El libro más irreverente de Boris Vian ilustrado por Alcorlo

Transcripción

El libro más irreverente de Boris Vian ilustrado por Alcorlo
El libro más irreverente
de Boris Vian ilustrado por Alcorlo
BREVIARIOS DE REY LEAR
Escritos pornográficos
Boris Vian
Traducción de Sofía Tros de Ilarduya
Ilustraciones a color de Manuel Alcorlo
Prólogo de Félix Romeo
128 páginas
16,00 €
ISBN: 978-84-92403-18-9
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El pintor Manuel Alcorlo y la traductora Sofía Tros de Ilarduya se han aliado para ofrecer
una nueva y excelente versión del libro más irreverente de Boris Vian, Escritos pornográficos, que actualmente era inencontrable en España. El escritor Félix Romeo traza en el
prólogo un perfil de la vida y la obra de Vian y explica las claves de sus escritor pornográficos.
«Leer libros eróticos, darlos a conocer y escribirlos es preparar el mundo del mañana
y abrir la senda de la verdadera revolución». Con esta premisa, Boris Vian se enfrenta al
erotismo, convencido de que la literatura pornográfica sólo existe en la mente del pornógrafo: «No podemos pretender que la descripción…, pongamos de un árbol o de una
casa, sea menos erótica que la de una pareja experta de enamorados».
Construida la teoría, Vian se lanza a la práctica con una serie de textos que según el
escritor Félix Romeo, prologuista de esta edición, «calientan, divierten y subvierten […].
Nos devuelven a un Boris Vian en plenitud, que encuentra otro significado, mucho más
gamberro, al clásico “enseñar deleitando”».
El Autor
Boris Vian (Ville D’Avray [París,] 1920–París, 1959) alcanzó la popularidad como novelista
con Escupiré sobre vuestra tumba (1946), firmada bajo el seudónimo de Vernon Sullivan.
Escribió teatro, canciones, cuentos, novelas y hasta una ópera. También fue actor, cantante, músico de jazz, traductor y periodista. Invitado por Jean Paul Sartre colaboró en Les
Temps Modernes, donde publicó relatos y crónicas, mientras en el periódico Combat, dirigido por Albert Camus, se hacía cargo de la crítica de jazz. Polémico y controvertido, entre
sus obras destacan las novelas La espuma de los días (1946), El otoño en Pekín (1947),
Las hormigas (1949), La hierba roja (1950), El arrancacorazones (1953) y el libro de relatos escritos entre 1945 y 1952 El Lobo-Hombre. Ateo y antimilitarista, el reconocimiento
del público y la crítica le llegaría años después de que falleciera prematuramente a los 39
años de edad. Durante una etapa de su vida pronunció numerosas conferencias, donde
hizo gala de su rechazo a los convencionalismos y de un pensamiento subversivo y original
que le valió el rechazo de los sectores más conservadores de su época.
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Del prólogo de Félix Romeo
Escritos pornográficos es un libro perfectamente organizado, pese a ser una recopilación póstuma de textos dispersos: en la primera parte se incluye la parte teórica, lo que
Boris Vian pensaba que debía ser la literatura erótica, y en la segunda se incluye la parte
práctica, la forma en la que Boris Vian aplicó en un género de tan larga existencia, aunque a menudo secreta, sus propias ideas.
En Utilidad de una literatura erótica, una de las pocas conferencias que se conservan de las muchas que pronunció, porque tuvo el acierto de escribirla y no de improvisarla, escribe: «Si queremos merecer el título de escritores activos, debemos intentar
ejercer una serie de efectos variados, agradables o desagradables: hacer reír al lector,
hacerlo llorar, inquietarlo, excitarlo, aunque siempre materialmente».
El escritor de literatura pornográfica tiene que excitar al lector. Boris Vian tenía dudas
de que la literatura x fuera siempre eficaz, incluso la suya, (al fin y al cabo la X es la letra
de la incógnita), porque «sólo existe en la mente del erotómano». Pero sus miedos eran
infundados; sus textos calientan, divierten y subvierten, con eyaculaciones dentífricas,
con coños navajas y con pepinos consoladores.
Me hice fan de Boris Vian (París, 1920-1959) en su primera gran oleada de llegada
a España, a comienzos de los años 80, como eco muy intenso de su coetánea recuperación en Francia. Me gustaban más sus libros realistas (que paradójicamente habían
sido producto de la fantasía de un escritor francés que fingía ser americano), que sus
libros de fantasía (que realmente encubrían sucesos de la realidad visto en clave), y eso
me convertía en raro, porque todos mis amigos preferían los perros que hablaban, los
lugares inexistentes, los ferrocarriles imposibles y los numerosos efectos de fantasía que
Boris Vian manejaba con brillantez, y con un enorme e irreverente sentido del humor.
Boris Vian murió muy joven pero tuvo tiempo para todo: era músico de jazz; poeta;
autor de novelas policíacas y de novelas fantásticas; fabricante de óperas; patafísico, él
creía que el mejor; íntimo amigo de Raymond Queneau; charlista contumaz; dramaturgo; actor; escritor de canciones, que grabó sin demasiado éxito; antirracista; padre;
amante; erotómano, como demuestra en este libro… Tuvo una vida como Boris Vian y
otra vida como Vernon Sullivan. Vivía en París, una ciudad que amaba, como si en cualquier momento se fuera a terminar el mundo.
Estos Escritos pornográficos nos devuelven a un Boris Vian en plenitud, que encuentra otro significado, mucho más gamberro, al clásico «enseñar deleitando».
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