El Capitalismo Retos a las Ciencias Sociales

Transcripción

El Capitalismo Retos a las Ciencias Sociales
Universidad Autónoma
de la
Ciudad
de
México
Testimonios y Documentos
El Capitalismo
Retos a las Ciencias Sociales
Pablo González Casanova
noviembre, 2007
Universidad Autónoma de la Ciudad de México
Presentación
Es para la UACM un privilegio poder difundir, una vez más,
un texto de Pablo González Casanova en el que con claridad
y lucidez expone las ideas fundamentales de un planteamiento
actualizado sobre los retos, las dificultades y las potencialidades
de las luchas sociales de nuestro tiempo para construir otro
mundo posible.
Aquí destacan la noción de “proceso” y de una estrategia
para avanzar –como es el caso de Cuba–en la construcción de
un socialismo que no sólo se empeñe en crear nuevas estructu­
ras sociales sino estructuras morales y políticas en “un nuevo
concepto de poder como conocimiento, organización y libera­
ción” de los pueblos frente al imperialismo más poderoso y
agresivo de la historia.
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El Capitalismo
Retos a las Ciencias Sociales
Para las ciencias sociales, poner al orden del día el capitalismo
constituye un reto muy grande a la investigación, la docencia
y la difusión de los conocimientos, saberes, técnicas y prácti­
cas del pensamiento crítico. Ya Antonio Gramsci planteaba la
nece­sidad de una divulgación del marxismo que permitiera a
“la cultura popular media” defenderse de las ideologías de “las
cla­ses cultivadas”. Gramsci sostenía que esa divulgación no
existía en su tiempo. Pero, ¿existe hoy?
En un libro reciente sobre Marx después de los marxismos,
Lucien Sève hace ver las debilidades de todas las introduccio­
nes al pensamiento marxista y al pensamiento crítico en gene­
ral. Entre sus observaciones hay una que llama particularmente
la atención. Advierte que los manuales tienen una fecha; co­
rresponden a una posición política, y pertenecen a una visión
eurocentrista. En ellos predominan los textos angloamericanos,
anglosajones y los de Europa continental, sin que África, Asia,
Oceanía ni América Latina tengan cabida o muestren sus propias
perspectivas. Ambas preocupaciones, la de Gramsci y la de Sève,
son verdaderos retos. Seguramente tienen varias soluciones…
A mí se me ocurrió, después de muchos intentos fallidos,
esbozar un breve guión, que sea dialogal y que contribuya a
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que muchos autores (o los autores de “los muchos”) escriban
un libro mutante y en red que atienda las exigencias de Gramsci
y de Séve. En el guión (que voy a resumir), enuncio los retos
que a manera de problemas y tesis plantea el capitalismo de
hoy a las ciencias sociales, y que por supuesto, están sujetos
al pensamiento crítico de los distintos saberes, culturas y posi­
ciones políticas para que otros autores o actores los deshagan
o rehagan, borren o complementen.
El guión aparece al estilo antiguo, como capítulos de un
libro que sirva para entender y cambiar el mundo.
Dicen así:
Capítulo I. De cómo el capitalismo es un modo de dominación
y de producción en crisis posiblemente “terminal”; en donde se
trata de cómo es insuficiente hablar de “modo de producción”,
y en cambio se requiere hablar de modo de dominación y produc­
ción, sobre todo en los momentos de crisis de “reproducción
ampliada” como la actual, en que reaparece la “acumulación
originaria” entre despojos y saqueos. Con otra ventaja si pen­
samos en términos de modo de dominación y de producción,
y es que salimos, de una vez por todas, del peligro “economi­
cista”, tan empobrecedor del pensamiento crítico y que tantos
traspiés causa.
Capítulo II. De cómo el capitalismo se puede incluir entre
los “sistemas terminales”... A quienes no están al tanto, se les
informa que al consultar el “Google”, el 30 de junio del 2006,
sobre “sistemas terminales”, salieron 103 millones de outputs,
y al completar la solicitud con “sistemas terminales y capitalismo”
salieron 751,000 outputs. Entre éstos, se encuentran escri­tos de
autores mundialmente conocidos como Amitai Etzioni, Ellen
Meikins Wood, István Mészáros o James O’Connor, que ven el
doble problema de “los sistemas terminales en el Capitalismo
y en la Tierra”, con uno que nos atañe a los que estamos con
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“los pobres entre los pobres” y otro que también atañe a los ri­
cos entre los ricos. Si hay quienes aún creen que el Capitalis­mo y
la Tierra no son necesariamente “sistemas terminales”, mucho
es lo que preocupa el problema por lo que se ve, y lo que se
ha de precisar en relación a los grados de libertad del sistema
histórico llamado capitalismo, y de los actores de la escena
contemporánea.
Capítulo III. Donde se cuenta que en una situación tan grave,
los tecnocientíficos y asesores de los grandes complejos empre­
sariales-militares-y gubernamentales, usando sus conocimientos
sobre “sistemas complejos” y “no lineales”, muy posiblemente
están planteando una “solución” increíble, con medidas de “re­
troalimentación positiva” que, en términos simples, consisten
en acentuar lo más pronto posible los procesos de crisis en vez
de frenarlos. De acuerdo con esas creencias, expresadas en for­
mas matemáticas y cosmológicas, han de tomarse las medidas
adecuadas en las “condiciones iniciales” de las crisis termina­
les, cuando las crisis todavía son controlables si se les frena y
mediatiza o si se les acelera y desboca, pues ya después no se
puede controlar nada. Y ahora mismo, según tal visión de los
sabios tecnocientíficos, estamos precisamente en las “condi­
ciones iniciales” de una catástrofe terrícola, y quizás por eso
vemos a sus jefes y aconsejados escoger un modelo de retroali­
mentación positiva que aumenta la destrucción del mundo, tanto
con las medidas que no toman y deberían tomar, como con
las medidas que toman y no deberían tomar. Pero parece que
ese extraño modo de destruir para conservar es “la solución”
que tras oír a sus “expertos”, los “decisión makers” –o los que
“allá arriba” “toman decisiones”– han encontrado como la me­
jor para “el sistema”. Y en ese camino lo que hoy están haciendo
ya tiene antecedentes en otros procesos destructivos que “el
sistema” ha provocado en crisis menos graves. Así entre los
“escenarios de retroalimentación” que “modelizan” los sabios
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del sistema dominante hay varios sobre la exportación de la
crisis a las regiones periféricas, o “contextos” del “sistema”, y
exportan la crisis al mismo tiempo que fortalecen los “nichos”
donde los poderosos viven, y no sólo con murallas y “medidas
de contención” sino con “guerras preventivas” que libran en
los “contextos”, siempre que sea rentable y práctico el hacerlas,
como ocurrió recientemente en Líbano y puede ocurrir en Siria
al menor descuido en el futuro inmediato, si el desastre de Irak
no lleva a Estados Unidos a detener esta política neo-neroniana
o “destructivista”.
Capítulo IV. Aquí se aclara cómo la que estoy haciendo, no
es una “interpretación conspirativa” pues tiene antecedentes
comprobados en políticas anticíclicas aplicadas a nivel “ma­
croeconómico” desde los años treinta del siglo pasado, y que
incluyeron a las guerras de intervención y a los golpes de esta­
do, altamente “correlacionados” con “las fases de depresión
aguda”, hechos que yo mismo comprobé hace varios años.
Las interpretaciones como ésta, supuestamente “conspirati­
vas” encuentran también amplio respaldo en el rico acervo de
“docu­mentos desclasificados” del Departamento de Estado, y
de otras dependencias del gobierno norteamericano, así como de
otros gobiernos de las grandes potencias. Así, la presunción
susodicha está ampliamente fundada.
Capítulo V.En que para mayor información se trata de los
“estudios de prospectiva” de los gobiernos de las grandes po­
tencias, y cómo en ellos se prevén desequilibrios muy grandes
y violentos en el terreno demográfico, ecológico, bélico, en el
de gobernabilidad dizque democrática y en realidad autoritaria,
así como crecientes aumentos en la pobreza, las hambrunas,
las pandemias; con agotamiento, para colmo, de los recursos
naturales no renovables y renovables, e incluso con deterioro
de la biósfera. Aquí se confirma, al mismo tiempo, cómo los
gobiernos informados, en especial el de Estados Unidos, no
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aplican las más mínimas medidas aconsejadas por numerosos
congresos científicos y por la Comisión Brandt para salvar a la
Humanidad de una catástrofe ecológica, y en vez de eso acentúan
cada vez más su idea de controlar la alimentación con produc­
tos trasgénicos que hacen innecesaria y desechable a una pobla­
ción de tres mil millones de campesinos, a la que parecerían
deliberadamente eliminar sin que nadie se dé cuenta, con eso
que llaman los “efectos laterales”. El miedo al crecimiento de
la población parece muy grande. Si en unos casos se resuelve
con medidas de “seguridad nacional”, como en el territorio de
Estados Unidos, país donde nace un bebé cada ocho segundos
y entra un inmigrante cada 3l segundos y se ponen cada vez
más obstáculos a los “sobrantes”, a los “migrantes”; en otros
se atiende a los sabios “expertos” en “sistemas auto-regulados
al borde del caos” que ven un gran peligro en el crecimiento de
la población frente a la capacidad de reposición de los recursos
del planeta, porque calculan que la población más pobre va a
ser el 85% del total mientras el 15% más rico va consumir el
80% del producto mundial, por lo que para lograr el reequili­
brio consideran necesario disminuir el número de los pobres
sin que se note mucho, haciendo una especie de milagro dis­
tinto a los antiguos, que consiste en producir como “efectos
laterales” lo que los nazis hacían con su crueles “campos de
exterminio”, es decir disminuir la población de los pobres con
medidas como la falta de una política global contra el sida,
cuyo tratamiento hoy se reduce a los enfermos ricos y a los
países ricos, mientras el mal está acabando con poblaciones
enteras, con continentes enteros. A ese respecto y con razones
fundadas, se hace ver que ya hay quienes hablan de un África
sin africanos, lo que les complace a algunos “halcones” pues
así dispondrán, sin mayor violencia, de los magníficos recursos
naturales, renovables y no renovables, del Continente Negro.
Al supuesto “milagro” de un África despoblada, los sabios
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“expertos” agregan muchos más, con efectos originalmente
“no esperados”, como cuando los especialistas en las guerras
recomiendan destruir principalmente la infraestructura de la
producción, la comunicación, el almacenamiento para que más
que del fuego de las bombas y metrallas, la población se muera
del hambre, la sed y la peste que no alcance a detener “la ayuda
humanitaria” –muy pequeña por cierto– de “la Comunidad In­
ternacional” dominada por los mismos que echan las bombas
en esos lugares y que en público dijeron que no las echaron
allí, mentiras que ya comprobaron ese notable norteamericano
llamado Michel Moore con su película “Farenheit 9/11”, e in­
vestigadores de renombre universal como Noam Chomsky o el
no menos riguroso profesor canadiense Michel Chossudovsky.
Aquí se registran muchas otras medidas del “neoliberalismo
de guerra” que se aplican cada vez más, y que comprueban
producir los “efectos no buscados” de tal modo que hasta pare­
cen aplicarse cada vez más por los “efectos buscados”, sin que
en ello haya malicia o dolo, según no dejan de mentir sus autores
y publicistas.
Capítulo VI. Donde se prosigue con el grave problema de
los “efectos laterales”, al ver que éstos se agudizan con una
polí­tica de intimidación y destrucción de pueblos, y con el uso
de bombas y aviones inteligentes contra poblaciones enteras
a las que se hace todo eso, según afirman quienes mandan los
aviones, para librarlas de los “Grupos de terroristas” que en
ellas se abrigan impulsados por el “Eje del mal”, expresión
que evoca a la del “Eje” del nazismo: a cuyas víctimas ahora
se ataca con “guerras convencionales y no convencionales”, de
“alta y baja intensidad”, que según quienes las lanzan son para
liberar a los pueblos sojuzgados y para que en ellos se aplique
la democracia y la libertad; y todo eso dicen sin que aclaren
bien cómo es que para defenderlos los destruyen y cómo pien­
san implantar la democracia entre los sobrevivientes.
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Capítulo VII. De cómo todas estas hazañas, encabezadas
por el complejo militar-empresarial de Estados Unidos, coin­
ciden con los proyectos para la demarcación de “nuevas geo­
grafías”, de “geografías modernas”, en que se combinen la paz
y la guerra, el sometimiento y la destrucción para construir
bases militares en un creciente número de países, como es
costumbre del gobierno de esa gran potencia desde su propio
crecimiento interno, pasando por su “traspatio” de América
Latina y el Caribe, a sus expansiones ulteriores que van desde
Filipinas a Liberia, desde Japón y los Mares del Sur de China
hasta los países de Europa Occidental, todos antecedentes de
una nueva expansión en proceso en la que se combinan las
nuevas técnicas y los notables conocimientos sobre “el mundo
al borde de la crisis terminal”, con las costumbres originales
de Estados Unidos, sólo ampliadas en su “Destino Manifiesto”
y comprobadas en su “Proyecto Histórico”, de modo que hoy
el mundo parece vivir una especie de guerra electrónica contra
los “Pieles Rojas” para la colonización del “Far West Global”,
y una expansión territorial que continuó con la compra de Lui­
siana, (y mucho después de Alaska), siguió con la integración
de Texas y la apropiación de más de la mitad del territorio de
México, hazañas todas a las que se añade en nuestros días el
nuevo proyecto de “corredores integrados” que atraviesan países
enteros, como el corredor transnacional que empezó en la exYugoslavia, con la guerra de Kosovo para el control de Europa
Central, y el otro corredor, que arranca desde Afganistán y se
extiende hasta el Líbano, pasando por Irak y Palestina, paí­
ses ya destruidos a los que el Gobierno norteamericano trata
de imponer eso que en la historia moderna del Capitalismo se
llama el “neocolonialismo”, que no es más que un colonia­
lismo, formal y mágicamente desaparecido, en que el poder
metropolitano es compartido con las burguesías obedientes de
las antiguas colonias “demócratas y liberales”, con sus “élites”
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y oligarquías inestables y corrompidas, defectos éstos que se
atribuyen falsamente a las costumbres de sus pueblos. Aquí
se aclara por qué la descripción de semejantes problemas es
demasiado extensa en comparación con las demás y cómo esto
se debe a que para entender la crisis mundial del capitalismo
realmente existente es necesario reconocer que su desarrollo y
descenlace como modo de dominación y acumulación capita­
lista y global es incomprensible si no se coloca a Estados Unidos
en el centro de la escena en el carácter de potencia unipolar
(que quiere ser) y a cuyo lado se encuentran por el momento
otras fieras potencias de Europa y Asia a las que logra domar y
cooptar, y que en parte se sienten atraídas y en parte amenaza­
das, aunque todas están cada vez más nerviosas, como se ad­
vierte si se les mira con atención. De donde se concluye que el
capitalismo de hoy no se puede entender sin Estados Unidos,
quiérase lo que se quiera, ni se puede pensar como un superimperialismo equilibrado.
Capítulo VIII. En este capítulo se prosigue contando cómo
estas políticas de “retroalimentación positiva” encienden la
cólera de los pueblos y aumentan su decisión y capacidad de
resistir, siendo un hecho digno de comprobación que sólo la te­
levisión y otros medios pueden negar lo que pasa en el mundo
y hasta ser creídos “con las razones del Otro”, lo cual es otro
verdadero milagro, que de “segundo orden” le llaman y que es
más fuerte que cualquier neblina para esconder a “los señores
de la guerra” que están sembrando desde Washington y las ca­
pitales del mundo, las bases de un supuesto “caos controlable”
según su pobre entender, cuando en realidad nos atrevemos a
pensar, de una manera tal vez “políticamente incorrecta”, que
están sentando las bases para una nueva guerra entre las grandes
potencias, que hoy –y durante un breve período de la histo­
ria– han constituido lo que Samir Amin llama el “Imperialismo
colectivo”. Y si muchos de los integrantes de la nueva Santa
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Alianza Imperial se sienten cada vez más cercados y amenazados,
todos parecen encaminarse, entre negociaciones–presiones–y–
rendiciones a ese pequeño punto de ruptura conocido como lo
“no negociable”, que desde el propio Washington nos recuer­
dan los mejores expertos en la guerra y en los peligros de una
“guerra de efectos secundarios incontrolables”, a la que llaman
“MAD”, sigla en inglés de una “Guerra de destrucción mutua”,
(“Mutually Assured Destruction”).
Capítulo IX. De cómo la carga de la crisis sobre “los pobres
y los más pobres” ya está afectando a los asalariados, estu­
diantes, trabajadores, empleados, pequeños propietarios de
las propias regiones y países metropolitanos, a pesar de que la
contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y
las relaciones de producción se está exportando a la periferia
del mundo. Aquí se ve qué tanto se está pasando en el mundo
entero de las luchas de los “have nots” (de los que nada tienen)
a las luchas de los desempleados actuales y futuros; se advierte
cómo unos y otros tienden a defenderse juntos, y hasta radica­
lizarse parejos, pasando de criticar las políticas neoliberales a
tomar posiciones anticapitalistas, “antisistémicas”. También se
observa cómo los políticos que dominan en “el sistema y sus
contextos” tratan de bajar las presiones y, hasta sin querer, crean
nuevas presiones, que es lo que ocurre con la importación de
“trabajadores sin papeles”, que al principio contribuyen a dis­
minuir las fuerzas y las exigencias de los trabajadores metropoli­
tanos y sindicalizados lo que place y beneficia al sistema; pero
que con el tiempo se meten tantos que son muchos más de los
que necesita el sistema para maximizar sus utilidades. Así, “el
sistema” pasa de resolver un problema de acumulación a cos­
tas de los trabajadores formales e informales a crear otro que
“amenaza su seguridad interna”, a decir de los grandes voceros
que ven cómo se desatan múltiples reaccio­nes. La afluencia
excesiva de hambrientos que huyen de los infiernos periféricos
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y atraviesan “las fronteras” por tierra y mar, aún a costa de sus
vidas, tiene el agravante para “el sistema”, de que por un lado
aumenta el racismo y la xenofobia entre la población metropo­
litana, y por otro se van juntando nativos e inmigrantes, y ya ni
unos ni otros creen que sus problemas se deban a lo que pasa
fuera del país donde están sino fuera y dentro del mismo. La
gran mentira del “stablishment” de que “el peligro está fuera”
no se detiene ni con murallas ni con barcos de guerra. Estados
Unidos y Europa ven que Troya está dentro, y entre la alianza
con los trabajadores latinos y anglos y la alianza con los ra­
cistas y guardines fanáticos de la frontera optan por apoyar y
apoyarse en éstos últimos. La lucha está adentro.
Capítulo X. De cómo la aplicación generalizada de las po­
líticas neoliberales de “desregulación” o “privación” de dere­
chos a los trabajadores, y de “robotización” de procesos de
producción y servicios, aumentan el “desempleo técnico” cada
vez más, incluso en las propias metrópolis, desatando la rebel­
día de trabajadores y estudiantes en algunas grandes potencias
industriales, como Francia. En ese terreno hay también indi­
cios de que el empobrecimiento de trabajadores y estudiantes,
de empleados y profesionales, y la falta de sentido que éstos
ven en su traba­jo y su vida, puede salirse fuera de control,
aunque hasta ahora, en general, “el sistema” haya logrado re­
cuperarse mediante concesiones más o menos provisionales y
reversibles. Pero se observa que por esas y otras razones, el ca­
pitalismo está perdiendo cada vez más el atractivo y el signifi­
cado que antes tenía para muchas gentes. El padre y sociólogo
François Houtart, desde Bélgica, llama a deslegitimar al capi­
talismo y a recuperar la esperanza. Su llamado corresponde a
una especie de radicalización de los movimientos alternativos
que por todas partes están pasando de la crítica al neolibe­
ralismo a la crítica al capitalismo, mientras parece desenca­
denarse algo parecido a un neonazifascismo “democratico” y
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globalizador entre los neoconservadores y neoliberales de los
complejos militares-empresariales y las burguesías de sus tras­
patios, todos encabezados y precedidos en la “guerra preventiva”
y “eterna” por el gobierno de Estados Unidos.
Capítulo XI. Donde se aclara cómo las clases dominantes
y sus complejos empresariales-militares-políticos-y-mediáticos
sí pueden imponer otro sistema de dominación y acumulación
post-capitalista con fuerzas de trabajo hechas en buena parte
de “robots” individuales y colectivos, muchos de ellos “clo­
nados” y “humanoides”, y otra parte hecha de seres huma­
nos técno-científicamente enajenados y esclavizados. Aquí la
“ciencia ficción” del pasado parece transformarse en hipótesis
del futuro. El nuevo sistema post–capitalista podría mantener
un mercado más o menos equitativo, exclusivo para los que
tengan “capacidad de compra”, y al mismo tiempo podría dis­
poner de una fuerza de trabajo clonada y humanoide, y otra
colonizada y esclavizada que estén fuera del mercado por no
tener salarios ni capacidad de compra, ni conciencia alguna
para pensar en eso. Y ya el nuevo sistema de dominación y ex­
plotación, no obedecería a “la ley del valor” característica del
capitalismo sino impondría una nueva relación de explotación
y destrucción biotecnológica y cognitiva. La maximización de
utilidades a costa del trabajo asalariado ya no sería la base
para que las actuales clases dominantes conservaran sus rique­
zas y privilegios, pues impondrían un modo ciber-esclavista
de reproducción ampliada en que “los ricos y poderosos” se
repartirían el excedente entre nuevos “pactos de caballeros”
(“gentlemen agreements” en inglés). Escenarios como éste de
un post-capitalismo inhumano y posible son impredecibles en
su éxito y duración, y no descartan el escenario también po­
sible de un mundo caótico, que tan bien ha descrito Immanuel
Wallernstein. Es más, entre los escenarios post-capitalistas que
parecen dignos de tomarse en cuenta no sólo cabe incluir los
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que confirman las sospechas de los peligros que amenazan a
la humanidad. También hay unos que renuevan las esperanzas
desde las tecnociencias y el pensamiento crítico, como el mo­
vimiento revolucionario del “software”, iniciado en l985 por la
Free Software Foundation de Estados Unidos que ya recorre
el mundo por la vía electrónica, con múltiples sitios como el
>>Oekonux<< de Alemania, con una red de discusión de las
“posibilidades revolucionarias” del “soft-ware” (o “logiciel”,
o “equipo lógico de la computadora” o “programación y apli­
cación de códigos”), libre del mercado y de la “ley del valor”
(o “relación de explotación vía salarial” ) que rige al capitalismo.
Ese movimiento de la “clase trabajadora digital” hace ver que
entre más producen las máquinas menos trabajo humano es
necesario, y que si el proceso de producción se libera del capi­
talismo el proceso productivo podrá satisfacer todas las necesi­
dades humanas, vieja tesis hoy fortalecida por la programación de
códigos que producen máquinas inteligentes a su vez capaces
a su vez de producir otras máquinas que por su parte son tam­
bién capaces de pensar, programar y producir..., lo que según
un sabio electrónico –de nombre Gershenfeld—hace patética
la situación actual del mundo, pues mientras “las cosas em­
piezan a pensar” los mega-complejos y las mega-compañías
con todo y sus mega-computadoras, “muestran una tendencia
incontenible a hacer tonterías”, muchas de ellas autodestructi­
vas como se prueba en otro capítulo, aunque en éste se quiere
remarcar que existen los medios para una sociedad “que le dé
a cada quien según sus necesidades” con “precios próximos a
cero” y que sin necesidad alguna de explotar el trabajo huma­
no des-envuelva una sociedad creadora y cooperativa, la que no
sólo parece posible por los recursos técnicos de que disponen
los países altamente industrializados y hasta los que hoy son
pobres, sino porque incluso en las metrópolis del capitalismo
–no se diga ya en sus periferias “internas” y “externas”—hay
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un despertar de la información, del conocimiento y de la con­
ciencia muy contrario al modo de dominación y producción
capitalista, lo que se puede afirmar sin exagerar, y que da
esperanzas fundadas.
Capítulo XII. Aquí se explica cómo es imposible en el ac­
tual estado de las fuerzas productivas y las relaciones de domi­
nación y producción volver a implantar el “Estado Benefactor”
o “Wellfare state”, y menos el “Estado Desarrollista” que ahora se
transforma abiertamente en aquel estado del “desarrollo para el
subdesarrollo” que previó André Gunther Frank, quien como
el Cid Campeador parece ganar batallas después de muerto.
En este capítulo se aclara cómo a la imposibilidad de volver al
estado benefactor o desarrollista, dada la estructura creciente
de las nuevas fuerzas de producción, que tienden a ahorrar y a
eliminar la necesidad del trabajo humano, se añade otra razón
para no tener como proyecto de futuro el que mostró en más de
100 años, que lejos de disminuir el número de pobres y “mar­
ginados” lo aumentó, no sólo en cantidad sino en intensidad
con la categoría de los “excluidos”.
Capítulo XIII. En que se aclara cómo el actual Modo de
Dominación y Produccción corresponde a un capitalismo orga­
nizado que combina el modo de dominación, producción e
“intercambio” con la estructuración de las propias fuerzas y
la desestructuración de las fuerzas contrarias, objetivos para
los que ha desarrollado técnicas de comunicación, informa­
ción, interacción, y “conquista espiritual” que perfecciona con
los “sistemas auto-regulados, adaptativos y creadores” a su
servicio, y con el refinamiento de modelos y escenarios para
actuar en favor de los valores e intereses de “los ricos y los
poderosos” dentro del contexto que les sirve para extraer ener­
gía y disipar deshechos y al que estructuran y desestructuran
de acuerdo con sus fines, entre los que prevalece hasta hoy la
maximización de utilidades, riquezas y poder con el modo de
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dominación y producción capitalista, y con las mediaciones
políticas, económicas, sociales y culturales que son funcionales
a la preservación del sistema y que éste ha aprendido a aplicar,
adaptar e innovar a lo largo del tiempo y del mundo.
Capítulo XIV. De cómo ocurre que las megaempresas y los
oligopolios pasan de procesos de consolidación (o “mergers”)
a fenómenos crecientes de expansión multinacional, interna­
cional, transnacional o global, en que se articulan en “redes”,
y más estrechamente en “empresas integradas” y en complejos
“empresariales-militares”. En las “empresas integradas” se en­
cuentran gigantes al estilo de Wal-Mart, que incluyen en una
misma empresa mundial desde el financiamiento hasta la dis­
tribución al menudeo, pasando por la producción, el almacena­
miento, la distribución al mayoreo, de todo tipo de productos
y servicios a los que articulan a su vez en redes de empresas
asociadas y subordinadas, con las que establecen distintos tra­
tos y contratos funcionales en su temporalidad y permanencia,
en sus vínculos y autonomías.
Capítulo XV. De cómo hoy existe una lucha de clases me­
diatizada y mediada que sucede a las mediaciones de la sociedad
tradicional de la etapa del capitalismo clásico, e incluso a las
mediaciones de la “estratificación” y la “movilidad social ascen­
dente” del neo-capitalismo de post–guerra. Aquí se aclara que
en la nueva etapa de luchas, el capitalismo combina sus más
eficaces medidas para la estructuración de sus propias fuerzas
y para la desestructuración de las fuerzas competidoras, actual
o potencialmente opositoras. Se habla de cómo los poderes do­
minantes desestructuran a éstas incluso cuando se hallan en los
más bajos “niveles de organización cognitiva y activa”, lo que
se prueba en las muchas políticas de ruptura del “tejido social”
que practican, y en las políticas de “desin­for­mación”, “ruido”,
“ilusiones virtuales”, tribalización, secta­rización, babelización,
ceguera y sordera para oír y ver “al otro”, con muchas formas
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más de “embrutecimiento” cientí­ficamente correcto que apli­
can en los medios de la televisión, en las prédicas del terror,
en la invocación de Dios y la democracia de mercado para hacer
las guerras de despojo; en la creciente exigencia de un saber
instrumental y conformista, en los planes de estudio y las ins­
tituciones de investigación, docencia y difusión a las que se
impone una cultura de glorificación del conocimiento “políti­
camente correcto” con resultados impresionantes de lo que el
pensamiento crítico llama la “enajenación del pensamiento”,
pues de tamaña ofensiva salen muchos enajenados o atontados
“eficientes”. La “desaparición” de los “conocimientos prohi­
bidos” por el poder y el ocultamiento del mundo real con la
desaparición de los “conocimientos prohibidos” y la aparición
de la “realidad virtual” son cosa de maravilla, y llegan a mode­
lar hasta a los rebeldes y críticos que con estilos declarativos
reniegan del poder y la política en general y hasta del “poder
liberador” y de “la política alternativa”, en una ofensiva verbal
y declarativa que expresa el dolor de un marxismo universi­
tario y escolástico sin mediaciones liberadoras, que se ensaña
contra el marxismo de los partidos de estado, ese sí con me­
diaciones, pero con mediaciones asimiladas, tranzadas. Aquí se
aclara cómo la violencia de las abstracciones vividas, sufridas,
se expresa originalmente en palabras sin mediaciones propias,
autónomas, dentro círculos viciosos de los que sus víctimas
“maximalistas” no pueden salir por no tener experiencia cons­
ciente de la necesidad de construir las mediaciones entre lo
que piensan y lo que quieren. También se señala cómo tan sólo
la construcción de mediaciones autónomas para alcanzar los
propios objetivos parece permitir al pensamiento alternativo y
a las comunidades o colectivos rebeldes realizar una política
emancipadora en que no se caiga en la falsa y funesta idea del
“antipoder” y de la “antipolítica” o del “jefismo” y el autorita­
rismo, sino se forjen otro poder y otra política en los que no se
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deje de pensar en “qué hacer” y “cómo se hace” para lograr
lo que se quiere en el corto y mediano plazo, en los intereses
sociales limitados a unos “sectores de clase” y en los que son
de común interés para todos . De otro modo, se ve cómo los
insumisos o inconformes se quedan discutiendo sobre políticas
muy radicales y violentas contra políticas moderadas o pacíficas
que son calificadas de conformistas, y que no son de despreciar
así nomás, en general y en toda circunstancia, sino de combinar
con formas defensivas y creadoras según las circunstancias y las
experiencias que se tienen. Y se ve cómo si las respuestas a las
demandas son más y más violentas, si el uso de las institucio­
nes y derechos nacionales y sociales es más y más ninguneado
y criminalizado, la propia violencia, ya mediada como defensa
social y de comunidades y colectivos, tarde o temprano prioriza,
en lo que es necesario, cuanto medio de lucha puede, siendo la
lucha más inteligente o efectiva la que, incluso en esos casos,
atiende en todo lo que puede, la organización de los pueblos y de
su conciencia colectiva moral y política, democrática y coope­
rativa, dispuesta a ganar a los “compañeros enemigos” antes por
convencimiento que por eliminación, y a cuidar la vida de los
hermanos y compañeros participantes más para seguir siendo
fuertes que por falta de heroísmo.
Capítulo XVI. De cómo el capitalismo produce en formas
primitivas y ampliadas una civilización mercantil muy exten­
dida. que se profundiza y acentúa con la práctica cotidiana de
la vida y con la enajenación y victimización de líderes, grupos,
partidos y hasta sectores de clases y de pueblos, y que eso ocurre
sobre todo en momentos de crisis. La civilización mercantil no
sólo opera con políticas de corrupción y cooptación de líderes
y clientelas; se combina con un sistema político-económicojudicial de “control de cómplices” y de “criminalización” de
todos aquéllos que amenazan los “intereses y valores” domi­
nantes. La civilización mercantil acentúa las diferencias de
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ingreso entre los directivos y los empleados, entre los trabaja­
dores organizados y los no organizados, entre los metropolitanos
y los coloniales, así como otras diferencias que le permiten a
patrones y jefes fortalecer el control que tienen en sus centros
de producción, de gobierno y de servicios. En este capítulo se
aclara cómo es imposible entender la dialéctica del capitalismo,
sus relaciones y formaciones cuando no se pone especial aten­
ción en el hecho de que la civilización mercantil y la política
de los mercaderes configuran subclases entre los trabajadores,
para así controlarlos tanto en las pequeñas como en las grandes
unidades. Las clases dominantes unidas explotan las diferen­
cias de intereses de cada subclase dominada y explotada a fin
de impedir una política de unidad de clase que redefine en la
alianza de “los pobres entre los pobres” y de quienes luchan
con ellos. El fenómeno de las subclases y de las luchas y con­
certaciones entre las subclases fue descubierto por Marx; pero
sólo en relación a la burguesía y la aristocracia. Sus apuntes
a la “aristocracia obrera” y al “lumpen-proletariado” o “subproletariado”, no plantearon los problemas de las políticas que
los dividían ni de aquéllas que eran necesarias para superar
esas divisiones. Pero, las subclases son una realidad en todas
las formaciones del capitalismo y obligan a los trabajadores
proletarios o no, y a los pueblos centrales y periféricos a actuar
como seres políticos para construir un poder y una política,
que los una en medio de la diversidad. Cobrar conciencia de
las “subclases” es tan importante como cobrar conciencia de cla­
se, pero en sus manifestaciones concretas, y no en las catego­
rías abstractas a que las rebajan los talmudistas, todos los que
hacen una nueva metafísica de la dialéctica, y quienes velada
o abiertamente se oponen a estas precisiones, por demás inelu­
dibles para una acción efectiva, con el argumento de no oscu­
recer el problema principal y el único importante en su opinión
de “la lucha de clase contra clase” al estilo supuestamente clá­
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sico. Aquí también se ve cómo, con ese sofisma, de una ima­
ginada ortodoxia marxista o de un radicalismo lleno de “fu­
ria y ruido” (sin mediaciones ni medios, ni la menor idea de
construirlos en la conciencia y las organizaciones), los filiales
de la “ultraizquierda”, declarativa o contestataria dan al traste
con un reto fundamental que en realidad plantea el capitalismo
desde su nacimiento hasta hoy, y que en cualquier política de
la emancipación se plantea con gran importancia: ¿Qué hacer
para unir a los distintos “sectores de clase” en sus posiciones
e intereses durante los tiempos de crisis, y en qué formas con­
tribuir a que se unan respetando sus diferencias, siempre que
preserven su autonomía relativa dentro de los bloques que for­
men para luchar efectivamente con los pobres y por un mundo
que se acerque a la libertad, la democracia y la justicia? En este
capítulo se aclara todavía más ¿cómo hacer para alcanzar ese
propósito y que las organizaciones de las subclases rebeldes
no sean asimiladas, cooptadas y corrompidas por el Estado y
las fuerzas dominantes como ocurrió ayer con los reformistas
y partidarios de los “frentes antimperialistas” y ocurre hoy con
la ”izquierda moderna”? Aquí se precisan en formas prácticas
algunos planteamientos sobre cómo superar la inmediación
verbal de unos y la inmediación política de otros, con ambos
que ni tienen poder ni construyen los medios para que pueblos
y trabajadores lo tengan. Aquí nada más se empiezan a tratar
unos temas para tenerlos presentes a cada rato, de tal modo que
lo que parezca tener un mismo significado capte otros signifi­
cados, y ayude a repensar cómo es una estrategia movilizadora
de todas las subclases, en que unas tienen que partir de cero
para construir sus propias mediaciones y otras tienen que res­
catar y reformular desde abajo las mediaciones e instituciones
que construyeron y estructuraron ellos mismos y sus prede­
cesores y que les fueron arrebatadas. En unos y otros casos
se van encontrando y sonsacando objetivos que llegan a ser
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como plataformas nacionales, sociales, sindicales, educativas
y culturales que sirven para que otro mundo o modo de domina­
ción y acumulación emancipador sea posible, objetivo en cuyo
camino se plantean serias contradicciones entre la igualdad y
las diferencias, entre las relaciones sociales y las relaciones de
una cultura del interés personal, particular o gremial a superar,
problemas que por sus dificultades se dejan pendientes para
capítulo aparte.
Capítulo XVII. De cómo al desatarse la crisis aparece la
cultura del “conflicto-negociación”, muy extendida y arraigada
y se advierten problemas muy difíciles de superar para la for­
mación de un bloque histórico; pues mientras unos tienden a
limitarse a construir alternativas sistémicas otros se proponen
la necesaria construcción de alternativas antisistémicas; mientras
unos, con no pocas razones, piensan resolver problemas inme­
diatos, como llevar el pan a su casa, o conservar ciertas ventajas
de que su colectividad se beneficia; otros, movidos por la deses­
peración, la cólera, o las convicciones movilizadoras se proponen
resolver el problema de los “pobres entre los pobres” y de los
no tan pobres, que entre todos alcanzan a más de las cuatro
quintas partes de la humanidad y de los países, un problema
que ni las políticas más avanzadas del capitalismo han podido
resolver, ni los grandes líderes y “señores de la tierra” quieren
ya resolver sino con falsos actos “humanitarios” y de “caridad”
cada vez más militarizados y criminalizados, o con fingidas
luchas por los “derechos humanos” cada vez más abiertamente
cancelados, y que en nada o a pocos, y por poquísimo tiempo
resuelven los problemas de la creciente miseria y explotación,
en que el capitalismo ha sumido a la inmensa mayoría del mundo.
En todo caso, aquí aparece la difícil unión entre quienes están
acostumbrados a luchar para pedir o exigir, o a protestar y pre­
sionar, para recibir o negociar, y quienes quieren hacer que
otro mundo sea posible. Entre los caminos a explorar está el
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de un protagonista capaz de combinar aquellas luchas en que
lejos de decir en forma imperativa que “ya se agotó la vía polí­
tica y que es necesario levantarse en armas”, o que las únicas
luchas válidas son las que se dan en el sistema político, se li­
bren las luchas sistémicas y antisistémicas en formas paralelas
y relativamente autónomas con la conciencia de que las lu­
chas por los gobiernos locales, ya sean de los municipios y las
comunidades o pueblos, y de las ciudades y centros urbanos,
permiten a los colectivos, en ciertos países y regiones, ocupar
posiciones de fuerza que satisfacen parcialmente el interés ge­
neral de los mismos. Otro tanto ocurre con las luchas de los
trabajadores, campesinos y empleados públicos o estudiantes
organizados en formas tradicionales o con los nuevos medios
de información y comunicación electró­nica: las posiciones que
alcanzan llegan a ser importantes para alcanzar beneficios gre­
miales y a veces regionales y nacionales. Pero en todas esas
luchas, la defensa de los derechos sociales y nacionales que
incluya en el interés general a los marginados y excluidos, sólo
se alcanza conforme los privilegiados se empobrecen y debili­
tan en el Estado y cuando, al mismo tiempo, a las alternativas
sistémicas se añaden efectivamente las antisistémicas con la
articulación de los trabajadores proletarios y de los sectores
medios empobrecidos y acosados. En ese caso la convicción
colectiva y la integración de un colectivo de excluidos e inclui­
dos, de marginados y participantes, de pueblos discriminados
y más o menos respetados puede colocar el objetivo estratégico
del interés general en la articulación de los actores con valo­
res e intereses generales que tienden a predominar sobre los
intereses de los sectores, los grupos y los individuos. En ese
momento se puede dar una unidad mucho mayor con quienes
han planteado y difundido el requerimiento desde posiciones
antisistémicas ideológicas y sociales, aunque aún entonces se
advierte a la vez la importancia de las vanguardias y de las
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bases sociales organizadas y articuladas, así como la necesidad
de no detenerse en una sola nación sin pensar que sólo es un
sector de la Humanidad. Es decir, aun entonces se plantean
las contradicciones internas, y el alcance de las metas entre
proce­sos contradictorios. El acercamiento a condiciones mejo­
res, más sinérgicas y unidas, implica un profundo aprendizaje
en que hasta los movimientos alternativos más radicales tienen que
aprender a negociar sin perder fuerza, antes bien para una polí­
tica de acumulación de las fuerzas propias liberadas. Por su
parte los movimientos más moderados tienen que aprender a
contestar con respuestas ofensivas y creadoras y estructuras
más sólidas, a los ataques, agresiones, intervenciones y deses­
tabilizaciones con que los enemigos tratan de aumentar las
contradicciones internas de los pueblos y los trabajadores para
abortar sus movimientos.
Capítulo XVIII. Donde se confirma que los movimientos
antisistémicos no encuentran a la clase en sí y para sí que pare­
ció perfilarse en el capitalismo clásico sino a subclases, y que
tienen que llegar a acuerdos y que demarcar con respeto y firmeza
sus diferencias principales de donde resulta de vida o muerte
el que se comprometan como lo no negociable, con los traba­
jadores proletarios y los pueblos proletarios o excluidos. La
solución de los problemas de “los pobres entre los pobres” no
sólo implica la lucha contra el neoliberalismo como la política
más agresiva y depredadora del capitalismo sino por construir
los elementos mínimos de una política colectiva anticapitalista.
Al tiempo que los sectores de clase precisen lo no negociable,
en sus políticas de acercamiento y unión en actos específicos
sus integrantes ratificarán la necesidad y urgencia de una fuerza
o bloque plural y dialogal en lo ideológico, lo religioso y lo
filosófico y precisarán las políticas de corto y largo plazo... En
este capítulo se da razón de cómo los movimientos antisisté­
micos integrados al bloque no harán concesiones políticas que
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limiten su fuerza autónoma y la del movimiento emancipador.
Harán respetar la autonomía de los distintos movimientos dentro
del gran movimiento o bloque, y buscarán las necesarias com­
binaciones de las demandas de corto plazo, o menos generales,
y de las más generales y profundas que se definan y redefinan
conforme la conciencia y la crisis se profundicen, por ser aquéllas
que no se limitan a mantener la autonomía ideológica y de la
conciencia, sino el derecho a consolidar un proyecto alterna­
tivo en el que aumente cada vez más el control de los pueblos
pobres y de los trabajadores proletarios en el conjunto del po­
der emergente, también alternativo. Ese objetivo sólo se puede
lograr si las organizaciones de avanzada combinan la pedagogía
universal de cómo tomar decisiones con la proliferación de
las organizaciones de defensa, producción y poder en toda la
población, mientras ésta hace suyos los valores que entrañan:
la autodisciplina, la información, el respeto de preguntar y oír
al otro, la receptividad consecuente, el diálogo para actuar
con líneas consensadas, y una fuerte moral social y personal
de lucha sin miedo y sin desplantes, con sus copartícipes se­
guros de que no controlar el miedo o incurrir en valentonadas
debilita a cualquier movimiento que busque hacer realidad “el
interés general” y “el bien común” tomados en serio, es decir,
como los objetivos y medios que se practican y estructuran
entre contradicciones personales y sociales, ineludibles en la
creación de las nuevas estructuras sociales.
Capítulo XIX. De cómo a la defensa de las organizaciones
alternativas se añade la construcción de redes y de redes de redes,
como una incipiente “Red en Defensa de la Humanidad” que
nace en América Latina, o como el “Foro Social Mundial” que se
organiza desde África y Europa, y muchas otras que surgen en
las distintas regiones y naciones del Mundo. En este capítulo
se averiguan cuestiones técnicas y de fondo sobre cómo en la
organización y activación de las redes de información-acción26
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diálogo tiene que darse una importancia central a la comuni­
cación presencial y a distancia, a la información pertinente, o
que viene al caso, así como al apoyo de expertos y técnicos en
la computación, comprometidos con el movimiento, y a la pe­
dagogía del pensamiento crítico y alternativo que enseña y que
aprende mientras alienta y alimenta la toma de decisiones por
los integrantes de las mayorías con respeto a la identidad y au­
tonomía de los participantes individuales y colectivos. También se
explica por qué esos y otros elementos son necesarios para ha­
cer realidad un nuevo estilo de diálogos y discusiones a fin que
los que vienen a la zaga de los movimientos logren alcanzar los
mismos niveles de conciencia y sagacidad de las vanguardias,
y éstas rehagan su propia conciencia y su cultura del conocerhacer entre “muchos y diferentes” que luchan por los pobres
de la tierra y con ellos, entre diferentes contradicciones inter­
nas, que dependen en gran medida del punto de partida de cada
uno de ellos, no sólo desde las subclases de las que provienen
sino de los distintos obstáculos que les ha legado una cultura
individualista, gremialista, clientelista, autoritaria, aldeana, y
muchos más que frenan la unión en torno a los objetivos más
profundos y generales. En cuanto a la construcción y activación
de las mediaciones mundiales y de las redes globales de infor­
mación-acción, se explica que la manera más práctica de construir
esas redes ha de partir de cada lengua “franca” o “universal”,
de cada nación o grupo de naciones, y de cada sector de pue­
blos y trabajadores, así como de las redes ya existentes de me­
dios electrónicos de comunicación alternativa, que se vayan
organizando en forma de redes regionales de una lengua, y
se articulen a las revistas, publicaciones y radio-televisoras
de los distintos trabajadores, pueblos –nación y comunidades
oprimidas, todo hasta hacer redes de redes no centralizadas,
capaces de coordinar la información-análisis-interpretación
por sus intelectuales en red, y por los intelectuales orgánicos,
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o los adherentes o solidarios, de organizaciones, así como por
las “personalidades” que se quieran juntar aunque sea “nomás
para legitimarse”, si acaso esto resulta cierto. En todo se ha de
abandonar aquel concepto de los intelectuales que se limita a
“los grandes intelectuales” de tipo tradicional, pues la posibi­
lidad práctica de construir, echar a andar y promover las redes
de información-acción presencial y electrónica sólo se alcanza
cuando los nuevos “trabajadores simbólicos”, y “la clase tra­
bajadora digital” e intelectual son los animadores y ejecutores
de los proyectos y tramas de redes, con la colaboración activa de
los trabajadores intelectuales y los líderes intelectuales de co­
lectivos y movimientos.
Capítulo XX. Donde se comprueba que el proyecto alterna­
tivo, sistémico y no sistémico, tiene que incluir las luchas por la
democracia, la liberación y el socialismo. Aquí se invita a pen­
sar en términos de “otra” democracia, “otra” liberación y “otro”
socialismo. Se conmina a pensar en la democracia como “un
proceso”; en la liberación como “un proceso”, y en el socialis­
mo como un “proceso”. Se insiste en que los procesos son nece­
sariamente contradictorios, y que lo importante en ellos son
las políticas que van reduciendo sus contradicciones internas y
creando nuevas relaciones sociales no lucrativas ni opresivas,
ni arbitrarias o manipuladoras, bajo el control consciente del
poder de los pueblos por pueblos cada vez más ilustrados y pre­
parados para defenderse y luchar, todo lo cual es perfectamente
factible cuando se le da la prioridad que merece.
Capítulo XXI. De cómo el diálogo y unión de “los muchos”
no sólo implica problemas de “suma de fuerzas” sino de “com­
binación de fuerzas”. Donde se prueba que la fuerza total
alternativa no es una suma sino una combinación de combina­
ciones, y además se recuerda que “los ejércitos no se cuentan
por el número de soldados que tienen, sino por el de número
aquéllos que están dispuestos a dar su vida”. Y se machaca que
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así hay que calcular las correlaciones de fuerzas, y así hay que
cambiarlas con combinaciones que hagan posible lo que hoy
parece imposible. Se aclara al mismo tiempo que el problema
no es nada más el de la valentía y moral de los luchadores, que
son importantísimas, sino que además, corresponde a lo que
en las investigaciones de sistemas auto-regulados ocurre con
la “inteligencia artificial de actores múltiples”, cuyos mejores
distribuciones y coordinaciones de tareas, de actores y de agentes
permiten lograr lo que los simples movimientos sociales más
o menos organizados, difícilmente pueden alcanzar por su
falta de organización del poder para lograr sus objetivos. La
reflexión experimentada sobre los proyectos de las organizacio­
nes más pequeñas o las medianas hasta las grandes tiene que
centrar las discusiones entorno a los mejores medios para alcan­
zarlas en las distintas situaciones. Y nadie puede salirse de esa
reflexión con juicios de autoridad.
Capítulo XXII. De cómo es necesario pensar cada vez más
en dos tipos de organizaciones “micro-macro”: las organiza­
ciones de espacios para el diálogo, y las organizaciones para
acciones concertadas, cooperativas y combinadas, con enlaces
y comunicaciones que lleven a la formación de nuevos frentes y
bloques históricos. En la consolidación y ampliación de organi­
zaciones y redes, se necesita pensar en pequeño y pensar en
grande, y volver a “pensar y hacer” en grande y en pequeño,
sin caer nunca en actitudes regresivas, autoritarias o arbitrarias,
sino actuando siempre con firmeza en los principios, con recep­
tividad en las razones de los que piensan distinto y con res­
peto no sólo a los compañeros y hermanos, sino incluso a los
“hermanos diferentes” y hasta a los que están “enajenados” y
pueden “volver a la razón”, pensando siempre que hasta solda­
dos hay que se vuelven rebeldes. En la solución de ese y otros
problemas también ha de plantearse lo inmediato de la historia
y la historia de larga duración, con las experiencias y memorias
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que deja la historia reciente y la historia emergente en las que
nace la imaginación y la creación de la otra historia, de la
nueva historia en tránsito a otro modo de dominación y acu­
mulación.
Capítulo XXIII. De cómo no es conveniente acabar con Fo­
ros como el “Foro de Porto Alegre” sino en combinarlos con
otro tipo de organización de organizaciones comprometidas con
programas intercomunicativos de acción global en redes para la
acumulación de fuerzas, para la emancipación y la sobrevivencia
humana, y para la construcción de un modo de dominación y
producción que sea de transición en la democracia, en la libe­
ración y en el socialismo. Dentro de esa perspectiva el nudo de
una unión de uniones parece encontrarse hoy en la lucha contra
la globalización neoliberal y sus políticas privatizadoras, que
dan al traste con las luchas sociales y nacionales de pueblos, tra­
bajadores y ciudadanos. Otro objetivo que tiende a ser universal
es el respeto a las comunidades que luchan por su autonomía y
sus territorios contra el colonialismo inter, intra y transnacional.
Además, la defensa del medio ambiente y de los recursos na­
turales se hallan tan generalizados en el mundo como la lucha
contra los tiranos de las oligarquías y burguesías de traspatio y de
salón, incluso aquellas que se esconden con las democracias
de pura forma, que son instrumento de los poderosos y los ricos.
Y en todas esas uniones para la lucha global y local habrá que
buscar el peso creciente de los valores y los actores que vienen
de los pueblos y trabajadores oprimidos y excluidos, pues sin
esa condición todo lo no negociable se tambalea y cae aunque
mucho se hable de liberación, de democracia y socialismo. En
todo caso mejor es no hablar tanto de esos objetivos sino juntar­
se con los pobres entre los pobres o colaborar en la organización
de su conciencia y sus fuerzas comprometiéndose con ellos.
Capítulo XXIV. De cómo al proponerse la creación de los
nuevos frentes y bloques se tiene que pensar en la combinación
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de organizaciones horizontales y de organizaciones jerárquicas,
como las “Juntas de Buen Gobierno”, los “Caracoles” y el
“Ejército Zapatista de Liberación Nacional” de los indios ma­
yas de México, considerando que, en cualquier caso, para las
grandes decisiones hay que contar con la participación de los
pueblos y con sus sistemas de defensa, y que “comandantes”
o “delegados” tienen que “mandar obedeciendo”, objetivo éste
en el que han alcanzado un alto nivel teórico-práctico, no sólo
los pueblos mayas, sino muchos otros de América Latina y el
mundo. Aquí se advierte cómo el “mandar obedeciendo” de
los zapatistas requiere una precisión mayor que haga explícito
lo que se pide de acuerdo con las experiencias alcanzadas en
la “otra” democracia, a la vez participativa y representativa,
consensual y respetuosa de las autonomías e identidades de
personas y comunidades, y capaz de combinar consenso, parti­
cipación y sufragio en la toma de decisiones de colectivos o
comunidades, y de ciudadanos y grandes sindicatos o uniones,
todo sin aceptar que el régimen ideal sea el de los partidos polí­
ticos y menos cuando éstos representan sólo a la ciudadanía parti­
cipante en una “polis” formal y “reducida” de origen colonial,
dominada de hecho por los descendientes de los colonos o sus
asociados, y por los asimilados como mercaderes, propietarios,
caciques, que oprimen y explotan a las poblaciones de excluidos,
colonizados, esclavizados, fenómenos que se agrandan con la
reestructuración de las clases en que dominan las corporacio­
nes de los empresarios nativos y transnacionales como es el
caso del “Plan Puebla-Panamá”, el “Plan Colombia” y otros
por el estilo. De donde parece concluirse que por mucho que se
respete a quienes luchan por rescatar las estructuras, medios e
instituciones que han sido cooptadas y tranzadas, desnaciona­
lizadas y privatizadas es ineludible organizar nuevos grupos y
bases en que se articulen las fuerzas autónomas comprometidas
“con los pobres de la Tierra”, capaces de crear una historia
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alternativa, con otro sistema de emancipación y acumulación
cooperativa y otra democracia, otra liberación y otro socia­
lismo en que los discursos correspondan a “palabras de con­
secuencia”, e ideales que se instrumentan en lo concreto por
todos los medios habidos y por haber, tradicionales y electró­
nicos, construidos y virtuales, presénciales y a distancia.
Capítulo XXV. De cómo en la lucha por la liberación, la
democracia y el socialismo, el factor moral es un factor de
“gran fuerza” en las organizaciones sociales, culturales, políticas,
única capaz de vencer a las armas más poderosas del capita­
lismo como son sus políticas combinadas de “zanahorias y
garrotes”, con cooptación de individuos y colectividades, e
intimidación y criminalización de quienes se oponen a sus polí­
ticas de saqueo original, y ampliado. En todos esos y otros
variados casos, el factor moral de las colectividades y sus or­
ganizaciones es consustancial a la fuerza capaz de enfrentarse
a los grupos dominantes globalizadores y neoliberales que para
su conveniencia confunden soberanía con propiedad y usurpan
una y otra vez a pueblos y naciones, privatizando a los estadosnación y al estado-social con el pretexto de “adelgazarlos”,
descentralizarlos, democratizarlos y liberarlos. El lenguaje de
las prácticas morales colectivas y consecuentes ayuda a unir
fuerzas de por sí desconfiadas y con ideologías y creencias
distintas. La coherencia compartida entre lo que se dice y hace
contribuye poderosamente a unir a los pueblos y los trabajadores
contra los depredadores del imperio globalizador. Aquí se
aclara cómo para crear un mundo alternativo se requiere tam­
bién un sentido político y estratégico de las solidaridades, no
sólo con las fuerzas internas que tienen caminos y puntos de
partida distintos sino con países y regiones o espacios sociales,
en los que a la lucha contra el imperio neoliberal y globaliza­
dor se añaden medidas de acercamiento y consolidación de la
democracia, la liberación y el socialismo. Tal es el caso de
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la Venezuela bolivariana que profundiza su revolución, y de la
Bolivia que con los pueblos indios encabeza el líder socialista
Evo Morales, ayer en la plaza y hoy en el palacio y la plaza,
y en tanto ambas que se apoyan en sus pueblos y trabajadores, y
se vuelven más concientes haciéndose más fuertes en la tran­
sición a una democracia, liberación y socialismo redefinidos
y por definirse en medio de duras batallas... Solidarizarse con
ellos mientras luchen en ese sentido actual y potencial, y no
regatearles solidaridad es un punto de ruptura mínima con el
imperialismo neoliberal y colonizador que domina hoy en el ca­
pitalismo global. Significa una aportación mínima a la cons­
trucción de otro mundo posible, distinto de las democracias de
traspatio, de los populismos acaudillados, de los nacionalismos
revolucionarios, o los socialismos y comunismos de Estado
cupular y burocrático, que sustituyeron a las burguesías extran­
jeras y a las empresas particulares, para volverse negociantes,
empresarios y “mafiosos” en unas cuantas décadas. De todo
eso se concluye, que si la coherencia entre el decir y el hacer no
es suficiente para el triunfo sí es necesaria, y que ha de com­
binarse con un sentido político de las solidaridades y alianzas
que potencialmente van a profundizar sus luchas y a coincidir
más y más con quienes van adelante en la inclusión activa de
los “excluidos” y “pobres de la Tierra”.
Capítulo XXVI. Donde se da fin al índice, y principio a la
redacción del libro. Aquí se comprueba que sí es posible que
ganemos, pues consideramos que los grandes cambios histó­
ricos se dan en procesos “no lineales”, en que “una peque­
ña fuerza crea efectos desproporcionados”, y eso, siempre que esa
fuer­za cuide que haya organizaciones en las bases capaces de
disminuir la “incertidumbre” así como un número creciente
de “vanguardias” promotoras decididas a programar su propia
desaparición mediante la creación de pueblos enteros que se
vuelvan vanguardias por el alto nivel de sus conciencias, vo­
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luntades y saberes. Y que mientras tanto, con la certeza y de­
cisión de ganar, igualemos con nuestra vida el pensamiento,
hablemos como pensamos, actuemos como digamos, (en todo
lo que se pueda), y nos propongamos sin cesar, hacer que to­
dos los integrantes del colectivo en el que actuamos tengan
también la capacidad de asumir el papel de vanguardias en un
colectivo de colectivos a la vez participativo y representativo,
horizontal y jerárquico, que se haga fuerte por la estructura­
ción de sus conocimientos, de su conciencia, de su voluntad,
así como de sus organizaciones, cual es el caso de Cuba, esa
Isla vanguardia de la Humanidad, que ni se presenta como mo­
delo ni quiere ser un caso excepcional sino más bien universal,
con una democracia que no puede ser gobierno del pueblo y
los trabajadores sin ser liberación y socialismo, y con un so­
cialismo que no sólo se empeña en crear nuevas estructuras
sociales sino morales y políticas en un nuevo concepto del po­
der como conocimiento, organización y liberación de todo el
pueblo para la defensa y la seguridad frente al imperialismo
más poderoso y agresivo de la historia.
Y con esta tesis, que por su número y contenido evoca al
“26 de julio” –ese precursor en la historia universal–, termino
de enunciar unos cuantos retos que nos plantea el capitalismo,
y sobre los que debemos escribir, entre todos, un libro que nos
permita entender y cambiar el mundo.
34
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