Si entras en el manicomio, ese estigma lo llevas siempre
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Si entras en el manicomio, ese estigma lo llevas siempre
16 ENTREVISTAS EL CORREO GALLEGO mar llinares garcía Profesora titular de Prehistoria en la Universidad de Santiago “Si entras en el manicomio, ese estigma lo llevas siempre” maría almodóvar Santiago Profesora Llinares, por su profesión, usted es una gran estudiosa y muestra interés en temas tan dispares como el mundo imaginario y la historia de las mujeres. ¿Cuál es la razón? No son temas tan distintos como pueda parecer. Me interesa la utilización de las figuras femeninas, en concreto el caso gallego, para expresar preocupaciones generales sobre el mundo y lo que son las mujeres, que parece que todas las sociedades tienen necesidad de explicar. En el caso gallego, se hace a través de figuras como las mouras. Mi teoría es que se usan esas figuras para intentar aproximarse a qué son las mujeres, por qué son así, cómo son, qué hay que hacer con ellas –que también parece otro problema grave en las sociedades–. La respuesta general es que hay que controlarlas y ahí empiezan a veces los problemas. En mis manos está la traducción que elaboró de ‘Yo no soy la señorita Chevalier. Memorias de una loca’, editado en Siglo XXI. ¿Cómo llega a usted esta obra en francés y decide hacerse con ella? Llegó de casualidad, como casi todo. Leyendo, pues... cosas sueltas... En algunas de las historias sobre las mujeres y sobre la psiquiatría citaban las memorias reales de Hersilie Rouy, como en la novela que existe sobre Mémoires d’une aliénée. En general, la historia de la psiquiatría acepta la versión oficial de que esta mujer tiene un trastorno mental y que sería el ejemplo paradigmático de lo que es la locura razonante, un círculo vicioso en el que, una vez que te etiquetan, te tienen pillado. Las mujeres y la psiquiatría del siglo XIX... En la historia de la psiquiatría, “La historia del feminismo no utilizó demasiado este tipo de biografías de mujeres que estaban etiquetadas, encerradas. No se sabe cuánto material se perdió” “Yo no soy la señorita Chevalier, respondía cada vez que no se dirigían a ella por su nombre. Tras alcanzar cierta fama como profesora de música, Hersilie Rouy fue raptada por las fuerzas del Estado francés y encerrada en distintos manicomios durante casi tres lustros. Su identidad fue borrada, le sustrajeron sus papeles, a sus seres más cercanos se les comunicó su defunción y se le asignó la identidad de Joséphine Chevalier”. Y fue tal el interés que despertó en Mar Llinares, que decidió traducir las memorias con el fin de que esta cruel historia se conozca y haga reflexionar a la sociedad. Foto: A. Hernández uno de los grupos de además es pianista. No víctimas más afectaes una loca cualquiera. dos son las muje¿Qué es lo que más le res, precisamente importa de esta obra? porque tienen que En última instancia, estar controladas... que ella tenga un trasEs un sistema cerratorno mental no es lo do del que es difícil que más me importa. escapar, y Hersilie Desde el primer moescapó a medias. TRADUCCIÓN ‘Yo no mento ese encierro es A d e m á s , e s t o soy la señorita Cheva- ilegal porque incluso se une al interés lier’, en Siglo XXI aunque estuviera loca transversal en mi de atar, no sería legal. caso, porque por razones profesio- Ella reivindica su nombre, su nales acabé siendo profesora de identidad y que está injustamente Prehistoria. encerrada. Y por otro lado, la historia del Cuando una persona traduce un feminismo no utilizó demasiado libro de esta envergadura, ¿consieste tipo de biografías de mujeres dera que le pertenece, aunque solo que estaban etiquetadas, encerra- sea un poquito? das. Tampoco muchas escribieron Sí. Además, una vez que la consus memorias ni se sabe cuánto cluí, sentí una mezcla extraña de material se perdió. satisfacción e insatisfacción por¿Qué dificultades halló durante que dices: ‘Bueno, ya, qué bien quela traducción? da el libro’. Pero luego relees la El único problema a veces son introducción y le das vueltas. Hay algunos términos, pues las memo- alivio y lástima, pues me hubiese rias que escribió Hersilie pertene- gustado que existiese más matecen a un lenguaje decimonónico, rial para poder indagar... Yo no me un poco retórico y rebuscado, pro- puedo imaginar que tú puedas ser pio de una mujer que hace gala de más o menos excéntrica y aparezser una persona educada, quien cas en un manicomio, donde te di- cen que te llamas de otra manera, y así vivas durante 14 años. Las mujeres en aquella época no tenían identidad propia, ni criterio, ni poder de decisión, ni credibilidad… Si el síntoma de tu locura es que eres perfectamente lógica, estás perdida. Es la locura razonante, un disparate. Algunos autores hablan de que es el sitio el que te califica. Una vez que entras en el manicomio, ese estigma lo llevas siempre. Pero Hersilie fue toda una superviviente… Llegó a convertirse su caso en un asunto de Estado. Sí, el asunto Rouy. A ella la cuestión de la ley de alienados no es lo que más le importa, sino su caso, que acaba convirtiéndose en un argumento a favor de cambiar ese aspecto de la ley concreto: que a ti te puede encerrar un varón de tu familia. Profesora, ¿ha encontrado apoyo por parte de las instituciones para hacer realidad esta traducción? No, porque tampoco ofrecí el libro a la Universidad, pues la institución no tiene la obligación de subvencionar nada. No creo que la DOMINGO 3 DE ENERO DE 2016 subvención, en sentido amplio, sea la solución para difundir, en este caso concreto, nada que tenga que ver con la situación femenina. Con lo cual, no hubo ningún rechazo. Se la ofrecí a Siglo XXI y aceptó el trabajo. ¿Cuál es su pretensión al publicar esta historia en castellano? Hay que conocer este tipo de casos, sobre todo aquellos en los que son las propias mujeres las que llevan su defensa. Creo que este tipo de visiones desde dentro, de las propias mujeres que cuentan lo que les pasa es importante. Hay que hacer un esfuerzo por que salgan a la luz, pues así es más fácil, por lo menos para un lector, meterte un poco en lo que puede significar vivir una situación de este tipo. En contra de lo que dicen muchos historiadores, ese toque de empatía es necesario para luego trasmitirle a la gente tu pasión. ¿Consideraría este caso como violencia machista? Yo creo que es más complejo que eso, porque forma parte de una estructura de la que las propias mujeres participaban, hasta cierto punto. Ella es una mujer independiente, que tiene su trabajo, su vida. Y eso me parece un poco simplificador. El Gobierno tacha la violencia machista como un problema “complejo y atávico”. Sí. Yo no sé muy bien cómo abordarlo. Plantear la violencia machista como una lucha entre mujeres y hombres creo que es erróneo. La cuestión básica es de educación, de trabajo en las escuelas... A mí me parece una labor muy difícil. Las mujeres estamos evolucionando, pero todavía nos queda mucho camino por andar. ¿Qué mujeres? ¿Dónde? Porque nosotros tenemos la visión de nuestro entorno. Hay muchas feministas africanas que cuando ven los microproblemas que tienen las sociedades occidentales dicen: ‘Pero bueno, ¿de qué vais? Esto no es nada’. Decir mujeres así, en general, es caer a veces en la misma idea que se está combatiendo. No todas tenemos los mismos problemas. Cambiando de tercio, ¿cómo se definiría? Yo me resisto a definirme, no sé si porque soy de aquí (aunque mi padre era murciano). Yo soy normal, sea lo que sea eso. Trabajo lo que puedo, me preocupo por mis alumnos –no hasta el extremo enfermizo– y mi profesión es más que una profesión. Es una vocación. Los profesores debemos tener una implicación personal, sin que eso signifique traspasar fronteras. Imagino que, como profesora, sabrá de la polémica que suscitó el libro blanco de la educación que presentó el filósofo José Antonio Marina al ministro. Yo estoy un poco cansada de gente que aparece con la solución. No hay que pagarles menos a los malos profesores, simplemente, no deberían existir.