llamamiento a las «peñas huertanas

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llamamiento a las «peñas huertanas
LLAMAMIENTO A LAS «PEÑAS HUERTANAS>
H a sta en la p ren sa murciana, hay una sección casi diaria dedicada a dar
noticias del q u ehacer de esos grupos o «peñas» que se han ido constitu­
yendo poco a poco, con sede bien en las pedanías o en la capital; y es tanta
la actividad que despliegan hoy esas «peñas hu e rta n a s» , unas veces que se
publican y otras no, haciendo p en sar con agrado, que ese mundillo de la
huerta que iba desap arecien do casi en su totalidad, a p arece al menos en su
c onservación nostálgica reverveciendo parte de las co stum bres que iban
por el camino de lo insalvable.
Los que todavía nos ufanamos de c o nta rn os de «entre los de pura
cepa», vem os con satisfacción, la labor que dentro de sí mismo, llevan de
murcianía esa legión de hom bres y mujeres que crean, prom ocionan, tra b a ­
ja n , escriben o a com eten em presas difíciles en cualquier labor relacionada
con la etnología h u e rta n a de M urcia, haciendo lo posible y lo imposible
para que en paralelo, aco m etan el reto o la puja y se superen entre ellas
cada vez más y mejor.
A fortun ad am ente todavía quedan p erso nas que eluden o soslayan y
sacrifican horas robadas al recreo y a la diversión para dedicarlas plena­
mente al ensayo de unos bailes regionales, o la p reparación de un acto
huertano con m em orativo , o una rep resentació n teatral murciana o auto
sacram ental; o esa interminable serie de trabajos costum bristas que están
entre la llegada del alba h asta el ocaso, o viceversa, pero que en realidad
están c o ntribuyendo a escribir nuevos renglones de la H istoria de Murcia,
mientras los dem ás asistimos muy tranquilam ente a ex pansion ar con rego­
cijo el alma tradicional — que como decía F ru to s B aeza— «bien puede
decirse con legítimo orgullo, que en este paraíso de E sp a ñ a que se llama la
huerta de Murcia, ha visto a través de los tiempos respetados, las primeras
chispas del ingenio nacional, la aurora de un arte que esplendió gloriosa­
mente con Lope y Calderón».
N o sé, si será m om en to adecuado y op ortu no para entrar en la intimi­
dad silenciosa y abnegada de esa maravilla que son los grupos Salzillo,
m ayoritariam ente legados por la Sección F em enina que reconstruyó y
trasmitió a nuestros días un folklore desap arecido y olvidado — aparte de
otras misiones más específicas que no vam os a e n u m e ra r— , ni mencio­
nar que hubo una época no muy lejana que han repetido algunos autores,
donde la música y los bailes populares estuvieron a punto de extinguirse,
pues es de dominio público — aunque m uchos no lo hayan conocido— que
para el más popular de nuestros festejos prim averales que es el Bando de la
H u e rta — estuvo m ucho tiempo dormido— debem os rec o rd a r que para que
desfilasen h uertanos había que ir a Valencia a alquilar trajes y pagar a la
gente para que saliese ju n to a las carrozas, porque se perdieron las ganas y
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la ilusión por este desfile tan nuestro y tan huertano. H o y el B ando es una
aglom eración de «masas» y un festejo de participación y es la h uerta y su
tipismo quien invade a M urcia, por cierto y dicho sea de paso, se abusa
bastante de los mini-refajos que dejan m ucho que d e se a r para el reflejo
costum brista. Pues bien, la Sección F em enina, en su m om ento, de entre lo
desap arecido , lo revivió con sus rondallas y coros y danzas en toda E s ­
paña. Así es, y así debem os reconocerlo, p on iendo al servicio de la cultura
el rico y variado patrim onio etnográfico, investigando en el p asado y prom ocionando un a jo y a que había sido del pueblo y al pueblo había que
devolvérsela.
Es grato v er cóm o proliferan las «peñas» y las gentes de la h uerta así
como los de la ciudad, tienen a gala, no solam ente vestir el traje huertano
que tanto nos h onra , sino que se fundan agrupaciones con domicilio social,
ad ornando sus locales sociales a la u san za alegórica de la h u erta, sintiendo
y haciendo o p ro m o cionand o to da clase de actividades culturales que reco ­
bran las características fundam entales de aquellas co stum bres regionales
que estuvieron cerca de que hoy solo fueran conocidas po r medio de los
historiadores com o hechos poco interesantes; no obstante el redescub ri­
miento, la prom o ción y el cultivo de las tradiciones populares, y las «pe­
ñas» con sus activísimas gestiones y esfuerzos y la cada vez más nu m erosa
cantidad de ellas, hacen a la región m urciana, entre las prim eras de E spaña
en su costum brism o , en su folklore y en su cultura popular; p odem o s pues
cantar victoria y proc lam a r que somos complacientes con n uestra historia
au tóctona e indígena.
Yo me atrevería a lanzar la idea, de que se les tributase un homenaje
regional a todas las «peñas» h uertan as, por esa labor tan encom iable, tan
digna y tan simpática. Por el esfuerzo y la ilusión que están poniendo al
servicio de la M urcia que se fue y que están tra ta n d o de a tra e r y divulgar
tanto los adultos com o los adolescentes que se echan encim a una carga no
muy propia de estos tiem pos donde hay diversas clases de recreo y diver­
sión especialm ente en los jó v e n e s y que unos y otros tom an su trabajo con
cariño para conocerla mejor en su salsa popular, porq u e contribuye a aden­
trarnos en el conocim iento y sensación de nuestra propia cultura tradicio­
nal.
L a intensa actividad de estas «peñas» está p rom oviendo generalizar una
mentalidad y un m ovim iento m urcianista de notable divulgación, exp re­
sando así la tendencia e inclinación del pueblo a m irar hacia atrás glorifi­
cando y ensalzando la etimología, el modism o, los uso s, creencias, tradi­
ciones, leyendas, canciones, danzas, c ostum bres, etc., etc., del pueblo.
¿Por qué no se organiza un concurso anual con premios y diplomas a la
«peña» que se haya distinguido con m ayor actividad en su conjunto?
Y en el M useo de la H u e rta y al aire libre, apro v e c h a n d o los m eses de
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tem p e ra tu ra ideal, cuyo auditorium debe p on erse a tono y a la disposición
de la F e d era c ió n de Peñas H u e rta n a s, no se organiza un con curso de coros
y danzas regionales incluyendo asimismo a los grupos Salzillo, con diferen­
tes premios a los bailes más representativos con asistencia de TV y con un
ju ra d o de a ntem ano propuesto por ellos m ism os?
Yo quisiera c o n v e n c e r a quienes tienen la responsabilidad de cada caso,
para que existiera una estrecha relación entre el P a trona to del M useo de la
H u e rta y la Federació n de esas Peñas y grupos Salzillo, p ara c re a r y llevar
a la p ráctica actividades que nos vinculan a todos en la mism a idea y en la
misma misión divulgadora no solam ente del folklore, sino de las activida­
des que nos unen en la cultura popular.
N u e stra revista C A N G I L O N , debería publicar algunos trabajos escritos
por m iem bros destacad os de todos los grupos, en ese intenso q ueh acer que
tanto les honra. El m useo debe ser tam bién la C asa de la H uerta, de todos
y para to dos, incluyendo a aquellos m urcianos que se sientan atraidos
— sea del p unto de la región que sea, o de la c o m a rc a — por una ilusión
a u tó cton a, ya que todos lucham os por la misma misión de convivencia.
Y
ya de paso, se debería celebrar una o varias reuniones conjuntas
entre miem bros del Patronato, de la Federación de Peñas y de la A socia­
ción Provincial Salzillo, con trabajos o p ro pu estas de a nte m a no ya estudia­
das com o a n te p ro ye c to a un program a a desarrollar en determ inadas fechas
entre las más idóneas y apropiadas, con el fin de clarificar, iluminar y dar a
en tend er a los m urcianos que existen fund am en to s suficientes, para que
entre unos y otros, no se debilite nunca, más bien se po tenciará la tenden­
cia a revalorizar las ricas variantes de nuestro p asado , proponiendo a la
Consejería Regional de Cultura y E ducación la carga en la protección y
m oderación y presidencia, porque se necesita su ap oy o y su implicación
con toda su dosis com pleta de ilusiones y nos co nd u z c a a todos por el
camino de la eficacia y de las posibilidades claras y co n tu n d e n te s, porque
alguien con autoridad tiene que hacerlo, sin perjuicio de que cada uno de
ellos siga cum pliendo su misión con libertad e in dependencia, según sus
estatutos y reglamentos, ya que no existe incompatibilidad entre el cum ­
plimiento específico de cada uno y la unidad o coordinación del esfuerzo
com ún en determ inados m omentos.
H e tratado de ponerm e en com unicación con los presidentes de las
«peñas» según una relación facilitada por el anterio r presidente de la F ede­
ración Sr. Paredes, con el solo ánimo de reunir ciertos datos característicos
e históricos de sus lugares de residencia, de cóm o se fundaron los grupos,
de los nom bres y apellidos de sus creadores o c o m po nentes que sobresal­
gan en m anifestaciones inherentes, de sus danzas y tonadillas peculiares y
algo a u nq ue no sea m ucho, del acervo cultural-folklórico del barrio o pue­
blo de origen de cada grupo, etc. N o he podido reunir esos datos ni mucho
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menos com p leta r la variedad e stup end a de «peñas» que hoy existen a pesar
de mi intención c o m p letam en te exenta de lucro, ya que mis m odestos
trabajos literarios a unque sean libros o artículos p a ra P re n sa o Revistas
ja m á s los he cobrado. P recisam en te d eseab a h ac e r resaltar más y mejor la
labor de las «peñas», pero alguien me indicó que me estaba en trom etiendo
en una e m p re s a que ya esta b a p en sad a y la iban a po n e r en m a rch a ense­
guida. Y a hace un año. N o me im porta que lo haga otro, pero que se haga,
porque la idea me sigue pareciend o simpática y ju sta . Solo recibí datos de
muy co ntad os presid en tes a quienes les agradezco su talante, su c o m p o r­
tam iento y su cortesía. Me encu entro en el dilema de seguir o esperar.
Desde aquí hago un llamamiento a los p residentes de esas «peñas» y e spe­
cialmente al nu ev o presidente de la F ed eració n, po r si creen o p o rtuno y
conveniente lanzar el susodicho libro, porq ue tam bién así contribuirem os a
fabricar un pequ e ñ o tro z o de nuestra historia de M urcia. Repito que lo de
menos es quien lo escriba, aunque lo deseable es que fuese una pluma
cualquiera de las m uchas eruditas que hay en M urcia, por su puesto mejo­
res que la mía. N u n c a faltarán murcianos de pro que se hagan a cargo de
la em presa, p or lo que h arán un estupendo servicio a nuestras costum bres
y a Murcia y desde luego se hará justicia a esa legión de ho m bres y mujeres
que vistiendo el traje hu ertan o, nos acercan a nuestras tradiciones y nos
deleitan a diario con actuaciones llenas de murcianía. Ahí están la serie de
noticias diarias en la P rensa, donde tan p ro fun dam en te siempre es novedad
las actividades de varias «peñas» que tan ab u n d a n te m en te nos p resentan
algún quehacer. Y es que son tantas y no existe ninguna de ellas inactiva.
La exaltación de los valores de la h uerta, ha dado su fruto en estos últimos
años porque se ha prodigado el c arácter de nuestro origen huertano.
Cuando nos referimos a la M urcia que se fue, estam os indicando que es la
Murcia de la h u e rta y todo aquello que la envolvía. Procu rarem o s que la
Revista del M useo de la H u e rta en este su segundo núm ero, vaya a parar a
todos los presid entes de cada una de las «peñas» inscritas a través del
presidente de la F ederación. Se llama C A N G I L O N , y en un lugar de la
misma, si se desea, el p residente de la Fed eració n o de las «peñas» se
pueden dirigir a esta su casa, po r si se enco ntraran reparos a esta idea, que
no es ni más ni m enos que la de lanzar una ocu rren cia en acción de
engrandecer la conexión o coordinación entre todos los que trabajaban a
favor de h acer resurgir la gran riqueza folklórica con esa especial p erso n a ­
lidad indefinida en cuanto a su variedad en las distintas zonas de la región
murciana. Y ade m á s, au nq ue pequem os en redu nd ancias, esa otra labor
que hay que resaltar de tantísimos grupos y «peñas» que han nacido y que
están naciendo al socaire del entusiasm o folklórico por esa sangre m u r­
ciana que corre p or todas nuestras venas, que nos hace b o ta r y saltar
siguiendo el ritmo de unas JO T A S o unas P A R R A N D A S m urcianas.
Diego Riquelme
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LA ERMITA DE LA PAZ EN EL PARAJE DE LA
VOZ NEGRA
El p asado mes de noviem bre a p ro p u e sta del Ministerio de Cultura,
in sertaba el B .O .E . la incoación de m o n u m e n to Histórico-A rtístico para la
ermita de N tra. Sra. de la Paz, en el Paraje de la Voz N egra, muy cercano
a Alcantarilla; era el prim er paso, tras largas gestiones, para su declaración
de m o n u m e n to nacional.
L a erm ita en cuestión se e ncuentra en el co razón de una h erm o sa finca
propiedad de los h erederos de D. Miguel Gallego A lcaraz y D .a Carmen
T o rto sa F ran c o , el primero d esaparecería trágicam ente durante nuestra
guerra civil. La erm ita que aunque en franco deterioro, tiene por si sola
condiciones para su declaración, por el paraje donde está ubicada y los
ante c ed en te s históricos que la rodean es digna de un mejor tratam iento,
que esp eram o s se prod uzca en fecha próxima.
Reciben aquellos lugares el nom bre de V oz N egra o B uznegra desde la
E dad Media, record án don os las luchas entre moros y cristianos por la
posesión del reino de M urcia, lugar de esca ra m u za s en su suelo se dió una
batalla entre las tropas castellano-aragonesas mandadas por Jaime I el
C onqu istador en el año 1266, en la que pere c e n gran cantidad de m usulm a­
nes, en época anterior durante los reinos de Taifas, fue lugar de enterra­
miento de los reyezuelos moros de Murcia. H a sta 1492, en que los Reyes
Católicos term inan el proceso de la reconquista con la tom a de G ranada, la
provincia de M urcia sería frontera entre Castilla y G ra n a d a y estaría some­
tida a las correrías de los sarracenos que en pleno siglo XV arrasan Cieza y
ponen sitio a otras plazas fuertes m urcianas. H ay que te n e r en cu en ta que
el Cam ino Real a L orca pasaba po r las proxim idades de la finca de la Voz
Negra y fue la única vía existente entre M urcia y el Valle del Guadalentín,
hasta que se trazara la actual carretera nacional ya en el pasado siglo.
Por carta real de Felipe V, del 10 de m ayo de 1742, se concede a D.
Fran cisco de R o cam o ra la propiedad y jurisdicción civil bajo el nom bre de
«H ered am iento de la Buxnegra», por dos mil d u cad os, autorizándole al
señor del lugar po n e r en aquellas tierras, horca, picota, cuchillo, cárcel y
las dem ás insignias de jurisdicción propia ya que tenía total independencia
de la Intendencia de M urcia y los conflictos que surgieran tenía que dirimir­
los la Real Cancillería de Granada.
En el siglo XIX (1820-1823), se convierte en ayuntam iento propio, bajo
la denom inación de «ayuntam iento constitucional de la Voz N egra», inde­
pendiente del partido de N onduerm as, cuya vida sería muy efímera como la
de casi todos los municipios creados durante el Trienio. (En mi anterior
trabajo sobre los mojones del Térm ino de Alcantarilla se hace alusión a
este Concejo).
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L a actual rom ería se viene haciendo d esd e 1820 aprox im ad am ente,
época en que se c o n stru y e ra la ermita para darle culto a la Virgen de la
Paz, imagen de v estir de muy bu e n a factura al p a re c e r de la escuela de
Salzillo, y que fuera destruida en 1936. L a erm ita, está realizada en mani­
postería y tiene aneja u n a bella torre h uertana, se accede al tem plo por un
atrio circunvalado por un pequeño muro, todo ello bastante deteriorado,
los exteriores se e nc ue n tra n encalados y su fachada principal term ina en
una esp a d a ñ a con cam pana. L a constru cció n es de planta rectangular,
cubierta con bó veda de cañón, en el altar m a y o r de corte neoclásico se
en cuentra un p e q u e ñ o cam arín u ho rnacina do nd e está la actual imagen de
la Virgen. El pavim ento del tem plo es de b aldosa ajedrezado en muy mal
estado, pre c isá n dose obras urgentes de consolidación y reparación de la
cubierta ya que hay una gran grieta en todo el c entro de la bóveda.
E n 1940, encargan la imagen actual, que au nqu e atribuida a D. José
Sánchez L o z a n o , no fue realizada por este escultor ya que su factura es
bastante m o desta, siguiéndose con la tradición de realizar la rom ería y de
tener la erm ita abierta al culto el día 24 de enero, festividad litúrgica de
Ntra. Sra. de la Paz. El paraje se e ncuentra en la jurisdicción de la parro­
quia de N tra. Sra. de la A sunción de Alcantarilla.
Fulgencio Sánchez Riquelme
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