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12 Empresas DOSSIER EMPRESARIAL 9-15 DE ABRIL DE 2010 ÓPTICA Tecnoláser trata 10.000 pacientes nuevos al año VECINOS. EL 60% DE LOS CLIENTES DE ESTE INSTITUTO OFTALMOLÓGICO EXTREMEÑO, D.E. JAVIER ÁLVAREZ AMARO MÉRIDA E INNOVACIÓN. Para alcanzar este punto se han unido el afán expansivo de Sánchez Trancón y su apuesta decidida por la innovación tecnológica. Entre 1994 y 2000 siguió ampliando poco a poco su clínica pacense y en el año 2000 abrió el centro de Sevilla, al que en 2002 seguiría el de Cádiz. Actualmente, Tecnoláser cuenta en su base de datos con un total de 200.000 pacientes, una cifra difícil de imaginar en aquellos primeros años. Para estar al tanto de todo lo que ocurre en el siempre complejo mercado oftalmológico cuenta con un departamento de cambio tecnológico. «Tenemos más tecnología que la Seguridad Social y que cualquier otra clínica aquí en Extremadura, y al mismo nivel que cualquiera otra de España», afirma rotundo Borreguero. I+D. Tecnoláser ha apostado desde su nacimiento por la innovación TECNOLÁSER CUENTA CON UNA PLANTILLA DE 60 PERSONAS LA COMPAÑÍA DISPONE DE UNA BASE DE DATOS DE 200.000 PACIENTES TRATADOS Recientemente han dado un paso más y han alcanzado un acuerdo para ofrecer en exclusiva en Extremadura durante los próximos dos años un tratamiento nuevo contra la Degeneración Macular Asociada a la Edad, la braquiterapira emacular, que sustituirá con una sola sesión al único tratamiento contra esa enfermedad, que consistía en inyecciones directamente sobre el ojo y de manera regular. De momento, este equipamiento en España sólo está disponible en Tecnoláser y en el IMO de Barcelona (Instituto de Microcirugía Ocular). En la 'recámara' está el acuerdo, ya cerrado, para incorporar un nuevo láser para operar la vista EL CEMENTERIO ESTÁ LLENO DE HOMBRES IMPRESCINDIBLES ANTONIO AGUSTÍN A QUE FACTURA CERCA DE 3 MILLONES DE EUROS, PROCEDE DE PORTUGAL n el año 1990, el oftalmólogo de Plasencia Ángel Sánchez Trancón abrió una pequeña consulta oftalmológica en el centro de Badajoz. Hoy, 20 años después, está a punto de inaugurar una nueva clínica en la capital pacense con seis quirófanos. Gestiona también otros dos centros en Cádiz y Sevilla y es el máximo responsable de una empresa que cada año recibe 10.000 nuevos pacientes. Juan Borreguero, coordinador gerente del Instituto Oftalmológico Extremeño Sánchez Trancón, también llamado Tecnoláser, explica que todo comenzó después de que Sánchez Trancón abandonase la Seguridad Social y crease una consulta «unipersonal». Pero su vocación, como ha demostrado su trayectoria, siempre ha sido la de seguir creciendo. Por eso, cuando apenas habían pasado cuatro años de su 'desembarco' en la sanidad privada creó una clínica oftalmológica e incorporó a los primeros dos profesionales. Hoy en día Tecnoláser es un 'monstruo' con tres clínicas por las que pasan cada año 10.000 nuevos pacientes, con un incremento aproximado del 5%, tanto en pacientes vistos como en operaciones. Tiene una plantilla total de 60 personas y en el último año facturó 2,8 millones de euros. TRIBUNA cansada, «para lo que no hay ningún tratamiento». Habrá que esperar hasta el verano, puesto que el nuevo equipo se instalará en la clínica que la empresa está construyendo en la capital pacense. Éste es, precisamente, el mayor proyecto que tienen entre manos, sus nuevas instalaciones. «Es nuestra apuesta de crecimiento en estos momentos», apunta Juan Borreguero. Por la actual clínica de Tecnoláser en Badajoz pasan 300 pacientes al día, «pero tenemos una lista de espera de 2 meses, un inconveniente para una clínica privada». De ahí la necesidad de contruir un nuevo centro. Por otra parte, si hay algo que caracteriza a Tecnoláser, es el peso de la clientela portuguesa. Los vecinos lusos suponen el 60% de sus clientes. Con estos datos parecería lógico abrir también una clínica en Portugal, pero «nos encontramos con muchas trabas administrativas». Otro detalles es su política de precios, puesto que no ha incrementado las tarifas desde que la clínica comenzó a funcionar. Y preciado Juan: Hoy, por pura casualidad he coincidido en el restaurante con personas que trabajan en el área comercial de la empresa que tú diriges. Cuando ha llegado el momento de tomar el café, les he pedido que se acercaran a mi mesa y me contasen chascarrillos de tipo cómo les iba y les afectaba la crisis, qué tal estaban de ánimo y demás lugares comunes. Todo bien. He aprovechado también para preguntarles sobre algunas de las personas que yo conocía, que trabajan en su departamento y no sabía de ellos desde hacía tiempo. «Ya no trabaja en la empresa». «¿Qué ha pasado? ¿Tampoco Miguel?». «No, se ha reorganizado toda la división, y como consecuencia, han quedado varias personas desubicadas que finalmente han aceptado las condiciones económicas (o sea, pasta) para irse». «¿Después de 25 años? No me lo puedo creer». Conozco la historia de Miguel muy de cerca. Él procedía de otra empresa que fue absorbida en su día por la tuya y cayó en manos de nuestro común amigo Felipe. Él -director tuyo- le enseñó a anudarse la corbata, a escribir sin faltas de ortografía, a ponerse una chaqueta que no cantase con los pantalones ni los calcetines y a sentir a fondo los colores de la marca. A Felipe en primera instancia y a sus sucesivos jefes después - que actuaron siempre como hombres de la casa- les debe Miguel todo su activo profesional. Pero tampoco quiero centrarme tanto en Miguel como en el hecho. Claro, él, Miguel, cobraba un pastón si lo comparas con los nuevos aspirantes. «Los resultados son los resultados, me dirás». Permíteme estar parcialmente de acuerdo. Tu empresa, la empresa que diriges, es lo que es en buena parte por toda la gente que ha trabajado y trabaja en ella. Había y hay un estilo de la casa, y a los nuevos que he visto, permíteme la confianza, no se lo he sabido descifrar (al menos por implicados). Captar clientes por precio, lo hemos discutido muchas veces, no es siempre una buena opción porque gastan menos que los habituales y gastan poco. El precio no fideliza nunca. Y me da que los de la nueva hornada no llevan la camiseta tan ajustada ni con tanto orgullo como la llevaba Miguel. Estoy siendo, como tantas veces, precipitado y tal vez un pelín irrespetuoso, pero te escribo, créeme, al dictado del corazón. La eficiencia o ineficiencia de las grandes organizaciones como la tuya se garantiza, entre otras cosas, por lo identificados que se sientan quienes trabajan allí. Miguel habría muerto por la empresa. Porque se lo debía todo. Y lo sabía. Las decisiones no pueden ser únicamente numéricas. Haber soltado a Miguel y sustituirlo por dos nuevos aspirantes (con CAPTAR CLIENTES POR PRECIO NO SIEMPRE ES BUENA OPCIÓN, YA QUE ÉSTE NO FIDELIZA NUNCA la mitad de sueldo) que cuando lleven seis meses –con suertesepan dónde están, se habrán cansado o habrán mostrado ya su ineficiencia a tu director de área. El tiempo pasado sin migueles y el tiempo de formar y finalmente conseguir la identificación de las personas con el equipo también es dinero. Y no me digas como excusa que en una organización con miles de personas siempre queda un punto para la equivocación. Pues claro, solo faltaría. El caso es que tu empresa hoy ha tenido un pequeño fracaso que de verdad confío en que sea aislado. Porque se ha prescindido de una pieza que formaba parte de una maquinaria muy bien engrasada. Lo siento, es lo que pienso. Me ha dado por la vena filosófica. Tratando de personas no podemos ni debemos pensar sólo en números. Y que conste que siempre estaré convencido de que imprescindible lo que se dice imprescindible, no hay nadie. El cementerio está lleno de los que se lo han creído. Un fuerte abrazo de tu amigo, Antonio. Y Filósofo y Consejero de Empresas