MINISTERIO LA UNCIÓN DEL RENUEVO

Transcripción

MINISTERIO LA UNCIÓN DEL RENUEVO
MINISTERIO:
“La Unción del Renuevo” Jer. 51: 19-23
TEMA:
Página 1 de 2
HUMILLARSE NO ES SER DÉBIL
En cierta ocasión un hacendado necesitó de un contador público para poner en orden sus cuentas.
Puso un anuncio diciendo que la posición se daría por oposición, después de someterse a un pequeño
examen que él mismo formularía. Tres hombres se presentaron y todos cometieron errores. Para darse
las conclusiones fueron reunidos los tres, y a uno por uno se les dejaba saber cuáles fueron sus
desaciertos. El primero tuvo dos errores; pero no los aceptó y ofreció justificaciones. El segundo
también cometió el mismo número de errores y al igual que el primero, rehusó aceptarlos y con
altanería dio una gama de justificaciones. El tercero incidió en tres errores; Pero a diferencia de los
anteriores, no hubo necesidad de preguntarle. Los reconoció y sintió tanta vergüenza que, sentado en
su silla, metió la cabeza entre las piernas en un gesto de profunda humillación.
El hacendado concluyó de la siguiente manera: -Ustedes dos podrán ser excelentes; pero si no
reconocen sus propios errores, no creo que tengan mucho interés de encontrar los míos, por tanto, no
los quiero –después dirigiéndose al tercero dijo: -Tú has sabido humillarte por tus errores, tal vez no
seas excelente; pero si los tuyos reconoces, los míos buscarás con más vigor. Eres tú el que quiero.
Naturalmente, él sabía que nadie era perfecto, sin embargo, en el tercero, pudo apreciar nobleza,
sinceridad y responsabilidad.
Según el diccionario de la Real Academia Española, la palabra humillar significa: Postrar, bajar, inclinar
una parte del cuerpo, como la cabeza o la rodilla, en señal de sumisión y acatamiento. Abatir el orgullo
y altivez de uno. Hacer actos de humildad. Arrodillarse o hacer adoración.
Lucas 14: 7-11
"Observando cómo escogían los primeros asientos a la mesa, refirió a los convidados una parábola,
diciendo: 8 Cuando fueres convidado por alguno a bodas, no te sientes en el primer lugar, no sea que
otro más distinguido que tú esté convidado por él, 9 y viendo el que te convidó a ti y a él, te diga: Da
lugar a éste; y entonces comiences con vergüenza a ocupar el último lugar. 10 Mas cuando fueres
convidado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo,
sube más arriba; entonces tendrás gloria delante de los que se sientan contigo a la mesa. 11 Porque
cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido."
La humillación es algo que la practican muy pocos hoy, pudiéramos decir, contados, prácticamente
imperceptibles. Nadie quiere reconocer sus faltas, y si se trata de hacer a alguien para ayudarlo, se
toma como un desafío o una mala intención. Y esto se puede ver hasta en las propias iglesias, donde
muchos no aceptan ser pecadores, y la humildad, brilla por su ausencia.
Lo que se ignora es que, al aceptar y humillarse, el cuerpo siente sanidad y el alma paz, porque lo que
nos tenía afligido, triste y preocupado, finalmente se ha echado afuera, mientras que la altivez nos
lleva a vivir perennemente en un remordimiento y desolación.
Dios quiere que su pueblo reconozca sus faltas y se humille ante su presencia. Él, que escudriña las
mentes y los corazones, conoce de antemano quiénes son los verdaderos arrepentidos; pero el acto de
humillarse demuestra una sólida fe en el Dios que perdona.
2 Crónicas 7: 14-15
"Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se
convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y
sanaré su tierra. 15 Ahora estarán abiertos mis ojos y atentos mis oídos a la oración en este lugar."
Hay cuatro condiciones de Dios:
Humillarse.
El pueblo de Dios debe reconocer sus fracasos y su pobreza espiritual, y expresar su arrepentimiento
por el pecado.
Orar.
Se debe clamar por misericordia a Dios y depender de Él confiando para su intervención.
Buscar mi rostro.
Volverse diligentemente a Dios con todo corazón anhelando su presencia y no simplemente tratando
de escapar de la adversidad.
PEDRO VILLA.
E-mail: [email protected][email protected]
http://launciondelrenuevo.jimdo.com
MINISTERIO:
“La Unción del Renuevo” Jer. 51: 19-23
TEMA:
Página 2 de 2
Convertirse de sus malos caminos.
Arrepentirse genuinamente al apartarse del pecado y acercarse a Dios para buscar misericordia,
perdón y purificación.
Cuando se cumplen estas cuatro condiciones, vienen las promesas de Dios que son: Yo oiré, perdonaré
y sanaré. En otras palabras, Dios comienza a oír desde el cielo y a responder las oraciones
Filipenses 2: 8-11
"Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y
muerte de cruz. 9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre
todo nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y
en la tierra, y debajo de la tierra; 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de
Dios Padre."
Jesucristo sin haber pecado se humilló, y Dios le exaltó y le dio un nombre que es sobre todo nombre.
De manera que en Él se cumplió lo que dijo: el que se enaltece, será humillado y el que se humilla,
será enaltecido. Una vez más aquí, podemos ver que el que se humilla es agradable ante los ojos de
Dios.
Santiago 4:10
"Humillaos delante del Señor, y él os exaltará."
Conclusión
Mis queridos hermanos, la decisión de seguir a Cristo no es una tarea fácil, porque él mismo, que
aunque fue cien por cien Hombre, nunca dejó su completa divinidad. Por tanto, pudiendo hacer su
obra, su ministerio, su sacrificio más suave, no lo hizo así. De modo que en este caminar,
encontraremos muchas cosas difíciles, y una de ellas es poder contener la soberbia y ser humilde; pero
no debemos perder de vista que Dios nos exalta cuando nos humillamos.
Debemos pedirle al Espíritu Santo que trabaje en esta delicada área donde somos insuficientes, a fin
de que nos fortalezca. No pensemos que por humillarnos seremos débiles, por el contrario, más fuertes
por encontrarnos en el lugar que Dios espera que estemos. Muchas veces es preferible pensar como
los niños, para conseguir la nobleza de ellos.’
PEDRO VILLA.
E-mail: [email protected][email protected]
http://launciondelrenuevo.jimdo.com

Documentos relacionados