Kilo y 3/4 de amor - Leer Libros En Línea

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Kilo y 3/4 de amor - Leer Libros En Línea
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KILOY¾DEAMOR
©OlgaSalar,2016
©Cristal,2016
Fotografíadeportada:©OSTILL/iStock/Thinkstock
www.loslibrosdelcristal.com
Fuencarral,70,28004
Madrid(España)
Primeraedición:noviembrede2016
IBIC:FRH
ISBN:978-84-15611-38-7
E-ISBN:978-84-15611-39-4
Depósitolegal:M-38.016-2016
ImpresoenEspaña-PrintedinSpain
Reservados todos los derechos. Cualquier forma de reproducción,
distribución,comunicaciónpúblicaotransformación
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Amitío,AntonioCarrera,graciasportodoelamor
quemediste.Pornodejarmenuncasola.
Porsermiapoyosiempre.
Cenicientaeslapruebadequeunpardezapatos
puedecambiartelavida.
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PRÓLOGO
Porunpardetacones
Su cabello largo y dorado destacaba sobre la camiseta holgada y los
anchosvaqueros
que llevaba, ambas prendas negras y demasiado grandes para su cuerpo.
Teníalos
brazoscruzadossobreelpecho,enactituddefensiva,altiempoquemiraba
asu
alrededorcondesgana.Casiconresignación.Comosiestarallífueraalgo
queno
pudieraevitarpormuchoquelodeseara.
—Gabby, ¿por qué no te pruebas este vestido tan bonito? Además es lo
bastante
suelto como para que disimule tu figura —pidió su madre en la tercera
tiendaalaque
lahabíaarrastrado,despuésdequedecidieraquesuhijanecesitabaropa
nuevaqueno
lemarcaratantolospechosylascaderas.
Para desconsuelo de Cecily, su única descendiente, de tan solo quince
años,tenía
sobrepeso y, por si eso fuera poco, odiaba ir de compras; todo lo
contrarioquesu
madre, quien además de esbelta era una fanática de la moda. De joven
habíatrabajado
como modelo con un éxito moderado, pero lo dejó cuando conoció al
padredeGabby
en favor de la vida familiar. No es que se arrepintiera de ello, sino que
habíaesperado
compartirsusperfectosgenesysupasiónporlaropaconsuhija.
Acostumbrada a los comentarios de su madre, Gabrielle se abstuvo de
decirqueella
noteníafiguraquedisimulary,encambio,sonrióconfalsedadyaceptóla
prendaque
le tendían. Sabía, por experiencia previa, que era mejor sufrir los
lamentosdesumadre
enpúblicoquesucumbirasusreprochesenprivado.
A sus quince años odiaba que Cecily la obligara a comprarse ropa, y
muchomásque
la acompañara a hacerlo, como si temiera que fuera a comprarse una
prendaque
marcaraaquelcuerpoquetantoavergonzabaasumadre.
Resignada, cerró la cortina del pequeño probador y se dispuso a
desnudarse,evitando
mirarsucuerpoenelespejo.Desdepequeñahabíasidoconscientedeque
eramás
grandequesusamigas,yaunquesumadreseempeñabaenponerlaadieta
yen
apuntarla a gimnasia aeróbica en las actividades extraescolares del
colegio,consciente
de que Gabrielle prefería el grupo de arte, su peso no variaba. Lo que
tampocoeratan
horrible,comosumadreparecíapensarylerecordabaacadamomento,
yaqueno
sobrepasabalatallacuarentaydos.Puedequenoentraraenloscánones
enfermizosen
losquelasociedadtachabalaperfección,perosuscurvasdeadolescente
noerannada
deloquetuvieraqueavergonzarse.Dehecho,alamayoríadeloschicos
lesgustabay
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nohabíadudaquemuchasdesusamigasdeseabanteneralgunasdelasque
Gabrielle
poseía.
Apesardeserconscientedetodoello,laideadequesucuerpoerafeose
instalaba
ocasionalmente en su cabeza con cada intento de Cecily de hacerla
adelgazar.Unaparte
deellasabíaloabsurdodelaactituddesumadre,perootraparte,menos
racional,se
limitaba a compararse con las chicas que salían en las revistas o en la
televisión.
Y aunque la mayoría del tiempo Gabrielle estaba segura de que la única
personaque
teníaunproblemaconsuaspectoerasumadre,nisupadrenisusamigas
parecían
interesadas en que perdiera “el kilo y tres cuartos de más” que según
Cecilyle
sobraban, había ocasiones en las que los comentarios de su progenitora
calabanensu
habitualmenteimpermeableconciencia.
Suspiró sonoramente, sabiendo que Cecily estaba pendiente de cada
sonidoque
saliera del probador, y se metió dentro del vestido. Era rojo vino con
pequeñas
florecitasamarillasyverdes.Concuidadoalzólacabezaparamirarseen
elespejode
cuerpoentero.Tampocoestabatanmal,pensó.
—¿Yatelohaspuesto?—preguntósumadreconimpaciencia.
—Sí—contestóaltiempoqueabríalacortina.
LosojosdeCecilybrillarondealegría.
—¡Estáspreciosa!—exclamóllevándoseunamanoalagargantacomosi
pretendiera
contenerlaemocióndeverasuhijaguapa.
Eraenmomentoscomoesosenlosqueelbrilloenlosojosdesumadre
lehacía
plantearse lo duro que debía ser para ella tener una hija con sobrepeso.
Habíauna
mezcla de tristeza y preocupación en ellos, como si su madre estuviera
sufriendoalver
quenoeracomoella.
Gabrielle se encogió de hombros, tratando de alejar el pensamiento. El
vestidoera
bonito y con unas sandalias del mismo tono amarillo que las flores
quedaríaperfecto
parasalirconsusamigas.
—¿Locompramos?Tevespreciosaconél,cariño.
—En realidad… —Se detuvo para darle dramatismo al momento,
conscientedeque
no necesitaba decir nada más para que su madre comprendiera lo que
quería.
—Sinosquedamosconéltecompraréunoszapatos.Losquetúquieras—
negoció
Cecily—. Pero tendrás que prometerme que no lo dejarás colgado en el
armariocomo
haces con todos los demás. El año que viene ya no podrás ponértelo y
habremos
perdido no solo el dinero sino la oportunidad de que vistas como una
señorita—siguió
quejándose.
Gabriellesabíaquesileprometíaponérselosuconciencialaempujaríaa
cumplirsu
palabra;noobstante,tambiénsabíaqueeraelmomentoperfectoparasalir
victoriosa
deaquellasituación.Sumadrenopodíadisimularlomuchoquelegustaba
elvestidoy
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lomuydispuestaqueestabaacedersiconellosesalíaconlasuya.
—Siañadesalapropuestadosparesdezapatostedejoquemecompres
dos
vestidos. Eso sí, si quieres que me pruebe algo más, exigiré un bolso
nuevo.Porlas
molestias—expusosinperderlacalma.
Laropanoleimportabalomásmínimo,aunqueloszapatoseranotracosa
distinta.
Paraqueunoszapatostequedaranbiensoloeranecesariotenerpies.No
importabala
talla,loskilosoloscentímetrosdemenosodemás.Loúniconecesario
eradarconel
númeroadecuado.
Y lo mejor era que con el par de zapatos correcto hasta una chica con
problemasde
pesopodíasentirseunaprincesao,ensudefecto,unaplebeyamuysexy.
SepodíadecirqueGabriellesevestíaporpuranecesidadysecalzabapor
placer.Y
habíasidoasídesdequealosonceañosdescubrióquellevarunoszapatos
bonitos
conferíalainmunidadanteloslamentosdesumadreporelsobrepesode
suadorada
hija.
Cecily clavó la mirada en su adversaria. Se preguntaba si lograría que
accedieraa
comprarseunospantalonesquenofuerannegrosyunablusadeseñorita,
aunque,esosí,
holgaday,aserposible,largahastalascaderas.
—¡Hecho! Dos pares de zapatos y un bolso, pero el resto de la tarde te
probarástodo
loquemegusteysinrechistar.
Gabriellefruncióelceño.
—Bueno,mamá,heaceptadoprobarmeropa,noconvertirmeensanta.Lo
derechistar
te va a costar un poco más —zanjó Gabrielle al tiempo que corría la
cortinaatoda
prisa.
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Laimportanciadelzapatoadecuado
Quinceañosdespués.
Gabrielle no lograba concentrarse, llevaba media hora mirando los
mismosbocetosy
no había conseguido descartar ninguno de ellos. La nueva colección de
stilettosentraba
en producción la próxima semana y seguía sin seleccionar los que
pasaríandelpapelal
cuero.Yeneseaspectoeramuyestricta.LoszapatosdeGabrielleGibbs
se
caracterizaban, además de por la doble G de su logo, porque eran
diseñadosy
escogidos por la propia creadora de la firma, quien no solo esbozaba y
seleccionaba
los diseños sino que hacía lo propio con las materias primas que
utilizabanpara
fabricarlos.
Elretrasodeesamañanalepasaríafacturamásadelante,cuandoletocara
elturnoal
siguientepuntodelalistade“tareaspendientes”.
La culpa de su falta de concentración la tenía Emily su, hasta ese
momento,eficiente
asistente personal, que llevaba exactamente treinta minutos de suspiros e
inquietos
movimientosenlasilladeldespachoqueGabrielleteníaenUptonPark.
ApesardetenerunatiendapropiaenOldBondStreet,Gabrielleprefería
trabajaren
eltallerenelquecomenzótodo.Unlocalquehabíaempezadosiendode
alquilerpara
pasaraserdesupropiedad.Allí,ademásdeltallerpropiamentedicho,se
encontraban
los despachos de la propia Gabrielle, de Emily y otro más pequeño que
usaba
ocasionalmente su padre cuando tenía que atender alguno de los asuntos
quele
correspondíancomoaccionistayprincipalabogadodelaempresa,yque
normalmente
delegabaensuhijaporquenodejabandesermeropapeleo,variassalasde
pruebasy
unamásgrandedondesereuníanconlosaccionistas.
Eldespachodelapresidentadelafirmaeratanelegantecomolapropia
Gabrielle.
Pintadodecolorcremaconmobiliarioennegro,incluidoelsofádetres
plazasque
prácticamentenadieusaba.Laparedtrassuescritorioestabarevestidade
corchoyen
ella colgaban los bocetos que habían hecho que Gabrielle Gibbs fuera
conocida
internacionalmente. El resto de las paredes contaba con algunos de los
premios
recibidos por la firma y que su madre le había obligado a colgar para,
segúnella,darle
unpocodeclasealaestancia.
Su asistente volvió a suspirar y Gabby estalló, incapaz de templar los
nerviospormás
tiempo.
—¡Emily!¿Quétepasa?Sisiguessuspirandoasínovoyaconcentrarme
nunca.¿Qué
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vamal?
Laaludidadiounboteensuasiento.Habíaestadodemasiadoenfrascada
ensus
pensamientos como para darse cuenta de que estaba exteriorizando su
inquietud.
—Nada.
—Imposible. No has dejado de moverte desde que te has sentado aquí.
Algoqueya
deporsíesextraño,porquenormalmenteestásentupropiodespacho.Así
quenodigas
quenosucedenadaycuéntameloya—pidióenuntonozalamero.
—Hoy hace seis meses que Phil y yo firmamos el divorcio —explicó la
mujerconlos
ojosbrillantes.
Gabriellesoltólashojasquesosteníaenlasmanosparadedicarletodala
atencióna
suamiga.
—No le veo el problema. Divorciarte fue lo mejor que pudiste hacer.
Además,fue
ideatuya.
Comoeradeesperar,Emilyestalló.
—Elproblemaesquetengotreintaynueveaños,estoyapuntodecumplir
los
cuarentaysigosola.Mimatrimoniofueundesastreymisseismesesde
solteríahan
sidomuchopeor.—Hizounapausayellabioletemblóalañadir—:Nose
medanbien
loshombresydesdeluegonomehagomásjoven.Ylopeordetodoes
quequierotener
hijosyparaesonecesitoaunhombre.
Gabriellesoltóunsuspiroexageradoantesdehablar.
—Amítampocosemedanbienloshombresyteaseguroqueeltemano
mequitael
sueño.Ylodetenerhijossola…porsinolosabías,yasepuede—apuntó
consorna.
—Tú aún no tienes los treinta. Es diferente para ti, y tener hijos sola es
demasiado
duro.Losbebésdanmuchotrabajo.
Gabrielledisimulósufrustraciónlomejorquepudoyesbozóunasonrisa
cuandouna
ideasalvadoraacudióasumente.
—Deacuerdo,vamosahacerunacosa.—Sepellizcóelpuentedelanariz
antesde
seguirhablando—.Hoycelebraremostusseismesesdesolteríayporeso
vendrás
conmigoalafiestadelarevistaWomanontop—propuso,orgullosapor
haberdado
conlasoluciónperfecta.
—Nocreoque…
—No me interrumpas. Iremos juntas y te pondrás tus mejores galas; el
bolsoylos
zapatoscorrendemicuenta.Dehecho,voyadejarquetepongaslosque
quierasdela
nuevacolección.Aunquehaymuypocosterminadosnotengodudadeque
vasaserla
sensación, porque nadie los ha visto todavía. ¿Qué te parece ahora mi
propuesta?
Lamorenasonrióconauténticafelicidad.
—Meparecequeereslamejorjefadelmundo.
—Eso está mejor. —Rio Gabrielle—. Ahora, déjame trabajar. —Hizo un
gestoconla
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mano—.Veaescogertuszapatosy,depaso,vetambiénalapeluquería.
Quetemimen
ytecortenelpelo,parecesRapunzel.
—Rapunzelconsiguióunnovioguapísimo—sedefendióEmily.
—Esonofueporsumelenasinoporqueeradelarealeza.
—Tienesrazón.¿Puedoelegirlosstilettosnegrosdetachuelas?
—Siyaestánterminadosnoveoelproblema.
—¿Deverdad?
—Emily,elijelosquequierasyveteya.Laideaesquedejesdepensaren
tonteríasy
disfrutesdetusoltería.
—¡Gracias!
—Denada.¡Ahora,vete!
Sonriendoparasíescuchóasuasistentesalirdeldespachoydirigirseal
almacéna
todaprisa.
NadiemejorqueGabriellesabíaloqueeratenerunmaldía.Aunquesela
consideraraunamujerdeéxitoeneltrabajoconunavidasocialactiva,la
amorosaera
más bien limitada. Si bien le echaba la culpa al estrés que su trabajo le
aportaba,la
realidaderaquelefaltabaseguridadensímismafrentealoshombres.
Había tenido algunas parejas, pero ninguna le había durado más allá de
unosmeses,y
enningúncasohabíatenidolacertezadequeeltipoencuestiónestuviera
conellapor
la mujer que era y no porque fuera la dueña y creadora de una de las
marcasmás
valoradas y admiradas de la alta costura. Además, siendo justos, todavía
nohabíadado
conelhombreconquienquisieraestarparasiempre.
Sepodíadecirqueeraunacenicientaconelzapatodecristal,perosinel
príncipe
azul.
Porotrolado,losañosjuntoasumadrelehabíanaportadounaseriede
inseguridades
quenoteníaalosquinceaños;inseguridadesquenoleafectabananivel
profesional.
Sudespegueenelámbitolaboralcomenzócuandocondieciochoañosse
matriculóen
laprestigiosaescueladediseñoCentralSaintMartins,enLondres.Apartir
deese
instantesucarrerasiguióimparableypudoindependizarseyhuirdelos
constantes
consejosmaternos.
Inicialmentehizoprácticasenlasfirmasmásimportantesdelplanetaycon
tansolo
veinticinco años abrió su propia marca de zapatos y de complementos.
Respaldada
económicamente por su padre, que fue el primero en creer en ella, se
lanzódecabezaa
perseguir sus sueños. Cinco años más tarde, Gabrielle Gibbs era una
empresa
consolidada con franquicias prácticamente en todo el mundo. Y en esos
instantesestaba
apuntodelanzarsucoleccióndezapatosycomplementosparahombre.
Elnuevoreto
quesehabíaimpuestoensumeteóricacarrera.
Emily volvió a entrar corriendo en el despacho cuando Gabrielle ni
siquierahabía
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tenidotiempodeponersuatenciónenlosbocetosqueteníadelante.
—Gabby,¿puedocogerlosdecristaldeswarovskiotelosvasaponertú?
—Eligelosquequieras.Losmíosnoestánenelalmacén.Sonespeciales
—dijocon
unasonrisaenigmática.
Seishorasmástarde,Emilymirabaasujefaconlabocaabierta.Cuando
lalimusina
sedetuvofrenteasubloquedeapartamentossesentíalamujermássexy
delmundo
sobre sus preciosos tacones negros que emulaban una noche estrellada,
cubriendola
puntera y el tacón con pequeños y brillantes cristales de swarovski. Sin
embargo,en
cuantoentróenelcoche,supercepcióncambióporcompleto.
Gabriellellevabaunvestidogrisplateadoconescotecorazónquedejaba
sus
hombros y brazos al descubierto. Emily sabía cuánto deseaba su jefa
disimularsus
curvas;sinembargo,elvestidoocultabasuskilosdemásalmismotiempo
que
acentuabasusvoluptuosospechosylosredondeadoshombros.
Largohastalospiesyvaporosodesdeelescote,dejabaentreverlaspuntas
desus
maravillosos zapatos que, a pesar de no ser completamente visibles,
captabanla
atencióninmediataencuantoGabrielleseponíaenmovimiento.
Emilynoestabaseguradesiestabanfabricadosconcuerooconcristal,
comolosdel
cuentodeCenicienta.Brillabanconmásfulgorqueelvestido,dejabanel
empeineala
vistayeltacónsuperabalosdiezcentímetros.
—Tuszapatossonfabulosos—admiróEmily—,tuaspectoesfabuloso.El
vestido,el
maquillaje…¡Estás…fabulosa!
Gabriellesonrió.
—Eso es porque me siento fabulosa y decidida a pasar una muy buena
noche—
confesóconunguiñotravieso.
—Unaideaestupenda.Hacemuchoquenotienesningunadeesas—zanjó
Emilycon
guasa.
—Menosmalquetetengoatipararecordarmemispenas—rioGabrielle,
dispuestaa
nodejarquenadaleestropearalanoche.
Almenossuamiganohabíavueltoalamentarsedesusuerte.
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Unalocuradevezencuando
Lalimusinasedetuvojustocuandolamanodeélestabaapuntodellegar
allugarque
Gabriellehabíaestadodeseandodurantetodalanochequetocara.
InteriormentemaldijoaRobertporsertaneficienteensutrabajo.Comosi
hubiera
adivinado sus pensamientos, su acompañante sonrió y alisó su vestido
para
recomponerloantesdequeseabrieralapuertadelvehículo.
—Vaaresultarmedifícilnotenerunnombreconelquedirigirmeati—
comentóél,
intentandoconcentrarseenalgodiferentealoquehabíaocupadosumente
duranteel
trayectohastasucasa.
Gabrielle,queseguíaaturdidaporlascariciasquehabíandirigidosuvida
durantelos
últimosveinteminutos,respondiósinpensar:
—LlámameGabby.
Suconquistaarqueóunacejaenungestointerrogativo.
—Esloúnicoquevoyadecirte—explicóellasinremordimientos.
Ibaaserunanochesinmás,nonecesitabasabersunombrecompleto.
—Demodoquetellamasasí—especulóél,intentandodiscernirsierasu
nombrereal
ounapodo.
—No te esfuerces —dijo Gabby entre risas—. No voy a darte más
información.
En ese instante la puerta se abrió y Robert se inclinó con la mano
extendidapara
ofrecerle su ayuda para salir del coche. No obstante, no pudo aceptarla,
porquesu
acompañante salió a toda prisa por la otra puerta y medio empujó al
chóferpara
ayudarlaélmismo.
ElhombreocultóunasonrisadelaquesoloGabriellefuetestigo.Robert
llevaba
trabajando para ella prácticamente desde que la empresa creció lo
suficientecomopara
tenerunconsejodeadministración.Normalmenteeraélquienlallevaba
conelBMW
de Gabrielle a todas partes; la limusina era un incordio que se veía
obligadaautilizar
siemprequeacudíaaalgúnevento,porquelacabezavisibledelaempresa
debía
destilartantaclasecomolohacíanloszapatosquecreaba.
Porotrolado,surelaciónconRoberteralosuficientementecercanacomo
paraque
este supiera que Gabrielle estaba viviendo un momento excepcional, ya
queno
acostumbrabaamarcharseconhombresalosqueacababadeconocer.
—Gracias—dijo,aceptandolamanoqueletendían.
Másnerviosayexcitadaconformeseacercabaelmomento,segirópara
indicarleasu
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chóferquepodíamarcharseacasa.
—Puedo esperar lo que sea necesario —se ofreció este, preocupado por
su
seguridad.
Gabriellesonrióagradecida.
—Notepreocupespormí.Llamaréauntaxicuandoquieramarcharmea
casa.
—Sitequedasmástranquilo,Robert,yomismolallevarécuandoquiera
marcharse
—ofreció su acompañante, que empezaba a molestarse por el excesivo
cuidadodel
empleado.
Elhombreasintióysediolavueltapararegresaralasientodelpiloto.
—Tuchófersetomamuyenseriosutrabajo—comentóaltiempoquela
tomabapor
lacinturaparacaminarconellahastaeledificiomodernoycaroenelque
vivía.
—Llevaconmigomuchotiempo.
Aunquepococonvencidoconlarespuestarecibida,noquisohaceralusión
anada
paranopareceruntipoceloso,peronoeramuynormalqueuntipotan
jovencomo
Robert,quenotendríamásdecuarentaycincoaños,nosehubierafijado
enlopreciosa
que era su jefa. Seguramente su afán protector se debía a algo menos
noblequeala
preocupaciónporsuseguridad.
Decidido a no pensar en ello, siguió avanzando hasta que llegaron a la
puertayel
conserjedeledificiolesabrióconunamiradadiscreta.
—Buenasnoches,señora.Señor…
—Buenasnoches,Brian—ledevolvióesteelsaludo.
De repente se sintió molesto por la mirada que el hombre le estaba
echandocon
disimulo a Gabby. Sin darse cuenta de lo que estaba haciendo, casi la
arrastróporel
pasillo hasta la puerta del ascensor. Consiguió relajarse cuando esta se
cerróconellos
dentro. Con ansia de llevarla a su terreno, pulsó el botón de la última
plantayseacercó
aellaparabesarlasinnadiecercaquepudierainterrumpirles.
Había saboreado sus labios en la limusina, pero entonces se había
contenidoporque
sabía que no iba a poder ir más allá. En ese instante estaba a solo unos
metrosdela
intimidaddesucasaytodacontenciónquedóolvidada.
Su lengua asaltó su boca, estaba tan excitado que podría haberse dejado
llevarsolo
con los besos y con la presión de su cuerpo pegado al de ella, pero
ansiabamásqueuna
simple liberación, deseaba hacerla gritar de placer. Demostrarle que no
había
exageradosushabilidades.
Gabrielle,porsuparte,respondíaconlamismapasiónasusbesos.Notó
susdedosen
lanucaysusiluetaaplastándosecontraél.
—Tedeseo.Dateprisa—pidióellacuandoelascensorsedetuvoporfin.
Él sonrió con picardía, la asió de la mano y salió del ascensor a toda
velocidad.Solo
lecostócincosegundosabrirlapuertadesucasayotroscincocerrarla
trasellospara,
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actoseguido,deshacersedelachaquetaydeloszapatos.
—Quítateelvestido—pidióconvozronca.
Gabbysonrió.
—¿Así,directamente?¿Sinpreliminares?
—Llevamostreshorasdepreliminares.Necesitotenerteahora,preciosa,o
voya
estallardeunmomentoaotro.
Ella no dudó de la veracidad de sus palabras. Sus pantalones no eran
capacesde
ocultarningúnsecreto.Demodoqueasintióysellevólasmanosallateral
izquierdo
para bajar la cremallera. Lo hizo con deliberada lentitud, sin apartar los
ojosdeél,que
lamirabaconintensidad.
Con la misma parsimonia bajó la cremallera del vestido y dejó que este
cayeraasus
pies. Después salió del charco que formaba, con los zapatos y la ropa
interiorpuesta.
Antes de que pudiera darse cuenta de lo que sucedía el sujetador salió
volandopor
losaires,yellaestabaenlosmusculososbrazosdesuacompañantequela
besabacon
ansia.
—Erespreciosa—dijo,apartándoselojustoparamirarla.
TraselescrutinioquepusonerviosaaGabrielle,latomódelamanoyla
llevóporun
pasillohastaquesedetuvofrentealoqueellasupusoqueeralapuertadel
dormitorio
principal.
En otras circunstancias, Gabrielle se habría fijado en los detalles. En la
decoración,
los muebles y la distribución de la casa. Nada hablaba más claro de una
personaquesu
hogar. Sin embargo, en esos instantes no podía pensar en nada que no
fueraelhombre
queseestabaquitandolaropadelantedeella.
Laúnicaluzdelahabitacióneralaqueentrabaporlaventana;unaventana
enorme
queabarcabacasitrescuartosdelapared.Estabanlobastantealtoscomo
paraquea
Gabbynolepreocuparaquelascortinasestuvierandescorridas,demodo
quevolvióa
centrarsuatenciónenél.
Apesardelapenumbrasediocuentadequeteníauntatuajeenelbrazo
derecho.No
habíaluzsuficienteparaverquéera,perosíparasaberqueestabaahí.
Poco a poco fue despojándose de toda la ropa, pajarita, camisa,
pantalones,
calcetines y por último los calzoncillos. Se quedó inmóvil mirándola,
completamente
desnudo.
Duranteunosinstantesnosupoquéesperaba.Hastaqueélhabló.
—Tetoca,preciosa—ledijoconunasonrisadepredadora.
Temblorosasporeldeseo,llevólasmanosasuscaderasyfuebajandosus
braguitas
hastaquecayeronalsuelo.Concuidado,levantóunapierna,luegootray
saliódeellas.
Ibaadeshacersedelostaconesperoélladetuvo.
—Notelosquites—pidió—,esoszapatosentuspiessonlacosamássexy
quehe
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vistoenmivida.
Ella asintió, aliviada. Una cosa era desnudarse delante de él y otra muy
distinta
despojarsedesuszapatos.Loúnicoqueledabaseguridadyconfianzaen
símisma.Con
ellospuestossesentíamenosdesnuda.
Apesardelatemperaturafríadelanoche,Gabriellesentíalapielarder.Y
aunque
ambos estaban desnudos y excitados, él seguía parado delante de ella,
observándola;o
talvezesperabaaquefueraGabbyquiendieraelsiguientepaso.Desdeel
primer
momentoélhabíacontroladolasituación,mostrándosecercanoperosin
llegara
intimidarla o a presionarla. Le había dicho de manera directa lo que
deseabaque
hiciera, pero sin forzarla a aceptar. Y Gabrielle no podía negar que
deseabaque
siguierabesándolayquelaacariciaradenuevo.
Demodoqueseolvidódesusinseguridadesydiounpasoensudirección.
Conotro
más se plantó delante de él. Alzó la mano y le acarició el pecho, donde
descubrióotro
tatuaje. Aunque había poca luz en el dormitorio la proximidad permitía
quedistinguiera
latintanegradesucuerpo.Condelicadezatrazólasextrañasletrasynotó
cómolos
músculos de su pecho se ondulaban con su contacto. Sabía que él la
deseabayquese
estabaconteniendoydejandoqueellatomaralainiciativa,porloquese
tomósu
tiempoparaexplorarleaplacer.
Siguióacariciandosusmúsculosydespuéscambiósuatenciónaltatuaje
delbrazo,
que era como el ala de un cuervo. Salía de su hombro y bajaba por el
brazohastael
codo.Unavezquelapartesuperiorestuvocontrolada,dejócaerlamano
porsuvientre
yrozóconlaspuntasdelosdedossumiembro.Solounpequeñoroceque
logrósu
objetivo:queélsequejaraporlalevedaddelcontacto.
Aunasí,talycomohabíaesperado,estabaduroyhúmedo.Estirólamano
apuntode
rodearloconlosdedoscuandofuealzadaenvolandasylanzadasobrela
cama.
—¡Eh!—sequejó.
—Lo siento, preciosa, pero si dejo que me toques me perderé en unos
segundosy
necesitoestardentrodeti.Teprometoquedespuéspodráshacerconmigo
loque
quieras—concedió,altiempoqueabríauncajóndelamesitaysacabauna
cajade
preservativos.
Antes de que Gabrielle pudiera replicar, él ya estaba colocado entre sus
piernas.
—¿Aceptas?—preguntóconlavozroncaporelesfuerzodecontenerse.
Ellaasintióconlacabeza.Demasiadoexcitadaparahablar.
—¡Bien! —zanjó él, agachando la cabeza para besarla con ferocidad
mientrasbajaba
unamanoparacomprobarqueestuvierapreparadaparaél.
Gimió en su boca al notar su humedad y, con un envite profundo, se
enterróenellapor
completo.
Elbesoserompióporlosjadeosdeambos.Gabbysintiócómosalíadesu
cuerpo
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para segundos después entrar en ella con ímpetu. Llenándola por
completo.
Deseosa de sentirle más profundamente, le rodeó las caderas con las
piernas,
obligándole a hundirse más profundo. El deseo los enloqueció a ambos,
losenvitesse
hicieronmásrápidosylosjadeosmásintensos.
Lamanodeélsecolóentresuscuerposypresionóellugaradecuadopara
que
Gabrielle estallara, con un grito de placer tan sensual que hizo que su
amanteperdiera
lacabezayacelerarasusmovimientos,buscandosupropialiberación.El
segundo
orgasmolellegóalmismotiempoqueaél.Fueelmáslargoeintensoque
recordaba
habersentidonunca.
Su amante también estaba exhausto, por lo que se desplomó sobre
Gabrielle,con
cuidadodenohacerledañoperopresionandosucuerpoalacama.Como
sinoquisiera
separarsedeellatodavía.
Duranteunosminutosningunodelosdosfuecapazdehablar.
—Hasidofantástico,Semental—murmuróellaconunasonrisaenlavoz
cuando
recuperóelhabla.
Élrioconlacaraenterradaensucuello.
—Sabescederantelaevidencia.Unnuevopuntoqueañadiramilista.
Fueelturnodereírdeella.
—¡Quévanidoso!
—Realista —bromeó alzando la cabeza para mirarla—. De hecho, te
prometoquevas
apoderllamarmeasíunascuantasvecesmásestanoche.
—Definitivamentevanidoso—pinchóella.
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Devueltaalanormalidad
Gabrielle llevaba días despistada. Emily no había hecho preguntas y
Robertsehabía
mostradodiscretopero,apesardetodoello,Gabriellesabíaquesuamiga
sospechaba
quesusdespistessedebíanaalgorelacionadoconlanochedelafiesta.O
quizásera
que estaba tan obsesionada con el desconocido que se había vuelto
paranoicayveía
conspiracionesdondenolashabía.
Tresdíasdespuésdelamaravillosanochequehabíapasadoasulado,se
arrepentía
del modo en que lo había dejado. De madrugada, cuando él se había
quedadodormido,
sinunanotaniunapistadequiéneraodóndepodíaencontrarla.
La noche fue muy intensa y Gabrielle tuvo que luchar para no quedarse
dormidaasu
lado,porquesilohacíanotendríalaoportunidaddemarcharsesindarle
ninguna
explicación. Y si se quedaba, ¿qué iba a decirle? La idea original era
compartiruna
noche,nadamásserioqueeso.Yéltampocobuscabaalgomásporquesi
lohubiera
hecho no se habría conformado cuando ella se negó a darle su nombre.
¿No?Habría
insistidohastadescubrirquiénera.
Cuandosedespertóensucamahorasdespués,estabatanpreocupadapor
loque
estabasintiendoquesaliósinencenderlaluzysintenerlaoportunidadde
echarleun
vistazoasucasaparatratardedescubriralgomássobreél.Porsuerte,el
conserjede
día era un hombre distinto al que había por la noche y no tuvo que
soportarmiradas
curiosas.
Desdeelprimermomentohabíaquedadoclaroquelosuyonoibaairmás
alládeuna
noche.Losdoslosabíanyellanoteníaderechoacambiarlasreglassolo
porqueél
hubieraresultadosermuchomásfascinantedeloqueesperaba.Además,
elhaberle
conocidoenlafiestadeWomanontopleindicabaque,obiensededicaba
almundode
la moda, algo en lo que no debía destacar mucho porque Gabby no
recordabahaberlo
visto con anterioridad, o era periodista o alguna celebridad del deporte.
Sonrióal
pensar en su cuerpo duro y musculado. Sí, definitivamente tenía que
dedicarseal
deporte.Fueracomofuese,eltemaeraqueestabamásqueacostumbradoa
lasmujeres
quesepaseabanporesasfiestas,bellezasesculturalesquenoseparecían
ennadaa
Gabrielle,loquedemostrabaquesuencuentrosuponíaelinicioyelfinal
desuidilio.
Intentó concentrarse en el trabajo, pero entre la rebeldía de sus
pensamientos,queno
estabaninteresadosmásqueenrememorarlanochepasadaconelguapo
misterioso,y
su asistente, que no dejaba de interrumpirla con preguntas, no estaba
seguradelograr
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losobjetivosquesehabíaimpuestoparaesedía.
—Tengo las fotografías de los dos modelos para la campaña masculina
encimademi
mesa. ¿Te los paso y tomas una decisión? —dijo Emily, asomando la
cabezaporla
puertadesudespacho—.Losdemarketingseestánimpacientando.Tienen
previsto
lanzar la campaña en un par de semanas y necesitamos hacer las
fotografías.
Gabrielleapartólamiradadelapantalladelordenadorparafulminarasu
ayudante.
—Porsupuestoqueno.
—¿Cómodices?
—Meniegoatrataraesospobreshombrescomosifueranunpedazode
carne.No
voy a escoger al más guapo sino al que mejor se ajuste a la imagen de
GabrielleGibbs.
Mis zapatos son para hombres con toda clase de físicos y quiero que lo
sientanasí
desde el inicio de la campaña. Es la actitud lo que destaca en el hombre
Gibbs,su
mododeafrontareldíaadía.
—¿Entonces? —preguntó Emily, que empezaba a ponerse nerviosa—.
¿Quéquieres
que haga? Necesitamos un modelo para la promoción. Llevo semanas
metidaenla
organización de la fiesta de inauguración cuando ni siquiera tenemos al
modelo—se
quejó.
—Organiza una comida con ellos. Iremos Theo Stone y yo. Después de
conocerlesen
persona y de hablar con ellos tomaré una decisión. —Y añadió mientras
retomabael
interésenlapantalladesuordenador—:Llámaleparaquenohagaplanes.
—¿Aquién?¿ATheo?
Lamiróconsuspicaciaantesderesponder.
—PorsupuestoqueaTheo.Vaaserelfotógrafodelacampaña.¿Tienes
algún
problema en llamarle? ¿Quieres que lo haga yo? ¿Pasó algo entre
vosotrosenlafiesta?
Emilyseapresuróanegarlo.
—No,todoestábien—respondióevitandolapreguntadirectadeGabby
—¿Emily?
—¡Oh, vamos, Gabby! Ya sabes lo que pasó sin necesidad de que te lo
especifique—
apuntósonrojándose.
—Deacuerdo.¿EntoncesnohayningúnproblemaconllamaraTheo?
—Porsupuestoqueno.Loquemepreocupaesquetengasproblemaspor
nohaber
elegidoyaalmodelo.
Gabriellesuspiróexasperadayfingióquecreíasujustificación.Noquería
presionar
asuamigasinodeseabahablardeltema.
—Entremipadreyyotenemosmásdelochentaporcientodelasacciones
de
GabrielleGibbs,nocreoquenadieseatrevaacuestionarloquehago,ysi
lohaceessu
problema.Nopiensotomarunadecisiónhastaqueleshayaconocido.
—Deacuerdo.Unacomida.Mepongoaelloahoramismo.
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—Perfecto.Loidealseríaqueloorganizarasparapasadomañana—dijo
antesde
volveracentrarsuatenciónenelprogramadediseñoqueteníaabierto.
Aunqueteníalosbocetoslistosparalapróximatemporadaqueibaaentrar
enel
taller,desdelanochedelafiestalehabíansurgidovariasideasparaunpar
dezapatos
femeninos.
Se trataba de unas sandalias negras con un tacón de diez centímetros, en
pielde
charol.Enaparienciaeranunoszapatosnormales,peroeldetallequelos
hacía
especialesestabaenlapartedeatrásdelzapato:enlahormadeltalónyen
lapulsera
deltobillo.Todaesazonaibatroqueladaimitandoelaspectodelasplumas
deun
cuervo.
—¡Dios mío! Estoy obsesionada —protestó, observando el boceto en
papelquehabía
dibujadoantesdepasarloalaTablet.
No tuvo tiempo de lamentarse por nada más porque sonó su teléfono
móvil.Conun
sonoro suspiro buscó entre los papeles de su mesa y respiró aliviada al
comprobarque
no se trataba de su madre, una de las pocas personas que la llamaba
directamentepara
evitar el filtro de Emily, quien tenía la orden de decirle, llamara cuando
llamara,que
estabareunida.
—Hola,Theo.¿Quépuedohacerporti?
—Muchascosas,peroteniegasatodas—bromeóélconpicardía.
Gabrielle se rio, olvidándose por un momento del trabajo y de las
decisiones
personalesquehabíatomadorecientemente.
—Creíaquehabíamossuperadoesafaseyqueahoraéramosamigos.
—Para mi completa desolación, es cierto. Eres la única mujer a la que
consideromi
amiga.
—Nocreoqueseatangrave.Tienescomounmillónymedioatualcance
quenolo
son—loreprendiódivertida.
—Vistoasí…Enrealidadtellamabaporlodelacomida.¿Quéesesode
quenovas
aescogerentrelosdosmodelosquetehanpropuesto?
Gabrielleserepantigóenlasilla,sabedoradequelaconversaciónseibaa
extender
unrato.
—Porsupuestoquevoyaescoger,essoloquenovoyaelegirlosporsus
músculos
sinoporsusmentes,suestilo…Loquetransmiten.
LasrisasdeTheollenaronlalínea.
—Nosédequéteríes—sequejó,ofendida—.Noquierotratarloscomo
unpedazo
decarneconmúsculos.
—Estásdentrodelmundodelamoda,Gabby.Nopuedescambiarelmodo
enque
funcionanlascosasaquí.Además,paravenderunproductonecesitasuna
carabonitay
unabuenadosisdemúsculos.
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—Paraempezar,miszapatossontanestupendosquesevanavendersolos.
Ypara
terminar,¿quiéntehadichoquequierocambiarestemundillo?Talvezlo
únicoqueme
interesaesserfielamímisma.Puedequemimadreseaunpocoespecial,
perome
educóbajounanorma:quenoleshicieraalosdemásloquenoquisiera
queme
hicieranamí.
—Siendo el caso, no puedo reprocharte nada. Sobre todo eso de que tus
zapatosse
vanavendersolos.
Ellasonrióporsurespuesta.
—Teloagradezco.Ahora,déjametrabajar.
—Notanrápido.Antescuéntamealgo,¿cómoestátupreciosaayudante?
Cuandome
hallamadoparadecirmequehabíasorganizadounacomidalohasoltado
decarrerilla,
y antes de que pudiera responderle que por supuesto podías contar
conmigo,meha
colgado.¿Tanimpresionadaladejéquenoescapazdehablarme?
—¡Vaya! Jamás pensé que vería esto o, mejor dicho, oiría esto de tus
labios.
—¿Dequéhablas?
—De ti preocupado por una mujer —explicó, encantada de poder
restregárselo—.Te
conozco,estástanteándomeparaquetecuenteloquemehadichodeti.Y
lopeorde
todoesqueparecespreocupadoporello.
Theoresopló.
—Noescierto,ytampocoeslaprimeravezquetehablodeunamujer.
—Esposible,perosolohablasdelasqueestánentupuntodemira.Nunca
mehablas
delasqueyahasdisparado.
Theoestallóencarcajadasalotroladodelalínea.
—¿Delasqueyahedisparado?PorDios,Gabby,quépocooriginaleres.
Estosíque
nomeloesperaba.
—Disimulaloquequieras,amigo,perotuinterésporEmilyesraro.Muy
raro.—Se
callóunsegundoparaactoseguidoexclamar—:¡Diosmío!¿Nomedigas
quefallaste
estrepitosamenteyqueporesoestáspreocupado?¿Temesqueselodigaa
alguien?—
seburló,divirtiéndoseconlaconversación.
—Esimposiblequeellatehayadichoeso.Estuveincreíble.
Gabby rio con ganas. Feliz de dejar de lado, aunque fuera durante unos
minutos,sus
problemas.
—Ella no me ha dicho nada. Pero tú sí que deberías plantearte a qué se
debetu
interés.Piensaenelloqueyotengoquetrabajar.
—Deacuerdo,lopensaré,perodimequétehadichodemí.
Gabriellesetragóunacarcajada.
—Lo siento. Ya te he dicho que no me ha contado nada, seguramente
porquea
diferencia de ti a ella no le pareció memorable —dijo, y un instante
después,sin
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esperarrespuesta,colgóconunasonrisasatisfechaenloslabios.
Puedequeaellanolefueranbienlascosasenelamorypuedequesuidea
inicialde
emparejaraEmilyyaTheofuerasoloporunanoche,peroelhechode
quesuasistente
hubieraimpactadotantoasuamigoabríalapuertaanuevasposibilidades.
Decididaa
abordarlas, alzó el auricular del teléfono de su escritorio y marcó la
extensiónde
Emily.
—Dime,Gabby.¿Necesitasquevayaatudespacho?¿Tehasreplanteadolo
deverlas
fotografías?
—No,nosetratadeeso.Soloqueríaquesupierasquehepensadoquelo
mejores
quetútambiénvengasalacomidaconlosmodelos,alomejornecesito
quetomesnota
delaconversaciónoquemeayudesaelegir.
Nohuborespuestaalguna.
—¿Emily? —preguntó Gabrielle, preocupada porque se hubiera cortado
—.¿Estás
ahí?
—Sí, estoy —respondió con nerviosismo—. Ahora mismo llamo al
restaurantepara
avisarqueseremoscincocomensalesenlugardecuatro.
—¡Estupendo!Gracias.—Colgóconunaexpresióncalculadoraytriunfal
enelrostro
—.Parecequesíquelepareciómemorable—sedijo.
PorprimeravezentodalasemanaGabriellesalióprontodeltrabajoy,en
lugarde
quedar con alguna de sus amigas de siempre para tomarse una copa y
desconectardel
trabajo, optó por irse a casa, darse un baño relajante y pasar la tarde
tranquila.
Tampoco le hubiera servido de mucho quedarse en la oficina, porque
desdelafiesta
estabaunpocoenlasnubesylecostabaconcentrarse.
A pesar de que intentaba no pensar en ello, en multitud de ocasiones se
encontrabaa
sí misma rememorando la noche, el choque que había iniciado la
conversaciónyloque
siguió a continuación. No obstante, lo que más le atormentaba eran las
decisiones
posteriores que había tomado al marcharse en plena madrugada sin
despedirse.De
hecho se había planteado la posibilidad de averiguar su nombre y
llamarle.Hacerlono
habríasidomuydifícil,dadoquesabíadóndevivía.Sinembargo,siempre
terminaba
descartando la idea. Si él estuviera interesado en volver a verla podría
indagarsu
nombreconalgunodelosasistentesalafiesta.
Además, tampoco era que necesitara añadir complicaciones a su vida y,
sinduda,un
tipoatractivoysegurodesímismoeraunafuenteilimitadadeproblemas.
Intentando dejar la mente en blanco se sumergió en la bañera que había
llenadode
agua y de sales perfumadas e intentó relajarse. Salió cuando el agua se
quedófríayse
vistióconunacamisetaenorme,delasqueleregalabasumadrecadaaño
porsu
cumpleaños,yunosshortsviejos.
Con el tiempo, Cecily había desistido de comprarle vestidos y ahora se
centrabaen
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ocultarlascurvasdesuhijaconropaholgadayaburrida.Conquinceaños
Gabrielle
estabarellenita;contreintaeravoluptuosa,loqueenfatizabaeldeseode
estadeocultar
elcuerpodesuhija.
Todavíanosehabíaacomodadoenelsofá,dispuestaavaguearviendola
televisión
cuandollamaronaltimbredearriba.
Supo que tenía que ser alguien habitual para que el conserje le hubiera
dejadopasar
sinconsultárselo,asíquenosepreocupóporsuatuendo.
Concuriosidad,seacercóalapuertayabrió.
—Buenasnoches—saludóTheodesdedetrásdeunpardecajasdepizza
detamaño
familiar.
Gabriellesonrió,encantadaporlasorpresayporlacomida.
—Corre,entra,queseenfríanlaspizzas—dijoconguasa.
Suamigofingióofenderse.
—Yaveolomuchoquetealegrasdeverme.
—Tú no eres comestible. La pizza sí. —Se dio cuenta de lo que había
dichoenel
mismoinstanteenquelaspalabrassalierondesuboca.
—¿Estásseguradeeso?
Conunamiradaquefingíaserexasperadaledioungolpeamistosoenel
brazoaTheo
yleindicóquesesentara.
—Segurísima.¿Quieresunplato?
—Porsupuestoqueno,¿porquiénmetomas?Loquesíquequieroesuna
cervezay,
talvez,unpocodeinformación.
Asintióconlamiradaclavadaenél,suspicaz.
—¿Quétipodeinformación?
—¿Emilyestádisponible?Merefieroasisigueenamoradadesumarido.
—¡Vaya!Estosíquenomeloesperaba—dijoGabrielleantesdedarsela
vueltay
encaminarsealacocina.
Regresó con una cerveza para cada uno y un montón de servilletas de
papel.
—Estádisponible,perosilehacesdañotendrásquevértelasconmigo.¿He
sidolo
suficientementeclara?
—Comoelagua.
—Me alegro —explicó—, de que lo entiendas y de que te interese.
Respectoasuex,
solotediréqueesuncretino.Y,¿cómonaricessabesqueexiste?
Durantelossiguientesdiezminutoshablaronpocoydieronbuenacuenta
delacena.
GabrielleestabahambrientaylaspizzasquehabíallevadoTheoeransus
favoritas:
cuatroquesosybarbacoa.Porellocedióydejóquesuamigopusierael
canalenque
retransmitíanelpartidodefútbolquequeríaver.
EstabarecogiendolassobrasenlacocinacuandoTheoentróenellacon
sumóvilen
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lamanoycaradedisculpa.
—Losiento—musitóenunsusurro—.Mucho.
—¿Quésucede?
Letendióelteléfono.
—Elpartidoestabaenlomásinteresante,tumóvilhaempezadoasonary
he
contestadosinquerer…Estumadre.
—Tevoyamatar—articulósinpronunciarsonido.
—Tehetraídopizzas—sedefendióenelmismotonosusurranteenque
habíaestado
hablando.
—No compensa —volvió a articular Gabrielle al tiempo que cogía el
móvilqueTheo
letendía.
—Hola, mamá —saludó mientras veía a su amigo escaquearse de la
cocina.
—Nada de “hola”. ¿Quién es el hombre que me ha cogido tu teléfono?
¿Tienesnovio
ynoselohabíasdichoatumadre?¿Desdecuándotienesnovio?¿Quién
es,Gabby?
¿Estásseguradequeesunbuenhombre?
Suspiróresignadayladejóhablar.
Cecily siguió encadenando preguntas hasta que, satisfecha, se quedó
calladapara
escucharlasrespuestasdesuhija.
—Mamá,notengonovio.SoloesTheo,miamigoelfotógrafo.
—Yadecíayoqueerademasiadobonitoparaserverdad—zanjólamujer
entono
resignado.
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Lafamacuestayhayqueaguantarse
ParaEmilyHooverlapeorpartedeldíaeracuandofinalizabalajornada
laboraly
teníaqueregresarasucasa.Lamismaqueantañohabíacompartidocon
Phil,su,desde
hacía seis meses, exmarido. La misma casa en la que no había nadie
esperándola.Ni
siquieraunamascotaalaquemimar.
ComoGabriellehabíasalidoprontodelaoficina,Emilyhabíatenidoque
quedarsea
hacerfrentealasdudasdelosresponsablesdelacampañadelacolección
masculina,
de modo que las dos últimas horas habían sido frenéticas. Aunque las
fotosconel
modelo todavía no estaban listas, las del catálogo para las tiendas ya
estabanen
marcha.
Encuantoabriólapuertadesucasasoltóelbolso,sinimportarledónde
cayera,se
deshizo de los zapatos y se dejó caer en el sofá del salón sin ganas de
hacernada
medianamenteproductivo.
Tumbada en el mullido diván intentó dejar la mente en blanco por unos
minutos,
limitarseanopensarennada.Parasudesgracia,fracasóestrepitosamente.
Lacarade
TheodorStoneocupósucabezadesdeelinstanteenquelespresentarony,
concada
nuevo pensamiento, se acomodaba más en ella. Y para colmo de males,
esemismodía
sehabíavistoobligadaallamarle,ahablarconélporteléfono,yestaba
tannerviosa
queinclusolehabíacolgadoabruptamente.Laprimeravezquehablócon
éllecontóde
carrerilla todo lo relativo a su triste matrimonio y posterior divorcio.
Estabaenmedio
deunafiestaconunhombreguapísimoyencantadoryloúnicoquehabía
sidocapazde
decir era que ese día se cumplían seis meses desde que se había
divorciado.Élselo
tomóconunasonrisaypocoapocolafueencandilando,hastaquellegóa
olvidarsede
quiéneraPhilydelpapelquehabíatenidoensuvida.
Lasegundavezquesevioobligadaahablarconéllecolgóantesdeque
pudiera
aceptarlainvitacióndesujefaparacomer.
Suspiróresignada.Nuncaselehabíadadobienrelacionarseconhombres
ydudaba
queesofueraacambiarahoraquerozabaloscuarenta.
Se obligó a incorporarse. Todavía tenía que ducharse, revisar las notas
queestaba
preparandoparasujefasobrelosdosmodelosconlosqueibanatrabajar
yhacersela
cena.
Alhacerlovioquelaluzdelcontestadorparpadeaba.
Se levantó, se quitó la chaqueta, que dejó en el respaldo del sofá, y se
acercóhastael
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contestadorparapresionarelbotónqueaccionabalosmensajes.
Estabacaminodelacocinacuandolavozlaretuvo.Asimilóquesetrataba
dePhil
antessiquieradecomprenderloquedecía.
— Em, ¿va todo bien? Te he llamado varias veces al móvil y no has
respondido.
Llámame,porfavor.
“Elmóvil”,pensó,mirandohaciasubolsoqueseguíaenelsueloaunos
metrosdela
entrada,juntoasuszapatos.Habíaestadotanocupadaquenohabíatenido
tiempode
mirarlo ni de volver a ponerle el sonido, que había desconectado para
poder
concentrarseeneltrabajo.
La voz artificial y femenina del contestador le anunció que tenía dos
mensajesmás,
recibidosesemismodíaconunosminutosdediferencia.
Esperódepiedondeestabaparaescucharlos.
—Em, cielo, soy Phil, otra vez. Me ha llamado mi madre muy alterada
para
decirmequetehavistoennoséquérevistademoda.¿Vatodobien?
¿Que su exsuegra la había visto dónde? Impaciente por escuchar el
siguientemensaje,
quesospechabaseríadelamismapersona,seacercómásalaparato,como
sipudiera
intimidarloparaquesedieraprisa.
—Hola,Em,soloqueríadecirtequeestáspreciosaenlasfotografíasde
Womanon
top.Supongoquetelashicieronenalgunafiesta.Escuriosoqueantesno
fuerasa
ninguna.—HizounapausayEmilycreyóquenoibaaañadirnadamás,
perose
equivocó—.Llámame y nos tomamos una copa juntos o tal vez prefieras
salira
cenar.
Emily se quedó allí plantada unos segundos antes de ser capaz de
reaccionar.
Nopudodecidirquéeralomásalucinantedeloqueacababadesuceder,
quePhilla
hubiera llamado tantas veces, que la hubiera invitado a salir o haber
aparecidoenuna
revistademoda.
Descalza como estaba, corrió por la casa para entrar en su despacho,
encenderel
ordenador y buscar en la web de la revista a ver si podía acceder a las
fotografíasdel
eventoorganizadoporlamisma.Seguramentetambiénhabríanaparecido
enlaprensa
escrita, pero era muy tarde para encontrar algún kiosco abierto y no se
sentíacon
pacienciaparaesperarhastaeldíasiguiente.
La suerte se puso de su lado cuando encontró un banner enorme en el
lateralderecho
delawebquelaredirigióalasfotografíasquebuscaba.
Notuvoquevermuchasantesdedarconunaenlaqueaparecía.Enella
estabajunto
aTheoStoneyambossonreían.Éllallevabaasidaporlacinturacomosi
sedirigieran
a un lugar en concreto. “Seguramente a su piso”, pensó Emily
consternada.Había
estado tan centrada en él que ni siquiera se había dado cuenta de que le
habíanhecho
una fotografía. Tal vez más. En el pie de la imagen la nombraban
“acompañantedeTheo
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Stone”.
Suspiró y paseó el dedo por la pantalla, como si pudiera tocar a Theo a
travésdeella.
Elproblemaconlasfotografíaseraqueservíanderecordatorio.Comosi
Emily
necesitaradeaccesoriosparaeso.
Pasóunpardeimágenesmás,peroenseguidaregresóalaprimera.No
importabaque
Philhubiesehabladodefotografías,enplural.Emilyestabaconvencidade
quelas
demáspalidecíanalladodelaqueestabaviendo.LapresenciadeTheola
hacía
especial.
Él estaba muy atractivo e incluso ella misma estaba guapa, decidió. Los
doslo
estaban. Se podía decir que hacían muy buena pareja. En cuanto el
pensamientoinvadió
sumenteselevantóairadaconsigomismaporhabercaídoenlatentación
desemejante
pensamiento. Se ducharía y cenaría, tal y como había previsto, y se
obligaríaasímisma
aencontrarelsentidocomúnquehabíaperdidounanocheenunafiesta.
De hecho, iba a tener que mantener la mente fría si pretendía sobrevivir
sinhacerni
decirningunatonteríaenelinminenteencuentroconTheoStone.Después
detodoiban
acomerjuntos;esosí,siellaeracapazdetragarbocadoydehablarde
algomenos
comprometidoqueelfracasodesumatrimonio.
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Desdeesanoche…
Dos días después de que Emily concertara el encuentro, asistente y
diseñadora
viajaban en el BMW de esta última hasta el restaurante en que iban a
comercon
TheodorStoneyconlosdosmodelosqueoptabanaserlaimagendela
campaña
masculinaqueGabrielleGibbsestabaapuntodelanzaralmercado.
MientrasRobertconducía,laeficienteEmilypusoaldíaasujefasobrelo
queibaa
encontrarsealllegarasudestino.
Blake Scott era el favorito de su asistente, comprendió Gabrielle al
escucharlahablar
sobre él. Se trataba de un exjugador de rugbi, escocés y retirado de los
terrenosde
juego por una lesión en el brazo. Su otra opción era Quinn Meyers, el
modelogalésque
habíaprotagonizadolassensualesescenasdelaúltimacampañadeDior.
BlakeScott,porsuparte,estabasiendolaimagendeUnderweardeCalvin
Klein,
aumentandolasventasconsuimagendetipoduroysexy.
—Resumiendo, que te gusta Blake porque tiene buen paquete —zanjó
Gabbycon
intencióndeavergonzarasuamiga.
Sin embargo, la jugada no le salió como ella esperaba porque Emily ni
siquierase
molestóennegarlo.
—Laverdadesquesí.Meextrañaquenoestésdeacuerdoconmigo.
—Paraempezarnolohevistoy,paraterminar,conpaquetemereferíaa
experiencia,
asustrabajosanterioresnoasuanatomía—pinchóladiseñadora.
—Por supuesto. Yo me refería a lo mismo. —Tras unos segundos en
silencioEmily
añadió—:Notepreocupes,aunquenolohayasvistotengolasensaciónde
quetambién
vaasertufavorito.Confíaenmí.
Gabrielle no respondió cuando comprendió que Emily no iba a añadir
nadamás.La
miró con disimulo. Se mostraba más eficiente que de costumbre, lo que
indicabaque
estabanerviosa.Sonrióinternamentenoqueriendoalterarlamás.
EstabaclaroquelaideadevolveraencontrarseconTheolepreocupaba
másdelo
que dejaba entrever. Y, por otro lado, Gabrielle seguía molesta con ella
pornohaberle
contadoningúndetalledesunocheconelfotógrafo.Denohabersidopor
suamigo,
nuncahubierasabidoacienciaciertasisutretaparaanimarasuasistente
habíatenido
eléxitoqueesperaba.
Diez minutos más tarde Robert paraba el coche a las puertas del
restauranteparaque
ambas bajaran. En cuanto el coche se detuvo, Gabrielle salió disparada
haciael
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restaurante, impaciente por llegar al cuarto de baño, mientras Emily se
encargabade
hablar con la recepcionista para que les dieran la mesa que tenían
reservada.
Cuando salió del escusado se tomó su tiempo para lavarse las manos y
retocarselos
labios; después de todo, iba a comer con dos modelos y un fotógrafo,
pensóconuna
sonrisa. Lo menos que podía hacer era estar a la altura de las
circunstancias.
Porúltimosacóelfrascodeperfumequesiemprellevabaenelbolsoyse
vaporizó
unpocoenelcanalillodelvestidonegroyajustadoenelpechoquehabía
escogido
paralaocasión.
Quedó complacida con la imagen que el espejo le devolvía, aunque no
tuvierael
cuerpo escuálido que parecía ser sinónimo de belleza. Se miró desde
variosángulosy
constatóloqueyasabía:quesuspechosdestacaban,semirasepordonde
semirase.
Leguiñóunojoasureflejo,abriólapuertaysaliódelcuartodebaño.
—Otropuntoparamilista:eresmáspreciosaalaluzdeldía—dijouna
vozdetrásde
ella.
Se dio la vuelta con un respingo para toparse con el desconocido de la
fiestaquela
mirabaconunasonrisaperfectaenloslabios.
—Hola,¡quésorpresa!
—Agradable,espero—bromeóél,mirándolaconintensidad.
—Porsupuesto.—Ledevolviólasonrisa,nerviosaporsuescrutinio—.Es
soloque
noesperabaquenosvolviéramosaencontrar.
Había deseado volver a verle e incluso fantaseó con que, en lugar de
desapareceren
plena madrugada, le había dejado su número de teléfono escrito con
carmínrojoenel
espejo del baño, como había visto en algunas películas románticas. Pero
tenerlefrentea
ellaencarneyhuesoeramejorquecualquierensoñación.
Vestidoderigurosonegro,igualqueella,susojosseveíanmásincreíbles
yazules
quebajolaescasaluzdelafiestaydesudormitorioenpenumbra.
—¿Medirástunombreestavez?—Yañadióconpicardía—:¿Yquétalsi
añadestu
númerodeteléfonoallote?
Mientrashablabahabíaidoacercándoseaellayahoraestabacasitancerca
deélque
podíasentirelcalorqueemanabadesucuerpo.
Conlapielerizada,extendiólamanoparasaludarle.
—Talycomotedije,mellamoGabby.Yaunquetengounpocodeprisasi
medejastu
móvil prometo grabarte mi número. —Sonrió, aunque ese precisamente
noeraelmodo
enquedeseabausarsuboca.
—AsíquedeverdadtellamabasGabby.
—Deverdad.
Élsonriócomplacidoyasiósumano,peroenlugardeestrecharlaledio
lavueltayse
lallevóaloslabiosparadepositarunsuavebesoenlasensiblezonadela
muñeca.
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Cuandolasoltó,sindejardemirarla,buscóelteléfonoenelbolsillodesu
chaquetay
se lo tendió con cierta desconfianza, pendiente de cada uno de sus
movimientos,como
sinocreyeraquerealmentefueraadarlesunúmero.
Algológico,dadoelmodoenquehabíadesaparecidodesupisotansolo
unosdías
antes.
Gabrielle se dispuso a grabar su número, pero una idea la dejó parada
antesde
terminardegrabarlo.
—¿Paraquéquieresminúmerodeteléfono?
Élparecióconfundidoduranteuninstante.
—Megustaríavolveraverte.
—¿Porqué?Acordamosquesoloseríaunanoche.
Yanoparecíaconfundidosinomásbiendispuestoaconvencerla,porque
sonriódeun
modoquehizoqueaellaselesecaralaboca.
—Recuerdoperfectamentequelodeunasolanochefueideatuya.Yonote
lodiscutí
para que no huyeras. Lo malo es que soy un hombre y no puedo evitar
quedarme
dormidodespués.Quetemarcharasasínoentrabaenmisplanes.
—Buena respuesta —aceptó Gabrielle, tendiéndole su teléfono con su
número
grabado—.Ahoratengoqueirme.
Cuando cayó en la cuenta de que él no le había dicho su nombre iba
andandohaciala
recepción.Sediolavueltaantesdeentrarenelrestaurante.
—Porcierto,nomehasdichocómotellamas.
—Blake,mellamoBlake.
—¡Quécasualidad!—murmuróparasímisma,peronollegóadecirnada
másporque
el maître se había acercado a ella para acompañarla hasta su mesa,
haciendosaberal
restodecomensalesqueeraunapersonaimportante.
Incómodaporlaatenciónmiróporencimadesuhombro,peroBlakeya
había
desaparecidodelaentrada.
Se fijó en el restaurante que había escogido Emily, un italiano cuya
decoración
imitaba las calles de piedra del típico pueblo de la Toscana, colorido y
acogedor.Con
mantelesllamativosyarcosdepiedraencadapuerta.Dejódeobservarel
localcuando
el maître se detuvo frente a su mesa. Tanto Theo como Quinn se
levantaronpara
saludarla con caballerosidad. Acababan de presentarle al modelo cuando
notóque
alguienmásseacercabapordetrásysecolocabajuntoalasillavacíaque
habíaasu
lado.
—Sientollegartarde—sedisculpóelreciénllegado—,meheentretenido
hablando
conuna…buenaamiga.
Gabrielle no tuvo que girarse para saber a quién pertenecía la voz.
Acababadehablar
conélysutimbretodavíaestabagrabadoensumemoria.Noobstante,por
sitenía
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alguna duda, la piel se le había erizado solo con sentir su cercanía. Aun
así,sediola
vueltaconunasonrisadecortesíaenloslabios,dispuestaacerciorarsede
quesus
suposicioneserancerteras.
—No te preocupes. Yo también acabo de llegar, al igual que tú me he
encontradocon
alguien. —Aunque por su tono no parecía afectada, interiormente estaba
temblando.
Fueelturnodeéldeextenderlamanoparasaludarla.
Noparecíasorprendidooafectadoalsaberquiéneraenrealidadlamujer
misteriosa
de la fiesta, lo que desconcertó a Gabrielle. O era muy bueno ocultando
sus
sentimientososabíadesdeelprincipioquiéneraella.
—SoyBlakeScott,esunplacerconocerte,porfin.
—GabrielleGibbs.Lomismodigo.—Saludóconlasensacióndequesu
comentario
queríadecirmásdeloqueparecíaasimplevista.
—¿Deconocerte?CreíaqueoshabíaisconocidoenlafiestadeWomanon
top—
apuntó Theo, fingiendo no estar seguro de lo que decía—. ¿Verdad,
Emily?—inquirió
centrandolaatenciónenella.¿Nolosvimoshablarenlabarra?
Laaludidamiróasujefacondecisión.
—Es posible. Conocimos a mucha gente esa noche. ¿Por qué no nos
sentamos?—dijo
tomandoelcontroldelasituación.
Gabriellenodijonadaalrespecto,peromiróasuasistenteconauténtico
agradecimiento. Theo, por su parte, se mantuvo fuera de su campo de
visión,consciente
dequesuamigaechabachispasporlosojos.Aunasí,sucomentarioera
unapequeña
venganzaporlomuchoquesehabíadivertidoasucostaconeltemadesu
interésen
Emily.
Mientras seguían las presentaciones, Gabrielle intentó serenarse. Le
parecíaincreíble
que tanto Theo como Emily supieran quién era Blake y que ambos se
hubierancallado
hastaesemomento.
Porotrolado,enlafiestanoseescondieron.EllayBlakesesentaronenla
barray
mantuvieronunaconversaciónlargayanimada,ytambiéneraciertoque
semarcharon
juntos,peroerademasiadosuponerquehubieranterminadoenlamisma
cama,¿no?Tal
vez Emily no había pensado en esa posibilidad, por lo que podía
perdonarla.No
obstante,Theosíquelohabríapensado,dadoquedecadaciencosasque
pasabanpor
su cabeza el noventa por ciento tenían que ver con el sexo, y aun así no
habíatocadoel
tema para asegurarse. Ni cuando se presentó con pizza en su casa ni
cuandolallamó
paradecirlequeaceptabacomerconellaylosmodelos.
Un camarero se acercó para tomarles nota de las bebidas y Gabby optó
porun
Martini. No solía beber alcohol, pero la situación en la que estaba la
animóa
tomárselo,añadiendounaaceitunaextraalcombinado.
Blake no dejó de provocarla todo lo que pudo y, aunque ella intentó
concentrarseen
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la conversación, le costaba horrores olvidarse de la rodilla masculina
rozandolasuya
odelamanoqueletocabaelbrazocadavezquetomabasucopa.
Lahorasiguientefueinfernal.Lacomidaestabadeliciosaylacompañía
era
agradable, pero estar sentada al lado de Blake lograba que nada más
importara,yaque
apenaseracapazdeconcentrarseennadaquenofueraél.
Nisiquieraelsentidocomúnlograbaimponersealassensacionesquesus
constantes
rocesycariciasdespertabanensucuerpo.
EsforzándoseporseguirlaconversaciónsefijóenQuinn.Eraguapo,eso
saltabaala
vista,perotambiéneraeducadoytranquilo,consideradoy,porsumodo
deactuar,
bastanteequilibrado.
Mientras que Blake era un remolino inquieto, Quinn era la clase de
personaconlaque
alguienpodíarelajarseyconfiar.
Y si hacía caso a su instinto, Quinn era lo más alejado al concepto de
hombrequela
marca Gabrielle Gibbs intentaba ofrecer. Ella pretendía mostrar a un
hombre
masculino,vanguardista,eleganteysofisticado.Noobstante,Blake…
—Puedo escucharte pensar —le dijo él inclinándose hacia su oreja con
unasonrisa.
—Bueno,paramíhasidounasorpresaencontrarteaquí.
Blakearqueóunaceja,confuso.
—Paramítambién.Nohesabidoquiénerashastaquetehevistoacercarte
alamesa.
HetrabajadoconQuinnenvariasocasiones,asíquemeheimaginadoque
Gabbyerael
diminutivodeGabrielle.
GabriellenodijonadaporqueTheoatrajosuatenciónsobreunostemas
parala
campaña. Blake también pareció interesado en la conversación e incluso
aportóvarias
ideasqueaellaleparecieronbrillantes.
Laveladasiguióelmismocursoy,aunquetantoEmilycomoellatenían
asuntosque
atenderenlaoficina,sequedaronmástiempodelprevisto.
Cuandollególahoradelasdespedidas,Blakevolvióabesarlelamuñeca,
sin
importarlequiénpudieraverle,yasusurrarlequelallamaría.
Cuando salió del restaurante con Emily, camino del taller, Gabrielle se
quedóconla
sensacióndequesehabíametidoenunproblema;muyatractivo,peroun
problemaal
finyalcabo.
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¿Seronoserpolíticamentecorrecta?Esaeslacuestión
Gabrielle sabía que estaba en un aprieto se mirase por dónde se mirase.
Teníaque
escogeraunodelosdosmodelosquelehabíanpropuestoparalanueva
campañaque
tantotrabajoleshabíacostadopreparar.SisequedabaconQuinnMeyers,
BlakeScott
creeríaqueescogíaasurivalporquepretendíaserprofesionalylanoche
quehabían
pasadojuntosleimpedíadecidirseporél.Porotrolado,sisequedabacon
BlakeScott
cabía la posibilidad de que tanto Theo como Emily, o cualquier persona
queloshubiera
visto juntos en la fiesta, llegaran a la conclusión de que el motivo de su
eleccióniba
másalládeloqueeramejorparalafirma.Perolorealmentepreocupante
eraque,
aunqueQuinnMeyerseraatractivoysensual,laimagendechicomalode
Blake
representaba a la perfección al hombre que Gabrielle había imaginado
cadavezque
dibujabaloszapatosycomplementosparalafirma.
Yporsiesonofuerasuficiente,atodoloanteriorseleincrementabael
detalledeque
Gabby quería volver a ver a Blake. Y no precisamente en un entorno
laboral.
Lo que la llevaba a cuestionarse su propia ética laboral. Nunca se había
interesado
porningúncompañerodetrabajoosubordinado,hastaesemomento.
De hecho, cuando interrogó a Emily respecto a su silencio, su amiga la
había
tranquilizado al explicar que no se lo había dicho porque no quería que
creyeraque
dudabadesuprofesionalidad.Además,estabaseguradequesilehubiese
dichoquién
era Blake, Gabby se habría sentido incómoda desde el principio, tal y
comolesucedía
aellamismaconTheo.
El problema era que, por mucho que Gabrielle se hubiera dicho que su
encuentrocon
Blakehabíasidolalocuradeunanoche,quelehubierapedidosunúmero
deteléfonoy
que se despidiese con un “te llamaré” la confundía y alegraba al mismo
nivel.
Sin embargo, había que añadir un nuevo “pero” a todos los anteriores:
habíanpasado
dos días desde que le prometió que se pondría en contacto con ella y
todavíanose
había dignado a hacerlo. Ni siquiera le había enviado un mensaje para
hacerlesaber
queseguíainteresado.
Tal vez su madre tuviera razón y necesitaba ponerse a dieta, pensó,
enfadadacon
Cecilyporrepetírseloconstantemente.Yconellamismaporplanteárselo.
En otras circunstancias ni se le hubiera pasado por la cabeza. Ella era
comoerayle
gustaba su cuerpo. Puede que hubiera momentos en los que se ofuscaba
porquetalo
cual vestido no le sentaba como ella quería; sin embargo, como norma
general,se
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gustabaasímisma.ElproblemaeraqueconBlakenadaeracomosolía
ser.
Élestabaacostumbradoalasmujeresescuálidasconlasquetrabajabay,
encima,su
primer encuentro había sido tan explosivo que no le quedaba ningún
misterioquele
hicieraquererconocerlaunpocomás.
Antesdedarsecuentadeloquehacía,teníaelmóvilenlamanoyestaba
dandotono.
—¿Estásbien?¿Hapasadoalgo?—preguntólavozalteradadesumadre
desdeel
otroladodelalínea.
—Nohapasadonada.¿Porquéerestannegativa?—lerecriminó,molesta
consigo
mismaporelmomentodedebilidadquelahabíaempujadoallamarasu
madre.
—Nosoynegativa.Esquetúnuncamellamasanoserquehayasucedido
una
catástrofe.
—¡Muyingeniosa!
—Nopretendíaserlo.Eslaverdad.
Sediocuentadequeeltonodesumadredestilabaunpuntoderesignación
yotrode
tristeza.Gabrielle,queyasehabíaarrepentidodelarrebato,semordióla
lenguapara
noresponderalsarcasmodesumadre.
—Te llamaba para invitarte a comer —dijo, consciente de que iba a
arrepentirsemás
tarde.
—¿Porqué?—preguntóalzandolavozporlasorpresa.
—¿Tienequehaberunmotivoocultoparaqueinviteamimadreacomer?
—Ya
empezabaasentirsefrustrada.
—Sí.Asíque,cuéntameloydéjatederodeos.
Titubeóunossegundos.
—Necesitounconsejomaterno.Sobre…hombres.
Pudoimaginarseelbrilloenlosojosdesumadreylasonrisadeorejaa
oreja.Estaba
dándole munición para que la acribillara con consejos de nutrición y de
vestuario.
Su madre a punto estuvo de demostrarle a su hija lo mucho que le
emocionabael
gesto,peroconociendoelcarácterdeGabrielleseabstuvodehacerloyse
limitóa
informarla que si pretendía comer con ella iba a tener que aceptar que
escogierael
restaurante.
—Supongoquetienesenmentealgunovegetariano.
—Exactamente. Te mando un mensaje con la dirección. ¡Sé puntual! Ya
sabeslo
muchoquememolestaesperar.
—Sí,mamá.
Soltóunbufidoencuantocolgó.
Noesquenoquisieraasumadreoqueestanolaquisieraaella,nadamás
lejosdela
realidad. El problema entre ambas era que tenían ideas sobre todo y
desgraciadamente
nocoincidíanenninguna.YelcarácterentrometidodeCecilynoayudaba
aque
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Gabrielle se relajara en su presencia. Sabía que no era lo que su madre
habíaesperado
quefueraylapresióndesaberloresultabaunimpedimentoenlarelación
que
mantenían. Una relación que había sido maravillosa de niña y que
comenzóa
tambalearsecuandocumpliólostreceañosysucuerpodeniñacomenzóa
desarrollarse.Ysusobrepesosehizomásevidente.
Todavía estaba intentando asimilar que hubiera llamado a su madre
cuandosonaron
unosgolpesenlapuertadeldespachoylacabezadeEmilyasomóporuna
rendija.
Alversuexpresiónnollegóaentrar.
—¿Estásbien?
—No.Pasa.
Emilyentróconunacarpetaenlasmanos.
—¿Quéhapasado?¿Teencuentrasmal?
—Hequedadoconmimadreparacomer.
—¡Oh!Yaveo.¿Nohaspodidodarleunaexcusaconvincente?—Suamiga
sonrió—.
Normalmenteeresmuyimaginativa.
—Esmuchopeor.Laheinvitadoyo.
—¿Porqué?
No supo cómo asimilar la sorpresa de su amiga. ¿Era bueno o malo?
¿Quéclasede
hijaera?DescartólaideaalrecordarlaclasedemadrequeeraCecily.
—Creoqueestoyperdiendolacabeza.
SuasistentenoselorebatióyGabrielleseplanteóquésignificabaeso.
Cuando llegó al restaurante su madre ya estaba sentada a la mesa
revisandosumóvil,lo
quehizoqueGabbysesintieraunpocomejor.Puedequehubieraactuado
porinstintoal
llamarla,peroelequilibriosehabíavueltoarestableceralllegartardea
sucitacon
ella.
No obstante, no hubo ningún reproche, lo que volvió a desnivelar el
equilibrioen
favordeCecily.
—Hola,hija.
—Hola,mamá.Sientollegartarde—dijobesándolelamejilla.
—Notepreocupes,cariño.Entiendoloocupadaqueestás.
Gabrielleparpadeósorprendida,peronolonegó.
Antesdequepudieranretomarlaconversación,llegóelcamareroconla
cartayuna
bandejaconcruditésysalsadeyogurpicante.Inmediatamentedespuésles
tomónotade
las bebidas. Como era muy consciente de que su madre la observaba, se
cuidódeponer
mala cara y miró el menú en busca de algo que la atrajera y que
sustituyerasuansiade
comercarneroja.
Sedecidióporunabrandadadecoliflorconmembrilloyhummusconpan
depita.
—¿Quétaleneltrabajo?—preguntóCecilymientrascomían.
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—Bien,comosiempre.
—Entonces…¿Noscentramosdirectamenteenloquetepreocupa?
Gabriellemiróasumadre,quenoseandabaporlasramas,ydejóelpan
enelplato.
—Megustaunhombre,peronosésideberíallamarle.
—¿Y por qué no ibas a hacerlo? Ya no estamos en la época en que las
mujerestenían
queesperaraqueelhombredieraelprimerpaso.
—Nosetratadeeso.Esquefueélquienpidióminúmeroyelquedijoque
me
llamaría.Silohagoyopuedequeparezcadesesperada.
Cecilylamiróconinterés.
—¿Decuántotiempoderetrasoestamoshablando?
—Dosdías.
—Aver,puedehaberlesurgidounproblemaurgente,peroesosolocubre
lasprimeras
veinticuatrohoras.Tambiénpuedequequieraponertenerviosa,peropara
esosería
suficiente con que te hubiera tenido en vilo hasta esta mañana. Aun así
tienehastalas
docedeestanocheparallamarte.Sinolohace,olvídatedeél.
—Peromegusta—sequejó,actuandocomounaniñapequeña.
Yasabíaquenoerabuenaideapedirleopiniónasumadre.
Cecilyseencogiódehombros.
—Peroalparecertúnolegustasaél,cariño.Anoserquetellamehoy,
todoestáen
el aire. —Se detuvo al ver la expresión dolida de su hija, pero tenía que
decirlela
verdad aunque le hiciera daño—. Siento ser tan franca, pero realmente
creoquesile
gustarasyatehabríallamado.
—Supongo que tienes razón —accedió, al menos era lo que ella había
esperado.
—Tengolasensacióndequenecesitashaceralgonuevocontuvidaycon
tucuerpo.
—Mamá—dijoentonodeaviso—,nomevoyaponeradieta.
—No era eso lo que estaba a punto de proponerte antes de que me
interrumpierasde
unmodotangrosero.Enrealidadestabapensandoenungimnasio.Como
dices,las
dietas no son para ti. Lo intentamos cuando eras más joven y nunca
funcionó,yes
evidente que tienes un cuerpo voluptuoso al que sabes sacar partido. Lo
únicoque
necesitasesreafirmarloy,quizás,perderunpocodevolumen,perosobre
todo,el
ejercicio te ayudará a vaciar tu mente de pensamientos negativos y a
enfocarun
objetivo.
“¡Surrealista!”,pensóGabrielle.¿Habíadicho“unpocodevolumen”?¿De
verdad
habíaescuchadobien?¿Eraposiblequesumadreseestuvieraablandando
conlaedad?
—Además, en los gimnasios hay hombres. Hombres atractivos y
musculados.Quizás
puedesprobaraapuntarte.Haymuchasposibilidadesdequeconsigasno
soloun
cuerpodecenteyunamenteactiva,sinotambiénunacitaparasalir.
—Esoestaríabien—musitópensandoenvozalta.
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—¡Maravilloso! En cuanto comamos te llevo a mi gimnasio para que te
hagassocia.
Te va a encantar Rick, es un entrenador estupendo. Además, el gimnasio
tieneunas
instalacionesfabulosas.Teaseguroqueeselmejordelaciudad.
—Mamá,nocreoque…
—¿Por una vez en tu vida puedes dejar de quejarte y hacerle caso a tu
madre?Sin
protestas.Estoyseguradequeesexactamenteloquenecesitas.
Gabbyseencogiódehombrossabiéndoseacorralada.
—Supongoquepodría.
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Paraserfelizhayquesudarlacamiseta
El problema no era que se hubiese dejado embaucar por su madre. El
problemafueque
nisiquieralediounrespiroparaqueGabrielleencontrarunescape.
Después de la comida, Cecily la había arrastrado a una tienda de ropa
deportivayla
habíaobligadoadejarseunapequeñafortunaenequipamientodeportivo.
Ynocontenta
coneso,lahabíaempujadohastaelgimnasioysehabíaquedadojuntoa
ellamientras
suúnicahijafirmabasusentenciademuerte.
Porotrolado,sieltipoqueleestabadandoelaltaenelgimnasiosentaba
precedente
deloqueibaaencontrarseallí,lapequeñatorturaquepagaríadurantelos
próximos
meses merecía la pena, porque el moreno de ojos oscuros y labios
sensualeseratan
guapo como cualquier modelo que hubiera conocido nunca. Sus ojos
verdeserantan
brillantesqueresultabacomplicadoapartarlamiradadeellos.
—Gracias,Rick—dijoCecilyenuntonoexcesivamenteamable.
—Yasabesloqueopinosobrelaschicasguapas.Cuantasmás,mejor.
Su madre se rio como una quinceañera y Gabrielle casi habría podido
jurarquese
sonrojótambiéncomounadeellas.
—Como has venido preparada —apuntó Rick, señalando las bolsas que
habíadejado
sobreelmostrador—,¿quéteparecesiteapuntasamiclase?
—Bueno,nosé…Talvez…
—Estupendo.Empiezaendiezminutos.Tienestiempoparacambiarte—
asegurósin
darleopciónanegarse.
—Yonopuedo,quetengoplanes—explicóCecilyaunquenadielehubiera
preguntado.
Tomóasuhijadelbrazoyselallevódeallíparaindicarledóndeestaban
los
vestuarios.
—Ahora que ya está te enseñaré el vestuario. Rick te ha dado la taquilla
juntoala
mía.
—¡Québien!
—¿Verdadquesí?Ahorayanosepasaránlassemanassinquesepanada
deti.
¡Podremosvernoscadadía!
Despuésdecincominutosdeplegarlelaropaquehabíancomprado,por
finse
marchó.
Gabriellesediocuentadequeelgimnasioseasemejabamásaunspa;al
menos,si
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teníaencuentaelvestuario.
Había desde una sauna hasta una zona con piedras calientes para calmar
losmúsculos
doloridos tras el ejercicio. Duchas con chorros terapéuticos y un
calentadordetoallas.
Estaba a punto de abandonar el vestuario cuando el móvil comenzó a
sonarleenla
taquilla.RespondiósoloporqueeraEmily.
—¿Dóndetehasmetido?—inquirióantessiquieradesaludar.
Normalmenteaesahoraestabatrabajandoensuoficinadeltaller.
—Sitelodigonotelocreerías—explicóconunasonrisaenlavoz.
—Ponmeaprueba.
—Estoyenungimnasio.
—Tienesrazón.Notecreo.
—Pueslamentodecirtequeescierto.Mimadremehaliadoyaquíestoy.
Acabode
hacermesociaporunañocompleto.
Emilysoltóunarisita.
—Si tu madre está de por medio te creo. Te dejo, ya me lo contarás al
detalle.
—¿Noteapetecehacerunpocodeejercicio?
—Adiós,Gabby—fuelarespuestadivertidadesuasistente.
Despuésdequesuamigacolgarasediocuentadequenolehabíadichoel
motivode
sullamada.Noledioimportancia,seguramentequeríasaberporquéno
habíavueltoal
trabajootalvezpretendíaayudarlaaescapardeCecily,aportándoleuna
buenaexcusa.
Excusasqueaellayanolequedaban.Teníaquesalirdelvestuariodeuna
vez.
Resignada a lo que le esperaba abandonó la tranquilidad y se adentró en
unasala
enorme, llena de máquinas de musculación, cintas de andar y bicicletas
estáticas.Erael
centrodelgimnasioyteníaladimensióndeunosgrandesalmacenes.De
loslateralesse
abríanotrassalasacristaladasenlasquehabíasteps,esterillasybicicletas
de
resistencia.Envariasdeellas,además,lapareddelfondoestabacubierta
porespejos
que iban de lado a lado de la misma. Tres salas estaban ocupadas y la
músicaquesalía
deellasseentremezclabaconladelasalaprincipal.
ComoRickestabaenelcentrodeladelasbicicletas,entró.
Duranteelpaseosefijóenlagentequehacíaejercicioenlasmáquinas.La
mayoría
hombres,yteníaquedarlelarazónasumadre:casitodosestabandemuy
buenver.
Estaba claro que el ejercicio no solo otorgaba cuerpos esculturales sino
tambiénpelos
increíblesysonrisasperfectas.
—Gabrielle, ponte aquí, por favor —dijo Rick al verla entrar. Había
indicadola
primerahileradebicicletas—.Asímeharéunaideadetuestadofísico.
Aregañadienteshizoloquelepedía.Sesentíacomounaadolescenteala
quehabían
castigadoenlaprimerafiladelaclase.Lachicadelabicicletadeallado
lesonrió
solidaria. Era pelirroja, con los ojos verdes y la nariz llena de pecas.
Delgada,muy
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delgada.Tantoquesucuerponomostrabaningunacurva.Quenofueratan
perfecta
comolamayoríadelosquesehabíaencontradoallí,susonrisaamabley
elqueno
llevaramaquillaje,hizoquelecayerabieninstantáneamente.
—Vamos a empezar —dijo el monitor subiendo a su bicicleta. Los
músculosdesus
brazos se marcaron cuando se inclinó para regular la resistencia de
pedaleo.
Gabrielle parpadeó, sorprendida de que Rick mejorara tanto con cada
mirada.
—Es muy guapo, ¿verdad? —preguntó la pelirroja con una sonrisa
soñadora.
—¡Loes!—concediófrunciendolafrente.
—¡Vamosacalentar!—anuncióRick,instandoalaclaseapedalear.
—Por cierto, soy Alana. —Le tendió la mano sin soltar la otra de la
bicicleta,como
si temiera caerse a pesar de que era estática—. Pero me puedes llamar
Lana,todoel
mundomenosmimadrelohace—explicósonriendo.
—Gabrielle,perollámameGabby.Encantada.
LaconversaciónnodioparamásporqueRicklashizosudardelolindo.
Cuando
terminó la clase las piernas de Gabrielle apenas eran capaces de
sostenerla,yLana
tuvoquesujetarladelbrazoparaimpedirquesefueraalsuelocuandose
bajódela
bicicleta.
—¿Estásbien?
—No—confesó,ylasdosrieronagotadascomoestaban.
—Ven,nostomaremosunzumosinazúcarybajoencalorías.
—Suenabien.
A un ritmo más bien lento, con el que tantearon sus fuerzas, se
encaminaronhastala
zonadelbar,quesesituabaalotroladodelarecepciónyqueaGabbyle
habíapasado
desapercibidaalentrar.
—Nollevouncéntimoencima.Vamosapasarporelvestuarioantes.
—Notepreocupes,songratis.Tienenqueserloconloquenoscobrande
cuota.
Ambas entraron riendo por la ocurrencia de Lana. Si bien era cierto, no
porelloel
comentariodejabadesercómico.
Lana se dirigió hacia una mesa al fondo e hizo que Gabrielle tomara
asiento.
—Lo mejor es que confíes en mi criterio. Los he probado todos y, a
excepcióndelque
voyatraerte,ningunoestáprecisamentebueno.
Con una sonrisa alentadora hizo un gesto con la mano que indicaba que
adelante,y
Lananoesperóaquelovocalizaraparadirigirsehastalosexpendedores
dezumos.
Mientrassunuevaamigallenabadosvasos,sededicóaobservarloquele
rodeaba.
El local era del mismo tono blanco azulado que reinaba en el gimnasio.
Lasmesasy
lassillaseranblancas,conunespaciolateralparalosvasosdeplásticoy
loszumosy
unpardemáquinasquedispensabanproductosmásfuertes,comobarritas
energéticas,
chocolatesorefrescos.
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Al igual que en la maxisala de musculación, había gente desperdigada:
algunos
sentados,otrosapoyadosenlabarraconunvasodeplásticoenlamano…
Unaparejaatrajosuatenciónporquelachica,unamorenadespampanante,
sereíade
unmodotanexageradocomofalso.Noobstante,fueeltipodepelorubio
oscuroquela
acompañaba el que captó su atención. Sus pantalones cortos dejaban a la
vistasus
increíbles piernas al igual que la camiseta negra de tirantes que llevaba
puesta.Apunto
estuvo de levantarse de un salto y protestar cuando la morena puso sus
zarpassobresus
bícepsaltiempoquesereíaconunacarcajadaestrepitosa.
SeguíaobservándolecuandollegóLanaysesentófrenteaella.
—¿Aquiénmiras?—inquiriótrasdejarlasbebidassobrelamesa.
Comosisuacompañantesupieradequéibaelasuntodijo:
—Asíqueporesapornomehallamado.
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Sinoloveo,nolocreo
SiLanayalehabíacaídobiendesdeelprimermomentoenquelehabló,
queno
pareciera escandalizarse ni apenas se inmutara por lo que acababa de
contarlesobre
Blaketodavíaaumentósusimpatíaporella.
Trascambiarsedesitioparanoverniservistaporeste,habíapuestoauna
completa
desconocida al corriente de su reciente vida sentimental. Algo que le
costabahacer
inclusoconlosamigosmásíntimos.Sinembargo,habíaalgoenLanaque
inspiraba
confianza.
—Normalmente no le contaría estas cosas a una persona que acabo de
conocer,pero
lascircunstanciashanvenidoasí.
Lanaasintió,deacuerdoconella.
—EstoylocaporRick—ledijoparaequilibrarsuconfesión—.Dehecho
soyalgo
asícomounaacosadora.
Gabriellesonriótraslasorpresa.
—¿Acosadora? Esas son palabras mayores. No tienes pinta de eso. —Se
rio.
Lanaseencogiódehombrosconunasonrisa.
—Digamos que soy una miniacosadora. O tal vez una acosadora en
prácticas.
Gabbyrioyasindisimulos.
—Deacuerdo.Eresunaacosadora.
Lanaasintió,complacidaconlaaceptacióndesunuevaamiga.
—Rickyyosomosvecinos.Vivejustoencimademí,yhededecirqueese
hechoes
pura casualidad, porque hasta que no vino a mi empresa no supe que
existíaymucho
menos que vivíamos en el mismo edificio. Llevo una compañía que se
dedicaala
programacióninformáticayaldiseñográfico.
—Tienesrazón,erestodaunaacosadora—ironizóGabrielle.
—Esperayverás.
—Deacuerdo.¡Sorpréndeme!
—Como decía, se puso en contacto conmigo para que le diseñáramos la
webdel
gimnasio.Paraquequedaracomopedíatuvequetrabajarcodoconcodo
conél,ycomo
agradecimientoporelresultadoyporcómoseduplicaronlosbeneficios
delgimnasio
desdequeestaestáactiva,Rickdecidióofrecermeundescuentoenlacuota
desocio.
—Meparecefatalquetequejesdelpreciocuandotúeresunaprivilegiada
—seburló
ladiseñadora.
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—Bueno,sí,tienesrazón.Elcasoesquemeaprovechédeesoyahorale
acosoensu
propiacasa.Laúnicapartequemeredimeesquellevounmesdetortura
sinqueme
hagaelmásmínimocaso.Asíque,sipiensasquetuvidaamorosaesun
desastre,fíjate
enlamíayrelájate.
—Teganoporgoleada,porquenotengoniideadecómovoyasalirde
aquísinque
mevea.
Lanasepusodepiedeunsalto.
—Esodéjameloamí.Loúnicoquetienesquehaceresevitarelcontacto
visual:nole
miresyélnoteverá.
—Esosuenaunpocoaloquehaceelavestruzyestoyseguradequenole
suele
funcionar.
—¿Algunaotraidea?
Gabriellenegóconlacabeza.
—Puesvamosaello—dijoalaesperadequeselevantaradeunavez.
Pococonvencidadelaefectividaddelasoluciónqueleproponían,Gabby
sepusoal
lado de Lana y le siguió el paso mientras esta se desplazaba a toda
velocidadporel
bar.
—¿Gabby?—preguntóunavozmasculina.
—¡Mierda! Nos ha pillado —se quejó Lana—. Párate y hazte la
sorprendidao
quedarásfatal.
La aludida cumplió con lo que le decían, no sin antes fulminar a su
recienteamigacon
lamirada.
Mientras ambas dudaban entre moverse o quedarse donde estaban, Blake
llegóhasta
ellas.
—Hola, Gabby —saludó acercándose a ella para darle un beso en la
mejilla.
Ellasetensóenrespuesta,seguradequelohabíahechoparaponercelosa
asucita.
—Hola, Blake, qué sorpresa verte aquí. Esta es mi amiga Lana —les
presentó,
rezandoparaqueLanasedieraporaludidaynoladejaraasolasconél.
Aregañadientes,apartólamiradadeellaparasaludarasuacompañante.
—Hola,Lana,encantadodeconocerte.
—Igualmente,Blake.
—No sabía que vinieras a este gimnasio. No te había visto antes —
comentó,reacioa
terminartanprontolaconversación.
—Esquesoynueva.—Yañadióporsilequedabaalgunaduda—:Hasido
una
recomendacióndemimadre.Quécasualidadquenosencontráramos.
—Unamaravillosacasualidad.
—Sí,supongo—dijomirandoaLanaenbuscadeayuda.
—Tenemos que irnos a la ducha o llegaremos tarde a lo demás —
improvisóLana.
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—¿Lodemás?—preguntóBlakefijandolamiradaenlapelirroja.
—¿Perdona?—respondióesta.
—Mepreguntabaquéeralodemás.
—Ah, cosas de chicas —zanjó sin ninguna idea mejor—. No queremos
aburrirte.
Además,tuamigateespera.
—Porsupuesto—aceptómirandohacialamesaenlaquehastahacíaunos
minutos
estaba sentado—. Me ha alegrado mucho verte, Gabby. Encantado de
conocerte,Lana.
Estaúltimaasintióconlacabezamientrasladiseñadorasedespedía.
Cuando llegaron a la puerta de los vestuarios las dos estaban de los
nervios.
—¡Madremía!Esehombrees…Impresionante.Todavíametiemblanlas
piernassolo
pormirarle.Meencantanloshombrescontatuajes—chillóLanaconun
dejehistérico
enlavoz.
—Amítambién.
—Buenas tardes, Lana, deberías haberte duchado en cuanto terminó la
clase.Noes
bueno ir por ahí sudada. Hola, Gabby —saludó Rick con el ceño medio
fruncido.
Entraron en el vestuario, que ya estaba vacío, antes de retomar la
conversación.
—Dimequenomehaoídodecirloquehedicho—pidióLana.
—Notehaoído.
—Deacuerdo,ahoradímelocomositelocreyeras.
Gabrielle rio, todavía nerviosa por el chute de adrenalina que había
sentidoalvera
Blake.
—Nopuedo.Estoyseguradequelohahecho.
—¡Quévergüenza!
—Deesonada.Vergüenzaél,queteharegañadocomosifuerasunaniña.
—¿Túcreesquemeveasí?
—No, lo que creo es que no le ha sentado bien oírte hablar en esos
términosdeotro
hombre—explicóGabby,convencidadequeeltonodeRickhabíasidode
enfado.
—Nolocreo.
Lanaesbozóunasonrisatristemientraspensabaqueesosoloseríaposible
sisintiera
algoporella,ysaltabaalavistaquenoeraelcasoniprobablementefuera
aserlo
nunca.
—Yonomesorprenderíasielpróximodíaaparececonuntatuajeenorme
enelpecho
—seburlóGabrielledemejorhumor.
Media hora más tarde, mucho más tranquilas, salieron del vestuario
charlando
animadas. Estaban intercambiando los números de teléfono cuando Lana
sediocuenta
dequesehabíadejadolatoallaenelvestuario.Gabrielledecidióesperarla
mientrassu
amigaentrabaaporella.Sinnadamejorquehacer,sequedóapoyadaen
lapared
mirandoalagentequeibayvenía.Fueporesoquevioinmediatamentea
Blakesalirde
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la cafetería y caminar directo hacia ella. Su expresión era indescifrable,
peroensu
favorhabíaquenotarquesehabíadejadoasuamigaenlamesa.
Gabrielle le ofreció una sonrisa que pretendía ser alentadora y esperó
mientrasél
seguíaacercándose.LaaparicióndeLanahizoquevolvieralacabezapara
mirarasu
amigayque,cuandofijaradenuevosuatenciónenBlake,sedieracuenta
dequeeste
habíadadomedíavueltaparaentrardenuevoenlacafetería.Nohabíaotra
explicación
quejustificarasurápidadesaparición.
—Creoqueestoyempezandoatenervisiones—bromeóGabby.
—Normal,túamigoesunaauténticavisión.
—Nuncamejordicho.
Cuandollegóaltaller,Emilysehabíamarchadodejándoleunanotapara
decirlequese
había ido pronto a casa porque tenía planes para esa noche. No le había
dichoenqué
consistían ni con quién eran, pero Gabrielle estaba segura de que
implicabanacierto
fotógrafoamigosuyo.
De modo que abrió la lista de reproducción de música del ordenador,
seleccionóla
cancióndeBanksacordeconsuestadodeánimoysedispusoautilizarel
trabajopara
olvidarsedelhechodequelasdocedelanoche,horaquehabíapuestosu
madrecomo
tope,cadavezestabamáscercaysumóvilseguíasinsonar,apesardesu
inesperado
encuentroconBlake.
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Deocaaocaytiroporquemetoca
Emily estaba comenzando a preocuparse casi tanto como a molestarse.
Phil,su
exmarido, llevaba días llamándola e invitándola a salir y, al no obtener
respuesta,se
habíapresentadoeneltalleralahoradecomerparaasegurarsedequeno
pudiera
ponerunaexcusa.
Nunca en todos los años que había durado su matrimonio se había
presentadopor
sorpresa para llevarla a comer. En otras circunstancias se habría sentido
molestao
incluso incómoda, pero los seis meses de separación habían hecho
maravillasconsus
sentimientos,oconfaltadeellos.Sihubierasentidoalgoporélsehabría
lamentado
porque ahora que estaban divorciados se preocupara más por ella que
cuandoestaban
casados.Sinembargo,enesosmomentosloúnicoquelepreocupabaera
darconel
mododedesalentaraPhilparaquedejaradellamarlaybuscarla.
ElqueGabriellehubierasalidoacomerleimpidióalegartrabajoextray
sevio
obligadaaaceptarlainvitacióndePhil.
PoresemotivoEmilyseencontró,porprimeravezensuvidayesperaba
quetambién
porúltima,conunacitaparacomerconunhombreyunacitaparacenar
conotro
distinto. Con uno de ellos por compromiso; con el otro por placer, por
muchoqueselo
quisieranegarasímisma.
Tras la comida con los modelos a la que había acompañado a su jefa,
Theo,el
fotógrafo con el que flirteó en la fiesta de Woman on top, la había
acorraladopara
pedirleunacitaynohabíatenidomásremedioqueaceptar,porqueTheo
eralaclasede
hombrequesabíacómoconvenceraunamujer.
Lacitaparacomerconsuexmaridohabíasido…extraña,afaltadeuna
palabra
mejor.Enlasdoshorasquehabíanestadojuntos,hablaronmásdeloque
hicieronen
todossusañosderelación.Además,Philparecíaencantadoconella,como
silosseis
meses anteriores, en los que la había ignorado, la hubieran
metamorfoseadoenuna
personasumamenteinteresante.
—Estabas preciosa en las fotografías que sacó la revista —dijo con una
enorme
sonrisa—,cuandoestábamoscasadosnuncateinvitabanaestoseventos.
—Lo hacían. Gabby siempre me pedía que la acompañara, pero yo no
queríadejarte
solo.
—Podríahaberidocontigo.
Emily se calló que él nunca quisiera salir a cenar, con lo que mucho
menoshabría
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aceptadoacudiraunafiesta.
—Lodigodeverdad,mehabríaencantadoacompañarte.
—Permítemequelodude.Tenegabasasaliracenarconmigo,¿porqué
ibaaser
diferenteunafiestacongentequeniconoces?
—Sonfamosos.
—Supongoqueesoloexplicatodo—aceptódemalhumor.
La conversación siguió por los mismos derroteros y Emily, ansiosa por
deshacersede
él, jugó la baza del trabajo. Para ello telefoneó a Gabby, quien
seguramentesehabría
deshechodesumadreantessiquieradequellegaraelpostre.
Para su sorpresa descubrió que, aunque sí que se había deshecho de su
madre,se
encontrabaenunasituaciónquenuncahubieseesperado.
—Tengo que regresar al taller. Mi jefa no puede ir y tengo que
encargarmedeunos
cuantostemasporella—improvisó.
—Porsupuesto.Teacompaño.
—Noesnecesario,Phil.Esplenodíaysoyperfectamentecapazdeirsola
porla
calle.
—Insisto.
Por muchas ganas que tuviera de mandarlo a paseo se impuso la
educación,demodo
queaguantósucompañíamediahoramáseinclusofuecapazdesonreír
cuandoPhille
dijoquelallamaríadenuevoparavolveraquedarparacomer.
—Losiento,peroestamosapuntodelanzarlacolecciónparahombresy
voyaestar
muyocupada.
—Estoysegurodequecomerás,pormuyocupadaqueestés.
—Porsupuesto,peroprobablementelohagaenlaoficina,conGabby,o
setratede
unacomidadenegocios.
LosojosdePhilbrillaronalescucharlaúltimapartedelafrase.
—En cualquier caso te llamaré —dijo antes de inclinarse para darle un
besoenla
mejilla.
Emilyapretólosdientesmientrassonreíaconfalsedad.Nocomprendíael
repentino
interés de Phil. No obstante, no tenía ni ganas ni interés en preocuparse
porél.La
próxima vez que llamara o apareciera por el taller alegaría una reunión
importantey
problemaresuelto.
Su situación ya era bastante agotadora sin necesidad de tener a su
exmarido
revoloteandoasualrededor.Suvidaencomúnhabíaterminadoynotenía
intenciónde
cambiarelmatrimonioporunaamistadqueleshabíarehuidosiempre.
Unavezsentadaasumesa,conlalistade“tareaspendientes”frenteaella,
sedio
cuentadequesinGabrielleenlaoficinanoteníanadaurgentequehacer.
Pensóenvolverallamarla,peroalfinaloptópordejarleunmensajeensu
despacho
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avisándoladequesemarchabaacasa.Yalocompensaríayendoantesal
díasiguiente,
amenosqueseacostaramuytarde…
YesqueeraconscientedequeteníaquedecidirquéibaahacerconTheo,
siesque
podíahaceralgo.
Cuandoleconocióenlafiestayasabíaquenoeraunhombredesegundas
citas.
HabíaescuchadoaGabriellehablardeélendiversasocasioneseincluso
lohabíavisto
delejoseneltaller,cuandohabíaacudidoparahablarconsujefa,porlo
quesu
insistenciaenquecenaraconélleresultabademasiadosospechosa.
¿LehabríapedidoGabbyquelainvitaraasalirparaquedejaradequejarse
desu
mala suerte con los hombres? Si ese era el caso, iba a sentirse
avergonzadaporelresto
de sus días, decidió. No obstante, por muy amigos que fueran Theo y
Gabby,dudaba
mucho que él fuera a hacer algo que no deseaba solo por ayudar a una
amiga.
Noqueriendohacersemuchasilusionessobreelmotivodelainvitaciónse
metióen
la ducha y al salir se puso un sencillo vestido negro, largo hasta las
rodillasyunos
zapatos planos del mismo color. La única nota sexy se la permitió en la
lencería.
Detallequeestabaseguradequenadieibaaveresanoche,peroqueaella
lehacía
sentirespecial.
Acababadepeinarsecuandollamaronaltelefonillo.
Nerviosacomoestaba,abrióelportalylapuertadesucasaysemetióde
nuevoenel
cuartodebañoparacalmarse.
Cuando salió Theo estaba en la sala, vestido con vaqueros y con una
camisetanegra.
Inconscientementesemirólaropa.
—Estáspreciosa—dijoél,adivinandosuspensamientos.
—Tal vez demasiado arreglada. Podrías haberme dicho que íbamos a
cenarenun
restauranteinformal—lerecriminó.
—Novamosaningúnrestaurante.Cenamosenmicasa.
—¿Porqué?
—Hepensadoencocinarparati.
—Enesecasopodríashabermeavisadoyyomismahubieraidoatucasa.
Notenías
porquévenirarecogerme.
—Lo he dejado todo preparado y prefería venir a buscarte para que no
tengasque
volversolaacasaporlanoche.
—Deacuerdo.Dameunmomento—pidiósaliendodisparadaalacocina.
Allíabrióarmarioshastaqueencontróloquebuscaba:unabotelladevino
conlaque
elpadredeGabriellehabíaobsequiadoaalgunosdelostrabajadoresdela
empresaen
Navidad.
Volvióalsalónconlabotellaenlamano.
—¿Nosvamos?
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Theosonrióaldescubrirelmotivoporelquehabíadesaparecido.
—Todavíano.Nomehassaludadocomocorresponde—dijoacercándose
unospasos
aella.
—¿Ycómoesesoexactamente?
—Conunbeso,porsupuesto.
Emilyseenvaró.
—Por supuesto —aceptó, y cubriendo ella misma la distancia que les
separabaledio
unbesoenlamejilla—.¡Listo!¿Nosvamos?
Theo no protestó por el beso sino que sonrió visiblemente complacido
porhaber
logradoelobjetivodemolestarla.
—Las damas primero. —Se apartó haciendo un gesto anticuado con el
brazo.
—Gracias.
Contodaslaslucesencendidas,lacasadeTheoeramuchomásbonitade
loquele
habíaparecidolanochedelafiesta.Enlugardefotografías,lasparedes
estaban
repletas de cuadros de casi todos los movimientos pictóricos. Lo que
resultaba
sorprendentedadoaloquesededicabaeldueñodelacasa.
—Tengoungustomuyeclécticoenarte.
—Enarte…yaveo.
Sin hacer caso al sarcasmo de Emily, se encaminó hacia la cadena de
músicaypusoa
MichaelBublédefondo.
—Siéntatemientrasyoterminolacena—pidió.
—Prefieroayudarte,sinoteimporta.
LasonrisadeTheohizoquesuestómagodieraunavoltereta.
—Nosolonomeimportasinoquemeencantalaideadetenertedepinche.
Antes de que Emily pudiera decir nada el teléfono de Theo comenzó a
sonar.Lomiró
paraverquiénllamabaylosilencióenlugarderesponder.
—Puedescontestar.
—Noesnadaimportante—zanjó.
Durante los siguientes diez minutos el teléfono de Theo sonó dos veces
másyEmily
aprendióquelasostrasseservíancrudasconzumodelimón.Queelvino
blancoera
más adecuado que el tinto para el marisco y que Theo tenía sus propios
planesparaesa
noche.
Cuando salió de la cocina con el plato de ostras en la mano se quedó
plantadaenla
entradadelsalón,sorprendidaporloqueestabaviendo.
—¿Estásbien?—inquirióelfotógrafo,preocupadoporsureacción.
Emily cruzó el salón en tres zancadas y dejó el plato sobre la mesa,
maravillosamente
decorada.
—Puedequecreasqueporquetengocasicuarentaañosyhayaspreparado
uncambio
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de escenario con velas, música y comida afrodisiaca… estoy obligada a
derretirmepor
tus huesos y acostarme contigo, pero quiero que entiendas que no estoy
tandesesperada.
Theoabriólabocaylacerróvariasvecesantesdesercapazdedeciralgo
coherente.
Oalmenosalgoquenosonaramuymal.
—Noquieroacostarmecontigo—dijo,fracasandoestrepitosamente.
—¿Noquieres?—Habíamásvergüenzaquesorpresaenlapregunta.
—Bueno… Sí que quiero, pero no lo he planeado como tú supones.
Quieroconocerte
mejor.
—Por supuesto —aceptó con sarcasmo—, y los restaurantes no son un
buenlugar
paraconoceraunapersona.
—La verdad es que lo único que pretendía esta noche era deslumbrarte
conmisdotes
culinarias.
—Estábien—afirmó,sentándosealamesa.Derepentesesentíaestúpida
—.
¡Deslúmbrame!
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Uncafécargado,porfavor.Consentidocomúnysin
azúcar
Gabrielle estaba siendo una cobarde y no tenía intención de negarlo.
Lamentablemente
para ella, ser consciente de ello no iba a impedir que siguiera siéndolo
por,almenos,
mediahoramás.
Alzó la cabeza de su café cuando sonó la campanilla de la puerta de la
cafetería,que
anunciaba la llegada de otro cliente. Tal y como esperaba, era su nueva
amigalaque
entrabaenesemomento.
LanalabuscóconlamiradayGabriellealzólamanoparaindicarledónde
estaba.Le
habíaenviadounmensajeparadecirlequenoteníaintencióndeasistirala
clasede
Rick,yantelaspreguntasdesuamigahabíaterminadoporcontarledónde
estaba
escondida.
—¿Quéhacesaquí?—preguntócuandoseacercóhastadondeestaba.
—Reunirvalorparaentrar.
Lana no se sorprendió, lo que fue otro punto a su favor en opinión de
Gabrielle.
—Deacuerdo.¿Tieneestarepentinacobardíatuyaalgoqueverconeltipo
tatuado
delotrodía?
Asintióconciertopudor.
—Yconmimadre.
—Muy bien —dijo tomando asiento frente a ella—. Me tomaré un café
contigo
mientrasregresatuvalentía.
—Measombratufeenmí.
—¿Quéquieresdemí?Noteconozcotantocomoparahaberperdidola
esperanza.—
Sonrió.
LaactituddeLanahizoqueGabriellesesintieraarropadaymásrelajada.
—Gracias,esomehaayudadomucho.
—Esaeralaidea—dijosonriendo.
—SientomuchoquetepierdaslaclasedeRickpormiculpa.
—Nolosientas.—Secallóporquelacamarerasehabíaacercadohastala
mesapara
tomarlenota.
Cuando esta se fue, Lana no retomó la conversación y Gabby no quiso
presionarla.
Sin embargo, unos minutos más tarde fue la propia Lana quien le contó
quesehabía
encontrado con Rick en el ascensor y que este iba acompañado por una
morena
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deslumbrante.
—¿Viste algo que te hiciera pensar que eran pareja? —preguntó Gabby
coninterés.
—Ella era espectacular —apuntó Lana, como si el aspecto de aquella
mujerfuera
todoloquenecesitabaparaafirmaresehecho.
—Esonoessuficientecomoparapensarqueloson.
—Entonces,explícameporquéunamujeryunhombrevanacasadeuno
delosdosa
las siete de la tarde, bien vestidos y sonriéndose como si tuvieran los
labiospegadosa
losdientes.
—Creoquelomejoresquevayamosalgimnasioycanalicemosnuestra
frustraciónen
el deporte —comentó Gabrielle al tiempo que se levantaba de la silla—.
Tengola
sensacióndequetúlonecesitastantocomoyo.
Lanaseencogiódehombros.
—La clase de Rick ya habrá terminado —contestó Lana sin moverse de
dondeestaba.
—¿Qué sucede? ¿Acaso no hay más entrenadores guapos en este
gimnasio?¡Conel
dineroquecuestalamensualidad!—bromeó.
Graciasalacompañíadelapelirrojasehabíaolvidadoporunmomento
desus
propios problemas, lo menos que podía hacer era ayudarla a ella a
olvidarsedelos
suyos.
—Está Enzo, es italiano y muy guapo. Y también Jack, que es muy
interesante,perono
tengomuyclarossushorarios.Lasotrasmonitorassonchicas.
Gabriellesonrióconpicardía.
—¿QuétalsivamosaversieltalEnzoestádisponible?
—¿Yquépasaconturubioycontumadre?
—Nada,silesvemoslesdiré“hola”.Esmásquesuficiente—dijoriendo.
Unahoramástarde,GabrielleteníaquereconocerqueLanalehabíadicho
laverdad.
Enzo era un moreno guapísimo y, sobre todo, encantador. Además, la
suertesehabía
puestodesuparteynosehabíaencontradoniconBlakeniconsumadre.
Yloque
resultabamássorprendenteeraquesuprogenitoranolahabíallamadoni
presionado
paraverse.
“Muchomejor”,sedijo.NisumadreniBlakelahabíanllamado,loquede
algún
mododeberíaserunaliberación.Latensióndelaesperahabíaterminado.
Eltiempo
estipulado había acabado y seguir pensando en Blake era tan absurdo
comounapérdida
detiempo.
Lomejorquepodíahacereraretomarsuvidaypreocuparseporeléxito
delanueva
campaña, y si para ello tenía que contar con la imagen de Blake Scott,
contaríaconella.
Consciente de que la decisión estaba tomada se sentó en el banco del
vestuarioysacó
elteléfonomóvildesutaquilla.Lanaseestabaduchandoyayhabíamuy
pocagenteallí
en ese momento, por lo que podría hablar con Emily con relativa
tranquilidad.
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—Dime,Gabby—contestósueficienteasistente.
—NecesitoquellamesaScottyledigasquehemosdecididoqueseaélla
imagende
Gabrielle Gibbs. Después llama a Theo y a los de marketing para
anunciarlesmi
decisión.
—Muybien—aceptóEmilysinhacerningúncomentarioalrespecto.
—Avísamecuandoestéhecho.
—Cuentaconello.
Cuando colgó se sentía un poco mejor. Había actuado con madurez al
reconocerque
Blake era la persona indicada. Su profesionalidad, de la que tanto había
dudado
últimamente,lehabíapermitidodejaraunladoloquehabíapasadoentre
ellosyloque
leafectóquenolallamaracuandodijoqueloharía.
Sintiendo que se había quitado un peso de encima se quitó la ropa de
deporte,cogió
elgel,elchampúysefueenbuscadeunaduchavacía.
Cuando salió del agua se secó y se vistió, estaba destrozada. Cierto que
Enzoera
guapo, pero también era duro como entrenador. Le dolían todos y cada
unodelos
músculos de su cuerpo. Al terminar la clase estaba bastante bien, pero
cuandosu
cuerposeenfriótraselejerciciolasagujetasacudieronsinpudor.
BromeabaconLanasobrelomuchoqueledolíasujetarelbolsosobresu
hombro
cuandosetoparonconelitaliano,quehablabaconRickalaspuertasdel
vestuariode
mujeres.
—Hola, preciosidades, ¿cómo lo lleváis? —preguntó el culpable de sus
malescon
unasonrisaletal.
—Medueletodo—dijoLanadevolviéndolelasonrisaaEnzo.
—Amítambiénmeduelenhastalaspestañas.
Élsoltóunacarcajada,divertidoporlaocurrencia.
—Habéisestadomaravillosas.Esperoverosmañanaenmiclase.
GabriellemiróaLana,paradejarquefueraellaquientomaraladecisión.
Alfinyal
cabo,siLanadecidíadejardeiraclaseconRickellalaseguiría.
—Allíestaremos.
LasonrisadeEnzofuetanautomáticacomolaexpresióndesorpresade
Rick,quien
noseesperabaquelocambiaranporsucompañero.
—Estohayquecelebrarlo.Osinvitoaunzumo—dijoalegre—.Losiento
porti,
Rick, porque me llevo a estas bellezas conmigo, pero entiende que las
quierateneren
miclase—explicómientraslasmiraba.
—Loentiendo—aceptóconunasonrisaquesenotabaalaleguaqueera
falsayde
compromiso.
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Aguafríayconversacióncaliente
En cuanto llegó a casa, Gabrielle se preparó un baño que relajara sus
doloridos
músculos. Con esa idea en mente vertió sales perfumadas en el agua
caliente,tan
calientequeleenrojeciólapiel,ysemetióensubañeramientrasgemíade
placer
cuando su cuerpo entró en contacto con la pócima que calmó sus
doloridosmúsculos.
Emily todavía no la había llamado para confirmarle que el asunto del
modeloestaba
cerrado,asíquedejóelmóvilsobreeltaburetedelbañoenelquehabía
dejadolaropa
con la que se vestiría al salir. Nada de camisones sexys, que ni siquiera
teníaensu
armario. Para dormir se ponía una camiseta grande y unos pantalones
cortos.Laúnica
nota discordante en su atuendo eran las zapatillas de ir por casa, que
resultabanseruna
auténticamaravillaartesana.Realizadasconcuerosuaveyrevestidaspor
dentrocon
lanafría.
AlcanzóelmandodelacadenademúsicaparaponeraRihannayrelajarse
mientras
elcalordelaguasurtíaefecto.
Debiódequedarsedormida,porquecuandoabriólosojoselaguaestaba
tibiaysu
teléfonoestabasonandosobreeltaburete.Medioadormecidacontestó.No
esquele
hubieradadotiempoapensarenquiénpodíaestaralotroladodelalínea,
perosi
hubieseestadomásdespejadatampocohubierabarajadoesenombrecomo
posible.
—Hola,Gabby.SoyBlake.
—Séquiéneres—comentósonandomásbruscadeloquedeseaba.
Peroestabareciéndespiertay,además,sorprendidaporlallamada.
—Mealegraquetodavíamerecuerdes—bromeóél.
—Lo siento, es que me acabo de despertar —explicó—, me he quedado
dormidaenla
bañera.¿Puedollamarteluego?
—¡Espera!¿Estásdesnuda?—preguntófingiéndoseescandalizado.
El efecto en Gabrielle fue fulminante, la palabra en la voz masculina le
calentóel
cuerpodeformainstantánea.
—Suelo bañarme desnuda. —Dijo rápidamente la última palabra, sin
querer
deleitarseenella—.¿Porqué?¿Tútevistesparahacerlo?
La carcajada ronca de Blake no ayudó a que se concentrara en la
conversación.
—Maravilloso,milistacreceacadainstantequepasohablandocontigo.
—¿Tulista?
—Sí,yaséqueerespreciosa,queeresamable,deportista,quenollevas
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desconocidosatucasa,quetienescarácteryquetebañasdesnuda.
—Unalistamuyextensa—seburlóella.
—Hay algunas cosas más, pero son demasiado íntimas como para
contártelasasí,sin
apenasconocernos.
—Si tú lo dices, tendré que creerte, pero es que tampoco te conozco
mucho.
LarisadeBlakeleerizólapiel.
—Creoqueteheentretenidoytúqueríascolgarme—apuntó.
Elsonidodelgrifodelaguasonócomounestruendo.
—Yanotieneimportancia—aceptóGabby—.Estoyañadiendomásagua
caliente
para que puedas contarme el motivo de tu llamada y ahorrarme una de
vuelta.
DuranteunsegundoBlakenodijonada.
—Tedijequetellamaría.
Decidida a no soltar ningún improperio, Gabrielle se calló la réplica,
pocodispuesta
amostrarsusdebilidadesanteél.
—Yyosiemprecumplomispromesas.Esoesalgoquedeberíasañadira
tulista
sobremí—continuódiciendoél.
—¿No me digas que yo también tengo una lista? —Se esforzó en sonar
sorprendida.
—Por supuesto que la tienes. ¿Cómo está el agua ahora? —inquirió
cambiandode
tema.
—Caliente,graciasporpreguntar—dijocerrandoelgrifo.
—Estupendo.Elaguaestácalienteytúestásdesnuda.—Bufósonoramente
antesde
volverahablar—.¿Yatehasenjabonado?
—La verdad es que no. Como te he dicho me he quedado dormida en
cuantomehe
metidodentro.
—¿Porquénolohacesahora?
—¿Perdona?
—Enjabonarte. No tengas prisa, yo te espero lo que haga falta. Eso sí,
cuéntamecómo
lohaces,preciosa.
Gabrielle soltó una carcajada divertida. La somnolencia anterior había
desaparecido
porcompleto.
—¿Quieresquepractiquemossexotelefónico?—preguntótodavíariendo.
Esehombreeracapazdeencandilaracualquiermujerpormuycabreada
que
estuvieraconél.Despuésdenohaberlallamadocuandodijoqueloharíay
de
encontrarleconunamorena,pretendíaborrarlaafrentaconsuencantoy,
aunque
Gabrielleestabaseguradequelefuncionabaconelnoventaynuevepor
cientodelas
mujeres,ella,porprincipios,estabafueradeesaestadística.
—Cariño,quieropracticarsexocontigodelamaneraquesea.
—Deacuerdo—aceptóGabby—.Podríaserinteresante.
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Blake estaba encantado, aunque eso era porque no estaba viendo su
expresión
calculadora;dehaberlavistoselohabríapensadoantesdeseguirconel
juego.
—Estoycogiendoelgelyderramounpocoenlapalmademimano.Su
aromaa
fresasconnatameestáhaciendolabocaagua.¿Tegustanlasfresascon
nata?
—Meencantan.
—Amítambién.¿Pordóndequieresqueempieceaenjabonarme,Blake?
Túmandas.
¿Porarribaoporabajo?
—Difícil elección. Por arriba, creo —respondió, pero su voz ya no
sonabatanfirme
comoalprincipiodelaconversación.
—Deacuerdo,comoprefieras…
—Meencantaquedigaseso,peroestoypensandoquequizástienesrazón
ylomejor
seráquehablemoscuandonoestésdesnudanimojada—dijoconlavoz
ronca.
—Vamos,Blake,dideunavezparaquémehasllamado,queestémojada
ydesnuda
nodeberíaserunproblemaparati—leprovocó.
—Tienes razón, tampoco es la primera vez que estás así conmigo. —
Tomóaireantes
delanzarse—.Tellamabaporquequieroinvitarteacenar.
—Estoyocupada,perogracias.Eresmuyamable.
—Si todavía no te he dicho cuándo, ¿cómo puedes saber que no estarás
libre?
—Porquetengomuchotrabajo.—Suexcusasonabaexactamentecomolo
queera:una
lamentableexcusa.
—¿Meestásdiciendoquenoquierescenarconmigounosminutosdespués
dehaber
tenidosexotelefónico?—LaincredulidadteñíalavozdeBlake,quiensin
dudaestaba
pocoacostumbradoaquelasmujereslerechazaran.
—Supongoquesí.Aunquehasidounsexopocosatisfactorio,¿nocrees?
—¿Cómodices?—preguntódesconcertado.
—Quenovoyasalircontigo.
—¿Porqué?
—Estoymuyocupadayelaguavuelveaestarfría.Voyatenerquecolgar,
Blake.Te
veréenlasesióndefotosdelasemanaqueviene—dijouninstanteantes
decolgarle
sinopciónaqueprotestara.
Habíahecholocorrecto,sedijo.Lehabíacostado,porqueBlakeeratan
seductorpor
teléfonocomoenpersona,perodespuésrecordóquelehabíaprometido
llamarlayque
no lo había hecho hasta que Emily le había notificado que el puesto era
suyo,ylarabia
lacegó.
Aunque su asistente se hubiera olvidado de avisarla, Gabrielle estaba
seguradeque
habíacumplidoconsupeticiónyelasuntodebíadeestaryazanjado.
Lo mejor era asegurarse, de modo que llamó a Emily y cinco minutos
mástardey,tras
unaseriededisculpasmuylargasporpartedesuamiga,Gabbysupoque
rechazara
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Blakehabíasidolomejor:talycomosupuso,esamismatardeselehabía
informadode
que iba a ser la imagen masculina de la nueva colección de Gabrielle
Gibbs.
Unasituacióntanindiscutiblecomopeligrosa.
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Cosasdechicas
ElviernesporlatardeniGabrielleniEmilyteníanganasdequellegarael
finde
semana. La primera no tenía planes y, tras su cena con Theo, en la que
habíasido
particularmenteborde,elfotógrafonohabíavueltoallamaralamorena,
loquela
dejabasinnadaquehacer.Arrastraseporsupisocomoalmaenpenano
eraunaforma
divertidadepasarelfindesemana,porloqueGabrielledecidióquetenía
que
organizarunasalidaconamigas,emborracharse,coquetearcomolocay
reírsemucho
más.
UnavezquetuvoconvencidaaLanadequesaliresanocheeraunagran
idea,llamóa
Emilyasudespachoylehizolamismapropuesta.
Una conversación a tres orquestada por la diseñadora fue el primer
acercamiento
entresuasistenteysunuevaamigay,talycomolehabíasucedidoaella
misma,Emily
conectóalinstanteconlapelirroja.
Cuatrohorasdespuésseencontrabanlastresconsusmejoresgalasenel
tallerde
Gabrielle,dondeestaleshabíapermitidoescogerzapatosdelalmacén.
—Madre mía, Lana —exclamó Gabby al fijarse en su atuendo y darse
cuentadel
tamañodesuspechos—,laropadeportivanotehacejusticia.
—Nuncasubestimeselpoderdeunbuensujetadorconrelleno—confesó
lapelirroja
entrerisas.
—Elmismoefectoqueunoszapatosdetacón—apuntóEmily.
Gabriellesonriócomplacidaporelcomentario.
—Totalmentedeacuerdoconlasdos.—Yañadióconunasonrisatraviesa
—:
Escojansuszapatos,chicas.
LosgritosdefelicidaddesusamigasemocionaronaGabby,queyatenía
puestosuno
de sus stilettos favoritos: negros y con un tacón transparente de más de
diezcentímetros
quecombinabanalaperfecciónconunablusaoscuraylafaldatubo.Lana
sequedócon
unosunpocomásbajos,decolorrojoconpulseraaltobillo,querompían
eltotalblack
desuvestidoybolso.YEmilysecalzóunosdecolorgrismarengocon
tachuelasque
conseguía darle un toque rebelde a sus pantalones pitillo y a la blusa de
gasaquehabía
escogidoparalanoche.
—Ya estamos listas —apuntó Gabrielle—. Ahora hay que ver dónde
vamosacenar.
—Esviernesynohemosreservado,asíquevaaestarunpococomplicado
encontrar
mesalibre—comentóEmilyconsuhabitualcaráctermeticuloso.
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—¿Por qué no vamos al centro y entramos en el primer restaurante que
tengaunamesa
libre?—propusoLana.
—Meparecebuenaidea.Además,tengounasorpresaparavosotras.—El
tono
misteriosodeGabrielledespertólacuriosidaddesusamigas.
—¿Quées?—Lanaestabaemocionadaconlasalida.Hacíamuchotiempo
quenose
divertíatantoylanochenohabíahechomásquecomenzar.
—Salgamos,lasorpresanosesperaenlapuerta.
LanayEmilysepusieronencabeza,ansiosasporsaberdequésetrataba.
Cuando
llegaron a la entrada del taller una brillante limusina les esperaba en la
puerta.Roberta
suladolessonreíadivertido.Aunquecuandoconducíalalimusinaeralas
pocasveces
que vestía de uniforme, esa noche se había saltado el protocolo y vestía
vaquerosy
camisay,aunasí,emocionóalastresdamasqueteníadelante.
—No puedo creérmelo. ¿Vamos a ir montadas en esto? —inquirió Lana,
encantada.
Aunque Emily también estaba emocionada por la limusina, estaba más
acostumbrada
queLanaaviajarenella,porloquesemostrómenosentusiasmadaquela
pelirroja.
—Porsupuesto,yhaychampagneenelinterior.
Entrenado como estaba para ser eficiente, Robert rodeó el vehículo y
abriólapuerta
para que entraran las mujeres. Gabrielle le miró con una expresión de
disculpaenel
rostro,peroaélparecíadivertirleelentusiasmodesusclientasporqueno
dejóde
sonreír.
Durante el trayecto hasta el centro, que fue más largo de lo habitual
porqueRobertles
diounavueltaporLondresenlalimusina,lastressebebieronunadelas
botellasde
champagneehicieronlapromesadenohablarsobrehombresdurantela
noche.Erauna
salidadechicas,paradivertirse,noparalamentarse.
Conelbuenhumorimperanteseatrevieronaentrarenunasiáticoenorme
quese
encontrarondespuésdedejaratráselcentro,porquetodoslosrestaurantes
estaban
llenos. La llamativa fachada, que no dejaran de entrar clientes y que
parecierateneruna
zonadechilloutfuedefinitivaparaquesedecidieranaentrar.
—Estoestáunpocollenodechinos,¿noosparece?—preguntóEmily—.
Somoslas
únicasoccidentalesdetodoellocal.
—Buena señal, seguro que la comida es auténtica —apuntó Lana con
optimismo.
—EnesotengoquedarlelarazónaLana—decidióGabrielle.
Tuvieron suerte y a pesar de la cantidad de gente que abarrotaba el
comedorhabía
mesaslibres,asíquepudieroncenarallísintenerquedestrozarsemáslos
piesconlos
tacones.ApeticióndeGabrielle,Robertlashabíadejadoenelcentroyno
iríaa
recogerlashastaqueestalellamaracuandoquisieranvolveracasa.
En cuanto estuvieron sentadas, hasta Emily se tranquilizó al comprobar
queel
servicioerarápidoylacomidadeliciosa.
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Traslacena,lagentecomenzóasalirenestampidahacialazonaqueellas
habían
creídoqueeraunchillout,porloqueconmuchacuriosidadsiguieronal
gentío.La
iluminación era más tenue en esa parte del restaurante y había un
escenarioiluminado
porfocos.Aligualqueenelcomedorhabíamesasysillas,soloqueestas
últimas
parecían más cómodas, con brazos y forradas en satén rojo y negro.
Frentealescenario
se ubicaba una barra que iba de lado a lado de la pared. Tenía el suelo
enmoquetadoen
el mismo rojo de las sillas y varias señales de neón indicaban dónde
encontrarlos
cuartosdebaño.
—Estotieneunapintaunpocorara.Tengolasensacióndequenoesun
chillout.
Emilyeralaqueparecíamáspreocupadadelastres.
—Vamosasentarnosenunamesayaverquépasa—propusoGabrielleal
tiempoque
buscabaconlamiradaunsitiolibre—.¡Allí!¡Vamos!
La mesa estaba cerca del escenario, y desde esa distancia distinguieron
varias
pantallas de televisión y cuatro micrófonos altos. Taburetes y un cuadro
eléctricoque
noteníanlamenorideadeparaquéserviría.
Uncamarerotanoccidentalcomoellasseacercóparatomarlesnota.
—Buenasnoches,¿quévaaser?
—ParamíunCosmopolitan,porfavor—pidióGabrielle.
Elchicolasmiróconfuso.
—Tienen que pedir las bebidas en la barra. Les preguntaba qué canción
vanacantar.
—¿Cómodice?—LacaradeLanateníalamismaexpresióndesconcertada
quelade
susamigas.
—Esnochedekaraoke.Poresoestátanlleno—explicóconunasonrisa
comprensiva.
—¿Dóndenoshemosmetido?—serioEmily.
Lasotrasdoslasecundaron.
—Puede ser divertido —afirmó Gabrielle—. ¿Tenéis alguna lista de
cancionespara
quepodamosescogeruna?
Elchicoseñalólacartaquehabíaenelcentrodelamesa.
—Estupendo.¿Nosdasunpardeminutos?
Asintiendoconunasonrisasemarchóparaatenderalasotrasmesas.
—¿De verdad vamos a cantar? —preguntó Emily entre asustada y
emocionadaporla
idea.
—Deverdad—zanjóLana—.Yovoyaporlasbebidasyvosotraselegís
loque
vamosacantar.
Lapartemáscomplicadafueelegirunacanción.CuandoLanaregresóde
labarracon
tresCosmopolitan,niGabrielleniEmilyhabíansidocapacesdellegara
unacuerdo.
DenuevofueLanalaqueresolvióelproblemaproponiendounacanción
quelastres
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conocían:Iknewyouweretrouble,deTaylorSwift.
—Sesuponíaquenoíbamosahablardehombres—protestóEmily.
Lanaparecíaconfundida.
—Nolohemoshecho.
—Lacanciónvadehombres—explicó.
Gabrielleestallóencarcajadasantelaatentamiradadesusamigas.
—Todaslascancioneshablandehombres,Emily,noseastanliteral—la
regañóentre
risas.
Menosmalquecuandolestocóactuaryallevaban,ademásdelchampagne
ydelvino
delacena,doscosmosporqueelniveldelosqueactuarondelantedeellas
fue
increíble.Lagentellevabapreparadaslascancionesyalgunosinclusose
marcaban
unosbailesenelescenario.
Hubo cantantes que utilizaron el chino; sin embargo, la gran mayoría
cantóeninglés.
Cuando el maestro de ceremonias las llamó desde el escenario, las tres
subieroncon
unpocodemiedo,perotraslosprimerosacordessevinieronarriba,de
modoque
cuandollegóelestribillolodierontodoeinclusolograronqueelpúblico
lassecundara
ycantaraconellas.
NowI´mlyingonthecoldhardground
Oh,trouble,trouble,trouble
Oh,trouble,trouble,trouble.
Cuandofinalizólaactuaciónelpúblicolasaplaudiódelolindo.Tantoque
inclusose
atrevieronarepetirconunacancióndeAdele.Trasesorecibieronvarias
botellasde
champagneensumesaeinclusoalgúnatrevidoseacercóparafelicitarlas
enpersona.
Contantaemoción,alahoradevolveracasaRoberttuvoqueayudarlasa
entrarenel
coche.
La más perjudicada fue Lana, por lo que decidieron llevarla a ella en
primerlugary
ayudarla a meterse en la cama. El conserje se mostró muy solícito y les
abriólapuerta
atodaprisaencuantodistinguióaLanaenbrazosdelchófer.
Todo estaba yendo bien hasta que las puertas del ascensor se abrieron y
Rickapareció
frenteaellasconlaqueGabriellesupusoqueeralamorenaesculturalde
laquele
habíahabladolapelirroja.
—¿Lana? Dios mío, ¿estás bien? —preguntó saliendo a toda prisa del
ascensory
olvidandoasuacompañante.
LamiradaquelelanzóaRobertnopasódesapercibidaparaGabrielle,que
aunque
intoxicadatodavíaeracapazdepensarconciertaclaridad.
RobertsolousabaeluniformeparaloseventosalosqueGabbyteníaque
irde
etiqueta. De modo que lo único que Rick veía era a un tipo guapo que
llevabaaLanaen
brazos.
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Emily le lanzó una mirada apreciativa a Rick que le escaneó de arriba
abajo,yasintió
alzandolascejasmientrastratabadeescondersusrisitas.
—Estoy bien —masculló la aludida al tiempo que intentaba bajar de los
brazosde
Robert—.Solounpococansada,poresomellevanenbrazos.
—Entiendo—dijoRickmirandoaGabrielle—.Hola,Gabby,notehabía
visto.
—Notepreocupes.
—¿VaisaacompañaraLanahastaarriba?¿Olavaasubirélsolo?—La
preocupacióneraauténticaaligualqueloscelosquedestilabalafrase.
—Sí,subimosconella.DehechoEmilyyyonosvamosaquedaradormir
conLana
—decidió de repente—. La noche es joven —comentó mirando a la
morenaqueparecía
enfadaporqueRicksehubieraolvidadodeella.
—Enesecaso,pasadlobien.
—Tútambién,Ricky.Pásaloestupendamente—comentóLanaaferrándose
confuerza
alcuellodeRobert.
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¿Quehicequé?
—Diosmío,meestoymuriendoytúvienesatorturarme—sequejóLana
cuando
Gabriellefueadespertarlaconunanalgésicoyunatazadeté.
Tal y como le dijo a Rick la noche anterior, Emily y ella se quedaron a
dormirenel
dormitoriodeinvitadosdeLana,demasiadocansadasypreocupadaspor
suamiga
comoparairseacasa.Noyatantoporlaintoxicaciónetílicasinoporsu
reacción
cuando se toparon con Rick y su acompañante. Después de que él se
marcharaconla
morena,LanaseaferróalcuellodeRobertysedeshizoensollozos.
Gabriellesabíaquedehaberestadosobriasureacciónhabríasidodistinta,
pero
saberesonolatranquilizaba.
—¡Venga!Tómateesto.Emilyestáhaciendotostadasparaasentarunpoco
el
estómago.
—Prefieroquesigadepie,gracias.
—Si todavía tienes ganas de bromear es que no estás tan mal como
pareces—dijo
Gabrielletirandodelasmantasparahacerlasalir.
AunquehabíasidoRobertquienladejósobrelacama,fueronEmilyyla
propia
Gabby quienes después de consolarla la ayudaron a quitarse el vestido y
loszapatos.
Sonrió al recordar lo mucho que les había costado que accediera a
quitarseloszapatos.
—Ay, Dios mío —se lamentó Lana, interrumpiendo sus pensamientos—.
Dimeque
ayernovimosaRick.
—Lovimos,ysinomeequivocolellamasteRicky.
ApesardelomuchoquesehabíaquejadoLana,selevantódeunsaltosin
rastrode
losgimoteosanteriores.
—¿Quelellaméqué?
—Ricky,yhededecirensufavorquenopareciómolestoporelapelativo
cariñoso.
Lana se llevó las palmas de las manos a la boca, como si pretendiera
acallarlas
palabrasquehabíapronunciado.
—Creoquenovoyapodermirarlonuncamásalacara.
—Noseasexagerada.Nocreoquetelotengaencuenta,estabasunpoco
bebida.
La réplica indignada de Lana se quedó en su garganta cuando sonó el
timbredela
puerta.
—¿Esperasaalguien?—preguntólarubiaconcuriosidad.
—No.Mimadreentrasinllamar.
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—Pues ni Emily ni yo vamos vestidas para recibir visitas —dijo
mirándose.
LanocheanteriorhabíantenidoqueecharmanodelarmariodeLanapara
encontrar
algoconloquedormir.Emilylohabíatenidomásfácilporque,aunquela
pelirrojaera
muy delgada, a ella todavía le servía su ropa, pero Gabrielle tuvo que
conformarsecon
unpardepantalonescortosyunacamisetaviejadelamadredeLana.
—¿Rompimosalgoayercuandollegamos?¿Insultéalconserjeomereí
deél?—
quisocerciorarseLana.
—No.
—Entoncesvoyaabrir—dijoLanaarrastrándosehastalapuerta.
—Antesdeberíaslavartelacara.
Lanasegiróylelanzóunamiradacabreadaquehizoreírasuamiga.
Detodaslaspersonasquepodríanhaberestadoalotroladodelapuerta,la
última
visitaquenadiehubieraimaginadolasaludóconunabandejadecartónen
lamanoque
conteníacuatrovasostamañoextragrandedecafébiencargado.
—Buenos días —dijo Rick—. Has tardado mucho en abrir. ¿Te he
despertado?
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó cuando por fin fue capaz de
articular
palabras.
—Oshetraídocafé.¿Puedopasar?
Lana se apartó para que lo hiciera y señaló la cocina, donde estaban las
demás.
—¿Teencuentrasbien?
—Estupendamente.¿Nomeves?
Rick tuvo la amabilidad de no comentar nada sobre su cara pálida, sus
ojerasnisu
maquillajecorrido,loqueenopinióndeGabriellefuetodoundetalle.
Cuandoentraronenlacocinalasexpresionesdesorpresadelasotrasdos
fueron
mucho más discretas que la que había puesto Lana al abrir la puerta y
encontrarleallí.
—Buenosdías,hetraídocafé—anuncióRickconsuperfectasonrisa.
Enningúnmomentoparecíaintimidadoporestarcontresmujeresquele
observansin
disimulo.
—Nosotrastenemostostadas.¿Quieresuna?—ofrecióEmily.
—Me encantaría, soy Rick —se presentó, extendiendo la mano para
saludarla.
—Emily —dijo la morena, sonrojándose cuando la tocó—. Lana, tu
cocinaesuna
auténticamaravilla.Notefaltadenada.¿Tegustacocinar?
—Odiococinar—dijoestasindarmásexplicaciones.
—Puescualquieralodiríaviendotodoloquehayaquí—insistióEmily.
—Sonregalos—contestóLana,denuevoevitandoeltema.
RickcabeceóafirmativamenteyEmilypensóqueeramuyguapo,perole
faltabaalgo
para acelerarle el pulso del modo en que lo hacía Theo. Aun así era
guapo,esonoselo
podíanegar.
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—AGabbyyalaconoces—intervinoLana.
—Hola,Gabby.
La rubia le sonrió como respuesta, y antes de que la situación pudiera
volverse
incómodaloscuatroestabansentadosalamesadelacocinabebiendocafé
ycomiendo
tostadas.
Era la primera vez desde que trabajaron juntos en la web que Rick se
pasabaporcasa
deLana.Apesardeverseprácticamentetodoslosdíasenelgimnasio,su
relaciónse
habíaenfriado,yenesasocasionesnohablabanmásalládeunsaludoo
unabreve
indicaciónsobrecómohacerlosejercicios.
Portodoesoeraextrañoquesehubierapresentadoallíaquellamañanay
quese
mostrara tan cercano con ellas. Incluso había intentado reclutar a Emily
paraque
tambiénseapuntaraalgimnasio.
—No pienso cambiar de opinión —explicó Emily—, tengo un problema
de
descoordinaciónymeniegoahacerelridículo.Eldeportenoesparamí.
—Tehevistoentacones,nohaynadadescoordinadoenti—serioél.
—Eso es culpa mía, fui yo la que la aficionó a los zapatos de tacón —
confesó
Gabrielleconciertoorgullo.
La conversación siguió del mismo modo amigable hasta que Rick se
levantó,tras
mirarsurelojdepulsera,yanunciarqueteníaunaclaseprevistaenmedia
hora.
—El gimnasio es tuyo, deberías poder descansar un sábado —comentó
Lana,
preocupadaporquetrabajaratanto.
—Y lo hago, esta tarde. Esta tarde tendré toda la tarde para mí solo. Y
pienso
limitarmeanohacernada.—Sonriócomosifueraunplanmaravillosoy
desapareció
decasadeLanaenunabrirycerrardeojos.
Gabrielle, que había estado pendiente de Rick, estaba casi segura de su
interésen
Lana. Lo que no lograba comprender era qué tipo de interés tenía en su
amiga,
¿amistosooamoroso?¿Quiéneralamorenadelascensor?Y¿porquése
mostraba
indiferente con Lana en sus encuentros en el gimnasio? Dudas que tenía
pensado
resolver.
—Unacosaestáclara:olamorenanolohaentretenidotodalanocheola
hadejado
solamuyprontoparatraernoscafé—apuntóGabrielleconunasonrisa.
—Completamentedeacuerdocontigo—secundóEmily—.Creoquetienes
más
posibilidadesconRickdelasquecrees.
—Solohasidoamable.
—No tenía por qué serlo. Un momento… —Gabrielle se calló como si
acabarade
tenerunaideamagistral—.Alomejorfuetusujetadorconrellenoloque
lohipnotizó
—seburló.
Lana, que tenía una tostada en la mano, se la tiró sin pensar mientras
Emilysereía
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agarrándoselassienes.
—Nomehagáisreír,porfavor,quemeduelelacabeza—sequejó.
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Esbiensabidoquelacabratiraalmonte
CuandoEmilyllegóacasaelsábadoporlamañanaestabadestrozada.El
viernes
había sido una locura. Lana era estupenda y la noche fue divertidísima,
peroyanotenía
edadparairhaciendoellocoyloúnicoconloquesoñabaeracondarse
unaduchay
tumbarseenelsofáaleeroverlatelevisión.
A pesar de tener claras sus intenciones, lo primero que hizo en cuanto
llegóacasano
fue darse la tan deseada ducha, sino que se encaminó directamente al
contestadorpara
comprobarlosmensajes.
Su móvil había estado en silencio durante toda la noche y la mañana
siguiente.Y
aunque le cabreaba muchísimo que le importara tanto que Theo no la
hubierallamado,
unacosanoquitabalaotrayahíestabaella,escuchandolosmensajesdel
contestador,
enfadaydecepcionadaporquelavozquesonarafueraladePhilynola
delfotógrafo.
Suspirósonoramentecuandoelsegundomensajedesuexmaridoanunció
quela
invitaba a cenar. Empezaba a darse cuenta de que tendría que ser más
directaydejarle
claroquenoqueríacenarconél,nicomer,nisaliraningunaparteensu
compañía.
Duranteloscasidiezañosquehabíaestadocasadaconélaprendióquea
Philnole
gustabasaliracomerfuera,quenoeranadadetallistayquenolaquería
tantocomo
ella había creído cuando se casaron. Y con todo eso asumido tomó la
decisiónde
pedirleeldivorcio,unasituaciónqueélaceptósinintentarconvencerlade
que
siguieranjuntos,dequevieranaunconsejeromatrimonialoquesedieran
untiempo
antes de tomar una decisión tan drástica. Por todas estas razones, que la
llamarayse
presentara en su oficina para invitarla a comer estaba empezando a
parecerle
sospechoso.
Decididaanoestropearseeldíaconpensamientosdolorosos,dejódelado
aPhilya
Theoysemetióbajoelchorrodelaguacaliente.
Cuando salió se puso el pijama y se tumbó en el sofá con un té recién
hechoenlas
manos.
Después de pasar prácticamente cien canales sin encontrar nada que le
gustara,dejó
puesto un canal de teletienda que, al menos, era divertido. Porque por
muchoquela
gente gastara el dinero en tonterías era imposible que hubiera nadie que
compraraesas
cosasque,ademásdeinútiles,erancarísimas.
Elanunciodeunnuevoproductolahizoreíracarcajadas.Unamilagrosa
cremaque
aplicadaenlossenosconunossencillosmasajescircularesaumentabael
tamañodel
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bustohastacuatrotallasmás.
NopudoevitarmandarleunmensajeaLanaparacontárselo.
Sunuevaamigalallamóalinstante.
—Sin duda es mejor que mi sujetador con relleno —se burló—.
Encárgameunoyya
tedirésifunciona.Esosí,pagastúquetienepintadesercarísimo.
Emilysiguióriendo.
—¿Deverdadcreesquealguienlocomprará?—Emilyalucinabacuando
aparecieron
varias mujeres, con mucho pecho, asegurando que ellas habían usado el
productoyque
leshabíafuncionado.Losescotesexageradosquellevabandabanbuenafe
deello.
—Lespagaránparaquelodigan.
—Losé,perodóndequedalaintegridad.¿Porquéestancomplicadodar
conalguien
queseasincero?
—¿Por“alguien”deboentender“hombres”?
—Esposible—concedióEmily.
—Creo que es imposible, genéticamente hablando tienen una tara —
bromeóLana
tratandodeanimarasuamiga.Antelafaltaderespuestavolvióainsistir
—.¿Estás
bien?
—Sí,soloestoyunpoquitocansadayparecequeesomeponequisquillosa
—se
disculpó.
Hablaronunosminutosmásycolgaron.
Eracasilahoradecomer,peroEmilynoteníahambre,porloquecerró
losojoscon
intenciónderelajarseysequedódormida.
Cuando se despertó ya no entraba luz en casa. Todavía quedaban horas
paraque
terminaraelsábadoyyaseleestabahaciendoeterno.
Descansar y ver la televisión estaba bien para un rato, pero el fin de
semanaseleiba
a hacer interminable si no encontraba algo con lo que entretenerse. Se
encaminóhastael
despachó,cogióelportátilysedispusoaleerlaprensa.
Una cosa llevó a otra y, antes de que fuera consciente de lo que hacía,
estabametida
ensucuentadeInstagramparaverlasfotosdeTheo.
—Sinoquierequeveasusfotografíasquepongalacuentaprivada—dijo
envozalta
—.Yo,desdeluego,novoyaseguirle.
Sinembargo,sequedóparalizadacuandoestuvodentrodesuperfilyvio
lasúltimas
cincoimágenesqueelfotógrafohabíasubido.Laprimeradeellaserade
hacíatres
días,despuésdelacenaensucasa.Porlaslucesdelfondoyeldecorado
dela
fotografíaestabaclaroquelahabíansacadoenunafiesta.Además,laropa
delarubia
erademasiadoescasaparasaliralacalle.
LascuatroimágenessiguienteserandelaplayayenellasaparecíaTheo
con
diferenteschicasenbikinisminúsculos.
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Asíqueeseeraelmotivoporelquenolahabíallamado,porquesehabía
idoconun
grupo de amigas a la playa. Pero ¿en qué playa podían ir vestidos así si
estabanen
marzo?
Volvióamirarlafotografíaaversihabíalocalizacióndelaimagen,pero
enese
puntoeraenloúnicoenloquehabíasidodiscreto.
—¿Quénaricesteesperabas?Noteacostasteconéleldíaqueteinvitóa
cenaryno
tehallamado.Yanoeresinteresante.Alosmujeriegosnolesinteresanlas
mujeres
comotú,loquedeberíassentircomouncumplido.
Intentandoanimarseapagóelportátilylatelevisiónyseencaminóhastael
despacho
en busca del único libertino que no le fallaba nunca: Sebastian, lord St.
Vincent.
Conellibroenlasmanossedejócaerdenuevoenelsofáyseprometió
quenoibaa
dejarse engatusar de nuevo por ningún hombre cuyo historial amoroso
pudiera
equiparaseallistíntelefónicodetodoLondres.
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¿Ysiespormí?
Traslanochedelviernes,enquelasalidaconsusamigassedescontroló
unpoco,el
findesemanafuebastantetranquiloparaGabrielle,quededicóelrestodel
sábadoa
leeryamimarseconhorasdesueñoreparador.
Apesardesusbuenasintencioneseldomingoyaestabacansadadedormir
ydeno
hacernada,porloquenopudoseguirescondiday,envistadequenotenía
ningúnplan,
decidió ir a comer a casa de sus padres, que siempre la recibían
encantadosaunquese
presentarasinavisar.
Aunasí,llamóparaasegurarsedequenoteníanplaneadosalir,ycuálfue
susorpresa
cuandoalllegarsetopóconquesumadrenohabíacocinadonadaporque
pretendía
pedircomidaadomicilio.Nohabríasidoextrañoencualquierotramujer,
peroCecily
eraunavegetarianaorgullosaydeclaraday,porconsiguiente,obligabaa
losqueibana
sucasaacomerloqueellacocinara,queporsupuestonuncaeracarneni
huevosni
ningúnalimentoquederivaradeunanimal.
Noobstante,apesardelavenatolerantereciéndescubiertaensumadre,
quienno
solo pidió cerdo agridulce sino también ternera con setas, lo más
llamativodeldíapara
Gabrielle fue la actitud de su progenitora, que no se limitó a mostrarse
razonableconla
comidasinoquetambiénfuecomplacienteentodolodemás.
—Mamá,notehevistoporelgimnasio.¿Hascambiadodehorario?Creía
queibas
porlastardes—comentóGabriellemientrascomían.
Después de todo era cierto. Los tres primeros días había entrado en el
gimnasiocon
miedodeencontrarseasumadreyqueestasededicaraadarleunadesus
charlassobre
susupuestosobrepesoenpúblico.
—Sí,bueno…Mepareciómejordejarqueteadaptarasantesdeaparecer
porallí.
Asíqueheestadoyendoporlamañana,quetambiénesunhorarioqueme
vienebien.
—¿Cómodices?—Larespuestaladejódesconcertadaunossegundos.
No toparse con ella era precisamente lo que había esperado, la sorpresa
eraque
hubiera sido Cecily la que decidiera evitarla y no al revés. ¿Acaso su
madrese
avergonzaba de ella? Siempre habían discutido por el tema de las dietas
quela
obligaba a seguir desde que llegó a la adolescencia, pero en su última
conversación
Gabriellehabíallegadoacreerquesumadreporfinhabíaaceptadoque
teníaun
cuerpo que, aunque la sociedad no lo considerara perfecto, a ella le
gustaba.¿Sehabría
equivocadoysumadreseguíapensandolodesiempre?
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Cecily, que no se esperaba que su hija insistiera con el tema, empezó a
sentirse
incómodaalcomprenderqueteníaquedarleunarespuesta.
—No quería presionarte —musitó sin mirarla—. Ni que te sintieras
incómodaporque
yoestuvieraallí.
—¡Oh!—Sequedócalladaunossegundossinsaberquédecir—.Gracias,
mamá.Eso
hasidomuyamableportuparte.
Su padre, que había seguido el intercambio en silencio, intervino para
apoyarasu
esposa.
—Tumadrehasidomuyconsiderada.Alomejorpodéisasistiralgúndía
juntasauna
clase.
—Esoestaríabien—concedióGabrielle,sorprendiéndolosatodos.
Queríaasumadre,siemprelahabíaquerido.Elproblemaeraquenosabía
cómo
conseguir su aprobación y por eso la incomodaba tenerla cerca, porque
teníala
impresiónconstantedequesumadrelajuzgabaacadamomento.
—Meencantaría—dijoCecilyconunasonrisadeorejaaoreja.
Ellunespodríahabersidoundíanormalenlaoficinasialllegarnose
hubieratopado
con la noticia de que Blake Scott iba a presentarse en el taller para la
pruebade
vestuario.
Dividida entre alegrarse y dejarse ver o preocuparse y esconderse, se
metióensu
despacho con la idea de adelantar trabajo. Tenía pendientes un par de
llamadas,porlo
quesesentóensuescritorioeintentódesconectarynovolverapensaren
queBlake
estabaapuntodeaparecerporallí.Yqueibaaserincapazdenoiraverle.
Tras mucho esfuerzo pasó una hora trabajando, centrada en los asuntos
pendientesque
teníaquesolucionarparaesedía.Noobstante,cuandollamaronalapuerta
desu
despacho dio un bote nervioso que no tenía nada que ver con que los
golpecitosenla
puertalahubieranasustado.
—Adelante—indicó,intentandorecomponerse.
Emilyseasomóconunasonrisatraviesaenloslabios.
—Gabby, Blake está aquí para la prueba de vestuario y Brigitte me ha
pedidoque
vengaaportiparaquedecidáisloquevaallevarenlasesióndefotosdel
miércoles.
Gabriellearrugóelceño.Brigitte,laestilista,eraperfectamentecapazde
escogerla
ropadeBlakesinsuayuda.Exactamentedelmismomodoenqueescogía
laropadelas
modelos.
Nosoloeraunaestilistaderenombresinoqueademáslaavalabanmásde
treinta
años de experiencia. A sus casi sesenta años llevaba décadas ayudando a
lasactrices
famosasavestirse,muchoantesdequeeloficiosepusierademoda.
—¿Tehadichoellaquenecesitamiayuda?—preguntósuspicaz.
—Porsupuesto—contestóEmilysaliendoapresuradadelaoficina.
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Ahorasíquenoteníaopciones;silaestilistanecesitabadesupresenciaen
laprueba
devestuario,teníaqueir.
Con paso firme y la cabeza bien alta se encaminó hasta el taller. Había
gente
trabajando,comosiempre,porloquesedirigió,sinmolestar,alassalas
habilitadas
porBrigitteparaloscambiosdeatuendodelosmodelos.
Lo primero que vio al entrar fueron los abdominales y los tatuajes de
Blake,quese
habíaquitadolacamisetayseestabaprobandounacamisaqueBrigittele
había
tendido.
—Buenos días —saludó sin mirar a Blake—, me ha dicho Emily que
necesitasquete
ayude con la elección de vestuario —explicó para que Blake no creyera
queestabaallí
porél.
Brigitte pareció dudar un instante, pero tras el breve gesto del que
Gabriellenopudo
estarsegura,sonrióyaseguróqueasíera.
Mientrasellashablaban,Blakeyasehabíaabotonadolacamisablancaque
lehabía
dadoBrigitte.Lamujerlemiróconunacejaarqueaday,comoayudante,
Gabrielletuvo
quehacerlomismo.Duranteuninstantesumiradasecruzóconladeél,
peroBlake
apartósuinterésdeellainmediatamente.Dehecho,apesardelaslisonjas
conlasque
lahabíatratadosiempre,esedíaparecíaindiferente,comosiGabrielleno
hubierasido
nadieimportanteensupasadoreciente.
—Nomegusta—apuntóGabby,intentandoconcentrarseeneltrabajo—.
Elblancono
destaca nada de él. Lo hace insípido, normal. Quiero un hombre que
destaque.El
hombreGibbsesatractivoylosabe,magnético,inteligenteysofisticado.
Nosedeja
llevar por los rencores aunque es apasionado en cada cosa que hace. La
indiferenciano
esalgoquepuedaesgrimir.Lapasiónsaleporcadaporodesupiel.—Se
callóaldarse
cuenta de que tanto Brigitte como Blake la observaban con interés—.
¿Estásdeacuerdo
conmigo?
Laestilistaasintió.
—Creoquetengoloquebuscas.Dameunsegundo—pidióantesdedarse
lavueltay
rebuscarenellargopercheroquehabíallevadoconsigoalaprueba.
—Untipointeresante,elhombreGibbs—dijoBlake,laprimerafraseque
Gabrielle
lehabíaoídopronunciardesdequeentróenlasalita.
Gabbyasintióantesdeañadir:
—Sinduda,alguienaquienmerecelapenaconocer.
—Y me has elegido a mí para representarlo. Muy halagador —comentó
sinninguna
expresiónqueellapudieradescifrar.
—Perosoloportufísico—aguijoneóella.
BlakenoestabadispuestoareplicaryGabriellesequedóconlasensación
dequesu
dardohabíafallado.
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—A ver qué te parece esto. —Brigitte, que ya se había dado la vuelta, le
tendióa
Blake unas prendas para que se las pusiera—. Puedes cambiarte ahí. —
Señalóun
cuartitoconespejosenlasparedes.
Élsonrióconpicardía.
—Noseránecesario.
Dejó la ropa que le habían dado sobre una de las sillas y se dispuso a
desnudarsesin
ningúntipodepudordelantedeellas.
Mientraslaestilistaapenasleprestóatención,nofijarseensustatuajesni
ensu
fibroso cuerpo le costó a Gabrielle dos años de vida. Se miró las uñas
comosilavista
fuera interesantísima, se dio la vuelta, incómoda, y al final terminó
cediendoala
tentación. La pena fue que cuando por fin se volvió, Blake ya estaba
vestidoylamiraba
con la misma expresión indiferente que había esgrimido desde que ella
habíaentradoen
lasala.
Llevaba puestos unos vaqueros desgastados de un azul desvaído, una
camisetablanca
concuellodepico,unchalecoazulmarinosinterminardeabotonaryuna
americanaen
elmismotonodeazul.Estabaimponente.
—¿Quéteparece?—preguntóBrigitte.
—Perfecto si le añades unas botas de motero y un cinturón de hebilla
plateada.Para
lasdemásfotografíasponleuntrajeclásicoconunacorbatallamativao,
mejor,ponle
másdeuna.Quedaráoriginal.
—Meparecemuybuenaidea.Yparaestelook,¿leañadimosunreloj?
Gabriellelopensóunsegundoantesderesponder.
—Sí,perodejaqueloescojaél.Tienepintadetenermuybuengusto.
Ytraslanzarlaúltimapullasaliódelasalitasingirarseacomprobarcuál
habíasido
lareaccióndeBlake.
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Purafachada
—Tu madre es encantadora —le dijo Lana el martes, antes de entrar al
gimnasio,
sentadasenlacafeteríaquedescubrieronhacíatansolounosdías.
—Sí,laverdadesquemehacostadoconocerla—comentóGabriellecon
unamezcla
deburlayderealidad.
Después de que su padre dejara caer el domingo la posibilidad de que
asistieran
juntasaunaclase,Gabbylahabíallamadoesemismomartesparaversi
queríaircon
ellasalaclasedezumbaqueEnzoimpartiríayalaqueellaspensabanir.
Aunque
Cecily tenía una reunión con sus amigas y no podía asistir, había
cambiadolaclasepor
uncaféconellayconLanaenlacafeteríacercanaalgimnasio.
Lapelirrojaseriocondisimulo.
—Ríete,peroteprometoquesigopatidifusa.Normalmentemimadrees…
Diferente.
Creo que es la primera vez que me dice que estoy guapa sin añadir la
muletilladeque
loestaríamásconunoscuantoskilosmenos.
—Ycuandolehasdadoloszapatos…Suexpresióncasimehacellorar—
siguió
Lana.
—Sí, bueno… No suelo regalarle nada y esos zapatos estaban en el
almacén…Pensé
queerandesuestilo.
—Hasidopreciosoyellasehaemocionado.—Yañadióconciertapena
—:Nada
queverconmimadre,queesunbloquedehielo.
Gabriellesonriócontristeza.
—Parecequeeneltemademadresvamosservidas.
—Yeneldehombres.Ricknohavueltoadarseñalesdevida.Dehecho,
todavíano
entiendolodelsábado.—Yañadió—:¿Porquécreesquevino?
—Las reacciones de Rick se escapan a mi comprensión. —Gabrielle se
encogióde
hombros—.AunqueahoratambiénlohacenlasdeBlake.
—¿Blake? ¿Lo has vuelto a ver? ¿Te ha llamado? —Lana estaba
impacientepor
conocerelmotivoporelquesuamigahabíasacadoeltema.
Dispuesta a desahogarse con ella le contó que le había visto y cómo
prácticamente,a
excepción de un par de frases, la había ignorado por completo. Lana le
comentóquetal
vez estaba dolido por el modo en que se había negado a salir con él y,
aunqueGabrielle
estabadeacuerdoenquehabíasidounpocobordeenelmodoenquelo
había
rechazado,nosearrepentíadehaberlohecho.Despuésdetodo,elinterés
deBlakeen
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ellanoeramásqueeso:interésporverloquepodíasacardeella.
Selevantarondispuestasaolvidarsuspenasconelsufrimientodelaclase
dezumba,
aunqueningunadelasdosolvidóporcompletosusproblemas.
—VamosairaclasedeEnzo,¿verdad?
—Porsupuesto.Rickestávetadoporindeciso—sentencióGabrielle—,no
puede
hacertecasoundíayalotropasardeti.
—¡Tienes razón! Voy a buscar a otro hombre más guapo que él y voy a
invitarlea
salir.
Suamigaparpadeósorprendida.
—¿Deverdad?Esoesestupendo,Lana.
—Bueno…Primerotengoqueencontrarlo.Rickesmuyguapo,asíqueno
vaaser
fácildarconél.
Gabrielle sonrió al darse cuenta de que su amiga no estaba del todo
convencidadelo
quedecía,poresooptópornopresionarla.Sinembargo,cuandollegaron
aclasede
zumba y se colocaron en sus posiciones, se inclinó sobre el hombro de
Lanapara
decirlealoídoenunsusurroque,yapuestosainvitaraunhombreasalir,
porquénose
decidíaporRick.
—¿QuieresquelepidaunacitaaRick?
—¿Porquéno?
—Lopensaré—concedió—.PerosolositúinvitasaEnzo.
Gabrielleriodebuenagana.
—¡Estásloca!Enzoesguapo,peronoesmitipo.
—Puedequeno,perotemiramucho.IgualqueBlake,queahoramismo
notequitalos
ojosdeencima.
Larubianosegiróaunquesemoríadeganasdehacerlo.Nohabíavistoa
Blakeal
entrar,porloquenoseesperabaqueestuvieraallí.
—Nomeimporta.
—¡Genial! Entonces invita a Enzo —la pinchó la informática—. A lo
mejoracaba
convirtiéndoseentutipo.
Gabrielle no estaba segura de si Lana lo decía de verdad o si solo
pretendía
provocarla. De cualquier forma, se pasó toda la clase mirando con
disimuloaBlake,
quien entrenaba con otro hombre. Supuso se trataba de Jack, otro de los
monitoresdel
gimnasio.
Blake, quien parecía concentrado en su entrenamiento, no la miró en
ningúnmomento;
bien porque no sabía que estaba allí, bien porque no le importaba que
estuviera.
Sisetratabadeloprimeronoestabasiendomuyinteligente.Puedequeya
tuvierael
trabajoquedeseaba,peromolestaraladueñadelnegocionoeraalgoque
leconviniera
a nadie. Si fuera listo estaría insistiendo para que aceptara salir con él o
coqueteando
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conellaparatenerlacontenta.
Sinembargo,Blake,quefueconscientedelapresenciadeGabrielledesde
queella
puso un pie en el gimnasio, se sentía molesto; principalmente consigo
mismo,ydespués
conella.
EstabaenfadadopornohabersedadocuentadequeGabbysolopretendía
utilizarle.
Se había negado a darle su nombre en la fiesta y, aunque el sexo fue
fantásticoyla
conexióninmediata,encuantotuvolaoportunidaddesapareciódesucasa
sindejar
rastro. Si no hubiese sido porque la casualidad hizo que él fuera uno de
losmodelos
propuestosparasucampañamasculina,probablementenolahabríavuelto
aver.Ola
habríavistoenotrafiestayellahabríaactuadocomosinoleconocierade
nada.
Fueracomofuese,elcasoeraqueBlakesíquedeseabavolveraverla.Por
ese
motivo se había portado como un caballero y había esperado a que ella
tomarasu
decisiónantesdellamarlaparainvitarlaasalir.Noqueriendopresionarla,
esperóhasta
que Gabrielle dejó zanjados los temas laborales que les implicaban a
ambos.Su
intención era darle la libertad de decidir quién deseaba que le pusiera la
imagenasu
líneamasculinasinquesuincipienterelacióninterfirieraenello.
Ycuandoporfinlahabíallamado,ilusionadocomohacíatiempoqueno
sesentíacon
ninguna mujer, ella le había dejado claro que no tenía ningún interés en
repetirla
experiencia.Sinembargo,loquemáslemolestabadesuactituderaque,
aunquele
hubieradichoquenoibaasalirconél,laatracciónquelosunióesanoche
enlafiesta
no había desaparecido por parte de ninguno de los dos, como había
demostradoel
hechoquedurantelaspruebasdevestuariolaschispasquesaltabanentre
amboscasi
incendiaranlosprobadoresyalapobreBrigitte,quelahabíapilladoen
medio.
Cuando acabó la clase, Gabby comprendió que la semana y poco que
llevabayendoal
gimnasio había comenzado a dar sus frutos. Ya no estaba tan agotada
comolosdías
anteriores.Aunqueestabacansada,todavíaeracapazdemoversesinsentir
que
millonesdealfilereslepinchabanconsañaportodoelcuerpo.
—¿Nostomamosunzumo?Medaperezaentrarahoraalvestuario,estará
llenode
gente.
—Deacuerdo—aceptóGabrielle,queestabapensandoalgosimilar—,o
podemos
haceralgomásdeejercicioenlasalademusculación.
Lana abrió los ojos sorprendida por la proposición. Hasta que se dio
cuentadelos
interesesocultosdesuamiga.
—¿Noquerrás,porcasualidad,quenospongamosenlascintasdeandar
quehayjusto
alladodelaspesas?—ofrecióLanaconunaactitudinocente.
—Estaría bien —dijo Gabby con la expresión serena al tiempo que se
encogíade
hombros.
Puede que quisiera estar cerca de Blake, pero desde luego no era para
verle.Loque
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queríaeraverlareacciónqueélteníaalverlaaella.
Lananodijonadayseencaminóhastaallíencabezandolamarchacomosi
laidea
hubiesesidosuya.
Tuvieronlasuertedequehubieradoscintaslibresjuntas.Blakelevantóla
cabezade
las pesas que estaba levantando y las miró con interés, aunque sin decir
nada.Dehecho
fue Gabrielle quien le saludó con la intención de demostrarle que no le
molestabasu
presenciaallí.
—Buenastardes,Blake.
Élnohabló,selimitóainclinarlacabezaamododesaludo.
UnavezenlacintafueLanaquiensacóeltemadenuevosinmolestarseen
bajarla
voz.
—Dime que cuando estás haciéndolo con él no gruñe, por favor. Está
empezandoa
preocuparme—seburlósuamiga.
—Muygraciosa.
—Lodigoenserio,elprimerdíahablabaporloscodosydesdeentonces
pareceque
selehacomidolalenguaelgato.
—Entodocasoseríaunagata,ymeniegoapensarenello.
La informática comenzó a reírse tan fuerte que tuvo que agarrarse con
fuerzaalas
barrasdelacintaparanocaerse.
—¿Tan floja os ha parecido mi clase que no habéis tenido bastante? —
inquirióuna
vozquesalíadesdedetrásdeGabrielle.
Enzo se acercó sonriente y se subió a la cinta detrás de la rubia.
Inmediatamentese
hizoconelritmoqueellahabíamarcadoycuandoestuvobienafianzado
lesdiounpar
deconsejosparaaprovecharmejoreltiempoenlacinta.
—Para obtener resultados debes subir un poco más la pendiente —dijo
alargandola
manopordebajodelbrazodeGabrielleparamodificarlosvaloresdela
máquina—.Y,
porsupuesto,caminarerguida.
—Novoyapoder.Estoyagotada—confesó.
—Inténtalo.Yotesostendré—dijotodavíapegadoasuespalda.
En esos instantes en los que caminar se había puesto tan complicado,
Gabriellese
conformaba con no caerse, por lo que ni siquiera pensó en Blake ni se
giróparamirara
Lana,queestabacompletamentealucinadaconelmovimientodeEnzo.Al
finalibaa
ser cierto aquello de que los italianos eran unos seductores, pensó,
asombradaporel
descaro y admirada por lo directo que había sido. Curiosa por ver la
reacciónde
Blake,seestiróenlacintaparaversisehabíadadocuentadelinterésde
Enzoporsu
amiga.Parasusatisfacción,elrubionosolosehabíadadocuentasinoque
echaba
chispasporlosojos.Estabataninteresadoqueinclusohabíadetenidosus
seriesconlas
pesas y observaba a Enzo como si se estuviera planteando el
descuartizamiento.
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—¡Bienhecho,Gabby!—lajaleósuamiga,aunquesusánimosfueranpor
otromotivo
menosdeportivo.
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Sincorazones,corazonesno
ElmartesestabasiendoundesastrededíaparaEmily.Lajornadalaboral
seleestaba
haciendoeterna,Philhabíavueltoallamarlay,porsifuerapoco,nopodía
quitarsede
lacabezaquealdíasiguienteibaaacompañaraGabriellealasesiónde
fotosdeBlake
y que iba a tener lugar en el estudio de Theo, lo que implicaba que
volveríaaverlede
nuevo.
Lo que lograba que se pusiera nerviosa con solo pensarlo. Además de
nerviosala
llenabadeilusión,aunquenotuvieraningunaintencióndeaceptarlo.
Elteléfonosonóeneseinstanteyconelloselibródeseguirpensandoen
él,almenos
duranteunosminutos.
Brigitte, la estilista de la empresa, llamaba para avisar que iría
directamenteal
estudiodeTheoconlaropayloscomplementosparaBlake,porloqueno
era
necesarioqueRobertpasaraporeltallerpararecogerla.
Aunquenohabíadadoelmotivo,Emilyimaginóqueseríaporquetodavía
tenía
pendientesalgunosajustesparalaropaqueBlaketeníaqueusar.Porquea
peticióndel
equipodemarketingyparaquelacampañafueralomásauténticaposible,
laropaque
seibaautilizarenlasesiónfotográficahabíasidocortadaycosidaenel
tallerde
GabrielleGibbs,basándoseenunosdiseñoscreadosporellamisma.
—Gabbynossorprendecualquierdíaconunalíneaderopafemenina.
—Noleinteresalaropa.Losuyosonloszapatos—comentóEmily,que
conocíalos
motivosporlosquelaropanoeraimportanteparasuamiga.
—Pues cualquiera lo diría, porque se le da genial diseñarla —replicó
Brigitteantes
decolgar.
Traslaconversaciónsepusoarevisarlaagendadesujefa,peroademás
delasesión
defotosydeunpardeeventos,hastalasemanasiguientenohabíanada
importante.
Aunasí,teníaqueentretenerseoacabaríaporsacarelteléfonoyentraren
Instagram
paraasegurarsedequeTheoyaestabaenLondresoparaverasunueva
acompañante.
Elcasoeramartirizarseunrato.
“Lacarneesdébil”,sedijoamododejustificaciónantesdesacarelmóvil
delbolso,
dondelohabíadejadoalllegarparaevitarlatentacióndemirarlo.
Sinllamadas.O,másconcretamente,sinllamadasquedesearadevolver.
Nerviosaporloquepudieraencontrarseentróenlaaplicaciónybuscóel
perfildel
fotógrafo. Ni siquiera tuvo que escribir su nombre completo porque lo
habíabuscado
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tantasvecesqueloteníaguardadoenlamemoriadebúsquedas.Dehecho,
incluso
habíaestadomirandolosperfilesdelagentequecomentabasusimágenes
cualperfecta
acosadora.
Lamayoríadesusseguidoraseranmodelosdecuerposdelgados,melenas
largasy
rostrosatractivos.Deprimente.Muydeprimente.
Se le aceleró el corazón cuando vio que había una imagen nueva.
Nerviosa,sepuso
lasgafasquehabíadejadosobreelescritorioalhablarporteléfonoyse
fijóencada
detalle.
EnlafotografíaaparecíaTheoconunjerseyfinonegro,unasgafasdesol
yuna
sonrisatraviesa.Hacíasolounashorasquelahabíasubidoy,aunquehabía
diversos
comentariosconemoticonos,ningunoeraespecialmentepersonal,porlo
quenose
molestóenrevisarlosperfilesdesdedondesehabíanhecho.
—Estoyempezandoapreocuparme—sequejóenvozalta.
Siguió con los ojos clavados en la imagen. No parecía un selfie, por lo
quese
preguntóquiénselahabríahechoparaqueparecieratancómodoyfeliz.
Senotabaque
noteníapreocupacionesdeningúntipo.
Inconscientementeintentóagrandarlaconlosdedos,sincaerenlacuenta
dequela
aplicaciónnolopermitía.
—¡Estoy obsesionada! ¿Qué me pasa? Yo no hago estas cosas. —Se
reprochóasí
misma.
Conungranesfuerzosaliódelaaplicación,peroencuantoestasecerró
sumentese
dio cuenta de un detalle en el que no había caído antes. Había algo
llamativoenla
imagenenblancoynegro:uncorazón.
Diounboteenlasillaeintentóentrardenuevoenlaaplicación.
—¡Mierda!¡Mierda!No,no,corazonesno.Sincorazones.
Trasloqueparecióunaeternidad,logróentraralperfildeTheootravez,
ytalycomo
se había temido ahí estaba el corazón rojo que marcaba que a Emily le
habíagustadola
foto.Lasmanoslesudabancuandopasóeldedoporélparaquitarlo,pero
estaba
atacadadelosnervios.
¿Habríallegadolanotificaciónantesdequepudieraeliminarelmegusta
accidental?
—Loquetefaltaba,Emily,quecreaqueloacosas.—Yañadiócabeceando
—:
Aunqueseaverdad.¿Cómonotehasdadocuentadeldichosocorazón?—
selamentó.
¿Ahoracómoloibaaarreglar?Selevantódelasillaatodaprisaconel
móvilenla
manoparairabuscaraalguieneneltallerquetuvieraInstagramypoder
hacerel
experimentoaversilanotificaciónllegabaencuantoelcorazónseponía
rojoosi,por
el contrario, pasaban un par de minutos y al borrarlo no llegaban a
recibirlo.
Todavíanohabíallegadoaltallercuandoelmóvilcomenzóasonarensu
mano.Se
quedóparalizadaalverqueeraTheoquienlallamaba.
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—¡Mierda! Es automático. ¿Sí? Dime —contestó fingiéndose poco
interesada.
—Vaya,notealegrasmuchodeoírme—dijoélconsorna.
—Sitúlodices…
—Tellamabaparapreguntartesivasavenirmañanaalasesióndefotos.
“Nolehallegado”,pensóEmilyrelajándoseunpoco.
—Sí,Gabbymehapedidoquelaacompañe.
—Estupendo.Despuésdepasarmetodalasemanatrabajandomealegraré
dever
carasconocidas.
—¿Trabajando?
—Sí,acabodevolverdeSantoDomingo.Teníaquehacerfotografíaspara
un
catálogoderopadebaño.
Emilysequedócalladasinsaberquédecir.Asíquenolahabíallamadoen
varios
díasporqueestabadeviajedetrabajo.¿Olallamabaparaexcusarseyel
viajehabía
sidodeplacer?
—Untrabajomuysufrido.
—Mucho, aunque no lo creas —bromeó—. Por cierto, no sabía que me
siguierasen
Instagram.
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Elrocehaceelcariño
Elmiércoles,enlugardeiralaoficina,GabrielleyEmilysedirigieronal
estudiode
Óscar,dondeseibaarealizarelreportajefotográfico.
Cuando Robert se detuvo frente al edificio de Emily para recogerla,
Gabbyyatenía
planeado cómo sería su día, porque aunque tenía la obligación de ver a
Blakesu
intención era ocupar su mente lo máximo posible para que el impacto
fueramenor.
—NecesitoquellamesaLanaylepreguntessitieneplanesparacomer.Si
estálibre
dile que tengo una propuesta que hacerle y reserva en algún restaurante
queteguste—
pidióencuantoEmilysesubióalBMW.
—Buenosdíasparatitambién—saludósuasistente.
—Losiento,buenosdías.Esquequierocerrarunosasuntoshoy.
—No te preocupes —la tranquilizó antes de sacar el móvil y llamar a
Lana.
AunqueGabbyestabasentadaasuladonoleprestódemasiadointerésala
conversación.Sumenteandabaporotrosderroteros.LaactituddeBlake
enlaprueba
devestuarioyenelgimnasio,dondeapenaslahabíamirado,leafectaba
másdeloque
habíaesperado.
Si su objetivo no era contentarla, ¿por qué no la había llamado antes de
saberqueiba
aserelmodelodelafirma?Ysidesdeelprincipiopretendíahacersecon
elcontrato
¿porquélatratabacontantaindiferencia?Puedequeyahubierafirmado,
peroella
seguíasiendolajefaylomásinteligentehabríasidotenerlacontenta.
—Lana ha aceptado. ¿Vas a contarme qué propuesta tienes pensado
hacerle?
LavozdeEmilyladevolvióalarealidad.
—Voyapedirlequenoshagaunaweb.
—Yatenemosuna.
—Sí, pero está obsoleta. Vamos a modernizarla y tengo una idea que
quieroversi
podemosllevaracabo.
Emily esperó a ver si le contaba la idea por sí misma, pero Gabrielle
estaba
demasiadodespistadacomoparadarsecuenta.
—¿Quéidea?
—Quiero poner una tienda de outlet online. Ya sabes que tenemos toda
clasede
zapatosenelalmacén,asíquehepensadoenquelospongamosalaventa
ydonemosel
dinero que saquemos por ellos a una ONG que se dedique a proteger a
mujeresvíctimas
delmaltrato.Haydemasiadospaísesdondelaviolenciadegéneroestáala
ordendel
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día.
—Esunaideapreciosa—alabósuasistente,emocionadaconquepudieran
llevarlaa
cabo.
—PoresonecesitamosaLanayunawebnueva—insistió.
—Yahemosllegado—anuncióRobert,cortandolaconversación.
—Tengolasensacióndequehoyvaaserundíaimportanteyproductivo
—seanimó
Emily.
Elestudioeraunespaciogrande,deltamañodeungarajedeveinteplazas.
Soloque
mejoriluminado,blancoysinlasmolestascolumnas.
Porlodemás,estabadivididoencuatrosecciones.Laprimeradeellasera
unazona
más pequeña, delimitada en los laterales por biombos chinos. Además
contabacon
cortinasblancasalfondoyunosventiladoresqueenfocabanaunpequeño
escenario.
Lasegundazonaeraladelatrezo.Enellaestabanperfectamentecolocadas
desde
sillasaltasdebarhastaunsillón,unamesademadera,einclusopercheros
deropa
colorida.
La siguiente zona era más amplia que las dos anteriores y más pulcra.
Destacabaen
ellaunamotocicletadegrancilindradaquehabíacolocadaenelmedio.Al
igualqueen
lasotraszonas,tambiéndisponíadefocosyluces,queestabacolocando
untécnicoen
esosmomentos.
Lacuartaeralaqueestabanutilizando.Elfondoeradeunllamativocolor
verdey
también disponía de gran cantidad de focos y luces. No obstante, lo más
interesanteera
elsuelo,yaqueenesapartedelestudioseabríanrejillassimilaresalas
delmetroy
porellastambiénsalíaairecuandolafotografíaasílorequería.
La única que reparó en su presencia fue Brigitte. Ni Blake ni Theo ni el
técnicode
sonido; ni siquiera la que supuso Gabrielle que era la maquilladora, se
dignarona
volverlacabezacuandoEmilyyellaentraronenelestudioysedirigieron
hastadonde
estabanellos.
Blake iba vestido con un traje de chaqueta oscuro, una camisa negra y
variascorbatas
desanudadas y coloridas en el cuello. Los zapatos que llevaba eran
oscurosyconcada
posedelmodeloquedabanaldescubierto.
TheoestabadándoleindicacionesyBlakelasseguíaalpiedelaletra.El
sonidode
disparodelacámararesonabaenelrespetuososilencio.
—Cincominutosdedescansoytecambiasderopa—pidióTheo.
Comosihubieraregresadodeotromundo,traslaspalabrasdelfotógrafo
Blakepor
finlavio.Gabriellesediocuentaporelcambiocasiimperceptibleensu
mirada,que
seaceróalverla.
La maquilladora corrió a su encuentro para ayudarle y, antes de que
Gabbypudiera
decirnada,teníaenfrenteaTheoquelassaludabadebuenhumor.
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—¿Osapeteceuncafé?¿Unté?—ofreció,señalandounalargamesaenla
queGabby
nohabíareparadoyqueconteníauncateringdedesayuno.
—Demomentono,gracias.
—¿Emily?
—No,gracias.
—Québaratasvaisasalirlealaempresa.—Seriomientrassealejabade
ellaspara
cambiarlacámaraycolocarnuevosfiltros.
—Esto es impresionante —comentó Emily al tiempo que daba la vuelta
sobresí
mismaparavertodoloquelarodeaba.
—Síqueloes—confirmóGabrielle,aunqueellasereferíaaotracosa.
Theo regresó de nuevo junto a ellas y su amiga aprovechó para
comentarleunodelos
asuntosquelahabíanllevadohastaallí.
—Necesitoquehagasfotografíasextraparalaweb.Vamosamejorarlay
las
imágenesquetenemosestánanticuadas.Quierodarleungiroalaimagen
deGabrielle
Gibbs.
El fotógrafo se quedó en silencio unos segundos, observándola antes de
responder.
—Loszapatosyelbolsoquellevas,¿sondetucolección?
Ellalemirósincomprender.
—Sondeladelapróximatemporada—explicóEmily.
—Muchomejor.—LaexpresióncalculadoradeTheollamólaatenciónde
Gabrielle,
queseguíasincomprendersusintenciones—.Karen,venaquí,porfavor.
La maquilladora, que tanto se había esmerado en ayudar a Blake dio un
botede
sorpresaantesdeacercarseaellosatodaprisa.
—Necesito que maquilles a Gabby —pidió sin darle opción a que se
negara—.Ojos
ahumadosengrisylabios“besables”.Muy“besables”.Elpeloloquiero
sueltoycon
volumen.—Yañadióimpasible—:Tienesdiezminutos.
—¿Dequévaesto?—Gabriellecomenzabaaponersenerviosa.
—Hasdichoquequieresfotosparalawebyyovoyadarteloquepides.
—Peronomías—protestóella.
—Porsupuesto—dijoelfotógrafoantesdealejarseparahablarconBlake
sindarle
ningúntipodeexplicación.
Acostumbrada a las excentricidades de Theo, optó por esperar y dejarse
hacer.Karen
semostrómuchomásamabledesdeelinstanteenquecomprendióqueera
lajefa.Y
diez minutos más tarde, tal y como el fotógrafo había pedido, Gabrielle
estaba
impresionanteconelmaquillajeexprés,elpeinado,lospantalonespitillo
negros,el
jersey del mismo color y los botines de tacón de aguja a juego con el
bolsocolorvino
quesehabíapuestoesamañana.
—Perfecta —aseguró Theo—. Gabby, ponte con Blake. Voy a haceros
unasfotos.
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—Creíquemelasibasahaceramísola.
—Cariño,eresunadiseñadoramaravillosa,pero¿quiénesaquíelgenio?
Gabrielle le miró como si fuera a replicar, pero se lo pensó mejor y se
acercóa
Blake, quien ya estaba cambiado y vestía unos vaqueros y una camiseta
negradecuello
de pico. Casualidad o no, la ropa que llevaban ambos casaba a la
perfección.
—Blake,hincaunarodillaenelsueloytú,Gabby,siéntateencimadeél.
Aregañadientes,larubiahizoloquelepedían.
—Ahora pásale un brazo por detrás de la cabeza y con el otro tócale la
caracon
suavidad.
¿Quéhicieraqué?
—No,nomemiresamí.Míraleaél.Así,estupendo.Necesitoquelemires
comosi
quisierasbesarle.Blake,lomismoparati.
Gabbytragósaliva,nerviosa.Blakelaestabamirandodeunmodoquele
poníala
pieldegallina,aunqueseguramentelohacíaporqueesoeraprecisamente
loqueTheo
esperabaquehiciera.Aunasí,hacíamuchotiempoquenoestabatancerca
deélysu
pulsoseestabadesbocando.
Aesadistanciapodíaolerle,yelcalordesupiernatraspasabaelpantalón
eincluso
suropainterior,loquedificultabaquepudieramantenerseindiferenteaél.
Theodijoalgomás,peroGabriellenollegóacomprenderloquedecía.
Solosedio
cuentadequequeríaquesemovieracuandoBlakelaayudóalevantarse.
Parecíaun
títereensusbrazos:laapartabaylaacercabaapeticióndelfotógrafo.
—Noestésnerviosa—ledijoenunsusurro—,esbastantefácilsitedejas
llevar.
—Noestoynerviosa.
Élarqueóunaceja.
—¿Deverdad?
Negóconlacabeza.
—Estoyatacadadelosnervios—confesó,ganándoseunaatractivasonrisa
deBlake.
—Creo que deberíamos mantener una conversación privada. Tengo la
sensaciónde
quenonoshemosentendido.Talvezelteléfononoseaunabuenaopción
paranosotros
—bromeóqueriendomitigarsunerviosismo.
—Esposiblequetengasrazón—concedió.
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Nuevosproyectos
Cuando Theo le mostró las fotografías que le había hecho con Blake,
Gabrielleapenas
podía creer que esa mujer fuera ella. La de la cámara era una auténtica
seductoraque
teníaalmodelorendidoasusencantos.
Ciertoeraquedurantelamediahoraquehabíapasadoensusbrazospara
queles
realizaranelreportajehabíavueltoaconectarconél,oquizássolovolvió
aencontrar
unaconexiónquenuncahabíadejadodeestarahí.Esoeralodemenos.Lo
importante
era que había decidido concederle el beneficio de la duda y estaba
dispuestaaaceptar
lainvitaciónsiélestabalistoparavolverahacerla.
—¿Mepuedespasaruncorreoconellas?Voyacomerconlapersonaque
vaahacer
lanuevawebdelafirmayseríaestupendopoderenseñárselas.
—Sinproblema.Encuantolasdescarguetelasenvío.
—Gracias. Hablamos más tarde. —Se dio la vuelta para llamar a Emily,
queestaba
hablandoconBrigitte.
—Emily,¿nosvamos?
—Porsupuesto—aceptóesta,despidiéndosedelaestilistayacercándosea
ellos.
Gabrielle,condiscreción,seapartódelfotógrafoparaquesuasistentey
este
pudieranhablarconcomodidad.Suactituddurantelasesióndefotoshabía
sido
distante,peroesosedebíaaqueTheoeramuymetódicocuandotrabajaba
ynose
permitíadistracciones.
Como no se atrevió a buscar a Blake, que había desaparecido para
cambiarsederopa
otravez,sealejósolounpardemetrosysacóelteléfonodelbolsopara
comprobarlas
notificaciones.
—¿Yatemarchas?—preguntóunavozasusespaldas.
Sediolavueltaconunasonrisaquepretendíasertranquila.
—Sí,hequedadoconLanaparacomer.Quierohacercosasnuevasenla
webdela
empresayellaeslapersonaperfectaparadirigirlo.
Blakeasintió.
—¿Paraesoeranlasfotografías?
Gabriellesonriómástranquila.
—LaverdadesqueesofuecosadeTheo,aunquenopuedonegarqueme
ha
encantadoelresultado.
—A mí también, aunque he de añadir que el proceso tampoco ha estado
mal.
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¿Esoerauncoqueteo?,sepreguntóGabbyconelpulsoacelerado.
—Bueno…Tengoqueirme—dijo,aunquenosemoviódelsitio.
Blakeseacercóaella,queseguíaclavadaenelpiso,ylediounbesoenla
mejilla.
—Tellamaréestanoche.
Gabriellerioyélarqueóunacejaconintencióninterrogativa.
—“Esta noche” es mejor que “ya te llamaré” —explicó—. Aunque creía
que
habíamosacordadoqueelteléfononoeralonuestro.
—Entoncestellamarésoloparaacordarunencuentro—bromeó—.¿Qué
teparecela
idea?
—Muchomejor.Hastaestanoche.
Reacia a irse, se encaminó hacia Emily, se despidió de Theo y juntas
salierondel
local.Robertestabaenlapuerta,esperándolasreclinadosobreelBMW.
Una vez en el coche, Gabrielle recordó algo que le había llamado la
atenciónyle
preguntóaEmilydirectamente.
—¿QuéhablabastaninteresadaconBrigitte?Lavigesticularmucho.
—Leestabapidiendoayudaparamejorarmiestilo,yasabescómoes.Me
hadado
unascuantasrecomendaciones.
—¿Deverdad?
Asintióconlasmejillasenrojecidas.
—Eso está genial. ¿Qué te parece una salida de chicas el sábado por la
mañana?
Podemosirdecompras.
—Me parece muy bien —aceptó Emily—, me vendrá bien cualquier
consejoque
queráisdarme.—Yañadióconsinceridad—:TúyLanavestísmuybien.
—¡Gracias!¿Yaquésedebetucambio?Yqueconstequemepareceuna
idea
estupenda.
Emilyvolvióaenrojecer.
—Quieroparecerunpocomásjoven.Yasabes…
Gabriellesuspiródeunmodoexageradoparahacernotarsuexasperación
porla
respuesta.
—Tener treinta y nueve años no es ser mayor —señaló la diseñadora—.
Lodigopor
sinotehasdadocuenta.
—No,peroessermayordetreintayocho.
No merecía la pena contestarle porque Emily era demasiado cabezota
comopara
comprenderquelaedadnoeratanimportanteparatodoelmundocomo
paraella.
Además, era bien sabido que el amor no atendía a razones, y mucho
menosanúmeros.
DemodoqueGabbynodijonada,nisiquieraleexplicóqueTheoestaba
máscercade
los treinta y nueve que de los treinta y ocho. Después de todo, que su
amigaestuviera
taninteresadaenmejorarsuvida,enverseguapa,salirydisfrutardesu
libertadera
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algoquemerecíaqueseguardaraelsermónparaotrodía.Sumatrimonio
conPhilla
había mantenido enclaustrada durante muchos años, ya era hora de que
hicieraalgopor
serfeliz.Elprimerpasofueacabarconunmatrimonioquenolasatisfacía
enningún
sentido.Yelsiguiente…seestabafraguandojustodelantedesusnarices.
Despuésdetodo,síquesepodíaserfelizalostreintaynueve,pensó.Y
una
carcajadaseescapódesuslabios.
Emilylaoyóylarelacionóconotrotema,porloquelepreguntó:
—Hablando de otra cosa, ¿a qué se debe tu cara de felicidad? O mejor
dicho,¿a
quién?
Aunquenofueraeseelmotivodesusonrisadecidióseguirlelacorriente
asuamiga,
ya que era completamente cierto que su breve charla con Blake le había
mejoradoel
humor.
—Voy a salir con Blake —explicó sin querer demostrar lo que sentía al
respecto.
—Creíaquetehabíasnegado—comentóarrugandoelceño.
—Ylohice,aunqueesposiblequemeprecipitaraalhacerlo.
—Después de ver el modo en que te miraba hace un rato, yo también lo
creo—
sentenciósuamiga.
Gabrielle se mordió la lengua y no preguntó a qué se refería con el
comentario.Si
bajaba la guardia antes de estar segura de lo que quería Blake de ella,
podíacometerel
errordeenamorarsedeélynosercorrespondida.Ysialgoabocabaaun
serhumanoal
amor era hablar de la persona que lo inspiraba. Por eso sonrió con
educaciónysepuso
amirarporlaventana.Nonecesitabaquelaalentaranconelmodelo,ella
solaera
capazdehacerlosinnecesidaddeayudaextra,loquelepreocupabacasi
tantocomola
emocionaba.
Lana llegó puntual al restaurante que Emily había escogido para la
ocasión.Laasistente
deGabriellehabíaoídohablardeél,aunqueeralap3rimeravezqueiba.
Poreso,
cuando Gabby le pidió que escogiera el restaurante que quisiera llamó
inmediatamente
parareservarunamesaparalastres.
Nada más entrar les llamó la atención la decoración futurista de líneas
muymarcadas.
Como ninguna de las dos había estado antes allí, a Gabby le sorprendió
queEmilylo
hubiera escogido, ya que normalmente su amiga siempre se mostraba
prácticayoptaba
porloseguro.
Aunque no dijo nada para no incomodarla, interiormente se alegró y
esperóqueese
pequeño gesto de arriesgarse con lo desconocido marcara un cambio
positivoensu
vida.
Uncamarerolasacompañóhastaunadelasmesaslibres.Todaella,desde
elmantela
las servilletas, era de un pulcro blanco, casi brillante. Los cuchillos,
tenedoresydemás
cubiertosdestacabanentretantoblancor.Nohabíaningúncentrodemesa
oalgoque
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rompieraelcolordominante.
—Vamos a esperar al otro comensal que falta, pero tráiganos un par de
refrescosde
cola,porfavor.
Elcamareroseinclinóasintiendo.
Cincominutosmástarderegresabacondosbotellinesderefrescoyunos
vasosde
plástico,cómono,blancos.
TantoGabbycomoEmilysemirarondesconcertadas.Setratabadevasos
deplástico
de los que la gente llevaba a los picnics, fáciles de romper y poco
resistentes.Delos
deusarytirar.
Dehechotuvieronquesujetarlosalamesaparaquenosemovieranyse
derramaran
alverterlabebidaenellos.
Aun así, no dijeron nada. Emily por desconcierto y Gabrielle para no
estropearloque
paraellaeraunpasoadelanteenlaactituddesuamiga.
InmediatamentellegóLanaylosvasosquedaronenunsegundoplanoen
favordela
propuestalaboralqueladiseñadoraleexpuso.
Gabrielle le explicó su idea de la tienda y adónde irían a parar los
beneficiosy,taly
como había esperado, a la pelirroja le pareció una idea maravillosa. Se
mostró
encantadaconlacolaboración.Primeroporquesetratabadeunproyecto
solidarioy
segundo porque hacer la web de Gabrielle Gibbs le aportaría publicidad
extraasu
empresa.
El camarero volvió a hacer acto de presencia, boli y libreta en mano y,
trasmirarel
menú,lastressedecidieronporunasensaladasyunrisottodesetas.
—¿Quieres que te hagamos una web? Muy bien. ¿Para cuándo la
necesitas?Así
comprobarésipuedocomprometermecontigoenelplazoquedeseas—
comentóLana.
—Paralasemanaqueviene.
—¿Cómo dices? —preguntó con una mezcla de asombro y temor—. Mi
equipoestá
hastaarribadeproyectos.Esimposiblequepodamosdarteunserviciotan
rápido.
Vamos a necesitar imágenes de todos los zapatos que quieras poner a la
ventaenla
tienda,fijarlosprecios,prepararlacompraonline,imágenestuyas,delas
campañas
quehabéishecho,eldiseñodelaweb…Lalistaesmuylargayeltiempo
muycorto.
Gabrielleseencogiódehombrosamododedisculpa,momentoenqueun
camarero
distinto al anterior apareció con una bandeja de pan, las ensaladas y los
tresplatos
principalesquehabíanpedido.
—Entonces, házmela tú —dijo Gabby retomando la conversación que
habíaquedado
envilo.
Lanalamiróconfijezaantesderesponder.
—Deacuerdo,puedointentarloaunquenoteprometoquelavayaatener
tanpronto.
Pero ahora dime, ¿a quién se le ha ocurrido la flamante idea de que
comamosaquí?—
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inquirió Lana señalando las ensaladas y el risotto que habían llegado
servidosenplatos
deplástico.
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Meencantanlassorpresas
Gabrielle estaba nerviosa y se sentía tonta, todo a la vez. ¿Quién se
alterabaantela
perspectiva de hacer algo tan común? Ni que fuera la primera vez que
hablabaconun
hombre por teléfono, se dijo. Cierto era que la última llamada de Blake
habíaacabado
bastante mal. No obstante, una sola ocasión no servía para asentar las
bases,intentó
convencersesinpocoéxito.
Elsonidodeltimbredeabajolediounrespiroasuspensamientos.
De mala gana bajó el sonido de la televisión, se levantó del sofá y se
acercóhastael
telefonillodelaentradapararesponder.
—¿Quiénes?
—Señorita Gibbs —la saludó el portero con su marcado acento español
—,aquíhay
uncaballeroquepreguntaporustedycomonolohevistoanteriormente
hepreferido
avisarlaantesdedejarlesubir.
—Gracias,Carlos.¿Lehadichosunombre?
—BlakeScott.
Durante unos segundos, Gabrielle no supo qué decir al pobre portero,
quiense
mantuvoensilencioalaesperadequeelladierasupermiso.
—Déjalesubir,Carlos,porfavor.
—Ahora mismo, señorita Gibbs —concedió antes de cortar la
comunicación.
Todavíadesconcertadaporlasorpresa,abriólapuertadelpisoyesperóa
queel
ascensorsedetuvieraydeélsalieraBlake.
Por instinto se miró la ropa. Llevaba unos pantalones cortos y una
camisetavieja.El
pelo suelto y despeinado e incluso iba descalza. Antes de que le diera
tiempoa
moverseparacambiarseteníaasuinesperadoinvitadoplantadodelantede
ella.
—Hola,Gabby.
—Hola, pasa. ¿Cómo sabías…? —Se calló antes de terminar la pregunta
porqueya
teníalarespuesta—.Theo…
Blakesonrió.
—Me debía un favor y he decidido que lo mejor era no estropear lo
nuestroconuna
llamadatelefónica.Yasabesquesenosdanfatal.
Gabriellesonrió.
—Hasidounagranidea—dijoparaquesesupierabienvenidoaltiempo
quese
apartabadelapuertaparaqueentrara.
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Sefijóenqueéltambiénvestíadeunmodoinformal:vaqueros,camiseta
ychaqueta
depiel.
—¿Teapetecetomaralgo?—ofreciómientrasleprecedíaporelpasillo.
—Nada,gracias.
Cuandollegaronalsalón,Blakesedetuvoenelumbralypaseólamirada
porla
habitación. Todo lo que veía era un indicativo de la personalidad de
Gabby.Laspocas
fotografías, los cuadros, el color blanco de las paredes en contraste con
loscoloridos
cojinesdelsofá…Elmobiliariomodernoyelegante…
—Megustatucasa—dijomientrassesentabaasuladoenelsofá.
—Gracias,¿quieresquetehagauntour?
Blakepensóenqueeltourllevaríaimplícitaszonasquelealteraríanmás
deloque
ya estaba, como el dormitorio y el cuarto de baño con la bañera
protagonistadeaquella
conversación telefónica, por lo que educadamente declinó la invitación,
relegándola
paramástarde.
Conlamismafacilidadconlaquehablaroneldíadelafiestacuandose
sentaron
juntosenlabarra,laconversacióncomenzóafluirentreellosdeunmodo
naturaly
cómodo. Tanto que, cuando Gabby se dio cuenta de la hora que era,
decidióquelo
mejory,sobretodo,loquemásdeseaba,erainvitarloacenar.Seríauna
groseríano
hacerloy,además,noteníaintencióndedejarleirtanpronto.
—¿Tequedasacenar?Tengofiletesypuedoprepararunaensalada.
—Losfiletesmehantentado,peroloquemehaconvencidoaaceptartu
amable
invitaciónhasidolaensalada—bromeóconella.
—Sabíaqueerasdeverduras.
—¿Nolodiráspormicutis?
Gabbynegóconlacabeza.
—No,lodigoportusmúsculos.
—Así que te has fijado en ellos. —Su tonó era cada vez más bajo y
sensual,aunquela
conversaciónseguíateniendountintedivertido.
Ellarioparadestensarenambiente.
—Para no fijarse. Te matas en el gimnasio para tenerlos, lo menos que
puedohaceres
mencionarlos.Noquisieraquetesintierasmal.
Blakearqueóunacejaocultandounasonrisa.
—Eres una bruja con cara de buena —dijo poniéndose en pie—. Anda,
vamosapor
esosfiletes.Déjamedemostrarteloquepuedohacerconestosmúsculos.
Para sorpresa de Gabrielle, las palabras de Blake no fueron una
fanfarronada.
Rebuscóenladespensa,sacólamitaddelasespeciasqueallíhabíaytras
condimentarlacarneyponeracalentarlasartén,sedispusoaprepararlos
filetesde
modoquenosoloestabansabrosos,sinotambiéntiernosydeliciosos.
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Mientras Blake preparaba la carne, Gabby hizo la ensalada y descorchó
unabotella
devinodelasquesupadrehabíaregaladoalostrabajadoresdeGabrielle
Gibbspor
Navidad.
Conesmeropreparólamesaysacólascopas,quenuncahastaentoncesse
habían
usado,yaquesusamigospreferíanlosvasosylascenasrománticasnunca
eranensu
casa. De hecho, esa era la primera vez que Gabby llevaba a casa a un
hombreporel
quetuvierauninterésromántico.
Sesentaronacenarcomosillevaranañoshaciéndolo.
—Losfiletesestánmuybuenos.
—Mis músculos y yo estamos a su servicio para cuando considere
necesario—
ofrecióconunasonrisatraviesaquecaldeóelcuerpodeGabby.
La diseñadora se rio, encantada con la idea de tener a Blake disponible
paraella.No
obstante,cuandosediocuentadeloqueestabapensandoycomprendiólo
peligroso
que era flirtear con él sin saber lo que él esperaba de su relación, dio
marchaatrás.
—¿Quépiensas?—preguntóél.
—Quellevamostodalatardehablando,peronohemosaclaradoporqué
tedijeque
noqueríasaliracenarcontigo—improvisó.
—Muycierto.¿Porquénoqueríassalirconmigo?
—Me molestó que solo me invitaras después de que te dijéramos que el
puestoera
tuyo.Supongoquefueunacoincidencia,pero…
—No lo fue —la cortó—. Esperé deliberadamente a que tomaras una
decisión.Me
parecióquelomásacertadoeradejarteespacioynopresionarteparaque
tequedaras
conmigo.TehabríainvitadoacenaraunquehubieraselegidoaQuinn,el
asuntoeraque
prefería que tomaras la decisión antes de que retomáramos nuestra
relación.Poreso
esperéparallamarte.
—¿Nocreesquehubieraestadomuybienquemelohubierasexplicado?
Blakesonrióantelaexpresiónmolestadeella.
—¿Cuándo?Tenegasteasalirconmigo.
Seencogiódehombros.
—Supongoqueenesotienesrazón—aceptóGabbydemalagana—.Pero
sihaces
memoria,tevienelgimnasioconunamorena.
—Soloeraunaamiga.
—¡Seguroquesí!
—¡Vaya!Estáscelosa…Esomedaesperanzasparaqueestavezdigasque
síalode
cenarconmigo.
—Esposible,¿vasainvitarme?
—¿Esposible,qué?¿Queestáscelosaoquevasadecirmequesí?
—¿Lasdos?
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—Enesecasovoyaaprovechartubuenadisposiciónyvoyapedirteque
informesa
Enzodequeestássaliendoconmigo.Nomegustanlasconfianzasquese
tomacontigo.
—Parecequeloscelosnosonsolocosamía.
—¿Eso era una respuesta? ¿Se lo vas a decir? —preguntó mirándola
fijamente.
Gabrielleasintiósinperderdetalledesusexpresiones.
—De acuerdo, puede valer —concedió, al fin. Hizo una pausa bastante
largapara
ponerla nerviosa. Pinchó un pedazo de carne que se llevó a la boca,
masticóconcalma
ytragó—.¿Tieneslibreelfindesemana?
—¿Todoél?
—Porsupuesto,elviernestellevaréacenaryelsábadoaverunpartido
derugbi.
Todavíanohedecididoquéharemoseldomingo,peromárcalocomoque
tienesunacita
conmigosealaquesea.
—Deacuerdo,suenabien.Peroelsábadoporlamañanatengoplanescon
Emilyy
Lana.
Lamiradapícaraquelelanzóhizoqueelvelloselepusieradepunta.
—Sinproblemas.Teprometoquenotecansarémuchoelviernesparaque
nollegues
tardeatucitaconlaschicas.
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Cuandomenosteloesperas…
Desde el día anterior, ir al gimnasio se había convertido en una
experienciadistinta
para Gabrielle. Antes incluso de entrar, había quedado en la puerta con
Blakeyestela
habíabesadoparasaludarlacomosiestuvieraneneldormitorioyelbeso
fuerael
preludiodealgomásintenso.
En cualquier caso, no tenía intención de quejarse. De hecho se sentía un
pocomejor
queunosminutosantes,cuandotodavíalepreocupabaquetraslacenay
algomásde
conversaciónBlakesehubieramarchadodesupisosinquelosbesosenel
sofáfueran
amayores.Habíadormidopocoymal,preguntándosesisehabíafigurado
eldeseoen
losojosmasculinos.Porsuerteparasucapacidaddeconcentración,Blake
había
borrado sus temores y la tarde se presentaba maravillosa, por no hablar
delfinde
semana…
No obstante, y a pesar de lo estupendo que era todo, la culpabilidad por
haberse
saltadoelcaféprevioalaclaseconLanaensombrecíasubuenhumor.Por
esemotivo,
para lavar su conciencia, en cuanto se encontró con la pelirroja en el
vestuariole
comentó el tema de la salida de compras para el sábado por la mañana.
AyudaraEmily
y pasar la mañana juntas era una oferta que estaba segura que Lana no
teníapensado
rechazar.
—Nosésivoyapoderir—explicó—.Estoymetidaenunawebycasino
tengo
tiempo ni para venir aquí. Entre nosotras, mi nueva jefa es una
explotadora—manifestó
concomplicidadaltiempoquetratabadeesconderlarisa.
—Serás…¿Tantotrabajoteestádando?
Lanariodebuenaganaantesdepoderhablardenuevo.
—Notepreocupes,tengoaunapersonaayudándomeyvamosavanzando
bien.Te
prometoqueiré.Mevendrábiendesconectarunpoco.
—¿Ricksiguesinhacerningúnmovimiento?
—Me ha saludado al entrar. Lo que teniendo en cuenta su actitud de los
otrosdías,ya
es un triunfo —bromeó para no darle importancia—. Pero si lo
comparamosconquese
levantaratempranounsábadoparatraermecaféreciénhechoporquetenía
resaca,esun
pocoinsignificante.
—Esidiota—zanjóGabrielle—.Obipolar,todavíanolotengoclaro.
—Deberíarebatírtelo,perolaverdadesquenotengoganas.
Lasdosrieronporlagraciaysedispusieronairaclase.Cuandosalieron
del
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vestuariosetoparonconRick,queestabaapoyadoenlapareddeenfrente,
esperandoa
quesalieran.
—Chicas, he organizado una clase especial de danza del vientre y me
gustaríaque
vinierais.
—¿Ylavasaimpartirtú?—preguntóGabrielleconasombro.
Ricksonrió,unpocosorprendidoporlapregunta.
—Porsupuestoqueno.Lavaadarunaamigamía.
GabriellemiróaLanaparaquedecidieraquéhacer.
—TenemosclaseconEnzo—apuntólainformática.
—Losé,peroestaclaseesespecial,novaavolverarepetirseenmucho
tiempo.
Ricklamiródirectamenteaella,alaesperadesurespuesta.
—Deacuerdo.Iremos.¿Cuándoempieza?
—Dentrodediezminutos.—LasonrisaqueleofreciódesconcertóaLana,
quese
preguntó si había ido por todo el gimnasio anunciando la clase o si la
invitaciónse
habíalimitadoaellasdos.
Unosminutosmástarde,cuandoentraronenlaclasedeRickysetoparon
conlamorena
del ascensor, Lana estuvo a punto de salir a toda prisa de allí. El único
motivoporel
que se quedó fue porque Gabrielle, anticipándose a su reacción, la tomó
delbrazo,
imposibilitandoquesefuera.
Qué poca sensibilidad tenía ese hombre, pensó enfadada. ¿Cómo se le
habíaocurrido
invitarla a ella a la clase de su novia? Inmediatamente después se dio
cuentadequeél
noestabaaltantodesussentimientosysecalmó,losuficientecomopara
aguantarel
malratoyquedarsehastaelfinal.
Unahoradespués,cuandoNicolelesagradeciólaasistencia,Lanasalióa
todaprisa
delaula.EstabademasiadoalteradacomoparadarsecuentadequeNicole
ibadetrás
deellasdecaminoalvestuario.Porsuerteparatodos,lapelirrojaestaba
callada,
pensando en la desfachatez de Rick, quien al finalizar la clase se había
acercadoaella
parapreguntarlequélehabíaparecido.
—Decepcionante, la verdad. Creo que voy a seguir con Enzo —contestó
antesde
darselavueltaydejarleconlarespuestaenloslabios.
Una vez dentro, Gabrielle se dio cuenta de que no estaban solas y,
preocupadaporun
posibleestallidodefuriadesuamiga,lediounpellizcoenelbrazo.
—¡Ay!—sequejómirándolayreparandoenelmododesmesuradoenque
abríalos
ojos.
Condisimulóbuscóelmotivoysediodebrucesconlamorena.
Fueellalaprimeraquehabló.
—¿EresLana,verdad?Terecuerdodelviernespasado.¿Tehagustadola
clase?—
inquirióconunasonrisaamable.
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—Sí,hasidoestupenda—contestósinsabermuybienquédecir—.¿Aque
sí,Gabby?
—Muy interesante —afirmó la diseñadora mientras recordaba el interés
deBlakeen
susmovimientos.
Durantelahoraquehabíanpasadoenelaula,Blakehabíasidoincapazde
hacerdos
series de ejercicios seguidos. No le había quitado la vista de encima a
Gabrielley
tampocohabíacambiadodemáquinaentodoesetiempo.
—Gracias. Rick me comentó que estaba perdiendo alumnas en favor de
Enzo,yno
puedo negar que es muy guapo —dijo con una sonrisa—, así que me
ofrecíaecharle
unamanoconunaclasediferente.
Lasdosamigassemiraronconfundidas.
—Bueno,comosoisparejaeslógicoqueleayudes—tirólacañaGabby
paratantear
eltemaydescubrirquérelaciónuníaaNicoleconRick.
Lachicaparpadeó,sorprendidaporelcomentario,yactoseguidoseechó
areírcon
ganas.
—Ricknoesminovio.Esmicuñado,ademásdemientrenadorpersonal.
Meestá
ayudandoaponermeenforma.
—¿Denoche?—intervinoLanaconuntonodeincredulidadenlavoz.
—Los dos trabajamos muchas horas y era el único momento en que
podíamosquedar.
Soy abogada, bailarina y estoy planeando mi boda —explicó con ojos
brillantes—.El
poco tiempo libre que me queda lo ocupo en entrenarme porque voy a
participarenun
concursodebailededanzadelvientreenEgipto.
—¡Vaya!Quéinteresante.
—Sí,minovioyyoaprovecharemoslalunademielparaviajarallíyque
yopueda
participarenlacompetición.
—Entoncestedeseamosmuchasuerte,¿verdad,Lana?
—Muchísima.Ojaláganes.
—Gracias, chicas. Ahora voy a ducharme o llegaré tarde, y Neal es tan
maniáticocon
lapuntualidadcomosuhermano.
Lanaestabacompletamentedesconcertadaporlasrevelacionesqueacaban
de
hacerle. Al mirar a Gabby comprendió que su amiga estaba igual de
confusa.
—Ducharápidaycafé.Estohayquecomentarlo.
—Tienes razón. Voy a llamar a Emily para que venga, tres cabezas
siemprepiensan
mejorquedos.
Lanaasintióconvehemencia.
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Amora135metros
El viernes por la noche Gabrielle se arregló con esmero, poniendo
especialatención
enelcalzadoyenlaropainterior.Noteníaintencióndedejarnadaalazar
yesoseran
dos puntos importantes a tener en cuenta, porque el miércoles, cuando
Blakecenóensu
casa, la noche no fue más allá de unos besos de despedida, y estaba
decididaaquela
historianoserepitieradeunmodotaninsatisfactorioparaella.
Blakesololehabíadichoqueibaallevarlaacenar,ademásdepedirleque
sepusiera
pantalones,sinespecificarelmotivoporelqueteníahacerloofacilitarle
laelecciónde
vestuario. Como el pantalón no iba a darle mucho juego, había decidido
concentrarseen
las prendas menos visibles que, estaba segura, mostraría a Blake cuando
fuerael
momentooportuno.
Acababa de maquillarse cuando sonó el timbre de arriba. Había dejado
dichoal
conserjequedejarasubirasuvisitaencuantoaparecieray,comosiempre,
Carlos
habíacumplidosupeticiónalpiedelaletra.
Trasecharseunaúltimamiradaenelespejoseencaminóhacialapuerta
paraabrir
conlosnerviosdepuntayelestómagorevuelto.
—Quépuntual—saludó,altiempoqueledabaunrepasoasuaspecto.
Blakevestíaunachaquetaoscuradepiel,jerseygrismarengodecuellode
pico,
vaquerosdesgastadosybotasdemotero.
—Estás muy guapa —dijo él, acercándose para besarla con suavidad—.
¿Nosvamos?
—Porsupuesto.Dameunsegundoquevoyaporelbolso.
Menosmalquesehabíadecantadotambiénporvaquerosybotines,pensó
mientraslo
tomaba de la silla de la que lo había colgado. Si no habría desentonado
porcompleto
conellookinformaldesuacompañante.
Cuando cerró la puerta de su piso, Blake ya estaba frente al ascensor
impidiendoque
estesecerrara.
Caballerosamentelecedióelpasoyentródespuésqueella.Sinembargo,
nopresionó
el botón de bajar una vez que ambos estuvieron dentro y las puertas se
cerraron.
—Dejaquetesaludecomocorresponde—pidióconunasonrisapícara.
—¿Ycómoseríaeso?
Blakecreyómásoportunodemostrarloqueexplicarlo,asíquelaasiópor
lacinturay
lapegóasucuerpoparabesarlaconminuciosidadyganas.
—Tengo que confesar que tu beso en mi puerta había sido un poco…
decepcionante
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—comentó Gabrielle cuando se separaron y Blake por fin presionó el
botón.
Élsoltóunacarcajadaroncaymasculina.
—Te aseguro que eres la primera mujer que usa ese adjetivo conmigo.
Poresome
gustas. —Y añadió—: Y para que quede claro, si te besé así fue por
decoro.Noquerría
quetusvecinostuvieranunamalaopiniónsobreti.
—¿Ladeunamujerquelegustaquelabesenencondiciones?
Estavezsepusoserioantesderesponder.
—No, la de una mujer que permite que la besen apasionadamente en la
puertadesu
casa.
Gabriellefingiómeditarlo.
—Tienesrazón,elascensoresmuchomejorparaeso—afirmó,comosi
hubiera
llegadoaesaconclusióntrasunalargameditación.
Salierondelascensorentrerisas,cogidosdelamano.Carlosseacercóa
Blakecon
unamiradadeadmiraciónquesorprendióaGabrielle,dadoquenuncale
habíavistode
otromodoquenofueraserioyformal.
—Gracias, señor Scott —dijo tendiéndole unas llaves—. Ha sido la
experienciamás
increíbledemivida.
—Gracias a ti por guardármelos —indicó Blake, separándose de Gabby
paracoger
doscascosdemotoristaqueestabansobrelamesadelconserje.
Laescenaqueseestabarepresentandoanteellaeratandesconcertanteque
nisiquiera
sehabíadadocuentadequeestuvieranallí.
—¿Vamosenmoto?—preguntósindejardemirarloscascos.
—Por eso te pedí que te pusieras pantalones. ¿Hay algún problema? No
vasatener
queconducirla—bromeó,aunquelamirópreocupado.
Duranteunsegundoseplanteódecirquesí,queirenmotocicletanoerasu
ideade
unacitaromántica,peroluegosediocuentadequeibaaestarpegadaaél,
agarradaa
sucintura,ylaprotestasequedóenunmeropensamiento.
—Ninguno.Megustairenmoto.
—PuesladelseñorScottlevaaencantar—intervinoCarlos.
Gabby sonrió de un modo educado mientras intentaba disimular su
desasosiego.Hacía
muchosañosquenosubíaenunamoto.Aunquetampocoesquelohubiera
hechomuya
menudocuandoeramásjoven…YaunqueBlakelahacíasentirsesegura,
seguía
prefiriendolosvehículosdecuatroruedas.
Aunasí,seolvidódesuspreocupacionescuandolatomódelamanopara
salirala
calle.Unamotogrande,negrayplateadalesestabaesperando.Gabbyse
dejó
impresionarporeltamañoyelbrillodesucarenado.
Aunquenoteníanilamásremotaideasobremotores,sabíadoscosas:que
noerauna
Harley Davidson y que la velocidad era una de las características
principalesdel
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vehículoqueteníadelante.
Blake se subió con agilidad a la moto y se puso el casco integral negro
quehabía
llevadoconsigo.
—¡Sube!
Pocodispuestaamostrardebilidades,hizoloquelepedía.
Se puso el casco plateado, sin preocuparse por despeinarse, y se agarró
confuerzaa
Blake, a quien notó reír. Los espasmos de su pecho y estómago le
delataron.
—¿Estásbien?—alzólavozparaseroído.
—Sí.
—Puesallávamos.
Arrancóelmotor,querugióconfuerza,ysaliódisparadocalleabajo.
Durante los primeros minutos lo único que preocupó a Gabrielle fue
dóndeponerlos
pies, y agarrarse fuerte para no caerse cuando Blake tomaba una curva.
Pasadoese
tiemposeatrevióaalzarlacabeza,pegadaalaespaldadeél,ymirarla
ciudadque
estabanrecorriendo.
—¿Vamos al London Eye? —preguntó cuando lo vio acercarse hasta la
grannoria,
unodelosemblemasdelaciudad.
—Exacto.
—Nuncaheestadoallí.
—Puesesohayquesolucionarlo.
SedetuvieronenlazonahabilitadaparaaparcaryGabbysintiólaspiernas
de
gelatina.Velocidadyaltura,pensó.Menudanocheleesperaba.
—He reservado una cápsula para nosotros solos y te prometo que no
habrá
champagne, lo he cambiado por vino —explicó Blake, cogiéndola de la
mano.
Élsehizocargodeloscascos,colocándoseunoenelantebrazoyelotro
enlamano,
demaneraquedisponíadelaotramanolibreparacogerladeella.
Alllegaralaentrada,unseñormuyamablelescondujohastalacápsula
queBlake
habíareservadoparaellosdos.Gabriellesediocuentadequehabíaotras
ocupadas,
pero ciertamente había mucha intimidad en ellas. Aunque fueran
transparentes,laaltura
yladisposiciónlesotorgabandiscreción.
Alentrarenlacápsulavieronqueestabatododispuesto:unamesaenorme
con
canapés y tres clases diferentes de vino, música suave de fondo, un
enormesofá
circularblancoenelcentroylaslucesdelaciudadcomoescenario.
—¿Eres consciente de que esta es la mejor primera cita que he tenido
nunca?
ElorgullosereflejóenlaexpresióndeBlake.
—Notecreasqueesoesbueno—continuóella,sonriendo—,apartirde
este
momentovoyaexigirquenuestrascitasesténalaalturadeesta.—Serio
aldarse
cuentadeljuegodepalabras.
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—Loestarán.Ahoravamosacomeralgo.
—Laverdadesqueloscanapéstienenbuenapinta—dijomientrasmiraba
losmásde
treintatiposdistintos.
Lossiguientesveinteminutoslospasaroncomiendoydisfrutandodelas
maravillosas
vistasdelaciudad,quesoloelLondonEyepermitía.
—¿Por qué no me muestras uno de esos movimientos que aprendiste el
otrodía?—
preguntóBlakederepente,cuandoGabbyhabíacomenzadoacreerquede
nuevosu
nocheseibaalimitaracharlaycomida.
—¿Losdeladanzadelvientre?
Asintióconseriedadsinapartarlavistadeella.
—¿Aquí?
—Nopuedevernosnadie.—Hizoungestoconlamanoparaseñalarque
estaban
solos.
—Deacuerdo—aceptóyselevantódelsofá.
Conexpresióncalculadoracomenzóamoversedelantedeél,balanceando
lascaderas
y los brazos. Los movimientos de la danza del vientre eran
extremadamentedifícilesy
se necesitaba más de una sesión para practicarlos bien, pero Gabrielle
hizosupropia
versión que, a juzgar por la cara de Blake, estaba funcionando a la
perfección.
Cerró los ojos y siguió moviéndose. Con picardía sacó la lengua y se
mojóloslabios,
un gesto inocente que provocó un gemido de deseo en Blake. Acuciado
porelbailese
levantó, la asió de las caderas y la arrastró hasta el asiento donde la
colocóa
horcajadassobresuspiernas.
La boca masculina se deslizó por su cuello y siguió bajando por las
clavículas.Blake
cogió la parte baja de su jersey y la instó a levantar los brazos para
sacárseloporla
cabeza.
Sequedóencamisetadetirantesdeencajeysujetador.Aunasínointentó
quitársela,
sinoquelebajóelescoteehizolopropioconelsujetadorparabesarsus
pechosy
lamersuspezones.
—Siento mucho que esto vaya a ser tan rápido, pero no voy a poder
esperar—
explicóalzándolalojustoparabajarsuspantalonesysuscalzoncillos.
—Nopuedoquitarmelaropaaquí,Blake—protestóGabby.
—Novoyadesnudarte.Solovoyaquitartelospantalones.
—Creoqueno…
Lavozselequedóatoradaenlagargantacuandosintiósusdedosenlas
caderasy
bajandoporsusmuslos,juntoconlaropa.
Un segundo después ya no la llevaba y volvía a estar sentada en la
posicióninicial.
Blakelabesóparaquedejaradeprotestar,peroenesosinstantesGabrielle
no
recordaba ningún motivo por el que tuviera que hacerlo. Sin dejar de
besarla,rebuscó
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ensuspantalonesyrasgóelenvoltoriodeunpreservativoquesecolocó
condestreza.
—Estoesunalocura—apuntóella,separándosedesuslabioslojustopara
hablar.
Unnuevobesomásintensolasilenció.
Blakelaenvistiódesdeabajoycomenzóamarcarunritmofrenéticoque
Gabrielle
acompasóasidaalosfuerteshombrosmasculinos.
La intensidad de los movimientos y el deseo que sentían acortó la
experiencia,
consiguiendo que ambos se dejaran llevar al mismo tiempo. El deseo
crudo,juntoal
temor a ser descubiertos y a la sensación de estar a la vista de todo el
mundointensificó
elclímax.
Sequedaronunoenbrazosdelotrohastaquesurespiraciónsenormalizó.
—Definitivamente, la mejor cita de mi vida —sentenció Gabby cuando
porfinpudo
hablar.
Con dejadez se apoyó sobre el pecho de Blake mientras los dos reían,
completamente
saciados.
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¿Quiénerestú?
Robert y Gabrielle pasaron a recoger a Emily y a Lana, aunque en esta
ocasióndejaron
lalimusinayoptaronporelBMWdeladiseñadora,ysedirigieronaNew
BondStreet.
Duranteeltrayecto,Gabriellefuevíctimadeuntercergradoenelquesus
amigasse
empeñaronenconocercadadetalledesucitaconBlake.
—¿Yquépasócuandotellevóacasa?—AunqueLanasehabíaimaginado
la
respuesta,Emilyparecíanecesitarunaconfirmación.
—Se quedó a pasar la noche en mi casa, y he de decir en su favor que
todavíaestaba
ahícuandomehedespertadoestamañana.
Lapelirrojaseechóareír.
—Hubiesesidounavenganzasensacional.
—Yohabríasidoincapazdehaceralgoasí—confesóEmily—.Medaría
miedo
fastidiarla.
—LoquedemuestraqueBlakeesrealmentebueno.—Noselesescapóa
ningunade
sus amigas la sonrisa de felicidad que Gabrielle llevaba dibujada en el
rostro.
Bajaronensudestinoysededicaronairtiendaportienda.Coneltiempo
quehacía
queEmilynosecomprabanada,supresupuestoeramásampliodeloque
ningunade
las otras dos esperaba, así que no vetaron ninguna tienda por cara que
fuera.
Las siguientes tres horas entraron y salieron de probadores. Opinaron
sobrecada
vestido, pantalón o chaqueta que Emily se probó y, finalmente,
hambrientasyagotadas,
hablarondebuscarunlugardondecomer.
—Me niego a dejar que escojáis restaurante vosotras. Ya he tenido
bastanteskaraokes
yplatosdeplásticoparaelmes.HoyvamosacomerenelChezMarianne.
—Imposibleencontrarmesalibre.NiGabbyqueesfamosalaconseguiría
contan
pocotiempo.
—Bueno,puesyosí—zanjóLana—.Porfavor,Robert,llévanosalChez
Marianne.
—Buenastardes,Lana.¡Quésorpresavertehoy!—saludólarecepcionista
delChez
Marianneconauténticaalegría—.¿Tienesreserva?
Así que ese era el secreto, se dijo Gabrielle. Lana era amiga de la
recepcionista.
—Hola,Beverly.No,hasidoimprovisado,¿creesquepodríahacerusode
mi
influenciayconseguirunamesaparatres?
—Porsupuesto.
—Gracias.
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—Denada.AhoravendráAndréparaacompañarosavuestramesa.
—¿Cómo…?—empezóEmily.
—Nopreguntes—cortóLana.
—¿Novesqueesamigadelarecepcionista?—susurróGabby.
—Noexactamente,yoshepedidoquenopreguntéis.
Nosiguieronhablandoporque,paratranquilidaddeLana,aparecióeltal
André,
quientambiénsaludóalapelirrojacomosilaconocieradealgúntiempo,
ylas
acompañó a lo que Gabrielle comprendió que era una de las mejores
mesasdel
comedor.
ElChezMarianneeraunodelosrestaurantesmásselectosdelaciudad.En
élse
servía cocina francesa tradicional y disponían de dos menús: uno de
degustaciónde
temporada y otro tradicional. Además de la excelente comida, la
decoracióneradelo
másllamativa.Salonesconparedesadornadasconhilosdelucesobolas
decolores,
sinolvidarlasclásicasysobrias,paracomensalesmenosvanguardistas.
LastresfueronconducidashastalamesaLumière,queseresguardabadel
restodel
comedor con unas cortinas de luces que la envolvían, manteniendo la
intimidaddelos
comensales.
—Ahorasíquenosvasadecircómoesposiblequeestemosaquísentadas
—pidió
Gabrielle,admirándolotodo.
Aunquehabíaescuchadomaravillasdelrestauranteeralaprimeravezque
iba,yno
podíanegarquetodoloquelehabíandichoeracierto.
Lana no pudo responder porque en ese instante apareció un nuevo
camareroqueno
diomuestrasdeconocerla,ylesofreciólascartasdevinoydelosmenús
paraese
mediodía.
Lanalascogiósinmirar.
—¿Cuáleselplatoespecialdehoy?
—Magretdepato.
—¿LohahechoelchefRoss?
—No,señorita,elchefRossha…
—Yohehecholasilladecorderoconberenjenaypiñones—dijounavoz
roncay
masculina.
Las tres se dieron la vuelta para mirar al chef principal de la cocina del
Chez
Marianne.
Eraunhombredeunoscincuentaaños,altoyatractivo,conelpelooscuro
plateadoen
algunas zonas como las sienes y las entradas. Se acercó a ellas con una
sonrisa,peroa
quienmirabarealmenteeraaLana.
—Me ha dicho André que estabas aquí. Si me hubieses avisado te habría
preparado
algoespecial—ofreció,acercándoseparabesarla.
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—Nohacefalta,papá.Megustatodoloquecocinas.
Tantoelcamarerocomosusamigassesobresaltaronalescucharlaúltima
palabra.
—Gabrielle, Emily, os presento a mi padre, Samuel Ross. Papá, mis
amigas.
—Encantado de conoceros. —Les tendió la mano para saludarlas—.
Esperoqueos
guste mi comida, porque prometo esmerarme con vuestros platos —
comentóconuna
sonrisamuyparecidaaladesuhija.
Hablaron unos minutos más pero el trabajo en la cocina apremiaba, de
modoquese
marchó, no sin antes conseguir que las chicas aceptaran dejarse
sorprenderporloque
fueraquetuvieraenmenteprepararles.
—Tupadreesgenial—apuntóEmily.
—Losé.Mipadrenoeselproblema.
Gabriellelaconocíaunpocomás,porloqueenseguidacomprendióque
estaba
hablandodesumadre.
Emily,haciendousodeltactoquelacaracterizaba,noindagóeneltemay,
cuandola
comida llegó, todo quedó olvidado en favor de esta. Que tal y como
esperabanfue
deliciosayjustificabalafamadeselectoqueteníaelrestaurante.
Trasretirarleslosplatos,elcamarero,visiblementeincómodo,leanunció
quesu
madre acababa de llegar y que quería tomarse una copa con ellas si no
tenían
inconveniente.
Lanamiróasusamigasparacomprobarquenolesmolestabalaoferta.
—Deacuerdo,dígalequenosencantaríatomarnosunacopaconella.Eslo
menosque
podemoshacer,normalmentenuncapreguntasinoqueselimitaaimponer
supresencia.
Elcamareroasintióysemarchóatodaprisa.
—Porfavor,paseloquepasenodejéisquemimadreosestropeelabuena
opinión
que tenéis de mí —pidió Lana medio en broma medio en serio,
desconcertándolascon
supetición.
Minutosmástardeunamujeraltaydelgada,decabellocolorcaobamás
oscuroqueel
de su hija y vestida con un traje de chaqueta negro, indudablemente
firmadoporChanel,
aparecióenescena.
—Hola, mamá —saludó Lana, que daba la sensación de que le hubieran
echadode
golpeunpesoenormesobreloshombros.
—Buenastardes,Alana—saludólareciénllegadaconunmarcadoacento
francés,sin
acercarseabesarasuhija.
—Mamá,tepresentoamisamigas,GabrielleyEmily.Chicas,mimadre,
Marianne
Chardin.
—Encantada —correspondió la mujer a las muestras de cortesía de las
amigasdesu
hija.
Gabrielle, consciente de la incomodidad de Lana, comenzó una
conversaciónsobreel
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restaurante y el hecho de que tuviera su nombre. Marianne se mostró
sorprendidade
quesuhijanoleshubieracontadoquepertenecíaasufamilia.
La siguiente media hora tuvieron que pasarla escuchando lo antigua que
erasu
familia,lodecepcionadaquesesentíaporqueLananohubieraseguidola
tradición
familiar y fuera chef y lo elitista que era su restaurante. Además de ver
cómorechazaba
pordosveceslacopadeoportoqueelcamarerolehabíallevadoporque,
segúnella,
noestabaenlascondicionesóptimasdetemperatura.
Cuando finalmente se marchó, las tres respiraron tranquilas. Conocer a
Marianne
había logrado que Gabrielle comenzara a darse cuenta de que su madre,
aunque
quisquillosa,nopretendíamásquesubien.Lapreocupaciónporsupesoo
porsu
alimentaciónnoteníanadaqueverconelabiertodesprecioqueMarianne
mostrabapor
suhija.Puedequeenalgunosmomentoshubiesedudadodesusmotivos,
perovera
Marianne y a Lana juntas le había enseñado cómo se comportaba una
mujerquenotenía
elmenorinterésporsuhija.
—Siantesmegustabas,hededecirtequeahorameencantas.Esincreíble
quehayas
vividoconesamujeryseasunadelaspersonasmásencantadorasquehe
conocido
nunca—comentóGabbysinrodeos.
—Yasabéisquenomegustahablarmaldelagente,peroenestaocasión
voyahacer
unaexcepciónyaestarcompletamentedeacuerdoconGabby.Tumadre
esunasnob
recalcitranteytúeresestupenda.
—Añado que tu padre me parece encantador, igual que tú —siguió la
diseñadora—.
Sinceramente,noséquépuedeverenella.
—Mipadreestálocopormimadre.Siemprehasidoasí,yelladisimulasu
carácter
cuandoélestádelante.
—La verdad es que es atractiva —intervino Emily—, aunque tú lo eres
más.
—Gracias,chicas,menosmalquehayalguienqueporfinsedacuentade
lofabulosa
quesoy—bromeóparadisimularlomuchoquelahabíanemocionadosus
palabras.
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Losvestuariosmasculinossonelcielodelaschicas
Acababa de llegar a casa, tras pasar la mañana con sus amigas, cuando
Blakese
presentó en su piso con las mejillas pintadas con tres franjas, blanca,
negrayamarilla,
ydosbufandasdesuequipoderugbifavorito:elLondonWasps.
—¡Vaya!—serioGabby—.Estás…Diferente.Notequedamal.
Blakearqueóunaceja.
—Voyapintarte.Losabes,¿verdad?
Ellaparpadeó,sorprendida.
—De eso nada. Me niego a pintarme la cara como una avispa. Son unos
animales
horriblesquetepicansindarlesunmotivoparaquelohagan.
Blakepareciócomplacidoporlaexplicación.Elproblemaeraqueestaba
decididoa
queGabriellevivieralaexperienciacompleta.
—Nopuedesiralestadiosinpintar—insistióél.
—Llevomaquillaje,asíquehecumplidolasnormas.
AunqueBlakenodijonada,Gabriellesediocuentadelinstanteexactoen
quedecidió
cambiardetáctica.Dibujóunasonrisatraviesayalzólamanoparatocarle
lamejilla,
loquelahizodesconfiar.
—SidejasquetepintelasfranjasdelosLondonWasps,tecompensaré.
—¿Ycómotienesplaneadocompensarme?—inquirióentonocalculador.
—Puedohacertechapuzasencasa—ofrecióconguasa.
—Yoteníaenmenteotraclasedechapuzas…
Blakeabriólosojosexageradamentealtiempoquesellevabalamanoal
pecho.
—¿Chapuzas?¿Chapuzas?
—No sabría decirte… La verdad es que ya ni me acuerdo de… —No le
dejóterminar
lafrase.
PormuchoqueBlakeintentaraexplicarleaGabriellelasreglasdelrugbi
oel
significadodemelé,ensayoopatadadebote-pronto,paraellaseguíasin
tenersentido
nada de lo que sucedía en el campo. Lo único que comprendía era la
violenciaconla
quelosjugadoresseechabanencimadeotrosdelequiporival.
—¿Deverdadjugabasaesto?
—Sí.
—Noloentiendo—comentóGabbyparasímisma.
—¿Quénoentiendes?
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—Que sigas siendo tan guapo. Deberías estar desfigurado por alguna
patada.
Aunqueellalohabíadichocompletamenteenserio,Blakeserio.Ledio
unbeso
rápido, se rio de nuevo y dos segundos después volvía a estar pendiente
deljuegocomo
sinohubiesedichonada.
El partido transcurrió sin descansos y, aunque tuvo momentos
interesantes,Gabrielle
seperdióelsignificadodelamitaddelasaccionesporque,aunqueBlake
intentara
explicárselas,noestabafamiliarizadaconesedeporte.
—¿Quieres conocer a los jugadores? —preguntó cuando finalizó el
partido.
—¿Ahora?
—Podemosiralvestuario.
—¿Nosdejaránentrar?
Élsonrióconsuficienciaytiródesumanoparallevarlaabajo.Duranteel
trayecto
delpalcohastalosvestuariossedetuvieronenmuchasocasionesporque
los
aficionadosdelequipolepidieronautógrafosyfotografías,lamentándose
dequese
hubiera tenido que retirar tan pronto. Gabby se mantuvo en un discreto
segundoplano,
viendocómoBlakedisfrutabaalhablarconellosdesitalocualjugador
habíahechoel
partidodesucarreraodesielgolpedeaquelhabíasidojuegosucioono.
Finalmentellegaronalosvestuariosy,talycomohabíasucedidoarriba,
todoel
mundorecibióaBlakeconafecto,desdelosjugadoreshastalostécnicos.
Gabrielle sabía que era fácil para él entablar conversación. Era una
personacercana
que sabía escuchar, además de ser ingenioso y divertido. Había sido así
comoleentró
enlafiesta,conmuchoencantoeingenio.Sihubierasidodeotromodoni
siquieratodo
suatractivohabríalogradoquelehicieracaso.
Aunque había intentado pasar desapercibida, cuando algunos de los
jugadoresdejaron
deinteresarseporBlakesedieroncuentadesupresencia.Gabbydecidió
quelomás
seguroseríamirarhaciaarriba.Quelamayoríafueranmásaltosqueella
lohizomás
fácil.
Un rubio de espaldas enormes se acercó a ella vestido con unos
calzoncillosblancos
yconunasonrisatraviesaenloslabios.
—¿Quién eres, guapa? ¿Te has colado aquí aprovechando que nadie
miraba?—
Aunquelodijomirándolaalosojos,lediounrepasodearribaabajo.
—Fish,aléjatedemicita—larescatóBlake,acercándoseaellos.
Lepasóunbrazoprotectorporloshombrosylapegóasucuerpopara
quenoquedara
ningunaduda.
—Blake,siemprehastenidobuengusto—laalagóeltalFish.
Seunierontresjugadoresmás,todosellosconescasaropa,yunminuto
después
estabansiéndolepresentados.
Blake siguió hablando con sus excompañeros y Fish aprovechó para
volverala
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carga.
—Esunapenaquenoseasunafanlocaquesehacoladoenelvestuario.
Dehaberlo
sidotehabríahechountour.
Gabriellesonrióantesderesponder.
—Déjameadivinar…¿mehabríashechountourporlasduchas?
—Yporlasalademasajes.Sí,estoysegurodequehabríacomenzadopor
ahíy
despuéstehabríallevadoaljacuzzi.
—¿Tenéis jacuzzi? —Sorprendida, se dio la vuelta para mirar lo que la
rodeaba.
Fishsepusoasulado,latomódelacinturaylahizogirarhastaquesu
miradasefijó
enunapuertaentreabiertaenlaparedlateral.
—Siquierespuedoenseñártelo.
—Eresmuyamable,peronocreoqueaBlakeleparezcaunabuenaidea.
—Gabrielle
estabatanconfundidaquenosabíasiFishestababromeandoohablabaen
serio.
—Deacuerdo,perositecansasdeélpuedesllamarme.
—Gracias,lotendréencuenta—aceptó,conunasonrisa.
Eltipoeratodounpersonaje,guapoygracioso,esonopodíanegárselo.
PeroGabby
estabacomenzadoapreguntarsesinoseríamejorparalasaludmentalde
losjugadores
quellevarancasco.
Cinco minutos más tarde salieron del vestuario para que los jugadores
pudieran
ducharse en paz. Gabrielle se mantuvo en silencio mientras caminaban
haciaelcochey
Blakenoestabasegurodesiestabaenfadadaosoloconmocionada.
Tal vez llevarla a ver un partido de rugbi no había sido tan buena idea
comohabía
pensado. Después de todo, Gabby era una mujer y quizás hubiera
preferidoelballeto
lagimnasiaartística,algoqueaélleaburríamortalmente.
Noobstante,cuandoGabriellefinalmentehablósediocuentadequecon
ellano
podía pronosticar nada, porque sorprenderle se había convertido en una
constante.
—Lohashecho—dijomientrassalíandelestadio.
—¿Quéhehecho?—preguntóélconcautela.
—Superar la cita anterior. Me has llevado a un vestuario lleno de tipos
cachas
desnudosoencalzoncillos.Misamigassevanamorirdeenvidiayyote
adoro—se
burló.
Blakesequedóclavadoenelsuelo,conlosojosabiertoscomoplatospor
la
sorpresa.
La había llevado al vestuario para hacerle notar que era un tipo
importante,queese
erasuantiguoequipoyquesuscompañerostodavíaleechabandemenos.
Nisiquiera
habíapensadoenquetraselpartidoquerríanducharse,nimuchomenos
queveratipos
enropainteriorfueratanincreíbleparaella.Además,encuantovioque
Fishse
dedicabaacoquetearconelladescaradamentesedespidióylasacódeallí.
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Debíadehaberlellamadolaatenciónporquelepreguntóelmotivoporel
quele
llamabanFish.
—¿Esporquehuelemaloalgoasí?
Blakeserioconfuerza.
—¿Creesquehuelemal?
Seencogiódehombros.
—Estabasudado.Arosasprecisamentenoolía.
—LellamanFishporqueesescurridizocomounpez—explicóconlarisa
enlavoz.
¿Sería por él por lo que le había parecido tan increíble la cita?, se
preguntótenso.Sin
embargo, cuando se dio cuenta de que se estaba poniendo roja de tanto
aguantarsela
risa,comprendióquelehabíatomadoelpelo.
—Eresunabruja—laregañó.
—Ytúuncrédulo.¿Deverdadtehascreídoqueteadoro?
Élsoltóunacarcajadaporsudesfachatezyantesdequepudieradecirnada
másla
besó,enmediodelaparcamientodelestadio,cadavezmásconvencidode
queélsíque
laadoraba.
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Carpetazoylibretanueva
Elsábado,traslascompras,Emilyllegóacasatanllenadeeuforiaqueno
teníaganas
detumbarsesolaensusofáaverlatelevisión.SabíaqueGabrielletenía
unacitacon
Blake,perotodavíalequedabaLana.Susotrosamigoserancompartidos
conPhil,y
aunque la mayoría se había mantenido neutral con su divorcio, eran
parejasysalira
cenarconunadeellasseríademasiadoincómodo.
PorellollamóaLanaysequedódecepcionadacuandolapelirrojaledijo
queestaba
hasta arriba de trabajo con la web de Gabrielle y que tenía intención de
aprovecharlo
quequedabadedíaparaadelantartrabajo.
Durante unos minutos se quedó sentada en el sofá con el móvil en la
mano,barajando
sus posibilidades. Podía quedarse en casa y aburrirse o podía arreglarse
conalgunode
los vestidos que se había comprado esa misma mañana, que estaba
deseandoestrenar,y
saliracenar.Despuésdetodononecesitabaanadieparaeso…Perocenar
soloeraun
pocotriste.
—Aunquetequedesencasavasacenarsolaigualmente—sedijoenvoz
alta.
Siemprehabíatenidoesacostumbredehablarconsigomisma,perodesde
eldivorcio
lohacíamáshabitualmente,quizásparanosentirsetansola.
Decididaasalirsemetióenladuchaysearreglóconesmero.Sepusoun
vestidoazul
marino ceñido, largo hasta la rodilla y con escote barco, unos zapatos
rojosde
Gabrielle Gibbs y un bolso del mismo color. Se dejó el cabello suelto e
inclusose
maquilló como le había dicho la diseñadora que tenía que hacer para
resaltarelcolor
azuldesusojos.
Cogióelabrigoysaliódesucasaantesdetenertiempodeecharseatrás.
Elascensor
estabaensuplanta,asíquenotuvoqueesperar.Seencontrabaenelportal,
conel
teléfonoenlamano,preparadaparallamarauntaxi,cuandoPhilseplantó
delantede
ellaconunasonrisasorprendida.
—¿Salesollegasahora?—preguntóinclinándoseparabesarlelamejilla.
—Voy a cenar. ¿Qué haces aquí? —Se dio cuenta de que vestía muy
eleganteparauna
visitacasual,conuntrajedechaquetaoscuro,camisaazulycorbata.
—Veníaainvitarteacenar.HereservadomesaenelClosMaggiore,pero
sihas
quedadoconalguien…
—¡Estoylibre!Ibaacenarsola—confesó.
No es que la idea de cenar con Phil la emocionara. Ya había decidido
dejarleclaro,
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de una vez por todas, que no estaba interesada en retomar su relación.
Tampocoeraque
élhubieraintentadoalgomásalládelasllamadasylasinvitaciones,pero
laamistad
consuexmaridotampocoentrabaensusplanes.Necesitabapasarpáginay
comenzarun
nuevocapítulodesuvida.
ElproblemaeraquedeseabairalClosMaggioredesdehacíaañosyPhil
sehabía
aprovechadodeesoparatentarlaaaceptarsuinvitación.
En cualquier caso, el Clos Maggiore era un lugar tan perfecto como
cualquierotro
para explicarle cómo se sentía respecto de sus llamadas y a que se
presentaraensu
casayensutrabajosinavisar.Quizásunambientetanbonitocomoeldel
restaurante
podíafacilitarlelascosas.
—¿Creesquenospondránenelinvernadero?
—Hereservadomesaenelinvernadero.Séquequeríascenarahí.
—Gracias.Esundetalle,peroPhil…Creoquetenemosquehablar.
—Yotambiénlocreo,Em.
ElClosMaggioreeraespectacular.Ladecoraciónhacíaqueparecieraun
bosque
cubiertodefloresyluces.CercanoalCoventGardenyalaRoyalOpera
House,era
perfecto para ir en pareja, por tratarse de uno de los restaurantes más
románticosdel
mundo.
AceptarlainvitacióndePhilhabíavalidolapenasoloporestarenaquel
lugar,
aunque Emily no fuera a permitirle pagar su parte, ya que iba a
aprovecharlainvitación
paradejarleclarossussentimientos.
Cuando se sentaron en su mesa se creyó estar viviendo en un cuento de
hadas.Lapena
eraqueelpríncipefueraelequivocado.
—¿Te gusta el restaurante? —inquirió Phil a pesar de conocer la
respuesta.
—Esprecioso.
—Notantocomotú.
Emilyleviotomarlelamanocomosileestuvierapasandoaotrapersona.
Notóun
nudoenelestómagoydecidióquelomejoreraexplicarleloquesentía
antesdeque
llegaralacomida.Así,sipreferíamarcharse,podríahacerlo.
—Phil,yo…
Las palabras se le apagaron en cuanto vio a Theo Stone entrar
acompañadodeuna
chica. Era el apelativo más acertado ya que no tendría más de dieciocho
años,yel
camarerolesindicódóndesentarse.ParaconsternacióndeEmily,asolo
dosmesasen
línearectadelaqueocupabaconPhil.
—Em,¿estásbien?
—Sí,sí.Perfectamente.Perdona.
Apartó la mirada del fotógrafo y se esforzó por mirar a Phil. Quería
decirletodolo
quehabíapensado,perolasangrelehervíaenlasvenas,teníaunnudoen
elestómagoy
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estaba tan enfadada que no pensó en las consecuencias de lo que iba a
hacer.Loúnico
quesabíaeraqueTheohabíasalidoconotramujer,unaniñaenrealidad,y
quehabía
estado allí sentada, como una tonta, pensando que la velada habría sido
perfectasien
lugardeconPhilestuvieraconél.
—Losiento,Phil.Estesitioesprecioso.Muchasgraciasporacordartede
quequería
visitarlo —contestó con una sonrisa encantadora que asombró a su
exmaridoporlo
alentadoraqueresultó.
Sindejardemirarle,estavezfueellalaquebuscósumano.
Supoquealguiensehabíaacercadoasumesaantessiquieradeapartarla
miradade
suexmarido.
—Hola,Emily—lasaludóTheo—,quésorpresaencontrarteaquí.Parece
que
últimamentenodejamosdevernos.
Laaludidalemiródemalagana.
—Hola,Theo.Sí,lacasualidad,seguramente.
—Llámalodestino,suenamejor.
Ante las miradas insistentes de Phil, Emily no tuvo más remedio que
presentarles.
—Theo,permitequetepresenteaPhil.PhilesteesTheo,elfotógrafoque
llevala
campañadeGabby.
—¿Phil?¿Philtuexmarido?—inquirióTheosorprendido.
—El mismo —sonrió complacido—. No sabía que Emily te hubiera
habladodemí.
—Vagamente—respondió,ymiróaEmilyparadespedirse—.Esperoque
disfrutesde
lavelada.
—Lomismotedigo.
—Gracias, lo haré. Mi sobrina y yo estamos esperando a que llegue mi
madre,pero
nodudoenquelopasaréestupendamenteconellas—explicó,consciente
deloqueella
habíasupuestoalverlo.
—¿Tusobrina?
Asintióconexpresiónseria.
—Sí, quiere ser modelo y está echando mano de mis contactos. —Le
cambióla
expresión al pensar en ella—. Y mi madre quiere estar segura de que le
presentoalas
personascorrectasydefiar.—Volvióaponerseserio—.Buenasnoches,
Emily.Phil,
unplacerconocerte.
—Lomismodigo,Theo—respondióconeducación—.Eseeselhombre
quesalía
contigoenlasfotografíasdeWomanontop,¿no?—apuntóPhilperspicaz.
—Sí,yatehedichoqueesamigodeGabby.
—Porsupuesto,deGabby.
ElrestodelaveladapasoacámaralentaparaEmily,quiensesentíafatal
porestar
engañandoaPhilyporhaberpensadomaldeTheo.
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Cuandoterminaronlacenayfuehorademarcharseacasaselevantaron
delamesa,
ellaconlaesperanzadepoderdespedirsedeTheo,peroestenomiróen
sudirección
en ningún momento. Demasiado interesado en la conversación que
manteníaconsu
familia.
CuandoPhilintentóaparcaralllegaralportaldeEmily,estaleparólos
pies.
—Estoycansada,Phil.Yatellamaré,tenemosquehablar.
—Novoyapensarmaldetiporquemeinvitesasubir,Em.Lonuestrono
esnuevo.
—¿Lonuestro?Estamosdivorciados.
—Venga, Em. Si hasta le hablaste a ese amigo tuyo de mí —expuso,
acercandosus
labiosconintencióndebesarla—.Séquetodavíamequieres.
Emilysuspiróyapartósucaradelatrayectoriaquellevabanloslabiosde
Phil.
—Nomeinteresaretomarunarelacióncontigo.Lonuestroseacabó.
—Nodigas…
—TeheutilizadoparaponercelosoaTheo,Phil.
—Pero,Em.Todavíamequieres.Losé.
—No,yano.Ynoteescandalicestanto.Túmehasutilizadodurantetodos
losaños
que hemos estado casados. Para complacer a tu madre, para que me
encargaradela
casa,paranosentirtesolo…
—Esonoescierto,yotequería.—Enseguidacorrigió—:Tequiero.
—Buenasnoches,Phil.—Saliódelcocheysemetióenelportalsinmirar
atrás.
Al entrar en casa se quitó los zapatos y se sentó en el sofá. Se sentía
culpableal
mismo tiempo que dolida. Theo no era de los de una sola mujer, eso lo
sabíadesdeel
principio,yaunasíhabíatenidoesperanzas,aunqueestasnohabíantenido
lafuerza
suficiente como para otorgarle el beneficio de la duda. De modo que le
habíajuzgado
respectoasustemoresyhabíaestropeadoloquehabíaentreellos.
Lallamadadeltimbredelportallasobresaltó.QuizásfueraPhil,ysiera
elcasono
teníaganasdeverle.Yalehabíadejadoclarotodoelasunto.
VolvieronallamaryEmilyloignoródenuevo.
Se levantó del sofá de mala gana y se metió en el dormitorio para
cambiarsederopa.
Solosehabíabajadolacremalleradelvestidocuandolallamadaenesta
ocasiónfue
arriba,ensupuerta.
—Noesno,Phil—dijoenvozalta,aunqueestabademasiadolejoscomo
paraqueél
laoyera.
Descalzayamediovestirseaproximóalapuertayhablóatravésdeella.
—Vete,Phil.Nomeinteresas.Yatelohedicho.
—Mealegraescucharlo—apuntólavozdeTheo.
Movida por la sorpresa, abrió la puerta de golpe para toparse con el
fotógrafo,
apoyadocondespreocupaciónenelquicio.
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—¿Quéestáshaciendoaquí?
—Mehashechomolestaratusvecinosparaquemeabrieranelportal.No
mecabrees
más,Emily.
—CreíaqueeraPhil,quenoaceptabaminegativa.
—Puessoyyoyhevenidoapedirteunaexplicación,perocomoyamela
hasdadome
doyporsatisfecho.
Emilypusolosbrazosenjarras.
—¿Perdona?
Theo no hizo caso al tono desafiante. Con delicadeza, la apartó de la
puertayentróen
elpiso.
—Eso después. Ahora voy a hacerte el amor —zanjó cerrando de un
puntapiéy
atrayéndolaasucuerpoparabesarlacomohabíadeseadodesdequeentró
enel
restauranteylaviosentadaconotrohombre.
Emily no protestó, tal vez porque tenía los labios ocupados o quizás
porquenoquería
hacerlo.
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Bienvenido,insomnio
CuandoGabriellesedespertólamadrugadadelsábadoaldomingo,Blake
seguía
durmiendo a su lado. Durante unos minutos se mantuvo inmóvil,
disfrutandodela
sensacióndeestarentresusbrazos.Estabatanpegadoaellaquesentíasu
alientoenla
mejilla.
Blake era un hombre maravilloso y por eso resultaba mucho más
peligrosoparalapaz
emocionaldeGabby.Habíaintentadomantenerlospiesenlatierra,pero
conél
resultabadifícil.
Era consciente de que se estaba enamorando al igual que sabía que él
tambiénsentía
algoporella;seguramentenotanprofundocomoelamor,perosíafecto
ydeseo.Sobre
tododeseo.
Esa misma noche, después de hacer el amor, le había confesado que su
encuentroenla
fiestahabíasidountrucoorquestadoparaconocerla.
—Chocarcontigonofuefortuito.Mepusedelantedetiadrede.Noquería
queteme
escaparas.
—¿Contodaslaschicasguapasquehabíaallí?
—Nunca me había sentido tan fascinado por una mujer con solo una
mirada.Teníaque
conocerte—aseguróantesdevolverabesarla.
Seremovióinquieta.Nopodíapermitirseellujodeenamorarsesinestar
seguraantes
desercorrespondida.
Los nervios se manifestaron en forma de calor. De repente sintió la
necesidaddesalir
de la cama, de tener un poco de espacio. Y lo peor fue que no era la
primeravezquese
sentía así estando con él. Aunque normalmente dormía del tirón, cuando
Blakepasaba
la noche en su casa se despertaba varias veces, como si necesitara
comprobarqueél
seguíaenlacama.Quenosehabíamarchadomientrasdormía.
Concuidadoparanodespertarlo,selevantóysedirigióalcuartodebaño.
Abrió el grifo del agua caliente de la bañera, lo reguló y tras poner el
tapóndejóque
estasellenara.Buscóenelarmariounabombadesalesylaechódentro.
Necesitaba
relajarse un poco y el calor del agua y el aroma de las sales siempre
conseguíaquela
tensiónlaabandonase.
Enpocotiempoelespejodelbañoseempañóporcompleto.Tocóelagua
dela
bañera y con una sonrisa satisfecha se sumergió en ella, después de
recogerseel
cabelloenloaltodelacabeza.
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Teníalosojoscerradoscuandoescuchóunsonidodepasosporelpasillo.
Había
dejado la puerta del baño abierta por si Blake se despertaba, para que
supieradóndese
habíametido.
—Deduzco que estás desnuda debajo de toda esa espuma —bromeó él,
asomandola
cabezaporlapuerta.
Gabriellesonriórecordandounaconversaciónsimilar.
—Creíaqueyahabíasanotadoentulistaquemebañodesnuda.
—Soloqueríaasegurarme.Hazmesitio—pidió,quitándoseelcalzoncillo
y
mostrandolasganasqueteníadecompartirelbaño.
—¡Vaya! A lo mejor prefieres una ducha fría —ofreció, aunque ya se
estabamoviendo
haciaadelanteparaqueélpudieracolocarsedetrásdeella.
—Prefieroelbaño.Sinoteimporta.
Antesdequepudieraresponderyaestabadentrodelagua.
Pasó sus piernas por las caderas de Gabby y la entrelazó más a él,
mientrassusmanos
sedeslizabanporsuspechoscubiertosdeespuma.
—Nopierdeseltiempo—ronroneóella,encantadaconsusatenciones.
—Solo intento que te relajes para que puedas dormir. —Sus labios
acariciaronlapiel
desucuellomientrashablaba.
—Normalmentenotengoproblemasdesueño,perosiesteeselmodoen
quetienes
pensadoquitarmeelinsomnioprometosufrirlomásamenudo.
—Excelente —susurró, pero el tiempo de la conversación se había
acabado.
Sin preocuparse por salpicar agua, se levantó cuan largo era y se puso
frenteaGabby.
Concuidadodenoaplastarlasetumbósobreellaylabesó.Seestremeció
alnotar
cómoellaleclavabalasuñasenlaespaldaylopegabamásasucuerpo,
comosi
tambiénnecesitarasentirle.
Separósusbocasybesósucuellobajandohastasusseños.Condelicadeza
semetió
un pezón en la boca y jugueteó con él con la lengua. Con la misma
suavidadlo
mordisqueó,acuciadoporlosgemidosdeGabrielle,queechabalacabeza
haciaatrás
para facilitarle el acceso. Cuando el pezón estuvo hipersensibilizado
cambiósus
atencionesalotropezónmientrasconlamanoderechabuscabaelhúmedo
ycaliente
centrofemenino.
Dispuesto a tomarse su tiempo, tanteó la entrada. Primero con un dedo,
despuéscon
dos,mientrassupulgarpresionabaelhinchadoclítoris.
—Blake,porfavor—pidióGabbytirandodesupeloparaconseguirque
hicieralo
queellaquería.
—Todavíano,preciosa.
Conunasonrisatraviesasesentósobresustalones,lepusolaspalmasde
lasmanos
bajolosglúteosylaayudóparaquepasaralaspiernasporloshombros,
demodoque
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sucuerpoquedaraamerceddeloqueélquisierahacerle.
—¡Estás loco! —rio Gabrielle entre la bruma de placer en que se
encontraba.
—Soyimaginativo,preciosa.
Sin añadir nada más la acercó a sus labios y la besó con intensidad.
Separandosus
pliegues con los dedos e introduciendo la lengua para saborearla mejor,
setomósu
tiempo,deleitándoseconsusabor.
LaasióconmásfuerzacuandonotóquelaspiernasdeGabbycomenzaban
aflaquear.
No dejó de besarla ni cuando sintió la vibración de su orgasmo en la
lengua.
Hastaquenolasintiórelajarsenodetuvolaexquisitatortura,entoncesla
levantópor
completo y la sentó sobre él, que estaba preparado para recibirla. En
ningúnmomento
lecedióelcontrol.Laasióconfueradelascaderasparaquenopudiera
moversemás
que con él, a su ritmo, a su antojo, y empujó desde abajo, consciente de
quealhacerlo
ejercíaunapresiónextraenella,aumentandoconellosuplacer.
Cuandoelclímaxlaarrasó,Gabrielleleclavólosdientesenelhombro.Él
sedejó
llevar en ese instante con un gruñido ronco y sensual que erizó los
pezonesdeGabby.
—No hemos usado protección —comentó Blake sin darle demasiada
importancia.
Ellalevantólacabezadegolpedelhombroenquesehabíaapoyadopara
mirarlecon
sorpresa.
—Escierto,peronotepreocupes,tomolapíldorayestoysana.¿Túestás
sano?
—Lo estoy y tampoco estoy preocupado. Me gustan los niños —dijo
comosino
tuvieraimportancia.
Gabrielle se quedó inmóvil y en silencio, mirándole con fijeza unos
segundosantesde
responder.
—Amítambiénmegustan.
Contentoporsurespuestalediounbesoenlafrenteylavolvióaempujar
paraque
descansarasobresupecho.
Se quedaron en el agua hasta que comenzó a enfriarse. Entonces Blake
salióycogió
unatoallaparaenvolverla.
—Yaséquévamosahacermañana—explicómientraslasecaba—.Voya
llevartea
misdominiosyvoyacocinarparati.
—Suenabien.
—Suenamejorquebien,preciosa,porquedartedecomernoesloúnico
quetengoen
mente.
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Demasiadoserio,demasiadorápido
Ellunesporlatarde,cuandoGabriellellegóalgimnasioBlakeyaestaba
allí,
esperándolaenlasalademusculación.Lanalahabíallamadoesamisma
mañanapara
decirlequenoibaapoderiraclaseesatardeporqueteníaqueterminarla
weby
necesitaba tiempo extra para hacerlo. Aunque se sentía culpable por
obligarasuamiga
a trabajar más de la cuenta, Gabby estaba muy ilusionada con ver el
resultadofinal,ya
queLanasehabíamostradomuymisteriosaalrespecto.
SabiendoquealnoirLanaibaaestarsolaenclaseconEnzo,decidióque
lomejor
seríahaceralgodiferentey,trasllamaraBlakeyexplicarlelasituación,
estesehabía
ofrecidoparaentrenarlayenseñarleausarlasmáquinasdepesas.
No es que la perspectiva de cargar peso la atrajeran mucho, lo que
realmentele
interesabaeraestarconBlake.Pasartiempoconélfueradeldormitorioy
entrenarcon
éleraunaformapeculiardellevaracabosuplan.
Con paso decidido se encaminó hasta donde estaba. Blake la había visto
desdeque
entróenlasalademusculaciónylehizoungestoconlamanoamodode
saludopara
queseacercara.Conunasonrisaalegre,Gabrielleseencaminóhastaél;
noobstante,
tuvo que detenerse a medio camino porque Enzo la paró plantándose
delantedeella.
—Hola,Gabby.
—Hola—saludóunpocoincómoda.
BlakelehabíapedidoqueledejaraclaroaEnzoquenoestabainteresada,
el
problema era que ella no creía que él lo estuviera. Enzo coqueteaba con
todaslas
mujeres,noeranadapersonal.
MiródisimuladamenteaBlakeyvioqueestabaimpacientándose.
—Tengoqueirme.Hequedadoconalguienparaentrenarenlaspesas.
Laexpresióndelitalianofuedesorpresa.
—¿Pesas?¿Novasaentrarenmiclase?
—No —dijo Blake apareciendo detrás de Enzo—, hoy ha quedado
conmigo.
Gabby le fulminó con la mirada. ¿Por qué narices había tenido que
intervenir?Ella
eralobastanteadultacomoparahablarporsímismayEnzonoeramás
queunpicaflor,
con que le hubiera ignorado un poco habría pasado a tontear con otra
chicasin
necesidaddedecirnadaabiertamente.
—Hola,Blake.—Enzoseguíaconfundido—.¿Vosotros…?
—Somospareja—volvióaintervenirBlake—.Gabrielleesminovia.
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Ante semejante explicación el enfado de Gabby se aplacó bastante. ¿Su
novia?
¿Cuándo había sucedido eso? El sábado solo era su cita, o eso le había
dichoaFish,y
ahora,dosdíasdespués,¿yaerasunovia?
—Nolosabía—sedisculpóEnzo.
“Yo tampoco”, pensó Gabby. Aunque tuvo el buen tino de no decirlo en
vozalta.
—Ahorayalosabes—zanjóél,ylafrasesonóaadvertencia.
Gabrielle disimuló su sonrisa. Como declaración de intenciones estaba
bastantebien,
concedió.
Sinembargo,BlakenoestabadeltodocontentoporquetomóaGabbyde
lamanoy
tiródeellaparaalejarlaatodaprisadeEnzo.
—¿A qué ha venido eso? —le preguntó cuando Blake se detuvo y le dio
dos
mancuernas.
—A nada. —Puso una expresión inocente—. Solo pretendía ayudarte a
deshacertede
él.
—¿Y para eso hacía falta decirle que somos novios? —Notó el balde de
aguafríaque
le había caído encima al escuchar la justificación de Blake. ¿Solo
pretendíaayudartea
deshacertedeél?
—No.
—¿Entonces?¿Porquéselohasdicho?
Blakelamirósincomprender.
—Porqueeslaverdad.Somosnoviosoparejaocomoseaqueprefieras
que
llamemosanuestrarelación.Elcasoesqueestamosjuntos.
Gabby abrió la boca y la cerró antes de hablar, tomándose tiempo para
poderordenar
suspensamientos.
—Noviosestábien.
LasonrisadeBlakelehizoreplantearsesusplanesdepasartiempofuera
del
dormitorio.
—Aclaradoentonces.
Aunque la sesión de pesas había sido suave, Gabrielle sentía agujetas en
losbrazos,el
estómago e incluso en la espalda. Jack, que era quien normalmente
entrenabaconBlake,
se había pasado por allí para darles unas indicaciones, pero durante
prácticamenteuna
horahabíaestadotrabajandoconBlakesininterrupciones.
CiertoquelamorenaescandalosaconlaquehabíavistoaBlakeelprimer
díase
había acercado a hablar con él, pero la mirada que le había echado a
Gabbysolicitando
suayudahabíadejadobienclaroquenoestabainteresadoenella.
—Blake, por favor, ayúdame con esto —pidió en un intento para que la
chica
comprendieraqueestabaconella.
—Voy, preciosa —había dicho él, corriendo a ayudarla a cambiar las
pesas.
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Talvezfueraqueelcalificativoeramuysuaveoquealamorenaledaba
igual,el
casoesquenosedioporaludidaysiguiócoqueteandoconBlake.
—Alomejorpodríamostomarnosunzumomástarde—comentólachica
paseandoun
dedoporsusbíceps.
—Lo siento, bonita, pero tiene planes. Conmigo. Para que lo entiendas,
cuando
acabemos de hacer ejercicios de pesas vamos a pasar al ejercicio
aeróbico,enmicasa,
enmicama.¿Entiendesloquetedigo?
Lachicaasintió,mudadeasombro.
—Maravilloso.Puesadiós.
Cuandolamorenasemarchósegiróparamirarasunovio.
—Yaestá.Solucionado.
—Cariño,mehaspuestodurocomounapiedra,teloprometo.Noconocía
esafaceta
tuya. —Se acercó para besarla en cuello sin importarle que estuviera
sudada—.Yme
encanta.
—Teladebía,precioso.
Él soltó una carcajada y la besó en los labios delante de todo aquel que
quisiera
verlo.
Gabrielle estaba convencida de que ya había pasado lo peor cuando una
vozque
conocíaalaperfecciónlallamóconciertatimidez.
SediolavueltatanrápidoquetuvoqueagarrarseaBlakeparanocaerse.
—Hola,mamá.¡Quésorpresa!
Escuchó a Blake repetir “mamá” en tono interrogativo, pero no podía
hablarconélen
esosinstantes.
—Sí,últimamentevengoporlasmañanas,yatelohabíadicho,perohoy
nopodía
venirenotromomento.YestabaenclasedeRickcuandotehevistopor
lascristaleras.
—Sí, hoy he decidido entrenar con Blake. —Se giró para mirarle,
temerosadesu
reacción.
La aparición de su madre no podía ser más inoportuna. Precisamente
cuandoacababa
dedelimitarsurelaciónconél,Cecilyaparecíaparacomplicarlotodoun
pocomás.
Rezóparaquenodijeranadaquelaincomodara,aunque,ajuzgarporsu
actitud
discreta,parecíaqueelcambiooperadoenellaseguíaactivo.
Blake le ofreció una sonrisa alentadora antes de tenderle la mano a su
madre.
—SoyBlake,unplacerconocerla.
—Cecily,sumadre—saludóunpoconerviosa.
Élsonrióconamabilidad.
—Sunovio—contestóalapreguntaindirectadelamujer.
Cecilymiróasuhijaenbuscadeconfirmación.
—Mamá,Blake,¿quéosparecesinostomamosunoszumos?Creoqueya
hemos
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cumplidoconelejercicioporhoy.
Losojosdesumadrebrillaronmientrasasentía.
—Estaré encantado de tomar un zumo con semejantes bellezas —dijo
escoltándolas
fueradelasalademusculación—.Creoquesoyeltipoconmássuertedel
mundo.
—¡Megusta!—susurróCecilyasuhijamientrasibanhaciaelbar.
—Amítambién.
Horasmástarde,cuandoGabriellellegóacasaysepusoelpijama,pensó
quehabía
vividoeldíamásraroquelograbarecordar.Nosolosehabíapeleadocon
unamujer
por un hombre, aunque no hubiera habido sangre de por medio, es que,
además,lehabía
presentado a su madre un novio el mismo día que lo encontraba. O, al
menos,elmismo
díaenquedescubríaqueloera.
Se dejó caer en la cama y encendió la televisión con una sonrisa en los
labios.Undía
extrañoperofabuloso,nohabíaningunadudadeello.
Elmóvilcomenzóasonareneseinstanteysinmirarquiéneraalargóla
manopara
responder.Lasapuestaserandeunoacincoafavordesumadre.
—¿Sí?
—¿Estabasdurmiendo?—preguntóBlake.
—No,¿porqué?
—Bueno,esperabaunrecibimientomáscaluroso.
—¡Ah,bueno!Perdona,esqueacabodeperderunaapuesta.Estabasegura
dequeera
mimadrequienllamaba.
—¿Decepcionada?
—Másbienaliviada—confesóconunasonrisa.
—Aliviada todavía no, pero muy pronto… Ahora dime, ¿qué llevas
puesto?
—¿Sexotelefónico?¿Otravez,Blake?Sabesquenosenosdamuybien.
—Noexactamente.Estoyentupuerta.¿Meabres?
NoterminódehacerlapreguntacuandoGabrielleyahabíasaltadodela
camaparair
aabrirle.
Estaba guapísimo con una sonrisa picante y el casco de su moto en la
mano.
—¡Correpasa!—Tiródeélylebesó.
Cuandosesepararon,losdosestabansinaliento.
—Esterecibimientomegustamás.
—Has venido en moto —se fijó Gabby—. Me extraña que Carlos no se
hayaofrecido
adartelasllavesdemipisoacambiodeunavueltaenella.
Blakesonrióenigmático.
—¡No!Dimequenolohahecho.
—Estábien.Nolohahecho.
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Todoelmundovaalafiesta
ComoGabriellehabíainsistido,Lanasehabíavistoobligadaaaceptarel
ofrecimiento
desuamigaparaqueRobertfueraarecogerlaasucasayllevarlaaltaller.
Teníaque
cargarconsuportátil,asíquenoprotestómucho,demodoquecuandoel
conserjela
llamó para decirle que estaban esperándola abajo, cogió todo lo que
necesitabaparala
reuniónysalióporlapuerta,cargadahastalosdientes.
Nadamássalirdelascensor,Robertseacercóaella,consueternasonrisa,
ylecogió
labolsadelportátilylachaqueta.
—Buenosdías,Robert.Graciasporvenirarecogerme.
—Denada,Lana.Unplacerayudarte—dijomientrasabríalapuertadela
calle.
En cuanto salieron Lana vio el coche de Gabrielle, pero en lugar de
colocarseenla
partetraserasedirigióhaciaelasientodelcopiloto,sabiendoqueseibaa
sentirtonta
sinosesentabadelante,conél.
—¿Lana?
Se giró al escuchar la voz de Rick y se quedó inmóvil mientras le veía
correrhacia
ella.Nollegóadetenerseenseco,sinoquesiguiódandosaltitosenelsitio
mientrasla
mirabaconcuriosidad.
—Ayernovinisteaclase.
—Estabaocupada.¿Hassalidoacorrer?
La respuesta era bastante obvia, dado que llevaba zapatillas, pantalones
cortosy
camisetayalgoelectrónicopegadoalbrazo.Élsonriócondescendiente.
—Sí.
—¡Genial!Notecansesmucho.Tengoqueirme.
Rickasintióymiróalinteriordelvehículo,directamentehastaelasiento
del
conductor.Ajuzgarporsuexpresiónestabaclaroquehabíareconocidoa
Robert.
Durante el trayecto hasta el taller Lana habló por los codos, para evitar
recordara
Rick, sudado y mostrando músculo. Robert se mostró encantador y la
entretuvoconsu
charla.
Emilyestabaguapísimaaquellamañana,decidióLanaencuantolavio.No
obstante,no
tuvotiempodepreguntarleelmotivoporqueinmediatamentelaacompañó
hastaloque
parecíaunasaladejuntas.Allí,juntoaGabrielle,habíaunhombremayor
quesinduda
erasupadre.Losdosteníanlosmismosojosazules.
Tras las presentaciones, Lana supo que era uno de los accionistas
mayoritariosasí
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comoelabogadodelaempresa.
Emily llevó té y pastas, y Lana se dedicó a poner la web en activo y a
mostrárselaa
susclientes.
Habíapretendidoquefueraeleganteyfemenina.Paraellohabíausadolos
tonos
blanco y negro, dejando el color únicamente para las imágenes. Entre
ellasdestacaba
una en la que aparecían Gabrielle y Blake. Ella se había sentado en su
rodillayse
mirabancomosinohubieranadiemásasualrededor.
Elrestodelawebseguíaelmismoestilosobrioyelegantedelaportada.
—Estás maravillosa en las fotos, hija —alabó el padre de Gabby—, y la
webes
fascinante.Buentrabajo,Lana—lafelicitó.
—Gracias.Hasidountrabajoacontrarreloj,nosabíasiosgustaría.
—¡Nos encanta! ¿Ya está disponible? —preguntó Gabrielle emocionada
porverse
juntoaBlake.
—Hesustituidolaviejawebporlanuevaencuantomehabéisdadoelok.
—Perfecto, en ese caso ya puedo marcharme, que tengo cita en media
horaconun
cliente —explicó el padre de Gabby—. Lana, ¿te veré en la fiesta de
inauguración?—
preguntóaltiempoqueleofrecíalamanoparadespedirse.
Laaludidalemiródesconcertada.
—Por supuesto, papá —intervino Gabrielle—. Emily tiene tu invitación
preparada.
Lanaasintióporcompromiso.
—Muybien.Nosveremosallíentonces—sedespidiótrasbesarasuhija.
—¿Quéfiesta?—preguntóLanacuandosequedaronsolas.
—Cuando iniciamos una nueva campaña o, como en este caso, una
colección
especial, se organiza una fiesta para que la prensa se entere. Y por
supuesto,como
amigadelajefaydiseñadoradelaweb,estásinvitadaaasistir.
—¿Conoceréafamososguapos?
Gabbyseencogiódehombros.
—Seguramente los mismo famosos que comen en el restaurante de tus
padres.
—Entonceshayqueireleganteyconpareja—dedujo.
—Síalasdoscosas.
—Estupendo,porlodeelegantepaso,pero¿pareja?Nosalgoconnadie
desdehace
siglos,¿aquiénnaricesvoyainvitar?¿PuedoirconEmily?—preguntóal
verlaentrar
porlapuerta.
—Losiento,Lana.VoyairconTheo,meinvitóayer.
Gabriellemiróasuamigaconlasorpresapintadaenelrostro.
—Esoesmaravilloso,Emily.¿Oshabéisseguidoviendo?
—Algoasí—dijoantesdetomarasientoconellasycontarlesloquehabía
sucedido
desdelaprimeravezqueseconocieronenlafiestadelarevista.
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—Yyoquecreíaqueeraunaacosadora…—serioLana—.Nisiquierase
meha
ocurridomirarsuInstagram,soypésimahastaparaeso.
Despuésdeenrojecercomounaamapola,Emilysiguióconsurelatohasta
elfinal.
—Me alegra mucho que te vayan bien las cosas, Emily. Eras una pareja
estupenda,
perocreoquepodrésustituirte—bromeólapelirroja.
—¿Sabes?CreoquedeberíasinvitaraRick—aconsejóEmily—.Primero
leinvitas
comounacita,ysivesquedudaoquevaanegarselevendesqueesuna
oportunidad
estupenda para promocionar su gimnasio, y que como fuiste tú quien le
hizolawebhas
pensadoeninvitarle.
Tanto Gabrielle como Lana se quedaron pasmadas por lo que Emily
acababade
comentarles. Era un planteamiento perfecto porque, aunque le invitaba a
salirdeforma
directa,seguardabaunaposibilidaddeescapequeevitabaquesesintiera
humilladasi
élsenegaba.
—Esoesbrillante—lafelicitóladiseñadora—.Lana,nuncalovasatener
mejorque
en esta ocasión. No pierdas la oportunidad de saber qué es lo que Rick
sienteporti.
—Lopensaré.
—¡Hazlo! Pero no tardes mucho la fiesta es el viernes por la noche —
anuncióEmily,
queeraquiensehabíaencargadodeorganizarla.
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Horasdemásdesesentaminutos
BlaketeníaunasesióndefotosfueradeLondres,porloqueibaaestarun
pardedías
apartado de la ciudad. Por ese motivo se había presentado en casa de
Gabrielleellunes
por la noche, porque su agente le había llamado para avisarle que se
adelantabala
sesión y tenía que salir de Londres el día siguiente a las once de la
mañana,horaenque
tomaría un vuelo directo a Ibiza donde iba a realizarse el reportaje
fotográficoenla
playa.
No queriendo desperdiciar el tiempo que le quedaba con ella antes de
marcharse,
aprovechóesanocheylamañanasiguienteantesdequeGabbysefueraa
trabajarpara
dejarlasaciadaypensandoenél.
Loquenollegóaplantearse,demasiadopendientedelossentimientosde
ella,fuelo
muchoqueibaaecharlademenosél.
Gabriellesediocuentadelomuchoquehabíacambiadosuvidaenpoco
tiempo.Se
había acostumbrado a la presencia constante de Blake, a pesar de sus
esfuerzosporno
enamorarse,yahoraleechabademenosterriblemente.
Su cama era demasiado solitaria sin sus ronquidos, su cuarto de baño
aburridosinsus
risasylacocinademasiadograndesinopodíachocarconsumusculoso
cuerpo.
Esforzándose por trabajar intentó entender a Emily, que la estaba
poniendoaldía
sobre los detalles de la fiesta, pero estaba demasiado despistada para
poder
concentrarse en la conversación. Solo hacía unas horas que se había
despedidodeél,
perolassentíacomosifuerandías.Sobretodoporqueteníalacertezade
quealvolver
acasaBlakenoibaaestarallí.
—¿Estásbien?—Lapreocupacióndesuasistenteladevolvióalarealidad.
—Unpococansada.
Emilyasintió,pococonvencida.
—¿CreesqueLanainvitaráaRickalafiesta?
—Nolosé—respondióconsinceridad—.Esperoquesí.
—Deberíahacerlo,aunquesolofueraparasaberquésienteporella.
—Estoy de acuerdo contigo. Lo más inteligente sería aclarar el tema de
unavezpor
todas.
Emilysuspiróapesadumbrada.
—Lástimaquelosenamoradosnoseaninteligentes.
—¿Lodicesporpropiaexperiencia?
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—Es posible. Theo no es tan mujeriego como yo creía —explicó
sonrojándose.
—Sientomuchotenerquellevartelacontraria,Emily,peroesexactamente
tan
mujeriego como creías. —Y añadió antes de que su amiga protestara—:
Otracosaeslo
muchoquehacambiadodesdequeestáisjuntos,peroantesdeesoeratodo
lo
mujeriegoquehabíasimaginadoymás.
—Gracias,esomeayudamucho—dijoEmilyconsorna.
—Lodigoenserio,desdequeestácontigopareceotrapersona.Cuandote
lopresenté
noesperabaqueosvieraisunasegundavez,ymuchomenosunaterceray
unacuarta…
—Llevamos más de cuatro citas —aclaró—. En realidad se queda a
dormirenmi
casacasitodoslosdías.
—Losé,nopretendíaserexacta.
—¿YquétalllevastúlaausenciadeBlake?—Aunquerealizólapregunta
porpura
cortesía,Emilyyasabíadeantemanolarespuesta.
—Lallevo.
—Entonces te dejo trabajar —se despidió Emily antes de salir de su
despacho.
Al quedarse sola, Gabrielle abrió la lista de reproducción que reservaba
paracuando
seponíaadiseñarzapatosy,lápizenmano,dejóvolarsuimaginación.La
canciónSad,
deMaroon5,sonóatravésdelosaltavocesdelordenador
Oh,butI’mscaredtodeathThattheremaynotbeanotheronelikethisAnd
I
confessThatI’monlyholdingonbyathinthinthread
Y Gabrielle se imaginó a sí misma sobre unos tacones de diez
centímetros,mirandoa
los ojos a Blake mientras este se llevaba su mano a los labios y en el
últimomomento
ledabalavueltaparabesarsumuñeca.
Ellápizrasgólapáginaconelprimeresbozo.Aunquemástarde,cuando
laidea
estuvieraterminada,pasaríaelbocetoalatabletydeahíalordenador,el
primerpaso
siempre era a través del papel. Sintiendo bajo los dedos cómo el zapato
ibacobrando
forma.
Laprimeraimpresiónquesellevaríaalguienalverloeraquesetratabade
unos
stilettosclásicos,peroamedidaquelamanodeGabbyavanzabaseiban
viendomás
detalles: la puntera plateada que cubría la mitad del empeine, el tacón
también
plateado… Y luego el plateado se cubría de chispas, pequeños cristales
quehacíanque
brillaracomoestrellas.
Apartólamiradadelzapatocuandosonósumóvilpersonal.
SedibujóunasonrisacuandoviolacaradeBlakeocupandolapantalladel
teléfono.
Estaba despeinado y con barba de dos días, exactamente como le había
vistoaquella
mismamañanadespuésdehacerelamoryantesdedespedirse.
—Hola,¿quétalelvuelo?
—Aburrido,comosiempre.
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—¡Quéquisquilloso!
—Ytú,¿quéhaces?
—Pues hasta hace unos minutos estaba diseñando unos zapatos
maravillosos.
—A ver, mándame una imagen y yo te diré si lo son. Tu opinión no es
objetiva—
apuntócondiversión.
—Estábien,peroquesepasquelaexpertaenzapatossoyyo.
EscuchólasrisasdeBlake,peronolecontestóporquesehabíaapartadoel
móvilde
laorejaparaabrirlaaplicacióndelacámarayhacerleunafotografíaasu
boceto.
Seloenvióunpoconerviosayvolvióaacercarseelteléfonoalaoreja.
—Quesepasquenoestáterminado,essolounboceto.Laideafinalserá
más
detallada.
Blake no respondió inmediatamente y Gabrielle comenzó a preocuparse.
Aellale
parecíanfabulosos,peroelsilenciodeélerademasiadoprolongado.
—Silosllevaraspuestosteimpediríaquetelosquitarasentodalanoche.
Teaseguro
queteharíaelamorconellospuestoshastaquepidierasclemencia.
FueelturnodeGabrielledereír.
—Deduzcoquetegustan.
—Meencantan.Sonmuytú,sexysyfascinantes.
—¿Asíquecreesquesoysexyyfascinante?—repitió,encantadaconlos
cumplidos.
—Loeres,¿quéllevaspuesto?
LascarcajadasdeGabbyseguramenteseoyeroneneldespachodeEmily.
—Creoqueestásobsesionadoconelsexotelefónico—loacusó.
—Estoy obsesionado con el sexo contigo, sea como sea. Así que, dime,
¿quéllevas
puesto?
—Lomismoquemehasvistoestamañana.
—¡Vamos,Gab!Asínosejuega—selamentó.
—Deacuerdo,puesllevosolounablusayunafaldaquemeheremangado
hastalos
muslos.Hetenidoquedeshacermedelodemásporqueaquíhacemucho
calor,seha
estropeadoeltermostatoynosestamosasando.
—¿Deverdad?—preguntósorprendido.
—No—seburlóGabrielle.
—Noimporta,sigueporahíqueseponeinteresante.
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Dimequesí
Lana estaba aterrorizada. No había sido buena idea abordar a Rick en el
gimnasio,
donde todo el mundo podía escuchar su conversación. Lo mejor habría
sidohacercaso
a su instinto y pasarse por su piso para preguntarle, sin testigos que
pudieranversu
derrota,siqueríasersuacompañanteparalafiesta.
—No seas negativa —la regañó Gabrielle desde la bicicleta—. No va a
negarse.
EsatardehabíanvueltoadejaraEnzoenfavordeRick.Primeroporque
Blakele
habíapedidoasunoviaqueleprometieraquenoibaaasistiralaclasede
Enzo,algo
que su amiga se había tomado con buen humor por el modo que Blake
habíausadopara
convencerla.YdespuésparaquehablarconRickfueramásfácil.
El problema era que tenerlo delante durante tanto tiempo estaba
empezandoapasarle
factura.Estabaatacadadelosnervios,yunavezqueterminaralaclaseno
sabíacómo
abordarlesinsonarestúpidaodesesperada.
—Vamosahacerunúltimosprint—pidióRickdesdesubicicleta,atentoa
quela
clasesiguierasusindicaciones.
Lana suspiró exageradamente y se dedicó a pedalear con intención de
dejaratrásla
frustración.
Laclaseterminóylagentecomenzóabajardelasbicicletasyadejarel
aulavacía.
Comosiempre,Rickfueelúltimoensalir,trasrevisarquetodoestuviera
recogidoy
dispuestoparalasiguienteclase,quecomenzaríaenunosminutos.
GabrielleyLananosehabíanidomuylejos.Loesperabanenlapuertadel
aulapara
abordarloencuantosaliera.
—Rick,¿tienesunminuto?Megustaríahablarcontigo—pidiólapelirroja
cuando
estuvolobastantecercadeellas.
—Claro—aceptó,sorprendidoporlapetición.
NormalmenteLanalehablabalojusto,ysipodíaevitarlonisiquieraeso.
—Teveoluego,Lana—sedespidióGabrielleconunguiño,dejándolosa
losdos
solos.
—Túdirás.¿Vatodobien?
—Sí,sí.Setratadeunasuntopersonal.—Tomóaireycontinuó—.Nosé
sisabesque
Gabbyesdiseñadoradezapatos.—Nolediotiempoaresponderporque
sabíaquesi
deteníasudiscursonoseríacapazdeinvitarle—.Elcasoesqueelviernes
inaugurauna
colecciónmasculina,ycomomeheencargadoderenovarleslawebmeha
invitadoa
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asistiryyomepreguntabasiquerríasvenirconmigo.Sermicita.
Lana notaba el corazón retumbándole en el pecho, nerviosa por una
respuestaqueno
llegaba.
Pasadoscincosegundos,Rickseguíamirándolaconfijezasindecirnada,
atormentándola hasta el punto de arrepentirse de habérselo pedido y
demasiadoconfusa
comopararecordarlasalidadignaquelehabíaofrecidoEmily.
—¿Dequéhabláis,chicos?—preguntóEnzodeteniéndosealladodeLana,
observandoconcuriosidadaambos.
Suapariciónapaciguóunpocoelmalestardelapelirroja,quevioenélun
modode
escape.
—HeinvitadoaRickalafiestadeinauguracióndelacolecciónmasculina
de
Gabrielle Gibbs. Me pareció que sería un modo de hacer publicidad del
gimnasio,
asistirauneventollenodefamosos,pero…Ricknoestásegurodequerer
acompañarme.
—Yoirécontigo—ofrecióconunasonrisa—.Unamujerpreciosayuna
fiesta,esel
sueñodemivida.
—Sí,laverdadesquetendríaquehaberteinvitadoati,Enzo.
Élampliósusonrisadedientesperfectos.
—Yonohabríadudadounsegundoendecirtequesí.
Lanasonriócontimidez.
—¿Quieresveniraunafiestaconmigoelviernes?
—Iréyo—intervinoRick,quedesdelaproposiciónsehabíaquedadoen
silencio.
—Lo siento, Rick. La oferta ya no está en pie. —Y tras decirlo se dio
mediavueltay,
conpasoligero,sedirigióalvestuario.
Durante el camino oyó cómo la llamaba, pero no se giró en ningún
momento.¿No
había tenido suficiente humillación? ¿Acaso pretendía hacerla pública
llamándolaa
gritos?
Se había quitado ya la camiseta cuando Rick irrumpió en el vestuario
femenino.
—¿Estás loco? ¡Vete de aquí! —le instó Lana, demasiado sorprendida
comopara
pensarsiquieraencubrirse.
—Tengo que hablar contigo —dijo, aunque sus ojos miraban hacia sus
pechosy
estómago.
Unamujerenvueltaenunatoallaaparecióeneseinstanteenlazonadelas
taquillasy
sedesatóelcaos.
Hicieron falta varios minutos antes de que Rick se marchara y la
tranquilidadvolviera
al vestuario. Y, aun así, Lana alargó el momento de salir, preocupada
porqueestuviera
esperándolaoportenerqueverledenuevo.
Notendríaquehabersedejadoconvencer.Rickestabafueradesualcance,
lohabía
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sabidosiempre,ysinolohubieraolvidadonoseestaríasintiendocomo
unatontailusa.
Gabby estaba sentada a su lado en el banco del vestuario completamente
vestida,
igualqueloestabaLana.
—No ha sido tan malo. Al final has conseguido una cita con Enzo —
bromeócon
intencióndeanimarla.
Lanalafulminóconlamirada.
—ElúnicomotivoporelqueEnzohaintervenidohasidoporlástima.Me
havisto
ahí, con cara de tonta, esperando a que Rick dijera algo y por eso se ha
acercadoa
rescatarme.
—No te equivoques, Lana. A Enzo le gustan las mujeres y tú eres una
mujer.Tehabría
dichoquesísilehubierasinvitadoaél.
—Esotampocoayuda—sequejó.
—¡Oh,venga!ErespreciosayRickesidiota.Noledesmásvueltas.
—Nopuedo.Necesitosalirdeaquíynoquieroverle.
—¿DóndeestáBlakecuandolenecesito?—protestóGabby.
—Deviaje,enlaplaya—bromeóLana.
—Nomelorecuerdes.Aver,déjamepensar…Voyasalirlaprimerayte
avisosi
estádespejado.
—¿Yquévamosahacersinoloestá?
—Esoyalopensaremoscuandosedéelcaso.
—No. Voy a salir. Si puedo enfrentarme a mi madre soy capaz de hacer
cualquier
cosa.
Gabriellesonrióconorgullo.
DespuésdeconoceraMariannepodíadarfedequeestaerainfinitamente
más
complicadaqueRick.
Selevantaronalavez,aunquefueGabbyquiensalióprimero.Talycomo
había
imaginadoLana,Rickestabaplantadofrentealapuertadelosvestuarios,
esperándolas.
Alzó la cabeza en cuanto escuchó la puerta abrirse e iba a acercarse a
ellas,soloque
Enzo,aquienGabbynohabíavistoantes,seleadelantóylepasóelbrazo
porlos
hombrosaLana,comoprotegiéndolaconsucuerpo.
A Gabrielle solo le hizo un gesto con la cabeza, como si recordara que
Blakelehabía
dejadoclaroquenopodíatontearconella.
—¿Puedollevarteacasa?Asíconcretamoslodelviernes—ofreció.
Lanaestabatanagradecidaporelgestoquesintióunnudoenlagargantay
notólas
lágrimas agolparse en sus ojos. Parpadeó para apartarlas y le sonrió
agradecida.
—Meencantaría.
Ricknoseamedrentóporelitalianoyseacercóigualmenteaella.
—Lana,tenemosquehablar,hahabidounaconfusión.
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—Estoy seguro de que podéis hacerlo en otro momento, Lana y yo
tenemosplanes
paraestatarde—intervinoEnzo.
—Así es —confirmó ella, devolviéndole el abrazo—. Para esta tarde y
parael
viernes.
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Paraesoestánlosamigos
Elrestodelasemanatranscurriólentoparaalgunosydemasiadorápido
paraotros.
Para Gabrielle fue eterno, porque cada largo minuto que pasaba estaba
máscercade
queBlakevolvieradesuviaje.YparaEmilyrápido,porqueacadahorase
topabacon
másdetallesdelafiestaqueterminar.
Gabby se dedicaba por la mañana a diseñar los complementos que
entraríanenel
tallerenunospocosmeses,lastardeseranparahacerdeporteytomarcafé
conLana.Y
las noches, aún en la distancia, le correspondían a Blake, que desde su
marchalahabía
llamado todos los días por la noche. Como si tuviera algún modo de
saberlo,cuandose
metía en la cama sonaba su móvil, y las largas conversaciones con él
lograbanquese
durmieraconunasonrisasatisfecha.
Todavía no habían hablado directamente de sentimientos, pero el interés
deBlakeno
había flaqueado en ningún momento, lo que le daba cierta estabilidad y
habíalogrado
que el temor a salir herida fuera menos intenso que al comienzo de su
relación.
Alzó la cabeza de su diseño cuando Emily entró con unas carpetas en la
mano.
—¿Cómolollevas?—lepreguntóalversusojeras.
—Bien,yaestácasitodolisto,perotengounasganaslocasdequellegue
eldíadela
fiestaydequeterminedeunavez.
—Necesitamos tomarnos una copa juntas. Hay que aligerar tensiones —
apuntóGabby.
—Meparecebien.¿LlamoaLanayloorganizo?
—Sí,porfavor.Asívemoscómololleva.
—Hehabladoconellaestamañana.DicequeRicksepasóporsupisoel
martespor
latarde,peroquenisiquieraleabriólapuerta—explicóEmily.
—Bienhecho.Esetipoesuncretino.
Emilyasintióconvehemencia.
—¿Copaocopaycena?
—¿Quétalcopa,cenaykaraoke?—Gabrielleestabaaguantándoselarisa
mientraslo
decía, pero la idea de desconectar un rato, de olvidarse de todo, se
anteponíaala
vergüenzadevolveracantarenelkaraokedelasiático.
—MeencantalaideayLananoestáparaprotestas.Loúnicomaloesque
noshará
cantarunacancióntriste.
—Triste…Noestanmalo.Lochungoseríaqueseempeñaraencantarla
enchino.
Unas horas después sus planes se fueron a pique cuando se enteraron de
quelos
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karaokes se celebraban solo los viernes por la noche. De modo que
acabaronenunpub
conunaspintasdecervezaenlamanoyconRobertdeacompañante.
—Robert,¿puedohacerteunapregunta?—inquirióEmilytrassusegunda
pinta.
—¡Dispara!
—¿Crees que un hombre saldría corriendo si una mujer le dijera que
queríatenerun
hijoconél?
Gabrielle y Lana se atragantaron al mismo tiempo con la cerveza que
estaban
tragando.
Robertselopensóantesderesponder.Lastreslemiraronfijamente,ala
esperadesu
opinión.
—Dependedeloqueelhombreencuestiónsienta.Siestáenamoradodela
mujerlo
verá como algo natural. En algún momento toda relación llega a ese
punto.Sinolave
másquecomounpasatiemposaldráhuyendolomásrápidoylejosquele
permitanlas
piernas.
—Gracias, Robert. Eres un buen tipo —agradeció Emily con un brillo
preocupanteen
losojos.
—Denada,Emily.
Conunasonrisaalentadora,Robertpaseólamiradaporellas.
—Tengolasensacióndequemehabéisobligadoaentrarparaqueosdé
unaopinión
masculina,asíque,disparad.
Fue Gabby la siguiente en preguntar qué era lo que más valoraba un
hombreenuna
mujer,sielfísicoolapersonalidad.LarespuestadeRobertfuedirectay
sincera:lo
primeroquelesllamabalaatencióneraelaspectodeunamujer,aunquesi
estenovenía
acompañado de una personalidad interesante al final dejaba de ser
importante.
LarespuestanoeraloqueGabriellehabíaesperadoy,aunqueagradecióa
suchófer
la sinceridad, ni siquiera las siguientes pintas de cerveza que tomó le
borrarondela
mente que la belleza era importante para mantener el interés de un
hombre.
—Si tu novio te llama todas las noches, pero se le olvida hacerlo una,
¿significaque
seestáempezandoacansardeti?
—No,significaqueestátanagotadoquesehaquedadodormido.
Lastresmujeresrieronporlarespuestadiplomáticaquelehabíadadoa
Gabbyy
prosiguieronconsucharla.
La única que no preguntó nada a Robert fue Lana. Aunque escuchó con
atencióncada
palabra que este pronunciaba, no llegó a exponer sus temores. Emily y
Gabbyestaban
demasiado preocupadas con sus propios problemas como para darse
cuentadelmodo
en que su amiga se mantenía al margen. No obstante, Robert no había
bebidoalcohol,
puestoquelasteníaquellevaracasa,niteníaningunapreocupaciónquele
absorbiera.
—Unhombrequenosientenadaportinoseponecelosocuandotevecon
otro.Nise
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olvida de su acompañante para asegurarse de que estás bien —comentó
Robert—.Y
eseconsejovaparalastres—dijo,aunquefueaLanaaquienmiró.
—Estarde—apuntóEmily,mirandosumóvilqueacabadevibrarsobrela
mesa.
—¿EstardeoesTheo?—bromeóGabrielle.
—Lasdoscosas—riolamorena.
—En ese caso, señoritas —se levantó de la silla—, permítanme que las
lleveacasa
—pidióRobert.
—¿Por qué no estás casado? —La pregunta de Lana los dejó a todos
sorprendidos.
Duranteunsegundocreyóqueélnoibaaresponderle,perofinalmentelo
hizo.
—Loestuve.Soloquenosaliócomoesperaba.
Los cuatro salieron del pub en silencio. La pregunta inocente de Lana
habíaquebrado
elbuenambiente,removiendorecuerdos.
Tras dejar a Emily y a Lana en casa, Robert paró frente a la casa de
Gabrielle.
—¿Necesitasayudaparallegararriba?
—No,estasemanaestáCarlos.Élmeabrirálapuerta.Túdescansa.—No
estaba
ebria; quizás un poco mareada, pero no ebria—. Te lo has ganado por
aguantarnos.
Robertsonrióyasintió.Aunasísalióparaabrirlelapuertadelcoche.
—Buenasnoches,Gabby—sedespidiócuandovioaCarlosabrirlapuerta
paraella.
—Quédescanses,Robert.Buenasnoches,Carlos.
ElconserjeasintióconunasonrisitaquepusodemalhumoraGabrielle.
¿Porqué
sonreíadeesemodo?¿Acasounamujeradultaeindependientenopodía
tomarseunas
copasconsusamigassinqueelrestodelmundolajuzgara?
—¿Sucedealgo,Carlos?
—No,señoritaGibbs—respondió,derepentemuyformal.
—Entonces,¿porquésonríesdeesemodo?
Lasonrisaseborródesuslabiosdeunmodoinstantáneo.
—Lo siento. Solo pretendía ser amable —se disculpó, logrando que
Gabriellese
sintieraculpableporsurudeza.
Incómoda,hizoungestoconlamanoparaquitarleimportanciaalasuntoy
entróenel
ascensorquepreviamentehabíallamadoCarlos.
Cuandollegóasuplantasalióconpasotambaleanteyseencaminóhacia
lapuertade
supiso.Lecostódarconlasllaves,apesardeltamañodelbolso,queera
másbien
pequeño.
Entróencasasinencenderlaluzdelcomedor,sequitólostaconesdedos
patadasy
comenzóadesnudarsedecaminoasuhabitación.
Laluzdelpasilloiluminósucamalosuficientecomoparaquesequedara
paradaen
elumbralconlacamisetaamediosacardeunbrazo.
Sucamaestabaocupada.Tambaleante,volviósobresuspasosyencendió
laluzdel
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comedor. Tenía que fijarse en si la puerta de entrada estaba forzada
porque…Sedetuvo
alveruncascoplateadodemotocicletaencimadelsofá.
Diounsaltitoyungrititoysaliódisparadadenuevohastasudormitorio.
Concuidado
denohacerruidoseacercóalacamaparacomprobarloqueyasabía:que
elhombre
queestabadurmiendotanplácidamenteensucamaeraBlake.
Aunquesemoríadeganasdebesarleseaguantó,conscientedequedebía
dehaber
conseguido un vuelo en el último momento, porque tenía previsto
regresaraldía
siguiente para asistir a la fiesta y después volvería a marcharse para
terminarel
reportaje.
Sequitólaropaquetodavíallevabaencimayconcuidadosemetióenla
cama,asu
lado, y se acurrucó junto a él. Aguantó la respiración cuando Blake se
removióyla
pegó más a su cuerpo. Tras unos segundos se dio cuenta de que no se
habíadespertado,
cerrólosojosysequedódormidaalinstante.
Horas más tarde, cuando Blake le dio los buenos días con besos, se
preguntósilos
sueñospodíanhacerserealidadcontantarapidez.
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¿Quépasaaquí?Túnoeresmicita
Lana decidió que lo mejor era no aparecer por el gimnasio hasta que
pasaralafiesta.
Por ello accedió a acompañar a Gabrielle y a Emily a probarse los
vestidosqueuna
conocidaboutiquelesprestabaparaelevento.
LashabíancitadoenunodeloshotelesmáslujososdeLondresy,alentrar
enlasuite,
loprimeroquevioLanafuelahileradepercherosqueteníadelante.No
teníalamás
remotaideadequéhabíahechoGabrielleparaconseguirqueellayEmily
también
fueraninvitadas,peroestabaencantadasimplementeconelhechodeestar
allí.
Juntoalasprendas,tresestilistasdelaboutiquelasrecibieronconfrancas
y
elegantessonrisas.Traslossaludosypresentaciones,semetierondelleno
enlatarea
dedarconeloutfitperfectoparalafiesta.
—AsíqueustedserálaacompañantedeTheoStone—comentólamujer
másmayor
delgrupodeestilistas.
—Sí—respondióEmilyconlasmejillasencendidas.
—Tengoparaustedelvestidoperfecto.
Lamujersonrióysacódelpercherounvestidonegrocortohastamedio
muslo,conun
escotepalabradehonor.Lanaestabaseguradequepertenecíaalamaison
Chanel.
—¡Esprecioso!—alabóLana—.Pruébatelo.
Emily desapareció con una de las estilistas, y la mujer mayor, que no
habíadudade
queeralajefa,posósumiradaella.
—Paraustedtengoeste.
Elvestidorojoquesacódelpercherohizoenmudeceratodoelmundo.
Eralargohastalospies,conunvolantealfinal.Detirantesquevolvíana
formar
volantesyescotepronunciadoenV.Aunqueeraceñidoenelcorpiño,la
faldase
ensanchabadesdelacintura.
—Pero…nopuedollevaresevestido.
—¿Porquéno?—inquiriólamujer,sorprendidaporsunegativa.
Setocóelcabellorojocomosiesofuerasuficienterespuesta.
Lamujersonrió.
—Precisamente por eso he escogido para usted este diseño. La señorita
Gibbsme
dijoqueteníaqueirllamativaydeslumbrante,ycreoqueesteValentinoes
perfecto
parausted.
—¿Valentino?—Lavozlesaliótemblorosaporlaemoción.
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Lamujerasintió.
—Deacuerdo,meloprobaré—concedió.
Yasílohizo.Selocolocóynopudonegarsealaevidencia.Sintiócomo
sila
persona que veía reflejada en el espejo no fuera ella. No solo se veía
hermosa,sinoque
sesentíapoderosa,hastaelpuntodequeelrechazodeRicksesintierade
otromodo
menos doloroso. Como si el que hubiera perdido más al no querer
acompañarlafueraél
ynoella.
AldíasiguienteyaestabavestidaconelValentinorojocuandoEnzollamó
alapuerta
delasuiteenlaquelastresseestabanarreglandoparalafiesta.
Ademásdemaquillarlasydepeinarlasleshabíanhecholamanicurayla
pedicura,
porloquesesentíamimadaycargadadeenergía.
—Han venido a buscarla, señorita Ross —avisó Helena, la maravillosa
maquilladora
quehabíaconocidoeldíaanterior.
Con una sonrisa de agradecimiento salió del dormitorio de la suite y se
topócon
Rick,vestidodeesmoquinytanguapoquesetuvoqueconcentrarenno
olvidarsede
respirar.
—¿Quéhacestúaquí?¿DóndeestáEnzo?
—Novaavenir.Yosoytuparejaparaestanoche.
—Losiento,perono.Prefieroirsola,sinoteimporta—dijoenvozbaja
parano
alertaranadiedeloqueestabasucediendo.
Gabriellesehabíatomadomuchasmolestiasporsusamigasynoquería
estropearlela
nocheconunadiscusión.
—Meimporta.
—Deverdad,Rick,notienesquesentirtemalporhabermerechazado.Lo
entiendo.
Loprimeroesquenotendríaquehaberteinvitado.Fueunaideaabsurda
pensarentide
esemodo.
—Noterechacé.
—¿Disculpa?
—No lo hice. Ni siquiera me diste tiempo a responder. Me quedé tan
sorprendidopor
la invitación que no pude contestarte antes de que apareciera Enzo y tú
cambiarasde
opinión.
—Tuvistetiempomásquesuficienteparadeciralgo.
—Nosabíaquédecirte.Queríaircontigo,pero…
Lananoledejóterminar.
—Vamos a hacer una cosa: iremos juntos a esa fiesta. Yo fingiré que lo
pasode
maravilla y tú harás lo mismo. —Suspiró y se llevó la mano a la frente
comoside
repenteledolieralacabeza—.Cuandoestanocheacabevolveremosalo
desiempre,
pero ahora quiero que Gabrielle crea que estoy disfrutando de tu
compañía.
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Rickasintióyleofrecióelbrazoparaqueellasecogieraaél.
Tras agradecer a Helena su ayuda, Lana y Rick salieron de la suite en
silencio.
—Estáspreciosa…
—Gracias.
Subieronalamplioascensor,enelquesonabaunhilomusicaltansuave
queapenasse
oía.
—SientohabertefastidiadoelplanconEnzo.
Lana no pudo aguantar la presión por más tiempo. Se dio la vuelta y
empujóaRick
contra la pared. No tenía tanta fuerza como para hacerle daño, pero la
sorpresalogró
queRicksetambalearasobresuspies.
—¡Vetealamierda!¿Sabesqué?Cuandoestoterminevoyamudarmeya
borrarme
detuestúpidogimnasio.Noquierovolveraverteenmivida.Nosécómo
hepodido
enamorarmedealguientancretinocomotú.¿Cómopudepensarqueeras
encantadory
amable?
Rickabriólosojoscomoplatosporelasombro,seinclinóhaciadelantey
presionóel
botóndelascensorquehacíaquesedetuviera.
—¿Quéhasdicho?
—Queeresuncretino.
—Antes de eso. ¿Me quieres? —susurró como si temiera decirlo en voz
altaporsi
dejabadeserreal.
—Soyasídeestúpida;peronotepreocupes,losuperaré.Novoyavolver
a
molestarte nunca. He dicho completamente en serio eso de que voy a
mudarme.Yano
tendrásquevermenuncamás.
—Lana…
—Por favor, no me tengas lástima. —Se dio la vuelta para que él no la
vieratan
alterada—.¿Puedesvolveradarlealbotónparasalircuantoantesdeaquí?
—¡Cómopuedessertanestúpida!—estallóRick.
La rabia de Lana se evaporó cuando se dio la vuelta un segundo y al
instantesiguiente
se encontró entre los brazos de Rick mientras la besaba con pasión. Se
separaron
cuandounainsistentevozlespreguntabasiseencontrabanbien.
Traselinstantedeconfusiónsedieroncuentadequelavozproveníadel
altavoz
colocadoenlacámaradeseguridaddelascensor.
—Estamosbien—contestóRickconfirmeza.
—Deacuerdo.Vamosaponerenmarchadenuevoelascensor.Selodigo
paraque
esténpreparados.—Eltonodelhombredabaaentenderquelohabíavisto
todo.
Lanasepusodelcolordesuvestido.Avergonzada,escondiólacaraenel
hombrode
Rick,quenopudoevitarecharseareírunavezsuperadalatensióninicial.
Cuando el ascensor volvió a ponerse en marcha, Rick la hizo alzar la
cabezapara
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mirarlaalosojos.
—Todavíatenemosquehablar.Creoquehaymuchosmalentendidosentre
nosotros.
—¿Quéquieresdecir?
—Lana,megustas.Siempremehasgustado.Elúnicomotivoporelque
notehe
invitadoasalireraporquepenséqueéramosamigosyquetúnoquerrías
estropear
nuestrarelaciónconunacita.
Ellaparpadeóincrédula.
—Rick,nuncatehevistocomounamigo.Sientodecepcionarte.
Élsonrióconpillería.
—Sientoalgoahoramismo,peroestoysegurodequenoesdecepción.
Unos segundos después, cuando las puertas del ascensor se abrieron,
salieroncogidos
delasmanos.
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¿Esquenoveisqueestáconmigo?
AunqueBlakeestabaempeñadoennollevaraRobertdechófer,Gabrielle
finalmente
lehizoverquelonecesitabanparaquecondujeralalimusina.Despuésde
todo,se
esperabaqueladiseñadoradelafirmayelmodeloestrellafueranlosmás
elegantes
delevento.
—¿Vamosairenlimusina?—preguntóBlake,tanteandoelterreno.
—Sí.
—Nocreoque…
—Eslomejor.Además,imagínateloincreíblequepuedeserunviajeen
limusina
nosotrossolos…
—¿Unalimusinaparanosotrossolos?
—Sí.Solitos.Túyyo.
Blakesonriócontravesura.
—Deacuerdo,entoncesmeparecebien.
Gabriellerioalcomprenderquehabíacaptadosuintención.
—Tengoqueaparecerperfectaenlafiesta.Nopodemoshacernadaenla
ida,perono
meopondréalavuelta.Dehechoesprobablequeyomismatealiente.
Blakefingiómeditarlo.
—Deacuerdo,acepto.—Yextendiósumanoparaqueellaselaestrechara.
En este momento no podía imaginar lo mucho que se arrepentiría de su
tratodetener
pacienciahastalahoradevolveracasa.
CuandofinalmenteGabriellesaliódelhotel,Blaketuvoqueapoyarseenla
limusina
que tenía detrás para no caerse al suelo de la impresión. Si bien ella
siempreestaba
preciosa,convestidosytacones,odesnudaydescalza,esanocheeraun
auténtico
sueño hecho realidad. Parecía una belleza etérea salida de un mundo
onírico.
El vestido que llevaba era de corte imperio, marcado en la cintura y el
pecho,con
mangacortaligeramenteabullonada.Noobstante,loquemásllamabala
atenciónerala
tela,conbordadosdoradosyplateadosytanligeraqueBlakepodíaverla
siluetade
laspiernasdeGabrielleatravésdeella.Loszapatos,aunquecubiertospor
elvestido,
seveíanalcaminar.Conlapuntaaldescubiertoyatadosaltobilloconuna
finatira,
erandelmismotonoentreblancoygrisáceodelateladelvestido.
—Estás bellísima. —No fue capaz de esperar a que ella se acercara y le
salióalpaso
parabesarlaapasionadamenteenloslabios.
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—Gracias, tú también estás muy guapo —respondió Gabrielle cuando
recuperóel
resuello.
—¿Estás segura de que tenemos que ir a esa fiesta? Tal vez deberíamos
aprovecharla
suitedelhotel.
Gabby le miró como si fuera a regañarlo, aunque en realidad estaba
encantadadeque
él se hubiera quedado tan prendado. Se había enamorado del vestido de
ElieSaabnada
más verlo y se sentía maravillosa con él puesto. Aunque era más
maravillosotodavía
que Blake estuviera teniendo dificultades para quitarle las manos de
encima.
—La fiesta es en tu honor. No podemos fallar —explicó—. Además, no
puedes
pasartelanochedespierto,mañanavuelasotravezaIbiza.
—Nomelorecuerdes.Nomegustaestarlejosdeti.
Ellasonrió,encantada.
—Alomejorsoyyolaquetedalasorpresaymepresentoallíparaverte.
—¡Prométemelo! —pidió sonriendo—. En cualquier caso, me debes la
vueltaacasa
quemeprometiste.
Aunque Emily había propuesto celebrar la fiesta en la sala de
celebracionesdeun
hotel,Gabrielleestabaencantadaconhaberlaconvencidoparahacerlaen
ladiscoteca
enlaqueseencontrabanenesemomento.
La decoración elegante, la pista de baile, la disposición de las modernas
barrasde
cromo y cristal… Todo era perfecto para que la prensa y los invitados
pudieran
moverse libremente por allí y admirar los zapatos y complementos que
estratégicamente
sehabíanidocolocandodemodoquesefundieranconladecoración.La
bolsacon
regalosquerepartíanalentrartambiénestabasiendounéxito.
Sin embargo, el triunfo de la fiesta no estaba logrando que Gabby se
sintieradeltodo
feliz.
—¿QuéhaceLanaconRick?—preguntóEmilyacercándoseaella.
Theo,asulado,parecíadivertidoporlasorpresadeambas.Élnohabía
dudadoniun
instante de que el tipo estaba interesado por la pelirroja, solo había que
fijarseenel
modo en que la cogía de la cintura, con ese afán posesivo que ponía al
tantoalos
demáshombresdequeellaeralamujerqueleinteresaba.
—Notengoniidea,creíaqueibaavenirconEnzo.
—Igual que yo. Calla, que se acercan —pidió Emily, aunque no fuera
necesario
porqueGabrielletambiénsehabíadadocuenta.
Aunque la conversación y la compañía eran inmejorables, Gabby no se
sentíadeltodo
bien. Blake había sido apartado de ella tan solo media hora después de
llegar,yaunque
había notado que él intentaba volver hasta ella, constantemente era
interceptadopor
invitadasqueloreteníanconconversacioneseternas.
—Osdejo,voyabuscaraBlake—explicó.
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—¿Quieresqueteescoltehastaallí?—ofrecióTheo.
Estuvo a punto de rechazarlo, pero se lo pensó mejor y con una sonrisa
alzóelbrazo
paraposarloencimadesumanga.
—Emily,telodevuelvoenunosminutos—bromeó.
—Losquenecesites—contestósuamiga.
YGabriellesediocuentadelamiradaqueestacruzaba,conLanaprimero
ydespués
conTheo.
BlakepareciórelajarsecuandovioqueGabbyyTheoseacercabanhasta
él.Sin
mucho tacto cortó la conversación que estaba manteniendo y salió a su
encuentro.
—Gracias por traerme a esta belleza —agradeció al fotógrafo—.
¿Quieresbailar?—
lepreguntó.
Estaba deseoso de poder pasar con ella un rato, de sentirla cerca, y un
baileeralo
mejorqueselehabíaocurridoparaevitarquelesinterrumpieran.
—Meencantaría.
TheoleguiñóunojoasuamigaysealejóderegresoaEmily.
Blakeaprovechóquesehabíanquedadosolosparaasirlaporlacinturay
dirigirse
hastalapistadebaile.
ElDJhabíaescogidounacancióndeShawnMendes,Mercy:
PleasehavemercyonmeTakeiteasyonmyheartEventhoughyoudon’t
meanto
hurtmeYoukeeptearingmeapart
—Ereslachicamásguapadelafiesta—susurróensuoído—.Yyoeltipo
más
afortunadoportenerteentremisbrazos.
—Gracias, lamentablemente hay hombres más atractivos que tú… —
bromeócon
fingidatristeza.
Blakeserioacarcajadasporlaocurrenciaylaapretómásaél.
—¿Yquévasahaceralrespecto?
—Nada.Tendréqueconformarmecontigo.
—Pues gracias, estoy dispuesto a hacer que no te arrepientas por tu
sacrificio.
—¿Ytienesalgunaideadeloquevasahacer?—provocó.
—Teniendoencuentaqueestamosenlapistadebailevoyalimitarmea
besarte.
—¿Noteimportalaprensa?Estoyseguradequemañanaesebesosaldrá
enlaswebs
decotilleos.¿Quéharántodastusfans?
Blakeenterrólanarizensucuelloparaaspirarsuaroma.Hablósobresu
sensible
piel.
—Lo mismo que los hombres que vean el cotilleo, morirse de envidia
porqueeresmi
noviaynolasuya.
—¿Túcrees?
—Estoyseguro—zanjóbesándolaapasionadamente.
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UnahoradespuésvolvíaaestarconsusamigasporqueBlakehabíavuelto
averse
apartadodeella.
Gabrielle podía entender, hasta cierto punto, que la gente supusiera que
habíaidoala
fiestaconélporqueeraloquecorrespondía:ladueñaydiseñadoradela
firmayel
modelodelacampaña.PerotraselabiertointerésdeBlakeenellaylos
gestosde
afecto que habían tenido en la pista de baile, ¿cómo era posible que la
genteno
comprendieraqueeranpareja?Sobretodolasmujeres,quenodejabande
acercarsea
élytocarlecondemasiadaconfianza.
Decidida a cerrar el asunto se encaminó hasta él y, sin muchos
miramientos,lotomó
delbrazoyloapartódelastresmujeresconlasqueestabahablando.
—¿Vatodobien,preciosa?—Encuantoviosucaracomprendióquealgo
ibamal.
—¿Concuántasmujeresdeestasalatehasacostado?—estallóGabbytras
haberse
contenidodurantehoras.
—¿Cómodices?
—Mehasoídoperfectamente.
—Tenía la esperanza de estar alucinando —contestó él, intentando
calmarse.
—Mevoyacasa,Blake.Robertmellevaráyluegoteloenviarédevuelta
paraquete
lleveatimástarde,cuandotedélaganamarcharte.
—Gabby,¿quénarices…?
—Buenasnoches—lecortó.
Y,sindarleopciónaprotestar,salióatodaprisadesupropiafiesta.
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Revelaciones
CuandoGabrielleabriólapuertadesupisoesamañanadesábado,trasla
fiestade
inauguración de la campaña, no se habría sorprendido de ver a Blake, a
pesardeque
sabíaqueteníaunasesiónfotográficaenIbiza,aEmilyoinclusoaLana,
quenohabía
estado nunca en su piso. A quien bajo ningún concepto se hubiera
imaginado
encontrarseeraaTheoStone.
—Buenosdías,hetraídobollosparadesayunar—saludóalentrar.
—¿Por qué siempre que vienes me traes comida? —preguntó Gabby
mientrascerraba
lapuerta.
—Porquesoyuntipointeligente.
Aunquenoteníaganasdereírnopudoevitarlo.Theonosedetuvoenla
entradasino
que avanzó hasta la cocina, donde la instó a preparar té para ella y café
paraél.
—¿Cómoestás?Ayersalisteprecipitadamentedetufiesta.Ynisiquierate
despediste
denosotros.
—Estoybien.Solocansada.
—Amínopuedesengañarme,Gabby.Recuerdaquesoytumejoramigo
delmundo
mundialyqueteconozco.
—Esverdad—aceptópensativa.
EraelúnicohombreademásdeBlakequepodíaostentaresetítulo;aunque
elescocés
poseyera algunos más que en ese momento estaba segura de que no le
interesaban.
—¿Entonces?¿Quéhasucedido?Blakeestáhechopolvo.Ayerlodejaste
sinsaber
cómoreaccionar.
—Claro, por eso ha venido corriendo para ver cómo estoy —apuntó
mordaz.
—Nolohahechoparadarteespacioyporqueteníatrabajo,yalosabes.
Asíque…
¿Vas a decirme qué te sucedió ayer? Aunque como mejor amigo del
mundomundial
tengounaligeraidea.
Sintiéndose tonta le contó lo mucho que le había afectado que nadie la
tomaraen
serio.ApesardeestarcogidadelamanodeBlake,pegadaasucostado,
lasmujeres
habían seguido tonteando con él, algunas incluso insinuándose
descaradamentecomosi
supresenciaallífueradeatrezo.
DespuésdelestallidodeceloseraconscientedequeBlakenohabíahecho
nadapara
alentarlas, pero la inseguridad que esas escenas le provocaron le había
impedido
pensarconclaridad.
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—Gabby, tú nunca has sido una mujer insegura con tu cuerpo o con tu
belleza.—Theo
sesentíaconfuso—.¿Quéhacambiado?
Se encogió de hombros antes de responder, como para darse tiempo a
asimilarloque
ibaadecir.
—Nunca había estado enamorada de un hombre al que las mujeres le
hacenconstantes
proposicionesindecentes.
Theoasintióbrevemente.
—Deacuerdo,ahoraloentiendo.Elamorvuelveidiotaalaspersonasmás
inteligentes.
—Nosécómotomarmeesto,¿soyidiotaointeligente?
—Lasdoscosas.AunqueloimportanteaquíesquecomprendasqueBlake
quiere
estarcontigoporencimadetodasesasmujeresquetantotepreocupan.Y
quiereestarlo
porque eres una mujer estupenda, atractiva e inteligente. No te
menospreciespornadie,
¿deacuerdo?—pidióabrazándola.
Gabbyasintióyledevolvióelabrazo.
—Ydime,¿cuándotehasvueltotansabio?
—Bueno…Seráqueelamornomeafectacomoalrestodelosmortales.
Enlugarde
idiota me vuelve listo —bromeó, y con ello consiguió arrancarle una
sonrisasinceraa
suamiga.
—Mealegromucho.Losdososmerecéisserfelices.
—Igualquetú,tontita.
CuandoTheovolviódecomprobarqueGabbyseencontrababien,Emily
yahabía
tomadounadecisiónrespectoacómoqueríaquesiguierasuvida.
Las últimas semanas había ido dando pequeños pasos en la dirección
correcta.Yano
temíaestarsolaonoencontrarunaparejaconlaquetenerhijos,sinoque
había
aprendidoaafrontarlosproblemasdefrente.
ConoceraTheohabíacontribuidoaello,yaunqueeraconscientedeque
estaba
enamoradadeél,noeramenosconscientedequequizásnoquisieranlas
mismascosas
de la vida. Fuera como fuera, no iba a cometer el mismo error que
cometióconPhilde
aceptarloqueélquisierasinlucharporsusconvicciones.Enestaocasión
teníaclaro
quesusdeseoserantanimportantescomolosdeél.
Porfinhabíaentendidoqueteníaderechoaserfeliz,aserescuchadaya
queel
hombrealqueamabaseesforzaraporcumplirsusdeseos,porcompartir
sussueños.
YaunquelasúltimassemanasconTheohabíansidointensasyélsehabía
mostrado
encantador y preocupado por pasar tiempo juntos, además de dejarle
espacioparaque
seexplayaraconsusamigas,elcasoesqueseguíasinsaberloquesentía
porella.
SeguíaenlacamacuandoTheoentróeneldormitorio.Surelaciónhabía
avanzadolo
suficientecomoparaqueéltuvieraunallavedesupisoycomoparaque
sepermitiera
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sersinceraconélsintemorahacerelridículo.
El fotógrafo asomó la nariz por la puerta del dormitorio y, al verla
despierta,sonrió.
—¿Meestabasesperando?—inquirióalverlatodavíaacostada.
—Sí,peronoparaloquetútecrees—contestómuyseria.
—Aguafiestas—bromeó.
A pesar de su respuesta la estudió antes de hacer ningún movimiento.
Acababade
visitarasuamigayestabamuysensibilizadoconlossentimientosdelas
mujeres,lo
quemenosdeseabaerahaceralgoqueestropearasurelaciónconEmily.
Desdeelmomentoenqueselapresentaronsupoqueellaibaaserespecial
yasí
había sido. Nunca antes se había dedicado a perseguir a una mujer. O a
desearpasar
tiempofueradelacamaconellas.
Normalmente, tras pasar la noche con alguna dejaba de ser interesante
paraél,porlo
que nunca volvía a llamarla. El problema con Emily era que no había
dejadodeserlo
enningúnmomento.Eralamujermáscontradictoriaquehabíaconocido
nunca.Trassu
fachada seria y responsable se escondía una mujer apasionada que
despertabasus
instintosdeposesión.AlgoqueTheojamáshubiesecreídotener.Ycuando
ellalehabló
dePhilsediocuentadequenoibaaconformarseconsolounanocheasu
lado.Quería
más,yestabasegurodequesiempreibaaquerermásdeella.
—¿Puedoacostarmecontigo?
Ellaasintióyleabriólacama.
Condeliberadalentitudsequitóloszapatos,lospantalonesyseacostóa
sulado,
ladeandosucuerpoparaquedarfrenteaella.
—¿Quétepasa,amor?
—Quierotenerunhijo.Tengotreintaynueveañosy…
—Deacuerdo—respondióél.
Nisiquieradudodesurespuesta.
—¿Deacuerdo?
—Sí.Tequieroyquierotenerunhijocontigo.
—¿Me quieres? —La sorpresa y la alegría tiñó de rojo las mejillas de
Emily.
—Parecessorprendida.
—Esqueloestoy.Noesperabaquemequisieras.
Theosonrióyleacariciólamejilla.
—Puestequiero—volvióarepetir,yunasensacióndeplacidezseadueñó
deél—.Y
nomeimportarárepetírtelolasvecesqueseannecesariasparaquenunca
loolvides.
—Yotambiéntequiero.
Susonrisasehizomásamplia.
—Yalosabía,amor,peroesagradableoírtelodecir.
—Serás…—Ledioungolpeenelbrazoporengreído—.Nopuedocreer
quehayas
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dichoeso.Yo…
Theo,quenoteníaganasdepelearsesinomásbientodolocontrario,la
besópara
acallarsusprotestas.Yatendríantiempodepelearseydereconciliarseen
otraocasión.
De hecho, si sus planes salían bien estaba seguro de que dispondrían de
todaunavida
paraello.
—¿Qué te parece si comenzamos a buscar al niño ahora mismo? —
propuso,juntando
susfrentes—.Despuésdetodo,estamosenellugarindicado.
Emilysonrióantesdehablar.
—¿Ysiesniña?—preguntómientrasTheosedeshacíadesucamiseta.
—No me importa lo que sea. Estoy más que preparado para tratar con
mujeres,ya
deberíassaberlo,amor.Soytodounexperto.
Emilyrioasombradaporlabroma.
—Escierto,erestodounexpertoenmujeres,peronocreoqueseabuena
ideaqueme
lorecuerdes,podríatorturartecomocastigo.
Élarqueóunaceja.
—¿Quéclasedetorturatienesenmente?
—Túbésameyyaveremosquésemeocurre.
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Hoynomepuedolevantar…
EldomingoporlamañanaGabriellenoselevantódelacama.Sequedó
enella
intentandoorganizarsuspensamientosycolocarsussentimientos.Eldía
anteriorhabía
intentadopasarlocomosifueraunsábadomás,perohabíatenidotanpoco
éxitoconesa
tácticaqueeldomingonisiquieraintentóautoconvencersedequeestaba
bien.
Estaba asustada, por supuesto que lo estaba. Blake no le había dado la
seguridadque
necesitaba.Sí,erannovios,pero¿laquería?Ysieraasí,¿porquénoselo
habíadicho?
Por otro lado, ¿llevaban juntos el tiempo suficiente como para que
estuvieraenamorado
deella?
Gabrielle no dudaba que le gustaba, pero necesitaba sentimientos más
profundosque
le dieran seguridad. Necesitaba creer que lo que sentía por ella era lo
bastantefuerte
comoparaquenoseviesetentadoporlasmujeresqueseleacercaban.
Necesitabasentirqueeraimportanteparaél.
En cualquier caso, aunque sabía que la culpa era suya por haberse
enamoradoapesar
de sus intentos para que no sucediera, una parte de sí misma culpaba a
Blakeporno
darsecuentadeloperfectaqueeraparaél.
Yeraesapartedesupersonalidadquelaempujabaamirarhaciadelante
inclusoen
losmomentosmásdelicados,laquelaimpulsabaaserjustayreconocer
queconla
únicaconlaqueteníaqueenfadarseeraconsigomismaporpermitirseel
momentode
bajón.
Unbajónquedurótodoeldía.Nisiquieraselevantóparaprepararsealgo
para
comer.Selimitóaalimentarseabasedecerealesconleche,unalimento
rápidoqueno
necesitaba preparación y que le permitía seguir en la cama
autocompadeciéndosedesí
misma. Tampoco se preocupó por la cantidad de azúcar que contenían,
¿paraqué?Sus
problemasnoseibanasolucionarpormuchasdietasquehiciera.
Seprometióquealdíasiguienteestaríamejor,peroquehastallegaraese
momentose
iba a permitir regodearse en sus penas. Porque aunque la fiesta y la
colecciónhabían
sido un éxito, nadie iba a olvidar que la diseñadora se había marchado
antesdequela
fiestaterminara,sinsuacompañanteysindespedirsedesusinvitados.
Cuando el móvil comenzó a sonar encima del edredón se inclinó con
desganaparaver
quién llamaba y se quedó petrificada al ver que era Blake quien quería
ponerseen
contactoconella.
Teníamenosdeveintesegundosparadecidirsirespondíaono.Nohabía
vueltoa
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hablarconéldesdeelviernesysemoríaporsabersilascosasentreellos
estabanbien
apesardelosucedidoosiBlakehabíadadolarelaciónporfiniquitada.
Descolgóantesdequedejaradesonar.
—Hola.
—Hola,Gabs—lasaludóenuntonoprudente.
—Blake,sientolodelviernes.
—No,preciosa,tendríaquehabermedadocuentadequeestabasincómoda
—se
disculpó él—. No me gusta ser grosero con la gente que se me acerca,
perotalvez
tendría que haber estado más pendiente de ti. Creí que era nuestra
obligaciónatendera
losinvitadosy…
—Túnohicistenada—lecortó—.Ytienesrazón,yotambiéntendríaque
haberme
paseadoentrelosinvitadoscomounabuenaanfitriona.—Hubounapausa
antesde
añadir—:Mealegraquemehayasllamado.
—No creo que te guste el motivo —anunció él—. Te he llamado para
comentarteque
estovamuylentoyqueenlugardelmartesvolveréacasaeljueves.Me
preguntabasi
querríasquenosviéramosentonces.
¿QuéesperabaBlakequelerespondieraaeso?¿Queno?¿Quedabapor
finalizadasu
relación?Porquesiesperabaesarespuestaseibaallevarunasorpresa.
Gabrielle aceptaba que tuviera trabajo y la conversación siguió con
muchotacto,
aunque dejó claro que por su parte todo seguía igual. Sin embargo, no
hubohuecopara
las bromas con las que se provocaban, solo hubo seriedad y temor de
heriralotro.
—Meencantaráquedarcontigo,Blake.
—Entoncestellamaréeljueves.
Ellanolepreguntónadadeporquénoibaallamarlacadadíacomohabía
hechola
vezanteriorylaconversaciónterminó.
Cuando colgó se sintió aliviada a pesar del nudo en el estómago que la
atenazaba.
Ambassensacioneslahicieronsentirseculpable.
Como no se encontraba con ganas de seguir pensando encendió la
televisiónybuscó
algoquelaentretuvieraunrato,evitandoseguirdándolevueltasalasunto.
Tanto Lana como Emily la llamaron, pero Gabrielle no respondió. Dejó
queel
teléfono sonara sin responder y después les mandó un mensaje diciendo
queestababien
yquelasveríaaldíasiguiente.Ningunadelasdosinsistió.
Debió de quedarse dormida, porque era noche oscura cuando volvió a
abrirlosojos.
Laluzdesuteléfonoparpadeabaanunciandounanuevallamadaperdida.
Comprobóqueeradesumadreysedejócaerdenuevoenlacama.Alser
domingo
sus padres debían de haberla esperado para comer. En la fiesta apenas
habíahablado
conellosunosminutos,peronohabíanconcretadonadadequefueraair
averles.
Tras varios segundos de dudas decidió hacer lo mismo que había hecho
consus
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amigas, le mandó un mansaje a su madre donde le escribió que la vería
mañana.No
obstante, Cecily fue más lista y le respondió preguntándole el sitio y la
horaendonde
ibanaverse.
Gabriellelesonrióalteléfonoymandólarespuesta.
—Puesnada—dijoenvozalta—,yatengocitaparacomermañana.
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Lascosasnosiempresonloqueparecen
GabriellecreíaqueEmilyerademasiadodiscretayrespetuosacomopara
noinsistir
cuando le dijo el lunes por la mañana, al llegar al taller, que estaba
perfectamente.No
obstante, se le debían de haber pegado las maneras directas de Lana,
porqueamedia
mañana y sin previo aviso se presentaron las dos en su despacho,
dispuestasaque
hablara.
—¿Cómoestás?Ynoteatrevasadecirquebien—avisóLanaaltiempo
quetomaba
asientoenunadelassillasquehabíafrentealescritoriodeGabby.
Emily, aunque no dijo nada, también quería saber lo mismo porque se
sentójuntoala
pelirrojaparahacerfrentealoquedijera.
—Si os soy sincera, no lo sé. El viernes estaba convencida de que tenía
motivospara
estarmolesta,elsábadomeplanteéquequizáshabíaexageradolascosas,
eldomingo
estabaseguradequelohabíahechoyhoy…Hoynosénada.
—Blake es un buen tipo, Gabby, y estoy segura de que siente algo muy
fuerteporti—
comentóEmily—.Theopiensalomismoqueyo—continuó—.Telodigo
porsitesirve
unaopiniónmasculina.
A pesar de la seriedad del momento, las tres sonrieron al recordar a
Robert
contestandoasuspreguntasconbuenhumor.
—Elproblemaesquesentiralgonoeslomismoqueestarenamorado,y
qué
seguridad tengo de que no vaya a sentirse tentado por alguna de sus
compañeras
modelosoporalgunafanimpresionante…
—¿Te ha dado algún motivo para creas que es capaz de dejarte así, sin
más?—
preguntóLana.
Gabriellenegóconlacabeza.
—Siemprehasidoencantadorycorrectoconmigo.
—¿Entonces?¿Túlequieres?
—Porsupuestoquelequiero.¿Creesqueestaríatanpreocupadasinolo
quisiera?
No,noloestaría.Ynosoyunamujerinsegura,eselamorloquemehace
parecerlo.
Emilyseguardóelcomentariodequemásqueparecerlo,loera.
—Talvezdeberíasdecírselo.Explicarlecómotesientes.—Lanasabíapor
experienciapropiaqueaveceslascosasnoerancómoparecían—.Puede
quesientalo
mismoquetúynotelohayadichoportemoraquenolecorrespondieras.
—Ve a verle, Gabby. Plántate en Ibiza y sorpréndele. No hay nada
importanteenla
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agendaquenopuedaposponerseparaotromomento.Ereslajefa,nadiese
atreveráa
quejarse porque te vayas unos días. Además, te mereces un descanso. —
Emilyestaba
decidida a que su amiga se arriesgara. Ella lo había hecho y estaba más
quesatisfecha
conelresultado.
—Emily tiene razón. No dejes que pase el tiempo sin arreglar este
malentendido—
aconsejóLana—.Estarseparadosnoarreglaránada.
—Puedequelohaga.
—¡Hazlo!Perohazlodeunavez.Sitelopiensasnoloharás—siguióla
pelirroja—.
Aveceslasmejoresdecisionessonlasquenosemeditan.
—No puedo irme sin más, pero os prometo que lo voy a pensar. ¿De
acuerdo?
Hablamos más tarde —dijo levantándose—, he quedado para comer con
mimadrey,
aunque últimamente está irreconocible, prefiero no llegar tarde y tener
quesufrirotro
drama.
—¡Ve! Y después coge un vuelo a Ibiza. —Lana le guiñó un ojo
convencidadeque
ibaahacerlo.
—Porcierto,¿cómoacabolanocheentretúyRick?
Suamigaleofrecióunasonrisadeorejaaorejaqueleaclarómásquela
explicación
posterior.
—Estamos saliendo, pero ya te lo contaré en otro momento. Lo que
importaahoraes
quehagasloquetienesquehacer.
Gabrielle simuló estar harta de la charla, agachando la cabeza y
moviéndola
despacio.
—Osveoluego,chicas.
SemarchótanprecipitadamentequenoescuchóaLanadecirleaEmily:
—Apuestoaquenolavemoshastaelfindesemana.
Lamorenasonriócalculadora.
—Veo tu apuesta y la doblo, yo digo que van a pasar fuera una semana
completa.¿De
verdadcreesquevanasercapacesderesistirsealsolylaplaya?
Su madre todavía no había llegado cuando Gabby se presentó en el
restauranteenelque
habían quedado. De hecho, a pesar de que se retrasó cinco minutos,
todavíatuvoque
esperarcincomásparaqueCecilyapareciera.
—Hola,hija.Sientohabertehechoesperar.Todavíanomeacostumbroair
al
gimnasioporlasmañanas.
—Notepreocupes,mamá—dijodevolviéndoleelbesoasumadre,quese
había
inclinado para dárselo—. Y tampoco tienes que ir al gimnasio por la
mañanasolopara
dejarmeespacioamí.Megustaestarcontigo.
—¡Gracias! —dijo emocionada—. Por cierto, estás muy guapa —la
sorprendió.
—Gracias,peronoheperdidoniungramo—explicó.
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Aunqueelgimnasioyelejerciciohabíanlogradoquetuvieralacarnemás
firme,su
pesoseguíaigual.
Cecilylamiróunossegundosy,encuantosediocuentadequeGabbylo
había
notado,apartólamiradaconrapidez.
—Estáspreciosaasí.Ahoradime,¿vatodobien?
—¿Porquélopreguntas?¿Hashabladoconmisamigas?—bromeó.
—No,nolashevistodesdeelviernesenlafiesta.¿Porqué?¿Heacertado?
¿Tepasa
algo?Yasabíayoqueeraextrañoquefuerastúprecisamentelaquesacara
eltemadel
peso…
El camarero llegó con la carta y durante los siguientes diez minutos
ambasestuvieron
pendientesdelasbebidasydeloqueibanapedir.Noobstante,Gabrielle
estaba
decididaaabordareltemaconsumadre.
—Mamá,¿porquétienestantointerésenqueadelgace?
Su madre se quedó atónita, con la boca abierta durante unos segundos.
Después
expulsó el aire que había retenido en los pulmones y su expresión se
volviótristey
culpable.
—Esoesculpamía,cariño.Notuya,peroyaloestoysolucionando.
—¿Dequéhablas?
—Estoyintentandodejardedarleaimportanciaacosasquenolatienen.Y
túeres
perfecta tal y como eres. Siempre he pensado que lo eras, pero me
preocupabaquete
hicierandaño…
Trasvariosminutosdedisculpas,Cecilylecontóasuhijaquedurantesu
épocade
modelo había sido testigo en multitud de ocasiones de cómo los
diseñadores,los
fotógrafoseinclusoalgunascompañerasacusabanaotrasdeestargordas
ydenoservir
paraelmodelaje.
Chicas preciosas y delgadas que sufrían por tener pecho o caderas. En
ocasioneslas
broncaserantanbrutalesquealgunasacabanpordejarloconlaautoestima
tocadade
porvida.Duranteaños,lasombradeJaneBirkinsiguióplaneandoenla
modainglesay
laschicasquetriunfabaneranlasqueapenasteníanpechoycaderas.
—Ahora hay más variedad y menos presión. La mujer se ha cansado de
queledigan
cómo debe ser. De que les hagan creer que para estar guapas tienen que
caberenuna
treinta y seis. Lo malo es que ese concepto fue el que me guio durante
muchotiempo,
estaba arraigado en mí que no me di cuenta de que te lo estaba
imponiendo.
Inconscientemente, toda esa presión había hecho mella en Cecily que,
aunquedelgada,
habíaidoabsorbiendoesasideasmalsanassobrelabellezadeladelgadez
extrema,
asociandoquetenercurvasnoeraalgodeloqueestarorgulloso.
—¿Podrás perdonarme por lo que te he hecho? —Le brillaban los ojos
comosi
estuvieraconteniendolaslágrimas.
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—No me has hecho nada, mamá. Nunca me importó tener unos kilos de
más.—Y
añadióaldarsecuenta—:Kiloarriba,kiloabajo,soylamismapersona.
—Losientomucho…
—No te preocupes, de verdad que nunca me sentí incómoda conmigo
misma.Hasta
ahora…
—¿Quéhacambiado?
—En realidad nada. Quizás lo único que ha cambiado es que me he
olvidadodequién
soy.Oquemepreocupaqueelhombredelqueestoyenamoradanosienta
lomismopor
mí.
—¿Yquiéneres?—insistiósumadre.
—Unamujerquenosedejallevarporlasapariencias,aquienleimportan
las
personasporloqueson,noporelaspectoquetienen.Unamujerquenose
rindeysi
algonolegustaluchaparacambiarlo…
—Acabas de describirme a una chica fascinante de la que cualquier
hombrepodría
enamorarse.
Gabrielle miró a su madre y advirtió su sonrisa y el brillo de sus ojos.
Comosi
supieraquéeraloqueibaahacerylainstaraaquenoselopensaramás.
—Mamá,¿temolestaríamuchosimevoyahoramismo?
Cecilysonrió.
—Paranada,cariño.
—Gracias,mamá.
Selevantóatodaprisadelasillaytomóelbolso.Ibaasalirdisparadapor
lapuerta,
perosedetuvo,volviósobresuspasosyseinclinósobrelamejilladesu
madrepara
besarla.
—Tequiero,mamá.
—Yyoati,cariño.Ysospechoquenosoylaúnica.
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Elzapatoperfectocalzaenelhombreperfecto
Gabriellehabíaapagadoelteléfonoduranteelvuelo,peroalencenderlo
mientras
cogíauntaxirecibióunmensajedeTheoconelnombredelhoteldeIbiza
enelquese
hospedaba Blake. Su amigo había echado mano de sus contactos y había
habladoconel
fotógrafoencargadodelreportajeparaconseguirlelainformación.
Conunasonrisaleindicóaltaxistadóndequeríairyserelajóunpocoen
elasiento.
Trashablarconsusamigasyconsumadre,habíadecididocometeruna
locuray
presentarse en Ibiza. Puede que Blake no estuviera enamorado de ella
todavía,peroella
sí que lo estaba de él y no tenía intención de dejar pasar la ocasión de
decírselo.
Además,elmarconopodíasermásperfecto:elsol,laplayayelhechode
que,
aunqueestuvieranenabril,enEspañahicieraelsuficientesolcomopara
queGabrielle
pudieraestrenarsussandalias.
Eltaxistasedetuvoenlaentradadelhotelylaayudóabajarlamaleta.
Con una sonrisa de agradecimiento le pagó, añadiendo una generosa
propina,yse
despidiódeél.
El hall de hotel era como la isla brillante y azul. Los techos altos y la
amplituddelas
paredescubiertasdeespejosquerelejabanelsolqueentrabaporlosaltos
ventanales
la ayudaron a sentirse mejor, más segura de su decisión. Estaba tan
decididaadarleuna
sorpresaaBlakequeseencaminóatodaprisahastalarecepción.
Necesitaba registrarse, descubrir la localización del lugar donde se
estabanhaciendo
lasfotos,subirasuhabitaciónacambiarseydespuéssaliraencontrarse
conBlake.
El recepcionista, un joven moreno muy amable, se dispuso a rellenar su
fichacuando
escuchóunavozquelallamaba.
—Gabs.
Estabatanconcentradaquenosediocuentadequesolohabíaunapersona
quela
llamaradeesemodo.
Se dio la vuelta para descubrir quién la había reconocido, y se quedó
paralizadaal
verqueeraBlake.“Adióssorpresa”,sedijo.
Élseacercóatodaprisay,antesdequepudieraexplicarlosmotivospor
losque
estabaallí,seencontróentresusbrazos.Blakelabesócomosilahubiera
echadode
menos y ella se relajó. Puede que la sorpresa no hubiera sido como
esperaba,perono
esqueestuvieradescontentaporcómoestabatranscurriendo.
Cuando se separaron se dio cuenta de que el recepcionista no parecía
incómodo,sino
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quesonreíaconamabilidadypaciencia.
—Dameunminuto—ledijoaBlake—,estoyregistrándome.
—Quédateenmihabitación—ofrecióeste—,esunasuitedoble.
Ysinesperaraquelerespondierasecolocódelantedeellaycomenzóa
hablarcon
elrecepcionista.Cincominutosmástardetodoestabasolucionado.
Blakelacogiódelamanoyconlaotra,queteníaocupadaporunabolsa,
sehizo
cargodesumaleta.
La curiosidad hizo que Gabrielle le preguntara por la bolsa, pero fue el
azoramiento
deBlakeloquelogróqueseinteresaraporelcontenido.
—Unascomprasquehehecho.
—Pareceunacajadezapatos—insistióGabby.
—Es una caja de zapatos —confirmó este finalmente cuando las puertas
delascensor
secerrarontrasellos.
—¿Tehascompradounoszapatos?—inquirióincrédula—.¿Notegustan
losqueyo
diseño?—Laincredulidadhabíaidodandopasoalafuriainjustificada.
Noteníaderechoaenfadarseporalgotantonto,losabía,perolapresión
delas
últimashorashabíaencontradounmodoporelquedesbordarse.
—Porsupuestoquemeencantantuszapatos.—Seinclinóparabesarla—.
Meencanta
todoloquehaces.
—¿Entonces?
LaspuertasdelascensorseabrieronyBlakesesalvómomentáneamente
de
responder. El problema era que Gabrielle no estaba dispuesta a dejar
correrelasunto.
—Blake,dimeporquétehascompradozapatos.
—Telodiré,dameunminuto.¿Deacuerdo?
Ellaasintióysedejóllevar.
SedetuvieronfrentealapuertadelasuitedeBlakeeintentótranquilizarse
mientras
élsacabalatarjetayabríalapuerta.
Aunquelasuiteerapreciosa,Gabbynisiquierasemolestóenmirarla.Su
vistaestaba
clavadaenlascajasquehabíasobreelsofádelcomedor.Habíaapiladas
trescajasmás
dezapatos;cuatrosicontabalaqueBlakellevabaenlamano.
—¿Porquéestásaquí?—preguntóél,conscientedequelapacienciadesu
novia
pendíadeunhilo.
—He venido a sorprenderte, pero reconozco que eres tú el que me ha
sorprendidoa
mí.
—Notehepreguntadoeso,Gabs.¿Porquéestásaquí?
Sabíaperfectamenteloqueélesperabaquedijera,peroaunqueenrealidad
erauna
tontería, el que se hubiera comprado tantos zapatos le molestaba y la
ofendíamásdelo
quedictabalalógica.
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—Teechabademenos.
—Yotambiénteechabademenos.Tanto,quehedescubiertoquetequiero.
Tanto,que
mehepasadocadaminutoquehetenidolibrebuscandoelregaloperfecto
parati.Algo
queconsolodártelotehicieracomprenderlomuchoquetequiero.
—¡Oh,Blake!—musitóemocionada.
Alaporraquesehubieracompradozapatos,elhombremásmaravilloso
delmundo
acabadedecirlequelaquería.
—Yotambiéntequiero.
Élsonrióencantado.
—Losé,melohasdemostradoconestasorpresa.Noqueríallamartepara
quenote
sintieras presionada, pero te he echado mucho de menos —dijo
inclinándosepara
besarla.
Gabrielle estaba a punto de echarle los brazos al cuello cuando él se
apartó
bruscamentedeella.
—¡Espera!Quierodartealgoantes.
Con una sonrisa traviesa, Gabby se deshizo de la chaqueta y de los
zapatos.
—¿Nopuedeesperar?
AunqueBlakedudó,terminópornegarconlacabeza.Sinperdertiempo
sacólacaja
dezapatosdelabolsayletendiólacaja.
—Sonparati,preciosa.—Saliódisparadohaciaelsofáysehizoconlas
otrastres
cajas—.Estostambiénsonparati.
Gabrielleparpadeósorprendida.Nisiquieraeracapazdedestaparlacaja
paraver
quécontenía.
—¿Mehascompradozapatos?
Blakeasintió,nervioso.
—Tuszapatossonpreciosos,túerespreciosa,peroqueríadartealgoque
teapasiona
y que no has tenido que hacerte tú misma. No sé si comprendes lo que
queríadecir,tal
vezseaunatontería,yo…
—Noesunatontería,meencantanloszapatos.
—Lo sé, pero en realidad lo que pretendía que comprendieras es que te
quieroyque
si estás a mi lado haré todo lo que sea necesario para apoyarte, para
ofrecerteloquetú
deseas sin necesidad de que tengas que luchar para conseguirlo. Quiero
hacertefeliz.
—Túmehacesfeliz,Blake.Tequieroyestarcontigomehacefeliz.
Élasintióconunaexpresióntriste.
—Noquieroqueteresultedifícilestarconmigopormitrabajoymucho
menosporlas
mujeresquesemeacercan.Necesitoqueteresultefácilquererme.
Gabriellenorespondióconpalabras,yahabríatiempoparaesomástarde.
Enese
instantetocabahacerloqueélhabíahecho,demostrarlequeamarleeralo
másfácildel
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mundoparaella.
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EPÍLOGO
Despuésdelfueronfelicesycomieronperdices
Tresañosmástarde…
Blake se dio la vuelta en la cama y miró a su mujer con una sonrisa
satisfecha.
Acababandedarselosbuenosdíascomoacostumbrabanahacerdesdeque
decidieron
irseavivirjuntosycasarsedespués.
—¿Enquépiensas?
Gabrielleremoloneóysediolavueltaparaquedarfrenteafrenteconél.
—Bueno,yasabeslobienqueestáyendolaempresa…
Él la miró consciente de que había algo más. Había llegado a conocerla
tantoqueera
capaz de anticiparse a algunas de sus necesidades, sobre todo a aquellas
quesoloélera
capazdesatisfacer.
—Losé.Eresunadiseñadoramaravillosa.
Ella sonrió y le acarició la frente al tiempo que le apartaba un mechón
rubiooscuro
deella.
—Gracias.
—¿Pero?—adivinóBlake.
—Megustaríahaceralgomás.Nosé,deuntiempoaestapartemeestoy
planteando
laposibilidaddehacerunacolecciónparaniños.¿Túquécrees?
Blake asintió, seguro que sería un éxito como todo lo que Gabrielle
diseñaba.
—Mepareceunaideaestupenda—admitióconunasonrisaalentadora.
—¿Deverdad?
Élvolvióaasentir.
—¿Estásseguro?
Sequedóquietosinapartarlamiradadeella.Estudiandocadaunodesus
gestoscon
unaideaabriéndosepasoensumente.SuamigaEmilyestabaembarazada
desu
segundohijoyLanaestabaapuntodedaraluz,peroGabbynosehabía
planteadola
líneainfantilhastaesemomento…
—¿Tegustaría?—insistióella.
—Te quiero, Gabs. Dime que estás embarazada antes de que me dé un
ataquede
ansiedad—pidiótemblandodeemoción.
Ellasonrióampliamenteconfirmándolelaverdad.
—Estoy embarazada. Me he levantado esta mañana para hacerme el test.
Nopodía
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dormirynoqueríadecírtelohastaestarsegura.
—¿Porquénomelohasdichoantes?Despuésdehacerteeltest,antesde
que
nosotros…Yasabes.
Ellalemiróarqueandolascejas.
—No me has dejado hablar. Cuando te has despertado me has impedido
decirtenada
—dijo,yBlakerecordóqueencuantoabriólosojosylasintiópegadaa
élsehabía
dadolavueltaparabesarlaylodemáshabíadejadodetenersentido—.Y
luegoseme
haolvidado.
—¿Setehaolvidado?—preguntóconciertoorgulloeneltono.
—Tieneseseefectoenmí.
Él soltó una carcajada cargada de alegría por la buena nueva y por el
amorquesentía
porsumujer.
—¡Quécosastanbonitasmedices,preciosa!
Gabriellerioylebesó,dispuestaaolvidarsedenuevodetodolodemás.
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Agradecimientos
Cuandocomienzasunanoveladeloúnicoqueeresconscienteesdeloque
estás
sintiendoenesemomento,delasganasquetienesdemeterteenlavidade
tus
personajes,decontarsuhistoriaydedisfrutardelproceso.Loquemenos
piensaso
esperasesquelascosascambientantoquesentarteaescribirseaalgotan
difícilquese
tehagacuestaarriba.
AlgoasímesucedióamíconKiloy¾deamor,mientrasestabaentresus
páginas
perdíaunserquerido,aunadelaspersonasmásimportantesdemividay
terminarla
novela supuso un auténtico reto, porque ¿cómo iba a contar una historia
felizydivertida
con el corazón herido? ¿Cómo conseguir que mis personajes fueran
felicessiyonolo
era?
Si no hubiese sido por lo mucho que creía en Gabrielle y en Blake no
habríalogrado
terminarla a tiempo para que pudierais tenerla ahora en vuestras manos.
Lahabría
terminado sí, pero se habría alargado en el tiempo. Seguro que habéis
escuchado
muchasvecesqueescribiresunaterapia,enmicasolohasidomásque
nunca.
Perosinohubieracontadoconelcariñodemifamiliaydemisamigos,
nohabría
escrito ese final feliz que todo lector de romántica espera encontrar y
recordaralcerrar
unlibro.
Gracias a las largas charlas con mis amigas escritoras: Anabel Botella,
LauraNuñoy
Lorraine Cocó, encontré las ganas de seguir adelante. El impulso para
continuar.
Graciasamisamigasquesiemprecreenenmíseguítecleando:Verónica,
Laura
Caballero,MªJosé…
Graciasaloslectoresporanimarmeaseguirescribiendo.
YgraciasaMarichéporquegraciasasucariñoycomprensiónestelibro
esposible.
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DocumentOutline
Prologo.Porunpardetacones
Laimportanciadelzapatoadecuado
Unalocuradevezencuando
Devueltaalanormalidad
Lafamacuestayhayqueaguantarse
Desdeesanoche…
¿Seronoserpolíticamentecorrecta?Esaeslacuestión
Paraserfelizhayquesudarlacamiseta
Sinoloveo,nolocreo
Deocaaocaytiroporquemetoca
Uncafécargado,porfavor.Consentidocomúnysinazúcar
Aguafríayconversacióncaliente
Cosasdechicas
¿Quehicequé?
Esbiensabidoquelacabratiraalmonte
¿Ysiespormí?
Purafachada
Sincorazones,corazonesno
Elrocehaceelcariño
Nuevosproyectos
Meencantanlassorpresas
Cuandomenosteloesperas…
Amora135metros
¿Quiénerestú?
Losvestuariosmasculinossonelcielodelaschicas
Carpetazoylibretanueva
Bienvenido,insomnio
Demasiadoserio,demasiadorápido
Todoelmundovaalafiesta
Horasdemásdesesentaminutos
Dimequesí
Paraesoestánlosamigos
¿Quépasaaquí?Túnoeresmicita
¿Esquenoveisqueestáconmigo?
Revelaciones
Hoynomepuedolevantar…
Lascosasnosiempresonloqueparecen
Elzapatoperfectocalzaenelhombreperfecto
Epílogo.Despuésdelfueronfelicesycomieronperdices
Agradecimientos
TableofContents
Prologo.Porunpardetacones
Laimportanciadelzapatoadecuado
Unalocuradevezencuando
Devueltaalanormalidad
Lafamacuestayhayqueaguantarse
Desdeesanoche…
¿Seronoserpolíticamentecorrecta?Esaeslacuestión
Paraserfelizhayquesudarlacamiseta
Sinoloveo,nolocreo
Deocaaocaytiroporquemetoca
Uncafécargado,porfavor.Consentidocomúnysinazúcar
Aguafríayconversacióncaliente
Cosasdechicas
¿Quehicequé?
Esbiensabidoquelacabratiraalmonte
¿Ysiespormí?
Purafachada
Sincorazones,corazonesno
Elrocehaceelcariño
Nuevosproyectos
Meencantanlassorpresas
Cuandomenosteloesperas…
Amora135metros
¿Quiénerestú?
Losvestuariosmasculinossonelcielodelaschicas
Carpetazoylibretanueva
Bienvenido,insomnio
Demasiadoserio,demasiadorápido
Todoelmundovaalafiesta
Horasdemásdesesentaminutos
Dimequesí
Paraesoestánlosamigos
¿Quépasaaquí?Túnoeresmicita
¿Esquenoveisqueestáconmigo?
Revelaciones
Hoynomepuedolevantar…
Lascosasnosiempresonloqueparecen
Elzapatoperfectocalzaenelhombreperfecto
Epílogo.Despuésdelfueronfelicesycomieronperdices
Agradecimientos

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