modulo-1-tema-3- con-quien-y-por-que-nos-enfadamos

Transcripción

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MÓDULO 1:
EL ENFADO: CON QUIÉN Y
POR QUÉ ME ENFADO
El enfado: Con quién y por qué me enfado
TEMA 3:
¿CON QUIÉN Y POR QUÉ ME
ENFADO?
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El enfado: Con quién y por qué me enfado
1. ¿CON QUIÉN Y POR QUÉ NOS ENFADAMOS?
El enfado puede surgir en cualquier momento y ante cualquier circunstancia,
según las personas, su carácter y su vivencia.
A una persona le puede hacer enfadar una cosa y a otra persona le puede
hacer enfadar otra cosa completamente distinta.
Por ejemplo,
A una persona le puede hacer enfadar mucho la impuntualidad y
A otra persona la impuntualidad puede que no le importe y no se enfade
por ello.
También es importante tener en cuenta con quien nos enfadamos, ya que
dependiendo de la relación que tengas con la persona, te puedes enfadar
más o menos. A mayor cercanía, más posibilidades hay que nos enfademos
con esa persona.
Normalmente nos enfadamos con las personas más allegadas a nosotros,
con los familiares más cercanos, con nuestra pareja, con nuestros hijos, y
dependiendo de la relación de cercanía, también con nuestros padres y
hermanos. Aunque también podemos enfadarnos con nuestros amigos o
con nuestros compañeros de trabajo, o incluso con nuestro jefe.
Pero no solo está el tema de la cercanía, sino también juega un papel
importante la seguridad de no perder a estas personas, es decir, nos
enfadamos con las personas cercanas según la probabilidad que tengamos
de perderlas al demostrar nuestra emoción de enfado.
Por lo tanto, nos enfadamos más frecuentemente con aquellas personas
con las que tenemos un vínculo afectivo fuerte y que nos “consienten”
nuestros enfados, rabietas, pataletas, etc.
Nos enfadamos más con aquellas personas que son cercanas a
nosotros y con un consolidado vínculo afectivo.
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El enfado: Con quién y por qué me enfado
Por eso se dice que hay mucha gente que tiene dos caras, una en casa y
otra en la calle, en su trabajo o con sus amigos. Estas personas
normalmente son encantadoras y luego llegan a casa y se convierten en
personas iracundas, con un temperamento irascible, enfadándose por
cualquier cosa.
Esto pasa porque en cierta medida la persona tiene la certeza (equivocada
o no) de que su familia a pesar de su carácter y sus enfados no le
abandonaran. La intimidad es tan estrecha que la emoción se desnuda ante
ellos.
En cambio con los amigos o en el trabajo, puede que al mostrar su
temperamento, su enfado, su vulnerabilidad, sin una buena gestión del
mismo, estos puedan alejarse y perderlos.
¿CON QUIÉN NOS ENFADAMOS?
1. Con los amigos:
Con los amigos normalmente no nos comportamos igual que con la familia,
por muy allegados que sean.
Si es verdad que podemos enfadarnos, aunque como hemos dicho antes,
solemos ser muy cauto ante la forma de enfadarnos, a como expresamos
nuestro enfado, a como decimos las cosas. La mayoría de las veces
solemos e intentamos tener una correcta gestión del enfado.
Imagínate que nos enfadamos con un amigo, porque ha llegado tarde y le
decimos gritando que es un impuntual, que llevamos esperando más de 20
minutos y que eso es una falta de respeto hacia mi mimo y que no lo va a
consentir, etc. El amigo, ante tal enfado, se sorprenderá, se sentirá
incomodo o bien entrará en una discusión, o se disculpara y seguramente
perderá la confianza y ganas de volver a quedar con él.
Es importante expresar las cosas de forma adecuada, ya que el mismo
ejemplo anterior podría desarrollarse de otra manera, preguntándole al
amigo, cual es la causa de un retraso de 20 minutos, si le ha pasado algo y
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El enfado: Con quién y por qué me enfado
después de escuchar atentamente a su amigo, decirle lo que quiere, que le
gusta que sea puntual y que por favor, la próxima vez que quede con él
intente estar a la hora acordada, dando incluso alternativas, por ejemplo,
avisándole de que va a llegar tarde, o quedando a otra hora, etc.
Existen muchas razones por la que nos podemos enfadar con los amigos,
razones que podemos tolerar y que podemos gestionar correctamente a la
hora de enfadarnos (es decir responder asertivamente), pero muchas veces
lo que hacemos es responder pasivamente, es decir, no hacer nada,
tragarnos el enfado, sin gestionarlo o expresarlo de forma adecuada, de
manera que ese enfado se queda ahí con las posibles consecuencias
físicas y psíquicas que puedan derivar.
Esto pasa muchas veces, porque no nos atrevemos a decir las cosas, a
expresar lo que nos disgusta y lo que necesitamos de forma asertiva,
tenemos miedo a ser juzgados, al rechazo y a perder esa amistad.
2. En el trabajo:
En el trabajo, existen diferentes grados de relación:
Entre compañeros.
Entre empleado y jefe.
Entre jefe y empleado.
Entre compañeros: la gestión del enfado suele ser normalmente asertiva,
la mayoría de las veces no existen un vínculo y una relación de cercanía,
por lo que intentamos ser cortés y amable con los compañeros y a lo más
respondemos pasivamente cuando nos enfadamos o algo nos molesta.
En el trabajo hay un ingrediente que complica las relaciones, que es el
estrés, así como las presiones a las que estamos sometidos, por lo que
muchas
veces
esto
hace
que
nos
enfademos
y
respondamos
agresivamente, gritando o hablando mal a los compañeros.
Con nuestro jefe: la relación de respuesta que solemos tener es la
pasiva, poca veces le hacemos ver que estamos enfadados y tampoco
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El enfado: Con quién y por qué me enfado
nos acercamos a él a explicarle asertivamente que es lo que no nos gusta
o nos ha molestado, o que es lo que necesitamos.
Aquí el ingrediente que complica una sana relación es el miedo, miedo a
que tome represalias, a ser despedido, a que no te valore, etc.
Si tú eres el jefe: normalmente aquí no tenemos el ingrediente del miedo
a ser despedido o el miedo a perder la relación.
Pero si juega un papel importante el estrés y las presiones a las que está
sometido, así como la capacidad de gestionar el enfado.
Como responsable, el jefe sirve de ejemplo. La asertividad y la empatía
han de ser las mejores herramientas que tenga con respecto a su equipo.
Un jefe iracundo, que grita, habla mal a sus empleados, insulta, etc., va a
tener a un equipo desmotivado, disgregado, estresado, y temeroso, que
funcionará a través del miedo y los gritos.
3. Con los hijos:
Las discusiones y los enfados con los hijos suelen ser el día a día de
muchas familias y muchas veces no sabemos cómo salir de ella.
Queremos estar con nuestros hijos para disfrutar de ellos, de sus risas, sus
juegos, su ilusión y normalmente acabamos enfrentados. Su frustración,
nuestro cansancio, las prisas, las necesidades contrapuestas, hacen que
nuestro hogar en vez de parecer un remanso de paz, que es lo que
desearíamos, nos encontramos con una batalla campal diaria, que no
sabemos cómo lidiar.
Existen multitud de motivos por lo que nos enfadamos con nuestros hijos y
es muy importante darnos cuenta de ellos y tomar conciencia, ya que una
vez detectados podemos tomar las medidas necesarias para evitarlos o
canalizarlo. Dichos motivos, los veremos en el próximo tema.
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