Apple Pay, iPhone, Watch... por orden de importancia

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Apple Pay, iPhone, Watch... por orden de importancia
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Apple Pay, iPhone, Watch... por orden de importancia
autor Apple cambia el juego en medios de pago. Ah, y saca un reloj.
Monday, 15 de September de 2014
Podría decirse que este año en Macuarium estamos de reflejos (editoriales) lentos. Es cierto, pero no es toda la historia.
Los anuncios de Apple el día 9 no han sido de los normales, y en un tiempo en que las keynotes de Apple salen casi
hasta en la radio, nos parece más importante entender que correr a repetir lo mismo.
Teléfonos. Grandes.
Sí, ha salido el iPhone 6. Sí, tiene pantalla más grande, y un hermano “jumbo” que se une a la oferta para
manos muy grandes. El iPhone sigue siendo, sin embargo, el modelo más pequeño del mercado de los smartphones
de primera línea, y (por bastante diferencia) el más ligero. El diseño evoluciona, quizá pierde algo de personalidad,
pero gusta.
Por dentro, ha cambiado bastante. Desde un procesador nuevo (más eficiente) con un coprocesador de movimiento (el
tuyo, no el de la pantalla), hasta barómetro integrado. El iPhone 6 no sólo sabe por dónde vas, y sabe en qué inclinación
está, sino que ahora sabe si subes o bajas. Para maniáticos del “quantified self” y sus mediciones del
esfuerzo corporal, al parecer, es importante. También tiene otras aplicaciones.
Por supuesto, hay otros cambios menos radicales como mejoras en la conectividad Wifi, e incluso la capacidad de usar
una tecnología que permite hacer llamadas sobre wifi. Es decir, pagar una llamada como datos, que sale más barato.
No todas las compañías lo aceptan, pero (resumiendo) el iPhone 6 se ha puesto muy bien al día en ese apartado.
La cámara sigue siendo menos potente que la de sus competidores; Apple apuesta ahora por la estabilización para
lograr la mejor imagen. HDR, panoramas, todo eso está muy facilitado.
El teléfono viene con 16, 64 o 128 GB de memoria. No hay 32, y 16 valen para lo justo, pero así es Apple.
Y sí, además de toda la parafernalia de iBeacon, Apple por fin ha incorporado un procesador NFC al iPhone. Y ahí es
donde este bicho marca la diferencia. Seguiremos hablando de ello.
Relojes. Bastante grandes.
El Apple Watch debe ser el rumor más repetido y descartado de la historia, con la posible excepción del iPhone, la Apple
TV, la… En fin, digamos que fue una sorpresa que no sonaba mucho a nuevo. Y una prueba de fuego de la nueva
Apple.
Lo primero que quedó claro es que Tim Cook va en serio con la discreción. El que parece haber sido inspiración directa de
su diseño (si no su creador), el diseñador Marc Newson, se incorporó oficialmente a Apple sólo después de anunciar el
producto. Lo que no está mal, dado que el aparatito tiene muchos aires de familia con sus creaciones rectangulares
anteriores.
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El Watch va a dar para hablar mucho, y ha dado ya para bastante. Demasiado, considerando que de momento sólo se ha
permitido a los periodistas probarlo unos minutos, con software de pre-producción y sin más que un manojo de
aplicaciones.
Desde el punto de vista de diseño industrial, es un aparato “que ha hecho bien casi todas las cosas” en
comparación con otros de su rango de precios, electrónicos o no. O eso dice uno de los gurús de los relojes, que está
siendo citado como nunca en su vida. La calidad de fabricación ha sorprendido mucho, lo tradicional de su apariencia
(esa corona rotatoria) y las amplísimas posibilidades de personalizar (tres acabados, dos tamaños, docena y pico de
correas, posibilidad de ajustarlas a mano) han descolocado a los que esperaban un gadget a secas.
El Watch en la muñeca del comentarista de Hodinkee.
El aparato es más ligero de lo que parece, da sensación de solidez, y tiene una pantalla (ligeramente curvada) de cristal
de zafiro, como cualquier reloj de gama alta que se precie. La esfera es, lógicamente, una pantalla retina, pero Apple ya
ha ofrecido decenas de “faces”, pequeñas aplicaciones que son el aspecto normal del reloj hasta que
interviene una aplicación, que reproducen la esfera de un reloj, o los astros, o lo que se les ha ido ocurriendo. Algunas
son hasta bonitas. No es un Patek Philippe (ahí estamos de acuerdo con el relojero), pero no queda necesariamente mal.
Eso sí, tiene fallos serios. Para los que prefieren que el reloj quede por debajo de la camisa, malas noticias: es justo ese
poco demasiado alto para ser discreto. Para los nerviosos: aún no se sabe nada de la duración de su batería. Y para los
sensibles: su cargador por inducción (el Watch se pone encima, encaja pero no “enchufa”, es como un
magsafe más suelto) es una criatura poco probada que desperdicia bastante energía. El tipo de cosa que quizá, dirán
algunos, es mejor no tener en la mesilla de noche. Para los vagos como el que suscribe: parece que no es impermeable.
Y para los entusiastas: no estará a la venta hasta el año que viene. Aunque eso permite ahorrar.
iOS con correa
La parte menos conocida, por menos vista, del aparato, es posiblemente la más interesante: su funcionamiento como
smartwatch. Apple lo ha cuajado de sensores corporales y de movimiento, siempre pensando en esos usuarios de
electrónica para el deporte, así como de funcionalidades de conectividad que le permitirán hacer de llave (para la puerta)
y de tarjeta (para pagar) en entornos equipados para ello. Pero la cuestión es ¿cómo se maneja eso?
Apple ha convertido el Watch en un apéndice funcional del iPhone; no funciona solo. ¿Qué significa eso? Buena
pregunta. Parece que el Watch recoge y envía datos, pero deja la mayor parte del procesamiento a su hermano mayor.
Lo que no quiere decir que no de la hora sin que el iPhone esté presente.
Lo que sí quiere decir es que las funciones de presentación de alertas y mensajes de aplicaciones del Watch dependen
de que haya un iPhone cerca para proyectarlas. El Watch hace todo lo posible por hacer lo menos posible. Lo que es
muy sano en un gadget que tiene que aguantar todo el día con una pantalla Retina encendida. O intentarlo.
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Apple ha creado un kit específico para que los desarrolladores pueden integrar el Watch con sus aplicaciones. No tanto
(fíjense) para que desarrollen apps para el Watch, como para que las apps de iPhone saquen partido de la capacidad de
presentar datos (o tomarlos) en el nuevo aparato. Avisos, alarmas, son cosas evidentes, pero seguro que acaba
habiendo alguna sorpresa. Y la integración con HealthKit y HomeKit también. Sobre todo la segunda, si empieza a
cumplirse la eterna promesa del “hogar conectado”.
Aunque el Watch es táctil, no se queda ahí. Por un lado, es háptico (ya era hora desde que lo mencionamos aquí), por
otro sólo ha demostrado que lo es del modo más básico: puede proyectar vibraciones, latidos, y otras sensaciones en la
piel. Veremos qué más sabe hacer.Lo más curioso del interfaz no es que sea háptico (al menos de momento) sino el
retorno de la rueda. Apple dice que “no ha trasplantado el interfaz del iPhone”, y es cierto: parece que es
pariente más cercano del iPod. La ruedecita de la corona sirve para moverse entre aplicaciones, pasar listados,
seleccionar opciones, ampliar imágenes… algunas de esas cosas se pueden hacer en la pantalla (a riesgo de
ensuciarla), otras no. Por cierto que la “corona” tiene un botón más discreto al lado. Como casi todo con el
Watch, faltan datos.
Apple Pay
Pero todo ésto no es más que la ingeniería habitual. Dicho sea con respeto, es lo menos interesante de lo que Apple
acaba de poner sobre la mesa. Sí, el iPhone 6 seguirá siendo la vaca lechera de Apple, y quizá lo habría sido sin Apple
Pay, pero esa criatura tiene unas papeletas serias de ser lo que se recuerde de este modelo. El Watch es háptico y
tiene un acabado fuera de serie, pero si no ofrece algo que nadie más pueda hacer bien, no va a ninguna parte.
Apple Pay es un milagro.
Es posible que haga falta venir de algunas experiencias e intereses en el área de Medios de Pago (como el que
suscribe) para apreciarlo, pero lo que parece que ha hecho Apple es agarrar la famosa espada clavada en la roca, y
sacarla de una puñetera vez.
El sector de los medios de pago, y el financiero (que no son exactamente el mismo) llevan intentando
“movilizar” los pagos desde hace más de una década. En España, Mobipay fue un ejemplo espléndido
de la que son capaces de liar.
Las telecos y las empresas de tecnología llevan algo menos, pero el fracaso (tibio, para más inri) de Google Wallet
está muy reciente aún. Square acaba de cerrar una ronda de ampliación de capital en medio de dudas serias sobre su
capacidad de generar ingresos del calibre que prometía.
Apple ha combinado los últimos avances en tokenización y encriptación de datos de tarjetas y operaciones
(“últimos” quiere decir que el acuerdo para convertirlos en estándar de la industria tiene apenas meses),
con un hardware capaz de manejarlos, con un sistema de identificación más que razonable (sensor de huella digital
integrado), y con el estándar ya definido de comunicación inalámbrica con terminales de cobro. Es decir, su aparato
funciona sin necesidad de que nadie invierta en nada que no es estándar. El cajero del bar sólo tiene que usar su
aparato actual, con el que ya te cobra con sólo acercar tu tarjeta de chip. Todo lo demás, para él, “simplemente
funciona”.
Por el lado del usuario, Apple ha conseguido darle algo fácil de usar. Podemos tirar de la tarjeta que ya tenemos en
iTunes, o meter los datos de cualquier otra de un modo que no requiere más esfuerzo que sacarle una foto: las
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verificaciones corren a cuenta de las entidades bancarias mediante un procedimiento estándar. A partir de ahí es como
una tarjeta con chip, sólo que aún más sencillo de usar. Compara éso con soluciones actuales como la que requiere
pegar una especie de tarjeta con chip debajo del móvil (BBVA)… o Google Wallet.
Apple ha conseguido todo ésto porque ha conseguido trabajar, a la vez y sin que se peguen ni salgan en los periódicos
demasiadas veces (en Macuarium lo anunciamos hace diez meses, cierto, pero es que somos especiales) con las tres
grandes empresas de medios de pago, con los mayores bancos de EEUU, y con grandes empresas usuarios de pagos
digitales. Intentar meter en el mismo saco a VISA y a American Express es ya de premio; cerrar un acuerdo con ellas y
con los bancos es de Nobel. Que el resultado guste a los clientes… se sale del mapa. Y ahí tienes a Starbucks,
McDonalds, y un buen ramillete de empresas de las que más transacciones procesan, subidos al carro.
Apple cobra una fracción mínima de cada transacción, y lo hace a través de la comisión de las propias empresas de tarjetas.
Es decir, es un “sí o sí”, tras este acuerdo ya no necesitan que p.ej. un banco u otro se apunten. Si tus
puntos de venta soportan VISA inalámbrica, los clientes pueden pagar con su iPhone. O Apple Watch. Con la tarjeta
que tienen en iTunes. Con colaboración del banco, o sin ella.
Lo mejor es que con el acuerdo cerrado, con las tecnologías soportadas, con los productos en el mercado… Apple
Pay “just works”. Funciona ya y no se come a nadie. No es un terremoto que rompa la industria, es más
extraño aún: es una evolución pacífica de los medios de pago. En la dirección que estaban intentado ir, pero no
conseguían ponerse de acuerdo porque los intereses de unos y los de otros impedían hacer lo evidente. Es difícil saber si
Apple llegó en el momento oportuno, o si el momento oportuno apareció porque Apple empujó a tiempo.
¿Es un gran negocio? Bueno, puede ser enorme. En EEUU aún hay pocas tarjetas con chip, y menos inalámbricas.
En Europa, ya es la norma. Una fracción mínima de los pagos hechos con todos los iPhones que hay por ahí sueltos (al
menos los de los 900 millones de personas con cuentas en iTunes) es potencialmente suficiente para montar una
empresa muy seria por derecho propio.
La categoría de "Software y servicios" va a seguir creciendo (gráfico del Economist).
¿Funciona online? No queda claro. Pero no veo la razón por la que no se pueda usar este marco (con una cierta evolución
y aplicaciones para ello) para hacer más seguros y anónimos los pagos online, especialmente desde móviles.
En resumen
¿Conclusiones? Muchas. La primera, quizá, es que la capacidad de venta de motos de Cook, su “campo de
distorsión de la realidad”, deja corto al de Jobs. Quizá no en la keynote (aunque desbordó entusiasmo) pero sí
cuando habla con las empresas.
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La segunda es que Apple Pay no es una auténtica “killer app”. Una vez que se ha convertido en un
estándar, va a ser copiado rápida y radicalmente por la competencia. Hay partes que son abiertas, y hay partes que
simplemente serán copiadas, o sustituidas por sistemas alternativos más o menos eficaces, con licencias o con juicios
o con lo que haga falta. Ni Samsung ni Google pueden permitir que la ventaja de Apple aquí dure lo suficiente para que
se note lo que han hecho. Pero lo van a pasar mal, porque (como señalamos en este artículo y en el link anterior) lo que
ha hecho Apple es integrar muchísimas piezas para que todo “simplemente funcione”. No se puede clonar
sin más, hay bastante tecnología propietaria y acuerdos a medida. Pero lo harán. No pueden no hacerlo, y el interés
de la industria financiera es que lo hagan.
La tercera es que, como se veía venir ya en días de Jobs, Apple sigue su trayectoria hacia la empresa que gestiona las
transacciones digitales. Ventas de software, de contenidos… y desde el día 9, de lo que sea. Si la operación es
digital, Apple quiere formar parte de ello. En qué momento Jobs pasó de querer vender iPods a darse cuenta de la que
estaba liando con las ventas de iTunes Store, no lo sabemos. Sabemos que lo vio tarde. Y como hemos visto, aún les
queda campo… hasta que Amazon acepte pagos mediados por Apple Pay.
La cuarta es que Apple está jugando fuerte la baza de la privacidad. Aunque sea el mes menos apropiado para ello
(apenas días después del famoso phishing que llevó al pirateo de imágenes más o menos comprometidas de muchas
famosas), Cook y compañía se han desvivido para señalar que con Apple Pay, el vendedor recibe los mismos datos del
comprador que antes, o menos… y Apple no recibe ninguno. No sabe lo que compras, ni dónde lo compras. Le da
igual. No es su negocio. Y esto es tan importante como Snapchat o DuckDuckGo: son reacciones, cada vez más
fuertes, contra la tendencia a acumular y usar información del usuario por parte de las empresas. Y son diferencias
competitivas con Google, cada vez más serias.
La quinta es que Apple va bien. El iPhone 6 no reinventa su categoría ni tiene la mejor cámara, pero sigue siendo el
mejor integrado que hay. El Watch puede no ser el gran bombazo comercial pero es la propuesta más seria en una
categoría de gadgets que promete ser rentable, aunque no masivo, y que está en su infancia. Apple Pay es no sólo un
negocio potencial más serio, sino también una demostración de cómo se orquesta la puesta progresiva en el mercado (es
decir, despliegue y demostración) de una tecnología, y de cómo se usa para crear un acuerdo prácticamente histórico.
La sexta es que Cook habla (y se ríe nerviosamente) de productos próximos “que ni siquiera se han
rumoreado”. Este hombre disfruta con las sorpresas, como se vio en la keynote, más que Jobs. Y tiene varias
guardadas.
No olvidemos Swift. No olvidemos el funcionamiento actual de Mapas. Ni la compra de Beats. Ni los cambios en los
precios de iCloud (caída masiva). No olvidemos el acuerdo con IBM. Apple está en muchos frentes, y sigue
manteniendo la capacidad de hacer que todos ellos se refuercen entre sí. Su auténtica ventaja competitiva.
Jobs les pidió que no hicieran “lo que habría hecho el” sino lo que ellos saben hacer. Da la impresión de que
lo están haciendo, y tiene buena pinta.
One more thing
¿Hasta qué punto llega ese cambio en la manzana? Su modelo de negocio es más profundo. Su relación con el mundo
exterior es cada vez más fácil y constructiva (quizá porque ahora es una de las mayores empresas del mundo). El
acuerdo con la industria financiera es un ejemplo de creación de valor para todos, más difícil aún que con las industrias
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creativas porque apenas hay márgenes y nadie está en peligro de extinción. La colaboración con IBM. La propia compra
de Beats, manteniendo su producto y su modelo de negocio. Las incorporaciones de una nueva generación de directivos
con experiencia externa (Jobs ya trajo gente de la distribución y la moda, pero ahora tenemos a la ex-CEO de Burberrys).
La colaboración con diseñadores externos… que encima insisten en vivir en Londres. Hasta la mayor flexibilidad
sobre lo que puede hacer una app o no, introducida en iOS 8 para que los desarrolladores.
El Economist, por ejemplo, aprecia en todo ésto más cambio que nosotros. Cita a Umberto Eco comparando a Apple
con el catolicismo, diciendo “a los fieles cómo se hacen las cosas, paso a paso”. Parece que hay quien ve
en los cambios de Apple una apertura hacia una visión más flexible de las cosas, incluso una “reforma”.
¿Nosotros? No.
Vemos que Apple se ha hecho mayor y ha aprendido a jugar también a los juegos de los mayores. Haciendo lo que
sabe hacer, que es conseguir que la tecnología sea usable. Y jugando a cambiar el juego.
Como siempre.
La Comunidad ha adelantado, seguido y comentado estos temas:
- iPhone 6
- Apple Watch
- Evento 9 de Septiembre
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