diagnóstico de patógenos de abejas y si importancia en el colapso
Transcripción
diagnóstico de patógenos de abejas y si importancia en el colapso
Universidad Complutense de Madrid Máster en Zoología Trabajo Fin de Máster DIAGNÓSTICO DE PATÓGENOS DE ABEJAS Y SU IMPORTANCIA EN EL COLAPSO O DECLIVE DE COLONIAS María Buendía Abad Directores Dr. Mariano Higes Pascual Dra. Concepción Ornosa Gallego Noviembre 2015 1 Universidad Complutense de Madrid Máster en Zoología DIAGNÓSTICO DE PATÓGENOS DE ABEJAS Y SU IMPORTANCIA EN EL COLAPSO O DECLIVE DE COLONIAS - Trabajo Fin de Máster MARÍA BUENDÍA ABAD Noviembre 2015 La autora: El/La director/a: Fdo.: María Buendía Abad Fdo.: Mariano Higes Dep. de Patología Apícola Centro Agrario de Marchamalo. IRIAF VºBº el/la tutor/a: Fdo.: Concepción Ornosa Gallego Zoología y Antropología Física Facultad de Ciencias Biológicas UCM. Fdo.: Concepción Ornosa Gallego Dep. de Zoología y Antropología Física Facultad de Ciencias Biológicas 2 RESUMEN En el marco de un programa europeo (EPILOBEE) se ha llevado a cabo un estudio con el objetivo de determinar la prevalencia real de ciertos patógenos de Apis mellifera Linnaeus 1758 en la Comunidad Autónoma de Castilla- La Mancha (España) que podrían estar involucrados en el fenómeno conocido como Síndrome de Despoblamiento de las Colonias. A partir de muestras tomadas durante los años 2013 y 2014, se procedió a la detección de los principales agentes mediante técnicas estandarizadas de análisis. El ácaro de Varroa destructor se identificó directamente sobre las muestras de abejas adultas, siguiendo las recomendaciones de la Oficina Internacional de Epizootías (OIE), mientras que los demás agentes incluidos en el estudio se detectaron mediante la técnica de la PCR (Nosema ceranae, Nosema apis, Apicystis bombi, Lotmaria passim, Crithidia mellificae, Acarapis woodi) y RT-qPCR (Virus del lago Sinai (LSV), Virus de Realeras negras (BQCV), Virus de Alas deformadas (DWV)). N. ceranae fue el patógeno de los analizados con la prevalencia más alta, seguido por la familia de los tripanosomátidos (dentro de la cual la especie L. passim fue la más prevalente, por encima de C. mellificae) y V. destructor. Mientras que A. woodi, y LSV no fueron detectados en ninguna muestra. Asimismo, se detectaron una serie de relaciones significativas entre la presencia de algunos de estos organismos. Los resultados de este trabajo coinciden con lo reportado en anteriores estudios, además de contribuir a la elaboración de la base de datos del proyecto EPILOBEE. Sin embargo, futuras investigaciones son necesarias para esclarecer el papel de alguno de estos agentes nosógenos, así como el de todos los demás factores que podrían estar involucrados en el reciente aumento de la mortalidad de las abejas de la miel. PALABRAS CLAVE: Apis mellifera, EPILOBEE, Síndrome de Despoblamiento de Colmenas, Parásitos, Nosema ceranae, PCR, España. ABSTRACT As part of an European project (EPILOBEE), here we present a study to know the real prevalence of certain pathogens of Apis mellifera Linnaeus 1758 in Castilla-La Mancha (Spain) that may be involved with the phenomenon known as Colony Collapse Syndrome Colonies. From samples taken during 2013 and 2014, were analyzed to determine the main agents using standardized analytical techniques. The mite V. destructor was identified directly on the samples of adult bees, following the recommendations of the World Organisation for Animal Health (OIE), while the other agents included in the study were detected by PCR technique (Nosema ceranae, Nosema apis, Apicystis bombi, Lotmaria passim, Crithidia mellificae, Acarapis woodi,) or RT-qPCR (Lake Sinai Virus (LSV), Black Queen Cell Virus (BQCV), Deformed Wing Virus (DWV)). N. ceranae was the pathogen with the higher prevalence, followed by the trypanosomatids family (within which the specie L. passim was the most prevalent, above of C. mellificae) and V. destructor. While A. woodi, L. passim, LSV were not detected in any sample. Also, significant relationships among the presence of some of these organisms were detected. The results of this study coincide with those reported in previous studies, and contribute to the development of the database of the EPILOBEE project. However, it is necessary to do further researches in order to clarify the role of some of these pathogens, as well as all other factors that could be involved in the recent increase in the mortality of honey bees. KEYWORDS: Apis mellifera, EPILOBEE, Colony Collapse Disorder, Parasites, Nosema ceranae, PCR, Spain. 3 INTRODUCCIÓN Un adecuado estado sanitario de las colonias de abejas melíferas (Apis mellifera, Linnaeus, 1758) es fundamental dada su importancia, no solo a la hora de obtener productos como la miel, la jalea real o la cera, sino también como pieza clave en la polinización y el equilibrio de diferentes ecosistemas (Bradbear, 2009). El conocido como “Síndrome de despoblamiento de las colmenas” en España o Colony Collapse Disorder en Estados Unidos, supone un fenómeno de recurrente actualidad del que muchos medios de comunicación se han hecho eco desde hace más de una década y sobre él se están realizando continúas investigaciones con el fin de determinar cuáles son los factores que lo provocan. Este síndrome presentó unos síntomas inespecíficos como una disminución gradual del número de abejas adultas de una colonia, descensos en la producción de miel y polen, aparición de enfermedades de la cría y desorganización social de la colonia. Esta pérdida de población y desestructuración de la colonia determinaba que las abejas supervivientes no podían mantener las funciones básicas de la colmena, y esta acaba por colapsar. El fenómeno se manifestó en España de una manera generalizada a principios del presente siglo (Higes et al., 2005) y, posteriormente fueron reportándose casos similares en el resto del mundo. Efectivamente, de diferentes zonas geográficas del planeta se publicaron datos alarmantes sobre una creciente mortalidad de las colonias de abejas (Bacandritsos et al., 2010; European Parliament, 2010;) lo que determinó que tanto las autoridades sanitarias como diferentes grupos de investigación centraran su atención sobre este problema. Actualmente, parece que el declive de las poblaciones de abejas no depende de tan solo un factor, sino que es la consecuencia de múltiples causas, agentes y factores que pueden actuar de forma aislada o en conjunto, como puede ser el cambio climático, la pérdida y fragmentación de los ecosistemas, la acción de los pesticidas o los agentes patógenos (Cox-Foster et al., 2007; European Parliament, 2010; Higes et al., 2010a; Potts et al., 2010; van Engelsdorp & Meixner., 2010; Farooqui, 2013; Higes et al., 2013; Goulson et al., 2015). Sin embargo, se admite que los patógenos, y fundamentalmente los parásitos, juegan un papel fundamental en este proceso (Evison et al., 2012). Dentro del marco de la Unión Europea, España es el país con el mayor número de colonias de abejas registradas (2,5 millones, aproximadamente), lo que supone aproximadamente el 21% del total de las colonias de abejas de toda la UE. También el sector apícola español es el que presenta un mayor número de profesionales, siendo 4 además, el primer productor Europeo de miel con más de 33 toneladas por año (Chauzat et al., 2013), dado que se trata de un país con un clima idóneo para que, durante una gran parte del año, las abejas puedan mantener su actividad. La Comunidad Autónoma de Castilla – La Mancha alberga un gran número de estas colonias (161.754), siendo la quinta en términos de producción de miel, con una Denominación de Origen mundialmente conocida por su calidad, como es la “Miel de la Alcarria”. Por ello, dados los beneficios, tanto económicos como medioambientales, que estos insectos producen, son necesarios programas de control y vigilancia de dichos himenópteros, con el objetivo de conocer qué agentes nosógenos son los más prevalentes y cuál es su efecto real sobre la viabilidad de las colonias de abejas, ya sea por su propia acción o en conjunto con otros factores. Durante los años 2012, 2013 y 2014, se ha desarrollado un Programa de Vigilancia Piloto a nivel europeo, coordinado y dirigido por el Laboratorio de Referencia de la UE para las enfermedades de las abejas (Sophia Antipolis, Francia), con el objetivo de obtener datos reales sobre el estado de salud de las colonias de abejas en los países miembros. Así pues, el proyecto EPILOBEE (Chauzat et al., 2014) es el resultado de una gran coordinación y esfuerzo por parte de los países colaboradores, para poder elaborar una base de datos segura y representativa del estado de salud de las abejas en la Unión Europea en general y en cada uno de sus estados miembros de forma particular. En lo que a nuestro país se refiere, se han desarrollado programas de investigación con el objetivo de implementar y adaptar los programas de vigilancia piloto a cada una de las CCAA. Inicialmente, según el programa nacional, el cometido a realizar en el laboratorio de Patología Apícola del Centro Apícola Regional (CAR) de Castilla – La Mancha era detectar la presencia de Varroa destructor en las colmenas seleccionadas para el estudio, pero posteriormente, con cargo al proyecto INIA-RTA2013-00042-06, también se planteó la detección de otros patógenos que podrían estar relacionados con el debilitamiento y la mortalidad de las colonias de abejas. Los agentes patógenos que fueron seleccionados para su detección en las muestras fueron los que siguen: 1. Varroa destructor (Anderson & Trueman, 2000). Inicialmente descrito como Varroa jacobsoni por Oudemans (1904). Posteriormente Anderson & Trueman (2000) demostraron que el Género Varroa es un complejo de especies y que el ácaro que afecta a A. mellifera difiere al descrito por Oudemans para la abeja asiática Apis cerana, Fabricius, 1793 (Garrido-Bailón, 2013). Perteneciente al 5 Orden Mesostigmata, este ácaro hematófago continúa siendo, desde hace muchos años, uno de los principales problemas para la salud de las abejas melíferas (Rosenkranz et al., 2010). Su hospedador original es la abeja asiática, Apis cerana, pero se ha propagado en un corto periodo de tiempo por todo el mundo, infectando también a la abeja europea, causando graves pérdidas en la apicultura mundial. Además de su propia acción patógena, se piensa que cumple un papel como vector de otros agentes patógenos, tales como algunos virus (Nordström et al., 1999, Tentcheva et al., 2004). Causa la enfermedad conocida como varroosis. 2. Nosema ceranae (Fries, Feng, Silva, Slemenda & Pieniazek,). Este microsporidio (Nosematidae), al igual que V. destructor, es un parásito original de Oriente, que ha llegado a infectar también a la abeja europea y a los representantes del género Bombus Latreille, 1802. Su detección en A. mellifera Linnaeus, 1758 en España en 2004 (Higes et al., 2005, 2006) y posteriormente en Europa y Asia (Fries et al., 2006; Chauzat et al., 2007; Huang et al., 2007; Topolska & Kasprzak, 2007; Chen et al., 2008) supuso una gran controversia sobre el papel del mismo en el Síndrome de Despoblamiento, considerándose actualmente como una enfermedad emergente a nivel mundial. Provoca una enfermedad denominada nosemosis tipo C, en la que el microsporidio se reproduce en las células epiteliales del ventrículo de las abejas, causando toda una serie de desórdenes alimenticios, hormonales y finalmente, la muerte. 3. Nosema apis (Zander, 1909). Agente causal de la nosemosis tipo A, que presenta un cuadro clínico característico de la enfermedad, diferente al debido a la nosemosis C. Al igual que N. ceranae, el microsporidio se reproduce en el interior del epitelio del ventrículo de las abejas adultas. Actualmente, está distribuido por todo el mundo, aunque está más asociado a climas templados con patrones estacionales (Bailey, 1955; Martín-Hernández et al., 2012). 4. Tripanosomátidos. Esta familia de protozoos que pueden afectar a las abejas de la miel están siendo recientemente muy estudiados por su posible papel en el declive de colonias (Ravoet et al., 2013). Sin embargo, aun hoy en día se desconoce realmente que especie de tripanosomátido es la más prevalente, aunque son dos las especies descritas: Crithidia mellificae y Lotmaria passim. Crithidia mellificae (Landridge & McGhee, 1967). Perteneciente al orden de los Tripanosomátidos, este protozoo se desarrolla en el tracto digestivo de los insectos. Sin embargo, no se ha establecido de forma 6 clara el papel patogénico de este organismo, ya que las tasas de mortalidad en abejas infectadas y no infectadas es muy similar (Landridge & McGhee, 1967; Cox-Foster et al., 2007; vanEngelsdorp et al., 2009), en contraste a lo descrito para Crithidia bombi (Yourth et al., 2008). Lotmaria passim (Evans & Schwarz, 2015). Tripanosomátido recientemente descrito. Gracias a las técnicas genómicas actuales se determinó que el tripanosomátido más frecuentemente detectado en abejas era una especie diferente a C. mellificae, estableciéndose un nuevo taxón (Cepero et al., 2014). Actualmente los trabajos científicos sugieren que, efectivamente, se trata del tripanosomátido predominante en las abejas de la miel en lugar de C. mellificae (Ravoet et al., 2015) 5. Acarapis woodi (Rennie, 1921). Ácaro traqueal de las abejas adultas, causa la enfermedad conocida como acarapisosis. Su efecto patógeno varía según varios factores (edad de la abeja, número de ácaros) pudiendo causar alteraciones mecánicas (incapacidad de vuelo, abdomen dilatado, obstrucción de la tráquea) y desórdenes en el comportamiento (OIE, 2008; Garrido-Bailón, 2013; Cepero et al., 2015), lo que conlleva un debilitamiento general del insecto, pudiendo causar la muerte del mismo. Asimismo, puede actuar como vector de virus y bacterias (Scott-Dupree et al., 1995) 6. Apicystis bombi (Liu, Macfarlane & Pengelly). Inicialmente descrito como Mattesia bombi, en 1996 fue reclasificado en un nuevo género, Apicystis (Lipa & Triggiani, 1996). Perteneciente al orden Neogregarinorida, este protozoo, a pesar de su baja prevalencia, causa serios problemas, tanto físicos como de comportamiento en las colonias de Bombus sp. (Schmid-Hempel, 2001; Rutrecht & Brown, 2008) y de Apis mellifera (Plischuk et al., 2011) 7. Virus de Realeras Negras (BQCV) (Bailey & Woods, 1974). Dicistroviridae. Causa el ennegrecimiento de las celdillas reales selladas con prepupas muertas en su interior (COLOSS). También afecta a las pupas de las obreras, pero en este caso es asintomático (Antúnez et al., 2012). Según algunos estudios previos, este virus podría estar íntimamente relacionado con la presencia de N. apis (Bailey et al., 1983; Tentcheva et al., 2004, Higes et al., 2007a). 8. Virus de Alas Deformadas (DWV) (Bailey et al., 1979). Familia Iflaviriadae. Suele registrar elevadas prevalencias tanto en abejas como en los ácaros de 7 Varroa. Responsable de las deformidades de las alas y un acortamiento del abdomen cuando la infección se produce durante la fase de desarrollo de la pupa de ojos blancos (Tentcheva et al., 2004). Normalmente asociado a aquellas colmenas con una gran infestación de V. destructor (Nordström et al., 1999, Antúnez et al., 2012), puesto que en ausencia del ácaro, el virus se mantiene con muy bajas prevalencias (De Miranda et al., 2010). 9. Lake Sinai Virus (LSV) (Runckel et al., 2011). Familia Secoviridae. Se ha sugerido que este complejo vírico puede desempeñar un papel importante en la salud de las abejas (Runckel et al., 2011; Cepero et al., 2014). Así pues, los principales objetivos del presente trabajo son: - Analizar las muestras de abejas adultas procedentes del Programa de Vigilancia Piloto recogidos durante los años 2013 y 2014 en Castilla – La Mancha, para poder determinar la prevalencia real de los principales agentes patógenos. - Estudiar las posibles relaciones existentes entre dichos agentes, así como aquellos factores que puedan favorecer su acción y su presencia. - Contribuir a la elaboración de la base de datos del programa EPILOBEE para la salud de las abejas. MATERIAL Y MÉTODOS Para los estudios de esta naturaleza se requiere un elevado número de muestras, además de una alta representatividad, lo que determina el que para su obtención se utilice un riguroso protocolo estandarizado, garantizando su adecuada recepción para el estudio y que se explica a continuación. Las muestras fueron recolectadas por apicultores seleccionados al efecto, siempre bajo la supervisión de veterinarios responsables de cada explotación. De este modo, el presente trabajo comenzó en el Laboratorio de Patología Apícola Centro Apícola Regional de Castilla-La Mancha (IRIAF) con el análisis de las muestras que habían sido recolectadas durante el 2013 y 2014 en esta Comunidad Autónoma, y que habían sido conservadas en las condiciones adecuadas para su posterior análisis en el citado laboratorio. 8 1. TAMAÑO MUESTRAL Y SELECCIÓN DE LAS COLONIAS En mayo de 2014, el censo de colmenas (REGA1) en nuestro país ascendía a un total de 2.576.138, distribuidas en 25.898 explotaciones repartidas por toda España, valor similar al registrado para 2013. Por otro lado, el número de colmenares muestreados debería permitir detectar una prevalencia de los distintos agentes patógenos de, al menos, un 15% (prevalencia asumible para un patógeno emergente, además de ser propia de microsporidios endémicos de insectos), con un error del 5%, en una población total de 100.000 colmenares. Como resultado, se estimó que el número de explotaciones a muestrear en todo el país debía ser de 203, con una distribución proporcional en cada Comunidad Autónoma, según el número de colmenares que posea que posea (Tabla 1). COMUNIDAD AUTÓNOMA COLMENAS NºEXPLOTACIONES NºCOLMENARES A MUESTREAR Andalucía 584.570 4.074 44 Aragón 106.350 1.352 10 Principado de Asturias 34.715 1.459 2 Baleares 10.043 530 0 Canarias 32.342 1.305 2 Cantabria 10.627 264 0 Castilla La Mancha 161.754 1.835 14 Castilla y León 380.698 4.170 32 Cataluña 100.882 1.505 8 Extremadura 514.535 1.140 36 Galicia 105.403 3.334 8 Madrid 9.655 253 0 Región de Murcia 93.484 486 8 Comunidad F. Navarra 12.720 465 2 País Vasco 25.976 1.518 3 La Rioja 17.883 276 2 374.501 1.932 32 2.576.138 25.898 203 Comunidad Valenciana TOTAL ESPAÑA Tabla 1. Relación del número de colmenas y explotaciones por Comunidad Autónoma, así como el número de colmenares seleccionados proporcionalmente en cada una de las mismas. Fuente: MAGRAMA. Asimismo, el número de colmenas muestreadas por colmenar viene determinado por el número de colmenas que tenga cada apiario seleccionado para participar en el estudio (Tabla 2), con un máximo de 13 colmenas para aquellos 1 Registro General de Explotaciones Ganaderas 9 colmenares que sobrepasen las 61 y todas para aquellos que cuenten con menos de 8 colmenas. CENSO COLMENAS ≤8 MUESTRA todas 9-10 8 11-20 10 21-30 11 31-60 12 >61 13 Tabla 2. Número de colmenas a muestrear a proporción del tamaño del colmenar. Fuente: MAGRAMA. Por lo tanto, para hacer la selección de las colmenas participantes en el estudio se requirieron de dos etapas: selección de colmenares y selección de las colmenas dentro de los mismos. Los colmenares que participaron en el estudio se seleccionaron desde la Conserjería de Agricultura de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, siguiendo las directrices marcadas por la Dirección General de Ganadería del MAGRAMA de forma aleatoria2, teniendo en cuenta la distribución de las explotaciones en cada provincia. La selección de las colmenas a muestrear también se llevó a cabo aleatoriamente por los veterinarios responsables de los colmenares seleccionados. Cada colmena se identificó adecuadamente 3 y se realizó un seguimiento de los colmenares participantes objeto de trashumancia4. Así pues, en Castilla La Mancha, se visitaron un total de 13 apiarios en el año 2013 y 10 en el año 2014, resultando un total de 274 colmenas muestreadas (Tabla 3). 2013 2014 Albacete 4 COLMENAS MUESTREADAS 52 4 COLMENAS MUESTREADAS 52 Ciudad Real 0 0 2 22 Toledo 2 24 4 49 Cuenca 5 50 0 0 Guadalajara 2 25 0 0 TOTAL CLM 13 151 10 123 EXPLOTACIONES EXPLOTACIONES Tabla 3. Relación entre las explotaciones seleccionadas por provincia y las colmenas muestreadas en cada explotación durante los años 2013-2014 en Castilla La Mancha. 2 2/3 de los colmenares se seleccionaron al azar, el 1/3 restante se seleccionó al azar de entre aquellos colmenares que participaron en el programa previo. 3 Real Decreto 209/2002 4 Artículo 11 del Real Decreto 209/2002. 10 2. PROCEDIMIENTO DE MUESTREO Por otro lado, el muestreo implicaba tres visitas a cada colmenar seleccionado. Dada la diversidad climatológica del país, cada visita a todos los colmenares (1ª, 2ª y 3ª) se llevó a cabo en un intervalo máximo de 30 días. Cada visita exige cumplimentar un formulario de inspección diferente de acuerdo al número de visita del que se tratara, identificando cada colmena y colmenar mediante un código específico. El trabajo de recogida de información en dicho formulario (prácticas apícolas, condiciones del colmenar, observaciones clínicas, etc.), así como la recolección las muestras biológicas, fue realizado por los veterinarios responsables de cada explotación, que prestaron especial atención a cualquier signo de enfermedad, intoxicación o presencia de ácaros similares a las enfermedades exóticas. La primera visita supuso como toma de contacto con las condiciones iniciales de la colonia, y se realizó a finales de otoño - principios del invierno, según las condiciones climatológicas de cada CCAA. Se contabilizó el número de colonias vivas y sanas, y se llevó a cabo una revisión para detectar posibles síntomas causados por V. destructor y Nosema spp., además de otros patógenos. En la segunda visita (final del invierno – comienzo de la primavera) se valoraba la mortalidad invernal, tomando datos de las condiciones de cada colmena seleccionada (número de colonias muertas o débiles, incrementos/detrimentos no causados por enfermedades y otros cambios). Por último, la tercera visita servía para valorar la mortalidad producida durante la estación de cosecha de miel (finales de primavera – principios de verano), recolectándose datos sobre el estado de las colmenas, de la misma forma en la que se hizo en la segunda visita. Al cabo de un mes, el apicultor debía facilitar un informe sobre el estado de los colmenares seleccionados. Las muestras recolectadas para el análisis de V. destructor, aproximadamente 300 obreras vivas, se tomaron (solo en la primera visita) sobre cría no operculada, es decir, aquellas celdillas con huevos o larvas que las abejas de interior aún no han cubierto con cera. Sin embargo, para el análisis de las especies de Nosema se recogieron 60 abejas adultas de la periferia. Esta diferencia en la recogida de muestras se debe a que, en la periferia de la colmena abundan las abejas de más edad, además de una gran parte de las pecoreadoras que regresan, dos grupos que suelen estar más parasitados. Para ambas muestras se utilizaron envases (cajas de cartón con pegatinas verdes) que evitaran el aplastamiento de las abejas. 11 Se conservaron en frío para impedir su descomposición hasta el momento del análisis, o bien se trasladaron vivas al laboratorio. Cuando las colonias presentaban anomalías visibles (signos clínicos o comportamientos anormales), se recolectaron asimismo unas 30 abejas, preferentemente vivas, introduciéndolas en envases de 50 ml y conservadas de igual modo en frío. También se recolectaron muestras de cría, miel y polen para diversos análisis que no se incluyeron en el presente estudio. Las muestras recolectadas se sometieron a dos tipos de pruebas: - Análisis sistemáticos en muestras sistemáticas en los laboratorios de las CCAA y el Laboratorio Central Veterinario de Algete. Examen, detección y cuantificación de V. destructor (OIE, 2008). Se aprovechó, asimismo, para buscar la presencia del escarabajo Aethina tumida Murray 1867, y del ácaro Tropilaelaps spp. También se tuvo que examinar una muestra de cada colonia procedente de colmenares participantes en el programa 2012-2014 para la detección de Nosema spp. - Análisis en muestras sintomáticas (LCV Algete y MAGRAMA). En aquellas colmenas que presentaran síntomas de enfermedad o intoxicación a lo largo de las tres visitas. 3. PROCESADO Y ANÁLISIS DE LAS MUESTRAS Durante el periodo de recolección de muestras incluido en el Programa de Vigilancia Piloto (2013 - 2014), un total de 274 muestras (>300 abejas adultas/muestra) de colmenas procedentes de los 23 apiarios seleccionados llegaron (congeladas o vivas) al Centro Apícola Regional para su posterior análisis (Tabla 3). A su llegada al CAR, a cada muestra se le asignó un código identificativo. Fue necesario mantener las abejas en las condiciones adecuadas de conservación en congelación a -80ºC y estandarizadas a nivel europeo 5. Una vez divididas e identificadas las submuestras (adultas, cría, polen, cera y miel), se procedió al procesado de las mismas, en el caso del presente estudio, únicamente las abejas adultas. Análisis de Varroa destructor A la hora de determinar la presencia del ácaro V. destructor se siguieron las directrices del EURL para el programa EPILOBEE 6 . Antes del análisis, se determinó el número de abejas de cada muestra, normalmente en torno a 300 5 6 Laboratorio de Referencia Europea para la salud de las abejas (EURL) Adaptación de los métodos del OIE (2008) 12 abejas adultas, en su mayor parte obreras (salvo algunas excepciones en las que se recolectaron zánganos y reinas, lo cual quedó reflejado en el libro de registros del CAR con el objetivo de llevar un control sobre qué contenía cada muestra), para poder obtener un porcentaje de parasitación7. Posteriormente, se realizó una inspección en busca de alteraciones en la morfología y síntomas patognomónicos de la parasitación por este ácaro (abdomen y alas deformadas, etc.), después de lo cual se llevó a cabo un análisis macroscópico para detectar la presencia de V. destructor. Los ácaros encontrados en cada muestra fueron recolectados en tubos Eppendorf (1.5 mL) debidamente etiquetados. Extracción de DNA y RNA 120 abejas de cada muestra fueron seleccionadas e introducidas en bolsas estériles (BA6040 strainer bags) para su macerado con 18 ml de buffer AL 50% (Antúnez et al., 2012; Cepero et al., 2014) con un Stomacher 80 Biomaster (Seward). El macerado obtenido se depositaba en tubos Falcon de 50 ml para, a continuación, ser centrifugados en una centrífuga durante 10 minutos a 3000 rpm, de donde se obtenían dos fases: sedimento, que se utilizó para la posterior extracción de DNA, y sobrenadante, para la extracción de RNA. Hasta el momento de la extracción, todo el material se conservará a -80ºC. El sedimento obtenido según el proceso anterior fue utilizado, como se ha indicado, para la posterior extracción del DNA. Para ello, una vez retirado el sobrenadante de cada tubo, se añadieron 3 mL de H2O miliQ al sedimento para resuspenderlo. A continuación, utilizando una pipeta Pasteur estéril, se transfirieron 400 μL de la suspensión a una placa (Collection Microtube Racked, Qiagen) de 96 pocillos con perlas de vidrio (2 mm diámetro, Sigma) siendo posteriormente agitado en un TissueLyser (Qiagen) durante 6 minutos a 30 Hz para romper los exoesqueletos de las abejas, las paredes de las esporas y los tejidos de abeja, consiguiendo de esta manera, una posterior extracción de DNA más eficiente. De este modo, en cada pocillo se consigue un macerado de la muestra recogida en cada colmena. Una vez que se sometió la muestra a este procesado mecánico, se pipetearon 150 μL de cada macerado obtenido en cada uno de los pocillos en una placa Deepwell (Eppendorf), junto con 30 μL de buffer ATL (Quiagen) y 20 μL de Proteinasa K (Quiagen) para su incubación a 56ºC una noche, almacenando el excedente para futuros análisis (Martín7 (nº V. destructor*100)/nº abejas de la muestra 13 Hernández et al., 2012). A continuación, con el robot BioSprint (Quiagen) se realizó la extracción del DNA usando el protocolo BS96 DNA Tissue, después de lo cual se conserva la placa a -20ºC. Los tres últimos pocillos de la placa se dejan vacíos para incluir los controles de PCR (un positivo y dos negativos), además de ir incluyendo un control negativo de extracción y PCR (macerado del buffer AL utilizado) cada 20 pocillos. Para la extracción del RNA se tomaron 400 μL de sobrenadante de cada muestra, que fue depositado en los pocillos de las placas 96-well microtitre con 20 μL de Proteasa (Quiagen) y posteriormente incubado durante 15 minutos a 70ªC, almacenando el excedente. Añadimos la Master Mix (200 μL de Isopropanol, 30 μL de Magthect Susp. G) y se extrajo con un BioSprint (Quiagen). A continuación, para eliminar los restos de DNA, añadiremos DNase I (Quiagen). PCR, RT- PCR y qRT- PCR (Figuras y Tablas: Anexo I) Una vez extraídos los ácidos nucleicos, y mediante la técnica de la PCR, se procedió a la detección de los principales patógenos involucrados en la mortalidad de las abejas. En concreto, se investigó la presencia de especies de Acarapis según la técnica descrita por Cepero et al. (2014), los microsporidios N. apis y N. ceranae según la técnica descrita por Martín Hernández et al. (2012), tripanosomátidos y neogregarinos tal y como describen Meeus et al. (2010). Mediante la técnica de RT-PCR se detectó la presencia del complejo Lake Sinai Virus (LSV) según la técnica descrita por Ravoet et al. (2013); los Virus de Alas Deformadas (DWV) y de las Realeras Negras (BQCV) se analizaron según la técnica descrita por Chantawannakul et al., (2006) mediante qRT-PCR. En el caso concreto de los tripanosomátidos y neogregarinos, en lugar de realizar una PCR doble, como se indica en Meeus et al., (2010) se realizaron sendas PCRs simples para cada organismo, puesto que los resultados obtenidos no eran repetibles (Higes 2015, com. pers.). Secuenciación de tripanosomátidos A fin de esclarecer cual era el tripanosomátido más prevalente en las muestras obtenidas (C. mellificae, L. passim u otros no descritos hasta el momento), se seleccionaron un total de 15 muestras (tres por provincia, utilizando positivos de ambos años) que hubieran dado resultados positivos por 14 el método descrito por Meeus et al. (2010). Sobre los productos de PCR de las muestras seleccionadas se llevó a cabo un procedimiento de purificación de las muestras con un QIAquick PCR purification kit (Qiagen) como se describe en Gómez-Moracho et al., (2015), y se secuenciaron en el Parque Científico de Madrid (España) en un secuenciador automático ABI3730XL usando Big Dye (Applied Biosystems, Foster City, CA, USA). 4. ANÁLISIS ESTADÍSTICO El programa estadístico empleado para todos los análisis fue el SPSS 23 (Centro de Estadística del CSIC, Madrid). Para observar la correlación entre los diferentes agentes nosógenos se realizó un estudio de dependencia de respuesta con χ2, resuelto con un Test de Pruebas exactas de Fisher. Además, se determinó si las prevalencias de dichos agentes cambiaron en los dos años de duración del estudio, así como al considerar ambos años en conjunto, para lo que se llevó a cabo un análisis descriptivo por años de la prevalencia de cada elemento para el total de colmenas y colmenares, usando Pruebas de Significación. RESULTADOS En el presente trabajo se muestran las prevalencias medias de los principales patógenos que podrían afectar a las colonias de abejas melíferas en Castilla- La Mancha. De los diez agentes patógenos que se incluyeron en este estudio para su detección, únicamente dos (A. woodi y LSV) no se detectaron en ninguna de las muestras analizadas. En el año 2013, el patógeno más prevalente fue N. ceranae con un 39.7%, muy por encima a la del otro microsporidio, N. apis, que registró una prevalencia media de un 15.2%. Los tripanosomátidos fueron el segundo patógeno más prevalente (27.2%), mientras que V. destructor se detectó solamente en un 11.9% de las muestras analizadas. Se detectó una menor prevalencia de A. bombi (4.3%), mientras que A. woodi no se detectó en ninguna de las muestras. En cuanto a los virus, destacó el BQCV, con una prevalencia del 23.8%, seguido por DWV con un 11.9% de prevalencia). Por el contrario, el LSV no fue detectado en ningún caso. Asimismo, en 2014, N. ceranae siguió siendo el patógeno más prevalente, aunque aumentó notablemente su prevalencia en las muestras analizadas hasta alcanzar el 64.2%. Sin embargo, en el caso de N. apis, su prevalencia disminuyó hasta el 1.6%. También aumentaron las prevalencias de tripanosomátidos y V. destructor, con un 15 40.7% y un 33.3%, respectivamente. Por el contrario, los casos de A. bombi no fue detectado en ninguna de las muestras analizadas, al igual que A. woodi. Respecto a los virus, el DWV aumentó su prevalencia a un 29.3%, al contrario que el BQCV, cuya prevalencia descendió hasta el 21.1%. El LSV no fue detectado en ninguna de las muestras incluidas en el estudio. Todos estos datos están reflejados en la Figura 1. 70 64,2 60 50 40,7 39,7 40 % 33,3 20 10 29,3 27,2 30 11,9 23,8 21,1 15,2 1,6 2013 11,9 4,3 0 0 0 2014 0 0 0 AGENTE PATÓGENO Figura 1. Análisis descriptivo por años de las prevalencias medias de cada patógeno. Analizando ambos años en conjunto, el patógeno más prevalente fue N. ceranae, con una prevalencia media del 50.7%, registrándose en Ciudad Real la máxima prevalencia (77.3%) y en Cuenca la más baja (36.0%). En segundo lugar, en cuanto a prevalencia, están los tripanosomátidos (33.2%), destacando su presencia en apiarios de Albacete (47.1%), mientras que en la provincia de Guadalajara registró su valor más bajo (12.0%). V. destructor ocupa el tercer puesto con una prevalencia de un 21.5%. La mayor prevalencia encontrada para este patógeno fue de un 50.0% en Ciudad Real, mientras que la más baja se sitúa en Cuenca (10.0%), con un porcentaje de parasitación medio de un 0.6% y únicamente dos muestras con una parasitación elevada (>15.0%). Los neogregarinos analizados (A. bombi) únicamente se detectaron en la provincia de Cuenca (14.0%), pero en distintos colmenares. Por su parte, N. apis solo fue detectado en 4 de las 5 provincias, con una prevalencia media de un 9.1%, con su máximo registrado en Guadalajara (28.0%). Respecto a los virus, solo BQCV y DWV fueron detectados en las muestras analizadas, como se ha dicho anteriormente. La prevalencia media de BQCV fue de un 22.6%, detectándose en mayor medida en Cuenca (46.0%) y en menor cantidad en Ciudad Real (9.1), mientras que para DWV encontramos una prevalencia media de 16 19.7%, con el máximo registrado en la provincia de Ciudad Real (22.7) y el mínimo en Guadalajara (16.0%). Se ha incluido una tabla resumen de las prevalencias totales y desglosadas por provincias de estos patógenos estudiados en el apartado Figuras y Tablas (Anexo II). En cuanto a las relaciones entre patógenos, se ha observado que en aquellas colonias con V. destructor la presencia de DWV fue significativamente mayor (χ2, p<0.05). Con el microsporidio N. ceranae no se observó correlación alguna con la presencia de V. destructor, pero al estudiar ambos años por separado, se ve que en el año 2014 hay cierta dependencia, aunque no llega a ser significativa (p=0.074). Si que se observó correlación entre N. ceranae y BQCV (p=0.031), así como cierta asociación (p=0.093) con N. apis, que al estudiar los dos años por separado, se vuelve significativa para el año 2013 (p=0.01). Sin embargo, la presencia de N. ceranae no está significativamente asociada con la presencia de Tripanosomátidos (p=0.755). En el caso de A. bombi., se observa una correlación con la presencia de DWV (p=0.037) en el año 2013, mientras que en el 2014 no se detectó dicho neogregarino en ninguna de las muestras analizadas. Los resultados obtenidos de la secuenciación de los productos de PCR de las muestras de tripanosomátidos seleccionados, evidenciaron una predominancia de la especie de L. passim (73.33%) frente a la especie con C. mellificae (20%). Una muestra positiva a tripanosomátidos no permitió su identificación específica (secuencia dudosa que no se correspondía claramente con ninguna especie). Es destacable que este resultado supone la primera detección de L. passim en Castilla-La Mancha. PROVINCIA ALBACETE TOLEDO GUADALAJARA CUENCA CIUDAD REAL ADSG APÍCOLA DE TOLEDO MUESTRA PA14-0004 PA14-0015 PA14-0067 PA14-0044 PA14-0058 PA14-0063 PA14-0101 PA14-0104 PA140114 PA14-0118 PA14-0121 PA14-0906 PA14-0923 PA14-0925 PA14-0233 ORGANISMO L. passim C. mellificae L. passim C. mellificae L. passim NO DETERMINADO C. mellificae L. passim L. passim L. passim L. passim L. passim L. passim L. passim L. passim Tabla 4. Resultados obtenidos de la secuenciación de muestras de tripanosomátidos 17 DISCUSIÓN N. ceranae continúa siendo el agente nosógeno más prevalente en la zona de estudio, como ya ha sido reportado en anteriores trabajos (Higes et al., 2009a; MartínHernández et al., 2012), con una prevalencia media de un 50.7%, presentando siempre prevalencias superiores al 35.0% en todas las provincias. Sin embargo, esto no es algo exclusivo de nuestro país, sino que coincide con lo registrado en otras zonas geográficas (Giersch et al., 2009; Runckel et al., 2011; Li et al., 2012; Martínez et al., 2012; Morimoto et al., 2013; Yang et al., 2013). Desde su detección en Apis mellifera por primera vez en Europa (Higes et al., 2006) este patógeno ha provocado una gran controversia acerca de su papel en las pérdidas de las colonias de abejas (Higes et al., 2013). Sin embargo, actualmente se considera un patógeno emergente que ha experimentado una expansión poblacional reciente desde su área geográfica de origen, en Oriente (Botías et al., 2012ª; Gómez-Moracho et al., 2015), siendo capaz de infectar, además de a las abejas melíferas, a otras especies de polinizadores como abejorros y abejas solitarias (Chen et al., 2008; Plischuk et al., 2009; Ravoet et al., 2014). Todo ello confirma la gran capacidad de este agente para dispersarse por todo el mundo (Martín-Hernández et al., 2007; Higes et al., 2010). Además, su presencia puede favorecer la aparición de otras enfermedades oportunistas, así como trastornos en el comportamiento de las abejas, alteraciones en la cría y pérdidas en la producción de miel y polen (Botías et al., 2012b). Anteriormente a su detección, se consideraba que la única especie de microsporidio capaz de parasitar a las abejas melífera era N. apis (Higes et al., 2010), normalmente asociado a un cuadro clínico característico y con una estacionalidad determinada (bajo nivel de infección en verano, un pequeño pico en otoño y un gran pico en primavera) (Bailey, 1955). Sin embargo, actualmente el microsporidio mayoritariamente detectado en las abejas es N. ceranae (Higes et al., 2013), que provoca una enfermedad bien diferenciada a la producida por N. apis y que se denomina nosemosis tipo C (Higes et al., 2010). La gran prevalencia de N. ceranae, muy superior a la detectada para N. apis, ha llevado a plantear la hipótesis de un posible reemplazo de N. apis por parte de N. ceranae en las colonias de abejas. Sin embargo, los resultados muestran que la situación de N. apis en nuestro país es endémica, mientras que N. ceranae presenta un patrón más propio de una epidemia, y una rápida expansión como resultado de un mayor potencial biótico y del salto a un nuevo hospedador, de A. cerana a A. mellifera (Martín-Hernández et al., 2012). 18 Ya que la detección de N. ceranae como patógeno de A. mellifera es relativamente reciente (Higes et al., 2006), aun quedan por resolver algunos interrogantes acerca de su patología. Este microsporidio se multiplica en A. mellifera del mismo modo que lo hace N. apis, aunque puede invadir los tejidos, llegando a limitar la capacidad de recuperación del epitelio al afectar también a las células de regeneración. Sin embargo, esto no se había detectado en la abeja asiática, produciéndose un mecanismo de autolimitación, determinando una menor diseminación del parásito en A. cerana (Fries et al., 2006). Las lesiones celulares producidas por ambos microsporidios son similares, aunque aparecen ciertas diferencias (presencia de lisosomas en el citoplasma, rotura de las membranas celulares) (Liu, T.P., 1984; Higes et al., 2007). Asimismo, se ha sugerido una posible capacidad para infectar otros tejidos además del epitelio ventricular (Chen et al., 2009). Todo ello contribuye a la alta patogenicidad de N. ceranae para su nuevo hospedador, induciendo en él una mayor mortalidad de la que provoca N. apis, tal y como ha sido reportado por anteriores estudios (Higes et al., 2007b; Paxton et al., 2007). También se ha descrito que la infección por N. ceranae afecta a la capacidad de vuelo de las abejas, de modo que la tasa de abejas que retornan a la colmena tras pecorear disminuye (Higes et al., 2008; Wolf et al., 2014). Además, se han reportado otras alteraciones respecto al comportamiento que podrían estar relacionadas con el estrés energético debido a la infección por N. ceranae (Martín-Hernández et al., 2011), con consecuencias como una mayor apetencia por el alimento y una menor capacidad reguladora (Campbell et al., 2010). También provoca inmunosupresión (Antúnez et al., 2009), aumentando el riesgo de sufrir infecciones oportunistas causadas por virus. Lesiones similares han sido descritas, asimismo, en abejas reinas, acompañadas de cambios hormonales que podrían alterar la salud de éstas, y, consecuentemente, de la colonia (Higes et al., 2009b). En un sistema social organizado como es una colonia de abejas, cualquier efecto que se produzca a nivel individual puede perturbar su equilibrio (Higes et al., 2013). Así pues, la supervivencia de la colonia depende, de un modo u otro, de la vida de las obreras, que puede verse afectada por la infección causada por N. ceranae, reduciendo en gran medida la población de abejas adultas (Higes et al., 2007b; Paxton et al., 2007; Botías et al., 2010). Este debilitamiento de la colonia podría deberse a que muchas de las abejas infectadas no consiguen volver a la colmena, disminuyendo la población de pecoreadoras (Higes et al., 2008). De este modo, y para mantener el 19 equilibrio de la colonia, las abejas jóvenes comienzan a pecorear antes de lo debido (Amdam & Omholt, 2003; Perry et al., 2015), modificando, así, todo el sistema de trabajo de la colonia. Consecuentemente, las actividades internas de la colmena (cuidado de la cría, higiene, termorregulación, etc) pueden verse afectadas, incrementando el riesgo de desarrollar enfermedades de la cría (Hedtke et al., 2011). Una vez que la colonia no puede mantener la tasa de reemplazo de abejas adultas, la colonia colapsa rápidamente (Higes et al., 2008; Botías et al., 2010). Todos estos factores nos llevan a concluir que N. ceranae constituye, a día de hoy, un problema sanitario apícola grave, pues tiene capacidad para colapsar una colonia de abejas, infectando a las mismas de forma individual con consecuencias colectivas (Paxton et al., 2007; Higes et al., 2008; Martín-Hernández et al., 2009). La prevalencia media de N. apis fue de un 9.1%, con una notable diferencia entre los años 2013 (15.2%) y 2014 (1.6%). Sin embargo, para N. ceranae esta prevalencia de pasó de un 39.7% en 2013 a 64.2% en 2014. Esto puede deberse a que el año 2013 tuvo una temperatura media de 14.97ºC, constituyendo el año menos cálido desde 1997, además de una precipitación media (715 mm), por encima de lo común (AEMET), condiciones que a priori son más favorables para la multiplicación de N. apis. Por el contrario, el año 2014 fue extremadamente cálido, con una temperatura media de 15.96ºC, y ligeramente más húmedo de lo habitual (680 mm) (AEMET), condiciones que pudieron resultar más apropiadas para el desarrollo de N. ceranae pudo alcanzar unas condiciones óptimas. Sin embargo, a pesar de que la climatología es un factor importante que podría influir en estas diferencias, no hay que menospreciar el papel que juegan la altitud, que afecta de forma directa a la vegetación, y las prácticas apícolas, como la trashumancia o el tipo de colmena utilizado (Higes et al., 2013). Como se ha mencionado, también se analizó las relaciones entre ambos microsporidios, resultando únicamente significativa en el año 2013. Esta relación no es novedosa, puesto que ambos microsporidios están muy relacionados y pueden coinfectar a un mismo huésped (Runckel et al., 2011; Martín-Hernández et al., 2012; Ravoet et al., 2013). Esta correlación positiva probablemente se deba a la mayor prevalencia de N. apis durante el año 2013. Un antecedente de lo sucedido con N. ceranae es el caso de V. destructor, que también se trata de un patógeno original de la abeja asiática, A. cerana, que dio el salto a un nuevo hospedador y pasó a expandirse mundialmente. Este ácaro es uno de los principales sospechosos para participar en el Síndrome de Despoblamiento 20 (Rosenkranz et al., 2010; Dainat et al., 2012: Francis et al., 2013). Sin embargo, en la abeja asiática no constituye un verdadero problema, ya que, como resultado de la selección natural, estas abejas han podido desarrollar mecanismos que las hacen tolerantes al ácaro (Peng et al., 1987). Sin embargo, este “trade-off” entre parásito y hospedador no ocurre con la nueva especie hospedadora, A. mellifera, lo que ha determinado su expansión a lo largo de todo el planeta, además de una mayor mortalidad que en la especie hospedadora inicial (Oldroyd, 1999). En nuestro estudio, la prevalencia media fue de un 21.5% y el porcentaje de parasitación medio fue de un 0.6%, detectándose ácaros en todas las provincias, con un notable aumento de los casos positivos del año 2013 (11.9%) al 2014 (33.3%). A pesar de la legislación vigente para el control de la varroasis8 (Piotrowski,1982; Boecking & Genersch, 2008) que regula la aplicación de tratamientos para el control de dicho ácaro durante el periodo otoñal, no siempre se aplican los tratamientos de la manera adecuada por parte del apicultor, hecho que podría determinar los resultados obtenidos. Este ácaro tiene una gran acción patógena, pues afecta tanto a las abejas adultas como a la cría. La pérdida de hemolinfa durante el desarrollo ontogénico es crucial, pudiendo disminuir la esperanza de vida o inducir cambios en el desarrollo de algunos órganos y en el comportamiento (De Jong et al., 1982; Schneider & Drescher, 1987; Amdam et al., 2004; Le Conte et al., 2010; Dainat et al., 2012) al igual que ocurre con la pérdida de peso en la abeja adulta (De Jong et al., 1982; Rosenkranz et al., 2010). Además, actúa como un eficiente vector de multitud de virus (Ball, 1983), tales como DWV (Bowen-Walker et al., 1999; Boecking & Genersch, 2008; De Miranda & Genersch, 2010), KBV (Chen et al., 2004; Shen et al., 2005a), SBV (Shen et al., 2005b), ABPV (Ball, 1983), e IAPV (Di Prisco et al., 2011). Al considerar los dos años en común, obtenemos que la presencia de V. destructor está relacionada de forma significativa con la de DWV (p=0.009), de acuerdo a los resultados obtenidos en estudios anteriores (Nordström et al., 1999; Tentcheva et al., 2004; Antúnez et al., 2012; Dainat et al., 2012; Francis et al., 2013Cepero et al., 2014). Sin embargo, al analizar cada uno de los años de forma independiente, esta correlación se pierde. En cuanto a los tripanosomátidos, se produjo un aumento en la detección de positivos a lo largo del periodo de estudio, pues en 2013 se registraron un 27.2% de los positivos, mientras que en el 2014 la cifra ascendió al 40.7%. A pesar de que se sabe que los tripanosomátidos causan un impacto importante sobre los abejorros 8 RD608/2006 21 (Brown et al., 2000), su papel en la pérdida de colonias de abejas melíferas está aún por determinar, pues no se han registrado diferencias entre la mortalidad de abejas infectadas y no infectadas (Landridge & McGhee, 1967; Cox-Foster et al., 2007; vanEngelsdorp et al., 2009; Runckel et al., 2011). Sin embargo, otros estudios más actuales afirman que C. mellificae se trata de un nuevo patógeno que contribuye a aumentar la mortalidad (Ravoet et al., 2013). Al igual que ocurrió con N. apis, los tripanosomátidos encontrados en las abejas se atribuían por defecto a C. mellificae. Sin embargo, recientes estudios han logrado diferenciar un nuevo taxón y una nueva especie, Lotmaria passim (Cepero et al, 2014; Ravoet et al., 2015; Schwarz et al., 2015), que predominaría a nivel global en lugar de C. mellificae (Schwarz et al., 2015), coincidiendo así con los resultados aquí obtenidos. Para el neogregarino A. bombi, las prevalencias registradas en los dos años también variaron, pues mientras que en el año 2013 se registró en un 4.3% de los casos, en el 2014 no se halló ninguna muestra positiva. Estas bajas prevalencias corresponden con lo reportado por estudios previos (Plischuk et al., 2011) debido a su detección reciente en abejas (Cepero et al, 2014), aunque también se han publicado trabajos en los que las prevalencias registradas son mayores (Ravoet et al., 2013). Se ha encontrado una correlación positiva entre la presencia de dicho agente patógeno con DWV (p=0.037). A pesar de que el ácaro traqueal A. woodi puede agravar de manera considerable la mortalidad de las abejas, no está considerado como un verdadero problema en nuestro país (Chauzat et al., 2013). Así pues, la ausencia de muestras positivas para el A. woodi entra dentro de la normalidad para este patógeno en nuestro país (Higes et al., 2010b), pese a que se han reportado trabajos con prevalencias superiores a las que cabría esperar (Garrido-Bailón, 2012). En cuanto a los virus, como ya se ha comentado, únicamente hemos obtenido muestras positivas para dos de ellos (BQCV y DVW), mientras que en el análisis del LSV no se halló ninguna muestra positiva. El más prevalente es BQCV, que registra una disminución en cuanto a prevalencias relativas entre el 2013 (23.8%) y el 2014 (21.1%); al contrario que DWV, que aumenta notablemente su prevalencia de un año a otro (11.9% en 2013, 29.3% en 2014). Así pues, los virus más prevalentes en la región de Castilla- La Mancha durante el 2013 y el 2014 fueron BQCV y DWV, datos que coinciden con los resultados de prevalencias obtenidos por anteriores trabajos (Chen & Siede, 2007; Antúnez et al., 2012; Ravoet et al., 2013). 22 Además de la correlación hallada entre V. destructor y DWV, también se ha encontrado dependencia entre N. ceranae y BQCV al considerar ambos años en conjunto (p=0.009) y, al analizar cada año por separado, en el 2013 (p=0.032). Esta correlación puede deberse a que el microsporidio cause una mayor susceptibilidad al tracto digestivo de ser infectado por el virus (Chen & Siede, 2007). La asociación entre N. ceranae y BQCV coincide con lo reportado por otros autores en trabajos previos recientes (Dainat et al., 2012). CONCLUSIONES Los patógenos más prevalentes detectados en el área (Castilla-La Mancha) y el periodo de estudio (2013-2014) son N. ceranae, los tripanosomátidos (fundamentalmente L. passim), Black Queen Cell Virus (BQCV), V. destructor y Deformed Wing Virus (DWV), coincidiendo con los resultados previos obtenidos en nuestro país (Garrido-Bailón, 2012; Higes et al., 2009a; Martín-Hernández et al., 2012). Así pues, es sobre dichos patógenos sobre los que se deben centrar los esfuerzos para mantener en buenas condiciones la salud de las abejas melíferas, ya que estos agentes son los que, al menos en España y a más corto plazo, pueden causar un aumento de la mortalidad de las mismas. Sin embargo, no se debe descuidar el control del resto de factores que, de una forma u otra, contribuyen al fenómeno de Despoblamiento de las Colonias, pues subestimar sus efectos podría conllevar fatales consecuencias. Asimismo, son necesarios futuros estudios que permitan esclarecer que efectos causa cada factor en la salud de las abejas y los polinizadores en general, no solo con respecto a los patógenos, sino analizando también la repercusión que el clima, la pérdida de hábitat o los pesticidas puedan tener sobre la salud global de las abejas. 23 AGRADECIMIENTOS En primer lugar quiero agradecer a mis directores de este Proyecto de Final de Máster. Dr. Mariano Higes, por haberme dado la oportunidad de trabajar con él, por la ayuda y la paciencia, la confianza y por todo lo que he aprendido de él, no sólo sobre abejas, sino también sobre el mundo de la investigación y su manera de ver la vida del investigador. Dra. Concepción Ornosa Gallego, por facilitarme el contacto con el Centro Apícola, el buen trato y cercanía, también por sus consejos en la redacción del texto, además de por sus enseñanzas durante el Máster. A la Dr. Raquel Martín, por su tiempo y dedicación, las recomendaciones, por su ayuda, por estar ahí para aclarar cualquier duda que me pudiera surgir y por la confianza que ha tenido en mí. A la Dra. Laura Barrios por el análisis estadístico y su paciencia con los jóvenes investigadores. A todas aquellas instituciones que me han permitido realizar este trabajo, gracias. A todo el personal del CAR que desde el primer día me han tratado de la mejor manera posible. Especialmente al personal del Laboratorio de Patología Apícola: Virginia, Teresa, María Gajero, Mari Carmen, Carmen, Cristina, María Benito, Almudena, Javi, Jesús, Sole y todos aquellos con los que he compartido el día a día. Por vuestra infinita paciencia conmigo, vuestro compañerismo y amistad desde el primer día, por hacerlo todo mucho más fácil y por regalarme estos meses inolvidables, gracias de corazón. Este trabajo ha sido posible gracias a la financiación recibida en el proyecto de investigación INIA-RTA2013-00042-C10-06 y a la colaboración de las Asociaciones de Apicultores involucradas en el estudio, así como al personal de la Consejería de Agricultura de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha encargado de coordinar la toma de muestras. 24 BIBLIOGRAFÍA 1. Amdam, G. V., & Omholt, S. W. (2003). The hive bee to forager transition in honeybee colonies: the double repressor hypothesis. Journal of theoretical biology, 223(4), 451-464. 2. Amdam, G. V., Hartfelder, K., Norberg, K., Hagen, A., & Omholt, S. W. (2004). Altered physiology in worker honey bees (Hymenoptera: Apidae) infested with the mite Varroa destructor (Acari: Varroidae): a factor in colony loss during overwintering?. Journal of Economic Entomology, 97(3), 741-747. 3. Anderson, D. L., & Trueman, J. W. H. (2000). Varroa jacobsoni (Acari: Varroidae) is more than one species. Experimental & applied acarology, 24(3), 165-189. 4. Antúnez, K., Martín‐Hernández, R., Prieto, L., Meana, A., Zunino, P., & Higes, M. (2009). Immune suppression in the honey bee (Apis mellifera) following infection by Nosema ceranae (Microsporidia). Environmental microbiology,11(9), 2284-2290. 5. Antúnez, K., Anido, M., Garrido-Bailón, E., Botías, C., Zunino, P., MartínezSalvador, A., Martín-Hernández, R., & Higes, M. (2012). Low prevalence of honeybee viruses in Spain during 2006 and 2007. Research in veterinary science, 93(3), 1441-1445. 6. Bacandritsos, N., Granato, A., Budge, G., Papanastasiou, I., Roinioti, E., Caldon, M., Falcaro, C., Gallina, A., & Mutinelli, F. (2010). Sudden deaths and colony population decline in Greek honey bee colonies. Journal of Invertebrate Pathology, 105(3), 335-340. 7. Bailey, L. (1955). The epidemiology and control of Nosema disease of the honey-bee. Annals of Applied Biology, 43(3), 379-389. 8. Bailey, L., & Woods, R. D. (1974). Three previously undescribed viruses from the honey bee. Journal of General Virology, 25(2), 175-186. 9. Bailey, L., Carpenter, J. M., & Woods, R. D. (1979). Egypt bee virus and Australian isolates of Kashmir bee virus. Journal of General. Virology, 43(3), 641-647. 10. Bailey, L., Ball, B. V., & Perry, J. N. (1983). Association of viruses with two protozoal pathogens of the honey bee. Annals of Applied Biology, 103(1), 13-20. 11. Ball, B. V. (1983). The association of Varroa jacobsoni with virus diseases of honey bees. Experimental and Applied Acarology 19: 607–613. 12. Boecking, O., & Genersch, E. (2008). Varroosis–the ongoing crisis in bee keeping. Journal für Verbraucherschutz und Lebensmittelsicherheit, 3(2), 221-228. 13. Botías, C., Martín-Hernández, R., Meana, A., & Higes, M. (2010). Negative effects of Nosema infection in honey production and vitality of honey bee (Apis mellifera) colonies in Spain. EURBEE. In 4th European Conference of Apidilogy (Edited by Meral Kence) (pp. 7-9). 25 14. Botías, C., Anderson, D. L., Meana, A., Garrido-Bailón, E., Martín-Hernández, R., & Higes, M. (2012a). Further evidence of an oriental origin for Nosema ceranae (Microsporidia: Nosematidae). Journal of invertebrate pathology,110(1), 108-113. 15. Botías, C., Martín-Hernández, R., Garrido-Bailón, E., González-Porto, A., Martínez-Salvador, A., De La Rúa, P., Meana, A., & Higes, M. (2012b). The growing prevalence of Nosema ceranae in honey bees in Spain, an emerging problem for the last decade. Research in veterinary science, 93(1), 150-155. 16. Bowen-Walker, P. L., Martin, S. J., & Gunn, A. (1999): The transmission of deformed wing virus between honeybees (Apis mellifera L.) by the ectoparasitic mite Varroa jacobsoni Oud. Journal of Invertebrate Pathology, 73(1), 101-6. 17. Bradbear, N. (2009). Bees and their role in forest livelihoods: a guide to the services provided by bees and the sustainable harvesting, processing and marketing of their products. Non-wood Forest Products, (19). 18. Brown, M.J.F., Loosli, R. & Schmid-Hempel, P. (2000). Condition-dependent expression of virulence in a trypanosome infecting bumblebees. Oikos, 91, 421–427. 19. Campbell, J., Kessler, B., Mayack, C., & Naug, D. (2010). Behavioural fever in infected honeybees: parasitic manipulation or coincidental benefit?. Parasitology, 137(10), 1487-1491. 20. Cepero, A., Ravoet, J., Gómez-Moracho, T., Bernal, J. L., del Nozal, M. J., Bartolomé, C., Maside, X., Meana, A., González-Porto, A. V., De Graaf, D. C., Martín-Hernández, R., & Higes, M. (2014). Holistic screening of collapsing honey bee colonies in Spain: a case study. BMC research notes, 7(1), 649. 21. Cepero, A., Martín-Hernández, R., Prieto, L., Gómez-Moracho, T., MartínezSalvador, A., Bartolomé, C., Maside, X., Meana, A., & Higes, M. (2015). Is Acarapis woodi a single species? A new PCR protocol to evaluate its prevalence. Parasitology research, 114(2), 651-658. 22. Chantawannakul, P., Ward, L., Boonham, N., & Brown, M. (2006). A scientific note on the detection of honeybee viruses using real-time PCR (TaqMan) in Varroa mites collected from a Thai honeybee (Apis mellifera) apiary. Journal of invertebrate pathology, 91(1), 69-73. 23. Chauzat, M. P., Higes, M., Martín-Hernández, R., Meana, A., Cougoule, N., & Faucon, J. P. (2007). Presence of Nosema ceranae in French honey bee colonies. Journal of Apicultural Research, 46(2), 127-128. 24. Chauzat, M. P., Cauquil, L., Roy, L., Franco, S., Hendrikx, P., & Ribière-Chabert, M., (2013). Demographics of the European Apicultural Industry. PLoS One 8(11): e79018. doi:10.1371/journal.pone.0079018 25. Chauzat, P., Laurent, M., Riviere, M. P., Saugeon, C., Hendrikx, P., RibièreChabert, M., & Honeybee pathology unit. (2014). A Pan-European Epidemiological Study on Honey Bee Colony Losses 2012-2013. 26 26. Chen, Y.P., Pettis, J.S., Evans, J.D., Kramer, M., & Feldlaufer, M.F. (2004). Transmission of Kashmir bee virus by the ectoparasitic mite Varroa destructor. Apidologie 35: 441–448 27. Chen, Y. P., & Siede, R. (2007). Honey bee viruses. Advances in virus research, 70, 33-80. 28. Chen, Y., Evans, J. D., Smith, I. B., & Pettis, J. S. (2008). Nosema ceranae is a long-present and wide-spread microsporidian infection of the European honey bee (Apis mellifera) in the United States. Journal of invertebrate pathology, 97(2), 186-188. 29. Chen, Y., Evans, J. D., Zhou, L., Boncristiani, H., Kimura, K., Xiao, T., Litkoswski, A. M., & Pettis, J. S. (2009). Asymmetrical coexistence of Nosema ceranae and Nosema apis in honey bees. Journal of invertebrate pathology, 101(3), 204209. 30. Cox-Foster, D. L., Conlan, S., Holmes, E. C., Palacios, G., Evans, J. D., Moran, N. A., Quan, P. L., Briese, T., Hornig, M., Geiser, D. M., Martinson, V., vanEngelsdorp, D., Kalkstein, A. L., Drysdale, A., Hui, J., Zhai, J., Cui, L., Hutchison, S. K., Simons, J. F., Egholm, M., Pettis, F. S., & Lipkin, W. I. (2007). A metagenomic survey of microbes in honey bee colony collapse disorder. Science, 318(5848), 283-287. 31. Dainat, B., Evans, J. D., Chen, Y. P., Gauthier, L., & Neumann, P. (2012a). Predictive markers of honey bee colony collapse. PLoS one, 7(2), e32151e32151. 32. Dainat, B., Evans, J. D., Chen, Y. P., Gauthier, L., & Neumann, P. (2012b). Dead or alive: deformed wing virus and Varroa destructor reduce the life span of winter honeybees. Applied and Environmental Microbiology, 78(4), 981-987. 33. De Jong, D., De Jong, P. H., & Goncalves, L. S. (1982). Weight loss and other damage to developing worker honeybees from infestation with Varroa jacobsoni. Journal of apicultural research, 21(3), 165-167. 34. De Miranda, J. R., & Genersch, E. (2010). Deformed wing virus. Journal of Invertebrate Pathology, 103, S48-S61. 35. Di Prisco, G., Pennacchio, F., Caprio, E., Boncristiani, H. F., Evans, J. D., & Chen, Y. (2011). Varroa destructor is an effective vector of Israeli acute paralysis virus in the honeybee, Apis mellifera. Journal of General Virology, 92(1), 151155. 36. European Parliament (2010). Resolution of 25 November 2010 in the situation in the beekeeping sector. [WWWdocument]. 37. Evison, S. E., Roberts, K. E., Laurenson, L., Pietravalle, S., Hui, J., Biesmeijer, J. C., Smith, J. E., Budge, G., & Hughes, W. O. (2012). Pervasiveness of parasites in pollinators. PLoS One, 7(1), e30641. 38. Farooqui, T. (2013). A potential link among biogenic amines-based pesticides, learning and memory, and colony collapse disorder: A unique hypothesis. Neurochemistry international, 62(1), 122-136. 27 39. Francis, R. M., Nielsen, S. L., & Kryger, P. (2013). Varroa-virus interaction in collapsing honey bee colonies. PLoS one, 8(3). 40. Fries, I., Feng, F., da Silva, A., Slemenda, S. B., & Pieniazek, N. J. (1996). Nosema ceranae n. sp. (Microspora, Nosematidae), morphological and molecular characterization of a microsporidian parasite of the Asian honey bee Apis cerana (Hymenoptera, Apidae). European Journal of Protistology, 32(3), 356365. 41. Fries, I., Martin, R., Meana, A., García-Palencia, P., & Higes, M. (2006). Natural infections of Nosema ceranae in European honey bees. Journal of Apicultural Research, 45(4), 230-233. 42. Garrido-Bailón, M. E. (2013). Repercusión potencial en la cabaña apícola española de agentes nosógenos detectados en colonias de" Apis mellifera iberiensis". 43. Giersch, T., Berg, T., Galea, F., & Hornitzky, M. (2009). Nosema ceranae infects honey bees (Apis mellifera) and contaminates honey in Australia. Apidologie, 40(2), 117-123. 44. Gómez-Moracho, T., Bartolomé, C., Bello, X., Martín-Hernández, R., Higes, M., & Maside, X. (2015). Recent worldwide expansion of Nosema ceranae (Microsporidia) in Apis mellifera populations inferred from multilocus patterns of genetic variation. Infection, Genetics and Evolution, 31, 87-94. 45. Goulson, D., Nicholls, E., Botías, C., & Rotheray, E. L. (2015). Bee declines driven by combined stress from parasites, pesticides, and lack of flowers. Science, 347(6229), 1255957. 46. Hedtke, K., Jensen, P. M., Jensen, A. B., & Genersch, E. (2011). Evidence for emerging parasites and pathogens influencing outbreaks of stress-related diseases like chalkbrood. Journal of invertebrate pathology, 108(3), 167-173. 47. Higes, M., Martín, R., Sanz, A., Álvarez, N., Sanz, A., García – Palencia, P., Meana, A. (2005).El Síndrome de despoblamiento de las Colmenas en España: consideraciones sobre su origen. Vida apícola: revista de apicultura, (133), 1521. 48. Higes, M., Martín, R., & Meana, A. (2006). Nosema ceranae, a new microsporidian parasite in honeybees in Europe. Journal of invertebrate pathology, 92(2), 93-95. 49. Higes, M., Esperón, F., & Sánchez-Vizcaíno, J. M. (2007a). Short communication. First report of black queen-cell virus detection in honey bees (Apis mellifera) in Spain. Spanish journal of agricultural research, 5(3), 322-325. 50. Higes, M., García-Palencia, P., Martín-Hernández, R., & Meana, A. (2007b). Experimental infection of Apis mellifera honeybees with Nosema ceranae (Microsporidia). Journal of invertebrate pathology, 94(3), 211-217. 51. Higes, M., Martín‐Hernández, R., Botías, C., Bailón, E. G., González‐Porto, A. V., Barrios, L., del Nozal, M. J., Jiménez, J. J., Palencia, P. G., & Meana, A. (2008). 28 How natural infection by Nosema ceranae causes honeybee colony collapse. Environmental microbiology,10(10), 2659-2669. 52. Higes, M., Martín‐Hernández, R., Garrido‐Bailón, E., González‐Porto, A. V., García‐Palencia, P., Meana, A., del Nozal, M. J., Mayo, R., & Bernal, J. L. (2009a). Honeybee colony collapse due to Nosema ceranae in professional apiaries. Environmental Microbiology Reports, 1(2), 110-113. 53. Higes, M., Martín‐Hernández, R., García‐Palencia, P., Marín, P., & Meana, A. (2009b). Horizontal transmission of Nosema ceranae (Microsporidia) from worker honeybees to queens (Apis mellifera). Environmental microbiology reports,1(6), 495-498. 54. Higes, M., Martín-Hernández, R., & Meana, A. (2010a). Nosema ceranae in Europe: an emergent type C nosemosis. Apidologie, 41(3), 375-392. 55. Higes, M., Martín‐Hernández, R., Martínez‐Salvador, A., Garrido‐Bailón, E., González‐Porto, A. V., Meana, A., Bernal, J. L., Del Nozal, A. V., & Bernal, J. (2010b). A preliminary study of the epidemiological factors related to honey bee colony loss in Spain. Environmental Microbiology Reports, 2(2), 243250. 56. Higes, M., Meana, A., Bartolomé, C., Botías, C., & Martín‐Hernández, R. (2013). Nosema ceranae (Microsporidia), a controversial 21st century honey bee pathogen. Environmental microbiology reports, 5(1), 17-29. 57. Huang, W. F., Jiang, J. H., Chen, Y. W., & Wang, C. H. (2007). A Nosema ceranae isolate from the honeybee Apis mellifera. Apidologie, 38(1), 30-37. 58. Langridge, D. F., & McGhee, R. B. (1967). Crithidia mellificae n. sp. an acidophilic trypanosomatid of the honey bee Apis mellifera. The Journal of protozoology, 14(3), 485-487. 59. Le Conte, Y., Ellis, M., & Ritter, W. (2010). Varroa mites and honey bee health: can Varroa explain part of the colony losses?. Apidologie, 41(3), 353-363. 60. Li, J., Chen, W., Wu, J., Peng, W., An, J., Schmid-Hempel, P., & Schmid-Hempel, R. (2012). Diversity of Nosema associated with bumblebees (Bombus spp.) from China. International journal for parasitology, 42(1), 49-61. 61. Lipa, J. J., & Triggiani, O. (1996). Apicystis gen nov and Apicystis bombi (Liu, Macfarlane & Pengelly) comb nov (Protozoa: Neogregarinida), a cosmopolitan parasite of Bombus and Apis (Hymenoptera: Apidae). Apidologie, 27(1), 29-34. 62. Liu, H. J., Macfarlane, R. P., & Pengelly, D. H. (1974). Mattesia bombi n. sp. (Neogregarinida: Ophrocystidae), a parasite of Bombus (Hymenoptera: Apidae). Journal of invertebrate pathology, 23(2), 225-231 63. Liu, T. P. (1984). Ultrastructure of the midgut of the worker honey bee Apis mellifera heavily infected with Nosema apis. Journal of invertebrate pathology, 44(3), 282-291. 64. Martínez, J., Leal, G., & Conget, P. (2012). Nosema ceranae an emergent pathogen of Apis mellifera in Chile. Parasitology research, 111(2), 601-607. 29 65. Martín-Hernández, R., Meana, A., Prieto, L., Salvador, A. M., Garrido-Bailón, E., & Higes, M. (2007). Outcome of colonization of Apis mellifera by Nosema ceranae. Applied and Environmental Microbiology, 73(20), 6331-6338. 66. Martín-Hernández, R., Meana, A., García-Palencia, P., Marín, P., Botías, C., Garrido-Bailón, E., Barrios, L., & Higes, M. (2009). Effect of temperature on the biotic potential of honeybee microsporidia. Applied and environmental microbiology,75(8), 2554-2557. 67. Martín-Hernández, R., Botías, C., Barrios, L., Martínez-Salvador, A., Meana, A., Mayack, C., & Higes, M. (2011). Comparison of the energetic stress associated with experimental Nosema ceranae and Nosema apis infection of honeybees (Apis mellifera). Parasitology research, 109(3), 605-612. 68. Martín‐Hernández, R., Botías, C., Bailón, E. G., Martínez‐Salvador, A., Prieto, L., Meana, A., & Higes, M. (2012). Microsporidia infecting Apis mellifera: coexistence or competition. Is Nosema ceranae replacing Nosema apis?. Environmental microbiology, 14(8), 2127-2138. 69. Meeus, I., De Graaf, D. C., Jans, K., & Smagghe, G. (2010). Multiplex PCR detection of slowly envolving trypanosomatids and neogregarinos in bumblebees using broad-range primers. Journal of applied microbiology, 109(1), 107-115. 70. Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (2014). Programa de Vigilancia Piloto sobre las pérdidas de colonias de abejas 2014-2015. 71. Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (2014). Protocolo Programa de Vigilancia Piloto sobre las Pérdidas de colonias de abejas 2014-2015. 72. Morimoto, T., Kojima, Y., Yoshiyama, M., Kimura, K., Yang, B., Peng, G., & Kadowaki, T. (2013). Molecular detection of protozoan parasites infecting Apis mellifera colonies in Japan. Environmental microbiology reports, 5(1), 7477. 73. Nordström, S., Fries, I., Aarhus, A., Hansen, H., & Korpela, S. (1999). Virus infections in Nordic honey bee colonies with no, low and severe Varroa jacobsoni infestations [colony collapse, deformed wing virus]. Apidologie (France). 74. Office International des Epizooites (OIE). (2008). Manual of standards for diagnostic test and vaccines. 75. Oldroyd, B.P. (1999). Coevolution while you wait: Varroa jacobsoni, a new parasite of western honeybees. Trends Ecol. Evol. 14, 312–315 76. Paxton, R. J., Klee, J., Korpela, S., & Fries, I. (2007). Nosema ceranae has infected Apis mellifera in Europe since at least 1998 and may be more virulent than Nosema apis. Apidologie, 38(6), 558-565. 77. Perry, C. J., Søvik, E., Myerscough, M. R., & Barron, A. B. (2015). Rapid behavioral maturation accelerates failure of stressed honey bee colonies. Proceedings of the National Academy of Sciences, 112(11), 3427-3432. 30 78. Peng, Y. S., Fang, Y., Xu, S., & Ge, L. (1987). The resistance mechanism of the Asian honey bee, Apis cerana Fabr., to an ectoparasitic mite, Varroa jacobsoni Oudemans. Journal of Invertebrate Pathology, 49(1), 54-60. 79. Piotrowski, F (1982). Varroosis – the correct term for varroatosis. Angew Parasitol 23: 49. 80. Plischuk, S., Martín‐Hernández, R., Prieto, L., Lucía, M., Botías, C., Meana, A., Abrahamovich, A. H., Lange, C., & Higes, M. (2009). South American native bumblebees (Hymenoptera: Apidae) infected by Nosema ceranae (Microsporidia), an emerging pathogen of honeybees (Apis mellifera). Environmental Microbiology Reports, 1(2), 131-135. 81. Plischuk, S., Meeus, I., Smagghe, G., & Lange, C. E. (2011). Apicystis bombi (apicomplexa: neogregarinorida) parasitizing Apis mellifera and Bombus terrestris (hymenoptera: apidae) in Argentina. Environmental microbiology reports, 3(5), 565-568. 82. Potts, S. G., Roberts, S. P., Dean, R., Marris, G., Brown, M. A., Jones, R., Neumann, P., & Settele, J. (2010). Declines of managed honey bees and beekeepers in Europe. Journal of Apicultural Research, 49(1), 15-22. 83. Ravoet, J., Maharramov, J., Meeus, I., De Smet, L., Wenseleers, T., Smagghe, G., & de Graaf, D. C. (2013). Comprehensive bee pathogen screening in Belgium reveals Crithidia mellificae as a new contributory factor to winter mortality. PLoS One, 8(8), e72443. 84. Ravoet, J., De Smet, L., Meeus, I., Smagghe, G., Wenseleers, T., & de Graaf, D. C. (2014). Widespread occurrence of honey bee pathogens in solitary bees. Journal of invertebrate pathology, 122, 55-58. 85. Ravoet, J., Schwarz, R. S., Descamps, T., Yañez, O., Tozkar, C. O., MartinHernandez, R., Bartolomé, C., De Smet, L., Higes, M., Wenseleers, T., SchimdHempel, R., Neumann, P., Kadowaki, T., Evans, J. D., & de Graaf, D. C. (2015). Differential diagnosis of the honey bee trypanosomatids Crithidia mellificae and Lotmaria passim. Journal of invertebrate pathology, 130, 21-27. 86. Rosenkranz, P., Aumeier, P., & Ziegelmann, B. (2010). Biology and control of Varroa destructor. Journal of invertebrate pathology, 103, S96-S119. 87. Runckel, C., Flenniken, M. L., Engel, J. C., Ruby, J. G., Ganem, D., Andino, R., & DeRisi, J. L. (2011). Temporal analysis of the honey bee microbiome reveals four novel viruses and seasonal prevalence of known viruses, Nosema, and Crithidia. PloS one, 6(6), e20656. 88. Rutrecht, S. T., & Brown, M. J. (2008). The life-history impact and implications of multiple parasites for bumblebee queens. International journal for parasitology, 38(7), 799-808. 89. Schmid-Hempel, P. (2001). On the evolutionary ecology of host–parasite interactions: addressing the question with regard to bumblebees and their parasites. Naturwissenschaften, 88(4), 147-158. 31 90. Schneider P., Drescher W. (1987). The influence of Varroa jacobsoni Oud. on weight; development on weight and hypopharyngeal glands; and longevity of Apis mellifera L. Apidologie 18(1), 101–110. 91. Schwarz, R. S., Bauchan, G. R., Murphy, C. A., Ravoet, J., Graaf, D. C., & Evans, J. D. (2015). Characterization of Two Species of Trypanosomatidae from the Honey Bee Apis mellifera: Crithidia mellificae Langridge and McGhee, and Lotmaria passim n. gen., n. sp. Journal of Eukaryotic Microbiology. 92. Scott-Dupree, C., Ball, B. V., Welsh, O., & Allen, M. (1995). An investigation into the potential transmission of viruses by the honey bee tracheal mite (Acarapis woodi R.) to honeybees. In Canadian Honey Council Res. Symposium Proc (pp. 15-24). 93. Shen, M., Yang, X., Cox-Foster, D., Cui, L. (2005a). The role of varroa mites in infections of Kashmir bee virus (KBV) and deformed wing virus (DWV) in honey bees. Virology 342: 141–149. doi: 10.1016/j.virol.2005.07.012 94. Shen, M.Q., Cui, L.W., Ostiguy, N., Cox-Foster, D. (2005b). Intricate transmission routes and interactions between picorna-like viruses (Kashmir bee virus and sacbrood virus) with the honeybee host and the parasitic varroa mite. Journal of General Virology 86: 2281–2289. doi: 10.1099/vir.0.80824-0 95. Tentcheva, D., Gauthier, L., Zappulla, N., Dainat, B., Cousserans, F., Colin, M. E., & Bergoin, M. (2004). Prevalence and seasonal variations of six bee viruses in Apis mellifera L. and Varroa destructor mite populations in France. Applied and environmental microbiology, 70(12), 7185-7191. 96. Topolska, G., & Kasprzak, S. (2007). First cases of Nosema ceranae infection in bees in Poland. Medycyna Weterynaryjna, 63(11 (Suppl.)), 1504-1506. 97. vanEngelsdorp, D., Evans, J. D., Saegerman, C., Mullin, C., Haubruge, E., Nguyen, B. K., Frazier, M., Frazier, J., Cox-Foster, D., Chen, Y., Underwood, R., Tarpy, D.R., & Pettis, J. S. (2009). Colony collapse disorder: a descriptive study. PLoS One 4, e6481 (2009) 98. VanEngelsdorp, D. & Meixner, M. D. (2010). A historical review of managed honey bee populations in Europe and the United States and the factors that may affect them. Journal of invertebrate pathology, 103, S80-S95. 99. Wolf, S., McMahon, D. P., Lim, K. S., Pull, C. D., Clark, S. J., Paxton, R. J., & Osborne, J. L. (2014). So near and yet so far: Harmonic radar reveals reduced homing ability of Nosema infected honeybees. PLoS One, 9(8). 100. Yang, B., Peng, G., Li, T., & Kadowaki, T. (2013). Molecular and phylogenetic characterization of honey bee viruses, Nosema microsporidia, protozoan parasites, and parasitic mites in China. Ecology and evolution, 3(2), 298-311. 101. Yourth, C. P., Brown, M. J. F., & Schmid-Hempel, P. (2008). Effects of natal and novel Crithidia bombi (Trypanosomatidae) infections on Bombus terrestris hosts. Insectes sociaux, 55(1), 86-90. 102. http://www.aemet.es/es/portada 32 103. http://www.coloss.org 33 FIGURAS Y TABLAS: ANEXO I AGENTE N. ceranae N.apis C. mellificae PCR A. bombi L. passim A. woodi LSV BQCV RTqPCR DWV CEBADORES SECUENCIA CONDICIONES 218 CER-F 5'-CGGCGACGATGTGATATGAAAATATTAA-3' 218 CER-R 5'-CCCGGTCATTCTCAAACAAAAAACCG-3' 321 APIS-F 5'-GGGGGCATGTCTTTGACGTACTATGTA-3' 321 APIS-R 5'-GGGGGGCGTTTAAAATGTGAAACAACTATG-3' CRI-SEF 5’- CTTTTGGTCGGTGGAGTGAT- 3’ CRI-SER 5’- GGACGTAATCGGCACAGTTT- 3’ API-NEOF 5’- CCAGCATGGAATAACATGTAAGG- 3’ API-NEOR 5’- GACAGCTTCCAATCTCTAGTCG- 3’ ITS-IR1 5’-GCTGTAGGTGAACCTGCAGCAGCTGGATCATT-3’ ITS-5.8R 5’-GGAAGCCAAGTCATCCATC-3’ AW180-FOR 5’-GGAATATGATCTGGTTTAGTTGGTC-3’ AW180-REV 5’- GAATCAATTTCCAAACCCACCAATC-3’ LSVdeg-F 5’-GCCWCGRYTGTTGGTYCCCCC-3’ LSVdeg-R 5’-GAGGTGGCGGCGCSAGATAAAGT-3’ 10 min a 95ºC; 35 ciclos de 30s a 95ºC, 30s a 61.8ºC y 45s a 72ºC; y una extensión final de 7 min a 72ºC 10 min a 95ºC; 35 ciclos de 30s a 95ºC, 30s a 61.8ºC y 45s a 72ºC; y una extensión final de 7 min a 72ºC 10 min a 94ºC; 35 ciclos de 30s a 94ºC, 30s a 57ºC y 1 min a 72ºC; y una extensión final de 7 min a 72ºC 10 min a 94ºC; 35 ciclos de 30s a 94ºC, 30s a 57ºC y 1 min a 72ºC; y una extensión final de 7 min a 72ºC 10 min a 95ºC; 35 ciclos de 30s a 95ºC, 30s a 55ºc y 45s a 72ºC; y una extensión final de 7 min a 72ºC 10 min a 95ºC; 35 ciclos de 30s a 95ºC, 30s a 59ºC y 45s a 72ºC; y una extensión final de 7 min a 72ºC 10 min a 95ºC; 35 ciclos de 30s a 95ºC, 30s a 60ºC y 45s a 72ºC; y una extensión final de 7 min a 72ºC BQCV 9195F 5’-GGTGCGGGAGATGATATGGA-3’ BQCV 265r 5’-GCCGTCTGAGATGCATGAATAC-3’ BQCV 8217T* 5’-FAM-TTTCCATCTTTATCGGTACGCCGCC-TAMRA-3’ DWV 9587F 5’-CCTGGACAAGGTCTCGGTAGAA-3’ DWV 9711R 5’-ATTCAGGACCCCACCCAAAT-3’ DWV 9627T* 5’-FAM-CATGCTCGAGGATTGGGTCGTCGT-TAMRA-3’ *5’ (FAM, 6-carboxy-Fluiresceína); 3’ (TAMRA, tetra-metilcarboxyrhodamina). AMPLICON 218-219 pb 321 pb 417 pb 260 pb 550 pb 180 pb 600 pb 10 min a 95ºC; 45 ciclos de 10s a 95ºC y 40s a 60ºC 305 pb 10 min a 95ºC; 45 ciclos de 10s a 95ºC y 40s a 60ºC 250 pb Tabla 5. Resumen de las condiciones de PCRs realizadas para cada patógeno 34 FIGURAS Y TABLAS: ANEXO II PROVINCIA MUESTRAS V. destructor A. woodi A. bombi Tripanosomátidos N. ceranae N. apis DVW BQCV LSV GUADALAJARA 25 12,0 0,0 0,0 12,0 64,0 28,0 16,0 28,0 0,0 CUENCA 50 10,0 0,0 14,0 16,0 36,0 18,0 18,0 46,0 0,0 TOLEDO 73 16,4 0,0 0,0 28,8 61,6 1,4 20,5 27,4 0,0 ALBACETE 104 26,9 0,0 0,0 47,1 41,3 7,7 20,2 9,6 0,0 CIUDAD REAL 22 50,0 0,0 0,0 45,5 77,3 0,0 22,7 9,1 0,0 TOTALES 274 21,5 0,0 2,6 33,2 50,7 9,1 19,7 22,6 0,0 Tabla 6. Resumen de las prevalencias medias totales y desglosadas por provincias para cada uno de los patógenos. 35