Descargar ahora - Teléfono de la Esperanza

Transcripción

Descargar ahora - Teléfono de la Esperanza
Numero 261 I ABRIL - JUNIO 2016
Revista del Telefono de l a Esperanza
avivir
www.telefonodelaesperanza.org
Se hace
camino
al andar
La vida
como viaje
“Ante el dolor siempre
podemos elegir”. Los
caminos del yo.
Por Alfonso Echávarri
Vivir es viajar para descubrir el
mundo y a nosotros mismos en
él. Horizontes juveniles.
Por José Luis Rozalén
“En medio del océano, aferrados
a un trozo de madera”. Entrevista
con Francisco Rodríguez Criado,
autor de El Diario Down
SUMARIO
SUMARIO
Carta del director // ¿Llegar quién piensa? Caminar importa // 5
A fondo
La vida como viaje
// 6
Desde su más remota historia, el ser humano ha querido ir “más allá”
Por Herminio Otero Martínez
Los caminos del yo // 12
Ante el dolor, incluso ante un gran dolor, siempre podemos elegir
Por Alfonso Echávarri Gorricho
Cómo me enseñó la vida // 18
No elegimos el camino, pero si el modo de recorrerlo
Por María Guerrero Escusa
El sufrimiento, ¿frustración o yunque? // 24
No existe vida humana que desconozca el dolor
Por José María Jiménez Ruiz
Horizontes juveniles // 30
A lo largo del sendero, vivir es viajar
Por José Luis Rozalén Medina
Entrevista // 36
Con Francisco Rodríguez Criado. Escritor.
Autor de El Diario Down
Por Gloria Díez Fernández
Testimonio // 42
Vivir en silencio, vivir el silencio
Por Nieves Guerrero Alonso
A pie de calle // 46
Así me curtió la vida
Por Antonio Saugar Benito
Comunicando // 52
El Teléfono de la Esperanza de Asturias se
echó a la calle para celebrar su cuarenta
aniversario // “Sentí que la riqueza ha de
estar al servicio de la vida y ser compartida por todos”, dijo Beatriz Menéndez en la
clausura de los actos // María Elena Balbuena: “Escribir desde los detalles”. La colaboradora del Teléfono de la Esperanza de
León, acaba de publicar un nuevo libro La
escribana del reino. Escritos atemporales.
// Teléfono de la Esperanza de Málaga, de
fiesta. // La empresa BPG ha donado al Teléfono de la Esperanza los 3.000 euros del
XI premio ACEX. El galardón premia la seguridad en la conservación de carreteras.
Colaboradores:
Herminio Otero
Alfonso Echávarri
María Guerrero
Redactor jefe y Publicidad:
José María Jiménez
Gloria Díez
José Luis Rozalén
Nieves Guerrero
Diseño gráfico:
Antonio Saugar
José Luis Mendoza
Coordinación:
Impact 5
Edita:
Tel.: 985 20 70 80
Teléfono de la Esperanza
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Director:
Pedro Miguel Lamet
Dirección, redacción
y administración:
Francos Rodríguez, 51
(Chalet 25)
Con la financiación de:
28039 Madrid
Tel.: 91 459 00 62
Fax: 91 459 04 50
e-mail:
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Carta del Director
¿Llegar quién piensa?
Caminar importa
Bueno, parece sencillo. Nos arrojan aquí cualquier día y nos dicen: “¡Vive!”
Y hay que aprenderlo todo desde cero: a caminar, a alimentarse, las primeras letras y números, y luego tantas cosas: desde ganarse la vida y luchar
por subsistir hasta encontrarle un sentido, y sobre todo a amar, la lección
más difícil y hermosa. Creo que fue Séneca el que dijo que “mientras se
vive es necesario aprender a vivir”. Porque no salimos de la escuela hasta
que morimos y durante el proceso, la mejor imagen de la vida es precisamente el camino o el viaje, que hay que inventar cada día.
También están los condicionantes: el país, el entorno, la religión, la clase social en que naces. Luego, el ejemplo y los
consejos: “Serás como papá”; “mira a tu hermano qué bueno es”; “debes estudiar mucho para ganarlo bien y situarte en la vida”. Pero no todos los proyectos se cumplen. Uno se queda huérfano. A otro, la necesidad o las aficiones le
hacen cambiar de dirección. El de más allá consigue ganar una quiniela o una herencia o triunfa profesionalmente. A
nadie se le da una guía de carreteras o un GPS para orientarse en la vida; sencillamente porque el futuro es una incógnita llena de imprevistos y sorpresas. Como dice un amigo, porque “lo más seguro es que quién sabe”.
La índole del ser humano es ese “hacer camino al andar” machadiano, o como dice León Felipe: “Nadie fue ayer, ni
va hoy, ni irá mañana hacia Dios por este mismo camino que yo voy. Para cada hombre guarda un rayo nuevo de luz
el sol… y un camino virgen Dios”. O el destino, para aquellos que no creen.
Todo está en continuo cambio. ¿Cuál es pues el secreto del caminante? Aparte de caer en la cuenta de que hay que
ser en la vida “romero”, “romero sólo que cruza por caminos nuevos”, lo importante no es tanto a dónde te lleven tus
pies, ni el equipaje, ni a qué ciudad o pueblo te diriges, sino la luz interior del caminante. Ni si estoy aquí o allá, soy
rico o pobre, guapo o feo, sano o enfermo, sino despertar a la verdad suprema y tomar conciencia de que en realidad
nunca salí de casa, pues todo lo llevo dentro.
Desde esta perspectiva de la vida como viaje presentamos este número de AVIVIR. En él encontrarás sobre todo la
manera de crecer con los acontecimientos que se cruzan en nuestro camino. Pero no te lleves a engaño. Quizás por el
acento que ponen nuestros colaboradores en superar e integrar los momentos negativos, podemos olvidar, que la vida
no es sólo una carrera de obstáculos, sino también un festín de colores, luces, encuentros, paisajes, personas y hallazgos positivos, sobre todo si este viaje lo emprendemos disfrutando del momento presente, sin contaminaciones mentales del “yo pequeño”, olvidando el ayer y evitando pasarnos películas de un temeroso futuro que aún no ha llegado.
Cervantes, cuyo centenario, celebramos lo expresa con aquello de que “el camino es mejor que la posada”, y la gran
Teresa, otro centenario recién celebrado: “Conózcase el que no encuentre camino, y lo encontrará”. Porque en definitiva no es tan importante el hatillo material o la valija, ni siquiera hacia dónde el camino vaya, sino el que camina
en sí, pues donde quiera nos lleven los pasos, es a mí mismo al que llevo conmigo con ese yo interior, que llevamos
dentro. Otra vez don Antonio: “Llegar, ¿quién piensa? Caminar importa, / sin que se extinga la bendita llama / del arte
largo en nuestra vida corta”.
Pedro Miguel Lamet
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A Fondo
Por Hermino Otero Martínez
La vida como viaje
Desde su más
remota historia,
el ser humano ha
querido ir “más allá”
6
A Fondo
Cuando el antecesor del ser humano bajó a tierra, se puso de pie para
poder avistar a sus posibles presas o enemigos. Y comenzó a caminar
erguido. Después inició un viaje a través de los siglos en busca de otras
tierras, otros climas y otros destinos hasta poblar todo el mundo. Pero
ese viaje a través de los siglos quedó marcado en sus genes de modo
que todos hemos convertido nuestra vida en un viaje simbólico y el
viaje se ha transformado en modelo y símbolo de la vida de cada uno.
El ser humano es un ser viajero. Desde la más remota prehistoria los desplazamientos y cambios
de residencia de grupos humanos de unas zonas a
otras han sido constantes. El mundo que hoy conocemos es fruto de nomadismos milenarios, invasiones históricas, peregrinajes de todo tipo, expediciones comerciales y colonizaciones recientes.
Tras largos estudios y debates, especialmente en
los últimos 40 años, la historia y la arqueología
han podido desentrañar el mapa de la movilidad
humana a lo largo de toda su historia. Estudiando
los marcadores del cromosoma “Y” y analizando
el ADN mitocondrial, se ha llegado a un consenso
general: los seres humanos modernos ocuparon
África hace 150.000 años. Nuestros ancestros,
quizás acuciados por el hambre y por el aumento de la población, salieron de África en diversas
oleadas aprovechando las bonanzas climáticas
para expandirse por el mundo. Sucesivas oleadas
de homínidos, cada vez más evolucionados, siguieron avanzando en busca de mejores oportunidades de caza, hasta ocupar Europa hace unos
70.000 años y, mas tarde, colonizar Asia y Australia, hace 40.000. Y tan solo hace unos 20.000
años cazadores asiáticos, que llegaron desde las
tundras siberianas, ingresaron en América, atravesando el estrecho de Bering, probablemente
“En los tiempos en que
vivimos nuestra vida parece
cada vez más acelerada
y necesitada de nuevas
experiencias o de viajes
arriesgados para tener la
sensación de vivir”
persiguiendo grandes mamíferos, durante los periodos de glaciación cuando Siberia y Alaska formaban un solo territorio emergido por el que se
podía pasar andando de un continente a otro.
Posteriores movimientos de población incluyeron
la revolución agrícola del Neolítico, que permitió, alrededor del año 8000 antes de Cristo, que
algunas comunidades se hicieran sedentarias en
Asia Menor y en la cuenca del Mediterráneo. De
ahí surgieron las primeras civilizaciones, aunque
el impulso viajero no menguó.
Por esas mismas fechas, Europa comenzó a poblarse por sucesivas partidas de pueblos con lenguas similares agrupados bajo la denominación
de indoeuropeos. La paulatina conversión de cazadores-recolectores en agricultores elevó la demografía y provocó nuevos movimientos de población. Resumimos con Abraham Alonso y Luis
Otero: “Hacia el año 2200 a. de C., estos pueblos
se desplegaron por el continente; las migraciones
hacia el sur (Creta, Chipre, Tesalia) dieron origen
al mundo grecolatino, mientras que en el centro y
oeste proliferaron las tribus celtas y germánicas.”
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A Fondo
Buscando otra vida en otro lugar
Estos mismos autores nos resumen que, durante
el primer milenio antes de Cristo, griegos y fenicios navegaron por todo el Mediterráneo y crearon asentamientos en el norte de África, Italia
y España. El desarrollo de las primeras ciudades
provoca por primera vez el movimiento migratorio del campo a la ciudad, fenómeno que se repetirá siempre en todas las civilizaciones.
Tras el imperio romano y las invasiones bárbaras,
los vikingos tomaron el testigo viajero: navegaron mares y ríos en numerosas expediciones de
exploración y conquista.
Pero la era de grandes movimientos migratorios
comienza a partir del descubrimiento de América
en 1492. Las naciones europeas se expandieron
por África, Asia y, sobre todo, América, lejos de
las guerras que sacudían Europa y en un territorio repleto de riquezas naturales y con bajísima
tasa de población. Comenzó el traslado controlado de personas a la nueva tierra de promisión,
bajo la dirección de los gobiernos o a cargo de
compañías mercantiles.
Se calcula que fueron 100.000 los españoles que
emigraron a la América hispana durante el primer siglo colonial (1492-1600) en un viaje alimentado por
la aventura mientras en España los místicos recorrían otro viaje interior paralelo y no menos movido.
Con todo el mayor trasvase de población de la
Historia se produjo a partir de la independencia
de los estados americanos a inicios del siglo XIX
y hasta la primera mitad del XX. En esos años se
ocuparon casi todas las tierras despobladas del
mundo, en un movimiento libre de cortapisas legales, incentivado por los países de acogida. Era
un fenómeno de tipo individual, no regulado por
los gobiernos, sino alimentado por los propios
emigrantes: gente impulsada por el sueño de hacer fortuna o, al menos, de alcanzar una vida mejor. Entre 1800 y 1940 viajaron a América 55 millones de europeos, de los que 35 se establecieron
allí de modo definitivo: 15 millones de británicos
(ingleses e irlandeses), 10 de italianos, 6 de españoles y portugueses, 5 de austriacos, húngaros y
checos, 1 de griegos, alemanes, escandinavos...
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A principios del siglo XX entraban en Estados
Unidos cerca de un millón y medio de extranjeros al año. Australia, Canadá, Argentina, Brasil
y Uruguay acogieron también oleadas masivas
de inmigrantes. Estas tres últimas naciones
recibieron hasta 1940 a 12 millones de personas, sobre todo italianos, españoles y portugueses.
A Fondo
Desplazamientos forzosos
No todos los movimientos masivos de población
entre países y continentes han sido voluntarios.
A lo largo de la historia, el colapso de algunos
Estados y la formación de otros nuevos, la violencia social o la pobreza han provocado huidas masivas: esclavos transportados de un continente
a otro (unos 12 millones de negros fueron obligados a cruzar el Atlántico entre los siglos XVI y
XIX), gente que huye de grandes hambrunas (en
África, el hambre y las guerras han expulsado de
sus hogares a 4 millones de sudaneses, 1,5 millones de liberianos y 625.000 ruandeses) o de una
guerra en la que ha sido derrotada (los conflictos
bélicos y los cambios de fronteras y regímenes
“En estos momentos las
opciones son múltiples:
del ejecutivo al refugiado,
del drogata al místico o del
consumista al que huye
a un pueblo”
9
A Fondo
han provocado el desplazamiento de unos 45
millones de personas en Europa durante el siglo
XX), minorías étnicas o individuos perseguidos
por causas raciales, políticas y religiosas. “Judíos,
palestinos, armenios, griegos, irlandeses y africanos de todo el continente..., son algunos de los
pueblos que se han visto obligados a errar por el
planeta en algún momento de su historia.”
En la actualidad, según la FAO, sufren las consecuencias del hambre entre 750 y 800 millones de personas, fundamentalmente en el continente africano, provocando a veces éxodos
masivos a los países vecinos o, para los más
afortunados, a la Unión Europea, Australia y
América del Norte.
“Ahora hay pocos viajeros y
muchos turistas. El turista
sabe que va a volver al
lugar del que partió, algo
más cansado pero no muy
cambiado. El viajero nunca
regresará al mismo sitio, ni
con la misma actitud”
Según datos del Alto Comisionado de Naciones
Unidas para los Refugiados (ACNUR), en 2013, el
número de refugiados y desplazados en el mundo
alcanzó la cifra récord de 51,2 millones de personas, superando por primera vez los 50 millones
de la II Guerra Mundial. También la cifra total de
1,1 millones de solicitudes de asilo fue la más
alta en diez años y aumentó en todas las rutas
el número de niños solos en busca de refugio, ya
sea la del Mediterráneo, la del Caribe (a través
de México con destino a Estados Unidos) o la de
afganos en el recorrido hacia Irán y Turquía, con
la idea de llegar a Europa.
En la actualidad, más de 60 millones de personas
en el mundo (una de cada 122) puede ser considerada víctima de desplazamiento forzoso tras
haber sido obligada a abandonar su hogar a causa de los conflictos y las persecuciones.
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En la primera mitad de 2015, el número de refugiados superó los 20 millones por primera vez
desde 1992, mientras que las solicitudes de asilo
(muy cerca de un millón) aumentaron un 78%
con respecto al mismo periodo del año anterior.
Y mientras las víctimas del éxodo aumentan, disminuyen las posibilidades de retorno (en 2015
fue el más bajo en 30 años), un indicador de que
los conflictos perduran y no se reúnen las condiciones para que las víctimas puedan volver a sus
hogares para reconstruir sus vidas allí.
El viaje simbólico
El viaje que el ser humano ha hecho a través de los
siglos quedó marcado en sus genes de modo que
todos hemos convertido nuestra propia vida en un
viaje simbólico. Más: el viaje se ha transformado
en modelo y símbolo de la vida de cada uno. Lo dijo
como nadie Jorge Manrique en la coplas a la muerte
de su padre: “Nuestras vidas son los ríos/ que van
a dar en la mar, / que es el morir.” Jorge Manrique
incorpora el río como símbolo y todos nosotros podemos reflejarnos en las aguas nacientes y saltarinas de su origen (la infancia iniciática y mágica),
en las aguas cantarinas de su curso alto (la adolescencia alborotada y la juventud arrolladora), en
las aguas poderosas de su curso medio (la adultez
trabajadora) y en las aguas tranquilas de su curso
bajo (la ancianidad reposada y caudalosa).
Este símbolo natural reflejaba el devenir de la propia vida, pero en los tiempos en que vivimos nuestra vida parece cada vez más acelerada y necesitada de nuevas experiencias o de viajes arriesgados para tener a punto… la sensación de vivir.
Nosotros hemos convertido el camino de la vida
en el viaje definitivo sin atisbar que nos conduzca
a otro mundo “que es morada sin pesar”, pero de
alguna forma nos damos cuenta de que es verdad que “cumple tener buen tino para andar esta
jornada sin errar”.
El viaje del ser humano tenía un origen (“Partimos cuando nacemos”) y un sentido (“andamos
mientras vivimos”) pero nunca sabía cuál iba a
ser su destino cierto, a no ser que coincidiera con
el viaje soñado e imaginado que se va haciendo
A Fondo
realidad en cada paso. Ahora hay pocos viajeros
y muchos turistas. El turista sabe que va a volver
al lugar del que partió y va a regresar algo más
cansado pero no muy cambiado; el viajero sale y
nunca regresará al mismo sitio ni con la misma
actitud y vivencia con que partió.
Y llegó la crisis y muchos caminos se torcieron
o se truncaron. Y nos dimos cuenta que estábamos embarcados en caminos equivocados. Para
algunos, la crisis no fue solo la de 2008; ya barruntaban que las cosas no podían seguir así y
buscaban salidas personales para llevar adelante
el camino de la vida.
A lo largo de la historia se han ido alternando la
prevalencia de dos caminos distintos: uno, como
el de Ulises, que sale de Ítaca a Ítaca vuelve: es
circular y regresa al lugar de origen; otro, como
el del pueblo judío, que es lineal y abierto al futuro: tiene un origen, un recorrido y un destino
siempre abierto y distinto a todo lo que se ha vivido. Por eso a Abraham se le promete una tierra
nueva, Moisés camina hacia la tierra prometida y
Jesús anuncia el reinado de Dios donde se cumplan todos nuestros sueños. Incluso Marx sueña
con una sociedad sin clases o Freud con una persona y sociedad libre y sin tabúes.
Pero nuestros tiempos parecen estar más contaminados por el regreso al origen y nosotros andamos
dando vueltas… y nos sentimos perdidos en el laberinto. Después de las grandes promesas de futuro y
de los paraísos que la Modernidad nos prometió, nos
hemos resignado a vivir en el laberinto posmoderno,
en el que nos podemos mover con plena libertad (al
menos aparente) pero las salidas no conducen a la
salida y el sentido se añora más que se vive.
Los caminos de la gente
Los caminos que anda la gente son y han sido
muy diversos en su intento de caminar creciendo.
Y las opciones y ofertas actuales para crecer caminando son también múltiples, del ejecutivo al
refugiado, del drogata al místico o del consumista
al que huye a un pueblo
Desde hace algunas décadas, algunos se sintieron
tentados por el viaje de las drogas, que se tenía
como liberador de la conciencia y descubridor de
apasionados estilos interiores. Algunos encontraron pronto el final del camino, y la gente comenzó
a pensar que había que buscar otras formas más
asequibles para lograr lo mismo. Frente a los yuppies, amarrados al poder y al dinero, algunos optaron por la vida sencilla y por el movimiento lento…
Entre los que han cambiado de camino están los
neorrurales, un creciente número de personas
que han decidido mudarse a un entorno rural con
la idea de mejorar. Pocos regresan al pueblo para
ponerse a arar la tierra de sus abuelos; la mayoría pretende seguir con su profesión o convertir
su afición en oficio y creen que se puede vivir
mejor, más despacio y con menos. Las nuevas
tecnologías han convertido el medio rural en una
opción también para arquitectos, abogados, diseñadores, periodistas, escritores... que pueden
ejercer su labor en cualquier lugar. Sólo necesitan una buena conexión a internet.
En la ciudad o en el pueblo, en un mundo cada
vez más global y más alcance de todos, seguimos
construyendo la vida como un viaje, aunque haya
algunos que han de emprender un largo y penoso
viaje para poder salvar la vida.
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A Fondo
Los caminos del yo
Ante el dolor, incluso
ante un gran dolor,
siempre podemos elegir
Por Alfonso Echávarri Gorricho
12
A Fondo
Voces que envuelven mi llorar hasta hacerlas viajar entre palabras, dibujos y formas, y poder así caminar entre valles, colinas y montañas. Un
camino que se hace muy largo, un camino que se me hace muy corto, un
camino igual que mi voz.
Soltaré carcajadas frente al respeto no muerto de mis labios y no descompondré mi orgullo con mi vida misma. Dejaré salir mi llanto cuando
llueva y haga sol, de esta manera será todo color.
Sabré lo que diga hoy, pero no sé qué diré mañana, ya que cada lágrima
será un humilde homenaje.
Soy yo y he vuelto desde el fin.
Rosa Núñez Villanueva. El orgullo tiene voz.
Imagina que decides que, a partir de este momento, ya no vas a prestar atención a esto de
cuidarte. Y mandas a freír espárragos al ejercicio físico, das la bienvenida a las grasas saturadas a discreción, al alcohol como si no hubiera mañana y a la noche que es joven. Y así
un día y otro. ¿Qué tal te verías en el espejo
al levantarte por la mañana? Tranquilidad, que
sólo estamos imaginando. Pero la representación que acabas de hacer de tu persona difiere
muy poco de la que hace otra gente, tal vez
en otro lugar de España, al leer este artículo, aún teniendo en cuenta que con nosotros
mismos somos mucho más generosos que con
los demás. El caso es que si nos descuidamos
en nuestro cuidado físico, las consecuencias no
tardan excesivo tiempo en recordarnos que las
cosas no van bien. Y con analítica de por medio,
peor. Tanto es así, que las calles, paseos y jardines están de moda y desde hace ya un tiempo
se vienen convirtiendo en los gimnasios de las
personas que necesitan sus recursos económicos para pagar la hipoteca o el colegio de los
niños, que para correr un rato lo mismo sirve el
asfalto que la cinta, y encima sin la necesidad
de ir a la última en materia de mallas. Así que
lo cierto es que tanto a la intemperie como bajo
techo, hemos tomado conciencia de que invertir
en nuestro cuidado físico es invertir en salud,
independientemente de la edad que cada uno
de nosotros tenga.
Pero cuando hablamos de la salud mental, la
cosa cambia y parece que el cuidado que merece
nuestro pensamiento y nuestro sistema emocional solo tiene que ser atendido cuando algo ya
no funciona. Y entonces el malestar, el no sé qué
me pasa y tal vez ha llegado la hora de ir a regañadientes al psicólogo o al psiquiatra. Y oiga, si
es necesario, se va, porque existen determinadas
problemáticas que requieren una ayuda profesional externa.
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A Fondo
El dolor forma parte de la vida
Es condición humana experimentar el sufrimiento
de cualquiera de sus variadas presentaciones. Y
quien no quiera aceptar que no todo en su vida
va a estar bonito, de verdad que tiene un problema. No son pocas las ocasiones en las que la vida
de cada uno de nosotros nos pone en situación de
dar una respuesta ante situaciones complicadas
y dolorosas. Es ahí cuando el ser humano puede
recorrer un continuo entre la madurez y la desesperación, en diferentes grados. Será esa respuesta la que determine el destino final del ser
humano individual ante la adversidad, cuando su
vida se pone muy cuesta arriba.
Esto lo recoge de manera magistral una persona
con experiencia de cum laude en esto de subir
pendientes: Viktor E. Frankl (1905-1997). Posiblemente has oído hablar de él o has tenido
la oportunidad de leer alguno de sus libros, tal
vez el más famoso de ellos, El hombre en busca
de sentido. Te doy algunas pinceladas sobre su
vida. El Dr. Frankl, nació en Viena en el marco de
una familia judía. Estudió medicina y se inclinó
por la psiquiatría y la neurología, si bien cultivó
muchas otras ciencias y artes. Tras doctorarse
“Algunas personas,
teniéndolo todo, han
experimentado el más
profundo de los vacíos.”
14
en medicina, obtuvo el cargo de jefe del Departamento de Neurología del Hospital Rothschild.
En septiembre de 1942, fue enviado junto a su
familia al campo de concentración de Theresienstadt. De 1942 a 1945 experimentó el horror en otros campos, incluido Auschwith, conocido lugar de exterminio. Logró sobrevivir, pero
no así su familia. Su experiencia individual en
el día a día durante su cautiverio y el sufrimiento que supuso para Frankl perder a todos sus
seres queridos en el sin sentido más extremo
de la locura humana, posibilitó que viviese en
primera persona todo lo que después plasmó en
su abundante trabajo relacionado con la terapia.
Dolor, extrema soledad y vacío. De ahí surgió
una nueva concepción del ser humano que sufre y de su relación con la enfermedad hacia la
búsqueda del sentido, hacia la vida. Es lo que se
conoce como Logoterapia.
¿Qué es lo que hace que ante una situación parecida, tal vez muy complicada y dolorosa, dos
personas puedan tomar diferentes actitudes? Tan
sólo voy a apuntar brevemente dos ideas, que a
mí me parecen claves para tomar partido frente a
los interrogantes que, a veces, se nos presentan.
Por supuesto que existen muchas más.
A Fondo
“¿Dónde está el sentido de
la muerte de un hijo, de una
enfermedad grave o en un
campo de concentración?”
concentración? Si por sentido entendemos conformismo, resignación e indefensión, porque es
lo que hay, mal vamos. En el sentido están las
oportunidades resilientes, es decir, que ante el
sufrimiento inevitable, el ser humano, tú y yo,
podemos, no sólo soportar una situación muy dolorosa, sino también crecer como personas dentro de ella. Casi nada.
Frankl nos habla de posibilidades de elección. Es
posible que determinadas experiencias nos vengan “desde fuera”, sin posibilidad de decir si las
queremos o no. Vienen y ya está. Así un cáncer o
la muerte de alguien cercano no se eligen. Lo que
sí está en la mano de la persona es elegir cómo
responder ante situaciones de este tipo. Con posibilidades de realización o con desesperación.
Descubrir el sentido del sufrimiento
Vamos a partir de la base que en diferentes medidas todos nosotros vamos a experimentar el sufrimiento en nuestras vidas. Por muy diferentes
causas. Por un desengaño amoroso, por la pérdida de un ser querido, por la enfermedad, por
la injusticia, por la experiencia del fracaso individual o ajeno y por otros tantos motivos que esto
que se llama vivir lleva consigo. Pero a diferencia
de otros seres vivos, el ser humano tiene la capacidad de otorgar un sentido a lo que le duele.
Que tenga la capacidad, no quiere decir que en
ocasiones cueste, y mucho, encontrar este sentido. ¿Dónde está el sentido en la muerte de un
hijo, en una enfermedad grave o en un campo de
En el mundo en el que vivimos, muchos los seres
humanos basan su existencia casi con exclusividad en el hacer y en el tener. Así, se mueven a
lo largo de dos extremos, el éxito y el fracaso,
depositando su percepción de felicidad en la consecución de los objetivos relacionados con ese
hacer y tener. Si me acerco al éxito, seré feliz. Si
lo hago al del fracaso no lo seré. Bajo este prisma
tan simple, nuestro entramado psicológico puede, con facilidad, tomar descanso. Con excesiva
facilidad, ya que reduce al ser humano a la faceta de hacer –homo faber- dejando fuera lo que
no se pueda contabilizar. Y aquí está el engaño
y la tragedia. Luego uno de los itinerarios más
seguros hacia la desesperación, es recorrer con
exclusividad este camino. En ningún momento
quiero dar a entender que el hacer es negativo,
que no lo es. Pero comienza a serlo cuando el ser
humano deposita su madurez y crecimiento únicamente en sus brazos.
15
A Fondo
Una nueva dimensión
Pero Frankl introduce una nueva dimensión, un
nuevo continuo, que posibilita a la persona moverse en otros parámetros. Es el continuo de la
realización y de la desesperación. Es el homo
patiens.
Veámoslo en el siguiente gráfico:
REALIZACIÓN
II
I
FRACASO
ÉXITO
III
IV
DESESPERACIÓN
Con esta nueva dimensión, situada sobre el eje
de ordenadas, aparecen nuevas opciones ante las
diferentes situaciones que puede experimentar el
ser humano durante su existencia, a través de
cuatro cuadrantes.
Del cuadrante I rápidamente podemos deducir
que es el más lógico. Claro, si alcanzas el éxito,
si lo experimentas, las probabilidades de realización son mayores. Pero no siempre ocurre así,
tal y como lo indica el cuadrante IV. Hay personas que aún tocadas por el éxito en el hacer
y en el tener, acaban en los más profundos y
oscuros abismos de la desesperación. Puede que
conozcas algún caso, tal vez anónimo y cercano
o quizás con un mayor impacto social, que “teniéndolo todo”, han experimentado el más absoluto de los vacíos que les han llevado incluso
a cuestionar hasta su propia existencia. Algunos
de forma irreversible.
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El cuadrante III también parece bastante fácil de
entender. En la experiencia del fracaso la tendencia a la desesperación parece facilitada por la acción de la fuerza de la gravedad, a 9.8 metros por
segundo cada segundo.
Pero, ¿qué decir del cuadrante II? De entrada
desconcierta, porque nos señala que ante la vivencia del fracaso, la persona puede alcanzar estados de realización personal y de madurez, estados alejados de la desesperación ¿Es esto posible? La respuesta es afirmativa. Pero no desde
planteamientos teóricos que respondan más a un
deseo que a una realidad. La historia de la humanidad está repleta de personas individuales que
confirman la existencia de este cuadrante. Tal vez
seas tú una de ellas, quien sabe. Personas que
consiguen poner su vida a velocidad de crucero,
viendo más lejos y mirando más alto. El mismo
Frankl fue un inquilino de este tercer cuadrante
tras su liberación. Pero no menos importante es
la historia de otras personas que se han hecho
mejores a través de su cáncer, de su depresión,
de sus intentos de suicidio o de la muerte injusta
de su niño pequeño. Y a estas sí que las conocemos. Personas con un toque especial, con habilidades especiales de escucha, de empatía, de
comprensión, de entrega y de generosidad. Y de
alegría y ganas de vivir.
Por lo tanto uno de los elementos de tránsito bien
hacia la madurez y realización, o hacia la desesperación, es la búsqueda y el encuentro del sentido al sufrimiento. Y para ello, no serán pocas
las ocasiones en las que sea necesaria una figura
externa de ayuda profesional, que cuando la vida
se pone muy cuesta arriba, no existen varitas
mágicas que ¡zas! y todo arreglado.
Lo humano no es patológico
No se debe patologizar lo que es en sí un asunto humano. Me explico, que eso de patologizar suena un
poco raro. Estamos viviendo una época, al menos
en lo que conocemos como civilización occidental,
en la que determinados problemas y asuntos que
conciernen al ser humano, los sacamos de su natural contexto y los introducimos en el saco de lo que
no funciona, del síntoma psicológico. Un desengaño amoroso, los conflictos con la familia, la marcha
de los hijos de casa, una transición hacia la vejez,
la talla de esto y de lo otro que tienes o no tienes, la
ansiedad que produce un examen final, y muchos
otros asuntos, en sí mismos, no necesitan por sistema de antidepresivos, ni de ansiolíticos, sino de
un tratamiento diferente. Pero como no quiero ser
un irresponsable, deseo decir que en ocasiones, y
a modo de ejemplo, la marcha de los hijos de casa,
el nido vacío, vamos, puede suponer que ante determinadas carencias personales y relacionales, algunas personas sufran todo esto en exceso, experimentando esta vivencia a través de la dureza de
un trastorno depresivo. Pues si es el caso, iremos
con todo el arsenal, tanto farmacológico, si es necesario, como a través de psicoterapia.
Pero yo quiero referirme a que tal vez hemos
cambiado el paso, y que lo normal es estar triste
cuando una relación afectiva termina y que también la ansiedad sube cuando tienes que enfrentarte a un examen de lo que sea. Pero esto no es
patológico y no sería deseable que lo tratásemos
como tal, porque de lo contrario estaríamos debilitando nuestra tolerancia frente a la adversidad.
Aquí, y sin lugar a dudas, el contacto en lo profundo con otros seres humanos dispuestos a la
acogida, es la mejor medicina.
“Muchas personas se han
hecho mejores a través de su
cáncer, de su depresión o de
sus intentos de suicidio.”
Al fin y al cabo, es aceptar que a veces la vida
se pone cuesta arriba y que algunos de nuestros
deseos y proyectos se vienen abajo. Pero aceptar
no significa adoptar una postura victimista con los
hombros encogidos y pobrecito de mí. Aceptar es
tener claro que hay cosas que no dependen de mí
y que además me ocurren. Pero a la vez, aceptar también preguntarme qué es lo que yo puedo
hacer con aquello que me sucede, sea pequeño o
grande. Otra vez hablamos de elección y de actitud
en el camino hacia la madurez y la realización.
“Los que estuvimos en campos de concentración
recordamos a los hombres que iban de barracón
en barracón consolando a los demás, dándoles el
último trozo de pan que les quedaba. Puede que
fueran pocos en número, pero ofrecían pruebas
suficientes de que al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades
humanas –la elección personal ante un conjunto
de circunstancias- para decidir su propio camino”
Viktor E. Frankl. El hombre en busca de sentido.
A Fondo
Cómo me enseñó
la vida
No elegimos el camino,
pero sí el modo de
recorrerlo
Por María Guerrero Escusa
18
A Fondo
“No puedes controlar todo lo que pasa
en tu vida pero puedes controlar tus
actitudes hacia lo que pasa y en ese
sentido serás el maestro del cambio en
lugar de permitir que el cambio sea tu
maestro”.
Brian Tracy
El camino por la vida se hace andando, “caminante no hay camino, se hace camino al andar”
escribía Machado y, en ese ir haciendo camino,
vamos abriendo horizontes. El gerundio es el
tiempo verbal que más me gusta, porque es el
verbo de la acción que se instala en el presente, un signo de inercia en una dirección activa,
creativa y vivenciada que recarga las pilas y nos
llena de energía, ir viviendo, haciendo, estando,
caminando, indica movimiento, ni deprisa ni despacio, invita a encontrar el propio ritmo estando
presente en el presente de cada momento.
La vida es un gran viaje para todos pero cada uno
elige cómo quiere hacerlo, con más o menos conciencia de la elección. Me chocan algunas respuestas de personas a las que acompaño cuando les
pongo delante la realidad de que están eligiendo la
situación que viven y que, en muchas ocasiones, es
de la que se quejan y la que les proporciona sufrimiento, ¡yo no elijo, me viene así! Esta afirmación
tiene una parte de realidad, muchas circunstancias vienen y sobre eso no podemos hacer nada,
sin embargo cómo queremos vivir lo que “viene” si
podemos elegirlo y es esa decisión la que marca la
diferencia entre hundirnos o salir fortalecidos.
Muchos de nosotros vivimos acomodados, que en
muchas ocasiones es lo mismo que vivir dormidos,
y ese ir viviendo adormilados se convierte en ir
pasando por la vida haciendo como si viviéramos.
“En muchos casos el
despertar viene de la
mano de acontecimientos
traumáticos que rompen
nuestros esquemas y nos
sacan de la zona de confort”
En muchos casos, el despertar viene de la mano
de acontecimientos traumáticos que rompen
nuestros esquemas y nos sacan de la zona de
confort, en la que nos sentimos seguros porque
creemos que tenemos todo controlado. En estas
situaciones que impactan en nuestra vida nos
descolocamos, perdemos la carta de navegación, el rumbo ¿por dónde seguir, hacia dónde?
Sentimos que el camino se desdibuja delante
de nosotros, nos encontramos perdidos, desorientados, entonces aparece la crisis. En esos
momentos no nos damos cuenta porque el remolino de pensamientos nublan nuestra visión
y el desconcierto, el dolor, colapsan nuestros
sentidos, sin embargo es precisamente en estas
crisis, cuando nos preparamos para ir más allá
y abrimos todo un mundo de posibilidades de
explorar nuevos horizontes, al adentrarnos en
zonas desconocidas de nosotros mismos que nos
permitirán descubrir y aventurarnos por caminos nuevos por los que transitar.
19
A Fondo
Desechar lo que ya no sirve
En la crisis tenemos que aprender a desprender.
Desaprender lo conocido, esos patrones que hemos incorporado en nuestra vida sin ser conscientes y que nos llevan a transitarla sin conciencia de que repetimos esquemas que son de papá,
mamá y de las figuras afectivamente importantes
para nosotros, pero que no son nuestros. Este
desaprender es un aprendizaje continuo que nos
permite descubrir, aventurarnos y abrirnos a nuevas formas de afrontar las situaciones, aprendizaje que es fundamental para salir fortalecidos
de las crisis.
No se trata de tirar al cubo de la basura todo lo
conocido ni mucho menos, sin embargo es importante que aprendamos a discriminar los patrones
de aprendizaje rígidos y decidir qué es lo que ya
no nos sirve. En ocasiones eso es complicado y la
dificultad radica en el peso que ejercen las personas significativas de nuestra vida, las emociones
que se estructuraron en nosotros en esa relación,
los refuerzos que obtuvimos que permitieron su
consistencia, la integración y el sentimiento de
pertenencia a través de las cuales nos permitieron identificarnos a nosotros mismos y obtener
seguridades.
Cuando aprendemos a desaprender, dejamos atrás
aprendizajes obsoletos, actualizamos y ajustamos
nuestro auto concepto a nuestra realidad, lo que
nos permite sentirnos más libres afectivamente
para ser quienes somos e incorporar una nueva
posición vital desde la que afrontar la vida.
El secreto para desaprender es la autenticidad
del contacto con nuestra propia experiencia, lo
que requiere de un requisito imprescindible: la
decisión personal desde la responsabilidad y la
libertad.
Escucharnos, revisar el diálogo interno que mantenemos con nosotros mismos, revisar nuestras
creencias, revisar los conceptos subjetivos que
tenemos y contrastar con la realidad, porque la
experiencia ajustada a la realidad nos coloca en
el presente de nuestra vida, con las posibilidades
de que disponemos y las capacidades y limitaciones reales que tenemos.
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Una vez que aprendemos a escucharnos, tenemos que aprender a discernir entre lo que tenemos aprendido y lo que es nuestro, es decir,
si lo que moviliza nuestros comportamientos y
elecciones es la repetición de patrones de papá
o mamá o es fruto de la activación de nuestra
conciencia que ha tomado el control de nuestro
interior e impulsa nuestras decisiones.
Abordar nuevos aprendizajes
Incorporar aprendizajes, más funcionales y realistas, nos ayudará a conseguir más calidad en
nuestra vida.
Tenemos que aprender que el fracaso o el
éxito son conceptos subjetivos que nos alejan
de la realidad. Una persona puede terminar su
carrera después de muchos años de esfuerzo y
sin embargo sentirse fracasada porque no ha sacado todo con sobresaliente, si lo contrasta con la
realidad, realmente ¿ha fracasado?
A Fondo
Aprender a desarrollar la asertividad, que es la
capacidad para autoafirmar los propios derechos, si
dejarse manipular y sin manipular a los demás. Implica desarrollar habilidades para discutir sin hacer
batalla de las diferencias, realizar peticiones o decir
no a las demandas que consideremos inadecuadas.
Aprender a llorar, dejar fluir los sentimientos
que están estrujados o escondidos fruto de aprendizajes deformados. Me impactó un párrafo de
Susana Tamaro en su libro “Donde el corazón te
lleve”, “…Poco después, cuando pasaste por delante de mí para ir a coger algo de la nevera, viste
que estaba llorando, pero no hiciste caso de ello.
Sólo a la hora de la cena, cuando volviste a salir
de tu cuarto y dijiste “¿Qué hay para comer?”
Aprender a conectar con nuestro interior. Dedicamos muchas energía a aprender y aprendemos la mayoría de las veces lo que viene impuesto por el sistema, sin embargo no es tan común
que se promulgue el aprendizaje de nuestra vida
interior, al menos en nuestra cultura occidental.
A poco que nos aventuramos dentro de nosotros,
nos damos cuenta de que a la vez que estamos
separados de todo, también estamos unidos a
todo. Si nos paramos a repasar alguna experiencia fuerte que hemos vivido, nos damos cuenta
que, al bajar nuestras resistencias con el dolor,
hemos conectado con nuestra interioridad más fácilmente y, es entonces, cuando nos damos cuenta de la grandeza y la levedad de la existencia.
¿Alguna vez has pensado que
no eras capaz de enfrentarte
a una situación y al tener
que hacerlo has comprobado
que, en realidad, sí puedes?
Aunque a veces no lo termines de creer, tú sabes,
tú puedes. ¿Alguna has pensado que no podrías
enfrentar alguna situación y al tener que hacerlo has comprobado que eres capaz? Ahora mismo te veo moviendo la cabeza afirmativamente.
Cuando llega el momento movilizamos recursos
que no sabíamos que teníamos y nos sorprendemos de nuestras capacidades.
Eso mismo le ocurrió a Martina, una mujer de 55
años, que ya a los 16 años tenía novio y a los
21 había dicho “si quiero” en el altar. Cuando su
esposo falleció supuso un tremendo impacto para
ella. Al dolor por la pérdida se unían sentimientos
de soledad, abandono y desvalimiento tan potentes que entró en barrena. Sus hijos, ya en edad
universitaria, vivían en las ciudades en las que
cursaban sus estudios y la soledad se hacía tan
patente que se podía cortar. Martina había sido
una mujer dedicada a su marido y a su familia,
en la que proyectaba todo su amor y ponía toda
su dedicación, de las cosas de “los pagos “, bancos y gestiones, siempre se había ocupado Juan,
su marido y ahora que él ya no estaba se sentía
perdida. Le devolvieron varios recibos de los que
no había hecho la correspondiente transferencia y
recibió cartas urgiéndole gestiones. ¡No sé hacer
nada!, ¡todo lo hago mal!, era su frase más repetida mientras lloraba amargamente, e irremediablemente llegó a una conclusión, ¡soy una inútil!,
¡debería haberme muerto yo en lugar de Juan!
21
A Fondo
Tomar las riendas
Conforme Martina conectó consigo misma, vivió
su dolor y avanzó en la elaboración de su duelo, se fue sintiendo más tranquila, lo suficiente
como para sacar los “papeles” que se acumulaban en el fondo del cajón, algunas cartas estaban todavía sin abrir, los revisó, ordenó, seleccionó y comenzó a realizar visitas a entidades
de las que obtuvo la información que necesitaba. Cuando se puso activa en su vida, tomó
las riendas y descubrió que era capaz y podía
si estaba dispuesta a aprender cómo hacerlo.
Esta crisis, dolorosa como todas las crisis, fue la
oportunidad para que despertara, saliera de su
zona de confort y descubriera todo su potencial
que, hasta entonces, había permanecido oculto
para sí misma. Martina salió a la vida para vivirla con una mirada más larga y más realista
de sí misma.
La superación personal no es una idea utópica.
El camino se hace andando, superando, descubriendo en cada recodo del camino nuevas posibilidades de ser, vivir y enfrentar las circunstancias que nos vienen. ¿Que a veces es difícil?, por
supuesto que sí.
22
Fina es una mujer de 82 años que mantiene un sentir de 50 y una energía de 45. Activa, dinámica, emprendedora. Siempre fue autosuficiente y exigente
consigo misma y por supuesto, con las personas de
su entorno. Bordadora de profesión, una artista de
la aguja ¡menudos bordados hacía!, exquisitos, novedosos, creativos, delicados, perfectos. Ávida lectora, devoraba los libros con ilusión, Los pilares de
la tierra apenas le duró dos semanas.
La degeneración macular de un ojo, que hizo su
aparición hace unos años, fue avanzando progresivamente, mientras que en el otro ojo, sigilosamente, se estaba abriendo un agujero en la
mácula. Se sometió a una intervención quirúrgica, a varios tratamientos agresivos y dolorosos,
sin embargo, no tuvo solución y quedó sumida
en la oscuridad. Solo le quedaban algunos rayos de luz por el ojo menos malo que, poco a
poco, también se fueron apagando. Para Fina
se acabó la lectura, las virguerías que hacía con
la aguja, su autonomía personal, que aún empeñada a toda consta en mantener, ya no era
posible sin poner en riesgo su propia integridad.
Dejar de hacer para ella era lo mismo que dejar de valer, dejar de ser útil, dejar de servir.
¡Cuánto dolor!.
A Fondo
A sus 82 años se sentía perdida, desconcertada, hundida. Tenía que desaprender el concepto que tenía
de sí misma y su manera de validarse a lo largo de su
larga vida y aprender a vivir de nuevo e incorporar
nuevos conocimientos de quien es en el presente y
las posibilidades que tiene en esta nueva situación.
“Necesitamos desarrollar
habilidades para discutir
sin hacer una batalla de
las diferencias o para decir
no a las peticiones que
consideremos inadecuadas”
¡Para qué vivir así!, ya no puedo leer, ni salir a pasear y ver los escaparates, si mis hijos necesitan
arreglar el bajo de un pantalón, que lo tenía hecho
en un pispas, ya no puedo, ¡no puedo soportarlo!
La crisis durante un tiempo fue profunda, honda y
muy dolorosa. Ese ¡ya para qué! la mantenía atrapada en la pasividad, la rebeldía, el desconcierto y
la tristeza. Desde luego era una situación difícil, sin
embargo, aun con ese dolor, desconcertada y perdi-
da, Fina decidió apostar por sí misma y abandonó la
pasividad del sufrimiento para optar por la activad
que le fue permitiendo la aceptación de su ceguera
y aceptó ir a la ONCE, dónde la acogieron como
afiliada. Después de vencer el miedo a no saber, se
atrevió a aprender a manejar el audiolibro, el bastón que le permitía sentirse más segura al caminar,
aprendió a pintarse los labios sin salirse, a distinguir
las monedas, a comer, pinchando del plato lo que
se quiere llevar a la boca y ahora está aprendiendo
a agudizar el oído, el sentido de la orientación, el
gusto y el tacto. Está descubriéndose a sí misma
y descubriendo otra forma de vivir que cada día le
reporta mayor satisfacción ¡Olé!, ¡es maravilloso!
“Nunca sabes lo fuerte que eres,
hasta que ser fuerte, es tu única opción”
Vencer en la adversidad, vencer la dificultad, redescubrirnos, reinventarnos cada día, con cada
vivencia, con dada dolor, con cada llanto, con
cada alegría. Caminando, haciendo camino con
cada redescubrimiento que amplía la visión de
nosotros mismos.
NUNCA ES TARDE PARA APRENDER A VIVIR
LÁNZATE A LA VIDA
23
A Fondo
El sufrimiento,
¿frustración o
yunque?
No existe vida humana
que desconozca el dolor
Por José María Jiménez Ruiz
24
A Fondo
Cuenta Séneca, en su “Tesoro de máximas, avisos y observaciones”,
que en la ciudad de los sibaritas vivió un tal Mindírides al que todo,
absolutamente todo, le causaba grandes molestias. Hasta el extremo
que viendo, en cierta ocasión, a un hombre que cavando levantaba
mucho el azadón, se quejó de que este espectáculo le fatigaba y prohibió que semejante faena volviese a hacerse en su presencia.
Era conocido, igualmente, que este curioso personaje se quejaba frecuentemente de irritación en
la piel por haberse acostado en arrugados pétalos
de rosa. Y puestos a imaginar podríamos conjeturar, eso ya no lo refiere el filósofo cordobés, que
a un sujeto de esta catadura le molestaría el roce
de una suave brisa, el sonido de una campanilla
y hasta la caricia de un rayo de sol en la atardecida de un día otoñal. Lo que le lleva a Séneca a
sentenciar: “Cuando los placeres han corrompido
a uno el alma y el cuerpo, todo le parece intolerable, no porque las cosas sean duras, sino porque
el muelle y flojo el que ha de sufrirlas”.
Mindírides y quienes como él pensaban incurrían
en un gravísimo error al perseguir un imposible.
No existe vida humana a la que no le llegue, en
algún momento, el dolor o sea probada por algún tipo de sufrimiento. Estamos aquí ante una
cuestión que nada tiene que ver, contra lo que a
veces parece pensarse, con la buena o la mala
suerte. Nos acompaña, desde la cuna hasta la
sepultura, adoptando rostros diversos, como son
las graves limitaciones físicas, las diversas patologías que afectan al psiquismo, situaciones de
miseria, de explotación, de maltrato, de dramas
“Dice Unamuno que solo
aquellos que han pasado
por la experiencia del
sufrimiento, pueden llegar
a adquirir conciencia de sí
mismos”
familiares que hacen tambalearse nuestros universos afectivos, de circunstancias diversas que
en ningún caso hemos elegido, nos dejan sumidos en el desconcierto y ponen a prueba nuestra
capacidad de resiliencia y de encaje del infortunio. Porque, sin duda alguna, la resistencia frente a la adversidad y la forma como la abordamos
constituye, muy probablemente, uno de los más
fiable indicadores de fortaleza moral que puede
acreditar un ser humano. La endeblez para hacer frente al dolor, la intolerancia absoluta ante
cualquier acontecer que ponga de manifiesto la
inevitable vulnerabilidad de la existencia humana, la rebelión, siempre condenada al fracaso,
ante los eventos menos amables que nos tenga reservada la vida es una palmaria expresión,
como atinadamente señala Séneca, de flojedad
de espíritu, manifestación de un alma débil que
no ve sentido a la existencia sino es en los aledaños del placer.
25
A Fondo
Luchar desde la aceptación
Atreverse a ser feliz
Actitud, insisto, condenada al fracaso, porque el
sufrimiento pertenece a la esencia misma de la
condición humana. Sufre el hombre en su existencia porque ésta es, por su propia naturaleza,
caduca, finita, acechada, desde su propio origen,
aunque en ello no piense, por la situación límite de la muerte que nos pone ante el espejo de
nuestra radical contingencia. Sufre porque le es
imposible dar la espalda al hecho de que en la
vida, en toda vida humana, lo positivo y lo negativo, el bienestar y el dolor, la experiencia de
éxito y la conciencia de derrota se hallan indisolublemente unidas.
Desde esa madura aceptación del sufrimiento, es
preciso luchar contra él. Luchar denodadamente
aunque sepamos y aceptemos que sólo en ocasiones, y tan sólo parcialmente, podremos vencerlo. Como nos alecciona Laín Entralgo, aceptar el sufrimiento invencible, “el dolorido sentir”,
dice él, de Garcilaso y Azorín, le hace a uno ser
más radicalmente “el mismo”. Y nos recuerda a
Unamuno para quien solo aquellos que hubiesen
sufrido mucho o poco, es decir, solo aquellos que
hubieran pasado por la experiencia del sufrimiento, llegarían a adquirir conciencia de sí mismos.
Como tampoco la tendrían en palabras de Jaspers
“quien aceptando e sufrimiento como suyo, no
hubiese luchado activamente contra él”. Porque
según este admirable filósofo “el hombre que es
más fácilmente él mismo en la desdicha que en la
felicidad, tiene que atreverse a ser feliz”.
Pero esa patente inevitabilidad del sufrimiento no
conduce, no debe conducir, inexorablemente, al
nihilismo o a la desesperación de quienes se sienten definitivamente derrotados, sino más bien
servir de acicate y estímulo para contactar con
lo más hondo del propio ser. Para hacer aflorar,
desde él, los recursos que permiten al hombre
vivir orgullosamente erguido, desde la conciencia
de una dignidad que no hay dolor ni sufrimiento
que pueda poner en cuestión. Porque, como señala certeramente Tony de Mello, el sufrimiento
nos ayuda a despertar, a hacernos cargo de nuestra palmaria fragilidad para desde ella, y una vez
sanados de nuestras heridas narcisistas, afrontar
la propia existencia con voluntad de superación y
ánimo esperanzado.
26
La invitación a ser feliz, a pesar de las innumerables dificultades que constriñen la existencia
humana, no es, procediendo de Jaspers, una elucubración ajena a la vida o una recomendación
en falsete de quien instalado en la reflexión teórica, se siente con autoridad para recomendar a
los demás lo que él no es capaz de vivir. Ese no
fue su caso. Su actitud vital y filosófica frente a
las limitaciones que desde su infancia pusieron
a prueba su fortaleza moral, le convierten en un
verdadero paradigma de cómo es posible hacer
A Fondo
frente al infortunio. No se dejó vencer por enfermedades pulmonares incurables, ni por afecciones reumatoides e intestinales que le afectaron
desde su más tierna edad. Supo hacerles frente
con dignidad y siguiendo la estela de la vocación
que urgía su corazón, pasó de la psiquiatría a la
psicología y de ésta a la filosofía hasta culminar
una ambiciosa obra filosófica por la que es universalmente reconocido. Como con tino nos recuerda Laín Entralgo, “El arte que Novalis echaba de menos y temáticamente postuló – “hacer
útiles las enfermedades”- arte que tuvo en Kant
un importante paladín y beneficiario, fue ejemplarmente cultivado por Jaspers. Acaso, concluye, Laín, sin aquella experiencia y este arte no
hubiera elaborado el filósofo en la forma en que
lo hizo su doctrina de las situaciones-límite”.
La experiencia vital de Jaspers, así como la de
tantas otras personas, especialmente probadas
en el yunque de la adversidad, patentiza que los
seres humanos pueden convertir en oportunidades de crecimiento y desarrollo personal las circunstancias personales más penosas, que no es
inevitable caer en los brazos de la desesperación
por más que sean importantes las calamidades
que puedan afligirnos.
“Lo inevitable del sufrimiento
no debe conducir a la
desesperación, sino servir
para contactar con lo más
hondo del propio ser”
27
A Fondo
Así lo creyó también V.Franck. El reconocido psiquiatra vienés nos ha dejado, en un libro ya citado
por Alfonso Echávarri en este mismo número, El
hombre en busca de sentido, un formidable testimonio en el que se niega a admitir que el sufrimiento, por terrible que éste sea, conduzca inevitablemente a la destrucción personal o a la pérdida
de toda esperanza. Su experiencia de prisionero en
un campo de concentración, el análisis de sus propias vivencias y la observación de las reacciones de
sus compañeros de infortunio, le llevan a sostener
que el ser humano encuentra recursos, aún en medio de las más terribles pruebas, para mantener
su dignidad y no dejarse aniquilar por el mal, con
independencia del rostro que éste pueda adoptar
en cada momento. Sostiene Franck, que el hombre
puede mantenerse erguido en medio de las más feroces tempestades, siempre y cuando sea capaz de
descubrir el sentido de su propia vida. El vacío o el
sinsentido existencial, por el contrario, lo convierten
en una débil marioneta a merced del bamboleo a
que pueda ser sometido por las circunstancias más
livianas. En el campo de concentración, nos dice,
sobrevivían quienes tenían algo por lo que luchar,
quienes consideraban que aún tenían una misión
que cumplir en la vida y que ésta era personal e
intransferible de manera que, si ellos renunciaban,
nadie podría, en su nombre, llevarla a cabo.
“Para qué” en lugar de “por qué”
Descubrir el sentido de la propia existencia, el
sentido que pueden tener para nosotros los más
duros retos a que somos sometidos, no es una
cuestión baladí. Sería, por el contrario, la mejor
garantía de que no seremos anulados por las innumerables limitaciones que nos son propias. Quizás
cuando nos golpee el infortunio y seamos castigados por penalidades que se nos antojan insoportables, quizás en esos momentos podríamos sustituir la un tanto absurda o poco realista pregunta
de “por qué a mí”, por otra mucho más productiva
para nuestro equilibrio psicológico de “para qué a
mí”. Mientras que la primera es una expresión de
narcisismo a la que no es posible dar respuesta
y presupone que lo que aflige o puede afligir a
los demás no tiene por qué rozarnos a nosotros,
la segunda, nos brinda la oportunidad de afrontar
cualquier tipo de sufrimiento tratando de adivinar
28
A Fondo
qué podemos aprender de él, en qué medida nos
puede ayudar a madurar, cómo podemos instrumentalizarlo para crecer como seres humanos.
El estoico frigio, Epicteto, allá en el siglo I antes
de Cristo en su Manual de vida, ya nos alertaba
acerca de la incoherencia de la tabla de medir con
que solemos valorar las tribulaciones que afligen
a los demás y las que nos perturban a nosotros.
Lo que hace llorar a los otros, viene a decirnos,
son cosas naturales, ley de vida, solemos decir…
Si lo mismo nos sucede a nosotros, entonces ponemos el grito en el cielo y nos creemos víctimas
de una conspiración poco menos que cósmica.
“Según Jaspers, el hombre
que es más fácilmente él
mismo en la desdicha que
en la felicidad, tiene que
atreverse a ser feliz”.
Vuelvo de nuevo a V. Franck. De los distintos valores que dan consistencia al ser humano: valores de
creación, valores de vivencia y valores de actitud,
son éstos los que mejor definen lo que realmente es y la capacidad que atesora para gobernar la
navecilla de su propia vida. Son los valores que tienen que ver con la reciedumbre del espíritu, con la
fortaleza moral. Son los valores que nos capacitan
para aceptar, con ánimo sereno, las innumerables
limitaciones que acompañan la existencia de todo
hombre o toda mujer. Son esos valores de actitud,
nos dice V. Franck, los que constituyen al llamado
“homo patiens”, al hombre doliente que, desde la
entereza, acepta, como condición de su propia naturaleza humana, los sufrimientos sobrevenidos al
margen de su propia voluntad. No sólo los acepta,
trata de hacer de ellos trampolín que lo lance hacia
su propia plenitud. En ausencia de tales valores no
es posible aceptar la propia finitud y las condiciones que a ésta inevitablemente están ligadas (sufrimiento, dolor caducidad, fracaso…) y el ser humano
queda a la intemperie de los distintos vendavales
que agitan el devenir de cualquier vida humana.
Innumerables hombres y mujeres, a lo largo de
la historia, han dado testimonio de que, bien pertrechados por esos valores de actitud, es posible
hacer de las penalidades que acompañan cualquier historia personal yunque en el que forjar
el carácter. Yunque, en el que forjar una reciedumbre moral, una fortaleza espiritual que nos
inmunice frente a esas tentaciones de omnipotencia que exigen, como condición de la felicidad,
la imposible inmunidad frente al sufrimiento que
es propio de la radical contingencia humana.
29
A Fondo
Horizontes juveniles
A
lo
largo
del
sendero,
vivir es
viajar
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Por José Luis Rozalén Medina
A Fondo
Baja el telón en la magnífica representación en el teatro Español de Madrid
de La Muerte de Sócrates, basada en textos de su discípulo Platón e interpretada genialmente por José Mª Pou. Aún resuenan en la sala las últimas y
emocionantes palabras del filósofo griego dirigidas a sus jóvenes discípulos
después de aceptar valientemente su propia muerte: “Ha llegado la hora de
partir. Cada uno de nosotros debe seguir su propio camino: yo a morir, vosotros a vivir”. Vivir… Vivir… Vivir… Ésa es la gran cuestión, nuestro gran reto,
nuestra humana grandeza: Vivir en plenitud, con sentido y dignidad
Porque no se trata sólo de mal vivir, o de vivir de
cualquier manera; se trata de saber vivir, saber
caminar, saber andar a lo largo del sendero, teniendo siempre en nuestra pupila, en lontananza,
el horizonte elevador que nos alienta e impulsa.
Esta ineludible misión del ser humano como caminante, como homo viator (en palabras de Gabriel
Marcel) la dejo plasmada en versos inmarcesibles,
imperecederos, nuestro Jorge Manrique (“entre
los poetas míos, tiene Manrique un altar”, canta
Antonio Machado con honda emoción): “Nuestras
vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el
morir; allí van los señoríos derechos a se acabar e
consumir… Partimos cuando nascemos, andamos
mientras vivimos, y llegamos al tiempo que fenecemos; así que cuando morimos, descansamos”.
“Viajar, vivir, es descubrir
lo que el mundo es, pero
también, lo que somos
nosotros, para mejorarnos”
El tiempo que huye
Tal vez, la clave de nuestra felicidad, mientras
caminamos, estriba en hacer machadianamente
el viaje de la vida “ligeros de equipaje”, llevando
en la mochila de la existencia sólo aquello que es
realmente imprescindible. Tal vez, lo mejor del
camino de la vida está en nuestro interior, en el
cantar del espíritu, en el reír de nuestra alma; si
nos sumergimos en esta risa creadora, manará
agua viva, impulsadora, que, sin duda, nos hará
más llevadera la senda del vivir.
En un terceto perfectamente esculpido expresa
Quevedo la idea de que la vida es devenir deslizante, viaje permanente y efímero: “Ayer se fue;
mañana no ha llegado; hoy ya se está yendo, sin
parar un punto; soy un fue, y un será, y un es
cansado”. Teresa de Jesús, la gran santa y escritora española, cuyo V Centenario de su Nacimiento estamos celebrando, convierte, sin embargo, con una clara visión trascendente, la fatiga y el cansancio del viaje de la vida quevedesco
en deseo y deleite ansiado: “Dios no nos negará
su contemplación, si no nos quedamos estériles
en el camino, sino que nos esforzamos en llegar
hasta Él con fortaleza y esperanza. Vivo sin vivir
en mí/ y tan alta vida espero/ que muero porque
no muero”.
Al igual que los ríos viajan por entre bosques o
corren por las praderas, de igual modo se muestran nuestras vidas en su imprevisible y continuo devenir.
Ese vivir como si fuera un largo viaje, ese caminar y amar a lo largo del sendero, esa hermosa e
inacabable aventura de ir siempre adelante, superando obstáculos, llenándonos de energía, lo
31
A Fondo
expresa admirablemente W. Whitman en su hermosísimo poema polifónico Canto a mí mismo:
“Carga con tu equipaje, hijo, que yo he traído el
mío, y apretemos el paso. Ciudades prodigiosas y
tierras liberadas hallará nuestro andar. Si te cansas, entrégame tu carga y apóyate en mi pecho…
Pues iniciado el viaje, no habrá descanso. Hoy,
antes del alba, he subido a una loma para ver
las estrellas que brillan en el cielo. Y le dije a mi
alma: Cuando abarquemos todos esos mundos, y
el saber y los goces que encierran, ¿estaremos al
fin colmados y contentos? Contestóme mi alma:
No; cuando hayamos llegados a esas alturas, habrá que ir más allá”.
Mientras caminamos por la vida, hemos de pensar, con Cervantes, que es “mucho más importante el camino que la posada”, el viaje que la llegada… Nos pueden quitar el triunfo, la gloria, pero
nunca la lucha, el esfuerzo indesmayable por ser
mejores; nos pueden arrebatar los honores, pero
nunca, mientras vivimos, mientras caminamos a
lomos de nuestros particulares “rocinantes”, nos
pueden hurtar el afán permanente, y hasta heroico, por extender por el mundo el Bien, la Justicia
y la Verdad.
Así es: Ir siempre más allá es la clave del viaje de
la vida. En esta misma línea filosófica, que fundamenta la felicidad de nuestra existencia en el empuje y el coraje mientras hacemos el camino del
vivir, se sitúa nuestro Séneca: “La felicidad de la
vida se basa en un alma libre, levantada, intrépida
y constante, inaccesible al miedo y a la codicia,
para quien el único bien es la virtud y el único mal
la vileza; lo demás es un montón de cosas sin valor
que no quitan ni añaden nada a la felicidad”. A lo
largo de la vida, lo que hay que cambiar y embellecer es el alma, porque, aunque crucemos el ancho mar, contemplemos hermosas ciudades, bellos
atardeceres, amplios valles y escarpadas montañas, todo será en vano, si no cuidamos y embellecemos nuestra alma mientras caminamos… Viajar,
vivir, es descubrir lo que el mundo es, pero, también, lo que somos nosotros, para mejorarnos.
Y nuestra juventud ¿Qué horizontes persigue en la
senda de su vida? Nuestros chicos y chicas son la
esperanza de nuestra sociedad y por eso nos interesan. ¿Cómo abordan su viaje existencial? ¿Qué
expectativas se les presentan? ¿Cómo afrontan su
futuro: con miedo o con esperanza, con desencanto o con proyectos ilusionados, con desánimo
o con entusiasmo, con perspectivas alentadoras
o con apatía y desgana, con búsqueda entusiasta
de soluciones o con estéril y triste frustración?
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Jóvenes horizontes
Como hemos apuntado en otras ocasiones aquí,
en AVIVIR, hablando de otras problemáticas juveniles, la panoplia de actitudes entre los chicos
y chicas de nuestro tiempo es variadísima. Junto
al pasota que ni estudia ni trabaja, nos encontramos con jóvenes preparados e inquietos que
buscan su lugar en el mundo; junto al egoísta y
A Fondo
que tener las cosas muy claras, mucha ilusión y
mucha dedicación y sacrificio. Cuando tienes un
sueño hay que luchar por él sin desmayo”.
“A lo largo de la vida, lo
que hay que cambiar y
embellecer es el alma”
Vanessa Valdeiglesias, joven investigadora, manifiesta que “hace falta comprensión de la sociedad hacia los jóvenes: a veces se nos machaca
y critica de forma indiscriminada, tachándonos a
todos de vagos y flojos; y eso no es verdad; tenemos (yo, al menos) sueños e ilusiones, y me
sobra la pasión y el empuje para conquistarlos; si
otros llegan, yo también puedo”.
Desilusionados y “Generación Z”
hedonista que sólo sabe mirarse el ombligo y no
da golpe, nos encontramos con los miles de voluntarios que emplean parte de su tiempo ayudando a los demás; junto al hastiado y negativo,
nos encontramos al emprendedor y positivo… Y
así podríamos seguir.
Leo en el reportaje de Laura Peraita titulado “El
futuro en sus manos”, publicado en ABC (31-12016) y realizado entre jóvenes, chicos y chicas
de 20-35 años, que una gran mayoría de ellos
están de acuerdo en que “si de verdad se quiere
algo en la vida, se puede lograr, siempre que, con
una buena preparación académica y laboral, se
mantenga el esfuerzo, el trabajo, la ilusión de una
forma constante en la conquista de dicha meta.
Los fracasos parciales hay que asumirlos, pero no
deben hundirnos, deben servirnos de trampolín
para reiniciar el camino”.
Rubén Olmo, bailarín sevillano de 35 años, nos
comenta: “Con 23 años formé mi propia compañía
de ballet, pero me arruiné, ´me di con la puerta
en las narices´; pero en vez de venirme abajo,
aproveché mi juventud para intentarlo otra vez,
con la ventaja de que conocía los errores; ahora, pensando y luchando mucho, tengo mi propia
compañía”. Y ha recibido (añadimos nosotros) el
Premio Nacional de Interpretación de Danza.
Una historia parecida de superación y entrega es
la que nos cuenta David de Andrés, joven cocinero de 28 años: “Del fracaso también se aprende y te prepara para la siguiente meta, pero hay
Evidentemente, estas opiniones poco tienen que
ver con la que escucho de labios de Juan Carlos, 21 años, que acabó su Bachillerato, pero que
no encuentra trabajo: “No veo horizontes en mi
vida; estoy desilusionado y amargado; quiero
trabajar y no puedo; tengo miedo al futuro, porque no puedo planearlo… ¿qué hacer?”. De idéntica forma se expresa Mónica, 22 años, empleada
temporal de grandes almacenas, ahora sin trabajo: “Es desesperante. No puedo ver qué futuro
me espera. Me vengo abajo muchas veces. Sólo
pido tener un trabajo, para poder vivir y soñar”.
De forma aún más negativa se manifiesta Raúl,
un chaval de 18 años que no consiguió acabar la
ESO: “A mí me importa un ´huevo´ todo. No creo
en nada ni en nadie, ni en políticos, ni en curas, ni
en mandangas… No tengo ideales. Vivo al día. No
doy un palo el agua, sé que soy un parásito, pero
me he acostumbrado… y vivo de puta madre”.
Según un Informe que aborda la problemática de
la llamada Generación Z, o Divergentes, (jóvenes
entre 8 y 20 años), existen una serie de actitudes
que los definen. Citaré sólo algunas: “Son los primeros nativos digitales, suelen ser pragmáticos
e individualistas, su conciencia es más ética que
política (no creen en los partidos), les preocupa
la desigualdad y el cambio climático, no practican
el culto a la marca, son realistas y comprometidos, perseverantes y resolutivos, su ´look´ es
cambiante y experimental y el éxito lo colocan
en poder vivir de su vocación profesional…” Me
parecen interesantes, en efecto, estas características, pero tendríamos que saber con exactitud
33
A Fondo
qué porcentaje de jóvenes muestra las actitudes
apuntadas, y comprobar también qué otro porcentaje de chicos y chicas presentan comportamientos muy diferentes.
Sin ir más lejos, leo en la Memoria de la Fiscalía
General del Estado una información que me deja
francamente preocupado: Durante el año 2014,
hubo en España 4.753 procedimientos a menores
por delitos de violencia contra sus progenitores.
El porcentaje de estos delitos por agresiones,
amenazas, insultos, salivazos, empujones… va,
tristemente, en aumento. En dicho documento
se comprueba que es ésta una lacra social, un
gravísimo problema que hunde sus raíces en una
profunda crisis de valores, principalmente educativos, dentro de las relaciones paterno-filiales.
Son jóvenes-adolescentes con una total falta de
respeto, que reaccionan violentamente al no poder satisfacer compulsivamente sus caprichos de
forma inmediata. Es evidente que estos chicos/as
tienen una actitud hedonista, irreflexiva, materialista, insensible, ególatra y que, por supuesto,
su horizonte vital es muy pobre.
Diré a modo de conclusión que en el largo y abigarrado camino de la vida todos nuestros sentidos y facultades, nuestra inteligencia e imaginación, nuestra mente y nuestro corazón reclaman
el contacto con lo que existe y palpita a nuestro
alrededor. En el sinuoso e incitante sendero del
vivir todos necesitamos el color de las cosas, la
hermosura de los paisajes, la grandiosidad de los
mares, el calor y el amor de las personas, el respirar de la Tierra… para seguir adelante, superando obstáculos. Todos nosotros, cuando vivimos (y
ya hemos mostrado que la vida es el gran viaje
que nos lleva a la meta final) necesitamos zambullirnos con todo nuestro ser en la entraña misma de la realidad, en toda su rica y estimulante
complejidad.
Si supiéramos ver, si supiéramos mirar, si supiéramos vivir, nuestro viaje vital a lo largo del sendero se iría impregnando de racionalidad y armonía, de plenitud y sentido, y arribaríamos, por
fin, a pesar de las dificultades del camino, al gran
puerto definitivo de nuestra existencia con las
velas de nuestro barco desplegadas, impulsadas
por los vientos favorables de la esperanza.
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“Todos necesitamos
zambullirnos, con todo
nuestro ser, en la entraña
misma de la realidad, en su
rica complejidad”
ENTREVISTA
Por Gloria Díez Fernández
Fotos: Cristina Bezanilla Echeverría
Francisco RODRÍGUEZ CRIADO
Escritor. Autor de El Diario Down
“Vivimos en medio del océano,
aferrados a un trozo de madera”
36
ENTREVISTA
Francisco Rodríguez Criado llegó tarde a la literatura si admitimos que los
treinta años son ya una edad tardía, pero los 18 restantes los ha aprovechado
de forma sobresaliente. A Rodríguez Criado se le dan bien las distancias cortas. Sus relatos están incluidos en algunas de las más prestigiosas antologías
españolas, pero también nada en aguas más profundas. De sus novelas hay
una, Mi querido Dostoievski, donde su prosa, siempre impecable, alcanza un
estado cercano a la gracia. La llegada de su primer hijo con una alteración
cromosómica puso a Francisco padre frente a una crisis de sentido. Mirando,
tratando de entender, aprendiendo a amar, dejándose seducir por Francisco
hijo, Chico, nació este Diario Down que acaba de llegar a las librerías. Porque
si bien se mira, esta es, en realidad, la historia de una seducción.
Manrique dijo que era un río. Río, viaje, camino, ¿qué metáfora le gusta más para definir la vida?
Supongo que habrá muchas citas literarias muy
importantes sobre la vida, pero yo la veo como
un ejercicio de supervivencia. Incluso le diría que,
por lo tragicómica, la vida es como uno de esos
concursos de humor amarillo, en los que sales del
fango, has superado un reto y, a continuación, te
meten en otro. De vez en cuando, tienes como
un remanso de paz, pero sabes que, antes o después, vas a tener un nuevo desafío. En la última
prueba me ayudó mucho escribir este libro.
(“Después de tantos años haciendo malabarismos
vitales sobre la cuerda floja, después de luchar contra fantasmas (unos imaginarios y otros demasiado
reales) había llegado la hora de caer por enésima
vez sobre el duro pavimento” El Diario Down.)
“Debe pensar: Mi padre
es tonto y no se entera de
nada; así que le tengo que
ayudar”
¿Cuál diría que fue el primer giro?
Tuve una infancia feliz y una adolescencia bastante complicada. Sentía que no encajaba, entonces no escribía, ni leía, no sabía exactamente qué iba a ser de mi vida, tenga en cuenta que
empecé a escribir con 30 años. Casi le podría decir que en mi vida hay un antes y un después de
la escritura.
¿Y esos “malabarismos vitales y fantasmas
más o menos reales” de que habla?
¿Su vida ha tenido muchos quiebros?
A veces pienso que sí y otras creo que soy un privilegiado. En realidad me cuesta mucho hacer una
valoración de mi propia vida. He pasado por algunas
circunstancias adversas. Supongo que mi historia es
muy parecida a la del resto de la humanidad, con
muy buenos momentos y con momentos malos.
Bueno, no puedo contar peripecias vitales tipo
Hemingway, que se cayó dos veces en el mismo
año de un avión y de una avioneta, pero ¿sabe lo
que es una turbulencia interior que, sin que aparentemente pase nada, sientes que estás en medio de océano aferrado a un trozo de madera? Y
te planteas, ¿qué hago en este mundo?
37
ENTREVISTA
“Tras conocer que Francisco
tenía Síndrome de Down
pasé cuatro días llorando”
Claro, creces con tu propia obra. No tienes que
hacer mucho para crecer físicamente, te alimentas y vas creciendo, pero con una obra no es sólo
el hecho de escribir, sino el “qué escribo”, “cómo
escribo” y “por qué lo escribo”. Tú creces con la
obra y la obra crece contigo.
Entre los pasajes luminosos, está la llegada
de su mujer.
Es más difícil criar a un hijo
Es cierto, no solo es una mujer excepcional, sino
una madre excepcional. Los momentos más duros los asume mejor que yo, yo me tengo que
reconstruir. A mí sí me quitas la escritura, me
cuesta mucho más encajar en las situaciones negativas. Estoy muy contento de tener una compañera, porque no solo es mi mujer, es mi amiga,
es una ayuda en todos los aspectos y sin ella sería todo muy difícil, muy difícil…
¿A usted le gusta su trabajo, le gusta escribir?
Sí, es una vocación; tiene sus vaivenes, claro, a veces tengo la sensación de que estoy completamente parado, otras de que avanzo, pero es una carrera
emocionante, hasta en esa parte en que te caes.
¿Cómo empezó a escribir?
Por casualidad. Hubo una época en que yo estaba trabajando en el pub de un amigo, y un cliente que escribía cómics, también amigo, dijo que
quería hacer un cortometraje. Me animé y escribí una historia. El cortometraje no se hizo, pero
después de escribir ese cuento, me aficioné.
¿Y el autor cambia, se modifica con la obra?
¿Hay una interacción?
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Un libro te obliga a crecer, ¿y un hijo?
Un hijo te obliga a todo, te obliga a crecer, a replantearte tu vida, tienes un grado de responsabilidad que no tenías antes; es mucho más difícil
criar a un hijo que crear una obra literaria. Además, en mi caso, pienso que no estoy especialmente dotado para la paternidad, adoro a mis
hijos, pero no tengo la paciencia que tiene mi
mujer, a mí se me hace difícil tratar de escribir
y que me estén tirando de los pantalones, o, de
repente, tener que parar para cambiar un pañal.
Adoro a mis hijos, pero me doy cuenta de que no
puedo estar todo el día con ellos.
(“Al fin y al cabo yo no pedía demasiado como
padre. Me hubiera conformado con que Francisco fuera tan guapo como Paul Newman, tan buen
futbolista como Cristiano Ronaldo, tan ingenioso
como Woody Allen, tan elocuente como Winston
Churchill. Nada del otro mundo. Pero la vida, sorda como siempre a mis deseos, había vuelto a
hacer su propia elección.” El Diario Down.)
Todos los padres esperan al hijo perfecto,
quizá al hijo que consiga todo lo que ellos no
alcanzaron.
ENTREVISTA
“Estos niños tienen la
capacidad de hacer felices a
los que están a su lado”
Yo esperaba al hijo perfecto. Lo que no sabía era
que el hijo perfecto tenía el síndrome de Down.
Eso no lo esperaba y al principio fue una noticia
pésima, porque para mí el mundo de la discapacidad era algo completamente desconocido, así que,
cuando ocurrió, mi castillo de naipes se desmoronó y tuve que empezar a reconstruirme; lo que
pasa es que Francisco es un niño que te lo pone
muy fácil. Es un niño encantador, una maravilla de
muchacho. A mí me ha enseñado muchas cosas.
(“Tras conocer que Francisco padecía el síndrome
de Down, pasé cuatro días llorando desconsolado.
Al quinto dejé de llorar, me senté al ordenador y
comencé a escribir estas líneas.” El Diario Down.)
Entonces, cuando llegó al mundo Francisco
Rodríguez Velasco, a usted le pareció el fin
de un sueño.
Claro, sobre todo por lo inesperado, porque la
madre se hizo pruebas y nos dijeron: no tiene
cardiopatías, no tiene síndrome de Down… Así
que ese día volvimos a casa muy contentos, dijimos qué bien, el niño viene sano. Pero al cabo
de los meses, dos horas después de nacer, me
llamaron para decirme que tenía trisomía del 21.
Pregunté: ¿pero qué es eso? Síndrome de Down,
me dijeron. Y se me cayó el mundo encima.
Los psicólogos dicen que la primera reacción
ante un gran dolor es “negar”. ¿Se produjo
en usted ese momento de negación?
Sí, los dos primeros días no quería ver al niño. He
pensado mucha sobre esa circunstancia, Francisco
tenía en ese momento respiración asistida, y yo no
era capaz de bajar a verle solo. En mi defensa debo
decir que a mí me hubiera costado mucho coger a
un bebé tan chiquitillo, aunque no hubiera tenido el
síndrome de Down. Pero es que, además, era rubio,
muy rubio, yo soy muy moreno. Me daba la sensación de que era ajeno a mí. Decía: pero bueno, esto
como puede ser, yo me lo imaginaba moreno…
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ENTREVISTA
“Si me levanto, me
acuesto con él y me quedo
dormido abrazándolo”
Pero su madre es muy rubia.
Sí, pero me había engañado, ella me había dicho: Este va a salir moreno, ya verás… Hay un
momento, que está reflejado en el libro y que es
muy importante, en que mi hermana, que vive en
Cáceres, vino a vernos a los dos días con su familia y con un matrimonio amigo. Yo bajé con ellos
al nido y vi cómo lo cogían, cómo lo besaban,
noté que me estaban enseñando a amar a mi hijo
y a partir de ahí, poco a poco, empecé a recuperarme. Lo que pasa es que claro, uno se repone
y a los pocos días llega otra mala noticia: tenían
que hacerle una operación a corazón abierto. Parece ser que casi el 50 % de las personas con
el síndrome de Down nacen con cardiopatías. No
siempre tan severas como la de Francisco…
Un poco de esperanza
¿Cuándo empezó usted a ver un poco de luz
al final del túnel?
A los cuatro o cinco días aproximadamente. Vino
a visitarnos una señora que trabajaba en el hospital, tenía una hija con síndrome Down, nos contó
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su caso y le quitó tanto hierro al asunto, que yo
dije, oye, pues, a lo mejor no es tan dramático.
Dice que Chico lo pone muy fácil, ¿por qué?
No sé si es característico de estos niños, o es porque él tiene la capacidad innata de hacer felices
a las personas que tiene al lado. Tenemos ahora
otro niño…
Si, en el libro llama usted señor Mario.
Sí, señor Mario, que lo queremos horrores pero no
tiene nada que ver, son diferentes modelos. Chico
nunca llora por la noche, ha sido siempre súper sonriente… Bueno, durante la operación estaba en reanimación, lleno de cables, parecía un avión más
que un bebé, el niño lo pasaba mal, pero en cuanto
estaba un pelín mejor, lo primero que hacía era sonreír. Es un niño que nos ha hecho la vida muy amable. Con él no he tenido que ejercer la paciencia, con
Mario sí, pero con Chico no, yo creo que él la ha ejercido conmigo, ha debido pensar: mi padre es tonto y
no se entera de nada, así que tengo que ayudarle.
¿Percibe que él le entiende? ¿Hay comunicación?
ENTREVISTA
“Si una crisis te come,
no va a ser una oportunidad
para nada”
La primera vez que yo me comuniqué con el niño
fue un momento también muy bonito. Entonces
me levantaba de madrugada para darle el biberón, mi mujer le había dado antes el pecho y yo,
en la madrugada, cuando él empezaba a hacer
algún ruidito, porque cuando se despierta no llora, hace algún ruidito muy suave, le daba el biberón. Uno de estos días, el niño interrumpió la
ingesta, me miró a los ojos y me sonrió. Fue la
primera vez, una sonrisa a las cuatro de la mañana, él y yo solos en el salón.
las enfermeras pensando que así ya no le van a
hacer más cosas. Esa entereza que tiene, esa actitud positiva, que yo espero mantenga toda la
vida, porque a los que estamos a su lado, nos ilumina. En mi infancia fue todo muy natural, casi
idílico. Pero él… Imagine que el día que cumplió
cinco meses le operaron a corazón abierto. Pues
ahí estaba el niño… pura alegría.
La escritura como supervivencia
¿Está de acuerdo con esa frase que dice que
una crisis es una oportunidad?
¿Cómo surge la idea de escribir el diario?
¿Cómo una terapia?
He escritos bastantes libros y la escritura siempre tiene algo de terapéutico, pero no tanto como
ahora, esta vez fue un ejercicio de supervivencia
emocional. Incluso le pedí permiso a mi mujer
porque lo iba a contar todo, no iba a andar con
medias tintas, quería vaciarme.
¿Qué le ha enseñado Francisco, Chico?
Actitud ante la vida. Está siempre sonriendo, esa
ternura que tiene, esa empatía… Estamos hablando de un niño que lo ha pasado mal. Cuando lo
llevo al médico, cada vez que lo tumbo se pone a
llorar, porque ya sabe lo que hay. Entonces, empieza a hacer carantoñas, y en cuanto terminan,
se recompone, hace gracias, se ríe, se camela a
Creo que sí, siempre que seas capaz de encarar la
crisis, porque si la crisis te come, no va a ser una
oportunidad para nada, pero si eres capaz de plantarle cara a la adversidad, a la larga te puede servir de mucho. Cuando pasan cosas graves parece
que tus sentidos están en alerta, y, por lo menos a
mí me pasa, yo trabajo mejor que cuando estoy en
un estado de pseudo felicidad, que, por cierto, me
gusta más fuera de los márgenes de la literatura.
Imagino que no cambiaría usted a Chico por
nada.
No sé si quiero cambiar a su padre por otro, pero
a él no lo cambio por nada. De hecho, hay algunas noches en que, si me despierto porque necesito ir al baño, en vez de volver a mi cama, me
acuesto con él y me quedo dormido abrazándole.
Me trasmite mucha paz.
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A Fondo
Vivir en silencio,
vivir el silencio
Nieves Guerrero Alonso es orientadora del Teléfono de la Esperanza de Valencia. Desde hace diez años y como consecuencia de un accidente de tráfico, soporta una neuralgia del trigémino, un lesión rara y muy dolorosa. Este
artículo, con su extraordinario testimonio, se ha publicado en el boletín de la
Asociación Vicktor E. Frankl y la autora se lo ha dedicado a su padre.
Por Nieves Guerrero Alonso
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A Fondo
TESTIMONIO
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A Fondo
Nada es casualidad, y justo ahora, cuando el silencio vuelve a ser mi aliado y enemigo, me ofrecen escribir un artículo y decido, sin saber muy
bien por qué, hacerlo sobre él: el silencio. Guiada
por mi intuición No soy escritora, es la primera
vez que escribo algo así. Voy a contar una historia sencilla, una parte íntima de mi misma. Lo
llamo: vivir en silencio.
“Un día, saboreando mi
café con leche, me descubrí
dando las gracias al silencio
del cielo”
Era el último viernes de agosto, a las cinco de
la tarde, la ciudad estaba desierta y yo volvía
del trabajo. Contenta. Iba pensando en darme
un chapuzón en la piscina, estaba parada en un
semáforo, cantando, disfrutando ya del abrazo
de mi marido, el recibimiento de mis perros y el
frescor del agua. Un golpe por detrás, brutal e
inesperado, ni siquiera frenó, lo cambió todo para
siempre. Justo después del impacto llegó... un
enorme silencio. El primero de todos los que iba
a tener. El silencio de los que creía amigos y no lo
eran. El silencio de los gritos que me tragué y no
di. El silencio del teléfono que dejó de sonar. El
silencio ensordecedor de mi vida parada, viendo
la de los demás. El silencio del dolor en soledad.
Aprender a oír
Vivíamos en el campo y cada mañana al despertar, oía el viento jugando entre los pinos. Ese
fue el primer silencio amigo, aprendí a oírlo y a
disfrutarlo, no me comparaba con la que fui. Le
gustaba como era. Y me daba paz. Me invitaba a
respirar su olor siempre nutritivo y fresco. El olor
del silencio. Me acostumbré a darle las gracias
cada mañana, también en silencio. Y de las copas
de los pinos al cielo, hay sólo un paso.
Sentada en el porche, desayunando, empecé a
escuchar el silencio del cielo, de las nubes emborronadas o de puro algodón, los matices del
azul, el gris, la luz esplendorosa o a veces tímida. Cada día diferente. Y siempre mágico. Y
saboreando mi café con leche me descubrí dando
las gracias al silencio del cielo. Ese silencio tan
impresionante y eterno. Que hace que me sienta
pequeñita y especial a la vez. Aprendí a utilizar
cada minuto de precioso silencio a mi favor. Fue
despacio, sin prisas, el accidente también me
regaló el tiempo. El silencio dolía cada vez menos, dejé de llevar el móvil pegado a mí, como si
fuera una prolongación de mi mano. Hubo veces
que estuvo desaparecido días, y ni él ni yo nos
echamos de menos.
No fui consciente hasta ese momento de todo el
sonido que me acompañaba en mi ajetreada vida
diaria.
El dolor está presente sin descanso, es cierto.
Es un invitado no deseado e inevitable, hablo y
negocio con él. He aceptado que forma parte de
mí. Me gusta la persona que soy ahora, y ese
dolor lacerante forma parte de quien soy, por
ello lo quiero. Como a mis errores, equivocaciones y defectos.
Una lesión muy poco habitual fue el diagnóstico,
producida precisamente por estar cantando, por
tener la boca abierta justo en el instante del golpe. Una ironía, el premio a la alegría, pensé. La
lesión no tiene cura, de momento, me provoca un
dolor lacerante y continuo. El dolor del suicidio
lo llaman los médicos. Me duele comer, reír, llorar, gesticular con la cara, y sí, también hablar y
cantar. Cualquier movimiento facial o de la cabeza. De ahí que ese silencio que todo lo ocupó los
primeros años después del accidente, fuera mi
enemigo y mi aliado. Lo odiaba y lo necesitaba.
Hacía más soportable el dolor.
Han pasado más de once años de aquella tarde
de agosto. El silencio es mi amigo, mi aliado.
Me enseñó la gratitud, el valor de las pequeñas
cosas, el regalo diario de la Vida. Me mostró
el camino de la reflexión, la meditación, el encuentro conmigo misma. Me dio el tiempo y el
clima para conocerme, las pequeñas esquinas
acogedoras de mi ternura, los recovecos de mis
miedos, los lugares en sombra que he de iluminar, los espacios abiertos llenos de luz donde viven el amor, la amistad, la esperanza, la
generosidad, la confianza. La palabra mágica,
aceptación.
44
A Fondo
Permiso para ser
Me di el permiso de ser yo, alguien libre que elige
cada mañana Vivir. El dolor, ese accidente, me
robó mis planes de vida, meticulosos y perfectos,
sin embargo me ofreció la oportunidad de ser y
sentirme libre en la Vida. Me regaló Vivir.
Y cada día elijo. Cada mañana, cuando me despierta ese dolor terrible opto libremente por vivir.
Y en silencio doy las gracias. Por cada pequeña
cosa. Por todos los “ahoras” que me hacen feliz.
Decía al principio que he elegido escribir del silencio justo ahora que ha llegado a mi vida, el silencio
más inesperado y doloroso. Hace tan sólo unos días
mi compañero de viaje, mi amor, se ha marchado.
Dejando mi casa llena de su ausencia. El silencio,
ese amigo que me regaló el accidente, me duele
como una traición. No está ni su voz, ni su risa, el
sonido de la ducha o trasteando en la cocina. Su
respiración al otro lado de la cama. Cuánto sonido
a mi alrededor hacía. Tan solo estando.
Busco el silencio dentro de mí para hallarme y hacer balance de daños. Cierro los ojos para mirarme por dentro y seguir queriéndome a pesar de
que se haya ido o precisamente porque se ha ido.
Hay ratos que mientras estoy haciendo cosas por
casa pongo la tele, sólo para oír una voz que me
acompañe. Y cada mañana, cuando el dolor me
despierta, oigo el silencio. Y duele, y lloro. Sin embargo, algo aprendí de aquellos pinos y del viento jugando con ellos: el silencio es mi amigo, me
muestra el camino. Y cada mañana, en completo
silencio, llena de gratitud por tenerme, elijo Vivir.
“El silencio es mi amigo,
mi aliado. Me enseñó la
gratitud, el valor de las
pequeñas cosas, el regalo
diario de la Vida.”
Apoyo en el dolor
La “Asociación Viktor E. Frankl” de Valencia,
nació en el año 2001 y fue declarada de interés
público en 2008. Está integrada por profesionales que prestan apoyo de forma gratuita a
personas que atraviesan etapas de dolor físico
o psicológico intenso.
Toma su nombre del psiquiatra vienés Viktor
E. Frankl, judío, superviviente de cuatro campos de concentración y autor de El hombre en
busca de sentido. Los lectores de este número
ya se han familiarizado con este catedrático de
neurología y psiquiatría. Bajo su inspiración,
la asociación valenciana lleva también a cabo
trabajos de sensibilización frente al vacío existencial. Consideran que la pérdida del sentido
de la vida es uno de los problemas de nuestra
sociedad de consumo y puede estar en la base
de determinados procesos depresivos, algunos comportamientos agresivos o las dependencias que, a veces, surgen como válvulas de
escape.
Recientemente han creado un voluntariado
para acompañar en los hospitales a enfermos
graves y a sus familiares.
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A Fondo
Así me curtió
la vida
A PIE
DE CALLE
A veces la vida se nos
atraviesa…o no
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A Fondo
“De vez en cuando la vida nos besa en la boca...” canta Joan Manuel Serrat.
Pero, como decía un antiguo compañero: “La vida es dura, en ocasiones”.
Y es que, a veces, nos pone ante tesituras que son difíciles de gestionar. La
vida puede llegar a atravesarse de tal modo que salir del bache cuesta mucho. O no tanto, porque al final se sale.
Por Antonio Saugar Benito
Algunos dicen que vivimos en un valle de lágrimas. Como ocurre siempre, será de lágrimas o
de alegrías, según le vaya a cada cual. A todos
se nos ha atravesado algún trecho de nuestra
existencia. Algunos, por suerte, salen rápido del
bache; otros pasan toda su vida tratando de lograrlo y, en buena medida, consiguiéndolo.
Natalia es ciega. “Al principio todo fue muy rápido
y, prácticamente, no me dio tiempo para pensar.
Cuando me quise dar cuenta, mi madre me había
afiliado a la ONCE, y yo estaba inmersa en un
aprendizaje que ocupaba todo mi tiempo: aprender a manejar un bastón, aprender braille, saber
‘escuchar’ una pared, manejar ordenadores, habilidades domésticas”. Para esta periodista, “fue
más tarde, quizá un año después, cuando me di
cuenta lo que había perdido: escuchaba la sonrisa de un bebé, pero no podía verlo; tocaba algo
y no lo reconocía; viajaba y nada era lo mismo;
caminaba por la calle y escuchaba la compasión
de los que pasaban por mi lado”, confiesa.
Aula informática para personas con problemas visuales.
Cuando algo se tuerce en la vida, quienes nos
rodean juegan un papel importante a la hora de
ayudar a salir del trance. Suele ocurrir que, en
ocasiones, algunos que dicen ser amigos, no se
compartan como tales. “Perdí muchas amistades
–comenta Natalia-, unas por mi culpa y otras por
la de ellas, pero no les guardo rencor. Las que yo
abandoné, fue por vergüenza, porque no quería
que me vieran así. Y las que me dejaron, que
fueron muy pocas, fue por falta de información
y, puede que por vergüenza también. Tener una
persona ciega al lado, no debe ser un planazo
cuando tienes 24 años”.
47
A Fondo
Habla también Natalia de la familia, del papel que
jugó cuando ella quedó ciega que, como suele
ser habitual, trata de meter en una burbuja a la
persona que tiene un problema. En el caso de
Natalia, “con mucha sobreprotección al principio,
y siempre esperando una cura, un milagro, un
avance científico” que pudiera devolverle al menos parte de la visión perdida y, si fuera posible,
retornar a la vida anterior.
Puntos de apoyo
Cuando la vida se atraviesa, lo primero es buscar
puntos de apoyo, personas o, en su caso, instituciones que ayuden a salir adelante. Natalia dice:
“tuve muchos ‘costaleros’, no me puedo quejar. Mi
madre fue un puntal muy grande, me acompañaba a todas las clases, fuese a la hora que fuese y
los días que fuesen. Nunca la vi flaquear, ni lamentarse, ni tirar la toalla, siempre me apoyó y jamás
derramó una sola lágrima en mi presencia”. Pero
no fue su única ayuda. “El otro gran apoyo fue el
que en aquel entonces era mi novio y que, actualmente, es mi marido. Reconozco que se mantuvo firme y, en muchas ocasiones, en un segundo
plano. Nunca me dijo ‘no sé qué hacer o cómo
hacerlo’. Aguantó mis berrinches, mis ‘es mejor
que lo dejemos’ y, fue el gran defensor de la frase
‘Natalia tiene que recuperar su independencia’”.
Una independencia que Natalia recuperó, porque
el hecho de ser una persona ciega no le ha impedido llevar una vida normal. Ha viajado, dentro y
fuera de España, como una turista más que disfruta de escenarios, paisajes o monumentos a su
manera. Incluso, en una experiencia organizada
por la ONCE, el verano pasado se puso al volante
de un coche en el circuito del Jarama. Natalia trata de sacar a la vida el mayor provecho posible.
“Intento hacerlo, tuve una maestra de Reiky que
su filosofía era ‘solo por hoy’ y, desde entonces,
forma parte de mi existencia”.
Continúa diciendo Natalia, “la vida me ha ido mostrando muchas caras, ahora podríamos llamarlos
‘emoticonos’ -sonríe-, estados que pueden variar
en segundos y, tienes que saber adaptarte. Me ha
reforzado en muchos aspectos, sobre todo a la hora
de relativizar y priorizar determinadas cuestiones”.
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Para esta periodista que, a lo largo de su vida ha
trabajado en dos cadenas radiofónicas de ámbito
nacional, y que ahora trabaja en la agencia de noticias Servimedia, hay cosas que son muy importantes. “Valoro mucho la familia y los amigos de
verdad (de los otros siempre tenemos muchos),
porque estos son incondicionales, siempre están
ahí y saben captar tus necesidades. Esto ha hecho que siga utilizando el teléfono para escuchar
la voz de los que me importan, soy de las que
piensa que las nuevas tecnologías y las prisas
nos obligan a escribirnos aprovechando tiempos
muertos de trabajo o de soledad y, personalmente, me hace sentir que estoy haciendo algo por
obligación, reduciendo palabras y explicando el
resto con dibujitos”.
“Cuando algo se tuerce en
la vida, los que nos rodean
juegan un papel muy
importante para ayudarnos
a salir del trance”
Ni comparar, ni envidiar
“La vida me ha enseñado a no hacer comparaciones, ni a envidiar algo o a alguien, porque no
se cómo ha llegado hasta ahí. También me ha
enseñado a intentar darle la vuelta a aquello que
no me gusta para poder sobrellevarlo. Y, sobre
todo, me ha enseñado que debo dar gracias por
todo lo bueno que tengo. Ah! Y que se debe huir
de aquellas personas que te absorben la energía.
Y, ya por último tengo que decir que todavía tengo una acción pendiente, y es la de que ‘Hay que
estar de acuerdo en no estar de acuerdo’”, afirma
Natalia.
Otro ejemplo de superación ante la encrucijada de la vida es Mariano. También es ciego, y
así cuenta qué supuso aquel momento en el que
supo que perderá la vista: “Ese instante de quedarme ciego con 18 años, fue un momento muy
delicado, que yo defino como un terremoto personal en mi vida. Se te cae el mundo encima y
me quedé encerrado en mi cuerpo literalmente.
A Fondo
Una alumna de la Escuela de Fisioterapia de la ONCE.
Te vuelves inútil en todo, pues no puedes hacer
nada y ante esa situación me planteé o tirar hacia
adelante o lo contrario y claro... pensé en el suicidio. Evidentemente no pasó de ahí y comencé
a descubrir otras facetas de la vida, otros puntos
de vista y por eso supuso para mí cambiar literalmente en todo”.
Mariano, escritor, periodista y, ahora, vendedor
de la ONCE, experimentó un profundo cambio:
“Mi persona se adaptó y por supuesto hubo que
ponerse a la tarea de rehabilitarme y, paso a
paso, ir avanzando sobre todo en la autonomía, y
seguir creciendo pero ya como una persona ciega, como una persona diferente”, pero eso no le
impide tener un buen humor que trata de contagiar a todos aquellos que están a su alrededor.
Y hablando de quienes le rodean, Mariano cuenta cómo reaccionó su entorno al perder la vista:
“Reaccionaron bien, pues después de asumir y
calcular lo que supone que alguien al que conoces
se quede ciego siendo joven, me ayudaron mucho, me acompañaban a donde necesitaba ir y me
arroparon. Al principio es necesario que alguien
haga esa labor. A continuación, ya empezaron a
dejarme hacer algunas cosas solo, siempre con
“Las historias de Natalia y
Mariano nos hacen ver que
la vida, al final, siempre
acaba por besarte en la
boca”
el temor de que pudiera hacerme algo, aunque no
fue así. La clave es que me trataban como a un
igual, sin compadecerme, obligándome a realizar
acciones que en principio eran complicadas, pero
que luego pude hacer. Normalizar la situación fue
muy importante, no protegiéndome mucho”.
Respecto a los apoyos que recibió y recibe, Mariano afirma que “mis apoyos fueron como las
cuatro patas que sustentan mi vida. Por un lado
la familia, que estuvo ahí en todo momento, personificada en mis padres, que se dejaron la piel
para que pudiera seguir mi vida como una persona ciega. También fueron muy importantes mis
amigos, porque cuando uno es tan joven, quiere
seguir haciendo en esa edad lo mismo que sus
amigos, pero sin ver. Ellos lo hicieron así, me integraron en todos los ambientes suyos y nunca
se apiadaron de mí; bromeaban conmigo y me
tenían como uno más de la panda”
49
A Fondo
Mariano también destaca la labor “de la ONCE.
Pues la Organización, en el instante que pone
a sus técnicos a trabajar contigo, saben de qué
se trata, y te aportan mucha fuerza psicológica
para continuar, así como programas específicos
para tu mejor bienestar y manejo en tus futuros
ambientes”.
El cuarto, la guitarra
Y el cuarto punto de apoyo que encontró Mariano
cuando quedó ciego es curioso y, para él, muy especial: “Mi guitarra. Sí mi guitarra, pues el primer
mes cuando no sabes qué hacer, todo el día metido en casa y dándole vueltas a lo que te ha pasado, la guitarra me ayudó mucho. Me pasaba todo
el día tocándola y por eso no pensaba en cosas
peores, y me tenía entretenido y activo. Justamente aprendí a tocarla unos años antes, cuando
los oftalmólogos me recomendaron que hiciera
una actividad más tranquila y no tanto deporte,
ya que mis retinas eran débiles y en el ajetreo se
podían desprender como así pasó. Entonces no
sirvió mucho aprender a tocar la guitarra pero,
qué curiosa es la vida, unos años después, la guitarra sí me valía para, en el trance de la ceguera,
no caer en la depresión”.
Quizá alguien pueda pensar que siendo ciego no
se puede sacar todo el jugo a la vida. Mariano es
otro ejemplo de que la ceguera no es una barrera. “Por supuesto que saco a la vida todo su jugo
–asegura, rotundo, Mariano-, pues seas como
seas, ahí fuera esperan acontecimientos, personas y experiencias múltiples para aprender, sentir
y gozar con ellas. Mi lema es ‘Cuando se quiere
se puede’; y en esa línea, para gozar de todo, no
digo a casi nada que no. Me tiré en paracaídas,
experiencia que me encantó; he realizado múltiples actividades en montaña que son brutales,
deportes de riesgo, he practicado el esquí, con el
que disfrutas una barbaridad”.
A Mariano, la ceguera le ha servido para algo que
muchas personas que ven son incapaces de hacer. “Me permite descubrir a las personas. La ceguera me ha ayudado a no tener vergüenza y a
relacionarme con quien sea; y esto me ha llevado
a conocer a gentes fantásticas y peculiares”.
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“He aprendido -continúa Mariano-, que la vida te
curte y está llena de pequeños detalles que son los
que más importan. Cuando te das cuenta de que la
vida se te puede ir en un segundo, aprovechas cada
momento como si fuera único. Aprendes a relativizar
todo, pues lo importante son pocas cosas y hay que
vivirlas intensamente”. Este bloguero, que muestra
su especial manera de ver la vida desde el blog Invidente pero visible, se confiesa “muy positivo ante la
vida, pues creo que todo tiene dos caras y, según lo
enfoques, puedes ver la positiva o la negativa. Y aunque algunas parecen a priori sólo negativas, siempre pueden cambiar. Un ejemplo es la ceguera que, a
todo el mundo le parecería algo muy negativo, y yo
en cambio a partir de mi ceguera aprendí a ver la vida
de otro modo, a fijarme en cosas distintas. Y puedo
asegurar ahora, después de 30 años como persona
ciega, que ha sido muy positivo pues me ha hecho
persona, me ha hecho más feliz de lo que era, y me
ha permitido tener claro que hay siempre ocasiones y
cuestiones para ver cada día y la vida en positivo”.
“El momento en que me
quedé ciego, a los 18 años,
fue un auténtico terremoto.
Se me cayó el mundo
encima”
Mariano señala que alguno puede pensar que debido a la ceguera “puedo estar enfadado con la vida
o triste o de mal humor. Estos conceptos son la
mayoría de las veces equívocos. En mi caso, sufro
más las debilidades de mi cuerpo que van llegando
con la edad, o ver cómo la gente sufre enfermedad y dolor. La vida que se va cada día, hay que
recuperarla justamente cada mañana cuando uno
se levanta y tiene todo un día por descubrir.”
La vida nos enfrenta a muchos retos. En el caso de
las dos personas que han contado su “enfrentamiento” con la vida se puede ver que aunque al principio
lo negativo gane terreno, la fuerza de voluntad, el
optimismo, el apoyo de los demás, el ser uno más
en la sociedad son claves para levantar esa viga que
puede ponerse delante de cualquier persona a lo largo de la vida. Natalia y Mariano nos hacen ver que la
vida siempre acaba besándonos en la boca.
Comunicando
El alcalde de Oviedo en el acto de clausura.
Bajo el lema “Un mundo conectado”
El Teléfono de la Esperanza de Asturias
se echó a la calle para celebrar su 40
aniversario
Desde el sábado 16 hasta el domingo 24 de enero, la antigua Plaza de la
Pescadería de Oviedo, ahora Plaza de Trascorrales, acogió los actos de
celebración.
Bajo el lema “Un mundo conectado”, el Teléfono
salió a la calle para presentar el conjunto de actividades que normalmente realiza. En dos de los
espacios habilitados, se ofrecían diariamente talleres de dos horas de duración, coordinados por
los voluntarios del Teléfono. Un total de 28 microtalleres y más de 300 participantes.
También se habilitaron dos espacios para realizar
intervención individual a las personas que acu-
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dieron a la Plaza y así lo solicitaron; 50 horas
de terapia individual. En un lugar privilegiado, se
instaló un teléfono desde el que resultaba posible
ponerse en contacto con un Orientador que atendía la llamada desde la sede.
Los espacios se completaban con una zona de promoción del voluntariado, un espacio para niños (ludoteca), soportes de presentación de los proyectos
para el año 2016 y secretaría e información.
Comunicando
En el la zona central de la Plaza, cada día se celebró una mesa redonda a la que asistieron personas destacadas de la vida social y política de la
región. Entre ellas pudimos contar con Dña. Mercedes González Menéndez, Concejala de Gobierno
del Área de Educación, Deportes y Salud; Dña. Marisa Ponga Martos, Concejala de Gobierno del Área
de atención a las personas e igualdad; D. Eduardo
Llano Martínez, Vicepresidente de ASPAYM y Concejal del Ayuntamiento de Oviedo; D. Diego Cervero, Capitán del equipo de fútbol Real Oviedo; D.
Luis Casado Sánchez, Presidente de Medicus Mundi Asturias; Dña. Almudena Cueto Sánchez, Directora del Instituto Asturiano de la Mujer; Dña. Lina
Menéndez Sánchez, Directora General de Servicios Sociales de Proximidad; Dña. Begoña Serrano
Ortega, Directora General de Emigración.
En el acto de inauguración el sábado 16, acompañaron a Hilario Paz García, Presidente del Centro
en Asturias, Dña. Pilar Varela, Consejera de Servicios y Derechos sociales, D. Antonio Molejón,
Director General de Salud Pública, Dña. Marisa
Ponga Concejala de Gobierno del Área de atención a las personas e igualdad. La clausura, el domingo 24 de enero, contó con la participación del
Alcalde del Ayuntamiento de Oviedo, D. Wenceslao López, el Presidente de ASITES, Juan Sánchez
Porras, y la Vicepresidenta en Asturias, Beatriz
Menéndez Crespo.
Aprovechando la ocasión, el fin de semana 23 y
24 se celebró el Primer Encuentro Regional de
Voluntarios del Norte del Teléfono de la Esperanza, con presencia de los Teléfonos de Santiago de
Compostela, Cantabria, Vizcaya, La Rioja, Navarra, León y Salamanca que, bajo la Presidencia
del Presidente de ASITES, Juan Sánchez Porras,
debatieron sobre proyectos y dificultades vinculados a la Asociación.
Fueron nueve días intensos en los que pudimos acercar un poco más a nuestros visitantes las actividades que se realizan en el Teléfono de la Esperanza.
Wenceslao López, Alcalde del Ayuntamiento de Oviedo, se
puso “al teléfono”.
Palabras de clausura
“Sentí que la riqueza ha de estar al servicio de la vida
y ser compartida por todos”, dijo Beatriz Menéndez
La conmemoración de los 40 años del Teléfono de la Esperanza en Asturias tuvo como colofón
la lectura de un texto de Beatriz Menéndez, vicepresidenta del TE asturiano y sin duda, persona
de gran carisma. Dice Beatriz que los voluntarios son “la voz de la esperanza, el vehículo a
través del que la vida se expresa en toda su diversidad.” Y estas fueron sus palabras:
Hace 40 años tuve un sueño:
Soñé que si el dolor es parte de la vida, no era
necesario añadirle sufrimiento.
Soñé que si el placer es parte de la vida, no
era necesario añadirle culpa.
Soñé tantas cosas…
Que en el ser humano hay bondad e inocencia
infinitas, aunque a veces lo olvidemos.
Que el ser humano es creación constante, expresión incesante de anhelos capaces de transformar el mundo.
Que no estamos separados, que mi vida y la
de cualquier otro están conectadas.
Que la tierra, el agua, el fuego y el aire sostienen
la vida entera a la que yo pertenezco, a la que
todos pertenecemos. Que no cuidar de la vida en
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Comunicando
la tierra es abandonarnos a nosotros mismos.
Soñé… que nada puedo poseer porque, si debo
apropiarme de ello, no es mío.
Soñé… que nada tengo pero soy todo.
Sentí así que no necesitaba atesorar, ni tener
demasiadas cosas para ser.
Sentí así que la riqueza ha de estar al servicio
de la vida y ser compartida entre todos.
Dejé fuera la avaricia, la ambición.
Soñé… soñé que era un posible un mundo sin
etiquetas, sin prejuicios.
Soñé que es maravilloso que el ser humano
sea un misterio, porque entonces todo es posible: la paz, el amor, la esperanza, la concordia, la armonía y la vida.
He escuchado muchas veces decir que la vida
es dura, difícil… y en ocasiones así es, pero
también es cambio, posibilidad.
Tanto soñé que decidí no quedarme al margen. Decidí que abriría un espacio para todo aquel que haya
dejado de soñar, que haya dejado de creer que algo
es posible. Abrí un espacio para la esperanza.
Aceptar lo distinto
Vi claramente que la dificultad está en la relación, en la aceptación de lo distinto, pero… si
yo no tenía la verdad entera de qué modo podría juzgar a otro. Así dejé fuera los prejuicios
y el juicio, dejó de importarme tener razón.
Vi claramente que mi visión de las cosas es limitada y que no hay verdades absolutas, todo
lo más bienintencionadas aproximaciones a
una realidad demasiado grande para comprenderla. Que no lo sé ni lo sabré todo. Que
hay misterios a los que no llegaré, porque soy
parte de ese misterio.
Uno de los grupos de trabajo, con Beatriz Manéndez.
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Decidí que colaboraría con cuantas instituciones,
asociaciones y personas compartieran mi sueño,
creando así una red que sostuviese al que sufre,
al necesitado, al diferente, al rechazado, al humillado, al distinto, al abatido, al traicionado…
Soñé así que estaba conectado con la vida entera y que nada ni nadie jamás podrían convencerme de lo contrario. Y aquí sigo conectado…, conectada.
Gracias a todos los que formáis parte de esa
red, gracias por creer que otro mundo es posible y por trabajar para transformarlo.
Comunicando
Acaba de publicar un nuevo libro: La escribana del reino. Escritos atemporales
María Elena Balbuena: “Escribir desde
los detalles”
María Elena Valbuena, voluntaria y coordinadora de
grupos en el Teléfono de la Esperanza de León, acaba de
publicar un nuevo libro: La escribana del reino. Escritos
atemporales. Su objetivo es escribir desde los detalles,
eso, dice, le ayuda comprender.
“Escribir desde los detalles –dice María Elena– me
ayuda a contemplar. Contemplar me ayuda a comprender. Comprender me ayuda a vivir. Y vivir es
para lo que estamos aquí. De eso se trata”. Ofrece
un libro “de compañía”, de esos que se leen a ratos, que acompañan a nuestros quehaceres, que
ayudan a pensar. Son escritos que ponen el acento en los detalles de la vida, los momentos que
hacen que nuestro discurrir diario sea diferente,
más vivo y más rico, presentados a través de una
palabra limpia, transparente. Escritos atemporales, como atemporales son sus enseñanzas.
La fotografía del libro ha sido realizada por Jesús
Aguado, también voluntario del Teléfono de la Esperanza de León.
En el prólogo, realizado por varios colaboradores
del Blog del Teléfono, hay algunas ideas que pueden resultar significativas:
Dice Pepi: “Sus artículos están escritos para ser
entendidos por cualquier persona, al exponer sus
propias vivencias –que pueden ser las de todos–
y transmiten a la vez extraordinarias enseñanzas, sin dar consejos. Desde el principio me despertaron mucho interés y, actualmente, para mí
son lo mismo que si una amiga me escribiera todas las semanas, contándome múltiples y variadas situaciones que le van sucediendo en su vida,
expresando sus emociones: alegría, tristeza, rabia, desencanto, aceptación, esperanza, ilusión,
paz, serenidad, impotencia… “
Señala Manoly: “La Escribana, cada domingo,
desde lo que va sintiendo en su vida, tiene la capacidad de conectar con los que la leen, sin maquillajes. Cuando toca llorar, llora; cuando toca
reír, ríe; cuando toca rebelarse, se rebela o se indigna... “
Para Javi: “A todo lo que ocurre, que ve con los
ojos físicos, pero sobre todo a través de los ojos
del corazón y que de un pequeño hecho cotidiano, de un pequeño detalle de la vida –que a muchas personas nos pasaría desapercibido– es capaz de llegar a transmitir un mensaje, a veces
una moraleja, que llega a despertarnos, a darnos
un toque de atención, a cuestionarnos y a hacernos reflexionar sobre qué es lo que estamos
haciendo, qué podemos hacer para ir creciendo
como personas, para sentirnos más a gusto con
nosotros mismos, para poder ser, en definitiva,
más felices. Es como que tuviera un cofre lleno
de piedras preciosas y cada día, cada domingo,
nos fuera regalando una.”
El libro, editado por Monte Carmelo, se puede
comprar en librerías al precio de 13,50 euros,
pero animamos a nuestros lectores a que lo adquieran en el Teléfono de la Esperanza de León y
así los beneficios quedarán para la propia ONG.
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Comunicando
Un galardón a la seguridad en la conservación de carreteras
La empresa BPG dona al TE los 3.000
euros del XI premio ACEX
La empresa española BPG, que acaba de obtener el XI Premio Nacional ACEX a
la Seguridad en Conservación de Carreteras, ha donado los 3.000 euros que ha
recibido al Teléfono de la Esperanza.
La empresa española BPG Coordinadores de Seguridad, recientemente ganadora del XI Premio
Nacional ACEX a la Seguridad en Conservación de
Carreteras, ha decidido donar íntegramente los
3.000 euros del premio al Teléfono de la Esperanza, entidad de voluntariado que contribuye a la
mejora de la salud emocional de los ciudadanos,
poniendo a su alcance un servicio cualificado y
gratuito que les ayude a superar sus problemas.
El acto de entrega, celebrado el pasado 1 de marzo, en la DGT, ha estado presidido por la directora general de Tráfico, María Seguí. En nombre de
la asociación beneficiaria ha asistido el vicepresidente del Teléfono de la Esperanza, José María
Jiménez, y su secretario general, José María Sánchez. Por parte de la compañía donante del premio ha concurrido el director de BPG Coordinadores, Jorge Goldaracena, y los ganadores del
XI Premio Acex, Cristina Cabello e Iker Portela, y
como representante de Acex, su director gerente, Pablo Sáez, acompañado de Francisco García,
responsable técnico de la asociación.
En palabras del director gerente de Acex, Pablo
Sáez: “El premio Nacional Acex nace con el objetivo de fomentar la seguridad vial en actividades
de conservación y se felicita por ser un exponente de la solidaridad con iniciativas que apoyan a
los afectados en accidentes de tráfico”.
Asistentes al acto de la entrega del premio ACEX, presidido por María Seguí, en el centro de la imagen.
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Comunicando
La sala de conciertos durante la actuación de la Joven Orquesta de Málaga.
Concierto de la Joven Orquesta Provincial
El Teléfono de la Esperanza de Málaga,
de fiesta
El Teléfono de la Esperanza de Málaga cumple en abril de 2016 cuarenta años
de atención y ayuda a personas en crisis, así como de promoción de la salud
emocional de la población malagueña. Ya han empezado a celebrarlo.
El primer director del centro en la ciudad fue el sacerdote pasionista Sergio Ferrero. Él y varias de las
personas que integraron el grupo fundador, siguen
regalando su tiempo a nuestra organización como
voluntarios en la misma casa en la que empezaron
a escuchar las angustias y problemas de los malagueños, ‘Villa Esperanza’. La casa estuvo cerrada durante un tiempo para ser rehabilitada y en
2009 se volvió a abrir. Se trata de una construcción
de estilo inglés victoriano de principios del siglo XX
que cuenta con protección arquitectónica y está catalogada para el uso público y social en el PGOU de
Málaga. La sede dispone de 600 metros de espacio
entre las áreas de acogida, orientación, administración y consultas de los profesionales. En el salón de
actos hay dos grandes mosaicos de vivos colores
realizados por el primer director, Sergio Ferrero.
La organización cuenta, además, con un importante capital humano. Son 110 los voluntarios
que ofrecen su tiempo para ayudar a los demás
en los diferentes departamentos:
Con motivo de su cuarenta aniversario, el Teléfono de la Esperanza de Málaga celebrará a lo largo
del año diversas actividades conmemorativas.
El primero de los actos ha sido un concierto de
la Joven Orquesta Provincial de Málaga (JOPMA)
que tuvo lugar el sábado 16 de enero en la Facultad de Comercio y Gestión de la Universidad. Es
una orquesta juvenil que inició su andadura en el
año 1991 con la denominación de Camerata Académica y hoy agrupa a varias decenas de niños
de más de 9 años. El salón de actos del centro
universitario se llenó de malagueños para escuchar las interpretaciones de Obertura Egmont de
Ludwig van Beethoven, Sinfonía incompleta de F.
Schubert y una selección de El lago de los cisnes
de Tchaikovsky.
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Directorio
CENTROS DEL TELÉFONO DE LA ESPERANZA EN ESPAÑA
Atención en Crisis
902 500 002
ALBACETE
C/ Federico García Lorca, 20-1º
02001 ALBACETE
Tel.: 967 52 34 34. Fax: 967 52 34 48
E-mail: [email protected]
CASTELLÓN
C/ Segorbe, 8
12004 CASTELLÓN
Tel.: 964 22 70 93. Fax: 964 22 02 58
E-mail: [email protected]
MURCIA
C/ Ricardo Zamora, 8
30003 MURCIA
Tel.: 968 34 34 00. Fax: 968 34 35 66
E-mail: [email protected]
ALICANTE
C/ Benito Pérez Galdós, 41-Entr. C
03005 ALICANTE
Tel.: 96 513 11 22. Fax: 96 512 43 49
E-mail: [email protected]
CÓRDOBA
C/ Concepción, 7 - 1º Puerta 2
14003 CÓRDOBA
Tel.: 957 47 01 95
E-mail: [email protected]
NAVARRA
C/ San Blas, 13 - bajo
31014 PAMPLONA
Tel.: 948 23 70 58. Fax: 948 38 20 34
E-mail: [email protected]
ALMERÍA
C/ Francia, 131
04009 ALMERÍA
Tel.: 950 26 99 99. Fax: 950 26 07 89
E- mail: [email protected]
GRANADA
C/ Horno del Espadero, 22
18005 GRANADA
Tel.: 958 26 15 16. Fax: 958 26 15 06
E-mail: [email protected]
PALENCIA
C/ Francisco Reinoso, 3 - 3º D
34003 PALENCIA
Tel.: 979 17 01 00
E-mail: [email protected]
ARAGÓN
C/ Lagasca, 13 - 1º
50006 ZARAGOZA
Tel.: 976 23 28 28. Fax: 976 23 41 40
E-mail: [email protected]
HUELVA
Avda. de Andalucía, 11 - Bajo
21004 HUELVA
Tel.: 959 28 15 15. Fax: 959 54 07 27
E-mail: [email protected]
SALAMANCA
Paseo de Canalejas, 56 - 1º B
37001 SALAMANCA
Tel.: 923 22 11 11. Fax: 923 22 62 35
E-mail: [email protected]
ASTURIAS
Avda. de Bruselas, 4 bajo
33011 OVIEDO
Tel.: 985 22 55 40. Fax: 985 27 65 00
E-mail: [email protected]
ISLAS BALEARES
C/ Miguel Marqués, 7 - 1º
07005 PALMA DE MALLORCA
Tel.: 971 46 11 12. Fax: 971 46 17 17
E-mail: [email protected]
SANTIAGO DE COMPOSTELA
C/ San Pedro de Mezonzo, 26 bis 2ºB (Viviendas San Fernando)
15701 SANTIAGO DE COMPOSTELA
Tel.: 981 51 92 00
E-mail: [email protected]
BADAJOZ
C/ Ramón Albarrán, 15-1º dcha.
06002 BADAJOZ
Tel.: 924 22 29 40. Fax: 924 25 65 08
E-mail: [email protected]
JAÉN
C/ Peso de la Harina 1, 4º
23001 JAÉN
Tel.: 953 26 09 31
E-mail: [email protected]
SEVILLA
Avda. Cruz del Campo, 24
41005 SEVILLA
Tel.: 95 457 68 00. Fax: 95 458 23 75
E-mail: [email protected]
BIZKAIA
Avda. Sabino Arana, 42, 1º
48013 BILBAO
Tel.: 944 100 944
E- mail: [email protected]
LA RIOJA
C/ Duquesa de la Victoria, 12
26003 LOGROÑO
Tel.: 941 49 06 06
E-mail: [email protected]
TOLEDO
C/ Panamá, 2 - 1º N.
45004 TOLEDO
Tel.: 925 23 95 25
E-mail: [email protected]
CÁCERES
Avda. de los Pilares, 1- bloque 8-3ºB
10002 CÁCERES
Tel.: 927 62 70 00.
E-mail: [email protected]
LEÓN
Avda. Padre Isla, 28 4º Izda.
24002 LEÓN
Tel.: 987 87 60 06
E-mail: [email protected]
VALENCIA
C/ Espinosa, 9- 1º- 1ª
46008 VALENCIA
Tel.: 96 391 60 06. Fax: 96 392 45 47
E-mail: [email protected]
CANARIAS
C/ Mesa de León, 4 - 3º dcha.
35001 LAS PALMAS DE G.C.
Tel.: 928 33 40 50. Fax: 928 33 60 60
E-mail: [email protected]
MADRID
C/ Francos Rodríguez, 51 - Chalet 44
28039 MADRID
Tel.: 91 459 00 50. Fax: 91 459 04 50
E-mail: [email protected]
VALLADOLID
C/ San Fernando, 7 - Local
47010 VALLADOLID
Tel.: 983 30 70 77
E-mail: [email protected]
CANTABRIA
C/ Santa Lucía, 43. Entresuelo, puerta 1
39003 SANTANDER
Tel.: 942 36 37 45
E-mail: [email protected]
MÁLAGA
C/ Hurtado de Mendoza, 3 - “Villa Esperanza”
29012 MÁLAGA
Tel.: 95 226 15 00. Fax: 95 265 26 51
E-mail: [email protected]
ZAMORA
Plaza del Seminario, 2, despacho 4.
49003 ZAMORA
Tel.: 980 535 365
E-mail: [email protected]
58
Directorio
CENTROS DEL TELÉFONO DE LA ESPERANZA EN EL MUNDO
BARRANQUILLA (COLOMBIA)
Calle 53, 50-53
BARRANQUILLA
Tel.: (00 57 5) 372 27 27
E-mail: [email protected]
PASTO (COLOMBIA)
Parroquia de Santiago Apóstol de los Hermanos Capuchinos
Tel.: (00 57) 3014927430 / (00 57) 3104987978
E-mail: [email protected]
BOGOTÁ (COLOMBIA)
Cra 25 calle 48-11
4813 BOGOTÁ
Tel.: (00 57 1) 323 24 25
E-mail: [email protected]
QUITO (ECUADOR)
C/ Capitán Edmundo Chiriboga
N-47227
Tel.: (00 593 2) 6000 477 / 2923 327
E-mail: [email protected]
CHILLÁN (CHILE)
C/ 18 de septiembre, 456
380-0650 CHILLÁN
Tel.: (00 56 42) 22 12 00/02/08
E-mail: [email protected]
SAN PEDRO SULA (HONDURAS)
Colonia Alameda, 13 y 14 Avenidas, 5ª calle, N.E.
Tel.: (00 504) 2558-0808
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GUAYAQUIL (ECUADOR)
C/ Guatemala, 403 y Washington (Barrio del Seguro)
Tel.: (00 593 4) 2335839
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TEGUCIGALPA (HONDURAS)
Col. Florencia Norte. 1ª Calle, 1ª Avenida. Casa 4058, 2ª Planta
TEGUCIGALPA
Tel.: (00 504) 2232-1314
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LIMA (PERÚ)
C/ Gustavo Yabar 221-225.
Urbanización Vista Alegre. Santiago de Surco.
Tel.: (00 51 1) 273-8026
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VALENCIA (VENEZUELA)
Av. Principal Callejón Mañongo. Hogar San José de Mañongo
N° 2 Urb. Mañongo.
Naguanagua. Edo. Carabobo. Venezuela. Zona Postal 2001.
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MEDELLÍN (COLOMBIA)
Carrera 49 - 58 - 40
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ZÚRICH (SUIZA)
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GUAYAQUIL (ECUADOR)
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