aprendiendo de las mujeres

Transcripción

aprendiendo de las mujeres
APRENDIENDO DE LAS MUJERES
Magda Catalá*
Es muy triste comprobar que hoy, diez años después de su aparición, lugares
como Tamaia** y otras casas de acogida resultan cada día más insuficientes dada
la cantidad de casos denunciados, y tanto más necesarias y urgente dada la
gravedad de las agresiones que sufren las mujeres.
Es enormemente triste la realidad que nos circunda: cuanto más nos esforzamos
las mujeres por alcanzar la igualdad, cuanto más maduramos y crecemos
interiormente como personas, más asustados están los hombres, esto es, más
violentos y agresivos; es como si a medida que las mujeres sanamos,
liberándonos de viejos esquemas sexistas, la patología masculina se fuera
volviendo más patente y más peligrosa. Porque ése es básicamente el problema
que subyace a la situación actual: las mujeres hemos cambiado; a lo largo de
todos estos años nos hemos escuchado unas a otras durante muchas horas,
hemos compartido nuestros dilemas, nuestra confusión, nuestros sentimientos de
culpa, el sufrimiento, en definitiva, que conlleva cambiar el rol, y así hemos
aprendido muchas cosas. Los hombres no.
Esa flagrante desigualdad en el proceso de cambio está convirtiendo, y cada día
más, la diferencia de género en una diferencia peligrosísima. La guerra de los
sexos es hoy, con demasiada frecuencia, una cuestión de vida o muerte.
Se podría decir que las mujeres, en la medida en que van dejando el sometido y
silencioso papel de "reposo del guerrero", se están convirtiendo en una amenaza a
la identidad sexual del otro. Y el otro, que no es en principio un enemigo, ni un
extranjero, ni siquiera un extraño, sino el novio, el compañero, el marido, el padre
de nuestros hijos, responde al cambio que se está operando en nosotras como si
se tratara de una amenaza de muerte. Comprobamos, con horror, lo que afirma
Ernest Becker: "El miedo a morir se mitiga matando". Cuanto más teme el otro por
su "hombría", más amenazado se siente en su identidad y más virulenta y
patológica es su reacción. Agraden y matan a la novia, a la esposa, a la madre de
sus hijos... a la persona que representa, para ellos, un peligro mortal a su
identidad "masculina". Se trata de una muerte simbólica, claro está, pero ellos no
· Doctora en Filosofía por la Universidad Autónoma de Barcelona, cuenta con Estudios de especialización en
Psicología Social por las Universidades de California (Berkeley) y Harvard (Boston). En el período 2001- 2003
en la Universidad de Gerona fue directora del curso de post-grado: La Muerte; Aprender a vivir, ayudar a
morir.
Es autora de Reflexiones desde un cuerpo de mujer, Barcelona, Anagrama. 1983 y El cuerpo de la psicología
femenina, (ediciones La 5al1988, y editorial índigo. Barcelona 1990)
.. Para celebrar los diez años de Tamaia -la primera casa de acogida de Barcelona-, institución que acoge,
cuida y enseña a cuidar de sí mismas a mujeres que han sufrido malos tratos, la Dra. Magda Catalá leyó estas
palabras: "...es muy triste
lo saben y viven el miedo a la muerte de su rol de "guerreros" como si en ello les
fuera la vida de verdad.
Es muy doloroso lo que esa situación pone de manifiesto, pero más doloroso aún,
en mi opinión, es la poca repercusión que esta situación tiene en el mundo. Y,
cuando digo mundo quiero decir el mundo del hombre. Con la expresión el mundo
del hombre hemos de entender dos cosas; por un lado el mundo en el que vivimos
todos, una sociedad donde predominan los valores masculinos y, por otro, muy
específicamente, la cabeza, por así decir, de todos y cada uno de los miembros
del sexo masculino de esta sociedad. ¿Qué hacen los hombres por ellos mismos?
Nada, nada que pueda considerarse realmente efectivo. Parlotean, amenazan,
castigan a los hombres "malos" y prometen, protegen, se duelen
comprensiblemente de las "pobres" mujeres.
Todos estamos siempre, o casi siempre, a favor de las víctimas y en contra de los
verdugos. Pero eso no hace sino enmascarar el problema.
Sabemos que todos somos víctimas; hombres y mujeres provenimos de una
educación igualmente machista y los roles sexuales con los que nos hemos
identificado durante siglos pesan como losas en nuestro interior. Y ése es el
problema o, mejor dicho, la raíz del problema. Una raíz tremendamente profunda y
virulenta que no se va a disolver así como así. Un ejemplo claro lo tenemos en la
serie de televisión que se viene emitiendo: "Cuéntame".*** Ahí vemos como sólo
hace 30 años los hombres normales, los buenos hombres, vivían los cambios
incipientes de la llamada "revolución feminista". La píldora, el divorcio, la
incorporación de la mujer al trabajo, la pérdida del mito de la virginidad. Los
miedos, la rabia y las resistencias de los hombres a todo eso siguen estando ahí.
Claro que no de igual forma en todos los hombres. Hoy son poquísimos los
hombres que se atreverían a decir semejantes cosas, pero en los estratos del
inconsciente, la raíz sigue ahí.
Y eso es lo que hemos aprendido las mujeres: que las estructuras básicas de
nuestra propia identidad no se cambian fácilmente. Se requiere ayuda. Es
necesario un largo y profundo trabajo personal con una misma. Es necesario
ahondar en la propia psique y reconocer los patrones sobre los que se fundamenta
nuestra identidad, y es necesario renunciar a ellos; renunciar a los que
aprendimos de nuestras madres, a nuestra identificación con ellas. Todo eso es
fácil decirlo pero es una experiencia larga, difícil y dolorosa ya que de alguna
manera supone la muerte del "yo" que nos creíamos ser para... bueno, para ir
descubriendo solas y como podamos, en este mundo hostil, quiénes queremos o
podemos llegar a ser.
A lo largo de estos años muchas mujeres hemos vivido rupturas afectivas muy
dolorosas debidas también a los cambios que los nuevos tiempos supusieron en
nuestra relación de pareja. Además de perder una familia, un status, la ilusión de
... Se refiere a la serie española "Cuéntame cómo pasó" que se transmite en México todos los domingos en
canal 22, desde hace varios años.
nuestra vida, hemos tenido que vivenciar la muerte de aspectos muy íntimos de
nosotras mismas, de lo que hasta entonces significaba para nosotras ser mujeres,
esto es, de la estructura profunda de la propia identidad. Muchas horas de estudio
y reflexión compartida nos han permitido aprender muchas cosas; comprender,
por ejemplo, lo que realmente conlleva transformarse interiormente. Sólo esa
comprensión nos permite identificamos con otras mujeres, más allá de las muchas
diferencias, y compartir y aprender de ellas; acompañarlas en sus propios
procesos de liberación.
Pero volvamos al otro. ¿Qué aprenden los hombres de sí mismos cuando sufren lo
mismo que nosotras la pérdida de su familia? ¿Dónde están los médicos,
psiquiatras, abogados, psicólogos, maestros, políticos, que hayan experimentado
en sí mismos la difícil y dolorosa transformación que supone cuestionarse a una
misma y "morir" a la propia identidad, renunciar a lo que se aprendió de los
padres, a los arcaicos patrones inconscientes de los que todos somos víctimas? Si
los hombres se detuvieran a reflexionar sobre sí mismos sabrían lo que esas
rupturas conllevan y serían capaces de identificarse con otros hombres. De
identificarse, por ejemplo, con esos pobres hombres que, atrapados en un rol
masculino caricaturesco y brutal, viven como una amenaza de muerte los cambios
inevitables que los nuevos tiempos nos traen. Sólo el reconocimiento de nuestros
propios fantasmas nos permite reconocemos, más allá de las muchas diferencias,
en las desgracias del propio género, y hacer algo efectivo, a saber, ayudar en vez
de sólo dolerse, castigar o continuar con el buen rol del proteccionista. Pero
¿dónde están los grupos de reflexión masculina, los centros de acogida y
reeducación para maltratadores? ¿Dónde se trata, aunque sólo sea teóricamente,
el tema de lo difícil que también es para el hombre aceptar, asumir realmente, y no
de boquilla, el ideal en pos del cual supuestamente trabajamos todos, es decir, la
igualdad?
Si los hombres quieren ayudar a las mujeres, y nos consta que es así, nuestro
ruego es que empiecen por ayudarse a sí mismos. Que se reconozcan entre ellos
y que aprendan los unos de los otros, como seguimos aprendiendo las mujeres
unas de las otras, las abandonadas de las liberadas, las divorciadas de las
maltratadas, las intelectuales de las amas de casa, las engañadas de las
acosadas, las psicólogas de sus pacientes, las jóvenes de las viejas y viceversa.
Por favor, que los hombres tomen conciencia de su necesidad de ayuda y que se
pongan a ello.
NOTA DE G MÉXICO.
En México empieza a darse un intento por colmar estas carencias; ahí están los
estudios sobre masculinidad(es) así como programas de apoyo como CORIAC
(Colectivos de Hombres por Relaciones Igualitarias A.C.)1.
I CORIAC trabaja con hombres interesados en construir formas diferentes de ser
"hombre"; creando espacios de reflexión, talleres y conferencias. Aborda la
problemática de las masculinidades en espacios laborales, informativos,
Alguna bibliografía sobre el tema:
CONNELL,Robert W. (1998), "El imperialismo y el cuerpo de los hombres," en
Teresa de Valdés y José Olavarría (eds.), Masculinidades y equidad de género en
América Latina, Chile, FLACSO.pp. 76-89
FOUCAULT,
Michel (1990), La vida de los hombres infames, Madrid, La Piqueta
GUTTMAN,Mathew (1998), "El machismo", en Teresa de Valdés, y José Olavarría
(eds.), Masculinidades y equidad de género en América Latina, Chile, FLACSO
Olavarría, José (edil.) (2001), Hombres: identidad/es y violencia, Chile, Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales.
Olavarría, José (2001), y todos querían ser (buenos) padres, Chile, Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales
Olavarría, José (2001), ¿Hombres a la deriva?, Chile, Facultad Latinoamericana
de Ciencias Sociales.
RAMOS,Samuel (1951), El perfil del hombre y la cultura en México, Argentina,
Espasa-Calpe
SEIDLER,Victor J. (2000), La sinrazón masculina. Masculinidad y teoría social,
México,
UNAM/CIESAS
educativos y familiares. Este Colectivo se ha propuesto abordar la problemática
de la violencia masculina a través de la investigación, y la creación de programas
reeducativos que prevengan la violencia.

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