uno hacía viaje en su propio mueble, su carro propio, ¿no? Pero, si nos llevaban por contrato
nos montaban en los camiones de los granjeros mismos y nos íbamos donde nos llevaran. Había veces que nos juntábamos en Jupston, en Ilinoi, y nos separábamos allí. Unos amigos y parientes nuestros trabajaron por años por una sola
familia de granjeros en el estado de Aiowa; una familia, sí. Esa gente se dedicaba a cultivar flores y se necesitaba gente
especial para desempeñar ese tipo de trabajo. Nosotros también trabajamos allá unas siete u ocho temporadas, ya no me
acuerdo muy bien. Los años se me corren, ¿sabe?
Mi mujer y yo, y ella también hacía los viajes, trabajamos juntos en los campos más de 27 años y una vez buscamos
trabajo en el estado de Wyomin que queda cerca del Canadá. Trabajamos con gente que viajaba desde Laredo, Texas. Mi
mujer murió hace 10 años... nuestro único hijo, Marcos, falleció hace los cinco años contados en un accidente cuando el
camión de transporte se estrelló contra un tren. Eso ocurrió en Monón, Indiana. Mi nieta Lucía salió ilesa y ahora estudia
en la universidad en Austin. Mi nuera, Estéfana, enviudó y vive con nosotros. Pasa que mi mujer y yo la criamos desde
que era niña. Esa Estéfana es una de las mejores y de las más rápidas en la poda de la lechuga y su empaque. También se
defiende en inglés, lo lee y lo escribe. Su prima, Isaura, es profesora normal y da sus clases durante los veranos en la escuelita que construimos de las hojas de palmeras. Ella misma compra los lápices y las tabletas de escribir, y así les enseña a
leer, a escribir, y las cifras a los chicos. Lo hace porque ella misma dice que es necesario que se haga de vez en cuando
vienen varias de sus amigas y le ayudan, pero no importa, llueva o truene, Isaura está allí todos los días. No falla.
paralelosur 28
Mi nieto Balde cuenta con 23 años y es dueño de un camión usado y junto con un amigo suyo que también es del
Valle y que se llama Raúl Santos Coy son socios en el negocio. Balde es el campeón en eso de amontonar pacas de paja
de centeno en el camión. Cuando los jóvenes hacen la competencia, los que conocen a Balde apuestan su dinero con él.
Raúl conduce el camión y los dos se las angencian para firmar contratos paa el transporte de mercancías en el norte de
Texas, en ciudades como Amarillo, Pleinbiew, lugares que nosotros del Valle lamamos el norte. Balde es el hermano
mayor de mi nieta Lucía y él le manda dinero para sus estudios. ”Mi hermana es un ejemplo,” dice Balde y se enorgullece por los estudios que lleva su hermana–nosotros también estamos orgullecidos de Balde porque es un hombrecito
hecho y derecho que no le tiene miedo al trabajo.
Tenemos un dicho aquí en el Valle: es el agua. El agua del Río Grande. Tú le perteneces al agua, pero el agua te pertenece a ti también. No importa dónde trabajemos, siempre volvemos a la frontera, al Valle. Es el agua.
El Valle tiene sus encantos, tierra dura, sí, pero esa es tierra de pan llevar–y uno tiene que ser más fuerte que la tierra
y el trabajo. Y el Valle es diferente a otras partes de Texas y nosotros nos distinguimos porque somos de allí. Por eso,
cuando vamos a otro Valle, el Yákima en el estado de Huashington o el Güilamet en Oregón, para la cosecha del lúpulo o a Nampa en Aidajó, es como estar en casa. ¿Por qué? P’s porque los que viven allí eran originarios del Valle, sí. Y,
y, y los chicos que en su vida han puesto pie en el Valle, dicen que son de del Valle porque sus padres son de allí y así
los chicos saben de dónde son. Saber quién es uno es algo especial.
Esto está cambiando, pero todo cambia, es el son de la vida. Le daré un ejemplo: cuando mi mujer y yo y nuestros
amigos trabajábamos en los algodones–y esto es solamente un ejemplo–pizcábamos algodón en el Valle de junio a agosto. Entonces el dueño mandaba herir la tierra con el arado en septiembre por ley del estado. De ahí nos montábamos
para ir a los algodones en el centro de Texas o al oeste del estado a lugares como Braunfil o La Mesa. A veces salíamos
para Arkansó o Misuri para el algodón y le dábamos hasta Tenesí si se terciaba –pero ya no en estos últimos 20 años–
ahora casi todo es cosa de maquinaria; pero con todo eso, las máquinas no pueden hacerlo todo, no. Todavía se necesita la mano de obra, el ojo humano que sabe y que puede distinguir. La maquinaria no se enorgullece por su trabajo, le
es imposible. Pero uno sí se enorgullece por su trabajo.
Eso de trabajar la tierra es asunto duro, en eso no hay sorpresa. Lo molestoso –y lo vergonzante también– es dónde
uno tiene que vivir en el mesoeste del país en carpas o en gallineros; estos son los peores. No siempre es así, pero con
una vez basta para el recuerdo. Pero uno se aguanta, uno sobrevive –y hasta aguantamos y sobrevivimos el racismo, el
prejuicio social de todos– y hasta por parte de los nuestros que nos menosprecian. Pero yo puedo cambiar el mundo y
Dios no quiere encargarse, como decimos.
Pero tampoco nos rajamos, no nos rendimos, no alzamos los brazos como los prisoneros. No. No nos rajamos y ya.
Pero, después de tanto trabajo y de viajes aquí y viajes allá, volvemos al Valle donde nos espera otra temporada de
trabajo. Es el agua.
¡Je! Esos que aseguran que el trabajo es de beneficio pa’l cuerpo y saludable y todo eso, no saben de qué se trata la
cosa. El trabajo rudo y duro está de la patada, y lo llaman duro porque eso es lo que es.
Te aplasta y hasta te mata. Pero también hay orgullo, orgullo de necios, quizás, pero una familia trabajadora se enorgullece porque trabaja y porque desempeña su trabajo como Dios manda. Al fin, como en todo, el trabajo se acaba.
Era como cuando estuve en Francia. Uno estaba allí hasta el día que alguien vino y dijo, ”Vámonos ya. Vámonos a
casa.” Y así era como cuando uno se encontraba en Indiana, en Aiowa, o en las bandas del río Rojo en Minesota. Uno
estaba allí, en el jale, como le llamamos al trabajo, y entonces alguien venía y decía:
”Vámonos pa´la casa. Vámonos pa´ Texas. Al Valle.”
Sí, es el agua.
Rolando Hinojosa (Belken, 1929) Rolando Hinojosa es uno de los novelistas hispanos más prolíficos y bien respetados de los Estados Unidos. Escribió su primera novela en 1972, Estampas
del Valle, que fue galardonada con el premio literario Casa de las Américas, que consiguió otra vez en 1976 con su serie de novelas The Klail City Death Trip. Entre sus obras destacan por su
importancia bilingüe y cultural: Mi querido Rafa (1981), Rites and Witnesses (1982), Partners in Crime (1985), y Becky and her Friends (1990). Hinojosa también ha producido ensayos, poesía,
y una novela detective titulada Los socios en crimen.
29 paralelosur
Nicolás Kanellos
] DOSSIER
Panorama de la
literatura hispana
de los Estados Unidos
Nicolás Kanellos
University of Houston
CHICANA
] DOSSIER
INTRODUCCIÓN
Históricamente, todos los diversos grupos étnicos que por
facilidad y conveniencia llamamos “hispanos” o “latinos”
crearon una literatura en Norteamérica aun antes de que
existieran los Estados Unidos. El volumen de su escritura
a través de más de cuatrocientos años es tan cuantioso que
habría que emplear a miles de estudiosos durante muchos
años para investigar y recuperar, analizar y hacer accesible la totalidad de las expresiones hispanas que merecen
ser preservadas y estudiadas.
Debido a su variedad y perspectivas múltiples, lo que
llamamos literatura hispana de los Estados Unidos es
mucho más complejo de lo que demuestran los textos producidos en los últimos cuarenta años. Esta literatura incorpora las voces del conquistador y del conquistado, del
revolucionario y del reaccionario, del nativo y del desarraigado de su tierra. Es una literatura que proclama un
sentido de lugar y pertenencia a los Estados Unidos mientras que también elimina fronteras y es transnacional en el
sentido más posmoderno posible. Es una literatura que
trasciende conceptos de etnicidad y raza, mientras que
lucha por una identidad chicana, nuyorriqueña, cubanoamericana o simplemente hispana o latina.
La introducción de la cultura occidental en las tierras que
eventualmente pertenecerían a los Estados Unidos fue obra
de gente hispana: españoles, africanos y amerindios hispanizados, mestizos y mulatos. España fue el primer país que
introdujo una lengua europea escrita en el área que llegaría
a ser la parte principal de los Estados Unidos. Desde 1513,
con los diarios de viaje a la Florida de Juan Ponce de Léon,
la práctica de la escritura en los registros civiles, militares y
eclesiásticos se volvió habitual en los lugares que se convertirían en el sur y el suroeste hispanos de los Estados Unidos.
La cultura escrita no sólo facilitó los registros de la conquista y la colonización, sino que hizo surgir las primeras
descripciones y los primeros estudios de la flora y la fauna
de estas tierras nuevas para europeos, mestizos y mulatos.
Hizo posible la formulación de las leyes para su gobernación y facilitó su explotación comercial al mismo tiempo
que creaba una historia de estos territorios –una historia
oficial que no siempre concordaría con la tradición oral–.
La lengua española se extendió al norte de la Nueva
España y hacia las tierras que a mediados del siglo XIX
llegarían a ser parte de los Estados Unidos como resultado de conquista, anexión y compra.
Todas las instituciones del mundo letrado –escuelas,
universidades, bibliotecas, archivos del gobierno, tribunales y muchas otras– fueron introducidas en Norteamérica
por gente hispana a mediados del siglo XVI. Los hispanos
que se establecieron en las trece colonias británicas en
Norteamérica tuvieron acceso inmediato a la imprenta.
Hacia 1780 ya estaban publicando sus libros y periódicos
en las primeras imprentas de los Estados Unidos. Editaban
centenares de libros políticos, así como libros de literatura
creativa, muchos de ellos en apoyo a los nacientes movimientos de independencia en Hispanoamérica.
En Louisiana y más tarde en el suroeste y hasta parte del
noreste, las publicaciones bilingües llegaron a ser a menudo
una necesidad de comunicación, primero para las comunidades hispano-francesas y más tarde para las poblaciones
donde convivían hispanos y angloamericanos, ya que dichas
publicaciones, incluyendo las publicaciones literarias, reflejaban cada vez más la vida bicultural de los Estados Unidos.
Al principio del siglo XIX, la cultura literaria de los hispanos empezó a poseer las funciones de expresión que la
han caracterizado hasta el presente. Se distinguen tres
tipos de expresión correspondientes a los nativos, los
inmigrantes y los exiliados. Estas categorías se relacionan
con los procesos sociohistóricos que los hispanos han
experimentado en los Estados Unidos. No solamente
reflejan las tres identidades generales de los hispanos en
los Estados Unidos a través de la historia, sino que también nos permiten entender sus expresiones literarias.
Estos tres procesos y patrones históricos de manifestación cultural echaron raíces profundas en el legado oral y
escrito de los exploradores y colonos de las vastas regiones
que llegaron a formar parte de los Estados Unidos. Esta
base fundacional incluyó descripciones de la flora y la
fauna, de encuentros con los amerindios, de la evangelización y de la vida diaria en la frontera, tal como la percibían los españoles y la gente hispana (incluyendo a africanos,
amerindios, mestizos y mulatos), incorporadas en crónicas,
diarios de viaje, etnografías, cartas y en la tradición oral.
Los primeros textos fueron escritos por los exploradores
que crearon los mapas de este territorio y escribieron tra31 paralelosur
DOSSIER [
Nicolás Kanellos
tados sobre su gente, como Álvar Núñez Cabeza de Vaca
y Fray Marcos de Niza. También escribieron los primeros
poemas épicos en lengua europea, como los del soldado
Gaspar Pérez de Villagrá en su Historia de la Nueva México y
el misionero Francisco de Escobedo en La Florida. Más
tarde, colonizadores y misioneros como Fray Gerónimo
Boscana y los autores anónimos de las obras de teatro
popular Los tejanos y Los comanches y las canciones Indita y
Alabado desarrollaron una literatura mestiza, mostrando
muchos de los modelos culturales que sobrevivirían hasta
la actualidad. Este fermento literario, tanto escrito como
oral, se manifestó en los territorios del norte de la Nueva
España, después México, sin acceso a la imprenta.
Aunque el mundo de los libros, las bibliotecas y la educación había sido introducido por los españoles en
Norteamérica, la estricta prohibición de la imprenta por la
Corona Real en sus territorios del norte impidió el desarrollo de la impresión y de la publicación entre la población que vino a ser la base hispana nativa más grande y
fuerte de los Estados Unidos de hoy día: la cultura méxicoamericana del suroeste. No obstante la falta de acceso a
la imprenta, el legado de expresión oral y popular ha persistido en estas tierras, reforzando no sólo la cultura en
general sino también creando una base muy rica para la
expresión literaria escrita. Irónicamente, el uso extendido
de la imprenta y la publicación por hispanos en los
Estados Unidos se desarrolló en un medio ambiente de
habla inglesa, en el noreste de los Estados Unidos.
paralelosur 32
Nicolás Kanellos
LITERATURA HISPANA NATIVA
La literatura de los hispanos nativos nace primero de la
experiencia del colonialismo y la opresión racial. Los hispanos estuvieron sujetos a más de un siglo de “racialización,” la cual resultaba de la visión que tenían los anglosajones de los hispanos como una raza fisiológica, cultural
e intelectualmente inferior a la suya.
A través de doctrinas como la ”leyenda negra española” y el ”destino manifiesto” (teorías racistas que justificaban la apropiación de tierras y recursos naturales por los
ingleses y los angloamericanos), los hispanos fueron subsecuentemente conquistados y/o incorporados a los
Estados Unidos como resultado de la compra de sus territorios; posteriormente fueron tratados como sujetos coloniales, como en los casos de los mexicanos en el suroeste,
los hispanos en Florida y Luisiana, los panameños en la
zona del canal y en el mismo Panamá, y los puertorriqueños en el Caribe. Por otra parte, los cubanos y los dominicanos también se desarrollaron como pueblos a principios del siglo XX, sometidos a muchas formas de dominación del gobierno colonial de Estados Unidos.
Durante los cien años que siguieron a la expansión estadounidense en el siglo veinte hubo grandes inmigraciones
provenientes de países de habla hispana. Estas olas de inmigrantes estuvieron directamente relacionadas con la administración colonial practicada por los Estados Unidos en sus
tierras natales y el reclutamiento de mano de obra para mantener la máquina industrial de los Estados Unidos a un ritmo
galopante. Así se creó una nueva población hispana con ciudadanía estadounidense: los cientos de miles de hijos de
inmigrantes hispanos, cuyas perspectivas culturales sobre la
vida en los Estados Unidos han sido fundamentalmente diferentes de las de sus padres, inmigrantes y exiliados.
La literatura nativa hispana se desarrolló primero como
una literatura de minoría étnica entre los hispanos que ya
residían en el suroeste de México cuando los Estados
Unidos se apropiaron de este territorio. Hasta ahora no se
han encontrado los textos hispanos de Luisiana y Florida
de la época colonial de los Estados Unidos y de sus inicios
como estados. La literatura nativa hispana se ha manifestado específicamente en una actitud de reclamo de derechos civiles, políticos y culturales.
Desde sus orígenes en el siglo diecinueve, los editoriales de Francisco Ramírez, las novelas de María Amparo
Ruiz de Burton y la literatura nativa hispana en general se
han ocupado del estado racial, étnico y minoritario de sus
lectores. Haciendo uso de ambos idiomas, el español y el
inglés, la literatura nativa hispana ha incluido a los inmigrantes entre sus intereses y ha mantenido una relación
con las distintas tierras de “origen”, como Cuba, México,
Puerto Rico y España.
Pero la razón fundamental para la existencia de la literatura nativa hispana y su punto de referencia han sido y continúan siendo las condiciones de vida de los latinos en los
Estados Unidos. A diferencia de la literatura de inmigrantes,
la literatura nativa no tiene un pie en una supuesta tierra
natal y otro en los Estados Unidos, ya que la mayoría de los
nativos nacieron en los Estados Unidos o en territorios que
fueron incorporados a esta nación. Esta literatura no comparte esa doble mirada que siempre contrasta la experiencia
en los Estados Unidos con la experiencia en la tierra natal.
Para el pueblo hispano de los Estados Unidos, la tierra natal
es los Estados Unidos; no tienen la intención de regresar al
México, Puerto Rico o Cuba que recuerdan con nostalgia.
Por lo tanto, esta literatura muestra un firme sentido de
lugar, a menudo elevado a un estatus mítico. Los chicanos,
por ejemplo, adoptaron en los años sesenta y setenta a
Aztlán, el legendario lugar de origen de los aztecas,
supuestamente ubicado en lo que es hoy el suroeste; este
concepto les dio –como mestizos– prioridad en estas tierras sobre los europeoamericanos.
Lo que era para los inmigrantes el “Trópico en
Manhattan” o la “Pequeña Habana”, en los años sesenta y
setenta se transformó en un lugar donde reinaban culturas
nuevas, sintéticas y sincréticas, como en “Loisaida”(el
barrio bajo sureste de la ciudad de Nueva York), tan elogiado por el poeta y dramaturgo nuyorican Miguel Piñero
en Lower East Side Poem y otros trabajos, y El Bronx de
Nicholasa Mohr en El Bronx Remembered. Este sentido de
pertenencia a una región o lugar donde su cultura ha
transformado el medio ambiente físico y cultural es una
manifestación entre otras del sentimiento general de que
estaba surgiendo una cultura nueva derivada de la síntesis
de las viejas culturas hispana y anglosajona, inicialmente
enfrentadas antitéticamente.
] DOSSIER
LA LITERATURA DE INMIGRACIÓN
Mientras que la literatura de inmigración plantó raíces
en los periódicos a mediados del siglo diecinueve en
California y en Nueva York, a fines del siglo surgió una
expresión inmigrante bien definida. Aunque Nueva York
había sido el puerto de entrada de millones de europeos y
centenares de miles de hispanoamericanos, las ciudades
mayores del suroeste recibieron un flujo de aproximadamente un millón de mexicanos de clase trabajadora
durante la Revolución Mexicana de 1910. La política exterior de los Estados Unidos para con el Caribe hispánico
aseguraba un influjo constante de obreros puertorriqueños, cubanos y dominicanos.
Los Ángeles, San Antonio y Nueva York, por ende,
recibieron el mayor número de inmigrantes y consecuentemente pudieron apoyar el mayor número de instituciones culturales, entre ellas teatros, asociaciones de escritores, periódicos y editoriales. San Antonio llegó a ser la
sede de más de una docena de casas editoriales hispanas,
más de las que existían en cualquier otra ciudad de los
Estados Unidos. Los Ángeles produjo casi una veintena de
casas teatrales y numerosas compañías dramáticas y líricas
que hacían giras constantes por el suroeste. En Nueva
York, Los Ángeles, San Antonio y en muchas otras ciudades, apareció un tipo de empresario hispano, refugiado o
inmigrante, con suficiente capital para establecer negocios
de todo tipo para servir a la creciente población en los
barrios hispanos.
Construyeron de todo, desde fábricas de tortillas hasta
teatros y cines, y por medio de su liderazgo cultural en las
organizaciones mutualistas, las iglesias, los teatros, los
periódicos y las editoriales difundían una ideología nacionalista que aseguraba tanto la solidaridad como el aislamiento de sus comunidades o, si se prefiere, de su mercado. Los refugiados económicos y políticos se asentaron en
estas ciudades porque tenían tradición y población hispanas y porque sus bases industriales se estaban expandiendo, experimentando la industrialización y la modernización rápidas, tan necesarias para crear puestos de trabajo
para los refugiados económicos y oportunidades de inversión en negocios nuevos para los empresarios.
Nueva York ofreció muchas oportunidades en las industrias de manufactura y servicios, mientras que Los Ángeles
y San Antonio eran también buenas bases para el reclutamiento de obreros industriales y campesinos migratorios.
Desde su llegada a los Estados Unidos, los inmigrantes
hispanos habían usado la imprenta y la literatura en su lengua nativa para mantener un vínculo con la tierra natal,
mientras intentaban adaptarse aquí a una sociedad y una
cultura nuevas. La literatura inmigrante hispana comparte
muchos de los rasgos distintivos que Park identificó en
1922 en un estudio sobre la prensa inmigrante. Entre esas
características mencionó: 1/ el usar en forma predominante la lengua de la tierra natal, 2/ el servir a una población
unida por esa lengua, sin importar su país de origen y 3/ el
fomentar y solidificar el nacionalismo (9–13). La literatura
de inmigración sirve a una población en transición desde
33 paralelosur
DOSSIER [
Nicolás Kanellos
la tierra natal a los Estados Unidos y refleja las razones
para emigrar al recordar las vejaciones y las tribulaciones
del inmigrante; también facilita el ajuste a la nueva sociedad, mientras conserva un vínculo con la patria.
Implícitos en los rasgos que señalan Park y otros estudiosos de la inmigración están los mitos del “sueño americano” y el “crisol de razas”: la creencia de que los inmigrantes vinieron para encontrar una vida mejor de la que
tenían en la patria, incluyendo una mejor cultura, y que
ellos o sus descendientes rápidamente se volverían estadounidenses y que entonces no habría ya más necesidad de una
literatura en la lengua del “país viejo” (old country). Estos
mitos y muchas opiniones de Park acerca de los inmigrantes europeos no nos ayudan en absoluto a comprender la
literatura hispana de inmigración; el inmigrante hispano
nunca vino a asimilarse a la población angloamericana ni a
“fundirse” con los otros grupos en un “crisol de razas”. Al
contrario, la historia de los grupos hispanos en Estados
Unidos ha mostrado lo infundible y poco asimilacionista de
las etnias hispanas. La inmigración de hispanoamericanos
ha sido constante desde la misma fundación de los Estados
Unidos hasta el presente, y ni se atisba el final de este fenómeno ni se puede anticipar en un futuro previsible.
En general, la literatura hispana de inmigración muestra una doble perspectiva: compara el pasado con el presente, la tierra natal con el país nuevo, su propia cultura
con la del angloamericano, y equipara la resolución de
estos conflictos con el retorno a la patria del narrador, los
paralelosur 34
Nicolás Kanellos
personajes, el lector o la comunidad de inmigrantes. La
literatura de inmigración trata de preservar y fortalecer la
cultura de la tierra natal mientras facilita el acomodamiento a la tierra nueva. Además de ser fervientemente
nacionalista, esta literatura busca representar y proteger
los derechos de los inmigrantes protestando contra la discriminación, el racismo y los abusos de los derechos
humanos. Como mucha de esta literatura surge de la clase
trabajadora, frecuentemente adopta los dialectos de la
clase rural y trabajadora inmigrante. Hoy en día la literatura temprana de inmigración puede considerarse como
un museo de la oralidad de sus tiempos.
Entre los temas predominantes de la literatura de inmigración están: 1/ la descripción de la metrópoli, a menudo
en términos satíricos o críticos, como se ve en los ensayos
de José Martí, “Pachín” Marín y Nicanor Bolet Peraza; 2/ la
descripción de las vejaciones y las tribulaciones de los inmigrantes, especialmente cuando llegan a los Estados Unidos,
y una vez llegados, desde la explotación como trabajadores
hasta la discriminación como extranjeros y gente de “raza”,
como en las obras de Daniel Venegas y Conrado Espinosa;
3/ el conflicto entre las culturas anglosajona e hispana; 4/ la
resistencia a la asimilación y la correspondiente promoción
del nacionalismo, siempre presentes en esta literatura; y 5/
el conflicto entre las clases sociales.
Los autores más politizados, incluyendo los de la clase
trabajadora, lanzan su discurso literario bajo la premisa de
un retorno inminente a la tierra natal y con una adverten-
cia para sus paisanos, que todavía no han emigrado, de
que no vengan a los Estados Unidos porque se enfrentarán a la desilusión y la explotación. Estas advertencias a
sus compatriotas de los peligros que los esperan son un
pretexto, pues en realidad se están dirigiendo a su barrio
o “colonia” de inmigrantes aquí en el ”vientre del monstruo”, para usar el término de José Martí. Ello permite a
los autores establecer causa común y solidaridad con sus
lectores; así, el escritor y el lector u oyente juntos dan testimonio a los no iniciados, los novatos potenciales, los destinados a sufrir en el futuro como han sufrido los protagonistas de las obras literarias de inmigración. Por supuesto,
esta fórmula y los temas dependen de la premisa fundamental de la literatura inmigrante: el regreso a la patria.
Para realizar ese retorno, se necesita preservar la lengua, la cultura y la lealtad a la patria. Casi invariablemente, las narrativas de inmigración terminan con los personajes principales regresando al suelo patrio. Quedarse en
la metrópoli conduce a la muerte, la justicia poética más
severa, como nos lo muestra la primera novela de inmigración, Lucas Guevara (1914) de Alirio Díaz Guerra y, casi
medio siglo más tarde, La carreta (1953) de René Marqués.
Debido a las migraciones masivas de mexicanos y puertorriqueños de clase trabajadora durante la primera mitad
del siglo XX, mucha de la literatura de inmigración se
encuentra en la expresión oral, en las canciones del pueblo,
en el teatro popular y otras expresiones literarias y artísticas
de la clase trabajadora. El corrido anónimo “El lavaplatos”
reproduce el mismo ciclo de la clase trabajadora que se ve
en la novela de Daniel Venegas, Las aventuras de Don
Chipote, o cuando los pericos mamen: dejar el hogar para buscar trabajo en los Estados Unidos, desilusionarse al trabajar
aquí como una bestia de carga y regresar a la patria.
Las canciones de desarraigo y añoranza por la tierra
natal pueden escucharse en Lamento de un jíbaro, décimas
puertorriqueñas (en estrofas cantadas con diez versos y una
rima como de soneto). Pero la última desilusión y vergüenza para el inmigrante es ser deportado, como lo documentan los versos melancólicos del corrido de Los deportados y el editorial A los que vuelven de Rodolfo Uranga. Muy
a menudo, el desarrollo de esta literatura se da en el lugar
de trabajo, ya sea en las calles recorridas por Wen Gálvez
como vendedor de puerta en puerta, en la fábrica de La
factoría (1925) de Gustavo Alemán Bolaños, o bajo el sol en
los campos de cultivo en El sol de Texas (1926) de Conrado
Espinosa. Pero también son frecuentes los temas domésticos, aun en las obras contemporáneas, tales como La carreta de René Marqués y El súper (1977) de Iván Acosta, que
enseñan el conflicto entre niños aculturados y su padres.
Para las comunidades de inmigrantes hispanos la defensa de los derechos civiles y humanos se extendió a la protección de sus barrios en contra de la influencia de la cultura angloamericana y de los verdaderos peligros que se
presentaban en el lugar de trabajo, en las escuelas y en la
política pública. El descontento editorial ha dominado las
publicaciones de los inmigrantes en las ciudades mayores
desde principios del siglo veinte. Joaquín Colón, presi-
] DOSSIER
dente de la Liga Puertorriqueña e Hispana y hermano de
Jesús Colón, utilizó el Boletín de la Liga durante los años 30
para castigar a la comunidad hispana por sus fallas. Los
editoriales en los periódicos hispanos resonaron constantemente con los reclamos de igualdad y en contra de la
discriminación y la segregación; la defensa de la comunidad no era un tema visible solamente en los títulos.
Editorialistas del suroeste, también, desde Nemesio
García Naranjo a la familia Idar y Rodolfo Uranga, atacaron el maltrato de los capataces y las autoridades de las
comunidades de hispanos inmigrantes y nativos. Uranga
censuró una de las mayores injusticias perpetradas contra
los inmigrantes mexicanos (y también contra muchos nativos): las deportaciones generales que se llevaron a cabo
durante la Depresión.
Actualmente los periódicos en español continúan con la
misma tradición, criticando repetidamente la discriminación y las deportaciones de el Servicio de Naturalización e
Inmigración, y los autores inmigrantes a su vez siguen erigiéndose como un baluarte de vigilancia y defensa de sus
comunidades. Como los puertorriqueños han sido ciudadanos estadounidenses desde 1917, la deportación no ha sido
parte de su imaginario. Mientras que los puertorriqueños
del continente han tenido la inmigración y la migración
profundamente grabadas en su memoria colectiva, el miedo
a la deportación como una forma de discriminación y opresión ha estado mayormente ausente.
LA LITERATURA HISPANA DE EXILIO
Estudiar la literatura hispana de exilio en los Estados
Unidos es examinar los grandes momentos en la historia
política del mundo hispano, desde principios del siglo
XIX hasta el presente: la intervención napoleónica en
España, los movimientos independentistas de las colonias
americanas de España, la intervención francesa en
México, la Guerra del 1898, la Revolución Mexicana, la
Guerra Civil Española, la Revolución Cubana, las recientes guerras civiles en Centroamérica y las numerosas
luchas en la América española contra los regímenes autocráticos y las intervenciones extranjeras, incluyendo las
frecuentes incursiones por parte de los Estados Unidos en
los asuntos domésticos de estos países.
El partidismo estadounidense en la política interna de
las repúblicas hispanoamericanas ha tenido el efecto de
estimular la expatriación de sus ciudadanos a estas tierras.
Todas estas luchas produjeron miles de refugiados políticos en los Estados Unidos a lo largo de su historia. Debido
a la expansión territorial de los Estados Unidos y a la
inmigración hispana, se fueron albergando poco a poco en
los Estados Unidos grandes comunidades de hispanohablantes que continuamente recibirían a los expatriados.
De este modo, los refugiados encontraban sociedades
similares donde podían efectuar negocios y ganarse la
vida mientras esperaban cambios en su patria que posibilitaran algún día su regreso.
Buena parte de la literatura de los exiliados ha surgido
tradicionalmente del deseo y la esperanza de que la patria
35 paralelosur
DOSSIER [
Nicolás Kanellos
de origen se independizara política y culturalmente, ya sea
del imperio español o de los Estados Unidos. Mucha de esta
literatura, particularmente la del siglo XIX, es altamente
lírica e idealista en su poesía y elegante en su prosa. Sin
embargo, también se caracteriza por un tono agresivo y
argumentativo que resulta de su compromiso político.
La publicación de periódicos y libros por hispanos
empezó a finales del siglo dieciocho en tres ciudades:
Nueva Orleans, Filadelfia y Nueva York. A juzgar por el
número de libros políticos publicados a principios del siglo
diecinueve, el motivo principal para los españoles, cubanos,
puertorriqueños y otros hispanoamericanos en los Estados
Unidos era su deseo de influir en la política de su tierra
natal. Los refugiados políticos de habla hispana de España
e Hispanoamérica repetidamente han recurrido al exilio en
los Estados Unidos para ganar acceso a una prensa libre y,
de este modo, poder ofrecer a sus compatriotas noticias e
ideologías políticas sin censura. Debían enviar sus escritos
como contrabando en barcos a la tierra natal, de manera
que se pasaran clandestinamente de mano en mano.
En muchos casos, la prensa del exilio también se comprometió en campañas políticas para recaudar fondos, en
organizar a la comunidad de expatriados y en conspirar
con revolucionarios para derrocar regímenes en sus países
de origen. La razón de ser de la prensa de exilio siempre
ha sido influir en la vida y la política en la tierra natal, al
proveyendo información y opiniones sobre la tierra natal,
cambiando o apoyando la opinión pública en su patria
paralelosur 36
Nicolás Kanellos
sobre la política y el gobierno, y asistiendo en la colecta de
fondos para derrocar al régimen existente.
La libertad de expresión existente en el exilio era altamente deseable en comparación con la que existía en las
tierras de origen. El registro histórico está lleno de ejemplos de prisión, tortura y ejecución de escritores, periodistas y editores durante las luchas para establecer la democracia en Hispanoamérica. Numerosos autores exiliados,
algunos representados en esta antología, sufrieron torturas
en las prisiones y muerte en los campos de batalla en las
Américas. Muchos, que se veían a sí mismos como patriotas sin patria, fueron forzados a vivir en el exilio y a peregrinar de país en país, creando sus obras literarias y esparciendo sus doctrinas políticas mientras peregrinaban.
Parte de la importancia de la literatura del exilio para las
letras hispanas de los Estados Unidos radica en que sirve de
base para el transnacionalismo de nuestra literatura y cultura; nuestro ser y nuestra literatura no caben ni dentro de los
confines geográficos y políticos de los Estados Unidos, ni los
de los países de origen. Las comunidades hispanas de los
Estados Unidos nunca han estado en realidad aisladas del
resto de las Américas y del mundo de la cultura hispana y el
idioma español; la influencia y el impacto de los hispanos en
Estados Unidos, haya sido su vehículo el inglés o el español,
no se han limitado a su comunidad étnica o nacional. No hay
duda de que la literatura escrita por los exiliados hispanoamericanos y españoles en los Estados Unidos es una parte
importante de la herencia literaria hispana de éste país.
Los primeros libros políticos impresos por hispanos en el
exilio fueron escritos por ciudadanos españoles que protestaban contra la instalación por parte de Napoleón de un
gobierno títere en España a principios del siglo XIX. Estos
exiliados publicaron poesía y novelas, además de tratados
políticos. En su mayoría estos primeros libros de protesta
fueron impresos en las primeras imprentas angloamericanas. Típico de esta corriente propagandista fue el ataque a
Napoleón en España ensangrentada por el horrendo corso, tyrano de la Europa, publicado en 1808 en Nueva Orleans por un
autor anónimo. Un poco después, las guerras dirigidas a
independizar de España a los países hispanoamericanos
fueron apoyadas por numerosas publicaciones ideológicas
basadas en las enseñanzas de Thomas Paine, Thomas
Jefferson y John Quincy Adams. Recomendaban la adopción de la Constitución de los Estados Unidos y su sistema
de gobierno por el mundo hispano.
El movimiento independentista que duró más años en el
hemisferio fue el de las colonias españolas de Cuba y Puerto
Rico. Muchas de estas campañas independentistas fueron
planeadas, mantenidas y propagandizadas desde tierras
estadounidenses. Uno de los primeros y más ilustres exiliados fue el sacerdote y filósofo Félix Varela, fundador del
periódico El Habanero en Filadelfia en 1824 y autor de
Jicoténcal (1826), la primera novela histórica en lengua española y uno de los primeros documentos que apoyaron los
movimientos de independencia con la Leyenda Negra.
Con un subtítulo de “periódico político, científico y literario”, El Habanero militó abiertamente por la independencia
de Cuba. Tanto con su periódico como con su novela y otros
escritos, Varela estableció el precedente para los cubanos y
puertorriqueños de imprimir y publicar en el exilio y de
tener sus obras circulando clandestinamente en sus tierras
natales. En efecto, los libros de Varela sobre la filosofía y la
educación, la mayoría de los cuales fueron publicados en los
Estados Unidos, eran los únicos best sellers en Cuba, y el
mismo Varela se convirtió en el autor más popular en el primer tercio del siglo XIX; esto a pesar de que había una conspiración de silencio en la que no se permitía ni nombrar a
Varela en público bajo pena de persecución por las autoridades (Fornet 73–4).
En su mayoría, los periodistas y escritores expatriados
trabajaban con publicaciones periódicas en idioma español o bilingües: algunos periódicos políticamente orientados se publicaban también en inglés para influir la opinión
pública angloamericana y la política del gobierno de los
Estados Unidos con respecto a Cuba y Puerto Rico.
Muy pocos de los intelectuales exiliados encontraron trabajo en la prensa de habla inglesa, excepto como traductores. Una notable excepción fue Miguel Teurbe Tolón que en
los años 50 del siglo XIX trabajó como el experto sobre
Latinoamérica para el Herald de Nueva York. Teurbe Tolón
había sido director de La Guirnalda, periódico de Cuba,
donde también había iniciado su carrera literaria como
poeta. En los Estados Unidos, además de trabajar para el
Herald, publicó poemas y comentarios en español y en inglés
en publicaciones periódicas; también tradujo al español
] DOSSIER
Common Sense de Thomas Paine y la Historia de los Estados
Unidos de Emma Willard. Teurbe Tolón fue uno de los fundadores de la literatura hispana de exilio, no sólo por el tema
del exilio en muchas de sus obras, sino también porque sus
escritos figuran prominentemente en la primera antología
de la literatura de exilio publicada en los Estados Unidos,
El laúd del desterrado (1856) un año después de su muerte.
Desde las publicaciones de Heredia, Varela, Teurbe Tolón
y sus colegas, la literatura de exilio ha sido una de las corrientes constantes en la cultura y letras hispanas de los Estados
Unidos. Muchos de los escritores que los siguieron en el siglo
XX construyeron sus obras sobre la base de esta tradición,
poniendo su arte al servicio de causas políticas.
En general, la literatura del exilio se ha ocupado más de
las condiciones políticas de la patria que del destino de la
comunidad de hispanos en los Estados Unidos. Siempre
está implícita la premisa del regreso a la patria y por esta
razón tampoco se preocupa mucho por el peligro de la asimilación a la cultura anglosajona durante la estancia en los
Estados Unidos, que se supone es temporal. A pesar del
sueño del retorno a la patria, la razón histórica del exilio
de muchos individuos y sus familias es la residencia permanente en los Estados Unidos por motivos que varían.
Sin embargo, como el exiliado ve el regreso siempre como
inminente, tiene miedo de echar raíces en tierra extraña.
La visión de la cultura nacional, por otra parte, es estática, basada en la vida tal como estaba cuando dejaron la
patria; así que muchas veces esa visión no refleja la evolución de la cultura en la tierra natal durante la ausencia de
los exiliados. Los autores exiliados en el siglo XIX apelaron a la ”leyenda negra” (propaganda inglesa y holandesa
sobre los abusos que sufrieron los indígenas a manos de los
españoles, para justificar su competencia colonial con
España en el Nuevo Mundo) y, en su afán de construir una
identidad americana, muchas veces se identificaron con los
indígenas conquistados y abusados por los españoles. Su
literatura no sólo era culturalmente nacionalista, sino también políticamente nacionalista, dado que estos autores
pretendían construir la nación no sólo con la pluma en la
mano sino con el fusil en el campo de batalla.
En el mundo de la literatura y del periodismo, la actividad creativa y editorial de los exiliados cubanos y puertorriqueños rivalizó con la producción de los escritores en la tierra natal. Muchos de los escritores e intelectuales dirigentes
de ambas islas produjeron un corpus considerable de obras
en el exilio, muchas veces más de lo que habían logrado bajo
el represivo gobierno de la colonia española. Este legado
sustancial incluye muchas obras fundacionales como los
ensayos de Lorenzo Allo, Enrique José Varona y José Martí.
Algunas de las figuras cubanas y puertorriqueñas más
importantes siguieron los ejemplos de Heredia, Varela y
Teurbe Tolón escribiendo, publicando y militando desde el
exilio en Filadelfia, Nueva York, Tampa, Cayo Hueso y
Nueva Orleans hasta el estallido de la Guerra del 98.
Muchos de ellos eran periodistas y editores al igual que prolíficos poetas del exilio: Bonifacio Byrne, Pedro Santacilia,
Juan Clemente Zenea y, posterior pero más importante,
37 paralelosur
DOSSIER [
Nicolás Kanellos
José Martí. Todos ellos estudiaron las obras de su modelo,
José María Heredia, cuyo peregrinaje lejos del suelo nativo
se recuerda en algunos de los versos más románticos del
siglo diecinueve. En efecto, abrir El laúd del desterrado con su
“Himno del exilio” era rendir homenaje a Heredia.
Mientras que los expatriados cubanos y puertorriqueños
tenían que someterse a largos viajes en barco e inspecciones de las autoridades aduaneras para entrar como refugiados a los Estados Unidos, los exiliados mexicanos cruzaban la frontera con relativa facilidad para establecer su
prensa en el exilio. Dado que no hubo patrulla fronteriza
hasta 1925, simplemente cruzaban caminando lo que era
una frontera abierta para los hispanos para instalarse en las
antiguas comunidades de origen mexicano del suroeste.
En efecto, la frontera abierta había servido durante
décadas como una ruta de escape para numerosos criminales y refugiados políticos de ambos lados de la línea divisoria. La prensa mexicana de exilio comenzó alrededor de
1885, cuando el régimen de Porfirio Díaz en México se
hizo tan represivo que un gran número de editores y escritores se vieron forzados a exiliarse en el norte. Hacia 1900,
el ideólogo revolucionario más importante, Ricardo Flores
Magón, lanzó su periódico Regeneración en la ciudad de
México. Anarquista militante, Flores Magón fue encarcelado en México cuatro veces por su periodismo radical.
Después de un encarcelamiento de ocho meses, durante
el cual se le prohibió leer y escribir, Flores Magón se fue
como exiliado a los Estados Unidos y para 1904 había
comenzado de nuevo a publicar Regeneración en San
Antonio, en 1905 en San Luis, y en 1906 en Canadá. En
1907 fundó Revolución en Los Ángeles, y nuevamente en
1908 reinstituyó en esta Ciudad a Regeneración. Durante
todos estos años, Flores Magón y sus hermanos emplearon
todos y cada uno de los subterfugios posibles para contrabandear sus escritos desde los Estados Unidos a México,
incluso envasándolos en latas o envolviéndolos en otros
periódicos que eran enviados a San Luis Potosí, desde donde
eran distribuidos a simpatizantes en todo el país. También se
convirtieron en dirigentes de sindicatos y de movimientos
anarquistas entre las minorías de los Estados Unidos.
Debido a sus esfuerzos revolucionarios, fueron constantemente perseguidos y reprimidos por ambos gobiernos, el
mexicano y el estadounidense.
Numerosos periódicos hispanos del suroeste se hicieron eco de las ideas de Flores Magón y se afiliaron con su
Partido Liberal Mexicano. La prensa mexicana del exilio
Nicolás Kanellos
floreció hacia la década de 1930 con periódicos semanales
que representaban una u otra facción política. Las casas
editoras se afiliaban a menudo con periódicos y publicaban desde folletos políticos hasta novelas de la revolución.
En efecto, antes que cualquier otro género literario, la
novela de la revolución fue la que más floreció, ya que los
periódicos y sus casas editoriales publicaron más de cien
de estas novelas. A través de la novela de la revolución,
autores expatriados como Teodoro Torres y Manuel Arce
reaccionaron ante el cataclismo que había interrumpido
sus vidas y había causado que muchos de sus lectores se
reubicaran en el suroeste de los Estados Unidos. Entre los
escritores se encontraba la gama completa de las facciones
revolucionarias en cuanto a lealtades e ideologías, pero la
mayoría de ellos representaban una reacción conservadora a los cambios socialistas en el gobierno y a la reorganización social forjada por la revolución.
Una de las primeras obras del género se considera hoy
un clásico de toda la literatura latinoamericana, Los de
abajo de Mariano Azuela, que no era un contrarrevolucionario. Los de abajo apareció como novela en serie en un
periódico de El Paso y luego fue editada en forma de libro
en esa misma ciudad en 1915. Después de su publicación
le siguieron decenas de obras del mismo género desde San
Diego a San Antonio. Pero estos libros se oponían a la
Revolución Mexicana y sus editores por lo común eran
exiliados conservadores que habían llegado al exilio con
buenos recursos para establecerse en las comunidades
méxicoamericanas y convertirse en empresarios culturales
o en hombres de negocios. Algunos de ellos fundaron
periódicos, revistas y casas editoriales para servir a la
comunidad de refugiados económicos en rápida expansión. Sus periódicos eventualmente se convirtieron en una
prensa para inmigrantes más que para exiliados cuando su
espíritu empresarial llegó a ser más fuerte que su compromiso político para con su tierra natal.
La otra gran ola de refugiados políticos es la que llegó
cruzando el Atlántico: los liberales derrotados por el fascismo español. Las comunidades hispanas a lo largo de los
Estados Unidos simpatizaron con la causa de estos refugiados; muchas eran las organizaciones cubanas, mexicanas y
puertorriqueñas que hicieron campañas para juntar fondos
para los republicanos durante la Guerra Civil Española.
Los españoles expatriados establecieron rápidamente su
propia prensa del exilio. Sus esfuerzos encontraron un
suelo fértil en comunidades de la era de la Depresión en las
Nicolás Kanellos (Nueva York, 1945) Fundador y director de la editorial hispana más grande de los Estados Unidos Arte Público Press y profesor de la Brown Foundation en Literatura
Hispánica en la Universidad de Houston. Es el fundador de la Revista Chicano-Riqueña. Ha recibido el premio Denali (1996) de la Asociación de Bibliotecas Americanas y el American Book
Award (1989). Entre sus otros libros se destacan los siguientes títulos: Thirty Million Strong: Reclaiming the Hispanic Image in American Culture (1997), Biographical Dictionary of Hispanic
Literature of the United States (1989), Mexican American Theater: Legacy and Reality (1987) y Hispanic-American Almanac (1993).
paralelosur 38
que se concentraba la organización social y sindical.
Manhattan y Brooklyn eran centros hispanos de fervor
antifascista y contribuyeron con títulos tales como España
Libre (1939–1977), España Nueva (1923–1942), España
Republicana (1931–1935), Frente Popular (1937–1939) y La
Liberación (1946–1949). Además, muchas de las organizaciones socialistas hispanas, en las que los inmigrantes españoles
eran prominentes, también publicaron periódicos que apoyaban la causa republicana: el periódico anarquista Cultura
Proletaria (1919–1959), El Obrero (1931–1932) y Vida Obrera
(1930–1932). Algunos de los escritores españoles más destacados se refugiaron en los Estados Unidos y en Puerto Rico
durante la Guerra Civil y el régimen del dictador Francisco
Franco: entre ellos, el novelista Ramón Sender y los poetas
Jorge Guillén y Juan Ramón Jiménez, ganador del Premio
Nobel mientras vivía en el exilio en Puerto Rico.
El enfoque de la protesta escrita se transformó durante
el siglo veinte; su propósito ya no era apoyar las luchas de
independencia sino atacar las dictaduras modernas y los
regímenes autoritarios que se habían apropiado del poder
en muchos de los países hispanoamericanos. Otro propósito era criticar las repetidas intervenciones de Estados
Unidos en la política interna de las repúblicas hispanoamericanas, casi siempre a favor de los dictadores y sus
regímenes represivos.
El poeta que escribía con el seudónimo Lirón fue uno
de los combatientes más provocadores en sus ataques contra Francisco Franco. Así mismo el salvadoreño Gustavo
Solano, con el seudónimo de “El Conde Gris”, consignó al
dictador guatemalteco Manuel Estrada Cabrera al infierno
en su obra Sangre (1919); antes de vivir exiliado por
muchos años en los Estados Unidos, Solano fue encarcelado en México por sus actividades revolucionarias y se
convirtió en persona non grata para casi todos los gobiernos centroamericanos debido a su lucha por lograr una
América Central unida y democrática.
Desde su lejana perspectiva en los Estados Unidos, otros
escritores centroamericanos, como el nicaragüense Santiago
Argüello, reavivaron la visión ignorada de Simón Bolívar de
crear una América unida, no sólo para salvarla de las amenazas imperialistas de los Estados Unidos, sino también para
integrar las culturas y economías de Centro y Suramérica.
Los puertorriqueños Juan Antonio Corretjer y su esposa
Consuelo Lee Tapia militaron por medio de su periódico
Pueblos Hispanos y de sus escritos individuales a favor de la
independencia de Puerto Rico de los Estados Unidos: la última lucha independentista hispanoamericana. Corretjer, después de servir una sentencia en una penitenciaría federal de
Atlanta por sus actividades nacionalistas, se instaló en Nueva
York después de que las autoridades federales le prohibieran
retornar a Puerto Rico. La administración militar de los
Estados Unidos en la isla era mucho más represiva que las
autoridades en Nueva York u otras ciudades del continente.
Los disidentes puertorriqueños disfrutaban de mayor
libertad de asociación y pasaban más desapercibidos al escribir en español y crear sus organizaciones en las comunidades
hispanas de Nueva York, Tampa y Chicago, que bajo la seve-
] DOSSIER
ra vigilancia del gobierno colonial de la isla. Corretjer y Tapia
se reconocían como líderes de los escritores puertorriqueños
en Nueva York interesados en el retorno a una isla independiente, mientras que algunos de sus compatriotas, incluso los
más radicales como Jesús Colón, quienes también escribían
en Pueblos Hispanos, insistían en que los hispanos ya habían
encontrado un hogar permanente en Nueva York.
A lo largo del siglo XX los refugiados políticos han contribuido en gran medida a la cultura de inmigración hispana en los Estados Unidos. La Revolución Cubana y la
Guerra Fría, articulada por medio de las guerras civiles en
Centroamérica y Chile, produjeron una gran cantidad de
refugiados políticos que continúa hasta el presente, y los
gobiernos dictatoriales en estos países y en Argentina se
convirtieron en temas de la literatura del exilio hispano.
A principios de 1959, una nueva ola de refugiados de la
Revolución Cubana estableció una prensa de exilio de
amplio alcance. Chilenos, salvadoreños, nicaragüenses y
otros expatriados hispanoamericanos han contribuido
también a la literatura del exilio. Algo relativamente
nuevo de esta última literatura del exilio es que muchos de
sus textos se llegaron a traducir al inglés, y la obra de escritores liberales, como los argentinos Luisa Valenzuela,
Manuel Puig y Jacobo Timmerman, los chilenos Emma
Sepúlveda y Ariel Dorfman, el salvadoreño Mario
Bencastro, entre otros, se publicaron junto a las voces más
conservadoras del exilio cubano, como las de Heberto
Padilla y Reinaldo Arenas.
Mientras la población hispana de los Estados Unidos siga
creciendo –se estima que hacia 2050 representará un cuarto
de la población total– y se integre más la economía de los
Estados Unidos con aquellas que están al sur de la frontera
a través de tratados como el Tratado Norteamericano de
Libre Comercio, la cultura estadounidense inevitablemente
estará más directamente ligada a la política interna de los
países hispanoamericanos.
En el futuro previsible la cultura hispana del exilio continuará siendo parte de la cultura de los Estados Unidos,
Estados Unidos seguirá siendo el lugar preferido desde
donde los refugiados políticos puedan utilizar la prensa y
los medios electrónicos de comunicación para expresar su
oposición a los gobiernos de sus tierras natales. En años
recientes hemos visto el ascenso de la literatura del exilio
hispano en las listas de best sellers y en el cine, como en
el caso de obras de Reinaldo Arenas y Manuel Puig.
En conclusión, los refugiados políticos hispanos han
dejado una marca indeleble en el carácter y la filosofía de
las comunidades hispanas en los Estados Unidos mediante sus periódicos y su liderazgo en organizaciones comunitarias e iglesias. Sus perspectivas históricas sobreviven
hoy en la cultura hispana sin importar mucho si algunos
refugiados en particular han regresado o no a su tierra
natal. Muchos de los que se han quedado aquí, así como
sus hijos, se han casado con otros hispanos nativos e inmigrantes; muchos de éstos, al pasar el tiempo, han pasado a
ser parte de la gran comunidad que hoy se reconoce como
una minoría étnica nacional.
39 paralelosur
DOSSIER [
Klaus Zilles
Klaus Zilles
Experimentación narrativa
y diversidad lingüística
en la obra de Rolando Hinojosa
Klaus Zilles
Universitat Ramon Llull. Barcelona
En 1972, la revista chicana El Grito publicó un relato
corto de Rolando Hinojosa titulado “Por esas cosas que
pasan”, una narración bilingüe e innovadora que relata el
mortal apuñalamiento de un tal Ernesto Tamez por
Baldemar Cordero en una cantina de la ficticia localidad
de Klail City (en el condado de Belken al sur del estado de
Texas). Encabeza el relato una breve nota de prensa en
lengua inglesa, aparentemente recortada del periódico
Klail City Enterprise–News del 15 de marzo de 1970. El resto
del relato consiste en una serie de documentos judiciales,
la mayoría de ellos transcritos de las declaraciones hechas
por el acusado y varios testigos, algunas en el castellano
propio del norte de México, y una declaración del testigo
ocular, Gilberto Castañeda, hecha en un inglés que reproduce el habla imperfecta y los errores frecuentes de
muchos castellanohablantes de la región. El relato concluye con otra breve nota de prensa del 24 de agosto que
informa a los lectores anglo-americanos del Klail City
Enterprise-News que Baldemar Cordero fue condenado a
15 años de prisión por el asesinato de Ernesto Tamez.
Ambos recortes de prensa destacan por su redacción
plagada de errores, demostrando la flagrante despreocupación por los verdaderos hechos y por la suerte de las
personas afectadas. La falta de profesionalidad y el patente desinterés periodístico por parte de los reporteros de la
prensa anglo-americana contrastan significativamente con
las declaraciones personales de los individuos directamente afectados, dibujando sobre el lienzo de la dura y oprimida existencia mexicanotexana una fatídica historia de
celos y acoso por parte del abusón Tamez y su víctima
Cordero, así como la clase de (in) justicia que el sistema
judicial anglo-americano proporciona a éstos.1
EL INICIO DEL PROYECTO HINOJOSIANO
Un año después, en 1973, el mismo relato formó parte
de la primera novela de Rolando Hinojosa publicada bajo
el título Estampas del valle y otras obras,2 que representa la
iniciación del extraordinario proyecto literario hinojosiano, The Klail City Death Trip Series (”El viaje de la muerte
de Klail”).3 A fecha de hoy, la serie está compuesta por un
total de quince libros, con la última entrega, We Happy
Few, prevista su publicación para abril de 2006.
Estampas del valle, que fue premiada por la editorial chiparalelosur 40
cana Quinto Sol en 1973, es representativa de la obra temprana del autor texano que destaca por ser escrita casi
exclusivamente en lengua castellana y por el diálogo metaliterario que mantiene con la literatura medieval española,
de manera que las estampas literarias de los mexicanotexanos evocan los retratos poéticos de personajes ilustres en la
obra de Fernán Pérez de Guzmán, cuyo libro Generaciones y
semblanzas (1512) le sirvió a Hinojosa como modelo para su
segunda novela, que fue publicada en Cuba bajo el título
Klail City y sus alrededores después de ganar el prestigioso
Premio Casa de las Américas (1976). Efectivamente, la
segunda edición de esta novela, editada en Estados Unidos
en 1977, llevaba el título Generaciones y semblanzas.4 De igual
manera, el título de la tercera novela de Hinojosa, Claros
varones de Belken (1986), alude al Libro de los Claros Varones de
Castilla (1446) de Hernando del Pulgar.5
UNA PERSPECTIVA HISTÓRICA ALTERNATIVA
La obra bilingüe, experimental y multigenérica de
Rolando Hinojosa ”descubre al mundo la existencia de un
pueblo que según la historia oficial de los Estados Unidos
había dejado de ser y se había asimilado dentro de la
sociedad anglosajona americana” (Rodríguez del Pino,
1994: 2). Efectivamente, los quince libros de la Klail City
Death Trip Series (KCDTS) rinden testimonio a más de 250
años de presencia hispano-mexicana en el territorio llamado ”el valle” por sus habitantes y que se halla en el
extremo sur del actual estado de Texas.
La llegada de colonos angloamericanos a principios del
siglo XIX inició una época de conflictos étnicos que se
agravaron progresivamente y condujeron a un primer estallido cuando se produjo la rebelión tejana contra el gobierno mexicano que terminó cediendo ante la independencia
de Texas en 1836. La posterior incorporación del nuevo
estado a la Unión de los Estados Unidos de América desencadenó el conflicto que finalmente llevó a la guerra entre
México y Estados Unidos, con la pérdida de casi la mitad
norteña del territorio anteriormente mexicano que hoy en
día se conoce como el suroeste norteamericano. El Tratado
de Guadalupe Hidalgo de 1848, que convirtió a los descendientes de los primeros colonos españoles en ciudadanos estadounidenses, marca el nacimiento de una minoría
y el comienzo de su subyugada existencia.
LOS ESCENARIOS Y LOS PROTAGONISTAS
El principal argumento de la serie literaria transcurre
en la frontera entre Estados Unidos y México en el ficticio
condado de Belken, inspirado en el condado real de
Hidalgo, el verdadero lugar de origen del autor,6 ubicado
a medio camino entre Río Grande City y la desembocadura del Río Grande en el golfo de México, en
Brownsville. Klail City, una pequeña población agraria de
9.624 habitantes, toma su nombre de Rufus T. Klail, jefe
de un emporio ganadero cuya familia, el clan de los
Klail-Blanchard-Cooke (KBC), domina el condado política y económicamente desde principios del siglo XX.
Asediados por los insaciables ganaderos anglosajones,
los Buenrostro, una de las pocas “viejas familias” descendientes de los primeros colonos españoles, logra defender
sus tierras contra los KBC, sus abogados y matones a sueldo y los compinchados Texas Rangers. Después del cruel
asesinato de don Jesús Buenrostro, sus hijos Rafael, Israel
y Aaron toman el control del Rancho del Carmen, que ha
sido el patrimonio de la familia desde que el rey de
España le entregó en merced las tierras del rancho al primer Buenrostro, que había venido a la entonces provincia de Nuevo Santander en 1749 con la expedición del
capitán general José de Escandón desde la ciudad de
México. Los enemigos de los Buenrostro forman el clan
de los Leguizamón, considerados por las viejas familias
como unos oportunistas recién llegados (“después de
atole”, es decir posteriormente a la guerra civil norteamericana, 1861–1865),7 quienes, nada más llegar, tomaron partido y se reunieron con el KBC contra los
Buenrostro y los demás hacendados del valle para hacerse con su patrimonio.
Con este trasfondo histórico, Rolando Hinojosa narra
las vidas de sus dos protagonistas, Rafa Buenrostro y su
primo huérfano, Jehú Malacara, que nacen y se crían en el
rígido y segregado mundo de una comunidad agraria en el
lejano sur de Texas en los años treinta y cuarenta del siglo
XX. Con cada nueva entrega de la KCDTS, Jehú y Rafa
llegan a vivir y acomodarse a una nueva situación en un
orden racial cambiante en el sur de Texas, hasta arribar al
todavía conflictivo, pero relativamente integrado, mundo
de Belken County de los noventa.
] DOSSIER
LA NARRATIVA PICARESCA
Además de Jehú, Rafa y sus familias, amigos y enemigos, Hinojosa puebla su condado de Belken con un reparto de más de un millar de personajes que aparecen, desaparecen y reaparecen en múltiples episodios, muchos de
ellos inconexos, que pueden, o no, hacer una aportación
al argumento principal. Muchos episodios, fragmentos e
historietas permanecen aparentemente aislados y parecen
servirle al autor para iluminar un aspecto concreto de la
vida en el valle, hasta que el lector descubre más adelante, en el mismo tomo o en otro posterior, una pista que
conecta dicho fragmento con las peripecias de Jehú, Rafa
u otros personajes centrales de la serie. En efecto, el propio relato “Por esas cosas que pasan” parece un episodio
aislado hasta que el lector perspicaz se percate en Los amigos de Becky (1991: 113) de que Jehú, a la corta edad de once
o doce años, trabajaba de mensajero para su tío Andrés,
que era dueño de una casa de apuestas. En uno de sus
recados nocturnos, Jehú llega a la cantina de Lucas Barrón
justo después de la reyerta entre Tamez y Cordero y se
encuentra al primero muerto en el suelo y al segundo
todavía con la navaja homicida en la mano.
Este episodio es parte de un hilo narrativo que retrata
al joven Jehú Malacara recorriendo el condado a modo de
pícaro que, igual que el español Lazarillo de Tormes, vagabundea de amo en amo. Con un infalible sentido para la
comedia, el autor nos proporciona instantáneas de Jehú
viajando y trabajando con el circo de don Víctor Peláez y
haciendo de monaguillo para el tiránico sacerdote católico don Pedro Zamudio, para luego escaparse y vender
biblias con el predicador evangelista Tomás Imás. Entre
tanto, Jehú atiende el bar de su tío Andrés y pastorea
cabras en el rancho de don Celso, barre la barbería de los
Chago e incluso trabaja de mensajero entre don Javier
Leguizamón y sus diversas amantes.
En su faceta trágica, Hinojosa emplea el género de la
literatura picaresca y el viaje como leitmotiv para trazar la
dura suerte de muchos mexicanotexanos que se ven forzados a dejar su tierra y sus casas para emprender un
arriesgado viaje en camión para buscar trabajo estacional
en los huertos y campos de los estados del norte como
Michigan o Wisconsin.
41 paralelosur
DOSSIER [
Klaus Zilles
LA VIDA AISLADA Y SEGREGADA DEL VALLE
Otro hilo narrativo que es recurrente, sobre todo en las
primeras tres novelas, es la vida de Rafa Buenrostro antes
y después de la muerte de su padre, Jesús. En forma de
miniaturas literarias, entre diez líneas y una página de
extensión, emerge la vida de la aislada y segregada comunidad chicana en escasas pero acertadas pinceladas en
prosa, trazando primero la vida pastoril de Rafa en El
Rancho del Carmen, sus primeros encuentros con el racismo durante las visitas con su padre a los pueblos de la
zona, para luego enfocar el cambio traumático desde la
segregada escuela primaria de Klail a la étnicamente mixta
secundaria donde Rafa observa cómo algunos jóvenes chicanos se encuentran en una fase de asimilación que los deja
aislados entre los alumnos angloamericanos y aquellos
mexicanotejanos que se sienten firmemente arraigados en
su identidad étnica, cultural, lingüística y religiosa.
LA TRANSICIÓN LINGÜÍSTICA Y GENÉRICA
El momento de transición en la obra de Rolando
Hinojosa ocurre con la publicación de la novela Mi querido Rafa (1981), en la que el autor abre el abanico genérico
y temático de su narrativa en una combinación de novela
epistolar y reportaje historiográfico que además se narra
en una mezcla de español e inglés. Sobre todo en la primera mitad de la novela, compuesta por veintidós cartas
dirigidas por Jehú a su primo Rafa, el autor alterna de un
idioma y otro –con frecuencia efectuando cambios en la
misma oración– cosa que sólo se puede producir entre dos
individuos consumadamente biculturales y bilingües, lo
cual hace que el texto represente un desafío enorme incluso para lectores bilingües si no comparten el altísimo nivel
de compenetración lingüística y cultural de Jehú y Rafa.
Reflejando su particular naturaleza lingüística, el texto
asimismo recalca un gradual acercamiento temático y
argumental al mundo anglosajón. Sin duda, la guerra de
Corea, un tema recurrente en la obra hinojosiana, representa la línea divisoria entre la fase inicial de la KCDTS y
la nueva etapa en cuyo umbral se encuentra esta novela
transcultural. La ley estadounidense proporciona beneficios para veteranos de guerra a través del GI Bill, facilitándoles estudios superiores al haber terminado su servicio, independientemente de su origen étnico. Tanto Jehú
como Rafa aprovecharon esta oportunidad para emprender estudios universitarios.
En el momento en el que transcurre la trama, a principios de los años sesenta, Rafa Buenrostro está ingresado
en un hospital militar recuperándose de una vieja herida
de la guerra coreana. Mientras tanto, Jehú había renunciado a su puesto en el Klail National Bank, después de
haberse involucrado en tamaño enredo político, financiero y amoroso que parece haber caído en desgracia tanto
con la comunidad chicana como la del los angloamericanos. Las cartas de Jehú, dirigidas a Rafa en el hospital,
rozan los límites de las posibilidades retóricas en el constante vaivén entre los dos idiomas, y hacen un amplio, sarcástico y desenfrenado comentario sobre la corrupta vida
paralelosur 42
Klaus Zilles
financiera, política y social, y especialmente sobre la desigualdad racial en el valle, así como sobre los conflictos de
interés que le ha causado su situación como primer empleado chicano del Klail National Bank.
No me consta que ningún otro autor haya hecho hasta
ahora un retrato realista de una minoría étnica en la encrucijada entre asimilación y aculturación tan profundo como
lo ha hecho Rolando Hinojosa, hasta el extremo de constituir una mimética reproducción de la transición lingüística de los personajes en sus novelas.
NUEVOS EXPERIMENTOS NARRATIVOS
La siguiente entrega de la serie, Rites and Witnesses (1982),
completa la transición lingüística al ser narrada enteramente en inglés (aunque el bilingüismo no deja de ser un tema
recurrente). Esta vez la novedad genérica se manifiesta en
el hecho de que gran parte del texto se aproxima ostensiblemente a un guión de una telenovela situada en Belken,
que alterna con escenas que retratan a Rafa en la guerra de
Corea. La yuxtaposición de los dos escenarios pone en evidencia la escandalosa desigualdad racial en el valle, que
choca con las escenas en Corea donde jóvenes chicanos
arriesgan, y muchos pierden, sus vidas defendiendo los
valores democráticos y culturales estadounidenses.
Motivado por la necesidad de adaptar incesantemente
los géneros de sus novelas al tema que le interesa en un
momento determinado, Hinojosa ha optado por el formato policiaco para transmitir su visión de los más preocupantes desarrollos en la frontera texana entre México y
Estados Unidos en los años ochenta y noventa, de manera
que Partners in Crime (1985) y Ask a Policeman (1998), ambos
protagonizados por el teniente (y más tarde Chief Inspector)
Rafa Buenrostro, abordan fenómenos como el tráfico de
drogas y el papel de las mafias fronterizas, el aumento de
la violencia, la militarización de la frontera, y los fatales y
destructivos mecanismos de la venganza, que se pueden
encontrar a lo largo de toda la obra hinojosiana.
LA AUTOTRADUCCIÓN
Un primer acercamiento a la riqueza y originalidad de
la KCDTS no sería completo sin abordar el tema de la
autotraducción, una idiosincrasia del autor que atrae cada
vez más la atención académica por parte tanto de lingüistas como de críticos literarios. En efecto, los críticos,
expertos y admiradores de la obra de Rolando Hinojosa
también cuentan entre las quince entregas de la serie las
traducciones (o ”recreaciones”, como las prefiere llamar el
propio autor), ya que éstas han de considerarse como
obras casi independientes debido al peculiar proceder del
autor a la hora de ”recrear” su propio texto en inglés, permitiéndose licencias que serían poco aceptables en la
habitual práctica de la traducción de obras literarias.
Rolando Hinojosa no acostumbraba a traducir sus textos hasta que publicó The Valley en 1983, diez años después
del inicio de la serie con Estampas del valle. Durante la
década que transcurrió entre la publicación de la obra original y su recreación, la serie ya contaba con cinco entre-
gas, y los argumentos y las tramas habían evolucionado en
sentidos y rumbos imprevistos, de modo que al autor le
resultaba imposible no dejar que este nuevo material
repercutiera en la composición del ”nuevo” libro The
Valley.8 Es más, volver a escribir las mismas historias pero
en otro idioma no sólo le brindó la oportunidad de reestructurar y reorganizar las diferentes piezas de su narrativa fragmentada, sino que también le enfrentó a un reto
que trasciende determinantemente la cuestión lingüística.
Señala Manuel Martín–Rodríguez que ”las versiones al
inglés de Hinojosa no llevan el texto de una lengua a otra,
sino de una cultura a otra”.9
A MODO DE CONCLUSIÓN
Con la inminente publicación de We Happy Few, una
campus novel, un género con una larga tradición literaria
anglosajona que sitúa la trama en el ámbito universitario,
Hinojosa demuestra una vez más su talla como cronista e
historiógrafo revisionista cuya obra se debe entender
como deconstrucción de las simplistas historias fronterizas
compuestas por los cronistas anglosajones que tanto se
han esmerado en restarle importancia al papel de los
mexicanotexanos en la memoria del suroeste de Estados
Unidos. La ambición artística del autor consiste en llevarnos con él en su búsqueda apasionada por la verdadera,
esquiva y suprimida historia de su Texas mexicana; y
seguirle la pista, como en el caso de las obras de William
Faulkner, requiere un descomunal esfuerzo por parte de
los lectores, aunque finalmente éstos sean más que suficientemente recompensados.
] DOSSIER
Bibliografía
The Klail City Death Trip Series por Rolando Hinojosa
1972. “Por esas cosas que pasan.” El Grito: A Journal of Contemporary
Mexican-American Thought 5.3 (primavera):26–36.
1973. Estampas del Valle y otras obras. Berkeley: Quinto Sol.
1976. Klail City y sus alrededores. La Habana: Casa de las Américas.
1977. Generaciones y semblanzas Berkeley: Justa Publications.
1978. Korean Love Songs. Berkeley: Justa Publications.
1981 Mi querido Rafa. Houston: Arte Público Press.
1982. Rites and Witnesses. Houston: Arte Público Press.
1983. The Valley. Tempe: Bilingual Press/Editorial Bilingüe.
1985. Dear Rafe. Houston: Arte Público Press.
1985. Partners in Crime: A Rafe Buenrostro Mystery. Houston: Arte Público Press.
1986. Claros varones de Belken: Fair Gentlemen of Belken County.
Translated by Julia Cruz. Tempe: Bilingual Press/Editorial Bilingüe.
1987. Klail City. Houston: Arte Público Press.
1990. Becky and Her Friends. Houston: Arte Público Press.
1991. Los amigos de Becky. Houston: Arte Público Press.
1993. The Useless Servants. Houston: Arte Público Press.
1994. Estampas del Valle. Clásicos Chicanos/Chicano Classics 7. Tempe: Bilingual
Press/Editorial Bilingüe.
1994. El condado de Belken: Klail City. Clásicos Chicanos/Chicano Classics 8.
Tempe: Bilingual Press/Editorial Bilingüe.
1998. Ask a Policeman: A Rafe Buenrostro Mystery. Houston: Arte Público Press.
2005. Dear Rafe/Mi querido Rafa. Houston: Arte Público Press.
2006. We Happy Few, Houston: Arte Público Press.
Bibliografía secundaria
Martín-Rodríguez, Manuel. ”Introducción” en: Hinojosa, Rolando: Dear Rafe/Mi querido
Rafa. Houston: Arte Público Press. 2005: 131-137.
Rodríguez del Pino, Salvador. ”Génesis del mundo chicano según Rolando Hinojosa”.
en: Hinojosa, Rolando. Estampas del Valle. Clásicos Chicanos/Chicano Classics 7.
Tempe: Bilingual Press/Editorial Bilingüe. 1994: 1-18.
Lesy, Michael. Wisconsin Death Trip. Albuquerque: University of New Mexico Press. 2000.
Zilles, Klaus. Rolando Hinojosa: A Reader’s Guide. Albuquerque: University of New Mexico
Press. 2001.
Klaus Zilles (Cochem, Alemania, 1963) Doctor por la Universidad de Heidelberg.
Profesor del Departamento de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Ramon Llull
(Barcelona). Investigador de literatura chicana y estudioso de la obra del escritor chicano
Rolando Hinojosa. Autor de la obra Rolando Hinojosa: Rider’s Guide, 2001.
NOTAS
1 El termino ”chicano” está estrechamente asociado con el movimiento en defensa de los derechos civiles de los años sesenta que tuvo lugar sobre todo en California. Los méxicanoamericanos del valle de Texas suelen sentirse más mexicanos y texanos que chicanos. En el presente texto, se usarán ambos términos, ”chicano” y ”mexicanotexano” para designar a los residentes del valle de procedencia mexicana.
2 Cito la nueva edición que se publicó con el título abreviado Estampas del valle (1994) que forma el tomo 7 de serie Clásicos Chicanos de la Bilingual Press / Editorial Bilingüe.
3 Véase Martín Rodríguez (1993:73) para la génesis del título de la serie y su relación con The Wisconsin Death Trip de Michael Lesy (2000).
4 Cito la última edición que se publicó bajo el nuevo título El condado de Belken: Klail City (1994) que forma el tomo 8 de serie Clásicos Chicanos de la Bilingual Press / Editorial Bilingüe.
5 A pesar de que Claros varones de Belken fue publicada en 1986, se trata realmente de la tercera novela en prosa de Hinojosa. La obra debió de salir tras la publicación de un libro de
poemas titulado Korean Love Songs en 1978 pero la editorial Justa Publications se echó atrás y la publicación se demoró.
6 De igual manera, Klail City corresponde a Mercedes, la ciudad donde se crió Hinojosa.
7 Véase la página Web de la ciudad de Matamoros para un resumen de la historia de la colonización de la región por ”las trece familias”, entre ellas la de Juan José de Hinojosa:
http://www.matamoros.com/modules/soapbox/article.php?articleID=2
8 Para exploraciones detalladas de todas la autotraducciones de Hinojosa véase Zilles (2001), capítulos 2, 4, 8, y 12.
9 Martín-Rodríguez proporciona varios ejemplos de esta técnica en la introducción de la nueva edición ”bilingüe” (evidentemente un término problemático en este contexto), DearRafe/Mi
querido Rafa, que recoge esta pareja de textos en un solo volumen (Martín-Rodríguez en Hinojosa 2005: 134).
43 paralelosur
DOSSIER [
Klaus Zilles
María Herrera-Sobek
] DOSSIER
desconstruyendo
Por el amor de Pedro Infante
Cultura popular transnacional
e ideología feminista
en la novela de Denise Chávez
María Herrera-Sobek
University of California
La crítica feminista Lana F. Rakow en su artículo
Feminist Approaches to Popular Culture: Giving Patriarchy Its
Due (1998:275–291) [Aproximaciones feministas a la cultura popular: dándole al patriarcado lo que se merece]
afirma que “cualquier aproximación feminista a la cultura
popular contiene cuando menos una crítica implícita a las
estructuras sociales y a la organización de las relaciones
sociales.” Partiendo de este postulado teórico el presente
estudio intenta teorizar sobre la cultura popular mexicana
subrayando su aspecto transnacional y transformativo en
manos de escritores y escritoras chicanos. La cultura
popular mexicana exhibe características migratorias como
los trabajadores que emigran a los Estados Unidos ya que
éstas cruzan fronteras y al cruzar fronteras se modifican, se
expanden, se transforman y, a final de cuentas, se convierten en cultura popular chicana aunque retiene muchos
de sus rasgos autóctonos mexicanos.
En mi presente estudio comento brevemente sobre los
acercamientos principales de teóricos europeos y norteamericanos sobre la cultura popular y subsiguientemente
enfoco un caso específico de cómo la cultura popular, en
este caso la figura del ídolo del cine mexicano Pedro
Infante y sus películas, se inserta de lleno en la novela de
Denise Chávez, Loving Pedro Infante escrita en el año 2001
y traducida al español con el título de Por el amor de Pedro
Infante en el año 2002. Apunto la manera en que Infante y
sus películas funcionan estratégicamente como vehículos
para la construcción del plot o argumento narrativo de la
novela y cómo al mismo tiempo sirven de plataforma para
articular conceptos ideológicos feministas.
En el artículo susodicho de Rakow la escritora asevera
que en los debates sobre la cultura popular la perspectiva
feminista ha sido marginalizada o anulada dentro de los
discursos teóricos masculinos. Aún más significativo, los
debates llevados a cabo sobre la cultura popular por estudiosos británicos y estadounidenses no examinan las
estructuras patriarcales como fuentes ideológicas que
influyen decisivamente en las formaciones discursivas de
paralelosur 44
la cultura popular (275). Rakow subraya la contribución
de estudios feministas hacia la elaboración de teorías que
analizan la cultura popular desde un punto de vista feminista y cita cuatro aproximaciones que las estudiosas feministas han empleado en el análisis de la cultura popular: 1/
el análisis de la representación de la mujer y las imágenes
de la mujer difundidas por la cultura popular y los medios
masivos de comunicación, 2/recuperación y revalorización de la cultura popular creada por mujeres, 3/ la recepción y el análisis de la experiencia de las mujeres al consumir la cultura popular, y 4/ formulaciones teóricas articuladas por mujeres donde se subraya y se insiste acerca
de la importancia de la perspectiva feminista para la total
comprensión, entendimiento, y apreciación del significado de la cultura popular (275).
Desafortunadamente Rakow se concentra predominantemente en teóricos ingleses y norteamericanos; no menciona estudios latinoamericanos y sólo menciona un estudio chicano: la edición de Cherríe Moraga y Gloria
Anzaldúa This Bridge Called My Back: Writings by Radical
Women of Color (1981). Naturalmente, los latinoamericanos
y las latinoamericanas también han enfocado sus estudios
en el examen de la cultura popular: Ernesto Canclini, José
Martí, Carlos Monsivaís y Elena Poniatowska han hecho
largos y extensos estudios por mencionar solo cuatro de
estos estudiosos latinoamericanos que se han interesado en
la cultura popular. Los chicanos, además de Moraga y
Anzaldúa, también han dilucidado numerosos aspectos de
este ramo de investigación. Tales estudios incluyen los de
David Maciel, José Saldívar, Rosalinda Fregoso, Charles
Tatum, Michelle Habel-Pallán, Sonia Saldívar-Hull y José
Limón entre otros.
Uno de los investigadores más involucrados en el estudio del folklore y la cultura popular fue el gran folklorista
don Américo Paredes. En un artículo clave de Paredes
titulado El folklore de los grupos de origen mexicano en Estados
Unidos (1966), el autor indica que “hay tres maneras en que
los estudiosos han distinguido el folklore mexicoamerica45 paralelosur
DOSSIER [
María Herrera-Sobek
María Herrera-Sobek
cripción que se encuentra en el marco de la entrada a la sala
de los Toltecas en el Museo de Antropología situado en la
ciudad de México y que reza: “Estos toltecas eran ciertamente sabios. Sabían dialogar con su propio corazón”.
Mi poema tiene el título:
Los Tenochcas/Chicanos
Y nosotros
Los Tenochcas/Chicanos
Peregrinos en el laberinto
De piedras mudas
¿Sabremos aún
Dialogar
Con nuestro propio corazón?
no: según lo que llamaré los modos de ver: ‘españolista’,
‘difusionista,’ y ‘regionalista’” (146). El españolista es aquel
folklore cuyo origen sitúan los críticos en España, mientras
que el folklore difusionista es aquel que proviene de
México y el regionalista es el folklore de los chicanos que
radican en ciertas regiones de los Estados Unidos. Este folklore, aunque tenga sus raíces en México, al cruzar la frontera y entrar y radicar en los Estados Unidos se convierte
en folklore chicano, en una cultura transnacional ya que
pertenece a dos mundos culturales puesto que sigue unido
a México. Esta perspectiva del folklore en los Estados
Unidos y su relación con México puede ayudarnos a conceptualizar modelos teóricos para la cultura popular que
cruza la frontera, es decir, que se convierten en un elemento transnacional. Esta cultura popular emigrante y
transnacional es mexicana pero generalmente sufre transformaciones radicales en manos de los chicanos. El folklore y la cultura popular de los medios de comunicación
masivos en realidad son sin frontera, cruzan y recruzan
líneas políticas sin documentación, convirtiéndose de esta
manera en autóctonos elementos de ambos países.
Para los chicanos y chicanas participantes del movimiento de derechos civiles iniciado en 1965 y que continúa
hasta nuestros días en el siglo XXI, el imaginario popular
mexicano es apropiado y se transforma en una excelente
estrategia para la construcción de nación dentro de una
nación (Aztlán), de nacionalismo (mexica-chicanos, es decir
provenientes de los antiguos colhuas mexica o aztecas), y de
etnicidad (chicanos/as). El movimiento chicano empezó a
reencontrarse con sus raíces mexicanas porque es así como
los chicanos se rebelaron y se unieron a un movimiento
social revolucionario para reclamar no sólo su identidad
mexica–mexicana sino su nacionalidad estadounidense, su
carta de identidad de ser humano del mundo y del universo. Los chicanos, durante el movimiento, demandan su ciudadanía de primera clase la cual había sido negada durante
más de cien años. Este movimiento de recuperación lo articulo en un poema inédito que escribí inspirada por la insparalelosur 46
¿Acaso hemos olvidado
El ritmo de las palabras
el sonido hueco
del caracol del mar?
Hundida en el pecho
Late, late
La sangre
Se alenta
Al reconocer sus raíces
Acuáticas
De la laguna encantada
Llena de salamandras
De águilas en vuelo
De serpientes enroscadas
Late, late
Y otra vez
En el país
De las piedras que hablan
En el círculo mágico del sol
Aprenderemos a balbucear
Aprenderemos a dialogar
Con nuestro propio corazón.
Los poetas y escritores/as del movimiento chicano renovaron los mitos aztecas, mayas y las tradiciones populares
mexicanas: Alurista, Luis Valdez, Miguel Méndez, Rolando
Hinojosa, Lorna Dee Cervantes, Ana Castillo, Sandra
Cisneros, por nombrar sólo siete estrellas del firmamento
literario chicano. Y es así como las poetas y escritoras chicanas también han seguido esta pauta y se han nutrido literariamente de los mitos, del folklore y la cultura popular
mexicana tanto antigua como contemporánea. Denise
Chávez, por ejemplo, en su novela Por el amor de Pedro
Infante, utiliza como agente estructurador principal la
memoria del reconocido y muy llorado ídolo del cine mexicano de los 40 y 50, Pedro Infante. El actor murió en un trágico accidente de aeroplano en 1957 a la edad de cuarenta
años pero dejó miles de admiradores y admiradoras quienes aún añoran y lloran su temprana e inesperada muerte.
La memoria de Pedro Infante en la novela de Chávez se
patentiza en particular, aunque no exclusivamente, al reme-
] DOSSIER
morar y ver las numerosas películas en las cuales el ídolo
mexicano aparece como principal protagonista. El título
Loving Pedro Infante, (Por el amor de Pedro Infante) a primera
vista sugiere que el libro será un homenaje a Pedro; que la
obra ficticia encapsula un amoroso tributo al ídolo fallecido.
Pero, la novela evidencia una estructura binaria de oposiciones en las cuales oscila el amor a Pedro Infante y el no
amor a Pedro Infante ya que por una parte leemos acerca
del gran amor que la protagonista de la novela, Teresina
Avila, la Tere, le tiene a Pedro y por otra parte hay una crítica feroz hacia la ideología patriarcal que practica el gran
mujeriego Infante tanto en su vida personal como en sus
películas. De esta manera, mientras la memoria recuerda al
héroe, la realidad presente lo desconstruye. Mi estudio
argumenta que Denise Chávez sutilmente desconstruye la
ideología patriarcal representada y encarnada en la figura
de Pedro Infante a través de una perspectiva feminista y
aparentando una construcción amorosa de la estrella del
cine mexicano. Por lo tanto, podemos decir que tenemos en
la novela a una narradora no fiable que brillantemente y
con gran humor estructura en su novela Por el amor de Pedro
Infante una crítica al sistema patriarcal en el cual el ídolo
mexicano sistemáticamente participa.
El espacio de la novela es un pueblito de Texas llamado
Cabritoville (o sea, Villa de Cabrito). Cabritoville esta situado cerca de la frontera entre México y Estados Unidos a unas
cuantas millas de El Paso, Texas. La protagonista principal es
Teresina o la Tere Avila. La Tere es una ayudante de maestra
de escuela primaria. Su comadre y compinche es Irma la
Wirma Gravados y ambas comparten un amor y gran devoción al finado Pedro Infante. Las dos son miembros muy
activas del Club de Admiradores Norteamericanos (#256).
Todos los miembros del Club son mujeres excepto un hombre homosexual; y éstas se reúnen comúnmente cada semana a disfrutar de su tiempo libre viendo una de las películas
de Infante y recordando al gran artista.
Chávez incorpora veintisiete de las numerosas películas
de Pedro Infante a través de los veintinueve capítulos de la
novela. Las películas mencionadas incluyen las siguientes:
Cuanto lloran los valientes (1945), Vuelven los García (1946),
Nosotros los pobres (1947), Los tres huastecas (1948), La mujer que
yo perdí (1949), Ustedes los ricos (1948), Angelitos negros (1948),
La oveja negra (1949), No desearás la mujer de tu hijo (1949),
Sobre las olas (1950), Las mujeres de mi general (1950), Islas
marías (1950), El enamorado (Vuelve Martín Corona) (1951),
ATM: A toda máquina (1951), Necesito dinero (1951), ¿Qué te ha
dado esa mujer? (1951), Los hijos de María Morales (1952), Pepe
el toro (1952), Un rincón cerca del cielo (1952), Ahora soy rico
(1952), Gitana tenías que ser (1953), La vida no vale nada
(1954), Los gavilanes (1954), El inocente (1955), La tercera palabra (1955), Tizoc (Amor indio) (1956), Arriba las mujeres.
Las películas de Infante son indispensables en la estructuración de la mayoría de los capítulos de la novela y funcionan como puntos de partida para desarrollar y expresar una ideología feminista. Hay tres funciones diferentes
que estas películas desempeñan: 1/ inician el flujo de la
47 paralelosur
DOSSIER [
María Herrera-Sobek
María Herrera-Sobek
cional, Mary Alice, quien vive en el pueblo vecino de
Arboles. Al igual que Lucio, el padre de Tere, el señor
Quirino, también ha violado sus lazos matrimoniales y le
ha sido infiel a la madre de Tere, doña Albinita.
Además de ser representados como adúlteros, los hombres habitantes de Cabritoville son representados como
embusteros, irresponsables y con personalidades débiles.
El primer esposo de Tere, por ejemplo, era extremadamente sensitivo y le tenía miedo a la sangre menstrual.
Poseía una líbido sexual muy baja y no le gustaba tener
relaciones sexuales.
La dedicatoria al principio de la novela pone en tela de
juicio la ambivalencia hacia Pedro, evidente a través de la
narrativa. La dedicatoria nos dice:
narrativa y proveen a la autora de un punto de referencia
y material narrativo para desarrollar la fábula del capítulo; 2/ funcionan como puntos de acción a mediados del
capítulo para iniciar el desarrollo de un tema, un motivo,
o un personaje y de esta manera ayuda a la autora a amplificar el hilo narrativo del capítulo, y 3/ funcionan como
punto de clausura hacia los finales o al final del capítulo.
El erudito griego, Aristóteles, diferencia entre los dos
fenómenos mentales de memoria y recuerdo. Éste percibe
a la memoria como un estado estático mientras argumenta que el recuerdo es un proceso más activo. En la novela de Chávez estos dos procesos están entrelazados ya que
la memoria de Pedro Infante estimula el proceso activo de
recordarlo y de reconstruir la figura del ídolo fallecido en
la mente de los miembros del Club de Pedro Infante
(#256). El acto de rememorar y reconstruir la figura de
Pedro a través de las películas vistas y las conversaciones
paralelosur 48
con los amigos tienen el efecto de suscitar la concienciación feminista de la Tere, la narradora de la novela.
La autora, Denise Chávez, introduce desde el principio
una visión del mundo feminista ya que el punto de acción
de la novela se ubica en un lugar llamado Cabritoville. La
palabra Cabritoville tendrá una multiplicidad de significados todos relacionados con una ideología feminista que
tiene como meta desenmascarar las estructuras patriarcales de opresión. La palabra Cabritoville desconstruye a los
habitantes masculinos de ese pueblo ya que la etimología
de la palabra está asociada con la palabra “cabra” y por
supuesto con la palabra “cabrón”. Podemos decir que los
habitantes masculinos de Cabritoville son “cabrones” (una
palabra escatológica que indica una persona cruel y abusiva y está asociada con ser muy macho). Pero, Chávez ha
empleado el diminutivo de la palabra cabra o sea cabrito y
de esta manera desconstruye a la figura amenazante del
cabrón en una figura pequeña ya que la palabra cabrito
significa la cría de una cabra. Otra acepción que se le
puede atribuir a la palabra cabrito es la comida especial de
cabrito al pastor. En este plato de cocina mexicana el
cabrito es expuesto a las brasas y lentamente cocinado. En
inglés este proceso se llama “to roast’ y otra vez “to roast”
tiene otra acepción ya que no sólo indica cocinar a fuego
lento sino también ridiculizar a una persona con humor
especialmente durante un banquete de comida o cena. En
la novela los hombres son frecuentemente ridiculizados
por las mujeres y, de manera análoga, la imagen de Pedro
Infante es degradada al ser desconstruida lentamente a través de la trayectoria de la narrativa.
Los seres masculinos de la novela serán construidos
como figuras patriarcales y tendrán mucho en común con
Pedro Infante. Las características principales que poseen
consisten en ser representados como infieles, mujeriegos,
vividores, y borrachos. Lucio Valadez, por ejemplo, es el
amante de Tere al mismo tiempo que está casado con
Diolinda. Lucio no solamente es el amante de Tere y está
casado con otra sino que también tiene otra querida adi-
Pa’ Las Comadres,
las fénix eternas,
Y
para todos los admiradores de Pedro Infante
para los que sonríen al oír su nombre:
para los que lo quisieron, y aún lo quieran.
Y a sus nuevos admiradores,
beinvenidos al club.
¡Qué viva Pedro Infante!
¡Qué viva en la inmensidad de los cielos!
La dedicatoria demuestra un gran amor y admiración
por Pedro pero sus defectos saldrán a la luz a través de la
trayectoria de la narrativa ya que cada capítulo brindará al
lector algún aspecto poco admirable del gran artista del
cine mexicano. La página que le sigue a la dedicatoria
subraya este aspecto ya que el epígrafo asevera:
“¡Ay, qué trabajo me cuesta quererte como te quiero!
Es verdad.”
Federico García Lorca
Aún más significativo es el hecho de que las mujeres en
la novela son representadas de una manera muy positiva;
son mujeres que han podido sobrevivir a todo lo que la
vida les ha dado. La señora Nyvia Ester Granados, la
madre de Irma, es una mujer físicamente y espiritualmente fuerte. La narradora la describe como una mujer “chaparra, oscura, correosa” (12) que poseía unos hombros
amplios, un cuello fornido y musculoso. Ella era la presidenta del Club de Aficionados de Pedro Infante (#256).
Irma Granados, otro de los personajes femeninos conocida coma “la Wirma” o la “Wirms” es la mejor amiga de
Tere y funciona como su alter ego. Wirma es una mujer
muy centrada, emocionalmente estable, inteligente, generosa y amable con una gran autoestima. La Wirma está
constantemente aconsejando a Tere y dándole perspectivas feministas. Cuando le informa a Tere de la pendiente
boda de una chicana llamada Rogelia Baeza que era tan
mal parecida que le dieron el sobrenombre de ”Cara de
Metate”, la Wirma comenta:
] DOSSIER
“... Está en la sombra pero eso te comprueba que la cara no
hace a la mujer. Ni tampoco a un hombre. Cuenta lo que está por
dentro. Cualquier mujer puede ‘conchabarse’ a un hombre, si es
que quiere, y cuando quiera. Pero no le hace falta y menos cuando ésta sabe mecanografía.
Después me has de recordar que fuiste tú la que dijo eso, le contesté.
Lo dije hace años en la prepa y lo sigo diciendo ahora…
No sólo de hombre vive la mujer, tú siempre los has visto de
forma equivocada, Tere, y no se diga más. Así piensan la mayor
parte de las mujeres y por eso se meten en dificultades. O nos conseguimos el hombre preciso o mejor nada. Pero ¿quién es ese hombre? Y, ¿qué te parece la idea de que a algunas mujeres tal vez ni
les haga falta un hombre? O cuando menos no lo necesiten tanto
que las mutile...” (19)
Tere, la narradora, nos da el trasfondo de la carrera artística de Pedro Infante quien perteneció a la Edad del Oro del
cine mexicano y fue tremendamente popular. Su vida personal y emocional es minuciosamente elaborada y es aquí
donde notamos aspectos negativos de la vida de Pedro visto
desde una perspectiva feminista. La narradora describe los
multiples matrimonios del artista, primero su matrimonio
con Lupita Márquez y después con María Luisa descrita
como su muy sufrida esposa. La siguiente mujer de Pedro es
Lupe Torrentera, una chica bailarina de catorce años quien le
dio una hija, Graciela Margarita al cumplir los quince años y
después tuvo dos hijos más. Su última esposa fue Irma
Dorantes. Tere comenta acerca del la vida que había llevado
Pedro con sus multiples matrimonios y sus multiples amantes: “Entre estas mujeres estuvieron muchas otras, de algunas
recordamos los nombre, de muchas no. Y nunca podremos
olvidar a su madre, doña Refugio…[Pedro] era uno de los
hombres que cuidan a las mujeres de su vida, desde doña
Refugio hasta María Luisa, hasta todas sus amantes”
Tere termina exclamando “Pedro vivió una vida enormemente rica y buena o infernalmente complicada” (5).
El primer capítulo, el cual está estructurado a base de la
película La Vida No Vale Nada, termina con varias preguntas articuladas por la incipiente feminista Tere. Empieza a
cuestionar el final de la película ya que termina con la
reconciliación del padre y el hijo y con el rechazo de la
protagonista, Marta. Tere nos informa:
Ambos hombres, padre e hijo, por fin se dan cuenta de
que tienen que regresar a casa y cuidar a su gente. Todo
sale bien, seguro, como debe de ser, para los hombres. A
lo macho bravío.
”Y sin embargo, a mí me quedan dudas. Miro entorno a El
Colón ¿Nadie más se ha molestado? ¿Y Marta qué? ¿Qué sucederá con ella? ¿A nadie le importa?” (16).
El capítulo cierra con la narradora Tere comentando
tristemente: “Yo me quedo sentada en el cine un poco más, los
ojos todo llorosos, de lágrimas de esperanza. El corazón se me
parte como cuando no puedes amar al hombre que quieres: un
hombre como Pedro” (17).
Al igual que en el primer capítulo cada capítulo subsecuente desconstruye a Pedro y critica su estilo de vida. Al
49 paralelosur
DOSSIER [
María Herrera-Sobek
final, aún su bien parecido se pone bajo un microscopio
desalmado: “Nadie es perfecto... Ni siquiera Pedro. Era diabético, pues. Ya tenía el pelo ralo en la cabeza. No me digas que no
te diste cuenta de que usaba peluquín” (329).
La narradora, ya con su conciencia feminista totalmente despertada llega a la conclusión de que verdaderamente no hubiera querido casarse con Pedro.
”A veces pienso que si Pedro está en alguna parte, yo lo podría
encontrar o cuando menos a alguien como él. Eso si quisiera a
alguien como Pedro, ya no estoy tan segura. Bueno, me conformo con
que sea alguien que se parezca a él y cante y hable como él. Por lo
demás no sé, no salió con final feliz María Luisa, la mujer de Pedro.
Alguien la encontró muerta sentada a la mesa, estaba solita.” (328).
La novela exhibe una estética posmodernista en el uso
de dos géneros distintos dentro de la estructura de la obra.
Asimismo, la mezcla de dos registros lingüísticos, el inglés y
el español, y la ideología feminista evidente a través de la
narrativa conllevan una visión posmoderna. Por otro lado,
la novela exhibe estructuras tradicionales del relato ya que
se plasma una heroína que al principio de la obra se
encuentra en un estado de inocencia relativa y según progresa la narrativa, la heroína aprende más y más acerca de
paralelosur 50
María Herrera-Sobek
la realidad que la circunda. Al final de la novela, nos encontramos con una Tere más sabia y en paz consigo misma.
Mi ensayo presenta un estudio específico de la transformación de un icono de la cultura popular mexicana al
emigrar a los Estados Unidos. La cultura popular mexicana se ha usado en Estados Unidos por los chicanos como
arma de resistencia contra la hegemonía cultural, social,
política y económica de las clases dominantes. Chávez
continúa la tradición de utilizar la cultura popular como
arma de resistencia. En mi trabajo he enfocado en los
aspectos feministas que resaltan en la novela de Chávez
pero en realidad se podría emprender un estudio igualmente interesante y significativo sobre la afirmación de lo
mexicano por los chicanos a través de compartir una
experiencia cultural colectiva. En el Cine Colón los mexicanos se agrupan y forman una colectividad dentro de la
oscuridad del antro. En esta oscuridad que se podría comparar como un lecho materno o un útero renacen los chicanos dentro de la sala de cine y a través de la pantalla que
les ofrece modales y paradigmas de lo mexicano se reafirma su mexicanidad. En el universo de Cabritoville casi no
existen los euro-americanos. Sólo existe la comunidad
mexicana que sufre sus penas en solidaridad con otros
mexicano-americanos. A través del repaso y repetición de
las películas de Pedro Infante se efectúa una reidentificación con la madre patria. Al presenciar cada semana en el
espacio íntimo de la casa o en el espacio público del teatro (que también se convierte en espacio íntimo al apagar
las luces) se afirma esa identidad mexicana. Pedro Infante,
el mexicano, es adorado por todos, hombres y mujeres.
Chávez, empero, trasciende el espacio de la identidad
mexicana y transgresoramente reta las estructuras patriarcales dentro de ese espacio mexicano y chicano. Desde
este punto de vista la autora chicana se inserta dentro de
las teóricas feministas que insisten en la transgresividad de
la cultura popular consumida por las mujeres. En los estudios sobre la cultura popular de los años 50 y 60 comenzaron a surgir nuevas aproximaciones a la cultura de las
clases trabajadoras. En su artículo “Feminism and Popular
Culture”, Morag Shiach asevera que previamente, se había
insistido en privilegiar la alta cultura o cultura elitista
(1998:333–341). Shiach traza la historia de los estudios
sobre cultura popular y subraya la diferencia que hay en
estos con los estudios de las teóricas feministas que enfocan en este ramo de investigación. Shiach explica que los
estudios sobre la cultura de Raymond Williams dieron
ímpetu a una nueva visión de la cultura de las clases trabajadoras. En su libro Culture and Society (1958), Williams
traza la historia del desarrollo de los estudios de la cultura
de la sociedad británica. Pero este estudioso le da un valor
más amplio y menos elitista y restringido al término “cultura”. Afirma que el concepto de cultura debe abarcar
todos los espacios de la creatividad humana. La contribución de Williams fue insertar el aspecto político de la cultura popular y subrayar como la cultura popular participa
en las luchas de clase (Shiach 1998:334).
Aunque Raymond Williams fue uno de los primeros en
reevaluar el concepto de cultura popular y darle un puesto
mas significativo dentro del las jerarquías sociales, él aún
no pudo alejarse del canon literario y por lo tanto la posición de la mujer no cambió radicalmente dentro de sus
postulados teóricos (334). Otros investigadores como
Richard Hoggart, E. P. Thompson o los estudios del
Birmingham Centre for Contemporary Cultural Studies
fueron más allá de los conceptos de Williams y pudieron
afrontar ideas más radicales con respecto a la cultura popular. Según Morag Schiach no fue hasta 1976 con la publicación de Resistance Through Rituals bajo el patronato del
Birmingham Centre for Contemporary Cultural Studies
cuando las perspectivas feministas pudieron reinterpretar
la cultura popular dentro del marco de la mujer (337).
El concepto de la mujer como consumidora de la cultura
popular se expande en el estudio de Tania Modleski en su
estudio seminal Loving with a Vengeance: Mass Produced
Bibliografía
Chávez, Denise. Loving Pedro Infante. New York: Farrar, Straus and Giroux, 2001. Por el
amor de Pedro Infante. New York: Random House, Vintage Español, 2002.
Habell-Pallán, Michelle and Mary Romero. Latino/Popular Culture. New York: New York
University Press, 2002.
Hall, Stewart y T. Jefferson, (editores). Resistance Through Rituals: Youth Subcultures in
Post-war Britain. London: 1976.
Modleski, Tania. Loving with a Vengeance: Mass-produced Fantasies for Women. Hamden:
CT: Archon Books, 1982.
Mora, Carl J. Mexican Cinema: Reflections of a Society 1896-1980. Berkeley, CA:
University of California Press, 1982.
Moraga, Cherríe y Gloría Anzaldúa (editoras). This Bridge Called My Back: Writings by
Radical Women of Color. Watertown, MA: Persephone Press, 1981.
Rakow, Lana F. “Feminist Approaches to Popular Culture: Giving Patriarchy Its Due.” En
Cultural Theory and Popular Culture: A Reader, editado por John Storey. New York:
Prentice Hall, 1998.
Shiach, Morag. “Feminism and Popular Culture.” En Cultural Theory and Popular Culture:
A Reader. Editado por John Storey. New York: Prentice Hall, 1998. Pp. 333-342.
Tatum, Charles M. Chicano Popular Culture: Que Hable el Pueblo. Tucson: University of
Arizona Press, 2001.
Saldívar-Hull, Sonia. Feminism on the Border: Chicana Gender Politics and Literature.
Berkeley, CA: University of California Press, 2000.
Williams, Raymond. Culture and Society 1780-1950. London: Chatto & Windus: 1958.
] DOSSIER
Fantasies for Women (1984). Modleski se niega a aceptar que
las mujeres se dejen manipular por los medios masivos de
comunicación y la cultura popular producida por éstos tales
como las telenovelas y los libros de romances baratos (ver a
Shiach 1998:338). Esta estudiosa propone que la razón por
la cual grupos femeninos gustan de estas obras es porque
comparten de una manera u otra de la realidad que se les
presenta y pueden extraer lecciones útiles para sus propias
vidas. Aún más significativo, Modleski percibe que dentro
de las narrativas ofrecidas por la cultura popular existen
posibilidades para una resistencia política (Shiach 1998:339).
La novela de Denise Chávez comprueba los postulados
de Modleski ya que el personaje principal al consumir la
cultura popular representada por la figura de Pedro Infante
y sus películas, en realidad está compartiendo un aprendizaje. La novela es un buildungsroman donde la protagonista
pasa de un estado de inocencia a un estado de sabiduría. Es
a través de ver repetidamente las películas de Infante que
Tere, la heroína de Por el amor de Pedro Infante, llega a obtener una conciencia política y liberadora.
Maria Herrera-Sobek Profesora del Departamento de Estudios Chicanos en la
Universidad de California de Santa Bárbara. Entre su obras se encuentran The Bracero
Experience: Elitelore Versus Folklore, 1979; The Mexican Corrido: A Feminist Análisis, l990;
Northward Bound: The Mexican Immigrant Experience in Ballad and Song, 1993. Es editora de numerosas obras críticas sobre literatura chicana.
Filmografía
Ahora soy rico. México, D.F.: Director: Rogelio A. González. Prod. Filmex.
Angelitos negros. México, D.F.: Director: Joselito Rodríguez. Prod. Rodríguez Hermanos,
1948.
Arriba las mujeres. (no hay datos).
ATM: A toda máquina. México, D.F.: Director: Ismael Rodríguez. Prod. Películas Rodríguez,
1951.
Cuando lloran los valientes. Mexico, D.F.: Director: Ismael Rodríguez. Prod. Rodríguez
Hermanos, 1945.
El enamorado (Vuelve Martin Corona). Mexico, D.F.: Director: Miguel Zacarías. Prod.
Zacarías, 1951.
El inocente. Director. Rogelio A. González. Pro. Matouk Films, 1955.
Gitana tenías que ser. México, D.F.: Director: Rafael Baledón, 1953.
Islas Marías. México, D.F.: Director: Emilio Fernández. Prod. Rodríguez Hermanos, 1950.
La Mujer que yo perdí. México, D.F.: Director: Ismael Rodríguez. Prod. Rodríguez
Hermanos, 1949.
La oveja negra. México, D.F.: Director: Ismael Rodríguez. Prod. Rodríguez Hermanos,
1949.
Las mujeres de mi general. México, D.F.: Director: Ismael Rodríguez. Prod. Rodríguez
Hermanos, 1950.
La tercera palabra. México, D.F.: Director: Julián Soler. Prod. Filmex, 1955.
La vida no vale nada. México, D.F.: Director: Rogelio A. González. Prod. Tepeyac, 1954.
Los gavilanes. México, D.F.: Director: Vicente Oroná. Prod. Matouk Films.
Los hijos de María Morales. México, D.F.: Director: Fernando de Fuentes. Prod. Diana
Films, 1952.
Los tres huastecos. México, D.F.: Director: Ismael Rodríguez. Prod. Rodríguez Hermanos,
1948.
Necesito dinero. México, D.F.: Director: Miguel Zacarías. Prod. Zacarías, 1951.
No desearás la mujer de tu hijo. México , D.F.: Director: Ismael Rodríguez. Prod. Rodríguez
Hermanos, 1949.
Nosotros los pobres. México , D.F.: Director: Ismael Rodríguez. Prod. Rodríguez Hermanos,
1947.
Pepe El Toro. México, D.F.: Director: Ismael Rodríguez. Prod. Película Rodríguez, 1952.
¿Qué te ha dado esa mujer? México, D.F.: Director: Ismael Rodríguez. Prod. Películas
Rodríguez, 1951.
Sobre las olas. México, D.F.: Director: Ismael Rodríguez. Prod. Rodríguez Hermanos,
Tizoc (Amor indio). México , D.F.: Director: Ismael Rodríguez. Producciones Matoak Films,
1956.
Un rincón cerca del cielo. México , D.F.: Director: Rogelio A. González. Prod. Filmex, 1952.
Ustedes los ricos. Mexico , D.F.: Director: Ismael Rodríguez. Prod. Rodríguez Hermanos,
1948.
Vuelven los García. Mexico , D.F.: Director: Ismael Rodríguez. Prod. Rodríguez Hermanos,
i Este trabajo fue publicado previamente con el título “Deconstruyendo Por el amor de Pedro
Infante: Cultura popular e ideología feminista en la novela de Denise Chávez” en Los mexicanos de aquí y de allá: Perspectivas communes? Memoria del primer foro de reflexión
binacional. Editado por Roger Díaz Cossío (México D.F.: Solidardidad Mexicano-Americana,
A.C. y Senado de la República, 2004), pp. 409-422.
51 paralelosur
DOSSIER [
Juan Bruce Novoa
Juan Bruce Novoa
Por una latinidad múltiple
] DOSSIER
”My divisions are infinite. . .
We have in common
The experience of love”.
La novelística de Alisa Valdés-Rodríguez
Juan Bruce-Novoa
Bernice Zamora,
Restless Serpents
University of California
LA OBRA
La novela The Dirty Girls Social Club (2003) presenta seis
meses en la vida de seis mujeres latinas –aunque cada una
de un subgrupo distinto– más o menos de la edad de veintisiete años. Con la excepción de una que vive cerca de
Los Angeles, California, las otras cinco viven en Boston,
donde estudiaron juntas en Boston University. En el presente de la narración, cuatro siguen exitosamente una carrera: Lauren es periodista, Elizabeth es locutora del
noticiero televisado, Usnavys dirige un programa estatal, y
Rebecca es dueña y jefe de una revista latina, y está casada con un rico de alcurnia novoinglesa. Amber también
sigue una carrera, la de música y cantante de rock, pero al
principio su éxito se limita a un nivel local. Sara es la otra
casada del grupo, pero en su caso el papel de ama de casa
y madre de dos hijos se conforma al modelo tradicional.
Como queda dicho, las seis representan subgrupos de la
latinidad estadounidense. Lauren es hija de padre cubano,
refugiado y doctorado, y madre no latina de Luisiana que
parece ser de clase pobre y bastante vulgar ”...bayou swamp
monsters with oil under their fingernails...” (6). Lauren casi no
habla español. Sara también es cubangla, pero de familia
judía adinerada que se refugió en Miami; se casó con el
novio de su niñez que ahora es abogado en Boston; el español es su idioma de preferencia. El padre de Usnavys es
dominicano y la madre portoriqueña de clase pobre; se
identifica sólo con el lado maternal porque el padre las
abandonó; es negra aunque jamás se identifica así porque
dentro de su comunidad es simplemente eso: latina, habla
español al estilo de su isla natal; su madre, cuyo sueño era
mudarse a los EEUU, le puso el nombre de los buques
militares de ese país: U.S. Navy. Amber es de Oceanside,
California, un pueblo entre Los Angeles y San Diego;
cuando llegó a la universidad era pocha, pero con sus
novios mexicanos se fue convirtiendo primero en chicana
para luego pasar a la onda mexica; considera el inglés y el
español idiomas coloniales y por eso trata de utilizar
nahuatl, aunque sólo sabe unas pocas palabras. Rebecca es
hispana de alta clase media cuya familia reside en Nuevo
México desde la llegada de los españoles en el siglo dieciséis; se autodenomina blanca de ascendencia española,
paralelosur 52
aunque Lauren dice que tiene facciones de india –Rebecca
explica que viene de su sangre mora– habla castellano perfectamente. Elizabeth es la única inmigrante en el grupo: es
colombiana y el español es su lengua materna.
Las seis forman un grupo unido por el afecto mutuo que
desarrollaron durante los años universitarios y que mantienen a través de la comunicación telefónica continua y las
reuniones que celebran cada seis meses. Sin embargo, son
muy distintas y no sólo por las diferencias ya mencionadas.
Valdés-Rodríguez reúne tipos representativos: negras y
blancas, gordas (talla 24+) y flacas (talla 5-), rubias (naturales y pintadas) y pelinegras, hetero y homosexuales, recién
inmigradas y nativas desde el siglo XVI, y como cada una
narra por lo menos tres de los veintidós capítulos, llegamos
a conocer seis voces distintas cada una con su propio registro lingüístico. Todas estas modalidades existen dentro de
la categoría de latinidad. Por supuesto su inventario no es
exhaustivo porque ninguna novela podría incluir todas las
variantes de la latinidad, pero Valdés-Rodríguez ofrece un
corte transversal, una sinécdoque de la vasta heterogeneidad latinoestadounidense. De esa manera se veta no sólo
esa supuesta unidad, sino también las propuestas de unidad
dentro de los subgrupos mismos. La latinidad resulta
demasiado diversa para servir de elemento de cohesión. Y
de eso se trata la novela: ¿qué justifica que este grupo tan
diverso haya llegado a formarse y por qué sigue funcionando como grupo después de sufrir una serie de crisis de
madurez y –no podría faltar– de identidad?
Llegamos a conocer a las seis mujeres en el primer capítulo narrado por Lauren, quien espera a sus amigas para la
reunión que han celebrado cada seis meses durante seis
años desde que se recibieron de la universidad. Lauren presenta a cada una según van llegando al restaurante y a la vez
se autopresenta en contraste con sus amigas o por los juicios
que ofrece sobre ellas, de su modo de vestirse, comportarse
o enamorarse. Esto convierte a Lauren en el eje desde y
hacia el cual la narración fluye y la voz más relacionada con
la autora misma, que también fue periodista en Boston y
comparte con Lauren el tener padre cubano y madre
británico-americana. Lauren nos cuenta como se
conocieron en la universidad para formar el grupo de sucias,
el apodo cariñoso que comparten. La palabra también
comunica una actitud de desafío hacia la sociedad que cada
una muestra, aunque en distintos niveles de agresividad ”...
So many Latinas had enrolled ...[that] our collective power of
intimidation in this increasingly Spanglish, Goya–beanified town
was enough to make us instant and permanent best friends...” (4).
Se reconocen en y por una supuesta etnicidad compartida,
aunque en otro momento confiesa que ”... Nobody knew that
we had no idea what a Latina was supposed to be, that we just let
the moniker fall over us and fit in the best we could...” (34).
Al yuxtaponer estas dos declaraciones entendemos que
esta generación de mujeres pudo aprovechar el fenómeno
creado por el ingreso de latinos a las universidades, pero
que fuera de unos elementos como la influencia del español en el inglés y la boga de la comida latinoamericana, no
existía un programa o una ideología que les explicara lo
que debiera ser la cultura latina ni lo que se esperaba de
ellas. Y en esa ausencia lo que surge para darles unidad es
el acto de autodenominarse y de crear un proyecto común
a base de la acción pragmática: ”... The important thing,
though, is that we were sucias, and sucias stuck together. We studied together, shopped together, worked out together, complained
together, laughed and cried together, grew up together, Sucias
stuck to their word, too. Still do...” (34–35).
Si sucias funciona como signo étnico, la razón tiene
poco –un poco– que ver con la herencia cultural y casi
todo que ver con los vínculos que se desarrollan al compartir la vida diaria que se va convirtiendo en un pasado
comunal. O sea, estas mujeres podrían ser de cualquier
tradición étnica, aunque cambiarían los detalles. La experiencia compartida de sobrevivir la transición a la madurez y de forjar su identidad como mujeres adultas, y hacerlo en un ambiente de apoyo mutuo es más importante que
la particularidad de la etnicidad. Y, la etnicidad del grupo
se define a base de todo lo demás.
La introducción establece un punto cero en la situación
de cada una y del grupo en general. Sin embargo, ValdésRodríguez usa a Lauren como narradora irónica que no
lee bien los signos que representan sus amigas. La infor-
mación que provee es correcta pero parcial porque su
modo de interpretarla surge de juicios que luego resultan
equivocados. De esta manera los lectores pueden experimentar un cambio en la vida de cada personaje que no
sólo viene de la acción desarrollada en el presente sino de
un proceso de profundización en el entendimiento de los
signos malinterpretados por Lauren. O sea, habrá también
cierto ajuste del pasado de cada mujer al compás de los
descubrimientos que se hacen alrededor de esos signos
que Lauren señala en el primer capítulo.
Por ejemplo, Lauren describe a Rebecca como la más
cerrada de las seis, casi una racista, y tan tímida y restringida moralmente que jamás se arriesgaría a una aventura.
Pero resulta que Rebecca es la que corre el riesgo económico más peligroso al aceptar un préstamo de dos millones de dólares para establecer un negocio sin nada de
experiencia y luego tiene la aventura sexual más liberada
del grupo y además con un negro. Lauren cree que
Usnavys es la que mejor ha logrado sus metas; la considera una mujer que controla inteligentemente su vida a la
perfección y siempre consigue lo más caro y lujoso y bien
hecho para mostrarle al mundo que sólo acepta lo mejor.
En realidad Usnavys es la más insegura de ellas porque no
confía en nadie ni nada a causa de haber sido abandonada por su padre y haber visto a su hermano morir de un
balazo cuando era niña. Usnavys se casará con un hombre
bajo, fachoso, de gustos peor que plebeyos, y de pésima
promesa económica, pero que la quiere.
Para Lauren, Amber es el caso perdido del grupo.
Tiene talento pero no va a ningún lugar, sobre todo porque está metida en unas ondas seudoindigenistas. Seis
meses más tarde Amber se habrá convertido en Cuicatl,
diva del rock internacional, tanto en español como en
inglés, multimillonaria y para el colmo la salva de su vida
criminal al nuevo novio de Lauren al emplearlo como
promotor de música. El éxito de Amber provoca la traición de su novio chilangomexica que resulta ser un macho
burgués y también la lleva a venderse comercialmente,
aunque ella justifica sus acciones en nombre del movimiento mexica. Lauren asevera que Sara lleva una vida
53 paralelosur
DOSSIER [
Juan Bruce Novoa
ideal: ”... she has it all. Great guy, great house, great family,
great twins, great car, great hair. No need to work for money...”,
porque su esposo la cuida y siempre le compra regalos,
”... Just because he loves her...” (26). Su única falla es su torpeza física, siempre se cae o se tropieza haciéndose daño.
Mas resulta que su esposo está irracionalmente celoso y la
maltrata violentamente, aunque luego le da regalos para
pedirle perdón. Su casa es una prisión de la cual no puede
escapar porque no trabaja y depende totalmente de su
esposo, una prisión donde los hijos temen al padre, quien
al final casi mata a Sara, haciéndola abortar, antes de
matar a la vieja sirviente que había sido la nana de Sara.
La imagen de perfección deviene en la escena más grotesca de la novela. Si para Lauren Sara es la mujer perfecta, Elizabeth es una diosa: exmodelo, bella, esbelta sin
tener que cuidarse y fina, de una simetría física total.
Además, en contraste con la propia Lauren que se desespera por encontrar esposo, Elizabeth ”... seems in no rush to
find a father for some [kids] of her own. She’s been single forever...” (30). Elizabeth resulta ser lesbiana y no vive sola
como piensa Lauren, sino con su amante. La misma
Lauren, una mujer frustrada, cínica y prejuiciada, insegura
de su etnicidad, y que desesperadamente busca esposo, se
convierte en una mujer satisfecha consigo misma, segura
de ser ”... a middle–class American...” en vez de una latina
estereotípica y en una mujer que cree en el amor y que ha
aprendido que no todo es lo que parece ser a primera vista.
En ese primer capítulo de introducciones, Lauren enfatiza lo físico. La narración va concentrándose más que en
la etnicidad, en el cuerpo femenino. Al enfocar las diferencias físicas que distinguen a las sucias Valdés-Rodríguez desmitifica la centralidad de los signos étnicos. No sólo presenta diferencias de raza –Elizabeth y Usnavys son negras,
Sara es blanca de ascendencia austroalemana, Rebecca es
hispanoindia– sino de tamaño, de modo de mover y utilizar el cuerpo, de gustos culinarios y problemas con la dieta
que por metástasis aparecen como grasa en el cuerpo o
enfermedades como la anorexia de Rebecca o la bulimia
de Lauren. También enfatiza la presentación del cuerpo
como objeto observado por el público.
paralelosur 54
Juan Bruce Novoa
Se habla tanto de la ropa que cada una lleva como del
modelo de coche que maneja, sistemáticamente estableciendo a cada mujer como una presencia corpórea distinta que además está muy consciente de la imagen que proyecta a través de su cuerpo y su vestuario. Esa dinámica
será una de las claves de la novela. Comienza con la presentación que hace Lauren de ellas en que obsesionadamente destaca el físico como si fuera el sello de identidad
o por lo menos el signo de la situación en cierto momento. Lo mismo se nota en su autodescripción donde explica
que se puede leer su estado emocional en su cuerpo:
”...Good nails: bad relationship, keeping up appearances. Ugly
nails: happy Lauren letting herself go. You can also tell by how
fat I am. When happy, I keep food down and stay around a size
ten. When sad, I vomit like a Roman emperor and shrink to
six...” (2), y en ese momento porta talla ocho que le queda
un poco floja, o sea, entre triste y feliz. Como se verá a
continuación, los cambios que acontecen a las demás también tendrán como escenario el cuerpo en este sentido de
imagen pública y representación de la intimidad.
Aunque este enfoque en el cuerpo puede parecer una
característica del modo de ser de Lauren, la reportera obsesionada con la apariencia física también funciona como un
resorte narrativo. La crisis que va a sufrir cada una de ellas
afecta tanto cómo se ven en relación al mundo –sobre todo
en forma del ser deseado– como el modo en que el mundo
las ve a ellas. En efecto, la narración toma la forma de un
outing colectivo en que cada una sale del closet que se ha formado para esconder su verdadero ser. Cada una sufre un
ajuste a su imagen pública que representa otro cambio a
nivel íntimo de autoestima y de identidad.
El segundo capítulo funciona para asentar que se trata de
un momento en el cual lo que ha existido hasta ahora está
bajo tanta presión que requiere medidas extraordinarias para
conservar el status quo. El cambio de narradora a Rebecca se
lleva a cabo a través del contraste. Desaparece el cinismo
impertinente del discurso de Lauren que le resta seriedad a
todo y es reemplazado por otro ordenado por la agenda meticulosamente cuidada de Rebecca, a quien Lauren había
dibujado como la sucia más opuesta a ella: la seriedad total.
El día queda planeado rígidamente: las citas, la ropa o la
actitud que un encuentro requiere, el aroma más apropiado
para su despacho, la impresión que hay que crear en el
público. Mas, al informarnos que debajo del orden supercontrolado el matrimonio de Rebecca tambalea, se produce
una tensión entre la imagen pública y la realidad íntima.
Algo se presagia, y al cerrarse el capítulo aparece la pieza
que volteará la báscula para echarla al precipicio emocional:
Andre, un magnate afroinglés cuya inversión permitió a
Rebecca fundar su revista, y además, ”... handsome, well–bred,
and charming...” (59). Inmediatamente Rebecca recuerda que
su madre había tratado de inculcarle sus prejuicios: ”´... Date
a black man, and you will break my heart´...” (59). El conflicto se
agudiza: su próximo paso puede marcar una ruptura no
sólo con su imagen actual sino también con su tradición
familiar, que en este caso se presenta en forma de un prejuicio étnico en contra del mestizaje. ¿Triunfará el deseo y el
amor o la etnicidad y la imagen correcta? Al final del capítulo Rebecca se encamina hacia una cita con Andre.
El tercer capítulo pertenece a Elizabeth, la sucia de cuerpo perfecto que no se preocupa ni por las calorías ni por
los hombres. O sea, mantiene sin esfuerzo alguno el equilibrio entre la bulimia de Lauren y la anorexia de Rebecca
y se distancia de la preocupación por los hombres de las
dos. Comienza su capítulo confesando, aunque sólo a sí
misma, su amor por Lauren, confesión repleta de razones
por las cuales no puede decírselo. Pondría en peligro su
imagen pública en el momento en que le van a ofrecer un
puesto en el noticiero nacional. Además, cree que las sucias
la rechazarían también, sobre todo Sara que siempre
expresa su prejuicio anti–gay. Por eso mantiene un control
sobre su comportamiento casi tan estricto como el de
Rebecca. Pero más tarde, conmovida por un recital de poe-
] DOSSIER
sía de su amante, la besa. Creen que nadie las observa en
un callejón, pero una reportera ha estado siguiéndolas para
sacar una foto y denunciar a Elizabeth como lesbiana.
El outing de Elizabeth inicia en la secuencia del texto el
mismo proceso en las demás sucias. El capítulo cuatro inicia una serie de revelaciones de lo que los cuerpos escondían al principio. Arriba ya enumeré en términos generales la forma que toma la crisis en cada caso. Comparten
que los signos del cuerpo ahora se tienen que leer de otro
modo o que el cuerpo mismo, como resultado de una decisión, cambia para reflejar esa nueva realidad. Por ejemplo,
al divorciarse de su esposo y abrirse al amor de Andre,
Rebecca comienza a comer. Andre va convenciéndola, iniciándola en los gustos sensuales, primero los de la boca y
luego los de la vagina. Como resultado, las sucias la ven
feliz, más abierta y aun sanamente un poco más gorda.
Sara casi muere a manos de su esposo, pero al final la
ex-ama de casa ha fundado su propio negocio –con inversiones de las sucias– y está a punto de inaugurar su propio
programa de televisión: Casas Americanas. Convertida en
mujer profesional, vuelca el hogar cerrado en espacio
abierto y compartido– transforma la prisión de su intimidad en signo de la libertad pública. Ese paso coincide con
la revelación de que su esposo la maltrataba desde su adolescencia y aun más, que sus propios padres eran iguales.
Toda la fachada familiar que tanto admiraba Lauren sufre
una desmitificación que permite que Sara se mueva ya sin torpeza alguna en el círculo profesional de sus amigas. Y a su lado
estará Elizabeth, la productora de Casas Americanas. Se mudarán a Miami para hacer el programa. Aunque Elizabeth habla
de llevar a su compañera poeta, la última vez que vemos a Sara
y Elizabeth juntas se abre la posibilidad de una relación más
íntima entre ellas. Usnavys tiene que aceptar su amor por un
hombre que representa todo lo que quería rechazar. Siempre
conseguía los objetos más lujosos para demostar al mundo que
una portoriqueña del barrio había triunfado. Ahora portará a
un hombre que anuncia en todo su modo de ser que no importa la imagen de lujo. Signficativamente, el aceptar el amor la
lleva al reencuentro con su padre que viene a la boda. O sea,
al dejar de adornarse sólo con los símbolos del éxito, Usnavys
55 paralelosur
DOSSIER [
Juan Bruce Novoa
cura su llaga psicológica. Al final la vemos engordándose aun
más en su felicidad.
Amber, guiada por su novio chilango, va empapándose de
ideología seudoindigenista. Cambia su nombre por Cuicatl
en un rito supuestamente mexica; se viste al estilo de chicanopunk y grita su racismo postcolonial en forma de canciones. Su crisis viene en forma del contrato que le dan por
millones de dólares que también transmuta todos los signos
que Lauren y Amber misma veían como de resistencia antisocial en objetos comerciales del mercado capitalista global.
Amber-Cuicatl comes out como otro producto más del sistema. Lauren tiene que enfrentarse a la traición de su novio
texmex que tiene una amante chicana que acepta su predilección por tratar a las mujeres como putas mientras les hace
el amor. Desesperada, se emborracha y se liga a un traficante de drogas dominicano. Baja al nivel social que más desprecia, aunque allí descubre que de veras es un hombre
decente, un inmigrante forzado a trabajar del modo que la
sociedad permite a su grupo. Pero es un hombre sensible,
inteligente, y muy trabajador. Con la ayuda de Lauren y
Amber se supera. Al aceptar a este hombre que se parece a
la descripción de la familia maternal las raíces que Lauren
negaba con su discurso tan a la moda de los jóvenes hip se
afirman en ella. Al final lleva talla diez –signo de que está
feliz—, ha dejado de tomar y, aun más, ha dejado de preocuparse por casarse. Y ha aceptado a sus amigas tal y como son.
Al cerrarse la novela, cada sucia ha llegado a afirmarse
con una identidad forjada en crisis, pero logra sobrepasar
el peligro con la ayuda de las demás. Y de algún modo,
eso define lo que quiere decir latinidad para ellas, como
Lauren afirma al final cuando se encuentran en la próxima reunión del grupo: ”We may be really different in a lot of
ways, but there´s something to it, this whole being a Latina –perception becoming reality and all of us finding each other and helping each other and– shoot, I don’t even have to drink to start
sounding like a sentimental fool” (308). La novela acaba afirmando el papel de la percepción en la actualización de la
realidad –aunque su proceso ha mostrado lo opuesto–
pero que la verdadera unidad estriba en la acción de forjar la comunidad a través del amor mutuo.
paralelosur 56
Juan Bruce Novoa
LA CONTROVERSIA
En su web-site oficial, Alisa Valdés-Rodríguez pide que
si alguien escribe sobre ella que por favor no repita las
mentiras que han circulado ya.
”Several published articles contain errors; all facts should be
double-checked before being reprinted... Please refrain from
reprinting untruths in the name of sensationalism and thanks for
doing your own research rather than regurgitating the work and
words of your colleagues at other publications. Thanks!”
http://www.alisavaldesrodriguez.com/news.html
Entonces, mejor citemos a la autora misma para establecer los hechos fundamentales:
”... I was born and raised in Albuquerque. My dad is from
Cuba, of West African, Spanish, and Portuguese heritage; my
mom is an Irish and English American from rural New Mexico
whose family tree includes Roger Conant, the founder of Salem,
Massachusetts. I have a bachelor’s degree from Berklee College of
Music, where I majored in jazz on the tenor saxophone. I have a
master’s degree in journalism from Columbia University. I worked, before becoming a novelist, as everything from a house saxophonist on a Caribbean cruise ship to a feature writer and news
reporter for the Boston Globe and L.A. Times...” ValdésRodríguez ”Latina Like Me”
Hace falta añadir que St. Martin`s Press le pagó 475.000
dólares por el derecho de publicar su novela y Jennifer
López una cantidad no divulgada por los derechos para
convertir la novela en pélicula (Morales). La novela ha
tenido mucho éxito, apareciendo en listas de Best Sellers
en Boston y Nueva York. Sin embargo, también ha provocado controversia. Hubo reacciones negativas de ciertas
zonas de las comunidades latinas, como Latina Style
Magazine (Morales). Y ha provocado una discusión, todavía incoativa, acerca de la literatura latina como ha existido hasta ahora, o por lo menos, de cómo se suele representar esa literatura en los medios de comunicación y gran
parte de la crítica académica.
El primer indicio de controversia la encuentra cualquier lector que busque información sobre la novela. Gran
parte de las reseñas y las notas publicitarias subrayan que
Dirty Girls destruye los estereotipos de los latinos en los
EEUU. En entrevistas, Valdés-Rodríguez ha dicho que era
una de sus metas. Y se nota en el texto, sobre todo en los
capítulos narrados por Lauren donde aparecen muchos
casos de estereotipificación. Por ejemplo, sus colegas en el
periódico piensan que todos los latinos son iguales y por
ende deben compartir ciertos rasgos culturales y aun físicos. Presuponen que Lauren habla español, aunque como
muchos latinos ella tiene un vocabulario mínimo que no le
permite seguir una conversación entre nativos y una falta
de conocimiento básico que la lleva a confundir algo tan
fundamental como el género de sus amigas: ”Que bonitos
somos” dice (35).
Y cuando el periódico monta carteles anunciando la
columna de Lauren, ha alterado su cara:”...The promotions
department had my face darkened in the picture so I looked more
like what they probably think a Latina is supposed to look like.
You know, brown...” (9). Le preguntan dónde se consiguen
Mexican jumping beans (5) como si todos los latinos fueran
mexicanos, y creen que los portorriqueños y los dominicanos son del mismo lugar. Sin embargo, esas partes son los
clichés de la ignorancia que todo el mundo conoce bien y
que se han repetido antes, no sólo en la producción latina,
sino también en la de otros grupos de inmigrantes, sólo con
las diferencias del matiz en cada caso. Si Valdés-Rodríguez
sólo hubiera atacado estos estereotipos, no habría controversia porque de veras ya no ofenden a nadie.
] DOSSIER
Lo que bien pudiera explicar la reacción negativa por
parte de algunos críticos es que la novela de Valdés–R.
ataca estereotipos que provienen de la misma producción
latina como se ha definido en el código de la cultura estadounidense, sobre todo a través de las autoras chicanas
más reconocidas. Frente a esos valores establecidos,
Valdés-Rodríguez resulta iconoclasta. Buena parte de esta
actitud aparece en los comentarios de Lauren, que declara su desprecio por los íconos de la latinidad como Frida
Kahlo, los viejos músicos cubanos, el nuevo Hollywood
latino y las autoras chicanas consagradas. Este desprecio
se expresa como burla, pero en el tratamiento que la autora da al personaje de Amber, la ”pocha from So Cal” que se
convierte en Cuicatl, activista del movimiento mexica,
hay una sátira más desarrollada, más profunda, más aguda
y por eso mucho más ofensiva desde la perspectiva de esos
intereses establecidos y autorizados por la maquinaria de
la industria cultural. O sea, Valdés-Rodríguez ha puesto en
peligro la relación entre el sistema y su minoría favorecida. Esto hace de Valdés-Rodríguez una figura peligrosa.
Para apreciar lo dicho hay que citar trazos amplios del
texto, porque el iconoclasmo de Valdés–R. no sólo reside
en lo que dice sino en cómo lo expresa.
”...I want to wax Frida Kahlo´s furry caterpillar unibrow and
I´m thoroughly uninterested in anything with the words ”boxer”
and ”East L.A.” in it ...”
”... You might have imagined [that] a sucia is something beautiful and curvy and foreign, something really super Latina, you
know, like the mysterious name of a tortured–looking,
bloody–haired Catholic saint, or a treasured recipe from a short,
fat, wrinkled old abuelita who works erotic magic with chocolate and all her secret herbs and spices while the mariachis wail,
Salma Hayek flutters castanets, and Antonio Banderas romps a
white snarling horse through the cactus with, like, I don´t know
what, a winged pig or some crap in his embroidered knapsack,
and all of it directed by Gregory Nava and produced by Edward
James Olmos. Get freaking over it, lames. It´s, like, so not...” (5)
No denuncia los viejos estereotipos creados por el
Hollywood tradicional, sino las imágenes de latinos creados
por los propios productores latinos, tanto los extranjeros
57 paralelosur
DOSSIER [
Juan Bruce Novoa
que han llegado a aprovecharse de la boga étnica como los
nativos. Pega duro a los ídolos más sagrados del momento
acusándolos de traficar con estereotipos tan falsos como los
del viejo Hollywood. En el mismo capítulo vuelve al ataque, pero ahora su blanco es lo literario.
”...We sucias are all professionals. We´re not meek maids. Or
cha–cha hookers. We´re not silent little women praying to the
Virgin of Guadalupe with lace mantillas on our heads. We´re not
even like those down-trodden chicks in the novels of those oldschool Chicana writers, you know the ones; they wait tables and
watch old Mexican movies in decrepit downtown theaters where
whiskey drunks piss on the seats; they drive beat-up cars and
clean toilets with their fingernails coated in Ajax; their WalMart polyester pants smell like tamales and they always, always
feel sad because some idiot in a plaid cowboy shirt is drunk again
and singing José Alfredo Jiménez songs down at the local crumbling adobe cantina instead of coming home and fixing the broken lightbulb that swings on the naked wire and making passionate amor to her like a real hombre...” (11)
Primero contrasta la nueva latina profesional con los
estereotipos de mujeres que corresponden a la literatura
chicana escrita por hombres, como Yo soy Joaquín de
Rudolfo Gonzáles o A Rosary for Doña Marina de Octavio
Romano. Pero enseguida evoca las imágenes creadas por
las autoras chicanas –alusión a escritoras como Cisneros,
Castillos, etc. Utiliza ”old-school”, un enunciado de doble
filo: por un lado las eleva a figuras que merecen respeto
por seguir fieles a su ideología, pero simultáneamente clasifica esos valores como de una época ya pasada y que no
surgen de ni responden a la situación cultural actual.
Además, implica que esas autoras son viejas de edad; o
sea, las autoras chicanas establecidas merecen el respeto
que uno rinde a las abuelas– pero vuelve el eco de la imagen de la abuelita en el mismo párrafo cuya vigencia como
modelo se rechaza. Por último, al contrastar lo que son las
nuevas latinas, las sucias, a dos modos de ser que no les
corresponde, eso dos modos de ser se funden como equivalentes dentro de su valor negativo compartido:
Sucias =/= los viejos chicanos/chicanas
paralelosur 58
Juan Bruce Novoa
O sea, crea una equivalencia entre el chovinismo chicano y la etnicidad de pobreza y rascuachismo del feminismo de las chicanas: ambos códigos de imágenes no
representan la realidad contemporánea de las latinas progresistas, las que son ”clever and, like, hip”(5) y que provienen de varios grupos latinos, distintas religiones, muchos
modos de hablar y diferentes razas.
El tono de ambas citas es burlón. Juega con los ídolos
de una manera que mina su valor al evocarlos dentro un
contexto de superficialidad coloquial irreverente de
”Kahlo´s furry caterpillar unibrow”. Al faltarles el respeto
los baja a un nivel de basura lingüística, elementos desechables equivalentes a los giros como ”like, I don’t know
what” o ”Get freaking over it, lames. It’s, like, so not”.
Valdés-Rodríguez entabla un ataque devastador. Y los
comentarios que ha hecho la autora al hablar de su motivación para escribir el libro permiten deducir que las opiniones del personaje Lauren coinciden bastante con las suyas.
”...If a novel by a Latina hit the shelves, I bought it. I wanted to read about someone like me–an American woman like any
other, who happened to have a Spanish surname.
While I was impressed by the writings I found, I usually
couldn’t relate. Most ”Latinas” in American fiction were culturally isolated women who, as an editor once joked, ”always seemed
to wash their clothes on a rock in the river,” women defined by an
exotic ethnicity-women, in other words, who were more like my
grandmother than they were like me. Where was literature about
people like me? My frustration was intensified by the fact that I
fancied myself a writer. I couldn’t see how I’d fit into the world
of American letters. I knew nothing of the things ”Latina” writers were supposed to know about: immigration, making tortillas,
loving Pedro Infante. I was sunk...”
”Latina Like Me”
Este contraste no es tan ofensivo para las autoras establecidas, aunque sí las ubica dentro del canon autorizado
como parte esencial de la literatura oficial. Esto implica
que la nueva latinidad tendría que forjarse como la hizo la
vieja, ahora aceptada desde afuera y en contra los estereotipos de sí mismos aceptados por la industria literaria y la
academia. Pueden molestarse las figuras aludidas, pero no
se propone nada que no sea cierto. Esa literatura y sus
autoras más conocidas se mueven en lo que antes se llamaba el mainstream.
Sin embargo, su sátira del activismo chicano que presenta
a través del personaje de Amber sí resulta despiadada. La
”pocha” Amber descubre su chicanismo en Boston al enamorarse de un mexicano de Monterrey. La circunstancia es
humorística: tiene que ir al este para aprender su etnicidad,
pero la aprende no de un chicano sino de un mexicano que la
adora porque se parece a la Virgen de Guadalupe. Cualquier
feminista sensible debiera sentirse incómoda con el macho
mexicano que utiliza el discurso de la etnicidad y la religión
para seducir a una muchacha sin experiencia. Luego un capitalino de la alta burguesía la inicia en el culto de los Mexica.
Amber comienza a repetir nombres, clichés y gestos
que cualquier estudiante de historia o cultura mexicana
reconocería como una mezcla de lugares comunes, errores
y mentiras. Sin embargo, Amber lo toma muy en serio,
sobre todo porque su amante, Gato, la trata como una
niña que él puede formar a imagen de su ideal. Pero cuando Amber consigue un contrato para grabar sus canciones,
Gato la abandona, acusándola de haberse vendido a los
intereses comerciales. Amber se deja convencer de que
no es cierto y que Gato solo está celoso, pero la narración
nos permite ver que en efecto comienza a comprometer
sus valores al firmar su contrato y aceptar grabar en inglés
cuando siempre había jurado que no lo haría. Más tarde
niega haberse alejado de la comunidad mientras explica
que ya no va al ”east side” chicano, sólo a ”West L.A.”
donde casi no se ve la chicanada.
Bibliografía
Morales, Ann. ”Author Alisa Valdés-Rodríguez Draws Attention to Boston Latino Community”,
Candela, www.candelaboston.com/alisavaldes.htm.
Valdés-Rodríguez, Alisa. 2003. The Dirty Girls Social Club. New York: St. Martin’s Press.
www.alisavaldesrodriguez.com/news.html
”Latina Like Me,” Borders,
www.bordersstores.com/features/feature.jsp?file=valdesrodriguez
Juan Bruce Novoa Escritor, profesor y crítico de literatura chicana en el Departamento de
Español y Portugués de la Universidad de California en Irvine. Autor de la novela Only the
Good Times, 1995; y de los libros Chicano Authors, Inquiry by Interview, 1980; y Literatura
chicana a través de sus autores, 1983.
] DOSSIER
La gran ironía es que Amber triunfa en la costa de
Nueva Inglaterra porque el novio de Lauren la promueve
entre la comunidad dominicana que de mexicas no tiene ni
la x. Y el último tiro satírico viene de Lauren cuando en un
gesto de amistad declara que el rollo indigenista de Amber
no es ”garbage. It´s history” (306). El movimiento mexica de
Amber se opone a la historia por ser una versión oficial de
los grupos dominantes: la historia es lo que escriben los
que ganan a costa del silencio del pueblo. Al convertirse en
history la versión del pasado de Amber se convierte en un
discurso de poder capaz de imponerse por todos los mecanismos que controlan y reprimen al pueblo.
Este comentario de Lauren irónicamente describe lo
que le ha pasado a Amber al entrar al mercado como mercancía étnica. Por extensión, la sátira implica al establecimiento de la LATINIDAD en general como se ha manejado en los centros de poder, pero al ubicarla en la figura
de una chicana, cuyo discurso y persona comparte tantos
rasgos con autoras chicanas fácilmente reconocidas en las
alusiones, la sátira se vuelve explícita. Sea lo que sea, funciona para crear una diferencia entre las sucias de la nueva
ola de latinidad y las ya limpias de la vieja.
CONCLUSIÓN
The Dirty Girls Social Club de Alisa Valdés-Rodríguez se
impone por el humor, el manejo de distintas voces de
mujeres maduras, el desarrollo de los personajes y la
novedad de su temática dentro de la literatura latina.
Sobre todo, nos debe interesar la propuesta de una latinidad que en vez de imponer exámenes de sangre de nuestros antepasados, se abre al futuro como proyecto constructivo y participativo A algunos les parecerá peligrosa,
pero a otros liberadora.
59 paralelosur
DOSSIER [
Antonio Torres Torres
Antonio Torres Torres
] DOSSIER
Con otra mirada
Cuentos hispanos de los Estados Unidos
Antonio Torres Torres
Universitat de Barcelona
Editorial Popular arrancó en 1973 y hoy dispone de un
catálogo de más de doscientos títulos. Con el fin de atraer
a la lectura a un amplio número de personas ofrece la
colección “Letra Grande”, en la que se incluye la obra que
reseñamos. Se trata de una antología de cuentos que, a su
vez, han sido seleccionados de los dos libros siguientes:
Cuentos Hispanos de los Estados Unidos, Julián Olivares (ed.),
Houston (Texas), Arte Público Press, 1998; y En otra voz.
Antología de la literatura hispana de los Estados Unidos,
Nicolás Kanellos (ed.), Houston (Texas), Arte Público
Press, 2002. Sigue la estela, asimismo, de otras selecciones
de relatos como la que realizaron Edmundo Paz Soldán y
Alberto Fuguet en Se habla español. Voces latinas en USA
(Alfaguara, 2000). Integran Con otra mirada trece cuentos
precedidos de una presentación.
La “Presentación” corre a cargo de Gabriela Baeza
Ventura, quien destaca que la literatura latina en los Estados
Unidos existe desde antes de que este país se constituyera
como tal, y que en los últimos tiempos obtiene el reconocimiento debido, al que la presente antología quiere contribuir. Baeza propone que se entienda la experiencia vital de
los latinos en los Estados Unidos a través de tres categorías:
1/ La “nativa”, que incluye a los autores que consideran los
Estados Unidos como su país y no se plantean el regreso al
lugar de origen. Promueven el sentido de comunidad hispánica dentro de la Unión y defienden sus derechos, a la vez
que se enfrentan a conflictos de identidad que plasman en
nuevas formas de expresión literaria; 2/ La del exilio y la
inmigración. Muchos autores no se asimilan a los Estados
Unidos y siguen con la mirada puesta en la patria que dejaron atrás. Por otro lado, muchos latinos inmigrados en el
nuevo territorio se preguntan por su verdadera nacionalidad
y no se sienten aceptados ni “aquí” ni “allá”. Para facilitar su
anclaje intentan preservar sus costumbres y tradiciones en el
seno de comunidades latinas; 3/ La transcultural. Desde esta
perspectiva, los autores se aferran a una identidad múltiple
que les permite ganar espacios en la sociedad estadounidense, a la vez que mantienen el apego a su país de origen. Ya
no es necesario elegir, pues se puede sumar.
paralelosur 60
En el primer cuento, titulado “La estenógrafa”, el escritor y eminente periodista mexicano, exiliado a San
Francisco, Julio G. Arce (1870-1926), que usó el seudónimo de Jorge Ulica, muestra a una secretaria revolucionaria, con un comportamiento que va más allá de las reglas
al uso, rebelde, ante la cual el jefe no reacciona. De Luis
F. González-Cruz, profesor y crítico nacido en Cuba en
1943, se incluye “Lázaro volando”, una historia en la que
Lázaro, el hijo muerto de Marcial y Edelmira, se despide
definitivamente, en un contexto de levantamiento rebelde
que amenaza a los protagonistas. Tomás Rivera, nacido en
Texas en 1935 y fallecido en California en 1984, autor de
…y no se lo tragó la tierra, novela de 1971, está considerado
actualmente uno de los mejores escritores chicanos. “La
comunión”, que es el texto elegido para esta antología,
narra en primera persona, con gran candidez, y con un
cuño lingüístico chicano, el efecto que experimenta un
niño el día de su primera comunión al ver a una pareja
retozando en la sastrería situada al lado de la iglesia.
Rosaura Sánchez, la autora de “Tres generaciones”,
nació en Texas en 1941 y es profesora de literatura en una
universidad californiana. En el cuento se alternan tres
voces, las de tres mujeres —abuela, hija y nieta— que viven
juntas en el barrio, en California. Su narración nos lleva a
tres formas de entender la vida separadas por el cambio
generacional: la abuela, viuda, de origen humilde, sin apenas estudios, que observa el desmoronamiento de los viejos valores como el de la familia; la hija, que fue una avanzada en su familia por estudiar una carrera universitaria,
por divorciarse y por tener un trabajo que le permite la
completa autonomía; la nieta, una adolescente ajena a los
valores de su familia mexicana, que flirtea con las drogas
y llega tarde a casa. El siguiente cuento, “Dioses, animalitos y maestros”, pertenece a Lydia Vélez-Román, autora
puertorriqueña que reside en California y es profesora de
universidad y crítica literaria. En su relato, en primera persona, una niña describe sus primeros tiempos en la escuela con el entusiasmo que le produce aprender a leer, la
incorporación al catolicismo y el día especial de su prime-
ra comunión, así como su renuncia a ese dios sin nombre
para acogerse a Quetzalcoatl. Al final recuerda el día en
que se marcha a Nueva York.
Roberto G. Fernández constituye un exponente destacado de la llamada “literatura cubano-norteamericana”.
“Encrucijada”, título del cuento recogido aquí, es el nombre del pueblo que sirve para definir la atmósfera de esta
historia, en la cual se aborda la peculiar relación epistolar
entre Mercedes, la esposa del narrador, y otra Mercedes,
tía de ella, cuyos recuerdos del pasado familiar parecen
haberse trastocado. A continuación, el chileno Juan
Armando Epple, profesor de literatura hispanoamericana
en la Universidad de Oregón (Estados Unidos), retrata en
“Garage sale” al matrimonio formado por Darío y Marta,
y la hija de ambos, Marisol, una familia de exiliados chilenos de la dictadura pinochetista en los Estados Unidos.
Marisol ya ha crecido en este país y menciona en varias
ocasiones que le gustaría que los visitara su abuela. La afición de Darío a comprar en los garage sale adquiere nuevas
e inesperadas dimensiones cuando ve en uno de esos garajes a una anciana y pregunta su precio. Emergen así el mercantilismo y la falta de sentido de familia que el narrador
critica en los estadounidenses. Como el cuento “Tres generaciones”, este intercala las tres voces de los protagonistas.
Seguidamente se incluye un relato de Pedro Juan Soto
(1928-2002), uno de los escritores puertorriqueños más
notables. Residió en la ciudad de Nueva York entre 1946 y
1955, y fue profesor de literatura en la Universidad de
Puerto Rico, recinto de Río Piedras. En 1956 publicó una
recopilación de sus cuentos con el título de Spiks, en donde
representa la amarga existencia de los boricuas en la Gran
Manzana. “Garabatos” (1953), el magnífico texto incluido
en la presente antología, transcurre durante una víspera de
Navidad en un sótano del Barrio de Nueva York que sirve
de casa a un matrimonio de origen puertorriqueño
(Rosendo y Graciela) y sus dos niños. En este escenario de
pobreza extrema, Rosendo, que se encuentra sin trabajo,
quiere ser pintor, pero choca con las continuas acusaciones
de holgazán que le lanza Graciela. La sorpresa que él desea
dar a su familia en Nochebuena, para intentar recuperar los
momentos felices del pasado, no dará el resultado que esperaba. Soto trata de reproducir en los diálogos el habla real
de los personajes, en la que sobresalen los fenómenos de
lambdacismo (-r > -l) y de aspiración de -s implosiva (uno y
otro presentes en la forma altihta ‘artista’, p. 102). El cuento
constituye, de este modo, un reflejo realista de los puertorriqueños pobres que viven en el Barrio de Niu Yol (p. 102)
y, en sentido más amplio, de los sueños rotos que suceden
a la esperanza de recuperar un ayer feliz que no volverá.
Aunque nacido en una aldea de Galicia a principios del
siglo XX, en Lino Novás Calvo se reconoce a uno de los
grandes cuentistas de Hispanoamérica. De niño emigró a
Cuba. Allí desempeñaría los más variados trabajos, y se
introduciría en el mundo intelectual y literario habanero.
Las últimas décadas de su vida transcurrieron en el exilio
de los Estados Unidos, donde murió en 1983. “La vaca en
la azotea” es un relato ambientado en Cuba. Trece años
después de que Chucho la abandonara, Rita le escribe una
carta en la que le cuenta los acontecimientos relacionados
con el hijo de ambos, quien, según ella, se parece muchísimo a su padre, sobre todo en lo malo. En tiempos de
penuria y racionamiento, Rita consigue una vaca que
guarda en la azotea de su casa. Su hijo, en manos desde
pequeño de los revolucionarios, se muestra decidido a dar
la vaca al pueblo.
Texana de quinta generación, investigadora y docente
universitaria en los Estados Unidos, Roberta Fernández
está representada en esta antología con el relato
“Amanda”. En él, la narradora evoca la fascinación que
durante su niñez sentía por la mujer de ese nombre, que
tejía todo tipo de vestidos y a quien le pidió un hermoso
traje de bruja. Amanda le confeccionó una capa negra con
plumas de pollo, huesos de pájaro y garras de gato, que la
protagonista encuentra años después entre sus cajas y de
la que no se separa hasta que la pierde. Piensa en otros
objetos talismánicos de sus juegos de infancia y se propo61 paralelosur
DOSSIER [
Antonio Torres Torres
Ilán Stavans . César Alegre
] DOSSIER
Ilán Stavans
entrevistado
por César Alegre
ne buscarlos. Son el símbolo de ese período de su vida que
recuperará y ya no querrá volver a abandonar del todo.
A continuación se incluye un cuento de Luisa
Valenzuela, que nació en Buenos Aires en 1938 y ha vivido en París, Barcelona, México y los Estados Unidos (país
donde ha dictado talleres en varias universidades). “De
noche soy tu caballo” se publicó en Cambio de armas (1982),
y es una historia dominada por el amor entre la narradora
anónima y un hombre al que se refiere como Beto, fugitivo político que la visita furtivamente de noche. Sueño y
realidad se confunden en esos encuentros nocturnos. Por
otro lado, la autora de “La tejedora de palabras”, Rima de
Vallbona, es una narradora y crítica que nació en San José
(Costa Rica) en 1931 y que se ha desempeñado como profesora universitaria en los Estados Unidos. Presenta en su
relato la sorpresa que provoca en Rodrigo, estudiante de la
universidad, la profesora Thompson con sus transformaciones radicales, desde la imagen de una deslumbrante
joven de voz melodiosa a la de una zarrapastrosa pedigüeña. Como una nueva Circe, la “tejedora de palabras” va
tejiendo una tela de la que el joven no se podrá escapar.
El último texto de la recopilación, “La noche que volvimos a ser gente”, corresponde al periodista y escritor José
Luis González (1926-1996), nacido en Santo Domingo de
madre dominicana y padre puertorriqueño. Pasó parte de
su vida en Puerto Rico y en Nueva York, y en 1955 obtuvo
la ciudadanía mexicana. Esta narración de 1970 aborda la
vida de los puertorriqueños en la ciudad de los rascacielos.
El protagonista explica a su interlocutor, en un bar, lo que
le sucedió el día en que, mientras estaba trabajando en la
factoría, lo avisaron de que su mujer iba a dar a luz.
Mientras se encontraba en el metro, hubo un gran apagón
en la ciudad. Al llegar por fin a la casa, el hijo ya había nacido, y en la azotea del edificio, en el Barrio, en la oscuridad,
había una gran fiesta para celebrar que con el apagón se
veían en todo su esplendor la luna y las estrellas, como en
Puerto Rico. Así, un día desastrado para el narrador acaba
bien, con “la noche que volvimos a ser gente”, de la misma
paralelosur 62
manera que, simbólicamente, el futuro es luminoso para los
puertorriqueños en los Estados Unidos. Dice el protagonista en relación a esa noche: “Pensé en mi hijo que acababa
de nacer y en lo que iba a ser su vida aquí, pensé en Puerto
Rico y en los viejos y en todo lo que dejamos allá nada más
que por necesidad” (p. 185). Como se comprueba, el punto
de vista de esta historia es totalmente distinto del que trasluce del relato de Pedro Juan Soto antes comentado. En
otro terreno, salpican el cuento de González numerosos términos y expresiones del inglés, que aparecen en cursiva, y
que ayudan a caracterizar el discurso de los latinos en
Nueva York, como por ejemplo “time is money”, “¿cuál es el
trouble?”, “subway”, “la hora del rush”, “take it easy”, “un
party”, “en el rufo, o sea en la azotea”, “welfare”, etc.
En resumidas cuentas, la presente antología recoge
contribuciones de autores de variadas procedencias: algunos han nacido en los Estados Unidos, otros han llegado
al país y se han quedado a vivir en él, mientras que un tercer grupo ha pasado allí una época de su vida. Aunque se
pueda aceptar que todos los cuentos son “hispanos”, solo
algunos son de temática latina. Al final de cada relato se
añade una nota biográfica del autor y relativa a su obra
que difiere mucho de unos casos a otros, con más o menos
información o enfoques distintos. Únicamente algunas
veces se comenta el cuento con brevedad. Por otro lado,
no conocemos el criterio a partir del cual se han seleccionado los relatos a partir de otras dos antologías. ¿Qué
aporta esta? ¿La razón de su existencia es dar a conocer
más fácilmente a un lector español (e hispanoamericano)
unos cuentos publicados en los Estados Unidos? Sea como
sea, creo que sería necesaria una justificación. El breve
estudio que introduce la obra resulta muy general y quizá
poco apegado al contenido concreto de la antología. No
obstante, el lector disfrutará de los diferentes cuentos, más
allá de la coherencia global del conjunto.
Antonio Torres Torres Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona.
Desarrolla su labor docente e investigadora en el Departamento de Filología Hispánica de esta
universidad. Sus líneas de investigación son el español de América y el español de los
Estados Unidos. Entre sus publicaciones destaca la obra Procesos de americanización del
léxico hispánico, 2004.
¿Puede Ud. definir la palabra
“espanglish”? ¿Debemos utilizar
“espanglish” o “spanglish”?
El spanglish —ésta es la ortografía
que yo prefiero— es una manifestación
verbal que resulta del encuentro del
inglés y el español, cuyo eje gravitacional es los EEUU y sus constelaciones el mundo hispánico en general.
Pero limitarnos al fenómeno lingüístico es una forma de sordera porque el
spanglish es asimismo una manera de
ser: de amar, de soñar, de comer, de
bailar y hasta de morir. La raíz etimológica de la palabra apunta a su simetría cultural: una parte hispánica, otra
anglosajona. Además de spanglish,
hay otras maneras de referirse al asunto, como espanglés e ingleñol. Luego
vienen las variedades y subdivisiones:
el término ”cubonics”, por ejemplo, se
referirse al habla del cubano-americano, el ”dominicanish” al del dominicano, el ”nuyorrican” al del puertorriqueño en los EEUU, el pocho, pachuco, y chicano al de los mexicoamericanos, y así.
Illán Stavans (México) Profesor en Amherst College, una
institución dedicada a la enseñanza de las artes liberales. Es
voraz crítico, experto en spanglish y dedica parte de su tiempo a la ficción. Es también un agudo entrevistador en su propio programa de televisión, La Plaza, Conversations with
Illán Stavans. Es hijo de una familia mexicana judía. Se mudó
a los EEUU para cursar estudios universitarios superiores.
Ha escrito sobre una gran variedad de temas, ha entrevistado a multitud de personajes famosos, y el epicentro de su
actividad es el ámbito latino en los EEUU donde explora
cuestiones de identidad, de lengua, de producción artística y
de reivindicación social y política.
¿Cómo, cuándo y por qué empezó a
interesarse por el spanglish?
A mediados de los noventa, cuando
un alumno mío en Amherst College se
apareció en mi oficina hablando este
mejunge. Sentí una envidia enorme.
Hacía tiempo que yo hablaba spanglish con él y otros estudiantes en la
calle y en la cafetería. Pero no en mi
oficina ni en el salón de clase. La envidia me obligó a reconsiderar mi actitud
ante la lengua en general. Pronto sentí
la obligación de estudiar el fenómeno
de manera concienzuda. A eso me he
dedicado desde entonces.
Usted narra ese encuentro en detalle en
el ensayo que abre su libro Spanglish:
The Making of a New American Language
(2003). Hoy por hoy, ¿con quién habla
usted en spanglish?
Con mis amigos, con mis hijos, con
mis estudiantes, con periodistas y, si la
situación lo permite, con usted.
Hábleme más sobre las variedades del
espanglish en los Estados Unidos.
Cada una de ellas tiene características propias. Un caso específico: el
español novomexicano, cuyas genealogía se remonta a la colonia, al yuxtaponerse al inglés de la región, genera
un spanglish específico, distinto al
habla chicana de Los Angeles o a la de
Chicago. Los localismos, tanto regionales como trasnacionales, enfatizan
las diferencias. Lo mismo ocurre con
el cubonics o el dominicanish. Ahora
bien, el desarrollo de los medios de
comunicación, incluyendo al internet,
así como la literatura, están dando pie
a un spanglish universal y neutro.
Dijo usted que el spanglish no se usa
exclusivamente en Estados Unidos.
Si nuestra definición es elástica,
como yo lo propongo, el impacto de los
anglicismos en el idioma de Cervantes
es ya una forma de spanglish. En el prólogo a El nuevo dardo en la palabra
(2003), Fernando Lázaro Carreter, cuyo
intelecto ditirámbico admiro, reflexiona
63 paralelosur
DOSSIER [
Ilán Stavans . César Alegre
históricamente sobre el encontronazo
del español y el inglés. “Este movimiento anímico”, dice, “que pasa de lo
autóctono a lo advertido con o sin conciencia de hacerlo, y que lleva a unos
hablantes a rechazar, a otros a admitir y
a los más a hacer ambas cosas, no delata hipocresía, ni, si se me apura, contradicción, sino que constituye una evidencia de cómo vive el idioma en
la cabeza de los hablantes, en nuestra alma”. En España y la América
Latina, la injerencia de anglicismos
se remonta por lo menos a la Guerra
Hispanoamericana de 1898, sino es que
a un período anterior. Pero en las últimas décadas se ha hecho más frecuente, a grado tal que a veces da la impresión que el español tiene menos que
ver con su matriz en la época de
Gonzalo de Berceo y más con las
vicisitudes de Antonio Banderas en
Hollywood. El spanglish va un paso
más allá: se vale del cambio de códigos,
de la traducción simultánea, y del
acuñar de neologismos. Como tal,
se escucha a diario en metrópolis
como el Distrito Federal y Santiago,
Madrid y Buenos Aires.
¿Por qué decidió impartir el curso
“The Sounds of Spanglish”?
Porque me parece que cualquiera
que sea nuestra reacción ideológica
al fenómeno, lo menos que podemos
hacer es estudiarlo desde una perspectiva interdisciplinaria, que es lo
que hacemos los ochenta y pico estudiantes y yo durante el semestre.
Respondemos a preguntas similares a
las que usted me hace ahora: ¿qué es
el spanglish y quién lo habla? ¿cuál
es su historia? ¿qué relación tiene
con otras lenguas híbridas? ¿qué tipo
de literatura produce? ¿tiene cabida
en los medios de comunicación?
¿en la política? ¿qué piensan de él
los políticos? ¿por qué genera tanta
polémica?
¿Qué tipo de personas se matriculan
en su curso y cuáles son las expectativas principales de sus alumnos?
De todo tipo: estudiantes de bachillerato y graduados, con concentración en antropología, historia, negocios, filología, etc.
Ilán Stavans
¿Cómo se le ocurrió la idea del diccionario de spanglish? ¿Cuál es la función de dicho diccionario?
Luego de impartir por primera
vez mi curso en Amherst College,
empecé a viajar por los EEUU con
una grabadora y un cuaderno en
mano, registrando y catalogando
spanglishismos que escuchaba por
doquier. Reuní muchísimos y al fin
seleccioné únicamente aquellos que
se repetía al menos cuatro veces por
hablantes diversos en geografías
diversas. La editorial norteamericana
HarperCollins se interesó en el
proyecto y se comprometió a sacar un
diccionario descriptivo de unos seis
mil términos. Su función es dar muestra de la riqueza verbal de los latinos
en Estados Unidos en la actualidad.
¿Cree que veremos el nacimiento de
una Real Academia del Spanglish?
El lingüista Max Weinreich dijo en
una ocasión que la diferencia entre
un idioma y un dialecto es que el primero tiene el apoyo de un ejército.
La palabra “ejército” bien podría
reemplazarse con “academia”. Es tal
el interés en el spanglish que cada
vez hay más clases, libros y conferencias. ¿terminará surgiendo, como Ud.
dice, una RAS? En primeras, en
Estados Unidos no hay nada más
“real” que el alboroto democrático.
Afortunadamente, el país no tiene
una institución gubernamental dedicada a limpiar, fijar y dar esplendor
al inglés. Dado que sin esa ayuda no
le va nada mal a la lengua de Walt
Whitman, no veo por qué sería recomendable establecer la RAS ¿Quién
le presta atención en España a la Real
Academia? Al contrario, es objeto de
burla constante. Obviamente el
Diccionario de la Lengua Española es
maravilloso. Pero ¿podríamos sobrevivir los hispanoparlantes sin él? No
tengo la menor duda y lo haríamos
de manera vigorosa. Hay un sinfín de
diccionarios excelentes, del de María
Moliner a Claves. Le aseguro que no
perderíamos una jota de ingenio verbal ni nos quedaríamos mudos de la
noche a la mañana.
Habló usted hace poco sobre la literatura. Bien se dice que la literatura da
legitimidad a las lenguas ¿Quiénes son
sus mayores exponentes en spanglish?
Se trata de una literatura inquietante, que incluye cuentos de Ana
Lydia Vega y novelas de Sandra
Cisneros, crónicas de Susana ChávezSilverman, poemas de Tato Laviera,
monólogos de John Leguizamo y
obras teatrales del grupo Culture
Clash. Ya es, pues, una tradición. Este
año la editorial Houghton Mifflin
publicará en Nueva York una antología mía, Lengua fresca, enfocada, en
cierta medida, en esa tradición.
Padre Nuestro
¿Es la literatura en spanglish un
fenómeno exclusivamente urbano?
En gran medida, aunque asimismo
hay exponentes rurales entre los descendientes de los trabajadores itinerantes en California, Texas, Nevada,
Utah, Nuevo México y Arizona.
Father Nuestro
Our Father
Father Nuestro que’stás in el heaven,
Our father, who art in heaven,
sanctificado sea your nombre;
hallowed be Thy name;
bring to us your reyno;
Thy kingdom come;
may your voluntá sea in the tierra and el heaven.
Thy will be done on earth as it is in heaven.
gives us hoy our pan for each día,
Give us this day our daily bread,
excusa our ofensas,
and forgive us our trespasses
‘cause we also perdonamos those that have been ofendidos.
as we forgive those who trespass against us.
Don’t lid us to la tentación,
Lead us not into temptation,
enfríanos del evil. Let it sea. Amén.
but deliver us from evil. Amen.
Usted está traduciendo el Quijote al
spanglish. ¿Cómo afronta esta labor
teniendo en cuenta que muchas de las
frases cervantinas pueden tener
varios equivalentes, si me permite,
stavansianos, en spanglish?
La traducción ha sido una tarea fascinante. No hace mucho terminé la primera parte. Tan pronto ponga a un
lado ciertos compromisos, emprenderé
la de la segunda parte. Las disyuntivas
a que me enfrento me obligan a estar al
día en relación al spanglish utilizado en
el resto del país. Todo traductor es también un creador. Siguiéndole a usted la
corriente, yo definiría el “stavansismo”,
dentro ndel arte de la traducción, como
la reconciliación de opuestos verbales
en un justo medio afincado en una realidad lingüística concreta.
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Ave-María
Ave-María. God te salve, Mary, full of gracia.
El Señor is contigo,
blessed estás tú between todas las mujeres,
and blessed es el fruto de your wom, Jesus.
Holy Mary, madre of God,
¿Cómo ve el futuro del spanglish y por
ende de su literatura, no sólo en EEUU
sino en Hispanoamérica y España?
El futuro del spanglish ya llegó.
Seguirá diversificándose mientras los
latinos sigan en la misma encrucijada
cultural, forjando una identidad mestiza nueva. Llegará el momento en
que una novela en spanglish deberá
ser traducida al castellano para ser
entendida en Madrid.
pray for nosotros, sineadores,
now y en la hora of nuestra death. Let it sea. Amén.
Hail Mary. Hail Mary, full of grace.
The Lord is with thee.
Blessed art thou amongst women
and blessed is the fruit of thy womb, Jesus.
Holy Mary, Mother of God,
pray for us sinners,
now and at the hour of our death.
paralelosur 64
] DOSSIER
Oraciones transladadas al spanglish por Ilán Stavans
POESÍA [
Ana Castillo
Ana Castillo
] POESÍA
MAMÁ GRANDE
Ana Castillo
La Madre Originaria,
Madre Desde Antes De Que El Tiempo Comenzara,
La Abuela Primordial
La vieja había vivido en la parte trasera
de la casa de su hijo mayor—el Jefe,
en dos cuartos de tablas,
Poco más que una choza,
pero nítida y aseada,
con piso empedrado.
Afuera estaban el excusado y la ducha helada.
Habían dos gallos hermanos
y un gallinero repleto para picarte los pies.
Eso era lo mejor que el Jefe podía darle
durante los últimos años
a su madre. Ella tenía—¿qué—noventa
Cuando murió?
Bisabuela,
con cabellera de seda hilada color de perla
Y todos los días se ponía un delantal,
señal de ser
devota a sus propios quehaceres.
La bisnieta advirtió todo esto
desde sus primeras visitas familiares,
estadías de una noche, verdaderamente,
Entre cosechas.
Una especie de vacaciones más bien dicho,
en un lugar donde una ducha privada y un retrete
Sin moscas eran lujos,
a pesar del eterno silencio y el calor sofocante
de las tardes caniculares.
Como si estuviéramos en Pluto—
ya sea planeta enorme de gas o luna en fuga—
pesadas
Horas alargadas en agujeros negros
interrumpidas tan sólo
por las entregas cotidianas
Del repartidor de hielo,
el vendedor de tortillas,
el vendedor de frutas,
La mujer que hacía permanentes en casa,
el correo, de vez en cuando:
anuncios para una revista de estrellas de cine,
Un club que vende discos,
las cuentas eléctricas, noticias de un pariente
lejano.
Ella se puso a grabar cada detalle
como para una litografía,
una detective trazando un mapa para el futuro.
Ella comenzó con las manos delicadas de Mamá Grande,
cual orquídeas estrujadas,
pálidas y con manchas color café.
Después siguieron las enaguas
(todavía guardadas en un baúl)
que Mamá Grande había hecho de retazos rosados de algodón
Y con el borde bordado en croché
para la bisnieta,
el verano cuando ella cumplió diez.
(¿O fue cuando cumplió doce?
No—
a los once había comenzado a sangrar.
Después de esto, la pusieron a coser.
Ya no jugaba con los demás niños.
Y su madre—su madre tan real—
Color de Siena Tostada antes de agregar el óleo,
Ocre Oscuro y un azul de matiz misterioso,
la mantuvo encerrada,
Para aplanar masa, cocer frijoles,
aprender a preparar el arroz
y a planchar camisas correctamente).
Mamá Grande, también,
tenía una memoria férrea
de todo lo sucedido en su juventud,
En un radio de cien millas, más o menos,
de dónde había vivido toda su vida.
Ella se especializaba en recordar la Revolución,
El famoso viaje por ferrocarril con Pancho Villa
a Torreón.
(Que fue el momento culminante de los oprimidos
“Obligada a acostarme con cualquier puerco
que me declarara suya. ¡Qué asco!
Yo no.
Que nacieron antes de mil novecientos diez,
sin diferenciar si habían estado presentes o no).
Una vez Mamá Grande haló a
“Cuando los Federales llegaron y saquearon
nuestra casa
me escondí
Su bisnieta hacia un lado de un tirón
y con esa falta de ternura reservada para que los pre-adolescentes
se porten como gente civilizada.
“Arriba de un árbol.
Así lo hice.
Durante la noche huí.
La sentó en el piso entre sus rodillas,
y empezó a buscarle piojos,
un rito que a menudo iba acompañado
“Viví en el desierto
y me alimenté de gusanos y de cacto
de todos tipos y variedades.
De advertencias y quejas
y lo que entonces eran
consejos incomprensibles.
“Seguí los zopilotes que volaban en círculos
(acaso ellos me seguían a mí—
¡yo que estaba en los huesos!)
Cipactli gritó desde las galaxias.
La Monstruo de la Tierra
cuyos ojos creaban manantiales
“Y cuando habían terminado
con su carroña
me guiaban adonde había agua para tomar.
Y su boca, ríos y cavernas,
su nariz, los valles,
y su cabellera, los árboles y las espigadas hierbas.
“Un día
llegué a un pueblo donde una niña me dijo:
‘Eres bonita, güeno, no estás tan mal que se diga’.
Mamá Grande era grandiosa,
es cierto.
Aunque la niña aun no podía decir por qué.
“Me gané la vida en una cantina después de eso.
Bailamos con los Federales,
los Carrancistas, los Villistas, los Colorados.
Ella sólo sabía quedarse callada
y no dejar que nada pasara desapercibido,
ni una palabra dicha en voz baja,
“Bailamos con los Zapatistas,
Ay, ¿sabes, hija?
No importaba.
Un regaño inmerecido,
la costumbre más insignificante.
Era su instinto formándose, quizás.
“Los hombres eran hombres
aun en aquellos tiempos.
Bailamos, bebimos y, sí,
“No creas, muchacha”, comenzó la Monstruo de la Tierra,
“que yo alguna vez fui de esas mujeres
que seguía a aquellos que se decían soldados
“Nos quedamos con su dinero.
Todo daba igual.
Y de papel, que por lo general no valía nada.
“Como una mula
con un metate de piedra a cuestas
para moler el maíz de sus comidas,
“Cuando la Revolución terminó,
llegó la hora de regresar a casa,
cada uno por su rumbo.
“Mi familia nunca supo.
Ellos pensaban que había sido secuestrada.
Pero mi padre estaba muy enojado
67 paralelosur
POESÍA [
Ana Castillo
“Y muy amargado por nuestras pérdidas.
Éramos los peces gordos de nuestra región.
Éramos blancos y poseíamos todo la alcurnia
“Que uno podía desear.
Él hubiera ofrecido una recompensa por su mejor potro,
pero no por mí.
una mujer necesitaba la protección de un hombre—
“Para salvarla de los otros hombres.
Si mi padre me hubiera dejado tan sólo
un pedacito de tierra, un cachito
Que viste una combinación rosada debajo la cual posan
pezones como pasas
visibles solos a indiscretas miradas fijas.
“Yo hubiera podido regresar.
Yo hubiera sembrado maíz, unos frijoles.
Yo habría alimentado a mis hijos.
“Está bien—si compartes propiedad con un hombre,
si compras un solar, los materiales para una casa,
la construyen juntos.
“‘La leche se echa a perder con una noche afuera’,
declaró mi padre. No importaba
de quien fuera la culpa.
“Los hombres son inútiles.
En ellos no hay sorpresas.
Después de conocer unos cuantos uno puede discernir un patrón.
“Solamente conoce la ley
y te percates de lo que es tuyo.
Sabe lo que vales.”
“No importaba lo que había pasado,
no tan sólo a una niña
sino a un país entero.
“Sí, algún día oirás a las mujeres decir
que todos los hombres son iguales.
Eso es porque lo son.
Entonces, sin haber consultado,
dado una seña,
pedido el permiso del padre,
“‘¿Qué?’ le dije, un día
harta con él.
‘¿Crees que nadie me querrá?’
“Pero mi padre no me aceptaba,
dijo que era una ingrata.
Mi madre no tuvo nada que decir sobre el asunto.
O haberse preguntado si la niña hubiese estado de acuerdo,
Mamá Grande le cortó la trenza con sus
tijeras de coser.
“‘Adiós,’ le dije, ‘para siempre’,
y salí por la puerta
para juntarme con el indio que
“Y aunque todos peleamos en la revolución
para tener una parcela,
para sembrar un poco de comida,
Con un agudo zas,
irrecuperable y sin manera de retractarse,
cercenada como si nada.
“Marcaba con hierros candentes a nuestro animales.
Mi padre nos corrió.
Me llamó puta.
“Tan sólo para que nos alcanzara.
Lo que realmente estaban diciendo
es que sería para que algunos hombres
“Aquí tienes”, dijo Mamá Grande,
entregándole la tronchada cabellera,
“Algún día necesitarás unos pesos.
“Ese indio sería mi esposo por los próximos
cuarenta y cuatro años.
Él era
“Fueran los dueños, tomaran las decisiones, mandaran sobre
las mujeres y los niños
y los burros y los azotados bueyes.
Y, claro está, otros hombres también”.
“Puedes vender esto.
Al fin de cuentas,
siempre serás el amparo en que más puedes depender”.
“‘Comme ci comme ça.
Eso es Francés’ ella dijo, dándole un coscorrón
a la niña cuando levantó los ojos.
“Como esposo fue un poco cruel,
particularmente cuando se emborrachaba con pulque.
Eso era lo que los patrones daban
“Como pago por su trabajo.
Una revolución que se peleó por pulque
y todo lo demás, igual.
“¿Pero qué podía hacer uno?
En mis tiempos
paralelosur 68
A veces estas historias son
compartidas en las cocinas o contadas
bajo los portales a la luz de las estrellas.
Otras veces una mujer
habla mientras peina
a su bisnieta,
Meticulosamente, parejo, despacio.
“Está bien”, Mamá Grande dijo en esa ocasión
mientras entrelazaba una cinta color rojo vivo
Con la soga colgante de cabello virgin,
un mecate que desciende por la espalda
de una niña
69 paralelosur
POESÍA [
Tino Villanueva
Tino Villanueva
IX. ASI DIJO EL SEÑOR
NUESTROS ABUELOS
Tino Villanueva
Tino Villanueva
Al principio nadie dijo nada.
Sería primavera del 56 —recuerdo aquel bochorno
pegajoso y maloliente del salón pacificado—
y tal enunciación venía
del Director de secundaria, señor de voz
indiferente a nuestras vidas.
Hoy me declaro saludable;
respiro bien para dentro y para fuera
en ritmos esdrújulos y graves,
sobresdrújulos y agudos,
porque el arte bien labrado es también sabiduría:
Y como nos llamaban latinoamericanos
en aquel entonces, pusimos atención:
”Boys and girls... ”, resonó el altavoz
por los salones. ”Chicos, he venido escuchando
demasiado español últimamente.
Les recuerdo que vivimos en los Estados Unidos;
por lo tanto,
hablen en americano en estos recintos”.
Así dijo el señor con ese tono altivo que tenía,
como diciéndonos que el español
nos perjudicaba.
Juventud, divino tesoro…
Mas no me lo tragué del todo, como el agua
no se traga el aceite y sigue viviendo.
Hacía calor y bajo el orden azul del cielo,
crucé el umbral de mis dos mundos:
”El que sabe dos lenguas vale por dos”,
decía el abuelo en casa.
Nada es eterno
y salí de allí como pude un día,
de aquel salón y de muchos más,
y me dediqué a lo que nace de los libros,
quizá porque allí
se abrían otros horizontes — la paz y el compás
de lo que vive entre las páginas.
paralelosur 70
Who are the plaintiffs? It is the conquered
who are humbled before the conqueror asking
for his protection, while enjoying what little
their misfortune has left them ... They do not
understand the prevalent language of their
native soil. They are strangers in their own
land. *
*
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero...
] POESÍA
CHICANO DROPOUT
Tino Villanueva
Nuestros abuelos
in their private suffering
toiled
between the four winds of heaven
& the fifth sun.
*
Jesús.
Verde que te quiero verde.
*
In another world lo bautizaron Jesseera el más chuco de todos.
voy por tu cuerpo como por el mundo,
tu vientre es una plaza soleada...
But no one, nadie
(ni el más sabelotodo) supo de su historia:
He doesn’t bother participating in my history class.
Andar, desandar. Nada es eterno.
Le he dado la vuelta al mundo
y de pronto en el camino
me he encontrado con esta memoria todavía.
En la clara actualidad: lo marginado
se ha movido más al centro;
lo de afuera se transforma en lo de adentro.
Y si antes no supe dar un contracanto,
ahora conmigo traigo esta asamblea de palabras
a favor de esta república
donde se habla en español.
He can’t seem to verbalize in our speech class, you know.
Sus espaldas carried ties
for iron-horse companies;
sus coyunturas genuflected
for other similar go-West-young-man
enterprises.
Sus manos se hincharon de años
y de callos y por eso
sus cuerpos,
cansadas cicatrices,
han llegado
hasta la humilde tumba.
Tino, just what’s wrong with these Latin Americans?
So Jesse,
cuando era junior, was pushed out into
dirt-brown streets of his zip-coded barrio.
* The Honorable Don Pablo de la Guerra, April 26, 1856, in opposition to the
He left quietly,
but on his desk he left carved his name: CHUY
”law to settle land titles in California,” approved by the legislature in 1856;
from El Grito, Vol. 5, No. 1 (fall 1971).
71 paralelosur
POESÍA [
Gustavo Pérez Firmat
Lemis
A CUALQUIERA SE LE MUERE UN TÍO (in memoriam Pedro Firmat)
¿ADIOS O ADIÓS?
Gustavo Pérez Firmat
Lemis
Pero este tío mío no era un tío cualquiera. Era mi tío un tío especial. Era un tío vivo y ahora ya no lo es. Era un tío padre,
como deben ser los tíos, y ya no lo es. Era un tío a quien quise sin reserva. Era un tío que, tal vez, me quiso. Huérfano de
padre: peor, huérfano de tío. Sin tino, sin tío. No me fío de una vida sin ti, mi tío.
Qué lío éste el del exilio, porque nunca será un exlío. Como mi tío es ahora un ex-tío. Existió mi tío y ya no existe mi tío y sólo
me queda el desafío de quererlo más en su ausencia. Esto no tiene remedio, ni siquiera alivio. Me extravío. No me soy porque
no es. No me estoy porque no está. Me falto porque me falta. Me duelo porque me duele. No habito su ausencia. Habito mi
ausencia en él. Si dejara de extrañarlo, me extrañaría. Si empiezo a desconocerlo, él no me reconocería. Estoy vacío.
De todos mis tantos tíos, era mi tío el más hablador, el más inefable. Parco de muchas palabras, callaba hasta por los codos.
Tomaba Chivas y chivaba. Acariciaba a golpes y no se guardaba. Gandío, escondía tablillas de chocolate en los bolsillos. Siempre
fue Pedro por su casa y por la nuestra. Enloqueció sin decir ni pío. Se jugó todo lo que tenía. Murió en Nochebuena, solo—jodío—
y exigió entierro sin velorio, misa o gentío. Quería borrarse, ansiaba el olvido. Pero yo me acuerdo. Y no te borro, tío.
] POESÍA
Anoche
aprendí que un adiós
lleva acento.
Tanto
a p r e n d e r,
t a n t o
a p r e n d e r,
y todavía no he aprendido
nada.
Lo más básico,
una despedida,
y yo incapaz de ponerle un esfuerzo.
¿Qué un adiós lleva acento?
BILINGUAL BLUES
Gustavo Pérez Firmat
Y si yo,
dueño del poseer marcador,
otorgador de lo ortográfico,
no le coloco lo supuestamente necesario,
¿he escrito yo un adiós?
Soy un ajiaco de contradicciones.
I have mixed feelings about everything.
Name your tema, I’ll hedge.
Name your cerca, I’ll straddle
like a cubano.
WHAT HURTS
I have mixed feelings about everything.
Soy un ajiaco de contradicciones.
Vexed, hexed, complexed,
hyphenated, oxygenated, illegally alienated,
psycho soy, cantando voy:
You say tomato,
I say tu madre;
You say potato
I say Pototo.
Let’s call the hole
un hueco, the thing
a cosa, and if the cosa
goes into the hueco,
consider yourself en casa,
consider yourself part of the family.
(Cuban-American me:
I singo therefore I am, sí.)
Soy un ajiaco de contradicciones,
un puré de impurezas,
a little square from Rubik’s Cuba
que nadie nunca acoplará.
(Cha-cha-chá.)
paralelosur 72
Será una cosa parecida a un adiós.
Será un adiós,
Sin terminación.
Gustavo Pérez Firmat
We are called broken
because we do not humor the age,
mask our distemper, dress our disdain
in vests and valentines.
We are called broken
because we do not settle,
we always seethe,
we roil, we wrack, we wreck
ourselves and our wives and our children,
ourselves and our friends and their children,
ourselves and our wives and their friends.
Adios.
Así lo escribo yo,
y allá tú,
si entiendes lo que te escribo,
cuando te escribo
Adios.
Truths and troubles we tell them,
hurts and hatreds we tell them,
how it all began and how it will end,
who did what to whom and for what reason.
Who’s to blame and what the punishment should be.
We spare them nothing.
We tell todo, then go on to more.
We break them with our brokenness
until they are broken too.
73 paralelosur
POESÍA [
Raquel Delgado
Raquel Delgado
MIEDO A MORIR EN EL OLVIDO
DESEARÍA PERDER EL JUICIO
Raquel Delgado
Raquel Delgado
] POESÍA
¡¡Maldita seas!!
De otro modo, habrías muerto.
Caminas con aires de grandeza
Y sabes que eres otra cosa,
Te crees el centro del mundo
Pero no es así.
Con el tiempo
Se rindieron a tus pies,
Y ahora temes que contaminen
Tu pureza ya corrompida.
Crees que eres indispensable
Pero no siempre eres necesaria,
Crees que serás eterna
Que tu gloria es inmortal.
Temes perder el amor
De quienes un día fueron tus hijos,
Temes que pierdan
U olviden sus raíces.
Eres vulnerable, aunque infinita
Te mueres,
No eres consciente de ello
Pero te estás muriendo.
Sabes que has cambiado
Que no eres la misma.
Si escuchas las necesidades
De tu pueblo,
Puede que llegues a entender
Quién domina a quién.
Fue necesario madurar, evolucionar
Tomar conciencia,
De las necesidades
De tu pueblo, sin embargo
Eres importante,
Pero no imprescindible.
Sientes como
Poco a poco desaparece,
Esa fluidez de movimiento
Que solía caracterizarte.
Otras,
Tan grandes como tú
También lo creyeron.
Sin embargo,
Se perdieron en el olvido
Y murieron dejando tras de sí
Tan solo su recuerdo.
Sabes
Que no eres mejor
Y, sin embargo,
Miras con descaro
A la pobre Malinche,
Porque imita tus pasos
Copiando tus andares.
Te creces ante ella
Y olvidas que tú también fuiste joven,
Y que una vez copiaste los andares
De bellas musas legendarias
Que murieron con tu llegada.
Tú, joven y altiva
Rebosante de vida y futuro,
Como reina de Castilla fuiste idolatrada.
Fuiste el símbolo de una nación
Y con orgullo te impusiste
Allí donde otras reinaban.
paralelosur 74
Sabes,
A veces te odio
Porque contigo no puedo expresar
Lo que reside en mi corazón.
Tal vez,
Eres única,
Parece que lo has olvidado.
Y no comprendes lo que,
La falta de identidad supone
Para los Nadies de la frontera.
Aquellos que no somos
Ni de aquí ni de allá,
Y que gracias a tu intolerancia,
A tu miedo y rechazo.
Pero si es necesario
Renunciaré a ti
Para adoptar una nueva madre
Que ilumine mi camino.
Eres rica,
Pero el pueblo se muere de hambre.
Posiblemente jamás
Consigamos hallar
Nuestro hogar.
Crees que tus normas están
Por encima de todo,
Y no te das cuenta
De que nadie las cumple ya.
No hay motivo alguno
Para que te sientas amenazada.
Cierra los ojos
Y abre bien los oídos
Mírate al espejo
Para ver quién eres realmente.
Posiblemente,
Encuentres la respuesta
En este niño
Desearía perder el juicio
inseguro que me ata
de pies y manos.
Desearía dejarme arrastrar
por la brillante locura
que bendijo a
Don Alonso Quijano,
y correr desnuda
entre la multitud pasiva.
Desearía poder morir
gritando y riendo a la vez,
y volar más allá de los “beyond”.
He colgado mis pieles flácidas
en el armario.
Quiero vestirme sólo con los cuerpos,
ya inertes,
de los absurdos que
nacieron y murieron en mí.
Quiero que la luz difumine mi rostro pálido.
Quiero desaparecer en medio de la nada
que me rodea,
y ser borrada de la historia
con el olvido.
Deja ese estúpido orgullo atrás
Y, sobre todo,
Haz ver a todos aquellos
Que te llevan en un altar,
Que aquella época que tanto vanaglorian
Pasó de largo
Que todavía
No ha decidido,
Si dirá SÍ
O si dirá YES.
Y aunque siempre hablan de ti
Como la que fuiste,
Deberían reconocer que has cambiado,
Has evolucionado.
75 paralelosur
POESÍA [
Eduardo Moga
Eduardo Moga
] POESÍA
SOLILOQUIO PARA DOS [ fragmento ]
Eduardo Moga
DIME, ALMA, qué cincel has empleado
para que sea yo tu forma,
qué sombra subyace en mi sombra,
o qué memoria soy, qué invertebrada
conciencia.
¿Has moldeado el aire?
¿Asientes a mis volúmenes, a mis ojos?
Acaso sea hijo de tu luz,
y acaso ese resplandor aterido
me rescate de lo inconcebible
y me alimente de lo mortal:
tu fiebre me unce al ser.
¿Qué extraña potencia, alma,
constituyen mis manos?
¿Son las tuyas?
¿Tienes tú manos?
¿Ven?
Dime, oh, alma, si es tuyo este silencio
o si son los engranajes de mi cuerpo;
dime si dictas tú mi sangre
o es mi sangre la que te articula;
dime si eres mortal
o sólo sucumbes al azar.
¿Existes, alma?
¿Existo yo,
o soy un arañazo de la nada?
Te hablo, y no sé a quién.
¿Por qué es tu transparencia
mi opacidad?
¿Por qué desconozco tu idioma,
si en mí converge cuanto hay,
y me iluminan soles dispares,
y recae en mi piel el peso de lo que se aleja?
¿Por qué no te veo, alma,
si advierto las hondonadas celestes,
los remolinos de la fragilidad?
Me oigo anochecer, y morir,
y construirme;
te niego, alma: niego tu azul
y tus guadañas;
niego tus células,
en las que cunde lo incomprensible.
Y oigo tu levedad,
que me atenaza; y aquilato
tu soplo homicida,
el fluir de tu ausencia
por mis capilares
y mi ropa.
¿Eres, alma?
¿Determinas mi latitud y mi penumbra?
¿Coses mis latidos?
¿Me acunas?
¿Por qué no recalas
en mis signos, y fotografías mis miedos,
y me ratificas en tu hoguera sin causa,
ajena al tacto, despojada de tildes,
pero que siento en el fondo de mi nombre,
derramada,
derramándose?
¿Por qué no lloras?
¿Qué mar es el tuyo, alma?
¿Te poseo
o soy yo tu objeto?
¿Qué abstracciones, pájaros,
estragos
son tu carne,
o la mía? […]
Fragmento inicial de Soliloquio para dos,
recientemente publicado en La Garúa.
paralelosur 76
77 paralelosur
POESÍA [
Carlos Vitale
Carlos Vitale
] POESÍA
EL ESTADO DE LA CUESTIÓN y otros poemas
Carlos Vitale
JORNADA
OTRA VUELTA DE TUERCA
Tú, de pie, desnuda en la penumbra.
Tu espalda es el arco del conocimiento.
Desde la cama, observo y espero.
Cuando te vuelvas me dirás quién soy.
Sin otra luz que mi deseo.
Y nada más que sed
y vasos rotos.
NEUCHÂTEL
EL ESTADO DE LA CUESTIÓN
No te fíes
de la alianza del lago.
Has parado la noche, pero me has negado el día.
LIMOGES
RISAS DE COCODRILO
No te engañes.
El de la foto
tan sonriente
ya era infeliz
(tú lo sabes,
bien que lo sabes).
Contémplalo ahí detrás,
público o comparsa,
borroso
incluso en primer plano.
Las ramas
arañan
el río
con dedos
atónitos.
SOBRE UNA ESCULTURA DE FINA OLIVER
De tallos de metal
florecen alas.
Sonríe
aunque esté muerto.
Si le pides
que se adelante
no da sombra.
ÍTACA
Y si he llegado,
¿qué haré de mí?
Convéncete:
sólo la sombra
no da sombra.
paralelosur 78
79 paralelosur
ENTREVISTA [
Enrique Vila-Matas . Fernando Clemot
Enrique Vila-Matas . Fernando Clemot
] ENTREVISTA
Sostiene
Pasavento
Enrique Vila-Matas
Enrtevistado por Fernando Clemot
La última década ha consagrado a Enrique Vila-Matas
(Barcelona, 1948) como una de las figuras indiscutibles de
la literatura europea. Esta circunstancia no es más que la
culminación de una sólida trayectoria literaria que inicia
en 1977 con la publicación de La asesina ilustrada y que
continuó con obras tan notables como Historia abreviada de
la literatura portátil (1985), Lejos de Veracruz (1995), El viaje
vertical (1999), Bartleby y compañía (2000) o El mal de
Montano (2002).
Según afirma el autor su última novela, Doctor Pasavento,
representa el cierre del exitoso eje formado por sus héroes
Bartleby-Montano-Pasavento. Pudimos hablar sobre esta
última obra, Walser y Pasavento, Nápoles y París, la huida,
Enrique Vila-Matas no obsequia nuevamente con un maravilloso viaje a las fronteras de la soledad y la locura.
¿Cómo nace Doctor Pasavento? No parece surgir de
una anécdota...
Me puse a escribir Doctor Pasavento porque quería
comentar, a través de una narración, la historia de la aparición y posterior desaparición del sujeto en Occidente;
quería comentar la historia de la subjetividad desde
Montaigne a Blanchot.
Postula en Doctor Pasavento que sólo se pueden observar las señales más ocultas desde el alejamiento,
viviendo “en las costuras del mundanal ruido” ¿Es la
mejor forma de reflexionar sobre la sociedad el alejamiento de ella?
Comprendo que para un joven que lea todo eso de “vivir
en las costuras del mundanal ruido” tienen que resultar desconcertantes las inclinaciones del doctor Pasavento, pues lo
lógico es que, si es activo y con ambiciones, ese joven desee
meterse de lleno en el mundo, entrar en el combate de la
vida. Yo no quiero frustrar antes de tiempo a nadie, de
modo que vamos a dejarlo de la siguiente forma: se trata
sólo de las tendencias a apartarse del mundo de un personaje de ficción; un doctor que tiene, además, varias personalidades; una de las cuales, por cierto, le lleva siempre a lo
contrario de querer desaparecer. En cuanto al autor de ese
personaje (es decir yo mismo), comparte con Pasavento
alguna de esas inclinaciones, pero no a tiempo completo,
del mismo modo que uno puede creer en Dios y al mismo
tiempo no creer en él. A mí me gusta mucho estar y no
paralelosur 80
estar, del mismo modo que hay cosas que no han sucedido
nunca y tal vez nunca sucedan, nunca existan, y sin embargo están ahí puesto que hablamos de ellas.
forma me resultarían más difíciles de encajar en mis textos.
Pero que conste que si algo no soporto es a los locos que
están locos de verdad; suelen ser unos imbéciles notables.
Usted ha afirmado que admira de Walser su repugnancia por el poder, su renuncia al éxito... ¿De veras
estropea tanto la fama?
Lo que me interesaba en esa repugnancia por el poder
era señalar a un tipo de escritor (Kafka era otro) que tenía
muy claro que, cuanto más alejado del poder se encontrara, mejor sería la vida para él.
Doctor Pasavento es posiblemente la más extensa y
densa de sus novelas, ¿supone el cierre definitivo de
un ciclo?
Es más que probable. Pero también hay que saber que
nada en este mundo queda cerrado del todo. De modo
que no sería de extrañar que, tras una excursión por otros
parajes, un día regresara a mi paisaje Bartleby-MontanoPasavento.
Resulta curioso que uno de los ejes de la novela sea
la figura de Robert Walser, un autor no demasiado
familiar en el ámbito hispano ¿Por qué Walser? ¿Qué
relación le une a este autor?
¡En el ámbito hispano! El mundo es mucho más grande que el ámbito ese. Me han reprochado en Sevilla, por
ejemplo, en un programa de televisión, que hable de
Walser al que nadie conoce en Andalucía. Pero Walser es
fundamental para cierta comprensión de Kafka, que fue el
escritor más importante del siglo XX. Walser es suizo,
tampoco es que sea un extraterrestre. Y bueno, yo he dado
conferencias en Zurich y en Basilea y he hablado largo
rato del sevillano Cernuda y nadie se ha escandalizado
por algo así; al contrario, lo conocen a Cernuda en Suiza
y, es más, sospechan que como mínimo era tan bueno
como García Lorca... En cuanto a todo lo que me une con
Walser procede del deslumbramiento que me produjo,
hace ya una friolera de años, la lectura de su impresionante libro Jakob von Gunten... No es que me guste ser
extranjero, es que lo soy: ya he dicho muchas veces que
me gusta –como posición metafísica ante la vida- ser como
Walter Benjamin en la frontera de Port-Bou en su último
día: “No tener nada y ser extranjero siempre”. Y, por otra
parte, ¿por qué tendría que leer a la española Lucía
Echevarria pudiendo leer a Fleur Jaeggy, Virginia Wolf o
Simone Weil, muy superiores francamente?
La locura es una de las temáticas principales de esta
novela ¿Está el mayor galardón del loco en su libertad?
Les confieso que me encanta en la libertad en la escritura
y, por eso –como Cervantes en El licenciado Vidriera– recurro a veces a ella para poder decir ciertas cosas que de otra
A vueltas con el ciclo... Hay quien dice que empezó
con Bartleby y compañía pero también con Historia abreviada de la literatura portátil o con Suicidios ejemplares...
¿Qué obras cree que lo engloban?
Todas mis obras están, como es lógico, conectadas.
Creo yo, vamos.
Su editor, Jorge Herralde, calificó la novela como
“una catedral de la metaliteratura” ¿echa en falta
alguna pieza a esta obra o está satisfecho con el
resultado? ¿Se despide definitivamente con ella de la
metaliteratura?
Se olvida en España que El Quijote no sólo es una industria de algunos catedráticos, sino la obra que funda la
metaliteratura mundial. Despedirme de esa metaliteratura
sería como despedirme de Cervantes y abrazar a Jacinto
Benavente.
Usted afirmó en cierta ocasión que “la novela del
futuro será multirracial o no será nada”. ¿Qué rasgos
definirían a esa novela del futuro?
Si yo supiera cómo será la novela del futuro, la estaría
ya escribiendo.
Los sambenitos... Se dice de usted que es un escritor
de escritores ¿Cómo rebatiría esta afirmación?
Debe haber muchos escritores porque cada día aumenta más el número de mis lectores.
¿Podría darnos algún anticipo de sus próximos trabajos?
Llevo dos proyectos al mismo tiempo, a cual más secreto.
81 paralelosur
ENTREVISTA [
Fernando Arrabal . Iván Humanes Bespín
Fernando Arrabal . Iván Humanes Bespín
] ENTREVISTA
Fernando Arrabal
Entrevistado por Iván Humanes Bespín
Fernando Arrabal nació en Melilla en agosto de 1932.
Bucear en su biografía es toparse con una cantidad pánica
de obras, con novelas como Baal Babilonia, La torre herida
por el rayo, La hija de King Kong, etc., con un centenar de
libros ilustrados por Amat, Dalí, Magritte, Miotte, Saura,
etc., con obras de teatro: Pic-Nic, La noche también es un sol,
Las delicias de la carne, El arquitecto y el emperador de Asiria,
Carta de amor, etc., el memorandum Houllebecq, cine: Viva la
muerte, ¡Adiós Babilonia!, Iré como un caballo loco... y más.
Fue premio nacional de ”superdotados” a los diez
años y Nadal de novela cuarenta años después. A pesar
de ser una de los escritores más controvertidos de su
tiempo, ha recibido el aplauso internacional por su obra
(Gran Premio de Teatro de la Academia Francesa, el
Nabokov de novela, el Espasa de ensayo, el World’s
Theater, etc.). Con Jodorowsky y Topor fundó en 1963 el
Movimiento Pánico.
Milan Kundera dijo de él: ”El universo de Arrabal es
un mundo tan fantástico y loco que este mundo se transforma en relato de una forma que a nada se parece... Así
consta una vez más: Arrabal no se asemeja a nadie y el
grado de su desemejanza alcanza el límite de lo concebible. Sólo se asemeja a sí mismo...”.
En su página: www.arrabal.org puede leerse el Segundo
Manifiesto pánico.
¿A qué se debe su admirable fertilidad? Cartas, conferencias, obras de teatro, libros y más libros, definiciones, arrabalescos y jaculatorias, más partidas de
ajedrez y Fischer…?
Fertilidad… la de Calderón o Lope de Vega [quien
confesó al morir que nunca le había gustado “La divina
comedia”]. Muy lejos de ellos, le dire cuasi humildemente, que también he sido el actor protagonista de films
como “Pièges” de Baratier (con Bulle Oggier y Bernadette
Laffont), he dirigido siete películas, once de mis propias
obras teatrales y dos óperas, he hecho collages, he pintado cuadros, dibujo por fax etc. Mis genes son los responsables de la profusión. Y mi circunstancia de la instalación
artística. La vida va de derecha a iquierda del dolor a la
nostalgia, del arte a su representación.
paralelosur 82
¿Qué es para usted el teatro?
Es una fiesta de barbarie y refinamiento: como, las de mi
infancia, en Ciudad Rodrigo: un acto solitario y marginal
gracias al cual se puede leer la filosofía en su propio texto.
¿Los premios literarios benefician al escritor o al
promotor del premio?
Los premios gordos son nefastos: raros son los escritores que no han sucumbido a ellos. Los menos perjudicados se han pasado de cinco a diez años sin escribir. Los
más dañados perecieron en fiestas y presentaciones sin
emborronar una página hasta la muerte. Los premios literarios son una lotería en el tubo de la risa. Nunca se sabe
a quién van a beneficiar. Esta incertidumbre felizmente no
reina en España. Estan distribuidos con adelanto a dedo
por financieros deslumbrantes y rancios personajes políticos. Suelen hacerlo en astracanadas divertidísimas. Las
televisiones envian a sus mejores reporteros de las páginas
del corazón. Los premios tienen una virtud: tranquilizan
al comprador, como la etiqueta de una morcilla. Con la
fecha hasta cuando hay que consumirlo. Los premios que
reciben los lúcidos les causan aburrimiento. Valle Inclan
terminó contando sábanas en su oficina romana. Y pensar
que creyó que aquel nombramiento era un premio.
Es posible (no lo aseguraría) que fuese Enrique VilaMatas el que dijera en una entrevista que el canon
literario español está dictado por las mafias, ¿qué es
eso del ”canon literario”?
Hay que preguntárselo a los canónigos de la literatura.
Desgraciadamente no creo que pertenezca esta élite hispana. Mientras la literatura del pais se embadurna con un
optimismo revolucionario cretino; la ciencia del mundo
de hoy es trascendentemente patafísica. Basta ya de literatos amaestrados.
Ubú, tirano corrupto de Ninguna Parte… ¿Se ha encontrado con muchos tiranos a lo largo de su obra-vida?
Incluso les he dirigido alguna que otra carta. Pero Ubú
es una figura que pervive bajo toda clase de disfraces políticos. Desgraciadamente, algunos tiranos parece ser que
tienen una pasta dentífrica que les hace la sonrisa más
atractiva... Nada tienen que ver estos mamelucos con el
ahogo vital de un Buda.
¿Qué tiene como prioritario el arte?
El arte es lo que perdura cuando se han olvidado todas
las recetas culturales. Lo que más necesita es la libertad y el
genio, como nos lo muestra Cervantes. Pero los imbéciles
de las charlotadas de hoy se divierten repartiendose cascabeles culturales en los ministerios y bibliotecas dela nación.
¿Qué es lo que más detesta en el mundo?
El fanatismo. Todo lo que justifica el crimen y el abusar
uno de su poder haciéndose el generoso a costa ajena. El
progreso es la quimera de personas a las que desertó la
inteligencia. No merecen ni la resurrección de los muertos.
Los cien golpes, de Melissa Pinarello, La vida sexual
de Catherine Millet, libros que rompen el superventas. ¿Hay que escribir con el sexo en la boca para
sobrevivir en la literatura?
No. Tampoco hace falta descifrar códigos secretos. Ni
escribir con los pies como los egregios nacionales. El
poeta sueña con parecerse a un gato salvaje.
¿Cómo superar un bloqueo literario? ¿Y el sexual?
No sé lo que es el bloqueo literario hasta ahora… Pan me
libre. En cuanto a lo demás, ¿se le ha ocurrido alguna vez
preguntarle a Miss Viagra cómo hay que escribir una novela? Toda esa parodia sexual huele a cocina rancia: merece
todos los premios que recibe en Barcelona y Madrid.
Tríbada, Escuela de Mandarines… Creo que le ha
producido una orgiástica impresión el escritor
Miguel Espinosa ¿Es acaso el gran olvidado de la
literatura española? ¿Qué le ha impresionado de
Espinosa?
Espinosa ha intentado abarcarlo todo en una novela
con un juego filosófico de malabarista y autista. Para él el
amor es aburrido y decepcionante por eso no cesa de dar
vueltas en torno a él.
Las matemáticas y la teoría de motivos, ¿ha descubierto el motivo de la literatura?
Cuando se haya descubierto el motivo de las decisiones
divinas, o del clima quizá se arroje alguna luz sobre el
motivo de la literatura. El tiempo matematico como el
poetico es un círculo sin fin: es capaz de dar vueltas sobre
si mismo.
Hay escritores reacios a asomarse a las aguas de
internet, en usted no es así. Su página web actualizada permanentemente, publicaciones en medios
digitales… ¿Qué nos da internet y qué nos quita?
Es como los albergues españoles en la época de
Cervantes: ni quitan ni ponen. En internet encontramos
nuestra propia contribución. No es algo mágico. Es la
suma de todo lo que cada uno ha querido decir. Como son
incapaces de concebir modificaciones todo les fuutra de
verdaderos acontecimientos.
¿Quiere darnos dos consejos y medio para el escritor
principiante?
Uno solo: tú que entras aquí, pierde toda esperanza: tienes
que acostumbrarte a la calumnia y a la envidia. Si eres un verdadero escritor ¡ sigue adelante! .Y no olvides que también
Eros esta conectado misteriosamente con la muerte.
83 paralelosur
CRÍTICA [
Julieta Yelin
Alejandro Tellería
Gestual
de Mireia Vidal-Conte
La hora azul
de Alonso Cueto.
Barcelona, Pagès Editors, 2005. Reseña de Julieta Yelin
Barcelona, Anagrama, 2005. Reseña de Alejandro Tellería
Los gestos son patrimonio inalienable de la oralidad; si
hay algo de lo que carece fatalmente la escritura es de ese
otro decir de las manos, de los ojos, del ritmo de la respiración, de las tonalidades de la voz. A la palabra literaria el
mundo de las modulaciones y los ademanes le está vedado
por completo, y es que la gestualidad sólo significa frente a
la mirada del otro -se escribe solo, se lee solo, más allá de
las condiciones concretas de escritura y de lectura, siempre
está uno solo ante el texto. Los gestos provocan un espesamiento y una patentización del lenguaje, pero también
pueden ser pensados como un ejercicio del pudor: con gestos arropamos las palabras para mostrárselas a los otros; la
palabra escrita, en cambio, anda siempre desnuda. Gestual,
primer poemario de Mireia Vidal-Conte, tematiza esa desnudez inventando una gestualidad de la soledad, una gestualidad íntima, inaccesible y perdida de antemano por la
mirada ausente. Eso que hago y pienso cuando estoy sola,
pareciera decir la voz poética, eso es lo que deseo reconstruir para los otros, que casi siempre es otro, un tú que sostiene omnipresente todo el libro. Es el testigo, el medio
para que exista lo inconfesable. Este juego, que consiste en
mostrar un ocultamiento, en hacer ver lo invisible, recorre
cada gesto, cada poema.
Gestual es un poemario de la intimidad que, como no es
ingenuo ni pretende reproducir el mito de la identidad
secreta ni el del solipsismo, pone al tú en el corazón de cada
poema: Tú, te, tuyo, tuya, de ti, y los verbos conjugados en
segunda persona, a menudo orientados hacia la voz poética, los me miras, me dices, me ofreces, me apartas, y los no me llames, no me inventes, no me lleves, no me nombres. Tú en el centro de yo, tú que hace visible yo, que ocupa el lugar de yo,
que desdobla el yo, que es voz y oído al mismo tiempo. Tú
como única coartada del yo, como única posibilidad de
encuentro con lo íntimo, pues pareciera no haber más intimidad que la compartida, que la que se hace perceptible en
el encuentro con otra.
La voz que pronuncia ¿me oyes? dice también ¿me
oigo?, y ese es quizás el efecto poético más importante de
Gestual, su capacidad de mostrar y dejar oír con delicadeza y lirismo los ecos, los desdoblamientos que crean imágenes poderosas, como la puesta en abismo del mirarse a
los propios ojos: Passant per sobre de tots els meus cadàvers /
apareixo jo mirant-me / en l’última cara que puc posar. (Pasando
por encima de todos mis cadáveres / aparezco yo mirándome /
En la última cara que puedo poner).
Y, como último abismo, el gesto de escribir. Irrecuperable,
sepultado por el peso de la letra, afirma y sostiene toda obra
poética. ¿Cómo escribe Mireia? Yo diría: erguida y con
mano firme, inclinándose de vez en cuando sobre el poema
o sobre el espejo para medir las distancias, para asombrarse
y asombrar con el hallazgo de algún indicio de sí misma.
Así, asomada al misterio de lo que su gesto hace nacer,
termina el libro:
dueS veus
esperO
Hi ha un segon diàleg interior
mentre parlo amb tu.
De sota la meva roba
surten eflivis i rastres
que tu no saps.
que tu no esperes ni en les meves costures.
Et dic que,
Parlan-te, parlo doble.
diametralmente opuesto al del peruano del interior. Salvo
contadas excepciones, el conflicto literario de estos dos
mundos ha servido históricamente para poco más que aligerar una lectura, a través de segundos planos que aumentasen la simpatía o el odio a un personaje central, o creando un malvado pudiente y blanco que refriega en la cara la
miseria del sufriente cholo a quien nada le sale bien. Cueto
sienta sus reales en ese miedo y ahonda en la problemática
de Miriam, que no es otra que la de la sangre derramada
por las víctimas anónimas del terrorismo y los soldados que
lo combatieron. Y va más allá aún, cuando hace interactuar
y coincidir a estos dos universos; de manera brutal e injusta quizá, pero proponiendo la posibilidad de que dos seres
nacidos en realidades distintas lleguen a unirse.
La portada de la edición de Anagrama lleva la fotografía en blanco y negro de una mujer, de rasgos genuinamente sudamericanos, que enlaza perfectamente con el
personaje de Miriam y que, como es poco frecuente, contribuye a la fascinación en que se puede convertir la lectura de un libro sangrante, inspirado, imprescindible.
Tot i que si preguntes
al no-res del taronger
trobes –perquè vols-
Mentre legeixes aquets versos
-em sents?-
paralelosur 84
La última novela del peruano Alonso Cueto ganó el Premio
Herralde; muy bien escrita, la mejor de toda su obra, influjo
chandleriano, giro con respecto a su obra anterior, carveriano
para llamarlo de alguna forma. Todo lo que precede se estanca
en la fórmula inevitable que pergeña reseñas habituales de
libros habituales y que no aplica a éste.
La hora azul muestra el violento pasado terrorista marcado por Sendero Luminoso en el Perú a finales del siglo pasado, y desde allí presenta el entorno sosegado del exitoso
abogado Adrián Ormache, la dura historia de la enigmática
Miriam y la de Ormache padre, un alto oficial de la armada que sirvió en aquel Vietnam real-pero-no-muy-maravilloso que se montó en las alturas peruanas de Ayacucho. He
aquí un acierto histórico de este ”cuento de hadas al revés”,
como lo ha definido él mismo refiriéndose al camino inverso de Adrián desde el bienestar al dolor, y ”cuento de hadas
en doble dirección” como lo vemos nosotros sumando a
esto el recorrido de Miriam del infierno a la beatitud: describir milimétricamente una historia secreta a voces, algo a
lo que los peruanos están menos habituados de lo que son
capaces de admitir en sinceridad. Como en muchos países
del tercer mundo, el peruano de Lima vive en un mundo
] CRÍTICA
fruits meus
85 paralelosur
CRÍTICA [
Alberto Caturla Viladot
Retorno 201
de Guillermo Arriaga.
Madrid, Páginas de espuma, 2005. Reseña de Alberto Caturla Viladot.
Guillermo Arriaga, más conocido como guionista -Amores
Perros o 21 gramos- que como escritor (aunque cuente con tres
novelas en su haber), publica en España un libro de relatos
escritos, en su mayoría, hace veinte años. Retorno 201 es, tal
y como figura en el epígrafe de la obra, el nombre de una
calle «ubicada en una colonia al sur de la ciudad de México»
y a su vez el espacio imaginario por el que deambulan los
personajes de estas historias. Algunos de ellos transitan por
más de un relato –de entre todos especialmente destaca la
figura del doctor Río- dibujando las líneas maestras del
mundo de la colonia marcado por la violencia, el abuso y el
abandono. Cuentos como “195” (el cual empieza: «Rómulo
retira su pene exhausto del surco pegajoso de la mujer y
envuelve su cuerpo con las sábanas raídas»), el “Invicto” o
“Una cuestión de honor” nos han recordado a otro
Guillermo, cuentista y chilango también, en su exploración
de cierto realismo sucio asociados a los modelos de conducta de la calle del D.F., aunque Arriaga no llegue -o busquela contundencia expresiva de Fadanelli.
La propuesta más interesante del libro consiste en el ensayo que el autor lleva a cabo con el discurso narrativo fragmentario, dentro del relato breve. El volumen puede leerse
como un despliegue de las diversas posibilidades de contar
una historia utilizando diferentes estrategias que pauten el
discurso. Nos podemos fijar, por ejemplo, en los diferentes
recursos que emplea para introducir cada uno de los fragmentos. En la “Viuda Díaz”, historia de un amor no correspondido, Arriaga opta por un relato lineal de los acontecimientos encabezando cada una de las etapas de esa relación,
con un número romano. En cambio, en “195” utiliza la
numeración arábiga (hasta el 31) en lo que puede interpretarse como una alusión a la cuenta atrás del conflictivo embarazo que se nos explica. En el “Invicto” se opta por titular
alternativamente cada fragmento con los apodos de uno de
los protagonistas (el Vikingo y el Rat), en lo que resulta una
interesante aproximación al universo de la calle donde la
lucha por la identidad se cifra en el apodo que el grupo le
otorga –el nombre hace al hombre- . O bien, en la estremecedora historia “Lyli” observamos cómo los breves fragmentos se suceden simplemente separados por un doble espacio,
variando de uno a otro el punto de vista y la voz narrativa.
La pregunta inmediata que puede surgir al lector es en
qué medida cada historia solicita esa experimentación en
el contar. Nuestra respuesta es que Arriaga casi siempre
acierta en su elección.
/////////////////////////////////
/////////////////////////////////
/////////////////////////////////
/////////////////////////////////
/////////////////////////////////
/////////////////////////////////
/////////////////////////////////
/////////////////////////////////
/////////////////////////////////
/ / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / Final
paralelosur 86

Documentos relacionados