María nos invita a tener un corazón inflamado en el amor de Dios

Transcripción

María nos invita a tener un corazón inflamado en el amor de Dios
n. 12 2012
24 de dicembre de 2012
Mensaje mensual
María nos invita a tener un corazón inflamado en el amor de Dios
Nos acercamos a la gran fiesta de Navidad que
nos invita a contempla el infinito amor de Dios
por nosotros al darnos a su Hijo unigénito. María
nos da a su Hijo Jesús. Todos estamos llamados a
abrir nuestro corazón, purificándolo del pecado y
de todo apego al mal, convertirnos al Amor de
Dios y difundir por el mundo el fuego de la
divina caridad.
María nos acompaña e intercede por
nosotros para alcanzar la sabiduría que viene de lo
alto y la fuerza divina que nos haga valorar todo
lo que nos rodea según la verdad de Dios y
oponernos a todo aquello que nos incita a
separarnos de su Hijo, para ser testigos del Amor
del Padre.
Debemos liberarnos de toda forma de
superficialidad y de iresponsabilidad, cumpliendo
a la perfección nuestro deber de corresponder a la llamada del Señor.
En particular debemos invitar a todas nuestras Asociaciones a imitar el testimonio de la nueva
Beata de la Familia salesiana sor María Troncatti, beatificada el 24 de noviembre pasado en Macas
(Ecuador), imitándola sobre todo en su testimonio de mujer de comunión y reconciliación. Ha realizado
siempre con sus hermanas, con los misioneros salesianos, con la gente que ha encontrado, con los colonos
blancos y los indios Suhar, una gran obra de comunión y de fraternidad hecha de acogida, servicio,
bondad, delicadeza, pagando personalmente el precio que todo esto exige, con gran espíritu de sacrificio y
dedicación. Esta llama de caridad, la ha impulsado a entregar el don supremo de la vida, ofreciéndose
como víctima de reconciliación cuando el fuego del odio y de la venganza amenazaba con destruir todo.
Con su ofrecimiento ha encendido el fuego de la caridad que ha apagado todo incendio de odio y de
muerte, para triunfo de la misericordia y de la paz.
El tiempo de Navidad nos llama a un renovado compromiso de caridad para con los más pobres y
necesitados, sobre todo en este tiempo de grave crisis económica y moral. Muchas de nuestras
Asociaciones y socios están fuertemente comprometidos en diversos frentes de caridad y servicio, dando
testimonio del amor de Dios en forma concreta y generosa. Sintámonos todos llamados a reconocer y
servir al Señor en los pobres y en los humildes. ¡Feliz Navidad a todos!
Sr. Lucca Tullio, Presidente
Don Pierluigi Cameroni SDB, Animador espiritual
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Itinerario formativo 2012-2013: La gracia de la fe
4. La fe de Jesús y la fe en Jesús (Don Roberto Carelli)
Nuestra fe que como ya hemos visto en temas
anteriores, nos hace más religiosos, razonables y
capaces de comunión, encuentra su fundamento
primero y último en Jesús: en su experiencia de Dios,
realizamos también neustra experiencia de Dios, en su
ser de Hijo de Dios, maduramos también como hijos.
Él es, como dice el Concilio “mediador y plenitud de
toda revelación” (DV 2) y es también, como dice la
carta a los Hebreos, “quien perfecciona nuestra
fe” (Hb 12,2). “Mediador”, “plenitud”, “autor”,
“perfeccionador”: sobre estas cuatro palabras, tan
densas y solemnes, desarrollaremos nuestro cuarto
tema. Jesús se presentará como el todo de nuestra fe:
Él es quien nos revela la verdad, nos ofrece su
realización, está en su comienzo, y representa su
plenitud; Él es quien revela las verdades de la fe y
hace posible el acto de fe, nos da la fe como don divino de tal modo que sea al mismo tiempo un acto humano. (CIC
153-154) Él nos libra del mal y nos da la vida eterna, hace que conozcamos a Dios y actuemos en él, porque la fe es
una sola, pero con doble aspecto: no se refiere solo a los dogmas, sino que también obra milagros” (Cirilo de
Jerusalén).
1.- Jesús es el fundamento de la fe proque, ante todo, es el perfecto Mediador de la revelación. Es verdad
que nosotros los creyentes reconocemos a Abrahán como nuestro padre en la fe, pero no puede compararse con
Jesús: Él mismo, discutiendo con los fariiseos, dijo que Abrahán “saltaba de gozo pensando ver mi día y se alegró”,
porque “antes de que Abrahán existiera, existo yo” (Jn 6.56.58). Es cierto, que la fe se basa en la bendición recibida
por Abrhán por su obediencia y su disponibilidad para el sacrificio, pero esto apenas si es comparable con la
obediencia y el sacrificio de Jesús “hasta la muerte y muerte de cruz” (Fil 2,8): en Él tenemos toda bendición y en su
sangre la redención (Ef 1,3.7). ¡Se comprende la alegría de Abrahán al ver su día!
Además, la mediación de Jesús es especial, porque Él no representa una de las muchas palabras de Dios,
sino que es la Palabra misma de Dios : pues Dios “que en muchas ocasiones y de muchas maneras habló
antiguamente a los padres por los profetas, en esta etapa final nos ha hablado por el Hijo” (Hb 1,1-2). Jesús no solo
nos da noticias sobre Dios, sino que es la manifestación misma de Dios, y no de forma parcial, sino definitiva: Cristo
es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. En Él lo dice todo, no habrá otra palabra más que esta... A
través de todas las palabras de la Sagrada Escritura, Dios dice solo una palabra, su Verbo único, en quien se dice en
plenitud” (CIC 65.102). En este sentido nuestra fe no es una ideología moral, sino una persona, un encuentro, y no
origina solo ideas y empresas, sino ante todo, una relación de amor. La fe es un relación personal, filial, nupcial:
¡Por la fe encontramos a las tres personas divinas, somos engendrados por Dios, aprendemos a corresponder a Dios!
2.- En este sentido se entiende que Jesús es no solo el mediador de la revelacicón, sino también su Plenitud,
precisamente Mediador en cuanto Plenitud. El motivo es lo que acertadamente ha expresado el Concilio al afirmar
que Jesús, Verbo encarnado, fue “hombre enviado a los hombres” y “habla las palabras de Dios” (DV 4). Significa
que siendo verdaderamente Hijo de Dios y verdaderamente Hijo del hombre, Jesús es el revelador y el revelado, el
mensajero y el mensaje, quien anuncia el reino y el Reino mismo en su persona, quien suscita la fe y su contenido
fundamental. Creer en Dios es, pues, inseparablemente creer en Jesús. Son muchas las expresiones de Jesús a este
respecto: “La obra de Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado” (Jn 6,29), y por tanto “creed en Dios y creed
también en mí” (Jn 14,1), porque “el que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado” (Jn 1,44-45).
Dicho de otro modo, Jesús es la plenitud de la fe y precisamente por ello, el mediador, porque entre él y el rostro
paterno de Dios, como entre Él y el verdadero rostro del hombre, no hay ninguna diferencia, sino una feliz
correspondencia. Su pretensión en verdaderamente algo inaudito: “quien me ve a mí, ve al Padre” (Jn 14,9), porque
“yo y el Padre somos uno” (Jn 10,30), y porque “el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que viere hacer
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al Padre. Lo que hace este, eso mismo hace también el Hijo” (Jn 5,19). Es precisamente la identidad filial que Jesús
posee en sí mismo y nos comunica a nosotros la sustancia del Padre, el motivo por el que Benedicto XVI insiste en
la profunda unidad entre los contenidos de la fe y el acto de fe. Si la fe, al mismo tiempo se “profesa, se celebra, se
vive y se reza” y se alimentta siempre “con la Palabra de Dios y el Pan de vida” (Porta fidei 9,1), es porque las
verdades de la fe coinciden con la conciencia que de ellas tiene Jesús, que es en verdad para nosotros, “camino,
verdad y vida”, de modo que nadie puede llegar al Padre sino es a través de Él (Jn 14,6): sólo con una relación más
estrecha con Él comprenderemos mejor las verdades de la fe, sus razones y su profundidad.
3.- Ahora estamos en grado de comprender el sentido y la densidad de la afirmación según la cual Jesús es
“autor y perfeccionador” de la fe. Que es el Autor de la fe significa que la relación entre Jesús y nuestra fe no es de
ningúna manera exterior. Desde el punto de vista del Hijo significa subrayar el realismo de su Encarnación: Él es
autor de la fe porque la realiza de modo singular e insuperable en su humanidad. Desde nuestro punto de vista
significa dar importancia a la comunión vital con Jesús: creer es participar en el conocimiento y en el amor del Hijo
al Padre, en su obediencia y confianza. Creer en Jesús tiene, pues, un denso significado: quiere decir creer “por
Cristo, con Cristo y en Cristo”, insertos en su perfecta entrega al Padre y en el abandono confiado a su volutad. Que
la fe cristiana sea un injerto en la “fe” de Cristo está puesto claramente en evidencia por la forma de discipulado que
el anuncio del Evangelio ha asumido desde sus orígenes, y sobre todo, por la forma sacramental que ha asumido
desde la Pascua en adelante: verdaderamente en la fe no se trata ante todo, de saber y de hacer, sino de dejarse atraer
por la vida de Jesús y de comulgar con Él. Por eso la fe adquiere la forma de un itinerario: creer es encontrar a Jesús,
escuchar y acoger su anuncio, conocerlo y amarlo siguiendo sus huellas, dejarse conformar con Él y revestirse de sus
sentimientos, sumergirse en su muerte y resurrección, participar en su sacrificio y en su gloria, en su humildad,
someterse a su autoridad, ser y permanecer discípulos suyos y sus valerosos testigos.
4.- Finalmente, Jesús es el Perfeccionador de la fe, quien la lleva a plena madurez. En este punto nuestra
admiración y agradecimiento debe llegar a lo más alto, porque en verdad, como dice la Carta a los Hebreos
invitándoles a mantenerse firmes en su confesiónd de fe, “no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse
de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo, menos en el pecado” (Hb 4,15). En efecto, Jesús, por
obediencia al Padre y por nuestro amor, ha querido pasar y dejarse envolver por nuestra fragilidad de creaturas,
cargar con nuestras debilidades al hacer el bien, con nuestra vulnerabilidad en las tentaciones, con la poca valentía
de crer hasta el final, ante el dolor y la muerte, y la escasa conciencia de lo destructivo y mortal que es el pecado
para nosotros.
¡Y es ahora cuando sucede lo inaudito! Su perfecta obediencia de Hijo es perfeccionada y coronada por su
sufrimiento y precisamente así, nos hace capaces nos solo de penetrar en la fe, sino de vivirla profundamente, no
solo de dejarse rescatar por su preciosísima sangre, sino de colaborar en el rescate de los otros, aunque nos cueste
sangre: “Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía
salvarlo de la muerte, siendo escuchado por su piedad filial. Y, aún siendo Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y
llevado a la consumación, se convirtió, para todos los que le obedecen, en autor de salvación eterna” (Hb 5,7-9).
Gracias a esta extrema obediencia de Jesús, todo creyente puede afrontar victoriosamente cualquier prueba,
preocupación y dolor.
¿Cómo vivir esta enseñanza en este mes? Una vez más, dos sugerencias, una para la oración y otra para el
apostolado: brevemente, contemplar y comunicar el rostro de Jesús. 1.- Si creer es identificarse con el Señor Jesús,
la primera tarea, que en la vida cristiana debería ser permanente, es la de “tener la mirada fija en Jesús” (Hb 12,2).
La Palabra de Dios en Adviento y Navidad marcará el ritmo de nuestra espera de Jesús, de nuestro encuentro con Él,
hará crecer nuestra sensibilidad ante cualquier forma de llegada del Señor: su venida en la carne, en la
contemplación de los misterios de su vida acompañando a María en el Rosario; su continua venida en la presencia
eucarística, procurando recibir bien y con frecuencia la Comunión; su venida en Gloria, preparando una buena
confesión por Navidad como si tuviésemos que presentarnos en su presencia a la hora de la muerte. 2.- Si la fe se
enciende en el encuentro con Jesús, hablaremos a todos de Jesús, lo presentaremos como ejemplo a nuestros hijos y
a nuestros amigos, indicaremos y ofreceremos ocasiones de encuentro y de meditación del Evangelio.
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Beata María Troncatti: “Siempre en camino con María”
El día 24 de noviembre de 2012, en Macas (Ecuador) se ha celerbado la beatificación de Sor María
Troncatti, Hija de María Auxiliadora, misonera
en la selva amazónica. Queremos recordar a esta
gran mujer, definida por el Papa Benedicto XVI
en la Carta apostólica de beatificación, como
“infatigable misionera en la tierra amazónica,
fiel trestimonio de la misericordia divina,
incansable trabajadora por la reconciliación y la
paz”, presentando unos rasgos biográficos
preparados por Sor Piera Cavaglià, que ilustra su
devoción filial a María Santísima.
La vida de Sor María Troncatti se
desarrolló en una profunda comunión con María
expresada en una confianza inconmovible.
Desgranaba Avemarías, como respiro del alma y
de esta oración sacaba fuerzas, serenidad y
audacia misionera.
Alrededor de los 15 años, María se
inscribió con entusiasmo en la Asociación de
Hijas de María. Desde entonces tomó muy en
serio el hecho de que la Virgen es Madre y no
abandona a sus hijas. Lo experimentó muchas
veces en su vida y así para ella resultaba
evidente que María está presente y nos
acompaña.
Joven salesiana, en 1999, padeció el tifus y
curó a raíz de la bendición de María Auxiliadora
impartida pro D. Miguel Rua, en su visita a la
Casa-Madre de Niza.
En Varazze, el 25 de junio de 1915, una gran riada inundó la ciudad al desbordarse el torrente Teiro
y una pared de la cerca de la casa se vino abajo sobre el comedor en que ella y otra hermana estaban
desayunando. El agua subía pavorosamente y pensaba que se ahogaba. Exclamó con confianza: Mostra te
esse Matrem y prometió que si María Auxiliadora la salvaba y su hermano regresaba de la guerra, iría
como misionera entre los leprosos. La Virgen la salvó la vida milagrosamente y ella cumplió su promesa:
fue misonera en el nombre de María Auxiliadora.
Las superioras la retuvieron unos años en Niza, en la Casa-Madre donde desempño el cargo de
enfermera de 1919 a 1922. Una postulante recuerda que Sor María era una sembradora de confianza y
amor a María Auxilaidora. La exhortación más frecuente que hacía era esta: “Reza a la Virgen, verás cómo
todo se arregla. Confía siempre en Ella y no tengas miedo. Ánimo, la Virgen está contigo”.
Llegada a Ecuador en noviembre de 1922, Sor María pasó tres años en Chunchi, y alrededor de la
fiesta de la Inmaculada, la Purísima, patrona de Macas, llegó a la selva, con los Suhar. Tenía casi 43 años
y, aunque con cierta inseguridad, estaba toda llena del deseo de “llevar a Jesús” a aquellos pobres
indígenas. Este era para ella el remedio más eficaz contra el desánimo. Se repetía a sí misma “María es
toda mi esperanza”. En efecto, los largos años pasados con las hermanas, salesianos, jóvenes, adultos,
Suhar y colonos, los vivió bajo la mirada materna de María. ¡La sentía cercana y activa! Le guiaba la mano
el día en el que debía realizar su primera intervención quirúrgica de emergencia a la hija del jefe de la
tribu. Escribió asi a sus padres: “Imagináos, sin lo encesario, con una sola navajita que tenía en el bolsillo.
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La Virgen me ha ayudado, he presenciado un milagro, he podido extraer la bala que tenía cercana al
corazón y la niña curó, gracias a María Auxiliadora y a Madre Mazzarello” (Carta del 27 -12-1925).
Allí donde surgían las estaciones misioneras, habían sido sembradas medallas de María Auxiliadora
y por lo tanto estaba garantiza la seguridad. El fatigoso y arriesgado paso de los ríos o de la selva eran para
Sor María experiencias continuas de la protección de María que la sostenía y le impedía que se ahogara. La
Avemarías ritmaban sus pasos incluso cuando el agua venía en crecida y amenazadora, cuando el incendio
arrasaba años de fatigas o cuando arreciaban las enfermedades mortales en los poblados. A las personas
que llegaban a la misión para curarse les decía: “Yo te doy la medicina, ¡pero quien cura es María
Auxiliadora!” Con la Virgen a su lado, Sor María –como afirman los testigos-, “intentaba solucionar
nuestros problemas cotidianos”.
Y maravillada, palpaba con la mano la intervención de María. Caminando una vez con una
muchacha indígena en la selva, sisntió que se le congelaban las piernas y vio una serpiente enroscada en
ellas. Contuvo la respiración y dijo con un hilo de voz: ¡La culebra”. La muchacha asustada, pero experta,
respondió: “¡Madre María, no se mueva!” Ella quedó inmóvil repitiendo el Avemaría. Poco a poco la
serpiente aflojó sus anillos y se deslizó alejándose. La muchacha dijo llena de estupor: “Madre María, si no
se hubiese ido, ¿qué habría hecho?” Y Sor María: Pues algo muy sencillo: estaría muerta. Pero ¿te das
cuenta cómo la Virgen vela sobre nosotros?
La misma maravillosa eficacia de tantas intervenciones terapéuticas o quirúrgicas suyas solo
encuentran una explicación cierta en la constante y confiada oración. Sor María pedía a los enfermos y a
todos, que dejaran espacio a Dios para que Él y María Auxiliadora pudiesene intervenir. Y ella les daba
ejemplo. El salesiano D.Miguel A, Ulloa Domingues, cuenta que en la misión se preparaba la fiesta de la
Inmaculada. “Estaba ensayando la Misa de Perosi a un grupo de Hijas de María. Sor Troncatti estaba
sentada en un rincón del coro. A un cierto punto nos pareció que se adormentaba. Una muchacha me dice:
“¡No cantemos que Sor María duerme!” Ella abrió los ojos y dijo: “Seguid cantando, no duermo. Estoy
pensando en el amor que nos tiene María. Ella es todo para mí”.
Son muchos los que atestiguan que la maternidad que Sor María demostraba con todos era un vivo
reflejo de la bondad de la Madre de Dios y de su preocupación por todos sus hijos. ¡Podemos
verdaderamente decir que fue “auxiliadora” con la Auxiliadora!
La hoja puede leerse en el siguiente sitio :
www.admadonbosco.org/index.php?lang=es
y: www.donbosco-torino.it/
Para cada comunicación se puede dirigir a la siguiente dirección
de correo electrónico :[email protected]
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Crónica de familia
ADMA CENTRO AMERICA - PANAMÁ (26-30 SEPTIEMBRE 2012) – CONCLUSIONES DEL IV CONGRESO
Los participantes en el IV Congreso Centroamericano de ADMA, han llegado a las siguientes
conclusiones, fruto de las actividades formativas compartidas en el mismo Congreso bajo la dirección del
animador espiritual D. Pierluigi Cameroni y a la luz de las experiencias personales y asociativas. Se
trabajará para ir mejorando y desarrollando algunos aspectos con el fin de ir creciendo en el proceso de
participación y corresponsabilidad inspirados en el Reglamento.
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Promover la devoción al Santísimo Sacramento y a María Auxiliadora como hizo D. Bosco.
Ser instrumento al servicio de la persona, de los socios, de la comunidad, viviendo con
coherencia.
Trabajar en la formación de los miembros, elaborando un itinerario de formación con días, y
horas mensuales establecidas
Solicitar el nombramiento de un aanimador espiritual, religioso o seglar, bien preparado para los
grupos de ADMA que aún no lo tienen.
Cumplir fielmente lo establecido en el Reglamento, así como formar a los aspirantes, al menos
durante un año.
Al elegir los Consejos locales debemos atenernos al Reglamento, teniendo en cuenta,
principalmente, la calidad humana y la entrega al servicio de los demás para asegurar un alto
nivel de compromiso y responsabilidad en el desempeño de la propia tarea.
Los miembros del Consejo deben aceptar las opiniones, sugerencias y observaciones
encaminadas a mejorar un determiando aspecto, presentarlo en las reuniones mensuales, donde se
estudiarán y analizarán, junto con el animador espiritual, recordando que como miembros del
Consejo estan llamados a apoyar y colaborar con todos los miembros de la Asociación.
Los Consejos deben tener formadores en la fe, en el caso de que todavía no los tengan, que sirvan
de apoyo a los miembros de la Asociación,.
ADMA debe tener una representación en el Consejo Pastoral Parroquial, cuando los grupos estén
inscritos en una parroquia.
Formar y tener al día los archivos y documentos de la Asociación (historia, decreto de erección,
diploma de agregación, elenco de socios, relaciones de Congresos, de actividades y de
apostolados, actas de las reuniones del Consejo...).
Estar dispuestos a colaborar activamente en la programación de la propia parroquia.
Preocuparse de la propia formación espiritual, estudiando los documentos de la Iglesia, el
Catecismo, la Liturgia... Formar la propia conciencia mediante la frecuencia de la
Reconciliación, después de un buen examen de conciencia, como indica el Reglamento.
Programar los Ejercicios Espirituales para los grupos con retiros de tres días, al menos una vez al
año, para promover la fraternidad, la unidad y la formación espiritual de la Asociación.
En lo posible, organizar un Congreso Nacional una vez al año.
Dar testimonio de vida ejemplar, manteniendo una actitud de escucha de la Palabra y oración
para seguir caminando con fidelidad y perseverancia en los momentos difíciles, invitando a otros
a afrontar las propias dificultades a imitación de la Virgen María.
Comunicarnos asiduamente entre los grupos de ADMA de Centroamérica para compartir
experiencias y ayudarse mutuamente.
Promover el sentido de pertenencia.
Cada grupo nombre a un miembro con el encargo de bajar de ADMA online el mensaje mensual
que D. Pierluigi envía mensualmente como animador mundial para distribuirlo entre los
miembros para su estudio.
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ENCUENTRO ADMA ECUADOR – Con ocasión de la beatificación de Sor María Troncatti (Macas –
Ecuador 24 de noviembre de 2012) D. Pierluigi ha podido reunirse, el domingo 18 de noviembre en la
sede inspectorial de Quito con algunos grupos de ADMA de Ecuador, acompañados por algunos
miembros del Consejo Nacional: la presidente, Sra. Blanca Narváez, la secretaria, Sra. Jeaneth
Barahona, el animador espiritual, don Emilio Vera. Ha sido un momento de comunicación y fraternidad
en el que se ha presentado la vida de 27 grupos de ADMA de Ecuador, resaltando en particular el trabajo
entusiasta en favor de muchas personas en dificultad: niños de la calle, madres abandonadas, personas
necesitadas, ancianos, enfermos, persona víctimas del alcohol o de la droga... Una variedad de iniciativas y
actividades que pone de manifiesto el carácter apostólico y educativo de la Asociación y la exigencia de
concretar la actividad caritativa del compromiso asociativo. D. Pierluigi ha invitado a documentar y
compartir estas estupendas actividades, ha solitado la renovación de los grupos con la formación y el
acompañamiento de parejas y familias jóvenes y finalmente ha exhortado a valorar el testimonio de fe y de
amor a María Auxiliadora de Sor María Troncatti, misionera en tierra ecuatoriana.
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PALERMO (ITALIA) – El grupo ADMA de la Parroquia Ausiliatrice de Villa
Ranchibile el día 7 de octubre de 1012, ha admitido a 9 socios más.
La preparación ADMA online
los deseos de todo el mundo
para pasar una alegre
Navidad
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