confidencias de señoras maduras
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confidencias de señoras maduras
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All rights reserved © 2004 by Colección Voyeur® Primera edición Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723 MONSERRAT BORRÁS CONFIDENCIAS DE SEÑORAS MADURAS REUNIÓN DE AMIGAS Desde que terminaron la escuela superior solían reunirse una vez por año para cenar juntas, para compartir sus confidencias No podía sacarles los ojos de encima. Aunque se repetía que no tenía que curiosear, y que si el gerente se daba cuenta podía perder el puesto, no podía dejar de mirar a las tres señoras que ocupaban la mesa nueve. Tres hermosas veteranas. Una rubia, una morena y una pelirroja. ¡Joder! Para todos los gustos. Pero él necesitaba el trabajo y era un buen empleo en ese restaurante céntrico de lujo. Buen sueldo, buen chef, un franco extraordinario y excelentes propinas, como corresponden a un restaurante para gente acomodada, de clase alta. Pero la razón le susurraba sus argumentos en el cerebro y la pasión le hacía cosquillas en la entrepierna y, es sabido, que la mayor parte de las veces en esa lucha interminable entre las razones y el empalme, gana el empalme. 5 6 MONSERRAT BORRÁS Pero tenía que disimular y dejar de mirarlas, de una vez, si no quería provocar un escándalo y perder su puesto. Porque esas tres señoras maduras estaban tan lejos de él como Madrid de la costa Norte del Mar Meridional de la China y así tenía que ser. Cada cosa en su lugar. Él tenía que conformarse con hacerlo de vez en cuando a su mujercita, aunque después del segundo parto la figura de la madre de sus hijos había engrosado demasiado y era hora que hiciese algo antes que él decidiera que sus caminos deberían bifurcarse. Desde pequeño le llamaban la atención las mujeres maduras. Eso era un hecho incontrastable. Se perdía por restregarse en un canalillo de los senos como el de la pelirroja. Le había podido echar un buen vistazo mientras escanciaba las copas de jerez que invitaba la casa antes de ordenar los platos. La rubia le hizo una seña y caminó hasta la mesa ocupada por las tres mujeres, esforzándose en mostrarse profesional, aséptico, indiferente. Pero el cosquilleo en la tierra de nadie que corre entre el ombligo y el pelamen del pubis, lo estaba torturando. –¿Señora? –preguntó, con todo el profesionalismo que era capaz de desplegar y le echó una CONFIDENCIAS DE SEÑORAS MADURAS 7 mirada de intensidad mediana a la rubia de cabello trigueño bien cuidado, buena piel, hermosas manos con uñas pintadas de rojo sangre, cuello largo, facciones proporcionadas. Uno de los dedos de la mano derecha de la señora rubia, tan perfecto como si hubiese sido diseñado por el mismísimo Miguel Ángel, señaló una línea de la carta. Marqués de Griñón del Dominio de Valdepusa, un excelente Cabernet Sauvignon de la cosecha 95. Un muy buen vino de Castilla y León, casi cincuenta euros la botella. De tempranillos o vinos livianos, nada. Un vino con cuerpo y carácter. Hermosa mujer, excelente gusto. –Estupenda elección, si me permite mencionarlo la señora –dijo. –El 95 fue un muy buen año para los vinos de Castilla y León. Un bouquet singular –dijo. “Singular sería la forma en que te haría el amor”, pensó. –Gracias –contestó ella con una sonrisa. La sonrisa de la rubia le produjo taquicardia. ¡Por todos los santos! ¿Qué sería capaz de hacer para poder retozar aunque fuera una sola vez con aquella mujer? Mientras preparaba las copas de cristal para el vino y el agua, se esforzó mucho en disimular 8 MONSERRAT BORRÁS sus miradas detrás del gesto impersonal de quienes están habituados a servir a otros. Pero, eso sí, le echó un buen vistazo a las tres. La fragancia de tres distintas marcas de perfume francés le entró por las fosas nasales y debió golpearle directamente al hipotálamo en directa, a juzgar las imágenes que cruzaron por su mente. Terminó de acomodar las copas y se marchó a por el vino. –¿Qué les parece un brindis? –preguntó Inés, levantando su copa de jerez. El licor tenía una tonalidad apenas más leve que su cabello rojizo y rizado. –Por muchos encuentro como éste –Sofía se quitó un mechón rubio de la cara y también levantó su copa. –¿Y van...? –intervino Teresa, una llamativa morena de cabello oscuro como la noche, recogido en un rodete demasiado cuidado como para ser informal. Se citaban en algún restaurante discreto para cenar juntas una vez por año desde que habían terminado la preparatoria y cada vez las sorprendía la madrugada, enfrascadas en el relato propio CONFIDENCIAS DE SEÑORAS MADURAS 9 o ajeno, cotilleando acerca de lo que iba a ponerse de moda ese año o revelándose sus secretos más íntimos, los más ocultos, de esos que a menudo sólo se comparten con la almohada en la soledad de la habitación a oscuras, o se los guarda una para sí misma. Cuando volvió con el vino, las mujeres conversaban en voz baja. Se puso al lado de la rubia y le mostró el vino antes de descorcharlo. Aprovechó la ubicación para mirar otra vez el escote salpicado de pecas de la pelirroja. Allí había un buen par de senos que se adivinaban opulentos, algo caídos pero con esa encantadora forma de pera que deja el pezón directamente frente a los ojos y la boca. Otra vez el cosquilleo en la entrepierna, que ya era una abierta amenaza de erección, en el lugar menos indicado. “Debo pensar en otra cosa”, se dijo y se concentró en descorchar la botella y servir la copa de la rubia que, antes de probarlo, acercó la nariz como lo hacen aquellos que conocen de vinos. En opinión del camarero, las mujeres eran como los vinos, y aquellas tres eran como los vinos de cierta edad, que han conseguido su ca- 10 MONSERRAT BORRÁS rácter, tienen el bouquet apropiado, un cuerpo rotundo, un color acorde con las circunstancias y un sabor especial que nos estimulan a probarlos por lo menos otra vez más. La rubia bebió un sorbo de la copa de cristal e hizo un leve gesto de asentimiento. El vino estaba bien. –Si las señoras me disculpan –dijo, y escanció el vino en la copa de cada una de ellas. Luego sirvió el agua. La morena estaba mirando la carta. –¿Nos dará un minuto para ponernos de acuerdo y decidir? –preguntó la morena. El camarero, de haber podido, le hubiera contestado que a una mujer como ella, le daba todos los minutos que quisiera. Pero si le contestaba eso, lo más probable era que perdiera el puesto y él estaba muy conforme con su trabajo. La morena era dueña de una de las sonrisas más seductoras que había visto en su vida y, por cierto, también de unos senos de fábula, que se adivinaban grandes pero duros, contenidos por el encaje del sostén que se traslucía debajo de la blusa. Cuando caminaba hacia la cocina iba pensando que era común servir a muchas mujeres como aquellas. Trabajaba en un restaurante que CONFIDENCIAS DE SEÑORAS MADURAS 11 tenía muy buena reputación en la zona céntrica de Madrid y que. por la excelencia de su cocina, su ambiente sosegado y la atención que brindaba, parecía ser el preferido de muchas mujeres. Casadas, divorciadas o viudas, solas, en parejas o pequeños grupos. Mujeres de cierta edad que se reunían para comer y a conversar. Qué hubiera dado por escuchar la conversación de aquellas tres mujeres que ocupaban una de las mesas redondas junto al ventanal que daba al jardín. Definitivamente la pelirroja le aceleraba el pulso. La piel salpicada de pecas, el canalillo de los senos generosos, dos promesas de incontables delicias; dientes como perlas y un cabello como fuego, para hundir el rostro en esos rizos y quedarse dormido para siempre. Mientras trajinaba con los entremeses, no podía dejar de pensar cómo sería yacer con cualquiera de esas tres mujeres en una cama. O con las tres juntas. Podrá obtener el libro completo y leer los capíií tulos restantes en http://voyeur.laeditorial.com OTRAS OBRAS DE ESTA MISMA COLECCIÓN Autobiografía de una Pulga AUTOBIOGRAFÍA llegó a ser llevado al cine en un film de naturaleza poco usual en la industria de la pornografía. Se muestra como la expresión de una joven en la búsqueda de renunciar a lo anormal para encaminarse a la normalidad Con frecuencia –demasiada para nuestra desventura–, resultan ser aquellos que más reprueban las manifestaciones sexuales o amorosas, los que en la privacidad son poseedores de una naturaleza más desenfrenada en su sexualidad. Este es el tipo de individuos elegidos por el autor para integrar el elenco de personajes de esta obra, un clásico de la literatura erótica, donde una moral extremadamente severa es sepultada por los deseos sexuales más voluptuosos y libertinos. DE UNA PULGA Los Infortunios de la Virtud Esta obra, escrita en 1787 y perdida en la Bastilla, pasaría a ser la primera versión de Justine, producida en 1791. Transcurrió más de un siglo y medio para que Los Infortunios de la Virtud se conociera, reeditada con algunas variantes por Maurice Heine. En Justine, esta primera versión fue superada en lo detallado de los excesos sexuales con los que el divino marqués escandalizó al mundo de la época. Escándalos que no pasaban exclusivamente por lo que escribía encaramado en el más puro materialismo panfletario, la violencia erótica y la crítica al doble discurso de la gran mayor parte de los miembros de la Iglesia de la época, declamando el decoro y practicando el desenfreno. Precisamente es en esas contradicciones en las cuales se apoya el autor para mostrar cómo siempre el vicio termina por triunfar sobre la virtud. OTRAS OBRAS DE ESTA MISMA COLECCIÓN Tabú Bonnie Norton no teme enfrentarse al tabú del incesto en esta espléndida novela. Desde el relato de una terapeuta sexual que analiza las experiencias de un grupo de pacientes y con excepcional maestría relata las intimidades de varias madres que han seducido a sus hijos, los han iniciado en su sexualidad, y hasta algunas que han querido unirse a ellos en la situación más reprobable y prohibida de la civilización occidental, a despecho de comentarios incalificables y sin la más mínima culpa. Un desarrollo voluptuoso, exquisitamente transgresor, con un sorprendente desenlace para esta nueva obra de una de las mejores escritoras contemporáneas de literatura erótica. Quién, que no era yo, te había marcado el cuello de esa manera De Alejandro Margulis. "En la ajetreada redacción del gran diario, los enredos del ambiguo Max Broden, casi adolescente, con el ya maduro plumífero Luciano Quaranta tienen los encantos -y los peligros- de un remanso. Allí, Quién que no era yo... se complica en mil intrigas cuya explicación, en la alternancia del hard-core, la ironía y la más extraña liviandad de lo neutro, confunde los humores de los personajes y del narrador a la vez que va tejiendo la tela -delicada e implacable- en la que caerá el lector". OTRAS OBRAS DE ESTA MISMA COLECCIÓN Memorias de una cantante La pasión marcó la vida de Wilhelmine Schröeder-Devrient, esta cantante de ópera, que mostró en todos los aspectos de su vida, y registró en esta obra literaria compuesta por trece cartas –¿reales? ¿Imaginarias?– que una mujer escribe a un anónimo amigo, relatándole su vida sexual desde las primeras impresiones voyeuristas adolescentes hasta los más desenfrenados encuentros de sadismo; prácticas todas del placer a los que la cantante revela y confiesa haberse entregado en todas sus variantes, con hombres y mujeres. Wilhelmine Schröeder-Devrient, autobiográfico. Matrimonio Abierto De SIMONE LONGMONT. Michelle ama a su esposo. Ella es joven, hermosa, sensual, moderna y liberada. Su marido es mayor que ella. Ambos comparten una vida intensa, interesante, original y aventurera. Ambos saben que el amor que se profesan es perfectamente compatible con su mutua disposición para explorar su curiosidad sexual en total libertad. Por eso entre ellos la infidelidad no tiene cabida ni representa un problema. Michelle y su esposo han convenido en hacer de su vínculo un MATRIMONIO ABIERTO. OTRAS OBRAS DE ESTA MISMA COLECCIÓN Mi Primera Vez ¿Qué sucede cuando un grupo de adolescentes se reúne para compartir el tema secreto de su iniciación en la práctica del sexo? En Mi primera vez, Elizabeth Holmes recrea las memorias y los secretos de un grupo de adolescentes, que deciden contarse con absoluto desprejuicio su despertar al sexo. El resultado es una encantadora y excitante novela que provoca, excita y subyuga al lector. La Filosofía del Tocador En esta Filosofía... el Divino Marqués de Sade propone la formación de estados ideales, virtualmente utópicos, donde la presencia estatal no se revele como opresiva. En tal sentido, Sade escribe para convencer a quienes detentan el poder que se torna imperiosa la reforma del Estado que puede adjetivarse como policial, y pretende mostrarlo estableciendo una relación entre la pasión sexual y la forma de gobierno, a partir de la idea de que a partir del momento en que los libertinos consiguieron llegar a ser jefes del gobierno, empezaron a gozar de un poder ilimitado y, como consecuencia, de una absoluta impunidad. Y ante este hecho, ¿qué valor tiene la ley ante el poder de las pasiones humanas y cuál es la reacción del libertino ante las prohibiciones de la ley? OTRAS OBRAS DE ESTA MISMA COLECCIÓN Inconfesable Dos amigas de la infancia –Jo Anne y Sophie–, comparten un secreto absoluta y definitivamente Inconfesable. En esta nueva y magistral novela de alto voltaje erótico Bonnie Norton vuelve a capturar al lector en una intrincada telaraña de juegos prohibidos. La iniciación al sexo de dos adolescentes. Los juegos a solas, entre ambas y compartidos, viviendo fuertes experiencias con un hombre mayor muy cercano a Sophie. La historia comienza cuando Jo Anne despierta al sexo al descubrir ciertas prácticas que suceden en el seno de su propia familia. Memorias de infidelidad Sutilmente sugerente resulta esta novela -¿autobiográfica?- en la que una mujer casada decide vivir una vida distinta a la que le marca la sociedad, la moral y el sentimiento de lealtad a su familia. Una mujer que relata la manera en que comenzó a ser infiel a su esposo, para entregarse a la más absoluta voluptuosidad, porque para ella la vida sin libertad no tenía el menor sentido. Una mujer sensual que busca hasta en las entregas más perversas, el desarrollo pleno de su sexualidad. Ésta resulta ser la primera y sorprendente obra de la autora, que ahonda en las más profundas y secretas fantasías de todas las mujeres... aunque se nieguen a reconocerlas. Cuentos, historias y fábulas El Marqués de Sade nació en el seno de una familia de la nobleza de Aviñón, en París en 1740. Su vida y sus obras, consideradas escandalosas, le condujeron varias veces a la cárcel, y ha sido dicho que su actitud humanitaria lo llevó a oponerse a la pena de muerte durante los terribles hechos de la Revolución Francesa. Novelista eximio, agudo pensador, filósofo ateo y político republicano y progresista, su actitud respecto de las perversiones sexuales lo revelan como un iconoclasta dispuesto siempre a rebasar los límites de la condición humana. Cuentos, historias y fábulas, constituyen un conjunto de obras menores, pero en las que en apenas una página y algo más, Sade supera la prosa de sus novelas más importantes. Memorias de una Princesa Rusa ¿Quién escribió Memorias de una Princesa Rusa? ¿Es esta obra una doble alusión respecto de la emperatriz Catalina La Grande, en la cual es a la vez personaje real y protagonista ideal? En todo caso este libro –como Autobiografía de una Pulga–, se transformó en un clásico de los textos galantes que ha entrado en su cuarto siglo de circulación, leído por numerosas generaciones y traducido a decenas de idiomas a lo largo del tiempo. La obra refleja en toda su humanidad la vida licenciosa en el seno de la nobleza rusa. Ahonda en la iniciación y la vida amorosa de la princesa Vávara Sofía, hija preferida de uno de los privilegiados señores feudales, quienes constituían esa aristocracia casi pueblerina, pretenciosa imitadora del savoir faire de la admirable cultura del despotismo ilustrado francés, que deslumbraba a la emperatriz, mecenas y amiga (y quizás algo más que simple amiga) de notables de su tiempo, como lo fueron Diderot y de Voltaire.