Retiro de Enero - Colegio Mater Salvatoris

Transcripción

Retiro de Enero - Colegio Mater Salvatoris
Re#ro Enero Congregación Mater Salvatoris
1ª Meditación: Bar#meo, el ciego.
OP
CL: Mc 10, 46-­‐52. Doble imagen:
-­‐ Ciego sentado.
-­‐ Cristo que pasa.
Pt: Conocimiento interno de Cristo, para que conociéndole le ame y amándole le siga.
Era ciego:
¿Cuál es esa ceguera del hombre de hoy? Nos interesa y mucho: somos hijos de nuestro Jempo; también a nosotros nos afecta el virus. * En primer lugar, la falta de conciencia del pecado, consecuencia de la ausencia de Dios.
* Falta de esperanza: Lo que está escrito a las puertas del infierno de Dante: los que entráis aquí, abandonad toda esperanza. Lasciate ogni speranza! Por eso, más radical aún (como consecuencia de lo primero) es la falta de esperanza, de moJvos para vivir.
* Vivimos un mundo lleno de inseguridad y ansiedades: de miedos. El hombre de hoy carece de esperanza porque carece de raíz, de hogar:
-­‐ El hombre de hoy vive solo. En el mundo de las telecomunicaciones nunca ha habido tanta incomunicación. No hablamos cara a cara.
-­‐ Desea ser valorado, dar la talla, no defraudar las expectaJvas puestas en él. Hay un listón a superar. Así se genera la ansiedad, el temor; se vive con inquietud.
1. “Habiendo oído, pues, que era Jesús Nazareno el que venía comenzó a dar voces diciendo: ¡Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí!”
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Esta es su oración.
Se sabe ciego, cree que hay una luz que nunca ha visto y pide misericordia.
Es humilde: no le importa la gente, ni humillarse en presencia de todos.
Insiste una y otra vez en la llamada
Es su oportunidad, no quiere que se le pase. Grita porque con_a, y con_a a pesar de que Jesús no se deJene, por eso sigue gritando.
. Ez16,8: “Era tu 7empo, el 7empo de tus amores”.
Quizás este ReJro sea la oportunidad de salir de nuestra ceguera:
Primero: Es necesario reconocer con humildad mi ceguera, sea cual sea, aquello que me impide ver.
NO importa lo que sea.
Humildad que va unida a la confianza. Reconocer mi ceguera y gritar a quien puede librarme de ella. Humildad y confianza son inseparables en la vida crisJana, son complementarias
La vista de nuestra ceguera, de nuestros defectos, de nuestras debilidades ha de ser moJvo de confianza.
Santa Teresita: “Nada podrá espantarme, ni el viento, ni la lluvia, ni los negros nubarrones que pudieran ocultar el astro del amor; antes bien, entonces 1
extremaré mi confianza, sabiendo que por encima de esas oscuras nubes sigue brillando el sol.”
San Pablo: 2Cor 12,10: “Cuando flaqueo, entonces soy fuerte”.
2. La mulGtud le dice: “Cállate”.
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Son los prudentes de siempre. Le dan argumentos: ¡Cállate!. ¡Confórmate con tu suerte! ¡Pero que afán de hacer lo que nadie hace, tu, pide limosna y ya está!
¡Cállate!, esto el lo que nos dice el mundo, el demonio, la carne, ¡Cállate! Confórmate con tu ceguera:
EE otra vez, si ya te lo sabes todo.
Es la primera vez, ¿pero que haces perdido en un lugar de la mancha del que no se acordaba ni Cervantes?
No te compliques, lo que hay que hacer es acostumbrase a tus defectos a tus debilidades.
No hay que pasarse, no seas exagerado.
En definiJva: NO TE COMPLIQUES LA VIDA.
Dice el refrán que no hay peor ciego que el que no quiere ver.
3. “¡Pero él gritaba mucho más!”
Por encima de las críJcas se levanta el grito del que con_a.
Grita porque con_a, BarJmeo persevera en su oración porque con_a.(Oración humilde, confiada, perseverante...)
Grita porque sabe que Cristo pasa junto a sí.
Por fin Jesús se deJene y le manda llamar.
BarJmeo Jra la capa, se levanta corriendo ... y ¡a ciegas!, jadeante llega a Cristo.
Su respirar entrecortado se encuentra con el respirar del Señor.
Se hace un silencio, y la pregunta de Jesús que habla mientras le mira y le sonríe: ¿Qué quieres que haga?
4. “Señor, ¡que vea!”
Qué rapidez en contestar.
“¡Anda, que tu fe te ha curado!”
Y lo primero que se dibuja en sus ojos es la figura de Cristo.
Entonces BarJmeo que antes era un ciego sentado se convierte en un seguidor de Cristo: “Y le seguía por el camino”, dice el relato evangélico.
Quizás mi ceguera me impide seguir a Cristo.
Quizás no tenga dibujada esa imagen de Cristo que enamora, por tener una imagen equivocada de él o una imagen borrosa.
Cristo pasa por este reJro, no desaprovechemos la ocasión de GRITAR una y mil veces, puede ser nuestra oportunidad. No hagamos caso del demonio a quién le interesa que conJnuemos ciegos, aunque nos diga: ¡Cállate! Gritemos nosotros más fuerte. ES CRISTO QUE PASA.
2
2ª Meditación: Jesús, la luz.
OP
CL: Mc 10, 46-­‐52. “Anda, tu fe te ha curado”. Jesús que me lo dice a Mí. Ponerme delante del Señor cara a cara.
Pt: Conocimiento interno de Cristo, para que conociéndole le ame y amándole le siga.
Cristo nos trae la Luz, el don de la fe (que recibimos en el bauJsmo).
Pero Cristo mismo ES la Luz: Él nos concede el milagro de ver.
1-­‐ Ilumina: permite conocer la realidad: captar los colores, las tonalidades, disfrutar del milagro de la creación. A oscuras nadie puede andar.
La luz del corazón nos permite conocernos: descubrirnos como somos, nuestros recovecos y debilidades… La luz purifica: permite limpiarnos de nuestras suciedades.
Ahora se ha puesto de moda iluminar los edificios y monumentos de disJntos colores. La luz nos da una imagen nueva de la realidad.
También la luz de Cristo nos hace vivir la realidad de forma nueva. Vivir al modo de Jesús.
2-­‐ Con la luz descubrimos la profundidad de las cosas, su fondo: podemos discernir lo decisivo de lo irrelevante. “No sabemos lo que nos pasa, y esto es precisamente lo que nos pasa.” (Ortega) La luz nos permite así ver dónde estamos: qué precipicios, qué paisajes, qué amenazas nos acechan. Cristo Luz nos enseña a DISCERNIR lo que nos sucede. Sólo así vemos la realidad plenamente (la fe no es vana ilusión). La fe nos hace ver la raíz de las cosas. No podemos quedarnos en cosas superficiales, en opiniones, críJcas, etc… Eso es lo fácil pero no es auténJco.
3-­‐ La Luz calienta, acoge… El hogar es llama que arde y crea comunión. El Señor ¡cómo nos acoge! ¿nos ha rechazado alguna vez?
4-­‐ La luz se contagia. Sed luz. “vosotros sois la luz del mundo”.
Todo se juega en nuestro seguimiento valiente e inteligente: decidido y discernido de su Persona. Seguir a la Luz para ser luz.
Hay disJntos modos de seguir a Jesús:
-­‐ Los curiosos: de cerca o de lejos.
-­‐ Los interesados: Le buscan no por lo que es sino por lo que hace.
-­‐ Los espías: para bien o para mal. (BauJsta y los fariseos) van para juzgar y criJcar.
-­‐ Los discípulos: el grupo de los 72.
-­‐ Los Amigos: Los apóstoles.
-­‐ Los ínJmos: Pedro, SanJago y Juan.
3
El congregante es seguidor del Señor. ¿Cómo sigo yo a Cristo? ¿Qué Jpo de congregante soy?
¿Congregante curioso? ¿Por qué no ir a la congre? ¡Total mal no me hará! Me quedo con algo y punto.
¿Congregante interesado? Es que si no voy no soy de los guays… Al fin y al cabo ser congregante es ser de los mejores ¿no?
¿Congregante espía? Ver para juzgar y criJcar…
¿Congregante discípulo? Soy fiel en general
¿Congregante amigo? Ahí estoy yo, no me pierdo una…
¿Congregante ínJmo? A las duras y a las maduras…
María: nuestra Madre en la fe, la que nos da a luz en la fe.
María es la Luna que refleja la luz de su Hijo en los momentos de oscuridad.
Ella es hodigitria: la que muestra el camino. 4

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