espiral ok final

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espiral ok final
LITERATURA POSDICTADURA: UNA MIRADA
HACIA UN PASADO COMÚN.
Dictaduras latinoamericanas que se hicieron sentir en las
letras.
Entrevista a Carmen Orellana Suárez
Profesora de Castellano, Comunicación y Literatura de la
Universidad Tecnológica Metropolitana de Santiago de Chile
La literatura latinoamericana ha estado en constante estado de renovación,
producto de los distintos periodos sociales que la han condicionado. Con
anterioridad a las dictaduras de la década de los 70 predominó la llamada
literatura fantástica, que utilizaba los elementos insólitos, maravillosos y
mágicos para poner en crisis ciertos órdenes establecidos. La literatura
fantástica sirvió para mostrar que la realidad no es tan inmóvil ni tan única
como aparenta ser. En los años 50, por ejemplo, el argentino Julio Cortázar
escribe “Bestiario”, “Final de juego” y “Las armas secretas”. Más tarde surge el
mexicano Juan Rulfo, con la temática de la relación vida y muerte en su obra
“Pedro Páramo”, y en los años 60 la literatura fantástica culmina con el realismo
mágico, cuyo mejor exponente es el colombiano Gabriel García Márquez.
La generación del 60 se caracteriza por la irrupción de lo cotidiano y por el
desparpajo del lenguaje, que entremezcla los elementos del habla popular con
giros poéticos que, junto a estructuras innovadoras (como dejar de lado la
narración lineal y omnisciente), dan vida a temas sociales, a la crítica y al humor.
Según Carmen Orellana, la literatura posdictadura es una línea narrativa
que trata temas como el exilio y el dolor, la vida y la muerte, relacionados
estrechamente con el desarraigo de los países, del origen y de la identidad.
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Literatura posdictadura: una mirada hacia un pasado común
Como es de esperar bajo cualquier régimen autoritario, la literatura sufrió
graves trastornos como producto de la censura y la autocensura.
Específicamente, en Chile existieron dos generaciones surgidas en periodos
de gran convulsión social: la primera es la de los Novísimos, en la década
del 70, y la segunda, conocida como N.N., vivió su juventud marcada por el
golpe militar de 1973 y la dictadura.
Dadas las condiciones de aislamiento en esos tiempos (los espectáculos, la
vida nocturna y los viajes eran prácticamente imposibles), se vuelve a los
autores clásicos. Lo anterior redunda en una literatura diversa en temas,
lenguajes y formas, en la que ambas generaciones expresan sus anhelos de
libertad, así como sentimientos de solidaridad y justicia.
De esta situación nace la llamada Literatura Chilena de Exilio, una
producción reflexiva sobre la historia reciente de Chile. Entre los
representantes más conocidos de esta vertiente figuran nombres como
Antonio Skarmeta, Poli Delano y Ariel Dorfman, todos fundamentales para
las letras latinoamericanas de la segunda mitad del siglo XX.
En la nueva narrativa chilena, escrita entre los años 80, durante los regímenes
autoritarios, y los 90, tal como en la Argentina, existe una fuerte tendencia
a utilizar la forma detectivesca para enfrentar la realidad. Esta es la
denominada novela negra, género del cual Edgar Allan Poe es verdadero
padre. La novela negra es el reflejo de países como Chile, que viven en una
atmósfera asfixiante, por el miedo, la violencia, la falta de justicia, la
corrupción del poder y la inseguridad. Esta nueva narrativa permite compartir
ciertas lealtades culturalmente determinadas, que van generando una
identidad en esta clase de actores sociales, marcados por el desarraigo, el
miedo y la muerte.
El modo privilegiado para rescatar el pasado es un formato policial que
permite una excelente posibilidad de hacer literatura realista y de tematizar
el contexto social y político de un país que está bajo un poder dictatorial.
En su mayoría, la nueva novela negra continental conforma una narrativa
realista en torno de hechos criminales que suscitan una investigación. Así
recoge las inquietudes del individuo actual, del habitante de las grandes
urbes, inmerso en sociedades donde su destino parece decidido por variables
políticas y de poder que pocas veces coinciden con sus intereses.
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Proyecto Espiral
La novela negra en general, y la hispanoamericana en especial, se destacan
por la denuncia del abuso del poder estatal del régimen militar; por la
glorificación de la dimensión ética de la verdad y de la justicia en la
convivencia humana; por su rescate de valores humanos, como la solidaridad
y amistad.
La literatura posdictadura ha permitido formar una identidad en aquellos
sujetos que han sido víctimas de formas de gobierno intolerantes que han
llegado a apoderarse de la vida de los individuos y penetran en los rincones
más íntimos de los sentimientos humanos. A través de relatos, que intentan
tematizar la realidad social y política del país en condiciones de supresión
de las libertades, se va formando y moldeando esta identidad colectiva.
Finalmente, el fenómeno de la literatura posdictadura, por estar vinculado
con el quiebre político y existencial de Latinoamérica, ha permitido dar
cuenta de los grandes cambios que surgieron en esos años: de la
espontaneidad y la reacción emocional al terror y a la retirada. Desde la
perspectiva de la literatura posdictadura se puede observar cómo fueron
cambiando los papeles y las certezas de una sociedad que no solo ha tenido
fracturas políticas y sociales sino también desgarramientos existenciales.
Es importante destacar que la dictadura tuvo un impacto profundo en la
psiquis colectiva chilena, que fue detectado básicamente por la literatura
posdictadura: una desconfianza hacia todo lo que es espontáneo y emotivo,
una vacilación acerca de lo que gusta y lo que no gusta, una inseguridad
frente a cómo cambiar las cosas cuando a uno le gustan y una tendencia a no
cambiar sino a buscar el acuerdo y el consenso en cualquier caso. En definitiva,
miedo a la discusión. Así nos encontramos con una sociedad domada, un
Chile que fue aplastado por el régimen militar y donde la fantasía imaginativa
rebelde estuvo bajo cautela. Con la muerte de la democracia también muere
la poesía, dejando a un país sin la fuerza movilizadora de la historia.
La literatura chilena y latinoamericana en general ha tenido variadas
vertientes, siendo la producción posdictadura una de las que más hincapié
han puesto en decir ciertas verdades que han estado ocultas en el acontecer
nacional y latinoamericano.
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Literatura posdictadura: una mirada hacia un pasado común
La literatura se nutre de la historia de nuestros países, y ante un pasado
común de contextos dictatoriales no es de extrañar que hayan surgido
corrientes contestatarias de esta realidad, principalmente tendientes a
promover una mejor sociedad y poner de manifiesto algunas certezas que se
trastocaron durante estos años, como, por ejemplo, el respeto a la vida
humana y el valor inalienable de la libertad.
Karla Urzúa Ajraz
[email protected]
Notas: véase “Cuento fantástico latinoamericano” e “Identidad y realismo en la narrativa” (Adolfo
Couve).
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