Lengua y teatro en Quebec
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Lengua y teatro en Quebec
El francés en Quebec : 400 años de historia y de vida Cuarte parte II – El francés: lengua común Capitulo 14 – Una lengua en contacto con su tiempo Recuadros 95 Lengua y teatro en Quebec Antes de 1950, surgen dos tendencias en nuestros teatros, que marcan el medio siglo siguiente. Gratien Gélinas, con las Fridolinades, luego Tit-Coq en 1948, explota una lengua "popular correcta"; Claude Gauvreau ya utiliza para Bien-être en 1947 el "exploréen" y la "abstraction lyrique". Gélinas representa el triunfo, pues el público se reconoce en las expresiones sabrosas y el espíritu criticón de Fridolin como en el habla del bastardo engañado por su prometida. La lengua es directa, los regionalismos abundantes, los insultos apenas reconocibles ("Morsac!"); en una palabra, el tono general es más bien el del niño bueno. Hoy sonreímos cuando volvemos a escuchar a Tit-Coq susurrar a su "mam’zelle Toute-Neuve" que está enamorado de ella, y no entendemos la condena de un intelectual de la época, François Hertel, que estimó que esa cultura era "desesperadamente pueblo". Gauvreau, por su parte, inventa una lengua doble. Si la abstracción lírica, o automatismo sobrerracional, sigue la sintaxis francesa ("Le jour se drape dans un pubis de géante et le nuage pourpre la gamahuche en ne sciant pas ses fils télégraphiques",– Les oranges sont vertes), el "exploréen", esta lengua inventada, está constituido por un ensamble de sonidos basados en fragmentos de palabras abstractas productoras de imágenes ("Toupla. Imbec brec tap-pala-pala"– La Charge de l’orignal épormyable). Sólo en los años 1970 ese lenguaje será reconocido como precursor, gracias a las puestas en escena de Jean-Pierre Ronfard en el Teatro del Nouveau Monde, en Montreal. Pero un poco antes, en 1968, surgen dos tendencias opuestas, otra vez al mismo tiempo, bajo la pluma de dos autores de veinticuatro años. Ese año, haciendo resonar de insultos los viejos muros del Rideau Vert, suscitando la deflagración que sabemos con Les Belles-Sœurs, Michel Tremblay hace sombra a las piruetas lingüísticas de Réjean Ducharme; de allí surgen Inès Pérée et Inat Tendu y Le Cid maghané, que toman su eficacia de una poesía "joualizante", pero deformada, "maghanée" (aporreada). Si el lenguaje leproso de las mujeres de Tremblay expresa una ferocidad, una rabia colectiva que exulta en los coros, la locura juvenil de los héroes de Ducharme los desliza en una sobrerrealidad de carácter más intimista. Entre Gélinas y Tremblay, Marcel Dubé toma primero su lengua rústica de las callejuelas montrealesas, para emigrar gradualmente hacia los salones de los suburbios, donde personajes aburguesados hablan un francés más pulido pero más hipócrita. Siempre persiguiendo la verdad, Dubé corrige sin cesar algunas réplicas: "J’y vais" se transforma en "J’y vas" para luego volver a transformarse en "J’y vais", en las tres versiones de Zone publicadas entre 1953 y 1960. 1 El francés en Quebec : 400 años de historia y de vida Cuarte parte II – El francés: lengua común Capitulo 14 – Una lengua en contacto con su tiempo Recuadros 95 Los dos principales polos de la lengua hablada subsisten hoy en nuestra escena. A los poetas Gauvreau y Ducharme suceden Michel Garneau o Carole Fréchette. En cuanto a JeanClaude Germain, Jean Barbeau, Antonine Maillet, Michel Marc Bouchard y Marie Laberge, se inclinan más por el color local. También están aquellos cuya lengua, con un acento menos marcado, es poética e identitaria a la vez, como Normand Chaurette o Daniel Danis. En estos autores, si el contexto aún se reconoce como quebequense, la lengua ha dejado de serlo. De allí la facilidad con que sus obras (como Petit Köchel o Chant du dire-dire...) circulan en la francofonía. Ello no quiere decir que autores cuya lengua es más "local" no trabajen su escritura; por el contrario. Jean Marc Dalpé, inventor irónico de jergas (del boxeo, de leñadores, de las carreras de caballos, del hampa), es un buen ejemplo en ese sentido. Por último, otros autores, como René-Daniel Dubois y Robert Lepage, no se amedrentan ante una escritura multilingüe, signo de una nueva apertura al mundo. Michel VAÏS 95 2