Juventud y violencia 1.4 FD

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Juventud y violencia 1.4 FD
 Programa Regional GIZ-­‐PREVENIR Componente 1 Estrategias Municipales de Prevención de la Violencia con Participación de Jóvenes FORMACIÓN DE INTERMEDIARIOS Ficha didáctica Juventud y violencia 1.4 FD Ver Guión Introducción conceptual La violencia juvenil es un problema social ya que se genera en la sociedad y al mismo tiempo la afecta. Las transformaciones sociales solo se pueden lograr si se cambia el comportamiento de las personas, organizaciones e instituciones (ver RIN1: Juventud y violencia). Para no trabajar sólo los síntomas, el fenómeno de la violencia juvenil debe ser entendido desde la comprensión de sus causas. El Modelo Ecológico sirve para diferenciar los múltiples factores que influencian la violencia juvenil y señalar las relaciones entre los jóvenes y su entorno, pero simultáneamente también aclara que se debe actuar de forma sincronizada (ver RIN25: Plan de Intervención psicosocial Comunitario)en varios niveles para afrontar de manera preventiva el comportamiento que afecta a jóvenes. Al mismo tiempo, el Modelo Ecológico evidencia la socialización de los jóvenes desde un nivel individual y de relaciones en la infancia, que con edad creciente ingresan a nuevos niveles comunitarios hasta ser miembros activos de la sociedad. En este marco, preguntas como ¿cuál es la imagen de la violencia juvenil?, ¿son los jóvenes más violentos que los adultos?, ¿los jóvenes violentos serán indefectiblemente adultos violentos?, ¿está aumentando o disminuyendo la violencia juvenil?, y ¿por qué razón son los hombres en la mayoría de los casos los autores de violencia? se hacen y responden tanto especialistas como legos. De hecho, el problema ha sido abordado sistemáticamente por las ciencias sociales y jurídicas, pero en cada campo de análisis se utiliza un sistema de hipótesis y teorías con una nomenclatura propia, y al combinarse sus aportaciones, surgen a menudo más dudas y confusiones que claridades. Acercarse a una comprensión simple del fenómeno pero al mismo tiempo útil para comunicarse y desarrollar acciones coordinadas, necesita buscar formas compartidas de nombrar los problemas (ver RIN1: Conceptualización del modelo de Prevención Social de la Violencia con la participación Juvenil-­‐INJUVE, pág. 59). Datos sobre violencia y juventud En el informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el estado mundial de las relaciones entre violencia y salud (véase OMS 2002) la violencia juvenil se identifica, en cuanto 1 Programa Regional GIZ-­‐PREVENIR Formación de Intermediarios Ficha didáctica al rango de edad, como aquella en la que están implicados individuos entre los 10 y los 29 años de edad1. Allí se mostraban también datos muy relevantes de tipo epidemiológico. Datos sobre violencia juvenil En todos los países, los varones jóvenes eran tanto los principales perpetradores como las principales víctimas de los homicidios. A nivel mundial, se calculaba una tasa de mortalidad juvenil por violencia del 9,2 por 100.000 habitantes, siendo las tasas más elevadas en África y América Latina, y las más bajas en Europa Occidental y zonas de Asia y el Pacífico. Con la notable excepción de los Estados Unidos, la mayor parte de los países con tasas de homicidio juvenil superiores al 10 por 100 000 son países en desarrollo o países que están sumidos en profundos cambios sociales y económicos. En dicho informe se calculaba que por cada joven muerto a consecuencia de la violencia, entre 20 y 40 sufrían lesiones que requerían tratamiento hospitalario. En algunos países, como Israel, Nueva Zelanda y Nicaragua, esta proporción resultaba más elevada. Fuente: OMS 2002 Las tasas más elevadas de homicidios de niños y adolescentes (de 0 a 19 años) se encuentran en América Latina. El Salvador, Guatemala y Honduras son los países con las tasas más altas de homicidios en este grupo de edad. La tasa de homicidios aumenta dramáticamente para el grupo de hombres jóvenes de 15 a 19 años. Fuente: UNICEF 2014 Algunos niños y niñas presentan problemas de comportamiento en la primera infancia que van derivando hacia formas más graves de agresión al entrar en la adolescencia y suelen persistir en la vida adulta. Sin embargo, la mayoría de los jóvenes que manifiestan conductas violentas lo hacen durante la adolescencia, tras haber mostrado pocos o ningún signo de comportamiento violento durante la infancia. A menudo, estos jóvenes buscan emociones fuertes durante la adolescencia y es muy frecuente que cometan los actos violentos en compañía de amigos, pero la mayoría de quiénes se involucran en comportamientos antisociales, cometen más delitos no violentos que violentos. Entre los jóvenes con comportamientos violentos y delictivos, la presencia de alcohol, drogas o armas aumenta las probabilidades de que la violencia lleve aparejadas lesiones o muertes intencionales. Sin embargo, la conducta violenta y la participación en delitos tiende a desaparecer en la adultez: los estudios longitudinales indican que casi todos los adolescentes, en algún momento, realizan conductas anti-­‐normativas y violentas, pero sólo el 6% se convierte en agresores persistentes más allá de los 18 o 19 años (véase Fonagy 2003). Violencia juvenil en la tipología de la OMS Reconocida la utilidad de la definición de violencia que hace la OMS y diferenciando la violencia de conceptos relacionados como agresión, conflicto y delito, según la tipología de la 1
Las Naciones Unidas definen el grupo de los jóvenes generalmente como grupo de edad entre 15 y 24 años. Solamente en el informe de OMS (2002) se amplió este grupo a los 29 años. 2 Programa Regional GIZ-­‐PREVENIR Formación de Intermediarios Ficha didáctica OMS, la categoría de la violencia interpersonal es importante para la comprensión de la violencia juvenil. Se divide en dos grupos, según la caracterización de las víctimas por su relación con el victimario: violencia aplicada sobre miembros de la familia o cónyuges y violencia que se practica contra miembros de una misma comunidad. La violencia que se ejerce entre miembros jóvenes de la comunidad tiene un significado central para la prevención. En ella se manifiestan algunos de los aspectos más llamativos del fenómeno de la violencia juvenil, como acciones violentas entre jóvenes, violaciones y ataques sexuales, y también la violencia en entornos institucionales, como la escuela. Violencia juvenil en la tipología de la OMS Algunas expresiones de violencia juvenil también se pueden ubicar en la categoría de violencia colectiva que se clasifica, no por la relación de las víctimas de la violencia con los victimarios, sino por los motivos que la generan: violencia social, violencia política y violencia económica. En esta categoría, los victimarios se entienden mayoritariamente como colectivos o instituciones que ejercen violencia para lograr ciertos objetivos. La violencia así instrumentalizada tiene diferentes formas, por ejemplo los enfrentamientos armados dentro o entre Estados que se manifiestan como genocidios o represión. Adicionalmente, jóvenes o grupos de jóvenes son frecuentemente estigmatizados o respectivamente instrumentalizados en causas que promueven el exterminio de quiénes se consideran como enemigos. Algunas formas de violencia juvenil en Centroamérica pueden ser subsumidas en esta categoría, ya que por una parte tienen motivos sociales y, por otro lado, proviene de grupos que actúan a nivel nacional e incluso regional. Por consiguiente, la violencia juvenil puede ser adjudicada tanto a la violencia interpersonal, como a la violencia colectiva social. La juventud como transición Por otra parte, reflexionando en la distinción entre violencia adulta y juvenil, hay que considerar en ésta última un componente evolutivo, a lo largo del cual tanto se puede estabilizar la conducta violenta como incrementarse o desaparecer. Por eso, es también necesario establecer que se entiende por “juvenil”, y así lo primero que aparece es la edad y la apariencia. 3 Programa Regional GIZ-­‐PREVENIR Formación de Intermediarios Ficha didáctica La juventud es, ante todo, una categoría etaria y, por lo tanto, fácilmente objetivable en el plano de las mediciones. Desde el punto de vista demográfico, los jóvenes son un importante grupo en los países llamados de transición tardía, y si se junta con el grupo de niños y niñas, representan en algunos países hasta un 50% de la población o más. Las Naciones Unidas ubican la juventud entre los 15 y los 24 años. Las leyes y políticas de juventud de algunos de los países centroamericanos establecen otros parámetros alrededor de este rango, pero se puede decir que este tramo de edad es generalmente aceptado, fluctuando hacia abajo (entre 10 y 14 años) en el caso de contextos rurales y entornos de aguda pobreza, y hacia arriba (entre 25 y 29 años, o más), en clases medias y altas de sectores urbanos. Biológica y psicológicamente, la juventud se mueve entre límites todavía más imprecisos, ya que se conjugan aspectos relativos tanto a la transición fisiológica y psicosexual como sociocultural, centrada en cambios físicos, de comportamiento y de roles sociales. En este sentido, resulta todavía más difícil encuadrar a individuos concretos bajo una apariencia y un comportamiento de “joven”. No obstante, y generalizando, adolescentes y jóvenes se separan de los niños, además de la apariencia, por ser cada vez más capaces de un pensamiento abstracto y tomar decisiones de manera conscientemente independiente, comportamientos afectivos y sexuales cada vez más dirigidos hacia personas fuera de la familia, y sensaciones físicas y emocionales vinculadas con nuevas expectativas y desafíos sociales. Por eso el World Youth Report del año 2005 de las Naciones Unidas define la juventud como una etapa del ciclo vital caracterizada sobre todo por su dinamismo, pues los jóvenes están activamente construyendo sus identidades, así como experimentando roles que sean aceptables para ellos mismos y para otros dentro de sus comunidades y sociedades. Este dinamismo está estrechamente relacionado con cambios físicos, mentales y sociales que se vinculan, a su vez, con una compleja transición de la infancia a la adultez, que se completa en tres escenarios: de la familia a la calle, de la escuela al trabajo y de la tutela a la autonomía jurídica. Esta transición tiene trayectorias muy diferentes en cada caso, y se habla de jóvenes que abandonan tardía o prematuramente el hogar familiar, alargan o suspenden su periodo de formación para retrasar o adelantar su incorporación al mercado laboral, o forman una familia propia sin tener los medios necesarios para hacerlo. En este sentido, la autonomía personal, social y económica como elementos centrales del paso a la adultez y objetivos de la transición juvenil, se realiza de manera precoz o morosa, o, como resulta cada vez más frecuente, en forma parcial y discontinua. Sin embargo, desde que nacen, los niños y niñas, reciben un trato distinto por parte de las personas a su alrededor, y aprenden a diferenciar entre los niños y las niñas y entre las mujeres y los hombres. El origen de muchos comportamientos de los niños y de los hombres—
tales como la manera en que actúan en sus relaciones sexuales, en el cuidado (o no) de sus hijos, o si usan o no la violencia contra la mujer, está basada en la manera en que ellos fueron socializados. Tanto la violencia física y emocional como el ejercicio abusivo y controlador de la sexualidad son a menudo considerados como “la naturaleza de los hombres”, pero son en realidad aprendizajes, construcciones sociales que dependen de las normas predominantes en una determinada cultura local. Poder transformar las concepciones y comportamientos antes descritos, por tanto, requiere transformar lo que le estamos enseñando a los niños y niñas 4 Programa Regional GIZ-­‐PREVENIR Formación de Intermediarios Ficha didáctica tanto a través de las prácticas de crianza como de la educación. Cuanto más temprano facilitemos que los niños y niñas puedan cuestionar el machismo y proponerse formas de ser hombres y ser mujeres congruentes con la igualdad de derechos, la no violencia y el diálogo, mayor será el cambio. Tanto la escuela como la casa son ámbitos en los cuales los niños y niñas aprenden, se forman, se conforman, se enfrentan, cuestionan y ponen en práctica las relaciones de género. La casa y la escuela son, por lo tanto, espacios claves para cuestionar y desmontar el machismo, la discriminación y la violencia y desarrollar las concepciones y prácticas congruentes con la igualdad y el respeto mutuo. Es evidente que el criterio “transición” para definir la juventud es útil pero complejo, y se ha necesitado que ciertas paradojas de la condición juvenil sean abordadas por la sociología y la ciencia política, incorporando variables de análisis para determinar el fenómeno juvenil de acuerdo con clase social, género, circunstancias individuales y relaciones con instituciones. Finalmente, la antropología y las ciencias de la comunicación, por nombrar sólo dos, han realizado sustantivos aportes para demostrar la existencia de una “cultura juvenil”, inestable y heterogénea, con diversas identidades juveniles, influenciadas por la cultura de masas, capaces de trascender territorios, estratos sociales y géneros, que hacen de la juventud una categoría sociocultural prácticamente universal. En tal sentido, el concepto juventud, cuya significado social pareciera una cualidad que se atribuye a la edad biológica de un cuerpo, tienen un sentido que se complejiza apenas se avanza en las ambigüedades que invoca el término “joven” según nos estemos refiriendo a adolescentes o jóvenes; rurales o urbanos; hombres o mujeres, etc. Todo ello compromete cualquier intento de acotar la etapa juvenil desde un solo enfoque demográfico, biológico, psicológico o sociocultural. Esta descripción prescinde de un límite de edad absoluta y remite directamente a problemas estrechamente relacionados con las causas de la violencia juvenil: diferencias socioeconómicas, espacios de vida urbanos o rurales, pertenencia étnica e identidad sexual, marcan sólo algunas de las diferencias individuales que contribuyen a la formación de una heterogénea identidad juvenil, manifestada en intereses, necesidades, comportamientos y valores. En esto se diferencian también las expectativas de la sociedad hacia los jóvenes y sus conflictos de rol, lo que se vincula empíricamente con el hecho de ser la etapa de vida que concentra estadísticamente el fenómeno de la violencia, al menos la registrada como sumatoria de homicidios, lesiones y suicidios. Definición de violencia juvenil Lo que tienen en común todos los comportamientos violentos, es que las personas y grupos que ejercen la violencia tienen la finalidad, más o menos patente y consciente, de resolver un conflicto usando a favor un desequilibrio de poder en la relación. En otras palabras, el comportamiento violento es intencionado, se relaciona con conflictos que surgen en un determinado contexto de relaciones y se aplica como una opción para resolverlos. Dado que los conflictos surgen en casi todas las interacciones que los individuos mantienen a lo largo de su vida con otros individuos, organizaciones y sistemas sociales, la violencia puede aparecer en todas y cada una de las etapas de ciclo vital en relación con pares, padres, maestros, parejas, grupos, entidades, etc., explicando la multiplicidad de tipos de violencia. 5 Programa Regional GIZ-­‐PREVENIR Formación de Intermediarios Ficha didáctica Los jóvenes, por su estatus transitivo, se enfrentan, con experiencia limitada, a conflictos variados. No es extraño que, en estas numerosas situaciones de adaptación, se presente la violencia como una estrategia para afrontar un conflicto, especialmente si estas situaciones se generan por impulsividad y afán de experimentar sensaciones límites. En efecto, cambios de roles en sus familias, cambios de residencia, responsabilidades legales, formación de redes de amigos y de pareja, dejar o empezar estudios, buscar e iniciarse en una profesión o empleo, moverse con más libertad, nuevos hábitos de ocio y entretenimiento, actividades sociales distintas, gestión del dinero y afrontamiento de responsabilidades financieras, inserción en el mundo del consumo, etc., están relacionados con retos y problemas específicos, y, por tanto, muchos riesgos de conflictividad y, por ende, de violencia. Desde el Enfoque Sistémico de la Prevención de la Violencia, las causas de la violencia no se encuentra en el hecho violento en sí ni en las características de la víctima o del victimario, sino en el contexto específico en que se produce el hecho violento, y más precisamente en las interrelaciones entre actores con determinados comportamientos. Por eso, dicho Enfoque se aproxima al fenómeno de la violencia juvenil sin establecer una identidad automática entre los dos términos, y más bien se concentra en analizar las relaciones existentes entre jóvenes y otros actores cuyas decisiones y comportamientos inciden directamente en ellos. Para comprender el fenómeno de la violencia, es importante tomar en consideración que las diferentes formas de violencia ocurren más frecuentemente en algunos contextos que en otros. Si se analiza desde una perspectiva de género, el concepto de “violencia de género” alude a la violencia que se ejerce entre un sexo y el otro, por el hecho de pertenecer una persona a un determinado sexo o por el hecho de asociar ciertos roles sociales a un determinado sexo. La mayor parte de la violencia de género es ejercida por hombres hacia mujeres, por lo cual este concepto se entiende la mayoría de las veces como sinónimo de violencia hacia las mujeres. Esto incluye malos tratos hacia la pareja, agresiones físicas o sexuales hacia parejas o personas extrañas, mutilación genital, femicidio, infanticidio femenino, entre otras formas de violencia. Las consecuencias de la violencia de género hacia las mujeres son muy amplias y graves, e influyen en todos los aspectos de sus vidas, su salud y la de sus hijos/as, y se extienden, además, al conjunto de la sociedad (véase García Moreno 2000). De hecho, los problemas a los que se enfrentan los jóvenes están directamente relacionados con la satisfacción de necesidades similares a los de los adultos pero en contextos de vida diferentes, determinados por la relativa escasez de recursos que disponen los jóvenes para hacer frente a sus necesidades y su falta de experiencia para resolver problemas que, por motivos de su edad, son nuevos para ellos. La violencia juvenil surge en conflictos habituales de la vida cotidiana, en contextos y situaciones donde viven y desarrollan su actividad: familia, escuela, compañeros (pares o amigos), trabajo, ocio, etc. Sobre esta base, se propone la siguiente definición: Violencia juvenil es violencia que se genera en los contextos de vida de las juventudes, y por la cual se ven afectadas, ya sea como víctimas, victimarios y/o testigos. Esta definición resulta útil porque, de un lado, amplía la perspectiva desde individuos a contextos de relaciones, roles y comportamientos, pero además desliga la violencia juvenil del papel activo -­‐ como agente de violencia -­‐, que juega el joven, e introduce, como sucede y no 6 Programa Regional GIZ-­‐PREVENIR Formación de Intermediarios Ficha didáctica de forma marginal en cuanto a la prevalencia, que también son víctimas y testigos preferentes de la violencia. Fuentes de la conducta violenta en jóvenes El por qué unos jóvenes bajo condiciones específicas llegan a ser violentos y otros en cambio no, no se deja explicar de forma mono-­‐causal. En la investigación científica-­‐social sobre la violencia, hay un consenso general en que la actuación conjunta y compleja de varios factores son determinantes para la comprensión de la violencia en las personas jóvenes. Por lo tanto, en el problema de la violencia juvenil es necesario conocer, además de los hechos y factores situacionales, las fuentes probables de las violencias juveniles y cómo se relacionan con la interacción adulto-­‐joven en los contextos de vida de los jóvenes. Por ejemplo, jóvenes que han sido expuestos a la violencia en una fase temprana de su vida directamente relacionada con procesos de la formación de identidad y desarrollo de la personalidad, aprendizaje de roles y asunción de valores y posturas, tienden a incorporar en sus patrones de comportamiento la violencia como una forma activa de comunicarse y relacionarse. Frecuentemente, la violencia de los hombres contra las mujeres forma parte de la socialización masculina. Muchos hombres jovenes y adultos aprenden en su proceso de socialización que las mujeres y niñas deben cumplir ciertas obligaciones hacia ellos, como cuidar de la casa, cuidar de los hijos/as, y tener relaciones sexuales con ellos, aun cuando ellas no quieran hacerlo. La violencia intrafamiliar y/o domestica puede así formar parte de los “roles” sexuales o de género en los cuales estos tipos de violencia son justificadas por los hombres cuando las mujeres rompen ciertas “reglas” del juego. Asimismo, los hombres son, por regla general, socializados para reprimir sus emociones, siendo la rabia, e incluso la violencia física, formas socialmente aceptadas para expresar sus sentimientos. Debido a esto, muchos hombres no aprenden a expresarse verbalmente y de forma adecuada para resolver sus conflictos mediante el diálogo y la conversación. Sin embargo, las mujeres jovenes tambien ejercen violencia. Las formas de violencia más frecuentes que ejercen ellas son la violencia verbal y, menos frecuentemente, la física. Así mismo el conocimiento sobre condiciones previas -­‐ tanto políticas e históricas como culturales -­‐, pueden dar pautas de lo que provoca y fomenta la violencia juvenil, así como para el diseño de medidas de intervención y prevención. Expectativas de rol fijadas culturalmente, estructuras patriarcales de poder y conceptos de masculinidad que fomentan la violencia, contribuyen a que los hombres jóvenes muestran proporcionalmente más comportamiento violento que las mujeres jóvenes. Ellos son proporcionalmente más afectados por la violencia dirigida contra miembros de la comunidad. En cambio, niñas y mujeres se ven afectadas por violaciones y formas de violencia doméstica, es decir violencia contra miembros de la familia y conyugues. Los especialistas han agrupado cuatro “fuentes” de la violencia juvenil que conviene considerar en el análisis de este fenómeno: •
7 Las violencias juveniles como construcción de identidad Programa Regional GIZ-­‐PREVENIR Formación de Intermediarios Ficha didáctica Muchos investigadores sostienen la tesis de la violencia como constructora de identidad para los jóvenes (véase Savenije y Andrade-­‐Eekhoff 2003; Merino 2001). La violencia otorga una posición social, forja un carácter y les permite hacer ver que existen. La violencia facilita el reconocimiento de quienes son percibidos como dominantes o han sido excluidos materialmente, y así se apropian del mismo discurso que los señala como violentos y sirve para discriminarlos, dándoles un prestigio desde donde pueden relacionarse y verse a sí mismos con más auto-­‐estima. Así, muchos jóvenes no sólo no cuestionen el uso de la violencia, sino que justifican los actos violentos, que además ven reforzados por los medios de comunicación y las actitudes de una sociedad autoritaria. •
Violencias como construcción de identidad de género Si se considera que la identidad masculina tiene como uno de sus ejes de construcción la competencia con los otros hombres, el intento de vencer y conquistar, la capacidad de ejercer dominio, y la necesidad de demostrarse siempre activo y poderoso, la violencia es un medio para lograrlo, lo que se evidencia en la sobre-­‐representación de este grupo en las estadísticas de homicidios y lesiones. La crisis de los modelos tradicionales de masculinidad ha llevado a que muchos jóvenes se impongan asumir actitudes y conductas que los muestran viriles, fuertes y potentes, especialmente en grupos sociales desfavorecidos, donde la opción de ser proveedor y protector más difícil por las condiciones de exclusión y pobreza. La “conquista de las calles” se vuelve una condición para ejercer violencias que afirman la identidad masculina (véase Fuller 2002): marcar el territorio, dejar claro su dominio y autoridad, es vital para fortalecer la masculinidad. No se trata de que no haya mujeres en los grupos de jóvenes, pero en general, las mujeres tienden a resolver sus conflictos de manera distinta, con violencia verbal o psicológica, pero la mayoría no emplea la fuerza física (véase Tineo 2007). •
Las violencias juveniles como intolerancia Buena parte de las violencias entre jóvenes tiene que ver con la inhabilidad de aceptar la diversidad, lo que los diferencia del otro, incapacidad que no es exclusiva de los jóvenes pero que se acrecienta en determinadas condiciones. De por sí, los jóvenes se relacionan valorando las semejanzas que tienen con sus pares y relevando las diferencias hacia fuera. La exaltación de las diferencias conlleva a rivalidades y atribuciones falsas sobre lo que es el otro. Los ataques a minorías sexuales, la identificación con ideologías racistas o xenófobas, la tribalización de las sensibilidades y gustos juveniles, etc., son expresiones de no querer que los otros existan y tengan presencia, aunque sea por seguir estilos musicales o equipos de fútbol diferentes, que terminan siendo enemigos, donde la violencia sirve para confirmar esa enemistad. •
Las violencias juveniles como estilo de comunicación Los modos de resolver conflictos se aprenden. En sociedades con instituciones autoritarias y adulto-­‐céntricas (familia, escuelas, policía), se enseña a imponer la fuerza para suprimir el conflicto. Los jóvenes no nacen violentos, sino que van privilegiando estas reacciones en los 8 Programa Regional GIZ-­‐PREVENIR Formación de Intermediarios Ficha didáctica contextos donde viven, sometidos a condiciones de vida que no facilitan la construcción colectiva de relaciones humanizadas y solidarias. El autoritarismo de padres, docentes y funcionarios, refuerza la incapacidad de vivir el conflicto como fuente de las relaciones sociales y los jóvenes tienden a comunicarse con violencia y a aceptar la violencia como opción para tramitar sus conflictos. 9 Programa Regional GIZ-­‐PREVENIR Formación de Intermediarios Ficha didáctica Herramienta(s) Análisis de la vinculación juventud-­‐violencia para identificar respuestas institucionales Resumen Objetivo / Función Analizar la vinculación entre juventud y violencia como insumo para la generación de respuestas institucionales para la prevención de la violencia Resultado esperado Actores (instituciones) comprenden su aporte a la prevención de la violencia desde la forma en que se relacionan con jóvenes en momentos específicos de su transición de la niñez a la adultez Aplicación En grupos de instituciones procedentes de diferentes sectores públicos (seguridad, juventud, empleo, educación, salud, cultura) Insumos requeridos de información Conocimientos sobre el Enfoque Sistémico de la Prevención de la Violencia y el Modelo Ecológico, Factores de Riesgo y Factores de Protección Logística Organización de un taller Materiales de facilitación Observaciones Es relevante, desde un enfoque de derechos, vincular la labor pública de los sectores en el desarrollo de la juventud como una estrategia de prevención, que permita visualizar su aporte y compromiso para crear condiciones que reduzcan los factores de riesgo y fortalezcan factores de protección. Descripción La herramienta parte del entendimiento de la juventud como etapa de transición de la niñez a la adultez, en la cual se pueden identificar diferentes momentos de contacto de los jóvenes con instituciones del Estado o la sociedad civil. En tal sentido, las instituciones identifican estos momentos de interactuación generando conciencia sobre su influencia sobre los jóvenes y su rol en la prevención. De allí, identifican fuentes de violencia juvenil y posibles respuestas institucionales para corregirlas. Procedimiento 1. Presentación de conceptos de juventud Se presenta usando técnicas de visualización el concepto de juventud como transición y se responda una pregunta abierta en plenaria: ¿qué tienen que ver con mi institución esta descripción de la condición juvenil, en dónde me veo específicamente? 2. Dibujo colectivo Concebida la juventud como transición a la adultez, ¿con cuáles aspectos de esta transición se relacionan los sectores de juventud, seguridad, educación y empleo? Se elabora un dibujo colectivo que representa los diferentes momentos de la transición de la niñez a la adultez y sus interacciones con diversas instituciones sectoriales. 10 Programa Regional GIZ-­‐PREVENIR Formación de Intermediarios Ficha didáctica 3. Análisis desde los sectores En grupos por sectores, se plantean preguntas para analizar más detalladamente (ver diálogo didáctico): ¿Cuáles son las fuentes de la violencia juvenil que se pueden identificar con más fuerza en esta etapa de vida? ¿Cuáles comportamientos y deficiencias institucionales alimentan estas fuentes de violencia juvenil? 4. Identificación de respuestas institucionales Cada grupo sectorial analiza de qué manera su sector puede contribuir a mejorar o corregir las deficiencias institucionales identificadas. 5. Discusión en plenaria Cada grupo presenta en plenaria el resultado del trabajo en grupo, los demás complementan o amplían. En conjunto, se identifican posibilidades de coordinación y colaboración institucional. Documentos de referencia Garcia Moreno, C. (2000): Género y Equidad en la Salud. Harvard Center for Population and Development Studies. Vanderschue, F et al. (2010): Guía para la Prevención con Jóvenes. Hacia Políticas de Cohesión Social y Seguridad Ciudadana. ONU-­‐HABITAT, Universidad Alberto Hurtado, Santiago; disponible en: http://www.onuhabitat.org/index.php?option=com_docman&task=cat _view&gid=65&Itemid=73 (25.04.14). Tineo, J. (2007): Seminario sobre Violencia basada en género y VIH/SIDA, en “Empoderamiento, VIH y Violencia contra las Mujeres en la República Dominicana”. Cit. Vanderschue, F et al. Fonagy, P. (2003): Towards a developmental understanding of violence, British Journal of Psychiatry, 183, pág. 190-­‐192; disponible en: http://bjp.rcpsych.org/content/183/3/190.short (25.04.14). Savenije, W & Andrade-­‐Eekhoff, K. (2003): Conviviendo en la Orilla: Exclusión Social y Violencia en el Área Metropolitana de San Salvador. FLACSO, San Salvador; disponible en: http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/salvador/flacso/conviviendo.pdf (25.04.14). OMS (2002): Resumen Informe Mundial sobre la Violencia y la Salud; disponible en http://www.who.int/violence_injury_prevention/violence/world_report/en/summary_es.pdf (11.10.12). Fuller, N. (2002): Interculturalidad y Política. Desafíos y posibilidades. Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú. Fondo Editorial de la Universidad del Pacífico, Lima. 11 Programa Regional GIZ-­‐PREVENIR Formación de Intermediarios Ficha didáctica Merino, J. (2001): Las maras en Guatemala. ERIC, IDESO, IDIES, IUDOP (eds.) en Maras y Pandillas en Centroamérica, Vol.1, UCA, San Salvador, pág. 109-­‐218; disponible en: http://www.uca.edu.sv/publica/iudop/libros/Voll.pdf (25.04.14). United Nations Children’s Fund (2014): Hidden in Plain Sight: A statistical analysis of violence against children. UNICEF, New York. 12 Programa Regional GIZ-­‐PREVENIR Formación de Intermediarios Ficha didáctica 

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