el santuario de montaña frontera y
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el santuario de montaña frontera y
A. LEDO CABALLERO Universidad de Valencia EL SANTUARIO DE MONTAÑA FRONTERA Y LA PRODUCCIÓN DE VINO EN EL SAGUNTO PRERROMANO ABSTRACT: The existence of a sanctuary dedicated to Liber Pater in Montanya Frontera (Sagunto, Valencia) makes author to consider this divinity function related to wine culture, and its cult extension around Ancient World. Sanctuary’s chronology, the possible Iberic name of the God, Bokon, and its vinculation with grapevine are adduced by the author. It is studied production and wine commerce in iberic culture, its mention in epigraphic sources and finally it is outlined the question of vinculation between the saguntines elits and wine. KEY WORDS: Liber Pater, Montanya Frontera, Iberian Religion, Iltubokon, Saguntum. RESUMEN: La existencia de un santuario dedicado a Liber Pater en Montanya Frontera (Sagunto, Valencia) lleva al autor a considerar la función de esta divinidad en relación a la cultura del vino y la extensión de su culto en el Mundo Antiguo. Son aducidos la cronología del santuario y el posible nombre ibérico del dios, Bokon, y su vinculación con la vid. Se estudia la producción y el comercio del vino en la cultura ibérica, su mención en fuentes epigráphicas y finalmente se plantea la cuestión de la vinculación entre las élites saguntinas y el vino. PALABRAS CLAVE: Liber Pater, Montanya Frontera, Religión ibérica, iltubokon, Saguntum. 479 I INTRODUCCIÓN El santuario iberorromano de Montaña, o Muntanya, Frontera, se encuentra a unos 9 km al norte de Sagunto, concretamente en el cerro homónimo (378 m) que forma parte de un conjunto de pequeñas elevaciones con las que la Sierra de Espadán se acerca a la costa, que no dista más de una decena de kilómetros. El santuario fue dado a conocer en las primeras décadas del siglo XIX1 y desde entonces no ha dejado de llamar la atención de los investigadores debido a su carácter único dentro del panorama de las religiones antiguas en nuestras tierras, así como por las peculiaridades del conjunto de epígrafes ibéricos y latinos que se le asocia y en el que nos detendremos más adelante. Hoy en día parece fuera de toda duda razonable considerar que en época romana el santuario se encontraba bajo la advocación de Liber Pater, tal y como apuntan varias de las inscripciones latinas que allí se encontraron. Para el estudio de esta divinidad sigue siendo fundamental el exhaustivo trabajo de P. Bruhl2, por lo que a él nos remitimos para una visión global; únicamente nos interesa destacar ahora que Liber Pater fue originalmente un dios protector de la fecundidad de los campos3, un cometido que, sobre todo con la expansión de la viticultura por la Italia central a partir del siglo III a. C., explica su asimilación a Dionysos-Baco4, divinidad compleja a quien los griegos atribuían la invención del laboreo de la viña y que también en origen se vinculaba al ciclo vegetal en conjunto5. 480 II LIBER PATER Y LA CULTURA DEL VINO La rápida extensión del culto a Liber Pater-Baco por las distintas áreas del Imperio romano provocó la aparición de “courants syncrétistes très forts, qui ont tendu à assimiler Liber Pater à une divinité indigène et au culte dionysiaque gréco-latin”6, produciéndose en la mayoría de los casos la superposición a divinidades puramente autóctonas o, en todo caso, influidas desde hacía siglos por la figura de Dionysos7. En el escueto capítulo dedicado a Hispania Bruhl omite cualquier alusión al santuario saguntino y concluye, después de señalar la concentración de los siete epígrafes referidos a Baco en la parte occidental de la Península, que “dans les provinces espagnoles Liber pater n’est autre que le dieu apporté par les colonisateurs romains”8. En definitiva, para Bruhl la existencia en Sagunto de un santuario dedicado a Líber seguiría la misma mecánica que llevó este dios itálico a regiones como Panonia, Mesia y Dacia, donde parece ser que se asimiló a divinidades autóctonas relacionadas con la vegetación y la fecundidad9, o a la Galia y Germania, países en los que parece claro que Liber fue llevado por los negotiatiores vinarii, expandiéndose su culto al mismo tiempo que se implantaba el cultivo de la viña10. Pero estas regiones poseen, desde el punto de vista de nuestro trabajo, un rasgo común: la ausencia de tradición viticultora previa a la llegada civilizadora de Roma. Cabría preguntarse, pues, si el proceso de adopción de la divinidad itálica, o, al menos, su denominación y rasgos iconográficos más comunes, se produjo de la misma forma allí donde el trabajo de la viña y la elaboración del vino se practicaban con anterioridad a la presencia romana. Según el propio Bruhl, en los bordes de los desiertos sirio-árabes, territorios superficialmente helenizados a partir del dominio seleúcida, se habría producido la lógica asimilación entre Dionysos y algunas divinidades locales, entre las que merece que nos detengamos en Du Sara, la gran divinidad de los Nabateos, cuyo nombre habría sido helenizado bajo la forma Dusares, dios del vino y de la vida sedentaria y figura antitética de otras divinidades tutelares del nomadismo como Say al Qawn, de quien una inscripción precisa “que no bebe vino”11. Un reflejo de las luchas entre estas formas divinas aparece reflejado en las Dionysiaca del autor tardío Nonnus12. En esta línea merece la pena recordar las alusiones a un Dionysos árabe por parte de Estrabón (XVI 1, 11) y Arriano (VII 20, 1). 481 A. LEDO En África del norte, la importancia dedicada al culto de Liber-Baco no puede explicarse únicamente por la implantación del culto grecorromano, sino que ha de entenderse a partir de complejos procesos de interacción entre divinidades puramente indígenas y semitas13. Precisamente, en el territorio otrora perteneciente a Cartago se ha podido identificar, a partir de una representación iconográfica procedente de Mactar, un dios local que tenía en el racimo de uva su atributo principal, dios que habría sido asimilado a Dionysos en época helenística y que protegería los ricos viñedos de la campiña cartaginesa14. En definitiva, podemos comprobar que la aparición del culto de Liber-Baco en ámbitos en principio ajenos a la cultura grecorromana puede analizarse desde la perspectiva de la importancia previa de lo que se ha venido a llamar la cultura del vino, siendo así que allí donde ésta no existía se produciría la asimilación a las ubicuas divinidades relacionadas con la idea genérica de fecundidad o fertilidad agraria, mientras que en las zonas viticultoras la asimilación se realizaría con dioses que tenían en la protección de las viñas y en el vino uno de sus campos concretos de actuación. Ante todo esto, nos sentimos legitimados a replantearnos las bases históricas de partida para poder interpretar correctamente la existencia del santuario saguntino de Liber Pater. 482 III EL SANTUARIO DE MONTAÑA FRONTERA Y EL VINO ¿Cuáles son esas bases de partida? Contamos con un santuario al que por las características de su culto puede considerarse como un caso único en la Península ibérica15. El material arqueológico asociado al santuario permite pensar que su actividad se iniciaría en un momento indeterminado del Ibérico Pleno, aunque se puede asegurar que ya funcionaba en el siglo IV a. C. Entre los materiales concretos de esta etapa inicial destacaremos, por su relación con el tema concreto que aquí vamos a tratar, la presencia de fragmentos de ánforas de hombro carenado (datadas entre los siglos VI y IV a. C.), así como de ánforas PE-16, con una cronología centrada en la segunda mitad del siglo III a. C.16. Junto con el material arqueológico17, que prolonga cronológicamente la vida del santuario hasta el siglo III d. C.18, el santuario tiene asociado un singular conjunto epigráfico compuesto por cuarenta inscripciones latinas datadas entre los siglos I a. C.- II d. C.19 y en las que se ha querido ver el reflejo, atendiendo a los soportes utilizados y las fórmulas epigráficas empleadas, de “un culto popular campesino llevado a cabo por gentes de distintas clases sociales”20. Pero más importancia para nuestro propósito reviste el conjunto de, al menos, doce inscripciones ibéricas sobre piedra y dos grafitos sobre cerámica; uno de estos últimos, sobre ala de kalathos, ofrece la datación más antigua para uno de estos epígrafes al considerarse del siglo II a. C.21 Este conjunto epigráfico ibérico, su alta cronología en el proceso de romanización y la propia tipología del santuario, que responde al tipo del “lugar alto” bien atestiguado en otros ámbitos de la cultura ibérica22, permiten defender con plena seguridad el carácter autóctono de la divinidad venerada en Montaña Frontera, una divinidad que acabaría siendo asimilada a Liber Pater23. La idea ha venido siendo admitida de manera unánime hasta el día de hoy24, pero casi en ningún caso se ha planteado una vinculación original entre esta divinidad ibérica y el vino25; a este respecto se ha afirmado que se habría producido un sincretismo entre la divinidad itálica con “una divinidad relacionada con la fecundidad de los campos”, teniendo en cuenta que “Liber Pater no se impondría como deidad del vino en poco tiempo, sino que, probablemente, primero sería adorado como la anterior divinidad indígena y, con el auge del cultivo de la vid en este territorio (...) fue haciéndose 483 A. LEDO más específico su carácter”26. Es decir, la aparición de Liber Pater en el horizonte religioso de los saguntinos se explicaría por la existencia previa de una deidad autóctona, hemos de suponer que también masculina, vinculada a la fecundidad de la naturaleza. Esta idea parece contradecir lo poco que sabemos sobre el panteón, o panteones, de las comunidades ibéricas, donde parece existir un claro predominio de las divinidades femeninas en este ámbito concreto de la fertilidad y la fecundidad de la tierra, y a las que se irán asociando las figuras divinas análogas más importantes de los panteones semitas y griegos, algunas, como Deméter, con una más que clara vocación agraria. Los santuarios de La Alcudia de Elche, La Illeta dels Banyets o La Serreta de Alcoy son tan sólo algunos de los casos más cercanos que podrían citarse en este sentido y a los que cabría añadir el Cerro de los Santos, el Cerro de la Ermita de la Encarnación (Caravaca) o el Santuario de la Luz en Murcia27. Pensamos que esta resistencia a vincular el santuario y el dios ibérico de Montaña Frontera con la vid y el vino puede estar condicionada por afirmaciones del tipo “Como consecuencia de la romanización entramos en una etapa de gran pujanza en Saguntum en lo que concierne a su economía. Comienza a producir vino y quizás otros productos suficientes para proveer el mercado local”28, o aquella que hacía del vino saguntino un elemento “que se incribe en el balance de su asimilación a la romanidad”29. La tendencia a asociar viticultura y romanización en Sagunto no se entiende demasiado bien si se tiene en cuenta, además de las pruebas arqueológicas recuperadas de yacimientos cercanos y de las que nos ocuparemos más adelante, la información contenida en algunos pasajes de las fuentes antiguas; entre éstos podríamos destacar el texto de Trogo Pompeyo (apud Iust. XLIII, 4, 1-2) que indica que los galos aprendieron de los masaliotas el cultivo de la vid (vitem putare), noticia que parece estar refrendada por una serie de indicios que apuntan a la introducción de la viña en la Galia meridional mucho antes de la creación de la provincia romana en 125 a.C.30 Pero esta tendencia a asociar en el caso saguntino la producción de vino y la presencia romana también puede cuestionarse si aceptamos la teoría emitida por Luis Silgo según la cual la forma BOCON, documentada en tres de los epígrafes ibéricos hallados en Montaña Frontera, corresponde al nombre del dios indígena allí venerado31; el 484 MONTAÑA FRONTERA posible teónimo, siempre según Silgo, podría relacionarse con la voz vasca (g)oko, una de cuyas traducciones posibles es la de “racimo”32. En favor de esta propuesta debemos señalar la similitud con el teónimo Boccus documentado en el Alto Garona, esto es, dentro del dominio lingüístico aquitano33 y el hecho de que el racimo de uvas como símbolo no sea extraño, ni mucho menos, al mundo ibérico; así lo demuestran los motivos monetales de ciertas ciudades del sur peninsular (Ulia, Acinipo, Baicipo, Orippo, etc)34. Quizá sea este el momento oportuno para recordar que era el racimo de uva el atributo principal que Bruhl concedía a la divinidad africana considerada como tutelar de las viñas y que acabó asimilándose, también, a Liber Pater. Por tanto, aun a modo de hipótesis, podemos plantear la vinculación concreta del dios indígena saguntino con la vid y el vino, lo que nos lleva, directamente, a preguntarnos por la importancia de la viticultura en el Sagunto prerromano. 485 IV PRODUCCIÓN Y COMERCIO DEL VINO EN LA CULTURA IBÉRICA Pero antes de intentar responder esta cuestión, es necesario que nos detengamos mínimamente en lo que sabemos de la producción y el comercio del vino por parte de las comunidades ibéricas en los siglos previos a la llegada de Roma. Y lo haremos comenzando por la polémica Ora Maritima de Rufo Festo Avieno35, en la que se cita una ciudad, Tiricas36, de la que se dice que su fecundo suelo “cria rebaños, viñas y los dones de la dorada Ceres” (vv. 501 s), para indicar a continuación que “los productos extranjeros son remontados por el río Ebro” (vv. 502 s). Lo problemático de esta obra nos impide poder extraer todas las consecuencias posibles a la mención del cultivo de la viña por parte de una comunidad indígena cercana a la desembocadura del Ebro, pero hemos de fijarnos en la alusión a la utilización del río como canal de comunicación comercial hacia el interior peninsular y su posible confirmación arqueológica con el yacimiento de Aldovesta (Benifallet, Tarragona), ubicado en un punto de perfecto control del río y que ha proporcionado en uno de sus recintos casi un centenar de ánforas entre las que predominan las del tipo Vuillemot R-1, propias del mundo fenicio occidental; el edificio allí documentado está datado entre el 600 y el 580 a.C., y ha sido considerado como un centro que, en manos de indígenas, “organiza la propia red de distribución hacia el interior del territorio catalán”37. Volveremos más adelante sobre esta idea. Tampoco podemos pasar por alto la mención por parte de Livio de un lugar ubicado en la costa entre Cartagena y el Ebro que, en un primer pasaje, aparece bajo el nombre de Omissam (XXI, 22, 5), forma que fue corregida por Schulten por la lectura Onossam porque así aparece en el libro siguiente (XXII, 20, 4)38. Esta corrección fue aceptada por J. Vallejo, quien defendió su origen en una supuesta *Oinyssa u *Oinoyssa39, formas que, a su vez, podrían explicarse a partir del término griego que designa al vino: oínos 40. Aunque puede hablarse con cierta seguridad de la presencia de semillas de vitis vinifera en algunos poblados del Bronce del Sureste español41, la vinculación de esta especie con la producción de vino no parece que pueda ser establecida antes de la llegada de los fenicios al litoral andaluz. En este sentido, los testimonios más antiguos en la Península Ibérica se han documentado en los niveles más profundos 486 MONTAÑA FRONTERA del yacimiento gaditano del Castillo de Doña Blanca, lo que supone una presencia desde el siglo VIII a.C. Las dimensiones de estas semillas, que no permiten una confusión con las de la vitis silvestris, y las cantidades que aparecieron autorizan a defender el inicio de la producción vinícola desde prácticamente el mismo momento en que se produjo la instalación de estos grupos orientales42. A estos datos podemos añadir el posible hallazgo de restos de vitis vinifera en los niveles inferiores de Illa d’En Reixach (Ullastret, Girona), datados en la segunda mitad del siglo VII a.C.43, lo que constataría el cultivo de la vid por parte de las comunidades del NE peninsular antes de la llegada de los focenses44. Más cerca de nuestras latitudes, se ha constatado la presencia de pepitas de vitis vinifera en el Torrelló (Almassora) en niveles del siglo VII a. C. y en Los Villares (Caudete de las Fuentes) en niveles del siglo VI a. C., aunque no es hasta los siglos V-IV a. C. cuando se detecta en este último yacimiento una presencia importante de pepitas. No obstante, ya desde la segunda mitad del siglo VII a. C. se documenta la existencia en este lugar de ánforas fenicias y, a partir de la centuria posterior, la fabricación de ánforas locales que imitan, lógicamente, los modelos semitas45. La prueba arqueológica de lo temprano de la producción vinícola entre las comunidades ibéricas la encontramos también en latitudes relativamente cercanas a Sagunto. Los lagares más antiguos detectados en la Península corresponden al yacimiento del Alt de Benimaquia (Denia), datados entre finales del siglo VII y principios del VI a. C46. Instalaciones semejantes se han documentado en la Illeta dels Banyets (El Campello, Alacant) en un nivel del siglo IV, así como en los poblados de Rambla de Alcantarilla y Solana de las Pinillas, ambos en Requena47. Mucho más cerca de nuestro santuario, en el yacimiento ibérico de La Monravana (Llíria), se conocen desde 1958 estructuras, datadas en el siglo III a. C., que fueron interpretadas como parte de una instalación dedicada a la elaboración del vino48; estructuras semejantes, también en niveles prerromanos, se han documentado en el propio Tossal de Sant Miquel de Llíria y en vecino poblado de La Seña, en Villar del Arzobispo49. Estos últimos hallazgos son especialmente valiosos para nuestro propósito en tanto que permiten defender con certeza la producción de vino antes de la presencia romana en una comarca vecina al territorio saguntino50. 487 V PRODUCCIÓN DE VINO EN EL SAGUNTO PRERROMANO Si esta proximidad a una zona productora de vino no se tuviera como argumento suficiente para defender la viticultura en el Sagunto prerromano, todavía podríamos citar la carta foceo-masaliota sobre plomo hallada en Ampurias en un nivel arqueológico datado entre mediados del siglo VI y finales del V a.C.51. En el texto se pueden leer las instrucciones transmitidas por un comerciante de habla jonia, muy probablemente masaliota, a un agente comercial residente en Ampurias en orden a proponer un negocio a cierta persona que reside en el lugar denominado Saígantha, una forma que, aun con todas las reservas, se ha querido relacionar con la ciudad que andando el tiempo pasaría a denominarse Saguntum52. En el negocio a proponer figura claramente el vino, por lo que, si no directamente sobre una producción local, el plomo ampuritano en cuestión puede servirnos como prueba de hasta qué punto los saguntinos del siglo VI a.C. tenían en el vino uno de los artículos objeto de sus transacciones comerciales. Que la producción vinícola saguntina se remonte a una época tan antigua como el siglo VI es algo que hoy por hoy no podemos demostrar, pero lo que puede afirmarse con seguridad es la existencia en el término actual de Sagunto y sus alrededores de hasta tres alfares (Riera en Alfara de Algimia, Montaña Ponera o Molí de les Pintes en Sagunto y El Planet en Albalat dels Tarongers) que tienen certificada la fabricación de un tipo de ánfora a la que se le otorga una fecha inicial de fabricación en el siglo III a. C.53. En realidad son ánforas de un mismo tipo, con ligeras variantes, que destacan por su forma de bellota, sin cuello y con bordes planos o ligeramente resaltados54, rasgos que apuntan a prototipos fenicios55. Evidentemente, no se puede afirmar que estas ánforas saguntinas se fabricaran expresamente para contener vino, pero los paralelos del área catalana, donde las ánforas de fabricación local se relacionan con la implantación en este mismo siglo III a. C. del cultivo de la viña56, así permiten suponerlo. Por otra parte, la tipología claramente fenicia de las ánforas saguntinas parece contradecir la idea de que fuera el vino itálico, envasado en ánforas greco-itálicas o, posteriormente, en las Dr. 1, el principal estímulo para provocar el cultivo de la vid en el entorno saguntino. De igual manera que cuando los vinos de Sagunto entraron en el mercado 488 MONTAÑA FRONTERA internacional lo hicieron envasados en el recipiente que en aquel momento dominaba los circuitos de distribución mediterráneos (las ánforas Dr. 2-4), cabría esperar también que estas primeras ánforas saguntinas, de ser cierta su relación con el vino itálico, imitaran el contenedor en el que era transportada aquella mercancía. Y sin embargo, no sucede así: el hecho de que sigan un modelo semita podría interpretarse como indicio de una tradición anfórica previa y desvinculada de la llegada de Roma a la Península, siguiendo un mecanismo detectado para otras ánforas ibéricas. 489 VI PAPEL ECONÓMICO Y SOCIAL DEL VINO Ignorar que antes de la llegada de Roma el vino se había convertido en un elemento muy importante desde el punto de vista económico y social para un buen número de comunidades ibéricas, tiene su correlato en la creencia de que este importante artículo tampoco pudo ser distribuido hacia buena parte del interior peninsular antes de que las necesidades y los intereses del ejército y los negotiatores romanos así lo impusieran. Defender esto equivale a negar la posibilidad de que se hubiera producido un proceso similar al que tenemos perfectamente atestiguado para el ámbito galo, donde las ánforas masaliotas remontaban desde el siglo VI a.C. el curso del Ródano hacia la Borgoña y el Jura, llegando a alcanzar la cabecera del alto Danubio57 mediante un proceso en el que los propios habitantes de aquellas zonas jugaron un papel fundamental58. En la Península Ibérica no faltan tampoco las huellas arqueológicas de la llegada del vino a tierras del interior, como demuestran los ya comentados recipientes anfóricos del poblado de Los Villares, llegados allí mucho antes de la presencia romana. En el mismo sentido cabe mencionar el poblado ibérico de La Quéjola (San Pedro, Albacete), donde se ha localizado una estructura fortificada, datada en los siglos VI y V a. C., cuya principal y tal vez única misión parece haber sido la de almacenar ánforas de factura ibérica pero inspiradas en modelos feno-púnicos, así como copas áticas del tipo conocido como de Cástulo59. En la misma línea podemos mencionar el famoso palacio-santuario de Cancho Roano (Zalamea, Badajoz)60. De todos modos, aunque haya sido el ánfora el elemento que tradicionalmente se ha venido considerando como la materialización arqueológica del comercio y consumo del vino61, no podemos olvidar la utilización para estos menesteres de envases, especialmente toneles y odres, que, fabricados con materiales perecederos, no han dejado huella en el registro arqueológico. Se hace necesario comenzar a tener en cuenta otros múltiples mecanismos y formas mediante los cuales este preciado producto, elemento de intercambio de primer orden62, era demandado, buscado y transportado. Tanto las fuentes escritas como la arqueología nos ilustran acerca de estos procesos: sabemos por Estrabón que los ilirios llegaban con sus carros y barriles a Aquilea, en la costa adriática, para cargar vino (V 1, 8), mientras que en el yacimiento de Elisavetovskoe, en el curso bajo del Don, la gran cantidad de restos de ánforas hallados respecto a los documentados en el territorio circundante, ha hecho suponer que su contenido sería “transvasées dans des récipients 490 MONTAÑA FRONTERA souples (outres de peaux) que l’on acheminait par voie de terre vers les zones steppo-forestières du Don moyen ou de la basse Volga”63 . ¿Podemos, por tanto, plantearnos que las comunidades ibéricas costeras, entre ellas la saguntina, llegaron a realizar este papel de intermediación al que nos hemos referido empleando no sólo el vino foráneo sino partiendo de una producción propia susceptible de ser distribuida entre los pueblos del interior peninsular? Pensemos en el caso concreto de los grupos celtibéricos. Sobre ellos se ha venido afirmando que fueron “sin duda los romanos quienes contribuyen a ir difundiendo el vino por el interior de la Península”64, y si bien es verdad que algunos autores antiguos parecen refrendar esta opinión65, suponer que hasta la llegada de Roma los celtíberos no conocieron el vino significa minimizar los efectos de sus tempranos contactos, perfectamente documentados por la arqueología, con el mundo meridional y levantino, e, incluso, de la presencia de gentes celtibéricas en las áreas susceptibles de haber disfrutado de un temprano aprovisionamiento del vino o de ser ellas mismas regiones productoras66. Ello no obsta para que se produjera un notable aumento en el consumo del vino por parte de los distintos grupos celtíberos a raíz de la conquista, fenómeno asumido para el ámbito galo, para el que se ha calculado un aumento en el volumen del vino itálico importado entre diez y treinta veces a raíz de la conquista romana de la Transalpina67. Se trataría, en definitiva, de aplicar el modelo que ya utilizara Dietler en el caso de los pueblos célticos europeos68, válido también para el mundo etrusco69, y que consideraba la existencia de una primera fase de contactos con las culturas mediterráneas en las que el vino, junto con la vajilla de lujo que lo acompañaba, constituía un símbolo de distinción de las minorías que tenía acceso a los bienes importados. En la Península Ibérica hay un posible testimonio de esta fase en las tumbas principescas de la necrópolis onubense de La Joya, datadas en el siglo VII a. C. y en las que se han documentado numerosos objetos relacionados con el consumo del vino (ánforas fenicias, oinochoes de tipo rodio, jarros piriformes, etc)70. Extrapolando este dato, podemos plantear una situación más o menos similar cuando los primeros comerciantes extranjeros hiciesen acto de presencia en las costas habitadas por los iberos, un esquema tal vez aplicable al yacimiento de La Torrasa (Vall d’Uxó, Castellón), para el que se ha propuesto abiertamente su carácter de punto de intercambio hierro-vino a partir de los materiales documentados, entre los que se encuentran ánforas fenicias del siglo 491 A. LEDO VII a.C.71. En Sagunto, la llegada de vino de importación está perfectamente datado desde, al menos, el siglo VI a. C., con la llegada de ánforas fenicias occidentales 72 Tras este primer momento, surgiría una segunda fase asimilable a la que Dietler denomina como “modelo Ródano” y que se caracteriza por la producción local de vino y la consiguiente distribución tanto hacia el hinterland inmediato73, como en el propio seno de la comunidad productora mediante todos los mecanismos de los que se proveen ciertas sociedades aristocráticas u oligárquicas para garantizar las formas de propiedad y de cohesión social en torno a ellas mismas. Tengamos en cuenta que, por su propia naturaleza, las bebidas alcohólicas, y no solo vino, también cervezas, zumos fermentados, etc., poseían un papel relevante en aquellos rituales destinados a aumentar la cohesión y solidaridad social y eran utilizadas, asimismo, para aumentar el prestigio y el poder en el contexto de relaciones de obligación recíproca que crean lazos de dependencia y superioridad cuando una prodigalidad especialmente generosa no puede ser replicada; tal es el mecanismo de instituciones como el Potlatch, que ha sido definido también como “guerra de propiedad” y cuya práctica se ha querido ver entre los príncipes celtas74, o el caso del reforzamiento de la hermandad en las cofradías de guerreros mediante la consumición ritual de ciertas bebidas, lo que ha venido a denominarse “la paz de la cerveza”75. El papel social de la bebida es especialmente evidente en otra modalidad de institución reforzadora de lazos de interdependencia internos, aquella que se expresa en lo que Dietler denominó como work-party feast y en las que la bebida alcohólica funcionaría como un estímulo para el trabajo comunitario. De este modo, aquellos individuos capaces de acumular una mayor cantidad de este producto serían capaces de organizar estas “fiestas de trabajo” más frecuentemente y de obtener así la mano de obra necesaria para grandes obras, productivas o no, en orden a aumentar su riqueza y prestigio76. No olvidemos que el poder de esas élites dirigentes descansa en buena medida en la privilegiada relación que mantienen para satisfacer las demandas que plantean semitas y griegos77 y que, en la mayoría de los casos, se traduce en la necesidad de controlar los accesos a espacios económicos imprescindibles “à la fourniture des contreparties devant être produites ou acheminèes”78. 492 VII EL VINO Y LAS ÉLITES SAGUNTINAS: ESTADO DE LA CUESTIÓN ¿Hasta qué punto podemos plantear que esa producción vinícola saguntina, en manos de unos grupos dirigentes que materializan su dominio en la posesión de productos de lujo y en la erección de obras públicas79, fuera utilizada como argumento económico que garantizara la dependencia80, o simplemente contacto, de aquellos otros pueblos en cuyos territorios se ubicaban fuentes de riquezas que permitían a esas élites saguntinas obtener las contrapartidas al comercio colonial que afianzaban su privilegiada situación?81 Hoy por hoy no podemos dar una respuesta definitiva a esta pregunta, pero, al menos, hemos intentado delinear un cuadro coherente en el que tiene cabida un santuario en el que era venerada una divinidad ibérica que, pensamos, antes de que se produjera su asimilación a Liber Pater ya poseía una vinculación estrecha con el cultivo de la vid y la producción del vino. En este vino, además del adquirido a los navegantes alóctonos, basarían las élites saguntinas en gran medida su poder económico y social al funcionar, junto a otros elementos, como el principal estímulo para la movilización de mano de obra interna y para atraer las riquezas, demandadas por semitas y griegos, que el retropaís ibérico y celtibérico ofrecía. De este modo se explica mejor la presencia de onomástica indoeuropea en el área saguntina, entre cuyas formas destaca el antropónimo Ambatus82, o la presencia de instituciones propias del mundo céltico en ámbito ibérico, caso del combate singular como duelo judicial y que podría estar reflejada en la decoración de uno de los vasos pintados hallados en Sant Miquel de Llíria83. Se comprenden también mucho mejor, siempre y cuando se tenga en cuenta el significado de la utilización de ciertos verbos en la geografía antigua84, las palabras de Polibio cuando al ubicar la ciudad saguntina afirma que “está situada, por el lado que cae al mar, al pie de una cadena montañosa que une los extremos de Iberia y Celtiberia” (III 17, 2). En definitiva, podemos con todo ello intuir algo más de lo que había detrás de las palabras de Livio (XXI 7, 2) cuando reconocía que Saguntum era “civitas ea longe opulentissima ultra Hiberum”. 493 IX NOTAS (1) Las primeras noticias documentales de este santuario las debemos al religioso Bartolomé Ribelles, quien las publicó en el Diario de la Ciudad de Valencia en febrero de 1820. El Archivo de los Padres Dominicos de Valencia conserva sus manuscritos, que recogen numerosas observaciones sobre aspectos diversos de la antigüedad valenciana. Las anotaciones sobre este santuario se encuentran en el manuscrito nº 81, págs. 779-784; vid. P. P. RIPOLLÉS y F. ARASA: “Noticies numismàtiques de fra Bartolomé Ribelles”. Quaderns de Prehistòria i Arqueología Castellonencs, 17 (1996), 405-418, esp. 407. (2) Liber Pater. Origine et expansion du culte dionysiaque à Rome et dans le monde romain. Paris, 1953; puede verse también J. TOUTAIN: DS III.2, 1189-1191, s.v. Liber Pater. (3) BRUHL, op. cit., 13. (4) Ibidem, 25. Vid. también E. MONTANARI: “Figura e funzione di Liber Pater nell’età republicana”. Studi e Materiali di Storia delle Religioni 8 (1984), 245-264. (5) BRUHL, op. cit., 3-5. (6) M.J. DEL HOYO CALLEJA: “Liber Pater dans l’épigraphie hispanique: relations entre la viticulture et le culte du dieu”. Archéologie de la vigne et du vin en Gaule et dans les provinces voisines ( Caesaradonum XXIV). París, 1990: 99-122, 102. (7) Op. cit., 212-248. (8) Ibidem, 239 s. (9) Ibidem, 215. (10) Ibidem, 247. Como veremos más adelante, en el caso de la Galia se debería hacer una excepción con las regiones próximas a Massalia, en las que la introducción de la viña no es sino otra de las influencias recibidas de la cultura griega. (11) J. STARCKY, s. v. Nabateos en Enciclopedia de la Biblia VI, Barcelona, 1963. (12) BRUHL, op. cit., 256 s. (13) Ibidem, 224. (14) Ibidem, 233. (15) O. GARCÍA SANZ: “Algunos apuntes sobre Baco en Hispania”. Anas 4-5 (19911992), 105-114, esp. 111. (16) M. R. NICOLAU VIVES: El santuario iberorromano de la Montaña Frontera (Sagunto/Valencia). Tesis de Licenciatura. Universitat de Valencia. 1997, 15-32 y 41. (17) Hay que destacar en este apartado los posibles restos de un aediculum construido en época romana; vid. M. R. NICOLAU VIVES: “Un santuario iberorromano saguntino situado en la Montaña Frontera (Sagunto, Valencia)”. Anales de Arqueología Cordobesa 9 (1998), 25-49, 35-37, con bibliografía. (18) Ibidem, 41. 494 MONTAÑA FRONTERA (19) F. BELTRÁN LLORIS: Epigrafía latina de Saguntum y su territorium, Valencia, 1980, nº 308-316; J. CORELL: Inscripcions romanes del País Valencià IB. Saguntum i el seu territori. Valencia, 2002, nº 365-404. C.I.L. II2 / 14, 656-686. (20) NICOLAU, loc. cit., 39. (21) A. OLIVER FOIX: “Grafitos ibéricos de Montanya Frontera (Sagunto)”. Saguntum 20, 1986, 117-122. (22) Vid. M. TARRADELL: “Santuaris ibèrics i ibero-romans a llocs alts”. Memòria de l’Institut d’Arqueologia i Prehistòria de la Universitat de Barcelona. Barcelona, 1979, 35-46; M. R. LUCAS PELLICER: “Santuarios y dioses en la Baja Época Ibérica”. La Baja Época de la Cultura Ibérica, Madrid, 1981, 233-293; S. F. RAMALLO ASENSIO: “La realidad arqueológica de la “influencia” púnica en el desarrollo de los santuarios ibéricos del sureste de la Península Ibérica”. XIV Jornadas de Arqueología fenicio-púnica (Ibiza, 1999), Ibiza, 2000, 185-217. (23) M. BELTRÁN LLORIS: “La palabra ibérica iunstir, el plomo de Alcoy y algunos problemas de vascoiberismo”. Anejos de AEA VII (Homenaje a Pío Beltrán), Zaragoza, 1974, 21-72, 65 s; TARRADELL, loc. cit., 35-37 y 44 s. (24) J. CORELL: “El culto a Liber Pater en el sur del Conventus Tarraconensis según la Epigrafía”. Religio Deorum. Coloquio Internacional de Epigrafía. Culto y Sociedad en Occidente (Tarragona, 1988), Barcelona, 1993, 125-143; O. GARCÍA SANZ: “Liber Pater epigráfico en Hispania: textos y contexto religioso”. Espacio, Tiempo y Forma. Historia Antigua IV (1991), 171-198, 188; NICOLAU VIVES, loc. cit. T. MONEO: Religio ibérica. Santuarios, ritos y divinidades (siglos VII-I a. C.), Madrid, 2003, 202. (25) BELTRÁN LLORIS (loc. cit.) defendió la existencia de un dios ibérico saguntino con “los mismos atributos de Liber Pater protector del campo y de las viñas”. (26) NICOLAU, loc. cit., 42. (27) LUCAS PELLICER, loc. cit., 236 y 243-245; R. RAMOS FERNÁNDEZ: El templo ibérico de La Alcudia. La Dama de Elche, Elche, 1995, 147 ss; RAMALLO ASENSIO, op. cit., 199-201; T. MONEO y M. ALMAGRO: Santuarios urbanos en el mundo ibérico. Madrid, 2000, 40-48. MONEO, op. cit., 427-448. (28) A. MANTILLA COLLANTES: “Marcas y ánforas romanas encontradas en Saguntum”. Saguntum-PLAV 21 (1987-88), 379-416, 415. De la misma idea se hacía eco C. ARANEGUI: “El vino de Saguntum”. Saguntum y el mar, Valencia, 1991, 49-52, 50. En la misma línea, NICOLAU, loc. cit., 42. (29) ARANEGUI, ibidem, 52. De todos modos, la profesora Aranegui ha matizado últimamente sus ideas al respecto en tanto considera que los saguntinos de época republicana “debieron instaurar el cultivo extensivo de la vid en una comarca donde el viñedo ya estaba implantado” (Sagunto. Oppidum, emporio y municipio romano, Barcelona, 2004, 224). (30) P. CARLIER: “Recherches sur la viticulture antique dans la moyenne vallée du Rhône”. Archéologie de la vigne et du vin en Gaule et dans les provinces voisines (Caesaradonum XXIV), París, 1990, 77-79. 495 A. LEDO (31) En palabras de T. MONEO estaríamos ante “el único nombre de divinidad ibérica conocida” (op. cit., 202). (32) L. SILGO GAUCHE: “La antroponimia ibérica de Sagunto (1)”. Arse 23 (1988), 67-77, esp. 70 s; id. Léxico ibérico, Valencia, 1994, 88. En un principio Silgo abogaba por la forma Ildutacon como nombre de la divinidad ibérica (“¿Ildutacon divinidad ibérica saguntina?”. Arse 21 (1986), 17-19); vid. también J. UNTERMANN: Monumenta Linguarum Hispanicarum III,2. Die iberischen Inscriften aus Spanien. Wiesbaden, 1990, 421 s (F.11.28). Sobre la voz vasca, L. MICHELENA: Diccionario General Vasco, VIII, s. v. golko (goko), Bilbao, 1995 y XIII, s. v. oko, Bilbao, 2001. (33) A. HOLDER: Alt-celtischer Sprachschatz, I, Graz, 1964, s.v. (34) Vid. DEL HOYO CALLEJA: op. cit., 110; L. VILLARONGA: Corpus Nummum Hispaniae ante Augusti aetatem. Madrid, 1994, 392-396. (35) Una sintética exposición sobre la polémica en torno al carácter antiguo (antes de nuestra era) o reciente (Bajo Imperio) de los materiales contenidos en la descripción de Avieno se hallará en F.J. GÓMEZ ESPELOSÍN: El descubrimiento del mundo. Geografía y viajeros en la antigua Grecia. Madrid, 2000, 110-115. Vid. también L. CRACCO RUGINI: “Arcaismo e conservaturismo innovazione e rinovamento IV-V secolo”, en Le transfromazioni della cultura nella tarda antiquità. Roma, 1985, 133-156, esp. 148; F. J. GONZÁLEZ PONCE: “Sobre el valor histórico atribuible al contenido de Ora Marítima: las citas de los iberos y de otros pueblos como paradigma”. Faventia 15/1 (1993), 45-60. (36) Según SCHULTEN, esta ciudad, junto con las también mencionadas de Hilactes, Histra y Sarna, se ubicarían en el tramo costero que se extiende entre Denia y el Ebro. Tiricas podría corresponder a la actual Tortosa (vid. FHA. I. Avieno, Ora Marítima, Barcelona, 1922, 121). En esta línea se expresó F. PARREU, quien defendió la relación entre los nombres de Tarteso y Tiricas y la evolución de este último hasta el actual Tortosa (Tartessos-Tyricae-Tortosa. Tortosa, 1980); más recientemente, M. J. PENA, vistos los hallazgos arqueológicos efectuados en el Bajo Ebro y que parecen apuntar a una importante actividad fenicia, ha propuesto una etimología para este topónimo a partir de un inexistente Týrikos, que los griegos usarían sólo pare este caso y que Avieno transcribió con ch y en plural, viniendo a significar, según PENA, tiria o de los tirios (“Avieno y las costas de Cataluña y Levante. I Tyricae: *Tyrikai, ¿La Tiria?”. Faventia 11 (1989), 9-21). Si este término no fue pura invención de Avieno, el sentido común recomienda explicarlo por las lenguas prerromanas de la Península. (37) J. SANTACANA I MESTRE: “Difusión, aculturación e invasión: apuntes para un debate sobre la formación de las sociedades ibéricas en Cataluña”. Trabajos del Museo Arqueológico de Ibiza 33 (1994): 145-163, esp. 146-148. Un papel similar se ha atribuido a la factoría de Abul, en el estuario del río Sado, un pequeño establecimiento de planta rectangular en el que se han documentado estructuras que se utilizaron como almacenes de productos fenicios; vid. D. RUIZ MATA: “El vino en época prerromana en Andalucía Occidental”. Arqueología del vino. Los 496 MONTAÑA FRONTERA orígenes del vino en Occidente (Jerez de la Frontera, 1995), Madrid, 1995, 157212, 176, con bibliografía. (38) FHA III: 50 y 66 s. (39) Tito Livio, Libro XXI. Madrid, 1946: 51. (40) GARCÍA Y BELLIDO (Hispania Graeca I. Barcelona, 1948:72, 75 y 132 s.) prefería esta derivación a la propuesta por SCHULTEN, quien explicaba este topónimo a través del griego ónos, “asno”, y la supuesta semejanza de la península en la que se asienta la actual Peñíscola, sucesora según el sabio alemán de la ciudad mencionada por Livio, con el lomo de estos animales. (FHA III, 67). (41) D. RIVERA NÚÑEZ, C. OBÓN DE CASTRO y A. ASENCIO MARTÍNEZ: “Arqueobotánica y paleoetnobotánica en el Sureste de España. Datos preliminares”. Trabajos de Prehistoria 45 (1988), 317-334, 324. (42) Vid. J.G. CHAMORRO: “Flotation strategy: Method and Sampling Plant Dietary Resources of Tartessian Times at Doña Blanca”. Castillo de Doña-Blanca. Archaeo-environmental investigations in the Bay of Cádiz, Spain (750-550 B.C.). BAR International Series 593 (1994), 21-36, esp. 28-31. (43) Z. CASTRO y M. HOPF: “Estudio de los restos vegetales en el poblado protohistórico Illa d’En Reixach (Ullastret, Girona)”. Cypsela IV (1982), 103-111. (44) F. GRACIA ALONSO: “Comercio del vino y estructuras de intercambio en el NE de la Península Ibérica y Languedoc-Rosellón entre los siglos VII -V a.C”. Arqueología del vino, op. cit., 299-331, 314. (45) C. MATA: El vino de Kelin. Requena, 1997, 44-49. (46) C. GÓMEZ BELLARD et alii: “El vino en los inicios de la cultura ibérica. Nuevas excavaciones en L’Alt de Benimaquia, Denia”. Revista de Arqueología 142 (1993), 16-27, 23. C. GÓMEZ y P. GUÉRIN: “Los lagares del Alt de Benimaquia (Denia): en los inicios del vino ibérico”. Arqueología del vino, op. cit., 243-269. (47) MATA, ibidem. (48) D. FLETCHER: La labor del S.I.P. y su museo el pasado año 1958, Valencia, 1963, 7; G. PÉREZ JORDÁ: “Lo restos carpológicos”, en H. BONET: El Tossal de Sant Miquel de Llíria. La antigua Edeta y su territorio, Valencia, 1995, 488 (49) Yacimientos en los que también se ha constatado la presencia de vitis vinifera (PÉREZ JORDÁ, loc. cit., 488 y 524. (50)C. GÓMEZ BELLARD y P. GUÉRIN: “Temoignage d’une production de vin dans l’Espagne préromaine”, en M. C. AMOURETTI, J. P. BRUN et D. EITAM, eds.: La production du vin et de l’huile en Méditerranée de l’Age du Bronze à la fin du XVIème siècle. Pré-actes. Aix en Provence – Toulon, 1991, 231-241, esp. 232. (51) E. SANMARTÍ y R. SANTIAGO: “Une lettre grecque sur plomb trouvèe a Emporion (Fouilles 1985)”. ZPE 68 (1987), 119-127. (52) R. A. SANTIAGO: “En torno a los nombres antiguos de Sagunto”. Saguntum-PLAV 25 (1990), 123-140; id. “Encore une fois sur la lettre sur plomb d’Emporion (1985)”. 497 A. LEDO ZPE 80 (1990), 79 s.; vid. también E. SANMARTÍ: “Una carta comercial hallada en Emporion” Saguntum y el mar (ya citado), 16-18. (53) Se trata del tipo I-8 de A. RIBERA: Las ánforas prerromanas valencianas (fenicias, ibéricas y púnicas). Trabajos Varios del SIP 73. Valencia, 1982, 107, fig. I, 3. (54) Sobre estos alfares y las ánforas, últimamente, C. ARANEGUI, Sagunto..., 4753. (55) RIBERA, op. cit., 99; ARANEGUI, “El vino de Saguntum“, 50. (56) N. DUPRÉ: “Vigne et vin dans la région de l’Èbre antique”. Archéologie de la vigne, op. cit., 123-141, esp. 127. El autor se hace eco de la teoría de R. PALLARÉS, F. GRACIA y G. MUNILLA de vincular la aparición del viñedo autóctono con la reducción de las importaciones del vino griego y el alto grado de demanda que se daba ya en las poblaciones indígenas (“El desarrollo del comercio del vino en el curso inferior del Ebro entre los siglos IV a. C. y III d. C.”. I Col·loqui d‘Arqueologia romana. El vi a l‘Antiguitat. Economía, producció i comerç al Mediterrani occidental (Badalona, 1985), Barcelona, 1987, 17-31, esp. 24. (57) M. BATS: “Le vin italien en Gaule aux IIème –Ier s. av. J.C. Problemes de chronologie et de distribution”, DHA 12 (1986), 391-430, 394; P. BENOIT: Recherches sur l’hellenisation du Midi de la Gaule. Aix-en-Provence, 1965, 201. (58) Recordemos aquí las canoas y botes que consigue Aníbal de los habitantes de las orillas del Ródano, pues éstos “se aplican al comercio de las mercancías, una vez llegadas del mar” (Plb. III, 42, 2). (59) J. BLÁNQUEZ PÉREZ: “El poblado ibérico de La Quéjola”. Patina 6 (1993), 99107. (60) Sobre este yacimiento vid. J. MALUQUER: El Santuario protohistórico de Zalamea de la Serena, Badajoz, II, 1981-1982. Barcelona, 1983, 129-139; M. ALMAGRO GORBEA, A. DOMÍNGUEZ y F. LÓPEZ: “Cancho Roano. Un palacio orientalizante en la Península Ibérica”. MM 31 (1990), 251-308; V. M. GUERRERO: “El palaciosantuario de Cancho Roano (Badajoz) y la comercialización de ánforas fenicias indígenas”. Rivista di Studi Fenici XIX, 1 (1991), 49-82; S. CELESTINO y F. J. JIMÉNEZ: El palacio-santuario de Cancho Roano IV. El sector norte. Badajoz, 1993, 154-161. (61) Se considera que fueron los cananeos los impulsores del primer comercio vinario por mar a gran escala, diseñando para ello un envase especialmente pensado para este fin: el ánfora cananea, cuyo concepto básico perdurará en el mundo semita hasta el cambio de Era; vid. V. M. GUERRERO AYUSO: “El vino en la protohistoria del Mediterráneo occidental”. Arqueología del vino, op. cit., 75-104, 78 s., con amplia bibliografía al respecto. (62) A. TCHERNIA: “Modèles économiques et commerce du vin à la fin de la republique et au début de l’Empire”. I Col·loqui d’Arqueologia romana. El vi a l’Antiguitat (Badalona, 1985), Barcelona, 1987, 327-336; vid. también BENOIT, op. cit., 202 s.; M. BATS, loc. cit., 407-411; J. MALUQUER DE MOTES: “El Santuari de Cancho Roano, Zalamea (Badajoz)”. El vi a l’Antiguitat, op. cit., 13-16, 14. El valor 498 MONTAÑA FRONTERA del vino como instrumento de cambio no ha de ser incompatible con la existencia de una economía monetaria; vid. G. RANCOULE: “Observations sur la diffusion des importations italiques dans l’Aude aux Iè. et IIer siècles avant J.-C”. Revue Archéologique Narbonaise 18 (1985), 263-275, esp. 273. (63) Y. GARLAN: “Le commerce des amphores grecques”. Trade and Famine in Classical Antiquity. Cambridge, 1983, 37-44, 39, citando el trabajo de I.B. BRASHINSKY: Les importations grecques sur le Don inférieur du Ve au IIIe siècle avant notre ère. Leningrado, 1980. En este sentido RANCOULE, loc. cit., 271. Sobre estas cuestiones, últimamente, A. C. LEDO CABALLERO: La calzada Arse/SaguntumCeltiberia. Estudio histórico-arqueológico, Valencia, 2005, 311-313. (64) A. J. DOMÍNGUEZ MONEDERO: “Del symposio griego a los bárbaros bebedores: el vino en Iberia y su imagen en los autores griegos”. Arqueología del vino, op. cit., 21-72, 55. (65)Diodoro Sículo afirmaba que los celtíberos “se alimentan de comidas de todo tipo, de las que gozan en abundancia, y para beber usan una bebida de miel mezclada con vino, puesto que el país les proporciona gran cantidad de miel, aunque el vino lo compran a mercaderes que lo traen de ultramar” (V, 34, 2). (66) J.M. BLÁZQUEZ: “La proyección de los pueblos de la Meseta sobre Turdetania y el mundo ibérico en el primer milenio a. C”. II Coloquio sobre lenguas y culturas prerromanas de la Península Ibérica (Tübingen, 1976), Salamanca, 1979, 421-434. En este sentido no podemos dejar de mencionar la aparición, en un lugar muy cercano al ya mencionado Alt de Benimaquia, de una estela antropomorfa que parece representar un guerrero armado con cuchillo afalcatado y lo que puede interpretarse como un puñal de antenas; vid. GÓMEZ BELLARD et alii, loc. cit., 23. Por su parte, J. ARENAS (“Contactos entre el oriente meseteño y Levante en los albores de la Edad del Hierro”. VII Coloquio sobre lenguas y culturas paleohispánicas (Zaragoza, 1997), Salamanca, 1999, 75-90, esp. 82 s.) ha recordado recientemente el paralelismo de estos cuchillos de empuñadura cilíndrica documentados arqueológicamente en la zona del Montgó (vid. ALMAGRO GORBEA: “La iberización de las zonas orientales de la Meseta”. Ampurias 38-40 (1976-78), 93-156, esp. 126, fig. 12), así como en la provincia de Castellón (D. FLETCHER: La necrópolis de la Solivella (Alcalá de Chivert). Trabajos Varios del SIP 32 (1965), lám. XVI), con los ejemplares hallados en necrópolis como la de Aguilar de Anguita, Modojos de Codes o La Cerrada de los Santos de Aragoncillo, lo que le lleva a proponer su dispersión como fruto de una actividad comercial; y aunque falta por determinar la zona exacta de fabricación, parece claro que pueden considerarse como un indicio de la existencia de relaciones directas entre los ámbitos afectados. (67) BATS, loc. cit, 404; (68) M. DIETLER: “Driven by drink: the role of drinking in the political economy and the case of early Iron Age France”. Journal of Anthropological Archaeology 9 (1990), 352-406. (69) Esta relación entre demanda de metales y contrapartidas comerciales, entre las que el vino juega un papel fundamental, podría obedecer en principio al mismo 499 A. LEDO esquema que otros comerciantes mediterráneos aplicaban en Etruria estimulados por las generosas posibilidades mineras que allí existían; aparece así una red comercial que precisaba del papel de intermediación de los grupos vilanovianos para hacer llegar, a veces desde bastantes kilómetros tierra adentro, las mercancías solicitadas. A su vez, cuando Etruria desarrolla su propia producción vinícola exportará sus caldos hacia la Galia Meridional, norte de Cataluña y principados indígenas al norte de los Alpes. Vid. M. TORELLI: Historia de los etruscos. Barcelona, 1996, 64-66; TCHERNIA: Le vin de l’Italie..., 90 s.; E. GAILLEDRAT: Les Ibères. De l’Ebre à l’Herault (VI-IV s. avant J.C.). Lattes, 1997, 285 s; P. BRUN: Princes et princesses de la Celtique. Le Premier Age du Fer, Paris, 1987, 169186. (70) Vid. J. P. GARRIDO RUIZ y E. M. ORTA GARCÍA: “Excavaciones en la necrópolis de La Joya, Huelva”. Excavaciones Arqueológicas en España, 96. Madrid, 1978: se trata en concreto de las tumbas nº 5, 9, 17 y 18. (71) A. J. OLIVER FOIX: “La presencia fenicia y púnica al sur de las bocas del Ebro”. II Congresso Internazionale di Studi Fenici e Punici III (Roma, 1987), Roma, 1991, 1091-1101, esp. 1097; OLIVER et alii: “El proceso de iberización en la plana litoral del sur de Castellón”. Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonenses 10 (1984), 63-109, esp. 71-73. (72) ARANEGUI, Sagunto..., 196-201. (73) Constatable en el caso galo por la presencia abundante de ánforas en tierras interiores presumiblemente distribuidas por vías fluviales de las que el propio Ródano es un ejemplo paradigmático. En la Península el ejemplo más claro lo tenemos en el ya mencionado palacio-santuario pacense de Cancho Roano. (74) BRUN: Princes et princesses..., 160-165; vid. también A. TCHERNIA: Le vin de l’Italie..., 91; L. A. GARCÍA MORENO: “Organización sociopolítica de los Celtas en la Península Ibérica”. Los Celtas: Hispania y Europa (M. ALMAGRO y G. RUIZ ZAPATERO eds.), Madrid, 1993, 327-355, esp. 336-341. (75)F. J. FERNÁNDEZ NIETO: “La federación celtibérica de Santerón”, VII Coloquio sobre lenguas y culturas paleohispánicas, op. cit., 183-201, esp. 195 y n. 35. (76) M. DIETLER: “Driven by Drink: the Role of Drinking in the Political Economy and the Case of Early Iron Age in France”. Journal of Anthropological Archaeology 9 (1990), 352-406, esp. 365. (77) A. J. DOMÍNGUEZ MONEDERO: “Poder, imagen y representación en el mundo ibérico”. Saguntum Extra I (1998), 195-206, 202. (78) GAILLEDRAT, op. cit., 308. (79) Pensemos en las murallas de los grandes centros ibéricos, incluyendo el saguntino, de las que se ha dicho que, junto a su evidente función defensiva, podrían considerarse también como elemento de prestigio de un grupo; vid. P. MORET: “Rostros de piedra. Sobre la racionalidad del proyecto arquitectónico de las fortificaciones urbanas ibéricas”. Saguntum-PLAV Extra I (1998), 83-92, 91. 500 MONTAÑA FRONTERA (80) Recordemos el pasaje de Zonaras en el que se hace alusión a unos pueblos tributarios de Sagunto que, causantes de una guerra y de la ruina de esta ciudad, sufrieron el ataque de los Escipiones (IX 3, 8). (81) Se ha venido insistiendo recientemente en las posibilidades metalíferas de las sierras próximas a Sagunto (en el caso de la Sierra Calderona vid. M. A. FERRER ERES: “Actividad extractiva y metalúrgica” en H. BONET y C. MATA: El Puntal dels Llops. Un fortín edetano. Trabajos Varios del SIP nº 99. Valencia, 2002: 192-206; P. P. RIPOLLÉS ALEGRE y Mª del M. LLORENS: Arse-Saguntum. Historia monetaria de la ciudad y su territorio. Sagunto, 2002: 162; para la Sierra de Espadán vid., J. M. GARCÍA FUERTES e I. MORAÑO POBLADOR: “Aportaciones al estudio del poblamiento en la provincia de Castellón: dos nuevos yacimientos arqueológicos con cerámicas de filiación fenicia”. Quaderns de Prehistòria i Arqueología Castellonencs 19 (1998) 171-179), lo que ha servido de base para afirmar que “la importancia de Arse pudo estar, en parte, ligada a la comercialización y exportación de plata extraída de esa sierra (Calderona) y de los territorios interiores, justificando de ese modo la riqueza de metales preciosos que las fuentes literarias siempre han atribuido a la ciudad (Pol. III 17; Apiano, Ib. 12)” (Ripollés y Llorens, ibidem, 164). La idea merece ser tenida en cuenta siempre y cuando se pueda demostrar que la explotación de los filones argentíferos se extendió sobre un período prolongado de tiempo y, sobre todo, que la cantidad de plata beneficiada significara un aporte importante de riqueza. En todo caso, el que se explotara una cantidad, cuanto menos, significativa de plata no se opone a la tesis aquí mantenida sobre la posibilidad de que el vino propio tuviera un peso específico destacado en la balanza comercial saguntina, máxime teniendo en cuenta que ciertas comunidades del interior valenciano y, sobre todo, de la zona celtibérica, podrían estar más interesadas en conseguir un producto como el vino, no disponible en su horizonte económico, que plata, en muchos casos a su alcance (vid. E. SANZ PÉREZ: “La minería de plata en la Celtiberia: una aproximación”. Cuadernos de Estudios Borjanos XLVI (2003), 15-49). De todos modos, consideramos que el testimonio de los autores aludidos no puede servir de justificación a una hipotética riqueza metalúrgica de Sagunto: en el pasaje polibiano se hace referencia exactamente a chremáton, término que, entre otras posibilidades, se puede traducir por bienes, riqueza, mercancías, géneros, dinero, recursos y cualquier clase de bien reditual, pero no necesariamente por metal precioso (vid. F. J. FERNÁNDEZ NIETO: “Griegos y colonización griega en la Península Ibérica”, en Griegos en Occidente (F. CHAVES TRISTÁN ed.), Sevilla, 1992, 129-145, esp. 133). Queremos recalcar, por contra, que en el mismo pasaje se explica la prosperidad de los saguntinos en base, exclusivamente, a productos agrarios: “cultivan una región que produce de todo y que sobresale en toda Iberia por su fertilidad” (III 17, 3). Apiano, por su lado, hace referencia al “oro y la plata, tanto público como privado”, pero sin precisar que sean nativos, lo que en el caso del oro resulta más que evidente. (82) Sobre esta forma y su aparición en los alrededores de Sagunto vid. UNTERMANN, op. cit., 186; Mª. L. ALBERTOS: “Algunas consideraciones lingüísticas geográficas 501 A. LEDO en torno a la España prerromana”. Zephyrus XII, 1961, 221-229; M. ALMAGRO GORBEA y A. LORRIO: “La expansión céltica en la Península Ibérica. Una aproximación cartográfica”. I Simposio sobre Celtíberos (Daroca, 1986), Zaragoza, 1987, 105-122, esp. 113. (83) F. J. FERNÁNDEZ NIETO: “Una institución jurídica del mundo celtibérico”. Trabajos Varios del SIP 89 (1992), 381-384. (84) A este respecto vid. P. JANNI: La mappa e il periplo. Cartografia antica e spazio odologico, Roma, 1984: 15-17; Y. JANVIER: La Géographie d’Orose, París, 1982, 165-169. 502