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La velada noche JURADO: Israel Domínguez Pérez Julio Sánchez Chang Alejandro Ponce Ruiz La velada noche René Coyra Pulso y onda / poesía Ediciones ORTO 2011 Edición: Alejandro Ponce Ruiz Corrección: Juan Manuel Alsina Milanés Diseño y composición: Yuri Y. Baldoquín Suárez © René Coyra, 2011 © Sobre la presente edición Ediciones ORTO, 2011 ISBN: 978-959-223-234-1 Ediciones ORTO Plácido No.161 esquina a Pedro Figueredo Manzanillo, Granma, Cuba E-mail: [email protected] He visto demasiado para esperar en calma que se produzca la revelación. DELFÍN PRATS Trazo dejado por la lluvia A la llegada del tren (a) vagones oscuros. viajeros dispuestos a luchar por un sitio más confortable. necesidad de recorrer un espacio adentrándose donde otros lo hicieron supuesta libertad para regresar, incluso. el hombre del pregón lo hace tan alto que apenas logramos entender lo que propone: ha de estar cansado de vender lo mismo. (b) durante seis noches observó su llegada. (anotaba en un pedazo de papel lo que podía observar.) «solo he mirado desde el espacio que media entre el poste de luz al muro de ladrillos.» (recostado al muro miraba con ojo torvo.) los perros ladraban pero no a la luna, a otros perros o a los hombres. nadie fue tan tierno para lanzarles algo de comer. esa gente pasa hambre y los perros a merced de los hambrientos también: «ningún perro le ha ladrado a la luna nunca». 9 (c) quienes transitaban de un sitio a otro se volvían más agresivos: «los hombres prefieren ser tirados por máquinas y no por animales». simulaba hacer la fila. las personas no lo notaban, pero los caballos sí: «esto es la poesía, una simulación», se dijo. (d) hacia el centro del parque está la fuente, construida sin deseo. el hombre que vende frutas se sienta junto al brocal donde no hay agua ni profundidad para haberla. nada brota desde las profundidades, el hombre lo sabe y propone su precio: los perros mordisquean detrás de los postes de luz fríos restos de naranja. (e) primero gritó el búho animal de hierro sobre los patios alumbrados del pedregal. llegué en uno de esos destartalados surcando los campos como un hachazo. cortaba las rosas las colocaba sobre el búcaro para adornar la mesa, un regalo de la familia: un sucedáneo, nunca faltaron flores para los muertos. 10 (f) el tren surca el tren surca el patio de girasoles el tren surca el patio de girasoles y después el patio de gravillas y centeno vas tras él o sobre él y sentirás su olor cuando el resplandor decaiga sobre el puesto de las icsoras florecidas o cuando los girasoles se pierdan en lontananza delimitando los espacios virtuales del cielo y de la ciudad. yo estaré/en la estación/otra vez/esperándote: ¿te has preguntado quién soy alguna vez? 11 Nos sentamos alrededor de la mesa del café nos sentamos alrededor de la mesa del café junto al hombre caminador, al hombre artista con el hombre florero, con el hombre poca luz con el hombre brazos de yerba necesitado, con el hombre pequeño, con el hombre artista zombi, con la mujer lengua de hierro, con la mujer lluvia que ha salido hoy sin sombrero, con la música del hombre campesino entrando en el baño a orinar y que no gusta del café: mientras dura la conversación el hombre dependiente espera la propina y el hombre trasvesti escoge la ropa para el sábado la muchacha ojos de cuarzo habla del novio, que no del amor ni de la felicidad. «quien manda aquí soy yo», nos dicta el tubo de luz fría enemigo del ventilador y de la máquina que cuela la borra, de eso que por convención se llama café americano, y nos sabe a cardo y a agua de mar. 12 Trazo dejado por la lluvia trazo dejado por la lluvia sobre la aparente calma del anochecer. noche: nuestro elemento. trazo dejado por la lluvia sobre el trazo de sangre, ilusión en poder recuperar y comenzar —otra vez— desde el principio. olor a frutos descomponiéndose dentro de su caja de madera, a la entrada de algún mercado. en la mañana el vendedor debe escoger proponiendo un precio mayor para superar la pérdida contra los deseos del comprador, es decir, mediando el dinero y el desprestigiado concepto de la enajenación. fruto: porción de madera tallada/ropa sucia vuelta a usar/coágulo/torpeza/mancha/dádiva/calor. trazo dejado por la lluvia sobre el que debemos pasar otra vez, simulando al transeúnte que camina sobre el empedrado cielo de dientes de perro y sobre legañosa intemperie, sobre su frío. 13 Si no sabemos qué es el amor si no sabemos qué es el amor cómo saber qué sería un poema de amor: música o yerba. manotazo del agua pegando en mi cuerpo contra los residuos de mi olor, especie de calle mal transitada —sin pulimento o señales para transitarla—. anegado nada te conduce, despoblado, mazazo del agua, torbellino dentro del pensamiento herrumbre del pensamiento sin importar lo que hagas por recuperar. agrio del agua sobre las manos, sudor sin sudario o fiebre contra el resplandor de la mano caída y del pañuelo saboreado desde la mancha de aceite hasta el abigarrado color del adiós sin norte sin presunción sin posibilidad. en el norte de unos labios, contra los policías y los bancos de hierro y el cartón pintado de los balcones sin ventanales y sin cristales y sin brillo —ventanas sin lógica de ventanas— y sin camino hacia otra presunta oscuridad, labios en calma como la brisa que debió empujar la lluvia solamente contra mí. 14 No entendía el hombre lo que aconteció ante sus ojos no entendía el hombre lo que aconteció ante sus ojos. «es mejor precaver», se dijo y nos dio la espalda. quiso ver lo que vio, pero no era eso, siquiera pudimos disculparnos. el hombre de la moto estaba acostumbrado y fingió ver púrpura en los labios de él, fingió ver lo que ya había visto muchas veces: una flor, una venta, una nube de humo una transacción entre las cenizas y el alcohol —en el portal de una tienda clausurada por derrumbe— fingió que sabía lo que veía, pero al final debió ocuparse de sus asuntos. si no llego antes de las doce, ve a buscarme. los perros andarán tras los desperdicios y algún tren se hará roncó contra la propia madera de mi cuerpo. 15 Cuando por unos minutos nos cruzamos cuando por unos minutos nos cruzamos el cielo se cerró desde su rojo intenso, había visto otras cosas, y las supuse bellas, incluso, pero nunca el cielo rojo cerrándose. 16 Aire de las islas Aire de las islas 1 ensayar el poema sobre las islas: del misterioso cielo tomábamos las gotas de lluvia, el aire, sus manchas. tratar que el alma no escape, el receptor no se concentre solo en los arabescos en los residuos de la mente. se escribe desde una tenue luz artificial desde la misma alambra de los sitios donde de niños jugábamos. nuestro ojo ha preferido ser aniquilado antes de ser un ojo gritador o lagrimear. si escribes desde la exactitud de las palabras en el momento de buscar la palabra precisa aparecen miles y cambias la intención, borras un sentido y encuentras otro. es mejor ir a los campos a jugar, la cifra de la tarde en la granada, recuperar aquella fe perdida ingratitud de a quienes tendí una mano: la humildad de las palabras no presupone la del sentido. 19 2 en una estación de trenes cuando perdido el ticket alguien me detuvo y debí explicar con inocencia por qué viajaba. establecí mi primera relación con el mundo. viajaba la isla sin velocidad convergía en el punto de la explicación. por qué viajaba sin ticket, increpaba un hombre con voz de dueño. me alié a las palabras, mi respuesta se tornó brumosa, demostrando torpeza, resignación. el escepticismo de mis palabras mi deseo de asesinar… perdí el ticket, mi primera relación con el mundo… 3 como si odiara el agua hundía las manos en el hueco para sacar peces de la represa del ahogado, la de todos los pueblos. escondidos bajo el armazón de la turbina, la que lleva el agua a las casas, nuestra fuente de la eterna juventud. 4 el oficial del gobierno le dijo a mi hermana que podía estudiar, estaba mi nombre en una lista, con tinta roja (de estudiante) que puede continuar… 20 los arrecifes estaban lejos, quedaría tiempo para reparar en ello. mi cuerpo embriagado por la noticia del oficial sucumbió ante el alcohol. madre vistió de gala la carne del matarife, mostraba sus dientes blanquísimos a la luz del candil. al subir me gritaron para que me abrigara del aire del tren y que cuidara el ticket: Sigmund Freud me aguardaba. 5 aguza el oído, ver no podrás la mar de Píndaro. 21 Hablando con un desconocido quien se recuesta a la luz del poste o al rayo que baja desde el portal el que se acumula bajo el frío y el agua derretida sin corazón, espera a alguien espera recuperar. las luces se reflejan en la gota de alcohol. el que espera hablará con un desconocido y no habrá testigos de dicha conversación. 22 Desconfianza del Otro me había dicho que hablase con él, que le contara. «yo no soy así», he preferido justificarme. hablar entonces en tercera persona, como si no fuera mía la historia que iba a decirle. el estanque de los peces guardaba la forma del agua, pero no había líquido allí. debíamos orinar sobre la arcilla y que el guardaparques nos detuviera. tomé su mano y medimos nuestra fuerza, le dije que guardaba un poco del deseo y que si no amanecía en breve, podíamos seguir bebiendo. 23 La sinuosa calle la noche caía como una enredadera. su voz empañaba la oscuridad de la calle contra la oscuridad del cielo, el tenue resplandor con que se mira, la sombra de los cuerpos ocultos tras la brevedad. 24 Mi pensamiento en ti las sirenas del tren pretenden hablarnos. parecía como si las sirenas del tren nos estuvieran tratando de decir algo sobre nuestro deseo de asesinar. en el invierno mis manos aferradas a los raíles potentísimos. yo sentía tu respiración. en el anden la gente transcurría con cierta rapidez padecía el peso de mis manos mis dedos sobre el pedazo de papel. el sonido de los trenes pesa más que una nube de humo. 25 Confesión me ha ido mejor desde que ciertos asuntos no guardan importancia para mí. 26 Tiene algo que declarar? la fijeza de la luz sobre mi rostro como una tortura lograba cegarme. en ciertas noches prefería acostarme bajo la luz del candil. 27 Los niños llenaban con tiza las líneas que el agua borraría los niños llenaban con tiza las líneas que el agua borraría que borraría el viento pretérito las consignas la necesidad la música. la gente se amontonaba, alguien escribió tu nombre sobre el límite de la cal y la piedra. la palabra que nombraba tu persona cayó al vacío en el que me asomaba como se asoma la miseria al horizonte dejándose llevar como un cuervo o un favor. cantaban, tumbados sobre la yerba hicieron sonar los acordes como si nada sucediera, y en verdad nada había sucedido. solo el viento llevando a volar a los suicidas y su olor a pájaros disecados y el deambular de los locos como una música más. 28 Barco varado Era la piragua de Guillermo Cubillo... CANCIÓN barco varado. cardumen que se desvanece ante el oleaje. atalaya impidiendo el avance. naufragio. ser detenido en un sitio que no le pertenece. regurgitación. luz votiva. remueve el agua tibia del café y pregunta cómo sería en otra parte. qué posee para decir estas cosas son nuestras. intenta asir el líquido cálido dentro de la garganta, el sabor de la fiebre. tararea una canción popular donde un personaje navega desde su piragua. pretende que entendamos que el protagonista es el barco varado y no el destino o el mismo personaje de la canción, trata de adiestrarnos sobre su existencia establece su filosofía sobre el drama del otro y nadie entiende con certeza si es quien canta o quien perdió el magro vote. ese soy yo, espeta en nuestra cara y agria lo que nos quedaba de la tarde. 29 Acorralados por la intemperie acorralados por la intemperie cercados por el ruido de la lluvia y por el milagroso cielo. lo que nos separa de la pobreza es esta línea que debemos cruzar. lanza del agua sobre nuestras cabezas: no le temo al cielo ni al hombre que lee el futuro desde la palma de nuestras manos. te aprieto contra mi pecho como si fueras mi hijo. 30 Varias formas de contemplar una casa Haz una casa para todos… S. FEIJÓO Habitación alquilada me canso de vivir bajo trastes tan viejos el mes acaba y debo pagar el entrante vigila la dueña como el testaferro las paredes lechosas y agrias la ventana no funciona gotea la pluma siempre el fisgón me ha visto fornicar desde el maltrecho pomo de la puerta. somos estas miserias y otras menos humanas. palma de mi mano que no puede leerse ni herirme luz matinal que no te despierta sonido de la mañana que no es sonido es sub-sonido, sordina. en la ciudadela los vecinos pronuncian palabras sencillas que perturban el sueño, distancias, atributos que se utilizan para vivir y cuestan tanto que nos conducen a la miseria discrepancias entre esta y aquella persona. fuegos de artificio contra el fondo del cielo hombres que marchan hacia el trabajo disimulan no creer en nada buscan lo mismo que yo sin saberse poetas ni hombres cívicos y el trabajo no les satisface 33 y el verano y del cielo el mismo color: oscura perdiz que cruza la tarde y estaba en un poema de heredia y en éste el instinto por la soledad. hojas secas donde la lluvia medra libros viejos amontonados cerca de la colchoneta donde duermo en el suelo, frío o ardiente en dependencia de la estación del año. ojos que no saben ya mirar vigilia/dinero/navajas/ pedazos rotos de papel que son el poema el principio y el fin del poema el suceso eterno del poema. esquirlas de madera dejándonos ver toda la miseria. tendida mi alma en el cordel junto a la ropa mal lavada vaho de mi alma. no hagamos ruido con nuestra inclemencia. la noche en la mohosa luna sangre de sus gatos bebiendo de mis entrañas ni dejan disfrutar los fuegos de artificio. 34 La celosía nadie podía ver lo que miraba es decir, nadie me podía ver mirar. si usted pasaba por la calle y no miraba con detenimiento a través de la celosía no podía verme entonces no veía que estaba mirando incómodo por el último resquicio. nadie se encontraba dentro del cuarto del cobertizo de la parihuela de cartón con olor a lluvia pantanosa o a reseda. el que vivía en aquel cuarto con celosía con celosía y sin sofá o asientos sin agua sin luz o lumbre sin pan, bella vida sin afeites hueco oscuro donde yo barrunto a veces la que mi alma desea. nadie podía ver lo que miraba y esa distancia me atrapa. un ser irracional es el que mira las cosas desde la eterna distancia distancia en la hoja blanca pregunta insatisfecha hecho de sombras no chinescas sino furtivas. de la lluvia lo que interesa es olor que desprenderá la tierra mojada memoria que dejan los destrozos del vendaval momento en que debemos escapar ante la cegadora luz... 35 La vuelta a casa con un flaco en un bar en La Habana. desde la ventana la ciudad brindaba su avaro contorno. lamentable arquitectura de los altos semejaba nuestra vida. horcones de roída madera por los otoños sucesivos argamasa sobornable como sus habitantes. sombras que pasaban semejantes a negros pájaros muertos. gastaban lo que no poseían pues tenían apenas para el pan. el flaco sonrío yo ordené una cerveza para él. el sabor de la carne sobre el desfiladero lindes de nuestras manos sin importarnos el porvenir. mojaba sus labios en el líquido frío. los desfiladeros de la noche engendraron nuestra parquedad. oficios tenues, precauciones varias 36 para opinar sobre cualquier asunto, sigilo. venía del ejercito y acababa de cumplir los veinte años. la gente parloteaba palabras vanas no me reconocía en sus miradas en ellas había algo de rencor. pretendían no entender la manera tan soberbia en que el sujeto reía para mí. es hermoso tener a quien nos despida en la noche tarda. 37 Casa en Armenia el domingo leía sobre tu casa en armenia, no imagino cómo podrás soportarlo junto al frío a tu instinto de islas. babel, ahora nombro a la ciudad la babel tropical. mucho me alegra lo de tu casa en armenia, !ah, yo en tu casa¡, en armenia junto a ti. iba a leer sobre la cólquide lejana cuando los policías pedían nos identificásemos. desde que se rompió la ventana de la casa tengo tropiezos de esa índole. caminabas por la avenida de los tilos, en la biblioteca nos encontrábamos a ver si el conocimiento nos atrapaba. hurté algo de jonofonte sobre sócrates y las nubes y las aporías de zenón el mago hierático, a veces temo decirte sobre asuntos tan caros para ti. te sospecho junto al café hirviente, comiendo de la nieve derrotada por sus aludes implacables. ¿darías oro por un pedazo de esta tierra? pero no vuelvas, 38 porque todo resultaría demasiado pequeño dada tu costumbre de tanto bregar. ayer leía sobre tu casa en armenia. 39 Casa sobre el mercado. Preparación de la mesa familiar casa sobre el mercado, ojos púrpuras del transeúnte para que puedas ensayar sobre la belleza de las cosas. bajando el sucio cobertizo que sirve para decir «vivir en La Habana…» olor de frutas, imaginación y sentido del humor de quien procura te decidas a comprar. bajando el atolón por la ruta que da a las arenas movedizas sin poder obtener el indulto de la vida familiar. el trabajo del poeta es el menos remunerado de todos solemos sentarnos a la mesa cerca del té recién cocido. hablamos del mundo y de las cosas idas vamos del tilo a la hoja de naranja recomponemos las cosas que no tuvieron ni tendrán solución fuera de nuestras mentes. bajo del atolón con el libro abierto entro al mercado donde todo tiene su precio. el vendedor intriga al transeúnte y al gendarme, no tengo dinero para comprar y el vendedor me divierte propone su cuota de miseria y el libro habla sobre su porción, la simula. superficialmente toca, el libro, la miseria del vendedor. fijamos nuestros juicios sobre lo que es moral y todos quisiéramos ser El Vendedor. me divierte la señora con las bolsas de nailon se pregunta por las mismas cosas 40 cuando baja de su atolón. las vaivenes de la luz a través de la ventana. de otra forma, pero se interesa por las mismas cosas. en ello los dadaístas son los más sabios: «todo ser es susceptible a la poesía». la luz en su continuo retroceso ociosa mansedumbre del animal. el vendedor ensaya su sonrisa calcula la supuesta ganancia. cada cual expone su arma: nuestro cuchillo es la pobreza… 41 La velada noche La velada noche 1 (el poema) acomodar las cosas raídas de la casa para buscar un asidero donde completar la otra forma, es decir, darle forma a qué, a quién. la noche recorre su cuerpo silenciosa. alistada la ropa, música de la piel reseca luz tenue sobre los ojos tenues apagados por la otra posible oscuridad. vestirse para salir a la noche, en ronda final entelequia. música. pájaro. alcohol. transeúnte. escogido el suéter. el anillo dejado en un rincón aprisionando el deseo de alguna banal reminiscencia. escogido el sabor y el olor de lo presunto escogido hasta donde la miseria nos permite escoger. el suéter gris, de manos cuadradas perfectas para desnudarse y tenderse sobre él, y sobre la yerba seca y fría. 2 (el personaje) la mujer que vende cigarros no estaba la enjuta, que gana cinco centavos 45 en cada cigarro que vende, había desaparecido. todos adivinaron donde y habían ido tras ella. debía guardar los deseos de fumar hasta llegar al lado del puente donde va el agua como un serafín que sopla la lluvia donde va el agua a deslizarse sobre los amantes furtivos o sobre los fumadores perennes que no pueden más que ver ascender al humo. todos fueron tras la muerta. menos yo, todos habían ido tras el cadáver civil de Elena K. tendida como el badajo de un reloj en la duna de la espera. todos en la velada noche hacia lo que no es velado ni cierto ni guarda forma alguna. los llorones y el señor del hacha tras la música de la mortaja de una tal Elena K. que ahora les cuento: 3 (el suceso) si él no me hubiese gritado que no le mirase no la habría conocido. la barrosa luz caía sobre el banco de madera. demoraría diez minutos en decidirme. pasó toda la tierra giratoria con las miserias del hombre todas a través de esos diez minutos. pasó el asno con su viudo cuerpo de animal despechado a través de mi cuerpo–materia–inerte. prometí no mirar: corría el agua por la fisura en la madera. mil pájaros se guarecieron en mis ojos con sus letras ahogadas en la lentitud de quien va delante. 46 no al poniente, sino hacia el desnudo resplandor de la sílaba. el agua ácida de mis manos sobre la polvosa piel. si no me hubiese insistido que no le mirase nunca más no la habría conocido. 4 (el encuentro) —muchacho, ¿podrías regalarme un peso par un café? —sí, creo que tengo una moneda. —es que se me acabó en la casa y necesitaba para poder dormir. —sí: tenga, yo sé… —gracias, pero… lo que tengo son unas ganas terribles de llorar. 5 (acotaciones) (dedo por sobre el borde de la taza. esmalte e impurezas del barro que saltan a la vista. contempla su rostro en el agua negra. observa el reflejo de los astros en el agua, en su reincidencia. el vigía cansado de cuidar el material, la indumentaria, cansado de mirar con precisión. ella enciende el cigarro y borda con su humillo el nombre de dios. se deja llevar por el sabor de lo desconocido. tiene la oportunidad de objetar o callarse, pero nadie la escucha. el vigía no la oye con su ojo cascado, ni el gendarme que gusta usar el guijarro como espejo, ni el pez nadando en el café, ya sin 47 vida. ahora que el tiempo se agota para las despedidas y las reconciliaciones: el objeto de barro cae sobre los labios nada vaporosos de la andariega. líquido amargo bajando por la garganta de modo que después de anegar el cuerpo, pueda un milagro acontecer. mientras bebe, fija la mirada en el moscardón que danza contra el cristal de la ventana). 48 Índice Trazo dejado por la lluvia A la llegada del trena la llegada del tren / 9 Nos sentamos alrededor de la mesa del café / 12 Trazo dejado por la lluvia / 13 Si no sabemos qué es el amor / 14 No entendía el hombre lo que aconteció ante sus ojos / 15 Cuando por unos minutos nos cruzamos / 16 Aire de las islas Aire de las islas / 19 Hablando con un desconocido / 22 Desconfianza del Otro / 23 La sinuosa calle / 24 Mi pensamiento en ti / 25 Confesión / 26 Tiene algo que declarar? / 27 Los niños llenaban con tiza las líneas que el agua borraría / 28 Barco varado / 29 Acorralados por la intemperie / 30 Varias formas de contemplar una casa Habitación alquilada / 33 La celosía / 35 La vuelta a casa / 36 Casa en Armenia / 38 Casa sobre el mercado. Preparación de la mesa familiar / 40 La velada noche La velada noche / 45 Librerías del país donde pueden adquirirse los libros de la Riso, producidos por el Sistema de Ediciones Territoriales. Provincia Librería Dirección Teléfono Pinar del Río Viet Nam Heroico Calle Martí, No. 49, entre Gerardo Medina y Recreo 0 – 48 – 758035 La Habana Punto y coma Ave 41, s/n, entre 56 y 58 San Antonio de los Baños 0 – 47 – 383271 Ciudad de La Habana Ateneo Cervantes Bernaza, No. 9 esq. a Obispo Habana Vieja 862 – 2580 El Ateneo Línea, No. 1057, entre 12 y 14 Vedado 833 – 9609 Viet Nam Calle Medio, s/n, esq. Callejón Sacristía, Matanzas 0 – 45 – 244782 La Concha de Venus Céspedes, No. 551, esq. Coronel Verdugo, Cárdenas 0 – 45 – 379496 Villa Clara Pepe Medina Colón, No. 402, entre Gloria y Mújica, Santa Clara 0 – 42 – 205965 Cienfuegos Dionisio Ave 54, No. 3526, entre 35 y 37 San Román 0 – 43 – 525592 Sancti Spíritus Julio Antonio Mella Calle Independencia, No. 67 entre Callejón del Cero y Ave. de los Mártires 0 – 41– 324716 Juan Antonio Márquez Calle Independencia, No. 15 entre Simón Reyes y José María Agramante 0 – 33 – 222788 Matanzas Ciego de Ávila Camagüey Mariana Grajales Calle República, No. 300 entre San Esteban y Finlay 0 – 32 – 292390 Viet Nam Calle República, No. 416 entre San Martín y Correa 0 – 32 – 292189 Las Tunas Fulgencio Oroz Calle Colón, No. 151, esq. Francisco Vega 0 – 31 – 371611 Holguín Ateneo Villena Botev Calle Frexes, No. 151, esq. Máximo Gómez Granma Ateneo Silvestre de Balboa Calle General García, No. 9, entre Canducha Figueredo y Antonio Maceo, Bayamo 0 – 23– 424631 La Edad de Oro Calle José Martí, No. 242 esq. Antonio Maceo, Manzanillo 0 – 23 – 573055 Santiago de Cuba Amado Ramón Sánchez Calle José Antonio Saco, No. 356 entre Carnicería y San Félix 0 – 22 – 624264 Guantánamo Ñancahuasu Calle Paseo, No. 555, entre Luz Caballero y Carlos Manuel de Céspedes 0 – 21 – 328063 Calle José Martí, s/n, esq. 22 Nueva Gerona 0 – 46 – 323268 Isla de la Juventud Frank País 0 – 24 – 427681 Impreso en los talleres del CPLL de Granma Mayo de 2011 Esta edición de La velada noche consta de 1 000 ejemplares