Mongolia: El frío extremo obliga a las familias a abandonar sus
Transcripción
Mongolia: El frío extremo obliga a las familias a abandonar sus
Mongolia: El frío extremo obliga a las familias a abandonar sus tradiciones para vivir en barrios marginales urbanos De Pekka Reinikainen, Cruz Roja Finlandesa En mongol, dzud es un desastre silencioso. Muy pocas personas conocen esta palabra, aunque miles sufran sus consecuencias. No es una palabra fácil de traducir. El dzud viene precedido de un verano seco que provoca malas cosechas de heno para el invierno. El dzud negro se caracteriza por un frío extremo, hasta -50 ºC, y el dzud blanco es este frío acompañado de copiosas nevadas. Es un fenómeno que puede tener una importante repercusión en las vidas y sustentos de los habitantes de Mongolia. Los mongoles se han acostumbrado a lidiar con los efectos del frío pero el dzud mata al ganado cuando queda expuesto a temperaturas tan bajas y vientos intensos. Los animales también pueden pasar hambre, ya que la hierba queda enterrada bajo la nieve o encerrada en el hielo. Durante miles de años, los pastores mongoles nómadas se han sentido protegidos y seguros a cielo abierto en las estepas y desiertos de este extenso país. Sin embargo, como resultado directo del dzud, miles de pastores y sus familias se ven obligados a marcharse del lugar que consideran su casa y acaban hacinados en barrios marginales con tiendas de campaña en la capital, Ulán Bator, y otras ciudades. Durante el viaje desde la llanura inacabable a estos barrios de las ciudades, estas personas, antes libres, no sólo pierden su forma de vida, sino también cultura y tradiciones que han evolucionado con el paso de miles de años. El desarrollo de la economía de mercado, que comenzó en la década de los noventa, dejó a muchos mongoles sin empleo y se calcula que unos 150.000 más se dedicaron al pastoreo. El número de cabezas de ganado del país entre vacas, yaks, camellos, caballos, cabras y ovejas pasó de 26 millones en 1992 a 33 millones en 1998. El pastoreo excesivo magnificó los efectos del período de dzud. Mongolia experimentó su peor dzud en 2009-2010, cuando 8,5 millones de cabezas de ganado, el 18 por ciento del ganado nacional, murió durante el invierno. En la aimag (provincia) de Uvs, las temperaturas nocturnas cayeron hasta los -48 ºC y este frío duró 55 días. La región que más sufrió el embate del frío fue la de Uvurkhangai, que perdió 1,6 millones de cabezas, casi la mitad de su ganado. Al principio de la década, esta región sufrió cuatro dzuds, tres de ellos en años consecutivos. Entre 1999 y 2002, el dzud se cobró 11 millones de cabezas de ganado. Más de 9.000 familias perdieron todo su ganado y 33.000 familias perdieron la mitad. Para las familias mongolas pastoras, perder el ganado es como el fin del mundo y éste es el destino de decenas de miles de ellas, que se han trasladado a las ciudades, la mayoría a los barrios marginales de Ulán Bator. En respuesta al dzud, desde el verano de 2010 hasta la primavera de 2011, la Cruz Roja Finlandesa recibió fondos de la Dirección General de Ayuda Humanitaria y Protección Civil de la Comisión Europea (ECHO) para llevar a cabo un programa con la Cruz Roja Mongola. Casi 9.000 personas afectadas por el dzud recibieron asistencia para recuperarse con mayor rapidez y mejorar su resiliencia ante futuras catástrofes. El programa se centraba en las familias más vulnerables, como padres solteros u hogares donde la cabeza de familia era la mujer, familias excepcionalmente numerosas, familias en la extrema pobreza, así como familias con miembros que tuvieran discapacidades, en cinco provincias rurales y nueve distritos de la capital. Más de 2.700 hogares que todavía practicaban el pastoreo tradicional nómada recibieron apoyo en las provincias rurales y 5.040 personas, desplazados internos por haber perdido su ganado y su forma de vida, también fueron beneficiarios de visitas domiciliarias asistenciales y apoyo material. Asimismo, las actividades enmarcadas en el programa ayudaban a las comunidades, a las ramificaciones de la Cruz Roja y a las autoridades a estar preparadas ante el siguiente dzud. Mediante formación y otro tipo de apoyo, como reforzar las casas y aumentar las existencias de heno, la gente aprendió a recuperarse antes de la catástrofe. Desde 2009, la Cruz Roja Finlandesa, la Cruz Roja Británica y la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja también han respaldado los programas sociales de la Cruz Roja Mongola, con el fin de aliviar los efectos de la desintegración social resultante de dzuds y fenómenos asociados.