Viviendo con la seguridad de que Dios nos disfruta (Lc. 15)

Transcripción

Viviendo con la seguridad de que Dios nos disfruta (Lc. 15)
COMUNIDAD CRISTIANA PRECURSORA – MIKE BICKLE
Viviendo con la seguridad de que Dios nos disfruta (Lc. 15)
I.
JESÚS REVELÓ AL PADRE
A.
La necesidad más grande que tenemos es la de saber que somos disfrutados por Dios, aun en
nuestra debilidad. Cada persona fue creada con el anhelo de ser buscado, disfrutado y gozado por
Dios aun en nuestra debilidad. Una atadura prevaleciente en muchos, se relaciona con el temor al
rechazo y el trauma de la vergüenza.
B.
Uno de los propósitos principales de Jesucristo en su ministerio fue el de revelar al Padre a la
raza humana. Si entendiésemos la enseñanza, misión y personalidad de Jesús, entonces
conoceríamos al Padre. Al ir estudiando los evangelios para ver lo que Jesús hizo y dijo, vamos
entendiendo la personalidad del Padre.
7
Si me hubierais conocido, también hubierais conocido a mi Padre (…)8Felipe le dijo: Señor,
muéstranos al Padre, y nos basta. 9 …El que me ha visto a mí, ha visto al Padre… (Jn. 14:7-9)
C.
Israel había entendido a Dios, más que nada, como el creador ilimitado; por tanto, ellos estaban
contentos con temblar ante su gran poder al adorarle a la distancia. Jesús les enseñó que su Dios,
el gran creador, también era su Padre a quién se podían acercar con confianza. Esto ocurre
cuando vamos comprendiendo el afecto tierno, la misericordia y el gozo que el Padre tiene para
con nosotros.
D.
El tener acceso a la presencia del Padre es el privilegio más grande que un ser humano pueda
tener. Pablo enfatizó que Dios deseaba que nosotros tuviésemos valentía y confianza para
acercarnos al Padre.
11
conforme al propósito eterno que llevó acabo [el Padre] en Cristo Jesús (…) 12en quien
tenemos libertad y acceso a Dios con confianza por medio de la fe en Él… (Eph. 3:11-12)
19
Entonces, hermanos, puesto que tenemos confianza para entrar al Lugar Santísimo [La
presencia de Dios] por la sangre de Jesús (…) 22acerquémonos con corazón sincero, en plena
certidumbre de fe… (Heb. 10:19-22)
E.
El Padre nos ama con la misma intensidad con la que Él ama a Jesús. Esta es la revelación
suprema y fundamental de nuestro valor; y le da a cada creyente la visión correcta de sí mismos
como «el favorito de Dios».
23
F.
para que el mundo sepa que tú (…) los amaste tal como me has amado a mí... (Jn. 17:23)
La personalidad de Jesús y sus enseñanzas eran un deleite para los discípulos, así que disfrutaban
mucho el estar en su presencia. Él les enseñó que la personalidad del Padre era igual de atractiva.
Él sabía cuánto el Padre deseaba disfrutar una relación profunda con cada miembro de su familia.
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Viviendo con la seguridad de que Dios nos disfruta (Lc. 15)
G.
2
Muchos tienen la percepción de que Dios se encuentra, por lo general, enojado o triste cuando
se relaciona con nosotros. «¿Cómo se siente Dios cuando le mira?». Esta es una de las preguntas
más importantes de nuestra jornada espiritual. Nuestra forma de acercarnos a Dios en nuestra
debilidad se ve afectada por nuestra percepción de las emociones de Dios para con nosotros.
4
¿Qué hombre de vosotros, si tiene cien ovejas y una de ellas se pierde, no deja las noventa y
nueve (…) y va tras la que está perdida hasta que la halla? 5Al encontrarla, la pone sobre sus
hombres, gozoso (…) 6y cuando llega a su casa, reúne a sus amigos (…) diciéndoles: Alegraos
conmigo, (…) 7habrá más gozo en el cielo por un picador que se arrepiente por un pecador que
se arrepiente (…) 10De la misma manera, os digo, hay gozo en la presencia de los ángeles de
Dios por un picador que se arrepiente. (Lc. 15:4-10)
II.
LA PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO (LC. 15:11-32)
A.
No nos cuesta trabajo creer que Dios nos disfruta y ama en el cielo o aun en la tierra una vez que
alcanzamos madurez espiritual. Pero Dios nos disfruta ahora ¡aun en nuestra inmadurez! Jesús
mencionó que el Padre y los ángeles se llenaron de gozo y se alegraron ante el arrepentimiento
de los hijos pródigos. (Lc. 15:4-5, 20).
11
Jesús dijo: Cierto hombre tenía dos hijos; 12y el menor de ellos le dijo al padre: «Padre, dame
la parte de la hacienda que me corresponde» (…) 13él hijo menor, juntándolo todo, partió a un
país lejano, y allí malgastó su hacienda [su herencia] viviendo perdidamente. 14Cuando lo había
gastado todo (…) 15Entonces fue y se acercó a uno de los ciudadanos de aquél país, y él lo
mandó a sus campos a apacentar cerdos. 16Y deseaba llenarse el estómago de las algarrobas
que comían los credos, pero nadie le daba nada. (Lc. 15:11-16)
B.
Jesús siente compasión sobre los hijos pródigos cuando se arrepienten. A pesar de que el recién
arrepentido e inmaduro hijo pródigo todavía tenía muchas áreas de su vida que necesitaban ser
transformadas.
17
Entonces, volviendo en sí, [arrepentimiento], dijo: «¡Cuántos de los trabajadores de mi padre
tienen pan de sobra, pero yo aquí perezco de hambre!! 18Me levantaré e iré a mi padre, y le diré:
‘Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; 19ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; hazme
como uno de tus trabajadores’». (Lc. 15:17-19)
C.
Dios no confunde la inmadurez espiritual con rebeldía. Dios ama a los no creyentes, sin embargo
Dios ama y disfruta a los creyentes. Él inmediatamente se deleita sobre nosotros en el momento
de nuestro arrepentimiento. Él sonríe sobre nosotros cuando empezamos el proceso de
crecimiento con arrepentimiento, mucho antes de que alcancemos la madurez.
20
Y levantándose, fue a su padre. Y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió
compasión por él, y corrió, se echó sobre su cuello y lo besó. 21Y el hijo le dijo: «Padre, he
pecado… ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo». (Lc. 15:20-21)
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Viviendo con la seguridad de que Dios nos disfruta (Lc. 15)
D.
3
Dios disfruta a sus hijos pródigos y se alegra con ellos y por ellos. El padre dio a conocer esto al
darle al hijo pródigo las mejores vestiduras y el anillo de la familia el mismo día que regresó.
22
el padre dijo a sus siervos: «Pronto; traed la mejor ropa y vestidlo, y poned un anillo en su
mano y sandalias en los pies; 23y traed el becerro engordado, matadlo, y comamos y
regocijémonos; 24 porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha
sido hallado». Y comenzaron a regocijarse. (Lc. 15:22-24)
E.
Esta parábola no se trata principalmente del hijo que perdió su herencia, sino de un padre que
pierde a su hijo y de cómo lo recuperó. Podemos tener un nuevo comienzo con Dios, como
ciudadanos de primera clase, después de un arrepentimiento sincero. Nosotros apretamos la tecla
de «borrar» y nos paramos confiadamente delante de Dios.
25
Y su hijo mayor (…) oyó música y danzas (…) 28Entonces él se enojó y no quería entrar. Salió
su padre y le rogaba que entrara. 29pero respondiendo él, le dijo al padre: Mira, por tantos años
te he servido y nunca he desobedecido ninguna orden tuya, y sin embargo, nunca me has dado
un cabrito para regocijarme con mis amigos; 30pero cuando vino este hijo tuyo, que ha
consumido tus bienes con rameras, mataste para él el becerro engordado. 31Y él le dijo: Hijo
mío (…) todo lo mío es tuyo. 32pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque éste, tu
hermano, estaba muerto y ha vuelto a la vida… (Lc. 15:25-32)
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