UN CASO INSÓLITO Llevo más de un mes en el hospital. Perdí el

Transcripción

UN CASO INSÓLITO Llevo más de un mes en el hospital. Perdí el
UN CASO INSÓLITO
Llevo más de un mes en el hospital. Perdí el conocimiento en plena calle y cuando
desperté ya estaba aquí. Al principio me hacían pruebas, que si un “tac”, unos análisis,
una resonancia, pero creo que ya me han dado por imposible, porque todo está bien y no
saben que me pasa. Por las mañanas rodean mi cama varias batas blancas que discuten
sobre enfermedades raras: ¡no!, en ese síndrome no hay visión borrosa, ¡no!, ese cuadro
nunca se acompaña de vómitos, ¡no!, en esa patología jamás se ha visto pérdida de
conciencia. Y así. Es mi momento de gloria, porque aunque nunca me hablan ni me
miran, me hacen sentir importante. Me gustaría que me descubrieran algo, aunque sólo
fuese para darles esa satisfacción.
Yo me encuentro bien; no se come mal y total, tampoco tenía trabajo…, aquí nadie me
obliga a levantarme, ni me manda al supermercado o a sacar la basura. Al revés, todos
son muy agradables y si necesito algo sólo tengo que tocar el timbre.
Cuando tiene turno de noche la enfermera rubia de las tetas estupendas, mando a mi
mujer a dormir a casa; que descanse la pobre, lleva mucho tiempo a mi lado en un sillón
y amanece como una alcayata. Piropeo a la sanitaria y ella hace que se enfada, pero yo
sé que le encanta. Cosas de mujeres.
Si me aburro mucho, me pongo rígido, me cimbreo un poco, vuelvo los ojos y dejo que
se me caiga la baba. Entonces me ponen algo que me deja flotando varias horas. Gratis,
y mejor que la buena hierba, o sea que no puedo quejarme.
En fin, ellos siguen enredando. Vuelven a preguntarme si me ha pasado otras veces, y
yo que sí, que cuántas, y yo que dos o tres, que desde cuándo, y yo que desde la
Comunión de mi chico…, después que cuantos años hace de la Primera Comunión de
mi niño, ¡qué importará eso! Tendrán muchos estudios, pero conmigo no aciertan.
Me parece, (es mi modesta opinión), que esto que me pasa es porque tengo alergia a las
avispas y cuando me pican me quedo muerto, pero ellos sabrán, que son los médicos.
Mientras tanto yo aquí, como un señor: a mesa y mantel.
Virginia Reguera Parra