Manejo de la fertilización de la soja en regiones templadas

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Manejo de la fertilización de la soja en regiones templadas
Manejo de la fertilización de la soja en regiones templadas
Autor/es: Oscar Raul Keller; Hugo Fontanetto, Leandro Belotti ( INTA, EEA Rafaela) Margarita Sillon
(FCA-UNL), Julio Albrecht (AFA María Juana); Dino Giailevra (Asesores privados). Argentina
En cuanto a la nutrición mineral, la soja es el cultivo de más altas exigencias y el de mayor índice
de cosecha de nutrientes, tal como puede observarse en el Cuadro 1.
Cuadro 1. Requerimientos totales de nutrimentos e índices de cosecha para la soja, el maíz y el
trigo (Tablas del IPNI, 2007).
Los elementos que más limitan la producción de la soja en la zona pampeana de Argentina, son el
nitrógeno (N), el fósforo (P), el azufre (S) y el calcio (Ca), y en menor medida, el molibdeno (Mo), y
el boro (B).
FÓSFORO
Niveles Críticos
Este elemento y su adecuada disponibilidad es crítica para lograr un rápido crecimiento y un
desarrollo adecuado de la parte aérea, de las raíces, de los nódulos (número, ubicación y tamaño)
y de una eficiente FBN (García, 2004). Las reducciones en los rendimientos como consecuencia de
deficiencias de P se explican mayormente por reducciones en el número de los granos al afectar el
área foliar y consecuente captación de la radiación en estadios tempranos de desarrollo del cultivo
(Gutiérrez Boem y Thomas, 1999).
Para el eficiente manejo de la nutrición fosfatada del cultivo es conveniente estimar la capacidad
del suelo para proveer este elemento recomendándose hasta el presente para las diferentes áreas
agrícolas de Argentina, la determinación del contenido de P extractable de los suelos (método de
Bray Kurtz 1) en la capa de 0 a 20 cm de profundidad.
Estudios realizados en Argentina para relacionar los niveles de P extractable de los suelos con la
respuesta de soja a la fertilización fosfatada, concluyeron que los rendimientos en los
tratamientos testigo (sin fertilización con P) eran cada vez más bajos en la medida que el P del
suelo disminuía. Asimismo, es posible obtener respuestas que varían entre 175 y 690 kg/ha con el
agregado de 30 kg/ha de P (equivalente a 150 kg/ha de superfosfato triple) en suelos con
contenidos de P extractable inferiores a las 17 ppm (Fontanetto y col., 2008), como se aprecia en
la Figura 1.
Figura 1. Relación entre el nivel de P extractable del suelo (Bray 1) y el rendimiento relativo de la
soja en suelos de la región central de Santa Fe.
Una particularidad que presenta el agregado de P como fertilizante al suelo, es su residualidad. En
este sentido experiencias realizadas en el área central de Santa Fe (con suficiencia de N y de S) en
una secuencia trigo/soja 2a y en las que se aplicaron diferentes dosis de P al momento de la
siembra del primer cultivo de trigo, arrojaron los siguientes resultados:
Figura 2. Residualidad de distintas dosis de fertilizante fosfatado para trigo/soja 2ª continua en la
zona central de Santa Fe y aplicadas todas en el trigo 2003.
AZUFRE
El azufre (S) es requerido a razón de unos 7 kg/tn de grano producido (Tabla 1). El metabolismo de
N y S están vinculados, por lo que deficiencias de S diminuyen la asimilación de N las hojas Los
síntomas de deficiencia son similares a los de N (hojas amarillentas) pero se dan en las hojas
superiores (más jóvenes) y no en las hojas inferiores o viejas. En Argentina, se reportaron síntomas
de deficiencia de S y respuestas a su agregado en el centro y el sur de Santa Fe (Martínez y
Cordone, 1998) y con menor frecuencia en el centro-norte de Buenos Aires y en Entre Ríos.
Las aplicaciones de fertilizantes azufrados provocan mayores rendimientos de la soja en lotes
degradados (muchos años de agricultura) y en ausencia de deficiencias de P (Martínez y Cordone,
2000).
En algunos sitios la necesidad de fertilización con S podría determinarse por contenidos de S-SO-4 del suelo, recomendándose su agregado en lotes con niveles extractables de S-SO-- 4 inferiores a
10 ppm o si se han encontrado deficiencias generalizadas en la región (Messick, 1992). Resultados
informados en la región templada de argentina mostraron que parte de las variaciones en la
respuesta al agregado de S serían explicadas por diferencias en la capacidad de mineralización de
los suelos (Díaz Zorita y col. 2002). Asimismo, experiencias realizadas por Fontanetto (2004)
demostraron que a medida que la capacidad de mineralización de S del suelo aumenta, las
respuestas de la soja de primera al agregado de este nutriente son cada vez menores, sobre todo
cuando se superan los 20 ppm de S mineralizado (Figura 3).
Figura 3. S-SO4 mineralizado durante dos campañas agrícolas y respuesta de la soja de 1ª a la
fertilización azufrada. INTA Rafaela (2004).
Varios estudios muestran que tanto el P como el S aplicados en cultivos de trigo tienen efectos
residuales de importancia sobre la soja de segunda y cultivos siguientes. En la Figura 4 se
presentan los efectos de la fertilización con N, P y s en trigo/soja con dos secuencias de cultivos
distintas (trigo/soja: T/S y maíz-trigo/soja: MT/S).
Figura 4. Rendimientos de trigo y soja de 2a con diferentes fertilizantes y secuencias de cultivos.
Unidad Demostrativa Agrícola Bernardo de Irigoyen (2001 al 2004).
En general se detectaron mayores rendimientos del trigo y de la soja en la secuencia M-T/S que en
la T/S, por ser la primera de menor consumo de agua y de nutrientes. Para el trigo no fue muy
marcado el efecto de la secuencia, pero sí lo fue para el caso de la soja de segunda.
Al evaluar dosis de S en la zona central de Santa Fe en suelos sin limitantes de P (> a 25 ppm, Bray
1), se verificó una alta respuesta de la soja hasta dosis de S12, donde se alcanzaron las mayores
producciones. Asimismo, la respuesta fue distinta de acuerdo a los grupos de maduración
ensayados y los mayores incrementos se obtuvieron con los materiales más precoces, sobre todo
los del Grupo IV (Figura 5).
Los incrementos de producción fueron de 767 kg/ha (grupo IV), de 514 kg/ha (grupo V), de 425
kg/ha (grupo VI) y de 452 kg/ha (grupo VII).
Figura 5. Respuesta a dosis crecientes de S de cuatro grupos de maduración de soja de de primera.
INTA Rafaela (campaña 2005/06).
CALCIO
La soja es un cultivo altamente demandante en calcio (Ca), requiriendo unos 16 kg/tn de grano
producido (Tabla 1). Respecto a la influencia del Ca sobre la producción del cultivo de soja, la
misma estaría dada por incrementar los niveles del nutriente disponible en el suelo y no tanto
sobre la modificación del pH que podría efectuar, ya que lo que se observa en la región oriental de
la pcia. de Santa Fe es una disminución de los niveles de Ca dentro del complejo de intercambio
del suelo. Por lo tanto, este efecto se lograría utilizando una fuente de carbonato de calcio
(CO3Ca) en dosis menores a las requeridas para un “encalado” del suelo y que entonces al
reaccionar con agua libera el catión Ca++ enriqueciendo la solución y también la saturación de
bases del suelo.
Vivas y Fontanetto (2004) reportaron respuesta al agregado de Ca, de P y de S para la zona de
Videla (Santa Fe). Los resultados mostraron la respuesta positiva al agregado de Ca y la misma se
debió a su efecto como nutriente (no como enmienda del suelo), ya que el % de Ca del complejo
de intercambio era de 58 %, nivel considerado bajo por diferentes investigaciones realizadas en
otros países (Thomas and Hargrove, 1984). Experiencia efectuadas en la campaña 2007/08
(Fontanetto et al., 2008) sobre suelos con niveles de Ca de intercambio inferiores a 57 %,
demostraron que las dosis mínimas de Ca para lograr altas producciones de soja de 1ª fueron de
100 a 120 kg/ha .
MICRONUTRIENTES
Las deficiencias de micronutrientes son menos impactantes que para el N, el P y el S en la región
pampeana Argentina, pero experiencias realizadas en diferentes regiones del país mostraron
resultados positivos para el caso del Mo, el B, el Mn y el Zn (Ferraris et. al, 2005).
Para la región central de Santa Fe Fontanetto et al (2006) determinaron el efecto positivo de la
aplicación de Co y Mo combinados con la inoculación de semillas. La nodulación fue afectada por
los tratamientos de inoculación y fertilización y en promedio se determinó mayor cantidad de
nódulos en los tratamientos inoculados que en los sin inocular. Además, la fertilización con CoMo
también provocó incrementos en la nodulación (Figura 6).
Figura 6. Efecto de la inoculación y del Co-Mo sobre la nodulación de la soja en el estado R2 de la
soja para tres sitios experimentales. Campaña 2004/05.
Los rendimientos de grano promedio para los tres sitios mostraron diferencias por los
tratamientos de fertilización y de inoculación y sin interacciones significativas entre los mismos.
Para Rafaela las producciones fluctuaron entre 2.886 y 4.488 kg/ha, para San Carlos entre 2.996 y
4.626 kg/ha y para Videla entre 2.683 y 3.886 kg/ha, arrojando diferencias significativas para el
tratamiento con CoMo. Es necesario destacar que los micronutrientes recién se están comenzando
a investigar y que para abordar en forma seria y responsable un estudio sobre los mismos se
debería cumplir con las siguientes acciones:
a- Conocer con seguridad los síntomas de deficiencia y monitorearlos durante los primeros
estadíos del crecimiento
b- Conocer las condiciones de suelo donde las deficiencias son más probables de ocurrir.
c- Realizar análisis de suelos y de tejidos vegetales y determinar los niveles críticos para cada
micronutriente mediante estudios sistemáticos.
d- Conocer los niveles de pH del suelo que pueden ocasionar “bloqueos” o “no disponibilidad” de
micronutrientes.
e- Realizar franjas exploratorias mediante ensayos simples y con pocos tratamientos.
f- Realizar eventos científicos que arrojen más información en este aspecto.
g- Consultar con especialistas de otros países.
CONSIDERACIONES FINALES
-Nitrógeno, fósforo, azufre y calcio son los elementos que más limitan la producción de la soja en
la región templada de Argentina, existiendo diferentes áreas en cuanto a la fertilidad química de
los suelos las que provocan diferente respuesta de los cultivos a la fertilización.
-La inoculación eficiente permite abastecer gran parte de las demandas de nitrógeno del cultivo y
se verificaron aumentos en los rendimientos por la práctica de la inoculación y la información
disponible respecto a la fertilización nitrogenada es muy escasa y sin una tendencia definida aún.
-El diagnóstico y recomendaciones para el caso del P se basa en los resultados de los análisis del
contenido de P extractable (0-20 cm) edáfico por Bray Kurtz I, con respuestas cuando los valores
son inferiores a 14-17 ppm.
-Las deficiencias de azufre son cada vez más generalizadas y reiteradas en suelos con tenores de
materia orgánica inferiores al 2 %, en los de texturas arenosas o francas, con elevada historia
agrícola sin el agregado de este elemento y donde se logró optimizar el agregado de N y de P. Se
recomienda su corrección empleando fuentes azufradas directamente en el cultivo de soja o en los
cultivos previos que integran las secuencias o rotaciones, dada la residualidad encontrada.
-Para realizar una fertilización eficiente de la soja se deben tener en cuenta diferentes parámetros:
el análisis químico de los suelos y el rendimiento objetivo, los que se complementarán con otras
características relevantes como historia del lote, cultivo antecesor, intensidad de las secuencias de
cultivos, sistema de manejo, fuente y método de aplicación de nutrientes, etc.
-Otro elemento limitante de la producción es el Ca y en menor grado, el CoMo, el B, el Zn y el Mn.
-Finalmente, el análisis del suelo es el punto de partida para decidir cualquier manejo nutricional
de los cultivos de la rotación
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