4.14.- mareos y sincopes

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4.14.- mareos y sincopes
4.14.- MAREOS Y SINCOPES
Los mareos, desmayos, lipotimias (“síncopes vagales”), son las pérdidas transitorias de
conciencia durante las cuales el niño no puede mantenerse de pie, y de las que se recupera por sí
solo en unos pocos minutos. Ocurren más frecuentemente en niños mayores de 5 años y
adolescentes, sobre todo en niñas.
¿POR QUE SE PRODUCEN?
Se producen por una disminución muy breve de la llegada de sangre al cerebro. La
función cerebral se recupera rápida y totalmente al favorecer la llegada de sangre al mismo.
Algunos de estos niños presentan esta predisposición a tener este tipo de problemas desde los
primeros años de vida, manifestándose como “espasmos del sollozo”: durante el llanto, o antes
de empezarlo, durante “berrinches” o sustos, se quedan con la respiración “suspendida” durante
unos instantes, quedándose o bien pálidos o bien cianóticos (“morados”). Tras unos angustiosos
segundos recuperan espontáneamente la respiración, y con ella su color normal.
Se piensa que existe un componente hereditario, ya que es frecuente que haya otros casos en la
familia.
¿CUANDO SOSPECHAR QUE UN NIÑO HA TENIDO UN SINCOPE?
Suelen ocurrir habitualmente en determinadas circunstancias, fácilmente reconocibles, cuya
identificación es parte importante del diagnóstico:
•
Situaciones de estrés emocional, temor o dolor intensos (ocurriendo la mayoría de las veces
cuando están en grupos). Un ejemplo habitual se aprecia tras extracción de sangre o
administración de una inyección, al ver la aguja.
•
Hipotensión postural u ortostatismo: se produce por cambios bruscos de postura,
especialmente al pasar bruscamente de estar tumbado o sentado a ponerse de pie o
levantarse. Un cuadro típico se da cuando un niño convaleciente durante tiempo se levanta
para orinar y lo hace en posición de pie.
•
Por estiramientos del cuello, por ejemplo al peinarse, o tras algunos golpes en la cabeza.
•
Inducidos por elevaciones bruscas de la fiebre: son los llamados síncopes febriles.
•
Otras: tras algunos esfuerzos como la tos o defecación; juegos de aguantar la respiración
voluntariamente; tras esfuerzos en ambientes calurosos; tras ayuno prolongado; ingesta de
alcohol...
Son característicos del cuadro su aparición brusca, la pérdida de la postura que el niño tenía
previamente y su breve duración (segundos, menos de un minuto). Generalmente antes de la
pérdida de conciencia el niño siente que se está poniendo mal, se da cuenta de lo que va a
ocurrir: se siente mareado, tiene sensación de alejamiento o giro de objetos, ve borroso, puede
ponerse pálido, con sudor frío, náuseas e incluso vómitos antes de caer al suelo. Si el niño nota
esta sensación, intentará evitar la caída recostándose, para no hacerse daño. Habitualmente no
dura más de 15 segundos, mejorando rápidamente al adoptar la posición horizontal. Si se
prolonga más allá de ese tiempo, puede llegar a realizar algunos movimientos aislados breves de
piernas o brazos, o quedarse rígido durante unos instantes (menos de 5 segundos).
Posteriormente se recupera del todo en pocos minutos, recordando lo sucedido hasta la pérdida
de conciencia.
¿COMO CONFIRMAR EL DIAGNOSTICO?
Habitualmente es fácil hacer el diagnóstico si ocurre en alguna de las circunstancias
mencionadas y si presenta los síntomas en la secuencia descrita, en un niño que tiene por lo
demás una exploración normal. En estos casos no será necesario realizar ninguna prueba
especial.
Si no es así, hay que descartar otros procesos como epilepsia, problemas cardíacos,
crisis de hipoglucemia (“bajada del nivel de azúcar en sangre”), vértigos, crisis de jaqueca, o
ingesta de algunos medicamentos. Su pediatra decidirá las pruebas a realizar en estos casos.
¿COMO SE TRATAN LOS SINCOPES?
•
Cuando el niño empieza a sentirse mareado, o si ya se ha producido la caída, hay que
mantenerle tumbado, con las piernas en alto. De esta manera se produce la recuperación en
poco tiempo. Es recomendable evitar las habituales aglomeraciones de gente a su alrededor,
para no entorpecer su respiración y no asustarle al recuperar la conciencia.
•
Si el niño se encuentra en la calle o en alguna situación en que no pueda tumbarse se puede
intentar evitar el síncope poniéndole en cuclillas o flexionándole las piernas, agachando la
cabeza sobre ellas para evitarlo.
•
Si se ha producido tras vómitos o diarrea importante, o ayuno prolongado, es recomendable
administrar al despertarse pequeñas dosis de líquidos azucarados, o incluso dar a chupar un
azucarillo.
•
No es preciso realizar maniobras “bruscas”: abofetearle, echarle encima agua fría, hacerle el
boca a boca (a no ser que esté amoratado),...
•
Solo los niños que presentan síncopes muy frecuentemente precisan tratamiento con
medicamentos. Su pediatra valorará si es necesario la ayuda de un especialista para este fin.
¿CÓMO SE EVITAN?
Dado que el 50 % de estos niños tendrán más de un episodio es conveniente:
•
Tratar de reconocer las causas desencadenantes para evitarlas. Por ejemplo, aleccionar a
levantarse despacio de la cama, o del pupitre al ser preguntado en clase.
•
Adoptar la postura de tumbado ante los primeros síntomas.
•
No es conveniente que el niño se encierre solo en el cuarto de baño, donde podría ocurrir
una caída, siendo de esta manera difícil poder ayudarlo.
¿CUÁNDO DEBE ACUDIR AL MÉDICO?
•
Debe acudir a un servicio de urgencias si el niño tiene dolor en el pecho acompañante;
dificultad para respirar; palpitaciones (nota que le va el corazón muy rápido); si presenta
movimientos anormales (extraños e involuntarios); si se ha producido tras vómitos o ayunos
prolongados y no acepta tomar líquidos azucarados por boca; si le cuesta mucho recuperarse
o no lo hace del todo.
•
Debe consultar con su pediatra si los síncopes aparecen con el ejercicio, o si se repiten con
frecuencia.
RECUERDE QUE ...
•
Los mareos, lipotimias o síncopes son las pérdidas temporales de conciencia durante
las cuales el niño no puede mantenerse de pie, y de las que se recupera por sí solo en unos
pocos minutos.
•
Suelen ocurrir en circunstancias muy determinadas, que ayudan a establecer el
diagnóstico.
•
Cuando el niño empieza a sentirse mareado, o si ya se ha producido la caída, hay que
mantenerle tumbado, con las piernas en alto.
•
Debe acudir a un servicio de urgencias si el niño tiene dolor en el pecho acompañante;
dificultad para respirar; palpitaciones; si presenta movimientos anormales involuntarios;
si se ha producido tras vómitos o ayunos prolongados y no toma nada por boca; si ha
aparecido tras un esfuerzo, o si le cuesta mucho recuperarse o no lo hace del todo.

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