qualcuno era comunista

Transcripción

qualcuno era comunista
“QUALCUNO ERA COMUNISTA”
POLÍTICA Y CULTURA DE LA IZQUIERDA EXTRAPARLAMENTARIA ITALIANA
A PARTIR DEL ’68
Trabajo de Fin de Grado. Curso 2012 – 2013
Autor: Miguel Luna Chiriatti
Tutora: Carolina Rodríguez López
Tema: Política y cultura europea del siglo XX
Departamento de Historia Contemporánea
Universidad Complutense de Madrid.
Índice.
1) Introducción…………………………………………….………….…....Pág.4
- Objetivos, hipótesis, metodología y fuentes.
- Estado de la cuestión.
2) La separación del PCI: desencanto, insuficiencia y el eurocomunismo...Pág.11
- Contexto político internacional.
- Obrero masa, Quaderni Rossi y la insubordinación permanente.
3) “¿Cosa vogliamo? Tutto!”: el impacto del ’68……………………….....Pág.17
- Las bases del conflicto.
- Quaderni Piacentini y la batalla de Valle Giulia.
4) El ’69: comienzan los “Anni di Piombo”………………………………...Pág.24
- “Autunno Caldo”.
- El atentado de Piazza Fontana y sus consecuencias.
5) La formación de los grupos extraparlamentarios y la lucha armada……..Pág.28
- Avanguardia Operaia (A.O.)
- Collettivo Político Metropolitano (C.P.M.)
- Las Brigadas Rojas (B.R.)
- Lotta Continua (L.C.)
- Potere Operaio (P.O.)
- 2 de Abril 1973: la ocupación de Mirafiori.
6) “Né con lo Stato, né con le BR”: hacia el movimiento del ’77…………...Pág.41
- Origen del pensamiento autónomo: obrerismo, post-obrerismo y
composicionismo.
- Los componentes políticos del ’77.
- Del obrero masa al obrero social.
7) Conclusión: “Qualcuno era comunista perché aveva bisogno di una spinta verso
qualcosa di nuovo”…………………………………………………….....Pág.53
- Herencia y similitudes de la autonomía en los movimientos: movimiento
antiglobalización, movimientos de ocupación e indignados.
8) Imágenes……………………………………………………………….....Pág.57
9) Bibliografía……………………………………………………………….Pág.60
2
Listado de siglas y abreviaturas.
Avanguardia Operaia: A.O.
Brigadas Rojas: B.R.
Collettivo Politico Metropolitano: C.P.M.
Comitati Unitari Base: CUB
Confederazione Generale Italiana del Lavoro: CGIL
Confederazione Italiana Sindicato Lavoratori: CSIL
Confederazione Generale dell'Industria Italiana: Confindustria
Democrazia Cristiana: DC
Democrazia Proletaria: Dp
Lotta Continua: L.C.
Nuclei Armati Proletari: NAP
Partido Comunista Italiano: PCI
Partido Comunista Español: PCE
Partido Comunista Francés: PCF
Potere Operaio: P.O. o POTOP
Unione Italiana del Lavoro: UIL
3
Introducción.
Definición del tema.
Italia fue uno de los protagonistas más importantes en el desarrollo de los
movimientos de izquierdas extraparlamentarios de los países no comunistas, junto a
Francia, a lo largo del largo siglo XX. Tradicionalmente Italia tuvo una gran tradición
marxista, llegando a tener el mayor partido comunista de la historia tras el de la URSS:
el Partido Comunista Italiano (PCI). Tras una época “dorada”, desde “il bienio rosso”
en los años 1920s hasta comienzos de los años 1960s con Luigi Longo como secretario
general del partido, el PCI comenzó a vivir una caída libre debido a la fragmentación
política dentro del partido, a consecuencia de las reformas llevadas a cabo. Todo ello,
se tradujo en el plano social y en el cultural en una búsqueda de nuevas formas de hacer
política cercanas al marxismo, pero con nuevos horizontes adaptados a los tiempos y las
necesidades que reclamaban los italianos. El trabajo tratará de analizar el porqué del
descontento social y político con el PCI, de qué manera surgieron grupos de izquierda
extraparlamentaria y cómo se estructuró en torno a los nuevos espacios donde se
desarrolló parte de la cultura política italiana y hasta qué punto esta coyuntura afectó
positiva y negativamente en la izquierda marxista italiana.
El título del trabajo “Qualcuno era comunista” (“Alguien era comunista”) pertenece a
un monólogo del cantautor y humorista italiano, Giorgio Gaber, en el que hace una
reflexión precisamente de la década de los ’60 y ’70 en Italia y todo lo acontecido en
relación al movimiento comunista en estos años: con este título se quiere ilustrar la
situación nacional italiana, en cuanto, por un lado, mientras en el parlamento gobernaba
el partido de la derecha, la Democrazia Cristiana, en permanente conflicto con el PCI,
por otro en el tejido social y a partir de una fuerte tradición comunista, surgían nuevas
formaciones y grupos alternativos al viejo sistema marxista-leninista, reformulando los
valores y lecturas marxistas, adaptados a un contexto político, social y cultural distinto,
más libertario y menos centralizador. La canción pertenece al álbum “Il teatro canzone”
del 1992.
4
Objetivos.
En el presente trabajo se han planteado tres objetivos básicos. En primer lugar
tratar de contextualizar la política llevada a cabo por parte del PCI en la segunda mitad
del siglo XX y ponderar cuáles fueron los motivos que desencadenaron el descontento
de los italianos hacia el partido y la izquierda italiana a partir de los años1960s: cómo la
apertura del PCI, por un lado, hacia el eurocomunismo, la cada vez más palpable
desvinculación con la URSS y el desencantamiento con el mismo debido a las
coaliciones con los partidos de centro-derecha italianos para obtener una mayor
representación parlamentaria provocó el descontento entre los simpatizantes.
Por otro lado, nos interesará saber también cómo se produjo el distanciamiento con las
nuevas generaciones y cómo las necesidades educativas y laborables que reclamaban
fueron desatendidas en su mayor parte.
En segundo lugar analizaremos cómo, a partir del descontento creado en torno a la
izquierda marxista parlamentaria y concretamente alrededor de la política del PCI, por
parte de trabajadores y estudiantes principalmente, surgieron formaciones en la
izquierda extraparlamentaria como alternativa y forma de lucha. A partir del final de la
década de los1960s estas formaciones se mostraron como una forma de contrapoder en
lo político, pero también en lo cultural: a finales de los años 1970s y, tras numerosos
conflictos con las instituciones gubernamentales del Estado italiano, la energía de la
lucha estudiantil y trabajadora no desapareció sino que se transformó, llevando las
reivindicaciones a lugares y ámbitos concretos. Se ocuparon espacios públicos, centros
sociales, etc. y se desarrolló una manera nueva de lucha más cercana a las clases
sociales medias y bajas y no necesariamente violenta: la autonomía.
Esta transformación espacial de la lucha dejó un gran legado cultural en los medios de
propaganda, cine, revistas, periódicos que aún perdura hasta nuestros días y sigue
siendo en el ámbito estudiantil de lucha política un elemento muy característico de la
cultura italiana “a la izquierda”.
Como tercer y último punto, tras haber analizado la evolución política y cultural de la
izquierda marxista italiana, se hará una reflexión sobre cómo afectó de manera tanto
positiva como negativa la disgregación del PCI y el nacimiento y auge de los
movimientos extraparlamentarios izquierdistas a la izquierda italiana en las décadas
posteriores a los años 60s y 70s. También se analizará hasta qué punto se sigue
manteniendo hoy en día esta tradición de lucha y contrapoder en los múltiples y
diferentes espacios creados hace ya casi medio siglo.
5
Hipótesis
Tras unas primeras lecturas de diversas monografías y artículos concernientes al
tema han surgido principalmente tres hipótesis con las que trabajar y que posteriormente
llevarán a plantearnos otro tipo de cuestiones. La caída en picado y el creciente
descrédito del PCI, surgido durante el mandato de Luigi Longo (1964-1972) y
oficializado con Enrico Berlinguer (1972-1984), ¿en qué medida se debió a una
separación ideológica y práctica con el PCUS y a una política eurocomunista o a una
ignorancia hacia los votantes y las necesidades que atendía la clase trabajadora italiana,
inmersa en plena crisis capitalista del petróleo? - ¿Hasta qué punto el movimiento
estudiantil activo junto con los trabajadores, aunque de manera diferente, consiguió una
coyuntura real en la política de la izquierda italiana? De ser así, ¿qué alcance tienen hoy
en día las revoluciones que se produjeron a partir del año 1966?
¿Ayudó a una futura formación política de corriente democrática y concienciada con los
problemas reales de la sociedad? ¿Surgieron verdaderamente nuevos lugares de lucha,
de debate político e intercambio de ideas, además de difusión cultural, en los que se
llegó a crear una nueva conciencia política por parte de las nuevas generaciones?
A raíz de estas hipótesis iniciales se nos plantean otras nuevas que afrontar, focalizadas
en el movimiento estudiantil y en el grado de importancia que este tuvo en los cambios
políticos y culturales que se produjeron a partir de finales de los años 1960s: fueron
ellas y ellos los verdaderos protagonistas de los movimientos de protesta y consiguieron
concienciar a una gran parte de la población italiana de los problemas reales que
existían. Hoy en día, aún siguen siendo una pieza clave de la construcción de una
política desde abajo y han adquirido mayor importancia gracias a sus predecesores de la
década de los1960s y 1970s. La universidad además del lugar de oposición al régimen
político se convirtió también en la preocupación de la juventud y la formación
académica, por ello la primera generación que no ha participado de manera directa
muestra su rechazo hacia las medidas de austeridad y recortes que llevaban a cabo los
partidos políticos italianos.
Dentro de este movimiento estudiantil nos interesa saber qué grado de participación
tenían los alumnos pertenecientes a cada clase social, con el objetivo de demostrar que
la mayor parte de los estudiantes que integraron el movimiento estudiantil pertenecían a
una clase social similar, independientemente de si eran hijas e hijos de familias de
tradición fascista o no.
6
Metodología.
La perspectiva para los tres temas principales – crisis del PCI, nacimiento de los
grupos de izquierda extraparlamentarios y la creación de nuevos lugares de lucha
política y cultural – se lleva a cabo desde los postulados de la historia sociocultural y la
historia política, considerando esta como la surgida de un nuevo enfoque que dirige su
atención no al que fuera su objetivo tradicional, es decir, el Estado o las élites, sino a los
de “abajo”, la capa popular. Así pues, se analizarán los motivos de la crisis del PCI, por
un lado, y la composición de la izquierda extraparlamentaria italiana, valorando la
extracción socioeconómica de sus miembros y las diferentes corrientes políticas que,
concretamente a partir del 1966, establecieron unas características ideológicas definidas.
Desde el punto de vista de la historia social se estudia, por lo tanto, la idea de conflicto
de los de abajo –estudiantes y trabajadores– frente a los de arriba, es decir su
morfología, instrumentos de acción y los objetivos del movimiento de izquierda
extraparlamentario. En el ámbito cultural se puede hablar de la creación de una
conciencia política en el seno de las universidades italianas y en los nuevos lugares de
lucha, anteriormente citados. Por lo tanto, queda claro que utilizaremos un enfoque
interdisciplinar.
Al tratarse de un tema tan específico dentro de la izquierda, profundamente marxista en
la década de los 1960s y 1970s, se utilizarán una terminología concreta en numerosas
ocasiones, para explicar determinados acontecimientos o contextos histórico-políticos; a
esto se le debe añadir que las fuentes escritas consultadas y utilizadas en su mayoría
también usan un lenguaje inscrito en las corrientes del marxismo.
Fuentes.
Para la investigación sobre la política y cultura de la izquierda
extraparlamentaria italiana a partir 1968, con las respectivas subdivisiones de los temas
anteriormente citados, los recursos son limitados en el ámbito historiográfico español.
He trabajado fundamentalmente con fuentes secundarias (historiografía sobre el tema,
comentada ya en el apartado “Estado de la cuestión”), así como los documentos que
pueden extraerse de archivos complementarios en Madrid: la biblioteca del Instituto
Italiano de Cultura. Asimismo, fuera del ámbito académico español, se han consultado
fuentes secundarias procedentes de la biblioteca de la Universitá degli Studi di Bologna
al igual que la Collezione AMS Campus: depósito institucional de los materiales
didácticos de la misma Universidad de Bolonia. Se pueden valorar también como
fuentes útiles la historia oral, fotografías y documentales.
7
Estado de la cuestión.
El estudio y análisis de la izquierda extraparlamentaria italiana a partir de la
década de los 1960s, desde múltiples y diversas perspectivas, ya sea historiográfica,
sociológica o politológica, es un tema que cuenta con una gran cantidad de recursos y
de fuentes escritas y visuales, aunque cuenta con un solo problema a la hora de
investigar: está prácticamente toda escrita en italiano y por tanto realizar un estudio de
esta índole fuera del país transalpino pone límites en cuanto a variedad de recursos
accesibles. Pese a esto las principales obras y autores han sido traducidos al castellano o
se encuentran en italiano en las bibliotecas de las Facultades de Historia, Ciencias
Políticas y Filosofía de la Universidad Complutense, lo que permite manejar una
bibliografía suficientemente amplia para afrontar este trabajo.
Al tratarse de un tema relativamente reciente y que aún hoy día sigue haciendo correr
ríos de tinta por su cercanía y similitudes con los problemas sociales y políticos del
nuevo siglo, numerosos artículos y libros se encuentran en internet en acceso libre,
además de seguir investigándose y desarrollando nuevas ideas a partir de las formuladas
en la horda de oro1. La mayor parte de los autores son contemporáneos de los sucesos
acontecidos desde los años 1960s en adelante y aún activos en los movimientos
sociales.
Entre los principales autores del originario “Sessantotto” encontramos a Nanni
Balestrini, cuyas obras más importantes y aquí utilizadas son La horda de oro (19681977): la gran ola revolucionaria y creativa, política y existencial y Vogliamo tutto (Lo
queremos todo)2. En la primera obra Nanni Balestrini y Primo Moroni, otro participante
activo del movimiento extraparlamentario italiano, realizan un recorrido histórico desde
los orígenes de las tensiones entre Estado y el obrero-masa, junto a estudiantes, hasta
finales de los años 1970s y comienzos de los 1980s, abarcando todas las temáticas
posibles – autonomía, extraparlamentarismo, lucha armada, revuelta feminista, fractura
con el PCI, etc. – explicado de manera ordenada y clara, la perspectiva de la izquierda,
apoyándose en textos que fueron adjuntados en las ediciones que se realizaron años
después, escritos por otros tantos partícipes de esta ola revolucionaria.
1
Balestrini, N., Moroni, P., (1988). L’orda d’oro (1968-1977). La grande ondata rivoluzionaria e
creativa, politica ed esistenziale. Milano: Feltrinelli..
2
Balestrini, N., (1971). Vogliamo tutto. Milano: Feltrinelli.
8
La segunda obra, Vogliamo tutto, es de menor importancia y clarividencia a la hora de
comprender los sucesos de aquellas décadas ya que se trata de una narración en primera
persona, pero sí resulta de gran utilidad como reflejo de los ánimos y sentimientos
surgidos entre los italianos en aquellos años: concretamente la obra original fue escrita
en 1971, justamente en el período de cambio después del otoño caliente de 1969, el
nacimiento de la lucha armada con las Brigadas Rojas y los primeros coletazos de la
autonomía obrera.
Otro autor y principal protagonista, intelectual de la autonomía obrera, fue Antonio
Negri. Éste fue acusado varias veces por el Estado italiano de llevar a cabo acciones
terroristas, principalmente con el asesinato de Aldo Moro (1978) y se vio obligado al
exilio: en París, gracias a la doctrina Mitterrand de asilo, pudo desarrollar muchos de
sus escritos que resultan ser una fuente primaria de gran utilidad e importancia. Son
muchas las obras realizadas por Negri, pero para este tema nos interesan principalmente
dos: Del obrero-masa al obrero social: entrevista sobre el obrerismo3 y Los libros de la
autonomía obrera: antagonismo, organización, comunismo, hipótesis para la nueva
política del sujeto hiperproletario global4. En la primera obra, una entrevista realizada
por Paolo Pozzi y Roberta Tommasini pocas semanas antes de ser detenido
equívocamente por el asesinato de Aldo Moro, Toni Negri explica la evolución y el
cambio del obrero masa al obrero social como sujeto principal del movimiento
autónomo – se explicará con mayor profundidad en el desarrollo del trabajo -, además
de analizar la situación política y social italiana hasta el momento, es decir 1979.
En menor medida será utilizada la segunda obra citada ya que abarca temas de índole
más politológica que historiográfica, pero que aún así y jugando con la estrecha relación
entre ambos análisis, resulta ser una fuente de gran importancia para comprender cuál
era la idea política que se desarrollaba en aquellos años para acercarnos a la
comprensión de las necesidades y el porqué de muchas acciones llevadas a cabo por los
distintos grupos extraparlamentarios que surgieron a finales de la década de los 1960s y
comienzos de los 1970s.
3
Negri, A., (1979). Del obrero-masa al obrero social: entrevista sobre el obrerismo. Barcelona:
Editorial Anagrama.
4
Negri, A., (2004). Los libros de la autonomía obrera: antagonismo, organización, comunismo,
hipótesis para la nueva política del sujeto hiperproletario global. Madrid: Akal.
9
Democrazie e disordine: movimenti di protesta e política in Italia (1965-1975) de
Sidney Tarrow5, junto a la obra de Nanni Balestrini y Primo Moroni L’orda d’oro
(1968-1977), la grande ondata rivoluzionaria e creativa, politica ed esistenziale6, es
quizás la monografía que mejor sabe dar una perspectiva general de los sucesos
acontecidos sin caer en el error de ser poco detallista, jugando en todo momento con la
interdisciplinariedad entre historia, sociología y política.
Pese a centrarse en un marco cronológico muy concreto, ilustra de manera muy clara y
ordenada el impacto del ’68, centrándose más que en los problemas políticos entre
diversos bandos, en los movimientos sociales y las dinámicas que se desarrollaban
dentro de los mismos para moverse en una única dirección, o intentarlo, para conseguir
unos objetivos a corto, medio y largo plazo. Es una obra muy enriquecedora y que será
utilizada en este trabajo con frecuencia ya que, a pesar de la nacionalidad del autor y no
ser un actor partícipe de los movimientos extraparlamentarios, cuenta con una gran
producción bibliográfica, apoyándose en numerosas ocasiones en estadísticas, tablas y
gráficos: sectores sociales más activos, incidencia de las reformas en la educación,
participación de los estudiantes en las diferentes movilizaciones, desarrollo cuantitativo
de la lucha armada, etc.
Siguiendo una línea más teórica sobre la composición y evolución de los movimientos
sociales, la monografía L’invenzione del presente: movimenti social nelle societá
complesse de Alberto Melucci7 es sin duda de gran importancia para la comprensión de
qué es un movimiento social, qué se articula dentro y alrededor de él, de qué manera se
manifiesta y por qué motivos surge. Una monografía mucho más teórica y con una
perspectiva de análisis claramente sociológica, contextualizada en el período que abarca
el trabajo resulta de gran utilidad para comprender desde una perspectiva ligeramente
diferente la formación de los grupos extraparlamentarios.
5
Tarrow, S., (1991). Democrazia e disordine. Movimenti di protesta e politica in Italia. 1965-1975.
Roma: Laterza
6
Balestrini, N., Moroni, P., (1988). L’orda d’oro (1968-1977). La grande ondata rivoluzionaria e
creativa, politica ed esistenziale. Milano: Feltrinelli.
7
Melucci, A., (1982). L’invenzione del presente. Movimenti, identità, bisogni individuali. Bologna: Il
Mulino.
10
Por último cabe comentar la obra de Silvio Pons, Berlinguer e la fine del comunismo8,
para realizar la primera parte del desarrollo sobre el descontento de los militantes con el
PCI y la política hacia el eurocomunismo: contextualizar en qué ámbito social y político
se empieza a crear esa separación, quiénes eran los sujetos que deciden tomar una vía
autónoma como respuesta a la insuficiencia política y social del PCI, de qué manera
manifiestan y se organizan – bien a través de la lucha armada como las Brigadas Rojas
o bien a través de la formación de los ya nombrados grupos extraparlamentarios que
serán expuestos a lo largo del desarrollo – y cuáles son sus objetivos.
La separación del PCI: desencanto, insuficiencia y el eurocomunismo.
Contexto político internacional.
A finales de la década de los años1960s, la ocupación de Checoslovaquia por
parte de la Unión Soviética y la implantación de la Ostpolitik de Willy Brandt
oficializaron un cambio de aires en el sistema de la guerra fría en Europa. La primavera
de Praga provocó las primeras brechas serias en el mundo comunista europeo, que había
aguantado aparentemente bien el proceso de desestanilización, pero que, a partir de este
momento ya se vio incapaz de llevar a cabo una absorción del disenso interno e
internacional. La distensión europea surgida a raíz de la socialdemocracia alemana
ofreció un espacio político a las tendencias heterodoxas de ambos bloques, si bien
incierto y controvertido. En la historia internacional de la postguerra el primer suceso
representa, ya con una perspectiva histórica mínimamente amplia, un punto de llegada:
el fin de las tentativas de reforma promovidas por las élites comunistas en la Europa
centroriental y también el final de la relativa estabilidad obtenida por los soviéticos
después del 1956. El segundo se nos presenta como un punto de salida, el comienzo de
un lento proceso de erosión de la división de Europa y un factor de debilitamiento
progresivo del mismo sistema bipolar. Analizados juntos, ambos acontecimientos
constituyen una clara línea divisoria política del auténtico cambio de ciclo que marca el
1968 como fenómeno global: el comienzo de la rápida caída de la URSS dejando
abierto el camino a los EEUU como potencia hegemónica en las posteriores décadas.
En el mundo comunista la etapa de la distensión “fue una etapa de ilusiones, involución
y declino, no de dinamismo” (Pons, 2006, p. 4). Entre las fuerzas de mayor importancia
el comunismo italiano fue la única que intentó adaptarse, con éxito limitado, a las
consecuencias de la nueva invasión soviética en la Europa centro-oriental y la
implantación de la Ostpolitik.
8
Pons, S., (2006). Berlinguer e la fine del comunismo. Torino: Giulio Einaudi.
11
En el plano político el PCI reaccionó con una doble acción: distanciándose por vez
primera de Moscú sobre una cuestión que ceñía la naturaleza del bloque soviético como
el juicio sobre el socialismo real y participando de manera autónoma en el proceso de
distensión no con una perspectiva simplemente bipolar, sino adaptada al contexto social,
político y cultural europeo. Bajo el mandato de Luigi Longo, se afianzó un componente
centrista del grupo dirigente destinado a guiar la política internacional del PCI según
esta orientación, pero también decidida a evitar el trauma de una nueva escisión en el
movimiento comunista tras lo acontecido en China. Fue entonces cuando surgió la
figura de Enrico Berlinguer, entre los dirigentes de las nuevas generaciones el más
familiarizado y experimentado en las relaciones con el movimiento comunista
internacional, como vicesecretario del partido. La idea de crear un bloque comunista
occidental no se planteó como una contradicción al movimiento comunista. Y así lo
recalcó el mismo Berlinguer en la conferencia de partidos comunistas convocada en
Moscú en el año 1969.
En su discurso volvió a afianzar la posición del PCI respecto a Checoslovaquia y la
autonomía de la URSS: aquí se comienza a esclarecer el proyecto político del PCI que,
en 1977 a Madrid, junto al PCE y el PCF sería oficializado como eurocomunismo.
Así pues, el ’68 fue principalmente el momento histórico a partir del cual se
establecieron las líneas principales que marcarían el devenir del comunismo italiano en
las siguientes décadas, siendo inevitable el cambio de perspectiva que adquirieron los
comunistas occidentales respecto a la URSS, viéndola como “ya no un padre venerable
y exigente, sino un viejo pariente más bien desacreditado, ciertamente aún rico e
influyente, y por lo tanto a mantener cerca, pero con quien ya no era necesario estar
estrechamente relacionados e invariablemente obedientes” (Ulam, 1992, p. 334). El
principal partido comunista occidental se quiso situar como una fuerza alternativa y de
cambio que se veía lo suficientemente autónoma de la ortodoxia soviética, representante
del rígido bipolarismo vigente en el viejo continente. Sin llegar de todos modos a
adaptarse a los rápidos cambios sociales y políticos, que comenzaron a producirse a
principios de la década de los años 1960s, y a las exigencias de la mayor parte de sus
militantes, que veían como el PCI miraba más por sus intereses y por los de la élite
aburguesada y ciega que componía el partido, que por las necesidades laborales del
sujeto obrero. La crisis italiana necesitaba del discurso político, ideológico y cultural del
comunismo italiano, pero esta llamada nunca fue atendida por el grupo dirigente del
PCI. Este partido luchó sus batallas siguiendo la tradición revolucionaria y la del
leninismo, sin ofrecer ninguna continuidad y sin saber renovar su discurso, aún con
muchos puntos atados al pasado.
12
El mayor partido comunista del mundo occidental se centró demasiado en el contexto
internacional y en cómo adaptarse a los cambios que se estaban produciendo en plena
Guerra Fría. Desatendió a los militantes de su partido no aburguesados, a los votantes y
al tejido social italiano que se encargaría, de forma autónoma, de dar alternativas reales
y una mejora a la situación laboral de los trabajadores de las fábricas.
Obrero masa, Quaderni Rossi y la insubordinación permanente.
En los años 1950s y parte de los 1960s, el sujeto principal que componía un
estrato social importante en número y que representaba lo principal de las fábricas era el
obrero-masa. Estaba caracterizado por no tener una gran actividad militante y por
atender de manera superficial a las proyecciones políticas de las vanguardias
comunistas, no tenía en la memoria la Resistencia, y, durante un largo tiempo, se
encuentra lejos y en “silencio” de una identidad concreta.
En los años 1960s, con la introducción en las fábricas italianas de la cadena de montaje,
este sujeto obrero-masa pasa a ser mayoría dentro de las mismas. Había concluido la
fase de Reconstrucción, tras la Segunda Guerra Mundial y los castigos impuestos a
Italia como país perdedor en la misma, pero ninguna de las previsiones prometidas por
el “vanguardista” PCI se habían cumplido. Aumentó cada vez más la explotación, las
condiciones de vida mejoraron pero de forma insuficiente y la realización del
socialismo era cada vez más utópica.
En este contexto comienzan de forma cada vez más frecuente las reivindicaciones
masivas de tipo salarial, basadas en necesidades concretas y materiales. El nuevo sujeto
obrero-masa, comienza a no respetar las normas y los derechos de huelga, impuestos y
limitados por el Estado italiano y apoyados de manera irregular e indefinida por el PCI,
instaurando como alternativa la huelga de “silbato” o “wild cat”9 en la que el trabajo se
interrumpe al sonido de un silbato sin previo aviso a ninguna institución. La reacción de
las vertientes comunistas era de sorpresa ya que consideraban esta práctica extraña a las
tradicionales huelgas llevadas a cabo hasta el momento.
La burguesía y el sistema de partidos políticos se ven sorprendidos; tras haber intentado
llevar a cabo un giro reaccionario con el gobierno Tambroni (1960) y posteriormente
con el gobierno Fanfani, la Democrazia Cristiana (DC) se vio obligada a entablar
conversaciones con los socialistas (PSI).
9
El término original proviene del italiano “Gatto selvaggio”, pero en castellano se aplica el préstamo
lingüístico del inglés.
13
Se llegará a la formación del primer gobierno de centro-izquierda (Scoppola, 1997, p.
356), en un intento de apaciguar los ánimos de los obreros y la clase trabajadora y
controlar así el conflicto social insurgente. En unos años de sucesos misteriosos,
repentinas jubilaciones y una política poco favorable para la clase trabajadora y
conservadora, con el único objetivo de minimizar el conflicto social a través de las
herramientas que fueran, la única que sobrevivió fue la centralidad de la fábrica como
elemento fundamental del análisis revolucionario (Balestrini y Moroni, 1988, p. 1.)
Tras el salto tecnológico de los años 1950s se aceleran los tiempos de trabajo y se busca
el apoderamiento del tiempo de vida y de trabajo de los obreros. Se pasa del fordismo
de la cadena de montaje y la innovación tecnológica al taylorismo es decir,
fragmentación de tiempos llevándolo a su punto más alto. En las metrópolis la fuerza de
trabajo inmigrante viene acompañada de la descalificación general del trabajo obrero de
las grandes fábricas. Se comienzan a realizar reflexiones teóricas sobre la centralidad de
la fábrica, como lugar de lucha y trabajo, sobre la organización del trabajo y el proyecto
tecnológico. Estos puntos, junto a otras cuestiones como la relación hombre-máquina,
clase obrera-innovación tecnológica, se convierten en los temas principales de la
izquierda italiana. Estos postulados fueron introducidos en el discurso obrerista por
Raniero Panzieri, fundado de los Quaderni Rossi.
La cuestión destacada por Panzieri era la de las formas del dominio capitalista sobre la
fuerza del trabajo o, tal y como él lo llama, del “despotismo del capital”. Panzieri
muestra cómo el capital asume la racionalidad tecnológica como forma e instrumento de
su proprio dominio, de tal manera, que es el propio desarrollo tecnológico lo que
determina, en este caso en sus características profesionales, la fuerza de trabajo obrera y
lo que sanciona, en consecuencia, la esclavitud política de esta última. Sólo asociándose
y reivindicando el control del proceso productivo en su totalidad, los obreros pueden
volverse sujetos políticos e ir más allá de los límites del “fatalismo” del sindicato que,
considera como algo “objetivo” y “racional” el orden del capital fijo, del que sólo tenía
que corregir, sobre todo, las “distorsiones” del sistema.
De ahí la necesidad, para Panzieri, de recomendar el trabajo político de “encuesta
obrera”, como proyecto de un saber y de un compromiso directos de la clase obrera en
la elaboración de su propia estrategia de lucha” (Balestrini y Moroni, 1988, p. 152).
La formación de la figura del obrero-masa nace a principios de los años 1960s y
adquiere una mayor agresividad e importancia en 1962 con la renovación de los
convenios laborales, que desde una perspectiva obrerista significa la separación del
período de la Reconstrucción y la reapertura del conflicto contra partidos, sindicatos y
todo organismo gubernamental, que desembocará en 1969 en el autunno caldo.
14
Estos sucesos surgieron por fuertes tensiones que se habían apoderado y acumulado en
las fábricas y en las metrópolis y que se deben a la sobreocupación, en el movimiento
migratorio de masas desde el campo hacia los centros industriales del Norte, en la
explotación de la fuerza trabajo. La Fiat había logrado una tasa de plusvalía del 400%
añadiendo dos horas más de trabajo a cada sujeto. Ante esta situación los sindicatos
resultaron, como en otras ocasiones, una herramienta inútil ya que estaban más atentos
a las necesidades y peticiones del PCI que a las presiones de la clase obrera. La
necesidad de reformar el sindicato fue otro de los temas principales de la izquierda
italiana en los largos años 1960s. Ya en 1962 se sucedieron en Turín dos huelgas de
grandes proporciones en Lancia y en Michelin, protagonizadas por los obreros de las
fábricas junto a obreros jóvenes, muchos de ellos inmigrantes del Sur de Italia. De estos
movimientos toma impulso la huelga de los sesenta mil de la Fiat, el 23 de Junio de
1962.
Todas las manifestaciones y huelgas que se produjeron aquel año en Turín
desembocaban en la que pasó a ser un lugar simbólico, la Plaza Statuto.
Todos estos acontecimientos fueron recogidos en la revista fundada por el anteriormente
citado Raniero Panzieri en las Cronache dei Quaderni Rossi, en cuyo primer número se
realiza un análisis minucioso sobre lo acontecido en la huelga de Fiat, dando a conocer
la formación de una nueva clase obrera que había sido protagonista en las huelgas
llevadas a cabo en Turín dando un fuerte empujón a las luchas.
Precisamente durante los días de la revuelta en la plaza Statuto, culminada con la gran
huelga de la fábrica, aparece por vez primera la figura del obrero masa, un obrero
descualificado, con una gran productividad, puesto en su lugar de trabajo como simple
fuerza de trabajo, pero que lleva la huelga a formas de tensión altas, con piquetes dentro
y fuera de las fábricas, enfrentamientos en su territorio, en las metrópolis. La fábrica
significó la centralidad de la metrópolis como lugar del desarrollo de las luchas y del
análisis social y político del contexto en el que eran protagonistas.
Con este tipo de acciones, el grupo de intelectuales que formaban los Quaderni Rossi,
junto a algunos obreros, tejieron una red de información e intervención entre las
distintas fábricas del Norte de Italia. Estos llevaban a cabo su actividad junto al
sindicato, aunque a partir de este momento, comenzaron a surgir de manera inevitable
ciertas formas de autonomía en la convocatoria de huelgas o de lucha, como por
ejemplo en la huelga de Fiat de 1962, convocada por obreros no cercanos a las
instituciones políticas y sindicales.
15
Es justamente a partir de este momento cuando empiezan a surgir ciertas tensiones
dentro de los integrantes de los Quaderni Rossi: Panzieri y sus seguidores, eran más
propensos a llevar a cabo acciones de forma organizada y cercana a los sindicatos, al
contrario que un grupo, que se desligaría en 1963, formando una nueva revista de
nombre Classe Operaia, en torno a la cual se insta a la formación de una lucha distante
de los sindicatos y de instituciones políticas cercanas a las fábricas y espontánea en
numerosas ocasiones y cuya figura más relevante fue Mario Tronti. La ruptura, por lo
tanto, se debió más a una cuestión de práctica política que de principios.
El grupo de Classe Operaia se centrará más sobre la problemática de la organización
política de la clase obrera y de la intervención teórica y práctica, con el fin de empezar a
realizarla, al contrario que los restantes integrantes de los Quaderni Rossi, quienes se
mantendrían desde una posición menos comprometida y arriesgada, realizando estudios
sociológicos en su mayoría. Precisamente el 15 y 16 de octubre de 1963 los obreros de
Fiat convocaron una huelga, tras el año de los convenios y de la plaza Statuto.
En un primer momento resultaron ser ya 6.200 obreros, dando así un gran impulso a una
huelga que se expandiría de manera espontánea y creciente, a modo de wild cat.
Esta forma de huelga toma cada vez más importancia y difusión entre los obreros, que
convocan de forma espontánea, demostrando así que actúan según una inteligencia
obrera que se sirve para actuar contra la cooperación capitalista; este tipo de lucha
requiere de gran cohesión y formas activas de organización autónoma, llevada a cabo
por sujetos que defienden y priman la autogestión:
¿De dónde nace este cambio? Estos compañeros comienzan poco a poco y de manera
sistemática a poner sobre la mesa una proposición: piensan que las luchas están
alcanzando niveles tan generales que comienzan a tener una fuerza, una determinación
política extremadamente consistente, pero que al mismo tiempo el paso de estas luchas a
un modelo de organización es prácticamente imposible. Estos compañeros comienzan a
pensar que la autogestión obrera de las luchas es muy posible, pero que el paso de la
organización obrera de las luchas exige unos niveles de organización específicos,
técnicos, tácticos tan considerables, que a este paso no se produce. Es preciso, entonces,
ejercer una presión de masas sobre las estructuras históricas del movimiento obrero, una
presión que comience a modificarlas hasta imponer un proyecto de asunción, de
absorción por la intervención de dichas organizaciones de la autogestión de las luchas
(Negri, 1979, p. 98).
16
La huelga del 15 de octubre tuvo una gran trascendencia histórica ya que en ella se
mostró el surgimiento dentro de Fiat de una organización obrera con los requisitos
mínimos para llevar a cabo una huelga totalmente externa a las históricas
organizaciones oficiales. Este acontecimiento demuestra la caducidad de la vieja idea
según la cual la lucha obrera no puede ser organizada más que por un núcleo interno
particular, que detentaría la conciencia antagonista obrera; esto demuestra en efecto
cómo esa lucha organizada directamente y de forma unida por la “masa social” obrera
de cada sector de la fábrica ha contribuido a su propia realización (Balestrini y Moroni,
1988, p. 165).
“¿Cosa vogliamo? Tutto!”: el impacto del ’68.
Las bases del conflicto.
A diferencia de lo que se suele leer, el ’68 italiano poco tiene que ver con el
francés, ya que el primero puso sus bases en un descontento social anterior a este año y
que comenzó a forjarse a mediados de los años 1960s y se trató de un proceso más
profundo y duradero. El mayo del ’68 francés acabó con “los exámenes de junio” y no
tuvo las mismas repercusiones en las que desembocaría el ’68 italiano en la década de
los 1970s. Por otro lado, en Alemania y Estados Unidos, el ’68 parte del interior de una
sociedad ya terciarizada10, donde la cualidad y las necesidades del obrero social ya están
en el centro de la lucha (Negri, 1979, p. 111).
Desde las universidades y los institutos se produjo una unión de fuerzas junto al
movimiento ya activo de los obreros, llevando de esta manera las reivindicaciones y la
lucha a prácticamente todos los lugares de las metrópolis.
La explosión de las protestas estuvo determinada por causas materiales e ideológicas:
desde las insuficiencias escolares y universitarias, pobres para sostener la escolarización
de la masa producida en aquellos años y también a la hora de interpretar las exigencias
de las nuevas generaciones (en el 1968 la universidad de Roma tenía unos 60.000
estudiantes, pero estaba preparada para recibir sólo 5.000 alumnos). Muchos jóvenes no
compartían los valores preponderantes en la Italia del “milagro económico”: el
individualismo, la exaltación de la familia, la carrera al consumo.
10
Por terciarización, Toni Negri, entiende aquella sociedad capitalista en la que se han dado los procesos
de restructuración que determinan una expansión del trabajo productivo social e implican en una lógica
productiva – directamente – a los sectores terciarios de la producción, los sectores de servicios, los
servicios en general, los servicios productivos, los servicios asistenciales.
17
En 1967 fue publicado uno de los testimonios más clarividentes de estos sucesos:
“Lettera a una professoressa”, en el cual se recogían los prejuicios de clase del sistema
educativo y el triunfo del individualismo de la “nueva” Italia.
En el mismo periodo se había manifestado una recuperación del pensamiento marxista
por parte de los jóvenes intelectuales que se insertaban fuera de los tradicionales
partidos de la izquierda y se apoyaban o participaban, en torno a las revistas “Quaderni
Rossi” y “Quaderni Piacentini”. En su conjunto estas iniciativas contribuyeron de
forma sustancial a difundir entre los jóvenes un fondo ideológico común en el cual los
valores de solidaridad, acción colectiva, lucha contra la injusticia social se contraponían
al individualismo y al consumismo del capitalismo.
Una particular posición fue la que asumió en este contexto el poeta y escritor Pier Paolo
Pasolini (1922-1975), ya autor de obras dedicadas al mundo proletario de los pueblos,
como “Ragazzi di vita” (1955), quien adhirió al marxismo y al proyecto de
emancipación de las capas populares, pero observaba con pesimismo los cambios que se
estaban produciendo en la sociedad italiana, a la mutación de las identidades sociales
transformadas por los medios de comunicación, quienes amenazaban con destruir la
variedad de las formas culturales y subyugarlas a la cultura dominante. De esta
particular perspectiva de la sociedad italiana, mereció un capítulo aparte la crítica de
Pasolini a los estudiantes, “que creían poder cambiar la sociedad y luchar por un mundo
más justo”. Esto explica cómo, durante las luchas estudiantiles del 1968, Pasolini
adoptó una postura, a ojos de muchos inexplicable, que apoyaba a la policía en cuanto
estas pertenecían a la clase proletaria, al contrario que los estudiantes, “hijos de papá”,
de los pequeños burgueses.
La primera universidad en ser ocupada fue la de Trento en otoño de 1967, seguida poco
después por la Universidad Católica de Milán y la facultad de Letras de Turín. A partir
de diciembre de 1967 hasta febrero de 1968 se rebelaron todas las universidades de
Italia. Desde las universidades el movimiento salió a las calles, dando lugar a
enfrentamientos con la policía en las plazas y a otras formas de rebelión.
La primera de las acusaciones que las y los estudiantes llevaron a la calle fue la de una
universidad autoritaria y la necesidad de nuevos métodos didácticos, acompañado por
un trato diferente con el personal docente. Este rechazo al autoritarismo fue en seguida
llevado también al ámbito familiar, del que se criticó el carácter opresivo y alienante, y
en líneas más generales, a todas las jerarquías y centros de poder, en los cuales se
contraponía la democracia directa. Cada decisión dentro del movimiento debía ser
tomada en asambleas conjuntas.
18
Respecto a la orientación ideológica del movimiento de una forma mayoritaria se sentía
identificaba con el marxismo: “El hombre unidimensional” de Herbert Marcuse, las
obras de Mao, los textos del joven Marx fueron entre los libros más leídos durante el
’68, aunque más que el pensamiento era la acción y la política llevada a la práctica lo
que más interés suscitaba entre los estudiantes. Tanto que, más que nunca, comenzaba a
difundirse también en Italia la exigencia de adaptar ese espíritu libertario también al
propio comportamiento privado; así fue como por ejemplo, los tabúes que en Italia
estaban relacionados con las prácticas sexuales fueron rotos por vez primera; la
liberación sexual se convirtió en un objetivo del movimiento (Ginsborg, 1989, p.414).
El 1968 fue por tanto mucho más que unas simples protestas contra el deficiente
funcionamiento de las escuelas y las universidades, fue un intento de cambiar los
valores dominantes de aquellos años, hasta el punto que para conseguir su objetivo las
estudiantes y los estudiantes italianos buscaron de tener a su lado la clase obrera y desde
su lugar de lucha, las universidades, fueron a las fábricas.
A partir de este momento el movimiento se disgregó, transformándose en una multitud
de grupos de izquierda extraparlamentarios contrarios al PCI que sobrevivieron hasta
mediados de los años 1970s.
Quaderni Piacentini y la batalla de Valle Giulia.
Como hemos visto anteriormente, la figura y la lucha del obrero-masa era cada
vez más capaz de poner en discusión no sólo el modo de producir mercancías sino
también el orden social completo, “el impulso a la escolarización masiva, a la
generalización del acceso a la instrucción, había constituido desde el comienzo un
instrumento en la continua fuga de la perspectiva de la fábrica, una necesidad proletaria
de rechazo del trabajo asalariado dependiente” (Balestrini y Moroni, 1988, p. 249).
Con un continuo sentimiento de emancipación y rechazo a la sobrexplotación laboral,
consiguieron organizar y producir formas de protestas radicales, pero sin un contenido
violento, reclamando la necesidad de nuevas experiencias y valores opuestos a los del
poder dominante Dentro de este dispositivo de redes sociales tuvo una gran relevancia a
nivel de actividad participativa intelectual y práctica la figura del estudiante, más tarde
apodado “estudiante-proletario”.
19
Se atacaba a la figura del docente, como figura del saber y cuya condición era
consciente, por tanto cómplice activo del poder capitalista: “ser profesor/a y no luchar,
es una contradicción pedagógica”11. Así como el obrero-masa reclamaba y defendía
mejores condiciones laborales, el estudiante miraba a vaciar la institución universitaria
de las funciones productivas asignadas a ella, Estas luchas llegaron a extenderse
también en lo social, en los barrios y en la búsqueda de alternativas delante de las
fábricas, como medida de alianza entre obreros y estudiantes. Evidentemente en la
unión de obreros y estudiantes surgieron divergencias y necesidades distintas, formas de
análisis políticos diversos que posteriormente se traducirían en la formación, también
aquí, de los grupos extraparlamentarios, formados por algunos líderes del movimiento
estudiantil y de sus respectivos dentro del movimiento obrero.
Se creó un panorama de debate, siempre con actitudes abiertas al aprendizaje y mejora
de la experiencia política y social, dentro de este contexto, cuyos análisis se fueron
recopilando en la redacción de los Quaderni Piacentini, que en el 1967 y 1968 había
ampliado su número de escritores y lectores, entre los cuales se encontraban Luca
Meldollesi, Cesare Pianciola o Nicoletta Stame, que formarían posteriormente la Unión
de los marxista-leninistas. Por otro lado Luigi Bobbio y Guido Viale fundarán Lotta
Continua y por último Sergio Bologna, que será uno de los fundadores de Potere
Operaio. La situación exigía unión y no divergencias en el seno del movimiento, por
ello se redactó un documento titulado Contra la Universidad en forma de artículo
dentro de los Quaderni Piacentini, con una tirada de 20.000 copias para difundirlas en
todas las universidades. Aquí encontramos un fragmento del artículo redactado por
Guido Viale:
La universidad como instrumento de integración, la universidad es individualizada
como un instrumento de manipulación ideológica y política que produce subordinación
en relación con el poder, está diseñada para cancelar en la personalidad de cada uno la
cultura de la solidaridad y de la colectividad a través del mito de la competitividad
individual y de la selección entre sujetos privilegiados y desaventajados. El objetivo es
la cooptación selectiva hacia la clase dirigente y el poder. Los estudiantes pueden así
estar divididos en tres estratos: 1) aquellos que usan la universidad (como base de
lanzamiento para el poder); 2) aquellos que sufren la universidad (como momento
inevitable para ocupar una posición cualquiera en la jerarquía social);
3) aquellos que solamente están oprimidos por la universidad (lo que no hace más que
legitimar su posición social subordinada).
11
Lema utilizado hoy día por la Marea Verde: plataforma que surgió a principios del curso escolar
2011/2012 en Madrid, en pro de una educación pública y que se opone a la privatización y recortes que
afecten a todo el ámbito educativo, como medida de austeridad impuesta por el gobierno español.
20
En el caso de Turín se hizo evidente una lucha dirigida por el segundo estrato contra el
primero, con el objetivo de desenmascarar la mistificación instalada en el concepto de
formación profesional y de «profesionalidad».12
Las ganas de transformación cultural y política de estudiantes y obreros dio lugar a la
creación de este tipo de revistas, editoriales y grupos que desde unos años atrás
buscaban nuevas formas y perspectivas de analizar su propia realidad, haciendo de la
crítica constructiva a la cultura italiana una forma más de militancia, intentando dejar de
lado intelectualidades e intelectuales, como forma de concepción elitista de la cultura, y
apostando por el trabajo del colectivo:
Imparino gli intelettuali […] dagli operai. Le rivendicazioni, la lotta contro il potere, si
devono condurre in modo che il potere, la produzione, vengano danneggiati […].
Comunque questo non vuole essere un appello agli “intelettuali di sinistra”. Non
abbiamo tempo da perderé. É un congedo.13
De esta manera se intentó abolir la figura del intelectual, dando paso a la figura del
militante y artista, formando una nueva cultura política, más abierta y libre de dogmas
de partidos o doctrinas concretas. Los Quaderni Piacentini fue la revista más fructífera
y longeva, punto de referencia alternativa y de toda la composición de la nueva
izquierda.
El ímpetu y el compromiso de los jóvenes pertenecientes al movimiento estudiantil
podrían tildarse de intachable. Eran perfectamente conscientes de que si el objetivo, en
absoluto utópico, era difundir, concienciar y organizar la lucha estudiantil en todo el
tejido social italiano y en todas las universidades del país, era necesario trasladarse
frecuentemente de una ciudad a otra y así poder articular de manera eficiente y
coordinada todo el movimiento.
12
Este fragmento pertenece a la revista número 33 de los Quaderni Piacentini, cuyo fragmento original se
encuentra en un enlace de libre acceso indicado debidamente en la bibliografía. La traducción ha sido
llevada a cabo por Micaela Bogazzi y se encuentra en la versión castellana de la obra: Balestrini, N.,
Moroni, P., (2006). La horda de oro 1968-1977. La gran ola revolucionaria y creativa, política y
existencial. Madrid: Traficantes de Sueño, p. 252.
13
“Aprendan los intelectuales de los obreros. Las reivindicaciones, la lucha contra el poder, se deben
llevar a cabo de manera que el poder, la producción, resulten dañados. No obstante esto no pretende ser
toque de atención a los “intelectuales de izquierda”. Es un despido”. (Traducción MLC). Quaderni
Piacentini, 7/8 (febrero-marzo 1963). Este fragmento ha sido recogido del artículo: Cossalter, F.,
Minicuci, M., (2009). Espacios políticos y brechas culturales en el largo ’68 italiano, en Cuadernos de
Historia Contemporánea, vol.31, pp. 107 – 132.
21
Sin todo esto, sabían que se producirían seguramente serias brechas dentro del
movimiento, aprovechadas por posibles líderes que llevarían su práctica política en una
dirección quizás no errada, pero sí inútil en ese momento.
Uno de los acontecimientos más importantes fue la batalla de Valle Giulia, en Roma el
1 de Marzo de 1968, que tendría unas consecuencias importantes en los sucesos
venideros. Con la batalla de Valle Giulia el movimiento estudiantil, que en los meses
anteriores se había desarrollado solamente a nivel local, se transforma en un gran grito e
irrumpe con fuerza en el plano nacional.
Los rumores sobre las anteriores ocupaciones de facultad, en 1967 en Pisa, Turín y
Milán, se habían extendido sólo dentro del ámbito universitario, sin llegar a captar la
atención de los medios de comunicación. En Valle Giulia, en el barrio de Parioli en
Roma, se encuentra la facultad de Arquitectura, que en los días anteriores al 1 de Marzo
había sido el lugar de diversas iniciativas políticas, que culminaron en la ocupación de
la facultad. El 29 de Febrero el rector D’Avack solicitó la intervención de la policía para
poner fin a la ocupación; el edificio fue brutalmente desocupado y quedó vigilado por
un fuerte dispositivo policial. La mañana siguiente más de 4000 estudiantes se reunieron
en Piazza di Spagna y se dirigieron hacia la facultad de Arquitectura, decididos a liberar
el edificio del asedio policial. El cortejo llegó a las puertas de la facultad y comenzó a
hacer frente a los cordones policiales en medio de un clima de alta tensión; el “casus
belli” no tardó en llegar. Cuando un grupo de agentes detuvo a un estudiante que se
encontraba solo en ese momento y comenzaron a pegarle, la rabia del cortejo se desató
en forma de bombardeo de piedras hacia el cordón policial. En seguida las cargas se
extendieron a toda el área de la facultad, un grupo de estudiantes consiguió romper un
cordón policial y entrar en la facultad, aunque poco después se vieron obligados a
abandonarla debido a las fuertes cargas policiales. Los estudiantes aguantaron durante
mucho tiempo las cargas.
Al final de la jornada se contabilizaron 500 heridos entre los manifestantes y 150 entre
las fuerzas de orden, los detenidos fueron más de 200 y el área circundante la facultad
era lo más parecido a un verdadero campo de batalla: numerosas furgonetas y coches
quemados, el suelo lleno de piedras y bombas lacrimógenas. Este acontecimiento hizo
correr ríos de tinta. Al día siguiente la noticia se hizo eco en todos los periódicos, la
opinión pública se dividió, muchas fueron las interpretaciones y visiones ofrecidas. Lo
que sí es verdad es que la batalla de Valle Giulia representó una coyuntura para el
movimiento estudiantil y para una generación entera que abandonó con decisión la fase
de la “inocencia y pasividad” y puso de manifiesto el primer capítulo de un choque
inevitable.
22
En las horas siguientes a la batalla el slogan que se difundió orgullosamente entre los
estudiantes, no más dispuestos a arrodillarse ante la violencia policial, fue “Non siam
scappati piú!”14
En la base del comportamiento de los estudiantes-proletarios, de los jóvenes
desempleados, de los estudiantes fuera de casa coexistía el mismo rechazo de la fábrica
que estaba materializado en una memoria de clase, en la constatación que ni siquiera la
escuela o la universidad eran instrumentos de emancipación de la propia condición de
clase. Esta tendencia llevó dentro de sí las luchas estudiantiles la propia miseria
material, las necesidades de clase, la violencia de las exigencias, el rechazo de las
mediaciones culturales (Balestrini y Moroni, 1988, p. 273). A todo esto se unía la brutal
opresión de las fuerzas del orden y la indiferencia de los partidos políticos e
instituciones relacionadas con el ámbito educacional.
El movimiento estudiantil se caracterizó por ser en cierto modo un “nuevo” movimiento
social, compuesto por estudiantes de clase media en su mayoría, pero también por
convertirse en vanguardia de la izquierda tradicional, junto al movimiento obrero,
aunque en este año en menor medida. Los nuevos movimientos políticos surgidos en el
1968 fueron producto de una nueva realidad política y cultural: serían los componentes
de los futuros grupos que aparecerían en los 1970s. Pero el movimiento estudiantil
italiano, aunque nuevo, consiguió tener una expansión muy grande y alcanzar una
potencia gracias a la existencia de una izquierda tradicional fuerte. En Italia las
subculturas de izquierda eran tan fuertes, que sus movimientos pudieron encontrar la
base cultural necesaria para volver a resucitar movimientos revolucionarios, utilizando
la izquierda tradicional como objetivo, además de base y referente (Tarrow, 1991, p.
148).
A punto de acabar el año, en diciembre de 1968, y tras un largo año lleno de victorias,
algunas gracias a la alianza con los obreros y otras gracias a la participación en las
luchas obreras, se produjeron disensos mientras se estaba actuando un proceso de
formación grupos de vanguardia política revolucionaria. El movimiento estudiantil
consiguió ocupar numerosas universidades por toda Italia (Roma, Bolonia, Florencia,
Bari, Nápoles, Cagliari, etc.); fue en las Navidades cuando se produjo un gran consumo
por parte de la burguesía a raíz de las tradiciones propias de esta clase social y la última
acción del año fue dirigida precisamente a atacar esos ritos de poder.
14
“No hemos vuelto a huir!” (Traducción MLC).
23
Los acontecimientos se desarrollaron en un local nocturno, La Bussola, en Versilla,
célebre por la gran congregación de la élite burguesa y particularmente la de Milán, que
acostumbra producirse cada 31 de diciembre. Fue aquí donde, los militantes de Potere
Operaio y del Movimiento estudiantil de Pisa decidieron trasladarse y organizar una
manifestación frente a la Bussola a priori pacífica, que, sin embargo, acabaría en cargas
policiales y numerosos detenidos. Fue, a pesar de tratarse de un evento de menor
importancia, un ataque a uno de los bastiones célebres de la alta burguesía italiana. Así
se cerraría el 1968 italiano, que daría paso al 1969 conocido como l’autunno caldo.
El ’69: comienzan los “Anni di Piombo”.
“Autunno Caldo”.
Si el 1968 fue el año de los estudiantes, el 1969 fue el de los llamados tute blu,
por el atuendo de trabajo que usaban los obreros. En Milán, Turín, Génova el epicentro
de las luchas se trasladó desde las aulas universitarias hasta las puertas de Fiat, Alfa
Romeo, Magneti Marelli, Sit-Siemens, como si esa fuerza revolucionaria de los
estudiantes se hubiera contagiado a los trabajadores de las fábricas del norte de Italia.
Fue entre septiembre y diciembre de 1969 cuando la problemática obrera explotó con
una fuerza que ni los sindicatos ni los empresarios supieron preveer: comenzó el
conocido como autunno caldo u Otoño Caliente. Con las fechas marcadas de la
renovación de contratos colectivos de trabajo, cinco millones de trabajadores de la
industria, de la agricultura y de otros sectores estaban decididos a hacer sentir todo su
peso en las sus propias reivindicaciones.
La tensión acumulada y la indiferencia de sindicatos y partidos se transformaron en una
ola de protestas contra la condición laboral de multitud de trabajadores. Pero l’autunno
caldo fue mucho más que la intensificación del conflicto industrial acompañado de la
caducidad de contratos, fue un gran movimiento colectivo que llegó más allá de los
grupos de trabajadores interesados a la renovación de los contratos laborales, cuyas
peticiones fueron más amplias e indefinidas de las normalmente trasmitidas al sindicato.
Fue un movimiento protagonizado por, como se ha explicado anteriormente, los obreromasa, trabajadores poco cualificados insertados en las cadenas de montaje,
prácticamente sin tradición sindical, que protestaban contra las míseras condiciones de
vida y de trabajo, algunas veces de forma violenta.
Y de hecho sucedió algo nuevo: en las fábricas se produjeron acontecimientos inéditos e
inesperados, donde la dialéctica y los métodos de lucha sindical emergieron, por vez
primera tras mucho tiempo, verdaderamente desde abajo y con una fuerza inusual.
Nacieron los C.U.B. “Comitati Unitari di Base”, los “Gruppi di studio”, que sirvieron de
24
nexo entre estudiantes y trabajadores; los trabajadores así organizados supieron
contestar y crear alternativas a los inútiles sindicatos. Ante un poder fuertemente
jerarquizado como el de las fábricas se contrapuso otro poder más extenso y duro, capaz
de crear tensiones y conflictos en formas y medidas inéditas hasta el momento: estos,
los grupos de la izquierda extraparlamentaria, se posicionaron desde un principio de
manera frontal a la CGIL, CSIL y UIL15 y a menudo las incomprensiones causadas por
aquella gran pasión política desembocaron en verdaderos enfrentamientos y desórdenes
en las metrópolis.
Las formaciones sindicales parecían a muchos muy obsoletas, las Comisiones Internas
que habían desarrollado una buena labor hasta los años 1950s acabaron por ser
sustituidas por las reuniones de reparto, asambleas, a menudo improvisadas, presentes
en todas las fábricas, y en todo ello se veía la directa influencia del movimiento
estudiantil. La ausencia de una crisis institucional aguda permitió a los dirigentes
sindicales centrar su atención en los elementos de unidad y lucha y no en las divisiones.
De esta manera los sindicatos pudieron contar con una presencia política muy fuerte, tal
que algunos observadores acabaron por tildarla de suplencia sindical al sistema de
partidos. El 9 de diciembre de 1969 firmaron el acuerdo los sindicatos y la Intersind,
que reagrupaba las empresas de participación estatal, y el día 21, tras cuatro meses de
lucha, fue el turno de la Confindustria. Fue una victoria de las reclamadas por los
trabajadores: aumento de salario para todos y reducción de los horarios de trabajo a 40
semanales. Los trabajadores de la metalurgia obtuvieron además el derecho a reunirse
en asamblea en la fábrica. El objetivo legislativo del otoño caliente fue el “Estatuto de
trabajadores”, llevado a cabo cinco meses más tarde. Comprendía una serie de artículos
sobre la dignidad y los derechos de los trabajadores, que eran el reflejo legislativo de un
cambio de la opinión pública y también de las relaciones de poder. La prohibición de
los interrogatorios sobre el funcionamiento de la fábrica y los trabajadores, la limitación
de traslado en los casos de necesidad demostrada, la actualización de los seguros
sanitarios y las sanciones disciplinarias. Son reglas que poco tienen que ver con la
actividad sindical, pero sí con la relación con el trabajo. Las victorias sin precedentes de
las batallas sindicales del otoño caliente, en términos de aumentos salariales y mejoras
normativas, el cambio de las relaciones de poder a favor de la clase trabajadora que se
traducía en la afirmación de un poder sindical que no había tenido parangón con ningún
otro país industrial, fueron por lo tanto interpretados por los grupos extraparlamentarios
como una neta derrota.
15
CGIL: Confederazione Generale Italiana del Lavoro.
CSIL: Confederazione Italiana Sindicato Lavoratori.
UIL: Unione Italiana del Lavoro.
25
La supuesta autonomía de la clase trabajadora parecía desaparecer bajo el control de los
odiados sindicatos vistos como organismos al servicio del capital, por lo tanto la
solución se encontraba – principalmente en los movimientos más obreristas como
Potere Operaio y el Collettivo Político Metropolitano – en la organización del
proletariado y, sobre todo, en la autonomía obrera. Más allá de resultados objetivos,
también importantes, l’autunno caldo concluyó con un acontecimiento de gran
trascendencia por la gravedad de los sucesos y sus consecuencias: Milán -e Italia enterase vio trastornada por la Strage di Piazza Fontana.
El atentando de Piazza Fontana y sus consecuencias.
Antes de entrar a analizar las consecuencias del atentado, conviene recordar los
hechos: es Viernes 12 de diciembre de 1969, a las 16.37 en el salón central de la Banca
Nazionale dell’Agricoltura en Piazza Fontana, Milán, explota una bomba que causa 16
muertos y 87 heridos. Los muertos son todos clientes del banco: agricultores,
empresarios agrícolas de la provincia, son todos simples ciudadanos. Hoy, tras 30 años
y 9 juicios, no se sabe bien quien fue o mandó poner la bomba. Los investigadores
siguieron la pista de los anarquistas, después la fascista, luego fueron investigados los
servicios de inteligencia, más tarde fue acusada la CIA y los americanos que hicieron de
marionetas. Piazza Fontana está considerado como el comienzo del terror, un suceso
propio de la “estrategia de tensión”, por contabilizarse por vez primera víctimas civiles.
La operación estuvo bien organizada y ejecutada, fueron cinco las bombas repartidas en
diferentes puntos y todas debían explotar dentro de un margen de una hora de tiempo. A
estos acontecimientos se le sumó otro que hizo saltar las alarmas y crear más confusión:
a media noche del 15 de diciembre Giuseppe Pinelli, anarquista, murió tirándose por la
ventana del cuartel de la policía de Milán, donde se encontraba bajo interrogatorio. El
agente Marcello Guida a pocas horas de lo sucedido dijo que Pinelli se había suicidado
y que el gesto debía ser interpretado como una confesión. La historia no se sostenía de
ninguna manera y así lo afirmó el mismo Giuseppe Calabresi, comisario de la policía
que estaba interrogando a Pinelli. La izquierda, y en particular el diario Lotta Continua,
comenzó una dura campaña contra el comisario. Un sector de la izquierda interpretó que
había pruebas suficientes para alimentar las sospechas y los miedos de un posible
“golpe fascista”, el atentado y todos los secretos que vinieron a la luz son aún hoy en
día la prueba fehaciente de la degeneración del Movimiento. La tesis es la que afirma
que la izquierda extraparlamentaria adoptó un comportamiento violento como reacción
al complot de estado fraguado para parar la ola progresista que sacudía el país. Esto
afirmaba Renato Curcio, fundador de las Brigadas Rojas:
26
...con Piazza Fontana il clima improvvisamente cambiò [...] a quel punto scattò un salto
di qualità nel nostro pensiero e poi nel nostro agire [...] le bombe sono un atto di guerra
contro le lotte e il movimento, dimostrano che siamo arrivati ad un livello di scontro
molto aspro.16
Cabe destacar que la lucha armada de la izquierda encontró un precursor en
Giangiacomo Feltrinelli, editor millonario obsesionado con la idea que un golpe de
estado fascista parecido al de la Dictadura de los Coroneles en Grecia era inminente. q
Ya en el ’68 había redactado un ensayo titulado “Persiste la minaccia di un colpo di
stato in Italia” y en marzo del ’69 su casa editora había publicado un libro titulado “La
guerriglia in Italia”, cuyo contenido detallaba instrucciones sobre cómo llevar a cabo
una guerrilla. El mismo CPM, Collettivo Político Metropolitano, ya en noviembre del
’69 había planteado la opción de la lucha armada; nadie de la izquierda
extraparlamentaria esperaba un ataque con muertos civiles por parte de la extrema
derecha, cuya autoría nunca se llegó a demostrar en los juzgados por falta de pruebas o
por interés por parte del Estado italiano, pero obtuvo y aún hoy en día se mantiene, el
apoyo social de la mayor parte del país. Así recuerda Toni Negri el suceso:
...ogni possibilità di alternativa politica reale ci fu tolta [...] di fronte alla
possibilità di reinserire questi movimenti sociali si rispose con la repressione
[...] i "cattivi maestri" vanno ricercati a monte...17
El atentado de Piazza Fontana sirvió por lo tanto para que madurasen importantes
decisiones, muchas de ellas ya prácticamente tomadas. A partir de aquí y a lo largo de
todos los años de plomo, es decir hasta principios de los años 1980s, fueron numerosos
los atentados: Peteano en el 1972 en la que murieron tres policías; Piazza Loggia en
Brescia en 1974, donde durante una manifestación antifascista murieron 8 personas y
hubo 94 heridos por un artefacto explosivo; en la estación de Bolonia, en agosto de
1980, una bomba colocada por un grupo de extrema derecha en la sala de espera de
segunda clase provocó la muerte de 85 personas y otras 200 heridas. Un largo rastro de
sangre que, en muchos casos, ha quedado sin condena.
16
“…con Piazza Fontana el clima repentinamente cambió, en ese momento se produjo un salto de calidad
en nuestro pensamiento y más tarde en nuestra manera de actuar, las bombas son un acto de Guerra contra
la lucha y el movimiento, demuestran que hemos llegado a un nivel de enfrentamiento muy agrio”.
(Traducción MLC). Delbello, L., (2013.). “Wherefore the Italian left”. Situations, Vol. 5, nº. 1, p. 83.
17
“… cada posibilidad de alternativa política real nos fue arrebatada; frente a la posibilidad de
reinsertar estos movimientos sociales se contestó con la represión; los “malos maestros” – los
culpables – se encuentran aguas arriba – en la cima del monte.” (Traducción MLC).
27
El objetivo por parte del Estado italiano era claro y conciso: desestabilizar para
estabilizar; la tensión social debía ser el instrumento para un reforzamiento autoritario
del gobierno del país.
La formación de los grupos extraparlamentarios.
Los primeros grupos de la izquierda extraparlamentaria surgieron a principios de los
años 1960s, tras la caída del gobierno Tambroni, cuando se abrieron perspectivas
concretas de reforma y flexibilidad democrática del sistema de poder y surgieron por
iniciativa de núcleos de disidentes de la izquierda comunista y socialista y de
intelectuales marxistas, que se rebelaron contra la línea reformista de la izquierda
histórica. Así en octubre de 1961 se publicó el primer número de los Quaderni Rossi,
en 1962 surgió el primer grupo marxista-leninista (“Viva el leninismo”) y la revista
Quaderni Piacentini y por último en 1964, nace Classe Operaia.
El impulso más profundo y eficaz al desarrollo de la izquierda revolucionaria surgió de
las contradicciones, dentro el PCI, entre política reformista e ideología revolucionaria
representada por el marxismo-leninismo, que imponía su propia hegemonía en el mundo
intelectual italiano. Problemas que buscaban una vía de escape en el extremismo
político y doctrinario. Así en la praxis reformista y al revisionismo de los partidos
parlamentarios, los movimientos extraparlamentarios iban implantando una vuelta a la
teoría revolucionaria original de Marx y Lenin, en muchas ocasiones con una lectura e
interpretación pasada por la Escuela de Frankfurt. También en el mismo PCI, en torno a
Luigi Pintor y Rossana Rossanda, surgió el 23 de Junio del ’69 Il Manifesto, revista de
investigación política, pero sobre todo de pensamiento a la izquierda de la línea oficial.
Más tarde la revista se convertiría en diario adquiriendo características de un pequeño y
aguerrido partido. Su función cultural, antes que política, será la de afrontar
críticamente el controvertido rol de la izquierda italiana interpretándolo más allá de sus
funciones constitucionales, pero sin llegar la violencia como medio. Posteriormente
sucederá que en el seno del movimiento estudiantil, empezaron a coger cuerpo y voz las
distintas visiones y posiciones, cuando en otras palabras surgieron en el interior y en el
exterior del mismo movimiento otros líderes que optaron por la línea de conducta
seguida hasta el momento. Las variaciones que consideraban oportunas para el triunfo
de las masas de obreros y estudiantes, con la finalidad de realizar una sociedad
comunista, se formaron varios grupos, y el movimiento estudiantil de Milán se
transformó en Movimiento Estudiantil, con la principal diferencia que, en cierto sentido,
el caos se tomó forma organizativa. Por otra parte en aquel preciso contexto una forma
de organización existía en materia de lucha en las plazas. Es imposible no darse cuenta
de que fueron las revistas y diarios el medio elegido en aquella fase de ebullición teórica
que se radicalizaba siempre más hacia temas fundamentales de la organización
28
revolucionaria. En casi todos estos grupos el mito del obrero era igualable solamente al
de la Resistencia y el concepto de “autonomía obrera” era de vital importancia.
Como ha especificado Toni Negri:
Autonomia come irriducibilità al capitale e, insieme, come autenticità originaria della
classe, che si contrappone ai partiti storici del movimento operaio e ai sindacati,
sovrastrutture burocratiche e ideologiche, o addirittura articolazioni dello stato del
capitale dentro la classe, subdole istituzioni di controllo e di repressione nei confronti
del proletariato rivoluzionario18.
Avanguardia Operaia (AO)
De la unión de varios grupos -Avanguardia operaia di Milano, Circolo Rosa Luxemburg
di Venezia, Circo Lenin di Mestre, Sinistra leninista di Roma- en 1968 nació en Milán
la organización comunista Avanguardia Operaia y en diciembre del mismo año se
publicó el primer número de la homónima revista. Avanguardia Operaia (a partir de
ahora AO). Fue uno de los grupos más sólidos desde el punto de vista organizativo y de
los más avanzados a nivel teórico. Se ponía como objetivo crear el “Partito
rivoluzionario Marxista-Leninista”, pero reconocía que el proceso podía ser solo
gradual y lento. Criticaba la disgregación de la izquierda revolucionaria que impidió
encontrar una vía revolucionaria alternativa capaz de llevar las masas al poder y
reclamaba la necesidad de una coordinación en el plano internacional.
En su análisis de la situación italiana, AO describía la nueva mayoría del PC como
profundamente autoritaria, antiobrera y represiva, aunque arropada por una
respetabilidad democrática para engañar a los trabajadores, esa nueva mayoría del PCI
con el cual otros partidos políticos entablaban conversaciones y coaliciones. AO
afirmaba que habría sido realmente probable, con la ayuda del imperialismo americano,
un brusco cambio a la derecha, incluso una operación a la griega. AO era también el
grupo que, quizás más que los demás, podía establecer relaciones con las luchas obreras,
no solo porque muchos de sus militantes eran obreros y habían participado en las luchas
de las fábricas antes de confluir en AO, pero también, y sobre todo, gracias a su estrecha
relación con los CUB, Comitati Unitari di Base, que AO de hecho hegemonizaba.
18
“Autonomía como irreductibilidad del capital y, conjunto, como autenticidad originaria de la clase, que
se contrapone a los partidos históricos del movimiento obrero y a los sindicatos, superestructuras
burocráticas e ideológicas, o incluso articulaciones del estado del capital dentro de la clase, traicioneras
instituciones de control y de represión respecto al proletariado revolucionario.” (Traducción MLC).
Corradi, C., (6 Mayo 2011). Panzieri, Tronti, Negri: le diverse eredità dell’operaismo italiano. Consultado
el 7 de Marzo 2013, Consecutio Temporum: rivista crítica della postmodernitá, p. 13.
29
De todos modos, el grupo nunca teorizó ni actuó concretamente en actos violentos, y su
aportación se limitó a la “praxis” de las luchas en la plaza.
Collettivo Politico Metropolitano (CPM)
Otro grupo de gran importancia, quizás no por su longevidad, fue el Colectivo Político
Metropolitano (CPM). Es en este grupo donde residían los militantes y futuros
integrantes de las Brigadas Rojas y por lo tanto es fundamental hablar de ello. La
importancia de la CPM aparece en uno de sus documentos en los que afirman:
Al dichiarato scopo di promuovere l'autonomia operaia rispetto alle organizzazioni
politico-sindacali, il gruppo ha recentemente annunciato la formazione di nuclei
denominati Brigate Rosse da inserire nelle fabbriche.19(Tessandori, 2004, p.37)
Dada la particular importancia del CPM, cabe repetir que las luchas estudiantiles del
1968 no habían pasado de largo sin dejar huella en absoluto; en las fábricas la
espontaneidad obrera había cogido por sorpresa las organizaciones tradicionales, así en
numerosos establecimientos industriales se habían creado grupos de estudio o colectivos
que resaltaban en sus programas el problema de la organización y la autonomía obrera
también fuera de las fábricas. Así el CPM había nacido justo como punto de unión de
diferentes experiencias de los varios CUB (Comitati unitari di base) de Pirelli, de los
grupos de estudio de Sit-Siemens y de IBM, de los grupos autónomos de Alfa Romeo y
Magneti Marelli, del Movimento Studentesco, de los colectivos obreros-estudiantes, por
la construcción de un proceso revolucionario. El CPM tenía como carácter inicial una
naturaleza transitoria ya que no se planteaba como organización revolucionaria pero
como momento de mediación preliminar y necesaria a su construcción.
El CPM se convirtió rápidamente en un organismo de masa presente en decenas de
fábricas, colegios y con unas buenas bases en los barrios más populares; tenía la
simpatía y el interés de Potere Operaio que en él veía un organismo de autonomía
obrera, salvando las diferencias. El CPM estaba compuesto por diferentes personas,
cada una con su experiencia ideológica-cultural adquirida en los pasados años; había
obreros, estudiantes, disidentes católicos, todos bajo un mismo sentir por las luchas
sociales que se habían desarrollado.
El problema de la lucha armada y la entrada en la clandestinidad se discutió en el año
’69, cuando se afirmó que la lucha popular y generalizada era la única respuesta posible
19
“Con el declarado objetivo de promover la autonomía obrera respecto a las organizaciones políticosindicales, el grupo ha anunciado recientemente la formación de núcleos denominados Brigadas Rojas
listas a entrar en las fábricas.” (Traducción MLC).
30
a la represión actuada por la burguesía. En agosto de 1970 hubo un encuentro donde se
reunieron un centenar de militantes, en Pecorile, cerca de Reggio Emilia. En el acta de
Renato Curcio y Corrado Simioni se afirmaba que era necesario formar una vanguardia
interna al movimiento obrero y que éste debería haber sido capaz de conjugar la política
con la “guerra”. Se habló de guerrilla y de la “jungla”, en referencia a Vietnam, en la
que combatir: la metrópolis.
Las Brigadas Rojas (B.R.).20
Este apartado se desarrollará con el objetivo de dar una perspectiva no tanto nueva, sino
diferente, de lo que fueron las Brigadas Rojas: porqué surgieron, en qué contexto
nacional e internacional. Es importante resaltar que la de las Brigadas Rojas fue una
lucha armada en una guerra que ya antes de la formación de este grupo, había declarado
el capitalismo en sus diferentes formas. Basta recordar la represión de los movimientos
sociales de izquierda en sus manifestaciones más pacíficas, las duras condiciones
laborales a las que se encontraban sometidos los trabajadores de las fábricas y del
campesinado, la implantación de fábricas extranjeras y por lo tanto, en numerosas
ocasiones, el despido de trabajadores italianos que se vieron obligados a emigrar de
nuevo, etc.
Es muy importante desde un punto de vista historiográfico, también saber valorar qué
fuentes tenemos a disposición, de dónde vienen y en caso de ser muy limitadas por un
bando y numerosísimas por otro, preguntarse el porqué. Evidentemente valorar temas
tan discordantes y delicados es una tarea muy difícil, pero vale la pena investigar con
los medios posibles e intentar recuperar una memoria histórica que se ha procurado
mantener en silencio. La historia que rodea a este particular grupo de la izquierda
extraparlamentaria siempre estuvo manipulada, y lo sigue estando hoy en día, por un
Estado italiano que no siempre quiso poner a disposición de investigadores de diversos
campos las fuentes oficiales de lo acontecido en torno a este grupo, con el objetivo de
convencer a la opinión pública a través de la manipulación de fuentes y los medios de
comunicación que las Brigadas Rojas fueron simplemente un grupo terrorista de
extrema izquierda.
Con esto no se quiere decir que las Brigadas Rojas no fueran un grupo político que llevó
su práctica a la lucha armada, sino que es un deber intentar esclarecer en qué contexto
20
Se usarán como fuentes la monografía escrita por el recientemente fallecido Prospero Gallinari,
militante de las Brigadas Rojas, “Un contadino nella metrópoli” y una entrevista del mismo realizada en
el 2006 publicada por el centro social Askatasuna de Turín: “Storia del novecento”: ambas fuentes
debidamente citadas en la bibliografía.
31
surgieron las Brigadas Rojas, por qué motivo lo hicieron y dejar de lado toda
mitificación y versión ofrecida por una historia escrita por un Estado que se podría
tildar de antirrepresivo y violento, no sólo en la década de los 1970s, sino también
posteriormente; se recuerde la muerte de Carlo Giuliani en la Contracumbre del G8 en
Génova del año 2001. Evidentemente no es tarea fácil ya que son pocas las fuentes que
nos han llegado de los brigadistas y muchas las ofrecidas – y dadas sistemáticamente
por buenas – por aquellos que siguen condenando aquella lucha armada.
Los futuros componentes de las Brigadas Rojas, pertenecían a la primera generación de
italianos que habían nacido en la postguerra, es decir en los años 1950s y habían
crecido, al igual que la mayor parte de la población, con la identidad del partisano y la
resistencia. Italia en los años 1950s se encontró en una grave crisis económica que azotó
sobre todo al gran campesinado del Sur, Por este motivo se produjeron grandes
migraciones – la segunda oleada migratoria, la primera fue a principios del siglo XX
hacia Estados Unidos – hacia el norte de Europa, allí donde la mano de obra barata se
requería para llevar a cabos trabajos duros en las minas de carbón, como por ejemplo en
Bélgica. A esto se le suma en los años de 1960s, como se ha explicado en el primer
capítulo, una fuerte presencia política en el parlamento y un gran apoyo social al PCI,
una media del 30% de los resultados electorales, y un contexto internacional en el que
las mayores potencias capitalistas (EEUU, Francia, R.F. Alemania) siguen avanzando
en su expansión económica, implantando fábricas en las que los obreros eran
explotados, o dando paso a conflictos bélicos como el de Vietnam.
Todo estos elementos juntos, en Italia, afectan de manera importante a la clase
trabajadora que ve como por un lado están siendo explotados con míseros salarios y
muchas horas seguidas de trabajo, sin apenas derechos laborales, y por otro como el PCI
se preocupa más por las relaciones y diplomacia internacional que de sus propios
votantes, los trabajadores de las fábricas y campesinado.
Por lo tanto se presenta un contexto en el que no es atrevido pensar y proyectar con una
intención real la revolución, reflejándose en lo sucedido en Vietnam. La jungla, lugar
donde llevan a cabo su resistencia y los vietcong conocen a la perfección, se traslada en
la metrópolis y en las fábricas para el obrero-masa italiano: el objetivo era crear dos,
tres, muchos Vietnam.
La figura del obrero-masa es la que siente la necesidad de tomar no sólo el poder para
conseguir, obtener esta nueva identidad dentro de las fábricas, sino también para
mantener sus lugares de trabajo. Es un movimiento social, que asume un carácter
político y pone un problema de fondo: el poder, el uso del poder y también el poder de
tener un puesto de trabajo que permita tener una vida decente. Este conflicto se debe
32
plantear en un contexto donde la revolución es posible, como se ha dicho anteriormente,
y donde a nivel nacional e internacional las luchas se desarrollan con fusil en mano,
sobre todo por parte de las potencias hegemónicas de índole imperialista.
La fecha clave en la que se podría afirmar que se abre el periodo de los años de plomo
es el 12 de diciembre de 1969 con el atentado de Piazza Fontana, llevado a cabo por un
grupo anticomunista financiado por la OTAN, CIA y el M16 británico 21, en el que
murieron 17 personas. Este atentado supuso una clara muestra de quien ostentaba el
poder. A partir de este momento un sector del movimiento obrero decide hacer frente a
esta “guerra” porque se siente con la fuerza suficiente, gracias al apoyo social, de
“tomar el palacio”: tomar el poder, con una revolución con una base histórica real. Esta
situación de conflicto no se hubiera dado sin la participación de ambas partes, por lo
tanto este sector, militante en el CPM, decide pasar a la ofensiva, “una scelta d’attacco”.
Las Brigadas Rojas no surgieron como una división o escisión del movimiento, sino
como una evolución por parte de un sector del movimiento que se hegemonizó y
decidió intentar tomar el poder a través de la lucha armada.
Las Brigadas Rojas dentro del movimiento adquirieron una realidad diferente a la de
otros grupos como Avanguardia Operaia, Lotta Continua o Potere Operaio; este último
grupo fue quizás el más cercano a las Brigadas Rojas, en cuanto a la forma de llevar a la
práctica su política. Es importante tener en cuenta que a lo largo de la década de los
1960s y 1970s, dentro del movimiento obrero, al igual que el estudiantil, existieron
diferentes realidades y respuestas, en función del microconflicto llevado a cabo en una
determinada zona de Italia por ejemplo, o buscando una alternativa y respuesta a
problemas más concretos de una zona u otra, pero a pesar de esto existía una unidad de
identidad social.
Un claro ejemplo de que existía una unidad de identidad social y no política se reflejaba
en la cárcel, experiencia por la que pasaron muchos integrantes de las Brigadas Rojas, al
igual que integrantes de los demás grupos de la izquierda extraparlamentaria. Dentro de
las cárceles no había luchas entre bandas o individuos, como las puede haber hoy día,
debido a la composición de éstas, sino una clara distinción entre quienes eran “los
amigos y los enemigos”, los compañeros obreros y el Estado capitalista: un hilo rojo
que unía a todos culturalmente y socialmente.
21
Evidentemente que la autoría fuese de un grupo anticomunista financiado por la OTAN, CIA y M16 no
está demostrado a nivel jurídico oficial, aunque sí es necesario aclarar que fue la versión respaldada por la
mayor parte de la sociedad. Así lo explica Prospero Gallinari en la entrevista “Storia del novecento”.
33
En la primera mitad de los años 1970s las Brigadas Rojas llevaron a cabo numerosos
secuestros de personas de alta posición dentro empresas o de políticos, como por
ejemplo el secuestro de Idalgo Macchiarini director de Sit-Siemens, pero su decadencia
se empezó a marcar con la detención de su fundador, Renato Curcio, en 1974, junto a
otro compañero, Alberto Franceschini. Las Brigadas Rojas desaparecieron porque no
fueron capaces de interpretar y analizar la realidad social, ya diferente a la del 1969 y no
supieron adaptarse; fueron derrotadas desde un punto de vista político, el ganador fue el
capital. Una vez que desaparecieron y fueron derrotadas las Brigadas Rojas, los
ganadores aprovecharon para inculpar y detener a todos los militantes de la izquierda
extraparlamentaria, independientemente del grupo en el que militaran, incluso a
aquellos que no practicaron la lucha armada, como por ejemplo a Antonio Negri,
acusado de ser uno de los ideólogos del asesinato de Aldo Moro (9 de mayo de 1978).
Nunca se ha buscado recuperar una memoria histórica de lo acontecido, solo los
ganadores escribieron “su historia”, no interesaba por parte de la DC y el PCI escribir y
construir una memoria histórica. No existe memoria, no ha habido una relectura
histórica, gran culpa también de los integrantes de las Brigadas Rojas que no supieron
leer el contexto social diferente en el que se encontraban hasta que no acabaron
literalmente todos detenidos y en la cárcel.
Lotta Continua (LC)
De los grupos extraparlamentarios, Lotta Continua (a partir de ahora LC) fue
seguramente el más significativo y, quizás, el que iba a dejar la huella más grande –
entre el ’68 y el ’78. LC surgió en el 1969 de Il Potere Operaio de Pisa, bajo la guía del
que sería líder indiscutible, Adriano Sofri. Para entender mejor la figura de Sofri se
puede hacer referencia a dos cosas en particular.
La primera, y sin duda la más significativa, la respuesta que un Sofri joven, de veintidós
años, dio en el 1963 a Palmiro Togliatti durante un encuentro en la Normale di Pisa,
cuando ante la afirmación hecha por el líder comunista sobre la dificultad para explicar
a los generales americanos que el PCI no quería hacer la revolución, contestó de manera
sarcástica: “eh si, bisogna essere proprio dei generali americani per credere che il PCI
voglia la rivoluzione…”22. La segunda es la crítica al leninismo en relación al hecho de
que las masas no tuvieran, según él, ninguna necesidad de ser guiadas, para hacer
efectiva la revolución: Sofri era contrario al pensamiento de Lenin según el cual era
necesario un partido guía.
22
“Ah sí, hay que ser generales americanos para creer que el PCI quiera la revolución”. (Traducción
MLC).
34
No es fácil definir el pensamiento y la línea política de este grupo como el de otros,
precisamente porque a menudo es difícil resaltar las pequeñas diferencias ideológicas o
estratégicas que había entre ellos. Se puede afirmar a grandes rasgos que quizás LC, al
menos en sus primeros años, fue el más libertario y anarquista de los grupos, el más fiel
a la chispa pro-movimiento y espontaneidad del mismo surgido en el 1968, quizás el
más reticente a la idea de la burocracia, aunque si bien es cierto que en el partido se
reestructuró. Como muchas otras organizaciones extraparlamentarias, sostenía que el
sistema democrático-burgués se estaba contagiando cada vez más del fascismo
(gobierno Fanfani), que el verdadero peligro de una dictadura de derechas no venía del
MSI o por parte de sectores golpistas del ejército, sino de la transformación en un
sentido cada vez más autoritario del capitalismo y de los partidos del gobierno.
Importante fue la atención que Lotta Continua mostró hacia las cárceles y los detenidos,
procurando politizarlos y haciendo una gran labor de concienciación entre los
compañeros de celda, tanto que a su salida muchos militarían en LC 23; la cárcel se ve
como una escuela de revolución.
Crearon campañas favoreciendo la liberación de aquellos detenidos que estuvieran
predispuestos y comprometidos con la militancia; con el paso del tiempo las iniciativas
de LC se fueron orientando cada vez más hacia las capas de la población más humildes
y marginales. Para LC la violencia de las masas era la respuesta natural a la que
consideraban violencia interna, ontológica del sistema burgués; fue así protagonista de
numerosos enfrentamientos en las plazas con la policía, y su organización en las plazas
es recordada como uno de las más violentas.
No obstante, a partir el homicidio del comisario Luigi Calabresi, por el cual las
condenas golpearon figuras clave dentro de LC (Sofri y Pietrostefani), al grupo nunca se
le han atribuido acciones terroristas. A pesar de llevar a cabo algún episodio violento en
las plazas y enfrentamientos con la policía, siempre se distanciaron de cualquier
manifestación, creación o mutación en un grupo político-militar.
El grupo aportó una importante contribución a la cultura de la violencia ejerciendo, a
través de su diario, una poderosa y eficaz sugestión en muchos jóvenes. Pero en seguida
se desmarcó de episodios violentos, al contrario que Potere Operaio, aunque se mantuvo
fiel a su extremismo.
23
Se tenga en cuenta que en la década de los ’60 y ’70 la mayor parte de los presos de las cárceles
italianas habían sido acusados de radicalismo; acusaciones relacionadas siempre con motivos políticos, y
no era tan difusa la figura del preso-delincuente u homicida como puede ser hoy en día.
35
Durante los años 1970, concretamente entre el ’72 y el ’76, LC se fue disgregando y
muchos de sus militantes abandonaron el grupo para formar bien otros grupos de índole
político-militar, como la NAP (Nuclei Armati Proletari), o bien sumándose a las
Brigadas Rojas (BR), aunque estos fueron una minoría.
La disgregación de LC no se alargó mucho más; en el congreso del ’72 en Rimini se
comenzaron a entrever los primeros conflictos internos provocados, por un lado, por la
desilusión política en las elecciones (el grupo se presentó bajo el nombre “Democrazia
Proletaria”, obteniendo 500.000 votos y un solo diputado), y por otro y más importante,
las duras luchas internas entre feministas y la parte restante (la masculina), muy poco
preparada a los nuevos tipos de conflicto. Así fue como, Sofri decidió disolver el grupo,
aunque el diario seguiría publicándose unos años más. Miles de jóvenes se encontraron
de repente sin puntos de referencia, tomando decisiones desesperadas.
Potere Operaio
Otro importante grupo es Potere Operaio, una organización nacional presente en los
principales centros, sobre todo en el centro-norte que reunía miles de militantes en las
fábricas, colegios, universidades y barrios. Además del dato numérico, la fuerza de PO
residía en un grupo dirigente formado por personas culturalmente preparadas y dotadas
de una gran capacidad de elaboración ideológica, capaz de difundir y radicar, a través de
una intensa actividad mediática y propagandística, ideas revolucionarias.
La organización estaba encabezada por tres personas: el profesor Franco Piperno,
Oreste Scalzone (líder del movimiento estudiantil romano) y Toni Negri (profesor de la
Universidad de Padua, considerado el ideólogo del grupo). En las luchas de otoño del
’69, Potere Operaio intentó hacer frente a las plataformas sindicales, extremando las
reivindicaciones, proponiendo el concepto revolucionario del salario desvinculado de la
productividad, el rechazo al trabajo como exigencia del hombre.
Las luchas debían ser luchas duras, en las fábricas (huelgas y sabotajes) como en los
barrios (con la ocupación de casas, el rechazo a pagar las facturas y los billetes de tren o
metro).
Muchas de las reflexiones que aparecían en el periódico “Potere Operaio” tras el otoño
caliente, demostraban la insistente petición de una nueva forma organizativa siguiendo
el modelo clásico de los partidos ya que la lucha en acto es una lucha por el poder.
POTOP, así se hacía llamar, fue un grupo violento, y esto el nunca lo quiso ocultar;
además en el periódico se describían de manera detallada las acciones armadas que se
llevaban a cabo.
36
Los tres fundadores de POTOP se orientaron a la teorización y organización de la
ilegalidad de masas, entendida como herramienta que servía para inculcar en las masas
la conciencia y la práctica de la lucha armada:
Non è vero - si legge in un altro documento di Potere Operaio del '71 - che la violenza
va bene solo quando è "di massa" [...] la violenza del partito, la violenza di cui oggi la
classe degli operai e dei proletari ha bisogno, è una violenza preordinata, comandata,
specifica, il cui carattere di massa sta nella capacità di esprimere e di dare una risposta a
un bisogno reale, a una necessità politica e organizzativa dell'intero movimento
rivoluzionario di classe. Oggi lo scontro fra le classi è arrivato a un punto che il compito
di disorganizzare politicamente e militarmente lo Stato borghese è un compito all'ordine
del giorno24. (Ventura, 2010, p. 78).
Pero la insurrección, teorizada sobre todo por Piperno, no tuvo lugar y el grupo se
encontró cada vez más aislado, principalmente a partir de la tragedia posteriormente
conocida como el “rogo di Primavalle”25, donde perdieron la vida los dos hijos de Mario
Mattei, secretario del Movimento Sociale Italiano, en 1973 y por lo que fueron
detenidos tres miembros de PO. Las escasas perspectivas y sobre todo las divisiones
internas en el grupo entre los seguidores de Negri y los de Piperno llevaron al final de la
experiencia política del grupo. En el congreso de Rosolina, en la primavera de 1973, se
decretó el final de Potere Operaio.
En un número especial que se publicó en noviembre del 1973, titulado “Ricominciare
da capo non significa tornare indietro”, se exaltaba la autonomía obrera organizada y las
razones por las que se debía seguir luchando, a pesar de la disolución de Potere
Operaio:
Solo una direzione operaia diretta ed immediata, può oggi ricongiungere autonomia e
rifiuto del lavoro [...]. Operai e capitale, classe e partito; autonomia e rifiuto del
lavoro, appropriazione e militarizzazione: questi sono i temi su cui si prova la maturità
della direzione di classe operaia. Il loro legame è dialettico, e cioè unitario e articolato;
24
“No es verdad – se lee en otro documento de Potere Operaio de 1971 – que la violencia está bien solo
cuando es de “masa”, la violencia del partido, la violencia que necesita la clase de los obreros y los
proletarios, es una violencia preordenada, controlada, específica, cuyo carácter de masa está en la
capacidad de expresar y de dar una respuesta a una necesidad real, a una necesidad política y organizativa
de todo el movimiento revolucionario de clase. Hoy el enfrentamiento entre clases ha llegado a un punto
en el que el deber de desorganizar políticamente y militarmente el Estado burgués es un deber a la orden
del día.” (Traducción MLC).
25
“Rogo di Primavalle” fue un acto delictivo de índole política llevado a cabo por militantes de Potere
Operaio en el barrio de Primavalle, en Roma, en el 1973.
37
solo una direzione operaia centralizzata può dominare questa articolazione ed imporre
questa unità [...]. La crescita della direzione delle lotte e dell'organizzazione ha
dissolto le istanze organizzative dei gruppi.
Parte dei compagni che oggi sottoscrivono questo ultimo numero di Potere Operaio ne
hanno vissuta l'intera vicenda [...]. Ma ora i compagni debbono di nuovo, come
sempre hanno fatto, confrontare gli esiti della loro esperienza con le esigenze
dell'organizzazione operaia e col processo della sua crescita: con determinazione,
senza timidezza, senza rimorsi ognuno deve decidere da che parte stare. Noi abbiamo
scelto l'autonomia organizzata e la direzione operaia. 26
La disolución de Potere Operaio, y su historia, han dado lugar a múltiples
interpretaciones y análisis en lo judicial y en lo historiográfico, en relación a la
estructura y finalidad del grupo. El 7 de Abril de 1979, el juez de Padua, Pietro
Calogero, ordenó las detenciones de varios miembros de Potere Operaio, entre los
cuales las de los dirigentes Oreste Scalzone y Toni Negri27, acusado este último de ser
el cabecilla del asesinato de Aldo Moro. Las acusaciones eran de asociación subversiva
y banda armada. nunca desmentidas por Potere Operaio, si bien es cierto que en ningún
momento tuvieron que ver, y así se demostró con el tiempo, con las Brigadas Rojas y el
atentado de Aldo Moro y si bien es cierto que algunos de sus miembros, como los de
Lotta Continua, al desaparecer estos dos grupos, optaron por militar en las Brigadas
Rojas. Además en las décadas posteriores se acusó a los líderes de PO de crear una idea
dentro del tejido social militante de la autonomía obrera, fuera cual fuera el grupo al que
perteneciera, y unas estructuras claras para que luego surgieran las Brigadas Rojas.
Evidentemente no es correcto ya que las Brigadas Rojas surgieron a la par, e incluso
antes, que los grupos de la izquierda extraparlamentaria; pese a esto Toni Negri tuvo
26
Fragmento recogido del último congreso de Potere Operaio en Padua. “Atti del seminario di Padova. 28
Luglio – 4 Agosto 1973. Ricominciare da capo non significa tornare indietro”, Potere Operaio, 1973.
“Solo una dirección obrera directa e inmediata, puede reunir autonomía y rechazo del trabajo, apropiación
y militarización: estos son temas sobre los cuales se com prueba la madurez de la dirección de la clase
obrera. Su relación es dialéctica, y por lo tanto unitaria y articulada; solo una dirección obrera
centralizada puede dominar esta articulación e imponer esta unidad. El crecimiento de la dirección de las
luchas y de la organización ha disuelto las exigencias organizativas de los grupos. Una parte de los
compañeros que hoy redactan este último número de Potere Operaio han vivido todo lo acontecido. Pero
ahora los compañeros otra vez deben, como siempre han hecho, examinar los éxitos de su experiencia con
las exigencias de la organización obrera y con el proceso de su crecimiento: con determinación, sin
vergüenza, sin remordimientos cada uno debe decidir de qué lado estar. Nosotros hemos elegido la
autonomía organizada y la dirección obrera.” (Traducción MLC).
27
La monografía citada en la bibliografía del trabajo, “Del obrero-masa al obrero social” se trata de una
entrevista realizada a Toni Negri, precisamente pocos meses después de la detención.
38
que exiliarse en Francia, bajo la tutela de la doctrina Mitterand, y desde 1997 hasta
2004, año en que volvió a Italia, gozó de una relativa libertad cumpliendo una pena
cuya autoría en el caso Moro aún se desconoce.
2 de Abril 1973: la ocupación de Mirafiori.
El año 1973 es una fecha importante para la historia del movimiento extraparlamentario
en Italia y para la configuración a nivel organizativo de este. El acontecimiento que
marcó un cambio de dirección en el desarrollo de este movimiento fue sin lugar a dudas
la conclusión del conflicto por los convenios, con la ocupación de la fábrica de Fiat
Mirafiori, que supuso el apogeo de las luchas autónomas.
Los primeros dos años de la década de los 70s se caracterizó por una disgregación
dentro de los grupos de la izquierda extraparlamentaria y un reflujo de las luchas de las
fábricas, mientras dentro de las metrópolis se iban formando y constituyendo pequeños
grupos sociales. El centro de las luchas del movimiento se estaba trasladando de las
fábricas a un terreno más abierto y social, involucrando de esta manera a más gente.
Precisamente en Mirafiori se da el cambio definitivo en el que los grupos dejan de tener
su función vanguardista. En el mes de marzo de 1973 se empiezan a crear las
condiciones en Turín para asestar el golpe definitivo a las patronales en la firma de los
acuerdos; los sindicatos pedían mismas condiciones para todos, paridad de tratamiento a
la hora de conceder vacaciones, semana de 40 horas sobre cinco días (sábado libre,
reducción de las horas extraordinarias obligatorias.
Dado que ni las patronales llegaban a ofrecer acuerdos satisfactorios ni los sindicatos
eran capaces de negociar, los obreros de Fiat iniciaron formas de lucha autónoma, hasta
organizar, a mediados de marzo, una huelga que se extendería a todos los talleres y
demás fábricas de Mirafiori (Balestrini, 2006, p.91). En la última semana de marzo
fueron varias las congregaciones de grupos, como Lotta Continua y Potere Operaio, que
daban panfletos e informaban de la situación insostenible para los obreros de la fábrica.
seguían llevándose a cabo asambleas dentro de la factoría hasta el día 29 en el que
mientras por un lado, y en los periódicos, se informaba de que se había llegado a un
acuerdo, por el otro los obreros salían de la fábrica para plantar banderas rojas en los
portales: se decidió ocupar la fábrica.
La forma de organización de la ocupación es algo que aún hoy día no se conoce con
certeza, pero desde luego dentro de aquella fábrica surgió un nuevo sujeto: la nueva
composición social de los obreros llevaba dentro de la fábrica modelos de
comportamiento que ya poco tenían que ver con la tradición del movimiento comunista.
Estos modelos de comportamiento se originaban en la vida cotidiana de los proletarios
39
de nueva contratación. Ya no se trataba de inmigrantes meridionales privados de raíces
en las metrópolis, sino de jóvenes turineses y piamonteses escolarizados, formados
dentro del ambiente de las luchas estudiantiles y de la experiencia de la lucha y
asambleas de barrio. La ocupación de Mirafiori supone la primera manifestación de
liberación del proletariado juvenil, el retículo social que llevó a cabo las luchas de los
años siguientes, hasta el 1977 (Balestrini y Moroni, 1988, p.449).
Pero el problema ya no se limitaba sólo al rechazo al trabajo y a la lucha con el patrón.
El movimiento tenía que buscar nuevas salidas y alternativas. Nos encontramos en plena
crisis del petróleo y con ella más obstáculos que afrontar: inflación, desocupación,
marginación, expansión del trabajo negro; todo esto formaba parte de un proceso de
urbanización en construcción. Parecía ya que los jóvenes obreros no tenían argumentos
ni un firme discurso con el que debatir, justificar y reclamar y se preveían cambios para
el movimiento revolucionario en Italia. Un proceso de cambio que no confiaba en el
socialismo, ni en ningún sistema democrático, ni en la revolución proletaria; aquí, en
medio de este contexto confuso y sin rumbo, se fue esculpiendo el nuevo fenómeno
político y cultural de la autonomía obrera.
La autonomía obrera había sido ya utilizada como expresión años atrás dentro del
ámbito de los grupos y sindicatos: autonomía obrera como autoorganización de las
luchas fuera de los sindicatos y de las lógicas políticas. Pero es en 1973 cuando la
expresión de autonomía obrera cambia hacia algo nuevo y más radical: significaba que
la existencia obrera, la comunidad solidaria proletaria puede organizar condiciones
sociales de intercambio, producción y convivencia autónomas de la legalidad burguesa
(Balestrini y Moroni, 1988, p.450).
Este cambio de dirección determinó la crisis y residualidad de los grupos
extraparlamentarios. Potere Operaio fue partícipe de la ocupación de Mirafiori pero
pocos meses más tarde el grupo se disolvió, al igual que Lotta Continúa que comenzó
un proceso de divisiones internas y se acabó disgregando en 1976.
40
“Né con lo Stato, né con le BR”: hacia el movimiento del ’77.28
Origen del pensamiento autónomo: obrerismo, post-obrerismo y composicionismo.29
La corriente de pensamiento que se define como “obrerismo” toma forma a
partir de principios de los años sesenta en Italía y en un contexto de grandes
transformaciones culturales: por un lado encontramos la crisis del marxismo historicista
y dialéctico que abre camino a nuevas formas de pensamiento político y social y por
otro lado nacen nuevas formas de lucha obrera, no reductibles a la tradición de la
Tercera Internacional. La vieja división entre lucha política y sindical, de gran
importancia para la tradición del movimiento obrero y comunista de índole leninista, se
hace migas y se vuelve imposible diferenciar de forma tajante la dimensión económica
y política de la lucha de clases. De hecho, la integración creciente de los procesos de
producción industrial, y sobre todo la integración entre la fábrica y la sociedad, ponen
en cuestión durante estos años la vieja distinción y revelan la inmediata vocación
política del movimiento de los obreros industriales.
Surgen nuevos temas en el pensamiento de aquellos años: la distinción escolástica entre
estructura económica y superestructura ideológica era criticada y superada por un
pensamiento crítico de índole humanista, que entreveía en la alienación del obrero
obligado a trabajar sistemáticamente la principal razón del rechazo obrero y de la
rebelión contra el sistema fordista de trabajo. El concepto de alienación derivaba de la
importancia de la unión entre la fenomenología existencialista y el humanismo
marxista, y el redescubrimiento de los manuscritos económico-filosóficos de Marx. Este
nuevo concepto supuso una bocanada de aire fresco al proceso de formación de la
conciencia social antagonista, anticapitalista y revolucionaria.
El conflicto no surgió únicamente por motivos estructurales en cuanto a la economía se
refiere, sino también por el rechazo sistemático a la explotación, a las interminables
horas en las fábricas, a los indecentes salarios y a lo que suponía para el obrero reducir
sus vidas al solo trabajo, cosa que desembocó posteriormente en un conflicto social.
28
“Ni con el Estado, ni con las Brigadas Rojas”: lema impulsado por el diario Lotta Continua en
1978. El diario, a pesar de la disolución del grupo en 1976, siguió funcionando hasta 1982.
29
Título tomado del artículo: Berardi, F., (2011), “Alle origini del pensiero autonomo: operaismo postoperaismo, composizionismo”, de http://www.espaienblanc.net/IMG/pdf/postoperaismo.pdf
41
El rechazo al trabajo es, ante todo, sabotaje, huelga y acción directa. Ya esta
subjetividad radical pone de manifiesto la globalidad de su comprensión antagonista
del modo capitalista de producción. La explotación del trabajo funda toda la sociedad
del capital; el rechazo al trabajo no niega un nexo de la sociedad del capital, un
aspecto de la producción o del proceso de reproducción del capital, sino que – en su
radicalidad – niega toda la sociedad del capital. […] Desde este punto de vista, los
efectos del rechazo del trabajo ejercen una acción productiva directa sobre el modo de
producción capitalista. (Negri, 2004, p.321)
Un grupo de intelectuales que habían vivido la crisis provocada por la invasión soviética
de Hungría en 1956, y que, en consecuencia, habían comenzado a tomar distancias con
respecto a la ortodoxia teórica e incluso política del movimiento comunista
filosoviético, abandonaron la visión de una génesis rigurosamente estructural del
conflicto. Estudiando la fenomenología de la condición obrera descubrieron la nueva
realidad del rechazo del trabajo, que, sobre todo , en la gran fábrica turinesa de FIAT
Mirafiori se manifestaba en formas absolutamente no ideológicas, no organizadas,
anárquicas; o más bien, autónomas, como se empezó a decir a partir de cierto momento
(Berardi, 2011, p.7). Este grupo de intelectuales como se ha explicado anteriormente,
crearon los Quaderni Rossi, proponiendo una nueva visión teórica analizando la
situación y el contexto de los trabajadores y la lucha obrera.
Posteriormente algunos de estos intelectuales crearían, en 1964, una nueva revista de
análisis puramente político: Classe Operaia. Entre ellos se encontraban, como hemos
dicho, Mario Tronti, Toni Negri, Sergio Bologna, Adriano Sofri y otros que, a partir del
’68, formaron Potere Operaio y Lotta Continua. En 1966 se publicó “Obreros y capital”
de Mario Tronti, obra que se considera rupturista con el obrerismo. A partir de una
reelaboración filosófica de la relación entre marxismo y hegelismo, pensamiento central
y fundamental de aquellos años, el libro propone algunos cambios conceptuales que se
dirigen directamente a la práctica de la política. Un primer cambio consiste en invertir la
relación entre la dinámica de la transformación tecno-productiva del capital y el
movimiento subjetivo de clase. No es verdad – dice Tronti, oponiéndose de este modo
al economicismo estructuralista dominante en el ámbito marxista- que la subjetividad
obrera se conforme como consecuencia de las transformaciones económicas y
tecnológicas, sino al contrario. La evolución de la conciencia social, de las formas de
organización y de sabotaje que la subjetividad obrera expresa, influyen y modifican la
organización estructural de la producción y las formas técnicas en las que se determina
el capital. La autonomía obrera obliga al capital a redefinir sus estructuras técnicas y sus
equilibrios institucionales (Berardi, 2011, p.7)
42
Se presenta por lo tanto una autonomía de la subjetividad social que se desarrolla a
partir de procesos internos y autónomos, en el sentido etimológico de la palabra, cuyas
manifestaciones son el rechazo del trabajo, la ralentización del ritmo productivo, las
huelgas wild cat, las asambleas espontáneas y todo tipo de organización lejana a
sindicatos y partidos; autonomía construida a partir de un tejido microsocial dentro y
fuera de las fábricas. El devenir de la subjetividad obrera se desarrolla mediante la
innovación tecnológica y conceptual, como composición y recomposición de clase.
El método analítico y político, que se basa en la noción de composición, es la línea roja
que guía la búsqueda y la práctica de los obreros en los años ’60 y ’70 de Italia y en la
comparación con la dinámica post-fordista del trabajo cognitivo. Aquí encontramos el
paso definitivo que nos permite distinguir entre una estadio obrerista y post-obrerista. A
partir de los años ’70 la figura del obrero industrial empieza a desfasarse y a
confundirse con las numerosas figuras del trabajo precario y del trabajo cognitivo. La
visión obrerista debe entonces alejarse y expandirse en el campo de observación.
Los años clave son aquellos en los que se encuentran el pensamiento obrerista italiano
con el pensamiento post-estructuralista francés, con las temáticas del deseo, con las
obras de Deleuze y Guattari, con la genealogía foucaultiana del poder y la subjetividad,
que a partir de cierto momento se muestra como el contexto filosófico más cómodo
donde el discurso post-obrerista se puede desarrollar.
A principios de los años ’60 y comienzos de los ’70 el centro de la acción política había
sido la fábrica, el lugar de concentración de los trabajadores industriales, y el objetivo
esencial había sido la oposición contra la opresión de las cadenas de montaje. Pero en
los años venideros de la ofensiva neoliberal con la introducción de la info-tecnología la
esfera productiva se alarga, el principio de beneficio económico entra en la vida
cotidiana. Cabe resaltar que desde una perspectiva estructural nos encontramos en un
contexto político y social diferente, en el que a lo largo de los años 1980s y 1990s se
suceden acontecimientos de gran magnitud, como la caída de la Unión Soviética y lo
que conlleva. Desaparece el bipolarismo, quedan los EEUU como única potencia
hegemónica, se acelera el proceso de desindustrialización y de precarización y se
acentúan los efectos y la importancia de la globalización.
El proceso de recomposición involucra toda la extensión de la actividad humana,
incluido el lenguaje, siendo este una forma general de trabajo productivo. Gracias a este
cambio conceptual – vinculado principalmente a los cambios ligados a la globalización
y los cambios estructurales en la economía -, gracias también a esta extensión del
campo de análisis y de intervención se puede hablar de cierto post-obrerismo.
43
Obras de los años ’90, como “Grammatiche della moltitudine” de Paolo Virno, ayudan
a comprender y redefinir el campo conceptual de la autonomía, incluyendo el fenómeno
de la globalización (Berardi, 2011, p.8).
En definitiva, Paolo Virno y los diferentes teóricos que empiezan a manejar el concepto
spinoziano de “multitud” tratan de dar una respuesta a la necesidad de encontrar una
nueva forma de “sujeto”, en oposición a conceptos como los de “masa” o “pueblo”
relacionados con la modernidad. Idea expresada por Toni Negri en su obra
“Moltitudine: guerra e democrazia nel nuovo ordine imperiale”30, capaz de construir
contrapoderes globales acordes con la reorganización del capital en sus nuevas formas
de explotación:
Las fuerzas creativas de la multitud que sostienen al Imperio son también capaces de
construir un contra Imperio, una organización política alternativa de los flujos e
intercambios globales (Negri, 2000, p.7)
Hasta finales de los años ’60 la reflexión obrerista tuvo una gran predilección por un
texto de la obra de Marx, que hasta entonces había sido ignorado:
Grundrisse o Elementos fundamentales para la crítica de la economía política. De gran
relevancia dentro del contexto conceptual composicionista y obrerista fue el Fragmento
sobre las máquinas, en el que Marx habla sobre la reducción del tiempo de trabajo
necesario y de la formación de un intelecto general que viva en simbiosis con las
virtudes de la ciencia y de la técnica. En los años ’60 y ’70 ese texto había sido el pilar
sobre el que se elaboraba el rechazo del trabajo industrial, en favor de un desarrollo
posible del intelecto general y de la función liberal de la tecnología. A partir de los ’80
se interpreta como una suerte de desarrollo de la red y de la progresiva subsunción de la
inteligencia en el proceso de producción de valor. Por esta vía, en la conjunción entre
dinámicas de desarrollo de la red y la subsunción de las potencias vitales e intelectuales
de la sociedad, se salda la dimensión post-fordista y postmoderna del pensamiento
conocida como obrerista. (Berardi, 2011, p.9).
Los componentes políticos del ’77.
El movimiento del ’77 fue la conclusión de un ciclo de luchas sociales y estudiantiles, y,
por este motivo, fue por lo tanto un movimiento muy politizado. Cada componente
buscó de imponer sus propias reivindicaciones corporativas, sociales, pero sin que se
llegara a definir una línea política o una ideología bien concreta, común a todo el
movimiento y tampoco una nueva visión e interpretación de la sociedad.
30
Negri, A., (2004). Moltitudine: guerra e democrazia nel nuovo ordine imperiale. Milano: Rizzoli.
44
Por lo tanto, y lógicamente, no se formó en el movimiento una sólida base política,
como en el 1968, ni en el plano cualitativo, con una producción teórica de gran calidad,
ni en el cuantitativo.31
Los varios componentes de la autonomía obrera fueron las únicas formaciones políticas
que entraron en contacto con el movimiento de protesta estudiantil. La autonomía
obrera reagrupó diversos colectivos en toda Italia, que mostraron desde un primer
momento la voluntad de autogestión y el rechazo a delegar el poder, salvo para quienes
la práctica política era lucha. El ’77 autónomo estuvo compuesto en su mayoría por un
conjunto de sujetos sociales frustrado en sus aspiraciones y expectativas, que
desembocó en el movimiento. Fue la ocasión para viejos militantes de la izquierda
antagónica de volver a la lucha.
Estas organizaciones autónomas (en sus formas iniciales se trataba de consejos y
colectivos autónomos de fábrica y barrio, y asambleas autónomas obreras) surgieron
principalmente con la desaparición de los grupos extraparlamentarios, como se indicó
anteriormente. Poco a poco, su actividad se fue alejando de las preocupaciones clásicas
de la clase obrera, para centrarse en los problemas de índole más ampliamente social.32
Las teorías de las “nuevas necesidades”33 y del “obrero social” de Toni Negri se
abrieron paso dejando de lado al obrero masa, dentro de una lógica según el contexto de
las luchas sociales de mediados de los setenta. Estas teorías sin embargo no se
tradujeron en proyectos y resultados políticos, pero quedaron abstractas y obviamente
conectadas incontestablemente con la realidad de la crisis social y económica, pero con
la imposibilidad de poderlas aplicar a nivel pragmático. La autonomía no consiguió
elaborar una propia estrategia política y acabó limitándose, en 1977, a la denuncia y
ataque a las demás formaciones políticas. Poco a poco los métodos de lucha se
radicalizaron hacia formas de acción basadas en la violencia.
31
Para N. Balestrini y P. Moroni, el movimiento del ’77 mostró “el minoritarismo y el minimalismo del
proyecto político de la autonomía”.
32
Expropiaciones proletarias, autorreducciones de las facturas familiares y de las entradas de cine y
teatro, ocupaciones de las casas y apartamentos sin alquilar, gastos proletarios.
33
Reformulación del concepto de pobreza, definiéndola no solo en términos de niveles de renta, sino
calculándola también como privación de necesidades de base (salud, alimentación, educación), pero
también como intento de caracterizar diversamente las políticas de ayuda, focalizadas en proyectos
labour-intensive y directos a la redistribución más bien que a aquellos con elevada intensidad capital
(capital-intensivo).
45
En 1977, con la explosión de la protesta social y estudiantil, la Autonomía, es decir la
componente política del movimiento del ’77, no consiguió estructurarse en una
organización de importancia nacional. No se construyeron vínculos entre los varios
órganos de la autonomía, sino todo lo contrario, se llegó al movimiento del ’77 con
disensos internos muy fuertes provocados por las diferencias experimentadas entre los
varios grupos de la izquierda extraparlamentaria. La otra novedad fue la oposición de la
componente política mayoritaria del movimiento a los partidos tradicionales de la
izquierda y a su política, principalmente del PCI, pero también a los grupos
parlamentarios y extraparlamentarios.
La autonomía no consiguió entrelazarse con el proletariado y con el movimiento
obrero34, lo que hizo perder fuerza y alcance a su acción política. Se quedó en los
límites del área obrera, no solo políticamente y ideológicamente por el radicalismo de
sus tesis y la insuficiencia en la elaboración estratégica, teórica y conceptual35. Se quedó
en los mismos límites a nivel organizativo por ausencia de una lógica y de un proyecto
de cohesión y de intención organizativa entre los numerosos grupos de la autonomía,
consecuencia de una autogestión excesiva y del aislamiento de los grupos, pero en el
contenido mismo de sus reivindicaciones y en las formas y manera de su aplicación.
La autonomía controló muy poco la situación. A partir del mes de septiembre - tras el
reflujo masivo provocado por el fracaso del convenio de Bolonia -, y de manera más
evidente a partir del 2 de diciembre (manifestación de los “metalmeccanici”), los viejos
grupos, sobre todo la nueva Democrazia Proletaria (Dp) recuperaron una situación que
se les escapó únicamente en Roma.
Como hemos visto, parece difícil concebir el movimiento autónomo como una entidad
propia, con sus órganos de comunicación, con unas estructuras homólogas que unen los
diferentes componentes alrededor de un proyecto central. Los mayores puntos de la
autonomía obrera organizada, y, en consecuencia, de la componente política del
movimiento del ’77, se localizaron en Milán, Padua, Veneto y Roma36.
34
La figura social del “obrero autónomo” quedó marginada. En efecto la mayoría de los obreros
adhirieron al PSI o al PCI y se opusieron al movimiento del ’77, el cual se debe leer e interpretar como la
única revuelta de la clase estudiantil, pero contra los efectos de una crisis que golpeaba a toda la sociedad
italiana y no sólo a los jóvenes cultos y fuertemente escolarizada.
35
Los grupos (salvo la autonomía padovana y negriana) brillaron por la ausencia de teorización y
conceptualización, lo que impidió el desarrollo tan esperado en el plano político, dada la importancia
numérica del movimiento de contestación del ’77
36
Téngase en cuenta que Roma es un caso especial ya que, dentro de la ciudad eran múltiples las
organizaciones autónomas, la mayor parte de los barrios poseía un centro autónomo.
46
Roma fue un caso especial por los componentes políticos autónomos del movimiento
del ’77. En Roma, los « comitati autonomi operai », llamados « Volsci », representaron
la parte más importante de la autonomía. Fueron los herederos de las vanguardias
políticas de los grupos extraparlamentarios y del radicalismo político de la acción de los
militantes romanos. Estuvieron caracterizados por su rechazo categórico de la
perspectiva del « gobierno de las izquierdas », en 1976, y se oponían a la política del
PCI y de los sindicatos en los años anteriores al 1977.
El radicalismo de los grupos autónomos romanos favoreció el desarrollo de estructuras
de una gran solidez organizativa, que se identificaron con las tesis neo-leninistas de las
numerosas organizaciones revolucionarias. Los colectivos romanos retomaron esta
tradición, comenzada en el octubre del 1917, reuniendo todos los elementos en un
mismo conjunto ideológico.
Esto impidió cualquier forma de elaboración teórica, en clave socialista, de una política
que hubiera propuesto soluciones realistas y aplicables para resolver la crisis social y
económica.
Roma, además, fue el escenario de la violenta contraposición política37, mediática - a
través de las dos mayores radios del movimiento romano38-, y a menudo física - durante
las asambleas -, entre el ala dura y el ala moderada de la autonomía y las pequeñas
formaciones juveniles de la nueva izquierda39, es decir los herederos democráticorevolucionarios del ’68.40 En medio de esta agria disputa, “i comitati dei Volsci”
acusaron a los otros grupos de “centrismo”, de colaboración con los partidos políticos
de la izquierda, con los sindicatos, en resumen de renunciar a una orientación real
política antagonista.
Los grupos del área moderada condenaron, a su vez, el ala dura, por su extremismo, su
radicalismo político respecto al estado, pero también respecto a cualquier otra
organización autónoma. En 1977, la autonomía romana recogió la consistente y efímera
37
Se recuerde también los enfrentamientos que ocurrieron antes, durante y después del ’77, los grupos de
la autonomía romana y los del Msi (Movimento Sociale Italiano) y de las otras formaciones neofascistas,
durante los cuales fueron asesinados numerosos jóvenes en ambos bandos.
38
Radio Cittá Futura (Área moderada) y Radio Onda Rossa (Radio fundada en el 1977 en el barrio de San
Lorenzo y en la Via dei Volsci).
39
Pdup, Ao, Lc, el grupo de “Il Manifesto” y diversas vanguardias (feminista, estudiantiles, obreras, etc.)
40
Ala dura compuesta por el grupo y la homónima revista “I Volsci”, la facultad de Derecho, los grupos
comunistas. Ala moderada compuesta por el grupo de los “11”, el diario “Zero”, el área trotskista de la
revista “Praxis”, Radio spazio aperto, la facultad de Letras.
47
participación y el apoyo de un buen número de estudiantes y simpatizantes de la nueva
izquierda, aprovechando la cortísima experiencia de los círculos del proletariado
juvenil. Pero resultó que el núcleo fuertemente politizado era muy limitado. La
situación de « reclutamiento » y de progresión de la autonomía duró, en realidad, muy
poco, ya que la mayoría de los jóvenes y de los nuevos militantes decidieron,
inevitablemente y lógicamente, de alejarse políticamente frente a la radicalización y a la
violencia impuesta por una franja extremista de los « Via dei Volsci » a la otra parte del
movimiento. En el plano teórico, los comités autónomos obreros, no supieron ni teorizar
ni explicar, de manera superficial, ni las razones de la protesta y la revuelta, ni su
proyecto político.
Esta escasez teórica y conceptual pone sus raíces en la misma forma de la autonomía
romana, aunque tenga validez también para las demás formaciones italianas. De hecho
la autonomía romana estuvo compuesta por una gran cantidad de organizaciones
preocupadas por resolver los problemas sociales en los barrios populares de la ciudad,
con objetivos ligados al desarrollo de las necesidades de masa, todo ello sin que se
operara una real unión entre ellos, con una estructura dirigente incapaz de imponer una
línea política que fuera más allá de los problemas sociales. El convenio de Bolonia, el
23 de septiembre de 1977, durante el cual se repropuso una alternativa política y donde
se intentó una desesperada recomposición entre los diferentes grupos, no cambió la
situación:
Riuniti per interrogarsi, per confrontarsi, per aprire una battaglia politica dal cui esito
le prospettive del movimento e dello stesso processo rivoluzionario in Italia saranno
fortemente segnate.41
Y así otro testimonio narraba el convenio de Bolonia:
En cambio, fue un momento al que todo el mundo sentía que debía ir, porque era una
ocasión para hablar, vernos y contarnos. Se esperaba algo mágico, se había creado una
expectativa dramática y una gran apertura de los grupos de la clase política y de las
distintas organizaciones militantes hacia un amplio número de formas de animación y
espectáculo de masas. Todos se presentaron en Bolonia con grandes expectativas que
luego se vieron frustradas.
41
23 settembre 1977: il convegno a Bologna contro la repressione. (2012). Consultado el 9 de Agosto
2013, www.infoaut.org. “Reunidos para interrogarse, para dialogar, para abrir una batalla política cuyo
éxito marcará fuertemente las perspectivas del movimiento y del mismo proceso revolucionario en Italia”.
(Traducción MLC).
48
A la demanda de una solución post-organizativa, el cuadro político volvía a proponer
el viejo modelo como respuesta y los demás no tenían ni la energía ni la inventiva
necesarias para dar una nueva solución política, porque no había solución política. La
manifestación que cierra el Congreso, imponente y atractiva, desfila durante horas.
A pesar de la agresividad verbal de los eslóganes no hay enfrentamiento con la policía.
Al final un sutil sabor de amargura, de desilusión y de frustración acompaña a la gente
hacia sus casas y lugares de vida y lucha. Todos prometen continuar, seguir adelante,
pero nadie sabe esconder la dramática pregunta: ¿adelante cómo? ¿Adelante a dónde?
(Balestrini y Moroni, 1988, p.583).
A partir del mes de septiembre en adelante, ya nada evitó la disolución de la autonomía
organizada, cuyos últimos coletazos se pudieron ver a finales de año con la gran
manifestación del 2 de diciembre.
Es evidente que por la naturaleza autónoma de ala política del movimiento de
contestación, que surgió en 1977, es muy difícil aquí resumir todos los grupos que se
formaron en Italia. De hecho, se debe tener presente que en casi todas las ciudades y
regiones se crearon - sobre todo a partir de 1976 - colectivos, grupos y periódicos que se
autodefinieron como autónomos y que retomaron las temáticas de este área, cuyos
límites fueron flexibles y dinámicos.
A pesar de los conflictos que se sucedieron a finales de los años 1970s, queda el hecho
de interpretar el ’77 como un año de cierre y de logros; olvidar su aspecto
composicional, innovador y creativo sería un error. El periodo y el movimiento, que
tomó el nombre de este año, deben ser más bien considerados como una transición de
una fase de luchas sociales iniciada ya antes del ’68 hacia otra aun vigente hoy día,
Emergen temáticas, preocupaciones y nuevos paradigmas que se convierten en un
patrimonio para los movimientos juveniles explotados de manera frecuente en Italia
entre el final del siglo XX y el comienzo del XXI.
Del obrero masa al obrero social.
La categoría del obrero social toma forma en los años ’70, años oscuros de la crisis, de
la reestructuración y de la represión política, y se encuentra en el centro de la
elaboración de Antonio Negri. Veamos ante todo el nuevo contexto en que, tras el 1973,
el ciclo de luchas obreras entra en una fase descendiente. El espectro de la recesión
económica, que se hace evidente con la crisis petrolífera, funciona como arma de
chantaje para hacer pasar una nueva reestructuración productiva. Las nuevas tecnologías
informáticas y electrónicas aún no despuntan, de las virtudes del modelo japonés aún es
pronto hablar.
49
Lo que en el momento se prospecta es una reestructuración entendida sobre todo como
racionalización y redimensionamiento de las estructuras productivas existentes, con un
pesado precio a pagar, en términos de salarios y ocupación, para la clase obrera.
La reestructuración, además, redefine un sistema de funciones y aptitudes que desplaza
el igualitarismo de las luchas de los años ’60 y da aliento a la vieja línea sindical de la
defensa de la profesionalidad. Esta última de una función defensiva pasa a un valor
decididamente reaccionario, convirtiéndose en el vehículo para pasar a una nueva
división obrera y, sobre todo, para obtener la movilidad de la fuerza-trabajo.
A través de los procesos que acompañan la reestructuración – reorganización de los
repartos, movilidad, cobro del paro, despidos – pasa naturalmente la eliminación de los
cuadros obreros más activos, la normalización de los repartos defectuosos, en una
palabra que se podría definir como “descomposición de clase”: el desmantelamiento
técnico de las viejas estructuras productivas lo es al mismo tiempo del político, de la
fuerza obrera conquistada en el ciclo anterior de luchas.
En el plano político más general, las organizaciones históricas de la izquierda continúan
siendo fieles a la vieja idea ortodoxa del desarrollo de las fuerzas productivas. El
proletariado está llamado a alzar de nuevo la bandera de la productividad dejada caer
por una burguesía cada vez más parasitaria. El PCI de aquellos años apoya esta
ideología hasta la aceptación integral de las compatibilidades capitalistas, hasta los
conceptos de alianza de productores - clase obrera y capital productivo contra las
ganancias parasitarias del capitalismo -, de la austeridad y de la línea de sacrificio que
tanta responsabilidad tendrán en la dura derrota obrera de los años ’80.
Aún más grave es la complicidad del PCI en el dibujo de criminalización del disenso
que se lleva adelante hasta el final de los años ’70 a través de leyes especiales
promulgadas tras el caso Moro. El terrorismo es la excusa para reprimir todo lo que se
mueve fuera de la izquierda parlamentaria. Potere Operaio y otros movimientos que se
identifican con la posición del obrerismo son sin duda algunas de las víctimas.
En este clima, el obrerismo se divide en dos líneas principales que, buscando una
respuesta a la crisis, se convierten en vías de fuga reales; inicialmente fuga hacia otras
realidades, diversas de la fábrica, a la larga fuga de la misma realidad hacia dimensiones
siempre más utópicas e imaginarias.
La primera línea es la adoptada por Tronti: la autonomía del político. Frente a las
crecientes dificultades y al tendencial parón de las luchas obreras, Tronti corta el nudo
gordiano de la relación fábrica-sociedad atribuyendo al Estado una imprevista
autonomía respecto a la sociedad. Se trata por lo tanto de revaluar la acción política
50
respecto a la reivindicativa y de recuperar el terreno del Estado donde el “partido
obrero” - este también relativamente autónomo respecto a la clase de referencia - podía
establecer a nivel institucional las conquistas de las luchas de la fábrica. La línea de la
autonomía de lo político tuvo una vida breve y sirvió, sobre todo, a llevar una parte de
los militantes y teóricos obreristas hacia orillas seguras de la política parlamentaria y de
la academia oficial. El éxito de esta “migración” masiva fue la extinción, junto a las
aspiraciones revolucionarias, de toda originalidad teórica.
La vía establecida por Negri, la del obrero social, se muestra en fin de cuentas más
importante. El nacimiento de esta nueva categoría, destinada a substituir la del obrero
masa, surge en “Crisi dello Stato-piano” de 1971, aunque ciertamente la idea va
tomando forma sobre todo a mediados de los años ’70.
A pesar que el término “Stato-piano” recuerde al “capitalismo planificado” de Panzieri,
en realidad la elaboración de Negri es mucho más cercana a la de Tronti en temas de
fábrica y sociedad, anterior al cambio de la autonomía de lo político; de hecho es
principalmente el fenómeno de la terciarización, el que se debe tener presente.
Además del planteamiento trontiano, otras elaboraciones confluyen en la temática del
obrero social: por un lado, las búsquedas sociológicas, que utilizan el término para
designar un nuevo sujeto político, altamente escolarizado y por tanto muy diferente del
obrero masa no cualificado, fruto de los procesos de proletarización y masificación del
trabajo intelectual.
Por otro lado, los estudios de carácter historiográfico – sobre todo del Colectivo de
Ciencias Políticas de la Universidad de Padua a la que pertenecen Toni Negri y Sergio
Bolonia entre otros – que ofrecen una nueva visión del desarrollo capitalista y de sus
fases, destinada a convertirse en uno de los pilares del pensamiento obrerista. La idea
que emerge de estos estudios es la de un desarrollo capitalista empujado no tanto por la
lógica del beneficio sino de las luchas obreras. Taylorismo y fordismo, en esa óptica,
responden a las necesidades para el capital de liberación del obrero de oficio, que
encontraba en la misma profesionalidad la leva para desarrollar una fuerte potencialidad
antagonista.
Por otro lado el obrero masa, que entra en el obrero de oficio, si inicialmente representa
una solución del problema - sus caracteres de descalificación y desarraigo político y
social le impiden de seguir y desarrollar el conflicto en las formas organizativas del
ciclo de luchas pasadas -, sucesivamente se muestra capaz de expresar una propia y
específica capacidad de resistencia, adaptada a la nueva organización del trabajo, más
colectiva e igualitaria y por estos aspectos aún más peligrosa para el capital.
51
La reestructuración de los años ’70, en consecuencia, es interpretada como necesidad,
para el capital, de liberarse del obrero masa; es una jugada momentáneamente
conseguida, visto el parón de la conflictualidad de las fábricas, pero ciertamente en
nuevos aspectos productivos hará emerger un nuevo sujeto antagonista. Es el obrero
social: ya “creado” teóricamente, solo queda que se manifieste de manera real.
Negri lleva a consecuencias extremas el determinismo implícito en esta cadena de
“estadios” invertida, donde es la clase obrera que rompe el capitalismo en el desarrollo
de la técnica. Se añade un estadio último, el elaborado por Marx en el famoso fragmento
sobre las máquinas - la cita se hace célebre a partir de Negri-:
Il furto del tempo di lavoro altrui, su cui poggia la ricchezza odierna, si presenta come
una base miserabile rispetto a questa nuova base che si è sviluppata nel frattempo e
che è stata creata dalla grande industria stessa. Non appena il lavoro in forma
immediata ha cessato di essere la grande forma della ricchezza, il tempo di lavoro
cessa e deve cessare di essere la sua misura, e quindi il valore di scambio deve cessare
di essere misura del valore d’uso. Il plusvalore della massa ha cessato di essere la
condizione dello sviluppo della ricchezza generale, così come il non-lavoro dei pochi
ha cessato di essere condizione dello sviluppo delle forze generali della mente umana.
Con ciò la produzione basata sul valore di scambio crolla, e il processo di produzione
materiale immediato viene a perdere anche la forma della miseria e dell’antagonismo.
(Marx, 1978, p.41)42
Negri no tiene dudas, lo previsto por Marx ya se ha realizado, ya no es el trabajo el que
crea riquezas, sino la ciencia y la técnica y el intelecto que ya no reside en la fábrica
sino en la sociedad. El capitalismo está ya extinguido, superado por su mismo
desarrollo, económicamente inútil, sobrevive como pura voluntad de dominio, mera
coerción política, desenganchada del objetivo de la valorización.
42
El robo del tiempo de trabajo ajeno, sobre el que se apoya la riqueza de hoy, se presenta como una base
miserable respecto a esta nueva base que ha desarrollado mientras tanto y que ha sido creada por la
misma gran industria. Tan pronto como el trabajo en su forma inmediata ha cesado de ser la forma más
grande de la riqueza, el tiempo de trabajo deja, y debe dejar de ser su medida, y por lo tanto el valor de
cambio debe dejar de ser la medida del valor de uso. La plusvalía de la masa ha dejado de ser la condición
para el desarrollo de la riqueza general, así como la falta de mano de obra de unos pocos ha dejado de ser
el estado general del desarrollo de las fuerzas de la mente humana. Con esta producción basada en el
intercambio de valores se derrumba, y el proceso de la producción material es inmediata a perder la forma
de la miseria y el antagonismo”. (Traducción MLC). Fragmento recogido del siguiente artículo:
Macheda, F., (n.d.). L’ideologia dei saperi e gli apologeti del capitalismo (cognitivo). Consultado el 11 de
Agosto 2013, Universitá Politecnica delle Marche, de http://www.dss.univpm.it/webfm_send/171, p. 1.
El fragmento traducido pertenece a la siguiente obra: Marx, K., (1997), Lineamenti fondamentali della
crítica dell’economía política (1857-1858), Firenze: La Nuova , II vol., pp.389-411.
52
El resultado es paradójico, en cuanto lleva a una completa inversión de las posiciones
originarias del obrerismo. Por un lado, la vieja idea ortodoxa del desarrollo de las
fuerzas productivas que mueve la historia hacia el comunismo,- objeto principal de las
criticas llevadas a cabo por los Quaderni Rossi-, se restaura y con la única diferencia
que, en el planteamiento de Negri, son las luchas obreras - en vez de la “ley del
plusvalor” como diría Panzieri - las que obligan al capital a ir hacia la innovación
tecnológica. Por otro lado, la resistencia al capital, originariamente colocado en la esfera
de producción y considerada impracticable en los ámbitos del intercambio de mercancía
y consumo, es movida hacia las prácticas de la reproducción de la fuerza-trabajo.
Categoría ésta que comprende el conjunto de conductas obreristas externas a la fábrica consumo, escolarización, organización del tiempo libre -, dotadas de autonomía y, por
lo tanto, de un inmediato valor anticapitalista.
Conclusiones: “Qualcuno era comunista perché aveva bisogno di una spinta
verso qualcosa di nuovo”.43
Tal y como dice de forma irónica uno de los últimos versos de la canción que da
el título a este trabajo, gran parte del tejido social italiano se sentía identificado dentro
de un movimiento marxista –algunos, no todos; es importante recordar que la
Democracia Cristiana obtuvo amplios apoyos en las elecciones electorales entre la
postguerra y la década de los 1970s– e inicialmente se sentían involucrados y
representados por el PCI. Pero la política llevada a cabo por el PCI durante la década de
los 1960s y 1970s –búsqueda de una autonomía y separación de la URSS; coalición con
otros partidos comunistas europeos– no fue consciente de que las necesidades y
obligaciones del partido se encontraban en el tejido social y en la izquierda italiana,
donde los obreros de las fábricas y los trabajadores del sur del país se encontraban en
condiciones laborales pésimas de sobrexplotación y bajos salarios.
A raíz de esto surgieron las nuevas formas de lucha y conquista de los derechos
laborales, llevadas a la práctica a través de la formación de grupos extraparlamentarios,
cuyos componentes adquirieron conciencia de clase; esto les permitió mutar, en cuanto
a sujetos sociales se trata –el obrero masa y el obrero social– y llevar a cabo la práctica
política de manera organizada, autónoma y fuera de lo parlamentario. Sin lugar a dudas,
gran importancia dentro de la conformación y lucha política tuvo el movimiento
estudiantil italiano.
43
“Alguien era comunista porque necesitaba un empujón hacia algo nuevo” (Traducción MLC).
53
Estos, como individuos escolarizados, trabajaron junto al movimiento obrero desde un
punto de vista práctico, pero también teórico, impulsado por las malas condiciones
educativas que sufrían en las aulas de las facultades universitarias. Precisamente, y tras
el fuerte impulso que supuso a nivel internacional el 1968, fueron los estudiantes
quienes comenzaron a adherir a los grupos extraparlamentarios que surgieron, cuyos
fundadores teóricos, en numerosas ocasiones pertenecían al ámbito universitario en
calidad de docentes. A raíz de esta unión entre obreros masa, estudiantes e intelectuales,
se empezó a conformar, en un primer momento como grupos extraparlamentarios, la
autonomía obrera, como nexo de unión de toda una izquierda extraparlamentaria capaz
de autorganizarse, autogestionarse y de teorizar políticamente sobre la misma, siendo
capaz también de llevarla a la práctica; una parte de ese movimiento marxista se
transformó en lucha armada, cuyo ejemplo más claro fueron las Brigadas Rojas. Es
evidente que las dos décadas protagonistas de estos cambios sociales y políticos, el
surgimiento de la autonomía, supuso una coyuntura real en la política de la izquierda
italiana: evidentemente siempre referido en términos extraparlamentarios, ya que a nivel
parlamentario la izquierda italiana se ha demostrado a lo largo de los últimos treinta
años insuficiente en todos los aspectos, aún hoy día.
Sin embargo sí surgieron nuevos espacios de lucha, de debate político y de difusión
cultural, principalmente a mediados de los años 1990s y coincidiendo con el
surgimiento del movimiento antiglobalización y sobre todo a partir de los sucesos en la
Contracumbre del G8 en Génova, en el 2001.
Hoy en día la ideología obrerista y la autogestión de las luchas que caracterizaban la
Autonomía Obrera, halla continuidad en algunos grupos cercanos a los centros sociales
insertados en el área política de la “Autonomia Contropotere”. Entre los más
importantes y activos se encuentran el Askatasuna de Turín, Laboratorio Crash de
Bolonia, el Centro Sociale ExKarcere de Palermo o el Spazio Antagonista Newroz;
además existen varios colectivos universitarios, compuestos por estudiantes, y que hoy
en día siguen creciendo en Italia: Rete Studenti de Milán, Collettivo Autónomo
Studentesco y Collettivo Universitario Autónomo de Bolonia o el Movimiento No-Tav.
Muchas de las elaboraciones teóricas de la autonomía se encuentran aún hoy en día en
las estructuras de estas asociaciones y colectivos.
Por tanto se puede afirmar que la formación de los grupos de la izquierda
extraparlamentaria sí trajo una nueva perspectiva de cómo afrontar los problemas
sociales y cómo llevar a la práctica la política, más allá del Estado y los partidos
parlamentarios; además los centros sociales que han surgido en los últimos años han
adquirido el rol de espacios culturales y de libre debate político.
54
Herencia y similitudes de la autonomía en los movimientos: movimiento
antiglobalización, movimientos de ocupación e indignados.
El movimiento anti-globalización, caracterizado en eventos concretos, las contracumbres de Seattle en 1999 y la de Génova en 2001 principalmente, se puede considerar
“herederas” de la autonomía italiana por varias cuestiones.
Desde el punto de vista teórico se puede considerar, sin demasiado miedo a
equivocarnos, que los frutos del esfuerzo teórico de re-conceptualización y re-lectura
del marxismo que los “pensadores” de la autonomía han llevado a cabo durante los
últimos treinta o cuarenta años han forjado una de los ejes principales donde ha rotado
la reflexión de los movimientos sociales que desembocaron en aquello que llamamos
movimiento anti-globalización. La caída del bloque soviético y la pérdida de referentes
teóricos y políticos de una izquierda en retirada, permitieron en cierto sentido que los
grupos de la extrema izquierda anti-autoritarios y críticos con el comunismo “de
partido”, que se habían organizado en torno a la autonomía, tuviesen en Italia la
capacidad de volver a insertarse poco a poco en el contexto de los movimientos sociales
del País; no faltó su grandísima influencia - teórica y práctica - en el resto del mundo
como veremos a continuación.
“Impero”44 de Toni Negri, publicado en el año 2000, es decir en plena efervescencia
del movimiento No-Global, ha servido para dar a estos movimientos un sustento teórico
central, para explicar los nuevos conflictos de clase surgidos a raíz de la globalización,
pero, sobre todo, el elemento concreto de organización diferente de la que
tradicionalmente la izquierda marxista se había servido, alejado de los grandes partidos
constituido por vanguardias revolucionarias.
La capacidad del pensamiento autónomo para enfocar los cambios estructurales que la
globalización ha traído para el mundo del trabajo y - por lo tanto absolutamente central
en una óptica de lucha de clases marxista - para describir las nuevas formas de poder y
explotación que existen en el mundo, es probablemente el elemento central que
podemos considerar como “herencia teórica” de la autonomía. Desde el punto de vista
de las prácticas políticas - definidos por los politólogos “repertorios de acción” también parece que podamos encontrar cierta continuidad, principalmente en torno al
desarrollo de prácticas basadas en el recupero de espacios sociales para la constitución
de estructuras de “contrapoder” en la sociedad. Estos espacios han sido constituidos
44
Negri, A., (2000). Impero. Milano: Rizzoli.
55
principalmente en torno a los centros sociales, en las universidades y en los lugares de
trabajo, donde es reproducible el proceso de construcción política “en autonomía”.
Obviamente este proceso se acompaña a un recambio generacional en las filas de los
militantes, con un alto nivel de continuidad organizativa, tanto de los propios militantes
como del espacio mismo y como del discurso político. Actualmente una gran parte de la
lucha se lleva a cabo en la universidad.
En el desarrollo de teorías y prácticas ligadas al fenómeno italiano de la “Autonomía
Operaia” es posible observar la elaboración de un pensamiento autónomo, que ha
superado los colectivos y las organizaciones que lo han generado y representa un
importante elemento de continuidad que se ha reproducido en los movimientos sociales
actuales ligados a esta fase de movilizaciones derivadas de la crisis económica. De
hecho la superación de la centralidad del partido, como elemento catalizador de la
construcción política, ha permitido el desarrollo de estructuras que reproducen en parte
los discursos “autónomos” que han permitido vincularse con movimientos políticos tan
diversos como el Zapatista en México, Occupy Wall Street en Estados Unidos, las
Primaveras árabes, los Indignados españoles o la lucha No-Tav en Italia.
56
Imágenes.
Portada de los “Quaderni Rossi”. Fuente:
http://www.carmillaonline.com/2010/04/20
/intervista-a-romano-alquati/
Portada de los “Quaderni Piacentini”. Fuente:
http://flaneurotic.files.wordpress.com/2013/06
/quaderni-piacentini-69.jpg
Batalla de Valle Giulia, Roma, 1968.
Fuente: http://www.leftcom.org/files/196803-01-valle-giulia-1.jpg
57
Manifiesto del Movimento Studentesco di Bologna: "Avola,
Viareggio, Roma, Bologna: le pagherete tutte!", 1968. Fuente:
http://www.nelvento.net/archivio/68/ms/bologna/bologna.htm
Manifiesto del Movimento Studentesco de Bolonia:
“Intensifichiamo la lotta”, 1968. Fuente:
http://www.nelvento.net/archivio/68/ms/bologna/bologna.htm
“Strage di stato”: atentado de Piazza Fontana, 1969.
Fuente: http://stragedistato.files.wordpress.com/2009/11/manifesto-piazza-fontana.jpg
Fuente: http://www.ilgiorno.it/milano/cronaca/2012/05/10/710255/images/1041350-piazzafontana.jpg
A la izquierda, la portada de uno de los números de la revista Lotta Continua.
Fuente: http://www.lalottacontinua.it/Centro-Documentazione-M.Grassi/Volantini/Manifesti/man1
A la derecha uno de los carteles de Potere Operaio.
Fuente: http://www.alfabeta2.it/wp-content/gallery/disobedience/sp-p06b-quadro_potere_operaio.jpg
58
Cartel de las Brigadas Rojas, cuyos cuatro puntos principales dicen:
- Atacar al Estado imperialista de las multinacionales.
- Desarticular las estructuras de la contrainsurgencia activa.
- Golpear los hombres y las herramientas de la guerra psicológica.
- Construir la unidad del movimiento revolucionario en el partido combatiente.
Fuente: http://www.brigaterosse.org/brigaterosse/images/volantino%20Emilio%20Rossi.jpg
Manifestación de militantes de la Autonomia
Operaia con los tres dedos de la mano
levantados a forma de pistola P38 (arriba) y
(abajo) foto de una activista del movimiento
autónomo.
Fuente:
http://metropoli.noblogs.org/post/2007/10/08
/metropoli-l-autonomia-possibile/
59
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