El Inicio de la Tormenta (Parte I) - Las Primeras Aventuras de Aura

Transcripción

El Inicio de la Tormenta (Parte I) - Las Primeras Aventuras de Aura
Gabriel Ángel Valdés
El Inicio de la
Tormenta
Parte I
Continuación de la novela
"Las Primeras Aventuras de Aura"
-No te impacientes madre. Ya hemos pasado la mitad del viaje y estamos a salvo –dijo
con
sarcasmo Edel. Hijo del rey Ireld.
- Tú sabes que tengo miedo a volar en barco –Aliz estaba afirmada de la baranda en la proa
del Viajero Boreal. Aquel barco volador había zarpado de Tridianjand hace tres días con la
comitiva de Grandor. Después de que la reina Aliz recibiera la carta de Ireld anunciando un
nuevo viaje hacía Admar para enfrentar a los trasgos en la fortaleza, no dudó en partir con la
ilusión de verlo aunque sea un instante. Supo por los rumores que llegaron a Tridianjand de la
batalla en Entoria y del nacimiento de una nueva Sayrm. Como también de las perdidas de los
guerreros de Grandor. Algunos eran jóvenes y los conocía desde que era niños. Aliz, a
diferencia del rey, gustaba de organizar festivales donde las familias de Grandor se reunían
para fraternizar con la demás gente y hacerlas sentir más cerca de la realeza como también del
consejo. Según ella, un pueblo se gobernaba no con leyes ni opresión, sino más bien creando
lazos de amistad. Sabía que a través de la guerra Grandor a gozado de periodos de paz, pero
aún así la repudiaba.
- Pierda cuidado mi reina, sólo nos queda un día de viaje –dijo de improviso Harlay, Capitán de
la nave. De piel morena y calvo. A pesar de ser fornido, nadie sabía como de un momento a
otro aparecía de sorpresa. Edel siempre lo admiraba por la forma segura en la que organizaba
a la tripulación. Su ronca voz retumbaba en cada madera y mástil del barco. No había lugar
donde no se oyeran sus ordenes.”Mientras seas severo y justo tendrás el respeto de la
tripulación” le enseñaba a Edel.
El Viajero Boreal a pesar de ser un barco de basta envergadura su velocidad era su principal
fortaleza. Lo que más gustaba a Edel era cuando atravesaban un banco de nubes. El frescor
empapaba su rostro y lo hacía viajar a donde uno de los lugares que más le gustaban: el mar.
Muy pocas veces tuvo ese privilegio. La verdad sólo cuando niño en un par de visitas a Admar
o a otro mundo similar. Volar era fascinante también, pero la costumbre siempre hacía que se
desencantara de las cosas.
El sol estaba pronto a esconderse en las necro-nubes. La ruta escogida por Harlay fue la
precisa para que tuvieran un viaje en solitario. Aunque se molestó por la idea de no esperar a
que una flota de Grandor los fuera a escoltar, pero la tenacidad de la reina Aliz fue imperante.
No dejando tiempo para objeciones. Ni siquiera enviaron una carta a Grandor para dar aviso de
su viaje.
- Capitán!!!!! Objeto a la vista!!!!!!!! – gritó un guerrero en lo alto del mástil mayor. Harlay junto
con Aliz y su hijo quienes estaban en la proa veían a lo que se refería el guerrero. El Capitán
sacó de su cinturón unos guantes verdes los cuales. Al colocárselos juntó sus pulgares con el
resto de sus dedos, formando dos cilindros huecos que se lo llevó a sus ojos. Según le había
contado a Edel, al hacer eso con los guantes podía agudizar la vista hasta ver incluso más
lejos que un Aven. De hecho fueron estos mismos quienes se lo obsequiaron por favores de
antaño.
Según Harlay era un barco suspendido en el aire, casi del mismo tamaño que el Viento Boreal,
salvo que poseía sus velas extendidas a los costados, lo que acompañado por el color negro
del barco, daba la impresión de ser un enorme murciélago. A medida que avanzaban hacía él
un mezcla entre miedo y emoción envolvía a la tripulación.
Cuando estaban a una corta distancia sucedió lo impensado: del interior del barco perdido una
treintena de sombras aparecieron y fueron a caer directo a la cubierta del Viento Boreal. Edel
no daba crédito a lo que veía: unos sujetos vestidos con harapos oscuros, provistos con
espadas y unas especies de arnés que unían sus cuerpos a unas alas de insectos para poder
volar. La tripulación fue tomada por sorpresa y antes de que pudieran coger alguna espada los
siniestros sujetos ya habían dado muerte a varios guerreros de Grandor. El resto no tuvo más
opción que rendirse.
- Vaya…vaya…vaya. Así que este es el famoso Viento Boreal- dijo un sujeto alto con voz
carrasposa. Una cicatriz cruzaba todo su rostro. Los rehenes habían sido maniatados y
colocados de rodillas. Entre los cuales estaban Aliz, Edel y Harlay-. Tantas historias contadas,
aunque no creo que ni la mitad sean verdad. Mejor vamos a ver a quienes tenemos.
El sujeto escrutó a cada uno de los rehenes, hasta que fijó su vista en la reina Aliz.
- Es un honor para mi haber tomado como rehén a la reina de Grandor. Aunque me decepciona
que sus guerreros no hayan puesto mayor resistencia.
- Desátame las manos y podrás ver mi resistencia, maldito pirata –dijo Harlay.
El sujeto hizo un chasquido con su boca en señal de negación.
- Por favor. No hagas esto más difícil. Me imagino que no te gustaría que el príncipe Edel te
vea caer por la borda.
- Dinos quien eres y por qué nos atacas –dijo la reina Aliz.
- Lamentablemente tengo prohibido dar esa información. Sólo le puedo decir que tanto para
Grandor como para los demás reinos de este mundo se avecina una tormenta. Una que nunca
olvidarán.
- Mi padre te va a encontrar y lo impedirá –gritó Edel.
- Veo que eres igual de impulsivo que tu padre, y también un mocoso insolente que no respeta
a sus mayores. Pero tienes razón. Sin lugar a dudas que el rey no va a tomar mi acto con
alegría.
- No hables de él como si lo conocieras –a pesar de ser una mujer pausada. La situación hacía
que la reina perdiera el control con facilidad.
- Veo que su majestad todavía no me reconoce. Mira más allá de mis ojos, más allá de esta
horrible cicatriz.
Aliz se quedó mirándolo por unos segundos. La piel del sujeto se veía áspera y arrugada.
Hasta que la reina abrió los ojos como platos.
- No puede ser… ¿Lane?...tú debías haber muerto junto con tu barco cuando juntos cayeron en
las necro-nubes.
- Yo también pensé lo mismo. Pero todo lo que nos contaron acerca de lo que existe debajo de
las necro-nubes es una burda mentira. Allí encontré la respuesta a todos mis
cuestionamiento…allí encontré la Verdad.
- Maldito traidor –balbuceo Harlay.
En seco Lane terminó la conversación y dispuso a dar órdenes. Tomarían el Viento Boreal y
sólo como rehenes a Harlay, Aliz y Edel. El resto de los guerreros fueron trasladados en el otro
barco con un destino incierto.
-¿Te encuentras bien? –preguntó Aliz algo incomoda por las amarras que la inmovilizaban.
- Puedo soportarlo –dijo su hijo-. ¿Quién es ese Lane?
- Era miembro de la guardia real de tu padre y uno de sus mejores navegantes. Fue en una
batalla donde su barco fue destruido. Quizás que habrá debajo de las necro-nubes que lo hizo
cambiar.
- Al bastardo se le hizo un funeral de honor en Grandor –gruñó Harlay.
- Que las estrellas nos amparen por nuestro destino –el rostro de la reina era de culpa. Sabía
que si no hubiera insistido en venir lo antes posible a Grandor, hubieran tenido más barcos
escoltándolas y no hubiera sido presa fácil para Lane.
El sol por su parte se introdujo en las necro-nubes y las primeras estrellas comenzaron a
aparecer. Ellas veían como el Viento Boreal tomaba un rumbo a lo que podría ser una perfecta
pesadilla.
Fue Edel quien, después de un largo e incomodo viaje, fue el primero en observar el destino
del barco. Una basta porción de tierra yacía flotando. Esto era posible por medio de un torrente
de energía de color turquesa que emanaba desde las necro-nubes. Su fulgor encandiló a todos
y contó un tiempo para que se acostumbraran.
- ¿De donde salió esto? –la expresión de sorpresa de Harlay era inevitable. Tantos años
navegando y nunca se encontró con aquel hermoso pero siniestro paisaje. Aunque la mayor
sorpresa la obtuvieron cuando el barco continuó su acercamiento. Por todo el borde de la
porción de tierra se podía divisar una estructuras de color plomo asimilaban una ciudad.
Cientos de barcos como el de Lane yacían anclados-. Un astillero.
- Un astillero muy grande no crees –Lane apareció detrás de ellos-. Es aquí donde comenzará
un nuevo futuro para el Telar.
- Siento que cuando dices “futuro”, te refieres a guerra y opresión -dijo Harlay.
- ¿Qué es todo esto? –preguntó Aliz.
- A caso no me escuchó…Es el futuro.
Guiaron el Viento Boreal hacía los demás barcos. Una vez que unas tenazas lo aseguraron
bajaron a los prisioneros. Sólo les cortaron las amarras de los pies para que pudieran caminar
con mayor libertad. Tuvieron que pasar por entre medio de dos barcos.”Contraviento”, leyó Aliz
en uno de ellos. Aquel nombre le parecía conocido, pero antes de que pudiera indagar en su
memoria un sujeto tiró de sus amarras bruscamente y junto con el resto los llegó hacía una de
las entradas del astillero. Una vez dentro se podía escuchar el sonido de martillos y sierras en
plena faena de construcciones. Edel no dejaba de asombrarse con la cantidad de gente que iba
de un lado hacía el otro.
Luego dio lugar a una maraña de pasillos. Todos con poca luminosidad y un olor a
descomposición. Los hicieron cruzar una puerta que daba a otro pasillo un tanto estrecho y
terminaba en dos amplias celdas, sólo iluminadas por la tenue luz de un puñado de velas.
Todos ingresaron a una misma celda pero antes de entrar les ordenaron que extendieran sus
manos para cortarles las amarras. El hedor a comida podrida sacó más de alguna arcada a
Edil.
-Lamento me disculpe, pero no tenemos habitaciones para que se sienta como en su casa mi
reina –dijo Lane.
- Ya verás cuando mi padre te encuentre –Edel apretaba sus puños con fuerza y veía como
Lane y el resto se perdía por el pasillo.
- No puedo creer que haya estado oculto este lugar ante nuestros ojos –dijo Harlay-. No nos
alejamos tanto del curso normal.
- Yo también no duermo tratando de responder aquella pregunta –dijo una voz en la celda
contigua. Era un sujeto de pelo largo y a mal traer por el tiempo que ya llevaba encerrado.
Estaba arrumbado en una esquina. Luego se levantó y sus ojos cobraron vida cuando se dio
cuenta de quién tenía al frente – ¿Reina Aliz?...¿Príncipe Edil? Por las mil estrellas ¿Cómo es
posible que estén aquí?
Un dejo de incomodidad apareció en la reina. No dejaba de responsabilizarse por el hecho de
fueran tomados como prisioneros. Fue ella quien hizo un resumen de lo sucedido.
-Vaya. Es algo horrible lo que me cuenta –dijo con pena el sujeto.
-¿Cómo te llamas? –preguntó Harlay.
- Perseo Demenor. Capitán del Contraviento. Fuimos tomados junto con Ródulo el catador de
textos. Él me contrató para que lo llevara a una tierra flotante para corroborar si la historia que
había leído era cierta.
-Tú eres padre de Yamal. Ví tu barco afuera y me pareció familiar. Siempre él me cuenta sobre
ti y tus viajes –dijo Aliz. El rostro de Perseo casi se desploma al escuchar el nombre de su hijo.
- Tiene razón su alteza. Lo ultimo que supe de mi hijo fue que viajó hacía Admar a presentar
batalla. ¿Usted sabe algo más?
- La verdad muy poco. Sólo que volvieron para juntar a un mayor contingente para una nueva
batalla.
Hubo un momento de silencio. Como si cada uno estuviera pensando en un ser querido. El
muro que unía las celdas era solido, pero a través de los barrotes de las diminutas ventanas se
podía escuchar el sonido de martillos y gente gritando. Más de alguna risa neurótica hizo saltar
a Edel.
- Hablaste de que también estaba Rodulo contigo ¿donde está ahora? - pregunto Harlay.
- Fue llevado a otro lugar. Desconozco para qué. En lo único que pienso es en la manera de
cómo salir de este antro.
- Créeme. También estoy pensando lo mismo -Harlay comenzó a caminar por todo el perímetro
de la celda buscando alguna falla. Aliz en cambio no ayudó lo suficiente ya que Edel la
abrazaba con fuerza. Sus brazos la apretaban bastantes. En ese momento entendió que su hijo
estaba creciendo.
Pasaron dos días de encierro. Les entregaban unos cuencos con comida que poco abrían el
apetito. Tampoco sabían diferenciar entre el aroma de sus ropas con el olor a cloaca de las
celdas. Ninguno de los sujetos que los visitaban les decían algo, por más que Harlay los
amenazara.
Entre tanto unos sujetos trajeron a la rastra a Rodulo. Cuando recobró el aliento les dijo que fue
llevado a los interiores de esta isla flotante para que les explicara a Lane el origen de esta isla y
sobre las historias que hayan pasado aquí.
-¿Que descubriste? -pregunto la reina.
-Bueno. La verdad. Sólo historias muy antiguas. Al parecer esta isla fue hace miles de años a
para más allá de las necro-nubes y esa especie de energía la hizo resurgir hasta aquí. Si no lo
viera no lo creería.
El eco de unos pasos interrumpió la conversación.
-Lane -dijo Harlay con ojos incisivos.
- Entiendo que estés de mal humor. La comida aquí no es muy buena. Pronto disfrutaremos de
la comida de Grandor y de los demás reinos de este mundo. Eso se los garantizo.
- Así que ese es tu plan -Aliz soltó la mano de su hijo y se aproximó al borde de la celda.
- ¿Mi plan? Para nada. Es el plan de alguien superior a mi. Alguien que me salvó para
mostrarme un nuevo camino.
- Dorgan -dijo Perseo.
- No. Alguien más poderoso que cambiara todo lo conocido. No habrá mundo en el Telar que no
conozca su nombre.
- Mi padre lo impedirá -dijo Edel.
-Tú siempre tan impertinente.. Veo que la reina está criando a un príncipe mal educado -Lane
dejó entre ver su corrida de dientes a mal traer. Luego se alejó por el pasillo emitiendo un
agudo silbido.
Así transcurrieron los días. La desesperación cada vez a flor de piel. Edel estaba atónito con la
situación. A pesar de ser un niño más extrovertido, siempre se crió en un ambiente más grato,
lleno de lujos y con un entrenamiento acorde de lo que conlleva
a ser un príncipe. Se
preguntaba por su padre. Donde estaría y por sobre todo que haría él en su lugar. Prefería
cualquier castigo antes que defraudarlo. Aliz percibía ese miedo. Nunca entendería como un
niño como Edel debía ser puesto bajo tanta presión. "Es lo que corresponde. Más adelante va
hacer rey de Grandor", la voz de Ireld formaba un eco en su mente y se alejaba dejándola en
completa soledad. Ella era la pasiva, la emocional. Ireld se encargaba de tomar las riendas en
las situaciones más al límite. Ahora era ella quien debía guiarlos. Por más que Harlay fuera
fuerte y Perseo astuto, ellos estaban bajo sus órdenes.
Por suerte el destino torció un poco a su favor. En la puerta del final del pasillo apreciaron un
fulgor púrpura y un golpe sordo. La puerta se abrió con fuerza y una silueta corría con cierta
delicadeza hacia ellos. Estaba envuelta por una manta morada con capucha y en sus manos se
escuchaba el tintineo de unas llaves.
- Será mejor que nos demos prisa. Pronto sonaran la alarma -dijo mientras abría ambas celdas.
Su voz era de mujer.
- ¿Quién eres? -pregunto Ródulo.
- Por ahora su vía de escape. Vamos síganme -los guió por el pasillo. Las piernas del resto
estaban un poco toscas producto de su cautiverio. La sorpresa vino cuando abrieron la puerta.
El pasillo perpendicular olía a humo y más de una llamas de fuego brotaba del suelo. Como si
una explosión hubiera sucumbido el lugar. Los cuerpos de los guardias yacían en el suelo con
sus ropas quemadas.
La misteriosa mujer no dejó cabida para preguntas y los hizo dirigirse hacia la izquierda.
Siguieron por varios pasillos y más de un sujeto recibió la furia de las espadas cortas de la
mujer. Las desenvainaba tan rápido que no daba tiempo a que sus oponentes emitieran
palabra alguna.
Cuando estaban a mitad de camino sonaron los cuernos y unos gritos coléricos daban a
entender de que el escape había sido descubierto.
- Debemos ir hacía tu barco -dijo la mujer a Perseo-. La nave de la reina fue llevada hacía otra
parte del astillero.
- Necesitamos armas –dijo Harlay.
- Tendremos que encontrarlas en el camino.
Llegaron hasta un lugar amplio donde habían tres barcos a medio construir. Alrededor de diez
sujetos aparecieron con armas en mano. La reina se colocó en frente de su hijo y lo mismo hizo
Harlay. Perseo tomó un trozo de fierro.
- Son demasiados -.dijo este último.
- Quédense aquí –dijo la mujer. Acto seguido descubrió su capa y dejó ver su pelo de color
azul. Era frondoso y no alcanzaba a llegar a sus hombros. Su cuerpo era delgado y al mirar por
sobre su hombro Edel pudo admirar su belleza. La única armadura que poseía era una
hombrera en su lado derecho. El otro hombro lo llevaba desnudo y para sorpresa de todos, una
figura de un panda tenía grabada.
- ¡Un Sayrm! –los ojos atónitos de Ródulo al tiempo que la marca en el hombro comenzó a
iluminarse de un color púrpura y estallo en hilos de energía convirtiéndose en un enorme
panda.
- Crat-zan, ataca - ordenó la Sayrm. Las garras del animal fueron a parar directo a sus
oponentes. Por su parte ella las emprendió contra el sujeto más cercano al cual no dio tregua
para defenderse. El arma de este se la arrojó a Harlay quien no dudó plantar batalla. En unos
segundos ya no quedaba adversario en pie.
- Ya sabemos que eres una Sayrm, pero todavía falta saber tu nombre -dijo la reina.
- Me llamo Nikhi. Soy una elfa de Randia, el mundo de los Arboles Estelares. Una mediadora
me dijo que viniera a este mundo. Sólo bastaba ver este lugar flotando para darse cuenta de
que algo maligno se estaba haciendo. También me dijo sobre el ataque a Grandor y a los
demás reinos. Una terrible batalla se va a librar en este mundo.
- Podemos evitarlo -la palabra batalla no cayó muy bien en Harlay.
- No. Nada puede evitarlo. Sólo podemos cambiar el curso del destino de aquella batalla. Por
ahora debemos preocuparnos en llegar al barco e irnos de aquí.
Atravesaron todo el lugar atacando a quien se cruzara por su camino. Hasta que al fin llegaron
al Contraviento. El más feliz era Perseo, quien quitó las amarras y dispuso a sacar el barco del
muelle. El resto tomaron las diversas posiciones. El barco volador extendió sus velas laterales
y emprendió la huida. Apenas habían avanzado un trecho y varios barcos voladores les dieron
caza.
- Son demasiados -dijo Rodulo.
- Los perderemos. Ninguna nave puede hacer frente a la velocidad de mi barco -la seguridad
de Perseo se vio desvanecida cuando de un momento a otro los demás barcos ya estaban casi
encima de ellos-. No puede ser...cuidado!!!!
Uno de los barcos se posó a babor del Contra-viento. Al unísono varios sujetos saltaron con
sus arnés con alas para atacar la cubierta. Nikhi invocó a su Vandar y junto con Harlay
intentaron repeler el ataque. La reina Aliz llevó a su hijo y a Rodulo al interior del barco. Por el
otro extremo la nave de Lane aparecía amenazante.
- No podremos resistir mucho tiempo -dijo Harlay mientras propinaba una estocada-. Es
imposible que lleguemos a Grandor a este ritmo.
- Entonces debemos irnos a otro mundo -dijo Nikhi- ¿Esta nave puede hacer eso?
- Desde luego, pero debemos esperar que se cargue por completo el transportador. Tardará
unos minutos.
- No tenemos ese tiempo -gritó Harlay. De un momento a otro el Contraviento se vio infectados
por hombres-insectos. El Vandar de Nikhi no dejaba de dar golpes, al igual que Harlay-. Tienes
que hacerlo ahora Perseo.
Por más que insistieran, Perseo sabia que su nave no los llevaría a ningún lugar sin que el
transportador estuviera con la energía suficiente. Aquel era un cilindro de cristal de su misma
altura ubicado a un costado del timón. En su interior una tenue luz absorbía el Maná
circundante. El capitán veía como los hombres insectos no detenían sus ataques. Más de
alguno fue en su búsqueda, pero Perseo los repelía con certeros golpes. Fue cuando el color
púrpura del Vandar le dio una idea.
-Nikhi, creo que podemos acelerar el proceso del transportador -dijo-. Dile a tu Vandar que
canalice más Maná.
Entonces Crat-zan recibió la orden de Nikhi para que fuera donde el transportador. Posó sus
dos garras delanteras sobre este y creó un escudo de su mismo color. Perseo no dudó en
tomar parte en la pelea. Eran tres contra bastantes hombres de Lane, pero la habilidad de Nikhi
compensaba la lucha.
- ¿Cuando crees que esté listo? -dijo desesperado Harlay.
- Sólo un poco más -al decir esto Perseo perdió concentración, haciendo que un sujeto lo
envistiera. Saltó lejos al igual que su espada y cuando vio la muerte reflejada en la espada de
su oponente, una flecha atravesó al sujeto. Perseo y los demás siguieron la trayectoria de la
flecha y vieron a la reina Aliz con una ballesta en mano, cargando una nueva flecha. Un grupo
de hombres de Lane fueron a por ella pero Harlay se interpuso en su camino. La contienda
seguía desigual y en cualquier momento un desenlace fatal se haría pesar. Por lo menos así
lo veía Lane desde su barco. Él dio orden de disparar esferas de acero, las cuales dañaron en
demasía la nave de Perseo.
Fue entonces que el escudo del Vandar se deshizo. Aquella era la señal que necesitaban.
- Tenemos que girar el cilindro del transportador -al mismo tiempo que Perseo gritaba Nikhi
daba grandes zancadas por entre sus adversarios. Harlay se sorprendió por la elasticidad de la
elfa y más aún con el último salto. Se suspendió en el aire cayó justo delante del transportador
de cristal, derribando a un adversario. Acto seguido abrazó el cilindro y la giró. La luz en su
interior era intensa y con la acción de Nikhi cobró más vida. Un temblor estremeció todo
alrededor y una luz comenzó aparecer por cada grieta de la nave. Ante los ojos de Lane, vio
como el Contraviento se convertía en una sinfonía de luces hasta quedar reducida a un
diminuto punto luminoso, y luego desaparecer. La ira en los ojos de Lane era inminente.
- Sigan luchando. Cada vez quedan menos - alentó Harlay. Tras el desconcierto de los
hombres de Lane por la transportación, Harlay y los demás no dudaron en tomar ventaja y de
un momento a otro la victoria era de ellos.
- Jamas pensé que saldríamos de esta -dijo Perseo. Luego alzó la vista para saber donde se
encontraban -. Yo he estado alguna vez aquí...creo.
El Contraviento seguía en el aire. Pero era de noche y las nubes en las que estaban inmersos
daban una aspecto tétrico.
- ¿Donde estamos? -preguntó la reina. Tanto Edel como Rodulo aparecieron en la cubierta.
- Por lo que parece, estamos en Admar. Y el mar que sobre volamos es El Severo.
- Nunca lo había escuchado -dijo Edel
- Admar es un mundo muy antiguo, ademas de extenso -Rodulo alzó la voz-. En su parte oeste
es la parte más bella y donde nacen las historias que todos aquí conocemos. En cambio su
parte este es la más siniestra, donde hay mas muerte que vida.
Aquel ultimo comentario dejo helados a todos.
- Entonces no podemos continuar aquí. Debemos volver y advertir sobre el ataque en Grandor dijo la reina Aliz
- Eso no va a ser posible -la voz de Perseo era de un tono de desilusión-. El transportador se
estropeó. Debió ser por la sobrecarga de energía que utilizó el Vandar de Nikhi. Ademas, las
alas laterales están dañadas por los ataques del barco de Lane. Tendremos que seguir nuestro
camino por mar.
- Entonces no tenemos otra alternativas -suspiró la reina -. Naveguemos hasta encontrar tierra
firme y buscar la forma de hablar con Ireld.
- Por lo que veo su alteza el rey Ireld vendrá hasta acá -dijo Harlay-. No sabe que partimos de
Tridianjand.
-Entonces aquí lo buscaremos -sentenció Aliz.
Al único que gustó aquella idea de navegar por mar fue a Edel. Pero sin saber a la nueva
aventura en que se vería envuelto. Una historia más para el Telas Cósmico

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