El decorado habitado. Entrevista con Jordi Colomer. David

Transcripción

El decorado habitado. Entrevista con Jordi Colomer. David
El decorado habitado. Entrevista con Jordi Colomer.
David Bennassayag
Las video-instalaciones de Jordi Colomer ponen en escena la arquitectura y la ciudad
contemporáneas como un decorado imponente y ficticio a la vez. En estos espacios ambiguos
los personajes ensayan gestos que expresan una intrigante tentativa de apropiación o quizás,
un automatismo cotidiano sin salida.
En anarchitekton, tu interés por la arquitectura moderna pasa por señalar la importancia
de los límites de la ciudad, este territorio intermedio en el que los edificios se desligan
de un tejido urbano denso, pero siguen constituyendo lugares del habitar colectivo. Y en
esos límites de la ciudad la arquitectura es al mismo tiempo la más "masiva", la mas
"real" si se quiere y la mas artificial, como un decorado de cine construido al aire libre.
¿Como se relacionan para ti esos dos aspectos de la arquitectura?
En el capítulo de anarchitekton realizado en Barcelona, se trata efectivamente de 3 barrios que
señalan los límites de la ciudad. Dos de ellos construidos en los prósperos años 60 para alojar
la ola de emigrantes venida sobretodo del sur para trabajar en Cataluña, representan una
nueva tipología de alojamiento en la ciudad, respondiendo a unas necesidades urgentes y al
mismo tiempo constituyen un decorado moderno, concebido como tal. El tercer barrio –
Diagonal mar- está ahora en construcción y responde a otra voluntad, la de dotarse de un
decorado standard internacional, que se parece a cualquier otra ciudad del mundo occidental y
que debe representar la fachada del brillante rol que la ciudad quiere atribuirse. Es diferente en
Brasilia, aunque ilustra también esa ambigüedad entre hábitat y decorado. Se trata de una
ciudad entera construida en "la nada", para acoger la capital del Brasil, acoger todos los
símbolos oficiales y al mismo tiempo representar la vitrina del país, su rostro moderno. En el
vídeo el personaje parte del edificio del parlamento, llevando la maqueta que lo representa y
recorre con ella el camino hasta una nueva ciudad del extrarradio (aguas claras), que no sale
en las postales. En Bucarest tenemos una tercera versión de esa idea de límite, un límite
temporal. Vemos esencialmente edificios empezados durante los últimos tiempos de
Ceaucescu (en los años 80) y que nunca se acabaron. Es con la maqueta de uno de esos
"esqueletos", esos edificios fantasma que están muy presentes en la ciudad que el personaje
se pasea delante del delirante "palacio del pueblo". En todo caso lo que mas me interesa
siempre es ese límite entre decorado y hábitat, en que momento y como pasamos de uno a
otro. Esa frontera nos refiere también a la cuestión de otros límites presentes en el vídeo: entre
actuación y performance , entre movimiento e inmovilidad, en fin entre ficción y realidad. Los
lugares que aparecen en anarchitekton implican estas cuestiones, pero también el personaje
que los recorre. Se trata de un actor al que yo pido actuar, que es a su vez un artista cuyo
trabajo reciente consiste precisamente en su presencia como ente de ficción. Para complicar
un poco las cosas, añado que su nombre es Idroj * anagrama de Jordi y que a menudo me
dicen que hay entre nosotros un parecido físico.
La manera en que tu personaje se desplaza connota toda una historia del movimiento,
que empezaria con la procesión religiosa hasta las manifestaciones políticas, pasando
por los desfiles deportivos o las paradas militares. Evidentemente todas estas
connotaciones tienen un aspecto irónico, puesto que este personaje es un hombre solo,
pero ¿se trata sólo de esto? Su modo de desplazarse ¿no apunta también si no a la
reivindicación, al menos a la posibilidad de un movimiento colectivo?; un poco como en
esa escena de tiempos modernos en la que Charlot, porque ha recogido un trapo rojo,
provoca sin querer una verdadera manifestación.
Es verdad que cuando se habla del personaje de Anarchitekton se insiste un poquito
demasiado, creo, sobre el aspecto irónico. Pues bien creo que también tiene algo de heroico.
Es alguien que corre siempre, sin parar, haga un calor terrible –como en verano en Barcelonao
un frío extremo, bajo la nieve, en Bucarest. Podríamos decir que hay un engagement físico y
este engagement tiene una resonancia colectiva. Cuando estábamos rodando en Barcelona, un
señor bajó desde su piso en el 12º para preguntarnos si se trataba de un estudio de la
constructora para situar un nuevo bloque o si se trataba de una protesta contra esos planes
urbanísticos. En Brasilia nos cruzamos con una manifestación y todo el mundo se puso a
vitorear al personaje. En Bucarest, la gente reía y tocaba el claxon viéndonos; el paso por
delante del palacio de Ceacescu con nuestro "esqueleto", o la carrera "para-olímpica" del
personaje con una botella vacía de Coca-cola tienen claramente una dimensión crítica. Las
maquetas son también como estandartes, una especie de esculturas cargadas de sentido
simbólico; transportarlas por la calle produce en si mismo un evento, una colisión entre dos
órdenes de realidad. En la semana santa en Sevilla, las procesiones se organizan siguiendo los
retablos que ilustran a veces escenas de la Biblia, imágenes que salen de las iglesias a la calle.
Siempre me ha impresionado el contraste entre su valor simbólico, casi mágico y su realidad
física, su peso, y el esfuerzo increíble que supone transportarlas. Anarchitekton se refiere
también a las manifestaciones soviéticas de los años veinte en las que la gente desfilaba con
objetos-símbolo. Estamos siempre entre la fiesta y la manifestación.
Encontramos esta ambigüedad también en la manera en que Anarchitekton nos hace
percibir el urbanismo moderno. De un lado hay desde luego un aspecto crítico, casi
literal: un personaje se pasea con un edificio de cartón por barrios de los que se dice
generalmente que son de papel y parecidos a cajas colocadas en el espacio. Sin
embargo, por otra parte, la libertad de movimientos que el personaje se permite ¿no
hace referencia también, sino es a la realidad, al menos al proyecto del urbanismo
moderno de una ciudad abierta, en la que los desplazamientos serían fluidos y los
barrios liberados de las cargas del pasado se acordarían únicamente a las necesidades
de los habitantes?
Como sabes hice estudios de arquitectura. Fui educado en la ortodoxia de la arquitectura
moderna en la que la caja era efectivamente una forma esencial. Pero viví también el momento
de la crítica radical al programa modernista. Tengo pues sentimientos muy ambivalentes sobre
este tema. Creo en todo caso que ese urbanismo no constituye solamente un universo de
desastres. Brasilia fue concebido para desplazarse en coche siguiendo unos ejes bien
determinados y sin embargo se ha producido un fenómeno sorprendente. Los peatones que
cruzan esos grandes espacios han creado poco a poco, con sus pies –si así se puede
decircaminos
alternativos en diagonal; son los caminitos de tierra roja que se ven en el vídeo. Una
tal manera de dar forma colectivamente y libremente a los ejes de circulación, de dejar un
rastro, sería evidentemente imposible en los centros de ciudad tradicionales, o en los barrios
antiguos en los que el tejido urbano está fijado. En Brasilia llaman a estos caminos literalmente
"los caminos del deseo", y el ayuntamiento prevé ahora transformarlos en caminos
repertoriados y que aparezcan en los mapas. El urbanismo moderno ha producido toda clase
de problemas, seguro, pero rechazo partir de ideas preconcebidas sobre los grandes
conjuntos
de bloques, o sobre el extrarradio, etc. Me interesa observar la relación de la gente con su
entorno, a veces es una relación muy intensa en ese tipo de lugares; no solamente porque ese
urbanismo nos remite a profundos cambios de modos de vida (inmigración, nuevos trabajos,
nuevas organizaciones sociales), sino también en razón a su situación geográfica. El hecho
que esos barrios hayan sido construidos a menudo sin relación con un centro, ha creado
espacios intermedios, mal delimitados entre ciudad y campo, entre civilización y naturaleza en
los que una apropiación particular del espacio es posible. Son los descampados que vemos en
algunas películas neo-realistas italianas de la post-guerra. Allí se juega a la pelota, hay
historias de amor o se conduce sin permiso. Aún hoy en Bellvitge hay un inmenso descampado
en el que se puede correr en todas direcciones, cosa evidentemente imposible en el centro de
la ciudad.
Esta idea de la carrera, es también una referencia al cine cómico mudo. Anarchitekton se
emparenta con esos filmes cortos de Harold Lloyd o de Chaplin que no son sino una
larga persecución en la que el personaje es proyectado de lugar en lugar.
Reencontramos una temporalidad que es al mismo tiempo narrativa y repetitiva, y esta
curiosa mezcla de inverosimilitud de la narración y fuerte presencia del personaje.
En el aspecto técnico Anarchitekton es una forma de proto-cine. El movimiento está
constituido
por el montaje encadenado de fotografías. Es de hecho el principio elemental sobre el que
funciona el cine, una sucesión de imágenes fijas. Esta economía de medios se corresponde
con el "minimalismo" de la acción del personaje. Tratándose de una mezcla de repetición y
narración, yo diría que la idea de bucle me interesa menos que el crear una línea con principio
y fin pero que se repite infinitamente, y al fin no importa donde empieza… En Bucarest, la
especie de introducción con la botella de Coca-cola ilustra una pequeña aventura: es el primer
objeto que encontró allá y se pone a correr con él, como anunciando su llegada. Después está
el capítulo "esqueleto" donde aparece la maqueta, y con esta se pasea por delante del palacio
de Ceaucescu, etc… Pero puede descubrirse todo ello en una visión no cronológica. En
relación a las películas mudas de las que hablas mas que inflación hay déficit de cosas que
suceden, pero efectivamente funciona sobre el mismo modelo: un personaje-vector que en un
caso es lanzado a atravesar la ciudad y en la otra, en anarchitekton se lanza él mismo, porque
tiene alguna misión que cumplir. El hecho que la acción nos enganche en proporción inversa a
su verosimilitud creo que se debe al silencio. Cada gesto se transforma en no-natural y al
tiempo extraordinariamente fuerte. Me acuerdo de haber visto hace años en una gran sala las 2
horas de "Amanecer" de Murnau como una experiencia fuertemente emotiva. Lo mas
emocionante era el silencio.
Paris, octubre 2003.
* Idroj Sanicne es el artista que interpreta el personaje que recorre todos los capítulos de
anarchitekton.

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