el bolo alimenticio

Transcripción

el bolo alimenticio
PLESIOSAURIO
Primera revista de ficción breve peruana
EL BOLO ALIMENTICIO
PLESIOSAURIO
Primera revista de ficción breve peruana
EL BOLO ALIMENTICIO
Lima, Perú
PLESIOSAURIO
Primera revista de ficción breve peruana
Año III, Nº 3, Vol. 2. Lima, octubre de 2010.
Dirección: Rony Vásquez Guevara, Dany Doria Rodas
Comité editor: Rubén Roque Aroni, Carolina Rodríguez Alzza,
Diana Cribilleros Ramos, Jimena Talavera Prialé
Diseño de carátula: Carlos Lavida
Ilustraciones: Diana Cribilleros RamoS
Diseño y diagramación de interiores: abismœditores
Corrección de textos: Dany Doria Rodas
Cuidado de la edición: Zoilo Rodríguez Ventura
© Plesiosaurio
Web: http://revistaplesiosaurio.blogspot.com
E-mail: [email protected]
© abismœditores, 2010
Jr. Pablo Risso 351, Lima 30
Web: http://abismoeditores.blogspot.com
E-mail: [email protected]
ISSN 2071-4114 (impresa)
ISSN 2218-4112 (en línea)
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú
Nº 2008-13407
Incluye Vol. 1.
Impreso en Perú - Piru llaqtapi qillqasqa - Printed in Perú
El contenido de cada texto es de responsabilidad exclusiva de
cada autor o autores y no compromete a la revista.
En este número...
Nota editorial
Plesiosaurio, compromiso con la minificción
9
Los nutrientes líquidos
Manuel González Prada
11
Abraham Valdelomar
15
Adriana Alarco de Zadra (Perú)
19
Ana María Shua (Argentina)
23
Antonio Cruz (Argentina)
27
Esteban Dublín (Colombia)
31
Guillermo Bustamante Zamudio (Colombia)
35
Sandra Bianchi (Arbentina)
39
Mario Guevara (Perú)
43
El bolo alimenticio
Carlos Saldívar
47
Laura Vizcaíno Mosqueda (México)
51
César Valdiviezo (Perú)
55
José Luis Castellanos Segura (España)
59
María Elena Lorenzín (Argentina)
63
Sara Bravo Montenegro (Perú)
67
Martín Gardella (Argentina)
71
Leonardo Cárdenas (Perú)
75
Alejandro Bentivoglio (Argentina)
79
Román de la Cruz (Perú)
83
Saturnino Rodríguez (Cuba)
87
Rubén Roque Aroni (Perú)
91
Dany Doria Rodas (Perú)
95
8
PLESIOSAURIO
Plesiosaurio, compromiso con la minificción
La tercera entrega de Plesiosaurio. Primera revista de
ficción breve peruana ya no es solamente una «apuesta
por la brevedad», un proyecto emergente en el cual
nos embarcamos para suplir una carencia en el
panorama literario peruano, sino un compromiso
firme y sincero, consolidado, que demuestra nuestra
íntima filiación con la ficción breve. La falta de
atención a la minificción que se refleja como un virus
hepático en la literatura peruana, más que un síntoma
de malestar, se constituye en nosotros como un
aliciente que impulsa a servirnos de cada texto
brevísimo como una diminuta píldora que purifica
todo nuestro organismo literario.
En el Perú, somos la semilla de la producción y
difusión de minificciones en un soporte material y
virtual dedicado con exclusividad a dicho género. En
la presente entrega extendemos las diminutas aletas
del plesiosaurio para acoger a investigadores y
miniaturistas —como diría Edmundo Valadés— de
diversos países. La minificción se constituye como el
género en el cual se produce la mayor complicidad
El bolo alimenticio
entre el texto y su lector; en consecuencia, Plesiosaurio
debería mostrar esta relación de complicidad a lo
largo de sus páginas. Por esta razón, y porque
creemos que un for mato contribuye al
establecimiento de esta relación, en esta entrega,
Plesiosaurio. Primera revista de ficción breve peruana facilita
el contacto de la revista con sus lectores, pues ha sido
dividida en dos volúmenes que se ofrecerán de
manera conjunta, división material, pero unidad de
contenido: el primero, dedicado a los artículos o
ensayos sobre la minificción, así como entrevistas y
reseñas, las secciones «La muela del plesiosaurio» y
«La garra del plesiosaurio»; y el segundo, «El bolo
alimenticio», dedicado en exclusiva a la creación
miniaturista, de manera independiente, para deleite y
goce de todos ustedes. En esta oportunidad hemos
recuperado dos autores de nuestra tradición y
difundimos algunos de sus microrrelatos: Abraham
Valdelomar y Manuel González Prada.
No podemos terminar estas breves palabras sin
agradecer las colaboraciones de todos nuestros
autores, los nutrientes de la revista, y a nuestro público
lector.
Rony Vásquez Guevara
Dany Doria Rodas
10
PLESIOSAURIO
MANUEL GONZÁLEZ PRADA
Manuel González Prada (Lima, 1848 - id. 1918).
Escritor y político peruano. De origen aristocrático, se
definió con una ideología cercana al anarquismo. Fue
autodidacto. Conocedor de la lírica moderna francesa,
fue precursor del Modernismo, director de la Biblioteca
Nacional de Lima, fundó el Círculo Literario y se
constituyó en guía político y literario de una juventud
que renovó las letras peruanas.
12
PLESIOSAURIO
El bolo alimenticio
41
No somos criminales sino víctimas de la Naturaleza,
y la muerte no se presenta como un castigo, sino
como la retirada gloriosa en el combate de la vida. No
tenemos por qué humillar la frente en nuestro viaje
por la Tierra ni por qué temblar al hundirnos en el
desconocido abismo de la muerte.
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El Catolicismo: carne fungosa involucrada en el
organismo social, hongo negro nacido en el
estercolero del Imperio Romano.
PLESIOSAURIO
13
El bolo alimenticio
81
Mientras los hombres no salimos de la croniquilla
novelada o del cuentecillo historiado, los mujeres se
lanzan a escribir novelas o disertaciones sobre
Tolstoi o Augusto Comte. Si los hombres
continuamos llevándonos la gloria en tanto que las
mujeres se dan el trabajo, concluiremos por
confundirnos con esos maridos que, al venir el
alumbramiento de sus mujeres, se meten en cama, se
ponen a dieta y reciben los parabienes.
14
PLESIOSAURIO
ABRAHAM VALDELOMAR
Abraham Valdelomar (Ica, 1888 - Ayacucho, 1919).
Poeta y narrador peruano de estética modernista y
posmodernista, conocido también bajo el seudónimo
de Conde de Lemos. Tuvo participación política e
intensa vida periodística. Colaboró con importantes
diarios de la época, como Variedades e Ilustración peruana.
16
PLESIOSAURIO
El bolo alimenticio
Los primeros artistas eran imitativos. Su limitado
cerebro no comprendía el espíritu de las cosas. Ha
sido menester llegar hasta el Renacimiento donde
por primera vez las pupilas miran y ven aún entre las
líneas duras y desproporcionadas.
PLESIOSAURIO
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El bolo alimenticio
IV
Sacando a los analfabetos, las gentes del Perú se
dividen en dos clases: una que siembra algodón y otra
que escribe majadería. A estos últimos solemos
llamar generalmente escritores.
VI
«Respiramos muerte. Somos vivos hechos con
muertos.»
Los tres textos fueron extraídos de Abraham Valdelomar. Obras
completas. Tomo IV. Edición, prólogo, cronología, iconografía y
notas de Ricardo Silva Santisteban. Lima: Ediciones Copé, 2001.
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PLESIOSAURIO
ADRIANA ALARCO
Adriana Alarco (Lima, Perú).Desde hace 5 años es
presidenta de la Fundación Ricardo Palma. Escribe en
www.adrianaz.com y www.adrianaz.it.
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PLESIOSAURIO
El bolo alimenticio
Un amor imposible
Era un amor desaforado. Tan ardiente y tan cruel que
le dolía todo el cuerpo. Vivía para mirarla de reojo.
No se atrevía a contemplarla por miedo a que
desapareciera como un espejismo. Sentía el dolor en
el bajo vientre y el cosquilleo que le subía por los
muslos. No soportó más. Ese día se dio cuenta que
no podía ser suya jamás. Borró la visión de sus
pupilas, se recostó sobre la fría piedra del convento y
bebió el veneno.
Cuando la luna, ignorando la emoción que
producía, volvió a resplandecer en el oscuro
firmamento en medio de estrellas y planetas, su
Romeo ya había fallecido.
PLESIOSAURIO
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El bolo alimenticio
Molinos del infierno
Nunca había podido creer que los molinos fueran
gigantes hasta que corrió delante de ellos como alma
que lleva el diablo.
Sí, eran ogros espantosos de madera y metal con
aspas veloces que querían devorarlo. Por todas partes
yacían cadáveres y restos putrefactos de anteriores
visitantes al planeta maldito. Vio un portal a lo lejos y
decidió gastar su última energía para llegar hasta
aquel refugio que se encontraba lejos pero era la
póstuma esperanza de sobrevivir a la catástrofe.
Casi no tuvo tiempo de observar el escrito
encima de la entrada que le trajo antiguas
reminiscencias: «¡Oh, vosotros los que entráis,
abandonad toda esperanza».
Y luego se perdió en el laberinto.
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PLESIOSAURIO
ANA MARÍA SHUA
Ana María Shua (Buenos Aires, Argentina, 1951).
Su primer libro, El sol y yo, fue publicado cuando tenía
dieciseis años. En 1992 publicó un nuevo libro de
historias brevísimas: Casa de Geishas. Entre 1993 y 1995
publicó varios libros relacionados a la cultura y a las
tradiciones judías: Risas y emociones de la cocina judía,
Cuentos judíos con fantasmas y demonios y El pueblo de los
tontos. En 1993 recibió la beca Guggenheim para
trabajar en su novela El libro de los recuerdos.
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PLESIOSAURIO
El bolo alimenticio
Prometeo de circo
¿Arte o entrenimiento? Si el buitre escarba
hondamente con su pico en el hígado de Prometeo,
¿es arte o entretenimiento?
Es arte si es sangre verdadera el líquido que tiñe
el pico del pájaro, si es sangre verdadera la que brota a
borbotones y se derrama por el costado del cuerpo, si
es sangre verdadera la que colorea de rojo las rocas a
las que está maniatado el hombre. Pero si es una
mezcla de glicerina con ketchup, es sólo
entrenimiento, puro circo. Por supuesto, hay quien
opina precisamente lo contrario.
Entretanto, como a esta distancia no es posible
comprobarlo, habrá que limitarse a disfrutar del
espectáculo. Hay funciones todos los días.
PLESIOSAURIO
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El bolo alimenticio
Vocación de freak
No hablamos de esas madres de la miseria, que
mutilan o deforman a sus hijos para mendigar.
Hablamos de gente como el hombre lagarto, que
eligió pagar una costosa cirugía para obtener
deformaciones que hoy se han vuelto casi vulgares,
como la lengua bífida, los dientes afilados por la lima,
o los tatuajes en todo el cuerpo simulando escamas.
Hablamos de personas adultas que se transforman
en monstruos o en fenómenos deliberadamente para
llamar la atención, como el hombre-lápiz, que se para
sobre las manos y escribe con la punta de su cabeza
aguzada y llena de tinta, la mujer-ventilador, capaz de
girar a velocidades increíbles las aspas de sus brazos,
o el mejor, el más exitoso, el más caro de todos, el
Fantasma, que ha dejado el circo para presentarse
solamente en clubes, fiestas y convenciones, un exhombre sometido a tantas y tan devastadoras
cirugías que ya sólo queda de él su muy cotizada voz.
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PLESIOSAURIO
ANTONIO CRUZ
Antonio Cruz (Santiago del Estero, Argentina).
Médico, escritor y periodista. Ha publicado en diarios y
revistas argentinas y extranjeras. Actualmente prepara
el colectivo Cuatro ríos hacia el mar, con otros tres
autores. Ha dictado conferencias y charlas. En los
últimos años investiga sobre el microrrelato y ha
publicado en una antología, El microrrelato en Santiago del
Estero (2008), al tiempo que administra En los esteros
(blog), dedicado en exclusividad al microrrelato en el
noroeste argentino.
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PLESIOSAURIO
El bolo alimenticio
Cinturón de castidad
Cuando partió a las cruzadas, Sir Arthur entregó al
abad la llave del cinturón de castidad de Lady Laura.
Su sorpresa fue mayúscula cuando, a pocas horas
de dejar atrás su castillo, el abad, a galope furioso,
alcanzó la columna de Sir Arthur para reclamarle que
había dejado la llave equivocada.
Odiseo
Me llamo Nadie y, como muchos, vivo cada día una
odisea.
Nuestro Poseidón se llama dinero y nuestros
cíclopes poder y estrés; las borrascas: soledad, hastío
y vida turbulenta. Somos millones de hombres de
ojos apagados y sencilla desdicha. Seres al borde del
abismo, en la antesala de la nada, cumpliendo con los
impúdicos ritos cotidianos. Si la suerte ayuda,
caemos prisioneros de sirenas o hechiceras más no
siempre ocurre.
Tuve nombre: Ulises; ahora soy Nadie. Vivo en
eterno regreso pero en Ítaca no hay Penélope que
espere. Mi destino es sobrevivir refugiado en la
palabra.
PLESIOSAURIO
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El bolo alimenticio
Historia de un Cuadro
La joven admiraba casi con veneración al reconocido
pintor; por eso, cuando le propusieron que posara
para él, no dudó un instante.
Cada día, ella se desnudaba y el artista, con
pulcros trazos, intentaba reflejar fielmente las
insinuantes formas femeninas.
Después ocurrió lo inevitable. Una tarde, sintió
la cercanía del hombre y un escalofrío le recorrió el
cuerpo.
Al anochecer, ella le dijo que ya no regresaría.
Apenas se hubo marchado, el maestro, inició una
tarea que le insumió mucho tiempo. Con esmero,
recortó la madera de álamo sobre la que pintaba
hasta dejar solamente la parte superior. Removió
pacientemente la pintura y atesoró únicamente el
rostro de enigmática sonrisa. Luego, con un perfecto
sfumato, disimuló formas y tapó aquello que quería
tapar.
El cuadro se transformó en una pieza valiosa y se
ha escrito mucho acerca de él; lo que nadie se atrevió
a contar es que él modificó la pintura original para
preservar la honorabilidad de la muchacha y
esconder los celos que terminaron con su vida.
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PLESIOSAURIO
ESTEBAN DUBLÍN
Esteban Dublín (Bogotá, Colombia). Sus cuentos
han sido publicados en las revistas El Malpensante,
Manifiesto Azul y en diversos espacios virtuales
dedicados a la microficción. Dos de sus relatos han sido
finalistas en concursos de microficción en Chile y
España, y otro recibió la mención especial del jurado en
España. Ha terminado100 minificciones para un mundo
imaginario. Sus cuentos se pueden encontrar en
http://estebandublin.blogspot.com.
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PLESIOSAURIO
El bolo alimenticio
El hombre imaginado
Milagros Ampudia tiene la posibilidad de forjar al
marido perfecto. Lo hace trigueño, de pelo castaño
liso y con cejas finas como un pincelazo. Diseña el
color de sus ojos pardo como una tarde y su boca,
como un trozo de carne rojo, grueso y jugoso. Crea
firmes y ligeramente musculosos sus pectorales y
hace cuadriculados sus abdominales. También
piensa, por supuesto, en el miembro de su varón y lo
diseña al tamaño justo de su satisfacción. Además,
desea que no hable, que cocine, que lave, que
planche, que cosa y que barra. Y, por si fuera poco,
que sea fiel. Una vez lo concibe a su entera
imaginación, disfruta con él como un perro faldero.
Ante semejante muestra de perfección, no le ha
quedado más alternativa que pedirle el divorcio.
PLESIOSAURIO
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El bolo alimenticio
Ángel Guardián
Aunque cueste creerlo, en medio de las figuras
celestiales, existe un ángel que vela porque se respete
el uso correcto de las palabras. Sin duda su trabajo es
arduo y basta conocer las labores que realizan para
entender por qué. El ángel no sólo debe vigilar que la
gente use correctamente la palabra desde la
gramática, la fonética y la ortografía, sino que debe
estar pendiente de que se honre el valor moral de
cada vocablo. Cuando alguien viola alguna de estas
normas, el ángel marca el “pecado” del mortal en el
cielo y con la suma de fallas determina el futuro
estado de su alma. Si alguien le echara un vistazo a las
marcas del ángel, fácilmente se daría cuenta de que
los publicistas están condenados al Limbo; los
periodistas, al Purgatorio y los políticos, al Infierno.
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PLESIOSAURIO
GUILLERMO BUSTAMANTE
Guillermo Bustamante (Cali, Colombia, 1958).
Licenciado en Literatura e Idiomas, Magister en
Lingüística y Español. Profesor de la Universidad
Pedagógica Nacional de Bogotá. Cofundador y
codirector de la revista Ekuóreo de minicuentos. Ganador
del premio Jorge Isaacs 2002, con el libro Convicciones y
otras debilidades mentales.
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PLESIOSAURIO
El bolo alimenticio
La actriz
Caperucita estaba aburrida: cada vez que un lector
toma el libro y lee, termina primero baboseada y
después tragada por el lobo, saliendo finalmente a
través de una chapucera autopsia de cazador. Para
acabar con este ciclo infernal, convenció a una
amiguita de hacer sus veces y presentarse en la escena
de marras con la canastilla munida de manjares. La
abuela estaba muy viejita y no notaría la diferencia; le
prometió cierto favor como recompensa, una vez la
sencilla misión fuese cumplida.
Quiso verificar personalmente el desarrollo de
los acontecimientos. En su momento, oyó los
infantiles gritos que en el libreto marcaban, primero,
la infructuosa negativa de la niña a dejarse comer por
el lobo y, luego, su disposición en bocados
convenientes a las costumbres de mesa de estos
carnívoros.
Sólo entonces, contenta, Caperucita cogió su
propio rumbo, con la deriva que suele caracterizar a
un actor desempleado.
PLESIOSAURIO
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El bolo alimenticio
El usuario
Creado el teléfono celular, la dificultad del vínculo
con el semejante por fin parecía ceder: si no eras
capaz de hablarlo de frente, podías hacerlo a través
del portátil. Pero la dificultad porfiaba: qué decir por
el aparato, cómo decirlo. Entonces se agregó el
botón de mensajes para toda ocasión: ¿te atrae y te da
pena confesarlo?, ¿atraviesan por un disgusto?,
¿palabras para una fecha significativa?, ¿necesitas una
buena excusa?... Para toda ocasión, la máquina —que
aprendía el timbre singular de tu pronunciación—
formulaba las palabras adecuadas. Y eran tan
adecuadas que muchas veces el destinatario, aun sin
ser propiamente tímido, se sentía sobrepasado. Por
eso, también se inventó el servicio de respuesta: si
vacilabas para contestar, si no encontrabas la
expresión justa, el aparato hacía lo pertinente,
usando tu propia voz.
Viendo que sus teléfonos sí parecían
comunicarse fácilmente, los usuarios empezaron a
charlar cada vez menos, mientras los aparatos se
dedicaron a dialogar entre ellos. Ahora los usuarios
escuchan en secreto esas conversaciones, cada vez
más alejadas del alcance que ellos mismos tendrían si
pudieran dar rienda suelta a lo deseado.
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PLESIOSAURIO
SANDRA BIANCHI
Sandra Bianchi (Buenos Aires, Argentina). Crítica
literaria, periodista, editora y gestora cultural. Trabaja
en la Universidad de Buenos Aires. Organizó, junto con
Luisa Valenzuela y Raúl Brasca, el «Primer Encuentro
Nacional de Microficción» (Buenos Aires, CCEBA,
2006), cuyas actas se hallan en La pluma y el bisturí (2008).
Actualmente estudia y difunde la narrativa brevísima de
Luisa Valenzuela. Sus microficciones están publicadas
en internet, antologías y en Huellas, su primer
microlibro de creación (2009). Escribe también en
Ficción mínima, blog que coordina con Violeta Rojo y
Lauro Zavala.
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PLESIOSAURIO
El bolo alimenticio
Perras urbanas
Las perras de ciudad no necesitan conectarse con el
universo en las noches de luna. Será porque casi
todas son madres y las crías las religan con la especie.
Por eso las perras de ciudad tienen otras
preocupaciones. Deben lamer la sangre que cada seis
meses derraman en la casa que habitan, en lo posible
sin olvidar una sola gota que horade los pisos recién
pulidos. Para ser queridas y neutralizar su hembría,
deben cumplir con ese mandato que reza que son
mucho más guardianas que los perros. Y estar alertas,
sin descanso. No tienen tiempo para dedicarse a los
divagues espirituales.
Por eso la felicidad tiene que ver con la
oportunidad. Cuando la puerta de calle queda
entreabierta, por ejemplo. Las perras de ciudad salen
a trotar las veredas, se meten en un baldío, huelen el
bajo fondo. Quizá se lían con un perro vagabundo.
Después regresan a su vida cotidiana por la
misma puerta. Sin quererlo, sin saberlo, siguen
regalando a los hombres ese vocativo o predicativo
con el que suelen aludir a las mujeres malas, a las
deseadas, a las prostitutas. O a las de cualquier
condición.
PLESIOSAURIO
41
El bolo alimenticio
Perro urbano
Un perro decide aullar a la luna. Necesita conectarse
con el universo, hacer vibrar esas úes sonoras en el
espacio intangible de la noche citadina. Vuelve a su
origen, se comunica con la manada y en el aullido es
nuevamente lobo.
El tiempo no existe. Aun vuelto a su prehistoria
sigue aullando. Ahí vemos su silueta a contraluz. Es
salvaje, cuida su territorio. Su hocico se abre a los
sentidos del mundo. Se agazapa y devora una presa.
Luna y ciudad no se inmutan. El animal muestra
sus colmillos para pelearse con otro por la misma
hembra. Tarascones, mordeduras, sangre. Es un lío
de gruñidos y pelos, pura energía de combate.
Siempre aullando, corteja a la loba. Trotará por la
planicie desierta antes del alba. Le agrada el viento y
el olor que percibe. Jadeante de tantos kilómetros se
echa a descansar. Perro una vez más, las úes
lentamente se le apagan hasta la próxima luna llena.
42
PLESIOSAURIO
MARIO GUEVARA
Mario Guevara Paredes (Cusco, Perú, 1956). Ha
publicado libros de cuentos: El desaparecido (1988),
Fuego del sur, tres narradores cusqueños (1990), Cazador de
gringas y otros cuentos (1995) y Matar al Negro (2003), y
desde hace diecisiete años dirige la revista cultural
Sieteculebras, que ha cumplido 15 años de vida.
44
PLESIOSAURIO
El bolo alimenticio
Dos mundos
Se cansaron de la espada que despedía rayos
multicolores, también del tren eléctrico que giraba
monótonamente sobre el piso alfombrado de la
habitación. Aburridos de los juguetes caros y
sofisticados, se acercaron a la ventana que proyectaba la
visión de la calle. Quedaron intrigados al ver, no lejos de
la mansión donde vivían, a un grupo de niños que
gritaban, reían y saltaban sobre un patio de tierra. En un
descuido del ama que los cuidaba, salieron a la calle.
Avanzaron lentamente tomados de la mano, moviendo
sus cuerpecitos rollizos. Al ingresar al patio, sus zapatos
charolados se llenaron de tierra. Los niños que jugaban
no se percataron de su presencia que contrastaba con la
de ellos. Quedaron impresionados de la algarabía de los
niños. Estos andaban descalzos, la ropa mugrienta y
rotosa flotaba en sus raquíticos cuerpecitos. Las caritas
sucias y famélicas se tornaban risueñas cuando el
amigo, empujando un piojo con una pajita, ganaba al del
contrincante en la carrera que llevaban a cabo. Vieron
como un niño extraía un piojo de su cuerpito y lo ponía
al juego. Queriendo hacer lo mismo, se buscaron con
loco afán un piojo en sus cuerpecitos blanquecinos y
perfumados, pero grande fue su desilusión al no
encontrar al valioso parásito que los hubiera hecho
partícipes del juego. Indignados y molestos por no
tener ese privilegio, regresaron cabizbajos a su mansión.
PLESIOSAURIO
45
El bolo alimenticio
Sudaca
A pesar de todo, te dirán extranjero; algunos,
trotamundos; otros, emigrante. Y para la despistada
mayoría, siempre serás un indeseable sudaca. Pero tú,
trabajador responsable, que laboras como un
indocumentado, sin horario ni paga justa, que
duermes mal y comes peor, eres, para colmo, un
latinoamericano, es decir, una insoportable mierda.
Aún así, en tus intermitentes sueños cargados de
nostalgia, buscas con insistencia a la madre patria.
Pero, lamentablemente, encontraste a la puta madre.
46
PLESIOSAURIO
CARLOS SALDÍVAR
Carlos Saldívar (Lima, Perú, 1982). director de la
revista Argonautas de fantasía, misterio y ciencia ficción. Ha
publicado el libro Historias de ciencia ficción (2008) y
Horizontes de fantasía (2010). Actualmente prepara su
primera novela y un tercer libro de cuentos de terror.
48
PLESIOSAURIO
El bolo alimenticio
Solución a la pobreza
Estaban el Presidente del Perú y un periodista
conversando sobre asuntos de interés nacional.
Este año 2011, hemos conseguido que haya tres
millones de pobres menos en el país –dijo el
Presidente.
—Lo felicito —comentó el periodista. ¿Los
colocaron en estratégicos puestos de trabajo?
—No, los hemos colocado a todos en fosas
comunes. No había lugar en los cementerios.
PLESIOSAURIO
49
El bolo alimenticio
El dinosaurio moderno
Cuando despertó, el dinosaurio ya se había ido.
Entonces lo llamó a su celular.
Confesión caníbal
Era una mujer deliciosa —dijo el acusado—. Por
eso me la comí.
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PLESIOSAURIO
LAURA VIZCAÍNO MOSQUEDA
Laura Elisa Vizcaíno Mosqueda (México DF,
México, 1984). Licenciada en Literatura
Latinoamericana por la Universidad Iberoamericana,
realizó su maestría en Letras mexicanas en la UNAM, y
cursó una estancia de investigación en la Universidad
de Buenos Aires. Asistió al V Congreso Internacional
de Minificción (2008). Actualmente realiza su
investigación sobre la ficción breve en México y trabaja
como investigadora en el Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes.
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PLESIOSAURIO
El bolo alimenticio
Problemas con el estambre
La doncella Aracné abrió una escuela de Tejido y
Bordado. Entre millones de alumnas hubo sólo una
que nunca pudo graduarse. La creían holgazana e
irresponsable, incapaz de hacer la tarea completa, sus
compañeras se burlaban de ella y, como no le dirigían
la palabra, nadie le preguntó porqué deshacía el
tejido todas las noches.
La vida después de la muerte
Una mosca murió aplastada dentro de la libreta de un
ingenioso que le encontró forma y sentido al bicho.
Ahora, el diminuto cadáver es una hermosa estrella
de color tostado en la obra de un autor.
PLESIOSAURIO
53
El bolo alimenticio
Asuntos laborales
Cuando Nietzsche proclamó la muerte de Dios, San
Pedro se sintió aliviado, era la hora de conocer esas
playas con Spa. Y mientras alistaba sus maletas y se
medía el traje de baño, llegó el ángel de luz pesada a
entregarle un mensaje sobre el eterno retorno.
54
PLESIOSAURIO
CÉSAR VALDIVIEZO
Cesar Valdivieso (Lima, Perú, 1988). Egresado de
Lingüística de la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos. Director de la revista de creación literaria Ónice.
Ha publicado poesía en algunas páginas de internet.
Viene preparando actualmente un libro de narrativa
que lleva por nombre Bestias extintas.
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PLESIOSAURIO
El bolo alimenticio
Temores
Entonces, ella muy tímida hundió un pie en el agua y
al otro lado del mundo, en Irlanda, creyeron ver a un
monstruo nadando.
Madurez
Sólo cuando vieron que era el último tirado en todo
el árido planeta, las aves dejaron de chillaron y fueron
al grano.
PLESIOSAURIO
57
El bolo alimenticio
Ruptura amorosa
Incluso después de haberlo dicho todo, él me cogió la
mano y mirándole a los ojos vi cómo iba llenándose
de lágrimas. Sus labios comenzaron a producir un
balbuceo extraño al igual que los bebes. Lo mecí
entre mis brazos y empecé a enseñarle a hablar de
nuevo.
58
PLESIOSAURIO
JOSÉ LUIS CASTELLANOS
SEGURA
José Luis Castellanos Segura. Ha publicado varios
microrrelatos entre los que destacan los elegidos para 4
antologías diferentes de la Editorial Hipálage (Sevilla) y
los seleccionados para el libro Para leerlos todos de la
Universidad Iberoamericana de León (México).
Finalista del concurso Internacional de Microtextos
«Garzón Céspedes» (2008) y del Certamen de Relato
Hiperbreve organizado por la fundación del Camino de
la Lengua Castellana (2010).
60
PLESIOSAURIO
El bolo alimenticio
Manifiesto del Lobo Feroz
A ningún ser humano se le ocurriría pensar que el
malo del cuento no sea yo, el Lobo Feroz. Por eso, me
veo en la obligación moral de plasmar mi humilde
punto de vista.
Lo único que hice para estigmatizarme de por
vida fue lo que haría cualquier ser vivo: seguir mi
naturaleza. Si tengo hambre, como, así de simple.
¿Hay algo malo en ello? ¿No es lo que hacéis
vosotros todos los días?
Ta l ve z o s p a r e z c a m á s n o r m a l e l
comportamiento de una madre inconsciente que
manda sola a su hija a cruzar un bosque; o el de la
abuelita que deja siempre la puerta de su casa abierta
con la cantidad de indeseables que hay por ahí; o
quizá el de la propia Caperucita, que, en vez de ser
obediente y llegar lo antes posible a casa de su abuela,
se detiene a coger flores y a hablar con el lobo de
turno; por no hablar del extraño leñador que siempre
está merodeando por las casas aisladas con un hacha
en la mano (ese sí que podría llevar como epíteto el
mío: el leñador feroz).
Decididamente, los hombres estáis locos; si la
literatura hubiera sido cosa de lobos, otro gallo nos
habría cantado.
PLESIOSAURIO
61
El bolo alimenticio
El no Quijote
Tras la muerte de mi tío, recibí como herencia una
memoria extraíble con varias decenas de carpetas
repletas de archivos Word, que me llevó mucho
tiempo leer. Uno de ellos, no sé por qué, me llamó
poderosamente la atención. En él, un tal Cide
Hamete Benengeli nos cuenta la siguiente historia:
«En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero
acordarme, nació, vivió y murió Alonso Quijano. Perdió la
cabeza por la cantidad de telebasura que consumió, pero
gracias a los cuidados y prescripciones de un buen psiquiatra,
llevó una vida parecida a la del resto de vecinos de su pueblo.
¡Quién sabe adónde le habrían llevado sus locuras!»
62
PLESIOSAURIO
MARÍA ELENA LORENZÍN
María Elena Lorenzin. Licenciada en Letras por la
Universidad Nacional de Cuyo (Mendoza, Argentina) y
doctora por la Universidad de Flinders (Australia).
Desde 1985 reside en Adelaida, Australia del Sur, y
trabaja en la Universidad de Flinders. Ha obtenido
varios premios literarios como el Premio Fernán
Caballero de relatos breves, convocado por la revista
Antípodas y el Consulado de España en Melbourne.
Microsueños, su primer libro de microrrelatos, fue
publicado en ese país (2008).
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PLESIOSAURIO
El bolo alimenticio
Dinosaurio
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí,
blogueando.
De Julio César a su madre
Por un tajo tanta historia.
PLESIOSAURIO
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El bolo alimenticio
Laberintos
Si se pierden, échenle la culpa a Borges, no a mí.
Cuestión de género
La viuda negra se morfaba cinco machos de un tirón,
pero quedaba siempre insatisfecha. Para superar la
neurosis fue al analista. Ahora es una lesbiana feliz.
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PLESIOSAURIO
SARA BRAVO MONTENEGRO
Sara Bravo Montenegro (Lima, Perú, 1971). Cursó
estudios universitarios en la Pontificia Universidad
Católica del Perú donde obtuvo dos bachilleres: en
Educación y Humanidades, con especialidad en
Literatura Hispánica. La página de Urbanotopía publicó
algunos poemas suyos en el año 2008. Ha publicado en
la revista literaria virtual En sentido figurado. Coeditora
del blog El blog de la página en blanco. Su blog propio es El
rincón de Eva Lunera, dedicado a la literatura breve.
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PLESIOSAURIO
El bolo alimenticio
Lector furioso
Cuando el dragón se salió del libro, el lector abrió su
boca y le lanzó fuego a la cara. El dragón asombrado,
a la vez que chamuscado, regresó a la historia.
El escape de la musa
Su personaje sería muy femenino, delicado, con
carácter y tendría el pecado de la vanidad. Inspiraría
grandes hazañas, grandes pasiones y grandes obras
de arte. Al terminar de escribir, quiso leer de
principio a fin todo lo que había escrito. Se
desesperó, pues no encontraba los pasajes donde ella
debía estar presente. Antes de la palabra «FIN»
encontró un mensaje dirigido a él: ¡Me hiciste
demasiado bella como para morir arrugada, gorda y
flácida! Me voy a otra novela!
PLESIOSAURIO
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El lobo albino
El señor Fuentes heredó el último cuadro que había
pintado su amigo, cuyo cuerpo se había encontrado
mutilado y mordido en su casa. Se trataba de un
hermoso paisaje frío. En él las ramas de los árboles
eran movidas suavemente por el viento. Había un
cielo celeste con rayos brillantes de luz que hacía
buena compañía a todo al panorama albino. Las
líneas de los bajos montes blancos eran apenas
nítidas. Entre ellas, y muy cerca al pino más alto, se
encontraban unos ojos de mirada intensa y unas
orejas se camuflaban con el color de los gruesos
tallos. Un día sintió que lo estaban observando.
Recorrió su casa para cerciorarse si había alguien
escondido. Hasta que llegó al cuadro y se detuvo
para admirar el paisaje. Unos minutos después,
cuando comenzó a caer una intensa nevada, el lobo
excavaba para esconder su presa.
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PLESIOSAURIO
MARTÍN GARDELLA
Martín Gardella (La Plata, Argentina, 1973).
Abogado, escritor y profesor universitario. Fue editor y
fundador de la revista Pensamiento Jurídico. Recibió
menciones y premios en varios concursos nacionales e
internacionales. Varios de sus microrrelatos han sido
incluidos en antologías del género publicadas en
Internet y publicados en revistas dedicadas a la
microficción. Es el creador del blog El living sin tiempo,
su bitácora de cuentos breves y brevísimos.
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PLESIOSAURIO
El bolo alimenticio
Adoración
El mar adora a los soñadores. Por eso, engulle con
olas descomunales a aquellos que gustan pasar largo
tiempo sentados en el muelle, imaginando un futuro
casi perfecto que nunca llegará. Cree que así roba sus
sueños, para poder disfrutarlos él mismo en las
solitarias noches frías del invierno.
También le gustan los pescadores, pero a ellos los
devora por simple venganza.
Infusiones
Todas las mañanas, discuten por cualquier cosa. Si
ella prepara té, él quiere café. Si sirve café, él lo
encuentra demasiado dulce, frío o muy pequeño, o se
le antoja con leche, o prefiere que le cebe un mate.
Pero, a partir de hoy, ella no quiere discutir más.
Satisfará obedientemente todos los gustos de su
esposo en el desayuno. Total, cualquiera de las
infusiones servirá para esconder el sabor del veneno.
PLESIOSAURIO
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El bolo alimenticio
Le Cirque Rouge
La caravana del circo arribó al pueblo aburrido,
anunciando un espectáculo diferente. Entre el show
de malabaristas y las bromas del viejo payaso, se
presentaba, en el círculo de arena, un auténtico
vampiro. Su acto consistía en fascinar a un enano,
para luego beber la sangre de su cuello, frente a la
mirada magnetizada de los pueblerinos. La rutina era
escalofriante, pero muy original. El éxito del show
fue tan contundente, que el circo debió extender su
estadía en aquel sitio por toda la temporada. Pero,
por desgracia, el stock de enanos se acabó
rápidamente, y en las funciones siguientes, el pálido
artista debió someter a su rutina a cada uno de sus
compañeros del circo, incluido el dueño y los
miembros de la orquesta. Ya sin música ni
presentador, el exitoso vampiro anuncia el
espectáculo de esta noche con una novedad. Por
primera vez, solicitará la colaboración gentil y
desinteresada de alguien del público.
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PLESIOSAURIO
LEONARDO CÁRDENAS
Leonardo Cárdenas Luque (Lima, Perú). Cursa
estudios de Literatura de la Universidad Nacional de
Mayor de San Marcos. Ha dirigido un blog de creación
literaria y se encuentra trabajando en varios textos
inéditos.
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PLESIOSAURIO
El bolo alimenticio
Juan
«Muchos años después, frente al…».
Dejó a un lado el papiro y miró al cielo:
«En el principio era el verbo, y el verbo era con
Dios, y el verbo era Dios».
Volvió a leerlo y sonrió.
Metamorfosis
Cuando me desperté una mañana después de un
sueño apacible, me encontré sobre mi cama
convertido en un horrible humano.
PLESIOSAURIO
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El bolo alimenticio
Batalla
SU ENEMIGO: seis patas sobre la piedra que se
mueven mejor en la noche. Él, armado con la escoba,
agitaba las hojas cercanas. El enemigo asomó sus
antenas, y el niño podría jurar que se las quitó cuando
las cerdas sucias aterrizaron sobre el suelo. El insecto
alzó vuelo desde una maceta, hacia las escaleras. Un
poco más y llegaría a la puerta vecina, por donde se
filtraría fácilmente, de ahí seguiría el camino a la
cocina, donde encontraría algo que lo aliviaría.
El niño, impulsado por la extensión de un
combate que duraba demasiado, atacó sin piedad el
escalón superior. El insecto se movía como
condenado a muerte, y un segundo después…
—Acá está, madre.
—Ponla en la olla.
Ese día el menú supo a victoria.
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PLESIOSAURIO
ALEJANDRO BENTIVOGLIO
Alejandro Bentivoglio (Avellaneda, 1979). Cursó el
Profesorado de Castellano, Literatura y Latín. En 2006
publicó Revólver y otras historias del lado suave y, en 2008,
Dakota/Memorias de una Muñeca Inflable. Ha
participado de la I Jornada de Literatura Inglesa del
I.S.P.J.V.G., el V Congreso Internacional de Minificción
en Neuquén, las III Jornadas de Microficción de
Rosario y las I Jornadas de Microficción de la Feria
Internacional del Libro 2009. Sus microficciones han
sido incluidas en antologías de Argentina, Estados
Unidos y España.
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PLESIOSAURIO
El bolo alimenticio
Vida de casados
En el tren encontré a una señorita de cabello rubio
que me dijo que yo era el hombre de su vida. Al
principio le creí pero luego vi que el guarda se
acercaba y noté que ella no llevaba boleto. Como
cualquier otro caballero hubiera hecho, se lo pagué
sin demora alguna. En el resto del viaje no nos
hablamos.
Al bajar en la última estación, exigí el divorcio.
Spleen canibal
Bruno abrió los ojos y vio un pequeño japonés que lo
estaba cortando en pedazos.
—¿Qué se supone que hace?
El japonés sonrió y le cortó una pequeña porción
de cuerpo que devoró en segundos.
Quizás no entiende el idioma, pensó Bruno.
Luego se echó hacia atrás. Se sentía cansado, le dolía
la cabeza.
Pensó en decirle al japonés que hiciera menos
ruido al masticar.
PLESIOSAURIO
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El bolo alimenticio
Somos yo
Sherlock Holmes golpeó la puerta. Un hombre
pequeño y mal vestido lo hizo pasar a él y a sus dos
acompañantes, Watson y Lestrade. Cuando los tres
estuvieron en un viejo salón en desuso, fue Holmes
el primero en hablar.
—Usted me invitó —dijo—. Seguramente para
exponernos su macabro plan.
—Así es —dijo el hombre sin inmutarse—.
Están aquí para contemplar cómo cometo un crimen
tan perfecto que ni usted podrá resolverlo.
Todos permanecieron en silencio, estudiándose
unos a otros. La batalla mental entre aquellos
hombres prometía extenderse durante horas. Pero
Lestrade, impaciente, sacó su revólver y disparó
sobre Holmes y sobre el hombre.
—Alguien tenía que silenciar a esos pedantes
—aprobó Watson.
El doctor no lo sabía, pero debajo de las
facciones de Lestrade se escondía Holmes,
maquillado hábilmente.
Lestrade no lo sabía, pero debajo de la de
Watson, también.
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PLESIOSAURIO
ROMÁN DE LA CRUZ
Román de la Cruz (Callao, Perú). Estudiante de
Literatura de la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos. Escribe poemas, cuentos y novelas no
publicadas.
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PLESIOSAURIO
El bolo alimenticio
Regreso
—Cuando todo esto acabe podré ver a mi familia,
besar a mi esposa y abrazar a mi hija, sentarme juntos
a ellas a la mesa y contarles esta historia mientras
desayunamos. Ya puedo ver sus rostros, gestos de
admiración y espanto, sonrisas y silencios, mientras
les relatos mis batallas, mis triunfos y mis derrotas.
Puedo oír la voz de mi esposa reprochándome: «No
debiste entrar a la guerra ¿Responder el dolor con
más dolor era necesario? No tenías que veng…» Y a
mi hija interrumpiendo: «¿Qué es una guerra?»
—Otra vez las fiebres. Creo que ya es su hora,
está delirando.
—¿Qué es lo que dice?
—Que irá a ver a su familia.
—Entonces te equivocas, aún no ha perdido la
cordura.
—Entonces no podré decir nada, ni yo sé las
respuestas a esas preguntas, solo me quedará dejar a
un lado la pieza de pan, tomar un sorbo de café y, listo
para no llorar, pedirles que vuelvan a abrazarme,
decirles que ahora solo quiero olvidar…
—¿Por qué lo dices?
—Porque su familia murió en el primer
bombardeo.
PLESIOSAURIO
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El bolo alimenticio
Edén
En días como estos, cuando el sol arrecia y mi sangre
hierve, te hago el amor sin pena ni miramiento. Es la
hora de nuestro edén, en la que nos reímos de las
brujas y de los hombres, de sus leyes y
encantamientos. Y aunque, desde otro lado de la
cerca, la gente que pasa, ya sea por odio o temor, asco
o envidia, nos grite: «¡Puercos!» Nosotros sabemos
que no hay nada mejor que entrelazar nuestras
pezuñas y estrechar nuestros hocicos.
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PLESIOSAURIO
SATURNINO RODRÍGUEZ
RIVERÓN
Saturnino Rodríguez Riverón (Placetas, Cuba,
1958). Narrador y poeta. En 1999 obtiene el Premio
Calendario Narrativa con el cuaderno Manuscritos en
papel de cigarro (2001), Cuentos de papel (2007). Ha sido
incluido en diferentes antologías, como Cuentos cubanos
contemporáneos. Palabra de sombra difícil (2001); Certamen
Jara Carrillo, Premios 2003-2005 (2005), Premios 20062007 (2007), Karma sensual. Antología de relatos eróticos
(2005), Con buenas palabras (2006), Bendito sea tu cuerpo
(2008), entre otros. Trabaja como periodista en la
emisora Radio Reloj, de La Habana.
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PLESIOSAURIO
El bolo alimenticio
Tiempo presente
El sueño del Emperador Amarillo era nítido y
consistente: sería el primer emperador, el único.
Nadie antes que él, nadie más sabio. Necesitaba
controlar el pasado, abolirlo, y la mejor manera de
hacerlo era suprimir todo lo escrito. Ordenó a su
ejército recorrer las ciudades de estrechas callejuelas,
asolar las pagodas, confiscar todos los libros y
cremarlos. El resplandor de la inmensa pira se vería
más allá de la muralla. Después de la majestuosa
incineración quedaría extinguido el pasado: la
historia comenzaría con él.
Dos extenuados campesinos de una aldea
cercana fueron conducidos a la fuerza para que
dieran fe del hecho. Se les pagarían veinte monedas y
una inobjetable amenaza de muerte para firmar el
testimonio. Entonces, ante la mirada atónita de los
aldeanos y junto a los libros que pretendía quemar, el
emperador Chi Huang-Ti comenzó a arder de los
pies hacia arriba. Cuando las llamas le consumían a
nivel de las rodillas, se dio cuenta de que era un
gobernador de papel dentro de uno de los libros que
él mismo había ordenado quemar. En ese siempre
presente, ardería junto al pasado por los siglos de los
siglos.
PLESIOSAURIO
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El bolo alimenticio
La mordida de David
La hormiga escritora muerde la mano del escritor,
que entre otras cosas, ha escrito textos semejantes a
esa misma mordida. ¿Por qué?, pregunta el escritor.
Porque tú no eres una hormiga para escribir como mi
mordida, grita la hormiga. Y tú no eres tan escritora
para morder como escribo yo, alega David. Y antes
de aplastarla con el pulgar, recomienda al autor
limpiar el texto: Hay demasiadas hormigas y
escritores.
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PLESIOSAURIO
RUBÉN ROQUE ARONI
Rubén Roque Aroni (Lima, Perú, 1991). Estudiante
de Literatura de la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos. Ha participado en talleres de microrrelato
dictados por Ricardo Sumalavia y en recitales de poesía
y minificción. Forma parte del comité editorial de
Plesiousario. Primera revista de ficción breve peruana desde
2009. Fue seleccionado en los recitales «Ese puerto
existe» en la UNMSM. Participará en el VI Congreso
Internacional de Minificción en Bogotá.
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PLESIOSAURIO
El bolo alimenticio
Hombre enamorado
Al salir de la bañera las palabras de su madre aún le
revoloteaban en la cabeza. Lo había empezado a
notar hace algún tiempo: esa amistad era cosa
peligrosa. Mientras escogía la ropa que se pondría
para salir con Elisa pensaba en la forma de alejarse de
ella. Pero él no sospechaba que ya era demasiado
tarde. Cada pantalón que se probaba le resultaba
incomodo pronto los pies dejaron de soportarle el
peso. Primero fue Rodrigo, luego Joaquín y ahora le
pasaba a él. El timbre sonó y él no dejaba de mover la
cola, mientras a su cabeza retornaban las palabras de
su madre: «Has dejado mucho pelo en la bañera».
PLESIOSAURIO
93
El bolo alimenticio
Jaula
Una nueva visitante llegó para hacerle compañía.
Abrieron las rejas y ella entró casi a la fuerza. Él
asustado y temeroso de sus captores, permaneció en
silencio. La nueva compañera de celda era hermosa,
hace mucho que no tenía compañía. Él aprovecho la
noche, mientras ella dormía, para acercarse. Ella
fingiendo el sueño, lo recibió bien, dejándolo posar
encima de ella. Cuando él se alistaba para arremeter,
ella aprovechó el descuido y le asestó un zarpazo en
el corazón. Él cayó estrepitosamente. Para cuando
los guardias llegaron ya estaba muerto. Abrieron la
celda para tratar de socorrerlo, ella reconoció el
momento justo para escapar. Vuela muy alto y se
pierde en el horizonte en busca de su amor. Yo aún
espero que vuelva a mí.
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PLESIOSAURIO
DANY DORIA RODAS
Dany Doria Rodas (Lima, Perú, 1987). Estudiante
de Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos. Fue organizador del evento «Narradores en
San Marcos. Un espacio para la prosa» (2007) y director
de la revista de literatura Bosque de latidos (2007-2008).
Es editor de Plesiosaurio. Primera revista de ficción breve
peruana desde 2008.
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PLESIOSAURIO
El bolo alimenticio
Encuentro*
En 1960, un hombrecito de Lancaster llegó ante mi
presencia.
No había abierto aún el libro grande, viejo y
empolvado, ni le había preguntado nada, cuando se
adelantó a decirme:
—Yo sé cómo hacer cosas con palabras.
Esta intervención me estremeció: «¿Qué? ¿Otro
más?, me sobresalté. Inmediatamente me apresuré a
buscar su nombre en dicho libro y su expediente en uno
de los archivadores del apolillado armario.
Encontré su nombre: sólo se llamaba John,
entonces pude sentirme tranquilo.
Busque otro libro, uno voluminoso y amarillento, y
le dije:
—Yo también sé crear cosas con palabras.
Y le cité unas cuantas líneas que otros hombres
habían escrito sobre mí hacía poco antes de su
inoportuna llegada «Dijo Dios: “Haya Luz”; y hubo
luz» (Gén. 1, 3), «[…] y dijo: “Voy a exterminar al
hombre que creé […]”» (Gén. 6, 7), «[…] y se dijo en su
corazón: “[…] Mientras dure la tierra habrá sementera y
cosecha, frío y calor, verano e invierno, día y noche”»
(Gén. 8, 21-22).
Y así fue.
* Publicado anteriormente en Bosque de latidos. Año II, Nº 3. Lima,
agosto de 2008, p. 22.
PLESIOSAURIO
97
El bolo alimenticio
Familia
Cierto hombre, una vez, construyó una casa bastante
amplia para él y sus hijos, a quienes les encomendó su
cuidado y la continuación de su empresa, pues tenía
que salir al extranjero por un tiempo indeterminable.
Sin embargo, durante el transcurso surgió una
disputa entre ellos y algunos se construyeron otra
vivienda para continuar con la misma empresa.
El padre regresó rico a su casa y se llevó consigo a
los que encontró allí. Se desconoce el paradero de los
demás hijos.
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PLESIOSAURIO
Plesiosaurio.
Primera revista de ficción breve peruana Nº 3, Vol. 2
se terminó de imprimir
en los talleres gráficos de abismoeditores
el12 de octubre de 2010,
día de la raza.
Jr. Pablo Risso 351 - C, Lima 30.
Tiraje: 150 ejemplares

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