Kilo y 3/4 de amor - Leer Libros En Línea
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Kilo y 3/4 de amor - Leer Libros En Línea
Página1de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com KILOY¾DEAMOR ©OlgaSalar,2016 ©Cristal,2016 Fotografíadeportada:©OSTILL/iStock/Thinkstock www.loslibrosdelcristal.com Fuencarral,70,28004 Madrid(España) Primeraedición:noviembrede2016 IBIC:FRH ISBN:978-84-15611-38-7 E-ISBN:978-84-15611-39-4 Depósitolegal:M-38.016-2016 ImpresoenEspaña-PrintedinSpain Reservados todos los derechos. Cualquier forma de reproducción, distribución,comunicaciónpúblicaotransformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización escrita de los titularesdelcopyright.DiríjaseaCEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanearalgúnfragmentodeestaobra (www.conlicencia.com;917021970/932720447). Página2de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Amitío,AntonioCarrera,graciasportodoelamor quemediste.Pornodejarmenuncasola. Porsermiapoyosiempre. Cenicientaeslapruebadequeunpardezapatos puedecambiartelavida. Página3de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com PRÓLOGO Porunpardetacones Su cabello largo y dorado destacaba sobre la camiseta holgada y los anchosvaqueros que llevaba, ambas prendas negras y demasiado grandes para su cuerpo. Teníalos brazoscruzadossobreelpecho,enactituddefensiva,altiempoquemiraba asu alrededorcondesgana.Casiconresignación.Comosiestarallífueraalgo queno pudieraevitarpormuchoquelodeseara. —Gabby, ¿por qué no te pruebas este vestido tan bonito? Además es lo bastante suelto como para que disimule tu figura —pidió su madre en la tercera tiendaalaque lahabíaarrastrado,despuésdequedecidieraquesuhijanecesitabaropa nuevaqueno lemarcaratantolospechosylascaderas. Para desconsuelo de Cecily, su única descendiente, de tan solo quince años,tenía sobrepeso y, por si eso fuera poco, odiaba ir de compras; todo lo contrarioquesu madre, quien además de esbelta era una fanática de la moda. De joven habíatrabajado como modelo con un éxito moderado, pero lo dejó cuando conoció al padredeGabby en favor de la vida familiar. No es que se arrepintiera de ello, sino que habíaesperado compartirsusperfectosgenesysupasiónporlaropaconsuhija. Acostumbrada a los comentarios de su madre, Gabrielle se abstuvo de decirqueella noteníafiguraquedisimulary,encambio,sonrióconfalsedadyaceptóla prendaque le tendían. Sabía, por experiencia previa, que era mejor sufrir los lamentosdesumadre enpúblicoquesucumbirasusreprochesenprivado. A sus quince años odiaba que Cecily la obligara a comprarse ropa, y muchomásque la acompañara a hacerlo, como si temiera que fuera a comprarse una prendaque marcaraaquelcuerpoquetantoavergonzabaasumadre. Resignada, cerró la cortina del pequeño probador y se dispuso a desnudarse,evitando mirarsucuerpoenelespejo.Desdepequeñahabíasidoconscientedeque eramás grandequesusamigas,yaunquesumadreseempeñabaenponerlaadieta yen apuntarla a gimnasia aeróbica en las actividades extraescolares del colegio,consciente de que Gabrielle prefería el grupo de arte, su peso no variaba. Lo que tampocoeratan horrible,comosumadreparecíapensarylerecordabaacadamomento, yaqueno sobrepasabalatallacuarentaydos.Puedequenoentraraenloscánones enfermizosen losquelasociedadtachabalaperfección,perosuscurvasdeadolescente noerannada deloquetuvieraqueavergonzarse.Dehecho,alamayoríadeloschicos lesgustabay Página4de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com nohabíadudaquemuchasdesusamigasdeseabanteneralgunasdelasque Gabrielle poseía. Apesardeserconscientedetodoello,laideadequesucuerpoerafeose instalaba ocasionalmente en su cabeza con cada intento de Cecily de hacerla adelgazar.Unaparte deellasabíaloabsurdodelaactituddesumadre,perootraparte,menos racional,se limitaba a compararse con las chicas que salían en las revistas o en la televisión. Y aunque la mayoría del tiempo Gabrielle estaba segura de que la única personaque teníaunproblemaconsuaspectoerasumadre,nisupadrenisusamigas parecían interesadas en que perdiera “el kilo y tres cuartos de más” que según Cecilyle sobraban, había ocasiones en las que los comentarios de su progenitora calabanensu habitualmenteimpermeableconciencia. Suspiró sonoramente, sabiendo que Cecily estaba pendiente de cada sonidoque saliera del probador, y se metió dentro del vestido. Era rojo vino con pequeñas florecitasamarillasyverdes.Concuidadoalzólacabezaparamirarseen elespejode cuerpoentero.Tampocoestabatanmal,pensó. —¿Yatelohaspuesto?—preguntósumadreconimpaciencia. —Sí—contestóaltiempoqueabríalacortina. LosojosdeCecilybrillarondealegría. —¡Estáspreciosa!—exclamóllevándoseunamanoalagargantacomosi pretendiera contenerlaemocióndeverasuhijaguapa. Eraenmomentoscomoesosenlosqueelbrilloenlosojosdesumadre lehacía plantearse lo duro que debía ser para ella tener una hija con sobrepeso. Habíauna mezcla de tristeza y preocupación en ellos, como si su madre estuviera sufriendoalver quenoeracomoella. Gabrielle se encogió de hombros, tratando de alejar el pensamiento. El vestidoera bonito y con unas sandalias del mismo tono amarillo que las flores quedaríaperfecto parasalirconsusamigas. —¿Locompramos?Tevespreciosaconél,cariño. —En realidad… —Se detuvo para darle dramatismo al momento, conscientedeque no necesitaba decir nada más para que su madre comprendiera lo que quería. —Sinosquedamosconéltecompraréunoszapatos.Losquetúquieras— negoció Cecily—. Pero tendrás que prometerme que no lo dejarás colgado en el armariocomo haces con todos los demás. El año que viene ya no podrás ponértelo y habremos perdido no solo el dinero sino la oportunidad de que vistas como una señorita—siguió quejándose. Gabriellesabíaquesileprometíaponérselosuconciencialaempujaríaa cumplirsu palabra;noobstante,tambiénsabíaqueeraelmomentoperfectoparasalir victoriosa deaquellasituación.Sumadrenopodíadisimularlomuchoquelegustaba elvestidoy Página5de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com lomuydispuestaqueestabaacedersiconellosesalíaconlasuya. —Siañadesalapropuestadosparesdezapatostedejoquemecompres dos vestidos. Eso sí, si quieres que me pruebe algo más, exigiré un bolso nuevo.Porlas molestias—expusosinperderlacalma. Laropanoleimportabalomásmínimo,aunqueloszapatoseranotracosa distinta. Paraqueunoszapatostequedaranbiensoloeranecesariotenerpies.No importabala talla,loskilosoloscentímetrosdemenosodemás.Loúniconecesario eradarconel númeroadecuado. Y lo mejor era que con el par de zapatos correcto hasta una chica con problemasde pesopodíasentirseunaprincesao,ensudefecto,unaplebeyamuysexy. SepodíadecirqueGabriellesevestíaporpuranecesidadysecalzabapor placer.Y habíasidoasídesdequealosonceañosdescubrióquellevarunoszapatos bonitos conferíalainmunidadanteloslamentosdesumadreporelsobrepesode suadorada hija. Cecily clavó la mirada en su adversaria. Se preguntaba si lograría que accedieraa comprarseunospantalonesquenofuerannegrosyunablusadeseñorita, aunque,esosí, holgaday,aserposible,largahastalascaderas. —¡Hecho! Dos pares de zapatos y un bolso, pero el resto de la tarde te probarástodo loquemegusteysinrechistar. Gabriellefruncióelceño. —Bueno,mamá,heaceptadoprobarmeropa,noconvertirmeensanta.Lo derechistar te va a costar un poco más —zanjó Gabrielle al tiempo que corría la cortinaatoda prisa. Página6de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Laimportanciadelzapatoadecuado Quinceañosdespués. Gabrielle no lograba concentrarse, llevaba media hora mirando los mismosbocetosy no había conseguido descartar ninguno de ellos. La nueva colección de stilettosentraba en producción la próxima semana y seguía sin seleccionar los que pasaríandelpapelal cuero.Yeneseaspectoeramuyestricta.LoszapatosdeGabrielleGibbs se caracterizaban, además de por la doble G de su logo, porque eran diseñadosy escogidos por la propia creadora de la firma, quien no solo esbozaba y seleccionaba los diseños sino que hacía lo propio con las materias primas que utilizabanpara fabricarlos. Elretrasodeesamañanalepasaríafacturamásadelante,cuandoletocara elturnoal siguientepuntodelalistade“tareaspendientes”. La culpa de su falta de concentración la tenía Emily su, hasta ese momento,eficiente asistente personal, que llevaba exactamente treinta minutos de suspiros e inquietos movimientosenlasilladeldespachoqueGabrielleteníaenUptonPark. ApesardetenerunatiendapropiaenOldBondStreet,Gabrielleprefería trabajaren eltallerenelquecomenzótodo.Unlocalquehabíaempezadosiendode alquilerpara pasaraserdesupropiedad.Allí,ademásdeltallerpropiamentedicho,se encontraban los despachos de la propia Gabrielle, de Emily y otro más pequeño que usaba ocasionalmente su padre cuando tenía que atender alguno de los asuntos quele correspondíancomoaccionistayprincipalabogadodelaempresa,yque normalmente delegabaensuhijaporquenodejabandesermeropapeleo,variassalasde pruebasy unamásgrandedondesereuníanconlosaccionistas. Eldespachodelapresidentadelafirmaeratanelegantecomolapropia Gabrielle. Pintadodecolorcremaconmobiliarioennegro,incluidoelsofádetres plazasque prácticamentenadieusaba.Laparedtrassuescritorioestabarevestidade corchoyen ella colgaban los bocetos que habían hecho que Gabrielle Gibbs fuera conocida internacionalmente. El resto de las paredes contaba con algunos de los premios recibidos por la firma y que su madre le había obligado a colgar para, segúnella,darle unpocodeclasealaestancia. Su asistente volvió a suspirar y Gabby estalló, incapaz de templar los nerviospormás tiempo. —¡Emily!¿Quétepasa?Sisiguessuspirandoasínovoyaconcentrarme nunca.¿Qué Página7de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com vamal? Laaludidadiounboteensuasiento.Habíaestadodemasiadoenfrascada ensus pensamientos como para darse cuenta de que estaba exteriorizando su inquietud. —Nada. —Imposible. No has dejado de moverte desde que te has sentado aquí. Algoqueya deporsíesextraño,porquenormalmenteestásentupropiodespacho.Así quenodigas quenosucedenadaycuéntameloya—pidióenuntonozalamero. —Hoy hace seis meses que Phil y yo firmamos el divorcio —explicó la mujerconlos ojosbrillantes. Gabriellesoltólashojasquesosteníaenlasmanosparadedicarletodala atencióna suamiga. —No le veo el problema. Divorciarte fue lo mejor que pudiste hacer. Además,fue ideatuya. Comoeradeesperar,Emilyestalló. —Elproblemaesquetengotreintaynueveaños,estoyapuntodecumplir los cuarentaysigosola.Mimatrimoniofueundesastreymisseismesesde solteríahan sidomuchopeor.—Hizounapausayellabioletemblóalañadir—:Nose medanbien loshombresydesdeluegonomehagomásjoven.Ylopeordetodoes quequierotener hijosyparaesonecesitoaunhombre. Gabriellesoltóunsuspiroexageradoantesdehablar. —Amítampocosemedanbienloshombresyteaseguroqueeltemano mequitael sueño.Ylodetenerhijossola…porsinolosabías,yasepuede—apuntó consorna. —Tú aún no tienes los treinta. Es diferente para ti, y tener hijos sola es demasiado duro.Losbebésdanmuchotrabajo. Gabrielledisimulósufrustraciónlomejorquepudoyesbozóunasonrisa cuandouna ideasalvadoraacudióasumente. —Deacuerdo,vamosahacerunacosa.—Sepellizcóelpuentedelanariz antesde seguirhablando—.Hoycelebraremostusseismesesdesolteríayporeso vendrás conmigoalafiestadelarevistaWomanontop—propuso,orgullosapor haberdado conlasoluciónperfecta. —Nocreoque… —No me interrumpas. Iremos juntas y te pondrás tus mejores galas; el bolsoylos zapatoscorrendemicuenta.Dehecho,voyadejarquetepongaslosque quierasdela nuevacolección.Aunquehaymuypocosterminadosnotengodudadeque vasaserla sensación, porque nadie los ha visto todavía. ¿Qué te parece ahora mi propuesta? Lamorenasonrióconauténticafelicidad. —Meparecequeereslamejorjefadelmundo. —Eso está mejor. —Rio Gabrielle—. Ahora, déjame trabajar. —Hizo un gestoconla Página8de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com mano—.Veaescogertuszapatosy,depaso,vetambiénalapeluquería. Quetemimen ytecortenelpelo,parecesRapunzel. —Rapunzelconsiguióunnovioguapísimo—sedefendióEmily. —Esonofueporsumelenasinoporqueeradelarealeza. —Tienesrazón.¿Puedoelegirlosstilettosnegrosdetachuelas? —Siyaestánterminadosnoveoelproblema. —¿Deverdad? —Emily,elijelosquequierasyveteya.Laideaesquedejesdepensaren tonteríasy disfrutesdetusoltería. —¡Gracias! —Denada.¡Ahora,vete! Sonriendoparasíescuchóasuasistentesalirdeldespachoydirigirseal almacéna todaprisa. NadiemejorqueGabriellesabíaloqueeratenerunmaldía.Aunquesela consideraraunamujerdeéxitoeneltrabajoconunavidasocialactiva,la amorosaera más bien limitada. Si bien le echaba la culpa al estrés que su trabajo le aportaba,la realidaderaquelefaltabaseguridadensímismafrentealoshombres. Había tenido algunas parejas, pero ninguna le había durado más allá de unosmeses,y enningúncasohabíatenidolacertezadequeeltipoencuestiónestuviera conellapor la mujer que era y no porque fuera la dueña y creadora de una de las marcasmás valoradas y admiradas de la alta costura. Además, siendo justos, todavía nohabíadado conelhombreconquienquisieraestarparasiempre. Sepodíadecirqueeraunacenicientaconelzapatodecristal,perosinel príncipe azul. Porotrolado,losañosjuntoasumadrelehabíanaportadounaseriede inseguridades quenoteníaalosquinceaños;inseguridadesquenoleafectabananivel profesional. Sudespegueenelámbitolaboralcomenzócuandocondieciochoañosse matriculóen laprestigiosaescueladediseñoCentralSaintMartins,enLondres.Apartir deese instantesucarrerasiguióimparableypudoindependizarseyhuirdelos constantes consejosmaternos. Inicialmentehizoprácticasenlasfirmasmásimportantesdelplanetaycon tansolo veinticinco años abrió su propia marca de zapatos y de complementos. Respaldada económicamente por su padre, que fue el primero en creer en ella, se lanzódecabezaa perseguir sus sueños. Cinco años más tarde, Gabrielle Gibbs era una empresa consolidada con franquicias prácticamente en todo el mundo. Y en esos instantesestaba apuntodelanzarsucoleccióndezapatosycomplementosparahombre. Elnuevoreto quesehabíaimpuestoensumeteóricacarrera. Emily volvió a entrar corriendo en el despacho cuando Gabrielle ni siquierahabía Página9de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com tenidotiempodeponersuatenciónenlosbocetosqueteníadelante. —Gabby,¿puedocogerlosdecristaldeswarovskiotelosvasaponertú? —Eligelosquequieras.Losmíosnoestánenelalmacén.Sonespeciales —dijocon unasonrisaenigmática. Seishorasmástarde,Emilymirabaasujefaconlabocaabierta.Cuando lalimusina sedetuvofrenteasubloquedeapartamentossesentíalamujermássexy delmundo sobre sus preciosos tacones negros que emulaban una noche estrellada, cubriendola puntera y el tacón con pequeños y brillantes cristales de swarovski. Sin embargo,en cuantoentróenelcoche,supercepcióncambióporcompleto. Gabriellellevabaunvestidogrisplateadoconescotecorazónquedejaba sus hombros y brazos al descubierto. Emily sabía cuánto deseaba su jefa disimularsus curvas;sinembargo,elvestidoocultabasuskilosdemásalmismotiempo que acentuabasusvoluptuosospechosylosredondeadoshombros. Largohastalospiesyvaporosodesdeelescote,dejabaentreverlaspuntas desus maravillosos zapatos que, a pesar de no ser completamente visibles, captabanla atencióninmediataencuantoGabrielleseponíaenmovimiento. Emilynoestabaseguradesiestabanfabricadosconcuerooconcristal, comolosdel cuentodeCenicienta.Brillabanconmásfulgorqueelvestido,dejabanel empeineala vistayeltacónsuperabalosdiezcentímetros. —Tuszapatossonfabulosos—admiróEmily—,tuaspectoesfabuloso.El vestido,el maquillaje…¡Estás…fabulosa! Gabriellesonrió. —Eso es porque me siento fabulosa y decidida a pasar una muy buena noche— confesóconunguiñotravieso. —Unaideaestupenda.Hacemuchoquenotienesningunadeesas—zanjó Emilycon guasa. —Menosmalquetetengoatipararecordarmemispenas—rioGabrielle, dispuestaa nodejarquenadaleestropearalanoche. Almenossuamiganohabíavueltoalamentarsedesusuerte. Página10de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Unalocuradevezencuando Lalimusinasedetuvojustocuandolamanodeélestabaapuntodellegar allugarque Gabriellehabíaestadodeseandodurantetodalanochequetocara. InteriormentemaldijoaRobertporsertaneficienteensutrabajo.Comosi hubiera adivinado sus pensamientos, su acompañante sonrió y alisó su vestido para recomponerloantesdequeseabrieralapuertadelvehículo. —Vaaresultarmedifícilnotenerunnombreconelquedirigirmeati— comentóél, intentandoconcentrarseenalgodiferentealoquehabíaocupadosumente duranteel trayectohastasucasa. Gabrielle,queseguíaaturdidaporlascariciasquehabíandirigidosuvida durantelos últimosveinteminutos,respondiósinpensar: —LlámameGabby. Suconquistaarqueóunacejaenungestointerrogativo. —Esloúnicoquevoyadecirte—explicóellasinremordimientos. Ibaaserunanochesinmás,nonecesitabasabersunombrecompleto. —Demodoquetellamasasí—especulóél,intentandodiscernirsierasu nombrereal ounapodo. —No te esfuerces —dijo Gabby entre risas—. No voy a darte más información. En ese instante la puerta se abrió y Robert se inclinó con la mano extendidapara ofrecerle su ayuda para salir del coche. No obstante, no pudo aceptarla, porquesu acompañante salió a toda prisa por la otra puerta y medio empujó al chóferpara ayudarlaélmismo. ElhombreocultóunasonrisadelaquesoloGabriellefuetestigo.Robert llevaba trabajando para ella prácticamente desde que la empresa creció lo suficientecomopara tenerunconsejodeadministración.Normalmenteeraélquienlallevaba conelBMW de Gabrielle a todas partes; la limusina era un incordio que se veía obligadaautilizar siemprequeacudíaaalgúnevento,porquelacabezavisibledelaempresa debía destilartantaclasecomolohacíanloszapatosquecreaba. Porotrolado,surelaciónconRoberteralosuficientementecercanacomo paraque este supiera que Gabrielle estaba viviendo un momento excepcional, ya queno acostumbrabaamarcharseconhombresalosqueacababadeconocer. —Gracias—dijo,aceptandolamanoqueletendían. Másnerviosayexcitadaconformeseacercabaelmomento,segirópara indicarleasu Página11de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com chóferquepodíamarcharseacasa. —Puedo esperar lo que sea necesario —se ofreció este, preocupado por su seguridad. Gabriellesonrióagradecida. —Notepreocupespormí.Llamaréauntaxicuandoquieramarcharmea casa. —Sitequedasmástranquilo,Robert,yomismolallevarécuandoquiera marcharse —ofreció su acompañante, que empezaba a molestarse por el excesivo cuidadodel empleado. Elhombreasintióysediolavueltapararegresaralasientodelpiloto. —Tuchófersetomamuyenseriosutrabajo—comentóaltiempoquela tomabapor lacinturaparacaminarconellahastaeledificiomodernoycaroenelque vivía. —Llevaconmigomuchotiempo. Aunquepococonvencidoconlarespuestarecibida,noquisohaceralusión anada paranopareceruntipoceloso,peronoeramuynormalqueuntipotan jovencomo Robert,quenotendríamásdecuarentaycincoaños,nosehubierafijado enlopreciosa que era su jefa. Seguramente su afán protector se debía a algo menos noblequeala preocupaciónporsuseguridad. Decidido a no pensar en ello, siguió avanzando hasta que llegaron a la puertayel conserjedeledificiolesabrióconunamiradadiscreta. —Buenasnoches,señora.Señor… —Buenasnoches,Brian—ledevolvióesteelsaludo. De repente se sintió molesto por la mirada que el hombre le estaba echandocon disimulo a Gabby. Sin darse cuenta de lo que estaba haciendo, casi la arrastróporel pasillo hasta la puerta del ascensor. Consiguió relajarse cuando esta se cerróconellos dentro. Con ansia de llevarla a su terreno, pulsó el botón de la última plantayseacercó aellaparabesarlasinnadiecercaquepudierainterrumpirles. Había saboreado sus labios en la limusina, pero entonces se había contenidoporque sabía que no iba a poder ir más allá. En ese instante estaba a solo unos metrosdela intimidaddesucasaytodacontenciónquedóolvidada. Su lengua asaltó su boca, estaba tan excitado que podría haberse dejado llevarsolo con los besos y con la presión de su cuerpo pegado al de ella, pero ansiabamásqueuna simple liberación, deseaba hacerla gritar de placer. Demostrarle que no había exageradosushabilidades. Gabrielle,porsuparte,respondíaconlamismapasiónasusbesos.Notó susdedosen lanucaysusiluetaaplastándosecontraél. —Tedeseo.Dateprisa—pidióellacuandoelascensorsedetuvoporfin. Él sonrió con picardía, la asió de la mano y salió del ascensor a toda velocidad.Solo lecostócincosegundosabrirlapuertadesucasayotroscincocerrarla trasellospara, Página12de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com actoseguido,deshacersedelachaquetaydeloszapatos. —Quítateelvestido—pidióconvozronca. Gabbysonrió. —¿Así,directamente?¿Sinpreliminares? —Llevamostreshorasdepreliminares.Necesitotenerteahora,preciosa,o voya estallardeunmomentoaotro. Ella no dudó de la veracidad de sus palabras. Sus pantalones no eran capacesde ocultarningúnsecreto.Demodoqueasintióysellevólasmanosallateral izquierdo para bajar la cremallera. Lo hizo con deliberada lentitud, sin apartar los ojosdeél,que lamirabaconintensidad. Con la misma parsimonia bajó la cremallera del vestido y dejó que este cayeraasus pies. Después salió del charco que formaba, con los zapatos y la ropa interiorpuesta. Antes de que pudiera darse cuenta de lo que sucedía el sujetador salió volandopor losaires,yellaestabaenlosmusculososbrazosdesuacompañantequela besabacon ansia. —Erespreciosa—dijo,apartándoselojustoparamirarla. TraselescrutinioquepusonerviosaaGabrielle,latomódelamanoyla llevóporun pasillohastaquesedetuvofrentealoqueellasupusoqueeralapuertadel dormitorio principal. En otras circunstancias, Gabrielle se habría fijado en los detalles. En la decoración, los muebles y la distribución de la casa. Nada hablaba más claro de una personaquesu hogar. Sin embargo, en esos instantes no podía pensar en nada que no fueraelhombre queseestabaquitandolaropadelantedeella. Laúnicaluzdelahabitacióneralaqueentrabaporlaventana;unaventana enorme queabarcabacasitrescuartosdelapared.Estabanlobastantealtoscomo paraquea Gabbynolepreocuparaquelascortinasestuvierandescorridas,demodo quevolvióa centrarsuatenciónenél. Apesardelapenumbrasediocuentadequeteníauntatuajeenelbrazo derecho.No habíaluzsuficienteparaverquéera,perosíparasaberqueestabaahí. Poco a poco fue despojándose de toda la ropa, pajarita, camisa, pantalones, calcetines y por último los calzoncillos. Se quedó inmóvil mirándola, completamente desnudo. Duranteunosinstantesnosupoquéesperaba.Hastaqueélhabló. —Tetoca,preciosa—ledijoconunasonrisadepredadora. Temblorosasporeldeseo,llevólasmanosasuscaderasyfuebajandosus braguitas hastaquecayeronalsuelo.Concuidado,levantóunapierna,luegootray saliódeellas. Ibaadeshacersedelostaconesperoélladetuvo. —Notelosquites—pidió—,esoszapatosentuspiessonlacosamássexy quehe Página13de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com vistoenmivida. Ella asintió, aliviada. Una cosa era desnudarse delante de él y otra muy distinta despojarsedesuszapatos.Loúnicoqueledabaseguridadyconfianzaen símisma.Con ellospuestossesentíamenosdesnuda. Apesardelatemperaturafríadelanoche,Gabriellesentíalapielarder.Y aunque ambos estaban desnudos y excitados, él seguía parado delante de ella, observándola;o talvezesperabaaquefueraGabbyquiendieraelsiguientepaso.Desdeel primer momentoélhabíacontroladolasituación,mostrándosecercanoperosin llegara intimidarla o a presionarla. Le había dicho de manera directa lo que deseabaque hiciera, pero sin forzarla a aceptar. Y Gabrielle no podía negar que deseabaque siguierabesándolayquelaacariciaradenuevo. Demodoqueseolvidódesusinseguridadesydiounpasoensudirección. Conotro más se plantó delante de él. Alzó la mano y le acarició el pecho, donde descubrióotro tatuaje. Aunque había poca luz en el dormitorio la proximidad permitía quedistinguiera latintanegradesucuerpo.Condelicadezatrazólasextrañasletrasynotó cómolos músculos de su pecho se ondulaban con su contacto. Sabía que él la deseabayquese estabaconteniendoydejandoqueellatomaralainiciativa,porloquese tomósu tiempoparaexplorarleaplacer. Siguióacariciandosusmúsculosydespuéscambiósuatenciónaltatuaje delbrazo, que era como el ala de un cuervo. Salía de su hombro y bajaba por el brazohastael codo.Unavezquelapartesuperiorestuvocontrolada,dejócaerlamano porsuvientre yrozóconlaspuntasdelosdedossumiembro.Solounpequeñoroceque logrósu objetivo:queélsequejaraporlalevedaddelcontacto. Aunasí,talycomohabíaesperado,estabaduroyhúmedo.Estirólamano apuntode rodearloconlosdedoscuandofuealzadaenvolandasylanzadasobrela cama. —¡Eh!—sequejó. —Lo siento, preciosa, pero si dejo que me toques me perderé en unos segundosy necesitoestardentrodeti.Teprometoquedespuéspodráshacerconmigo loque quieras—concedió,altiempoqueabríauncajóndelamesitaysacabauna cajade preservativos. Antes de que Gabrielle pudiera replicar, él ya estaba colocado entre sus piernas. —¿Aceptas?—preguntóconlavozroncaporelesfuerzodecontenerse. Ellaasintióconlacabeza.Demasiadoexcitadaparahablar. —¡Bien! —zanjó él, agachando la cabeza para besarla con ferocidad mientrasbajaba unamanoparacomprobarqueestuvierapreparadaparaél. Gimió en su boca al notar su humedad y, con un envite profundo, se enterróenellapor completo. Elbesoserompióporlosjadeosdeambos.Gabbysintiócómosalíadesu cuerpo Página14de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com para segundos después entrar en ella con ímpetu. Llenándola por completo. Deseosa de sentirle más profundamente, le rodeó las caderas con las piernas, obligándole a hundirse más profundo. El deseo los enloqueció a ambos, losenvitesse hicieronmásrápidosylosjadeosmásintensos. Lamanodeélsecolóentresuscuerposypresionóellugaradecuadopara que Gabrielle estallara, con un grito de placer tan sensual que hizo que su amanteperdiera lacabezayacelerarasusmovimientos,buscandosupropialiberación.El segundo orgasmolellegóalmismotiempoqueaél.Fueelmáslargoeintensoque recordaba habersentidonunca. Su amante también estaba exhausto, por lo que se desplomó sobre Gabrielle,con cuidadodenohacerledañoperopresionandosucuerpoalacama.Como sinoquisiera separarsedeellatodavía. Duranteunosminutosningunodelosdosfuecapazdehablar. —Hasidofantástico,Semental—murmuróellaconunasonrisaenlavoz cuando recuperóelhabla. Élrioconlacaraenterradaensucuello. —Sabescederantelaevidencia.Unnuevopuntoqueañadiramilista. Fueelturnodereírdeella. —¡Quévanidoso! —Realista —bromeó alzando la cabeza para mirarla—. De hecho, te prometoquevas apoderllamarmeasíunascuantasvecesmásestanoche. —Definitivamentevanidoso—pinchóella. Página15de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Devueltaalanormalidad Gabrielle llevaba días despistada. Emily no había hecho preguntas y Robertsehabía mostradodiscretopero,apesardetodoello,Gabriellesabíaquesuamiga sospechaba quesusdespistessedebíanaalgorelacionadoconlanochedelafiesta.O quizásera que estaba tan obsesionada con el desconocido que se había vuelto paranoicayveía conspiracionesdondenolashabía. Tresdíasdespuésdelamaravillosanochequehabíapasadoasulado,se arrepentía del modo en que lo había dejado. De madrugada, cuando él se había quedadodormido, sinunanotaniunapistadequiéneraodóndepodíaencontrarla. La noche fue muy intensa y Gabrielle tuvo que luchar para no quedarse dormidaasu lado,porquesilohacíanotendríalaoportunidaddemarcharsesindarle ninguna explicación. Y si se quedaba, ¿qué iba a decirle? La idea original era compartiruna noche,nadamásserioqueeso.Yéltampocobuscabaalgomásporquesi lohubiera hecho no se habría conformado cuando ella se negó a darle su nombre. ¿No?Habría insistidohastadescubrirquiénera. Cuandosedespertóensucamahorasdespués,estabatanpreocupadapor loque estabasintiendoquesaliósinencenderlaluzysintenerlaoportunidadde echarleun vistazoasucasaparatratardedescubriralgomássobreél.Porsuerte,el conserjede día era un hombre distinto al que había por la noche y no tuvo que soportarmiradas curiosas. Desdeelprimermomentohabíaquedadoclaroquelosuyonoibaairmás alládeuna noche.Losdoslosabíanyellanoteníaderechoacambiarlasreglassolo porqueél hubieraresultadosermuchomásfascinantedeloqueesperaba.Además, elhaberle conocidoenlafiestadeWomanontopleindicabaque,obiensededicaba almundode la moda, algo en lo que no debía destacar mucho porque Gabby no recordabahaberlo visto con anterioridad, o era periodista o alguna celebridad del deporte. Sonrióal pensar en su cuerpo duro y musculado. Sí, definitivamente tenía que dedicarseal deporte.Fueracomofuese,eltemaeraqueestabamásqueacostumbradoa lasmujeres quesepaseabanporesasfiestas,bellezasesculturalesquenoseparecían ennadaa Gabrielle,loquedemostrabaquesuencuentrosuponíaelinicioyelfinal desuidilio. Intentó concentrarse en el trabajo, pero entre la rebeldía de sus pensamientos,queno estabaninteresadosmásqueenrememorarlanochepasadaconelguapo misterioso,y su asistente, que no dejaba de interrumpirla con preguntas, no estaba seguradelograr Página16de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com losobjetivosquesehabíaimpuestoparaesedía. —Tengo las fotografías de los dos modelos para la campaña masculina encimademi mesa. ¿Te los paso y tomas una decisión? —dijo Emily, asomando la cabezaporla puertadesudespacho—.Losdemarketingseestánimpacientando.Tienen previsto lanzar la campaña en un par de semanas y necesitamos hacer las fotografías. Gabrielleapartólamiradadelapantalladelordenadorparafulminarasu ayudante. —Porsupuestoqueno. —¿Cómodices? —Meniegoatrataraesospobreshombrescomosifueranunpedazode carne.No voy a escoger al más guapo sino al que mejor se ajuste a la imagen de GabrielleGibbs. Mis zapatos son para hombres con toda clase de físicos y quiero que lo sientanasí desde el inicio de la campaña. Es la actitud lo que destaca en el hombre Gibbs,su mododeafrontareldíaadía. —¿Entonces? —preguntó Emily, que empezaba a ponerse nerviosa—. ¿Quéquieres que haga? Necesitamos un modelo para la promoción. Llevo semanas metidaenla organización de la fiesta de inauguración cuando ni siquiera tenemos al modelo—se quejó. —Organiza una comida con ellos. Iremos Theo Stone y yo. Después de conocerlesen persona y de hablar con ellos tomaré una decisión. —Y añadió mientras retomabael interésenlapantalladesuordenador—:Llámaleparaquenohagaplanes. —¿Aquién?¿ATheo? Lamiróconsuspicaciaantesderesponder. —PorsupuestoqueaTheo.Vaaserelfotógrafodelacampaña.¿Tienes algún problema en llamarle? ¿Quieres que lo haga yo? ¿Pasó algo entre vosotrosenlafiesta? Emilyseapresuróanegarlo. —No,todoestábien—respondióevitandolapreguntadirectadeGabby —¿Emily? —¡Oh, vamos, Gabby! Ya sabes lo que pasó sin necesidad de que te lo especifique— apuntósonrojándose. —Deacuerdo.¿EntoncesnohayningúnproblemaconllamaraTheo? —Porsupuestoqueno.Loquemepreocupaesquetengasproblemaspor nohaber elegidoyaalmodelo. Gabriellesuspiróexasperadayfingióquecreíasujustificación.Noquería presionar asuamigasinodeseabahablardeltema. —Entremipadreyyotenemosmásdelochentaporcientodelasacciones de GabrielleGibbs,nocreoquenadieseatrevaacuestionarloquehago,ysi lohaceessu problema.Nopiensotomarunadecisiónhastaqueleshayaconocido. —Deacuerdo.Unacomida.Mepongoaelloahoramismo. Página17de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —Perfecto.Loidealseríaqueloorganizarasparapasadomañana—dijo antesde volveracentrarsuatenciónenelprogramadediseñoqueteníaabierto. Aunqueteníalosbocetoslistosparalapróximatemporadaqueibaaentrar enel taller,desdelanochedelafiestalehabíansurgidovariasideasparaunpar dezapatos femeninos. Se trataba de unas sandalias negras con un tacón de diez centímetros, en pielde charol.Enaparienciaeranunoszapatosnormales,peroeldetallequelos hacía especialesestabaenlapartedeatrásdelzapato:enlahormadeltalónyen lapulsera deltobillo.Todaesazonaibatroqueladaimitandoelaspectodelasplumas deun cuervo. —¡Dios mío! Estoy obsesionada —protestó, observando el boceto en papelquehabía dibujadoantesdepasarloalaTablet. No tuvo tiempo de lamentarse por nada más porque sonó su teléfono móvil.Conun sonoro suspiro buscó entre los papeles de su mesa y respiró aliviada al comprobarque no se trataba de su madre, una de las pocas personas que la llamaba directamentepara evitar el filtro de Emily, quien tenía la orden de decirle, llamara cuando llamara,que estabareunida. —Hola,Theo.¿Quépuedohacerporti? —Muchascosas,peroteniegasatodas—bromeóélconpicardía. Gabrielle se rio, olvidándose por un momento del trabajo y de las decisiones personalesquehabíatomadorecientemente. —Creíaquehabíamossuperadoesafaseyqueahoraéramosamigos. —Para mi completa desolación, es cierto. Eres la única mujer a la que consideromi amiga. —Nocreoqueseatangrave.Tienescomounmillónymedioatualcance quenolo son—loreprendiódivertida. —Vistoasí…Enrealidadtellamabaporlodelacomida.¿Quéesesode quenovas aescogerentrelosdosmodelosquetehanpropuesto? Gabrielleserepantigóenlasilla,sabedoradequelaconversaciónseibaa extender unrato. —Porsupuestoquevoyaescoger,essoloquenovoyaelegirlosporsus músculos sinoporsusmentes,suestilo…Loquetransmiten. LasrisasdeTheollenaronlalínea. —Nosédequéteríes—sequejó,ofendida—.Noquierotratarloscomo unpedazo decarneconmúsculos. —Estásdentrodelmundodelamoda,Gabby.Nopuedescambiarelmodo enque funcionanlascosasaquí.Además,paravenderunproductonecesitasuna carabonitay unabuenadosisdemúsculos. Página18de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —Paraempezar,miszapatossontanestupendosquesevanavendersolos. Ypara terminar,¿quiéntehadichoquequierocambiarestemundillo?Talvezlo únicoqueme interesaesserfielamímisma.Puedequemimadreseaunpocoespecial, perome educóbajounanorma:quenoleshicieraalosdemásloquenoquisiera queme hicieranamí. —Siendo el caso, no puedo reprocharte nada. Sobre todo eso de que tus zapatosse vanavendersolos. Ellasonrióporsurespuesta. —Teloagradezco.Ahora,déjametrabajar. —Notanrápido.Antescuéntamealgo,¿cómoestátupreciosaayudante? Cuandome hallamadoparadecirmequehabíasorganizadounacomidalohasoltado decarrerilla, y antes de que pudiera responderle que por supuesto podías contar conmigo,meha colgado.¿Tanimpresionadaladejéquenoescapazdehablarme? —¡Vaya! Jamás pensé que vería esto o, mejor dicho, oiría esto de tus labios. —¿Dequéhablas? —De ti preocupado por una mujer —explicó, encantada de poder restregárselo—.Te conozco,estástanteándomeparaquetecuenteloquemehadichodeti.Y lopeorde todoesqueparecespreocupadoporello. Theoresopló. —Noescierto,ytampocoeslaprimeravezquetehablodeunamujer. —Esposible,perosolohablasdelasqueestánentupuntodemira.Nunca mehablas delasqueyahasdisparado. Theoestallóencarcajadasalotroladodelalínea. —¿Delasqueyahedisparado?PorDios,Gabby,quépocooriginaleres. Estosíque nomeloesperaba. —Disimulaloquequieras,amigo,perotuinterésporEmilyesraro.Muy raro.—Se callóunsegundoparaactoseguidoexclamar—:¡Diosmío!¿Nomedigas quefallaste estrepitosamenteyqueporesoestáspreocupado?¿Temesqueselodigaa alguien?— seburló,divirtiéndoseconlaconversación. —Esimposiblequeellatehayadichoeso.Estuveincreíble. Gabby rio con ganas. Feliz de dejar de lado, aunque fuera durante unos minutos,sus problemas. —Ella no me ha dicho nada. Pero tú sí que deberías plantearte a qué se debetu interés.Piensaenelloqueyotengoquetrabajar. —Deacuerdo,lopensaré,perodimequétehadichodemí. Gabriellesetragóunacarcajada. —Lo siento. Ya te he dicho que no me ha contado nada, seguramente porquea diferencia de ti a ella no le pareció memorable —dijo, y un instante después,sin Página19de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com esperarrespuesta,colgóconunasonrisasatisfechaenloslabios. Puedequeaellanolefueranbienlascosasenelamorypuedequesuidea inicialde emparejaraEmilyyaTheofuerasoloporunanoche,peroelhechode quesuasistente hubieraimpactadotantoasuamigoabríalapuertaanuevasposibilidades. Decididaa abordarlas, alzó el auricular del teléfono de su escritorio y marcó la extensiónde Emily. —Dime,Gabby.¿Necesitasquevayaatudespacho?¿Tehasreplanteadolo deverlas fotografías? —No,nosetratadeeso.Soloqueríaquesupierasquehepensadoquelo mejores quetútambiénvengasalacomidaconlosmodelos,alomejornecesito quetomesnota delaconversaciónoquemeayudesaelegir. Nohuborespuestaalguna. —¿Emily? —preguntó Gabrielle, preocupada porque se hubiera cortado —.¿Estás ahí? —Sí, estoy —respondió con nerviosismo—. Ahora mismo llamo al restaurantepara avisarqueseremoscincocomensalesenlugardecuatro. —¡Estupendo!Gracias.—Colgóconunaexpresióncalculadoraytriunfal enelrostro —.Parecequesíquelepareciómemorable—sedijo. PorprimeravezentodalasemanaGabriellesalióprontodeltrabajoy,en lugarde quedar con alguna de sus amigas de siempre para tomarse una copa y desconectardel trabajo, optó por irse a casa, darse un baño relajante y pasar la tarde tranquila. Tampoco le hubiera servido de mucho quedarse en la oficina, porque desdelafiesta estabaunpocoenlasnubesylecostabaconcentrarse. A pesar de que intentaba no pensar en ello, en multitud de ocasiones se encontrabaa sí misma rememorando la noche, el choque que había iniciado la conversaciónyloque siguió a continuación. No obstante, lo que más le atormentaba eran las decisiones posteriores que había tomado al marcharse en plena madrugada sin despedirse.De hecho se había planteado la posibilidad de averiguar su nombre y llamarle.Hacerlono habríasidomuydifícil,dadoquesabíadóndevivía.Sinembargo,siempre terminaba descartando la idea. Si él estuviera interesado en volver a verla podría indagarsu nombreconalgunodelosasistentesalafiesta. Además, tampoco era que necesitara añadir complicaciones a su vida y, sinduda,un tipoatractivoysegurodesímismoeraunafuenteilimitadadeproblemas. Intentando dejar la mente en blanco se sumergió en la bañera que había llenadode agua y de sales perfumadas e intentó relajarse. Salió cuando el agua se quedófríayse vistióconunacamisetaenorme,delasqueleregalabasumadrecadaaño porsu cumpleaños,yunosshortsviejos. Con el tiempo, Cecily había desistido de comprarle vestidos y ahora se centrabaen Página20de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com ocultarlascurvasdesuhijaconropaholgadayaburrida.Conquinceaños Gabrielle estabarellenita;contreintaeravoluptuosa,loqueenfatizabaeldeseode estadeocultar elcuerpodesuhija. Todavíanosehabíaacomodadoenelsofá,dispuestaavaguearviendola televisión cuandollamaronaltimbredearriba. Supo que tenía que ser alguien habitual para que el conserje le hubiera dejadopasar sinconsultárselo,asíquenosepreocupóporsuatuendo. Concuriosidad,seacercóalapuertayabrió. —Buenasnoches—saludóTheodesdedetrásdeunpardecajasdepizza detamaño familiar. Gabriellesonrió,encantadaporlasorpresayporlacomida. —Corre,entra,queseenfríanlaspizzas—dijoconguasa. Suamigofingióofenderse. —Yaveolomuchoquetealegrasdeverme. —Tú no eres comestible. La pizza sí. —Se dio cuenta de lo que había dichoenel mismoinstanteenquelaspalabrassalierondesuboca. —¿Estásseguradeeso? Conunamiradaquefingíaserexasperadaledioungolpeamistosoenel brazoaTheo yleindicóquesesentara. —Segurísima.¿Quieresunplato? —Porsupuestoqueno,¿porquiénmetomas?Loquesíquequieroesuna cervezay, talvez,unpocodeinformación. Asintióconlamiradaclavadaenél,suspicaz. —¿Quétipodeinformación? —¿Emilyestádisponible?Merefieroasisigueenamoradadesumarido. —¡Vaya!Estosíquenomeloesperaba—dijoGabrielleantesdedarsela vueltay encaminarsealacocina. Regresó con una cerveza para cada uno y un montón de servilletas de papel. —Estádisponible,perosilehacesdañotendrásquevértelasconmigo.¿He sidolo suficientementeclara? —Comoelagua. —Me alegro —explicó—, de que lo entiendas y de que te interese. Respectoasuex, solotediréqueesuncretino.Y,¿cómonaricessabesqueexiste? Durantelossiguientesdiezminutoshablaronpocoydieronbuenacuenta delacena. GabrielleestabahambrientaylaspizzasquehabíallevadoTheoeransus favoritas: cuatroquesosybarbacoa.Porellocedióydejóquesuamigopusierael canalenque retransmitíanelpartidodefútbolquequeríaver. EstabarecogiendolassobrasenlacocinacuandoTheoentróenellacon sumóvilen Página21de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com lamanoycaradedisculpa. —Losiento—musitóenunsusurro—.Mucho. —¿Quésucede? Letendióelteléfono. —Elpartidoestabaenlomásinteresante,tumóvilhaempezadoasonary he contestadosinquerer…Estumadre. —Tevoyamatar—articulósinpronunciarsonido. —Tehetraídopizzas—sedefendióenelmismotonosusurranteenque habíaestado hablando. —No compensa —volvió a articular Gabrielle al tiempo que cogía el móvilqueTheo letendía. —Hola, mamá —saludó mientras veía a su amigo escaquearse de la cocina. —Nada de “hola”. ¿Quién es el hombre que me ha cogido tu teléfono? ¿Tienesnovio ynoselohabíasdichoatumadre?¿Desdecuándotienesnovio?¿Quién es,Gabby? ¿Estásseguradequeesunbuenhombre? Suspiróresignadayladejóhablar. Cecily siguió encadenando preguntas hasta que, satisfecha, se quedó calladapara escucharlasrespuestasdesuhija. —Mamá,notengonovio.SoloesTheo,miamigoelfotógrafo. —Yadecíayoqueerademasiadobonitoparaserverdad—zanjólamujer entono resignado. Página22de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Lafamacuestayhayqueaguantarse ParaEmilyHooverlapeorpartedeldíaeracuandofinalizabalajornada laboraly teníaqueregresarasucasa.Lamismaqueantañohabíacompartidocon Phil,su,desde hacía seis meses, exmarido. La misma casa en la que no había nadie esperándola.Ni siquieraunamascotaalaquemimar. ComoGabriellehabíasalidoprontodelaoficina,Emilyhabíatenidoque quedarsea hacerfrentealasdudasdelosresponsablesdelacampañadelacolección masculina, de modo que las dos últimas horas habían sido frenéticas. Aunque las fotosconel modelo todavía no estaban listas, las del catálogo para las tiendas ya estabanen marcha. Encuantoabriólapuertadesucasasoltóelbolso,sinimportarledónde cayera,se deshizo de los zapatos y se dejó caer en el sofá del salón sin ganas de hacernada medianamenteproductivo. Tumbada en el mullido diván intentó dejar la mente en blanco por unos minutos, limitarseanopensarennada.Parasudesgracia,fracasóestrepitosamente. Lacarade TheodorStoneocupósucabezadesdeelinstanteenquelespresentarony, concada nuevo pensamiento, se acomodaba más en ella. Y para colmo de males, esemismodía sehabíavistoobligadaallamarle,ahablarconélporteléfono,yestaba tannerviosa queinclusolehabíacolgadoabruptamente.Laprimeravezquehablócon éllecontóde carrerilla todo lo relativo a su triste matrimonio y posterior divorcio. Estabaenmedio deunafiestaconunhombreguapísimoyencantadoryloúnicoquehabía sidocapazde decir era que ese día se cumplían seis meses desde que se había divorciado.Élselo tomóconunasonrisaypocoapocolafueencandilando,hastaquellegóa olvidarsede quiéneraPhilydelpapelquehabíatenidoensuvida. Lasegundavezquesevioobligadaahablarconéllecolgóantesdeque pudiera aceptarlainvitacióndesujefaparacomer. Suspiróresignada.Nuncaselehabíadadobienrelacionarseconhombres ydudaba queesofueraacambiarahoraquerozabaloscuarenta. Se obligó a incorporarse. Todavía tenía que ducharse, revisar las notas queestaba preparandoparasujefasobrelosdosmodelosconlosqueibanatrabajar yhacersela cena. Alhacerlovioquelaluzdelcontestadorparpadeaba. Se levantó, se quitó la chaqueta, que dejó en el respaldo del sofá, y se acercóhastael Página23de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com contestadorparapresionarelbotónqueaccionabalosmensajes. Estabacaminodelacocinacuandolavozlaretuvo.Asimilóquesetrataba dePhil antessiquieradecomprenderloquedecía. — Em, ¿va todo bien? Te he llamado varias veces al móvil y no has respondido. Llámame,porfavor. “Elmóvil”,pensó,mirandohaciasubolsoqueseguíaenelsueloaunos metrosdela entrada,juntoasuszapatos.Habíaestadotanocupadaquenohabíatenido tiempode mirarlo ni de volver a ponerle el sonido, que había desconectado para poder concentrarseeneltrabajo. La voz artificial y femenina del contestador le anunció que tenía dos mensajesmás, recibidosesemismodíaconunosminutosdediferencia. Esperódepiedondeestabaparaescucharlos. —Em, cielo, soy Phil, otra vez. Me ha llamado mi madre muy alterada para decirmequetehavistoennoséquérevistademoda.¿Vatodobien? ¿Que su exsuegra la había visto dónde? Impaciente por escuchar el siguientemensaje, quesospechabaseríadelamismapersona,seacercómásalaparato,como sipudiera intimidarloparaquesedieraprisa. —Hola,Em,soloqueríadecirtequeestáspreciosaenlasfotografíasde Womanon top.Supongoquetelashicieronenalgunafiesta.Escuriosoqueantesno fuerasa ninguna.—HizounapausayEmilycreyóquenoibaaañadirnadamás, perose equivocó—.Llámame y nos tomamos una copa juntos o tal vez prefieras salira cenar. Emily se quedó allí plantada unos segundos antes de ser capaz de reaccionar. Nopudodecidirquéeralomásalucinantedeloqueacababadesuceder, quePhilla hubiera llamado tantas veces, que la hubiera invitado a salir o haber aparecidoenuna revistademoda. Descalza como estaba, corrió por la casa para entrar en su despacho, encenderel ordenador y buscar en la web de la revista a ver si podía acceder a las fotografíasdel eventoorganizadoporlamisma.Seguramentetambiénhabríanaparecido enlaprensa escrita, pero era muy tarde para encontrar algún kiosco abierto y no se sentíacon pacienciaparaesperarhastaeldíasiguiente. La suerte se puso de su lado cuando encontró un banner enorme en el lateralderecho delawebquelaredirigióalasfotografíasquebuscaba. Notuvoquevermuchasantesdedarconunaenlaqueaparecía.Enella estabajunto aTheoStoneyambossonreían.Éllallevabaasidaporlacinturacomosi sedirigieran a un lugar en concreto. “Seguramente a su piso”, pensó Emily consternada.Había estado tan centrada en él que ni siquiera se había dado cuenta de que le habíanhecho una fotografía. Tal vez más. En el pie de la imagen la nombraban “acompañantedeTheo Página24de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Stone”. Suspiró y paseó el dedo por la pantalla, como si pudiera tocar a Theo a travésdeella. Elproblemaconlasfotografíaseraqueservíanderecordatorio.Comosi Emily necesitaradeaccesoriosparaeso. Pasóunpardeimágenesmás,peroenseguidaregresóalaprimera.No importabaque Philhubiesehabladodefotografías,enplural.Emilyestabaconvencidade quelas demáspalidecíanalladodelaqueestabaviendo.LapresenciadeTheola hacía especial. Él estaba muy atractivo e incluso ella misma estaba guapa, decidió. Los doslo estaban. Se podía decir que hacían muy buena pareja. En cuanto el pensamientoinvadió sumenteselevantóairadaconsigomismaporhabercaídoenlatentación desemejante pensamiento. Se ducharía y cenaría, tal y como había previsto, y se obligaríaasímisma aencontrarelsentidocomúnquehabíaperdidounanocheenunafiesta. De hecho, iba a tener que mantener la mente fría si pretendía sobrevivir sinhacerni decirningunatonteríaenelinminenteencuentroconTheoStone.Después detodoiban acomerjuntos;esosí,siellaeracapazdetragarbocadoydehablarde algomenos comprometidoqueelfracasodesumatrimonio. Página25de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Desdeesanoche… Dos días después de que Emily concertara el encuentro, asistente y diseñadora viajaban en el BMW de esta última hasta el restaurante en que iban a comercon TheodorStoneyconlosdosmodelosqueoptabanaserlaimagendela campaña masculinaqueGabrielleGibbsestabaapuntodelanzaralmercado. MientrasRobertconducía,laeficienteEmilypusoaldíaasujefasobrelo queibaa encontrarsealllegarasudestino. Blake Scott era el favorito de su asistente, comprendió Gabrielle al escucharlahablar sobre él. Se trataba de un exjugador de rugbi, escocés y retirado de los terrenosde juego por una lesión en el brazo. Su otra opción era Quinn Meyers, el modelogalésque habíaprotagonizadolassensualesescenasdelaúltimacampañadeDior. BlakeScott,porsuparte,estabasiendolaimagendeUnderweardeCalvin Klein, aumentandolasventasconsuimagendetipoduroysexy. —Resumiendo, que te gusta Blake porque tiene buen paquete —zanjó Gabbycon intencióndeavergonzarasuamiga. Sin embargo, la jugada no le salió como ella esperaba porque Emily ni siquierase molestóennegarlo. —Laverdadesquesí.Meextrañaquenoestésdeacuerdoconmigo. —Paraempezarnolohevistoy,paraterminar,conpaquetemereferíaa experiencia, asustrabajosanterioresnoasuanatomía—pinchóladiseñadora. —Por supuesto. Yo me refería a lo mismo. —Tras unos segundos en silencioEmily añadió—:Notepreocupes,aunquenolohayasvistotengolasensaciónde quetambién vaasertufavorito.Confíaenmí. Gabrielle no respondió cuando comprendió que Emily no iba a añadir nadamás.La miró con disimulo. Se mostraba más eficiente que de costumbre, lo que indicabaque estabanerviosa.Sonrióinternamentenoqueriendoalterarlamás. EstabaclaroquelaideadevolveraencontrarseconTheolepreocupaba másdelo que dejaba entrever. Y, por otro lado, Gabrielle seguía molesta con ella pornohaberle contadoningúndetalledesunocheconelfotógrafo.Denohabersidopor suamigo, nuncahubierasabidoacienciaciertasisutretaparaanimarasuasistente habíatenido eléxitoqueesperaba. Diez minutos más tarde Robert paraba el coche a las puertas del restauranteparaque ambas bajaran. En cuanto el coche se detuvo, Gabrielle salió disparada haciael Página26de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com restaurante, impaciente por llegar al cuarto de baño, mientras Emily se encargabade hablar con la recepcionista para que les dieran la mesa que tenían reservada. Cuando salió del escusado se tomó su tiempo para lavarse las manos y retocarselos labios; después de todo, iba a comer con dos modelos y un fotógrafo, pensóconuna sonrisa. Lo menos que podía hacer era estar a la altura de las circunstancias. Porúltimosacóelfrascodeperfumequesiemprellevabaenelbolsoyse vaporizó unpocoenelcanalillodelvestidonegroyajustadoenelpechoquehabía escogido paralaocasión. Quedó complacida con la imagen que el espejo le devolvía, aunque no tuvierael cuerpo escuálido que parecía ser sinónimo de belleza. Se miró desde variosángulosy constatóloqueyasabía:quesuspechosdestacaban,semirasepordonde semirase. Leguiñóunojoasureflejo,abriólapuertaysaliódelcuartodebaño. —Otropuntoparamilista:eresmáspreciosaalaluzdeldía—dijouna vozdetrásde ella. Se dio la vuelta con un respingo para toparse con el desconocido de la fiestaquela mirabaconunasonrisaperfectaenloslabios. —Hola,¡quésorpresa! —Agradable,espero—bromeóél,mirándolaconintensidad. —Porsupuesto.—Ledevolviólasonrisa,nerviosaporsuescrutinio—.Es soloque noesperabaquenosvolviéramosaencontrar. Había deseado volver a verle e incluso fantaseó con que, en lugar de desapareceren plena madrugada, le había dejado su número de teléfono escrito con carmínrojoenel espejo del baño, como había visto en algunas películas románticas. Pero tenerlefrentea ellaencarneyhuesoeramejorquecualquierensoñación. Vestidoderigurosonegro,igualqueella,susojosseveíanmásincreíbles yazules quebajolaescasaluzdelafiestaydesudormitorioenpenumbra. —¿Medirástunombreestavez?—Yañadióconpicardía—:¿Yquétalsi añadestu númerodeteléfonoallote? Mientrashablabahabíaidoacercándoseaellayahoraestabacasitancerca deélque podíasentirelcalorqueemanabadesucuerpo. Conlapielerizada,extendiólamanoparasaludarle. —Talycomotedije,mellamoGabby.Yaunquetengounpocodeprisasi medejastu móvil prometo grabarte mi número. —Sonrió, aunque ese precisamente noeraelmodo enquedeseabausarsuboca. —AsíquedeverdadtellamabasGabby. —Deverdad. Élsonriócomplacidoyasiósumano,peroenlugardeestrecharlaledio lavueltayse lallevóaloslabiosparadepositarunsuavebesoenlasensiblezonadela muñeca. Página27de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Cuandolasoltó,sindejardemirarla,buscóelteléfonoenelbolsillodesu chaquetay se lo tendió con cierta desconfianza, pendiente de cada uno de sus movimientos,como sinocreyeraquerealmentefueraadarlesunúmero. Algológico,dadoelmodoenquehabíadesaparecidodesupisotansolo unosdías antes. Gabrielle se dispuso a grabar su número, pero una idea la dejó parada antesde terminardegrabarlo. —¿Paraquéquieresminúmerodeteléfono? Élparecióconfundidoduranteuninstante. —Megustaríavolveraverte. —¿Porqué?Acordamosquesoloseríaunanoche. Yanoparecíaconfundidosinomásbiendispuestoaconvencerla,porque sonriódeun modoquehizoqueaellaselesecaralaboca. —Recuerdoperfectamentequelodeunasolanochefueideatuya.Yonote lodiscutí para que no huyeras. Lo malo es que soy un hombre y no puedo evitar quedarme dormidodespués.Quetemarcharasasínoentrabaenmisplanes. —Buena respuesta —aceptó Gabrielle, tendiéndole su teléfono con su número grabado—.Ahoratengoqueirme. Cuando cayó en la cuenta de que él no le había dicho su nombre iba andandohaciala recepción.Sediolavueltaantesdeentrarenelrestaurante. —Porcierto,nomehasdichocómotellamas. —Blake,mellamoBlake. —¡Quécasualidad!—murmuróparasímisma,peronollegóadecirnada másporque el maître se había acercado a ella para acompañarla hasta su mesa, haciendosaberal restodecomensalesqueeraunapersonaimportante. Incómodaporlaatenciónmiróporencimadesuhombro,peroBlakeya había desaparecidodelaentrada. Se fijó en el restaurante que había escogido Emily, un italiano cuya decoración imitaba las calles de piedra del típico pueblo de la Toscana, colorido y acogedor.Con mantelesllamativosyarcosdepiedraencadapuerta.Dejódeobservarel localcuando el maître se detuvo frente a su mesa. Tanto Theo como Quinn se levantaronpara saludarla con caballerosidad. Acababan de presentarle al modelo cuando notóque alguienmásseacercabapordetrásysecolocabajuntoalasillavacíaque habíaasu lado. —Sientollegartarde—sedisculpóelreciénllegado—,meheentretenido hablando conuna…buenaamiga. Gabrielle no tuvo que girarse para saber a quién pertenecía la voz. Acababadehablar conélysutimbretodavíaestabagrabadoensumemoria.Noobstante,por sitenía Página28de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com alguna duda, la piel se le había erizado solo con sentir su cercanía. Aun así,sediola vueltaconunasonrisadecortesíaenloslabios,dispuestaacerciorarsede quesus suposicioneserancerteras. —No te preocupes. Yo también acabo de llegar, al igual que tú me he encontradocon alguien. —Aunque por su tono no parecía afectada, interiormente estaba temblando. Fueelturnodeéldeextenderlamanoparasaludarla. Noparecíasorprendidooafectadoalsaberquiéneraenrealidadlamujer misteriosa de la fiesta, lo que desconcertó a Gabrielle. O era muy bueno ocultando sus sentimientososabíadesdeelprincipioquiéneraella. —SoyBlakeScott,esunplacerconocerte,porfin. —GabrielleGibbs.Lomismodigo.—Saludóconlasensacióndequesu comentario queríadecirmásdeloqueparecíaasimplevista. —¿Deconocerte?CreíaqueoshabíaisconocidoenlafiestadeWomanon top— apuntó Theo, fingiendo no estar seguro de lo que decía—. ¿Verdad, Emily?—inquirió centrandolaatenciónenella.¿Nolosvimoshablarenlabarra? Laaludidamiróasujefacondecisión. —Es posible. Conocimos a mucha gente esa noche. ¿Por qué no nos sentamos?—dijo tomandoelcontroldelasituación. Gabriellenodijonadaalrespecto,peromiróasuasistenteconauténtico agradecimiento. Theo, por su parte, se mantuvo fuera de su campo de visión,consciente dequesuamigaechabachispasporlosojos.Aunasí,sucomentarioera unapequeña venganzaporlomuchoquesehabíadivertidoasucostaconeltemadesu interésen Emily. Mientras seguían las presentaciones, Gabrielle intentó serenarse. Le parecíaincreíble que tanto Theo como Emily supieran quién era Blake y que ambos se hubierancallado hastaesemomento. Porotrolado,enlafiestanoseescondieron.EllayBlakesesentaronenla barray mantuvieronunaconversaciónlargayanimada,ytambiéneraciertoque semarcharon juntos,peroerademasiadosuponerquehubieranterminadoenlamisma cama,¿no?Tal vez Emily no había pensado en esa posibilidad, por lo que podía perdonarla.No obstante,Theosíquelohabríapensado,dadoquedecadaciencosasque pasabanpor su cabeza el noventa por ciento tenían que ver con el sexo, y aun así no habíatocadoel tema para asegurarse. Ni cuando se presentó con pizza en su casa ni cuandolallamó paradecirlequeaceptabacomerconellaylosmodelos. Un camarero se acercó para tomarles nota de las bebidas y Gabby optó porun Martini. No solía beber alcohol, pero la situación en la que estaba la animóa tomárselo,añadiendounaaceitunaextraalcombinado. Blake no dejó de provocarla todo lo que pudo y, aunque ella intentó concentrarseen Página29de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com la conversación, le costaba horrores olvidarse de la rodilla masculina rozandolasuya odelamanoqueletocabaelbrazocadavezquetomabasucopa. Lahorasiguientefueinfernal.Lacomidaestabadeliciosaylacompañía era agradable, pero estar sentada al lado de Blake lograba que nada más importara,yaque apenaseracapazdeconcentrarseennadaquenofueraél. Nisiquieraelsentidocomúnlograbaimponersealassensacionesquesus constantes rocesycariciasdespertabanensucuerpo. EsforzándoseporseguirlaconversaciónsefijóenQuinn.Eraguapo,eso saltabaala vista,perotambiéneraeducadoytranquilo,consideradoy,porsumodo deactuar, bastanteequilibrado. Mientras que Blake era un remolino inquieto, Quinn era la clase de personaconlaque alguienpodíarelajarseyconfiar. Y si hacía caso a su instinto, Quinn era lo más alejado al concepto de hombrequela marca Gabrielle Gibbs intentaba ofrecer. Ella pretendía mostrar a un hombre masculino,vanguardista,eleganteysofisticado.Noobstante,Blake… —Puedo escucharte pensar —le dijo él inclinándose hacia su oreja con unasonrisa. —Bueno,paramíhasidounasorpresaencontrarteaquí. Blakearqueóunaceja,confuso. —Paramítambién.Nohesabidoquiénerashastaquetehevistoacercarte alamesa. HetrabajadoconQuinnenvariasocasiones,asíquemeheimaginadoque Gabbyerael diminutivodeGabrielle. GabriellenodijonadaporqueTheoatrajosuatenciónsobreunostemas parala campaña. Blake también pareció interesado en la conversación e incluso aportóvarias ideasqueaellaleparecieronbrillantes. Laveladasiguióelmismocursoy,aunquetantoEmilycomoellatenían asuntosque atenderenlaoficina,sequedaronmástiempodelprevisto. Cuandollególahoradelasdespedidas,Blakevolvióabesarlelamuñeca, sin importarlequiénpudieraverle,yasusurrarlequelallamaría. Cuando salió del restaurante con Emily, camino del taller, Gabrielle se quedóconla sensacióndequesehabíametidoenunproblema;muyatractivo,peroun problemaal finyalcabo. Página30de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com ¿Seronoserpolíticamentecorrecta?Esaeslacuestión Gabrielle sabía que estaba en un aprieto se mirase por dónde se mirase. Teníaque escogeraunodelosdosmodelosquelehabíanpropuestoparalanueva campañaque tantotrabajoleshabíacostadopreparar.SisequedabaconQuinnMeyers, BlakeScott creeríaqueescogíaasurivalporquepretendíaserprofesionalylanoche quehabían pasadojuntosleimpedíadecidirseporél.Porotrolado,sisequedabacon BlakeScott cabía la posibilidad de que tanto Theo como Emily, o cualquier persona queloshubiera visto juntos en la fiesta, llegaran a la conclusión de que el motivo de su eleccióniba másalládeloqueeramejorparalafirma.Perolorealmentepreocupante eraque, aunqueQuinnMeyerseraatractivoysensual,laimagendechicomalode Blake representaba a la perfección al hombre que Gabrielle había imaginado cadavezque dibujabaloszapatosycomplementosparalafirma. Yporsiesonofuerasuficiente,atodoloanteriorseleincrementabael detalledeque Gabby quería volver a ver a Blake. Y no precisamente en un entorno laboral. Lo que la llevaba a cuestionarse su propia ética laboral. Nunca se había interesado porningúncompañerodetrabajoosubordinado,hastaesemomento. De hecho, cuando interrogó a Emily respecto a su silencio, su amiga la había tranquilizado al explicar que no se lo había dicho porque no quería que creyeraque dudabadesuprofesionalidad.Además,estabaseguradequesilehubiese dichoquién era Blake, Gabby se habría sentido incómoda desde el principio, tal y comolesucedía aellamismaconTheo. El problema era que, por mucho que Gabrielle se hubiera dicho que su encuentrocon Blakehabíasidolalocuradeunanoche,quelehubierapedidosunúmero deteléfonoy que se despidiese con un “te llamaré” la confundía y alegraba al mismo nivel. Sin embargo, había que añadir un nuevo “pero” a todos los anteriores: habíanpasado dos días desde que le prometió que se pondría en contacto con ella y todavíanose había dignado a hacerlo. Ni siquiera le había enviado un mensaje para hacerlesaber queseguíainteresado. Tal vez su madre tuviera razón y necesitaba ponerse a dieta, pensó, enfadadacon Cecilyporrepetírseloconstantemente.Yconellamismaporplanteárselo. En otras circunstancias ni se le hubiera pasado por la cabeza. Ella era comoerayle gustaba su cuerpo. Puede que hubiera momentos en los que se ofuscaba porquetalo cual vestido no le sentaba como ella quería; sin embargo, como norma general,se Página31de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com gustabaasímisma.ElproblemaeraqueconBlakenadaeracomosolía ser. Élestabaacostumbradoalasmujeresescuálidasconlasquetrabajabay, encima,su primer encuentro había sido tan explosivo que no le quedaba ningún misterioquele hicieraquererconocerlaunpocomás. Antesdedarsecuentadeloquehacía,teníaelmóvilenlamanoyestaba dandotono. —¿Estásbien?¿Hapasadoalgo?—preguntólavozalteradadesumadre desdeel otroladodelalínea. —Nohapasadonada.¿Porquéerestannegativa?—lerecriminó,molesta consigo mismaporelmomentodedebilidadquelahabíaempujadoallamarasu madre. —Nosoynegativa.Esquetúnuncamellamasanoserquehayasucedido una catástrofe. —¡Muyingeniosa! —Nopretendíaserlo.Eslaverdad. Sediocuentadequeeltonodesumadredestilabaunpuntoderesignación yotrode tristeza.Gabrielle,queyasehabíaarrepentidodelarrebato,semordióla lenguapara noresponderalsarcasmodesumadre. —Te llamaba para invitarte a comer —dijo, consciente de que iba a arrepentirsemás tarde. —¿Porqué?—preguntóalzandolavozporlasorpresa. —¿Tienequehaberunmotivoocultoparaqueinviteamimadreacomer? —Ya empezabaasentirsefrustrada. —Sí.Asíque,cuéntameloydéjatederodeos. Titubeóunossegundos. —Necesitounconsejomaterno.Sobre…hombres. Pudoimaginarseelbrilloenlosojosdesumadreylasonrisadeorejaa oreja.Estaba dándole munición para que la acribillara con consejos de nutrición y de vestuario. Su madre a punto estuvo de demostrarle a su hija lo mucho que le emocionabael gesto,peroconociendoelcarácterdeGabrielleseabstuvodehacerloyse limitóa informarla que si pretendía comer con ella iba a tener que aceptar que escogierael restaurante. —Supongoquetienesenmentealgunovegetariano. —Exactamente. Te mando un mensaje con la dirección. ¡Sé puntual! Ya sabeslo muchoquememolestaesperar. —Sí,mamá. Soltóunbufidoencuantocolgó. Noesquenoquisieraasumadreoqueestanolaquisieraaella,nadamás lejosdela realidad. El problema entre ambas era que tenían ideas sobre todo y desgraciadamente nocoincidíanenninguna.YelcarácterentrometidodeCecilynoayudaba aque Página32de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Gabrielle se relajara en su presencia. Sabía que no era lo que su madre habíaesperado quefueraylapresióndesaberloresultabaunimpedimentoenlarelación que mantenían. Una relación que había sido maravillosa de niña y que comenzóa tambalearsecuandocumpliólostreceañosysucuerpodeniñacomenzóa desarrollarse.Ysusobrepesosehizomásevidente. Todavía estaba intentando asimilar que hubiera llamado a su madre cuandosonaron unosgolpesenlapuertadeldespachoylacabezadeEmilyasomóporuna rendija. Alversuexpresiónnollegóaentrar. —¿Estásbien? —No.Pasa. Emilyentróconunacarpetaenlasmanos. —¿Quéhapasado?¿Teencuentrasmal? —Hequedadoconmimadreparacomer. —¡Oh!Yaveo.¿Nohaspodidodarleunaexcusaconvincente?—Suamiga sonrió—. Normalmenteeresmuyimaginativa. —Esmuchopeor.Laheinvitadoyo. —¿Porqué? No supo cómo asimilar la sorpresa de su amiga. ¿Era bueno o malo? ¿Quéclasede hijaera?DescartólaideaalrecordarlaclasedemadrequeeraCecily. —Creoqueestoyperdiendolacabeza. SuasistentenoselorebatióyGabrielleseplanteóquésignificabaeso. Cuando llegó al restaurante su madre ya estaba sentada a la mesa revisandosumóvil,lo quehizoqueGabbysesintieraunpocomejor.Puedequehubieraactuado porinstintoal llamarla,peroelequilibriosehabíavueltoarestableceralllegartardea sucitacon ella. No obstante, no hubo ningún reproche, lo que volvió a desnivelar el equilibrioen favordeCecily. —Hola,hija. —Hola,mamá.Sientollegartarde—dijobesándolelamejilla. —Notepreocupes,cariño.Entiendoloocupadaqueestás. Gabrielleparpadeósorprendida,peronolonegó. Antesdequepudieranretomarlaconversación,llegóelcamareroconla cartayuna bandejaconcruditésysalsadeyogurpicante.Inmediatamentedespuésles tomónotade las bebidas. Como era muy consciente de que su madre la observaba, se cuidódeponer mala cara y miró el menú en busca de algo que la atrajera y que sustituyerasuansiade comercarneroja. Sedecidióporunabrandadadecoliflorconmembrilloyhummusconpan depita. —¿Quétaleneltrabajo?—preguntóCecilymientrascomían. Página33de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —Bien,comosiempre. —Entonces…¿Noscentramosdirectamenteenloquetepreocupa? Gabriellemiróasumadre,quenoseandabaporlasramas,ydejóelpan enelplato. —Megustaunhombre,peronosésideberíallamarle. —¿Y por qué no ibas a hacerlo? Ya no estamos en la época en que las mujerestenían queesperaraqueelhombredieraelprimerpaso. —Nosetratadeeso.Esquefueélquienpidióminúmeroyelquedijoque me llamaría.Silohagoyopuedequeparezcadesesperada. Cecilylamiróconinterés. —¿Decuántotiempoderetrasoestamoshablando? —Dosdías. —Aver,puedehaberlesurgidounproblemaurgente,peroesosolocubre lasprimeras veinticuatrohoras.Tambiénpuedequequieraponertenerviosa,peropara esosería suficiente con que te hubiera tenido en vilo hasta esta mañana. Aun así tienehastalas docedeestanocheparallamarte.Sinolohace,olvídatedeél. —Peromegusta—sequejó,actuandocomounaniñapequeña. Yasabíaquenoerabuenaideapedirleopiniónasumadre. Cecilyseencogiódehombros. —Peroalparecertúnolegustasaél,cariño.Anoserquetellamehoy, todoestáen el aire. —Se detuvo al ver la expresión dolida de su hija, pero tenía que decirlela verdad aunque le hiciera daño—. Siento ser tan franca, pero realmente creoquesile gustarasyatehabríallamado. —Supongo que tienes razón —accedió, al menos era lo que ella había esperado. —Tengolasensacióndequenecesitashaceralgonuevocontuvidaycon tucuerpo. —Mamá—dijoentonodeaviso—,nomevoyaponeradieta. —No era eso lo que estaba a punto de proponerte antes de que me interrumpierasde unmodotangrosero.Enrealidadestabapensandoenungimnasio.Como dices,las dietas no son para ti. Lo intentamos cuando eras más joven y nunca funcionó,yes evidente que tienes un cuerpo voluptuoso al que sabes sacar partido. Lo únicoque necesitasesreafirmarloy,quizás,perderunpocodevolumen,perosobre todo,el ejercicio te ayudará a vaciar tu mente de pensamientos negativos y a enfocarun objetivo. “¡Surrealista!”,pensóGabrielle.¿Habíadicho“unpocodevolumen”?¿De verdad habíaescuchadobien?¿Eraposiblequesumadreseestuvieraablandando conlaedad? —Además, en los gimnasios hay hombres. Hombres atractivos y musculados.Quizás puedesprobaraapuntarte.Haymuchasposibilidadesdequeconsigasno soloun cuerpodecenteyunamenteactiva,sinotambiénunacitaparasalir. —Esoestaríabien—musitópensandoenvozalta. Página34de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —¡Maravilloso! En cuanto comamos te llevo a mi gimnasio para que te hagassocia. Te va a encantar Rick, es un entrenador estupendo. Además, el gimnasio tieneunas instalacionesfabulosas.Teaseguroqueeselmejordelaciudad. —Mamá,nocreoque… —¿Por una vez en tu vida puedes dejar de quejarte y hacerle caso a tu madre?Sin protestas.Estoyseguradequeesexactamenteloquenecesitas. Gabbyseencogiódehombrossabiéndoseacorralada. —Supongoquepodría. Página35de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Paraserfelizhayquesudarlacamiseta El problema no era que se hubiese dejado embaucar por su madre. El problemafueque nisiquieralediounrespiroparaqueGabrielleencontrarunescape. Después de la comida, Cecily la había arrastrado a una tienda de ropa deportivayla habíaobligadoadejarseunapequeñafortunaenequipamientodeportivo. Ynocontenta coneso,lahabíaempujadohastaelgimnasioysehabíaquedadojuntoa ellamientras suúnicahijafirmabasusentenciademuerte. Porotrolado,sieltipoqueleestabadandoelaltaenelgimnasiosentaba precedente deloqueibaaencontrarseallí,lapequeñatorturaquepagaríadurantelos próximos meses merecía la pena, porque el moreno de ojos oscuros y labios sensualeseratan guapo como cualquier modelo que hubiera conocido nunca. Sus ojos verdeserantan brillantesqueresultabacomplicadoapartarlamiradadeellos. —Gracias,Rick—dijoCecilyenuntonoexcesivamenteamable. —Yasabesloqueopinosobrelaschicasguapas.Cuantasmás,mejor. Su madre se rio como una quinceañera y Gabrielle casi habría podido jurarquese sonrojótambiéncomounadeellas. —Como has venido preparada —apuntó Rick, señalando las bolsas que habíadejado sobreelmostrador—,¿quéteparecesiteapuntasamiclase? —Bueno,nosé…Talvez… —Estupendo.Empiezaendiezminutos.Tienestiempoparacambiarte— asegurósin darleopciónanegarse. —Yonopuedo,quetengoplanes—explicóCecilyaunquenadielehubiera preguntado. Tomóasuhijadelbrazoyselallevódeallíparaindicarledóndeestaban los vestuarios. —Ahora que ya está te enseñaré el vestuario. Rick te ha dado la taquilla juntoala mía. —¡Québien! —¿Verdadquesí?Ahorayanosepasaránlassemanassinquesepanada deti. ¡Podremosvernoscadadía! Despuésdecincominutosdeplegarlelaropaquehabíancomprado,por finse marchó. Gabriellesediocuentadequeelgimnasioseasemejabamásaunspa;al menos,si Página36de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com teníaencuentaelvestuario. Había desde una sauna hasta una zona con piedras calientes para calmar losmúsculos doloridos tras el ejercicio. Duchas con chorros terapéuticos y un calentadordetoallas. Estaba a punto de abandonar el vestuario cuando el móvil comenzó a sonarleenla taquilla.RespondiósoloporqueeraEmily. —¿Dóndetehasmetido?—inquirióantessiquieradesaludar. Normalmenteaesahoraestabatrabajandoensuoficinadeltaller. —Sitelodigonotelocreerías—explicóconunasonrisaenlavoz. —Ponmeaprueba. —Estoyenungimnasio. —Tienesrazón.Notecreo. —Pueslamentodecirtequeescierto.Mimadremehaliadoyaquíestoy. Acabode hacermesociaporunañocompleto. Emilysoltóunarisita. —Si tu madre está de por medio te creo. Te dejo, ya me lo contarás al detalle. —¿Noteapetecehacerunpocodeejercicio? —Adiós,Gabby—fuelarespuestadivertidadesuasistente. Despuésdequesuamigacolgarasediocuentadequenolehabíadichoel motivode sullamada.Noledioimportancia,seguramentequeríasaberporquéno habíavueltoal trabajootalvezpretendíaayudarlaaescapardeCecily,aportándoleuna buenaexcusa. Excusasqueaellayanolequedaban.Teníaquesalirdelvestuariodeuna vez. Resignada a lo que le esperaba abandonó la tranquilidad y se adentró en unasala enorme, llena de máquinas de musculación, cintas de andar y bicicletas estáticas.Erael centrodelgimnasioyteníaladimensióndeunosgrandesalmacenes.De loslateralesse abríanotrassalasacristaladasenlasquehabíasteps,esterillasybicicletas de resistencia.Envariasdeellas,además,lapareddelfondoestabacubierta porespejos que iban de lado a lado de la misma. Tres salas estaban ocupadas y la músicaquesalía deellasseentremezclabaconladelasalaprincipal. ComoRickestabaenelcentrodeladelasbicicletas,entró. Duranteelpaseosefijóenlagentequehacíaejercicioenlasmáquinas.La mayoría hombres,yteníaquedarlelarazónasumadre:casitodosestabandemuy buenver. Estaba claro que el ejercicio no solo otorgaba cuerpos esculturales sino tambiénpelos increíblesysonrisasperfectas. —Gabrielle, ponte aquí, por favor —dijo Rick al verla entrar. Había indicadola primerahileradebicicletas—.Asímeharéunaideadetuestadofísico. Aregañadienteshizoloquelepedía.Sesentíacomounaadolescenteala quehabían castigadoenlaprimerafiladelaclase.Lachicadelabicicletadeallado lesonrió solidaria. Era pelirroja, con los ojos verdes y la nariz llena de pecas. Delgada,muy Página37de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com delgada.Tantoquesucuerponomostrabaningunacurva.Quenofueratan perfecta comolamayoríadelosquesehabíaencontradoallí,susonrisaamabley elqueno llevaramaquillaje,hizoquelecayerabieninstantáneamente. —Vamos a empezar —dijo el monitor subiendo a su bicicleta. Los músculosdesus brazos se marcaron cuando se inclinó para regular la resistencia de pedaleo. Gabrielle parpadeó, sorprendida de que Rick mejorara tanto con cada mirada. —Es muy guapo, ¿verdad? —preguntó la pelirroja con una sonrisa soñadora. —¡Loes!—concediófrunciendolafrente. —¡Vamosacalentar!—anuncióRick,instandoalaclaseapedalear. —Por cierto, soy Alana. —Le tendió la mano sin soltar la otra de la bicicleta,como si temiera caerse a pesar de que era estática—. Pero me puedes llamar Lana,todoel mundomenosmimadrelohace—explicósonriendo. —Gabrielle,perollámameGabby.Encantada. LaconversaciónnodioparamásporqueRicklashizosudardelolindo. Cuando terminó la clase las piernas de Gabrielle apenas eran capaces de sostenerla,yLana tuvoquesujetarladelbrazoparaimpedirquesefueraalsuelocuandose bajódela bicicleta. —¿Estásbien? —No—confesó,ylasdosrieronagotadascomoestaban. —Ven,nostomaremosunzumosinazúcarybajoencalorías. —Suenabien. A un ritmo más bien lento, con el que tantearon sus fuerzas, se encaminaronhastala zonadelbar,quesesituabaalotroladodelarecepciónyqueaGabbyle habíapasado desapercibidaalentrar. —Nollevouncéntimoencima.Vamosapasarporelvestuarioantes. —Notepreocupes,songratis.Tienenqueserloconloquenoscobrande cuota. Ambas entraron riendo por la ocurrencia de Lana. Si bien era cierto, no porelloel comentariodejabadesercómico. Lana se dirigió hacia una mesa al fondo e hizo que Gabrielle tomara asiento. —Lo mejor es que confíes en mi criterio. Los he probado todos y, a excepcióndelque voyatraerte,ningunoestáprecisamentebueno. Con una sonrisa alentadora hizo un gesto con la mano que indicaba que adelante,y Lananoesperóaquelovocalizaraparadirigirsehastalosexpendedores dezumos. Mientrassunuevaamigallenabadosvasos,sededicóaobservarloquele rodeaba. El local era del mismo tono blanco azulado que reinaba en el gimnasio. Lasmesasy lassillaseranblancas,conunespaciolateralparalosvasosdeplásticoy loszumosy unpardemáquinasquedispensabanproductosmásfuertes,comobarritas energéticas, chocolatesorefrescos. Página38de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Al igual que en la maxisala de musculación, había gente desperdigada: algunos sentados,otrosapoyadosenlabarraconunvasodeplásticoenlamano… Unaparejaatrajosuatenciónporquelachica,unamorenadespampanante, sereíade unmodotanexageradocomofalso.Noobstante,fueeltipodepelorubio oscuroquela acompañaba el que captó su atención. Sus pantalones cortos dejaban a la vistasus increíbles piernas al igual que la camiseta negra de tirantes que llevaba puesta.Apunto estuvo de levantarse de un salto y protestar cuando la morena puso sus zarpassobresus bícepsaltiempoquesereíaconunacarcajadaestrepitosa. SeguíaobservándolecuandollegóLanaysesentófrenteaella. —¿Aquiénmiras?—inquiriótrasdejarlasbebidassobrelamesa. Comosisuacompañantesupieradequéibaelasuntodijo: —Asíqueporesapornomehallamado. Página39de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Sinoloveo,nolocreo SiLanayalehabíacaídobiendesdeelprimermomentoenquelehabló, queno pareciera escandalizarse ni apenas se inmutara por lo que acababa de contarlesobre Blaketodavíaaumentósusimpatíaporella. Trascambiarsedesitioparanoverniservistaporeste,habíapuestoauna completa desconocida al corriente de su reciente vida sentimental. Algo que le costabahacer inclusoconlosamigosmásíntimos.Sinembargo,habíaalgoenLanaque inspiraba confianza. —Normalmente no le contaría estas cosas a una persona que acabo de conocer,pero lascircunstanciashanvenidoasí. Lanaasintió,deacuerdoconella. —EstoylocaporRick—ledijoparaequilibrarsuconfesión—.Dehecho soyalgo asícomounaacosadora. Gabriellesonriótraslasorpresa. —¿Acosadora? Esas son palabras mayores. No tienes pinta de eso. —Se rio. Lanaseencogiódehombrosconunasonrisa. —Digamos que soy una miniacosadora. O tal vez una acosadora en prácticas. Gabbyrioyasindisimulos. —Deacuerdo.Eresunaacosadora. Lanaasintió,complacidaconlaaceptacióndesunuevaamiga. —Rickyyosomosvecinos.Vivejustoencimademí,yhededecirqueese hechoes pura casualidad, porque hasta que no vino a mi empresa no supe que existíaymucho menos que vivíamos en el mismo edificio. Llevo una compañía que se dedicaala programacióninformáticayaldiseñográfico. —Tienesrazón,erestodaunaacosadora—ironizóGabrielle. —Esperayverás. —Deacuerdo.¡Sorpréndeme! —Como decía, se puso en contacto conmigo para que le diseñáramos la webdel gimnasio.Paraquequedaracomopedíatuvequetrabajarcodoconcodo conél,ycomo agradecimientoporelresultadoyporcómoseduplicaronlosbeneficios delgimnasio desdequeestaestáactiva,Rickdecidióofrecermeundescuentoenlacuota desocio. —Meparecefatalquetequejesdelpreciocuandotúeresunaprivilegiada —seburló ladiseñadora. Página40de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —Bueno,sí,tienesrazón.Elcasoesquemeaprovechédeesoyahorale acosoensu propiacasa.Laúnicapartequemeredimeesquellevounmesdetortura sinqueme hagaelmásmínimocaso.Asíque,sipiensasquetuvidaamorosaesun desastre,fíjate enlamíayrelájate. —Teganoporgoleada,porquenotengoniideadecómovoyasalirde aquísinque mevea. Lanasepusodepiedeunsalto. —Esodéjameloamí.Loúnicoquetienesquehaceresevitarelcontacto visual:nole miresyélnoteverá. —Esosuenaunpocoaloquehaceelavestruzyestoyseguradequenole suele funcionar. —¿Algunaotraidea? Gabriellenegóconlacabeza. —Puesvamosaello—dijoalaesperadequeselevantaradeunavez. Pococonvencidadelaefectividaddelasoluciónqueleproponían,Gabby sepusoal lado de Lana y le siguió el paso mientras esta se desplazaba a toda velocidadporel bar. —¿Gabby?—preguntóunavozmasculina. —¡Mierda! Nos ha pillado —se quejó Lana—. Párate y hazte la sorprendidao quedarásfatal. La aludida cumplió con lo que le decían, no sin antes fulminar a su recienteamigacon lamirada. Mientras ambas dudaban entre moverse o quedarse donde estaban, Blake llegóhasta ellas. —Hola, Gabby —saludó acercándose a ella para darle un beso en la mejilla. Ellasetensóenrespuesta,seguradequelohabíahechoparaponercelosa asucita. —Hola, Blake, qué sorpresa verte aquí. Esta es mi amiga Lana —les presentó, rezandoparaqueLanasedieraporaludidaynoladejaraasolasconél. Aregañadientes,apartólamiradadeellaparasaludarasuacompañante. —Hola,Lana,encantadodeconocerte. —Igualmente,Blake. —No sabía que vinieras a este gimnasio. No te había visto antes — comentó,reacioa terminartanprontolaconversación. —Esquesoynueva.—Yañadióporsilequedabaalgunaduda—:Hasido una recomendacióndemimadre.Quécasualidadquenosencontráramos. —Unamaravillosacasualidad. —Sí,supongo—dijomirandoaLanaenbuscadeayuda. —Tenemos que irnos a la ducha o llegaremos tarde a lo demás — improvisóLana. Página41de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —¿Lodemás?—preguntóBlakefijandolamiradaenlapelirroja. —¿Perdona?—respondióesta. —Mepreguntabaquéeralodemás. —Ah, cosas de chicas —zanjó sin ninguna idea mejor—. No queremos aburrirte. Además,tuamigateespera. —Porsupuesto—aceptómirandohacialamesaenlaquehastahacíaunos minutos estaba sentado—. Me ha alegrado mucho verte, Gabby. Encantado de conocerte,Lana. Estaúltimaasintióconlacabezamientrasladiseñadorasedespedía. Cuando llegaron a la puerta de los vestuarios las dos estaban de los nervios. —¡Madremía!Esehombrees…Impresionante.Todavíametiemblanlas piernassolo pormirarle.Meencantanloshombrescontatuajes—chillóLanaconun dejehistérico enlavoz. —Amítambién. —Buenas tardes, Lana, deberías haberte duchado en cuanto terminó la clase.Noes bueno ir por ahí sudada. Hola, Gabby —saludó Rick con el ceño medio fruncido. Entraron en el vestuario, que ya estaba vacío, antes de retomar la conversación. —Dimequenomehaoídodecirloquehedicho—pidióLana. —Notehaoído. —Deacuerdo,ahoradímelocomositelocreyeras. Gabrielle rio, todavía nerviosa por el chute de adrenalina que había sentidoalvera Blake. —Nopuedo.Estoyseguradequelohahecho. —¡Quévergüenza! —Deesonada.Vergüenzaél,queteharegañadocomosifuerasunaniña. —¿Túcreesquemeveasí? —No, lo que creo es que no le ha sentado bien oírte hablar en esos términosdeotro hombre—explicóGabby,convencidadequeeltonodeRickhabíasidode enfado. —Nolocreo. Lanaesbozóunasonrisatristemientraspensabaqueesosoloseríaposible sisintiera algoporella,ysaltabaalavistaquenoeraelcasoniprobablementefuera aserlo nunca. —Yonomesorprenderíasielpróximodíaaparececonuntatuajeenorme enelpecho —seburlóGabrielledemejorhumor. Media hora más tarde, mucho más tranquilas, salieron del vestuario charlando animadas. Estaban intercambiando los números de teléfono cuando Lana sediocuenta dequesehabíadejadolatoallaenelvestuario.Gabrielledecidióesperarla mientrassu amigaentrabaaporella.Sinnadamejorquehacer,sequedóapoyadaen lapared mirandoalagentequeibayvenía.Fueporesoquevioinmediatamentea Blakesalirde Página42de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com la cafetería y caminar directo hacia ella. Su expresión era indescifrable, peroensu favorhabíaquenotarquesehabíadejadoasuamigaenlamesa. Gabrielle le ofreció una sonrisa que pretendía ser alentadora y esperó mientrasél seguíaacercándose.LaaparicióndeLanahizoquevolvieralacabezapara mirarasu amigayque,cuandofijaradenuevosuatenciónenBlake,sedieracuenta dequeeste habíadadomedíavueltaparaentrardenuevoenlacafetería.Nohabíaotra explicación quejustificarasurápidadesaparición. —Creoqueestoyempezandoatenervisiones—bromeóGabby. —Normal,túamigoesunaauténticavisión. —Nuncamejordicho. Cuandollegóaltaller,Emilysehabíamarchadodejándoleunanotapara decirlequese había ido pronto a casa porque tenía planes para esa noche. No le había dichoenqué consistían ni con quién eran, pero Gabrielle estaba segura de que implicabanacierto fotógrafoamigosuyo. De modo que abrió la lista de reproducción de música del ordenador, seleccionóla cancióndeBanksacordeconsuestadodeánimoysedispusoautilizarel trabajopara olvidarsedelhechodequelasdocedelanoche,horaquehabíapuestosu madrecomo tope,cadavezestabamáscercaysumóvilseguíasinsonar,apesardesu inesperado encuentroconBlake. Página43de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Deocaaocaytiroporquemetoca Emily estaba comenzando a preocuparse casi tanto como a molestarse. Phil,su exmarido, llevaba días llamándola e invitándola a salir y, al no obtener respuesta,se habíapresentadoeneltalleralahoradecomerparaasegurarsedequeno pudiera ponerunaexcusa. Nunca en todos los años que había durado su matrimonio se había presentadopor sorpresa para llevarla a comer. En otras circunstancias se habría sentido molestao incluso incómoda, pero los seis meses de separación habían hecho maravillasconsus sentimientos,oconfaltadeellos.Sihubierasentidoalgoporélsehabría lamentado porque ahora que estaban divorciados se preocupara más por ella que cuandoestaban casados.Sinembargo,enesosmomentosloúnicoquelepreocupabaera darconel mododedesalentaraPhilparaquedejaradellamarlaybuscarla. ElqueGabriellehubierasalidoacomerleimpidióalegartrabajoextray sevio obligadaaaceptarlainvitacióndePhil. PoresemotivoEmilyseencontró,porprimeravezensuvidayesperaba quetambién porúltima,conunacitaparacomerconunhombreyunacitaparacenar conotro distinto. Con uno de ellos por compromiso; con el otro por placer, por muchoqueselo quisieranegarasímisma. Tras la comida con los modelos a la que había acompañado a su jefa, Theo,el fotógrafo con el que flirteó en la fiesta de Woman on top, la había acorraladopara pedirleunacitaynohabíatenidomásremedioqueaceptar,porqueTheo eralaclasede hombrequesabíacómoconvenceraunamujer. Lacitaparacomerconsuexmaridohabíasido…extraña,afaltadeuna palabra mejor.Enlasdoshorasquehabíanestadojuntos,hablaronmásdeloque hicieronen todossusañosderelación.Además,Philparecíaencantadoconella,como silosseis meses anteriores, en los que la había ignorado, la hubieran metamorfoseadoenuna personasumamenteinteresante. —Estabas preciosa en las fotografías que sacó la revista —dijo con una enorme sonrisa—,cuandoestábamoscasadosnuncateinvitabanaestoseventos. —Lo hacían. Gabby siempre me pedía que la acompañara, pero yo no queríadejarte solo. —Podríahaberidocontigo. Emily se calló que él nunca quisiera salir a cenar, con lo que mucho menoshabría Página44de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com aceptadoacudiraunafiesta. —Lodigodeverdad,mehabríaencantadoacompañarte. —Permítemequelodude.Tenegabasasaliracenarconmigo,¿porqué ibaaser diferenteunafiestacongentequeniconoces? —Sonfamosos. —Supongoqueesoloexplicatodo—aceptódemalhumor. La conversación siguió por los mismos derroteros y Emily, ansiosa por deshacersede él, jugó la baza del trabajo. Para ello telefoneó a Gabby, quien seguramentesehabría deshechodesumadreantessiquieradequellegaraelpostre. Para su sorpresa descubrió que, aunque sí que se había deshecho de su madre,se encontrabaenunasituaciónquenuncahubieseesperado. —Tengo que regresar al taller. Mi jefa no puede ir y tengo que encargarmedeunos cuantostemasporella—improvisó. —Porsupuesto.Teacompaño. —Noesnecesario,Phil.Esplenodíaysoyperfectamentecapazdeirsola porla calle. —Insisto. Por muchas ganas que tuviera de mandarlo a paseo se impuso la educación,demodo queaguantósucompañíamediahoramáseinclusofuecapazdesonreír cuandoPhille dijoquelallamaríadenuevoparavolveraquedarparacomer. —Losiento,peroestamosapuntodelanzarlacolecciónparahombresy voyaestar muyocupada. —Estoysegurodequecomerás,pormuyocupadaqueestés. —Porsupuesto,peroprobablementelohagaenlaoficina,conGabby,o setratede unacomidadenegocios. LosojosdePhilbrillaronalescucharlaúltimapartedelafrase. —En cualquier caso te llamaré —dijo antes de inclinarse para darle un besoenla mejilla. Emilyapretólosdientesmientrassonreíaconfalsedad.Nocomprendíael repentino interés de Phil. No obstante, no tenía ni ganas ni interés en preocuparse porél.La próxima vez que llamara o apareciera por el taller alegaría una reunión importantey problemaresuelto. Su situación ya era bastante agotadora sin necesidad de tener a su exmarido revoloteandoasualrededor.Suvidaencomúnhabíaterminadoynotenía intenciónde cambiarelmatrimonioporunaamistadqueleshabíarehuidosiempre. Unavezsentadaasumesa,conlalistade“tareaspendientes”frenteaella, sedio cuentadequesinGabrielleenlaoficinanoteníanadaurgentequehacer. Pensóenvolverallamarla,peroalfinaloptópordejarleunmensajeensu despacho Página45de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com avisándoladequesemarchabaacasa.Yalocompensaríayendoantesal díasiguiente, amenosqueseacostaramuytarde… YesqueeraconscientedequeteníaquedecidirquéibaahacerconTheo, siesque podíahaceralgo. Cuandoleconocióenlafiestayasabíaquenoeraunhombredesegundas citas. HabíaescuchadoaGabriellehablardeélendiversasocasioneseincluso lohabíavisto delejoseneltaller,cuandohabíaacudidoparahablarconsujefa,porlo quesu insistenciaenquecenaraconélleresultabademasiadosospechosa. ¿LehabríapedidoGabbyquelainvitaraasalirparaquedejaradequejarse desu mala suerte con los hombres? Si ese era el caso, iba a sentirse avergonzadaporelresto de sus días, decidió. No obstante, por muy amigos que fueran Theo y Gabby,dudaba mucho que él fuera a hacer algo que no deseaba solo por ayudar a una amiga. Noqueriendohacersemuchasilusionessobreelmotivodelainvitaciónse metióen la ducha y al salir se puso un sencillo vestido negro, largo hasta las rodillasyunos zapatos planos del mismo color. La única nota sexy se la permitió en la lencería. Detallequeestabaseguradequenadieibaaveresanoche,peroqueaella lehacía sentirespecial. Acababadepeinarsecuandollamaronaltelefonillo. Nerviosacomoestaba,abrióelportalylapuertadesucasaysemetióde nuevoenel cuartodebañoparacalmarse. Cuando salió Theo estaba en la sala, vestido con vaqueros y con una camisetanegra. Inconscientementesemirólaropa. —Estáspreciosa—dijoél,adivinandosuspensamientos. —Tal vez demasiado arreglada. Podrías haberme dicho que íbamos a cenarenun restauranteinformal—lerecriminó. —Novamosaningúnrestaurante.Cenamosenmicasa. —¿Porqué? —Hepensadoencocinarparati. —Enesecasopodríashabermeavisadoyyomismahubieraidoatucasa. Notenías porquévenirarecogerme. —Lo he dejado todo preparado y prefería venir a buscarte para que no tengasque volversolaacasaporlanoche. —Deacuerdo.Dameunmomento—pidiósaliendodisparadaalacocina. Allíabrióarmarioshastaqueencontróloquebuscaba:unabotelladevino conlaque elpadredeGabriellehabíaobsequiadoaalgunosdelostrabajadoresdela empresaen Navidad. Volvióalsalónconlabotellaenlamano. —¿Nosvamos? Página46de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Theosonrióaldescubrirelmotivoporelquehabíadesaparecido. —Todavíano.Nomehassaludadocomocorresponde—dijoacercándose unospasos aella. —¿Ycómoesesoexactamente? —Conunbeso,porsupuesto. Emilyseenvaró. —Por supuesto —aceptó, y cubriendo ella misma la distancia que les separabaledio unbesoenlamejilla—.¡Listo!¿Nosvamos? Theo no protestó por el beso sino que sonrió visiblemente complacido porhaber logradoelobjetivodemolestarla. —Las damas primero. —Se apartó haciendo un gesto anticuado con el brazo. —Gracias. Contodaslaslucesencendidas,lacasadeTheoeramuchomásbonitade loquele habíaparecidolanochedelafiesta.Enlugardefotografías,lasparedes estaban repletas de cuadros de casi todos los movimientos pictóricos. Lo que resultaba sorprendentedadoaloquesededicabaeldueñodelacasa. —Tengoungustomuyeclécticoenarte. —Enarte…yaveo. Sin hacer caso al sarcasmo de Emily, se encaminó hacia la cadena de músicaypusoa MichaelBublédefondo. —Siéntatemientrasyoterminolacena—pidió. —Prefieroayudarte,sinoteimporta. LasonrisadeTheohizoquesuestómagodieraunavoltereta. —Nosolonomeimportasinoquemeencantalaideadetenertedepinche. Antes de que Emily pudiera decir nada el teléfono de Theo comenzó a sonar.Lomiró paraverquiénllamabaylosilencióenlugarderesponder. —Puedescontestar. —Noesnadaimportante—zanjó. Durante los siguientes diez minutos el teléfono de Theo sonó dos veces másyEmily aprendióquelasostrasseservíancrudasconzumodelimón.Queelvino blancoera más adecuado que el tinto para el marisco y que Theo tenía sus propios planesparaesa noche. Cuando salió de la cocina con el plato de ostras en la mano se quedó plantadaenla entradadelsalón,sorprendidaporloqueestabaviendo. —¿Estásbien?—inquirióelfotógrafo,preocupadoporsureacción. Emily cruzó el salón en tres zancadas y dejó el plato sobre la mesa, maravillosamente decorada. —Puedequecreasqueporquetengocasicuarentaañosyhayaspreparado uncambio Página47de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com de escenario con velas, música y comida afrodisiaca… estoy obligada a derretirmepor tus huesos y acostarme contigo, pero quiero que entiendas que no estoy tandesesperada. Theoabriólabocaylacerróvariasvecesantesdesercapazdedeciralgo coherente. Oalmenosalgoquenosonaramuymal. —Noquieroacostarmecontigo—dijo,fracasandoestrepitosamente. —¿Noquieres?—Habíamásvergüenzaquesorpresaenlapregunta. —Bueno… Sí que quiero, pero no lo he planeado como tú supones. Quieroconocerte mejor. —Por supuesto —aceptó con sarcasmo—, y los restaurantes no son un buenlugar paraconoceraunapersona. —La verdad es que lo único que pretendía esta noche era deslumbrarte conmisdotes culinarias. —Estábien—afirmó,sentándosealamesa.Derepentesesentíaestúpida —. ¡Deslúmbrame! Página48de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Uncafécargado,porfavor.Consentidocomúnysin azúcar Gabrielle estaba siendo una cobarde y no tenía intención de negarlo. Lamentablemente para ella, ser consciente de ello no iba a impedir que siguiera siéndolo por,almenos, mediahoramás. Alzó la cabeza de su café cuando sonó la campanilla de la puerta de la cafetería,que anunciaba la llegada de otro cliente. Tal y como esperaba, era su nueva amigalaque entrabaenesemomento. LanalabuscóconlamiradayGabriellealzólamanoparaindicarledónde estaba.Le habíaenviadounmensajeparadecirlequenoteníaintencióndeasistirala clasede Rick,yantelaspreguntasdesuamigahabíaterminadoporcontarledónde estaba escondida. —¿Quéhacesaquí?—preguntócuandoseacercóhastadondeestaba. —Reunirvalorparaentrar. Lana no se sorprendió, lo que fue otro punto a su favor en opinión de Gabrielle. —Deacuerdo.¿Tieneestarepentinacobardíatuyaalgoqueverconeltipo tatuado delotrodía? Asintióconciertopudor. —Yconmimadre. —Muy bien —dijo tomando asiento frente a ella—. Me tomaré un café contigo mientrasregresatuvalentía. —Measombratufeenmí. —¿Quéquieresdemí?Noteconozcotantocomoparahaberperdidola esperanza.— Sonrió. LaactituddeLanahizoqueGabriellesesintieraarropadaymásrelajada. —Gracias,esomehaayudadomucho. —Esaeralaidea—dijosonriendo. —SientomuchoquetepierdaslaclasedeRickpormiculpa. —Nolosientas.—Secallóporquelacamarerasehabíaacercadohastala mesapara tomarlenota. Cuando esta se fue, Lana no retomó la conversación y Gabby no quiso presionarla. Sin embargo, unos minutos más tarde fue la propia Lana quien le contó quesehabía encontrado con Rick en el ascensor y que este iba acompañado por una morena Página49de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com deslumbrante. —¿Viste algo que te hiciera pensar que eran pareja? —preguntó Gabby coninterés. —Ella era espectacular —apuntó Lana, como si el aspecto de aquella mujerfuera todoloquenecesitabaparaafirmaresehecho. —Esonoessuficientecomoparapensarqueloson. —Entonces,explícameporquéunamujeryunhombrevanacasadeuno delosdosa las siete de la tarde, bien vestidos y sonriéndose como si tuvieran los labiospegadosa losdientes. —Creoquelomejoresquevayamosalgimnasioycanalicemosnuestra frustraciónen el deporte —comentó Gabrielle al tiempo que se levantaba de la silla—. Tengola sensacióndequetúlonecesitastantocomoyo. Lanaseencogiódehombros. —La clase de Rick ya habrá terminado —contestó Lana sin moverse de dondeestaba. —¿Qué sucede? ¿Acaso no hay más entrenadores guapos en este gimnasio?¡Conel dineroquecuestalamensualidad!—bromeó. Graciasalacompañíadelapelirrojasehabíaolvidadoporunmomento desus propios problemas, lo menos que podía hacer era ayudarla a ella a olvidarsedelos suyos. —Está Enzo, es italiano y muy guapo. Y también Jack, que es muy interesante,perono tengomuyclarossushorarios.Lasotrasmonitorassonchicas. Gabriellesonrióconpicardía. —¿QuétalsivamosaversieltalEnzoestádisponible? —¿Yquépasaconturubioycontumadre? —Nada,silesvemoslesdiré“hola”.Esmásquesuficiente—dijoriendo. Unahoramástarde,GabrielleteníaquereconocerqueLanalehabíadicho laverdad. Enzo era un moreno guapísimo y, sobre todo, encantador. Además, la suertesehabía puestodesuparteynosehabíaencontradoniconBlakeniconsumadre. Yloque resultabamássorprendenteeraquesuprogenitoranolahabíallamadoni presionado paraverse. “Muchomejor”,sedijo.NisumadreniBlakelahabíanllamado,loquede algún mododeberíaserunaliberación.Latensióndelaesperahabíaterminado. Eltiempo estipulado había acabado y seguir pensando en Blake era tan absurdo comounapérdida detiempo. Lomejorquepodíahacereraretomarsuvidaypreocuparseporeléxito delanueva campaña, y si para ello tenía que contar con la imagen de Blake Scott, contaríaconella. Consciente de que la decisión estaba tomada se sentó en el banco del vestuarioysacó elteléfonomóvildesutaquilla.Lanaseestabaduchandoyayhabíamuy pocagenteallí en ese momento, por lo que podría hablar con Emily con relativa tranquilidad. Página50de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —Dime,Gabby—contestósueficienteasistente. —NecesitoquellamesaScottyledigasquehemosdecididoqueseaélla imagende Gabrielle Gibbs. Después llama a Theo y a los de marketing para anunciarlesmi decisión. —Muybien—aceptóEmilysinhacerningúncomentarioalrespecto. —Avísamecuandoestéhecho. —Cuentaconello. Cuando colgó se sentía un poco mejor. Había actuado con madurez al reconocerque Blake era la persona indicada. Su profesionalidad, de la que tanto había dudado últimamente,lehabíapermitidodejaraunladoloquehabíapasadoentre ellosyloque leafectóquenolallamaracuandodijoqueloharía. Sintiendo que se había quitado un peso de encima se quitó la ropa de deporte,cogió elgel,elchampúysefueenbuscadeunaduchavacía. Cuando salió del agua se secó y se vistió, estaba destrozada. Cierto que Enzoera guapo, pero también era duro como entrenador. Le dolían todos y cada unodelos músculos de su cuerpo. Al terminar la clase estaba bastante bien, pero cuandosu cuerposeenfriótraselejerciciolasagujetasacudieronsinpudor. BromeabaconLanasobrelomuchoqueledolíasujetarelbolsosobresu hombro cuandosetoparonconelitaliano,quehablabaconRickalaspuertasdel vestuariode mujeres. —Hola, preciosidades, ¿cómo lo lleváis? —preguntó el culpable de sus malescon unasonrisaletal. —Medueletodo—dijoLanadevolviéndolelasonrisaaEnzo. —Amítambiénmeduelenhastalaspestañas. Élsoltóunacarcajada,divertidoporlaocurrencia. —Habéisestadomaravillosas.Esperoverosmañanaenmiclase. GabriellemiróaLana,paradejarquefueraellaquientomaraladecisión. Alfinyal cabo,siLanadecidíadejardeiraclaseconRickellalaseguiría. —Allíestaremos. LasonrisadeEnzofuetanautomáticacomolaexpresióndesorpresade Rick,quien noseesperabaquelocambiaranporsucompañero. —Estohayquecelebrarlo.Osinvitoaunzumo—dijoalegre—.Losiento porti, Rick, porque me llevo a estas bellezas conmigo, pero entiende que las quierateneren miclase—explicómientraslasmiraba. —Loentiendo—aceptóconunasonrisaquesenotabaalaleguaqueera falsayde compromiso. Página51de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Aguafríayconversacióncaliente En cuanto llegó a casa, Gabrielle se preparó un baño que relajara sus doloridos músculos. Con esa idea en mente vertió sales perfumadas en el agua caliente,tan calientequeleenrojeciólapiel,ysemetióensubañeramientrasgemíade placer cuando su cuerpo entró en contacto con la pócima que calmó sus doloridosmúsculos. Emily todavía no la había llamado para confirmarle que el asunto del modeloestaba cerrado,asíquedejóelmóvilsobreeltaburetedelbañoenelquehabía dejadolaropa con la que se vestiría al salir. Nada de camisones sexys, que ni siquiera teníaensu armario. Para dormir se ponía una camiseta grande y unos pantalones cortos.Laúnica nota discordante en su atuendo eran las zapatillas de ir por casa, que resultabanseruna auténticamaravillaartesana.Realizadasconcuerosuaveyrevestidaspor dentrocon lanafría. AlcanzóelmandodelacadenademúsicaparaponeraRihannayrelajarse mientras elcalordelaguasurtíaefecto. Debiódequedarsedormida,porquecuandoabriólosojoselaguaestaba tibiaysu teléfonoestabasonandosobreeltaburete.Medioadormecidacontestó.No esquele hubieradadotiempoapensarenquiénpodíaestaralotroladodelalínea, perosi hubieseestadomásdespejadatampocohubierabarajadoesenombrecomo posible. —Hola,Gabby.SoyBlake. —Séquiéneres—comentósonandomásbruscadeloquedeseaba. Peroestabareciéndespiertay,además,sorprendidaporlallamada. —Mealegraquetodavíamerecuerdes—bromeóél. —Lo siento, es que me acabo de despertar —explicó—, me he quedado dormidaenla bañera.¿Puedollamarteluego? —¡Espera!¿Estásdesnuda?—preguntófingiéndoseescandalizado. El efecto en Gabrielle fue fulminante, la palabra en la voz masculina le calentóel cuerpodeformainstantánea. —Suelo bañarme desnuda. —Dijo rápidamente la última palabra, sin querer deleitarseenella—.¿Porqué?¿Tútevistesparahacerlo? La carcajada ronca de Blake no ayudó a que se concentrara en la conversación. —Maravilloso,milistacreceacadainstantequepasohablandocontigo. —¿Tulista? —Sí,yaséqueerespreciosa,queeresamable,deportista,quenollevas Página52de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com desconocidosatucasa,quetienescarácteryquetebañasdesnuda. —Unalistamuyextensa—seburlóella. —Hay algunas cosas más, pero son demasiado íntimas como para contártelasasí,sin apenasconocernos. —Si tú lo dices, tendré que creerte, pero es que tampoco te conozco mucho. LarisadeBlakeleerizólapiel. —Creoqueteheentretenidoytúqueríascolgarme—apuntó. Elsonidodelgrifodelaguasonócomounestruendo. —Yanotieneimportancia—aceptóGabby—.Estoyañadiendomásagua caliente para que puedas contarme el motivo de tu llamada y ahorrarme una de vuelta. DuranteunsegundoBlakenodijonada. —Tedijequetellamaría. Decidida a no soltar ningún improperio, Gabrielle se calló la réplica, pocodispuesta amostrarsusdebilidadesanteél. —Yyosiemprecumplomispromesas.Esoesalgoquedeberíasañadira tulista sobremí—continuódiciendoél. —¿No me digas que yo también tengo una lista? —Se esforzó en sonar sorprendida. —Por supuesto que la tienes. ¿Cómo está el agua ahora? —inquirió cambiandode tema. —Caliente,graciasporpreguntar—dijocerrandoelgrifo. —Estupendo.Elaguaestácalienteytúestásdesnuda.—Bufósonoramente antesde volverahablar—.¿Yatehasenjabonado? —La verdad es que no. Como te he dicho me he quedado dormida en cuantomehe metidodentro. —¿Porquénolohacesahora? —¿Perdona? —Enjabonarte. No tengas prisa, yo te espero lo que haga falta. Eso sí, cuéntamecómo lohaces,preciosa. Gabrielle soltó una carcajada divertida. La somnolencia anterior había desaparecido porcompleto. —¿Quieresquepractiquemossexotelefónico?—preguntótodavíariendo. Esehombreeracapazdeencandilaracualquiermujerpormuycabreada que estuvieraconél.Despuésdenohaberlallamadocuandodijoqueloharíay de encontrarleconunamorena,pretendíaborrarlaafrentaconsuencantoy, aunque Gabrielleestabaseguradequelefuncionabaconelnoventaynuevepor cientodelas mujeres,ella,porprincipios,estabafueradeesaestadística. —Cariño,quieropracticarsexocontigodelamaneraquesea. —Deacuerdo—aceptóGabby—.Podríaserinteresante. Página53de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Blake estaba encantado, aunque eso era porque no estaba viendo su expresión calculadora;dehaberlavistoselohabríapensadoantesdeseguirconel juego. —Estoycogiendoelgelyderramounpocoenlapalmademimano.Su aromaa fresasconnatameestáhaciendolabocaagua.¿Tegustanlasfresascon nata? —Meencantan. —Amítambién.¿Pordóndequieresqueempieceaenjabonarme,Blake? Túmandas. ¿Porarribaoporabajo? —Difícil elección. Por arriba, creo —respondió, pero su voz ya no sonabatanfirme comoalprincipiodelaconversación. —Deacuerdo,comoprefieras… —Meencantaquedigaseso,peroestoypensandoquequizástienesrazón ylomejor seráquehablemoscuandonoestésdesnudanimojada—dijoconlavoz ronca. —Vamos,Blake,dideunavezparaquémehasllamado,queestémojada ydesnuda nodeberíaserunproblemaparati—leprovocó. —Tienes razón, tampoco es la primera vez que estás así conmigo. — Tomóaireantes delanzarse—.Tellamabaporquequieroinvitarteacenar. —Estoyocupada,perogracias.Eresmuyamable. —Si todavía no te he dicho cuándo, ¿cómo puedes saber que no estarás libre? —Porquetengomuchotrabajo.—Suexcusasonabaexactamentecomolo queera:una lamentableexcusa. —¿Meestásdiciendoquenoquierescenarconmigounosminutosdespués dehaber tenidosexotelefónico?—LaincredulidadteñíalavozdeBlake,quiensin dudaestaba pocoacostumbradoaquelasmujereslerechazaran. —Supongoquesí.Aunquehasidounsexopocosatisfactorio,¿nocrees? —¿Cómodices?—preguntódesconcertado. —Quenovoyasalircontigo. —¿Porqué? —Estoymuyocupadayelaguavuelveaestarfría.Voyatenerquecolgar, Blake.Te veréenlasesióndefotosdelasemanaqueviene—dijouninstanteantes decolgarle sinopciónaqueprotestara. Habíahecholocorrecto,sedijo.Lehabíacostado,porqueBlakeeratan seductorpor teléfonocomoenpersona,perodespuésrecordóquelehabíaprometido llamarlayque no lo había hecho hasta que Emily le había notificado que el puesto era suyo,ylarabia lacegó. Aunque su asistente se hubiera olvidado de avisarla, Gabrielle estaba seguradeque habíacumplidoconsupeticiónyelasuntodebíadeestaryazanjado. Lo mejor era asegurarse, de modo que llamó a Emily y cinco minutos mástardey,tras unaseriededisculpasmuylargasporpartedesuamiga,Gabbysupoque rechazara Página54de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Blakehabíasidolomejor:talycomosupuso,esamismatardeselehabía informadode que iba a ser la imagen masculina de la nueva colección de Gabrielle Gibbs. Unasituacióntanindiscutiblecomopeligrosa. Página55de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Cosasdechicas ElviernesporlatardeniGabrielleniEmilyteníanganasdequellegarael finde semana. La primera no tenía planes y, tras su cena con Theo, en la que habíasido particularmenteborde,elfotógrafonohabíavueltoallamaralamorena, loquela dejabasinnadaquehacer.Arrastraseporsupisocomoalmaenpenano eraunaforma divertidadepasarelfindesemana,porloqueGabrielledecidióquetenía que organizarunasalidaconamigas,emborracharse,coquetearcomolocay reírsemucho más. UnavezquetuvoconvencidaaLanadequesaliresanocheeraunagran idea,llamóa Emilyasudespachoylehizolamismapropuesta. Una conversación a tres orquestada por la diseñadora fue el primer acercamiento entresuasistenteysunuevaamigay,talycomolehabíasucedidoaella misma,Emily conectóalinstanteconlapelirroja. Cuatrohorasdespuésseencontrabanlastresconsusmejoresgalasenel tallerde Gabrielle,dondeestaleshabíapermitidoescogerzapatosdelalmacén. —Madre mía, Lana —exclamó Gabby al fijarse en su atuendo y darse cuentadel tamañodesuspechos—,laropadeportivanotehacejusticia. —Nuncasubestimeselpoderdeunbuensujetadorconrelleno—confesó lapelirroja entrerisas. —Elmismoefectoqueunoszapatosdetacón—apuntóEmily. Gabriellesonriócomplacidaporelcomentario. —Totalmentedeacuerdoconlasdos.—Yañadióconunasonrisatraviesa —: Escojansuszapatos,chicas. LosgritosdefelicidaddesusamigasemocionaronaGabby,queyatenía puestosuno de sus stilettos favoritos: negros y con un tacón transparente de más de diezcentímetros quecombinabanalaperfecciónconunablusaoscuraylafaldatubo.Lana sequedócon unosunpocomásbajos,decolorrojoconpulseraaltobillo,querompían eltotalblack desuvestidoybolso.YEmilysecalzóunosdecolorgrismarengocon tachuelasque conseguía darle un toque rebelde a sus pantalones pitillo y a la blusa de gasaquehabía escogidoparalanoche. —Ya estamos listas —apuntó Gabrielle—. Ahora hay que ver dónde vamosacenar. —Esviernesynohemosreservado,asíquevaaestarunpococomplicado encontrar mesalibre—comentóEmilyconsuhabitualcaráctermeticuloso. Página56de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —¿Por qué no vamos al centro y entramos en el primer restaurante que tengaunamesa libre?—propusoLana. —Meparecebuenaidea.Además,tengounasorpresaparavosotras.—El tono misteriosodeGabrielledespertólacuriosidaddesusamigas. —¿Quées?—Lanaestabaemocionadaconlasalida.Hacíamuchotiempo quenose divertíatantoylanochenohabíahechomásquecomenzar. —Salgamos,lasorpresanosesperaenlapuerta. LanayEmilysepusieronencabeza,ansiosasporsaberdequésetrataba. Cuando llegaron a la entrada del taller una brillante limusina les esperaba en la puerta.Roberta suladolessonreíadivertido.Aunquecuandoconducíalalimusinaeralas pocasveces que vestía de uniforme, esa noche se había saltado el protocolo y vestía vaquerosy camisay,aunasí,emocionóalastresdamasqueteníadelante. —No puedo creérmelo. ¿Vamos a ir montadas en esto? —inquirió Lana, encantada. Aunque Emily también estaba emocionada por la limusina, estaba más acostumbrada queLanaaviajarenella,porloquesemostrómenosentusiasmadaquela pelirroja. —Porsupuesto,yhaychampagneenelinterior. Entrenado como estaba para ser eficiente, Robert rodeó el vehículo y abriólapuerta para que entraran las mujeres. Gabrielle le miró con una expresión de disculpaenel rostro,peroaélparecíadivertirleelentusiasmodesusclientasporqueno dejóde sonreír. Durante el trayecto hasta el centro, que fue más largo de lo habitual porqueRobertles diounavueltaporLondresenlalimusina,lastressebebieronunadelas botellasde champagneehicieronlapromesadenohablarsobrehombresdurantela noche.Erauna salidadechicas,paradivertirse,noparalamentarse. Conelbuenhumorimperanteseatrevieronaentrarenunasiáticoenorme quese encontrarondespuésdedejaratráselcentro,porquetodoslosrestaurantes estaban llenos. La llamativa fachada, que no dejaran de entrar clientes y que parecierateneruna zonadechilloutfuedefinitivaparaquesedecidieranaentrar. —Estoestáunpocollenodechinos,¿noosparece?—preguntóEmily—. Somoslas únicasoccidentalesdetodoellocal. —Buena señal, seguro que la comida es auténtica —apuntó Lana con optimismo. —EnesotengoquedarlelarazónaLana—decidióGabrielle. Tuvieron suerte y a pesar de la cantidad de gente que abarrotaba el comedorhabía mesaslibres,asíquepudieroncenarallísintenerquedestrozarsemáslos piesconlos tacones.ApeticióndeGabrielle,Robertlashabíadejadoenelcentroyno iríaa recogerlashastaqueestalellamaracuandoquisieranvolveracasa. En cuanto estuvieron sentadas, hasta Emily se tranquilizó al comprobar queel servicioerarápidoylacomidadeliciosa. Página57de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Traslacena,lagentecomenzóasalirenestampidahacialazonaqueellas habían creídoqueeraunchillout,porloqueconmuchacuriosidadsiguieronal gentío.La iluminación era más tenue en esa parte del restaurante y había un escenarioiluminado porfocos.Aligualqueenelcomedorhabíamesasysillas,soloqueestas últimas parecían más cómodas, con brazos y forradas en satén rojo y negro. Frentealescenario se ubicaba una barra que iba de lado a lado de la pared. Tenía el suelo enmoquetadoen el mismo rojo de las sillas y varias señales de neón indicaban dónde encontrarlos cuartosdebaño. —Estotieneunapintaunpocorara.Tengolasensacióndequenoesun chillout. Emilyeralaqueparecíamáspreocupadadelastres. —Vamosasentarnosenunamesayaverquépasa—propusoGabrielleal tiempoque buscabaconlamiradaunsitiolibre—.¡Allí!¡Vamos! La mesa estaba cerca del escenario, y desde esa distancia distinguieron varias pantallas de televisión y cuatro micrófonos altos. Taburetes y un cuadro eléctricoque noteníanlamenorideadeparaquéserviría. Uncamarerotanoccidentalcomoellasseacercóparatomarlesnota. —Buenasnoches,¿quévaaser? —ParamíunCosmopolitan,porfavor—pidióGabrielle. Elchicolasmiróconfuso. —Tienen que pedir las bebidas en la barra. Les preguntaba qué canción vanacantar. —¿Cómodice?—LacaradeLanateníalamismaexpresióndesconcertada quelade susamigas. —Esnochedekaraoke.Poresoestátanlleno—explicóconunasonrisa comprensiva. —¿Dóndenoshemosmetido?—serioEmily. Lasotrasdoslasecundaron. —Puede ser divertido —afirmó Gabrielle—. ¿Tenéis alguna lista de cancionespara quepodamosescogeruna? Elchicoseñalólacartaquehabíaenelcentrodelamesa. —Estupendo.¿Nosdasunpardeminutos? Asintiendoconunasonrisasemarchóparaatenderalasotrasmesas. —¿De verdad vamos a cantar? —preguntó Emily entre asustada y emocionadaporla idea. —Deverdad—zanjóLana—.Yovoyaporlasbebidasyvosotraselegís loque vamosacantar. Lapartemáscomplicadafueelegirunacanción.CuandoLanaregresóde labarracon tresCosmopolitan,niGabrielleniEmilyhabíansidocapacesdellegara unacuerdo. DenuevofueLanalaqueresolvióelproblemaproponiendounacanción quelastres Página58de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com conocían:Iknewyouweretrouble,deTaylorSwift. —Sesuponíaquenoíbamosahablardehombres—protestóEmily. Lanaparecíaconfundida. —Nolohemoshecho. —Lacanciónvadehombres—explicó. Gabrielleestallóencarcajadasantelaatentamiradadesusamigas. —Todaslascancioneshablandehombres,Emily,noseastanliteral—la regañóentre risas. Menosmalquecuandolestocóactuaryallevaban,ademásdelchampagne ydelvino delacena,doscosmosporqueelniveldelosqueactuarondelantedeellas fue increíble.Lagentellevabapreparadaslascancionesyalgunosinclusose marcaban unosbailesenelescenario. Hubo cantantes que utilizaron el chino; sin embargo, la gran mayoría cantóeninglés. Cuando el maestro de ceremonias las llamó desde el escenario, las tres subieroncon unpocodemiedo,perotraslosprimerosacordessevinieronarriba,de modoque cuandollegóelestribillolodierontodoeinclusolograronqueelpúblico lassecundara ycantaraconellas. NowI´mlyingonthecoldhardground Oh,trouble,trouble,trouble Oh,trouble,trouble,trouble. Cuandofinalizólaactuaciónelpúblicolasaplaudiódelolindo.Tantoque inclusose atrevieronarepetirconunacancióndeAdele.Trasesorecibieronvarias botellasde champagneensumesaeinclusoalgúnatrevidoseacercóparafelicitarlas enpersona. Contantaemoción,alahoradevolveracasaRoberttuvoqueayudarlasa entrarenel coche. La más perjudicada fue Lana, por lo que decidieron llevarla a ella en primerlugary ayudarla a meterse en la cama. El conserje se mostró muy solícito y les abriólapuerta atodaprisaencuantodistinguióaLanaenbrazosdelchófer. Todo estaba yendo bien hasta que las puertas del ascensor se abrieron y Rickapareció frenteaellasconlaqueGabriellesupusoqueeralamorenaesculturalde laquele habíahabladolapelirroja. —¿Lana? Dios mío, ¿estás bien? —preguntó saliendo a toda prisa del ascensory olvidandoasuacompañante. LamiradaquelelanzóaRobertnopasódesapercibidaparaGabrielle,que aunque intoxicadatodavíaeracapazdepensarconciertaclaridad. RobertsolousabaeluniformeparaloseventosalosqueGabbyteníaque irde etiqueta. De modo que lo único que Rick veía era a un tipo guapo que llevabaaLanaen brazos. Página59de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Emily le lanzó una mirada apreciativa a Rick que le escaneó de arriba abajo,yasintió alzandolascejasmientrastratabadeescondersusrisitas. —Estoy bien —masculló la aludida al tiempo que intentaba bajar de los brazosde Robert—.Solounpococansada,poresomellevanenbrazos. —Entiendo—dijoRickmirandoaGabrielle—.Hola,Gabby,notehabía visto. —Notepreocupes. —¿VaisaacompañaraLanahastaarriba?¿Olavaasubirélsolo?—La preocupacióneraauténticaaligualqueloscelosquedestilabalafrase. —Sí,subimosconella.DehechoEmilyyyonosvamosaquedaradormir conLana —decidió de repente—. La noche es joven —comentó mirando a la morenaqueparecía enfadaporqueRicksehubieraolvidadodeella. —Enesecaso,pasadlobien. —Tútambién,Ricky.Pásaloestupendamente—comentóLanaaferrándose confuerza alcuellodeRobert. Página60de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com ¿Quehicequé? —Diosmío,meestoymuriendoytúvienesatorturarme—sequejóLana cuando Gabriellefueadespertarlaconunanalgésicoyunatazadeté. Tal y como le dijo a Rick la noche anterior, Emily y ella se quedaron a dormirenel dormitoriodeinvitadosdeLana,demasiadocansadasypreocupadaspor suamiga comoparairseacasa.Noyatantoporlaintoxicaciónetílicasinoporsu reacción cuando se toparon con Rick y su acompañante. Después de que él se marcharaconla morena,LanaseaferróalcuellodeRobertysedeshizoensollozos. Gabriellesabíaquedehaberestadosobriasureacciónhabríasidodistinta, pero saberesonolatranquilizaba. —¡Venga!Tómateesto.Emilyestáhaciendotostadasparaasentarunpoco el estómago. —Prefieroquesigadepie,gracias. —Si todavía tienes ganas de bromear es que no estás tan mal como pareces—dijo Gabrielletirandodelasmantasparahacerlasalir. AunquehabíasidoRobertquienladejósobrelacama,fueronEmilyyla propia Gabby quienes después de consolarla la ayudaron a quitarse el vestido y loszapatos. Sonrió al recordar lo mucho que les había costado que accediera a quitarseloszapatos. —Ay, Dios mío —se lamentó Lana, interrumpiendo sus pensamientos—. Dimeque ayernovimosaRick. —Lovimos,ysinomeequivocolellamasteRicky. ApesardelomuchoquesehabíaquejadoLana,selevantódeunsaltosin rastrode losgimoteosanteriores. —¿Quelellaméqué? —Ricky,yhededecirensufavorquenopareciómolestoporelapelativo cariñoso. Lana se llevó las palmas de las manos a la boca, como si pretendiera acallarlas palabrasquehabíapronunciado. —Creoquenovoyapodermirarlonuncamásalacara. —Noseasexagerada.Nocreoquetelotengaencuenta,estabasunpoco bebida. La réplica indignada de Lana se quedó en su garganta cuando sonó el timbredela puerta. —¿Esperasaalguien?—preguntólarubiaconcuriosidad. —No.Mimadreentrasinllamar. Página61de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —Pues ni Emily ni yo vamos vestidas para recibir visitas —dijo mirándose. LanocheanteriorhabíantenidoqueecharmanodelarmariodeLanapara encontrar algoconloquedormir.Emilylohabíatenidomásfácilporque,aunquela pelirrojaera muy delgada, a ella todavía le servía su ropa, pero Gabrielle tuvo que conformarsecon unpardepantalonescortosyunacamisetaviejadelamadredeLana. —¿Rompimosalgoayercuandollegamos?¿Insultéalconserjeomereí deél?— quisocerciorarseLana. —No. —Entoncesvoyaabrir—dijoLanaarrastrándosehastalapuerta. —Antesdeberíaslavartelacara. Lanasegiróylelanzóunamiradacabreadaquehizoreírasuamiga. Detodaslaspersonasquepodríanhaberestadoalotroladodelapuerta,la última visitaquenadiehubieraimaginadolasaludóconunabandejadecartónen lamanoque conteníacuatrovasostamañoextragrandedecafébiencargado. —Buenos días —dijo Rick—. Has tardado mucho en abrir. ¿Te he despertado? —¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó cuando por fin fue capaz de articular palabras. —Oshetraídocafé.¿Puedopasar? Lana se apartó para que lo hiciera y señaló la cocina, donde estaban las demás. —¿Teencuentrasbien? —Estupendamente.¿Nomeves? Rick tuvo la amabilidad de no comentar nada sobre su cara pálida, sus ojerasnisu maquillajecorrido,loqueenopinióndeGabriellefuetodoundetalle. Cuandoentraronenlacocinalasexpresionesdesorpresadelasotrasdos fueron mucho más discretas que la que había puesto Lana al abrir la puerta y encontrarleallí. —Buenosdías,hetraídocafé—anuncióRickconsuperfectasonrisa. Enningúnmomentoparecíaintimidadoporestarcontresmujeresquele observansin disimulo. —Nosotrastenemostostadas.¿Quieresuna?—ofrecióEmily. —Me encantaría, soy Rick —se presentó, extendiendo la mano para saludarla. —Emily —dijo la morena, sonrojándose cuando la tocó—. Lana, tu cocinaesuna auténticamaravilla.Notefaltadenada.¿Tegustacocinar? —Odiococinar—dijoestasindarmásexplicaciones. —Puescualquieralodiríaviendotodoloquehayaquí—insistióEmily. —Sonregalos—contestóLana,denuevoevitandoeltema. RickcabeceóafirmativamenteyEmilypensóqueeramuyguapo,perole faltabaalgo para acelerarle el pulso del modo en que lo hacía Theo. Aun así era guapo,esonoselo podíanegar. Página62de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —AGabbyyalaconoces—intervinoLana. —Hola,Gabby. La rubia le sonrió como respuesta, y antes de que la situación pudiera volverse incómodaloscuatroestabansentadosalamesadelacocinabebiendocafé ycomiendo tostadas. Era la primera vez desde que trabajaron juntos en la web que Rick se pasabaporcasa deLana.Apesardeverseprácticamentetodoslosdíasenelgimnasio,su relaciónse habíaenfriado,yenesasocasionesnohablabanmásalládeunsaludoo unabreve indicaciónsobrecómohacerlosejercicios. Portodoesoeraextrañoquesehubierapresentadoallíaquellamañanay quese mostrara tan cercano con ellas. Incluso había intentado reclutar a Emily paraque tambiénseapuntaraalgimnasio. —No pienso cambiar de opinión —explicó Emily—, tengo un problema de descoordinaciónymeniegoahacerelridículo.Eldeportenoesparamí. —Tehevistoentacones,nohaynadadescoordinadoenti—serioél. —Eso es culpa mía, fui yo la que la aficionó a los zapatos de tacón — confesó Gabrielleconciertoorgullo. La conversación siguió del mismo modo amigable hasta que Rick se levantó,tras mirarsurelojdepulsera,yanunciarqueteníaunaclaseprevistaenmedia hora. —El gimnasio es tuyo, deberías poder descansar un sábado —comentó Lana, preocupadaporquetrabajaratanto. —Y lo hago, esta tarde. Esta tarde tendré toda la tarde para mí solo. Y pienso limitarmeanohacernada.—Sonriócomosifueraunplanmaravillosoy desapareció decasadeLanaenunabrirycerrardeojos. Gabrielle, que había estado pendiente de Rick, estaba casi segura de su interésen Lana. Lo que no lograba comprender era qué tipo de interés tenía en su amiga, ¿amistosooamoroso?¿Quiéneralamorenadelascensor?Y¿porquése mostraba indiferente con Lana en sus encuentros en el gimnasio? Dudas que tenía pensado resolver. —Unacosaestáclara:olamorenanolohaentretenidotodalanocheola hadejado solamuyprontoparatraernoscafé—apuntóGabrielleconunasonrisa. —Completamentedeacuerdocontigo—secundóEmily—.Creoquetienes más posibilidadesconRickdelasquecrees. —Solohasidoamable. —No tenía por qué serlo. Un momento… —Gabrielle se calló como si acabarade tenerunaideamagistral—.Alomejorfuetusujetadorconrellenoloque lohipnotizó —seburló. Lana, que tenía una tostada en la mano, se la tiró sin pensar mientras Emilysereía Página63de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com agarrándoselassienes. —Nomehagáisreír,porfavor,quemeduelelacabeza—sequejó. Página64de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Esbiensabidoquelacabratiraalmonte CuandoEmilyllegóacasaelsábadoporlamañanaestabadestrozada.El viernes había sido una locura. Lana era estupenda y la noche fue divertidísima, peroyanotenía edadparairhaciendoellocoyloúnicoconloquesoñabaeracondarse unaduchay tumbarseenelsofáaleeroverlatelevisión. A pesar de tener claras sus intenciones, lo primero que hizo en cuanto llegóacasano fue darse la tan deseada ducha, sino que se encaminó directamente al contestadorpara comprobarlosmensajes. Su móvil había estado en silencio durante toda la noche y la mañana siguiente.Y aunque le cabreaba muchísimo que le importara tanto que Theo no la hubierallamado, unacosanoquitabalaotrayahíestabaella,escuchandolosmensajesdel contestador, enfadaydecepcionadaporquelavozquesonarafueraladePhilynola delfotógrafo. Suspirósonoramentecuandoelsegundomensajedesuexmaridoanunció quela invitaba a cenar. Empezaba a darse cuenta de que tendría que ser más directaydejarle claroquenoqueríacenarconél,nicomer,nisaliraningunaparteensu compañía. Duranteloscasidiezañosquehabíaestadocasadaconélaprendióquea Philnole gustabasaliracomerfuera,quenoeranadadetallistayquenolaquería tantocomo ella había creído cuando se casaron. Y con todo eso asumido tomó la decisiónde pedirleeldivorcio,unasituaciónqueélaceptósinintentarconvencerlade que siguieranjuntos,dequevieranaunconsejeromatrimonialoquesedieran untiempo antes de tomar una decisión tan drástica. Por todas estas razones, que la llamarayse presentara en su oficina para invitarla a comer estaba empezando a parecerle sospechoso. Decididaanoestropearseeldíaconpensamientosdolorosos,dejódelado aPhilya Theoysemetióbajoelchorrodelaguacaliente. Cuando salió se puso el pijama y se tumbó en el sofá con un té recién hechoenlas manos. Después de pasar prácticamente cien canales sin encontrar nada que le gustara,dejó puesto un canal de teletienda que, al menos, era divertido. Porque por muchoquela gente gastara el dinero en tonterías era imposible que hubiera nadie que compraraesas cosasque,ademásdeinútiles,erancarísimas. Elanunciodeunnuevoproductolahizoreíracarcajadas.Unamilagrosa cremaque aplicadaenlossenosconunossencillosmasajescircularesaumentabael tamañodel Página65de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com bustohastacuatrotallasmás. NopudoevitarmandarleunmensajeaLanaparacontárselo. Sunuevaamigalallamóalinstante. —Sin duda es mejor que mi sujetador con relleno —se burló—. Encárgameunoyya tedirésifunciona.Esosí,pagastúquetienepintadesercarísimo. Emilysiguióriendo. —¿Deverdadcreesquealguienlocomprará?—Emilyalucinabacuando aparecieron varias mujeres, con mucho pecho, asegurando que ellas habían usado el productoyque leshabíafuncionado.Losescotesexageradosquellevabandabanbuenafe deello. —Lespagaránparaquelodigan. —Losé,perodóndequedalaintegridad.¿Porquéestancomplicadodar conalguien queseasincero? —¿Por“alguien”deboentender“hombres”? —Esposible—concedióEmily. —Creo que es imposible, genéticamente hablando tienen una tara — bromeóLana tratandodeanimarasuamiga.Antelafaltaderespuestavolvióainsistir —.¿Estás bien? —Sí,soloestoyunpoquitocansadayparecequeesomeponequisquillosa —se disculpó. Hablaronunosminutosmásycolgaron. Eracasilahoradecomer,peroEmilynoteníahambre,porloquecerró losojoscon intenciónderelajarseysequedódormida. Cuando se despertó ya no entraba luz en casa. Todavía quedaban horas paraque terminaraelsábadoyyaseleestabahaciendoeterno. Descansar y ver la televisión estaba bien para un rato, pero el fin de semanaseleiba a hacer interminable si no encontraba algo con lo que entretenerse. Se encaminóhastael despachó,cogióelportátilysedispusoaleerlaprensa. Una cosa llevó a otra y, antes de que fuera consciente de lo que hacía, estabametida ensucuentadeInstagramparaverlasfotosdeTheo. —Sinoquierequeveasusfotografíasquepongalacuentaprivada—dijo envozalta —.Yo,desdeluego,novoyaseguirle. Sinembargo,sequedóparalizadacuandoestuvodentrodesuperfilyvio lasúltimas cincoimágenesqueelfotógrafohabíasubido.Laprimeradeellaserade hacíatres días,despuésdelacenaensucasa.Porlaslucesdelfondoyeldecorado dela fotografíaestabaclaroquelahabíansacadoenunafiesta.Además,laropa delarubia erademasiadoescasaparasaliralacalle. LascuatroimágenessiguienteserandelaplayayenellasaparecíaTheo con diferenteschicasenbikinisminúsculos. Página66de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Asíqueeseeraelmotivoporelquenolahabíallamado,porquesehabía idoconun grupo de amigas a la playa. Pero ¿en qué playa podían ir vestidos así si estabanen marzo? Volvióamirarlafotografíaaversihabíalocalizacióndelaimagen,pero enese puntoeraenloúnicoenloquehabíasidodiscreto. —¿Quénaricesteesperabas?Noteacostasteconéleldíaqueteinvitóa cenaryno tehallamado.Yanoeresinteresante.Alosmujeriegosnolesinteresanlas mujeres comotú,loquedeberíassentircomouncumplido. Intentandoanimarseapagóelportátilylatelevisiónyseencaminóhastael despacho en busca del único libertino que no le fallaba nunca: Sebastian, lord St. Vincent. Conellibroenlasmanossedejócaerdenuevoenelsofáyseprometió quenoibaa dejarse engatusar de nuevo por ningún hombre cuyo historial amoroso pudiera equiparaseallistíntelefónicodetodoLondres. Página67de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com ¿Ysiespormí? Traslanochedelviernes,enquelasalidaconsusamigassedescontroló unpoco,el findesemanafuebastantetranquiloparaGabrielle,quededicóelrestodel sábadoa leeryamimarseconhorasdesueñoreparador. Apesardesusbuenasintencioneseldomingoyaestabacansadadedormir ydeno hacernada,porloquenopudoseguirescondiday,envistadequenotenía ningúnplan, decidió ir a comer a casa de sus padres, que siempre la recibían encantadosaunquese presentarasinavisar. Aunasí,llamóparaasegurarsedequenoteníanplaneadosalir,ycuálfue susorpresa cuandoalllegarsetopóconquesumadrenohabíacocinadonadaporque pretendía pedircomidaadomicilio.Nohabríasidoextrañoencualquierotramujer, peroCecily eraunavegetarianaorgullosaydeclaraday,porconsiguiente,obligabaa losqueibana sucasaacomerloqueellacocinara,queporsupuestonuncaeracarneni huevosni ningúnalimentoquederivaradeunanimal. Noobstante,apesardelavenatolerantereciéndescubiertaensumadre, quienno solo pidió cerdo agridulce sino también ternera con setas, lo más llamativodeldíapara Gabrielle fue la actitud de su progenitora, que no se limitó a mostrarse razonableconla comidasinoquetambiénfuecomplacienteentodolodemás. —Mamá,notehevistoporelgimnasio.¿Hascambiadodehorario?Creía queibas porlastardes—comentóGabriellemientrascomían. Después de todo era cierto. Los tres primeros días había entrado en el gimnasiocon miedodeencontrarseasumadreyqueestasededicaraadarleunadesus charlassobre susupuestosobrepesoenpúblico. —Sí,bueno…Mepareciómejordejarqueteadaptarasantesdeaparecer porallí. Asíqueheestadoyendoporlamañana,quetambiénesunhorarioqueme vienebien. —¿Cómodices?—Larespuestaladejódesconcertadaunossegundos. No toparse con ella era precisamente lo que había esperado, la sorpresa eraque hubiera sido Cecily la que decidiera evitarla y no al revés. ¿Acaso su madrese avergonzaba de ella? Siempre habían discutido por el tema de las dietas quela obligaba a seguir desde que llegó a la adolescencia, pero en su última conversación Gabriellehabíallegadoacreerquesumadreporfinhabíaaceptadoque teníaun cuerpo que, aunque la sociedad no lo considerara perfecto, a ella le gustaba.¿Sehabría equivocadoysumadreseguíapensandolodesiempre? Página68de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Cecily, que no se esperaba que su hija insistiera con el tema, empezó a sentirse incómodaalcomprenderqueteníaquedarleunarespuesta. —No quería presionarte —musitó sin mirarla—. Ni que te sintieras incómodaporque yoestuvieraallí. —¡Oh!—Sequedócalladaunossegundossinsaberquédecir—.Gracias, mamá.Eso hasidomuyamableportuparte. Su padre, que había seguido el intercambio en silencio, intervino para apoyarasu esposa. —Tumadrehasidomuyconsiderada.Alomejorpodéisasistiralgúndía juntasauna clase. —Esoestaríabien—concedióGabrielle,sorprendiéndolosatodos. Queríaasumadre,siemprelahabíaquerido.Elproblemaeraquenosabía cómo conseguir su aprobación y por eso la incomodaba tenerla cerca, porque teníala impresiónconstantedequesumadrelajuzgabaacadamomento. —Meencantaría—dijoCecilyconunasonrisadeorejaaoreja. Ellunespodríahabersidoundíanormalenlaoficinasialllegarnose hubieratopado con la noticia de que Blake Scott iba a presentarse en el taller para la pruebade vestuario. Dividida entre alegrarse y dejarse ver o preocuparse y esconderse, se metióensu despacho con la idea de adelantar trabajo. Tenía pendientes un par de llamadas,porlo quesesentóensuescritorioeintentódesconectarynovolverapensaren queBlake estabaapuntodeaparecerporallí.Yqueibaaserincapazdenoiraverle. Tras mucho esfuerzo pasó una hora trabajando, centrada en los asuntos pendientesque teníaquesolucionarparaesedía.Noobstante,cuandollamaronalapuerta desu despacho dio un bote nervioso que no tenía nada que ver con que los golpecitosenla puertalahubieranasustado. —Adelante—indicó,intentandorecomponerse. Emilyseasomóconunasonrisatraviesaenloslabios. —Gabby, Blake está aquí para la prueba de vestuario y Brigitte me ha pedidoque vengaaportiparaquedecidáisloquevaallevarenlasesióndefotosdel miércoles. Gabriellearrugóelceño.Brigitte,laestilista,eraperfectamentecapazde escogerla ropadeBlakesinsuayuda.Exactamentedelmismomodoenqueescogía laropadelas modelos. Nosoloeraunaestilistaderenombresinoqueademáslaavalabanmásde treinta años de experiencia. A sus casi sesenta años llevaba décadas ayudando a lasactrices famosasavestirse,muchoantesdequeeloficiosepusierademoda. —¿Tehadichoellaquenecesitamiayuda?—preguntósuspicaz. —Porsupuesto—contestóEmilysaliendoapresuradadelaoficina. Página69de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Ahorasíquenoteníaopciones;silaestilistanecesitabadesupresenciaen laprueba devestuario,teníaqueir. Con paso firme y la cabeza bien alta se encaminó hasta el taller. Había gente trabajando,comosiempre,porloquesedirigió,sinmolestar,alassalas habilitadas porBrigitteparaloscambiosdeatuendodelosmodelos. Lo primero que vio al entrar fueron los abdominales y los tatuajes de Blake,quese habíaquitadolacamisetayseestabaprobandounacamisaqueBrigittele había tendido. —Buenos días —saludó sin mirar a Blake—, me ha dicho Emily que necesitasquete ayude con la elección de vestuario —explicó para que Blake no creyera queestabaallí porél. Brigitte pareció dudar un instante, pero tras el breve gesto del que Gabriellenopudo estarsegura,sonrióyaseguróqueasíera. Mientrasellashablaban,Blakeyasehabíaabotonadolacamisablancaque lehabía dadoBrigitte.Lamujerlemiróconunacejaarqueaday,comoayudante, Gabrielletuvo quehacerlomismo.Duranteuninstantesumiradasecruzóconladeél, peroBlake apartósuinterésdeellainmediatamente.Dehecho,apesardelaslisonjas conlasque lahabíatratadosiempre,esedíaparecíaindiferente,comosiGabrielleno hubierasido nadieimportanteensupasadoreciente. —Nomegusta—apuntóGabby,intentandoconcentrarseeneltrabajo—. Elblancono destaca nada de él. Lo hace insípido, normal. Quiero un hombre que destaque.El hombreGibbsesatractivoylosabe,magnético,inteligenteysofisticado. Nosedeja llevar por los rencores aunque es apasionado en cada cosa que hace. La indiferenciano esalgoquepuedaesgrimir.Lapasiónsaleporcadaporodesupiel.—Se callóaldarse cuenta de que tanto Brigitte como Blake la observaban con interés—. ¿Estásdeacuerdo conmigo? Laestilistaasintió. —Creoquetengoloquebuscas.Dameunsegundo—pidióantesdedarse lavueltay rebuscarenellargopercheroquehabíallevadoconsigoalaprueba. —Untipointeresante,elhombreGibbs—dijoBlake,laprimerafraseque Gabrielle lehabíaoídopronunciardesdequeentróenlasalita. Gabbyasintióantesdeañadir: —Sinduda,alguienaquienmerecelapenaconocer. —Y me has elegido a mí para representarlo. Muy halagador —comentó sinninguna expresiónqueellapudieradescifrar. —Perosoloportufísico—aguijoneóella. BlakenoestabadispuestoareplicaryGabriellesequedóconlasensación dequesu dardohabíafallado. Página70de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —A ver qué te parece esto. —Brigitte, que ya se había dado la vuelta, le tendióa Blake unas prendas para que se las pusiera—. Puedes cambiarte ahí. — Señalóun cuartitoconespejosenlasparedes. Élsonrióconpicardía. —Noseránecesario. Dejó la ropa que le habían dado sobre una de las sillas y se dispuso a desnudarsesin ningúntipodepudordelantedeellas. Mientraslaestilistaapenasleprestóatención,nofijarseensustatuajesni ensu fibroso cuerpo le costó a Gabrielle dos años de vida. Se miró las uñas comosilavista fuera interesantísima, se dio la vuelta, incómoda, y al final terminó cediendoala tentación. La pena fue que cuando por fin se volvió, Blake ya estaba vestidoylamiraba con la misma expresión indiferente que había esgrimido desde que ella habíaentradoen lasala. Llevaba puestos unos vaqueros desgastados de un azul desvaído, una camisetablanca concuellodepico,unchalecoazulmarinosinterminardeabotonaryuna americanaen elmismotonodeazul.Estabaimponente. —¿Quéteparece?—preguntóBrigitte. —Perfecto si le añades unas botas de motero y un cinturón de hebilla plateada.Para lasdemásfotografíasponleuntrajeclásicoconunacorbatallamativao, mejor,ponle másdeuna.Quedaráoriginal. —Meparecemuybuenaidea.Yparaestelook,¿leañadimosunreloj? Gabriellelopensóunsegundoantesderesponder. —Sí,perodejaqueloescojaél.Tienepintadetenermuybuengusto. Ytraslanzarlaúltimapullasaliódelasalitasingirarseacomprobarcuál habíasido lareaccióndeBlake. Página71de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Purafachada —Tu madre es encantadora —le dijo Lana el martes, antes de entrar al gimnasio, sentadasenlacafeteríaquedescubrieronhacíatansolounosdías. —Sí,laverdadesquemehacostadoconocerla—comentóGabriellecon unamezcla deburlayderealidad. Después de que su padre dejara caer el domingo la posibilidad de que asistieran juntasaunaclase,Gabbylahabíallamadoesemismomartesparaversi queríaircon ellasalaclasedezumbaqueEnzoimpartiríayalaqueellaspensabanir. Aunque Cecily tenía una reunión con sus amigas y no podía asistir, había cambiadolaclasepor uncaféconellayconLanaenlacafeteríacercanaalgimnasio. Lapelirrojaseriocondisimulo. —Ríete,peroteprometoquesigopatidifusa.Normalmentemimadrees… Diferente. Creo que es la primera vez que me dice que estoy guapa sin añadir la muletilladeque loestaríamásconunoscuantoskilosmenos. —Ycuandolehasdadoloszapatos…Suexpresióncasimehacellorar— siguió Lana. —Sí, bueno… No suelo regalarle nada y esos zapatos estaban en el almacén…Pensé queerandesuestilo. —Hasidopreciosoyellasehaemocionado.—Yañadióconciertapena —:Nada queverconmimadre,queesunbloquedehielo. Gabriellesonriócontristeza. —Parecequeeneltemademadresvamosservidas. —Yeneldehombres.Ricknohavueltoadarseñalesdevida.Dehecho, todavíano entiendolodelsábado.—Yañadió—:¿Porquécreesquevino? —Las reacciones de Rick se escapan a mi comprensión. —Gabrielle se encogióde hombros—.AunqueahoratambiénlohacenlasdeBlake. —¿Blake? ¿Lo has vuelto a ver? ¿Te ha llamado? —Lana estaba impacientepor conocerelmotivoporelquesuamigahabíasacadoeltema. Dispuesta a desahogarse con ella le contó que le había visto y cómo prácticamente,a excepción de un par de frases, la había ignorado por completo. Lana le comentóquetal vez estaba dolido por el modo en que se había negado a salir con él y, aunqueGabrielle estabadeacuerdoenquehabíasidounpocobordeenelmodoenquelo había rechazado,nosearrepentíadehaberlohecho.Despuésdetodo,elinterés deBlakeen Página72de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com ellanoeramásqueeso:interésporverloquepodíasacardeella. Selevantarondispuestasaolvidarsuspenasconelsufrimientodelaclase dezumba, aunqueningunadelasdosolvidóporcompletosusproblemas. —VamosairaclasedeEnzo,¿verdad? —Porsupuesto.Rickestávetadoporindeciso—sentencióGabrielle—,no puede hacertecasoundíayalotropasardeti. —¡Tienes razón! Voy a buscar a otro hombre más guapo que él y voy a invitarlea salir. Suamigaparpadeósorprendida. —¿Deverdad?Esoesestupendo,Lana. —Bueno…Primerotengoqueencontrarlo.Rickesmuyguapo,asíqueno vaaser fácildarconél. Gabrielle sonrió al darse cuenta de que su amiga no estaba del todo convencidadelo quedecía,poresooptópornopresionarla.Sinembargo,cuandollegaron aclasede zumba y se colocaron en sus posiciones, se inclinó sobre el hombro de Lanapara decirlealoídoenunsusurroque,yapuestosainvitaraunhombreasalir, porquénose decidíaporRick. —¿QuieresquelepidaunacitaaRick? —¿Porquéno? —Lopensaré—concedió—.PerosolositúinvitasaEnzo. Gabrielleriodebuenagana. —¡Estásloca!Enzoesguapo,peronoesmitipo. —Puedequeno,perotemiramucho.IgualqueBlake,queahoramismo notequitalos ojosdeencima. Larubianosegiróaunquesemoríadeganasdehacerlo.Nohabíavistoa Blakeal entrar,porloquenoseesperabaqueestuvieraallí. —Nomeimporta. —¡Genial! Entonces invita a Enzo —la pinchó la informática—. A lo mejoracaba convirtiéndoseentutipo. Gabrielle no estaba segura de si Lana lo decía de verdad o si solo pretendía provocarla. De cualquier forma, se pasó toda la clase mirando con disimuloaBlake, quien entrenaba con otro hombre. Supuso se trataba de Jack, otro de los monitoresdel gimnasio. Blake, quien parecía concentrado en su entrenamiento, no la miró en ningúnmomento; bien porque no sabía que estaba allí, bien porque no le importaba que estuviera. Sisetratabadeloprimeronoestabasiendomuyinteligente.Puedequeya tuvierael trabajoquedeseaba,peromolestaraladueñadelnegocionoeraalgoque leconviniera a nadie. Si fuera listo estaría insistiendo para que aceptara salir con él o coqueteando Página73de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com conellaparatenerlacontenta. Sinembargo,Blake,quefueconscientedelapresenciadeGabrielledesde queella puso un pie en el gimnasio, se sentía molesto; principalmente consigo mismo,ydespués conella. EstabaenfadadopornohabersedadocuentadequeGabbysolopretendía utilizarle. Se había negado a darle su nombre en la fiesta y, aunque el sexo fue fantásticoyla conexióninmediata,encuantotuvolaoportunidaddesapareciódesucasa sindejar rastro. Si no hubiese sido porque la casualidad hizo que él fuera uno de losmodelos propuestosparasucampañamasculina,probablementenolahabríavuelto aver.Ola habríavistoenotrafiestayellahabríaactuadocomosinoleconocierade nada. Fueracomofuese,elcasoeraqueBlakesíquedeseabavolveraverla.Por ese motivo se había portado como un caballero y había esperado a que ella tomarasu decisiónantesdellamarlaparainvitarlaasalir.Noqueriendopresionarla, esperóhasta que Gabrielle dejó zanjados los temas laborales que les implicaban a ambos.Su intención era darle la libertad de decidir quién deseaba que le pusiera la imagenasu líneamasculinasinquesuincipienterelacióninterfirieraenello. Ycuandoporfinlahabíallamado,ilusionadocomohacíatiempoqueno sesentíacon ninguna mujer, ella le había dejado claro que no tenía ningún interés en repetirla experiencia.Sinembargo,loquemáslemolestabadesuactituderaque, aunquele hubieradichoquenoibaasalirconél,laatracciónquelosunióesanoche enlafiesta no había desaparecido por parte de ninguno de los dos, como había demostradoel hechoquedurantelaspruebasdevestuariolaschispasquesaltabanentre amboscasi incendiaranlosprobadoresyalapobreBrigitte,quelahabíapilladoen medio. Cuando acabó la clase, Gabby comprendió que la semana y poco que llevabayendoal gimnasio había comenzado a dar sus frutos. Ya no estaba tan agotada comolosdías anteriores.Aunqueestabacansada,todavíaeracapazdemoversesinsentir que millonesdealfilereslepinchabanconsañaportodoelcuerpo. —¿Nostomamosunzumo?Medaperezaentrarahoraalvestuario,estará llenode gente. —Deacuerdo—aceptóGabrielle,queestabapensandoalgosimilar—,o podemos haceralgomásdeejercicioenlasalademusculación. Lana abrió los ojos sorprendida por la proposición. Hasta que se dio cuentadelos interesesocultosdesuamiga. —¿Noquerrás,porcasualidad,quenospongamosenlascintasdeandar quehayjusto alladodelaspesas?—ofrecióLanaconunaactitudinocente. —Estaría bien —dijo Gabby con la expresión serena al tiempo que se encogíade hombros. Puede que quisiera estar cerca de Blake, pero desde luego no era para verle.Loque Página74de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com queríaeraverlareacciónqueélteníaalverlaaella. Lananodijonadayseencaminóhastaallíencabezandolamarchacomosi laidea hubiesesidosuya. Tuvieronlasuertedequehubieradoscintaslibresjuntas.Blakelevantóla cabezade las pesas que estaba levantando y las miró con interés, aunque sin decir nada.Dehecho fue Gabrielle quien le saludó con la intención de demostrarle que no le molestabasu presenciaallí. —Buenastardes,Blake. Élnohabló,selimitóainclinarlacabezaamododesaludo. UnavezenlacintafueLanaquiensacóeltemadenuevosinmolestarseen bajarla voz. —Dime que cuando estás haciéndolo con él no gruñe, por favor. Está empezandoa preocuparme—seburlósuamiga. —Muygraciosa. —Lodigoenserio,elprimerdíahablabaporloscodosydesdeentonces pareceque selehacomidolalenguaelgato. —Entodocasoseríaunagata,ymeniegoapensarenello. La informática comenzó a reírse tan fuerte que tuvo que agarrarse con fuerzaalas barrasdelacintaparanocaerse. —¿Tan floja os ha parecido mi clase que no habéis tenido bastante? — inquirióuna vozquesalíadesdedetrásdeGabrielle. Enzo se acercó sonriente y se subió a la cinta detrás de la rubia. Inmediatamentese hizoconelritmoqueellahabíamarcadoycuandoestuvobienafianzado lesdiounpar deconsejosparaaprovecharmejoreltiempoenlacinta. —Para obtener resultados debes subir un poco más la pendiente —dijo alargandola manopordebajodelbrazodeGabrielleparamodificarlosvaloresdela máquina—.Y, porsupuesto,caminarerguida. —Novoyapoder.Estoyagotada—confesó. —Inténtalo.Yotesostendré—dijotodavíapegadoasuespalda. En esos instantes en los que caminar se había puesto tan complicado, Gabriellese conformaba con no caerse, por lo que ni siquiera pensó en Blake ni se giróparamirara Lana,queestabacompletamentealucinadaconelmovimientodeEnzo.Al finalibaa ser cierto aquello de que los italianos eran unos seductores, pensó, asombradaporel descaro y admirada por lo directo que había sido. Curiosa por ver la reacciónde Blake,seestiróenlacintaparaversisehabíadadocuentadelinterésde Enzoporsu amiga.Parasusatisfacción,elrubionosolosehabíadadocuentasinoque echaba chispasporlosojos.Estabataninteresadoqueinclusohabíadetenidosus seriesconlas pesas y observaba a Enzo como si se estuviera planteando el descuartizamiento. Página75de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —¡Bienhecho,Gabby!—lajaleósuamiga,aunquesusánimosfueranpor otromotivo menosdeportivo. Página76de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Sincorazones,corazonesno ElmartesestabasiendoundesastrededíaparaEmily.Lajornadalaboral seleestaba haciendoeterna,Philhabíavueltoallamarlay,porsifuerapoco,nopodía quitarsede lacabezaquealdíasiguienteibaaacompañaraGabriellealasesiónde fotosdeBlake y que iba a tener lugar en el estudio de Theo, lo que implicaba que volveríaaverlede nuevo. Lo que lograba que se pusiera nerviosa con solo pensarlo. Además de nerviosala llenabadeilusión,aunquenotuvieraningunaintencióndeaceptarlo. Elteléfonosonóeneseinstanteyconelloselibródeseguirpensandoen él,almenos duranteunosminutos. Brigitte, la estilista de la empresa, llamaba para avisar que iría directamenteal estudiodeTheoconlaropayloscomplementosparaBlake,porloqueno era necesarioqueRobertpasaraporeltallerpararecogerla. Aunquenohabíadadoelmotivo,Emilyimaginóqueseríaporquetodavía tenía pendientesalgunosajustesparalaropaqueBlaketeníaqueusar.Porquea peticióndel equipodemarketingyparaquelacampañafueralomásauténticaposible, laropaque seibaautilizarenlasesiónfotográficahabíasidocortadaycosidaenel tallerde GabrielleGibbs,basándoseenunosdiseñoscreadosporellamisma. —Gabbynossorprendecualquierdíaconunalíneaderopafemenina. —Noleinteresalaropa.Losuyosonloszapatos—comentóEmily,que conocíalos motivosporlosquelaropanoeraimportanteparasuamiga. —Pues cualquiera lo diría, porque se le da genial diseñarla —replicó Brigitteantes decolgar. Traslaconversaciónsepusoarevisarlaagendadesujefa,peroademás delasesión defotosydeunpardeeventos,hastalasemanasiguientenohabíanada importante. Aunasí,teníaqueentretenerseoacabaríaporsacarelteléfonoyentraren Instagram paraasegurarsedequeTheoyaestabaenLondresoparaverasunueva acompañante. Elcasoeramartirizarseunrato. “Lacarneesdébil”,sedijoamododejustificaciónantesdesacarelmóvil delbolso, dondelohabíadejadoalllegarparaevitarlatentacióndemirarlo. Sinllamadas.O,másconcretamente,sinllamadasquedesearadevolver. Nerviosaporloquepudieraencontrarseentróenlaaplicaciónybuscóel perfildel fotógrafo. Ni siquiera tuvo que escribir su nombre completo porque lo habíabuscado Página77de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com tantasvecesqueloteníaguardadoenlamemoriadebúsquedas.Dehecho, incluso habíaestadomirandolosperfilesdelagentequecomentabasusimágenes cualperfecta acosadora. Lamayoríadesusseguidoraseranmodelosdecuerposdelgados,melenas largasy rostrosatractivos.Deprimente.Muydeprimente. Se le aceleró el corazón cuando vio que había una imagen nueva. Nerviosa,sepuso lasgafasquehabíadejadosobreelescritorioalhablarporteléfonoyse fijóencada detalle. EnlafotografíaaparecíaTheoconunjerseyfinonegro,unasgafasdesol yuna sonrisatraviesa.Hacíasolounashorasquelahabíasubidoy,aunquehabía diversos comentariosconemoticonos,ningunoeraespecialmentepersonal,porlo quenose molestóenrevisarlosperfilesdesdedondesehabíanhecho. —Estoyempezandoapreocuparme—sequejóenvozalta. Siguió con los ojos clavados en la imagen. No parecía un selfie, por lo quese preguntóquiénselahabríahechoparaqueparecieratancómodoyfeliz. Senotabaque noteníapreocupacionesdeningúntipo. Inconscientementeintentóagrandarlaconlosdedos,sincaerenlacuenta dequela aplicaciónnolopermitía. —¡Estoy obsesionada! ¿Qué me pasa? Yo no hago estas cosas. —Se reprochóasí misma. Conungranesfuerzosaliódelaaplicación,peroencuantoestasecerró sumentese dio cuenta de un detalle en el que no había caído antes. Había algo llamativoenla imagenenblancoynegro:uncorazón. Diounboteenlasillaeintentóentrardenuevoenlaaplicación. —¡Mierda!¡Mierda!No,no,corazonesno.Sincorazones. Trasloqueparecióunaeternidad,logróentraralperfildeTheootravez, ytalycomo se había temido ahí estaba el corazón rojo que marcaba que a Emily le habíagustadola foto.Lasmanoslesudabancuandopasóeldedoporélparaquitarlo,pero estaba atacadadelosnervios. ¿Habríallegadolanotificaciónantesdequepudieraeliminarelmegusta accidental? —Loquetefaltaba,Emily,quecreaqueloacosas.—Yañadiócabeceando —: Aunqueseaverdad.¿Cómonotehasdadocuentadeldichosocorazón?— selamentó. ¿Ahoracómoloibaaarreglar?Selevantódelasillaatodaprisaconel móvilenla manoparairabuscaraalguieneneltallerquetuvieraInstagramypoder hacerel experimentoaversilanotificaciónllegabaencuantoelcorazónseponía rojoosi,por el contrario, pasaban un par de minutos y al borrarlo no llegaban a recibirlo. Todavíanohabíallegadoaltallercuandoelmóvilcomenzóasonarensu mano.Se quedóparalizadaalverqueeraTheoquienlallamaba. Página78de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —¡Mierda! Es automático. ¿Sí? Dime —contestó fingiéndose poco interesada. —Vaya,notealegrasmuchodeoírme—dijoélconsorna. —Sitúlodices… —Tellamabaparapreguntartesivasavenirmañanaalasesióndefotos. “Nolehallegado”,pensóEmilyrelajándoseunpoco. —Sí,Gabbymehapedidoquelaacompañe. —Estupendo.Despuésdepasarmetodalasemanatrabajandomealegraré dever carasconocidas. —¿Trabajando? —Sí,acabodevolverdeSantoDomingo.Teníaquehacerfotografíaspara un catálogoderopadebaño. Emilysequedócalladasinsaberquédecir.Asíquenolahabíallamadoen varios díasporqueestabadeviajedetrabajo.¿Olallamabaparaexcusarseyel viajehabía sidodeplacer? —Untrabajomuysufrido. —Mucho, aunque no lo creas —bromeó—. Por cierto, no sabía que me siguierasen Instagram. Página79de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Elrocehaceelcariño Elmiércoles,enlugardeiralaoficina,GabrielleyEmilysedirigieronal estudiode Óscar,dondeseibaarealizarelreportajefotográfico. Cuando Robert se detuvo frente al edificio de Emily para recogerla, Gabbyyatenía planeado cómo sería su día, porque aunque tenía la obligación de ver a Blakesu intención era ocupar su mente lo máximo posible para que el impacto fueramenor. —NecesitoquellamesaLanaylepreguntessitieneplanesparacomer.Si estálibre dile que tengo una propuesta que hacerle y reserva en algún restaurante queteguste— pidióencuantoEmilysesubióalBMW. —Buenosdíasparatitambién—saludósuasistente. —Losiento,buenosdías.Esquequierocerrarunosasuntoshoy. —No te preocupes —la tranquilizó antes de sacar el móvil y llamar a Lana. AunqueGabbyestabasentadaasuladonoleprestódemasiadointerésala conversación.Sumenteandabaporotrosderroteros.LaactituddeBlake enlaprueba devestuarioyenelgimnasio,dondeapenaslahabíamirado,leafectaba másdeloque habíaesperado. Si su objetivo no era contentarla, ¿por qué no la había llamado antes de saberqueiba aserelmodelodelafirma?Ysidesdeelprincipiopretendíahacersecon elcontrato ¿porquélatratabacontantaindiferencia?Puedequeyahubierafirmado, peroella seguíasiendolajefaylomásinteligentehabríasidotenerlacontenta. —Lana ha aceptado. ¿Vas a contarme qué propuesta tienes pensado hacerle? LavozdeEmilyladevolvióalarealidad. —Voyapedirlequenoshagaunaweb. —Yatenemosuna. —Sí, pero está obsoleta. Vamos a modernizarla y tengo una idea que quieroversi podemosllevaracabo. Emily esperó a ver si le contaba la idea por sí misma, pero Gabrielle estaba demasiadodespistadacomoparadarsecuenta. —¿Quéidea? —Quiero poner una tienda de outlet online. Ya sabes que tenemos toda clasede zapatosenelalmacén,asíquehepensadoenquelospongamosalaventa ydonemosel dinero que saquemos por ellos a una ONG que se dedique a proteger a mujeresvíctimas delmaltrato.Haydemasiadospaísesdondelaviolenciadegéneroestáala ordendel Página80de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com día. —Esunaideapreciosa—alabósuasistente,emocionadaconquepudieran llevarlaa cabo. —PoresonecesitamosaLanayunawebnueva—insistió. —Yahemosllegado—anuncióRobert,cortandolaconversación. —Tengolasensacióndequehoyvaaserundíaimportanteyproductivo —seanimó Emily. Elestudioeraunespaciogrande,deltamañodeungarajedeveinteplazas. Soloque mejoriluminado,blancoysinlasmolestascolumnas. Porlodemás,estabadivididoencuatrosecciones.Laprimeradeellasera unazona más pequeña, delimitada en los laterales por biombos chinos. Además contabacon cortinasblancasalfondoyunosventiladoresqueenfocabanaunpequeño escenario. Lasegundazonaeraladelatrezo.Enellaestabanperfectamentecolocadas desde sillasaltasdebarhastaunsillón,unamesademadera,einclusopercheros deropa colorida. La siguiente zona era más amplia que las dos anteriores y más pulcra. Destacabaen ellaunamotocicletadegrancilindradaquehabíacolocadaenelmedio.Al igualqueen lasotraszonas,tambiéndisponíadefocosyluces,queestabacolocando untécnicoen esosmomentos. Lacuartaeralaqueestabanutilizando.Elfondoeradeunllamativocolor verdey también disponía de gran cantidad de focos y luces. No obstante, lo más interesanteera elsuelo,yaqueenesapartedelestudioseabríanrejillassimilaresalas delmetroy porellastambiénsalíaairecuandolafotografíaasílorequería. La única que reparó en su presencia fue Brigitte. Ni Blake ni Theo ni el técnicode sonido; ni siquiera la que supuso Gabrielle que era la maquilladora, se dignarona volverlacabezacuandoEmilyyellaentraronenelestudioysedirigieron hastadonde estabanellos. Blake iba vestido con un traje de chaqueta oscuro, una camisa negra y variascorbatas desanudadas y coloridas en el cuello. Los zapatos que llevaba eran oscurosyconcada posedelmodeloquedabanaldescubierto. TheoestabadándoleindicacionesyBlakelasseguíaalpiedelaletra.El sonidode disparodelacámararesonabaenelrespetuososilencio. —Cincominutosdedescansoytecambiasderopa—pidióTheo. Comosihubieraregresadodeotromundo,traslaspalabrasdelfotógrafo Blakepor finlavio.Gabriellesediocuentaporelcambiocasiimperceptibleensu mirada,que seaceróalverla. La maquilladora corrió a su encuentro para ayudarle y, antes de que Gabbypudiera decirnada,teníaenfrenteaTheoquelassaludabadebuenhumor. Página81de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —¿Osapeteceuncafé?¿Unté?—ofreció,señalandounalargamesaenla queGabby nohabíareparadoyqueconteníauncateringdedesayuno. —Demomentono,gracias. —¿Emily? —No,gracias. —Québaratasvaisasalirlealaempresa.—Seriomientrassealejabade ellaspara cambiarlacámaraycolocarnuevosfiltros. —Esto es impresionante —comentó Emily al tiempo que daba la vuelta sobresí mismaparavertodoloquelarodeaba. —Síqueloes—confirmóGabrielle,aunqueellasereferíaaotracosa. Theo regresó de nuevo junto a ellas y su amiga aprovechó para comentarleunodelos asuntosquelahabíanllevadohastaallí. —Necesitoquehagasfotografíasextraparalaweb.Vamosamejorarlay las imágenesquetenemosestánanticuadas.Quierodarleungiroalaimagen deGabrielle Gibbs. El fotógrafo se quedó en silencio unos segundos, observándola antes de responder. —Loszapatosyelbolsoquellevas,¿sondetucolección? Ellalemirósincomprender. —Sondeladelapróximatemporada—explicóEmily. —Muchomejor.—LaexpresióncalculadoradeTheollamólaatenciónde Gabrielle, queseguíasincomprendersusintenciones—.Karen,venaquí,porfavor. La maquilladora, que tanto se había esmerado en ayudar a Blake dio un botede sorpresaantesdeacercarseaellosatodaprisa. —Necesito que maquilles a Gabby —pidió sin darle opción a que se negara—.Ojos ahumadosengrisylabios“besables”.Muy“besables”.Elpeloloquiero sueltoycon volumen.—Yañadióimpasible—:Tienesdiezminutos. —¿Dequévaesto?—Gabriellecomenzabaaponersenerviosa. —Hasdichoquequieresfotosparalawebyyovoyadarteloquepides. —Peronomías—protestóella. —Porsupuesto—dijoelfotógrafoantesdealejarseparahablarconBlake sindarle ningúntipodeexplicación. Acostumbrada a las excentricidades de Theo, optó por esperar y dejarse hacer.Karen semostrómuchomásamabledesdeelinstanteenquecomprendióqueera lajefa.Y diez minutos más tarde, tal y como el fotógrafo había pedido, Gabrielle estaba impresionanteconelmaquillajeexprés,elpeinado,lospantalonespitillo negros,el jersey del mismo color y los botines de tacón de aguja a juego con el bolsocolorvino quesehabíapuestoesamañana. —Perfecta —aseguró Theo—. Gabby, ponte con Blake. Voy a haceros unasfotos. Página82de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —Creíquemelasibasahaceramísola. —Cariño,eresunadiseñadoramaravillosa,pero¿quiénesaquíelgenio? Gabrielle le miró como si fuera a replicar, pero se lo pensó mejor y se acercóa Blake, quien ya estaba cambiado y vestía unos vaqueros y una camiseta negradecuello de pico. Casualidad o no, la ropa que llevaban ambos casaba a la perfección. —Blake,hincaunarodillaenelsueloytú,Gabby,siéntateencimadeél. Aregañadientes,larubiahizoloquelepedían. —Ahora pásale un brazo por detrás de la cabeza y con el otro tócale la caracon suavidad. ¿Quéhicieraqué? —No,nomemiresamí.Míraleaél.Así,estupendo.Necesitoquelemires comosi quisierasbesarle.Blake,lomismoparati. Gabbytragósaliva,nerviosa.Blakelaestabamirandodeunmodoquele poníala pieldegallina,aunqueseguramentelohacíaporqueesoeraprecisamente loqueTheo esperabaquehiciera.Aunasí,hacíamuchotiempoquenoestabatancerca deélysu pulsoseestabadesbocando. Aesadistanciapodíaolerle,yelcalordesupiernatraspasabaelpantalón eincluso suropainterior,loquedificultabaquepudieramantenerseindiferenteaél. Theodijoalgomás,peroGabriellenollegóacomprenderloquedecía. Solosedio cuentadequequeríaquesemovieracuandoBlakelaayudóalevantarse. Parecíaun títereensusbrazos:laapartabaylaacercabaapeticióndelfotógrafo. —Noestésnerviosa—ledijoenunsusurro—,esbastantefácilsitedejas llevar. —Noestoynerviosa. Élarqueóunaceja. —¿Deverdad? Negóconlacabeza. —Estoyatacadadelosnervios—confesó,ganándoseunaatractivasonrisa deBlake. —Creo que deberíamos mantener una conversación privada. Tengo la sensaciónde quenonoshemosentendido.Talvezelteléfononoseaunabuenaopción paranosotros —bromeóqueriendomitigarsunerviosismo. —Esposiblequetengasrazón—concedió. Página83de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Nuevosproyectos Cuando Theo le mostró las fotografías que le había hecho con Blake, Gabrielleapenas podía creer que esa mujer fuera ella. La de la cámara era una auténtica seductoraque teníaalmodelorendidoasusencantos. Ciertoeraquedurantelamediahoraquehabíapasadoensusbrazospara queles realizaranelreportajehabíavueltoaconectarconél,oquizássolovolvió aencontrar unaconexiónquenuncahabíadejadodeestarahí.Esoeralodemenos.Lo importante era que había decidido concederle el beneficio de la duda y estaba dispuestaaaceptar lainvitaciónsiélestabalistoparavolverahacerla. —¿Mepuedespasaruncorreoconellas?Voyacomerconlapersonaque vaahacer lanuevawebdelafirmayseríaestupendopoderenseñárselas. —Sinproblema.Encuantolasdescarguetelasenvío. —Gracias. Hablamos más tarde. —Se dio la vuelta para llamar a Emily, queestaba hablandoconBrigitte. —Emily,¿nosvamos? —Porsupuesto—aceptóesta,despidiéndosedelaestilistayacercándosea ellos. Gabrielle,condiscreción,seapartódelfotógrafoparaquesuasistentey este pudieranhablarconcomodidad.Suactituddurantelasesióndefotoshabía sido distante,peroesosedebíaaqueTheoeramuymetódicocuandotrabajaba ynose permitíadistracciones. Como no se atrevió a buscar a Blake, que había desaparecido para cambiarsederopa otravez,sealejósolounpardemetrosysacóelteléfonodelbolsopara comprobarlas notificaciones. —¿Yatemarchas?—preguntóunavozasusespaldas. Sediolavueltaconunasonrisaquepretendíasertranquila. —Sí,hequedadoconLanaparacomer.Quierohacercosasnuevasenla webdela empresayellaeslapersonaperfectaparadirigirlo. Blakeasintió. —¿Paraesoeranlasfotografías? Gabriellesonriómástranquila. —LaverdadesqueesofuecosadeTheo,aunquenopuedonegarqueme ha encantadoelresultado. —A mí también, aunque he de añadir que el proceso tampoco ha estado mal. Página84de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com ¿Esoerauncoqueteo?,sepreguntóGabbyconelpulsoacelerado. —Bueno…Tengoqueirme—dijo,aunquenosemoviódelsitio. Blakeseacercóaella,queseguíaclavadaenelpiso,ylediounbesoenla mejilla. —Tellamaréestanoche. Gabriellerioyélarqueóunacejaconintencióninterrogativa. —“Esta noche” es mejor que “ya te llamaré” —explicó—. Aunque creía que habíamosacordadoqueelteléfononoeralonuestro. —Entoncestellamarésoloparaacordarunencuentro—bromeó—.¿Qué teparecela idea? —Muchomejor.Hastaestanoche. Reacia a irse, se encaminó hacia Emily, se despidió de Theo y juntas salierondel local.Robertestabaenlapuerta,esperándolasreclinadosobreelBMW. Una vez en el coche, Gabrielle recordó algo que le había llamado la atenciónyle preguntóaEmilydirectamente. —¿QuéhablabastaninteresadaconBrigitte?Lavigesticularmucho. —Leestabapidiendoayudaparamejorarmiestilo,yasabescómoes.Me hadado unascuantasrecomendaciones. —¿Deverdad? Asintióconlasmejillasenrojecidas. —Eso está genial. ¿Qué te parece una salida de chicas el sábado por la mañana? Podemosirdecompras. —Me parece muy bien —aceptó Emily—, me vendrá bien cualquier consejoque queráisdarme.—Yañadióconsinceridad—:TúyLanavestísmuybien. —¡Gracias!¿Yaquésedebetucambio?Yqueconstequemepareceuna idea estupenda. Emilyvolvióaenrojecer. —Quieroparecerunpocomásjoven.Yasabes… Gabriellesuspiródeunmodoexageradoparahacernotarsuexasperación porla respuesta. —Tener treinta y nueve años no es ser mayor —señaló la diseñadora—. Lodigopor sinotehasdadocuenta. —No,peroessermayordetreintayocho. No merecía la pena contestarle porque Emily era demasiado cabezota comopara comprenderquelaedadnoeratanimportanteparatodoelmundocomo paraella. Además, era bien sabido que el amor no atendía a razones, y mucho menosanúmeros. DemodoqueGabbynodijonada,nisiquieraleexplicóqueTheoestaba máscercade los treinta y nueve que de los treinta y ocho. Después de todo, que su amigaestuviera taninteresadaenmejorarsuvida,enverseguapa,salirydisfrutardesu libertadera Página85de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com algoquemerecíaqueseguardaraelsermónparaotrodía.Sumatrimonio conPhilla había mantenido enclaustrada durante muchos años, ya era hora de que hicieraalgopor serfeliz.Elprimerpasofueacabarconunmatrimonioquenolasatisfacía enningún sentido.Yelsiguiente…seestabafraguandojustodelantedesusnarices. Despuésdetodo,síquesepodíaserfelizalostreintaynueve,pensó.Y una carcajadaseescapódesuslabios. Emilylaoyóylarelacionóconotrotema,porloquelepreguntó: —Hablando de otra cosa, ¿a qué se debe tu cara de felicidad? O mejor dicho,¿a quién? Aunquenofueraeseelmotivodesusonrisadecidióseguirlelacorriente asuamiga, ya que era completamente cierto que su breve charla con Blake le había mejoradoel humor. —Voy a salir con Blake —explicó sin querer demostrar lo que sentía al respecto. —Creíaquetehabíasnegado—comentóarrugandoelceño. —Ylohice,aunqueesposiblequemeprecipitaraalhacerlo. —Después de ver el modo en que te miraba hace un rato, yo también lo creo— sentenciósuamiga. Gabrielle se mordió la lengua y no preguntó a qué se refería con el comentario.Si bajaba la guardia antes de estar segura de lo que quería Blake de ella, podíacometerel errordeenamorarsedeélynosercorrespondida.Ysialgoabocabaaun serhumanoal amor era hablar de la persona que lo inspiraba. Por eso sonrió con educaciónysepuso amirarporlaventana.Nonecesitabaquelaalentaranconelmodelo,ella solaera capazdehacerlosinnecesidaddeayudaextra,loquelepreocupabacasi tantocomola emocionaba. Lana llegó puntual al restaurante que Emily había escogido para la ocasión.Laasistente deGabriellehabíaoídohablardeél,aunqueeralap3rimeravezqueiba. Poreso, cuando Gabby le pidió que escogiera el restaurante que quisiera llamó inmediatamente parareservarunamesaparalastres. Nada más entrar les llamó la atención la decoración futurista de líneas muymarcadas. Como ninguna de las dos había estado antes allí, a Gabby le sorprendió queEmilylo hubiera escogido, ya que normalmente su amiga siempre se mostraba prácticayoptaba porloseguro. Aunque no dijo nada para no incomodarla, interiormente se alegró y esperóqueese pequeño gesto de arriesgarse con lo desconocido marcara un cambio positivoensu vida. Uncamarerolasacompañóhastaunadelasmesaslibres.Todaella,desde elmantela las servilletas, era de un pulcro blanco, casi brillante. Los cuchillos, tenedoresydemás cubiertosdestacabanentretantoblancor.Nohabíaningúncentrodemesa oalgoque Página86de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com rompieraelcolordominante. —Vamos a esperar al otro comensal que falta, pero tráiganos un par de refrescosde cola,porfavor. Elcamareroseinclinóasintiendo. Cincominutosmástarderegresabacondosbotellinesderefrescoyunos vasosde plástico,cómono,blancos. TantoGabbycomoEmilysemirarondesconcertadas.Setratabadevasos deplástico de los que la gente llevaba a los picnics, fáciles de romper y poco resistentes.Delos deusarytirar. Dehechotuvieronquesujetarlosalamesaparaquenosemovieranyse derramaran alverterlabebidaenellos. Aun así, no dijeron nada. Emily por desconcierto y Gabrielle para no estropearloque paraellaeraunpasoadelanteenlaactituddesuamiga. InmediatamentellegóLanaylosvasosquedaronenunsegundoplanoen favordela propuestalaboralqueladiseñadoraleexpuso. Gabrielle le explicó su idea de la tienda y adónde irían a parar los beneficiosy,taly como había esperado, a la pelirroja le pareció una idea maravillosa. Se mostró encantadaconlacolaboración.Primeroporquesetratabadeunproyecto solidarioy segundo porque hacer la web de Gabrielle Gibbs le aportaría publicidad extraasu empresa. El camarero volvió a hacer acto de presencia, boli y libreta en mano y, trasmirarel menú,lastressedecidieronporunasensaladasyunrisottodesetas. —¿Quieres que te hagamos una web? Muy bien. ¿Para cuándo la necesitas?Así comprobarésipuedocomprometermecontigoenelplazoquedeseas— comentóLana. —Paralasemanaqueviene. —¿Cómo dices? —preguntó con una mezcla de asombro y temor—. Mi equipoestá hastaarribadeproyectos.Esimposiblequepodamosdarteunserviciotan rápido. Vamos a necesitar imágenes de todos los zapatos que quieras poner a la ventaenla tienda,fijarlosprecios,prepararlacompraonline,imágenestuyas,delas campañas quehabéishecho,eldiseñodelaweb…Lalistaesmuylargayeltiempo muycorto. Gabrielleseencogiódehombrosamododedisculpa,momentoenqueun camarero distinto al anterior apareció con una bandeja de pan, las ensaladas y los tresplatos principalesquehabíanpedido. —Entonces, házmela tú —dijo Gabby retomando la conversación que habíaquedado envilo. Lanalamiróconfijezaantesderesponder. —Deacuerdo,puedointentarloaunquenoteprometoquelavayaatener tanpronto. Pero ahora dime, ¿a quién se le ha ocurrido la flamante idea de que comamosaquí?— Página87de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com inquirió Lana señalando las ensaladas y el risotto que habían llegado servidosenplatos deplástico. Página88de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Meencantanlassorpresas Gabrielle estaba nerviosa y se sentía tonta, todo a la vez. ¿Quién se alterabaantela perspectiva de hacer algo tan común? Ni que fuera la primera vez que hablabaconun hombre por teléfono, se dijo. Cierto era que la última llamada de Blake habíaacabado bastante mal. No obstante, una sola ocasión no servía para asentar las bases,intentó convencersesinpocoéxito. Elsonidodeltimbredeabajolediounrespiroasuspensamientos. De mala gana bajó el sonido de la televisión, se levantó del sofá y se acercóhastael telefonillodelaentradapararesponder. —¿Quiénes? —Señorita Gibbs —la saludó el portero con su marcado acento español —,aquíhay uncaballeroquepreguntaporustedycomonolohevistoanteriormente hepreferido avisarlaantesdedejarlesubir. —Gracias,Carlos.¿Lehadichosunombre? —BlakeScott. Durante unos segundos, Gabrielle no supo qué decir al pobre portero, quiense mantuvoensilencioalaesperadequeelladierasupermiso. —Déjalesubir,Carlos,porfavor. —Ahora mismo, señorita Gibbs —concedió antes de cortar la comunicación. Todavíadesconcertadaporlasorpresa,abriólapuertadelpisoyesperóa queel ascensorsedetuvieraydeélsalieraBlake. Por instinto se miró la ropa. Llevaba unos pantalones cortos y una camisetavieja.El pelo suelto y despeinado e incluso iba descalza. Antes de que le diera tiempoa moverseparacambiarseteníaasuinesperadoinvitadoplantadodelantede ella. —Hola,Gabby. —Hola, pasa. ¿Cómo sabías…? —Se calló antes de terminar la pregunta porqueya teníalarespuesta—.Theo… Blakesonrió. —Me debía un favor y he decidido que lo mejor era no estropear lo nuestroconuna llamadatelefónica.Yasabesquesenosdanfatal. Gabriellesonrió. —Hasidounagranidea—dijoparaquesesupierabienvenidoaltiempo quese apartabadelapuertaparaqueentrara. Página89de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Sefijóenqueéltambiénvestíadeunmodoinformal:vaqueros,camiseta ychaqueta depiel. —¿Teapetecetomaralgo?—ofreciómientrasleprecedíaporelpasillo. —Nada,gracias. Cuandollegaronalsalón,Blakesedetuvoenelumbralypaseólamirada porla habitación. Todo lo que veía era un indicativo de la personalidad de Gabby.Laspocas fotografías, los cuadros, el color blanco de las paredes en contraste con loscoloridos cojinesdelsofá…Elmobiliariomodernoyelegante… —Megustatucasa—dijomientrassesentabaasuladoenelsofá. —Gracias,¿quieresquetehagauntour? Blakepensóenqueeltourllevaríaimplícitaszonasquelealteraríanmás deloque ya estaba, como el dormitorio y el cuarto de baño con la bañera protagonistadeaquella conversación telefónica, por lo que educadamente declinó la invitación, relegándola paramástarde. Conlamismafacilidadconlaquehablaroneldíadelafiestacuandose sentaron juntosenlabarra,laconversacióncomenzóafluirentreellosdeunmodo naturaly cómodo. Tanto que, cuando Gabby se dio cuenta de la hora que era, decidióquelo mejory,sobretodo,loquemásdeseaba,erainvitarloacenar.Seríauna groseríano hacerloy,además,noteníaintencióndedejarleirtanpronto. —¿Tequedasacenar?Tengofiletesypuedoprepararunaensalada. —Losfiletesmehantentado,peroloquemehaconvencidoaaceptartu amable invitaciónhasidolaensalada—bromeóconella. —Sabíaqueerasdeverduras. —¿Nolodiráspormicutis? Gabbynegóconlacabeza. —No,lodigoportusmúsculos. —Así que te has fijado en ellos. —Su tonó era cada vez más bajo y sensual,aunquela conversaciónseguíateniendountintedivertido. Ellarioparadestensarenambiente. —Para no fijarse. Te matas en el gimnasio para tenerlos, lo menos que puedohaceres mencionarlos.Noquisieraquetesintierasmal. Blakearqueóunacejaocultandounasonrisa. —Eres una bruja con cara de buena —dijo poniéndose en pie—. Anda, vamosapor esosfiletes.Déjamedemostrarteloquepuedohacerconestosmúsculos. Para sorpresa de Gabrielle, las palabras de Blake no fueron una fanfarronada. Rebuscóenladespensa,sacólamitaddelasespeciasqueallíhabíaytras condimentarlacarneyponeracalentarlasartén,sedispusoaprepararlos filetesde modoquenosoloestabansabrosos,sinotambiéntiernosydeliciosos. Página90de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Mientras Blake preparaba la carne, Gabby hizo la ensalada y descorchó unabotella devinodelasquesupadrehabíaregaladoalostrabajadoresdeGabrielle Gibbspor Navidad. Conesmeropreparólamesaysacólascopas,quenuncahastaentoncesse habían usado,yaquesusamigospreferíanlosvasosylascenasrománticasnunca eranensu casa. De hecho, esa era la primera vez que Gabby llevaba a casa a un hombreporel quetuvierauninterésromántico. Sesentaronacenarcomosillevaranañoshaciéndolo. —Losfiletesestánmuybuenos. —Mis músculos y yo estamos a su servicio para cuando considere necesario— ofrecióconunasonrisatraviesaquecaldeóelcuerpodeGabby. La diseñadora se rio, encantada con la idea de tener a Blake disponible paraella.No obstante,cuandosediocuentadeloqueestabapensandoycomprendiólo peligroso que era flirtear con él sin saber lo que él esperaba de su relación, dio marchaatrás. —¿Quépiensas?—preguntóél. —Quellevamostodalatardehablando,peronohemosaclaradoporqué tedijeque noqueríasaliracenarcontigo—improvisó. —Muycierto.¿Porquénoqueríassalirconmigo? —Me molestó que solo me invitaras después de que te dijéramos que el puestoera tuyo.Supongoquefueunacoincidencia,pero… —No lo fue —la cortó—. Esperé deliberadamente a que tomaras una decisión.Me parecióquelomásacertadoeradejarteespacioynopresionarteparaque tequedaras conmigo.TehabríainvitadoacenaraunquehubieraselegidoaQuinn,el asuntoeraque prefería que tomaras la decisión antes de que retomáramos nuestra relación.Poreso esperéparallamarte. —¿Nocreesquehubieraestadomuybienquemelohubierasexplicado? Blakesonrióantelaexpresiónmolestadeella. —¿Cuándo?Tenegasteasalirconmigo. Seencogiódehombros. —Supongoqueenesotienesrazón—aceptóGabbydemalagana—.Pero sihaces memoria,tevienelgimnasioconunamorena. —Soloeraunaamiga. —¡Seguroquesí! —¡Vaya!Estáscelosa…Esomedaesperanzasparaqueestavezdigasque síalode cenarconmigo. —Esposible,¿vasainvitarme? —¿Esposible,qué?¿Queestáscelosaoquevasadecirmequesí? —¿Lasdos? Página91de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —Enesecasovoyaaprovechartubuenadisposiciónyvoyapedirteque informesa Enzodequeestássaliendoconmigo.Nomegustanlasconfianzasquese tomacontigo. —Parecequeloscelosnosonsolocosamía. —¿Eso era una respuesta? ¿Se lo vas a decir? —preguntó mirándola fijamente. Gabrielleasintiósinperderdetalledesusexpresiones. —De acuerdo, puede valer —concedió, al fin. Hizo una pausa bastante largapara ponerla nerviosa. Pinchó un pedazo de carne que se llevó a la boca, masticóconcalma ytragó—.¿Tieneslibreelfindesemana? —¿Todoél? —Porsupuesto,elviernestellevaréacenaryelsábadoaverunpartido derugbi. Todavíanohedecididoquéharemoseldomingo,peromárcalocomoque tienesunacita conmigosealaquesea. —Deacuerdo,suenabien.Peroelsábadoporlamañanatengoplanescon Emilyy Lana. Lamiradapícaraquelelanzóhizoqueelvelloselepusieradepunta. —Sinproblemas.Teprometoquenotecansarémuchoelviernesparaque nollegues tardeatucitaconlaschicas. Página92de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Cuandomenosteloesperas… Desde el día anterior, ir al gimnasio se había convertido en una experienciadistinta para Gabrielle. Antes incluso de entrar, había quedado en la puerta con Blakeyestela habíabesadoparasaludarlacomosiestuvieraneneldormitorioyelbeso fuerael preludiodealgomásintenso. En cualquier caso, no tenía intención de quejarse. De hecho se sentía un pocomejor queunosminutosantes,cuandotodavíalepreocupabaquetraslacenay algomásde conversaciónBlakesehubieramarchadodesupisosinquelosbesosenel sofáfueran amayores.Habíadormidopocoymal,preguntándosesisehabíafigurado eldeseoen losojosmasculinos.Porsuerteparasucapacidaddeconcentración,Blake había borrado sus temores y la tarde se presentaba maravillosa, por no hablar delfinde semana… No obstante, y a pesar de lo estupendo que era todo, la culpabilidad por haberse saltadoelcaféprevioalaclaseconLanaensombrecíasubuenhumor.Por esemotivo, para lavar su conciencia, en cuanto se encontró con la pelirroja en el vestuariole comentó el tema de la salida de compras para el sábado por la mañana. AyudaraEmily y pasar la mañana juntas era una oferta que estaba segura que Lana no teníapensado rechazar. —Nosésivoyapoderir—explicó—.Estoymetidaenunawebycasino tengo tiempo ni para venir aquí. Entre nosotras, mi nueva jefa es una explotadora—manifestó concomplicidadaltiempoquetratabadeesconderlarisa. —Serás…¿Tantotrabajoteestádando? Lanariodebuenaganaantesdepoderhablardenuevo. —Notepreocupes,tengoaunapersonaayudándomeyvamosavanzando bien.Te prometoqueiré.Mevendrábiendesconectarunpoco. —¿Ricksiguesinhacerningúnmovimiento? —Me ha saludado al entrar. Lo que teniendo en cuenta su actitud de los otrosdías,ya es un triunfo —bromeó para no darle importancia—. Pero si lo comparamosconquese levantaratempranounsábadoparatraermecaféreciénhechoporquetenía resaca,esun pocoinsignificante. —Esidiota—zanjóGabrielle—.Obipolar,todavíanolotengoclaro. —Deberíarebatírtelo,perolaverdadesquenotengoganas. Lasdosrieronporlagraciaysedispusieronairaclase.Cuandosalieron del Página93de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com vestuariosetoparonconRick,queestabaapoyadoenlapareddeenfrente, esperandoa quesalieran. —Chicas, he organizado una clase especial de danza del vientre y me gustaríaque vinierais. —¿Ylavasaimpartirtú?—preguntóGabrielleconasombro. Ricksonrió,unpocosorprendidoporlapregunta. —Porsupuestoqueno.Lavaadarunaamigamía. GabriellemiróaLanaparaquedecidieraquéhacer. —TenemosclaseconEnzo—apuntólainformática. —Losé,peroestaclaseesespecial,novaavolverarepetirseenmucho tiempo. Ricklamiródirectamenteaella,alaesperadesurespuesta. —Deacuerdo.Iremos.¿Cuándoempieza? —Dentrodediezminutos.—LasonrisaqueleofreciódesconcertóaLana, quese preguntó si había ido por todo el gimnasio anunciando la clase o si la invitaciónse habíalimitadoaellasdos. Unosminutosmástarde,cuandoentraronenlaclasedeRickysetoparon conlamorena del ascensor, Lana estuvo a punto de salir a toda prisa de allí. El único motivoporel que se quedó fue porque Gabrielle, anticipándose a su reacción, la tomó delbrazo, imposibilitandoquesefuera. Qué poca sensibilidad tenía ese hombre, pensó enfadada. ¿Cómo se le habíaocurrido invitarla a ella a la clase de su novia? Inmediatamente después se dio cuentadequeél noestabaaltantodesussentimientosysecalmó,losuficientecomopara aguantarel malratoyquedarsehastaelfinal. Unahoradespués,cuandoNicolelesagradeciólaasistencia,Lanasalióa todaprisa delaula.EstabademasiadoalteradacomoparadarsecuentadequeNicole ibadetrás deellasdecaminoalvestuario.Porsuerteparatodos,lapelirrojaestaba callada, pensando en la desfachatez de Rick, quien al finalizar la clase se había acercadoaella parapreguntarlequélehabíaparecido. —Decepcionante, la verdad. Creo que voy a seguir con Enzo —contestó antesde darselavueltaydejarleconlarespuestaenloslabios. Una vez dentro, Gabrielle se dio cuenta de que no estaban solas y, preocupadaporun posibleestallidodefuriadesuamiga,lediounpellizcoenelbrazo. —¡Ay!—sequejómirándolayreparandoenelmododesmesuradoenque abríalos ojos. Condisimulóbuscóelmotivoysediodebrucesconlamorena. Fueellalaprimeraquehabló. —¿EresLana,verdad?Terecuerdodelviernespasado.¿Tehagustadola clase?— inquirióconunasonrisaamable. Página94de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —Sí,hasidoestupenda—contestósinsabermuybienquédecir—.¿Aque sí,Gabby? —Muy interesante —afirmó la diseñadora mientras recordaba el interés deBlakeen susmovimientos. Durantelahoraquehabíanpasadoenelaula,Blakehabíasidoincapazde hacerdos series de ejercicios seguidos. No le había quitado la vista de encima a Gabrielley tampocohabíacambiadodemáquinaentodoesetiempo. —Gracias. Rick me comentó que estaba perdiendo alumnas en favor de Enzo,yno puedo negar que es muy guapo —dijo con una sonrisa—, así que me ofrecíaecharle unamanoconunaclasediferente. Lasdosamigassemiraronconfundidas. —Bueno,comosoisparejaeslógicoqueleayudes—tirólacañaGabby paratantear eltemaydescubrirquérelaciónuníaaNicoleconRick. Lachicaparpadeó,sorprendidaporelcomentario,yactoseguidoseechó areírcon ganas. —Ricknoesminovio.Esmicuñado,ademásdemientrenadorpersonal. Meestá ayudandoaponermeenforma. —¿Denoche?—intervinoLanaconuntonodeincredulidadenlavoz. —Los dos trabajamos muchas horas y era el único momento en que podíamosquedar. Soy abogada, bailarina y estoy planeando mi boda —explicó con ojos brillantes—.El poco tiempo libre que me queda lo ocupo en entrenarme porque voy a participarenun concursodebailededanzadelvientreenEgipto. —¡Vaya!Quéinteresante. —Sí,minovioyyoaprovecharemoslalunademielparaviajarallíyque yopueda participarenlacompetición. —Entoncestedeseamosmuchasuerte,¿verdad,Lana? —Muchísima.Ojaláganes. —Gracias, chicas. Ahora voy a ducharme o llegaré tarde, y Neal es tan maniáticocon lapuntualidadcomosuhermano. Lanaestabacompletamentedesconcertadaporlasrevelacionesqueacaban de hacerle. Al mirar a Gabby comprendió que su amiga estaba igual de confusa. —Ducharápidaycafé.Estohayquecomentarlo. —Tienes razón. Voy a llamar a Emily para que venga, tres cabezas siemprepiensan mejorquedos. Lanaasintióconvehemencia. Página95de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Amora135metros El viernes por la noche Gabrielle se arregló con esmero, poniendo especialatención enelcalzadoyenlaropainterior.Noteníaintencióndedejarnadaalazar yesoseran dos puntos importantes a tener en cuenta, porque el miércoles, cuando Blakecenóensu casa, la noche no fue más allá de unos besos de despedida, y estaba decididaaquela historianoserepitieradeunmodotaninsatisfactorioparaella. Blakesololehabíadichoqueibaallevarlaacenar,ademásdepedirleque sepusiera pantalones,sinespecificarelmotivoporelqueteníahacerloofacilitarle laelecciónde vestuario. Como el pantalón no iba a darle mucho juego, había decidido concentrarseen las prendas menos visibles que, estaba segura, mostraría a Blake cuando fuerael momentooportuno. Acababa de maquillarse cuando sonó el timbre de arriba. Había dejado dichoal conserjequedejarasubirasuvisitaencuantoaparecieray,comosiempre, Carlos habíacumplidosupeticiónalpiedelaletra. Trasecharseunaúltimamiradaenelespejoseencaminóhacialapuerta paraabrir conlosnerviosdepuntayelestómagorevuelto. —Quépuntual—saludó,altiempoqueledabaunrepasoasuaspecto. Blakevestíaunachaquetaoscuradepiel,jerseygrismarengodecuellode pico, vaquerosdesgastadosybotasdemotero. —Estás muy guapa —dijo él, acercándose para besarla con suavidad—. ¿Nosvamos? —Porsupuesto.Dameunsegundoquevoyaporelbolso. Menosmalquesehabíadecantadotambiénporvaquerosybotines,pensó mientraslo tomaba de la silla de la que lo había colgado. Si no habría desentonado porcompleto conellookinformaldesuacompañante. Cuando cerró la puerta de su piso, Blake ya estaba frente al ascensor impidiendoque estesecerrara. Caballerosamentelecedióelpasoyentródespuésqueella.Sinembargo, nopresionó el botón de bajar una vez que ambos estuvieron dentro y las puertas se cerraron. —Dejaquetesaludecomocorresponde—pidióconunasonrisapícara. —¿Ycómoseríaeso? Blakecreyómásoportunodemostrarloqueexplicarlo,asíquelaasiópor lacinturay lapegóasucuerpoparabesarlaconminuciosidadyganas. —Tengo que confesar que tu beso en mi puerta había sido un poco… decepcionante Página96de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —comentó Gabrielle cuando se separaron y Blake por fin presionó el botón. Élsoltóunacarcajadaroncaymasculina. —Te aseguro que eres la primera mujer que usa ese adjetivo conmigo. Poresome gustas. —Y añadió—: Y para que quede claro, si te besé así fue por decoro.Noquerría quetusvecinostuvieranunamalaopiniónsobreti. —¿Ladeunamujerquelegustaquelabesenencondiciones? Estavezsepusoserioantesderesponder. —No, la de una mujer que permite que la besen apasionadamente en la puertadesu casa. Gabriellefingiómeditarlo. —Tienesrazón,elascensoresmuchomejorparaeso—afirmó,comosi hubiera llegadoaesaconclusióntrasunalargameditación. Salierondelascensorentrerisas,cogidosdelamano.Carlosseacercóa Blakecon unamiradadeadmiraciónquesorprendióaGabrielle,dadoquenuncale habíavistode otromodoquenofueraserioyformal. —Gracias, señor Scott —dijo tendiéndole unas llaves—. Ha sido la experienciamás increíbledemivida. —Gracias a ti por guardármelos —indicó Blake, separándose de Gabby paracoger doscascosdemotoristaqueestabansobrelamesadelconserje. Laescenaqueseestabarepresentandoanteellaeratandesconcertanteque nisiquiera sehabíadadocuentadequeestuvieranallí. —¿Vamosenmoto?—preguntósindejardemirarloscascos. —Por eso te pedí que te pusieras pantalones. ¿Hay algún problema? No vasatener queconducirla—bromeó,aunquelamirópreocupado. Duranteunsegundoseplanteódecirquesí,queirenmotocicletanoerasu ideade unacitaromántica,peroluegosediocuentadequeibaaestarpegadaaél, agarradaa sucintura,ylaprotestasequedóenunmeropensamiento. —Ninguno.Megustairenmoto. —PuesladelseñorScottlevaaencantar—intervinoCarlos. Gabby sonrió de un modo educado mientras intentaba disimular su desasosiego.Hacía muchosañosquenosubíaenunamoto.Aunquetampocoesquelohubiera hechomuya menudocuandoeramásjoven…YaunqueBlakelahacíasentirsesegura, seguía prefiriendolosvehículosdecuatroruedas. Aunasí,seolvidódesuspreocupacionescuandolatomódelamanopara salirala calle.Unamotogrande,negrayplateadalesestabaesperando.Gabbyse dejó impresionarporeltamañoyelbrillodesucarenado. Aunquenoteníanilamásremotaideasobremotores,sabíadoscosas:que noerauna Harley Davidson y que la velocidad era una de las características principalesdel Página97de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com vehículoqueteníadelante. Blake se subió con agilidad a la moto y se puso el casco integral negro quehabía llevadoconsigo. —¡Sube! Pocodispuestaamostrardebilidades,hizoloquelepedía. Se puso el casco plateado, sin preocuparse por despeinarse, y se agarró confuerzaa Blake, a quien notó reír. Los espasmos de su pecho y estómago le delataron. —¿Estásbien?—alzólavozparaseroído. —Sí. —Puesallávamos. Arrancóelmotor,querugióconfuerza,ysaliódisparadocalleabajo. Durante los primeros minutos lo único que preocupó a Gabrielle fue dóndeponerlos pies, y agarrarse fuerte para no caerse cuando Blake tomaba una curva. Pasadoese tiemposeatrevióaalzarlacabeza,pegadaalaespaldadeél,ymirarla ciudadque estabanrecorriendo. —¿Vamos al London Eye? —preguntó cuando lo vio acercarse hasta la grannoria, unodelosemblemasdelaciudad. —Exacto. —Nuncaheestadoallí. —Puesesohayquesolucionarlo. SedetuvieronenlazonahabilitadaparaaparcaryGabbysintiólaspiernas de gelatina.Velocidadyaltura,pensó.Menudanocheleesperaba. —He reservado una cápsula para nosotros solos y te prometo que no habrá champagne, lo he cambiado por vino —explicó Blake, cogiéndola de la mano. Élsehizocargodeloscascos,colocándoseunoenelantebrazoyelotro enlamano, demaneraquedisponíadelaotramanolibreparacogerladeella. Alllegaralaentrada,unseñormuyamablelescondujohastalacápsula queBlake habíareservadoparaellosdos.Gabriellesediocuentadequehabíaotras ocupadas, pero ciertamente había mucha intimidad en ellas. Aunque fueran transparentes,laaltura yladisposiciónlesotorgabandiscreción. Alentrarenlacápsulavieronqueestabatododispuesto:unamesaenorme con canapés y tres clases diferentes de vino, música suave de fondo, un enormesofá circularblancoenelcentroylaslucesdelaciudadcomoescenario. —¿Eres consciente de que esta es la mejor primera cita que he tenido nunca? ElorgullosereflejóenlaexpresióndeBlake. —Notecreasqueesoesbueno—continuóella,sonriendo—,apartirde este momentovoyaexigirquenuestrascitasesténalaalturadeesta.—Serio aldarse cuentadeljuegodepalabras. Página98de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —Loestarán.Ahoravamosacomeralgo. —Laverdadesqueloscanapéstienenbuenapinta—dijomientrasmiraba losmásde treintatiposdistintos. Lossiguientesveinteminutoslospasaroncomiendoydisfrutandodelas maravillosas vistasdelaciudad,quesoloelLondonEyepermitía. —¿Por qué no me muestras uno de esos movimientos que aprendiste el otrodía?— preguntóBlakederepente,cuandoGabbyhabíacomenzadoacreerquede nuevosu nocheseibaalimitaracharlaycomida. —¿Losdeladanzadelvientre? Asintióconseriedadsinapartarlavistadeella. —¿Aquí? —Nopuedevernosnadie.—Hizoungestoconlamanoparaseñalarque estaban solos. —Deacuerdo—aceptóyselevantódelsofá. Conexpresióncalculadoracomenzóamoversedelantedeél,balanceando lascaderas y los brazos. Los movimientos de la danza del vientre eran extremadamentedifícilesy se necesitaba más de una sesión para practicarlos bien, pero Gabrielle hizosupropia versión que, a juzgar por la cara de Blake, estaba funcionando a la perfección. Cerró los ojos y siguió moviéndose. Con picardía sacó la lengua y se mojóloslabios, un gesto inocente que provocó un gemido de deseo en Blake. Acuciado porelbailese levantó, la asió de las caderas y la arrastró hasta el asiento donde la colocóa horcajadassobresuspiernas. La boca masculina se deslizó por su cuello y siguió bajando por las clavículas.Blake cogió la parte baja de su jersey y la instó a levantar los brazos para sacárseloporla cabeza. Sequedóencamisetadetirantesdeencajeysujetador.Aunasínointentó quitársela, sinoquelebajóelescoteehizolopropioconelsujetadorparabesarsus pechosy lamersuspezones. —Siento mucho que esto vaya a ser tan rápido, pero no voy a poder esperar— explicóalzándolalojustoparabajarsuspantalonesysuscalzoncillos. —Nopuedoquitarmelaropaaquí,Blake—protestóGabby. —Novoyadesnudarte.Solovoyaquitartelospantalones. —Creoqueno… Lavozselequedóatoradaenlagargantacuandosintiósusdedosenlas caderasy bajandoporsusmuslos,juntoconlaropa. Un segundo después ya no la llevaba y volvía a estar sentada en la posicióninicial. Blakelabesóparaquedejaradeprotestar,peroenesosinstantesGabrielle no recordaba ningún motivo por el que tuviera que hacerlo. Sin dejar de besarla,rebuscó Página99de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com ensuspantalonesyrasgóelenvoltoriodeunpreservativoquesecolocó condestreza. —Estoesunalocura—apuntóella,separándosedesuslabioslojustopara hablar. Unnuevobesomásintensolasilenció. Blakelaenvistiódesdeabajoycomenzóamarcarunritmofrenéticoque Gabrielle acompasóasidaalosfuerteshombrosmasculinos. La intensidad de los movimientos y el deseo que sentían acortó la experiencia, consiguiendo que ambos se dejaran llevar al mismo tiempo. El deseo crudo,juntoal temor a ser descubiertos y a la sensación de estar a la vista de todo el mundointensificó elclímax. Sequedaronunoenbrazosdelotrohastaquesurespiraciónsenormalizó. —Definitivamente, la mejor cita de mi vida —sentenció Gabby cuando porfinpudo hablar. Con dejadez se apoyó sobre el pecho de Blake mientras los dos reían, completamente saciados. Página100de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com ¿Quiénerestú? Robert y Gabrielle pasaron a recoger a Emily y a Lana, aunque en esta ocasióndejaron lalimusinayoptaronporelBMWdeladiseñadora,ysedirigieronaNew BondStreet. Duranteeltrayecto,Gabriellefuevíctimadeuntercergradoenelquesus amigasse empeñaronenconocercadadetalledesucitaconBlake. —¿Yquépasócuandotellevóacasa?—AunqueLanasehabíaimaginado la respuesta,Emilyparecíanecesitarunaconfirmación. —Se quedó a pasar la noche en mi casa, y he de decir en su favor que todavíaestaba ahícuandomehedespertadoestamañana. Lapelirrojaseechóareír. —Hubiesesidounavenganzasensacional. —Yohabríasidoincapazdehaceralgoasí—confesóEmily—.Medaría miedo fastidiarla. —LoquedemuestraqueBlakeesrealmentebueno.—Noselesescapóa ningunade sus amigas la sonrisa de felicidad que Gabrielle llevaba dibujada en el rostro. Bajaronensudestinoysededicaronairtiendaportienda.Coneltiempo quehacía queEmilynosecomprabanada,supresupuestoeramásampliodeloque ningunade las otras dos esperaba, así que no vetaron ninguna tienda por cara que fuera. Las siguientes tres horas entraron y salieron de probadores. Opinaron sobrecada vestido, pantalón o chaqueta que Emily se probó y, finalmente, hambrientasyagotadas, hablarondebuscarunlugardondecomer. —Me niego a dejar que escojáis restaurante vosotras. Ya he tenido bastanteskaraokes yplatosdeplásticoparaelmes.HoyvamosacomerenelChezMarianne. —Imposibleencontrarmesalibre.NiGabbyqueesfamosalaconseguiría contan pocotiempo. —Bueno,puesyosí—zanjóLana—.Porfavor,Robert,llévanosalChez Marianne. —Buenastardes,Lana.¡Quésorpresavertehoy!—saludólarecepcionista delChez Marianneconauténticaalegría—.¿Tienesreserva? Así que ese era el secreto, se dijo Gabrielle. Lana era amiga de la recepcionista. —Hola,Beverly.No,hasidoimprovisado,¿creesquepodríahacerusode mi influenciayconseguirunamesaparatres? —Porsupuesto. —Gracias. Página101de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —Denada.AhoravendráAndréparaacompañarosavuestramesa. —¿Cómo…?—empezóEmily. —Nopreguntes—cortóLana. —¿Novesqueesamigadelarecepcionista?—susurróGabby. —Noexactamente,yoshepedidoquenopreguntéis. Nosiguieronhablandoporque,paratranquilidaddeLana,aparecióeltal André, quientambiénsaludóalapelirrojacomosilaconocieradealgúntiempo, ylas acompañó a lo que Gabrielle comprendió que era una de las mejores mesasdel comedor. ElChezMarianneeraunodelosrestaurantesmásselectosdelaciudad.En élse servía cocina francesa tradicional y disponían de dos menús: uno de degustaciónde temporada y otro tradicional. Además de la excelente comida, la decoracióneradelo másllamativa.Salonesconparedesadornadasconhilosdelucesobolas decolores, sinolvidarlasclásicasysobrias,paracomensalesmenosvanguardistas. LastresfueronconducidashastalamesaLumière,queseresguardabadel restodel comedor con unas cortinas de luces que la envolvían, manteniendo la intimidaddelos comensales. —Ahorasíquenosvasadecircómoesposiblequeestemosaquísentadas —pidió Gabrielle,admirándolotodo. Aunquehabíaescuchadomaravillasdelrestauranteeralaprimeravezque iba,yno podíanegarquetodoloquelehabíandichoeracierto. Lana no pudo responder porque en ese instante apareció un nuevo camareroqueno diomuestrasdeconocerla,ylesofreciólascartasdevinoydelosmenús paraese mediodía. Lanalascogiósinmirar. —¿Cuáleselplatoespecialdehoy? —Magretdepato. —¿LohahechoelchefRoss? —No,señorita,elchefRossha… —Yohehecholasilladecorderoconberenjenaypiñones—dijounavoz roncay masculina. Las tres se dieron la vuelta para mirar al chef principal de la cocina del Chez Marianne. Eraunhombredeunoscincuentaaños,altoyatractivo,conelpelooscuro plateadoen algunas zonas como las sienes y las entradas. Se acercó a ellas con una sonrisa,peroa quienmirabarealmenteeraaLana. —Me ha dicho André que estabas aquí. Si me hubieses avisado te habría preparado algoespecial—ofreció,acercándoseparabesarla. Página102de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —Nohacefalta,papá.Megustatodoloquecocinas. Tantoelcamarerocomosusamigassesobresaltaronalescucharlaúltima palabra. —Gabrielle, Emily, os presento a mi padre, Samuel Ross. Papá, mis amigas. —Encantado de conoceros. —Les tendió la mano para saludarlas—. Esperoqueos guste mi comida, porque prometo esmerarme con vuestros platos — comentóconuna sonrisamuyparecidaaladesuhija. Hablaron unos minutos más pero el trabajo en la cocina apremiaba, de modoquese marchó, no sin antes conseguir que las chicas aceptaran dejarse sorprenderporloque fueraquetuvieraenmenteprepararles. —Tupadreesgenial—apuntóEmily. —Losé.Mipadrenoeselproblema. Gabriellelaconocíaunpocomás,porloqueenseguidacomprendióque estaba hablandodesumadre. Emily,haciendousodeltactoquelacaracterizaba,noindagóeneltemay, cuandola comida llegó, todo quedó olvidado en favor de esta. Que tal y como esperabanfue deliciosayjustificabalafamadeselectoqueteníaelrestaurante. Trasretirarleslosplatos,elcamarero,visiblementeincómodo,leanunció quesu madre acababa de llegar y que quería tomarse una copa con ellas si no tenían inconveniente. Lanamiróasusamigasparacomprobarquenolesmolestabalaoferta. —Deacuerdo,dígalequenosencantaríatomarnosunacopaconella.Eslo menosque podemoshacer,normalmentenuncapreguntasinoqueselimitaaimponer supresencia. Elcamareroasintióysemarchóatodaprisa. —Porfavor,paseloquepasenodejéisquemimadreosestropeelabuena opinión que tenéis de mí —pidió Lana medio en broma medio en serio, desconcertándolascon supetición. Minutosmástardeunamujeraltaydelgada,decabellocolorcaobamás oscuroqueel de su hija y vestida con un traje de chaqueta negro, indudablemente firmadoporChanel, aparecióenescena. —Hola, mamá —saludó Lana, que daba la sensación de que le hubieran echadode golpeunpesoenormesobreloshombros. —Buenastardes,Alana—saludólareciénllegadaconunmarcadoacento francés,sin acercarseabesarasuhija. —Mamá,tepresentoamisamigas,GabrielleyEmily.Chicas,mimadre, Marianne Chardin. —Encantada —correspondió la mujer a las muestras de cortesía de las amigasdesu hija. Gabrielle, consciente de la incomodidad de Lana, comenzó una conversaciónsobreel Página103de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com restaurante y el hecho de que tuviera su nombre. Marianne se mostró sorprendidade quesuhijanoleshubieracontadoquepertenecíaasufamilia. La siguiente media hora tuvieron que pasarla escuchando lo antigua que erasu familia,lodecepcionadaquesesentíaporqueLananohubieraseguidola tradición familiar y fuera chef y lo elitista que era su restaurante. Además de ver cómorechazaba pordosveceslacopadeoportoqueelcamarerolehabíallevadoporque, segúnella, noestabaenlascondicionesóptimasdetemperatura. Cuando finalmente se marchó, las tres respiraron tranquilas. Conocer a Marianne había logrado que Gabrielle comenzara a darse cuenta de que su madre, aunque quisquillosa,nopretendíamásquesubien.Lapreocupaciónporsupesoo porsu alimentaciónnoteníanadaqueverconelabiertodesprecioqueMarianne mostrabapor suhija.Puedequeenalgunosmomentoshubiesedudadodesusmotivos, perovera Marianne y a Lana juntas le había enseñado cómo se comportaba una mujerquenotenía elmenorinterésporsuhija. —Siantesmegustabas,hededecirtequeahorameencantas.Esincreíble quehayas vividoconesamujeryseasunadelaspersonasmásencantadorasquehe conocido nunca—comentóGabbysinrodeos. —Yasabéisquenomegustahablarmaldelagente,peroenestaocasión voyahacer unaexcepciónyaestarcompletamentedeacuerdoconGabby.Tumadre esunasnob recalcitranteytúeresestupenda. —Añado que tu padre me parece encantador, igual que tú —siguió la diseñadora—. Sinceramente,noséquépuedeverenella. —Mipadreestálocopormimadre.Siemprehasidoasí,yelladisimulasu carácter cuandoélestádelante. —La verdad es que es atractiva —intervino Emily—, aunque tú lo eres más. —Gracias,chicas,menosmalquehayalguienqueporfinsedacuentade lofabulosa quesoy—bromeóparadisimularlomuchoquelahabíanemocionadosus palabras. Página104de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Losvestuariosmasculinossonelcielodelaschicas Acababa de llegar a casa, tras pasar la mañana con sus amigas, cuando Blakese presentó en su piso con las mejillas pintadas con tres franjas, blanca, negrayamarilla, ydosbufandasdesuequipoderugbifavorito:elLondonWasps. —¡Vaya!—serioGabby—.Estás…Diferente.Notequedamal. Blakearqueóunaceja. —Voyapintarte.Losabes,¿verdad? Ellaparpadeó,sorprendida. —De eso nada. Me niego a pintarme la cara como una avispa. Son unos animales horriblesquetepicansindarlesunmotivoparaquelohagan. Blakepareciócomplacidoporlaexplicación.Elproblemaeraqueestaba decididoa queGabriellevivieralaexperienciacompleta. —Nopuedesiralestadiosinpintar—insistióél. —Llevomaquillaje,asíquehecumplidolasnormas. AunqueBlakenodijonada,Gabriellesediocuentadelinstanteexactoen quedecidió cambiardetáctica.Dibujóunasonrisatraviesayalzólamanoparatocarle lamejilla, loquelahizodesconfiar. —SidejasquetepintelasfranjasdelosLondonWasps,tecompensaré. —¿Ycómotienesplaneadocompensarme?—inquirióentonocalculador. —Puedohacertechapuzasencasa—ofrecióconguasa. —Yoteníaenmenteotraclasedechapuzas… Blakeabriólosojosexageradamentealtiempoquesellevabalamanoal pecho. —¿Chapuzas?¿Chapuzas? —No sabría decirte… La verdad es que ya ni me acuerdo de… —No le dejóterminar lafrase. PormuchoqueBlakeintentaraexplicarleaGabriellelasreglasdelrugbi oel significadodemelé,ensayoopatadadebote-pronto,paraellaseguíasin tenersentido nada de lo que sucedía en el campo. Lo único que comprendía era la violenciaconla quelosjugadoresseechabanencimadeotrosdelequiporival. —¿Deverdadjugabasaesto? —Sí. —Noloentiendo—comentóGabbyparasímisma. —¿Quénoentiendes? Página105de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —Que sigas siendo tan guapo. Deberías estar desfigurado por alguna patada. Aunqueellalohabíadichocompletamenteenserio,Blakeserio.Ledio unbeso rápido, se rio de nuevo y dos segundos después volvía a estar pendiente deljuegocomo sinohubiesedichonada. El partido transcurrió sin descansos y, aunque tuvo momentos interesantes,Gabrielle seperdióelsignificadodelamitaddelasaccionesporque,aunqueBlake intentara explicárselas,noestabafamiliarizadaconesedeporte. —¿Quieres conocer a los jugadores? —preguntó cuando finalizó el partido. —¿Ahora? —Podemosiralvestuario. —¿Nosdejaránentrar? Élsonrióconsuficienciaytiródesumanoparallevarlaabajo.Duranteel trayecto delpalcohastalosvestuariossedetuvieronenmuchasocasionesporque los aficionadosdelequipolepidieronautógrafosyfotografías,lamentándose dequese hubiera tenido que retirar tan pronto. Gabby se mantuvo en un discreto segundoplano, viendocómoBlakedisfrutabaalhablarconellosdesitalocualjugador habíahechoel partidodesucarreraodesielgolpedeaquelhabíasidojuegosucioono. Finalmentellegaronalosvestuariosy,talycomohabíasucedidoarriba, todoel mundorecibióaBlakeconafecto,desdelosjugadoreshastalostécnicos. Gabrielle sabía que era fácil para él entablar conversación. Era una personacercana que sabía escuchar, además de ser ingenioso y divertido. Había sido así comoleentró enlafiesta,conmuchoencantoeingenio.Sihubierasidodeotromodoni siquieratodo suatractivohabríalogradoquelehicieracaso. Aunque había intentado pasar desapercibida, cuando algunos de los jugadoresdejaron deinteresarseporBlakesedieroncuentadesupresencia.Gabbydecidió quelomás seguroseríamirarhaciaarriba.Quelamayoríafueranmásaltosqueella lohizomás fácil. Un rubio de espaldas enormes se acercó a ella vestido con unos calzoncillosblancos yconunasonrisatraviesaenloslabios. —¿Quién eres, guapa? ¿Te has colado aquí aprovechando que nadie miraba?— Aunquelodijomirándolaalosojos,lediounrepasodearribaabajo. —Fish,aléjatedemicita—larescatóBlake,acercándoseaellos. Lepasóunbrazoprotectorporloshombrosylapegóasucuerpopara quenoquedara ningunaduda. —Blake,siemprehastenidobuengusto—laalagóeltalFish. Seunierontresjugadoresmás,todosellosconescasaropa,yunminuto después estabansiéndolepresentados. Blake siguió hablando con sus excompañeros y Fish aprovechó para volverala Página106de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com carga. —Esunapenaquenoseasunafanlocaquesehacoladoenelvestuario. Dehaberlo sidotehabríahechountour. Gabriellesonrióantesderesponder. —Déjameadivinar…¿mehabríashechountourporlasduchas? —Yporlasalademasajes.Sí,estoysegurodequehabríacomenzadopor ahíy despuéstehabríallevadoaljacuzzi. —¿Tenéis jacuzzi? —Sorprendida, se dio la vuelta para mirar lo que la rodeaba. Fishsepusoasulado,latomódelacinturaylahizogirarhastaquesu miradasefijó enunapuertaentreabiertaenlaparedlateral. —Siquierespuedoenseñártelo. —Eresmuyamable,peronocreoqueaBlakeleparezcaunabuenaidea. —Gabrielle estabatanconfundidaquenosabíasiFishestababromeandoohablabaen serio. —Deacuerdo,perositecansasdeélpuedesllamarme. —Gracias,lotendréencuenta—aceptó,conunasonrisa. Eltipoeratodounpersonaje,guapoygracioso,esonopodíanegárselo. PeroGabby estabacomenzadoapreguntarsesinoseríamejorparalasaludmentalde losjugadores quellevarancasco. Cinco minutos más tarde salieron del vestuario para que los jugadores pudieran ducharse en paz. Gabrielle se mantuvo en silencio mientras caminaban haciaelcochey Blakenoestabasegurodesiestabaenfadadaosoloconmocionada. Tal vez llevarla a ver un partido de rugbi no había sido tan buena idea comohabía pensado. Después de todo, Gabby era una mujer y quizás hubiera preferidoelballeto lagimnasiaartística,algoqueaélleaburríamortalmente. Noobstante,cuandoGabriellefinalmentehablósediocuentadequecon ellano podía pronosticar nada, porque sorprenderle se había convertido en una constante. —Lohashecho—dijomientrassalíandelestadio. —¿Quéhehecho?—preguntóélconcautela. —Superar la cita anterior. Me has llevado a un vestuario lleno de tipos cachas desnudosoencalzoncillos.Misamigassevanamorirdeenvidiayyote adoro—se burló. Blakesequedóclavadoenelsuelo,conlosojosabiertoscomoplatospor la sorpresa. La había llevado al vestuario para hacerle notar que era un tipo importante,queese erasuantiguoequipoyquesuscompañerostodavíaleechabandemenos. Nisiquiera habíapensadoenquetraselpartidoquerríanducharse,nimuchomenos queveratipos enropainteriorfueratanincreíbleparaella.Además,encuantovioque Fishse dedicabaacoquetearconelladescaradamentesedespidióylasacódeallí. Página107de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Debíadehaberlellamadolaatenciónporquelepreguntóelmotivoporel quele llamabanFish. —¿Esporquehuelemaloalgoasí? Blakeserioconfuerza. —¿Creesquehuelemal? Seencogiódehombros. —Estabasudado.Arosasprecisamentenoolía. —LellamanFishporqueesescurridizocomounpez—explicóconlarisa enlavoz. ¿Sería por él por lo que le había parecido tan increíble la cita?, se preguntótenso.Sin embargo, cuando se dio cuenta de que se estaba poniendo roja de tanto aguantarsela risa,comprendióquelehabíatomadoelpelo. —Eresunabruja—laregañó. —Ytúuncrédulo.¿Deverdadtehascreídoqueteadoro? Élsoltóunacarcajadaporsudesfachatezyantesdequepudieradecirnada másla besó,enmediodelaparcamientodelestadio,cadavezmásconvencidode queélsíque laadoraba. Página108de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Carpetazoylibretanueva Elsábado,traslascompras,Emilyllegóacasatanllenadeeuforiaqueno teníaganas detumbarsesolaensusofáaverlatelevisión.SabíaqueGabrielletenía unacitacon Blake,perotodavíalequedabaLana.Susotrosamigoserancompartidos conPhil,y aunque la mayoría se había mantenido neutral con su divorcio, eran parejasysalira cenarconunadeellasseríademasiadoincómodo. PorellollamóaLanaysequedódecepcionadacuandolapelirrojaledijo queestaba hasta arriba de trabajo con la web de Gabrielle y que tenía intención de aprovecharlo quequedabadedíaparaadelantartrabajo. Durante unos minutos se quedó sentada en el sofá con el móvil en la mano,barajando sus posibilidades. Podía quedarse en casa y aburrirse o podía arreglarse conalgunode los vestidos que se había comprado esa misma mañana, que estaba deseandoestrenar,y saliracenar.Despuésdetodononecesitabaanadieparaeso…Perocenar soloeraun pocotriste. —Aunquetequedesencasavasacenarsolaigualmente—sedijoenvoz alta. Siemprehabíatenidoesacostumbredehablarconsigomisma,perodesde eldivorcio lohacíamáshabitualmente,quizásparanosentirsetansola. Decididaasalirsemetióenladuchaysearreglóconesmero.Sepusoun vestidoazul marino ceñido, largo hasta la rodilla y con escote barco, unos zapatos rojosde Gabrielle Gibbs y un bolso del mismo color. Se dejó el cabello suelto e inclusose maquilló como le había dicho la diseñadora que tenía que hacer para resaltarelcolor azuldesusojos. Cogióelabrigoysaliódesucasaantesdetenertiempodeecharseatrás. Elascensor estabaensuplanta,asíquenotuvoqueesperar.Seencontrabaenelportal, conel teléfonoenlamano,preparadaparallamarauntaxi,cuandoPhilseplantó delantede ellaconunasonrisasorprendida. —¿Salesollegasahora?—preguntóinclinándoseparabesarlelamejilla. —Voy a cenar. ¿Qué haces aquí? —Se dio cuenta de que vestía muy eleganteparauna visitacasual,conuntrajedechaquetaoscuro,camisaazulycorbata. —Veníaainvitarteacenar.HereservadomesaenelClosMaggiore,pero sihas quedadoconalguien… —¡Estoylibre!Ibaacenarsola—confesó. No es que la idea de cenar con Phil la emocionara. Ya había decidido dejarleclaro, Página109de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com de una vez por todas, que no estaba interesada en retomar su relación. Tampocoeraque élhubieraintentadoalgomásalládelasllamadasylasinvitaciones,pero laamistad consuexmaridotampocoentrabaensusplanes.Necesitabapasarpáginay comenzarun nuevocapítulodesuvida. ElproblemaeraquedeseabairalClosMaggioredesdehacíaañosyPhil sehabía aprovechadodeesoparatentarlaaaceptarsuinvitación. En cualquier caso, el Clos Maggiore era un lugar tan perfecto como cualquierotro para explicarle cómo se sentía respecto de sus llamadas y a que se presentaraensu casayensutrabajosinavisar.Quizásunambientetanbonitocomoeldel restaurante podíafacilitarlelascosas. —¿Creesquenospondránenelinvernadero? —Hereservadomesaenelinvernadero.Séquequeríascenarahí. —Gracias.Esundetalle,peroPhil…Creoquetenemosquehablar. —Yotambiénlocreo,Em. ElClosMaggioreeraespectacular.Ladecoraciónhacíaqueparecieraun bosque cubiertodefloresyluces.CercanoalCoventGardenyalaRoyalOpera House,era perfecto para ir en pareja, por tratarse de uno de los restaurantes más románticosdel mundo. AceptarlainvitacióndePhilhabíavalidolapenasoloporestarenaquel lugar, aunque Emily no fuera a permitirle pagar su parte, ya que iba a aprovecharlainvitación paradejarleclarossussentimientos. Cuando se sentaron en su mesa se creyó estar viviendo en un cuento de hadas.Lapena eraqueelpríncipefueraelequivocado. —¿Te gusta el restaurante? —inquirió Phil a pesar de conocer la respuesta. —Esprecioso. —Notantocomotú. Emilyleviotomarlelamanocomosileestuvierapasandoaotrapersona. Notóun nudoenelestómagoydecidióquelomejoreraexplicarleloquesentía antesdeque llegaralacomida.Así,sipreferíamarcharse,podríahacerlo. —Phil,yo… Las palabras se le apagaron en cuanto vio a Theo Stone entrar acompañadodeuna chica. Era el apelativo más acertado ya que no tendría más de dieciocho años,yel camarerolesindicódóndesentarse.ParaconsternacióndeEmily,asolo dosmesasen línearectadelaqueocupabaconPhil. —Em,¿estásbien? —Sí,sí.Perfectamente.Perdona. Apartó la mirada del fotógrafo y se esforzó por mirar a Phil. Quería decirletodolo quehabíapensado,perolasangrelehervíaenlasvenas,teníaunnudoen elestómagoy Página110de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com estaba tan enfadada que no pensó en las consecuencias de lo que iba a hacer.Loúnico quesabíaeraqueTheohabíasalidoconotramujer,unaniñaenrealidad,y quehabía estado allí sentada, como una tonta, pensando que la velada habría sido perfectasien lugardeconPhilestuvieraconél. —Losiento,Phil.Estesitioesprecioso.Muchasgraciasporacordartede quequería visitarlo —contestó con una sonrisa encantadora que asombró a su exmaridoporlo alentadoraqueresultó. Sindejardemirarle,estavezfueellalaquebuscósumano. Supoquealguiensehabíaacercadoasumesaantessiquieradeapartarla miradade suexmarido. —Hola,Emily—lasaludóTheo—,quésorpresaencontrarteaquí.Parece que últimamentenodejamosdevernos. Laaludidalemiródemalagana. —Hola,Theo.Sí,lacasualidad,seguramente. —Llámalodestino,suenamejor. Ante las miradas insistentes de Phil, Emily no tuvo más remedio que presentarles. —Theo,permitequetepresenteaPhil.PhilesteesTheo,elfotógrafoque llevala campañadeGabby. —¿Phil?¿Philtuexmarido?—inquirióTheosorprendido. —El mismo —sonrió complacido—. No sabía que Emily te hubiera habladodemí. —Vagamente—respondió,ymiróaEmilyparadespedirse—.Esperoque disfrutesde lavelada. —Lomismotedigo. —Gracias, lo haré. Mi sobrina y yo estamos esperando a que llegue mi madre,pero nodudoenquelopasaréestupendamenteconellas—explicó,consciente deloqueella habíasupuestoalverlo. —¿Tusobrina? Asintióconexpresiónseria. —Sí, quiere ser modelo y está echando mano de mis contactos. —Le cambióla expresión al pensar en ella—. Y mi madre quiere estar segura de que le presentoalas personascorrectasydefiar.—Volvióaponerseserio—.Buenasnoches, Emily.Phil, unplacerconocerte. —Lomismodigo,Theo—respondióconeducación—.Eseeselhombre quesalía contigoenlasfotografíasdeWomanontop,¿no?—apuntóPhilperspicaz. —Sí,yatehedichoqueesamigodeGabby. —Porsupuesto,deGabby. ElrestodelaveladapasoacámaralentaparaEmily,quiensesentíafatal porestar engañandoaPhilyporhaberpensadomaldeTheo. Página111de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Cuandoterminaronlacenayfuehorademarcharseacasaselevantaron delamesa, ellaconlaesperanzadepoderdespedirsedeTheo,peroestenomiróen sudirección en ningún momento. Demasiado interesado en la conversación que manteníaconsu familia. CuandoPhilintentóaparcaralllegaralportaldeEmily,estaleparólos pies. —Estoycansada,Phil.Yatellamaré,tenemosquehablar. —Novoyapensarmaldetiporquemeinvitesasubir,Em.Lonuestrono esnuevo. —¿Lonuestro?Estamosdivorciados. —Venga, Em. Si hasta le hablaste a ese amigo tuyo de mí —expuso, acercandosus labiosconintencióndebesarla—.Séquetodavíamequieres. Emilysuspiróyapartósucaradelatrayectoriaquellevabanloslabiosde Phil. —Nomeinteresaretomarunarelacióncontigo.Lonuestroseacabó. —Nodigas… —TeheutilizadoparaponercelosoaTheo,Phil. —Pero,Em.Todavíamequieres.Losé. —No,yano.Ynoteescandalicestanto.Túmehasutilizadodurantetodos losaños que hemos estado casados. Para complacer a tu madre, para que me encargaradela casa,paranosentirtesolo… —Esonoescierto,yotequería.—Enseguidacorrigió—:Tequiero. —Buenasnoches,Phil.—Saliódelcocheysemetióenelportalsinmirar atrás. Al entrar en casa se quitó los zapatos y se sentó en el sofá. Se sentía culpableal mismo tiempo que dolida. Theo no era de los de una sola mujer, eso lo sabíadesdeel principio,yaunasíhabíatenidoesperanzas,aunqueestasnohabíantenido lafuerza suficiente como para otorgarle el beneficio de la duda. De modo que le habíajuzgado respectoasustemoresyhabíaestropeadoloquehabíaentreellos. Lallamadadeltimbredelportallasobresaltó.QuizásfueraPhil,ysiera elcasono teníaganasdeverle.Yalehabíadejadoclarotodoelasunto. VolvieronallamaryEmilyloignoródenuevo. Se levantó del sofá de mala gana y se metió en el dormitorio para cambiarsederopa. Solosehabíabajadolacremalleradelvestidocuandolallamadaenesta ocasiónfue arriba,ensupuerta. —Noesno,Phil—dijoenvozalta,aunqueestabademasiadolejoscomo paraqueél laoyera. Descalzayamediovestirseaproximóalapuertayhablóatravésdeella. —Vete,Phil.Nomeinteresas.Yatelohedicho. —Mealegraescucharlo—apuntólavozdeTheo. Movida por la sorpresa, abrió la puerta de golpe para toparse con el fotógrafo, apoyadocondespreocupaciónenelquicio. Página112de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —¿Quéestáshaciendoaquí? —Mehashechomolestaratusvecinosparaquemeabrieranelportal.No mecabrees más,Emily. —CreíaqueeraPhil,quenoaceptabaminegativa. —Puessoyyoyhevenidoapedirteunaexplicación,perocomoyamela hasdadome doyporsatisfecho. Emilypusolosbrazosenjarras. —¿Perdona? Theo no hizo caso al tono desafiante. Con delicadeza, la apartó de la puertayentróen elpiso. —Eso después. Ahora voy a hacerte el amor —zanjó cerrando de un puntapiéy atrayéndolaasucuerpoparabesarlacomohabíadeseadodesdequeentró enel restauranteylaviosentadaconotrohombre. Emily no protestó, tal vez porque tenía los labios ocupados o quizás porquenoquería hacerlo. Página113de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Bienvenido,insomnio CuandoGabriellesedespertólamadrugadadelsábadoaldomingo,Blake seguía durmiendo a su lado. Durante unos minutos se mantuvo inmóvil, disfrutandodela sensacióndeestarentresusbrazos.Estabatanpegadoaellaquesentíasu alientoenla mejilla. Blake era un hombre maravilloso y por eso resultaba mucho más peligrosoparalapaz emocionaldeGabby.Habíaintentadomantenerlospiesenlatierra,pero conél resultabadifícil. Era consciente de que se estaba enamorando al igual que sabía que él tambiénsentía algoporella;seguramentenotanprofundocomoelamor,perosíafecto ydeseo.Sobre tododeseo. Esa misma noche, después de hacer el amor, le había confesado que su encuentroenla fiestahabíasidountrucoorquestadoparaconocerla. —Chocarcontigonofuefortuito.Mepusedelantedetiadrede.Noquería queteme escaparas. —¿Contodaslaschicasguapasquehabíaallí? —Nunca me había sentido tan fascinado por una mujer con solo una mirada.Teníaque conocerte—aseguróantesdevolverabesarla. Seremovióinquieta.Nopodíapermitirseellujodeenamorarsesinestar seguraantes desercorrespondida. Los nervios se manifestaron en forma de calor. De repente sintió la necesidaddesalir de la cama, de tener un poco de espacio. Y lo peor fue que no era la primeravezquese sentía así estando con él. Aunque normalmente dormía del tirón, cuando Blakepasaba la noche en su casa se despertaba varias veces, como si necesitara comprobarqueél seguíaenlacama.Quenosehabíamarchadomientrasdormía. Concuidadoparanodespertarlo,selevantóysedirigióalcuartodebaño. Abrió el grifo del agua caliente de la bañera, lo reguló y tras poner el tapóndejóque estasellenara.Buscóenelarmariounabombadesalesylaechódentro. Necesitaba relajarse un poco y el calor del agua y el aroma de las sales siempre conseguíaquela tensiónlaabandonase. Enpocotiempoelespejodelbañoseempañóporcompleto.Tocóelagua dela bañera y con una sonrisa satisfecha se sumergió en ella, después de recogerseel cabelloenloaltodelacabeza. Página114de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Teníalosojoscerradoscuandoescuchóunsonidodepasosporelpasillo. Había dejado la puerta del baño abierta por si Blake se despertaba, para que supieradóndese habíametido. —Deduzco que estás desnuda debajo de toda esa espuma —bromeó él, asomandola cabezaporlapuerta. Gabriellesonriórecordandounaconversaciónsimilar. —Creíaqueyahabíasanotadoentulistaquemebañodesnuda. —Soloqueríaasegurarme.Hazmesitio—pidió,quitándoseelcalzoncillo y mostrandolasganasqueteníadecompartirelbaño. —¡Vaya! A lo mejor prefieres una ducha fría —ofreció, aunque ya se estabamoviendo haciaadelanteparaqueélpudieracolocarsedetrásdeella. —Prefieroelbaño.Sinoteimporta. Antesdequepudieraresponderyaestabadentrodelagua. Pasó sus piernas por las caderas de Gabby y la entrelazó más a él, mientrassusmanos sedeslizabanporsuspechoscubiertosdeespuma. —Nopierdeseltiempo—ronroneóella,encantadaconsusatenciones. —Solo intento que te relajes para que puedas dormir. —Sus labios acariciaronlapiel desucuellomientrashablaba. —Normalmentenotengoproblemasdesueño,perosiesteeselmodoen quetienes pensadoquitarmeelinsomnioprometosufrirlomásamenudo. —Excelente —susurró, pero el tiempo de la conversación se había acabado. Sin preocuparse por salpicar agua, se levantó cuan largo era y se puso frenteaGabby. Concuidadodenoaplastarlasetumbósobreellaylabesó.Seestremeció alnotar cómoellaleclavabalasuñasenlaespaldaylopegabamásasucuerpo, comosi tambiénnecesitarasentirle. Separósusbocasybesósucuellobajandohastasusseños.Condelicadeza semetió un pezón en la boca y jugueteó con él con la lengua. Con la misma suavidadlo mordisqueó,acuciadoporlosgemidosdeGabrielle,queechabalacabeza haciaatrás para facilitarle el acceso. Cuando el pezón estuvo hipersensibilizado cambiósus atencionesalotropezónmientrasconlamanoderechabuscabaelhúmedo ycaliente centrofemenino. Dispuesto a tomarse su tiempo, tanteó la entrada. Primero con un dedo, despuéscon dos,mientrassupulgarpresionabaelhinchadoclítoris. —Blake,porfavor—pidióGabbytirandodesupeloparaconseguirque hicieralo queellaquería. —Todavíano,preciosa. Conunasonrisatraviesasesentósobresustalones,lepusolaspalmasde lasmanos bajolosglúteosylaayudóparaquepasaralaspiernasporloshombros, demodoque Página115de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com sucuerpoquedaraamerceddeloqueélquisierahacerle. —¡Estás loco! —rio Gabrielle entre la bruma de placer en que se encontraba. —Soyimaginativo,preciosa. Sin añadir nada más la acercó a sus labios y la besó con intensidad. Separandosus pliegues con los dedos e introduciendo la lengua para saborearla mejor, setomósu tiempo,deleitándoseconsusabor. LaasióconmásfuerzacuandonotóquelaspiernasdeGabbycomenzaban aflaquear. No dejó de besarla ni cuando sintió la vibración de su orgasmo en la lengua. Hastaquenolasintiórelajarsenodetuvolaexquisitatortura,entoncesla levantópor completo y la sentó sobre él, que estaba preparado para recibirla. En ningúnmomento lecedióelcontrol.Laasióconfueradelascaderasparaquenopudiera moversemás que con él, a su ritmo, a su antojo, y empujó desde abajo, consciente de quealhacerlo ejercíaunapresiónextraenella,aumentandoconellosuplacer. Cuandoelclímaxlaarrasó,Gabrielleleclavólosdientesenelhombro.Él sedejó llevar en ese instante con un gruñido ronco y sensual que erizó los pezonesdeGabby. —No hemos usado protección —comentó Blake sin darle demasiada importancia. Ellalevantólacabezadegolpedelhombroenquesehabíaapoyadopara mirarlecon sorpresa. —Escierto,peronotepreocupes,tomolapíldorayestoysana.¿Túestás sano? —Lo estoy y tampoco estoy preocupado. Me gustan los niños —dijo comosino tuvieraimportancia. Gabrielle se quedó inmóvil y en silencio, mirándole con fijeza unos segundosantesde responder. —Amítambiénmegustan. Contentoporsurespuestalediounbesoenlafrenteylavolvióaempujar paraque descansarasobresupecho. Se quedaron en el agua hasta que comenzó a enfriarse. Entonces Blake salióycogió unatoallaparaenvolverla. —Yaséquévamosahacermañana—explicómientraslasecaba—.Voya llevartea misdominiosyvoyacocinarparati. —Suenabien. —Suenamejorquebien,preciosa,porquedartedecomernoesloúnico quetengoen mente. Página116de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Demasiadoserio,demasiadorápido Ellunesporlatarde,cuandoGabriellellegóalgimnasioBlakeyaestaba allí, esperándolaenlasalademusculación.Lanalahabíallamadoesamisma mañanapara decirlequenoibaapoderiraclaseesatardeporqueteníaqueterminarla weby necesitaba tiempo extra para hacerlo. Aunque se sentía culpable por obligarasuamiga a trabajar más de la cuenta, Gabby estaba muy ilusionada con ver el resultadofinal,ya queLanasehabíamostradomuymisteriosaalrespecto. SabiendoquealnoirLanaibaaestarsolaenclaseconEnzo,decidióque lomejor seríahaceralgodiferentey,trasllamaraBlakeyexplicarlelasituación, estesehabía ofrecidoparaentrenarlayenseñarleausarlasmáquinasdepesas. No es que la perspectiva de cargar peso la atrajeran mucho, lo que realmentele interesabaeraestarconBlake.Pasartiempoconélfueradeldormitorioy entrenarcon éleraunaformapeculiardellevaracabosuplan. Con paso decidido se encaminó hasta donde estaba. Blake la había visto desdeque entróenlasalademusculaciónylehizoungestoconlamanoamodode saludopara queseacercara.Conunasonrisaalegre,Gabrielleseencaminóhastaél; noobstante, tuvo que detenerse a medio camino porque Enzo la paró plantándose delantedeella. —Hola,Gabby. —Hola—saludóunpocoincómoda. BlakelehabíapedidoqueledejaraclaroaEnzoquenoestabainteresada, el problema era que ella no creía que él lo estuviera. Enzo coqueteaba con todaslas mujeres,noeranadapersonal. MiródisimuladamenteaBlakeyvioqueestabaimpacientándose. —Tengoqueirme.Hequedadoconalguienparaentrenarenlaspesas. Laexpresióndelitalianofuedesorpresa. —¿Pesas?¿Novasaentrarenmiclase? —No —dijo Blake apareciendo detrás de Enzo—, hoy ha quedado conmigo. Gabby le fulminó con la mirada. ¿Por qué narices había tenido que intervenir?Ella eralobastanteadultacomoparahablarporsímismayEnzonoeramás queunpicaflor, con que le hubiera ignorado un poco habría pasado a tontear con otra chicasin necesidaddedecirnadaabiertamente. —Hola,Blake.—Enzoseguíaconfundido—.¿Vosotros…? —Somospareja—volvióaintervenirBlake—.Gabrielleesminovia. Página117de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Ante semejante explicación el enfado de Gabby se aplacó bastante. ¿Su novia? ¿Cuándo había sucedido eso? El sábado solo era su cita, o eso le había dichoaFish,y ahora,dosdíasdespués,¿yaerasunovia? —Nolosabía—sedisculpóEnzo. “Yo tampoco”, pensó Gabby. Aunque tuvo el buen tino de no decirlo en vozalta. —Ahorayalosabes—zanjóél,ylafrasesonóaadvertencia. Gabrielle disimuló su sonrisa. Como declaración de intenciones estaba bastantebien, concedió. Sinembargo,BlakenoestabadeltodocontentoporquetomóaGabbyde lamanoy tiródeellaparaalejarlaatodaprisadeEnzo. —¿A qué ha venido eso? —le preguntó cuando Blake se detuvo y le dio dos mancuernas. —A nada. —Puso una expresión inocente—. Solo pretendía ayudarte a deshacertede él. —¿Y para eso hacía falta decirle que somos novios? —Notó el balde de aguafríaque le había caído encima al escuchar la justificación de Blake. ¿Solo pretendíaayudartea deshacertedeél? —No. —¿Entonces?¿Porquéselohasdicho? Blakelamirósincomprender. —Porqueeslaverdad.Somosnoviosoparejaocomoseaqueprefieras que llamemosanuestrarelación.Elcasoesqueestamosjuntos. Gabby abrió la boca y la cerró antes de hablar, tomándose tiempo para poderordenar suspensamientos. —Noviosestábien. LasonrisadeBlakelehizoreplantearsesusplanesdepasartiempofuera del dormitorio. —Aclaradoentonces. Aunque la sesión de pesas había sido suave, Gabrielle sentía agujetas en losbrazos,el estómago e incluso en la espalda. Jack, que era quien normalmente entrenabaconBlake, se había pasado por allí para darles unas indicaciones, pero durante prácticamenteuna horahabíaestadotrabajandoconBlakesininterrupciones. CiertoquelamorenaescandalosaconlaquehabíavistoaBlakeelprimer díase había acercado a hablar con él, pero la mirada que le había echado a Gabbysolicitando suayudahabíadejadobienclaroquenoestabainteresadoenella. —Blake, por favor, ayúdame con esto —pidió en un intento para que la chica comprendieraqueestabaconella. —Voy, preciosa —había dicho él, corriendo a ayudarla a cambiar las pesas. Página118de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Talvezfueraqueelcalificativoeramuysuaveoquealamorenaledaba igual,el casoesquenosedioporaludidaysiguiócoqueteandoconBlake. —Alomejorpodríamostomarnosunzumomástarde—comentólachica paseandoun dedoporsusbíceps. —Lo siento, bonita, pero tiene planes. Conmigo. Para que lo entiendas, cuando acabemos de hacer ejercicios de pesas vamos a pasar al ejercicio aeróbico,enmicasa, enmicama.¿Entiendesloquetedigo? Lachicaasintió,mudadeasombro. —Maravilloso.Puesadiós. Cuandolamorenasemarchósegiróparamirarasunovio. —Yaestá.Solucionado. —Cariño,mehaspuestodurocomounapiedra,teloprometo.Noconocía esafaceta tuya. —Se acercó para besarla en cuello sin importarle que estuviera sudada—.Yme encanta. —Teladebía,precioso. Él soltó una carcajada y la besó en los labios delante de todo aquel que quisiera verlo. Gabrielle estaba convencida de que ya había pasado lo peor cuando una vozque conocíaalaperfecciónlallamóconciertatimidez. SediolavueltatanrápidoquetuvoqueagarrarseaBlakeparanocaerse. —Hola,mamá.¡Quésorpresa! Escuchó a Blake repetir “mamá” en tono interrogativo, pero no podía hablarconélen esosinstantes. —Sí,últimamentevengoporlasmañanas,yatelohabíadicho,perohoy nopodía venirenotromomento.YestabaenclasedeRickcuandotehevistopor lascristaleras. —Sí, hoy he decidido entrenar con Blake. —Se giró para mirarle, temerosadesu reacción. La aparición de su madre no podía ser más inoportuna. Precisamente cuandoacababa dedelimitarsurelaciónconél,Cecilyaparecíaparacomplicarlotodoun pocomás. Rezóparaquenodijeranadaquelaincomodara,aunque,ajuzgarporsu actitud discreta,parecíaqueelcambiooperadoenellaseguíaactivo. Blake le ofreció una sonrisa alentadora antes de tenderle la mano a su madre. —SoyBlake,unplacerconocerla. —Cecily,sumadre—saludóunpoconerviosa. Élsonrióconamabilidad. —Sunovio—contestóalapreguntaindirectadelamujer. Cecilymiróasuhijaenbuscadeconfirmación. —Mamá,Blake,¿quéosparecesinostomamosunoszumos?Creoqueya hemos Página119de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com cumplidoconelejercicioporhoy. Losojosdesumadrebrillaronmientrasasentía. —Estaré encantado de tomar un zumo con semejantes bellezas —dijo escoltándolas fueradelasalademusculación—.Creoquesoyeltipoconmássuertedel mundo. —¡Megusta!—susurróCecilyasuhijamientrasibanhaciaelbar. —Amítambién. Horasmástarde,cuandoGabriellellegóacasaysepusoelpijama,pensó quehabía vividoeldíamásraroquelograbarecordar.Nosolosehabíapeleadocon unamujer por un hombre, aunque no hubiera habido sangre de por medio, es que, además,lehabía presentado a su madre un novio el mismo día que lo encontraba. O, al menos,elmismo díaenquedescubríaqueloera. Se dejó caer en la cama y encendió la televisión con una sonrisa en los labios.Undía extrañoperofabuloso,nohabíaningunadudadeello. Elmóvilcomenzóasonareneseinstanteysinmirarquiéneraalargóla manopara responder.Lasapuestaserandeunoacincoafavordesumadre. —¿Sí? —¿Estabasdurmiendo?—preguntóBlake. —No,¿porqué? —Bueno,esperabaunrecibimientomáscaluroso. —¡Ah,bueno!Perdona,esqueacabodeperderunaapuesta.Estabasegura dequeera mimadrequienllamaba. —¿Decepcionada? —Másbienaliviada—confesóconunasonrisa. —Aliviada todavía no, pero muy pronto… Ahora dime, ¿qué llevas puesto? —¿Sexotelefónico?¿Otravez,Blake?Sabesquenosenosdamuybien. —Noexactamente.Estoyentupuerta.¿Meabres? NoterminódehacerlapreguntacuandoGabrielleyahabíasaltadodela camaparair aabrirle. Estaba guapísimo con una sonrisa picante y el casco de su moto en la mano. —¡Correpasa!—Tiródeélylebesó. Cuandosesepararon,losdosestabansinaliento. —Esterecibimientomegustamás. —Has venido en moto —se fijó Gabby—. Me extraña que Carlos no se hayaofrecido adartelasllavesdemipisoacambiodeunavueltaenella. Blakesonrióenigmático. —¡No!Dimequenolohahecho. —Estábien.Nolohahecho. Página120de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Página121de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Todoelmundovaalafiesta ComoGabriellehabíainsistido,Lanasehabíavistoobligadaaaceptarel ofrecimiento desuamigaparaqueRobertfueraarecogerlaasucasayllevarlaaltaller. Teníaque cargarconsuportátil,asíquenoprotestómucho,demodoquecuandoel conserjela llamó para decirle que estaban esperándola abajo, cogió todo lo que necesitabaparala reuniónysalióporlapuerta,cargadahastalosdientes. Nadamássalirdelascensor,Robertseacercóaella,consueternasonrisa, ylecogió labolsadelportátilylachaqueta. —Buenosdías,Robert.Graciasporvenirarecogerme. —Denada,Lana.Unplacerayudarte—dijomientrasabríalapuertadela calle. En cuanto salieron Lana vio el coche de Gabrielle, pero en lugar de colocarseenla partetraserasedirigióhaciaelasientodelcopiloto,sabiendoqueseibaa sentirtonta sinosesentabadelante,conél. —¿Lana? Se giró al escuchar la voz de Rick y se quedó inmóvil mientras le veía correrhacia ella.Nollegóadetenerseenseco,sinoquesiguiódandosaltitosenelsitio mientrasla mirabaconcuriosidad. —Ayernovinisteaclase. —Estabaocupada.¿Hassalidoacorrer? La respuesta era bastante obvia, dado que llevaba zapatillas, pantalones cortosy camisetayalgoelectrónicopegadoalbrazo.Élsonriócondescendiente. —Sí. —¡Genial!Notecansesmucho.Tengoqueirme. Rickasintióymiróalinteriordelvehículo,directamentehastaelasiento del conductor.Ajuzgarporsuexpresiónestabaclaroquehabíareconocidoa Robert. Durante el trayecto hasta el taller Lana habló por los codos, para evitar recordara Rick, sudado y mostrando músculo. Robert se mostró encantador y la entretuvoconsu charla. Emilyestabaguapísimaaquellamañana,decidióLanaencuantolavio.No obstante,no tuvotiempodepreguntarleelmotivoporqueinmediatamentelaacompañó hastaloque parecíaunasaladejuntas.Allí,juntoaGabrielle,habíaunhombremayor quesinduda erasupadre.Losdosteníanlosmismosojosazules. Tras las presentaciones, Lana supo que era uno de los accionistas mayoritariosasí Página122de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com comoelabogadodelaempresa. Emily llevó té y pastas, y Lana se dedicó a poner la web en activo y a mostrárselaa susclientes. Habíapretendidoquefueraeleganteyfemenina.Paraellohabíausadolos tonos blanco y negro, dejando el color únicamente para las imágenes. Entre ellasdestacaba una en la que aparecían Gabrielle y Blake. Ella se había sentado en su rodillayse mirabancomosinohubieranadiemásasualrededor. Elrestodelawebseguíaelmismoestilosobrioyelegantedelaportada. —Estás maravillosa en las fotos, hija —alabó el padre de Gabby—, y la webes fascinante.Buentrabajo,Lana—lafelicitó. —Gracias.Hasidountrabajoacontrarreloj,nosabíasiosgustaría. —¡Nos encanta! ¿Ya está disponible? —preguntó Gabrielle emocionada porverse juntoaBlake. —Hesustituidolaviejawebporlanuevaencuantomehabéisdadoelok. —Perfecto, en ese caso ya puedo marcharme, que tengo cita en media horaconun cliente —explicó el padre de Gabby—. Lana, ¿te veré en la fiesta de inauguración?— preguntóaltiempoqueleofrecíalamanoparadespedirse. Laaludidalemiródesconcertada. —Por supuesto, papá —intervino Gabrielle—. Emily tiene tu invitación preparada. Lanaasintióporcompromiso. —Muybien.Nosveremosallíentonces—sedespidiótrasbesarasuhija. —¿Quéfiesta?—preguntóLanacuandosequedaronsolas. —Cuando iniciamos una nueva campaña o, como en este caso, una colección especial, se organiza una fiesta para que la prensa se entere. Y por supuesto,como amigadelajefaydiseñadoradelaweb,estásinvitadaaasistir. —¿Conoceréafamososguapos? Gabbyseencogiódehombros. —Seguramente los mismo famosos que comen en el restaurante de tus padres. —Entonceshayqueireleganteyconpareja—dedujo. —Síalasdoscosas. —Estupendo,porlodeelegantepaso,pero¿pareja?Nosalgoconnadie desdehace siglos,¿aquiénnaricesvoyainvitar?¿PuedoirconEmily?—preguntóal verlaentrar porlapuerta. —Losiento,Lana.VoyairconTheo,meinvitóayer. Gabriellemiróasuamigaconlasorpresapintadaenelrostro. —Esoesmaravilloso,Emily.¿Oshabéisseguidoviendo? —Algoasí—dijoantesdetomarasientoconellasycontarlesloquehabía sucedido desdelaprimeravezqueseconocieronenlafiestadelarevista. Página123de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —Yyoquecreíaqueeraunaacosadora…—serioLana—.Nisiquierase meha ocurridomirarsuInstagram,soypésimahastaparaeso. Despuésdeenrojecercomounaamapola,Emilysiguióconsurelatohasta elfinal. —Me alegra mucho que te vayan bien las cosas, Emily. Eras una pareja estupenda, perocreoquepodrésustituirte—bromeólapelirroja. —¿Sabes?CreoquedeberíasinvitaraRick—aconsejóEmily—.Primero leinvitas comounacita,ysivesquedudaoquevaanegarselevendesqueesuna oportunidad estupenda para promocionar su gimnasio, y que como fuiste tú quien le hizolawebhas pensadoeninvitarle. Tanto Gabrielle como Lana se quedaron pasmadas por lo que Emily acababade comentarles. Era un planteamiento perfecto porque, aunque le invitaba a salirdeforma directa,seguardabaunaposibilidaddeescapequeevitabaquesesintiera humilladasi élsenegaba. —Esoesbrillante—lafelicitóladiseñadora—.Lana,nuncalovasatener mejorque en esta ocasión. No pierdas la oportunidad de saber qué es lo que Rick sienteporti. —Lopensaré. —¡Hazlo! Pero no tardes mucho la fiesta es el viernes por la noche — anuncióEmily, queeraquiensehabíaencargadodeorganizarla. Página124de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Horasdemásdesesentaminutos BlaketeníaunasesióndefotosfueradeLondres,porloqueibaaestarun pardedías apartado de la ciudad. Por ese motivo se había presentado en casa de Gabrielleellunes por la noche, porque su agente le había llamado para avisarle que se adelantabala sesión y tenía que salir de Londres el día siguiente a las once de la mañana,horaenque tomaría un vuelo directo a Ibiza donde iba a realizarse el reportaje fotográficoenla playa. No queriendo desperdiciar el tiempo que le quedaba con ella antes de marcharse, aprovechóesanocheylamañanasiguienteantesdequeGabbysefueraa trabajarpara dejarlasaciadaypensandoenél. Loquenollegóaplantearse,demasiadopendientedelossentimientosde ella,fuelo muchoqueibaaecharlademenosél. Gabriellesediocuentadelomuchoquehabíacambiadosuvidaenpoco tiempo.Se había acostumbrado a la presencia constante de Blake, a pesar de sus esfuerzosporno enamorarse,yahoraleechabademenosterriblemente. Su cama era demasiado solitaria sin sus ronquidos, su cuarto de baño aburridosinsus risasylacocinademasiadograndesinopodíachocarconsumusculoso cuerpo. Esforzándose por trabajar intentó entender a Emily, que la estaba poniendoaldía sobre los detalles de la fiesta, pero estaba demasiado despistada para poder concentrarse en la conversación. Solo hacía unas horas que se había despedidodeél, perolassentíacomosifuerandías.Sobretodoporqueteníalacertezade quealvolver acasaBlakenoibaaestarallí. —¿Estásbien?—Lapreocupacióndesuasistenteladevolvióalarealidad. —Unpococansada. Emilyasintió,pococonvencida. —¿CreesqueLanainvitaráaRickalafiesta? —Nolosé—respondióconsinceridad—.Esperoquesí. —Deberíahacerlo,aunquesolofueraparasaberquésienteporella. —Estoy de acuerdo contigo. Lo más inteligente sería aclarar el tema de unavezpor todas. Emilysuspiróapesadumbrada. —Lástimaquelosenamoradosnoseaninteligentes. —¿Lodicesporpropiaexperiencia? Página125de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —Es posible. Theo no es tan mujeriego como yo creía —explicó sonrojándose. —Sientomuchotenerquellevartelacontraria,Emily,peroesexactamente tan mujeriego como creías. —Y añadió antes de que su amiga protestara—: Otracosaeslo muchoquehacambiadodesdequeestáisjuntos,peroantesdeesoeratodo lo mujeriegoquehabíasimaginadoymás. —Gracias,esomeayudamucho—dijoEmilyconsorna. —Lodigoenserio,desdequeestácontigopareceotrapersona.Cuandote lopresenté noesperabaqueosvieraisunasegundavez,ymuchomenosunaterceray unacuarta… —Llevamos más de cuatro citas —aclaró—. En realidad se queda a dormirenmi casacasitodoslosdías. —Losé,nopretendíaserexacta. —¿YquétalllevastúlaausenciadeBlake?—Aunquerealizólapregunta porpura cortesía,Emilyyasabíadeantemanolarespuesta. —Lallevo. —Entonces te dejo trabajar —se despidió Emily antes de salir de su despacho. Al quedarse sola, Gabrielle abrió la lista de reproducción que reservaba paracuando seponíaadiseñarzapatosy,lápizenmano,dejóvolarsuimaginación.La canciónSad, deMaroon5,sonóatravésdelosaltavocesdelordenador Oh,butI’mscaredtodeathThattheremaynotbeanotheronelikethisAnd I confessThatI’monlyholdingonbyathinthinthread Y Gabrielle se imaginó a sí misma sobre unos tacones de diez centímetros,mirandoa los ojos a Blake mientras este se llevaba su mano a los labios y en el últimomomento ledabalavueltaparabesarsumuñeca. Ellápizrasgólapáginaconelprimeresbozo.Aunquemástarde,cuando laidea estuvieraterminada,pasaríaelbocetoalatabletydeahíalordenador,el primerpaso siempre era a través del papel. Sintiendo bajo los dedos cómo el zapato ibacobrando forma. Laprimeraimpresiónquesellevaríaalguienalverloeraquesetratabade unos stilettosclásicos,peroamedidaquelamanodeGabbyavanzabaseiban viendomás detalles: la puntera plateada que cubría la mitad del empeine, el tacón también plateado… Y luego el plateado se cubría de chispas, pequeños cristales quehacíanque brillaracomoestrellas. Apartólamiradadelzapatocuandosonósumóvilpersonal. SedibujóunasonrisacuandoviolacaradeBlakeocupandolapantalladel teléfono. Estaba despeinado y con barba de dos días, exactamente como le había vistoaquella mismamañanadespuésdehacerelamoryantesdedespedirse. —Hola,¿quétalelvuelo? —Aburrido,comosiempre. Página126de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —¡Quéquisquilloso! —Ytú,¿quéhaces? —Pues hasta hace unos minutos estaba diseñando unos zapatos maravillosos. —A ver, mándame una imagen y yo te diré si lo son. Tu opinión no es objetiva— apuntócondiversión. —Estábien,peroquesepasquelaexpertaenzapatossoyyo. EscuchólasrisasdeBlake,peronolecontestóporquesehabíaapartadoel móvilde laorejaparaabrirlaaplicacióndelacámarayhacerleunafotografíaasu boceto. Seloenvióunpoconerviosayvolvióaacercarseelteléfonoalaoreja. —Quesepasquenoestáterminado,essolounboceto.Laideafinalserá más detallada. Blake no respondió inmediatamente y Gabrielle comenzó a preocuparse. Aellale parecíanfabulosos,peroelsilenciodeélerademasiadoprolongado. —Silosllevaraspuestosteimpediríaquetelosquitarasentodalanoche. Teaseguro queteharíaelamorconellospuestoshastaquepidierasclemencia. FueelturnodeGabrielledereír. —Deduzcoquetegustan. —Meencantan.Sonmuytú,sexysyfascinantes. —¿Asíquecreesquesoysexyyfascinante?—repitió,encantadaconlos cumplidos. —Loeres,¿quéllevaspuesto? LascarcajadasdeGabbyseguramenteseoyeroneneldespachodeEmily. —Creoqueestásobsesionadoconelsexotelefónico—loacusó. —Estoy obsesionado con el sexo contigo, sea como sea. Así que, dime, ¿quéllevas puesto? —Lomismoquemehasvistoestamañana. —¡Vamos,Gab!Asínosejuega—selamentó. —Deacuerdo,puesllevosolounablusayunafaldaquemeheremangado hastalos muslos.Hetenidoquedeshacermedelodemásporqueaquíhacemucho calor,seha estropeadoeltermostatoynosestamosasando. —¿Deverdad?—preguntósorprendido. —No—seburlóGabrielle. —Noimporta,sigueporahíqueseponeinteresante. Página127de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Dimequesí Lana estaba aterrorizada. No había sido buena idea abordar a Rick en el gimnasio, donde todo el mundo podía escuchar su conversación. Lo mejor habría sidohacercaso a su instinto y pasarse por su piso para preguntarle, sin testigos que pudieranversu derrota,siqueríasersuacompañanteparalafiesta. —No seas negativa —la regañó Gabrielle desde la bicicleta—. No va a negarse. EsatardehabíanvueltoadejaraEnzoenfavordeRick.Primeroporque Blakele habíapedidoasunoviaqueleprometieraquenoibaaasistiralaclasede Enzo,algo que su amiga se había tomado con buen humor por el modo que Blake habíausadopara convencerla.YdespuésparaquehablarconRickfueramásfácil. El problema era que tenerlo delante durante tanto tiempo estaba empezandoapasarle factura.Estabaatacadadelosnervios,yunavezqueterminaralaclaseno sabíacómo abordarlesinsonarestúpidaodesesperada. —Vamosahacerunúltimosprint—pidióRickdesdesubicicleta,atentoa quela clasesiguierasusindicaciones. Lana suspiró exageradamente y se dedicó a pedalear con intención de dejaratrásla frustración. Laclaseterminóylagentecomenzóabajardelasbicicletasyadejarel aulavacía. Comosiempre,Rickfueelúltimoensalir,trasrevisarquetodoestuviera recogidoy dispuestoparalasiguienteclase,quecomenzaríaenunosminutos. GabrielleyLananosehabíanidomuylejos.Loesperabanenlapuertadel aulapara abordarloencuantosaliera. —Rick,¿tienesunminuto?Megustaríahablarcontigo—pidiólapelirroja cuando estuvolobastantecercadeellas. —Claro—aceptó,sorprendidoporlapetición. NormalmenteLanalehablabalojusto,ysipodíaevitarlonisiquieraeso. —Teveoluego,Lana—sedespidióGabrielleconunguiño,dejándolosa losdos solos. —Túdirás.¿Vatodobien? —Sí,sí.Setratadeunasuntopersonal.—Tomóaireycontinuó—.Nosé sisabesque Gabbyesdiseñadoradezapatos.—Nolediotiempoaresponderporque sabíaquesi deteníasudiscursonoseríacapazdeinvitarle—.Elcasoesqueelviernes inaugurauna colecciónmasculina,ycomomeheencargadoderenovarleslawebmeha invitadoa Página128de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com asistiryyomepreguntabasiquerríasvenirconmigo.Sermicita. Lana notaba el corazón retumbándole en el pecho, nerviosa por una respuestaqueno llegaba. Pasadoscincosegundos,Rickseguíamirándolaconfijezasindecirnada, atormentándola hasta el punto de arrepentirse de habérselo pedido y demasiadoconfusa comopararecordarlasalidadignaquelehabíaofrecidoEmily. —¿Dequéhabláis,chicos?—preguntóEnzodeteniéndosealladodeLana, observandoconcuriosidadaambos. Suapariciónapaciguóunpocoelmalestardelapelirroja,quevioenélun modode escape. —HeinvitadoaRickalafiestadeinauguracióndelacolecciónmasculina de Gabrielle Gibbs. Me pareció que sería un modo de hacer publicidad del gimnasio, asistirauneventollenodefamosos,pero…Ricknoestásegurodequerer acompañarme. —Yoirécontigo—ofrecióconunasonrisa—.Unamujerpreciosayuna fiesta,esel sueñodemivida. —Sí,laverdadesquetendríaquehaberteinvitadoati,Enzo. Élampliósusonrisadedientesperfectos. —Yonohabríadudadounsegundoendecirtequesí. Lanasonriócontimidez. —¿Quieresveniraunafiestaconmigoelviernes? —Iréyo—intervinoRick,quedesdelaproposiciónsehabíaquedadoen silencio. —Lo siento, Rick. La oferta ya no está en pie. —Y tras decirlo se dio mediavueltay, conpasoligero,sedirigióalvestuario. Durante el camino oyó cómo la llamaba, pero no se giró en ningún momento.¿No había tenido suficiente humillación? ¿Acaso pretendía hacerla pública llamándolaa gritos? Se había quitado ya la camiseta cuando Rick irrumpió en el vestuario femenino. —¿Estás loco? ¡Vete de aquí! —le instó Lana, demasiado sorprendida comopara pensarsiquieraencubrirse. —Tengo que hablar contigo —dijo, aunque sus ojos miraban hacia sus pechosy estómago. Unamujerenvueltaenunatoallaaparecióeneseinstanteenlazonadelas taquillasy sedesatóelcaos. Hicieron falta varios minutos antes de que Rick se marchara y la tranquilidadvolviera al vestuario. Y, aun así, Lana alargó el momento de salir, preocupada porqueestuviera esperándolaoportenerqueverledenuevo. Notendríaquehabersedejadoconvencer.Rickestabafueradesualcance, lohabía Página129de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com sabidosiempre,ysinolohubieraolvidadonoseestaríasintiendocomo unatontailusa. Gabby estaba sentada a su lado en el banco del vestuario completamente vestida, igualqueloestabaLana. —No ha sido tan malo. Al final has conseguido una cita con Enzo — bromeócon intencióndeanimarla. Lanalafulminóconlamirada. —ElúnicomotivoporelqueEnzohaintervenidohasidoporlástima.Me havisto ahí, con cara de tonta, esperando a que Rick dijera algo y por eso se ha acercadoa rescatarme. —No te equivoques, Lana. A Enzo le gustan las mujeres y tú eres una mujer.Tehabría dichoquesísilehubierasinvitadoaél. —Esotampocoayuda—sequejó. —¡Oh,venga!ErespreciosayRickesidiota.Noledesmásvueltas. —Nopuedo.Necesitosalirdeaquíynoquieroverle. —¿DóndeestáBlakecuandolenecesito?—protestóGabby. —Deviaje,enlaplaya—bromeóLana. —Nomelorecuerdes.Aver,déjamepensar…Voyasalirlaprimerayte avisosi estádespejado. —¿Yquévamosahacersinoloestá? —Esoyalopensaremoscuandosedéelcaso. —No. Voy a salir. Si puedo enfrentarme a mi madre soy capaz de hacer cualquier cosa. Gabriellesonrióconorgullo. DespuésdeconoceraMariannepodíadarfedequeestaerainfinitamente más complicadaqueRick. Selevantaronalavez,aunquefueGabbyquiensalióprimero.Talycomo había imaginadoLana,Rickestabaplantadofrentealapuertadelosvestuarios, esperándolas. Alzó la cabeza en cuanto escuchó la puerta abrirse e iba a acercarse a ellas,soloque Enzo,aquienGabbynohabíavistoantes,seleadelantóylepasóelbrazo porlos hombrosaLana,comoprotegiéndolaconsucuerpo. A Gabrielle solo le hizo un gesto con la cabeza, como si recordara que Blakelehabía dejadoclaroquenopodíatontearconella. —¿Puedollevarteacasa?Asíconcretamoslodelviernes—ofreció. Lanaestabatanagradecidaporelgestoquesintióunnudoenlagargantay notólas lágrimas agolparse en sus ojos. Parpadeó para apartarlas y le sonrió agradecida. —Meencantaría. Ricknoseamedrentóporelitalianoyseacercóigualmenteaella. —Lana,tenemosquehablar,hahabidounaconfusión. Página130de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —Estoy seguro de que podéis hacerlo en otro momento, Lana y yo tenemosplanes paraestatarde—intervinoEnzo. —Así es —confirmó ella, devolviéndole el abrazo—. Para esta tarde y parael viernes. Página131de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Paraesoestánlosamigos Elrestodelasemanatranscurriólentoparaalgunosydemasiadorápido paraotros. Para Gabrielle fue eterno, porque cada largo minuto que pasaba estaba máscercade queBlakevolvieradesuviaje.YparaEmilyrápido,porqueacadahorase topabacon másdetallesdelafiestaqueterminar. Gabby se dedicaba por la mañana a diseñar los complementos que entraríanenel tallerenunospocosmeses,lastardeseranparahacerdeporteytomarcafé conLana.Y las noches, aún en la distancia, le correspondían a Blake, que desde su marchalahabía llamado todos los días por la noche. Como si tuviera algún modo de saberlo,cuandose metía en la cama sonaba su móvil, y las largas conversaciones con él lograbanquese durmieraconunasonrisasatisfecha. Todavía no habían hablado directamente de sentimientos, pero el interés deBlakeno había flaqueado en ningún momento, lo que le daba cierta estabilidad y habíalogrado que el temor a salir herida fuera menos intenso que al comienzo de su relación. Alzó la cabeza de su diseño cuando Emily entró con unas carpetas en la mano. —¿Cómolollevas?—lepreguntóalversusojeras. —Bien,yaestácasitodolisto,perotengounasganaslocasdequellegue eldíadela fiestaydequeterminedeunavez. —Necesitamos tomarnos una copa juntas. Hay que aligerar tensiones — apuntóGabby. —Meparecebien.¿LlamoaLanayloorganizo? —Sí,porfavor.Asívemoscómololleva. —Hehabladoconellaestamañana.DicequeRicksepasóporsupisoel martespor latarde,peroquenisiquieraleabriólapuerta—explicóEmily. —Bienhecho.Esetipoesuncretino. Emilyasintióconvehemencia. —¿Copaocopaycena? —¿Quétalcopa,cenaykaraoke?—Gabrielleestabaaguantándoselarisa mientraslo decía, pero la idea de desconectar un rato, de olvidarse de todo, se anteponíaala vergüenzadevolveracantarenelkaraokedelasiático. —MeencantalaideayLananoestáparaprotestas.Loúnicomaloesque noshará cantarunacancióntriste. —Triste…Noestanmalo.Lochungoseríaqueseempeñaraencantarla enchino. Unas horas después sus planes se fueron a pique cuando se enteraron de quelos Página132de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com karaokes se celebraban solo los viernes por la noche. De modo que acabaronenunpub conunaspintasdecervezaenlamanoyconRobertdeacompañante. —Robert,¿puedohacerteunapregunta?—inquirióEmilytrassusegunda pinta. —¡Dispara! —¿Crees que un hombre saldría corriendo si una mujer le dijera que queríatenerun hijoconél? Gabrielle y Lana se atragantaron al mismo tiempo con la cerveza que estaban tragando. Robertselopensóantesderesponder.Lastreslemiraronfijamente,ala esperadesu opinión. —Dependedeloqueelhombreencuestiónsienta.Siestáenamoradodela mujerlo verá como algo natural. En algún momento toda relación llega a ese punto.Sinolave másquecomounpasatiemposaldráhuyendolomásrápidoylejosquele permitanlas piernas. —Gracias, Robert. Eres un buen tipo —agradeció Emily con un brillo preocupanteen losojos. —Denada,Emily. Conunasonrisaalentadora,Robertpaseólamiradaporellas. —Tengolasensacióndequemehabéisobligadoaentrarparaqueosdé unaopinión masculina,asíque,disparad. Fue Gabby la siguiente en preguntar qué era lo que más valoraba un hombreenuna mujer,sielfísicoolapersonalidad.LarespuestadeRobertfuedirectay sincera:lo primeroquelesllamabalaatencióneraelaspectodeunamujer,aunquesi estenovenía acompañado de una personalidad interesante al final dejaba de ser importante. LarespuestanoeraloqueGabriellehabíaesperadoy,aunqueagradecióa suchófer la sinceridad, ni siquiera las siguientes pintas de cerveza que tomó le borrarondela mente que la belleza era importante para mantener el interés de un hombre. —Si tu novio te llama todas las noches, pero se le olvida hacerlo una, ¿significaque seestáempezandoacansardeti? —No,significaqueestátanagotadoquesehaquedadodormido. Lastresmujeresrieronporlarespuestadiplomáticaquelehabíadadoa Gabbyy prosiguieronconsucharla. La única que no preguntó nada a Robert fue Lana. Aunque escuchó con atencióncada palabra que este pronunciaba, no llegó a exponer sus temores. Emily y Gabbyestaban demasiado preocupadas con sus propios problemas como para darse cuentadelmodo en que su amiga se mantenía al margen. No obstante, Robert no había bebidoalcohol, puestoquelasteníaquellevaracasa,niteníaningunapreocupaciónquele absorbiera. —Unhombrequenosientenadaportinoseponecelosocuandotevecon otro.Nise Página133de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com olvida de su acompañante para asegurarse de que estás bien —comentó Robert—.Y eseconsejovaparalastres—dijo,aunquefueaLanaaquienmiró. —Estarde—apuntóEmily,mirandosumóvilqueacabadevibrarsobrela mesa. —¿EstardeoesTheo?—bromeóGabrielle. —Lasdoscosas—riolamorena. —En ese caso, señoritas —se levantó de la silla—, permítanme que las lleveacasa —pidióRobert. —¿Por qué no estás casado? —La pregunta de Lana los dejó a todos sorprendidos. Duranteunsegundocreyóqueélnoibaaresponderle,perofinalmentelo hizo. —Loestuve.Soloquenosaliócomoesperaba. Los cuatro salieron del pub en silencio. La pregunta inocente de Lana habíaquebrado elbuenambiente,removiendorecuerdos. Tras dejar a Emily y a Lana en casa, Robert paró frente a la casa de Gabrielle. —¿Necesitasayudaparallegararriba? —No,estasemanaestáCarlos.Élmeabrirálapuerta.Túdescansa.—No estaba ebria; quizás un poco mareada, pero no ebria—. Te lo has ganado por aguantarnos. Robertsonrióyasintió.Aunasísalióparaabrirlelapuertadelcoche. —Buenasnoches,Gabby—sedespidiócuandovioaCarlosabrirlapuerta paraella. —Quédescanses,Robert.Buenasnoches,Carlos. ElconserjeasintióconunasonrisitaquepusodemalhumoraGabrielle. ¿Porqué sonreíadeesemodo?¿Acasounamujeradultaeindependientenopodía tomarseunas copasconsusamigassinqueelrestodelmundolajuzgara? —¿Sucedealgo,Carlos? —No,señoritaGibbs—respondió,derepentemuyformal. —Entonces,¿porquésonríesdeesemodo? Lasonrisaseborródesuslabiosdeunmodoinstantáneo. —Lo siento. Solo pretendía ser amable —se disculpó, logrando que Gabriellese sintieraculpableporsurudeza. Incómoda,hizoungestoconlamanoparaquitarleimportanciaalasuntoy entróenel ascensorquepreviamentehabíallamadoCarlos. Cuandollegóasuplantasalióconpasotambaleanteyseencaminóhacia lapuertade supiso.Lecostódarconlasllaves,apesardeltamañodelbolso,queera másbien pequeño. Entróencasasinencenderlaluzdelcomedor,sequitólostaconesdedos patadasy comenzóadesnudarsedecaminoasuhabitación. Laluzdelpasilloiluminósucamalosuficientecomoparaquesequedara paradaen elumbralconlacamisetaamediosacardeunbrazo. Sucamaestabaocupada.Tambaleante,volviósobresuspasosyencendió laluzdel Página134de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com comedor. Tenía que fijarse en si la puerta de entrada estaba forzada porque…Sedetuvo alveruncascoplateadodemotocicletaencimadelsofá. Diounsaltitoyungrititoysaliódisparadadenuevohastasudormitorio. Concuidado denohacerruidoseacercóalacamaparacomprobarloqueyasabía:que elhombre queestabadurmiendotanplácidamenteensucamaeraBlake. Aunquesemoríadeganasdebesarleseaguantó,conscientedequedebía dehaber conseguido un vuelo en el último momento, porque tenía previsto regresaraldía siguiente para asistir a la fiesta y después volvería a marcharse para terminarel reportaje. Sequitólaropaquetodavíallevabaencimayconcuidadosemetióenla cama,asu lado, y se acurrucó junto a él. Aguantó la respiración cuando Blake se removióyla pegó más a su cuerpo. Tras unos segundos se dio cuenta de que no se habíadespertado, cerrólosojosysequedódormidaalinstante. Horas más tarde, cuando Blake le dio los buenos días con besos, se preguntósilos sueñospodíanhacerserealidadcontantarapidez. Página135de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com ¿Quépasaaquí?Túnoeresmicita Lana decidió que lo mejor era no aparecer por el gimnasio hasta que pasaralafiesta. Por ello accedió a acompañar a Gabrielle y a Emily a probarse los vestidosqueuna conocidaboutiquelesprestabaparaelevento. LashabíancitadoenunodeloshotelesmáslujososdeLondresy,alentrar enlasuite, loprimeroquevioLanafuelahileradepercherosqueteníadelante.No teníalamás remotaideadequéhabíahechoGabrielleparaconseguirqueellayEmily también fueraninvitadas,peroestabaencantadasimplementeconelhechodeestar allí. Juntoalasprendas,tresestilistasdelaboutiquelasrecibieronconfrancas y elegantessonrisas.Traslossaludosypresentaciones,semetierondelleno enlatarea dedarconeloutfitperfectoparalafiesta. —AsíqueustedserálaacompañantedeTheoStone—comentólamujer másmayor delgrupodeestilistas. —Sí—respondióEmilyconlasmejillasencendidas. —Tengoparaustedelvestidoperfecto. Lamujersonrióysacódelpercherounvestidonegrocortohastamedio muslo,conun escotepalabradehonor.Lanaestabaseguradequepertenecíaalamaison Chanel. —¡Esprecioso!—alabóLana—.Pruébatelo. Emily desapareció con una de las estilistas, y la mujer mayor, que no habíadudade queeralajefa,posósumiradaella. —Paraustedtengoeste. Elvestidorojoquesacódelpercherohizoenmudeceratodoelmundo. Eralargohastalospies,conunvolantealfinal.Detirantesquevolvíana formar volantesyescotepronunciadoenV.Aunqueeraceñidoenelcorpiño,la faldase ensanchabadesdelacintura. —Pero…nopuedollevaresevestido. —¿Porquéno?—inquiriólamujer,sorprendidaporsunegativa. Setocóelcabellorojocomosiesofuerasuficienterespuesta. Lamujersonrió. —Precisamente por eso he escogido para usted este diseño. La señorita Gibbsme dijoqueteníaqueirllamativaydeslumbrante,ycreoqueesteValentinoes perfecto parausted. —¿Valentino?—Lavozlesaliótemblorosaporlaemoción. Página136de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Lamujerasintió. —Deacuerdo,meloprobaré—concedió. Yasílohizo.Selocolocóynopudonegarsealaevidencia.Sintiócomo sila persona que veía reflejada en el espejo no fuera ella. No solo se veía hermosa,sinoque sesentíapoderosa,hastaelpuntodequeelrechazodeRicksesintierade otromodo menos doloroso. Como si el que hubiera perdido más al no querer acompañarlafueraél ynoella. AldíasiguienteyaestabavestidaconelValentinorojocuandoEnzollamó alapuerta delasuiteenlaquelastresseestabanarreglandoparalafiesta. Ademásdemaquillarlasydepeinarlasleshabíanhecholamanicurayla pedicura, porloquesesentíamimadaycargadadeenergía. —Han venido a buscarla, señorita Ross —avisó Helena, la maravillosa maquilladora quehabíaconocidoeldíaanterior. Con una sonrisa de agradecimiento salió del dormitorio de la suite y se topócon Rick,vestidodeesmoquinytanguapoquesetuvoqueconcentrarenno olvidarsede respirar. —¿Quéhacestúaquí?¿DóndeestáEnzo? —Novaavenir.Yosoytuparejaparaestanoche. —Losiento,perono.Prefieroirsola,sinoteimporta—dijoenvozbaja parano alertaranadiedeloqueestabasucediendo. Gabriellesehabíatomadomuchasmolestiasporsusamigasynoquería estropearlela nocheconunadiscusión. —Meimporta. —Deverdad,Rick,notienesquesentirtemalporhabermerechazado.Lo entiendo. Loprimeroesquenotendríaquehaberteinvitado.Fueunaideaabsurda pensarentide esemodo. —Noterechacé. —¿Disculpa? —No lo hice. Ni siquiera me diste tiempo a responder. Me quedé tan sorprendidopor la invitación que no pude contestarte antes de que apareciera Enzo y tú cambiarasde opinión. —Tuvistetiempomásquesuficienteparadeciralgo. —Nosabíaquédecirte.Queríaircontigo,pero… Lananoledejóterminar. —Vamos a hacer una cosa: iremos juntos a esa fiesta. Yo fingiré que lo pasode maravilla y tú harás lo mismo. —Suspiró y se llevó la mano a la frente comoside repenteledolieralacabeza—.Cuandoestanocheacabevolveremosalo desiempre, pero ahora quiero que Gabrielle crea que estoy disfrutando de tu compañía. Página137de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Rickasintióyleofrecióelbrazoparaqueellasecogieraaél. Tras agradecer a Helena su ayuda, Lana y Rick salieron de la suite en silencio. —Estáspreciosa… —Gracias. Subieronalamplioascensor,enelquesonabaunhilomusicaltansuave queapenasse oía. —SientohabertefastidiadoelplanconEnzo. Lana no pudo aguantar la presión por más tiempo. Se dio la vuelta y empujóaRick contra la pared. No tenía tanta fuerza como para hacerle daño, pero la sorpresalogró queRicksetambalearasobresuspies. —¡Vetealamierda!¿Sabesqué?Cuandoestoterminevoyamudarmeya borrarme detuestúpidogimnasio.Noquierovolveraverteenmivida.Nosécómo hepodido enamorarmedealguientancretinocomotú.¿Cómopudepensarqueeras encantadory amable? Rickabriólosojoscomoplatosporelasombro,seinclinóhaciadelantey presionóel botóndelascensorquehacíaquesedetuviera. —¿Quéhasdicho? —Queeresuncretino. —Antes de eso. ¿Me quieres? —susurró como si temiera decirlo en voz altaporsi dejabadeserreal. —Soyasídeestúpida;peronotepreocupes,losuperaré.Novoyavolver a molestarte nunca. He dicho completamente en serio eso de que voy a mudarme.Yano tendrásquevermenuncamás. —Lana… —Por favor, no me tengas lástima. —Se dio la vuelta para que él no la vieratan alterada—.¿Puedesvolveradarlealbotónparasalircuantoantesdeaquí? —¡Cómopuedessertanestúpida!—estallóRick. La rabia de Lana se evaporó cuando se dio la vuelta un segundo y al instantesiguiente se encontró entre los brazos de Rick mientras la besaba con pasión. Se separaron cuandounainsistentevozlespreguntabasiseencontrabanbien. Traselinstantedeconfusiónsedieroncuentadequelavozproveníadel altavoz colocadoenlacámaradeseguridaddelascensor. —Estamosbien—contestóRickconfirmeza. —Deacuerdo.Vamosaponerenmarchadenuevoelascensor.Selodigo paraque esténpreparados.—Eltonodelhombredabaaentenderquelohabíavisto todo. Lanasepusodelcolordesuvestido.Avergonzada,escondiólacaraenel hombrode Rick,quenopudoevitarecharseareírunavezsuperadalatensióninicial. Cuando el ascensor volvió a ponerse en marcha, Rick la hizo alzar la cabezapara Página138de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com mirarlaalosojos. —Todavíatenemosquehablar.Creoquehaymuchosmalentendidosentre nosotros. —¿Quéquieresdecir? —Lana,megustas.Siempremehasgustado.Elúnicomotivoporelque notehe invitadoasalireraporquepenséqueéramosamigosyquetúnoquerrías estropear nuestrarelaciónconunacita. Ellaparpadeóincrédula. —Rick,nuncatehevistocomounamigo.Sientodecepcionarte. Élsonrióconpillería. —Sientoalgoahoramismo,peroestoysegurodequenoesdecepción. Unos segundos después, cuando las puertas del ascensor se abrieron, salieroncogidos delasmanos. Página139de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com ¿Esquenoveisqueestáconmigo? AunqueBlakeestabaempeñadoennollevaraRobertdechófer,Gabrielle finalmente lehizoverquelonecesitabanparaquecondujeralalimusina.Despuésde todo,se esperabaqueladiseñadoradelafirmayelmodeloestrellafueranlosmás elegantes delevento. —¿Vamosairenlimusina?—preguntóBlake,tanteandoelterreno. —Sí. —Nocreoque… —Eslomejor.Además,imagínateloincreíblequepuedeserunviajeen limusina nosotrossolos… —¿Unalimusinaparanosotrossolos? —Sí.Solitos.Túyyo. Blakesonriócontravesura. —Deacuerdo,entoncesmeparecebien. Gabriellerioalcomprenderquehabíacaptadosuintención. —Tengoqueaparecerperfectaenlafiesta.Nopodemoshacernadaenla ida,perono meopondréalavuelta.Dehechoesprobablequeyomismatealiente. Blakefingiómeditarlo. —Deacuerdo,acepto.—Yextendiósumanoparaqueellaselaestrechara. En este momento no podía imaginar lo mucho que se arrepentiría de su tratodetener pacienciahastalahoradevolveracasa. CuandofinalmenteGabriellesaliódelhotel,Blaketuvoqueapoyarseenla limusina que tenía detrás para no caerse al suelo de la impresión. Si bien ella siempreestaba preciosa,convestidosytacones,odesnudaydescalza,esanocheeraun auténtico sueño hecho realidad. Parecía una belleza etérea salida de un mundo onírico. El vestido que llevaba era de corte imperio, marcado en la cintura y el pecho,con mangacortaligeramenteabullonada.Noobstante,loquemásllamabala atenciónerala tela,conbordadosdoradosyplateadosytanligeraqueBlakepodíaverla siluetade laspiernasdeGabrielleatravésdeella.Loszapatos,aunquecubiertospor elvestido, seveíanalcaminar.Conlapuntaaldescubiertoyatadosaltobilloconuna finatira, erandelmismotonoentreblancoygrisáceodelateladelvestido. —Estás bellísima. —No fue capaz de esperar a que ella se acercara y le salióalpaso parabesarlaapasionadamenteenloslabios. Página140de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —Gracias, tú también estás muy guapo —respondió Gabrielle cuando recuperóel resuello. —¿Estás segura de que tenemos que ir a esa fiesta? Tal vez deberíamos aprovecharla suitedelhotel. Gabby le miró como si fuera a regañarlo, aunque en realidad estaba encantadadeque él se hubiera quedado tan prendado. Se había enamorado del vestido de ElieSaabnada más verlo y se sentía maravillosa con él puesto. Aunque era más maravillosotodavía que Blake estuviera teniendo dificultades para quitarle las manos de encima. —La fiesta es en tu honor. No podemos fallar —explicó—. Además, no puedes pasartelanochedespierto,mañanavuelasotravezaIbiza. —Nomelorecuerdes.Nomegustaestarlejosdeti. Ellasonrió,encantada. —Alomejorsoyyolaquetedalasorpresaymepresentoallíparaverte. —¡Prométemelo! —pidió sonriendo—. En cualquier caso, me debes la vueltaacasa quemeprometiste. Aunque Emily había propuesto celebrar la fiesta en la sala de celebracionesdeun hotel,Gabrielleestabaencantadaconhaberlaconvencidoparahacerlaen ladiscoteca enlaqueseencontrabanenesemomento. La decoración elegante, la pista de baile, la disposición de las modernas barrasde cromo y cristal… Todo era perfecto para que la prensa y los invitados pudieran moverse libremente por allí y admirar los zapatos y complementos que estratégicamente sehabíanidocolocandodemodoquesefundieranconladecoración.La bolsacon regalosquerepartíanalentrartambiénestabasiendounéxito. Sin embargo, el triunfo de la fiesta no estaba logrando que Gabby se sintieradeltodo feliz. —¿QuéhaceLanaconRick?—preguntóEmilyacercándoseaella. Theo,asulado,parecíadivertidoporlasorpresadeambas.Élnohabía dudadoniun instante de que el tipo estaba interesado por la pelirroja, solo había que fijarseenel modo en que la cogía de la cintura, con ese afán posesivo que ponía al tantoalos demáshombresdequeellaeralamujerqueleinteresaba. —Notengoniidea,creíaqueibaavenirconEnzo. —Igual que yo. Calla, que se acercan —pidió Emily, aunque no fuera necesario porqueGabrielletambiénsehabíadadocuenta. Aunque la conversación y la compañía eran inmejorables, Gabby no se sentíadeltodo bien. Blake había sido apartado de ella tan solo media hora después de llegar,yaunque había notado que él intentaba volver hasta ella, constantemente era interceptadopor invitadasqueloreteníanconconversacioneseternas. —Osdejo,voyabuscaraBlake—explicó. Página141de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —¿Quieresqueteescoltehastaallí?—ofrecióTheo. Estuvo a punto de rechazarlo, pero se lo pensó mejor y con una sonrisa alzóelbrazo paraposarloencimadesumanga. —Emily,telodevuelvoenunosminutos—bromeó. —Losquenecesites—contestósuamiga. YGabriellesediocuentadelamiradaqueestacruzaba,conLanaprimero ydespués conTheo. BlakepareciórelajarsecuandovioqueGabbyyTheoseacercabanhasta él.Sin mucho tacto cortó la conversación que estaba manteniendo y salió a su encuentro. —Gracias por traerme a esta belleza —agradeció al fotógrafo—. ¿Quieresbailar?— lepreguntó. Estaba deseoso de poder pasar con ella un rato, de sentirla cerca, y un baileeralo mejorqueselehabíaocurridoparaevitarquelesinterrumpieran. —Meencantaría. TheoleguiñóunojoasuamigaysealejóderegresoaEmily. Blakeaprovechóquesehabíanquedadosolosparaasirlaporlacinturay dirigirse hastalapistadebaile. ElDJhabíaescogidounacancióndeShawnMendes,Mercy: PleasehavemercyonmeTakeiteasyonmyheartEventhoughyoudon’t meanto hurtmeYoukeeptearingmeapart —Ereslachicamásguapadelafiesta—susurróensuoído—.Yyoeltipo más afortunadoportenerteentremisbrazos. —Gracias, lamentablemente hay hombres más atractivos que tú… — bromeócon fingidatristeza. Blakeserioacarcajadasporlaocurrenciaylaapretómásaél. —¿Yquévasahaceralrespecto? —Nada.Tendréqueconformarmecontigo. —Pues gracias, estoy dispuesto a hacer que no te arrepientas por tu sacrificio. —¿Ytienesalgunaideadeloquevasahacer?—provocó. —Teniendoencuentaqueestamosenlapistadebailevoyalimitarmea besarte. —¿Noteimportalaprensa?Estoyseguradequemañanaesebesosaldrá enlaswebs decotilleos.¿Quéharántodastusfans? Blakeenterrólanarizensucuelloparaaspirarsuaroma.Hablósobresu sensible piel. —Lo mismo que los hombres que vean el cotilleo, morirse de envidia porqueeresmi noviaynolasuya. —¿Túcrees? —Estoyseguro—zanjóbesándolaapasionadamente. Página142de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com UnahoradespuésvolvíaaestarconsusamigasporqueBlakehabíavuelto averse apartadodeella. Gabrielle podía entender, hasta cierto punto, que la gente supusiera que habíaidoala fiestaconélporqueeraloquecorrespondía:ladueñaydiseñadoradela firmayel modelodelacampaña.PerotraselabiertointerésdeBlakeenellaylos gestosde afecto que habían tenido en la pista de baile, ¿cómo era posible que la genteno comprendieraqueeranpareja?Sobretodolasmujeres,quenodejabande acercarsea élytocarlecondemasiadaconfianza. Decidida a cerrar el asunto se encaminó hasta él y, sin muchos miramientos,lotomó delbrazoyloapartódelastresmujeresconlasqueestabahablando. —¿Vatodobien,preciosa?—Encuantoviosucaracomprendióquealgo ibamal. —¿Concuántasmujeresdeestasalatehasacostado?—estallóGabbytras haberse contenidodurantehoras. —¿Cómodices? —Mehasoídoperfectamente. —Tenía la esperanza de estar alucinando —contestó él, intentando calmarse. —Mevoyacasa,Blake.Robertmellevaráyluegoteloenviarédevuelta paraquete lleveatimástarde,cuandotedélaganamarcharte. —Gabby,¿quénarices…? —Buenasnoches—lecortó. Y,sindarleopciónaprotestar,salióatodaprisadesupropiafiesta. Página143de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Revelaciones CuandoGabrielleabriólapuertadesupisoesamañanadesábado,trasla fiestade inauguración de la campaña, no se habría sorprendido de ver a Blake, a pesardeque sabíaqueteníaunasesiónfotográficaenIbiza,aEmilyoinclusoaLana, quenohabía estado nunca en su piso. A quien bajo ningún concepto se hubiera imaginado encontrarseeraaTheoStone. —Buenosdías,hetraídobollosparadesayunar—saludóalentrar. —¿Por qué siempre que vienes me traes comida? —preguntó Gabby mientrascerraba lapuerta. —Porquesoyuntipointeligente. Aunquenoteníaganasdereírnopudoevitarlo.Theonosedetuvoenla entradasino que avanzó hasta la cocina, donde la instó a preparar té para ella y café paraél. —¿Cómoestás?Ayersalisteprecipitadamentedetufiesta.Ynisiquierate despediste denosotros. —Estoybien.Solocansada. —Amínopuedesengañarme,Gabby.Recuerdaquesoytumejoramigo delmundo mundialyqueteconozco. —Esverdad—aceptópensativa. EraelúnicohombreademásdeBlakequepodíaostentaresetítulo;aunque elescocés poseyera algunos más que en ese momento estaba segura de que no le interesaban. —¿Entonces?¿Quéhasucedido?Blakeestáhechopolvo.Ayerlodejaste sinsaber cómoreaccionar. —Claro, por eso ha venido corriendo para ver cómo estoy —apuntó mordaz. —Nolohahechoparadarteespacioyporqueteníatrabajo,yalosabes. Asíque… ¿Vas a decirme qué te sucedió ayer? Aunque como mejor amigo del mundomundial tengounaligeraidea. Sintiéndose tonta le contó lo mucho que le había afectado que nadie la tomaraen serio.ApesardeestarcogidadelamanodeBlake,pegadaasucostado, lasmujeres habían seguido tonteando con él, algunas incluso insinuándose descaradamentecomosi supresenciaallífueradeatrezo. DespuésdelestallidodeceloseraconscientedequeBlakenohabíahecho nadapara alentarlas, pero la inseguridad que esas escenas le provocaron le había impedido pensarconclaridad. Página144de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —Gabby, tú nunca has sido una mujer insegura con tu cuerpo o con tu belleza.—Theo sesentíaconfuso—.¿Quéhacambiado? Se encogió de hombros antes de responder, como para darse tiempo a asimilarloque ibaadecir. —Nunca había estado enamorada de un hombre al que las mujeres le hacenconstantes proposicionesindecentes. Theoasintióbrevemente. —Deacuerdo,ahoraloentiendo.Elamorvuelveidiotaalaspersonasmás inteligentes. —Nosécómotomarmeesto,¿soyidiotaointeligente? —Lasdoscosas.AunqueloimportanteaquíesquecomprendasqueBlake quiere estarcontigoporencimadetodasesasmujeresquetantotepreocupan.Y quiereestarlo porque eres una mujer estupenda, atractiva e inteligente. No te menospreciespornadie, ¿deacuerdo?—pidióabrazándola. Gabbyasintióyledevolvióelabrazo. —Ydime,¿cuándotehasvueltotansabio? —Bueno…Seráqueelamornomeafectacomoalrestodelosmortales. Enlugarde idiota me vuelve listo —bromeó, y con ello consiguió arrancarle una sonrisasinceraa suamiga. —Mealegromucho.Losdososmerecéisserfelices. —Igualquetú,tontita. CuandoTheovolviódecomprobarqueGabbyseencontrababien,Emily yahabía tomadounadecisiónrespectoacómoqueríaquesiguierasuvida. Las últimas semanas había ido dando pequeños pasos en la dirección correcta.Yano temíaestarsolaonoencontrarunaparejaconlaquetenerhijos,sinoque había aprendidoaafrontarlosproblemasdefrente. ConoceraTheohabíacontribuidoaello,yaunqueeraconscientedeque estaba enamoradadeél,noeramenosconscientedequequizásnoquisieranlas mismascosas de la vida. Fuera como fuera, no iba a cometer el mismo error que cometióconPhilde aceptarloqueélquisierasinlucharporsusconvicciones.Enestaocasión teníaclaro quesusdeseoserantanimportantescomolosdeél. Porfinhabíaentendidoqueteníaderechoaserfeliz,aserescuchadaya queel hombrealqueamabaseesforzaraporcumplirsusdeseos,porcompartir sussueños. YaunquelasúltimassemanasconTheohabíansidointensasyélsehabía mostrado encantador y preocupado por pasar tiempo juntos, además de dejarle espacioparaque seexplayaraconsusamigas,elcasoesqueseguíasinsaberloquesentía porella. SeguíaenlacamacuandoTheoentróeneldormitorio.Surelaciónhabía avanzadolo suficientecomoparaqueéltuvieraunallavedesupisoycomoparaque sepermitiera Página145de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com sersinceraconélsintemorahacerelridículo. El fotógrafo asomó la nariz por la puerta del dormitorio y, al verla despierta,sonrió. —¿Meestabasesperando?—inquirióalverlatodavíaacostada. —Sí,peronoparaloquetútecrees—contestómuyseria. —Aguafiestas—bromeó. A pesar de su respuesta la estudió antes de hacer ningún movimiento. Acababade visitarasuamigayestabamuysensibilizadoconlossentimientosdelas mujeres,lo quemenosdeseabaerahaceralgoqueestropearasurelaciónconEmily. Desdeelmomentoenqueselapresentaronsupoqueellaibaaserespecial yasí había sido. Nunca antes se había dedicado a perseguir a una mujer. O a desearpasar tiempofueradelacamaconellas. Normalmente, tras pasar la noche con alguna dejaba de ser interesante paraél,porlo que nunca volvía a llamarla. El problema con Emily era que no había dejadodeserlo enningúnmomento.Eralamujermáscontradictoriaquehabíaconocido nunca.Trassu fachada seria y responsable se escondía una mujer apasionada que despertabasus instintosdeposesión.AlgoqueTheojamáshubiesecreídotener.Ycuando ellalehabló dePhilsediocuentadequenoibaaconformarseconsolounanocheasu lado.Quería más,yestabasegurodequesiempreibaaquerermásdeella. —¿Puedoacostarmecontigo? Ellaasintióyleabriólacama. Condeliberadalentitudsequitóloszapatos,lospantalonesyseacostóa sulado, ladeandosucuerpoparaquedarfrenteaella. —¿Quétepasa,amor? —Quierotenerunhijo.Tengotreintaynueveañosy… —Deacuerdo—respondióél. Nisiquieradudodesurespuesta. —¿Deacuerdo? —Sí.Tequieroyquierotenerunhijocontigo. —¿Me quieres? —La sorpresa y la alegría tiñó de rojo las mejillas de Emily. —Parecessorprendida. —Esqueloestoy.Noesperabaquemequisieras. Theosonrióyleacariciólamejilla. —Puestequiero—volvióarepetir,yunasensacióndeplacidezseadueñó deél—.Y nomeimportarárepetírtelolasvecesqueseannecesariasparaquenunca loolvides. —Yotambiéntequiero. Susonrisasehizomásamplia. —Yalosabía,amor,peroesagradableoírtelodecir. —Serás…—Ledioungolpeenelbrazoporengreído—.Nopuedocreer quehayas Página146de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com dichoeso.Yo… Theo,quenoteníaganasdepelearsesinomásbientodolocontrario,la besópara acallarsusprotestas.Yatendríantiempodepelearseydereconciliarseen otraocasión. De hecho, si sus planes salían bien estaba seguro de que dispondrían de todaunavida paraello. —¿Qué te parece si comenzamos a buscar al niño ahora mismo? — propuso,juntando susfrentes—.Despuésdetodo,estamosenellugarindicado. Emilysonrióantesdehablar. —¿Ysiesniña?—preguntómientrasTheosedeshacíadesucamiseta. —No me importa lo que sea. Estoy más que preparado para tratar con mujeres,ya deberíassaberlo,amor.Soytodounexperto. Emilyrioasombradaporlabroma. —Escierto,erestodounexpertoenmujeres,peronocreoqueseabuena ideaqueme lorecuerdes,podríatorturartecomocastigo. Élarqueóunaceja. —¿Quéclasedetorturatienesenmente? —Túbésameyyaveremosquésemeocurre. Página147de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Hoynomepuedolevantar… EldomingoporlamañanaGabriellenoselevantódelacama.Sequedó enella intentandoorganizarsuspensamientosycolocarsussentimientos.Eldía anteriorhabía intentadopasarlocomosifueraunsábadomás,perohabíatenidotanpoco éxitoconesa tácticaqueeldomingonisiquieraintentóautoconvencersedequeestaba bien. Estaba asustada, por supuesto que lo estaba. Blake no le había dado la seguridadque necesitaba.Sí,erannovios,pero¿laquería?Ysieraasí,¿porquénoselo habíadicho? Por otro lado, ¿llevaban juntos el tiempo suficiente como para que estuvieraenamorado deella? Gabrielle no dudaba que le gustaba, pero necesitaba sentimientos más profundosque le dieran seguridad. Necesitaba creer que lo que sentía por ella era lo bastantefuerte comoparaquenoseviesetentadoporlasmujeresqueseleacercaban. Necesitabasentirqueeraimportanteparaél. En cualquier caso, aunque sabía que la culpa era suya por haberse enamoradoapesar de sus intentos para que no sucediera, una parte de sí misma culpaba a Blakeporno darsecuentadeloperfectaqueeraparaél. Yeraesapartedesupersonalidadquelaempujabaamirarhaciadelante inclusoen losmomentosmásdelicados,laquelaimpulsabaaserjustayreconocer queconla únicaconlaqueteníaqueenfadarseeraconsigomismaporpermitirseel momentode bajón. Unbajónquedurótodoeldía.Nisiquieraselevantóparaprepararsealgo para comer.Selimitóaalimentarseabasedecerealesconleche,unalimento rápidoqueno necesitaba preparación y que le permitía seguir en la cama autocompadeciéndosedesí misma. Tampoco se preocupó por la cantidad de azúcar que contenían, ¿paraqué?Sus problemasnoseibanasolucionarpormuchasdietasquehiciera. Seprometióquealdíasiguienteestaríamejor,peroquehastallegaraese momentose iba a permitir regodearse en sus penas. Porque aunque la fiesta y la colecciónhabían sido un éxito, nadie iba a olvidar que la diseñadora se había marchado antesdequela fiestaterminara,sinsuacompañanteysindespedirsedesusinvitados. Cuando el móvil comenzó a sonar encima del edredón se inclinó con desganaparaver quién llamaba y se quedó petrificada al ver que era Blake quien quería ponerseen contactoconella. Teníamenosdeveintesegundosparadecidirsirespondíaono.Nohabía vueltoa Página148de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com hablarconéldesdeelviernesysemoríaporsabersilascosasentreellos estabanbien apesardelosucedidoosiBlakehabíadadolarelaciónporfiniquitada. Descolgóantesdequedejaradesonar. —Hola. —Hola,Gabs—lasaludóenuntonoprudente. —Blake,sientolodelviernes. —No,preciosa,tendríaquehabermedadocuentadequeestabasincómoda —se disculpó él—. No me gusta ser grosero con la gente que se me acerca, perotalvez tendría que haber estado más pendiente de ti. Creí que era nuestra obligaciónatendera losinvitadosy… —Túnohicistenada—lecortó—.Ytienesrazón,yotambiéntendríaque haberme paseadoentrelosinvitadoscomounabuenaanfitriona.—Hubounapausa antesde añadir—:Mealegraquemehayasllamado. —No creo que te guste el motivo —anunció él—. Te he llamado para comentarteque estovamuylentoyqueenlugardelmartesvolveréacasaeljueves.Me preguntabasi querríasquenosviéramosentonces. ¿QuéesperabaBlakequelerespondieraaeso?¿Queno?¿Quedabapor finalizadasu relación?Porquesiesperabaesarespuestaseibaallevarunasorpresa. Gabrielle aceptaba que tuviera trabajo y la conversación siguió con muchotacto, aunque dejó claro que por su parte todo seguía igual. Sin embargo, no hubohuecopara las bromas con las que se provocaban, solo hubo seriedad y temor de heriralotro. —Meencantaráquedarcontigo,Blake. —Entoncestellamaréeljueves. Ellanolepreguntónadadeporquénoibaallamarlacadadíacomohabía hechola vezanteriorylaconversaciónterminó. Cuando colgó se sintió aliviada a pesar del nudo en el estómago que la atenazaba. Ambassensacioneslahicieronsentirseculpable. Como no se encontraba con ganas de seguir pensando encendió la televisiónybuscó algoquelaentretuvieraunrato,evitandoseguirdándolevueltasalasunto. Tanto Lana como Emily la llamaron, pero Gabrielle no respondió. Dejó queel teléfono sonara sin responder y después les mandó un mensaje diciendo queestababien yquelasveríaaldíasiguiente.Ningunadelasdosinsistió. Debió de quedarse dormida, porque era noche oscura cuando volvió a abrirlosojos. Laluzdesuteléfonoparpadeabaanunciandounanuevallamadaperdida. Comprobóqueeradesumadreysedejócaerdenuevoenlacama.Alser domingo sus padres debían de haberla esperado para comer. En la fiesta apenas habíahablado conellosunosminutos,peronohabíanconcretadonadadequefueraair averles. Tras varios segundos de dudas decidió hacer lo mismo que había hecho consus Página149de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com amigas, le mandó un mansaje a su madre donde le escribió que la vería mañana.No obstante, Cecily fue más lista y le respondió preguntándole el sitio y la horaendonde ibanaverse. Gabriellelesonrióalteléfonoymandólarespuesta. —Puesnada—dijoenvozalta—,yatengocitaparacomermañana. Página150de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Lascosasnosiempresonloqueparecen GabriellecreíaqueEmilyerademasiadodiscretayrespetuosacomopara noinsistir cuando le dijo el lunes por la mañana, al llegar al taller, que estaba perfectamente.No obstante, se le debían de haber pegado las maneras directas de Lana, porqueamedia mañana y sin previo aviso se presentaron las dos en su despacho, dispuestasaque hablara. —¿Cómoestás?Ynoteatrevasadecirquebien—avisóLanaaltiempo quetomaba asientoenunadelassillasquehabíafrentealescritoriodeGabby. Emily, aunque no dijo nada, también quería saber lo mismo porque se sentójuntoala pelirrojaparahacerfrentealoquedijera. —Si os soy sincera, no lo sé. El viernes estaba convencida de que tenía motivospara estarmolesta,elsábadomeplanteéquequizáshabíaexageradolascosas, eldomingo estabaseguradequelohabíahechoyhoy…Hoynosénada. —Blake es un buen tipo, Gabby, y estoy segura de que siente algo muy fuerteporti— comentóEmily—.Theopiensalomismoqueyo—continuó—.Telodigo porsitesirve unaopiniónmasculina. A pesar de la seriedad del momento, las tres sonrieron al recordar a Robert contestandoasuspreguntasconbuenhumor. —Elproblemaesquesentiralgonoeslomismoqueestarenamorado,y qué seguridad tengo de que no vaya a sentirse tentado por alguna de sus compañeras modelosoporalgunafanimpresionante… —¿Te ha dado algún motivo para creas que es capaz de dejarte así, sin más?— preguntóLana. Gabriellenegóconlacabeza. —Siemprehasidoencantadorycorrectoconmigo. —¿Entonces?¿Túlequieres? —Porsupuestoquelequiero.¿Creesqueestaríatanpreocupadasinolo quisiera? No,noloestaría.Ynosoyunamujerinsegura,eselamorloquemehace parecerlo. Emilyseguardóelcomentariodequemásqueparecerlo,loera. —Talvezdeberíasdecírselo.Explicarlecómotesientes.—Lanasabíapor experienciapropiaqueaveceslascosasnoerancómoparecían—.Puede quesientalo mismoquetúynotelohayadichoportemoraquenolecorrespondieras. —Ve a verle, Gabby. Plántate en Ibiza y sorpréndele. No hay nada importanteenla Página151de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com agendaquenopuedaposponerseparaotromomento.Ereslajefa,nadiese atreveráa quejarse porque te vayas unos días. Además, te mereces un descanso. — Emilyestaba decidida a que su amiga se arriesgara. Ella lo había hecho y estaba más quesatisfecha conelresultado. —Emily tiene razón. No dejes que pase el tiempo sin arreglar este malentendido— aconsejóLana—.Estarseparadosnoarreglaránada. —Puedequelohaga. —¡Hazlo!Perohazlodeunavez.Sitelopiensasnoloharás—siguióla pelirroja—. Aveceslasmejoresdecisionessonlasquenosemeditan. —No puedo irme sin más, pero os prometo que lo voy a pensar. ¿De acuerdo? Hablamos más tarde —dijo levantándose—, he quedado para comer con mimadrey, aunque últimamente está irreconocible, prefiero no llegar tarde y tener quesufrirotro drama. —¡Ve! Y después coge un vuelo a Ibiza. —Lana le guiñó un ojo convencidadeque ibaahacerlo. —Porcierto,¿cómoacabolanocheentretúyRick? Suamigaleofrecióunasonrisadeorejaaorejaqueleaclarómásquela explicación posterior. —Estamos saliendo, pero ya te lo contaré en otro momento. Lo que importaahoraes quehagasloquetienesquehacer. Gabrielle simuló estar harta de la charla, agachando la cabeza y moviéndola despacio. —Osveoluego,chicas. SemarchótanprecipitadamentequenoescuchóaLanadecirleaEmily: —Apuestoaquenolavemoshastaelfindesemana. Lamorenasonriócalculadora. —Veo tu apuesta y la doblo, yo digo que van a pasar fuera una semana completa.¿De verdadcreesquevanasercapacesderesistirsealsolylaplaya? Su madre todavía no había llegado cuando Gabby se presentó en el restauranteenelque habían quedado. De hecho, a pesar de que se retrasó cinco minutos, todavíatuvoque esperarcincomásparaqueCecilyapareciera. —Hola,hija.Sientohabertehechoesperar.Todavíanomeacostumbroair al gimnasioporlasmañanas. —Notepreocupes,mamá—dijodevolviéndoleelbesoasumadre,quese había inclinado para dárselo—. Y tampoco tienes que ir al gimnasio por la mañanasolopara dejarmeespacioamí.Megustaestarcontigo. —¡Gracias! —dijo emocionada—. Por cierto, estás muy guapa —la sorprendió. —Gracias,peronoheperdidoniungramo—explicó. Página152de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Aunqueelgimnasioyelejerciciohabíanlogradoquetuvieralacarnemás firme,su pesoseguíaigual. Cecilylamiróunossegundosy,encuantosediocuentadequeGabbylo había notado,apartólamiradaconrapidez. —Estáspreciosaasí.Ahoradime,¿vatodobien? —¿Porquélopreguntas?¿Hashabladoconmisamigas?—bromeó. —No,nolashevistodesdeelviernesenlafiesta.¿Porqué?¿Heacertado? ¿Tepasa algo?Yasabíayoqueeraextrañoquefuerastúprecisamentelaquesacara eltemadel peso… El camarero llegó con la carta y durante los siguientes diez minutos ambasestuvieron pendientesdelasbebidasydeloqueibanapedir.Noobstante,Gabrielle estaba decididaaabordareltemaconsumadre. —Mamá,¿porquétienestantointerésenqueadelgace? Su madre se quedó atónita, con la boca abierta durante unos segundos. Después expulsó el aire que había retenido en los pulmones y su expresión se volviótristey culpable. —Esoesculpamía,cariño.Notuya,peroyaloestoysolucionando. —¿Dequéhablas? —Estoyintentandodejardedarleaimportanciaacosasquenolatienen.Y túeres perfecta tal y como eres. Siempre he pensado que lo eras, pero me preocupabaquete hicierandaño… Trasvariosminutosdedisculpas,Cecilylecontóasuhijaquedurantesu épocade modelo había sido testigo en multitud de ocasiones de cómo los diseñadores,los fotógrafoseinclusoalgunascompañerasacusabanaotrasdeestargordas ydenoservir paraelmodelaje. Chicas preciosas y delgadas que sufrían por tener pecho o caderas. En ocasioneslas broncaserantanbrutalesquealgunasacabanpordejarloconlaautoestima tocadade porvida.Duranteaños,lasombradeJaneBirkinsiguióplaneandoenla modainglesay laschicasquetriunfabaneranlasqueapenasteníanpechoycaderas. —Ahora hay más variedad y menos presión. La mujer se ha cansado de queledigan cómo debe ser. De que les hagan creer que para estar guapas tienen que caberenuna treinta y seis. Lo malo es que ese concepto fue el que me guio durante muchotiempo, estaba arraigado en mí que no me di cuenta de que te lo estaba imponiendo. Inconscientemente, toda esa presión había hecho mella en Cecily que, aunquedelgada, habíaidoabsorbiendoesasideasmalsanassobrelabellezadeladelgadez extrema, asociandoquetenercurvasnoeraalgodeloqueestarorgulloso. —¿Podrás perdonarme por lo que te he hecho? —Le brillaban los ojos comosi estuvieraconteniendolaslágrimas. Página153de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —No me has hecho nada, mamá. Nunca me importó tener unos kilos de más.—Y añadióaldarsecuenta—:Kiloarriba,kiloabajo,soylamismapersona. —Losientomucho… —No te preocupes, de verdad que nunca me sentí incómoda conmigo misma.Hasta ahora… —¿Quéhacambiado? —En realidad nada. Quizás lo único que ha cambiado es que me he olvidadodequién soy.Oquemepreocupaqueelhombredelqueestoyenamoradanosienta lomismopor mí. —¿Yquiéneres?—insistiósumadre. —Unamujerquenosedejallevarporlasapariencias,aquienleimportan las personasporloqueson,noporelaspectoquetienen.Unamujerquenose rindeysi algonolegustaluchaparacambiarlo… —Acabas de describirme a una chica fascinante de la que cualquier hombrepodría enamorarse. Gabrielle miró a su madre y advirtió su sonrisa y el brillo de sus ojos. Comosi supieraquéeraloqueibaahacerylainstaraaquenoselopensaramás. —Mamá,¿temolestaríamuchosimevoyahoramismo? Cecilysonrió. —Paranada,cariño. —Gracias,mamá. Selevantóatodaprisadelasillaytomóelbolso.Ibaasalirdisparadapor lapuerta, perosedetuvo,volviósobresuspasosyseinclinósobrelamejilladesu madrepara besarla. —Tequiero,mamá. —Yyoati,cariño.Ysospechoquenosoylaúnica. Página154de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Elzapatoperfectocalzaenelhombreperfecto Gabriellehabíaapagadoelteléfonoduranteelvuelo,peroalencenderlo mientras cogíauntaxirecibióunmensajedeTheoconelnombredelhoteldeIbiza enelquese hospedaba Blake. Su amigo había echado mano de sus contactos y había habladoconel fotógrafoencargadodelreportajeparaconseguirlelainformación. Conunasonrisaleindicóaltaxistadóndequeríairyserelajóunpocoen elasiento. Trashablarconsusamigasyconsumadre,habíadecididocometeruna locuray presentarse en Ibiza. Puede que Blake no estuviera enamorado de ella todavía,peroella sí que lo estaba de él y no tenía intención de dejar pasar la ocasión de decírselo. Además,elmarconopodíasermásperfecto:elsol,laplayayelhechode que, aunqueestuvieranenabril,enEspañahicieraelsuficientesolcomopara queGabrielle pudieraestrenarsussandalias. Eltaxistasedetuvoenlaentradadelhotelylaayudóabajarlamaleta. Con una sonrisa de agradecimiento le pagó, añadiendo una generosa propina,yse despidiódeél. El hall de hotel era como la isla brillante y azul. Los techos altos y la amplituddelas paredescubiertasdeespejosquerelejabanelsolqueentrabaporlosaltos ventanales la ayudaron a sentirse mejor, más segura de su decisión. Estaba tan decididaadarleuna sorpresaaBlakequeseencaminóatodaprisahastalarecepción. Necesitaba registrarse, descubrir la localización del lugar donde se estabanhaciendo lasfotos,subirasuhabitaciónacambiarseydespuéssaliraencontrarse conBlake. El recepcionista, un joven moreno muy amable, se dispuso a rellenar su fichacuando escuchóunavozquelallamaba. —Gabs. Estabatanconcentradaquenosediocuentadequesolohabíaunapersona quela llamaradeesemodo. Se dio la vuelta para descubrir quién la había reconocido, y se quedó paralizadaal verqueeraBlake.“Adióssorpresa”,sedijo. Élseacercóatodaprisay,antesdequepudieraexplicarlosmotivospor losque estabaallí,seencontróentresusbrazos.Blakelabesócomosilahubiera echadode menos y ella se relajó. Puede que la sorpresa no hubiera sido como esperaba,perono esqueestuvieradescontentaporcómoestabatranscurriendo. Cuando se separaron se dio cuenta de que el recepcionista no parecía incómodo,sino Página155de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com quesonreíaconamabilidadypaciencia. —Dameunminuto—ledijoaBlake—,estoyregistrándome. —Quédateenmihabitación—ofrecióeste—,esunasuitedoble. Ysinesperaraquelerespondierasecolocódelantedeellaycomenzóa hablarcon elrecepcionista.Cincominutosmástardetodoestabasolucionado. Blakelacogiódelamanoyconlaotra,queteníaocupadaporunabolsa, sehizo cargodesumaleta. La curiosidad hizo que Gabrielle le preguntara por la bolsa, pero fue el azoramiento deBlakeloquelogróqueseinteresaraporelcontenido. —Unascomprasquehehecho. —Pareceunacajadezapatos—insistióGabby. —Es una caja de zapatos —confirmó este finalmente cuando las puertas delascensor secerrarontrasellos. —¿Tehascompradounoszapatos?—inquirióincrédula—.¿Notegustan losqueyo diseño?—Laincredulidadhabíaidodandopasoalafuriainjustificada. Noteníaderechoaenfadarseporalgotantonto,losabía,perolapresión delas últimashorashabíaencontradounmodoporelquedesbordarse. —Porsupuestoquemeencantantuszapatos.—Seinclinóparabesarla—. Meencanta todoloquehaces. —¿Entonces? LaspuertasdelascensorseabrieronyBlakesesalvómomentáneamente de responder. El problema era que Gabrielle no estaba dispuesta a dejar correrelasunto. —Blake,dimeporquétehascompradozapatos. —Telodiré,dameunminuto.¿Deacuerdo? Ellaasintióysedejóllevar. SedetuvieronfrentealapuertadelasuitedeBlakeeintentótranquilizarse mientras élsacabalatarjetayabríalapuerta. Aunquelasuiteerapreciosa,Gabbynisiquierasemolestóenmirarla.Su vistaestaba clavadaenlascajasquehabíasobreelsofádelcomedor.Habíaapiladas trescajasmás dezapatos;cuatrosicontabalaqueBlakellevabaenlamano. —¿Porquéestásaquí?—preguntóél,conscientedequelapacienciadesu novia pendíadeunhilo. —He venido a sorprenderte, pero reconozco que eres tú el que me ha sorprendidoa mí. —Notehepreguntadoeso,Gabs.¿Porquéestásaquí? Sabíaperfectamenteloqueélesperabaquedijera,peroaunqueenrealidad erauna tontería, el que se hubiera comprado tantos zapatos le molestaba y la ofendíamásdelo quedictabalalógica. Página156de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com —Teechabademenos. —Yotambiénteechabademenos.Tanto,quehedescubiertoquetequiero. Tanto,que mehepasadocadaminutoquehetenidolibrebuscandoelregaloperfecto parati.Algo queconsolodártelotehicieracomprenderlomuchoquetequiero. —¡Oh,Blake!—musitóemocionada. Alaporraquesehubieracompradozapatos,elhombremásmaravilloso delmundo acabadedecirlequelaquería. —Yotambiéntequiero. Élsonrióencantado. —Losé,melohasdemostradoconestasorpresa.Noqueríallamartepara quenote sintieras presionada, pero te he echado mucho de menos —dijo inclinándosepara besarla. Gabrielle estaba a punto de echarle los brazos al cuello cuando él se apartó bruscamentedeella. —¡Espera!Quierodartealgoantes. Con una sonrisa traviesa, Gabby se deshizo de la chaqueta y de los zapatos. —¿Nopuedeesperar? AunqueBlakedudó,terminópornegarconlacabeza.Sinperdertiempo sacólacaja dezapatosdelabolsayletendiólacaja. —Sonparati,preciosa.—Saliódisparadohaciaelsofáysehizoconlas otrastres cajas—.Estostambiénsonparati. Gabrielleparpadeósorprendida.Nisiquieraeracapazdedestaparlacaja paraver quécontenía. —¿Mehascompradozapatos? Blakeasintió,nervioso. —Tuszapatossonpreciosos,túerespreciosa,peroqueríadartealgoque teapasiona y que no has tenido que hacerte tú misma. No sé si comprendes lo que queríadecir,tal vezseaunatontería,yo… —Noesunatontería,meencantanloszapatos. —Lo sé, pero en realidad lo que pretendía que comprendieras es que te quieroyque si estás a mi lado haré todo lo que sea necesario para apoyarte, para ofrecerteloquetú deseas sin necesidad de que tengas que luchar para conseguirlo. Quiero hacertefeliz. —Túmehacesfeliz,Blake.Tequieroyestarcontigomehacefeliz. Élasintióconunaexpresióntriste. —Noquieroqueteresultedifícilestarconmigopormitrabajoymucho menosporlas mujeresquesemeacercan.Necesitoqueteresultefácilquererme. Gabriellenorespondióconpalabras,yahabríatiempoparaesomástarde. Enese instantetocabahacerloqueélhabíahecho,demostrarlequeamarleeralo másfácildel Página157de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com mundoparaella. Página158de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com EPÍLOGO Despuésdelfueronfelicesycomieronperdices Tresañosmástarde… Blake se dio la vuelta en la cama y miró a su mujer con una sonrisa satisfecha. Acababandedarselosbuenosdíascomoacostumbrabanahacerdesdeque decidieron irseavivirjuntosycasarsedespués. —¿Enquépiensas? Gabrielleremoloneóysediolavueltaparaquedarfrenteafrenteconél. —Bueno,yasabeslobienqueestáyendolaempresa… Él la miró consciente de que había algo más. Había llegado a conocerla tantoqueera capaz de anticiparse a algunas de sus necesidades, sobre todo a aquellas quesoloélera capazdesatisfacer. —Losé.Eresunadiseñadoramaravillosa. Ella sonrió y le acarició la frente al tiempo que le apartaba un mechón rubiooscuro deella. —Gracias. —¿Pero?—adivinóBlake. —Megustaríahaceralgomás.Nosé,deuntiempoaestapartemeestoy planteando laposibilidaddehacerunacolecciónparaniños.¿Túquécrees? Blake asintió, seguro que sería un éxito como todo lo que Gabrielle diseñaba. —Mepareceunaideaestupenda—admitióconunasonrisaalentadora. —¿Deverdad? Élvolvióaasentir. —¿Estásseguro? Sequedóquietosinapartarlamiradadeella.Estudiandocadaunodesus gestoscon unaideaabriéndosepasoensumente.SuamigaEmilyestabaembarazada desu segundohijoyLanaestabaapuntodedaraluz,peroGabbynosehabía planteadola líneainfantilhastaesemomento… —¿Tegustaría?—insistióella. —Te quiero, Gabs. Dime que estás embarazada antes de que me dé un ataquede ansiedad—pidiótemblandodeemoción. Ellasonrióampliamenteconfirmándolelaverdad. —Estoy embarazada. Me he levantado esta mañana para hacerme el test. Nopodía Página159de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com dormirynoqueríadecírtelohastaestarsegura. —¿Porquénomelohasdichoantes?Despuésdehacerteeltest,antesde que nosotros…Yasabes. Ellalemiróarqueandolascejas. —No me has dejado hablar. Cuando te has despertado me has impedido decirtenada —dijo,yBlakerecordóqueencuantoabriólosojosylasintiópegadaa élsehabía dadolavueltaparabesarlaylodemáshabíadejadodetenersentido—.Y luegoseme haolvidado. —¿Setehaolvidado?—preguntóconciertoorgulloeneltono. —Tieneseseefectoenmí. Él soltó una carcajada cargada de alegría por la buena nueva y por el amorquesentía porsumujer. —¡Quécosastanbonitasmedices,preciosa! Gabriellerioylebesó,dispuestaaolvidarsedenuevodetodolodemás. Página160de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com Agradecimientos Cuandocomienzasunanoveladeloúnicoqueeresconscienteesdeloque estás sintiendoenesemomento,delasganasquetienesdemeterteenlavidade tus personajes,decontarsuhistoriaydedisfrutardelproceso.Loquemenos piensaso esperasesquelascosascambientantoquesentarteaescribirseaalgotan difícilquese tehagacuestaarriba. AlgoasímesucedióamíconKiloy¾deamor,mientrasestabaentresus páginas perdíaunserquerido,aunadelaspersonasmásimportantesdemividay terminarla novela supuso un auténtico reto, porque ¿cómo iba a contar una historia felizydivertida con el corazón herido? ¿Cómo conseguir que mis personajes fueran felicessiyonolo era? Si no hubiese sido por lo mucho que creía en Gabrielle y en Blake no habríalogrado terminarla a tiempo para que pudierais tenerla ahora en vuestras manos. Lahabría terminado sí, pero se habría alargado en el tiempo. Seguro que habéis escuchado muchasvecesqueescribiresunaterapia,enmicasolohasidomásque nunca. Perosinohubieracontadoconelcariñodemifamiliaydemisamigos, nohabría escrito ese final feliz que todo lector de romántica espera encontrar y recordaralcerrar unlibro. Gracias a las largas charlas con mis amigas escritoras: Anabel Botella, LauraNuñoy Lorraine Cocó, encontré las ganas de seguir adelante. El impulso para continuar. Graciasamisamigasquesiemprecreenenmíseguítecleando:Verónica, Laura Caballero,MªJosé… Graciasaloslectoresporanimarmeaseguirescribiendo. YgraciasaMarichéporquegraciasasucariñoycomprensiónestelibro esposible. Página161de161VisitanosenLibrosonlineparaleer.com DocumentOutline Prologo.Porunpardetacones Laimportanciadelzapatoadecuado Unalocuradevezencuando Devueltaalanormalidad Lafamacuestayhayqueaguantarse Desdeesanoche… ¿Seronoserpolíticamentecorrecta?Esaeslacuestión Paraserfelizhayquesudarlacamiseta Sinoloveo,nolocreo Deocaaocaytiroporquemetoca Uncafécargado,porfavor.Consentidocomúnysinazúcar Aguafríayconversacióncaliente Cosasdechicas ¿Quehicequé? Esbiensabidoquelacabratiraalmonte ¿Ysiespormí? Purafachada Sincorazones,corazonesno Elrocehaceelcariño Nuevosproyectos Meencantanlassorpresas Cuandomenosteloesperas… Amora135metros ¿Quiénerestú? Losvestuariosmasculinossonelcielodelaschicas Carpetazoylibretanueva Bienvenido,insomnio Demasiadoserio,demasiadorápido Todoelmundovaalafiesta Horasdemásdesesentaminutos Dimequesí Paraesoestánlosamigos ¿Quépasaaquí?Túnoeresmicita ¿Esquenoveisqueestáconmigo? Revelaciones Hoynomepuedolevantar… Lascosasnosiempresonloqueparecen Elzapatoperfectocalzaenelhombreperfecto Epílogo.Despuésdelfueronfelicesycomieronperdices Agradecimientos TableofContents Prologo.Porunpardetacones Laimportanciadelzapatoadecuado Unalocuradevezencuando Devueltaalanormalidad Lafamacuestayhayqueaguantarse Desdeesanoche… ¿Seronoserpolíticamentecorrecta?Esaeslacuestión Paraserfelizhayquesudarlacamiseta Sinoloveo,nolocreo Deocaaocaytiroporquemetoca Uncafécargado,porfavor.Consentidocomúnysinazúcar Aguafríayconversacióncaliente Cosasdechicas ¿Quehicequé? Esbiensabidoquelacabratiraalmonte ¿Ysiespormí? Purafachada Sincorazones,corazonesno Elrocehaceelcariño Nuevosproyectos Meencantanlassorpresas Cuandomenosteloesperas… Amora135metros ¿Quiénerestú? Losvestuariosmasculinossonelcielodelaschicas Carpetazoylibretanueva Bienvenido,insomnio Demasiadoserio,demasiadorápido Todoelmundovaalafiesta Horasdemásdesesentaminutos Dimequesí Paraesoestánlosamigos ¿Quépasaaquí?Túnoeresmicita ¿Esquenoveisqueestáconmigo? Revelaciones Hoynomepuedolevantar… Lascosasnosiempresonloqueparecen Elzapatoperfectocalzaenelhombreperfecto Epílogo.Despuésdelfueronfelicesycomieronperdices Agradecimientos